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Hoy vamos a ver a la civilización occidental volviéndose contra sus propios constructores, vamos a repasar algunos episodios olvidados de martirios, en la era moderna. Así que acompáñenme en estas historias de heroísmo y tragedia hoy en “La Iglesia Católica, constructora de la civilización”. DESCUBRIMIENTO RESTAURACIÓN TECNOLOGÍA LEY Y ECONOMÍA ESTUDIO ORDEN MORAL DISEÑO ENSEÑANZA MORAL LA IGLESIA CATÓLICA, CONSTRUCTORA DE LA CIVILIZACIÓN Bienvenidos a “La Iglesia Católica, constructora de la civilización”, soy Thomas Woods. Hoy, hablaremos de martirio, hablaremos de episodios olvidados de martirio que han ocurrido en el mundo católico en la era moderna. Algunos te sonarán familiares, pero otros tal vez no, y sin embargo, cada uno, en mi opinión, deberían ser conocidos por todos. De cualquiera de ellos se sacaría una extraordinaria película de acción, y no, nada así sucede. Esto es algo para ustedes, productores católicos de películas, no tenemos un conjunto de películas sobre este gran heroísmo. He elegido episodios específicos que, creo, son especialmente poco conocidos, o que merecerían ser mejor conocidos. Hay muchos otros, y al final de este episodio les daré algunas sugerencias de lectura, porque, si son como yo, no podrían decir qué deberíamos leer, no tenemos 12 libros junto

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Hoy vamos a ver a la civilización occidental volviéndose contra sus propios constructores, vamos a repasar algunos episodios olvidados de martirios, en la era moderna. Así que acompáñenme en estas historias de heroísmo y tragedia hoy en “La Iglesia Católica, constructora de la civilización”.

DESCUBRIMIENTO

RESTAURACIÓN

TECNOLOGÍA

LEY Y ECONOMÍA

ESTUDIO

ORDEN MORAL

DISEÑO

ENSEÑANZA MORAL

LA IGLESIA CATÓLICA, CONSTRUCTORA DE LA CIVILIZACIÓN

Bienvenidos a “La Iglesia Católica, constructora de la civilización”, soy Thomas Woods. Hoy, hablaremos de martirio, hablaremos de episodios olvidados de martirio que han ocurrido en el mundo católico en la era moderna.

Algunos te sonarán familiares, pero otros tal vez no, y sin embargo, cada uno, en mi opinión, deberían ser conocidos por todos. De cualquiera de ellos se sacaría una extraordinaria película de acción, y no, nada así sucede.

Esto es algo para ustedes, productores católicos de películas, no tenemos un conjunto de películas sobre este gran heroísmo. He elegido episodios específicos que, creo, son especialmente poco conocidos, o que merecerían ser mejor conocidos.

Hay muchos otros, y al final de este episodio les daré algunas sugerencias de lectura, porque, si son como yo, no podrían decir qué deberíamos leer, no tenemos 12 libros junto a la cama, siempre podemos usar un par. Y voy a recomendarles un par, al final.

Pero ahora, quiero regresar al siglo XVI, y contarles brevemente una historia que tal vez ya conozcan, para recordarles una figura tal vez olvidada. Les hablaré del rey Enrique VIII.

Enrique VIII de Inglaterra era la última persona de la que es esperaría persecución contra los católicos. Él escribió un libro en defensa de los 7 sacramentos en 1521, contra Martín Lutero, por quien no sentía la menor simpatía.

No hablaré de su divorcio y sus varios casamientos, porque eso sería para otra serie, así que nos limitaremos a decir que Enrique VIII quería anular su matrimonio, casarse con otra mujer, y el Papa no consintió esto. Pero él lo hizo de todos modos, tomó a la Iglesia

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de Inglaterra y la separó de la Iglesia Universal, y declaró que a partir de ese momento, mediados de la década de 1530, él, Rey de Inglaterra, sería la Cabeza de la Iglesia Católica en Inglaterra.

Luego la catolicidad de la Iglesia, alrededor del mundo, fue amenazada por este cisma impuesto. ¿Qué pasó después?

Pues claro, que hubo personas que se opusieron a esto. “¿Qué derecho tienes de hacer esto? ¿Es válida la anulación de tu matrimonio? ¿Tiene alguna raíz en la Historia tu declaración de ser cabeza de la Iglesia? ¿Podemos aceptar esto?”.

Muchos de ustedes recordarán la historia de Santo Tomás Moro, el antiguo lord canciller que se opuso a lo que el rey hacía, y no podía, en conciencia, apoyarlo, y por eso fue ejecutado. Santo Tomás Moro, en el año 2000, fue declarado por el Papa Juan Pablo II, santo patrono de los políticos, lo que fue una jugada interesante, pues sugería que los políticos deben estar tan comprometidos con su conciencia y la verdad, como para realizar por ellos el sacrificio más grande.

Pero hay una figura olvidada en todo esto, el obispo John Fisher de Rochester.

John Fisher era un hombre diminuto, muy anciano, frágil y débil, y fue un obispo con coraje para mantenerse de pie y decir que él no podía aceptar lo que el rey estaba haciendo. Y ha habido grandes momentos de heroísmo en obispos católicos en la historia de la humanidad, por ejemplo, durante la Revolución Francesa, los obispos católicos fueron ejemplares en muchas ocasiones.

Pero aquí tenemos el ejemplo de John Fisher, quien era querido por todos, y el día que salió de la Torre de Londres con su pequeña Biblia, siendo llevado a su ejecución, la gente se reunió y miró, y él se dirigió a ellos y dijo a los católicos: “He venido aquí para morir por la Iglesia Católica de Cristo”, y fue ejecutado.

Pero mi parte favorita en esto es una historia popular que siguió a su muerte. Su cabeza, la cabeza del obispo John Fisher, fue colocada en una picota, junto con las cabezas de algunos monjes que también se habían opuesto al rey, en el puente de Londres.

Durante su vida, John Fisher había sido muy paliducho de complexión, y siempre se veía enfermo, pero muerto, con su cabeza en la picota, adquirió un tono rosado, viéndose más sano y vivo que nunca. Y fue un espectáculo, tal que la gente empezó a hacer pequeñas peregrinaciones para ver su cabeza, y el gobierno tuvo finalmente que quitarla.

Deseo que esa historia sea cierta, porque ellos merecían ser reprendidos por John Fisher, incluso ya muerto.

Exactamente 400 años después de la muerte de esos dos grandes hombres, en 1935, fueron canonizados, por lo que los llamamos Santo Tomás Moro y San Juan Fisher. Pero yo, enseñando Civilización Occidental a nivel universitario en Nueva York por siete años,

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busqué un libro sobre esto, y los libros siempre hablaban del heroísmo de Santo Tomás Moro, y existe una película maravillosa (“Un hombre para la eternidad”), pero nunca encontré un libro de texto que mencionara el sacrificio de John Fisher, este glorioso obispo que fue tratado tan mal por el régimen, que maniobró y manipuló diversos elementos para declararlo criminal y traidor. Este es un testimonio extraordinario, y debemos recordarlo más a menudo.

Incluso la muerte de Enrique VIII en 1547, no supuso el final de los problemas para los católicos en Inglaterra, que intentaban ser leales al Papa. Unos años después, cerca de 5 mil católicos ingleses perecieron cuando el nuevo rey, Eduardo VI, les quitó su amada misa en latín, fue la Rebelión de 1549 (Prayer Book Rebellion), de la que ninguno oye hablar.

Pero acercándonos a la era presente, quisiera que nos enfocáramos en la Revolución Francesa, porque algunos episodios de la Revolución Francesa relativos a la Iglesia son tan fuertes e increíbles, que apenas se puede creer que estas cosas pasaran.

Y la mayoría de la gente no sabe de estos sucesos, pero son tan impresionantes, tan inhumanos, tan crueles, que podemos decir que de cierto tienen un tinte diabólico.

La Revolución Francesa comienza en 1789, y un año, o más bien dos años después, la Iglesia descubre que sus propiedades fueron “nacionalizadas”, que es un modo bonito de decir que habían sido robadas y confiscadas a Ella por el gobierno.

Los sacerdotes fueron obligados a prestar un juramento de lealtad al nuevo régimen, y no todos lo hicieron, desde luego. Se suprimieron los monasterios, y –por cierto- fueron suprimidos en nombre de la libertad religiosa.

Luego en razón de la libertad religiosa, no eras libre de hacerte monje. ¡Hazme el favor!

Estas cosas ocurrieron en los primeros tiempos, digamos, en la “fase moderada” de la Revolución. Pero con el tiempo la Revolución se tornó más y más anticatólica.

En 1793, las cosas se volvían histéricamente peores. 1793 a 1794 es la época que hoy se conoce como “El Terror”, y entonces, si eras católico, y lo demostrabas en algún aspecto, podías meterte en problemas solamente por eso. Podías ser considerado “fanático” si te pescaban rezando el Rosario, o por dar refugio a un sacerdote que se había rehusado al juramento de lealtad.

Se cometieron crímenes terribles contra los católicos sencillos, jóvenes, enfermos y sanos, hombres y mujeres, niños, todos sujetos a los mismos crímenes.

Por ejemplo, los “matrimonios republicanos” en Nantes, miles de católicos murieron en esos ahogamientos, se les ponía (atados por pares) en botes en el río Loira, los verdugos saltaban a otro bote después de abrir un boquete en el fondo del bote, que se iba a pique y las personas se ahogaban.

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El hombre a cargo de esto era Jean Baptiste Carrier, quien llegó a decir: “Nunca me he divertido más que cuando veo las muecas de los sacerdotes agonizando”.

Además de los ahogamientos de Nantes, tenemos a los mártires de Angers, los mártires de Avrillé, 100 de los cuales fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II, se han ganado muchos favores por su intercesión.

Pero esos mártires de Avrillé marchaban hacia zanjas cavadas, donde se decidió que el mejor modo de acabar con esos rebeldes católicos era alinearlos al borde de la zanja y dispararles para que cayeran y murieran. Muchas religiosas encontraron así la muerte, cantando alabanzas a Dios, perdonando a sus verdugos y atormentadores.

Y en medio de todo esto, una campaña de descristianización en Francia. ¿En qué consistía? Durante el fanatismo de la descristianización, se introdujo un nuevo calendario –porque, claro, si queremos descristianizar al país, no podemos tener un calendario que comience con la vida de Cristo-, así que vamos a iniciar nuestro calendario con el año en que matamos al rey. Ese será el año uno.

La semana se volvía de diez días, no de siete, para que llegara a ser imposible para los católicos saber qué día era domingo. Gracias a Dios casi nadie adoptó este absurdo calendario, pero es un ejemplo de la hostilidad hacia los católicos.

Más allá de esto, se llevaron a cabo ceremonias bizarras, se guillotinaron estatuas de santos, en las calles que llevaban nombres de santos, se eliminaron esas referencias. Los templos fueron objeto del vandalismo, sus propiedades destruidas, en un intento de eliminar toda herencia cristiana, y la adoración cesó en todas partes, salvo en zonas remotas del país.

Esto fue la descristianización, e incluso a los sacerdotes que habían jurado lealtad al régimen se les dijo ahora que eso no era suficiente. Si decías que eras leal revolucionario, debías renunciar al orden sacerdotal. Muchos se negaron a tal cosa, y miles abandonaron el país. 10 mil sacerdotes escaparon a Inglaterra. Inglaterra, país anticatólico por entonces, los recibió. De hecho, algunos historiadores como Michael Davies han dicho que una consecuencia fue que el pueblo inglés conoció personalmente a los sacerdotes católicos, no solamente oyeron caricaturizaciones de ellos.

Conocieron a estos hombres y vieron cuan heroicos eran, lo que habían hecho, y los admiró la grandeza de estos hombres, y esta experiencia de conocer a los sacerdotes católicos sirvió para que durante el siglo XIX se levantaran restricciones al catolicismo en aquel país.

Pero ni siquiera esto es lo peor que pasó a los católicos. Fue desatada una guerra de exterminio en la región de la Vendee, Francia, y este es un episodio que está casi olvidado. No fue olvidado por el Papa Juan Pablo II, quien visitó y habló en la región de la Vendee en 1996. Cuando regresemos, hablaremos de esos hombres y mujeres, lo que tenía que decir

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el Papa, y más ejemplos de heroísmo, cuando regresemos a “La Iglesia Católica, constructora de la civilización”. Nos vemos en unos minutos.

¿SABÍAS QUE… Jean Baptiste Carrier usaba el método de ahogamientos masivos para ejecuciones porque consideraba que la guillotina era muy lenta.

¿SABÍAS QUE… antes de la Guerra Cristera en México, que comenzó en 1926, había 4500 sacerdotes católicos atendiendo a los mexicanos. Hacia 1934 había menos de 350 sacerdotes en México, y en 1935, 17 estados mexicanos no tenían ni un solo sacerdote.

Bienvenidos de nuevo a “La Iglesia Católica, constructora de la civilización”, soy Thomas Woods. Hoy estamos viendo casos en que la civilización occidental se ha vuelto contra sus constructores, y el sufrimiento que muchos católicos han padecido en muchos contextos. Sólo les estoy mostrando la punta del iceberg, se los aseguro, de lo que ha ocurrido a los católicos a lo largo de los siglos, y de lo que nadie conoce.

Estábamos hablando de la Revolución Francesa y mencioné que la región de Vendee en Francia fue sometida a una campaña especialmente sanguinaria durante la revolución, la Vendee fue la zona que más resistió a los revolucionarios, así que se dieron órdenes para ir a la Vendee y exterminar a esta gente. Cualquier persona en movimiento debía ser asesinada. Debían ser atravesados con bayonetas y descuartizados, esa era la orden. Pero las personas de la Vendee se irguieron y resistieron, lo mejor que pudieron. Cuando el Papa Juan Pablo II estuvo en Francia en 1996, estaba allí incidentalmente, para conmemorar el 1500 aniversario del bautismo de Clodoveo, el rey franco que aceptó recibir el bautismo y obtuvo para Francia el título de “Hija primogénita de la Iglesia”, el Papa lo conmemoró, y habló del sacrificio particular de la gente de la Vendee, diciendo: “Ustedes que nacieron en la Vendee, son herederos de hombres y mujeres que fueron lo suficientemente valientes como para ser fieles a la Iglesia de Cristo Jesús en un momento en que su libertad e independencia estaban amenazadas. Entre numerosos testimonios que se nos presentan, es motivador ver que la gente de la Vendee permanecieron unidos a sus parroquias, a sus sacerdotes, a pesar de la crueldad de la persecución”.

Hoy en día, incluso con decir “Vendee”, ¿cuántas personas alzarán el grito?, esencialmente nadie. Estos episodios están en serio peligro de ser olvidados, porque nadie lo enseña, pero si respetamos a todas las personas, debemos saber de los sufrimientos de todas las personas.

Me gustaría mencionar de modo particular a lo que le pasó a los católicos al principio de la Revolución Rusa, porque aunque la mayoría de rusos son cristianos, lo eran de la Iglesia Ortodoxa. Por esto a veces nos olvidamos de lo que pasó a la Iglesia Católica porque no era tan numerosa. Pero aun así nos interesa en este episodio, por lo mucho que revela de la persecución anticatólica de los modernos gobiernos ateos. Hablamos de finales de la década de 1910, y principio de los 1920´s, los primeros años de la revolución bolchevique, cuando los comunistas toman el poder y Lenin toma el mando.

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Inicialmente lo que hicieron fue declarar un crimen el enseñar religión a alguien menor de 18 años, para no poder formar las mentes de los niños, los comunistas debían encargarse de ello.

También declararon ilegales toda una serie de cosas, hicieron muy difícil, si no imposible, que la Iglesia poseyera bienes. Elaboraron y difundieron propaganda ateísta, por todo el país, y en algunos casos, los templos fueron convertidos en comederos populares, como muestra de su gran desprecio a la fe cristiana.

Tengo un amigo que, a principios de los años ochenta, finales de los setenta, fue en un tour guiado por Rusia, y el guía les daba la propaganda acostumbrada, ¡miren la libertad religiosa que tenemos en Rusia!, miren todos nuestros templos, y mi amigo, impertinentemente preguntó: “¿Y cuántos templos se han construido desde 1917?” Silencio total, desde luego.

No hace falta decir que no lo volvieron a invitar. Esa es una pregunta políticamente incorrecta.

Pero al principio de los años veinte, se empieza a ver una campaña contra la Iglesia Católica en la que el régimen clama: “Necesitamos hacernos con los bienes de las iglesias”, todo lo que esté hecho de metales preciosos, porque Rusia, en buena medida gracias a la estupidez del gobierno soviético, sufría de una hambruna terrible, y el pretexto era: “Necesitamos fundir estos vasos sagrados, para obtener dinero con su venta y paliar la hambruna”.

Claramente esto era un intento de destruir los templos católicos, para demostrar quién estaba a cargo. No necesitaban ese dinero para aliviar la hambruna, porque Estados Unidos y otros países estaban enviando ayuda humanitaria a Rusia, y ahora sabemos, ahora que los archivos soviéticos se han abierto, que el gobierno tomaba esa comida y dinero de la ayuda, y lo usaban para comprar armas a Alemania.

No necesitaban dinero para el hambre, y de hecho, el Papa Benedicto XV, quien fue Papa de 1914 a 1922, hizo una oferta al gobierno soviético: “El Vaticano les dará una cantidad de dinero equivalente al valor de esos vasos sagrados, si ustedes los respetan”. Nunca obtuvo respuesta a esa oferta.

Tropas de asalto marcharon a los templos y los saquearon, la mayoría de las iglesias sufrieron el vandalismo, las únicas que no, fueron aquellas que no se consideraron valiosas ni siquiera para eso. Más allá de esto, tenemos casos de sacerdotes encarcelados o ejecutados solamente por realizar su ministerio, dar educación religiosa, tratar de impedir que las tropas se llevaran los vasos sagrados. Un sacerdote, por ejemplo, se arrodilló y rogó a su grey que rodeara y protegiera el altar. Fue enjuiciado y convicto por “efusivo doblamiento de rodillas”, ¿sabías que esto era un crimen? Pues así parece, y esto

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nos recuerda que en estos regímenes revolucionarios no se respeta la ley para nada, la ley es lo que el juez dice.

De hecho, de Rusia, el historiador Richard Pipe dice: “Rusia fue el primer país del mundo en ilegalizar la ley”, y si tú querías ser juez en Rusia, te bastaba con ser literal, no necesitabas un entrenamiento jurídico, porque no se necesitaba un precedente legal, o formación legal, todo lo que necesitamos es alguien con una buena conciencia revolucionaria, que reparta la justicia comunista, caso tras caso.

De hecho, un oficial de gobierno dijo al líder ruso, Lenin: “Nuestro comisario de justicia, debería ser mejor llamado comisario de exterminación socialista, ¿no?”, y Lenin replicó: “Sí, debería ser, pero no podemos decir eso”. Luego caer de rodillas efusivamente era un crimen, así lo decidía el tribunal comunista, y seguía adelante.

Las primeras farsas judiciales en Rusia no fueron con Stalin, quien empezó a purgar a potenciales rivales políticos, compañeros comunistas suyos, y se les acusó de traición, obligándoseles a hacer confesiones ridículas, absurdas. Estos se cree que fueron los primeros juicios soviéticos, donde el objetivo era humillar al acusado antes de ejecutarlo. Pero las primeras farsas fueron con Lenin, cuando se juzgó a los sacerdotes, por haber defendido su propiedad, o por llevar a cabo las más inofensivas y simples funciones sacerdotales, la clave era humillar y quebrar a estas personas, y esto, de nuevo, se ha olvidado.

¿Qué tal España en el siglo XX, durante la Guerra Civil Española, de 1936 a 1939? ¿Qué ocurrió entonces? En términos de católicos, tenemos algunas de las atrocidades más grotescas sufridas por el pueblo.

Por ejemplo, un historiador nos dice de España, que era por supuesto uno de los países más católicos de Europa, muchísimos católicos fueron masacrados, sólo por ser católicos, a diferencia de muchos otros martirios en otras partes del mundo, sectores enteros de la población fueron liquidados. Al menos 6832 sacerdotes y religiosos fueron martirizados, incluyendo 13 obispos.

En el siglo XX, tal vez ningún otro país contempló tanto derramamiento de sangre de su clero. Otro dato, un número incalculable de seglares fueron asesinados debido a su afiliación religiosa, conocidos feligreses, miembros de organizaciones fraternales y de caridad católicas, sus hermanos, hermanas, madres, amigos de clérigos.

Muchos fueron asesinados por expresar su fe mediante el uso de algún distintivo de su creencia, como una medalla o escapulario. Otros fueron asesinados por cometer actos de caridad, como dar refugio a clérigos que intentaban escapar de estas furias.

Es imposible determinar el número de seglares asesinados por su fe. Y el anticlericalismo no se limitaba a matarlos, miles de iglesias ardieron, objetos religiosos fueron profanados,

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tumbas de monjas fueron abiertas, y sus cuerpos momificados expuestos y ridiculizados, y se hizo mofa pública de las ceremonias religiosas.

De hecho, cualquier acto anticlerical que podamos imaginarnos era posible, y aun probable. Otro escritor nos dice: “Al entrar en los pueblos, las tropas anticatólicas de asalto, su primer objetivo para atacar era el templo, ahí los comunistas y sus seguidores juntaban a los sacerdotes, así como a los que protestaran por esto, y cometían todo tipo de destrozos y sacrilegios, y disparaban carga tras carga de municiones contra el altar de la iglesia.

Lamentablemente podríamos seguir y seguir, podríamos hablar de los sacrificios de los católicos bajo el terrible régimen nazi, como los miles de sacerdotes internados en Dachau. O podríamos hablar de los sufrimientos en México, y podríamos seguir hablando de los sufrimientos alrededor del mundo durante el siglo XX.

En África, en todo el mundo, personas muriendo a causa de su fe. Desafortunadamente esto es una especie de historia olvidada. El Libro Negro del Comunismo habla mucho de las atrocidades cometidas por los comunistas, y esto es muy importante, porque la gente, aparentemente, no se preocupa por esto, o ha olvidado estos crímenes.

Pero este libro no nos da la información que quizá querríamos acerca de personas que fueron asesinadas específicamente porque eran católicas, y no solamente porque eran anticomunistas. El libro que recomiendo es de Bob Royal, Robert Royal, llamado “Mártires católicos del siglo XX”, nos da la historia de lo que pasó en el siglo XX alrededor del mundo, y dice que en términos de personas que claramente podemos identificar como víctimas por su fe, hablamos de cientos de miles.

No podemos olvidar a esta gente, son personas que dieron el mismo testimonio que los primeros cristianos, que ayudaron incluso a sus perseguidores, personas que cuando murieron, perdonaron a sus verdugos e incluso los bendijeron. Es lo que dijo Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”, porque a la gente le mueve este testimonio.

El Papa Juan Pablo II citó a Cristo al decir: “Bienaventurados ustedes cuando los insulten, los persigan y digan cosas en falso contra ustedes por mi causa, alégrense porque su recompensa será grande en el cielo”. Y el Papa dijo: “Qué bien aplican estas palabras de Cristo a la fe de este último siglo. Insultados y perseguidos, pero nunca destruidos por el poder del mal. Donde el odio parece haberlo corrompido todo, sin dejar escape a su maldad, ellos han probado que el amor es más fuerte que la muerte”.

En sistemas terribles de opresión que han desfigurado al hombre, lugares de dolor, de las más duras privaciones, a través de marchas de insensibilidad y expuestos al frío y al hambre, torturas, sufriendo de muchas formas, ellos han proclamado fuertemente su lealtad a Cristo crucificado y resucitado.

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Son incontables los que se han rehusado a ceder ante los falsos dioses del siglo XX, y fueron sacrificados por el comunismo, el nazismo, por los idólatras del estado o de la raza. Y otros han muerto en el curso de guerras étnicas o tribales, por rehusarse a actuar de un modo distinto al del Evangelio de Cristo.

Muchos fueron a su muerte porque, como el Buen Pastor, decidieron quedarse con su gente a pesar de la intimidación, en cada continente y a lo largo de todo el siglo XX, hay quienes han preferido morir antes que traicionar la misión que se les encomendó, y lo hicieron en el espíritu de Cristo.

Pero sus historias han sido olvidadas, y necesitamos recordarlos. Porque estas historias pueden inspirarnos y mover a la gente a la conversión.

En la próxima ocasión haremos un resumen de la serie, de lo que ha hecho la Iglesia por Occidente y cómo podemos hablar a más personas, de esto. Así que acompáñenme próximamente, gracias.