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FEDNA NUTRICIÓN Y PATOLOGÍA DIGESTIVA EN CONEJOS BARCELONA, 4 y 5 de Noviembre de 2002 XVIII CURSO DE ESPECIALIZACION FEDNA 73 RESTRICCIONES A LA FORMULACIÓN DE PIENSOS PARA MINIMIZAR LA PATOLOGÍA DIGESTIVA EN CONEJOS C. de Blas, J. García, S. Gómez-Conde y R. Carabaño Departamento de Producción Animal Universidad Politécnica de Madrid 1.- INTRODUCCIÓN Las patologías digestivas en conejos son responsables del 60% del total de la mortalidad en el periodo de cebo (Rosell, 1996) y de reducciones importantes en la eficacia de utilización del alimento y en el crecimiento de los animales que no llegan a morir. Según Armero y Blasco (1992), reducir un 1% la mortalidad en el periodo de cebo tiene un peso económico similar a reducir en 0,1 unidades el índice de conversión cuando la mortalidad está comprendida entre un 5 y un 10%. Por lo tanto, la reducción en la incidencia de estas patologías es uno de los principales factores que inciden sobre la productividad y, por tanto, sobre la rentabilidad de las explotaciones cunícolas. Según Peteers et al (2000), la mayoría (80%) de las patologías digestivas son de naturaleza multi-factorial en las que se ven implicados varios agentes patógenos. Los más frecuentes son algunas especies de Eimeria, de cepas moderamente enteropatógenas de E. Coli y rotavirus. Las mortalidades en estos casos pueden variar entre granjas entre un 5 y un 20%. En algunos casos la presencia de cepas de E. Coli muy patógenas (O15:K-H, O26: K-H11, O103:K-H2) que colonizan parcial o totalmente el intestino delgado y grueso puede provocar mortalidades por encima del 50%. Evitar la adherencia de las enterobacterias patógenas o muy patógenas puede evitar o resolver el proceso entérico aún en presencia de estos microorganismos en el lumen (McQueen et al., 1992). En menor proporción también se ha descrito la presencia de algunas especies de Clostridium (Clostridium spiroforme) que pueden causar enteritis mediante la producción de toxinas (enterotoxemia iota). En la mayoría de los casos, su desarrollo desemboca en una patología multifactorial como la descrita anteriormente. Para ampliar esta información se puede consultar la revisión realizada por Peteers et al (2000), si bien la mayoría de los datos recogidos en ella se basan en estudios anteriores a la aparición de la enteropatía mucoide.

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RESTRICCIONES A LA FORMULACIÓN DE PIENSOS PARA MINIMIZAR LA PATOLOGÍA DIGESTIVA EN CONEJOS

C. de Blas, J. García, S. Gómez-Conde y R. Carabaño

Departamento de Producción Animal Universidad Politécnica de Madrid

1.- INTRODUCCIÓN

Las patologías digestivas en conejos son responsables del 60% del total de la mortalidad en el periodo de cebo (Rosell, 1996) y de reducciones importantes en la eficacia de utilización del alimento y en el crecimiento de los animales que no llegan a morir. Según Armero y Blasco (1992), reducir un 1% la mortalidad en el periodo de cebo tiene un peso económico similar a reducir en 0,1 unidades el índice de conversión cuando la mortalidad está comprendida entre un 5 y un 10%. Por lo tanto, la reducción en la incidencia de estas patologías es uno de los principales factores que inciden sobre la productividad y, por tanto, sobre la rentabilidad de las explotaciones cunícolas.

Según Peteers et al (2000), la mayoría (80%) de las patologías digestivas son de

naturaleza multi-factorial en las que se ven implicados varios agentes patógenos. Los más frecuentes son algunas especies de Eimeria, de cepas moderamente enteropatógenas de E. Coli y rotavirus. Las mortalidades en estos casos pueden variar entre granjas entre un 5 y un 20%. En algunos casos la presencia de cepas de E. Coli muy patógenas (O15:K-H, O26: K-H11, O103:K-H2) que colonizan parcial o totalmente el intestino delgado y grueso puede provocar mortalidades por encima del 50%. Evitar la adherencia de las enterobacterias patógenas o muy patógenas puede evitar o resolver el proceso entérico aún en presencia de estos microorganismos en el lumen (McQueen et al., 1992).

En menor proporción también se ha descrito la presencia de algunas especies de

Clostridium (Clostridium spiroforme) que pueden causar enteritis mediante la producción de toxinas (enterotoxemia iota). En la mayoría de los casos, su desarrollo desemboca en una patología multifactorial como la descrita anteriormente. Para ampliar esta información se puede consultar la revisión realizada por Peteers et al (2000), si bien la mayoría de los datos recogidos en ella se basan en estudios anteriores a la aparición de la enteropatía mucoide.

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La enteropatía mucoide aparece en España en 1996. Esta patología digestiva puede causar mortalidades en la granja entre un 20 y un 60% de los animales. Los agentes causantes todavía no se han descrito, pero la enfermedad puede controlarse con antibióticos. En la práctica se observa un proceso en el que el animal deja de comer, se aprecian síntomas de borborigmo (el estómago aparece lleno de líquido) y en algunos animales aparece moco, debido a la sobreproducción en el colon para aliviar la compactación cecal que se produce. En la actualidad, se está trabajando de manera conjunta desde distintos campos (patología y nutrición). Sin embargo, aún no se han obtenido alternativas eficaces a la utilización de antibióticos.

2.- LA MICROBIOTA DEL TRACTO INTESTINAL

Para desarrollar sistemas de alimentación que permitan la implantación de una flora estable, compatible con la salud del animal, es necesario:

- caracterizar la microbiota normal del tracto intestinal y las especies patógenas. - establecer las interacciones entre las distintas especies. - caracterizar los mecanismos de exclusión competitiva entre poblaciones patógenas y

no patógenas. Los mecanismos por los que una especie no patógena predomine sobre otra patógena

son complejos. De acuerdo con Hampson et al. (2001), hay diversas rutas por las que puede producir esta competencia:

- diferencias de crecimiento a partir un substrato específico. - diferencias en la eficacia de colonización de la mucosa. - producción de sustancias inhibitorias del desarrollo de patógenos (ácidos grasos de

cadena corta, sulfídrico, sales biliares deconjugadas y bacteriocinas).

El papel que puede jugar la nutrición en este campo se centraría en regular la cantidad de substrato que favoreciese el crecimiento de una microflora que compita por la colonización de un mismo nicho en el tracto digestivo. Además, la dieta puede actuar de manera indirecta sobre la proliferación de patógenos limitando el tiempo de acceso de los substratos, o favoreciendo la integridad de la mucosa intestinal para evitar la adherencia de bacterias.

La información existente sobre estos puntos en el conejo es escasa y dispersa, tanto en

lo que se refiere a los objetivos de los trabajos experimentales como al grado de caracterización e identificación de la microbiota. Los trabajos (Penney et al., 1986; Fonty y Gouet, 1989; Padilha et al., 1996; Hullar et al., 1996; Canzi et al., 2000) donde se describe la microbiota del tracto intestinal del conejo indican que ésta se desarrolla fundamentalmente en el ciego (1010- 1012 bacterias/g de digesta), colon proximal (107 bacterias/g de digesta) e íleon terminal (105 bacterias/g de digesta). Debido a la cecotrofia, algunos autores (Penney et al., 1986) también han descrito la presencia de microorganismos en el estómago (103-105 bacterias/gr de digesta), aunque transcurridas de 6 a 7 horas desde la ingestión de cecótrofos

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las células no son viables. De entre las más de doscientas especies descritas, el género Bacteroides (Gouet y Fonty, 1973) junto con el género Clostridium (Penney et al., 1986; Canzi et al., 2000) parecen ser los predominantes en el ciego de animales adultos sanos. Sin embargo, algunas especies aisladas del género Bacteroides pueden comportarse también como importantes patógenos oportunistas (Bacteroides fragilis). En el cuadro 1 se describen las especies aisladas más importantes de los géneros Bacteroides y Clostridium. Otros géneros importantes son Bifidobacterium, Streptococcus y Enterobacter (Bonnafous y Raynaud, 1970; Gouet y Fonty, 1979; Forshythe y Parker, 1985; Penney et al., 1986; Cortez et al., 1992). En trabajos recientes realizados en el CRESA (Badiola, sin publicar) en colaboración con nuestro Departamento se ha comprobado que el género Lactobacillus no parece presentarse de forma natural en el ciego de conejos sanos, aunque sí se ha detectado la presencia de Lactobacterias. Sin embargo, cuando los Lactobacillus se suministran en la dieta son capaces de atravesar la barrera del estómago, colonizar determinados nichos y modificar el tipo de especies predominantes de Clostridium y Bacteroides (Canzi et al., 2000).

Cuadro 1: Principales cepas bacterianas aisladas en el ciego de conejo (Canzi et al., 2000;

Badiola, sin publicar)

Bacteroides Clostridium

Bacteroides ovatus Clostridium butyricum Bacteroides uniformis Clostridium acetobutylicum Bacteroides thetaiotaomicron Clostridium tyrobutyricum Bacteroides distasonis Clostridium fallax Bacteroides vulgatus Clostridium septicum Bacteroides splanchnicus Clostridium clostridiforme Bacteroides eggerthii Clostridium difficile Bacteroides fragilis Clostridium spp. Bacteroides spp. Clostridium paradoxum Prevotella ruminicola brevis Clostridium barati Prevotella bivia Clostridium polisaccharoliticum

Son varios los trabajos en los que se hace referencia al efecto de la edad y del

aporte de determinados substratos sobre la proliferación de un determinado grupo de bacterias en el tracto gastrointestinal (Penney et al., 1986; Fonty y Gouet, 1989; Padilha et al., 1986; Hullar et al. 1996; Blanco et al., 1996; Canzi et al., 2000). Sin embargo ninguno de ellos describe el mecanismo por el que estas bacterias pueden actuar sobre microorganismos patógenos. La falta de información existente dificulta la predicción de cómo los componentes suministrados a través de la dieta van a influir sobre la colonización de flora patogénica y la consecuente aparición de enfermedades entéricas. Esto se debe en parte a la falta de técnicas de identificación seguras y repetibles.

Tradicionalmente se han utilizado sistemas de identificación basados en medios de

cultivo, los cuales no permiten identificar aquellas bacterias para las que se desconocen sus exigencias nutritivas. Por otra parte, la flora extraída del animal es muy sensible a la

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exposición al aire, incluso durante períodos de tiempo muy cortos, por lo que se aprecia una disminución entre el número de especies existentes en el ciego y las contabilizadas en el tubo de ensayo. Estos problemas se han resuelto mediante la utilización de métodos de identificación moleculares basados en la secuenciación de RNA que permiten dar una caracterización molecular de la flora.

3.- NUTRICIÓN Y PATOLOGÍA DIGESTIVA

En la mayoría de los casos, las patologías digestivas se han venido controlando con la adición al pienso de antibióticos. Sin embargo, la restricción de su uso como aditivos en el pienso ha estimulado la búsqueda de nuevos sistemas de alimentación que permitan mantener una elevada eficacia productiva, y, sobre todo, que controlen la morbilidad y mortalidad en granja.

La mortalidad en el periodo de cebo se produce principalmente durante las dos

semanas posteriores al destete. Alrededor del destete, las patologías de origen entérico ocurren en un contexto de desarrollo incompleto de la fisiología digestiva, con alteraciones en el tránsito de la digesta a lo largo del intestino. Las causas de las diarreas postdestete en gazapos son de naturaleza multifactorial pero parece que, junto a la presencia de patógenos, el tipo de dieta puede afectar a la incidencia de estos procesos patológicos. El suministro de dietas desequilibradas se ha relacionado con la aparición de desórdenes digestivos mediante dos mecanismos: i) promoviendo un mayor tiempo de retención de la digesta en el aparato digestivo o ii) provocando un mayor flujo de substratos fermentables al ciego (Lebas et al., 1998). En ambas situaciones, la alteración de la microflora del intestino, con el predominio de crecimiento de bacterias patógenas, se ha postulado como la posible causa primaria de estas patologías. Los factores de la dieta que más se han relacionado con la aparición de diarreas son el nivel de almidón y de fibra, normalmente inversamente correlacionados en las dietas de conejos, y el tipo de fibra (Lebas et al., 1998). La fibra regula la velocidad de tránsito de la digesta a lo largo del tracto digestivo y es un factor determinante que afecta al suministro de energía para el crecimiento de las bacterias cecales. Por otro lado, niveles altos de almidón podrían provocar una entrada al ciego de almidón sin digerir que podría ser responsable de cambios en la flora cecal. Un excesivo contenido en proteína también podría ser responsable de aumentos de mortalidad. 4.- NIVEL Y TIPO DE FIBRA La fibra es un componente cuantitativamente importante en piensos de conejos (más de un tercio del peso total) y es el principal sustrato energético para la flora microbiana residente en los tramos finales del aparato digestivo. Además, afecta al medio en que se desenvuelven los microorganismos y al tiempo de permanencia de la digesta en el área fermentativa. Como consecuencia, variaciones en el nivel y tipo de fibra del pienso han sido relacionados frecuentemente con la densidad y composición de la flora microbiana.

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Desde este punto de vista, tiene interés considerar el aporte de fibra en su contexto más amplio (compuestos del alimento no digeridos por las secreciones digestivas del animal) que incluyen no sólo los constituyentes fibrosos de la pared celular (hemicelulosas, celulosa, lignina, cutina, etc), siendo también los hidratos de carbono de la matriz de la pared celular (β-glucanos, pentosanas, pectinas) y del contenido celular (oligosacáridos, fructanos, almidón resistente a las enzimas que se produce en tratamientos térmicos a elevadas temperaturas). Estos dos últimos grupos constituyen la fracción más fácilmente fermentable de la fibra y pueden estimarse como peso de fibra soluble en solución neutro detergente (Jeraci et al., 1989). En el cuadro 2 se muestra la concentración de fibra de distintos alimentos estimada según distintos métodos. La fibra neutro detergente se corresponde principalmente con la fibra insoluble (constituyentes de las fibras de la pared celular) y la soluble se obtiene por diferencia de ésta con la concentración de fibra total. Del cuadro puede deducirse la escasa relevancia de parámetros como fibra bruta o fibra ácido detergente para estimar el peso total de fibra y de fibra soluble.

Cuadro 2.- Contenido (% MS) en fibra total, soluble e insoluble, fibra bruta y fibra ácido detergente de algunos alimentos (Van Amburgh et al., 2000).

Alimento

Fibra total1

Fibra insoluble2

Fibra soluble3

Fibra bruta4

Fibra ácido detergente4

Maíz 11,4 10,3 1,1 2,9 3,5 Trigo 12,6 9,5 3,1 3,1 4,1 Cebada 30,7 20,5 10,2 5,0 7,0 Salvado 41,7 38,4 3,3 10,8 13,4 Gluten feed 35,3 31,7 3,6 9,0 11,1 DDG’s 34,1 29,7 4,4 8,9 17,3 Harina soja 17,3 7,2 10,1 6,4 7,9 Pulpa cítricos 54,7 23,3 31,4 14,9 20,7 Pulpa remolacha 67,6 33,5 34,1 19,8 25,5 Cascarilla soja 79,7 66,9 12,8 36,7 48,1 Paja cereales 81,1 72,6 8,5 42,5 52,5 Heno alfalfa 48,8 37,6 11,2 28,3 30,3

1Según Jeraci et al., 1989. 2Fibra neutro detergente. 3Por diferencia 3 = 1 – 2. 4Segun FEDNA (1999). La fibra de la dieta, además de ser fuente de nutrientes, tiene un papel esencial en la regulación de la motilidad de la digesta y, por tanto, sobre la velocidad de tránsito en el conjunto del aparato digestivo, y, en particular, en el área fermentativa. Por tanto, sus características físicas (tamaño de partícula, capacidad de hidratación, capacidad tampón) pueden afectar de forma significativa al tipo y densidad de la flora microbiana. La proporción de partículas finas (< 0,3 mm), que tienen a entrar en el ciego, y de partículas de tamaño medio o grueso (> 0,3 mm), que favorecen la motilidad intestinal, es también altamente variable entre diferentes ingredientes (ver cuadro 3).

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Cuadro 3.- Distribución al tamaño de partículas de diferentes fuentes de fibra para piensos de conejos1 (García et al., 1999 y 2002)

< 0,3 mm 0,3-0,63 mm > 0,63 mm Harina pimentón 94,9 3,9 1,2 Heno alfalfa 78,6 11,7 9,7 Hoja olivo 71,6 6,7 21,7 Cascarilla soja 67,0 16,1 16,9 Paja-NaOH 66,7 13,1 20,2 Granilla uva 71,3 19,7 9,0 Cascarilla girasol 54,3 24,0 21,7

4.1.- Fermentación de la fibra La fibra alimenticia sólo puede digerirse a través de la fermentación microbiana en el tracto digestivo y su eficacia condiciona de manera significativa la utilización final del pienso. En la figura 1 se muestra la degradación in situ de la fibra de distintos alimentos en función del tiempo de fermentación (Escalona et al., 1999). Como puede apreciarse, existen notables diferencias entre alimentos en función del tipo de fibra. A tiempos de fermentación cortos (10-12 h), que corresponden a los valores típicos en conejos, la proporción de fibra digerida es limitada y depende fundamentalmente de la proporción de fibra soluble (pectinas, oligosacáridos, β-glucanos, pentosanas, etc.) que se digiere parcialmente en el intestino delgado (Carabaño et al., 2001) y es la fracción más fácilmente disponible para los microorganismos (De Blas et al., 1999).

La fermentación de la fibra es también importante porque los productos de su digestión modifican el medio en el que se desarrollan los microorganismos. En este sentido, Prohaszka (1980) y Wallace et al. (1989) observaron que tanto un aumento de la acidez como de la concentración de AGV reducía la densidad de E. Coli en un cultivo in vitro. Por otra parte, los AGV, y particularmente el ácido butírico, son nutrientes preferentes de los enterocitos de la mucosa intestinal, por lo que un incremento en su concentración en el contenido digestivo asegura una mayor integridad de la mucosa (Vernay, 1987; Chiou et al., 1994) y, por tanto, una mayor capacidad de absorción y un mejor desarrollo del sistema inmunitario asociado (Lannig et al., 2000).

Los resultados obtenidos en el conjunto de trabajos revisados en las figuras 2 y 3

indican que la acidez y la concentración de ácidos grasos volátiles en el contenido cecal sólo tienden a aumentar cuando el tipo de fibra que se añade al pienso tiene una elevada proporción de fibra soluble (por ej. pulpa de remolacha), pero no cuando se añade fibra larga lignificada (por ej. paja de cereales, cascarilla de girasol o granilla de uva). Los resultados de la revisión también indican que el perfil de ácidos grasos es bastante estable frente a variaciones en el nivel y tipo de fibra, obteniéndose como valores medios un 76% de acético, un 6,5% de propiónico y un 17,5% de butírico.

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Figura 1.- Degradación in situ de la FND de subproductos fibrosos (Escalona et al., 1999)

0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1

0 4 8 12 16 24 48 72

Horas de incubación

Casc. sojaPaja + sosaH. alfalfaHoja olivoT. pimentónCasc. girasol

Figura 2.- Efecto del nivel y tipo de fibra sobre el pH del contenido cecal

5,3

5,5

5,7

5,9

6,1

6,3

15 20 25 30 35 40 45 50 55 60

FND, % MS

de Blas et al. (1986)

Carabaño (1985)

Carabaño et al. (1989)

Fraga et al. (1991)

García et al. (1992b)

García et al. (1993)

Motta Ferreira et al. (1996)

Carabaño et al. (1997)

García et al. (1995)

García et al.(2000a)

Nicodemus et al. (1997)

Nicodemus et al.(1999)

García et al.(1999)

García et al.(2000b)

Figura 3.- Nivel de fibra y concentración cecal de AGV (García et al., 2001)

10

30

50

70

90

110

15 20 25 30 35 40 45 50 55 60

FND dieta (% MS)

AG

V c

iego

, mm

ol/l

INRA (n = 22) UPM (n = 38) UTL (n = 18)

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4.2.- Tránsito digestivo

El nivel y tipo de fibra de la dieta también influyen en la acumulación de digesta en el ciego a través de su efecto sobre la motilidad intestinal. El peso del contenido cecal alcanza valores mínimos para una concentración de un 38,7% de FND sobre MS (ver figura 4) y, a igualdad de contenido en fibra en la dieta, tiende a aumentar con su proporción de fibra soluble y de partículas finas y a disminuir con la de lignina y partículas gruesas. Este efecto es importante porque la acumulación de digesta en el ciego influye negativamente en el consumo (ver figura 5) y, por tanto, en los rendimientos productivos del animal (García et al., 1993; Nicodemus et al., 1999; García et al., 2002) y también porque ha sido relacionada con una mayor incidencia de trastornos digestivos (Lebas et al., 1998).

Figura 4.- Nivel de FND y peso del contenido cecal (De Blas et al., 1999)

2

4

6

8

10

15 20 25 30 35 40 45 50FND, %

PCC, % PV

de Blas et al., 1986

Carabaño et al., 1989

Fraga et al., 1991

García et al., 1992b

García et al., 1993

Motta Ferreira et al., 1996

Carabaño et al., 1997

García et al., 1996

García et al., 1995b

Nicodemus et al., 1997

Figura 5.- Peso del contenido cecal y consumo (García et al., 2001)

50

75

100

125

150

175

200

3 4 5 6 7 8 9 10Peso del contenido cecal (% PV)

Co

nsum

o (

g M

S/d)

INRA (n = 12) UPM (n = 42)

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En este sentido, debe tenerse en cuenta que un aumento en la tasa de renovación de la digesta en el ciego reduce la proliferación de la flora microbiana y posiblemente también la de la flora de tipo patógeno. En la figura 6 se muestra la relación directa y cuantitativamente importante que existe entre el tiempo de retención de la digesta en el ciego y la densidad de flora microbiana (estimada a partir de la cantidad de nitrógeno microbiano reciclado en las heces coprófagas).

Figura 6.- Efecto del tiempo de retención cecal sobre el reciclado (g/d) de N microbiano (García et al., 1996, 2000b)

0,1

50

,35

0,5

50

,75

7 8 9 1 0 1 1 1 2 1 3 1 4 1 5

T M R C ( h )

N m

icro

bia

n

De lo anteriormente expuesto, puede deducirse que a efectos de maximizar el consumo y de reducir la carga microbiana digestiva, las restricciones para la formulación de piensos deberían incluir un mínimo de fibra larga, pero también un máximo de fibra muy molida y/o soluble. 4.3.- Fibra y patología digestiva

El efecto del nivel de fibra sobre la mortalidad en el período de cebo se muestra en la figura 7. Los trabajos seleccionados tenían un elevado número de repeticiones por tratamiento, comparaban simultáneamente varios niveles de fibra, y utilizaban fuentes de fibra tradicionales (alfalfa, paja, cereales, concentrados proteicos y algún subproducto lignificado). Los resultados obtenidos muestran una tendencia lineal hacia una menor mortalidad al aumentar la fibra en el pienso y podrían explicarse por i) una tendencia paralela hacia una mayor velocidad de tránsito digestivo y de renovación de la digesta en el ciego (figura 8) y/o ii) por un cambio en las condiciones del medio cecal (mayor acidez y concentración de ácidos grasos volátiles) y/o iii) por una disminución paralela en la concentración de almidón en el pienso (Blas y Gidenne, 1998).

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Figura 7.- Efecto del nivel de fibra sobre la mortalidad (%) en el período de cebo

0

5

10

15

20

25

30

22 .5 27 .5 32 .5 37 .5

F N D (% )

Mor

talid

ad

D e B las et a l., 19 86 P érez et a l. 1 99 6T a bo ada et a l., 1 99 6 G idenne y P érez, 2 00 0

Figura 8.- Efecto del nivel de fibra sobre el tiempo medio de retención (TMR, h) y el peso del

contenido cecal (PCC, % PV)

5

1 0

1 5

2 0

2 5

2 2 ,5 2 7 ,5 3 2 ,5 3 7 ,5

FN D (%)

TM

R

5

5,5

6

6,5

7

PC

C

Pérez et al. 96 Gidenne y Pérez, 2000 D e Blas et a l., 86

El efecto del tipo de fibra sobre la mortalidad en el período de cebo se muestra en la figura 9. En este caso se seleccionaron trabajos en los que se comparaban piensos isofibrosos, en los que se sustituían fuentes de fibra soluble (pulpa de remolacha, cascarilla de soja) por fuentes de fibra larga lignificada (paja, granilla de uva, cascarilla de girasol). El efecto del tipo de fibra se expresa a través de su grado de lignificación, que en este caso (como ocurre generalmente) estuvo positivamente relacionado con el tamaño de la fibra. Los resultados indican que la mortalidad tiende a reducirse linealmente cuando se incrementa la proporción de las fuentes de fibra más lignificadas y fueron nuevamente paralelos a una disminución del tiempo de permanencia de la digesta en el ciego (ver figura 10). En este caso la disminución de la mortalidad no puede explicarse por un incremento

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de la acidez o de la concentración de ácidos grasos volátiles (que evolucionaron de forma paralela a la mortalidad), ni por diferencias en el contenido de almidón, puesto que el nivel era similar en todas las dietas.

Figura 9.- Nivel de lignina y mortalidad en el período de cebo

0

5

1 0

1 5

2 0

2 5

3 0

2 3 4 5 6 7

L A D (% )

Mo

rta

lid

ad

P é r e z e t a l ., 1 9 9 4 N ic o de m us e t a l ., 1 9 9 9 G id e n ne e t a l ., 2 0 0 1

Figura 10.- Efecto del nivel de lignina sobre el tiempo medio de retención (TMR, h) y el peso

del contenido cecal (PCC, % PV)

15

17

19

21

23

25

2 3 4 5 6 7 8

L A D (% )

TM

R

4 ,2

4 ,4

4 ,6

4 ,8

5

5 ,2

PC

C

P érez e t a l ., 1 9 9 4 G id en n e e t a l ., 2 0 0 1 N ico d em u s e t a l ., 1 9 9 9

Globalmente, los resultados presentados parecen indicar que la inclusión de un nivel alto de fibra y de lignina (como indicador de fibra larga) es recomendable para minimizar la incidencia de problemas digestivos en conejos. No obstante, debe tenerse en cuenta que piensos con estas características implican una baja utilización digestiva y, por lo tanto, suponen un empeoramiento significativo de la eficacia alimenticia.

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5.- NIVEL, TIPO Y PROCESADO DEL ALMIDÓN El almidón es un componente cuantitativamente importante en piensos de conejos. En circunstancias normales su digestibilidad intestinal es muy elevada, de forma que cuando se incluye en cantidades moderadas (15-20%) resulta una fuente adecuada de energía. Sin embargo, diferentes autores (Corring et al., 1972; Marounek et al., 1995; Dojana et al., 1998; Scapinello et al., 1999) han observado que la actividad amilásica pancreática puede ser insuficiente a edades muy jóvenes (ver figura 11). Además, según Gutiérrez et al. (2002a), un destete precoz a los 25 días implica una disminución significativa de la altura de las vellosidades intestinales en animales de 35 días y, como consecuencia, una reducción de la actividad de las disacaridasas (maltasa, lactasa, sacarasa) que se producen en la propia mucosa intestinal (ver cuadro 4), con respecto a animales lactantes de la misma edad.

Figura 11.- Efecto de la edad sobre la actividad amilásica pancreática (Corring et al., 1972)

Corring et al, 1972

0

50

100

150

200

250

300

0 7 14 21 28 35 42

Destete 21 d Destete 30 d

Edad (días)

U amilasa/mg de proteína

El efecto final es que, al destetar precozmente, el flujo de sustrato que alcanza la zona fermentativa del ciego podría aumentar, alterando la composición de la flora microbiana e incrementando la incidencia de problemas digestivos. El diseño de piensos de arranque adecuados es por tanto el principal factor limitante para poder adelantar la fecha del destete e incrementar la eficacia reproductiva. En este contexto, un trabajo reciente (Gutiérrez et al., 2002a) ha estudiado la posibilidad de sustituir almidón por lactosa o fibra en este tipo de piensos. 5.1.- Sustitución de almidón por lactosa Los resultados obtenidos en este trabajo muestran que la digestibilidad ileal de la lactosa en gazapos de 35 días destetados a los 25 días de edad es bastante limitada e inferior a la digestibilidad ileal del almidón (73,8 vs 90,8%). Esta baja digestibilidad se justifica por la reducción general de la actividad lactásica con la edad y por el efecto

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negativo adicional del destete. Por lo tanto, la sustitución de almidón por lactosa se traduce en un incremento del flujo total de nutrientes digestibles (almidón + lactosa) que alcanza el ciego. Como consecuencia, se produce un incremento del peso del contenido cecal y de la actividad fermentativa que implica una disminución de la eficacia alimenticia en el periodo de distribución del pienso de arranque (25-39 días) y un incremento lineal de la mortalidad en el conjunto del periodo de cebo (25-60 días), después de la distribución de un pienso comercial común a partir de los 39 días de edad (ver cuadro 5).

Cuadro 4.- Efecto de la edad (25 vs 35 d) y el destete (lactantes:L vs destetados: D) sobre la actividad enzimática (Gutiérrez et al., 2002a)

25 d L 35 d L 35 d D EEM2 P

Lactasa1 4849a 681b 189c 0,12 0,0001

Sacarasa1 1047a 2786b 1453a 254 0,0001

Maltasa1 9846a 10436a 7344b 933 0,0063

Longitud villi, µm 536a 585a 432b 41,0 0,0162

Prof. Criptas, µm 62,4a 55,9a 95,5b 4,46 0,0007

1Unidad de actividad: cantidad de enzima que libera 1 µmol de glucosa por g de proteína en 30 minutos a 37ºC. 2 EEM: error estándar medio a, b, c Medias con distintos superíndices difieren significativamente (P < 0,05). En el caso de la lactasa la comparación de medias se ha hecho después de su transformación logarítmica. Cuadro 5.- Efecto de la sustitución de almidón por lactosa sobre los rendimientos productivos

de gazapos destetados precozmente (Gutiérrez et al., 2002a)

% Sustitución 0 25 50

Flujo ileal almidón + lactosa (g/d) 1,83 - 3,54

Peso contenido cecal (% PV) 7,90 - 8,94

Eficacia alimenticia 25-39 d (g ∆ peso/ g pienso) 0,530 0,504 0,498

Mortalidad 25-39 d (%) 8,6 12,8 23,6

5.2.- Sustitución del almidón por fibra En este mismo trabajo se midió el efecto de un incremento del contenido en fibra de la dieta (desde un 30 hasta un 36% de FND). Los resultados obtenidos muestran una baja utilización digestiva de la fibra (23%), inferior a la que se obtiene en animales adultos, y una influencia negativa de la inclusión de fibra sobre la digestibilidad de la materia seca y de la proteína (ver cuadro 6). También se observó una disminución de la ganancia de peso y de la eficacia alimenticia tanto en el periodo de distribución del pienso

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de arranque como en el conjunto del periodo de cebo (25-60 días). Finalmente, la inclusión de fibra permitió reducir el flujo ileal de almidón, pero incrementó la mortalidad a lo largo del periodo de cebo. Cuadro 6. Efecto de la sustitución de almidón por fibra sobre los rendimientos productivos y

la eficacia alimenticia de gazapos destetados precozmente (Gutiérrez et al., 2002a)

Almidón (% MS)

FND (% MS)

20

30

15

36 EEM P

CD1 MS (%) 65,0 58,6 0,8 0,001

CD1 proteína (%) 80,1 75,6 1,0 0,001

Flujo ileal almidón (g/d) 2,25 1,41 0,3 0,1

Ganancia de peso (g/d)

25-39 d 44,6 41,0 0,9 0,002

25-60 d 45,3 43,0 0,6 0,03

Eficacia alimenticia (g ∆ peso/ g pienso)

25-39 d 0,564 0,497 0,008 0,001

25-60 d 0,378 0,362 0,004 0,03

Mortalidad (%)

25-39 d 2,1 7,2 2,8 NS

25-60 d 3,2 14,0 5,3 0,06

1CD: coeficiente de digestibilidad. Tendencias similares han sido obtenidas por De Blas et al. (1995) y Debray et al.

(2002) al incrementar el contenido en fibra del pienso suministrado en el periodo pre-destete (21-35 días de edad). Una explicación para estos resultados podría estar en que un incremento del nivel de fibra implica un aumento del flujo ileal de nitrógeno de origen endógeno (Carabaño et al., 2000). De acuerdo con estos trabajos, este incremento de flujo podría ser cuantitativamente importante y podría inducir una mayor proliferación de la flora patógena intestinal. 5.3.- Procesado del almidón

Los resultados presentados en el apartado anterior indican las dificultades para

reducir a niveles bajos la concentración de almidón en piensos de arranque, pero también que piensos con un contenido apreciable en almidón inducen un flujo significativo de almidón al íleon y, por tanto, aumentan la probabilidad de incidencia de trastornos digestivos. Como consecuencia, tiene interés estudiar la posibilidad de incrementar la digestibilidad ileal del almidón a través de cambios en el origen o en el procesado del almidón de la dieta.

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Un trabajo reciente (Gutiérrez et al., 2002b) ha determinado el efecto del origen del almidón (trigo o guisante), su procesado térmico y su suplementación con amilasas exógenas en piensos de arranque isonutritivos suministrados en el periodo 25-39 días. Los resultados se muestran en el cuadro 7 e indican que todas las variables estudiadas tuvieron un efecto significativo sobre la concentración de almidón en la digesta que alcanza los tramos finales del íleon, de forma que ésta se redujo desde 68,1 g/kg MS (pienso con guisantes crudos sin enzimas) hasta 22,3 g/kg MS (piensos con trigo procesado suplementado con enzimas). Por otra parte, la digestibilidad ileal del almidón resultó estar positivamente correlacionada con la ganancia de peso y la eficacia alimenticia en el periodo 25-39 días (que aumentaron desde 36,0 hasta 39,5 g/d y desde 0,553 hasta 0,612 g/g en los mismos piensos) y negativamente con la mortalidad que se redujo desde 9,6 hasta 2,2% en los piensos extremos, y todavía más (desde 18,2 hasta 2,6%) cuando se consideró el conjunto del periodo de cebo (25-60 d), después del suministro comercial común en el período 35-60 d. En conjunto, estos trabajos indican que, para minimizar la patología digestiva, la formulación de piensos para gazapos jóvenes debe incluir restricciones que aseguren un flujo mínimo de almidón y azúcares fácilmente fermentables hacia el íleon. Los mejores resultados se han obtenido con piensos con un 20% de almidón, procedente de una fuente altamente digestible (trigo). En estas condiciones, se han observado respuestas significativas en digestibilidad ileal del almidón y viabilidad de los gazapos al procesado térmico del almidón y a la suplementación enzimática del pienso. Cuadro 7.- Efecto del origen, procesado y suplementación enzimática del almidón sobre

los rendimientos productivos de gazapos destetados precozmente (Gutiérrez et al., 2002b)

Origen Procesado1 Suplementac.2 Trigo Guisante - + - +

EEM

Concentración almidón en íleon (g/kg MS)

36,0a 59,7b 54,7a 41,0b 54,4a 41,3b 8,3

Ganancia peso (g/d) 25-39 d 38,5a 37,0b 37,6 37,8 37,2x 38,3y 0,8 25-60 d 41,9 41,5 41,2x 42,1y 41,5 41,5 0,7

Eficacia alimenticia (g ∆ peso/g pienso)

25-39 d 0,586a 0,570b 0,569a 0,588b 0,568a 0,589b 0,009 25-60 d 0,391 0,391 0,387a 0,395b 0,392 0,390 0,004

Mortalidad (%) 25-39 d 5,5 5,9 5,5 6,0 7,8 3,7 3,4 25-60 d 9,7 11,1 11,4 9,4 13,9 6,9 4,8

1El trigo y el guisante se cocieron a 98º C y 22% de humedad durante 1 hora. Posteriormente, el trigo fue laminado y el guisante expandido durante 5 segundos. 2El suplemento contenía 150 U/g de endo-1,3-beta-glucanasa (EC 3.2.1.6), 4000 U/g de endo-1,4 beta-xilanasa (EC 3.2.1.8) y 1000 U/g de alfa-amilasa (EC 3.2.1.1).a, bMedias con distintos superíndices difieren significativamente (P < 0,05). x, yMedias con distintos superíndices difieren significativamente (P < 0,10).

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6.- NIVEL Y TIPO DE PROTEÍNA

El tipo de proteína es una restricción muy importante en piensos de arranque, ya que en animales muy jóvenes la acidez gástrica puede ser insuficiente para permitir una actividad pépsica máxima. Además, la actividad de las proteasas pancreáticas es reducida a estas edades (Dojana et al., 1998), de forma que en conjunto la digestibilidad ileal de la proteína podría ser limitada, especialmente en el caso de proteínas de baja calidad. Un aumento del flujo ileal de proteína ha sido relacionado con una mayor proliferación de Clostridia y E. Coli en el ciego (Haffar et al., 1988; Cortez et al., 1992) y, por tanto, con una mayor incidencia de problemas digestivos. Por otra parte, la inclusión de alimentos con factores antigénicos, como la harina de soja, tiene un efecto negativo particularmente importante a estas edades (Scheele y Bolder, 1987). En este sentido, trabajos recientes (Gutiérrez et al., 2000a,b) han observado que la sustitución de harina de soja por plasma animal en piensos de arranque de gazapos tiene efectos positivos sobre la morfología de la mucosa intestinal (altura de las vellosidades), el consumo de pienso y el crecimiento. Otros trabajos (Gutiérrez et al., 2001; Campín et al., 2002) han comparado cuatro concentrados proteicos (harina de girasol, soja 48, concentrado de soja y proteína de patata) en piensos de arranque isonutritivos. Los resultados muestran que, si bien la acidez gástrica y la digestibilidad fecal de la proteína eran elevadas y similares entre dietas, existían diferencias significativas en digestibilidad ileal a favor de las fuentes de proteína con menor contenido en factores antinutritivos (girasol y concentrado de soja). Como consecuencia, se obtuvo una variabilidad en el flujo ileal de proteína que se tradujo en diferencias significativas en mortalidad y en eficacia alimenticia (ver figura 12).

Figura 12.- Efecto del flujo de proteína ileal sobre la mortalidad en el periodo 25-60 días y la

eficacia alimenticia en el periodo 25-39 días (Gutiérrez et al., 2001; Campín et al., 2002)

10

20

30

40

4 4,5 5 5,5 6Flujo ileal PB (g/d)

0,400

0,500

0,600

MortalidadEficacia alimenticia

Mor

talid

ad c

ebo,

%

Eficacia alimenticia (g/g)

Un contenido excesivo de proteína en el pienso puede dar también lugar a un

incremento del flujo ileal de proteína y a un cambio en el tipo de flora cecal que conduzca a una mayor incidencia de diarreas. En este sentido, un mayor flujo de nitrógeno al ciego

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provocado por la ligadura del conducto pancreático o por un exceso de proteína en la dieta favorece la proliferación bacteriana (Catala y Bonnafous, 1979) e incrementa la mortalidad en el periodo de cebo (De Blas et al., 1981). Un mayor flujo de proteína en el íleon no siempre se debe a una deficiente digestión de la proteína de la dieta. La presencia de factores antinutritivos en las dietas como lectinas, taninos o factores antitrípsicos, muy frecuentes en los concentrados proteicos, o una mayor cantidad de fibra pueden aumentar la excreción de nitrógeno endógeno (Boissen y Moughan, 1996). Según estimaciones recientes (García et al., 2000a) el nitrógeno endógeno al final del íleon es de 2 a 3 veces superior en conejos al que se ha determinado en cerdos y puede suponer entre un 60 y un 80% del flujo total.

Otra posible vía de entrada de nitrógeno al ciego es el reciclado de urea a través de

la sangre. Cuando la ingestión de proteína excede las necesidades de síntesis de proteína corporal del animal, la urea resultante del catabolismo de la proteína se recicla al ciego y puede producir un aumento de la concentración de amoníaco en el contenido cecal. Forsythe y Parker (1985) estimaron que un 25% del total de amoniaco del ciego procede de la utilización de urea. Algunos autores han sugerido que estos incrementos podrían alterar la flora microbiana y favorecer el desarrollo de patógenos (Fraga, 1998). Dietas con una relación proteína digestible/energía digestible alta dan lugar a incrementos de nitrógeno amoniacal elevados. Así, cuando se sustituye alfalfa por una mezcla de torta de girasol y paja el nivel de amoniaco en el ciego se incrementa en un 67% (Carabaño et al., 1989). Por otra parte, una relación proteína digestible:energía digestible alta implica también una disminución de la eficacia energética de utilización del alimento (De Blas et al., 1985).

No hay que olvidar que las necesidades nitrogenadas para crecimiento en la fase de

postdestete pueden ser más elevadas que cuando se contemplan las necesidades en el conjunto del cebo, como ocurre en otras especies, y que un descenso acusado del aporte nitrogenado de la dieta puede ser perjudicial tanto para el crecimiento muscular (Trocino et al., 2000) como para el desarrollo de la mucosa intestinal. De acuerdo con los resultados obtenidos por Lebas y Laplace (1972), el peso relativo del intestino delgado y del ciego y colon es máximo entre la 3ª y la 7ª semana de vida del animal. Asegurar el correcto desarrollo de la mucosa intestinal no sólo optimiza sus funciones digestivas y absortivas, sino también el desarrollo del sistema inmune asociado a esta mucosa que garantiza su función de barrera contra infecciones.

En la actualidad, las dietas de conejos suelen contener un exceso de proteína para

poder cubrir las necesidades de aminoácidos. La utilización de unidades de valoración proteica expresadas en unidades totales favorece este exceso. En trabajos realizados con gazapos en cebo (Maertens et al., 1997) se observa que es posible reducir el contenido de proteína de la dieta de un 17 a un 15,7% sin reducir el crecimiento de los animales, siempre que se asegure un aporte suficiente en aminoácidos limitantes. La utilización de unidades digestibles, tanto para la proteína como para los aminoácidos, podría ayudar a reducir en un mayor grado los aportes nitrogenados ya que habría un conocimiento más preciso de la disponibilidad del nitrógeno y, sobre todo, de los aminoácidos de los alimentos. Sin embargo, la información obtenida hasta el momento a este respecto es

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escasa. No obstante, se dispone de datos tanto de necesidades de aminoácidos (lisina, azufrados y treonina) digestibles a nivel fecal (Taboada et al., 1994 y 1996, De Blas et al., 1998), como de valoración de materias primas como alfalfa, cebada, salvado, torta de girasol y aminoácidos sintéticos a nivel fecal e ileal (Taboada et al., 1994 y 1996, García et al., 1995, De Blas et al., 1998, Carabaño et al., 2000), que permitirían reducir en mayor grado la proteína de las dietas ajustando el nivel de aminoácidos.

Por último, para diseñar correctamente estos piensos hay que tener en cuenta que,

al reducir su contenido en proteína, se tiende a cambiar la relación entre aminoácidos esenciales y no esenciales, subiendo en mayor proporción aquellos que resultan ser limitantes para el crecimiento muscular. Sin embargo, las necesidades de aminoácidos para el desarrollo del aparato digestivo pueden ser importantes en la fase del destete y esto podría modificar las necesidades de aminoácidos como el ácido glutámico. El glutámico y sus derivados parecen ser indispensables como fuente energética y como fuente nitrogenada para el crecimiento de las células de la mucosa intestinal, incluidas las asociadas con el sistema inmune. En principio el ácido glutámico se considera como un aminoácido no esencial. Sin embargo en estudios recientes (Pierzynowski et al., 2001) realizados en humanos y cerdos se ha observado que en situaciones de estrés prolongado, estados hipermetabólicos o de ayuno, las reservas y la velocidad de síntesis de este aminoácido pueden no ser suficientes para cubrir las necesidades del organismo por lo que se le considera como un aminoácido “esencial condicional”. Estas condiciones parece que se pueden producir durante la fase de postdestete en lechones destetados precozmente de tal forma que la administración de suplementos de este aminoácido parecen mejorar los crecimientos post-destete y el crecimiento de la mucosa del estómago e intestino. Al igual que en lechones, en gazapos se ha observado que tras el destete se produce una atrofia de la mucosa intestinal y un descenso paralelo de la actividad de enzimas asociadas con esta mucosa (Gutiérrez et al., 2002a) por lo que la adición de glutámico o sus derivados podría ayudar a su recuperación. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que algunos ingredientes, como el heno de alfalfa, que aporta alrededor de un 25% de la proteína de los piensos típicos de conejos, tienen una concentración relativamente baja de ácido glutámico (< 10%). Además, la proporción de granos de cereales (ricos en glutámico) en piensos típicos de gazapos es muy inferior a la de animales jóvenes de otras especies de monogástricos, como pollos y lechones. 7.- RECOMENDACIONES PRÁCTICAS En el cuadro 8 se presenta una lista de recomendaciones para la formulación de piensos de arranque elaborada a partir de la información presentada en este trabajo.

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Cuadro 8.- Recomendaciones para la formulación de piensos de arranque para conejos (en % sobre pienso fresco).

Almidón1 20,0 Lisina 0,90

FND2 30,0 Metionina 0,30

FAd 16,5 Aminoácidos azufrados 0,60

LAD 4,0 Treonina 0,65

Proteína3 16,5 E. digestible (kcal/kg) 2.500

1Se recomienda utilizar preferentemente almidón de trigo, subproductos de trigo o cebada. Se han observado respuestas positivas al procesado térmico y la suplementación enzimática. 2Se han obtenido buenos resultados con una mezcla de alfalfa de buena calidad, paja y subproductos lignificados en una proporción 5:1:1. 3Los mejores resultados se han obtenido utilizando preferentemente harina de girasol (36% PB). 8.- REFERENCIAS ARMERO, Q. y BLASCO, A. (1992) J. Appl. Rabbit Res. 15: 637-642. BLANCO, J.E., BLANCO, M., BLANCO, J., MORA, A., BALAGUER, L., MORUNO, M.,

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