2 Jean Guitton

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  • 8/3/2019 2 Jean Guitton

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    GUITTON, Jean, Justification du temps,Presses Universitaires de France, Paris, 1961.(Traduccin y resumen y por Brbara Daz)

    CAPTULO I: DE LO INTEMPORAL

    El problema del tiempo vivido por el hombre y su relacin con la eternidad estpresente en todos los problemas de la metafsica y de la moral.

    Cul es el sentido y el valor de esos estados de conciencia que nos parecen contener unelemento de eternidad? Qu es la felicidad? El ideal al que tendemos subsiste despus deltiempo? Pero qu es el tiempo, y sobre todo, qu es el presente, ese momento que siempre seescapa, y que, sin embargo es el nico que nos es dado? Cmo podemos remediar su pasaje,detener su flujo, obtener en l la eterna presencia?

    Tratemos de aplicar nuestra atencin a ese punto mvil que es nuestro presente.Ninguna experiencia est ms a la mano, porque cada instante que pasa nos la propone. Ningunaes ms difcil, porque nada se nos escapa ms que nuestro presente, pero si furamos capaces de

    penetrarlo, conoceramos sin duda un aspecto fundamental del ser.

    Todo presente se descompone en dos partes, que precisamente tienen la caracterstica deno estar presentes. La primera est compuesta de aquello que viene de ser y que pasa. Elsegundo es un impulso de nuestro ser hacia un punto virtual propuesto por el deseo o por lavoluntad y del cual procede la accin: es una invencin de lo que ser, y al mismo tiempo unaespera pasiva de lo que va a ser.

    Son dos aspectos y algo as como dos pendientes del ser que dividen un acto enmovimiento. La sustancia de este acto se disipa sin cesar: o bien no est an, o bien ya no est.Por haber hecho la experiencia de esa huida podemos preguntarnos si la palabra SER tieneentonces sentido. Sin embargo, al reflexionar ms, vemos que el anlisis que tiende a disolver el

    presente, si bien no tiene reproches desde el punto de vista de la inteligencia, no parececorresponder a la verdad profunda. Yo puedo recobrar el pasado por el recuerdo; y, con respectoal futuro, me parece poseer oscuramente la sustancia de lo que busco.

    A primera vista sucesin y permanencia parecen contradecirse y nos es necesariooscilar entre una y otra. Pero ellas estn sustancialmente unidas. Cada vez que una realidadexterior se modifica, desarrollamos en el tiempo la sucesin de esos estados. Cuando hablamosde un estado de conciencia, nos parece ms sometido al tiempo que la naturaleza misma. Pero siel tiempo es como la forma de la existencia sensible y tambin de la vida espiritual, la eternidades la forma del pensamiento. No hay acaso, en todo ejercicio intelectual, un esfuerzo porsuspender, y hasta por suprimir el tiempo? Es lo que haban entrevisto los antiguos, queconfundan lo inteligible con lo eterno: de ah la obligacin de reducir a la nada el elementoindividual, sensible, movible, y que dura de los seres, y concebir la vida eterna como una vidaabsorbida en la contemplacin intelectual de la unidad.

    La memoria humana nunca recobra el presente del pasado. La memoria detiene el

    pasado, lo extiende en un cuadro, nos lo presenta todo a la vez, a tal punto, que se lo puedeposeer por medio del pensamiento del mismo modo que uno recorre el espacio con la mirada.En esas condiciones, la memoria no recobra jams el pasado tal cual fue: el recuerdo de cadamomento est impregnado de recuerdos confusos de lo que ha precedido y sobre todo de lo queha seguido. Eso basta para ver que es lo contrario al presente de antao, en el que el futuro erainexplorable. El recuerdo transfigura la materia y cada uno de nosotros es el artista y como el

    profeta de su pasado. Discierne las semejanzas de los fenmenos y de las personas, y lascoincidencias. Recompone su historia ordenndola hacia el momento presente, que l explica

    por ella. Ninguna sensacin presente tendra valor si no tuviera esa posibilidad de reaparecer enla luz inteligible del recuerdo. Hay pues, bastante de intemporal en el acto de la memoria.

    Si nos vamos ahora a analizar el lugar donde se ejercita la voluntad, diremos que eltiempo es el lugar de las opciones mientras que la eternidad es el lugar de los destinos. Duranteel tiempo de nuestra vida tenemos la ocasin de comprometernos y romper nuestros

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    compromisos. Si la fidelidad tiene mrito es porque es una victoria continua sobre lainconstancia. . Mientras que uno vive es posible modificar la direccin de las intenciones,

    buenas o malas. En todo caso, cuando llega la muerte, el futuro se acaba. Y, como no puedesuceder ningn otro acontecimiento, la existencia se convierte en una obra de arte contemplada

    por el espritu. Aunque no hubiera una vida ms all, nuestra muerte, al forzar a los otros, apensarnos, nos da una forma inalterable.

    CAPTULO II: DE LA CONTAMINACIN

    La contaminacin del futuro:

    El futuro es el lugar de la ilusin. Lo que resulta falaz es imaginar el despus bajo laforma de un siempre. O sea, un presente sin flujo, sin espera, sin ansiedad. Y es esa imagenmentirosa la que nos impide reposar en el momento presente, porque lo desprecia. Podremosdecir que una ilusin similar existe tambin para el pasado, y que nos lo imaginamos bajo unaluz perfecta? Es verdad que hay mucha ilusin en la percepcin del pasado. No obstante, la

    percepcin del pasado es infinitamente ms inteligente que la del futuro.La ilusin es ms notable cuando hablamos de la esperanza social. Cuando los hombresse representan un estado poltico perfecto, no pueden concebirlo ms que eterno. Por ejemplo,

    para los judos, la venida del Mesas los introducira en una era de triunfo. Pero esa venida nodesencadenara al mismo tiempo su consumacin? O bien a la llegada del Mesas se entrar enotra clase de duracin, o bien se inmovilizar el tiempo y ser la eternidad.

    La experiencia de la precariedad de los imperios debi haber llevado a los hombres apreservarlos de esas ilusiones. La historia habra debido hacerles comprender lo absurdo de unestado a la vez temporal y eterno. Pero las lecciones de la experiencia, por fuertes que sean, notienen poder sobre las ilusiones vitales: cada da nos vemos morir y sin embargo no vivimoscomo seres que van a morir algn da. Incluso a los cristianos, que tenan tantas razones para

    pensar en la verdadera eternidad, se les ve a menudo soar en una eternidad temporal. O

    apoyarse sobre instituciones de tipo imperial (Eusebio hablaba del Imperio de los Santos en elImperio de Constantino). En los sistemas socialistas del XIX se retoma, con el tema delmesianismo, la idea de un tiempo finalmente detenido, donde el curso de la historia se fijar enun cierto momento de perfeccin y de justicia.

    Y si se piensa en que esa estabilidad en la perfeccin es imposible, aparece otra ilusin:dar carcter de eternidad al perfeccionamiento mismo Es entonces la historia y su devenir losque sern elevados a la categora de realidad primera. Esa postura disuelve la idea de verdad enun devenir que no tiene otro fin que devenir, en una verdad que se destruira al sobrepasarse, yeso sin fin: sera algo pensable?

    Los pensadores de este tipo no han pensado en una verdad en movimiento, cambiable,sino que han conservado la idea de una verdad slida e inmutable. Y les hemos visto oscilarentre una y otra nocin, a veces canonizan el movimiento entero de la historia, a veces tal

    momento privilegiado del futuro o del presente que consideran como fijo. Hegel, por ejemplo,presenta la verdad como una historia jams acabada y que se engendra a s misma, sin quepueda asignrsele un trmino a ese movimiento. Pero a veces considera que ese progreso hahecho su obra y que su propia filosofa es el trmino al que tenda el esfuerzo de siglos, o mejoran, que lo eterno est representado por Prusia. Slo ese estado sera capaz de detener el tiempo.Marx, por su parte, ve en la historia un movimiento necesario, pero no ve que despus de larevolucin haya una evolucin posible.

    Contaminacin del pasado:

    En la vejez, donde la idea de futuro se hace incierta, el espritu, por una suerte decompensacin, hace retornar el pasado a lo eterno. La edad de oro original no ha sido inventada

    por pueblos felices. La nostalgia nace de la detencin del futuro.

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    Esta contaminacin consiste en elegir en el pasado un perodo que ser erigido en perodo normal [de norma] y en nombre del cual todo el resto ser juzgado; los otrosmomentos del pasado son pues despreciados. Es curioso constatar que en la vida de losancianos, el perodo que se ilumina es el ms cargado de peligros. Pero el peligro pasado no esms que un falso peligro, porque ha perdido el elemento esencial del peligro presente, queestaba en el riesgo a correr. Cuando se contempla en el mismo recuerdo que uno se haarriesgado y que ha ganado, lo que queda es la alegra, el triunfo.

    En la vida social, los pensadores polticos consideran que el ideal est realizado en unmomento definitivo, en algn momento de fundacin y de perfeccin que se trata de restaurar yreproducir. No es necesario que la edad de oro est muy lejana en el tiempo. Puede ser cercana,siempre que entre ella y el presente exista el intervalo de un momento contrario: as, bajo LuisXVIII, se restaura un ideal prximo pero separado por la gran brecha de la Revolucin. Lasrestauraciones de ese gnero son bastante menos fieles de lo que manifiestan, porque las formasnuevas participan de lo que ha pasado entre ambos momentos. Pero el espritu se inclinafcilmente a creer que es el pasado que vuelve y que se conserva. En verdad, no es el

    pasado, sino tal o tal fragmento de ste, erigido en absoluto merced a un recorte totalmenteartificial. Y lo que oscurece el problema de la tradicin, es que uno se cree fcilmente que la

    fidelidad consiste en mantener a rajatabla las formas, los usos y las leyes de un perodo pasado,en vez de tratar de reencontrar el espritu y de imaginar formas nuevas acomodadas al tiempopresente: cuando ese esfuerzo no se realiza los Estados se corrompen.

    Contaminacin del presente:

    Es el goce. En este caso, el goce es tratar de agotar el presente al mismo tiempo que selo carga de una densidad ficticia. El goce agota en nosotros cierta raz: y en ese sentido es unsacrificio: se podra incluso decir que es el sacrificio ms absoluto, porque se hace sin reservas ysin esperanza; en el momento que sigue al goce el ser est como alienado de s mismo encerradosobre s mismo y a veces extrao a s mismo. Gozar es intentar dar a un momento cualquiera deltiempo una suerte de tercera dimensin sensible: hacer que esa dimensin momentnea tenga

    una permanencia absoluta.

    CAPTULO IV: DE LA ESTRUCTURA DEL TIEMPO

    Concepcin de San Agustn:

    En la unidad indivisible del presente, que para l es un intervalo durable (mora) y no unpunto matemtico (nunc), distingue muchas direcciones espirituales, Una es, por as decirlo,longitudinal, l la llama extensio, y cuando se intensifica al punto de convertirse en sufrimiento

    para el sujeto, la denomina distensio. Segn esta dimensin, el espritu se extiende en el pasadoy en el futuro, se disipa, puede escapar a s mismo a fuerza de distenderse o extenderse. Perohay otra dimensin, vertical, en la que el espritu en lugar de distenderse se concentra, se

    recoge, se contrae en altura: es la dimensin de la atencin (attentio), y cuando sta es intensa,de la intencin (intentio). Esto significa que nuestra vida psquica est constituida por la mezclade dos movimientos, de los cuales uno constituye lo que llamamos tiempo, y el otro, aunqueest en el tiempo, participa de una realidad ms alta.

    El pecador (peccator) intenta hacer una sntesis entre lo eterno y lo temporal. A susojos, la corriente que lleva a lo alto hay que derivarla hacia lo sensible. El hombre entonces esuna viva contradiccin. A fin de compensar el vaco interior, y de evitar que se escurra lo queama, el lleva el objeto sensible al infinito, luego lo adora, y su error se convierte en su dios.Todo pasa como en un teatro, donde el espectador gusta la sensacin del sufrimiento sin estarobligado a sufrir. Tentativa vana, y que nos lleva a oscilar entre momentos de disipacin de smismo o de plenitud vaca.

    Si se pudieran disociar esas dos corrientes! Si se pudiera guardar solo la que nos llevahacia lo alto!

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    No se puede, sin embargo, disociar el movimiento que nos conduce a lo alto, del quenos lleva al futuro. Esa separacin de corrientes no puede hacerse ms que en la muerte.

    Esta es la direccin de pensamiento que querramos seguir: la nica, creemos, quepuede justificar el tiempo.

    Por qu el gozo es tan raro y tan precario sino porque no estamos destinados a lapresencia en el presente? ste se nos esconde. Todo pasa como si la naturaleza quisiera a la vezmantenernos en el presente y quitarnos su posesin. Cuando por azar sentimos su densidad,como en el sufrimiento, el aburrimiento o la espera, es una falsa profundidad, que procede de unmalestar del cuerpo. Por eso es siempre ms fcil soportar un mal presente que uno imaginario.

    Podremos captar la significacin del momento presente? No se conoce lo que se haquerido hacer ms que cuando ya se ha hecho. Lo actual es siempre el punto ms confuso de lahistoria, pues uno no sabe nunca si el acontecimiento es semilla o polvo.

    La atencin no se dirige al presente. Si lo hace, desequilibra. Escuchar las palabras queuno pronuncia es exponerse a farfullar. Es preciso que la atencin se dirija al acto global. No

    prestamos verdadera atencin ms que al futuro: la espera es el alma de la atencin. Uno no seinteresa sino en lo que no est, o, mejor dicho, en esa presencia de lo que no est an ante los

    sentidos. Uno se interesa en la promesa, en lo que se debe adivinar y no saber.El tiempo humano no puede subsistir sin una tensin hacia la eternidad que lo

    fundamente. La equivocacin de los eternismos es tomar por realidad lo que no es ms queuna tendencia, y por sustancia lo que no es ms que un smbolo.

    Nada puede aclararnos ms este anlisis que considerar ese ms all del presente quellamamos futuro: es el elemento ms oscuro del tiempo humano, pero tambin el ms rico parainstruirnos.

    La accin cotidiana no sera posible si mantuviera al ser en un tiempo cerrado. Pero larealidad del futuro es ambigua. Todo nos lleva a darle consistencia: la estructura de nuestroespritu y la precipitacin misma de nuestro ser. Aunque todos nuestros aparatos nos haganadherir al momento presente, el alma se evade sin tener ningn otro fundamento que una pobre

    imagen para sostenerse.No nos equivocamos al poner nuestra atencin en el extremo del presente, al remitirnosal maana, al desear lo que todava no es, al vivir en el futuro. La profundidad que el gozo da al

    presente es falaz, la profundidad normal del presente es la que le viene del futuro. La ideamisma de pasado no toma vida ms que en aquellos que tienen cierta pasin por el futuro.Podra creerse que el historiador se interesa por el pasado como tal. Pero las grandes obras dehistoria han sido figurativas. Se ha elegido en el pasado la explicacin de lo profundo del

    presente, y, mejor an, la imagen todava oscura y la analoga del futuro. Y si la historia llamadaantigua es ms educativa que ninguna otra, es porque en ella se ven los resortes de losacontecimientos en una simplicidad ms manejable, que permite enjuiciar el tiempo actual ycalcular el valor de lo desconocido.

    El futuro es entonces, necesario. Pero es siempre ambiguo y, en la mezcla que nos

    presenta, la aspiracin hacia lo eterno, por la mediacin de la imagen deseada, se encuentra sincesar confundida con el impulso [lan] del tiempo vital. Por eso es que todo lo eterno nos

    parece futuro y todo futuro eterno. Una crtica se impone. Se trata de escoger entre el deseo quenos lleva hacia el objeto futuro y la aspiracin que nos eleva hacia lo eterno, del cual ese objetoes el signo. San Agustn distingua, por eso entre la extensio (futuro) que es el deseo que nosimpulsa hacia el futuro y la intentio (eternidad) que es el deseo que nos eleva hacia la eternidad.

    CONCLUSIN

    El tiempo es una mezcla y no hay equivocacin en discernir un elemento intemporaljunto con otro de pura movilidad. Pero de qu modo se componen entre s ambos elementos?

    El tiempo pertenece a ese tipo de realidades potenciales que la naturaleza nos ofrece tanconstantemente y que es difcil traducir por expresiones apropiadas. El pensamiento es atrado

    preferentemente por lo que es fijo, completo o perfecto. Y cuando queremos designar los seres

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    que no presentan ese acabamiento, no disponemos de trminos adecuados. Los unos reducen eltiempo al desenvolvimiento de una realidad recogida sobre s misma y los otros, por elcontrario, al prestar atencin al cambio, dejan de percibir o por lo menos de expresar laidentidad que el ser cambiante es capaz de conservar consigo mismo.

    La filosofa de Bergson ha padecido de esa triste necesidad de lenguaje: uno es eltiempo vital donde todo evoluciona, otro es el tiempo espiritual donde el ser puede corromperse

    pero tambin mantenerse y desarrollarse, otro el flujo, otro la maduracin. Podemos decir queAristteles nos da un auxilio con su nocin de potencia? Aristteles vio en la potencia solo unafase preparatoria , que no tena otro fin que la de desarrollarse, o de desvanecerse en el acto. Elmsico en acto no conserva nada del msico en potencia: una vez advenida la forma, ellareemplaza todo. Ella dirige el desarrollo, el desenvolvimiento de las fases: ella lo completa yella se sustituye a lo anterior. Es por eso que parece venir de fuera. No hay oposicin radicalentre la visin de Aristteles y la de Bergson, y las crticas que ste ha efectuado son la reglageneral en un pas en el que el pensamiento ha tomado conciencia de s mismo en oposicin alaristotelismo. Podra ser que un da se los reconcilie: entonces, nos daramos cuanta que amboshaban querido atraer la atencin sobre el mismo punto: la oposicin a las concepciones quetenan por imposible el cambio. Aristteles pone el acento en el logos y Bergson en el bios. En

    el primer caso, se habla el lenguaje de la lgica, que es siempre virtualmente disociante; en elotro se habla de la vida, que tiende necesariamente a la contaminacin de las nociones, a pesarde los esfuerzos que puedan hacerse para purificarla.

    La vida espiritual parece aclarrsenos con una luz nueva cuando, habindola traducido ala vez en el lenguaje de la lgica y en el de la vida, se ve al mismo tiempo la convergencia y laimperfeccin de ese doble smbolo. Entonces, por una rectificacin secreta que constituye elfondo de la crtica, se reencuentra la esencia del tiempo. El tiempo del hombre, para seraprehendido en su verdad, debe estar separado a la vez de la eternidad y del tiempo vital. Eldesarrollo temporal no es la sustitucin de una materia por una forma ni la invasin de un actoen una potencia, tampoco es un desarrollo natural y necesario del ser, a la manera de losgrmenes de los vivientes. Si tuviramos que hablar en el lenguaje de las formas, lo deberamoscorregir definiendo el desarrollo temporal como una in-formacin [en el sentido de dar forma]

    laboriosa y siempre precaria, como un trabajo de la persona sobre s misma. Y, en el lenguaje dela vida, diramos que la obra propia de la persona es aceptar y purificar un impulso e instinto primarios. El desarrollo es la toma de posesin de s mismo a travs de una serie decircunstancias indiferentes en s mismas y que pueden o bien nutrir o bien corromper nuestraesencia: de ah la funcin necesaria de la libertad. En suma, el tiempo es el lugar del crecimientoespiritual. Llegar a ser lo que uno es, ser lo que uno tiene, o mejor an, tener lo que uno es, sees el problema planteado a cada uno. La significacin del tiempo es la de permitirle resolverlo.

    Por eso el tiempo nos parece necesario para edificar una persona espiritual eterna. Suaccidente es el transcurrir; su esencia, conservar. El tiempo biolgico es una figura del tiempohistrico, porque su comienzo, su desarrollo, y su decadencia al no tener sustancia, tienen comofin simbolizar. En el orden animal, los individuos son servidores de la vida que los utiliza paramantener su forma. En la vida espiritual, el tiempo conserva lo que ha sido en lo que es, lo cual

    es necesario para llegar a lo que ser. Pero como lo que ser en definitiva es lo eterno, de lo cualel futuro no es sino la imagen, el tiempo debe ser concebido como la preparacin a un tercergnero de vida. As como el ritmo biolgico no es abolido en la vida espiritual, tampoco laconciencia y la memoria pueden desaparecer en esa tercera forma de existencia. Yo dir inclusoque si despojamos al tiempo de toda idea de huida, l puede continuar o persistir, porque no est

    prohibido concebir un progreso sustancial y puro que agregue eternamente el bien al bien y lomejor a lo mejor.

    El supremo oficio del tiempo es preparar para cada ser consciente los rganos de visiny de vida que no pueden desarrollarse en la vida presente, pero que entrarn en accin en cuantoles sea ofrecida una esfera propicia. La realidad temporal, que se expresa bajo los nombres dehistoria y recuerdo, de prueba y mrito, componen la tela de esos rganos espirituales deeternidad, que estn sin uso en lo que llamamos vida. No tenemos palabras para designarlos.Diremos que para adaptarse a un medio eterno ningn instrumento es necesario, y que todainterposicin debe ser desechada como intil?. No, porque anlogamente a lo que pasa con el

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    cuerpo que es necesario para la existencia espiritual, la conciencia debe persistir en nuestraexistencia eterna. De lo contrario, cmo el ser finito podra presentar al ser infinito esaoposicin sin resistencia que le sera necesaria para gozar de su presencia sin ser absorbido porella?

    La maduracin temporal prosigue hasta el momento en que el espritu se desliga delcuerpo viviente y del cuerpo social, doble materia a travs de la cual ha tomado conciencia de sen el cosmos. Entonces deja escapar el cuerpo viviente y el personaje: las dos envolturas con lasque marc su carcter, pero que no eran l mismo. Eso es la muerte. Ese paso a otro modo deexistencia, que no es concebible para nosotros, debe de corresponder en la conciencia a unsentimiento de presencia absoluta ante s mismo. En el mismo momento en que el ser biolgicoy el ser social escapan a la persona espiritual, ella se eterniza. A la inversa de lo que ocurra enla contaminacin, la corriente de eternidad que era impotente en la vida temporal debe absorberla sucesin. Es ah que el tiempo desaparece o, mejor dicho, que llega a su fin.