17 de Octubre de 2013 La Prensa

La noche más bella de octubre05:46PM   - Redacción: Por: Saúl Vásquez saul.vasquez@laprensa.hn

La Prensa relata en exclusiva cómo fue la celebración de la Selección Nacional tras avanzar al Mundial

San Pedro Sula. El árbitro estadounidense Mark Geiger miró su cronómetro en el minuto 94, se detuvo y con pito en boca finalizó el partido entre Honduras y Jamaica. Eso desató la fiesta, la locura guardada desde el viernes 11 de octubre, cuando sabíamos que matemáticamente Honduras estaba más adentro que afuera del Mundial 2014.

Los seleccionados catrachos y el cuerpo técnico festejaron a lo grande la clasificación mundialista la noche del martes 15 de octubre y la madrugada del 16.

Al terminar el encuentro y conocer los resultados finales, los jugadores sacaron sus banderas y sus camisetas con mensajes “soy mundialista 2014”. Su arduo trabajo estaba siendo recompensado y con orgullo y mérito se dispusieron a desatar el júbilo.

Como en San Salvador, la Bicolor se arrodilló en el terreno del estadio nacional de Kingston para orar y agradecer a Dios por su victoria. En los últimos días fue evidente que la fe de los catrachos fue clave para su conquista.

Luego de que Osman Chávez concluyera la oración en que soltó frases como “Señor, este triunfo es tuyo, la gloria sea para ti”, con la voz entrecortada y seguido de sollozos de sus compañeros exclamó un fuerte amén, que continuó con un círculo de nuevos mundialistas brincando y gritando “olé, olé”.

A los abrazos y lágrimas entre jugadores, cuerpo técnico y federativos siguió el aplauso a la afición y el camino al camerino. Los más felicitados fueron Carlo Costly y Maynor Figueroa; esa noche marcaron los dos goles de la Selección.

Salida

Dentro del camerino, el estruendo del tapón de champán enloqueció a todo mundo. La verdadera fiesta apenas comenzaba. Juan Carlos García, Beckeles y Marvin Chávez se encargaron de repartirles la bebida todos, menos a su entrenador. Luis Suárez tuvo que apartarse del grupo, estaba en conferencia de prensa, con la bandera cinco estrellas en la espalda, atendiendo a los medios de comunicación, que “ahora lo quieren más que antes” y lo elogiaron en todo momento. Incluso bromearon sobre su conocimiento del portugués.

De nuevo, Beckeles aportó a la celebración y en complicidad con Marvin colocaron la música antes de salir al aeropuerto. Allí llegó Suárez, que solo pudo decirles “felicidades, muchachos, disfrútenlo”, según Jorge Claros. El colombiano cumplió casi sin darse cuenta lo que mencionó en una conferencia de prensa en San Pedro Sula. “Luego de clasificarnos, estaré tranquilo, me iré al camerino y voy a reflexionar”.

El emparedado que sirvió de cena improvisada para los jugadores llegó como caído del cielo en el aeropuerto, donde, como buenos hondureños, la fiesta debía continuar. El ritmo punta se adueñó de la terminal aérea Norman Manley. Nájar, Wilson Palacios,

Muma y hasta Salvador Nasralla les mostraron a los jamaicanos lo orgullosos que están de sus tradiciones. “Era una locura en el avión porque todos veníamos festejando, muy felices porque el objetivo era clasificarnos. Teníamos que disfrutarlo porque son momentos únicos en la vida, no es de todos los días”, confesó Luis Garrido a los medios de comunicación al llegar a San Pedro Sula, donde miles de sampedranos se aglomeraron en el aeropuerto Ramón Villeda Morales para agasajarlos.

Llegada

Al tocar suelo catracho, los mundialistas se subieron al bus, evidentemente cansados por las dos horas y media de viaje, pero con energías aún para agradecerle a “la 12”. Carlo Costly, Emilio Izaguirre y Arnold Peralta fueron los primeros en salir por la ventana del bus para gritar con euforia junto con los aficionados. Fue un momento sublime, lleno de gloria, solo visto en otros estratos del fútbol.

Era una celebración digna, transparente obra de los catrachos, de todos unidos. La caravana despertó hasta al más duro de los sampedranos, incluso en los desvíos de la carretera del este, la gente esperó que el bus de la Selección pasara para saludar a sus ídolos.

Las sirenas de las patrullas que los resguardaron sonaron a más no poder. Finalmente, cuando llegaron al hotel, a las 3.45 am, unos 50 aficionados aún tenían garganta para gritar “Honduras, Honduras”, mientras los futbolistas pasaban a su habitación y eran recibidos con nostalgia por sus familiares.

La lucha había terminado, “los que siempre estaban con ellos” corrieron a felicitarlos, nadie más orgulloso que ellos.

Luego de media hora de adaptación empezaron a salir a sus destinos, uno a uno. Fueron más de siete horas de festejo y algarabía, fue la noche más bella de octubre y quizá la de todo el año en el fútbol y el país entero.