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Teoría de la epístola y el género epistolar

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  • LA CONSTRUCCIN DEL YO Y LA HISTORIAEN LOS EPISTOLARIOS

    BIRUT CIPLIJAUSKAITUniversidad de Wisconsin

    Lpistolaire est une descente en soi, geste qui tente de construire dis-tance de texte, dans linfidle miroir de lexpression, ltre qui nestpas encore. (Beugnot: 1990, 36)

    Laventure dune correspondance [...] est passionnante et exaltante: ony entre dans les entrailles de tout un sicle: la correspondance dungrand auteur dpasse toujours largement sa personnalit; autant qu lalittrature, elle appartient lhistoire des ides ou des mentalits. (LeGuillou, 105)

    Al considerar problemas de la historiografa, sugera Dilthey que la historia msautntica se consigue basndose en documentos autobiogrficos (Spengemann, 175).La escuela de Lucien Febvre ha adoptado este mtodo para sus investigaciones. Siguevigente en la discusin muy reciente por Johanna Alberti sobre la funcin bsica de los

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    RESUMEN:Tras presentar observaciones ms generales sobre laepistolaridad como gnero (sin considerar la novelaepistolar) y sealar lo que aportan al conocimientohistrico algunas correspondencias no literarias famo-sas, se discute brevemente el epistolario indito deJorge Guilln a su mujer, confrontndolo con el deSalinas a Margarita y la correspondencia entre los dosamigos.

    ABSTRACT:Within the frame of general observations on epistola-rity (not including epistolary fiction), and with a his-torical excursion pointing out the contribution to his-torical understanding of some famous non-literaryepistolaries, the unpublished letters of Jorge Guilln tohis wife are discussed in comparison with a similarcorrespondence by Pedro Salinas and his wife, as wellas the letters exchanged between the two friends.

    KEY WORDS: Epistolarity. Love/friendship letters in the 20s. Salinas. Guilln.

    PALABRAS CLAVE:Epistolaridad. Cartas de amor y de amistad en los aos 20. Salinas. Guilln.

    3 poca - N 3. 1998 - Pgs. 61-72

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  • epistolarios: afirma que una carta siempre transmite la vivencia de un self-in-historyque no se puede apreciar completamente sin el contexto y es la base ms fiable de lahistoria: What history might be outside the expressions of consciousness by indivi-duals is ultimately elusive, and can never be satisfactorily captured in the statement ofhistorians (74). Karl Weintraub, a su vez, seala que la voz en primera persona siem-pre da testimonio de concienciacin histrica. Ms que en cualquier otro siglo, la cr-tica literaria de las ltimas dcadas ha ido prestando atencin especial a la escritura enprimera persona, estudiando diarios, memorias, cartas reales o ficcionales. Lo queatrae en los epistolarios es la visin doble: el hombre/mujer interior por una parte, lasociedad y la circunstancia histrica que le influyen, por otra. La profusin de episto-larios publicados recientemente en Espaa atestigua que se ha reconocido su impor-tancia para llegar a conocer una poca desde dentro. Por otra parte, los que se han ocu-pado de modo terico del epistolario como gnero sealan peligros: una carta, contra-riamente al diario ntimo, representa un dilogo. El lector tiende a esperar la revelacindel ser ntimo de un autor o un personaje pblico en sus cartas privadas. Pero casi siem-pre el escribiente articula sus pensamientos con cierta intencin y establece estrategiaspara conseguir su fin (Porter, 8). Toda carta o fragmento aislado de una carta puedeconstituir actos ilocutivos especficos [...] y generar estrategias de comunicacin demanera no difernte a lo que ocurre en la conversacin, afirma Violi (88).1

    La intencin especfica hace nacer un estilo diferente. La situacin se vuelve mscompleja si el escribiente oscila entre su funcin como pistolier (el que escribe sinplan y estructura evidentes) y el auteur pistolaire, quien construye la carta para la pos-teridad (Duchne, 177). Con ello tocamos el fenmeno de los diferentes tipos de car-tas: las estrictamente privadas con su sub-gnero ms discutido, las cartas de amor; lasepstolas pblicas (San Pablo a los Corintios, por ejemplo); las pedaggicas, que abun-dan en el siglo XVIII; las literarias; las que oscilan entre los dos (escritas como priva-das, pero con la intencin de ser mostradas a otros). Estas son las categoras principa-les conscientes. Pero frecuentemente entra tambin el factor inconsciente: la idea oesperanza del autor de la carta que sta sea guardada y as llegue a ser conocida algnda.

    La actitud y la intencin del escribiente se reflejan en su modo de expresin. Ensu anlisis de la escritura epistolar de Madame de Graffigny, Showalter hace notar laconsiderable diferencia entre la composicin de cartas escritas al amigo fiel, Devaux,como lo que Bossis llama extensin de la vida cotidiana (1990, 654) y las cartas lite-rarias que constituyen Les Lettres Pruviennes. El estilo cambia tambin segn el

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    1 Cfr. la discusin de las estrategias en la novela epistolar por Rousset, Gurkin, Goldsmith, Kauffman, la pol-mica Duchne-Bray, Alberti. En Espaa, Andrs Soria Olmedo y Claudio Guilln, as como el nmero deAnthropos dedicado a la epistolaridad, se han ocupado de la teora aplicable tambin a las cartas particulares.

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  • grado de familiaridad entre los corresponsales y puede evolucionar de ao en ao (porejemplo, cartas de novios antes y despus del matrimonio). El cambio constituye uncriterio que ayuda a fechar las cartas de un epistolario extenso en las que falta la indi-cacin del ao. Los epistolarios escritos a travs de largos aos corroboran la asevera-cin de John Paul Eakin: autobiographical truth is not a fixed but an evolving contentin an intricate process of self-discovery and self-creation (3).2

    Aparte de las diferencias debidas a la intencionalidad, se ha hablado tambin,sobre todo en siglos anteriores, del estilo femenino como el ms apropiado para unacarta privada: escritura ms espontnea, menos estructurada, ms emocional. SilviaBovenschen ofrece un recorrido panormico de su evolucin muy informativo, sea-lando cmo a travs de las cartas las mujeres han penetrado en la literatura y se hanconvertido en modelos de novela epistolar para hombres. Para autentificarlo, cita aNickisch:

    Ohne die Frauen mit ihrem bald hochentwickelten Vermgen, natrliche, lebendige, geis-treiche und schliesslich sprachknstlerisch wertvolle Briefe zu schreiben, wre das reicheliterarisch-kulturelle Leben in Deutschland, das mit der Aufklrung beginnt, nicht denkbargewesen (Bovenschen 212).(Sin las mujeres, con su rpidamente adquirida habilidad de escribir cartas naturales, vivas,ingeniosas y de innegable valor artstico, el alto nivel de la vida cultural-literaria que empie-za en Alemania en el siglo de las luces sera impensable.)

    Los lmites de este trabajo no permitirn considerar las cartas literarias, tanimportantes en los siglos XVII y XVIII, en realidad mucho ms estudiadas ya(Rousset, Linda Kauffman, Nancy Miller, Janet Gurkin Altman) que las que no pre-tenden ser otra cosa, aunque un cierto dejo de ficcin penetre a veces tambin en ellas.Toda carta representa un intento, consciente o inconsciente, de construccin del yo,incluso cuando se escribe para construir al otro (magnfico ejemplo son las cartas dela madre de Jouhandeau a su hijo).3

    No pocas veces se encuentra que el tono que se supondra directo no se ha puri-ficado de resabios literarios, que el sujeto est inextricablemente vinculado con el obje-to, y que la supuesta confesin personal se dirige a un pblico ms amplio. De aqu el

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    2 Nora Catelli resume lo propuesto por de Man: el sentido de narrar la propia historia proviene de la necesi-dad de dotar de un yo, mediante el relato, aquello que previamente carece de yo. El yo no es as un punto de parti-da sino lo que resulta del relato de la propia vida (17).

    3 Martine Reid cita un texto de Alain Buisine muy apropiado en este contexto: La lettre si hypocritementadresse autrui se complat avant tout dans le culte du moi. Rien de plus fortement subjectif, de plus insidieuse-ment complaisant mme que lpistolaire o lautre est mon miroir: je ne lui cris que pour mieux me lire, mieuxmidentifier moi-mme [...] Bien quadresse lautre, une lettre senvoie dabord soi-mme (24). Baroja vams lejos: Parece que all donde uno va tiene su careta preparada, que se la pone al lugar. Cuando uno est solosupone que ya aquella cara es su cara, pero muchas veces parece tambin una mscara y que es uno farsante con-sigo mismo (246).

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  • acierto de Dilthey. Todo documento autobiogrfico est ligado a su tiempo y da testi-monio sobre l. La tensin entre los dos polos es su caracterstica ms destacada. LeahHewitt advierte que el autobigrafo est constantemente oscilando entre hecho reale invencin, entre experiencia vivida y experiencia creada a travs del lenguaje, entrerepresentacin, descripcin e interpretacin (193).4

    La mayor parte de los estudios sobre escritura autobiogrfica se ocupa de unacreacin consciente dirigida al pblico desde su concepcin (novela epistolar o enforma de memorias). Un factor importante en estos escritos es una doble perspectivatemporal. La doble, o incluso triple perspectiva existe tambin en las cartas familiares,pero aqu se trata sobre todo de percepcin: se traslada al papel una experiencia afec-tiva vivida en el instante, modificada al darle forma, que se dirige a la sensibilidad ypercepcin del receptor e incluye el punto de vista de ste.5 El escribiente intenta versea s mismo o lo que describe (cartas de viaje) con sus propios ojos y a la vez los delreceptor, cuya reaccin imagina. Nunca se trata de dos personas unilaterales. Lo hadelineado de modo incisivo Kafka en la muy citada carta a Milena: La facilidad decomunicarse por carta debe de haber trado al mundo una terrible perturbacin dealmas. Se trata de una relacin entre fantasmas; no slo del fantasma del receptor,sino tambin de su propio fantasma que va desarrollndose bajo su propia mano en lacarta que se est escribiendo, y ms an en una secuencia de cartas, donde una corro-bora a otra y puede aducirla como testigo (Gurkin, 6).

    Puesto que toda carta es, en palabras de Bossis, el producto de una colaboracin,impensable sin el destinatario, todo epistolario implica pluralidad de perspectivas, aunquedndonos en el dominio de escritura subjetiva. Todo hombre/mujer contiene en smltiples facetas. Estas se revelan en su correspondencia, que a veces no parece ser elproducto de la misma mano. El Valry que escribe a Rilke sobre cosas sublimes no esel Valry que habla a Gide de sus flaquezas humanas. Muy diferentes se presentan elKafka enamorado de Milena y el que redacta la carta acusadora a su padre. El VictorSegalen que enva a su mujer reportajes sobre sus viajes por la China no es el granexperto oficial sobre su arte. Clarn, a quien algunos crticos han sealado como defen-sor de la mujer, deja percibir su verdadera actitud hacia ella en sus cartas. El Diderotapasionado y tierno autor de las cartas a Sophie Volland est lejos del escptico enci-clopedista conocido por todos. La base de los cuadros espeluznantes de las ltimasnovelas de Merc Rodoreda se formula sin mscara literaria en sus cartas a AnnaMuri. Las cartas de la madre de Marcel Jouhandeau a su hijo pintan un doble retrato:al tratar de ayudar a construir el yo del hijo, totalmente centrada en l, traza su propioretrato.6

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    4 Nora Catelli elabora detenidamente este aspecto en el primer captulo de su El espacio autobiogrfico.5 Lo han examinado con pormenor Bruss y Gurkin.6 Afirma Rosa Chacel: Nadie puede hacer su biografa sin hacer al mismo tiempo la de su prjimo (26).

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  • Los epistolarios de los poetas del 27 permiten percibir el ambiente general demodo ms sugeridor y completo que cualquier manual de literatura sobre la poca, ascomo un par de cartas particulares de Edith Helman donde habla de Salinas hacen sur-gir su figura con ms mpetu y compenetracin que cualquier estudio crtico. Es laintimidad de la ausencia (Violi) la que trae la presencia. Las cartas personales repre-sentan breves escorzos de una historia en creacin, indefinible, pero que llega hasta lasraces mismas. En su epistolario con Emilio Prados, Sanchis-Bans ha delineado muycerteramente el doble efecto de la soterraa construccin del en una carta: un buenrato de charla con un amigo, ratos inapreciables que, al menos a m, me aquietan, enri-quecen, me confirman en lo que soy y me acercan de lo que quisiera ser (172). Eseverse por dentro que es la correspondencia verdadera con el amigo (Alejandro DuqueAmusco, carta personal) ha inspirado uno de los ensayos ms bellos de Salinas en Eldefensor, largas discusiones entre los psicocrticos, y sigue intrigando a los autores msdiversos, como, por ejemplo, las recientes consideraciones de Hlne Cixous en OR.Les lettres de mon pre.

    En su intencin elemental las cartas se acercan a la funcin de la confesin sea-lada por Mara Zambrano (categora dentro de la cual, a no ser que tenga intencin decareta, caera la carta despojada de lo inesencial): La Confesin es el lenguaje dealguien que no ha borrado su condicin de sujeto; es el lenguaje del sujeto en cuantotal. No son sus sentimientos, ni sus anhelos siquiera, ni aun sus esperanzas; son senci-llamente sus conatos del ser (29). Janet Gurkin apunta como factor esencial de la epis-tolaridad la confidencialidad lo que no permite que se queden en monlogo y real-za su efecto final como autodescubrimiento. Es interesante su insistencia en el espacioparticular de la carta: ni t, ni yo, sino nosotros, que permite llegar a una comunicacinque va ms all de la relacin corriente, de las apariencias, y del tiempo. Es lo que hacems difcil la lectura al intruso: las alusiones encodadas; datos conocidos slo a los doscorresponsales; intertextualidad a base de lecturas compartidas o del epistolario mismo(Beugnot: 1990, 33). Es el nosotros de La voz a ti debida de Salinas, notre le de lacorrespondencia de Guilln.

    Todas estas consideraciones atribuyen una parte importante al escribiente de lascartas, es decir, al elemento biogrfico. No se debera perder de vista que hoy existenteoras que niegan la existencia del autor (Foucault, Barthes, de Man) o del destinata-rio (Derrida, Carte postale). Cmo compaginarlo tratndose de cartas escritas amano y dirigidas de persona a persona? Importa tambin en ellas slo el texto quenace durante la lectura y se borra o cambia mientras se va leyendo? Hay crticos queinsisten en que lo nico tangible es la carta, no el que la escribe, y que el texto debe-ra ser considerado independientemente del que lo produce. En varios seminariosrecientes sobre la epistolaridad se ha hecho or la queja de que los estudios de los epis-tolarios indagan ante todo el contenido con la intencin de usarlo luego para biogra-

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  • fas, pero que se presta menos atencin al texto como tal, y a sus atributos estticos.Segn Jean-Louis Cornille, es imposible eliminar al autor. La comunicacin, sugiere,no es el incentivo principal de la carta; prevalece el enfoque egosta: Qui crit ne viseavant tout que le bonheur de sa propre expression; cest bien soi quon adresse autrui; cest bien soi galement quon attend en retour, suivant le principe cul duneprime didentit. Effet-boumerang (103).

    El arte de compaginar la construccin del yo con la historia contextual en crea-cin se aprecia de modo ms evidente en epistolarios que abarcan un espacio temporalms amplio. Estos epistolarios permiten tambin percibir con claridad la evolucin delque redacta las cartas como persona y como escribiente. Dentro de los autores delgrupo del 27 (y limitndonos a las cartas de amor o costumbre, como dira Unamunoque la mayora de los crticos sealan como las muestras ms caractersticas de la epis-tolaridad) se encuentran varios ejemplos iluminadores. Cartas de amor a Margarita delos aos 1912-15 dan a conocer a un joven Salinas an no formado, ms bien senti-mental en cuanto a la expresin, idealista que deja ya transparentar su vocacin peda-ggica, pero no permiten adivinar al escritor vanguardista de los aos posteriores. SusCartas de viaje de los aos 40 presentan a un hombre maduro, ms escptico, queemplea un estilo ms directo, aunque sin renunciar a cierta mascarilla irnica. Si en lasprimeras an trataba de construir su propia imagen, en stas la imagen queda sobreen-tendida. Cuando se explaya pasajes bellsimos en fijar por escrito sus sensacionesfrente a un paisaje, un pas, o cierto tipo de gente recin conocidos, est en realidadescribiendo tanto para Margarita como para s mismo. Es ms evidente, aunque incons-ciente y no rebuscado, el oficio del escritor (tiene ya muchos libros en su haber). Apesar de ello, el texto de estas cartas se acerca ms al dilogo entraable, hace constaraos de relacin ntima e interrumpida. Habla de s mismo y de asuntos particulares delos dos, pero siempre entra el contexto, y as va tejiendo la historia viva del intelectualen exilio. Historia que se desarrolla paralelamente en la correspondencia de todos estosaos con el amigo ms entraable, Jorge Guilln, frente a quien no se pone careta nisiquiera autoirnica, pero reduce los aspectos puramente personales. (Desde los aostempranos de la correspondencia parece existir un tcito acuerdo entre los dos amigosde discutir ciertos aspectos de su vida slo de viva voz.) Una correspondencia com-plementa la otra.

    El hecho de que tambin Jorge Guilln haya escrito fielmente a su mujer duranteel noviazgo y a travs de los muchos y largos ratos de separacin, y al amigo durantetoda la vida, permitir deducir de estos espistolarios mucha historia del trasfondo deeste perodo una vez que se publiquen las cartas.7 Una seleccin implica siempre un

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    7 Las cartas de Guilln, conservadas en los archivos de Wellesley College, son inditas. Vid. mi Je suis lAngegardien, la Muse et la Madone. La metodologa de la edicin de los epistolarios se ha debatido en varios semina-rios en Francia. Los estudios correspondientes en Alemania han sido sucintamente resumidos por Nickisch.

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  • criterio personal. Se escogen las cartas ms significativas, ms interesantes o ms fas-cinantes, pero la historia est hecha de los pequeos acontecimientos cotidianos sinmucho brillo, de las repeticiones, ms frecuentes en una correspondencia continua, dia-ria. Una edicin completa ofrece una visin imparcial y deja la tarea de apartar lo queno interese, parezca anodino o apasione a cada lector.8

    La importancia del epistolario para trazar la historia cultural ms completa de unapoca y a la vez seguir la evolucin del de un autor se confirma al leer un epistolariocomo el de Jorge Guilln a su primera mujer, Germaine, que se extiende de 1919 a1935. Es excepcional en las letras espaolas por el hecho de que aun despus de casa-dos, los dos permanecen separados por largas temporadas y se escriben diariamente.Particular tambin por incluir desde el principio la doble vista: un espaol de provin-cia escribiendo a una joven parisina de burguesa bien establecida, de alto nivel cultu-ral e intelectual. Lo que le ir refiriendo de Espaa ser pasado siempre por el tamizdel extranjero. Este es un factor que distingue estas cartas de las escritas a los ami-gos, que comparten el mismo trasfondo. El diapasn temtico es ms amplio: se ajus-ta a los intereses y la cultura patentes en ella, no slo los del grupo en el que se mueve.Siendo la novia su igual intelectualmente, que comparte sus lecturas y no pocas vecesle gua en ellas partiendo de una base anterior diferente, contiene ms variedad. Inclusolas referencias a los amigos, sobre todo en las cartas de los primeros aos, son dife-rentes: no dan nada por supuesto, elaboran ms el carcter o el retrato, la funcin decada uno en el grupo. Por otra parte, entra con gran fuerza la familia (en realidad, aun-que slo por reflejo de las cartas de ella, las dos familias).

    Las biografas de Jorge Guilln son escasas e incompletas. Las cartas permitenpenetrar en el joven pretendiente quien en 1919, aunque ya ejerciendo de lector en laSorbona, an no tiene muy claro su proyecto vital. Revelan la gran influencia de lanovia, luego la mujer, en su formacin. Aunque no se conserven las cartas de Germainey aunque Guilln hable sobre todo de s mismo, su retrato surge muy bien delineado deeste epistolario. Es fascinante la evolucin de la actitud, de la intencin, del estilo de lascartas a travs de los aos. Si en las primeras muy pulcras, muy meditadas, muy cons-truidas, llenas de alusiones a la literatura (el lenguaje que comparten) se podra ver alauteur pistolaire, en los das ms tardos es ya el pistolier quien escribe, ms relaja-do y disperso cuanto ms feliz. Estas s representan dilogo directo, imprescindible.

    Son curiosas las afinidades que se encuentran entre estas epstolas y las cartas queVictor Segalen enva casi diariamente desde su primer viaje (1909) a la China a su

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    8 Comparto la actitud de Le Guillou: lie aux circonstances qui lont dtermine, prise dans la dure, unecorrespondance ne peut tre comprise qu lintrieur des sries textuelles dans lesquelles elle sinsre. Lexclurede sa srie, la rduire par des coupures, comme on le fait souvent, revient lui prter une fausse parole, illusoire.[...] Y chercher une confession exceptionnelle, une citation tonnante est, bien sr, chose possible, mais amorale, mon avis (100).

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  • mujer en Francia: una semejante doble vista, un semejante deseo de hacerla participara todo lo que l experimenta expresado casi con las mismas palabras (je te re-creincessamment autour de moi, 26; tu es tisse dans ma vie, 23; jai dnou tes che-veux toute cette nuit, 36); la impaciencia por encontrar sus cartas, impaciencia queShowalter ha observado en Madame de Graffigny quien, dice, structured her lifearound the arrivals and departures of the mail. She seems to have been genuinelyobsessed with this correspondence (16). Tanto Segalen como Guilln calculan lashoras y los das que tarda una carta en llegar, indican a qu hora hay que llevarla alcorreo para que les alcancen antes de un desplazamiento previsto. Ambos escriben a lamujer, pero sealando pasajes que se podran leer a los familiares y amigos. Abundanexpresiones que podran parecen copiadas si no existiera la certeza de que ni las unas,ni las otras cartas podan ser conocidas. La misma preocupacin por los vestidos de lamujer amada (y la alegra al imaginar que ella ser la ms elegante en el nuevo ambien-te); el ansia de recibir fotos; la misma exclamacin de vez en cuando, felicitndose porhaber escogido con tanto acierto a la compaera de su vida. Curiosas coincidencias,porque atestiguan ms bien la afinidad entre representantes de una generacin y decierto nivel cultural que de coetneos nacionales.

    Las cartas de Jorge Guilln a Germaine representan un documento valioso paraobservar cmo, a fuerza de voluntad, inspirado por ella, va construyendo su propia per-sonalidad: de un joven indeciso, inseguro de s mismo, frgil, se encamina hacia la afir-macin inquebrantable gracias a ella; de un aprendiz de negocios que en su tiempolibre se ensaya como crtico literario, se convierte en poeta; de versificador sin voz niforma muy originales antes del matrimonio, en uno de los ms destacados estilistas quepide su tiempo para trabajar y completar un poema. Las cartas permiten tambin seguirel proceso creador: sus ideas sobre la poesa; las primeras versiones de algunos poe-mas; el lento nacimiento de Salvacin de la primavera y de las dos primeras edicio-nes de Cntico. Reflejan asimismo sus reacciones a la crtica.

    Otro aspecto interesante son sus crnicas de la vida diaria. Puesto que general-mente primero va solo a las universidades donde le toca ensear, enva a la mujerobservaciones minuciosas tanto de la ciudad (Murcia, Oxford, Sevilla, cursos de vera-no en Santander) como del sistema acadmico: no un estudio apoyado en estadsticas,sino experiencias a piel viva. Junto a ello penetran tambin reflexiones polticas. Lascartas revelan su actitud hacia la enseanza: incluso en 1934-5, es decir, cuando llevaya muchos aos dando clase, habiendo empezado como lector en la Sorbona en 1917,confiesa su zozobra antes de presentar una conferencia pblica y el asombro al recibiraplausos. Invierte enorme cantidad de tiempo para preparar las clases. (Nunca tiempoperdido: los apuntes de estos aos servirn como base para las Norton Lectures enHarvard, que cuajarn en Language and Poetry).

    Para la historia cultural de estos aos son de suma importancia las numerosas car-

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  • tas donde se discuten los ensayos en las revistas y las obras recin aparecidas enFrancia: testimonio de la compenetracin completa con la vida cultural del pas veci-no, confirmada por otros amigos del grupo (Salinas, Bergamn). Y no se trata slo dela poesa: ciertas obras en prosa (Jules Romains, Proust, Barrs) se convierten en siglasen las cartas cruzadas con su mujer. Este poder ir y venir sin pausa ni dificultad de unaliteratura a otra explica ciertas particularidades de la poesa espaola ms destacada delos aos veinte. Las cartas hacen constar tambin una ntima relacin con pintores ymsicos, particularmente evidente en Murcia y Valladolid.

    La correspondencia revela asimismo el lamentable estado econmico de los jve-nes enseantes: tanto Salinas como Guilln se encuentran continuamente en aprieto,siguen comprando billetes de lotera esperando un milagro, y sobreviven con deco-ro gracias al apoyo de la familia. Esto mismo, en el caso de Guilln, causa perodosprolongados de separacin, porque la mujer con los nios va a pasar gran parte de losveranos con los padres. Paradjicamente, slo el exilio establece mayor continuidad enla vida matrimonial y por ello mismo causa ausencia de continuidad en los epistola-rios.

    Desde las primeras cartas se precisa una pauta que va muy de acuerdo con laspoticas de los aos veinte: separar lo estrictamente personal de lo profesional, no dejarrienda suelta a la imaginacin loca. Este deseo de matriser su expresin oficial ysu logro se vuelven evidentes al leer las cartas posteriores, en las que no vale mscaraalguna, porque la destinataria le conoce de sobra. Guardan la sorpresa de revelar a unhombre muy sensual, lleno de obsesiones erticas, quien consigue aprisionar el fuegode la pasin en bloques de expresin perfecta en su poesa. La corresponsal ausenteentra con mucho vigor en estas cartas al parecer tan egocntricas. Es la fuente y lameta, y posee el poder mgico de surgir en la imaginacin de cada lector bajo formadistinta. Pero el que escribe no tiene dudas: seala en una carta que su vida consiste enun monlogo alrededor de las de Germaine.

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