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41 | I dZ Diciembre Ariane DÍaz Comité de redacción. La ruptura Para la década de 1960, el PCA había fracasa- do en su apuesta política de ganar a las masas peronistas una vez exiliado Perón. Por otro la- do, había sido muy resistente a la “desestaliniza- ción” iniciada por el PCUS, mientras afrontaba paralelamente la influencia de la Revolución cubana, que no se ajustaba a sus esquemas. In- capaz de contener los cuestionamientos, se ini- cia un proceso de rupturas. Por su parte, lo que se venía incubando en el terreno de la intelec- tualidad terminaría de nacer: diversas experien- cias que funcionaron como polos ideológicos a la hora de discutir las ideas de revolución que “estaban en el aire”. Precedida por una discusión con Oscar del Barco sobre el lugar en el marxismo de lo obje- tivo y lo subjetivo en Cuadernos de Cultura del PCA, un grupo de intelectuales reunidos por su trabajo en los distintos emprendimientos ideo- lógicos del partido se plantearía una revista que expresara la “maduración” de una generación contrapuesta a lo que consideraba una políti- ca antiintelectual y dogmática en la dirección del partido. Editada en Córdoba, aunque también repre- sentada en Buenos Aires, animarán la revista José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Oscar del Barco y Héctor Schmucler, entre otros. La delimitación del stalinismo y del PCA, de donde serían expulsados después del primer número, no se hizo de una vez sino que fue avanzando desde la reivindicación de la tarea intelectual y la apertura a otras tendencias co- mo las del PC italiano, a definiciones más di- rectas sobre el legado stalinista. Si en el número 2/3 por ejemplo todavía se hablaba de sus “cla- roscuros” y “hechos positivos” 1 , recién en el nú- mero 4 se lo responsabilizará por las derrotas de distintas revoluciones 2 , aunque aún atribui- das a un pensamiento oscilantemente dogmáti- co o empirista más que a las políticas concretas y los crímenes del stalinismo que habían sali- do a la luz. Si Contorno avanzó de temas más culturales a la política, el origen mismo de sus participantes trazó en PyP la temática política desde el co- mienzo, si bien mantuvo siempre artículos dedi- cados a la filosofía, la literatura, el psicoanálisis o la religión. Algunos de los autores editados serán Colleti, Della Volpe, Hobsbawm, Lukács, Gorz, Sartre, el Che o Henrique Cardoso. Ro- zitchner, Jitrik y Masotta, excontornistas, harán también sus colaboraciones. Uno de sus rasgos distintivos fue la traduc- ción e interpretación de textos originales de Marx y otros marxistas, reivindicando una tra- dición “humanista” contrapuesta al objetivismo Pasado y Presente » Con su propia marca local, la revista será parte de lo que a nivel internacional conforma la llamada “Nueva Izquierda”, un fenómeno con distintas inflexiones derivado del proceso de desestalinización iniciado en la década de 1950, los procesos revolucionarios en la periferia, y la decepción con la política de los PC. Ello llevó a una relectura del marxismo en que ganaban peso figuras y teorías que buscaban escapar al dogmatismo stalinista para dar cuenta de lo que se percibía como una nueva época.

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Ariane DÍazComité de redacción.

La rupturaPara la década de 1960, el PCA había fracasa-

do en su apuesta política de ganar a las masas peronistas una vez exiliado Perón. Por otro la-do, había sido muy resistente a la “desestaliniza-ción” iniciada por el PCUS, mientras afrontaba paralelamente la influencia de la Revolución cubana, que no se ajustaba a sus esquemas. In-capaz de contener los cuestionamientos, se ini-cia un proceso de rupturas. Por su parte, lo que se venía incubando en el terreno de la intelec-tualidad terminaría de nacer: diversas experien-cias que funcionaron como polos ideológicos a la hora de discutir las ideas de revolución que “estaban en el aire”.

Precedida por una discusión con Oscar del Barco sobre el lugar en el marxismo de lo obje-tivo y lo subjetivo en Cuadernos de Cultura del PCA, un grupo de intelectuales reunidos por su trabajo en los distintos emprendimientos ideo-lógicos del partido se plantearía una revista que expresara la “maduración” de una generación contrapuesta a lo que consideraba una políti-ca antiintelectual y dogmática en la dirección del partido.

Editada en Córdoba, aunque también repre-sentada en Buenos Aires, animarán la revista José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Oscar del Barco y Héctor Schmucler, entre otros.

La delimitación del stalinismo y del PCA, de donde serían expulsados después del primer número, no se hizo de una vez sino que fue avanzando desde la reivindicación de la tarea intelectual y la apertura a otras tendencias co-mo las del PC italiano, a definiciones más di-rectas sobre el legado stalinista. Si en el número 2/3 por ejemplo todavía se hablaba de sus “cla-roscuros” y “hechos positivos”1, recién en el nú-mero 4 se lo responsabilizará por las derrotas de distintas revoluciones2, aunque aún atribui-das a un pensamiento oscilantemente dogmáti-co o empirista más que a las políticas concretas y los crímenes del stalinismo que habían sali-do a la luz.

Si Contorno avanzó de temas más culturales a la política, el origen mismo de sus participantes trazó en PyP la temática política desde el co-mienzo, si bien mantuvo siempre artículos dedi-cados a la filosofía, la literatura, el psicoanálisis o la religión. Algunos de los autores editados serán Colleti, Della Volpe, Hobsbawm, Lukács, Gorz, Sartre, el Che o Henrique Cardoso. Ro-zitchner, Jitrik y Masotta, excontornistas, harán también sus colaboraciones.

Uno de sus rasgos distintivos fue la traduc-ción e interpretación de textos originales de Marx y otros marxistas, reivindicando una tra-dición “humanista” contrapuesta al objetivismo

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»

Con su propia marca local, la revista será parte de lo que a nivel internacional conforma la llamada “Nueva Izquierda”, un fenómeno con distintas inflexiones derivado del proceso de desestalinización iniciado en la década de 1950, los procesos revolucionarios en la periferia, y la decepción con la política de los PC. Ello llevó a una relectura del marxismo en que ganaban peso figuras y teorías que buscaban escapar al dogmatismo stalinista para dar cuenta de lo que se percibía como una nueva época.

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42 | CULTURARevistas que hicieron época

del PC. Sin duda una de sus marcas más carac-terísticas es el intento de aportar definiciones políticas y teóricas tomadas de Gramsci, en ho-menaje a quien dan nombre a su revista3.

Inventario y balanceEn su primera editorial4 se define el proyec-

to. Utilizando categorías gramscianas, Aricó plantearía retomar elementos abiertos por Con-torno, reconocida como el antecedente más se-rio en la búsqueda por saldar “el divorcio entre intelectuales y pueblo-nación” que PyP con-siderará también un eje central de la historia nacional.

Uno de estos elementos será el generacional. Si bien se postula no desconocer lo hecho por sus antecesores, hay una identificación con una nueva generación impulsada por un “espíritu público” de la época. Aricó explícitamente se opone a aceptar la categoría de generación en reemplazo de la de “clase social”, pero conside-ra que encontrará aplicación si se la historiza: si ellos no reconocen “maestros” es porque las clases dominantes han perdido la capacidad de atraer a la juventud, mientras que la clase obre-ra “y su conciencia organizada” no logra aún conquistar una hegemonía que se traduzca en una “dirección intelectual y moral”.PyP se definirá como “comprometida con to-

das las fuerzas que hoy se proponen la trans-formación revolucionaria de nuestra sociedad”,

respondiendo en su esquema a otro tópico con-tornista: el lugar de la intelectualidad en las tareas revolucionarias y su relación con las ma-sas. Reconociendo como Contorno el problema de la procedencia pequeñoburguesa del intelec-tual, se planteará su “enclasamiento”, esto es, la atracción de los intelectuales “tradicionales” para “integrarse a las nuevas categorías que la propia clase crea a lo largo de su devenir”. Pa-ra PyP la racionalización capitalista es la base también para el surgimiento de un nuevo tipo de intelectual que configurará una “intelectuali-dad orgánica de la clase obrera cuya naturaleza expresa, en esencia, una ruptura con la nueva relación entre teoría y práctica”, aspirando a un intelectual que, no como especialista sino ha-biendo logrado “posesionarse de la totalidad histórica”, “se transforme en un dirigente, va-le decir, en un especialista más un organizador de voluntades, un ‘político’ en el más moderno sentido de la palabra”.PyP se planteaba cumplir ese rol articulador

ubicándose como intelectuales orgánicos de un proletariado que veían en ascenso en Argenti-na, un intento de forjar la necesaria “hegemonía intelectual y moral” que estructurara el “bloque histórico” capaz de reconstruir la nación. Claro que ello suponía el problema de la organización política, que PyP no podría fácilmente resolver.

Un largo deambularAricó describe, años después, que la salida del

PCA significó un largo deambular “buscando

desesperadamente un anclaje político”5. Mien-tras Portantiero inicialmente intentó fundar un nuevo grupo político, Vanguardia Revoluciona-ria, el núcleo cordobés se mantendría agrupado por la revista pero sin participar de una nueva organización. Los autores y temas tomados du-rante la primera etapa de 9 números publicados entre 1963 y 1965, muestran que fue amplio el deambular, sin mucha reflexión por los virajes efectuados en ese camino.

Desde el primer número, los conceptos esboza-dos por Gramsci sobre el fordismo le sirvieron a PyP para caracterizar la situación nacional. La importancia que darían al proletariado como eje de la política no se debía solamente, aclaran, a un punto de partida ideológico, sino a un fenó-meno nuevo producido en las décadas previas: el crecimiento de la clase obrera, su concentra-ción en grandes empresas y su mayor peso po-lítico. Sin duda, la “Turín cordobesa”6, sede de grandes plantas industriales, núcleo de luchas radicalizadas y eje del surgimiento de sindicatos clasistas por esos años, hacían especialmente aplicable la influencia ordinovista gramsciana. Se trata de una matriz que utilizarían también para otras latitudes: así trata de explicar Aricó por ejemplo el proceso de desestalinización en la URSS en el número 2.

Este posicionamiento haría inevitable una re-definición del peronismo. Ya en el primer nú-mero Portantiero destaca la aparición de un proletariado más concentrado y una burguesía mercadointernista; nuevo ordenamiento que será la base de las crisis políticas que atravie-sa el país. Esto chocaba con la lectura del pe-ronismo que había históricamente propuesto el PCA, cuyo resultado era un rotundo fracaso en lograr influencia en el movimiento obrero, se-gún plantea Aricó en el número 4 en “Examen de conciencia”, una especie de reactualización del inventario y perspectivas trazadas por la re-vista. La persistencia del peronismo en la clase obrera seguiría definiendo la necesidad de se-pararse del antiperonismo liberal –que también había sido un escollo con el que se topara Con-torno–. Portantiero realiza esta crítica en el nú-mero 5 en discusión con un libro que abonaba la lectura del PCA7; Aricó reivindicaría, años después, las discusiones de Gramsci contra Be-nedetto Croce como metodológicamente apro-piadas para explicar el peronismo y romper con las ideas que, considerándolo puro “autoritaris-mo y manipulación”, habían “entrampado” a los opositores a Perón8.

Salir de esa “trampa” resume en buena medi-da el recorrido de PyP. Durante su primera eta-pa la discusión giró alrededor de las vertientes comunistas que se diferenciaban del stalinismo y las discusiones sobre estrategia abierta por la Revolución cubana, con lo cual esta impronta centrada en el movimiento obrero se alternaría eclécticamente con otras influencias cuando se buscaba definir la estrategia política. Un ejem-plo es el mencionado “Examen…” de Aricó, donde a las diferenciaciones con el stalinismo se suman las referencias gramscianas, algunas

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sin automarginarse de un movimiento nacional que sigue siendo el espacio donde se refleja la unidad política de las grandes masas”, idea que funcionaba como bandera ideológica de Mon-toneros.

Esta cercanía a Montoneros supone una re-visión, ahora, de las definiciones de estrategia y partido que durante la primera etapa, defen-diendo contra el PCA al marxismo y al leninis-mo, no se habían hecho explícitas. La editorial señalará que el poder no se “toma” porque “no constituye una institución corpórea y singu-lar de la que basta apoderarse” sino un siste-ma de relaciones “que es preciso subvertir en sus raíces” cuestionando el conjunto de sus ins-tituciones, y por tanto dejando atrás el “mode-lo de la III Internacional”; se necesita por tanto una organización capaz de realizar esa unifica-ción y orientación pero “sólo desde el interior de un movimiento de masas que debe ser esen-cialmente autónomo, unitario y organizado”, descartando por tanto los sindicatos por corpo-rativismo y los partidos ubicados por fuera del “movimiento”.

La formación de esa organización encuen-tra una posibilidad histórica, según plantean el segundo número de 1973, en la unificación de Montoneros con las FAR: “sobre las espal-das de los peronistas revolucionarios recae la responsabilidad de que esa posibilidad [la del socialismo] no se frustre”, un peronismo que, se-gún PyP, debe “profundizar su inserción en la clase trabajadora” sin “caer en el ultraizquier-dismo”. Así, este número incluirá varios artículos sobre problemas como el control obrero12 que podrían considerarse inscriptos en el gramscis-mo fundacional, si no fuera porque PyP renun-ciaba, a la vez, a los fundamentos leninistas que Gramsci sostuviera. PyP leía ya en los concep-tos de Gramsci de bloque histórico una manera de pensar al partido como resultado del proceso histórico que veían en esa unión, ilusionados en que por el propio curso de la revolución, a tra-vés de la Juventud Trabajadora Peronista se ex-presaría la vanguardia obrera y se fortalecería un curso “consejista”, cuando justamente la subordi-nación a las organizaciones con estrategia popu-lista es lo que trabó esa perspectiva.

DerivasLa derrota rápidamente convirtió una estrate-

gia equivocada en una “tragedia” de la que se salía contraponiendo “su Gramsci” al modelo insurreccionalista de Lenin, deriva que adopta-rían muchos de sus miembros, como puede ob-servarse en Los usos de Gramsci de Portantiero, Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo de Aricó, Esbozo a una crítica a la teoría y práctica leninista de Oscar del Barco o las discusiones de Controversia, editada en Mé-xico. La lectura de Gramsci paulatinamente se fue convirtiendo en la teoría de la hegemonía por arriba en el Estado y la defensa de la demo-cracia “a secas”, y el “bloque histórico” pronto fue la alianza con el alfonsinismo a su vuelta a Argentina. Un verdadero “abuso” de Gramsci.

La búsqueda de superar la “tradición” de la III Internacional es lo que muchos comentado-res reivindican hoy como aporte y ejemplo a se-guir de la “Nueva Izquierda” contra la izquierda partidaria (no ya contra el stalinismo que ha-ce décadas es una variante más de nuestra va-riopinta progresía, y hoy parte de un gobierno peronista). Pero como es práctica habitual en las empresas, el balance parece dibujado: lo que desestiman como superado fue un conflicto en el cual PyP se debatió durante toda su publi-cación. Estas lecturas, e incluso muchas de las que sus propios miembros hicieron en el mis-mo sentido sobre los ‘70, reivindican aquello que justamente constituyó su límite tanto en su intervención política en su momento como en la lectura posterior de sus desencantos, los cua-les dieron paso a un abierto giro a derecha13. Porque a diferencia de lo planteado por PyP en los ‘70, hubo cuestionamientos a las direc-ciones sindicales y a la conciliación de clases peronista, y tendencias al “consejismo” en las Coordinadoras Interfabriles en lucha contra un gobierno. El golpe llegó antes de (y su brutali-dad fue para evitar) que la clase pudiera organi-zar los organismos a través de los cuales ejercer su hegemonía y el partido que pudiera dirigirla a la victoria.

1. Aricó, “El stalinismo y la responsabilidad de la iz-quierda” en PyP 2/3, 1963.

2. Aricó, “Examen de conciencia” en PyP 4, 1964.

3. La Rosa Blindada sería otra revista de militan-tes del PCA que retomaría a Gramsci, con resulta-dos similares: la expulsión en 1966. Perry Anderson señala cómo New Left Review fue de las primeras en retomar la obra de gramsciana, y agrega que parale-lamente lo mismo hizo PyP (English Questions, Lon-dres, Verso, 1992).

4. Aricó, “Pasado y presente” en PyP 1, 1963.

5. Entrevista a Aricó, “América Latina: el destino se llama democracia”, en www.arico.unc.edu, 1983.

6. Crespo, “Córdoba, Pasado y Presente y la obra de José Arico”, en Estudios 7-8, 1996/1997.

7. Portantiero, “Un análisis ‘marxista’ de la Argenti-na”, PyP 5, 1964.

8. Aricó, La cola del diablo, Bs. As., Puntosur, 1988.

9. Burgos, Los gramscianos argentinos, Bs. As., Si-glo XXI, 2004.

10. Entrevista a Aricó, op. cit.

11. No sería la única actividad de los miembros del gru-po: en 1967 Aricó colabora en la fundación del futuro PCR, ruptura del PC de tendencia maoísta, aunque se-gún Burgos, se niega a formar parte directamente. Sch-mucler dirigirá a partir de 1969 la revista Los Libros, donde el maoísmo tendrá también su peso. Portantie-ro participará por su parte de las “Cátedras marxistas” en la UBA, polemizando con las “Cátedras nacionales” peronistas.

12. El libro El obrerismo de Pasado y presente. Do-cumentos para un dossier (no publicado) sobre SI-TRAC-SITRAM, reúne escritos del grupo de 1971 y 1972 y aporta nuevos elementos a esta preocupación.

13. Su último episodio fue la autocrítica de Del Barco en la cual apeló a una crítica a la violencia “a secas”.

definiciones de Aricó sobre la estructura so-cial latinoamericana que sin citarlas, se remon-tan a definiciones de cuño trotskista –¿tomadas quizá de Peña?–, y en el mismo texto, sendas reivindicaciones de la vía guerrillera cubana y argelina, tanto como una aceptación, con mati-ces, de las tesis comunistas de la vía pacífica co-mo forma de transición revolucionaria.

Cuba y Argelia abría la discusión sobre el pro-blema de la dinámica de la revolución en los países periféricos, algo a lo que el PCA tampo-co podía encajar en sus esquemas dogmáticos. El problema nacional frente al imperialismo se-rá uno de los elementos clave de discusión en estos años. Los intentos de esa “búsqueda del sujeto”, incluiría hasta una breve experiencia de colaboración con el guevarista Ejército Guerri-llero del Pueblo, con el que trabaron relación como “apoyo urbano”9. Si en la inclusión del artículo de Debray en el número 7/8 aún se no-taba la influencia guerrillera aunque con mati-ces, en su último número de la primera serie se dibuja un nuevo viraje a las fábricas con el “In-forme” sobre FIAT y el rescate de la “Encuesta Obrera de 1880” de Marx, sin mayores autocrí-ticas o balance sobre este cambio.

En suma, en el terreno de la discusión estraté-gica, PyP se suma a incorporar autores que per-mitan una renovación del marxismo, siempre bajo el dominio estratégico de corrientes toglia-tistas, maoístas o guevaristas, que nunca aban-donaron en su lectura de la tradición marxista.

Según reseña Aricó años después: “cuando en su primera época la revista no logró resolver el problema del anclaje político”, y las debilidades del grupo impidieron continuar con la revista, se abrió la alternativa de los Cuadernos”10, esto es, la edición desde 1968 de una serie de libros de la Editorial PyP, que llegaría a 98 Cuadernos. Muchos de los títulos de autores marxistas exis-tentes en nuestro país son obra de este proyec-to editorial, que también muestra en sus autores diversos la búsqueda de la revista. Ligados a la creación de Siglo XXI, corresponde también a miembros de este grupo una edición y traduc-ción de alta calidad en castellano de El Capital y de los Grundrisse11.

Socialismo y peronismoBrevemente se reinicia en 1973 la edición de

la revista con 2 números. La editorial del pri-mero, “La ‘larga marcha’ al socialismo en la Ar-gentina” de Aricó, insistirá con reivindicar un espacio de debate ideológico –aunque no co-mo “sustituto de la práctica política”–, y la ne-cesidad de “unificar los movimientos de lucha diversos” elaborando objetivos que sean “visua-lizables como comunes” para los distintos inte-grantes de esa unidad. La “toma de conciencia” de las masas se considerará ahora como un pro-ceso surgido “a partir de las luchas de una clase políticamente situada en un movimiento nacio-nal y popular”, por lo cual la “apuesta al socia-lismo” deberá tener en Argentina su punto de partida en el peronismo, para “poder construir una alternativa socialista para la clase obrera