12
....... (;r, ! I -,""1 >r) h"·' \ ensenanzas de la psiquiatria, disciplina que/ al trabajar en el punto de enlace entre el significante y el cuerpo, no pue- -r de sino reencontrarse con el psicoanalisis en ciertos aspec- tos. Pone fin al conductisrno que prosper6 al amparo de la sociobiologfa, y que sigue vigente en las instituciones donde tienen influencia estos psicologos. Es evidente que jarnas se podra explicar el comportamiento humano con Capitulo 1 i un esquema-que 10 reduzca a un juego de «esttmulc-res- 1"; c r.' , puesta». Basta los animales, como veremos, trastocan I I considerablemente este pobre juego con sus actividades Del animal al hombre ! perceptivas mas simples. t ,. i Dejo ahora allector el placer de leer un texto que por su sentido del humor -ese juego del sentido contra sf rnismo por el placer de una libertad conquistada- se presenta, en la escritura, como la marca discreta de su caracter filosofi- co. En el se encontrara el eco, ampli£icado por observacio- nes concretas a veces sorprendentes, a menudo punzan- tes, siempre desconcertantes, de uno de los aforismos barrocos cuyo secreto conocia bien Ludwig Wittgenstein: I J «Si elle6n supiera hablar, no 10 comprenderiamos». DOMINIQUE LECOURT I \ \ <;' ,..J '- r l /) 22 /

3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

....... ~

(;r,!

I -,""1 >r)

h"·'

\ ensenanzas de la psiquiatria, disciplina que/ al trabajar en el punto de enlace entre el significante y el cuerpo, no pue­

-r de sino reencontrarse con el psicoanalisis en ciertos aspec­tos. Pone fin al conductisrno que prosper6 al amparo de la sociobiologfa, y que sigue vigente en las instituciones donde tienen influencia estos psicologos. Es evidente que jarnas se podra explicar el comportamiento humano con Capitulo 1

i un esquema-que 10 reduzca a un juego de «esttmulc-res­1"; cr.' , puesta». Basta los animales, como veremos, trastocanI

I considerablemente este pobre juego con sus actividades Del animal al hombre ! perceptivas mas simples. t,.

i

Dejo ahora allector el placer de leer un texto que por su sentido del humor -ese juego del sentido contra sf rnismo por el placer de una libertad conquistada- se presenta, en la escritura, como la marca discreta de su caracter filosofi­co. En el se encontrara el eco, ampli£icado por observacio­nes concretas a veces sorprendentes, a menudo punzan­tes, siempre desconcertantes, de uno de los aforismos barrocos cuyo secreto conocia bien Ludwig Wittgenstein:

I J «Si elle6n supiera hablar, no 10 comprenderiamos».

~I DOMINIQUE LECOURT

I \

\

<;' ,..J

'­r l

/)22

/

Page 2: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

1'1

e ,

·f

",

. Un mundo de perro

Mi perro y yo tenemos un armario Luis XIII. Esta insta­ tI

.ado en el comedor. Macizo, pesado, sornbrio, austere y majestuoso. Comprendo que procure evitarlo, esquivarlq Su geometria es disuasoria, y no sienta bien golpearse con el. Y, sin embargo, todo esto es pura ilusi6n; mi perro no ha vista jamas este armario Luis XIII; no vera jamas nin­'Sun armario Luis XIII, ni tampoco sillones LUis-Felipe ni mesas de oficina. lQue es Luis XIII para un perro? Y este armario, «rni» armario, el que herede de la familia de mi rnujer, cuando un buen dia se 10 rega16 su tia, precisando, como si fuera una experta, que se trataba de un mueble «de epoca», una pieza preciosa de un patrimonio que fue necesario transportar, 10 recuerdo bien, con infinitas pre­c.iuciones ... No, mi perro no ha visto nunca este armario, que esta impregnado de palabras, marcado de sentimien­toe, y silenciosamente cargado de toda una historia que siempre sera extrafia para un can.

Esta «cosa», en la medida en que ocupa un lugar en «rni» mundo, se me aparece como un «objeto» de este

f rnundo, una realidad que no se encuentra situada unica­mente en el espacio-tiempo fisico que comparto con mi perro, sino anclada en multiples redes de sentido, surcada por un flujo de significaciones que a nuestros ojos le con­

2'/

Page 3: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

r '~

c ,

fieren esa consistencia, la de «nuestro» querido armario lo-respuesta». Desde el momento en que percibe, el ani­

Luis XIII. Podria decir entonces que mi perro se contenta mal confiere sentido a las cosas que constituyen su mun­·f con percibir la «cosa» como tal, la «cosa en sf», que se to­ do. En el universo fisico, adquiere un material a partir del

pa con su existencia bruta, que se tropieza con su ser fisico . cual construye sus propios «objetos»,

«pure». su forma imponente, su volumen, su densidad, Valga como ejemplo la actividad sensorial que goza de

sus propiedades neutras. Tal planteamiento es antropo­ peor reputaci6n, la que se considera mas tosca: la olfac­

centrismo que se convierte en antropoesnobismo. LPor cion. En este punto los mamfferos son los campeones, a

que su «rnundo», por el hecho de mostrarse desprovisto excepci6n del hombre, que en materia de olfato es un ver­

de significaciones que dan forma, sustancia y sabor al dadero discapacitado y, ademas, menosprecia dicho senti­ (I,

mio, al de mi mujer y su tia, al de los arnigos que me visi­ do. ZEs quiza para marcar mejor la distancia, incierta pero

tan, se despliega en un desierto de sentido? LY, al mismo decisiva, que 10 separa de sus vecinos mas pr6xirnos, los

tiernpo, se puede asegurar 10 contrario? zPuedo abolir en primates no humanos?

rni toda hurn:anidad hasta el punto de convertirme en pe­ Observemos una mariposa. Hasta desde once kilorne­

rro 0, a modo de cornunion, «espiritu de perro»? Sin duda tros de distancia, el macho puede detectar la presencia de

es imposible instalarme de forma imaginaria en una vi­ una hembra sexualmente receptiva, distancia que recorre­

si6n canina del mundo; pero al menos puedo efectuar en ra gustoso para acudir a la cita. Hoy se puede explicar

las cosas algunas manipulaciones simples que prueben muy bien este aparente prodigio arnoroso: la hembra emi­

que el mundo de perro, como el mio. no puede reducirse te feromonas, moleculas olfativas secretadas por glandu­

al universe fisico. Este mundo se le presenta tarnbien re­ las exocrinas. EI receptor de estas hormonas, en lugar de

pIeto de «objetos», pero son «objetos de perro». Basta, por encontrarse en el propio individuo, como sucede con las

ejemplo, con meter un trozo de carne en mi armario Luis hormonas del crecimiento, por ejemplo, esta situado en

XlIIi en lugar de esquivarlo, se abalanzara sobre el, saliva­ otro organismo; en este caso, en la mariposa macho que

ra. grufiira, ladrara, el mueble habra perdido entonces su percibe la presencia de la molecula a traves de sus ante­

aparente neutralidad; se convertira, para Ed, en un obs­ nas. Procede entonces a un movirniento de exploraci6n

taeulo significativo, aunque este sentido se apegue toda­ del espacio; dos 0 tres balanceos le bastan para recabar y

via demasiado a la estimulaci6n biol6gica. precisar la informaci6n. Pone rumbo hacia ellugar y aca­

Asi se presenta el «rnundo» de los animales, ya pleno ba cayendo directamente sobre la hembra adecuada. Se

de sentido, aunque este sentido no sea el nuestro. Las ob­ puede observar el mismo proceso en el tibur6n con el sen­

servaciones de los etnologos desmienten las concepciones tido gustativo. Una gota de sangre se diluye en el mar, pe­

filos6ficas y psicol6gicas que s610 yen en los anirnales po­ ro el tibur6n dispone de un sistema de radar hipersensible

bres maquinas entregadas a la ley de bronce del «estirnu­ que le permite detectar la presencia de sangre en concen­

26 27

Page 4: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

»:

~:

, ,

traciones rninimas: le basta con una molecula por metro cubico de agua. Tambien el sabra lIegar hasta la fuente de

., informacion recibida. Se aconseja al lector, no obstante, que tenga la prudencia de no confundir un tiburon con

una mariposa. Por 10 que se refiere al oido, veamos el caso de las aves,

que son capaces de emitir seftales sonoras sorprendentes. Cuando se procede a registrar y analizar tales sonidos,

se obtienen «fonogramas» que representan la serie de fre­cuencias altas y bajas; en el grafico se observa como se di­bujan verdaderas estructuras de voces, con secuencias bien delimitadas. Asimismo, se detectan extraardinarias sincronizaciones entre las aves que se responden. Pero 10 mas llamativo es que una parte del sonido es un signo ca­racteristico de cada especie, una suerte de firma sonora. Y los individuos de la especie en cuestion reconocen el soni­do sin la menor vacilacion. Cada uno puede rodear dicha estructura de ciertas variaciones «personales», pero sin eliminar la parte de la voz que se halla geneticamente pro­gramada. Las observaciones sobre las gaviotas de Porque­rolles que tuve ocasion de constatar en repetidas ocasio­nes con mis alumnos nos enseftaron muchas cosas. Las gaviotas perciben verdaderas organizaciones sonoras que provocan comportamientos diferentes: voces de llamada, voces de triunfo, voces de alarrna, voces de cortejo ... La percepcion de la gaviota no se carresponde con la idea de una pura recepcion de informaciones, sino que parece bien estructurada y activamente estructurante. Manifiesta la existencia de una autentica serniotica en la que se arti­culan sefiales sonoras y visuales can otras de tipo gestual y espacial. Cuando las gaviotas inglesas desembarcan en

28

Hendaya, ninguna de sus congeneres francesas de Par­querolles se mezclara con ellas... La idea de una percep­cion que sea simplemente «receptive». pasiva, no permite explicar tales fenornenos.

Pasemos ahara al mas «noble» de los sentidos, el de la vision. Las aves aqui se llevan la palma sin duda alguna. Sin embargo, no nos contentaremos con admirar esa pro­digiosa agudeza visual. Una observacion clasica de Niko­laas Tinbergen, premio Nobel de 1973, sobre los «sefiue­ i1

los» de gaviotas perrnitio analizar con mayor finura la percepcion de estos animales. El celebre etologo habia constatado que la gaviota, desde el momento en que frota la cara intema del huevo para cascarlo y salir, aun indeci­sa, se orienta indefectiblemente hacia una gaviota adulta y golpetea con el pico la mancha roja que se encuentra situa­da en la raiz de su mandfbula inferior. Es un ritual extrafio y misterioso. Nikolaas Tinbergen decidio construir un se­fiuelo de gaviota de carton que reprodujese la imagen completa del ave. Y ccnstato que la pequefta gaviota se di­rigia de todas formas al sefiuelo y golpeteaba la mancha roja que tenia pintada. Era un magnifico ejemplo que pa­reda avalar el «innatismo» de este comportamiento, pues­to que ningun ap~endizaje podia preceder a aquel movi­miento espontaneo,

El periodo sensible

El metodo de Nikolaas Tinbergen ha sido cues tiona­do. Reproducir con la maxima fidelidad posible, con tije­ras, carton, pinceles y colores, la imagen de la gaviota

29

Page 5: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

puede parecer un esfuerzo iruitil. LNo presupone, en efecto, que la percepci6n del ave debe ser identica a la de

·r nuestro mundo de seres humanos? Una gaviota vista por una gaviota tiene muchas probabilidades de ser diferente de una gaviota vista por un hombre. A partir de esta hi­potesis, elaborarnos otro experimento, tecnicarnente mas sencillo, que permiti6 derivar conclusiones bien distin­tas. En Jugar de dedicarnos a reproducir escrupulosa­mente la imagenhumana de la gaviota, nos contentamos con toma r varas de madera y trozos de cart6n en los que pintamos manchas redondas de distintos colores. Asi pu­dimos detectar 10 que realmente estimula a la pequefia gaviota: una disposiciori determinada de colores. S6lo faltaba bacer comparaciones. Cuando se asocia el gris con el nezro, s610 un pequefio numero de gaviotas golpe­tea con el Fico; el numero aumenta si se trata del azul y el verde,.y todavia mas si los colores son el rojo y el negro. La probabilidad de golpeteo alcanza el 90 por ciento con el amarill: I y el rojo, los colores «reales» que presenta la gaviota adulta.

El exper imento prueba que el «estirnulo» no es sencillo; la respuesta de la gaviota recien salida del huevo no pare­ce en absoJ uto «organizada» de antemano, predeterrnina­da como un reflejo, dado que puede variar, y aun en el ca­so mas perfecto. el l Opor ciento de las aves no responde al estimulo. Lo que estimula es una forma coloreada; 10 cual presupone ya, en 10 mas cercano a 10 biologico, una «inter­pretaci6n» que refleja un primer grado de libertad en rela­cion con la inmediatez de los estfmulos procedentes del mundo exterior; una «interpretacion» y, por tanto, tam­bien variantes y. .. errores.

30

Observemos un animal considerado mas «inteligente»: veremos como se amplifica esta «interpretacion» con res­

. pecto a las restricciones del medio. Se realize, por ejemplo, un ingenioso experimento con macacos en una jaula de gran tamafio. pensada para simular el medio natural. Se instalaron pantallas .de cine en los lados de la jaula para proyectar caras de simios, machos, hembras, jovenes y viejos ... Los macacos estaban encerrados en una jaula donde veian desfilar esas imageries. Cuando se les solta­ba, se dirigfan hacia las pantallas. A modo de recompensa, se colocaron pasas sobre la cara de una hembra madre. Muy pronto los macacos aprendieron a dirigirse hacia esa cara «interesante». Despues se sustituyo esa cara por la de uno de sus hijos. Se ccnstato que los macacos se orienta­ban muy rapido hacia el: reconocian, par tanto, el vinculo entre la madre y el hijo. Se mostraban tambien capaces de percibir una sernejanza familiar 0 una estructura afectiva. En este caso, nos hallamos lejos, muy lejos, de la simple «estimulacion» fisica. La percepcion de los macacos se en­cuentra estructurada, de manera abstracta, por un sentido ya muy elaborado. Propongo utilizar el terrnino «inteli­gencia perceptiva» para designar esta actividad de selec­cion e interpretacion que sefiala la recepcion de estimulos sensoriales efectuada por animales. Dichas estimulacio­nes no constituyen datos «brutes» sin mas; en ellas no hay ninguna informacion «en sf»,

La mejor prueba que se puede aportar radica en un fe­norneno hoy muy conocido, porque ha side rninuciosa­mente estudiado por los pioneros de la etologia animal. Me refiero a la famosa «impregnaci6n», que revela que una misma informacion puede adquirir, segun el momen­

31

c

Page 6: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

to de desarrollo del organismo que la recibe, un valor hi­perrnarcado 0, por el contrario, completamente nulo.

·r El experirnento mas sencillo y mas conocido fue el de­

sarrollado por Konrad Lorenz, que mostr6 c6mo un ana­d6n puede seguir cualquier objeto que se mueva en su campo visual, siempre que tal movirniento se produzca en un periodo comprendido entre la decimotercera y la deci­mosexta hora despues del nacimiento. Antes de la decimo­tercera hora, el pato se desplaza al azar, sin rumbo; no es susceptible de apegarse a ningun objeto. Despues de la decimosexta hora, la tendencia al apego es cada vez me­nor. Pero durante el periodo interrnedio, que se denornina «periodo sensible», se observa c6mo se apega, en el 90 por ciento de los casos, a todo objeto que se presente. El pato sigue al objeto y se acurruca contra el para dorrnir. A par­tir de entonces ya no se aleja; explora su mundo siempre en las proximidades de «SU» objeto. Se dice que el objeto se «infiltra» en el pato. Yse constata que a partir de enton­ces adquiere una funci6n tranquilizadora; el animal se apoya en el para familiarizarse con su mundo de pato. Si se ve privado de su objeto querido, el pato presenta todos los sintomas del «estres», por encontrarse perdido y total­mente inerme en un universo sin objeto. En un instante se pone a correr en todas las direcciones; tropieza, se hace dafio, deja de corner y beber, ya no puede dormir. Cual­quier otro estfrnulo s6lo sirve para aumentar el estres.

Puede afirmarse que Konrad Lorenz tuvo suerte, pues el pato parece la especie que mejor se impregna. Sin em­bargo, se ha podido dernostrar, despues de estos trabajos memorables, que el «periodo sensible» no representa en realidad mas que un periodo de receptividad maxima, cu­

32

ya duraci6n puede variar por medio de procedimientos experimentales. El pato se vuelve hipersensible en condi­ciones de aislarniento, aunque solo sea posible impregnar­10 desde un poco antes de la decimotercera hora; si se 10 sobreestimula antes del perfodo sensible, es posible ate­nuar la irnpregnacion y prolongarla un poco mas alla de la decirnoseptima hora. Por tanto, el proceso no tiene la rigi­dez que Ie atribuia Konrad Lorenz, si bien es cierto que constituye un periodo bien definido. Cabe preguntarse ~

cual es el «objeto» al que se apega el pato. La respuesta es que le es indiferente. Puede ser una lampara, otro pato 0

incluso la mana del et6logo. La experiencia se ha repetido con crias de gate 0 de perro, y se ha demostrado que estes tarnbien son «impresioriables». aunque la duraci6n del periodo sensible se prolonga considerablemente. Se calcu­la que tal periodo dura unas cinco semanas en el caso del perro, y varios meses en los primates. For ahora no habla­re del hombre, pero volvere sobre el tern a mas adelante.

Los et6logos deben cuidarse de considerar el mundo animal como un mundo psicoqufmico; por el contrario, mediante observaciones dirigidas y comparaciones deben detectar el sentido que ya circula en dicho mundo. Con­viene evitar, asimisrno, otra trampa sirnetrica e inversa, mucho mas extendida, popular y temible: la trampa an­tropom6rfica que nos lleva «espontanearnente» a inter­pretar el comportamiento animal en terrninos humanos.

Este defecto de pensamiento es aun mas insidioso por el hecho de que nos atrapa en una de nuestras debilidades mas probadas: la ernocion que sentimos ante la percep­ci6n del otro. Tomemos el caso, tan familiar, del gato. Se observa c6mo se frota contra los objetos y despues se acu­

33

Page 7: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

rruca amorosamente contra nuestra pierna. Es dilicil sen­tirse indiferente ante el contacto de su piel y tales mues­

·f tras de afecto. Sin embargo, la realidad no tiene nada que ver con los sentimientos que proyectamos sobre nuestro gato. El muy picaro tiene una glandula olfativa en la parte externa de la boca; al frotarse, nos marca su olor y asi pro­cede met6dicamente a la construcci6n de su mundo fami­liar. De este modo, el mundo en el que se instala sin que nosotros 10 separnos ya no le producira angustia y podra sentirse seguro en el. Por tanto, no viene a frotarse para que nos sintamos a gusto, sino que de ese modo reafirma, de modo «egoista», su propio bienestar afectivo,

Veamos a continuacion un experimento ya mas sofisti­cado. pero que entrafia la misma trampa. Dividimos en dos grupos una poblaci6n de cachorros de perro recien nacidos. El primer grupo se separa precozmente de su madre, mientras que el otro se cria en las condiciones ha­bituales. Hacia el tercer 0 quinto mes, un grupo de psic6­logos entra en el laboratorio, donde despues se sol tara a los cachorros. Se ad vierte a los psic6logos que algunos de los perros han crecido en una situaci6n de carencia afecti­va descrita en los terminos apropiados; se les pide que identifiquen a los cachorros de cada grupo. Todos los psi­c6logos ofrecen una respuesta unanime y se equivocan; para ellos. los cachorros «bien criados» son los que se le acercan para hacerles carantofias, lamerlos y rodearlos, dando asi muestras de alegria vital, a su parecer. Pero es justo al contrario: los perros afectivamente vulnerables son los que se acercan a los psic6logos para satisfacer su avidez afectiva y familiarizarse con el medio que se les abre por primera vez, mientras que los perros «bien cria­

34

-...

dos» perciben a los recien llegados como extrafios en un mundo con el que ya se han familiarizado por medio de la madre. Adoptan entonces un comportamiento ambivalen­te: el interes les acerca a los humanos. pero el temor frena ese primer impulso. Los psic6logos diagnostican imper­turbablemente esta conducta como una manifestaci6n de la asociabilidad.

~Por que se equivocan? Porque proyectan sobre los pe­rros la gratificaci6n afectiva que ellos mismos sienten ante CJ

la zalameria canina. Algunos criadores conocen bien la fuerza de este malentendido. Los menos escrupulosos la utilizan en su propio beneficio con el fin de cap tar clien­tes: aislan a los perros y de ese modo los hacen met6dica­mente vulnerables. El comprador que se presenta se ve se­ducido por el entusiasmo de que es objeto, y adquiere sin vacilar un animal afectivamente fragil.

El antropomorfismo adopta vias menos directamente afectivas. Puede tratarse de analogias err6neas, poco refle­xivas, aunque la afectividad no este del todo ausente, co­mo veremos. Volvarnos alos gatos; 0, mas exactamente, a la celebre «limpieza» de los gatitos realizada por su propia madre cuando nacen. ~ Que hay mas conmovedor que la primera limpieza del recien nacido? Cautiva y enternece observar los cuidados pacientes y meticulosos de la gata, que adopta la figura de la buena madre, afectuosa y aten­tao Lo malo de esta escena edificante es que la madre no «lava» a los pequefios: somos los humanos quienes hemos inventado el mito de la «limpieza del gato». La madre marca a su cria con su olor y de este modo se «familiariza» con ella. La prueba es que si se impide que la gata lama a Ia cria en el momento del nacimiento, la considerara como

35

Page 8: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

una extrafia, Y esta madre excelente puede llegar incluso a

comerse a su propia cria. ·f Humor (Linvoluntario?) de et6logo: se han hecho las

mismas observaciones con las ratas, esas golosinas de los gatos que tienen la costumbre de «limpiarse» cuando se acuestan. Si a alguien se le ocurre la idea ingeniosa de ata­viarlas con un «tutu», no logra transforrnarlas en estrellas de la danza, pero bloquea el encadenamiento natural de secuencias de comportarniento que conduce a la presunta limpieza. En tal caso, la madre no podra marcar a sus crias con su olor, y por 10 tanto se las comera.

Otra variante del rnismo experimento es la siguiente: si se taponan los orificios nasales de una oveja, 0 se recubre su cria de una sustancia impregnada de un olor con el que no esta familiarizada, se obtiene el mismo resultado. Es cierto que la oveja no se corne al cordero, pero al conside­rarlo como un extrafio, 10 rechaza sin miramientos.

La ilusi6n antropom6rfica no s6lo repercute en nuestra interpretacion del comportamiento animal, sino que se extiende tarnbien a nuestro comportamiento ante los ani­males.

Es el caso, por ejemplo, de los errores cometidos por to­dos los que intentan fotografiar 0 filmar aves. [Cuanta pe­licula desperdiciada! Pura y simplemente «olvidan» que los ojos de estos anirnales no rniran al £rente y, por 10 tanto, para rnirarnos necesitan girar la cabeza. Y si nos rniran fijamente, cara a carat es senal de quequieren huir 0 atacar porque tie­nen rniedo. De modo que si se los enfoca con una carnara, 10 interpretan como un comportarniento agresivo y huyen. De ahi todos los t6picos err6neos sobre vuelos precipitados, obras de et6logos en ciernes y turistas mal inforrnados.

36

Los prirnat6logos, los veterinarios, los dornadores y los toreros han hecho observaciones analogas, desde una perspectiva profesional, sobre la conducta que se debe mantener ante los marruferos. Por ejemplo, mirar de frente a un perro suscita en el una fuerte emoci6n; desconfia. Y el malentendido se prolonga. porque para atenuar su emo­cion. el perro alza ligeramente el hocico, baja un poco las orejas. El hombre interpreta esta modificaci6n de la cara del animal-los veterinarios hablan de la «cara» de los pe­

,C

rros- como un modo de sonrisa. Suponiendo que se trata­se de una sonrisa, no se preguntan cual es la significaci6n de ese gesto, que en el hombre no remite a los mismos sen­timientos en Asia 0 Europa. Sin inmutarse, nuestros ami­gos europeos de los animales atribuyen de buena fe una sonrisa occidental a sus perros.

Con los primates superiores no humanos, los contra­sentidos son menos flagrantes y mas taros porque la mus­culatura, la posici6n y los movimientos de los ojos se ase­mejan mas a los nuestros. Sin embargo, no resulta mas facil acercarse a un simio. Los primat6logos han aprendi­do que, para ser admitido en el circulo de los gorilas, es preciso sentarse y despues, en la medida de 10 posible, co­rner, mascar una brizna de hierba, por ejemplo, y mirarlos s6lo de lado, desplazandose ligeramente. Saben que si mi­ran fijamente a los ojos de un primate desencadenan, tam­bien en el, una emoci6n incontrolable pr6xima a la sensa­cion de agresi6n. Por si fuera necesario, puedo citar una prueba adicional de la existencia de pensamiento percep­tivo en los animales: es el que se manifiesta a continua­cion. en el caso que nos ocupa, a traves de una serie de gestos mimicos destinados a calmar la emoci6n. El prima­

37

Page 9: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

'-.

-,

.r. te abrira la boca ocultando los dientes, se agachara, ense­nara el trasero 0 hara una ofrenda alimentaria alzando las palmas al aire. En suma, recurrira a todo un ritual de apa­ciguamiento.

La bella y las bestias

Hace unos afios tuve ocasi6n de observar algo que con­firma los resultados generales de estos trabajos. lntroduje a un grupo de nifios en el recinto de los anirnales de un zoo­16gico de Toulon, y decidi medir la distancia de huida del animal, filmando la escena con el fin de analizar, a camara lenta, la causa que provocaba la huida. Algunos nifios eran psic6ticos. Sin embargo, nos sorprendi6 el siguiente descubrimiento, al principio cargado de misterio: los ani­males aceptaban facilmente la proximidad de los nifios psic6ticos, mientras que los otros les daban miedo. Vimos incluso c6mo una nina con sindrome de Down, criada en un centro psiquiatrico por haber sido abandonada, se abrazaba a un animal que la habia dejado acercarse sin in­mutarse. El mismo animal, cuando se Ie acercaba un nino «normal», se sobresaltaba cuando este se encontraba a tres metros de distancia, y huia a gran velocidad.

El analisis de las peliculas a carnara lenta nos permiti6 comprender 10 que ocurria. Los nifios psic6ticos, encerra­dos en 51 mismos, evitan la mirada, suelen carninar de la­do y se desplazan con suavidad. Por 10 tanto, a causa de su propia enfermedad, no asustan a los anirnales. En cam­bio, en las cintas se veia claramente c6mo los demas nifios miraban a los anirnales de frente, les sonreian, les mostra­

38

ban los dientes y levantaban la mano para acariciarlos; despues se precipitaban sobre elios con afecto y entusias­mo. Aquellos eran excesivos signos de agresi6n en un

.,mundo animal. Tuve ocasi6n de repetir un experimento del mismo tipo con dos perros y dos nifias, una de ellas nacida de relaciones incestuosas y otra «salvaje». La pri­mera queria jugar con los perros y se apoder6 del plato donde estes iban a corner. Los perros gruneron y la arne­

onazaron. La nina se asust6 y sali6 corriendo, pues com­prendi6 bien el «rnensaje». En cambio, la nifia «salvaje» se acerc6 a los perros, entr6 en la caseta, se tumb6 y les rob6 el plato de comida. Y sin embargo, los perros se dejaron. Tambien en este caso, si se revisan las imageries de video a camara lenta, se ve claramente que la nina «salvaje». a di­ferencia de su cornpafiera, evita mirar fijamente a los pe­rros; s610 se desplaza a gatas -al igual que se ha visto re­cientemente en el caso de los nifios huerfanos rumanos-, y empuja a los perros apoyando la cabeza sobre el trasero de los animales, como hacen los cachorros para bloquear la agresividad de los perros adultos.

El caso de esta nina nos permiti6 ilustrar c6mo puede tomar forma la etologia humana. La existencia crea a ve­ces terribles experimentos naturales que no podemos ob­servar en las condiciones de vida habituales. Si el metodo de observaci6n es sencillo y claro, el objeto de signos des­crito resulta, para los profesionales clinicos como noso­tros, mucho mas estimulante que ciertos objetos de labo­ratorio, excesivamente depurados y artificiales.

Laura naci6 de relaciones incestuosas. Su padre-abuelo quiso quedarse con ella, porque la consideraba hija del amor. Su madre, de quince afios de edad, confundida por

39

Page 10: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

la angustia del nacimiento, no tuvo fuerzas para ocuparse de la nina. Por tanto, el bebe sobrevivio en una situacion familiar de privacion afectiva. A los siete meses, fue nece­sario hospitalizarla porque se dejaba morir. El calor de las enfermeras y los estirnulos del entorno devolvieron la vi­da al bebe. Al regresar con su familia, el aislamiento casi total provoco una nueva recaida. Al fin, a los siete afios de edad, paso a convivir con una familia de acogida.

A partir de entonces tuvo contacto diario con sus pa­

·f

dres de acogida, asi como con sus abuelos, la nifia de la ca­sa, dos perros grandes, tres canaries, sin contar las palo­mas, gorriones, erizos y todos los invitados permanentes de aquella casa. Los sabados visitabarnos a la nina para observarla en las condiciones de vida habituales.

Primera sorpresa: caminaba a cuatro patas, 0 bien se desplazaba con las nalgas apoyadas en el suelo. El hecho de haber sido criada en condiciones de aislamiento senso­rialla habia privado del modelo de posicion erguida; no se le habia ocurrido probar la aventura de la bipedacion. Un compartamiento motor, aparentemente tan simple co­mo la bipedestacion. requeria al menos un modelo de aprendizaje.

Es un misterio que el hombre carnine sobre sus miem­bros posteriores, porque tal postura entrafia numerosas complicaciones: varices, hemarroides, ciatica, problemas digestivos, variaciones de tension. En una lcgica pura­mente anatornica, deberiamos caminar a cuatro patas. Pe­ro en una logica humana, parece curioso.

El problema de los origenes resultasiempre fascinante. ZQuien fue el primero que tuvo la idea de alzarse sobre los miembros posteriores? ZY por que? Podemos jugar a

40

<,

aventurar hipotesis: un dia un hombre quiso rnirar a 10 le­jos. por encima de la sabana. El simple hecho de aventurar esta hipotesis implica que el sistema sensorial del hombre era ya muy preciso en el dorninio de la vision y mediocre en el olfativo. Si mi perro probase la aventura de la bipe­dacion para mirar por encima de los matorrales, dismi­nuiria su rendirniento, porque sus ojos Ie perrnitirian per­cibir un mundo confuso de colares pastel, rnientras que al mantener el hocico a ras de suelo puede percibir una «car­ ,C

tografia» olfativa rigurosa. Por tanto, el desplazamiento sobre las patas posteriores no conlleva para el ningun be­neficio adaptativo.

Puede que el primer hombre quisiera liberar las manos para transportar mejor los frutos 0 las herramientas; pue­de que desease impresionar a sus congeneres todavia cua­drupedos.

Estas conjeturas sobre el inicio de un comportamiento pueden parecer banales. De heche, provocan siempre reacciones violentas, porque las cuestiones sobre los ori­genes recurren a representaciones religiosas y, en este am­bito, todo desacuerdo conduce a la exclusi6n.

En cambio, todos los padres coinciden al describir los primeros pasos de sus bebes. La primera sarpresa es que este riesgo se recibe con celebraci6n familiar, a pesar de que este aprendizaje conlleva gran ruimero de pupas, hui­das y conflictos. L6gicamente, si quisierarnos proteger a nuestros hijos, convendria prohibirles que aprendieran a caminar.

Por suerte, la l6gica emocional crea un campo de fuer­zas afectivas que modela el comportamiento del pequefio. Al principio el nino intenta levantarse solo; hace fuerza y

41

Page 11: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

~ 'J.'!l

I,,,

se yergue durante unos segundos, pero enseguida se tam­

., balea y cae sobre su amortiguador natural: las nalgas. La evolucion esta bien pensada, porque el hombre es el unico ser vivo que posee este doble almohadon. El rendirniento muscular, al principio solitario, indica que el pequefio sa­be asumir riesgos y se divierte, a pesar de los golpes y chi­chones que sufrira de modo inevitable. Esta erotizacion de

I la angustia, este placer solitario, este juego del miedo, se vera reforzado con las reacciones emocionales del entorno adulto. Por tanto, el juego de exploraci6n de las capacida­des corporales sera, para el nino, un intense pretexto emo­cional. Es comosi el niiio pensase: basta con que me ponga en pie para provocar una ernocion intensa, una celebra- . cion gestual de gritos y abrazos. Cuando mi entorno perci­be un esfuerzo por ponerme en pie, este acto motor se con­vierte en un acontecimiento relacional extraordinario.

Por supuesto, se trata de un pensamiento sin palabras

x 0, para ser mas exactos, una representacion organizada a partir de percepciones de mi propio cuerpo y emociones suscitadas en mi entorno.

Esta observacion, de una banalidad extrema, significa que, cuando el nino se ve privado del entorno, el esfuerzo de ponerse en pie es un mero acto motor sin valor rela­cional. Un nino sin media humane nunca atribuira una funcion de relacion a ese impulse de sostenerse sobre las

. piernas. Posee todas las competencias necesarias para ca­minar, pero al carecer de la fuerza modeladora de la emo­cion del entorno, no intentara nunca el esfuerzo de carni­nar, desprovisto de sentido, para el, en dicho contexto.

Otros nifios emprenden con dificultad la aventura de la bipedacion, porque el entorno ausente, depresivo 0 enfer­

42

<,

mo carece de la fuerza vital necesaria para inculcar erno­cion en ese acto motor, privandolo as! de toda signifi­

.cacion. A veces es el propio nino quien no se atreve a em­prender la aventura porque esa pequefia angustia no le divierte. El riesgo le produce mas temor que placer. Se ob­serva entonces que le da miedo explorar otros alimentos, cambiar los juguetes de lugar 0 adentrarse en 10 descono­cido.

Muy poco despues de su acogida en aquella familia, Laura inicio la aventura de ponerse en pie. Al principio vacilaba, luego caminaba muy rigida, con los codas pega­dos al cuerpo, sin balancear los brazos, y la media vuelta era todavia un movimiento peligroso. Cuando la ernocion del riesgo era demasiado fuerte, consideraba mas seguro «caminar sentada». Pero cuando el afecto proveniente del medio volvia a estimularla, Laura intentaba de nuevo ca­, minar como los humanos.

La observaci6n de Laura me perrniti6 comprender que, si bien es innegable que el acceso allenguaje crea un uni­verso especificamente humano, tarnbien es cierto que el universe humane se prepara, ya antes de hablar, para multitud de aventuras afectivas, como el cara a cara rna­dre-hijo 0 el aprendizaje de la bipedaci6n, que modela nues­tras nalgas del mismo modo que el habla modela nuestro rostra, creando as! los requisitos anat6micos y afectivos

dellenguaje. Los domadores conocen metodos de acercamiento que

reproducen las «tacticas» que hemos analizado. Lo mismo puede decirse de los toreros. Cuando el toro entra en el ruedo, se detiene, explora. Localiza ellugar por el que aca­ba de entrar, que es el punto donde podra encontrar mas

43

c

Page 12: 3 Del Animal Al Hombre - Boris Cyrulnik

.......

-t

L ~-'I

seguridad. El torero 10 sabe: si quiere que el toro cornbata, debe atraerlo fuera de esa zona de proteccion. La etolo­gia puede ofrecer una explicacion racional del arte del to­reo. Puede incluso explicar algunos accidentes imputables a una ubicacion erronea de las personas en el ruedo.

Hemos aportado ya suficientes argumentos para des­confiar tanto del antropomorfismo como del antropocen­trisrno, 0 quiza mas. El mundo animal no parece despro­visto de sentido. Desde el momento en que el animal responde a un estimulo, elude/ por poco que sea/ las cons­tricciones del mundo exterior. Se manifiesta un rninimo de «sentido» que puede presentarse ya como muy elaborado. Pero no se manifiesta como un sentido humano; interpre­tar bien el dato requiere remitirlo a un mundo animal que no esta regido por el mismo juego de significaciones que el nuestro.

Si se evitan estos dos errores, se abre un campo de cuestiones novedosas para la investigacion, que son preci­samente las que se plantea en la actualidad una disciplina nueva Hamada «etologia humana». No se trata en absolu­to de «extrapolar», como cabria irnaginar, el comporta­miento animal al del hombre Y. por tanto/ humanizar al animal para animalizar mejor al hombre/ sino de identifi­car/ en el punto de mayor sernejanza, la diferencia que ha­ce del hombre una especie distinta a las dernas. La idea no es marcar una «ruptura», ni subrayar una continuidad. La etologia humana desplaza la cuestion e intenta rnostrar como el ser humano adquiere, gracias al habla, un nuevo grado de libertad con respecto a las restricciones inmedia­tas impuestas por el mundo exterior. Todo ella debe ha­cerse sin perder de vista un hecho notable/ a saber/ que el

44

avance en 10 conceptual se efectua sobre la base de una elaboracion de sus soportes rnateriales, sobre todo neuro­

. biologicos, y gracias a la utilizacion de otros elementos materiales, fisicos, como la sensorialidad de la mirada/ las posturas, las distancias y las palabras.

.:

45