01. RAFAEL ALVIRA, Dialéctica de La Modernidad

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    DIALCTICA DE LA MODERNIDADRAFAEL ALVIRA

    El pensamiento moderno derrumbar textualmente el palacioceleste de A R I S T T E L E S , las esferas de veinte siglos de metafsicay cosmologa, ponindolo en el vaco... y estableciendo relacionesentre Cielo y Tierra, entre el mundo sublunar y el celeste que noson jerrquicas ni substanciales (C. CIMADEVILLA: Universo antiguoy mundo moderno, p. 100). As escriba, en su obra ms conocida,CNDIDO CIMADEVILLA, gran filsofo, inolvidable amigo, y colegaen la Universidad Complutense, fallecido de modo inesperado ahora precisamente hace diez aos. Quera comenzar con sus palabrasporque l fue uno de los pocos que en Espaa tom conciencia dela hondura del problema de la modernidad y lo quiso abordar conespritu de estudio y sin polmica, introducindose en una de lascuestiones clave, a saber, el significado de la ciencia moderna.Ha sido ella, sin duda, la que ms ha contribuido a la aparicinde esa conciencia epocal y revolucionaria que caracteriza a la modernidad. Si la modernidad ha pasado, como veremos en seguida, pordiferentes momentos y circunstancias; si la modernidad ha llegadoincluso a un frenes problemtico en el que no sabe cmo dar cuentade s misma y se convierte slo en etiqueta vaca de la retrica aluso, ha tenido siempre sin embargo un refugio seguro al que volver,una tabla de salvacin, una gran padre frente al que puede una yotra vez jugar con humildad el papel de hijo prdigo: ese padre esla ciencia nueva, la ciencia moderna.Ante el fenmeno de la ciencia moderna todos los exorcismos,todos los ataques y embestidas de las fuerzas reaccionarias, conservadoras o neoconservadoras, contra la modernidad, parecen perder

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    su encan tamiento o su fuerza: la ciencia moderna est ah, edificioimponente, logros continuos y espectaculares, realidad innegable.Es menester, pues, tomar partido. Puede que la modernidad,como el ter de la fsica clsica, sea un concepto al que no corresponde realidad alguna, pero, tambin como el concepto de ter, serel indicio de un problema profundo que necesitamos, y an no hemos sabido, resolver.Las primeras formas de enfrentarnos con el citado problema seme ocurre que son las siguientes. Una, arrancarle el padre a la modernidad, es decir, sostener que la ciencia moderna es, ciertamente,una obra magnfica, pero que no es lo que hoy se llamara moderna,no es modernidad. Esta tesis ha sido sostenida por diversos autores,entre los que citar, por ejemplo, a B. N E L S O N , que en su obraDer Ursprung der Moderne. Vergleichende Studien zum Zivilisa-tionsprozess l dibuja un cuadro de los fundadores de la cienciamoderna que casi horrorizara a los defensores actuales de la Ilustracin 2. Tambin los estudios hoy en marcha, usando de una nuevay rica documentacin, sobre la figura de Galileo (el ao 83 apareciya un volumen: Galileo Galilei. Studi Galileani, sous la directionde Paul Poupard)3 , contribuyen a presentar una figura distinta de laque habitualmente se nos muestra, como se ve, sobre todo, en elestudio de WILLIAM WALLACE 4.Naturalmente, esta tesis no pretende negar el carcter fuertemente novedoso de la ciencia moderna en comparacin con la antiguay medieval. Lo que pretende es sostener que, si bien es cierta larevolucin cientfica, no es correcta la interpretacin ni las consecuencias generales que la poca posterior, la que se arroga ya elmonopolio y patrimonio de la modernidad, saca de ella. As, parececlaro, como ponen de manifiesto los estudios de historia de la cienciarecordemos un P. DUHEM, A . KOYR, etc. que, desde luego,

    1. B . NELSON, Der Ursprung der Moderne. Vergleichende Studien zumZivilisationsprozess.. Frankfurt a.M. 1977.2. Cfr . a l respecto: W . Hb ener : Cari Schmitt und Hans Blumenbergoder ber Kette und Schuss in der historischn Textur der Moderne (en: JakobTaubes (hrgb.) : Der Frst dieser Welt. S. 57-76), M nch en, 1983.3 . PAUL POUPARD (dir.): Galileo Galilei. Tournai 1983.4. WILLIAM A . WALLACE, Galile et les professeurs jsuites du C ollegeroma in a la fin du XVIe. sicle.1

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    diferentes portaestandartes de la nueva ciencia llevan sus ataquescontra ARISTTELES y su sistema delmundo sin abandonar muchodel medioevo,y ennombrede la doctrina cristiana,en nopocoscasos catlica. De otro lado, son muchos los cientficos que en loscinco ltimos siglos hancontribuido al avance de la investigacinen las ciencias naturales y a los que no les hapreocupado enabsoluto el problema llamado modernidad.Otra forma deenfrentarse con el problema es decretar que lomoderno consiste solamenteen la ciencia nueva,y que en elrestodelos campos culturales siguen vigentes para los cuerdos bien la moralcristiana religiosa, bien la laicstico-conservadora, estando ambasnosolamente dispuestas a convivir con la ciencia, sino a invocarla enfavor propio. En efecto, la ciencia es asunto serio y no ideologi-zado; no puede, pues, al parecer, ser absorbida por una modernidad cultural cada vez msalocada y desarraigada que en sus expresiones radical-individualistas o solidario-romnticas sealejadel espritu serio, preciso y objetivo delhombre deciencia.Me pareceque enestasdostesishaymuchodeverdad, peroentiendo que, si nos quedamos aqu, el problema de fondo an noest suficientemente resuelto. Estoy de acuerdo, pues, con JRGENHABERMAS en el diagnstico, pero no en la solucin cuandoendiversos escritos,porejemploen el titulado La modernidad,unproyecto incompleto 5 viene a defender que el proyectode la modernidad no ha sido vencidopor susdetractores reaccionarios nidestruido por los flacos servicios que le presta el esteticismo vacodela cultura postmodernista. Deca queestoydeacuerdoen el diagnstico pero no en lasolucin,y aado ahora queaceptoeldiagnsticoen elsentido de que no sonsuficientes las objeciones citadas,no enel sentido de que no sean vlidas.La complejidad delproblema es grande. Existen la modernidady la poca moderna como dos cosas distintas, o van perfectamenteunidas,en el sentido de que la poca modernaha sidoy es eldesarrollo progresivo de losprincipios de la modernidad} Y, a su vez,

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    dernidad? Voy a sostener la tesis, ya apuntada, de que hay unamodernidad y unapoca moderna,y de queun proyecto modernoes legtimo, pero que no eslegtimo elproyecto que se haconocidohasta nuestros das y desde hace tres siglos como modernidad, nitampoco la interpretacin que esamod ernidad hace de losltimoscinco siglos, conocidos como la poca moderna.Comenzar por este ltimo problema. Entiendo, contra laconocida interpretacin de H A N S BLUMENBERG en Die Legitimitt derNeuzeit6, que la presunta poca moderna no tiene una unidadtan marcada yque, al menos, se pueden distinguir en ella tres momentos.Por unlado, laprim era poca cientfico-filosfica. Filosofay ciencia estaban estrechamente unidas incluso enlosquepretendanser cientficos y no filosficos. Es una poca que tiene profundasensacin de innovar, perono de crear. Aqu pueden estar un Co-PRNICO, un KEPLER, GALILEO, DESCARTES 7 , MALEBRANCHE, F-NELON8.Es, si puedo hablar as, la modernidad catlica.Un segundo momento es el queviene preludiado sobre todoporBRUNO, y toma cuerpo con SPINOZA y L E IB N IZ , dos autores que estn muy cercanos,a pesarde loque LEIBNIZ pensaba. Este momentotiene una inspiracin muy distinta del anterior, hasta llegar a sostener tesis radicalmente contrarias a l. Pero ser el momentoqueacabe triunfando ycon stituyendo lo quehistricamente se haconsiderado la quintaesencia de lamodernidad.Es la negacin, explcitao implcita,de latranscendencia, y la aparicin de la primacade laconciencia lo quecaracteriza, a mijuicio,a esta modernidad parex-cellence. Sus principales portaestandartes sern SPINOZA y KANT y susimbiosis lafilosofa del idealismo alemn que, como es conocido, tien ecomo objetivo principal el desarrollar unabuena sntesis, am pliada,de esosdosautores, continundolos a su manera, pues ambosse lespresentaban como no suficientemente vlidos. Ahora bien, el fracasodel idealismo alemn es, altiemp o,el fracaso suyoy el de losautoresen losquese basaba. Esto abre una situacindeperplejidad y de

    6. HANS BLUMENBERG, Die Legitimitt der Neuzeit Franfurt a,M. 1966.7. Sobre una imagen ms ajustada que la tradicional de la figura deDescartes,cfr. sobre todo la obra al respectode F. Alquiy de N. GrimaldL8. Cfr. al respecto, R. SPAEMANN, Reflexinund Spontaneitat Stuttgart1963.12

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    DI LCTIC DE LA MODERNID Dautolimitacin, que es la que caracteriza al tercer momento de lapoca m oderna: es el momento postmod erno, o romntico, si se quiere. La postmodernidad se abre ya en el XVIII, en cierto modo, y,sobre todo, en el XIX. El fracaso de la filosofa de la conciencia yde la inmanencia podra solventarse quiz si se abandonaban plenamente sus presupuestos, pero esto es lo que no se quera hacer.Entonces comienzan las huidas hacia atrs o hacia delante, siempresin poder seguir lo que el idealismo haba llevado a su fin y sindecidirse tampoco, como digo, a dar el salto y despedirse de la modernidad kantiana. Hemos tenido ya varios angustiados zurck zuKant volvamos a Kant , el ltimo de los cuales era proclamado hace pocos meses por una conocida revista filosfica como latarea del momento actual. Hemos conocido varios zurck zu Kant ,digo, pero antes los intentos de llevar hasta el final aquello queKANT haba comenzado y no se haba atrevido a acabar. Aqu hayque mencionar a SCHOPENHAUER y, sobre todo, a NIETZSCHE. Si seme permite un paralelismo arriesgado entre la Ilustracin griega yla europea reciente, dira que los dos momentos de la sofstica, encarnados respectivamente por PROTGORAS y los discpulos de GOR-GIAS, reaparecen en las figuras de KANT yNIETZSCHE. KANT es PROTGORAS; NIETZSCHE, CALICLES. A mi juicio, el paso del uno alotro es, en ambos casos por las mismas razones, punto menos queinevitable. Pero CALICLES y NIETZSCHE son y sern siempre lamala conciencia de una Ilustracin que quiere evitar a toda costalas consecuencias de unos principios de los que, sin embargo, noquiere abjurar.Cules son esos principios? En qu consiste fundamentalmente esa Ilustracin moderna, ese segundo momento que he denominado el de la modernidad europea par excellence?WALTER SCHULZ,en su extensa obra Philosophie in der vernderten W elt ha indicado para la filosofa cinco rasgos que, a mi juicio, seran los quepodran caracterizar esa modernidad: Verwissenschaftlichung, Verin-nerlichung, Verleiblichung und Vergeistigung, V ergeschichtlichung,Verantwortung 9. Esos rasgos podra haberlos hecho suyos tambin primer mom ento de la poca moderna, salvo la Vergeschichtli-

    9. WALTER SCHULZ,Philosophie in der vernderten Welt.Pfullingen 19763.Los rasgos son: Cientifizacin,interiorizacin, antropologizacin, histori-13

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    RAFAEL ALV1RAchung. As pues, lo caracterstico no son slo esos rasgos, sino lainterpretacin que de ellos hace la Ilustracin desde sus ya citadasclaves de abandono, en mayor o menor grado, de latranscendencia yde la primaca de la conciencia.Pues bien, entiendo que lo dialctico de la poca citada como dela modernidad europea propiamente dicha consiste en que, al interpretar esos cinco rasgos desde esas dos claves, engendra siempre locontrario de cada uno de ellos. Vamos a ver uno por uno cada caso,comenzando por el final, es decir, por la responsabilizacin o responsabilidad, simplemente.La modernidad ha desarrollado un tipo de tica muy duro y riguroso. El rictus de seriedad de SPINOZA y KANT se ha perpetuado en el gesto profesoral de los polticos y acadmicos ilustradosque, hasta hace bien pocos aos, nos repetan: la moral ante tod oEs conocida la simpata de los dos filsofos citados por la moralestoica. Ni una sonrisa ni una finura hu morstica: el hum or presupone, en efecto, como bien ve KIERKEGAARD, que la moral no es lainstancia suprema. Pero un moralismo de la razn o de la voluntadautnoma que tiene que guiarse exclusivamente por la ley universal,conduce necesariamente, como bien observa NIETZSCHE, a la disolucin de la moral. Pues la ley universal no es cognoscible para elhombre en su forma objetiva, segn KANT. Hemos de actuar conformemente a la forma de lo racional.Pero eso, cmo se traduce enla prctica? Adems, tiene la voluntad humana tanta fuerza comopara negarse en su deseo de felicidad terrenal, sin por ello buscartampoco la felicidad eterna, obrando as por el puro respeto al deber? Teniendo en cuenta, hay que aadir adems, que segn laIlustracin no hay que contar con luces ni fuerzas que nos ayudena tan esforzada accin. La consecuencia que se puede sacar, tantode SPINOZA como de KANT, es la que saca N I E T Z S C H E , a saber, quesi las cosas estn as lo mejor que se puede hacer es... lo que a unole d la gana. Spinoza sostiene, muy ticamente, que obrar conformemente a la verdad inteligible es lo mejor. Pero como lo que nosespera a todos tras la muerte es la disolucin en la sustancia universal, la mayor parte de la gente deja para el propio SPINOZA elzacin, responsabilizacin. Fuerzo conscientemente un poco la idea de Schulz,.con intencin. No puedo ahora entrar en la justificacin de ello.14

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    DIALCTICA DE LA MODERNIDADesfuerzo. KANT, como luterano que es, piensa que hay un mal radical en el hombre. Cmo puede, pues, llegar a la altura mstica msque feneloniana de pensar que podemos actuar, de jacto, por el purorespeto al deber universal? 10.As pues, el resultado del acrrimo moralismo puro intelectual yautnomo es la liquidacin de la moral y su sustitucin por la abstractamoralidadn .Pero esta paradoja se ha de continuar para terminar el tratamiento de este primer aspecto, en el problema poltico. Lo queuna teora de la conciencia autnoma, bien en los tanteos del librepensador SPINOZA, bien en la forma madura del pensador de Koe-nigsberg, tena que sostener, es una forma democrtica: libertad decada conciencia, e igualdad entre ellas, precisamente para que ningunapueda quitar la autonoma independiente a la otra. Pero est claroque, dada la maldad que de jacto demuestran tener las concienciasautnomas, no se puede solucionar el problema de la convivenciams que con el recurso al dominio total y coactivo del Estado. Esla solucin de ambos pensadores. As pues, de una teora que pedira el mnimo Estado posible, hemos ido a parar al craso dominiodel Estado.

    Despus del quinto y ltimo, pasemos al cuarto aspecto citado,lahistorizacin. Se trata de un rasgo que no aparece con el romanticismo de principios del XIX, sino ya antes. Se encuentra implcitoen LEIBNIZ y ms an en KANT. Responde, de otro lado, a unatendencia marcada del pensamiento protestante alemn, como ha mostrado, por ejemplo, LUCIEN BRAUN en su Histoire de PHistoire dela Philosophie 12.Es cierto que el inters por lo histrico, poco vivo en el pensa-

    10. R. Spaemann, en su obra antes citada, observa la enorm e influenciadel pensamiento de Fnelon en Rousseau (S. 155). Probablemente a travs deRousseau, conoce Kant a Fnelon, La relativa cercana de la tradicin msticacon el desinters predicado por Kant fue puesto de manifiesto ya en vida deKant. Spaemann cita la obra de C. A. Willman De similitudine inter Mysti-cismus pu rum e t kan tianam religionis doctrinam , publicada en Bielefeld en1797 (S. 234).11. Ob srve se la sobrecarga de moralidad pblica que hoy sufrimos, predicada por quienes dicen no profesar una moral, y no la profesan de hecho.1 2 . L U C I E N B R A U N Histoire de VHistoire de la Philosophie Pars 1973.

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    miento antiguo, empieza a desarrollarse ms fuertemente por la influencia de la tradicin judeo-cristiana en la poca medieval. Peroel estilo escolstico hizo que lo que tena importancia vital no fueraaparentemente tematizado. Es la Ilustracin, la que, por diferentesmotivos, va poniendo la historia en primer plano, en su forma terica bajo el desarrollo de la concienc ia historio grficay en su formaprctica mediante el despliegue de uno de los leit-motiv favoritos dela modernidad, a saber, el del progreso. De dnde la obsesin porel progreso? Si no valen las iluminaciones divinas a las que se habaremitido el primer momento de la poca moderna, no vale propiamente hablando lo sobrenatural, y, adems, hay que tener muchocuidado con todo tipo de Schwrmerei 13, vale, sin embargo, todavael recurso a la luz, siempre que sta sea la verdadera, o sea, laluz de la razn. Light, true light, in the minds is, or can benothing else but the evidence of the truth of any proposition...haba dicho JOHN LOCKE en su famoso Essay concerning human un-derstanding 14. El siglo XVIII haba hecho propia la idea y FONTE-NELLE la sanciona: II s est rpandu depuis un temps un espritphilosophique prsque tout nouveau, une lumire qui n'avait guresclair nos anctres 15. Ahora bien, esta luz no era muy potente. LaIlustracin acusaba a las pocas pasadas de oscuridad, pero ellamisma se daba cuenta, hasta cierto punto, de sus amplias zonas desombra. As, antes que negar la luz propia, lanza una teora de lailuminacin creciente y autnoma. Era el mito delprogreso.En lo que se refiere a laconciencia historio grfica, fruto, este s,en su madurez, ms tardo de la Ilustracin, es primero la Ver-nunft in der Geschichte 16 hegeliana, y despus el espritu de la

    13. La desconfianza hacia la exaltacin fantica o altru ism o, muyjustificable en general, es en la poca moderna, sin embargo, desde el primermomento, un indicio de la tendencia a cerrar la conciencia sobre s misma.14. J O H N LOCKE, Essay concerning human understanding, Book IV, ch.19, 13.15. Cit. por C.v. BORMANN, en H. W. PbiL 5, S. 287.16. La razn en la historia es un inte nto poderoso de sintetizar loeterno con lo temporal. Supone, pues, un esfuerzo por desarrollar una filosofade la modernidad. Pero el intento fracasa, a mi juicio, por la mezcla de intelecto y voluntad que hace Hegel (ver, p. ej., la Einleitung a la Filosofa delDerecho). La prueba de que el ensayo de filosofa de modernidad fracasa esque la filosofa hegeliana es, presuntamente, un saber absoluto que, sin embargo,

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    DIALCTICA DE LA MODERNIDADcrticaen el estudio del pa sado, la crtica frente a la tradicin, lasque van a lograr lanzar resonantemente el nuevo hallazgo, la nuevaciencia histrica.Pero uno y otro proyectos entran en callejones sin salida, comopodemos ver hoy, y el propio SCHULZ con pena reconoce. La conciencia historio grficaha creado una relacin d istante con el pasado,en la cual ste ha dejado de estar verdaderamente vivo en nosotrosprecisamente como tradicin y se ha convertido, bien en unaantigualla arqueolgica, bien en un elemento de combate retrico, esdecir, en algo que se instrumentaliza para la lucha poltica. As, enambos casos, el pasado ya no es propiamente histrico, pues nopervive en m. Tanto el museismo como el panfletismo rompen laverdadera forma de vivencia histrica. En lo que se refiere al pro-greso,ya el propio siglo X V II I sentenci contra su optim ismo , perohan sido las tragedias del XX las que recordemos la figura dramtica de ADORNO nos han tenido que enfrentar con la dura verdadde que el presunto progreso de la razn que presuntamente empujaba hacia delante con la historia misma, de modo seguro eirreversible,de tal m anera que haba historia verdadera en la medidaen que haba progreso ese progreso... condujo a Ausschwitz,a los campos de exterminio, al nazismo.El tercer rasgo es la antropologizacin (Verleiblichung undVergeistigung). Haciendo una simplificacin, se podra decir que esel rasgo ms caracterstico de la modernidad. La atencin se centraprogresivamente en el hombre, tras las pocas que lo centraron enel Cosmos o en Dios. Aqu es donde el sarcasmo dialctico es msagudo. Una filosofa que se centra en el hombre y... que acaba perdiendo al hombre. No es ya slo que se pueda decir como Fou-CAULT que el hombre es un invento del siglo XVIII. Es que hoy,en la cultura de la modernidad, el hombre no le interesa a nadie.Lo que le interesa a cada uno es su placer, pero eso es otra cosa.Que el hombre no le interesa a nadie, salvo como divertimento paralos antroplogos culturales, se puede ver sobre todo en la desaparicin de la natalidad. Pero todo esto son apreciaciones empricas.Desde el pu nto de vista filosfico hay que decir que , si bien lano nos ensea prcticamente nada: ni a dominar el mundo, ni a las propiaspasiones.

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    RAFAEL ALVIRAontologa clsica no daba un estatuto central al hombre aunque smedial, lo que no es lo mismo, le daba sin embargo nada menosque un ser. Aqu es donde, por el contrario, se va a ver mejor elcarcter sofstico de la modernidad europea. Considerar al hombrecomo una conciencia central y centrante que tiene al mundo entorno como mero fenmeno, es abrir el paso a considerar que yo noexisto ms que con relacin a un fenmeno, y, de esa manera, queno valgo mucho ms que l. En la mundanidad fenomnica se acabadisolviendo mi yo, por ms que intente salvarlo como la otra carade la moneda de esa mundanidad. Y tampoco los esfuerzos de KANTpor transcender el mundo sirven de mucho desde el punto de vistaantropolgico, pues, en el fondo, para l, cada hombre no es msque un accidente (accidens) de la especie humana 1?.En lo que se refiere al segundo aspecto, la interiorizacin,la modernidad quera superar una filosofa anterior presuntamente muypobre, por ser realista, y, por ende, se deca,csica e ingenua, o bienuna filosofa slo objetivista. Pero la interiorizacin se pierde definitivamente en aquel en quien al parecer menos se deba haber perdido, o sea, en H E G E L . H E G E L acaba objetivando la vida misma dela conciencia subjetiva.A mi juicio, el fracaso de la modernidad en el tema de la interiorizacin es de los ms clamorosos y se debe a que, si no se sabedistinguir entre intelecto y voluntad, la interioridad se pierde. Perojustamente SPINOZA y KANT apenas pueden distinguir entre intelectoy voluntad, y el idealismo terminar el trabajo, estableciendo unamezcla total entre ambas facultades, a las que, adems, se les quitael carcter de facultades.No puede haber interioridad si no hay, al tiempo, exterioridad.Pero, as como la voluntad abre a la alteridad, estableciendo una

    exterioridad existencial, el intelecto acta siempre en forma de identidad. Pues bien, cuando como en la Ilustracin se confunde intelecto y voluntad en favor del intelecto, y se establece la concienciaabsoluta, la gran paradoja y dificultad, tremendamente sentida porSCHELLING, es dnde est otro. Ahora bien, si no hay otro, existen-cialmente otro, no hay amor, y si no hay amor no hay interioridad.17. Cfr. p . ej., Reflexionen zur Morlphilosophie, en Kant's gesammelte

    Schriften, Band XIX, S. 103.18

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    DIALCTICA DE LA MODERNIDADEl primer aspecto, la cientifizacin, ha quedado deliberadamentepara el final, pues ya haba anunciado que, a mi juicio, es el ms

    importante. Sin el apoyo en l, la modernidad europea habra quedado como una repeticin tarda y lenta del proceso ilustrado de lasofstica griega. El fenmeno de la conexin entre ciencia y filosofaen esta poca europea va desde LEI BN I Z, que an es filsofo y cientfico al tiempo y en cierto modo filosofa desde la ciencia,pasando por KANT, que es un filsofo que interpreta la ciencia, hastallegar a H E G E L que es un filsofo que hace ciencia desde la filosofa.Con LEIBNIZ un cientfico an puede hablar. Por KANT se puede interesar y estar ms o menos de acuerdo con sus interpretaciones cognoscitivas. H E G E L es ya un disparate para los cientficos. Si las cosas estn as, por qu puede la modernidad ilustrada europea arrogarse y apropiarse el prestigio de una ciencia que puede estar conectada con ella de facto, pero que filosficamente es dudoso que lepertenezca?Se puede contestar remitindose a explicaciones ocasionales: lamodernidad ha sido lo suficientemente hbil para hacerlo, montandoun buen aparato publicitario y convirtiendo con KANT en aparentemente plausible una interpretacin de la ciencia la suya que notiene por qu ser la verdadera. Aunque me parece que hay algo deverdad en esta tesis, no pienso, sin embargo, que sea suficiente. Elproblema, sin duda, es difcil. No hay que olvidar que la cienciamoderna ha podido ser interpretada tanto como una reposicin delmtodo democrtico, fuertemente teido por el escepticismo de fondode un LUCRECIO CARO, como de otra forma, como un triunfodel pitagorismo o del platonismo de la naturaleza (as, por ejemplo,G. MARTN, W . H E I S E N B E R G ) , es decir, como algo nada escptico.A mi juicio, la dificultad principal est en que en este primeraspecto, es ms difcil de mostrar que en los anteriores que la interpretacin que se hace de l desde las dos claves modernas notrascendencia y conciencia inmanente lo haga imposible, es decir,que por culpa de esa interpretacin la ciencia se convierta en sucontrario, en una no ciencia.Ms an: se puede pretender argumentar, con razones plausibles, que efectivamente la modernidad da lacorrecta interpretacin y la interpretacin cristiana de la ciencia.Basta para ello con recurrir al argumento de la superioridad del hombre frente a la Naturaleza; al carcter espontneo y universal de laconciencia, frente a la pesantez y particularidad de lo natu ral; y,

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    RAFAEL ALVIRAsobre todo, aldominio que el hombre ha de ejercer sobre ella. Puesel mandato primero era: dominad la tierra Son estos argumentoslos que mejor parecen encajar con el estilo propio ya desde DESCARTES inventivo de la ciencia nueva, que, aparte de proclamar suindependencia y superioridad especulativa sobre las inclinaciones inmediatas que suscita el mundo sensorial, afirma su objetivo dom inadordesde el principio: saber para poder, para poseer el mundo ydominarlo.El saber antiguo y medieval se habra equivocado al convertiren objeto de contemplacin lo que es objeto de dominacin. Notenemos que contemplar el mundo: hemos de transformarlo. Necesitamos, pues, un saber que pueda lograr eso, y ese saber ser laciencia nueva.Ahora bien, en la medida en que la modernidad suprime a losdos maestros tradicionales la luz sobrenatural,y las inclinacionesnaturales , acaba suprimiendo todo maestro. La afirmacin frente al mundo se convierte as en una autoafirmacin absoluta y sinpresupuesto alguno. Es lo que dice BLUMENBERG: Die Selbstbehauptung bestimmt die Radikalitt der Vernunft, nicht ihre Logik.Durch eine extreme Notigung zur Selbstbehauptung ist die Ideeder Epoche ais einer aus dem Nichts ansetzenden Selbstbegrndunghervorgegangen 18. Pues bien, desde el presupuesto de que la ciencia es algo del hombre y de que el hombre se autofunda, surgeuna ciencia dominadora, transformadora radical, tecnolgicamenterevolucionaria. Puede muy bien esa ciencia ser acusada de producirtrastornos ecolgicos, morales y sociales sin cuento. Pero puedetambin ser acusada de no ser ciencia? Quiz esa ciencia engendramuchos males, pero... es una no ciencia,un no saber? No es fcilafirmarlo, y menos cuando demuestra da a da que es capaz derealizar lo que prometa, a saber, transformar el mundo. Esa pareceser su justificacin ltima.As pue s, nos hemos de preguntar: es una verdadera transfor-

    18. La autoafirmacin determ ina la radicalidad de la razn ; no la determina su lgica. Por un forzamiento extremo a la autoafirmacin surgi la ideade la poca (moderna) como una autofundacin puesta desde la nada HANSBLUMENBERG, Skularisierung und Selbstbehauptung, Frankfu rt a.M. 1974 (S.112-113).2

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    DIALCTICA DE LA MODERN IDADmacin la que lleva a cabo, o ms bien una destruccin? Si es loprimero, la carta de naturaleza de esa ciencia est definitivamenteadquirida. Pero si es lo segundo, como sostienen ciertos postmodernos, no por ello dejara de ser ciencia en cierto sentido: saberdestruir es tambin un saber. El diablo es malo, pero no es tonto;tiene sus tcnicas.Pero en cualquier caso, y este es el punto, no podemos probardefinitivamente, segn los criterios de un saber cientfico transformativo, si podemos transformarlo todo, y todo como nos d la gana,o si no podemos. Pues cada triunfo cientfico puede que no seams que aparente y engendre su contrario. Pero, por la misma razn,cada destruccin realizada mediante la ciencia puede que no sea msque un fallo accidental que, corregido, nos pueda llevar a grandeslogros. No quiero negar, en absoluto, que muchos procesos cientficos hayan fracasado y que se pueda ver en eso el fracaso de la petulancia de una razn que no respeta la naturaleza. No lo niego;antes bien me parece que la naturaleza se est vengando da ada de los que dicen que la transforman como quieren. Pero lo quequiero decir es que mientras la vida siga, siempre esa ciencia podrcontraargumentar remitindose al futuro: el futuro probar la verdad. Y el futuro contina y no tenemos noticia de hasta cuando.Quiz, cientficamente hablando, contine ad infinitum.Voy a decirlo de otra manera: si conociramos el fin de nuestravida, en el sentido de lo que pudiera plenificaria, y el trmino delproceso en que consiste el mundo, entonces nuestra ciencia de lanaturaleza y nuestra ciencia tica engarzaran perfectamente, ajustaran bien. Pero si conociramos el trmino, el futuro ya no seraplenamente futuro, sino el mero despliegue fctico del plan sabido.Podemos ver el futuro al menos de tres maneras. Como despliegue de un plan (con trmino), como innovacin pura y comoprosecucin infinita (sin trmino). Pues bien, la modernidad europea opta progresivamente por este ltimo punto de vista. Y esfcil entender porqu: la importancia extraordinaria que la modernidad le da al futuro deriva de la misma estructura de la cienciamoderna, que tanto en su matematismo como en su empirismo estnremitiendo continuamente a la prosecucin. Efectivamente, tanto lamatemticacomo la materia sensible se apoyan sobre un concepto deinfinito no integrado, es decir, sobre un concepto de infinito comoprosecucin.

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    RAFAEL ALVIRAAhora bien, esto quiere decir que la ciencia moderna pareceestar desconectada a radice de los juicios morales que, en su forma

    clsica, exigan la forma de la finalidad y de la perfeccin integrada.Esto, que ha desconcertado y desazonado tanto a los filsofos clsicos como ahora a los marxistas, haba sido visto ya por SCHELLING;visto, pero, a mi juicio,no bien resuelto. Alguien podra decir: noes proble ma ; una cosa es la ciencia natural y otra la mo ral. Pienso,con SCHELLING, que s es problema. Desde luego, se trata de dosciencias diversas. Pero el hombre es una unidad, cuerpo y alma,con un pie en la naturaleza y otro en el espritu. Si no se ve elpunto de conexin, la situacin es grave. A los hechos me remito.La gravedad del caso est pidiendo una solucin. Pues bien, casihaciendo un ejercicio de puro romanticismo postmoderno, me aventuro a disearla en pocas palabras.La metafsica se divide en tres partes: metafsica del ser, metafsica del deber, y metafsica del tener. La metafsica del ser es ladel pasado, la del deber es la del futuro, y la del tener la delpresente; se entiende, del presente temporal, y ah est la clave.La clave de la modernidad ahora ya no entendida como pocahistrica que ha defendido las tesis expuestas, sino en s misma

    considerada est, a mi juicio, en el presente temporal. La pocailustrada de los ltimos siglos es una interpretacin posible de lamodernidad. Pero hay otras.La expresin presente temporal indica la esencia de la modernidad, que es la moda. El descuido de la filosofa de la moda es unode los fallos ms graves de la historia del pensamiento.Querer estar a la moda significa querer dominar el presentetemporal. Slo lo que es universal y, al tiempo, existencial, o, si sequiere, concreto, tiene poder. Ahora bien, la moda es forma y, portanto, universalidad, pues adems no se da slo en uno, sino quela moda es la forma conectiva entre los hombres en un momentodado. Y, de otro lado, la moda esconcreta, puesto que supone siempre una actitud existencial. As pues, para parafrasear a mi modo laterminologa hegeliana, dir que la moda es un universal concreto.Es el universal concreto referido al presente temporal.Siempre estamos en presente temporal. Si el tiempo avanza; si,como se dice, vamos hacia el futuro, eso no implica que el futurotenga ninguna importancia en s. Lo que tiene importancia es que22

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    DIALCTICA DE LA MODERN IDADcada mom ento del decurso histrico es una oportunidad que se meofrece para encarnar algo eterno en lo pasajero, hacindolo o node la manera adecuada. Y esa adecuacin, ese punto justo, se podradecir con GRACIN, es la moda.Pues encarnar lo eterno en lo temporal de modo universal concreto es el problema del tener. Las virtudes son nuestro ser, las tareas nuestro deber, pero nuestra insercin en el tiempo y en elmundo, ese es nuestro tener.Si sostenemos que el mundo es infinito segn la prosecucin,puede que sea difcil incluirlo directamente en la metafsica del sery de la contemplacin, pero entra directamente en la metafsica deltener, de la recta posesin.Sostengo, pues, que hay una buena y una mala moda y todoslos grados intermedios una buena y una mala modernidad, y quela diferencia se marca por un criterio fundamental, a saber: cmoentendemos y ejercitamos nuestro tener, nuestra posesin del mundo.Si alguien repasa despacio las diferentes variantes de lo que cmopocase ha llamado modernidad, ver que las diversas teoras producen otras tantas prcticas diversas, pero que suponen siempreuna inapropiada metafsica del tener, una idea de lo que es poseery ser en el mundo inadecuada. O, dicho en otros trminos, queuna poca como la medieval, por ejemplo que pretenda medirel valor de verdad por su referencia a los principios, deba pediruna justificacin ltima en la metafsica del ser y de las virtudesintelectuales. Y una poca, como la nuestra, que pretende medir elvalor de verdad por su referencia a los resultados la eficacia, lasconsecuencias ha de mostrar su justificacin en la metafsica deltener.La metafsica del ser remite a las virtudes aristocrticas, hoy tanolvidadas com o esa metafsica. La metafsica del deber pide lasvirtudes profesionales, hoy tan ensalzadas como incorrectamente vividas. La metafsica del tener exige las virtudes de la templanza, yah est, entre los tres, el mayor fallo actual. Porque la falta deesas virtudes en una poca toda ella volcada al tener, por razn deldescubrimiento de una ciencia que nos ensea a dominar el mundo,es la seal de que esa ciencia, y lo voy a decir ya, es s un saber,pero no un verdadero saber en su utilizacin actual, porque lejosde cumplir su fin dominar el mundo hace que el mundo nosdomine a nosotros.

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    RAFAEL ALVIRAEl criterio final de verdad para una ciencia del dominio nopuede ser otro que el del dominio. Es decir, que nuestro saber noshaga dominadores y no, como ahora sucede, dominados.Pero afirmo que al mundo hay que dominarlo, que la cienciamoderna utilizada segn el criterio citado es una gran cosa. Y afirmoms: ese dominio es una exigencia moral. As, cada nuevo momentoes una nueva ocasin para ir hacia atrs, para profundizar msen la verdad eterna terica y prctica de la naturaleza y delhombre. Y, al acercarse as a su originalidad, a su novedad, aumentarel dominio, pues slo el que es libre domina, pero slo la verdadnos hace libres. Cada instante significa tambin una nueva y dije-

    rente forma de encontrar la originalidad.H e aqu, a puntada, la conexin de historia y eternidad. Y he aqu, en su conjunto, el significado esencial de la moda.WERNER SOMBART, uno de los pocos que se han hecho cargo dela profunda carga metafsica del concepto de moda, nos dice: DieMode ist des Capitalismus liebstes Kind 19. La moda es la criaturapreferida del capitalismo. Efectivamente, el capitalismo la mshbil de las variantes de la poca moderna se da cuenta admirablemente de que ya estamos en una poca filosfica, y busca instau

    rar el universal concreto en cada aspecto y momento de la vida. Estoes lo que la poca medieval, poca de la particularidad y del abandono del mundo, no haba sabido ver. Pero el capitalismo, por carecerde una buena metafsica del tener, desaprovecha su gran hallazgo yengendra la sociedad de consumo, la sociedad en la que el hombrees dominado por su propia obra.No hay, pues, otra solucin, que la de realizar correctamenteel universal concreto, hacer una moda y una modernidad correctas,es decir, una modernidad en la que el espritu domine adecuadamente sobre un mundo al que hace cada da ms bello al transfundirlo en su ser y al transfigurarlo por la comunicacin de la gracia.

    19. WERNER SOMBART, irtschaft und Mode, Wiesbaden 1902 (S. 23).24