1-Defensores de Ulthuan

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WarHammer: LOS DEFENSORES DE ULTHUAN("Altos Elfos de Ulthuan", vol.1)Graham McNeill

2007, Defenders of UlthuanTraduccin: Rafael Marn Trechera

Es una poca oscura, una poca sangrienta, una poca de demonios y de brujera. Es una poca de batallas y muerte, y del fin del mundo. En medio de todo el fuego, las llamas y la furia, tambin es una poca de poderosos hroes, de osadas hazaas y grandiosa valenta.

Los altos elfos, una raza antigua y orgullosa, parten de Ulthuan, una isla mstica de ondulantes llanuras, escarpadas montaas y ciudades resplandecientes. Gobernada por el noble Rey Fnix, Finubar y la Reina Eterna, Alarielle, Ulthuan es una tierra rebosante de magia, famosa por sus magos y poseedora de una historia terrible. Grandes marinos, artesanos y guerreros, los altos elfos protegen su patria ancestral de enemigos cercanos y lejanos. Especialmente de sus malvados parientes, los elfos oscuros, con quienes estn enzarzados en una terrible guerra desde hace siglos.

Son tiempos aciagos. A todo lo largo y ancho del Viejo Mundo, desde las tierras del Imperio humano y los caballerescos palacios de Bretonia hasta Kislev, rodeada de hielo y situada en el extremo septentrional, resuena el estruendo de la guerra. En las gigantescas Montaas del Fin del Mundo, las tribus de orcos se renen para llevar a cabo un nuevo ataque. Bandidos y renegados asolan las salvajes tierras meridionales de los Reinos Fronterizos. Corren rumores de que los hombres rata, los skavens, emergen de cloacas y pantanos por todo el territorio. Y, procedente de los salvajes territorios del norte, persiste la siempre presente amenaza del Caos, de demonios y hombres bestia corrompidos por los inmundos poderes de los Dioses Oscuros. A medida que el momento de la batalla se aproxima, Ulthuan y todas las tierras civilizadas necesitan hroes como nunca antes.

PRIMERA PARTE:NEPENTE

_____ 1 _____Supervivientes

Los truenos resonaban en los acantilados mientras las olas chocaban contra la roca y estallaban en chorros de blanco puro. El helado mar esmeralda corra desbocado entre los canales de los archipilagos rocosos al este, alzndose y cayendo con olas rematadas de espuma que acababan por barrer las lejanas orillas de una isla envuelta en niebla.Entre las grandes olas verdes, un pecio destrozado era impulsado hacia la isla, los ltimos restos de un navo que haba cado preso de las oscuras brumas y de las Islas Cambiantes que protegan el acceso oriental a la isla. Agarrado al pecio haba una figura solitaria cuyo pelo dorado se aplastaba contra su crneo y sus orejas puntiagudas, con las ropas desgarradas y manchadas de sangre.Se aferraba desesperadamente a los restos del naufragio, apenas capaz de ver porque el agua salada le escoca los ojos y los martillazos de las olas amenazaban con arrancarlo de la madera y arrastrarlo a su perdicin bajo las aguas. Sus dedos estaban en carne viva de agarrarse con todas sus fuerzas a lo que quedaba del barco en el que haba navegado.Aferrndose a la esperanza de que el mar lo arrojara a las playas de la isla antes de que se quedara sin fuerzas y las aguas lo reclamaran, agit dbilmente las piernas mientras era zarandeado como un jinete en un potro sin domar. Todos sus msculos ardan y la sangre manaba de un corte hinchado en su frente; el mareo y la nusea amenazaban con apartarlo del pecio con tanta fuerza como las olas. El mar lo impulsaba hacia la isla, aunque las resplandecientes brumas que amortajaban sus acantilados parecan distorsionar la distancia que lo separaba de la salvacin: un momento prometan un desembarco inminente y, al siguiente, barran sus esperanzas porque la tierra pareca alejarse.Las brumas no slo confundan su visin, sino tambin, segn pareca, su odo. Entre el tumulto de las olas le pareci or el golpeteo del agua en la quilla de un barco que surcaba tras l los traicioneros canales. Volvi la cabeza a un lado y a otro, buscando la fuente del sonido, pero no pudo ver nada ms que la infinita extensin de espectrales brumas que se aferraban al mar como un amante y la burlona visin de los acantilados blancos.Trag una bocanada de agua salada y la escupi mientras su cuerpo se estremeca de agotamiento y de fro. Un terrible letargo arrullaba sus miembros y poda sentir que las fuerzas abandonaban su cuerpo como si se las extrajeran con un hechizo. Senta los prpados como si les hubieran colocado dos pesos de plomo, abatindose sobre sus ojos azul zafiro, prometindole el olvido si los cerraba y se renda. Se sacudi el sueo que saba que iba a matarlo y rode con sus manos desgarradas los bordes astillados de la madera, agradeciendo el dolor que le hizo echar la cabeza atrs y gritar.Grit de dolor y de prdida y de una angustia que no comprenda del todo.No saba cunto tiempo llevaba en el agua. Tampoco poda recordar el navo en el que haba navegado ni qu funcin cumpla como parte de su tripulacin. Su memoria era tan insustancial como las brumas, imgenes fragmentarias que correteaban sin significado por la superficie de su mente, y todo lo que poda recordar era el cruel mar golpendolo con su podero cruel.El ocano lo alz, llevndolo en volandas por una rugiente curva de agua antes de lanzarlo de nuevo a otro abismo verde oscuro, pero en el instante en que lleg a la cresta de la ola, divis una vez ms el paisaje de la isla a travs de sus ojos enrojecidos por la sal.Los altos acantilados de piedra blanco perla rematados de un color verde dolorosamente hermoso estaban ms cerca que nunca, y los ecos de las poderosas olas que resonaban como fragmentos de cristal en su base resultaban ahora ensordecedores. Una nueva esperanza brot en su sangre mientras las nieblas se apartaban y dejaban ver la curva dorada de una playa ms all de un saliente de roca marmrea.Una risa histrica borbote en su interior, y patale a la desesperada mientras luchaba contra la marea para llegar a la tierra que era su hogar.Apret los dientes e hizo acopio de sus ltimas fuerzas para llegar a la salvacin de la orilla. Furioso porque se le negaba su presa, el mar luch por conservarlo, pero l sonde las profundidades de su desesperacin y su valor para zafarse de su abrazo.Lentamente, la curvatura de la playa se hizo ms grande, extendindose en los bordes de una baha rocosa donde se alzaban numerosas atalayas y faros. Sinti que sus fuerzas se agotaban mientras se internaba en las aguas ms calmadas de la baha, y se aup sobre los maderos de su barco perdido aprovechando que las corrientes lo impulsaban hacia adelante.Su visin se oscureci. Saba que haba forzado demasiado su cuerpo torturado y no tena nada ms que ofrecer. Se tendi boca abajo sobre la lisa superficie del madero y sinti que sus miembros se relajaban mientras la conciencia empezaba a fallarle. Sonri al ver acercarse la costa de su patria, altos lamos y plantas perennes que corran hasta la orilla desde la cima de los acantilados.Unas formas aladas revoloteaban en el cielo sobre l, y sonri a las aves marinas que llenaban el aire con sus gritos, como dndole la bienvenida una vez ms..., aunque no poda recordar por qu ni cunto tiempo haba estado lejos. Su mente divag mientras la corriente lo empujaba hacia la playa, y tard varios minutos en advertir el suave impacto de su improvisada balsa contra la orilla.Alz la cabeza para escupir agua salada y sus ojos se llenaron de lgrimas de alegra al pensar que haba regresado a casa. Solloz y se apart de los maderos que lo haban transportado a travs del fro y verde mar y rod en el agua poco profunda.Sentir la suave arena bajo su cuerpo fue un xtasis, y agarr grandes montones con sus puos ensangrentados mientras se arrastraba hacia la arena seca. Centmetro a centmetro, tortuosamente, arrastr su cuerpo empapado hacia la playa, remarcando cada hercleo esfuerzo con estremecedores sollozos y jadeos de cansancio.Finalmente dej atrs el ocano y se desplom de costado, llenando de aire sus pulmones y dejando que las lgrimas abrieran surcos claros en su rostro. Se tendi de espaldas para contemplar el cielo sobrecogedoramente azul mientras cerraba los ojos.--Estoy en casa --susurr mientras se hunda en la oscuridad--. Ulthuan...

* * *

Ellyr-charoi, la gran mansin de la familia adaoin, resplandeca como si estuviera en llamas mientras el sol de las primeras horas de la tarde se reflejaba cegador en las joyas incrustadas en sus muros y las vidrieras que cerraban los altos ventanales de sus muchas torres rematadas de azul. Construida alrededor de un patio central, la arquitectura de la mansin haba sido pensada para que fuera tan parte del paisaje como los elementos naturales que la rodeaban. Sus constructores haban empleado la topografa natural en su diseo para que pareciera que la mansin se haba elevado por s sola de sus aledaos en vez de haber sido levantada por la habilidad de los artesanos.Situada entre un amplio macizo de rboles, la mansin estaba flanqueada por dos lados por un par de blancas cascadas que tenan su origen en las pendientes orientales de las Montaas Annulii. Las aguas de ambas se unan ms all de la mansin, y corran veloces y fras hacia un ancho ro que chispeaba en el horizonte. Un sendero cubierto conduca desde las puertas de la mansin hasta un puente de maderas arqueadas que se curvaba sobre las rpidas aguas y segua el curso del ro a travs del eterno verano de Ellyrion hasta la poderosa ciudad de Tor Elyr.Las hojas de otoo reposaban tupidas y quietas contra la lisa piedra de la mansin y las enredaderas se curvaban como serpientes por los agrietados muros, salvajes y sin atender. Una suave brisa entraba por las puertas abiertas como un suspiro de pesar y silbaba entre las hojas rotas de cristal de las torres ms altas. Antao haba guerreros montando guardia junto al portal que conduca al interior y vigilando el reino de lord adaoin desde las atalayas, pero ahora cuanto quedaba era el recuerdo de aquellos fieles centinelas.Dentro de las paredes de la mansin, las hojas doradas bailaban con los espectrales suspiros del viento que se colaba tosiendo por las habitaciones vacas y resonantes. No haba agua que borboteara en la fuente, ni risa ni calor que ocuparan sus salones desiertos. El nico sonido que rompa el silencio era el de pasos vacilantes que avanzaban a lo largo de un claustro de losas de mrmol en direccin a unas elegantes escaleras curvadas que conducan desde el patio a los aposentos del seor de la casa.

* * *

Rhianna dej de leer su libro y alz la cabeza cuando Valeina surgi de las sombras y entr en el patio de verano, aunque ese nombre pareca ahora contradecirse con el aire otoal que flotaba sobre el espacio abierto. La joven criada elfa llevaba una bandeja de plata donde haba una copa de cristal llena de vino y un plato con fruta fresca, pan, queso y trozos de carne fra. Vestida con la librea de la casa, Valeina haba servido a los seores de los adaoin desde haca ya casi una dcada, y Rhianna sonri dando la bienvenida a la muchacha cuando dej atrs la silenciosa fuente situada en el centro del patio.En el ao y medio que llevaba viviendo en la mansin adaoin, Rhianna le haba tomado cario a Valeina y valoraba las ocasiones en que podan conversar. Por dentro, saba que nunca habra considerado mantener una amistad semejante en las posesiones de su padre..., pero haban pasado muchas cosas desde que dej Saphery.--Mi seora --dijo Valeina colocando la bandeja junto a ella--. La comida de lord adaoin. Dijiste que deseabas llevrsela en persona.--En efecto --respondi Rhianna--. Gracias.La muchacha inclin la cabeza en un gesto de respeto, pues los lmites entre los elfos de noble cuna y los ciudadanos comunes todava eran patentes a pesar de su creciente amistad, y Rhianna no necesit ninguna visin mgica para comprender que a Valeina le pareca mal que le trajera a ella este refrigerio en vez de llevarlo directamente al seor de la casa. La etiqueta exiga que ningn elfo de noble cuna de Ulthuan se encargara de tareas tan mundanas como servir la comida, pero Rhianna le haba pedido amablemente que le trajera esta comida primero a ella.--Requieres algo ms, mi seora? --pregunt Valeina.Rhianna neg con la cabeza.--No, est bien --respondi--. No quieres sentarte un momento?Valeina dud y la sonrisa de Rhianna vacil, sabiendo que simplemente estaba usando a la muchacha como excusa para retrasar el tener que llevar la comida a su destinatario.--S que esto no es... ortodoxo, Valeina --dijo Rhianna--, pero se trata de algo que tengo que hacer.--Pero no est bien, mi seora --contest la criada elfa--. Que una dama de vuestra posicin haga el trabajo del servicio, quiero decir.Rhianna volvi a sonrer y extendi la mano para tomar la de Valeina.--Slo voy a subirle la comida a mi esposo, eso es todo.La criada elfa dirigi una mirada hacia las escaleras que se enroscaban alrededor de la Torre Hipocrena. En su da, una porcin de las ruidosas cascadas ms all de la mansin se canalizaba por huecos abiertos en los lados de la torre para alimentar la fuente del centro del patio de verano, pero ahora hojas secas y resquebrajadas ocupaban los cuencos de mrmol y plata en vez de las chispeantes aguas cristalinas.--Cmo est lord adaoin? --pregunt Valeina, claramente nerviosa ante una pregunta tan intrusiva.Rhianna suspir y se mordi el labio inferior antes de contestar.--Est igual que siempre, mi querida Valeina. La muerte de Cae... de su hermano es una astilla de hielo en su corazn y hiela su sangre hacia todos los que le rodean.--Todos echamos de menos a Caelir, mi seora --dijo Valeina, apretando la mano de Rhianna y mencionando la pena que se haba posado sobre la casa adaoin como una mortaja--. l traa vida a esta casa.--S que lo haca --reconoci Rhianna, esforzndose por contener una sbita oleada de tristeza que amenazaba con abrumarla. Un sollozo ahogado escap de su garganta, pero, furiosa, se guard la pena para s y reafirm el control sobre sus emociones.--Lo siento! No era mi intencin...--No pasa nada, querida --respondi Rhianna--. De verdad.Saba que no haba convencido a la criada y se pregunt si se haba convencido a s misma.Haban pasado dos aos desde la muerte de Caelir en Naggaroth, y aunque la tristeza era todava un dolor ardiente en su corazn, cadenas de deber que eran ms fuertes que la muerte la ataban a su destino.Record el da en que haba visto a los barcos guila regresar a Lothern despus de la incursin en la tierra de los elfos oscuros, los odiados druchii, la brillante plata de la Puerta de Zafiro brillando como fuego al sol poniente tras ellos. En cuanto vio los ojos espantados de Eldain cuando entr en el patio, supo que Caelir haba muerto: las visiones de Morai-heg, que haban llenado sus sueos con oscuras premoniciones, de pronto cobraron horrible vida.Los druchii haban matado a Caelir, explic Eldain, y la abrumadora pena que senta por la prdida de su hermano era tan ardiente y dolorosa como la de ella. Juntos haban llorado y se haban consolado, permitiendo que su prdida compartida los uniera ms de lo que podran curarse solos.Trat de olvidar el recuerdo de aquel aciago da y mir el anillo de compromiso que llevaba en el dedo, un aro de plata con una brillante gema de color cobalto engarzada entre un par de manos entrelazadas. Poco despus, Eldain le haba contado la promesa que le hizo a su hermano menor tras partir a la Tierra del Hielo: la promesa de que cuidara de Rhianna si le suceda algo a Caelir.Se casaron al ao siguiente y la nobleza lfica de Ulthuan reconoci que era un buen enlace.Y bien poda serlo, pens Rhianna, pues Eldain y ella casi se haban prometido antes de que ella se enamorara de Caelir despus de que la salvara de la muerte a manos de unos saqueadores druchii un ao antes.Pero los sueos de amor ya se haban perdido haca tiempo, y ahora era la esposa de Eldain, seor de la familia adaoin y amo de esta mansin.Rhianna retir la mano de la de Valeina y recogi la bandeja de plata. Se levant lentamente y dijo:--Debera llevarle esto a Eldain.Valeina se levant con ella.--Tiene una alma buena, mi seora. Dele un poco ms de tiempo.Rhianna asinti envarada. Se dio media vuelta y se dirigi hacia las escaleras para ver a su esposo, que rumiaba a solas su pena en la torre ms alta de Ellyr-charoi.

* * *

Eldain se agarraba con fuerza al marco de la ventana ojival que asomaba a las ondulantes praderas de Ellyrion y escuchaba las voces que llegaban desde el patio de verano. Cada palabra era una daga en su corazn, as que cerr los ojos mientras el dolor lo apualaba. Dej escapar un profundo suspiro y trat de calmar los acelerados latidos recitando el juramento de los maestros de la espada de Hoeth.Aunque nunca haba visitado la Torre Blanca donde se entrenaban los legendarios guerreros msticos, su mantra lo tranquilizaba en momentos de tensin, pues las rtmicas cadencias de las palabras sonaban como msica en sus odos.Eldain abri los ojos y, tras inspirar aire para calmarse, alz los ojos hacia las montaas que se extendan al oeste. Las Montaas Annulii se alzaban sobre las praderas de Ellyrion, imponentes y blancas contra el azul claro del cielo, las cumbres perdidas en las brumas de la magia pura que flua entre los reinos interior y exterior de Ulthuan. La tranquilizadora permanencia de las montaas era un blsamo para su alma, y sus ojos recorrieron sus afilados picos y sus pendientes cubiertas de rboles, detectando senderos y bosquecillos sagrados entre las altas columnas de roca.En su juventud, Caelir y l haban recorrido las tierras de Ellyrion a lomos de corceles que haban criado desde potrillos y que se haban convertido en sus principales compaeros desde que galopaban juntos, pero ahora Caelir estaba muerto y Eldain apenas sala de Ellyr-charoi.Tiene un alma buena, haba odo decir a Valeina, y no supo si rer o llorar ante aquellas palabras. Se apart de la ventana y recorri la circunferencia de la Torre Hipocrena; su larga capa de tejido celeste ondul tras l cuando un viento fro dispers hojas y papeles de un escritorio de madera de nogal exquisitamente tallada.Las paredes interiores de la torre estaban llenas de estanteras y flanqueadas por altas ventanas en cada uno de los ocho puntos de la brjula, lo que permita al seor de Ellyr-charoi escrutar sus dominios y contemplar las poderosas manadas de sementales de Ellyrion cuando galopaban por las llanuras.Eldain se desplom tras el escritorio y recogi los papeles que haba dispersado el viento. Entre los informes de los guerreros sombros de las costas occidentales y las misivas de la guarnicin de la Puerta del guila, en las alturas de las montaas, haba numerosas invitaciones para cenar en los hogares de los nobles de Tor Elyr, entradas para el ltimo espectculo maravilloso de Saphery y noticias de sus agentes en el puerto de Lothern referidas a sus inversiones comerciales.No poda concentrarse en ninguna de aquellas cosas ms que un instante, y se volvi a mirar el retrato que colgaba en la pared frente a la mesa. A pesar de las diferencias que existan entre el tema del retrato y Eldain, bien poda haber estado contemplando un espejo, y slo un estudio ms atento revelara las diferencias entre ambos.Los dos llevaban largo el pelo rubio platino, sujeto por un aro dorado, y los dos tenan la hermosa y fuerte estructura sea comn a la nobleza de Ellyrion: un semblante bronceado y azotado por los vientos que hablaba de una vida pasada al aire libre a lomos de los ms poderosos garaones de Ulthuan. Los ojos eran de un azul brillante moteado de gris ocano, pero donde el rostro del retrato mostraba un aspecto picaro y dicharachero, los rasgos de Eldain eran tensos y serios. El artista haba capturado la burla juvenil que siempre asomaba a los ojos de su hermano menor adems del espritu aventurero que siempre pareca rodear a Caelir como un aura mstica. Eldain saba bien que no posea ninguna de esas cualidades.Mir a los ojos de Caelir y sinti agitarse en su interior la culpa familiar, que le dio la bienvenida como una vieja amiga. Saba que era perverso tener el retrato de su hermano muerto (y el antiguo prometido de su esposa) colgado all donde se vea obligado a verlo cada da, pero desde su triunfal regreso de la tierra de los druchii, se haba obligado a enfrentarse a la realidad de lo que haba sucedido en Naggaroth.Cada da lo reconcoma, pero no poda negarse el tormento culpable, igual que no poda detener los latidos de su corazn.Eldain alz la cabeza cuando oy los pasos de Rhianna en la escalera que conduca a sus aposentos. Aunque no hubiera odo la conversacin en el patio, habra reconocido sus pasos. Forz una sonrisa en los labios cuando ella apareci, sosteniendo una bandeja de plata cargada de manjares de dulce olor.Se regode en su belleza, pues siempre encontraba algn aspecto de ella que saborear de nuevo. El pelo hasta la cintura caa en torno a sus hombros como un torrente de miel, y sus delicados rasgos ovalados estaban ms perfectamente esculpidos de lo que ningn artista podra esperar capturar en el ms fino mrmol de Tiranoc. Su largo vestido azul estaba bordado con lazos y espirales de plata, y sus suaves ojos chispeaban con retazos de oro mgico.Era hermosa, y su hermosura resultaba un castigo ms.--Deberas dejar que Valeina se encargue de esto --dijo l mientras su esposa depositaba la bandeja frente a l.--Me gusta venir aqu --contest Rhianna con una sonrisa, y Eldain pudo or la mentira en sus palabras.--De verdad?--De verdad --afirm ella, acercndose a la ventana para contemplar la distancia--. Me gusta el panorama. Prcticamente se ve hasta los bosques de Avelorn.Eldain dej de mirar un momento a Rhianna y observ la bandeja de comida que haba trado. Sin ganas, cogi un trocito de pan. No tena apetito y lo dej de nuevo en la bandeja cuando Rhianna se volvi hacia l.--Por qu no salimos a cabalgar hoy, Eldain? --propuso ella--. Todava queda bastante luz y hace mucho tiempo que no montas a Lotharin.La mencin de su fiel corcel hizo que Eldain sonriera, y aunque el caballo negro noche recorra las llanuras con las manadas salvajes que trotaban libres por todo el reino de Ellyrion, solamente con pensarlo poda convocarlo de regreso a Ellyr-charoi al galope, tal era el vnculo que compartan.Neg con la cabeza y seal con la mano los papeles dispersos sobre su escritorio.--No puedo. Tengo trabajo que hacer.El rostro de Rhianna se ruboriz y pudo ver su furia manifestarse en el suave brillo que se acumul tras sus ojos dorados. Hija de Saphery, el poder de la magia corra por sus venas y Eldain pudo sentir su aroma actnico en el aire.--Por favor, Eldain --insisti Rhianna--. Esto no es sano. Te pasas los das encerrado en esta torre sin otra cosa ms que libros y papeles y... con Caelir por compaa. Es morboso.--Morboso? Ahora es morboso recordar a los muertos?--No, no es morboso llorar a los muertos, pero vivir a su sombra es un error.--No vivo a la sombra de nadie --protest Eldain agachando la cabeza.--No me mientas, Eldain --advirti Rhianna--. Soy tu esposa!--Y yo soy tu marido! --replic l, levantndose de la mesa y derribando la bandeja de plata. Los platos cayeron con estrpito y la copa de cristal se hizo mil pedazos--. Yo soy el amo de esta casa y tengo negocios que atender. No dispongo de tiempo para frivolidades.--Frivolidades...? Eso es lo que soy ahora para ti?Eldain pudo ver las lgrimas acumularse en sus ojos y suaviz el tono.--No, por supuesto que no, no es eso lo que quera decir. Es que...--Qu? --exigi Rhianna--. No recuerdas cmo me perdiste antes?, cuando los druchii casi acabaron conmigo? Fue Caelir quien me salv, porque t te pasabas todo el tiempo encerrado en esta torre atendiendo negocios.--Alguien tena que... --intent protestar Eldain--. Mi padre se estaba muriendo, envenenado por los druchii. Y quien haba aqu para cuidar de l y mantener a salvo a Ellyr-charoi? Caelir? No lo creo.Rhianna dio un paso hacia l y Eldain sinti que su resolucin se desmoronaba ante sus palabras.--Caelir est muerto, Eldain. Pero nosotros no, y todava tenemos toda una vida por delante. --Recogi un fajo de papeles de la mesa y continu:-- Sigue habiendo un mundo ms all de Ellyr-charoi, Eldain, un mundo que vive y respira y del que deberamos formar parte. Pero no visitamos a los otros nobles, ni cenamos en las mansiones de los grandes ni bailamos en las mascaradas de Tor Elyr...--Bailar? --pregunt Eldain--. Qu hay que festejar bailando, Rhianna? Somos un pueblo moribundo y ningn baile ni mascarada puede ocultar eso. Quieres que me pegue en la cara una sonrisa falsa y baile en el funeral de nuestra raza? La sola idea me asquea.La vehemencia de sus palabras lo sorprendi incluso a l, pero Rhianna neg con la cabeza, se acerc y cogi sus manos.--Te acuerdas que le prometiste a tu hermano que cuidaras de m?--Me acuerdo --afirm Eldain, y vio ante s al hermoso Caelir cuando le confes el miedo que tena por su supervivencia en Naggaroth cuando su barco dejaba atrs el faro resplandeciente en la desembocadura de los estrechos de Lothern.--Entonces cuida de m, Eldain --dijo ella--. Otros pueden ayudar a cuidar de Ellyr-charoi. Asmate a esa ventana, Eldain, el mundo sigue ah fuera y es hermoso. S, la raza oscura del otro lado de las aguas se ceba sobre nosotros y, s, hay demonios espantosos que pretenden destruir todo lo que es bueno y maravilloso, pero si vivimos nuestras vidas con un constante terror por esos seres, entonces bien podramos cortarnos ahora mismo la garganta con un cuchillo.--Pero hay cosas que debo hacer, cosas que...--Pueden esperar --insisti Rhianna, colocando sus manos sobre su cintura y atrayndolo hacia s. El olor de las orqudeas de verano flotaba en su pelo y Eldain lo sabore, sintiendo que su caricia lo animaba mientras disfrutaba del olor.Sonri y se relaj en su abrazo, sintiendo que las manos de ella se deslizaban por su espalda.Abri los ojos y se envar al mirar a los ojos de su hermano.T me mataste...

_____ 2 _____ Sangre Nueva

Un resplandor rojo iluminaba el horizonte tras los tres navos guila que patrullaban la costa suroeste de Ulthuan, sus cascos plateados cortaban como hojas de cuchillo las olas verdes. El capitn Finlain, del Orgullo de Finubar, contemplaba los irregulares picos de las Montaas Espinazo del Dragn y vea cmo el Yunque de Vaul, envuelto en humo, quedaba atrs mientras su pequea flotilla se encaminaba hacia su punto de atraque nocturno en las orillas arenosas de Tiranoc.La fina franja costera de este reino montaoso se haba extendido una vez ms all de donde ahora surcaban sus navos, pero males antiguos y magias poderosas haban destruido ese reino, antao hermoso. Olas monstruosas haban barrido las llanuras de Tiranoc en pocas pasadas, arrastrando a millares a la muerte y sumergiendo para siempre bajo las olas sus frtiles campos y sus gloriosas ciudades. Slo las montaas y las altiplanicies que se acurrucaban a sus pies permanecan por encima del agua ahora, y Finlain saba que navegar tan cerca de la costa era algo que estaba siempre repleto de peligros.--Sondead --orden Finlain, la voz apagada por la niebla que abrazaba la superficie del agua y se deslizaba sobre el casco de su navo.--Todo bien, capitn --fue la respuesta de Meruval, el navegante del Orgullo. Finlain se volvi hacia la proa de su barco, donde el mago Daelis estaba sentado en un silln de marfil de color madera, con los ojos cerrados mientras sondeaba las aguas y brumas con su visin mgica en busca de cualquier roca peligrosa que pudiera perforar la quilla.La tripulacin estaba nerviosa y Finlain comparta la inquietud. El cielo rojo sobre el Yunque de Vaul se extenda por encima de las nubes como una mancha de sangre y el aire apestaba por algo ms que el hedor sulfuroso del volcn.--Me alegrar cuando lleguemos a la playa para pasar la noche --dijo Meruval, recorriendo la cubierta para situarse junto a su capitn.Finlain asinti, y escrut las brumas prpura buscando los otros barcos bajo su mando. El Gloria de Eataine navegaba un poco ms despacio, y el Fuego de Asuryan se retrasaba, pues su capitn mantena demasiada distancia entre su navo y sus otros dos hermanos.--En efecto --asinti Finlain--. El mar tiene un feo aspecto esta noche.Meruval sigui la mirada de su capitn y asinti mostrando su acuerdo.--Lo s. He tenido que sortear formaciones rocosas que nunca he visto antes. Es peor que navegar al este de Yvresse.--Habas visto antes tanta inconsistencia en estas aguas?--No que yo recuerde --respondi Meruval--, pero segn mi abuelo, en sus tiempos, Tiranoc sala a la superficie con grandes sacudidas que escupan islas que se hundan casi en cuanto llegaban a la superficie.--Como si la tierra quisiera regresar a la luz.--Algo as, s. Deca que cuando Vaul se enfureca, golpeaba su yunque y la tierra a su alrededor se estremeca con fuego y terremotos.Finlain mir por encima de su hombro la cima humeante del Yunque de Vaul y envi una rpida oracin al dios herrero para que les evitara su furia esta noche, ya que la luz se perda rpidamente y una niebla oscura se cerna veloz sobre ellos. Extraos ruidos y luces parpadeantes bailaban al borde de la percepcin, y aunque estas cosas eran conocidas en las brumas mgicas que ocultaban la isla de Ulthuan de ojos depredadores, seguan siendo inquietantes.Slo los aguzados odos de su tripulacin y la visin mgica de Daelis los llevaran a salvo a la orilla. La sensacin de que no poda hacer nada ms era anatema para l.En cuanto pens en el mago, su profunda voz reson desde la proa.--Capitn! Hay tierra ante nosotros. Debemos frenar nuestro avance.--Aguantad ah! --orden Finlain, agarrando las pulidas maderas de la borda mientras el barco se detena limpiamente.Vamos --dijo, y se dirigi hacia el mago, sin esperar a ver si Meruval lo segua o no. Recorri la cubierta del navo, pasando junto a los marineros ansiosos por llegar a tierra firme donde pasar la noche. El barco permita que la corriente lo llevara hasta la orilla, con la tripulacin preparada para hacer cualquier ajuste necesario que los mantuviera en su curso.Ya casi hemos llegado a la playa --advirti mientras pasaba entre la tripulacin, irradiando una confianza que no senta an. Subi los escalones curvos hasta la elaborada proa en forma de guila y se dirigi hacia el mago que los guiaba lentamente a travs de la bruma.Daelis estaba sentado rgido en su asiento, su tnica crema y zafiro chispeaba con adornos mgicos y un suave brillo perfilaba los bordes de sus ojos.--Estamos cerca de tierra, capitn --dijo el mago sin alzar la cabeza--: La orilla est a menos de dos largos.La voz del mago era lejana, como si hablara desde dentro de una gran cueva resonante, y Finlain pudo sentir el ondular de la accin mgica recorrerle la espalda, una fugaz imagen de un mundo oscuro y subacutico que aleteaba detrs de sus ojos.--Dos largos? --inquiri Meruval--. Imposible. No hemos navegado lo suficiente para estar tan cerca de tierra. Ests equivocado.Daelis inclin la cabeza hacia el navegante, pero no abri los ojos.--No lo estoy.--Capitn --insisti Meruval, indignado porque sus habilidades de piloto estaban siendo puestas en duda--. No podemos hallarnos tan cerca. Tiene que estar confundido.Finlain haba navegado tanto con Daelis como con Meruval durante tiempo suficiente para saber que ambos eran muy buenos en su trabajo, y confiaba implcitamente en su juicio. Sin embargo, en este caso, uno de los dos tena que estar equivocado.--Hazme caso, capitn --dijo Meruval--. No podemos estar tan cerca de la orilla.--Te creo, amigo mo. Pero y si Daelis tiene razn tambin?--Tengo razn --afirm Daelis, alzando el brazo y sealando hacia la bruma--. Mirad.Finlain sigui la mano extendida del mago y entorn los ojos mientras trataba de identificar lo que se le mostraba. Jirones de niebla flotaban como fina tela de araa, y al principio se sinti inclinado a creer, como Meruval, que el mago estaba confundido, pero cuando los hilillos de niebla se dispersaron un momento, pudo ver una torre de brillante roca negra que se alzaba ante su navo.Meruval la vio tambin.--Que Isha me lleve si no tena razn despus de todo... --dijo.--T mismo lo dijiste, Meruval, el mar estaba inquieto esta noche.--Tienes mis humildes disculpas, capitn --reconoci el navegante--. Igual que t, mago Daelis.El mago sonri y Finlain neg con la cabeza y se dio media vuelta para regresar con la tripulacin y dar las rdenes necesarias para navegar a lo largo del acantilado hasta que llegaran a una cala con una playa lo bastante grande para que los tres navos pudieran desembarcar.--Guanos por la costa, Meruval --orden Finlain mientras un sbito sonido parecido a un latigazo resonaba tras l, seguido por tres rpidos golpes secos. Se dio la vuelta, sorprendido, y vio brillantes chorros de sangre que corran por el blanco respaldo del silln del mago y las puntas serradas de tres virotes de ballesta de oscuro hierro que le haban atravesado el pecho.Daelis borbote de dolor, clavado al silln de proa por los virotes, y el capitn Finlain tard un segundo en advertir lo que haba sucedido. Escrut la niebla, sabiendo ahora que Meruval tena razn despus de todo, y que no estaban cerca de tierra, y que aquel gran acantilado negro no era parte de Ulthuan en absoluto. Era...Las brumas se abrieron cuando un gran crujido de roca reson en las oscuras profundidades y el poderoso acantilado pareci retorcerse y brotar del ocano. El agua salada cay desde los portales colmilludos y los grandes dolos de guerreros con armadura tallados en la roca mientras se alzaban del mar y una gran bengala de fuego estallaba en el cielo.--A las armas! --grit Finlain, y una nube de oscuros virotes revolote desde las alturas. Los gritos hendieron el aire cuando muchos de ellos encontraron su blanco en la carne lfica y el hedor de la sangre inund sus sentidos. Se tambale cuando un virote le atraves el muslo y se clav en la cubierta. Apret los dientes para vencer el dolor y la sangre aneg su bota. El capitn alz la cabeza mientras un gran proyectil ardiente surga del negro acantilado para envolver al Gloria de Eataine, cuya vela estall en llamas que se dispersaron por toda la cubierta.Desenmascarado el engao por el ataque, el alto arrecife de roca viva se despoj de su manto de bruma envenenada y Finlain se qued inmvil en su sitio, aterrorizado, mientras vea el monstruoso e increble tamao de su atacante.No era un simple barco, sino un montaoso castillo de volumen increble que surcaba el mar y se mantena a flote por medio de los ms poderosos encantamientos: una de las temibles arcas negras de los elfos oscuros. Se trataba de una siniestra fortaleza flotante, torre sobre torre, aguja sobre aguja de roca viviente que haba sido arrancada de la isla de Ulthuan haca ms de cinco mil aos.Tripuladas por un ejrcito entero de mortferos corsarios y terribles hogares de miles de esclavos, las arcas negras eran los navos ms temidos del mundo y ridiculizaban con su tamao incluso el podero de los navos guila de Finlain. El capitn haba odo decir que la masa que desplegaban sobre la superficie del agua no era ms que una fraccin de su verdadero tamao, con grandes cavernas abovedadas bajo la lnea de flotacin donde moraban terribles monstruos, esclavos y todo tipo de espantosas brujeras.Mientras Finlain reconoca la identidad de sus atacantes, una puerta de hierro oxidado se abri entre chirridos a un lado del arca y una larga rampa de abordaje cay sobre la borda; sus puntas serradas se clavaron en la cubierta y sujetaron a su presa.Finlain se puso en pie y desenvain la espada, una resplandeciente hoja de acero plateado forjada por su padre y encantada por los archimagos de Hoeth.Formas oscuras se congregaban a la sombra de la puerta en la roca y una andanada de flechas de plumas blancas pas por encima de la cabeza de Finlain para abatirse con letal precisin. Otra andanada sigui segundos despus de la primera, y esta vez fueron sus enemigos lo que gritaron.Ech una mirada por encima del hombro para ver que Meruval haba formado varias filas de arqueros. Sus arcos de blanco hueso lanzaban flecha tras flecha contra el oscuro portal.En respuesta, una media luna de virotes de ballesta sali escupida por la boca del arca y Finlain oy los gritos de sus guerreros mientras moran bajo la descarga. Los arqueros lficos eran los mejores del mundo, pero ni siquiera ellos podan competir con el ritmo de fuego que eran capaces de mantener las infernales armas de sus enemigos.Agachado, Finlain corri hacia adelante mientras los mortferos virotes contenan a los defensores elfos el tiempo suficiente para que los atacantes pudieran bajar por la rampa. Entre gritos, los corsarios druchii, vestidos con tnicas oscuras y envueltos en resplandecientes capas formadas de escamas solapadas, salieron de las profundidades del arca, sus espadas gemelas brillaban en rojo bajo el brillo carmes del Yunque de Vaul.Finlain se dispuso a enfrentarse a ellos, y su espada descarg un tajo contra el cuello del primer guerrero y lo arroj al mar. Atraves la ingle del siguiente guerrero enemigo y bloque a la desesperada un temible golpe contra su propio cuello. Haban pasado muchos aos desde que Finlain luch por ltima vez con los oscuros parientes de su raza, los esbeltos elfos de piel de marfil y largo pelo negro del color de la noche. Los rostros de sus enemigos estaban retorcidos por el odio y sus movimientos eran tan rpidos y letales como los suyos propios.Tan parecidos a nosotros..., pens tristemente mientras esquivaba otro golpe y eliminaba a su enemigo con un giro de mueca que envi la punta de su hoja a travs del ojo del corsario hasta clavrsela en el cerebro. Flechas de plumas azules pasaron volando por encima de su cabeza y enviaron al mar a ms druchii. La mayora pas silbando a menos de un palmo de la cabeza de Finlain, pero el capitn no tema resultar herido por sus propios guerreros.Otra espada se uni a la suya, y sonri al ver que Meruval, armado con sus espadas gemelas de media luna, saltaba a la batalla. Con la ayuda de su fiel navegante, por fin pudo no prestar tanta atencin a la batalla y se arriesg a mirar a izquierda y derecha para ver cmo les iba a las otras naves bajo su mando.El Gloria de Eataine arda de proa a popa y Finlain supo que estaba perdido. El Fuego de Asuryan era invisible en medio de las llamas y la niebla, pero temi lo peor cuando oy los roncos cantos de victoria de los druchii y los gritos de los moribundos.Slo el Orgullo de Finubar segua luchando, y comprendi que tendran que soltarse del arca negra si queran tener alguna posibilidad de supervivencia. Finlain se apart de la desesperada lucha.--Meruval! Puedes contenerlos? --grit.El navegante clav sus espadas en el pecho de un guerrero druchii y lanz de una patada a otro al mar, gir sobre sus talones y le abri el vientre a un tercero.--Durante un rato --afirm, mientras un par de virotes de hierro se clavaban en la cubierta junto a l.Finlain asinti y se apart cojeando de la desesperada lucha.--Hachas! Traed hachas! Tenemos que soltarnos! --grit a sus hombres.Cerca estall una llamarada y el corazn se le vino a la garganta cuando vio cmo el Gloria de Eataine se separaba y hunda bajo las olas junto con su tripulacin.Finlain jur que se no sera su destino.

* * *

--Mi seora --dijo el guerrero del alto yelmo que portaba una larga lanza de hoja doble--. Se hace tarde y deberamos regresar a la mansin.Kyrielle Verdetez sonri al or la nota de exasperacin en la voz del guerrero y puso su mejor expresin de inocencia. Su pelo rojizo estaba recogido en largas trenzas, sujeto a la cabeza por un cordn de plata que enmarcaba un hermoso rostro de titilantes ojos de jade y una boca carnosa que poda encantar incluso al corazn ms encallecido.Un simple guerrero no tena ninguna posibilidad.--Todava no, tonto --dijo con un mgico tono seductor en la voz--. Es en el crepsculo cuando florecen algunas de las plantas ms maravillosas. No querrs que regrese sin algo maravilloso para ofrecrselo a mi padre, verdad?El guerrero mir indefenso a su camarada, prendido como una mariposa de su mirada cautivadora, sabiendo que no poda negarle nada, ni aunque lo hubiera deseado.--No, mi seora --reconoci, derrotado.Era injusto que ella usara la magia con los guardias que su padre le haba proporcionado, pero no haba mentido cuando habl de la belleza de las flores nocturnas: la torrelain de hojas de perla, los capullos cantarines de la mgica anurion (as llamada por su padre y creador), y la maravillosamente aromtica rosa lunar.Se abri paso por la cima del sendero del acantilado que bajaba hasta la playa, con un guardia delante y otro detrs mientras se dirigan a la orilla. Kyrielle iba descalza, pues sus agudos ojos captaban fcilmente las rocas afiladas y los matorrales espinosos antes de que pudieran hacerle dao.Su largo vestido estaba hecho de seda verde adornada con largas pautas entrelazadas de anthemion y se cea de modo seductor a su esbelta silueta. En una mano llevaba una delicada redecilla y en la otra un cuchillito de hoja de plata, pues las flores nocturnas slo podan podarse con un cuchillo de plata.El olor de la noche llenaba sus sentidos y poda oler los perfumes de la flora local adems de las intensas fragancias que surgan de las profundidades del ocano y flotaban en el aire. Cuando las Islas Cambiantes de la costa este de Ulthuan se renovaban, la oscuridad del profundo mar era perturbada y todo tipo de extraa vida vegetal era arrastrada a la orilla, y aromas desconocidos tean el aire nocturno. se era el motivo principal de que su padre hubiera levantado una de sus mansiones de terrazas ajardinadas en esta pennsula de roca casi desierta en la costa de Yvresse.La plida media luna que sala baaba la playa de un brillo espectral y converta los blancos acantilados en murallas de luz que resplandecan suavemente mientras las olas chocaban unas con otras y cubran la arena de suaves suspiros.Le encantaba esta hora de la noche, y a menudo buscaba la paz y la tranquilidad que le produca el sonido de las olas. Estar fuera de casa en una noche como sta, con las flores nocturnas extendiendo sus ptalos y la luz de la luna acariciando su piel, era el cielo para Kyrielle, un momento en que poda olvidar los problemas del mundo a su alrededor y simplemente disfrutar de su belleza.--No es mgico? --pregunt mientras bailaba hacia la playa, haciendo piruetas bajo la luna como una de las bailarinas desnudas de la Reina Eterna. Ninguno de los guardias le contest, conscientes de cundo sus preguntas eran retricas. Ella se ech a rer y baj corriendo hacia la orilla, siguiendo la lnea de los acantilados con largas y graciosas zancadas. Incluso a esta distancia de la orilla, la arena estaba hmeda bajo sus pies, y supo que las Islas Cambiantes deban de haber experimentado una violenta transformacin para sacudir tan fuerte los ocanos.Se detuvo junto a una rosa lunar particularmente vivida, cuyos ptalos se abrieron lentamente para revelar su romntico y oscuro interior. El intenso aroma de la planta le caus un escalofro de placer y extendi la mano para agarrar una de las borlillas productoras de polen antes de meterla en su red.El suave tintineo del metal anunci la llegada de sus guardaespaldas. Las armaduras refrenaban su paso y ella se ri al imaginar su consternacin porque haba bajado corriendo hasta la playa, dejndolos atrs. Continu su camino, cortando flores de una docena de plantas antes de detenerse al captar el amargo aroma de otra cosa, algo que no encajaba.--Notis ese olor? --pregunt, volvindose hacia sus guardias.--Qu olor, mi seora? --pregunt a su vez el guardia al que haba hechizado camino de la orilla.--Sangre --respondi ella.--Sangre? Ests segura de que es eso lo que hueles, mi seora? No ser algn tipo de flor?Ella neg con la cabeza.--No, tonto. Tienes razn, hay algunas plantas que huelen a sangre, pero ninguna de ellas es nativa de Ulthuan. Los druchii fermentan una bebida llamada vino de sangre y se dice que la parra de donde sale esa uva huele a sangre coagulada, pero no es esto.A la mencin de los druchii, ambos guardias se colocaron junto a ella con movimientos lentos y marciales. Kyrielle olfate el aire una vez ms.--S, es decididamente sangre --dijo.Sin esperar a que los guardias la siguieran, se dirigi a la orilla, donde las olas cubran la arena con lneas de espuma. Corri veloz por la arena, casi sin dejar huellas donde pisaba, mientras segua el olor de la sangre por la playa.Kyrielle se detuvo al ver la figura al borde del agua, tendida de espaldas con los brazos abiertos. Pareca un cadver.--All! --dijo, sealando el cuerpo--. Os dije que ola sangre!--Espera aqu, mi seora. Por favor --dijo el guardia ms cercano antes de que pudiera ponerse en marcha una vez ms.Reacia, accedi a la peticin del guerrero. Despus de todo, haba la posibilidad de que esta persona pudiera ser peligrosa todava. No obstante, sigui a los dos guardias mientras avanzaban cautelosamente hacia el cuerpo. Al acercarse, vio que se trataba de un elfo joven y hermoso vestido con una tnica desgarrada de la guardia del mar de Lothern. Incluso desde detrs de los guardias pudo ver que su pecho suba y bajaba levemente.--Est vivo --exclam, avanzando hacia l.--No, mi seora. --Uno de los guardias le impidi el paso mientras el otro se arrodillaba junto a la figura y comprobaba si llevaba armas. Vio cmo despojaba a la figura de un ajado cinturn de cuero del que colgaba un cuchillo enfundado en una vaina de metal negra y dorada y se lo pasaba a su camarada.--Est vivo y no parece herido.--Bueno, ya os lo haba dicho --replic Kyrielle, empujando a un lado al guardia que sostena el cinturn para arrodillarse junto al elfo inconsciente. Tena las manos desgarradas y haba un feo araazo en su frente, pero respiraba y eso era algo. Sus labios se movan como si murmurara para s, y ella baj la cabeza para or mejor lo que deca.--Ten cuidado, mi seora! --la previno el guardia.Ella ignor su advertencia y acerc la oreja a la boca del joven elfo, que continuaba susurrando dbilmente.--... debo... decir... necesito decir... Teclis. Tiene que saber... Teclis!--Por favor, mi seora! --exclam el guardia--. No sabemos quin es.--No seas tonto --respondi Kyrielle, apartndose de los febriles murmullos de la figura inconsciente--. Est claro que es uno de los nuestros, no? Mira!--No sabemos nada de l. Quin sabe de dnde viene?Kyrielle suspir.--Pero bueno! Mira su tnica. Sea quien sea, est claro que viene de Lothern. Obviamente su barco se hundi y pudo nadar hasta la orilla.--Nunca he odo que ningn barco de Lothern se haya hundido en las Islas Cambiantes --dijo uno de los guardias--. Desde luego, no uno de los barcos de lord Aislin.--Lord Aislin? --pregunt Kyrielle--. Cmo sabes que es uno de los marineros de lord Aislin?El guardia seal al emblema parcialmente oscurecido de la garra de guila en la tnica de la figura.--Es el smbolo de la familia de lord Aislin --dijo.--Bueno, pues entonces eso lo zanja todo --repuso Kyrielle--. Nuestro deber es ayudarlo. Vamos, levantadlo y llevadlo de vuelta a la mansin. Mi padre podr ayudarlo.Al no ver otra opcin, los guardias se arrodillaron junto a la figura tendida, pasaron los brazos por sus hombros y lo levantaron entre ambos.Kyrielle los sigui mientras abandonaban la playa, sonriendo feliz por este misterio que haba aparecido ante su puerta.

* * *

El capitn Finlain y tres miembros de su tripulacin que haban agorado todas sus flechas se abrieron paso luchando a travs de la lluvia de virotes de hierro, de vuelta a la proa del Orgullo de Finubar. Cada guerrero llevaba una hacha de mano larga, lenguas ardientes de fuego mgico veteaban el cielo oscuro, pero ninguna se acercaba al barco de Finlain: los proyectiles iban dirigidos contra el casco del Fuego de Asuryan, castigndolo terriblemente.Un desesperado intercambio de flechas y virotes de ballesta se cruz entre su barco y los enemigos invisibles ocultos en las irregulares troneras rocosas del arca negra. Los guerreros de Finlain se vean obligados a reservar sus flechas hasta que sus aguzados ojos divisaban un blanco claro. Los druchii no mostraban esa misma contencin y rociaban la cubierta del Orgullo con andanadas de virotes, de modo que la cubierta y las toldillas parecan la espalda de un puercoespn.La oscuridad iluminada espordicamente y el humo del ardiente Gloria de Eataine, que todava permaneca a flote, refrenaban a los lira dores druchii, y Finlain us su cobertura para dirigirse hacia el sonido de los gritos y el entrechocar de las espadas, donde Meruval luchaba contra los corsarios que trataban de abordar su navo.De los brazos y el pecho de Meruval manaba la sangre por inmunerables cortes, y Finlain se pregunt cmo poda estar luchando todava, tal era la cantidad de sangre que manchaba su tnica. Meruval combata con velocidad y gracia, sus plidas hojas mataban con cada golpe. Finlain quiso gritarle, pero saba que romper su concentracin sera fatal. En cambio, se volvi hacia los guerreros que le acompaaban.--Esa rampa de abordaje est clavada a la cubierta y la borda --dijo--. Hay que soltarla. Adelante, y no importa lo que suceda, no os detengis hasta que hayis terminado. Comprendido?Sus sombras expresiones fueron toda la respuesta que necesitaba, y Finlain simplemente asinti.--Que Asuryan sea con vosotros.Los cuatro abandonaron su proteccin y corrieron hacia Meruval. Finlain se qued rezagado, pues la herida del muslo le arda dolorosamente. Uno de los hacheros fue alcanzado de inmediato por un virote y cay a cubierta con la cabeza atravesada, pero los dems llegaron al costado del barco y empezaron a blandir sus hachas con fuertes golpes. La hermosa madera se astill bajo sus hojas y Finlain dio un respingo ante el dao que le estaban causando a su hermoso navo, aunque saba que era necesario para salvarlo.Finlain blandi su propia espada ante un corsario que se dispona a descargar un golpe de muerte contra Meruval, pero la hoja resbal por las escamas de la capa del guerrero sin herirlo. El druchii se volvi para mirarlo y golpe con un par de dagas curvas de temible aspecto que goteaban veneno negro. Finlain esquiv la primera hoja y bloque la segunda, descarg un puetazo contra la mandbula del corsario y lo arroj de la rampa.--Atrs! --grit Finlain, y Meruval se apart de la lucha mientras el capitn del Orgullo de Finubar ocupaba su puesto al frente de la rampa. Ms virotes silbaron a su alrededor, pero no les prest atencin y alz la espada para recibir a una nueva oleada de corsarios. Antes de que atacaran, se volvi hacia Meruval.--Cuando la rampa se haya soltado, scanos de aqu! --le grit.Meruval asinti, demasiado exhausto y sin aliento para hablar, y se march tambalendose cubierta abajo. Finlain volvi su atencin a los corsarios que ya se acercaban y solt un grito de desafo cuando se lanzaron hacia l con sus crueles ojos y sus mortferas espadas.Combati en trance. Su espada se mova como por propia voluntad mientras abra gargantas y vientres con cada grcil mandoble. Notaba las espadas cortar su propia carne, pero no sinti ningn dolor y continu matando a sus oscuros parientes con implacable precisin.Poda or tenuemente sus gritos de dolor y odio mezclados con los slidos golpes de las hojas de las hachas, pero todo lo dems pareca haber enmudecido, como si la batalla se librara bajo el agua. Una espada druchii pareci flotar por encima de su cabeza cuando la apart y luego gir la hoja en un golpe decapitador. Con el rabillo del ojo vio a un guerrero embozado que atacaba con una larga espada de hoja oscura, los ojos verdes brillando con siglos de maldad, y supo que no podra bloquear el golpe.Justo cuando comprenda que ste era el golpe que iba a matarlo, la rampa de abordaje se estremeci y sus hacheros finalmente liberaron la cubierta. Los druchii de la rampa se tambalearon y el espadachn de los ojos verdes resbal cuando el suelo se movi bajo sus pies. Finlain clav su espada ensangrentada entre las costillas del corsario y lo ech de una patada de la rampa.--Capitn! --grit uno de los hacheros--. Estamos libres!Finlain dio un paso atrs.--Meruval! --grit--. Ahora!Las palabras an no haban acabado de salir de su boca cuando el Orgullo de Finubar se apart del arca negra con una sacudida. Sin nada que la sostuviera, la rampa de abordaje envi a una docena de corsarios druchii al mar revuelto y cay por el lado del acantilado con metlico resonar.Finlain baj la espada y apoy la mano en los lastimados costados de su nave mientras una oleada de dolor y desvanecimiento amenazaba con apoderarse de l. Ms guerreros corrieron a ayudar al navo a conseguir cuanta distancia fuera posible entre ellos y el arca negra. Finlain dej escapar un profundo suspiro y se volvi hacia los cansados hacheros.--Bien hecho --los felicit. El gran acantilado oscuro empezaba a alejarse, la superior velocidad y maniobrabilidad del barco guila lo dejaba atrs con rapidez--. Habis salvado el navo.Los dos guerreros inclinaron la cabeza ante el cumplido del capitn y Meruval orden a gritos que izaran las velas.Mientras la niebla se cerraba a su alrededor, Finlain supo que no estaban en modo alguno fuera de peligro. Se abri paso por la cubierta, ofreciendo palabras de alabanza y felicitaciones a sus guerreros hasta que lleg junto a Meruval, que estaba desplomado en la popa, junto al timn.--Y los dems? --pregunt Meruval.--Perdidos. Vi hundirse al Gloria de Eataine y no o ms que masacre en el Fuego de Asuryan. Me temo que slo hemos escapado nosotros, amigo mo.--Todava no estamos a salvo, capitn --dijo Meruval.--Es cierto --reconoci Finlain--. No s a qu velocidad puede navegar una arca negra, pero no pienso esperar a averiguarlo. Llvanos a Lothern por la ruta ms rpida y luego hazte mirar esas heridas. Tenemos que avisar a lord Aislin que una arca negra navega por las aguas de Ulthuan.--En nombre de Isha, cmo ha conseguido llegar una arca negra tan al sur? --se pregunt Meruval.--No lo s --contest Finlain--. Pero slo hay un motivo para que est aqu.--Y cul es?Finlain agarr con fuerza su espada.--Invasin.

* * *

Ellyrion posea algunos de los ms hermosos paisajes de todo Ulthuan, decidi Yvraine Hoja de Halcn mientras remontaba un promontorio y contemplaba la amplia expansin de llanuras doradas y bosques desbordantes que se extendan entre la ciudad de Tor Elyr y la gran barrera de las Montaas Annulii. Los cantos de los pjaros la entretenan, el dulce olor del verano flotaba en el aire, como siempre, y el sol de medioda calentaba su piel clara.Manadas de caballos salpicaban las llanuras, y aqu y all poda distinguir a jinetes de Ellyrion entre ellos, como si fueran tambin caballos. Quiz lo eran, pens Yvraine, sabiendo que el lazo que exista entre los nobles ellyrianos y sus monturas era ms parecido al que compartan viejos amigos que al del jinete y su corcel. Con razn se deca que era mejor daar al hermano de un ellyriano que a su caballo...Empez a bajar por la empinada pendiente con pasos seguros y medidos, sin dejar ninguna huella de su paso, aunque tena an la cabeza embolada tras el viaje desde Saphery a Ellyrion, a pesar de los esfuerzos del capitn del barco por hacer su viaje por el mar interior lo ms cmodo posible. Le haca bien sentir el sol en el rostro, el viento en el pelo y disfrutar de suelo slido bajo sus pies. A Yvraine no le gustaba viajar por ningn otro medio que sus propios pies, y aunque los navos de los elfos se deslizaban suavemente sobre los mares, le haba resultado casi imposible meditar durante el viaje, todos sus intentos frustrados por las conversaciones de la tripulacin o el movimiento del barco.Yvraine sacudi su larga tnica de color crema y se ajust la armadura de ithilmar que llevaba debajo, los brillantes eslabones y las suaves placas forjadas ex profeso para su esbelta figura. A la espalda llevaba una ancha espada, metida en una larga vaina de suave terciopelo rojo y sujeta a la armadura por un broche dorado que tena en el pecho.Se detuvo y se protegi los ojos del sol mientras contemplaba el verde paisaje y vea el lejano reflejo de la luz en las plidas murallas de piedra de una mansin al pie de un tmulo de rocas. Mitherion Ciervo de Plata le haba dicho que la mansin del marido de su hija se encontraba entre dos cascadas y los centinelas de las puertas de Tor Elyr le haban dado direcciones detalladas para encontrar la mansin adaoin.Segura de que la mansin que tena delante era la que buscaba, Yvraine retir la espada de su espalda, una gran hoja de artesana ex quisita y gracia increble para ser usada con las dos manos, y se sent graciosamente con las piernas cruzadas. Llegara a su destino por la maana y antes deseaba recuperarse del letargo del viaje.Y el mejor modo de conseguirlo era realizar el ritual purificador de los maestros de la espada.Yvraine coloc la enorme hoja sobre su regazo y cerr los ojos, dejando que los sonidos naturales de Ellyrion la ayudaran a tranquilizarse y entrar en trance de meditacin.Su respiracin se redujo y sus sentidos se desplegaron en su cuerpo mientras susurraba lentamente el mantra de los maestros de la espada de Hoeth tal como le haba enseado el maestro Dioneth de la Torre Blanca. Yvraine sinti la suavidad de la hierba bajo su cuerpo, el calor y la fecundidad de la tierra ms abajo y las fuertes corrientes de magia que penetraban la misma roca e impedan que la isla de Ulthuan desapareciera bajo las olas.El aire a su alrededor chispeaba y la magia llevada por el viento se ajust a sus sutiles vibraciones y un suave brillo aument tras sus prpados. Con un rpido movimiento desenvain la espada y sostuvo la hoja plateada delante de ella. Su longitud era enorme y su peso, sin duda, extraordinario, pero Yvraine la manejaba como si fuera tan liviana como una ramita de sauce.Su cabello claro, casi blanco, se reflejaba en la lisa superficie de la hoja, la perfeccin del arma slo rivalizaba con la acerada concentracin de sus rasgos afilados y angulosos. Yvraine dej escapar de sus labios un suspiro de expectacin y asinti para s.Sus piernas se desenredaron como serpientes al ataque y en un parpadeo estuvo de pie, la espada alzada sobre ella y destellando al sol. La hoja gir en sus manos e invirti su agarre, y realiz una intrincada serie de maniobras que eran casi demasiado rpidas para que el ojo pudiera seguirlas.Sus pies estaban en constante movimiento mientras saltaba, esquivaba y golpeaba a oponentes imaginarios, y la poderosa hoja henda el aire con la telaraa impenetrable de ithilmar danzando graciosamente alrededor de su cuerpo. Uno a uno, realiz los treinta ejercicios bsicos de los maestros de la espada antes de pasar a tcnicas ms avanzadas.Una vez ms, alz la enorme espada al cielo y la sostuvo ante su rostro, la cruz dorada al nivel de sus mejillas, la respiracin regular y vigorosa. Sin esfuerzo visible, Yvraine hizo girar la espada en una deslumbrante serie de maniobras que habran hecho que el mejor de los espadachines varones llorara por su propia falta de habilidad y que nicamente posean los ms dotados guerreros de Ulthuan. Slo a travs de un entrenamiento superlativo con los seores del conocimiento de la Torre Blanca poda trascender un guerrero la mera habilidad y convertirse en un autntico maestro de las artes marciales y realizar hazaas con la espada ms all de la imaginacin.Mente y cuerpo en total armona, la poderosa espada se convirti en parte de Yvraine, sus perfectas cualidades fsicas y espirituales manifestndose en unos movimientos con la espada que eran simplemente sublimes. Con una seleccin de la mayora de las tcnicas avanzadas, pas a una serie ms personal de maniobras, donde su propia alma flua en la hoja de la espada y la informaba de cada uno de sus movimientos.Cada maestro de la espada tena su propio estilo particular con el arma, y cada guerrero desnudaba un elemento de su corazn cuando luchaba, un aspecto de su personalidad que era tan nico y distinto como para resultar inconfundible a otro practicante del arte. La espada de Yvraine se alz ms y ms rpido, la punta cort el aire en una serie de veloces barridos que habran sido imposibles de no ser por las dcadas de entrenamiento y por el dominio de su propio cuerpo.Por fin, la espada ces su movimiento, tan repentinamente que un observador podra haber llegado a creer que nunca se haba movido. Con un destello de acero plateado la devolvi a su vaina e Yvraine se sent ton las piernas cruzadas una vez ms, y su respiracin fue volviendo a la normalidad mientras emerga de la meditacin.Abri los ojos, tranquila y refrescada despus de sus ejercicios, y sonri al sentir que las telaraas que haban nublado su alma durante el viaje desde Saphery se apartaban de ella como segadas por su espada. Yvraine se puso en pie, volvi a colgarse el arma a la espalda y ajust el cinturn sobre la armadura una vez ms.Extendi la capa sobre la espada y ech a andar en direccin a la lejana mansin.

_____ 3 _____Visitas

Primero fue la luz. Luego vino el sonido. Poda sentir la luz ardiendo a travs de sus prpados como si alguien hubiera plantado ante ellos una lmpara brillante, y los mantuvo cerrados con fuerza mientras sondeaba su entorno a travs de los dems sentidos. Yaca en un suave colchn, los miembros cmodos y cubiertos por una suave colcha. El aire era hmedo y saba a verde, con un aroma de tierra, como si yaciera al aire libre o estuviera dentro de un invernadero de plantas exticas.El olor era dulce y agradable, e inspir profundamente la mirada de aromas que lo rodeaban. Dondequiera que estuviese, era un lugar agradable, sin ninguna sensacin de peligro, y no sinti necesidad de moverse ms all de la identificacin de sus inmediaciones.Pudo or el zumbido de los insectos y el rumor de las hojas perturbadas por una suave brisa, adems de suaves vaharadas de lo que pareca perfume dispensado con el atomizador de una noble. Poco a poco, sus ojos fueron acostumbrndose a la luz y se arriesg a abrirlos gradualmente, por pasos, ajustndose a cada nivel del resplandor antes de abrirlos un poco ms.Por fin los abri del todo, aunque el brillo de la luz le haca sentirse todava un poco marcado. Sobre l, vio montones de titilantes hojas de cristal que ondeaban como agua en marcos dorados de metal que pareca demasiado fino para soportar tanto peso.Al girar la cabeza, observ que el extrao techo se extenda a su izquierda y su derecha, aunque result un misterio hasta dnde, pues pronto qued oscurecido por las altas ramas de unos rboles extraos. Ahora comprob que su anterior sospecha de que se hallaba al aire libre slo era correcta en parte, pues se encontraba dentro de un espacio formado por troncos de rboles, impermeable gracias al entretejido de los matorrales y plantas que nacan entre ellos.A travs del techo transparente vio las nubes persiguindose por el cielo, pero no senta el viento all donde se hallaba. Tal vez el techo era una especie de barrera mgica que protega del ambiente exterior mientras mantena una temperatura interior constante. Mientras miraba, una parte de uno de los cristales titilantes pareci estremecerse antes de lanzar un suave chorro de agua a las plantas ms cercanas.Trat de sentarse, pero se detuvo cuando todos los msculos de sus miembros protestaron, y se desplom en la cama con un gruido de dolor. Alz las manos, probando, y vio que estaban vendadas y not las palmas entumecidas.Pero lo ms sorprendente de todo fue el hecho de llevar un anillo de plata de compromiso en la mano izquierda.Estaba casado? Con quin? Y por qu no tena ningn recuerdo de ella?Un dolor profundo se apoder de su corazn cuando intent recordar, sin conseguirlo, el nombre de la doncella que le haba dado su anillo de compromiso. Estara ahora buscndolo, sin saber que haba sobrevivido al naufragio de su barco? Se pregunt si estara ya de luto...Tena que levantarse y descubrir dnde se encontraba y hallar un modo de recuperar la memoria si quera regresar con ella. Se llev la mano a la frente y palp otro vendaje que cubra un lado de su cabeza. Dio un respingo cuando advirti que se trataba de un corte reciente.Cmo haba llegado a este lugar? Y dnde, en nombre de Isha, se hallaba?Todo lo que recordaba era haber estado flotando en el mar, aferrado con desesperacin a un fragmento del barco naufragado. Ms all, todo estaba en blanco. Haba una playa y recordaba haberse arrastrado por la arena cuando lleg a la orilla. Advirti que otros elfos deban de haberlo encontrado, y el simple hecho de haber sobrevivido le hizo rer y llorar.Se haba herido la cabeza y tena las palmas en carne viva, pero qu otras heridas haba sufrido?Retir las suaves sbanas que lo cubran y descubri que bajo ellas estaba desnudo, la piel plida y hambrienta de luz. Con cuidado, se enderez en la tama y escrut su cuerpo en busca de otitis heridas. Encontr nudos de tejido cicatrizado en la cadera y el hombro, pero se trataba de heridas antiguas. No poda recordar cmo se las haba hecho, pero aparte de las heridas de la cabeza y las palmas (y el entumecimiento de los msculos) pareca sano.Haciendo acopio de fuerzas, se sent lentamente en la cama, con los msculos doloridos por el esfuerzo, y apoy los pies en el suelo, incorporarse necesit un esfuerzo adicional de voluntad y el corazn le golpe las costillas por la dificultad del movimiento. De repente fue muy consciente de que estaba desnudo y busc alrededor algo que ponerse. Vio una mesita detrs de la cama con una camisa limpia y calzas amplias.Se puso rpidamente la ropa, cuyo tejido era suave y fragante. Cundo haba sido la ltima vez que se puso ropa limpia? Pareca haber olvidado la suavidad de la seda o la comodidad de las ropas y, por mucho que lo intentara, segua sin poder recordar nada de su vida antes de su aventura en el ocano.Quin era y cmo haba aparecido flotando en el mar, ensangrentado y a punto de morir?Eran preguntas que necesitaba responder desesperadamente, pero no tena ni idea de cmo hacerlo. Tras decidir que lo mejor era averiguar primero dnde estaba, dio unos pasos vacilantes en torno a la verde habitacin, poniendo a prueba sus fuerzas y su sentido del equilibrio.Se sinti tambaleante al principio, pero con cada paso se supo ms fuerte y ms confiado.La cmara en la que se hallaba era un largo valo cuyo permetro estaba formado por los troncos de esbeltos rboles de corteza brillante, como aceitosa. Extendi la mano y apoy los dedos en el rbol ms cercano, e hizo una mueca al comprobar lo pegajosa que era la savia. Cogi una ancha hoja y se limpi, aunque tuvo que admitir que la fragancia de la savia era agradable. Cuanto ms descubra, ms consideraba que este lugar no se pareca a Ulthuan, sino a lo que contaban las historias del reino del Bosque de Athel Loren, situado en el lejano este del Viejo Mundo.Se dio la vuelta, pero no vio ninguna salida obvia. Al acercarse a un extremo de la habitacin, sin embargo, las enredaderas y lianas entrelazadas con los troncos se retiraron con un susurro sibilante, como una cortina de cuentas separada por una mano invisible.Sorprendido, vacil antes de acercarse ms, pero al asomarse a la abertura vio largas filas de plantas y lechos de flores extendindose ante l, y el extrao techo ondulante. Con precaucin, atraves la cortina de enredaderas, que sisearon al cerrarse a su espalda.Este espacio era mucho ms grande que la habitacin donde haba despertado y revelaba la obra de los elfos: largas paredes en terraza y hermosas columnas de las que colgaban plantas sorprendentes, la mayora de las cuales no fue capaz de reconocer.La puerta que haba atravesado lo haba trado a lo que pareca ser la terraza de unos jardines colgantes construidos en el costado de un acantilado. Sobre l, pudo distinguir el contorno de una impresionante vivienda cubierta de plantas.Se dirigi al pasillo ms cercano en busca de una ruta hacia arriba. El aire estaba lleno de multitud de diferentes olores y clido por efecto de la humedad, algo que le sentaba bien a la piel. A su izquierda, el gran jardn se alzaba en una serie de terrazas florecientes hasta una mansin que ocupaba un espacio grande de terreno, mientras que a la derecha se perda en los senderos que bajaban por los acantilados. Ms all de la pared lquida y transparente sujetada por los cables dorados, vio la resplandeciente luz de la maana y el brillante azul del gran ocano, cuya enorme extensin estaba salpicada de islas envueltas en bruma.Se estremeci al sentir de nuevo el fro abrazo del agua y le dio la espalda al ocano.Ech a andar por el pasillo de extraas plantas y percibi el inconfundible cosquilleo de la magia que llegaba del mar. Eso, combinado con la visin de la costa y las islas brumosas ms all, le dijo que deba de estar en Yvresse, aunque qu lo haba trado aqu era un misterio que esperaba fuera respondido pronto.Se detuvo para echar un vistazo ms reposado a algunas de las plantas, pero no pudo reconocer ninguna, cosa que no le sorprendi, pues por lo que saba no era botnico. Se acerc a algunas plantas, a otras no, ya que muchas de las ms grandes tenan aspecto depredador: ptalos grandes y serrados y tallos espinosos que se agitaban en el aire como giles ltigos que parecan llamarlo para que se acercara.Un poderoso aroma llen de pronto sus fosas nasales y se volvi a observar una alta planta con un grupo de brillantes pias rojas entre un espinoso volante de estambres que caan como las ramas de un sauce. Casi sin pensarlo de manera consciente, se acerc a la planta, oyendo un extrao sonido que resonaba ms all del simple acto de or, como si rebuscara en su mente para tranquilizar sus perturbados pensamientos. El aroma de esta flor aument hasta resultar abrumadoramente embriagador, y los sentidos se le llenaron de su seductora promesa.Sus pasos lo llevaron hacia la planta, y sonri aturdido mientras vea cmo las pias rojas se abran lentamente para descubrir bocas circulares pobladas de dientes que babeaban brillante saliva.La visin de semejante conjunto de dientes serrados tendra que haberlo alarmado, pero la cancin de sirena que canturreaba en su mente mantuvo a raya esos pensamientos y continu acercndose a la planta. Los estambres cados se irguieron lentamente, abrindose hacia afuera mientras l avanzaba voluntariamente hacia su abrazo.Apenas fue consciente de la sombra que se alzaba junto a su hombro, pero no pudo apartar los ojos de las bocas dentadas de la planta mientras la pegajosa saliva segua humedeciendo las hojas.Entonces la cancin hipntica que llenaba su mente se convirti en un grito y l chill cuando el penetrante alarido reson dentro de su crneo. El embriagador aroma de la planta desapareci y fue sustituido por el acre hedor de las hojas quemadas. Fuego borboteante man de las bocas abiertas de la planta mientras se retorcan entre las cristalinas llamas azules.Libre del hechizo de la planta, retrocedi tambalendose, asqueado de pronto por el olor a savia y a tierra mientras caa de rodillas y vomitaba a causa del hedor. Cuando se recuper lo suficiente, alz la cabeza y vio a una hermosa doncella elfa ante la masa retorcida de la planta quemada, mientras los restos titilantes de llamas mgicas moran en la yema de sus dedos. El pelo rojizo le caa hasta los hombros y lo llevaba sujeto con un cordn de plata trenzada, y sus penetrantes ojos verdes lo miraron con expresin de exasperacin levemente divertida.--Qu has hecho? --dijo--. A mi padre no le va a hacer ninguna gracia.

* * *

Eldain baj corriendo las escaleras de la Torre Hipocrena, abrochndose una tnica de terciopelo sobre la camisa de seda mientras lo haca. Valeina lo haba despertado justo despus del amanecer con la noticia de que haba llegado una visita a las puertas de Ellyr-charoi y solicitaba hablar con el seor de la casa.Normalmente, Eldain no reciba ninguna visita, y habra enviado a sta de vuelta sin atenderla, pero no se trataba de un husped corriente. Cuando le solicit la descripcin del visitante, Valeina describi un guerrero ataviado con una brillante armadura de ithilmar, un alto casco emplumado, y una poderosa espada.Eldain supo inmediatamente qu tipo de persona haba llegado a su puerta.Un maestro de la espada, uno de los guerreros msticos que viajaban por todo lo largo y ancho de Ulthuan, recopilando noticias e informacin para los maestros de la Torre de Hoeth. Nadie se negaba a recibir a un individuo semejante, y por eso le haba ordenado a Valeina que preparara un desayuno de pan fresco y frutas mientras se vesta.Qu poda buscar en Ellyr-charoi uno de los maestros de la espada? Mientras reflexionaba sobre esta pregunta en su mente, un fro temor se apoder de Eldain y sus ltimos pasos hacia el patio de verano fueron pesados y temerosos. Rhianna ya lo estaba esperando, y por su expresin vio que estaba igualmente sorprendida por la llegada del visitante, aunque su sorpresa era ms fruto de la emocin que de la preocupacin.--Has visto a nuestro husped? --pregunt Eldain sin ms prembulos.Rhianna neg con la cabeza.--No, ella est esperando en el saln de los palafreneros.--Ella?--S, Valeina me ha dicho que se llama Yvraine Hoja de Halcn.--Te ha dicho tambin por qu viene a Ellyr-charoi una maestra de la espada?--No, pero debe de traer noticias importantes pata haber venido desde Saphery.Eldain asinti.--Eso es lo que me preocupa --dijo.Juntos cruzaron el patio y siguieron la lnea de las murallas hasta una alta puerta de fresno tallado decorado con tiras de oro y plata en forma de caballos. Eldain inspir profundamente y abri la puerta, recorri el vestbulo de piedra blanca y sali al saln de los palafreneros, una cmara amplia y tenuemente iluminada adornada con trofeos y maravillosas escenas de caza de anteriores seores de la familia adaoin. Una larga mesa en forma de valo alargado ocupaba el centro del saln, donde en tiempos pasados los palafreneros de la noble casa cantaban, festejaban y bailaban despus de una buena cacera.Ahora el saln estaba vaco, no se cantaban canciones y haban pasado dcadas desde la ltima vez que el seor de los adaoin sali de caza. La entrada de Eldain y Rhianna dispers las hojas cadas cuando atravesaron el vestbulo. La ocupante de la cmara dej de contemplar el cuadro que mostraba a un noble elfo a lomos de un corcel blanco puro que mataba a una horrible bestia imitada de las Annulii.--Eres t, mi seor? --pregunt la maestra de la espada con voz suave y meldica.Eldain contempl el cuadro y sinti que el corazn le daba un vuelco.--No, es mi hermano.--Se parece mucho a ti.--Se pareca --dijo Eldain--. Est muerto.La maestra de la espada inclin profundamente la cabeza y Eldain vio la tremenda espada que llevaba a la espalda, una arma que sin duda era casi tan alta como ella.--Mis disculpas, lord adaoin, lamento tu prdida. Y perdona mis modales; an no me he presentado. Soy Yvraine Hoja de Halcn, maestra de la espada de Hoeth.Yvraine Hoja de Halcn era alta para ser una elfa, esbelta y de aspecto aparentemente poco adecuado para un maestro de la espada. Sus rasgos eran ms afilados que los de la mayora de los elfos de Ulthuan, y Eldain se relaj al no ver ninguna malicia en su joven rostro.--Yo soy Eldain Cabellos Ligeros --dijo l--. Lord de la familia adaoin y seor de todas las tierras desde aqu hasta las montaas. Y sta es mi esposa, Rhianna.De nuevo la maestra de la espada se inclin.--Es un honor conoceros, y que las bendiciones de Isha sean sobre vosotros.--Y sobre ti --respondi Rhianna--. Bienvenida a nuestra casa. Desayunars con nosotros?--Gracias --acept Yvraine--. Ha sido un viaje largo y, lo confieso, agotador. Me alegrar de tomar un poco de comida y agua, s.Yvraine se sent a la mesa y Eldain capt una sombra de leve decepcin en su rostro. Bien pudo imaginar su causa. Desde la muerte de su padre, el hogar ancestral de su familia se haba convertido en un lugar de duelo en vez de alegra. Silencios melanclicos y espectros de glorias pasadas llenaban los salones, donde antes risas y canciones resonaban entre los muros. La muerte haba picoteado en los pechos de los adaoin y acallado el salvaje latido de sus corazones arrebatadores.Rhianna y l se sentaron frente a Yvraine. Valeina entr con una amplia bandeja con pan y fruta y una jarra de cristal de fra agua de la montaa. Deposit la bandeja en el centro de la mesa y Eldain asinti en gesto de agradecimiento.--Eso ser todo, Valeina --dijo, extendiendo la mano para servir agua a Yvraine y a Rhianna antes de llenar su propia copa. Valeina se retir y cerr tras ella la puerta del saln de los palafreneros, dejando all a los tres sentados en silencio.Yvraine bebi su agua sin mostrar todava ningn signo de cul era el propsito que la haba trado all, y Eldain apenas pudo contener su curiosidad. En ocasiones, los maestros de la espada viajaban sin otro particular ms que recopilar conocimientos, llegando hasta los rincones ms lejanos de Ulthuan para interrogar a los nobles y guerreros locales sobre acontecimientos recientes que luego comunicaban a la Torre Blanca, pero Eldain ya saba que esta ocasin no era una de sas.Cada movimiento de Yvraine Hoja de Halcn le deca a Eldain que haba venido aqu con un propsito.--Has viajado directamente desde Saphery, maestra Hoja de Halcn?--As es --contest Yvraine, sirvindose una pieza de aoilym madura.--Y a qu debemos el placer de tu compaa?Eldain sinti el calor de la mirada de Rhianna y comprendi que estaba siendo descorts de puro brusco, pero si esta mujer traa su condenacin, prefera enfrentarse a ella lo ms pronto posible y no evitarla.Yvraine no mostr ningn signo externo de advertir su conducta ansiosa, y dio un mordisco a la fruta y sabore su carne deliciosamente fresca.--Traigo un mensaje de su padre para la hija de Mitherion Ciervo de Plata.--Un mensaje para m? --dijo Rhianna.El corazn de Eldain se calm y una brillante sonrisa de alivio se extendi por su rostro. Era tpico de un archimago recurrir a la pompa de enviar a uno de los maestros de la espada para entregar un mensaje, cuando haba una docena de formas distintas de comunicarse por medios mgicos.Extendi la mano para coger una pieza de fruta, y dijo:--Entonces te insto a entregarlo, dama Hoja de Halcn. Cmo se encuentra mi suegro?--Bien --respondi Yvraine--. Prospera y sus investigaciones sobre los fenmenos celestiales continan teniendo el favor de los seores del conocimiento. De hecho, sus adivinaciones estn demostrando ser de gran inters estos das.Rhianna se inclin sobre la mesa.--Por favor, no me consideres descorts, pero me gustara or lo que tiene que decir mi padre.Yvraine devolvi al plato el corazn del aoilym.--Por supuesto. Simplemente te pide que me acompaes de vuelta a la Torre de Hoeth.--Qu? A Saphery? Por qu?--No lo s --contest Yvraine, y Eldain not que haba una parte del mensaje que an no haba transmitido--. Pero me enviaron con cierta urgencia. Me he tomado la libertad de asegurarnos pasaje en un barco con destino a Tor Elyr y se le ha ordenado a su capitn que espere a nuestra llegada antes de zarpar. Si partimos pronto, podremos estar en Tor Elyr antes del anochecer.--Est enfermo? Es por eso que me manda llamar?Yvraine neg con la cabeza y una leve sonrisa asom a sus labios.--No, est bastante bien, te lo aseguro, mi seora. Pero insisti mucho en que ambos me acompaarais de regreso a Saphery.Al principio Eldain pens que haba odo mal, pero luego vio la expresin de silenciosa diversin en el rostro de la maestra de la espada.--Ambos? Quiere que ambos viajemos contigo?--As es.--Sin ningn motivo?--No me dieron motivos, simplemente una orden.--Y se supone que tenemos que hacer las maletas e ir porque l lo dice? --pregunt Eldain.Yvraine asinti y Eldain not que su irritacin aumentaba ante su falta de colaboracin. Aunque senta gran respeto por el padre de Rhianna, era, como muchos otros que practicaban la magia, algo imprevisible y caprichoso. Una tendencia que, saba, exista en su hija.Pero recorrer todo Ulthuan sin tener ni idea de por qu, ni de qu los esperaba al final del viaje pareca una peticin irracional, incluso para los baremos de un mago.Rhianna pareca igualmente confundida por la solicitud de su padre, pero la perspectiva de visitarlo pronto pudo ms que cualquier preocupacin por los motivos de su demanda.--No dio ninguna indicacin de por qu quiere que vayamos a la Torre Blanca? --pregunt Rhianna.--No dio ninguna.--Entonces te importara especular? --intervino Eldain--. Debes tener alguna idea de por qu enva a una de las guardianas de la Torre Blanca a recoger a su hija.Yvraine neg con la cabeza.--En la vida, la gente ms sabia y sensata evita las especulaciones. Maravilloso --pens Eldain--, guerrera y filsofa...

* * *

Se llamaba Kyrielle Verdetez y le haba salvado la vida.Cuando el dolor y la incomodidad del canto de sirena de la planta carnvora aromtica se desvaneci de su mente, ella lo ayud a ponerse en pie y lo reprendi mientras le sacuda la ropa limpia que haba dejado para l.--Mira cmo te has puesto! --dijo--. Y yo que me tom la molestia de buscar a uno de los guardias que tuviera tu mismo tamao!--Qu...? --pregunt l, sealando dbilmente los restos humeantes de la planta--. Qu era eso?--Eso? Oh, slo una de las creaciones ms destacadas de mi padre --dijo ella, despectiva, agitando una delicada mano--. En realidad, un pequeo experimento que, entre t y yo, no sali demasiado bien, pero le encanta trastear con cosas de ms all de este mundo para ver cmo combinan con nuestras especies nativas.--Est muerta?--Eso creo --respondi ella, y luego se ech a rer--. A menos que mi magia se est quedando muy oxidada.--Eres maga?--Tengo un poco de poder --respondi ella--, pero quin no lo tiene en Saphery?--Saphery? Eres de all? --pregunt l, aunque ya lo haba supuesto.--En efecto.Ella sonri.--Eres invitado de Anurion el Verde, archimago de Saphery, y ste es su palacio en Yvresse --dijo--. Yo, por otro lado, soy su hija, Kyrielle.l pudo sentir la pausa expectante despus de haber pronunciado su nombre, pero no tena nada que decirle.--Lo siento, mi seora, pero no tengo ningn nombre que darte. No puedo recordar nada de antes de que naufragara en el mar.--Nada? Nada en absoluto? Bueno, es una lstima --apunt ella, en una magistral muestra de cmo trivializar las cosas--. Bueno, no puedo hablar por ti si no tienes nombre. Te importara mucho si pensara un nombre para ti? Slo hasta que recuerdes el tuyo, por supuesto!Hablaba tan rpido que l tena problemas para seguirla, sobre todo con la bruma que pareca llenar sus pensamientos.--No, supongo que no --dijo.El rostro de Kyrielle se contrajo de una manera que sugera que estaba concentrndose.--Entonces te llamar Daroir. Te parece bien? --dijo por fin.El sonri.--La runa del recuerdo y la memoria.--Parece adecuado, verdad?--Daroir --repiti l, repasando mentalmente el nombre. No tena ninguna conexin con aquel nombre y por instinto supo que no se llamaba as de verdad, pero sera suficiente hasta que pudiera recordar cul era el verdadero--. Supongo que es adecuado, s. Tal vez sirva de ayuda.--Entonces, no recuerdas nada en absoluto? --quiso saber Kyrielle--. Nada de nada?--No --neg l con la cabeza--. Recuerdo que estuve a punto de morir en el mar y que me arrastr hasta la playa. Y... eso es todo.--Qu historia tan triste --dijo ella, y una lgrima le corri por la mejilla.Su sbito cambio de humor lo sorprendi.--Con una lgrima en los ojos y una sonrisa en los labios... --dijo.Aunque se oy decir aquellas palabras, a sus odos resultaron desconocidas, aunque fluan de modo natural de su boca.--Conoces las obras de Mecelion? --sonri ella entonces.--De quin?--Mecelion --repiti Kyrielle--. El poeta guerrero de Chrace. Acabas de citar El ms bello amanecer de Ulthuan.--Ah, s? --se extra Daroir--. Nunca he odo hablar de Mecelion, ni mucho menos he ledo ninguno de sus poemas.--Ests seguro? Por lo que sabemos, podras ser el ms grande estudiante de poesa de todo Ulthuan.--Cierto, pero qu podra estar haciendo en el mar un estudiante de poesa?Kyrielle lo mir de arriba a abajo.--No, no tienes mucha pinta de estudiante. Demasiados msculos. Y cuntos estudiantes tienen heridas como las que t tienes en el hombro y la cadera? Has sido guerrero en tus tiempos.Daroir se ruboriz, advirtiendo que ella tena que haberlo visto desnudo para conocer las viejas heridas de su cuerpo. Kyrielle se ech a rer al ver cmo se ruborizaban sus mejillas.--Pensabas que te habas desnudado t slito? --pregunt.l no respondi. Ella lo cogi de la mano y lo condujo hasta un hermoso arco de hojas de palmera que se separaron cuando se acercaron para revelar una escalera que se alzaban hacia la mansin emplazada en lo alto del acantilado.La escalera tallada en la roca era tan hermosa que Daroir no estuvo seguro de que se hubiera formado de manera natural. Extraamente para este lugar de maravillosa flora, los peldaos estaban completamente libres de hierba o tierra, como si las plantas supieran que tenan que mantener despejado el ascenso.La sigui de buena gana mientras ella lo guiaba escaleras arriba.--Adnde vamos?--A ver a mi padre --respondi Kyrielle--. Es un mago poderoso y tal vez pueda devolverte la memoria.Le solt la mano y empez a subir. Daroir sinti un clido brillo envolverlo cuando ella le sonri, como si alguna extraa magia tranquilizadora estuviera funcionando en su interior.La sigui escaleras arriba.

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Muy, muy lejos, en una tierra carente de risas amables o de luz del sol que calentara la piel, un agudo chillido que hablaba de sangre derramada reson en una torre de descarada oscuridad. Alrededor de esta torre, la ms alta y ominosa, haba cien ms, fras y apestando a malicia, y alrededor de stas haba un millar ms. Humo negro se arremolinaba en torno a ellas, que se alzaban sobre una ciudad emplazada al pie de montaas de hierro y que viva en las pesadillas del mundo.Era Naggarond, la Torre del Fro..., el olvidado dominio del Rey Brujo, temible gobernante de los oscuros parientes de los elfos de Yvraine.Los druchii.Castillos y torretas negras rodeaban la poderosa torre que se alzaba en el centro de la ciudad, envuelta en la lluvia cenicienta de aquellos que haban sido quemados en las piras de sacrificio que an ardan, rojas y negras, en templos cubiertos de sangre.Murallas de treinta metros de altura rodeaban la ciudad, y de las murallas se alzaba un bosque maligno de torres oscuras y retorcidas donde ondeaban los estandartes ensangrentados del infernal amo de la ciudad. Un ejrcito de cabezas cortadas y un tapiz de pieles colgaba de las picudas almenas, y los asquerosos restos goteaban por la negra pared de la muralla.Aves carroeras revoloteaban sobre la ciudad en una nube omnipresente, sus gritos resonaban hambrientos e impacientes mientras cruzaban el cielo ominoso y carente de alegra. El golpeteo de los martillos y el roce del hierro se alzaba en la ciudad, mezclndose con los gritos de angustia y los gemidos de los condenados en un terrible cntico mortal que no cesaba nunca.Los habitculos de los elfos oscuros, ruinas ominosas y destrozadas, ticos expuestos al viento y torres embrujadas, llenaban la ciudad, cada uno de ellos ms triste que el anterior.El grito surgido de la torre ms alta del centro de la ciudad perdur, como si el aire mismo lo estuviera saboreando, y los que lo oyeron dieron gracias a sus dioses por no ser ellos quienes sufran hoy. Los gritos llevaban das repitindose, y aunque no eran nuevos en Naggarond, hablaban de un nivel de sufrimiento que superaba la imaginacin.Pero el origen de los gritos no era uno de los elfos de piel de marfil de la ciudad, sino de un hombre, aunque haba cortado todos los lazos con su especie haca muchos aos por el xtasis de la batalla y la adoracin de los Dioses Oscuros del norte.En una habitacin cerrada, iluminada tan slo por las ascuas de un brasero humeante, Issyk Kul produca sus oscuros tormentos en un lienzo de carne que le haba entregado la Hechicera Bruja. De dnde proceda el joven era irrelevante, y lo que saba no tena importancia, pues Kul no haba iniciado sus torturas con ningn otro propsito ms que infligir agona. Convertir en una ruina maravillosa aquel cuerpo perfecto, y sin embargo mantenerlo con vida y consciente del horror que se le causaba era a la vez su arte y un acto de adoracin.Kul era ancho y musculoso, y su cuerpo duro como el hierro debido a los rigurosos climas norteos del Viejo Mundo y una vida de guerra y excesos. Cordones de cuero sujetaban un tramado de placas moldeadas para ajustarse a su cuerpo bronceado, su armadura brillaba y ondulaba como si fuera carne rosa despellejada, y su piel reluca con ungentos perfumados. Una cabellera dorada y luminosa remataba el rostro de un libertino, de rasgos bien dibujados y atractivos hasta el punto de la belleza. Pero donde terminaba la belleza comenzaba la crueldad, y sus grandes ojos no conocan la piedad ni la compasin, slo la infame indulgencia y la obsesin del fetichista.Cuando terminara con su juguete, lo liberara, sin ojos, sin labios y enloquecido. Lo soltara en la ciudad para que babeara y suplicara una muerte que tardara en venir. Deambulara por las calles convertido en una rareza, y los gritos de repulsin y admiracin lo perseguiran hasta los ms oscuros rincones de la ciudad, donde se convertira en un festn para las criaturas de la noche.Kul se apart de su obra, descart las agujas y seleccion una hoja tan fina y esbelta que no serva para ninguna otra cosa ms que para infligir las torturas ms espantosas en los rganos ms sensibles del cuerpo.Ms gritos llenaron la cmara, y los de Kul se unieron a los de su juguete. Sus gruidos alcanzaron el clmax en un aullido atvico de placer mientras completaba su violacin de lo que una vez fue un plido mensajero de ojos brillantes.Saciados sus deseos por el momento, Issyk Kul se inclin para besar los gimoteantes pedazos de carne.--Tu dolor ha complacido al gran dios Shornaal, y por eso te doy las gracias --dijo.Se dio media vuelta para abandonar la cmara, detenindose slo lo suficiente para recuperar una espada gloriosamente elaborada de curvas sinuosas y crueles pinchos. La empuadura de hueso picote la carne de sus manos y una cuchilla ubicada en el mango le marc la palma cuando gir la hoja para meterla en la vaina que llevaba a la espalda.Ms all de los confines de la habitacin que utilizaba como templo de adoracin, un pasadizo de piedra se perda a derecha e izquierda, siguiendo la forma de la torre, y Kul ech a andar con largas y grciles zancadas hacia los cnticos y gemidos.La msica de la torre estaba imbuida en su estructura, milenios de sufrimiento y sangre improntados en sus mismos huesos. Kul