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8/2/2019 1.François Poulain de la Barre. 2a Conversación.De la educación de las damas para la formación del espíritu
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Segunda conversaci6n
Estasfmaco, a quien Ie gustaba mucho conversar con So-
fia, encantado de poder volver tan pronto a la casa de esta, sin
temor de resultarle inc6modo, no falt6 a la sobremesa que
ella le habia seiialado. Timandro y Eulalia no se hicieron es-
perar. Como la conversaci6n debia dirigirse fundamentalmen-
te a esta joven y esta estaba pendiente en cuerpo y alma deEstasfmaco, comenz6 este por decirle varias cosas amables
sobre su prop6sito de convertirse en sabia.En fm, Ie replic6 ella, despues de varias replicas intel i-
gentes, si es cierto que tengo que ser tambien mas amable,
decidme, por favor, que debo hacer para ello.
Estoy dispuesto a cumplir la palabraque os he dado, respondi6 Estasimaco,
con tal de que me prometais dos cosas.La primera, que no tendreis hacia mi esa
deferencia ciega que de ordinario tienen
las mujeres hacia aquellos a quienes consultan, pues nada hay
que mas me moleste. Emplead, por el contrario, tocia vuestra
raz6n en contradecirme; aprobad s610aquello de cuya bondad
esteis absolutamente convene ida; considerad todo 10 que os
tengo que decir, no COl)lO reglas 0 preceptos, sino como lahistoria de la conducta que yo quisiera seguir, si tuviera que
volver a empezar mis estudios.En una palabra, desconfiad de
mf sobre todo como de un hombre que tuviera el prop6sito
La disposici6n que hay
que tener para enseiiar
bien y ser b ien ense-fiado,
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de sorprenderos. Y os aseguro que me alegrare igualmente deencontranne con vos en el camino que buscais 0de reconocerpor las advertencias del grupo que me he extraviado.
No me atrevo a deciros todo 10 que pienso, continuo con
presteza Eulalia, p~a evitar los halagos. Os prometo cumplir
exactamente esta prunera condicion. Decidme, pa r favor, cuales la segunda cosa que deseais.
Que no os tomeis a mal que os plantee tres cuestiones
antes d~.responderos directamente a 10 que me habeis pregun-tado, dlJ~ Estasirnaco. 1. Si sabeis bien 10 que sois y, sobretodo, cual es el estado de vuestra alma. 2. Si sabeis 10 que
pedis, cu~d? preguntais el medio de adquirir los mas hermo-;
S?~conocmuentos. 3. Y si sereis capaz de la mayor resolu-CIOnque los hombres puedan adoptar.
~.abeis cambiado de tono, contesto Eulalia. Creo quequereis ponerme en un compromiso, preguntandorne cosas
que, sin duda, sabeis que ignoro y que nadie, sino vos, me hapreguntado nunca.
Ello no debe sorprenderos, le dijo Sofia, es la manera deser de Estasfrnaco, y no debeis sentiros mal par ella.
No penseis, por favor, continuo Estasfrnaco, dirigiendose
a Eulalia, que trato de indagar acerca de los secretos 0 los de-
t~lles de vuestra conducta, en 10 que respecta al vicio 0 a la
v.Irtud. No ~eseo de v_o.smas que una confesion razonable ysmcera de ciertas debil idades, de las que no debeis avergon-zaros, puesto que son inevitables y comunes a todos los hom-
bres, y de las que yo mismo, el que os habIa, no estoy quizaenteramente libre todavfa.
l,Qu/eimportancia tiene esa confesion de la que hablais",pregunto Eulalia.
Para haceroslo comprender, prosigui6 Estasfrnaco, obser-
vad, ?s 10 ruego, 9.ue e~ imposible a vuestra edad adquirir laciencia que ?USCaIS, ru hacer de ella un uso legitimo, sin
conocer prevl~ente cual es la disposicion de vuestro espfritu
Cu~?O ~os disponemos a esta biisqueda. l,No es cierto que~abeIs oido decir u observado que los que desean cultivar una
tierra con aprovechamiento comienzan por descubrir sus bue-nas 0malas cualidades, y no siembran nada hasta que no le
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han dado la preparaci6n adecuada? Tampoco ignorais que losmedicos tienen mas exito en las curaciones de aquellos que
conocen su enfemiedad elIos mismos.Ahora bien, continuo, podeis considerar las ciencias
como semillas fecundas que fert il izan el espfri tu, 0 como
remedios salutfferos que le devuelven la salud. Ello os debe
hacer considerar la importancia de conocer vos misma la in-
disposicion en que os podeis encontrar, a fin de que podamos
examinar conjuntamente los remedios que os sean mas ade-cuados, y que los que hayamos encontrado puedan operar can
mayor prontitud. No podeis imaginaros que ventajoso nosresultara actuar de cormin acuerdo: 10 cierto es que la falta de
entendimiento entre discipulos y maestros produce gene-
ralmente dificultades y resistencias que hacen imiti l todo su
trabajo.
Hare todo 10 que considereis necesario para evitar este
inconveniente, dijo Eulalia.Volvamos pues a nuestro examen, prosiguio Estasirnaco.
Y para empezar con el primer punto, l.no es cierto que creeisconocer con exactitud infinidad de cosas? Dais par hecho que
el mundo es un gran globo, cuya superficie tiene lfrnites, masalla de los cuales imaginais un amplio espacio que no esta
ocupado por nada y que llamais vacfo; que el Cielo es comouna b6veda que encierra todo y que por un movimiento conti-
nuo alrededor de la Tierra, que creeis es el centro del Mundo,
el Cielo arrastra consigo los Astros que imaginais fijados,
como hennosos clavos dorados; que el Sol es el mas grandede esos Astros; y que por una via secreta que os resulta des-
conocida, esos clavos imaginarios nos envian efluvios que
son la causa de la mayor parte de las revoluciones generales y
particulares que transcurren aquf abajo. No os hagais la lista.
l,No es cierto que os burlarfais, al menos en vuestro fuerointerno, del discurso de un hombre que viniera a deciros que
la Luna es tal vez una tierra similar a la nuestra, habitada pOT
animales?
Lo acepto, respondi6 Eulalia. Y a proposito de animales,aunque nunca les he hablado ni he visto a nadie que hubiera
conversado con ellos, viendoles hacer 10 que yeo todos los
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dfas hacer a los perros, poco falta para que no los considere
tan razonables como nosotros,
Podriais afiadir a estos conocimientos, continuo Estasf-
maco, 10 que creeis saber del flujo y reflujo del mar, de las
cualidades del Iman y de 10 que se llama antipatfa y simpatia.
Pero, pasando a algo que os atafie mas, teneis por cierto quevenimos al mundo con la inclinacion que sentimos por quie-
nes nos han traido a el; que nuestra Alma es algo totalmente
diferente al cuerpo; que ella es la causa de todas las funcionesvitales y que aunque concibais esta alma como algo que no es
cuerpo, no dejais de dividirla en dos partes, una superior y
otra inferior, de manera que otorgais el ultimo rango a aquella
que se opone en vos a las reglas y a las leyes que os han ense-
fiado. Amais la verdad y la virtud; tratais de evitar el vicio y
el error y creeis saber 10 que son. Estrus engafiada en 10 que
concierne a vuestro sexo. Estais persuadida de que es igual al
nuestro y, aunque este pensamiento sea irrefutable, al menosen 10 que respecta a Damas que tienen la dicha de parecerse a
vos, no dudo que si aquellos que os gobiernan os dijeran que
el libro de la Igualdad es falso y contrario a las Escrituras,
revocariais todo 10 que habeis pensado de positivo y 10 recha-
zarfais tanto como antes hayais podido estirnarlo.
De modo que si afiado a todas vuestras opiniones la defe-
rencia y la sumision que teneis por la costumbre y por la opi-
nion publica, creere haber tocado los principales capitulos
sobre los cuales puedo juzgar el estado de vuestra conciencia.
Digo los principales capftulos, porque comprenden, de una
manera u otra, cantidad de cosas que tenfais por ciertas, como
son las ideas de honestidad y deshonestidad, de vicio y devirtud y las historias que habeis aprendido en vuestra infancia
sobre el regreso de los Espfritus y los efectos maravillosos de
la Magia que os han contado las mu jeres con las que habeisvivido 0que habeis leido en ciertos Iibros, que las personas
?e vuestro sexo creen ciertas par el mere hecho de que estan
impresas.Veo, dijo Eulalia, que sin necesidad de tener comercio
con el Diablo, no es absolutarnente imposible conacer una
parte de 10 que la gente tiene en el alma.
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Por cierto que no, continuo Estasirnaco, y si quisiera if
mas lejos, podrfa hablaros de vuestras pasiones y de vuestros
deseos, que creeis tener bien ocultos.i,De que modo 10 hariais?, pregunt6 Tirnandro.Lo haria, respondio, por media de entendimientos secre-
tos que tengo en el alma de Eulalia, que me descubren 10 que
ni el la misma conoce. Y no me puedo dispensar, ai iadio, diri-
giendose a Eulalia, de daros una muestra, para haceros ver, en
cierto modo, emil es el fundamento de la certeza que teneis yel origen de esos pensamientos que rigen vuestra conducta.Recordad de nuevo, por favor, que
las cosas mas grandes tienen unos co-
mienzos muy modestos; que los Reinos
han comenzado por una simple familia,
compuesta por dos personas; los abrazos por una pequefia
chispa; y que los m a s grandes animales por algo tan poco
considerable como los mas pequefios. No hace falta que os
hable de 10 que ha sucedido en vos mientras estabais en el
seno de vuestra madre; no os es dificil de irnaginar que no te-
niais entonces mas que pensamientos harto confusos sin otro
objeto que 16s cambios intemos que el alimento podia produ-cir en el cuerpo.
De modo que para juzgar con justicia 10 que nos ocurre
en nuestra infancia, hay que cogemos al salir del lugar donde
hemos recibido la vida y contemplamos en ese estado, como
a j6venes extranjeros que el mar hubiera depositado en la ori-
lla de un nuevo Mundo, del cual no conocemos ni las cosas
que en el se encuentran, ni los pueblos que 10 habitan, ni la
lengua que se habla, ni las leyes que se observan.l,N 0 os parece que las necesidades y
las incomodidades a las que un nino re-cien nacido se encuentra expuesto por elcambio de c1ima 10 alteran y 10 inquietan
de tal suerte que no tiene la posibilidad de pensar en 10 que
cs; que los males que Ie afligen y se suceden sin interrupci6nuno tras otro Ie hacen incapaz de atenci6n y que, a1 no tener
todavfa experiencia alguna que Ie muestre que peligrosa es la
precipitaci6n en los juicios, se deja llevar ofreciendo escasa
En que se funda lacer-
teza de la mayor parte
de la gente.
Juzgamos por prejui -
cio y por error en Ja in-
fancia,
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resistencia a las pasiones que Ie empujan y la necesidad que
le apremia? Y juzgad que si despues no hay nada que le re-
tenga, su imaginacion se precipitara por una pendiente que se
vera obligado a seguir.
En efecto, un nino, apenas ha abierto los ojos, y ya los
objetos que le rodean penetran en tropel en su mente. Todo esraro y sorprendente para 151,manteniendolo en un estado de
admiracion continua, que aparece incluso en su rostro, hasta
que se familiariza enterarnente can elIos: y no dandole tiempoesta multi tud a hacer un discernimiento justo, es forzoso que
la reciba de forma desordenada. Si a esto anadfs que la union
estrecha de espfritu y cuerpo acerca tanto arnbas partes y las
hace tan sensibles a los intereses de uno y otro que los movi-
mientos y las impresiones del cuerpo son seguidas de inme-
diato de las percepciones y los juicios del alma, no tendreisdificultad alguna en concluir que nos resulta inevitable en la
infancia dejamos llevar por las mas ligeras apariencias. Y es
de suma importancia hacer notar aquf que el espfritu que no
es tocado en esta tiema edad mas que en 10 referente al cuer-po y no siente sino momentaneamente el dolor y el placer y
solo es estimulado por objetos corporales que Henan la imagi-nacion, se habinia a ello de tal manera que ya no sabria poste-
riormente concebir apenas nada que no fuera carnal y grosero.Entonces, concluyo Timandro, el comercio en el que
entramos cuando abrimos los ojos, que por un lado nos es tan
necesario, por otro nos resulta pernicioso, haciendonos mastemerarios en nuestros juicios, y mas encarnados, par decirlo
asi, en nuestros pensarnientos.Nuestra condicion no mejora a este respecto, continuo
Estasfrnaco, con el nuevo contacto que se establece cuando
nuestros ofdos se destapan y somos capaces de percibir los
sonidos. Los discursos que nos llegan no son iinicamente para
mostramos las cosas de las que nos hablan, sino tambien paraindicamos su bondad 0 su malicia. La impresion de los obje-
tos que nos llegan por los ojos se ve reforzada por la que reci-bimos al mismo tiempo par los ofdos, y la fuerza y rapidez denuestra imaginacion se hacen tan violentas que casi no pode-
mos resistirlo.
Pero el modo en que considerarnosLa auto ridad de nues- en nuestra infancia a las personas querros padres, de nuestros cuidan de nosotros, afiade a este peso unmaestros y de nuestros
semejantes es el prin- nuevo refuerzo que 10 hace mucho mascipal apoyo de nuestra fuerte. Como no podemos conseguir, encerteza. ese estado, 10 que nos resulta absoluta-
mente necesario sin su ayuda, la idea de las cosas se une_a la
de las personas de una manera tan estrecha, que se ha~e mse-parable de ellas. La necesidad de alimentarse, por ejemplo,
no despierta en un niiio la imagen de los pechos que le pro-
porcionan el alimento sin asociarla a la mujer que se los da.La que decfs es tan cierto, dijo Eulalia, que he observado
cientos de veces que los nifios prefieren los brazos de sus
Nodrizas a los de otras mujeres y llegan incluso a rechazar a
las que se presentan en lugar de aquellas para darles leche.
Esto va tan lejos, aiiadio Sofia, que los padres y ma.dres
no son tratados en calidad de tales de no ser por las nodrizas,que se los muestran y se los nombran. He observado adem as
que los nifios de pecho las miran cuando les o~r~cen algo parapreguntarles si es buena 0malo y si deben recibirlo. _
Por mi parte, dijo Timandro, no tengo la menor dificultaden comprender que esta necesidad naciente sea la fftente del
arnor que sentimos par nuestros padres y nuestras madres, 0
por aquellos que ocupan su lugar.Ello ocurre siempre, prosiguio Estasfmaco. Pero 10 que
debemos tamar mas en consideracion es que esta necesidad
que tenemos de los que nos crfan es 10 que }~s da en principioesa autoridad absoluta sobre nuestros espmtus que aumenta
posteriormente pOTmil consideraciones parti~u~ares. ya que,adem as de los testimonios de temura que recibimos de ellos
sin cesar a medida que crecemos, observamos que no solo
dependemos de ellos para acercamos a 10 . q~e_nos es util 0
agradable y alejamos de 10 que nos es perjudicial ?molesto,sino tambien que nos previenen en nuestras necesidades .con
sus consejos 0 sus cuidados. Lejos de ver cuando se equivo-can, observamos, por el contrario, que si nos engafian algunavez, es a proposito y por nuestro bien. De manera qu~, no
pudiendo ni saber 10 que queremos, ni llevarlo a cabo sm su
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mediacion, nos sometemos por voluntad propia a su autoridad
y a sus luces. Queremos 10 que ellos quieren, amamos 10 que
ellos arnan, condenamos 10 que elIos condenan y no damos laaprobacion mas que a 10 que ellos nos dicen que aprobemos:
en una palabra, sus pasiones y sus juicios se convierten en
regla de los nuestros. Y 10 que nos confirma en la sumisi6nciega que les profesamos es, por un lado, el sentimiento de
nuestra debil idad e ignorancia, unido a la credulidad de la in-
fancia y, por otro, las amenazas y promesas que nos hacen,las recompensas y los castigos que nos imponen para inducir-nos a creerles y obedecerles, y en fin, la experiencia del bien
y del mal que nos llega segtin seguimos sus consejos.
Ahora bien, como el respeto que sentimos por nuestros
padres y nuestras madres es el mas completo y elemental del
que somos capaces, la consideraci6n que sentimos por losdemas en la infancia no es sino emanaci6n de aquel. Conoce-
mos aDios y 10 honramos de la forma que nos ensefian y nos
10 muestran con su ejemplo. Sentimos respeto y fe por nues-
tros Maestros porque nuestros padres nos 10 ordenan. Como
la autoridad que nuestros superiores tienen sobre nosotros la
han recibido por una transferencia que les han hecho nuestrospadres y madres, a quienes ellos representan, les atribuimos
la misma infalibilidad y recibimos sus maximas y sus precep-
tos como verdades indiscutibles.En fin, S 1 adoptamos un genero de vida, si nos somete-
mos a ciertas personas antes que a otras, si nos formamos una
opinion, si seguimos una costumbre 0una moda, el principalmovil que nos empuja es la autoridad y el ejemplo de nues-
tros padres y madres y de aquellos a quienes nos han ordena-
do irnitar 0escuchar.
As! pues, hay que confesar que el primer principio de
todo10
que sabeis, de todo10
que creeisyde todo
10que ha-ceis, es la confianza que habeis depositado en vuestros padres
y maestros, Y el segundo principio, que depende del primero,
es la surnisi6n ciega que rendfs a la costumbre y al ejemplode vuestros sernejantes. Y es de ah f de donde sacais todas lasideas que teneis sobre verdad, ciencia, virtud, justicia y ho-
nestidad.
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Para ser sincera, dijo Eulalia, os confieso que no puedo
disentir de todo 10que acabais de decir y que hasta ahora hetenido a gala el pensar, hablar y actuar como los demas,
siguiendo en esto las instrucciones y el ejernplo de mi madre.
Si 10 que confesais, continuo Estasfrnaco, es tan sincero
como parece, os aseguro que estais mas adelantada de 10 quecreeis en el camino que buscais, ya que habeis dado el primer
paso y el mas importante de todos, que es el de reconocer el
estado en que os encontrais actualrnente, 0, mejor dicho, elfundamento de la certeza que teneis, Permitidme aiin descri-
biros ese estado con sus verdaderos tintes.Suponiendo que 10 que acabais de
ofr no sea una quimera, no os debe pare-
cer mal que os diga que, dejando aparte
el deseo que expresais de conocer la ver-
dad, 10 cierto es que las personas que piensan como vos 10
habeis hecho hasta ahora se encuentran en el estado mas lasti-moso del mundo. Creen saber mucho y no saben nada. Su
condici6n es peor que si permanecieran en la mas perfecta
ignorancia de todo, donde, no teniendo idea alguna sobre la
verdad, se hallarfan menos alejadas de ella. Y puede afinnar-se sin exagerar que son semejantes a gente insensata y ador-
mecida que se considerase extremadamente rica por un juegode la imaginacion que le persuadiera de que todo 10que ve le
pertenece.En efecto, estas personas que han dado entrada en su
espfritu indiscriminadarnente a todo 10que se presenta, i,no es
acaso una consecuencia necesaria que, lejos de estar en 10
cierto y en 10justo, esten llenas de confusion y de tinieblasque les obscurecen el entendimiento y las ciegan? Y como
han seguido siempre su inclinacion primera, sin detenerse
nunc a en las cosas para examinarlas con seriedad, son nece-sariarnente precipitadas y temerarias en sus juicios, y que por
haberse abandonado demasiado a las apariencias y dejado lle-
var por la costumbre 0por cualquier otro torrente, han torna-do las 1uces falsas por verdaderas y de este modo se han Ile-nado de prejuicios y de errores. Ello es la causa de que acep-ten todas las opiniones que gozan de la aquiescencia publica,
Idea de una persona
que s610conoce por
prejuicios.
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que las sostengan con terquedad, que empleen en defenderlas
todo 10 que su imaginacion les permite, que se enfaden a la
menor oposici6n y que, no teniendo en su espfritu, cuando se
les habla, mas que la fantasia de la que estan provistas, ni
siquiera escuchen 10 que se les dice, 010 interpreten equivo-
cadamente y sean incapaces de dar su brazo a torcer, recono-
ciendo sus errores y la verdad que se les propone.
Como estas personas, continuo, acnian mas por memoria
que por razonamiento y ni siquiera comprenden la lengua queutilizan, va1en mas para ellas palabras que razones; no quie-
ren saber nada de 10 misterioso u oculto; cuando estan mas
contentas es cuando utilizan terminos fastuosos y consagra-
dos que Henan la boca y el oido y dejan en el espfritu un
vacio y una inanicion continuos y, al juzgar la verdad por el
tono de voz, por las maneras, por la calidad, la edad, los bie-
nes y los habitos de las personas, tienen en cuenta la cantidad
y no la calidad de los Discursos.Para hacerse una idea de cual es la solidez de su virtud,
recordad que se vanaglorian de estar dispuestas a cambiar
por dentro y por fuera, si quienes las gobieman les dieran
ejemplo de ello. Y si conclufs de esta disposicion, como esdebido, que si estas personas hubieran nacido en otro siglo 0
en otro pais, cuya doctrina y costumbres fueran diferentes de
las que profesan, sus opiniones y su conducta no 10 serfan
menos, concluireis tambien que su virtud es una virtud que
depende de la moda, una virtud de imitacion, de simio y de
Teatro, en una palabra, un vano Fantasma que, no siendo
mas que apariencia, se desvanece a medida que se baja eltelon y los espectadores desaparecen. Son, en fin, juguete
de las fantasias populares, que condenan hoy 10 que aproba-
ran maiiana. Son como las veletas 0COmomaquinas colgan-
tes, a las que la menor oscilacion hace inc1inarse del ladoque se quiere, careciendo de asideros para agarrarse a 10 que
saben, y de firmeza en sus resoluciones, ya que les viene de
fuera. Se les puede comparar a un barco sin ancla ni timon,que se mueve a merced de los vientos y de las olas que 10
empujan.Este cuadro, tal como 10veis, es algo lisonjero y podrian
afiadirse arin trazos y colores que 10 harian mas real. Pero no
me imiteis, os 10 ruego, y, con modestia, ved si no os recono-
ceis en esta imagen y que conclusiones hay que ex traer envuestro provecho.
M~eencuentro tan deforme, respondio Eulalia, que mecostana confesarlo, de no ser por la seguridad que me habeis
dado de que esta confesion podra servir para hacerme mejorde 10 que soy.
Teneis todos los motivos para esperarlo, le dijo Timan-dro, ya que ademas de vuestra intel igencia, teneis el deseo ylos medios de salir de tan deplorable estado, cosa de la que la
mayor parte de la gente carece, y no me refiero solo a las
mujeres, sino tambien a los hombres, que ignoran 1 0 que
~stasimaco acaba de explicar y que es absolutamente necesa-no conocer.
P~ro, ai iadio dirigiendose a Estasimaco, me parece queEulaha puede sacar de vuestro discurso consecuencias total-
? Iente .contrarias al proposito que os atribuyo de disponerlainsensiblemente a desligarse de la costumbre y de la autori-
dad humana en la busqueda de la verdad, Si bien es cierto que
caemos naturalmente en el prejuicio yLas razones de los que el error, ino parece que 10 mas sencillosostienen Ja opinion yla costumbre, para sacamos de ellos sea recurrir a la. opinion publica; que no hay nada mascierto que 10 establecido por consenso general; que mientras
que. una persona que conffa en sus propias luces puede temer
equrvocarse, nada hay que temer cuando uno se basa en un
?ran mimero de personas, y particularmente, genre culta eilustrada, que habiendo examinado las cosas, no habria admi-
tido que unas opiniones se hubieran hecho publicas, a no ser
que fu~ran las mejores; que no es posible que tantos hombres
se eqUlvoqu~n 0 se pongan de acuerdo para engafiar; quetomar el camino mas ancho como eI mas trillado y seguro no
es tal; que ha~ que sujetarse a la parte gruesa del arbol; que
hay menos pehgro en perderse con una multitud que en ir porel buen camino solo?
Perdonad que os diga, siguio Estasfmaco, que se trata de
lugares comunes que todo el mundo acepta, y en particular
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las mujeres, que habiendo sido educadas de una manera quelas hace mas sumisas y mas tfmidas que los hombres, se alan
con mayor fuerza a la opinion y la costumbre y les cuesta
mas abandonarlas. Pero yo quisiera preguntar a una Dama
inteligente, afiadio, como sabe que el camino ancho es el dela verdad; que ese grueso del arbol al que perrnaneceria atada
no es un fantasma al que abrazaria; que esos presuntos sabios,
10 son efectivamente, e infalibles en el tema que guste. Perocomo este punta de la autoridad publica en materia de ciencia
es uno de los mas importantes que puedan tratarse en la for-
macion del espiritu, tratemos de examinarlo como es debido
para satisfaccion de Sofia y Eulalia, dejando para otro en-
cuentro 10 concerniente a la historia.Para empezar por el principio, reco-
nocereis que un hombre no esta someti-do a otro, pues, siendo todos iguales por
naturaleza, y estando, por 10 tanto, igual-
mente sujetos a error, seria imprudente dar nuestra aproba-
cion a 10 que un hombre nos dice, por la simple razon de que10 afirma, ya que en esta igualdad debemos confiar en noso-
tros mismos tanto como a los demas, Si nos rendimos a al-guien, por la misma razon deberfa el rendirse a nosotros, y
cada uno en particular a todos los demas igualmente y cargar-
se con las opiniones y las suposiciones de todos sus semejan-
tes, al no haber razon para preferir uno a otro.Es evidente, dijo Timandro, y para recibir de fuera alguna
opinion 0 pensamiento como verdaderos, tiene que haber al-gun motive que nos conduzca a ello. Pues bien, el motivo
mas natural y ordinario, es el titulo y la capacidad de sabio.
Pero, l.como estamos seguros de que un hombre es sa-
bio?, pregunto Eulalia.Lo estamos por nuestras propias luces 0por el testimonio
que nos han dado, contesto Estasimaco. Lo sabemos por no-sotros mismos cuando, conociendo muy bien las cosas, juzga-
mos por las palabras de un hombre que las conoce como
nosotros.En este encuentro, interrumpio Sofia, la certeza que tene-
mos de la capacidad de una persona no esta fundada en la
La opinion publica y
la costumbre no pro-
porcionan la certeza,
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buena opinion que de ella tengamos, sino en nuestra propia
capacidad.
Que no sabiendo ciertas cosas, anadio Estasimaco, un
hombre que pasa por sabio nos hable de ellas de un modo queaporte al Espiritu ideas claras y distintas y que, poniendo
atencion, podamos decir que las cosas son, efectivamente, de
la forma como el las explica.Tambien es evidente, continuo Sofia, que la aprobacion
que le damos tiene como fundamento la verdad que nos ha
ensefiado y en modo alguno la creencia que teniamos. de que
era muy instruido.
Pero, l.que hay que pensar de las personas que no se ha-
cen entender?, pregunto Eulalia.
Cuando ella ocurre, respondio Estasimaco, por fal ta de
inteligencia de los que escuchan, es problema suyo, y es
como hablar a los ciegos de los colores.
Eulalia se refiere a las personas inteligentes, dijo Ti-mandro.
En cuanto a estes, prosiguio Estasirnaco, si los temas de
los que se trata son de naturaleza comprensible, con la debida
atencion por parte de gente con la sufieiente inteligeneia, ylas palabras que oyen no les proporcionan luz alguna, ereo
que pueden Uegar a la conclusion de que aquellos que les
hablan no tienen mas que palabras en la mente, 0 imaginacio-nes quimericas que no pueden salir de la cabeza de quienes
las han concebido, y no se puede tener hacia esos Discursos
oscuros e ininteligibles mas que una aquiescencia educada 0
interesada. Yo no concibo como un hombre razonable puedeestar de acuerdo en su fuero interno con cosas que repugnan a
sus sentimientos 0 con palabras desprovistas de ideas sobre
las cuales el espfritu no tiene incidencia alguna. Los pensa-
mientos son para nosotros mismos y las palabras para hacer-
nos entender por los demas: detenerse en los puros sonidos esahogar el deseo de saber e ir contra la naturaleza y la perfec-cion del espiritu. De manera que, aun cuando estuvieramos
seguros de que un hombre es el mas inteligente de la tierra,
que ha examinado las cosas sin prevencion y sin error, contoda la exactitud y atenci6n posibles, que ha observado la
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conducta y las reglas necesarias para descubrir la verdad, que
ha previsto todas las dificultades que pudieran presentarse
sobre su planteamiento, si no es capaz de hacerse comprend~r
en esta materia, no tenemos por que tenerle en mayor consi-
deracion que si jamas nos hubiera dicho nada. No podemos
concluir de su discurso sino que nos ha dicho cosas que no
hemos entendido, por no decir que niel mismo las entiende.
Creo, dijo Eulalia, que la mayor prueba de que un hom-
bre es sabio es cuando sabe dar a conocer a los dernas 10 que
sabe, refiriendome con ello tanto a los vivos como a losmuertos. Y os aseguro que no se me puede hacer el reproche
que Estasimaco tanto hacfa a las mujeres de tener por verda-
dero todo 10 que ven impreso.Estais en 1amejor disposicion del mundo, continuo Esta-
sfmaco, No estamos mas obligados a creer a una persona
cuando nos ilustra con sus escritos que si 10 hace de viva voz,
aun en el caso de que estuvieramos totalmente seguros de que
estos escri tos pertenecen al Autor cuyo nombre llevan; queno han side alterados por quienes los han copiado, traducido,
comentado 0combatido; que los libros de los Adversarios no
son mejores y no han sido suprimidos 0adu1terados. Y si nosesta permitido contradecir a un Autor con el que podemos
hablar, con mayor razon estara permitido rascar en sus.obra~,ya que no cabe el temor de disgustarle, aunque haga cle~ mil
afios que se escribieron y millones de hombres les hubieran
dado su aprobacion.Esto es precisamente 10 que me due-
Ie, prosiguio Timandro. Pues, por unaparte, cuando me explican una cosa que
no comprendo, no sabrfa aceptarla a cie-
gas, como hace la mayoria de la gente;
pero, por otra parte, me creo obligado a aceptarla cu~do me
entero de que ha side asumida por gran mimero de sabios a 10
largo de varios siglos, .No me extrafia, replico Estasfmaco. Es muy comente en-
contrarse con esta dificultad, que proviene de 1a confusion
entre nuestros conocimientos y la forma de adquirirlos y, de
este modo, no se calibra adecuadamente el peso que debe
Una idea no es mejor
por haber side acep-
tada durante varios
siglos.
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tener el testimonio de varios siglos. Hay cosas que podemos
conocer por nosotros mismos, por medio de nuestra razon,
por nuestras propias luces, como las que son objeto de la
Filosoffa, la Gramatica y otras ciencias. Y hay otras que solo
podemos conocer par medio y a traves de otros, como sucede
con aquellas que se producen en lugares donde no nos encon-
tramos y en tiempos en que no hemos vivido. Verdad es que
en 10 concerniente a estas, el testimonio de los hombres nos
resulta totalmente necesario: cuando nos encontramos con unconsenso general y uniforme de muchas personas. particular-
mente instruidas y con intereses diferentes, que se ponen de
acuerdo sobre un mismo heche, no creo que se deba rechazar
el aceptarlo; de otro modo, habrfa que renunciar a todo 10 que
se llama historia y no creer nada m a s que 10 que se ve.
De acuerdo, replied Timandro. Pero j,que pensais de las
cosas que pertenecen a1 dominio de la razon?Vos mismo decis, prosigui6 Estasimaco, 10 que hay que
'pensar de ello, y, en la dificultad que planteais, esta la res-
puesta. Puesto que 10 que depende de la razon debe ser cono-
cido por la razon y. para conocer bien la naturaleza, hay que
conocerla por uno mismo, podemos servimos de la ayuda quelos Autores nos han proporcionado, pero no debemos tenerles
en mayor consideracion, aunque sus opiniones hayan sidoaceptadas durante siglos y por un gran mimero de personas
que han pasado por sabios, que si hubieramos sido sus con-
temporaneos. Porque la verdad 0 la falsedad de una idea no
estan fundadas en su antigiiedad, ni en la multitud de perso-
nas que la han aprobado 0condenado.
Si me quedaba alguna duda al respecto, dijo Sofia, ya no
la tengo ahora: veo claro que no hay prescripcion alguna
sobre las opiniones, ni a favor del error. ni contra la verdad.
Y con el fm de comprender mejor, pro-
siguio Estasfmaco, que consideraci6n se
debe tener por el consenso de los sabios
en tomo a un Autor, debo deciros de quemanera aceptan corminmente las opiniones que defienden.
Con respecto a sus Profetas, y permitidme Hamar asi a losgrandes hombres en esta ocasion, son, afirmo, como ovejas
Que se puede cons-
truir sobre el consen-
so de los sabios,
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que siguen a la primera, y tratan ?e pasar por los m~smos
sitios que ella. Cuando, por casuahd~d 0 por otr~ razon, ~eencuentran sobre las huellas de alguien, ya no piensan masque en ir tras el y en imitarlo como Esclavos; y, al no hacer
sino copiar los unos de los otros, no .es rru:o encontr~ .entreeUos durante dos mil afios una tal uniformidad de opmiones
0, por mejor decir, de lenguaje. . .El fi16sofo Aristoteles es el mejor ejemplo, por ser e1 que
goza de mayor credito en nuestro pais. Aunque no haya dicho
nada bueno sobre las mujeres, afiadi6 mirando a Sofia y a
Eulalia, y les haya llamado monstruos, no dejeis sin emb~go
de estimarlo como uno de los primeros hombres de su tiem-
po. Su reputaci6n Ie atrajo Discipulos, como suc~?e .hoy consus seguidores que estan en boga. Asi p~es, podreis juzgar el
establecimiento y progresos de su doetnna y de su secta, por
10 que sucede ahora. Y para mostraros otra cosa de paso,
sabed que cuando entramos en las Escuelas publieas para serinstruidos en ellas, es decir, a una edad en que tomamos por
verdaderas las historias de Ricardo sin miedo y la bella
Madelon y todos los demas cuentos que nuestras abuelas ynuestras nodrizas nos han ensefiado, 10 primero de 10 que senos informa es acerea del sfrnoolo Academico, cuyo principalarticulo nos obliga a creer que Ciceron, Virgilio, Arist6telesson Originales inimitables, segtin los cuales se han hecho las
mas exeelentes obras que tenemos, y que no se puede esperarsalvacion en las bellas letras y en las cieneias si no es propo-niendoselos como modelos. Nuestros maestros tienen buen
cuidado en educarnos en esta veneracion por medio de elo-
gios magnificos que prodigan de vez en euando a estos Auto-
res, y haciendonos aprender con respeto las obras que nos ,han
dejado, nos las hacen aun mas recomendables por los castigos
y los premios que nos dan, con el fin de que,lo logre~os. Conesta preparaci6n, ascendemos, como se dice, en F~losofia,
donde todD vibra con los Discursos en loor del Genio de laNaturaleza. Y nuestros profesores, no contentos con hablar-
nos de lugares comunes como si fueramos re,cien.nacidos, ~?Slos confirman, dejandonos con elIos. Nos mspiran aversion
pOI los fi16sofos que no son de su misma opini6n, y, reforzan-
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dola con consideraciones de tipo religioso, nos inspiran odio
hacia pobres desconocidos, de cuya lectura nos desvfan con
la mayor osadia, ya que muchas veces ni siquiera han lefdo el
indiee de su obras debido a los escnipulos que tratan de co-
mumcarnos.Sin embargo, nosotros los miramos como si fueran Ora-
culos. Nos decimos tacitamente, como dicen las mujeres, que
no hay que dudar de que sean sabios, ya que han sido revesti-
dos de los Tftulos y la Autoridad necesarios para ejercer laensefianza publica. Asf, mientras que nuestro entendimientodescansa, hacemos trabajar a nuestra memoria aprendiendo
ciertas cosas que s610 se pueden decir en Latin. Y despues de
que hemos asimilado 10 suficiente el lenguaje del pais, y 10
sabemos hablar, nos convertirnos en Maestros honorables,
como 10 fueron los nuestros; hacemos Discipulos a nuestra
vez, y Maestros a nuestra semejanza. De este modo nuestraDoctrina' se perpenia de ano en afio y de siglo en siglo y se
extiende por las Provincias. Y remitiendose cada uno en el
examen de 10 que cree saber a la buena fe de los que le han
ensefiado, nos sentimos tan seguros hoy en dfa como si estu-
vieramos en la epoca de Aristoteles. Y asi ocurre tambien conel resto de las ciencias.
Me haceis recordar, dijo Timandro, de que manera estu-diaba antes. Y llego a la conclusi6n de que generalmente no
se rechaza una doctrina por la razon, ya que con mayor fre-
cuencia se acepta mas por azar y por costumbre que POf
aquella, De manera que como el acuerdo de varias personassobre una misma cosa indica tan solo que ha side aprobada,
pero no que sea verdadera, del mismo modo, no debemosdeducir de la oposicion a una idea sino el hecho de que ha
sido combatida, no que sea erronea; que ha tenido la mala
suerte de ser la mas debil, no la peor.
Lo que decis es tan cierto, afiadi6 Estasfmaco, que cuan-do surge una secta 0 una opinion que es considerada nueva,
se la observa como un monstruo que hay que ahogar desde sunacimiento: tal es el temor de que crezca, que se la suprimesin verla. Y a quienes se pregunta la raz6n de este comporta-
miento, creen satisfacer a la gente respondiendole que esta
. .
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opinion es contraria a la costumbre y a las creencias de los
Antepasados.Es divert ido, dijo Eulalia . Como si los Antepasados fue-
ran mas sabios y menos humanos que sus descendientes. Pero
yo quisiera saber, afiadio dirigiendose a Estasf~aco: si no osrendis ante las ideas de muchas personas de sabidurfa y repu-
tacion reconocidas que han examinado juntos una materia.
Si, efectivamente, se tratara de genre sabia, respondio Es-
tasfrnaco, que me hiciera comprender las cosas, me rendirfa aella sin dificultad, como me rendiria a una sola persona que
me ensefiara la verdad. Pero si solo fuera sabia de reputacion
y yo estuviera en su presencia, extremaria la educacion, por-
que no querrfa contradecirle abiertamente.Soy de vuestra misma opinion, dijo
cusr es l~,utorida? de Sofia. Cuando hay tanta gente junta, creouna reuruon de sabios. 1 f
que hay que desconfiar y temer a con u-
sion, Hay siempre casi tantos intereses y genios diferentes
como personas en las grandes reuniones. EI deseo de aparen-
tar 0 la verglienza de ceder hace que cada cual se aferre a su
opinion con mas terquedad. La necesidad de no abusar de la
gente, el temor de no poder mantenerla en pie 0de Iastimar alos que opinan de distinta manera y el respeto que ~e~sueletener por el mimero, hacen que la mayor parte se ~ltue dellado del mas numeroso, que el mas fuerte gane, se opme de 10
que se opine, y que generalmente se acepte la opinion mayo-
ri taria. Y por uno que se separe, habra veinte que no 10 haran.Y aun en el caso de que 10 hicieran todos, no se hallara tal
vez ni a dos que tengan la misma disposicion de espiritu.
GAcaso no tiene cada uno sus principios y su metodo particu-
lar? Uno tiene prejuicios en un terreno, otro en un terreno
diferente. Este es ardoroso, rapido, decidido y activo. Aquel
es frio, lento y tfmido, Unos estan bien instruidos en las mate-
rias otros no 10 estan sino a medias 0en absoluto. Unos revo-
lotean, otros se aplican; unas veces se demoran demasiado en
las palabras, otras las descuidan demasiado. Y esta mezcolan-za no produce nunc a nada que valga la pena. Se ademas, afia-
di6, que los viejos Rabinos inveterados en sus prejuicios los
defienden a capa y espada y que a menudo, disfrutando del
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uso y la autoridad piiblicas, ademas de las intrigas y las caba-
las, obligan a los j6venes a ceder.
Presentais tan sencillamente, dijo Estasfrnaco, 10 que pasa
en la mayor parte de los circulos de sabios que, si se acostum-
brara a admitir en elIos a las Damas, pensaria que habeis
guardado el mayor de los secretos.
Ello se explica, replico Sofia, porque he lefdo algunas
historias y, en parte tambien, porque recibo a veces visitas de
personas inteligentes que me cuentan 10 que observan en lasreuniones a las que asisten. Recuerdo, afiadio, que uno de mis
amigos que conoce perfectamente el mundo de antes y el
actual, hablandome un dia de las extrava-Q ue consideracion tie- gancias de ciertas opiniones y costum-ne la costumbre.
bres, me hizo observar que los mejor in-
tencionados se habfan visto mil veces obligados por la razonde estado y en pro de la tranquilidad publica a permitir erro-
res manifiestos y practicas poco razonables.
No hay por que extrafiarse, dijo Ti-
El genio del pueblo. mandro. EI pueblo idolatra sus opiniones
y sus costumbres, y a veces es una sana
politica el mantenerlas asf. Ya sabeis que las contempla como
una herencia y una vifia que le ha sido dejada por sus padres
y esta siempre dispuesto a levantarse, a tomar las armas, a
prender fuego a todo y a destruirse a sf mismo para conservar
sus fautasmas. Y a los politicos sensatos no les falta razon
para considerarlo como un fogoso caballo que toma con faci-lidad el freno entre sus dientes, si no se tiene cuidado en rete-
nerlo y al que hay que apaciguar con la mana para impedirque se encabrite y manejarlo con reverencias. En resumen,
siempre se ha dicho que el pueblo quiere ser engafiado, y
mantenido en el error, y que es peligroso intentar sacario de el,
Esta obstinacion, prosiguio Estasfmaco, no es privativadel pueblo grosero e ignorante. Los sabios tambien la tienen.
Y el pueblo bajo entre ellos esta sujeto a convulsiones y moti-
nes aun mas frecuentes y mayores que aquellos de los quehablais. .
Pues en Iugar de que un escnipulo dado a proposito, una
descripcion patetica, un discurso bien moldeado, sean capa-
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ces de hacer abandonar a la hez del pueblo las armas que otro
escnipulo le habrfa inducido a tomar; en lugar de que una
sedicion popular se disipe por sf misma cuando no tiene Jefe
y nadie Ia fomenta, una vez 1a llama de la division se haencendido entre los sabios de profesion, causa un incendio
min mas funesto, puesto que Uega hasta el espfritu, Cada eual
se erige en jefe de partido, min no ha cafdo uno cuando ya
otro se 1evanta: una vez en carnpaiia, son como un enjambre
de moseas al que es muy diffcil retener.Como creen tener mas razon que el pueblo, es mas costo-
so haeerles entrar en razon, Ella es 10 que ha obligado a
prohibir en las Escuelas hablar en publico de ciertas materias
que harlan segregar demasiada bilis; a permitir hablar positi-
vamente de algunas solamente, porque son conformes a la
opinion vulgar, aunque no se condene en particular a los quemantienen la opinion eontraria. Es, en fin, como si los sabios
volvieran al espiri tu de las pequeiias escuelas cuando estanamotinados, y solo la ferula es capaz de apaciguarlos. Y en
todas las epocas ha habido que reeurrir a los soberanos, que
han sabido terminar, con todo su poder y autoridad reales,
con los tumultos que la opinion habra excitado.No solo existen, dijo Sofia, sabios de c1ase baja que caen
en estas convulsiones. Conozco a otros de caracter totalmenteopuesto que odian tanto las querellas y las disputas que ni
siquiera les gusta encontrarse en los lugares donde es previsi-
ble que pudieran producirse. Pero una de las cosas que mas
admiro en ellos es su arnor por la verdad. Su desinteres es tan
grande que aunque tengan los tftulos mas honrosos y que den
a los Doctos mas creditos, no se aprovechan nunea de ellocon las personas honestas. No les gustaria una persona que
aceptara sus ideas por consideracion de su ealidad de Doctor,
pues no estiman que esta haga a un hombre mas digno deconfianza.
Hacen bien, dijo Estasimaco. Esta cualidad es solo unasefial con la que han sido honrados aquellos que la llevan porhaber sido considerados capaces de defender las opiniones
del pais y del grupo del que forman parte. Si ello fuera una
prueba de que se tiene la verdad, habria que llegar a la con-
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elusion de que los Doctores ingleses, turcos y chinos la ten-
drian tambien. Cosa con la que no todo el mundo estaria de
acuerdo.
No quisiera, di jo Timandro, convertirme en defensor de
todos los que tienen el titulo de Maestro. No estamos obli-gados a creer que son todos Ortodoxos: vemos que no siem-
pre estan de aeuerdo y que a veces se acusan entre ellos los
unos a los otros.
i,Para que sirven pues esas autorizaciones de Doctoresque yeo al final de Ia mayor parte de los Iibros? pregunto
Eulalia.
Para dar el testimonio que contienen, contesto Estasfma-
co. Si os habeis tornado la molestia de leer alguna de elIas,
habreis podido observar que sirven para asegurar que los
libros a los que se les ha dado no contienen nada contrario ala Religion, ni a ciertas opiniones vulgares del pais que no
esta pennitido afrontar. Ya sabeis que todas las verdadesno pueden decirse y que, al ser el censor un personaje publi-
co, no debe soportar que se escriban en una obra verdades de
las que el mismo estaria persuadido, si pudieran ser causa de
escandalo.As! pues, dijo Eulalia, la aprobacion de un libro no es
serial infalible de verdad. .
En modo alguno, respondi6 Estasimaco. Pues ademas de
que se aprueba en este siglo 10 que se ha condenado en otros,
que se rechazan en Francia cosas que se aprueban en Espana,se deslizan, inc1uso en obras religiosas, mil opiniones filoso-
ficas e indiferentes cuya eleccion se hace a discrecion.
Entonces Sofia dijo, dirigiendose a Eulalia: Como estos
Senores han hablado sobre todo para vos, avos corresponde
sacar de sus discursos las consecuencias que se deriven.
Yeo muy cIaramente, respondio Eulalia, que no hay queconsiderar la opinion publica como regla para nuestras ideas
respecto a las cosas que podernos conocer por nosotros mis-
mos. Con las opiniones ocurre 1 0 que con las modas: no siem-pre se reciben las mas c6modas ni las mejores, sino las pri-meras que se presentan.
Teneis razon, dijo Timandro. Con las costumbres pasa
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como con los grandes nos, que empiezan por un hilillo de
agua y que teniendo, por decirlo asi , la gran suerte de no per-
derse cerca de su manantial, engrosan su caudal al mezc1arsecon los arroyos que encuentran a 10 largo de su curso.
Me parece, afiadio, que se puede conduir tambien de esta
conversacion que si el consenso de todo un Reino y de varios
siglos fuera una sefial de verdad, las mas contrarias opiniones
serfan igualmente verdaderas 0falsas, no habiendo quiza nin-
guna hoy en dia cuyo opuesto no hubiera triunfado en otrotiempo, 0 no hubiera sido sustentada no s610 por gente que
pasa por sabia, sino incluso por pueblos enteros.
Estas reflexiones, dijo Estasfmaco a Eulalia, esclarecen la
primera pregunta que os he hecho, en relaci6n con el estado
de vuestro espfri tu y de los conocimientos que poseeis, Y me
alegra que esteis convencida de que no sabeis nada con certe-za, sino que teneis una voluntad firme y constante de conocer
las cosas de la mejor manera que os sea posible encontrar. Esun metodo 10 que buscais, es decir, una regla segura que os
proporcione discernimiento y justicia en todas las cosas, os
ensene a distinguir por sus propias caracteristicas 10verdade-
ro de 10 falso, el vicio de la virtud, la fel icidad de la desgra-cia. Lo que pedis es un remedio eficaz que, curandoos delprejuicio y el error, os devuelva una salud perfecta, y pueda
serviros al mismo tiempo para preservaros contra los males ylas recafdas que pudierais tener. Deseais una luz que, disipan-
do las tinieblas, la confusi6n y el desorden del espfritu, vuel-va a traer la claridad, la tranquilidad, y restablezca en vues-
tros pensamientos el buen orden que debe haber en elIos. Aldesear Uegar a sabia deseais, en fin, encontrar una situaci6n
natural, y una vez instalada en ella, poder observaros avos
misma y a todo 10 que as rodea, segjin la dependencia y larelaci6n en que la naturaleza os ha colocado.
Como esta conversaci6n habia comenzado temprano y
tenia lugar durante los largos dias del verano, y las cuatropersonas se habian reunido con el prop6sito de pasar juntostoda la sobremesa, Sofia invit6 a los otros tres a dar un paseopar su jardfn, al cual bajaron, dando Estasfmaco su mana a
Sofia y tomando Eulalia la de Timandro.
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