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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA CENTRO UNIVERSITARIO DE OCCIDENTE DIVISIÓN DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA CARRERA DE AGRONOMÍA Y GESTIÓN AMBIENTAL LOCAL ASIGNATURA: INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA RURAL Y A LA ANTROPOLOGÍA SOCIOCULTURAL CATEDRÁTICO: ING. AGR. RICARDO PELLECER CULTURA POPULAR Y CULTURAS INDÍGENAS EN GUATEMALA Introducción General: Desde hace muchos años se viene denunciando en forma sistemática la violación de los derechos humanos por parte de los diversos regímenes que han gobernado en Guatemala desde 1954, aunque en la actualidad, y a partir de la firma de los Acuerdos de Paz, dichas violaciones se hayan reducido ostensiblemente. En cualquier caso, durante, mucho tiempo se ha mantenido una política cultural de genocidio y etnocidio por parte de los distintos gobiernos. Una política cultural representa, entre otras cosas, una línea a seguir por parte del Estado nacional, en términos de su propia cultura, con miras a conformar una identidad nacional en la cual se reconozca la mayoría de sus conciudadanos. Parecería entonces que la política cultural que han perseguido tales gobiernos es la de negar y destruir a sangre y fuego, como una política consciente y deliberada, aquella identidad cultural con la cual se identifica por lo menos el 60 % de la población guatemalteca: la cultura indígena. Así, podemos decir que se ha intentado asesinar deliberadamente a siglos de cultura autóctona: idioma, historia, mitos, leyendas, expresiones artísticas, etc. La población indígena guatemalteca nunca olvidó que preservar su cultura era fundamental para mantenerse viva como pueblo. Ni la barbarie de la conquista española que impuso nuevos patrones culturales dominantes, ni el posterior menosprecio ESCUELA DE VACACIONES CYT, DICIEMBRE 2,014 1

06 Cultura Popular Y Culturas Indígenas de Guatemala (1)

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Antropologia

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Universidad de San Carlos de Guatemala

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALACENTRO UNIVERSITARIO DE OCCIDENTEDIVISIN DE CIENCIA Y TECNOLOGACARRERA DE AGRONOMA Y GESTIN AMBIENTAL LOCALASIGNATURA: INTRODUCCIN A LA SOCIOLOGA RURAL Y A LA ANTROPOLOGA SOCIOCULTURALCATEDRTICO: ING. AGR. RICARDO PELLECER

CULTURA POPULAR Y CULTURAS INDGENAS EN GUATEMALA

Introduccin General:

Desde hace muchos aos se viene denunciando en forma sistemtica la violacin de los derechos humanos por parte de los diversos regmenes que han gobernado en Guatemala desde 1954, aunque en la actualidad, y a partir de la firma de los Acuerdos de Paz, dichas violaciones se hayan reducido ostensiblemente. En cualquier caso, durante, mucho tiempo se ha mantenido una poltica cultural de genocidio y etnocidio por parte de los distintos gobiernos.

Una poltica cultural representa, entre otras cosas, una lnea a seguir por parte del Estado nacional, en trminos de su propia cultura, con miras a conformar una identidad nacional en la cual se reconozca la mayora de sus conciudadanos. Parecera entonces que la poltica cultural que han perseguido tales gobiernos es la de negar y destruir a sangre y fuego, como una poltica consciente y deliberada, aquella identidad cultural con la cual se identifica por lo menos el 60 % de la poblacin guatemalteca: la cultura indgena. As, podemos decir que se ha intentado asesinar deliberadamente a siglos de cultura autctona: idioma, historia, mitos, leyendas, expresiones artsticas, etc.

La poblacin indgena guatemalteca nunca olvid que preservar su cultura era fundamental para mantenerse viva como pueblo. Ni la barbarie de la conquista espaola que impuso nuevos patrones culturales dominantes, ni el posterior menosprecio de su expresin y creatividad por parte de los sectores ladinos (es decir, todos los no indgenas que componen la formacin social guatemalteca), volcados sobre patrones culturales europeos y norteamericanos, lograron doblegar a este pueblo, descendiente de la civilizacin maya una de las grandes luces en la historia de la humanidad -. Al contrario, la poblacin indgena continu recogiendo y perpetuando las tradiciones culturales ancestrales a pesar de la opresin padecida desde la poca colonial.

Posteriormente, esta poblacin fue el blanco predilecto del ejrcito guatemalteco. Lo que era una actitud de impotencia ante sus dificultades por encontrar a las unidades armadas guerrilleras, se constituy en una poltica sistematizada y framente calculada que afect directamente la base cultural de las mayoras guatemaltecas, convirtindose en un verdadero etnocidio.

El etnocidio significa que a un grupo tnico se le niega su derecho a disfrutar, desarrollar y transmitir su propia cultura. Esto implica una forma extrema de violacin masiva de los derechos humanos, particularmente del derecho de los grupos tnicos al respecto de su identidad cultural, tal como lo establecen numerosas declaraciones, pactos y convenios de las Naciones Unidas y sus organismos especializados, as como diversos organismos regionales intergubernamentales y numerosas organizaciones no gubernamentales.

En el caso guatemalteco no se trat simplemente de evitar que los grupos tnicos disfrutaran, desarrollaran y transmitieran su propia cultura. Lo anterior se aun a una campaa de exterminio masivo de la poblacin, implementada por medio de la destruccin de aldeas y el arrasamiento de las tierras cultivadas. Se trat pues, de un genocidio, aunado a un etnocidio.

Es debido a todo lo anterior que en el presente documento hacemos especial hincapi en el estudio de la cultura indgena, la que ha dado siempre al pas su peculiaridad, su riqueza, sus races. Es slo entendiendo histricamente a aqulla que podemos comprender, por un lado, su singular importancia, y por el otro, la sistemtica destruccin de la misma y los esfuerzos por impedir su desarrollo.

Por todo lo anterior, hemos dividido el presente trabajo en cuatro partes que tratan diversos aspectos, todos ntimamente relacionados.

En la primera parte, abordaremos el problema metodolgico de fondo, es decir, la definicin del concepto de cultura. A riesgo de dar la impresin de pecar de pruritos cientficos, nos parece de gran importancia el dejar firmemente establecidas las bases a partir de las cuales entablamos nuestro dilogo y sistematizamos nuestro pensamiento.

Consecuencia de lo anterior, la necesaria diferenciacin que establecemos en la segunda parte entre la llamada cultura dominante y las llamadas culturas dominadas, fenmeno natural en una formacin social no integrada.

En la tercera parte abordamos ya, desde nuestra anterior ptica metodolgica, los antecedentes histricos de la opresin de las culturas dominadas, centrndonos en el aspecto indgena por su carcter mayoritario y distintivo.

Y, finalmente, en la cuarta parte, partimos de lo anterior para explicar el desarrollo de las culturas populares como resistencia e instrumento de lucha por la soberana.

Problema metodolgico: el concepto de cultura

En sus orgenes, el concepto de cultura fue utilizado para significar la accin de cultivar algo. A partir del siglo XVIII, le son atribuidos contenidos diferentes: uno en relacin con la filosofa de la historia humana, otro haciendo hincapi en la diferencia y especificidad de la realidad de los diferentes grupos humanos. As, en el primer caso, el concepto abarcara lo especfico de la ideologa de una nacin, y en el segundo, se refera ms bien al contenido epistemolgico y tecnolgico de un grupo humano.

Posteriormente, este concepto ha sido objeto de abundantes definiciones. Kroeber y Kluchhohn clasificaron 300 definiciones diferentes que iban desde la estructuracin normativa a la descripcin del concepto, pasando por los aspectos psicolgicos e histricos.

As por ejemplo, en 1871 Tylor define la cultura como un conjunto complejo formado por la creencia, el conocimiento, la ley, la moral, las costumbres y hbitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de una sociedad.

En 1936 Linton, exponente de la corriente culturalista, intenta definir el concepto como el conjunto de ideas, respuestas afectivas y condicionadas y configuraciones habituales que han adquirido los miembros de una sociedad por medio de la instruccin o la imitacin.

Posteriormente Malinowski piensa que la cultura es el conjunto integral de ideas, tcnicas y creencias y costumbres de los hombres.

Hoy sabemos que la cultura, an cuando se produzca como impulso individual de expresin es, en gran parte, una actividad resultante de los factores econmicos y polticos; es la expresin ms o menos dinmica del tipo de relaciones que prevalecen en la sociedad. La cultura, fruto de la historia de un pueblo, determina en muchos aspectos el desarrollo de ste, por la influencia positiva o negativa que ejerce sobre la evolucin de las relaciones entre el hombre y su medio, entre los hombres o grupos humanos dentro de una sociedad, as como entre sociedades diferentes. La cultura es, por tanto, elemento esencial en la historia de un pueblo. Permite conocer la visin de los conflictos econmicos, polticos y sociales que elabora la conciencia social para la representacin y / o solucin de los mismos. La cultura, adems de representar las relaciones de produccin, contribuye sea a repetirlas, transformarlas o inventar otras. En la cultura se confrontan las ideas y se divulgan los intereses de clase.

Si la cultura es, entonces, elemento esencial en la historia de un pueblo, se vuelve absolutamente estratgica cuando en un espacio territorial conviven diversos grupos tnicos.

En efecto, la mayora de antroplogos definen lo tnico como un complejo que involucra, siguiendo formas especficas de interrelacin, ciertas caractersticas culturales, o bien, a una comunidad que comparte valores culturales fundamentales realizados con una unidad manifiesta de formas culturales. Ahora bien, la etnicidad debe ser considerada como una dimensin de las clases o, si se quiere, como un nivel de las mismas. De esta manera, toda clase o grupo social posee una dimensin tnica propia. Sin embargo, las dimensiones que configuran la naturaleza de una clase pueden partir de diversos elementos: condiciones econmicas comunes, proyectos polticos compartidos, y tambin a partir de los componentes tnicos. As pues, la etnia o el grupo tnico se caracteriza por ser un conjunto social que ha desarrollado una fuerte solidaridad e identidad social a partir de los componentes tnicos. Esta identidad tnica, permite al grupo no slo definirse como tal, sino adems establecer la diferencia o el contraste respecto a otros grupos. Tenemos entonces que la etnia no es la depositaria exclusiva de la etnicidad. La etnia es el conjunto social que ha desarrollado formas de identidad enfatizando los componentes tnicos. Otros grupos sociales desarrollan formas distintas de identidad, enfatizando dimensiones de otro orden, y sin dejan tampoco de poseer su propia identidad, es decir, que se integra al campo de comunicacin e interaccin en el cual, compartiendo los valores culturales, el grupo se identifica a s mismo como tal y se auto perpeta biolgicamente. Tenemos entonces que lo tnico no es un elemento ni extrao ni incompatible con lo clasista, y que los grupos tnicos no pierden su raz de clase.

Habiendo clasificado as nuestro aparataje conceptual, quiz queda ms claro por qu en el caso de Guatemala el fenmeno tnico est ntimamente ligado al fenmeno cultural. A diferencia de otras zonas del planeta, en Guatemala el hecho de compartir una cultura comn tiene una importancia central en la constitucin de la etnicidad; es una caracterstica primaria y definitiva de la organizacin del grupo tnico, siempre y cuando no perdamos de vista, desde luego, la articulacin de los conceptos de etnicidad y de cultura con la problemtica clasista.

Esto ltimo es as porque cualquier factor cultural tiene que considerarse dentro del proceso social de produccin de su respectiva formacin social. Lo econmico y lo cultural configuran una totalidad indisoluble, de manera que siempre existe una interdependencia entre materia y significacin. As, al considerar la cultura como una produccin que, por medio de la reestructuracin del sentido, busca forjar la identidad de uno o ms sectores sociales, tenemos obligatoriamente que reflexionar en torno a la coyuntura poltica dentro de la cual y en respuesta a la cual ha sido elaborada, as como en torno a la situacin y la opcin de sus autores, en el contexto de la lucha de clases. Esto no significa, desde luego, que hagamos un mecanicismo simplista del tipo clase dominante = cultura dominante, clase dominada = cultura dominada. Sin embargo, es innegable que en las relaciones de dominacin entre los grupos sociales opera tambin la dimensin cultural. Los sectores dominantes buscan por este medio asegurar su poder hegemnico. La llamada cultura subalterna o cultura popular es, muchas veces, reducida a una caricatura de la cultura dominante, una representacin o reelaboracin simblica inorgnica, dispersa, ambigua, del conjunto de las clases que estn subordinadas econmica, poltica y culturalmente a las clases hegemnicas.

Esto se debe en gran medida, desde luego, a que el creador de formas de cultura popular est marginado del acceso a las materias primas y a los instrumentos y tcnicas de produccin, adems del constante bombardeo ideolgico a todos los niveles. Sin embargo, esta misma cultura popular tiene el potencial para poder transformarse en elemento movilizador al ocurrir un cambio de coyuntura en su respectiva formacin social. En este caso, los elementos positivos de la cultura popular (donde se refugian algunas de las mejores tradiciones del pueblo frente a la penetracin extranjerizante) se imponen a los negativos (las supersticiones, los tabes, las concepciones idealistas acerca de las fuerzas sobrenaturales, etc.) convirtiendo a la cultura popular, como un todo, de un arma ideolgica para la transformacin del sistema social.

Desde luego, al plantearse este problema tericamente, se parte del presupuesto bsico de que la cultura popular, por dispersa o ambigua que sea, posee rasgos que le son propios, que no son simples deformaciones o imitaciones de la cultura dominante. Por lo mismo, esta situacin es an ms difcil en muchas de las formaciones sociales dependientes, en las cuales la misma cultura dominante no es la expresin de los grupos dominantes en las dimensiones econmico-social y poltica, sino que estos a su vez han imitado, caricaturizado y adoptado las expresiones culturales de los centros hegemnicos europeos y norteamericanos.Sin embargo, en aquellas formaciones sociales dependientes en las cuales coexisten diversos grupos tnicos, las culturas populares generalmente son expresiones de grupos tnicos dominados, no slo poseen rasgos que les son propios, sino que hasta puede decirse que, en estos casos, los sectores dominados que no han perdido del todo su identidad tnica, poseen una mayor identidad cultural propia que los sectores dominantes de esa misma formacin social. Esto, sin caer en el romanticismo populista que pretende creer que estos grupos tnicos mantienen la pureza de sus tradiciones culturales, sin que exista ningn conflicto e intercambio entre ellas y la cultura dominante. Pero evitando el otro extremo tambin, que tiende a ver los rasgos culturales de los grupos tnicos dominados como un producto exclusivamente colonial.

Los grupos tnicos dominados, an cuando posean rasgos culturales particulares, participan como clientes de la cultura dominante, an cuando no participen como autores o colaboradores de esa cultura. A nuestro parecer, es precisamente en aquellas formaciones sociales dependientes en las que existe una identidad tnico-cultural por parte de los dominados, donde ese mismo factor pasa a convertirse, con mayor facilidad, en un factor de movilizacin de esos mismos sectores. La defensa de la especificidad tnica acta como elemento positivo, conteniendo normas culturales-ideolgicas que posibilitan la destruccin de las viejas estructuras y la transformacin del sistema social.

Diferencias Y Desigualdades, Cultura Dominante Y Culturas Dominadas:

Habiendo presentado ya el problema desde una ptica terica-metodolgica, pasaremos ahora a los hechos concretos. Y para esto, partamos desde el principio.

Guatemala es una formacin social dependiente. Esto quiere decir que existe, en lo social, la contradiccin entre una clase dominante que compromete al Estado Nacional en un proyecto que no expresa los intereses de las otras clases nacionales y que en la mayora de los casos son antitticos a ellos, y unas clases subalternas que si bien se encuentran y constituyen la base misma de lo nacional, no logran expresarse nacionalmente. En lo cultural, sus sectores dominantes no poseen una identidad propia, sino que la misma es el resultado de un mestizaje entre rasgos de los diversos centros hegemnicos que han controlado poltica y econmicamente al pas, y elementos tnicos de los sectores dominados.

La penetracin cultural en Guatemala, forjadora de la llamada cultura dominante tiene bsicamente tres orgenes: Francia, Estados Unidos de Norteamrica y Espaa, en orden ascendente. Elementos de estas tres formaciones sociales han dejado su influencia en el conjunto de la formacin social guatemalteca, pero su influencia es especialmente aguda en la visin del mundo de sus sectores dominantes. Dicha situacin parte desde las caractersticas mismas de la Conquista, en la cual se impusieron como dominantes los valores culturales espaoles, quienes a su vez le impusieron los mismos por la fuerza a las sociedades derrotadas en la guerra de la conquista. Basta mencionar a manera de ejemplo la religin catlica y la lengua castellana. Y no son ejemplos menores. Si partimos del hecho de que el lenguaje es antes que nada una actualizacin vocal de la tendencia a ver la realidad de forma simblica y es precisamente esta cualidad la que le convierte en un instrumento propio de comunicacin, nos damos cuenta que el lenguaje es, en efecto, la gua simblica de la cultura. La concepcin misma del lenguaje es consecuencia de la Conquista, ya que en la mayora de grupos maya-toltecas, la realidad y el lenguaje son percibidos diferentemente que en Occidente. No existe una distancia entre la palabra y la experiencia. Para muchos grupos indgenas, la palabra tiene su propio poder; nombrar las cosas es realizar su apropiacin, designar los hechos es crearlos[footnoteRef:2]. La importancia de las religiones en la formacin de la cosmovisin de individuos y grupos sociales es igualmente fundamental, y de inters excepcional en la formacin o transformacin de la cultura. [2: Un ejemplo entre otros muchos de lo anterior nos lo proporcionan los Mam. Es sumamente interesante analizar ciertos aspectos de la transmisin del conocimiento: el chinam (sacerdote, astrlogo, curandero) nunca dir a la persona que est formando: la Flor de China sirve para curar las infecciones de los ojos, sino que en un primer momento lo har ir con l a buscar las plantas y despus le pedir que vaya l solo a recogerlas. Le dejar que establezca slo la relacin entre la planta y el enfermo que ser curado, y nicamente si el aprendiz le pregunta la Flor de China sirve para curar las infecciones de los ojos?, l le responder s. Es nicamente en este momento que la funcin de la transmisin de un conocimiento particular se considera terminado.]

Con la consolidacin del Estado colonial, sin embargo, los mismos sectores dominantes denominados criollos trataron de negar la enseanza de la cultura occidental a sus sbditos colonizados, como una manera ms de ejercer un mximo control poltico sobre su poblacin. Asimismo, la misma explotacin y discriminacin de la cual fueron vctimas los sectores conquistados, favorecieron la creacin de reacciones defensivas ante el sistema de explotacin. Una de stas fue la de mantener la cohesin, la homogeneidad de los grupos tnicos, lo cual implicaba un fortalecimiento de sus propios valores culturales con el consecuente rechazo de los ajenos.

Esta misma dialctica que tena a la explotacin como eje, gener un enorme desprecio por las culturas llamadas indgenas, de parte de los sectores dominantes. Sabindose usurpadores y buscando reafirmar continuamente su identidad occidental para auto justificar la explotacin de la cual haca vctima a las grandes mayoras desde el origen mismo del sistema colonial, gener en estos sectores una admiracin sin lmites y sin criterios valorativos, de todo aquello que tuviera origen europeo (y, ya en el siglo XX, norteamericano) por vulgar o poco trascendente que fuera. Por supuesto, este apego a lo extranjero se fue agudizando conforme se sofisticaban los mecanismos de la dependencia. Fue as como si en el siglo XIX bastaba con recitar la lista de los monumentos histricos de Pars; ahora no hay pequeo burgus que se respete si no ha pasado unas vacaciones en Disney World, ido de shopping a Miami, realizado una excursin a Europa en viaje hoy y pague maana, posea los ltimos discos editados en Estados Unidos, hable mnimamente el ingls y salpique sus propias expresiones con palabras de dicho idioma, refirindose al stroller del baby, al relax del web-end, o lo nice que es highball o un gin and tonic en un da caluroso, etctera. Y ni hablar de los elementos de comunicacin de masas, que ya han sido objeto de estudios por parte de los comuniclogos.

A pesar de todo lo anterior, bastantes elementos de las culturas dominadas se han integrado al conjunto de valores y referencias de la cultura dominante. La comida es una de stas, de singular importancia dada la cotidianeidad de la necesidad alimenticia y su incorporacin diaria a las costumbres desde los primeros momentos de la existencia. La tortilla, hecha a base de maz, elemento de primersimo orden en la cosmovisin del mundo indgena pre y posthispnico, es tambin elemento de primero orden en la mesa de los sectores burgueses. Aunque sea por esnobismo en algunos casos, se comen las tortillas acompaadas por frijoles revueltos, como un plato tpicamente guatemalteco, sin que se quiera tener conciencia del origen eminentemente popular de esa costumbre alimenticia.

La marimba fue otro elemento del que se apropiaron los sectores dominantes. A pesar de que en aos recientes su popularidad ha sido desplazada por la de los conjuntos de rock nroll o los rganos elctricos, continan observndose las marimbas en hoteles de lujo, vinculadas las mismas, desde luego, a la industria del turismo.

Esta ltima ha sido tambin factor decisivo para que, recientemente, diversas artesanas tales como huipiles, tejidos, objetos de barro, etctera, fueran incorporadas por los sectores dominantes. Sin embargo, hay que subrayar que lo mismo no habra pasado de no haber sido por la aceptacin que los mismos tuvieron por la burguesa europea y norteamericana, razn que empuj a los sectores burgueses locales a imitar este nuevo giro de sus modelos de comportamiento, y a aceptar dicha artesana como objetos de arte (y hasta de esnobismo entre las seoras de la alta sociedad, como se ha vuelto el poseer huipiles lujosos que se ostentan en las ms perfumadas reuniones sociales) y no como cosas de indios.

Inversamente, es evidente que una enorme cantidad de elementos culturales extranjeros que fueron primeramente asimilados y digeridos por los sectores dominantes, fueron enseguida reciclados hacia los sectores populares con diversos grados de fragmentariedad, dada la dialctica de la aceptacin / impugnacin con que los sectores populares reciben los mismos. Lo sorprendente es ms bien que a pesar del bombardeo de los sectores dominantes, aunando a la mistificacin de las culturas populares, segn la cual toda produccin cultural popular era inferior por el hecho de ser popular, asignndole un lugar de inferioridad con el calificativo de pintoresco, sta ltima haya sobrevivido tan bien como lo hizo. Esto no quiere decir, desde luego, que no hubieran como en todas las formaciones sociales productos de la cultura hegemnica compartidos por las culturas populares, productos de la cultura hegemnica que pasaron paulatinamente a las culturas populares, y productos de la cultura hegemnica elaborados por ella para el consumo de las culturas populares e impuestas a sta.

A manera de ejemplo, basta con citar entre los primeros tanto valores tico-morales como los del cristianismo o prejuicios como aquel de que la mujer es inferior al hombre y su lugar est en la casa, al lado de sus hijos, etctera, entre los segundos a todos los productos que antes consuman los sectores dominantes y ahora son consumidos por las clases populares tales como ciertos artculos de ropa, ciertos bailes o estilos musicales, productores plsticos, cnones de belleza y moda masculina y femenina, etctera y entre los ltimos, a todos los productos de baja calidad, desde ropa hasta muebles, juguetes y diversiones, radio y telenovelas, pelculas, etctera.

No vamos en este breve trabajo, entrar a desmenuzar cada uno de estos elementos, ya que ese no es el objetivo del mismo. Basta con afirmar que en Guatemala como en cualquier sociedad dividida en clases el sistema cultural es extremadamente complejo y esencialmente contradictorio. Por esta razn no se puede hablar de cultura, sino que se tiene que hablar, en una dimensin dialctica diferencial, de culturas. Hacer esto ltimo significa que existe una cultura dominante y varias culturas dominadas, existiendo una contraposicin bsica entre la primera y las segundas. Y, finalmente, sealar que ninguna de stas se encuentra en estado puro, sino que existe un movimiento continuo, elementos que se encuentran mezclados y que se estn mezclando y separando continuamente, como parte del mismo proceso de oposicin dialctica. Si no me extend en esta parte sobre los aspectos propios de las culturas populares (que en el caso guatemalteco pesan ms que los rasgos supeditados, subordinados a la cultura hegemnica) es porque precisamente esas caractersticas sern el tema del siguiente captulo.

La Opresin Indgena: Antecedentes Histricos

En Guatemala, hablar de culturas populares es esencialmente aunque no exclusivamente hablar de culturas indgenas.

De los catorce millones de habitantes que tiene aproximadamente el pas, ocho millones son indgenas de origen maya-tolteca, descendientes de los nativos prehispnicos que habitaban el actual territorio guatemalteco en el momento de la conquista espaola.

En 1524 aquellas sociedades constituan nacionalidades emparentadas genealgicamente, cuyos idiomas y rasgos culturales se diferenciaban relativamente poco, y que se disputaban entre s territorio y hegemona. Las sociedades prehispnicas maya-toltecas eran un grupo social y polticamente bien estructurado, con variadas y complejas formas de expresin cultural.

La victoria militar de los espaoles impuso por la fuerza la cultura del nuevo centro hegemnico dominante. Este busc destruir, con todos los medios a su alcance, la expresin cultural de los pueblos maya-toltecas, los cuales fueron esclavizados y vieron su poblacin reducida drsticamente.

As los indgenas que formaban anteriormente una estructura social dividida en grandes seores, una nobleza intermedia de cabezas de calpul, maseguales, esclavos, y con relaciones de dominacin tributaria, pasaron a ser, en la organizacin social colonial, una masa de trabajadores serviles, agrupados en los llamados pueblos de indios. Se salvaron nicamente ciertas camarillas de nobles quienes fueron exentos de servidumbre y utilizados por los espaoles como capataces de esclavos. Las caractersticas culturales que fueron desarrollando los indios coloniales, cuyos rasgos esenciales todava sobreviven, fueron consecuencia de las presiones sufridas por la clase de siervos nativos en la estructura colonial, de las funciones desempeadas por el siervo en dicha estructura, y tambin, por supuesto, de las resistencias y respuestas elaboradas por el siervo apresado en aquella estructura de la que formaba parte. En otras palabras, el desarrollo cultural del indgena en la colonia fue a la vez un proceso de penetracin cultural espaola y de autodefensa tnica frente a la penetracin. Su cultura fue modelada por el proceso mismo de la explotacin colonial, con todo lo que esto ltimo conllevaba. As se fue fragmentando y diluyendo el conocimiento y la visin del mundo que los nativos prehispnicos posean, a la vez que la minora eximida de servidumbre buscaba reconstituir algunos valores de aquella cultura perdida dentro del nuevo contexto, como elemento de dominacin de las masas indgenas, y como medida de la preservacin de sus privilegios coloniales. La cultura indgena que se forj en la colonia, no era una cultura que antes haba sido hegemnica y que haba pasado a ser de la cultura popular. Era una cultura bsicamente nueva, producto de las nuevas relaciones de dominacin, pero que retena clandestinamente elementos maya-toltecas, a la vez que elaboraba nuevos elementos de resistencia a la opresin.

As, cuando los conquistadores espaoles, y luego los colonizadores, promulgaron las ordenanzas de 1681 para prohibir a los indios del Nuevo Mundo el cultivo de casi todas las artes, propiciaron, sin proponrselo, el aparecimiento mas o menos clandestino de un arte no oficial anti-oficial, sera mas adecuado decir propio de las grandes mayoras oprimidas. La imaginera y la pintura indgenas, ajenas a los cnones de la escultura y la pintura acadmicas espaolas, brotaron como una necesidad expresiva de la poblacin sojuzgada, mezclando las concepciones prehispnicas con las nuevas ideas impuestas por el conquistador. Lo mismo ocurri entre otros oficios, con la platera, cuyo apresurado mestizaje dio lugar a que los legisladores de la colonia, no obstante las prohibiciones impuestas a los indios, reconocieran en estos, tiempo despus, a los ms hbiles del gremio.

Esto ltimo puede verse claramente en sus trajes. Fueron los espaoles los que obligaron a los indios a vivir en pequeas comunidades llamadas pueblos de indios como dijimos y para reconocerlos, obligaron a cada comunidad a usar un traje distinto. La gran mayora de elementos que componen esta vestimenta, en los hombres, es de origen espaol: chaquetas, camisas, sombreros, etctera, con elementos ornamentales tambin espaoles, castillos, leones, guilas bicfalas, y todo esto en materiales desconocidos en Amrica antes de la conquista: lana, seda. Sin embargo, el conjunto que resulta no es espaol. Las mismas telas han sido elaboradas con tcnicas autctonas, incorporando colorantes naturales conocidos por los indgenas desde tiempos prehistricos y teidos de acuerdo a mtodos igualmente prehispnicos sobre la mezcla de colores. Se incorporan tambin prendas que pertenecan al perodo prehispnico como el maxtate en los hombres y el corte y huipil en las mujeres. Finalmente, al lado de elementos ornamentales como el guila bicfala, coexisten smbolos prehispnicos como el sol, la luna, la serpiente, an cargados de su valor mitolgico prehispnico y que muchos huipiles femeninos pueden llegar hasta a representar una historia que nicamente los indgenas pueden leer. Algunos socilogos se preguntan, sin embargo, si estos ltimos elementos se dan como un factor de resistencia a la cultura espaola, o bien si las camarillas nobles aprovecharon el prestigio de su cultura anterior para afirmar su autoridad sobre los maseguales y en comn acuerdo con los intereses espaoles. La respuesta es difcil. Es cierto que los maseguales no emplearon dicha indumentaria sino hasta entrado el siglo XIX, cuando el apartado post-independentista liquid a las viejas camarillas de nobles. Pero es tambin cierto que a todo lo largo de la colonia, se elaboraron productos culturales que adquirieron enseguida un sello indgena, ciertas caractersticas inconfundibles, ntimamente ligadas a su identidad tnica.

De esta manera, se explica la perdurabilidad que tienen en Guatemala los santeros populares; los productores de juguetes de madera colorada que se construyen en Totonicapn; los plateros indgenas que hacen exvotos; los alfareros que aplican la tcnica del vidriado espaol a sus candelabros zoomorfos de origen prehispnico; los carpinteros de Nahual, cuyos muebles difieren en mucho de los creados por los ebanistas antigeos de cepa colonial; las tejedoras de Tamahu y Tucuru, en Alta Verapaz. Y as se explica tambin la coexistencia nada pacfica a veces de las procesiones indgenas y las de los ladinos.

Es interesante, asimismo, que la mujer indgena haya mantenido hasta nuestros das el corte y huipil, de origen prehispnico, como las prendas bsicas de su vestimenta, an cuando en algunos casos tambin haya incorporado materiales y elementos ornamentales de origen espaol, pero que con el pasar del tiempo y la transformacin simblica de las estructuras mentales de los sectores sociales, pasaron a ser identificadas como tpicamente indgenas. Tal es el caso del guila bicfala, por ejemplo.

Lo mismo que ejemplificamos con el traje podra decirse de la msica y los bailes. En su gran mayora, estos ltimos surgen en el momento de la conquista, como dramas de intencin didctica. El baile de la conquista, por ejemplo, fue escrito por espaoles y busca mantener en los indgenas la conviccin de que su sometimiento fue decidido porque el verdadero Dios estaba de parte de los conquistadores. Sin embargo, al interior de ese mismo baile los indgenas introducen, casi de manera clandestina, rasgos que les son propios en expresin musical y en movimiento corporal, subvirtiendo el sentido ideolgico del baile desde dentro.

La cultura indgena es, pues, el resultado del sistema de opresin y explotacin colonial, y la respuesta de los oprimidos a esta ltima. Paralelamente se desarrolla la ideologa de la discriminacin racial que presenta a los indios como seres humanos inferiores, llenos de defectos e incapaces de gobernarse a s mismos, razones que servan a los sectores dominantes antes y despus de la colonia para justificar su explotacin y su total ausencia de derechos.

La dominacin de los pueblos indgenas en el marco del sistema colonial espaol se realiz en funcin de la explotacin de la mano de obra nativa. Esta dominacin, como hemos visto, adopt modalidades militares, econmicas, polticas e ideolgicas.

La supremaca castellana en la guerra de conquista residi en el uso del acero, la plvora y la caballera, medios que se sintetizaron en la posesin de una tctica superior, producto de la experiencia acumulada por los espaoles en su propia guerra de reconquista contra los moros.

La dominacin econmica se bas en el despojo de la tierra y en la conversin de la poblacin indgena a la esclavitud, en el primer momento, y despus a la servidumbre colonial. Esto se realiz mediante instituciones tales como la encomienda, los repartimientos, los mandamientos y otras formas menos frecuentes.

Polticamente se les excluy del ejercicio del poder y se les concentr en reducciones, y en los pueblos de indios que ya hemos mencionado, sujetos a Alcandas Mayores, Corregimientos y Alcaldas, y regidos por una legislacin que, aunque los preservaba del exterminio, permita su explotacin por parte de la Corona, la Iglesia y los criollos.

La dominacin ideolgica se realiz a travs de la religin catlica que legitimaba el derecho del vencedor y mediante la institucionalizacin del mito de la superioridad espaola y la consiguiente inferioridad del indio.

Consecuencia de todo lo anterior fue la discriminacin tnica, un producto colonial que sobrevive hasta nuestros das.

Violentada la forma tradicional de posesin de la tierra, obligados a reagruparse en poblados creados en funcin de la explotacin de la mano de obra, sometidos militarmente e ideologizados por misioneros al servicio del rgimen colonial, los indgenas resistieron y rechazaron tanto las nuevas relaciones de produccin como la cultura que se les impona. Esta resistencia y este rechazo iban desde el sincretismo religioso hasta los levantamientos armados locales, pasando por todas las formas de resistencia cultural que el sentido de identidad tnica lleva a crear al hombre en circunstancias semejantes.

El fin del rgimen colonial espaol en 1821 no afect de ninguna manera la situacin del indio en la estructura social guatemalteca. Incluso, sus deseos de participar en las luchas independentistas fueron rechazados por los criollos liberales y conservadores que aspiraban a ejercer el poder postcolonial, dejando sin apoyo la revuelta de Atanasio Tzul en Totonicapn y rechazando enfticamente la ayuda que Manuel Tot ofreca ponindose a disposicin de los liberales con una milicia de 60,000 indgenas kekches.

Al contrario, la situacin del indgena empeor con la reforma liberal de 1871, ya que con el ingreso de Guatemala al mercado mundial como pas agro-exportador, se inicia el proceso de acaparamiento de grandes extensiones de tierras, razn por la cual se despoj a los pueblos de indios de sus tierras comunales y se oblig a sus habitantes a bajar a las grandes haciendas de la costa del Pacfico como mano de obra barata. Los indgenas volvieron a la condicin servil de la Colonia con el agravante de haber perdido sus tierras comunales y haberse quedado nicamente con pequeas parcelas familiares que, al ir creciendo la poblacin, fueron cada vez ms insuficientes para el mantenimiento de la familia. As, las familias enteras terminaron yendo a las plantaciones, institucionalizndose el sistema llamado de lati-minifundio.

Pero como todo es dialctico, este mismo proceso, as como el desarrollo de los mercados regionales y de la actividad comercial general, favoreci el contacto entre distintas comunidades indgenas, acercndolas entre ellas, y creando, poco a poco, una identidad tnica indgena, inseparable de su identidad cultural. Se alter su visin del mundo, de s mismos y de los otros al incorporar a la vida diaria una serie de elementos antes desconocidos. Asimismo, su nueva situacin de semi-proletarios fue transformando muchas de sus manifestaciones culturales. Su nocin del tiempo y uso del mismo tuvo que modificarse, ya que el trabajo asalariado dejaba poco tiempo para los ritos religiosos o las labores artesanales. Estas ltimas se enmarcaron progresivamente dentro de las relaciones capitalistas de produccin. Se convirtieron en trabajos realizados a domicilio, pero dependientes del capital comercial local en un primer momento, nacional despus y, en estos ltimos tiempos, hasta internacional. La vieja cermica de barro cuya larga elaboracin generaba escasas ganancias, fue cediendo su lugar a los artefactos de plstico. En cambios los trajes, altamente valorados en el mercado, pasaron a fabricarse casi en serie, con productos ms baratos y tejidos menos durables, alterando de paso hasta las tradicionales relaciones hombre / mujer ya que stas ltimas, responsables de la produccin de los trajes y de su venta, pasaron, en algunos casos, a ser las principales fuentes de mantenimientos de sus familias. Sucede entonces que el sentido de la identidad ligado originalmente al grupo tnico quich, cakchiquel, mam, kekch, etctera y posteriormente al pueblo de indios Chichicastenango, Totonicapn, Nebaj, etctera rompe ahora con las antiguas barreras locales entre comunidades, permitiendo el desarrollo de una solidaridad, identificacin y afirmacin de su calidad como indios en general, sin por ello vulnerar la identidad propia de cada grupo.

La cultura indgena, que si bien era impugnadora y aceptadora a la vez de la cultura dominante, le serva al sistema, desde su imposicin colonial, por la misma inorganicidad que haba generado el fenmeno de la Conquista. Permita mantener la explotacin del indio e incluso obtener ganancias adicionales tales como la del turismo. Pero deja de ser til en cuanto adquiere nuevas caractersticas que rompen con el esquema anterior y posibilitan la afirmacin tnica de los indgenas.

La cultura indgena, pues, no es algo del pasado. Sus funciones y caractersticas estn determinadas por procesos econmicos, sociales y polticos del presente. Est viva, se transforma y desarrolla por la propia decisin de los indgenas. En un primer momento, el ser indgena acentu la explotacin y la discriminacin. Ahora, la defensa de su especificidad tnica, la redefinicin de su identidad cultural se ha convertido en motivo para la participacin poltica de los mismos.

La lengua, las costumbres, las formas de organizacin familiar, comunal y social, los valores, las tradiciones, la sicologa, etctera, que perviven de la original cultura maya-tolteca, con las inevitables modificaciones que suponen cuatro siglos y medio de dominacin colonial, es lo que constituye entonces la especificidad de la cultura indgena guatemalteca. El particularismo tnico-cultural que caracteriza a los actuales pueblos indgenas y que se expresa en variaciones idiomticas y dialectales, la diferenciacin del vestuario, las distintas manifestaciones regionales y locales, tienen su origen en la situacin de dominacin en que los conquistadores y el rgimen colonial espaol colocaron a la poblacin indgena.

A lo anterior hay que agregar que desde aquella poca y hasta nuestros das, el peso principal de la produccin de la riqueza social en Guatemala ha descansado sobre las espaldas del indgena. Por lo tanto, la condicin tnica del indgena es equivalente a la condicin econmica de explotado, generndose as algunas diferenciaciones de orden clasista.

En las zonas agrcolas donde predominan las relaciones precapitalistas de produccin, la mayora de los indgenas mantienen su condicin de campesinos auto-consumidores, vinculados apenas por el mercado local del lugar al sistema capitalista agro-exportador dependiente.

En las zonas donde las relaciones capitalistas de produccin tienden a imponerse, en cambio, el indgena sufre un proceso de proletarizacin, que por las caractersticas del sistema lati-minifundista agro-exportador, no se consuma de manera sistemtica. Se genera ms bien una masa de semi-proletarios que producen como trabajadores asalariados en las plantaciones capitalistas durante ciertas pocas del ao y como auto-consumidores en sus pequeas parcelas o minifundios el resto del tiempo.

En las zonas agrarias fuertemente integradas a la economa capitalista, la estratificacin del campesino determina la existencia de capas medias rurales mediante sistemas de terracera, regado y fertilizantes, cuyos productos se destinan al mercado nacional y centroamericano.

Algunos ncleos de indgenas ricos, sobre todo en el Occidente del pas y en las cabeceras departamentales del altiplano, acceden a los estratos inferiores de las clases dominantes, formndose as una burguesa indgena. Esta ha acumulado capital principalmente sobre la base del comercio. Sin embargo, no logra escapar tampoco a pesar de su condicin de clase a la opresin y discriminacin de carcter tnico.

Algunos jvenes indgenas que, por una particular capacidad econmica o mediante los mecanismos de las instituciones indigenistas burguesas, han tenido oportunidad de asistir a la escuela secundaria y, cierto nmero hasta a la universidad, constituyen lites intelectuales de identidad tnica, pero que con frecuencia matizan la misma con ideologas indigenistas, etnicistas y racistas, por el hecho mismo de que al adquirir niveles superiores de cultura sin acompaar a la misma con una base terica poltica, racionalizan su larga experiencia personal de opresin y de discriminacin tnica a partir de falsas premisas. Sobre todo, por la mala experiencia que representa para muchos de ellos la convivencia, en la capital del pas, con el grupo ladino urbano y en el contexto de la cultura dominante de clase.

El vigor, la resistencia que han demostrado histricamente los indgenas para sobrevivir y reproducirse, y tambin para adaptarse a los cambios producidos por casi cinco siglos de colonialismo y neocolonialismo, es en donde se basa el fenmeno de identidad tnica, esa forma particular de ser y sentir de las colectividades que se hallan vinculadas por los contenidos de conciencia que dejan en el ser humano factores tan dismiles y complejos como el idioma materno, los mbitos de la infancia, las vivencias, la relacin con la tierra y con los alimentos fundamentales, los hbitos, las costumbres y las tradiciones en un espacio y un tiempo insustituible e irrepetible.

El peso que esta manera de ser y de ver la vida y el mundo tiene en la sociedad guatemalteca no se pueden medir verdaderamente. Est en todas partes, es la esencia misma del pas: la inmensa mayora de quienes no son indgenas tienen algo de ello, en los rasgos fsicos, en la sicologa, en las costumbres o en muchas de las palabras indgenas que han invadido la lengua castellana y sin las cuales no podramos expresar mucho de lo que es nuestro. Guatemala es profundamente indgena y seguir sindolo en el futuro.

Esto no quiere decir que se idealice la condicin subordinada de la cultura indgena. Como casi cualquier cultura subordinada, y sobre todo en los casos en que sta se vincula con grupos tnicos dominados, presenta marcados niveles de atraso. Lo indgena existe en gran medida debido a la privacin de muchos de los elementos de la cultura dominante, debido a las limitaciones sufridas por las comunidades indias a lo largo de la historia que se inicia en 1524. Sus sistemas de identidad han servido no slo para redefinir la pertenencia a un grupo tnico, sino tambin para preservar lo tradicional, para estancarse en su desarrollo. Por lo mismo, la lucha por la identidad tnica, la lucha por el derecho a tener formas de vida diferentes a la occidental, no puede separarse de la lucha de clases y del proceso revolucionario que se vivi en Guatemala. Con la participacin indgena, ste proceso se convirti en una alternativa y solucin futura para el verdadero desarrollo de la cultura indgena, asentando a la vez las bases para su liberacin dentro del marco de una nueva sociedad.

El Desarrollo De Las Culturas Populares Como Resistencia E Instrumento De La Lucha:

Decamos en el apartado anterior que la dominacin ideolgica de las culturas populares se realiz a travs de la religin catlica. Es, sin embargo, esa misma religin catlica la que como parte de un proceso dialctico del desarrollo de la historia va a ser, a la vez, un factor de primer orden (aunque no el nico, ni tampoco desligado de un proceso poltico global) en la transformacin de las conciencias de los sectores populares, reactivando as su propia cultura tnica oprimida, como un instrumento de resistencia en primer lugar, y de lucha, en segundo, que decide cuantitativa y cualitativamente el reconocimiento de la guerra de guerrillas como ltimo recurso para lograr su liberacin definitiva.

Lo anterior no quiere decir que no hubiera existido siempre una resistencia incluso armada a la opresin colonial y neocolonial. A manera de ejemplo, bastara sealar algunas de las rebeliones indgenas ms importantes: en 1743, los mames en Ixtahuacn; en 1769, los mames en Santa Lucia Utatln; en 1764, los cakchiqueles en Tecpn; en 1770, los kekches en Cobn; en 1813, los mames en San Martn Cuchumatanes, Santiago Momostenango e Ixtahuacn; en 1820 los quichs en Totonicapn; en 1898 los canjobales en San Juan Ixcoy; y en 1905, los quichs de Totonicapn. Pero stas eran mas bien muestras de desesperacin y espontneo hartazgo ante la opresin continua, que de una resistencia sistemtica y orquestada.

Que la religin fuera un elemento clave en las transformaciones que se sucedieron sobre todo a partir de la dcada de los sesenta, no es tan sorprendente tampoco si recordamos que el sentido religioso fue siempre el eje de las comunidades indgenas desde tiempos prehispnicos, configurando de manera preponderante la estructura mental y cosmovisin de las diversas tnias.

Dicha situacin no cambi bsicamente con la conquista. Los nuevos dioses sustituyeron a los viejos, pero la estructura mental y cosmovisin permanecieron bsicamente intactas en cuanto a la centralidad de lo religioso en sus vidas. A partir de este sentido religioso que es el eje, dijramos, lo que da vida, viene lo econmico, lo social, lo poltico y todo lo dems. De tal manera que lo religioso cubre todos los sectores de la vida social. No hay divisin para ellos entre lo religioso, lo social, lo poltico y lo econmico.

En la medida en que el sentido religioso del mundo era el elemento central de la comunidad y el que rega su sistema social, es bastante ms comprensible el hecho de que por la va religiosa se iniciara, en cierta manera, la transformacin de su visin del mundo. Los orgenes de dicho proceso se remontan a los aos treinta. En 1934 se convirtieron en entes independientes uno del otro, los dos primeros centros fundadores de la Accin Catlica. Pertenecan ambos a diversos Municipios de Totonicapn: Santa Mara Chiquimula y Totonicapn mismo. Ambos buscaron apoyo y direccin del Prroco Franciscano de Momostenango, municipio de Totonicapn, quin les indic que cada uno debera conquistar 5 hombres, y que cada uno de estos 5 a su vez lograra otros 5 y, as sucesivamente. Esa primera agrupacin recibi el nombre de Sociedad de Propagacin de la Fe de parte del sacerdote. Su centro de actividades era Momostenango.

Este proceso se inici entre los comerciantes indgenas que, como indicamos en el captulo anterior, fueron desarrollndose como sector con el surgimiento y crecimiento de los mercados regionales. Como este sector consolid su base de poder comprando y vendiendo fuera de los mercados controlados por su propia comunidad, se vieron liberados de la sujecin tradicional de los servicios ceremoniales de esa misma comunidad, conforme se iban enriqueciendo. De esta manera, se vieron inmersos en una dinmica que lleg a negar los principios redistributivos tradicionales de las cofradas, constituyndose en la cabeza de un movimiento rebelde a las creencias tradicionales de su comunidad.

Con el triunfo de la revolucin democrtico-burguesa en octubre de 1944, llegaron al altiplano guatemalteco las representaciones de los diversos partidos polticos constituidos en la capital del pas, crendose por primera vez en las comunidades, unidades externas de poder. La iglesia, fuertemente vinculada con los partidos de derecha en aquel entonces, inici tambin una reorganizacin en el mbito nacional, con miras a ganar a la mayora de la poblacin para los partidos polticos con los cuales se identificaban:

La iglesia tambin penetr los Municipios en el comienzo de ese perodo. En 1945 Monseor Rafael Gonzlez fue nombrado Obispo Auxiliar de los Altos, con sede en Quetzaltenango. l organiz la Accin Catlica en el mbito diocesano aprovechando el grupo de la sociedad de la Propagacin de la Fe, el cual cambi de nombre integrndolo a la Accin Catlica Nacional e imprimindole un impulso ms fuerte gracias a sus visitas a lomo de mula, hasta los ms arrinconados pueblos y cantones. La Accin Catlica luego se vio enrolada en el movimiento de la Iglesia contra el comunismo, repercuti en la organizacin del Partido Anticomunista (PUA) y en la oposicin creciente contra el gobierno.

El movimiento de Accin Catlica (AC), no adquiri fuerza, sin embargo, sino hasta 1954, cuando la derecha, apoyada por los Estados Unidos, derroc al gobierno de Jacobo Arbenz. Antes de que esto sucediera, sin embargo, los campesinos semiproletarios que bajaban a trabajar peridicamente a la Bocacosta, conocieron por primera vez la organizacin sindical, impulsada en toda la regin de la Costa Sur por trabajadores agrcolas ladinos, generalmente de origen oriental, quienes eran a su vez apoyados por los partidos en el poder. La mayora de los trabajadores indgenas tema participar en las actividades sindicales, pero posteriormente reconocieron haber aprendido mtodos organizativos con esta experiencia: por ejemplo, en las Salinas, el Sindicato les orden a los trabajadores indgenas, muchos de ellos de San Antonio, que se abstuvieran de salir a los patios mientras el patrn no les conviniera en un alza de salarios. si ustedes no cumplen, les decan los ladinos orientales del Sindicato, a macheteada los vamos a sacar de la tarea. Esa experiencia vivida entonces sin el marco referencial de lo que significaba la Poltica (no sabamos entonces que es Poltica), fue reinterpretada a la luz de la organizacin de Partidos dentro de las actividades de la AC del Municipio cuando volvieron de la Costa. Aunque no llegaron a adoptar las posturas de sus compaeros de trabajo del tiempo de Arbenz, porque la situacin nacional y el distinto contexto local se los impedira, guardaran como modelo lo vivido sin tener la frustracin de los lderes encarcelados y torturados, algunos de cuyos camaradas, como cuentan los sanantoneos, desaparecieron en el mar.

Con la llegada al poder de la reaccin en 1954, sucedieron bsicamente tres cosas, en este contexto: se dio personera jurdica a las Iglesias, se fortalecieron polticamente los grupos que se haban identificado con AC, y llegaron a encargarse del trabajo pastoral curas espaoles, bsicamente Misioneros del Sagrado Corazn, quienes llegaron al pas invitados por el nuevo gobierno, y porque se saba que traan tras de s una ideologa pro franquista y eminentemente anticomunista (como lo dijera Ricardo Falla vine con un anticomunismo total, mamado, vivido y luchado en Espaa. Nosotros llegamos a Guatemala con una idea bien clara y bien metida hasta los tutanos, de conquistadores, y eso an en este siglo; dueos ya de todo lo habido y por haber; con ese espritu de mandar).

Otro hecho importante, por aquel entonces, que sell los vnculos polticos y religiosos de una vez por todas, fue el surgimiento del partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), el cual vincul directa y orgnicamente a los grupos de Accin Catlica como base de su propio partido. La DCG surga en aquel entonces con el apoyo directo de la Iglesia, prcticamente como expresin poltica de sta ltima, y de su ideologa anticomunista de corte franquista. Pero como ya exista un partido poltico en torno al nuevo poder constituido, la DCG pas a ser, de hecho, un partido de oposicin al Gobierno desde su mismo origen, hecho que se fue profundizando durante los aos que el poder constituido ilegaliz su existencia (1961-1966).

En el Quich, la vinculacin entre AC y DCG se manifest por el hecho de que el licenciado Ren de Len Schlotter, uno de los altos dirigentes, gozaba de mucho prestigio para presentar proyectos ante la Fundacin Misereor de los Obispos Alemanes, la cual concedi una fuerte suma para la Casa Social de los Padres en el Quich, para la Radio Quich y para una finca modelo en Chitatul, cerca de Santa Cruz. Ren de Len y los polticos de la DCG se aposentaban al principio en el convento. As lograron los contactos necesarios con los dirigentes de la AC en el Quich y en las primeras reuniones que celebraron para organizar el Partido fueron invitados para formar la Directiva del Partido en Santa Cruz.

Para mientras, los jvenes e idealistas misioneros fueron chocando con la realidad de la opresin y discriminacin de sus fieles, hechos cuya magnitud ellos ignoraban completamente y que no haban conocido antes en ninguna parte. As, se inici su propia transformacin, su propio aprendizaje como dice Fidel Hernndez. A los nuevos misioneros se incorpor bsicamente el sector comerciante, el cual se encontraba en pugna con el sector tradicional que luchaba por defender la costumbre. Lo que muchos misioneros descubrieron, sin embargo, era que, en realidad, lo que se daba all, bajo un manto religioso, eran una defensa cultural de ndole tnico, ante el temor de que, permitir cualquier penetracin moderna, podra significar la desintegracin del propio crecimiento poltico y econmico como sector de clase: lo primero que encontramos fue una estructura cerrada, hermtica, impenetrable para nosotros, puesto que manteniendo su estructura cerrada era la nica forma que tenan de defenderse. Este crculo cerrado tiene dos caras: Fue una cara, una defensa total, hermtica, de su identidad, de sus costumbres, de su modo. Era poner como un muro de defensa que nadie les descubriera; y lograron defenderlo entonces, a partir del sentimiento religioso; lo fueron camuflando con cofradas, con organizaciones religiosas. Ahora viene la otra cara, y es que a esto se le convirti en un sistema tambin de explotacin, de opresin mejor dicho. Este crculo defenda su mundo pero, a la vez, era un centro de dominacin. Desde el centro manipulaban los dominadores por medio de las fiestas, el comercio, el movimiento de la gente (habilitaciones a la Costa); todo estaba en el centro.

Los nuevos misioneros iniciaron, con el apoyo de la AC, todo un proceso reformista que inclua elementos tales como construccin de escuelas, la castellanizacin, la lucha contra el alcoholismo, la enseanza de nuevos mtodos y tcnicas de trabajar la tierra, etctera, todo eso acompaado de un adoctrinamiento catlico que los llevaba a combatir la costumbre: este mundo lleg a ser tan cerrado que, por ejemplo, yo deca: por que no quieren escuela? No queran escuela, no queran cooperativa, no queran comits, no queran mejoramiento, pero en absoluto. Por qu? Porque una escuela significaba una fisura en esta defensa que tenan, o una cooperativa significaba una fisura; entonces, ellos rechazaban todo lo que pudiera ser una fisura en donde se les metiera el mundo capitalista, el mundo occidental, las otras costumbres.

Entonces los misioneros, los catequistas y los delegados de la palabra se impusieron como tarea romper esa estructura. Fue un conflicto de aos, a veces muy duro, y que estuvo muy cerca de linchamientos, confrontaciones con machetes, piedras y cuchillos entre miembros de una misma comunidad, etctera. Al final, sin embargo, prevalecieron los planteamientos de AC, que contaba con el apoyo econmico de la DCG y con un cierto aval del Gobierno en un primer momento, y fue as como se construyeron las escuelas, y se formaron las cooperativas, los comits de mejoramientos, los crculos de estudio, y se empez a difundir cada vez ms el castellano. Pero, qu pas entonces?: en el segundo crculo no realizaban slo su defensa, sino que comenzaron a ser actores de cambio. Antes eran estticos. En el segundo crculo comenzaron a cambiar; comenzaron a cambiar las comunidades. Descubren la fuerza que tenan de cambio. Pero aunque ampliaron todo, siempre llegaron a un momento en que el crculo se top con barreras. El cambio seguido no tena salida. Era un crculo ms amplio pero cerrado tambin.

Entre los factores que fueron contribuyendo al cambio, estuvieron la ilegalizacin de la DCG decretada en 1961, y la misma transformacin en el seno de la Iglesia como consecuencia de las reformas decretadas por el Concilio Vaticano II. Segn Ricardo Falla, la DCG no fue aprobada como partido poltico legal por el Jefe de Estado Peralta Azurdia, porque el elemento estudiantil del partido no acept las condiciones que queran imponerles est ltimo a los partidos polticos. Debido a esto, buen nmero de los viejos directivos del partido, que s queran colaborar con el gobierno, abandon el partido, y el grupo estudiantil, que haba sido ms gil en las visitas a filiales, logr el apoyo de la Asamblea General. As, el partido se inclin mas a la izquierda: Los estudiantes, al contacto con los marxistas en la Universidad y con las consignas del Movimiento Internacional de estudiantes catlicos de Pax Romana de cristianizar la Universidad, participaron en poltica y le comunicaron un nuevo rumbo al Partido, segn las existencias de sus opositores ms izquierdistas de la Universidad..

El surgimiento de las cooperativas, asimismo, llev a serios conflictos con los poderes locales constituidos, acelerando la radicalizacin de los miembros de AC y sus mentores. Poco despus en Santa Cruz del Quich comenzaron las dificultades entre el gobernador del periodo de Peralta y la cooperativa del Quich por razn de la venta de abono a menos precio. Los comerciantes ladinos pudientes del Quich se sintieron amenazados por la Cooperativa, que haba bajado los precios del abono y que igualmente podra hacerles competencia en otros productos. Se dirigieron al gobernador, y por medio de la amenaza de parte del Gobierno, transmitida por el Nuncio, que o sala el Padre que la haba organizado, o sacaban del pas a todos los Misioneros del Corazn de Jess, que trabajaban en el Departamento, su Superior lo exil de Guatemala. La Cooperativa, en vez de amilanarse, duplic el nmero de miembros en dos aos y el latigazo espole igualmente a la AC en Santa Cruz y en los Municipios vecinos que se enteraban de los hechos.

A raz de estos problemas, se comenz, en 1965, la gestin para organizar una liga campesina, que tuviera como finalidad general la defensa de los derechos del indgena ante los ladinos y ante las autoridades. Se organizaron as cursillos en la capital, y se constituy la Federacin Guatemalteca de Campesinos, entidad autnoma de la DCG, pero con los mismos dirigentes. Sin embargo, ante la situacin poltica que se agravaba cada vez ms en el pas, la mencionada Federacin se vio imposibilitada de lograr sus objetivos. Asimismo, sus miembros comenzaron a ser tachados de comunistas, y esto gener miedo tanto de parte de los miembros de AC como de los propios curas, quienes empezaron a argumentar que no queran meterse en poltica. Ante esta situacin, las actividades de la Federacin languidecieron, hasta llegar a detenerse por completo. Sin embargo, este hecho fue un motivo de frustracin y radicalizacin para todos aquellos que haban depositado sus esperanzas en esta nueva alternativa.

Mientras todo aquello tena lugar, se iniciaba en Guatemala la primera experiencia guerrillera. Aunque sta tena sus races en sectores ladinos urbanos, sus mayores conciencias tenan ya claro que en Guatemala ninguna insurreccin armada tena posibilidad de triunfo sin la participacin activa de las masas indgenas. Fue as como Luis Turcios Lima, comandante del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, se preocup desde temprano por incorporar indgenas a su movimiento: Determinante en este sentido fue el encuentro, compenetracin y afecto que se produjeron entre Turcios y Emilio Romn Lpez (Pascual), quin fue un dirigente poltico de gran ascendencia en su pueblo y ms tarde jefe guerrillero, muerto en combate a fines de 1966. Pascual no era un hombre de escasa experiencia. Se empez a formar en la lucha al lado del viejo lder agrarista indio Toms Tecu Chiquito, durante el proceso de aplicacin de la reforma agraria decretada por el gobierno de Arbernz. Despus de varios intentos infructuosos, Emilio Romn, el lder cakchiquel se encontr con Turcios, el impetuoso insurrecto: la afinidad y la confianza mutuas fueron inmediatas. Turcios encarg a Pascual la seleccin y organizacin de un grupo de campesinos cakchiqueles para ser integrados a la guerrilla Edgar Ibarra. El grupo cakchiquel se incorpor bajo la responsabilidad directa de Turcios, que deposit toda su confianza en Pascual. Por primera vez un grupo indgena, distintivamente organizado, se incorporaba como tal a un destacamento revolucionario de vanguardia.

Orlando Fernndez narra como los guerrilleros cakchiqueles destacaron entre los mejores, no slo con su presencia, sino con sus opiniones, ricas en contenidos e ideas. Aportaron la base prctica sobre la cual se revolucion el pensamiento de izquierda en torno a la cuestin tnica nacional.

Como sabemos la guerrilla de la dcada de los sesenta fue derrotada militarmente, y tanto Pascual como Luis Turcios encontraron la muerte. Sin embargo, aquella primera experiencia perdur tanto en los miembros ladinos del FGEI que sobrevivieron, como en aquellos indgenas que volvieron de la montaa a sus pueblos de origen, con ideas ya explcitamente revolucionarias.

Existieron entonces, una serie de cambios y rupturas tanto de orden religioso como poltico, que fueron preparando el proceso de cambio, y que, al profundizar en el hecho de que el problema indgena era esencialmente un problema agrario, radicalizaban necesaria y naturalmente las respuestas posibles primero, el camino fue Accin Catlica; despus fueron los comits; despus fueron las ligas campesinas; despus fue la Democracia Cristiana; pero ninguno de estos medios de cambio signific un cambio verdadero. Las barreras se encontraron porque todo lo hecho era proyecto de desarrollismo que no tocaba la raz del problema. Por ello la comunidad se cierra de nuevo, pues quiere defender lo que tena. Es as cuando crean otra barrera.

El cambio cualitativo comienza a producirse ya en la dcada de los setenta. En las comunidades surgieron ya nuevas generaciones que nacieron en el crculo de la apertura; eran jvenes con mayor educacin, ms conscientes, y sin temores de hacia donde poda llevarlos el intentar romper la nueva barrera que se haba formado, y de la cual ellos estaban plenamente conscientes.

Con los misioneros de AC, las aldeas y los pueblos del altiplano fueron rompiendo su dependencia de las cabeceras departamentales, donde estaban los sectores de explotacin: los habilitadores, los fabricantes de aguardiente, los prestamistas, los comerciantes y la alcalda, brazo del poder poltico central. Al fundarse los centros regionales o comunidades, se rompi el sistema de poder existente. Enseguida, en las propias comunidades se funda la escuela, se inicia ya la formacin y la concientizacin. Esto lleva a la promocin de cuadros orgnicos en cada comunidad, los cuales surgan formados y concientizados. Estos dirigentes orgnicos procedieron entonces a tomar la iniciativa: a ser actores, a disponer de sus vidas. Ya no podan ser manipulados, dejarse llevar por los diversos sectores de poder centralizados en la cabecera departamental o municipal.

A partir de ese momento se inicia la bsqueda de caminos de cambio, por parte de verdaderos lderes comunales, elegidos por su misma comunidad y nombrados por poderes polticos externos; hombres comprometidos con su comunidad, con funciones especficas que cumplir. Son estos hombres los que realizan la necesidad de una nueva organizacin en el mbito regional, si no nacional, y que fundan el Comit de Unidad Campesina (CUC); son estos hombres los que realizan la necesidad de superar la tradicional enemistad indio-ladino, porque en su propia prctica comunitaria se dan cuenta de que el problema central no es ese, sino por decirlo con otra terminologa la lucha de clases, en la cual una nfima minora de la poblacin explota despiadadamente a la mayora, a los pobres. Buscan entonces establecer contacto con sectores ladinos pobres, y establecen el contacto con las organizaciones sindicales obreras que tambin han venido reorganizndose lentamente desde principios de la dcada del setenta. Y sin embargo, se quiso respetar la legalidad hasta lo ltimo: y llega un momento en que toda esa gente, que fue buscando alternativas, se encuentra que tambin esas soluciones no resolvan el problema. Me acuerdo cuando en febrero del 79 reunimos a 84 lderes de la zona norte del Quich, en Cunn, y ya plantearon directamente al obispo: Monseor, le pedimos a la Iglesia que nos ayude a organizarnos a organizarse para qu? A organizarnos para luchar, para defender la vida Y uno dijo No, son babosadas! Lo que necesitamos son fusiles, son galiles (fusil israel) no hay otra forma. Fue en febrero de 1979, y todava por poner calma y por decir: no, hay que tener cuidado; no a la violencia, de esos 84 vamos a contabilizar cuantos estn muertos. Todava por hacer caso; porque si en ese momento hubiramos tenido claridad hubiramos dichos se acab, a cambiar de mtodos y a defender. Tal vez no hubieran muerto. Pero la mayora que estaban ah, de los 84, tal vez 60 estn muertos, por todava respetar y querer dialogar. Entonces llega ese momento en que dicen: qu alternativa nos queda? No hay otra. Todo ese movimiento de pueblo se incorpora a la guerra, con un planteamiento ya de guerra popular.

Tenemos entonces que en el primer crculo, los primeros en romperlo fueron los comerciantes jvenes. Se dieron, en ese entonces, conflictos inter-comunitarios y generacionales.

Poco despus, los jvenes que rompieron el primer crculo envejecieron, y entraron en conflicto con los jvenes que se dan perfectamente cuenta de los lmites de ese segundo crculo. Fue el momento cuando esa nueva generacin entr en conflicto con Accin Catlica, porque se dieron cuenta de que ya no bastaba con organizar cooperativas, escuelas o ligas campesinas. Y fue entonces cuando la nica opcin que qued fue la de la lucha: En la guerra se estn encontrando los principales de cofrada del primer crculo, con los de Accin Catlica, con los jvenes que rompen ese segundo crculo. El sentido religioso est siempre presente. Y se encuentran al darse cuenta que el origen del mal es la explotacin como pobres y la discriminacin como indios. Y la guerra se convierte as en el encuentro de esta sociedad. Por ejemplo: Fabin, lder de Accin Catlica acaba de morir peleando en el Quich, perdi la fe en su sistema. Se qued en el aire. Y luego, cuando vio las nuevas directivas de la guerra, volvi a Accin Catlica, ya con el sentido de guerra, con la determinacin de la lucha.

Entonces, al tener capacidad de visualizar en toda su complejidad la explotacin y la discriminacin, los pueblos indgenas comprendieron masivamente que la raz del mal era la explotacin, y que para explotarlos mejor, exista la discriminacin y la opresin. Fue as como coincidieron todos los sectores en la guerra.

Y fue en ese momento, en que el ejrcito y el gobierno de Guatemala se dieron cuenta de que mataban a 50 y surgan otros 50 sustituyndolos, porque era la fuerza de todo un pueblo.Para salvar al sistema de explotacin se inici la poltica sistematizada de genocidio y etnocidio en contra de la totalidad del pueblo indgena guatemalteco. No es la intencin de este documento, profundizar en el desarrollo del conflicto que, en la historia moderna del mundo, representa, sin lugar a dudas, uno de los ms atroces crmenes en contra de la humanidad. Bstenos con comprender su origen y poder reflexionar si, tras tantos aos de lucha, los resultados alcanzados con la firma de los Acuerdos de Paz, realmente representan hoy una solucin concreta y coherente a las races de la guerra.

ESCUELA DE VACACIONES CYT, DICIEMBRE 2,014 1