Ramón Esono Ebalé

Cloister

Paula Galindo

Altaïr Magazine

Ayuntamiento de Pamplona

Iruñeko Udala

XXXX

© De los textos Pere Ortín Andrés y Elvira Dyangani Ose

© Testuena Pere Ortín Andrés y Elvira Dyangani Ose

© Fotografías de las obras Kalashnikov, Retrato No

Autorizado de mis Padres, Póster 218 CCEJS, Póster

218 ICPA, S Guard, Pop, El Guerrero de la Calabaza, El

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Guinea Ecuatorial (1977). Ilustrador, blogue-ro y dibujante de cómic. Autodidacta, com-pagina su pasión por el dibujo con su acti-vismo contra la dictadura que gobierna su país. Sus trabajos han sido premiados in-ternacionalmente como: “Regarde 9”, en el Festival Internacional de BD de Angulema (Francia, 2006); Cocobulles (Costa de Mar-

2007). Ha expuesto en los Centros Cultura-

Feshcary (Camerún); ARCO (Madrid), Unión -

raguay); Galeria Sub Rosa (EE.UU.) y en la Bienal de Arte contemporáneo de Curitiba (Brasil). Desde su salida de Guinea Ecuato-rial en 2011, incrementa su actividad como bloguero crítico en su blog Las Locuras de

Jamón y Queso y con el cómic La pesadilla

de Obi. En septiembre de 2017, tras regre-

-pitales. Tras casi 6 meses en la cárcel, en

Ramón Esono quedó en libertad en marzo de 2018. Acaba de publicar “28-N Dimbo Dimbo” en la revista Altaïr Magazine, y ulti-

RAM

ÓN

ESO

NO E

BALÉ

Siempre lo olvidamos. De niños y mucho antes que a escribir, los seres humanos

aprendemos a dibujar. Dibujar con el espí-ritu de un niño es lo que ha hecho Ramón Esono toda su vida. Esa acción, tan sencilla y primitiva como importante, le llevó a la cár-cel durante casi 6 meses en los que el artista ecuatoguineano tuvo que vivir en una infec-ta celda de una cárcel infecta, Black Beach, en su ciudad, Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial.

En esos meses de prisión, comió sardi-nas de lata entre la mugre, respiró el humo de las cocinillas de petróleo; jugó al fútbol con el Deportivo Dimbo Dimbo, y castigó su hígado con ese brebaje llamado kong, un aguardiente de tal octanaje que podría ha-cer funcionar el motor de un tractor. Duran-te esa saison en enfer, aprendió a convivir con asesinos y violadores, notó como nunca el cariño de sus hermanas, vio morir a un jo-ven recluso por falta de atenciones médicas;

SABERSE UN LOCO /

participó en un motín e hizo lo que mejor sabe hacer: dibujar.

No es el primero, ni por desgracia será el último opositor ecuatoguineano que pade-ce la venganza y la sinrazón de una acusa-ción falsa en un país donde las esquinas es-cuchan, donde todo el mundo opina, pero nadie sabe. Un país en el que la comisaría central de policía es conocida popularmente como “Guantánamo”, y en el que las autori-dades siempre están dispuestas a ejercer la

A Ramón Esono le duele Guinea Ecua-torial, una pequeña república africana de

—tras un lamentable periodo colonial espa-ñol— lleva décadas padeciendo la cleptocra-cia de uno de los regímenes más corruptos del continente africano, que sólo sobrevive por la connivencia interesada de gobiernos de todo signo político de España, Francia y EE.UU. A Ramón Esono le duele Guinea

Ecuatorial, un país gobernado por el dicta-dor más longevo de África, Teodoro Obiang Nguema, y su familia; un país que, si no fuera real y no existiera en este planeta con no-sotros, se podría decir que es una invención surrealista.

El universo visual de Esono representa, con sus virtudes y defectos, el compromi-so y la determinación de un artista que ha convertido su vida en una apuesta crítica por la emancipación. Un dibujante que tra-baja con visión global, pero sobre una sóli-da base local, la materia prima de sus crea-

solo tiene el dibujo, nos muestra los efec-tos y consecuencias de la degradación social, económica y política que se vive en un pe-queño país africano donde reina el “capita-lismo gore”, y que es un ejemplo perfecto

camerunés Achille Mbembe.

A quien lea esto…Esta no es una semblanza convencional. Tampoco es un retrato frío, distante y racional que pretenda analizar “objetivamente” el desempeño profesional y artístico del protagonista de esta historia. Al que escribe le une una relación personal con el retratado, y, por si esto fuera poco, esa relación está muy contaminada por la palabra amistad.

Como hijo de la posindependencia, Eso-no denuncia en su trabajo el fracaso que para su país (y otros en África) representan gobiernos totalitarios que, sustentados en los márgenes de las antiguas estructuras co-loniales y de las nuevas redes económicas neocoloniales, han arruinado las vidas de un par de generaciones de guineanos (y africa-nos), como describe el escritor congoleño Alain Mabanckou.

Quizá porque Ramón Esono siempre supo que algún día sus dibujos lo llevarían a la cárcel, sus trazos, en ocasiones algo toscos y descuidados, parecen concebidos bajo el lema “¿Qué importa el futuro si hoy es mañana?”. Esono es incapaz de conjugar verbos en futuro: lo que dibuja hoy, en rea-lidad lo dibuja mañana, que para él es hoy y ayer, y también “de alguna manera mañana, pero sin exagerar”. Eso diría ese escritor chi-leno que él no ha leído, pero del que tanto ha discutido con sus amigos intelectuales orgánicos de meñique en alto.

Esono nunca ha negado los privilegios con los que le tocó vivir por origen familiar, por su procedencia, y por las relaciones per-sonales que ha tenido y tiene, pero decidió convertirse en un rebelde capaz incluso de enfrentarse a una parte de su familia africana para legitimar su arte crítico. Ramón supo, de manera intuitiva y como diría Luis Bu-ñuel, que “la imaginación nunca delinque”. Aprendió bien temprano a rechazar cual-quier forma de autoritarismo y, como lector de la revista satírica que sale los miércoles, El Jueves, también comprendió desde el ini-cio de su carrera que “la crítica es un arte

de los límites”: ¿hasta dónde? ¿Cómo? ¿Has--

do su reconocida tendencia a la hipérbole; y puede que se haya equivocado en algunas ocasiones. Es posible que, incluso, haya he-rido sin motivo a más de un personaje cari-caturizado, pero yo nunca he sabido ver en su trabajo ni una mota de deshonestidad.

A Ramón Esono no le gusta que le hablen con grandes palabras, eso no le va. Su revo-lución tiene que ver con “hilvanar un nue-vo tiempo de lo vivible” —esa tan bonita

Marina Garcés—. Ramón Esono es un tipo sencillo. Complicado. Un cuerdo. Un loco.

Tras su particular “voyage au bout de la nuit” en prisión, le he visto dibujadas en su

-co como siempre, y mantiene intacto todo su entusiasmo. No ha perdido ese gesto de pillo callejero que podría engañarte con una sonrisa, sacar todas las monedas de tu hucha sin que te dieras cuenta y, luego, in-vitarte con ellas a una “tira” de cerveza en cualquier barucho de mala muerte. Esono nunca se encierra. Escucha el furor popular, y pone mucha atención al ruido del mundo. No considera los asuntos de una manera

-lectual, un hedonista ético, que vive guiado por el viento propio de su particular sentido común.

Análisis ilustrados. Propuestas visuales des-caradas. Dibujos de alto voltaje. Sexo, ciencia

-tica social. Arquitectos autoritarios y militares despóticos unidos frente a la buena gente

del mundo. Ramón Esono es un creador que se atreve a querer, a creer, a buscar; a pro-ducir indignación, asombro, asco, enfado… algo.

Es conmovedor, memorable, auténtico y no admite término medio. Es un contradic-torio artista fronterizo; un dibujante serio que se sabe un loco: inventó una mirada en un país donde nadie quería ver, y con ella fundó una tradición inexistente.

Lo imagino leyendo este texto y diciendo:—Strongman, tío. Yo sólo soy ateo, como

Dios manda.

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kong Saison

en enfer -

ZORAMENAREN JABE /

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Achille Mbembe

Irakurleari...

profesional eta artistikoa objektibotasunez aztertu nahi duen urruneko erretratu hotz eta arrazionala. Idazlea eta erretratatua harreman pertsonal batek lotzen ditu, eta hori gutxi balitz, “adiskidetasun” hitzak asko kutsatu du harremana.Bada, jakinaren gainean zaude...

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-Alain Mabanckou

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El Jueves

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Marina Garcés -

voyage au bout de la nuit -

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begirada bat asmatu zuen inork ikusi nahi ez zuen herrialde batean, eta begirada horrekin existitzen ez zen tradizioa mamitu zuen.

Strongman

Racerca de cómo ciertas fórmulas artísti-cas tenían la capacidad de ser vorazmente críticas y, al tiempo, podían pasar totalmen-te desapercibidas por aquellos poderes a los que criticaban. Dichos formatos abun-

habitual y repetitivo que parecía escapar a -

cidad de representar la cotidianidad de un modo tan determinante y explícito que pare-cían insistir en que lo espectacular, la histo-

tenía lugar, allí... lejos, en un mundo imagi-nario al que estas prácticas nunca llegarían a desarticular, incluso cuando añadían una profunda complejidad a su representación. El espacio estético de esas narrativas ex-humaba un necesario sentido de lo ético y ellas asumían la responsabilidad de agente social, aun cuando no hubiesen imaginado tener ese rol a priori.

SIN TÍTULO /

Ese décalage entre lo imaginado y lo real, entre el lugar del arte y su repercusión so-cial, entre el mundanal día a día y lo espec-tacular de un evento histórico, se mezclaron como el color en la paleta de un pintor el día que Ramón Esono Ebalé entró en la cárcel de Black Beach en Malabo, la capital de Gui-nea Ecuatorial. Pero no es mi intención aquí relatar dichos hechos —eso queda para el que será sin duda uno de los cómics más difíciles de su trayectoria—, mi intención es

obra de Esono Ebalé y la oportunidad que nos ofrece su trabajo de observar la crude-za de lo real de un modo sarcástico e iluso-

décalage es, en cierto modo, una inevitable traza de lo colonial en el presente, la huella que dividía la ciudad nativa de la del colono, que diría el teórico Franz Fanon. La certeza de que la repetición de ciertos patrones —categorías binarias de estándares de domi-

nación colonial— y el ejercicio de sus pode-res sobre la narración y la constitución de la historia siguen aún vigentes.

Como ocurre con muchos artistas afri-canos contemporáneos, la obra de Esono Ebalé se enmarca en el contexto de una re-

afro-futurismo aún imaginable, que utiliza la realidad y las circunstancias que la deter-minan como generador de su poética. Su papel es el de agente social, el de activista, hace las veces de bibliotecario, de griot, de cronista. Es el narrador de lo colectivo. De-cía el poeta Leopold Sédar Senghor, primer presidente de la nación estado senegalesa y uno de los fundadores de la Negritude,

Un verdadero modo de conocimiento, cuyo ejercicio no pertenecía al artista de modo in-dividual, sino que a través de su trabajo se

en parte el fruto de compromiso del artis-ta consigo mismo, con su grupo étnico, con su geografía, con su historia.1 La clave aquí es que el artista —Esono Ebalé en nuestro caso— pese a estar conectado a una “me-tafísica inconsciente y colectiva” no siente que tenga que responder a dicha “ontología como fuerza generadora de su práctica.” 2 Si asume dicha responsabilidad es por su de-seo individual de conectar con esa y otras realidades de un modo libre, aceptando que solo en lo colectivo reside la capacidad del arte como agente del cambio social, que es en síntesis una manifestación colectiva, “hecho para todos con la participación de todos.” 3 Porque pese a limitarse a los tra-

las medidas de un papel, la producción de Esono Ebalé es abierta, libre, inclusiva. Y, de algún modo, como Senghor solía decir, jun-to a él y otros tantos artistas profesionales uno encontraba a otros agentes, esto es, “la multitud anónima que canta, baila, esculpe y pinta.” 4

Que el artista no tenía que enfrentarse a la realidad solo. Que la encrucijada no era solo suya, ésta era una encrucijada colectiva. Así, pese a ser él el inventor único de su trabajo, la autoría pertenecía también a la comunidad que de algún modo también la producía.5

Quiero pensar que la convicción de dicha colectividad, que los esfuerzos de una multi-tud que coreaba su nombre y la importancia fundamental de su trabajo en la distancia, que insistían en su inocencia y demandaban la desarticulación de la manipulación de los

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ción de la historia, fue lo que dio la fuerza a Ramón Esono Ebalé para permanecer cré-dulo ante lo que imagino fueron momentos de enorme desesperanza. Quiero pensar que fue la certeza de vivir en una encruci-jada colectiva, sabedor de compartir la lo-

la fuerza para seguir siendo el narrador de héroes cotidianos imposibles, para ser él el protagonista de una hazaña épica inimagi-nable. Pero como decía antes, eso es parte de otra historia que no me toca a mí relatar.

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Art as philosophy4 Íbid5 African Art as Philosophy, p. 199

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1 Senghor, ‘L’esthétique négro-africaine’, p. 2072 Esto en contraste al artista tradicional que casi siem-

pre se veía forzado a repetir ciertos patrones, estilos

y tradiciones. 3 Senghor, ‘L’esthétique négro-africaine’, p. 207, citado

en Bachir Diagne, Art as philosophy, 1274 Íbid5 Bachir Diagne, African Art as Philosophy, p. 199

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JAMÓN Y QUESO DESDE EL ÚLTIMO BALCÓN

DICTADURA

218: CATALINA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

CARTONES DESDE #BLACKBEACH