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PAÍS 43 |SEPTIEMBRE 27 2013| E l proyecto “La muerte que cayó del trueno: Yasuní, Waoranis y Pueblos Indígenas Aislados” nació en el taller “Capacitación de Periodistas sobre temas del cambio climático”, realizado en Perú y Bo- gotá, por convenio entre el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) y la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN). María Belén Arroyo, becaria del proyecto, desarrolló cinco reportajes publicados en revista Vistazo. Los artículos buscaron mostrar cómo cambió la vida del pueblo amazónico waorani en estos 60 años de contac- to con la sociedad ecuatoriana. Qué presiones afectaron el entorno del hiperdiverso Parque Yasuní. Cómo impactan en los últimos indígenas que escogieron vivir en aislamiento. La investigación, redacción y publicación final tomaron seis me- ses. El trabajo de campo, entre fines de julio e inicios de agosto, abarcó Pastaza (antiguo Protectorado regentado por el Instituto Lingüís- tico de Verano) y Orellana (Parque Yasuní). Requirió desplazamientos por vía aérea, fluvial y terrestre. La reportería se apoyó en traductores del wao-terero al castellano y guías en la selva. La cobertura gráfica estuvo a cargo del jefe de Fotografía en Quito, Segundo Espín. En la Capital, se tramitaron pedi- dos de acceso a la información en la Procuraduría y Defensoría del Pueblo. Esta entidad entregó el expediente en cuatro cuerpos, incluyendo el segui- miento. Los materiales revisados, en total, superan las mil páginas. Los entrevistados en Ecuador rebasan los treinta. Aparte se hicie- ron varias entrevistas en Estados Unidos, a cargo del periodista Juan Fernando Jaramillo, quien desde Dallas (Texas) localizó a excolabo- radores del ILV, críticos de ese or- ganismo y médicos. Los artículos se difundieron en Vistazo ediciones 1104 (22 de agos- to); 1105 (5 de septiembre) y en la presente. La serie se presentará en octubre, en la Cumbre Mundial de Periodismo de Investigación, en Río de Janeiro (Brasil). En el corazón de la

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El proyecto “La muerte que cayó del trueno: Yasuní, Waoranis y Pueblos Indígenas Aislados”

nació en el taller “Capacitación de Periodistas sobre temas del cambio climático”, realizado en Perú y Bo-gotá, por convenio entre el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) y la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN).

María Belén Arroyo, becaria del proyecto, desarrolló cinco reportajes publicados en revista Vistazo. Los artículos buscaron mostrar cómo cambió la vida del pueblo amazónico waorani en estos 60 años de contac-to con la sociedad ecuatoriana. Qué presiones afectaron el entorno del hiperdiverso Parque Yasuní. Cómo impactan en los últimos indígenas que escogieron vivir en aislamiento.

La investigación, redacción y publicación final tomaron seis me-ses. El trabajo de campo, entre fines de julio e inicios de agosto, abarcó Pastaza (antiguo Protectorado regentado por el Instituto Lingüís-tico de Verano) y Orellana (Parque Yasuní). Requirió desplazamientos

por vía aérea, fluvial y terrestre. La reportería se apoyó en traductores del wao-terero al castellano y guías en la selva. La cobertura gráfica estuvo a cargo del jefe de Fotografía en Quito, Segundo Espín.

En la Capital, se tramitaron pedi-dos de acceso a la información en la Procuraduría y Defensoría del Pueblo. Esta entidad entregó el expediente en cuatro cuerpos, incluyendo el segui-miento. Los materiales revisados, en total, superan las mil páginas.

Los entrevistados en Ecuador rebasan los treinta. Aparte se hicie-ron varias entrevistas en Estados Unidos, a cargo del periodista Juan Fernando Jaramillo, quien desde Dallas (Texas) localizó a excolabo-radores del ILV, críticos de ese or-ganismo y médicos.

Los artículos se difundieron en Vistazo ediciones 1104 (22 de agos-to); 1105 (5 de septiembre) y en la presente. La serie se presentará en octubre, en la Cumbre Mundial de Periodismo de Investigación, en Río de Janeiro (Brasil).

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La selva sangró. Doroboro, el sagrado río Napo, calló de im-potencia. Para el waorani, el río es a la selva lo que la sangre es

al cuerpo. El cowori (extraño) invadió el bosque. No satisfecho, tomó la savia del hombre con lanzas.

Solo ahora el Estado lo admite. Los waoranis se convirtieron en conejillos de Indias. Científicos de todas partes estudia-ron ese material genético para descifrar los enigmas del ADN de “la tribu más violenta del planeta” y la de “relativo aislamiento”.

El desangre wa oraniLos resultados se difundieron desde 1978 en 25 publicaciones especializadas de Estados Uni-dos, Japón, Brasil, España…

En la mayor parte de casos, los indígenas no dieron su consentimiento. Peor aún: no supieron. En su visión, cuan-do muere el wao su corazón se transforma en jaguar. Su mente asciende a las nubes, resguardadas por una anaconda enorme y sabia. Ella juzga si los deja pasar al cielo. Nadie, en 60 años de contacto con el mundo, les habló de ADN, ni de material

Solo ahora el Estado lo admite. Los waoranis se

convirtieron en conejillos de Indias. Científicos de todas partes estudiaron

ese material genético para descifrar los enigmas del ADN de “la tribu más violenta del

planeta” y la de “relativo aislamiento”. Los resultados se difundieron desde 1978 en 25 publicaciones especializadas de Estados Unidos, Japón,

Brasil, España…

María Belén Arroyo, en Pastaza y Quito. Reportería de Juan Fernando Jaramillo, en Dallas (Estados Unidos). Fotos de Segundo Espín.

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El desangre wa orani De los estudios científicos sobre el pueblo waorani, la mayor parte tiene

como autores a científicos extranjeros. Pocos aclaran si la recolección de mues-tras contó con consentimiento de los indígenas que participaron. El informe de Senescyt revela que los indígenas desconocían que participaban en es-tudios médicos: la mayoría pensó que les estaban vacunando o curando. No sospechaban que su sangre iba a parar en laboratorios del exterior. Eso, según la constitución ecuatoriana, viola el derecho ancestral a mantener el patrimonio ge-nético. Cualquier procedimiento de este tipo debe contar con el consentimiento informado de la persona a quien se rea-liza la extracción.

Estas son algunas de las investiga-ciones:

Patrones de enfermedades infecciosas en los waoranis.1980. Con apoyo del ILV.

Hiperinmunoglobulinemia E en los waoranis, un pueblo aislado. 1980. Con apoyo del ILV. El documento explica que 227 muestras de sangre fueron estudiadas en Estados Unidos.

¿Protege la hiperinmunoglobuline-mia E a las poblaciones tropicales de enfermedades alérgicas? 1983. Apoyo del ILV.

Marcadores de variación genética entre los indígenas waoranis de los afluentes amazónicos en Ecuador. 1983. Apoyo del ILV. Refiere haber extraído sangre a 231 waos de cuatro comunida-des. Las muestras fueron centrifugadas y el plasma enviado a Estados Unidos.

Estudio sobre HIV en los indígenas waoranis del Oriente.1986. Estudio médico, refiere no haber encontrado anticuerpos anti HIV me-diante la técnica Elisa, en estudio a más de 70 waos. No se comenta si hubo con-sentimiento.

Alelos HLA-B en una tribu de indí-genas sudamericanos.Consistió en analizar 17 muestras de sangre de waoranis. Las muestras fueron enviadas a Boston, Estados Unidos.

genético. Ni de biopiratería, o derechos ancestrales.

Había indicios. En 2010, el experto en derechos genoculturales Pablo Morales pidió a la Defensoría del Pueblo iniciar un expediente. Buscaba averiguar la proce-dencia de una línea celular wao guardada en el Biodepositario Celular del Instituto para la Investigación Médica Coriell (Ca-mden, Nueva Jersey, Estados Unidos). El denunciante adjuntó documentos para probar la venta de cultivos celulares y material genético derivados.

Durante la investigación, el centro declaró tener en su repositorio la línea

celular GM11776, tras haberla recibi-do, con fines académicos y como una contribución en la búsqueda de una cura para enfermedades graves.

El instituto dio su versión a Vistazo, a través de un correo electrónico. “El 18 de diciembre de 1991, el Depósito de Células de Coriell (CCR) recibió de un investigador de una escuela de medici-na estadounidense un tubo de ensayo con una línea de células linfoblastoides obtenidas de la muestra de sangre de un individuo waorani. El CCR realizó un cultivo de estas células para extraer ADN para su investigación”.

Siete cultivos y 36 muestras se dis-tribuyeron entre instituciones de ocho países para estudios científicos, según Coriell. Sin embargo, “En respuesta a preguntas sobre las circunstancias en que la muestra fue obtenida, fue retirada del depósito en 2010 y no está disponible para investigación científica”. Coriell negó ser un centro de biotecnología, dijo ser una organi-zación sin fines de lucro.

La investigación de la Defensoría tardó dos años. El expediente defen-sorial 48381-10 fue el primer informe oficial que documentó la vulneración del patrimonio genético wao.

La resolución es contundente. La manera en que la línea celular llegó al instituto afectó los derechos a la inte-gridad personal; al consentimiento; a la igualdad y no discriminación; a la dignidad de los pueblos; y, a preservar su patrimonio natural, cultural y recur-sos genéticos.

Vistazo posee una copia del ex-pediente. Tres cuerpos sustentan la resolución. El cuarto registra el segui-miento de acciones en las distintas esferas del Estado. Los documentos se obtuvieron a través de un recurso de acceso a la información.

Experimentación más que curaA pesar de su contundencia, la resolu-ción fue acogida con escepticismo. El Presidente encargó una investigación especial a la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecno-logía e Innovación (Senescyt), que

Conejillos de Indias

(Fue

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)

Su fuerza. esta imagen muestra

una de las tantas movilizaciones del

pueblo wao a Quito, sede del poder

político.

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destacó un equipo de cinco expertos para un estudio técnico-jurídico. Visitaron 20 comunidades y entrevistaron más de 70 indígenas en las tres provincias donde vive la nacionalidad (Pastaza, Napo, Orellana) y en el Parque Nacional Yasuní.

Su conclusión, presentada en noviem-bre de 2012, es aún más reveladora: el uso indebido del patrimonio genético empezó desde los primeros tiempos del contacto con la “civilización”. Más de 25 misiones médicas visitaron comunidades desde 1968 y realizaron, al menos, 3.541 pro-cedimientos (tomas de sangre, inyección de antígenos, encuestas u otros).

Los indígenas no sabían para qué les extraían sangre: en ocasiones hasta cinco tubos de ensayo. Supusieron que los ex-traños venían a curarles de esos nuevos males que les atacaban.

El estudio reconoce que las misiones

Antes del contacto, una de cada dos muertes era por

violencia. Era raro encontrar un guerrero mayor de 30 años. Los waos vivían ciclos de vendetta. Un fallecimiento en la familia, sin importar la causa, daba origen a un asesinato. El antropólogo James Yost vivió con ellos entre los 70 y 80, auspiciado por el ILV. En uno de sus estudios (“Ira, ven-ganza y religión”), explica que la tribu no conocía la venganza con la connotación occidental. Pero si intervenía un extraño, era impe-rativa la reparación con sangre.

Cuando se cuestiona el papel del ILV en la aculturación del pue-blo, se olvida su rol en la pacifica-ción. Al empezar su relación con la sociedad eran 500 indígenas, 60 años más tarde son tres mil.

La misionera Patricia Kelley recuerda el papel de Rachel Saint en esos primeros tiempos. “Era como una madre. Las madres a veces protegen demasiado a sus hijos. Rachel era fuerte, se le pasó

la mano. Nuestro objetivo no fue la dominación”.

La sede de SIL International queda al sur de Dallas. El complejo parece una escuela secundaria. Allí mantiene programas de maes-tría en lingüística, oficinas y la matriz de los Wycliff Translators, traductores de la Biblia.

Su misión, según su estatus de consultoría en la Unesco, es: erra-dicar la pobreza, brindar educación primaria, contribuir a la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil; y, apoyar la educación multilingüe.

Según su declaración de im-puestos, en 2011 recibió contribu-ciones por más de 34 millones de dólares. La organización mantiene misiones en Perú, Filipinas, Ke-nia... De su relación con Ecuador queda poco documentado. Un comunicado oficial asegura que su obra etnolingüística fue entregada a universidades ecuatorianas, pero ellos tienen copias de ese material en sus archivos.

La fe, la pacificación y el ILV

La Sede en La actuaLidad. el SiL -ex iLV- tiene sus ofici-nas en dallas (texas, eu). ahí funciona la sede del programa de traductores de la biblia para el mundo.

en ecuador. el iLV estuvo en el país hasta inicios de los años 90. mantuvo una oficina en Quito y un centro de inter-pretación en Limoncocha, en la amazonia ecuatoriana.

evangélicas y petroleras ocuparon, durante décadas, el lugar del Estado “En áreas clave como salud, educación e infraestructura”. Esos fueron los puentes que usaron los in-vestigadores para sus estudios biomédicos en comunidades indígenas. A muchas se llega únicamente en avionetas que aterri-zan en “pistas” sobre la selva desbrozada.

El acercamiento de varias misiones médicas tuvo fines “experimentales” antes que “curativos”.

Manuela Omari Ima nació en la jungla. Su cédula dice que fue en marzo de 1969. En su infancia conoció a los misioneros del ILV y vivió en Tzapino, después de huir de Tiweno de la epidemia de polio. “Un día, la brigada de la petrolera estaba vacunando. Llenaban con sangre una botella grande”.

una Líder. manuela ima estudió castellano e inglés con misioneros del iLV. ahora está a cargo de la dirigencia de las mujeres de su pueblo.

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El Estado ecuatoriano contrató en marzo a la firma

de abogados Foley Hoag, con sede en Boston, para determinar si los hechos ameritan una demanda internacional. Al menos 3.500 procedimientos

(extracciones de sangre, inyecciones de antígenos)

se aplicaron a los indígenas que apenas totalizan 3.000.

James Yost fue antropólogo del Ins-tituto Lingüístico de Verano en la

década comprendida entre los 70 y 80.¿Cómo define la situación ac-

tual del pueblo waorani?Compleja. Un grupo mantuvo con-

tacto intenso (con la sociedad exterior) desde inicios de los 60. Quienes nacie-ron luego del contacto se educaron en escuelas públicas y están envueltos en la cultura ecuatoriana. Es injusto generalizar a ambos. Debido al indivi-dualismo prevalente en su cultura hay mucha diferencia entre los diferentes grupos. Hacia los 70, era un grupo más homogéneo de lo que son ahora.

El Instituto Lingüístico de Vera-no (ILV) publicó estudios científico-médicos con los waorani. Usted aparece como coautor. ¿Cómo se hicieron? ¿Tomaron muestras de sangre? ¿Hubo consentimiento?

Un grupo de médicos visitó a los waorani y realizó entrevistas de sa-lud, proporcionó tratamiento cuando fue necesario y obtuvo muestras de sangre. Obviamente, era imposible hacerlo sin su consentimiento. A ese tiempo (mediados 70 y 80) el pueblo wao era funcionalmente iletrado. Así

que el consentimiento fue verbal. ¿Dónde fue a parar el material

genético?Luego de completar los análisis, las

muestras de sangre se destruyeron. No fueran conservadas.

Usted visitó Ecuador reciente-mente. ¿Quién lo financia?

Independientemente, sin apoyo de Universidad u organización alguna. Los visito con frecuencia, siempre bajo su pedido. Cuando me contactan trato de ayudarlos, de ser posible.

¿Qué vinculación tiene con el SIL (ex ILV)?

Ninguna, desde mitad de los años 80.

¿Qué le preocupa del futuro de los waorani?

Su capacidad para defender sus tierras. Los intereses comerciales son una amenaza, no tan permanente como la colonización de otros grupos étnicos. Muchos buscan recursos en su territorio. Mientras más carreteras construyen, mayor el riesgo de que sean forzados a dejar sus tierras ances-trales… Un sistema educativo que los ayude a filtrar lo bueno de lo malo fue-ra de su cultura sería revolucionario.

Manuela preside la Asociación de Mujeres Waoranis, que tiene sede en Puyo (Pasta-za). Gracias al apoyo de los misioneros evangélicos, aprendió inglés y castellano.

Imo Yeti relata que una brigada llegó a vacunar, con gente de ‘la petrolera’, sin explicarles porqué. “Nos sacaron sangre y no les volvimos a ver”. Su hija. Nemecay, es misionera y enfermera. Bordea llos 35 años y no recuerda los sucesos.

Para el Estado ecuatoriano el desafío es definir si hay méritos para una deman-da internacional. La firma jurídica Foley Hoag fue contratada en marzo, para estu-diar el caso. La organización tiene sede en Boston y patrocinó exitosamente a Bolivia en la nacionalización de una compañía de telecomunicaciones de origen holandés.

¿Reparación? Llega 60 años tarde. Los waos temían a todos los extraños antes del contacto. Por miedo los mataban con lanzas. Les llamaron caníbales (coworis). Sus peores visiones se cumplieron. Los coworis redujeron su territorio ancestral de dos millones de hectáreas. Transforma-ron su cultura. No satisfechos, saquearon su sangre. Doroboro calla. A veces llora lágrimas negras. V

“Peligra su capacidad de defender su tierra” Entrevista por Juan Fernando Jaramillo

La fe, la pacificación y el ILV

a inicioS de año. Yost

estuvo en la amazonia,

con la ex mi-sionera pat

Kelley, luego de la muerte de los ancia-

nos ompure y buganey.

imo Yeti. el wao recuerda en su idioma que una brigada llegó a vacunar, con gente de "la petro-lera", y se llevó sangre en tubos.

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La muerte que cayó del truenoTras los primeros años del contacto aparecieron en el Protectorado enfermedades desconocidas, como la poliomelitis, que afectó a los waoranis en 1969. Este fenómeno pasó inadvertido para las autoridades, no así para los misioneros.Por María Belén Arroyo - Colaboración de Juan Fernando Jaramillo desde Dallas, Estados Unidos

¿Fue obra del demonio? Algún fanático lo creyó. Después de varios años instalados en el territorio del Protec-

torado, en el Alto Curaray (Pastaza) los waoranis empezaron a sufrir enfermeda-des desconocidas en el pasado.

Nadie supo con certeza qué ocurrió.

La cosmovisión waorani es rica en mitos: exuberante como la jungla en que crecie-ron sus antepasados. En ella buscaron respuestas. Alguien relacionó los males con la furia de los truenos. En la mitología de esta tribu, después de una noche de tormenta puede sobrevenir una matanza.

Algunos sospecharon que las enfer-

medades tenían que ver con la llegada de los extraños. Quizás no se equivocaban.

Entre 1960 y 1969, bajo responsabi-lidad del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), más de 7.800 dosis de vacunas para prevenir polio, viruela, sarampión, fiebre amarilla, tétanos, tifoidea y otras se aplicaron en los feudos controlados por el ILV en Ecuador. Esto incluye el territorio donde se asentaron los indígenas de “re-ciente contacto” (waos).

Sin embargo, entre 1968 y 1969 cayeron las siete plagas. “Tuvimos una epidemia tras otra, que afectaron a todos los 104 aucas, y una oportunidad muy limitada de enseñarles (…) Lo que conse-guimos fue hacer aparecer la esencia del paganismo. Si un hombre perdía a su mu-

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jer, se ponía furioso a hacer una lanza para matar y buscar una nueva esposa de fue-ra”, escribió la misionera Rachel Saint en un informe a sus superiores del ILV, sobre el azote de polio que mató 16 indígenas y dejó paralíticas a seis. El relato de Saint consta en el libro “Los oscuros designios de Dios y del Imperio. El Instituto Lingüístico de Verano en Ecuador”, del antropólogo ecuatoriano Jorge Trujillo.

María, mujer wao, siente a diario las secuelas. Nació en el Protectorado, el año maldito de las plagas. Camina con dificul-tad. Cada paso en la selva revive el dolor de su pierna y le recuerda que le atacó ese mal que no logra siquiera pronunciar. La polio-mielitis no tiene un vocablo equivalente en wao terero, porque la enfermedad no se

conocía antes de la llegada de los extraños.El azote de estas extrañas enferme-

dades causó miedo. Varios se alejaron del Protectorado y volvieron a la vida errante en la jungla. Otros se asentaron en nuevos poblados, lejos de la influencia de los coworis.

Un tercer grupo, ya adoctrinado, acep-tó los nuevos males como un designio de Waegongi (Dios). El ILV sospechó que algo fallaba en el Protectorado. Y que no era obra del demonio.

se apagó la luz de EstrellaEl antropólogo James Yost fue enviado por el ILV a Ecuador a mediados de los 70, con la consigna de investigar qué pasaba en el Protectorado. Escribió un reporte crítico, que causó la remoción de Saint del ILV y del territorio especial. (La misio-nera –sin embargo- había consagrado su vida a “su” pueblo, y vivió con ellos hasta que, octogenaria, un cáncer apagó su luz de Estrella, “Nemo”. Está enterrada en Toñampade, provincia de Pastaza).

Yost vive actualmente en Kremmling, Colorado (Estados Unidos). Se desvinculó del ILV, pero no del estudio ni de la inves-tigación de los waoranis.

Vistazo lo entrevistó por correo electrónico y por vía telefónica. Rachel Saint, explica Yost, “Fue muy nece-saria al principio. Una personalidad fuerte como la suya fue importante,

pero fue demasiado protectora”.El antropológo cuestionó que un pue-

blo libre y nómada se hubiera visto redu-cido en una zona determinada, un ínfimo espacio de su territorio ancestral. “Insistí que los waoranis tienen derecho legal y de facto a su territorio tradicional. A pesar de que la motivación para concentrarlos en un ‘área protegida’ buscaba evitar con-flictos con los intereses petroleros (y por ende, trataba de prevenir su extinción), también permitió que parte de su territo-rio se abriera a la explotación comercial y colonización de otros grupos étnicos…”.

María en la selva. los efectos de la polio-melitis marcaron sus piernas. la mujer waorani nació el año en que atacó la polio: en su idioma no puede pronunciar ese mal porque no existía antes del contacto.

rachel o estrella. la misionera saint vivió casi medio siglo con el pueblo wao, y adoptó el nombre tribal de "nemo", estrella. esta imagen de archivo la muestra, al extremo derecho, con un indígena en el Protectorado.

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Los waoranis eran fuertes por su dieta ancestral, pero no tenían defensas frente a enfermedades contagiosas. Ni frente a uno de los males de la actualidad: su organismo no

logra metabolizar fácilmente el

alcohol.

Patricia Kelley fue misionera del ILV en la Amazonía ecuatoriana en sus años de juventud. Recibe a Vistazo en una ofi-cina en la sede de ese instituto, en Dallas (Texas). Hoy se llama SIL International. Algunos de los actuales dirigentes waos fueron sus alumnos, cuando niños. “Ahora ellos tienen su propia voz”, dice. “Ellos pueden contar su propia historia”. Re-memora que los niños carecían de motri-cidad fina y no podían sostener un lápiz. A pesar de eso aprendieron a escribir.

Kelley no puede contener las lágrimas durante ciertos pasajes de la larga entrevista. Muestra con orgullo los materiales didácticos que produjo durante su estancia en Ecuador: el himno nacional tra-ducido a wao-terero, los caracteres del alfabeto y fotografías que sin embargo no autorizó a publicar. Algunas son recientes: ella y Yost visitaron las comunidades en mar-zo, “Por pedido de los propios wao-ranis”, según afirma. Su presencia intentaba evitar lo inevitable: que se cumpliera la venganza waorani contra los taromenani que lancearon a la pareja de ancianos Ompure y Buganey.

Ni Yost ni Kelley vivían aún con los wao cuando la terrible epidemia de polio se desató.

Ella explica que el ILV seguía un proto-colo estricto para evitar el contagio a los indígenas: si algún misionero enfermaba con gripe, se aislaba com-pletamente hasta recuperar su salud.

Enfermedades nuevasEl Estado era ajeno a la nue-va problemática que implicó el contacto para la tribu waorani: las enfermedades contagiosas.

El ILV entrenó facili-tadores de salud entre los propios waorani, y cuando era urgente contar con un médico, se lo llamaba a través de la radio de onda corta, recuerda Kelley.

La misionera define el

estado de salud del grupo indígena tras las primeras décadas de acercamiento. “Físi-camente eran muy fuertes. Con su propia dieta les bastaba”. En cambio, eran vulne-rables a las enfermedades contagiosas.

Con la intensificación de la actividad petrolera en la Amazonia cambiaron las condiciones de vida. “Yo dormía sin

mosquitero. Los primeros siete años en Ecuador no contraje malaria, pero en lo posterior me afectó varias veces”, recuerda Kelley, de origen canadiense.

La llegada de las em-presas de petróleo –de la mano con las madereras y con otros grupos étnicos al territorio amazónico– su-puso también un fenómeno nuevo, que no pasó inadver-tido para ella: el consumo de alcohol.

Yost también lo notó. La cultura waorani cambió por la influencia Externa.

Apareció el licor, tras él, “La violen-cia, prostitución y desintegración social en muchas maneras”.

El hematólogo e investigador médico Frank Weilbauer explica que “La tolerancia al alcohol es mucho mayor en la raza blanca que en la indígena, por diferencias en las concentraciones de las enzimas que lo metabolizan, que están ge-néticamente determinadas”.

Nuevos males surgieron. En los cuatro meses de 1998, un brote de

hepatitis B atacó a 16 personas. Un es-tudio médico publicado en el extranjero describió entonces quiénes estaban a cargo de la salud de este pueblo: waoranis entrenados por enfermeras misioneras; y, médicos y dentistas de compañías pe-troleras. No encontró que los servicios estatales prestaran atención médica.

La investigación posterior al brote de hepatitis estableció que una de las posi-bles causas de contagio fue sangre, por la costumbre de introducir agujas y objetos punzantes en la piel para retirar larvas.

La conclusión fue preocupante. El informe alertó sobre la creciente relación de los indígenas con agentes externos, especialmente aquellos que se enrolaban como trabajadores petroleros en los cam-pos en la selva.

La epidemia, como otras veces, pasó inadvertida para las autoridades. No fue obra del demonio. Tampoco la muerte cayó del trueno. Fueron las enfermedades de los coworis. Los indígenas de reciente contacto no estaban preparados para enfrentarlas. u

FenóMeno reciente. el consumo de licor empezó hace pocas décadas entre los wao. la raza indígena tiene poca to-lerancia al alcohol.

Foto histórica. esta imagen data de hace casi 40 años. el an-tropólogo James Yost llegó al Protectorado por pedido del ilv y cuestionó el papel de rachel saint.

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Así empezó el contacto

waoraniVistazo reconstruye la historia del contacto

de los waoranis, hace 58 años, a través de testimonios excepcionales, recogidos

en la Amazonía. Yohui Tani era un joven de 15 años cuando participó en el

lanceamiento a los misioneros, a quienes creían caníbales. Otro personaje clave es

Dayuma, mujer que sirvió de puente entre los indígenas y la “civilización”. Ahora,

anciana y enferma, vive en Puyo.María Belén Arroyo, desde Puyo, Shell y Tiweno. Fotos de Segundo Espín.

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“Creíamos que los cowori (extraños) eran caníbales. Volaban dentro de una abeja de madera amarilla y

lanzaban comida redonda y suave, pare-cía que estaba hecha con carne de gente”. Yohui Tani retrocede mentalmente en el tiempo: inicios de 1956. Tenía 15 años, y ya era un guerrero waorani. El recuerdo está intacto, aunque pasó más de medio siglo. Cómo olvidar ese día, cuando la sangre cowori cubrió su lanza.

El final de la Operación Auca fue trágico: el bautismo de sangre de cinco misioneros norteamericanos, atravesa-dos por lanzas waoranis en un banco de arena junto al río Curaray, en la provincia de Pastaza.

La operación secreta –aventura in-genua de un puñado de evangelizadores que vivían en la Amazonia ecuatoriana– había comenzado en 1955.

Nate Saint, piloto del cuerpo aéreo del Ejército estadounidense, colaboraba con la organización evangélica Alas del Socorro. Volaba a zonas inaccesibles de la selva, transportando en su Piper Cruiser amarilla, el Henry 56, a indígenas quichuas y shuar. Por ellos se enteró que había una tribu violenta, que atacaba con lanzas: los aucas. Acababan de ahuyentar de su territorio a la petrolera Shell. Auca es una voz despectiva en quichua para designar “salvaje”. Ellos se definen como “la gente” (waorani).

Saint ideó un plan con otros cuatro evangelizadores, auspiciados por distin-tas organizaciones religiosas. Buscaba acercarse amistosamente desde el aire, arrojar alimentos a través de una canasta que pendía de una soga, mientras un al-toparlante repetía en wao-terero: “Usted me agrada”. La operación se organizó en absoluto secretismo para evitar que las autoridades locales la desbarataran.

En septiembre, los primeros regalos se lanzaron a los claros de la jungla. Sal en grano. Paquetes de velas. Los indíge-nas se asombraron con los nuevos sabo-res. Imaginaron que el pan estaba hecho de carne de gente blanca. Confundieron las velas con pedazos de yuca: la cera insípida les molestó.

Más vuelos, más obsequios caían de la abeja amarilla. Hachas, cuchillos, machetes. Ollas y camisas de colores festivos. Una réplica en miniatura de la avioneta. Fotografías de los misioneros.

Yohui es ahora un anciano de 73 años y no habla castellano, aunque lo entiende. Vive en Tiweno, a varias horas a pie del sitio donde murieron

los gringos. Recuerda que los dibujos de humanos

les aterrorizaron; no sabían que eran fo-tos. Pensaron que eran demonios. Aunque

A lA izquierdA Yohui tAni en la actualidad. Arriba, la primera imagen de un wao. la capta-ron los misioneros: lleva en sus manos la réplica en madera de la avioneta piper a la que los indí-genas llamaron "abeja de madera".

Foto tomada de Revista Life, edición febrero 1956.

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tenían miedo, los waoranis devolvieron el gesto de cortesía: enviaron a los extraños carne de mono ahumada, la cresta de un tucán y un periquito que fue acogido como mascota en la familia de Saint.

El martirio de los misionerosA inicios de 1956, luego de 13 sobrevue-los, la avioneta descendió en un banco de arena cerca del río Curaray, lugar al que llamaron Palm Beach (Playa de Palmas). Allí se produjo el primer contacto, que también fue el último: el 6 de enero, dos mujeres y un hombre indígenas se aproximaron. La más joven era Gimade, los gringos la apodaron Dalila. El hombre era Nenkihui, (lo llamaron George); les pidió por señas subir a la abeja de made-ra: el piloto cumplió el deseo.

Saint, esa noche, escribió en sus notas su impresión del encuentro. “Nos acongoja saber que nos temen”. Peter

Fleming, otro evangelizador, redactó su experiencia en su diario personal: “El hombre señalaba a una de sus acompa-ñantes, una joven de 15 o 16 años, como si quisiera darnos a entender que estaba

En una casa de Puyo una anciana en-ferma lucha contra la tos y el olvido.

Es un día lluvioso de julio. Nadie diría que es Dayuma, la hermana espiritual de Ra-chel Saint. La primera wao convertida a la fe de Cristo, que enseñó su idioma nativo a la misionera y así facilitó el contacto entre los dos mundos.

De Dayuma, Saint escuchó relatos increíbles de los wao, como la matanza de hijos no deseados, el entierro de moribundos junto a sus hijos vivos y el lanceamiento de inocentes para vengar una muerte inexplicable en la familia. Eso tenía enfrentados a los clanes de la selva porque quien sobrevivía a una

Dayuma, el puente hacia los waos

dAlilA o GimAde. la mujer joven que se aproximó a los misioneros, el hombre que la acompañaba les dijo por señas que quería canjearla por cuchillos. Fue hermana de dayuma, falleció.

Vuelos que sAlVAron VidAs. nate saint se vinculó a Alas del

socorro, entidad que prestaba servicio aéreo a comunidades qui-chuas y shuar. por ellos conoció la

existencia de los waos.Fo

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Con Juan Fernando Jaramillo, desde EE.UU.

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dispuesto a cambiarla por cuchillos…”.Los norteamericanos desconocían

que la joven Gimade estaba ofrecida en matrimonio a Yohui, pero quería a Nenkihui. Este era el hombre que les pidió subir en la avioneta. Al regresar a la tribu, él mintió y afirmó que los extranjeros quisieron matarlos.

Los más viejos dudaron de la versión. Pero decidieron que era mejor eliminar a los cowori, que iniciar una nueva gue-rra de clanes por la rivalidad entre dos guerreros. Esa noche y la siguiente hubo truenos: anuncio de matanza. La suerte de los extraños fue decidida.

El 8 de enero del 56, cuando hablaron las lanzas, los misioneros callaron para

siempre. Yohui cierra los ojos y recuerda, como si hubiera sido ayer: “El guerrero más viejo atacó primero, mientras nos animaba y gritaba: ‘El que no mata al caníbal muere bajo mi lanza’”. Su rostro surcado de arrugas habla lo que sus pa-labras en wao-terero guardan.

La revista Life publicó, en su edición en español, fotos de la masacre, califi-cando como “mártires” a los misioneros. Imágenes de las viudas y los huérfanos conmovieron al mundo: ¿cómo a media-dos del siglo XX un pueblo podía vivir en la edad de Piedra?

La hermana mayor de Nate, Rachel Saint, quedó devastada. La apasionada mujer atravesaba los 35 años de edad.

La relación de los waoranis con la sociedad nació bajo la tutela de evangélicos

extranjeros y del Instituto Lingüìstico de Verano

(ILV), que establecieron un Protectorado con la

bendición de las autoridades ecuatorianas. Documentos

aquí revelados muestran que el Estado delegó por 30 años al ILV la responsabilidad de “civilizar” a estos indígenas.

matanza buscaba la mínima oportunidad para vengar a sus muertos.

De Saint, Dayuma aprendió que Dios perdona y redime. Aunque no lo creyó del todo, lo propagó a los cuatro vientos, cuando viajó por los Estados Unidos, promoviendo la obra misionera del ILV, después del sacrificio de los cinco mi-

sioneros en nombre de la fe, actos que recabaron suculentos fondos para la obra religiosa. En esa gira, Dayuma casi muere con gripe asiática. Eso lo relata David Stoll, antropólogo de Middlebury College (Vermont, EU), en el libro “¿Pescadores de hombres o fundadores del Imperio? El Instituto Lingûistico de Verano”, publicado en los años 80.

Stoll atendió a Vistazo en Estados Unidos, por vía telefónica, “Todo lo escrito en el libro tiene fundamento, me ratifico en su contenido”, afirmó. En el capítulo 9 de su obra analiza el papel del ILV en la aculturación de los waoranis ecuatoria-nos, y critica el fanatismo de la Saint. Sin embargo, Stoll matiza su posición, tras analizar los hechos en retrospectiva. “El ILV les tendió una mano (a los indígenas waoranis) cuando nadie más lo hizo”.

los mÁrtires de pAlm beACh. James elliot, de 28 años, era de oregon; nate saint, de 32, de pennsilvania; roger Youderian, de 31, de montana; edward mcCully, de 28, de Wisconsin. Al extremo derecho aparece peter Flemin, de 27 y de seattle, quien trabajaba con los quichuas.

dAYumA. ella fue la primera mujer waorani que aceptó la fe cristiana y quien enseñó su idioma a la misionera rachel saint.

rAChel sAint. la estadounidense nació en una familia acaudalada, pero dedicó su vida a vivir con los indígenas ecuatorianos. murió en 1994.

Fotos tomadas de Revista Life, edición febrero 1956.

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Por años el Instituto Lin-güístico de Verano (ILV)

negó relación alguna entre su actividad misionera en la selva ecuatoriana y el desarrollo de la explota-ción petrolera en la región amazónica.

Un documento de 44 páginas del mismo ins-tituto, en poder de Vista-zo, hace que esta versión tambalee. Es el Informe de Actividades 1953-1980, y está firmado por Donald F. Johnson, director general del ILV, en julio de 1980. El original del documento reposa en Quito.

Al describir los servi-cios varios desarrollados en Ecuador, el ILV cita que prestó “Colaboración con CEPE en su programa de

exploración petrolera en el Oriente, a fin de evitar incidentes de graves conse-cuencias, particularmente con los huaorani (aucas)”. (Transcripción textual). CEPE era, a la época, la orga-nización estatal encargada de la actividad de hidrocar-buros en la Amazonia.

Las primeras escara-muzas entre trabajadores petroleros e indígenas de este pueblo se registraron en 1937, cuando la Royal Dutch Shell exploraba en Arajuno (Pastaza), según el investigador Iván Narváez.

Los misioneros que murieron en el Curaray “Sabían que arriesgaban sus vidas si trataban de ha-cer contacto con los aucas, pero estaban convencidos

Tiempo atrás, una revelación le había mostrado que Dios le regalaría un pueblo para evangelizar. Se había unido al Institu-to Lingüístico de Verano (ILV), entidad es-tadounidense dedicada a la traducción de la Biblia a lenguas primitivas, que la envió a la Amazonia ecuatoriana, donde el ILV trabajaba desde 1952 con autorización oficial. En la selva Rachel conoció la fama de los aucas. Decidió que era el pueblo de su profecía. Rachel sufrió la muerte de su hermano menor, atravesado por lanzas. Y su dolor creció al enterarse que, a sus espaldas, él se había adelantado en la mi-sión celestial de acercarse amistosamente a “sus” salvajes.

Rachel y “su” pueblo de salvajesRachel Saint sintió que era la llamada para concluir la obra. Recurrió a Dayuma, joven waorani que en su niñez había sobrevivido a la matanza de sus padres y hermana, tras el ataque de otro clan, y trabajaba como jornalera en una hacienda de caucho.

Dayuma se convirtió a la religión

Dioses del Oro Negro

su Voz. periódicamente los waos han viajado desde la selva a la capital para exigir sus derechos an-cestrales. esta marcha fue en julio de 2005, entonces pedían respeto a los clanes en aislamiento.

COLOMBIA

PERÚ

ITT

QUITO

Campos que seabrieron a licitaciónCampos en manosde PetroamazonasCampos parafuturas licitaciones

Nuevos bloques petroleros y afectaciónsobre territorios ancestrales

FUENTE: XI Ronda, Secretaria de Hidrocarburos, Fundación Pachamama. Carlos Mazabanda.

El bloque 22ocupa unaparte delTerritorioWaorani

TERRITORIO WAORANI

Z O N A I N T A N G I B L E

Y A S U N Í

Achuar

Andoas

Kichwa

Por delimitar

Shiwiar

Shuar

Waorani

Zápara

Nación shuar

Yasuní

Territoriosindígenas

La décimo primera ronda petrolera plantea abrir el suroriente ecuatoriano a la activi-dad extractiva. La posibilidad de explotar el bloque ITT es la cereza del pastel: en ese bloque se encuentra el 20 por ciento de las reservas hidrocar buríferas del país.

La nueva ronda cubre un vasto

territorio sur oriental

de que si ellos no lo hacían, los de afuera inevitablemente destruirían a ese pueblo”, escribe Steve Saint, hijo del piloto Nate lanceado en 1956, en su libro “A punta de lanza”.

El desarrollo de la actividad petrolera en el norte amazónico fue posible en parte porque muchos

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guerreros se asentaron en el Protectorado del Alto Curaray.

Por una paradoja, un fragmento de este terri-torio está en los planes de expansión petrolera. Tiweno, en Pastaza, está incluido en el bloque 22, para exploración en el mar-co de la Décimo Primera Ronda, que fue convocada por el Gobierno a los inver-sionistas a fines de 2012.

La ronda licitatoria comprende 13 bloques de aproximadamente 200 mil hectáreas cada uno, ofer-tados a la inversión privada internacional. Aparte están tres adjudicados a la estatal Petroamazonas: 28, 78 y 86. (Ver mapa).

La lógica oficial es am-pliar la frontera extractiva hacia la Amazonía del sur

del país, tras más de 40 años de explotación en el norte.

La Ronda afecta el 16 por ciento del territorio waorani. Otros seis pue-blos indígenas sentirán impactos por los nuevos bloques que ocupan todo el territorio de los Achuar, Andoas, Shiwiar y Zápara, según un estudio de la organización civil Pacha-mama, citado por Natalia Greene, de la Coordinadora Ecuatoriana de Organiza-ciones para la Defensa de la Naturaleza y el Medio Ambiente, Cedenma.

Los documentos ofi-ciales relativos a la Ron-da Suroriente citan que las autoridades realizaron procesos de consulta en las poblaciones, tanto in-dígenas como mestizas, involucradas.

cristiana. Adoptó a Rachel como hermana, bautizándola Nemo (Estrella). En sobrevuelos ambas buscaban a las tribus y les hablaban por altavoz, en wao-terero. Les invitaban a reunir-se en Tiweno (Pastaza), donde conocerían la palabra de Dios.

Casi dos centenares de waos se concen-traron en Tiweno, a inicios de los 60, bajo la vigilante mirada de Saint y el Instituto Lingüístico de Verano (ILV). Este fue el corazón del Protectorado, una fracción del territorio de sus ancestros. A Tiweno se llega por avioneta, que aterriza en una pista en la

La actividad petrolera pudo desarrollarse en la región norte

gracias a que muchos de los temibles guerreros waos se

asentaron en el Protectorado, en el Alto Curaray, Pastaza. Hoy un

fragmento del antiguo Protectorado está en los planes de prospección

petrolera.

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Steve Saint tenía cinco años cuando su padre, Nate, moría atravesado

por lanzas waoranis en el Curaray. En el curso de su vida debió enfrentarse a dos realidades: la vida con los waoranis, para quienes su tía Rachel era la matriarca, y en los Estados Unidos, donde llegó a ser directivo en una compañía de petróleo y gas. Eso lo cuenta en su libro “A Punta de Lanza”, publicado en 2005. En él revela cómo aprendió a aceptar la muerte de su padre, y creció siendo hijo espiritual de varios de los hombres que participaron en la matanza. Para sus estudios univer-sitarios volvió a Norteamérica.

Luego de la muerte de Rachel, quien fa-lleció de cáncer en 1994 y fue enterrada en la comunidad de Toñampare, Steven volvió con el pueblo waorani. Permaneció un año y medio, fundando la comunidad Nemom-

pare, en memoria de Nemo, (Estrella), el nombre indígena de su tía. En ese tiempo detectó la dependencia que los indígenas habían desarrollado hacia la sociedad, a través de petroleros, misioneros y ongs. Según su libro, fundó la organización sin fines de lucro I-Tec, para llevar tecnología y conocimiento a los pueblos indígenas del planeta. Esa entidad tiene oficinas en Shell. Allí Vistazo encontró a sus dos hijos, Jesse y Shaun, en vísperas de volar hacia la comunidad de Tzapino.

selva desbrozada. Rachel Saint decidía qué vuelos entraban. Qué alimentos lle-gaban. Qué brigadas médicas atendían. Qué ritos religiosos podían practicar los nuevos conversos.

Todo ocurría con la bendición del Gobierno de Velasco Ibarra, que en su tercer mandato (1952-1956) santificó por decreto las operaciones del ILV en territorio ecuatoriano. En su quinta presidencia (1968-1972), el mismo go-

bernante ratificó el apoyo al Instituto, por prestar “Importantes servicios en investigación lingüística, y la civilización y educación de las comunidades indíge-nas del país”. Le encargó la educación bilingüe, y le autorizó a tomar posesión de “cualquier tierra baldía”, según el decreto en poder de Vistazo.

El Estado ecuatoriano entregó a una entidad extranjera, durante más de 30 años, la responsabilidad de “civilizar” a

los waoranis. Sin beneficio de inventario. Un Presidente quiso cambiar la histo-

ria. El 22 de mayo de 1981, Jaime Roldós emitió el decreto 1159, que expulsaba al ILV, “Por su incursión ideológica al servicio del colonialismo”, según Ney Barrionuevo Silva, en su libro “Jaime Roldós: su legado histórico”. Dos días más tarde, Roldós, su esposa y la comitiva que los acompañaba fallecían en un accidente aviatorio.

El decreto quedó en el papel. El ILV operó hasta 1992, cuando se retiró por decisión propia. Sus antiguos misioneros siguen visitando a los waoranis, bajo el auspicio de otras agrupaciones religiosas.

Los descendientes de Nate Saint trabajan con comunidades de Pastaza. Vistazo encontró a sus dos nietos en Shell. (Ver recuadro).

El contacto empezó con la aventura inocente de cinco misioneros extranjeros que terminaron muertos. Han pasado seis décadas. Los waoranis aprendieron a compartir con los coworis la riqueza de su territorio, perdiendo en el camino parte de su identidad y su cultura. Poco recibieron a cambio: incomprensión, indiferencia, exclusión. V

Los Saint y su relación con los Waos

I-Tech es un centro de capacitación integral que provee equipos de atención dental básica en mochilas de 34 libras, también entrega equipos de atención en medicina, y prepara a los indígenas para realizar intervenciones básicas y emer-gentes, explica Jesse, quien informa que la organización tiene oficinas en Ghana, Kenia, China, Afganistán y otros países. “Es indudable que nuestra familia adquirió con los waoranis el conocimiento, porque vivió en condiciones difíciles, las de la selva”.

nietos de nAte sAint. Jesse y shaun (centro y derecha) en el parque de shell, frente a una ré-plica de la avioneta en la que voló su abuelo. A su izquierda, Galo ortiz, de la organización i-tech.

misione-ros en tiWeno. organiza-ciones de distintos grupos religiosos siguen llegando a territorios waoranis. esta visita se efectuó en julio pasado, en tiweno.