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EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL POR LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
COLOMBIA: 1989-1991
ÓSCAR ALEJANDRO QUINTERO RAMÍREZ
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
BOGOTÁ, D.C.
2002
EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL POR LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
COLOMBIA: 1989-1991
ÓSCAR ALEJANDRO QUINTERO RAMÍREZ
Monografía para optar al título de
Sociólogo
Profesor
MAURICIO ARCHILA NEIRA
Historiador
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
BOGOTÁ, D.C.
2002
Nota de aceptación
______________________________________
______________________________________
______________________________________
______________________________________
Presidente del Jurado
______________________________________
Jurado
______________________________________
Jurado
_____________________________
Ciudad y fecha
A mi madre y mi padre, Elsa y Alfonso,
espero perdonen mis largas ausencias.
A mis hermanos Javier e Iván, y toda mi familia.
A Ivonne, siempre allí, el faro en la tempestad.
A Jhon Geison, yo sé que en paz descansas.
AGRADECIMIENTOS
Agradecer puede ser tanto o más difícil que escribir la monografía, lo complicado es
conseguir el orden de los factores para que no alteren el producto.
Le agradezco al maestro Orlando Fals Borda por compartir sus sueños de juventud y fundar
la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, también por regresar a las aulas,
después de tantos años, para enseñarnos aquellas inolvidables lecciones de sociología y de
vida.
A los profesores del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional, a todos sin
excepción; bueno, a quienes conocí en clase. De las debilidades y fortalezas se aprende
demasiado.
Al profesor Mauricio Archila, guía indiscutible del presente trabajo. Por sus comentarios
críticos así como por su paciencia frente a mi afanosa marcha. En efecto, la línea recta no
siempre es el camino más corto.
Le agradezco, como no, a mis amigos de carrera, a Ivonne Mendoza, Olga Sánchez,
Marcela Reina y Gritardo Jetosqui. Ellos también fueron la voz de la conciencia en
momentos difíciles. Al fin y al cabo escribir la monografía no era tan difícil, tampoco tan
fácil; sin embargo, es más satisfactorio.
Especial reconocimiento a las profesoras Luz Gabriela Arango, Rocío Londoño, Anita Rico
y Luz Teresa Gómez, a los profesores Fernando Urrea, Jaime Arocha y Luis Fernando
García. De todos ellos recibí valiosos aportes a mi preparación profesional.
Por último, a quienes hace más de diez años se atrevieron a pensar el país de un modo
distinto. A Daniel Mera, quien conocí a propósito de su interés por el estudio del
movimiento estudiantil. Catalina Botero, Ana María Ruiz, Darío Dangon, Crispiniano
Duarte, Oscar Sánchez, Oscar Ortiz, Guillermo Barrera, Jorge Orjuela, Fabio Villa y Juan
Gabriel Gómez. A los amigos de la Fundación Líderes en la U.
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................... 1
1. COLOMBIA ENTRE DÉCADAS, EL CONTEXTO NACIONAL
E INTERNACIONAL ..................................................................................................... 6
1.1 El Contexto Internacional y Latinoamericano ................................................................. 7
1.2 La Crisis Colombiana en la Década de los Ochenta ...................................................... 10
1.3 La Educación Superior ................................................................................................. 19
2. HISTORIA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL, 1989-1991 ..................................... 25
2.1 La Gestación del Movimiento ...................................................................................... 25
2.2 Proceso de Reforma Constitucional .............................................................................. 41
2.3 La Asamblea Nacional Constituyente y el Desenlace del Movimiento Estudiantil ........ 63
3. SOCIOLOGÍA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL .................................................. 76
3.1 Enfoque Analítico: la Sociología de la Acción ............................................................. 76
3.2 ¿Qué Movimiento Estudiantil? ..................................................................................... 82
3.3 Rupturas y Continuidades del Movimiento Estudiantil ................................................106
4. CONCLUSIONES ........................................................................................................113
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES ........................................................................................121
ANEXOS..........................................................................................................................126
Metodología......................................................................................................................127
Anexo 1. El Movimiento Estudiantil en las Noticias..........................................................131
Anexo 2. Participación de Representantes Estudiantiles en la Asamblea Constituyente .....147
Anexo 3. Listado de Activistas Estudiantiles .....................................................................154
ÍNDICE DE GRÁFICAS Y TABLAS
Tabla 1. Alumnos Matriculados en Educación Superior por Sector, 1970-1990 ................. 22
Gráfica 1. Concentración de la Matrícula en 1985 ............................................................. 23
Tabla 2. Comisiones y Subcomisiones Preparatorias de la Asamblea Constituyente ........... 57
Tabla 3. Participación Estudiantil en las Comisiones Preparatorias .................................. 58
Tabla 4. Listas y Candidatos Estudiantiles a la Asamblea Constituyente ............................ 66
Tabla 5. Votación por las Listas Estudiantiles .................................................................... 69
Tabla 6. Votación por Estudiantes Según Departamentos .................................................. 70
Gráfica 2. Ciclo de Movilización del Movimiento Estudiantil por la
Asamblea Constituyente ................................................................................................. 98
RESUMEN
Los objetivos del presente trabajo son reconstruir la historia de la movilización estudiantil
por la Asamblea Constituyente y elaborar una explicación sociológica desde el punto de
vista de la teoría de los movimientos sociales.
En primera instancia, presenta el contexto social en el cual se desarrolla la movilización
estudiantil. Este se caracteriza por la crisis del sistema político colombiano y la
magnificación del orden plural de la violencia. Luego reconstruye la historia del
movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente, el cual tiene una permanencia entre
agosto de 1989, con el asesinato del líder político Luis Carlos Galán, y julio de 1991 con la
expedición de la nueva Constitución política de Colombia.
Por último, establece el análisis desde la propuesta teórica de la sociología de la acción y
concluye que la movilización estudiantil por la reforma constitucional de 1991 fue un
protomovimiento estudiantil reformista e ideológicamente liberal. En sus inicios la acción
universitaria se orientó por una identificación estudiantil, sin embargo, ésta identificación
se quebró y dio paso a otro tipo de identidades más partidistas e individualistas, lo cual tuvo
influencia en la desintegración definitiva de la acción colectiva estudiantil.
1
INTRODUCCIÓN
“Regeneración o catástrofe” fueron las palabras del gestor de la Constitución de 1886 como
justificación de su proyecto político. Pero el Regenerador, aunque esa fuera su esperanza,
no se imaginaba que su imposición fuera a permanecer, como en la oración, por los siglos
de los siglos. Bueno, tan sólo duró un siglo, cuatro años y once meses. “Bienvenidos al
futuro”, las palabras del gestor de su sucesora, la Constitución de 1991.
La historia de la Constitución de 1886 ya ha sido bastante escrita, contada y analizada. No
obstante, aún falta mucho por escribir, contar y analizar de la segunda; tarea que le compete
desde ya a sus contemporáneos. De ésta última dice la memoria, ya bastante común, que la
séptima papeleta fue a la reforma constitucional de 1991 lo que el florero de Llorente fue a
la independencia de Colombia.
Séptima papeleta, seudónimo escogido por la memoria para no perderse en los recuerdos,
¿por qué?, ¿en realidad existió?, ¿cuál fue el papel de los estudiantes en la reforma
constitucional? El concepto de movimiento estudiantil, pretexto de ésta monografía para
aportar conocimiento científico, ¿los estudiantes que impulsaron esa papeleta constituyeron
un verdadero movimiento estudiantil?, ¿cuáles fueron sus características organizativas?, en
fin, ¿quiénes conformaron el movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente y
cuáles fueron sus características sociológicas? Interrogantes poco respondidos por quienes
se han acercado a la temática.
Sólo dos libros establecen la labor estudiantil como eje central en el análisis del proceso
constituyente. El primero, escrito por un profesor universitario de la época quien participó
en algunas actividades del movimiento, propone una mirada de la labor estudiantil desde la
ciencia política y la sociología, y plantea un acercamiento histórico a las condiciones
generales del país en la época. Aunque establece una explicación de los valores y la
2
ideología del movimiento estudiantil, ésta carece de referentes empíricos que puedan
corroborar o desestimar las aseveraciones1.
El segundo libro, redactado a cuatro manos por un líder del movimiento estudiantil y por un
abogado, desarrolla en especial la historia de uno de los grupos que conformaron el
movimiento. Aunque asienta interpretaciones sobre los éxitos y fracasos del grupo, su
principal relevancia consiste en ser un documento testimonial de obligada referencia, no
obstante su poca difusión dentro de los mismos círculos ex-estudiantiles2.
Además de estos libros, se han elaborado algunas tesis de pregrado. La primera es una
monografía de sicología en la cual se observa la actitud de un grupo de estudiantes de
universidades privadas frente a la Asamblea Constituyente3. La segunda, también de
sicología, propone un análisis comparativo de la participación política entre las
universidades públicas y las privadas4. Sin embargo, no son lo bastante sólidas para
considerarlas como un corpus de conocimiento sobre el movimiento estudiantil por la
Asamblea Constituyente.
De este modo, las deficiencias en el estudio del proceso estudiantil en el período
constituyente y sus consecuencias en la vida política del país, así como la falta de una
explicación científica que tome en cuenta evidencias empíricas, justifican la necesidad de
investigar esta problemática y aportar al acervo sociológico e histórico en el campo de los
movimientos estudiantiles en Colombia.
El objetivo principal que guía estas líneas es reconstruir y analizar el movimiento
estudiantil por la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 en Colombia. Lo cual implica,
en primera instancia, reconstruir históricamente el movimiento; y en segundo término,
1 Jaime Buenahora. El proceso constituyente: de la propuesta estudiantil a la quiebra del bipartidismo,
Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1991. 2 Jorge Orjuela y Víctor Rodríguez. Semilla en tierra seca. La constituyente: del sueño juvenil al negocio
político, Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 1993. 3 Luz Cárdenas (et.al). Conocimiento, comportamiento y opinión hacia la Asamblea Nacional Constituyente,
Bogotá: Universidad de la Sabana, tesis de grado de sicología, 1991. 4 Ingrid Montero y Janny Rodríguez. Participación política universitaria en el proceso de la Asamblea
Constituyente, Colombia 1990: un enfoque psicosocial, Bogotá: Universidad de los Andes, tesis de grado de
sicología, 1992.
3
elaborar una explicación sociológica de su desarrollo y de sus características desde el punto
de vista de los movimientos sociales.
Para poder llevar a cabo dichos objetivos fue necesario definir una óptica, una forma
específica de acercarse a la realidad. La tarea no fue fácil, pues la literatura sobre los
movimientos sociales era bastante extensa, razón por la cual fueron de gran importancia
aquellos trabajos que además de establecer discusiones teóricas profundas, proponen
estudiar los movimientos sociales dentro del contexto latinoamericano y nacional, pues dan
un mejor entendimiento de las sociedades con nuestras características.
Así, se encontró con una teoría europea que desarrolla las discusiones en torno a la
conceptualización de los movimientos sociales, pero que además es una corriente de la
sociología en la cual éstos son el motor de cambio de las sociedades y el objeto de estudio
social por antonomasia; corriente conocida como la sociología de la acción cuya obra más
recurrida fue la del sociólogo francés Alain Touraine, quien además se ha destacado por sus
estudios sobre América Latina5. Lo importante en la adopción de este enfoque consistió
también en su apropiación crítica por parte de los estudiosos criollos de los movimientos
sociales. Las obras de Leopoldo Múnera6 y de Mauricio Archila
7, entre otros, fueron una
guía requerida para acercar aún más la sociología de la acción a la particular situación del
movimiento estudiantil. De igual modo, propuestas conceptuales para el estudio específico
de los movimientos estudiantiles en Colombia fueron bastante convenientes, entre ellas se
destacan los ensayos de Jaime Caycedo8 y de Francisco Leal Buitrago
9.
5 Alain Touraine. El regreso del actor, Buenos Aires: Eudeba, 1987. Y América Latina: política y sociedad,
Madrid: Espasa Calpe, 1989. 6 Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades, Bogotá: IEPRI-Universidad Nacional de Colombia-CEREC,
1998. 7 Mauricio Archila. “Tendencias recientes de los movimientos sociales”, Francisco Leal (Comp.), En busca de
la estabilidad perdida, Bogotá: Tercer Mundo-IEPRI (UN)-COLCIENCIAS, 1995, pp. 251 - 301. Y “Entre la
academia y la política: el movimiento estudiantil en Colombia, 1920-1974”, Renate Marsiske (Coord.),
Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, México: Centro de estudios sobre la Universidad,
1999. 8 Jaime Caycedo. “Conceptos metodológicos para la historia del movimiento estudiantil colombiano”,
Estudios Marxistas, No. 27, Bogotá: 1984, pp. 53-60. 9 Francisco Leal Buitrago. “La frustración política de una generación. La universidad colombiana y la
formación de un movimiento estudiantil, 1958-1967”, Desarrollo y Sociedad, CEDE-Uniandes, No. 6, julio
de 1981, pp. 299-325.
4
Con base en esto, la monografía está dividida en tres capítulos principales. El primero,
titulado Colombia entre décadas. El contexto nacional e internacional, es la recreación del
ambiente en el cual se desarrolló el movimiento estudiantil. El contexto internacional
muestra un importante proceso de distensión de la bipolaridad este-oeste, y el contexto
latinoamericano se desarrolla en una crisis económica bastante profunda con algunas
señales de apertura democrática. Asimismo, el contexto nacional es bastante convulsionado
y se caracteriza por una crisis política sumada a un crecimiento geométrico del orden plural
de la violencia. Finalmente, la educación superior colombiana, la cual mostraba una
expansión en la década de los setenta, en los ochenta desacelera su crecimiento y se abre
paso a una creciente privatización.
El segundo capítulo, titulado Historia del movimiento estudiantil, 1989-1991, es la
reconstrucción histórica del Movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente en su
período de existencia entre agosto de 1989, a raíz del asesinato de Luis Carlos Galán, y
julio de 1991, con la expedición de la nueva carta política. Se describen las condiciones de
su surgimiento, sus principales acciones colectivas como la séptima papeleta, los congresos
nacionales estudiantiles en Bogotá y Medellín, y finalmente las circunstancias de su fracaso
en el intento de consolidación de un movimiento estudiantil.
El último capítulo, titulado Sociología del movimiento estudiantil, presenta el análisis desde
el punto de vista de la teoría de los movimientos sociales, entendidos como acciones
colectivas que denotan conflicto en un periodo de tiempo más o menos estable, lo cual
implica la autodefinición como actor dentro del conflicto, la definición del adversario
social, y la orientación hacia el mismo campo social de sus adversarios en la búsqueda de
su control. Establece que la acción colectiva estudiantil se orienta más al campo político de
la sociedad colombiana que al educativo, y que una de las causas de la frustración del
movimiento fue la debilidad de la identidad estudiantil como factor de convergencia de las
distintas acciones individuales. Por último se presentan las conclusiones del estudio.
En términos metodológicos, en primera instancia se buscó la producción acerca del
movimiento estudiantil, libros, tesis, artículos –fuentes secundarias–; una vez agotado este
5
proceso, se buscó en la prensa nacional y regional todas las noticias sobre el tema, luego
hablamos con los protagonistas de la historia y algunos de ellos obsequiaron sus archivos
de baúl –fuentes primarias–. Después de tener toda la información acopiada, se realizó un
análisis de contenido y finalmente se redactó la presente monografía –véase el anexo
metodológico–.
Para finalizar, es importante recalcar la necesidad de estudiar más los procesos nacionales
desde las perspectiva de los movimientos sociales e investigar de lleno los movimientos
estudiantiles en Colombia, que si bien no han tenido la importancia como en otros países de
América Latina, sí han hecho parte de nuestro devenir histórico y social. En palabras de
Mauricio Archila: “El panorama de la educación hoy, en especial la superior, a pesar de las
deficiencias que todavía persisten, se debe a ese pasado que sin ser glorioso, debe
conservarse en la memoria”10
.
10 Mauricio Archila, Op. cit., 1999, p. 174.
6
1. COLOMBIA ENTRE DÉCADAS
EL CONTEXTO NACIONAL E INTERNACIONAL
La Asamblea Nacional Constituyente de 1991, la cual tuvo a su cargo la reforma de la
Constitución Política de Colombia de 1886, sesionó desde el 5 de febrero de 1991 hasta el 4
de julio del mismo año, día de expedición de la nueva Constitución. El proceso mediante el
cual se llegó a la elección de ésta Asamblea Constituyente está inmerso en un contexto bien
particular de la historia colombiana y la historia mundial. La finalidad del presente capítulo
es acercar al lector al contexto histórico colombiano vivido entre dos décadas, es decir, el
período comprendido por los últimos años de la década de los ochenta y los primeros años
de la década de los noventa. Para este efecto, se tendrán en cuenta tres factores principales,
los cuales reflejan las condiciones sociales y políticas de la época, a saber:
En primer lugar, el contexto internacional y latinoamericano es necesario, pues se dieron
sucesos tan importantes como el fin de la guerra fría y la tensión mundial de los bloques
socialista y capitalista, Este-Oeste. Para el caso latinoamericano, los procesos de
democratización y las caídas de regímenes militares no dejaron de ser importantes; la
Constitución brasileña y la apertura democrática en Honduras y Nicaragua son ejemplos de
una voluntad mundial y regional por la salida democrática frente a los conflictos nacionales
y regionales.
En segunda medida, la situación colombiana también era convulsionada. A mediados de la
década de los ochenta, las violencias en Colombia recrudecieron de tal forma que algunos
sucesos como la toma del Palacio de Justicia en 1985, el asesinato de cuatro candidatos
presidenciales en no más de tres años, la arremetida narcoterrorista contra la población civil
en las ciudades más importantes del país y el fortalecimiento del paramilitarismo,
generaron un sentimiento de incertidumbre y temor en el grueso de la sociedad colombiana.
7
Así mismo, la crisis del sistema político colombiano; representada por la pérdida de
legitimidad de los partidos políticos y del Congreso mediante la corrupción política y
administrativa, producto de la infiltración de dólares “lavados” y de las características de un
régimen político restringido fruto del esquema bipartidista del Frente Nacional; creó dentro
de algunos sectores de la sociedad y de la dirigencia política la necesidad urgente de hacer
una reforma al Estado, principalmente a sus instituciones. No obstante, el ambiente era de
pesimismo e incluso los propios analistas políticos no veían alternativa alguna para salir de
la crisis y percibían al país al “filo del caos”.
Por último, se presentan algunas características de la educación superior en Colombia, la
cual tuvo cambios significativos en el ámbito cuantitativo y cualitativo en los últimos años
de la década de los ochenta. Estos se reflejan en la reforma de la legalidad de la educación
superior, en particular con la vigencia de la Ley 30 de 1992, la cual entró a suplir la Ley 80
de 1980. Este contexto educativo es necesario, pues la monografía versa sobre el estudio de
un movimiento estudiantil universitario, el cual abarcó instituciones de carácter público y
privado.
1.1 El Contexto Internacional y Latinoamericano
A finales de la década, en especial el año de 1989, se da un proceso de gran relevancia para
la política internacional, la caída de lo que había comenzado poco después de terminada la
segunda guerra mundial, la distensión mundial entre Este–Oeste1. Algunos sucesos que
plasman este proceso son el retiro de las tropas soviéticas de Afganistán2, la apertura de la
frontera entre Hungría y Austria, la unificación de las dos Alemanias con la caída del muro
de Berlín y, en especial, la desintegración de la Unión Soviética. Esto es, en últimas, el
llamado desplome del socialismo real, lo cual produjo que “el esquema bipolar y de
1 Para un análisis de las características de ésta distensión global, véase: Diego Cardona Cardona. “De la bipolaridad a la Nueva Distensión”, Análisis Político, No. 7, mayo a agosto de 1989, pp. 60-69. 2 Ocupación que desde 1979 fue “la piedra en el zapato de las relaciones entre los países occidentales y la
Unión Soviética”, Ibíd., p. 63.
8
competencia intersistemática que había dominado gran parte de nuestro presente quedó
definitivamente atrás”3.
Se pueden establecer algunas causas de esta situación de distensión. Por un lado, el planeta
tierra es más transnacionalizado e interdependiente gracias a los avances en tecnología y
comunicaciones. En segunda medida, el socialismo fue incapaz de asegurar el bienestar de
su población. Y por último, la imposición del socialismo soviético hizo que en los países
donde éste no tenía fuertes bases, se propiciara una transformación rápida del sistema. En
consecuencia, la distensión global implica, para la época, un ambiente mundial de
democratización, o por lo menos, de “ilusión democrática”4.
Esta ilusión también fue sentida en los países de América Latina; sin embargo, la década de
los ochenta ha sido conocida como su “década perdida”. En general, los países
latinoamericanos se vieron sumidos frente a dos problemas supremamente ligados. El
primero, de orden económico, puso en jaque las economías nacionales. En 1982, México
fue el primer país en declarar la moratoria de su deuda externa, situación que fue seguida
por otros países latinoamericanos y lo cual constituyó la crisis económica más seria de la
región durante la segunda mitad del siglo XX. “En 1987 la deuda de América Latina
representaba 46% del PIB de la región, y más de cuatro veces el valor de sus
exportaciones”5. No sobra mencionar que Colombia fue la excepción a la regla y tuvo una
tasa de crecimiento económico satisfactoria, su endeudamiento fue relativamente bajo y la
distribución del ingreso no empeoró sustancialmente6.
3 Hugo Fazio Vengoa. Después del Comunismo, Bogotá: Tercer Mundo-IEPRI, 1994, p. 3. 4 Este término es de Hugo Fazio Vengoa, Ibíd., pp. 11-43. Tiene que ver con el balance hecho por el autor del
proceso de democratización mundial y del optimismo predominante en la época, sentimiento que en cuestión
de pocos años ha sido cambiado por la incertidumbre debido al resurgimiento de los nacionalismos y el
fundamentalismo político y religioso plasmado en las guerras del Medio oriente y los Balcanes, entre otras. 5 Véase BID. Economics and Social Progress in Latin America, 1988 Report, Washington: Banco
Interamericano de Desarrollo, 1988, p. 541, citado por Terry Lynn Karl. “Dilemas de la democratización en
América Latina”, José Luis Reyna (Comp.), América latina a fines de siglo, México: Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 453. 6 Marcelo Cavarozzi. “Más allá de las transiciones a la democracia en América Latina”, José Luis Reyna
(Comp.), América latina a fines de siglo, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de
Cultura Económica, 1995, pp. 460-485.
9
El segundo problema, de orden político, es un poco más heterogéneo pero se caracteriza por
procesos de transición democrática en los jóvenes Estados nacionales. Ya para comienzos
de la década, en cinco de los países más industrializados de Latinoamérica, se habían
establecido sendos regímenes de dictadura militar –Argentina, Brasil, Chile, y Uruguay– y
un régimen antidemocrático –México–. No obstante, a finales de la misma década
desaparecieron los gobiernos autoritarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador,
Perú y Uruguay, y se dieron procesos de apertura democrática en México, Guatemala,
Salvador, Honduras y Nicaragua7.
El caso de Nicaragua es de especial atención pues fue el primer régimen revolucionario en
el cual se logró la participación de varios partidos políticos en unas elecciones populares.
En 1984 compitieron con el Frente Sandinista para la Liberación de Nicaragua –FSLN– los
partidos tradicionales –liberal y conservador– y algunos grupos de izquierda, quienes
obtuvieron alrededor de un 35% de la votación. Y en 1990 la coalición de 14 partidos
antisandinistas, UNO, derrotó al partido revolucionario8. De igual modo, se presentaron
algunos procesos de reforma constitucional. En Brasil, el 5 de octubre de 1988, se
promulgó la nueva Constitución de este país. En ésta “se afirma una voluntad de construir
un sistema político caracterizado por una participación permanente de los ciudadanos en el
control de la vida pública”9.
En relación con los procesos de democratización, otro analista advierte: “más importante
que la caída de los gobiernos militares y el restablecimiento de los civiles, es la
redemocratización de las mentalidades en el Cono Sur, y un poco en todas partes en
América Latina. La percepción de este fenómeno es importante para comprender los
nuevos movimientos de liberación en el continente”10
. En conclusión, a finales de la década
de los ochenta y comienzos de los noventa, la política latinoamericana estaba inmersa en
dos tendencias. La primera, relacionada con la búsqueda de supervivencia de los nacientes
7 Ibíd., p. 432. 8 Terry Lynn Karl, Op. cit., p. 447. 9 Jorge Orlando Melo. “La Constitución brasileña: liberalismo, democracia y participación”, Análisis Político, No. 6, enero a abril de 1989, p. 103. 10 Luis Alberto Restrepo. “La crisis política en América Latina y los nuevos movimientos sociales”, Análisis
Político, No. 6, enero a abril de 1989, p. 45.
10
regímenes democráticos de Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Guatemala, Honduras, El
Salvador y Nicaragua. La segunda, relacionada con el reparto del poder más igualitario en
los países con sistemas democráticos más consolidados como Venezuela, Colombia y Costa
Rica, y posteriormente Brasil y Uruguay.
1.2 La Crisis Colombiana en la Década de los Ochenta
1.2.1 Características del Sistema Político
Colombia presentó determinadas condiciones estructurales en la década de los ochenta para
la consolidación de una de las más profundas crisis colombianas en toda su historia
republicana. En particular, era una crisis política definida por la pérdida de legitimidad del
sistema político, la cual fue producto de un sistema democrático representativo y
restringido impuesto por los dos partidos políticos dominantes en el país a través del
régimen del Frente Nacional entre 1958 y 197411
. El bipartidismo no sólo perdió
legitimidad social mediante la instauración del clientelismo, su forma más habitual para
mantener los cargos públicos y posiciones en las instituciones del Estado, sino que su
efecto más dañino, en términos de representatividad social y política, fue esquilmar al
propio Estado de la posibilidad de adaptarse a los cambios y evoluciones que presentaba
una sociedad capitalista dependiente.
De esta forma, “la crisis se identifica por haber sacado a relucir los grandes lastres del
sistema político. Ello ha traído como consecuencia una brusca disminución de la confianza
que la sociedad civil debe tener en la manera como el régimen fija las reglas para procesar
las relaciones políticas”12
. Esta pérdida de confianza se reflejó en la debilidad de las
instituciones del Estado y originó a su vez que algunos sectores de la sociedad satisficieran
sus necesidades y demandas fuera del orden institucional. Es el caso de la formación de
11 Sistema que de alguna manera se prolongó hasta el gobierno de Virgilio Barco. 12 Francisco Leal Buitrago. “Estructura y coyuntura de la crisis política”, Francisco Leal y León Zamosc
(Eds.), Al filo del Caos. Crisis política en la Colombia de los años 80, Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia-IEPRI-Tercer Mundo, 1990, p. 36.
11
guerrillas desde la década de los sesenta y los grupos paramilitares en los ochenta13
. No
obstante, “los fracasos políticos del Estado y las guerrillas han conducido a la creación de
sustitutos en la sociedad civil, a la incapacidad correctiva y represiva del Estado”14
, es
decir, a la pérdida de la utilización legítima de la fuerza.
En consecuencia, a la falta de legitimidad del sistema político se le sumó la magnificación
de los niveles de violencia en el país. Ya no era simplemente la violencia generada por las
fuerzas opositoras al sistema –las guerrillas– contra las del Estado –las Fuerzas Armadas–,
también se sumó la creación de grupos de autodefensa o paramilitares, los cuales
emprendieron una lucha abierta contra las fuerzas “comunistas” en el país. Pero estos
grupos también salieron de su cauce y el paramilitarismo pasó de ser un asunto casi
inexistente para los diferentes gobiernos a una amenaza real en contra del Estado y sus
instituciones. En enero de 1989, la masacre de funcionarios de la rama judicial en la
hacienda La Rochela –Santander–, propiedad de narcotraficantes, se constituyó en un
ataque frontal contra el Estado y su legitimidad.
No obstante, el paramilitarismo estuvo muy relacionado, en su origen y consolidación, con
uno de los “catalizadores” más importantes de la crisis colombiana, el narcotráfico. Por esta
razón, la violencia, o las violencias, alcanzaron en la época una intensidad tal que permeaba
cada poro de la sociedad civil y del Estado. La primera inmersa en el miedo y la
incertidumbre, y el segundo en su debilidad e incapacidad para mantener su legitimidad y
legalidad. Así lo expresaba un analista:
“Hoy, tras casi treinta años de insurgencia armada, el conflicto ha entrado en una
fase de escalada y degeneramiento en la medida en que al enfrentamiento crónico
entre Estado y guerrillas se suman ahora las guerras del narcotráfico y del
13 Para una revisión de la historia de la insurgencia armada y del paramilitarismo en Colombia: Eduardo Pizarro. “La insurgencia armada: raíces y perspectivas”, Ibíd., pp. 411-443 y Jorge Orlando Melo. “Los
paramilitares y su impacto sobre la política”, pp. 475-514. 14 Francisco Leal Buitrago, Ibíd., p. 37.
12
paramilitarismo contra altos funcionarios, jueces, periodistas, profesores,
sindicalistas, dirigentes políticos y populares, y ciudadanos inermes en general”15
Desde la década del setenta el negocio de las drogas ilícitas –principalmente de cocaína–
tuvo un éxito tal que los narcotraficantes colombianos manejaban entre el 75 y 80 por
ciento del tráfico andino de cocaína. Esta bonanza ocasionó la formación de milicias
privadas, la adquisición de tecnología y armamento sofisticado y la penetración en las
instituciones del Estado mediante prácticas de soborno o intimidación16
. Con la guerra
declarada por el presidente Virgilio Barco, a raíz del asesinato del senador y más firme
candidato a la presidencia de la república en agosto de 1989, Luis Carlos Galán, las
acciones del narcotráfico fueron más allá del asesinato de dirigentes políticos, funcionarios
públicos de la rama legislativa y judicial y policías.
El narcotráfico contraataca la iniciativa gubernamental con la intensificación de la guerra
mediante el terrorismo. A finales de la década, la palabra carro-bomba se convierte en una
de las más temidas pero usadas en el léxico de los colombianos. La lógica narcotraficante
“pretendía perturbar la actividad económica y social, desmoralizar al gobierno y convencer
a la opinión pública de que la guerra no puede ganarse a un costo aceptable para las
instituciones democráticas nacionales”17
. Sus objetivos eran evitar a toda costa la
extradición, consolidar su posición económica y ganar cierta aceptabilidad en la sociedad
colombiana.
Se puede ilustrar la situación narcoterrorista con la mención de algunos de los sucesos
correspondientes a los atentados dinamiteros en las principales ciudades del país en contra
de la población civil desde mediados de 1989. El 27 de agosto se produce una escalada
15 Hernando Valencia Villa. “De las guerras constitucionales en Colombia”, Análisis Político, No. 6, enero a
abril de 1989, p. 82. 16 Bruce M. Bagley. “Narcotráfico”, Francisco Leal Buitrago y León Zamosc (Eds.), Op. cit., pp. 445-474.
Un suceso que causó revuelo en la opinión pública fue la nulidad del auto de detención, por parte del Tribunal
Especial de Orden Público, contra Pablo Escobar Gaviria como autor intelectual de las masacres ocurridas en
las haciendas Honduras y La Negra en las cuales fueron asesinados funcionarios del sistema judicial
colombiano; véase El Tiempo, 16 de agosto de 1989, pp. 1A y 8A. Por otro lado, el Magistrado Carlos Ernesto Valencia fue asesinado y cincuenta Magistrados del Tribunal
Superior de Bogotá renunciaron al día siguiente; véase El Tiempo, 17 y 18 de agosto de 1989. 17 Bruce M. Bagley, Ibíd., p. 451.
13
terrorista en la ciudad de Medellín, nueve bombas estallaron en diversas sucursales
bancarias18
. El 17 de septiembre del mismo año, algunas bombas destruyeron entidades
crediticias en Bogotá, civiles dispararon con armas largas contra la policía y un cohete fue
lanzado contra la embajada de Estados Unidos sin dejar daños considerables19
. El 27 de
noviembre de 1989 una bomba explotó en un avión que viajaba de Bogotá a Cali y el 6 de
diciembre del mismo año ocurrió el atentado contra el edificio del Departamento
Administrativo de Seguridad. El 12 de mayo de 1990 dos carros-bomba explotaron en
sendos centros comerciales de la ciudad de Bogotá, y en Cali explotó otro artefacto. En
total fueron 24 personas asesinadas y un centenar de heridos20
.
Una de las frases más sonadas en el país por ésta época fue la del presidente de la ANDI,
refiriéndose a la diferencia entre el crecimiento económico y la estabilidad política: “a la
economía le va bien y al país le va mal”. Para 1986 y 1987 el Producto Interno Bruto se
incrementó un cinco por ciento y entre 1985 y 1988 la tasa de desempleó bajó de un catorce
a un diez por ciento21
. No obstante el relativo descenso de la economía desde mediados de
198822
, en este período se destaca una actividad positiva del crecimiento sin redundar
necesariamente en desarrollo social ni mucho menos en estabilidad política. Esto se debe,
en parte, a la distribución desigual del ingreso y a la existencia de un sistema político
restringido en manos de los dos partidos políticos tradicionales, los cuales “han
representado fielmente la estructura oligárquica del poder que prevalece en la sociedad”23
.
18 El Tiempo, 28 de agosto de 1989, p. 1A. 19 El Tiempo, 18 de septiembre de 1989, pp. 1A y 9B. 20 El Tiempo, 13 de mayo de 1990, pp. 1A, 14B, 15B y 1C. 21 Véase el artículo editorial de Análisis Político, No. 6, enero a abril de 1989, pp. 2-6. 22 Con el rompimiento del Pacto Internacional del Café a mediados de 1989 se debilitó el sector externo de la
economía nacional. Véase Eduardo Sarmiento Palacio. “Evolución y diagnóstico de la economía”, Economía
Colombiana, Nos. 217-218, Bogotá: mayo-junio 1989, citado por Francisco Leal Buitrago, Op. cit., p. 50,
nota 23. 23 Gary Hoskin. “Partidos Tradicionales y crisis política”, Francisco Leal Buitrago y León Zamosc (Eds.), Op.
cit., p. 149.
Para un análisis de la concentración de los medios de producción y del ingreso, véase: Ricardo Mosquera
Mesa. “¿Por qué estamos en guerra los colombianos?”, Análisis Político, No. 6, enero a abril de 1989, pp. 67-
71. El autor señala que “de los 1.150 dólares per cápita que le corresponden a cada colombiano del Producto Interno Bruto ó 345.000 pesos, seis millones de personas (20% de la población más pobre) sólo percibe
$43.125 anuales, equivalentes a $120 diarios. En el otro extremo, 20% de la población más rica percibe más
de un millón de pesos, casi unos $3.000 diarios”, pp. 67 y 68.
14
1.2.2 Perspectivas de la crisis.
Administración Betancur (1982-1986) y Administración Barco (1986-1990)
Para Francisco Leal, estos dos gobiernos proyectaron una crisis cada vez más compleja
debido al fracaso de sus fórmulas políticas24
. El antecedente inmediato de la postura del
presidente Betancur frente a la crisis fue la medida represiva de la situación nacional
realizada por su antecesor en la presidencia, el liberal Julio César Turbay. El fracaso
mostrado por las medidas represivas ocasionó un tratamiento político distinto a la crisis
nacional en el cuatrienio de Betancur. Por esta razón, se dio un cambio en la estrategia y se
emprendió la tarea de dialogar con los grupos armados insurgentes para buscar una salida
políticamente negociada al conflicto. No obstante, esta iniciativa no tuvo los resultados
esperados y para la administración siguiente, la del presidente Virgilio Barco, los diálogos
ocuparon un segundo plano, por lo menos durante los dos primeros años de su mandato.
El Tratamiento Político del Conflicto
Para el debate electoral de 1982 el tema de la paz era uno de los más importantes como
evidencia de la urgente necesidad de buscar alternativas diferentes a la vía militar para la
resolución de conflicto armado25
. Para el presidente electo, la situación de confrontación
armada se debía a causas específicamente objetivas –pobreza, injusticia, pocas
posibilidades de participación política–, por lo tanto se dio otra visión a la problemática y
se superó la limitación de verla como un resultado de las tendencias mundiales de pugna
entre el socialismo y el capitalismo. La estrategia de Betancur se centró en la búsqueda de
la apertura democrática y la finalización del enfrentamiento armado, objetivos que estaban
ligados entre sí.
De este modo se crea la Comisión de Paz a comienzos de la administración, la cual estaba
compuesta por algunas de las fuerzas políticas, sociales y económicas del país. No obstante,
dicha comisión no tuvo una capacidad decisoria que le pudiera dar a la negociación unos
24 Francisco Leal Buitrago, Op. cit., p. 39. 25 Ana María Bejarano. “Estrategias de paz y democracia”. Francisco Leal Buitrago y León Zamosc (Eds.),
Op. cit., pp. 57-124.
15
resultados satisfactorios26
. Además de esta deficiencia, la propuesta de negociación del
presidente Betancur no tuvo gran acogida en las clases dominantes ni en el bipartidismo y
apenas recibía apoyos esporádicos de las clases medias y los sectores populares del país27
.
Esto se entiende por la concepción militarista y represiva que hasta el momento se le había
dado al problema.
Empero lo anterior, se logró un primer acuerdo en 1984: “la firma de los acuerdos de tregua
y cese al fuego con tres de los grupos más significativos del movimiento guerrillero
colombiano: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, el Movimiento 19
de Abril, M-19, y el Ejército Popular de Liberación, EPL”28
. Este pacto se mantuvo
parcialmente exitoso únicamente para las FARC con la formación de un movimiento
político legal, la Unión Patriótica (UP)29
; para el caso de los otros grupos guerrilleros las
negociaciones se congelaron y con la formación de la Coordinadora Nacional Guerrillera y
la batalla del Palacio de Justicia, en noviembre de 1985, fracasó irremediablemente la
intención presidencial por conseguir la paz. Luego de esta batalla “resultaba evidente que la
pérdida de legitimidad afectaba por punta y punta a los dos enemigos armados
protagonistas de la violencia”30
. No obstante, el intento dejó algunas bases para la posterior
administración, la cual pudo concretar la desmovilización del M-19.
Entre la Confrontación y la Solución Pacífica del Conflicto
Para el período presidencial 1986-1990 ya se tenía la experiencia acumulada de ocho años
de confrontación de la crisis, una caracterizada por la represión y la militarización –
Turbay– y otra por el ánimo de diálogo y el cambio de concepción del conflicto a pesar de
su recrudecimiento a raíz de la toma del Palacio de Justicia –Betancur–. El presidente
electo para dicho período fue el liberal Virgilio Barco y su administración se movió entre
estas dos posibilidades. La consigna por antonomasia que describe esta situación es “la
26 Ana María Bejarano, Ibíd., p. 65. 27 Francisco Leal Buitrago, Op. cit., p.41. 28 Ana María Bejarano, Ibíd. 29 Para un balance de la importante acción política de la UP, principalmente en las elecciones de 1986 y su posterior exterminio a manos de las balas narco-paramilitares, véase William Ramírez Tobón. “Las fértiles
cenizas de la izquierda”, Análisis Político, No. 10, mayo a agosto de 1990, pp. 37-46. 30 Ana María Bejarano, Ibíd., p. 67.
16
mano tendida y el pulso firme”, la cual era una combinación de las estrategias de sus dos
antecesores.
El gobierno Barco enfrentaba un contexto algo negativo en relación con el conflicto
armado. Recogía una polarización significativa de la lucha armada con la guerrilla debido
al fracaso de los diálogos de la administración anterior y, principalmente, por la
organización de los grupos armados en la Coordinadora Nacional Guerrillera. Además, la
violencia cada vez iba ampliando su espectro y se nutría de los actos de los grupos
paramilitares y narcotraficantes, es decir, recibía una guerra en franco aumento.
Por esta razón, y frente a la pérdida de legitimidad del proceso Betancurista, la
administración Barco dejó a un lado la importancia de la solución políticamente negociada
del conflicto en sus dos primeros años y se empeñó en buscar la salida a la violencia
mediante la erradicación de sus “causas objetivas”. El Plan Nacional de Rehabilitación fue
la bandera de esta estrategia. No obstante, “esta política se compaginaba con los amagos
gubernamentales de reactivación de la raquítica reforma agraria”31
, además adolecía de
problemas que le impedían su normal desarrollo como los obstáculos burocráticos, el
clientelismo y la escasez de recursos. Todo apuntaba a un fracaso mayor por conseguir la
rehabilitación y la reconciliación nacional.
En enero de 1989 se reiniciaron conversaciones oficiales entre el grupo guerrillero M-19 y
la Consejería de Paz de la Presidencia de la República, lo cual fue un viraje a la estrategia
que venía llevando el presidente Barco, pues se reconoció de nuevo a la guerrilla como un
interlocutor político con el cual se debía negociar.
Son varias las circunstancias por las cuales se considera exitosa la desmovilización del M-
19. Por un lado, el debilitamiento político y militar del grupo, después de lo cual la
voluntad de paz se convirtió en una posibilidad muy cercana32
. El grupo asimila sus
31 Francisco Leal Buitrago, Op. cit., p. 43. 32 Para un análisis más detallado del proceso de paz con el M-19 desde la administración Betancur, véase
William Ramírez Tobón. “La liebre mecánica y el galgo corredor. La paz actual con el M-19”, Análisis
Político, No. 7, mayo a agosto de 1989, pp. 46-59. En relación con el debilitamiento político y militar, el
17
derrotas y empieza a prever un futuro más realista en el sentido político y militar. Por otro
lado, con la pérdida de sus mejores cuadros y el fortalecimiento de la guerra sucia, se
cuestiona la solución armada para mejorar las condiciones del país y, al existir un programa
político relativamente flexible, se puede decir que el M-19 “se enmarca dentro de los
parámetros de una corriente nacionalista de izquierda democrática y reformista”33
, proclive
a la solución políticamente negociada del conflicto.
De esta forma el M-19 se reincorporó a la vida política legal en los primeros meses de
1990. El 9 de marzo hizo entrega oficial de sus armas y firmó el acuerdo de paz definitivo
con el presidente Virgilio Barco. Dos días después, el 11 de marzo, participó en las
elecciones municipales y obtuvo unos resultados satisfactorios, de los cuales se destaca los
80.000 votos por Carlos Pizarro, quien se postuló a la alcaldía de Bogotá34
.
Infortunadamente, un mes y quince días después, el 26 de abril de 1990, fue asesinado
cuando era candidato a la presidencia por el M-19. Este asesinato, junto con el de Bernardo
Jaramillo en marzo del mismo año, candidato presidencial por la Unión Patriótica, fueron
verdaderos golpes a la apertura democrática en el país. No obstante, con la dirigencia de
Antonio Navarro, el M-19 obtuvo un 12.5% en las elecciones presidenciales del 27 de
mayo y posteriormente logró la convergencia con otros grupos y movimientos políticos,
principalmente de izquierda, en lo que se denominó la Alianza Democrática M-19, la cual
tuvo un papel muy importante en la elección de la Asamblea Constituyente el 9 de
diciembre del mismo año.
Como puede apreciarse, las estrategias de confrontación de la crisis desarrolladas a lo largo
de la década no fueron contundentes a la hora de recuperar la legitimidad del sistema
político, problema nodal de la crisis colombiana. A lo largo de la década de los ochenta,
pese a que al final de ella se logró el acuerdo de paz con el M-19, el conflicto Estado–
insurgencia armada no se solucionó satisfactoriamente y tendió a la polarización de los
autor expresa: “Desde la muerte de Fayad [Comandante General] en marzo de 1986 hasta el secuestro de
Álvaro Gómez en mayo de 1988, el M-19 no realiza ninguna acción espectacular más (...) La debilidad del
movimiento es palpable y el secuestro de Álvaro Gómez ya no sería el gesto prepotente y descentrado del antiguo esquema guerrillero sino algo con mayores dosis de realismo”, p. 51. 33 Ana María Bejarano, Op. cit., p. 94. 34 Ibíd., p. 117.
18
grupos que quedaron al margen de las negociaciones. Por esta razón, y frente a la mirada
pasiva de los gobiernos, se fortalecieron los grupos de autodefensas apoyados por
narcotraficantes, terratenientes y alguna que otra complicidad de las Fuerzas Armadas.
La perspectiva de asimilar el conflicto como producto de causas objetivas no dio resultado
y las políticas de desarrollo social y económico como el Plan Nacional de Rehabilitación no
surtieron efecto. Las diferentes reformas políticas como la reglamentación de la elección
popular de alcaldes, en la administración Betancur, no fueron suficientes para disminuir la
brecha existente entre el Estado y la sociedad civil y mucho menos logró una mejor
mediación por parte de los partidos políticos, los cuales se nutrían necesariamente de sus
prácticas clientelistas.
Con todo esto, el panorama a comienzos de 1990 no era promisorio. Tanto la opinión
pública como los analistas preveían unas condiciones que si no eran iguales a las
establecidas hasta entonces, serían peores. En palabras de uno de ellos: “Esta incertidumbre
no cobija solamente a los medios académicos, sino a la opinión pública en general (...) Una
de las cosas que diferencian a una nación en crisis como la colombiana, en relación con
naciones con mayor estabilidad política es, pues, la gran incertidumbre con respecto a su
futuro”35
.
Así las cosas, se vislumbraban cuatro tipos de salida a la crisis, o mejor, desenlaces de la
crisis. El primero era la polarización extrema y la guerra civil. El segundo era el
continuismo conflictivo. El tercero, la recomposición autoritaria. Y el cuarto, la
modernización democrática. Cada uno de los cuales podía perfilarse como el más próximo
35 Eduardo Pizarro Leongómez. “Escenarios posibles de Colombia en los 90”, Análisis Político, No. 10, mayo
a agosto de 1990, pp. 60-70.
En relación con la incertidumbre de los intelectuales, como grupo social, Norbert Lechner advierte: “Presumo
que el interés por la vida cotidiana se debe a un descontento con la vida cotidiana. Al respecto, llamo la
atención sobre dos factores desencadenantes. En primer lugar, me parece que la vida cotidiana se ha vuelto
hoy visible como consecuencia de las rupturas que sufre la sociedad latinoamericana a raíz del autoritarismo.
El auge de los regímenes militares provoca un drástico cambio de la cotidianidad de todos los grupos sociales
y, en especial, de los intelectuales. Es el quiebre de los hábitos y las expectativas acostumbradas lo que motiva nuestra sensibilidad por la vida cotidiana. Lo que –precisamente por cotidiano– no llamaba la
atención, ahora deviene problemático”. Norbert Lechner. Los patios interiores de la democracia, México:
Fondo de Cultura Económica, 2ª edición, 1995, Capítulo II, Estudiar la vida cotidiana.
19
a la realidad. No obstante, en la coyuntura de 1990 y con el impulso dado a la idea de la
Asamblea Constituyente por parte de variados sectores de la sociedad civil, fue ganando
espacio la alternativa “de un reordenamiento por la vía del escenario más constructivo”36
,
es decir, la búsqueda de alternativas que permitieran superar la polarización y la anarquía
mediante el refuerzo de legitimidad de las instituciones democráticas y el Estado. Se puede
insinuar, pues, que el escenario resultante fue una mezcla entre el continuismo conflictivo y
la modernización democrática. Sin embargo, este tipo de análisis desborda los límites del
presente estudio, el cual sólo busca describir la crisis política nacional en este acápite.
1.3 La Educación Superior
El desarrollo del sistema de educación superior en Colombia está relacionado con la
evolución de algunas tendencias de tipo interno y externo, a saber37
. Una tendencia externa
con gran influencia sobre el sistema educativo fue el proceso de urbanización iniciado en
Colombia desde la década de los cincuenta. Dicho proceso constituyó un crecimiento
vertiginoso de la población urbana, en especial durante las dos décadas posteriores.
Mientras en 1951 más de la mitad de la población económicamente activa trabajaba en
actividades agrícolas, en 1973 el porcentaje bajó a un 40%, y en 1985 llegó a un 20%. Ya
para 1985, del total de la población colombiana, el 65.3% era urbana y el 34.7% era rural38
.
De este modo, la urbanización se convirtió en el “contexto” para el desarrollo del sistema
educativo, pues significó una mayor división social del trabajo y la emergencia de capas
sociales medias, lo cual implicó una mayor demanda de educación especializada y de
formación de profesiones acorde con el desarrollo económico y social propio de la joven
economía capitalista colombiana.
36 Francisco Leal Buitrago y León Zamosc (Eds.), Op. cit., Introducción, pp. 9-24. 37 La presente contextualización se basa en el estudio hecho por Ricardo Lucio y Mariana Serrano. La
Educación Superior. Tendencias y políticas estatales, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-IEPRI,
1992. Los autores establecen cinco tendencias estructurales de la educación superior en Colombia en el
período 1975-1990: La urbanización, la expansión del sistema, la diversificación del sistema, el
credencialismo y los costos crecientes del sistema. Aunque el presente acápite retoma algunas características
de dichas tendencias, no se detallará el análisis en cada una de ellas; se tendrá en cuenta, más que todo, la
tendencia de expansión del sistema debido a su pertinencia en la contextualización de la educación superior
colombiana a finales de la década de los ochenta. Además, se complementará el análisis con algunas estadísticas presentadas en: ICFES. Estadísticas de la Educación Superior, Resumen Anual, 1994; y DANE.
Las estadísticas sociales en Colombia, 1993. 38 Lucio y Serrano, Ibíd., p. 101.
20
La tendencia interna más importante de la educación superior ha sido la expansión del
sistema observada desde la década del setenta hasta los años noventa. Esta expansión
significó que “el peso relativo de la población universitaria dentro de la población total, y
aun dentro de la población urbana, se haya incrementado constantemente”39
. Según el
número de matrículas, en 1973 se presenta una participación universitaria del 0,9% sobre la
población urbana; para 1985 ésta participación asciende al 2,1%. No obstante, a partir de
1980 se presenta un freno en el crecimiento de las matrículas: en 1980 la tasa porcentual de
crecimiento de matrículas fue de 17,2%, en cambio en 1988 fue tan sólo de 5,3%40
. De este
modo, la expansión del sistema ha tenido influencia directa sobre otros de sus aspectos
estructurales como la diversificación, el creciente costo social de la educación y el
fenómeno del credencialismo.
En la década de los ochenta, la educación superior colombiana presenta un desequilibrio
entre los cupos ofrecidos por las instituciones –oferta– y el número de solicitudes y de
matrículas totales –demanda–. En el período 1984-1994 se presentó una variación
porcentual del 75,4% para los cupos en la educación superior en el nivel de pregrado: en
1984 había 158.638 cupos y diez años después el número aumentó a 278.28641
. Sin
embargo, para el mismo período el incremento de las solicitudes fue apenas un 31,3% y la
matrícula total en primer curso aumentó un 47,6%, lo cual significó un desfase de 44,1% y
27,8%, respectivamente.
De acuerdo con las matrículas según áreas del conocimiento se puede apreciar el tipo de
diversificación del sistema42
. El área que históricamente ha presentado mayor número de
matrículas –no obstante su disminución en tres puntos porcentuales– es la de economía,
39 Ibíd., p. 109. 40 Ibíd., pp. 110-111. 41 En las estadísticas correspondientes al nivel de pregrado, el ICFES incluye las modalidades técnica
profesional, tecnológica y universitaria. ICFES, Ibíd. 42 Las áreas del conocimiento establecidas son: 1) Agronomía, Veterinaria y afines. 2) Bellas Artes. 3) Ciencias de la Educación. 4) Ciencias de la Salud. 5) Ciencias Sociales, derecho y Ciencias Políticas. 6)
Economía, Administración, Contaduría y afines. 7) Humanidades y Ciencias Religiosas. 8) Ingeniería,
Arquitectura, Urbanismo y afines. 9) Matemáticas y Ciencias Naturales.
21
administración y afines; seguida por arquitectura e ingenierías. Comportamiento entendible
por el crecimiento de las necesidades tecnológicas vinculadas al desarrollo de la industria43
.
En cuanto al área de ciencias sociales y derecho, área mayoritaria en la integración del
movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente, es importante apreciar su
propensión a la disminución en el número de matrículas. En 1975 ostentaba el 16% del total
de la matrícula y en 1988 decreció al 12%, lo cual “indica una pérdida de importancia
relativa de este tipo de carreras, sobretodo si se tiene en cuenta que en 1940 concentraban el
78% de la matrícula universitaria”44
.
No obstante lo anterior, el área de sociales y derecho tuvo cierto equilibrio en relación con
la oferta y demanda educativa: en el período 1984-1994, amplió sus cupos un 75,2% y
recibió un aumento de matrículas en primer curso del 76,2%, razón por la cual es una de las
pocas áreas en las cuales el desfase entre cupos y matrículas es mínimo45
. Para 1985, año en
el cual aproximadamente se matricularon los activistas estudiantiles por la Asamblea
Constituyente, la matrícula total para el área de sociales y derecho fue de 48.405 alumnos.
En relación con el costo social de la educación, se presenta un escenario de recorte en la
financiación del sector público. “Mientras el presupuesto nacional ha crecido en un 4,71%
anual en promedio para 1980-1988, el de educación lo ha hecho al 4,17%; ello quiere decir
que una fracción cada vez menor del presupuesto nacional se dedica a la educación”46
. Y
dentro de este menguado rubro, el correspondiente a la educación superior es cada vez más
escaso. Para el mismo período su incremento promedio anual fue inferior al 2,5%.
Además del descenso presupuestal, en la década de los ochenta el sector público perdió
cobertura educativa en relación con el sector privado. En 1970 la participación de alumnos
matriculados en el sector público fue de 53.6%, cifra que disminuyó al 42.3% en 1980. De
allí en adelante se presentó un incremento de la cobertura por parte de las instituciones
43 Presentadas por Lucio y Serrano para el período 1975-1990, Op. cit., pp. 134-135, cuadro II.23 (p.175). 44 Este 78% es compartido entre el área de sociales y derecho y el área de ciencias de la salud. Ibíd. 45 ICFES, Ibíd. 46 Lucio y Serrano. Op. cit., p. 157.
22
privadas. En promedio obtuvieron el 60% de la participación de las matrículas –véase la
tabla 1–, tendencia que se ha mantenido hasta nuestros días.
Los mismos datos sirven para corroborar el comportamiento de la expansión del sistema
educativo. El período en el cual se da un verdadero salto cuantitativo en la cobertura es el
quinquenio 1970-1975: el número de matrículas se incrementó en un 112%. Para el lustro
siguiente el aumento de matrículas también fue considerable, aunque muy inferior al
anterior (55%). En la década de los ochenta la expansión de la matrícula incrementa tan
sólo un 26% en el primer quinquenio y un 27% en el segundo –cifras inferidas de la tabla
1–. Por lo tanto, la expansión de la educación superior se dio, más que todo, en la década de
los setenta; y en los ochenta se presentó un proceso de privatización sumado a una
desaceleración de la participación social en la universidad.
Tabla 1. Alumnos Matriculados en Educación Superior por Sector, 1970-1990
1970 % 1975 % 1980 % 1985 % 1990 %
Público 49.317 53.6 95.312 48.8 128.196 42.3 152.180 39.8 195.379 40.1
Privado 42.750 46.4 100.109 51.2 174.860 57.7 229.885 60.2 291.809 59.9
Total 92.067 100.0 195.421 100.0 303.056 100.0 382.065 100.0 487.188 100.0
Fuente: DANE, Las estadísticas sociales en Colombia, 1993. Inferido de los cuadros 6.29 y 6.30.
Entonces, se vislumbraba una verdadera inequidad de la educación superior a comienzos de
la década del noventa. En el sector público, por la creciente disminución del rubro estatal
para su financiación y, en el sector privado, por el descenso de la capacidad monetaria de
sus clientes potenciales para acceder a la educación superior. Esta situación conduciría a las
instituciones privadas a centrar sus actividades en la oferta de programas más baratos, o, a
garantizar el ingreso de aquellos estudiantes con buena capacidad de pago. Por otro lado,
llevaría a las instituciones públicas a disminuir su oferta y empezar a cobrar unas sumas
más elevadas por los servicios educativos. De este modo, las alternativas que estableció la
educación superior tendieron a disminuir considerablemente su calidad y a segmentar cada
vez más el sistema en un reducido número de universidades encargadas de formar las capas
23
30.062.200
167.981
382.065
total población
total matricula
matricula Bogotá
38.223
129758
público
privado
sociales con acceso a posiciones directivas y en un gran número de universidades
encargadas de formar egresados que compiten por las posiciones profesionales inferiores y
mandos medios.
En relación con la distribución geográfica del sistema educativo, las mayores densidades de
instituciones y números de matrículas se han centrado en Bogotá y en menor medida en
Antioquia y Valle. Así, de 143 establecimientos educativos en 1970, 47 se encontraban en
Bogotá, lo cual corresponde al 33%. En 1975 este porcentaje asciende al 35%, en 1980
sigue aumentando al 42%, en 1985 desciende un poco al 38%, y finalmente en 1990
obtiene un 35%47
. Del valor obtenido en 1985, el porcentaje de instituciones privadas es de
85%, cifra bastante alarmante si se tiene en cuenta que, para el mismo año, en Bogotá se
concentró el 44% del total de matrículas en el país48
. De este modo, a inicios de los noventa
la expansión del sistema no pudo superar su característica de concentración en las grandes
ciudades, lo cual ha ido en detrimento de su cobertura pues son pequeños grupos quienes
pueden acceder a la educación superior –véase la gráfica 1–.
Gráfica 1. Concentración de la Matrícula en 1985
47 Este descenso en la última década se debe, principalmente, al crecimiento del número de instituciones en Antioquia y Valle. Porcentajes calculados con base en DANE. Las estadísticas sociales en Colombia, 1993, p.
365, cuadro No. 6.33. 48 Ibíd., cuadro No. 6.30.
24
La escasa cobertura social de la educación superior también se aprecia por la relación entre
el número de matrículas y el número total de población. La tasa de estudiantes
universitarios era de 5 por 10.000 habitantes para 1935 y de 3 para 1940; en 1950 ascendió
a 9 y en 1965 aumentó a 2249
. En 1975 la tasa de estudiantes fue de 85 por 10.000
habitantes y en 1985 llegó a 12750
. A pesar del aumento de la tasa de cobertura, ésta sigue
siendo bastante reducida en relación con el universo de la población colombiana, fenómeno
que implica la reproducción de los privilegios en la estructura de estratificación social.
El anterior fue el contexto social y político en el cual se desarrolló el movimiento
estudiantil por la Asamblea Constituyente de 1991. No es casual que fuera precisamente
Bogotá el lugar en donde la acción colectiva fuera mayoritaria, seguido por Medellín, Cali
y Barranquilla, ciudades con mayor número de instituciones educativas en el país. Tampoco
es fortuita la participación de estudiantes de universidades privadas, en especial aquellas en
donde se imparte la enseñanza del derecho y las ciencias sociales. Veamos la historia del
movimiento estudiantil, su nacimiento a mediados de 1989 y su desenlace en 1991 con la
expedición de la nueva Constitución política de Colombia.
49 Francisco Leal Buitrago. “La frustración política de una generación. La universidad colombiana y la
formación de un movimiento estudiantil 1958-1967”, Desarrollo y Sociedad, CEDE-Uniandes, No. 6, julio de 1981, pp. 302 y 303. 50 Cifras inferidas de la Tabla 1 y DANE, Ibíd., p. 81, cuadro No. 1.1. Para la tasa de estudiantes
universitarios en 1975 se utilizó la población del censo de 1973.
25
2. HISTORIA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL, 1989-1991
El 4 de julio de 1991 se expide la Constitución de Colombia redactada por 70 delegatarios
escogidos popularmente el año inmediatamente anterior. Esta Constitución fue el resultado
de un proceso que tomó aproximadamente cuatro años, es decir, la administración de
Virgilio Barco. Así pues, la Constitución de 1991 reemplazó a la ya antigua –en el tiempo y
en su contenido– Constitución de 1886, la cual no sólo tuvo más de un siglo de vigencia
sino 67 enmiendas1.
2.1 La Gestación del Movimiento
El antecedente inmediato de la carta de 1991 se remite al primer intento del presidente
Virgilio Barco, en 1988, para reformar la Constitución. Consistía “en que el electorado
derogue la prohibición plebiscitaria de reformar la Carta por un procedimiento distinto del
previsto en el artículo 218”2, procedimiento que le concedía la capacidad de reforma
únicamente al Congreso de la República. En suma, la propuesta se basaba en un referéndum
en el cual los ciudadanos aprobarían las reformas constitucionales presentadas por el
presidente y sus asesores.
La propuesta tuvo aceptación en la opinión pública y los sectores políticos no tradicionales.
No obstante, la clase política tradicional permaneció en contra de la iniciativa
argumentando la inquebrantable legalidad del mencionado artículo3 y la falta de legalidad
1 Para un inventario de las sesenta y siete reformas, véase: Hernando Valencia Villa. “De las guerras
constitucionales en Colombia, Capítulo LXVIII”, Análisis Político, No. 6, enero a abril de 1989, p. 81, nota 6. 2 Ibíd., pp. 82. 3 “La Constitución, salvo lo que en materia de votación ella dispone en otros artículos, sólo podrá ser
reformada por un acto legislativo, discutido primeramente y aprobado por el congreso en sus sesiones
ordinarias; publicado por el gobierno, para su examen definitivo en la siguiente legislatura ordinaria; por esta
nuevamente debatido, y, últimamente, aprobado por la mayoría absoluta de los individuos que componen cada cámara. Si el gobierno no publicare oportunamente el proyecto de acto legislativo, lo hará el presidente del
congreso (Art. 7 del acto legislativo número 1 de 1968)”, véase la Constitución Política de Colombia, 1886,
artículo 218, varias ediciones.
26
en lo relacionado con la capacidad del constituyente primario –el pueblo– para reformar la
Constitución. Por esta razón, el proyecto siguió adelante pero a través de la firma de un
pacto, en marzo de 1988, entre Misael Pastrana, jefe del partido Conservador, y el
presidente Virgilio Barco, como jefe del partido Liberal.
El 4 de abril del mismo año el Consejo de Estado declara inconstitucional el mentado pacto
y la propuesta es sometida a la reglamentación existente. Se convierte en un proyecto de
acto legislativo –Acto Legislativo No. 11– presentado al Congreso, de acuerdo con lo
estipulado en el artículo 218 de la Constitución, en julio del mismo año. Luego de su
aprobación inicial, el proyecto fue retirado por el mismo gobierno debido a la inclusión, por
parte de la comisión primera de la Cámara de Representantes, del tema de la extradición en
la enmienda4.
Con este suceso la iniciativa del gobierno había llegado al rotundo fracaso, tan sólo
quedaban siete meses de administración y la anhelada reforma se veía, a comienzos de
1990, como una tarea más de la siguiente administración.
Paralelo a esta iniciativa de reforma constitucional ocurría uno de los eventos más
recordados en la historia colombiana de fines de siglo. El 18 de agosto de 1989 fue
asesinada una de las figuras políticas más importantes de la época, representante del partido
liberal, senador y, en ese momento, precandidato a la presidencia de la República, Luis
Carlos Galán. Este asesinato tuvo un gran impacto en la opinión pública nacional e
internacional y fue la condición necesaria para la declaratoria del presidente Barco de
guerra total contra el narcotráfico.
Este momento es crucial para entender el surgimiento de la movilización estudiantil
universitaria. Luego de las honras fúnebres del dirigente político en el cementerio central de
Bogotá, algunos estudiantes de universidades privadas, particularmente la Javeriana y la del
Rosario, empezaron a ver la posibilidad de realizar una protesta contra la violencia por la
4 Véase, El Tiempo, “Ponente cambia 36 artículos”, 29 de noviembre de 1989, pp. 1A y 6A. “Emboscada al
Gobierno anoche en el Congreso”, 01 de diciembre de 1989, pp. 1A y 6A. “Rebelión: aprobada reforma con
„mico‟ de extradición”, 06 de diciembre de 1989, pp. 1A, 7A y 12A.
27
cual estaba atravesando el país y que ya sentían en carne propia debido al asesinato de Luis
Carlos Galán5.
De esta situación surgió la primera manifestación pública de los estudiantes. El 25 de
agosto, ocho días después del asesinato de Galán, realizaron una marcha en protesta contra
la violencia y la situación del país, la cual tuvo como punto de llegada el cementerio donde
había sido enterrado el dirigente político. Para los activistas estudiantiles la marcha debía
tener un claro sentido de protesta contra la violencia, por esta razón la llamaron “la marcha
del silencio”6. Al final de la marcha, los estudiantes leyeron un comunicado en el cual los
principales temas tratados fueron: el rechazo a la violencia, el respeto de los Derechos
Humanos, el apoyo a las instituciones democráticas, el rechazo de la intervención armada
extranjera en el conflicto colombiano, la solicitud de la convocatoria del pueblo para
reformar las instituciones y la depuración de las fuerzas militares, la policía, el gobierno y
los partidos políticos7.
Las perspectivas de la movilización estudiantil, luego de la marcha, se centraron en dos
propuestas complementarias entre sí. La primera era la realización del Frente Unido
Estudiantil de Colombia (FUEC), en el cual se formularan respuestas a la crisis del país:
“El F.U.E.C. es un movimiento estudiantil, democrático, pluralista, que condena la
violencia en cualquiera de sus manifestaciones, y que no está suscrito a ninguna corriente o
5 Es importante mencionar de Luis Carlos Galán que, además de ser un dirigente político con gran
popularidad, su carrera política fue reconocida desde su dirigencia estudiantil en la Universidad Javeriana,
donde realizó sus estudios. 6 Esta marcha se hizo recordando el antecedente de la Manifestación del Silencio dirigida por el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán: “El 7 de febrero [de 1948] Gaitán montó el espectáculo más dramático de su
vida, la Manifestación del Silencio (....) Gaitán convocó al atardecer en la Plaza de Bolívar a sus seguidores.
Por lo menos cien mil bogotanos acudieron al llamado. Se le ordenó a la multitud que vistiera de negro y
llevara grandes banderas del mismo color. Debía congregarse en perfecto silencio en señal de duelo por los
muertos de la violencia. No debía haber vítores ni canciones. Gaitán quería „un silencio sagrado‟ para obtener
unidad dentro de la multitud”, Herbert Braun. Mataron a Gaitán, Bogotá: Norma, 2a. edición, 1998, p. 237.
Desde luego que la marcha de los estudiantes no tuvo la misma ascendencia política ni la relevancia histórica;
en palabras del mismo Braun, si Gaitán hubiera querido ordenar a la multitud atacar a la presidencia, ni la
policía ni el ejército habrían podido hacer algo, en cambio les ordenó volver a sus hogares. 7 Jorge Orjuela y Víctor Rodríguez. Semilla en tierra seca. La Constituyente: del sueño juvenil al negocio
político, Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez–Colegio mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1993, p.
29. Orjuela, estudiante de derecho en la Universidad del Rosario, fue activista del movimiento estudiantil. No sobra mencionar que uno de los líderes más importantes del movimiento estudiantil, Fernando Carrillo,
además de ser profesor en la Universidad Javeriana perteneció a las juventudes del Nuevo Liberalismo,
proyecto político encabezado por Luis Carlos Galán.
28
partido político”8. La segunda propuesta consistía en la realización de mesas de trabajo en
las cuales los estudiantes analizarían la problemática del país para proponer soluciones.
A pesar de la masiva participación en la marcha del silencio, las dos propuestas no se
alimentaron mutuamente y el efecto pensado por los estudiantes fue disímil para una y otra
propuesta. El FUEC tuvo algunas reuniones en las cuales se adelantó, principalmente, la
escritura de sus estatutos como una forma inicial de organizar el curso futuro de la acción
colectiva. No obstante, esto no fue suficiente para garantizar su permanencia en el tiempo,
sin embargo correspondió a una propuesta de organización en los albores del movimiento
estudiantil.
La segunda propuesta, si bien pensada para que las mesas de trabajo funcionaran en la
mayoría de las universidades partícipes de la protesta pública del 25 de agosto, tuvo mayor
acogida en la Universidad del Rosario. Fue allí donde los estudiantes de las otras
universidades acudían y, junto con los rosaristas, articularon las discusiones en torno a dos
temas principales. El primero, relacionado con la búsqueda de argumentos jurídicos para
defender la constitucionalidad de los decretos de estado de sitio que reglamentaban las
medidas tomadas contra el narcotráfico –la extradición y la confiscación de bienes– a raíz
del asesinato de Luis Carlos Galán. El segundo, relacionado con la problemática política
nacional, trataba temas como la reforma del Estado, los partidos políticos y, en especial, el
Congreso. Como puede apreciarse, los temas fueron tratados desde el punto de vista de la
jurisprudencia y, por ende, las conclusiones de las mesas de trabajo tienen un carácter
preponderantemente jurídico9.
8 Véase Frente Unido Estudiantil de Colombia, FUEC. Acta del 9 de septiembre de 1989. Ésta acta es firmada
por representantes de las universidades: América, Andes, Distrital, Externado, Gran Colombiana, Javeriana,
Nacional, Sabana, Pedagógica, Santo Tomás y Sergio Arboleda. 9 Interesante la semejanza de dichas conclusiones con algunas ideas de Luis Carlos Galán: “Del siglo XIX al
siglo XXI la tarea prometida por el liberalismo a las últimas cinco generaciones para la construcción de la
democracia está incompleta y los desafíos que se avecinan para la próxima generación son inconmensurables.
Nuestra democracia política requiere avances concretos en el sistema electoral para que sea libre y secreto; en
las garantías políticas para que la oposición pueda fiscalizar al Gobierno y construir alternativas dentro del
marco constitucional; en el funcionamiento de las corporaciones públicas (...) y en la modernización de los partidos para que las instituciones puedan ser representadas por todos”. Misiva de Galán a Julio César
Turbay, director nacional del partido liberal, 15 de agosto de 1989; en Enrique Gómez Mejía (Editor). Galán,
Bogotá: Asamblea Departamental de Santander, 1990, p. 160.
29
Estas conclusiones adoptaron la forma de peticiones específicas de reforma al sistema
político colombiano. Una de ellas consistía en “adoptar los mecanismos de plebiscito y
referéndum para tramitar las reformas constitucionales”10
como solución a los límites
impuestos por el artículo 218 de la Constitución de 1886 a todo tipo de reforma externa al
fuero del Congreso. La segunda era la eliminación de los auxilios parlamentarios, una
propuesta ligada a la pérdida de credibilidad del Congreso y a los crecientes escándalos
públicos de corrupción y clientelismo que pululaban en la época. La tercera propuesta era la
conformación de una Asamblea Nacional Constituyente que reformara la Constitución de
188611
.
El conjunto de la propuesta estudiantil fue publicado en un aviso de prensa en el cual se
convocó el apoyo de los lectores mediante la recolección de sus firmas12
. En relación con el
tipo de reforma constitucional, fueron seis los puntos específicos: Congreso, régimen de
derechos civiles, Derechos Humanos y garantías sociales, administración de justicia,
reglamentación de los estados de excepción –estado de sitio y emergencia económica–,
mecanismos de planificación de la economía y ampliación de los mecanismos de la
descentralización administrativa. El aviso se publicó a nombre de estudiantes de las
universidades del Rosario, Andes, Javeriana, Externado, Jorge Tadeo Lozano, Gran
Colombia, El Bosque, Sergio Arboleda, Sabana, La Salle, Cesa y Nacional. Excepto por la
Universidad Nacional, todas son instituciones privadas.
A raíz de ésta acción pública, los medios de comunicación referencian al grupo estudiantil
como el movimiento estudiantil Todavía podemos salvar a Colombia. La razón de este
nombre fue el encabezado que los estudiantes le dieron a su propuesta: “Ciudadano
colombiano. Todavía podemos salvar a Colombia. Si quiere participar en la solución de los
problemas nacionales, firme con su nombre y número de cédula esta propuesta y envíela al
10 Jorge Orjuela y Víctor Rodríguez, Ibíd., p. 33. 11 A este respecto Orjuela y Rodríguez son enfáticos: “Pero, es necesario afirmar, que no analizaremos en este
estudio el trabajo de la Asamblea y los resultados anejos a la actividad del movimiento estudiantil, aun
cuando dichos resultados, a nuestro parecer, no se compadecen plenamente con las intenciones del
movimiento; hecho que de entrada puede ser observado, cuando el verbo utilizado en el aviso es reformar y
por ningún lado aparece la intención de reemplazar, como en efecto sucedió”, Ibíd., pp. 40,41. No obstante, esta interpretación no es unánime para los miembros del movimiento estudiantil y, por el contrario, algunos
defienden a cabalidad la expedición de la nueva carta política de 1991. 12 Véase, El Tiempo, 22 de octubre de 1989, p. 9A.
30
apartado...”13
. En adelante, ésta combinación de palabras sería un factor de identidad de
determinados círculos estudiantiles, principalmente de las universidades del Rosario y
Javeriana, y en menor medida de la Sabana y Sergio Arboleda, en lo que se conocerá –para
efectos metodológicos del presente estudio– como el grupo estudiantil Todavía podemos
salvar a Colombia .
De esta forma, el grupo estudiantil enfocó su acción en las buenas relaciones con los
medios de comunicación –prensa, radio y televisión– y los dirigentes políticos influyentes –
el mismo presidente de la república, expresidentes, procurador general, magistrados– en lo
que denominaron la campaña del plebiscito para el plebiscito, la cual constituyó una
estrategia de recolección de firmas como sustento de la propuesta, ante el presidente Barco,
de reglamentar un plebiscito en el cual se decidiera reformar la Constitución de 1886
mediante una Asamblea Nacional Constituyente14
.
La otra gran prioridad del grupo, a finales de 1989, fue la comprobación de los malos
manejos que se le venían dando a los auxilios parlamentarios por parte de sus beneficiarios.
Por esta razón, “el 29 de noviembre, en audiencia solicitada por la doctora Marcela Monroy
de Posada, decana de la Facultad de Jurisprudencia del Rosario, con el doctor Alfonso
Gómez Méndez, Procurador general de la Nación, le entregamos la investigación que se
había realizado”15
. Investigación de la cual el periodista Roberto Posada, D‟Artagnan, dio
cuenta en su columna de opinión cuatro días después16
.
13 Ibíd. 14 Esta prioridad mediática planteada por los estudiantes puede apreciarse a través de algunos sucesos específicos: Junto con el aviso de prensa, el periódico El Tiempo dedicó su artículo Editorial a la propuesta
estudiantil, Ibíd., p. 4A. En esa semana, Radio Todelar dedicó una sesión matutina al debate de la propuesta
estudiantil con la participación de algunos parlamentarios de la época; véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 41.
El 26 de octubre se reunieron con Álvaro Gómez Hurtado, director del periódico El Siglo y dirigente político
del partido conservador; véase El Siglo, octubre 27 de 1989, pp. 1A y última A. Así mismo, el 8 y 15 de
noviembre se transmitieron sendas entrevistas realizadas por el periodista Germán Castro en su programa de
televisión Enviado Especial. El 30 de noviembre, el periódico El Espectador reseñó una entrevista hecha a los
estudiantes, en la cual se desarrolla el contenido de su propuesta; véase El Espectador, noviembre 30 de 1989,
p. 1B. 15 Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 51. 16 Véase, El Tiempo, diciembre 3 de 1989, p. 5A. El influyente columnista era esposo de la mencionada
decana de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario. Por esta razón, además de la capacidad estudiantil en la búsqueda de contactos influyentes, es entendible el temprano cubrimiento dado por los
medios de comunicación –especialmente por el periódico El Tiempo, el más reconocido del país– a sus
acciones.
31
El objetivo del grupo estudiantil era demostrar, mediante la acción de la institución
competente para el caso, que los auxilios parlamentarios estaban siendo empleados para
suplir intereses particulares y no para cumplir con su finalidad de servicio a las distintas
comunidades locales y nacionales, lo cual constituía el mandato establecido en la
Constitución y el deber del Congreso como institución representativa de la nación17
.
Como se relató más arriba, mientras el grupo estudiantil buscaba el apoyo público a su
propuesta, se tramitaba en el Congreso la reforma constitucional propuesta por el presidente
Barco, la cual fracasó en diciembre de 1989. Para ese mes la labor estudiantil se vio
menguada debido a las tareas propias de la academia y porque, al parecer, la campaña del
plebiscito para el plebiscito, aunque con cierto grado de acogida en la opinión pública, no
podía ir más allá de los límites logísticos y organizativos del naciente grupo estudiantil. Por
esta razón, la acción de los estudiantes terminó con la culminación del semestre académico
y sólo algunos siguieron sus labores de estudio y discusión para plantear una alternativa a la
reforma constitucional.
El grupo estudiantil Todavía podemos salvar a Colombia estaba conformado,
principalmente, por estudiantes de las universidades del Rosario, Javeriana, Sergio
Arboleda y de la Sabana. En menor medida participaron estudiantes de otras universidades
privadas como la del Externado y la de los Andes. En las vacaciones de final de año, unos
pocos estudiantes mantuvieron el contacto con algunos de los profesores que habían estado
acompañando el proceso estudiantil.
De las discusiones surgieron diversas propuestas en torno a la forma por la cual se podría
garantizar una reforma constitucional por fuera de los límites del Congreso. De este
ambiente de reflexión y búsqueda de argumentos jurídicos brotó la idea de acudir al voto
directo de los colombianos para generar un mandato político con el cual el presidente
17 De la reforma de 1968 desarrollada por la administración del presidente Lleras Restrepo, se destacaron tres
aspectos: la consolidación de la presidencia mediante la tecnocracia, el desmonte del Frente Nacional y la
modernización de los gobiernos locales y regionales. Sin embargo, los resultados efectivos fueron un
creciente presidencialismo, casi autocrático; una nueva versión de la paridad bipartidista; y la aplicación de la racionalidad gerencial al sector público en vez de la devolución del poder a la población. Véase Hernando
Valencia Villa. Cartas de batalla. Una crítica del constitucionalismo colombiano, Bogotá: IEPRI-CEREC,
1987, pp. 163-169.
32
pudiera sustentar política y jurídicamente la convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente.
Se puede observar una estrecha relación entre esta propuesta y la campaña del plebiscito
para el plebiscito. En suma, era un cambio de estrategia para conseguir el mismo objetivo:
el mecanismo de las firmas implicaba costos sociales para la acción colectiva más elevados
–recursos económicos, capital humano, mayor organización, mejor capacidad de difusión–
y además, si se cubrieran dichos costos, ello no garantizaba el impacto necesario para poder
considerar el resultado como un plebiscito del pueblo –si no legal, al menos legítimo–, lo
cual había sido demostrado por la reciente experiencia18
.
La oportunidad para materializar la idea se vislumbró en las elecciones del 11 de marzo de
1990, día en el cual los ciudadanos votarían por seis instancias distintas, a saber: Senado,
Cámara de Representantes, Asambleas Departamentales, Concejos Municipales y Consejos
Intendenciales y Comisariales, Alcaldes y consulta popular liberal. Por lo tanto, la
propuesta consistió en exhortar a la población colombiana para que añadiera un voto más
en las urnas, un séptimo voto en el cual se expresaba si querían convocar una Asamblea
Nacional Constituyente con el fin de reformar la Constitución política de Colombia de
1886.
De esta forma surge el antecedente inmediato de la Constitución de 1991, la séptima
papeleta19
. Sus promotores pensaron que ésta podría superar el impacto obtenido a través
del mecanismo de las firmas, pues la tarea se centraba en garantizar su difusión y cobertura
18 No se sabe con exactitud el número de firmas acopiadas por los estudiantes. Según la versión de los medios
de comunicación, oscilaron entre 25.000 y 30.000 firmas; véase El Tiempo, “La séptima papeleta. Asamblea
Constituyente”, febrero 18 de 1990, p. 6A. Los mismos activistas no tiene clara esta cifra: “yo nunca supe
cuantas, ehh..., en los medios dijeron que treinta mil firmas, entre los estudiantes me dicen que nunca pasó de
diez mil u ocho mil firmas, pero los medios dijeron que 30 mil, de todas formas sirvió”, entrevista a Darío
Dangon, estudiante de derecho, Universidad Sergio Arboleda, junio 7 de 2001. Otro activista estudiantil
afirma: “Hasta ese momento yo no te sé decir, yo creo que llevaríamos un poco más de veinte mil firmas, con
la publicación un solo día cualquiera, digamos que era bastante alta...”, entrevista a Oscar Ortiz, estudiante de derecho, Universidad del Rosario, julio 9 de 2001. 19 Es menester recordar que para estas elecciones aún no se utilizaba el tarjetón electoral. La votación se hacía
mediante papeletas repartidas por la misma organización electoral de los candidatos.
33
a nivel nacional, tarea en la cual habían adquirido cierta habilidad. El asunto logístico se
vio solucionado, en parte, con la ayuda de los periódicos.
El Tiempo obsequió un millón de papeletas al grupo estudiantil y en algunas de sus
ediciones imprimió papeletas para que la gente las recortara y votara con ellas. Esto último
fue realizado por algunos periódicos de Medellín –El Colombiano–, Cali –El País–,
Barranquilla –El Heraldo– y Bucaramanga –Vanguardia Liberal–. De este modo, restaba
garantizar el destino de la papeleta en manos de los electores, labor en la cual se emplearon
los estudiantes, sus amigos y hasta sus familias20
. La nueva estrategia gozaba de una
ventaja comparativa, pues la convocatoria masiva la realizaba, por sí misma, la jornada
electoral. Sin embargo, la tarea ofreció algunos bemoles inesperados.
La acción de los estudiantes tuvo la misma prioridad mediática y diplomática de finales de
1989, no obstante, sortearon otras dificultades de tipo constitucional y jurídico para
justificar un mecanismo que, desde la perspectiva constitucional y electoral, era ilegal.
Como era de esperarse, la justificación se centró en el campo de la jurisprudencia, pues
eran mayoritariamente estudiantes de derecho quienes proponían la alternativa.
La situación era la siguiente: i) el artículo 218 de la Constitución reglamentaba la reforma
constitucional expresamente a través de un acto legislativo tramitado por el Congreso; ii) el
problema político del país se centraba precisamente en la pérdida de legitimidad del sistema
político y, en especial, del Congreso. En consecuencia, el argumento jurídico de los
estudiantes apelaba al artículo 2º de la Constitución, el cual establecía la soberanía de la
nación para regir los poderes públicos21
. Los estudiantes acudían a la idea del poder
constituyente primario –el pueblo– sobre el poder constituyente designado o secundario –
instituciones representativas, el Estado–. Esta tesis constitucional se aprecia claramente en
la siguiente reproducción de la séptima papeleta:
20 “Y nos pusimos de acuerdo para repartir la papeleta. Nuestras familias, amigos, todo el mundo participó
porque ahí ya no lo hicimos nosotros solos...”, entrevista a Guillermo Barrera, estudiante de ciencias sociales,
Universidad Pedagógica Nacional, junio 9 de 2001. 21 “La soberanía reside esencial y exclusivamente en la nación, y de ella emanan los poderes públicos, que se
ejercerán en los términos que esta Constitución establece”, véase la Constitución política de Colombia, 1886,
varias ediciones.
34
“VOTO POR COLOMBIA
SÍ A UNA ASAMBLEA
NACIONAL CONSTITUYENTE
CUYA INTEGRACIÓN REPRESENTE DIRECTAMENTE AL PUEBLO COLOMBIANO, CON EL FIN DE REFOR-
MAR LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
En ejercicio de la soberanía reconocida en el artículo 2º de la
Constitución nacional, el poder electoral escrutará este voto.”22
La anterior era la justificación constitucional de la propuesta, el otro asunto por resolver era
la validez jurídica del voto. Los estudiantes requerían precisar si el voto por la séptima
papeleta anulaba los otros seis votos depositados por el elector y, de no ser así, si ésta iba a
ser escrutada por la autoridad competente, la Registraduría Nacional del Estado Civil. Para
este fin, el 23 de febrero de 1990 los estudiantes enviaron una carta al Registrador
Nacional, Jaime Serrano Rueda, en la cual interrogaban si “la inclusión de una séptima
papeleta con las palabras VOTO POR COLOMBIA, anula los demás votos”23
. El 27 de
febrero, el Registrador les contestó en otra misiva: “De lo anterior se desprende que la
inclusión de la llamada «séptima papeleta» aunque no se encuentra cobijada dentro de los
términos de la convocatoria legal a las elecciones no constituye causal de anulación”24
.
De esta forma, los estudiantes podían comprobar ante los electores potenciales la validez de
la séptima papeleta, sin embargo, no implicaba que la Registraduría estuviera en la
obligación de escrutar el voto. La solución a este inconveniente se planteó también desde el
punto de vista legal. Los estudiantes esgrimieron el argumento de que los jurados de
votación debían registrar los votos por cualquier persona natural o jurídica en el campo de
observaciones del formulario de votación25
. No obstante, era una cuestión no reglamentada
y dependía exclusivamente del libre albedrío de los jurados para definir si la escrutaban y la
registraban en el campo de las observaciones. Por esta razón, la organización estudiantil se
22 Este ejemplar de la séptima papeleta me fue obsequiado por el abogado constitucionalista, Darío Dangon. 23 Véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 84. 24 Ibíd., p. 85. 25 Esta es la razón por la cual encabezaron el texto de la papeleta con “Voto por Colombia” y su interrogante
al Registrador se refería específicamente al voto por Colombia, entendido este como el sujeto sobre el cual se
votaba, véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 70. Y la entrevista hecha a Oscar Ortiz.
35
amplió a una actividad de verificación del escrutinio de la séptima papeleta el 11 de
marzo26
.
La solución a los problemas jurídicos y constitucionales anteriormente mencionados
obtuvieron en la prensa el mayor medio de difusión y legitimación frente a la sociedad
colombiana. Si se realiza una revisión sistemática de la prensa escrita en el país durante la
época, se puede apreciar que la idea de la séptima papeleta es publicada en los primeros
días de febrero y se convierte en asunto público de gran relevancia en no más de dos meses
de duración. De esta forma, la relación con los medios de comunicación fue sustancial a la
hora de alcanzar el éxito de la idea, por lo menos en su parte difusiva.
El “lanzamiento” público de la idea ocurrió el 6 de febrero de 1990. Fernando Carrillo, uno
de sus ideólogos, transmitió la idea mediante un artículo divulgado por el periódico El
Tiempo27
. Así mismo, el diario El Espectador cubrió la visita de los estudiantes al
presidente Barco, efectuada el 8 de febrero, en la cual se presentó la idea sustentada con las
firmas acopiadas desde octubre del año anterior28
. El 22 del mismo mes el artículo Editorial
de El Tiempo dedica sus letras a la propuesta. La respuesta nacional no se hizo esperar, el
22 de febrero se registró el tema en Bucaramanga. Lo propio ocurrió el 24 de febrero en
Medellín, y, el primero y dos de marzo en Cali y Barranquilla, respectivamente29
.
26 Esta actividad consistió en la ubicación de los estudiantes en las distintas mesas de votación para que, en el
momento del escrutinio, se pudiera llevar un registro del voto por la séptima papeleta. Estos registros eran
acopiados por un coordinador de zona, quien era el encargado de transmitir la información al centro de
computo, ubicado en una bodega de la zona industrial del barrio Los Álamos, en la ciudad de Bogotá. Así
mismo, ésta organización electoral estudiantil se realizó en algunas ciudades del país como Cali, Medellín, Barranquilla. 27 Véase El Tiempo, 6 de febrero de 1990, p. 5A. Ya el 4 de febrero, este periódico hizo mención a la idea
estudiantil a propósito del cubrimiento de un foro ideológico del partido liberal celebrado un día antes y en el
cual algunos estudiantes plantearon la propuesta. No obstante, la idea como tal es presentada en el artículo de
Carrillo, véase El Tiempo, 4 de febrero de 1990, p. 8A. 28 Véase El Espectador, 9 de febrero de 1990, p. 5A. 29 Véase Vanguardia Liberal, 22 de febrero de 1990, p. 10A. El Colombiano, 24 de febrero de 1990, p. 6A. El
País, 01 de marzo de 1990, p. B3. El Heraldo, 02 de marzo de 1990, p. 5A. Se establecen dos momentos en la
difusión de la séptima papeleta. El primero, a partir de los primeros de febrero hasta el 22 del mismo, día en el
cual el Editorial de El Tiempo le da su apoyo a la idea. Luego de esto, se amplían los límites geográficos y
políticos de la discusión; en las principales ciudades del país se cubre no sólo lo acontecido en la capital –
declaraciones de los expresidentes, declaraciones de los candidatos, conceptos del Registrador, Procurador y demás autoridades del Estado, etc.–, también se crea una dinámica local en torno a la idea, por esta razón se
cubren foros, seminarios y demás actos públicos en las regiones a propósito de la séptima papeleta y su
relación con el ambiente electoral previo a las elecciones del 11 de marzo. Para una mayor comprensión de la
36
Con este tipo de publicidad30
, la controvertible séptima papeleta devino tema nacional en la
primera semana de marzo y un número heterogéneo de sectores sociales y políticos
vislumbraron en ella una oportunidad para alimentar sus propuestas y campañas. Desde los
expresidentes, pasando por los intelectuales hasta llegar a los dirigentes comunales, se
expresaron opiniones a favor, en contra o, simplemente, indiferentes. De este modo, la
séptima papeleta se convirtió en referente del futuro cambio constitucional y sirvió de
argumento para defender y justificar los decretos de estado de sitio que, posteriormente,
reglamentaron el plebiscito del 27 de mayo y la elección de la asamblea el 9 de diciembre.
Hoy día, la idea del movimiento estudiantil en la etapa preconstituyente se relaciona, más
que todo, con la séptima papeleta; ya como un estereotipo, casi eufemista, por su uso
indiscriminado31
.
La séptima papeleta había sido apropiada por la opinión pública y, el 11 de marzo, la acción
estudiantil se centró en la campaña correspondiente para garantizar la audiencia de la gente
a las urnas con la papeleta extra y se estableció la organización para suplir la falta del
escrutinio oficial por parte de la Registraduría Nacional. En la noche los estudiantes
expidieron un comunicado en el cual, según sus registros, establecían un escrutinio de
416.000 votos para el 45% de las mesas escrutadas32
. El 13 de marzo el grupo estudiantil
relación medios de comunicación - actividad estudiantil, véase el Anexo 1, el cual comprende el inventario de
todas las noticias registradas en la época sobre el movimiento estudiantil. 30 En el sentido Habermasiano: “La publicidad burguesa puede captarse ante todo como la esfera en la que las
personas privadas se reúnen en calidad de público. Pronto se reclaman éstas de la publicidad reglamentada
desde arriba, oponiéndola al poder público mismo, para concertar con ella las reglas generales del tráfico en la
esfera –básicamente privada, pero públicamente relevante– del tráfico mercantil y del trabajo social” y,
añadiríamos, de la esfera política. Jürgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública: la transformación estructural de la vida pública, Barcelona: editorial Gustavo Gili, 1981, p. 65. 31 A propósito de la celebración de los diez años de la Constitución del 91, Fernando Carrillo escribió:
“Algunos interpretaron este proceso como un simple capricho adolescente de quienes cándidamente hablaban
de un papelito que se iba a meter en forma clandestina en las urnas (...) La interpretación del sacrosanto
artículo 218 de la Constitución había resistido todos los embates. Pero la suma del inofensivo papelito marcó
el comienzo del fin de muchos años de inercia constitucional auspiciada por la misma clase política (...) La
utopía iniciada en Colombia en 1990 con un papelito aparentemente inofensivo precipitó una cascada de
reformas a lo largo y ancho de América Latina”. Revista Cambio, “La quijotada de la séptima papeleta”, 25 de
junio-2 de julio de 2001, No. 418, pp. 32-33. Vaya labor de la séptima papeleta, además de la “revolución”
colombiana, impulsó la Latinoamericana, ahí radica el eufemismo. (“Los eufemismos, esos hijos legítimos de
la compasión, nacen con muy buenas intenciones, pero no alcanzan a llegar a la mayoría de edad sin
convertirse otra vez en equivalentes malsonantes del insulto”. Héctor Abad Faciolince, Revista Cambio, “La condena del eufemismo”, No. 416, p. 117.) 32 Véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 117–124. El Tiempo, 11 de marzo de 1990, p. 3B y 12 de marzo de
1990, p. 15A.
37
emite otro comunicado en donde establece un total de 1‟342.000 votos por la séptima
papeleta33
. Pese a lo anterior, el número de votos por la séptima papeleta no se ha podido
saber a ciencia cierta hasta la fecha34
.
Se supone que los estudiantes tenían un recurso legal para saber con seguridad el número
total de séptimas papeletas, el cual debía estar registrado en los campos de observación de
los formularios diligenciados por cada jurado de votación. A este respecto cabe hacer
énfasis en la actividad estudiantil previa al 11 de marzo, la cual centró sus energías en
demostrar y exigir la validez y legitimidad de la séptima papeleta. Una semana después, el
entonces ministro de gobierno, Carlos Lemmos Simonds, vislumbró la posibilidad de
realizar el escrutinio mediante decreto35
. No obstante, al ver el impacto público de la idea,
los estudiantes abandonaron la necesidad del conteo y se unieron al “triunfo de la séptima
papeleta”36
sin comprobarlo objetivamente, pues al hacerlo corrían el riesgo de encontrar
una realidad muy distinta a la imaginada:
“Es importante aclarar que el movimiento dejó de contabilizar los resultados de la
Séptima Papeleta cuando se sobrepasó sobradamente los dos millones de votos. Pero,
nunca se supo ni se sabrá la votación real y total por nuestra propuesta, puesto que no
todos los jurados de votación las escrutaron ni consignaron en las planillas
respectivas. Por ello nunca acudimos al derecho de petición frente a la Registraduría
para que, a este respecto, se nos diera una información oficial. Ni siquiera la Corte
Suprema de Justicia, para el fallo del decreto 927, pidió oficiosamente tal
información, sino que lo asumió como un hecho notorio que describió como „el clamor
33 Véase El Tiempo, 14 de marzo de 1990, p. 6A. El Colombiano, 14 de marzo de 1990, p. 2A. El País, 13 de
marzo de 1990, p. A3. 34 En el proceso de investigación de la presente monografía se acudió a la Registraduría Nacional para hacer
la averiguación correspondiente del voto por la séptima papeleta. Allí no se encuentra información estadística
de la votación debido a su inexistencia legal. Según los funcionarios a quienes se acudió, no es posible hacer
una revisión del archivo físico de los formularios de votación puesto que después de diez años éste es
declarado como archivo muerto, razón por la cual las actas de la elección del 11 de marzo ya han sido
eliminadas. Como contrapartida, la Registraduría publicó un compendio de noticias relacionadas con la
séptima papeleta, véase: Registraduría Nacional del Estado Civil-Consejo Nacional Electoral-Organización Electoral, La 7ª papeleta. El país opinó, el país la aceptó, 1991. 35 Véase El País, 20 de marzo de 1990, p. A2. 36 De este tenor fueron los titulares de prensa luego de las elecciones del 11 de marzo, véase Anexo 1.
38
popular‟. Así, la puerta para que cualquier ciudadano se entere sobre la
cuantificación en planillas de la séptima Papeleta está abierta.”37
Con el paso del tiempo el asunto puede ser visto desde otra óptica:
“La otra instancia era cuando llegaran todos los votos a la Registraduría, pero a
nosotros no se nos permitió entrar a la Registraduría a decir estas son nuestras
séptimas papeletas. Las voces que tenemos es que sí las contaron extraoficialmente y
que eran muy poquitas, lo otro es que también debe haber un informe general de actas
en donde esté registrado cuántos jurados de mesa anotaron cuántas séptimas
papeletas había en ese último E-17 o E-18 que tenía el tarjetón, pero parece que no
eran muchas. Entonces era perder el boom de la opinión si el Registrador salía a la
semana diciendo hubo doscientas mil papeletas en Colombia por la séptima papeleta;
entonces si uno no quiere saber algo mejor no lo pregunta, por eso yo en el libro invito
a que si alguien quiere hacer el derecho de petición, lo haga...”38
En conclusión, la séptima papeleta, más que un hecho electoral, fue un hecho político y
social de gran relevancia en la historia del país, pues se convirtió en el catalizador de las
frustradas intenciones del sistema político por conjurar la crisis nacional. No obstante, es
claro que sin esa relación estrecha con los medios de comunicación, la propuesta no habría
tenido ese impacto en la opinión pública.
Es preciso hacer un alto en el camino para tratar algunas características de la acción
colectiva estudiantil hasta las elecciones del 11 de marzo. Hasta el momento, el recuento
histórico se ha centrado en la descripción de las actividades del grupo estudiantil Todavía
podemos salvar a Colombia –TPSC en adelante–. No obstante, junto con ellos había
estudiantes de otras universidades que participaron del proceso convocados por la iniciativa
rosarista y javeriana pero que, desde un principio, establecieron algunas diferencias en la
concepción de las propuestas y las formas de la acción.
37 Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 123. El subrayado es mío. 38 Entrevista a Jorge Orjuela, estudiante de derecho, Universidad del Rosario, 06 de julio de 2001. Subrayado
mío.
39
Este grupo, denominado Movimiento Estudiantil por la Constituyente –MEC en adelante–,
tenía una composición más heterogénea que TPSC. Allí participaron estudiantes de
universidades públicas como la Nacional, la Pedagógica Nacional, la Distrital; y de
universidades privadas como la de los Andes, el Externado de Colombia y la de La Salle,
entre otras. De esta forma, y a pesar de sus continuos roces, la división tajante entre los dos
grupos se dio luego de las elecciones de marzo39
.
El primer consenso logrado por los estudiantes se plasmó en el comunicado leído el 25 de
agosto de 1989, al finalizar la marcha del silencio en el cementerio central40
. La unión se
mantuvo en la publicación del aviso de prensa el 22 de octubre de 1989 por el cual se inició
la campaña del plebiscito para el plebiscito41
, no obstante, en él no apareció la participación
de algunas universidades importantes en el proceso, como la Pedagógica Nacional y la
Distrital. Ya para 1990, con el surgimiento de la idea de la séptima papeleta, los integrantes
de TPSC difundieron su propuesta a través de un repertorio de acción muy conocido en los
ámbitos estudiantiles: la convocatoria de reuniones amplias en distintas universidades.
El primer registro de las reuniones es paralelo al inicio del semestre académico en 1990. El
primero de marzo se realizaron sendas reuniones en el Externado –en la mañana– y en la
Javeriana –en la tarde–. El objetivo de dichas reuniones era pensar y definir la estrategia de
repartición y escrutinio de la séptima papeleta en las ciudades más importantes del país.
Uno de los asuntos más recordados en esta reunión fue la oposición entre dos miembros del
consejo estudiantil de la Facultad de Derecho del Externado, uno de ellos fue apoyado por
estudiantes de la Nacional, razón por la cual se convocó seguir en las horas de la tarde en la
Javeriana, no obstante, “la reunión amplia de la Javeriana no se hizo, y sólo un pequeño
salón escuchó las mismas diatribas de la mañana, por los mismos grupos interesados”42
. De
39 Es necesario hacer una aclaración metodológica. Se entiende por movimiento estudiantil por la Asamblea
Constituyente el conjunto de las acciones colectivas estudiantiles ocurridas en el periodo 1989-1991 en
Colombia y cuyo liderazgo fue asumido, en especial, por dos grupos estudiantiles: el MEC y TPSC. Ésta
distinción supera la concepción común de los dos grupos como movimientos separados y su justificación está
sobre la base de la conceptualización de los movimientos sociales adoptada en la presente monografía, la cual
será desarrollada con más detalle en el tercer capítulo. 40 Véase el comunicado en El Espectador, 26 de agosto de 1989, p. 13A. 41 Véase la nota 14 del presente capítulo. 42 Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 88
40
esta forma, se hacía manifiesta la división latente del movimiento estudiantil en dos grupos
protagónicos.
El seis de marzo realizaron otra reunión en el Rosario con la misma finalidad de la anterior.
Esta vez la manzana de la discordia fue el comunicado mediante el cual se quería exhortar a
la opinión pública a votar por la propuesta y establecer algunas posiciones del movimiento
en relación con la composición y el tipo de asamblea que se proponía. La discusión se
aplazó para el 8 de marzo en el Externado, en donde los estudiantes acordaron un texto
definitivo del comunicado y el cual fue divulgado en un periódico capitalino43
. Sin
embargo, los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Nacional no se sumaron a la
propuesta y se presentaron con un comunicado independiente44
.
Del comunicado concertado se destacan tres puntos, los cuales van a constituir el conjunto
de aspectos nodales sobre los cuales se desarrollaría el proceso constituyente y sobre los
cuales la diferencia entre los grupos estudiantiles se haría explícita45
: para los estudiantes,
la conformación de la asamblea debía ser amplia, en donde tuvieran participación los
sectores sociales, económicos y políticos del país; esto fue plasmado en la consigna “No a
una Asamblea de „notables‟. No a una asamblea de la clase política”46
. El contenido de la
reforma debía ser establecido por un “Gran Debate Nacional”, cuyo objetivo era
democratizar la vida del país y buscar salidas a la crisis nacional. Por último, la garantía
democrática del proceso la establecía el carácter público y ampliamente divulgado de la
asamblea; así mismo, su resultado debía ser refrendado por el pueblo47
. Por otro lado, el
comunicado de los estudiantes de derecho de la Nacional contempló los riesgos de la
convocatoria de una Asamblea Constituyente, pues podría ser un acto reflejo de
reacondicionamiento del establecimiento para que todo siguiera igual. Declararon que
quedaba a decisión personal la participación o no en el debate electoral.
43 Ibíd., pp. 108 y 109. Véase El Espectador, marzo 10 de 1990, p.7A. 44 Orjuela y Rodríguez, pp. 103 y 104. 45 Diferencias que son más de forma que de contenido, como en efecto lo demuestra el consenso alcanzado en este comunicado, véase el capítulo 3 de la presente monografía. 46 El Espectador, Ibíd. 47 Ibíd.
41
De esta forma, se aprecia un hilo conductor entre la crisis política nacional, caracterizada
por la debilidad del Estado, la pérdida de legitimidad de las instituciones representativas y
una democracia restringida –entre otras condiciones estructurales–, y la propuesta
estudiantil, la cual establecía la reforma constitucional como un mecanismo necesario para
sortear la crisis y buscar nuevas condiciones del sistema político.
Sin embargo, luego del 11 de marzo el asunto de la reforma constitucional se convierte en
una prioridad nacional y su conducción y determinación trasciende los ámbitos
estudiantiles. A partir del suceso político de la séptima papeleta el decurso del movimiento
estudiantil va a estar determinado no por sus propias iniciativas sino por las condiciones en
las cuales se mueve la vida política y social del país. Así mismo, ésta dinámica nacional
terminaría por influir el desenlace del movimiento estudiantil.
2.2 Proceso de Reforma Constitucional
La acción de los estudiantes se dirigió a evitar que el impacto político producido por la
séptima papeleta se perdiera. En este sentido, el objetivo próximo era conseguir que el
presidente de la república reglamentara un plebiscito para la elección presidencial, el 27 de
mayo, en el cual la población colombiana decidiera si se realizaba una reforma
constitucional a través de una Asamblea Constituyente.
No obstante, la división entre los dos grupos se hizo clara en el foro universitario de la
Universidad Libre, llevado a cabo el 16 de marzo de 1990. Ese mismo día el MEC publicó
una carta, difundida por el diario El Espectador, en la cual convocaba a un congreso
universitario para el 12 y 13 de mayo48
. El grupo TPSC, en desacuerdo con el contenido de
la carta49
, contestó con la propuesta de realizar un foro por la constituyente para el 18 de
abril50
; no obstante, era una fecha bastante cercana para que el grupo pudiera realizarla
48 El Espectador, marzo 16 de 1990, p. 8A. 49 Al respecto, un integrante de TPSC comenta: “Así las cosas, cuando se nos presentó este comunicado para
que lo respaldáramos, fue como un contrato de adhesión puesto que el movimiento no participaba en su
elaboración y no se permitía modificarlo. Por esto el frágil lazo que había impedido las disidencias y la oposición se rompió de manera irreparable, y por ello no figuró en él „Todavía podemos salvar a Colombia‟”,
Orjuela Y Rodríguez, Ibíd., p. 127. 50 Véase El Tiempo, marzo 17 de 1990, p. 6A.
42
exitosamente y finalmente no se hizo. Así las cosas, luego del “éxito” de la séptima
papeleta, el movimiento estudiantil se recrea en un ambiente de continua competencia entre
los dos grupos estudiantiles.
Es necesario mencionar que además de la vanguardia del movimiento, expresada en los dos
grupos estudiantiles, algunas organizaciones de izquierda como la Juventud Comunista y el
Partido Socialista de los Trabajadores, y organizaciones de derecha como Tradición,
Familia y Propiedad, participaron en las distintas actividades y reuniones, lo cual ampliaba
el espectro ideológico y político del movimiento y las condiciones de su posterior
desarrollo.
Los estudiantes realizaban asambleas en las universidades no sólo para poner a discusión
sus propuestas, también les interesaba recibir las de los ciudadanos, organizaciones sociales
y políticas de diferente índole y gremios económicos interesados en el asunto de la reforma
constitucional. De esta forma, el movimiento estudiantil encaminó sus acciones a impulsar
el debate en torno al contenido de la propuesta de reforma y puso especial énfasis a la
forma de convocatoria de la asamblea, su composición y el temario.
A su vez, los medios de comunicación presionaban al gobierno para que buscara una salida
jurídica que garantizara la inclusión del tema de la asamblea en la votación del 27 de
mayo51
. El nuevo ministro de Gobierno, el liberal Horacio Serpa, examinaba mecanismos
para reglamentar el plebiscito52
y se posicionó como el canal de comunicación entre el
movimiento estudiantil y el gobierno. De esta forma, el ministro tuvo sendas reuniones con
el MEC y TPSC el 18 y 19 de abril, respectivamente.
De la primera reunión surgió la iniciativa del cambio de fecha del foro propuesto para el 12
y 13 de mayo. Los estudiantes del MEC, con el apoyo del Cinep, propusieron la realización
de un congreso nacional estudiantil el 4 y 5 de mayo, y un foro proconstituyente, el 6 de
51 Véase Anexo 1. 52 El gobierno, a mediados de abril, empezó a realizar conversaciones con los principales partidos políticos
para conseguir el apoyo a la Asamblea Constituyente, pues se corría el riesgo de que su convocatoria
fracasara por falta de sustento político y legal. Véase El Tiempo, 02 de abril de 1990, 7A.
43
mayo, con la participación de distintos sectores de la sociedad colombiana. En la reunión
con TPSC el ministro Serpa recibió un comunicado en el cual los estudiantes concretaban
su propuesta y recomendaban el camino a seguir53
.
Del mismo modo, para finales de abril el gobierno siguió los contactos con los partidos
políticos con el fin de llegar a un acuerdo político que le diera cierta garantía a la
convocatoria de la Asamblea Constituyente por parte del presidente Barco. No obstante,
algunos políticos influyentes, como el expresidente Julio César Turbay, expresaban la
necesidad imperiosa de reformar primero el artículo 218 de la Constitución política54
. Pero
la labor diplomática surtió efecto y el 25 de abril se alcanzó un preacuerdo, el cual se
cristalizó con la creación de una comisión integrada por un miembro de cada partido
político y de cada sector social, encargada de estudiar el tema de la reforma
constitucional55
.
A pesar de todo, los estudiantes no fueron invitados al acuerdo. Por esta razón veían este
proceso como una “salida en falso” a la reforma constitucional por su carácter político y
restringido. De esta forma emprendieron la campaña de crítica del acuerdo y de persuasión
a los candidatos presidenciales para que se sumaran a la propuesta de la reforma
constitucional por la vía extraconstitucional56
. El principal temor expresado por los
estudiantes era la posibilidad de que la asamblea se convirtiera en un mecanismo para el
reacomodo de la vieja clase política; por esta razón pedían, casi a modo de consigna, una
asamblea amplia y democrática.
Sin embargo, la percepción del acuerdo político varió acorde con cada grupo estudiantil. El
grupo TPSC exigía que en el acuerdo se establecieran tres puntos: i) la asamblea debía ser
53 La propuesta de TPSC era básicamente una Asamblea Constituyente integrada por los diversos sectores de
la sociedad, preferiblemente elegidos de manera colegiada, véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 143-152. 54 La propuesta del expresidente se conoció el 21 de abril e inmediatamente los estudiantes del grupo TPSC le
respondieron, el 23 del mismo mes, a través de una carta en la cual apelan a la séptima papeleta como un
“hecho político sin precedentes” en la historia del país, hecho que debía ser respetado como un mandato
directo del pueblo para convocar la Asamblea Constituyente; véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 155-157. 55 Véase El Tiempo, 26 de abril de 1990, pp. 1A y 7A. El Colombiano, 24 de abril de 1990, p. 3A. El Heraldo, 03 de mayo de 1990, p. 3A. 56 Véase El Tiempo, Ibíd. y 25 de abril de 1990, p. 3A. El País, 29 de abril de 1990, p. A8. El Colombino, 23
de abril de 1990, p. 6A.
44
convocada por el presidente de la república; ii) debía haber un término de 120 días para su
convocatoria; y iii) en su conformación debía haber participación de las fuerzas políticas y
sociales del país57
. Por su parte, el MEC con una postura más radical afirmó que si en los
acuerdos primaba los intereses de los partidos políticos sobre las propuestas de los demás
sectores de la sociedad, podrían emprender una “ardua campaña por el No voto a una
Asamblea Constituyente de la clase política”58
. Esta tendencia contradictoria permanecería
más adelante en la discusión sobre el decreto 927, el cual reglamentó el plebiscito para las
elecciones del 27 de mayo.
Pese a la consecución del preacuerdo, la polémica surgida de las discusiones y un suceso de
trascendencia en la vida nacional influyeron de manera relevante en la frustración del pacto
político. El 26 de abril fue asesinato Carlos Pizarro, candidato presidencial por el recién
reinsertado M-19. Luego de esto, las labores gubernamentales se fueron a pique y el
presidente no tuvo otra alternativa que convocar la asamblea mediante decreto de estado de
sitio, el decreto número 927 del 3 de mayo de 199059
.
Los dos días siguientes, el 4 y 5 de mayo, se realizó el primer congreso nacional estudiantil
por la constituyente en Bogotá, en la Universidad de la Salle. Su organización estuvo a
cargo del MEC y, para sus integrantes, el objetivo era darle presencia nacional al
movimiento estudiantil60
, razón por la cual, además de presionar la convocatoria de la
constituyente, habían establecido comunicación con universidades de diferentes ciudades
del país para tener una participación masiva de sus representantes61
. No obstante, el
congreso estuvo pleno de posiciones contradictorias en torno al decreto.
En sus consideraciones, el decreto hace referencia a la voluntad, expresada en la elecciones
del 11 de marzo, de un número considerable de ciudadanos de reformar la Constitución
57 Véase Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 159 y 160. 58 Véase El Tiempo, 30 de abril de 1990, p. 6A. Revista Cromos, número 3770, 30 de abril de 1990, pp. 14-16. 59 Véase el decreto en Una Constituyente para la Colombia del futuro, Departamento de Ciencia Política,
Universidad de los Andes-Fescol, Bogotá: segunda edición, noviembre de 1990, pp. 147-150. 60 Véase la entrevista a Fabio Villa, estudiante de sociología, Universidad Nacional de Colombia, junio 13 de 2001. 61 Se estima una participación de unas cien universidades y colegios de todo el país Véase El Tiempo, 04 de
mayo de 1990, p. 7A.
45
Política, por esta razón el gobierno interpretó “la voluntad de los colombianos” y facultó a
la “Registraduría Nacional del estado Civil para contabilizar los votos que se produzcan en
torno a la posibilidad de convocar una Asamblea Constitucional por iniciativa popular”62
.
El voto por la Asamblea Constitucional se haría en una tarjeta electoral y llevaría el
siguiente texto:
“¿Para fortalecer la democracia participativa, vota por la convocatoria de una
Asamblea Constitucional con representación de las fuerzas sociales, políticas
y regionales de la nación, integrada democrática y popularmente para reformar
la constitución política de Colombia? Si – No”63
Como puede apreciar el lector, el texto del voto cambia el término Asamblea Constituyente,
utilizado hasta ese entonces de manera unánime, por el de Asamblea Constitucional. Para el
ejecutivo, el objetivo de dicha asamblea era ampliar las posibilidades de participación
ciudadana con el fin de hacer más sólida la democracia colombiana64
. No obstante, algunos
sectores de la sociedad colombiana, entre ellos una parte del movimiento estudiantil, veían
en el cambio del término una amenaza al proceso democrático adelantado hasta entonces.
En el primer congreso estudiantil se desarrollaron dos posturas frente al decreto 927. Una
favorable que apoyaba el decreto y veía reflejado en él el trabajo realizado por los
estudiantes, y otra desfavorable que veía en el decreto la posibilidad para que los políticos
tradicionales reacomodaran su débil posición en el sistema político. Para los estudiantes del
grupo TPSC “en el texto del voto se acogió (...) la propuesta de integración y la definición
temática en torno al tránsito hacia una democracia participativa” planteada por ellos65
. Para
los otros sectores estudiantiles, entre ellos el MEC, el decreto no representaba las
iniciativas populares y no recogía completamente sus propuestas66
.
62 Una constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., pp. 148 y 149. 63 Ibíd., p. 150. El resaltado es mío. 64 Véase la intervención televisada del presidente Virgilio Barco el mismo 3 de mayo, Ibíd., pp. 150-158. 65 Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 172. Según los autores, el grupo TPSC fue el primero en respaldar el decreto
a través de los telenoticieros Nacional y TV-Hoy. 66 El Tiempo, 07 de mayo de 1990, p. 7A. Cuando se menciona „otros sectores estudiantiles‟, se refiere tanto a
las organizaciones estudiantiles adscritas a movimientos o partidos políticos –principalmente de izquierda–
como la juventud comunista, los sectores juveniles del partido socialista de los trabajadores, A luchar y los
46
Los sectores estudiantiles radicales se mantuvieron en la segunda postura y propusieron que
en las conclusiones del congreso se plasmara un total rechazo al decreto del presidente. No
obstante, los grupos que hasta el momento habían liderado el movimiento estudiantil, TPSC
y MEC, lograron que en las conclusiones del congreso se diera un respaldo al decreto y se
votara sí a la Asamblea Nacional Constituyente siempre y cuando se tuviera en cuenta las
siguientes condiciones: i) la asamblea debía ser convocada por el presidente electo y no por
el Congreso; ii) sólo aceptaban por interpretación de Asamblea Constitucional, Asamblea
Nacional Constituyente; y iii) la asamblea, además de ser democrática y popular, era
autónoma. Esto le daba la capacidad de definir por ella misma el funcionamiento, el
temario, el término, las obligaciones, las limitaciones y el período. Además propusieron la
composición mixta de la asamblea, el 5% por parte de los territorios nacionales, el 25% por
parte de la circunscripción nacional y el 70% para los distintos sectores sociales del país67
.
Estas conclusiones fueron presentadas el 6 de mayo en el foro nacional constituyente, el
cual, a su vez, pidió ante todo una constituyente democrática, popular y soberana68
. No
sobra decir que en este foro se mantuvieron las diferencias expresadas en el congreso
estudiantil.
El decreto no tenía detractores únicamente por parte del movimiento estudiantil, algunos
sectores políticos seguían defendiendo la tesis de la necesidad de reformar primero que
todo el decreto 218 de la Constitución69
. El gobierno embistió sus baterías para presionar la
grupos anarquistas de la universidad pública; y a los grupos de activistas estudiantiles que no pertenecen a partidos o movimientos políticos. Un ejemplo del rechazo al decreto por parte de estudiantes activistas sin
ninguna adscripción partidista es la carta firmada por estudiantes de ingeniería de la Universidad de los
Andes, en la cual se hace una crítica al decreto y su justificación democrática; véase El Tiempo, 11 de mayo
de 1990, p. 5A. 67 Véase las conclusiones en Una constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., pp. 200-203. 68 En dicho foro participaron gran cantidad y variedad de sectores políticos y sociales: Partido Comunista,
Unión patriótica, Frente Popular, A Luchar, M-19, Nuevo Movimiento Político, PST, Partido Conservador,
Nuevo Liberalismo Independiente, CUT, ONIC, CINEP, Movimiento Cimarrón, comisión Pro-constituyente,
Conferencia de Religiosos de Colombia, MEC, TPSC, y la coordinadora Nacional de Movimientos Cívicos,
entre otros. Véase las conclusiones en Revolución –órgano central del Partido Comunista (Marxista-
Leninista)–, número 371, 14 al 20 de mayo de 1990, pp. 1 y 6. 69 Uno de ellos fue Alfonso Gómez Méndez, Procurador General de la Nación, véase El Heraldo, 17 de mayo de 1990, pp. 1A y 8A. El Colombiano, 17 de mayo de 1990, pp. 1A y 3A. Esta valoración era muy
importante, pues en la reglamentación establecida para este tipo de decretos, era requisito que la Corte
Suprema escuchara el concepto del Procurador, como Jefe del Ministerio Público que era.
47
declaración de constitucionalidad del decreto por parte de la Corte Suprema de Justicia70
mediante el apoyo de la opinión pública a través del envío de mensajes a los medios de
comunicación en los cuales explicaba las razones jurídicas y políticas por las que era viable
y necesario convocar la Asamblea Constituyente71
.
El movimiento estudiantil, frente a la posible inconstitucionalidad del decreto, centró sus
acciones en la búsqueda de apoyo, convirtiéndose en un agente de convergencia entre los
distintos grupos hasta las elecciones del 27 de mayo72
. Los estudiantes expresaban que si se
declaraba inconstitucional el decreto, de todas maneras iban a votar por la Asamblea
Constituyente73
. De haber sido así, es muy probable que hubieran fracasado pues era, en
esencia, la simple repetición del suceso de la séptima papeleta. Por otro lado, la Corte
Suprema criticaba al movimiento estudiantil ya que había ciertos asuntos jurídicos que
ponían al decreto en duda, por esta razón pidió a los estudiantes que no se convirtieran en
generadores de falsas esperanzas74
.
El movimiento estudiantil realizó un evento público para presionar a la Corte Suprema y
ganar apoyo de la opinión pública en torno a la Asamblea Constituyente. Este evento,
denominado “Dos minutos para la paz y un sí a la constituyente” se programó para el 25 de
mayo, día en el cual la Corte daría su sentencia. Consistió en que los ciudadanos pararan
por dos minutos sus actividades y agitaran pañuelos blancos, franjas blancas, banderas de
Colombia, etc75
. Finalmente, la Corte Suprema de Justicia declaró constitucional el decreto,
con lo cual dio vía libre a la convocatoria de la Asamblea Constituyente76
.
70 Véase El Tiempo, 08 de mayo de 1990, p. 6A. 71 Para una más amplia documentación al respecto, véase la carta del ministro de gobierno al director de El
Tiempo del 14 de mayo de 1990 y las cartas del presidente Barco y del ministro de justicia a los directores de
El Espectador el 15 de mayo, en Una Constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., pp. 158-170. 72 En el IV pleno de la Juventud Comunista se votó la abstención para las elecciones de mayo y un apoyo a la
Asamblea Constituyente, Semanario Voz, 17 de mayo de 1990, p. 17. 73 Véase El Tiempo, 19 de mayo de 1990, p. 6B. 74 El Tiempo, 23 de mayo de 1990, pp. 1A y 9B. 75 De ésta actividad pública dan cuenta El Espectador, 25 de mayo de 1990, p. 10A; y El Colombiano, 25 de
mayo de 1990, p. 7A. En Medellín, los estudiantes realizaron “jornadas de alfabetización política” en las cuales informaban a la gente acerca de la Asamblea Constituyente. 76 Véase la sentencia No. 54 de la Corte Suprema de Justicia en Una Constituyente para la Colombia del
futuro, Ibíd., pp. 180-198.
48
Dentro del análisis de conexidad entre el decreto y los motivos de declaratoria de Estado de
Sitio, la Corte Suprema recuerda el hecho de la séptima papeleta como un clamor popular
público y notorio que, en derecho, no requería prueba. Clamor que de no ser atendido,
podría generar una mayor inestabilidad institucional77
. De esta forma, la Corte no le
encontró ningún reparo de constitucionalidad al decreto y “los colombianos, por primera
vez en más de 30 años, tenían la palabra”78
.
La alegría de los estudiantes y de los sectores que apoyaron la idea de una Asamblea
Constituyente no se hizo esperar, el mismo presidente de la república envió una carta a los
estudiantes en la cual expresaba que debían recibir un “merecidísimo reconocimiento, no
sólo por su esfuerzo, sino por lo que el movimiento universitario significa para el
fortalecimiento de la democracia en Colombia”79
. El 27 de mayo la acción estudiantil se
redujo a esperar los resultados de la votación: el MEC se concentró en la oficina prestada
por el Cinep y TPSC esperó en el otrora centro de computo ubicado en una bodega de la
ciudad.
Cesar Gaviria, quien había sido delegado por el hijo del asesinado Luis Carlos Galán como
su sucesor, fue elegido el 27 de mayo como el nuevo presidente de Colombia. Del total de
la votación por presidente –6‟047.576 votos– obtuvo el 48% –2‟891.808 votos–. A su vez,
la votación por Asamblea Constitucional arrojó un total de 5‟ 891.117 votos, de los cuales
el 89% votó a favor de la convocatoria de la asamblea –5‟236.863–80
y apenas el 4% votó
en contra. De esta forma, el presidente electo recibía una decisión ciudadana casi
unánime81
.
La reacción estudiantil, a pesar de estar permeada por sentimientos de satisfacción y
triunfo, veía con precaución las alternativas que el presidente electo podría acoger para
realizar la Asamblea Constituyente. Por esta razón, luego de las elecciones, se dieron los
77 Ibíd., pp. 188 y 190. 78 Esta frase, muy diciente, cerró la intervención televisada del presidente Barco luego de conocerse el fallo de
la Corte. Significaba el comienzo de un proceso de apertura democrática en el país, y en el cual los
ciudadanos podrían tener algún margen de participación. Ibíd., pp. 173-175. 79 Ibíd., pp. 171 y 172. 80 Registraduría Nacional del Estado Civil, Estadísticas electorales 1990, pp. 15 y 16. 81 No obstante el alto grado de abstención en esta elección, aproximadamente un 50%. Ibíd., p. 107.
49
primeros avisos de alerta por parte del MEC y TPSC. Para los primeros, “una cosa son las
propuestas en campaña y otras las que se hacen realmente en el gobierno”82
; para los
segundos el temor era “ser usados como parapeto o escudo para cualquiera que intentase
dilatar la instalación de la Asamblea en busca de un mayor perfil protagónico”83
.
De este modo, permanecía latente el opositor del movimiento estudiantil, el mismo que lo
había acompañado desde sus inicios: los grupos políticos tradicionales colombianos. Pero
ésta oposición se hizo manifiesta cuando el presidente electo, antes de su posesión, inició
los diálogos con los principales partidos políticos para llegar a un acuerdo de convocatoria
de la Asamblea Constituyente84
.
El presidente Gaviria, con la asesoría de expertos constitucionalistas, conformó la Comisión
Preparatoria de la Asamblea Constituyente, la cual se encargaría de establecer el temario
de reforma para ser presentado a los partidos políticos y buscar, con base en él, un acuerdo
político, el cual terminaría reflejado, finalmente, en el decreto de estado de sitio que
reglamentaría la elección de la Asamblea Constituyente. Fernando Carrillo, uno de los
profesores universitarios que hizo parte de la creación de la séptima papeleta, ingresó a la
comisión como asesor constitucional de la presidencia. Los integrantes de TPSC asumieron
dos reacciones frente a este hecho: algunos lo percibieron como una traición al grupo y a su
causa, otros se lo apropiaron como una oportunidad para establecer mejores contactos con
el gobierno y, por qué no, poder ingresar a la Asamblea Constituyente sin necesidad de
someterse a la competencia electoral.
Los diálogos entre el presidente electo y los partidos políticos se llevaron a cabo durante
junio y julio. A mediados de junio los estudiantes del MEC hacían explícita su
inconformidad con los diálogos políticos y con la formación de la comisión preparatoria,
pues, según ellos, era un procedimiento que excluía varios sectores sociales, incluidos ellos
82 Palabras de Alejandra Barrios, activista del MEC, véase El País, 29 de mayo de 1990, p. B4. 83 Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 200. 84 La oposición tiene que ver con una de las dimensiones de los movimientos sociales propuesta por la
sociología de la acción y será desarrollada en el tercer capítulo de la presente monografía.
50
mismos85
. Por otro lado, los estudiantes de TPSC organizaban un foro sobre la Asamblea
Constituyente para el 23 y 24 de julio mediante el cual expresarían sus propuestas y
buscarían el compromiso de los partidos políticos para respetar la iniciativa popular de
convocar una Asamblea Constituyente independiente del arreglo de intereses partidistas86
.
El debate nacional en relación con la asamblea se remitía, por lo menos, a tres temas
específicos. El primero tenía que ver con su integración. Para el movimiento estudiantil era
claro que la integración de la asamblea debía garantizar la participación de los distintos
sectores de la sociedad colombiana, no obstante había una reticencia a aceptar la
participación de los congresistas en la Asamblea Constituyente. El segundo, era los
mecanismos de convocatoria de la asamblea. En este punto las opiniones estaban divididas
entre realizar una elección popular o una elección por colegios electorales87
. El tercero era
el relacionado con el temario de reforma. Entre los estudiantes había un cierto acuerdo
sobre temas de obligatoria reforma como el Congreso, la administración de justicia, los
estados de excepción y los Derechos Humanos y garantía sociales. Sin embargo, éste era el
punto más débil de los estudiantes pues hasta esa fecha aún no se había concretado una
propuesta específica de temario de reforma y mucho menos un proyecto de reforma
constitucional88
.
Así, el ambiente nacional se debatía entre una mordaz tensión. Por un lado el apoyo del
presidente electo y sus diálogos políticos se mostraban como el inicio de una
administración defensora del proceso de reforma constitucional. Por otro lado, la paradójica
posición de distintos sectores que, a pesar de su irrestricto apoyo a la asamblea,
85 El País, 12 de junio de 1990, p. A8. 86 Ya en los primeros de julio se realizó en Cali el evento “La constituyente que el pueblo quiere”, organizado
por la Universidad Santiago de Cali; véase El País, 05 de julio de 1990, p. A2. En el foro de TPSC, realizado
en el Hotel Hilton de Bogotá, participaron el ministro de Gobierno, de Justicia, el Alcalde mayor de Bogotá,
el dirigente conservador Rodrigo Lloreda y fue financiado por el periódico El Tiempo, la Universidad del
Rosario, el grupo estudiantil y con el patrocinio del presidente Barco. 87 El Tiempo, 21 de junio de 1990, p. 9A. 88 En relación con el temario, a pesar de haber un consenso en los temas claves, la propuesta estudiantil se
basaba en que la propia constituyente definiera el temario de reforma, lo cual sería más adelante una gran
controversia a propósito de la expedición del decreto 1926 por el presidente Gaviria.
51
contradecían los acuerdos políticos, lo cual podía redundar en un nuevo fracaso de la
reforma institucional89
.
En julio se desarrolla una actividad muy interesante del movimiento estudiantil que es
preciso destacar. Desde marzo de 1990 las FARC habían enviado cartas al movimiento
estudiantil en apoyo a la idea de convocar una Asamblea Constituyente. El grupo armado
resaltaba que a lo largo de su lucha revolucionaria el tema de la constituyente había sido
una propuesta desatendida por los distintos gobiernos. TPSC respondió a los grupos
guerrilleros convocándolos a “participar en el gran debate nacional para la transformación
del país en el seno de la Asamblea Constitucional como alternativa legítima por orden
expresa del pueblo” 90
. Inclusive, los estudiantes adelantaron conversaciones por radio con
las FARC para realizar una visita a los campamentos de La Uribe en donde se adelantarían
conversaciones que propendieran a la vinculación de los grupos armados en la Asamblea
Constituyente, sin embargo “ante la dificultad del diálogo y el riesgo de la mediación,
acrecentado por la ambigüedad de la posición subversiva, decidimos retirarnos de estos
tópicos”91
.
El otro grupo estudiantil, el MEC, también mantuvo conversaciones con los grupos
guerrilleros. Dentro de sus propósitos se encontró el reunirse con el EPL para tratar el tema
de la constituyente y de la paz, lo cual finalmente no sucedió92
. No obstante, dentro del tipo
de acciones que realizaba el MEC, más dirigido hacia la sensibilización y educación
ciudadana en torno a la Asamblea Constituyente, se realizó un foro en la cárcel Modelo con
presos políticos del EPL, M-19 y ELN en el cual escucharon algunas propuestas en torno a
la reforma. En el primer Congreso preconstituyente –organizado por la CUT, el social
89 A finales de julio el MEC anunció su “vigilancia del cumplimiento del mandato del pueblo sobre reformas”,
véase El Tiempo, 26 de junio de 1990, p. 7A. 90 Las FARC enviaron una misiva en la primera semana de marzo y otra, firmada por el comandante Jacobo
Arenas, el 15 de mayo. Se puede ver el comunicado de respuesta del grupo TPSC en El Tiempo, 17 de julio de 1990, p. 7A. 91 Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 199 y 200. 92 Véase El Colombiano, 05 de julio de 1990, p. 6A.
52
conservatismo, la UP y el PCC– realizado el 14 y 15 de julio, las FARC y el ELN enviaron
cartas de apoyo al congreso y respaldo a los estudiantes del MEC93
.
Sin embargo, las conversaciones estudiantes-guerrilla no surtieron ningún efecto en
relación con la inclusión de los grupos guerrilleros en la Asamblea Constituyente. En
realidad no eran relevantes en relación con las negociaciones de paz que se venían
adelantando con el gobierno, las cuales terminaron definitivamente luego de la elección de
la Asamblea Constituyente, en diciembre de 1990, con el ataque de las Fuerzas Militares al
centro de operaciones de las FARC en Casa Verde.
Como se mencionó más arriba, el 23 y 24 de julio los estudiantes de TPSC realizaron un
foro en el Hotel Hilton de Bogotá con la participación de algunos políticos y altos
funcionarios del gobierno y el distrito. A través de éste se aprecia una clara diferencia en
los métodos de activismo estudiantil. Para los estudiantes del MEC era importante realizar
eventos masivos en los cuales se consiguiera la participación de los más diversos sectores
estudiantiles, además de otros estamentos económicos, sociales y políticos. En cambio, para
los estudiantes de TPSC el impacto se daba en relación directa con el cubrimiento del
evento por parte de los medios de comunicación y la participación de figuras públicas que
le permitieran dar una característica más preparada y seria a la discusión. El evento se
clausuró con la lectura de una carta enviada por el presidente Gaviria a los estudiantes en la
cual los invitaba a seguir trabajando en la definición de los mecanismos que permitieran
encontrar respuesta a la crisis institucional94
.
Pese al apoyo, un día antes del foro, el 22 de julio, el presidente electo envió las primeras
bases del acuerdo político a los representantes de los partidos políticos. Dentro de ésta
primera propuesta se establecía la posibilidad de abrir circunscripciones especiales de
participación en la asamblea para distintos sectores como los estudiantes y los indígenas. Se
preveía el ingreso de dos estudiantes por esta vía y constituyó el primer campanazo de
93 Véase la convocatoria al congreso, y el reglamento del mismo con un comunicado resumido del MEC en Semanario Voz, 14 de junio de 1990, p. 6 y 21 de junio de 1990, p. 8 y 9, respectivamente. Los mensajes de
las FARC y el ELN en El Colombiano, 16 de julio de 1990, p. 6A. 94 La carta del presidente electo en Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 201 y 202.
53
alerta para los sectores estudiantiles que querían participar en la asamblea. Otros, en
cambio, propendían por una acción de control y veeduría de la asamblea sin hacer parte de
sus deliberaciones. Finalmente, esta propuesta de ingreso especial a la asamblea no se
mantuvo en el acuerdo político95
.
El temario de reforma propuesto por el presidente y su comisión preparatoria se redujo a
diez puntos: cambios al congreso, justicia y ministerio público, administración pública,
derechos humanos, partidos políticos y oposición, régimen departamental y municipal,
participación, Estado de sitio, temas económicos y control fiscal96
. Este acuerdo quedó
refrendado totalmente el 2 de agosto de 1990. En éste se estableció que mediante un decreto
de estado de sitio se convocara la elección de la Asamblea Constituyente, la cual estaría
conformada por 70 miembros elegidos por listas, exceptuando dos miembros
correspondientes a grupos guerrilleros vinculados al proceso de paz del gobierno. De este
modo, sin la circunscripción especial para los estudiantes siguió el proceso de reforma
constitucional.
El grupo TPSC se manifestó en contra del acuerdo político argumentando la crisis de la
democracia representativa en Colombia, por ésta razón apelaban a la implantación de la
democracia participativa. Según los estudiantes, el acuerdo político excluyó a los sectores
sociales y regionales, pues no contemplaba mecanismos electorales basados en una
circunscripción mixta, en ese sentido exigían: i) la participación de los sectores excluidos
en los acuerdos; ii) en la comisión constitucional del presidente también debían estar
incluidos representantes de los sectores sociales y económicos; iii) el temario debería
reflejar los anhelos y expectativas del pueblo colombiano; y iv) el resultado de la Asamblea
Constituyente debería ser refrendado por el pueblo colombiano97
.
95 Véase El Tiempo, 23 de julio de 1990, pp. 1A y 7A. 24 de julio de 1990, pp. 1A y 6A y 25 de julio de 1990,
p. 6A. 96 El Tiempo, 30 de julio de 1990, p. 12A. 97 Véase éste manifiesto en Orjuela y Rodríguez, Ibíd., pp. 215- 218. “La propuesta de asamblea nuestra era
en el sentido de que el sistema electoral era el que tenía que cambiar, nosotros desde la elección de la
asamblea queríamos hacerlo, entonces teníamos colegios electorales, votación directa, votación representativa; conjugábamos eso y salía una asamblea muy diferente, muy diferente, entonces cuál era la que
queríamos nosotros, esa, con colegios electorales, con representación corporativa, con representación directa.
Eso conjugado sí, esa era la asamblea que queríamos”, entrevista a Jorge Orjuela, 06 de julio de 2001.
54
La respuesta del MEC tampoco se hizo esperar. Criticaron el acuerdo político y la
definición, por parte de un pequeño grupo de políticos tradicionales, de la integración,
convocatoria y temario de la Asamblea Constituyente98
. Para este grupo, los principios que
habían regido el proceso: una asamblea democrática y popular, estaban en franca amenaza
debido al procedimiento poco democrático que se había establecido, el cual iba en contra de
la decisión popular reflejada en las elecciones del 11 de marzo y del 27 de mayo. A pesar
de que en los inicios del acuerdo el movimiento estudiantil expresó su inconformidad, no
fue suficiente para impedir un pacto que podría restringir el carácter amplio y democrático
de la Asamblea Constituyente.
El 7 de agosto Cesar Gaviria se posesionó como presidente de la república con un acuerdo
en firme entre los representantes de los partidos políticos influyentes de la época99
. El
nuevo presidente iniciaba su administración con un terreno abonado para reglamentar la
elección de la Asamblea Constituyente a través de un decreto de estado de sitio. A
mediados del mismo mes, la comisión asesora del presidente siguió sus conversaciones con
los dirigentes políticos para ultimar detalles en relación con el decreto. Finalmente, el 24 de
agosto de 1990 se expidió el decreto 1926 por el cual se concedió a los ciudadanos la
posibilidad de convocar e integrar la Asamblea Constituyente100
.
Como se había establecido en el acuerdo político, la Asamblea Constituyente estaría
conformada por setenta miembros elegidos plurinominalmente mediante el sistema del
cuociente electoral y residuo, de acuerdo a la circunscripción nacional. La circunscripción
98 Véase el artículo escrito por una de las más reconocidas líderes del MEC, Catalina Botero. El Tiempo, 31 de julio de 1990, p. 5A. 99 El acuerdo fue suscrito por César Gaviria, como presidente electo y director nacional del partido liberal,
Álvaro Villegas Moreno, presidente del directorio nacional social conservador, Rodrigo Marín Bernal,
representante del Movimiento de Salvación Nacional y Antonio Navarro Wolf, representante de la Alianza
Democrática M-19. Nótese la no participación del Partido Comunista y de la UP.
Los integrantes de la Alianza Democrática M-19 fueron: M-19, UP, Acción Nacionalista por la Paz,
Socialismo Democrático, Colombia Unida, Frente Democrático, Frente Popular, Movimiento Popular
Inconformes de Nariño, Movimiento Regional Causa Común, Movimiento de Participación Ciudadana,
Frente Amplio Magdalena Medio, Corriente de Integración Popular. De su consolidación en abril de 1990 se
puede decir que constituyó el resultado de “una serie de aproximaciones y compatibilidades entre doce
núcleos interesados en darle a la izquierda una creíble apertura democrática [con] objetivos tan consensuales
como la paz, una democracia plena en lo social, lo político, lo económico y lo cultural, un verdadero estado de derecho, y una sociedad basada en el pluralismo y en un modelo de economía mixta”. Véase William Ramírez
Tobón. “Las fértiles cenizas de la izquierda”, Análisis Político, No. 10, mayo a agosto de 1990, pp. 41 y ss. 100 Véase el decreto en Una constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., pp. 256-286.
55
especial para ciertos grupos sociales como indígenas y estudiantes no se contempló en el
decreto, no obstante se reservaron dos cupos para representantes de grupos guerrilleros que
se acogieran al proceso de paz. De ésta forma, si los estudiantes deseaban participar en la
asamblea, deberían hacerlo mediante el proceso democrático estipulado para toda la
sociedad colombiana, lo cual correspondía, en cierta forma, a sus propuestas de una
asamblea democrática y popular.
El otro desacuerdo con el decreto 1926 tuvo que ver con la propuesta estudiantil de someter
a refrendación popular el texto de reforma escrito por la Asamblea Constituyente. La oferta
presidencial contempló, en cambio, el dominio de la Corte Suprema de Justicia para decidir
si la reforma estaba de acuerdo con el temario de reforma aprobado por el pueblo
colombiano, en el caso en que éste refrendara en la votación del 9 de diciembre su apoyo a
la convocatoria de la Asamblea Constituyente101
. Además, el temario sería sometido al
estudio de comisiones preparatorias y mesas de trabajo a nivel nacional para “escuchar a la
opinión nacional (...) con el fin de ampliar la gama de propuestas y de enriquecer las
discusiones”102
. Sin embargo, estas comisiones también se conformaron de acuerdo con los
diez temas del decreto.
Así las cosas, los estudiantes rechazaron el decreto 1926 puesto que para ellos el asunto de
restringir las acciones de la asamblea a las condiciones establecidas en el acuerdo político
atentaba contra su carácter democrático y popular. De nuevo el opositor del movimiento
estudiantil se hacía manifiesto: “es que de todas maneras es la idea de un temario amarrado,
nosotros no le estamos apostando a una asamblea amarrada, y no le estamos apostando a
una asamblea que esté expuesta a que su composición quede dominada por los partidos
101 Los temas eran Congreso, justicia y ministerio público, administración pública, derechos humanos,
partidos políticos y oposición, régimen departamental y municipal, participación, Estado de sitio, temas
económicos y control fiscal. El texto afirmativo del voto para el 9 de diciembre versaba: “Sí convoco una
Asamblea Constitucional que sesionará entre el 5 de febrero y el 4 de julio de 1991, la cual estará regulada
por lo establecido en el Acuerdo Político sobre la Asamblea Constitucional incorporado al Decreto 1926 de
agosto 24 de 1990. Su competencia estará limitada a lo previsto en dicho acuerdo. Voto por la siguiente lista
de candidatos para integrar la Asamblea Constitucional...”. Decreto 1926, artículo 2º. Las cursivas son del original, el subrayado es mío. 102 Ibíd., literal 17. El reglamento de las comisiones preparatorias y mesas de trabajo puede consultarse en
Una Constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., pp. 286-322.
56
tradicionales y excluyendo a movimientos sociales, etcétera”103
. Por esta razón, en la
primera semana de septiembre, el MEC demandó el decreto 1926 argumentando a la Corte
Suprema la existencia de una voluntad popular de convocar una Asamblea Constituyente
“soberana y autónoma”, la cual estaba siendo quebrantada en dicho decreto104
.
En la primera quincena de septiembre, el gobierno reglamentó las mesas de trabajo y las
comisiones preparatorias de la Asamblea Constituyente. El objetivo de éste mecanismo era:
“El temario de reforma constitucional será sometido a estudio de las comisiones
preparatorias y de las mesas de trabajo que organicen los alcaldes, los rectores
universitarios, los directivos de las fuerzas sociales, los cabildos indígenas y los Consejos
de Rehabilitación o de cualquier foro de participación constituido para tal efecto”105
. De
ésta forma, el presidente Gaviria creaba un mecanismo de legitimación del temario
propuesto en el decreto 1926 y el cual fue resultado del acuerdo político del 2 de agosto.
Entonces, había dos instancias para realizar “el debate nacional”: las mesas de trabajo y las
comisiones preparatorias. Las primeras estarían conformadas en los municipios del país y
en el entonces Distrito Especial de Bogotá, convocadas por los alcaldes; en las
universidades, convocadas por los rectores; en los consejos de rehabilitación y cabildos
indígenas, convocadas por sus miembros; y en las distintas organizaciones sociales,
convocadas por sus dirigentes.
A su vez, las comisiones preparatorias estaban conformadas por representantes de las
organizaciones sociales y por especialistas de los distintos temas. En total eran diez
comisiones –una por cada tema de reforma–, las cuales se dividían en subcomisiones de
acuerdo al reglamento presidencial –véase la tabla 2–. De ésta forma, se establecía que las
mesas de trabajo podrían solicitar audiencias a las subcomisiones preparatorias para
103 Entrevista a Juan Gabriel Gómez, estudiante de derecho de la Universidad Externado e integrante del
MEC, 25 de junio de 2001. 104 La demanda fue apoyada por un gran número de firmas que el grupo estudiantil había recogido desde el 11
de marzo como medida precautiva frente a la posibilidad de un reflujo del proceso. Ante la posibilidad de que
ésta demanda frustrara todo el proceso, su autor, Juan Gabriel Gómez, afirma: “mi cálculo político es que eso era peleable y que había un margen dentro del cual había cosas para ganar ese escenario en la Corte y ahí es
donde yo estaba”, Ibíd. 105 Una Constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., p. 287.
57
presentar propuestas, las cuales serían estudiadas por cada subcomisión para elaborar un
informe final. La reunión de cada informe de subcomisión sería, entonces, la conclusión de
cada comisión preparatoria de la asamblea. Las mesas de trabajo funcionaron a partir del 30
de septiembre hasta el 3 de diciembre y las comisiones y subcomisiones preparatorias
hicieron lo propio desde el 21 de septiembre hasta el 3 de diciembre106
.
Tabla 2. Comisiones y Subcomisiones Preparatorias de la Asamblea Constituyente
COMISIÓN SUBCOMISIÓN
1. Congreso
1.1 Reestructuración del Congreso.
1.2 Control político y nuevas funciones.
1.3 Tramitación de leyes y sesiones.
1.4 Estatuto del congresista y otros temas relacionados
con el régimen de congresistas.
2. Justicia y Ministerio Público
2.1 Instrumentos jurídicos para la eficiencia de la
Administración de Justicia.
2.2 Organización y funcionamiento de la Rama Jurisdiccional.
2.3 Revisión del régimen del Ministerio Público.
3. Administración Pública
4. Derechos Humanos
4.1 Derecho a la educación, fomento de la cultura, la
ciencia y la tecnología.
4.2 Derecho al trabajo y derechos sociales.
4.3 Libertad de información y medios de comunicación.
4.4 Derecho a la intimidad y otros derechos civiles.
4.5 Derechos relacionados con la familia.
4.6 Igualdad y carácter multiétnico.
4.7 Derecho a la vida, a la dignidad, a la integridad y
otros.
4.8 Mecanismos de protección a los derechos humanos.
4.9 Derechos colectivos y derecho al medio ambiente.
4.10 Libertad de reunión, de locomoción, de
pensamiento, de expresión y de conciencia.
4.11 Sobre recreación y deporte.
5. Partidos Políticos y Oposición
6. Régimen Departamental, Distrital y
Municipal
6.1 Asuntos departamentales y municipales.
6.2 Distrito Especial de Bogotá.
6.3 Intendencias y comisarías.
6.4 San Andrés y Providencia.
106 Véase el cronograma en Ibíd., p. 320 y 321. Las conclusiones de las mesas de trabajo y las comisiones
preparatorias se publicaron en Presidencia de la República. Propuestas de las comisiones preparatorias,
Bogotá: 1991, 660 pp.
58
7. Mecanismos de Participación
7.1 Democracia participativa.
7.2 Cooperación entre el capital y el trabajo.
8. Estado de Sitio
9. Temas Económicos
9.1 Planeación.
9.2 Régimen de hacienda pública.
9.3 Democratización de la economía.
9.4 Mecanismos de expropiación.
10. Control Fiscal
En sus conclusiones, cada comisión y subcomisión preparatoria registra los nombres de sus
integrantes107
. Existe la limitante metodológica de conocer los nombres de los activistas del
movimiento estudiantil y así inferir su participación en las mesas y comisiones. Sin
embargo, gracias a la revisión de fuentes primarias y secundarias se logró establecer un
listado de activistas estudiantiles, y, con base en éste108
, inferimos su participación en el
mecanismo de discusión propuesto por la administración Gaviria, lo cual se aprecia en la
siguiente tabla.
Tabla 3. Participación Estudiantil en las Comisiones Preparatorias
COMISIÓN SUBCOMISIÓN NOMBRE
Congreso Control Político Y Nuevas Funciones Gaitán Ballesteros Manuel José
Congreso Estatuto Del Congresista Y Otros Temas Relacionados Con El Régimen De Congresistas
Giraldo Alfonso
Congreso Reestructuración Del Congreso Guardiola Rivera Oscar Eduardo
Congreso Estatuto Del Congresista Y Otros Temas Relacionados Con El Régimen De Congresistas
Naranjo Mesa Vladimiro
Congreso Reestructuración Del Congreso Ortiz Oscar
Congreso Reestructuración Del Congreso Sánchez Jaramillo Oscar G.
Derechos Humanos Derecho a La Educación, Fomento a La Cultura, Ciencia Y Tecnología
Caicedo Carlos Eduardo
Derechos Humanos Derechos Colectivos Y Medio Ambiente Peña David
Estado De Sitio Estado De Sitio Barrios Alejandra
Estado De Sitio Estado De Sitio López Claudia
Estado De Sitio Estado De Sitio López Diego
Estado De Sitio Estado De Sitio Osorio Granada Martín Emilio
Justicia Y Ministerio Público
Revisión Del Régimen Del Ministerio Público Bendeck Olivella Esteban Juan
Justicia Y Ministerio
Público
Instrumentos Jurídicos Para La Eficacia De La
Administración De Justicia Chiquillo Pilar
Mecanismos De Participación
Democracia Participativa Córdoba Francisco
Mecanismos De
Participación Democracia Participativa Moreno Holguín Miguel Ángel
107 Ibíd. 108 Véase la lista de los activistas estudiantiles, Anexo 3.
59
Mecanismos De Participación
Democracia Participativa Rey Cantor Ernesto
Temas Económicos Régimen De Hacienda Pública Álvarez Luis Fernando
Temas Económicos Democratización De La Economía Barrera Guillermo
Temas Económicos Régimen De Hacienda Pública Castaño Martínez Alfredo
Temas Económicos Régimen De Hacienda Pública Portilla Jaimes Constantino
Temas Económicos Democratización De La Economía Suárez Soto Luis Edmundo
Temas Económicos Democratización De La Economía Torres Asch Maria Alexandra
Fuente: Inferido de las conclusiones de las mesas de trabajo y comisiones preparatorias con base en el
listado de activistas estudiantiles.
A pesar de que en las conclusiones de las comisiones preparatorias no es posible identificar
las posiciones particulares de los estudiantes, se aprecia una continuidad en los temas
nacionales que, por un lado, promovieron la acción colectiva estudiantil –Congreso, estado
de sitio– y, por el otro, fueron característicos del desarrollo del movimiento –mecanismos
de participación, Derechos Humanos, temas económicos–, el cual se centró principalmente
en buscar la reforma del sistema político colombiano. También se aprecia un asunto
característico de éste movimiento estudiantil: la poca presencia de temas relacionados con
su condición de estudiantes, como los referidos a la educación superior, el derecho a la
educación y similares.
De las 10 comisiones, la participación estudiantil se registró en seis de ellas. Y de las 28
subcomisiones, intervinieron en 11 de ellas. Además, la participación se da por parte de los
dos grupos estudiantiles de vanguardia, el MEC y TPSC, por lo cual se reafirma una vez
más que las diferencias entre los dos grupos no se establecen tanto en relación con la
definición de temas prioritarios sino en la forma de concepción de los mismos.
Paralelo a lo anterior, los estudiantes organizaron el segundo congreso nacional estudiantil
por la constituyente, el cual se realizó el 14 y 15 de septiembre en Medellín109
. Su
organización estuvo a cargo de los estudiantes de la Universidad de Medellín y tuvo una
participación aproximada de 115 universidades del país. No obstante lo anterior, el
congreso de Medellín, como es recordado por sus protagonistas, se convirtió en el
comienzo del fin del movimiento estudiantil. Su propósito principal era decidir si se
109 Véase El Colombiano, 05 de septiembre de 1990, p. 6A.
60
apoyaba el tipo de constituyente que definía el decreto 1926 y acordar la forma de
participación en la Asamblea Constituyente.
La discusión estudiantil se remitió a dos posiciones iniciales: la primera contempló una
acción de promoción, fiscalización y vigilancia de la Asamblea Constituyente, idea que
seguía con la concepción de una acción estudiantil apartada de las prácticas propias de la
política, sin jerarquías establecidas dentro del movimiento, sin elecciones internas de
representantes o jefes, y, por ende, sin candidatos estudiantiles a la asamblea.
La segunda posición era más proclive a la democracia mediante los mecanismos
tradicionales de participación. Contempló una acción estudiantil guiada por la competencia
electoral orientada a participar en la Asamblea Constituyente como representantes de un
determinado sector social, los estudiantes universitarios. De ésta forma, antes del congreso
de Medellín, si bien la primera propuesta era defendida por algunos estudiantes, la segunda
era la más aceptada y por allí se resolvió el desarrollo de dicho congreso110
.
Sin embargo, la conclusión de una participación electoral no fue suficiente para lograr el
consenso entre los estudiantes. Luego de la expedición del decreto 1926 y el cierre de las
posibilidades de una circunscripción electoral especial para estudiantes; la Asamblea
Constituyente se había convertido en el tema nacional prioritario y los diferentes sectores
políticos y sociales veían en ésta la posibilidad de participar realmente en la definición del
destino del país; los distintos grupos estudiantiles o juveniles organizados con tradición en
la actividad política y los partidos políticos empezaron a hacer mella en la débil cohesión
interna del movimiento estudiantil.
Así, antes de la realización del congreso, los estudiantes establecieron un acuerdo en el cual
se definió que cada uno debía recoger un número determinado de firmas para garantizar su
110 Antes del congreso de Medellín algunos líderes estudiantiles habían recibido propuestas de diferentes partidos u organizaciones políticas para que se sumaran a sus listas. Por ésta razón, ya en el congreso la
propuesta de una actividad no electoral para participar en la asamblea había perdido su aceptación en los
círculos estudiantiles.
61
representatividad estudiantil y así poder participar en el congreso. Para alguno de los
activistas estudiantiles, este acuerdo implicaba otros asuntos:
“Tenía dos propósitos adicionales, uno hacerle propaganda al movimiento estudiantil;
es decir, estamos en campaña (...), lo otro era una medida dirigida a la exclusión de
los anarcos que no tenían ningún interés en recolectar firmas ni ninguna legitimación
democrática pero sí querían ir a sabotear el congreso. Inexplicablemente, la regla de
las firmas queda abolida y allá terminan todos los anarcos. Había un personaje muy
particular que yo ya había conocido en otros foros, en otros seminarios sobre la
reforma a los estudios de derecho, alguien que fue asesinado allá en el campus de la
Nacional, „el Duche‟.
„El Duche‟ tenía un discurso extremista, fundamentalista, sus patrones ideológicos
eran, por un lado, Nikos Poulantzas y, por el otro, Michel Foucault y toda la idea del
poder y el micro poder, pero en una interpretación según la cual todo ese proceso no
era más sino una máscara y ese no era el verdadero camino. Y por otro lado teníamos
ahí a la gente del PST en medio de toda la discusión acerca de la constituyente con
consignas defendiendo a Sadam Hussein y la presencia de Hussein en Kuwait, no....
eso era una locura”111
A la vieja contradicción entre los grupos de vanguardia del movimiento estudiantil, TPSC y
el MEC, se sumaba la intervención de otros grupos estudiantiles que, en un principio,
acompañaron el proceso aceptando un poco el discurso de aquellos. No obstante, debido a
la inserción del proceso constituyente en el debate electoral y las campañas políticas, los
grupos radicales se fueron apartando del grueso del movimiento estudiantil a través de la
defensa de sus correspondientes líneas ideológicas y políticas, las cuales constituían su
patrón de acción desde antes del surgimiento del movimiento estudiantil en 1989. El
consenso en relación con la forma de participación electoral estudiantil se hacia cada vez
más lejano y además se generó una división entre quienes deseaban la conformación de una
lista única de estudiantes y quienes propugnaban por una libertad de listas.
111 Entrevista a Juan Gabriel Gómez, 25 de junio de 2001.
62
En el congreso de Medellín se intentó llegar al acuerdo de conformación de una lista única
de estudiantes, la cual debía tener una representación nacional y de todos los grupos
estudiantiles. Para los sectores estudiantiles de izquierda y para el grueso de los estudiantes
era claro que la cabeza de la lista no podía ser adjudicada a un representante de cualquier
grupo organizado, sino a un estudiante independiente. Pero ésta solución remitió a una
lucha entre los estudiantes independientes que podían encabezarla, ninguno quiso ceder su
lugar a otro líder. Esta incapacidad de llegar a un acuerdo, sumada a las acciones de los
grupos radicales que impedían un debate sin manipulaciones, allanó el camino para que la
libertad de listas se impusiera en el desenlace del congreso112
.
Al final del congreso, en una medida desesperada por conseguir alguna conclusión, los
organizadores del evento lograron establecer un mecanismo con el cual los estudiantes
pudieran realizar la votación en torno al tema de la constituyente113
. De 1.200 participantes,
558 estudiantes asistieron a la sesión plenaria, de los cuales 427 votaron a favor de la
participación electoral, 4 votaron en blanco, 26 se abstuvieron y 101 votaron en contra de la
participación en las elecciones114
. La anterior votación, unida al disenso en torno a la lista
única, dio vía libre a la total libertad de conformación de listas estudiantiles. No obstante la
aceptación de la participación en las elecciones, la otra gran conclusión del congreso fue el
rechazo al decreto 1926 del presidente Gaviria, entendido éste como el resultado de un
acuerdo político “que dará al traste con los intereses de muchos sectores”115
.
El movimiento estudiantil comenzó a diluirse en la etapa de elección de la Asamblea.
Algunos continuaron la idea de promoción y vigilancia de la Asamblea Constituyente
marginándose de las elecciones. Otros aceptaron el reto que implicaba competir
112 El sabotaje no se hizo esperar, incluso se empleó la intimidación y la amenaza para impedir cualquier
consenso entre los estudiantes. Por su parte el MEC, anticipándose al debate electoral, emitió un comunicado
en el cual declaraba: “Debemos aprovechar el espacio político que hemos creado para defender la voluntad
popular, sobre la base del trabajo racional, moderado y esencialmente crítico y constructivo, y teniendo como
bandera un plan de acción elaborado con seriedad y cientificidad”, véase Vanguardia Liberal, 20 de
septiembre de 1990, p. 7A. 113 La medida es relatada por Guillermo Barrera en su entrevista: “Cómo termina ese congreso de Medellín:
cerramos y tapamos completamente el auditorio, abrimos una puerta por el lado izquierdo, otra por el lado
derecho y dos filas, quiénes votan a favor de un candidato único y quiénes votan a favor de irse cada uno con sus candidatos. Al final el auditorio quedó totalmente vacío y solamente unas urnas para un conteo, punto” 114 El Colombiano, 17 de septiembre de 1990, p. 6A. El Tiempo, 18 de septiembre de 1990, p. 9A. 115 El Colombiano, Ibíd.
63
electoralmente con los partidos políticos y conformaron candidaturas; lo cual originó, por
un lado, la ruptura interna de los dos grupos y por el otro, el surgimiento de un gran número
de candidaturas estudiantiles, las cuales disminuían la probabilidad de lograr una
representación estudiantil en la asamblea y dispersaban más la posibilidad de darle
continuidad al movimiento.
2.3 La Asamblea Nacional Constituyente y el Desenlace del Movimiento Estudiantil
Quienes otrora parecían estar cohesionados en torno al objetivo común de reformar el
sistema político colombiano, se rindieron ante la tentación de poder acceder a una curul en
la Asamblea Constituyente. Esta posibilidad suscitó profundas divisiones, que tanto en
TPSC como en el MEC no se pudieron cerrar. El congreso de Medellín fue solamente el
fenómeno en el cual se hicieron explícitos los distintos intereses políticos y personales de
los integrantes del movimiento estudiantil, de allí en adelante los patrones de identidad de
la acción colectiva estudiantil fueron reemplazados por otros menos plurales y más
específicos.
Una de las consignas más divulgadas por el movimiento estudiantil fue: “Por todo lo que
nos une y contra todo lo que nos separa”. Sin embargo, lo que una vez los unió ahora los
separaba: la Asamblea Constituyente.
La vida nacional se concentraba en la expectativa del estudio constitucional del decreto
1926 por parte de la Corte Suprema de Justicia, lo cual definiría el futuro de la reforma
constitucional. En el mes de septiembre se estableció un debate en torno a la posibilidad de
que la asamblea se convirtiera en un mecanismo más de los sectores políticos tradicionales
para mantener sus privilegios, por ésta razón, el apoyo al decreto 1926 no era unánime y,
desde el punto de vista constitucional, presentaba algunas circunstancias que hacían pensar
en una declaración de inconstitucionalidad por parte de la Corte Suprema.
64
Sin embargo, el 9 de octubre de 1990, la Corte Suprema de Justicia emite un fallo que ha
sido objeto de innumerables análisis, apoyos y descréditos116
. En el literal 8 de las
consideraciones, la Corte consideró que el temario de reforma, producto de los acuerdos
políticos, era una limitación al poder constituyente primario, razón por la cual lo consideró
inconstitucional. En ese sentido, el tribunal expresó: “la Corte procederá a declarar como
inexequibles todas aquellas limitaciones que en la parte motiva y en la parte resolutiva
implican restricción al ejercicio pleno de su soberanía [de la Asamblea Constituyente]”117
.
Así mismo, la Corte pronunció que la asamblea no debería estar compuesta por personas
con algún vínculo con el Estado, especialmente en las corporaciones públicas. De ésta
forma, la Corte Suprema de Justicia declaró constitucional el decreto 1926 de 1990 con
excepción de algunos apartes del acuerdo político, incorporados al decreto en su parte
motiva, y de algunos apartes de su parte resolutiva118
.
La importancia de la sentencia consistió no sólo en la declaración de constitucionalidad del
decreto la cual mantenía la vigencia de la reforma constitucional, sino en la liberación de la
Asamblea Constituyente del temario propuesto en los acuerdos políticos. Este hecho suscitó
el sentimiento de triunfo en los estudiantes, en especial los del MEC, pues fueron éstos
quienes impugnaron el decreto precisamente por el carácter limitado que le daba el temario
de diez puntos. Lo propio sucedió con organizaciones políticas como la Juventud
Comunista119
. En conclusión, el fallo le daba vía libre a la Asamblea Constituyente y la
concebía como democrática, popular, y autónoma, cuestión bastante deseada por los
estudiantes120
.
116 Véase el fallo de la Corte en: Una constituyente para la Colombia del futuro, Ibíd., pp. 323-349. 117 Ibíd., p. 339. 118 El texto de voto afirmativo, luego del fallo de la Corte, quedó de la siguiente manera: “Sí convoco una
Asamblea Constitucional que sesionará entre el 5 de febrero y el 4 de julio de 199. Voto por la siguiente lista
de candidatos para integrar la Asamblea constitucional”. El texto de voto negativo quedó: “No convoco para
el 5 de febrero de 1991 una Asamblea Constitucional”. 119 El Tiempo, 12 de octubre de 1990, p. 3A. 120 No obstante el salvamento del voto por doce magistrados de la Corte Suprema. Véase el artículo de una
estudiante de TPSC en el cual establece el fallo de la Corte como osado y original en El Heraldo, 12 de
octubre de 1990, p. 2A.
65
Luego de esto, la actividad estudiantil se redireccionó a la campaña política. Algunos
lograron establecer listas de acuerdo a la convergencia de posturas y propuestas, otros se
unieron a listas más heterogéneas de partidos o grupos políticos, y otros simplemente
siguieron el curso de sus vidas al margen de la asamblea, un poco con el sentimiento de
derrota que implicó no poder organizar la actividad estudiantil en la promoción,
divulgación y vigilancia de la Asamblea Constituyente. En los dos meses que van desde
octubre 9, día del fallo de la Corte, hasta diciembre 9 de 1990, día de la elección de la
asamblea, se registra una actividad estudiantil de acuerdo con las posibilidades de cada lista
para lograr un espacio en los medios de comunicación.
Los dos grupos estudiantiles, TPSC y MEC, cada vez eran menos notorios y su
participación pública se limitaba a asuntos coyunturales como la petición de la ampliación
del período de inscripción de las listas y de las cédulas de los electores. En éste lapso se
presentó un llamado para que la Asamblea Constituyente no se considerara soberana sino
autónoma. Para los estudiantes del MEC y TPSC la asamblea debía ser autónoma pues la
soberanía estaba dada únicamente en el constituyente primario121
. Lo anterior era una
reacción vieja, la cual indicaba el temor estudiantil de que la asamblea fuera apropiada por
los sectores políticos tradicionales.
El otro gran puntal en el cual se centró la acción estudiantil fue la idea de someter la
reforma constitucional a referéndum popular. Éste mecanismo se concebía como el máximo
alcance del poder popular y la realización verdadera de la democracia participativa. En
consecuencia, el movimiento estudiantil realizaba jornadas de capacitación a la ciudadanía
en torno a la Asamblea Constituyente, su significado, su importancia política y las
posibilidades de participación por parte del ciudadano común. Desde luego, ésta acción
presentaba diferencias de acuerdo al grupo estudiantil, los de TPSC establecieron algo
denominado Centros de Información Constituyente –CIC–, los cuales eran casetas en la
calle y sitios específicos en donde la gente acudía para obtener información. Los
estudiantes del MEC realizaban talleres en colegios, universidades y Juntas de Acción
Comunal.
121 El Tiempo, 13 de octubre de 1990, p. 6A. El Colombiano, 14 de octubre de 1990, p. 1A y 2A.
66
El 9 de diciembre de 1990 se eligieron los setenta miembros de la Asamblea Nacional
Constituyente. Ésta elección ha sido bastante discutida debido a la notable abstención
presentada: de 14‟237.110 electores potenciales, tan sólo 3‟710.557 acudieron a las urnas,
lo cual correspondió a un 74% de abstención electoral122
. De los 3‟063.018 votos por la
convocatoria, el 97% estuvo a favor de la asamblea y el 3% estuvo en contra123
. Además,
de la anterior contienda electoral es necesario rescatar la participación de los estudiantes
como candidatos, la cual fue algo numerosa pero con pocos resultados positivos.
Para la elección de la Asamblea Constituyente se inscribieron válidamente un total de 116
listas, y un total de 788 candidatos. Por el lado de los estudiantes se presentaron 13 listas,
las cuales representaron un total de 66 candidatos estudiantiles –véase la tabla 4–. De éste
modo, los estudiantes tuvieron una participación en las elecciones del 11% del total de las
listas inscritas y un 8% del total de candidatos. Esta información se dedujo de las listas
inscritas en las cuales su nombre hiciera referencia a la palabra estudiantil, universitario o
similares124
.
Tabla 4. Listas y Candidatos Estudiantiles a la Asamblea Constituyente
No. Lista NOMBRE DE LA LISTA INTEGRANTES No. CANDIDATOS
085 Movimiento Integración Latinoamérica Estudiantil Arias Pérez Roberto Suárez Mejía Héctor Alfredo 2
026 Lista Nacional Unificada Movimiento Estudiantil Fuerza Social Bustos Fernández Humberto 1
049 Movimiento Estudiantil Unido Por Colombia
Carrillo Flórez Fernando
Guardiola Rivera Oscar Eduardo
Cortés González Juan Carlos
Sánchez Jaramillo Oscar G.
Cabrales Segovia Orlando E.
Bazurto Barragán Yesid
Rosenstiehl Pabón Edgar E.
Suárez Soto Luis Edmundo
Castañeda Sánchez María Del S.
Vallejo Franco Wilson Alexy
Sáenz Rodríguez Liana Cardeth
Torres Asch María Alexandra
Navarro Valbuena Pablo Ramón 13
122 Registraduría Nacional del Estado Civil, Estadísticas electorales 1990, pp. 51 y 52. 123 El número total de votos para la asignación de las setenta curules de la Asamblea Constituyente fue de
3‟686.091. Véase la declaración oficial de los resultados en: Registraduría Nacional del Estado Civil, Asamblea Nacional Constitucional, Diciembre 9 de 1990, pp. 169-174. 124 En Orjuela y Rodríguez, Ibíd., p. 230, se establece una cantidad de “29 listas con rotulación abiertamente
estudiantil”, lo cual es errado.
67
029 Movimiento Universitario Por Una Colombia Nueva
Franco Ruiz Rafael Antonio
Reyes Duque Guillermo Antonio Hernández Páez Gonzalo Cachón Gutiérrez Héctor César
Duitama Rodríguez Luis Alberto 5
086 Movimiento Estudiantil Por La Constituyente
Gómez Albarello Juan Gabriel
Rojas Arias Juan Carlos
Bulla Tovar Brian Bazin
Arbeláez Tobón Francisco J.
González Guillermo 5
108 Movimiento Estudiantil Universidad Del Meta Y Llanos
Mojica García Rafael María
Rojas Rodríguez Oscar Libardo
Torres Gómez Martha Patricia
Leal Céspedes William Antonio Ramírez Beltrán Ruth Marina Rojas Rojas Zulema Astrid
Velásquez Penagos María Elsa 7
062 Movimiento Estudiantil Colombiano Moreno Holguín Miguel Ángel 1
077 Movimiento Estudiantil Fuerza Nueva
Naranjo Mesa Vladimiro Gallo Grau Germán Alonso
Cáceres Henao Orlando
Medina Useche Rafael
Zabala Castillo Juan Carlos Portilla Jaimes Constantino Jaramillo Caro Santiago
Sacristan Barreto Raúl
Polo Rodríguez Adriana
Marulanda Calero Julián Gaviria Guzmán Juan Fernando Muñoz Pedraza Juan Carlos
Kandia Diana Magally
Cifuentes Osorio Claudia
Cortes Romero Martín Sarralde Delgado Luis Javier 16
070 Todavía Podemos Salvar A Colombia
Osorio Granada Martín Emilio Robledo Isaza Gustavo
Duque De Ramírez Melva Luz
Tirado Hernández Roberto José
Bayer Tamayo Alejandro
Vélez Gómez Alejandro Alberto
Zabaleta Tique George
Carbonell Parra Gloria 8
004 Movimiento Estudiantil Nte. De Santander Por La Constituyente Palomino Velandia Oscar
Navarro Carrasco Rafael H. 2
094 Mov. Cons. Estudiantil Por El Fortalecimiento De La Provincia Patiño Betancur Juan Carlos 1
006 Fuerza Universitaria Constituyente Rey Cantor Ernesto
Escorcia Castillo Pedro Nel 2
109 Movimiento Estudiantil Independiente
Vargas Vargas Pedro Pablo
Tapia Rodríguez Ángel Antonio
Díaz Leones Rodrigo Rafael 3
En relación con las candidaturas, es importante resaltar que la pertenencia a una lista
estudiantil no implicaba ser, exclusivamente, un estudiante. Un ejemplo de esto lo
constituye la lista del “Movimiento integración latinoamericana estudiantil” encabezada por
Roberto Arias Pérez, quien en ese entonces era el rector de la Universidad del Rosario. Otro
68
fenómeno relacionado es aquel en donde algunos estudiantes del movimiento se unieron a
listas de grupos o partidos políticos. Un ejemplo de esto es la inscripción de Fabio Villa,
quien había sido líder del MEC pero ingresó a la lista de la Alianza Democrática M-19.
Estos dos aspectos son interesantes pues dan cuenta, para el primero, de la identificación de
sectores no estudiantiles con sus banderas; y para el segundo, del mayor peso en la
definición de la acción política de las identidades partidistas o ideológicas sobre las
estudiantiles.
No obstante la vasta participación de los estudiantes en la contienda electoral, los resultados
electorales confirmaron el temor de quienes no participaron en ésta. De los 66 candidatos
estudiantiles tan sólo uno logró curul en la Asamblea Constituyente, éste fue Fernando
Carrillo, quien había impulsado, junto con los estudiantes de TPSC, la idea de la séptima
papeleta. La votación por los estudiantes representó apenas el 2,5% del total. Aparte de la
votación por la lista de Fernando Carrillo, las demás listas estudiantiles tuvieron una baja
aceptación por parte de los ciudadanos: de los 92.281 votos por los estudiantes, Fernando
Carrillo obtuvo el 70%. Cifras contundentes a la hora de enunciar que la participación
estudiantil en las elecciones del 9 de diciembre de 1990 fue un rotundo fracaso.
Lo anterior se debe a múltiples razones. Por un lado, la incapacidad estudiantil de llegar a
un consenso en torno a la conformación de una lista única. Si se tiene en cuenta la lista de
la Alianza Democrática M- 19, la cual obtuvo mayor número de curules en la asamblea –19
en total–, no es precipitado pensar que los 66 candidatos estudiantes conformaran una lista
única pues la de la Alianza estaba compuesta por 60 miembros. Además, si se tomara en
cuenta el total de la votación por los estudiantes, ésta cifra proyectaría un resultado más
alentador: habrían logrado una curul por cuociente y otra por residuo, la cual seguramente
había sido ocupada por un verdadero estudiante, pues Fernando Carrillo, a pesar de haber
participado en el proceso, era más que todo un joven líder político del partido liberal y un
profesor universitario. Sin embargo, lo anterior es tan sólo un ejercicio mental ya que la
realidad histórica fue otra.
69
Tabla 5. Votación por las Listas Estudiantiles
CABEZA DE LISTA VOTACIÓN % % RELATIVO
Carrillo F. Fernando 64.711 1,744 70,12
Patiño B. Juan 6.783 0,183 7,35
Rey C. Ernesto 3.633 0,098 3,94
Osorio G. Martín 3.164 0,085 3,43
Palomino V. Oscar 2.962 0,080 3,21
Gómez A. Juan 2.372 0,064 2,57
Naranjo M. Vladimiro 2.074 0,056 2,25
Franco R. Rafael 1.693 0,046 1,83
Vargas V. Pedro 1.461 0,039 1,58
Mojica G. Rafael 1.172 0,032 1,27
Moreno H. Miguel 1.047 0,028 1,13
Bustos F. Humberto 761 0,021 0,82
Arias P. Roberto 448 0,012 0,49
TOTALES 92.281 2,487 100,00
El proceso de conformación de listas se convirtió en otro golpe a la estabilidad del
movimiento estudiantil. Ésta pérdida se reflejó en las divisiones internas de los dos grupos
de vanguardia del movimiento.
Luego del congreso de Medellín y la decisión de libertad en la conformación de listas, los
estudiantes interesados en participar en la asamblea buscaron aliados a sus candidaturas. No
obstante, quien logró captar mayor número de candidatos de distintos grupos estudiantiles
fue Fernando Carrillo. Su lista se denominó Movimiento Estudiantil Unido por Colombia,
lo cual indicaba una congregación de distintos líderes estudiantiles, protagonistas del
proceso, en sus filas. El segundo renglón de la lista fue Oscar Guardiola, estudiante de la
Universidad Javeriana y líder sobresaliente del grupo TPSC. El tercer renglón de la lista
había sido adjudicado a Oscar Sánchez, estudiante de la Universidad del Externado y líder
sobresaliente del MEC125
.
De la anterior conformación se deduce una ruptura doble: Por un lado, el grupo TPSC se
debatió entre las posturas de participar o fiscalizar la asamblea. Cuando se estableció la
acción del grupo por la primera opción, el grueso de los estudiantes de la Universidad del
125 No obstante, por presiones de las directivas de la Universidad del Rosario el tercer renglón fue dado a un
estudiante sobresaliente de ésta y Oscar Sánchez bajó al cuarto renglón.
70
Rosario se replegaron del proceso y quienes acompañaron la candidatura de Carrillo fueron,
principalmente, los estudiantes de la Universidad Javeriana. Entonces, paralela a ésta se
inscribió una lista a nombre del grupo TPSC.
En segunda instancia, se mencionó que en el congreso de Medellín la posibilidad de
integrar una lista única se daba en la medida en que fuera encabezada por un estudiante
independiente. La partida de activistas políticos como Fabio Villa y Samuel Arrieta a las
listas de sus correspondientes partidos políticos allanaba el terreno para que el MEC
formara una lista consolidada en torno a los estudiantes independientes126
. Sin embargo,
entre estos no hubo un acuerdo, Oscar Sánchez adhirió a la lista de Carrillo y Juan Gabriel
Gómez, el otro independiente, inscribió una lista al nombre del MEC.
La anterior fragmentación da cuenta de la pérdida de estabilidad del movimiento
estudiantil, un decurso siniestro por cuanto no dependió únicamente de factores externos al
movimiento sino de las contradicciones entre sus integrantes. De éste modo, en diciembre
de 1990, la debacle del movimiento estudiantil estaba más cerca que lejos.
Tabla 6. Votación por Estudiantes Según Departamentos
DEPARTAMENTO Arias
Roberto
Bustos
Humberto
Carrillo
Fernando
Franco
Rafael
Gómez
Juan
Mojica
Rafael
Moreno
Miguel
Naranjo
Vladimiro
Osorio
Martín
Palomino
Oscar
Patiño
Juan
Rey
Ernesto
Vargas
Pedro Total
ANTIOQUIA 26 188 1.427 251 104 41 40 177 253 255 6.041 204 43 9.050
ATLÁNTICO 4 19 660 59 180 23 37 32 76 127 59 262 54 1.592
BOLÍVAR 5 12 419 72 33 54 10 31 36 93 17 110 869 1.761
BOYACÁ 18 44 771 25 49 17 45 71 95 69 33 180 8 1.425
CALDAS 7 29 1.303 70 554 18 22 47 1.065 73 35 47 22 3.292
CAQUETÁ 3 3 1.478 61 2 32 3 6 12 33 10 20 4 1.667
CAUCA 7 20 249 44 25 47 11 155 60 125 29 71 22 865
CESAR 2 6 150 27 3 4 13 15 47 9 70 9 355
CÓRDOBA 8 77 162 17 5 14 19 24 58 70 20 96 59 629
C/MARCA 291 146 32.406 174 56 106 589 1.127 580 266 128 1.293 63 37.225
CHOCÓ 2 22 28 3 564 6 2 5 14 20 3 17 12 698
HUILA 4 3 554 50 2 35 17 38 79 78 19 68 16 963
GUAJIRA 2 22 3 38 13 8 11 27 24 13 46 4 211
MAG/LENA 10 13 246 15 6 8 6 12 9 63 19 179 13 599
META 7 3 375 8 17 556 24 26 69 67 20 35 11 1.218
NARIÑO 5 18 3.101 89 25 20 15 23 41 98 31 151 23 3.640
N.SAN/DER 8 3 424 80 30 12 10 35 54 569 30 121 48 1.424
QUINDÍO 2 555 88 9 7 38 33 67 47 13 51 10 920
RISARALDA 4 20 619 22 59 6 20 34 111 48 9 36 7 995
SANTANDER 10 19 1.248 313 63 25 36 56 135 239 49 133 26 2.352
126 La independencia de un estudiante significaba la no pertenencia a algún grupo, organización o partido
político.
71
SUCRE 3 53 12.709 26 62 22 4 8 29 86 94 123 15 13.234
TOLIMA 10 10 2.034 44 9 23 28 37 75 125 24 77 26 2.522
VALLE 8 36 3.289 143 268 36 49 55 170 243 57 149 87 4.590
ARAUCA 1 12 3 206 7 3 6 13 15 1 17 284
CASANARE 1 7 391 6 1 2 2 5 24 5 21 4 469
PUTUMAYO 4 51 4 8 3 5 5 29 6 27 4 146
S. ANDRÉS 10 1 1 1 2 1 4 2 22
AMAZONAS 1 5 19 1 2 4 11 4 9 56
GUAINÍA 1 2 2 3 1 5 14
GUAVIARE 4 8 4 2 2 1 9 2 2 34
VAUPÉS 1 2 2 3 8
VICHADA 4 5 1 2 3 6 21
TOTAL 448 761 64.711 1.693 2.372 1.172 1.047 2.074 3.164 2.962 6.783 3.633 1.461 92.281
Ésta fragmentación implicó, además, cierta presencia del movimiento estudiantil a nivel
nacional. La votación obtenida por cada una de las listas estudiantiles en el total de los
departamentos del país –véase la tabla 6– es un indicador del origen regional de las listas
estudiantiles y de la distribución geográfica del activismo estudiantil en el período de
análisis. Si se toma en cuenta el departamento en donde cada lista obtuvo mayor número de
votos, se puede concluir:
El Movimiento integración Latinoamérica estudiantil, encabezado por Roberto Arias, tuvo
el mayor número de electores en Cundinamarca. La Lista nacional unificada movimiento
estudiantil fuerza nueva, encabezada por Humberto Bustos, en Antioquia. El Movimiento
universitario por una Colombia nueva, encabezado por Rafael Franco, en Santander. El
Movimiento estudiantil por la Constituyente, encabezado por Juan Gabriel Gómez, en
Cundinamarca. El Movimiento estudiantil Universidad del Meta y los Llanos, encabezado
por Rafael Mojica, en Meta. El Movimiento estudiantil colombiano, representado por
Miguel Moreno, en Cundinamarca. El Movimiento estudiantil fuerza nueva, encabezado
por Vladimiro Naranjo, en Cundinamarca. Todavía podemos salvar a Colombia,
encabezado por Martín Osorio, en Caldas. El Movimiento estudiantil Norte de Santander
por la constituyente, encabezado por Oscar Palomino, en Norte de Santander. El
Movimiento constituyente estudiantil por el fortalecimiento de la provincia, representado
por Juan Carlos Patiño, en Antioquia127
. La fuerza universitaria constituyente, encabezada
por Ernesto Rey, en Cundinamarca. Y el Movimiento estudiantil independiente, encabezado
por Pedro Vargas, en Bolívar.
127 Candidatura uninominal, obtuvo la segunda mayor votación de las listas estudiantiles (véase la tabla 5).
72
Es importante llamar la atención sobre la votación obtenida por el Movimiento estudiantil
unido por Colombia, el cual era encabezado por Fernando Carrillo –véase la tabla 6–. Los
tres valores más altos de su votación se encontraron en los departamentos de
Cundinamarca, con 32. 406 votos, Sucre, con 12.709 votos y Valle, con 3.289 votos; lo cual
corresponde al 75% del total de la votación. Los altos registros obtenidos en Cundinamarca
y Valle se entienden por el número de universidades existentes en Bogotá y Cali128
. Sin
embargo, la alta votación en Sucre no es entendible desde la misma lógica, pues este
departamento no posee un número tan elevado de universidades para alcanzar semejante
“representatividad estudiantil”129
. Esto hace pensar en la existencia de un apoyo de tipo
partidista a la candidatura de Fernando Carrillo, por lo cual la representación de los
estudiantes a través de él quedó en entredicho. Hipótesis no muy precipitada si se tiene en
cuenta que meses antes de la elección, Fernando Carrillo era asesor constitucional de la
presidencia y coautor del proyecto de reforma constitucional del gobierno Gaviria.
Por tanto, se frustraba la esperanza estudiantil de participar directamente en la Asamblea
Constituyente. Además de Fernando Carrillo, otro partícipe del movimiento estudiantil
alcanzó una curul en la asamblea. Este fue Fabio Villa, en aquel entonces estudiante de
sociología de la Universidad Nacional y activista del MEC. Ingresó al noveno renglón de la
lista de la AD-M19, la cual logró 18 curules por cuociente y una por residuo en la
Asamblea Constituyente. Sin embargo, el ingreso de Villa a ésta alianza no se debió tanto a
su labor en el movimiento estudiantil como a su carrera en un partido político de izquierda.
En 1989, Villa era el secretario general de la Juventud Revolucionaria de Colombia –
JRDC–, sector juvenil del Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista –PCCML–,
el cual era el partido político del Ejército Popular de Liberación –EPL–. En la segunda
mitad de 1990 el EPL se encontraba en el proceso de desmovilización sobre la base de su
participación en la Asamblea Constituyente. Finalmente dos de sus integrantes obtuvieron
128 Más específicamente por las sedes de la Universidad Javeriana en éstas dos ciudades. La votación obtenida
por la lista de Carrillo en Bogotá fue de 26.899 votos. Véase Registraduría Nacional del Estado Civil, Ibíd.,
pp. 163-165. 129 Para 1990, el Sucre poseía una matrícula total de 1.420 alumnos, lo cual correspondía al 0.3% del total de alumnos matriculados en el país (487.188). De igual manera, tan sólo habían dos establecimientos educativos,
lo cual significaba el 0.8% del total de establecimientos educativos en el país (242). Véase DANE, Las
estadísticas sociales en Colombia, 1993, pp. 361 y 365.
73
voz en ella. De ésta forma, la inclusión de Fabio Villa en la Alianza Democrática obedeció
a la estrategia de ésta de tener en sus filas a representantes de diferentes partidos políticos,
movimientos sociales y regionales130
. Debido a su adscripción partidista, sus actividades en
la Asamblea Constituyente no se dirigieron, primordialmente, a representar al sector
educativo o juvenil, así como tampoco lo fueron las actividades de Fernando Carrillo. Sin
embargo, de la intervención de éstos dos personajes se pueden destacar algunas acciones
relacionadas con estos temas.
En el caso de Fabio Villa, sólo un proyecto tiene relación con el tema de la educación y dos
de sus ponencias versaron en torno a la juventud y la objeción de conciencia para prestar el
servicio militar obligatorio131
. Además, presentó una proposición sustitutiva sobre la fuerza
pública y el servicio militar, recibió y divulgó una carta abierta al país de los Estudiantes
por la defensa de la educación pública. En relación con el plan de apertura educativa dejó
una constancia en contra de ella y presentó sus inconvenientes. Finalmente votó a favor de
un servicio social obligatorio para los jóvenes132
.
Fernando Carrillo presentó una ponencia sobre el servicio social obligatorio y una carta
dirigida al Registrador Nacional en la cual le pide entregar al archivo de la asamblea las
séptimas papeletas que pudieran reposar en la Registraduría133
. Además, realizó una
constancia en nombre de TPSC a propósito de la celebración de un seminario sobre la
Asamblea Constituyente, en el cual los estudiantes criticaban el asunto de su fuero –véase
el anexo 2–.
130 El propio Villa había recibido la invitación de Antonio Navarro antes del segundo congreso estudiantil de
Medellín, razón por la cual no fue su prioridad buscar el consenso en torno a la lista única estudiantil. Su
cálculo político surtió efecto y pasó a ser el único estudiante delegatario de la Asamblea Nacional
Constituyente. 131 Véase: Gaceta Constitucional, Reforma democrática de la educación, Proyecto de Acto Reformatorio No.
21, 08 de marzo de 1991, No. 18, pp. 17-20. Pensamos en el papel de la juventud al interior de la sociedad,
Ponencia, 15 de abril de 1991, No. 50, pp. 7-10. Objeción de conciencia, Ponencia, 24 de abril de 1991, No.
58, pp. 12-14. 132 Véase Anexo 2, el cual es el registro de todas las presentaciones, proyectos, ponencias, constancias, votos
etc, de Fabio Villa y Fernando Carrillo en la Asamblea Constituyente, que reposan en el Archivo General de
la Nación. 133 Véase: Gaceta Constitucional, Consagración constitucional del servicio social obligatorio, Ponencia, 15
de abril de 1991, No. 50, pp. 10-13. La séptima papeleta al archivo de la historia, 26 de junio de 1991, No.
108, p. 2.
74
Luego de la fragmentación y el fracaso electoral, el movimiento estudiantil de comienzos
de la década del noventa entró en franco deterioro. La mayoría de sus activistas se fueron a
vacaciones de fin de año como espectadores del proceso de reforma y algunos se unieron a
distintos constituyentes como sus asesores. Desde luego, Fabio Villa y Fernando Carrillo
tenían sus asesores estudiantiles, quienes habían caminado juntos en el movimiento
estudiantil134
.
Durante 1991 la poca actividad estudiantil centra su atención en la Asamblea
Constituyente. Se encuentran algunas manifestaciones públicas en torno a temas
coyunturales del desarrollo de la reforma constitucional pero la organización estudiantil se
había desarticulado completamente y los estudiantes siguieron sus ciclos de vida sin la
opción de un movimiento estudiantil. De ésta forma, las últimas luchas del movimiento
tuvieron que ver con la declaración de soberanía de la Asamblea Constituyente y la
propuesta de someter a referéndum la nueva carta política.
El remanente del grupo TPSC luchó porque los constituyentes aceptaran las inhabilidades
dictadas por la Corte Suprema de Justicia135
. Ésta petición tenía que ver con el debate
público que suscitó la declaración de soberanía de la constituyente para poder emitir
proyectos de ley de vigencia inmediata y la revocatoria del mandato del Congreso elegido
el 11 de marzo de 1990.
En ese mismo sentido, algunos estudiantes que nunca estuvieron de acuerdo con la
participación en las elecciones formaron un grupo denominado “centinela”, el cual tenía
como objetivo vigilar los excesos de la asamblea y las inhabilidades de los
constituyentes136
. Este grupo pidió formalmente un espacio de diez minutos para hablar en
la Asamblea Constituyente, sin embargo esta petición no fue atendida y la vida del grupo
fue muy corta137
.
134 Éste último puso a disposición de los periodistas un centro de asesoría constitucional atendido por
estudiantes de derecho, El Tiempo, 25 de febrero de 1991, p. 6A. En relación con los asesores estudiantes
véase el 28 de febrero de 1991, p. 7A. 135 El Tiempo, 23 de marzo de 1991, p. 7A. 136 Véase El Tiempo, 17 de mayo de 1991, p. 9A. 137 Véase la entrevista a Oscar Ortiz, 09 de julio de 2001.
75
Por otro lado, en mayo de 1991 el MEC hacía énfasis en la necesidad de someter a
refrendación popular la nueva Constitución política de Colombia. De igual forma criticaron
la declaración de soberanía de la asamblea y propusieron una consulta nacional estudiantil
en la Universidad de La Salle en la cual se discutiría la reforma constitucional, sin embargo
esto no se realizó138
.
El movimiento estudiantil, que había comenzado en 1989 con el intento de conformar una
organización estable, se fue muriendo en una larga agonía y para la fecha de expedición de
la nueva Constitución de Colombia, el 4 de julio de 1991, sólo quedaba el recuerdo de la
séptima papeleta como su máximo triunfo. A pesar del fracaso de la organización
estudiantil, el anterior relato ha mostrado que el movimiento estudiantil fue más que la
historia de la célebre papeleta. Ésta fue la característica principal del movimiento
estudiantil de finales de la década de los ochenta, un movimiento estudiantil con
reivindicaciones políticas insertado en la crisis política colombiana y en donde la reforma
de la Constitución de 1886 parecía, por unanimidad, la mejor solución posible.
138 El Tiempo, 10 de mayo de 1991, p. 6A.
76
3. SOCIOLOGÍA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
El presente capítulo tiene como objetivo retomar la descripción histórica del movimiento
estudiantil en un análisis sociológico desde la perspectiva de la teoría de los movimientos
sociales. En primera instancia se hará una presentación básica del enfoque analítico
aplicado en el presente estudio: la sociología de la acción, expuesta principalmente por
Alain Touraine. En seguida se establecerá la relación entre dicho enfoque y la realidad
social aprehendida a través de la investigación, en el intento por responder la pregunta
acerca del tipo de movimiento estudiantil desarrollado en el período 1989-1991; lo cual
servirá para hacer la valoración de su peso en relación con las tendencias de los
movimientos estudiantiles colombianos del siglo XX.
3.1 Enfoque Analítico: la Sociología de la Acción
Como se apreció en la reconstrucción histórica del movimiento estudiantil, éste presenta un
alto grado de complejidad para el análisis sociológico. Por ésta razón es necesario
establecer el marco teórico mediante el cual se abordará el análisis del movimiento
estudiantil por la Asamblea Constituyente de 1991. Aunque la literatura sociológica
referente a la teoría y praxis de los movimientos sociales es muy vasta, para el presente
estudio son importantes aquellas teorías que pretenden estudiar los movimientos sociales
dentro del contexto nacional o latinoamericano, pues dan un mejor entendimiento de las
sociedades con nuestras características.
Una de las primeras representaciones académicas de los movimientos sociales se estableció
a través de concepciones colectivistas –conductas colectivas– de los mismos. Desde ésta
perspectiva –establecida principalmente en el estructural funcionalismo y el marxismo
estructuralista–, los movimientos sociales están regidos por unidades supra individuales que
determinan la acción de los individuos.
77
Sin embargo, las condiciones que caracterizan a las sociedades de América Latina hicieron
que este tipo de teorías tuvieran sus limitaciones al momento de explicar las realidades
nacionales. Surgieron nuevos actores colectivos como los estudiantes, los grupos
ecológicos, los movimientos de mujeres y las madres comunitarias, los cuales no se
entendían desde el punto de vista del “colectivismo metodológico”; es decir, bajo
explicaciones y términos como la lucha de clases, por ejemplo.
De este modo, la teoría de los movimientos sociales planteó un viraje de ciento ochenta
grados para aproximarse a la cambiante realidad social. Esta corriente teórica, el
“individualismo metodológico”, propone tomar a los individuos y las orientaciones de sus
acciones como unidades básicas de análisis. De la conjugación de éstas unidades básicas es
posible llegar a agregados institucionales, los cuales, a su vez, se convierten en limitantes
de la acción individual. Es una relación de doble vía entre las acciones individuales y las
estructuras, la cual pretende superar las limitaciones de la corriente sociológica de las
conductas colectivas1. Idea un poco en concordancia con la de Francisco Leal acerca de los
movimientos sociales como la búsqueda de la recuperación y construcción de espacios
públicos para la vida colectiva y la participación ciudadana2.
Sin embargo, el individualismo metodológico no es más que la propuesta para entender los
movimientos sociales como una elección racional. A pesar de que rompe con las
explicaciones de creación o deformación de conciencia por parte de la estructura, plantea
un tipo ideal en el momento de realizar una acción, propuesta teórica y metodológica que
implica tres aspectos en el análisis de los movimientos sociales, a saber.
En primer lugar, todos los fenómenos sociales se pueden reducir a eventos que involucran a
individuos y sus interacciones. De este modo, un fenómeno social es el “agregado” de las
interacciones entre los individuos. En segundo término, dichas interacciones implican que
cada individuo realiza una acción intencional o propositiva, por lo cual intenta maximizar la
1 Para una aproximación más detallada de los diferentes paradigmas teóricos sobre los movimientos sociales
véase Leopoldo Múnera. Rupturas y Continuidades, Bogotá: IEPRI-Universidad Nacional de Colombia-CEREC, 1998, primera parte, pp. 15-119. 2 Francisco Leal. “Los movimientos políticos y sociales: un producto de la relación entre Estado y sociedad
civil”, Análisis Político, No. 13, mayo a agosto de 1991, pp. 7-21.
78
utilidad de su acción. Por último, la maximización no es más que el cálculo racional de los
beneficios y los costos de las acciones. Entonces, la comprensión de los movimientos
sociales se reduce al entendimiento de una racionalidad de tipo instrumental3.
Lo que convierte a la elección racional individual en un proceso colectivo es la
identificación de los patrones de elección, en otras palabras, la identificación de los
individuos en el proceso de elección racional y, por ende, la identificación de los fines. El
movimiento social es, en primera instancia, una identidad en la elección de los fines y los
medios de consecución de los mismos, pero dichas elecciones o preferencias también
cambian de acuerdo al momento histórico y a las diferenciaciones sociales. La explicación
del movimiento social a través de la observación de identidad entre los fines individuales
no es suficiente, por lo cual se le agrega un componente más a la teoría de los movimientos
sociales: la teoría de la movilización de recursos.
Además de existir un conjunto de opiniones y creencias adoptados por un grupo de la
población, dicha acción implica unos costos y beneficios, los cuales necesitan de una
racionalidad instrumental para obtener lo que se desea. “El movimiento es un instrumento
que usan los actores para satisfacer sus necesidades individuales y participar en el sistema
político con la finalidad de controlarlo o de utilizar a su favor, como grupo particular, los
cambios que de él se derivan”4. Lo anterior implica la posibilidad de acceso a la estructura
de oportunidad política, es decir, que el movimiento pueda tener ciertos espacios para
realizar sus actividades y, de cierta forma, asegurar la obtención de sus fines. Como se
puede apreciar, la disponibilidad de los recursos determina la acción de los movimientos
sociales y no da cuenta de los interrogantes sociológicos más relevantes en el estudio de los
movimientos sociales, como lo es la inquietud sobre el paso de la acción individual a la
colectiva.
3 Esta teoría de la elección racional tiene su antecedente teórico en los tipos de acción social de Weber,
especialmente en la acción racional con arreglo a fines, todo esto dentro del marco de la tipificación ideal de un movimiento social. Véase Max Weber. Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, Bogotá:
Fondo de Cultura Económica, 1997. pp. 5-46. 4 Leopoldo Múnera, Op. cit., p. 31.
79
De éste modo, surge una corriente teórica que intenta comprender los movimientos sociales
desde la sociología de la acción pero liberada de las implicaciones racionalistas de las
conductas colectivas y la movilización de recursos. El trabajo seminal de ésta corriente es
la obra del sociólogo francés Alain Touraine, cuya elaboración conceptual gira en torno a la
identidad de los actores colectivos y de la orientación –de sentido– de sus acciones. La
propuesta consiste en reconstruir el nexo entre los movimientos sociales y las estructuras
sociales.
Para Touraine “el movimiento social es la acción, a la vez culturalmente orientada y
socialmente conflictiva, de una clase social definida por su posición dominante o
dependiente en el modo de apropiación de la historicidad, de los modelos culturales de
inversión, de conocimiento y moralidad, hacia los cuales él mismo se orienta”5.
Los movimientos sociales se convierten en los actores privilegiados del conflicto por el
control y orientación de la producción de la sociedad –historicidad–. Son sistemas
organizados y complejos en donde los individuos le otorgan significado a sus acciones de
acuerdo con la representación que hacen de ellas –formación de identidad–. La existencia
del conflicto es una variable indispensable para considerar una acción colectiva como
movimiento social6. De ésta forma, la comprensión de los movimientos implica la
comprensión misma de las formas de producción y reproducción de la sociedad: “al hablar
de movimientos sociales y sus conflictos abiertos, se entiende mejor cómo se constituye el
cierre de las instituciones y el orden que mantienen, y cómo las relaciones de producción se
transforman en relaciones de reproducción”7.
La ciencia social colombiana ha contribuido considerablemente al conocimiento de los
movimientos sociales mediante la apropiación crítica de esta corriente teórica. Para el caso
de Leopoldo Múnera, la crítica se centra principalmente en el concepto de historicidad de
5 Véase Alain Touraine. El regreso del actor, Buenos Aires: Eudeba, 1987, p. 99. 6 Lo cual indica que no toda acción colectiva es un movimiento social. Una definición con la cual estamos en
desacuerdo es aquella en donde cualquier acción colectiva es entendida como movimiento social: “Desafíos
colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los oponentes y las autoridades”, véase Sidney Tarrow. El poder en movimiento,
Madrid: Alianza Editorial, 1997, p. 21. 7 Alain Touraine, Ibíd., p. 41.
80
Touraine. Al ser este concepto la clave analítica de la introducción de elementos culturales
–sentido de la acción– en los movimientos sociales, se convierte a su vez en la matriz del
mismo y por ende, en el factor determinante de la acción colectiva, es decir: “Los
movimientos sociales se constituyen alrededor de un conflicto entre los modelos de sentido
de los actores sociales y no por la dirección de los modelos societales”8.
Una crítica parecida puede observarse en el trabajo de Mauricio Archila9, en donde se
expone que la idea de Touraine sobre los movimientos sociales entiende a los mismos como
resultado de sociedades establecidas, lo cual es un límite del concepto y de la capacidad de
acción de los movimientos sociales. Así mismo, la “satanización” que hace Touraine de la
política, como una acción que limita la autonomía y el alcance de los movimientos
sociales10
.
Para Touraine los movimientos sociales son el sujeto privilegiado de la producción y
transformación de la sociedad11
. Sin embargo, para Múnera los movimientos sociales no se
comportan como un sujeto único y son más bien una articulación de luchas, organizaciones
y asociaciones que permiten la construcción de identidades dentro de un campo social en
conflicto. Plantea que “el movimiento social es así visto como un actor que orienta cultural
y racionalmente sus prácticas, y como un escenario concreto, en el cual los actores que lo
componen construyen su identidad”12
.
Una definición más sencilla es la planteada por Archila: “Por movimientos sociales
entendemos aquellas acciones sociales colectivas, más o menos permanentes, orientadas a
8 Leopoldo Múnera, Op. cit., p. 44. 9 Mauricio Archila. “Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XX”, Bernardo Tovar
(Comp.), La historia al final del milenio, Bogotá: Editorial Universidad Nacional, 1994, pp. 251-321. 10 Ibíd., p. 255. Aunque a mi parecer, lo que pretende Touraine es diferenciar un movimiento social de un
movimiento político y no reducir el análisis de los movimientos sociales en función de lo político: “Un acto
dirigido contra una dominación social no se reduce nunca a una estrategia con respecto al poder político.”
Touraine, Ibíd., p. 100. 11 “El movimiento social es una acción, la del sujeto, es decir del actor que cuestiona la formalización social
de la historicidad”, Alain Touraine, Ibíd., p. 99. 12 Leopoldo Múnera, Op. cit., p. 60.
81
enfrentar injusticias, desigualdades o exclusiones, es decir, que denotan conflicto y que
tienden a ser propositivas. Todo ello en contextos históricos determinados”13
.
De este modo, los estudios sociológicos desde la perspectiva de la sociología de la acción
proponen tres tipos de acción colectiva como una manera de identificar aquellas acciones
que puedan corresponder o no a un movimiento social.
El primero equivale a las conductas colectivas, las cuales son “aquellas acciones
conflictivas que pueden ser entendidas como un esfuerzo de defensa, de reconstrucción o
adaptación de un elemento enfermo del sistema social, trátese de un valor, una norma o de
la sociedad misma”14
. El segundo tipo concierne a las luchas sociales y significan “analizar
los conflictos como mecanismos de modificación de decisiones y por lo tanto como
factores de cambio –fuerzas políticas en el sentido más amplio del término–”15
. Por último
los movimientos sociales, entendidos “cuando las acciones conflictivas tratan de
transformar las relaciones de dominación social ejercidas sobre los principales recursos
culturales –la producción, el conocimiento, las reglas éticas–”16
.
Una deficiencia de esta clasificación se da en la medida en que una línea evolutiva es
trazada a lo largo de los tipos de acción colectiva. De este modo, los movimientos son más
complejos que las luchas y pueden estar formados por ellas y por conductas colectivas.
Pero las luchas y conductas no están conformadas por movimientos sociales. Esta de-
limitación conceptual implica, a su vez, una serie de dificultades en relación con la
interpretación de la realidad social. Pareciera que unas acciones –movimientos sociales–
son más dignas de ser estudiadas que otras –conductas y luchas–, no obstante en muchos de
los casos se presenta una combinación entre los diferentes tipos de acción colectiva.
Finalmente, la sociología de la acción establece tres principios de los movimientos sociales:
“El principio de identidad es la definición del actor por él mismo. Un movimiento social
13 Mauricio Archila. “Tendencias recientes de los movimientos sociales”, Francisco Leal (Comp.), En busca
de la estabilidad perdida, Bogotá: Tercer Mundo-IEPRI (UN)-COLCIENCIAS, 1995, p. 254. 14 Alain Touraine, Ibíd., p. 93. 15 Ibíd., p. 94. 16 Ibíd.
82
sólo se puede organizar si esta definición es consciente; pero la formación del movimiento
precede con amplitud dicha conciencia. Es el conflicto el que constituye y organiza al actor
(...) Se debe definir de la misma manera el principio de oposición. Un movimiento sólo se
organiza si puede definir su adversario, pero su acción no presupone esta identificación. El
conflicto hace surgir al adversario, forma la conciencia de los actores en su mutua presencia
(...) En fin, no existe movimiento social que se defina únicamente por el conflicto. Todos
poseen eso que yo denomino un principio de totalidad (...) El principio de totalidad no es
más que el sistema de acción histórico en el cual los adversarios, situados en la doble
dialéctica de las clases sociales, se disputan la dominación” 17
.
Como se puede apreciar, cada uno de los principios puede estar interrelacionado y se
convierte en elemento clave por considerar en el análisis del movimiento estudiantil, lo cual
no significa una subordinación de las particularidades encontradas en la investigación
frente al modelo teórico. Asimismo se tendrán en cuenta algunos conceptos operativos que
serán desarrollados en su momento indicado.
3.2 ¿Qué Movimiento Estudiantil?
Al realizar el balance de la acción estudiantil en el proceso constituyente, una de las
inquietudes más frecuentes consiste en establecer si en realidad se trató o no de un
movimiento estudiantil. Esta pregunta no sólo remite a la composición de los grupos sino –
y aún más importante– a la caracterización sociológica de las acciones colectivas
estudiantiles como un movimiento social.
Por definición, la respuesta a la pregunta puede ser afirmativa. La formación de dos grupos
estudiantiles con un número aproximado de cien activistas es indicativo de una acción
colectiva18
. Así mismo, el conflicto en el cual se inscribe la acción colectiva es explícito
pues la crisis del sistema político colombiano –desarrollada en el primer capítulo de la
presente monografía– da cuenta de la magnificación de los problemas nacionales a todos
17 Alain Touraine. Production de la Société, Paris: Seuil, 1973. Citado por Leopoldo Múnera, Ibíd., p. 36 nota
17. 18 El número de los activistas ha sido resultado de la revisión de prensa, véase el Anexo 3.
83
los sectores de la sociedad, incluido el estudiantil; el asesinato de Luis Carlos Galán fue el
suceso mediante el cual el conflicto se manifestó para algunos de ellos.
La acción estudiantil fue propositiva, pues no se limitó a luchas reivindicativas
circunscritas a los intereses estudiantiles sino que planteó alternativas a la fracasada
reforma constitucional, lo cual se refirió a un aspecto del sistema de acción histórico más
amplio capaz de fijar límites a la acción de los demás. El referente a la Constitución política
implica un nivel importante en el control de la historicidad de un Estado Nacional ya que se
convierte en el referente ético legítimo y legal por el cual los distintos agentes definen sus
acciones.
De igual modo, fue más o menos permanente: se registraron sucesos en un período
aproximado de dos años, no obstante su desarticulación desde finales de 1990 y su
desaparición total con la expedición de la nueva carta política en julio de 1991.
Sin embargo, un análisis de este tipo es bastante simplista y reduce la heterogénea realidad
social al homogéneo esquema teórico19
centrándose en variables numéricas y temporales,
poco enriquecedoras al conocimiento sociológico de la historia del movimiento estudiantil.
Si bien la pregunta se responde mediante la conceptualización del movimiento social, es
menester realizar un trabajo más analítico para dar cuenta de las características sociológicas
del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente de 1991 en Colombia.
Como ya se advirtió en el relato histórico, su composición fue bastante heterogénea. La
participación de estudiantes de universidades privadas y públicas definió un desarrollo
bastante particular, el cual se aprecia en la formación de los dos conjuntos que lideraron el
proceso, el grupo Todavía podemos salvar a Colombia –TPSC– y el grupo Movimiento
Estudiantil por la Constituyente –MEC–.
19 “Toda la labor de ciencia de la cultura, en una época de especialización, luego de haberse orientado a través
de determinados planteos de los problemas hacia una cierta materia, y luego de haber creado sus principios
metodológicos, considerará la elaboración de esa materia como fin en sí, sin controlar de continuo, de manera conciente, el valor congnoscitivo de los hechos singulares respecto de las ideas de valor últimas, y hasta sin
tener en general conciencia de su dependencia de esas ideas de valor”. Max Weber. Ensayos sobre
metodología sociológica, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1958, p. 101.
84
Sin embargo, no se puede reducir el análisis en términos del tipo de educación. La
integración de TPSC era de estudiantes de universidades privadas y la del MEC era mixta
entre universidades privadas y públicas. Por lo tanto, además del tipo de universidad
existieron otros factores de adscripción al grupo, los cuales remiten al tipo de identidad por
el cual se orientaba la acción colectiva estudiantil.
Desde luego, más que el tipo de institución, la condición social de estudiante universitario
es el factor primario de identificación. Orienta la acción en términos muy específicos pues
atraviesa transversalmente toda una serie de campos sociales, desde el económico hasta el
político20
. La condición estudiantil se define de un modo relacional: no se establece
exclusivamente por la estructura de clase de una sociedad pero está influida por ella y
puede convertirse en reproductora de la misma. De igual forma, no se determina por las
relaciones de poder pero está influida e influye en el sistema de poder de la sociedad.
Entonces, la condición social de estudiante se establece por el devenir mismo del campo
social de la educación, definido éste como el espacio “dentro del cual los agentes se
enfrentan, con medios y fines diferenciados según su posición en la estructura del campo de
fuerzas, contribuyendo de este modo a transformar su estructura”21
.
Empero lo anterior, para el caso del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente,
la identidad de la acción colectiva no se orientó hacia el campo de la educación. Su
principal orientación fue el campo político. El Estado y su dirección a través de las
instituciones legítima y legalmente constituidas fue su referente primario22
. De este modo,
20 A pesar de su énfasis funcionalista se puede decir, junto con Lipset, que “todos los segmentos del sistema
educacional –primaria, secundaria y universidad– son partes del proceso de socialización (...) Como agentes
de socialización, transmiten la cultura y habilitan al individuo para pertenecer a la sociedad. La universidad
tiene la responsabilidad fundamental de adiestrar a la futura élite”, véase Seymour Martin Lipset. “El
comportamiento político de los estudiantes universitarios en las naciones en desarrollo”, Sociología y
sociedad en Latinoamérica. Estudios sobre su desarrollo -Memoria del VII Congreso Latinoamericano de
Sociología-, Bogotá: Asociación Colombiana de Sociología, 1967, tomo II, p. 193. 21 Pierre Bourdieu. Razones prácticas: sobre la teoría de la acción, Barcelona: Editorial Anagrama, 1997, p.
43. 22 Uno de los volantes repartidos en la época por los estudiantes proclamaba:
“COLOMBIANO: VOTE POR COLOMBIA. -Frente a la crisis generalizada que a traviesa la Nación. -Ante la incompetencia de la clase política para dar respuestas a los graves problemas del país. -Frente al fracaso del
congreso en su labor de representación. ASUMA SU RESPONSABILIDAD, SU VOTO ES EL QUE
DECIDE EL FUTURO DE COLOMBIA. El movimiento estudiantil lo convoca a hacer suya esta iniciativa y
85
la crisis sociopolítica de la época, como factor estructural, y el asesinato de Luis Carlos
Galán, como factor coyuntural, influyeron de manera considerable en el tipo de acción
estudiantil.
Esto último conduce a una observación bastante repetida pero poco analizada: el carácter
coyuntural del movimiento estudiantil. Con la técnica de las entrevistas en profundidad se
pudo apreciar que uno de los factores por los cuales los estudiantes se sumaron a la acción
colectiva consistió en el rechazo a la violencia y, en especial, a la racha de magnicidios.
Dentro del imaginario estudiantil los asesinatos de Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y
Bernardo Jaramillo fueron los más influyentes para decidir que “se debía hacer algo”;
asesinatos que son recordados como anteriores a la movilización colectiva23
. Sin embargo,
el único antecedente de este tipo fue el asesinato del candidato liberal, los otros dos
ocurrieron paralelos a la movilización estudiantil.
¿Por qué esta referencia a los asesinatos de los líderes políticos no puede ser entendida
como un simple error de memoria? La razón es muy clara, los sucesos refieren a un tipo de
ambiente social vivido en la época: unas violencias que desbordaban distintos campos
sociales y un Estado incapaz de plantear soluciones viables a las mismas, lo cual implicó en
la gente un sentimiento de miedo e incertidumbre. Pero el error histórico también puede ser
entendido como una táctica, racional o irracional, de defensa frente a las interpretaciones
del movimiento como coyuntural –que no es igual a un análisis coyuntural del
movimiento–.
Si se realiza un ejercicio contrafactual24
y se piensa en la inexistencia del asesinato de L. C.
Galán, el panorama se vislumbra distinto. Si además se tiene en cuenta la reacción
estudiantil frente a los asesinatos de B. Jaramillo y C. Pizarro, se interpreta con claridad
ayudarnos a difundirla, a votar por una Asamblea Nacional elegida por el pueblo que diseñe la constitución
que Colombia necesita para el futuro.” 23 “Pero ante todo, la séptima papeleta fue un grito de la ciudadanía que se resistió a continuar ver corriendo la
sangre: primero de Galán después de Pizarro, de Jaramillo y de miles de colombianos.” Fernando Carrillo.
“La quijotada de la séptima papeleta”, Revista Cambio, 25 de junio-2 de julio de 2001, No. 418, pp. 32-33. 24 Retomo este interesante método analítico propuesto por Juan Gabriel Gómez en su artículo “Sobre las
Constituciones de Colombia (incluida la de papel)”, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales, Colombia cambio de siglo, Bogotá: Planeta, 2000, pp. 255-292.
86
una diferencia en la representación de los asesinatos. A pesar de que los comunicados
condenatorios no se hicieron esperar, el manejo dado fue totalmente distinto:
De acuerdo con lo dicho y hecho a raíz del asesinato de Galán25
, los otros magnicidios
podían situarse como un duro golpe contra el movimiento estudiantil ya que era un franco
ataque a sus peticiones; o como una ocasión para fortalecer sus acciones, tal cual ocurrió en
agosto de 1989. Sin embargo, los sucesos no implicaron ni lo uno, ni lo otro. El
movimiento estudiantil siguió su curso con la mirada fija en la Asamblea Constituyente y
fueron otros sectores estudiantiles, en especial los de izquierda, quienes protestaron con
mayor vehemencia por los asesinatos de los dos líderes de izquierda democrática26
. Así las
cosas, la hipótesis del surgimiento coyuntural del movimiento estudiantil no es tan
descabellada y adquiere mayor peso analítico.
La anterior observación revela lo complejo de la identidad como factor de paso de las
acciones individuales a la acción colectiva. Vislumbra un tipo de identidad distinta a la
estudiantil que jugó un papel tanto o más relevante: la identidad política. Veamos las
características de su mutua construcción y los respectivos papeles que jugaron en el devenir
del movimiento estudiantil.
A mediados de 1989 la revista Análisis Político publicó una serie de entrevistas con
algunos grupos estudiantiles de la Universidad Nacional en la cual expresaba “un cambio
en la mentalidad dominante” de los estudiantes27
. Este cambio significaba la pérdida de
atractivo por la política –tradicional, en sentido restringido– y un aumento de actividades
culturales como formas de concebir la política. En palabras de los estudiantes de Forum
Versión, revista de filosofía: “podemos decir que el hacer cultural de la generación actual
de estudiantes no es partidista”. De modo paralelo, reducidos grupos estudiantiles “carentes
25 Véase la nota 22 del presente capítulo. 26 Un volante estudiantil expresa la protesta de la siguiente manera: “Comunicado a la opinión pública. Los
estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional repudiamos el asesinato del doctor
BERNARDO JARAMILLO OSSA ocurrido hoy 22 de marzo de 1990, y a su vez condenamos las declaraciones irresponsables del Señor Ministro de Gobierno Carlos Lemos Simons que con su actitud
señalatoria puso precio a la cabeza del Candidato a la Presidencia de la U.P”. 27 Véase Análisis Político, No. 7, mayo a agosto de 1989, pp. 71-75.
87
de proyectos alternativos (...) e incapaces de convocar a las mayorías estudiantiles,
endurecieron sus acciones violentas”28
.
La anterior situación, aunque referida a la Universidad Nacional, ilustra el ambiente de la
movilización estudiantil a finales de la década de los ochenta, antes del surgimiento del
movimiento estudiantil por la reforma constitucional. Este ambiente se caracterizaba por un
descrédito de las prácticas de los partidos políticos tradicionales y cierto escepticismo
frente a los referentes que los estudiantes tenían de las movilizaciones estudiantiles de las
dos décadas anteriores, sumado a la radicalización y aislamiento de los grupos
denominados anarquistas. En conclusión, la acción estudiantil atravesaba por un periodo de
despolitización y radicalización-aislamiento no compensado del todo por las crecientes
actividades culturales, artísticas y deportivas29
.
Estos dos aspectos contribuyeron en la construcción de la identidad del movimiento
estudiantil. Por un lado, se revaluó la poca participación estudiantil en los asuntos
nacionales mediante el intento de una organización estudiantil que recuperara el “papel
histórico” del estudiantado como agente de cambio social30
. Por otro, se hacia explícita la
necesidad de un cambio en las formas de protesta y la superación de las “típicas” acciones
radicales y violentas31
.
28 Véase William Ramírez, Jaime Zuluaga y Mariana Serrano. “Frente al conflicto: Modelos de dirección y
participación en la Universidad Nacional”, Forma universitaria, No.1, Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, sf. 29 Un balance de los movimientos estudiantiles en Colombia en el artículo de Mauricio Archila, Op. cit., pp.
281-284. 30 Significaba la construcción del movimiento estudiantil como un cuerpo colegiado o federación de
estudiantes capaz de representar sus intereses y reflejarlos ante la sociedad. Además de una organización
funcional, mediante la conformación de un comité central integrado por cuatro representantes de cada
universidad, se planteaba una conciencia histórica del movimiento estudiantil como actor relevante en el país
pues una de sus tareas consistía en “estudiar la experiencia de otras organizaciones estudiantiles para no
cometer los mismos errores”. Véase Frente Unido Estudiantil de Colombia, FUEC. Acta del 9 de septiembre
de 1989. Mimeografiado. 31 A propósito, Fabio Villa asienta: “creo que de las cosas más importantes de mi vida es que me tocó
coordinar dos asambleas generales en el León de Greiff de la Universidad Nacional, estuve metido varias
veces en movilizaciones que terminaron en enfrentamientos muy fuertes con la policía, tanto en la 26 como en la 45”. Entrevista a Fabio Villa, integrante del MEC, realizada por el profesor Mauricio Archila. Lo
interesante es que un año después el mismo Villa se encontraría sesionando en la Asamblea Nacional
Constituyente.
88
Este segundo aspecto era el más arraigado en el imaginario estudiantil y constituyó un tema
de escisión en su identificación. Sirvió como punto de partida para definir con cual de los
dos grupos de vanguardia se identificaba el individuo y como tema de conflicto en el
interior del movimiento estudiantil32
. Términos como “los tira piedra” y “los revoltosos”
indican cierta prevención conservada, en especial, por los estudiantes de las universidades
privadas en las cuales el activismo estudiantil no era un asunto cotidiano y en donde el
referente de movilización se dirigía a las acciones estudiantiles de las universidades
públicas. De éste modo, la condición estudiantil no era rostro suficiente para lograr una
aceptación mayoritaria de la idea de reforma constitucional, se necesitaba un cambio de
imagen y la protesta violenta fue el primer retoque.
No obstante, las universidades con tradición histórica en movilización estudiantil, a pesar
de saber la importancia de hacer más visibles otras formas de protesta, no estuvieron de
acuerdo con el método mediante el cual se estaba intentando hacer el cambio, a saber,
deslegitimar toda acción estudiantil pasada o futura sobre la base de los estereotipos33
. El
movimiento estudiantil en su conjunto devino entre acuerdos y desacuerdos en torno a la
determinación de la acción colectiva, lo cual implicaba unas representaciones de la acción y
de los actores distintas, no sólo por estrategia –racionalidad instrumental– sino por el
control del escenario social construido por la misma acción colectiva estudiantil. Es decir,
la crítica a las formas de protesta estudiantil refiere a un conflicto por la definición de las
normas, los valores y las prácticas en el campo específico de la movilización estudiantil.
Pero el conflicto interno no se manifestaba de una manera homogénea. Unas veces se
apreciaba como oposición clasista, en donde las diferencias estudiantiles se reducían a la
32 “... Nunca lo dejamos consignado en un documento, pero cuando nosotros estábamos considerando con qué
grupo trabajar, pues el estilo de TPSC nos gustaba porque era un estilo más directo. Cuando queríamos lograr
algo con una institución buscábamos una cita con el director y llegábamos allá con argumentos, y se definía
así. Lo que podría haber diferenciado radicalmente nuestra experiencia era que habíamos desechado la forma
de acción negativa y siempre optábamos por la positiva, más constructiva, asumiendo lo negativo que había,
tratando de construir”, entrevista a Darío Dangon, junio 07 de 2001. 33 La opinión de Jorge Orjuela, integrante de TPSC, es diciente: “digamos que los estudiantes no tenían
conciencia de sus problemáticas y no se veían como opositores, y en general el establecimiento tampoco tenía en cuenta a los estudiantes porque había sido tan malbaratado el gesto agresivo del estudiante protestando que
se había autodescalificado, entonces no importaba si se hacían marchas, si se hacían manifestaciones o si
había protestas porque para nada servían.”, entrevista a Jorge Orjuela, julio 06 de 2001.
89
asimilación de la universidad privada como universidad de ricos y la universidad pública
como universidad de pobres34
. Sin embargo, era una división más artificial que estructural y
podía servir como táctica de defensa o protección. Otras veces se revelaba como
discrepancia política, a la cual se debe prestar máxima atención puesto que tuvo un papel
relevante en el desenlace del movimiento estudiantil.
La identidad política35
se estima a través del análisis de las reivindicaciones y propuestas
del movimiento estudiantil, las cuales centraron su atención en el campo político de la
sociedad colombiana y tan sólo en contadas ocasiones se refirieron al campo educativo. De
este modo, el movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente fue la manifestación
de una repolitización del estudiantado orientada más por el peso de unas identidades
políticas que por la identificación estudiantil, premisa que será desarrollada a continuación.
El principio de identidad en un movimiento social es entendido como la autodefinición
conciente del actor constituida y organizada por el conflicto; el cual, a su vez, hace surgir la
conciencia del adversario36
. El conflicto por el cual se orientó la acción colectiva estudiantil
se remite al campo político y tiene estrecha relación con la crisis del sistema político
colombiano desarrollada a finales de la década de los ochenta. Por ejemplo, la apelación
estudiantil al término violencia, a pesar de ser ésta demasiado diversa, denota una
34 Los siguientes relatos ilustran la forma de reproducción de estas distinciones a través de elementos
simbólicos: “La división se alcanzó a plantear en una reunión grande que hubo justo antes del once de marzo.
A esa reunión fue todo el mundo, ahí ya se comenzó a plantear lo que sería el germen después de la división, y es el tradicional roce que hay entre universidad privada y universidad pública”, entrevista a Darío Dangon,
junio 07 de 2001.
“Ya rosaristas y javerianos teníamos un peso específico, y eso fue lo que le dio el perfil que tenemos, que era
de universidades privadas de alto nivel, económico puede ser, y académico también (...) Entonces, era una
división funcional y cada uno buscaba en donde era bueno y se metía ahí, o sea era intuitivamente, era una
definición de qué es lo que me gusta, estos o los otros; pues la misma forma del vestuario: el vestido, la cosa,
eso por ejemplo también marcaba diferencias entre javerianos y rosaristas, nosotros éramos los filipichines del
centro, en cambio ellos eran los play del norte, entonces ellos utilizaban [vestían] Mercy, nosotros Hernando
Trujillo, una cosa así, y por esas definiciones intuitivas la gente se afiliaba, ¡pero no eran los grandes
discursos ideológicos ni era la retórica, no!”, entrevista a Jorge Orjuela, julio 06 de 2001. Los subrayados son
míos. 35 “La identidad resulta, según el sociólogo, no una reivindicación del ser sino de la capacidad de acción y cambio. Se define en términos de elección y no de sustancia, esencia o tradición”, Alain Touraine, 1987, Op.
cit., p. 114. 36 Ibíd., nota 17 del presente capítulo.
90
orientación explícita a la violencia de tipo político en el país37
. Para el caso del
narcotráfico, su problematización se entiende desde el punto de vista de su capacidad para
filtrar el sistema político y debilitar su desgastada legitimidad38
.
El cauce del movimiento estudiantil se dirigió hacia las instituciones políticas39
, lo cual no
implicó la subversión del Estado –ya fuere mediante las armas u otros medios– sino la
reforma del mismo a través de la modernización de sus instituciones; razón por la cual el
movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente fue, en esencia, un movimiento
reformista. Las características de este reformismo implicaron una aceptación de la
democracia como el tipo de organización socio política necesario para superar la crisis40
y
una concepción del Estado muy ligada a la idea clásica liberal, en la cual le compete una
función de control frente a las libertades individuales. Según su concepción “el estado es
para organizar el poder, para garantizar la vida y el bienestar de todos, y a través de las
instituciones es que el gobierno administra bien o mal”41
. De este modo, es aceptable la
37 “El FUEC es un movimiento estudiantil, eminentemente democrático, pluralista, que condena la violencia
en cualquiera de sus manifestaciones”; véase Frente Unido Estudiantil de Colombia, Ibíd. “Rechazar
cualquier forma de violencia que pretenda justificar una ideología o grupo político”; véase Frente Unido Estudiantil de Colombia, FUEC. Estatutos del Frente Unido estudiantil Colombiano “FUEC”, sf,
mimeografiado. 38 “De carácter moral, la opinión pública sabe lastimosamente que en nuestro Congreso tienen asiento grandes
representantes de economía no muy sana”; véase La Sociedad civil y la sociedad política frente a la Asamblea
Constituyente, sf, mimeografiado. Este documento hace parte del archivo personal del profesor Mauricio
Archila, el cual le fue donado por el activista del movimiento estudiantil Fabio Villa. 39 Institución en sentido sociológico: “Por instituto debe entenderse una asociación cuyas ordenaciones
estatuidas han sido „otorgadas‟ y rigen de hecho (relativamente) con respecto a toda acción que con
determinadas características dadas tenga lugar en el ámbito de su poder (...) Un „instituto‟ es, ante todo, el
estado, junto con sus asociaciones heterocéfalas, y también la iglesia, siempre que sus ordenamientos estén
racionalmente estatuidos. Las ordenaciones de un „instituto‟ tienen la pretensión de valer para todo aquel en quien se den determinadas características externas con independencia de si –como en la unión– entró o no por
decisión personal en la asociación (...) Son por eso en su pleno sentido específico ordenaciones otorgadas”.
Véase Max Weber, Op. cit., p. 42. Desde esta perspectiva, la Constitución política es la mayor ordenación
otorgada por el Estado. 40 En su discurso, el movimiento estudiantil avocaba la democracia representativa como la mejor forma de
fortalecer y reformar el sistema político colombiano; no obstante, la acción se definió por las reglas de la
democracia representativa: “en el curso de todas estas asambleas y reuniones se acuñó una expresión muy
singular y era que el consenso mayoritario; entonces si las cosas no se pueden solucionar por consenso, si no
podemos llegar a un acuerdo por consenso, entonces por consenso mayoritario, es decir, se aplica la regla de
la mayoría. Pero esa regla de la mayoría significaba que los que perdieron se tienen que acoger a la vaina y...,
pues al final así es como funciona la democracia, pero para un montón de gente con pocos hábitos
democráticos esa vaina era a veces muy jodida de aceptar”, entrevista a Juan Gabriel Gómez, junio 25 de 2001. 41 Véase Por Colombia. Cartilla de divulgación popular, Movimiento estudiantil por la Constituyente (MEC),
sf, mimeografiado.
91
idea de que el conflicto implica la aceptación de un mínimo básico por las partes en
disputa, es decir, comparten el marco cultural de la acción por el cual se orienta el
conflicto42
.
De acuerdo con esto, el reformismo del movimiento estudiantil puede interpretarse de la
siguiente manera: debido al carácter amplio de sus reivindicaciones y propuestas, que
pretendían superar la radicalización-aislamiento de la protesta estudiantil y la
despolitización, se convirtió en un movimiento de convergencia que reflejó las nuevas
tendencias políticas y la complejidad del país43
. Esta hipótesis, aunque interesante, debe ser
manejada con más precisión al darle una valoración bastante positiva al movimiento en
términos de su representatividad social. Más bien, por orientarse frente a un marco cultural
tan amplio, las reivindicaciones de los estudiantes obtuvieron aceptación de distintos
sectores de la sociedad así no estuvieran de acuerdo con sus propuestas44
.
Dentro del entramado político de la época, los estudiantes se convirtieron en el catalizador
para conjurar la crisis nacional. Esta función catalítica ha sido entendida por propios y
extraños debido a la percepción de los universitarios como el sector menos desprestigiado
de la sociedad. Pero esa explicación no es contundente si se tiene en cuenta el papel jugado
por los medios masivos de comunicación en la formación de la imagen de los “muchachos
buenos”. La catálisis significó, más que todo, el aprovechamiento por parte de los
42 “Actores opuestos por relaciones de dominación y conflicto tienen las mismas orientaciones culturales y
luchan precisamente por la gestión social de esa cultura y de las actividades que produce.” Touraine, Ibíd., p. 30. “Por orientaciones culturales no entendemos valores opuestos a los del adversario, sino por el contrario
comunes a él y que definen lo que se juega en los conflictos”, Ibíd., p. 50. 43 Se entiende por nuevas tendencias políticas al proceso de democratización colombiana adelantado con la
desmovilización del M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT. Un caso específico de la democratización de la
izquierda radical en el movimiento estudiantil es la carrera política de Fabio Villa, quien pasó de ser un
cuadro político del EPL –a través de la secretaría general de la Juventud Revolucionaria de Colombia –
JRDC–, sector juvenil del Partido Comunista Marxista Leninista– a delegatario ante la Asamblea
Constituyente elegido popularmente gracias a su vinculación en la lista de la Alianza Democrática M-19 –
AD-M19–. 44 Un análisis parecido es el propuesto por Juan Gabriel Gómez: “La propuesta del movimiento estudiantil de
una séptima papeleta en las elecciones de marzo de 1990 a favor de la convocatoria a la Asamblea era lo
suficiente general como para no despertar resistencias por parte de ningún sector. Se propuso un procedimiento y un vago conjunto de reformas. En medio de la confusión, sin embargo, aquello era como una
encuesta preguntándole a la gente: ¿usted quiere que las cosas mejoren?”, Juan Gabriel Gómez, Op. cit., p.
261.
92
estudiantes de una estructura de oportunidad política abierta –EOP45
–, pero que a su vez
configuró una apertura más provechosa para los sectores de poder, en especial los medios
de comunicación, los partidos políticos y el gobierno nacional46
.
El carácter político del movimiento estudiantil también se entiende por el hecho de que sus
principales líderes hubieran tenido una experiencia previa en alguna actividad política, ya
sea como representantes estudiantiles ante las instancias pertinentes de sus instituciones, o
bajo una colectividad política organizada –estudiantil o no estudiantil–47
. Es decir, los
principales líderes del movimiento estudiantil no eran tan novatos en la política, razón por
la cual el ingreso de aquellos estudiantes “independientes”, aunque masivo, dependió de la
influencia de los habituados activistas. Así las cosas, es comprensible el desenlace del
movimiento estudiantil en el cual primaron los factores de identidad por la adscripción
política y no por la social, que en este caso sería la adscripción estudiantil48
.
Dicha identidad plantea ambivalencias entre el discurso y la acción. Por un lado, era
explícito el rechazo a la política partidista: en el genérico “los políticos” se representaba al
45 “Al hablar de estructura de oportunidad política, me refiero a dimensiones consistentes –aunque no
necesariamente formales, permanentes o nacionales– del entorno político, que fomentan o desincentivan la
acción política entre la gente (...) Los movimientos sociales se forman cuando los ciudadanos corrientes, a
veces animados por líderes, responden a cambios en las oportunidades que reducen los costes de la acción colectiva”. Véase Sydney Tarrow, Ibíd., p. 49 46 Al respecto, el periodista Juan Manuel López Caballero opina: “La realidad es que la propuesta tomó
importancia por fuera completamente del movimiento estudiantil en la medida que tanto políticos como
medios de comunicación decidieron 'hacer su Agosto' alrededor de ella. Así 'El Tiempo' tituló "Liberales
apoyan editorial de El Tiempo" o El Siglo "Estudiantes adhieren a acuerdo sobre lo fundamental de Álvaro
Gómez", afirmando él mismo que la votación por la papeleta "será el respaldo del movimiento de Salvación
Nacional que estamos promoviendo". Otro tanto hicieron los ex presidentes Turbay y Lleras Restrepo, cada
cual a su manera, como igualmente lo hizo el diario El Espectador. El Foro ideológico del Partido Liberal
también se 'apropió' de la iniciativa (...). Todo el mundo deseaba pescar en río revuelto pero ya nada tenía ni de la propuesta original ni de movimiento estudiantil. Como curiosidad (o indicio de oportunismo)
mencionemos que sus principales adherentes entre los candidatos en esa elección fueron el Dr. Fernando
Botero Zea y el Dr. Diego Pardo Koppel.
A partir del momento que deja de ser auténtico, en el sentido de pertenecer y ser representado por quienes
primero lo idearon, todo pasa al mundo virtual, infortunadamente con la colaboración probablemente ingenua
de ellos mismos.” Véase Juan Manuel López Caballero. La película de la séptima papeleta, documento
inédito, marzo de 2000; en la página web: www.lideresenlau.org. 47 De los diez líderes entrevistados, ocho de ello(a)s tuvieron una actividad previa como representantes
estudiantiles o militantes en organizaciones políticas. 48 Se entiende adscripción en el sentido Parsoniano, como un mecanismo o función atributiva de posiciones,
aspiraciones y valores de un individuo frente a un(os) colectivo(s); véase Talcott Parsons. El sistema de las
sociedades modernas, México: Editorial Trillas, 1974, pp. 24-25 y 123.
93
adversario del movimiento estudiantil49
; sin embargo, como se desarrolló en el segundo
capítulo, las acciones estudiantiles tuvieron un gran componente de cooperación con los
jefes de los partidos políticos y los distintos candidatos del momento. Esta ambivalencia
puede ser interpretada de dos maneras; la primera, como una estrategia estudiantil para
cumplir con sus objetivos y, la segunda, como una cooptación de la creciente popularidad
de los estudiantes por parte del sector político. Sin embargo, es más una característica del
juego relacional entre distintos actores sociales referidos a la re-producción de la estructura
de oportunidad política, en particular, y del control del campo político, en general.
En conclusión, aunque en su discurso rechazara el partidismo, el movimiento estudiantil
por la Asamblea Constituyente desarrolló su repolitización sobre la base de una
identificación política partidista e individualista50
, en detrimento de una identificación
estudiantil. De ésta forma, la identidad producida en el movimiento estudiantil fue más
partidista –o proclive a la política partidista– y poco radical, reformista51
.
Según lo anterior, ¿es posible hablar del movimiento estudiantil como un movimiento
político? Si se hace un seguimiento de los cursos de vida de los principales líderes, se
percibe una inserción mayoritaria en los sectores de decisión política del país; sin embargo,
no es razón suficiente ya que un movimiento político se establece por acciones políticas
dirigidas hacia la toma del poder estatal52
, lo cual no ocurrió con los estudiantes. Más bien
se constituyó en un mecanismo de movilidad social para los futuros profesionales.
49 “Los políticos” en general y el Congreso en particular: “El congreso se convirtió en el rey de mofas de la
vida nacional, y no sin razón, ya que los mismos parlamentarios permitieron, con sin igual masoquismo y
fruición personal, ser caricaturizados como los lapidadores del erario público a través de los hijos naturales de
su sed de poder: los auxilios y el turismo parlamentario”; véase Foro nacional sobre la asamblea
constitucional: Bogotá, julio 23 y 24 de 1990, Relatoría del Movimiento estudiantil “Todavía podemos salvar
a Colombia”, mimeografiado. 50 Entiéndase el partidismo no como la simple adscripción a los partidos políticos tradicionales colombianos,
el liberal y el conservador, sino como la adscripción a cualquier organización política –legal o ilegal– de
cualquier corriente ideológica de derecha, de izquierda o de centro. Entiéndase, además, por identificación
individualista a los intereses particulares como estrategia personal de movilidad social. 51 “Hasta las revueltas estudiantiles atacaron a la sociedad desde adentro y no con referencia a la imagen de un futuro diferente. Su principal objetivo no era preparar un mañana radiante sino vivir de manera distinta
enseguida”. Touraine, 1987, Op. cit., p. 60. 52 Ibíd., p. 175
94
Luego de la dispersión del movimiento, algunos estudiantes se convirtieron en asesores de
los constituyentes y siguieron la carrera política ocupando cargos de elección popular; en la
actualidad algunos ocupan altos cargos públicos y otros, en menor medida, se están
desempeñando en las universidades como docentes e investigadores. Al parecer, el
movimiento estudiantil sirvió de “escuela” política para la mayoría de sus principales
líderes, quienes se han constituido en un grupo de nuevos políticos. Sucesos que refuerzan
esta idea son las actividades públicas realizadas por ellos mismos a propósito de la
celebración de los diez años de la séptima papeleta y de la Constitución de 1991.
Conmemoraciones mediante las cuales no sólo buscan re-legitimar sus acciones pasadas
sino sus posturas políticas presentes, máxime si el tema nacional es la reforma de “su”
nueva carta política.
Los protagonistas del movimiento estudiantil conmemoraron los diez años de la séptima
papeleta en la Universidad de La Salle, el 11 de marzo de 2000. Allí expidieron un
comunicado, del cual resalto lo siguiente:
“Hace 10 años le propusimos al país una alternativa democrática para construir la
paz (...) Hoy, diez años después, estamos aquí para reclamar lo mismo (...) Los
colombianos tenemos que comprometernos con los cambios y costos que implicará la
paz. Para que eso sea posible no podemos ser sólo los refrendadores de unos
acuerdos, tenemos que manifestarnos y hacernos parte permanente de la paz. 1. El
cambio constitucional que se vislumbra sólo puede alcanzar la verdadera paz si es, al
menos, tan democrático como la transformación constitucional de 1991. La sociedad
colombiana no va a aceptar que en el proceso simplemente la citen a refrendar las
reglas elaboradas a puerta cerrada. 2. La carta de derechos de la Constitución del 91
es innegociable. No podemos permitir que se nos arrebate el mayor logro de la
ciudadanía contra la arbitrariedad pública y privada.”53
.
Oscar Guardiola, líder de TPSC, expresó en la misma reunión:
53 De la séptima papeleta a las conversaciones del Caguán, Comunicado-Movimiento estudiantil por la
constituyente, 11 de marzo de 2000.
95
“Los que hicimos parte hace diez años del movimiento estudiantil que impulsó la
Séptima Papeleta y la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente,
continuamos luchando en los más diversos escenarios para hacer realidad el sueño
compartido por millones de colombianos de una democracia participativa en la cual
los frutos del trabajo social no continúen siendo apropiados por unos pocos (...) Si me
lo permiten, quisiera resumir el legado del Movimiento Estudiantil en una frase: no
podemos sentarnos a esperar que nos permitan acceder al poder, hay que tomárselo.
O mejor, el poder ya es nuestro, entonces, ¿Cómo no ejercerlo? En eso consiste el
poder Constituyente, el poder del cual nuestros auto-proclamados guías y
representantes siempre nos quieren expropiar.”54
En palabras de Touraine: “Aquí lo que manda no es la pertenencia profesional, sino el
puesto ocupado en la movilidad, las posibilidades de seguir siendo o de convertirse en
ciudadano, o, por el contrario, seguir siendo e incluso convertirse en excluido”55
. Pero
“también en América Latina los que están en la escuela y en la universidad se sienten
comprometidos con una sociedad que posee una formidable capacidad de integración y de
cambio. De ahí su voluntad, apoyada por su familia, de adquirir los signos culturales de
pertenencia a la clase media, pero también su sensibilidad cívica y política”56
. Surge así una
variable de análisis relacionada con la estructura de clase y la movilidad social.
La relación clase social-movimiento estudiantil se entiende por el hecho de que “la
educación ha sido siempre de especial interés para las clases medias, por vía de la cual
aseguran la posición social de sus hijos”57
. Con la técnica del análisis de contenido,
aplicada a los documentos producidos por los estudiantes y a las entrevistas en profundidad,
es posible distinguir valoraciones estudiantiles que reflejan las de una clase media en
54 Oscar Guardiola. Discurso de conmemoración 10 años de la séptima papeleta, Universidad de la Salle.
Inédito, marzo 11 de 2001. Los anteriores documentos se pueden consultar, en su totalidad, en la página web:
www.lideresenlau.org. Para más información sobre la conmemoración de la séptima papeleta véase: “Aló,
¿San Vicente?”, Revista Semana, marzo 13-20 de 2000, edición No. 932, p. 41. 55 Alain Touraine. América Latina: política y sociedad, Madrid: Espasa Calpe, 1989, p. 125. 56 Ibíd., p. 126. 57 Renate Marsiske. “Clases medias, universidades y movimientos estudiantiles en América Latina (1900-
1930)”, Renate Marsiske (Coord.), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, México:
Centro de estudios sobre la Universidad, 1999, p. 144. Entonces, la lógica de las clases se da en un “espacio [social] de diferencias en el que las clases existen en cierto modo en estado virtual, en punteado, no como algo
dado sino como algo que se trata de construir”; lógica en la cual el capital escolar posee gran relevancia.
Véase Pierre Bourdieu, Ibíd., p. 25.
96
búsqueda de una movilidad social en distintos campos sociales58
–véase el anexo
metodológico–.
En el discurso estudiantil se utilizaron con mayor frecuencia los términos “país” y
“nación”; y en menor medida “Colombia” y “pueblo”. La referencia a los tres primeros
términos se daba en las disertaciones acerca de la crisis sociopolítica, el objetivo de su
mención era darle un carácter amplio a la propuesta estudiantil en la medida en que el
discurso fuera una cualidad genérica a todas las personas –colombianos, nuestro país,
nuestra nación etc.–. En cambio, la orientación de la acción desde el término pueblo
planteaba una condición más política, pero no como clase social popular59
sino en un
sentido más liberal, el pueblo como el conjunto de la ciudadanía con igualdad de derechos y
deberes: “esta utilización de los auxilios [parlamentarios] lesiona gravemente la igualdad de
oportunidades que tienen todos los ciudadanos para llegar a ocupar los cuerpos de
representación pública”60
.
Así mismo, los estudiantes no hacían referencia a la clase dominante como un adversario en
la apropiación y producción de los recursos materiales y culturales, su referente era la
“clase política” que se convertía en opositora en la medida en que no respetara esos valores
democráticos de igualdad en derechos y deberes; “en una palabra, reconocer al pueblo la
dignidad humana, y en ello, procurar a todo colombiano la participación en los beneficios
58 Para una ponderación del número de estudiantes en educación superior con respecto al total de la población
colombiana, véase la gráfica 1 en el primer capítulo. 59 “Los grupos sociales cuya identidad viene dada por la pertenencia de sus miembros a las clases
subordinadas son clases populares, en la medida en que la explotación va acompañada de una dominación
política y cultural. No sucede los mismo con otros grupos sociales que, sin ser necesariamente clases
subordinadas, son pueblo; este es el caso de las mujeres, las minorías étnicas y culturales, y los estudiantes”,
Leopoldo Múnera, Ibíd., p. 80. 60 Relatoría del Movimiento estudiantil “Todavía podemos salvar a Colombia”, Ibíd. Subrayado mío. Esta
referencia a la ciudadanía es bastante importante. Touraine plantea que en los nuevos movimientos sociales:
“las grandes luchas reivindicativas contra un aparato de dominación que dirige cada vez más al conjunto de la sociedad para orientarlo hacia determinado desarrollo, ya no se llevan a cabo en nombre del ciudadano o el
trabajador, sino de las colectividades definidas por su ser más que por su actividad”. Véase Touraine, 1987,
Op. cit., p. 161.
97
del bienestar económico”61
. De éste modo, el movimiento estudiantil se caracterizó por ser
civilista, nacionalista y liberal –ideológicamente hablando–62
.
Lo “novedoso” del movimiento estudiantil ha sido una de las ideas más repetidas, pero
poco sustentadas, por columnistas y protagonistas de la época: “Ha pasado ya una década
desde que tuvo lugar uno de los experimentos más novedosos de la historia política
reciente: el movimiento estudiantil que propició, en las elecciones generales de marzo del
90, un voto adicional -la séptima papeleta- a favor de la convocatoria de una Asamblea
Constituyente”63
. Sin embargo, marchas, caravanas, comunicados, asambleas y demás
formas de expresión colectiva utilizadas por el movimiento estudiantil han sido,
históricamente, las formas típicas de acción de los movimientos sociales, en lo que Tarrow
denomina los repertorios de acción colectiva.
El anterior concepto se funda en la idea de que la acción colectiva se inscribe y transmite
culturalmente. De este modo, la sociedad tiene una memoria de acción colectiva, la cual
genera repertorios de confrontación, convenciones generales sobre la acción colectiva. Este
repertorio de confrontación se convierte en un repertorio modular cuando puede ser
utilizado por grupos disímiles que se movilizan para hacer confrontaciones sobre temas
61 La nueva democracia. Documento de trabajo del Movimiento estudiantil “Todavía podemos salvar a
Colombia”, sf, mimeografiado. 62 Marsiske plantea algunas características de las clases medias en América Latina: 1) predominantemente
urbanas, 2) con una educación superior a la media de los países, 3) nacionalistas, 4) creencia en la
industrialización, 5) intervención del Estado en la esfera social y política, y 6) apoyo en la formación de
partidos políticos. Véase Renate Marsiske, Ibíd., pp.146 y ss.
Un debate a propósito de la relación entre la profesión de los padres y la posición política de los hijos –
socialización política–, entre P. Bourdieu y S.M. Lipset, en Pierre Bourdieu. La distinción, Madrid: Ediciones
Taurus, 1988, p. 432. Un estudio posterior sería necesario para dar cuenta de ésta relación en el caso del
movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente. 63 Véase: Diez años después. Editorial de El Tiempo, 06 de marzo de 2000. Al respecto, Jorge Orjuela opina:
“Cuando nosotros reiniciamos la cosa y lo hicimos con una propuesta tan diferente, ese cambio y esa
diferencia sí llamó la atención, o sea, ver a la gente en silencio sin haber destruido absolutamente nada y no
reivindicando su matrícula, o su currículo, o su presupuesto, sino haciendo una propuesta por el país y poniendo la carne y el cuerpo en esa propuesta pues es una cosa que tenía un gran valor agregado, y la gente
lo reconoció, eso fue lo que hizo la diferencia de ese momento”, entrevista a Jorge Orjuela, julio 06 de 2001.
Subrayado mío.
98
también disímiles64
. Entonces, la memoria de acción colectiva operó en el movimiento
estudiantil, la marcha del silencio del 25 de agosto de 1989 es un claro ejemplo65
.
En relación con lo anterior surge otro nivel de análisis: la intensidad en el tiempo de las
acciones colectivas estudiantiles. El ciclo de movilización es entendido como la fase en la
cual se intensifica la acción colectiva por medio de una acelerada difusión del movimiento
social66
. Para los propósitos del presente estudio el ciclo de movilización comprenderá las
acciones colectivas durante el período de existencia del movimiento estudiantil, el cual es
representado en la siguiente gráfica.
Gráfica 2. Ciclo de Movilización del Movimiento Estudiantil por la Asamblea
Constituyente
0
3
6
9
12
15
18
21
ene-9
0
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0
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0
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dic
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Mes
Mes ene
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jul
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ago
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oct
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nov
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dic
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ene
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feb
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mar
91
abr
91
may
91
jun
91
jul
91
No. Registros 0 3 19 8 17 6 9 5 4 20 8 8 3 12 13 12 8 6 4
Fuente: Inferido de las noticias del movimiento estudiantil en el periódico El Tiempo, enero de 1990
a julio de 1991.
64 Véase Sydney Tarrow, Ibíd. 65 “Para mí lo más importante en ese momento era generar un hecho político, un hecho visible y simbólico que representara un cambio de actitud y por eso tenía la idea de que había que hacer una marcha del silencio,
me gustaba marcha del silencio por el antecedente de Gaitán ¿no?”, entrevista a Oscar Ortiz, julio 09 de 2001. 66 Tarrow, Ibíd.
99
El comportamiento de la línea indica una acelerada difusión del movimiento estudiantil en
tan sólo un mes: de 3 registros en febrero de 1990 pasa a 19 en marzo, mes en el cual se
presentó la jornada electoral con el fenómeno de la séptima papeleta. En abril desciende y
en mayo repunta de nuevo a 17 registros, lo cual indica una relación directa con la elección
del presidente de la república y el plebiscito por la constituyente. Luego de esto, la
movilización se mantiene en un perfil bajo de junio a septiembre y en octubre se registra
otro gran ascenso, que también se relaciona con la campaña electoral de la Asamblea
Constituyente. Finaliza 1990 con una mediana intensidad de las acciones estudiantiles y
para 1991 presenta un período de meseta, más o menos intenso, que termina con una
constante curva descendente.
La intensidad de la movilización estudiantil se asemeja a una “pelota que cae” 67
, la cual
coge impulso con el concierto de factores exógenos y lo pierde por su falta de sinergia
interna. De las características del ciclo de protesta del movimiento estudiantil se puede
concluir que la intensidad de sus acciones fueron directamente proporcionales a las
coyunturas electorales del país. Esta es la razón por la cual se presentaron tres picos justo
en aquellos meses en donde se desarrolló una jornada electoral. Un fenómeno interesante es
la escasa intensidad registrada en septiembre de 1990, mes en el cual se realizó el Segundo
Encuentro Nacional Estudiantil por la Constituyente en Medellín. En este sentido, es
importante destacar de nuevo el papel de los medios de comunicación en la creación de la
figura pública del movimiento estudiantil y plantear el interrogante en torno a la existencia
de un movimiento de opinión.
Touraine; basado en su concepción de una sociedad posindustrial en la cual los conflictos
se generalizan, es decir, en donde “el conflicto ya no se asocia con un sector, considerado
fundamental, de la actividad social, con la infraestructura y, en particular, con el trabajo;
está en todas partes”68
; establece que “los nuevos movimientos sociales no se forman en
primer lugar por la acción política y el enfrentamiento, sino más bien influyendo sobre la
67 Retomo esta interesante metáfora analítica de Francisco Gutiérrez. La ciudad representada, Bogotá: Tercer
Mundo Editores-IEPRI, 1998, p. 42. 68 Touraine, 1987, Op.cit., p. 164.
100
opinión pública”69
, “palabra más bien vaga que señala en realidad un conjunto de grupos de
presión, intereses y conflictos cada vez más autónomos”70
. De este modo, sugiere un
proceso de formación de los movimientos sociales que se origina en las revueltas y
rechazos, pasa a reivindicaciones organizacionales, luego a presiones políticas y por último
a movimientos sociales propiamente dichos71
.
Para que las reivindicaciones se conviertan en movimiento de opinión son necesarias dos
características. La primera es la apertura del sistema político y la intervención de aliados
políticos. La segunda es la naturaleza negociable y no negociable de las reivindicaciones, lo
cual permite cierta independencia de la acción reivindicatoria frente al sistema político. Y
además de éstas dos características se necesita la intervención de un factor de integración y
uno de conflicto para que el movimiento de opinión se convierta en un movimiento social72
.
Con base en el anterior esquema se puede analizar el nivel en el cual se ubica lo que hasta
ahora hemos denominado movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente. Es clara
la intervención de aliados políticos y la apertura del sistema político a las reivindicaciones
estudiantiles, lo que con anterioridad hemos denominado como el aprovechamiento de la
estructura de oportunidad política. Así mismo, se presentó un juego de negociación a raíz
de la reivindicación más clara de los estudiantes, la reforma del sistema político a través de
la enmienda constitucional. Sin embargo, la parte no negociable de las reivindicaciones
estudiantiles fue bastante débil, lo cual ocasionó una absorción por parte del sistema
político. Ésta falta de fortaleza fue la condición por la cual no se dio el paso del
movimiento de opinión a un movimiento estudiantil propiamente dicho.
En otras palabras, el factor de integración y el factor de conflicto muchas veces estuvieron
mezclados, producto de lo cual a lo largo de la movilización estudiantil se presentó una
69 Ibíd., p. 175. 70 Ibíd., p. 159. Por otro lado, Tarrow (1997) plantea que una de las características de los movimientos
sociales modernos está dada por su relación con los medios de comunicación, quienes en parte han ayudado a
ahorrar en costos sociales transaccionales –paso de la acción individual a la colectiva– pero, a su vez, se han
ubicado en superioridad frente a los movimientos sociales, lo cual significa que los movimientos necesitan de
los medios pero los medios no necesitan de ellos. 71 Ibíd., p. 176. Touraine intercambia los términos de “movimiento de opinión” y “presiones políticas”
dándoles el mismo significado. 72 Ibíd., pp. 177 y ss.
101
inmensa contradicción, ya expresada con anterioridad, entre la definición del adversario y
la definición de los aliados del movimiento: “la clase política”. De este modo encontramos
un movimiento de opinión rechazando la política partidista representada en el Congreso
pero a su vez apoyado por los mismos representantes de esos partidos políticos. En
conclusión, la gran debilidad en la cristalización del movimiento estudiantil radicó en la
indefinición de su adversario social; la acción colectiva estudiantil, en el período 1989-
1991 colombiano, fue un movimiento estudiantil que no logró continuidad en su formación,
fue visible más no consolidado73
.
Al parecer, el reflujo de los movimientos estudiantiles es su característica histórica y
sociológica por antonomasia, lo cual corresponde a “la heterogeneidad de intereses, la
intermitencia en su acción y sobretodo la variación temporal en su composición”74
. En ese
sentido, los analistas del estudiantado proponen tres variables de análisis de los
movimientos estudiantiles colombianos: la generacional, la política y la cultural75
. De éstas,
la variable política ya ha sido tratada en profundidad pues corresponde a las expresiones
políticas construidas en el intento de consolidación del movimiento estudiantil por la
Asamblea Constituyente. La variable cultural está en estrecha relación con la generacional
y plantea la problemática estudiantil desde el punto de vista de las culturas juveniles.
La generación es un conjunto de personas, cada una de las cuales ha vivido un
acontecimiento significativo en la historia de su vida durante el mismo intervalo
cronológico76
. El intervalo cronológico significa el conjunto de personas coetáneas, una
cohorte77
. Entonces, la generación es un conjunto de individuos nacidos en una misma
cohorte que ha vivido acontecimientos significativos bajo condiciones sociales específicas
73 A una conclusión parecida llega Archila: “Algo alentador en su transcurrir fue la presión de algunos
núcleos [estudiantiles] para la convocatoria de la Asamblea Constituyente, pero ella fue efímera y marginal al
grueso del estudiantado”. Archila, 1995, Op. cit., p. 284. 74 Ibíd., p. 283. 75 Véase Jaime Caycedo. “Conceptos metodológicos para la historia del movimiento estudiantil colombiano”,
Estudios Marxistas, No. 27, Bogotá, 1984, pp. 53-60. Y Archila, 1994, Op. cit., p. 314 y ss. 76 N. B. Ryder. “Análisis de cohortes”, Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Madrid: Aguilar,
1974, Vol. 2, pp. 434-437. 77 Julián Marías. El método histórico de las generaciones, Madrid: Revista de Occidente, 3a edición, 1961.
102
y además conservan un grado de identidad y conciencia generacional a través del tiempo78
.
De este modo, las generaciones están en constante relación con la estructura social:
influyen en los movimientos sociales y los cambios sociales, a la vez que la estructura
social influye en la disposición de las mismas79
.
Desde este punto de vista, el factor generacional influiría en el movimiento estudiantil
como una fuente de conflicto –intergeneracional– mediante el cual las normas y los valores
son puestos en juego por las distintas cohortes. Para la organización estudiantil el relevo
generacional tiene un ritmo bastante rápido determinado por un lustro, promedio de
duración de una carrera universitaria. “Esto significa que los núcleos activos, que han
desempeñado sin duda un importante papel de dirección, de orientación, no sobrepasan, por
lo común, dicho período de tiempo”80
, por lo cual la transmisión social de la experiencia
estudiantil es poco continua.
Para el caso específico del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente se
presentaron algunos factores generacionales que merecen atención. Fernando Carrillo
afirma en su artículo de presentación pública de la séptima papeleta:
“La magnitud de nuestra respuesta generacional arranca de la „Marcha del silencio‟
que arribó al Cementerio Central el 25 de agosto de 1989. Ese día, miles de jóvenes
lloramos no solo la sangre de nuestros muertos sino la estupidez de nuestra
indiferencia. Han transcurrido casi seis meses y hoy vislumbramos la luz en el túnel de
la crisis, la puerta de salida del laberinto. Somos miembros de una generación a la
cual se le prohibió en 1957 decidir la forma de Estado y el sistema de gobierno que
quiere. Sin embargo, la onda de los “plebiscitos ambulantes” sintoniza actualmente
nuestra identidad generacional”81
78 Véase Jesús Martín Barbero. “Des-orden cultural y palimpsesto de identidad”, Mario Margulis (et al),
Viviendo a toda: jóvenes, territorios culturales y sensibilidades, Bogotá: Siglo del Hombre Editores-
Departamento de Investigaciones de la Universidad Central, 1998, pp. 22-37. Marvin Rintala. “Generaciones
políticas”, Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Madrid: Aguilar, 1974, Vol. 5, pp. 91-94. 79 Karl Mannheim. “The problem of generations”, Essays on the sociology of knowledge, London: Routledge
& Kegan Paul, 1952, pp. 276-322. 80 Caycedo, Ibíd., p. 52. 81 Fernando Carrillo Flórez. “Vote por Colombia. La Asamblea Nacional Constituyente”, El Tiempo, 06 de
febrero de 1990, p. 5A.
103
Como puede apreciar el lector, el discurso plantea una justificación generacional de la
acción estudiantil, la cual está en contra de las violencias, “la ineficiencia del Estado, la
inmoralidad administrativa y el centralismo”82
. Por ésta razón se podría pensar que el
adversario generacional del movimiento era la “vieja clase política, la vieja generación
política”; sin embargo, lo que en el discurso servía como un factor de conflicto, en la
práctica constituía un factor de integración83
. En suma, el referente generacional del
movimiento estudiantil constituyó más una estrategia discursiva y una oposición “retórica”
que un verdadero conflicto intergeneracional pues se ha comprobado la simbiosis entre sus
“oponentes” –los viejos políticos– y ellos –los jóvenes estudiantes–84
. Así mismo, se
convirtió en un bien simbólico para legitimar sus acciones políticas en el presente85
.
El término generación del 91 se convirtió en una etiqueta posterior a los hechos del
movimiento estudiantil y su empleo se originó a partir de las conmemoraciones de los diez
años de la séptima papeleta. Uno de sus activistas, Daniel Mera, opina que “la generación
universitaria del 91 no se adscribe a los partidos políticos, sino al núcleo intangible de la
Constitución. En el comienzo de siglo, esa es una definición subjetiva digna de
considerarse en los consensos sociales necesarios para la paz. Otros pueden subordinar todo
82 Véase “Represento a la generación hastiada de las violencias”, entrevista a Fernando Carrillo en El
Heraldo, 21 de noviembre de 1990, p. 8A. 83 En este sentido, la variable generacional es utilizada como indicador para analizar los principios de
identidad y de oposición en el movimiento estudiantil. 84 Con el paso del tiempo la percepción de esta situación ha sido funcionalizada en términos de estrategia: “A
los políticos les pusimos la zanahoria, nosotros hasta públicamente lo dijimos: los políticos vuelven a ganar
las elecciones pero van a perder poder. Y nosotros entendíamos pues que se iban a pegar de la idea, que ellos
no es que estuvieran creyendo que eso fuera a ser eficaz o que fuera muy bueno. Algunos creían que era
ineficaz pero les servía para captar votos y otros creían que sencillamente, digamos..., unos pensaban que no iba a suceder nada y otros pensaban que podía llegar a ser eficaz, entendían el alcance pero no pensaban que
se fuera a concretar; entonces nosotros estábamos concientes de que ellos estaban utilizando –algunos de ellos
pues–, no era un compromiso real con el proyecto pero logísticamente nos servía muchísimo, entonces
nosotros hablamos con los precandidatos”, entrevista a Oscar Ortiz, julio 09 de 2001. Al respecto, podemos
decir que “los agentes sociales tienen „estrategias‟ que muy pocas veces se fundamentan en una verdadera
intención estratégica”, Bourdieu, 1997, Op. cit., p. 147. 85 “Un periodista amigo, miembro de esta "generación del 91", me cuenta sorprendido que la edad de los
comandantes de frente y líderes paramilitares corresponde a la nuestra. ¿Qué en dónde están nuestras
esperanzas? Algunos transitan por los caminos de la guerra, otros sueñan una paz diferente desde otros
escenarios, pero unas y otras se encuentran en su pretensión de cambio, apertura democrática y justicia social.
Si algún reto debemos enfrentar ahora quienes hace diez años nos enfrentamos al formalismo vacío de la
política de este país, ese es el de comunicarnos con quienes transitan los caminos de la guerra para soñar juntos esa paz diferente y esos otros escenarios. Esa paz no puede ser la de una negociación cerrada entre
élites y cúpulas; esos otros escenarios no pueden ser los de un nuevo diseño constitucional que de marcha
atrás respecto de las conquistas radicales que logramos en el 91”. Discurso de Oscar Guardiola, Ibíd.
104
a la búsqueda o el reparto del poder, pero siempre es bueno que haya gente que guarde la
coherencia de los sueños de un país atribulado. Las generaciones con identidad por lo
menos le dan más gracia al análisis de la vida colectiva”86
.
Aunque el ensayo de Mera pretende dar un énfasis sociológico a la problemática, está
cargado de valoraciones ideológicas en torno a lo “mesiánico” de la generación del 91.
Sería necesario, entonces, desarrollar un estudio más concienzudo acerca de las
características de esa generación y esclarecer el papel del movimiento estudiantil en la
composición de la identidad generacional; pero más allá, definir si en realidad hay una
conciencia generacional en la cohorte nacida, aproximadamente, en 1965. Sin demeritar la
importancia de los estudios generacionales en Colombia; las conclusiones arrojadas en el
presente estudio muestran que la identidad estudiantil y la identidad juvenil87
fueron
bastante débiles y pasajeras, por lo tanto la hipótesis de una conciencia generacional,
producto del movimiento estudiantil, pierde capacidad analítica.
Otra vez se encuentra con la idea de un nuevo grupo de políticos, de una nueva capa
dirigente socializada políticamente a través de la movilización universitaria como punto de
partida en la formación de una élite del poder nacional88
. Así, el movimiento estudiantil por
la Asamblea Constituyente se ha consolidando en la memoria del país como una gran
muestra de la renovación juvenil, la máxima expresión del ethos estudiantil, el gran hito
86 Véase Daniel Mera. “¿Existe una generación del 91?”, Lecturas Dominicales -El Tiempo, 12 de marzo de
2001. 87 “En la división lógica entre jóvenes y viejos está la cuestión del poder, de la división (en el sentido de
repartición) de los poderes. Las clasificaciones por edad (y también por sexo, o, claro, por clase...) vienen a
ser siempre una forma de imponer límites, de producir un orden en el cual cada quien debe mantenerse, donde
cada quien debe ocupar su lugar”, Pierre Bourdieu. “La „juventud‟ no es más que una palabra”, Sociología y
cultura, México: Grijalbo, 1990, pp. 163-173. 88 “Como los medios de información y poder están centralizados, algunos individuos llegan a ocupar
posiciones en la sociedad (...) desde las cuales pueden mirar por encima del hombro, digámoslo así, a los
demás, y con sus decisiones pueden afectar poderosamente los mundos cotidianos de los hombres y las
mujeres corrientes (...) En el pináculo de cada uno de los tres dominios ampliados y centralizados se han
formado esos círculos superiores que constituyen las élites económica, política y militar. En la cumbre de la
economía están los altos jefes ejecutivos; en la cumbre del orden político, los individuos del directorio
político; y en la cumbre de la institución militar, la élite de estadistas”, Wright Mills. La élite el poder, México: Fondo de Cultura Económica, 1957, pp. 11-35. En este sentido, el perfil de los antiguos activistas
estudiantiles se orienta a ocupar el directorio político, compuesto por políticos de partido y burócratas
políticos; Ibíd., p. 216.
105
social de toda la Historia –con mayúscula– colombiana; se ha convertido en un mito
nacional.
Lo interesante es encontrar las razones de ésta presentación mitológica. La respuesta está
sobre la base de la legitimación social y política de todo el proceso de reforma
constitucional, la cual se opone a los hechos como el intento de manipulación de la
asamblea por parte del gobierno con el decreto 1926, el ataque a Casa Verde –campamento
central de las FARC– paralelo a las elecciones de la asamblea y la abstención en la votación
del 9 de diciembre de 1990 –74% de abstención electoral–.
En relación con esto último, una defensa bastante repetida del proceso se basa en el
siguiente argumento: la alta abstención es indicativa del triunfo de la democracia
participativa ya que los políticos tradicionales se inhibieron de participar en la jornada
electoral, razón por la cual las maquinarias no funcionaron y la votación fue tan baja. Si en
efecto se acepta esta interpretación y se ubica ahora al lado del elector, el panorama se
vislumbra más desalentador: quiere decir que si no hay maquinaria y políticos pues la gente
no vota, que en la cultura política colombiana el clientelismo siguió campante a pesar de los
“vientos de cambio” propuestos por los estudiantes y que el objetivo principal del
movimiento estudiantil, reformar el sistema político, nunca se logró. Entonces, decimos al
unísono con López Caballero:
“La realidad es que esa elección fue la de más baja participación de nuestra historia:
que el Dr. Gaviria es, de todos los presidentes liberales, es decir el partido de
mayorías, el único que no ha obtenido la mayoría absoluta del electorado y en
consecuencia que fue elegido por una minoría; que la votación alcanzada por él
escasamente representó la mitad de la lograda por su partido dos meses antes en las
parlamentarias o 4 años antes con el presidente Barco; y que es de todos los
presidentes de Colombia el que, en relación con el potencial electoral, menos respaldo
ha obtenido y esto por una gran diferencia (aproximadamente 2.8 millones sobre 14
millones, o sea 20% cuando, por ejemplo, el anterior presidente Dr. Barco obtuvo 4.2
millones sobre 15.6 millones, o sea 37.14% [sic]). Esta condición se puede utilizar
para resaltar o para cuestionar, según se quiera, lo más meritorio o lo ilegítimo del
106
proceso que realizó, pero lo que aquí se destaca es la capacidad de distorsión del
poder mediático.
Nada más diciente -y más consecuente con lo anterior- que el que la votación de la
Constituyente, a pesar de haber excluido en la práctica la posibilidad del voto en
contra de ella, haya sido la más baja de la historia, alcanzando escasamente una
cuarta parte de los votos que se habían emitido para elegir el Congreso; o el primer
acto de la Asamblea resultante consistiera en desconocer la Soberanía de la Nación
que tanto se reivindicó como fuente de legitimidad para desconocer la Constitución y
proclamarse como omnipotente y omnisciente.
Aunque sea por simple sanidad mental es conveniente distinguir lo cierto de lo falso, y
ver más allá de lo virtual, dónde está la realidad y dónde el origen de nuestros
problemas.
En la medida que el "bienvenidos al futuro" con que se inició la "Nueva Colombia" es
el catastrófico presente que hoy vivimos, la comparación con la mencionada película
(en inglés 'Wag the dog', que hace alusión a un dicho parecido al del cuento de ¿por
qué el perro mueve la cola cuando está contento? porque la cola no puede mover al
perro) se vuelve dramáticamente acertada.”89
3.3 Rupturas y Continuidades del Movimiento Estudiantil
Conforme lo anterior, es pertinente realizar un balance del movimiento por la Asamblea
Constituyente en relación con las tendencias de los movimientos estudiantiles colombianos.
En consecuencia, Archila propone una periodización del movimiento estudiantil
colombiano en tres grandes momentos90
.
El primer periodo corresponde a los años veinte. Allí se presentan movimientos
estudiantiles con buena capacidad organizativa, con peso en la opinión pública y con poca
independencia política en un contexto de acelerada modernización pero con un sistema
89 López Caballero, Ibíd. Subrayado mío. 90 Mauricio Archila. “Entre la academia y la política: el movimiento estudiantil en Colombia, 1920-1974”,
Renate Marsiske, Ibíd., pp. 158-174.
107
educativo restrictivo e influido por la ideología conservadora91
. En este período se dieron
algunos atisbos de autonomía. El segundo período corresponde a 1946-1957. Se presentó
una relación entre acción social colectiva y existencias de reglas de juego democráticas,
“como voceros de las capas medias en ascenso y representantes de la intelectualidad, fueron
muy sensibles a los recortes democráticos”92
. En general se proporcionó una resistencia
democrática. El último período es 1958-1974. Con el contexto del Frente Nacional y sus
exclusiones políticas y sociales, el movimiento estudiantil tuvo una gran visibilidad y
radicalización en una permanente oposición al bipartidismo93
. Y por último, habría un
cuarto período, no tratado por Archila, que correspondería las décadas de los ochenta y los
noventa, en el cual se desarrolló el movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente.
Grosso modo, el movimiento estudiantil de comienzos de la década de los noventa tiene
mayores semejanzas con los dos primeros períodos descritos anteriormente:
1. El movimiento por la constituyente no fue radical y gozó de una valiosa presencia
en la opinión pública, situaciones que lo asemejan al período de los años veinte; sin
embargo, no tuvo la buena capacidad organizativa desarrollada en éste período.
2. El movimiento por la constituyente estuvo en estrecha relación con las
características del sistema político colombiano, su preocupación fue establecer
claras condiciones democráticas, y desde el punto de vista clasista se constituyó en
vocero de las clases medias colombianas, lo cual denota semejanza con el segundo
período estudiantil de resistencia democrática.
3. Las diferencias más marcadas se dan con el tercer período. Por un lado, el
movimiento por la constituyente fue reformista y no tuvo la excelente capacidad
organizativa desarrollada en aquel período. Por el otro, pese a que en ambas
situaciones los movimientos fueron visibles, el movimiento por la constituyente no
91 Ibíd., p. 160. 92 Ibíd., p. 165. 93 Ibíd., p. 171.
108
sintió el peso de la represión estatal que sobre sus hombros recibieron los
estudiantes de los sesenta y setenta.
Otro aspecto que merece atención es el propuesto por Caycedo acerca del carácter
revolucionario de los movimientos estudiantiles de los sesenta y los setenta. Para el autor,
“la persistencia de un antiimperialismo democrático expresa, a nuestro entender, una
relación próxima de la intelectualidad avanzada –que se manifiesta también en sectores del
estudiantado de manera concreta– con el movimiento obrero, con el campesinado
revolucionario y con otras capas populares”. En nuestro objeto de estudio esta relación con
la revolución no se estableció nunca y mucho menos se atisbó una consigna
antiimperialista94
.
Un factor que sin lugar a dudas ha tenido relevancia en el análisis del movimiento
estudiantil colombiano lo constituye la autonomía política. Ésta inquietud científica ha
surgido por la tendencia historiográfica de explicar los movimientos estudiantiles, en
términos políticos, en función de la izquierda95
.
En el movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente es clara la búsqueda de
autonomía política frente a los movimientos o partidos políticos, principalmente del
bipartidismo clásico. Sin embargo, la composición misma del movimiento estudiantil era,
de entrada, un impedimento en la consecución de tan anhelada independencia. No bastó con
expresar en el discurso el rechazó del “color político”; el peso conseguido en la opinión
pública tuvo su contrapeso en la autonomía política, máxime si no tenían una base
organizativa medianamente consolidada. Entonces, el peso en la opinión pública es
indirectamente proporcional a la autonomía política del movimiento, a mayor imagen
pública, mayor dependencia política.
94 “La imagen revolucionaria de los movimientos sociales está en decadencia. Al mismo tiempo, la distancia
entre movimientos sociales y revolución se volvió tan grande que ambas nociones resultan contradictorias
para casi todos los observadores y son pocos quienes piensan que la acción revolucionaria crea por sí misma
la democracia”, Touraine, 1987, Op. cit., p. 200. 95 Archila, 1994, Op. cit., p. 315. Lo cual no significa que en algunos períodos de la historia estudiantil no se
hubiera conjugado con la historia de la izquierda: “Con la supresión de la FUN y la represión a otras expresiones gremiales del estudiantado, tomó aliento su mayor politización, confundiéndose su historia con la
de la izquierda, especialmente en los momentos de mayor auge, a fines de los sesenta y comienzos de los
setenta”, Archila, 1995, Op. cit., p. 282.
109
Sin embargo, no se puede afirmar que esta dependencia política se ubica únicamente en uno
u otro lado del espectro bipartidista colombiano. Lo interesante en el movimiento
estudiantil por la Asamblea Constituyente fue su heterogénea conformación, y asimismo su
dependencia política fue heterogénea96
. La identidad estudiantil se fragmentó para darle
paso a la identidad política, la cual tampoco era común al grueso del movimiento y
mantuvo la heterogeneidad. De este modo, se dio paso a una identidad fragmentada sobre la
base del interés político particular97
.
A una conclusión parecida llegan Gabriel Murillo y Mario Latorre: “Toda esta falta de
incentivos conduce a que Colombia no se caracterice por ser un sistema de asociación sino,
más bien, por uno en donde prima el desempeño individual. En el país, la gente y menos la
juventud, no ingresa gradualmente a la política a través de un proceso de relaciones de
asociación y de acciones colectivas. Por el contrario, lo hace limitándose al alcance de lo
personal”98
. En ese sentido, el movimiento estudiantil no logró constituirse en un móvil de
socialización política colectiva.
A propósito, llama la atención lo que al parecer se ha constituido en una regla general de
los movimientos estudiantiles colombianos: el fraccionamiento interno del movimiento
como reproducción de las divisiones partidistas. En 1958 estas divisiones se expresaban de
la siguiente manera: “las juventudes liberales y conservadoras frente al ala crít ica de las
juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal”99
. En 1990 la división fue más caótica:
los sectores anarquistas frente a los grupos independientes y bipartidistas –Juventudes
96 El espectro iba desde los grupos anarquistas, ubicados en la izquierda radical, hasta los grupos fascistas, ubicados en la derecha radical. Entre uno y otro polo se ubicaba cualquier cantidad de matices posibles,
liberales, conservadores, liberales progresistas, nuevo conservatismo, izquierda maoísta, izquierda marxista,
etc. 97 Se ha insistido en la incapacidad de crear una identificación política estudiantil para el caso del movimiento
estudiantil por la Asamblea Constituyente. A modo de ejemplo, Leal llega a una conclusión contraria en su
estudio sobre el movimiento estudiantil de 1958-1967: “La autonomía apareció como el planteamiento
ideológico central del proceso de búsqueda de espacio e identidad política del estudiantado. Esta autonomía
universitaria trató de hallar su materialidad en la formación y unificación de un movimiento estudiantil,
materialidad bastante tangible en la medida en que la autonomía estaba definida a partir de la defensa de una
territorialidad”. Francisco Leal Buitrago. “La frustración política de una generación. La universidad
colombiana y la formación de un movimiento estudiantil, 1958-1967”, Desarrollo y Sociedad, CEDE-
Uniandes, No. 6, julio de 1981, p. 323. 98 Gabriel Murillo y Mario Latorre. “Participación política, percepción política y liderazgo de la juventud
colombiana: una perspectiva histórica”, Juventud y política en Colombia, Bogotá: Fescol–Ser, 1984, p. 40. 99 Francisco Leal Buitrago, Ibíd., p. 305.
110
Galanistas–; en el interior de la izquierda universitaria –Partido Socialista de los
Trabajadores, A Luchar, Juventud Revolucionaria de Colombia, Juventud Comunista,
principalmente– no se logró un acuerdo; mucho menos entre estos últimos y los
independientes100
.
Mediante el balance prospectivo se concluye que no hubo una continuidad identitaria entre
el movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente y los movimientos estudiantiles
del pasado. Dicha ruptura se aprecia en algunos referentes simbólicos de la movilización
estudiantil como la conmemoración de las muertes de los dirigentes estudiantiles, las
figuras del Che Guevara y Camilo Torres, y en especial el “ambiente revolucionario” de las
décadas del sesenta y del setenta. En cambio, el movimiento por la Asamblea Constituyente
propuso una simbología más relacionada con un sentido patriótico, en donde el tricolor
amarillo, azul y rojo ambientaba la movilización estudiantil.
Así mismo, es pertinente realizar un análisis proyectivo, establecer el posible impacto del
movimiento estudiantil sobre las generaciones posteriores. Al realizar el balance de la
tendencia reciente de la movilización estudiantil –década del noventa–, Archila propone
“que en la actualidad es difícil hablar de movimiento(s) estudiantil(es), al menos como
expresión organizada o con algún respaldo masivo. Estos procesos coinciden con un
crecimiento moderado de las universidades privadas en términos de matrículas”101
.
Entonces, a lo largo de la década del noventa se presentó una verdadera crisis del
movimiento estudiantil.
Dicha crisis se representó en la falta de presencia estudiantil en la reforma de la educación
superior, la cual se concretó en la Ley 30 de educación superior. Esta situación sería
comprensible si hubiera sucedido cuatro o cinco años después del movimiento estudiantil
por la Asamblea Constituyente por el hecho de la discontinuidad generacional; sin
embargo, la reforma se inició casi paralela a la movilización estudiantil. Luego de la
expedición de la Constitución de 1991, el director del ICFES convocó una comisión de
100 En realidad este espectro caótico se presentó en su máxima expresión en el Segundo encuentro nacional
estudiantil por la Constituyente de septiembre de 1990 en Medellín. 101 Archila, 1995, Op. cit., p. 283.
111
notables para planear la reforma que estuviera acorde con las nuevas disposiciones
constitucionales102
, grupo de personas que fue criticado por su carácter cerrado, por lo cual
en 1992 se creó la “comisión de concertación” de la reforma.
Pese a lo anterior, y salvo en contadas ocasiones, los estudiantes no plantearon ninguna
alternativa, ni siquiera por el hecho de estar sobre la mesa uno de los temas que
históricamente había sido una reivindicación estudiantil: la autonomía universitaria. Puede
decirse, en contra de esto, que la comisión de concertación también fue bastante cerrada,
pero “llama la atención la amplia participación institucional: tomaron parte en ella
representantes autorizados no sólo de diversas instituciones oficiales y privadas de
educación superior, sino también de agencias estatales y de diferentes agremiaciones”103
.
Una posible interpretación de ésta crisis de la movilización estudiantil corresponde a los
cambios ocurridos en el sistema de educación superior a raíz de la mentada reforma, los
cuales se perciben en la preeminencia de la educación privada sobre la pública. Para la
época, el 60 por ciento de la matrícula correspondía a instituciones privadas y el 40 por
ciento restante al sector oficial104
. De este modo, la baja participación estudiantil estaría en
directa proporción con el aumento del sector privado en la educación. Sin embargo, es tan
sólo una interpretación estructural del sistema educativo desde el punto de vista del
equilibrio entre oferta y demanda del servicio. Convendría preguntar, entonces, por las
consecuencias de estos cambios en las relaciones sociales del campo educativo.
Al parecer, la privatización no sólo afecta la proporción de matrículas entre universidades
privadas y públicas sino el tipo de relaciones que pueden afectar la capacidad organizativa
de los estudiantes. Estos cambios constituyen una apropiación más individual de la
universidad –como espacio de socialización– por parte de los estudiantes. Las
102 El artículo 69 de la Constitución establece la autonomía universitaria: “Se garantiza la autonomía
universitaria. Las universidades podrán darse sus directivas y regirse por sus propios estatutos, de acuerdo con
la ley. La ley establecerá un régimen especial para las universidades del Estado. El Estado fortalecerá la
investigación científica en las universidades oficiales y privadas y ofrecerá las condiciones especiales para su
desarrollo. El Estado facilitará mecanismo financieros que hagan posible el acceso de todas las personas aptas
a la educación superior”. 103 Ricardo Lucio. “Universidad y Estado: ¿Qué tanto reformó la Ley 30?, Análisis Político, No. 20,
septiembre a diciembre de 1993, p. 74. 104 Ibíd., p. 80.
112
transformaciones en la educación superior han propiciado una relación instrumental entre la
universidad y el estudiante, casi a modo de transacción comercial en donde el cliente –
estudiante– paga por un servicio de calidad –título universitario– que le servirá como bien
simbólico en su estrategia de movilidad social. Ésta es la otra privatización, más endógena,
que afecta los movimientos estudiantiles en la actualidad.
Los efectos para la democracia de esta condición adormilada del movimiento estudiantil
son bastante desalentadores. Por un lado, vislumbra un panorama incierto y difícil para los
que siguen creyendo en la posibilidad de una organización estudiantil con capacidad de
influir en la toma de decisiones tanto en el campo educativo como en el político. Por otro
lado, para quienes se han convencido de la vía independiente, sin utopías ni grandes
proyectos más que el personal, el panorama puede que se presente menos oscuro; sin
embargo, tampoco es útil a la construcción de la nación colombiana ya que las condiciones
seguirán reproduciendo los privilegios de los mismos pocos, sobre los mismos muchos.
Al parecer, la nación pluriétnica y multicultural está obligada a existir en un repetido
devenir. El movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente ha demostrado que la
movilización social puede perder significación cuando es más coyuntural que orgánica. No
obstante, ha sido un claro ejemplo de la importancia que puede tener para una nación la
apropiación conciente de su destino común y la aprehensión de sí misma como actor social,
como fuerza irremplazable del cambio social.
113
4. CONCLUSIONES
El surgimiento del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente tuvo estrecha
relación con las características del contexto social y político de la década de los ochenta en
Colombia. Este contexto se caracterizó por una crisis del sistema político colombiano
representado en la pérdida de legitimidad del Estado y sus instituciones; la crisis del
bipartidismo como una expresión de la democracia restringida impuesta por el Frente
nacional desde 1958; el escalamiento del conflicto político entre el Estado y los grupos
armados luego del fracaso de los diálogos con algunos de ellos en los años ochenta. Por
último, y con el papel catalítico del narcotráfico, el orden plural de la violencia afectó la
estructura social y política del país.
Por una parte, el narcotráfico influyó en el conflicto armado con su papel relevante en la
formación de grupos de autodefensa, los cuales desarrollaron una política de terror
mediante el genocidio: en el campo con los asesinatos colectivos en haciendas y municipios
y en las ciudades con el aniquilamiento de los dirigentes políticos de la Unión Patriótica.
Además, el narcotráfico se filtró en las esferas de la administración pública y el Congreso
se convirtió en un caldo de cultivo para la corrupción política y administrativa, lo cual tuvo
efectos negativos sobre el sistema judicial en donde había dos opciones: o aceptar el
soborno millonario o resignarse a ser asesinado. Finalmente, dimensionó la crisis nacional
cuando sus acciones sobrepasaron los límites del negocio y obtuvieron en el terrorismo y
los magnicidios la mejor forma para evitar su castigo en cárceles estadounidenses.
Pese al anterior contexto crítico del país, un hecho específico se convirtió en la
condición sin la cual no se hubiera dado una movilización colectiva estudiantil: el asesinato
de Luis Carlos Galán en agosto de 1989. Este suceso implicó un intento de repolitización de
una juventud universitaria sumida en el escepticismo y el rechazo a la política tradicional, y
en acciones radicales y aisladas. Sin embargo, ésta repolitización no significó una
consolidación de la organización estudiantil ni la definición de unos objetivos claros a
114
mediano o largo plazo; más bien, fue efímera y secundaria al grueso de la población
universitaria. Esto se debió, en parte, por la característica coyuntural de su surgimiento y
por la escasa orientación del movimiento estudiantil hacia los conflictos del campo
educativo, lo cual originó una débil identificación política como estudiantes y una fuerte
identificación partidista. Sus consecuencias fueron nefastas para la organización estudiantil
y redundaron en la desintegración total del movimiento observada en el fracaso electoral de
sus múltiples candidaturas a la Asamblea Nacional Constituyente en diciembre de 1990.
Pero la identificación partidista no puede entenderse sencillamente como una cooptación
del movimiento estudiantil por parte de las colectividades políticas organizadas –
bipartidismo tradicional y nuevas fuerzas de izquierda–. Se trató más bien de una
recuperación de los principales cuadros estudiantiles, quienes se desempeñaron en el
movimiento estudiantil pero nunca dejaron de pertenecer a sus grupos políticos. Esto
refiere, entonces, al tipo de composición del movimiento estudiantil. En principio, sus
líderes no eran neófitos en la política, ya habían tenido una labor previa en ella con su
adscripción a los sectores juveniles y los grupos estudiantiles relacionados con los partidos
políticos. Esta fue la razón por la cual, aunque en el discurso se buscaba una autonomía
frente a los partidos políticos, en la acción no se alcanzó una verdadera independencia.
Desde el punto de vista de la sociología de la acción, ésta autonomía no se pudo dar por
dos razones principales: el tipo de reivindicaciones del movimiento estudiantil y las
características del campo político, el cual influyó en las interrelaciones de los diferentes
actores, entre ellos los estudiantes. Ampliemos brevemente éstas afirmaciones:
i. La reforma constitucional fue la reivindicación que orientó la acción estudiantil y
estuvo referida, principalmente, a la crisis del sistema político colombiano. Entonces, el
conflicto que orientó la acción colectiva fue de tipo político. Pero dicha reivindicación,
al ser demasiado compartida por todos los sectores sociales y por la incapacidad
estudiantil, no dio oportunidad al movimiento para establecer cuáles eran las diferencias
entre su propuesta y la de otros actores sociales –los medios de comunicación, por
ejemplo–. Tampoco se logró el establecimiento de límites claros entre lo negociable y lo
115
no negociable, el accionar del movimiento estudiantil dependió directamente del proceso
constituyente general, sus temas prioritarios fueron aquellos que imponían las
circunstancias políticas y sociales del país –léase decreto 927, decreto 1926, jornadas
electorales, fallos de la Corte, etc.–. Y mucho menos pudieron definir su(s) adversario(s)
y su(s) aliado(s). En conclusión, la dimensión de la oposición nunca fue clara en el
movimiento estudiantil, razón por la cual ni sus acciones ni su identidad fueron
completamente definidas. Tampoco hubo una articulación identitaria con los
movimientos estudiantiles del pasado.
El movimiento estudiantil no pudo plantarse como un actor bien definido en el campo
social en conflicto y en realidad su influencia sobre el proceso nacional fue marginal.
Para ser más precisos, la movilización colectiva estudiantil ocurrida en Colombia desde
agosto de 1989 hasta julio de 1991 fue un protomovimiento social reformista e
ideológicamente liberal.
ii. La relación con los medios de comunicación es indicativa del tipo de accionar
estudiantil, el cual fue determinado, en parte, por el conflicto político. En relación con
esto, el argumento no es la inexistencia de relaciones estratégicas con los medios de
comunicación para lograr la autonomía frente a los movimientos políticos, pues, como lo
han demostrados muchos estudios, ésta relación se ha convertido en un vínculo
importante si se desea una buena difusión social de cualquier movimiento. No obstante,
“por regla general, la prensa ha ido por detrás de la evolución política, defendiendo a
menudo los intereses de la oligarquía, en Perú y en Colombia en particular, pero también
en Argentina y en Chile”1. Por lo cual se ha demostrado que la ayuda de los medios de
comunicación no fue tan desprevenida y denotó intereses políticos bastante claros. Por
un lado se formó la imagen de los universitarios como el sector social de vanguardia
para sortear la crisis colombiana, imagen bastante funcional para lograr la
modernización política tan pedida desde hace ya bastante rato. Por otro lado, los medios
de comunicación, muy dependientes de los grandes jefes políticos, reforzaron mediante
los estudiantes el discurso de renovación política sobre la base de un discurso moralista
1 Touraine, 1989, Op. cit., p. 128.
116
y tecnócrata como pilar de solución de todos los males que aquejaban al país –léase la
administración César Gaviria y su “kinder” de asesores tecnócratas–. En consecuencia,
el cuarto poder no fue por detrás de la evolución política, más bien tuvo las riendas en
sus manos.
La séptima papeleta se convirtió en la obra mediática por excelencia para lograr este fin.
Con un movimiento de opinión de no más de dos meses de duración se logró llegar a un
acuerdo tácito, entre todas las fuerzas políticas, sobre la necesidad imperiosa de realizar
una reforma constitucional, y si ésta fuese externa al dominio del Congreso, mucho
mejor. En ese sentido, la función catalítica del movimiento estudiantil más que
estratégica para los estudiantes lo fue para los medios de comunicación y los partidos
políticos en particular, y el sistema político en general.
Lo anterior está relacionado con dos tendencias recientes de los movimientos sociales en
Colombia. Por un lado, la búsqueda permanente de autonomía política, la cual es débil
en general y se debate entre la realización de acciones estratégicas con sectores
influyentes pero que puede generar una manipulación mucho mayor por parte de éstos.
En segundo término, al no existir un único conflicto central por el cual se orienten las
acciones colectivas, la identidad está en constante construcción, lo cual repercute en la
desintegración de los movimientos, no tanto por factores exógenos sino por cuestiones
endógenas, en donde las contradicciones internas y el fraccionamiento son el pan de
cada día2. Éstas dos situaciones las presentó el Movimiento estudiantil por la Asamblea
Constituyente: la búsqueda fracasada de autonomía política y la disolución de la
colectividad debido a los conflictos internos.
En términos históricos, el movimiento estudiantil tuvo una existencia más o menos
prolongada. No obstante, de su transcurso entre agosto de 1989 y julio de 1991 se destacó
la etapa entre marzo de 1990, con el surgimiento de la séptima papeleta, y septiembre del
mismo año, con la realización del conflictivo congreso en la Universidad de Medellín. Sus
principales sucesos fueron: i) la marcha del silencio en agosto de 1989, la cual se constituyó
2 Archila, 1995, Op. cit., pp. 292-299.
117
en la motivación para conformar el Frente Unido Estudiantil de Colombia; ii) la séptima
papeleta en marzo de 1990, la cual se ha convertido en el icono del movimiento estudiantil;
iii) el foro universitario de la Universidad Libre en marzo del mismo año, en el cual se
comienzan a manifestar las diferencias entre los estudiantes y se consolidan los grupos
estudiantiles Todavía podemos salvar a Colombia y Movimiento estudiantil por la
constituyente; iv) el primer congreso nacional estudiantil por la constituyente celebrado en
la Universidad de La Salle en mayo de 1990, en el cual se logró una participación masiva
de representantes estudiantiles a nivel nacional pero las contradicciones salieron a relucir
previendo una incompatibilidad de posiciones a ultranza; y v) el segundo congreso
estudiantil celebrado en septiembre del mismo año en Medellín, el cual fue tan sólo el
escenario propicio para sacar a relucir las diferencias internas y la falta de cohesión del
movimiento estudiantil.
De éste modo, no se puede establecer una periodización en el sentido estricto de la palabra;
más bien se dio un fulminante apogeo con la séptima papeleta, y un lánguido declive de allí
en adelante hasta el congreso de Medellín.
El presente escrito ha presentado la reconstrucción rigurosa de una historia de la cual
propios y extraños hablaban demasiado pero nadie conocía realmente. También ha sido una
propuesta de análisis sociológico de esa realidad reconstruida como contribución al estudio
de los movimientos sociales colombianos, en general, y de los movimientos estudiantiles,
en particular. Sin embargo, debido a la poca producción académica en torno a estos temas,
en especial el del movimiento estudiantil, son bastante claros algunos aspectos que merecen
consideración:
i. Como primera medida, la parte conceptual es bastante escasa, por lo cual se puede
incurrir en la práctica de acomodar sofisticadas teorías sociológicas –pensadas en torno a
sociedades específicas– a la realidad nacional. Esto no quiere decir que las teorías
europeas o estadounidenses sean inútiles y no tengan capacidad heurística para el caso
colombiano. Al contrario, aportan interesantes guías conceptúales y metodológicas para
abordar la realidad; este es el caso de la obra de Touraine, quien además de proponer
118
avances teóricos ha estudiado profundamente a América Latina. Sin embargo, es útil
generar modelos de interpretación más acordes con la realidad propia, lo cual sólo es
realizable en la medida en que ésta sea más estudiada; es una relación de ida y vuelta.
La presente investigación ha dado paso a nuevas inquietudes en torno a la cuestión de la
identidad como factor de convergencia de acciones individuales en acción(es)
colectiva(s). En principio, la identidad se concibe como la definición del actor por él
mismo. Pero esta autodefinición del actor no se podría dar si no estuviera relacionado
con otros actores; de este modo, el principio de identidad no sólo es la definición del
actor por él mismo sino la definición del actor por los demás actores. Para el caso del
movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente esto fue bastante claro en la
medida en que la imagen de los estudiantes como futuro del país también fue una
construcción de los medios de comunicación y los sectores interesados en la reforma
constitucional. Entonces, la construcción de la identidad es inter-relacional e intra-
relacional, ésta última dio paso a un conflicto por la definición de las normas, los valores
y las prácticas en el campo específico de la movilización estudiantil; empero, no se
convirtió en un factor de repolitización permanente del estudiantado ni mucho menos de
la juventud colombiana.
Con el enfoque teórico adoptado en el presente estudio –la sociología de la acción– se
pueden proponer ciertos aspectos. A pesar de que el análisis de los movimientos sociales
como expresiones de relaciones de clase ha sido el “paradigma dominante”, sería
importante ahondar en otros asuntos. Para el caso de los movimientos estudiantiles, los
conceptos de generación y juventud pueden ser un gran recurso explicativo. De este
modo, es necesario conjugar los estudios sociales de juventud con los clásicos estudios
de los movimientos sociales para trascender su comprensión más allá de los límites de la
universidad y la estructura de clases. En este sentido, y como hipótesis de trabajo,
podríamos decir que el tipo de conflicto que orienta la acción colectiva estudiantil
denota sus relaciones y posiciones frente a los distintos campos sociales. Así, en un
contexto educativo de creciente privatización y descenso de la cobertura educativa; un
movimiento estudiantil que no oriente su conflicto a estos problemas puede ser
119
indicativo de un tipo de relación instrumental con la universidad, la cual se convierte en
productora de bienes para la movilidad social; también puede expresar una lucha por
mantener los privilegios que da un sistema excluyente, una forma de distinción frente a
los pares coetáneos. Las imágenes dominantes acerca de la juventud denotan la imagen
que tiene la sociedad de sí misma.
ii. Lo anterior remite a una cuestión de gran importancia pero que por los alcances del
presente estudio no pudo ser abordada en profundidad, a saber: el movimiento
estudiantil como una etapa relevante en la socialización política de sus dirigentes y como
instrumento de movilidad social y formación de élites del poder. Ésta relación, más que
estar desarrollada, se presenta como una hipótesis no sólo para el caso específico del
movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente sino para todos los procesos de
movilización estudiantil a nivel nacional. Un estudio de este tipo exigiría hacer el
seguimiento a los cursos de vida de los dirigentes estudiantiles y establecer su papel en
el campo de la política, determinar cuáles son las condiciones y características de dicha
formación, los patrones de inclusión y exclusión de la élite dominante, sobre qué
aspectos legitiman su posición en la sociedad, etcétera; de lo cual se sobreentiende que
el acceder a la educación superior es sólo un factor, de tantos otros, necesario para
pertenecer a la élite.
iii. Finalmente, la poca producción sobre un determinado tema exige la ampliación de los
objetivos del estudio. Por ésta razón, en la presente monografía fue necesario, primero
que todo, saber cuál fue la historia del movimiento estudiantil, sin ella habría sido
imposible analizarlo. Lo anterior hace pensar en la importancia de los estudios
interdisciplinarios como una forma más holista de acercamiento a los objetos de estudio,
lo cual tiene consecuencias positivas en la ampliación del conocimiento científico al
potenciar las fortalezas de cada disciplina en un constante diálogo.
Por último, es necesario retomar el análisis del movimiento estudiantil como un mito
contemporáneo. Su formación está sobre la base de uno de más hondo calado: la
Constitución de 1991 como mito fundacional. Para ello ha sido necesario la creación y el
120
fortalecimiento de valores nacionalistas y patrióticos en torno al proceso constituyente
como el generador del nuevo pacto social. Sin embargo, la ciencia social debe establecer
cuáles han sido las realidades y por qué se quieren re-presentar de otro modo. De todas
maneras hay algunos analistas que piensan que el proceso constituyente fue un verdadero
movimiento social, es decir, que las acciones de los distintos gremios, sumadas a las de los
grupos étnicos, las mujeres ecologistas, los estudiantes, los religiosos, etc., fueron un
movimiento social que dio como resultado la reforma constitucional3. Desde luego que esta
interpretación es bastante discutible, pero merece tenerse en cuenta también como hipótesis
para un estudio más detallado del proceso de reforma constitucional.
Pero la muestra más fehaciente para develar el mito no debe buscarse en las metateorías,
está allí, o mejor, aquí, en el presente. Del proceso “democrático” de 1990 en efecto se
produjo la nueva carta política, sin embargo la realidad social no cambió
considerablemente. En la actualidad, por ejemplo, los colombianos se enfrentan a un
desempleo del 23%, y al estancamiento del proceso de paz del gobierno Pastrana con las
FARC, la misma guerrilla que en las elecciones de la Asamblea Constituyente recibió uno
de los ataques militares más grandes de su historia.
Sin embargo, con sólo develar el mito no es suficiente. Es necesario que todos los grupos
sociales en su juventud –no sólo los estudiantes, también los campesinos, los soldados, los
obreros, los comerciantes etc.– se preocupen por su destino, imaginen un mundo distinto e
intenten cambiarlo, así fracasen. Este debe ser el conjuro para aquella sentencia, entre real y
mágica, en la cual “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda
oportunidad sobre la tierra”4.
3 Véase Pedro Santana. “Modernización y democracia”, Miguel Cárdenas (Ed.), Modernidad y sociedad
política en Colombia, Bogotá: Fescol, 1993, p. 299. Citado por Archila, 1995, Op. cit., p. 297. 4 Gabriel García Márquez. Cien años de soledad. Barcelona: Círculo de Lectores, 1970, p. 349.
121
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
Archivos Personales
Darío Dangon, integrante del grupo Todavía podemos salvar a Colombia, estudiante de derecho,
Universidad Sergio Arboleda.
Fabio Villa, integrante del grupo Movimiento Estudiantil por la Constituyente, estudiante de
sociología, Universidad Nacional de Colombia.
Entrevistas
Guillermo Barrera, integrante del MEC, junio 09 de 2001.
Catalina Botero, integrante del MEC, julio 12 de 2001.
Darío Dangon, integrante de TPSC, junio 07 de 2001.
Crispiniano Duarte, integrante del MEC, mayo 31 de 2001.
Juan Gabriel Gómez, integrante del MEC, junio 25 de 2001 (entrevista telefónica EUA-Colombia).
Jorge Orjuela, integrante de TPSC, julio 06 de 2001.
Oscar Ortiz, integrante de TPSC, julio 09 de 2001.
Ana María Ruiz, integrante del MEC, junio 27 de 2001.
Oscar Sánchez, integrante del MEC, febrero 22 y marzo 01 de 2001 (realizada con Andrés Rengifo, de
la Fundación Líderes en la U).
Fabio Villa, integrante del MEC, junio 13 de 2001*.
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El Colombiano (1989-1991)
El Espectador (1989-1991)
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El País (1989-1991)
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* También se consultó la entrevista a Fabio Villa realizada por el profesor Mauricio Archila, agosto de 2000.
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en servicios de información para el liderazgo estudiantil y universitario. URL: ww.lideresenlau.org Actualización semanal.
127
Metodología
Alain Touraine, como complemento de su propuesta teórica, establece un método acorde
con el objetivo de “estudiar la manera con la cual una sociedad produce sus modelos
culturales, sus relaciones sociales y sus prácticas. El método que trata de llenar esa laguna
es la intervención sociológica”1. Las características de éste método de estudio de los
movimientos sociales son:
Concentrar la atención en los actores y sus condiciones concretas de existencia.
Crear lugares donde el peso de las situaciones cotidianas sea el menor posible, con
lo cual el actor puede expresar su realidad conflictiva.
Intervenir en el actor para que éste llegue hacia las relaciones más fundamentales
en las cuales está comprometido.
Entonces, “la meta de la intervención sociológica no es prever acontecimientos, sino
analizar los mecanismos mediante los cuales se forma la acción colectiva y, en un nivel
superior, los movimientos sociales”2. Esta metodología propuesta da por entendido que la
investigación es paralela en el tiempo al movimiento social, por lo cual el investigador
puede no sólo analizar al actor social sino intervenir en él para hacer explícita la orientación
de su acción.
Sin embargo, para el caso del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente esta
intervención sociológica no fue posible pues el objeto de estudio es una acción colectiva
pretérita, por lo cual el método utilizado fue histórico y la metodología general fue
cualitativa. De ésta última se entiende que la mayoría de la información no es cuantificable
y se privilegia un estudio en profundidad sobre posibilidades de generalización. La
metodología de ésta investigación de tipo explicativo se desarrolló en las siguientes etapas:
1 Alain Touraine, 1987, Op. cit., pp. 128-129. 2 Ibíd., p. 134.
128
i. Revisión bibliográfica del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente y
estudios referidos a las características sociales del país en la época –véase la Bibliografía–.
ii. Exploración de fuentes primarias de información: prensa nacional y entrevistas a los
protagonistas del movimiento. En la primera se estableció una revisión rigurosa para
identificar las noticias que en efecto hablaran sobre el movimiento estudiantil. Para la
segunda fuente se utilizó la técnica de la entrevista en profundidad, la cual permitió
recuperar la información que no se encontró ni en las fuentes secundarias ni en la revisión
de prensa. En total fueron diez entrevistas a reconocidos líderes del movimiento procurando
un equilibrio entre los informantes de los grupos Todavía podemos salvar a Colombia y
Movimiento estudiantil por la constituyente. Asimismo, algunos de ellos obsequiaron sus
archivos personales, lo cual constituyó otra fuente de información primaria.
FUENTES PRIMARIAS
Prensa Entrevistas
El Tiempo Fabio Villa *
El Colombiano Darío Dangon *
El Heraldo Oscar Sánchez
El País Crispiniano Duarte
Vanguardia Liberal Juan Gabriel Gómez
Semanario Voz Catalina Botero
Revolución Ana María Ruiz
Semana Guillermo Barrera
Colombia Hoy Oscar Ortiz
Jorge Orjuela
Fabio Villa
(realizada por el profesor Mauricio Archila)
* Archivo personal
Dichas entrevistas tuvieron una semiestructuración de acuerdo con dos temas específicos, la
historia del movimiento y sus características sociológicas, así:
129
Guía de entrevista:
1. Establecer preguntas de acercamiento al informante, explicar los objetivos de
estudio, la finalidad de la entrevista y aclaración del uso de la información científica
y responsablemente.
2. La historia del movimiento estudiantil por la Asamblea Constituyente: Identificar a
través de la participación del entrevistado qué fue el movimiento estudiantil, los
grandes hitos de su desarrollo, sus principales propuestas.
3. La sociología del movimiento estudiantil: Identificar la percepción de los hechos
como un movimiento estudiantil. El tipo de identidad que orientó la acción
colectiva, la oposición del movimiento, las principales reivindicaciones del
movimiento. Balance sobre el proceso, comparaciones en relación con otros
movimientos estudiantiles del pasado.
iii. Una vez acopiada la información, se realizó un análisis de contenido con base en la
operacionalización de los tres principios de los movimientos sociales propuestos por la
sociología de la acción –identidad, totalidad, oposición–, en un eje temático. Esta técnica
“procura comprender los datos, no como un conjunto de acontecimientos físicos sino como
fenómenos simbólicos”3; véase la siguiente matriz de análisis.
MATRIZ DE ANÁLISIS DE CONTENIDO
PRINCIPIO TEÓRICO EJE TEMÁTICO
IDENTIDAD Definición del actor por sí mismo
Identidad estudiantil
Generación universitaria
Identidad política
Ideología
Sociedad civil
Medios de comunicación
Situación nacional
Hechos históricos
Bases organizativas
Repertorio de acción
Racionalidad instrumental
Movilidad social
3 Klaus Krippendorff. Metodología de análisis de contenido. Teoría y práctica. Barcelona: Paidós, 1990, p. 7.
130
OPOSICIÓN Definición del adversario social
Situación nacional
Ideología
Partidos políticos
Congreso
Medios de comunicación
Repertorio de acción
Racionalidad instrumental
TOTALIDAD Sistema de acción histórico
Estado
Partidos Políticos
Constitución política
Reivindicaciones y propuestas
Movilidad social
CONFLICTO
Campo(s) social(es)
Actores sociales
Interno
Externo
iv. Por último, se procedió a redactar el documento final de acuerdo con los objetivos
principales del estudio, así: Primer capítulo: contextualización histórica y social. Segundo
capítulo: reconstrucción histórica. Tercer capítulo: análisis sociológico.
EL TIEMPO
131
Anexo 1. El Movimiento Estudiantil en las Noticias
EL TIEMPO
1989
Plebiscito Para el Plebiscito, 22 de octubre, 4A.
Ciudadano Colombiano. Todavía podemos Salvar a Colombia, 22 de octubre, 9A.
Zanahoria Para los Congresistas, 03 de diciembre, 5A.
1990
Vote Por Colombia. La Asamblea Nacional Constituyente, 06 de febrero, 5A.
La Séptima Papeleta. Asamblea Constituyente, 18 de febrero, 6A.
La Duda, Escrutinio de Séptima Papeleta, 23 de febrero, 1A y 8A.
Registrador: Sí A La Séptima Papeleta, 01 de marzo, 1A y 5C
El Camino Hacia La Constituyente, 01 de marzo, 5A.
La Distribuirán En Todo El País. Federación de Alcaldes Si La Séptima Papeleta, 02 de
marzo, 1A.
Lleras, Votaré Con La Séptima Papeleta, 04 de marzo, 1A y 16B.
La Política de Bluyin, 04 de marzo, 16B.
Gómez: Hay Que Salvar La Séptima Papeleta, 05 de marzo, 6A.
Juventud Liberal Apoya Séptima Papeleta, 06 de marzo, 9A.
Para El Domingo. Séptima Papeleta En Recta Final, 08 de marzo, 1A y 13A.
La Séptima Papeleta, 08 de marzo, 4A.
Según El Movimiento Estudiantil La Constituyente No Será Una Asamblea de La Clase
Política, 10 de marzo, 2C.
Los Quijotes de La Séptima Papeleta, 11 de marzo, 3B.
Escrutinio de La Séptima Papeleta. Retumbo La Voz de La “Franja”, 12 de marzo, 15A.
Satisfacción Por Respaldo A Constituyente, 14 de marzo, 6A.
El Séptimo Voto, 15 de marzo, 4A.
El 18 de Abril Será El Gran Foro Por La Constituyente, 16 de marzo, 6A.
EL TIEMPO
132
Éxito En El Preforo Sobre Constituyente, 17 de marzo, 1A y 6A.
Foro Nacional de Estudiantes, 17 de marzo, 4A.
Séptima Papeleta A Elección de Mayo, 20 de marzo, 1A y 6A.
Sí Al Tarjetón, 21 de marzo, 5A.
Esta Semana Gobierno Decide Futuro de La Constituyente, 02 de abril, 7A.
Fernando Carrillo. Empapelado de Séptima, 07 de abril, 2A.
Habría Espacios de Televisión Para Los Universitarios, 11 de abril, 6A.
Llamados Desde Provincia Al Presidente Barco, 12 de abril, 6A.
No Estaría En Tarjetón. La Constituyente En Cuerda Floja, 17 de abril, 1A y 6A.
Gobierno Ordenaría Inclusión En El Tarjetón, 20 de abril, 1A y 6A.
Como Sería La Constituyente de 1990, 25 de abril, 3A.
Comisión Para Preparar La Constituyente, 26 de abril, 1A y 7A.
El Gobierno Le Otorgó Al Movimiento Estudiantil Por La Constituyente, 01 de mayo, 6A.
Crean Casa de La Constituyente, 02 de mayo, 7A.
La Constituyente A Las Urnas, 04 de mayo, 1A y 9A.
El Domingo Cabildo Abierto En La Salle, 04 de mayo, 7A.
Constituyente A Examen de La Corte, 05 de mayo, 1A y 8A.
División Estudiantil Por Texto de Decreto Sobre La Constituyente, 07 de mayo, 7A.
Los Estudiantes de La Facultad de Derecho, 08 de mayo, 6A.
El Término Constitucional Es Más Amplio, 08 de mayo, 6A.
Bases y Temas de La Constituyente, 10 de mayo, 5A.
¿Democracia?, 11 de mayo, 5A.
Juventud Comunista, 12 de mayo, 6A.
Los Rectores Universitarios Respaldan La Constituyente, 12 de mayo, 6A.
Estudiantes Piden A Barco Presionar La Constituyente, 19 de mayo, 6B.
Constituyente: La Corte Estudia Ponencia Negativa, 23 de mayo, 1A y 9B.
Politólogos Javerianos, 23 de mayo, 3C.
1052 Días de Incierto Camino, 25 de mayo, 11B.
Barrió La Constituyente, 28 de mayo, 7A.
Constituyente Comisión Preparatoria, 07 de junio, 1A y 8A.
Hacia La Fronda, 09 de junio, 5A.
EL TIEMPO
133
Constituyente ¿En Qué Va La Cosa?, 21 de junio, 9A.
Estudiantes Vigilarán Que Se Cumpla Mandato Del Pueblo Sobre Reformas, 26 de junio,
7A.
La Juventud Política, 27 de junio, 4A.
Universidades Crean Comisión de Estudio Pro Constituyente, 27 de junio, 7A.
La Próxima Semana Se Reúne El Primer Foro Nacional Sobre La Constitución, 18 de julio,
10B.
Constituyente de Enero A Junio, 20 de julio, 1A y 8A.
Barco Instalara Foro Sobre La Constitucional, 22 de julio, 1A y 8A.
Desde Hoy Gaviria Define Temario Sobre La Constituyente, 23 de julio, 1A y 7A.
Mayoritario Respaldo A Propuesta, 24 de julio, 1A y 6A.
Reformar El Congreso, La Gran Petición, 25 de julio, 7A.
Gaviria Pidió A Estudiantes Seguir Trabajando Por La Asamblea, 25 de julio, 7A.
Fernando Carrillo, 27 de julio, 7A.
Mas Sobre La Constituyente, 31 de julio, 5A.
Acordadas Bases Para La Constituyente, 03 de agosto, 1A.
Los Seis Hombres Del Presidente, 05 de agosto, 1A y 8A.
No Es Del Todo Cierta La Versión, 11 de agosto, 6A.
Reanudan Trabajo Para La Constituyente, 14 de agosto, 7A.
Acuerdo Definitivo Sobre Asamblea Constitucional, 24 de agosto, 1A y 8A.
La Maquinaria No Se Tomará La Asamblea, 02 de septiembre, 1A y 6A.
Debate A Través de Mesas y Comisiones, 13 de septiembre, 1A y 10A.
Asamblea Constitucional Al Agua, 16 de septiembre, 2B.
División Estudiantil Por La Constitucional, 18 de septiembre, 9A.
Un Fallo Histórico, 01 de octubre, 4A.
Siete de Cada Diez Personas Votarían Por La Asamblea, 02 de octubre, 9A.
Soledad y Apatía En El Primer Día, 03 de 6A.
El Centro de Estudios Colombianos, 10 de octubre, 6A.
El Itinerario de La Asamblea, 10 de octubre, 13B.
Estudiantes Defendieron Acuerdo Político, 11 de octubre, 12A.
Reacciones... “Wilson García”, 11 de octubre, 13A.
EL TIEMPO
134
Reacciones... Juventud Comunista de Colombia, 12 de octubre, 3A.
Corte Audaz, Fallo Histórico, 12 de octubre, 5A.
La Asamblea Constituyente No Es Soberana, Dicen Estudiantes, 13 de octubre, 6A.
Cartilla Sobre La Constituyente, 14 de octubre, 1A.
Despega Debate En Las Comisiones, 15 de octubre, 7A.
El Movimiento Estudiantil “Todavía Podemos Salvar A Colombia”, 16 de octubre, 6A.
Las Juventudes Liberales, 16 de octubre, 6A.
En El Congreso de FENALCO En Cali, 20 de octubre, 9A.
Carrillo ¿de Consejero A Candidato?, 23 de octubre, 7A.
El Ex Rector de La Universidad Del Rosario, 25 de octubre, 6A.
Fernando Carrillo, 26 de octubre, 7A.
Carrillo Renuncia y Se Inscribe Hoy, 30 de octubre, 6A.
Unas 200 Listas Para La Constituyente, 31 de octubre, 9A.
Marcela Monroy, 01 de noviembre, 2A.
Clamor Por Un Estado Eficiente, 06 de noviembre, 6A.
La Campaña de Fernando Carrillo, 14 de noviembre,, 6A.
En Manizales Foro Sobre Constituyente, 14 de noviembre, 6A.
Con La Bandera de Educación Gratuita, 20 de noviembre, 3A.
Piden Revolcón Para El Congreso, 23 de noviembre, 7A.
Constituyente A Referéndum, 25 de noviembre, 4A.
El Candidato A La Constituyente Por El Movimiento Estudiantil Colombiano, 26 de
noviembre, 3A.
El Domingo Se Va A Enterrar El Pasado, 05 de diciembre, 9A.
Se Debe Dar A La Reforma Un Contenido Filosófico, 06 de diciembre, 9A.
Constituyente, El Mecanismo de Cambio Más Trascendental, 06 de diciembre, 8C.
Las Mujeres En La Constituyente, 07 de diciembre, 10D
Crónica Del Parto Constituyente, 09 de diciembre, 3A.
Constituyente, Ganó La Abstención, 10 de diciembre, 1A y 6A.
Los 70 de La Constituyente, 11 de diciembre, 9A.
Los Sectores Independientes de La Constituyente, 26 de diciembre, 6A.
EL TIEMPO
135
1991
Constituyente, A La Caza de Las Minorías, 20 de enero, 10A.
A Propósito de Fernando Carrillo, 23 de enero, 7A.
Liberales Rechazan Rotación, 23 de enero, 7A.
La Constitución Del 86 Al Quirófano, 05 de febrero, 1A y 8A.
de Séptima Papeleta A 70 Constituyentes, 05 de febrero, 6A.
En Homenaje Al Líder Sacrificado, 11 de febrero, 6A.
Listas Las Comisiones, 12 de febrero, 6A.
Así Se Tramitará La Reforma, 13 de febrero, 3A.
Los Constituyentes Evocaron A Sus Muertos, 13 de febrero, 7A.
Poder Para Las Minorías, Un Nuevo Esquema Político, 14 de febrero, 7A.
Comisiones, Una Caja de Sorpresas, 14 de febrero, 7A.
Navarro Wolf Pide Nuevo Congreso, 21 de febrero, 6A.
El Constituyente Fernando Carrillo, 25 de febrero, 6A.
Sin Mencionar Nombres El Constituyente, 28 de febrero, 6A.
Constituyentes En La Sombra, 28 de febrero, 7A.
La Fundación Salvemos El Medio Ambiente, 04 de marzo, 6A.
Cronología de La Asamblea, 05 de marzo, 3A.
El Constituyente Fernando Carrillo Anunció, 05 de marzo, 6A.
Improvisaron: Carrillo, 05 de marzo, 8A.
150 Iniciativas A La Asamblea, 09 de marzo, 1A y 6A.
El Constituyente Fernando Carrillo, 11 de marzo, 6A.
Menú Constitucional, 13 de marzo, 1A y 8A.
Comisión de Ética. No Hay Pruebas de Clientelismo 16 de marzo, 6A.
Punto Menos, 17 de marzo, 2A.
Fernando Carrillo Dijo Ayer Que Está A La Espera, 20 de marzo, 6A.
El Movimiento Estudiantil “Todavía Podemos salvar a Colombia”, 23 de marzo, 7A.
El Constituyente Fernando Carrillo, 26 de marzo, 7A.
¿Para Qué Una Asamblea Constituyente?, 31 de marzo, 7A.
El Colegio de Abogados Javerianos, 06 de abril, 6A.
La Asamblea, A Todo Vapor, 11 de abril, 14A.
Una Alta Demanda Tienen En Estos Momentos..., 12 de abril, 7A.
EL TIEMPO
136
Cerca de Quinientos Dirigentes Sociales, 18 de abril, 6A.
Polémica de Lemos y Leyva En La Javeriana, 18 de abril, 7A.
Un Seminario Dirigido A..., 19 de abril, 7A.
La Universidad de Los Andes Enviara Un Memorando, 23 de abril, 6A.
En La Sala Mutis de La Universidad Del Rosario, 25 de abril, 6A.
El Instituto de Ciencia Política de La Universidad Nacional y El Movimiento Conciencia,
26 de abril, 6A.
El Segundo Numero Del Periódico Jaque, 26 de abril, 6A.
Durante El Foro “Constituyente Vrs Congreso”, 29 de abril, 7A.
Constituyente Se Declara Soberana, 02 mayo 1A y 6A.
El Delegado Fernando Carrillo Dejo Una Constancia, 08 de mayo, 6A.
Estudiantes Rechazan Estrategia Electorera de Gómez y Navarro, 10 de mayo, 6A.
Un Bloque de Estudiantes de La Universidad Del Rosario, 17 de mayo, 9A.
Bloquearían Los Auxilios de 1991, 17 de mayo 9A.
El Constituyente Fernando Carrillo Flórez, 21 de mayo, 6A.
El Gran Ausente, 26 de mayo, 7A.
Visita A Palacio, 26 de mayo, 7A.
Los Jóvenes Que Impulsaron La Idea, 04 de junio, 7A.
Con Respaldo de 38 Constituyentes, 20 de junio, 7A.
Llamado Del Instituto de Ciencia Política, 25 de junio, 5A.
Piden A La Registraduría Entregar 7ª Papeleta, 25 de junio, 6A.
La Registraduría Entregará Al Archivo, 29 de junio, 7A.
Prólogo A Un Libro de Carlos Lemos, 29 de junio, 5A y 6D.
Solo 12 Constituyentes En El Mini Congreso, 05 de julio, 7A.
Marcela Monroy, 05 de julio, 8A.
Quién Es Quien En El Mini Congreso, 06 de julio, 8A.
La Constitución Está En La Onda, 06 de julio, 1B y 2B.
EL COLOMBIANO
137
EL COLOMBIANO
1990
El Gobierno Descarta La Séptima Papeleta, 24 de febrero, 6A.
Que Se Deposite Una Séptima Papeleta Sobre La Asamblea Nacional Constituyente, 24 de
febrero, 7A.
Alcaldes Piden La Asamblea Constituyente, 02 de marzo, 2A.
La Séptima Papeleta No Será Contabilizada Por La Registraduría, 02 de marzo, 12A.
La Séptima Papeleta, 05 de marzo, 5A.
Estudiantes Impulsan La Séptima Papeleta, 07 de marzo, 7A.
Claro Que Sí, 08 de marzo, 4A.
Deposite Hoy La Séptima Papeleta, 11 de marzo, 6A.
Crece Respaldo A La Constituyente, 13 de marzo, 2A.
Su Alcance Fue Opacado Por Falta de Valor Legal, 13 de marzo, 1B
La Séptima Papeleta Lleva 1`300.000 Votos, 14 de marzo, 3B.
El Pueblo Votó Por La Depuración de La Vieja Clase, 15 de marzo, 5B.
Hoy Se Harán Los Escrutinios Generales En Las Capitales, 18 de marzo, 6A.
La Fuerza Del Pueblo Imprimiría Legalidad A La Constituyente, 28 de marzo, 6A.
Colombia Entera Con La Constituyente, 05 de abril, 6A.
Dice Movimiento Estudiantil, 05 de abril, 12C
La Constituyente Fuera Del Tarjetón, 18 de abril, 16A.
Principio de Acuerdo Sobre Constituyente, 20 de abril, 1A y 2A.
Buscan Acuerdo Sobre Asamblea Constituyente, 23 de abril, 1A y 2A.
Convocan Foro Antioqueño Sobre La Constituyente, 23 de abril, 6A.
UP Pide Presencia de Diálogos Sobre Constituyente, 24 de abril, 3A.
Una Juventud Impetuosa, 25 de abril, 5A.
Fuerzas Sociales Podrán Participar En Preparación de La Constituyente, 26 de abril, 3A.
La Constituyente: ¿Salvada de Las Aguas?, 06 de mayo, 2B.
Decreto de Constituyente Un “Cheque En Blanco”, 06 de mayo, 16C
La Asamblea Constitucional No Debe Ser Otra Desilusión, 12 de mayo, 3A.
La Presencia de La Universidad, 14 de mayo, 5A.
La Constituyente Debe Iniciar Sesiones El Primero de Agosto (UPB), 15 de mayo, 6A.
EL COLOMBIANO
138
Estudiantes Aclararon Posición Frente A La Constituyente, 23 de mayo, 10A.
Jornada de Paz Por La Constituyente, 25 de mayo, 7A.
El Pueblo Decidirá Suerte de La Convocatoria A La Asamblea, 26 de mayo, 6A.
Iremos Hasta El Final Con Esta Idea, 26 de mayo, 4B.
La Asamblea Constitucional Superó Los Cuatro Millones de Votos, 28 de mayo, 2B.
Estudiantes Piden Claridad A Gaviria, 29 de mayo, 2B.
Sectores Políticos Respaldan Tesis de Gaviria, 03 de julio, 8B.
Movimiento Estudiantil Se Reunirá Con EPL, 05 de julio, 6A.
Asamblea Juvenil Constituyente, 10 de julio, 6A.
La Constituyente No Es La Panacea, 12 de julio, 6A.
Congreso Preconstituyente de Cartas Abiertas, 16 de julio, 6A.
Estudiantes Demandan Decreto Sobre La Asamblea Constitucional, 04 de septiembre, 3A.
En Medellín 2º Encuentro Nacional Estudiantil Por La Constituyente, 05 de septiembre,
6A.
Estudiantes Definirán Participación En Asamblea, 13 de septiembre, 6A.
El Primer Foro Sobre La Constituyente Se Hará En Medellín, 14 de septiembre, 2A.
Hoy Comienza El 2º Congreso Estudiantil Por La Constituyente, 14 de septiembre, 6D.
Estudiantado Colombiano Se Opuso Al Acuerdo Político Por La Constituyente, 17 de
septiembre, 6A.
Sigue El Enredo, 21 de septiembre, 6A.
El Control de La Asamblea Lo Debe Hacer El Pueblo, 26 de septiembre, 6A.
Estudiantes Pedirán Aplazar Elecciones, 14 de octubre, 1A y 2A.
Estudiantes Piden Cupo En Lista de Gómez Martínez, 21 de octubre, 1A y 2A.
Muy Difícil, 21 de octubre, 7A.
Estudiantes Tendrán Puesto Destacado En Lista de Gómez Martínez, 26 de octubre, 6A.
El Estudiante Que Será Constituyente, 10 de noviembre, 6A.
Los Jóvenes Debemos Aportarle Vitalidad A La Constituyente, 06 de diciembre, 8A.
La Séptima Papeleta, Antesala de La Constituyente, 31 de diciembre, 7B.
1991
Se Inclina Por El No Al Plebiscito, 19 de abril, 7A
Por Comunicados, 12 de mayo, 7A.
EL COLOMBIANO
139
Itinerario de Un Líder Juvenil, 19 de mayo, 3B.
Mis Ideas Son Liberales Pero No Pertenezco Al Partido Liberal, 11 de junio, 6A.
Así Se Llego A La Constituyente, 04 de julio, 11A.
EL HERALDO
140
EL HERALDO
1990
Séptima Papeleta No Anula El Voto, 02 de marzo, 5A.
Séptima Papeleta, 07 de marzo, 13A.
Petición Universitaria, 10 de marzo, 11A.
¿Qué Pasará Con La Séptima Papeleta?, 11 de marzo, 1A.
Por Una Colombia Mejor, 24 de marzo, 2A.
Séptima Papeleta: Una Ilusión Que Se Cristaliza, 30 de marzo, 2A.
Estudiantes Respaldan La “Séptima Papeleta”, 07 de abril, 8A.
La Constituyente ¿Por Qué Sí?, 03 de mayo, 2A.
Crisis de Valores, 04 de mayo, 2A.
Estudiantes y Gremios Apoyan Segundo Tarjetón, 05 de mayo, 8A.
Los Términos de La Asamblea Constituyente, 14 de mayo, 2A.
Procurador Se Opone A La Constituyente, 17 de mayo, 1A y 8A.
Los Estudiantes Contribuyeron Al Triunfo, 26 de mayo, 2A.
Estudiantes Piden Claridad A Gaviria, 29 de mayo, 7A.
Barco Instala Foro Sobre Constituyente, 22 de julio, 7A.
Universitarios Analizan Hoy Constituyente, 23 julio, 1A y 9A.
Estudiantes Demandan Decreto de Constituyente, 04 de septiembre, 6A.
Reglamentadas Las Comisiones y Mesas de Trabajo, 13 de septiembre, 9A.
Viene Asesor Presidencial, 18 de septiembre, 8A.
Una Gran Oportunidad, 12 de octubre, 2A.
Todos Quieren Que Se Amplíe Inscripción, 16 de octubre, 8A.
Coordinadora Del Movimiento Estudiantil, 08 de noviembre, 7A.
Despolitizar Las Universidades, 08 de noviembre, 7A.
Hoy Llega, 16 de noviembre, 10A.
Represento A La Generación Hastiada de Las Violencias, 21 de noviembre, 8A.
Universitarios y La Constituyente, 29 de noviembre, 8A.
EL PAÍS
141
EL PAÍS
1990
M-19 Respalda Una Asamblea Constituyente, 01 de marzo, B3.
Séptima Papeleta No Será Contabilizada, 02 de marzo, A1 y A2.
La Constituyente: Reto Universitario, 04 de marzo, B3.
Listas 600 Mil Papeletas, 07 de marzo, B1.
Expectativa En Torno A La Séptima Papeleta, 11 de marzo, A1 y A2.
Cali Dijo Si A La Constituyente, 12 de marzo, B6.
La Séptima Papeleta Gano Pero No Es Legal, 13 de marzo, A3.
Crece Apoyo A La Constituyente, 19 de marzo, B5.
Se Puede Expedir Decreto Para Escrutar La Séptima papeleta, 20 de marzo, A2.
Sólo El Pueblo Pueden Reformar La Constitución, 25 de abril, A10.
Constituyente Amplia Piden Estudiantes, 29 de abril, A8.
Masivo Respaldo A La Constituyente, 02 de mayo, B4.
La Asamblea Constitucional No Debe Ser Otra Desilusión, 12 de mayo, A9.
Hoy Se Celebra El Día Por La Constituyente, 16 de mayo, B3.
Defienden Convocatoria de A.N.C, 23 de mayo, A8.
Triunfó La Constituyente, 28 de mayo, B5.
Estudiantes Piden A Gaviria Claridad, 29 de mayo, B4.
No Nos Han Tenido En Cuenta Para Nada, 12 de junio, A8.
Constituyente ¿Para Qué?, 18 de junio, A5 y C8.
Encuentro En Cali Sobre La Constituyente, 05 de julio, A2.
Hoy, Foro Nacional Sobre La Asamblea, 23 de julio, A3.
Tras Un Escaño En La Constituyente, 05 de agosto, A8.
Estudiantes Piden Aplazar Elecciones, 14 de octubre, A1 y A2.
Estudiantes Ya Tienen Candidato, 25 de octubre, B2.
Renunció Promotor de La Asamblea Constitucional, 31 de octubre, A3
Con Tramitomania El Valle Inscribió 12 Listas, 31 de octubre, B1.
La Constituyente Es La Gran Oportunidad, 18 de noviembre, B4.
Foros Sobre La Constituyente, 04 de diciembre, B3.
Las Diferentes Listas Estudiantiles, 05 de diciembre, A9.
Candidatos A La Constituyente, 09 de diciembre, D4.
VANGUARDIA LIBERAL
142
VANGUARDIA LIBERAL
1989
Funerales de Galán. Votos Por La Paz Ante Su Tumba, 21 de agosto, 1A, 8A-12A.
Los Partidos Políticos Urgen El Referéndum, 23 de agosto, 1A y 2A.
Galanistas Proclaman A Gaviria, 24 de agosto, 4B.
Hay Que Convocar Una Asamblea Constituyente, 12 de diciembre, 11A.
Universidad Acrítica E Irreflexiva, 23 de diciembre, 4A.
1990
“Que El 11 de Marzo Se Vote La Constituyente”, 22 de febrero, 10A.
Futuro Incierto Enfrenta La UIS, 1 de marzo, 3A.
Para El 27 de Mayo. Estudiantes Piden Contar Votos de La Constituyente, 1 de Marzo, 7A.
Registraduría No Contará La Convocatoria A Constituyente, 02 de marzo, 11A.
Reforma Del Congreso Tema Principal, 3 de marzo, 10A.
Una Propuesta Nacional, 4 de marzo, 1A y 3A.
Propósitos: Paz, Consulta y Constituyente, 5 de marzo, 7A.
Vote Por Colombia, 6 de marzo, 1A y 10A.
Piden A Jurados Contabilizar Séptima Papeleta, 10 de marzo, 1A y 3A.
Triunfó La Séptima Papeleta, 12 de marzo, 1A y 3A.
El Movimiento Estudiantil y La Organización Gremial, 12 de marzo, 4A y 3C.
Crece Respaldo A Constituyente, 13 de marzo, 1A.
Un Millón 340 Mil Votos Por La Constituyente, 14 de marzo, 3A.
Séptima Papeleta Un Hecho Sin Precedentes, 19 de marzo, 1A y 8A.
Movimiento Estudiantil No Tiene Compromisos Con Nadie, 5 de abril, 10A.
Por La Constituyente, 5 de abril, 10A.
Universidades de Bucaramanga Estudiarán La Constituyente, 17 de abril, 9A.
Estudiantes Por La Asamblea Nacional Constituyente, 23 de abril, 5A y 7A.
Que Por Primera Vez Le Toque Al Pueblo Decidir, 24 de abril, 9A.
Aprobado Escrutinio de Constituyente, 4 de marzo, 1A, 2A y 10A.
Los Estudiantes, 9 de mayo, 10A.
Los Estudiantes “No Tragan Entero”, 10 de mayo, 1A y 10A.
VANGUARDIA LIBERAL
143
¿...y Les Amarraron Conejo?, 17 de mayo, 8A.
Nuestro Voto Seguirá Siendo Sí: Estudiantes, 18 de mayo, 10A.
Encuentro Regional Por La Constituyente, 19 de mayo, 10A.
Colombia Tiene La Palabra, 25 de mayo, 1A y 3A.
Todo Un Re-Constituyente, 26 de mayo, 1A y 3A.
Compromisos, Pero Con Gaviria Definido, 29 de mayo, 1A y 10A.
Taller Pro-Constituyente, 3 de junio, 3A.
Estudiantes Dialogarían Con Alzados En Armas, 28 de junio, 1B.
En La Modelo, Foro Por La Asamblea, 3 de julio, 1B.
Movimiento Estudiantil Se Reunirá Con El EPL, 4 de julio, 3A.
La Constituyente Fue Idea Nuestra, 7 de julio, 1B.
Opiniones Encontradas, 26 de julio, 8A.
Foro Estudiantil Por La Constituyente, 31 de julio, 9A.
La Asamblea Constitucional Es Imposición Del Gobierno, 28 de agosto, 8A.
Demandarán Decreto Sobre Asamblea Constitucional, 4 de septiembre, 1A y 3A.
Respaldo de Los Estudiantes, 5 de septiembre, 8A.
Estudiantes Definirán Si Van A Participar, 12 de septiembre, 9A.
Se Inicia Foro de Las Juventudes Galanistas, 15 de septiembre, 10A.
Falló Intento Por Unir Estudiantes, 20 de septiembre, 7A.
Federación Juvenil Busca Un Candidato, 26 de septiembre, 8A.
Estudiantes Inician Estudio, 28 de septiembre, 9A.
El Pueblo Tomará La Decisión Final, 11 de octubre, 7A.
El Consejero, 23 de octubre, 8A.
MEUC Postuló A Carrillo Flórez, 23 de octubre, 8A.
El País Votará Por Las Ideas, 27 de octubre, 10A.
MEUC A La Constituyente, 31 de octubre, 9A.
Foro Para Objeción Al Servicio Militar, 6 de noviembre, 9A.
Eliminar El Servicio Militar Obligatorio, 15 de noviembre, 8A.
Dice Candidato de Los Estudiantes, “No Hay Que Perder Esta Oportunidad”, 28 de
noviembre, 8A.
Universitarios, 2 de diciembre, 19A.
SEMANARIO VOZ
144
SEMANARIO VOZ
1989
Estamos Optimistas, Enfrentando El Terror de Los Fascistas, 10 de agosto, p. 16.
Cuando La Juventud Se Pone de Pie Algo Grande Pasa, 31 de agosto, p. 16.
Acciones Juveniles Por La Paz, 7 de septiembre, p. 16.
1990
Sembrada En El Alma Popular, 8 de marzo, p. 3.
Salvar La Asamblea Constituyente, 22 de marzo, p. 15.
Votar Asamblea Constituyente, 17 de mayo, p. 17.
El Pueblo Es Soberano, 14 de junio, p. 6.
¡El Congreso Pre-Constituyente Va!, 21 de junio, pp. 8 y 9.
II Congreso Nacional Estudiantil Por La Constituyente, 20 de septiembre, p. 10.
Los Estudiantes No Solo Tiran Piedra, 1 de noviembre, p. 13.
El Estudiantado: Constituyente Primitivo, 18 de diciembre, p. 11.
1991
No Hay Consenso En La Subcomisión, 11 de abril, p. 8.
COLOMBIA HOY
145
REVISTA COLOMBIA HOY
1990
Conflicto Armado y Elecciones. Legitimidad En Cuestión, No. 77, marzo, pp. 4 y 5.
La Séptima Papeleta. Una Historia Turbulenta, No. 78, abril, p. 10.
Entre El Quijote y Peralta, No. 79, mayo, p. 14.
Por Constituyente Autónoma Lanzan Plebiscito Popular, No. 80, junio, pp. 1 y ss.
REVOLUCIÓN
146
REVOLUCIÓN
Órgano Central Del Partido Comunista de Colombia (Marxista- Leninista)
1989
El Movimiento Juvenil Tiene Grandes Retos, No. 336, 14-20 de agosto, p. 6.
Apoyar El Plebiscito Popular, No. 349, 13-19 de noviembre, pp. 1 y 2.
Reunión Nacional Por La Convergencia, No. 350, 20-26 de noviembre, p. 7.
Creciente Rechazo A Referendo de Barco, No. 351, 27 de noviembre-3 de diciembre, pp. 1
y 7.
1990
Las Garantías Políticas Democráticas Para Una Constituyente, No. 364, 26 de marzo-1 de
abril, pp. 1 y 5. Artículo Editorial, p. 2.
No A La Constituyente de Notables, No. 367, 16-22 de abril, pp. 1 y 6.
Constituyente Democrática, Popular y Soberana, No. 371, 14-20 de mayo, pp. 1 y 6.
Congreso Nacional Pro- Constituyente, No. 374, 11-24 de junio, pp. 1 y 4.
Por Una Constituyente Popular,. Democrática y Autónoma, No. 376, 9-22 de julio, pp. 1, 4
y 5.
Declaración Final, No. 377, 23 de julio-5 de agosto, p. 4.
147
Anexo 2. Participación de Representantes Estudiantiles en la Asamblea Constituyente
Fuente: Archivo General de la Nación. Asamblea Nacional Constituyente, constitución política de Colombia 1991: catálogos e índices,
Santa Fe de Bogotá: Archivo General de la Nación,1994, 2 v.
FERNANDO CARRILLO
NÚMERO FECHA TÍTULO CAJA LEGAJO PÁG.
14 00-00-91 Otorgamiento de beneficios de rebaja de penas 27 472 1-5
37 00-00-91 Elección del Fiscal General de la Nación 29 585 72
54 00-00-91 Pronunciamiento sobre quejas y reclamos 29 585 111
67 00-00-91 Atribuciones transitorias a entes oficiales con funciones de policía judicial, bajo la responsabilidad de la Fiscalía General de la Nación 29 585 160
97 00-00-91 Estado. Servicios públicos. Hacienda Pública 30 602 25-27
100 00-00-91 Proyecto de reforma general No. 125 30 603 41-43
106 00-00-91 Proyecto de reforma general No. 125 32 665 7-52
109 00-00-91 Informe sobre fiscalía general y sistema acusatorio 33 680 1-42
113 00-00-91 Proyecto No. 102 Prescripción. Confiscación. Notariado 34 715 1-14
117 00-00-91 Disentimiento sobre algunas materias relativas a la fiscalía general de la nación y a la investigación y acusación de los delitos 34 721 16-26
394 00-00-91 Proposiciones aditivas incluidas o implícitas en el articulado sobre defensor público 83 863-5 70-73
395 00-00-91 Proposiciones aditivas, Nuevas. No consideradas en el articulado sobre defensor público 83 863-5 74-76
532 00-00-91 Creación de resguardos dentro de la república indígena 84 863-18 77
579 00-00-91 Legislación transitoria para elecciones de congreso nacional y gobernadores. Acto constituyente de vigencia inmediata. 85 863-21 5-10
583 00-00-91 Integrantes de comisión 85 863-21 16
587 00-00-91 Sobre Ciudadanía y elecciones. Proyecto de acto constituyente de vigencia inmediata 85 863-21 30
588 00-00-91 Ibídem (exposición de motivos) 85 863-21 31-32
655 00-00-91 Listado de constituyentes-subcomisión; artículo 10, Principios, Fernando Carrillo y Otros 17 253 12
731 00-00-91 Articulado relaciones internacionales. Aplicación provisional de tratados 17 255 25
808 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 3- Estado de emergencia económica social y ecológica 17 259 5-7
859 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 19. Fuerza pública y servicio militar 17 262 23
891 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 5 Principios de administración de justicia (principio de permanencia) 17 264 26
148
903 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 24 principios de administración de justicia 17 264 45-46
1004 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 50 Derechos, deberes, garantías y libertades 18 267 200-204
1019 00-00-91 Articulado con proposiciones aditivas y sustitutivas de corte Suprema de justicia, Corte Constitucional y Consejo de estado 18 268 43-63
1021 00-00-91 Articulado e informe sobre jurisdicción constitucional 18 268 65-68
1022 00-00-91 Articulado con proposiciones aditivas y sustitutivas de corte Suprema de justicia, Corte Constitucional y Consejo de estado 18 268 69-90
1101 00-00-91 proposición sustitutiva No. 24 principio de responsabilidad 19 274 40
1106 00-00-91 Ninguna importancia de la filiación política para el nombramiento del servidor público. Proposición No. 14 Proposiciones aditivas. 19 274 51
1188 00-00-91 Proposición Sustitutiva. Asignaciones mensuales para Senadores y representantes 19 276 48
1314 00-00-91 Notarios Jueces de Paz y municipios, reconocimiento de las jurisdicciones étnicas. 19 283 16
1421 00-00-91 Proposición elección de los personeros municipales 20 293 7
1428 00-00-91 Enumeración de proposiciones sustitutivas y su autor 20 293 22
1436 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 13 Atribuciones del procurador general de la nación. 20 293 38
1585 00-00-91 Referéndum texto final (proyecto de acto constituyente de vigencia inmediata) 21 298 1-4
1600 00-00-91 Proposición aditiva. Corte constitucional 21 303 12
1602 00-00-91 Ciudadanía y elecciones. Proyecto de acto constituyente de vigencia inmediata 21 304 1-5
1976 12-00-91 Acta de sesión 43 771-1 1-3
1977 12-00-91 La ANC se denominará "Asamblea Nacional Constituyente Luis Carlos Galán Sarmiento" 83 863-1 66
1980 12-00-91 Acta sesión plenaria. Anexos: proposición de Carrillo 86 866-6 1-14
1991 13-02-91 Acta de sesión plenaria. Proposición No. 12 86 866-7 1-88
2018 18-02-91 Acta sesión plenaria 43 771-2 1-2
2036 20-02-91 Acta sesión plenaria. Intervención de Carrillo 87 866-12 4-121
2098 26-02-91 Acta de sesión 43 771-3 1-5
2101 26-02-91 Recepción de Correspondencia del delegatario Carrillo 3 22 57
2120 28-02-91 Situación Judicial de los Colombianos detenidos en estados Unidos 27 477 1-2
2208 07-03-91 Solicitud de autorización para que Bernardo Gutiérrez intervenga en la entrega de armas de los excomandantes del EPL 86 864-1 36
2273 08-03-91 Necesidad de plantear y sustentar la propuesta "La independencia de la rama jurisdiccional frente a las demás del poder público" 28 571 1-2
2349 08-03-91 Proyecto No. 125 Acto reformatorio de la constitución 14 209 1-84
2446 14-03-91 Cita al delegatario para una reunión con la comisión de ética, con el objeto de escucharlo sobre el cargo de clientelismo 12 826-13 9
2447 14-03-91 Acta de sesión 43 771-5 1-5
2450 15-03-91 Solicita a los miembros de la comisión de ética que se estudie la conducta del constituyente Lleras de la Fuente Carlos 76 859-25 13-14
2451 15-03-91 Solicita a la comisión de ética que emita su concepto sobre el régimen de inhabilidades/incopatibilidades 76 859-25 15-17
2452 15-03-91 Comisión de ética. Acata No. 2, Citado Fernando Carrillo 76 859-25 18-19
2455 16-03-91 Iniciación oficial de las actividades de la fundación proyectadas para obtener las condiciones legales 37 752 2-5
2493 20-03-91 Acta de sesión 43 771-6 1-8
2551 01-04-91 Acta de sesión 43 771-7 1-5
2573 03-04-91 Análisis de la comisión de ética con respecto a la actuación del constituyente Fernando carrillo 29 594 7
2584 03-04-91 Acta No. 3. Acusación de Fernando Carrillo 76 859-25 28-30
2595 04-04-91 Proyecto No. 125 Acto reformatorio de la constitución (análisis) 30 608 13
149
2603 04-04-91 Transcribe al delegatario las decisiones tomadas por la comisión de ética. 76 859-25 32
2608 04-04-91 Acta de sesión 43 771-8 1-8
2611 04-04-91 Boletín de prensa No. 39 Comisión de ética se pronuncia sobre la actuación de Fernando Carrillo 24 343 12
2645 08-04-91 Copia de la carta del 15 de Marzo de 1991 enviada a la comisión de ética por Fernando Carrillo 4 25 21-32
2646 08-04-91 Ponencia sobre administración de Justicia 6 55 3
2663 09-04-91 Acta de sesión 43 771-9 1-11
2669 09-04-91 Proposición No. 27 Homenaje a Jorge Eliécer Gaitán en el aniversario de su muerte 86 864-1 43
2700 10-04-91 Acta de sesión 43 771-10 1-9
2716 11-04-91 Informa que se ha designado a Armando Holguín y Fernando carrillo como ponentes de proyecto No.102 28 582 45
2721 11-04-91 Petición de estructuración del sistema penitenciario 37 752 61-84
2732 11-04-91 Acta de sesión 43 771-11 1-15
2783 15-04-91 Acta de sesión 43 771-12 1-7
2798 16-04-91 Acta de sesión 43 771-13 1-17
2821 17-04-91 Acta de sesión 43 771-14 1-7
2857 18-04-91 Acta de sesión 43 771-15 1-6
2886 19-04-91 Acta de sesión 43 771-16 1-7
2918 22-04-91 Acta de sesión 43 771-17 1-7
2952 23-04-91 Acta de sesión 43 771-18 1-10
2980 24-04-91 Acta de sesión 43 771-19 1-12
2991 25-04-91 La ley determinará la estructura y funcionamiento de la defensoría del pueblo 29 585 109
2993 25-04-91 Concepto sobre las bondades y necesidades de la urgencia de la jurisdicción de orden público 37 752 23-29
3001 25-04-91 Acta de sesión 43 771-20 1-13
3018 26-04-91 Afirmaciones del Constituyente Fernando Carrillo en el sentido de que el voto debe ser para la policía y no para el ejército 4 35 144
3043 29-04-91 Acta de sesión 43 771-21 1-13
3057 30-04-91 Ponencia sobre prescripción, confiscación, notariado 33 682 1-21
3102 00-05-91 Rechazo de la legislación y jurisdicción de orden público 29 587 18-20
3125 00-05-91 Ninguna importancia de la filiación política para el cargo de servidor público 19 274 30
3155 01-05-91 La expedición de actos constituyentes de vigencia inmediata implica un desbordamiento de la competencia de la ANC 83 863-4 3
3158 01-05-91 Proposición sustitutiva - Actos constituyentes transitorios de vigencia inmediata 83 863-4 9
3195 02-05-91 Acta de sesión 43 771-23 1-12
3231 03-05-91 Acta de sesión 43 771-24 1-19
3235 03-05-91 Constancia presentada sobre algunas consideraciones con respecto al Proyecto No. 1 presentado por Carlos Lleras de la Fuente 88 866-21 4-76
3300 07-05-91 Elección de los magistrados de la corte suprema de Justicia y del consejo de Estado 29 585 131
3318 07-05-91 Acta de Sesión 43 771-25 1-18
3320 07-05-91 Proposición. La constitución es norma de Normas 83 863-4 41
3322 07-05-91 Acta de sesión. Constancia de Fernando Carrillo 88 866-23 4-41
3375 08-05-91 Acta de sesión 43 771-26 1-14
3379 08-05-91 Inconformidad con la aprobación de los actos constituyentes de vigencia inmediata 83 863-4 48
150
3391 09-05-91 Defensa de la constitucionalidad de los actos del ejecutivo 29 585 142
3421 09-05-91 Acta de sesión 43 771-27 1-18
3432 10-05-91 Acta de sesión 29 588 105-111
3468 10-05-91 Acta de sesión 43 771-28 1-13
3507 12-05-91 Acta de sesión 43 771-4 1-13
3525 14-05-91 Acta de sesión 29 588 44-90
3549 14-05-91 Acta de sesión 43 771-29 2-61
3564 15-05-91 Estructura y funcionamiento de la fiscalía general de la nación 29 585 64
3569 15-05-91 Acta de sesión 29 588 1-28
3600 15-05-91 Acta de sesión 43 771-30 1-27
3698 20-05-91 Aprobación de las actas 29 y 30 correspondientes a las sesiones del 14 y 15 de Mayo 43 771-29 1
3766 21-05-91 Proposición sustitutiva artículo 122 88 866-29 4-74
3815 22-05-91 proposiciones aditivas. Proposición No. 20. Artículo sobre el régimen del servidor público 19 274 45
3836 23-05-91 Proposición sustitutiva No. 6 Relaciones internacionales 17 255 23
3837 23-05-91 Proposición sustitutiva No. 7 Relaciones internacionales 17 255 24
3839 23-05-91 Proposición sustitutiva No. 10. Relaciones internacionales Artículo- Atribuciones del presidente de la república 17 255 27
3872 24-05-91 Acta de sesión 88 866-32 4-92
3897 26-05-91 Proposición sustitutiva No. 18 asignación mensual senadores y representantes 19 276 61
3917 27-05-91 Proposición No. 50 sesión informal de la plenaria de la asamblea para escuchar al secretario de amnistía internacional 83 863-4 112
4004 29-05-91 Solidaridad con el ministro de gobierno en la defensa de la conducta del estado Colombiano respecto de los derechos humanos 83 863-4 154
4030 30-05-91 Acta de sesión 43 771-22 1-6
4052 30-05-91 Acta de sesión. Proposición No. 55 y 56 (conclusión del seminario Constituyente) 89 866-37 4-67
4080 31-05-91 Acta de sesión. Constancia sobre las conclusiones del foro. Constancia en nombre de "Todavía podemos salvar a Colombia" 89 866-38 4-91
4093 01-06-91 Sustitutiva No. 24 Principios de la administración de Justicia 80 862-1 4-94
4115 03-06-91 Proposición sustitutiva: Atribuciones del procurador 83 863-5 44
4117 03-06-91 Proposición sustitutiva No. 2. Atribuciones del procurador 83 863-5 61
4124 03-06-91 Proposición sustitutiva No. 2. Atribuciones del procurador 20 293 55
4145 05-06-91 Envía algunas propuestas de particulares sobre administración de justicia 28 550 1
4199 07-06-91 Constancia sobre cultura y derechos humanos 80 862-6 4-44
4204 07-06-91 Fiscalía general de la nación 83 863-5 84
4205 07-06-91 Votación del defensor del pueblo 83 863-5 85
4206 07-06-91 El defensor del pueblo no necesita obtener el título de abogado 83 863-5 86
4214 07-06-91 Enumeración de proposiciones sustitutivas y aditivas y su autor 18 268 29A
4218 07-06-91 Listado de ponentes sobre defensor del pueblo y ministerio público 20 293 20
4293 11-06-91 Constancia: La democracia es incompatible con auxilios parlamentarios 81 862-9 4-172
4303 11-06-91 Articulado: Corte suprema, corte constitucional, consejo de estado 83 863-8 13-33
4320 11-06-91 Aclaración sobre articulado Fiscalía general de la Nación 18 265 60-61
4493 17-06-91 Acta de sesión. Proyectos de acto constituyente de vigencia inmediata No. 1 y 2 84 863-14 3-14
151
4501 17-06-91 Proposición aditiva No. 3. De los temas económicos 19 282 38
4512 17-06-91 Proposición sustitutiva No. 1 Control Fiscal 20 294 31-33
4536 18-06-91 Acta de sesión. Constancia sobre la ciudadanía 82 862-16 3-138
4552 18-06-91 La ciudadanía (para mayores de 17 años) 84 863-15 106
4578 19-06-91 Acta de sesión. Propuesta con respecto al artículo No. 6 82 862-17 5-74
4639 21-06-91 Acta de sesión 82 862-19 3-125
4716 22-06-91 Acta de sesión. Constancia: Instituciones de la democracia 82 862-20 3-170
4852 03-07-91 Artículo No. 313 (formación de nuevos departamentos) 85 863-28 5
4856 03-07-91 Artículo 310. Impedimentos para ser elegido gobernador o alcalde 85 863-28 10
4857 03-07-91 Artículo 100. Sobre la ciudadanía 85 863-28 11
4884 04-07-91 Divulgación de las decisiones de la asamblea 85 863-29 1
4928 11-07-91 Constancia: Gonzalo Eduardo Reyes como asesor de Carrillo 76 859-23 7
152
FABIO VILLA
NUMERO FECHA TITULO CAJA LEGAJO PÁG.
106 00-00-91 Proyecto No. 40. De la soberanía, el estado, el territorio y el patrimonio 32 665 7-52
755 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 9 Banca central, artículo C y B 17 256 29
760 00-00-91 Proposición sustitutiva. Banca central, artículo C 17 256 35
764 00-00-91 proposición sustitutiva No. 9 Banca central 17 256 46
859 00-00-91 Proposición sustitutiva No. 20 Fuerza pública y servicio militar 17 262 23
1589 00-00-91 Proposición sustitutiva al acto constituyente de vigencia inmediata 21 302 1
1591 00-00-91 Rebaja de penas 21 302 8-11
2036 20-02-91 Acta de sesión. Intervención de Fabio Villa 87 866-12 4-121
2208 07-03-91 Solicitud de autorización para que Bernardo Gutiérrez intervenga en la entrega de armas de los excomandantes del EPL 86 864-1 36
2215 07-03-91 Propuestas actos reformatorios. Fuerza pública y relaciones internacionales 4 35 5
2217 07-03-91 Proyecto No. 21 Reforma democrática de la educación 11 105 1-24
2231 07-03-91 Proyecto No. 40. De la soberanía, el estado, el territorio y el patrimonio 11 124 1-3
2232 07-03-91 Proyecto No. 41. Del poder ejecutivo 11 125 1-15
2648 09-04-91 Informe final subcomisión IV de la comisión III. Fuerza pública 31 655 1-18
2902 22-04-91 Sustentación de la propuesta sobre objeción de conciencia, fuerza pública y propaganda bélica 32 661 1-16
2929 22-04-91 Ponencia sobre objeción de conciencia. Fuerza pública y propaganda bélica 23 340 1-11
3054 30-04-91 Las relaciones internacionales. Relación de proposiciones 32 666 1-69
3427 09-05-91 Acta de sesión. Constancia de Villa sobre carta abierta al país, Estudiantes por la defensa de la educación pública 88 866-25 3-24
3619 16-05-91 Normas de excepción. El estado de sitio y el estado de excepción. La emergencia económica y social 34 705 1-24
3659 17-05-91 Acta de sesión. El presidente del banco de la República, proposición sustitutiva No. 9 88 866-27 4-58
3705 20-05-91 Informe sobre normas de excepción,, estado de sitio, emergencia económica y social. 4 25 220-245
3756 21-05-91 Constancia. Protesta por la votación de la propuesta sobre Banca central, de la comisión accidental 83 863-4 66
3771 21-05-91 Constancia. Banca central- votación 17 256 51
3833 23-05-91 Acta de sesión. Constancia sobre fundamentación de la propuesta de reforma constitucional a Fuerza pública 88 866-31 4-69
3871 24-05-91 Saludo a la marcha de las comunidades indígenas 83 863-4 137
4415 14-06-91 Acta de sesión. Constancia contra el plan de apertura educativa. 81 862-12 3-114
4420 14-06-91 Inconvenientes del plan de apertura educativa 84 863-11 35
4536 18-06-91 Acta de sesión. Constancia sobre deberes de la persona y del ciudadano 82 862-16 3-138
4547 18-06-91 Voto sobre servicio militar y servicio social obligatorio para los jóvenes 84 863-15 78
4742 23-06-91 Acta de sesión. Constancia sobre el derecho a la huelga (voto) 82 862-21 3-15
4744 23-06-91 Votación afirmativa del texto sobre derecho de huelga 85 863-20 9
153
4857 03-07-91 Artículo 100, sobre la ciudadanía 85 863-28 11
4865 03-07-91 Artículo transitorio. Fecha de las sesiones del congreso elegido el 27 de Octubre de 1991 85 863-28 20
4866 03-07-91 Artículo transitorio sobre la cesación de funciones de facultades extraordinarias creadas por el artículo 37 y 38 85 863-28 21
4874 03-07-91 Artículo transitorio. Fecha de las sesiones del congreso elegido el 27 de Octubre de 1991 85 863-28 36
4876 03-07-91 Período en que sesionará la comisión especial 85 863-28 38
4877 03-07-91 Cesación de las facultades extraordinarias 85 863-28 39
154
Anexo 3. Listado de Activistas Estudiantiles
Fuente: Inferido de las fuentes periódicas *
ACTIVISTA UNIVERSIDAD
Alcides Blanco Germán Unaula
Álvarez Luis Fernando
Amaya Henry
Arango Jaime Humberto Pontificia Bolivariana
Araujo Jaime
Arbeláez Gustavo A.
Atanasio Díaz A. Manuel
Barrera Adriana De Medellín
Barrera Guillermo Pedagógica Nacional
Bendeck Olivella Esteban
Benhardt Federico Pontificia Bolivariana
Botero Catalina Andes
Bustos F. Humberto
Caicedo Carlos Eduardo
Carrillo Flórez Fernando Javeriana
Castrillón Nubia De Medellín
Castrillón S. Juan Carlos Pontificia Bolivariana
Chiquillo Pilar Rosario
Córdoba Francisco
Cortés Juan Carlos
Dangon Darío Sergio Arboleda
Duarte Crispiniano Esap
Estrada Lázaro
Franco Rafael Antonio
Galán Germán Rosario
García Carlos Humberto
García Wilson
Giraldo Alfonso
Gómez A. Juan Gabriel Externado
Gómez G. José Luis
Gómez Gabriel Ignacio
Gómez Lugo Alfonso Andes
Gómez Roldan Andrés
155
Guardiola Oscar Javeriana
Gutiérrez José Andes
Hernández Luis Germán EAFIT
Hincapié Nora Luz Unaula
Hoyos Héctor
Ibarra Miguel Darío Cesde
Jaramillo Vargas Jorge
Jiménez Alexandra
Jurado Jaime
Llinás Pimienta Diego Libre
Londoño Carvajal Germán Antioquia
López Claudia Distrital
López Diego Rosario
Madrid Henry Alonso Nacional
Marín Ovier Esap
Mera Daniel Nacional
Molina Alberto
Montoya Germán Antioquia
Moreno Miguel Ángel
Muñoz Adriana
Narváez Mónica
Obando Luis David Pontificia Bolivariana
Orjuela Jorge A. Rosario
Ortega Escobar Felipe
Ortega Lauro Rosario
Ortiz Oscar Rosario
Osorio Martín Emilio
Palau Jimena
Palomino Oscar
Patiño B. Juan Carlos
Peña David Rosario
Pérez Romero Edizon
Pineda Sánchez Mario
Pulgarín Alberto
Ramírez Camilo Rosario
Restrepo Isaza Diego Pontificia Bolivariana
Ríos Valencia Jorge Iván
Rivera Giraldo Lina María Esumer
Rodríguez Carlos Alberto Politec. Colombiano
Rodríguez Víctor H. Rosario
Romero Miguel Ángel
156
Rueda Claudia
Ruiz Ana María Andes
Sánchez Guillermo
Sánchez Oscar Externado
Sierra Janeth María
Suárez Luis Edmundo
Taborda Jhon Javier Antioquia
Taborda P. Nelson A. De Medellín
Tobón M. Luz Janeth Ceipa
Torres Alexandra Javeriana
Torres Cesar Rosario
Vargas Pablo
Vélez Catalina De Medellín
Villa Fabio de Jesús Nacional
Viveros Pedro Sabana
Yusti Germán Nacional
Zabaleta Fernando
Zapata Gabriel Jaime De Medellín
* Una versión ampliada de éste listado en www.lideresenlau.org