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IES Ana María Matute Guillermo García Domingo Dpto. Filosofía U. D. 2. Explorar con los sentidos y el intelecto (en el territorio inabarcable de la verdad). (1ª parte) 1. Ventanas que se asoman al mundo. Hay una llama inextinguible en todos los seres humanos (que proviene del fuego divino Prometeo robó): la voluntad de saber, de explorar más allá. No queremos ser prisioneros como Truman. No hemos nacido para estar encerrados. Espartaco, otro célebre esclavo lo dijo en la película del mismo nombre dirigida por Stanley Kubrick y estrenada en 1960. El guionista Dalton Trumbo le hizo decir a Espartaco/Kirk Douglas este discurso maravilloso: «Yo no sé nada, nada (...) Quiero saber (...) Todo. Por qué una estrella cae y un pájaro no. Dónde está el sol por la noche. Por qué la luna cambia de forma. Quiero saber dónde nace el viento...» Desde que nacemos no aventuramos a explorar el entorno más cercano, con la boca, con nuestras manitas, con 1

filosofiajaimeferran.files.wordpress.com  · Web viewObserva los umbrales de la vista humana. Los receptores sensoriales sólo se excitan si los estímulos (diversas formas de energía

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IES Ana María Matute Guillermo García Domingo Dpto. Filosofía

U. D. 2. Explorar con los sentidos y el intelecto (en el territorio

inabarcable de la verdad). (1ª parte)

1. Ventanas que se asoman al mundo.

Hay una llama inextinguible en todos los seres humanos (que proviene del fuego

divino Prometeo robó): la voluntad de saber, de explorar más allá. No queremos ser

prisioneros como Truman. No hemos nacido para estar encerrados. Espartaco, otro

célebre esclavo lo dijo en la película del mismo nombre dirigida por Stanley Kubrick y

estrenada en 1960. El guionista Dalton Trumbo le hizo decir a Espartaco/Kirk Douglas

este discurso maravilloso:

«Yo no sé nada, nada (...) Quiero saber (...) Todo. Por qué una estrella cae y un pájaro

no. Dónde está el sol por la noche. Por qué la luna cambia de forma. Quiero saber dónde

nace el viento...»

Desde que nacemos no aventuramos a explorar el entorno más cercano, con la

boca, con nuestras manitas, con nuestros ojos. Los sentidos clásicos que catalogó

Aristóteles: el tacto, la vista, el oído, el olfato y el gusto. Todo empieza en los sentidos,

según el mismo filósofo. Son nuestras ventanas a través de las cuales nos asomamos al

mundo exterior y al interior de nuestro cuerpo. Hoy sabemos que hay muchos más

sentidos que los que consignó Aristóteles. Nuestro organismo para mantenerse vivo

tiene a su disposición millones de sensores. La fisiología ha establecido la siguiente

clasificación de receptores sensoriales:

Externoceptores. Los sentidos clásicos que hemos citado antes que nos informan

de la realidad exterior al organismo.

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Internoceptores: los receptores que nos comunican los estados internos del

cuerpo: la sed, el hambre o el cansancio.

Propioceptores: los receptores sensoriales que nos ayudan a mantener el

equilibrio del cuerpo cuando estamos en reposo o en movimiento y nos facilitan

la coordinación motora. Están en el oído interno, en nuestros músculos y

articulaciones.

Nociceptores: los receptores sensoriales que nos informan del dolor provocado

por estímulos aversivos.

Los receptores sensoriales sólo se excitan si los estímulos (diversas formas de

energía física, mecánica, térmica, química o electromagnética) tienen la suficiente

intensidad. Por lo tanto no podemos sentirlo todo. De hecho otros mamíferos (la clase

taxonómica a la que pertenecemos) están mejor dotados para atender a la realidad

circundante.

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Sí, pero…

¡Es tan poco lo podemos sentir! La psicofísica ha establecido un umbral absoluto de nuestros principales receptores sensoriales. Es la intensidad o cantidad mínima que tiene que tener un estímulo (una onda mecánica que empuja el aire, una molécula química, una onda electromecánica) para activar un receptor sensorial. Observa los umbrales de la vista humana.

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La sensación (sentir algo) consiste en detectar algo a través de los receptores

sensoriales sin que haya sido todavía procesado o tenga un significado. Los sentidos son

el umbral de algo más complejo que es la percepción.

2. Percibir es más que sentir.

Percibir es mucho más que sentir. Las sensaciones forman parte de un proceso

denominado percepción por el cual somos conscientes de lo que pasa fuera y dentro de

nosotros. Cuando algo un estímulo ha activado nuestros receptores, interviene el sistema

nervioso periférico y el cerebro para decodificar la información. Nuestros receptores

hablan un idioma y nuestro cerebro otro. La percepción es un proceso gracias al cual

organizamos las sensaciones y dotamos de significado al mundo (externo e interno, que

dentro tenemos un palacio con infinitas habitaciones, no lo olvides). No es una mera

suma de sensaciones. ¡Es mucho más que eso!

Este cuadro es muy importante. De él podemos aprender mucho sobre la percepción.

- Seleccionamos lo que necesitamos percibir. Por lo tanto el sujeto que percibe es

activo.

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- Además el cerebro procesa la información. En cierto modo el cerebro “prepara”

para nosotros una versión adecuada para nuestros intereses de la realidad a partir

de la información que obtiene de los sentidos. ¿Es entonces el mundo tal y como

como lo percibimos o como dice Anaïs Nin “no vemos las cosas como son, las

vemos como somos”?

- Hay factores externos e internos (subjetivos) que influyen decisivamente en la

percepción.

- Somos protagonistas de lo que percibimos, creamos un mundo a nuestra medida.

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Sí, pero…

Goethe, el poeta alemán fue también un curioso investigador de la naturaleza. Uno de los temas que más le interesaron fue el de los colores. En 1810 publicó su “Teoría de los colores” que cuestionaba la teoría de Newton sobre la naturaleza de los colores. Una de las preguntas que intentó responder es la siguiente: “¿Un vestido rojo sigue siendo rojo cuando nadie lo mira?”

¿Qué responderías tú?

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3. El poder de la abstracción.

Al final del proceso de la percepción los humanos somos capaces de generar

conceptos. Los conceptos son representaciones mentales, universales y abstractas de un

objeto. Elaboramos conceptos en nuestra mente gracias al poder de la abstracción.

Rene Magritte

Según Aristóteles gracias a ella somos capaces de ignorar los detalles concretos

e individuales de los objetos que se parecen entre sí y “abstraer” lo que tienen en

común:

“¿Alguien puede imaginar el enorme ahorro del procesamiento y memoria que con ese

invento de la abstracción ha logrado el cerebro? Con esta capacidad, el hombre

comenzó su andadura de pensar, rompiendo las cadenas de lo particular y concreto, y

liberándose de recordar y comunicar cada estado del cielo y cada cosa o animal. La

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abstracción de la naranja ya no la naranja concreta, es o pueden ser todas las naranjas

del mundo. ¿Puede uno imaginar mayor resumen?”

Francisco Mora

La segunda función de nuestro conocimiento intelectual es la capacidad de hacer

juicios. Un juicio es la relación que el pensamiento establece entre dos conceptos

cuando afirma o niega el uno del otro. La expresión de un juicio se llama proposición.

Los seres humanos podemos hacer algo más: razonar. Que consiste en relaciones varios

juicios para llegar a un juicio nuevo que se infiere de aquellos y se llama conclusión. En

términos lingüísticos a este razonamiento se le denomina argumento.

4. El superpoder de razonar.

Hay muchos tipos de razonamiento pero se suelen identificar dos. El

razonamiento inductivo (las hormigas) nos permite llegar a conclusiones más generales

a partir de datos particulares. Mientras que el razonamiento deductivo (arañas) nos

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Sí, pero…Hormigas y arañas

“Quienes han manejado la ciencia han sido bien hombres de experimento u hombres de dogmas. Los

hombres de experimento parecen hormigas que se limitan a recolectar y utilizar; los raciocinadores

parecen arañas que hilan sus telas utilizando su propia sustancia. Pero la abeja toma el camino de en

medio: recoge su material de entre las flores del jardín y del campo, pero lo transforma y digiere mediante

una capacidad propia. No muy diferente es la verdadera empresa de la filosofía, porque esta no depende

sólo o principalmente de la capacidad de la mente, ni tampoco toma material que recoge de la historia

natural y de los experimentos mecánicos y lo almacena entero en la memoria, tal y como lo encuentra;

sino que lo almacena en el conocimiento una vez alterado y digerido. Por tanto, de una alianza más pura e

íntima entre dichas dos facultades, la experimental y la racional (de forma nunca antes lograda), cabe

esperar mucho”.

“Primer libro de aforismos”, Francis Bacon (1620)

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conduce a conclusiones particulares a partir de premisas generales o universales. El

primer razonamiento es el que utilizan las ciencias naturales principalmente. Es el

método experimental. La inducción nos ofrece una conclusión probable, incluso muy

probable, pero nunca totalmente segura.

El método experimental tiene cuatro fases o etapas (puedes ver la presentación

completa en el blog :

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Y el segundo tipo de razonamiento es el que utilizan las ciencias formales como

las matemáticas o la lógica. La deducción avanza con paso seguro hacia conclusiones

necesarias, definitivas.

Así es como los humanos nos dedicamos a explorar. Y eso que no hemos

hablado de la imaginación literaria, la expresión artística o la mística religiosa, todas

ellas nos sirven para explorar el universo exterior y el interior, el que escondemos

subterráneo, dentro de nosotros. No podemos dejar de explorar porque tenemos una

inclinación irresistible por conocer la verdad…

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Sí, pero…

“El problema de la inducción”

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