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El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

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LoscuentosdeHansChristianAndersensehan transmitidodegeneraciónengeneraciónsinperderniunápicedesuencanto.Suscuentoshablandelos sentimientos y los deseos; sus protagonistas tienen un corazón querefleja el amor, el dolor, la alegría, la tristeza…Los cuentos seleccionadossonlosmásbonitosypopularesdeHansChristianAndersen.

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Miscuentospreferidosde

HansChristianAndersenePUBv1.6

MayenCM25.08.12

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Títulooriginal:MiscuentospreferidosdeHansChristianAndersen(lapresenteselecciónnoseajustaaningunapublicaciónenpapel).HansChristianAndersen,cuentospublicadosde1835a1872.Ilustracionesinteriores:VilhelmPedersen(1820-1859).Diseño/retoqueportada:JordiVilaiDeclós

Editororiginal:MayenCM(v1.0av1.6)ePubbasev2.0

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Elelfodelrosal

(Rosenalfen)

Enelcentrodeunjardíncrecíaunrosal,cuajadoderosas,yenunadeellas,lamáshermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que ningún ojo humano podíadistinguirlo. Detrás de cada pétalo de la rosa tenía un dormitorio. Era tan bieneducadoytanguapocomopuedaserlounniño,yteníaalasquelellegabandesdeloshombroshastalospies.¡Oh,yquéaromaexhalabansushabitaciones,yquéclarasyhermosaseranlasparedes!Noeranotracosasinolospétalosdelaflor,decolorrosapálido.

Sepasabaeldíagozandodelaluzdelsol,volandodeflorenflor,bailandosobrelasalasdelainquietamariposaymidiendolospasosquenecesitabadarpararecorrertodosloscaminosysenderosquehayenunasolahojadetilo.Sonloquenosotrosllamamoslasnervaduras;paraélerancaminosysendas,¡ynopocolargos!Antesdehaberlosrecorridotodos,sehabíapuestoelsol;claroquehabíaempezadoalgotarde.

Se enfrió el ambiente, cayó el rocío, mientras soplaba el viento; lo mejor eraretirarseacasa.Elelfoechóacorrercuandopudo,perolarosasehabíacerradoynopudoentrar,yningunaotraquedabaabierta.Elpobreelfoseasustónopoco.Nuncahabía salido de noche, siempre había permanecido en casita, dormitando tras lostibiospétalos.¡Ay,suimprudencialeibaacostarlavida!

Sabiendoque en el extremoopuestodel jardínhabía unaglorieta recubierta debellamadreselva cuyas flores parecían trompetillas pintadas, decidió refugiarse enunadeellasyaguardarlamañana.

Se trasladó volando a la glorieta. ¡Cuidado! Dentro había dos personas, unhombre joven y guapo y una hermosísima muchacha; sentados uno junto al otro,deseabanno tener que separarse en toda la eternidad; se querían con toda el alma,muchomásdeloqueelmejordeloshijospuedaquererasumadreyasupadre.

—Y,noobstante, tenemosque separarnos—decía el joven—.Tuhermanonosodia;poresomeenvíaconunamisiónmásalládelasmontañasylosmares.¡Adiós,midulceprometida,puesloeresapesardetodo!

Sebesaron,ylamuchacha,llorando,lediounarosadespuésdehaberestampadoen ella un beso, tan intenso y sentido, que la flor se abrió. El elfo aprovechó laocasiónparaintroducirseenella,reclinandolacabezaenlossuavespétalosfragantes;desdeallípudooírperfectamentelosadiosesdelapareja.Ysediocuentadequelarosa era prendida en el pecho del doncel. ¡Ah, cómo palpitaba el corazón debajo!Erantanviolentossuslatidos,queelelfonopudopegarelojo.

Pero la rosa no permaneciómucho tiempo prendida en el pecho. El hombre la

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tomóensumano,y,mientrascaminabasolitarioporelbosqueoscuro,labesabacontanta frecuencia y fuerza, quepor poco ahoga a nuestro elfo.Éste podía percibir através de la hoja el ardor de los labios del joven; y la rosa, por su parte, se habíaabiertocomoalcalordelsolmáscálidodemediodía.

Acercóseentoncesotrohombre,sombríoycolérico;eraelperversohermanodeladoncella.Sacandounafiladocuchillodegrandesdimensiones,loclavóenelpechodel enamoradomientras éste besaba la rosa.Luego le cortó la cabeza y la enterró,juntoconelcuerpo,enlatierrablandadelpiedeltilo.

—Helo aquí olvidado y ausente—pensó aquel malvado—; no volverá jamás.Debíaemprenderunlargoviajeatravésdemontesyocéanos.Esfácilperderlavidaen estas expediciones, y ha muerto. No volverá, y mi hermana no se atreverá apreguntarmeporél.

Luego,conlospies,acumulóhojassecassobrelatierramullida,ysemarchóasucasa a través de la noche oscura. Pero no iba solo, como creía; lo acompañaba elminúsculoelfo,montadoenunaenrolladahojasecadetiloquesehabíaadheridoalpelodelcriminal,mientrasenterrabaasuvíctima.Llevabaelsombreropuesto,yelelfoestabasumidoenprofundastinieblas,temblandodehorrorydeindignaciónporaquelabominablecrimen.

Elmalvadollegóacasaalamanecer.Quitóseelsombreroyentróeneldormitoriodesuhermana.Lahermosay lozanadoncella,yacíaensu lecho,soñandoenaquélque tanto la amaba y que, según ella creía, se encontraba en aquellos momentoscaminandoporbosquesymontañas.Elperversohermanose inclinó sobreellaconunarisadiabólica,comosóloeldemoniosabereírse.Entonceslahojasecaselecayódelpelo,quedandosobreelcubrecamas,sinqueélsedieracuenta.Luegosaliódelahabitaciónparaacostarseunashoras.Elelfosaltódelahojay,entrándoseeneloídode la dormida muchacha, contóle, como en sueños, el horrible asesinato,describiéndoleellugardondeelhermanolohabíaperpetradoyaquelenqueyacíaelcadáver.Lehablótambiéndeltilofloridoquecrecíaallí,ydijo:«Paraquenopiensesque loqueacabodecontarteessólounsueño,encontrarássobre tucamaunahojaseca».

Y,efectivamente,aldespertarella,lahojaestabaallí.¡Oh,quéamargaslágrimasvertió!¡Ysinteneranadieaquienpoderconfiarsu

dolor!Laventanapermanecióabiertatodoeldía;alelfolehubierasidofácilirsealas

rosasyatodaslasfloresdeljardín;peronotuvovalorparaabandonaralaafligidajoven.En laventanahabíaun rosaldeBengala; instalóseenunadesus floresyseestuvocontemplandoalapobredoncella.Suhermanosepresentórepetidamenteenlahabitación,alegreapesardesucrimen;peroellanoosódecirleunapalabradesucuita.

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Nobienhubooscurecido,lajovensaliódisimuladamentedelacasa,sedirigióalbosque, al lugardonde crecía el tilo, y, apartando lashojasy la tierra, no tardó enencontrar el cuerpo del asesinado. ¡Ah, cómo lloró, y cómo rogó a Dios NuestroSeñorqueleconcedieselagraciadeunaprontamuerte!

Hubiera querido llevarse el cadáver a casa, pero al serle imposible, cogió lacabezalívida,conloscerradosojos,y,besandolafríaboca,sacudiólatierraadheridaalhermosocabello.

—¡Laguardaré!—dijo,ydespuésdehabercubiertoelcuerpocontierrayhojas,volvióasucasaconlacabezayunaramitade jazmínqueflorecíaenelsitiode lasepultura.

Llegadaasuhabitación,cogiólamacetamásgrandequepudoencontrar,depositóenellalacabezadelmuerto,lacubriódetierrayplantóenellalaramadejazmín.

—¡Adiós, adiós! —susurró el geniecillo, que, no pudiendo soportar por mástiempoaquelgrandolor, voló a su rosadel jardín.Peroestabamarchita; sólounaspocashojasamarillascolgabanaúndelcálizverde.

—¡Ah,quéprontopasa lobelloy lobueno!—suspiróelelfo.Por finencontróotrarosayestablecióenellasumorada,detrásdesusdelicadosyfragantespétalos.

Cada mañana se llegaba volando a la ventana de la desdichada muchacha, ysiempre encontraba a ésta llorando junto a sumaceta. Sus amargas lágrimas caíansobrelaramitadejazmín,lacualcrecíayseponíaverdeylozana,mientraslapalideziba invadiendo las mejillas de la doncella. Brotaban nuevas ramillas, y florecíanblancos capullitos, que ella besaba. El perverso hermano no cesaba de reñirle,preguntándole si se había vuelto loca.Nopodía soportarlo, ni comprender por quéllorabacontinuamentesobreaquellamaceta.Ignorabaquéojoscerradosyquérojoslabiosseestabanconvirtiendoallíentierra.Lamuchachareclinabalacabezasobrelamaceta,yelelfodelarosasolíaencontrarlaallídormida;entoncessedeslizabaensuoídoylecontabadeaquelanochecerenlaglorieta,delaromadelaflorydelamordeloselfos;ellasoñabadulcemente.Undía,mientrassehallabasumidaenunodeestossueños, se apagó su vida, y la muerte la acogió, misericordiosa. Encontróse en elcielo,juntoalseramado.

Y los jazmines abrieron sus blancas flores y esparcieron sumaravilloso aromacaracterístico;erasumododelloraralamuerta.

Elmalhermanoseapropiólahermosaplantafloridaylapusoensuhabitación,juntoalacama,pueserapreciosa,ysuperfume,unaverdaderadelicia.Lasiguióelpequeñoelfodelarosa,volandodeflorecillaenflorecilla,encadaunadelascualeshabitabaunaalmita,yleshablódeljoveninmoladocuyacabezaeraahoratierraentrelatierra,yleshablótambiéndelmalvadohermanoydeladesdichadahermana.

—¡Lo sabemos—decía cada alma de las flores—, lo sabemos! ¿No brotamosacasodelosojosydeloslabiosdelasesinado?¡Losabemos,losabemos!.Yhacían

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conlacabezaunosgestossignificativos.Elelfonolograbacomprendercómopodíanestarsetanquietas,ysefuevolando

en busca de las abejas, que recogían miel, y les contó la historia del malvadohermano, y las abejas lo dijeron a su reina, la cual dio orden de que, a lamañanasiguiente,dieranmuertealasesino.

Pero la noche anterior, la primeraque siguió al fallecimientode la hermana, alquedarsedormidoelmalvadoensucamajuntoalolorosojazmín,seabrierontodosloscálices; invisibles,peroarmadasdeponzoñososdardos,salierontodaslasalmasde las flores y, penetrando primero en sus oídos, le contaron sueños de pesadilla;luego,volandoasuslabios,lehirieronenlalenguaconsusvenenosasflechas.—¡Yahemosvengadoalmuerto!—dijeron—,yseretirarondenuevoalasfloresblancasdeljazmín.

Alamaneceryabrirsesúbitamentelaventanadeldormitorio,entraronelelfodela rosa con la reina de las abejas y todo el enjambre, que venía a ejecutar suvenganza.

Pero ya estaba muerto; varias personas que rodeaban la cama dijeron: —Elperfumedeljazmínlohamatado.

Elelfocomprendiólavenganzadelasfloresyloexplicóalareinadelasabejas,y ella, con todo el enjambre, revoloteó zumbando en torno a lamaceta. No habíamododeahuyentaralosinsectos,yentoncesunhombresellevóeltiestoafuera;masalpicarleenlamanounadelasabejas,soltóéllamaceta,queserompióaltocarelsuelo.

Entoncesdescubrieronellívidocráneo,ysupieronqueelmuertoqueyacíaenellechoeraunhomicida.

Lareinadelasabejasseguíazumbandoenelaireycantandolavenganzadelasflores,ycantandoalelfodelarosa,ypregonandoquedetrásdelahojamásmínimahayalguienquepuededescubrirlamaldadyvengarla.

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Laagujadezurcir

(Stoppenålen)

Éraseunavezunaagujadezurcirtanfinaypuntiaguda,quesecreíaserunaagujadecoser.

—Fijaosen loquehacéisymanejadmeconcuidado—decíaa losdedosque lamanejaban—. No me dejéis caer, que si voy al suelo, las pasaréis negras paraencontrarme.¡Soytanfina!

—¡Vamos,vamos,quenohayparatanto!—dijeronlosdedossujetándolaporelcuerpo.

—Mirad, aquí llego yo conmi séquito—prosiguió la aguja, arrastrando tras síunalargahebra,perosinnudo.

Los dedos apuntaron la aguja a la zapatilla de la cocinera; el cuero de la partesuperiorhabíareventadoysedisponíanacoserlo.

—¡Quétrabajomásordinario!—exclamólaaguja—.Noesparamí.¡Merompo,merompo!—yserompió—.¿Nooslodije?—suspirólavíctima—.¡Soydemasiadofina!

—Ya no sirve para nada —pensaron los dedos; pero hubieron de seguirsujetándola,mientraslacocineraleaplicabaunagotadelacreyluegoeraclavadaenlapecheradelablusa.

—¡Toma!¡Ahorasoyunprendedor!—dijolavanidosa—.Biensabíayoqueconeltiempoharíacarrera.Cuandounavale,undíauotroseloreconocen—.Yseríoparasusadentros,puesporfueraesmuydifícilvercuándoseríeunaagujadezurcir.Y se quedó allí tan orgullosa cómo si fuese en coche, y paseaba la mirada a sualrededor.

—¿Puedotomarmela libertaddepreguntarle,coneldebidorespeto,siacasoesusteddeoro?—inquirióelalfiler,vecinosuyo—.Tieneustedunportemajestuoso,ycabeza propia, aunque pequeña. Debe procurar crecer, pues no siempre se puedenponergotasdelacreenelcabo.

Aloíresto,laagujaseirguiócontantoorgullo,quesesoltódelatelaycayóenelvertedero,enelquelacocineraestabalavando.

—Ahoramevoydeviaje—dijolaaguja—.¡Contalquenomepierda!—.Peroeselcasoqueseperdió.

«Estemundonoestáhechoparamí—pensó,yaenelarroyodelacalle—.Soydemasiado fina.Pero tengo conciencia demi valer, y esto siempre es unapequeñasatisfacción».Ymantuvosuactitud,sinperderelbuenhumor.

Por encima de ella pasaban flotando toda clase de objetos: virutas, pajas y

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pedazos de periódico. «¡Cómo navegan!—decía la aguja—. ¡Poco se imaginan loquehayenel fondo!Yoestoyenel fondoyaquísigoclavada. ¡Toma!,ahorapasaunavirutaquenopiensaennadadelmundocomonoseaenuna«viruta»,osea,enellamisma;yahoravieneunapaja:¡quémaneraderevolcarseydegirar!Nopiensestanto en ti, que darás contra una piedra. ¡Y ahora un trozo de periódico!Nadie seacuerdade loquepone,y,noobstante, ¡cómoseahueca!Yo,encambio,meestoyaquípacienteyquieta;séloquesoyyseguirésiéndolo…».

Undíafueapararasuladounobjetoquebrillabatanto,quelaagujapensóquetalvezseríaundiamante;peroenrealidaderauncascodebotella.Ycomobrillaba,laagujasedirigióaél,presentándosecomoalfilerdepecho.

—¿Usteddebeserundiamante,verdad?—Bueno…sí,algoporelestilo.Ylosdosquedaronconvencidosdequeeranjoyasexcepcionales,yseenzarzaron

enunaconversaciónacercadelopresuntuosaqueeslagente.—¿Sabes?yovivíenelestuchedeunaseñorita—dijolaagujadezurcir—;era

cocinera; tenía cinco dedos en cadamano, pero nunca he visto nada tan engreídocomoaquelloscincodedos;y,sinembargo,todasumisiónconsistíaensostenerme,sacarmedelestucheyvolvermeameterenél.

—¿Brillabanacaso?—preguntóelcascodebotella.—¿Brillar?—exclamólaaguja—.No;peroaorgullososnadielosganaba.Eran

cincohermanos,todosdedosdenacimiento.Ibansiemprejuntos,lamardetiesosunoalladodelotro,apesardequeningunoeradelamismalongitud.Eldemásafuera,sellamaba«Pulgar»,eracortoygordo,estabaseparadodelamano,ycomosóloteníaunaarticulacióneneldorso,sólopodíahacerunainclinación;peroafirmabaquesiaun hombre se lo cortaban, quedaba inútil para el servicio militar. Luego venía el«Lameollas»,quesemetíaenlodulceyenloamargo,señalabaelsolylalunayeraelqueapretabalaplumacuandoescribían.El«Larguirucho»semirabaalosdemásdesdeloalto;el«Bordedorado»sepaseabaconunarodeoroalrededordelcuerpo,yelmenudo«Meñique»nohacíanada,delocualestabamuyufano.Todoerajactarseyvanagloriarse.Poresofuiyoadarenelvertedero.

—Ahora estamos aquí, brillando —dijo el casco de botella. En el mismomomentollegómásaguaalarroyo,lodesbordóysellevóelcasco.

—¡Vamos! A éste lo han despachado —dijo la aguja—. Yo me quedo, soydemasiado fina, pero esto es mi orgullo, y vale la pena—. Y permaneció altiva,sumidaensuspensamientos.

—Detanfinaquesoy,casicreeríaquenacídeunrayodesol.Tengolaimpresióndequeelsolmebuscasiempredebajodelagua.Soy tansutil,quenimipadremeencuentra. Si no se me hubiese roto el ojo, creo que lloraría; pero no, no esdistinguidollorar.

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Undíasepresentaronvariospilluelosysepusierona rebuscarenelarroyo,enposdeclavosviejos,perraschicasyotrascosasporelestilo.Eraunaocupaciónmuysucia,peroellossedivertíandelolindo.

—¡Ay! —exclamó uno; se había pinchado con la aguja de zurcir—. ¡Estamarrana!

—¡Yonosoyningunamarrana,sinounaseñorita!—protestólaaguja;peronadielaoyó.El lacre sehabíadesprendido,yelmetalestabaennegrecido;peroelnegrohacemásesbelto,porloquelaagujasecreyóaúnmásfinaqueantes.

—¡Ahívieneflotandounacáscaradehuevo!—gritaronloschiquillos,yclavaronenellalaaguja.

—Negra sobre fondo blanco—observó ésta—. ¡Qué bienme sienta! Soy bienvisible.¡Contalquenomemaree,nivomite!—.Peronosemareónivomitó.

—Esunagrancosacontraelmareotenerestómagodeacero.Enestosíqueestoyporencimadelvulgo.Mesientocomosinada.Cuántomásfinaesuna,másresiste.

—¡Crac!—exclamólacáscara,alsentirseaplastadaporlaruedadeuncarro.—¡Uf,cómopesa!—añadiólaaguja—.Ahorasíquememareo.¡Merompo,me

rompo!—.Peronoserompió,peseahabersidoatropelladaporuncarro.Quedóenelsuelo,y,loqueespormí,puedeseguirallímuchosaños.

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Elcaracolyelrosal

(Sneglenogrosenhækken)

Alrededordeljardínhabíaunsetodeavellanos,yalotroladodelsetoseextendíanloscamposypraderasdondepastaban lasovejasy lasvacas.Peroenelcentrodeljardíncrecíaunrosaltodollenodeflores,yasuabrigovivíauncaracolquellevabatodounmundodentrodesucaparazón,puessellevabaasímismo.

—¡Paciencia!—decíaelcaracol—.Yallegarámihora.Harémuchomásquedarrosasoavellanas,muchísimomásquedarlechecomolasvacasylasovejas.

—Esperamosmuchodeti—dijoelrosal—.¿Podríasabersecuándomeenseñarásloqueerescapazdehacer?

—Metomomitiempo—dijoelcaracol—;ustedessiempreestándeprisa.No,asínosepreparanlassorpresas.

Unañomástardeelcaracolsehallabatomandoelsolcasienelmismositioqueantes,mientras el rosal se afanaba en echar capullos ymantener la lozanía de susrosas, siempre frescas, siemprenuevas.Elcaracol sacómediocuerpoafuera,estirósuscuernecillosylosencogiódenuevo.

—Nadahacambiado—dijo—.Noseadvierteelmásinsignificanteprogreso.Elrosalsigueconsusrosas,yesoestodoloquehace.

Pasóelveranoyvinoelotoño,yelrosalcontinuódandocapullosyrosashastaque llegó la nieve.El tiempo se hizohúmedoyhosco.El rosal se inclinóhacia latierra;elcaracolseescondióbajoelsuelo.

Luegocomenzóunanuevaestación,ylasrosassalieronalaireyelcaracolhizolomismo.

—Ahora ya eres un rosal viejo —dijo el caracol—. Pronto tendrás que irpensandoenmorirte.Yahasdadoalmundocuantoteníasdentrodeti.Sieraonodemuchovalor,escosaquenohetenidotiempodepensarconcalma.Peroestáclaroquenohashechonadaportudesarrollointerno,puesenesecasotendríasfrutosmuydistintosqueofrecernos.¿Quédicesaesto?Prontonoserásmásqueunpaloseco…¿Tedascuentadeloquequierodecirte?

—Measustas—dijoelrosal—.Nuncahepensadoenello.—Claro,nunca tehasmolestadoenpensarennada.¿Tepreguntastealgunavez

porquéflorecíasycómoflorecías,porquélohacíasdeesamaneraydenodeotra?—No —contestó al caracol—. Florecía de puro contento, porque no podía

evitarlo.¡El sol era tan cálido, el aire tan refrescante!…Mebebía el límpido rocíoy la

lluviagenerosa;respiraba,estabavivo.Delatierra,alláabajo,mesubíalafuerza,que

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descendíatambiénsobremídesdeloalto.Sentíaunafelicidadqueerasiemprenueva,profundasiempre,yasíteníaqueflorecersinremedio.

Taleramivida;nopodíahacerotracosa.—Tuvidafuedemasiadofácil—dijoelcaracol.—Cierto—dijoelrosal—.Melodabantodo.Perotútuvistemássuerteaún.Tú

eresunadeesascriaturasquepiensanmucho,unodeesosseresdegraninteligenciaqueseproponenasombraralmundoalgúndía.

—No,no,deningúnmodo—dijoelcaracol—.Elmundonoexisteparamí.¿Quétengo yo que ver con elmundo?Bastante es queme ocupe demímismoy enmímismo.

—¿Pero no deberíamos todos dar a los demás lo mejor de nosotros, nodeberíamos ofrecerles cuanto pudiéramos? Es cierto que no te he dado sino rosas;pero tú, en cambio, que posees tantos dones, ¿qué has dado tú al mundo? ¿Quépuedesdarle?

—¿Darle? ¿Darle yo al mundo? Yo lo escupo. ¿Para qué sirve el mundo? Nosignificanadaparamí.Anda,siguecultivandotusrosas;esparaloúnicoquesirves.Dejaque los castañosproduzcan sus frutos, dejaque lasvacasy lasovejasden suleche;cadaunotienesupúblico,yyotambiéntengoelmíodentrodemímismo.¡Merecojoenmiinterior,yenélvoyaquedarme!Elmundonomeinteresa.

Yconestaspalabras,elcaracolsemetiódentrodesucasaylaselló.—¡Quépena!—dijo el rosal—.Yono tengomodode esconderme, pormucho

quelointente.Siemprehedevolverotravez,siemprehedemostrarmeotravezenmis rosas.Suspétaloscaeny losarrastraelviento, aunqueciertavezvi cómounamadre guardaba una de mis flores en su libro de oraciones, y cómo una bonitamuchachaseprendíaotraalpecho,ycómounniñobesabaotraenlaprimeraalegríade su vida. Aquello me hizo bien, fue una verdadera bendición. Tales son misrecuerdos,mivida.

Yelrosalcontinuófloreciendoentodasuinocencia,mientraselcaracoldormíaalládentrodesucasa.Elmundonadasignificabaparaél.

Ypasaronlosaños.El caracol se había vuelto tierra en la tierra, y el rosal tierra en la tierra, y la

memorable rosa del libro de oraciones había desaparecido… Pero en el jardínbrotabanlosrosalesnuevos,ylosnuevoscaracolessearrastrabandentrodesuscasasyescupíanalmundo,quenosignificabanadaparaellos.

¿Empezamos otra vez nuestra historia desde el principio? No vale la pena;siempreseríalamisma.

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Laprincesayelguisante

(Prinsessenpåærten)

Había una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero que no secontentabasinoconunaprincesadeverdad.Demodoquesededicóabuscarlaporelmundoentero,aunqueinútilmente,yaqueatodaslasquelepresentabanleshallabaalgún defecto. Princesas había muchas, pero nunca podía estar seguro de que lofuesendeveras: siemprehabíaenellasalgoquenoacababadeestarbien.Asíqueregresóacasallenodesentimiento,pues¡deseabatantounaverdaderaprincesa!

Ciertanochesedesatóunatormentaterrible.Menudeabanlosrayosylostruenosylalluviacaíaacántaros¡aquelloeraespantoso!Deprontotocaronalapuertadelaciudad,yelviejoreyfueaabrirenpersona.

Enelumbralhabíaunaprincesa.Pero,¡santocielo,cómosehabíapuestoconelmaltiempoylalluvia!Elagualechorreabaporelpeloylasropas,selecolabaenloszapatosylevolvíaasalirporlostalones.Apesardeesto,ellainsistíaenqueeraunaprincesarealyverdadera.

«Bueno,esolosabremosmuypronto»,pensólaviejareina.Y,sindecirunapalabra,sefueasucuarto,quitótodalaropadelacamaypuso

unfrijolsobreelbastidor;luegocolocóveintecolchonessobreelguisante,yencimade ellos, veinte almohadones hechos con las plumas más suaves que uno puedaimaginarse.Allítendríaquedormirtodalanochelaprincesa.

Alamañanasiguientelepreguntaroncómohabíadormido.—¡Oh, terriblementemal!—dijo laprincesa—.Apenaspudecerrar losojosen

todalanoche.¡Vayaustedasaberloquehabíaenesacama!Meacostésobrealgotanduroqueamanecíllenadecardenalesportodaspartes.¡Fuesencillamentehorrible!

Oyendo esto, todos comprendieron enseguida que se trataba de una verdaderaprincesa, ya que había sentido el guisante nada menos que a través de los veintecolchones y los veinte almohadones. Sólo una princesa podía tener una piel tandelicada.

Yasíelpríncipesecasóconella,segurodequelasuyaeratodaunaprincesa.Yelguisantefueenviadoaunmuseo,dondeselepuedevertodavía,anoserque

alguienselohayarobado.Vaya,éstesíquefuetodouncuento,¿verdad?

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LasfloresdelapequeñaIda

(DenlilleIdasblomster)

¡Misfloressehanmarchitado!—exclamólapequeñaIda.—Tanhermosascomoestabananoche,yahoratodassushojascuelganmustias.

¿Porquéseráesto?—preguntóalestudiante,queestabasentadoenelsofá.Leteníamucho cariño, pues sabía las historiasmás preciosas y divertidas, y eramuy hábilademásenrecortarfigurascuriosas:corazonescondamasbailando,floresygrandescastilloscuyaspuertaspodíanabrirse.Eraunestudiantemuysimpático.

—¿Por qué ponen una cara tan triste mis flores hoy? —dijo, señalándole unramilletecompletamentemarchito.

—¿No sabes qué les ocurre?—respondió el estudiante—.Pues que esta nochehanidoalbaile,yporesotienenhoylascabezascolgando.

—¡Perosilasfloresnobailan!—repusoIda.—¡Claro que sí! —dijo el estudiante—. En cuanto oscurece y nosotros nos

acostamos,ellasempiezanasaltarybailar.Casitodaslasnochestienensarao.—¿Ylosniñosnopuedenasistir?—Claro que sí—contestó el estudiante—.Lasmargaritas y losmuguetesmuy

pequeñitos.—¿Dóndebailanlasflores?—siguiópreguntandolaniña.—¿Nohasidonuncaaverlasbonitasfloresdeljardíndelgranpalaciodondeel

Reypasaelverano?Claroquehasido,yhabrásvistoloscisnesqueacudennadandocuandohacesseñaldeecharlesmigasdepan.Puesallíhacenunosbailesmagníficos,telodigoyo.

—Ayerestuveconmamá—dijoIda—;perohabíancaídotodaslashojasdelosárboles,yanoquedabaniunaflor.¿Dóndeestán?¡Tantascomohabíaenverano!

—Están dentro del palacio —respondió el estudiante—. Has de saber que encuanto el Rey y toda la corte regresan a la ciudad, todas las flores se marchancorriendodeljardínyseinstalanenpalacio,dondesediviertendelolindo.¡Tendríasqueverlo!Lasdos rosasmáspreciosassesientanenel tronoyhacendeReyydeReina.Lasrojasgallocrestassesitúandepieaunoyotroladoyhacenreverencias;son los camareros.Vienen luego las floresmás lindas y empieza el gran baile; lasvioletasrepresentanguardiasmarinas,ybailanconlosjacintosylosazafranes,alosquellamanseñoritas.Lostulipanesylasgrandesazucenasdefuegosondamasviejasquecuidandequesebaileendebidaformaydequetodovayabien.

—Pero—preguntólapequeñaIda—,¿nadielesdicenadaalasfloresporbailarenelpalacioreal?

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Page 17: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—Elcasoesquenadieestáenelsecreto—,respondióelestudiante—.Ciertoquealgunavezqueotrasepresentadurantelanocheelviejoguardiándelcastillo,consumanojodellaves,paracerciorarsedequetodoestáenregla;peronobienlasfloresoyen rechinar la cerradura, se quedan muy quietecitas, escondidas detrás de loscortinajes y asomando las cabecitas. «Aquí huele a flores», dice el viejo guardián,«peronoveoninguna».

—¡Quédivertido!—exclamóIda,dandounapalmada—.¿Ynopodríayoverlasflores?

—Sí—dijo el estudiante—.Sólo tienes que acordarte, cuando salgas, demirarporlaventana;enseguidalasverás.Yolohicehoy.EnelsofáhabíaestiradounlargoliriodePascuaamarillo;eraunadamadelacorte.

—¿YlasfloresdelJardínBotánicopuedenirtambién,conlolejosqueestá?—Sinduda—respondióelestudiante—,yaquepuedenvolar,siquieren.¿Nohas

vistolashermosasmariposas,rojas,amarillasyblancas?Parecenflores,yenrealidadlohan sido.Sedesprendierondel tallo,y, agitando lashojascual si fueranalas, seecharon a volar; y como se portaban bien, obtuvieron permiso para volar inclusoduranteeldía,sinnecesidaddevolveralaplantayquedarseensustallos,ydeestemodolashojasseconvirtieronalfinenalasdeveras.Túmismalashasvisto.ClaroquealomejorlasfloresdelJardínBotániconohanestadonuncaenelpalacioreal,oignoran lo bien que se pasa allí la noche. ¿Sabes qué?Voy a decirte una cosa quedejaría pasmado al profesor de Botánica que vive cerca de aquí ¿lo conoces, no?Cuandovayasasujardíncontarásaunadesusfloreslodelgranbailedepalacio;ellalodiráalasdemás,ytodasecharánavolarhaciaallí.Sientonceselprofesoraciertaasalir al jardín, apenas encontrará una sola flor, y no comprenderá adónde se hanmetido.

—Pero,¿cómovalafloracontarloalasotras?Lasfloresnohablan.—Lo que se dice hablar, no—admitió el estudiante—, pero se entienden con

signos¿Nohasvistomuchasvecesque,cuandosoplaunpocodebrisa,lasfloresseinclinanymuevensusverdeshojas?Puesparaellasescomosihablasen.

—¿Yelprofesorentiendesussignos?—preguntóIda.—Supongoquesí.Unamañanasalióaljardínyviocómounagranortigahacía

signos con las hojas a unhermoso clavel rojo. «Eresmuy lindo; te quiero», decía.Maselprofesor,quenopuedesufriralasortigas,diounmanotazoalaatrevidaenlashojasquesonsusdedos;maslaplantalepinchó,produciéndoleunfuerteescozor,ydesdeentonceselbuenseñornosehavueltoameterconlasortigas.

—¡Quédivertido!—exclamóIda,soltandolacarcajada.—¡Quémaneradeembaucaraunacriatura!—refunfuñóelaburridoconsejerode

Cancillería,quehabíavenidodevisitaysesentabaenelsofá—.Elestudianteleeraantipático, y siempre gruñía al verle recortar aquellas figuras tan graciosas: un

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Page 18: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

hombre colgando de la horca y sosteniendo un corazón en lamano—pues era unrobador de corazones—, o una vieja bruja montada en una escoba, llevando a sumaridosobrelasnarices.Todoestonopodíasufrirloelancianoseñor,ydecía,comoenaquellaocasión:

—¡Quémaneradeembaucaraunacriatura!¡Vayafantasíastontas!MaslapequeñaIdaencontrabadivertidoloquelecontabaelestudianteacercade

las flores, y permaneció largo rato pensando en ello. Las flores estaban con lascabezas colgantes, cansadas, puesto que habían estado bailando durante toda lanoche.Seguramente estabanenfermas.Las llevó,pues, junto a losdemás juguetes,colocadossobreunaprimorosamesitacuyocajónestaballenodecosasbonitas.EnlacamitademuñecasdormíasumuñecaSofía,ylapequeñaIdaledijo:

—Tienesquelevantarte,Sofía;estanochehabrásdedormirenelcajón,pueslaspobrecitas flores están enfermas y las tengo que acostar en la cama, a ver si sereponen—. Y sacó la muñeca, que parecía muy enfurruñada y no dijo ni pío; lefastidiabatenerquecedersucama.

Idaacostólasfloresenlacamita,lasarropóconladiminutamantaylesdijoquedescansasen tranquilamente, que entretanto les prepararía té para animarlas y paraquepudiesenlevantarsealdíasiguiente.Corriólascortinasentornoalacamaparaevitarqueelsollesdieseenlosojos.

Durantetodalaveladaestuvopensandoenloquelehabíacontadoelestudiante;y cuando iba a acostarse, no pudo contenerse y miró detrás de las cortinas quecolgabandelantedelasventanas,dondeestabanlasespléndidasfloresdesumadre,jacintosytulipanes,ylesdijoenvozmuyqueda:

—¡Yaséqueestanochebailaréis!—.Lasfloressehicieronlasdesentendidasynomovieronniunahoja.MaslapequeñaIdasabíaloquesabía.

Yaenlacama,estuvopensandodurantelargoratoenlobonitoquedebíaserveralas bellas flores bailando allá en el palacio real. «¿Quién sabe si mis flores nobailarántambién?».Peroquedódormidaenseguida.

Despertó amedianoche; había soñado con las flores y el estudiante a quien elseñorConsejero había regañado por contarle cosas tontas. En el dormitorio de Idareinaba un silencio absoluto; la lámpara de noche ardía sobre lamesita, y papá ymamádormíanapiernasuelta.

—¿EstaránmisfloresenlacamadeSofía?—sepreguntó—.Megustaríasaberlo—. Se incorporó un poquitín y miró a la puerta, que estaba entreabierta. En lahabitación contigua estaban sus flores y todos sus juguetes. Aguzó el oído y leparecióoírquetocabanelpiano,aunquemuysuavementeycontantadulzuracomonuncalohabíaoído.«Sindudatodaslasfloresestánbailandoallí»,pensó.«¡Cómome gustaría verlo!». Pero no se atrevía a levantarse, por temor a despertar a suspadres.

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—¡Si almenos entrasen enmi cuarto!—dijo; pero las flores no entraron, y lamúsica siguió tocando primorosamente. Al fin, no pudo resistir más, aquello erademasiadohermoso.Bajóqueditadesucama,sedirigióalapuertaymiróalinteriordelahabitación.¡Diossanto,yquémaravillasseveían!

Aunquenohabíalámparadeningunaclase,elcuartoestabamuyclaro,graciasalaluna,que,atravésdelaventanaproyectabasusrayossobreelpavimento;parecíadedía.Losjacintosytulipanesestabanalineadosendoblefila;enlaventananohablaninguno, los tiestos aparecían vacíos; en el suelo, todas las flores bailabangraciosamenteencorro,formandocadenaycogiéndose,algirar,unasconotrasporlas largas hojas verdes. Sentado al piano se hallaba ungran lirio amarillo, que Idaestabaseguradehabervistoenverano,puesrecordabamuybienqueelestudiantelehabíadicho:

—¡Cómo se parece a la señoritaLine!—y todos se habían echado a reír. PeroahoralapequeñaIdaencontrabaquerealmenteaquellalargafloramarillaseparecíaalacitadaseñorita,pueshacíasusmismosgestosaltocar,ysucaralargaymacilentaseinclinabaorahaciaunladoorahaciaelotro,siguiendoconunmovimientodelacabezaelcompásdelabellísimamúsica.

NadiesefijóenIda.Ellavioentoncescómoungranazafránazulsaltabasobrelamesadelosjuguetesy,dirigiéndosealacamadelamuñeca,descorríalascortinas.Aparecieronlasfloresenfermasqueselevantaronenelacto,haciéndosemutuamenteseñas e indicandoquedeseaban tomarparte en la danza.El viejodeshollinadordeporcelana,quehabíaperdidoellabioinferior,sepusoenpieehizounareverenciaalaslindasflores,lascualesnoteníanaspectodeenfermasnimuchomenos;saltaronunatrasotra,contentasyvivarachas.

Pareció como si algo cayese de lamesa. Idamiró en aquella dirección: era ellátigo que le hablan regalado en carnaval, el cual había saltado, como si quisieratambién tomar parte en la fiesta de las flores.Estabamuymono con sus cintas depapel,yselemontóencimaunmuñequitodeceraquellevabalacabezacubiertaconunanchosombreroparecidoaldelconsejerodeCancillería.Ellatiguilloavanzabaasaltossobresustresrojaspatasdepalocongranalborotopuesbailabaunamazurca,baileenelquenopodíanacompañarle lasdemásflores,queeranmuyligerasynosabíanpatalear.

De pronto, el muñeco de cera, montado en el látigo, se hinchó y aumentó detamaño, y, volviéndose encima de las flores de papel pintado que adornaban sumontura,gritó:«¡Quémaneradeembaucaraunacriatura!¡Vayafantasías tontas!».Era igual, igualqueelConsejero,consuanchosombrero;se leparecíahastaen loamarilloyaburrido.Perolasfloresdepapelseleenroscaronenlasescuálidaspatas,yelmuñecoseencogiódenuevo,volviendoasucondiciónprimitivademuñequitodecera.Dabagustoverlo;Idanopodíareprimirlarisa.Ellátigosiguióbailandoyel

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Consejero no tuvo más remedio que acompañarlo; lo mismo daba que se hicieragrande o se quedara siendo el muñequito macilento con su gran sombrero negro.Entonces las otras flores intercedieron en su favor, especialmente las que habíanestadoreposandoen lacamita,yel látigosedejóablandar.Entoncesalguien llamódesdee1interiordelcajón,dondeSofía,lamuñecadeIda,yacíajuntoalosrestantesjuguetes;eldeshollinadorechóacorrerhastaelcantodelamesa,y,echándosesobrelabarriga,sepusoatirardelcajón.LevantóseentoncesSofíaydirigióunamiradadeasombroasualrededor.

—¡Conquehaybaile!—dijo—.¿Porquénomeavisaron?—¿Quieresbailarconmigo?—preguntóeldeshollinador.—¡Bah! ¡Buen bailarín eres tú! —replicó ella, volviéndole la espalda. Y,

sentándose sobre el cajón, pensó que seguramente una de las flores la solicitaríacomo pareja. Pero ninguna lo hizo. Tosió: ¡hm, hm, hm!, mas ni por ésas. Eldeshollinadorbailabasoloynolohacíamal.

Viendoque ninguna de las flores le hacía caso, Sofía se dejó caer del cajón alsuelo, produciendo un gran estrépito. Todas las flores se acercaron presurosas apreguntarlesisehabíaherido,ytodassemostraronamabilísimas,particularmentelasquehablanocupadosucama.PeroSofíanosehabíalastimado;ylasfloresdeIdaledieronlasgraciasporelbonitolecho,ylacondujeronalcentrodelahabitación,enellugariluminadoporlaluzdelaluna,ybailaronconella,mientraslasotrasformabancorro a su alrededor. Sofía sintióse satisfecha, dijo que podían seguir utilizando sucama,queelladormiríamuyagustoenelcajón.

Perolasfloresrespondieron:—Graciasdetodocorazón,masyanonosquedamuchotiempodevida.Mañana

habremosmuerto.PerodileaIdaquenosentierreeneljardín,juntoallugardondereposaelcanario.Deestemodoenveranoresucitaremosaúnmáshermosas.

—¡No, no debéis morir!—dijo Sofía, y besó a las flores. Abrióse en esto lapuertade la salayentróunagranmultitudde floreshermosísimas, todasbailando.Idanocomprendíadedóndevenían;debíandeserlasdelpalacioreal.Delanteibandos rosasespléndidas,consendascoronasdeoro:eranun reyyuna reina; seguíanluego los alhelíes y claveles más bellos que quepa imaginar, saludando en todasdirecciones.Se traían lamúsica:grandesadormiderasypeoniassoplabanenvainasde guisantes, con tal fuerza que tenían la cara encarnada como un pimiento. Lascampanillasazulesylosdiminutosrompenievessonabancualsifuesencascabelitos.Eraunamúsicalamardealegre.Veníandetrásotrasmuchasflores,todasdanzando:violetasyamarantosrojos,margaritasymuguetes.Ytodasseibanbesandoentresí.¡Eraunespectáculorealmentemaravilloso!

Finalmente,sedieronunasaotraslasbuenasnoches,ylapequeñaIdasevolvióalacama,dondesoñóentodoloqueacababadepresenciar.

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Aldespertarsealdíasiguiente,corrióa lamesitaparaversiestabanenella lasflores; descorrió las cortinas de la camita: sí, todas estaban; pero completamentemarchitas,muchomásquelavíspera.Sofíacontinuabaenelcajón,dondeladejaraIda,yteníaunacaramuysoñolienta.

—¿Te acuerdas de lo que debes decirme?—le preguntó Ida. PeroSofía estabacomoatontadaynorespondió.

—Eres una desagradecida —le dijo Ida—. Ya no te acuerdas de que todasbailaroncontigo.Cogióluegounacajadepapelqueteníadibujadosbonitospájaros,ydepositóenellalasfloresmuertas:

—Esteserávuestrolindoféretro—dijo—,ycuandovenganmisprimosnoruegosmeayudaránaenterraroseneljardín,paraqueenveranovolváisacreceryoshagáisaúnmáshermosas.

Losprimosnoruegoserandosalegresmuchachos,JonásyAdolfo.Supadreleshabíaregaladodosarcosnuevos,ylostraíanparaenseñárselosaIda.Ellaleshablóde laspobresfloresmuertas,yencasa lesdieronpermisoparaenterrarlas.Losdosmuchachosmarchabanalpasoconsusarcosalhombro,e Idaseguíacon las floresmuertas en labonita caja.Excavaronunapequeña fosa en el jardín; Idabesó a lasfloresy lasdepositó en la tumba, encerradas en su ataúd,mientrasAdolfoy Jonásdisparabansusarcos,afaltadefusilesocañones.

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Loschanclosdelasuerte

(Lykkensgalocher)

1.Cómoempezólacosa

EnunacasadeCopenhague,enlacalledelEste,nolejosdelNuevoMercadoReal,se celebraba una gran reunión, a la que asistían muchos invitados. No hay másremedioquehacerloalgunavezqueotra,puesloexigelavidadesociedad,yasíotrodíaloinvitanauno.Lamitaddeloscontertuliosestabanyasentadosalasmesasdejuegoylaotramitadaguardabaelresultadodel«¿Quévamosahacerahora?»delaseñora de la casa. En ésas estaban, y la tertulia seguía adelante del mejor modoposible.Entreotrostemas,laconversaciónrecayósobrelaEdadMedia.Algunoslaconsideraban mucho más interesante que nuestra época. Knapp, el consejero deJusticia,defendíacontantoceloestepuntodevista,quelaseñoradelacasasepusoenseguidadesulado,yambosselanzaronaatacarunensayodeOrsted,publicadoenelalmanaque,enelque,despuésdecompararlostiemposantiguosylosmodernos,terminaba concediendo la ventaja a nuestra época. El consejero afirmaba que eltiempodelreydanésHanshabíasidoelmásbelloyfelizdetodos.

Mientrassediscuteestetema,interrumpidosólounmomentoporlallegadadeunperiódicoqueno traenadadignodeser leído,entrémonosnosotrosenelvestíbulo,donde estabanguardados los abrigos, bastones, paraguas y chanclos.En él estabansentadasdosmujeres,unadeellasjoven,viejalaotra.Habríapodidopensarsequesumisión era acampanar a su señora, una vieja solterona o tal vez una viuda; peroobservándolas más atentamente, uno se daba cuenta de que no eran criadasordinarias; tenían las manos demasiado finas, su porte y actitud eran demasiadomajestuosos—pues eran, en efecto, personas reales—, y el corte de sus vestidosrevelabaunaaudaciamuypersonal.Eran,nimásnimenos,doshadas;lamásjoven,aunquenoeralaFelicidadenpersona,síera,encambio,unacamareradeunadesusdamasdehonor,lasencargadasdedistribuirlosfavoresmenosvaliososdelasuerte.Lamás vieja parecía un tanto sombría, era la Preocupación. Sus asuntos los cuidasiemprepersonalmente;asíestáseguradequesehanllevadoatérminodelamaneradebida.

Las dos hadas se estaban contandomutuamente sus andanzas de aquel día. LamensajeradelaSuertesólohabíahechounosencargosdepocamonta:preservadounsombreronuevodeunchaparrón,procuradoaunseñorhonorableunsaludodeunanulidaddistinguida,etc.;perolequedabaporhaceralgoquesesalíadelocorriente.

—Tengo que decirle aún —prosiguió— que hoy es mi cumpleaños, y paracelebrarlomehanconfiadounpardechanclosparaquelosentreguealoshombres.

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Estoschanclostienenlapropiedaddetransportarenelacto,aquienloscalce,allugary la época en que más le gustaría vivir. Todo deseo que guarde relación con eltiempo, el lugar o la duración, es cumplido al acto, y así el hombre encuentrafinalmentelafelicidadenestemundo.

—Eso crees tú —replicó la Preocupación—. El hombre que haga uso de esafacultad será muy desgraciado, y bendecirá el instante en que pueda quitarse loschanclos.

—¿Porquédiceseso?—respondiólaotra—.Mira,voyadejarlosenelumbral;alguienselospondráequivocadamenteyveráslofelizqueserá.

Éstafuelaconversación.

2.Quétallefuealconsejero

Sehabíahechoyatarde.ElconsejerodeJusticia,absortoensupanegíricodelaépocadel reyHans, seacordóal findequeerahoradedespedirse,yquisoelazarque,envezdesuschanclos,secalzaselosdelasuerteysalieseconellosalacalledelEste;perolafuerzamágicadelcalzadolotrasladóaltiempodelreyHans,yporesosemetiódepiesenlaporqueríayelbarro,puesenaquellostiemposlascallesnoestabanempedradas.

—¡Esespantosocómoestáde suciaestacalle!—exclamóelConsejero—.Hanquitadolaacera,ytodoslosfarolesestánapagados.

Lalunaestabaaúnbajasobreelhorizonte,yelaireeraademásbastantedenso,por lo que todos los objetos se confundían en la oscuridad. En la primera esquinabrillabaunalamparilladebajodeunaimagendelaVirgen,perola luzquearrojabaeracasinula;elhombrenolaviohastaqueestuvojuntoaella,ysusojossefijaronenlaestampapintadaenqueserepresentabaalaVirgenconelNiño.

«Debeanunciarunacoleccióndearte,ysehabránolvidadodequitarelcartel»,pensó.

Pasaronporsuladovariaspersonasvestidasconeltrajedeaquellaépoca.«¡Vayafachas!Saldrándealgúnbailedemáscaras».De pronto resonaron tambores y pífanos y brillaron antorchas. ElConsejero se

detuvo, sorprendido, y vio pasar una extraña comitiva. A la cabezamarchaba unaseccióndetamboresaporreandoreciamentesusinstrumentos;seguíanlesalabarderoscon arcos y ballestas. El más distinguido de toda la tropa era un sacerdote. ElConsejero, asombrado, preguntó qué significaba todo aquello y quién era aquelhombre.

—EselobispodeZelanda—lerespondieron.«¡Dios santo! ¿Qué se le ha ocurrido al obispo?», suspiró nuestro hombre,

meneandolacabeza.Peroera imposiblequefueseaquélelobispo.Cavilandoysinverpordóndeiba,siguióelConsejeroporlacalledelEsteylaplazadelPuenteAlto.

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Nohubomediodedarconelpuenteque llevaa laplazadePalacio.Sóloveíaunariberabaja,yalfindivisódosindividuossentadosenunabarca.

—¿Deseaelseñorquelepasemosalaisla?—preguntaron.—¿Pasaralaisla?—respondióelConsejero,ignoranteaúndelaépocaenquese

encontraba—.AdondevoyesaChristianshafen,alacalledelMercado.Losindividuoslomiraronsindecirnada.—Decidmesólodóndeestáelpuente—prosiguió—.Esvergonzosoquenoestén

encendidoslosfaroles;y,además,haytantobarroquenoparecesinoquecamineunoporuncenagal.

Amedidaquehablabaconlosbarqueros,selehacíanmásymásincomprensibles.—No entiendo vuestra jerga —dijo, finalmente, volviéndoles la espalda. No

lograbadarconelpuente,ynisiquierahabíabarandilla.«¡Estoesunavergüenzadedejadez!»,dijo.Nuncalehabíaparecidosuépocamásmiserablequeaquellanoche.«Creoquelomejorserátomaruncoche»,pensó;pero,¿cochesmehasdicho?Noseveíaninguno.«TendréquevolveralNuevoMercadoReal;deseguroqueallíloshay;deotromodo,nuncallegaréaChristianshafen».

VolvióalacalledelEste,ycasilahabíarecorridotodacuandosaliólaluna.«¡Diosmío,quéesperpentohanlevantadoaquí!»,exclamóaldistinguirlapuerta

delEste,queenaquellostiempossehallabaenelextremodelacalle.Entretantoencontróunportalito,porelquesalióalactualMercadoNuevo;pero

no era sino una extensa explanada cubierta de hierba, con algunos matorrales,atravesada por una ancha corriente de agua. Varias míseras barracas de madera,habitadaspormarinerosdeHalland,dequienesveníaelnombredePuntadeHalland,selevantabanenlaorillaopuesta.

«Oloqueestoyviendoesunespejismooestoyborracho—suspiróelConsejero—.¿Quédiabloseseso?».

Volviósepersuadidodequeestabaenfermo;alentrardenuevoenlacalleobservólas casas conmás detención; lamayoría eran de entramado demadera, ymuchasteníantejadodepaja.

«¡No,yonoestoybien!—exclamó—,y,sinembargo,sólohetomadounvasodeponche;ciertoqueesunabebidaquesiempresemesubealacabeza.Además,fueunagranequivocaciónservirnosponcheconsalmóncaliente; se lodiréa laseñoradelAgente.¿Ysivolvieseadecirleloquemeocurre?Peroseríaridículo,y,porotraparte,talvezestényaacostados».

Buscólacasa,peronoaparecíaporningúnlado.«¡Peroestoesespantoso,noreconozcolacalledelEste,nohayningunatienda!

Sólo veo casas viejas, míseras y semiderruidas, como si estuviese en Roeskilde oRingsted. ¡Yo estoy enfermo! Pero de nada sirve hacerse imaginaciones. ¿Dóndediablos está la casadelAgente?Éstano se le parece ennada, y, sin embargo, hay

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genteaún.¡Ah,nohayduda,estoyenfermo!».Empujó una puerta entornada, a la que llegaba la luz por una rendija. Era una

posadadelosviejostiempos,unaespeciedecervecería.Lasalapresentabaelaspectode una taberna del Holstein; cierto número de personas, marinos, burgueses deCopenhagueydosotresclérigos,estabanenfrascadosenanimadascharlassobresusjarrasdecerveza,yapenassedieroncuentadelforastero.

—Usted perdone —dijo el Consejero a la posadera, que se adelantó a suencuentro—.Mesientomuyindispuesto.¿Nopodríaustedproporcionarmeuncochequeme llevase a Christianshafen? La mujer lo miró, sacudiendo la cabeza; luegodirigiólelapalabraenlenguaalemana.Nuestroconsejero,pensandoquenoconocíala danesa, le repitió su ruego en alemán. Aquello, añadido a la indumentaria delforastero, afirmó en la tabernera la creencia de que trataba con un extranjero;comprendió,sinembargo,quenoseencontrababien,y le trajoun jarrodeagua;yporciertoquesabíauntantoaaguademar,apesarqueeradelpozodelacalle.

ElConsejero,apoyandolacabezaenlamano,respiróprofundamenteysepusoacavilarsobretodaslascosasrarasquelerodeaban.

—¿Eséste«ElDía»deestatarde?—preguntó,sólopordecir,algo,viendoquelamujerapartabaunagranhojadepapel.

Ella,sincomprenderlapregunta,alargólelahoja,queeraungrabadoenmaderaquerepresentabaunfenómenoatmosféricovistoenColonia.

—Es un grabado muy antiguo —exclamó el Consejero, contento de ver unejemplartanraro—.¿Cómohavenidoasusmanosesterarísimodocumento?Esdeuninterésenorme,aunquesólosetratadeunafábula.Seafirmaqueestosfenómenoslumínicos son auroras boreales, y probablemente son efectos de la electricidadatmosférica.

Los que se hallaban sentados cerca de él, al oír sus palabras lo miraron conasombro; uno se levantó, y, quitándose respetuosamente el sombrero, le dijo muyserio:

—Seguramentesoisunhombredegranerudición,Monsieur.—¡Oh,no!—respondióelConsejero—.Sóloséhablardeunascuantascosasque

todoelmundoconoce.—Lamodestia es unahermosavirtud—observó el otro—.Por lo demás, debo

contestaravuestrodiscurso:mihisecusvidetur;perodejoensuspensomijuicio.—¿Tendríais la bondad de decirme con quién tengo el honor de hablar? —

preguntóelConsejero.—SoybachillerenSagradasEscrituras—respondióelhombre.Aquella respuesta bastó al magistrado; el título se correspondía con el traje.

«Seguramente—pensó—se tratadealgúnviejomaestrodepueblo,unoriginaldeésosqueunoencuentraconfrecuenciaenJutlandia».

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—Aunqueestonoesenrealidadun locusdocendi—prosiguióelhombre—,osruego que os dignéis hablar. Indudablemente habéis leído mucho sobre laAntigüedad.

—Desde luego —contestó el Consejero—. Me gusta leer escritos antiguos yútiles, pero también soy aficionado a las cosas modernas, con excepción de esashistoriastriviales,tanabundantesenverdad.

—¿Historiastriviales?—preguntóelbachiller.—Sí,merefieroaestasnovelasdehoy,tancorrientes.—¡Oh!—dijo,sonriendo,elhombre—,sinembargo,tienenmuchoingenioyse

leenenlaCorte.ElReygustademodoparticulardelanoveladelSeñordeIffvenyelSeñorGaudian,conelreyArtúsylosCaballerosdelaTablaRedonda;sehareídonopococonsusaltosdignatarios.

—Pues yo no la he leído —dijo el Consejero—. Debe de ser alguna ediciónrecientísimadeHeiberg.

—No—rectificóelotro—.NoesdeHeiberg,sinodeGodofredodeGehmen.—Ya. ¿Así, éste es el autor? —preguntó el magistrado—. Es un nombre

antiquísimo;asísellamaelprimerimpresorquehuboenDinamarca,¿verdad?—Sí,esnuestroprimerimpresor—asintióelhombre.Hasta aquí todomarchaba sin tropiezos; luego,unode losbuenosburgueses se

puso a hablar de la grave peste que se había declarado algunos años antes,refiriéndosea lade1494;peroelConsejerocreyóquese tratabade laepidemiadecólera, con lo cual la conversación prosiguió como sobre ruedas. La guerra de lospiratasde1490,tanreciente,salióasuvezacolación.Loscorsariosingleseshabíancapturado barcos en la rada, dijeron; y el Consejero, que había vivido losacontecimientosde1801,sesumóalosvituperioscontralosingleses.Elrestodelacharla,encambio,yanodiscurriótanllanamente,yenmásdeunmomentopusieronlosunosyelotrocarasagrias;elbuenbachillerresultabademasiadoignorante,ylasmanifestacionesmássimplesdelmagistradolesonabanaatrevidasyexageradas.Seconsiderabanmutuamentedereojo,ycuandolascosasseponíandemasiadotirantes,elbachillerhablabaenlatínconlaesperanzadesermejorcomprendido;peronadasesacabaenlimpio.

—¿Quétalsesiente?—preguntó laposadera tirandode lamangaalConsejero.Entonces éste volvió a la realidad; en el calor de la discusión había olvidado porcompletoloqueantesleocurriera.

—¡Diosmío! pero, ¿dónde estoy?—preguntó, sintiendo que le daba vueltas lacabeza.

—¡Vamosatomarunvasodelocaro!HidromielycervezadeBrema—pidióunodelospresentes—,yvosbeberéisconnosotros.

Entraron dos mozas, una de ellas cubierta con una cofia bicolor; sirvieron la

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Page 27: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

bebidaysaludaronconunainclinación.AlConsejeroleparecióqueunextrañofríolerecorríaelespinazo.

—¿Peroquéesesto,quéesesto?—repetía;peronotuvomásremedioquebebercon ellos, los cuales se apoderaron del buen señor. Estaba completamentedesconcertado,yaldecirunoqueestababorracho,nolopusoenduda,yselimitóapedirles que le procurasen un coche. Entonces pensaron los otros que hablaba enmoscovita.

Nuncasehabíaencontradoenunacompañíatanrudaytanordinaria.«¡Esparapensar que el país ha vuelto al paganismo! —dijo para sí—. Estoy pasando elmomentomáshorribledemivida».Derepentelevinolaideademetersedebajodelamesayalcanzarlapuertaandandoagatas.Asílohizo,perocuandoyaestabaenlasalida, los otros se dieron cuenta de su propósito, lo agarraron por los pies y sequedaronconloschanclosenlamano…afortunadamenteparaél,puesalquitarleloschancloscesóelhechizo.

ElConsejerovioentoncesanteélunfarolencendido,ydetrás,ungranedificio;todo le resultabayaconocidoy familiar;era lacalledelEste, talcomonosotros laconocemos.Seencontrótendidoenelsueloconlaspiernascontraunapuerta,frentealdormidovigilantenocturno.

«¡Diosbendito!¿Esposiblequehayaestadotendidoenplenacalleysoñando?—dijo—.¡Sí,éstaeslacalledelEste!¡Québonita,quéclaraypintoresca!¡Esterribleelefectodeunvasodeponche!».

Dos minutos más tarde se hallaba en un coche de punto, que lo conducía aChristianshafen;pensabaenlasangustiassufridasydabagraciasdetodocorazónaladichosarealidaddenuestraépoca,que,contodossusdefectos,esinfinitamentemejorquelaqueacababadedejar;y,bienmirado,elconsejerodeJusticiaeramuydiscretoalpensardeestemodo.

3.Laaventuradelvigilantenocturno

«¡Sisonunoschanclosdeverdad!—exclamóelvigilante—.Serándel tenientequeviveallí.Estándelantedelapuerta».

Elbuenhombretuvolaintencióndellamaryentregarlos,puesenelpisohablaluz;pero,temiendodespertaralosdemásvecinos,nolohizo.

«¡Qué calentito debe sentirse uno con estas cosas en los pies! —pensó—. Elcueroesmuysuave»—.Leveníanbien—.«¡Quéextrañoeselmundo!Eltenientepodríameterseahoraensucamabiencaliente,peronoseñor,niseleocurre.Vengapasearseporlahabitación;éstesíqueesunhombrefeliz.Notienemujernihijos,ycadanochevadetertulia.¡Quédichaestarensulugar!».

Alexpresarestedeseo,obróelhechizodeloschanclosquesehabíacalzado:elvigilantenocturnopasóaconvertirseenelteniente.Encontróseenlahabitaciónalta,

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conunpapelcolorderosaenlasmanos,enelqueestabaescritaunapoesía,obradelpropio teniente. Pues todos hemos tenido en la vida un momento de inspiraciónpoética,ysientonceshemosanotadonuestrospensamientos,elresultadohasidounapoesía.Ladelpapelrezabaasí:

¡Quiénfuerarico!,suspiréamenudo,cuandounpalmodelsuelolevantaba.Fuerayorico,serviríaalreyconsableyuniformeybandolera.Llegósíeltiempoenquefuioficialmaslariquezarehuyemiencuentro.¡Ayúdame,DiosdelCielo!Era,unanoche,jovenydichoso,mebesabaenloslabiosunaniña.Yoeraricoenhechizosypoesía,peropobreendineros,¡aydemí!Ellasólopedíafantasías,yenestoyoerarico,quenodeoro.Túlosabes,DiosdelCielo.¡Quiénfuerarico!,suspiramialma.Yalaniñasehahechounadoncella,hermosa,inteligenteybondadosa.¡Sioyeramicanción,quehoyyotecantoyquisieraquerermecomoantaño!Perohedeenmudecer,puessoytanpobre.¡Asíloquieres,DiosdelCielo!¡Oh,sífuerayoricoenpazyamor,noiríanalpapelestasmispenas!Sólotú,amada,puedescomprenderme.Leeestaslíneas,oyemilamento…oscurocuento,hijodelanoche,puesquesólotinieblassemeofrecen…¡BendígateelDiosdelCielo!

Poesíasasísóloseescribencuandoseestáenamorado;perounhombrediscretoseabstienededarlasalaluz.Teniente,amor,escasezdedineros,esuntriánguloo,loque viene a ser lo mismo, la mitad del dado roto de la felicidad. El teniente loexperimentaba en su entraña, y por eso suspiraba con la cabeza apoyada contra elmarcodelaventana.

«Esepobrevigilantedelacalleesmuchomásfelizqueyo;noconoceloqueyo

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llamolamiseria;tieneunhogar,mujerehijos,quelloranconsuspenasygozanconsusalegrías. ¡Ah,cuántomásfelizseríayosipudiesecambiarmeconél,yavanzarpor la vida enfrentándome con sus exigencias y sus esperanzas! ¡Sin duda esmásfelizqueyo!».

Enelmismoinstanteelvigilantevolvióaservigilante,puesconloschanclosdela suerte se había transformado en el teniente, pero, según hemos visto, se sintiódesdichadoydeseó ser loquepocoantesera.Ydeestemodoelvigilantepasódenuevoaservigilante.

«Hasidounsueñomuydesagradable—dijo—,peromuy raro.Meparecióqueeraeltenientedearriba,y,sinembargo,nomedioningúngusto.Echabaenfaltaamimujercitayloschiquillos,quemeaturdenconsusbesos».

Volvióseasentaryadarcabezadas;elsueñonoloabandonaba,puesaúnllevabaloschanclospuestos.Unaestrellaerrantesurcóelcielo.

«¡Alláva!—dijo—,pero,¡quéimporta,conlasquehay!Mehabríagustadoveresascosasmásdecerca,especialmentelaLuna,quenoseescapatandeprisacomolas estrellas errantes. Según aquel estudiante, cuya ropa lava mi mujer, cuandomorimosvamosvolandode estrella en estrella.Esun cuento, desde luego, pero lobonito que sería, si fuera verdad. Ojalá pudiera yo pegar un saltito hasta allí; elcuerpopodríaquedarseaquí,echadoenlaescalera».

¿Sabes?, hay ciertas cosas en el mundo que no deben mentarse sin muchocuidado; pero hay que redoblar aún la prudencia cuando se llevan puestos loschanclosdelasuerte.Escucha,sino,loquelesucedióalvigilante.

Todosconocemoslavelocidaddelatracciónavapor;lahemosexperimentado,yaviajandoenferrocarril,yapormar,enbarcos;peroestevueloescomolamarchadeuncaracolcomparadaconlavelocidaddelaluz;corrediecinuevemillonesdevecesmásrápidaqueelmejorcorredor,y,sinembargo,laelectricidadtodavíalasupera.Lamuerteesunchoqueeléctricoquerecibimosenelcorazón;enalasdelaelectricidad,elalma, liberadaemprendeelvuelo.Ochominutosyunossegundosnecesita la luzdelsolparaefectuarunviajedemásdeveintemillonesdemillas;coneltrenexpresode la electricidad, el alma necesita solamente unos pocosminutos para efectuar elmismo recorrido. El espacio que separa los astros no es para ellamayor que paranosotroslasdistanciasque,enunamismaciudad,medianentrelascasasdenuestrosamigos,inclusocuandosonvecinas.Peroestechoqueeléctricocardíaconoscuestaeluso del cuerpo aquí abajo, a no ser que, como el vigilante, llevemos puestos loschanclosdelasuerte.

Enbrevessegundos recorriónuestrohombre lascincuentaydosmilmillasquenos separan de la Luna, la cual, como se sabe, es de unamateria más ligera quenuestraTierra; podríamos decir que tiene la blanda consistencia de la nieve reciéncaída.Encontróseenunadeaquellas innúmerasmontañasanularesqueconocemos

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porelgranmapadelaLunaquetrazaraeldoctorMädler;lohasvisto,¿verdad?Porel interior era un embudo que descendía cosa de media milla, y en el fondo selevantabaunaciudad,cuyoaspectopodemosfigurarnossibatimosclarasdehuevoenunvasodeagua;losmaterialeseranblandoscomoellas,yformabantorresparecidas,con cúpulas y terrazas en forma de velas, transparentes y flotantes en la tenueatmósfera.Nuestra tierra flotabaencimadesucabezacomounglobodecolor rojooscuro.

Inmediatamente vio un gran número de seres, que serían sin duda los quenosotrosllamamos«personas»;perosufiguraeramuydistintadelanuestra.Teníantambiénsulengua,ynadiepuedeexigirqueunvigilantenocturnolaentendiera;puesbien,apesardeello,resultóquelaentendía.

Sí,señor,resultóqueelalmadelvigilanteentendíaperfectamentelalenguadelosselenitas, los cuales hablaban de nuestra Tierra y dudaban de que pudiese estarhabitada.Enellalaatmósferadebíadeserdemasiadodensaparapermitirlavidadeunser lunáticoracional.Considerabanquesólo laLunaestabahabitada;era,segúnellos,elastroidóneoparaservirdeviviendaalosmoradoresdeluniverso.

PerovolvamosalacalledelEsteyveamosquépasaconelcuerpodelvigilantenocturno.

Yacía inanimado en la escalera; el chuzo le había caídode lamano, y los ojosteníanlamiradaclavadaenlaLuna,dondevagabasualmadebendito.

—¿Qué hora es, vigilante? —preguntó un transeúnte. Pero el vigilante norespondió. Entonces el hombre le dio un capirotazo en las narices, con lo que elcuerpoperdióelequilibrio,quedandotanlargocomoera;¡elvigilanteestabamuerto!Al transeúnte le sobrevinounagran angustia ante aquel hombre al que acababadepropinaruncapirotazo.Elvigilanteestabamuerto,ymuertoquedó;sedioparte,secomentóelacontecimiento,yalamadrugadatrasladaronelcuerpoalhospital.

Ahorabien,¿cómoselasibaaarreglarelalma,siseleocurríavolver,y,comoesmuy natural, buscaba el cuerpo en la calle del Este? Allí, desde luego, no loencontraría.Lomásprobableesqueacudiesea lapolicía,ydeellaa laoficinadeinformaciones, donde preguntarían e investigarían entre los objetos extraviados; yluegoiríaalhospital.Perotranquilicémonos;elalmaesmuyinteligentecuandoobraporsímisma;eselcuerpoelquelavuelvetonta.

Segúnyadijimos,elcuerpodelvigilantefueapararalhospitalydepositadoenlasala de desinfección, donde, como era lógico, la primera cosa que hicieron fuequitarleloschanclos,conlocualelalmahubodevolver.Dirigióseenseguidaallugardonde estaba el cuerpo, y un momento después nuestro hombre estaba de nuevovivitoycoleando.Aseguróqueacababadepasarlanochemáshorribledesuvida;niporunescudoseavendríaavolveralasandadas;suertequeyahabíapasado.

Lodierondealtaelmismodía,peroloschanclosquedaronenelhospital.

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4.Lahistoriaensupuntoculminante

UnnúmerodedeclamaciónUnviajemuyfueradelocorriente

Todos los ciudadanos de Copenhague saben hoy día cómo es la entrada delhospital del rey Federico. Pero como puede darse el caso de que lean la presentehistoria algunas personas desconocedoras de la capital, forzoso nos será comenzardandounadescripcióndeella.

Elhospitalquedaseparadodelacalleporunarejabastantealta,cuyosbarrotesdehierro están tan distantes entre sí, que algunos de los estudiantes internos deMedicina,sieranflacos,podíanescabullirseporentreellosyefectuarsuspequeñascorreríasporelexterior.Lapartedelcuerpoquemáscostabadepasareralacabeza;enestecaso,comoentantosotrosquevemosenlavida,lascabezasmenoreseranlasmásafortunadas.Lodichobastarácomointroducción.

Uno de los jóvenes candidatos, de quien sólo desde el punto de vista corporalpodíadecirsequeteníaunagrancabeza,estabadeguardiaaquellanoche.Lalluviacaíaacántaros,locualsuponíaunobstáculomás;pero,apesardetodo,elmozoteníaque salir, aunque fuere sóloporuncuartodehora.Paraunaausencia tanbrevenohabíanecesidaddedarexplicacionesalportero,pensó,contaldepoderescurrirseporentre las rejas.Allí estaban los chanclosque el vigilantehabíaolvidado;ni porunmomento se le ocurrió que pudiesen ser los de la Suerte, y si sólo que con aqueltiempo leharíanbuenservicio;poresose lospuso.Levinoentonces ladudadesipodríaonopasarporentrelosbarrotes,puesnuncalohabíaintentadoaún.

Yallíestaba.«¡QuieraDiosquepuedapasarlacabeza!»—dijo,einmediatamente,apesarde

queeragrandeydura,pasóconfacilidadysincontratiempos,graciasaloschanclos;peronoelcuerpo,yallísequedó.

«¡Uf,estoydemasiadogordo!—dijo—.Creíaquelacabezaeralomásdifícil.Nopodrésalir».

Trató entonces de retirarla, pero no hubo medio. Podía mover el cuellofácilmente, pero eso era todo.Suprimer impulso fuede ira, y el segundo,de totaldesaliento.LoschanclosdelaSuertelohabíanpuestoenaquellaterriblesituación,y,desgraciadamenteparaél,noseleocurriódesearliberarsedeella,sinoquecontinuóforcejeandosinconseguirnadapositivo.Seguíalloviendointensamente,yporlacallenopasabaunalma.Leeraimposiblealcanzarlacadenadelacampanilladelapuerta;¿cómo soltarse? Comprendió que tendría que permanecer allí hasta la mañana;entonceshabríande llamaraunherreroparaque limaseunbarrote;peroesto llevatiempo. Toda la escuela de pobres, situada enfrente, acudiría con sus alumnos

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uniformados de azul, todo el barriomarinero deNyboder se concentraría allí paraverloenlapicota;habríaunaafluenciaenorme,muchomayorqueladelpasadoañoenquehabíaflorecidoelagavegigante.«¡Uf,lasangresemesubealacabeza,creoqueme volveré loco! ¡Sí, me volveré loco! ¡Ah, si pudiese soltarme, todo estaríaresuelto!».

¡Hubierapodidodecirlo antes!Nobienhubomanifestadoaqueldeseo,quedólelibrelacabezayseprecipitóalinterior,desconcertadoporelsustoqueacababandecausarleloschanclosdelaSuerte.

Peronocreáisqueparóaquílacosa,no;lopeoresloquesucediómástarde.Transcurrieronlanocheyeldíasiguiente,sinquenadiereclamaraloschanclos.Alatardecersecelebrabaunarepresentaciónenelpequeñoteatrodelcallejónde

Kannike, la salaestaba llenadeboteenbote.Enun intermedio leyeronunapoesíanuevaqueteníaportítulo«Lasgafasdelaabuela».Hablábaseenelladeunasgafasque tenían la virtud de hacer aparecer a las personas en figura de naipes, con loscualespodíaadivinarseelfuturoypredecirloqueibaaocurriralañosiguiente.

El recitador cosechó grandes aplausos. Entre los espectadores se encontrabatambiénnuestroestudiantedelhospital,quenoparecíayaacordarsedesuaventuradelapasadanoche.Llevabapuestosloschanclos,puesnadieloshabíareclamado,ycomolacalleestabasuciadebarro,pensóqueleprestaronbuenservicio.Estimóquelapoesíaeramuybuena.

Aquellaidealepreocupaba;lehabríagustadonopocoposeerunosanteojoscomolos descritos; utilizándolos bien, tal vez fuera posible ver elmismo corazón de laspersonas, lo cual resultaría aún más interesante que saber los acontecimientos delpróximoaño.Éstossesabríanalcabo,mientrasqueaquelloquedaríasiempreoculto.«Sóloimaginotodalahileradecaballerosyseñorasdeprimerafila:¡sipudieseunover en sus corazones! Tendría que haber una abertura, una especie de escaparate.¡Cómo recorreríanmis ojos las tiendas!Aquella dama posee seguramente un grannegocio de confección; la otra tiene la tienda vacía, pero no le vendría mal unalimpieza general. Pero encontraría también buenos establecimientos. ¡Ay, sí! —suspiró—,sédeunoenquetodoesexcelente,lástimadelempleadoquehayenél;esloúnicomalodelatienda.Detodaspartesmellamarían:¡Venga,acérquesemás,porfavor!¡Oh,sipudiesefiltrarmeenelloscomounminúsculopensamiento!».

No necesitaron más los chanclos; el joven se contrajo e inició un viajeabsolutamente insólito por los corazones de los espectadores de la primera fila. Elprimer corazón por el que pasó pertenecía a una dama; sin embargo, en el primermomento creyó encontrarse en un instituto ortopédico, como suelen llamarse esosestablecimientosenlosqueelmédicoarregladeformidadeshumanasyenderezaalaspersonas. Estaba en el cuarto de cuyas paredes cuelgan losmoldes en yeso de losmiembros deformes; con la única diferencia de que en el instituto se moldean al

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entrarelpaciente,mientrasenelcorazónnosemoldeabanyguardabanhastaquelosinteresadoshabíanvueltoasalir.Eranvaciadosdeamigas,cuyosdefectos,corporalesyespirituales,seguardabanallí.

Rápidamente pasó a otro corazón, que le hizo el efecto de un venerable yespacioso templo. La blanca paloma de la inocencia aleteaba sobre el altar; ¡quédeseos sintió de hincarse de rodillas! Pero inmediatamente hubo de trasladarse altercer corazón, aunque seguía oyendo las notas del órgano y tenía la impresión dehaberse vuelto un hombre nuevo y mejor; no se sentía indigno de penetrar en elsiguientesantuario,quelemostróunapobrebuhardillaconunamadreenferma.Porlaabiertaventana,elsolbenditodeDios;magníficasrosaslehacíanseñasdesdelapequeña maceta del tejado, y dos pájaros de color azul celeste cantaban alegríasinfantiles,mientrasladolientemadrepedíabendicionesparasuhija.

Andando a gatas entróse luego en una carnicería abarrotada. No hacía sinotoparseconcarneymáscarne.Eraelcorazóndeunhombrericoyprestigioso,cuyonombreandaentodaslasbocas.

Acontinuaciónpenetróenelcorazóndesumujer,palomarviejoyderruido.Elretratodelhombreservíadeveleta;estabaencombinaciónconlaspuertas,lascualesseabríanycerrabansegúngirabaelhombre.

Vino después un salón de espejos, tal como el que tenemos en el palacio deRosenborg; sóloque loscristalesaumentabanenproporcionesdesmesuradas.Enelcentrodelrecinto,sentadoenelsuelocomounDalai-Lama,estabaelinsignificanteYOdelapersona,contemplandomaravilladosupropiatalla.

Luego creyó entrar en un estrecho alfiletero lleno de punzantes alfileres, y notuvomás remedioquepensar:«Seguramenteeselcorazóndeunasolterona».Peroeraeldeun jovenguerrero,poseedordenumerosascondecoracionesydequiensedecía:eshombredealmaycorazón.

Completamente desconcertado salió el pobre pecador del último corazón de laserie; no era capaz de ordenar sus pensamientos, y pensó que su excesivaimaginaciónlehabía jugadounamalapasada.«¡Diosmío!—suspiró—,debotenerpropensiónalalocura.Además,aquíhaceuncalorasfixiante,lasangresemesubealacabeza».Entoncesseacordódesuperipeciadelanocheanterior,cuandolacabezaselehabíaquedadoaprisionadaentrelosbarrotesdelareja.«¡Allílocogídeseguro!—pensó—.Tengoqueponerleremediocuantoantes.Unbañorusomealiviaría.¡Sipudieseestarahoraenlatablamásaltadelbañodevapor!».

Yahílotenéisenlatablamásaltadelbañodevapor,perocontodoslosvestidos,botasychanclos.Lasardientesgotasdeaguaquecaíandeltecholedabanenlacara.

«¡Uy!», gritó, saltando precipitadamente para meterse bajo la ducha fría. Elguardiánsoltóunestridentegritoalveraaquelindividuovestido.

Elestudiantetuvolasuficientepresenciadeánimoparadecirleenvozbaja:

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—¡Esunaapuesta!Pero lo primero que hizo en cuanto estuvo en su habitación fue aplicarse al

pescuezoungranvejigatorioespañolytumbarsedeespaldas,paraquelesaliesedelcuerpolalocura.

A la mañana siguiente tenía toda la espalda ensangrentada; era cuanto habíasacadodeloschanclosdelaSuerte.

5.Lametamorfosisdelescribiente

Entretanto, el vigilante nocturno, a quien a buen seguro no habéis olvidado,pensabaen loschanclosquehabíaencontradoydejado luegoenelhospital.Fueareclamarlos,perocomoniel tenienteninadiemásdesucalle losreconocieronporsuyos,losentregóalapolicía.

—Separecenexactamentealosmíos—dijounodelosescribientes,examinandoel par encontrado y poniéndolo al lado del suyo—. Creo que ni un zapatero losdistinguiría.

—¡Señorescribiente!—dijounsubalterno,entrandoconunospapeles.Elescribientesevolvióysepusoahablarconelotro;despuésmirónuevamente

loschanclos,peroleresultabayaimposibleafirmarsilossuyoseranlosdeladerechaolosdelaizquierda.

«¿Deben de ser losmojados?»—pensó; pero se equivocó, pues eran los de laSuerte.¿Ocreéistalvezqueunpolicíanopuedeequivocarse?Seloscalzó,metióselos papeles en el bolsillo y se llevó algunos escritos bajo el brazo, para leerlos ycopiarlos en su casa. Pero como era domingo por lamañana y hacía buen tiempo,pensó:«UnaexcursiónaFrederiksbergmesentaríabien».¡Pensadoyhecho!

Nopodéisimaginarunhombremásplácidoydiligentequeaqueljoven;justoes,pues,queleconcedamospasearasugusto.Despuésdetantashorasdepermanecersentado,indudablementelasalidaleharábien.

Comenzó la excursioncita sinpensar ennada;por eso los chanclosno tuvieronocasión de poner en efecto su virtud mágica. En el camino se encontró con unconocido,unodenuestros jóvenespoetas, el cual le comunicóqueal día siguienteemprenderíasuviajeveraniego.

—Demodoque semarcha—dijo el escribiente—.Es ustedunhombre feliz ylibre.Puedevolaradondequiera,mientrasnosotrosestamosaquíencadenados.

—Perosucadenaestásujetaalárboldelpan—replicóelpoeta—.Notienenquepreocuparseporeldíademañana,ysilleganaviejos,cobranunapensión.

—Sin embargo, ustedes llevan lamejor parte,—repuso el escribiente—.Es unplacer estarse tranquilo componiendo poemas; todo el mundo les dirige palabrasamables,ysondueñosdesuvidaydesusactos.Megustaríaqueprobasea loquesabe,elocuparseenesosestúpidosprocesos.

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Elpoetameneólacabeza,elescribientehizolomismo,ysesepararonsinhaberseconvencidomutuamente.

«Son gente original esos poetas —dijo el escribiente—. Me gustaríatransformarme en una naturaleza como la suya y volverme poeta. Estoy seguro dequenoescribiríaestaselegíasqueellosescriben.¡Quépreciosodíadeprimaveraparaunpoeta!Elairees límpidoy translúcido, lasnubessedeslizanblandamente,y lospradosnosenvían susaromas. ¡Cuántosañoshacíaquenogozabadeunmomentocomoéste!».

Como podéis observar, se había transformado en poeta; no es que fuese nadaextraordinario,puesesundisparate figurarsea lospoetascomoseresdiferentesdelos demás humanos; cabe muy bien que entre éstos haya naturalezas mucho máspoéticas que algunas grandes personalidades reputadas de tales. La diferenciaconsistesóloenqueelpoetaposeeunamemoriaespiritualmejorymáspotente,escapazde retener las ideasy los sentimientoshastadarles formaclarayprecisapormediodelapalabra;encambio,losdemásnosoncapacesdehacerlo.Peroelpasodeunanaturalezaordinariaaotramejordotadasuponesiempreunatransición,yéstaeslatransiciónqueexperimentónuestroescribiente.

«¡Quémaravillosafragancia!—exclamó—.MerecuerdalasvioletasdetíaElena.Erayounchiquilloentonces.¡Cuántotiempohacequenohabíapensadoenaquellosdías!LapobreybondadosamujervivíadetrásdelaBolsa.Siempreteníaunaramaounosbrotesenagua,porrudoquefueseel invierno.Lasvioletasolían,mientrasyoaplicabaunaperrachicacalentadaalcristalheladode laventanaparahacermeunamirilla. Era una vista preciosa. Fuera, en el canal, se alineaban los barcosinmovilizadosporelhielo,sintripulantesabordo;todaladotaciónsereducíaaunachillonacorneja.Pero,cuandoempezabanasoplarlosvientosprimaverales,todoseanimaba; entre cantos y hurras, aserraban el hielo, calafateaban los barcos y losaparejaban,ymuyprontosehacíana lamarhacia tierrasextrañas.Yomequedéyestoycondenadoaseguiraquí,encerradoenlaComisaría,mirandocómolosdemássacanlospasaportesparatrasladarsealextranjero.Esmidestino.¿Quéhacerle?».Ysuspiró profundamente. De pronto quedó suspenso: «¡Dios santo! ¿Qué me pasa?Jamáspenséni sentíestas impresiones;debeserelairedeprimavera,angustiosoyagradablealmismotiempo».Ysesacólospapelesdelbolsillo.«Estomeharápensarenotrascosas»,dijo,dejandocorrerlamiradaporelpapel.«LaSeñoradeSigbrith;tragediaoriginalencincoactos»,leyó.«¿Quésignificaesto?Y,sinembargo,esdemipuñoyletra.¿Esposiblequehayaescritoyoestaobra?».«LaintrigadelmurooEldía de la penitencia; farsa musical». «Pero, ¿de dónde salen estas cosas? ¡Me lohabránmetidoenelbolsillo!Aquíhayunacarta».Eradeladireccióndelteatro,enque le rechazaban las obras en un lenguaje muy poco cortés. «¡Hum!», dijo elescribientesentándoseenunbanco.Susideasestabanllenasdevida,ysucorazón,de

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sentimiento;maquinalmentecogióunadelasfloresmáscercanas;eraunamargaritavulgar; en un momento reveló todo aquello que, para explicarlo, los naturalistasempleanvarias sesiones; lehablódelmitode sunacimiento,de la fuerzade la luzsolar, que extiende sus delicadas hojas y la obliga a esparcir su aroma. Entoncespensó él en las luchas de la vida, que tantos sentimientos despiertan también ennuestropecho.Elaireylaluzeranlosamantesdelaflor,perolaluzeraelpreferido,aellasedirigíalaflor,ysilaluzseextinguía,ellaplegabasuspétalosysedormíamecida por el aire. «A la luz es a quien debomi hermosura», decía la flor. «Perorespirasgraciasalaire»,lesusurrólavozdelpoeta.

Apocadistancia,unmuchachitogolpeabaconunpaloenunfosollenodebarro;lasgotasdeaguasaltabanporentre las ramasverdes,yelescribientepensóen losmillonesdeanimalitosque,encerradosenaquellasgotas,eranproyectadosalaire,locual,considerandosuvolumen,significaba loqueparanosotrosserdisparadosa laregióndelasnubes.Pensandoenelcambioquesehabíaoriginadoensupersona,elescribiente sonrió y dijo: «Debo dormir y soñar. Pero esmuy extraño eso de estarsoñandodemodotannaturalysaberquesetratasólodeunsueño.¡Sialmenoslorecordasemañana,cuandodespierte!Ahoramepareceestarextraordinariamentebiendispuesto. ¡Lo veo todo tan claramente yme siento tan excitado!, y, sin embargo,estoy segurodeque si al despertarme recuerdo algo, será una estupidez; yamehaocurridootrasveces.Conlasmagnificenciasquesevenyoyenensueños,sucedeloqueconelorodelosseresinfernales.Cuandoaunoselodan,esricoyespléndido,peromirado a la luzdel díano sonmásquepiedrasyhojas secas. ¡Ay!—suspirómelancólico,contemplandolospájaroscantoresquesaltabanalegrementederamaenrama—,¡ésossonmásdichososqueyo!¡Volar!Éstesíqueesunartemaravilloso.Felizquiennacióconél.Simefueradadometamorfosearme,loharíaenalondra».

En elmismo instante se le contrajeron los faldones de la levita y lasmangas,transformándose en alas; los vestidos se trocaron en plumas, y los chanclos, engarras. El se dio cuenta, riéndose para sus adentros. «Bueno, ahora puedoconvencerme de que estoy soñando, aunque nunca había tenido un sueño tandisparatado». Y remontándose a las ramas, se puso a cantar; pero en su canto nohabía poesía, pues su naturaleza poética había desaparecido.Como todo aquel quehace las cosas a conciencia, los chanclos no podían llevar a cabo dos funcionessimultáneamente:quisoserpoeta,ylofue;quisoserpajarillo,yseconvirtióenave,perocesandolapropiedadanterior.

«Estoeslomásdeliciosodetodo—dijo—.Dedíaestoyenlacomisaría,sumidoen la lectura de los expedientes más serios; de noche puedo soñar que vuelo,convertidoenalondra,enlosjardinesdeFrederiksberg.¡Habríaasuntoparaescribirunacomedia!».

Bajó de nuevo para posarse en la hierba, y, volviendo la cabeza en todas

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direcciones, se puso a picotear los tallitos flexibles que, en proporción a su actualtamaño,leparecíanlargoscomoramasdepalmerasafricanas.

Aquelloduróunosinstantes;luegoloenvolviólanocheoscura:unobjetoenorme—asíselopareció—fuearrojadosobreél.Eraunagorraconqueungrumetequisoatrapar al pajarillo.Unamanoque semetió por debajo, cogió al escribiente por laespaldaylasalas,forzándoloapiar.Ensuprimermomentodesustogritócontodassus fuerzas:—¡Mocoso desvergonzado! ¡Soy funcionario de la policía!—. Pero elmuchachonooyómásqueun«¡pío-pío!».Dandoungolpealpájaroenelpico, sealejóconél.

En el paseo se encontró con dos escolares de la clase superior,me refiero a laclase social, entendámonos; pues como alumnos figuraban entre los de la cola.CompraronelpájaroporochochelinesydeestamaneraelescribientefueapararalsenodeunafamiliadelacalledelosGodos,deCopenhague.

«¡Menosmalquetodoestoesunsueño!—dijoelescribiente—,deotromodomeenfadaría de verdad. Primero fui poeta, ahora soy alondra; seguramente fue lanaturalezapoéticalaquemeconvirtióenesteanimalito.Seacomofuere,nodejadesermuy desagradable caer enmanos de esta chiquillería.Me gustaría saber cómoterminarátodoesto».

Losniñoslollevaronaunahabitaciónhermosísima,dondelosrecibiósonrienteunaseñoramuygorda.Nosemostrómuycontenta,empero,dequetrajeranunpájarotanvulgar como la alondra, pero, en fin, por aquel día les permitiríameterlo en lajaula desocupada que colgaba de la ventana.—. Tal vez le guste a «Papaíto»—añadió, dirigiendo una sonrisa a un gran papagayo verde que se columpiaba muyorondoensuanillo,dentrodelapreciosajauladelatón—.Hoyeselcumpleañosde«Papaíto»—dijocontontaingenuidad—,yelpajarillodelcampolovaafelicitar.

«Papaíto» siguió columpiándose elegantemente sin responder una palabra; encambio,rompióacantarunlindocanariotraídoelañoanteriordesucálidayfragantepatria.

—¡Escandaloso!—gritólaseñora,echandosobrelajaulaunpañueloblanco.—¡Pipip!—suspiróelpájaro—.¡Vayahorriblenevada!—ysecalló.Elescribiente,o,comodecía la señorita,elpájarocampestre, fueapararauna

jaula,juntoaladelcanarioynolejosdelloro.Laúnicafrasequesabíaéstedecir,yqueamenudorepetíaconmuchagracia,era:«¡Bueno,vamosaserpersonas!».

Todolodemásquegritabaeratanininteligiblecomoeltrinardelcanario,exceptopara el escribiente, transformado ahora en pájaro. El comprendía muy bien a sucompañero.

—Volabaenlaverdepalmerayelalmendroflorido—cantóelcanario—.Volabaconmishermanosporencimadefloresbellísimas,porencimadellago,tersocomounespejo,encuyofondosemecíanlosreflejosdelasplantas.Veíatambiénmuchos

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papagayosdevivoscolores,quecontabangraciosashistorias.—Eransalvajes—replicóelloro—,salvajessincultura.—.Bueno,¡vamosaser

personas!¿Porquéno te ríes?Si laseñoray los forasterosse ríen, tambiénpuedeshacerlo tú. Es un gran defecto el no ser capaz de disfrutar de lo que esverdaderamenterecreativo.¡Bueno,vamosaserpersonas!

—¡Oh!, ¿te acuerdas de las lindas doncellas que bailaban bajo las tiendaslevantadas, juntoalosárbolesenflor?¿Teacuerdasdelosdulcesfrutosydel jugorefrescantedelashierbassilvestres?

—Sí,meacuerdo—dijoelpapagayo—;peroaquílopasomuchomejor;medanbiendecomerymetratancontodosloscuidados;séquesoyunabuenacabezaynopidomás.¡Seamospersonas!Túeresunalmadepoeta,comodicen,peroyoposeoconocimientosfundamentalesygracia.Tútienesesoquellamangenio,perocarecesdediscreción;tepierdesenesaselevadasnotasnaturales,yporesotetapan.Amínome lohacen,pues leshecostadomáscaro.Me impongoconelpicoy,además, sédecir:¡vitz,vitz,vitz!Bueno,¡vamosaserpersonas!

—¡Ah, patria mía cálida y florida! —repitió el canario—. Quiero cantar tusárboles verde oscuro, y tus bahías tranquilas, donde las ramas besan la límpidasuperficie del agua; quiero cantar el gozo demis relucientes hermanos, allí dondecrecenlasplantasfuentesdeldesierto!

—¡Cállateya,con tuscanciones tristes!—exclamóelpapagayo—.Dialgoquenoshagareír.Larisaeselsignodelsumonivelintelectual.Dimetúsiunperroouncaballopuedenreírse:no,llorarsípueden,pero¡reír!…Estacualidadsólosehadadoalhombre.¡Ho,ho,ho!—rioseelloro,yañadiósuchiste:—.¡Vamosaserpersonas!

—Tú, pobre y gris pajarillo danés —exclamó el canario también has caídoprisionero. Seguramente en tus bosques hace más frío, pero por lo menos haylibertad. ¡Echa a volar! Se olvidaron de cerrar tu jaula, y la ventana superior estáabierta.¡Escapa,escapa!

Elfuncionarioobedeciómaquinalmenteysalióvolandodelajaula;enelmismomomento se oyó rechinar la entornada puerta de la habitación contigua y, concentelleantesojosverdes,elgatodelacasasedeslizóenlasala,lanzándosealacazadel pajarillo. El canario aleteó en la jaula, el papagayo gritó su «Vamos a serpersonas»,yelescribiente,presademortalpánico,levantóelvuelo,saliendoporlaventanayalejándoseporencimadelascasasycalles.Finalmente,hubodedetenerseadescansar.Lacasadeenfrenteteníaalgodefamiliar,ycomoestabaabiertaunadelasventanas,entróporella:erasupropiocuarto.Seposósobrelamesa.

«¡Vamos a ser personas!»—exclamó, sin reparar en loquedecía; simplementeremedabaalpapagayoyenelmismoinstantevolvióaserelescribiente,sóloqueseencontrósentadosobrelamesa.

—¡Diosme ampare!—dijo—. ¿Cómovine a parar aquí yme quedé dormido?

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¡Quésueñomásagitado!¡Yquéestupideztodoél!

6.Lomejorquetrajeronloschanclos

Al día siguiente, a primera hora, y cuando el escribiente estaba aún acostado,llamaronalapuerta.Erasuvecinodelapuertadeenfrente,unjovenseminarista.

—Préstame tuschanclos—dijo—,el jardínestámuymojado,perohaceun solespléndido.Meapetecebajarafumarunapipa.

Calzóseloschanclos,ypocodespuésseencontrabaeneljardín,dondecrecíanuncirueloyunperal.EnelcentrodeCopenhague,unjardincitocomoaquéles tenidoporunlujoenvidiable.

Elseminaristasepusoapaseardeun ladoaotro;eransólo lasseis;en lacalleresonólacornetadelpostillón.

—¡Ay,viajar,viajar!—exclamóelhombre—.Eslamáximafelicidaddelmundo,el colmo de mis deseos. Si pudiera hacerlo, se calmaría esta inquietud que meatormenta.Perohabríadeirmuylejos;quisieraverSuiza,recorrerItalia…

Por fortuna, los chanclos obraron en seguida, pues de otro modo habría ido aparar demasiado lejos, tanto para el comopara nosotros.Estaba en pleno viaje: seencontrónadamenosqueenSuiza,apretujadoconotrosochopasajerosenelinteriordeunadiligencia.

Ledolía lacabeza, sentíaungrancansancioen lanuca,y la sangre se lehabíaacumuladoenlospies,queestabanhinchadosyoprimidosporelcalzado.Sehallabaenunestadodeduermevela,entredormidoydespierto.Enelbolsilloderechollevabaunacartadecrédito;enel izquierdo,elpasaporte,yenunpequeñobolsodecuero,sobreelpecho,algunasmonedasdeorobiencosidas.Ensussueñosveíaqueunouotrodeaquellostesorossehabíaperdido;poresodespertósobresaltado,yelprimermovimientodesumanofuedibujaruntriángulo,dederechaaizquierdayalpecho,paracerciorarsedequesuscosasseguíanensusitio.Paraguas,bastonesysombrerosse tambaleaban en la red de encima de su cabeza, privándose de gozar de unpanorama maravilloso. Él lo miraba por el rabillo del ojo, mientras su corazóncantabaloqueyacantaraenSuizaporlomenosunpoetaaquienconocemos,bienquehastalafechanohadadoelpoemaalaimprenta:

Esésteunmundoenverdadmaravilloso.VeoalzarseelMontblancaltivoymajestuoso.¡Ah!,sidineroparaviajartuviera,lavidafueraentoncesllevadera.

La Naturaleza que lo rodeaba era grandiosa, grave y oscura. Los bosques deabetosparecíanbrezos en las altas rocas, cuyas cumbres seocultaban en la niebla.Comenzabaanevar,ysoplabaunvientohelado.

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«¡Uf!—suspiró—,ojaláestuviésemosdelotroladodelosAlpes.Seríatiempodeveranoyhabríacobradolaletra.Elmiedoqueestomeda,mequitatodoelgustodeestarenSuiza.¡Ay,siestuvieseyadelotrolado!».

Ahí lo tenéisen laotravertientede losAlpes,enplenaItalia,entreFlorenciayRoma.ElLagoTrasimenobrillaba,alaluzvespertina,comooroflameanteentrelasmontañas de un azul oscuro. En el lugar donde Aníbal derrotara a Flaminio, lossarmientos de la vid se daban ahora lasmanos, cogiéndose apaciblemente por losverdesdedos;simpáticosrapacesmediodesnudosguardabanunamanadadecerdos,negroscomoelcarbón,bajoungrupodeolorosos laureles,albordedelcamino.Sifuésemos capaces de reproducir fielmente aquel cuadro, los lectores gritarían:«¡MagníficaItalia!».Sinembargo,nofueéstalaexclamaciónquesaliódeloslabiosdelseminaristanideningunodelosviajeros.

Moscas y mosquitos apestosos invadían por millares el interior del coche; erainútil esquivarlos con ramas demirto; a pesar de todo, seguían picando.No habíanadieenelcarruajecuyorostronoestuviesehinchadoporlassangrientaspicaduras.Los pobres caballos eran devorados vivos; lasmoscas los atacaban amontones, ysólo de tarde en tarde bajaba el cochero a espantarlas. Se puso el sol, y un frío,pasajero pero intenso, recorrió la Naturaleza toda; verdaderamente no resultabaagradable;peroenderredor,montañasynubesadquiríanunamaravillosa tonalidadgris,claraybrillante—¿cómodecirlo?Vetúmismoymíralocontuspropiosojos;mejoresestoqueleerdescripcionesdeviaje.Eraincomparable,yasíloencontrarontambiénlosviajeros;peroibanconelestómagovacío,yelcuerpocansado;todoelanhelo del corazón se centraba en un buen descanso nocturno: ¿lo encontrarían?Todospensabanmásenresolveresteproblemaqueenlasbellezasnaturales.

Atravesabanunbosquedeolivos;eraalgoasícomocuandoenlapatriapasabanentrenudosossauces;yallíencontraronunasolitariaposada,encuyapuertasehabíaestacionadounadocenademendigoslisiados;elmásrobustodeellosparecía—paraservirnosdeunaexpresióndeMarryat—«elhijoprimogénitodelHambre,llegadoala mayor edad»; los restantes eran ciegos, o privados de piernas, por lo que searrastraban sobre las manos, o mancos, sin brazos o sin dedos. Era la miseriaharapienta.

—Eccellenza, ¡miserabili! —clamaban, exhibiendo los miembros mutilados.Salióarecibiralospasajeroslaposaderaenpersona,descalza,desgreñadayconunablusa asquerosa. Las puertas estaban sujetas con bramantes; el suelo de lashabitaciones era de una mezcla abigarrada de ladrillos; murciélagos volaban pordebajodeltecho,yencuantoalolor…

—Creoqueseríamejorinstalarnosenelestablo—dijounodelosviajeros—,almenosallísabeunoloquerespira.

Abrieronlasventanasparaquepenetraseunpocodeairefresco;peroantesque

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éste llegaron los brazos estropeados y la eterna lamentación: «¡Miserabili,Eccellenza!».Enlasparedespodíanleersenumerosasinscripciones,lamitaddeellascontrala«bellaItalia».

Sirvieron la comida: una sopa de agua, sazonada con pimienta y aceite rancio;luego un plato de ensalada aliñada con elmismo aceite. Los platos fuertes fueronhuevos podridos y crestas de pollo asadas. Incluso el vino tenía un sabor extraño;sabíaamedicina.

Por la noche colocaron las maletas contra la puerta, y uno de los viajeros seencargódelavigilanciamientraslosdemásdormían.Alseminaristalotocóactuardecentinela.¡Québochorno!Elcaloreraopresivo,losmosquitoszumbabanypicaban,ylos«miserabili»delexteriorseguíanquejándoseensueños.

«Sí, eso de viajar está muy bien—díjose el seminarista—, sólo que sobra elcuerpo. Éste debiera poder descansar, mientras el espíritu vuela. Dondequiera quellego,notoquemefaltaalgo,ysientocomounaopresiónenelcorazón;quieroalgoqueseamejorqueloquetengoenaquelmomento;pero,¿quéesydóndeestá?Enelfondosébienloquequiero:llegaraunfinfeliz,elmásfelizdetodos».

Nobienhabíapronunciadoestedeseo,seencontróensupatria,ensuhogar;laslargascortinasblancascolgabanante lasventanas,yenel suelo,enelcentrode lahabitación,habíaelnegroataúd,enelcualdormíaélelsueñodelamuerte.Sudeseoquedabacumplido: el cuerpo reposaba,y el almaviajaba.«Nocreasquenadie seafeliz antes de estar en la tumba»—tales fueron las palabras de Solón; y aquí seconfirmabasuverdad.

Todo cadáver es una esfinge de la inmortalidad. La esfinge tendida en aquelféretrotampoconosrespondióaloqueelvivohabíaescritodosdíasantes:

Tusilencio,¡oh,muerte!,eshorrorydesconsuelo,tusdurashuellassonlosassepulcrales.¿Nopuedeelpensamientoelevarsealcielo?¿Somosacasosólocarneyhuesosmortales?Almundoungrandolorsuelequedaroculto.Parati,solosiempre,fueunagracialamuerte.Máspesóelmundosobretucorazón,quelatierraqueecharonsobretucuerpoinerte.

Dos personajes iban de un lado para otro de la habitación, dos personajes aquienesyaconocemos:elhadadelaPreocupaciónylamensajeradelaSuerte.Lasdosseinclinaronsobreelcadáver.

—¿Ves —dijo la primera qué felicidad han proporcionado tus chanclos a loshumanos?

—Almenosalqueaquíduermeledieronunbieneterno—respondiólaotra.

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—¡Oh,no!—replicólaPreocupación—.Semarchóporpropiavoluntad,sinserllamado;sufuerzaespiritualnofuebastanteparaexplotarlostesorosquesudestinoleasignóenestaTierra.Voyahacerleunfavor.

Ylequitóloschanclosdelospies,conlocualterminóelsueñodemuerte,yelresucitado se incorporó. La Preocupación desapareció, llevándose los chanclos;seguramentelosconsideraríacomodesupropiedad.

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Abuelita

(Bedstemoder)

Abuelitaesmuyvieja,tienemuchasarrugasyelpelocompletamenteblanco,perosusojosbrillancomoestrellas,sóloquemuchomáshermosos,puessuexpresiónesdulce,ydagustomirarlos.Tambiénsabecuentosmaravillososytieneunvestidodefloresgrandes,grandes,deunasedatantupidaquecrujecuandoanda.Abuelitasabemuchas,muchísimascosas,puesvivíayamuchoantesquepapáymamá,estonadielo duda.Tiene un libro de cánticos con recias cantoneras de plata; lo lee con granfrecuencia.Enmediodel librohayunarosa,comprimidayseca,y,sinembargo, lamira con una sonrisa de arrobamiento, y le asoman lágrimas a los ojos. ¿Por quéabuelitamiraráasílamarchitarosadesudevocionario?¿Nolosabes?Cadavezquelaslágrimasdelaabuelitacaensobrelaflor,loscolorescobranvida,larosasehinchay toda lasalase impregnadesuaroma;seesfumanlasparedescualsi fuesenpuraniebla,yenderredorselevantaelbosque,espléndidoyverde,conlosrayosdelsolfiltrándose entre el follaje, y abuelita vuelve a ser joven, una bella muchacha derubias trenzas y redondasmejillas coloradas, elegante y graciosa; no hay rosamáslozana,perosusojos,susojosdulcesycuajadosdedicha,siguensiendolosojosdeabuelita.

Sentadojuntoaellahayunhombre,joven,vigoroso,apuesto.Huelelarosayellasonríe—¡peroyanoeslasonrisadeabuelita!—sí,yvuelveasonreír.Ahorasehamarchadoél,yporlamentedeelladesfilanmuchospensamientosymuchasfiguras;elhombregallardoyanoestá,larosayaceenellibrodecánticos,y…abuelitavuelveaserlaancianaquecontemplalarosamarchitaguardadaenellibro.

Ahoraabuelitasehamuerto.Sentadaensusilladebrazos,estabacontandounalargaymaravillosahistoria.

—Se ha terminado —dijo— y yo estoy muy cansada; dejadme echar unsueñecito.

Se recostó respirando suavemente, y quedó dormida; pero el silencio se volvíamásymásprofundo,yensurostrosereflejabanlafelicidadylapaz;habríasedichoquelobañabaelsol…yentoncesdijeronqueestabamuerta.

Lapusieronenelnegroataúd,envueltaenlienzosblancos.¡Estabatanhermosa,apesardetenercerradoslosojos!Perotodaslasarrugashabíandesaparecido,yensubocasedibujabaunasonrisa.Elcabelloerablancocomoplatayvenerable,ynodabamiedomiraralamuerta.Erasiemprelaabuelita,tanbuenaytanquerida.Colocaronellibrodecánticosbajosucabeza,puesellalohabíapedidoasí,conlarosaentrelaspáginas.Yasíenterraronaabuelita.

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Enlasepultura, juntoa lapareddelcementerio,plantaronunrosalqueflorecióespléndidamente,y los ruiseñoresacudíanacantarallí,ydesde la iglesiaelórganodesgranaba las bellas canciones que estaban escritas en el libro colocado bajo lacabezadeladifunta.Lalunaenviabasusrayosalatumba,perolamuertanoestabaallí; los niños podían ir por la noche sin temor a coger una rosa de la tapia delcementerio.Losmuertossabenmuchomásdecuantosabemostodoslosvivos;sabenelmiedo, el miedo horrible que nos causarían si volviesen. Pero sonmejores quetodosnosotros,yporesonovuelven.Haytierrasobreelféretro,ytierradentrodeél.Ellibrodecánticos,contodassushojas,espolvo,ylarosa,contodossusrecuerdos,sehaconvertidoenpolvo también.Peroencima siguen floreciendonuevas rosasycantando los ruiseñores, y enviando el órgano sus melodías. Y uno piensa muy amenudoenlaabuelita,ylaveconsusojosdulces,eternamentejóvenes.Losojosnomuerennunca.Losnuestrosveránaabuelita,jovenyhermosacomoantaño,cuandobesóporvezprimeralarosa,rojaylozana,queyaceahoraenlatumbaconvertidaenpolvo.

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Loscampeonesdesalto

(Springfyrene)

Lapulga,elsaltamontesyelhuesecillosaltarínapostaronunavezaquiénsaltabamás alto, e invitaron a cuantos quisieran presenciar aquel campeonato. Hay queconvenirquesetratabadetresgrandessaltadores.

—¡Darémihijaalquesaltemásalto!—dijoelRey—,puesseríamuytristequelaspersonastuviesenquesaltardebalde.

Presentóseprimerolapulga.Erabieneducadayempezósaludandoadiestroyasiniestro,puespor susvenascorría sangrede señorita,y estabaacostumbradaanoalternarmásqueconpersonas,yestosiempreseconoce.

Vinoensegundotérminoelsaltamontes.Sindudaerabastantemáspesadotequelapulga,perosusmaneraserantambiénirreprochables;vestíaeluniformeverdeconelquehabíanacido.Afirmó,además,queteníaenEgiptounafamiliadeabolengo,yqueeramuyestimadoenelpaís.Lohabíancazadoenelcampoymetidoenunacasadecartulinadetrespisos,hechadenaipesdecolor,conlasestampaspordentro.Laspuertasyventanashabíansidocortadasenelcuerpodeladamadecorazones.

—Sé cantar tan bien —dijo—, que dieciséis grillos indígenas que vienencantandodesdesuinfancia—apesardelocualnohanlogradoaúntenerunacasadenaipes—,sehanpasmadotantoaloírme,quesehanvueltoaúnmásdelgadosdeloqueeranantes.

Como se ve, tanto la pulga como el saltamontes se presentaron en toda forma,dandocuentadequiéneseran,ymanifestandoqueesperabancasarseconlaprincesa.

Elhuesecillosaltarínnodijoestabocaesmía;peroserumoreabaqueeradetantopensar,yelperrodelaCortesólotuvoquehusmearlo,paraatestiguarqueveníadebuena familia. El viejo consejero, que había recibido tres condecoraciones por sumutismo, aseguró que el huesecillo poseía el don de profecía; por su dorso podíavaticinarse si el invierno sería suave o riguroso, cosa que no puede leerse en laespaldadelqueescribeelcalendario.

—Demomento, yo no digo nada—manifestó el viejoRey—.Me quedo a verveniryguardomiopiniónparaelinstanteoportuno.

Habíallegadolahoradesaltar.Lapulgasaltótanalto,quenadiepudoverla,ylosdemássostuvieronquenohabíasaltado,locualestuvomuymal.

Elsaltamontesllegóalamitaddelaalturaalcanzadaporlapulga,perocomocasidioenlacaradelRey,éstedijoqueeraunasco.

Elhuesecillopermaneciólargoratocallado,reflexionando;alfinyapensabanlosespectadoresquenosabíasaltar.

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—¡Mientras no se haya mareado! —dijo el perro, volviendo a husmearlo.¡Rutch!,elhuesopegóunbrincodeladoyfueapararalregazodelaprincesa,queestabasentadaenunescabeldeoro.

EntoncesdijoelRey:—Elsaltomásaltoeselquealcanzaamihija,puesahíestálafinura;maspara

ellohayquetenercabeza,yelhuesecillohademostradoquelatiene.Aesollamoyotalento.

Ylefueotorgadalamanodelaprincesa.—¡Perosifuiyoquiensaltómásalto!—protestólapulga—.¡Bah,quéimporta!

¡Quésequedeconelhueso!Yosaltémásaltoquelosotros,peroenestemundohayquesercorpulento,además,paraqueosvean.

Ysemarchóaalistarseenelejércitodeunpaísextranjero,dondeperdiólavida,segúndicen.

Elsaltamontesseinstalóenelribazoysepusoareflexionarsobrelascosasdelmundo;ydijoasuvez:

—¡Hayquesercorpulento,hayquesercorpulento!Luegoentonósutristecanción,por lacualconocemoslahistoria.Sinembargo,

yonolatengoporseguradeltodo,aunquelahayanpuestoenletrasdemolde.

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Elniñotravieso

(Denuartigedreng)

Érase una vez un anciano poeta, muy bueno y muy viejo. Un atardecer, cuandoestabaencasa,eltiemposepusomuymalo;fuerallovíaacántaros,peroelancianoseencontrabamuyagustoensucuarto,sentadojuntoalaestufa,enlaqueardíaunbuenfuegoyseasabanmanzanas.

—Niunpelode la ropa lesquedarásecoa los infelicesqueeste temporalhayapilladofueradecasa—dijo,pueseraunpoetademuybuenossentimientos.

—¡Ábrame! ¡Tengo frío y estoy empapado! —gritó un niño desde fuera. Yllamabaalapuertallorando,mientraslalluviacaíafuriosa,yelvientohacíatemblartodaslasventanas.

—¡Pobrecillo!—dijoelviejo,abriendo lapuerta.Estabaanteellaun rapazuelocompletamentedesnudo;elagualechorreabadelos largosrizosrubios.Tiritabadefrío;denohallarrefugio,seguramentehabríasucumbido,víctimadelainclemenciadeltiempo.

—¡Pobre pequeño! —exclamó el compasivo poeta, cogiéndolo de la mano—.¡Ven conmigo, que te calentaré!Voy a darte vino y unamanzana, porque eres tanprecioso.

Y lo era, en efecto. Sus ojos parecían dos límpidas estrellas, y sus largos yensortijadosbucleserancomodeoropuro,aunestandoempapados.Eraunverdaderoangelito,peroestabapálidodefríoytirítabacontodosucuerpo.Sosteníaenlamanounarcomagnifico,peroestropeadoporlalluvia;conlahumedad,loscoloresdesusflechassehabíanborradoymezcladounosconotros.

Elpoeta se sentó juntoa la estufa,pusoal chiquilloen su regazo, escurrióleelagua del cabello, le calentó las manitas en las suyas y le preparó vino dulce. Elpequeñonotardóenrehacerse:elcolorvolvióasusmejillas,y,saltandoalsuelo,sepusoabailaralrededordelancianopoeta.

—¡Eresunrapazalegre!—dijoelviejo—.¿Cómotellamas?—MellamoAmor—respondióelpequeño—.¿Nomeconoces?Ahíestámiarco,

con el que disparo, puedes creerme.Mira, ya ha vuelto el buen tiempo, y la lunabrilla.

—Perotieneselarcoestropeado—observóelanciano.—¡Malacosasería!—exclamóelchiquillo,y,recogiéndolodelsuelo,loexaminó

con atención—. ¡Bah!, ya se ha secado; no le ha pasado nada; la cuerda está bientensa. ¡Voy a probarlo!—. Tensó el arco, púsole una flecha y, apuntando, disparócertero, atravesando el corazón del buen poeta.—. ¡Ya ves que mi arco no está

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estropeado!—dijo,y,conunacarcajada,semarchó.¡Habíasevistounchiquillomásmalo! ¡Disparar así contra el viejo poeta, que lo había acogido en la calientehabitación,sehabíamostradotanbuenoconélylehabíadadotanexquisitovinoysusmejoresmanzanas!

El buen señor yacía en el suelo, llorando; realmente le habían herido en elcorazón.

—¡Oh, qué niño tan pérfido es eseAmor! Se lo contaré a todos los chiquillosbuenos, para que estén precavidos y no jueguen con él, pues procurará causarlesalgúndaño.

Todos los niños y niñas buenos a quienes contó lo sucedido se pusieron enguardia contra las tretas deAmor, pero éste continuó haciendo de las suyas, puesrealmente es de la piel del diablo. Cuando los estudiantes salen de sus clases, élmarcha a su lado, con un libro debajo del brazo y vestido con levita negra.No loreconocenylocogendelbrazo,creyendoqueestambiénunestudiante,yentonceséllesclavaunaflechaenelpecho.Cuandolasmuchachasvienendeescucharalseñorcurayhanrecibidoyalaconfirmaciónéllassiguetambién.Sí,siemprevadetrásdelagente.Enelteatrosesientaenlagranaraña,yechallamasparaquelaspersonascrean que es una lámpara, pero ¡quiá!; demasiado tarde descubren ellas su error.Correpor los jardinesyen tornoa lasmurallas.Sí,undíahirióenelcorazóna tupadreyatumadre.Pregúntaselo,verásloquetedicen.Créeme,esunchiquillomuytraviesoesteAmor;nuncaquierastratosconél;acechaatodoelmundo.Piensaqueundíadisparó,unaflechahastaatuancianaabuela;perodeesohacemuchotiempo.Yapasó,peroellanoloolvida.¡CarambaconestediablillodeAmor!Peroahorayaloconocesysabeslomaloquees.

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IbyCristinita

(IboglilleChristine)

No lejos de Gudenaa, en la selva de Silkeborg, se levanta, semejante a un granmuro, una loma llamada Aasen, a cuyo pie, del lado de Poniente, había, y siguehabiendoaún,unpequeñocortijo,rodeadoporunatierratanárida,quelaarenabrillaporentrelasescuálidasmiesesdecentenoycebada.

Desdeentonceshantranscurridomuchosaños.Lagentequevivíaallíporaqueltiempo cultivaba su mísero terruño y criaba además tres ovejas, un cerdo y dosbueyes;dehecho,vivíanconciertaholgura,a fuerzadeaceptar lascosas talcomovenían.

Incluso habrían podido tener un par de caballos, pero decían, como los demáscampesinos:«Elcaballosedevoraasímismo».

Un caballo se come todo lo que gana. Jeppe-Jänsen trabajaba en verano supequeñocampo,yeninviernoconfeccionabazuecosconmanohábil.Teníaademás,unayudante;unhombremuyduchoenlafabricacióndeaquellaclasedecalzado:lohacía resistente, a la vez que ligero y elegante. Tallaban asimismo cucharas demadera,yelnegociolesrendía;nopodíadecirsequeaquellagentefuesenpobres.

ElpequeñoIb,unchiquillode7años,únicohijodelacasa,sesentabaasuladoamirarlo;cortabaunbastoncito,ysolíacortarse también losdedos,peroundía tallódos trozos de madera que parecían dos zuequitos. Dijo que iba a regalarlos aCristinita, la hija de unmarinero, una niña tan delicada y encantadora, que habríapodidopasarporunaprincesa.Vestidaadecuadamente,nadiehubieraimaginadoqueprocedíadeunacasadeturbadelerialdeSeis.Allímorabasupadre,viudo,queseganabaelsustentotransportandoleñadesdeelbosquealasanguilerasdeSilkeborg,yavecesinclusomáslejos,hastaRanders.NoteníaanadieaquienconfiaraCristina,queteníaunañomenosqueIb;poresolallevabacasisiempreconsigo,enlabarcaya través del erial y los arándanos. Cuando tenía que llegarse a Randers, dejaba aCristinitaencasadeJeppe-Jänsen.

Losdosniñossellevabanbien,tantoeneljuegocomoalashorasdelacomida;cavaban hoyos en la tierra, se encaramaban a los árboles y corrían por losalrededores;undíaseatrevieroninclusoasubirsesoloshastalacumbredelalomayadentrarseunbuentrechoenelbosque,dondeencontraronhuevosdechocha;fueungranacontecimiento.

Ib no había estado nunca en el erial de Seis, ni cruzado en barca los lagos deGudenaa,peroahoraibaahacerlo:elbarquerolohabíainvitado,ylavísperasefueconélasucasa.

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A lamadrugada los dos niños se instalaron sobre la leña apilada en la barca ydesayunaron con pan y frambuesas. El barquero y su ayudante impulsaban laembarcaciónconsuspértigas;lacorrientelesfacilitabaeltrabajo,yasídescendieronelríoyatravesaronloslagos,queparecíancerradosportodaspartesporelbosqueylos cañaverales. Sin embargo, siempre encontraban un paso por entre los altosárboles, que inclinaban las ramas hasta casi tocar el suelo, y los robles que lasalargaban a su encuentro, como si, habiéndose recogido las mangas, quisieranmostrarles sus desnudos y nudosos brazos. Viejos alisos que la corriente habíaarrancado de la orilla, se agarraban fuertemente al suelo por las raíces, formandoislitas de bosque. Los nenúfares se mecían en el agua; era un viaje delicioso.Finalmente llegarona las anguileras, dondeel agua rugía al pasarpor las esclusas.¡CuántascosasnuevasestabanviendoIbyCristina!

Enaquelentoncesnohabíaallíningunafábricaniningunaciudad,ytansóloseveían la vieja granja, en la que trabajaban unos cuantos hombres. El agua, alprecipitarseporlasesclusas,yelgriteríodelospatossalvajes,eranlosúnicossignosde vida, que se sucedían sin interrupción.Una vez descargada la leña, el padre deCristinacompróunbuenmanojodeanguilasyuncochinilloreciénsacrificado,yloguardótodoenuncesto,quepusoenlapopadelaembarcación.Luegoemprendieronelregreso,contracorriente,perocomoelvientoerafavorableypudierontenderlasvelas,lacosamarchabatanbiencomosiunpardecaballostirasendelabarca.

Alllegaraunlugardelbosquecercanoalaviviendadelayudante,ésteyelpadredeCristinadesembarcaron,despuésderecomendaralosniñosqueseestuviesenmuyquietecitosyformales.Peroellosnoobedecierondurantemuchorato;quisieronverelinteriordelcestoqueconteníaellechoncito;sacaronelanimal,y,comolosdosseempeñaronensostenerlo,selescayóalagua,ylacorrienteselollevó.Fueunsucesohorrible.

Ibsaltóatierrayechóacorreruntrecho;luegosaltótambiénCristina.—¡Llévame contigo! —gritó, y se metieron saltando entre la maleza; pronto

perdierondevistalabarcayelrío.Continuaroncorriendootropequeñotrecho,peroluegoCristinasecayóyseechóallorar;Ibacudióaayudarla.

—Ven conmigo —dijo—, la casa está allá arriba. Pero no era así. Siguieronerrando por un terreno cubierto de hojas marchitas y de ramas secas caídas, quecrujían bajo sus piececitos.De pronto oyeron un penetrante grito. Se detuvieron yescucharon.Entonces resonó el chillido de un águila—era un chillido siniestro,—que losasustóenextremo.Sinembargo,delantedeellos, en loespesodelbosque,crecían ennúmero infinitomagníficos arándanos.Erademasiado tentadorparaquepudieranpasardelargo,yseentretuvieroncomiendolasbayas,manchándosedeazullabocaylasmejillas.Enestoseoyóotrallamada.

—¡Nospegaránporlodellechón!—dijoCristina.

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—Vámonosacasa—respondióIb—;estáaquíenelbosque.Sepusieronenmarchayllegaronauncaminodecarros,peroquenoconducíaa

su casa. Mientras tanto había oscurecido, y los niños tenían miedo. El singularsilencioque los rodeaba era sólo interrumpidopor el feogritodel búhoodeotrasaves que no conocían los niños. Finalmente se enredaron entre lamaleza.Cristinarompió a llorar e Ib hizo lomismo, y cuandohubieron lloradopor espacio de unahora,setumbaronsobrelashojasysequedarondormidos.

Elsolsehallabayamuyaltoenelcielocuandodespertaron;teníanfrío,peroIbpensóquesubiéndoseaunalomacercanaapocadistancia,dondeelsolbrillabaporentrelosárboles,podríancalentarsey,además,veríanlacasadesuspadres.Perolocierto es que se encontrabanmuy lejos de ella, en el extremo opuesto del bosque.Treparonalacumbredelmontículoyseencontraronenunaladeraquedescendíaaun lagoclaroy transparente; lospecesaparecíanalineados,visiblesa los rayosdelsol.Fueunespectáculototalmenteinesperado,yporotrapartedescubrieronjuntoaellosunavellanomuycargadodefrutos,avecessieteenunsolomanojo.Cogieronlasavellanas,rompieronlascáscarasysecomieronlosfrutostiernos,queempezabanya a estar en sazón. Luego vino una nueva sorpresa, mejor dicho, un susto: delespesordebosquesalióunamujerviejayalta,de rostromorenoycabellonegroybrillante;elblancodesusojosresaltabacomoenlosdeunmoro.Llevabaunlíoalaespaldayunnudosobastónen lamano;eraunagitana.Losniños,alprincipio,nocomprendieron loquedijo,peroentonces lamujer se sacódelbolsillo tresgruesasavellanas, en cada una de las cuales, según dijo, se contenían las cosas másmaravillosas;eranavellanasmágicas.

Ib la miró; la mujer parecía muy amable, y el chiquillo, cobrando ánimo, lepreguntósiledaríalasavellanas.Ellaselasdio,yluegosellenóelbolsillodelasquehabíaenelarbusto.

IbyCristinacontemplaronconojosabiertoslastresavellanasmaravillosas.—¿Habráenéstauncocheconcaballos?—preguntóIb.—Hayunacarrozadeoroconcaballosdeorotambién—contestólavieja.—¡Entonces dámela!—dijoCristinita. Ib se la entregó, y lamujer la ató en la

bufandadelaniña.—¿Yenésta,nohabríaunabufandatanbonitacomoladeCristina?—inquirió

Ib.—¡Diez hay!—contestó lamujer—y además hermosos vestidos,medias y un

sombrero.—¡Pues también la quiero!—dijoCristina; e Ib le dio la segunda avellana.La

terceraerapequeñaynegra.—Túpuedesquedarteconésta—dijoCristina—,tambiénesbonita.—¿Yquéhaydentro?—preguntóelniño.

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—Lomejorparati—respondiólagitana.Yelpequeñoseguardólaavellana.Entonceslamujerseofrecióaenseñarlesel

camino que conducía a su casa, y, con su ayuda, Ib y Cristina regresaron a ella,encontrandoalafamiliaangustiadaporsudesaparición.Losperdonaron,peseaquesehabíanhechoacreedoresaunabuenapaliza,enprimerlugarporhaberdejadocaeralaguaellechoncito,ydespuésporsuescapada.

Cristina se volvió a su casita del erial, mientras Ib se quedaba en la suya delbosque.Al anochecer lo primero que hizo fue sacar la avellana que encerraba «lomejor». La puso entre la puerta y elmarco, apretó, y la avellana se partió con uncrujido;perodentrono tenía carne, sinoque estaba llenadeuna especiede rapéotierranegra.Estabaagusanada,comosueledecirse.

«¡Yame lo figuraba!—pensó Ib—. ¿Cómoenuna avellana tanpequeña, iba ahaber sitiopara lomejorde todo?TampocoCristina encontrará en las suyasni loslindosvestidosnielcochedeoro».

LlegóelinviernoyelAñoNuevo.Pasaronotrosvariosaños.Elniñotuvoqueiralaescueladeconfirmandos,yel

párrocovivíalejos.PoraquellosdíaspresentóseelbarqueroydijoalospadresdeIbqueCristinadebíamarcharsedecasa,aganarseelpan.Habíatenidolasuertedecaerenbuenasmanos,esdecir,deiraserviralacasadepersonasexcelentes,queeranlosricosfondistasdelacomarcadeHerning.Entraríaenlacasaparaayudaraladueña,ysiseportababien,seguiríaconellosunavezrecibidalaconfirmación.

Ib y Cristina se despidieron; todo el mundo los llamaba «los novios». Alsepararseleenseñóellalasdosnuecesqueélledieraeldíaenquesehabíanperdidoenelbosque,yquetodavíaguardaba;yledijo,además,queconservabaasimismoensubaúlloszuequitosqueéllehabíahechoyregalado.Yluegosesepararon.

Ibrecibiólaconfirmación,perosequedóencasadesumadre;eraunbuenoficialzuequero,yenveranocuidabadelabuenamarchadelapequeñafinca.Lamujersóloloteníaaél,pueselpadrehabíamuerto.

Rarasveces—yaunéstaspormediodeunpostillónodeuncampesinodeAal—recibíanoticiasdeCristina.Estabacontentaenlacasadelosricosfondistas,yeldíade suconfirmaciónescribióa supadre,y en la carta, enviaba saludospara Iby sumadre.Algodecíatambiéndeseiscamisasnuevasyunbonitovestidoquelehabíanregaladolosseñores.Realmenteeranbuenasnoticias.

—Alaprimaverasiguiente,unhermosodíallamaronalapuertadeIbysumadre.EranelbarqueroyCristina.Lehabíandadopermisoparahacerunabrevevisitaasucasa,y,habiendoencontradounaoportunidadparairaTemyregresarelmismodía,lahabíaaprovechado.Eralindayelegantecomounaauténticaseñorita,yllevabaunhermoso vestido, confeccionado con gusto extremo y que le sentaba a las milmaravillas.Allíestabaataviadacomounareina,mientrasIblarecibíaensusviejos

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indumentosdetrabajo.Nosupodecirleunapalabra;ciertoqueleestrechólamanoy,reteniéndola,sintiósefeliz,perosuslabiosnoacertabanamoverse.NoasíCristina,quehablóycontómuchascosasydiounbesoaIb.

—¿Acasonomeconoces?—lepreguntó.Peroinclusocuandoestuvieronsolosél,sinsoltarlelamano,nosabíadecirlesino:

—¡Tehasvueltounaseñorita,yyovoytandesastrado!¡Cuántohepensadoentiyenaquellostiemposdeantes!

Cogidos del brazo subieron al montículo y contemplaron, por encima delGudenaa, el erial deSeis con susgrandes colinas; pero Ibpermanecía callado.Sinembargo,alsepararseviobienclaroenelalmaqueCristinadebíasersuesposa;yadeniños loshabían llamado losnovios; leparecióqueeranprometidos, apesardequeniunoniotrohabíanpronunciadolapromesa.

Muypocashoraspudieronpermanecerjuntos,pueselladebíaregresaraTemparaemprender el viaje de vuelta al día siguiente. Su padre e Ib la acompañaron hastaTem;eralunallena,ycuandollegaron,elmozo,quereteníaaúnlamanodeCristina,nopodíaavenirseasoltarla;teníalosojosserenos,perolaspalabrasbrotabanlentasytorpes,aunquecadaunalesalíadelcorazón:

—Si no te has acostumbrado al lujo —le dijo— y puedes resignarte a vivirconmigoenlacasademimadre,algúndíaseremosmaridoymujer.Peropodemosesperartodavíaunpoquitín.

—Sí,esperemosunpoco,Ib—respondióella,estrechándolelamano,mientraséllabesabaenlaboca—.¡Confíoenti,Ib!—dijoCristina—ycreoquetequiero;perodéjamequelopiensebien.

Y se despidieron. Ib explicó al barquero que él yCristina estaban como quiendice prometidos, y el hombre contestó que siempre había pensado que la cosaterminaríadeaquelmodo.AcompañóaIbasucasaydurmióensumismacama,yyanosehablómásdelnoviazgo.

Habíatranscurridounaño;entreIbyCristinasehabíancruzadodoscartas,conlaspalabras«fielhastalamuerte»porantefirma.Undíaelbarquerosepresentóencasa de Ib, trayéndole saludos de la muchacha y un encargo algo más peliagudo.ResultóqueaCristinaleibanmuybienlascosas,másquebienincluso;eraunajovenmuy guapa, apreciada y estimada. El hijo del fondista había estado en su casa, devisita.Vivía enCopenhague, con un buen empleo en una gran casa comercial. SeprendódeCristina,aellalegustótambién,ylospadresnoveíanlacosaconmalosojos.Peroalamuchachaleremordíalaconciencia,sabiendoqueIbseguíapensandoenella,yporesoestabadispuestaarenunciarasufelicidad,dijoelbarquero.

DemomentoIbnocontestóunapalabra,perosepusopálidocomolacera;luego,sacudiendolacabeza,exclamó:

—NoquieroqueCristinarenuncieasufelicidad.

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—Escríbeleunaspalabras—dijoelbarquero.Ib escribió, sólo que no encontraba las palabras a propósito, por lo que rasgó

muchashojas;peroaldíasiguientehabíaconseguido, redactar lacartadirigidaa lamuchacha:«Heleídolacartaqueescribisteatupadre,yporellaveoquelascosastevan espléndidamente y que puedes esperar todavía otras mejores. Pregunta a tupropiocorazón,Cristina,yreflexionaenloqueteesperasi tecasasconmigo.Muypoco es lo que puedoofrecerte.Nopienses enmí ni en lo quedemí haya de ser,piensasóloentufelicidad.Noestásligadaamíporningunapromesa,ysiacasomeladisteentucorazón,tedesligodeella.Quetodalaventuradelmundoacudaati,Cristinita.Dios sabrá encontrar consuelo parami corazón. Para siempre tu sinceroamigoIb».

Lacartafueexpedida,yCristinalarecibió.SepublicaronlasamonestacionesenlaiglesiadelerialyenCopenhague,donde

residíaelnovio,yallísetrasladólamozaconsusuegra,pueslosnegociosimpedíanal novio emprender el largo viaje hasta Jutlandia. Según lo convenido, Cristina seencontróconsupadreenelpueblodeFunder;estabaenelcaminoalacapital,yeraelmáscómodoparaél;allísedespidieronpadreehija.Cambiaronalgunaspalabras,pero no había noticias de Ib; se había vuelto muy ensimismado, según decía suanciana madre. Sí, se había vuelto caviloso y retraído; por eso le vinieron a lamemorialastresavellanasquedeniñoledieralagitana,delascualeshabíacedidodosaCristina.Eranavellanasmágicas,yenunadeellasseencerrabaunacarrozadeoro con caballos dorados, y en la otra hermosísimos vestidos. Sí, había resultadoverdad.Ahora le esperabaunavidamagnífica en la capital del reino,Copenhague.Para ella se había cumplido el vaticinio…En cambio, la nuez de Ib contenía sólotierranegra.«Lomejorpara él», comodijera lagitana; sí, y tambiénesto sehabíacumplido;paraél,lomejoreralanegratierra.Ahoracomprendíaclaramenteloquelamujerquisosignificar:paraél,lomejoreralanegratierra,latumba.

Pasaronaños—aIbnoleparecieronmuchos,peroenrealidad,fueronmuchos—;losviejosfondistasmurieronconpocotiempodediferencia,ysuhijoheredótodasufortuna,unaporcióndemilesdeescudos.Cristinapudoviajar encarrozadoradayllevarhermososvestidos.

Durantedoslargosaños,elpadredeCristinanorecibiócartadesuhija,ycuando,por fin, llegó la primera, no respiraba precisamente alegría y bienestar. ¡PobreCristina!Ni ella ni sumaridohabían sabidoobservarmoderación en la riqueza; eldinerosehabíafundidoconlamismafacilidadconquevino;noleshabíatraídolaprosperidad,porsumismaculpa.

Florecieron los brezos y se marchitaron; varios inviernos vieron la nieve caersobre el erial de Seis y sobre el montículo, donde Ib vivía al abrigo del viento.Brillabaelsoldeprimavera,eIbestabaarandosucampo.Deprontoleparecióquela

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reja del arado chocaba con un pedernal; un objeto extraño, semejante a una virutanegra, salió a la superficie, y al recogerlo Ibvioque era demetal; el puntodondehabíachocadoelaradodespedíaunintensobrillo.Eraunpesadobrazaletedeorodela antigüedad pagana. Pertenecía a una tumba antigua, que encerraba valiososadornos.Iblomostróalpárroco,quienlerevelóelaltovalordelhallazgo.Fueseconél al juez comarcal, quien informó a Copenhague y aconsejó a Ib que llevasepersonalmenteelpreciosoobjetoalasautoridadescorrespondientes.

—Hasencontradoenlatierralomejorquepodíasencontrar—ledijoeljuez.«¡Lo mejor! —pensó Ib—. ¡Lo mejor para mí, y en la tierra! Así también

conmigotuvorazónlagitana,suponiendoqueseaestolomejor».IbseembarcóenAarhusparaCopenhague;paraél,quesólohabíallegadohasta

Gudenaa,aquellorepresentabaunviajealrededordelmundo.YllegóaCopenhague.Lepagaronelvalordeloroencontrado,unabuenacantidad:seiscientosescudos.

Nuestrohombre,venidodelbosquedeSeisheide,seentretuvovagandoporlascallesdelacapital.

Justamente la víspera del día en que debía embarcar para el viaje de regreso,equivocóladirecciónentre lamarañadecallejas,y,porelpuentedemadera,fueaparar a Christianshafen, en lugar de a la Puerta del Oeste. Había seguido haciaPoniente,peronollegóadondedebiera.Entodalacallenoseveíaunalma,cuandode pronto una chiquilla salió de unamísera casucha; Ib le pidió que le indicase elcaminodesuposada.Lapequeñasequedóperpleja,lomiróyprorrumpióenamargollanto. Le preguntó él qué le ocurría; la niña respondió algo ininteligible. Seencontrarondebajodeunfarol,yaldarlaluzenelrostrodelarapazuela,sintióIbuna impresión extraña, pues veía ante sí a Cristinita, su vivo retrato, tal como larecordabadeltiempoenqueamboseranniños.

Siguiendoalachiquillaasupobrecasucha,subiólaestrechayruinosaescalera,hastaunareducidabuhardillasesgada,bajoeltejado.Llenabaelcuartounaatmósferapesada y opresiva, y no había luz. De un rincón llegó un suspiro, seguido de unarespiraciónfatigosa.Ibencendióunacerilla.Era lamadredelacriatura, tendidaenunmíserolecho.

—¿Puedohaceralgoporusted?—preguntóIb—.Lapequeñamehaguiadohastaaquí,perosoyforasteroenlaciudad.¿Nohayalgúnvecinooalguienaquienpuedallamar?—.Ylevantólacabezadelaenferma.

EraCristina,ladelerialdeSeis.Hacía años que su nombre no se habíamencionado en Jutlandia; sólo hubiera

servidoparaturbarlamentedeIb.Ytampocoeranbuenoslosrumoresqueseoían,yqueresultaronserciertos.Elmuchodineroheredadodelospadresselehabíasubidoalacabezaalhijo,volviéndolearrogante.Dejósubuenacolocación;porespaciodemedio año viajó por el extranjero; a su regreso contrajo deudas, pero sin dejar de

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vivirrumbosamente.Labalanzaseinclinabacadavezmás,hastaquecayódeltodo.Sus numerosos compañeros de francachelas decían de él que llevaba sumerecido,pueshabíaadministradosufortunacomouninsensato.UnamañanaencontraronsucadáverenelcanaldeljardíndePalacio.

Cristina llevaba ya la muerte en el corazón; su hijo menor, concebido en laprosperidad,nacidoen lamiseria,yacíayaen la tumba, trasunassemanasdevida.Enferma de muerte y abandonada de todos, yacía ahora Cristina en una míserabuhardilla,sumidaenunamiseriaquedeseguronohubieraencontradoinsoportableensusañosinfantilesdelerialdeSeis.Ahoraempero,acostumbradaacosasmejores,lapobrezaleeraintolerable.Aquellapequeñaerasuhijamayor—otraCristinita,quehabíasufridoconellahambreyprivaciones—,yellahabíatraídoaIbasuvera.

—Mi pena esmorir dejando a esta pobre criatura—suspiró lamadre—. ¿Quéserádeellaenelmundo?—.Nadamáspudodecir.

Ibencendióotracerillayuncabodevelaqueencontró,ylaluziluminólapobrehabitación.

El hombre, almirar a la chiquilla, pensó enCristina, cuando era niña aún; poramordelamadrerecogeríaalahija,aquellahijaaquiennoconocía.Lamoribundaclavó en él la mirada, y sus ojos se abrieron desmesuradamente: ¿lo habríareconocido?Éljamáslosupo,puesniunapalabrasalióyadesuslabios.

ElescenarioeraelbosquedelGudenaa,cercadelerialdeSeis;laatmósferaeragris, y los brezos estaban marchitos; las tormentas de Poniente barrían las hojasamarillas, arrojándolasal ríoyalotro ladodelerial,dondese levantaba lacasadeturba del barquero, habitada ahora por personas desconocidas. Pero bajo el Aas,resguardadadelvientoporlosaltosárboles,alzábaselacasita,blanqueadaypintada.Enelinteriorardíalaturbaenelhornoyentrabaelsol,quesereflejabaendosojosinfantiles;elcantoprimaveraldelaalondraresonabaenlaspalabrasquesalíandelaboquita roja y sonriente: había allí vida y alegría, pues Cristinita estaba presente.EstabasentadaenlasrodillasdeIb,queeraparaellapadreymadrealavez,aquellospadresquehabíandesaparecidocomoseesfumael sueñoparaniñosymayores. Ibvivía en la casita linda y bien cuidada, en desahogada posición; la madre de lachiquillayacíaenelcementeriodelospobresdelaciudaddeCopenhague.

Ib tenía dinero en su arca, se decía; ¡orode la negra tierra!Y tenía, además, aCristinita.

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Lahucha

(Pengegrisen)

Elcuartodelosniñosestaballenodejuguetes.Enlomásaltodelarmarioestabalahucha; era de arcilla y tenía figura de cerdo, con una rendija en la espalda,naturalmente, rendija que habían agrandado con un cuchillo para que pudiesenintroducirseescudosdeplata;yconteníayadosdeellos,améndemuchoschelines.Elcerdito-huchaestabatanlleno,quealagitarloyanosonaba,locualeslomáximoqueaunahuchapuedepedirse.Allíseestaba,enloaltodelarmario,elevadoydigno,mirando altanero todo lo quequedabapor debajo de él; bien sabía que con lo quellevabaen labarrigahabríapodidocomprar todoel resto,yaesose le llamaestarsegurodesímismo.

Lomismopensabanlosrestantesobjetos,aunqueselocallaban;puesnofaltabantemasdeconversación.Elcajóndelacómoda,medioabierto,permitíaverunagranmuñeca,másbienviejayconelcuelloremachado.Mirandoalexterior,dijo:

—Ahora jugaremosapersonas,quesiempreesdivertido.—¡Elalborotoquesearmó!Hastaloscuadrossevolvierondecaraalapared—puesbiensabíanqueteníanunreverso—,peronoesquetuvierannadaqueobjetar.

Eramedianoche, la luz de la luna entraba por la ventana, iluminando gratis lahabitación.Eraelmomentodeempezarel juego; todos fueron invitados, inclusoelcochecitodelosniños,apesardequecontabaentrelosjuguetesmásbastos.

—Cadaunotienesuméritopropio—dijoelcochecito—.Notodospodemossernobles.Alguientienequehacereltrabajo,comosueledecirse.

Elcerdo-huchafueelúnicoquerecibióunainvitaciónescrita;estabademasiadoaltoparasuponerqueoiríalainvitaciónoral.Nocontestósipensabaonoacudir,ydehechonoacudió.Siteníaquetomarparteenlafiesta,loharíadesdesupropiolugar.Quelosdemásobraranenconsecuencia;yasílohicieron.

Elpequeñoteatrodetíteresfuecolocadodeformaqueelcerdolovieradefrente;empezaríanconunarepresentaciónteatral,luegohabríauntéydebategeneral;perocomenzaronconeldebate;elcaballo-columpiohablódeejerciciosydepurasangre,el cochecito lo hizo de trenes y vapores, cosas todas que estaban dentro de susrespectivasespecialidades,ydelasquepodíandisertarconconocimientodecausa.Elrelojdeparedhablódelostiquismiquisdelapolítica.Sabíalahoraquehabíadadolacampana,auncuandoalguienafirmabaquenuncaandababien.Elbastóndebambúsehallaba tambiénpresente,orgullosodesuvirolade latónydesupomodeplata,pues iba acorazado por los dos extremos. Sobre el sofá yacían dos almohadonesbordados, muy monos y con muchos pajarillos en la cabeza. La comedia podía

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empezar,pues.Sentáronse todos los espectadores, y se les dijo que podían chasquear, crujir y

repiquetear, según lesviniera engana,paramostrar su regocijo.Pero el látigodijoque él no chasqueaba por los viejos, sino únicamente por los jóvenes y sincompromiso.

—Puesyolohagoportodos—replicóelpetardo.—Bueno,enunsitiouotrohayqueestar—opinólaescupidera.Taleseran,pues,lospensamientosdecadacual,mientraspresenciabalafunción.

Noesqueéstavalieragrancosa,perolosactoresactuabanbien,todosvolvíanelladopintadohacialosespectadores,puesestabanconstruidosparamirarlossóloporaquellado,ynoporelopuesto.Trabajaronestupendamente,siempreenprimerplanodelaescena;talvezelhiloresultabademasiadolargo,peroasíseveíanmejor.Lamuñecaremachadaseemocionótanto,queselesoltóelremache,yencuantoalcerdo-hucha,seimpresionótambiénasumanera,porloquepensóhaceralgoenfavordeunodelosartistas;decidióacordarsedeélensutestamentoydisponerque,cuandollegasesuhora,fueseenterradoconélenelpanteóndelafamilia.

Se divertían tanto con la comedia, que se renunció al té, contentándose con eldebate.Estoesloqueellosllamabanjugara«hombresymujeres»,ynohabíaenelloningunamalicia,pueserasólounjuego.Cadacualpensabaensímismoyenloquedebía pensar el cerdo; éste fue el que estuvo cavilando por más tiempo, puesreflexionabasobresu testamentoysuentierro,que,pormuylejanoqueestuviesen,siemprellegaríandemasiadopronto.Y,derepente,¡cataplum!,secayódelarmarioysehizomilpedazosenelsuelo,mientrasloschelinessaltabanybailaban,laspiezasmenoresgruñían,lasgrandesrodabanporelpiso,yunescudodeplataseempeñabaensaliracorrermundo.Ysalió,lomismoquelosdemás,entantoqueloscascosdelahucha iban aparar a la basura; peroya al día siguientehabía en el armariounanuevahucha,tambiénenfiguradecerdo.Noteníaaúnniunchelínenlabarriga,porloquenopodíamatraquear,enlocualseparecíaasuantecesora;todoescomenzar,yconestecomienzopondremospuntofinalalcuento.

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Enelmarremoto

(Veddetyderstehav)

Varios grandes barcos habían sido enviados a las regiones del Polo Norte paradescubrir los límitesmás septentrionales entre la tierra y elmar, e investigar hastadóndepodíanavanzar loshombresenaquellosparajes.Llevabanyamucho tiempoabriéndosepasoporentrelanieblayloshielos,ysustripulacioneshabíantenidoquesufrir muchas penalidades. Ahora había llegado el invierno y desaparecido el sol;durantemuchas,muchassemanas, reinó lanochecontinua;enderredor todoeraunúnico bloque de hielo, en el que los barcos habían quedado aprisionados; la nievealcanzaba gran altura, y con ella habían construido casas en forma de colmena,algunasgrandescomotúmulos,yotras,máspequeñas,capacesdealbergarsolamentededosacuatrohombres.Sinembargo,laoscuridadnoeracompleta,pueslasaurorasboreales enviaban sus resplandores rojos y azules; era como un eterno castillo defuegosartificiales,ylanievedespedíauntenuebrillo;lanocheeraallícomounlargocrepúsculo llameante.En los períodos demayor claridad se presentaban grupos deindígenasdesingularísimoaspecto,consushirsutosabrigosdepieles;ibanmontadosentrineosconstruidosdetrozosdehielo,ytraíanpielesengrandesfardos,graciasalascualeslascasasdenievepudieronserprovistasdecalientesalfombras.Laspielesservían, además, de mantas y almohadas, y con ellas los marineros se arreglabancamas bajo sus cúpulas de nieve,mientras en el exterior arreciaba el frío con unaintensidaddesconocida inclusoen losmás rigurosos inviernosnórdicos.Ennuestrapatria era todavía otoño, y de ello se acordaban aquellos hombres perdidos en tanaltaslatitudes;pensabanenelsoldesutierrayenelfollajeamarilloquecolgabaaúndesusárboles.El reloj lesdijoqueeranocheyhoradeacostarse,yenunade laschozasdenievedoshombressetendieronadescansar.Elmásjoventeníaconsigoelmejorymáspreciado tesorode lapatria, regalodesuabuelaenelmomentodesupartida:laBiblia.Cadanocheselaponíadebajodelacabeza;yadesdeniñosabíaloqueenellaestabaescrito.Leíauntrozocadadía,yestandoenellecholeveníancongranfrecuenciaalamemoriaaquellassantaspalabrasdeconsuelo:«Sitomaseyolasalasdelaaurorayestuvieseenelmarmásremoto,tumanomeguiaríahastaallí,yTudiestramesostendría».Yaestaspalabrasdeverdadsecerrabansusojosyllegabael sueño, la revelacióndel espírituenDios; el almaestabavivamientrasel cuerporeposaba;éllosentía,parecíalecomosiresonasenviejasyqueridasmelodías,comosi le envolvieran tibias brisas estivales; y desde su lecho veía cómo un granresplandorsefiltrabaatravésdelaníveacúpula.Levantabalacabeza,yaquelblancorefulgentenoeraparednitecho,sinolasgrandesalasdeunángel,acuyorostrodulce

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yradiantealzabalosojos.ComodelcálizdeunliriosalíaelángeldelaspáginasdelaBiblia,extendíalos

brazos,ylasparedesdelachozaseesfumabanamododeunsutilyvaporosomantodeniebla:losverdespradosycolinasdelapatria,ysusbosquesoscurosyrojizosseextendíanenderredor,alsolapacibledeunbellodíadeotoño;elnidodelacigüeñaestabavacío,perocolgabantodavíafrutosdelosmanzanossilvestres,aunquehabíancaído ya las hojas; brillaban los rojos escaramujos, y el estornino silbaba en supequeñajaulaverde,colocadasobrelaventanadelacasadecampo,dondeteníaélsuhogar; el pájaro silbaba como le habían enseñado, y la abuela le poníamijo en lajaula,segúnvierahacersiemprealnieto;ylahijadelherrero,tanjovenytanlinda,sacabaaguadelpozoydirigíaunsaludoa laabuela,quien lecorrespondíaconungestodelacabeza,mostrándolealmismotiempounacartallegadademuylejos.Sehabía recibido aquellamismamañana; venía de las heladas tierras del poloNorte,donde se encontraba el nieto —en manos de Dios—. Y las dos mujeres reían yllorabanalavez,yél,quetodoloveíayoíadesdeaquellosparajesdehieloynieve,enelmundodelespíritubajolasalasdelángel,reíaconellasyconellaslloraba.Enlacarta se leíanaquellasmismaspalabrasde laBiblia:«Enelmarmás remoto, sudiestramesostendrá».Sonóenderredorunasublimemúsica,comosalidadeuncoroceleste,mientraselángelextendíasusalas,amododevelo,sobreelmozodormido…Sedesvanecióelsueño;enlachozareinabalaoscuridad,perolaBibliaseguíabajosucabeza,lafeylaesperanzamorabanensucorazón,Diosestabaconél,ytambiénlapatria,«enelmarremoto».

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Dospisones

(Tojomfruer)

¿Has visto alguna vez un pisón? Me refiero a esta herramienta que sirve paraapisonar el pavimento de las calles. Es de madera todo él, ancho por debajo yreforzadoconarosdehierro;dearribaestrecho,conunpaloqueloatraviesa,yquesonlosbrazos.

Enelcobertizode lasherramientashabíadospisonas, juntoconpalas,cubosycarretillas;habíallegadoasusoídoselrumordequelas«pisonas»nosellamaríanenadelanteasí,sino«apisonadoras»,vocabloque,enlajergadelospicapedreros,eseltérminomásnuevoyapropiadopara,designarloqueantañollamabanpisonas.

Ahora bien; entre nosotros, los seres humanos, hay lo que llamamos «mujeresemancipadas», entre las cuales se cuentan directoras de colegios, comadronas,bailarinas—queporsuprofesiónpuedensostenersesobreunapierna—,modistasyenfermeras; y a esta categoría de «emancipadas» se sumaron también las dos«pisonas»delcobertizo;laAdministracióndeobraspúblicaslasllamaba«pisonas»,yenmodoalgunoseaveníana renunciara suantiguonombreycambiarloporelde«apisonadoras».

—Pisónesunnombredepersona—decían—,mientrasque«apisonadora»loesdecosa,ynotoleraremosquenostratencomounasimplecosa;¡estoesofendernos!

—Miprometidoestádispuestoaromperelcompromiso—añadiólamásjoven,queteníapornovioaunmartinete,unaespeciedemáquinaparaclavarestacasenelsuelo,osea,quehaceenformatoscaloquelapisonaenformadelicada—.Mequierecomopisona,peronocomoapisonadora,porloqueenmodoalgunopuedopermitirquemecambienelnombre.

—¡Niyo!—dijolamayor—.Antesdejaréquemecortenlosbrazos.Lacarretilla,sinembargo,sustentabaotraopinión;ynosecreadeellaquefuera

undonnadie;seconsiderabacomounacuartapartedecoche,puescorríasobreunarueda.

—Debo advertirles que el nombre de pisonas es bastante ordinario, y muchomenos distinguido que el de apisonadora, pues este nuevo apelativo les da ciertoparentesco con los sellos, y sólo con que piensen en el sello que llevan las leyes,veránquesinélnosontales.Yo,ensulugar,renunciaríaalnombredepisona.

—¡Jamás!Soydemasiadoviejaparaeso—dijolamayor.—Seguramenteustedignoraesoquesellama«necesidadeuropea»—intervinoel

honrado y viejo cubo—. Hay que mantenerse dentro de sus límites, supeditarse,adaptarse a las exigenciasde la época,y si saleuna leypor la cual lapisonadebe

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llamarseapisonadora,puesallamarseapisonadoratocan.Cadacosatienesumedida.—En tal caso preferiría llamarme señorita, si es que de todos modos he de

cambiardenombre—dijolajoven—.Señoritasabesiempreunpocoapisona.—Puesyoantesmedejaréreduciraastillas—proclamólavieja.Enestollególa

horadeiraltrabajo;laspisonasfueroncargadasenlacarretilla,locualsuponíaunaatención;perolasllamaronapisonadoras.

—¡Pis! —exclamaban al golpear sobre el pavimento—, ¡pis! —, y estaban apuntodeacabardepronunciar lapalabra«pisona»,perosemordían los labiosysetragabanelvocablo,puessedabancuentadequenopodíancontestar.Peroentreellassiguieron llamándose pisonas, alabando los viejos tiempos en que cada cosa erallamada por su nombre, y cuando una era pisona la llamaban pisona; y en esoquedaronlasdos,pueselmartinete,aquellamaquinaza,rompiósucompromisoconlajoven,negándoseacasarseconunaapisonadora.

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Lacampana

(Klokken)

Alacaídadelatarde,cuandoseponeelsol,ylasnubesbrillancomosifuesendeoropor entre las chimeneas, en las estrechascallesde lagranciudad solíaorseunsonido singular, como el tañido de una campana; pero se percibía sólo por unmomento,pueselestrépitodeltránsitorodadoyelgriteríoerandemasiadofuertes.

—Tocalacampanadelatarde—decíalagente—,seestáponiendoelsol.Para los que vivían fuera de la ciudad, donde las casas estaban separadas por

jardinesypequeñoshuertos,elcielocrepusculareraaúnmáshermoso,ylossonesdela campana llegaban más intensos; habríase dicho que procedían de algún templosituadoenlomáshondodelbosquefraganteytranquilo,ylagentedirigíalamiradahaciaélenactitudrecogida.

Transcurrióbastante tiempo.Lagentedecía:—¿Nohabráuna iglesiaalláenelbosque?Lacampanasuenaconunararasolemnidad.¿Vamosaverlo?

Losricossedirigieronal lugarencoche,y lospobresapie,peroa todosse leshizo extraordinariamente largo el camino, y cuando llegaron a un grupo de saucesque crecían en la orilla del bosque, se detuvieron a acampar y,mirando las largasramasdesplegadassobresuscabezas,creyeronqueestabanenplenaselva.Salióelpasteleroyplantósutienda,yluegovinootro,quecolgóunacampanaenlacimadelasuya;porciertoqueeraunacampanaalquitranada,para resistir la lluvia,pero lefaltabaelbadajo.Deregresoasuscasas,lasgentesafirmaronquelaexcursiónhabíasidomuyromántica,muydistintaaunasimplemerienda.Trespersonasaseguraronquesehabíanadentradoenelbosque,llegandohastasuextremo,sindejardepercibirelextrañotañidodelacampana;perolesdabalaimpresióndequeveníadelaciudad.Unadeellascompusosobreelcasotodounpoema,enelquedecíaquelacampanasonaba como la voz de unamadre a los oídos de un hijo querido y listo.Ningunamelodíaeracomparablealsondelacampana.

ElEmperadordelpaíssesintiótambiénintrigadoyprometióconferireltítulode«campanerouniversal»aquiendescubrieselaprocedenciadelsonido, inclusoenelcasodequenosetratasedeunacampana.

Fueronmuchos los que salieron al bosque, pero uno solo trajo una explicaciónplausible. Nadie penetró muy adentro, y él tampoco; sin embargo, dijo que aquelsonidodecampanaveníadeunaviejísimalechuzaquevivíaenunárbolhueco;eraunalechuzasabiaquenocesabadegolpearconlacabezacontraelárbol.Loquenopodía precisar era si lo que producía el sonido era la cabeza o el troncohueco.Elhombre fue nombrado campanero universal, y en adelante cada año escribió un

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tratadosobrelalechuza;perolagentesequedótanenteradacomoantes.Llegó la fiesta de la confirmación; el predicador había hablado con gran

elocuenciayunción,ylosniñosquedaronmuyenfervorizados.Paraelloseraundíamuy importante, ya que de golpe pasaban de niños a personas mayores; el almainfantil se transportaba a una personalidad dotada demayor razón.Brillaba un soldelicioso;losniñossalierondelaciudadynotardaronenoír,procedentedelbosque,eltañidodelaenigmáticacampana,másclaroyrecioquenunca.Atodos,exceptoatres,entráronlesganasdeirensubusca:unaniñaprefirióvolverseacasaaprobarseelvestidodebaile,pueselvestidoyelbailehabíansidoprecisamentelacausadequela confirmaran en aquella ocasión, ya que de otro modo no hubiera asistido; elsegundofueunpobreniño,aquienelhijodelfondistahabíaprestadoeltrajeyloszapatos,acondicióndedevolverlosaunahoradeterminada;elterceromanifestóquenunca iba a un lugar desconocido sin sus padres; siempre había sido un niñoobediente,yqueríaseguirsiéndolodespuésdesuconfirmación.Yquenadieseburledeél,apesardequelosdemáslohicieron.

Así,apartelostresmencionados,losrestantessepusieronencamino.Lucíaelsoly gorjeaban los pájaros, y los niños que acababan de recibir el sacramento ibancantando,cogidosdelasmanos,puestodavíanoteníandignidadesnicargos,yerantodos iguales ante Dios. Dos de los más pequeños no tardaron en fatigarse, y sevolvieron a la ciudad; dos niñas se sentaron a trenzar guirnaldas de flores, y sequedarontambiénrezagadas;ycuandolosdemásllegaronalossaucesdelpastelero,dijeron:

—¡Toma,yaestamosenelbosque!Lacampananoexiste;todosonfantasías.De pronto, la campana sonó en lo más profundo del bosque, tan magnífica y

solemne,quecuatroocincodelosmuchachosdecidieronadentrarseenlaselva.Elfollajeeramuyespeso,yresultabaenextremodifícilseguiradelante;lasaspérulasylas anémonas eran demasiado altas, y las floridas enredaderas y las zarzamorascolgaban en largas guirnaldas de árbol a árbol, mientras trinaban los ruiseñores yjugueteabanlosrayosdelsol.¡Quéespléndido!Perolasniñasnopodíanseguirporaquel terreno;sehubieranrotolosvestidos.Habíatambiénenormesrocascubiertasdemusgosmulticolores, y una límpida fuentemanaba, dejando oír sumaravillosacanción:¡gluc,gluc!

—¿Noseráéstalacampana?—preguntóunodelosconfirmandos,echándosealsueloaescuchar—.Habríaqueestudiarlobienysequedó,dejandoquelosdemássemarchasen.

Llegaron a una casa hecha de corteza de árbol y ramas. Un gran manzanosilvestre cargado de fruto se encaramaba por encima de ella, como dispuesto asacudir susmanzanassobreel tejado,enelque florecían rosas; las largas ramasseapoyabanprecisamenteenelhastial,delquecolgabaunapequeñacampana.¿Seríala

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que habían oído? Todos convinieron en que sí, excepto uno, que afirmó que erademasiado pequeña y delicada para que pudiera oírse a tan gran distancia; erandistintoslossonescapacesdeconmoveruncorazónhumano.Elqueasíhablóeraunpríncipe,ylosotrosdijeron:«Losdesuespeciesiempreselasdandemáslistosquelosdemás».

Prosiguió,pues,solosucamino,yamedidaqueavanzabasentíacadavezmásensupecho la soledaddelbosque;pero seguíaoyendo lacampanita juntoa laquesehabíanquedadolosdemás,yaintervalos,cuandoelvientotraíalossonesdeladelpastelero,oíatambiénloscantosquedeallíprocedían.Perolascampanadasgravesseguíanresonandomásfuertes,yprontopareciócomosi,además,tocaseunórgano;susnotasveníandelladodondeestáelcorazón.

Seprodujounrumoreoentre laszarzasyelpríncipevioantesíaunmuchachocalzadoconzuecosyvestidoconunachaqueta tancorta,quelasmangasapenaslepasaban de los codos. Se conocieron enseguida, pues el mocito resultó ser aquelmismo confirmando que no había podido ir con sus compañeros por tener quedevolveralhijodelposaderoeltrajeyloszapatos.Unavezcumplidoelcompromiso,sehabíaencaminadotambiénalbosqueenzuecosypobrementevestido,atraídoporlostañidos,tangravesysonoros,delacampana.

—Podemos ir juntos—dijoelpríncipe.Maselpobrechicoestabaavergonzadodesuszuecos,y, tirandode lascortasmangasdesuchaqueta,alegóquenopodríaalcanzarlo;creíaademásque lacampanadebíabuscarsehacia laderecha,queeselladodetodolograndeymagnífico.

—En este caso no volveremos a encontrarnos —respondió el príncipe; y sedespidió con un gesto amistoso. El otro se introdujo en la parte más espesa delbosque, donde los espinos no tardaron en desgarrarle los ya míseros vestidos yensangrentarse cara, manos y pies. También el príncipe recibió algunos arañazos,peroelsolalumbrabasucamino.Loseguiremos,pueseraunmocitoavispado.

—¡He de encontrar la campana! —dijo— aunque tenga que llegar al fin delmundo.

Losmalcaradosmonos,desdelascopasdelosárboles, leenseñabanlosdientesconsusrisasburlonas.

—¿Y si le diésemos una paliza? —decían—. ¿Vamos a apedrearlo? ¡Es unpríncipe!

Peroelmozocontinuó infatigablebosqueadentro,dondecrecían las floresmásmaravillosas.Habíaallíblancosliriosestrelladosconestambresrojoscomolasangre,tulipanesde color azul celeste, quecentelleabanentre las enredaderas,ymanzanoscuyos frutos parecían grandes y brillantes pompas de jabón. ¡Cómo refulgían losárbolesa la luzdel sol!Enderredor, en tornoabellísimospradosverdes,dondeelciervoylacorzaretozabanentrelaaltahierba,crecíansoberbiosroblesyhayas,yen

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los lugaresdondesehabíadesprendido lacortezade los troncos,hierbasybejucosbrotabandelasgrietas.Habíatambiénvastosespaciosdeselvaocupadosporplácidoslagos,encuyasaguasflotabanblancoscisnesagitandolasalas.Elpríncipesedeteníacon frecuencia a escuchar; a veces le parecía que las graves notas de la campanasalíandeunodeaquellos lagos,peromuyprontosepercatabadequenoveníandeallí,sinodemásadentrodelbosque.

Sepusoelsol,elaire tomóunatonalidadrojadefuego,mientrasen laselvaelsilenciosehacíaabsoluto.Elmuchachosehincóderodillasy,despuésdecantarelsalmovespertino,dijo:

—Jamás encontraré lo que busco; ya se pone el sol y llega la noche, la nocheoscura.Talvez logreveraúnporúltimavezelsol,antesdequeseocultedel todobajoelhorizonte.Voyatreparaaquellaroca;sucimaestanelevadacomoladelosárbolesmásaltos.

Yagarrándosealossarmientosyraíces,sepusoatreparporlashúmedaspiedras,dondesearrastrabanlasserpientesdeagua,ylossaposlorecibíancroando;peroélllegó a la cumbre antes de que el astro, visto desde aquella altura, desaparecieratotalmente.

¡Gran Dios, qué maravilla! El mar, inmenso y majestuoso, cuyas largas olasrodaban hasta la orilla, extendíase ante él, y el sol, semejante a un gran altarreluciente,aparecíaenelpuntoenqueseuníanelmaryelcielo.Todosedisolvíaenradiantescolores,elbosquecantaba,ycantabaelocéano,ysucorazónleshacíacoro;la Naturaleza entera se había convertido en un enorme y sagrado templo, cuyospilareseranlosárbolesylasnubesflotantes,cuyaalfombralaformabanlasfloresyhierbas, y la espléndida cúpula el propio cielo. En lo alto se apagaron los rojoscolores al desaparecer el sol, pero en su lugar se encendieronmillonesde estrellascomo otras tantas lámparas diamantinas, y el príncipe extendió los brazos hacia elcielo,haciaelbosqueyhaciaelmar;ydepronto,viniendodelcaminodeladerecha,sepresentóelmuchachopobre, con susmangascortasy suszuecos;había llegadotambiénatiempo,recorridasuruta.Losdosmozoscorrieronalencuentrounodeotroy se cogieron de las manos en el gran templo de la Naturaleza y de la Poesía,mientras encima de ellos resonaba la santa campana invisible, y los espíritusbienaventuradoslaacompañabanensuvaivéncantandounventurosoaleluya.

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Sopadepalillodemorcilla

(Suppepåenpølsepind)1.Sopadepalillodemorcilla

¡Vaya comida la de ayer! —comentaba una vieja dama de la familia ratonildirigiéndose a otra que no había participado en el banquete—.Yoocupé el puestovigésimo-primeroempezandoacontarporelancianoreydelosratones,locualnoespocohonor.Encuantoalosplatos,puedoasegurartequeelmenúfueestupendo.Panenmohecido,cortezadetocino,veladeseboymorcilla;yluegorepetimosdetodo.

Fuecomosicomiéramosdosveces.Todoelmundoestabadebuenhumor,ysecontaronmuchoschistesyocurrencias,comosehaceenlasfamiliasbienavenidas.Noquedónipizcadenada,apartelospalillosdelasmorcillas,yporesodierontemaalaconversación.Imagínatequehuboquienafirmóquepodíaprepararsesopaconunpalillo de morcilla. Desde luego que todos conocíamos esta sopa de oídas, comotambiénladeguijarros,peronadielahabíaprobado,ymuchomenospreparado.Sepronuncióunbrindismuy ingeniosoenhonordesu inventor,diciendoquemerecíaserelreydelospobres.¿Verdadqueesunabuenaocurrencia?Elviejoreyselevantóy prometió elevar al rango de esposa y reina a la doncella delmundo ratonil quemejorsupiesecondimentarlasopaencuestión.Elplazoquedóseñaladoparadentrodeunaño.

—¡Noestaríamal!—opinólaotrarata—.Pero,¿cómosepreparalasopa?—Eso es, ¿cómo se prepara?—preguntaron todas las damas ratoniles, viejas y

jóvenes. Todas habrían querido ser reinas, pero ninguna se sentía con ánimos deafrontar las penalidades de un viaje al extranjero para aprender la receta, y, sinembargo,eraimprescindible.Abandonarasufamiliaylosescondrijosfamiliaresnoestáalalcancedecualquiera.Enelextranjeronotodoslosdíasseencuentracortezadequesoydetocino;unoseexponeapasarhambre,sinhablardelpeligrodequesetemeriendeungato.

Estas ideas fueron seguramente las que disuadieron a la mayoría de partir enbusca de la receta. Sólo cuatro ratitas jóvenes y alegres, pero de casa humilde, sedecidieronaemprenderelviaje.

Iríana los cuatroextremosdelmundo, aprobarquién teníamejor suerte.Cadaunaseprocuróunpalillodemorcilla,paranoolvidarsedelobjetodesuexpedición;seríasubáculodecaminante.

Iniciaron el viaje el primero demayo, y regresaron en lamisma fecha del añosiguiente.Perosólovolvierontres;delacuartanadasesabía,nohabíadadonoticiasdesí,yhabíallegadoyaeldíadelaprueba.

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—¡Nopuedehaberdichacompleta!—dijoelreydelosratones;ydioordendequeseinvitaseatodoslosqueresidíanamuchasmillasalaredonda.Comolugardereuniónsefijólacocina.Lastresratitasexpedicionariassesituaronengrupoaparte;paralacuarta,ausente,sedispusounpalillodemorcillaenvueltoencrespónnegro.Nadie debía expresar su opinión hasta que las tres hubiesen hablado y el Reydispuestoloqueprocedía.

Vamosaverloqueocurrió.

2.Deloquehabíavistoyaprendidolaprimeraratitaenelcursodesuviaje.

—Cuando salí por esos mundos de Dios—dijo la viajera— iba creída, comotantasdemiedad,quellevabaenmítodalacienciadeluniverso.¡Quéilusión!Hacefaltaunbuenaño,yalgúndíadepropina,paraaprendertodoloqueesmenester.YomefuialmaryembarquéenunbuquequepusorumboNorte.Mehabíandichoqueenelmarconvienequeelcocinerosepacómosalirdeapuros;peronoescosafácil,cuando todo está atiborrado de hojas de tocino, toneladas de cecina y harinaenmohecida. Se vive a cuerpo de rey, pero de preparar la famosa sopa ni hablar.Navegamos durante muchos días y noches; a veces el barco se balanceabapeligrosamente,otraslasolassaltabansobrelabordaynoscalabanhastaloshuesos.Cuandoalfinllegamosapuerto,abandonéelbuque;estábamosmuyalNorte.

Produce una rara sensación eso demarcharse de los escondrijos donde hemosnacido,embarcarenunbuquequevieneasercomounnuevoescondrijo,yluego,derepente,hallarteacentenaresdemillasyenunpaísdesconocido.Habíaallíbosquesimpenetrablesdepinosyabedules,quedespedíanunolorintenso,desagradableparamis narices.De las hierbas silvestres se desprendía un aroma tan fuerte, que hacíaestornudarypensarenmorcillas,quierasqueno.Habíagrandes lagos,cuyasaguasparecíanclarísimasmiradasdesdelaorilla,peroquevistasdesdeciertadistanciaerannegrascomotinta.Blancoscisnesnadabanenellos;alprincipiolostoméporespuma,tal era la suavidadconque semovíanen la superficie;perodespués losvivolaryandar; sólo entoncesmedi cuentade loque eran.Por ciertoque cuando andannopueden negar su parentesco con los gansos. Yome junté a los demi especie, losratonesdebosqueydecampo,que,porlodemás,sondeunaignoranciaespantosa,especialmenteenloqueaeconomíadomésticaserefiere;y,sinembargo,ésteeraelobjetodemiviaje.Elque fueraposiblehacer sopaconpalillosdemorcilla resultópara ellos una idea tan inaudita, que la noticia se esparció por el bosque como unreguero de pólvora; pero todos coincidieron en que el problema no tenía solución.Jamáshubierayopensadoqueprecisamenteallí,yaquellamismanoche,tuviesequeseriniciadaenlapreparacióndelplato.Eraelsolsticiodeverano;poreso,decían,elbosqueexhalabaaquelolor tan intenso,yeran tanaromáticas lashierbas, los lagostanlímpidos,y,noobstante,tanoscuros,conlosblancoscisnesensusuperficie.Ala

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orilladelbosque,entretresocuatrocasas,habíanclavadounaperchatanaltacomoun mástil, y de su cima colgaban guirnaldas y cintas: era el árbol de mayo.Muchachasymozosbailabanasualrededor,yrivalizabanenquiéncantaríamejoralsondelviolíndelmúsico.Lafiestadurótodalanoche,desdelapuestadelsol,alaluzdelaLunallena,tanintensacasicomolaluzdeldía,peroyonotoméparte.¿Dequé le vendría a un ratoncito participar en un baile en el bosque? Permanecímuyquietecitaenelblandomusgo,sosteniendomuyprietomipalillo.Lalunailuminabaprincipalmenteunlugarenelquecrecíaunárbolrecubiertodemusgo,tanfino,quemeatrevoasostenerquerivalizabaconlapieldenuestrorey,sóloqueeraverde,pararecreodelosojos.

Depronto llegaron, a pasodemarcha, unos lindísimosy diminutos personajes,que apenas pasaban de mi rodilla; parecían seres humanos, pero mejorproporcionados. Llamábanse elfos y llevaban vestidos primorosos, confeccionadosconpétalosdeflores,conadornosdealasdemoscasymosquitos,todosdemuybuenver.Parecíacomosianduviesenbuscandoalgo,nosabíayoqué,hastaquealgunossemeacercaron.Elmásdistinguidoseñalóhaciamipalilloydijo:

«¡Uno así es lo que necesitamos! ¡Qué bien tallado! ¡Es espléndido!», ycontemplabamipalilloconverdaderoarrobo.

«Osloprestaré,perotenéisquedevolvérmelo»,lesdije.«¡Te lo devolveremos!», respondieron a la una; lo cogieron y saltando y

brincando,sedirigieronallugardondeelmusgoeramásfino,yclavaronelpalilloenel suelo.Querían también tener su árboldemayo,y aquél resultabacomohechoamedida.Lolimpiaronyacicalaron;¡parecíanuevo!

Unasarañitastendieronasualrededorhilosdeoroyloadornaronconondeantesvelos y banderitas, tan sutilmente tejidos y de tal inmaculada blancura a los rayoslunares, que me dolían los ojos al mirarlos. Tomaron colores de las alas de lamariposa, y los espolvorearon sobre las telarañas, quequedaron cubiertas comodefloresydiamantesmaravillosos,tanto,queyonoreconocíayamipalillodemorcilla.Entodoelmundonosehabrávistounárboldemayocomoaquél.Ysóloentoncessepresentólaverdaderasociedaddeloselfos;ibancompletamentedesnudos,yaquelloeralomejordetodo.Meinvitaronaasistiralafiesta,aunquedesdeciertadistancia,porqueyoerademasiadograndota.

Empezó lamúsica.Era como si sonasenmillares de campanitas de cristal, consonido llenoy fuerte;creíqueerancisnes losquecantaban,ypareciómedistinguirtambiénlasvocesdelcuclilloydeltordo.Finalmente,fuecomosielbosqueenterose sumase al concierto; era un conjunto de voces infantiles, sonidode campanas ycanto de pájaros. Cantaban melodías bellísimas, y todos aquellos sones salían delárbol de mayo de los elfos. Era un verdadero concierto de campanillas y, sinembargo,allínohabíanadamásquemipalillodemorcilla.Nuncahubieracreídoque

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pudiesenencerrarseenéltantascosas;perotododependedelasmanosaquevaunoaparar.Meemocionédeveras;llorédepuraalegría,comosólounratoncilloescapazdellorar.

La noche resultó demasiado corta, pero allí arriba, y en este tiempo, el solmadrugamucho.Alalbaselevantóunaligerabrisa;rizóselasuperficiedelaguadelos lagos,y todos losdelicadosyondeantesvelosybanderasvolaronpor losaires.Lasbalanceantesglorietasde telade araña, lospuentes colgantesybalaustradas, ocomoquieraque se llamen, tendidosdehojaahoja,quedaron reducidosa lanada.Seisellosvolvieronatraermeelpalilloymepreguntaronsiteníayoalgúndeseoquepudieran satisfacer. Entonces les pedí queme explicasen lamanera de preparar lasopadepalillodemorcilla.

«Yahabrásvistocómohacemoslascosas—dijoelmásdistinguido,riéndose—.¿Aqueapenasreconocíastupalillo?».

«¡Laverdadesquesoismuylistos!»,respondí,yacontinuaciónlesexpliqué,sinmáspreámbulos,elobjetodemiviajeyloqueenmitierraesperabandeél.

«¿Quésaldránganandoelreydelosratonesytodonuestropoderosoimperio—dije— con que yo haya presenciado estas maravillas? No podré reproducirlassacudiendo el palillo y decir: Ved, ahí está la maderita, ahora vendrá la sopa. Yaunquepudiera,seríaunespectáculobuenoparalasobremesa,cuandolagenteestáyaharta».

Entonceselelfointrodujosusminúsculosdedosenelcálizdeunamoradavioletaymedijo:

«Fíjate;frototuvaritamágica.Cuandoestésdevueltaatupaísyenelpalaciodeturey,tocaconlavaraelpechocálidodelRey.Brotaránvioletasyseenroscaránalolargodetodoelpalo,aunqueseaenlomásrigurosodelinvierno.Asítendrásentupaísunrecuerdonuestroyaúnalgomásporañadidura».

Pero antes de dar cuenta de lo que era aquel «algomás», la ratita tocó con elpalilloelpechodelRey,y,efectivamente,brotóunespléndidoramilletedeflores,tandeliciosamenteolorosas,queelSoberanoordenóalosratonesqueestabanmáscercadelfuego,quemetiesenenélsusrabosparaprovocarciertoolorachamusquina,pueseldelasvioletasresultabairresistible.Noeraésteprecisamenteelperfumepreferidodelaespecieratonil.

—Pero,¿quéhaydeese«algomás»quemencionaste?—preguntóelreydelosratones.

—Ahoravieneloquepudiéramosllamarelefectoprincipal—respondiólaratita— y haciendo girar el palillo, desaparecieron todas las flores y quedó la varilladesnuda,queentoncesseempezóamoveraguisadebatuta.

«Las violetas son para el olfato, la vista y el tacto —dijo el elfo—; perotendremosquedartetambiénalgoparaeloídoyelgusto».

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Y la ratita se puso amarcar el compás, y empezó a oírse unamúsica, pero nocomolaquehabíasonadoen lafiestade loselfosdelbosque,sinocomolaquesesuele oír en las cocinas. ¡Uf, qué barullo!Y todo vino de repente; era como si elviento silbara por las chimeneas; cocían cazos y pucheros, la badila aporreaba loscalderos de latón, y de pronto todo quedó en silencio.Oyóse el canto del pucherocuando hierve, tan extraño, que uno no sabía si iba a cesar o si sólo empezaba.Yhervíalaollapequeña,yhervíalagrande,ningunasepreocupabadelaotra,comosicadacualestuviesedistraídaconsuspensamientos.Laratitaseguíaagitandolabatutaconfuerzacreciente,lasollasespumeaban,borboteaban,rebosaban,bufabaelviento,silbabachimenea. ¡Señor, lacosasepuso tan terrible,que lapropia ratitaperdióelpalo!

—¡Vaya receta complicada! —exclamó el rey—. ¿Tardará mucho en estarpreparadalasopa?

—Esofuetodo—respondiólaratitaconunareverencia.—¿Todo?Enestecaso,oigamos loque tienequedecirnos lasegunda—dijoel

rey.

3.Deloquecontólaotraratita.

—Nacíenlabibliotecadelcastillo—comenzólasegundaratita—.Niyoniotrosvariosmiembrosdemifamiliatuvimosjamáslasuertedeentrarenuncomedor,ynodigamosyaenunadespensa.Sóloalpartir,yhoynuevamente,hevistounacocina.Enlabibliotecapasábamoshambre,yesomuyamenudo,peroencambioadquirimosno pocos conocimientos. Llegónos el rumor de la recompensa ofrecida por lapreparacióndeunasopadepalillosdemorcilla,yantelanoticia,miviejaabuelasacóunmanuscrito.Noesquesupieraleer,perohabíaoídoaalguienleerloenvozalta,ylehabíachocadoestaobservación:«Cuandoseespoeta, sesabeprepararsopaconpalillosdemorcilla».Mepreguntósiyoerapoetisa;díjeleyoqueniporasomo,yentoncesellameaconsejóqueprocurasellegaraserlo.Meinformédeloquehacíafalta para ello, pues descubrirlo pormis propiosmedios seme antojaba tan difícilcomo guisar la sopa. Pero mi abuela había asistido a muchas conferencias, yenseguidamerespondióquesenecesitabantrescondiciones:inteligencia,fantasíaysentimiento.«Silograshacerteconestastrescosas—añadió—seráspoetisaysaldrásadelantecontupalillodemorcilla».Así,melancéporesosmundoshaciaPoniente,parallegaraserpoetisa.

La inteligencia,bien lo sabía, es loprincipalpara todas las cosas: lasotrasdoscondicionesnogozandetantoprestigio;poresofui,antetodo,enbuscadeella.Pero,¿dóndehabita?Ve a las hormigasy serás sabio; así dijoundíaungran reyde losjudíos. Lo sabía también por la biblioteca, y ya no descansé hasta que hubeencontrado un gran nido de hormigas.Me puse al acecho, dispuesta a adquirir la

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sabiduría.Lashormigasconstituyen,efectivamente,unpueblomuyrespetable;sonlapura

sensatez; todos sus actos son un ejemplo de cálculo, como un problema del quepuedeshacerlapruebaysiempreteresultaexacto;todosereduceatrabajaryponerhuevos;segúnellas,estoesvivireneltiempoyprocurarparalaeternidad;yasílohacen.Seclasificanenhormigaspuraseimpuras;elrangoconsisteenunnúmero,lareina es el número uno, y su opinión es la única acertada; se ha tragado toda laciencia,yestoeradegranimportanciaparamí.Contabatantascosasysemostrabataninteligente,queamímepareciócompletamentetonta.Dijoquesunidoeralomásalto del mundo; pero contiguo al nido había un árbol mucho más alto, no cabíadiscusión,yporesonosehablabadeello.Unatardecer,unahormigaseextravióytrepó por el tronco; llegó no sólo hasta la copa, sino más arriba de cuanto jamáshubierallegadounahormiga;entoncessevolvió,yencontrósedenuevoencasa.Enelnidocontóquefuerahabíaalgomuchomásalto;peroalgunasdesuscompañerasopinaron que aquella afirmación era una ofensa para todo el estado, y por eso lahormiga fue condenada a ser amordazada y encerrada a perpetuidad. Poco tiempodespuéssubióalárbolotrahormigaehizoelmismoviajeeidénticodescubrimiento,del cual habló también, aunque, según dijeron, con circunspección y palabrasambiguas; y como, por añadidura, era una hormiga respetable, de la clase de laspuras, leprestaroncrédito,ycuandomurióleerigieron,porsusméritoscientíficos,unmonumento consistente enuna cáscara de huevo.Undía vi cómo las hormigasibande un lado a otro conunhuevo a cuestas.Unade ellas perdió el suyo, y pormuchosesfuerzosquehacíaparacargárselodenuevo,nololograba.Acercáronseleentonces otras dos y la ayudaron con todas sus fuerzas, hasta el extremo de queestuvieronapuntodeperdertambiénlossuyos;entoncesdesistieronderepente,poraquellodequelacaridadbienordenadaempiezaporunomismo.Lareina,hablandodelincidente,declaróqueenaquellaacciónsehabíanpuestodemanifiestoalaparelcorazón y la inteligencia. Estas dos cualidades nos sitúan a la cabeza de todos losseresracionales.¡Larazóndebeserentodomomentolapredominante,yyoposeolamáxima!—seincorporósobresuspatasposteriores,destacandosobretodolasdemás—;yonopodíaerrarelgolpe,ysacandolalengua,melazampé.«¡Vealashormigasyserássabio!».¡Ahorateníalareina!

Meacerquéalárboldemarras:eraunrobledetroncomuyaltoyenormecopa;¡los años que tendría!Sabía yoque en él habitabaun ser vivo, unamujer llamadaDríada,quenaceconelárbolyconélmuere;melohabíandichoenlabiblioteca;yheaquíquemehallabaahoraenpresenciadeunárboldeaquellaespecieyveíaalhada, que, al descubrirme, lanzó un grito terrible. Como todas las mujeres, sienteterrorantelosratones;peroteníaotromotivo,además,puesyopodíaroerelárboldelquedependía suvida.Dirigílepalabrasamistosasycordiales,para tranquilizarla,y

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me tomó en su delicada mano. Al enterarse de por qué recorría yo el mundo,prometiómequetalvezaquellamismanocheobtendríayounodelosdostesorosqueandaba buscando. Me contó que Fantasio era hermoso como el dios del amor, yademás muy amigo suyo, y que se pasaba muchas horas descansando entre lasfrondosas ramas de su árbol, las cuales rumoreaban entonces demodomuchomásintenso y amoroso que de costumbre. Solía llamarla su dríada, dijo, y al roble, suárbol.Elroble,corpulento,poderosoybello,respondíaperfectamenteasuideal;lasraícespenetranprofundayfirmementeenelsuelo,eltroncoylacopaseelevanenlaatmósferadiáfanayentranencontactocon los remolinosdenieve,con losheladosvientosycon loscalurososrayosdelsol, todoasudebido tiempo.Ydijo también:«Alláarribalospájaroscantanycuentancosasdetierrasextrañas.Enlaúnicaramaque está seca ha hecho su nido una cigüeña; es un bello adorno, y además nosenteramosde lasmaravillas del país de las pirámides.Todo esodeleita aFantasio,peronotienebastante;yotengoquehablarledelavidaenelbosquedesdeeltiempoenqueerapequeñitaymiárboleratanendeble,queunaortigapodíaocultarlo,hastalosdíasactuales,enqueestangrandeypoderoso.Quédateaquíentrelasasperillasyprestaatención;encuantollegueFantasio,verélamaneradearrancarunaplumadesusalas.Cógela,ningúnpoetatuvootramejor;¡tendrásbastante!».

Y llegóFantasio, fuéle arrancada laplumayyomehice conella;masprimerohubedeponerlaenaguaparaqueseablandase,pueshabríacostadomuchodigerirla;luegolaroí.Noescosafácilllegaraserpoeta,anteshayquedigerirmuchascosas.Yheaquíqueteníayadoscondiciones:elentendimientoylafantasía,yporellassupequelaterceraseencontrabaenlabiblioteca,puestoqueungranhombrehaafirmado,de palabra y por escrito, que hay novelas cuyo exclusivo objeto es liberar a loshombres de las lágrimas superfluas, o sea, que son una especie de esponjas queabsorben los sentimientos. Me acordé de algunos de esos libros, que me habíanparecidosiempreenextremoapetitosos;estabantandesgastadosafuerzadeleídos,ytangrasientos,queforzosamentehabríanabsorbidoverdaderosraudalesdelágrimas.

Regresé a la biblioteca demi tierra, devoré casi una novela entera—claro quesólo la parte blanda, o sea, la novela propiamente dicha, dejando la corteza, laencuadernación—.Cuandohubedevoradoaéstayunasegundaacontinuación,notéquealgoseagitabadentrodemí,porloquemecomípartedeunatercera,yquedéyaconvertida en poetisa; así me lo dije para mis adentros, y también lo dijeron losdemás.Me dolía la cabeza,me dolía la barriga, qué sé yo los dolores que sentía.Púsemea imaginarhistorias referentes aunpalillodemorcilla, ymuypronto tuvetantamaderaenlacabeza,quevolabanlasvirutas.Sí,lareinadelashormigasposeíauntalentonadacomún.Acordémedeunhombrequealmeterseenlabocaunaastillablancaquedóinvisible,juntoconlaastilla.Penséenaquellode«tocarmadera»,«veruna viga en el ojo ajeno», «de tal palo tal astilla», en una palabra, todos mis

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pensamientossehicieronleñosos,ysedescomponíanenpalillos,tarugosymaderos.Ytodosellosmedabantemasparapoesías,comoesnaturalcuandounaespoetisa,yyohellegadoaserlo.Poresopodrédeleitaroscadadíaconunpalilloyunahistoria.Éstaesmisopa.

—Oigamosalatercera—dijoelrey.—¡Pip,pip!—oyósedeprontoenlapuertadelacocina,ylacuartaratita,aquella

quehabíandadopormuerta,entrócorriendo,yconsuprecipitaciónderribóelpalilloenvueltoenelcrespóndeluto.Habíaviajadodíaynoche,enuntrendemercancías,aprovechando una ocasión que se le había presentado, y por un pelo no llegódemasiadotarde.Adelantóse;parecíaexcitadísima;habíaperdidoelpalillo,peronoelhabla,ytomólapalabrasintitubear,comosilahubiesenestadoesperandoysóloaella desearan oír, sin que les importase un comino el resto del mundo. Hablóenseguiday dijo todo lo que tenía en el buche.Llegó tande improviso, quenadietuvotiempodeatajarla,niaellanisudiscurso.¡Escuchémosla!

4.Deloquecontólacuartaratita,quetomólapalabraantesquelatercera.

—Me fui directamente a la gran ciudad—dijo—; no recuerdo cómo se llama,tengomuymalamemoriaparanombres.Memetí enuncargamentodemercancíasconfiscadas,ydelaestaciónmellevaronaljuzgado,ymefuiaveralcarcelero.Élmehablódesusdetenidos,yespecialmentedeunoquehabíapronunciadopalabrasimprudentesquehabíansido repetidasycundidoentreelpueblo.«Todoestonoesmásquesopadepalillodemorcilla—medijo—;¡peroestasopapuedecostarle lacabeza!».Aquellodespertómiinterésporelpreso,y,aprovechandounaoportunidad,medeslicéensucelda.Nohaypuertatanbiencerradaquenotengaunagujerilloparaun ratón. El hombre estaba macilento, llevaba una larga barba, y tenía los ojosgrandes y brillantes. La lámpara humeaba, pero las paredes ya estabanacostumbradas, y no por eso se volvían más negras. El preso mataba el tiempotrazandoenellasversosydibujos,blancosobrenegro,locualhacíamuybonito,peronolosleí.Creoqueseaburría,yporesofuiunhuéspedbienvenido.Meatrajoconpedacitos de pan, silbándome y dirigiéndome palabras cariñosas. Se mostraba tancontentodeverme,queletoméconfianzaynoshicimosamigos.Compartíaconmigoelpanyelagua,ymedabaquesoysalchichón.Yomedabaunabuenavida,perodebo confesar que lo quemásme atraía era la compañía. El hombre permitía quetrepara por sus manos y brazos, hasta el extremo de las mangas; dejaba que mepaseara por sus barbas y me llamaba su amiguita. Me encariñé con él, pues lasimpatíasiempreesmutua,hastaelpuntodeolvidarmedelobjetodemiviaje,ydejéel palillo en una grieta del suelo, donde debe seguir todavía. Yo quería quedarmedondeestaba;simeiba,elpobrepresonotendríaanadie,yestoesdemasiadopocoenestemundo.¡Ay!Yomequedé,peroélno.Laúltimavezmehablótristemente,me

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dioracióndobledemigadepanytrocitosdequeso,yademásmeenvióunbesoconlos dedos. Se fue y no volvió; ignoro su historia. «¡Sopa de palillo demorcilla!»,exclamóelcarcelero;yyomefuiconél.Perohicemalenconfiarme;ciertoquemetomó en lamano, perome encerró en una jaula giratoria. ¡Horrible!Corre una sinparar,sinmoversenuncadelmismositio,¡yseríendeti,porañadidura!

La nieta del carcelero era una monada de criatura, con un cabello rubio yondulado,ojosalegresyunaeternasonrisaenlaboca.

«¡Pobre ratita!», dijo, y se acercó ami horrible jaula y descorrió el pestillo dehierro.Yyosaltédeunbrincoalarcodelaventana,ydeallíalcanalóndeltejado.¡Libre,libre!Eramiúnicopensamiento,ynomeacordabaenabsolutodelobjetodemiviaje.

Oscurecía, era ya noche y busqué refugio en una vieja torre, donde vivían elguardiányunalechuza.Nomeinspirabanconfianza,especialmentelasegunda,queseparecealosgatosytienelamalacostumbredecomersealosratones.Perotodoelmundo puede equivocarse, y eso es lo que yo hice, pues se trataba de una viejalechuzaenextremorespetableymuyculta; sabíamásqueelguardián,ycasi tantocomoyo.Laslechuzasjóvenesmetíangranbarulloyseexcitabanporlascosasmásinsignificantes.«¡Nohagamossopadepalillosdemorcilla!»,lesdecíaella,yestoeralomásduroquese leocurríadecir; talerasuafectopor lafamilia.Mepareció tansimpática,quelegrité«¡pip!»desdemiescondite.Aquellamuestradeconfianzalegustó, y me prometió tomarme bajo su protección. Podía estar tranquila: ningúnanimal me causaría daño ni me mataría; me guardaría para el invierno, cuandollegaranlosdíasdehambre.

Era,desdeluego,unanimalmuylisto;meexplicóqueelguardiánnopodíatocarsinayudadelcuernoquellevabacolgadodelcinto.«Sehaceelimportanteysecreelalechuzadelatorre.Piensaquetocarelcuernoesunagrancosa,y,sinembargo,depoco lesirve. ¡Sopadepalillosdemorcilla!».Entoncesyo lepedí la recetadeestasopa,ymediolasiguienteexplicación:«Esodesopadepalillosdemorcillaesunaexpresióndeloshumanos,ytienediversossentidos,ycadacualcreeacertadoelqueleda.Es,comosidijéramos;nadaentredosplatos.Y,dehecho,esesto:nada».

«¡Nada!»,exclamé,comoheridaporunrayo.Laverdadnosiempreesagradable,pero,despuésdetodo,eslomejorquehayenelmundo.Yasílodijotambiénlaviejalechuza.Yomepuseareflexionarycomprendíquesiostraíalomejor,osdaríaalgoquevalemuchomásqueunasopadepalillosdemorcilla.Yasímediprisaporllegara tiempo, trayendoconmigo loquehaydemásaltoymejor: laverdad, los ratonessonunpueblo ilustradoe inteligente, y el rey reina sobre todos.Nodudoque, poramoralaverdad,meelevaráaladignidaddereina.

—¡Tuverdadesmentira!—protestólaratitaquenohabíapodidohablar—.¡Yosécocinarlasopayloharé!

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5.Cómofueguisadalasopa.

—Yonosalídeviaje—comenzó la tercera ratita,quenopudohacerusode lapalabrasinoencuartolugar—.Mequedéenelpaís,yesoeslomásacertado.¿Paraquéviajar,siaquíseencuentratodo?Mequedéencasa,pues,ynoheconsultadoaseressobrenaturales,nimehetragadonadaquevalgalapenadecontar,nihehabladoconlechuzas.Misaberprocededemipropiacapacidaddereflexión.Haganelfavordedisponer el calderoy llenarlo de aguahasta el borde.Luego enciendan fuegoyhaganhervirelagua;tienequehervir.Echendespuésenellaelpalillodemorcilla,yacontinuación,queSuMajestadsedignemeterelraboenelaguahirvienteyagitarconélelcaldo.

Cuantomás tiempoesté agitándoloSuMajestad,másbuena saldrá la sopa.Nocuestanadanirequieremásaditamentos,¡todoestáenelagitar!

—¿Nopodríahacerloalgúnotroratón?—preguntóelrey.—No—respondiólaratita—,lavirtudseencierrasóloenelrabodelreydelos

ratones.Hirvió el agua, el rey se situó al lado del caldero, cuyo aspecto era

verdaderamente peligroso. Alargó el rabo como hacen los ratones en la lecheríacuandosacanlanatadeuntazónyluegoselamenlacola.Peroselimitóaponerlasuyaenelvaporardientey,pegandounbrinco,dijo:

—¡Desde luego, tú y no otra serás la reina! La sopa puede aguardar a quecelebremoslasbodasdeoro.Entretanto,lospobresdemireinopodránalegrarseconestaesperanza,ytendránalegríaparalargotiempo.

Ysecelebrólaboda.Peromuchosratonesdijeron,alregresarasuscasas:—Nodebierallamarsesopadepalillosdemorcilla,sinodecoladeratón.En su opinión, todo lo que habían contado estaba muy bien, pero el conjunto

dejabaalgoquedesear.—Yo,porejemplo,lohabríaexplicadodetalytalmodo…Eralacrítica,siempretaninteligente…pasadalaocasión.

***

La historia dio la vuelta almundo; las opiniones diferían, pero la narración seconservó. Y esto es lo principal, así en las cosas grandes como en las pequeñas,inclusoconlasopadepalillosdemorcilla.¡Noesperéisqueoslaagradezcan!

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Lapiedrafilosofal

(Devisessten)

Sin duda conoces la historia deHolgerDanske.No te la voy a contar, y sólo tepreguntaré si recuerdas que «Holger Danske conquistó la vasta tierra de la IndiaOriental, hasta el término delmundo, hasta aquel árbol que llaman árbol del Sol»,segúnnarraChristenPedersen.¿SabesquiénesChristenPedersen?Noimportaquenoloconozcas.Allí,HolgerDanskeconfirióalPresteJuanpoderysoberaníasobrelatierradelaIndia.¿ConocesalPresteJuan?Buenoesotampocotieneimportancia,puesnohadesalirennuestrahistoria.EnellatehablamosdelárboldelSol«delatierradeIndiasOrientales,enelextremodelmundo»,segúncreíanentonceslosquenohabíanestudiadoGeografíacomonosotros.Perotampocoestoimporta.

ElárboldelSoleraunárbolmagnífico,comonosotrosnuncahemosvistoniloverástú.Sucopaabarcabaunradiodevariasmillas;enrealidaderatodounbosque,ycadarama,aúnlamáspequeña,eracomounárbolentero.Habíapalmeras,hayas,pinos,enfin, todas lasespeciesdeárbolesquecrecenenelvastomundo,brotabanallícualramitasdelasramasgrandes,yéstas,consuscurvaturasynudos,parecíanasuvezvallesymontañas,yestabanrevestidasdeunverdoraterciopeladoycuajadodeflores.Cadaramaeracomoungranpradofloridoounhermosísimojardín.

El sol enviaba sus rayosbienhechores;por algoerael árboldelSol,y enél sereunían las aves de todos los confines del mundo: las procedentes de las selvasvírgenesamericanas,lasqueveníandelasrosaledasdeDamascoydelosdesiertosysabanasdeláfrica,dondeel elefanteyel leóncreen reinarcomoúnicos soberanos.Veníanlasavespolaresytambiénlacigüeñaylagolondrina,naturalmente.Peronosóloacudíanlasaves:elciervo,laardilla,elantílopeyotrosmilanimalesvelocesyhermosossesentíanallíensucasa.Lacopadelárboleraungranjardínperfumado,yen ella, el centro de donde las ramas mayores irradiaban cual verdes colinas,levantábaseunpalaciodecristal,desdecuyasventanasseveíantodoslospaísesdelmundo.Cada torreseerguíacomoun lirio,ysesubíaasucimaporel interiordeltallo,enelquehabíaunaescalera.Comosepuedecomprenderfácilmente,lashojasveníanasercomounosbalconesalosqueunopodíaasomarse,yenlomásaltodelaflorhabíaunagransalacircular,brillanteymaravillosa,cuyotechoeraelcieloazul,conelsolylasestrellas.Nomenossoberbios,aunquedeotraforma,eranlosvastossalonesdelpisoinferiordelpalacio,encuyasparedessereflejabaelmundoentero.En ellas podía verse todo lo que sucedía, y no hacía falta leer los periódicos, loscuales,porotraparte,noexistían.Todoslossucesosdesfilabanenimágenesvivientessobre la pared; claro que no era posible atender a todas, pues cada cosa tiene sus

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límites, valederos inclusopara elmás sabiode loshombres, y el hechoesque allímorabaelmássabiodetodos.Sunombreestandifícildepronunciar,quenosabríashacerloaunqueteempeñaras,demaneraquevamosadejarlo.Sabíatodoloqueunhombre puede saber y todo lo que se sabrá en esta Tierra nuestra, con todos losinventos realizadosy losqueaúnquedanpor realizar;peronomás,pues,comoyadijimos,todotienesuslímites.ElsabioreySalomón,consertansabio,nolellegabaenciencianialamitad.EjercíasudominiosobrelasfuerzasdelaNaturalezaysobrepoderosos espíritus. LamismaMuerte tenía que presentársele cadamañana con lalistade losdestinadosamorirenel transcursodeldía;peroelpropio reySalomóntuvo un día que fallecer, y éste era el pensamiento que, a menudo y con extrañaintensidad,ocupabaalsabio,alpoderososeñordelpalaciodelárboldelSol.Tambiénél, tansuperioratodoslosdemáshumanosensabiduría,estabacondenadoamorir.Noloignoraba;ysushijosmoriríanasimismo;comolashojasdelbosque,caeríanyse convertirían en polvo.Comodesaparecen las hojas de los árboles y su lugar esocupadoporotras,asíveíadesvanecerseelgénerohumano,ylashojascaídasjamásrenacen; se transforman en polvo, o en otras partes del vegetal. ¿Qué es de loshombrescuandovieneel ángelde laMuerte?¿Qué significaen realidadmorir?Elcuerposedisuelve,yelalma…sí,¿quéeselalma?¿Quéserádeella?¿Adóndeva?«A la vida eterna», respondía, consoladora, la Religión. Pero, ¿cómo se hace eltránsito?¿Dóndeseviveycómo?«Alláenelcielo—contestabanlasgentespiadosas—,allíesdondevamos».«¡Alláarriba!—repetíaelsabio,levantandolosojosalsoly lasestrellas—,¡alláarriba!»—yveía,dada la formaesféricade laTierra,queelarribayelabajoeranunasolaymismacosa,segúnellugarenqueunosehalleenlaflotantebolaterrestre.SisubíahastaelpuntoculminantedelPlaneta,elaire,queacáabajo vemos claro y transparente, el «cielo luminoso» se convertía en un espaciooscuro, negro como el carbón y tupido como un paño, y el sol aparecía sin rayosardientes, mientras nuestra Tierra estaba como envuelta en una niebla de coloranaranjado. ¡Qué limitadoera el ojodel cuerpo! ¡Quépocoalcanzabael del alma!¡Quépobreeranuestraciencia!Elpropiosabiosabíabienpocodeloquetantonosimportaríasaber.

Enlacámarasecretadelpalacioseguardabaelmáspreciosotesorodelatierra:«EllibrodelaVerdad».Loleíahojatrashoja.Eraunlibroquetodohombrepuedeleer, aunque sólo a fragmentos. Ante algunos ojos las letras bailan y no dejandescifrarlaspalabras.Enalgunaspáginaslaescriturasevuelveavecestanpálidayborrosa,queparecenhojasenblanco.Cuantomássabiosees,tantomejorsepuedeleer,yelmássabioeselquemáslee.Nuestrosabiopodíaademásconcentrarlaluzde las estrellas, ladel sol, lade las fuerzasocultasy ladel espíritu.Con todoestebrilloselehacíaaúnmásvisiblelaescrituradelashojas.Masenelcapítulotitulado«Lavidadespuésde lamuerte»no se distinguía ni lamenormanchita.Aquello lo

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acongojaba.¿NoconseguiríaencontraracáenlaTierraunaluzquelehiciesevisibleloquedecía«EllibrodelaVerdad»?

ComoelsabioreySalomón,comprendíaellenguajedelosanimales,oíasucantoy su discurso,mas no por ello adelantaba en sus conocimientos. Descubrió en lasplantas y losmetales fuerzas capaces de alejar las enfermedades y lamuerte, peroninguna capaz de destruirla.En todo lo que había sido creado y él podía alcanzar,buscaba la luz capaz de iluminar la certidumbre de una vida eterna, pero no laencontraba. Tenía abierto ante sus ojos «El libro de la Verdad», mas las páginasestabanenblanco.ElCristianismoleofrecíaenlaBiblialaconsoladorapromesadeunavidaeterna,peroélseempeñabavanamenteenleerensupropiolibro.

Tenía cinco hijos, instruidos como sólo puede instruirlos el padremás sabio, yunahijahermosa,dulceeinteligente,perociega.Estadesgraciaapenaslasentíaella,puessupadreysushermanos lehacíandeojos,ysusentimiento íntimo ledaba laseguridadsuficiente.

Nuncaloshijossehabíanalejadomásalládedondeseextendíanlasramasdelosárboles,ymenosaúnlahija;todossesentíanfelicesenlacasadesuniñez,enelpaísde su infancia, en el espléndido y fragante árbol del Sol. Como todos los niños,gustaban de oír cuentos, y su padre les contabamuchas cosas que otros niños nohabríancomprendido;peroaquélloserantaninteligentescomoentrenosotrossuelenser la mayoría de los viejos. Explicábales los cuadros vivientes que veían en lasparedesdelpalacio, lasaccionesdeloshombresylosacontecimientosentodoslospaíses de la Tierra, y con frecuencia los hijos sentían deseos de encontrarse en ellugarde los sucesosydeparticiparen lasgrandeshazañas.Maselpadre lesdecíaentonceslodifícilyamargaqueeslavidaenlaTierra,yquelascosasnodiscurríanenellacomolasveíandesdesumaravillosomundoinfantil.HablábalesdelaBelleza,laVerdadylaBondad,diciendoqueestastrescosassosteníanunidoalmundoyque,bajolapresiónquesufrían,setransformabanenunapiedrapreciosamáslímpidaqueeldiamante.SubrilloteníavaloranteDios,loiluminabatodo,yestoeraenrealidadlallamadapiedrafilosofal.Decíalesque,delmismomodoquepartiendodelocreadose deducía la existencia deDios, así también partiendo de losmismos hombres sellegaba a la certidumbre de que aquella piedra sería encontrada. Más no podíadecirles,yestoeracuantosabíaacercadeella.Paraotrosniños,aquellaexplicaciónhubierasidoincomprensible,perolossuyossílaentendieron,yandandoeltiempoesdecreerquetambiénlaentenderánlosdemás.

No se cansaban de preguntar a su padre acerca de la Belleza, la Bondad y laVerdad, y él les explicaba mil cosas, y les dijo también que cuando Dios creó alhombreconlimodelatierra,estampóenélcincobesosdefuegosalidosdelcorazón,férvidosbesosdivinos,yellossonloquellamamosloscincosentidos:pormediodeellosvemos,sentimosycomprendemoslaBelleza,laBondadylaVerdad;porellos

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apreciamos y valoramos las cosas, ellos son para nosotros una protección y unestímulo.Enellostenemoscincoposibilidadesdepercepción,interioresyexteriores,raízycima,cuerpoyalma.

Los niños pensaron mucho en todo aquello; día y noche ocupaba suspensamientos. El hermanomayor tuvo un sueñomaravilloso y extraño, que luegotuvotambiénelsegundo,ydespuéselterceroyelcuarto.Todossoñaronlomismo:quesemarchabanacorrermundoyencontrabanlapiedrafilosofal.Comounallamarefulgente, brillaba en sus frentes cuando, a la claridad del alba, regresaban,montados en sus velocísimos corceles, al palacio paterno, a través de los pradosverdesyaterciopeladosdeljardíndesupatria.Ylapiedrapreciosairradiabaunaluzcelestialyunresplandortanvivosobrelashojasdellibro,quesehacíavisibleloqueenellasestabaescritoacercadelavidadeultratumba.Lahermananosoñóenirsealmundo,nilepasólaideaporlamente;paraella,elmundoeralacasadesupadre.

—Memarchoacorrermundo—dijoelmayor—.Tengoqueprobarsusazaresysumododevida,yalternarcon loshombres.Sóloquiero lobuenoy loverdadero;conellosencontrarélobello.Amiregresocambiaránmuchascosas.

Sus pensamientos eran audaces y grandiosos, como suelen serlo los nuestroscuandoestamosencasa,juntoalaestufa,antesdesaliralmundoyexperimentarlosrigoresdelvientoylaintemperieylaspunzadasdelosabrojos.

Enél,comoensushermanos,loscincosentidosestabanmuydesarrollados,tantointerior como exteriormente, pero cada uno tenía un sentido que superaba enperfecciónalosrestantes.Enelmayoreraeldelavista,ybuenservicioleprestaría.Teníaojosparatodaslasépocas,—decía—ojosparatodoslospueblos,ojoscapacesdeverinclusoenelinteriordelatierra,dondeyacenlostesoros,yenelinteriordelcorazónhumano,comosiésteestuvierasólorecubiertoporunaláminadecristal;esdecir,queenunamejillaquesesonrojaopalidece,oenunojoquelloraoríe,veíamuchomásdeloquevemosnosotros.Elciervoyelantílopeloacompañaronhastalafrontera occidental, y allí se les juntaron los cisnes salvajes, que volaban hacia elNoroeste.Éllossiguió,yprontoseencontróenelvastomundo,lejosdelatierradesupadre,lacualseextiende«porOrientehastaelconfíndelmundo».

¡Cómoabríalosojos!Muchoeraloquehabíaquever,ycontemplarlascosasalnatural, tal comosonen realidad, esmuydistintodeverlas en imagen,porbuenasque sean éstas, y las del palacio paterno no podían ser mejores. En el primermomento,elasombroproducidoporlacantidaddebaratijasyfrusleríasquequeríanpasarporbellas,estuvoapuntodehacerleperderlosojos;peronolosperdió,pueslosdestinabaacosasmáselevadas.

Loqueantetodoperseguía,poniendoenellotodasualma,eraelconocimientodela Belleza, la Verdad y la Bondad. Pero, ¿cómo alcanzarlo? A menudo tenía quepresenciarcómolaFealdadrecibíalacoronaquecorrespondíaalaBelleza,cómolo

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bueno solía pasar inadvertido, mientras la medianía era ensalzada en vez decensurada.Lagenteveíaelnombreynoelmérito,eltrajeynoelhombre,lafamaynolavocación.Ynopodíaserdeotromodo.

«Hay que intervenir sin perder unmomento», pensó, aprestándose a la acción;peromientrasbuscabalaverdadsepresentóeldiablo,queeselpadredelamentira,mejor dicho, lamentiramisma.Muy a gusto habría arrancado los ojos al vidente,perolaacciónhubierasidodemasiadodirecta.Eldiablotrabajaconmásdiplomacia.Le dejó, pues, que siguiera buscando lo verdadero y lo bueno y que a veces losencontraraincluso,peromientrasloestabamirandolesoplóunaastillaencadaojo,uno trasotro, locualnoesnada indicadopara lavista,porexcelentequesea.Ylaastillaqueeldiablolesoplóseleconvirtióenunaviga,yelloencadaojo,porloquenuestrovidentesequedócomociegoenmediodelvastomundoyperdiólafeenél.Abandonó subuenaopinióndelmundoyde símismo, y esto, cuando le sucede auno,yapuededecirsequeestálisto.

—¡Adiós!—cantaronloscisnessalvajes,emprendiendoelvuelohaciaOriente—.¡Adiós!—cantaronasuvezlasgolondrinas,dirigiéndosehaciaLevante,enbuscadelárboldelSol.Noeranbuenaslasnoticiasquetraíanacasa.

—¡Mal debe haberle ido al vidente!—dijo el hermano segundo—. Tal vez aloyente le vaya mejor —. El segundo hermano tenía particularmente sensible elsentidodeloído;sóloosdiréquepercibíahastaelrumorquehacelahierbaalcrecer;ymeparecequeconestobasta.

Despidióse cordialmente de todos y partió a caballo, armado de sus grandesaptitudesysusexcelentespropósitos.Lasgolondrinaslosiguieron,yélsiguióaloscisnes,yprontoestuvolejosdesupatria,enmediodelampliomundo.

Todoslosexcesossonmalos.Notardóencomprobarlaverdaddeesteproverbio.Enefecto,suoídoeratansensiblequepodíapercibirelcrecimientodelahierba,perotambién el latir del corazón humano en sus alegrías y sus penas. Era como si elmundoenterofueseuntallerderelojería,enquetodoslosrelojesmarchasen,dejandooírsutic-tac,mientraslosdetorrelanzabansucling-clang.Erainsoportable.Peroélaguzó el oído tanto como pudo, hasta que, al fin, el estruendo y griterío fuerondemasiadointensosparaunhombresolo.Vinierongolfoscallejerosdesesentaaños—¡qué importa la edad!—gritandoy alborotando.Alprincipio el joven se reía deellos,peroluegoselessumaronchismesycomadreríasque,zumbandoporlascasas,callejonesycalles,acababansaliendoalacarretera.Lamentiraeralaqueteníalavozmásreciayselasdabadegranseñora;elcascabeldellocosonabaconlapretensióndeserlacampanadelaiglesia.Aquellofueyademasiadoparaelmozo.Setaponólasorejas con los dedos…pero seguía oyendo cantos desafinados y sones horrísonos,habladuríasychismes.Testarudasafirmacionesquenovalíanuncominosalíandelaslenguas, que tropezaban y se trababan, de tan deprisa como se movían. Era una

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confusióninfernaldenotasyruidos,debarulloyestrépito,tantopordentrocomoporfuera.¡Quélocura,Diosmío,quéinsoportablebarahúnda!Elmozoapretabacadavezmáslosdedoscontralosoídos,hastaqueserompiólostímpanos,yentoncesnooyóyanada,ylobello,buenoyverdadero,queatravésdesuoídodebíancomunicarseconsupensamiento,selehicieroninaccesibles.Ysequedósilenciosoydesconfiado,perdida la fe en todo, especialmente en sí mismo, lo cual es una gran desgracia.Jamásencontraríalapoderosapiedrafilosofalnivolveríaasucasaconella;renuncióa todo, inclusoa símismo,yesto fue lopeor.LasavesquevolabanhaciaOrientellevaron la noticia al palacio paterno, en el árbol del Sol. Carta no llegó ninguna,aunqueesciertoquenohabíacorreo.

—Ahoravoyaprobarloyo—dijoeltercero—.Tengounanarizfinísima—.Laexpresiónnoesmuycorrecta,peroasílasoltó,yhayqueaceptarlocomoera,elbuenhumorenpersonay,además,poeta,unpoetadeveras.Sabíacantarloquenosabíadecir,yenrapidezdepensamientodejabaalosotrosmuyatrás—.¡Hueloelposte!—afirmaba;y,enefecto,susentidodelolfatoestabamaravillosamentedesarrolladoyleservíadeguíaenelreinodelaBelleza—.Hayquiengozaconelolordemanzanasyquiensedeleitaconeldeunestablo—decía—.CadatipodeolortienesupúblicoenelreinodelaBelleza.Aunoslesgustarespirarelairedelataberna,viciadoporelhumeantepábilodelaveladesebo,yenelquelosapestososvaporesdelaguardientesemezclanconelhumodelmaltabaco;otrosprefierenunaireperfumadodejazmín,y se frotancon lamás intensaesenciadeclavelquepuedenencontrar.Loshay,encambio,quebuscanelcortantevientomarino,lafrescabrisaoelairedelaselevadascumbres,desdedondecontemplanasuspieselafanosoajetreocotidiano—.Decíatodoestocomosihubieseestadoyaenelmundo,vividoytratadoconloshombres.Pero, en realidad, todoera teoría.Quienasíhablabaeraelpoeta,haciendousodeldonqueDiosleotorgaraenlacuna.

Dijo, pues, adiós al hogar paterno del árbol del Sol y partió. Al salir de losdominiospatriosmontóenunavestruz,queesunavemásvelozqueelcaballo.Pocomástardedivisóaloscisnessalvajesysesubióalaespaldadelmásrobusto.Gustabade las variaciones, y por eso voló por encima de los mares hacia tierras remotas,donde había grandes bosques, profundos lagos, empinadas montañas y orgullosasciudades.Dondequieraquellegabaparecíalecomosiunresplandorsolarcubrieseelpaís. Las flores ymatas olíanmás intensamente, pues sentían que se acercaba unamigo,unprotectorquesabíaapreciarlasycomprenderlas.Elmutiladorosal irguiósus ramas,desplegósushojasydionacimientoa la rosamásbellaquenadiehayaimaginado; todo elmundo pudo verla, y hasta el viscoso caracol negro apreció subelleza.

—Quieroestamparmiselloenlaflor—dijoelcaracol—.Hedepositadomibabasobreella;nopuedohacermás.

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—¡Así se trata a laBelleza en elmundo!—dijo el poeta; y cantó una canciónsobreestetema.Lacantóasumanera,peronadielehizocaso.Envistadeellodiodoschelinesyunaplumadepavoalpregonero;elhombretranscribiólacanciónparatambor y salió a tocarla por todas las calles y callejones de la ciudad.Entonces laoyeron lasgentesy exclamaronque la comprendíanyque eramuyprofunda.YelpoetapudocomponermáscancionesycantólaBelleza,laVerdadylaBondad;ylascancioneseranrepetidasenlataberna,entreelhumodelalámparadesebo,yenelpradoplantadodetrébol,enelbosqueyaorillasdelampliomar.Todohacíapensarqueelmozoseríamásafortunadoquesusdoshermanosmayores.Peroeldiablonolopudosufriryacudióconelinciensoreal,elinciensoeclesiásticoytodaslasclasesde inciensos honoríficos que pudo encontrar, y, hábil como es el diablo en ladestilación,elaborócontodosellosuninciensodeolorintensísimocapazdeahogartodos losdemásoloresydemarearaunángel,ynodigamosaunpobrepoeta.Eldiablo sabemuybiencómohayque tratar a laspersonas.Alpoeta se loganóconincienso,ylellenólacabezadehumoshastahacerqueseolvidaradesumisión,desucasapaternayaundesímismo;todoélsedisolvióenhumoeincienso.

Todas las aves se dolieron de lo sucedido, y estuvieron tres días sin cantar. Elnegro caracol de bosque se volvió aún más negro, aunque no de tristeza, sino deenvidia.

—Soyyo—dijo—quiendebíahabersidoincensado,puesyofuiquienleinspirósu canciónmás famosa, transcrita para el tambor, sobre lamarcha delmundo.Yoescupísobrelarosa,lopuedodemostrarcontestigos.

Peroallá,entierrasdeIndia,nadasesupodeloocurrido.Todaslasavecillassedolieronypermanecieroncalladasporespaciodetresdías,ycuandohubopasadoeltiempodel luto,habíasidoéste tanprofundoysentido,queseolvidarondelhechoquelohabíamotivado.¡Asívanlascosas!

—Ahorametocaamísaliralmundo,comohanhecholosotros—dijoelcuartodeloshermanos.Teníaungeniotanbuenocomoelanterior,ymejortodavía,puesnoerapoeta,yestoayudaaestarsiempredebuenhumor.Losdoshabíansidolaalegríadel palacio, y ahora éste quedaba triste y melancólico. Los hombres siempre hanconsiderado la vista y el oído como los dos sentidos principales, los que convienetenermássensiblesydesarrollados.Lostresrestantessontenidosenmenos,peroelcuartohijodiscrepabadetalopinión.Susentidomásfinoeraeldelgusto,entodaslasacepcionesquepuedatener.Dehecho,esunsentidodegranpodereinfluencia.Dominasobre todo loquepasapor labocayporelespíritu;poresoelhijocatabatodoloqueseponíaenlasartén,elpuchero,labotellaylafuente.

—Estoes loquemiprofesión tienede tosco—decía.Paraél,cadapersonaeraunasartén,cadapaísunaenormecocina,vistocon losojosdelespíritu.Yestoeraprecisamenteloquesusaptitudesteníandefino,yahoraseproponíasaliralmundoa

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ponerloenpráctica.—Tal vez la suerte me sea más propicia que a mis hermanos —dijo—. Me

marcho. Pero, ¿qué medios de transporte elegiré? ¿Han inventado ya el globoaerostático?—preguntóasupadre,quienconocíatodoslosdescubrimientoshechosopor hacer. Pero el globo no había sido inventado aún, ni el buque de vapor, ni elferrocarril.—.Tomaréunglobo—dijo—.Mipadresabecómosefabricanycómoseguían,yloaprenderé.Nadieconoceesteinvento,creeránquesetratadeunfenómenoatmosférico. Cuando termine el viaje quemaré el globo, para lo cual tendrás quedarme tambiénunas cuantaspiezasde esteotro invento futuroque se llamarán losfósforos.

Todoselodieron,yemprendióelvuelo,seguidodelasaves,queloacompañaronhasta mucho más lejos de lo que habían acompañado a sus hermanos. Estabancuriosasporvercómoterminabaaquelviajeaéreo;yconstantementeselessumabanotrasbandadas,creídasquesetratabadeunavedeunanuevaespecie¡Eradeverelséquito delmozo! El aire estaba negro de pájaros. Éstos formaban grandes nubes,como las plagas de langostas que azotan Egipto; y así fue cómo el quinto hijo semetióenelvastomundo.

—ElvientodelEstesemehaportadocomounbuenamigoyauxiliar—dijo.—Viento de Este y viento deOeste, querrás decir—protestaron los vientos—.

Hemos alternado los dos, pues de otro modo no habrías podido seguir rumboNoroeste.

Pero él no oyó sus palabras; lomismo daba. Las aves dejaron ya de seguirlo.Algunashabríanempezadoaencontraraburridoelviaje.Nohabíaparatanto,decían.Aaquelhombreibanasubírseleloshumosalacabeza.¿Paraquévolardetrásdeél?Siestonoesnada,unaverdaderaestupidez.Yserezagaron,ylasdemásnotardaronenimitarlas.Teníanrazón:aquellonoeranada.

El globo descendió sobre una de las ciudades más populosas. El aeronauta seapeóenel lugarmásalto,queera la torrede la iglesia.Elglobovolvióaelevarse,contra loquedebíahacer.Adóndefueaparar,difícilesdecirlo,pero tampocoestotieneimportancia;jamássesuponadadesuparadero.

Quedó elmozo en el campanario, y las aves lo dejaron que se arreglase comopudiera. Estaban hartas de él, y él de ellas. Todas las chimeneas de la ciudadhumeabanyolían.

—Son altares que han erigido para ti —dijo el viento, para halagarlo. Élpermanecíaarroganteenel lugar,mirandoasuspieslagentequetransitabaporlascalles.Uno estaba orgulloso de su bolsa bien repleta; otro lo estaba de su llave, apesardequenadaposeíaparacerrar;unterceroseafanabadesulevita,apolilladaporcierto,yotro,desucuerpo,roídodegusanos.

—¡Quéasco!¡Tendréquebajarprontoaagitarlaollayprobarla!—dijo—.Pero

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antesme estaré un rato aquí sentado. El vientome cosquillea en la espalda, ymeencuentromuyagusto.Mequedarémientrassopleelviento;meapetecedescansar.Cuandosetienemuchoquehacer,esconvenientequedarsemástiempoenlacama,diceelperezoso;perolaperezaeslamadredetodoslosvicios,yennuestrafamiliano hay vicios. Lo digo yo y lo dicen todos los que pasan por la calle.Me quedomientrassopleviento,puesestomeapetece.

Ysequedó;perocomoestabasentadosobrelaveletadelcampanario,vengadarvueltas ymás vueltas con ella, por lo que le parecía que el viento era siempre elmismo;yallísiguió,sentadoygustandohorasyhoras.

EnlatierradeIndia,enelpalaciodelárboldelSol,todoestabavacíoysilenciosodesdequeloshijossehabíanmarchado,unotrasotro.

—¡Notienensuerte!—decíaelpadre—.Notraenacasalapreciosapiedra.Estoycondenadoanoencontrarla;estánlejos,muertos—.Yseinclinósobre«EllibrodelaVerdad»,aguzando lavistasobre lahojadondese tratabade lavidaquesiguea lamuerte;peroeraletramudaparaél.

Lahijaciegaerasuconsueloysualegría;loamabaconternura,yporsufelicidaddeseabaquepudieraencontrarselapreciosajoya.Tristeyanhelantepensabaensushermanos.¿Dóndeestarían?¿Dóndevivían?Deseabasoñarconellos,y,noobstante,cosaextraña,niensueñoslograbaencontrarlos.Finalmente,unanochesoñóquesusvoceslallamaban,lallamabandesdeelvastomundo,yqueellatuvoquesalir,lejos,muylejos;y,noobstante,leparecíaaúnestarenlacamadesupadre.Noencontrabaasushermanos,peroenlamanosentíacomosituviesefuegoardiente,aunquenolaquemaba; era la fulgurantegema,que llevabaa supadre.Aldespertarsecreyóqueaún la tenía,mas era la rueca lo que sujetaba sumano.Durante las largas nocheshabíaestadohilandoincansablemente;lahebradelhusoeramássutilqueunateladearaña;ojoshumanosnohabríanpodidodescubrirla.Ellalahabíahumedecidoconsuslágrimas,yeraresistentecomosogadeáncora.Tomóunaresolución:eranecesarioqueelsueñoseconvirtieseenrealidad.Enplenanochebesólamanodesupadre,queaún dormía, y, cogiendo el huso, ató fuertemente el extremo de la hebra a la casapaterna, ya que de otro modo, ciega como era, nunca habría podido encontrar elcaminodevuelta.Semantendríacogidaalahebra,confiándoseaella,noasupropiocriterionialdeotros.CortócuatrohojasdelárboldelSolconlaideadelanzarlasalvientoparaquellegasenasushermanosamododecartaydesaludo,encasodequenolosencontraseensusandanzasporelmundo.¿Cómolopasaría,lapobreciega?Tenía, no obstante, el hilo invisible, al que podía agarrarse, y por encima de todoposeíaunaaptitud:elsentimiento,yestoequivalíaatenerojosenlaspuntasdelosdedos,yorejasenelcorazón.

Yasíseadentróenelmaravillosomundodelbullicioydelruido,ydondequieraque llegaba serenábase el cielo, cuyos cálidos rayos percibía; el arco iris se

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desplegaba, saliendode lanegranube,porel aireazul;oíael cantode lospájaros,olíaelaromadelosnaranjalesyvergeles,tanintensamente,quecasicreíagustarlo.Llegábanle dulces acordes y cantos prodigiosos, pero también gritos y aullidos; elpensamientoyel juicio seagitabanen rara lucha.En lomás recónditodelcorazónresonabanloslatidosylospensamientosdeloshombres.Vibrabauncoro:

Lavidaeshumodeleznableynocheenquesellora.

Peroresonabatambiénuncántico:

Lavidaesunrosalincomparablequeelsolinundaydora.

Vinoluegounaamargaqueja:

Cadaunopiensasóloensí,laverdadessóloésta.

Ylaréplica:

Pisaelamorconclaroresplandorporlavidaterrena.

Oyóluegootraspalabras:

Fútilesnuestromundo,todoél,eilusiónnuestrosactos.

Ytambiénéstas:

Peromuchohaydebuenoynoblequeelmundodesconoce.

Elevóseuncoroestrepitoso:

Todoeslocura,risayburla.¡Ríe,ennombredeldiablo!

Masenelcorazóndelaciegadoncellaresonó:

AférrateatimismoyaférrateaDios.Cúmplasesuvoluntad,amén.

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Page 87: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Y,dondequieraquesepresentaba,entrelosgruposdehombresymujeres,jóveneso viejos, brillaba en las almas la idea de la Verdad, la Bondad y la Belleza.Dondequieraqueentraba—eneltallerdelartista,enlafastuosasaladefiestasoenlafábrica,enmediodelasruedasrechinantes,entodaspartes—parecíaqueentrabaunrayodesol;delarpasalíanacordes;delaflor,perfume,ysobrelasedientahojacaíalareparadoragotaderocío.

Peroestonolopodíaconsentireldiablo.Ycomotienemásinteligenciaquediezmil hombres juntos, supo encontrar un remedio a la situación. Se fue al pantano,cogióburbujasdelaguacorrompida,hizoquesonarasietevecessobreellaselecodelapalabradementira,paradarlesmayor fuerza; redujoapolvomercenariosversosencomiásticos y mentirosos panegíricos, todos los que encontró; los coció conlágrimas vertidas por la envidia, esparció encima colorete raspado de lamacilentamejilladeunasolterona,ycontodoellofabricóunamuchacha,idénticaenfigurayademanes,alavirtuosaciega.Lagentelallamaba«EldulceángeldelSentimiento»,yasísepusoenmarchalatretadeldiablo.Elmundoignorabacuáldelasdoseralaverdadera,¡cómoibaasaberlo!

Aférrateatimismo,yaférrateaDios.Cúmplasesuvoluntad,amén.

Asícantabalaciega,llenadeconfianza.DioalvientolascuatrohojasdelárboldelSol,paraquelasllevasenasushermanosamaneradecartasysaludos,seguradequesudeseoseríasatisfecho;yestabapersuadidatambiéndequeencontraríalajoyaenlaqueseencerrabatodalabellezadelmundo.Desdelafrentede laHumanidadenviaríasusrayoshastalacasadesupadre.

—Alacasademipadre—repitió—.Sí, lapiedrapreciosaestáen laTierra,deelloestoysegura.Sientosuardor;quecrecepormomentosenmimanocerrada.Hecaptado y guardado cada granito de Verdad, tan pequeño que volaba en alas delviento; dejé que lo impregnara el aroma de la Belleza. ¡Hay tanta en el mundo,incluso para el ciego! Recogí el acorde del corazón humano, cuando palpitabamovidopor laBondad,y le añadía lodemás.Loque traigo songranitosdepolvo,peroenelloshayelpolvodelapiedrapreciosabuscada.¡Tengollenalamano!

Y la alargóhacia supadre.Estaba en supatria.Había vuelto a ella en alas delpensamiento,sinsoltarjamáselhiloinvisiblequeleservíadeguía.

Con el fragor del huracán las potencias delmal se lanzaron contra el árbol delSol,yenunterribleembatepenetraronporlaabiertapuertahastalacámarasecreta.

—¡Se la lleva el viento! —exclamó el padre, cogiéndole la mano, que habíaabierto.

—¡No! —contestó ella, segura de sí misma—, el viento no puede llevársela.Sientoenelalmaelcalordesusrayos.

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Yentonceselpadreviounallamaluminosaenellugardondeelpolvofulgurante,escapándosedesumano,volabaalapáginaenblancodellibro,aquellapáginaquedebía instruirlo acerca de la certeza de la vida eterna. Brillando con intensidaddeslumbradoraaparecióunainscripción,unaúnicapalabra:«Fe».

En el mismo momento aparecieron los cuatro hermanos. Espoleados por lanostalgiadelapatria,cuandocayósobresuspechoslahojaverde,emprendieronelcaminodelregreso,seguidosdelasavesdepaso,delciervo,elantílopeydetodoslosanimales del bosque.También ellos querían participar de la alegría, ¿y por qué nodebíanhacerlolosanimales,siasíleseradado?

Muchasveceshemosvistocómounabrillantecolumnadepolvoselevantayseagitacuandounrayodesolpenetraenlahabitaciónporunagujerodelapuerta.Puesdelmismomodo,sóloqueconincomparablemagnificencia,acuyoladohastaelarcoirisparecía toscoysinbrillo, levantósede lahojadel libro,de la luminosapalabra«Fe», el granito deVerdad con el brillo de laBelleza, con el sonmelodioso de laBondad,irradiandounaluzmásvivaquelacolumnadefuegoqueguióaMoisésyalpueblodeIsraelhacia la tierradeCanaán.De lapalabra«Fe»salióelpuentede laesperanzaquellevaalamorabsoluto,enelinfinito.

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Laespinosasendadelhonor

(Ærenstornevej)

Circulatodavíaporahíunviejocuentotitulado:«Laespinosasendadelhonor,deuncazador llamadoBryde,que llegóaobtenergrandeshonoresydignidades,perosóloacostademuchascontrariedadesyvicisitudesenelcursodesuexistencia».Esprobablequealgunosdevosotros lohayáisoídocontardeniños,y talvez leídodemayores,yacasooshayahechopensarenlosabrojosdevuestropropiocaminoyensus muchas «adversidades». La leyenda y la realidad tienen muchos puntos desemejanza,perolaprimeraseresuelvearmónicamenteacáenlaTierra,mientrasquelasegundalasmásdelasveceslohacemásalládeella,enlaeternidad.

La Historia Universal es una linterna mágica que nos ofrece en una serie deproyecciones,eloscurotrasfondodelopresente;enellasvemoscómocaminanporlaespinosasendadelhonorlosbienhechoresdelaHumanidad,losmártiresdelgenio.

Estas luminosas imágenes irradian de todos los tiempos y de todos los países,cadaunaduranteun solo instante, y, sin embargo, llenando todaunavida, con susluchasysusvictorias.Consideremosaquíalgunosdeloscomponentesdeestahuestedemártires,quenoterminarámientrasdurelaTierra.

Vemos un anfiteatro abarrotado. Las Nubes, de Aristófanes, envían a lamuchedumbre torrentes de sátira y humor; en escena, el hombre más notable deAtenas,elquefueparaelpueblounescudocontralostreintatiranos,esridiculizadoespiritualyfísicamente:Sócrates,elqueenelfragordelabatallasalvóaAlcibíadesy a Jenofonte, el hombre cuyo espíritu se elevó por encima de los dioses de laAntigüedad,élmismosehallapresente;sehalevantadodesubancodeespectadorysehaadelantadoparaquelosateniensesqueseríenpuedancomprobarsiseparecealacaricaturaquedeélsepresentaalpúblico.Allíestáerguido,destacandomuyporencimadetodos.Tú,amargayponzoñosacicuta,habíasdeseraquíelemblemadeAtenas,noelolivo.

SieteciudadessedisputanelhonordehabersidolacunadeHomero;despuésquehubomuerto,seentiende.Fijaosensuvida:Vaerranteporlasciudades,recitandosusversos para ganarse el sustento, sus cabellos encanecen a fuerza de pensar en elmañana.Él,elmáspoderosovidenteconlosoídosdelespíritu,esciegoyestásolo;laacerada espina rasga y destroza elmanto del rey de los poetas. Sus cantos siguenvivos,ysóloporélvivenlosdiosesyloshéroesdelaAntigüedad.

DeOrienteyOccidentevansurgiendo,imagentrasimagen,remotasyapartadasentresíporeltiempoyelespacio,y,sinembargo,siempreenlasendaespinosadelhonor,dondeelcardonoflorecehastaquehallegadolahoradeadornarlatumba.

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Bajolaspalmerasavanzanloscamellos,ricamentecargadosdeíndigoydeotrosvaliosos tesoros. El Rey los envía a aquel cuyos cantos constituyen la alegría delpueblo y la gloria de su tierra; se ha descubierto el paradero de aquel a quien laenvidiaylafalaciaenviaronaldestierro…Lacaravanaseacercaalapequeñaciudaddondehallóasilo;unpobrecadáverconducidoalapuertalahacedetener.Elmuertoes precisamente el hombre a quien busca: Firdusi…Ha recorrido toda la espinosasendadelhonor.

Elafricanodetoscosrasgos,gruesoslabiosycabellonegroylanoso,mendigaenlasgradasdemármoldepalaciodelacapitallusitana;eselfielesclavodeCamoens;sinélysinlaslimosnasquelearrojan,moriríadehambresuseñor,elpoetadeLasLusiadas.

SobrelatumbadeCamoensselevantahoyunmagníficomonumento.Unanuevaproyección.Detrásdeunarejadehierrovemosaunhombre,pálidocomolamuerte,conlarga

barbahirsuta.—¡Herealizadoundescubrimiento,elmayordesdehacesiglos—grita—,yllevo

másdeveinteañosencerradoaquí!—¿Quiénes?—¡Un loco! —dice el guardián—. ¡A lo que puede llegar un hombre! ¡Está

empeñadoenqueesposibleavanzaralimpulsodelvapor!SalomóndeCaus,descubridordelafuerzadelvapor,cuyasimprecisaspalabras

depresentimientonofueroncomprendidasporunRichelieu,murióenelmanicomio.Ahí tenemos a Colón, burlado y perseguido un día por los golfos callejeros

porquesehabíapropuestodescubrirunnuevomundo,¡ylodescubrió!Lascampanasdejúbilodoblanasuregresovictorioso,perolasdelaenvidianotardaránenahogarlos sones de aquéllas. El descubridor de mundos, que levantó del mar la tierraamericanaylaofrecióasurey,esrecompensadoconcadenasdehierro,quepediráseanpuestasensuataúd,comotestimoniosdelmundoydelaestimadesuépoca.

Lasimágenessesuceden;estámuyconcurridalasendaespinosadelhonor.Heaquí,enelsenodelanocheylastinieblas,aquelquecalculólaaltituddelas

montañasde laLuna,que recorrió losespacioshasta lasestrellasy losplanetas, elcolosoquevioyoyóelespíritudelaNaturaleza,ysintióquelaTierrasemovíabajosus pies: Galileo. Ciego y sordo está, un anciano, traspasado por la espina delsufrimientoenlostormentosdelmentís,confuerzasapenasparalevantarelpie,queun día, en el dolor de su alma, golpeó el suelo al ser borradas las palabras de laverdad:«¡Y,sinembargo,semueve!».

Ahíestáunamujerdealmainfantil,llenadeentusiasmoydefe,alacabezadelejércitocombatiente,empuñandolabanderayllevandoasupatriaalavictoriaylasalvación.Estalla el júbilo…y se enciende lahoguera: JuanadeArco, labruja, es

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quemadaviva.Peoraún,lossiglosveniderosescupiránsobreelblancolirio:Voltaire,elsátirode

larazón,cantaráLapucelle.EnelCongresodeViborg,lanoblezadanesaquemalasleyesdelRey:brillanen

las llamas, iluminan laépocayal legislador,proyectanunaaureolaen la tenebrosatorredondeélestáaprisionado,envejecido,encorvado,arañandotrazosconlosdedosenlamesadepiedra;él,otroraseñordetresreinos,elmonarcapopular,elamigodelburgués y del campesino: Cristián II, de recio carácter en una dura época. Susenemigosescribensuhistoria.Pensemosensusveintisieteañosdecautiverio,cuandonosvengaalamentesucrimen.AllísehacealavelaunanavedeDinamarca;enaltomástilhayunhombrequecontemplaporúltimavezlaIslaHveen:esTychoBrahe,que levantaráelnombredesupatriahasta lasestrellasyserá recompensadocon laofensayeldisgusto.Emigraaunatierraextraña:«Elcieloestáentodaspartes,¿quémásnecesito?»,sonsuspalabras;parteelmásilustredenuestroshombres,paraversehonradoylibreenunpaísextranjero.

«¡Ah, libre, inclusode los insoportables dolores del cuerpo!», oímos suspirar atravésdelostiempos.¡Quécuadro!Griffenfeld,unPrometeodanés,encadenadoalarocosaIsladeMunkholm.

NoshallamosenAmérica, al bordedeuncaudaloso río; seha congregadounamuchedumbre,unbarcovaazarparcontravientoymarea,desafiandoloselementos.RobertoFultonsellamaelhombrequesecreecapazdeestahazaña.Elbarcoiniciaelviaje;deprontosequedaparado,y lamultitudríe,silbaygrita;supropiopadresilba también:—¡Orgullo, locura! ¡Has encontrado tumerecido! ¡Qué encierren aestacabeza loca!—.Entoncesse rompeundiminutoclavoqueporunosmomentoshabíafrenadolamáquina,lasruedasgiran,laspalasvencenlaresistenciadelagua,elbuquearranca…Lalanzaderadelvaporreducelashorasaminutosentrelastierrasdelmundo.

Humanidad,¿comprendescuánsublimefueestedespertardelaconciencia,estarevelaciónalalmadesumisión,este instanteenque todas lasheridasdelespinososendero del honor —incluso las causadas por propia culpa— se disuelven encicatrización,ensalud,fuerzayclaridad,ladisonanciasetransformaenarmonía,loshombresvenlamanifestacióndelagraciadeDios,concedidaaunelegidoyporéltransmitidaatodos?

Así laespinosasendadelhonoraparececomounaaureolaquenimbalaTierra.¡Feliz el que aquí abajo ha sido designado para emprenderla, incorporadograciosamentealosconstructoresdelpuentequeunealoshombresconDios!

Sostenidoporsusalaspoderosas,vuelaelespíritude laHistoriaa travésdelostiemposmostrando—paraestímuloyconsuelo,paradespertarunapiedadqueinvitaa la meditación—, sobre un fondo oscuro, en cuadros luminosos, el sendero del

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honor,sembradodeabrojos,quenotermina,comoenlaleyenda,enesplendorygozoaquíenlaTierra,sinomásalládeella,eneltiempoyenlaeternidad.

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Laniñajudía

(Jødepigen)

Asistíaalaescueladepobres,entreotrosniños,unamuchachitajudía,despiertaybuena, lamás listadelcolegio.Nopodía tomarparteenunade las lecciones, ladeReligión,pueslaescuelaeracristiana.

DurantelaclasedeReligiónlepermitíanestudiarsulibrodeGeografíaoresolversus ejercicios de Matemáticas, pero la chiquilla tenía terminados muy pronto susdeberes. Tenía delante un libro abierto, pero ella no lo leía; escuchaba desde suasiento,yelmaestronotardóendarsecuentadequeseguíaconmásatenciónquelosdemásalumnos.

—Ocúpatedetulibro—ledijo,condulzuraygravedad;peroellalomiróconsusbrillantes ojos negros, y, al preguntarle, comprobó que la niña estaba mucho másenterada que sus compañeros. Había escuchado, comprendido y asimilado lasexplicaciones.

Supadreeraunhombredebien,muypobre.Cuandollevóalaniñaalaescuela,pusoporcondiciónquenolainstruyesenenlafecristiana.Perosetemióquesisalíade la escuela mientras se daba la clase de enseñanza religiosa, perturbaría ladisciplinaodespertaríarecelosyantipatíasenlosdemás,yporesosequedabaensubanco;perolascosasnopodíancontinuarasí.

Elmaestrollamóalpadredelachiquillayledijoquedebíaelegirentreretirarasuhijadelaescuelaodejarquesehiciesecristiana.

—Nopuedosoportarsusmiradasardientes,elfervoryanhelodesualmaporlaspalabrasdelEvangelio—añadió.

Elpadrerompióallorar:—Yomismo sémuypocodenuestra religión—dijo—,pero sumadre era una

hija de Israel, firme en su fe, y en el lecho demuerte le prometí que nuestra hijanuncaseríabautizada.Debocumplirmipromesa,esparamíunpactoconDios.

Ylaniñafueretiradadelaescueladeloscristianos.Habíantranscurridoalgunosaños.EnunadelasciudadesmáspequeñasdeJutlandiaservía,enunamodestacasade

laburguesía,unapobremuchachadefemosaica,llamadaSara;teníaelcabellonegrocomoébano, losojososcuros,perobrillantesy luminosos, comosuele serhabitualentre lashijasdelOriente.Laexpresióndel rostroseguíasiendo ladeaquellaniñaque,desdeelbancodelaescuela,escuchabaconmiradainteligente.

Cada domingo llegaban a la calle, desde la iglesia, los sones del órgano y loscánticosde losfieles; llegabana lacasadondela jovenjudía trabajaba, laboriosay

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fiel.—Guardarás el sábado —ordenaba su religión; pero el sábado era para los

cristianosdíadelabor,ysólopodíaobservarelpreceptoenlomásíntimodesualma,yestoleparecíainsuficiente.Sinembargo,¿quésonparaDioslosdíasylashoras?Este pensamiento se había despertado en su alma, y el domingo de los cristianospodíadedicarloellaenparteasuspropiasdevociones;ycomoalacocinallegabanlossonesdelórganoyloscoros,paraellaaquellugarerasantoyapropiadoparalameditación. Leía entonces el Antiguo Testamento, tesoro y refugio de su pueblo,limitándose a él, pues guardaba profundamente en la memoria las palabras quedijeransupadreysumaestrocuandofueretiradadelaescuela,lapromesahechaalamadremoribunda,dequeSaranoseharíanuncacristiana,quejamásabandonaríalafede susantepasados.ElNuevoTestamentodebía serparaellaun librocerrado, apesardequesabíamuchasdelascosasquecontenía,pueslosrecuerdosdeniñeznosehabíanborradodesumemoria.UnaveladahallábaseSarasentadaenunrincóndelasala,atendiendoalalecturadeljefedelafamilia;leestabapermitido,puestoqueno leía el Evangelio, sino un viejo libro de Historia; por eso se había quedado.Tratabaellibrodeuncaballerohúngaroque,prisionerodeunbajáturco,erauncidoalaradojuntoconlosbueyesytratadoalatigazos;lasburlasymalostratoslohabíanllevado al borde de la muerte. La esposa del cautivo vendió todas sus alhajas ehipotecóelcastilloylastierras,alavezquesusamigosaportabancuantiosassumas,pueselrescateexigidoeraenorme;fuereunido,sinembargo,yelcaballero,redimidodeloprobioylaesclavitud.Enfermoyachacoso,regresóelhombreasupatria.PocodespuéssonólallamadageneralalaluchacontralosenemigosdelaCristiandad;elenfermo, aloírla,no sediopuntode reposohastaversemontadoen sucorcel; susmejillasrecobraronloscolores,parecieronvolversusfuerzas,ypartióalaguerra.Yocurrióquehizoprisioneroprecisamenteaaquelmismobajáquelohabíauncidoalaradoylohabíahechoobjetodetodasuertedeburlasymalostratos.Fueencerradoenunamazmorra,peroalpocoratoacudióavisitarloelcaballeroylepreguntó:

—¿Quécreesqueteespera?—Bienlosé—respondióelturco—.¡Tuvenganza!—Sí,lavenganzadelcristiano—repusoelcaballero.—.LadoctrinadeCristonos

mandaperdonaranuestrosenemigosyamaranuestroprójimo,puesDiosesamor.Vuelveenpazatutierrayatufamilia,yaprendeasercompasivoyhumanoconlosquesufren.

Elprisioneroprorrumpióenllanto:—¡Cómo podía yo esperar lo que estoy viendo! Estaba seguro, de que me

esperaban el martirio y la tortura; por esome tomé un veneno quemematará enpocashoras. ¡Voyamorir,nohaysalvaciónposible!Peroantesdeque terminemivida, explícame la doctrina que encierra tanto amor y tanta gracia, pues es una

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doctrinagrandeydivina!¡Dejaqueenellamuera,quemueracristiano!—Supeticiónfueatendida.

Talfuelaleyenda,lahistoria,queeldueñodelacasaleyóenaltavoz.Todoslaescucharonconfervor,pero,sobretodo,llenódefuego,ydevidaaaquellamuchachasentadaenelrincón:Sara,lajovenjudía.Grandeslágrimasasomaronasusbrillantesojosnegros;ensualmainfantilvolvióasentir,comoyalasintieraantañoenelbancodelaescuela,lasublimidaddelEvangelio.Laslágrimasrodaronporsusmejillas.

«¡Nodejesquemihijasehagacristiana!»,habíansidolasúltimaspalabrasdesumadremoribunda;yensucorazónyensualmaresonabanaquellasotraspalabrasdelmandamientodivino:«Honrarásatupadreyatumadre».

«¡Nosoycristiana!Mellamanlajudía;aúneldomingoúltimomelollamaronensondeburla loshijosdelvecino,cuandomeestaba frentea lapuertaabiertade laiglesiamirandoelbrillodelosciriosdelaltaryescuchandoloscantosdelosfieles.DesdemistiemposdelaescuelahastaahorahevenidosintiendoenelCristianismouna fuerzaquepenetra enmi corazóncomoun rayode sol aunquecierre losojos.Peronoteafligiréenlatumba,madre,noseréperjuraalvotodemipadre:noleerélaBiblia cristiana. Tengo al Dios de mis antepasados; ante Él puedo inclinar micabeza».

Ytranscurrieronmásaños.Murióelcabezadelafamiliaydejóasuesposaensituaciónapurada.Habíaque

renunciar a lamuchacha; pero Sara no se fue, sino que acudió en su ayuda en elmomento de necesidad; contribuyó a sostener el peso de la casa, trabajando hastaaltashorasdeanocheyprocurandoelpandecadadíacon la labordesusmanos.Ningúnparientequisoacudirenauxiliode la familia; laviuda,cadadíamásdébil,había de pasarse meses enteros en la cama, enferma. Sara la cuidaba, la velaba,trabajaba,dulceypiadosa;eraunabendiciónparalacasahundida.

—TomalaBiblia—dijoundíalaenferma.—.Léemeunfragmento.¡EstanlargalaveladaysientotantosdeseosdeoírlapalabradeDios!

Sarabajólacabeza;doblólasmanossobrelaBibliay,abriéndola,sepusoaleerlaalaenferma.Amenudoleacudíanlaslágrimasalosojos,peroaumentabaenelloslaclaridad,ytambiénensualma:«Madre,tuhijanopuederecibirelbautismodeloscristianos ni ingresar en su comunidad; lo quisiste así y respetaré tu voluntad;estamosunidosaquíenlatierra,peromásalládeella…estamosaúnmásunidosenDios,quenosguíay llevaallende lamuerte.Éldesciendea la tierra,ydespuésdedejarlasufrirlahacemásrica.¡Locomprendo!Noséyomismacómofue.¡EsporÉl,enÉl:Cristo!».

Estremeciósealpronunciar sunombre,yunbautismode fuego la recorrió todaellaconmásfuerzadelaqueelcuerpopodíasoportar,porloquecayódesplomada,másrendidaquelaenfermaaquienvelaba.

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—¡PobreSara!—dijeron—,nohapodidoresistirtantotrabajoytantasvelas.Lallevaronalhospital,dondemurió.Laenterraron,peronoalcementeriodelos

cristianos; no había en él lugar para la joven judía, sino fuera, junto almuro; allírecibiósepultura.

YelHijodeDios,que resplandecesobre las tumbasde loscristianos,proyectatambiénsugloriasobreladeaquelladoncellajudía—quereposafueradelsagradorecinto; y los cánticos religiososque resuenan en el camposanto cristiano lo hacentambiénsobresutumba,alaquetambiénllególarevelación:«¡Hayunaresurrección,enCristo!», en Él, el Señor, que dijo a sus discípulos: «Juan os ha bautizado conagua,peroyoosbautizaréenelnombredelEspírituSanto».

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Juanelbobo

(Klods-Hans)

Alláenelcampo,enunaviejamansiónseñorial,vivíaunancianopropietarioqueteníadoshijos,tanlistos,queconlamitadhubierabastado.LosdossemetieronenlacabezapedirlamanodelahijadelRey.Estabanensuderecho,pueslaprincesahabíamandadopregonarque tomaríapormaridoaquien fuesecapazdeentretenerlaconmayorgraciaeingenio.

Losdoshermanosestuvieronpreparándoseporespaciodeochodías;ésteeraelplazomáximo que se les concedía, más que suficiente, empero, ya que eranmuyinstruidos,yestoesunagranayuda.Unosesabíadememoria todalaenciclopedialatina, y además la colección de tres años enteros del periódico local, tanto delderechocomodelrevés.Elotroconocíatodaslasleyesgremialespárrafoporpárrafo,ytodoloquedebesaberelpresidentedeungremio.Deestemodo,pensaba,podríahablardeasuntosdelEstadoydetemaseruditos.Además,sabíabordartirantes,pueserafinoyágildededos.

—Mellevarélaprincesa—afirmabanlosdos;poresosupadredioacadaunounhermosocaballo;elquesesabíadememoria laenciclopediayelperiódico,recibióunonegrocomoazabache,yelotro,elilustradoencuestionesgremialesydiestroenlaconfeccióndetirantes,unoblancocomolaleche.Además,seuntaronlosángulosdeloslabiosconaceitedehígadodebacalao,paradarlesmayoragilidad.Todosloscriadossalieronalpatioparaverlosmontaracaballo,yentoncescompareciótambiénel tercerode loshermanos,pues eran tres, sóloqueelotronocontaba,puesno sepodíacompararencienciaconlosdosmayores,y,así, todoelmundolollamabaelbobo.

—¿Adóndevaisconeltrajedelosdomingos?—preguntó.—Apalacio,aconquistara lahijadelReyconnuestrosdiscursos.¿Nooísteal

pregonero?—ylecontaronloqueocurría.—¡Demonios! Pues no voy a perder la ocasión —exclamó el bobo—. Y los

hermanosserierondeélypartieronalgalope.—¡Dadmeuncaballo,padre!—dijoJuanelbobo—.Megustaríacasarme.Silaprincesameacepta,metendrá,ysinomeacepta,yaverédetenerlayoaella.

—¡Qué sandeces estás diciendo! —intervino el padre.—. No te daré ningúncaballo. ¡Si no sabeshablar!Tushermanos esdistinto, ellospuedenpresentarse entodaspartes.

—Sinomedaisuncaballo—replicóelbobo—montaréelmachocabrío;esmíoypuedellevarme.—Sesubióahorcajadassobreelanimal,y,dándoleconeltalónen

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losijares,emprendióeltroteporlacarretera.¡Vayatrote!—¡Atención, que vengo yo! —gritaba el bobo; y se puso a cantar con tanta

fuerza,quesuvozresonabaagrandistancia.Loshermanos,encambio,avanzabanensilencio,sindecirpalabra;aprovechaban

eltiempoparareflexionarsobrelasgrandesideasquepensabanexponer.—¡Eh, eh!—gritó el bobo, ¡aquí estoy yo! ¡Mirad lo que he encontrado en la

carretera!—.Ylesmostróunacornejamuerta.—¡Imbécil!—exclamaronlosotros—,¿paraquélaquieres?—¡Selaregalaréalaprincesa!—¡Haz lo que quieras! —contestaron, soltando la carcajada y siguiendo su

camino.—¡Eh,eh!,¡aquíestoyyo!¡Miradloqueheencontrado!¡Noseencuentratodos

losdías!Loshermanossevolvieronaverelrarotesoro.—¡Estúpido! —dijeron—, es un zueco viejo, y sin la pala. ¿También se lo

regalarásalaprincesa?—¡Claro que sí! —respondió el bobo; y los hermanos, riendo ruidosamente,

prosiguieronsurutaynotardaronenganarleunbuentrecho.—¡Eh,eh!,¡aquíestoyyo!—volvióagritarelbobo—.¡Voydemejorenmejor!

¡Arrea!¡Sehavistocosaigual!—¿Quéhasencontradoahora?—preguntaronloshermanos.—.¡Oh!—exclamó

elbobo—.Esdemasiadobuenoparadecirlo.¡Cómosealegrarálaprincesa!—¡Quéasco!—exclamaronloshermanos—.¡Sieslodocogidodeunhoyo!—Exacto,estoes—asintióelbobo—,ydeclasefinísima,delaqueresbalaentre

losdedos—yasídiciendo,sellenólosbolsillosdebarro.Loshermanospusieronloscaballosalgalopeydejaronalotrorezagadoenuna

buena hora. Hicieron alto en la puerta de la ciudad, donde los pretendientes erannumerados por el orden de su llegada y dispuestos en fila de a seis de frente, tanapretadosquenopodíanmover losbrazos.Y suertede ello, puesdeotromodo sehabríanrotomutuamentelostrajes,sóloporqueelunoestabadelantedelotro.

Todos los demásmoradores del país se habían agolpado alrededor del palacio,encaramándose hasta las ventanas, para ver cómo la princesa recibía a lospretendientes. ¡Cosa rara! No bien entraba uno en la sala, parecía como si se lehicieraunnudoenlagarganta,ynopodíasoltarpalabra.

—¡Nosirve!—ibadiciendolaprincesa—.¡Fuera!Llegó el turnodel hermanoque se sabía dememoria la enciclopedia; pero con

aquellargoplantónselehabíaolvidadoporcompleto.Paraacabardecomplicarlascosas,elsuelocrujía,yeltechoeratodoélunespejo,porlocualnuestrohombreseveíacabezaabajo;además,encadaventanahabíatresescribanosyuncorregidorque

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tomabannotadetodoloquesedecía,parapublicarloenseguidaenelperiódico,quese vendía a dos chelines en todas las esquinas. Era para perder la cabeza. Y, porañadidura,habíanencendidolaestufa,queestabacandente.

—¡Quécalorhaceaquídentro!—fueronlasprimeraspalabrasdelpretendiente.—Esquehoymipadreasapollos—dijolaprincesa.—¡Ah!—ysequedóclavado;aquellarespuestanolahabíaprevisto;nolesalíani

unapalabra,contantascosasingeniosasqueteníapreparadas.—¡Nosirve!¡Fuera!—ordenólaprincesa.Yelmozohuboderetirarse,paraque

pasasesuhermanosegundo.—¡Quécalormásterrible!—dijoéste.—¡Sí,asamospollos!—explicólahijadelRey.—¿Cómodi…di,cómodi…?—tartamudeóél,ytodoslosescribanosanotaron:

«¿Cómodi…di,cómodi…?».—¡Nosirve!¡Fuera!—decretólaprincesa.Tocóle entonces el turno al bobo,quien entró en la sala caballero en sumacho

cabrío.—¡Demonios,quécalor!—observó.—Esqueestoyasandopollos—contestólaprincesa.—¡Alpelo!—dijoelbobo.—.Así,noleimportaráqueasetambiénunacorneja,

¿verdad?—Conmuchogusto,nofaltabamás—respondiólahijadelRey—.Pero,¿traes

algoenqueasarla?;puesnotengonipucheroniasador.—Yo sí los tengo —exclamó alegremente el otro.—. He aquí un excelente

puchero,conmangodeestaño—y,sacandoelviejozueco,metióenéllacorneja.—Pues,¡vayabanquete!—dijolaprincesa—.Pero,¿ylasalsa?Latraigoenelbolsillo—replicóelbobo—.Tengoparaesoymuchomás—yse

sacódelbolsillounpuñadodebarro.—¡Estomegusta!—exclamólaprincesa—.Almenostúerescapazderesponder

ydehablar. ¡Tú serásmimarido!Pero, ¿sabesque cadapalabraquedigamos seráescritaymañanaapareceráenelperiódico?Miraaquellaventana:tresescribanosyuncorregidor.Esteeselpeor,puesnoentiendenada.—Desdeluego,estosólolodijoparaamedrentaralsolicitante.Ytodoslosescribanossoltaronlacarcajadaehicieronunamanchadetintaenelsuelo.

—¿Aquellas señorías de allí? —preguntó el bobo—. ¡Ahí va esto para elcorregidor!—y,vaciándoselosbolsillos,arrojótodoelbarroalacaradelpersonaje.

—¡Magnífico!—exclamólaprincesa.—.Yonohabríapodido.Peroaprenderé.YdeestemodoJuanelbobofueRey.Obtuvounaesposayunacoronaysesentó

enuntrono—ytodoestolohemossacadodeldiariodelcorregidor,locualnoquieredecirquedebamoscreerloapiesjuntillas.

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Elabecedario

(ABC-Bogen)

Éraseunavezunhombrequehabíacompuestoversosparaelabecedario,siempredosparacadaletra,exactamentecomovemosenlaantiguacartilla.Decíaquehacíafalta algo nuevo, pues los viejos pareados estaban muy sobados, y los suyos leparecíanmuybien.Porelmomento,elnuevoabecedarioestabasóloenmanuscrito,guardadoenelgranarmario-librería,juntoalaviejacartillaimpresa;aquelarmarioqueconteníatantoslibroseruditosyentretenidos.Peroelviejoabecedarionoqueríaporvecinoalnuevo,yhabíasaltadoenelanaquelpegandounempellónalintruso,elcual cayó al suelo, y allí estaba ahora con todas las hojas dispersas. El viejoabecedario había vuelto hacia arriba la primera página, que era lamás importante,puesenellaestabantodaslasletras,grandesypequeñas.Aquellahojaconteníatodoloqueconstituyelavidadelosdemáslibros:elalfabeto,lasletrasque,quiéraseono,gobiernanalmundo.¡Quépodermásterrible!Tododependedecómoselasdispone:puedendarlavida,puedencondenaramuerte;alegraroentristecer.Porsísolasnadason,pero¡puestasenfilayordenadas!…CuandoNuestroSeñorlashaceintérpretesdesupensamiento,leemosmáscosasdelasquenuestramentepuedecontenerynosinclinamosprofundamente,perolasletrassoncapacesdecontenerlas.

Puesallíestaban,caraarriba.ElgallodelaAmayúsculalucíasusplumasrojas,azules y verdes.Hinchaba el pechomuy ufano, pues sabía lo que significaban lasletras,yeraelúnicovivienteentreellas.

Alcaeralsueloelviejoabecedario,elgallobatiódealas,subiósedeunavoladaaunbordedelarmarioy,despuésdealisarselasplumasconelpico, lanzóalaireunpenetrante quiquiriquí. Todos los libros del armario, que, cuando no estaban deservicio, sepasabaneldíay lanochedormitando,oyeron laestridente trompeta.Yentonceselgallosepusoadiscursear,envozclarayperceptible,sobrelainjusticiaqueacababadecometerseconelviejoabecedario.

—Porlovistoahorahadesertodonuevo,tododiferente—dijo—.Elprogresonopuededetenerse.Losniñossontanlistos,quesabenleerantesdeconocerlasletras.«¡Hay que darles algo nuevo!», dijo el autor de los nuevos versos, que yacenesparcidosporelsuelo.¡Bienlosconozco!Másdediezvecesse losoí leerenaltavoz.¡Cómogozabaelhombre!Puesno,yodefenderélosmíos,losantiguos,quesontanbuenos,ylasilustracionesquelosacompañan.Porelloslucharéycantaré.Todoslos librosdelarmario lo sabenbien.Yahoravoya leer losdenuevacomposición.Losleerécontodapausaytranquilidad,ycreoqueestaremostodosdeacuerdoenlomalosqueson.

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A.Ama

SaleelamaendomingadaPorunniñoajenohonrada.

B.Barquero

Pasópenasyfatigaselbarquero,Masahorareposaplacentero.

—Estepareadonopuedesermássoso—dijoelgallo—.Perosigoleyendo.

C.Colón

LanzóseColónalmaringente,yensanchóselatierraenormemente.D.DinamarcaDeDinamarcahaymásdeunasagabella,NocargueDioslamanosobreella.

—Muchosencontraránhermososestosversos—observóelgallo—peroyono.Nolesveonadadeparticular.Sigamos.

E.Elefante

Conímpetuyarrojoavanzaelelefante,dejovencorazónybuentalante.

F.Follaje

DespójaseelbosquedelfollajeEncuantolatierravisteelblancotraje.

G.Gorila

Pormásquetraigáisgorilasalaarena,sevensiempretantorpes,quedapena.

H.Hurra

¡Cuántasveces,gritandoennuestratierra,puedeun«hurra»sercausadeunaguerra!

—¡Cómovaunniñoacomprenderestasalusiones!—protestóelgallo—.Y,sinembargo,enlaportadaselee:«Abecedarioparagrandesychicos».Perolosmayores

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tienen que hacer algo más que estarse leyendo versos en el abecedario, y lospequeñosnoloentienden.

¡Estoeselcolmo!Adelante.

J.Jilguero

Cantaalegreensuramaeljilguero,devivoscoloresycuerpoligero.

L.LeónEnlaselva,elleónlanzasurugido;vedloluegoenlajaulaentristecido.Mañana(solde)Porlamañanasaleelsolmuypuntual,masnoporquecanteelgalloenelcorral.

Ahora las emprende conmigo —exclamó el gallo—. Pero yo estoy en buenacompañía,encompañíadelsol.Sigamos.

N.Negro

Negroeselhombredelsolecuatorial;pormuchoquelolaven,siempreseráigual.

O.Olivo

¿Cuáleslamejorhoja,losabéis?Afe,ladelolivodelapalomadeNoé.

P.Pensador

Ensumente,elpensadormuevetodoelmundo,desdelomásaltohastalomásprofundo.

Q.Queso

Elquesoseutilizaenlacocina,dondeconotrosmanjaressecombina.

R.Rosa

Entrelasflores,eslarosabellaloqueenelcielolamásbrillanteestrella.

S.Sabiduría

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Muchoscreenposeersabiduríacuandoenverdadsumolleraestávacía.

—¡Permitidmequecanteunpoco!—dijoelgallo—.Contantoleersemeacabanlasfuerzas.Hedetomaraliento.Ysepusoacantardetalforma,quenoparecíasinounacornetadelatón.Dabagustooírlo—algallo,entendámonos—.Adelante.

T.Tetera

Lateteratienerangoenlacocina,perolavozdelpucheroesaúnmásfina.

U.Urbanidad

Virtudindispensableeslaurbanidad,sinosequiereserunogroensociedad.

Ahí debe haber mucho fondo —observó el gallo—, pero no doy con él, pormuchoquetratodeprofundizar.

V.Valledelágrimas

Valledelágrimasesnuestramadretierra.Aellairemostodos,enpazoenguerra.

—¡Estoesmuycrudo!—dijoelgallo.

X.Xantipa

—Aquínohasabidoencontrarnadanuevo:

Enelmatrimoniohayunarrecife,alqueSócratesdaelnombredeXantipe.

—Alfinal,hatenidoquecontentarseconXantipe.

Y.Ygdrasil

EnelárboldeYgdrasillosdiosesnórdicosvivieron,maselárbolmurióyellosenmudecieron.

—Estamoscasialfinal—dijoelgallo—.¡Noespococonsuelo!Vaelúltimo:

Z.Zephir

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Endanés,elcéfiroesvientodePoniente,tehielaatravésdelpañomáscaliente.

—¡Por fin se acabó! Pero aún no estamos al cabo de la calle. Ahora vieneimprimirlo.Yluegoleerlo.¡Yloofreceránensustitucióndelosvenerablesversosdemi viejo abecedario! ¿Qué dice la asamblea de libros eruditos e indoctos,monografíasymanuales?¿Quédicelabiblioteca?Yohedicho;quehablenahoralosdemás.

Loslibrosyelarmariopermanecieronquietos,mientraselgallovolvíaasituarsebajosuA,muyorondo.

—Hehabladobien,ycantadomejor.Estonomeloquitaráelnuevoabecedario.Deseguroquefracasa.Yahafracasado.¡Notienegallo!

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Elalforfón

(Boghveden)

Sidespuésdeunatormentapasáisjuntoauncampodealforfón,loveréisamenudoennegrecido y como chamuscado; se diría que sobre él ha pasado una llama, y ellabradorobserva:—Estoesdeunrayo—.Pero,¿cómosucedió?Oslovoyacontar,puesyo loséporungorrioncillo,alcual,asuvez,se lorevelóunviejosaucequecrece junto a un campode alforfón.Esun sauce corpulentoyvenerable peromuyviejo y contrahecho, con una hendidura en el tronco, de la cual salen hierbajos yzarzamoras. El árbol está muy encorvado, y las ramas cuelgan hasta casi tocar elsuelo,comounalargacabelleraverde.

Entodosloscamposdeaquelloscontornoscrecíancereales,tantocentenocomocebadayavena,esamagníficaavenaque,cuandoestáensazón,ofreceelaspectodeunafiladediminutoscanariosamarillosposadosenunarama.Todoaquelgranoerauna bendición, y cuando más llenas estaban las espigas, tanto más se inclinaban,comoengestodepiadosahumildad.

Pero había también un campo sembrado de alforfón, frente al viejo sauce. Susespigas no se inclinaban como las de las restantes mieses, sino que permanecíanenhiestasyaltivas.

—Indudablemente,soytanricocomolaespigadetrigo—decía—,yademássoymucho más bonito; mis flores son bellas como las del manzano; deleita los ojosmirarnos,amíyalosmíos.¿Hasvistoalgomásespléndido,viejosauce?

El árbol hizo un gesto con la cabeza, como significando: «¡Qué cosas dices!».Peroelalforfón,pavoneándosedepuroorgullo,exclamó:—¡Tontodeárbol!Depuroviejo,lahierbalecreceenelcuerpo.

Pero he aquí que estalló una espantosa tormenta; todas las flores del camporecogieron sus hojas y bajaron la cabezamientras la tempestad pasaba sobre ellas;sóloelalforfónseguíatanengreídoyaltivo.

—¡Bajalacabezacomonosotras!—leadvirtieronlasflores.—¡Paraqué!—replicóelalforfón.—¡Agacha la cabeza como nosotros!—gritó el trigo—.Mira que se acerca el

ángeldelatempestad.Susalasalcanzandesdelasnubesalsuelo,ypuedepegarteunaletazoantesdequetengastiempodepedirlegracia.

—¡Quévenga!Notengoporquéhumillarme—respondióelalforfón.—¡Cierratusfloresybajatushojas!—leaconsejó,asuvez,elviejosauce—.No

levantes lamiradaalrayocuandodesgarre lanube;nisiquiera loshombrespuedenhacerlo,puesa travésdel rayoseveelcielodeDios,yestavisiónciegaalpropio

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Page 106: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

hombre. ¡Qué no nos ocurriría a nosotras, pobres plantas de la tierra, que somosmuchomenosqueél!

—¿Menos que él?—protestó el alforfón—. ¡Pues ahora miraré cara a cara alcielodeDios!—.Yasílohizo,cegadoporsusoberbia.Ytalfueelresplandor,quenopareciósinoquetodoelmundofueraunainmensallamarada.

Pasadayalatormenta,lasfloresylasmiesesseabrieronylevantarondenuevoenmediodelairepuroyencalma,vivificadosporlalluvia;peroelalforfónaparecíanegrocomocarbón,quemadoporelrayo;noeramásqueunhierbajomuertoenelcampo.

Elviejosaucemecíasusramasalimpulsodelviento,ydesushojasverdescaíangruesasgotasdeagua,comosielárbolllorase,ylosgorrioneslepreguntaron:

—¿Por qué lloras? ¡Si todo esto es una bendición!Mira cómo brilla el sol, ycómodesfilanlasnubes.¿Norespiraselaromadelasfloresyzarzas?¿Porquélloras,pues,viejosauce?

Yelsauceleshablódelasoberbiadelalforfón,desuorgulloydelcastigoquelevalió.Yo,queoscuentolahistoria,laoídelosgorriones.Melanarraronunatarde,enqueyoleshabíapedidoquemecontaranuncuento.

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Elúltimosueñodelviejoroble

(CuentodeNavidad)(Detgamleegetræssidstedrøm)

Había una vez en el bosque, sobre los acantilados que daban almar, un vetustoroble,queteníaexactamentetrescientossesentaycincoaños.Perotodoestetiempo,paraelárbolnosignificabamásqueloquesignificanotrostantosdíasparanosotros,loshombres.

Nosotros velamos de día, dormimos de noche y entonces tenemos nuestrossueños.Lacosaesdistintaconelárbol,puesvelaporespaciode tresestaciones,ysóloeninviernoquedasumidoensueño;elinviernoessutiempodedescanso,essunochetrasellargodíaformadoporlaprimavera,elveranoyelotoño.

Aquelinsectoqueapenasviveveinticuatrohorasyquellamamosefímera,másdeuncalurosodíadeveranohabíaestadobailando,viviendo,flotandoydisfrutandoentorno a su copa. Después, el pobre animalito descansaba en silenciosabienaventuranzasobreunadelasverdeshojasderoble,yentonceselárbolledecíasiempre:

—¡Pobrepequeña!Tuvidaenteradurasólounmomento.¡Québreve!Esuncasobientriste.

—¿Triste?—respondía invariablemente laefímera—.¿Quéquieresdecir?Todoestanluminosoyclaro,tancálidoymagnífico,yyomesientotancontenta…

—Perosóloundíaytodoterminó.—¿Terminó?—replicabalaefímera—.¿Quéesloquetermina?¿Hasterminado

tú,acaso?—No,yovivomilesymilesdetusdías,ymidíaabarcaestacionesenteras.Esun

tiempotanlargo,quetúnopuedescalcularlo.—No te comprendo, la verdad. Tú tienes millares de mis días, pero yo tengo

millares de instantes para sentirme contenta y feliz. ¿Termina acaso toda esamagnificenciadelmundo,cuandotúmueres?

—No—decía el roble—. Continúa más tiempo, un tiempo infinitamente máslargodelquepuedoimaginar.

—Entoncesnuestra existencia es igual de larga, sóloque la contamosdemododiferente.

Y la efímera danzaba y se mecía en el aire, satisfecha de sus alas sutiles yprimorosas, que parecían hechas de tul y terciopelo. Gozaba del aire cálido,impregnadodelaromadeloscamposdetrébolydelasrosassilvestres,laslilasylamadreselva,paranohablaryade laaspérula, lasprimaverasy lamentarizada.Tan

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Page 108: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

intensoerael aroma,que laefímera sentíacomouna ligeraembriaguez.Eldíaeralargoyespléndido,saturadodealegríaydeairesuave,yencuantoelsolseponía,elinsectosesentíainvadidodeunagradablecansancio,producidoportantogozar.Lasalas se resistían a sostenerlo, y, casi sin darse cuenta, se deslizaba por el tallo dehierba, blando y ondeante, agachaba la cabeza como sólo él sabe hacerlo, y sequedabaalegrementedormido.Éstaerasumuerte.

—¡Pobre,pobreefímera!—exclamabaelroble—.¡Quévidatanbreve!Ycadadíaserepetíalamismadanza,elmismocoloquio,lamismarespuestayel

mismodesvanecerseenelsueñodelamuerte.Repetíaseentodaslasgeneracionesdelasefímeras,ytodassemostrabanigualmentefelicesycontentas.

El roble había estado en vela durante toda sumañana primaveral, sumediodíaestivalysuocasootoñal.Llegabaahoraelperíododelsueño,sunoche.Acercábaseelinvierno.

Venían ya las tempestades, cantando: «¡Buenas noches, buenas noches! ¡Cayóunahoja,cayóunahoja!¡Cosechamos,cosechamos!Veteaacostar.Tecantaremosentu sueño, te sacudiremos, pero, ¿verdad que eso le hace bien a las viejas ramas?Crujen de puro placer. ¡Duerme dulcemente, duerme dulcemente! Es tu nochenúmero trescientos sesenta y cinco; en realidad, eres docemesino. ¡Duermedulcemente!Lanubeverterá nieve sobre ti.Tehará de sábana, una calientemantaqueteenvolverálospies.Duermedulcemente,ysueña».

Y el roble se quedó despojado de todo su follaje, dispuesto a entregarse a suprolongado sueño invernal y soñar; a soñar siempre con las cosas vividas,exactamentecomoenlossueñosdeloshumanos.

Tambiénélhabíasidopequeño.Sucunahabíasidounabellota.Segúnelcómputode loshombres, sehallaba ahora en su cuarto siglo.Era el roblemás corpulentoyhermosodelbosque; sucopa rebasaba todos losdemásárboles,yeravisibledesdemuyadentrodelmar,sirviendoalosmarinosdepuntodereferencia.Nopensabaélenlosmuchosojosquelobuscaban.Enlomásaltodesuverdecopainstalabansunidolaspalomastorcaces,yelcuclillogritabasunombre.Enotoño,cuandolashojasparecían láminas de cobre forjado, acudían las aves de paso y descansaban en ellaantesdeemprenderelvueloatravésdelmar.Masahorahabíallegadoelinvierno;elárbol estaba sin hojas, y quedaban al desnudo los ángulos y sinuosidades queformabansusramas.Veníanlascornejasylosgrajosaposarseabandadassobreél,charlandoacercade losduros tiemposqueempezabanyde lodifícilque resultaríaprocurarselapitanza.

Fue precisamente en los días santos de las Navidades cuando el roble tuvo susueñomásbello.Vaisaoírlo.

Elárbolsedabaperfectacuentadequeeratiempodefiesta.Creíaoírenderredorel tañidode lascampanasde las iglesias,ysesentíacomoenunespléndidodíade

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Page 109: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

verano,suaveycaliente.Verdeylozanaextendíasupoderosacopa,losrayosdelsoljugueteabanentresushojasyramas,elaireestabaimpregnadodelaromadehierbasymatas olorosas. Pintadas mariposas jugaban a la gallinita ciega, y las efímerasdanzaban como si todo hubiese sido creado sólo para que ellas pudiesen bailar yalegrarse.Todoloqueelárbolhabíavividoyvistoenelcursodesusañosdesfilabaanteélcomounfestivocortejo.Veíacabalgaratravésdelbosquegentileshombresydamas de tiempos remotos, con plumas en el sombrero y halcones en la mano.Resonabaelcuernodecaza,yladrabanlosperros.Violuegosoldadosenemigosconarmas relucientesyuniformes abigarrados, con lanzasy alabardas, que levantaban,sustiendasyvolvíanaplegarlas;ardíanfuegosdevivaque,ybajolasampliasramasdelárbolloshombrescantabanydormían.Viofelicesparejasdeenamoradosqueseencontrabanalaluzdelalunayentallabanenlaverdosacortezalasinicialesdesusnombres.Undía—habían transcurridoyamuchosaños—,unosalegresestudiantescolgaron una cítara y un arpa eólica de las ramas del roble; y he aquí que ahorareaparecían y sonaban melodiosamente. Las palomas torcaces arrullaban como siquisierancontarloquesentíaelárbol,yelcuclillopregonabaavozengritolosdíasdeveranoquelequedabanaúndevida.

Fuecomosiunnuevoflujodevidarecorrieseelárbol,desdelasúltimasfibrasdela raíz hasta las ramasmás altas y las hojas. Sintió el roble como si se estirara yextendiera. Por las raíces notaba, que también bajo tierra hay vida y calor. Sentíacrecersufuerza,crecíasincesar.Elevábaseeltroncocontinuamente,ganandoalturapormomentos.Lacopasehacíamásdensa,ensanchándoseysubiendo.Ycuantomáscrecíaelárbol,tantomayorerasusensacióndebienestarysuanhelo,impregnadodefelicidad indecible, de seguir elevándose hasta llegar al sol resplandeciente yardoroso.

Rebasabaya enmucho lasnubes, quedesfilabanpordebajode él cual oscurasbandadasdeavesmigratoriasodeblancoscisnes.

Ycadaunadelashojasdelárbolestabadotadadevista,como,situvieseunojocapazdever.Lasestrellassehicieronvisiblesdedía,talerandegrandesybrillantes;cadauna lucíacomounpardeojos,unosojosmuydulcesy límpidos.Recordabanqueridosojosconocidos,ojosdeniños,deenamorados,cuándoseencontrabanbajoelárbol.

Eran momentos de infinita felicidad, y, sin embargo, en medio de su venturasintió el roble un vivo afán de que todos los restantes árboles del bosque, matas,hierbasyflores,pudieranelevarseconél,paradisfrutartambiéndeaquelesplendorydeaquelgozo.Entretantamagnificencia,unacosafaltabaalafelicidaddelpoderosoroble:nopodercompartirsudichacontodos,grandesypequeños,yestesentimientohacíavibrarlasramasylashojascontantaintensidadcomounpechohumano.

Movióse la copa del árbol como si buscara algo, como si algo le faltara.Miró

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Page 110: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

atrás,ylafraganciadelaaspérulaylaaúnmásintensadelamadreselvaylavioleta,subieronhastaella;yelroblecreyó,oírlallamadadelcuclillo.

Y he aquí que empezaron a destacar por entre las nubes las verdes cimas delbosque,yelrobleviocómocrecíanlosdemásárboleshastaalcanzarsumismaaltura.Las hierbas y matas subían también; algunas se desprendían de las raíces, paraencaramarsemásrápidamente.Elabedulfueelmásligero;cualblancorayoproyectóaloaltosuesbeltotronco,mientraslasramasseagitabancomountulverdeocomobanderas.Todoelbosquecrecía,inclusolacañadepardashojas,ylasavesseguíancantando, y en el tallito que ondeaba a modo de una verde cinta de seda, elsaltamontes jugaba con el ala posada sobre la pata. Zumbaban los abejorros y lasabejas,cadapájaroentonabasucanción,ytodoeramelodíayregocijoenlasregionesdeléter.

—Pero tambiéndeberíanparticipar la florecilladelagua—dijoel roble—,y lacampanillaazul,yladiminutamargarita—.Sí,elrobledeseabaquetodos,hastalosmáshumildes,pudiesentomarparteenlafiesta.

—¡Aquíestamos,aquíestamos!—seoyógritar.—Pero la hermosa aspérula del último verano (el año pasador hubo aquí una

verdadera alfombra de lirios de los valles) y el manzano, silvestre, ¡tan hermosocomo era!, y toda lamagnificencia de años atrás… ¡qué lástima que hayamuertotodo,ynopuedangozarconnosotros!

—¡Aquíestamos,aquíestamos!—oyóseelcoro,másaltoaúnqueantes.Parecíacomosisehubiesenadelantadoensuvuelo.

—¡Qué hermoso!—exclamó, entusiasmado, el viejo roble ¡Los tengo a todos,grandesychicos,nofaltaniuno!¿Cómoesposibletantadicha?

—EnelreinodeDiostodoesposible—oyóseunavoz.Yelárbol,queseguíacreciendoincesantemente,sintióquelasraícessesoltaban

delatierra.—Esto es lo mejor de todo—exclamó el árbol—. Ya no me sujeta nada allá

abajo.Yapuedoelevarmehastaelinfinitoenlaluzylagloria.Ymerodeantodoslosquequiero,chicosygrandes.

—¡Todos!Éste fue el sueño del roble; y mientras soñaba, una furiosa tempestad se

desencadenó por mar y tierra en la santa noche de Navidad. El océano lanzabaterribles olas contra la orilla, crujió el árbol y fue arrancado de raíz, precisamentemientras soñaba que sus raíces se desprendían del suelo. Sus trescientos sesenta ycincoañosnorepresentabanyamásqueeldíadelaefímera.

La mañana de Navidad, cuando volvió a salir el sol, la tempestad se habíacalmado.Todas las campanasdoblaban en sonde fiesta, y de todas las chimeneas,hastaladeljornalero,queeralamáspequeñayhumilde,elevábaseelhumoazulado,

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comodelaltarenunsacrificiodeaccióndegracias.Elmarsefuetambiéncalmandoprogresivamente,yenungranbuquequeaquellanochehabía tenidoquecapeareltemporal,fueronizadoslosgallardetes.

—¡Noestáelárbol,elviejoroblequenosseñalabalatierra!—decíanlosmarinos—.Hasidoabatidoenestanochetempestuosa.¿Quiénvaasustituirlo?Nadiepodráhacerlo.

Tal fue el panegírico, breve pero efusivo, que se dedicó al árbol, el cual yacíatendidoen laorilla, bajounmantodenieve.Y sobre él resonabaun solemnecoroprocedentedelbarco,unacanciónevocadoradelaalegríanavideñaydelaredencióndelalmahumanaporCristo,ydelavidaeterna:

Regocíjate,greycristiana.Vamosyaabajaranclas.Nuestraalegríaessinpar.¡Aleluya,aleluya!Así decía el himno religioso, y todos los tripulantes se sentían elevados a su

maneraporelcantoy laoración,comoelviejo robleensuúltimosueño,el sueñomásbellodesuNochebuena.

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«Algo»

(Noget)

—¡Quieroseralgo!—decíaelmayordecincohermanos.—.Quieroservirdealgoenestemundo.Siocupounpuesto,pormodestoquesea,quesirvaamissemejantes,seréalgo.Loshombresnecesitanladrillos.Puesbien,siyolosfabrico,haréalgorealypositivo.

—Sí,peroesoesmuypocacosa—replicóelsegundohermano.—.Tuambiciónesmuyhumilde:estrabajodepeón,queunamáquinapuedehacer.No,másvaleseralbañil.Esosíesalgo,yyoquieroserlo.Esunverdaderooficio.Quienloprofesaesadmitidoenelgremioyseconvierteenciudadano,consubanderapropiaysucasagremial.Sitodomarchabien,podréteneroficiales,mellamaránmaestro,ymimujerserálaseñorapatrona.Aesollamoyoseralgo.

—¡Tonterías!—intervinoeltercero.—.Seralbañilnoesnada.Quedarásexcluidodelosestamentossuperiores,yenunaciudadhaymuchosqueestánporencimadelmaestro artesano. Aunque seas un hombre de bien, tu condición demaestro no telibrarádeserloquellamanun«patán».No,yoséalgomejor.Seréarquitecto,seguiréporlasendadelArte,delpensamiento,subiréhastaelnivelmásaltoenelreinodelainteligencia.Habrédeempezardesdeabajo,sí; te lodigosinrodeos:comenzarédeaprendiz.Llevarégorra,aunqueestoyacostumbradoatocarmeconsombrerodeseda.Iréacompraraguardienteycervezaparalosoficiales,yellosmetutearán,locualnome agrada, pero imaginaré que no es sino una comedia, libertades propias delCarnaval.Mañana, es decir, cuando sea oficial, emprenderémi propio camino, sinpreocuparme de los demás. Iré a la academia a aprender dibujo, y seré arquitecto.Esto sí es algo. ¡Ymucho!Acasome llamen señoría, y excelencia, yme pongan,además,algúntítulodelanteydetrás,yvengaedificar,comootroshicieronantesqueyo.Yentretantoiréconstruyendomifortuna.¡Esealgovalelapena!

—Puesesoquetúdicesqueesalgo,semeantojamuypocacosa,yhastatediréquenada—dijo el cuarto.—.Noquiero tomar caminos trillados.Noquiero ser uncopista.Mi ambición es ser un genio,mayor que todos vosotros juntos.Crearé unestilonuevo, levantaréelplanode losedificios segúnel climay losmaterialesdelpaís,haciendoquecuadrenconsusentimientonacionalylaevolucióndelaépoca,ylesañadiréunpiso,queseráunzócaloparaelpedestaldemigloria.

—¿Y si nada valen el clima y elmaterial?—preguntó el quinto.—. Sería biensensible, pues no podrían hacer nada de provecho. El sentimiento nacional puedeengreírse y perder su valor; la evolución de la época puede escapar de tusmanos,comoseteescapalajuventud.Yaveoqueenrealidadningunodevosotrosllegaráa

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ser nada, por mucho que lo esperéis. Pero haced lo que os plazca. Yo no voy aimitaros;mequedaréalmargen,parajuzgarycriticarvuestrasobras.Enestemundotodotienesusdefectos;yolosdescubriréysacaréalaluz.Estoseráalgo.

Asílohizo,ylagentedecíadeél:«Indudablemente,estehombretienealgo.Esunacabezadespejada.Peronohacenada».Y,sinembargo,porestoprecisamenteeraalgo.

Comoveis,estonoesmásqueuncuento,perouncuentoquenuncaseacaba,queempiezasiempredenuevo,mientraselmundoseamundo.

Pero,¿quéfue,afindecuentas,deloscincohermanos?Escuchadmebien,queestodaunahistoria.

Elmayor,quefabricabaladrillos,observóqueporcadaunorecibíaunamonedita,y aunque sólo fuera de cobre, reuniendo muchas de ellas se obtenía un brillanteescudo. Ahora bien, dondequiera que vayáis con un escudo, a la panadería, a lacarniceríaoalasastrería,seosabrelapuertaysólotenéisquepedirloqueoshagafalta.Heaquíloquesaledelosladrillos.Loshayqueserompenodesmenuzan,peroinclusodeéstossepuedesacaralgo.

Una pobre mujer llamada Margarita deseaba construirse una casita sobre elmalecón.Elhermanomayor,queteníaunbuencorazón,aunquenollegóasermásqueun sencillo ladrillero, ledio todos los ladrillos rotos,yunospocosenterosporañadidura.Lamujerseconstruyólacasitaconsuspropiasmanos.Eramuypequeña;unade lasventanasestaba torcida; lapuertaerademasiadobaja,yel techodepajahubierapodidoquedarmejor.Pero,bienquemal, lacasucaeraunrefugio,ydesdeella se gozaba de una buena vista sobre el mar, aquel mar cuyas furiosas olas seestrellabancontraelmalecón,salpicandoconsusgotassalobreslapobrechoza,ytalcomo era, ésta seguía en piemucho tiempo después de estarmuerto el que habíacocidolosladrillos.

El segundo hermano conocía el oficio de albañil, mucho mejor que la pobreMargarita,pueslohabíaaprendidotalcomosedebe.

Aprobadosuexamendeoficial,seechólamochilaalhombroyentonólacancióndelartesano:

Jovenyosoy,yquierocorrermundo,eirlevantandocasaspordoquier,cruzartierras,pasarelmarprofundo,confiadoenmiarteymivaler.Ysiamitierraregresaraundíaatraídoporelamorqueallídejé,alárgamelamano,patriamía,ytú,casitaquemíatellamé.

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Yasílohizo.Regresóalaciudad,yaencalidaddemaestro,ycontruyócasasymáscasas,unajuntoaotra,hastaformartodaunacalle.Terminadaésta,queeramuybonitayrealzabaelaspectodelaciudad,lascasasedificaronparaélunacasita,desupropiedad. ¿Cómo pueden construir las casas? Pregúntaselo a ellas. Si no teresponden, lo hará la gente en su lugar, diciendo: «Sí, es verdad, la calle le haconstruidounacasa».Erapequeñaydepavimentodearcilla,perobailandosobreélconsunoviasevolviólisoybrillante;ydecadapiedradelaparedbrotóunaflor,conloquelasparedesparecíancubiertasdepreciosostapices.Fueunalindacasayunapareja feliz. La bandera del gremio ondeaba en la fachada, y los oficiales yaprendicesgritaban«¡Hurrapornuestromaestro!».Sí,señor,aquélllegóaseralgo.Ymuriósiendoalgo.

Vino luego el arquitecto, el tercero de los hermanos, que había empezado deaprendiz,llevandogorrayhaciendodemandadero,peromástardehabíaascendidoaarquitecto,traslosestudiosenlaAcademia,yfuehonradoconlostítulosdeSeñoríayExcelencia.Ysilascasasdelacallehabíanedificadounaparaelhermanoalbañil,alacalleledieronelnombredelarquitecto,ylamejorcasadeellafuesuya.Llegóaseralgo,sindudaalguna,conunlargotítulodelanteyotrodetrás.Sushijospasabanpor ser de familia distinguida, y cuando murió, su viuda fue una viuda de altocopete…yestoesalgo.Ysunombrequedóenelextremodelacalleycomonombredecallesiguióviviendoenlabiosdetodos.Estotambiénesalgo,síseñor.

Siguiódespués el genio, el cuartode loshermanos, el quepretendía idear algonuevo,apartedelcaminotrillado,yrealzarlosedificiosconunpisomás,quedebíainmortalizarle.Perosecayódeestepisoyserompióelcuello.Esosí,lehicieronunentierro solemnísimo, con lasbanderasde losgremios,música, flores en la calleyelogiosenelperiódico;ensuhonorsepronunciarontrespanegíricos,cadaunomáslargoqueelanterior,locuallehabríasatisfechoenextremo,pueslegustabamuchoque hablaran de él. Sobre su tumba erigieron unmonumento, de un solo piso, esverdad,peroestoesalgo.

Eltercerohabíamuerto,pues,comosustreshermanosmayores.Peroelúltimo,elrazonador, sobrevivióa todos,y enestoestuvoen supapel,pues asípudodecir laúltimapalabra,quees loqueaél le interesaba.Comodecía lagente,era lacabezaclaradelafamilia.Perolellegótambiénsuhora,semurióysepresentóalapuertadelcielo,porlacualseentrasiemprededosendos.Yheaquíqueélibadeparejaconotraalmaquedeseabaentrarasuvez,yresultóserlapobreviejaMargarita,ladelacasadelmalecón.

—Deseguroqueserápararealzarelcontrasteporloquemehanpuestodeparejacon esta pobre alma—dijo el razonador—. ¿Quién sois, abuelita? ¿Queréis entrartambién?—lepreguntó.

Inclinóse la vieja lomejor que pudo, pensando que el que le hablaba era San

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Pedroenpersona.—Soyuna pobremujer sencilla, sin familia, la viejaMargarita de la casita del

malecón.—Ya,¿yquéesloquehicisteisalláabajo?—Bienpocacosa,enrealidad.Nadaquepuedavalermelaentradaaquí.Seráuna

graciamuygrandedeNuestroSeñor,simeadmitenenelParaíso.—¿Ycómofuequeosmarchasteisdelmundo?—siguiópreguntandoél,sólopor

deciralgo,puesalhombreleaburríalaespera.—Laverdadesquenolosé.Elúltimoañolopaséenfermaypobre.Undíano

tuvemásremedioquelevantarmeysalir,ymeencontréderepenteenmediodelfríoy la helada. Seguramente no pude resistirlo. Le contaré cómo ocurrió: Fue uninviernomuyduro,perohastaentonces lohabíaaguantado.Elvientosecalmóporunosdías,aunquehacíaunfríocruel,comoVuestraSeñoríadebesaber.Lacapadehielo entraba en el mar hasta perderse de vista. Toda la gente de la ciudad habíasalidoapasearsobreelhielo,apatinar,comodicenellos,yabailar,ytambiéncreoquehabíamúsicaymerenderos.Yolooíatododesdemipobrecuarto,dondeestabaacostada.Estoduróhastaelanochecer.Habíasalidoyalaluna,perosuluzeramuydébil.Miréalmardesdemicama,yentoncesviquedeallídondesetocanelcieloyelmarsubíaunamaravillosanubeblanca.Mequedémirándolayviunpuntonegroensucentro,quecrecíasincesar;yentoncessupeloqueaquellosignificaba—puessoyviejaytengoexperiencia,—aunquenoesfrecuenteverelsigno.Yoloconocíysentíespanto.Durantemivida lohabíavistodosveces,ysabíaqueanunciabaunaespantosa tempestad, con una gran marejada que sorprendería a todos aquellosdesgraciados que allí estaban, bebiendo, saltando y divirtiéndose. Toda la ciudadhabíasalido,viejosyjóvenes.¡Quiénpodíaprevenirlos,sinadieveíaelsignonisedaba cuenta de lo que yo observaba! Sentí una angustia terrible, y me entró unafuerzayunvigorcomohacíamuchotiemponohablasentido.Saltédelacamaymefui a la ventana; no pude ir más allá. Conseguí abrir los postigos, y vi a muchaspersonasquecorríanysaltabanporelhieloyvilaslindasbanderitasyoíloshurrasde los chicos y los cantos de los mozos y mozas. Todo era bullicio y alegría, ymientrastantolablancanubeconelpuntonegroibacreciendopormomentos.Gritécon todas mis fuerzas, pero nadie me oyó, pues estaban demasiado lejos. Latempestadnotardaríaenestallar,elhieloseresquebrajaríayharíapedazos,ytodosaquéllos,hombresymujeres,niñosymayores,sehundiríanenelmar,sinsalvaciónposible.Ellosnopodíanoírme,yyonopodía ir hasta ellos. ¿Cómoconseguirqueviniesenatierra?DiosNuestroSeñormeinspirólaideadepegarfuegoamícama.

Másvalía que se incendiarami casa, a que todos aquellos infelices pereciesen.Encendíelfuego,vilarojallama,salíalapuerta…peroallímequedétendida,conlasfuerzasagotadas.Lasllamasseagrandabanamiespalda,saliendoporlaventana

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y por encima del tejado. Los patinadores las vieron y acudieron corriendo en miauxilio,pensandoqueibaamorirabrasada.Todosvinieronhaciaelmalecón.Losoívenir, pero almismo tiempooí un estruendo en el aire, comoel tronar demuchoscañones.Laolademarealevantóelhieloylohizopedazos,perolagentepudollegaral malecón, donde las chispas me caían encima. Todos estaban a salvo. Yo, encambio,nopuderesistirelfríoyelespanto,yporestohevenidoaquí,alapuertadelcielo.Dicenqueestáabiertaparalospobrescomoyo.Yahorayanotengomicasa.¿Quéleparece,medejaránentrar?

Abrióseenestolapuertadelcielo,yunángelhizoentraralamujer.Deéstacayóunabriznadepaja,unadelasquehabíaensucamacuandolaincendióparasalvaralosqueestabanenpeligro.Lapajasetransformóenoro,peroenunoroquecrecíayechabaramas,quesetrenzabanenhermosísimosarabescos.

—¿Ves?—dijo el ángel al razonador— esto lo ha traído la pobremujer.Y tú,¿quétraes?Nada,bienlosé.Nohashechonada,nisiquierauntristeladrillo.Podríasvolvertey,porlomenos,traeruno.Deseguroqueestaríamalhecho,siendoobradetusmanos,peroalgovaldríalabuenavoluntad.Pordesgracia,nopuedesvolverte,ynadapuedohacerporti.

Entonces,aquellapobrealma,lamujerdelacasitadelmalecón,intercedióporél:—Suhermanomeregalótodoslosladrillosytrozosconlosquepudelevantarmi

humilde casa. Fue un gran favor queme hizo. ¿No servirían todos aquellos trozoscomo un ladrillo para él? Es una gracia que pido. La necesita tanto, y puesto queestamosenelreinodelagracia…

—Tuhermano,aquientúcreíaseldemáscortosalcances—dijoelángel—aquélcuya honrada labor te parecía la más baja, te da su óbolo celestial. No serásexpulsado. Se te permitirá permanecer ahí fuera reflexionando y reparando tu vidaterrenal;peronoentrarásmientrasnohayashechounabuenaacción.

—Yolohabríasabidodecirmejor—pensóelpedante,peronolodijoenvozalta,yestoyaesalgo.

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Elgorrodedormirdelsolterón

(Pebersvendensnathue)

Hay en Copenhague una calle que lleva el extraño nombre de «Hyskenstraede»(CallejóndeHysken).¿Porquése llamaasíyquésignificasunombre?Hayquiendice que es de origen alemán, aunque esto sería atropellar esta lengua, pues en talcasoHyskensería:«Häuschen»,palabraquesignifica«casitas».Lastalescasitas,porespaciodelargosaños,sólofueronbarracasdemadera,casicomolasquehoyvemosenlasferias,talvezunpocomayores,yconventanas,queenvezdecristalesteníanplacas de cuerno o de vejiga, pues el poner vidrios en las ventanas era en aqueltiempotodounlujo.Deesto,empero,hacetanto tiempo,queelbisabuelodecía,alhablardeello:«Antiguamente…».Hoyhacedeellovariossiglos.

LosricoscomerciantesdeBremayLubecknegociabanenCopenhague.Ellosnoveníanenpersona,sinoqueenviabanasusdependientes,loscualessealojabanenlosbarraconesdelaCallejadelascasitas,yenellasvendíansucervezaysusespecias.La cerveza alemana era entonces muy estimada, y la había de muchas clases: deBrema, dePrüssinger, deEms, sin faltar la deBrunswick.Vendían luegounagranvariedaddeespecias: azafrán, anís, jengibrey, especialmente,pimienta.Ésta era lamás estimada, y de aquí que a aquellos vendedores se les aplicara el apodo de«pimenteros».Cuandosalíandesupaís,contraíanelcompromisodenocasarseenellugardesutrabajo.Muchosdeellosllegabanaedadavanzadayteníanquecuidardesu persona, arreglar su casa y apagar la lumbre—cuando la tenían—.Algunos sevolvían huraños, como niños envejecidos, solitarios, con ideas y costumbresespeciales. De ahí viene que en Dinamarca se llame «pimentero» a todo hombresolteroquehallegadoaunaedadmásquesuficienteparacasarse.Hayquesabertodoestoparacomprendermicuento.

Escostumbrehacerburladelos«pimenteros»osolterones,comodecimosaquí;unadesusbromasconsisteendecirlequesevayanaacostaryquesecalenelgorrodedormirhastalosojos.

Corta,corta,madera,¡aydeti,solterón!Elgorrodedormirseacuestacontigo,envezdeuntesoritolindoyfino.

Sí, esto es lo que les cantan. Se burlan del solterón y de su gorro de noche,precisamenteporqueconocentanmalaunoyotro.¡Ay,nodeseéisanadieelgorrodedormir!¿Porqué?Escuchad:

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Antaño, laCallejade lasCasitasno estaba empedrada; salíasdeunbacheparameterteenunhoyo,comoenuncaminoremovidoporloscarros,yademáseramuyangosta.Las casuchas se tocaban, y era tan reducido el espacio quemediaba entreunahilerayladeenfrente,queenveranosolíantenderunacuerdadesdeuntenduchoalopuesto;todalacalleolíaapimienta,azafrányjengibre.Detrásdelasmesitasnosolíahabergente joven; lamayoríaeransolterones, loscualesnocreáisque fuerancon peluca o gorro de dormir, pantalón de felpa, y chaleco y chaqueta abrochadoshasta el cuello, no; aunque ésta era, en efecto, la indumentaria del bisabuelo denuestro bisabuelo, y así lo vemos retratado. Los «pimenteros» no contaban conmediosparahacerse retratar, y esuna lástimaqueno tengamosahora el cuadrodeunodeellos,retratadoensutiendaoyendoalaiglesialosdíasfestivos.Elsombreroeraaltoydeanchaala,ylosmásjóvenesseloadornabanavecesconunapluma;lacamisadelanadesaparecíabajouncuellovuelto,dehiloblanco;lachaquetaquedabaceñidayabrochadadearribaabajo;lacapacolgabasueltasobreelcuerpo,mientraslos pantalones bajaban rectos hasta los zapatos, de ancha punta, pues no usabanmedias.Delcinturóncolgabanel cuchilloy lacucharaparael trabajode la tienda,amén de un puñal para la propia defensa, lo cual era muy necesario en aquellostiempos. Justamente así iba vestido los días de fiesta el viejo Antón, uno de lossolteronesmásempedernidosdelacalleja;sóloqueenvezdelsombreroaltollevabaunacapucha,ydebajode ellaungorrodepunto,un auténticogorrodedormir.Sehabíaacostumbradoallevarlo,yjamásseloquitabadelacabeza;yteníadosgorrosdeéstos.Suaspectopedíaavoceselretrato:erasecocomounhuso,teníalabocaylosojosrodeadosdearrugas,largosdedoshuesudosycejasgrisesyerizadas.Sobreelojoizquierdolecolgabaungranmechónquelesalíadeunlunar;nopuededecirsequeloembelleciera,peroalmenosservíaparaidentificarlofácilmente.SedecíadeélqueeradeBrema,aunqueenrealidadnoeradeallí,perosívivíaenBremasupatrón.Él era de Turingia, de la ciudad de Eisenach, en la falda de laWartburg. El viejoAntónsolíahablarpocodesupatriachica,perotantomáspensabaenella.

Noerausualquelosviejosvendedoresdelacallesereunieran,sinoquecadacualpermanecíaensutenducho,quesecerrabaalatardecer,yentonceslacallejaquedabacompletamenteoscura;sólountenueresplandorsalíaporlapequeñaplacadecuernodelrejado,yenel interiordelacasucha,elviejo,sentadogeneralmenteenlacamaconsulibroalemándecánticos,entonabasucanciónnocturnalotrajinabahastabienentradalanoche,ocupadoenmilquehaceres.Divertidonoloera,abuenseguro.Serforasteroentierraextrañaescondiciónbienamarga.Nadiesepreocupadeuno,anoserque leestorbe.Yentonces lapreocupación llevaconsigoelquitárseloaunodeencima.

Enlasnochesoscurasylluviosas,lacalleaparecíapordemáslúgubreydesierta.Nohabíaluz;sóloundiminutofarolcolgabaenelextremo,frenteaunaimagendela

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Virgenpintadaenlapared.Seoía tamborilearychapotearelaguasobreelcercanobaluarte,endirecciónalapresadeSlotholm,cercadelacualdesembocabalacalle.Lasveladasasíresultanlargasyaburridas,sinosebuscaenquéocuparlas:notodoslosdíashayqueempaquetarodesempaquetar,liarcucuruchos,limpiarlosplatillosdelabalanza;hayqueidearalgunaotracosa,queesloquehacíanuestroviejoAntón:secosíasusprendasoremendabaloszapatos.Porfinseacostaba,conservandopuestoelgorro;selocalabahastalosojos,yunosmomentosdespuésvolvíaalevantarlo,paracerciorarsedequelaluzestababienapagada.Palpabaelpábilo,apretándoloconlosdedos, y luego se echaba del otro lado, volviendo a encasquetarse el gorro. Peromuchas veces se le ocurría pensar: ¿no habrá quedado un ascua encendida en elbraserillo que hay debajo de la mesa? Una chispita que quedara encendida, podíaavivarseyprovocarundesastre.Yvolvíaalevantarse,bajabalaescalerademano—pues otra no había— y, llegado al brasero y comprobado que no se veía ningunachispa,regresabaarriba.Peronoerararoque,amitaddecamino,leasaltaseladudadesilabarradelapuertaestaríabienpuesta,ylasaldabillasbienechadas.Yotravezabajosobresusescuálidaspiernas,tiritandoycastañeteándolelosdientes,hastaquevolvía ameterse en cama, pues el frío esmás rabioso que nunca cuando sabe quetienequemarcharse.Cubríasebienconlamanta,sehundíaelgorrodedormirhastamás abajo de los ojos y procuraba apartar sus pensamientos del negocio y de laspreocupaciones del día. Mas no siempre conseguía aquietarse, pues entonces sepresentaban viejos recuerdos y descorrían sus cortinas, las cuales tienen a vecesalfileresquepinchan.¡Ay!,exclamauno;yselaclavanenlacarneyqueman,ylaslágrimas le vienen a los ojos. Así le ocurría con frecuencia al viejoAntón, que aveces lloraba lágrimas ardientes, clarísimas perlas que caían sobre la manta o alsuelo, resonando como acordes arrancados a una cuerda dolorida, como si salierandelcorazón.Yalevaporarse,seinflamabaneiluminabanensumenteuncuadrodesuvidaquenuncaseborrabadesualma.Sisesecabalosojosconelgorro,quedabanrotaslaslágrimasylaimagen,peronosufuente,quebrotabadelcorazón.Aquelloscuadrosnosepresentabanporelordenquehabíantenidoenlarealidad;locorrienteera que apareciesen los más dolorosos, pero también acudían otros de una dulcetristeza,yéstoseranlosqueentoncesarrojabanlasmayoressombras.

Todos reconocen cuán magníficos son los hayedos de Dinamarca, pero en lamentedeAntónselevantabamásmagníficotodavíaelbosquedehayasdeWartburg;más poderosos y venerables le parecían los viejos robles que rodeaban el altivocastillomedieval,conlasplantastrepadorascolgantesdelossillares;másdulcementeolían las flores de sus manzanos que las de los manzanos daneses; percibía biendistintamente su aroma. Rodó una lágrima, sonora y luminosa, y entonces vioclaramentedosmuchachos,unniñoyunaniña.Estabanjugando.Elmuchachoteníalasmejillascoloradas, rubiocabelloondulado,ojosazulesdeexpresión leal.Erael

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hijo del rico comerciante, Antoñito, él mismo. La niña tenía ojos castaños y pelonegro; lamirada, viva e inteligente; eraMolly, hija del alcalde.Los dos chiquillosjugaban con una manzana, la sacudían y oían sonar en su interior las pepitas.Cortabanlafrutayselarepartíanporigual;luegoserepartíantambiénlassemillasyselascomíantodasmenosuna;teníanqueplantarla,habíadicholaniña.

—¡Verás lo que sale! Saldrá algo que nunca habrías imaginado. Un manzanoentero,peronoenseguida.

Ydepositaronlasemillaenuntiesto,trabajandolosdoscongranentusiasmo.Elniñoabrióunhoyoenlatierraconeldedo,lachiquilladepositóenéllasemilla,ylosdoslacubrieroncontierra.

Ahoranovayasasacarlamañanaparaversihaechadoraíces—advirtióMolly—;esonosehace.Yoloprobépordosvecesconmisflores;queríaversicrecían,tontademí,ylasfloressemurieron.

Antón se quedó con el tiesto, y cadamañana, durante todo el invierno, salió amirarlo,massóloseveíalanegratierra.Peroalllegarlaprimavera,ycuandoelsolyacalentaba,asomarondoshojitasverdeseneltiesto.

—SonyoyMolly—exclamóAntón—.¡Esmaravilloso!Prontoaparecióunatercerahoja;¿quésignificabaaquello?Yluegosalióotra,y

todavíaotra.Díatrasdía,semanatrassemana, laplantaibacreciendo,hastaqueseconvirtióenunarbolillohechoyderecho.

Ytodoesosereflejabaahoraenunaúnicalágrima,quesedeslizóydesapareció;perootrasbrotaríandelafuente,delcorazóndelviejoAntón.

EnlascercaníasdeEisenachseextiendeunalíneademontañasrocosas;unadeellas tiene forma redondeada y está desnuda, sin árboles, matorrales ni hierba. SellamaVenusberg, lamontaña deVenus, una diosa de los tiempos paganos a quienllamabanDamaHolle;todoslosniñosdeEisenachlosabíanylosabenaún.ConsushechizoshabíaatraídoalcaballeroTannhäuser,eltrovadordelcírculodecantoresdeWartburg.

LapequeñaMollyyAntónibanconfrecuenciaalamontaña,yundíadijoella:—¿Aqueno teatrevesa llamara la rocaygritar: ¡«DamaHolle,DamaHolle,

abre,queaquíestáTannhäuser!?».Antónnoseatrevió,perosíMolly,aunquesólopronunciólaspalabras:«¡Dama

Holle,DamaHolle!»envozmuyaltaymuyclara;elrestolodijodeunamaneratanconfusa,endireccióndelviento,queAntónquedópersuadidodequenohabíadichonada. ¡Qué valiente estaba entonces! Tenía un aire tan resuelto, como cuando sereunía conotrasniñas en el jardín, y todas se empeñabanenbesarlo, precisamenteporqueélnosedejaba,ylaemprendíaagolpes,porloqueningunaseatrevíaaello.NadieexceptoMolly,desdeluego.

—¡Yopuedobesarlo!—decíaconorgullo,rodeándoleelcuelloconlosbrazos;en

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elloponía supundonor.Antónsedejaba, sindarlemayor importancia. ¡Québonitaera,yquéatrevida!DamaHollede lamontañadebíadeser tambiénmuyhermosa,perosubelleza,decíase,eralaengañosabellezadeldiablo.LamejorhermosuraeraladeSantaIsabel,patronadelpaís,lapiadosaprincesaturingia,cuyasbuenasobraseran exaltadas en romancesy leyendas; en la capilla estaba su imagen, rodeadadelámparasdeplata;peroMollynoseleparecíaennada.

Elmanzanoplantadoporlosdosniñosibacreciendodeañoenaño,yllegóasertanalto,quehuboquetrasplantarloalairelibre,eneljardín,dondecaíelrocíoyelsolcalentabadeverdad.Allítomófuerzaspararesistiralinvierno.Despuésdelduroagobiodeéste,parecíacomosienprimaverafloreciesedealegría.Enotoñodiodosmanzanas,unaparaMollyyotraparaAntón;menosnohubiesesidocorrecto.

El árbol había crecido rápidamente, yMolly no le fue a la zaga; era fresca ylozanacomounaflordelmanzano;peronoestabaéldestinadoaasistirpormuchotiempoaaquellafloración.Todocambia,todopasa.ElpadredeMollysemarchódelaciudad,yMollysefueconél,muylejos.Ennuestrosdías,graciasaltren,seríaunviajedeunashoras,peroentoncesllevabamásdeundíayunanocheeltrasladarsedeEisenachhastalafronteraorientaldeTuringia,alaciudadquehoyllamamostodavíaWeimar.

LloróMolly,y lloróAntón; todasaquellas lágrimassefundíanenunasola,quebrillaba con los deslumbradores matices de la alegría. Molly le había dicho quepreferíaquedarseconélavertodaslasbellezasdeWeimar.

Pasó un año, pasaron dos, tres, y en todo aquel tiempo llegaron dos cartas: laprimera la trajo el carretero, la otra, un viajero. Era un camino largo, pesado ytortuoso,queserpenteabaporpueblosyciudades.

¡CuántasvecesAntónyMollyhabíanoídolahistoriadeTristánoIsolda!Ycuána menudo, al recordarla, había pensado en sí mismo y en Molly, a pesar de queTristánsignifica,alparecer,«nacidoenlaaflicción»,yestonocuadrabaparaAntón.Por otra parte, éste nuncahabría pensado, comoTristán: «Meha olvidado».Y, sinembargo,Isoldanoolvidabaalamigodesualma,ycuandolosdoshubieronmuertoy fueron enterrados cada uno a un lado de la iglesia, los tilos plantados sobre sustumbascrecieronporencimadeltejadohastaentrelazarsusramas.¡Québellaeraestahistoria,yquétriste!

PerolatristezanorezabaconélyMolly;poresoseponíaasilbarunacancióndeltrovadorWalthervonderVogelweide:

¡Bajoeltilodelacampiña!

Yquéhermosoeraespecialmenteaquellode:

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¡Frentealbosque,enelvalletandaradai!¡Québiencantaelruiseñor!

Aquellacanciónleveníaconstantementealalengua,yéstaeralaquecantabaysilbaba en la nochede luna enque, cabalgandopor la hondagarganta, se dirigía aWeimaravisitaraMolly.Queríallegardesorpresa,y,enefecto,noloesperaban.

Ledieronlabienvenidaconunvasollenodevinohastaelborde;encontróseconunaalegrecompañía,ymuydistinguida,uncuartocómodoyunabuenacama;y,noobstante,aquellonoeraloqueélhabíapensadoeimaginado.Nosecomprendíaasímismonicomprendíaalosdemás,peronosotrossílocomprendemos.Sepuedeserde la casa, vivir en familia, y, sin embargo,no sentirse arraigado; sehabla con losdemáscomosehablaenladiligencia,trabarrelacionescomoenellasetraban.Unoestorbaalotro,setienenganasdemarcharseodequeelvecinosemarche.AlgoasílesucedíaaAntón.

—Mira, yo soy leal—le dijo Molly— y te lo diré yo misma. Las cosas hancambiadomucho desde que éramos niños y jugábamos juntos; ahora todo esmuydiferente, tanto por fuera como por dentro. La costumbre y la voluntad no tienenpoderalgunosobrenuestrocorazón.Antón,noquisieraquefuesesmienemigo,ahoraque voy a marcharmemuy lejos de aquí. Créeme, te aprecio mucho, pero amartecomoahoraséquesepuedeamaraunhombre,esonuncahepodidohacerlo.Tendrásqueresignarte.¡Adiós,Antón!

YAntónledijotambiénadiós.Niunalágrimaasomóasusojos,perosintióqueyanoeraelamigodeMolly.Sibesamosunabarradehierrocandente,nosproducelamismaimpresiónquesibesamosunabarradehielo:ambasnosarrancanlapieldeloslabios.Puesbien,Antónbesó,enelodio,conlamismafuerzaconquehabíabesadoenelamor.

NiundíanecesitóelmozopararegresaraEisenach;peroelcaballoquemontabaquedódeshecho.

—¡Qué importaya todo!—dijoAntón—.Estoyhundidoyhundiré todo loquemerecuerdeaella,DamaHolle,DamaVenus,mujerendiablada.¡Arrancaréderaízelmanzano,paraquejamásdéfloresnifrutos!

Peronodestruyóelárbol.Él fuequienquedópostradoencama,minadopor lafiebre.¿Quépodíacurarloyayudarlea restablecerse?Unacosavino, sinembargo,quelocuró,elremediomásamargodecuantosexisten,quesacudeelcuerpoenfermoy el alma oprimida: el padre de Antón dejó de ser el comerciante más rico deEisenach.Llamaronalapuertadíasdifíciles,díasdeprueba;arremetióladesgracia;agrandes oleadas irrumpió en aquella casa, otrora tan próspera. El padre quedóarruinado, las preocupaciones y los infortunios lo paralizaron, y Antón hubo depensarenotrascosasquenoteníannadaqueverconsuamorperdidoysurencora

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Page 123: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Molly.Tuvoqueocupar en la casa el puestode supadreyde sumadre, disponer,ayudar, intervenirenérgicamente, inclusomarcharseacorrermundoparaganarseelpan.

FueseaBrema,conociólamiseriaylosdíasdifíciles.Esoendureceelcarácter…anoserqueloablande,yavecesloablandademasiado.¡Quédistintoseranelmundoyloshombresdecomoloshabíaimaginadodeniño!¿Quésignificabanahoraparaéllascancionesdeltrovador?Palabrasvanas,unsoplohuero.Asíleparecíanenciertosmomentos;peroenotros,aquellasmelodíaspenetrabanensualmaydespertabanenélpensamientospiadosos.

—LavoluntaddeDioseslamássabia—decíaseentonces—.FuebuenacosaqueDiosNuestroSeñormeprivaradelamordeMolly.¡Adóndemehabríallevado,ahoraquelafelicidadmehavueltolaespalda!Meabandonóantesdequepudierapensarosaberquemeveníaesterevésdefortuna.FueunagraciaquemeconcedióelSeñor;todo lodisponedelmejormodoposible.Tododiscurre segúnsus sabiosdesignios.¡Quépodíahacerellaparaevitarlo!¡Yyoqueleheguardadotantorencor!

Transcurrieronaños.ElpadredeAntónhabíamuerto,ygentesextrañasocupabanlacasapaterna.Sinembargo,eljovenestabadestinadoavolveraverla.Suricoamolo envió en viajes de negocios que lo obligaron a pasar por su ciudad natal deEisenach.LaantiguaWartburgsealzabacomosiempre,sobrelapeñadel«fraileylamonja». Los corpulentos robles seguían dando al conjunto el mismo aspecto quedurantesuinfancia.LaVenusbergbrillaba,desnudaygris,sobreelfondodelvalle.Gustosohabríagritado:—¡DamaHolle,DamaHolle! ¡Abre tumontaña,queasíalmenosdescansaréenmitierra!

Eraunpensamientopecaminoso,yelmozosesantiguó.Enelmismomomentocantóunpajarilloenelzarzalylevinoalamemorialaviejatrova:

¡Frentealbosque,enelvalletandaradai!¡Québiencantaelruiseñor!

Enlaciudaddesuinfanciadespertáronsemultitudderecuerdosquelearrancaronlágrimas. La casa paterna se levantaba en su sitio de siempre, pero el jardín eradistinto.Uncaminovecinalloatravesabaporunodelosángulos,yelmanzanoquenohabíatenidovalorparaarrancar,seguíacreciendo,aunquefueradeljardín,enelbordeopuestodelcamino.Elsollobañabacomoantes,yelrocíolorefrescaba,porloquedabatantofruto,quebajosupesolasramasseinclinabanhastaelsuelo.

—Prospera—sedijo—.Élpuedehacerlo.Sin embargo, una de las grandes ramas estaba tronchada, por obra de manos

despiadadas,pueselárbolestabaalaveradelcamino.—Cogensusfloressindarlelasgracias,lerobanlosfrutosylerompenlasramas.

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Page 124: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Delárbolpodríadecirselomismoquedeunhombre:nolepredijeronestasuerteenlacuna.Suhistoriacomenzódeunmodotanfelizyplacentero,y,¿quéhasidodeél?Abandonadoyolvidado,unárboldevergelpuestojuntoalfoso,albordedelcampoydelacarretera.Ahílotenéissinprotección,descuidadoyroto.Nosemarchitaráporeso,peroamedidaquepasenlosaños,susfloresseránmenosnumerosas,dejarádedarfrutos,y,alfin…alfinseacabólahistoria.

TodoestopensóAntónbajoelárbol,ylovolvióapensarmásdeunanocheensucuartito solitario de aquella casademadera en tierras extrañas, en la calleja de lasCasitas de Copenhague, donde su rico patrón, el comerciante de Brema, lo habíaenviado,bajoelcompromisodenocasarse.

—¿Casarse?¡Jo,jo!—decíaconunarisahondaysingular.El invierno se había adelantado; helaba intensamente. En la calle arreciaba la

tempestad de nieve, y los que podían hacerlo se quedaban en casa. Por eso, losvecinos de la tienda de enfrente no observaron que la de Antón llevaba dos díascerrada,yquetampocoélsedejabaver.¡Cualquierasalíaconaqueltiempo,sipodíaevitarlo!

Los días eran grises y oscuros, y en la casucha, cuyas ventanas, no teníancristales,sinounaplacapocotranslúcida,lapenumbraalternabaconlanegranoche.ElviejoAntónllevabadosdíasenlacama;nosesentíaconfuerzasparalevantarse.Hacíadíasqueveníasintiendoensusmiembrosladurezadeltiempo.Solitarioyacíaelviejosolterón,sinpodervalerse;apenaslograbaalcanzareljarrodelaguapuestojunto a la cama, y del que había apurado ya la última gota.No era la fiebre ni laenfermedadloqueleparalizaba,sinolavejez.Enlahabitacióndondeyacíareinabalanochecontinua;unaarañitaqueélnoalcanzabaaver,tejía,contentaydiligente,sutelasobresucabeza,comopreparandounpequeñocrespóndeluto,paraelcasodequeelviejocerraselosojosparasiempre.

El tiempo era interminable y vacío. El anciano no tenía lágrimas, ni dolores.Mollysehabíaesfumadodesupensamiento;teníalaimpresióndequeelmundoysubullicio ya no le afectaban, como si él no perteneciera ya al mundo y nadie seacordaradesupersona.Porunmomentocreyótenerhambreysed.Sílastenía,peronadieacudióaaliviarlo,nadiesepreocupabadeasistirlo.Pensóenaquellosqueenotrostiemposhabíansufridohambreysed,acordósedeSantaIsabel,lasantadesupatria y su infancia, la noble princesa de Turingia que, durante su peregrinaciónterrena,entrabaenlaschozasmásmíserasparallevaralosenfermoslaesperanzayelconsuelo. Sus piadosos actos iluminaban su mente, pensaba en las palabras deconsuelo que prodigaba a los que sufrían, y la veía lavando las heridas de losdolientesydandodecomeraloshambrientosapesardelasirasdesuseveromarido.Recordóaquella leyenda:Undíaquehabíasalidoconuncesto llenodeviandas, ladetuvo su esposo, quevigilaba estrechamente suspasos, y lepreguntó, airado, qué

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Page 125: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

llevaba. Ella, atemorizada, respondió: «Son rosas que he cogido en el jardín». Ycuandoel landgrave tiróviolentamentedelpaño,seprodujoelmilagro:elpanyelvinoycuantoconteníaelcesto,sehabíantransformadoenrosas.

AsíseguíavivoelrecuerdodelasantaenlamemoriadelviejoAntón;asílaveíaantesumiradaempañada,depie juntoasu lecho,en laestrechabarraca,en tierrasdanesas.Descubrióse la cabeza, fijó losojos en losbondadososde la santa, y a sualrededor todose llenódebrilloyderosas,queseesparcieronexhalandodeliciosoperfume; y sintió también el olor tan querido de las manzanas, que venía de unmanzanoenflorcuyasramasseextendíanporencimadesupersona.EraelárbolquedeniñoshabíanplantadoélyMolly.

Elmanzano sacudió sus aromáticas hojas. Cayeron en su frente ardorosa, y larefrescaron;cayeronensuslabiossedientos,yobraroncomovinoypanreparadores;cayeron también sobre su pecho, y le infundieron una sensación de alivio, dedeliciosafatiga.

—¡Ahora me dormiré! —murmuró con voz imperceptible—. ¡Cómo alivia elsueño! Mañana volveré a sentirme fuerte y ligero. ¡Qué hermoso, qué hermoso!¡Aquel manzano que planté con tanto cariño vuelvo a verlo ahora en toda sumagnificencia!

Ysedurmió.Al día siguiente—era ya el tercero que la tienda permanecía cerrada—, como

habíacesadolatempestad,unvecinoentróenlaviviendadelviejoAntón,queseguíasinsalir.Encontrólotendidoenellecho,muerto,conelgorrodedormirfuertementeasidoentre lasmanos.Alcolocarloenelataúdnolecubrieronlacabezaconaquelgorro;teníaotro,blancoylimpio.

¿Dónde estaban ahora las lágrimas que había llorado? ¿Dónde las perlas? Sequedaronenelgorrodedormir—pueslasverdaderasnosevanconlacolada—,seconservaronconelgorroyconélseolvidaron.Aquellosantiguospensamientos,losviejossueños,todoquedóenelgorrodedormirdelsolterón.¡Nolodeseesparati!Tecalentaría demasiado la frente, te haría latir el pulso con demasiada fuerza, teproduciríasueñosquepareceríanreales.Estolesucedióalprimeroqueselopuso,apesar de que había transcurrido yamedio siglo. Fue el propio alcalde, que, con sumujeryoncehijos,estabamuyconfortablementeentresuscuatroparedes.

Enseguidasoñóconunamordesgraciado,conlaruinayelhambre.—¡Uf, cómo calienta este gorro!—dijo, quitándoselo de un tirón; y al hacerlo

cayóde él unaperla y luegootra, brillantes y sonoras—. ¡Debede ser la gota!—exclamóelalcalde—,veouncentelleoantelosojos.

Eranlágrimas,vertidasmediosigloatrásporelviejoAntóndeEisenach.Todos losquemás tarde sepusieron aquel gorrodedormir tuvieronvisionesy

sueños; su propia historia se transformó en la de Antón, se convirtió en toda una

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Page 126: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

leyenda que dio origen a otras muchas. Otros las narrarán si quieren, nosotros yahemoscontadolaprimeraylacerramosconestaspalabras:Nuncadeseeselgorrodedormirdelsolterón.

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Pegaojos(OleLuköie)

(OleLukøje)

EntodoelmundonohayquiensepatantoscuentoscomoPegaojos.¡Señor,losquesabe!

Al anochecer, cuando los niños están aún sentados a lamesa o en su escabel,viene un duende llamado Pegaojos; sube la escalera quedito, quedito, pues vadescalzo,sóloencalcetines;abrelaspuertassinhacerruidoy,¡chitón!,vierteenlosojosdelospequeñueloslechedulce,concuidado,concuidado,perosiemprebastanteparaquenopuedantenerlosojosabiertosy,portanto,verlo.Sedeslizapordetrás,lessoplalevementeenlanucayloshacequedardormidos.Peronolesduele,puesPegaojosesamigode losniños;sóloquierequeseesténquietecitos,yparaello lomejoresaguardaraqueesténacostados.Debenestarsequietosycallados,paraqueélpuedacontarlessuscuentos.

Cuando ya los niños están dormidos, Pegaojos se sienta en la cama. Va bienvestido; lleva un traje de seda, pero es imposible decir de qué color, pues tienedestellos verdes, rojos y azules, según como se vuelva.Y lleva dos paraguas, unodebajodecadabrazo.

Unodeestosparaguasestábordadoconbellasimágenes,yloabresobrelosniñosbuenos; entonces ellosdurante toda lanoche sueñan los cuentosmásdeliciosos; elotronotieneestampas,ylodespliegasobrelosniñostraviesos,loscualesseduermencomomarmotasyporlamañanasedespiertansinhabertenidoningúnsueño.

Ahora veremos cómo Pegaojos visitó, todas las noches de una semana, a unmuchachitoquesellamabaFederico,paracontarlesuscuentos.Sonsiete,puessietesonlosdíasdelasemana.

Lunes

Atiende —dijo Pegaojos, cuando ya Federico estuvo acostado—, verás cómoarreglotodoesto.

Ytodaslasfloresdelasmacetasseconvirtieronenaltosárboles,queextendieronlas largas ramas por debajo del techo y por las paredes, de modo que toda lahabitaciónparecíaunamaravillosaglorietadefollaje;lasramasestabancuajadasdeflores,ycadafloreramásbellaqueunarosayexhalabaunaromadelicioso;ysitedabaporcomerla,sabíamásdulcequemermelada.

Había frutasquerelucíancomooro,ynofaltabanpasteles llenosdepasas. ¡Unespectáculo inolvidable! Pero al mismo tiempo salían unas lamentaciones terriblesdelcajóndelamesa,queguardabaloslibrosescolaresdeFederico.

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—¿Quépasaahí?—inquirióPegaojos,y,dirigiéndosealamesa,abrióelcajón.Algoseagitabaenlapizarra,rascandoychirriando:eraunacifraequivocadaquesehabíadeslizadoenlaoperacióndearitmética,ytodoandabarevuelto,quenoparecíasinoquelapizarraibaahacersepedazos.Elpizarríntodoerasaltarybrincaratadoalacinta,comosifueseunperrilloansiosodecorregirlafalta;masnololograba.Perolopeoreraelcuadernodeescritura.¡Quédelamentosyquejas!Partíanelalma.Dearriba abajo, en cada página, se sucedían las letrasmayúsculas, cada una con unaminúscula al lado; servían demodelo, y a continuación venían unos garabatos quepretendíanparecérselesyeranobradeFederico;estabancomocaídassobrelaslíneasquedebíanservirlesparatenerseenpie.

—Mirad, os tenéis que poner así—decía lamuestra—. ¿Veis?Así, inclinadas,conuntrazovigoroso.

—¡Ay! ¡quémás quisiéramos nosotras!—gimoteaban las letras de Federico—.Peronopodemos;¡somostanraquíticas!

—Entoncesosvoyadarunpocodeaceitedehígadodebacalao—dijoPegaojos.—¡Oh,no!—exclamaronlasletras,yseenderezaronqueeraunprimor.—.Pues

ahora no hay cuento —dijo el duende—. Ejercicio es lo que conviene a esasmocosuelas. ¡Un, dos, un, dos! —. Y siguió ejercitando a las letras, hasta queestuvieronesbeltasyperfectascomolapropiamuestra.Masporlamañana,cuandoPegaojossehubomarchado,Federicolasmiróyvioqueseguíantanraquíticascomolavíspera.

Martes

NobienestuvoFedericoenlacama,Pegaojos,consujeringaencarnada,rociólosmueblesdelahabitación,yenseguidasepusieronacharlartodosalavez,cadaunohablando de sí mismo. Sólo callaba la escupidera, que, muda en su rincón seindignabaalverlavanidaddelosotros,quenosabíanpensarnihablarmásquedesuspropiaspersonas,sinningunaconsideraciónaella,queseestabatanmodestaensuesquina,dejandoquetodoelmundoleescupiera.

Encimadelacómodacolgabaungrancuadroenunmarcodorado;representabaunpaisaje,yenélseveíanviejosycorpulentosárboles,yfloresentrelahierba,yungran río que fluía por el bosque, pasando ante muchos castillos para verterse,finalmente,enelmarencrespado.

Pegaojostocóelcuadroconsujeringamágica,ylospájarosempezaronacantar;lasramas,amoverse,ylasnubes,adesfilar,segúnpodíaverseporlassombrasqueproyectabansobreelpaisaje.

EntoncesPegaojos levantóaFedericohastaelniveldelmarcoy lopusodepiesobre el cuadro, entre la alta hierba; y el sol le llegaba por entre el ramaje de losárboles.Echóacorrerhaciaelríoysubióaunabarquita;estabapintadadeblancoy

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encarnado, la vela brillaba como plata, y seis cisnes, todos con coronas de oro entornoalcuelloyunaradianteestrellaazulenlacabeza,arrastrabanlaembarcaciónalolargodelaverdeselva;losárboleshablabandebandidosybrujas,ylasflores,deloslindossilfosenanosydeloqueleshabíancontadolasmariposas.

Pecesmagníficos,deescamasdeoroyplata,nadabanjuntoalbote,saltandodevezencuandofueradelaguaconunfuertechapoteo,mientrasinnúmerasavesrojasyazules, grandes y chicas, lo seguían volando en largas filas, y los mosquitosdanzaban, y los abejorros no paraban de zumbar: «¡Bum, bum!». Todos queríanseguiraFederico,ytodosteníanunahistoriaquecontarle.

¡Vayaexcursioncita!Tanprontoelbosqueeraespesoyoscuro,comoseabríaenunmaravilloso jardín, bañadode sol y cuajadode flores.Había vastos palacios decristalymármolconprincesasensusterrazas,ytodaseranniñasaquienesFedericoconocía y con las cuales había jugado. Todas le alargaban la mano y le ofrecíanpastelillosdemazapán,muchomejoresquelosquevendíalamujerdelospasteles.Federicoagarrabaeldulceporunextremo,perolaprincesanolosoltabadelotro,yasí,alavanzarlabarquitasequedabancadaunoconunaparte:ella,lamáspequeña;Federico, la mayor. Y en cada palacio había príncipes de centinela que, sables alhombro,repartíanpasasysoldaditosdeplomo.

¡Bienseveíaqueeranpríncipesdeveras!Elbarquitonavegabaoraporentreelbosque,oraatravésdeespaciosossaloneso

porel centrodeunaciudad;ypasó tambiénpor la ciudadde sunodriza, laque lohabía llevadoenbrazoscuandoéleramuypequeñíny lohabíaquerido tanto;yheaquíquelabuenamujerlehizoseñasconlacabezaylecantóaquellabonitacanciónquehabíacompuestoyenviadoaFederico:

¡Cuántoterecuerdo,miniñoquerido,MidulceFederico,jamásteolvido!Besémilvecestuboquitasonriente,Tuspárpadossuavesytublancafrente.OídetuslabioslapalabraprimeraYhubedesepararmedetuvera.¡BendígateDiosentodaocasión,ángelquellevécontramicorazón!

Ytodaslasavecillaslehacíancoro,ylasfloresbailabansobresuspeciolos,ylosviejosárbolesinclinaban,complacidos,lascopas,comositambiénaelloslescontasehistoriasPegaojos.

Miércoles

¡Quémaneradellover!Federicooíalalluviaensueños,ycomoaPegaojosledio

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por abrir una ventana, el pequeño vio cómo el agua llegaba hasta el antepecho,formandounlagoinmenso.Perojuntealacasaflotabaunbarcosoberbio.

—Siquieres embarcar,Federico—dijoPegaojos—, esta nochepodrías irte portierrasextrañasymañanaestardevuelta.

YahítenéisaFederico,consusmejoresvestidosdomingueros,embarcadoenlamagníficanave.Enuntrissedespejóelcieloyelbarco,conlasvelasdesplegadas,avanzóporlascalles,contorneólaiglesiayfueasaliraunmarinmenso.Ysiguieronnavegandohastaquedesapareciótodatierra,yvieronunabandadadecigüeñasquesemarchabandesupaísenbuscadeotromáscálido.Lasavesvolabanenfila,unatrasotra,yestabanya lejos,muy lejos.Unadeellassesentía tancansada,quesusalascasinopodíanyasostenerla;eralaúltimadelahilera,yvolabamuyrezagada.Finalmente,lavioperderaltura,conlasalasextendidas,yaunquepegóunosaletazos,todofueinútil.Tocóconlaspataselaparejodelbarco,deslizósevelaabajoy,¡bum!,fueacaersobrelacubierta.

Lacogióelgrumetey lametióenelgallinero, con lospollos, losgansosy lospavos;perolapobrecigüeñasesentíacohibidaentreaquellacompañía.

—¡Miradaésta!—exclamaronlospollos.Elpavosehinchótantocomopudoy lepreguntóquiénera.Lospatos todoera

andarareculones,empujándosemutuamenteygritando:«¡Cuidado,cuidado!».La cigüeña se puso a hablarles de la tórrida áfrica, de las pirámides y las

avestruces,quecorrenporeldesiertomásvelocesqueuncamellosalvaje.Pero lospatosnocomprendíansuspalabras,yreanudaronlosempujones:—Estamostodosdeacuerdoenqueestonta,¿verdad?

—Claro que es tonta!—exclamó el pavo, y soltó unos graznidos. Entonces lacigüeñasecallóysequedópensandoensuáfrica.

—¡Quépatastandelgadastieneusted!—dijolapava—.¿Acuántolavara?«¡Cuac,cuac,cuac!»,graznarontodoslosgansos;perolacigüeñahizocomosi

nolosoyera.—¿Porquénoteríesconnosotros?—ledijolapava—.¿Noteparecegraciosa

mipregunta?¿Oesqueestáporencimade tu inteligencia?¡Bah!¡Quéespíritu tanobtuso!Mejorserádejarla.

Ysoltóotrograznido,mientraslospatoscoreaban:«¡Cuac,cuac!¡cuac,cuac!».¡Diosmío,ycómosedivertían!

Pero Federico fue al gallinero, abrió la puerta y llamó a la cigüeña, que muycontentalosiguióalacubiertadandosaltos.

Estabayadescansada,yconsusinclinacionesdecabezaparecíadarlasgraciasaFederico.Desplególuegolasalasyemprendiónuevamenteelvuelohacialastierrascálidas,mientraslasgallinascloqueaban,lospatosgraznaban,yalpavoseleponíatodalacabezaencendida.

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—¡Mañana haremos una buena sopa contigo!—le dijo Federico, y en esto sedespertó,yseencontróensucamita.¡QuéextrañoviajelehabíaprocuradoaquellanochePegaojos!

Jueves

—¿Sabesqué?—dijoelduende—.Voyahacersalirunratoncillo,peronotengasmiedo,y le tendió lamano,mostrándoleel lindoanimalito.Havenidoa invitarteauna boda. Esta noche se casan dos ratoncillos. Viven abajo, en la despensa de tumadre;¡esunaviviendamuyhermosa!

—Pero¿cómovoyapasarpor la ratonera?—preguntóFederico.—.Déjalopormi cuenta—replicó Pegaojos—; verás cuán pequeño te vuelvo. Y lo tocó con sujeringuitamágica,yenseguidaFedericosefuereduciendo,reduciendo,hastanosermás largoqueundedo—.Ahora puedes pedirle su uniforme al soldadodeplomo;creoquetesentarábien,yensociedadlomejorespresentarsedeuniforme.

—Desde luego —respondió Federico, y en un momento estuvo vestido desoldadodeplomo.

—¿Haceelfavordesentarseeneldedaldesumadre?—preguntóelratoncito—.Seráparamíunhonorllevarlo.

—Silaseñoritaestanamable—dijoFederico;ysalieronparalaboda.Primero llegaronaun largocorredordel sótano, junto lobastantealtoparaque

pudiesen pasar con el dedal; y en toda su longitud estaba alumbrado con lafosforescenciademaderapodrida.

—¿Verdadquehuelebien?—dijoelratónquelollevaba—.Hanuntadotodoelpasilloconcortezadetocino.¡Ay,quecosatanrica!

Así llegaron al salón de la fiesta. A la derecha se hallaban reunidas todas lasratitas,cuchicheandoyhablándosealoído,quénoparecíasinoqueestuviesenapartirun piñón; y a la izquierda quedaban los caballeros, alisándose los bigotes con lapatita.Yenelcentrodelasalaaparecíalaparejadenovios,depiesobrelacortezadeun queso vaciado, besándose sin remilgos delante de toda la concurrencia, puesestabanprometidosydentrounosmomentosquedaríanunidosenmatrimonio.

Seguíanllegandoforasterosymásforasteros;todoeranapreturasypisotones;losnovios sehabíanplantadoante lamismapuerta,demodoquenodejabanentrarnisalir. Toda la habitación estaba untada de tocino como el pasillo, y en este olorconsistíaelbanquete;parapostrepresentaronunguisante, enelqueun ratónde lafamilia había marcado con los dientes el nombre de los novios, quiero decir lasiniciales.Jamásseviocosaigual.

Todoslosratonesafirmaronquehabíasidounabodahermosísima,yelbanquete,magnífico.

Federicoregresóentoncesasucasa;estabamuycontentodehaberconocidouna

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Page 132: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

sociedadtandistinguida;lástimaquehubieratenidoquereducirsetantodetamañoyvestirsedesoldaditodeplomo.

Viernes

¡Es increíble!, ¡cuánta gentemayor hay que quisiera tenerme a su lado!—dijoPegaojos—,sobretodolosquehancometidoalgunamalaacción.«Sueñecitobueno—medicen—,nopodemospegarlosojosynospasamosenvelatodalasantanoche,rumiando nuestras maldades, que, sentadas cual feos duendes sobre la cama, nosrocían con agua hirviente. ¡Ah, si vinieses tú a echarlos y nos deparases un buensueñecito!».Y,conunprofundosuspiro,añaden:«Telopagaríamosgustosos.Buenasnoches,Pegaojos.Eldineroestáen laventana».Peroyono lohagopordinero,—añadióelduende.

—¿Yquévamosahacerestanoche?—preguntóFederico.—¿Quémedicesdeiraotraboda?Esdistintadeladeanoche.Elgranmuñeco

detuhermana,quetieneaspectodehombreysellamaArmando,vaacasarseconlamuñecaBerta.Además,eselcumpleañosdeella,porloquellegaránmuchosregalos.

—Sí,yasé—respondióFederico—.Cadavezquelasmuñecasnecesitanvestidosnuevos,mihermanadicequeessucumpleañosolascasa.Lomenoslohahechocienveces.

—Si,peroestanocheeslabodanúmerocientouno,yestavezvaaserlaúltima.¡Seacabó!Poresoserádistintadelasdemás.¡Vamosallá!

Federicomiróhacia lamesa.Encimaestaba la casade cartón con las ventanasiluminadas, y, fuera, todos los soldados de plomopresentaban armas.La pareja denovios parecía muy pensativa—y no le faltaban motivos—. De pie, en el suelo,apoyábanselosdoscontralapatadelamesa.Pegaojos,vestidoconeltrajenegrodela abuela, los estaba casando. Terminada la ceremonia, todos los muebles de lahabitación entonaronun cantoquehabía compuesto el lápiz, conmúsicade retretamilitar,quedecíaasí:

Vendrálacanción,comoelviento,alaparejaquehoysedesposa.Estántiesoscomopalodehuso,puesquesondepieldecabritilla.¡Hurraporel

paloyporelcuero!¡Asícantamoshoyalvientoyaltiempo!Yluegorecibieronlosregalos;perohabíanrenunciadoatodolocomestible,pues

lesbastabaconsuamor.—¿Nosinstalamosenunacasitadeveraneoonosvamosdeviaje?—preguntóel

novio.Llamaronaconsejoalagolondrina,quetantastierrashabíarecorrido,yalagallina,queporcincoveceshabíaincubadosuspolluelos.Ylagolondrinahablódelosbellospaísescálidosdondecuelganlossuculentosracimosdeuvas,dondeelaireestibioylasmontañasostentancoloresqueaquísondesconocidos.

—Perono tienennuestrasberzas—observó lagallina—.Unveranoestuvecon

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mispolluelosenelcampo.Habíaunhoyodearena,dondeíbamosaescarbar,yluegonos dejaban entrar en un huerto de berzas. ¡Qué verdor, Dios mío! ¡No puedeimaginarsecosamáshermosa!

—¡Bah,todaslascolessoniguales!—dijolagolondrina—.Yademás,aquíhacemuymaltiempo.

—Yaestamosacostumbrados.—Perohacefríoyhiela.—¡Estoesbuenoparalasberzas!—replicólagallina—.Ytampocofaltaelcalor.

¿Noteacuerdaselveranoquehizo,unosañosatrás,quecasinosepodíarespirar?Yluego aquí no hay aquellos bichos venenosos que viven en aquellas tierras, nitenemosbandidos.Quiendigaquenuestropaísnoeselmáshermosodetodosesundesalmado,ynomereceestaraquí—.Y,echándoseallorar,lagallinaprosiguió:—.Tambiényoheviajado.¡Amásdedoceleguasdeaquílleguéunavez!Laverdad,noesunplacerviajar.

—Sí,lagallinaesunamujerrazonable—dijolamuñecaBerta—.Nomeapeteceirporlasmontañas;todoessubirparaluegovolverabajar.No,mejorseráirnosalhoyodearenayapasearporelhuertodecoles.

Yenesoquedaron.

Sábado

—¿Mecontarásmáscuentos?—preguntóFedericotanprontocomoPegaojoslohubosumidoenelsueño.

—Estanochenotendremostiempo—contestóelduende,abriendoelmásbonitode sus paraguas—. ¡Mira los chinos!—. Todo el paraguas parecía un gran tazónchino,conárbolesazulesypuentesenángulo,sobreloscualeshabíachinitosdepie,saludandoconlacabeza—.Paramañanatenemosqueengalanaratodoelmundo—dijoPegaojos—,puesmañanaesdomingo.Hedevisitarloscampanariosparaversilosduendecillosbruñenlascampanas,paraquesuenenmejor;mellegaréalcampoacuidardequeelvientoquiteelpolvodelashierbasylashojas,yluego,yésteeseltrabajo principal, descolgaré las estrellas para sacarles brillo. Me las pongo en eldelantal, pero antes tengoquenumerarlas todas, así como los agujerosqueocupanallá arriba, paravolver a colocarlas luegoen sus lugares correspondientes.Deotromodonoquedaríanbiensujetasytendríamosdemasiadasestrellasfugaces,porquesevendríanabajorodandounatrasotra.

—Permítameunaobservación,señorPegaojos—dijounviejoretratoquecolgabadeunapareddelcuartodeFederico—.YosoyelbisabuelodeFederico.Leagradezcoquecuentehistoriasalniño,perono le embrolle las ideas.Lasestrellasnopuedenbajarse ni pulimentarse. Son esferas, lo mismo que nuestra Tierra, y esto esprecisamenteloquetienendebueno.

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—Gracias,viejobisabuelo—respondióPegaojos—,¡muchasgracias!Si túeresel cabeza de la familia, yo soy aún más viejo que tú. Soy un viejo pagano; losromanos y los griegosme llamaronMorfeo.He estado en las casasmás nobles, ytodavía voy a ellas; y sé tratar lo mismo con los humildes que con los grandes.¡Ahoracuentatú!—.YPegaojoscerrósuparaguasysefue.

—¡Vaya,vaya!¡Quénopuedaunodecirloquepiensa!—refunfuñóelretrato.EntoncessedespertóFederico.

Domingo

¡Buenas noches!—dijo Pegaojos; y Federico, saludándolo con un gesto de lacabeza,volviócontralaparedelretratodesubisabueloparaevitarquesemetiesedenuevoenlaconversación,comolavíspera.

—Ahoravasacontarmecuentos:eldeloscincoguisantesverdesquevivíanenuna vaina, y el del ranúnculo que hacía la corte a la francesilla, y el de la agujasaquera,tanpagadadesí,quesecreyóserunaagujadecoser.

—¡Moderación, niño, que no hay que abusar ni de lo bueno! —respondió elduende—.Yasabescuántomegustaenseñartecosasnuevas.Hoytepresentaréamihermano.SellamaPegaojos,comoyo,peronuncasepresentamásqueunavezaunapersona,ycuando lohacese la llevaensucaballoy lecuentahistorias.Sólosabedos:unadeellas,tanhermosaquenadieenelmundoseríacapazdeimaginársela;laotraestanfeayhorrible,quenopuededescribirse—.Y,levantandoaFedericohastalaventana,ledijo:

—Verásahoraamihermano: lo llaman también laMuerte. ¿Laves?Noes tanhorrible como la pintan en los libros de estampas, donde aparece en forma deesqueleto. No. Lleva un vestido recamado de plata, un hermosísimo uniforme dehúsar,yasuespalda, sobreelcaballo,ondeaunmantode terciopelonegro. ¡Fíjatecómogalopa!

Federico vio a la Muerte corriendo veloz y llevándose en su carrera a sereshumanos,viejosyjóvenes.Aunoslossentabadelante,aotrosenlagrupadelcaballo,pero a todos lespreguntaba:—¿Qué tal, tu librodenotas?—. ¡Bien!—respondíantodos.—.¡Quieroverlo!—decíaella,ynoteníanmásremedioqueenseñárselo.Losque tenían «bien» o «sobresaliente», pasaban a la parte delantera del corcel ydisfrutabandebellísimashistorias;pero losque tenían«pasadero»o«regular»eranpuestos sobre la grupa y debían escuchar cuentos horribles; temblaban y lloraban,esforzándoseporsaltardelcaballo;peroerainútil,puesestabanpegadosaél.

—¡PerosilaMuerteesunPegaojosestupendo!—exclamóFederico—.Nomedanipizcademiedo.

—Claro,notienesporquétemerle—contestóelduende—;tú,sóloprocurallevarbuenasnotas.

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—Estosíqueesinstructivo—murmuróelretratodelbisabuelo—.Almenossirvedealgodecirloqueunopiensa—.Ysesintiósatisfecho.

YéstaeslahistoriadePegaojos.Alomejorestamismanochevieneacontartesuscuentos.

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Elviejofarol

(Dengamlegadelygte)

¿Hasoído lahistoriadelviejo farolde lacalle?Noesmuyalegreporcierto; sinembargo,valelapenaoírla.

Eraunbuenfarolquehabíaestadoalumbrandolacalledurantemuchosaños.Lodieron de baja, y aquélla era la última noche que, desde lo alto de su poste, debíaenviarsuluzalacalle.Poresosuestadodeánimoeraalgoparecidoaldeunaviejabailarina que da su última representación, sabiendo que al día siguiente habrá deencerrarse,olvidada,ensubuhardilla.Elfarolteníamiedodeldíasiguiente,puesnoignorabaqueseríallevadoporprimeravezalascasasconsistoriales,dondeel«ilustreConcejomunicipal» dictaminaría si era aún útil o inútil. Decidirían entonces si loenviaríanailuminarunodelospuentesounafábricadelcampo;talveziríaapararaunafundición,comochatarra,yentoncespodríaconvertirseenmilcosasdiferentes;peroloatormentabaladudadesiensunuevacondiciónconservaríaelrecuerdodesuexistenciacomofarol.Loquesíeraseguroesquedeberíasepararsedelvigilanteysumujer,aquienesconsiderabacomosufamilia:seconvirtióenfaroleldíaenqueelhombrefuenombradovigilante.Poraquelentonceslamujereramuyperipuesta;sóloalanochecer,cuandopasabaporallí,levantabalosojosparamirarlo;perodedíanolo hacía jamás.En cambio, en el curso de los últimos años, cuando ya los tres, elvigilante, sumujeryel farol,habíanenvejecido, ella lohabíacuidado, limpiado lalámpara y echado aceite. Era unmatrimonio honrado, y a la lámpara no le habíanestafado ni una gota. Y he aquí que aquélla era su última noche de calle; al díasiguientelollevaríanalayuntamiento.Estospensamientosteníanmuyperturbadoalfarol; imaginaos, pues, cómo ardería. Pero por su cabeza pasaron también otrosrecuerdos;habíavistomuchascosaseiluminadootrasmuchas,acasotantascomoel«ilustreConcejomunicipal»;peroselocallaba,porqueeraunfarolviejoyhonradoynoqueríadespotricarcontranadie,ymenoscontraunaautoridad.Pensóenmuchascosas, mientras oscilaba su llama; era como si un presentimiento le dijese: «Sí,también se acordarán de ti. Allí estaba aquel apuesto joven —¡ay, cuántos añoshabíanpasado!que llegóconunacartaescritaenelegantepapelcolorde rosa,concantodoradoyfinaescriturafemenina.Laleyódosveces,y,besándola,levantóhastamílamirada,quedecía:—.¡Soyelmásfelizdeloshombres!—Sóloélyyosupimosloquedecíaaquellaprimeracartadelaamada.Recuerdotambiénotropardeojos;¡escurioso,lossaltosquepuedendarseconelpensamiento!Ennuestracallehuboundíaunmagníficoentierro; lamujer, jovenybonita,yacíaenel féretro,enelcochefúnebre tapizado de terciopelo. Lucían tantas flores y coronas, y brillaban tantos

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blandones,queyoquedécasieclipsado.Toda laaceraestaba llenadepersonasqueacompañabanalcadáver;perocuandotodoslosciriossehubieronalejadoyyomiréamialrededor,quedabasolamenteunhombrejuntoalposte,llorando,ynuncaolvidaréaquellosojosllenosdetristezaquememiraban».Muchospensamientospasaronasíporlamentedelviejofarol,quealumbrabalacalleporvezpostrera.Elcentinelaqueesrelevadoconoceporlomenosasusucesorypuededecirleunaspalabras;peroelfarol no conocía al suyo, y, sin embargo, le habría proporcionado algunasinformacionesacercadelalluviaylaniebla,dehastadóndellegabalaluzdelalunaenlaacera,ydequéladosoplabaelviento.

Enelarroyohabíatrespersonajesquesehabíanpresentadoalfarol,enlacreenciadequeélteníaatribucionesparadesignarasusucesor.Unodeelloseraunacabezade arenque, que en la oscuridad es fosforescente, por lo cual pensaba querepresentaría un notable ahorro de aceite si lo colocaban en la cima del poste dealumbrado. El segundo aspirante era un pedazo de madera podrida, el cual lucetambién,yaunmásqueunbacalao,segúnafirmabaél,diciendo,además,queeraelúltimo restodeunárbol,queantañohabía sido lagloriadelbosque.El terceroerauna luciérnaga. De dónde procedía, el farol lo ignoraba, pero lo cierto era que sehabíapresentadoyqueeracapazdedarluz;sinembargo,lacabezadearenqueylamaderapodridaasegurabanquesólopodíabrillaradeterminadashoras,porloquenomerecíasertomadaenconsideración.

El viejo farol objetó que ninguno de los tres poseía la intensidad luminosasuficiente para ser elevado a la categoría de lámpara callejera, pero ninguno se locreyó, y cuando se enteraron de que el farol no estaba facultado para otorgar elpuesto, manifestaron que la medida era muy acertada, pues realmente estabademasiadodecrépitoparapoderelegirconjusticia.

Entonces llegó el viento, que venía de la esquina y sopló por el tubo deventilacióndelviejofarol.

—¡Quéoigo!—dijo—.¿Quémañana temarchas?¿Éstaes laúltimanochequenosencontramos?Enesecasovoyahacerteunregalo;voyaaireartelacabezadetalmodo,quenosólorecordarásclarayperfectamentetodoloquehasoídoyvisto,sinoqueademásverásconlamayorlucidezcuantoseleaosecuenteentupresencia.

—¡Buenoes esto!—dijo el viejo farol—.Muchasgracias. ¡Con tal quenomefundan!

—Noloharántodavía—dijoelviento—,yahoravoyasoplarentumemoria.Siconsiguesmásregalosdeestaclase,disfrutarásdeunavejezdichosa.

—¡Contalquenomefundan!—repitióelfarol—.¿Podríastambiénenestecasoasegurarmelamemoria?

—Viejofarol,sérazonable—dijoelvientosoplando.Enaquelmismomomentosaliólaluna—.¿Yustedquéregalotrae?—preguntóelviento.

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—Yono regalonada—respondió la luna—.Estoy enmenguante, y los farolesnuncamehaniluminado,sinoalcontrario,soyyoquienhedadoluzalosfaroles—.Yasídiciendo,lalunaseocultódenuevodetrásdelasnubes,puesnoqueríaquelaimportunasen.

Cayóentoncesunagotadeagua,comodeunagotera,yfueadarenel tubodeventilación;perodijoqueprocedíadelasgrisesnubes,yeratambiénunregalo,acasoelmejordetodos.

—Te penetro de talmanera, que tendrás la propiedad de transformarte, en unanoche,silodeseas,enherrumbre,desmoronándoteyconvirtiéndoteenpolvo—.Alfarolleparecióaquélunregalomuypocoenvidiable,yelvientoestuvodeacuerdoconél—.¿Notienenadamejor?¿Notienenadamejor?—soplócontodasufuerza.Enestocayóunabrillanteestrellafugaz,quedibujóunalargaestelaluminosa.

—¿Quéhasidoesto?—exclamólacabezadearenque—.¿Noacabadecaerunaestrella? Me parece que se metió en el farol. ¡Caramba!, si personajes tanencumbradossolicitantambiénelcargo,yapodemosnosotrosretirarnosacasita—.Y así lo hizo, junto con sus compañeros. Pero el farol brilló de pronto con unaintensidad asombrosa—. ¡Éste sí que ha sido un magnífico regalo!—dijo—. Lasestrellasrutilantes,quetantomegustaronsiempreyquebrillantanmaravillosamente,muchomásde loqueyohayapodidohacerlonuncaapesarde todosmisdeseosyesfuerzos,hanreparadoenmí,pobreviejofarol,ymehanenviadounregaloporunadeellas.Yeste regaloconsisteenque todo loqueyopiensoyveo tanclaramente,también puede ser visto por todos aquellos a quienes quiero. Y éste si que es unverdaderoplacer,pueslaalegríacompartidaesdoblealegría.

—Esunpensamientomuydigno—dijoelviento—,pero,¿nosabesquetambiénlasvelaspertenecenaestaclase?Sinoenciendendentrode tiunavela,nopuedesayudaranadieavernada.Enestonohanpensadolasestrellas;creenquetodoloquebrillatieneensí,porlomenos,unavela.Peroestoycansado—añadióelvientovoyaecharmeunrato—.Ysecalmó.

Aldíasiguiente—bueno,eldíapodemossaltarlo—,alanochesiguienteestabaelfarol en la butaca. ¿Y dónde? Pues en casa del vigilante, el cual había rogado alilustre Concejo Municipal que le permitiese guardarlo, en pago de sus muchos ybuenosservicios.Serierondeél,peroselodieron,yahítenéisanuestrofarolenlabutaca,alladodelaestufaencendida;yparecíacomosihubiesecrecido,tanto,queocupabacasitodoelsillón.Losviejosestabancenando,ydirigíandevezencuandoafectuosasmiradasalfarol,alquegustososhabríanasignadounpuestoenlamesa.Su vivienda estaba en el sótano, a dos buenas varas bajo tierra. Para llegar a suhabitaciónhabíaqueatravesaruncorredorenlosado,perodentrola temperaturaeraagradable,pueshabíanpuestoburleteenlapuerta.Elcuartoteníaunaspectolimpioyaseado,concortinasentornoalascamasyenlasventanitas,sobrelascualesseveían

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dos singulares macetas, que el marinero Christian había traído de las IndiasOrientalesuOccidentales.Erandoselefantesdearcilla,alosquefaltabaeldorso;enel lugar de éste brotaban, de la tierra que llenaba el cuerpo de los elefantes, unmagnífico puerro y un gran geranio florido: la primera maceta era el huerto delmatrimonio; la segunda, su jardín.De la pared colgabaungran cuadrodevistososcolores: «El Congreso de Viena». De este modo tenían reunidos a todos losemperadores y reyes. Un reloj de Bornholm, con sus pesas de plomo, cantaba sueterno tic-tac, adelantándose siempre; peromejor es un reloj que adelanta que unoqueatrasa,pensabanlosviejos.

Estaban,pues,comiendosucena,segúnyadijimos,conelfaroldepositadoenelsillón,cercadelaestufa.Alfarolparecíalequeaquelloeraelmundoalrevés.Perocuandoelvigilante,mirándolo,empezóahablardeloquehabíanpasadojuntos,bajolalluviaylaniebla,enlasclarasybrevesnochesdeveranoylaépocadelasnieves,enquetantohabíadeseadoélregresarasusótano,el farolsintióquetodovolvíaaestarensusitio,puesveíatodoloqueelotrocontaba,comosiestuvieseallímismo.Realmenteelvientolohabíailuminadopordentro.

Erandiligentesydespiertoslosdosviejos;niunahorapermanecíanociosos.Enla tarde del domingo sacaban del armario algún libro, generalmente un relato deviajes,yelviejoleíaenvozaltaacercadeáfrica,consusgrandesselvasyelefantessalvajes, y la anciana escuchaba atentamente, dirigiendo miradas de reojo a lasmacetasdearcillaen figuradeelefantes—. ¡Meparececasique losveo!—decía.Entonces,elfarolexperimentabavivísimosdeseosdetenerallíunavela,paraquelaencendiesenensuinterior;así,lamujerveríalascosasconlamismaclaridadqueél:los corpulentos árboles, las entrelazadas ramas, los negros a caballo y grandesmanadasdeelefantesaplastandoconsusanchospiesloscañaveralesylosarbustos.

—¿De qué me sirven todas mis aptitudes, si no hay aquí ninguna vela? —suspirabaelfarol—.Sólotienenaceiteylucesdesebo,peroesonoessuficiente.

Un día apareció en el sótano todo un paquete de cabos de vela; los mayoresfueronencendidos,ylosmáspequeñoslosutilizólaviejaparaencerarelhilocuandocosía.Ya tenían luzdevela,peroaningunode losancianosse leocurríaponeruncaboenelfarol.

—Yyoaquíquieto,conmisrarasaptitudes—decíaéste—.Loposeotodoynopuedocompartirloconellos.Nosabenquepodríatransformarlasblancasparedesenhermosísimos tapices, en ricos bosques, en todo cuanto pudieran apetecer. ¡No losaben!

Porlodemás,elfaroldescansabamuylimpitoyaseadoenunrincón,bienvisibleatodashoras;yauncuandolagentedecíaqueerauntrastoviejo,elvigilanteysumujerloseguíanguardando;leteníanafecto.

Undía—eraelcumpleañosdelvigilante—,laviejaseacercóalfarolydijo:

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—Voyailuminarlacasaentuobsequio.El farol hizo crujir el tubo de ventilación, pensando: «¡Ahora verán lo que es

luz!». Pero en lugar de una vela le pusieron aceite. Ardió toda la noche, perosabiendoqueeldonqueleconcedieranlasestrellas,elmejordondetodos,seriauntesoromuertoparaestavida.Ysoñó—cuandoseposeensemejantesfacultades,biensepuedesoñar—quelosviejoshabíanmuerto,yqueélhabíaidoapararalfundidore iba a ser fundido; temía también que lo llevasen al ayuntamiento, y el ilustreConcejoMunicipallocondenase;peroauncuandoposeíalapropiedaddeconvertirseenherrumbreypolvoasuantojo,nolohizo.Asípasóalhornodefundiciónyfuetransformado en hermosísimo candelabro de hierro, destinado a sostener un cirio.Diéronle formadeángel,unángelquesosteníaun ramode flores;enelcentrodelramo pusieron la vela, y el candelabro fue colocado sobre una mesa escritoriocubierta de un paño verde. La habitación era acogedora; había muchos libros,colgaban hermosos cuadros —era la morada de un poeta, y todo lo que decía yescribía se reflejaba en derredor. La habitación evocaba espesos bosques oscuros,prados bañados de sol donde se paseaba arrogante la cigüeña, cubiertas de navesmecidasporlasolas…

—¡Quéaptitudestengo!—dijoelfarolaldespertarse—.Casideberíadesearqueme fundieran. Pero no, nomientras vivan estos viejos.Me quieren pormímismo.Vengoaserunpococomosuhijo,puesmecuidaronymedieronaceite,ylopasotanbiencomo«ElCongreso»,contodoyseréltannoble.

Desde aquel díamenguó su agitación interior; y bien se lomerecía el viejo yhonradofarol.

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Lagotadeagua

(Vanddråben)

Seguramentesabesloqueesuncristaldeaumento,unalentecircularquehacelascosascienvecesmayoresdeloqueson.Cuandosecogeysecolocadelantedelosojos,ysecontemplaasutravésunagotadeaguadelabalsadealláfuera,sevenmásdemilanimalesmaravillososque,deotromodo,pasaninadvertidos;y,sinembargo,están allí, no cabe duda. Diríase casi un plato lleno de cangrejos que saltan enrevoltijo.Sonmuyvoraces,searrancanunosaotrosbrazosypatas,muslosynalgas,y,noobstante,estánalegresysatisfechosasumanera.

PuesheaquíquevivíaenotrotiempounancianoaquientodosllamabanCrible-Crable, pues tal era su nombre.Quería siempre hacerse con lomejor de todas lascosas, y si no se lo daban, se lo tomaba por arte demagia. Así, peligraba cuantoestabaasualcance.

El viejo estaba sentado un día con un cristal de aumento ante los ojos,examinandounagotadeaguaquehabíaextraídodeuncharcodelfoso.¡Diosmío,quehormiguero!Unsinfíndeanimalitosyendodeunladoparaotro,yvengasaltarybrincar,vengazamarrearseydevorarsemutuamente.

—¡Quéasco!—exclamóelviejoCrible-Crable—.¿Nohabrámododeobligarlosavivirenpazyquietud,ydehacerquecadaunosecuidedesuscosas?—.Ypiensaquetepiensa,perocomonoencontrabalasolución,tuvoqueacudiralabrujería.

—Hayquedarlescolor,parapoderverlosmásbien—dijo,y lesvertióencimauna gota de un líquido parecido a vino tinto, pero que en realidad era sangre dehechiceradelamejorclase,deladeaseispeniques.Ytodoslosanimalitosquedaronteñidosderosa;parecíaunaciudadllenadesalvajesdesnudos.

—¿Quétienesahí?—lepreguntóotroviejobrujoquenoteníanombre,yestoeraprecisamentelobuenodeél.

—Siadivinasloquees—respondióCrible-Crable—,teloregalo;peronoestanfácilacertarlo,sinosesabe.

Elbrujoinnominadomiróporlalupayvioefectivamenteunacosacomparableaunaciudaddonde toda lagente corríadesnuda.Erahorrible, peromáshorrible eraaúnvercómotodosseempujabanygolpeaban,sepellizcabanyarañaban,mordíanydesgreñaban.Elqueestabaarribaqueríairseabajo,yviceversa.

—¡Fíjate, fíjate!,supataesmás largaque lamía. ¡Paf! ¡Fueraconella!Ahívauno que tiene un chichón detrás de la oreja, un chichoncito insignificante, pero leduele,ytodavíalevaadolermás.

Y se echaban sobre él, y lo agarraban, y acababan comiéndoselo por culpa del

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chichón. Otro permanecía quieto, pacífico como una doncellita; sólo pedíatranquilidadypaz.Peroladoncellitanopudoquedarseensurincón:tuvoquesalir,laagarrarony,enunmomento,estuvodescuartizadaydevorada.

—¡Esmuydivertido!—dijoelbrujo.—Sí, pero ¿qué crees que es? —preguntó Crible-Crable—. ¿Eres capaz de

adivinarlo?—Toma,puesesmuy fácil—respondióelotro—.EsCopenhagueocualquiera

otragranciudad,todassoniguales.Esunagranciudad,laquesea.—¡Esaguadelcharco!—contestóCrible-Crable.

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Lacasavieja

(Detgamlehus)

Habíaenunacallejuelaunacasamuyvieja,muyvieja;teníacasitrescientosaños,según podía leerse en las vigas, en las que estaba escrito el año, en cifras talladassobreunaguirnaldadetulipanesyhojasdelúpulo.Habíatambiénversosescritosenelestilodelostiempospasados,ysobrecadaunadelasventanasenlaviga,seveíaesculpidaunacaragrotesca, amododecaricatura.Cadapiso sobresalíamuchodelinferior,ybajoeltejadohabíanpuestounagoteraconcabezadedragón;elaguadelluvia salía por sus fauces, pero también por su barriga, pues la canal tenía unagujero.

Todaslasotrascasasdelacalleerannuevasybonitas,congrandescristalesenlasventanasyparedeslisas;bienseveíaquenadaqueríantenerencomúnconlavieja,yseguramentepensaban:

«¿Hastacuándoseguiráesteviejoarmatoste,paravergüenzadelacalle?Además,elbalcónsobresaledetalmodoquedesdenuestrasventanasnadiepuedeverloquepasa allí. La escalera es ancha como la de un palacio y alta como la de uncampanario.Labarandilladehierroparecelapuertadeunpanteón,yademástienepomosdelatón.¡Habrásevisto!».

Frenteporfrentehabíatambiéncasasnuevasquepensabancomolasanteriores;pero en una de sus ventanas vivía un niño de coloradas mejillas y ojos claros yradiantes,alquelegustabalaviejacasa,tantoalaluzdelsolcomoaladelaluna.Seentreteníamirandosusdecrépitasparedes,ysepasabahorasenterasimaginandoloscuadrosmássingularesyelaspectoqueañosatrásdebíadeofrecerlacalle,consusescaleras,balconesypuntiagudoshastiales;veíapasarsoldadosconsusalabardasycorrerloscanalonescomodragonesyvestiglos.Erarealmenteunacasanotable.Enelpiso alto vivía un anciano que vestía calzón corto, casaca con grandes botones delatónyunamajestuosapeluca.Todaslasmañanasibaasucuartounviejosirviente,quecuidabadelalimpiezayhacíalosrecados;aparteél,elancianodeloscalzonescortos vivía completamente solo en la vetusta casona. A veces se asomaba a laventana;elchiquillolosaludabaentoncesconlacabeza,yelancianolecorrespondíade igual modo. Así se conocieron, y entre ellos nació la amistad, a pesar de nohabersehabladonunca;peroestonoeranecesario.

Elchiquillooyócómosuspadresdecían:—Elviejodeenfrenteparecevivircondesahogo,peroestáterriblementesolo.Eldomingosiguienteelniñocogióunobjeto,loenvolvióenunpedazodepapel,

salióalapuertaydijoalmandaderodelanciano:

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Page 144: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—Oye, ¿quiereshacermeel favordedar estodemiparte al anciano señorquevivearriba?Tengodossoldadosdeplomoyledoyuno,porqueséqueestámuysolo.

Elviejosirvienteasintióconungestodeagradoyllevóelsoldadodeplomoalaviejacasa.Luegovolvióconelencargodeinvitaralniñoavisitarasuvecino,yelniñoacudió,despuésdepedirpermisoasuspadres.

Lospomosde latónde labarandillade laescalerabrillabanmuchomásquedecostumbre; diríase que los habían pulimentado con ocasión de aquella visita; yparecíaquelostrompeterosdetalla,queestabanesculpidosenlapuertasaliendodetulipanes, soplaran con todas sus fuerzas y con los carrillosmuchomás hinchadosque lo normal. «¡Taratatrá! ¡Qué viene el niño! ¡Taratatrá!», tocaban; y se abrió lapuerta. Todas las paredes del vestíbulo estaban cubiertas de antiguos cuadrosrepresentando caballeros con sus armaduras y damas vestidas de seda; y las armasrechinaban, y las sedas crujían.Venía luego una escalera que, después de subir unbuen trecho, volvía a bajar para conducir a una azoteamuydecrépita, congrandesagujerosylargasgrietas,delasquebrotabanhierbasyhojas.Todalaazotea,elpatioy las paredes estaban revestidas de verdor, y aun no siendo más que un terrado,parecía un jardín. Había allí viejas macetas con caras pintadas, y cuyas asas eranorejasdeasno;perolasflorescrecíanasuantojo,comoplantassilvestres.Deunodelos tiestos se desparramaban en todos sentidos las ramas y retoños de una espesaclavellina,ylosretoñoshablabanenvozalta,diciendo:«¡Herecibidolacariciadelaireyunbesodelsol,yéstemehaprometidounaflorparaeldomingo,unaflorecitaparaeldomingo!».

Pasóluegoaunahabitacióncuyasparedesestabanrevestidasdecuerodecerdo,estampadodefloresdoradas.

Eldoradosedesluceperoelcueroqueda,decíanlasparedes.

Había sillones de altos respaldos, tallados de modo pintoresco y con brazos aambos lados. «¡Siéntese! ¡Tome asiento! —decían—. ¡Ay! ¡Cómo crujo!Seguramentetendrélagota,comoelviejoarmario.Lagotaenlaespalda,¡ay!».

Finalmente, el niño entró en la habitación del mirador, en la cual estaba elanciano.

—Muchasgraciasporelsoldadodeplomo,amiguitomío—dijoelviejo—.Ymilgraciastambiénportuvisita.

«¡Gracias, gracias!», o bien «¡crrac, crrac!», se oía de todos losmuebles. Erantantos,quecasiseestorbabanunosaotros,pues,todosqueríanveralniño.

En el centro de la pared colgaba el retrato de una hermosa dama, de aspectoalegreyjuvenil,perovestidaalaantigua,conelpeloempolvadoylastelastiesasy

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holgadas;nodijoni«gracias»ni«crrac»,peromiraba al pequeñoconojosdulces.Éstepreguntóalviejo:

—¿Dedóndelohassacado?—Del ropavejero de enfrente—respondió el hombre—.Tienemuchos retratos.

Nadielosconocenisepreocupadeellos,puestodosestánmuertosyenterrados;peroaéstalaconocíyoentiempos;haceyacosademediosigloquemurió.

Bajoelcuadrocolgaba,dentrodeunmarcoycubiertoconcristal,unramilletedefloresmarchitas; seguramente habrían sido cogidas tambiénmedio siglo atrás, tanviejasparecían.Elpéndulodelgranrelojmarcabasutictac,ylasmanecillasgiraban,ytodaslascosasdelahabitaciónseibanvolviendoaúnmásviejas;peroellosnolonotaron.

—Encasadicen—observóelniño—quevivesmuysolo.—¡Oh! —sonrió el anciano—, no tan solo como crees. A menudo vienen a

visitarme losviejospensamientos, con todo loque traen consigo, y, además, ahorahasvenidotú.Notengoporquéquejarme.

Entonces sacó del armario un libro de estampas, entre las que figuraban largascomitivas,cochessingularísimoscomoyanosevenhoydía,soldadosyciudadanosconlasbanderasdelascorporaciones:ladelossastresllevabaunastijerassostenidaspordosleones;ladeloszapaterosibaadornadaconunáguila,sinzapatos,escierto,pero con dos cabezas, pues los zapateros lo quieren tener todo doble, para poderdecir:esunpar.¡Quéhermosolibrodeestampas!

El anciano pasó a otra habitación a buscar golosinas, manzanas y nueces; enverdadquelaviejacasanocarecíadeencantos.

—¡Nolopuedoresistir!—exclamódesúbitoelsoldadodeplomodesdesusitioencimadelacómoda—.Estacasaestásolaytriste.No;quienhaconocidolavidadefamilia, no puede habituarse a esta soledad. ¡No lo resisto! El día se haceterriblementelargo,ylanoche,máslargaaún.Aquínoescomoentucasa,dondetupadre y tu madre charlan alegremente, y donde tú y los demás chiquillos estáissiempre alborotando. ¿Cómopuedeel viejovivir tan solo? ¿Imaginas loque esnorecibirnuncaunbeso,niunamiradaamistosa,ounárboldeNavidad?Unatumbaestodoloqueespera.¡Nopuedoresistirlo!

—Nodebestomarlotanalatremenda—respondióelniño—.Yomesientomuybien aquí. Vienen de visita los viejos pensamientos, con toda su compañía derecuerdos.

—Sí, pero yo no los veo ni los conozco—insistió el soldado de plomo—.Nopuedosoportarlo.

—Puesnotendrásmásremedio—dijoelchiquillo.Volvió el anciano con cara risueña y con riquísimas confituras, manzanas y

nueces,yelpequeñoyanoseacordómásdelsoldado.

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Regresó a su casa contentoy feliz; transcurrierondías y semanas; entre él y laviejacasasecruzaronnopocasseñasdesimpatía,yunbuendíaelchiquillorepitiólavisita.

Lostrompeterosdetallatocaron:«¡Taratatrá!¡Ahíllegaelpequeño!¡Taratatrá!»;entrechocaron los sables y las armaduras de los retratos de los viejos caballeros,crujieronlassedas,«habló»elcuerodecerdo,ylosantiguossillonesquesufríandegota en la espalda soltaron su ¡ay! Todo ocurrió exactamente igual que la primeravez,puesallítodoslosdíaseraniguales,ylashorasnoloeranmenos.

—¡Nopuedoresistirlo!—exclamóelsoldado—.Helloradolágrimasdeplomo.¡Qué tristeza la de esta casa! Prefiero queme envíes a la guerra, aunque haya deperderbrazosypiernas.Siquieraallíhayvariación.¡Noloresistomás!Ahorayasélo que es recibir la visita de sus viejos pensamientos, con todos los recuerdos quetraen consigo. Losmíosme han visitado también, y, créeme, a la larga no te danningúnplacer;heestadoapuntodesaltardelacómoda.Osveíaatodosalláenfrente,en casa, tan claramente como si estuvieseis aquí; volvía a ser un domingo por lamañana,yasabesloquequierodecir.Todoslosniñoscolocadosdelantedelamesa,cantabaisvuestracanción,ladetodaslasmañanas,conlasmanitasjuntas.Vuestrospadres estaban también con aire serio y solemne, y entonces se abrió la puerta ytrajeronavuestrahermanitaMaría,quenohacumplidoaúnlosdosañosysiempreseponeabailarcuandooyemúsica,decualquierespeciequesea.Noestababienquelohiciera, pero se puso a bailar; nopodía seguir el compás, pues las notas eranmuylargas;primerosesosteníasobreunapiernaeinclinabalacabezahaciadelante,luegosobrelaotrayvolvíaainclinarla,perolacosanomarchaba.Todosestabaisallímuyserios,locualnooscostabapocoesfuerzo,peroyomereíaparamisadentros,y,alfin,mecaídelamesaymehiceunchichónqueaúnmedura;peroreconozcoquenoestuvobienquemeriera.Yahoratodovuelveadesfilarpormimemoria;yestosonlos viejos pensamientos, con lo que traen consigo. Dime, ¿cantáis todavía losdomingos? Cuéntame algo de Marita, y ¿qué tal le va a mi compañero, el otrosoldadodeplomo?Deseguroqueesfeliz.¡Vamos,quenopuedoresistirlo!

—Losiento,peroyanomeperteneces—dijoelniño—.Teheregalado,ytienesquequedarte.¿Nolocomprendes?

Entróelviejoconunacajaqueconteníamuchascosasmaravillosas:unacasitadeyeso,unbotedebálsamoynaipesantiguos,grandesydoradoscomohoyyanoseestilan.Abriómuchoscajones,ytambiénelpiano,cuyatapateníapintadounpaisajeenlaparteinterior;diounsonidoroncocuandoelhombrelotocó;yenvozqueda,éstesepusoacantarunacanción.

—¡Ellasí sabíacantarla!—dijo, indicandoconungestode lacabezaelcuadroquehabíacompradoaltrapero;yensusojosaparecióunbrilloinusitado.

—¡Quiero ira laguerra,quiero ira laguerra!—gritóel soldadodeplomocon

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todassusfuerzas;yseprecipitóalsuelo.¿Dóndesehabrámetido?Lobuscóelviejoylobuscóelniño,peronolograron

dar con él.—Ya lo encontraré—dijo el anciano—; pero no hubomodo, el sueloestabademasiadoagujereado;elsoldadohabíacaídoporunagrieta,yfueapararaunfosoabierto.

Pasó el día, y el niño se volvió a su casa. Transcurrió aquella semana y otrasvarias. Las ventanas estaban heladas; el pequeño, detrás de ellas, con su aliento,conseguíadespejarunamirillaenelcristalparapoderverlacasadeenfrente:lanievellenabatodaslasvolutaseinscripcionesyseacumulabaenlasescaleras,comosinohubiesenadieenlacasa.Y,enefecto,nohabíanadie:elviejohabíamuerto.

Al anochecer, un coche se paró frente a la puerta y lo bajaron en el féretro;reposaríaenelcampo,enelpanteónfamiliar.Aélseencaminóelcarruaje,sinquenadieloacompañara;todossusamigosestabanyamuertos.Alpasar,elniño,conlasmanos,envióunbesoalataúd.

Algunosdíasdespuéssecelebróunasubastaenlaviejacasa,yelpequeñopudover desde su ventana cómo se lo llevaban todo: los viejos caballeros y las viejasdamas,lasmacetasdelargasorejasdeasno,losviejossillonesylosviejosarmarios.Unosobjetospartíanenunadirección,yotros,enlaopuesta.Elretratoencontradoencasa del ropavejero fue de nuevo al ropavejero, donde quedó colgando ya parasiempre,puesnadieconocíaalamujerniseinteresabayaporelcuadro.

Enprimaveraderribaronlacasa,pueseraunaruina,segúndecíalagente.Desdela calle se veía el interior de la habitación tapizada de cuero de cerdo, roto ydesgarrado; y las plantas de la azotea colgaban mustias en torno a las vigasdecrépitas.Todoselollevaron.

—¡Yaerahora!—exclamaronlascasasvecinas.Enelsolarquehabíaocupadolacasaviejaedificaronotranuevayhermosa,con

grandes ventanas y lisas paredes blancas; en la parte delantera dispusieron unjardincito,conparrassilvestresquetrepabanporlasparedesdelvecino.Delantedeljardín pusieron una gran verja de hierro, con puerta también de hierro. Era de unefectomagnífico;lagentesedeteníaamirarlo.Losgorrionesseposabanpordocenasen lasparras, charloteandoentre sí con toda la fuerzade suspulmones, aunquenohablabannuncadelacasavieja,delacualnopodíanacordarse.

Pasaronmuchos años, y el niño se había convertido en un hombre que era elorgullo de sus padres. Se había casado, y, con su joven esposa, semudó a la casanuevadeljardín.Estabaundíaeneljardínjuntoasuesposa,mirandocómoplantabaunaflordelcampoquelehabíagustado.Lohacíaconsumanodiminuta,apretandolatierraconlosdedos.—¡Ay!—.¿Quéesesto?Sehabíapinchado;ysacódelsuelounobjetocortante.

¡Eraél!—imaginaos—,¡elsoldadodeplomo!,elmismoquesehabíaperdidoen

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el piso del anciano. Extraviado entre maderas y escombros, ¡cuántos años habíapermanecidoenterrado!

La joven limpió el soldado, primero con una hoja verde, y luego con su finopañuelo,delquesedesprendíaunperfumedelicioso.Alsoldadodeplomolehizoelefectodequevolvíaensídeunlargodesmayo.

—Dejaquelovea—dijoeljoven,riendoymeneandolacabeza—.Seguramenteno es elmismo; perome recuerda un episodio que viví con un soldado de plomosiendoaúnmuyniño—.Ycontóa suesposa lode lavieja casayel ancianoyelsoldado que le había enviado porque vivía tan solo. Y se lo contó con tantanaturalidad,talycomoocurriera,quelaslágrimasacudieronalosojosdelajoven.

—Esmuyposiblequeseaelmismosoldado—dijo—.Loguardaréypensaréentodoloquemehascontado.Peroquisieraquemellevasesalatumbadelviejo.

—Nosédóndeestá—contestóél—,ynolosabenadie.Todossusamigoshabíanyamuerto,nadiesepreocupódeél,yyoeraunchiquillo.

—¡Quésolodebiódesentirse!—dijoella.—¡Espantosamentesolo!—exclamóelsoldadodeplomo.Pero¡québellacosaes

noserolvidado!—¡Muybien!—gritóalgomuycerca;peroaparteelsoldado,nadievioqueera

unjiróndeltapizdecuerodecerdo.Lefaltabatodoeldoradoyseconfundíaconlatierrahúmeda,peroteníasuopiniónylaexpresó:

Eldoradosedesluceperoelcueroqueda.

Sinembargo,elsoldadodeplomonolopensabaasí.

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UnarosadelatumbadeHomero

(EnrosefraHomersgrav)

EntodosloscantosdeOrientesuenaelamordelruiseñorporlarosa;enlasnochessilenciosasycuajadasdeestrellas,elaladocantordedicaunaserenataa la fragantereinadelasflores.

NolejosdeEsmirna,bajolosaltosplátanosadondeelmercaderguíasuscargadoscamellos,quelevantanaltivosellargocuelloycaminanpesadamentesobreunatierrasagrada, vi un rosal florido; palomas torcaces revoloteaban entre las ramas de loscorpulentos árboles, y sus alas, al resbalar sobre ellas los oblicuos rayos del sol,despedíanunbrillocomodemadreperla.

Tenía el rosal una flor más bella que todas las demás, y a ella le cantaba elruiseñorsucuitaamorosa;pero la rosapermanecíacallada;niunagotade rocíoseveíaen suspétalos, comouna lágrimadecompasión; inclinaba la rama sobreunasgrandes piedras,—. Aquí reposa el más grande de los cantores—dijo la rosa—.Quiero perfumar su tumba, esparcir sobre ella mis hojas cuando la tempestad medeshoje.ElcantordelaIlíadasetornótierra,enestatierradelaqueyohebrotado.Yo,rosadela tumbadeHomero,soydemasiadosagradaparaflorecersóloparaunpobreruiseñor.

Yelruiseñorsiguiócantandohastamorir.Llegó el camellero, con sus cargados animales y sus negros esclavos; su hijito

encontró el pájaromuerto, y lo enterró en lamisma sepulturadel granHomero; larosatemblabaalviento.Vinolanoche,laflorcerrósucálizysoñó:

Era un día magnífico, de sol radiante; acercábase un tropel de extranjeros, defrancos,queibanenperegrinaciónalatumbadeHomero.Entreellosibauncantordel Norte, de la patria de las nieblas y las auroras boreales. Cogió la rosa, lacomprimióentrelaspáginasdeunlibroyselallevóconsigoaotrapartedelmundoasulejanatierra.Larosasemarchitódepenaensuestrechaprisióndellibro,hastaqueel hombre, ya en su patria, lo abrió y exclamó: «¡Es una rosa de la tumba deHomero!».

Talfueelsueñodelaflor,yaldespertartemblóalcontactodelviento,yunagotaderocíodesprendidadesushojasfueacaersobrelatumbadelcantor.Salióelsol,ylarosabrillómásqueantes;eldíaeratórrido,propiodelacalurosaAsia.Seoyeronpasos,seacercaronextranjerosfrancos,comoaquellosquelaflorvieraensueños,yentreellosveníaunpoetadelNortequecortólarosay,dándoleunbeso,selallevóalapatriadelasnieblasydelasaurorasboreales.

ComounamomiareposaahoraelcadáverdelaflorensuIlíada,y,comoenun

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sueño,looyeabrirellibroydecir:«¡HeaquíunarosadelatumbadeHomero!».

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Visióndelbaluarte

(Etbilledefrakastelsvolden)

Es otoño. Estamos en lo alto del baluarte contemplando el mar, surcado pornumerososbarcos,y,alolejos,lacostasueca,quesedestaca,altiva,alaluzdelsolponiente. A nuestra espalda desciende, abrupto, el bosque, y nos rodean árbolesmagníficos, cuyo amarillo follaje va desprendiéndose de las ramas. Al fondo haycasas lóbregas, con empalizadas, y en el interior, donde el centinela efectúa sumonótonopaseo, todo es angostoy tétrico; peromás tenebroso es todavíadel otroladodelaenrejadacárcel,dondesehallanlospresidiarios,losdelincuentespeores.

Un rayodel sol poniente entra en la desnuda celda, pues el sol brilla sobre losbuenosylosmalos.Elpreso,hoscoyrudo,dirigeunamiradadeodioaltibiorayo.Unpajarillovuelahastalareja.Elpájarocantaparalosbuenosylosmalos.Sucantoesunbrevetrino,peroelpájarosequedaallí,agitandolasalas.Searrancaunaplumayseesponjalasdelcuello;yelmalhombreencadenadolomira.Unaexpresiónmásdulce se dibuja en su hosca cara; un pensamiento que él mismo no comprendeclaramente,brotaensupecho;unpensamientoquetienealgodecomúnconelrayodesolqueentraporlareja,yconlasvioletasquetanabundantescrecenalláfueraenprimavera. Luego resuena el cuerno de los cazadores, melódicos y vigorosos. Elpájaro se asusta y se echa a volar, alejándose de la reja del preso; el rayo de soldesaparece,yvuelveareinarlaoscuridadenlacelda,laoscuridadenelcorazóndeaquelhombremalo;peroelsolhabrillado,yelpájarohacantado.

¡Seguidresonando,hermosostoquesdelcuernodecaza!Elatardeceresapacible,elmarestáencalma,tersocomounespejo.

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Elángel

Engelen(1843)

Cadavezquemuereunniñobueno,bajadelcielounángeldeDiosNuestroSeñor,toma en brazos el cuerpecito muerto y, extendiendo sus grandes alas blancas,emprende el vuelo por encima de todos los lugares que el pequeñuelo amó,recogiendo a la vez un ramo de flores para ofrecerlas a Dios, con objeto de queluzcanalláarribamáshermosasaúnqueenelsuelo.NuestroSeñorseaprietacontraelcorazóntodasaquellasflores,peroalaquemáslegustaledaunbeso,conlocualellaadquierevozypuedeyacantarenelcorodelosbienaventurados.

He aquí lo que contaba un ángel deDiosNuestroSeñormientras se llevaba alcieloaunniñomuerto;yelniñoloescuchabacomoensueños.Volaronporencimade losdiferentes lugaresdondeelpequeñohabía jugado,ypasaronpor jardinesdefloresespléndidas.

—¿Cuálnosllevaremosparaplantarlaenelcielo?—preguntóelángel.Crecíaallíunmagníficoyesbeltorosal,perounamanoperversahabíatronchado

el tronco, por lo que todas las ramas, cuajadas de grandes capullos semiabiertos,colgabansecasentodasdirecciones.

—¡Pobrerosal!—exclamóelniño—.Llévatelo;juntoaDiosflorecerá.Y el ángel lo cogió, dando un beso al niño por sus palabras; y el pequeñuelo

entreabriólosojos.Recogieronluegomuchasfloresmagníficas,perotambiénhumildesranúnculosy

violetassilvestres.—Yatenemosunbuenramillete—dijoelniño;yelángelasintióconlacabeza,

peronoemprendióenseguidaelvuelohaciaDios.Eradenoche,yreinabaunsilencioabsoluto; ambos se quedaron en la gran ciudad, flotando en el aire por unode susangostos callejones, donde yacían montones de paja y cenizas; había habidomudanza:veíansecascosde loza,pedazosdeyeso, traposyviejossombreros, todoellodeaspectomuypocoatractivo.

Entretodosaquellosdesperdicios,elángelseñalólostrozosdeuntiestoroto;deéstesehabíadesprendidounterrón,conlasraíces,deunagranflorsilvestreyaseca,queporesoalguienhabíaarrojadoalacalleja.

—Vamosallevárnosla—dijoelángel—.Mientrasvolamostecontaréporqué.Remontaronelvuelo,yelángeldioprincipioasurelato:—Enaquelangostocallejón,enunabajabodega,vivíaunpobreniñoenfermo.

Desdeeldíadesunacimientoestuvoenlamayormiseria;todoloquepudohacerensuvida fuecruzar sudiminutocuartuchosostenidoendosmuletas; su felicidadno

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pasóde aquí.Algunosdíasdeverano, unos rayosde sol entrabanhasta la bodega,nadamásquemediahorita,yentonceselpequeñosecalentabaalsolymirabacómose transparentaba lasangreensus flacosdedos,quemantenía levantadosdelanteelrostro, diciendo: «Sí, hoy he podido salir». Sabía del bosque y de sus bellísimosverdoresprimaverales,sóloporqueelhijodelvecinoletraíalaprimeraramadehaya.Selaponíasobrelacabezaysoñabaqueseencontrabadebajodelárbol,encuyacopabrillabaelsolycantabanlospájaros.

Undíadeprimavera,suvecinitoletrajotambiénfloresdelcampo,y,entreellasveníacasualmenteunaconlaraíz;poresolaplantaronenunamaceta,quecolocaronjunto a la cama, al lado de la ventana. Había plantado aquella flor una manoafortunada,pues, creció, sacónuevas ramasy floreció cada año;para elmuchachoenfermofueeljardínmásespléndido,supequeñotesoroaquíenlaTierra.Laregabay cuidaba, preocupándose de que recibiese hasta el últimode los rayos de sol quepenetrabanporlaventanuca;lapropiaflorformabapartedesussueños,puesparaélflorecía,paraélesparcíasuaromayalegrabalavista;aellasevolvióenelmomentode lamuerte, cuandoelSeñor lo llamóa su seno.Llevayaunaño juntoaDios,ydurante todo el año la plantita ha seguido en la ventana, olvidada y seca; por eso,cuando lamudanza, la arrojaron a la basura de la calle.Y ésta es la flor, la pobreflorecilla marchita que hemos puesto en nuestro ramillete, pues ha proporcionadomásalegríaquelamásbelladeljardíndeunareina.

—Pero,¿cómosabestodoesto?—preguntóelniñoqueelángelllevabaalcielo.—Losé—respondióelángel—,porqueyofuiaquelpobreniñoenfermoquese

sosteníasobremuletas.¡Ybienconozcomiflor!El pequeño abrió de par en par los ojos y clavó la mirada en el rostro

esplendoroso del ángel; y en el mismo momento se encontraron en el Cielo deNuestro Señor, donde reina la alegría y la bienaventuranza. Dios apretó al niñomuerto contra su corazón, y al instante le salieron a éste alas como a los demásángeles, y con ellos se echó a volar, cogido de las manos. Nuestro Señor apretótambién contra su pecho todas las flores, pero a la marchita silvestre la besó,infundiéndole voz, y ella rompió a cantar con el coro de angelitos que rodean alAltísimo, algunos muy de cerca otros formando círculos en torno a los primeros,círculosqueseextiendenhastaelinfinito,perotodosrebosantesdefelicidad.Ytodoscantaban,grandesychicos,juntoconelbuenchiquillobienaventuradoylapobreflorsilvestrequehabíaestadoabandonada,entrelabasuradelacallejaestrechayoscura,eldíadelamudanza.

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Elyesquero

(Fyrtøjet)

Porlacarreteramarchabaunsoldadomarcandoelpaso.¡Un,dos,un,dos!Llevabalamochilaalhombroyunsablealcostado,puesveníadelaguerra,yahoraibaasupueblo.

Mas he aquí que se encontró en el camino con una vieja bruja. ¡Uf!, ¡quéespantajo!,conaquellabioinferiorquelecolgabahastaelpecho.

—¡Buenastardes,soldado!—ledijo—.¡Hermososablellevas,yquémochilatangrande!Eresunsoldadohechoyderecho.Voyaenseñartelamaneradetenertodoeldineroquedesees.

—¡Gracias,viejabruja!—respondióelsoldado.—¿Vesaquelárboltancorpulento?—prosiguiólavieja,señalandounoquecrecía

apocadistancia—.Pordentroestácompletamentehueco.Puesbien,tienesquetrepara la copa y verás un agujero; te deslizarás por él hasta que lleguesmuy abajo deltronco. Te ataré una cuerda alrededor de la cintura para volverte a subir cuandollames.

—¿Yquévoyahacerdentrodelárbol?—preguntóelsoldado.—¡Sacar dinero!—exclamó la bruja—.Mira; cuando estés al pie del tronco te

encontrarásenungrancorredormuyclaro,puesloalumbranmásdecienlámparas.Verástrespuertas;podrásabrirlas,yaquetienenlallaveenlacerradura.Alentrarenla primera habitación encontrarás en el centro una gran caja, con un perro sentadoencima de ella. El animal tiene ojos tan grandes como tazas de café; pero no teapures.Tedarémidelantalazul;loextiendesenelsuelo,cogesrápidamentealperro,lodepositassobreeldelantalyteembolsastodoeldineroquequieras;sonmonedasdecobre.Siprefieresplata,deberásentrarenelotroaposento;enélhayunperroconojos tangrandescomo ruedasdemolino;peroestonodebepreocuparse.Loponessobre el delantal y coges dinero de la caja. Ahora bien, si te interesamás el oro,puedes también obtenerlo, tanto como quieras; para ello debes entrar en el terceraposento. Mas el perro que hay en él tiene los ojos tan grandes como la TorreRedonda. ¡Aesto llamoyounperrodeverdad!Peronadadeasustarte.Locolocassobremidelantal,ynoteharáningúndaño,ypodrássacardelacajatodoeloroquetevengaengana.

—¡Noestámal!—exclamóelsoldado—.Pero,¿quéhabrédedarte,viejabruja?Puessupongoquealgoquerrásparati.

—No—contestó lamujer—,niuncéntimo.Paramísacarásunviejoyesquero,quemiabuelaseolvidóahídentro,cuandoestuvoenelárbollaúltimavez.

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Page 156: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—Bueno,puesátameyalacuerdaalacintura—convinoelsoldado.—Ahítienes—respondiólabruja—,ytomatambiénmidelantalazul.Subióse el soldado a la copadel árbol, sedeslizópor el agujeroy, tal como le

dijeralabruja,seencontrómuyprontoenelespaciosocorredorenelqueardíanlaslámparas.

Yabrió laprimerapuerta. ¡Uf!Allíestabaelperrodeojoscomotazasdecafé,mirándolofijamente.

—¡Buenmuchacho!—dijoelsoldado,cogiendoalanimalydepositándolosobreeldelantaldelabruja.Llenóseluegolosbolsillosdemonedasdecobre,cerrólacaja,volvió a colocar al perro encima y pasó a la habitación siguiente. En efecto, allíestabaelperrodeojoscomoruedasdemolino.

—Mejorharíasnomirándomeasí—ledijo—.Tevaadolerlavista—.Ysentóalperrosobreeldelantal.Alverenlacajatantaplata,tirótodaslasmonedasdecobrequellevabaencimaysellenólosbolsillosylamochiladelasdelblancometal.

Pasóentoncesalterceraposento.Aquellopresentabamalcariz;elperrotenía,enefecto, los ojos tan grandes como la Torre Redonda, y los movía como sí fuesenruedasdemolino.

—¡Buenasnoches!—dijoel soldado llevándose lamanoa lagorra,puesperrocomo aquel no lo había visto en su vida.Una vez lo hubo observado bien, pensó:«Bueno,yaestávisto»,cogióalperro,lopusoenelsueloyabriólacaja.¡Señor,yquémontonesdeoro!Habría comopara comprar la ciudaddeCopenhagueentera,contodosloscerditosdemazapándelaspasteleríasytodoslossoldaditosdeplomo,látigosy caballos demaderadebalancíndelmundo entero. ¡Allí sí quehabía oro,palabra!

Tiró todas lasmonedasdeplataque llevabaencima, las reemplazóporotrasdeoro,ysellenólosbolsillos,lamochila,lagorraylasbotasdetalmodoqueapenaspodíamoverse.¡Noerapocorico,ahora!Volvióaponeralperrosobrelacaja,cerrólapuertay,porelhuecodeltronco,gritó:

—¡Súbemeya,viejabruja!—¿Tieneselyesquero?—preguntólamujer.—¡Caramba!—exclamóelsoldado—,¡pueslohabíaolvidado!Yfueabuscarla

bolsita,conlayescayelpedernaldentro.Laviejalosacódelárbol,ynuestrohombreseencontródenuevoenelcamino,conlosbolsillos,lasbotas,lamochilaylagorrarepletosdeoro.

—¿Paraquéquiereselyesquero?—preguntóelsoldado.—¡Eso no te importa!—replicó la bruja—.Ya tienes tu dinero; ahora dame la

bolsita.—¿Conquesí,eh?—exclamóelmozo—.¡Medicesenseguidaparaquéquieres

elyesquero,odesenvainoelsableytecortolacabeza!

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Page 157: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¡No!—insistiólamujer.Yelsoldadolecercenólacabezaydejóenelsueloelcadáverdelabruja.Puso

todoeldineroensudelantal,colgóselodelaespaldacomounhato,guardótambiénelyesqueroyseencaminódirectamentealaciudad.

Eraunapoblaciónmagnífica,ynuestrohombreentróenlamejordesusposadasypidiólamejorhabitaciónysusplatospreferidos,puesyaeraricocontantodinero.

Alcriadoquerecibióordendelimpiarlelasbotasocurrióselequeeranmuyviejaspara tan ricocaballero;peroesquenosehabíacompradoaúnunasnuevas.AldíasiguienteadquirióunasbotascomoDiosmandayvestidoselegantes.

Y ahí tenéis al soldado convertido en un gran señor. Le contaron todas lasmagnificenciasqueconteníalaciudad,ylehablarondelReyydelopreciosaqueeralaprincesa,suhija.

—¿Dóndesepuedever?—preguntóelsoldado.—Nohaymediodeverla—lerespondieron—.Viveenungranpalaciodecobre,

rodeado demuchasmurallas y torres. Nadie, excepto el Rey, puede entrar y salir,pues existe la profecía de que la princesa se casará con un simple soldado, y elMonarcanoquierepasarporello.

«Me gustaría verla», pensó el soldado; pero no había modo de obtener unaautorización.

Elhombrellevabaunagranvida:ibaalteatro,paseabaencocheporelparqueydabamuchodineroalospobres,locualdecíamuchoensufavor.Seacordabamuybien de lo duro que es no tener una perra gorda. Ahora era rico, vestía hermosostrajes e hizo muchos amigos, que lo consideraban como persona excelente, unauténticocaballero,locualgustabaalsoldado.Perocomocadadíagastabadineroynunca ingresaba un céntimo, al final le quedaron sólo dos ochavos. Tuvo queabandonar las lujosas habitaciones a que se había acostumbrado y alojarse en labuhardilla, en un cuartucho sórdido bajo el tejado, limpiarse élmismo las botas ycoserlasconunaagujasaquera.Ysusamigosdejarondevisitarlo; ¡habíaquesubirtantasescaleras!

Un día, ya oscurecido, se encontró con que no podía comprarse ni una vela, yentoncesseacordódeuncachodeyescaquehabíaenlabolsitasacadadelárboldelabruja.Buscó la bolsay sacó el trocitodeyesca; yhe aquí que al percutirla con elpedernalysaltarlaschispas,seabriósúbitamentelapuertaysepresentóelperrodeojoscomotazasdecaféquehabíaencontradoenelárbol,diciendo:—¿Quémandamiseñor?

—¿Quésignificaesto?—inquirióelsoldado—.¡Vayayesquerogracioso,siconélpuedoobtenerloquequiera!Tráemeunpocodedinero,—ordenóalperro;ésteseretiró,yestuvodevueltaenunsantiaménconungranbolsodedineroenlaboca.

Entonces se enteró el soldado de la maravillosa virtud de su yesquero. Si

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Page 158: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

golpeaba una vez, comparecía el perro de la caja de lasmonedas de cobre; si dosveces,sepresentabaeldelaplata,ysitres,acudíaeldeloro.Nuestrosoldadovolvióasuslujosashabitacionesdelprimerpiso,vistiósedenuevoconricasprendas,ysusamigosvolvieronaponerloporlasnubes.

Undíalevinounpensamiento:—¡Esbienextrañoquenohayamododeveralaprincesa!Debedesermuyhermosa,pero¿dequélesirve,sisehadepasarlavidaenelpalaciodecobrerodeadodemurallasytorres?¿Nohabríamododeverla?¿Dóndeestáelyesquero?—y,alencenderlayesca,sepresentóelperrodeojosgrandescomotazasdecafé.

—Ya sé que estamos a altas horas de la noche,—dijo el soldado— pero megustaríamuchoveralaprincesa,aunquefuerasólounmomento.

Elperroseretiróenseguida,yantesdequeelsoldadotuvieratiempodepensarlo,volvióaentrarconladoncella,lacualveníasentadaensuespalda,dormida,yeratanhermosa,quea la leguaseveíaquese tratabadeunaprincesa.Elsoldadonopudoresistirylabesó;poralgoeraunsoldadohechoyderecho.

Marchóseentonceselperroconladoncella;perocuando,alamañana,acudieronelReyylaReina,suhijalescontóquehabíatenidounextrañosueño,deunperroyunsoldado.Ellaibamontadaenunperro,yelsoldadolahabíabesado.

—¡Puesvayahistoria!—exclamólaReina.Ydispusieronquea lanoche siguienteunaviejadamadehonor sequedasede

guardia juntoa lacamade laprincesa,paracerciorarsede si se tratabaonodeunsueño.

AlsoldadoleentraronunosdeseoslocosdevolveraveralahijadelRey,yporlanochellamóalperro,elcualacudióatodaprisaasuhabitaciónconlamuchachaacuestas; pero la vieja dama corrió tanto como él, y al observar que su amadesaparecíaenunacasa,pensó:—Ahorayasédóndeestá,—yconunpedazodetizatrazóunagrancruzenlapuerta.Regresóluegoapalacioyseacostó;maselperro,aldarsecuentadelacruzmarcadaenlapuerta,trazóotrasigualesentodaslasdemásdelaciudad.Fueunagranidea,puesladamanopodríadistinguirlapuerta,yaquetodasteníanunacruz.

Alamanecer,elRey,laReina,ladamadehonorytodoslosoficialessalieronparadescubrirdóndehabíaestadolaprincesa.

—¡Esaquí!—exclamóelReyalverlaprimerapuertaconunacruzdibujada.—¡No,esallí,cariño!—dijolaReina,viendounasegundapuertaconelmismo

dibujo.—¡Perosilashayentodaspartes!—observaronlosdemás,puesdondequieraque

mirasen veían cruces en las puertas. Entonces comprendieron que era inútil seguirbuscando.

Pero la Reina era una dama muy ladina, cuya ciencia no se agotaba en saber

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Page 159: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

pasear en coche. Tomando sus grandes tijeras de oro, cortó una tela de seda yconfeccionó una linda bolsita. La llenó luego de sémola de alforfón y la ató a laespalda de la princesa, abriendo un agujerito en ella, con objeto de que durante elcaminosefuesesaliendolasémola.

Porlanochesepresentódenuevoelperro,montóalaprincesaensulomoylacondujoalaventanadelsoldado,trepandoporlaparedhastasuhabitación.

AlamañanasiguienteelReyylaReinadescubrieronellugardondehablasidollevadasuhija,y,mandandoprenderalsoldado,loencerraronenlacárcel.

Síseñor,alacárcelfueaparar.¡Quéoscurayfeaeralacelda!¡Ysitodopararaen eso!—Mañana serás ahorcado,— le dijeron.La perspectiva no eramuy alegre,quedigamos;paracolmo,sehabíadejadoelyesqueroencasa.Porlamañanapudover, por la estrecha reja de la prisión, cómo toda la gente llegaba presurosa de laciudad para asistir a la ejecución; oyó los tambores y presenció el desfile de lastropas. Todo el mundo corría; entre la multitud iba un aprendiz de zapatero, enmandil y zapatillas, galopando con tanta prisa, que una de las babuchas le saliódisparada y fue a dar contra la pared en que estaba la reja por donde miraba elsoldado.

—¡Hola,zapatero,nocorrastanto!—legritóéste—,noharánnadasinmí.Perosi quieres ir ami casa y traermemí yesquero, te daré cuatro perras gordas. ¡Perotienes que ir ligero!—. El aprendiz, contento ante la perspectiva de ganarse unasperras,echóacorrerhacialaposadaynotardóenestardevueltaconlabolsita,queentregóalsoldado.¡Yahoravienelobueno!

Enlasafuerasdelaciudadhabíanlevantadounahorca,yasualrededorformabalatropayseapiñabalamultitud:millaresdepersonas.ElReyylaReinaocupabanuntronomagnífico,frentealtribunalyalconsejoenpleno.

Elsoldadoestabayaenloaltodelaescalera,perocuandoquisieronajustarlelacuerda al cuello, rogó que, antes de cumplirse el castigo, se le permitiera, pobrepecador,satisfaceruninocentedeseo:fumarseunapipa,laúltimaquedisfrutaríaenestemundo.

ElReynoquisonegarletanmodestapetición,yelsoldado,sacandolayescayelpedernal, los golpeó una, dos, tres veces. Inmediatamente se presentaron los tresperros:eldelosojoscomotazasdecafé,elquelosteníacomoruedasdemolino,yeldelosdeltamañodelaTorreRedonda.

—Ayudadme a impedir que me ahorquen, —dijo el soldado. Y los canes searrojaronsobrelosjuecesysobretodoelconsejo,cogiendoalosunosporlaspiernasyalosotrosporlanarizylanzándolosalaire,tanalto,quealcaersehicierontodospedazos.

—¡Amí no, amí no!—gritaba elRey; pero elmayor de los perros arremetiócontraélylaReina,ylosarrojóadondeestabanlosdemás.Alverlo,lossoldadosse

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Page 160: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

asustaron,ytodoelpueblogritó:—¡Buensoldado,serásnuestroReyytecasarásconlabellaprincesa!Yacontinuaciónsentaronalsoldadoenlacarrozareal,lostrescanesabrieronla

marcha,danzandoygritando—¡hurra!—,mientras losmuchachossilbabanconlosdedos,y las tropaspresentabanarmas.Laprincesasaliódelpalaciodecobrey fueReina.¡Ybienquelesupo!Labodaduróochodías,ylosperros,sentadosjuntoalamesa,asistieronaellaconsusojazosbienabiertos.

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Page 161: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Elcerrodeloselfos

(Elverhøj)

Varios lagartosgordoscorríanconpie ligeropor lasgrietasdeunviejoárbol; seentendíanperfectamente,pueshablabantodoslalengualagarteña.

—¡Quéruidoyalborotoenelcerrodelosellos!—dijounlagarto—.Vanyadosnochesquenomedejanpegarunojo.Lomismoquecuandomeduelenlasmuelas,puestampocoentoncespuedodormir.

—Algo pasa allí adentro —observó otro—. Hasta que el gallo canta, a lamadrugada,sostienenelcerrosobrecuatroestacasrojas,paraqueseventilebien,ysusmuchachashanaprendidonuevasdanzas.¡Algoseprepara!

—Sí—intervinountercerlagarto—.Hehechoamistadconunalombrizdetierraqueveníadelacolina,enlacualhabíaestadoremoviendolatierradíaynoche.Oyómuchascosas.Vernopuede, la infeliz,peroloqueespalparyoír,enestosepintasola.Resultaqueenelcerroesperanforasteros,forasterosdistinguidos,pero,quiénesson éstos, la lombriz se negó a decírmelo, acaso ella misma no lo sabe. Hanencargadoalosfuegosfatuosqueorganicenunaprocesióndeantorchas,comodicenellos,ytodoeloroylaplataquehayenelcerro—ynoespoco—lopulenyexponenalaluzdelaluna.

—¿Quiénes podrán ser esos forasteros?—se preguntaban los lagartos—. ¿Quédiablosdebesuceder?¡Oíd,quémaneradezumbar!

En aquel mismo momento se partió el montículo, y una señorita elfa, vieja yanticuada,aunquepor lodemásmuycorrectamentevestida,salióandandoapasitoscortos.Eraelamadellavesdelancianoreydeloselfos,estabaemparentadadelejosconlafamiliarealyllevabaenlafrenteuncorazóndeámbar.¡Movíalaspiernasconunaagilidad!:trip,trip.¡Vayamododetrotar!Ymarchódirectamentealpantanodelfondo,alaviviendadelchotacabras.

—Estánustedesinvitadosalacolinaestanoche—dijo—.Peroquisierapedirlesungranfavor,sinofueramolestiaparaustedes.¿Podríantransmitirlainvitaciónalosdemás? Algo deben hacer, ya que ustedes no ponen casa. Recibimos a variosforasteros ilustres,magosdedistinción;poresohoycompareceráelancianoreydeloselfos.

—¿Aquiénhayqueinvitar?—preguntóelchotacabras.—Algranbailepuedenconcurrirtodos,inclusolaspersonas,contalquehablen

durmiendo o sepan hacer algo que se avenga con nuestro modo de ser. Pero ennuestra primera fiesta queremos hacer una rigurosa selección; sólo asistiránpersonajesdelamásaltacategoría.HastadisputéconelRey,puesyonoqueríaque

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Page 162: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

losfantasmasfuesenadmitidos.Antetodo,hayqueinvitaralViejodelMaryasushijas. Tal vez no les guste venir a tierra seca, pero les prepararemos una piedramojada para asiento o quizás algo aún mejor; supongo que así no tendráninconvenienteenasistir,siquieraporestavez.Queremosquevengantodoslosviejostrasgos de primera categoría, con cola, el Genio del Agua y el Duende y, a mientender,nodebemosdejardeladoalCerdodelaTumba,alCaballodelosMuertosy al Enano de la Iglesia, todos los cuales pertenecen al elemento clerical y no anuestraclase.Peroéseessuoficio;por lodemás,estánemparentadosdecercaconnosotrosynosvisitanconfrecuencia.

—¡Muy bien! —dijo el chotacabras, emprendiendo el vuelo para cumplir elencargo.

Lasdoncellas elfas bailabanya en el cerro, cubiertas develos, y lo hacían contejidosdenieblayluzdelaluna,deungranefectoparalosaficionadosaestascosas.Enelcentrodelacolina,elgransalónhabíasidoadornadoprimorosamente;elsuelo,lavadoconluzdeluna,ylasparedes,frotadascongrasadebruja,porloquebrillabancomohojas de tulipán.En la colinahabía, en el asador, gran abundancia de ranas,pielesdecaracolrellenasdededosdeniñoyensaladasdesemillasdesetayhúmedoshocicosderatónconcicuta,cervezadeladestileríadelabrujadelpantano,améndefosforescente vino de salitre de las bodegas funerarias.Todomuybien presentado.Entrelospostresfigurabanclavosoxidadosytrozosdeventanaldeiglesia.

El anciano Rey mandó bruñir su corona de oro con pizarrín machacado(entiéndase pizarrín de primera); y no se crea que le es fácil a un rey de los elfosprocurarse pizarrín de primera. En el dormitorio colgaron cortinas, que fueronpegadasconsalivade serpiente.Secomprende,pues,quehubieraallígran ruidoyalboroto.

—Ahora hay que sahumar todo esto con orines de caballo y cerdas de puerco;entoncesyohabrécumplidoconmitarea—dijolaviejaseñorita.

—¡Dulcepadremío!—dijo lahijamenor,queeramuyzalamera—,¿nopodríasaberquiénessonlosilustresforasteros?

—Bueno —respondió el Rey, tendré que decírtelo. Dos de mis hijas debenprepararseparaelmatrimonio;dosdeellassecasaránsinduda.Elancianoduendedeallá en Noruega, el que reside en la vieja roca de Dovre y posee cuatro palaciosacantiladosdefeldespatoyunaminadeoromuchomásricadeloquecreenporahí,viene con sus dos hijos, que viajan en busca de esposa. El duende es un ancianonórdico, muy viejo y respetable, pero alegre y campechano. Lo conozco de hacemucho tiempo, desde un día en que brindamos fraternalmente con ocasión de suestanciaaquíenbuscademujer.Ellamurió;erahijadelreydelosPeñascosgredososdeMöen.Tomóunamujerdeyeso,comosueledecirse. ¡Ah,yquéganas tengodever al viejo duende nórdico! Dicen que los chicos son un tanto mal criados e

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Page 163: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

impertinentes; pero quizás exageran. Tiempo tendrán de sentar la cabeza.A ver sisabéisportarosconellosenformaconveniente.

—¿Ycuándollegan?—preguntóunadelashijas.—Eso depende del tiempo que haga —respondió el Rey. Viajan en plan

económico. Aprovechan las oportunidades de los barcos. Yo habría querido quefuesenporSuecia,peroelviejoseinclinódelotrolado.Nosiguelasmudanzasdelostiempos,yestonoseloperdono.

En esto llegaron saltando dos fuegos fatuos, uno de ellos más rápido que sucompañero;poresollegóantes.

—¡Yavienen,yavienen!—gritaronlosdos.—¡Dadmelacoronaydejadquemepongaalaluzdelaluna!—ordenóelRey.Lashijas, levantándose los velos, se inclinaronhasta el suelo.Entró el anciano

duendedeDovreconsucoronadetarugosdehieloduroydeabetopulido.Formabanelrestodesuvestidounapieldeosoygrandesbotas,mientrasloshijosibanconelcuellodescubiertoypantalonessintirantes,pueseranhombresdepeloenpecho.

—¿Estoesunacolina?—preguntóelmenor,señalandoelcerrodeloselfos—.EnNoruegalollamaríamosunagujero.

—¡Muchachos!—lesriñóelviejo—.Unagujerovaparadentro,yunacolinavaparaarriba.¿Notenéisojosenlacabeza?

Loúnicoquelescausabaasombro,dijeron,eraquecomprendíanlalenguadelosotrossindificultad.

—¡Esparacreerqueosfaltaalgúntornillo!—refunfuñóelviejo.Entraronluegoen la mansión de los elfos, donde se había reunido la flor y nata de la sociedad,aunque de manera tan precipitada, que se hubiera dicho que el viento los hablaarremolinado;yparatodosestabanlascosasprimorosamentedispuestas.Lasondinasse sentaban a lamesa sobre grandes patines acuáticos, y afirmaban que se sentíancomoensucasa.Enlamesatodosobservaronlamáximacorrección,exceptolosdosduendecitos nórdicos, los cuales llegaron hasta poner las piernas encima. Peroestabanpersuadidosdequeaellostodolesestababien.

—¡Fuera los pies del plato! —les gritó el viejo duende, y ellos obedecieron,aunquearegañadientes.Asusdamasrespectivasleshicieroncosquillasconpiñasdeabetoquellevabanenelbolsillo;luegosequitaronlasbotasparaestarmáscómodosyselasdieronaguardar.Peroelpadre,elviejoduendedeDovre,erarealmentemuydistinto.

Supocontarbellashistoriasdelosaltivosacantiladosnórdicosydelascataratasqueseprecipitanespumeantesconunestruendocomparablealdeltruenoyalsonidodelórgano;yhablódelsalmónquesaltaavanzandoacontracorrientecuandoelNöcktocasuarpadeoro.Leshablóde las luminosasnochesde invierno,cuandosuenanloscascabelesdelostrineos,ylosmozoscorrenconantorchasencendidasporelliso

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hielo,tantransparente,quepuedenverlospecesnadandoasustadosbajosuspies.Sí,sabíacontarconartetal,queunocreíaveryoírloquedescribía.Seoíaelruidodelosaserraderosyloscantosdelosmozosylasrapazasmientrasbailabanlasdanzasdelpaís.¡Ohó!Depronto,elviejoduendediounsonorobesoalaviejaseñoritaelfa.Fueunbesocontodaslasdelaley,yesoquenoeranparientes.

Acontinuaciónlasmuchachashubierondebailar,primerobailessencillos,luegozapateados,ybienquelohacían;finalmente,vinoelbaileartístico.¡Señores,yquémanera de extender las piernas, que no sabía uno dónde empezaban y dóndeterminaban, ni lo que eran piernas y lo que eran brazos! Era aquello como unrevoltijodevirutas,ymetíantantoruido,queelCaballodelosMuertossemareóyhuboderetirarsedelamesa.

—¡Brrr! —exclamó el viejo duende—, ¡vaya agilidad de piernas! Pero, ¿quésabenhacer,ademásdebailar,alargarlaspiernasygirarcomotorbellinos?

—¡Pronto vas a saberlo!—dijo el rey de los elfos, y llamó a lamenor de sushijas. Era ágil y diáfana como la luz de la luna, la más bonita de las hermanas.Metióseenlabocaunaramitablancayalinstantedesapareció;erasuhabilidad.

Peroelviejoduendedijoqueesteartenolopodíasoportarensuesposa,yquenocreíaquefuesetampocodelgustodesushijos.

Laotrasabíacolocarsedeladocomosifuesesupropiasombra,pueslosduendesnolatienen.

Con la hija tercera la cosa era muy distinta. Había aprendido a destilar en ladestileríadelabrujadelpantanoysabíamecharnudosdealisocongusanosdeluz.

—¡Seráunaexcelenteamadecasa!—dijoelduendeanciano,brindandoconlamirada,puesconsiderabaqueyahabíabebidobastante.

Acercóse la cuarta elfa. Venía con una gran arpa, y no bien pulsó la primeracuerda,todoslevantaronlapiernaizquierda,pueslosduendessonzurdos,ycuandopulsólasegundacuerda,todostuvieronquehacerloqueellaquiso.

—¡Esunamujerpeligrosa!—dijoelviejoduende;perolosdoshijossalierondelcerro,puesseaburrían.

—¿Quésabehacerlahijasiguiente?—preguntóelviejo.—Heaprendidoaquerera losnoruegos,ynuncamecasarésinopuedoirmea

Noruega.Perolamáspequeñamurmuróaloídodelviejo:—Estoessóloporquesabeunacanciónnórdicaquediceque,cuandolaTierrase

hunda, los acantilados nórdicos seguirán levantados comomonumentos funerarios.Poresoquiereirallá,puestienemuchomiedodehundirse.

—¡Vaya, vaya! —exclamó el viejo—. ¿Esas tenemos? Pero, ¿y la séptima yúltima?

—Lasextavieneantesque laséptima—observóel reyde loselfos,puessabía

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contar.Perolasextasenegóaacudir.—Yonopuedodeciralagentesinolaverdad—dijo—.Demínadiehacecaso,

bastantetengoconcosermimortaja.Presentóseentonceslaséptimayúltima.Y,¿quésabía?Puessabíacontarcuentos,

tantoscomoselepidieran.—Ahí tienes mis cinco dedos—dijo el viejo duende—. Cuéntame un cuento

acercadecadauno.Lamuchachalocogióporlamuñeca,mientrasélsereíadeunaformaquemás

bienparecíacloquear;ycuandoellallegóaldedoanular,enelquellevabaunasortijadeoro,comosisupiesequeeracuestióndenoviazgo,dijoelviejoduende:

—Agárralofuerte,lamanoestuya.¡Tequieroatipormujer!Laelfaobservóquefaltabanaúnloscuentosdeldedoanularydelmeñique.Losdejaremosparaelinvierno—replicóelviejo—.Noshablarásdelabetoydel

abedul,de los regalosde losespíritusyde laheladacrujiente.Tú teencargarásdeexplicar,puesalláarribanadiesabehacerlocomotú.Yluegonosentraremosenelsalóndepiedra,dondeardelaastilladepino,ybeberemoshidromielenloscuernosdeorodelosantiguosreyesnórdicos.ElNöckmeregalóunpar,ycuandoestemosallívendráavisitarnoseldiablodelamontaña,elcualtecantarátodaslascancionesde las zagalas de la sierra. ¡Cómo nos vamos a divertir! El salmón saltará en lacascada, chocandocontra lasparedesde roca,peronoentrará. ¡Oh, sí,québien seestáenlaviejayqueridaNoruega!Pero,¿dóndesehanmetidoloschicos?

Esoes,¿dóndesehabíanmetido?Puescorríanporelcampo,apagandolosfuegosfatuosqueacudían,bonachones,aorganizarlaprocesióndelasantorchas.

—¿Quésignificanestascorridas?—gritóelviejoduende—.Acabodeprocurarosunamadre,yvosotrospodéiselegiralaqueosgustedelastías.

Perolosjóvenesreplicaronquepreferíanpronunciarundiscursoybrindarporlafraternidad.Casarse no les venía en gana.Y pronunciaron discursos, bebieron a lasaluddetodosehicieronlapruebadelclavoparademostrarquesehabíanzampadohastalaúltimagota.Quitándoseluegolaschaquetas,setendieronadormirsobrelamesa,sinpreocuparsedelosbuenosmodales.Mientrastanto,elviejoduendebailabaenel salónconsu jovenprometidae intercambiabaconella loszapatos, locualesmásdistinguidoqueintercambiarsortijas.

—¡Quécantaelgallo!—exclamólaviejaelfa,encargadadelgobiernodoméstico—.¡Hayquecerrarlospostigos,paraqueelsolnonosabrase!

Ysecerrólacolina.Enelexterior,loslagartossubíanybajabanporlosárbolesagrietados,yunode

ellosdijoalosdemás.—¡Cuántomehagustadoelviejoduendenórdico!—¡Puesyoprefieroloschicos!—objetólalombrizdetierra;peroesquenoveía,

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Page 166: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

lapobre.

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Lapastorayeldeshollinador

(Hyrdindenogskorstensfejeren)

¿Hasvistoalgunavezunodeestosarmariosmuyviejos,ennegrecidosporlosaños,adornados con tallas de volutas y follaje? Pues uno así había en una sala; era unaherencia de la bisabuela, y de arriba abajo estaba adornado con tallas de rosas ytulipanes. Presentaba los arabescos más raros que quepa imaginar, y entre ellossobresalíancabecitasdeciervoconsuscornamentas.Enelcentro,habíantalladounhombredecuerpoentero; su figuraeradeverdadcómica,yensucarasedibujabaunamueca,puesaquellonosepodíallamarrisa.Teníapatasdecabra,cuernecitosenlacabezayunaluengabarba.Losniñosdelacasalollamabansiempreel«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»;eraunnombremuylargo,ysonbienpocoslosqueostentansemejantetitulo;¡ynodebiódetenerpocotrabajo,elqueloesculpió!

Yallíestaba,conlavistafijaenlamesasituadadebajodelespejo,enlaquehabíauna linda pastorcilla de porcelana, con zapatos dorados, el vestido graciosamentesujeto con una rosa encarnada, un dorado sombrerito en la cabeza y un báculo depastoren lamano:eraunprimor.Asu ladohabíaunpequeñodeshollinador,negrocomo el carbón, aunque asimismo de porcelana, tan fino y pulcro como otrocualquiera; lo de deshollinador sólo lo representaba: el fabricante de porcelana lomismohubierapodidohacerdeélunpríncipe,¡quémásledaba!

Heahí,pues,alhombrecilloconsuescalera,yunasmejillasblancasysonrosadascomolasdelamuchacha,locualnodejabadeseruncontrasentido,puesunpoquitode hollín le hubiera cuadrado mejor. Estaba de pie junto a la pastora; los habíancolocadoallíalosdos,y,alencontrarsetanjuntos,sehabíanenamorado.Nadahabíaqueobjetar:amboserandelamismaporcelanaeigualmentefrágiles.

Asu ladohabíaaúnotra figura, tresvecesmayorqueellos:unviejochinoquepodía agachar la cabeza.Era tambiéndeporcelana, y pretendía ser el abuelode lazagala, aunque no estaba en situación de probarlo.Afirmaba tener autoridad sobreella,y,enconsecuencia,habíaaceptado,conungestodelacabeza,lapeticiónqueel«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo» le había hecho de lamanodelapastora.

—Tendrásunmarido—dijoelchinoalamuchacha—queestoycasiconvencido,esdemaderadeébano;haráde ti la«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo».Suarmarioestárepletodeobjetosdeplata,¡ynodigamosyaloquedebencontenerloscajonessecretos!

—¡No quiero entrar en el oscuro armario!—protestó la pastorcilla—.He oído

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Page 168: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

decirqueguardaenéloncemujeresdeporcelana.—Enestecaso,túserásladuodécima—replicóelchino—.Estanoche,encuanto

crujaelviejoarmario,secelebrarálaboda,¡cómoyosoychino!—.E,inclinandolacabeza,sequedódormido.

Lapastorcilla, llorosa, levantólosojosaldueñodesucorazón,eldeshollinadordeporcelana.

—Quisierapedirteunfavor.¿QuieresvenirteconmigoporesosmundosdeDios?Aquínopodemosseguir.

—Yo quiero todo lo que tú quieras —respondióle el mocito.—. Vámonosenseguida,estoysegurodequepodrésustentarteconmitrabajo.

—¡Oh,sipudiésemosbajardelamesasincontratiempo!—dijoella—.Sólomesentirécontentacuandohayamossalidoaesosmundos.

Éllatranquilizó,yleenseñócómoteníaquecolocarelpiececitoenlaslabradasesquinasyeneldoradofollajedelapatadelamesa;sirviósedesuescalera,yenunsantiaménseencontraronenelsuelo.Peroalmiraralarmario,observaronenélunaagitación; todos los ciervos esculpidos alargaban la cabeza y, levantando lacornamenta, volvían el cuello; el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»pegóunbrincoygritóalchino:

—¡Seescapan,seescapan!Los pobrecillos, asustados, se metieron en un cajón que había debajo de la

ventana.Habíaallítresocuatrobarajas,aunqueningunacompleta,yunteatrillodetíteres

montado un poco a la buena de Dios. Precisamente se estaba representando unafunción y todas las damas, oros y corazones, tréboles y espadas, sentados en lasprimerasfilas,seabanicabanconsustulipanes;detrásquedabanlassotas,mostrandoque tenían cabeza o, por decirlomejor, cabezas, una arriba y otra abajo, como escostumbreenlosnaipes.Elargumentotratabadedosenamoradosquenopodíanserelunopara elotro,y lapastorcilla se echóa llorar, por lomuchoqueeldrama separecíaalsuyo.

—¡Nopuedo resistirlo!—exclamó—. ¡Tengo que salir del cajón!—.Pero unavez volvieron a estar en el suelo y levantaron los ojos a la mesa, el viejo chino,despierto,se tambaleócon todoelcuerpo,puespordebajode lacabeza lo teníadeunasolapieza.

—¡Quévieneelviejochino!—gritólazagalaazorada,cayendoderodillas.—Se me ocurre una idea—dijo el deshollinador—. ¿Y si nos metiésemos en

aquellagranjarrade laesquina?Estaremosentrerosasyespliego,ysiseacerca learrojaremossalalosojos.

—No serviría de nada—respondió ella—. Además, sé que el chino y la jarraestuvieronprometidos,ysiemprequedaciertasimpatíaensemejantescircunstancias.

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No;elúnicorecursoeslanzarnosalmundo.—¿Deverdad tesientesconvalorparahacerlo?—preguntóeldeshollinador—.

¿Haspensadoenlograndequeesyquenuncapodremosvolveraestelugar?—Sí—afirmóella.Eldeshollinadorlamirófijamenteyluegodijo:—Mi camino pasa por la chimenea. ¿De veras te sientes con ánimo para

aventurarteenelhornoytreparporlatubería?Saldríamosalexteriordelachimenea;una vez allí, ya sabría yo apañármelas. Subiremos tan arriba, que no podránalcanzarnos,yenlacimahayunorificioquesalealvastomundo.

Ylacondujoalapuertadelhorno.—¡Quéoscuridad!—exclamóella, sindejarde seguir a suguíapor la cajadel

hornoyporeltubo,oscurocomobocadelobo.—Estamosahoraenlachimenea—explicóleél—.Fíjate:alláarribabrillalamás

hermosadelasestrellas.Era una estrella del cielo que les enviaba su luz, exactamente como para

mostrarleselcamino.Yellosvengatreparyarrastrarse.¡Horriblecamino,ytanalto!Pero el mozo la sostenía, indicándole los mejores agarraderos para apoyar suspiececitosdeporcelana.Asíllegaronalbordesuperiordelachimeneaysesentaronenél,puesestabanmuycansados,ynosinrazón.

Encimadeellosextendíaseelcielocontodassusestrellas,yasuspiesquedabanlostejadosdelaciudad.Pasearonlamiradaenderredor,hastadondealcanzaronlosojos; lapobrepastorcilla jamáshabla imaginadocosasemejante;reclinólacabecitaenelhombrodesudeshollinadoryprorrumpióenllanto,contalvehemenciaqueselesaltabaelorodelcinturón.

—¡Es demasiado!—exclamó—. No podré soportarlo, el mundo es demasiadogrande.¡Ojaláestuviesesobrelamesa,bajoelespejo!Noseréfelizhastaquevuelvaaencontrarmeallí.Teheseguidoalanchomundo;ahorapodríasdevolvermeallugardedondesalimos.Loharás,siesverdadquemequieres.

Eldeshollinadorlerecordóprudentementeelviejochinoyel«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»,peroellanocesabadesollozarybesarasucompañerito,elcualnopudohacerotracosaquecederasussúplicas,aunsiendounalocura.

Y así bajaron de nuevo, no sin muchos tropiezos, por la chimenea, y searrastraronporlatuberíayelhorno.Nofuenadaagradable.

Unavezenlacajadelhorno,pegaronlaorejaalapuertaparaenterarsedecómoandaban lascosasen la sala.Reinabaunprofundosilencio;miraronal interiory…¡Diosmío!,elviejochinoyacíaenelsuelo.Sehabíacaídodelamesacuandotratódeperseguirlos, y se rompió en tres pedazos; toda la espalda era uno de ellos, y lacabeza, rodando, había ido a parar a una esquina. El «Sargento-mayor-y-menor-

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mariscal-de-campo-pata-de-chivo»seguíaensupuestoconairepensativo.—¡Horrible! —exclamó la pastorcita—. El abuelo roto a pedazos, y nosotros

tenemoslaculpa.¡Noloresistiré!—yseretorcíalasmanos.—Aún es posible pegarlo—dijo el deshollinador—.Pueden pegarlomuybien,

tranquilízate; si leponenmasillaen laespaldayunbuenclavoen lanucaquedarácomonuevo;aúnnosdirácosasdesagradables.

—¿Crees?—preguntóella.Ytreparondenuevoalamesa.—Yavesloquehemosconseguido—dijoeldeshollinador—.Podíamoshabernos

ahorradotodasestasfatigas.—¡Sialmenosestuviesepegadoelabuelo!—observólamuchacha—.¿Costará

muycaro?Pueslopegaron,síseñor;lafamiliacuidódeello.Fueencoladoporlaespalday

clavadoporelpescuezo,conlocualquedócomonuevo,aunquenopodíayamoverlacabeza.

—Se ha vuelto usted muy orgulloso desde que se hizo pedazos —dijo el«Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»—.Ylaverdadquenoveolosmotivos.¿Melavaadarono?

El deshollinador y la pastorcilla dirigieron al viejo chino una miradaconmovedora,temerososdequeagachaselacabeza;peroleeraimposiblehacerlo,yleresultabamuymolestotenerqueexplicaraunextrañoquellevabaunclavoenlanuca. Y de este modo siguieron viviendo juntas aquellas personitas de porcelana,bendiciendoelclavodelabueloyqueriéndosehastaquesehicieronpedazosasuvez.

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Elabeto

(Grantræet)

Alláenelbosquehabíaunabeto,lindoypequeñito.Crecíaenunbuensitio,ledabaelsolynolefaltabaaire,yasualrededorsealzabanmuchoscompañerosmayores,tantoabetoscomopinos.

Peroelpequeñoabetosólosuspirabaporcrecer;noleimportabanelcalordelsolni el frescor del aire, ni atendía a los niños de la aldea, que recorran el bosque enbusca de fresas y frambuesas, charlando y correteando. A veces llegaban con unpuchero lleno de los frutos recogidos, o con las fresas ensartadas en una paja, y,sentándosejuntoalmenudoabeto,decían:«¡Quépequeñoyquélindoes!».Peroelarbolitoseenfurruñabaaloírlo.

Alañosiguientehabíayacrecidobastante,y lomismoalotroaño,puesen losabetospuedeverseelnúmerodeañosquetienenporloscírculosdesutronco.

¡Ay!,¿porquénohedeseryotanaltocomolosdemás?—suspirabaelarbolillo—. Podría desplegar las ramas todo en derredor ymirar el anchomundo desde lacopa.Lospájarosharíansusnidosentremisramas,ycuandosoplaraelviento,podríamecerlaseinclinarlasconladistinciónyeleganciadelosotros.

Éranleindiferenteslaluzdelsol,lasavesylasrojasnubesque,alamañanayalatardecer,desfilabanenloaltodelcielo.

Cuando llegaba el invierno, y la nieve cubría el suelo con su rutilante mantoblanco,muyamenudopasabaunaliebre,envelozcarrera,saltandoporencimadelarbolito. ¡Lo que se enfadaba el abeto! Pero transcurrieron dos inviernosmás y elabeto había crecido ya bastante para que la liebre hubiese de desviarse y darle lavuelta.«¡Oh,crecer,crecer, llegarasermuyaltoyacontarañosyaños:estoes lomáshermosoquehayenelmundo!»,pensabaelárbol.

Enotoño se presentaban indefectiblemente los leñadores y cortaban algunosdelosárbolesmáscorpulentos.Lacosaocurría todos losaños,ynuestro jovenabeto,que estaba ya bastante crecido, sentía entonces un escalofrío de horror, pues losmagníficos y soberbios troncos se desplomaban con estridentes crujidos y granestruendo. Los hombres cortaban las ramas, y los árboles quedaban desnudos,larguiruchosydelgados;nadieloshabríareconocido.Luegoerancargadosencarrosarrastradosporcaballos,ysacadosdelbosque.

¿Adóndeiban?¿Quésuertelesaguardaba?Enprimavera, cuandovolvieron las golondrinas y las cigüeñas, les preguntó el

abeto:—¿Nosabéisadóndelosllevaron¿Noloshabéisvistoenalgunaparte?

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Las golondrinas nada sabían, pero la cigüeña adoptó una actitud cavilosa y,meneandolacabeza,dijo:

—Sí,creoquesí.AlvenirdeEgipto,mecrucéconmuchosbarcosnuevos,quetenían mástiles espléndidos. Juraría que eran ellos, pues olían a abeto.Me dieronmuchosrecuerdosparati.¡Llevantanaltalacabeza,contantaaltivez!

—¡Ah!¡Ojaláfuerayolobastantealtoparapodercruzarlosmares!Pero,¿quéeselmar,yquéaspectotiene?

—¡Seríamuylargodecontar!—exclamólacigüeña,ysealejó.—Alégrate de ser joven—decían los rayos del sol—; alégrate de ir creciendo

sanoyrobusto,delavidajovenquehayenti.Yelvientoleprodigabasusbesos,yelrocíovertíasobreélsuslágrimas,peroel

abetonolocomprendía.AlacercarselasNavidadeserancortadosárbolesjóvenes,árbolesquenisiquiera

alcanzaban la talla ni la edad de nuestro abeto, el cual no tenía un momento dequietudni reposo; le consumía el afánde salir de allí.Aquellos arbolitos—yeransiempre los más hermosos— conservaban todo su ramaje; los cargaban en carrostiradosporcaballosyselosllevabandelbosque.

«¿Adóndeiránéstos?—preguntábaseelabeto—.Nosonmayoresqueyo;unoesinclusomásbajito.¿Yporquélesdejanlasramas?¿Adóndevan?».

—¡Nosotroslosabemos,nosotroslosabemos!—piaronlosgorriones—.Allá,enla ciudad, hemos mirado por las ventanas. Sabemos adónde van. ¡Oh! No puedesimaginarteelesplendorylamagnificenciaquelesesperan.Mirandoatravésdeloscristalesvimosárbolesplantadosenelcentrodeunaacogedorahabitación,adornadoscon losobjetosmáspreciosos:manzanasdoradas,pastelillos, juguetesycentenaresdevelitas.

—¿Y después? —preguntó el abeto, temblando por todas sus ramas—. ¿Ydespués?¿Quésucediódespués?

—Yanovimosnadamás.Peroesimposiblepintarlohermosoqueera.—¿Quién sabe si estoy destinado a recorrer también tan radiante camino?—

exclamó gozoso el abeto—. Todavía es mejor que navegar por los mares. EstoyimpacienteporquellegueNavidad.Ahorayaestoytancrecidoydesarrolladocomolos que se llevaron el año pasado. Quisiera estar ya en el carro, en la habitacióncalentita,contodoaquelesplendorymagnificencia.¿Yluego?Porqueclaroestáqueluego vendrá algo aún mejor, algo más hermoso. Si no, ¿por qué me adornaríantanto?Sindudameaguardancosasaúnmásespléndidasysoberbias.Pero,¿quéserá?¡Ay,quésufrimiento,quéanhelo!Yomismonoséloquemepasa.

—¡Gózate con nosotros!—le decían el aire y la luz del sol goza de tu lozanajuventudbajoelcieloabierto.

Pero él permanecía insensible a aquellas bendiciones de la Naturaleza. Seguía

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creciendo,sinperdersuverdoreninviernonienverano,aquelsuverdoroscuro.Lasgentes,alverlo,decían:—¡Hermosoárbol!—.Yheahíque,alllegarNavidad,fueelprimero que cortaron.El hacha se hincó profundamente en su corazón; el árbol sederrumbóconunsuspiro,experimentandoundoloryundesmayoquenolodejaronpensar en la soñada felicidad. Ahora sentía tener que alejarse del lugar de sunacimiento, tener que abandonar el terruño donde había crecido. Sabía que nuncavolvería a ver a sus viejos y queridos compañeros, ni a lasmatas y flores que lorodeaban;talveznisiquieraalospájaros.Ladespedidanotuvonadadeagradable.

Elárbolnovolvióensíhastaelmomentodeserdescargadoenelpatiojuntoconotros,yentoncesoyólavozdeunhombrequedecía:

—¡Eseesmagnífico!Nosquedaremosconél.Yseacercaronloscriadosvestidosdegalaytransportaronelabetoaunahermosa

yespaciosasala.Detodaslasparedescolgabancuadros,yjuntoalagranestufadeazulejos había grandes jarrones chinos con leones en las tapas; había tambiénmecedoras,sofásdeseda,grandesmesascubiertasdelibrosilustradosyjuguetes,queabuensegurovaldríancienvecescienescudos;por lomenosesodecíanlosniños.Hincaronelabetoenunvoluminosobarrilllenodearena,peronoseveíaqueeraunbarril,puesdetodosualrededorpendíaunatelaverde,yestabacolocadosobreunagranalfombrademilcolores.¡Cómotemblabaelárbol!¿Quévendríaluego?

Criados y señoritas corrían de un lado para otro y no se cansaban de colgarleadornosymásadornos.Enunaramasujetabanredecillasdepapelescoloreados;enotra,confitesycaramelos;colgabanmanzanasdoradasynueces,cualsifuesenfrutosdelárbol,yataronalasramasmásdecienvelitasrojas,azulesyblancas.Muñecasque parecían personas vivientes —nunca había visto el árbol cosa semejante—flotaban entre el verdor, y en lomás alto de la cúspide centelleaba una estrella demetaldorado.Erarealmentemagnífico,increíblementemagnífico.

—Estanoche—decíantodos—,estanochesíquebrillará.«¡Oh!—pensabaelárbol—,¡ojaláfueseyadenoche!¡Ojaláencendiesenpronto

las luces!¿Yquésucederá luego?¿Acasovendránavermelosárbolesdelbosque?¿Volarán los gorriones frente a los cristales de las ventanas? ¿Seguiré aquí todo elveranoytodoelinvierno,tanprimorosamenteadornado?».

Creíaestarenterado,desde luego;perodemomentoera tal su impaciencia,quesufríafuertesdoloresdecorteza,yparaunárboleldolordecortezaestanmalocomoparanosotroseldecabeza.

Al finencendieron las luces. ¡Québrilloymagnificencia!Elárbol temblabadeemociónportodassusramas;tanto,queunadelasvelitasprendiófuegoalverde.¡Ysepusoaarderdeverdad!

—¡Diosnosampare!—exclamaronlasjovencitas,corriendoaapagarlo.Elárboltuvoque esforzarseporno temblar. ¡Qué fastidio!Ledisgustabaperder algode su

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esplendor;todoaquelbrilloloteníacomoaturdido.Heaquíqueentoncesseabriólapuertadeparenpar,yuntropeldechiquillosseprecipitóenlasala,quenoparecíasinoqueibanaderribarelárbol;lesseguían,máscomedidas,laspersonasmayores.Lospequeñossequedaronclavadosenelsuelo,mudosdeasombro,aunquesóloporunmomento; enseguida se reanudó el alborozo; gritando con todas sus fuerzas, sepusieron a bailar en torno al árbol, del que fuerondescolgándose uno tras otro losregalos.

«¿Quéhacen?—pensabaelabeto—.¿Quéocurriráahora?».Lasvelas se consumían, y al llegar a las ramas eran apagadas.Ycuando todas

quedaronextinguidas,sediopermisoalosniñosparaqueselanzasenalsaqueodelárbol.¡Oh,ycómoselanzaron!Todaslasramascrujían;denohaberestadosujetoaltechoporlacúspideconlaestrelladorada,seguramentelohabríanderribado.

Loschiquillos saltabanporel salónconsus juguetes,ynadie sepreocupabayadel árbol, aparte la vieja ama, que, acercándose a él, se puso amirar por entre lasramas.Perosólolohacíaporsihabíaquedadoolvidadounhigoounamanzana.

—¡Uncuento,uncuento!—gritarondepronto,lospequeños,ycondujeronhastaelabetoaunhombrebajitoyrollizo.

Elhombresesentódebajodelacopa.—Puesasíestamosenelbosque—dijo—,yelárbolpuedesacarprovecho,siescucha.Perooscontarésólouncuentoynomás.¿PreferíseldeIvede-AvedeoeldeKlumpe-Dumpe,quesecayóporlasescalerasy,noobstante,fueensalzadoyobtuvoalaprincesa?¿Quéosparece?Esuncuentomuybonito.

—¡Ivede-Avede! —pidieron unos, mientras los otros gritaban:—. ¡Klumpe-Dumpe!

¡Menudo griterío y alboroto se armó! Sólo el abeto permanecía callado,pensando: «¿y yo, no cuento para nada? ¿No tengo ningún papel en todo esto?».Claroqueteníaunpapel,ybienquelohabíadesempeñado.

ElhombrecontóelcuentodeKlumpe-Dumpe,quesecayóporlasescalerasy,sinembargo,fueensalzadoyobtuvoalaprincesa.Ylosniñosaplaudieron,gritando:—¡Otro, otro!—. Y querían oír también el de Ivede-Avede, pero tuvieron quecontentarseconeldeKlumpe-Dumpe.Elabetoseguíasilenciosoypensativo;nuncalasavesdelbosquehabíancontadounacosaigual.«Klumpe-Dumpesecayóporlasescalerasy,contodo,obtuvoalaprincesa.Demodoqueasívaelmundo»—pensó,creyendo que el relato era verdad, pues el narrador era un hombremuy afable—.«¿Quiénsabe?Talvezyomecaigatambiénporlasescalerasyganeaunaprincesa».Ysealegróantelaideadequealdíasiguientevolveríanacolgarlelucesyjuguetes,oroyfrutas.

«Mañana no voy a temblar —pensó—. Disfrutaré al verme tan engalanado.Mañana volveré a escuchar la historia de Klumpe-Dumpe, y quizá, también la de

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Ivede-Avede». Y el árbol se pasó toda la noche silencioso y sumido en suspensamientos.

Porlamañanasepresentaronloscriadosylamuchacha.«Yaempiezaotravezlafiesta»,pensóelabeto.Peroheaquíquelosacarondela

habitacióny,arrastrándoloescalerasarriba,lodejaronenunrincónoscuro,alquenollegabalaluzdeldía.

«¿Quésignificaesto?—preguntóseelárbol—.¿Quévoyahaceraquí?¿Quéesloque voy a oír desde aquí?». Y, apoyándose contra la pared, venga cavilar y máscavilar.Yporciertoquetuvotiemposobrado,puesibantranscurriendolosdíasylasnochessinquenadiesepresentara;ycuandoalguienlohacía,erasóloparadepositargrandescajasenelrincón.Elárbolquedócompletamenteocultado;¿eraposiblequesehubieranolvidadodeél?

«Ahoraesinviernoalláfuera—pensó—.Latierraestáduraycubiertadenieve;loshombresnopuedenplantarme;poresomeguardaránaquí,seguramentehastalaprimavera.¡Quéconsideradosson,yquébuenos!¡Lástimaqueseaestotanoscuroytan solitario!No se ve ni unmísero lebrato.Bien considerado, el bosque tenía susencantos,cuandolaliebrepasabasaltandoporelmantodenieve;peroentoncesyonopodíasoportarlo.¡Estasoledaddeahorasíqueesterrible!».

«Pip, pip», murmuró un ratoncillo, asomando quedamente, seguido a poco deotro;y,husmeandoelabeto,seocultaronentresusramas.

—¡Haceunfríodeespanto!—dijeron—.Peroaquíseestábien.¿Verdad,viejoabeto?

—¡Yonosoyviejo!—protestóelárbol—.Hayotrosquesonmuchomásviejosqueyo.

—¿De dónde vienes? ¿Y qué sabes? —preguntaron los ratoncillos. Eranterriblementecuriosos—.HáblanosdelmásbellolugardelaTierra.¿Hasestadoenél? ¿Has estado en la despensa, donde hay queso en los anaqueles y jamonescolgandodeltecho;dondesebailaalaluzdelavelaydondeunoentraflacoysalegordo?

—No lo conozco—respondió el árbol—; pero, en cambio, conozco el bosque,donde brilla el sol y cantan los pájaros —. Y les contó toda su infancia; y losratoncillos, que jamás oyeran semejantes maravillas, lo escucharon y luegoexclamaron:—.¡Cuántascosashasvisto!¡Quéfelizhassido!

—¿Yo? —replicó el árbol; y se puso a reflexionar sobre lo que acababa decontarles—.Sí;enel fondo,aquéllos fueron tiemposdichosos.PeroacontinuaciónlesrelatólaNochebuena,cuandolohabíanadornadocondulcesyvelillas.

—¡Oh!—repitieronlosratones—,¡yquéfelizhassido,viejoabeto!—¡Digoquenosoyviejo!—repitióelárbol—.Hastaesteinviernonohesalido

delbosque.Estoyenlomejordelaedad,sóloquehedadoungranestirón.

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—¡Yquébiensabescontar!—prosiguieronlosratoncillos;yalanochesiguientevolvieron con otros cuatro, para que oyesen también al árbol; y éste, cuanto máscontaba, más se acordaba de todo y pensaba: «La verdad es que eran tiemposagradablesaquéllos.Perotalvezvolverán,talvezvolverán.Klumpe-Dumpesecayóporlasescalerasy,noobstante,obtuvoalaprincesa;quizásyotambiénconsigauna».Y,derepente,elabetoseacordódeunabedullindoypequeñíndesubosque;paraéleraunaauténticaybellaprincesa.

—¿Quién esKlumpe-Dumpe?—preguntaron los ratoncillos. Entonces el abetolesnarrótodalahistoria,sindejarseunasolapalabra;ylosanimales,depurogozo,sentían ganas de trepar hasta la cima del árbol. La noche siguiente acudieron enmayor número aún, y el domingo se presentaron incluso dos ratas; pero a éstas elcuentonolesparecióinteresante,locualentristecióalosratoncillos,quedesdeaquelmomentolotuvierontambiénenmenos.

—¿Ynosabeustedmásqueuncuento?—inquirieronlasratas.—Sólosééste—respondióelárbol—.Looíen lanochemás felizdemivida;

peroentoncesnomedabacuentademifelicidad.—Pero si es una historia lamar de aburrida. ¿No sabe ninguna de tocino y de

velasdesebo?¿Ningunadedespensas?—No—confesóelárbol.—Entonces,muchasgracias—replicaronlasratas,ysemarcharonareunirsecon

suscongéneres.Al fin, los ratoncillos dejaron también de acudir, y el abeto suspiró: «¡Tan

agradable comoera tener aquí a esos traviesos ratoncillos, escuchandomis relatos!Ahoranotengonieso.Cuandosalgadeaquí,meresarcirédeltiempoperdido».

Pero ¿iba a salir realmente? Pues sí; una buena mañana se presentaron unoshombres y comenzaron a rebuscar por el desván.Apartaron las cajas y sacaron elárbol al exterior. Cierto que lo tiraron al suelo sin muchos miramientos, pero uncriadoloarrastróhacialaescalera,dondebrillabalaluzdeldía.

«¡Lavidaempiezadenuevo!»,pensóelárbol,sintiendoenelcuerpoelcontactodel aire frescoyde losprimeros rayosdel sol; estabayaenelpatio.Todo sucedíamuy rápidamente; el abeto se olvidó de sí mismo: ¡Había tanto que ver a sualrededor!Elpatioestabacontiguoaunjardín,queeraunaascuadeflores;lasrosascolgaban, frescas o fragantes, por encima de la diminuta verja; estaban en flor lostilos, y las golondrinas chillaban, volando: «¡Quirrevirrevit, ha vuelto mihombrecito!».Peronosereferíanalabeto.

«¡Ahora a vivir!», pensó éste alborozado, y extendió sus ramas. Pero, ¡ay!,estabansecasyamarillas;yallí lodejaronentrehierbajosyespinos.Laestrelladeoropelseguíaaúnensucúspide,yrelucíaalaluzdelsol.

En el patio jugaban algunos de aquellos alegres muchachuelos que por

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Page 177: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Nochebuenaestuvieronbailandoen tornoal abetoyque tanto lohabíanadmirado.Unodeellosseleacercócorriendoylearrancólaestrelladorada.

—¡Mirad lo que hay todavía en este abeto, tan feo y viejo! —exclamó,subiéndoseporlasramasyhaciéndolascrujirbajosusbotas.

El árbol, al contemplar aquella magnificencia de flores y aquella lozanía deljardínycompararlasconsupropioestado, sintióhaberdejadoeloscuro rincóndeldesván. Recordó su sana juventud en el bosque, la alegre Nochebuena y losratoncillosquetanagustohabíanescuchadoelcuentodeKlumpe-Dumpe.

«¡Todopasó,todopasó!—dijoelpobreabeto—.¿Porquénosupegozarcuandoeratiempo?Ahoratodohaterminado».

Vinoelcriado,yconunhachacortóelárbolapedazos, formandoconellosunmontón de leña, que pronto ardió con clara llama bajo el gran caldero. El abetosuspirabaprofundamente,ycadasuspirosemejabaunpequeñodisparo;poreso loschiquillos, que seguían jugando por allí, se acercaron al fuego y, sentándose ycontemplándolo,exclamaban:«¡Pif,paf!».Peroacadaestallido,quenoerasinounhondo suspiro, pensaba el árbol en un atardecer de verano en el bosque o en unanochedeinvierno,bajoelcentelleardelasestrellas;ypensabaenlaNochebuenayenKlumpe-Dumpe—elúnicocuentoqueoyeraensuvidayquehabíaaprendidoacontar—yasíhastaqueestuvodeltodoconsumido.

Losniñosjugabaneneljardín,yelmenordetodossehabíaprendidoenelpecholaestrelladoradaquehabía llevadoelárbolen lanochemásfelizdesuexistencia.Peroaquellanochehabíapasado,y,conella,elabetoy tambiénelcuento: ¡Adiós,adiós!Yésteeseldestinodetodosloscuentos.

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Eljabalídebronce

(Metalsvinet)

En la ciudad de Florencia, no lejos de la Piazza del Granduca, corre una calletransversal que, si mal no recuerdo, se llama Porta Rossa. En ella, frente a unaespeciedemercadodehortalizas,selevantalacuriosafiguradeunjabalídebronce,esculpidoconmuchoarte.Agualímpidayfrescafluyedelabocadelanimal,queconeltiempohatomadouncolorverdeoscuro.Sóloelhocicobrilla,comosilohubiesenpulimentado —y así es en efecto— por la acción de los muchos centenares dechiquillos y pobres que, cogiéndose a él con las manos, acercan la boca a la delanimalparabeber.Esunbonitocuadroeldelabiendibujadafieraabrazadaporungraciosorapazmediodesnudo,queaplicasufrescabocaalhocicodebronce.

AcualquierforasteroquellegueaFlorencialeesfácilencontrarellugar;notienemásquepreguntarporel jabalídebroncealprimermendigoqueencuentre,seguroqueloguiaránaél.

Eraunanochecerdelinvierno;lasmontañasaparecíancubiertasdenieve,peroenelcielobrillaba la luna llena;y la luna llenaenItaliaes tan luminosacomoundíagrisdeinviernodelospaísesnórdicos;yleganaaún,pueselairebrillayadquiererelieve, mientras que en el Norte el techo de plomo, frío y lúgubre, deprime alhombre, lo aplasta contra el suelo, ese suelo húmedo y frío que un día cubrirá suataúd.

UnchiquilloharapientosehabíapasadotodoeldíasentadoeneljardíndelGranDuque, bajo el tejado de pinos, donde incluso en invierno florecen las rosas pormillares; un chiquillo que podía pasar por la imagen de Italia, tal era de hermoso,sonrientey,sinembargo,enfermizodeaspecto.Sufríahambreysed,nadieledabauncéntimoy al oscurecer—horade cerrar el jardín—el portero lo echó.Durante unlargo rato se estuvo entregado a sus ensueños en el puente que cruza el Arno,contemplandolasestrellasquesereflejabanenelagua,entreélyelmagníficopuentedemármol«dellaTrinitá».

Sedirigióluegohaciaeljabalídebronce,hincólarodillaalllegaraély,pasandolosbrazosalrededordelcuellodelafigura,aplicólabocaalrelucientehocicoybebióagrandestragosdesufrescaagua.Alladoyacíanunashojasdelechugaydosotrescastañas; aquello fue su cena. En la calle no había ni un alma; el chiquillo estabacompletamente solo; sentóse sobre el dorso del jabalí, se apoyó hacia delante, demanera que su rizada cabecita descansara sobre la del animal, y, sin darse cuenta,quedóseprofundamentedormido.

Al sonar la medianoche, el jabalí de bronce se estremeció, y el niño oyó que

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decía:—¡agárratebien,chiquillo,quevoyacorrer!—.Yemprendiólacarrera,conéla cuestas. ¡Extraño paseo! Primero llegaron a la Piazza del Granduca, donde elcaballo de bronce de la estatua del príncipe los acogió relinchando. El policromoescudo de armas de las antiguas casas consistoriales brillaba como si fuesetransparente, mientras el David de Miguel ángel blandía su honda. Por doquierrebullía una vida sorprendente. Los grupos de bronce que representan Perseo y elraptodelasSabinasseagitabanfrenéticamente;delabocadelasmujeressurgióungritodemortalangustia,queresonóenlagranplazasolitaria.

EljabalídebroncesedetuvoenelPalazzodegliUffizi,bajolaarcadadondesereúne lanoblezaen las fiestasdecarnaval.—Agárratebien—repitióelanimal—,vamos a subir por esta escalera—.El niño permanecía callado, entre tembloroso yfeliz.

Entraronenunalargagalería,queélconocíamuybien;yaanteshabíaestadoenella. De las paredes colgabanmagníficos cuadros, y había estatuas y bustos, todoiluminadoporvivísimaluz,comoenplenodía.Perolomáshermosovinocuandoseabrieronlaspuertasquedabanaccesoaunasalacontigua.Elniñonohabíaolvidadocuánmagníficoeraaquello,peronuncalohabíavistotanesplendorosocomoaquellanoche.

Había allí una maravillosa mujer desnuda, como sólo pueden moldearla laNaturaleza y el cincel de los grandes maestros. Movía los graciosos miembros,delfinessaltabanasuspies,lainmortalidadbrillabaensusojos.ElmundolallamalaVenusdeMédicis.Todoentornorelucíanlasestatuasdemármol,enlasquelapiedraaparecía animada por la vida del espíritu: figuras de hombres magníficos, unoafilando la espada—por eso se le llama el Afilador—, más allá el grupo de losPugilistas; la espada era aguzada, y los combatientes luchaban por la Diosa de laBelleza.

El chiquillo estaba como deslumbrado por todo aquel esplendor; las paredesardíandecolor,ytodoeravidaymovimiento.PodíanversedosVenus,representandolaVenus terrena, turgente y ardorosa, tal comoTiziano la había apretado sobre sucorazón. Eran dos soberbias figuras femeninas. Los bellos miembros desnudos seextendían sobre los muelles almohadones; el pecho se levantaba, y la cabeza semovía dejando caer los abundantes rizos en torno a los bien curvados hombros,mientras los oscuros ojos expresaban ardientes pensamientos. Pero ninguno deaquellos personajes osaba salir por completo de su marco. La propia Diosa de laBelleza,losPugilistasyelAfilador,permanecíanensuspuestos,pueslaGloriaqueirradiabadelaMadonna,deJesúsySanJuan,losmanteníasujetos.Lasimágenesdelossantosnoeranyaimágenes,sinolossantosenpersona.

¡Quéesplendoryquébellezadesalaensala!Yelniñoloveíatodo;eljabalídebronce avanzaba paso a paso por entre toda aquella magnificencia. Una visión

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Page 180: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

eclipsabaalaotra,perounasolaimagensefijóenelalmadelniño,seguramenteporlosniñosalegresydichososqueaparecíanenella,yqueelpequeñoyahabíavistoantesalaluzdeldía.

Sonmuchoslosquepasanpordelantedeaquelcuadrosinapenasrepararenél,y,sin embargo, encierra un tesoro de poesía. EsCristo descendiendo a los infiernos;pero a su alrededor no se ve a los condenados, sino a los paganos. El florentinoAngioloBronzinopintóaquelcuadro,lomássublimedelcualeslacertezareflejadaenelrostrodelosniños,dequeiránalcielo:dosdeellosseabrazanya;uno,muychiquitín, tiende lamanoaotroqueestáaúnenelabismo,yseseñalaasímismo,como diciendo: «¡Me voy al cielo!». Todos los restantes permanecen indecisos,esperandooinclinándosehumildementeanteJesúsNuestroSeñor.

El niño empleó en la contemplación de aquel cuadro mucho más rato que entodoslosdemás.Eljabalídebronceseguíaparadodelantedeél.Sepercibióunlevesuspiro;¿salíadelapinturaodelpechodelanimal?Elniñoextendióelbrazohacialos sonrientes pequeñuelos del cuadro, y entonces el jabalí prosiguió su camino,saliendoporelabiertovestíbulo.

—¡Gracias,yDiostebendiga,buenanimal!—exclamóelmuchacho,acariciandoasumontura,quebajabasaltandolasescaleras.

—¡Gracias,yDiostebendigaati!—respondióeljabalí—.Yoteheprestadounservicio,ytúmehasprestadootroamí,puessóloconunacriaturainocentesobreellomomesondadasfuerzasparacorrer.¿Ves?,hastapuedoentrardentrodelcírculode luzquevienede la lámparacolgadaanteelcuadrode laVirgen.A todaspartespuedollevarte,exceptoalaiglesia;perositúestásconmigo,puedomirarasuinterioratravésdelapuertaabierta.Noteapeesdemiespalda;silohaces,caerémuerto,talcomomevesduranteeldíaenlacalledelaPortaRossa.

—Mequedarécontigo,mibuenanimal—respondióelniño;yeljabalíemprendióvelozcarreraporlascallesdeFlorencia,nodeteniéndosehastallegaralaplazadondeselevantalaiglesiadeSantaCroce.

Abrióse súbitamente la doble puerta, y las luces del altar proyectaron su brillohastalasolitariaplaza.

Unextraño resplandor irradiabadeunmonumento sepulcral situado en la naveizquierda del templo; millares de estrellas móviles formaban una aureola a sualrededor.Elsarcófagoostentabaunblasónnobiliario:unaescalerademano,decolorrojo sobre campo azul, que refulgía como fuego. Era la tumba de Galileo. Es unmonumentosencillo,perolarojaescalerasobrecampoazulestállenadesignificado:eselsímbolodelArte,cuyocaminoconducesiemprehaciaarriba,haciaelcielo,porunaescaleraardiente.TodoslosprofetasdelespíritusubenalcielocomoelprofetaElías.

Enlanave,cadaestatuadelosricossarcófagosparecíaestaranimada.Allíestaba

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Miguel ángel, luego Dante, coronado de laurel; Alfieri,Maquiavelo; unos junto aotros,reposabanallíloshéroesdelespíritu,elorgullodeItalia.

Es una iglesia preciosa, mucho más que la catedral de mármol de Florencia,aunquenotangrande.

Habríase dicho que las marmóreas ropas se movían, que las grandes estatuaslevantabanmáslacabeza,y,entrecantoyarmoniosossones,mirabanenmediodelanochehaciaelradiantealtar,verdaderaorgíadecolores,enelqueunosadolescentesvestidosdeblancobalanceabanincensariosdeoro.Suintensafragancia,saliendodelosámbitosdeltemplo,llegabahastalaplaza.

Elniño tendió losbrazosendirecciónde la luz,peroenelmismomomentoeljabalí de bronce reanudó su carrera. El pequeño hubo de cogerse firmemente; elviento le zumbabaen losoídos,oyó rechinar laspuertasdel temploy lasviogirarsobre sus goznes, al tiempo que experimentaba la sensación de perder el sentido;sintióunfríodehieloyabriólosojos.

Amanecía.Elniñoseencontróprecariamentesentadosobreel jabalídebronce,que,comosiempre,estabaenlacalledelaPortaRossa.

Sobrecogióalchiquillounsentimientodemiedoyangustiaalpensarenaquellaaquien llamabasumadre, lamujerque lavíspera lohabíadespachadoconordendeprocurarsedinero.Noteníaniunochavo,ysentíahambreysed.Otravezseabrazóalcuellodeljabalí,lobesóenelhocicoy,dirigiéndoleungestoafectuoso,seencaminóhacia uno de los callejones más angostos; tenía apenas la anchura suficiente parapermitirelpasodeunasnobiencargado.Unagranpuertachapeadadehierroestabamedioabierta;elmuchachosubióporunaescaleradepiedradesuciospeldaños,conuna cuerda a guisa de barandilla, y llegó a una galería abierta, en la que colgabanmuchosandrajos.Desdeallí,otraescaleraconducíaalpatio;delpozo,quehabíaenéstesalíanfuertesalambres,delosquesepodíatirardesdetodoslospisosdelacasa;los cubos colgaban uno al lado de otro, mientras rechinaba la polea, y un cubodanzaba en el aire, soltando agua que iba a caer al patio. Una tercera escalera,semiderruída, conducía a los pisos. Dos marineros rusos bajaban saltandoalegremente, y por poco derriban al chiquillo; venían de alguna juerga nocturna.Seguíalos una mujer ya no joven, aunque de constitución robusta, con abundantecabellonegro.

—¿Quétraes?—preguntóalmuchacho.—Nomeriñas—suplicóéste—,nomehandadonada.Ycogiólafaldadesumadre,comoparabesarla.Entraronenlahabitación,que

no describiremos; diremos sólo que en ella había un brasero de asas con fuego decarbón: marito lo llaman. La mujer lo cogió para calentarse los dedos, y dio unempellónalniñoconelcodo—.¡Seguroquetienesdinero!—gritó.

Elpequeñoseechóa llorar, lamujer lediounapatada,yel llantosehizomás

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estridente—. ¡O te callaso teparto la cabeza!—dijo ellablandiendoel fogónquetenía en la mano. El chiquillo se encogió hasta el suelo, sin cesar en sus gritos;entoncessepresentó,enlapuertalavecina,tambiéncargadaconsumarito.

—¡Felicita!¿Quélehacesalchico?—¡Esmihijo!—respondióFelicita—,ypuedomatarlosimeda lagana,ya ti

conél,Glaninna—ylevantóelbrasero.Laotrahizolomismoenactituddefensiva,ylos dos cacharros salieron, disparados el uno contra el otro, proyectando por lahabitación, cascos, fuego y ceniza. El niño, en un santiamén, llegó a la puerta,atravesóelpatioy salióa la calle, corriendocuanto lepermitían suspiernas,hastaqueelcansancioloobligóadetenerse.SeparójuntoalaiglesiadelaSantaCroce,lamismacuyapuertaprincipalsehabíaabiertoanteéllanocheanterior,yentróenella.¡Todo brillaba! Se arrodilló frente a la primera tumba de la derecha, la deMiguelángel, y prorrumpió en sollozos. Pasaba gente, decían la misa, y nadie prestabaatención al pequeño.Sóloun ciudadanode edadmadura sedetuvounmomentoy,despuésdemirarlo,siguiósucaminocomolosdemás.

Elhambreylasedatormentabanalniño,que,agazapándoseenelánguloformadoporlaparedyelmausoleodemármol,sequedódormido.Casianochecíayacuandosedespertó,alsacudirloalguien.Seincorporóyvioanteélalmismociudadanodelamañana.

—¿Estás enfermo? ¿Dónde vives? ¿Te has pasado todo el día aquí?—fueronalgunasde laspreguntasque ledirigióelanciano.Habiendo respondidoelniño,elhombre lo llevó consigo auna casita situada apocadistancia, enunade las callestransversales.Erauntallerdeguantería.Entraron;lamujerestabatodavíatrabajando,activamenteynoseinterrumpióalverlos.Unaperritaboloñesa,esquiladatanarapequehasta se traslucía su piel rosada, subiéndose sobre lamesa recibió al niño conanimadossaltosydandoalegresladridos.

—Lasalmas inocentes se reconocen—dijo lamujer,acariciandoalanimalyalrapaz.Aquellabuenagentelosentaronalamesaconellosyledierondecomerydebeber, diciéndole que podría pasar la noche en su casa. Al día siguiente, el tíoGiuseppehablaría con sumadre.Loacostaronenuna camitamuypobre, peroqueparaél,acostumbradoadormirsobreeldurosuelo,resultóunlechodignodeunrey.Durmiódeuntirón,soñandoconlasmagníficasestatuasyeljabalídebronce.

EltíoGiuseppesalióalamañanasiguiente,congrandisgustodelpequeño,quesabíaqueelobjetodelagestiónerallevarloacasadesumadre.Elniñobesóllorandoalperrojuguetón,ylamujersonrióamablementealosdos.

¿QuénoticiastrajoasuvueltaeltíoGiuseppe?Estuvohablandolargoratoconsuesposa,lacualasentíaconlacabezayacariciabaalpequeño.—.Esunniñoprecioso—exclamó—.Puedellegarasertanbuenguanterocomotúlofuiste.Tienelosdedosfinosyflexibles.LaMadonnalohadestinadoaserguantero.

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Y elmuchacho se quedó en la casa, y lamujer le enseñó a coser. Comía conexcelenteapetito,dormíabien,estabaalegre,yprontoempezóaandaralagreñaconBellissima, que tal era el nombre de la perrita. Cuando ocurría esto, la mujer seenfadaba,amenazabaconeldedoalniño,yloreñía;estolellegabaalcorazónyseretirabapensativo,asucuartito,quedabaalacalleyerausadoparasecarlaspieles.Lasventanasteníangruesasbarrasdehierro;élnopodíadormirpensandoeneljabalídebronce,yderepenteoyófueraun¡plas,plas!¿Seríaél?Deunbrincollegóa laventana,peronovionada;habíapasadoya.

—Ayuda al señor a llevar sus pinturas —dijo la mujer al muchacho al díasiguiente,cuandopasóeljovenvecino,queerapintor,cargadoconsucajayunagrantelaarrollada.Elniñocogiólacaja,ylosdossedirigieronalaGaleríaysubieronporla escalera, que él conocía por su excursión nocturna con el jabalí. Reconoció lasestatuasyloscuadros,lamaravillosaVenusdemármolytodoloqueaquellanochehabíacobradovidaentodalagamadecolores;volvióaverlaMadonna,conJesúsySanJuan.

Se detuvieron frente al cuadro de Bronzino, aquel que representa a Cristodescendiendoalosinfiernos,rodeadodeniñosquesonríen,segurosdeiralcielo.Elpobrepequeñoriosetambién,puesaquelloerasucielo.

—Ahoravuélveteacasa—ledijoelpintor—cuandotuvopreparadoelcaballeteylospinceles.

—¿Nomedejaríaqueyomirase?—preguntóelniño—.¿Nopodríamirarcómopasaelcuadroasulienzoblanco?

—Nopintaré todavía—respondió el artista sacandoel carboncillo.Sumano semovía rápidamente, el ojo calculaba las dimensiones del gran cuadroy, a pesar dequeselimitóatrazarunfinorasgo,prontoquedóesbozadoelCristoflotante,comoenlapintura.

—Ahora,márchate—insistióelpintor,yelniñoseencaminóquietamentea sucasa,sentósealamesaysepusoaaprenderacoserguantes.

Sin embargo, su pensamiento estuvo todo el día concentrado en la sala de loscuadros;poresosepinchólosdedosymostrómuypocadisposiciónparaeloficio;perodejóyade reñirconBellissima.Al llegar lanoche,aprovechándosedeque lapuerta estabaabierta, se escapódecasa.Hacía frío,pero las estrellasbrillabanconhermosísimaclaridad.Fuevagandoporlascalles,quietasysolitarias,ymuyprontoestuvofrentealjabalídebronce.Inclinándosesobreél,besóleelrelucientehocicoymontó en su lomo.—. ¡Mi buen animal, cómo te eché demenos!—dijo—. Estanochedaremosotropaseo.

El jabalí permaneció inmóvil, mientras el agua frescamanaba por su boca. Elpequeñoseguíamontadoenélcuandoalguien le tiróde lachaqueta.Almirara suladovioaBellissima,laperritaesquilada,que,habiendoescapadotambiéndelacasa,

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lohabíaseguidosinéldarsecuenta.Laperritaladrabacomodiciendo:«Aquíestoy,mírame,¿porquétesientasahíarriba?».Undragón,echandofuegoporlasfaucesnohabríaasustadoalniñotantocomoelperrilloenaquellugar.Bellissimaenlacalleysinvestir,comodecíalaabuela,¿quéibaaresultardetodoaquello?Elperrojamássalía en invierno sin que antes lo abrigasen con una diminuta piel de cordero, quehabíacortadoycosidoasumedida.Lapielsesujetabaalcuellopormediodeunacinta roja, conun lazoyun cascabel, y deotra cinta que le pasabapordebajodelvientre.Elanimalparecíacasiunacabritacuando,en laestación fría, ibadepaseoconla«signora».YheaquíqueahoraBellissimaestabaallíydesnuda;¿quépasaría?Todos los sueñossedesvanecieron;elmuchachodiounbesoal jabalídebroncey,cogiendoaBellissima,quetiritabadefrío,bajoelbrazo,saliócorriendohaciacasa.

—¿Quéllevasahí?—legritarondosguardiasconquienessetopó.Bellissimanocesaba de ladrar—. ¿Dónde has robado este hermoso perro?—le dijeron; y se loquitaron.

—¡Devuélvanmelo,porfavor!—suplicabaelchiquillo.—Sino lohas robado,dia tuspadresqueencontraránelperroenelpuestode

guardia—.Y,dándoleladirección,sealejaronconBellissima.La situación eradesesperada; el chico estaba indeciso entre arrojarse alArnoe

irseasucasayconfesarlotodo.Seguramentelomatarían,pensó.«Peroperfieroqueme maten. Así iré a reunirme con Jesús y la Madonna». Y se encaminó a casa,dispuestoamorir.

Lapuertaestabacerrada;élnoalcazabaelpicaporteynohabíanadieenlacalle,pero cogiendo un adoquín suelto, llamó con él. —¿Quién va?— gritaron desdedentro.

—¡Soy yo! —respondió él—. Bellissima se ha escapado. ¡Abrid la puerta ymatadme!

Los viejos, especialmente la «signora», tuvieron un susto terrible al saber quehabíadesaparecidoBellissima.Lamujercorrióalapareddondeguardabanelabrigodelperro:lapieldecorderocolgabadesusitio.

¡Bellissima en el cuerpo de guardia!—exclamó a voz en grito. ¡Ah, mozueloendiablado!¿Cómo ladejasteescapar?Semoriráde frío. ¡Elpobreanimalitoentreesospolicías,tangroseros!

Elmaridotuvoquesalirprecipitadamenteensubusca.Lamujerlloraba,yllorabatambién el niño. Acudieron todos los vecinos de la casa, entre ellos el pintor.Cogiendoalpequeñoentre las rodillas, lo interrogó,y, a fuerzadepaciencia,pudoreconstituir toda la historia del jabalí de bronce y de la galería de pinturas. Muycoherente no lo era, pero el pintor consoló al niño y tranquilizó a la abuela; sinembargo, ésta no las tuvo todas consigo hasta la llegada del padre conBellissima,rescatada de los gendarmes. Hubo entonces gran alegría; el pintor acarició al

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chiquilloylediounpuñadodedibujos.Eranunosapuntesmagníficos;¡quécabezasmásgraciosas!Perolomejoreraun

retratodeljabalídebronce.Nosehavistocosamásbella.Conunospocostrazos,elanimalhabíasidoreproducidoenelpapel,einclusoseveíalacasadelfondo.

«¡Ah, quién supiera dibujar y pintar! ¡Podría llevarme el mundo entero a micasa!».

Aldíasiguiente,ensuprimermomentolibre,elpequeñocogióellápizytratódecopiareldibujodeljabalíenelreversodeunodelosapuntes.¡Ylesalió!Untantotorcido e irregular, desde luego; una patamás gruesa, otramás delgada… pero sereconocía.Elniñotuvounagranalegría.Ellápiznosemovíaconlasolturadeseable,bien se daba cuenta; pero al día siguiente apareció un segundo jabalí al lado delprimero,cienvecesmejor;el tercerosalió tanbien,quetodoelmundoloreconoceenseguida.

Peroconel trabajodeguantería lascosasibanmal,y losrecadossehacíanconlentitud desesperante, pues el jabalí de bronce le había demostrado que todas lasestatuaspuedenllevarsealpapel,ylaciudaddeFlorenciaesunverdaderoálbumdeestampasparaquiense tomalamolestiadehojearlo.En laPiazzadellaTrinitáhayunaesbeltacolumnaquesostienealadiosadelaJusticia,conlosojosvendadosylabalanza.Notardóenpasaralpapel,porobradelniñodelguantero.Lacolecciónibacreciendo, pero sólo contenía objetos muertos; hasta que un día Bellissima se leacercósaltando:—.¡Estátequieta!—legritóél—;tedibujaré,preciosa,yfigurarásentremis cuadros—.PeroBellissima no quería estarse quieta, y el niño tuvo queatarla. La sujetó por la cabeza y por el rabo; el perro no paraba de ladrar y pegarsaltos,ynohubomásremedioqueapretarlacuerda.Enestoentróla«signora».

—¿Qué haces, desalmado? ¡Pobre animalito! —fue todo lo que pudo decir.Apartóalniñoaempujonesypatadas,yloechódecasademalamanera—.¡Golfodesagradecido y endiablado!—. Y, llorando, desató a su querida y casi asfixiadaBellissima.

Enaquelmomentoelpintorsubíalasescaleras(yaquíesdondelahistoriadaunvuelco).

En1834secelebróunaexposiciónen laAcademiadelleArtideFlorencia;doscuadros,colocadosunoalladodelotro,atraíanunagranmultituddeadmiradores.Elmáspequeñorepresentabaunalegrechiquillosentado,dibujando.Teníapormodelounperritoboloñésesquiladoalrape;perocomoelanimalnoseestuvieraquieto,lohabían atado fuertemente con bramantes por la cabeza y por la cola. Había en lacomposiciónunavidayunaverdadquehablabanalosojosdelosespectadores.

Decíasequeelautoreraunjovenflorentinorecogidodelacalle,yqueunviejoguantero había querido criar. A dibujar había aprendido él solo. Un joven pintor,famosoalasazón,habíadescubiertosutalentocuandoelchiquilloeraarrojadodela

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casaporhaberatadoytomadopormodeloelperrilloboloñés,favoritodeladueña.El aprendizdeguanterohabía llegado a ser ungranpintor; bien lodemostraba

aquelcuadro,ymásaúnelotro,mayor,expuestoasulado.Conteníaunasolafigura:ladeunhermosochiquillovestidodeharapos,dormidoenlacalleyapoyadocontrael jabalí de bronce de la calle de la Porta Rossa. Todos los visitantes conocían ellugar.Losbrazosdelniñodescansabansobrelacabezadelanimal;elpequeñodormíatranquilamente, y la lámpara colocada delante de la imagen de la Madonnaproyectabaun intensochorrode luzsobresupálidayhermosacara.Erauncuadrodelicioso; rodeábalo un granmarco dorado, de cuya esquina superior colgaba unacorona de laurel; pero entre sus verdes hojas flotaba una cinta negra y un largocrespóndeluto.

Eljovenartistaacababademorir.

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Page 187: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Lafamiliafeliz

(DenlykkeligeFamilie)

Lahojaverdemásgrandedenuestratierraesseguramenteladellampazo.Sitelapones delante de la barriga, parece todo un delantal, y si en tiempo lluvioso te lacolocassobrelacabeza,escasitanútilcomounparaguas;yavessiesenorme.Unlampazonuncacrecesolo.Dondehayuno,seguroquehaymuchosmás.Esungocepara los ojos, y toda esta magnificencia es pasto de los caracoles, los grandescaracoles blancos, que en tiempos pasados, la gente distinguida hacía cocer enestofado y, al comérselos, exclamaba: «¡Ajá, qué bien sabe!», persuadida de querealmenteeraapetitoso;pues,comodigo,aquelloscaracoles senutríandehojasdelampazo,yporesosesembrabalaplanta.

Puesbien,habíaunaviejacasasolariegaenlaqueyanosecomíancaracoles.Estos animales se habían extinguido, aunque no los lampazos, que crecían en

todos los caminos y bancales; una verdadera invasión. Era un auténtico bosque delampazos,conalgúnqueotromanzanoociruelo;porlodemás,nadiehabríapodidosuponerqueaquellohabíasidoantañoun jardín.Todoeran lampazos,yentreellosvivíanlosdosúltimosymatusalémicoscaracoles.

Ni ellosmismos sabían loviejosqueeran,pero se acordabanperfectamentedeque habían sidomuchosmás, de que descendían de una familia oriunda de paísesextranjeros,ydeque todoaquelbosquehabíasidoplantadoparaellosy lossuyos.Nuncahabíansalidodesuslindes,peronoignorabanquemásalláhabíaotrascosasen elmundo, una, sobre todo, que se llamaba la «casa señorial», donde ellos erancocidosy,vueltosdecolornegro,colocadosenuna fuentedeplata;perono teníanideade loqueocurríadespués.Porotraparte,nopodían imaginarsequé impresióndebíacausarelsercocidoycolocadoenunafuentedeplata;peroseguramenteseríadelicioso, y distinguidopor demás.Ni los abejorros, ni los sapos, ni la lombriz detierra,aquieneshabíanpreguntado,pudieroninformarles;ningunohabíasidococidonipuestoenunafuentedeplata.

Los viejos caracoles blancos eran losmás nobles delmundo, de eso sí estabanseguros. El bosque estaba allí para ellos, y la casa señorial, para que pudieran sercocidosydepositadosenunafuentedeplata.

Vivíanmuysolosyfelices,ycomonoteníandescendencia,habíanadoptadouncaracolilloordinario, al que educaban como si hubiese sido supropiohijo; pero elpequeño no crecía, pues no pasaba de ser un caracol ordinario. Los viejos,particularmente lamadre, laMadreCaracola,creyóobservarquesedesarrollaba,ypidió al padre que se fijara también; si no podía verlo, al menos que palpara la

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pequeñacascara;yéllapalpóyvioquelamadreteníarazón.Undíasepusoalloverfuertemente.—Escuchaelrampataplándelalluviasobreloslampazos—dijoelviejo.—Sí,ylasgotaslleganhastaaquí—observólamadre—.Bajanporeltallo.Verás

cómoestosemoja.Suerteque tenemosnuestrabuenacasa,yqueelpequeño tienetambiénlasuya.Saltaalavistaquenoshantratadomejorqueatodoslosrestantesseresvivos;quesomoslosreyesdelacreación,enunapalabra.Poseemosunacasadesdelahoraenquenacemos,yparanuestrousoexclusivoplantaronunbosquedelampazos.Megustaríasaberhastadóndeseextiende,yquehayahíafuera.

—Nohaynada fueradeaquí—respondióelpadre—.Mejorqueestonopuedehabernada,yyonotengonadaquedesear.

—Pues amí—dijo la vieja—me gustaría llegarme a la casa señorial, quemecocieranymepusieranenunafuentedeplata.Todosnuestrosantepasadospasaronporelloy,créeme,debedeseralgoexcepcional.

—Talvezlacasaestédestruida—objetóelcaracolpadre—,oquizáselbosquede lampazos laha cubierto, y loshombresnopueden salir.Por lodemás, no correprisa; tú siempre te precipitas, y el pequeño sigue tu ejemplo. En tres días se hasubido a lo alto del tallo; realmenteme da vértigo, cuando levanto la cabeza paramirarlo.

—Noseastanregañón—dijolamadre—.Elchiquillotrepaconmuchocuidado,yestoyseguradequeaúnnosdarámuchasalegrías;alfinyalapostre,notenemosmásqueaélenlavida.¿Haspensadoalgunavezenencontrarleesposa?¿Nocreesquesinosadentrásemosenlaselvadelampazos,talvezencontraríamosaalgunodenuestraespecie?

—Seguramentehabráporallícaracolesnegros—dijoelviejo—caracolesnegrossin cáscara; pero, ¡son tan ordinarios!, y, sin embargo, son orgullosos. Peropodríamosencargarloalashormigas,quesiemprecorrendeunladoparaotro,comosi tuviesen mucho que hacer. Seguramente encontrarían una mujer para nuestropequeño.

—Yoconozcoalamáshermosadetodas—dijounadelashormigas—,perometemoquenohayanadaquehacer,puessetratadeunareina.

—¿Yesoquéimporta?—dijeronlosviejos—.¿Tieneunacasa?—¡Tieneunpalacio!—exclamólahormiga—,unbellísimopalaciohormiguero,

consetecientoscorredores.—Muchas gracias —dijo la madre—. Nuestro hijo no va a ir a un nido de

hormigas.Sinosabéisotracosamejor,loencargaremosalosmosquitosblancos,quevuelan a mucho mayor distancia, tanto si llueve como si hace sol, y conocen elbosquedelampazospordentroyporfuera.

—¡Tenemos esposa para él! —exclamaron los mosquitos—. A cien pasos de

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hombreenunzarzal,viveuncaracolitoconcasa;esmuypequeñín,perotienelaedadsuficienteparacasarse.Estáanomásdecienpasosdehombredeaquí.

—Muy bien, pues que venga —dijeron los viejos—. Él posee un bosque delampazos,yella,sólounzarzal.

Yenviaronrecadoalaseñoritacaracola.Invirtióochodíasenelviaje,peroahíestuvo precisamente la distinción; por ello pudo verse que pertenecía a la especieapropiada.

Ysecelebrólaboda.Seisluciérnagasalumbraronlomejorquesupieron;porlodemás, todo discurrió sin alboroto, pues los viejos no soportaban francachelas nibullicio. Pero Madre Caracola pronunció un hermoso discurso; el padre no pudohablar, por causa de la emoción. Luego les dieron en herencia todo el bosque delampazosydijeronloquehabíandichosiempre,queeralomejordelmundo,yquesivivían honradamente y como Dios manda, y se multiplicaban, ellos y sus hijosentrarían algún día en la casa señorial, serían cocidos hasta quedar negros y lospondríanenunafuentedeplata.

Terminado el discurso, los viejos se metieron en sus casas, de las cuales novolvieronyaasalir;sedurmierondefinitivamente.Lajovenparejareinóenelbosqueytuvounanumerosadescendencia;peronadieloscociónilospusoenunafuentedeplata, de lo cual dedujeron que lamansión señorial se había hundido y que en elmundosehabíaextinguidoelgénerohumano;ycomonadie loscontradijo, lacosadebíadeserverdad.Lalluviacaíasóloparaellossobrelashojasdelampazo,consurampataplán,yel solbrillabaúnicamenteparaalumbrarleselbosquey fueronmuyfelices.Todalafamiliafuemuyfeliz,deveras.

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ElpequeñoTuk

(LilleTuk)

Pues sí, éste era el pequeñoTuk. En realidad no se llamaba así, pero éste era elnombrequesedabaasímismocuandoaúnnosabíahablar.QueríadecirCarlos,esundetallequeconvienesaber.ResultaqueteníaquecuidardesuhermanitaGustava,muchomenorqueél,yluegoteníaqueaprendersesuslecciones;pero,¿cómoatenderalasdoscosasa lavez?Elpobremuchachitoteníaasuhermanasentadasobrelasrodillasylecantabatodaslascancionesquesabía,mientrassusojosechabanalgunaque otramirada al libro deGeografía, que tenía abierto delante de él. Para el díasiguientehabríadeaprendersedememoriatodaslasciudadesdeZelandaysaberse,además,cuantodeellasconvieneconocer.

LlególamadreacasaysehizocargodeGustavita.Tukcorrióalaventanayseestuvoleyendohastaquesusojosnopudieronmás,pueshabíaidooscureciendoysumadrenoteníadineroparacomprarvelas.

—Ahívalaviejalavanderadelcallejón—dijolamadre,quesehabíaasomadoalaventana—.Lapobreapenaspuedearrastrarseyaúntienequecargarconelcubollenodeaguadesdelabomba.Anda,Tuk,sébuenoyveaayudaralapobreviejecita.Harásunabuenaacción.

Tukcorrióalacalleaayudarla,perocuandoestuvoderegresolaoscuridaderacompleta,ycomonohabíaquepensarenencenderlaluz,notuvomásremedioqueacostarse. Su lecho era un viejo camastro y, tendido en él estuvo pensando en suleccióndeGeografía,enZelandaytodoloquehabíaexplicadoelmaestro.Debierahaber seguido estudiando, pero era imposible, y se metió el libro debajo de laalmohada,porquehabíaoídodecirqueaquelloayudabaaretenerlasleccionesenlamente;peronohayquefiarsemuchodeloqueseoyedecir.

Yallíseestuvopiensaquetepiensa,hastaquedeprontoleparecióquealguienledabaunbesoenlabocayenlosojos.Sedurmió,y,sinembargo,noestabadormido;eracomosilaancianalavanderalomiraraconsusdulcesojosyledijera:—Seríaungranpecadoquemañananosupiesestuslecciones.Mehasayudado,ahorateayudaréyo,yDiosNuestroSeñorlohará,entodomomento.

Y de pronto el libro empezó a moverse y agitarse debajo de la almohada denuestropequeñoTuk.

—¡Quiquiriquí!¡Put,put!—.EraunagallinaqueveníadeKjöge.—¡Soy una gallina deKjöge!—gritó, y luego se puso a contar del número de

habitantesqueallíhabía,ydelabatallaqueenlaciudadsehabíalibrado,añadiendoemperoqueen realidadnovalía lapenamencionarla—.Otromeneoyzarandeoy,

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¡bum!,algoquesecae:unavedemadera,elpapagayodel tiroalpájarodePrastö.Dijoqueenaquellaciudadvivíantantoshabitantescomoclavosteníaélenelcuerpo,yestabanopocoorgullosodeello—.Thorwaldsenviviómuycercademí.¡Cataplún!¡Québienseestáaquí!

PeroTukyanoestabatendidoensulecho;derepenteseencontrómontadosobreun caballo, corriendo a galope tendido. Un jinete magníficamente vestido, conbrillante casco y flotante penacho, lo sostenía delante de él, y de este modoatravesaron el bosque hasta la antigua ciudad deVordingborg,muy grande ymuybulliciosa por cierto.Altivas torres se levantaban en el palacio real, y de todas lasventanassalíavivísimaluz;enelinteriortodoerancantosybailes:elreyWaldemarbailabacon las jóvenesdamascortesanas, ricamente ataviadas.Despuntóel alba,ycon la salida del sol desaparecieron la ciudad, el palacio y las torres una tras otra,hastanoquedarsinounasolaenlacumbredelacolina,dondeselevantaraanteselcastillo.Eralaciudadmuypequeñaypobre,yloschiquillospasabanconsuslibrosbajoelbrazo,diciendo:—Dosmilhabitantes—.Peronoeraverdad,noteníatantos.

Y Tuk seguía en su camita, como soñando, y, sin embargo, no soñaba, peroalguienpermanecíajuntoaél.

—¡Tuquito, Tuquito! —dijeron. Era un marino, un hombre muy pequeñín,semejanteauncadete,peronoerauncadete.

—TetraigomuchossaludosdeKorsör.Esunaciudadfloreciente, llenadevida,conbarcosdevaporydiligencias;antespasabaporfeayaburrida,peroéstaesunaopiniónanticuada.

—Estoy a orillas delmar, dijoKorsör; tengo carreteras y parques y he sido lacunadeunpoetaqueteníaingenioygracia;notodoslostienen.Unavezquisearmarunbarcoparaquedieselavueltaalmundo,masnolohice,aunquehabríapodido;y,además,¡huelotanbien!Puesenmispuertasflorecenlasrosasmásbellas.

Tuk las vio, y ante su mirada todo apareció rojo y verde; pero cuando seesfumaron los colores, se encontró ante una ladera cubierta de bosque junto allímpidofiordo,yenlacimaselevantabaunahermosaiglesia,antigua,condosaltastorrespuntiagudas.Delaladerabrotabanfuentesquebajabanenespesosriachuelosdeaguasmurmureantes,ymuycercaestabasentadounviejoreyconlacoronadeorosobre el largo cabello; era el reyHroar de las Fuentes, en las inmediaciones de laciudad de Roeskilde, como la llaman hoy día. Y todos los reyes y reinas deDinamarca,coronadosdeoro,seencaminaban,cogidosdelamano,alaviejaiglesia,entrelossonesdelórganoyelmurmullodelasfuentes.NuestropequeñoTukloveíayoíatodo.

—¡NoolvideslosEstados!—ledijoelreyHroar.De pronto desapareció todo. ¿Dónde había ido a parar? Daba exactamente la

impresióndecuandosevuelve lapáginadeun libro.Yheteaquíunaanciana,una

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escardaderavenidadeSorö,dondelahierbacreceenlaplazadelmercado.Llevabasudelantaldetelagrissobrelacabezaycolgándoledelaespalda;estabamuymojado—seguramentehabíallovido—.Síquehallovido—dijolamujer,ylecontómuchascosasdivertidasdelascomediasdeHolberg,asícomodeWaldemaryAbsalón.Perodeprontoseencogiótodaellaysepusoamoverlacabezacomosiquisierasaltar—.¡Cuac!—dijo—,estámojado,estámojado;hayunsilenciodemuerteenSorö—.Sehabíatransformadoenrana;¡cuac!,yluegootravezenunavieja—.Hayquevestirsesegúneltiempo—dijo—.¡Estámojado,estámojado!Miciudadescomounabotella:se entra por el tapón y luego hay que volver a salir. Antes tenía yo corpulentasanguilasenel fondode labotella,yahora tengomuchachosrobustos,decoloradasmejillas,queaprendenlasabiduría:¡griego,hebreo,cuac,cuac!—.Sonabacomosilas ranas cantasen o como cuando camináis por el pantano con grandes botas. Erasiempre lamisma nota, tan fastidiosa, tanmonótona, que Tuk acabó por quedarseprofundamentedormido,y lesentómuybienel sueño,porqueempezabaaponersenervioso.

Peroaunentonces tuvootravisión,o loquefuera.SuhermanitaGustava, ladeojosazulesycabellorubioensortijado,sehabíaconvertidoenunaesbeltamuchacha,y,sinteneralas,podíavolar.YheaquíquelosdosvolaronporencimadeZelanda,porencimadesusverdesbosquesyazuleslagos.

—¿Oyes cantar el gallo, Tuquito? ¡Quiquiriquí! Las gallinas salen volando deKjöge. ¡Tendrás un gallinero, un gran gallinero! No padecerás hambre ni miseria.Cazarás el pájaro, como suele decirse; serás un hombre rico y feliz. Tu casa selevantará altivamente como la torre del rey Waldemar, y estará adornada concolumnasdemármolcomolasdePrastö.Yameentiendes.TunombrefamosodarálavueltaalaTierra,comoelbarcoquedebíapartirdeKorsöryenRoeskilde—¡noteolvidesdelosEstados!dijoelreyHroar—;hablarásconbondadytalento,Tuquito,ycuandodesciendasalatumba,reposarástranquilo…

—¡CómosiestuvieseenSorö!—dijoTuk,ysedespertó.Brillabalaluzdeldía,yelniñonorecordabayasusueño;peroeramejorasí,puesnadiedebesabercuálserásudestino.Saltódelacama,abrióel libroyenunperiquetesesupola lección.Laancianalavanderaasomólacabezaporlapuertay,dirigiéndoleungestocariñoso,ledijo:

—¡Gracias,—hijomío,portuayuda!DiosNuestroSeñorhagaqueseconviertaenrealidadtusueñomáshermoso.

Tuknosabíaloquehabíasoñado,pero¿comprendes?NuestroSeñorsílosabía.

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Lasombra

(Skyggen)

¡Es terrible loquequemaelsolen lospaísescálidos!Lasgentessevuelvenmuymorenas, y en los paísesmás tórridos su piel se quema hasta hacerse negra. Peroahoravaisaoírlahistoriadeunsabioquedelospaísesfríospasósintransiciónaloscálidos,ycreíaquepodríaseguirviviendoallícomoensu tierra.Muypronto tuvoque cambiar de opinión. Durante el día tuvo que seguir el ejemplo de todas laspersonasjuiciosas:permanecerencasa,conlospostigosdepuertasyventanasbiencerrados.Hubiérase dicho que la casa entera dormía o que no había nadie en ella.Paraempeorarlascosas,laestrechacalledealtosedificios,enlaqueresidíanuestrohombre,estabaorientadademaneraqueenelladabaelsoldesdeelmediodíahastaelocaso;erarealmenteinaguantable.Elsabiodelastierrasfríaseraunhombrejoveneinteligente; tenía la impresióndeestarencerradoenunhornoardiente,yaquello loafectódetalmodoqueadelgazóterriblemente,tanto,quehastasusombrasecontrajoyredujo,volviéndosemuchomáspequeñaquecuandosehallabaensupaís;elsollaabsorbía también. Sólo se recuperaban al anochecer, una vez el astro se habíaocultado.

Eraunespectáculoquedabagusto.Nobienseencendíalaluzdelahabitación,lasombra se proyectaba entera en la pared, en toda su longitud; debía estirarse pararecobrar las fuerzas. El sabio salía al balcón, para estirarse en él, y en cuantoaparecían lasestrellasenel cielo serenoymaravilloso, se sentíapasardemuerteavida.

Entodoslosbalconesdelascasas—enlospaísescálidos,todaslascasastienenbalcones—seveíagente;pueselaireesimprescindible,inclusocuandoseesmorenocomolacaoba.Todoseanimaba,arribayabajo.Zapateros,sastresyciudadanosengeneralsalíanalacalleconsusmesasysillas,yardíalaluz,ymásdemilluces,ytodos hablaban unos con otros y cantaban, y algunos paseaban, mientras rodabancochesypasabanmulos,haciendosonarsuscascabeles.Desfilabanentierrosalsonde cantos fúnebres, los golfillos callejeros encendían petardos, repicaban lascampanas; en suma, que en la calle reinaba una gran animación.Una sola casa, lafronterizaalaocupadaporelsabioextranjero,semanteníaenabsolutosilencio,y,sinembargo, la habitaba alguien, pues había flores en el balcón, flores que crecíanubérrimas bajo el sol ardoroso, cosa que habría sido imposible de no ser regadas;alguien debía regarlas, pues, y, por tanto, alguien debía de vivir en la casa. Alatardecerabríantambiénelbalcón,peroelinteriorquedabaoscuro,porlomenoslashabitacionesdelanteras;delfondollegabamúsica.Alsabioextranjeroaquellamúsica

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le parecíamaravillosa, pero tal vez era pura imaginación suya, pues lo encontrabatodoestupendoenlospaísescálidos;¡lástimaqueelsolquemaratanto!Elpatróndelacasadonderesidíaledijoqueignorabaquiénvivíaenfrente;nuncaseveíaanadie,yencuantoa lamúsica, laencontrabaaburrida.Eracomosialguienestudiaseunapieza, siempre la misma, sin lograr aprenderla. «¡La sacaré!», piensa; pero no loconseguirá,pormuchoquetoque.

Una noche el forastero se despertó. Dormía con el balcón abierto, el vientolevantó la cortina,y alhombre leparecióquedelbalcón fronterizoveníaunbrillomisterioso;todaslasfloresrelucíancomollamas,conloscoloresmásespléndidos,yenmediodeellashabíaunaesbeltayhermosadoncella;parecíabrillarellatambién.Elsabiosesintiódeslumbrado,perohizounesfuerzoparasacudieseelsueñoyabriólosojoscuantopudo.Deunsaltobajódelacama;sinhacerruidosedeslizódetrásdelacortina,perolamuchachahabíadesaparecido,y tambiénelresplandor; lasfloresno relucían ya, pero seguían tan hermosas como de costumbre; la puerta estabaentornada, y en el fondo resonaba una música tan deliciosa, que verdaderamenteparecíacosadesueño.Eracomounhechizo;pero,¿quiénvivíaallí?¿Dóndeestabalaentradapropiamentedicha?Laplantabajaestabaenteramenteocupadaportiendas,ynoeraposiblequeenéstasestuvieralaentrada.

Unatardecersehallabaelsabiosentadoensubalcón; tenía la luzasuespalda,porloqueeranaturalquesusombraseproyectasesobrelapareddeenfrente,alotroladodelacalle,entrelasfloresdelbalcón;ycuandoelextranjerosemovía,movíasetambiénella,comoyasecomprende.

—Creoquemisombraesloúnicovivientequeseveahídelante—dijoelsabio—.¡Cuidadoqueestágraciosa,sentadaentrelasflores!Lapuertaestáentreabierta.Esunaoportunidadquemisombrapodríaaprovecharparaentraradentro;alavueltame contaría lo que hubiese visto. ¡Venga, sombra—dijo bromeando—, anímate ysírvemedealgo!Entra,¿quieres?—yledirigióunsignoconlacabeza,signoquelasombraledevolvió—.Bueno,vete,peronotemarchesdeltodo—.Elextranjeroselevantó,ylasombra,enelbalcónfronterizo,levantóseasuvez;elhombresevolvió,ylasombrasevolviótambién.Sialguienhubiesereparadoenello,habríaobservadocómo la sombra semetía,por la entreabiertapuertadelbalcón, enel interiorde lacasadeenfrente,almismotiempoqueelforasteroentrabaensuhabitación,dejandocaerdetrásdesilalargacortina.

Alamañanasiguientenuestrosabiosalióatomarcaféyleerlosperiódicos.—.¿Qué significa esto?—dijo al entrar en el espacio soleado—. ¡No tengo sombra!Entoncesseráciertoquesemarchóanocheynohavuelto.¡Estosíqueesbueno!

Lefastidiabalacosa,notantoporlaausenciadelasombracomoporqueconocíaelcuentodelhombrequehabíaperdidosusombra,cuentomuypopularenlospaísesfríos. Y cuando el sabio volviera a su patria y explicara su aventura, todos lo

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acusaríandeplagiario,ynoqueríapasarportal.Poresoprefiriónohablardelasunto,yenestoobrómuycuerdamente.

Alanochecersaliódenuevoalbalcón,despuésdecolocarlaluzdetrásdeél,puessabíaquelasombraquieretenersiempreasuseñorporpantalla;peronohubomediodehacerlacomparecer.Sehizopequeño,seagrandó,perolasombranosedejóver.Elhombrelallamóconunatosecitasignificativa:¡ajem,ajem!,peroenvano.

Era,desdeluego,parapreocuparse,aunqueenlospaísescálidostodocrececongran rapidez, y al cabo de ocho días observó nuestro sabio, con gran satisfacción,que,tanprontocomosalíaelsol,lecrecíaunasombranuevaapartirdelaspiernas;por lo visto, habían quedado las raíces.A las tres semanas tenía una sombramuydecente, que, en el curso del viaje que emprendió a las tierras septentrionales, fuecreciendogradualmente,hastaquealfinllegóásertanaltaytangrande,queconlamitadlehabríabastado.

Asíllegóelsabioasutierra,dondeescribiólibrosacercadeloqueenelmundohaydeverdadero,debuenoydebello.Deestamanerapasarondíasyaños;muchosaños.

Una tardeestabanuestrohombreen suhabitación,yhe aquíque llamarona lapuertamuyquedito.

—¡Adelante!—dijo,peronoentrónadie.Selevantóentoncesyabriólapuerta:sepresentóasuvistaunhombretandelgado,querealmentedabagrimaverlo.Aparteesto,ibamuybienvestido,yconairedepersonadistinguida.

—¿Conquiéntengoelhonordehablar?—preguntóelsabio.—Yadecíayoquenomereconocería—contestóeldesconocido—.Mehevuelto

tancorpórea,queinclusotengocarneyvestidos.Nuncapensóustedenvermeenesteestadodeprosperidad.¿Noreconoceasuantiguasombra?Sindudacreyóqueyanoiba a volver. Pues lo he pasado muy bien desde que me separé de usted. Heprosperadoentodoslosaspectos.Megustaríacomprarmilibertad,tengomediosparahacerlo—.Ehizotintinearunmanojodevaliososdijesquelecolgabandelreloj,ypuso la mano en la recia cadena de oro que llevaba alrededor del cuello. ¡Cómorefulgíanlosbrillantesensusdedos!Ytodosauténticos,además.

—Puesno,noaciertoaexplicarme…—dijoelsabio—.¿Quésignificatodoesto?—No es corriente, desde luego, —respondió la sombra—, pero es que usted

también se sale de lo ordinario, y yo, bien lo sabe, desdemuy pequeña seguí suspasos.En cuantousted creyóqueyo estaba en situaciónde ir por esosmundosdeDios,mefuipormicuenta.Ahoraestoyenmuybuenasituación,perounaespeciedeanhelo me impulsó a volver a verlo antes de su muerte, pues usted debe morir.Además,meapetecíavisitardenuevoestas tierras,puesunoquierea supatria.Séque usted tiene otra sombra; ¿he de pagarle algo a usted o a ella? Dígamelo, porfavor.

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—¿De verdad eres tú? —exclamó el sabio—. ¡Es asombroso! Jamás hubieracreídoqueunaviejasombrapudiesevolverenfigurahumana.

—Dígamecuántotengoqueabonarle—insistiólasombrapuesmemolestaestarendeudaconalguien.

—¡Quécosas tienes!—exclamóelsabio—.Aquínose tratadedeudas.Puedessentirtetanlibrecomocualquiera.Mealegromuchodetubuenafortuna.Siéntate,miviejaamiga,ycuéntametansóloloqueocurrióyloqueviste,enlastierrascálidas,enaquellacasadeenfrente.

—Voy a contárselo —dijo la sombra, tomando asiento—, pero tiene queprometermenodeciranadiequeyofuiundíasusombra;puesalomejorvolvemosaencontrarnosenestaciudad.Miintenciónescasarme;tengodesobrasparamanteneraunafamilia.

—Tranquilízate—contestóelsabio—.Jamásdiréanadieloqueenrealidaderes.Ahívamimano,yyasabesquesoyhombredepalabra.

—Y yo sombra de palabra—respondió ella expresándose del únicomodo quepodía.

Sinembargo,eracuriosoquesehubierahecho tanhumana.Vestíadenegro,sutraje era de finísimo paño, llevaba zapatos de charol, y un sombrero que sóloconsistíaencopayala,pornodecirnadadeloqueyasabemos:lacadenadeoroylas sortijas de brillantes. Sí, la sombra vestía con gran elegancia, y eso eraprecisamenteloquehacíadeellaunserhumano.

—Puesvoyacontarle—dijo,apoyando lospies,con loszapatosencharolados,sobre el brazo de la nueva sombra con toda la fuerza posible; nos referimos a lasegunda sombra que al sabio le habla nacido, y que permanecía echada a sus piescomo un perrillo. Lo hizo, ora por orgullo, ora para que se le quedase pegada.Lasombra del suelo se estuvomuy quietecita y callada; no quería perder palabra delrelato,puesteníagraninterésenenterarsedecómopodíaemanciparseyconvertirseenunapersonaindependiente.

—¿Sabequiénresidíaenlacasadeenfrente?—dijolasombra—.¡Pueslabellezamáxima, la Poesía!Yo estuve allí tres semanas, y el efecto es elmismo que si seviviesetresmilañosyseleyesetodoloquesehacompuestoyescrito.Loafirmoyeslaverdad.Lohevistotodoytodolosé.

—¡LaPoesía!—exclamóelsabio—.Sí,noesraroquevivasolaenlasgrandesciudades. ¡LaPoesía!Laviunsoloybrevemomento,peroestabamediodormido.Salióalbalcón,relucientecomolaauroraboreal.¡Cuenta,cuenta!Túestuvisteenelbalcón,entrasteenlacasay…

—Meencontréenlaantesala—continuólasombra—.Ustedseguíamirandomásalláde lahabitación.Nohabía luz, reinabaunaespeciedepenumbra,peroestabanabiertaslaspuertasdeunalargaseriedeaposentosysalones,situadosunosenfrente

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de otros.Dentro, la claridad era vivísima, y la luzme habría fulminado si hubieraentrado directamente en la habitación de la doncella; pero fui prudente yme tométiempo,queesloquedebehacerse.

—¿Yquévisteluego?—preguntóelsabio.—Lovitodoyselovoyacontar,pero—yconstequenoespresunción—,dada

mi condición de ser libre y los conocimientos que poseo, para no hablar ya demibuenaposiciónyfortuna,creonoestaríademásquemetratasedeusted.

—Le pido mil perdones —respondió el sabio—, ¡es una vieja costumbre tanarraigada!Tieneustedtodalarazónytratarédenoolvidarlo.Perocuéntemetodoloquevio.

—Todo—asintiólasombra—,pueslohevistotodoylosétodo.—¿Quéaspectoofrecíanaquellassalas,lasmásinteriores?¿Noeranacasocomo

elverdebosque?¿Noteníaunolaimpresióndehallarseenunsantuario?¿Noeranlassalascomoelcieloestrellado,cuandounolomiradesdelacimadelasmontañas?

—Detodohabía—dijolasombra—.Noentréenteramente,sinoquemequedéenlahabitaciónprimera,enlapenumbra;peroestabamuybiensituada,pueslovitodoymeenterédetodo.EstuveenlaantesaladelacortedelaPoesía.

—Pero, ¿qué es lo que vio? ¿Pasaron acaso por los grandes salones todos losdioses de la Antigüedad? ¿Combatían los antiguos héroes? ¿Jugaban niñosencantadoresycontabansussueños?

—Ledigoqueestuveallí,ycomprenderásindudaquevicuantohabíaquever.Siusted hubiera entrado, no se habría convertido en hombre, pero yo sí, y almismotiempo conocí mi naturaleza íntima, mi condición innata, mi parentesco con laPoesía. Cuando vivía con usted no pensaba en ello, pero, bien lo sabe, al salir yponerseelsol,adquiríayounasproporcionessorprendentes,yalaluzdelalunaeracasimásvisiblequeustedmismo.Entoncesnocomprendíaminaturaleza,peroenlaantesalade laPoesíasemerevelóplenamente.Meconvertíenserhumano.Salídeallí maduro, pero usted se había marchado ya de las tierras cálidas. Me dabavergüenza mostrarme en mi nueva condición humana, tal como, iba; necesitabazapatos,vestidos,todoesebarnizquedistinguealhombre.Busquérefugio—austedselodiré,peronovayaaponerloenningúnlibro—,busquérefugioenlasfaldasdelacocinera,meescondídebajodeellas.Lamujernoteníaideadeloqueencerraba.Sólodenochesalíayoarondarporlascallesbajolaluzdelaluna;meapretabatanlargocomoeracontralapared—¡producíauncosquilleotanagradableenlaespalda!— corría de un lado para otro, por los tejados y las ventanasmás altasmiraba alinterior de las casas; veía lo que nadie podía ver y presencié lo que nadiemás hapresenciadonidebierapresenciar.Enelfondo,esunmundomuymalo.Nomehabríainteresadoconvertirmeenserhumanosinofueraporlaespecialdistinciónqueelloconfiere.Vilomásincreíble,enlasmujeres,enloshombres,enlospadresyenlos

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tiernos hijos; vi —prosiguió la sombra— lo que nadie debiera saber y que, sinembargo,todosseafananporsaber:lomaloencasadelvecino.Sihubiesepublicadoun periódico, ¡qué éxito el mío! Pero opté por escribir a las mismas personas, ycundióelespantoentodaslasciudades,alasquellegaba.Sentíanterrordemí,yalpropio tiempo me apreciaban. Los profesores me tomaban por uno de ellos, lossastresmedabantrajesnuevos,estoybienprovisto;el jefedelacasadelamonedaacuñómonedasparamí,ylasmujeresdecíanqueeramuyguapo.Asílleguéaserelpersonajequesoy,yahoramedespido.Ahítienemitarjeta;vivoenlapartesoleada,ycuandollueveestoysiempreencasa—.Ylasombrasemarchó.

—¡Quécosamásextraña!—dijoelsabio.Transcurrióunaño,ylasombrasepresentódenuevo.—¿Quétal?—preguntó.—¡Ay!—contestóelsabio—.Yovengaescribiracercadelaverdad,labondady

la belleza, pero nadiemehace caso.Estoy desesperado, pues esto significamuchoparamí.

—Puesamímepreocuparíamuypoco—dijolasombra—.Yoengordo,yestoesloquehayqueprocurar.Ustednosabecomprenderelmundo;caeráenfermocomosigaasí.Debeviajar.Yovoyaemprenderunviajeenverano,¿quiereacompañarme?Me gustaría tener un compañero. ¿Quiere venir como mi sombra? Tendré muchogustoenllevarlo;lepagarélosgastos.

—¡Vausteddemasiadolejos!—dijoelsabio.—Dependedecomoselotome—observólasombra—.Unviajeleharíamucho

bien.Siseavieneasermisombra,lotendrátodogratis.—¡Bastadelocuras!—exclamóelsabio.—¡Perosielmundoesasí—replicólasombra—yseguiráasí!—.Ysemarchó.Lascosasleibanmalalsabio;loperseguíanlaspreocupacionesylosdisgustos;y

todo lo que escribía sobre la verdad, la bondad y la belleza, era apreciado por lamayoríacomolasrosaslosonporunavaca.Alfincayóenfermo.

—¡Parece usted una sombra! —decíale la gente; y al oírlo sentía cómo unescalofríolerecorríalaespalda.

—Vaya una temporada a un balneario—le aconsejó la sombra en la siguientevisita—; es su único remedio. En consideración a nuestras antiguas relaciones, lollevaréconmigo.Lepagaréelviaje,ustedescribirálacrónicaymedistraeráduranteelcamino.Piensoira tomar lasaguas,pues labarbanomecrececomodebiera, locualnodejadeserunaenfermedad,pueshayquetenerbarba.Searazonableyaceptemiofrecimiento;viajaremoscomocompañeros.

Ypartieron; la sombrade señor, y el señorde sombra. Iban siempre juntos, encoche,apieoacaballo,elunodelanteyelotrodetrásodelado,segúnlaposicióndel sol en el cielo. La sombra se las arreglaba para ocupar siempre el lugar de

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precedencia,yelsabionodejabadeadvertirlo.Eramuybondadoso,dulceyamable,yundíadijoalasombra:

—Puestoquesomoscompañerosdeviajeyademáscrecimosjuntos,¿porquénonostuteamos?Seríamuchomáscordial.

Lasombra,quesehabíaconvertidoenelverdaderoseñor,replicó:—Aprecio la franqueza y la buena intención con que me habla, y yo voy a

corresponderle con lamisma franqueza y sinceridad.Usted, que es hombre docto,sabesindudacuánraraeslaNaturaleza.Ciertaspersonasnopuedentocarpapelgris,pueslesmarea;otrasnoresistenelruidodeunclavorascandouncristal.Puesamíme produce una impresión similar cada vez que lo oigo tratarme de tú;me sientocomoaplastadocontraelsuelo,comocuandoocupabamíantiguaposición.Yavequesetratadeunsentimiento,nodeorgullo.Nopuedopermitirqueustedmetutee,peroen cambio yo lo trataré de tú conmucho gusto, con lo cual quedará satisfecha lamitaddesudeseo.

Ylasombrasepusoatutearasuex-señor.«Realmente,pasayadelaraya—pensóelsabio—queyotengaquetratarlade

ustedy,encambio,ellametrateamidetú».Perotuvoqueresignarse.Llegaronaunbalneariodondehabíamuchosextranjeros,entreellosunahermosa

princesaaquejadadeunararaenfermedad:suvistaeraexcesivamentepenetrante,locualeraparainquietaracualquiera.

Enseguidasediocuentadequeelnuevohuéspederacompletamentedistintodetodoslosdemás.

—Dicenquehavenidoparaquelecrezcalabarba,peroelverdaderomotivoyolosé:esquenopuedeproyectarsombra.

Despertada su curiosidad, procuró entrar enseguida en relación con el reciénllegado. Por su calidad de princesa no necesitaba andarse conmuchas ceremonias,porloque,alencontrarseconélenelpaseo,ledijo:

—Laenfermedaddeustedesquenotienesombra.—¡SuAltezaReal hamejoradomucho de su dolencia!—dijo la sombra—.Sé

que su mal consiste en tener la visión demasiado aguda, pero observo que se hacurado. El caso es que tengo una sombra que se aparta de lo vulgar. ¿VeVuestraAlteza este personaje que me acompaña constantemente? Los demás tienen unasombraordinaria,peroamílocorrientenomegusta.Esfrecuentequesevistaaloscriadosconunalibreadetelamásfinaquelaquellevaelseñor;porlamismarazón,hevestidodepersonaamisombra.Fíjesequeinclusolehesuministradounasombrapropia. Esmuy costoso, perome deleita poseer algo que sea exclusivamentemío.«¿Cómo?»,pensólaprincesa.«¿Esposiblequemehayacurado?Estebalnearioeselmejordetodos.Ennuestraépocaelaguaposeevirtudessorprendentes.Peronomemarcharé, pues esto empieza ahora a resultar divertido; este extranjero me gusta.

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Ojalánolecrezcalabarba,puesentoncessemarcharíaenseguida».Aquellanoche,enelgransalóndefiestas,bailaronlaprincesaylasombra.Con

serellamuyligera,lasombraloeramuchomás;nuncahabíabailadoconunaparejacomoaquélla.Ledijodequépaíserayresultóqueélloconocía;habíaestadoenél,enausenciadelaprincesa.Sehabíaasomadoalasventanasyescudriñadolospisosdearribaylosdeabajo;loviotodo;poresopudoresponderasuinterlocutoraydarletales noticias que quedó admirada. Sin duda era el hombre más sabio del mundoentero. Sintió gran respeto por su ciencia, y cuando volvieron a bailar, ella seenamoró; bien lo observó la sombra, pues la princesa lo había atravesado con susmiradas.Bailaronpor terceravez,yellaestuvoapuntodeconfesárselo;perologrócontenerse prudentemente, pensando en su país, en su reino y en sus numerosossúbditos.«Esunsabio—sedijo—,locualestábien;ybailamagníficamente,locualesotracualidad.Perotengoqueaveriguarsiposeeconocimientosfundamentales».Yse puso a formularle preguntas dificilísimas, que ella misma no hubiera sabidocontestar:lasombrapusounacaramuyextraña.

—¡Estoustednolosabe!—dijolaprincesa.—Lo aprendí ya siendo niño —respondió la sombra—. Estoy seguro de que

inclusomisombra,queestáenlapuerta,seríacapazdecontestarle.—¡Susombra!—exclamólaprincesa—.¡Estoseríaaúnmásperegrino!—Noleaseguroquepuedahacerlo—contestólasombraperotengomismotivos

para creerlo—. ¡Lleva tantos años siguiéndome y me ha oído tantas veces! PeropermítamequeadviertaaVuestraAltezaquesumayororgulloeselsertenidaporunserhumano.Cuandoestádebuenas—yesnecesarioqueestédebuenhumorpararesponder—hadesertratadacomounapersona.

—Esomegusta—dijolaprincesa.Y,dirigiéndosealsabio,quepermanecíaenlapuerta,lehablódelSolydelaLunaydeloquehayenelexterioryelinteriordelhombre;yatodolerespondió.

«¡Quéhombretanexcepcionaldebedeser,paratenerunasombratanerudita!—pensó—.Seríaunabendiciónparamipuebloqueloerigiesepormarido.¡Loharé!».

Prontollegaronaunacuerdolaprincesaylasombra.Peronadiedeberíasaberloantesdelregresodeellaasupatria.

—¡Nadie,nisiquieramisombra!—insistióésta,queteníasusreservasmentales.Yllegaronalpaísenquereinabalaprincesa.—Escucha,mi buen amigo—dijo la sombra al sabio—, he llegado almáximo

gradode felicidady poder quepuede alcanzar unhombre; voy a hacer por ti algoextraordinario.Vivirás siempre conmigo en palacio,montarás enmi real carroza ydispondrás de cienmil escudos anuales; pero es necesario que dejes que todos tellamensombra;nodebesdecirquefuistesunhombre;yunavezalaño,cuandoyomesienteenelbalcónalavistadelamultitud,teecharásamispies,comoespropio

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deunasombra.HasdesaberquemecasoconlahijadelRey; labodasecelebraráestanoche.

—¡Alto! Esto es ya demasiado—replicó el sabio—. ¡No quiero y no lo haré!Sería tantocomoengañara todoelpaís,ya laprincesaporañadidura.Lorevelarétodo:queyosoyunserhumano,ytúunasombra,sóloquevestida.

—Nadietecreerá—dijolasombra—.Sérazonableollamoalaguardia.—Mevoyinmediatamenteaveralaprincesa—respondióelsabio.—Yoiréprimero—dijolasombra—,ytúirásalacárcel—.Yasífue,pueslos

centinelasobedecieronaaquélque,segúnsabían,secasaríaconlahijadelRey.—Estás temblando —exclamó la princesa al presentarse la sombra en su

habitación—. ¿Te ha ocurrido algo? No vayas a caer enfermo, hoy que ha decelebrarsenuestraboda.

—¡Me ha sucedido lo más horrible que quepa imaginar! —dijo la sombra.Figúrate(aunqueclaroestáquealcerebrodeunasombranoselepuedepedirgrancosa)quemisombrasehavuelto loca.Hadadoencreerqueesunhombreyque,¡fíjate!,lasombrasoyyo.

—¡Estoeshorrible!—dijolaprincesa—.¿Lahanencerrado?—¡Sí!Ymetemoquenosanaránunca.—¡Pobre sombra! —dijo la princesa—, es bien desgraciada. Sería una buena

acciónliberarladelapocavidaquetiene.Y,pensándolobien,creoqueseránecesarioacabarconellasinarmarruido.

—¡Esduracosa!—observólasombra—,puessiemprefueunafielservidora—.Ysimulóquesuspiraba.

—¡Quéalmamásnoble!—dijolaprincesa.Aquellanoche iluminóse toda laciudady fuerondisparadassalvasdeartillería:

¡bum!;ylastropaspresentaronarmas.¡Vayaboda!Laprincesaylasombrasalieronalbalcónparaqueelpueblolosvieseylosaclamase.

Elsabionosuponadadetodasaquellasmagnificencias:lehabíanquitadolavida.

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Losvecinos

(Nabofamilierne)

Cualquierahabríadichoquealgo importanteocurríaen labalsadelpueblo,y,sinembargo,nopasabanada.Todoslospatos,tantolosquesemecíanenelaguacomolosquesehabíanpuestodecabeza—puessabenhacerlo—,deprontosepusieronanadarprecipitadamentehacia laorilla; en el suelo cenagosoquedaronbienvisibleslas huellas de sus pies y sus gritos podían oírse a gran distancia. El agua se agitóviolentamente,yesoqueunosmomentosantesestabatersacomounespejo,enelquese reflejabanunoporuno losárbolesyarbustosde lascercaníasy laviejacasadecampo con los agujeros de la fachada y el nido de golondrinas, pero muyespecialmente el gran rosal cuajado de rosas, que bajaba desde elmuro hastamuyadentrodelagua.Elconjuntoparecíauncuadropuestodelrevés.Peroencuantoelaguaseagitaba, todoserevolvía,y lapinturaseesfumaba.Dosplumasquehabíancaídodelospatosaldesplegarlasalas,sebalanceabansobrelasolas,comosisoplaseelviento;y,sinembargo,nolohabía.Porfinquedaroninmóviles:elaguarecuperósu primitiva tersura y volvió a reflejar claramente la fachada con el nido degolondrinas y el rosal con cada una de sus flores, que eran hermosísimas, aunqueellas lo ignoraban porque nadie se lo había dicho. El sol se filtraba por entre lasdelicadasyfraganteshojas;ycadarosasesentíafeliz,demodoparecidoaloquenossucedealaspersonascuandoestamossumidosennuestrospensamientos.

—¡Québellaeslavida!—decíacadaunadelasrosas—.Loúnicoquedesearíaespoderbesaralsol,porsertancálidoytanclaro.

—Y también quisiera besar las rosas de debajo del agua: ¡se parecen tanto anosotras!Y besaría también a las dulces avecillas del nido, que asoman la cabezapiando levemente; no tienen aúnplumas como sus padres. Sonbuenos los vecinosquetenemos,tantolosdearribacomolosdeabajo.¡Quéhermosaeslavida!

Aquellospajarillosdearribaydeabajo—lossegundosnoeransinoelreflejodelosprimerosenelagua—erangurriatos,hijosdegorriones;habíanocupadoelnidoabandonadopor lasgolondrinaselañoanterior,yseencontrabanenélcomoensupropiacasa.

—¿Sonpatitoslosqueallínadan?—preguntaronlosgurriatosalverflotarenelagualasplumasdelaspalmípedas.

—¡No preguntéis tonterías! —replicó la madre—. ¿No veis que son plumas,prendasdevestirvivascomolasqueyollevoyquevosotrosllevaréistambién,sóloque lasnuestrassonmás finas?Por lodemás,megustaría tenerlasaquíenelnido,pues son muy calientes. Quisiera saber de qué se espantaron los patos. Habrá

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sucedido algo en el agua. Yo no he sido, aunque confieso que he piado un pocofuerte.Esascabezotasde rosasdeberíansaberlo,peronosabennada;mirarseenelespejoydespedirperfume,esoescuantosabenhacer.¡Quévecinastanaburridas!

—¡Escuchad los pajarillos de arriba! —dijeron las rosas—, hacen ensayos decanto. No saben todavía, pero ya vendrá. ¡Qué bonito debe ser saber cantar! Esdeliciosotenervecinostanalegres.

Enaquelmomentollegaron,galopando,doscaballos;veníanaabrevar;unzagalmontabaunodeellos,despojadodetodassusprendasdevestir,exceptoelsombrero,grandeydeanchasalas.Elmozosilbabacomosifueseunpajarillo,ysemetióconsucabalgaduraenlapartemásprofundadelabalsa;alpasarjuntoalrosalcortóunadesusrosas,selaprendióenelsombrero,parairbienadornado,ysiguióadelante.Lasotrasrosasmirabanasuhermanaysepreguntabanmutuamente:—.¿Adóndeva?—peroningunalosabía.

—A veces me gustaría salir a correr mundo —dijo una de las flores a suscompañeras—.Aunquetambiénesmuyhermosoesterincónverdeenquevivimos.Duranteeldíabrillaelsolynoscalienta,yporlanoche,elcieloesaúnmásbello;podemosverloatravésdelosagujeritosquetiene.

Sereferíaalasestrellas;pensabaqueeranagujerosdelcielo.¡Nollegabaamáslacienciadelasrosas!

—Nosotros traemosviday animacióna estosparajes—dijo lagorriona—.Losnidosdegolondrinasondebuenagüero,dicelagente;poresosealegrandetenernos.Pero aquel vecino, el gran rosal que se encarama por la pared, produce humedad.Espero que semarche pronto, y en su lugar crezca trigo. Las rosas sólo sirven deadornoyparaperfumarelambiente;alosumo,parasujetarlasalsombrero.Todoslosañossemarchitan,losépormimadre.Lacampesinalasconservaensal,yentoncestienenunnombrefrancésquenosépronunciar,nimeimporta;luegolasesparceporlaventanacuandoquierequehuelabien.¡Yéstaestodasuvida!Nosirvenmásqueparaalegrarlosojosyelolfato.Yalosabéis,pues.

Al anochecer, cuando losmosquitos empezaron a danzar en el aire tibio, y lasnubesadquirieronsustonalidadesrojas,presentóseelruiseñorycantóalasrosasqueenestemundolobelloseparecealaluzdelsolyviveeternamente.Perolasrosascreyeronqueelruiseñorcantabasuspropiasloanzas,ycualquieralohabríapensadotambién. No se les ocurrió que eran ellas el objeto de su canto; sin embargo,experimentaron un gran placer y se preguntaban si tal vez los gurriatos no sevolveríanasuvezruiseñores.

—He comprendidomuy bien lo que cantó el pájaro—dijeron los gurriatos—.Sólounapalabraquisieraquemeexplicasen:¿quésignifica«lobello»?

—Noesnada—respondiólamadre—,esunasimpleapariencia.Alláarriba,enlafincadelosseñores,dondelaspalomastienensucasapropiaytodoslosdíasseles

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repartenguisantesygrano—yohecomido tambiénconellas,yalgúndíavendréisvosotros:dimeconquiénandasy tediréquiéneres—,puesenaquellafincatienendospájarosdecuelloverdeyunmechoncitodeplumasenlacabeza.Puedenextenderlacolacomosifueseunagranrueda;tienentodosloscolores,hastaelpuntodequeduelenlosojosdemirarlos.Sellamanpavosreales,ysonlabelleza.Sóloconquelosdesplumasenunpoquitín,casinosedistinguiríandenosotros.¡Meentrabanganasdeemprenderlasapicotazosconellos,peroerantangrandotes!

—Puesyolosvoyapicotear—exclamóelbenjamíndelosgurriatos;elmocosonoteníaaúnplumas.

Enelcortijovivíaun jovenmatrimonioquesequería tiernamente; losdoseranlaboriososydespiertos,ysucasaeraunprimordebiencuidada.Losdomingosporlamañana salía lamujer, cortaba un ramo de las rosasmás bellas y las ponía en unflorero,enelcentrodelarmario.

—¡Ahorame doy cuenta de que es domingo!—decía elmarido, besando a suesposa;y luegosesentabany leanunsalmo,cogidosde lasmanos,mientraselsolpenetrabaporlasventanas,iluminandolasfrescasrosasyalaenamoradapareja.

—¡Esteespectáculomeaburre!—dijolagorriona,quelocontemplabadesdesunidodeenfrente;yechóavolar.

Lomismohizounasemanadespués,puescadadomingoponíanrosasfrescasenelflorero,yelrosalseguíafloreciendotanhermoso.Losgorrioncitos,queyateníanplumas, hubieran querido lanzarse a volar con su madre, pero ésta les dijo: —¡Quedaosaquí!—yseestuvieronquietecitos—.Ellasefue,pero,comosueleocurrirconhartafrecuencia,deprontoquedócogidaenunlazohechodecrinesdecaballo,que unos muchachos habían colocado en una rama. Las crines aprisionaronfuertementelapatadelagorriona,tanto,queparecíaqueibanapartirla.¡Quédoloryquémiedo!Loschicoscogieronelpájaro,oprimiéndoleterriblemente:—¡Sóloesungorrión!—dijeron—;peronolosoltaron,sinoqueselollevaronacasa,golpeándoloenelpicocadavezquechillaba.

En lacasahabíaunviejoentendidoenelartedefabricar jabónpara labarbayparalasmanos, jabónenbolasyenpastillas.Eraunviejoalegreytrotamundos;alver el gorrión que traían los niños, del que, según ellos, no sabían qué hacer,preguntóles:

—¿Queréisquelopongamosguapo?Un estremecimiento de terror recorrió el cuerpo de la gorriona al oír aquellas

palabras.Elviejoabriósucaja—queconteníacoloresbellísimos—,tomóunabuenaporción de purpurina y, cascando un huevo que le proporcionaron los chiquillos,separólaclarayuntóconellatodoelcuerpodelavecilla,espolvoreándololuegoconeloro.Ydeestemodoquedólagorrionadorada,aunquenopensabaensubelleza,puessemoríademiedo.Después,el jaboneroarrancóuntraporojodelforrodesu

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viejachaqueta,locortóenformadecrestaylopegóenlacabezadelpájaro.—¡Ahora veréis volar el pájaro de oro!—dijo, soltando al animalito, el cual,

presademortalterror,emprendióelvueloporelespaciosoleado.¡Diosmío,ycómorelucía!Todos losgorriones,y tambiénunacornejaquenoestabayaen laprimeraedad,seasustaronalverlo,peroselanzaronensupersecución,ávidosdesaberquiéneraaquelpájarodesconocido.

—¿Dedónde,dedónde?—gritabalacorneja.—¡Esperaunpoco,esperaunpoco!—decían losgorriones.Peroellanoestaba

paraaguardar;dominadaporelmiedoylaangustia,sedirigióenlínearectahaciasucasa.Pocolefaltabaparadesplomarserendida,perocadavezeramayorelnúmerodesusperseguidores,grandesychicos;algunossedisponíaninclusoaatacarla.

—¡Fijaosenése,fijaosenése!—gritabantodos.—¡Fijaosenése,fijaosenése!—gritarontambiénsuscríascuandoamadrellegó

alnido—.Seguramenteesunpavito,tienetodosloscolores,yhacedañoalosojos,como dijomadre. ¡Pip! ¡Es la belleza!—.Y arremetieron contra ella a picotazos,impidiéndole posarse en el nido; y estaba la gorriona tan aterrorizada, que no fuecapazdedecir¡pip!,ymuchomenos,claroestá,¡soyvuestramadre!Lasotrasaveslaagredierontambién,learrancarontodaslasplumas,ylapobrecayóensangrentadaenmediodelrosal.

—¡Pobreanimal!—dijeronlasrosas—.¡Ven,teocultaremos!¡Apoyalacabecitasobrenosotras!

Lagorrionaextendióporúltimavezlasalas,luegolasoprimiócontraelcuerpoyexpiróenelsenodelafamiliavecinadelasfrescasyperfumadasrosas.

—¡Pip! —decían los gurriatos en el nido—, no entiendo dónde puede estarnuestramadre.¿Noseráunatretasuya,paraquenosdespabilemospornuestracuentay nos busquemos la comida? Nos ha dejado en herencia la casa, pero, ¿quién denosotrossequedaráconella,cuandolleguelahoradeconstituirunafamilia?

—Puesyaveréiscómoosechodeaquí,eldíaenqueamplíemihogarconmujerehijos—dijoelmáspequeño.

—¡Yo tendré mujer e hijos antes que tú!—replicó el segundo.—. ¡Yo soy elmayor!—gritó un tercero. Todos empezaron a increparse, a propinarse aletazos ypicotazos, y, ¡paf!, uno tras otro fueron cayendo del nido; pero aún en el sueloseguíanpeleándose.Conlacabezadelado,guiñabanelojodirigidohaciaarriba:erasumododemanifestarsuenfado.

Sabían ya volar un poquitín; luego se ejercitaron un poco más y por último,convinieronenque,parareconocersesialgunavezseencontrabanporesosmundosdeDios,diríantresveces¡pip!yrascaríanotrastantasconelpieizquierdo.

Elmáspequeño,quehabíaquedadoenelnido,seinstalóasusanchas,pueshabíaquedadocomoúnicopropietario;peronodurómuchosusatisfacción.Aquellamisma

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noche se incendió la casa: las rojas llamas estallaron a través de las ventanas,prendieron en la paja seca del techo y, en un momento, el cortijo entero quedóreducidoacenizas.Elmatrimoniopudosalvarse,peroelgurriatomurióabrasado.

Cuandosalióel sola lamañanasiguientey todoparecíadespertardeunsueñotranquiloy reparador,de lacasanoquedabanmásquealgunasvigascarbonizadas,quesesosteníancontralachimenea,loúnicoqueseguíaenpie.Deentrelosrestossalíaaúnunadensahumareda;perodelantesealzaba,lozanoyflorido,elrosal,cuyasramasyfloressereflejabanenelagualímpidaytranquila.

—¡Québellassonlasrosasfrentealacasaincendiada!—exclamóunhombrequeacertabaapasarporallí—.Voya tomarunapunte.Sacódelbolsilloun lápizyuncuadernodehojasblancas—pueserapintor—ydibujólosescombroshumeantes,losmaderoscalcinadossobre lachimenea,quese inclinabacadavezmás,y,enprimertérmino,elgranrosalflorido,queeraverdaderamentehermosoycostituíaelmotivocentraldelcuadro.

Pocashorasmástardepasaronporellugardosdelosgorrionesquehablannacidoallí.—.¿Dóndeestálacasa?—preguntaron—.¿Dóndeestáelnido?¡Pip!Todosehaconsumido, y nuestro valiente hermano habrá muerto achicharrado. Le está bienempleadoporhabersequeridoquedarconelnido.Lasrosashanescapadoconvida;helasahíconsusmejillascoloradas.Ladesgraciadelvecinolasdejatanfrescas.Noquiero dirigirles la palabra. Este sitio se me hace insoportable.—Y se echaron avolar.

Enunhermosoysoleadodíadelsiguienteotoño,queparecíadeverano,bajaronlaspalomasalsecoylimpiosuelodelpatioqueseextendíafrentealagranescalerade la hacienda señorial. Las había negras y blancas y abigarradas, sus plumasbrillaban al sol, y las viejas madres decían a los pichones:—¡Agruparse, chicos,agruparse!—puesasíparecíanmejor.

—¿Quién es ese pequeñín pardusco que salta entre nosotras? —preguntó unapalomacuyosojosdespedíandestellosrojosyverdes.

—¡Pequeñín,pequeñín!—dijo.—¡Son gorriones, pobrecillos! Siempre hemos tenido fama de ser bondadosas,

dejémosles que se lleven unos granitos. Hablan poco entre ellos, y rascan tangraciosamenteconelpie.

Rascaban, en efecto; tres veces lo hicieron con el pie izquierdo, diciendo almismotiempo«¡pip!».Yentoncessereconocieron:erantresgorrionesdelnidodelacasaquemada.

—¡Québiensecomeaquí!—dijeronlosgorriones.Ylaspalomassepaseabanasualrededor,pavoneándoseyguardándosesuopinión.—.¡Fíjateenaquellabuchona!—dijo una de las palomas a su vecina—. ¡Quémanera de tragarse los arbejones!Comedemasiadosysequedaconlosmejoresademás.¡Curr,curr!Miracómosele

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Page 207: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

hincha el buche. ¡Vaya con el bicho feo y asqueroso! ¡Curr, curr!—. Y sus ojosdespedían rojas chispas de indignación—. ¡Agruparse, agruparse! ¡Pequeñines,pequeñines!,¡curr,curr!—.Asídiscurríanlascosasentrelasamablespalomasylospichones;yasíesdeesperarquesigandiscurriendodentrodemilaños.

Los gorriones se trataban a cuerpo de rey, se movían a sus anchas entre laspalomas, aunque no se encontraban en su elemento. Hartos al fin, se largaron,mientras intercambiabanopinionesacercadesushuéspedes.Saltaron luego lavalladeljardíny,comoestuvieseabiertalapuertadelahabitaciónquedabaaél,unosaltóalumbral.Habíacomidomuybienysesentíaanimoso.—¡Pip!—dijo—,melanzo.¡Pip!—dijoelotro—,tambiényomelanzo,ymásaúnquetú—.Yseentróenlahabitación.Nohabíanadieenella,yelterceroalverlo,deunavoladaseplantóenelcentroydijo:—¡odentrodel todoonada!Soncuriosos losnidosde loshombres.¡Toma!¿Quéeseso?

¡Eran las rosas de la vieja casa, que se reflejaban en el agua, y las vigascarbonizadas,apoyadascontralaruinosachimenea!¿Cómohabíaidoapararaquelloalahabitacióndelahaciendaseñorial?

Lostresgorrionessealzaronparavolarporencimadelasrosasydelachimenea,perofueronachocarcontraunapared.Erauncuadro,ungrandeymagníficocuadro,queelpintorhabíacompuestoabasedesuapunte.

—¡Pip!—dijeronlosgorriones—.¡Noesnada,sóloesapariencia!¡Pip!¡Estoesla belleza! ¿Lo comprendes? ¡Yo no! —. Y se alejaron volando, pues entraronpersonasenelcuarto.

Transcurrierondíasyaúnaños;laspalomasarrullaronmuchasveces,pornodecirgruñeron, lasmuy enredonas. Los gorriones pasaron los inviernos helándose y losveranos dándose la gran vida. Todos estaban ya prometidos o casados, como sequiera.Teníanpequeñuelosy,comoesnatural,cadaunocreíaquelossuyoseranlosmáslistosyhermosos.Unovolabaporaquí,otroporallá,ycuandoseencontrabansereconocíanporsu¡Pip!yeltriplerascarconelpieizquierdo.Lamásviejaeraunagorrionasolterona,quenotenlanidonipolluelos.Deseosadeirseaunagranciudad,emprendióelvuelohaciaCopenhague.

Había allí, cerca del Palacio, una gran casa pintada de vivos colores, junto alcanal, donde amarraban barcos cargados de manzanas y muchas otras cosas. Lasventanaseranmásanchasporlaparteinferiorqueporlasuperior,ysilosgorrionesmirabandentrodeledificio,cadahabitaciónselesaparecíacomountulipán,conmilcoloresyarabescos;yenel centrode la florhabíapersonajesblancos,demármol,aunque algunos eran de yeso; pero esto no sabían distinguirlo los ojos de losgorriones.En lacimade lacasahabíaungrupodebronce, figurandounacuadrigaguiada por la diosa de laVictoria; y todo era demetal: el carro, los caballos y ladiosa.EraelmuseoThorwaldsen.

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—¡Cómo brilla, cómo brilla! —dijo la gorriona—. Seguramente esto es labelleza.¡Pip!¡Peroaquíesmuchomayorqueenelpavo!—.

Recordabaque,siendo«niña»,sumadrelehabíadichoquelabellezamásgrandeestaba en el pavo.Bajó al patio, donde todo eramagnífico, con palmeras y ramaspintadas en las paredes; en el centro crecía un gran rosal lleno de rosas que seextendíahastaelladoopuestodeunatumba.Volóhastaallíyseencontróconvariosgorriones que agitaban las alas. Dijeron «¡Pip!» y rascaron tres veces con el pieizquierdo,aquelsaludotanqueridoquetantasvecesdirigióaunosyotrosenelcursode su vida sin que nadie lo comprendiera, pues los que una vez se separaron, nosuelen volver a encontrarse todos los días. Pero aquella forma de saludar se habíaconvertidoenhábitoenella,yheaquíqueahorasetopabacondosviejosgorrionesyunojoven,quedecían«¡Pip!»yrascabanconelpieizquierdo.

—¡Ah,hola,buenosdías,buenosdías!—.Erantresgorrionesdelviejonido,conotro más joven que formaba parte de la familia—. ¿Aquí nos encontramos? —dijeron.—.Esunlugarmuydistinguido,peroloqueescomidanosobra.¡Estoeslabelleza!¡Pip!

Entraronmuchaspersonas,queveníandelassalaslaterales,dondesehallabanlasmagníficasestatuasdemármol,ysedirigieronalatumbaqueguardabalosrestosdelgranmaestro,autordetodasaquellasesculturas.CuantosseacercabancontemplabanconrostroradiantelasepulturadeThorwaldsen;algunosrecogíanlospétalosderosacaídos y los guardaban. Algunos venían de muy lejos, de Inglaterra, Alemania yFrancia;ylamáshermosadelasseñorascogióunarosayselaprendióenelpecho.Pensaron entonces los gorriones que allí reinaban las rosas, que la casa había sidoconstruidaparaellas,ylesparecióuntantoexagerado;peroviendoqueloshumanosmostrabantantoamorporlasflores,noquisieronellossermenos.—.¡Pip!—dijeron,poniéndoseabarrerel sueloconel raboyguiñandoelojoa las rosas.Nobien lashubieronvisto,quedaronpersuadidosdequeeransusantiguasvecinas,y,enefecto,loeran.Elpintorquedibujaraelrosaljuntoalaviejacasadecampoincendiadahabíaobtenido permiso, ya avanzado el año, para trasplantarlo, y lo había regalado alarquitecto, pues en ningún sitio crecían rosas tan hermosas. El arquitecto habíaplantadoelrosalsobrelatumbadeThorwaldsen,dondeflorecíacomosímbolodelaBelleza, dando rosas encarnadas y fragantes, que los turistas se llevaban comorecuerdoasuslejanospaíses.

—¿Habéis encontradoacomodoen la ciudad?—preguntaron losgorriones.Lasrosascontestaronconungestoafirmativo,y,reconociendoasuspardosvecinosdelestanquecampesino,sealegrarondevolveraverlos.

—¡Québelloesviviryflorecer,encontrarseconantiguosamigosyconocidosyversiemprecarasamables!Aquíescomositodoslosdíasfueseunagranfiesta.

—¡Pip! —dijeron los gorriones—. Sí, son nuestros antiguos vecinos; sus

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descendientesdelabalsadelpuebloseacuerdandenosotros.¡Pip!¡Quésuertehantenido! Los hay que hasta durmiendo hacen fortuna. Y la verdad es que nocomprendoquébellezapuedehaberenunacabezarojacomolassuyas.¡Allíhayunahojaseca,laveomuybien!

Sepusieron a picotearía hasta que cayó; pero el rosal quedó aúnmás lozanoymásverde,ylasrosassiguieronenviandosuperfumealatumbadeThorwaldsen,acuyonombreinmortalsehabíaasociadosubelleza.

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Holgereldanés

(HolgerDanske)

Hay en Dinamarca un viejo castillo llamado Kronborg. Está junto al Öresund,estrechoquecruzandiariamentecentenaresdegrandesbarcos,lomismoinglesesquerusos y prusianos, saludando al viejo castillo con salvas de artillería, ¡bum!, y élcontesta con sus cañones: ¡bum! Pues de esta forma los cañones dicen «¡Buenosdías!» y «¡Muchas gracias!». En invierno no pasa por allí ningún buque, ya queentoncesestá todocubiertodehielo,hastamuyarribade lacostasueca;peroen labuenaestaciónesunaverdaderacarretera.Ondeanlasbanderasdanesaysueca,ylaspoblacionesdeambospaísessedicen«¡Buenosdías!»y«¡Muchasgracias!»,peronoa cañonazos, sino con un amistoso apretón demanos, y unos llevan pan blanco yrosquillas a los otros, pues la comida forastera siempre sabe mejor. Pero lo másestupendo de todo es el castillo de Kronborg, en cuyas cuevas, profundas ytenebrosas,alasquenadiebaja,resideHolgerelDanés.Vavestidodehierroyacero,yapoyalacabezaensusrobustosbrazos;sulargabarbacuelgaporsobrelamesademármol,alaqueestápegada.Duermeysueña,peroensueñosvetodoloqueocurrealláarriba,enDinamarca.PorNochebuenabajasiempreunángeldeDiosyledicequeesciertoloquehasoñado,yquepuedeseguirdurmiendotranquilamente,puesDinamarcano se encuentra aúnenverdaderopeligro.Si estepeligro sepresentara,Holger,elviejodanés,selevantaría,yromperíalamesaalretirarlabarba.Volveríaalmundoypegaríatanfuerte,quesusgolpesseoiríanentodoslosámbitosdelaTierra.

UnancianoexplicóasunietecitotodasestascosasacercadeHolger,yelpequeñosabíaquetodoloquedecíasuabueloeralapuraverdad.Mientrascontaba,elviejoseentreteníatallandounagranfigurademaderaquerepresentaríaaHolger,destinadaaadornarlaproadeunbarco;pueselabueloeraescultordemadera,osea,unhombrequetallafigurasparaespolonesdebarcos,figurasquevandeacuerdoconelnombredelnavío.YenaquellaocasiónhabíarepresentadoaHolger,erguidoyaltivo,consulargabarba,laanchaespadadecombateenunamano,mientraslaotraseapoyabaenelescudoadornadoconlasarmasdanesas.

El abuelo contó tantas y tantas cosas de hombres y mujeres notables deDinamarca,queelnietocreyóalfinquesabíatantocomoelpropioHolger,elcual,además, se limitabaa soñarlas;ycuandose fueaacostar,púsoseapensar tantoenaquello,queaplicólabarbillacontralacolchaysedioacreerqueteníaunaluengabarbapegadaaella.

Elabuelosehabíaquedadoparaproseguirsutrabajo,yrealizabalaúltimapartedel mismo, que era el escudo danés. Cuando ya estuvo listo contempló su obra,

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pensandoentodoloqueleyerayoyera,yenloqueaquellanochehabíaexplicadoalmuchachito.Hizoungestoconlacabeza,selimpiólasgafasy,volviendoasentarse,dijo:

—Duranteeltiempoquemequedadevida,seguramentenovolveráHolger;peroesepequeñoqueduermeahítalvezloveayestéasuladoeldíaqueseanecesario.

Y el viejo abuelo repitió su gesto, y cuantomás examinaba suHolger,más seconvencíadequehabíahechounabuenatalla;pareciólequecobrabacolor,yquelaarmadura brillaba como hierro y acero; en el escudo de armas, los corazones seenrojecíangradualmente,ylosleonescoronados,saltaban.

—Es el escudomás hermoso de cuantos existen en elmundo entero—dijo elviejo—.Losleonessonlafuerza,yloscorazones,lapiedadyelamor.Contemplóelprimer león y pensó en el rey Knud, que incorporó la gran Inglaterra al trono deDinamarca;yalconsiderarelsegundorecordóaWaldemar,unificadordeDinamarcayconquistadordelospaísesvendos;eltercerleónletrajoalamemoriaaMargarita,que unió Dinamarca, Suecia y Noruega. Y cuando se fijó en los rojos corazones,pareciéronle que brillaban aún más que antes; eran llamas que se movían, y sus,pensamientosfueronenposdecadaunodeellos.

La primera llama lo condujo a una estrecha y oscura cárcel, ocupada por unaprisionera, una hermosamujer, hija deCristián IV: LeonoraUlfeldt; y la llama seposó,cualunarosa,ensupecho,floreciendoybrillandoconelcorazóndelamejorymásnobledetodaslasmujeresdanesas.

—Sí,esunodeloscorazonesdelescudodeDinamarca—dijoelabuelo.Yluegosumente sedirigió a la llama segunda, que lo llevó a altamar, donde los cañonestronaban, y los barcos aparecían envueltos en humo; y la llama se fijó, como unacondecoración,enelpechodeHvitfeldtcuando,parasalvarlaflota,volósupropiobarcoconélabordo.

La tercera llama lo transportó a las míseras cabañas de Groenlandia, donde elpárrocoHansEgederealizabasuapostoladodeamorconpalabrasyobras;lallamaeraunaestrellaensupecho,uncorazónenlasarmasdanesas.

Y los pensamientos del abuelo se anticiparon a la llama flotante, pues sabíaadóndeibaésta.Enlapobreviviendadelacampesina,FedericoVI,depie,escribíacontizasunombreenlasvigas.Lallamatemblabasobresupechoyensucorazón;enaquellahumildeestancia, su corazónpasóa forzarpartedel escudodanés.Yelviejosesecólosojos,pueshabíaconocidoalreyFederico,consuscabellosdeplatay sus nobles ojos azules, y por él había vivido. Y juntando las manos se quedóinmóvil,conlamiradafija.Entróentoncessunueraadeciralancianoqueerayamuytardeyhoradedescansar,yquelamesaestabapuesta.

—Pero,¡quéhermosaestatuahashecho,abuelo!—exclamólajoven—.¡Holgerynuestroescudocompleto!Diríaqueestacaralahevistoyaantes.

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—No,túnolahasvisto—dijoelabuelo—,peroyosí,yheprocuradotallarlaenlamadera,talycomolatengoenlamemoria.Cuandolosinglesesestabanenlaradaeldía2deabril, supimosdemostrarqueéramos losantiguosdaneses.Abordodel«Dinamarca», donde yo servía en la escuadra de Steen Bille, había a mi lado unhombre; habríase dicho que las balas le teníanmiedo. Cantaba alegremente viejascanciones, mientras disparaba y combatía como si fuese un ser sobrehumano.Meacuerdotodavíadesurostro;peronosé,ni losabenadie,dedóndevinoniadóndefue.MuchasveceshepensadosiseríaHolger,elviejodanés,enpersona,quehabríasalidodeKronborgparaacudirennuestraayudaalahoradelpeligro.Estoesloquepensé,yahíestásuefigie.

Y la figura proyectaba una gran sombra en la pared e incluso sobre parte deltecho;parecíacomosiallíestuvieseelpropioHolger,pueslasombrasemovía;claroquepodíatambiénserdebidoaquelallamadelalámparaardíademanerairregular.Lanueradiounbesoalabueloyloacompañóhastaelgransillóncolocadodelantedelamesa, y ella y sumarido, hijo del viejo y padre del chiquillo que dormía en lacama, se sentaron a cenar. El anciano habló de los leones y de los daneses, de lafuerzaylaclemencia,yexplicódemodobienclaroqueexistíaotrafuerza,ademásdelaespada,yseñalóelarmarioqueguardabaviejoslibros;allíestabanlascomediascompletas de Holberg, tan leídas y releídas, que uno creía conocer desde hacíamuchísimotiempoatodossuspersonajes.

—¿Veis? Éste también supo zurrar—dijo el abuelo—. Hizo cuanto pudo poracabarcontodolodisparatadoytorpequehabíaenlagente—y,señalandoelespejosobreelcualestabaelcalendarioconlaTorreRedonda,dijo:—.TambiénTicoBrahemanejó la espada, pero no con el propósito de cortar carne y quebrar huesos, sinopara trazaruncaminomásprecisoentre las estrellasdel cielo.Y luegoaquel cuyopadrefuedemiprofesión,elhijodelviejoescultor,aquelaquienyomismohevisto,consublancocabelloyanchoshombros,aquelcuyonombreesfamosoentodoslospaíses de la Tierra. Sí, él sabía esculpir, yo sólo sé tallar. Sí, Holger puedeaparecérsenosenfigurasmuydiversas,paraqueentodoslospueblossehabledelafuerzadeDinamarca.¿BrindamosalasaluddeBertel?

Peroelpequeño,ensucama,veíaclaramenteelviejoKronborgyelÖresund,yveía al verdadero Holger allá abajo, con su barba pegada a la mesa de mármol,soñandocontodoloquesucedeacáarriba.YHolgersoñabatambiénenlareducidaypobreviviendadelimaginero,oíacuantoenellasehablaba,y,conunmovimientodelacabeza,sindespertardesusueño,decía:

—Sí,acordaosdemí,daneses,retenedmeenvuestramemoria.Noosabandonaréenlahoradelanecesidad.

Allá, ante elKronborg, brillaba la luz del día, y el viento llevaba las notas delcuernodecazaalastierrasvecinas;losbarcos,alpasar,enviabansussalvas:¡bum!

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Page 213: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

¡bum!,ydesde el castillo contestaban: ¡bum! ¡bum!PeroHolgerno sedespertaba,porruidososquefuesenloscañonazos,puessólodecían:«¡Buenosdías!»,«¡Muchasgracias!».Deunmodomuydistinto tendríanquedispararparadespertarlo;peroundíauotrodespertará,puesHolgereldanésesdereciamadera.

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Page 214: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Unahistoria

(Enhistorie)

Eneljardínflorecíantodoslosmanzanos;sehabíanapresuradoaecharfloresantesde tener hojas verdes; todos los patitos estaban en la era, y el gato con ellos,relamiéndoseelresplandordelsol,relamiéndoselodesupropiapata.Ysiunodirigíalamiradaaloscampos,veíalucireltrigoconunverdeprecioso,ytodoeratrinarypiardemilpajarillos,comosisecelebraseunagranfiesta;ydeverdadloera,pueshabía llegado el domingo. Tocaban las campanas, y las gentes, vestidas con susmejoresprendas,seencaminabanalaiglesia,tanorondasysatisfechas.Sí,entodosereflejabalaalegría;eraundíatantibioytanmagnífico,quebienpodíadecirse:

—Verdaderamente,DiosNuestro Señor es de una bondad infinita para con suscriaturas.

Enelinteriordelaiglesia,elpastor,desdeelpúlpito,hablaba,sinembargo,convoz muy recia y airada; se lamentaba de que todos los hombres fueran unosdescreídosylosamenazabaconelcastigodivino,puescuandolosmalosmueren,vanalinfierno,aquemarseeternamente;ydecíaademásquesugusanonomoriría,nisufuegoseapagaríanunca,yque jamásencontrarían lapazyel reposo. ¡Dabapavoroírlo,y seexpresaba,además,con tantaconvicción…!Describíaa los feligreseselinfiernocomounacuevaapestosa,dondeconfluyetodalainmundiciadelmundo;allínohaymás aire que el de la llama ardiente del azufre, ni suelo tampoco: todos sehundirían continuamente, en eterno silencio. Era horrible oír todo aquello, pero elpárrocolodecíacontodasualma,ytodoslospresentessesentíansobrecogidosdeespanto.Y,sinembargo,alláfueralospajarilloscantabantanalegres,yelsolenviabasu calor, y cada florecilla parecía decir: «Dios es infinitamente bueno para todosnosotros».Sí,alláfueralascosaseranmuydistintasdecomolaspintabaelpárroco.

Alanochecer,alahoradeacostarse,elpastorobservóquesuesposapermanecíacalladaypensativa.

—¿Quétepasa?—lepreguntó.—Me pasa… —respondió ella—, pues me pasa que no puedo concretar mis

pensamientos,quenocomprendobienloquedijiste,quehayatantaspersonasimpíasyquehandesercondenadasalfuegoeterno.¡Eterno…!¡Ay,quélargoesesto!Yonosoysinounapobrepecadora,y,sinembargo,notendríavalorparacondenaralfuegoeternonisiquieraalmásperversodelospecadores.¡Cómopodría,pues,hacerloDiosNuestro Señor, que es infinitamente bueno y sabe que elmal viene de fuera y dedentro!No,nopuedocreerlo,pormásquetúlodigas.

Habíallegadoelotoño,ylashojascaíandelosárboles;elgraveyseveropárroco

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Page 215: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

estaba sentado a la cabecera de unamoribunda: un alma creyente y piadosa iba acerrarlosojos;erasupropiaesposa.

—…SialguienmerecedescansoenlatumbaygraciaanteDios,ésaerestú—dijoelpastor.Lecruzólasmanossobreelpechoyrezóunaoraciónparaladifunta.

La mujer fue conducida a su sepultura. Dos gruesas lágrimas rodaron por lasmejillas de aquel hombre grave. En la casa parroquial reinaban el silencio y lasoledad:elsoldelhogarsehabíaapagado;ellasehabíaido.

Era de noche; un viento frío azotó la cabeza del clérigo. Abrió los ojos y lepareciócomosilalunabrillaraenelcuarto,y,sinembargo,noeraasí.Perojuntoasu cama estaba de pie una figura humana: el espíritu de su esposa difunta, que lomirabaconexpresiónafligida,comosiquisieradecirlealgo.

Elpárrocoseincorporóenellechoyextendióhaciaellalosbrazos:—¿Tampocotúgozasdeleternodescanso?¿Esposiblequesufras,tú,lamejory

lamáspiadosa?Lamuertabajólacabezaensignoafirmativoysepusolamanoenelpecho.—¿Podríayoprocurarteelreposoenlasepultura?—Si—llegóasusoídos.—¿Dequémanera?—Dameuncabello,unsolocabellodelacabezadeunpecadorcuyofuegojamás

hayadeextinguirse,deunpecadoraquienDioshayadecondenaralaspenaseternasdelinfierno.

—¡Oh,seráfácilsalvarte,mujerpuraypiadosa!—exclamóél.—¡Sígueme,pues!—contestólamuerta—.Asínoshasidoconcedido.Volarása

mi lado allá donde quiera llevarte tu pensamiento; invisibles a los hombres,penetraremosensusrinconesmássecretos,perodeberásseñalarmeconmanoseguraalcondenadoalaspenaseternas,ytendrásquehaberloencontradoantesdequecanteelgallo.

Enuninstante,comollevadosporelpensamiento,estuvieronenlagranciudad,yen las paredes de las casas vieron escritas en letras de fuego los nombres de lospecadosmortales:orgullo,avaricia,embriaguez, lujuria,enresumen,el irisdesietecoloresdelasculpascapitales.

—Sí,ahídentro,comoyapensabaysabía—dijoelpárrocomoranlosdestinadosalfuegoeterno—.Yseencontraronfrenteaunportalmagníficamenteiluminado,deanchas escaleras adornadas con alfombras y flores; y de los bulliciosos salonesllegabanlossonesdemúsicadebaile.Elporterolucíalibreadesedayterciopeloyempuñabaunbastónconincrustacionesdeplata.

—¡Nuestro baile compite con los del Palacio Real! —dijo, dirigiéndose a lamuchedumbreestacionadaenlacalle.Ensurostroyensuporteenterosereflejabaun solo pensamiento: «¡Pobre gentuza que miráis desde fuera, para mí todos sois

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Page 216: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

canalladespreciable!».—¡Orgullo!—dijolamuerta—.¿Loves?—¿Ese?—contestó el párroco—. Pero ése no es más que un loco, un necio;

¿cómohadesercondenadoalaspenaseternas?—¡Nomásqueunloco!—resonóportodalacasadelorgullo.Todosenella lo

eran.Entraron volando al interior de las cuatro paredes desnudas del avariento.

Escuálido como un esqueleto, tiritando de frío, hambriento y sediento, el viejo seaferrabaaldinerocontodasualma.Lovieronsaltardesumíserolecho,comopresade la fiebre, y apartar una piedra suelta de la pared. Allí había monedas de orometidasenunviejocalcetín.Lovieroncómopalpabasuchaquetaandrojosa,dondeteníacosidasmásmonedas,ysusdedoshúmedostemblaban.

—¡Está enfermo!Es puro desvarío, una triste demencia envuelta en angustia ypesadillas.

Se alejaron rápidamente, y muy pronto se encontraron en el dormitorio de lacárcel,donde,enuna largahileradecamastros,dormían los reclusos.Unodeellosdespertó, y, como un animal salvaje, lanzó un grito horrible, dando con el codohuesudoenelcostadodelcompañero,elcual,volviéndose,exclamómediodormido:

—¡Cállatelaboca,sobruto,yduerme!¡Todaslasnocheshaceslomismo!—¡Todas las noches!—repitió el otro—… ¡Sí, todas las noches se presenta y

lanzaalaridosymeatormenta!Enunmomentodeirahicetalycualcosa;nacíconmalosinstintos,yellosmehanllevadoaquíporsegundavez;peroobrémalysufromimerecido.Unasolacosanoheconfesado.Cuandosalídeaquí laúltimavez,alpasarpordelantedelafincademiantiguoamo,seencendióenmíelodio.Frotéunfósforocontralapared,elfuegoprendióeneltejadodepajaylasllamaslodevorarontodo.Mepasóel arrebato, comosueleocurrirme,y ayudéa salvar elganadoy losenseres. Ningún ser vivo murió abrasado, excepto una bandada de palomas quecayeronalfuego,yelperromastín,enelquenohabíapensado.Seleoíaaullarentrelasllamas…ysusaullidossiguenlastimándomelosoídoscuandomeechoadormir;ycuandoyaduermo,vieneelperro,enormeehirsuto,yseechasobremíaullandoyoprimiéndome, atormentándome… ¡Escucha lo que te cuento, pues! Tú puedesroncar,roncartodalanoche,mientrasyonopuedodormiruncuartodehora—.Yenunarrebatodefuror,pegoasucampanerounpuñetazoenlacara.

—¡EseMadssehavueltolocootravez!—gritaronentorno;losdemáspresosselanzaroncontraél,y, trasdura lucha, ledoblaronelcuerpohastameterle lacabezaentrelaspiernas,atándololuegotanreciamente,quelasangrecasilebrotabadelosojosydetodoslosporos.

—¡Vais amatarlo, infeliz!—gritó el párroco,y al extender sumanoprotectorahaciaaquelpecadorquetantosufría,cambióbruscamentelaescena.

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Page 217: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Volarona travésde ricossalonesydemodestoscuartos; la lujuria, laenvidiaytodoslosdemáspecadoscapitalesdesfilaronanteellos;unángeldeldivinotribunaldabalecturaasusculpasyasudefensa;ciertoqueellocontabapocoanteDios,puesDiosleeenloscorazones,losabetodo,lomaloquevienededentroydefuera;Él,queeslamismagraciayelamormismo.Lamanodelpastortemblaba,noseatrevíaa alargarla para arrancar un cabello de la cabeza de un pecador. Y las lágrimasmanabandesusojoscomoelaguade lagraciaydelamor,queextinguenel fuegoeternodelinfierno.

Enestocantóelgallo.—¡Dios misericordioso! ¡Concédele paz en la tumba, la paz que yo no pude

darle!—¡Gozodeella,ya!—exclamólamuerta—.Loquemehahechoveniratihan

sidotuspalabrasduras,tusombríafeenDiosyensuscriaturas.¡Aprendeaconoceraloshombres!AunenlosmalospalpitaunapartedeDios,unapartequeapagaráyvencerálasllamasdeinfierno.

Elsacerdotesintióunbesoensuslabios;habíaluzasualrededor:elsolradiantede Nuestro Señor entraba en la habitación, donde su esposa, dulce y amorosa,acababadedespertarlodeunsueñoqueDioslehabíaenviado.

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ElAveFénix

(FuglFøniks)

EneljardíndelParaíso,bajoelárboldelasabiduría,crecíaunrosal.Ensuprimerarosa nació un pájaro; su vuelo era como un rayo de luz, magníficos sus colores,arrobadorsucanto.

PerocuandoEvacogióelfrutodelacienciadelbienydelmal,ycuandoellayAdánfueronarrojadosdelParaíso,delaflamígeraespadadelángelcayóunachispaenelnidodelpájaroyleprendiófuego.Elanimalitomurióabrasado,perodelrojohuevo salió volando otra ave, única y siempre lamisma: el Ave Fénix. Cuenta laleyendaqueanidaenArabia,yquecadacienañossedalamuerteabrasándoseensupropionido;yquedelrojohuevosaleunanuevaaveFénix,laúnicaenelmundo.

El pájaro vuela en torno a nosotros, rauda como la luz, espléndida de colores,magníficaensucanto.Cuandolamadreestásentadajuntoalacunadelhijo,elavese acerca a la almohada y, desplegando las alas, traza una aureola alrededor de lacabezadelniño.Vuelaporelsobrioyhumildeaposento,yhayresplandordesolenél,ysobrelapobrecómodaexhalan,superfumeunasvioletas.

PeroelAveFénixnoessóloelavedeArabia;aleteatambiénalosresplandoresde la aurora boreal sobre las heladas llanuras de Laponia, y salta entre las floresamarillasduranteelbreveveranodeGroenlandia.BajolasrocascupríferasdeFalun,en las minas de carbón de Inglaterra, vuela como polilla espolvoreada sobre eldevocionarioenlasmanosdelpiadosotrabajador.EnlahojadelotosedeslizaporlasaguassagradasdelGanges,ylosojosdeladoncellahindúseiluminanalverla.

¡AveFénix!¿Nolaconoces?¿ElavedelParaíso,elcisnesantodelacanción?IbaenelcarrodeThespisenformadecuervoparlanchín,agitandolasalaspintadasdenegro; el arpadel cantor de Islandia erapulsadapor el rojopico sonorodel cisne;posadasobreelhombrodeShakespeare,adoptabalafiguradelcuervodeOdinylesusurrabaaloído:¡Inmortalidad!Cuandolafiestadeloscantores,revoloteabaenlasaladelconcursodelaWartburg.

¡AveFénix!¿Nolaconoces?TecantólaMarsellesa,ytúbesastelaplumaquesedesprendiódesuala;vinoentodoelesplendorparadisíaco,ytúlevolvistetalvezlaespaldaparacontemplarelgorriónqueteníaespumadoradaenlasalas.

¡ElAvedelParaíso!Rejuvenecidacada siglo,nacidaentre las llamas, entre lasllamasmuertas; tu imagen, enmarcada en oro, cuelga en las salas de los ricos; túmismavuelasconfrecuenciaalaventura,solitaria,hechasóloleyenda:elAveFénixdeArabia.

EneljardíndelParaíso,cuandonacisteenelsenodelaprimerarosabajoelárbol

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delasabiduría,Diostebesóytediotunombreverdadero:¡poesía!

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Elcuellodecamisa

(Flipperne)

Éraseunavezuncaballeromuyelegante,queportodoequipajeposeíauncalzadoryunpeine;peroteníauncuellodecamisaqueeraelmásnotabledelmundoentero;yla historia de este cuello es la que vamos a relatar. El cuello tenía ya la edadsuficienteparapensarencasarse,yheaquíqueenelcestodelaropacoincidióconunaliga.

Dijoelcuello:

—Jamásvianadietanesbelto,distinguidoylindo.¿Mepermitequelepreguntesunombre?

—¡Noselodiré!—respondiólaliga.—¿Dóndevive,pues?—insistióelcuello.Pero la ligaeramuy tímida,ypensóque lapreguntaeraalgoextrañayqueno

debíacontestarla.—¿Es usted un cinturón, verdad?—dijo el cuello—, ¿una especie de cinturón

interior?Bienveo,misimpáticaseñorita,queesunaprendatantodeutilidadcomodeadorno.

—¡Haga el favor de no dirigirme la palabra!—dijo la liga.—.No creo que lehayadadopieparahacerlo.

—Sí,melohadado.Cuandoseestanbonita—replicóelcuellonohacefaltamásmotivo.

—¡Noseacerquetanto!—exclamólaliga—.¡Pareceustedtanvaronil!—Soytambiénuncaballerofino—dijoelcuello—,tengouncalzadoryunpeine

—. Lo cual no era verdad, pues quien los tenía era su dueño; pero le gustabavanagloriarse.

—¡Noseacerquetanto!—repitiólaliga—.Noestoyacostumbrada.—¡Quéremilgada!—dijoelcuellocontonoburlón;peroenéstaslossacarondel

cesto,losalmidonarony,despuésdehaberloscolgadoalsolsobreelrespaldodeunasilla,fueroncolocadosenlatabladeplanchar;yllególaplanchacaliente.

—¡Mi querida señora—exclamaba el cuello—,mi querida señora! ¡Qué calorsiento!¡Sinosoyyomismo!¡Sicambiototalmentedeforma!¡Mevaaquemar;vaahacermeunagujero!¡Huy!¿Quierecasarseconmigo?

—¡Harapo!—replicólaplancha,corriendoorgullosamenteporencimadelcuello;seimaginabaserunacalderadevapor,unalocomotoraquearrastrabalosvagonesdeuntren.

—¡Harapo!—repitió.

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El cuello quedó un poco deshilachado de los bordes; por eso acudió la tijera acortarloshilos.

—¡Oh! —exclamó el cuello—, usted debe de ser primera bailarina, ¿verdad?¡Cómosabeestirarlaspiernas!Eslomásencantadorquehevisto.Nadieseríacapazdeimitarla.

—Yalosé—respondiólatijera.—¡Merecería ser condesa!—dijo el cuello—. Todo lo que poseo es un señor

distinguido,uncalzadoryunpeine.¡Situviesetambiénuncondado!—¿Se me está declarando, el asqueroso? —exclamó la tijera, y, enfadada, le

propinóuncortequelodejóinservible.—Al fin tendré que solicitar lamano del peine. ¡Es admirable cómo conserva

usted todos los dientes, mi querida señorita! —dijo el cuello—. ¿No ha pensadonuncaencasarse?

—¡Claro, ya puede figurárselo!—contestó el peine—.Seguramente habrá oídoqueestoyprometidaconelcalzador.

—¡Prometida!—suspiróelcuello;ycomonohabíanadiemásaquiendeclararse,selasdioendecirmaldelmatrimonio.

Pasómuchotiempo,yelcuellofueapararalalmacéndeunfabricantedepapel.Habíaallíunanutridacompañíadeharapos;losfinosibanporsulado,lostoscosporelsuyo,comoexige lacorrección.Todos teníanmuchascosasqueexplicar,peroelcuellolossuperabaatodos,pueseraungranfanfarrón.

—¡La de novias que he tenido! —decía—. No me dejaban un momento dereposo. Andaba yo hecho un petimetre en aquellos tiempos, siempre muy tieso yalmidonado. Tenía además un calzador y un peine, que jamás utilicé. Tenían quehabermevistoentonces,cuandomeacicalabaparaunafiesta.Nuncameolvidarédemiprimeranovia;fueunacinturilla,delicada,eleganteymuylinda;pormísetiróaunabañera.Luegohubounaplanchaqueardíapormipersona;peronolehicecasoysevolviónegra.Tuvetambiénrelacionesconunaprimerabailarina;ellameprodujola herida, cuya cicatriz conservo; ¡era terriblemente celosa! Mi propio peine seenamoródemí;perdiótodoslosdientesdemaldeamores.¡Uf!,¡ladeaventurasquehecorrido!Pero loquemásmeduelees la liga,digo, lacinturilla,quese tiróa labañera. ¡Cuántos pecados llevo sobre la conciencia! ¡Ya es tiempo de que meconviertaenpapelblanco!

Y fue convertido en papel blanco, con todos los demás trapos; y el cuello esprecisamente la hoja que aquí vemos, en la cual se imprimió su historia.Y le estábien empleado, por haberse jactado de cosas que no eran verdad. Tengámoslo encuenta,paranocomportarnoscomoél,puesenverdadnopodemossabersitambiénnosotrosiremosadaralgúndíaalsacodelostraposviejosyseremosconvertidosenpapel, y todanuestra historia, aún lomás íntimoy secreto de ella, será impresa, y

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andaremosporesosmundosteniendoquecontarla.

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Ellino

(Hørren)

Ellinoestabaflorido.Teníahermosasfloresazules,delicadascomolasalasdeunapolilla,yaúnmuchomásfinas.Elsolacariciabalasplantasconsusrayos,ylasnubeslas regabanconsu lluvia,y todoello legustabaal linocomoa losniñospequeñoscuandosumadreloslavaylesdaunbesoporañadidura.Sonentoncesmuchomáshermosos,ylomismosucedíaconellino.

—Dicelagentequemesostengoadmirablemente—dijoellinoyquemealargomuchísimo; tanto, quehacenconmigounamagníficapiezade tela. ¡Qué feliz soy!Sinduda soyelmás felizdelmundo.Vivocondesahogoy tengoporvenir. ¡Cómovivificaelsol,ycómogustayrefrescalalluvia!Midichaescompleta.Soyelsermásfelizdelmundoentero.

—¡Sí,sí,sí!—dijeronlasestacasdelavalla—,túnoconoceselmundo,peroloqueesnosotras,nosotrastenemosnudos—ycrujíanlamentablemente:

Roncaqueroncacarraca,roncacontesón.Seterminólacanción.

—No,noseterminó—dijoellino—.Elsolluceporlamañana,lalluviareanima.Oigocómocrezcoy siento cómo florezco. ¡Soydichoso, dichoso,másqueningúnotro!

Peroundíavinierongentesque,agarrandoallinoporelcopete,loarrancaronderaíz, operación que le dolió. Lo pusieron luego al agua como para ahogarlo, y acontinuaciónsobreelfuego,comoparaasarlo.¡Horrible!

«Nosiemprepuedenmarcharbienlascosas—suspiróellino.—.Hayquesufrirunpoco,asíseaprende».

Pero las cosas se pusieron cada vez peor. El lino fue partido y roto, secado ypeinado.Élyanosabíaquépensardetodoaquello.Luegofueapararalarueca,¡yroncaqueronca!Nohabíamaneradeconcentrarlasideas.

«¡He sido enormemente feliz!—pensaba en medio de sus fatigas—. Hay quealegrarsedelascosasbuenasdequesehagozado.¡Alegría,alegría,vamos!»—.Asígritabaaún,cuandollegóaltelar,dondesetransformóenunamagníficapiezadetela.Todaslasplantasdelinoentraronenunapieza.

—¡Peroestoesextraordinario! Jamás lohubieracreído.Sí, la fortunamesiguesonriendo,apesardetodo.Lasestacassabíanbienloquesedecíanconsu:

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Roncaqueronca,carraca,roncacontesón.

Lacanciónnohaterminadoaún,nimuchomenos.Nohahechomásqueempezar.¡Esmagnífico!Sí,hesufrido,peroencambiodemíhasalidoalgo;soyelmásfelizdelmundo.Soy fuerteysuave,blancoy largo. ¡Quédistintoa ser sólounaplanta,inclusodandoflores!Nadie tecuida,ysólorecibesaguacuandollueve.Ahorahayquienmeatiende:lamuchachamedalavueltacadamañana,yalanochecermeriegacon la regadera.Lapropia señoradelPastor hapronunciadoundiscurso sobremí,diciendo que soy el lino mejor de la parroquia. No puede haber una dicha máscompleta.

Llegó la tela a casa y cayó enmanos de las tijeras. ¡Cómo la cortaban, y quémaneradepunzarlaconlaaguja!¡Verdaderamentenodabaningúngusto!Perodelatelasalierondoceprendasderopablanca,deaquellasqueesincorrectonombrar,peroquenecesitantodaslaspersonas.¡Nadamenosquedoceprendas!

—¡Mirad! ¡Ahora sí que de mí ha salido algo! Éste era, pues, mi destino. Esespléndido;ahoraprestounservicioalmundo,yasíescomodebeser;estodagustodeverdad.Noshemosconvertidoendoce,y,sinembargo,seguimossiendounoyelmismo,somosunadocena.¡Quésorpresastienelasuerte!

Pasaronaños,yanopodíanseguirsirviendo.—Algún día tendrá que venir el final—decía cada prenda—. Bien me habría

gustadodurarmástiempo,peronohayquepedirimposibles.Fueroncortadasatrozosyconvertidasentrapos,porloquecreyeronqueestaban

listosdefinitivamente,pues losdescuartizaron, estrujaronycocieron (¡qué séyo loquehicieronconellos!),yheaquíquequedarontransformadosenunhermosopapelblanco.

—¡Caramba, vaya sorpresa! ¡Y sorpresa agradable además!—dijo el papel—.Soyahoramásfinoqueantes,yescribiránenmí.¡Lascosasquevanaescribir!Éstasíqueesunasuertefabulosa—.Y,enefecto,escribieronenélhistoriasmaravillosas,ylagenteescuchabaembobadasulectura,pueserannarracionesdelamejoríndole,delasquehacenaloshombresmejoresymássabiosdeloquefueranantes;eraunaverdaderabendiciónloquedecíanaquellaspalabrasescritas.

—Esto es más de cuanto había soñado mientras era una florecita del campo.¡Cómopodíaocurrírsemequeundíaibaallevarlaalegríayelsaberaloshombres!¡Aúnahoranoaciertoacomprenderlo!Y,noobstante,esverdad.DiosNuestroSeñorsabe que nada he hecho por mí mismo, nada más que lo que caía dentro de mishumildesposibilidades.Y,contodo,medeparagozotrasgozo.Cadavezquepienso:«¡Seterminólacanción!»,meencuentroelevadoaunacondiciónmejorymásalta.Seguramente me enviarán ahora a viajar por el mundo entero, para que todos loshombresme lean.Es lomásprobable.Antesdaba floresazules;ahora,en lugarde

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flores,tengolosmásbellospensamientos.¡Soyelmásfelizdelmundo!Peroelpapelnosaliódeviaje,sinoquefueenviadoalaimprenta,dondetodolo

que tenía escrito se imprimió para confeccionar un libro, o, mejor dicho, muchoscentenares de libros; pues de estamanera un número infinito de personas podríanextraerdeellosmuchomásplaceryprovechoquesielúnicopapeloriginalhubieserecorridotodoelGlobo,conlaseguridaddequeamitaddecaminohabríaquedadoyainservible.

«Sí,estoesindudablementelomássatisfactoriodetodo—pensóelpapelescrito—.Nosemehabíaocurrido.Mequedoencasaymetratancontodosloshonores,como si fuese el abuelo.Y han escrito sobremí; justamente sobremí fluyeron laspalabras salidas de la pluma.Yome quedo, y los libros semarchan.Ahora puedehacersealgopositivo.¡Quécontentoestoy,yquéfelizmesiento!».

Despuésenvolvieronelpapel,formandounpaquetito,ylopusieronenuncajón.—Cumplida la misión, conviene descansar —dijo el papel—. Es lógico y

razonable recogersey reflexionar sobre loquehayenuno.Hasta ahorano supe loque se encerrabaenmí.«Conócete a timismo», ahí está elprogreso. ¿Quévendrádespués?Deseguroquealgúnadelanto;¡siempreadelante!

Un día echaron todo el papel a la chimenea, pues iban a quemarlo en vez devenderloaltenderoparaenvolvermantequillayazúcar.Habíanacudidoloschiquillosdelacasayformabancírculo;queríanverloarder,ycontemplarlasrojaschispasenelpapelhechoceniza,aquellaschispasqueparecíancorreryextinguirseunatrasotracon gran rapidez—son los niños que salen de la escuela, y la última chispa es elmaestro; a menudo cree uno que se ha marchado ya, y resulta que vuelve apresentarsepordetrás.

Y todo el papel formaba unmontón en el fuego. ¡Quémodo de echar llamas!«¡Uf!»,dijo,yenunsantiaménestuvoconvertidotodoélenunallama,queseelevómuchomás de lo que hiciera jamás la florecita azul del lino, y brillómuchomástambién que la blanca tela de hilo. Todas las letras escritas adquirieroninstantáneamenteuntonorojo,ytodaslaspalabraseideasquedaronconvertidasenllamas.

—¡Ahorasuboen línea rectahaciaelSol!—exclamóenel senode la llama,ypareciócomosimilvoceslodijeranalunísono;ylallamaseelevóporlachimeneaysalióalexterior.Mássutilesquelas llamas, invisiblesdel todoa loshumanosojos,flotabanseresminúsculos,igualesennúmeroalasfloresquehabíadadoellino.Eranmás ligeros aún que la llama que hablan producido, y cuando ésta se extinguió,quedandodelpapelsolamentelasnegrascenizas,siguieronellosbailandotodavíaunratito,yallídondetocabandejabansushuellas,laschispasrojas.Losniñossalíandelaescuela,yelmaestro,elúltimodetodos.Dabagozoverlo;losniñosdelacasa,depie,cantabanjuntoalascenizasapagadas:

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Roncaqueronca,carraca,roncacontesón.¡Seterminólacanción!

Perolosminúsculosseresinvisiblesdecíanacoro:—¡Lacanciónnohaterminado,yestoeslomáshermosodetodo!Losé,ypor

esosoyelmásfelizdelmundo.Masesto losniñosnopuedenoírloni entenderlo,ni tienenporquéentenderlo,

pueslosniñosnonecesitansaberlotodo.

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Historiadeunamadre

(Historienomenmoder)

Estabaunamadresentada juntoa lacunadesuhijito,muyafligidayangustiada,pues temíaqueelpequeño semuriera.Éste, enefecto, estabapálidocomo lacera,teníalosojitosmediocerradosyrespirabacasiimperceptiblemente,devezencuandoconunaaspiraciónprofunda,comounsuspiro.Latristezadelamadreaumentabapormomentosalcontemplaralatiernacriatura.

Llamarona lapuertayentróunhombreviejoypobre, envueltoenunholgadocobertor,queparecíaunamantadecaballo;sonmantasquecalientan,peroélestabahelado.Seestabaenlomáscrudodelinvierno;enlacalletodoaparecíacubiertodehieloynieve,ysoplabaunvientocortante.

Comoelviejo tiritabade fríoyelniñosehabíaquedadodormido, lamadre selevantó y puso a calentar cerveza en un bote, sobre la estufa, para reanimar alanciano.Éstesehabíasentadojuntoalacuna,ymecíaalniño.Lamadrevolvióasuladoyseestuvocontemplandoalpequeño,querespirabafatigosamenteylevantabalamanita.

—¿Crees que vivirá? —preguntó la madre—. ¡El buen Dios no querráquitármelo!

Elviejo,queera laMuerteenpersona,hizoungestoextrañocon lacabeza; lomismo podía ser afirmativo que negativo. La mujer bajó los ojos, y las lágrimasrodaronporsusmejillas.Teníalacabezapesada,llevabatresnochessindormirysequedóunmomentocomoaletargada;perovolvióenseguidaensí,temblandodefrío.

—¿Qué es esto? —gritó, mirando en todas direcciones. El viejo se habíamarchado,ylacunaestabavacía.¡Sehabíallevadoalniño!Elrelojdelrincóndejóoírunruidosordo,lagranpesadeplomocayórechinandohastaelsuelo,¡paf!,ylasagujassedetuvieron.

Ladesoladamadresaliócorriendoa lacalle,enbuscadelhijo.Enmediode lanievehabíaunamujer,vestidaconunlargoropajenegro,queledijo:

—LaMuerte estuvo en tu casa; lo sé, pues la vi escapar con tu hijito. Volabacomoelviento.¡Jamásdevuelveloqueselleva!

—¡Dime por dónde se fue! —suplicó la madre—. ¡Enséñame el camino y laalcanzaré!

—Conozco el camino —respondió la mujer vestida de negro pero antes dedecírtelotienesquecantarmetodaslascancionesconquemecisteatupequeño.Megustan,lasoímuchasveces,puessoylaNoche.Hevistocorrertuslágrimasmientrascantabas.

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—¡Telascantarétodas,todas!—dijolamadre—,peronomedetengas,paraquepuedaalcanzarlayencontraramihijo.

PerolaNochepermaneciómudaeinmóvil,ylamadre,retorciéndoselasmanos,cantó y lloró; y fueron muchas las canciones, pero fueron aún más las lágrimas.EntoncesdijolaNoche:

—Vehacialaderecha,poreltenebrosobosquedeabetos.EnélvidesapareceralaMuerteconelniño.

Muyadentrodelbosquesebifurcabael camino,y lamujernosabíapordóndetomar.Levantábaseallíunzarzal,sinhojasniflores,pueserainvierno,ylasramasestabancubiertasdenieveyhielo.

—¿NohasvistopasaralaMuerteconmihijito?—Sí—respondióelzarzal—peronotediréelcaminoquetomósiantesnome

calientasapretándomecontratupecho;memuerodefrío,ymisramasestánheladas.Yellaestrechóelzarzalcontrasupecho,apretándoloparacalentarlobien;ylas

espinasseleclavaronenlacarne,ylasangrelefluyóagrandesgotas.Perodelzarzalbrotaronfrescashojasybellasfloresenlanocheinvernal:¡taleraelardorconquelaacongojadamadre lo había estrechado contra su corazón! Y la planta le indicó elcaminoquedebíaseguir.

Llegó a un gran lago, en el que no se veía ninguna embarcación. No estababastante helado para sostener su peso, ni era tampoco bastante somero para podervadearlo;y,sinembargo,noteníamásremedioquecruzarlosiqueríaencontrarasuhijo.Echóseentoncesal suelo,dispuestaabeberse todael agua;pero ¡quécriaturahumanaseríacapazdeello!Maslaangustiadamadrenoperdíalaesperanzadequesucedieraunmilagro.

—¡No,noloconseguirás!—dijoellago—.Mejorseráquehagamosuntrato.Soyaficionadoacoleccionarperlas,ytusojossonlasdosperlasmáspurasquejamáshevisto.Siestásdispuestaadesprendertedeellosafuerzadellanto,teconduciréalgraninvernaderodonderesidelaMuerte,cuidandofloresyárboles;cadaunodeellosesunavidahumana.

—¡Ay,quénodierayoporllegaradondeestámihijo!—exclamólapobremadre—, y se echó a llorar conmás desconsuelo aún, y sus ojos se le desprendieron ycayeron al fondo del lago, donde quedaron convertidos en preciosísimas perlas. Ellago la levantó como en un columpio y de un solo impulso la situó en la orillaopuesta.Se levantabaallíungranedificio,cuya fachada teníamásdeunamilladelargo.Nopodíadistinguirsebiensieraunamontañaconsusbosquesycuevas,osieraobradealbañilería;ymenoslopodíaaveriguarlapobremadre,quehabíaperdidolosojosafuerzadellorar.

—¿DóndeencontraréalaMuerte,quesemarchóconmihijito?—preguntó.—No ha llegado todavía —dijo la vieja sepulturera que cuida del gran

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invernaderodelaMuerte—.¿Quiéntehaayudadoaencontrarestelugar?—El buenDiosme ha ayudado—dijo lamadre—. Esmisericordioso, y tú lo

serástambién.¿Dóndepuedoencontraramihijo?—Lo ignoro —replicó la mujer—, y veo que eres ciega. Esta noche se han

marchitadomuchosárbolesyflores;notardaráenvenirlaMuerteatrasplantarlos.Yasabrásquecadapersonatienesupropioárboldelavidaosuflor,segúnsunaturaleza.Parecenplantas corrientes, pero en ellas palpita un corazón; el corazóndeunniñopuede también latir.Atiende, talvez reconozcasel latidode tuhijo,pero,¿quémedarássitedigoloquedebeshacertodavía?

—Nadamequedaparadarte—dijolaafligidamadreperoiréportihastaelfindelmundo.

—Nadahay allí queme interese—respondió lamujer pero puedes cederme tulargacabelleranegra;biensabesqueeshermosa,ymegusta.Acambiotedaréyolamía,queesblanca,perotambiénteservirá.

—¿Nada más?—dijo la madre—. Tómala enhorabuena—. Dio a la vieja suhermosocabello,ysequedóconelsuyo,blancocomolanieve.

Entraronentoncesenelgran invernaderode laMuerte,dondecrecíanárbolesyfloresenmaravillosamezcolanza.Habíapreciosos,jacintosbajocampanasdecristal,ygrandespeonías fuertescomoárboles;yhabía tambiénplantasacuáticas,algunaslozanas, otras enfermizas. Serpientes de agua las rodeaban, y cangrejos negros seagarrabanasustallos.Crecíansoberbiaspalmeras,roblesyplátanos,ynofaltabaelperejilni tampocoel tomillo;cadaárbolycada flor teniasunombre,cadaunoeraunavidahumana; lapersonavivía aún: éste en laChina, éste enGroenlandiaoencualquier otra parte del mundo. Había grandes árboles plantados en macetas tanpequeñas y angostas, que parecían a punto de estallar; en cambio, veíansemíserasflorecillas emergiendo de una tierra grasa, cubierta de musgo todo alrededor. Ladesoladamadrefueinclinándosesobrelasplantasmásdiminutas,oyendoellatidodelcorazónhumanoquehabíaencadauna;yentremillonesreconocióeldesuhijo.

—¡Eséste!—exclamó,alargandolamanohaciaunapequeñaflorazuldeazafránquecolgabadeunlado,gravementeenferma.

—¡Notoqueslaflor!—dijolavieja—.Quédateaquí,ycuandolaMuertellegue,pues la estoy esperando de un momento a otro, no dejes que arranque la planta;amenázalaconhacertúlomismoconotrasyentoncestendrámiedo.Esresponsabledeellas,anteDios;sinsupermisonodebearrancarseninguna.

Deprontosintióseenelrecintounfríoglacial,ylamadreciegacomprendióqueentrabalaMuerte.

—¿Cómoencontrasteelcaminohastaaquí?—preguntó.—.¿Cómopudistellegarantesqueyo?

—¡Soymadre!—respondióella.

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La Muerte alargó su mano huesuda hacia la flor de azafrán, pero la mujerinterpusolassuyascongranfirmeza,aunquetemerosadetocarunadesushojas.LaMuertesoplósobresusmanosyellasintióquesusoploeramásfríoqueeldelvientopolar.Ysusmanoscedieronycayeroninertes.

—¡Nadapodráscontramí!—dijolaMuerte.—¡PerosílopuedeelbuenDios!—respondiólamujer.—¡Yo hago sólo su voluntad!—replicó la Muerte—. Soy su jardinero. Tomo

todos sus árboles y flores y los trasplanto al jardín del Paraíso, en la tierradesconocida; y tú no sabes cómo es y lo que en el jardín ocurre, ni yo puedodecírtelo.

—¡Devuélvememihijo!—rogólamadre,prorrumpiendoenllanto.Bruscamentepusolasmanossobredoshermosasflores,ygritóalaMuerte:

—¡Lasarrancarétodas,puesestoydesesperada!—¡No las toques! —exclamó la Muerte—. Dices que eres desgraciada, y

pretendeshaceraotramadretandesdichadacomotú.—¡Otra madre! —dijo la pobre mujer, soltando las flores—. ¿Quién es esa

madre?—Ahítienestusojos—dijolaMuerte—,loshesacadodellago;¡brillabantanto!

No sabía que eran los tuyos.Tómalos, sonmás claros que antes.Mira luego en elprofundopozoqueestáa tu lado; tediré losnombresde lasdosfloresquequeríasarrancaryverás todosuporvenir, todoelcursodesuvida.Mira loqueestuvisteapuntodedestruir.

Miróellaalfondodelpozo;yeraunadeliciavercómounadelasfloreseraunabendiciónparaelmundo,vercuántafelicidadyventuraesparcíaasualrededor.

Lavidadelaotraera,encambio,tristezaymiseria,doloryprivaciones.—LasdossonloqueDioshadispuesto—dijolaMuerte.—¿Cuáleslaflordeladesgraciaycuálladelaventura?—preguntólamadre.—Estonotelodiré—contestólaMuerte—.Sólosabrásqueunadeellaseralade

tuhijo.Hasvistoeldestinoqueestabareservadoatupropiohijo,suporvenirenelmundo.

La madre lanzó un grito de horror:—¿Cuál de las dos era mi hijo? ¡Dímelo,sácamedelaincertidumbre!Perosieseldesgraciado,líbralodelamiseria,llévaseloantes.¡LlévateloalreinodeDios!¡Olvídatedemislágrimas,olvídatedemissúplicasydetodoloquedijeehice!

—No te comprendo—dijo laMuerte—. ¿Quieres que te devuelva a tu hijo oprefieresquemevayaconéladondeignorasloquepasa?

Lamadre, retorciendo lasmanos, cayó de rodillas y elevó esta plegaria aDiosNuestroSeñor:

—¡NomeescuchescuandotepidaalgoquevacontraTuvoluntad,queeslamás

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Page 231: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

sabia!¡Nomeescuches!¡Nomeescuches!Ydejócaerlacabezasobreelpecho,mientraslaMuertesealejabaconelniño,

haciaelmundodesconocido.

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Buenhumor

(Etgodthumør)

Mipadremedejóenherenciaelmejorbienquesepuedaimaginar:elbuenhumor.Y, ¿quién era mi padre? Claro que nada tiene esto que ver con el humor. Eravivaracho y corpulento, gordo y rechoncho, y tanto su exterior como su interiorestabanentotalcontradicciónconsuoficio.Y,¿cuálerasuoficio,suposiciónenlasociedad? Si esto tuviera que escribirse e imprimirse al principio de un libro, esprobablequemuchos lectores lodejarande lado,diciendo:«Todoestoparecemuypenoso;sontemasdelosqueprefieronooírhablar».Y,sinembargo,mipadrenofueverdugoniejecutordelajusticia,antesalcontrario,suprofesiónlosituóalacabezadelospersonajesmásconspicuosdelaciudad,yallíestabaensuplenoderecho,puesaquél era su verdadero puesto. Tenía que ir siempre delante: del obispo, de lospríncipes de la sangre…; sí, señor, iba siempre delante, pues era cochero de laspompasfúnebres.

Bueno,puesyalosabéis.Yunacosapuedodecirentodaverdad:cuandoveíanamipadre sentado allá arriba en el carruajede lamuerte, envuelto en su larga capablanquinegra,cubierta lacabezaconel tricornio ribeteadodenegro,pordebajodelcual asomaba su cara rolliza, redonda y sonriente como aquella con la querepresentanalsol,nohabíamaneradepensarenellutonienlatumba.Aquellacaradecía:«Noospreocupéis.Alomejornoestanmalocomolopintan».

Pues bien, de él he heredado mi buen humor y la costumbre de visitar confrecuenciaelcementerio.Estoresultamuyagradable,contaldeirallíconunespíritualegre,yotracosa,todavía:mellevosiempreelperiódico,comoélhacíatambién.

Yanosoytanjovencomoantes,notengomujernihijos,nitampocobiblioteca,pero,comoyahedicho,comproelperiódico,yconélmebasta;eselmejordelosperiódicos, el que leía también mi padre. Resulta muy útil para muchas cosas, yademástraetodoloquehayquesaber:quiénpredicaenlasiglesias,yquiénlohaceen los libros nuevos; dónde se encuentran casas, criados, ropas y alimentos; quiénefectúa«liquidaciones», yquién semarcha.Y luego, uno se enterade tantos actoscaritativos y de tantos versos ingenuos que no hacen daño a nadie, anunciosmatrimoniales,citasqueunoaceptaono,ytododemaneratansencillaynatural.Sepuedevivirmuybienymuy felizmente, y dejar que lo entierren a uno, cuando setiene el «Noticiero»; al llegar al final de la vida se tiene tantísimo papel, que unopuedetenderseencimasinolepareceapropiadodescansarsobrevirutasyserrín.

El«Noticiero»yelcementeriosonyhansidosiemprelasformasdeejercicioquemás han hablado a mi espíritu, mis balnearios preferidos para conservar el buen

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humor.Ahora bien, por el periódico puede pasear cualquiera; pero veníos conmigo al

cementerio.Vamosallácuandoel solbrillay losárbolesestánverdes;paseémonosentoncesporentrelastumbas,cadaunadeellasescomounlibrocerradoconellomohaciaarriba;puedeleerseeltítulo,quediceloquelaobracontiene,y,sinembargo,nada dice; pero yo conozco el intríngulis, lo sé pormi padre y pormímismo.Lotengoenmilibrofunerario,unlibroquemehecompuestoyomismoparamiservicioygusto.Enélestántodosjuntosyaúnalgunosmás.

Yaestamosenelcementerio.Detrásdeunarejapintadadeblanco,dondeantañocrecíaunrosal—hoynoestá,

perounostallosdesiemprevivadelasepulturacontiguahanextendidohastaaquísusdedos, y más vale esto que nada—, reposa un hombre muy desgraciado, y, noobstante,envidatuvounbuenpasar,comosueledecirse,osea,quenolefaltabasubuena rentecita y aún algomás, pero se tomaba el mundo, en todo caso, el Arte,demasiadoapecho.Siunanocheibaalteatrodispuestoadisfrutarcontodasualma,seponíafrenéticosóloporqueeltramoyistailuminabademasiadolacaradelaluna,oporque las bambalinas colgaban delante de los bastidores en vez de hacerlo pordetrás,oporquesalíaunapalmeraenunpaisajedeDinamarca,uncactoenelTirolohayasenelnortedeNoruega.¿Acasotieneesolamenorimportancia?¿Quiénreparaen estas cosas? Es la comedia lo que debe causaros placer. Tan pronto el públicoaplaudíademasiado,comonoaplaudíabastante.—Estaleñaestáhúmeda—decía—,noquemaráestanoche.Yluegosevolvíaaverquégentehabía,ynotabaquesereíanadeshora,enocasionesenquelarisanoveníaacuento,yelhombreseencolerizabay sufría.Nopodía soportarlo,y eraundesgraciado.Yheloaquí:hoy reposaen sutumba.

Aquíyaceunhombrefeliz,osea,unhombremuydistinguido,dealtacuna;yéstafue sudicha,yaque,por lodemás,nuncahabría sidonadie;peroen laNaturalezaestátodotanbiendispuestoyordenado,quedagustopensarenello.Ibasiempreconbordadospordelanteypordetrás,yocupabasusitioenlossalones,comosecolocaun costoso cordón de campanilla bordado en perlas, que tiene siempre detrás otrocordónbuenoyrecioquehaceelservicio.Tambiénélllevabadetrásunbuencordón,unhombredepajaencargadodeefectuar el servicio.Todoestá tanbiendispuesto,queaunonopuedenpormenosquealegrárselelaspajarillas.

Descansaaquí—¡estosíquees triste!—,descansaaquíunhombrequesepasósesenta y siete años reflexionando sobre lamanera de tener una buena ocurrencia.Viviósóloparaesto,yalcabolevinolaidea,verdaderamentebuenaasujuicio,ylediounaalegríatal,quesemuriódeella,conloquenadiepudoaprovecharse,puesanadie la comunicó. Y mucho me temo que por causa de aquella buena idea noencuentrereposoenlatumba;puessuponiendoquenosetratedeunaocurrenciade

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esas que sólo pueden decirse a la hora del desayuno —pues de otro modo noproducenefecto—,ydequeél,comobuendifunto,ysegúnesgeneralcreencia,sólopuede aparecerse amedianoche, resulta queno siendo la ocurrencia adecuadaparadichahora,nadieseríe,yelhombretienequevolversealasepulturaconsubuenaidea.Esunatumbarealmentetriste.

Aquí reposa unamujer codiciosa. En vida se levantaba por la noche amaullarparahacercreeralosvecinosqueteníagatos;¡hastatantollegabasuavaricia!

Aquíyaceunaseñoritadebuenafamilia;semoríaporlucirlavozenlasveladasdesociedad,yentoncescantabaunacanciónitalianaquedecía:«Mimancalavoce!»(«¡Mefaltalavoz!»).Eslaúnicaverdadquedijoensuvida.

Yaceaquíunadoncelladeotrocuño.Cuandoelcanariodelcorazónempiezaacantar, la razón se tapa los oídos con los dedos. La hermosa doncella entró en lagloriadelmatrimonio…Eséstaunahistoriade todos losdías,ymuybiencontadaademás.¡Dejemosenpazalosmuertos!

Aquíreposaunaviuda,queteníamielenloslabiosybilisenelcorazón.Visitabalas familias a la caza de los defectos del prójimo, de igual manera que en díaspretéritosel«amigopolicía» ibadeunladoaotroenbuscadeunaplacadecloacaquenoestabaensusitio.

Tenemos aquí un panteón de familia. Todos los miembros de ella estaban tanconcordesensusopiniones,queauncuandoelmundoenteroyelperiódicodijesen:«Esasí»,sielbenjamíndelacasadecía,alllegardelaescuela:«Puesyoloheoídodeotromodo»,suafirmacióneralaúnicafidedigna,pueselchicoeramiembrodelafamilia.Ynohabíaduda:sielgallodelcorralacertabaacantaramedianoche,eraseñaldequerompíaelalba,pormásqueelvigilanteytodoslosrelojesdelaciudadseempeñasenendecirqueeramedianoche.

El gran Goethe cierra su Fausto con estas palabras: «Puede continuarse», lomismo podríamos decir de nuestro paseo por el cementerio. Yo voy allí confrecuencia; cuando alguno demis amigos, o demis no amigos se pasa de la rayaconmigo,mevoyallí,buscounbuentrozodecéspedyseloconsagro,aéloaella,aquien seaquequieroenterrar, y lo entierro enseguida;y allí se estánmuertecitos eimpotenteshastaqueresucitan,nuevecitosymejores.Suvidaysusacciones,miradasdesdemiatalaya,lasescriboenmilibrofunerario.Yasídebieranprocedertodaslaspersonas; no tendrían que encolerizarse cuando alguien les juegaunamala pasada,sinoenterrarloenseguida,conservarelbuenhumoryel«Noticiero»,esteperiódicoescritoporelpueblomismo,aunqueavecesinspiradoporotros.

Cuandosuenelahoradeencuadernarmeconlahistoriademividaydepositarmeenlatumba,ponedestainscripción:«Unhombredebuenhumor».

Éstaesmihistoria.

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Elnidodecisnes

(Svanereden)

Entre los mares Báltico y del Norte hay un antiguo nido de cisnes: se llamaDinamarca.Enélnacieronysiguennaciendocisnesquejamásmorirán.

En tiempos remotos,unabandadadeestas avesvoló,por encimade losAlpes,hasta lasverdes llanurasdeMilán; aquellabandadadecisnes recibióelnombredelongobardos.

Otra,debrillanteplumajeyojosquereflejabanlalealtad,sedirigióaBizancio,dondesesentóenel trono imperialyextendiósusampliasalasblancasamododeescudo,paraprotegerlo.Fueronlosvaringos.

EnlacostadeFranciaresonóungritodeespantoantelapresenciadeloscisnessanguinarios,quellegabanconfuegobajolasalas,yelpueblorogaba:

—¡Diosnoslibredelossalvajesnormandos!SobreelverdecéspeddeInglaterraseposóelcisnedanés,contriplecoronareal

sobrelacabezayextendiendosobreelpaíselcetrodeoro.Lospaganosde la costadePomeraniahincaron la rodilla, y los cisnesdaneses

llegaronconlabanderadelacruzylaespadadesnuda.—Todoesoocurrióenépocasremotísimas—dirás.Tambiénentiemposrecientessehanvistovolardelnidocisnespoderosos.Hízose luzenelaire,hízose luzsobre loscamposdelmundo;consus robustos

aleteos,elcisnedisipólanieblaopaca,quedandovisibleelcieloestrellado,comosiseacercasealaTierra.FueelcisneTychoBrahe.

—Sí,enaqueltiempo—dices—.Pero,¿yennuestrosdías?Vimosuncisnetrasotroenmajestuosovuelo.Unopulsóconsusalaslascuerdas

del arpa de oro, y las notas resonaron en todo el Norte; las rocas de Noruega selevantaronmásaltas,iluminadasporelsoldelaHistoria.Oyóseunmurmulloentrelosabetosy losabedules; losdiosesnórdicos,sushéroesysusnoblesmatronas,sedestacaronsobreelverdeoscurodelbosque.

Vimosuncisnequebatíalasalascontralapeñamarmórea,contalfuerzaquelaquebró, y las espléndidas figuras encerradas en la piedra avanzaron hasta quedarinundadasdeluzresplandeciente,yloshombresdelastierrascircundanteslevantaronlacabezaparacontemplarlasportentosasestatuas.

Vimosun tercer cisne que hilaba la hebra del pensamiento, el cual da ahora lavueltaalmundodepaísenpaís,ysupalabravuelaconlarapidezdelrayo.

DiosNuestroSeñoramaalviejonidodecisnesconstruidoentrelosmaresBálticoyNorte.

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Dejadsinoqueotrasavesprepotentesseacerquenporlosairesconpropósitodedestruirlo.¡Nololograránjamás!Hastalascríasimplumessecolocanencirculoenelbordedelnido;bienlohemosvisto.Recibiránlosembatesenplenopecho,delquemanarálasangre;masellossedefenderánconelpicoyconlasgarras.

Pasaránaúnsiglos,otroscisnessaldrándelnido,queseránvistosyoídosentodalaredondezdelGlobo,antesdequelleguelahoraenquepuedadecirseenverdad:

—Eselúltimodeloscisnes,elúltimocantoquesaledesunido.

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Laviejalosasepulcral

(Dengamlegravsten)

En una pequeña ciudad, toda una familia se hallaba reunida, un atardecer de laestaciónenquesediceque«lasveladassehacenmáslargas»,encasadelpropietariodeunagranja.Eltiempoeratodavíatempladoytibio;habíanencendidolalámpara,laslargascortinascolgabandelantedelasventanas,dondeseveíangrandesmacetas,y en el exterior brillaba la luna; peronohablabande ella, sinodeunagranpiedrasituadaenlaera,alladodelapuertadelacocina,ysobrelacuallassirvientassolíancolocar la vajilla de cobre bruñida para que se secase al sol, y donde los niñosgustabandejugar.Enrealidaderaunaantigualosasepulcral.

—Sí—decía el propietario—,creoqueprocedede la iglesiaderruidadel viejoconvento.Vendieronelpúlpito, lasestatuasylaslosasfunerarias.Mipadre,queengloriaesté,compróvarias,quefueroncortadasendosparabaldosas;peroéstasobró,yahíladejaronenlaera.

—Biensevequeesunalosasepulcral—dijoelmayordelosniños—.Aúnpuededistinguirseenellaunrelojdearenayunpedazodeunángel;perolainscripciónestácasiborrada;sóloquedaelnombredePrebenyunaSmayúsculadetrás;unpocomásabajose leeMarthe.Escuantopuedesacarse,yaún todoesosólosevecuandohallovidoyelaguahalavadolapiedra.

—¡Diosmío, pero si es la losa dePrebenSvane y de sumujer!—exclamóunhombremuyviejo;porsuedadhubierapodidoserelabuelodetodoslosreunidosenlahabitación—.Sí,aquelmatrimoniofueunodelosúltimosquerecibieronsepulturaenelcementeriodelantiguoconvento.Eraunarespetableparejademisañosmozos.Todos los conocían y todos los querían; eran la pareja más anciana de la ciudad.Corríael rumordequeposeíanmásdeuna toneladadeoro,y,noobstante,vestíancongransencillez,conprendasdelastelasmásbastas,aunquesiempremuyaseados.Formaban una simpática pareja de viejos, Preben y su Marta. Daba gusto verlossentadosenaquelbancode laaltaescaleradepiedrade lacasa,bajo las ramasdelviejo tilo, saludando y gesticulando, con su expresión amable y bondadosa. Encaritativosnohabíaquien lesganara;dabandecomera lospobresy losvestían,yejercíansucaridadcondelicadezayverdaderoespíritucristiano.Lamujermuriólaprimera;recuerdomuybieneldía.ErayounchiquilloyestabaconmipadreencasadelviejoPreben,cuandosuesposaacababadefallecer;elpobrehombreestabamuyemocionado, y lloraba como un niño. El cadáver se hallaba aún en el dormitoriocontiguo;Prebenhablóamipadreyavariosvecinosdelosoloqueibaaencontrarseenadelante,delobuenaqueellahabíasido,delosmuchosañosquehabíanvivido

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juntosydecómosehabíanconocidoyenamorado.Yoeramuyniño,comohedicho,melimitabaaescuchar;peromecausóunaenormeimpresiónoíralviejoyvercomoibaanimándosepocoapocoy levolvían loscoloresa lacaraalcontarsusdíasdenoviazgo, y cuánbonita había sido ella, y los inocentes ardidesdeque él se habíavalidoparaverla.Ynoshablótambiéndeldíadelaboda;susojosseiluminaron,yelbuenhombrerevivióaqueltiempofeliz…yheaquíqueahorayacíaellamuertaenelaposentocontiguo,yél,viejotambién,hablandodeltiempodelaesperanza…sí,asívan las cosas. Entonces era yo un niño, y hoy soy viejo, tan viejo como PrebenSvane. Pasa el tiempo y todo cambia.Me acuerdomuy bien del entierro; el viejoPreben seguía detrás del féretro. Pocos años antes, el matrimonio había mandadoesculpirsulosasepulcral,conlainscripciónylosnombres,todoexceptoelañodelamuerte; al atardecer transportaron la piedra y la aplicaron sobre la tumba… paravolver a levantarlaunañomás tarde, cuandoelviejoPreben fuea reunirse con suesposa. No dejaron el tesoro del que hablaba la gente; lo que quedó fue para unafamilia que residía muy lejos y de la que nadie sabía la menor cosa. La casa deentramadodemadera,conelbancoenloaltodelaescaleradepiedrabajoeltilo,fuederribadaporordendelaautoridad;erademasiadoviejayruinosaparadejarlaenpie.Más tarde, cuando la iglesia conventual corrió la misma suerte, y fue cerrado elcementerio,lalosasepulcraldePrebenysuMartafueaparar,comotodolodemásdeallí,amanosdequienquisocomprarlo,yhaqueridoelazarqueestapiedranohayasidorotaapedazosyusadaparabaldosa,sinoquesehaquedadoenlaera,lugardejuegoparalosniños,plataformaparalavajillafregadadelassirvientas.Lacarreteraempedrada pasa hoy por encima del lugar donde descansan el viejo Preben y sumujer. ¿Quién se acuerda ya de ellos? —. Y el anciano meneó la cabezamelancólicamente—.¡Olvidados!Todoseolvida—concluyó.

Y entonces se empezó a hablar de otras cosas; pero elmuchachito, un niño degrandes ojos serios, se había subido a una silla y miraba a la era, donde la lunaenviaba sublanca luz a lavieja losa, aquellapiedraqueantes lepareciera siemprevacíaylisa,peroqueahorayacíaallícomounahojaenteradeunlibrodeHistoria.TodoloqueelmuchachoacabadeoíracercadePrebenysumujervivíaenaquellalosa;yéllamiraba,yluegolevantabalosojoshacialaclaraluna,colgadaenelaltocielopurísimo;eracomosielrostrodeDiosbrillasesobrelaTierra.

—¡Olvidado!Todoseolvida—seoyóenelcuarto,yenelmismomomentounángel invisible besó al niño en el pecho y en la frente y le murmuró al oído:—.¡Guardabienlasemillaquetehandado,guárdalahastaeldíadesumaduración!Porti, hijo mío, esta inscripción borrada, esta losa desgastada por la intemperie,resucitará en trazosdeoropara las generacionesvenideras.El ancianomatrimoniovolveráarecorrer,cogidodelbrazo,lasviejascalles,ysesentarádenuevo,sonrienteyconrojasmejillas,enlaescalerabajoeltilo,saludandoaricosypobres.Lasemilla

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deestahoragerminaráalolargodelosaños,paratransformarseenunfloridopoema.Lobuenoylobellonocaeenelolvido;sigueviviendoenlaleyendayenlacanción.

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Tienequehaberdiferencias

(Dererforskel)

Eraelmesdemayo.Soplabaaúnunvientofresco,perolaprimaverahabíallegado;así loproclamaban lasplantasy losárboles,elcampoyelprado.Eraunaorgíadeflores, que se esparcían hasta por debajo de los verdes setos; y justamente allí laprimavera llevaba a cabo su obra,manifestándose desde un diminutomanzano delque había brotado una única ramita, pero fresca y lozana, y cuajada toda ella deyemascolorderosaapuntodeabrirse.Biensabíalaramitalohermosaqueera,pueseso está en la hoja como en la sangre; por eso no se sorprendió cuando un cochemagnífico sedetuvoenel camino frente a ella, y la jovencondesaque loocupabadijoqueaquellaramademanzanoeralomásencantadorquepudierasoñarse;eralaprimavera misma en su manifestación más delicada. Y quebraron la rama, que ladamitacogióconlamanoyresguardóbajosusombrilladeseda.Continuaronluegohaciapalacio,aquelpalaciodealtossalonesyespléndidosaposentos;sutilescortinasblancas aleteaban en las abiertas ventanas, y maravillosas flores lucían en jarrosopalinosytransparentes;enunodeellos—habríasedichofabricadodenievereciéncaída—colocaron laramitadelmanzanoentreotrasdehaya, tiernasydeunverdeclaro.Dabaalegríamirarla.

Alaramitaselesubieronloshumosalacabeza;¡estanhumanoeso!Pasaronporlas habitaciones gentes de toda clase, y cada uno, según su posición y categoría,permitióse manifestar su admiración. Unos permanecían callados, otros hablabandemasiado, y la rama del manzano pudo darse cuenta de que también entre loshumanosexistendiferencias,exactamentelomismoqueentrelasplantas.«Algunasestán sólo para adorno, otras sirven para la alimentación, e incluso las haycompletamente superfluas», pensó la ramita; y como sea que la habían colocadodelantedeunaventanaabierta,desdesusitiopodíavereljardínyelcampo,loqueledaba oportunidad para contemplar una multitud de flores y plantas y efectuarobservaciones a su respecto. Ricas y pobres aparecíanmezcladas; y, aún se veían,algunasenverdadinsignificantes.

—¡Pobreshierbasdescastadas!—exclamólaramadelmanzano—.Laverdadesqueexisteunadiferencia.¡Quédesgraciadasdebendesentirse!,suponiendoqueesascriaturas sean capaces de sentir como nosotras.Naturalmente, es forzoso que hayadiferencias;delocontrariotodasseríamosiguales.

Nuestraramaconsideróconciertacompasiónunaespeciedefloresquecrecíanennúmeroincontableencamposyribazos.Nadielascogíaparahacerseunramo,pueserandemasiadoordinarias.Hastaentrelosadoquinescrecían:comoelúltimodelos

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hierbajos,asomabanpordoquier,yparacolmoteníanunnombrede lomasvulgar:dientedeleón.

—¡Pobreplantadespreciada!—exclamólaramadelmanzano—.Túnotieneslaculpadesercomoeres,tanordinaria,nidequetehayanpuestounnombretanfeo.Peroconlasplantasocurreloqueconloshombres:tienequehaberdiferencias.

—¡Diferencias!—replicó el rayo de sol, mientras besaba al mismo tiempo lafloridaramadelmanzanoy losmíserosdientesde leónquecrecíanenelcampo;ytambiénloshermanosdelrayodesolprodigaronsusbesosatodaslasflores,pobresyricas.

Nuestra ramita no había pensado nunca sobre el infinito amor de Dios por sumundoterrenal,yportodocuantoenélsemueveyvive;nuncahabíareflexionadosobrelomuchodebuenoydebelloquepuedehaberenél—oculto,peronoolvidado—.Pero,¿acasonoesestotambiénhumano?

Elrayodesol,elmensajerodelaluz,losabíamejor.—Novesbastantelejos,nibastanteclaro.¿Cuálesesaplantatanmenospreciadaqueasícompadeces?

—Eldientedeleón—contestólarama—.Nadiehaceramilletesconella;todoelmundolapisotea;haydemasiados.Ycuandodisparasussemillas,salenvolandoenminúsculoscoposcomodeblancalanaysepeganalosvestidosdelosviandantes.Esunamala hierba, he ahí lo que es. Pero hasta de eso ha de haber. ¡Cuánta gratitudsientoyopornosercomoél!

Deprontollegóalcampountropeldechiquillos;elmenordetodoseraaúntanpequeño,queotrosteníanquellevarloenbrazos.Ycuandolohubieronsentadoenlahierbaenmediodetodasaquellasfloresamarillas,sepusoagritardealegría,aagitarlasregordetaspiernecillasyarevolcarseporlahierba,cogiendoconsusmanitaslosdoradosdientesdeleónybesándolosensudulceinocencia.

Mientras tanto losmayores rompían las cabecitas floridas, separándolas de lostallos huecos y doblando éstos en anillo para fabricar con ellos cadenas, que secolgarondelcuello,deloshombrosoentornoalacintura;selospusierontambiénenlacabeza, alrededorde lasmuñecasy los tobillos—¡quépreciosidaddecadenasygrilletesverdes!—.Perolosmayoresrecogíancuidadosamentelasfloresencerradasenlasemilla,aquellaligerayvaporosaesferadelana,aquellapequeñaobradeartequepareceunanubecillablancahechade copitosminúsculos.Se laponían ante laboca,ydeunsoploteníanquedeshacerlaenteramente.Quienloconsiguieratendríavestidosnuevosantesdeterminarelaño—lohabíadichoabuelita.

Ydeestemodoladespreciadaflorseconvertíaenprofeta.—¿Ves?—preguntóle el rayo de sol a la rama de manzano—. ¿Ves ahora su

bellezaysuvirtud?—¡Sí,paralosniños!—replicólarama.Enestollegóalcampounaancianita,y,conunviejoyromocuchillodecocina,

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sepusoaexcavarparasacar laraízdelaplanta.Queríaemplearpartedelasraícespara una infusión de café; el resto pensaba llevárselas al boticario para sacar unoscéntimos.

—Perolabellezaesalgomuchomáselevado—exclamólaramadelmanzano—.A su reino van sólo los elegidos. Existe una diferencia entre las plantas, de igualmodocomolahayentrelaspersonas.

EntonceselrayodesollehablódelinfinitoamordeDiosportodassuscriaturas,amorqueabrazaconigualternuraatodoserviviente;ylehablótambiéndeladivinajusticia,quelodistribuyetodoporigualentiempoyeternidad.

—¡Sí,esocreeusted!—respondiólarama.Enesoentrógenteenelsalón,yconellalacondesitaquetanlindamentehabía

colocadolaramafloridaeneltransparentejarrón,sobreelquecaíaelfulguranterayode sol. Traía una flor, o lo que fuese, cuidadosamente envuelta en tres o cuatrograndes hojas, que la rodeaban como un cucurucho, para que ni un hálito de airepudiesedarleyperjudicarla:y¡lallevabaconuncuidadotanamoroso!Muchomayordel que jamás se había prestado a la ramita del manzano. La sacaron con granprecaucióndelashojasquelaenvolvíanyapareció…¡lapequeñaesferitadeblancoscopos,lasemilladeldespreciadodientedeleón!Estoeraloquelacondesacontantocuidadohabíacogidodelatierraytraídoparaqueniunadelassutilísimasflechasdeplumaque formansuvaporosabolita fuese llevadaporelviento.La sosteníaen lamano, entera e intacta; y admiraba su hermosa forma, aquella estructura aérea ydiáfana, aquella construcción tan original, aquella belleza que en un momentodisiparía el viento. Daba lástima pensar que pudiera desaparecer aquella hermosarealidad.

—¡FijaosquemaravillosamentehermosalahacreadoDios!—dijo—.Lapintaréjuntoconlaramadelmanzano.Todoelmundo,encuentraestaramaprimorosa;perolapobreflorecilla,asumanera,hasidoagraciadaporDiosconnomenorhermosura.¡Quédistintasson,y,sinembargo,lasdossonhermanasenelreinodelabelleza!

Yel rayodesolbesóalhumildedientede león,exactamentecomobesabaa lafloridaramadelmanzano,cuyospétalosparecíansonrojarsebajolacaricia.

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Ellibromudo

(Denstummebog)

Junto a la carretera que cruzaba el bosque se levantaba una granja solitaria; lacarreterapasabaprecisamenteasutravés.Brillabaelsol,todaslasventanasestabanabiertas;enelinteriorreinabagranmovimiento,peroenlaera,entreelfollajedeunsaúco florido, había un féretro abierto, con un cadáver que debía recibir sepulturaaquellamismamañana.Nadie velaba a su lado, nadie lloraba por el difunto, cuyorostroaparecíacubiertoporunpañoblanco.Bajolacabezateníaunlibromuygrandeygrueso; las hojas erandegrandespliegosdepapel secante, y en cadaunahabía,ocultasyolvidadas,floresmarchitas,todounherbario,reunidoendiferenteslugares.Debíaserenterradoconél,puesasílohabíadispuestosudueño.Cadaflorresumíauncapítulodesuvida.

—¿Quiéneselmuerto?—preguntamos,ynosrespondieron:—AquelviejoestudiantedeUpsala.Parecequeenotrostiemposfuehombremuy

despierto,queestudiólas lenguasantiguas,cantóe inclusocompusopoesías,segúndecían.Peroalgoleocurrió,yseentregóalabebida.Decayósusalud,yfinalmentevinoalcampo,dondealguienpagabasupensión.Eradulcecomounniñomientrasnolodominabanideaslúgubres,peroentoncessevolvíasalvajeyechabaacorrerporelbosquecomounabestiaacosada.Encambio,cuandohabíanconseguidovolverloacasaylopersuadíandequehojeasesulibrodeplantassecas,eracapazdepasarseeldíaenteromirándolas,yaveceslaslágrimaslerodabanporlasmejillas;sabeDiosenquépensaríaentonces.Perohabíarogadoquedepositaranellibroenelféretro,yallíestabaahora.Dentrodepocoratoclavaríanlatapa,ydescansaríaapaciblementeenlatumba.

Quitaronelpañomortuorio:lapazsereflejabaenelrostrodeldifunto,sobreelquedabaunrayodesol;unagolondrinapenetrócomounaflechaenelfollajeydiomediavuelta,chillando,encimadelacabezadelmuerto.

¡Quémaravilloso es—todos hemos experimentado esta impresión— sacar a laluzviejascartasdenuestrajuventudyreleerlas!Todaunavidaasomaentonces,consus esperanzas y cuidados. Cuántas veces creemos que una persona con la queestuvimosunidosdecorazón,estámuertahacetiempo,y,sinembargo,viveaún,sóloquehemosdejadodepensarenella,aunqueundíapensamosqueseguiremossiempreasulado,compartiendolaspenasylasalegrías.

Lahojaderoblemarchitadeaquellibrorecuerdaalcompañero,alcondiscípulo,alamigoparatodalavida;prendióseaquellahojaalagorradeestudianteaqueldíaque,enelverdebosque,cerraronelpactodealianzaperenne.¿Dóndeestáahora?La

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hoja se conserva, la amistad se ha desvanecido. Hay aquí una planta exótica deinvernadero,demasiadodelicadapara los jardinesnórdicos…Diríaseque lashojashuelen aún. Se la dio la señorita del jardín de aquella casa noble. Y aquí está elnenúfarqueélmismocogióyregóconamargaslágrimas,larosadelasaguasdulces.Yahíunaortiga;¿quédicensushojas?¿Quéestaríapensandoélcuandolaarrancópara guardarla? Ved aquí el muguete de la soledad selvática, y la madreselvaarrancadadelamacetadelataberna,yeldesnudoyafiladotallodehierba.

El florido saúco inclina sus umbelas tiernas y fragantes sobre la cabeza delmuerto;lagolondrinavuelveapasarvolandoylanzandosutrino…Yluegovienenlos hombres provistos de clavos ymartillo; colocan la tapa encima del difunto, demaneraquelacabezareposesobreellibro…conservado…deshecho.

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Dentrodemilaños

(Omårtusinder)

Sí,dentrodemilañoslagentecruzaráelocéano,volandoporlosaires,enalasdelvapor. Los jóvenes colonizadores de América acudirán a visitar la vieja Europa.Vendránavernuestrosmonumentosynuestrasdecaídasciudades,delmismomodoque nosotros peregrinamos ahora para visitar las decaídasmagnificencias delAsiaMeridional.Dentrodemilaños,vendránellos.

ElTámesis,elDanubio,elRin,seguiránfluyendoaún;elMontblanccontinuaráenhiesto con su nevada cumbre, la auroras boreales proyectarán sus brillantesresplandores sobre las tierras del Norte; pero una generación tras otra se haconvertidoenpolvo,seriesenterasdemomentáneasgrandezashancaídoenelolvido,como aquellas que hoy dormitan bajo el túmulo donde el rico harinero, en cuyapropiedadsealza,semandóinstalarunbancoparacontemplardesdeallíelondeantecampodemiesesqueseextiendeasuspies.

—¡AEuropa!—exclamaránlas jóvenesgeneracionesamericanas—.¡Ala tierrade nuestros abuelos, la tierra santa de nuestros recuerdos y nuestras fantasías! ¡AEuropa!

Llegalaaeronave,llenadeviajeros,pueslatravesíaesmásrápidaqueporelmar;el cable electromagnético que descansa en el fondo del océano ha telegrafiado yadandocuentadelnúmerodelosqueformanlacaravanaaérea.YaseavistaEuropa,esla costa de Irlanda la que se vislumbra, pero los pasajeros duermen todavía; hanavisadoquenoselesdespiertehastaqueesténsobreInglaterra.AllípisaránelsuelodeEuropa,enlatierradeShakespeare,comolallamanloshombresdeletras;enlatierradelapolíticaydelasmáquinas,comolallamanotros.Lavisitaduraráundía:eseltiempoquelaapresuradageneraciónconcedealagranInglaterrayaEscocia.

ElviajeprosigueporeltúneldelcanalhaciaFrancia,elpaísdeCarlomagnoydeNapoleón. Se cita a Molière, los eruditos hablan de una escuela clásica y otraromántica,queflorecieronentiemposremotos,yseencomiaahéroes,vatesysabiosque nuestra época desconoce, pero que más tarde nacieron sobre este cráter deEuropaqueesParís.

LaaeronavevuelaporsobrelatierradelaquesalióColón,lacunadeCortés,elescenariodondeCalderóncantósusdramasenversosarmoniosos;hermosasmujeresdenegrosojosvivenaúnenlosvallesfloridos,yenestrofasantiquísimasserecuerdaalCidylaAlhambra.

Surcando el aire, sobre elmar, sigue el vuelohacia Italia, asientode la vieja yeterna Roma. Hoy está decaída, la Campagna es un desierto; de la iglesia de San

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Pedrosóloquedaunmurosolitario,yaunseabrigandudassobresuautenticidad.YluegoaGrecia,paradormirunanocheenellujosohoteledificadoenlacumbre

delOlimpo;poderdecirquesehaestadoallí,vistemucho.ElviajeprosigueporelBósforo, conobjetodedescansarunashorasyvisitar el sitiodondeantaño sealzóBizancio.Pobrespescadoreslanzansusredesallídondelaleyendacuentaqueestuvoeljardíndelharénentiemposdelosturcos.

Continúaelitinerarioaéreo,volandosobrelasruinasdegrandesciudadesqueselevantaron a orillas del caudalosoDanubio, ciudades que nuestra época no conoceaún; pero aquí y allá—sobre lugares ricos en recuerdos que algún día saldrán delsenodeltiempo—seposalacaravanaparareemprendermuyprontoelvuelo.

Al fondo se despliega Alemania —otrora cruzada por una densísima red deferrocarriles y canales— el país donde predicó Lutero, cantó Goethe y Mozartempuñóelcetromusicaldesutiempo.Nombresilustresbrillaronenlascienciasyenlas artes, nombres que ignoramos. Un día de estancia en Alemania y otro para elNorte, para la patria deÖrsted yLinneo, y paraNoruega, la tierra de los antiguoshéroesyde los hombres eternamente jóvenesdelSeptentrión. Islandia queda en elitinerarioderegreso;elgéiseryanobulle,yelHeclaestáextinguido,perocomolalosaeternadelaleyenda,laprepotenteislarocosasigueincólumeenelmarbravío.

—HaymuchoqueverenEuropa—diceeljovenamericano—ylohemosvistoen ocho días. Se puede hacer muy bien, como el gran viajero —aquí se cita unnombreconocidoenaqueltiempo—hademostradoensufamosaobra:CómovisitarEuropaenochodías.

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Elúltimodía

(Pådenyderstedag)

De todos los días de nuestra vida, elmás santo es aquel en quemorimos; es elúltimo día, el grande y sagrado día de nuestra transformación. ¿Te has detenidoalguna vez a pensar seriamente en esa hora suprema, la última de tu existenciaterrena?

Hubo una vez un hombre, un creyente a machamartillo, según decían, uncampeón de la divina palabra, que era para él ley, un celoso servidor de un Diosceloso.He aquí que laMuerte llegó a la vera de su lecho, laMuerte, con su caraseveradeultratumba.

—Hasonado tuhora,debesseguirme—ledijo, tocándole lospiesconsudedogélido;ysuspiesquedaronrígidos.LuegolaMuerte le tocólafrenteyelcorazón,quecesódelatir,yelalmasalióenposdelángelexterminador.

PeroenlosbrevessegundosquetranscurrieronentreelmomentoenquesintióelcontactodelaMuerteenelpieyenlafrenteyelcorazón,desfilóporlamentedelmoribundo,comounaenormeoleadanegra, todoloquelavidalehabíaaportadoeinspirado. Con una mirada recorrió el vertiginoso abismo y con un pensamientoinstantáneoabarcótodoelcaminoinconmensurable.Así,enuninstante,vioenunaojeadadeconjunto,lamiríadaincontabledeestrellas,cuerposcelestesymundosqueflotanenelespacioinfinito.

Enunmomentoasí,elterrorsobrecogealpecadorempedernidoquenotienenadaaqueagarrarse;tienelaimpresióndequesehundeenelvacíoinsondable.Elhombrepiadoso,encambio,descansatranquilamentesucabezaenDiosyseleentregacomounniño:

—¡HágaseenmíTuvoluntad!Peroaquelmoribundonosesentíacomounniño;sedabacuentadequeeraun

hombre.Notemblabacomoelpecador,puessesabíacreyente.Sehabíamantenidoaferrado a las formas de la religión con toda rigidez; eran millones, lo sabía, losdestinadosaseguirporelanchocaminodelacondenación;conelhierroyelfuegohabría podido destruir aquí sus cuerpos, como serían destrozadas sus almas yseguirían siéndoloporuna eternidad.Pero su camino ibadirecto al cielo, donde lagracialeabríalaspuertas,lagraciaprometedora.

Yelalmasiguióalángeldelamuerte,despuésdemirarporúltimavezallechodondeyacíalaimagendelpolvoenvueltaenlamortaja,unacopiaextrañadelpropioyo.Yvolandollegaronaloqueparecíaunenormevestíbulo,apesardequeestabaenun bosque; la Naturaleza aparecía recortada, distendida, desatada y dispuesta en

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hileras,arregladaartificiosamentecomolosantiguosjardinesfranceses;secelebrabaunaespeciedebailededisfraces.

—¡Ahítieneslavidahumana!—dijoelángeldelamuerte.Todoslospersonajesibanmásomenosdisfrazados;notodoslosquevestíande

sedayoroeranlosmásnoblesypoderosos,nitodoslosquesecubríanconelropajedelapobrezaeranlosmásbajoseinsignificantes.Eraunamascaradaasombrosa,ylomássorprendentedeellaeraquetodosseesforzabancuidadosamenteenocultaralgodebajo de sus vestidos; pero uno tiraba del otro para dejar aquello a la vista, yentonces asomaba una cabeza de animal: en uno, la de un mono, con su risasardónica;enotro,ladeunfeochivo,deunaviscosaserpienteodeunmacilentopez.

Era labestiaque todos llevamosdentro, laquearraiga enelhombre;ypegabasaltos,queriendoavanzar,ycadaunolasujetaba,consusropas,mientraslosdemáslaapartaban,diciendo:«¡Mira!¡Ahíestá,ahíestá!»,ycadaunoponíaaldescubiertolamiseriadelotro.

—¿Quéanimalvivíaenmí?—preguntóelalmaerrante;yelángeldelamuerteleseñalóunafiguraorgullosa.Alrededordesucabezabrillabaunaaureoladebrillantescolores,peroenelcorazóndelhombreseocultabanlospiesdelanimal,piesdepavoreal;laaureolanoerasinolacolaabigarradadelave.

Cuandoprosiguieronsucamino,otrasgrandesavesgritaronperversamentedesdelasramasdelosárboles,convoceshumanasmuyinteligibles:

—Peregrinodelamuerte,¿noteacuerdasdemí?Eran losmalos pensamientos y las concupiscencias de los días de su vida, que

gritaban:«¿Noteacuerdasdemí?».Por un momento se espantó el alma, pues reconoció las voces, los malos

pensamientosydeseosquesepresentabancomotestigosdecargo.—¡Nadabuenoviveennuestracarne,ennuestranaturalezaperversa!—exclamó

elalma—.Peromispensamientosnoseconvirtieronenactos,elmundonoviosusmalosfrutos—.Yapresuróelpaso,paraescapardeaquelhorriblegriterío;maslosgrandes pajarracos negros la perseguían, describiendo círculos a su alrededor,gritandocontodassusfuerzas,comoparaqueelmundoenterolosoyese.Elalmasepuso a brincar como una corza acosada, y a cada salto ponía el pie sobre agudaspiedras,queleabríandolorosasheridas.—.¿Dedóndevienenestaspiedrascortantes?Yacenenelsuelocomohojasmarchitas.

—Cadaunadeellasesunapalabraimprudentequeseescapódetuslabios,yquehirióatuprójimomuchomásdolorosamentedecomoahoralaspiedrastelastimanlospies.

—¡Nuncapenséenello!—dijoelalma.—Nojuzguéissinoqueréisserjuzgados—resonóenelaire.—¡Todos hemos pecado! —dijo el alma, volviendo a levantarse—. Yo he

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observadofielmentelaLeyyelEvangelio;hiceloquepude,nosoycomolosdemás.Asíllegaronalapuertadelcielo,yelángelguardiándelaentradapreguntó:—¿Quiéneres?Dimecuálestufeypruébamelacontusacciones.—Heguardadorigurosamentelosmandamientos.Mehehumilladoalosojosdel

mundo,heodiadoyperseguidolamaldadyalosmalos,alosquesiguenporelanchocaminodelaperdición,yseguiréhaciéndoloasangreyfuego,sipuedo.

—¿EresentoncesunadeptodeMahoma?—preguntóelángel.—¿Yo?¡Jamás!—Quienempuñelaespadamoriráporlaespada,hadichoelHijo.Túnotienessu

fe.¿EresacasounhijodeIsrael,delosquedicenconMoisés:«Ojoporojo,dientepordiente»;unhijodeIsrael,cuyoDiosvengativoessólodiosdetupueblo?

—¡Soycristiano!—Notereconozconientufenientushechos.LadoctrinadeCristoestodaella

reconciliación,amorygracia.—¡Gracia!—resonóenlosetéreosespacios;lapuertadelcieloseabrió,yelalma

seprecipitóhacialaincomparablemagnificencia.Pero la luzquede ella irradiaba eran tan cegadora, tanpenetrante, que el alma

huboderetrocedercomoanteunaespadadesnuda;ylasmelodíassonabandulcesyconmovedoras,comoningunalenguahumanapodríaexpresar.Elalma, temblorosa,seinclinómásymás,mientraspenetrabaenellalacelesteclaridad;yentoncessintióloquenuncaanteshabíasentido:elpesodesuorgullo,desudurezaysupecado.Sehizolaluzensupecho.

—Lo que de bueno hice en elmundo, lo hice porque no supe hacerlo de otromodo;perolomalo…¡esosíquefuecosamía!

Y el alma se sintió deslumbrada por la purísima luz celestial y desplomósedesmayada,envueltaensímisma,postrada, inmaduraparael reinode loscielos,y,pensandoenlaseveridadylajusticiadeDios,noseatrevióapronunciarlapalabra«gracia».

Y,noobstante,vinolagracia,lagraciainesperada.Elcielodivinoestabaenelespacio inmenso,elamordeDiossederramaba,se

vertíaenélenplenitudinagotable.—¡Santa,gloriosa,dulceyeternaseas,oh,almahumana!—cantaronlosángeles.Todos, todos retrocederemos asustados como aquella alma el día postrero de

nuestra vida terrena, ante la grandiosidad y la gloria del reino de los cielos. Nosinclinaremos profundamente y nos postraremos humildes, y, no obstante, nossostendrá Su Amor y Su Gracia, y volaremos por nuevos caminos, purificados,ennoblecidosymejores,acercándonoscadavezmásalamagnificenciadelaluz,y,fortalecidosporella,podremosentrarenlaeternaclaridad.

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Elduendedelatienda

(Nissenhosspækhøkeren)

Éraseunavezunestudiante,unestudiantedeverdad,quevivíaenunabuhardillaynadaposeía; y érase tambiénun tendero, un tenderodeverdad, quehabitaba en latrastiendayeradueñodetodalacasa;yensuhabitaciónmorabaunduendecillo,alque todos losaños,porNochebuena,obsequiabaaquélconun tazóndepapasyunbuentrozodemantequilladentro.Bienpodíahacerlo;yelduendecontinuabaenlatienda,yestoexplicamuchascosas.

Unatardecerentróelestudianteporlapuertatrasera,acomprarseunavelayelquesoparasucena;noteníaaquienenviar,porloqueibaélmismo.Diéronleloquepedía,lopagó,yeltenderoysumujerledesearonlasbuenasnochesconungestodelacabeza.Lamujersabíahaceralgomásquegesticularconlacabeza;eraunpicodeoro.

El estudiante les correspondió de la misma manera y luego se quedó parado,leyendolahojadepapelqueenvolvíaelqueso.Eraunahojaarrancadadeun libroviejo,quejamáshubierapensadoquelotratasenasí,pueseraunlibrodepoesía.

—Todavía nos quedamás—dijo el tendero—; lo compré a unavieja por unosgranosdecafé;porochochelinesselocedoentero.

—Muchasgracias—repusoelestudiante—.Démeloacambiodelqueso.Puedocomer pan solo; pero sería pecado destrozar este libro. Es usted un hombreespléndido, un hombre práctico, pero lo que es de poesía, entiendemenos que esacuba.

La verdad es que fue un tanto descortés al decirlo, especialmente por la cuba;perotenderoyestudianteseecharonareír,pueselsegundohabíahabladoenbroma.Contodo,elduendesepicóaloírsemejantecomparación,aplicadaauntenderoqueeradueñodeunacasayencimavendíaunamantequillaexcelente.

Cerradoquehubolanoche,yconellalatienda,ycuandotodoelmundoestabaacostado,exceptoelestudiante,entróelduendeenbuscadelpicodeladueña,puesnoloutilizabamientrasdormía;fueaplicándoloatodoslosobjetosdelatienda,conlo cual éstos adquirían voz y habla, y podían expresar sus pensamientos ysentimientos tanbiencomolapropiaseñorade lacasa;pero,claroestá,sólopodíaaplicarlo a un solo objeto a la vez; y era una suerte, pues de otromodo, ¡menudobarullo!

Elduendepusoelpicoenlacubaqueconteníalosdiariosviejos.—¿Esverdadqueustednosabeloqueeslapoesía?

—Claro que lo sé—respondió la cuba—. Es una cosa que ponen en la parte

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inferiorde losperiódicosyque lagente recorta; tengomotivospara creerquehaymásenmíqueenelestudiante,yestoquecomparadoconeltenderonosoysinounacubadepocomásomenos.

Luego el duende colocó el pico en elmolinillo de café. ¡Diosmío, y cómo sesoltóéste!Ydespuésloaplicóalbarrilitodemantecayalcajóndeldinero;ytodoscompartieron laopiniónde la cuba.Ycuando lamayoríacoincideenunacosa,noquedamasremedioquerespetarlaydarlaporbuena.

—¡Y ahora, al estudiante! —pensó; y subió callandito a la buhardilla, por laescalerade lacocina.Había luzenelcuarto,yelduendecillomiróporelojode lacerradurayvioalestudiantequeestabaleyendoellibrorotoadquiridoenlatienda.Pero,¡quéclaridadirradiabadeél!

Delaspáginasemergíaunvivísimorayodeluz,queibatransformándoseenuntronco, en un poderoso árbol, que desplegaba sus ramas y cobijaba al estudiante.Cada una de sus hojas era tierna y de un verde jugoso, y cada flor, una hermosacabezadedoncella,deojosyaoscurosy llameantes,yaazulesymaravillosamentelímpidos. Los frutos eran otras tantas rutilantes estrellas, y un canto y unamúsicadeliciososresonabanenladestartaladahabitación.

Jamás había imaginado el duendecillo una magnificencia como aquélla, jamáshabíaoídohablardecosasemejante.Poresopermaneciódepuntillas,mirandohastaqueseapagólaluz.Seguramenteelestudiantehabíasopladolavelaparaacostarse;pero el duende seguía en su sitio, pues continuaba oyéndose el canto, dulce ysolemne, una deliciosa canción de cuna para el estudiante, que se entregaba aldescanso.

—¡Asombroso!—sedijoelduende—.¡Nuncalohubierapensado!Alomejormequedo con el estudiante…—Y se lo estuvo rumiando buen rato, hasta que, al fin,venciólasensatezysuspiró—.¡Peroelestudiantenotienepapillas,nimantequilla!—.Ysevolvió; sevolvióabajo,acasadel tendero.Fueunasuertequeno tardasemás,pueslacubahabíagastadocasitodoelpicodeladueña,afuerzadepregonartodo lo que encerraba en su interior, echada siempre de un lado; y se disponíajustamente a volverse para empezar a contar por el lado opuesto, cuando entró elduendeylequitóelpico;peroenadelantetodalatienda,desdeelcajóndeldinerohastalaleñadeabajo,formaronsusopinionescalcándolassobrelasdelacuba;todosla ponían tan alta y le otorgaban tal confianza, que cuando el tendero leía en elperiódico de la tarde las noticias de arte y teatrales, ellos creían firmemente queprocedíandelacuba.

En cambio, el duendecillo ya no podía estarse quieto como antes, escuchandotodaaquellaerudiciónysabihonduradelaplantabaja,sinoqueencuantoveíabrillarla luz en la buhardilla, era como si sus rayos fuesen unos potentes cables que loremontabanalasalturas;teníaquesubiramirarporelojodelacerradura,ysiempre

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se sentía rodeado de una grandiosidad como la que experimentamos en el martempestuoso,cuandoDioslevantasusolas;yrompíaallorar,sinsaberélmismoporqué, pero las lágrimas le hacíanungranbien. ¡Quémagníficodebía de ser estarsesentadobajoelárbol,juntoalestudiante!Peronohabíaquepensarenello,ysedabaporsatisfechocontemplándolodesdeelojodelacerradura.Yallíseguía,enelfríorellano, cuando ya el viento otoñal se filtraba por los tragaluces, y el frío ibaarreciando.Sóloque el duendecillono lonotabahasta que se apagaba la luzde labuhardilla, y los melodiosos sones eran dominados por el silbar del viento. ¡Ujú,cómo temblaba entonces, y bajaba corriendo las escaleras para refugiarse en sucaliente rincón,donde tanbienseestaba!Ycuandovolvió laNochebuena,consuspapillasysubuenabolademanteca,sedeclaróresueltamenteenfavordeltendero.

Peroamedianochedespertóalduendecillounalborotohorrible,ungranestrépitoenlosescaparates,ygentesqueibanyveníanagitadas,mientraselserenonocesabade tocar el pito. Había estallado un incendio, y toda la calle aparecía iluminada.¿Seríasucasaoladelvecino?¿Dónde?¡Habíaunaalarmaespantosa,unaconfusiónterrible!Lamujerdeltenderoestabatanconsternada,quesequitólospendientesdeorodelasorejasyse losguardóenelbolsillo,parasalvaralgo.El tenderorecogiósusláminasdefondospúblicos,ylacriada,sumantilladeseda,quesehabíapodidocomprar a fuerza de ahorros. Cada cual quería salvar lo mejor, y también elduendecillo; y de un salto subió las escaleras y se metió en la habitación delestudiante,quien,depiejuntoalaventana,contemplabatranquilamenteelfuego,queardía en la casa de enfrente. El duendecillo cogió el libro maravilloso que estabasobrelamesay,metiéndoseloenelgorrorojolosujetóconvulsivamenteconambasmanos:elmáspreciosotesorodelacasaestabaasalvo.Luegosedirigió,corriendopor el tejado, a lapuntade la chimenea,y allí se estuvo, iluminadopor la casa enllamas,apretandoconambasmanoselgorroqueconteníaeltesoro.Sóloentoncessedio cuenta de dónde tenía puesto su corazón; comprendió a quién pertenecía enrealidad.Perocuandoelincendioestuvoapagadoyelduendecillohubovueltoasusideasnormales,dijo:

—Mehederepartirentrelosdos.Nopuedosepararmedeltododeltendero,porcausadelaspapillas.

Yenesto se comportócomounauténtico serhumano.Todosprocuramosestarbienconeltendero…porlaspapillas.

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Elgolletedebotella

(Flaskehalsen)

Enunatortuosacallejuela,entrevariasmíserascasuchas,sealzabaunadeparedesentramadas,altaydesvencijada.Vivíanenellagentemuypobre;ylomásmíserodetodo era la buhardilla, en cuya ventanuco colgaba, a la luz del sol, una vieja jaulaabolladaquenisiquierateníabebedero;ensulugarhabíaungolletedebotellapuestodel revés, tapado por debajo con un tapón de corcho y lleno de agua. Una viejasolteronaestabaasomadaalexterior;acababadeadornarconprímulaslajauladondeundiminutopardillosaltabadeunoaotropalocantandotanalegremente,quesuvozresonabaagrandistancia.

«¡Ay, bien puedes tú cantar!—exclamó el gollete. Bueno, no es que lo dijeracomolodecimosnosotros,puesuncascodebotellanopuedehablar,perolopensóasumanera,comonosotroscuandohablamosparanuestrosadentros—.Sí,túpuedescantar, pues no te falta ningún miembro. Si tú supieras, como yo lo sé, lo quesignificahaberperdidotodalaparteinferiordelcuerpo,sinquedarmemásquecuelloyboca,yaunéstaconuntapónmetidodentro…Seguroquenocantarías.Perovalemás así, que siquiera tú puedas alegrarte.Yo no tengo ningúnmotivo para cantar,apartequenoséhacerlo;antessísabía,cuandoeraunabotellahechayderecha,ymefrotaban con un tapón. Era entonces una verdadera alondra, me llamaban la granalondra.Yluego,cuandovivíaenelbosque,conlafamiliadelpellejeroycelebraronlabodadesuhija…Meacuerdocomosifueseayer.¡Ladeaventurasquehepasado,yquepodríacontarte!Heestadoenelfuegoyenelagua,metidaenlanegratierra,yhesubidoaalturasquemuypocoshanalcanzado,yahímetienesahoraenestajaula,expuestaalaireyal sol.A lomejor tegustaríaoírmihistoria,aunqueno lavoyacontarenvozalta,puesnopuedo».

Yasíelgolletedebotella—hablandoparasí,oporlomenospensándoloparasusadentros— empezó a contar su historia, que era notable de verdad. Entretanto, elpajarillo cantaba su alegre canción, y abajo en la calle todo elmundo iba y venía,pensandocadacualensusproblemasoennada.Peroelgolletedelabotellarecuerdaquerecuerda.

Vioelhornoardientedelafábricadonde,soplando,lehabíandadovida;recordóquehacíauncalorsofocanteenaquelhornoestrepitoso,lugardesunacimiento;quemirandoasushonduraslehabíanentradoganasdesaltardenuevoaellas,peroque,pocoapoco,al irseenfriando,sefuesintiendobienyagustoensunuevositio,enhileraconunregimientoenterodehermanosyhermanas,nacidastodasenelmismohorno,aunqueunasdestinadasacontenerchampañayotrascerveza, locualnoera

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pocadiferencia.Mástarde,yaenelanchomundo,cabemuybienqueenunabotellade cerveza se envase el exquisito «lacrimae Christi», y que en una botella dechampañaechenbetúndecalzado;perosiemprequedalaforma,comoejecutoriadelnacimiento.Elnobleessiemprenoble,aunquepordentroestéllenodebetún.

Despuésdeunrato,todaslasbotellasfueronembaladas,lanuestraconlasdemás.Nopensabaentoncesellaqueacabaríaensimplegolleteyqueserviríadebebederode pájaro en aquellas alturas, lo cual no deja de ser una existencia honrosa, puessiquiera se es algo.Novolvió aver la luzdeldíahastaque ladesembalaronen labodegadeuncosechero,juntoconsuscompañeras,ylaenjuagaronporprimeravez,cosaqueleprodujounasensaciónextraña.Quedóseallívacíaysintapar,presadeuncuriosodesfallecimiento.Algolefaltaba,nosabíaquéapuntofijo,peroalgo.Hastaquelallenarondevino,unvinoviejoydesolera;lataparonylacraron,pegándoleacontinuación un papel en que se leía: «Primera calidad». Era como sacarsobresalienteenelexamen;peroesqueen realidadelvinoerabueno,y labotella,buena también. Cuando se es joven, todo el mundo se siente poeta. La botella sesentía llena de canciones y versos referentes a cosas de las que no tenía lamenoridea: las verdesmontañas soleadas, dondemaduran las uvasydonde las retozonasmuchachasylosbulliciososmozoscantanysebesan.¡Ah,québellaeslavida!Todoaquellocantabayresonabaenelinteriordelabotella,lomismoqueocurreeneldelosjóvenespoetas,queconfrecuenciatampocosabennadadetodoaquello.

Un buen día la vendieron. El aprendiz del peletero fue enviado a comprar unabotella de vino «del mejor», y así fue ella a parar al cesto, junto con jamón,salchichasyqueso,sinquefaltarantampocounamantequillademagníficoaspectoyunpanexquisito.Lapropiahijadelpeleterovacióelcesto.Erajovenylinda;reíansusojosazules,yunasonrisasedibujabaensuboca,quehablabatanelocuentementecomo sus ojos. Susmanos eran finas y delicadas, ymuyblancas, aunque no tantocomoelcuelloyelpecho.Veíasealaleguaqueeraunadelasmozasmásbellasdelaciudad,y,sinembargo,noestabaprometida.

Cuandolafamiliasalióalbosque,lacestadelacomidaquedóenelregazodelahija;elcuellodelabotellaasomabaporentrelosextremosdelblancopañuelo;cubríaeltapónunsellodelacrerojo,quemirabaalrostrodelamuchacha.Peronodejabade echar tampoco ojeadas al joven marino, sentado a su lado. Era un amigo deinfancia, hijo de un pintor retratista. Acababa de pasar felizmente su examen depiloto,yaldíasiguienteseembarcabaenunanaveconrumboalejanospaíses.Deellohabíanestadohablandolargamentemientrasempaquetaban,yenelcursodelaconversaciónnosehabíareflejadomuchaalegríaenlosojosyenlabocadelalindahijadelpeletero.

Losdosjóvenessemetieronporelverdebosque,enzarzadosenuncoloquio.¿Dequéhablarían?Labotellanolooyó,puessehabíaquedadoenlacesta.Pasómucho

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ratoantesdeque la sacaran,perocuandoal fin, lohicieron,habíansucedidocosasmuy agradables; todos los ojos estaban sonrientes, incluso los de la hija, la cualapenasabríalaboca,yteníalasmejillasencendidascomorosasencarnadas.

Elpadrecogiólabotellallenayelsacacorchos.Esextraño,sí,laimpresiónquesesientecuandoauna ladescorchanporvezprimera. Jamásolvidóelcuellode labotellaaquelmomentosolemne;alsaltareltapónlehabíaescapadodedentrounrarosonido,«¡plump!»,seguidodeungorgoteoalcaerelvinoenlosvasos.

—¡Por la felicidad de los prometidos! —dijo el padre, y todos los vasos sevaciaronhastalaúltimagota,mientraseljovenpilotobesabaasuhermosanovia.

—¡Dichasybendiciones!—exclamaronlosdosviejos.Elmozovolvióallenarlosvasos.—¡Pormiregresoyporlabodadehoyenun

año!—brindó—,ycuandolosvasosvolvieronaquedarvacíos,levantandolabotella,añadió:—¡Hasasistidoaldíamáshermosodemivida;nuncamásvolverásaservir!—Ylaarrojóalaire.

Pocopensóentonceslamuchachaqueaúnveríavolarotrasveceslabotella;y,sinembargo,asífue.Labotellafueacaerenelespesocañaveraldeunpequeñoestanqueque había en el bosque; el gollete recordaba aún perfectamente cómo había ido apararallíycómohabíapensado:

«Les di vino y ellos me devuelven agua cenagosa; su intención era buena, detodosmodos».Nopodíayaveralaparejadenoviosniasusregocijadospadres,perodurantelargoratolosestuvooyendocantarycharlaralegremente.Llegaronenestodoschiquilloscampesinos,que,mirandoporentrelascañas,descubrieronlabotellayselallevaronacasa.Volvíaaestaratendida.

Enlacasadelbosquedondemorabanlosmuchachos,lavísperahabíallegadosuhermano mayor, que era marino, para despedirse, pues iba a emprender un largoviaje. Corría la madre de un lado para otro empaquetando cosas y más cosas; alanochecer,elpadreiríaalaciudadaverasuhijoporúltimavezantesdesupartida,yallevarleelúltimosaludodelamadre.Habíapuestoyaenelhatounabotellitadeaguardiente de hierbas aromáticas, cuando se presentaron los muchachitos con labotellaencontrada,queeramayorymásresistente.Sucapacidaderasuperioraladela botellita, y el licor era muy bueno para el dolor de estómago, pues entre otrasmuchashierbas,conteníacorazoncillo.Estaveznollenaronlabotellaconvino,comola anterior, sino con una poción amarga, aunque excelente, para el estómago. Lanueva botella reemplazó a la antigua, y así reanudó aquélla sus correrías. Pasó abordodelbarcopropiedaddePeterJensen,justamenteelmismoenelqueservíaeljovenpiloto,elcualnoviolabotella,apartequelomásprobableesquenolahubierareconocidonipensadoqueeralamismaconcuyocontenidohabíanbrindadoporsunoviazgoysufelizregreso.

Aunquenoeravinoloquelallenaba,noeramenosbuenosucontenido.APeter

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Jensen lo llamabansuscompañeros«Elboticario»,puesacadamomentosacaba labotellayadministrabaaalguienlaexcelentemedicina—excelenteparaelestómago,entendámonos—;yaquelloduróhastaquesehuboconsumidolaúltimagota.Fuerondíasfelices,ylabotellasolíacantarcuandolafrotabanconeltapón.Deentonceslevinoelnombredealondra,laalondradePeterJensen.

Había transcurridoun largo tiempo,y labotellahabía sidodejada,vacía,enunrincón;masheaquíque—silacosaocurrióduranteelviajedeidaoeldevuelta,labotella no lo supo nunca a punto fijo, pues jamás desembarcó— se levantó unatempestad.Olasenormesnegrasydensas,seencabritaban,levantabanelbarcohastalas nubesy lo lanzaban en todasdirecciones; quebróse el palomayor, ungolpedemarabrióunavíade agua,y lasbombas resultaban inútiles.Eraunanocheoscuracomobocadelobo,yelbarcoseibaapique;enelúltimomomento,eljovenpilotoescribióenunahojadepapel:«¡EnelnombredeDios,naufragamos!».Estampóelnombredesuprometida,elsuyopropioyeldelbuque,metióelpapelenunabotellavacíaque encontró amanoy, tapándola fuertemente, la arrojó almar tempestuoso.Ignorabaqueeralamismaquehabíaservidoparallenarlosvasosdelaalegríaydelaesperanza.Ahoraflotabaentrelasolasllevandounmensajedeadiósydemuerte.

Hundióse el barco, y con él la tripulación,mientras la botella volaba como unpájaro, llevandodentroun corazón, una carta de amor.Y salió el sol y se pusodenuevo,yalabotellalepareciócomosivolviesealostiemposdesuinfancia,enqueveíaelrojohornoardiente.Vivióperíodosdecalmaynuevastempestades,peroniseestrellócontraunarocanifuetragadaporuntiburón.

Másdeunañoestuvoflotandoalazar,orahaciaelNorte,orahaciaMediodía,amerceddelascorrientesmarinas.Porlodemás,eradueñadesí,peroalcabodeuntiempounollegaacansarseinclusodeesto.

Lahojaescrita,conelúltimoadiósdelnovioasuprometida,sóloduelohabríatraído, suponiendo que hubiese ido a parar a lasmanos a que iba destinada. Pero,¿dónde estaban aquellas manos, tan blancas cuando, allá en el verde bosque, seextendían sobre la jugosa hierba el día del noviazgo? ¿Dónde estaba la hija delpeletero? ¿Dónde se hallaba su tierra, y cuál sería la más próxima? La botella loignoraba;seguíaensueternovaivén,yal finsesentíayahartadeaquellavida;sudestinoeraotro.Contodo,continuósuviaje,hastaque,finalmente,fuearrojadaalacosta,enunpaísextraño.Nocomprendíaunapalabradeloquelasgenteshablaban;noeralalenguaqueoyeraenotrostiempos,yunosesientemuydesvalidocuandonoentiendeelidioma.

Alguien recogió la botella y la examinó. Vieron que contenía un papel y losacaron; pero, por muchas vueltas que le dieron nadie supo interpretar las líneasescritas.Estabaclaroquelabotellahabíasidoarrojadaalmardeliberadamente,yqueenlahojaseexplicabaelmotivodeello,peronadiesupoleerlo,porloquevolvieron

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a introducir el pliego en el frasco, el cual fue colocado enungran armariodeunaespaciosahabitacióndeunacasagrandiosa.

Cadavezquellegabaunforasterosacabanlahoja,ladesdoblabanymanoseaban,conloqueelescrito,trazadoalápiz,ibaborrándoseprogresivamenteyvolviéndoseilegible;alfinnadiepodíareconocerqueaquellofueranletras.Labotellapermaneciótodavía otro año en el armario; luego la llevaron al desván, donde se cubrió, detelarañasydepolvo.Allírecordabaellalosdíasfelicesenque,enelbosque,conteníavino tinto, y aquellos otros en que vagaba mecida por las olas, portadoras de unmisterio,unacarta,unsuspirodedespedida.

Eneldesvánpasóveinteaños,yquiénsabehastacuándohubieraseguidoenél,denohaber sidoporque reconstruyeron la casa.Al quitar el techo salió la botella;algodijerondeella lospresentes,¡perocualquiera loentendía!Noseaprendenadaviviendoeneldesván,aunqueseestéenélveinteaños.

«Simehubiesendejadoenlahabitacióndeabajo—pensó—deseguroquehabríaaprendidolalengua».

Lalevantaronyenjuagaron,ybienquelonecesitaba.Sesintió,entoncesdiáfanaytransparente,jovendenuevocomoendíaspretéritos;perolahojaescritaqueestabaencerradaensuinteriorseestropeócompletamenteconéllavado.

Llenaron el frasco de semillas, no sabía ella de qué clase. La taparon yenvolvieron,conloquenovioniunresquiciodeluz,ynohablemosyadesolyluna;«cuandosevadeviajehayquepoderveralgo»,pensabalabotella.Peronopudovernada, aunque de todos modos hizo lo principal: viajar y llegar a destino. Allí ladesenvolvieron.

—¡Menudo trabajosehan tomadoconellaenelextranjero!—exclamóalguien—.Y,apesardetodo,seguramentesehabrárajado—.Perono,nosehabíarajado.Labotellacomprendíatodaslaspalabrasquesedecían,pueslohacíanenlalenguaqueoyeraenelhornovidriero,encasadelbodeguero,enelverdebosqueyluegoenelbarco:laúnicaviejaybuenalenguaqueellapodíacomprender.Habíallegadoasutierranatal,quesaludóalborozada.Depurogozo,porpocosaltadelasmanosquelasostenían; apenas se dio cuenta de que la descorchaban y vaciaban. La llevarondespués a la bodega, para queno estorbase, y allí se quedó, olvidadadel todo.Encasa es donde se estámejor, aunque sea en la bodega. Jamás se le ocurrió pensarcuántotiempopasóenella;llevabayaallívariosaños,bienapoltronada,cuandounbuendíabajaronunosindividuosysellevarontodaslasbotellas.

El jardín ofrecía un aspecto brillantísimo: lámparas encendidas colgaban enguirnaldas,yfarolesdepapelrelucíanamododegrandestulipanestransparentes.Lanoche eramagnífica, y la atmósfera, quieta y diáfana; brillaban las estrellas en uncielodelunanueva;éstaseveíacomounaboladecolorgrisazuladoribeteadadeoro.Paraquienteníabuenavista,resultabahermosísima.

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Los senderos laterales estaban también algo iluminados, lo suficiente para noandarporellosaciegas.Entrelossetoshabíancolocadobotellas,cadaunaconunaluz,ydesunúmeroformabapartenuestraantiguaconocida,destinadaaterminarundía en simple gollete, bebedero de pájaros. En aquel momento le parecía todoinfinitamentehermoso,puesvolvíaaestarenmediodelverdor, tomabaparteen lafiestayelregocijo,oíaelcantoylamúsica,elrumoryelzumbidodemuchasvoceshumanas,especialmentelasquellegabandelapartedeljardínadornadaconlinternasde papel de colores. Cierto que ella estaba en uno de los caminos laterales, perojustamente aquello daba oportunidad para entregarse a los recuerdos. La botella,puestadepieysosteniendo la luz,prestabaunautilidadyunplacer,yasíescomodebeser.Enhorassemejantesseolvidaunohastadelosveinteañosdereclusióneneldesván.

Muycercadeellapasóunapareja solitaria, cogidadelbrazo,—comoaquellosnoviosdelbosque,elpilotoylahijadelpeletero.Labotellatuvolaimpresióndequerevivía laescena.Porel jardínpaseaban los invitados,y tambiéngentesdelpueblodeseosasde admirar aquellamagnificencia.Entre éstaspaseabaunavieja solteronaquehabía vistomorir a todos sus familiares, aunqueno le faltaban amigos.Por sucabezapasabanlosmismospensamientosqueporlamentedelabotella:pensabaenelverdebosqueyenunajovenparejadeenamorados;detodohabíagozado,puestoquelanoviaeraellamisma.Habíasidolahoramásfelizdesuvida,horaquenoseolvidayanunca,nicuandosellegaaserunaviejasolterona.Peroniellareconociólabotellaniéstaalaex-prometida,yasíescomoandamostodosporelmundo,pasandounosalladodeotros,hastaquevolvemosaencontrarnos;esolesocurrióaellas,quevinieronaencontrarseenlamismaciudad.

Labotellasaliódeljardínparavolveralatiendadelcosechero,dondeotravezlallenarondevinoparaelaeronautaqueelpróximodomingodebíaelevarseenglobo.Unenormehormiguerodepersonasseapretujabanparaasistiralespectáculo.Resonólamúsicadelabandamilitaryseefectuaronmúltiplespreparativos;labotellaloviotodo desde una cesta donde se hallaba junto con un conejo vivo, aunque mediomuertodemiedo,porquesabíaqueselollevabanalasalturasconelexclusivoobjetodesoltarloenparacaídas.Labotellanosabíadesubidasnidebajadas;viocómoelglobo ibahinchándosegradualmente, y cuandoya alcanzó elmáximodevolumen,comenzóalevantarseyadarmuestrasdeinquietud.Depronto,cortaronlasamarrasquelosujetaban,yelaeróstatoseelevóenelaireconelaeronauta,elcesto,labotellayelconejo.Lamúsicarompióatocar,ytodoslosespectadoresgritaron«¡hurra!».

«¡Es gracioso esto de volar por los aires!—pensó la botella es otra forma denavegar.Nohaypeligrodechoquesaquíarriba».

Muchosmillares de personas seguían la aeronave con lamirada, entre ellas, lavieja solterona,desde laabiertaventanade subuhardilla,decuyaparedcolgaba la

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jaulaconelpardillo,quenoteníaaúnbebederoydebíacontentarseconunadiminutaescudillademadera.Enlamismaventanahabíauntiestoconunarrayán,quehabíanapartado algo para que no cayera a la calle cuando la mujer se asomaba. Estadistinguíaperfectamentealaeronautaensuglobo,ypudovercómosoltabaelconejocon el paracaídas y luego arrojaba la botella proyectándola hacia lo alto. La viejasolteronapocosospechabaquelahabíavistovolaryaotravez,aqueldíafelizenelbosque,cuandoeraellaaúnmuyjovencita.

Alabotellanolediotiempodepensar;¡fuetaninopinadoaquellodeencontrarsede repente en el punto crucial de su existencia! Al fondo se vislumbrabancampanariosytejados,ylaspersonasnoeranmayoresquehormigas.

Luegoseprecipitó,aunavelocidadmuydistintadeladelconejo.Volteabaenelaire, sintiéndose joven y retozona —estaba aún llena de vino hasta la mitad—,aunque pormuy poco tiempo. ¡Qué viaje! El sol le comunicaba su brillo, toda lagente seguía con la vista su vuelo; el globo había desaparecido ya, y prontodesapareció también labotella.Fueacaersobreunode los tejados,haciéndosemilpedazos;peroloscascosllevabantal impulso,quenosequedaronenel lugardelacaída,sinoquesiguieronsaltandoyrodandohastadarenelpatio,dondeacabarondedesmenuzarseydesparramarseporelsuelo.Sóloelgolletequedóentero,cortadoenredondo,comoconundiamante.

—Podríaservirdebebederoparaunpájaro—dijoelhombrequehabitabaenelsótano;peroélnoteníapájaronijaula,ytampocoeracosadecomprarseunoyotrasólo por elmero hecho de tener un cuello de botella apropiado para bebedero. Lavieja solteronade labuhardilla leencontraríaaplicación,yheaquícómoelgolletefueaparararriba,dondelepusieronuntapóndecorcho,ylapartequeantesmirabaal cielo fue ahora colocada hacia abajo. ¡Cambios bien frecuentes en la vida! Lollenaron de agua fresca y lo colgaron de la reja de la jaula, por el exterior; y laavecillasepusoacantarcon tantobríoy regocijo,quesus trinos resonabanagrandistancia.

—¡Ay,bienpuedestúcantar!—fueloquedijoelgolletedelabotella,elcualnodejabade ser unanotabilidad, yaquehabía estado en el globo.Era todo loque sesabía de su historia. Colgado ahora en calidad de bebedero, oía los rumores y losgritosdelostranseúntesylasconversacionesdelaviejasolteronaensucuartucho.Eselcasoqueacababadellegarunavisita,unaamigadesuedad,yambassepusieronacharlar—nodelgolletedelabotella,sinodelmirtodelaventana.

—Notegastesdosescudosporlacoronadenoviadetuhija—decíalasolterona—;yotedaréunaqueheconservado,confloresmagníficas.¿Vesaquelarbolillodelaventana?Esunesquejedelarrayánquemeregalasteeldíaenquemeprometí,paraque al cabo de un año me tejiera la corona de novia; pero ese día jamás llegó.Cerráronselosojosdestinadosailuminarmisgozosymidichaenestavida.Reposa

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ahoradulcementeenelfondodelmar,pobrealmamía.Elarbolilloseconvirtióenunárbolviejo,peroyoenvejecímásaún,ycuandoaquélsemarchitó,cortélaúltimadesusramasverdesylaplanté,yaquellaramitasehavueltoestearbolillo,que,alfin,seráunadornodenovia,lacoronadetuhija.

Mientraspronunciabaestaspalabras,gruesaslágrimasresbalabanporlasmejillasdelaviejasolterona;hablabadelamigodesujuventud,desunoviazgoenelbosque.Pensabaenelmomentoenquetodoshabíanbrindadoporlosprometidos,pensabaenelprimerbeso—perotodoestoselocallaba;ahoranoerasinounaviejasolterona.¡Entantascosaspensó!—,peroniporunmomentolevinoalaimaginaciónqueenlaventanahabíaun recuerdode aquellosdíasventurosos, el gollete de la botella quehabía dicho «¡plump!» al saltar el tapón con un estampido. Por su parte, él no lareconoció tampoco, pues aunquehubiera podido seguir perfectamente la narración,nolohizo.¿Paraqué?Estabasumidoensuspropiospensamientos.

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Cadacosaensusitio

(Altpåsinretteplads!)

Hacedeestomásdecienaños.Detrás del bosque, a orillas de un gran lago, se levantaba un viejo palacio,

rodeado por un profundo foso en el que crecían cañaverales, juncales y carrizos.Junto al puente, en la puerta principal, habla un viejo sauce, cuyas ramas seinclinabansobrelascañas.

Desdeelvallellegabansonesdecuernosytrotesdecaballos;poresolazagalasedabaprisaensacarlosgansosdelpuenteantesdequellegaselapartidadecazadores.Veníaéstaa todogalope,y lamuchachahubodesubirsedeunbrincoaunade lasaltas piedras que sobresalían junto al puente, para no ser atropellada. Era casi unaniña, delgada y flacucha, pero en su rostro brillaban dos ojos maravillosamentelímpidos.Mas el noble caballero no reparó en ellos; a plenogalope, blandiendo ellátigo,porpurocaprichodioconélenelpechodelapastora,contantafuerzaqueladerribó.

—¡Cadacosaensusitio!—exclamó—.¡Eltuyoeselestercolero!—ysoltóunacarcajada,pues el chiste lepareciógracioso,y losdemás lehicieroncoro.Todoelgrupo de cazadores prorrumpió en un estruendoso griterío, al que se sumaron losladridosdelosperros.Eraloquedicelacanción:

«¡Borrachaslleganlasricasaves!».Diossabeloricoqueera.Lapobremuchacha,alcaer,seagarróaunadelasramascolgantesdelsauce,y

gracias a ellapudoquedar suspendida sobre elbarrizal.Encuanto los señoresy lajauríahubierondesaparecidoporlapuerta,ellatratódesalirdesuatolladero,perolaramasequebró,ylamuchachitacayóenmediodelcañaveral,sintiendoenelmismomomento que la sujetaba una mano robusta. Era un buhonero, que, habiendopresenciadotodalaescenadesdealgunadistancia,corrióensuauxilio.

—¡Cadacosaensusitio!—dijo,remedandoalnobleentonodeburlayponiendoalamuchachaenunlugarseco.Luegointentóvolveraadherirlaramaquebradaalárbol;peroesode«cadacosaensusitio»nosiempretieneaplicación,yasílaclavóen la tierra reblandecida—. Crece si puedes; crece hasta convertirte en una buenaflautapara lagentedelcastillo—.Conelloqueríaauguraralnobley lossuyosunbienmerecidocastigo.Subiódespuésalpalacio,aunquenopasóalsalóndefiestas;noerabastantedistinguidoparaello.Sólolepermitieronentrarenlahabitacióndelaservidumbre,dondefueronexaminadassusmercancíasydiscutidoslosprecios.Perodel salón donde se celebraba el banquete llegaba el griterío y alboroto de lo que

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querían ser canciones; no sabían hacerlo mejor. Resonaban las carcajadas y losladridos de los perros. Se comía y bebía con el mayor desenfreno. El vino y lacervezaespumeabanencopasyjarros,yloscanesfavoritosparticipabanenelfestín;los señoritos los besaban después de secarles el hocico con las largas orejascolgantes.Elbuhonero fue al fin introducidoenel salón, con susmercancías; sóloqueríandivertirseconél.Elvinoseleshabíasubidoalacabeza,expulsandodeellaala razón. Le sirvieron cerveza en un calcetín para que bebiese con ellos, ¡perodeprisa!Unaocurrenciapordemásgraciosa,comoseve.Rebañosenterosdeganado,cortijosconsuscampesinosfueronjugadosyperdidosaunasolacarta.

—¡Cadacosaensusitio!—dijoelbuhonerocuandohubopodidoescaparsanoysalvodeaquellaSodomayGomorra,comoéllallamó—.Misitioeselcamino,bajoelcielo,ynoalláarriba—.Ydesdeelvalladosedespidiódelazagalaconungestodelamano.

Pasaron días y semanas, y aquella rama quebrada de sauce que el buhoneroplantarajuntoalfoso,seguíaverdeylozana;inclusosalíandeellanuevosvástagos.La doncella vio que había echado raíces, lo cual le produjo gran contento, pues leparecíaqueerasupropioárbol.

Y así fue prosperando el joven sauce, mientras en la propiedad todo decaía ymarchaba del revés, a fuerza de francachelas y de juego: dos ruedas muy pocoapropiadasparahaceravanzarelcarro.

No habían transcurrido aún seis años, cuando el noble hubo de abandonar supropiedad convertido en pordiosero, sin más haber que un saco y un bastón. Lacompró un rico buhonero, el mismo que un día fuera objeto de las burlas de susantiguospropietarios,cuandolesirvieroncervezaenuncalcetín.Perolahonradezylalaboriosidadllamanalosvientosfavorables,yahoraelcomercianteeradueñodelanoblemansión.Desdeaquelmomentoquedarondesterradosdeellalosnaipes.—.¡Mala cosa!—decía el nuevo dueño—.Viene de que el diablo, después que huboleídolaBiblia,quisofabricarunacaricaturadeellaeideoeljuegodecartas.

Elnuevoseñorcontrajomatrimonio—¿conquiéndirías?—.Puesconlazagala,quesehabíaconservadohonesta,piadosaybuena.Yensusnuevosvestidosaparecíatan pulcra y distinguida como si hubiese nacido en noble cuna. ¿Cómo ocurrió lacosa?Bueno,paranuestrostiempostanajetreadosseríaéstaunahistoriademasiadolarga,peroelcasoesquesucedió;yahoravienelomásimportante.

Enlaantiguapropiedadtodomarchabaalasmilmaravillas;lamadrecuidabadelgobierno doméstico, y el padre, de las faenas agrícolas. Llovían sobre ellos lasbendiciones; la prosperidad llama a la prosperidad. La vieja casa señorial fuereparadayembellecida;selimpiaronlosfososyseplantaronenellosárbolesfrutales;lacasaeracómoda,acogedora,yel suelo,brillantey limpísimo.En lasveladasdeinvierno,elamaysuscriadashilabanlanaylinoenelgransalón,ylosdomingosse

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leía laBibliaenaltavoz,encargándosedeelloelConsejerocomercial,puesaestadignidadhabíasidoelevadoelex-buhoneroenlosúltimosañosdesuvida.Crecíanloshijos—pueshabíanvenidohijos—,ytodosrecibíanbuenainstrucción,aunquenotodoseraninteligentesenelmismogrado,comosuelesucederenlasfamilias.

Laramadesaucesehabíaconvertidoenunárbolexuberante,ycrecíaenplenalibertad, sin ser podado. —. ¡Es nuestro árbol familiar! —decía el ancianomatrimonio,ynosecansabanderecomendarasushijos,inclusoalosmásligerosdecascos,quelohonrasenyrespetasensiempre.

Yahoradejamostranscurrircienaños.Estamosenlostiempospresentes.Ellagosehabíatransformadoenuncenagal,y

delaantiguamansiónnobiliariaapenasquedabavestigio:unalargacharca,conunasruinasdepiedraenunodesusbordes,eracuantosubsistíadelprofundofoso,enelque se levantaba un espléndido árbol centenario de ramas colgantes: era el árbolfamiliar.Allíseguía,mostrandolohermosoquepuedeserunsaucecuandoselodejacreceren libertad.Ciertoque teníahendidoel troncodesde la raízhasta lacopa,yque la tempestad lo había torcido un poco; pero vivía, y de todas sus grietas ydesgarraduras,enlasqueelvientoylaintemperiehabíandepositadotierrafecunda,brotaban flores y hierbas; principalmente en lo alto, allí donde se separaban lasgrandesramas,sehabíaformadounaespeciedejardincitocolgantedeframbuesasyotras plantas, que suministran alimento a los pajarillos; hasta un gracioso acerolohabía echado allí raíces y se levantaba, esbelto y distinguido, en medio del viejosauce,que semiraba en las aguasnegras cadavezque el vientobarría las lentejasacuáticasylasarrinconabaenunángulodelacharca.Unestrechosenderopasabaatravésdeloscamposseñoriales,comountrazohechoenunasuperficiesólida.

En la cima de la colina lindante con el bosque, desde la cual se dominaba unsoberbiopanorama,sealzabaelnuevopalacio,inmensoysuntuoso,concristalestantransparentes, que habríase dicho que no los había. La gran escalinata frente a lapuertaprincipalparecíaunagaleríadefollaje,untejidoderosasyplantasdeampliashojas.Elcéspederatanlimpioyverdecomosicadamañanaycadatardealguienseentretuviera en quitar hasta lamás ínfima brizna de hierba seca. En el interior delpalacio,valiososcuadroscolgabandelasparedes,yhabíasillasydivanestapizadosde terciopeloy seda,queparecíancapacesdemoversepor suspropiospies;mesascontablerodeblancomármolylibrosencuadernadosentafileteconcantosdeoro…Eragentemuyricalaqueallíresidía,gentenoble:eranbarones.

Reinabaallíungranorden,ytodoestabaenrelaciónconlodemás.«Cadacosaensusitio»,decíanlosdueños,yporesoloscuadrosqueantañohabríanadornadolasparedesdelaviejacasa,colgabanahoraenlashabitacionesdelservicio.Erantrastosviejos,enparticularaquellosdosantiguosretratos,unodeloscualesrepresentabaunhombre en casaca rosa y con enorme peluca, y el otro, una dama de cabello

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Page 264: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

empolvadoyaltopeinado,quesosteníaunarosaenlamano,rodeadosunoyotrodeuna gran guirnalda de ramas de sauce. Los dos cuadros presentaban numerososagujeros, producidospor los baronesitos, que los habían tomadopor blancode susflechas.EranelConsejerocomercialylaseñoraConsejera,losfundadoresdellinaje.

—Sin embargo, no pertenecen del todo a nuestra familia —dijo uno de losbaronesitos—.Élhabíasidobuhonero,yella,pastora.Noerancomopapáymamá.

Aquellosretratoserantrastosviejos,y«¡cadacosaensusitio!»,sedecía;poresoelbisabueloylabisabuelahabíanidoapararalcuartodelaservidumbre.

El hijo del párroco estaba de preceptor en el palacio. Un día salió con losseñoritosylamayordelashermanas,queacababaderecibirsuconfirmación.Ibanporelsenderoqueconducíaalviejosauce,yporelcaminolajovencitahizounramodefloressilvestres.«Cadacosaensusitio»,ydesusmanossalióunaobraartísticaderara belleza. Mientras disponía el ramo, escuchaba atentamente cuanto decían losotros,ysentíaungranplaceroyendoalhijodelpárrocohablarde lasfuerzasde laNaturalezayde lavidadegrandeshombresymujeres.Eraunamuchachadealmasana y elevada, de nobles sentimientos, y dotada de un corazón capaz de recogeramorosamentecuantodebuenohabíacreadoDios.

Sedetuvieronjuntoalviejosauce.Elmenordelosniñospidióquelefabricasenunaflauta,comolashabíatenidoyadeotrossauces,yelpreceptorrompióunaramadelárbol.

—¡Oh,nolohagáis!—dijolabaronesita;peroyaeratarde—.¡Esnuestroviejoárbolfamoso!Loquieromucho.Encasasemeríenporeso,peromedalomismo.Hayunaleyendaacercadeeseárbol…

Ycontócuantohabíaoídodelsauce,delviejocastillo,delazagalayelbuhonero,quesehabíanconocidoenaquellugaryeranlosfundadoresdelanoblefamiliadelabaronesita.

—Noquisieronserelevadosalanobleza;eranproboseíntegros—dijo—.Teníanpor lema:«Cadacosaensusitio»,y temíansentirse fueradesusitiosi sedejabanennoblecerpordinero.Suhijo,miabuelo,fueelprimerbarón;tengoentendidoquefueunhombresabio,degranprestigioymuyqueridodepríncipesyprincesas,queloinvitabanatodassusfiestas.Aélvalaadmiracióndemifamilia,peroyonoséporqué los viejos bisabuelos me inspiran más simpatía. ¡Qué vida tan recogida ypatriarcaldebiódellevarseenelviejopalacio,dondeelamahilabaencompañíadesuscriadas,yelancianoseñorleíalaBibliaenvozalta!

—Fueron gente sensata y de gran corazón—asintió el hijo del párroco; y depronto se encontraron enzarzados en una conversación sobre la nobleza y laburguesía,ycasiparecíaqueelpreceptornoformabapartedeestaúltimaclase, taleraelcalorconquéencomiabaalaprimera.

—Esunasuerteperteneceraunafamiliaquesehadistinguido,y,porello,llevar

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unimpulsoenlasangre,unanhelodeavanzarentodolobueno.Esmagníficollevarunapellidoqueabraelaccesoa las familiasmásencumbradas.Noblezaespalabraque se define a símisma, es lamoneda de oro que lleva su valor en su cuño. Elespíritu de la época afirma, y muchos escritores están de acuerdo con él,naturalmente,quetodoloqueesnoblehadesermaloydisparatado,mientrasenlospobrestodoesbrillante,tantomáscuantomássebajaenlaescalasocial.Peroyonocomparto este criterio, que es completamente erróneo y disparatado. En las clasessuperioresencontramosmuchosrasgosdeconmovedoragrandeza;mipadremecontóuno,alqueyopodríaañadirotrosmuchos.Undíaseencontrabadevisitaenunacasadistinguidadelaciudad,enlaquesegúntengoentendido,miabuelahabíacriadoalaseñora.Estabamimadreenlahabitación,alladodelnobleyancianoseñor,cuandoéstesediocuentadeunamujerdeavanzadaedadquecaminabapenosamenteporelpatio apoyada en dosmuletas.Todos los domingos venía a recoger unasmonedas.«Es la pobre vieja—dijo el señor—. ¡Le cuesta tanto andar!».Y antes de quemimadrepudieraadivinarsuintención,habíacruzadoelumbralycorríaescalerasabajo,él,SuExcelenciaenpersona,alencuentrode lamendiga,paraahorrarleelcostosoesfuerzo de subir a recoger su limosna. Es sólo un pequeño rasgo, pero, como elóbolodelaviuda,resuenaenlomáshondodelcorazónymanifiestalabondaddelanaturalezahumana;yésteeselrasgoquedebedestacarelpoeta,ymásquenuncaennuestrotiempo,puesreconfortaycontribuyeasuavizardiferenciasyareconciliarala gente. Pero cuando una persona, por ser de sangre noble y poseer un árbolgenealógicocomoloscaballosárabes,selevantacomoéstossobresuspatastraserasyrelinchaenlascallesydiceensucasa:«¡Aquíhaestadogentedelacalle!»,porquehaentradoalguienquenoesde lanobleza, entonces lanoblezahadegenerado,hadescendidoalacondicióndeunamáscaracomoaquélladeTespis;todoelmundoseburladelindividuo,ylasátiraseensañaconél.

Talfueeldiscursodelhijodelpárroco,unpocolargo,yentretantohabíaquedadotalladalaflauta.

Habíarecepciónenelpalacio.Asistíanmuchosinvitadosdelosalrededoresydela capital, y damas vestidas conmayor o menor gusto. El gran salón pululaba devisitantes. Reunidos en un grupo veíase a los clérigos de la comarca, retiradosrespetuosamenteenunángulodelaestancia,comosisepreparasenparaunentierro,cuandoenrealidadaquelloeraunafiesta,sóloqueaúnnohabíaempezadodeverdad.

Habíadedarseungranconcierto;paraello,elbaronesitohabíatraídosuflautadesauce,perotodossusintentosylosdesupadreporarrancarunanotaalinstrumentohabíansidovanos,y,así,lohabíanarrinconadoporinútil.

Seoyómúsicaycantodelaclasequemásdiviertealosejecutantes,aunque,porlodemás,muyagradable.

—¿Tambiénustedesunvirtuoso?—preguntóuncaballero,unauténticohijode

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familia—.Tocalaflautayselafabricaustedmismo.Eselgenioquetodolodomina,yaquiencorrespondeellugardehonor.¡Diosnosguarde!Yomarchoalcompásdela época, y esto es lo que procede. ¿Verdad que va a deleitarnos con su pequeñoinstrumento?—. Y alargando al hijo del párroco la flauta tallada del sauce de lacharca,convozclaraysonoraanuncióalaconcurrenciaqueelpreceptordelacasalosobsequiaríaconunsolodeflauta.

Fácil es comprender que se proponían burlarse de él, por lo que el joven seresistía,apesardeserunbuenflautista.Perotantoinsistieronyloimportunaron,que,cogiendoelinstrumento,selollevóasuslabios.

Eraunaflautamaravillosa.Saliódeellaunanotaprolongada,comoelsilbidodeunalocomotora,ymásfuerteaún,queresonóportodalafinca,y,másalládelparqueyelbosque,portodoelpaís,enunaextensióndemillasymillas;yalmismotiemposelevantóunvientotempestuoso,quebramó:«¡Cadacosaensusitio!».

Yyatenéisapapávolando,comollevadoporelviento,hastalacasadelpastor,yaéstevolandoalpalacio,aunquenoalsalón,puesenélnopodíaentrar,perosíenelcuarto de los criados, donde quedó en medio de toda la servidumbre; y aquellosorgullosos lacayos, en librea y medias de seda quedaron como paralizados deespanto,alveraunindividuodetanhumildecategoríasentadoalamesaentreellos.

En el salón, la baronesita fue trasladada a la cabecera de la mesa, el puestoprincipal,yasuladovinoapararelhijodelpárroco,comosifueranunaparejadenovios.Unancianocondedelamásrancianoblezadelpaíspermaneciódondeestaba,ensulugardehonor,pueslaflautaerajusta,comosedebeser.Elcaballerochistoso,aquelhijodefamiliaquehabíaprovocadolacatástrofe,volódecabezaalgallinero,ynofueélsolo.

Elsondelaflautaseoíaavariasleguasalaredonda,yentodaspartesocurríancosas extrañas. Una rica familia de comerciantes, que usaba carroza de cuatrocaballos, se vio arrojada del carruaje; ni siquiera le dejaron un puesto detrás. Doscampesinos acaudalados, que en nuestro tiempo habían adquirido muchos bienesademásdesuscampospropios,fueronadarconsushuesosenunbarrizal.¡Eraunaflautapeligrosa!Afortunadamente,reventóalaprimeranota,ysuertehubodeello.Entoncesvolvióalbolsillo.¡Cadacosaensusitio!

Al día siguiente no se hablaba ya de lo sucedido; de ahí viene la expresión:«Guardarselaflauta».Todovolvióaquedarcomoantes,exceptoquelosdosviejosretratos,eldelbuhoneroyeldelapastora,fueroncolgadosenelgransalón,alquehabíansidollevadosporlaventolera;ycomounentendidoencosasdearteafirmaraquesetratabarealmentedeobrasmaestras,quedarondefinitivamenteenelpuestodehonor.Antesseignorabasumérito,¿cómoibaasaberse?

Perodesdeaqueldíapresidieronelsalón:«Cadacosaensusitio»,yahílotenéis.Largaeslaeternidad,máslargaqueestahistoria.

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Laprincesadelguisante

(Prinsessenpåærten)

Éraseunavezunpríncipequequeríacasarseconunaprincesa,peroquefueseunaprincesa de verdad.En su busca recorrió todo elmundo,mas siempre había algúnpero. Princesas había muchas, mas nunca lograba asegurarse de que lo fueran deveras;cadavezencontrabaalgoqueleparecíasospechoso.Asíregresóasucasamuytriste,puesestabaempeñadoenencontraraunaprincesaauténtica.

Unatardeestallóunaterrible tempestad;sucedíansesininterrupciónlosrayosylostruenos,yllovíaacántaros;erauntiempoespantoso.Enéstasllamaronalapuertadelaciudad,yelancianoReyacudióaabrir.

Una princesa estaba en la puerta; pero ¡santo Dios, cómo la habían puesto lalluviayelmaltiempo!Elagualechorreabaporelcabelloylosvestidos,selemetíaporlascañasdeloszapatosylesalíaporlostacones;peroellaafirmabaqueeraunaprincesaverdadera.

«Pronto lo sabremos», pensó la vieja Reina, y, sin decir palabra, se fue aldormitorio, levantó la cama y puso un guisante sobre la tela metálica; luegoamontonóencimaveintecolchones,yencimadeéstos,otrostantosedredones.

Enestacamadebíadormirlaprincesa.Porlamañanalepreguntaronquétalhabíadescansado.—¡Oh,muymal!—exclamó—.No he pegado un ojo en toda la noche. ¡Sabe

Dios lo que habría en la cama! ¡Era algo tan duro, que tengo el cuerpo lleno decardenales!¡Horrible!

Entoncesvieronqueeraunaprincesadeverdad,puestoque,apesardelosveintecolchones y los veinte edredones, había sentido el guisante. Nadie, sino unaverdaderaprincesa,podíasertansensible.

Elpríncipe la tomóporesposa,puessehabíaconvencidodequesecasabaconuna princesa hecha y derecha; y el guisante pasó al museo, donde puede versetodavía,sinadieselohallevado.

Estosíqueesunahistoria,¿verdad?

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Laúltimaperla

(Densidsteperle)

Eraunacasarica,unacasafeliz;todos,señores,criadoseinclusolosamigoserandichosos y alegres, pues acababa de nacer un heredero, un hijo, y tanto la madrecomoelniñoestabanperfectamente.

Sehabíaveladolaluzdelalámparaqueiluminabaelrecogidodormitorio,antecuyasventanascolgabanpesadascortinasdepreciosassedas.Laalfombraeragruesaymullida comomusgo; todo invitaba al sueño, al reposo, y a esta tentación cediótambiénlaenfermera,ysequedódormida;bienpodíahacerlo,puestodoandababienyfelizmente.Elespírituprotectordelacasaestabaalacabeceradelacama;diríasequesobreelniño,reclinadoenelpechodelamadre,seextendíaunaredderutilantesestrellas,cadaunadelascualeseraunaperladelafelicidad.Todaslashadasbuenasde la vida habían aportado sus dones al recién nacido; brillaban allí la salud, lariqueza, la dicha y el amor; en suma, todo cuanto el hombre puede desear en laTierra.

—Todolohantraído—dijoelespírituprotector.—¡No!—oyóseunavozcercana,ladelángelcustodiodelniño—.Hayunhada

quenohatraídoaúnsudon,perovendrá, lo traeráalgúndía,aunqueseadeaquíamuchosaños.Faltaaúnlaúltimaperla.

—¿Falta?Aquínopuedefaltarnada,ysifueseasíhayqueirenbuscadelhadapoderosa.¡Vamosabuscarla!

—¡Vendrá,vendrá!Hacefaltasuperlaparacompletarlacorona.—¿Dóndevive?¿Dóndeestásumorada?Dímelo,iréabuscarlaperla.—Tú loquieres—dijoelángelbuenodelniño—yo teguiarédondequieraque

sea.Notieneresidenciafija,lomismovaalpalaciodelEmperadorcomoalacabañadelmáspobrecampesino;nopasajuntoanadiesindejarhuella;atodoslesaportasudádiva,aunosunmundo,aotrosunjuguete.Habrádevenirtambiénparaesteniño.¿Piensas túqueno todos losmomentos son iguales?Puesbien, iremos abuscar laperla,laúltimadeestetesoro.

Y,cogidosdelamano,seecharonavolarhaciaellugardondealasazónresidíaelhada.

Eraunacasamuygrande,conoscuroscorredores,cuartosvacíosysingularmentesilenciosa; una serie deventanas abiertas dejaban entrar el aire frío, cuya corrientehacíaondearlaslargascortinasblancas.

Enelcentrodelahabitaciónseveíaunataúdabierto,conelcadáverdeunamujerjovenaún.Lorodeabangrancantidaddepreciosasyfrescasrosas,detalmodoque

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sólo quedaban visibles las finas manos enlazadas y el rostro transfigurado por lamuerte,enelqueseexpresabalanobleysublimegravedaddelaentregaaDios.

Junto al féretro estaban, de pie, elmaridoy los niños, en grannúmero; elmáspequeño, enbrazosdel padre.Era el último adiós a lamadre; el esposo le besó lamano,secaahoracomohojacaída,aquellamanoquehastapocoanteshabíaestadolaborando con diligencia y amor.Gruesas y amargas lágrimas caían al suelo, peronadie pronunciaba una palabra; el silencio encerraba allí todo unmundo de dolor.Calladosysollozando,salierondelahabitación.

Ardía un cirio, la llama vacilaba al viento, envolviendo el rojo y alto pabilo.Entraron hombres extraños, que colocaron la tapa del féretro y la sujetaron conclavos; losmartillazos resonaron por las habitaciones y pasillos de la casa, ymásfuertementeaúnenloscorazonessangrantes.

—¿Adóndemellevas?—preguntóelespírituprotector—.Aquínomoraningúnhadacuyasperlasformenpartedelosdonesmejoresdelavida.

—Pues aquí esdondeestá, ahora, en estemomento solemne—replicó el ángelcustodio,señalandounrincóndelaposento;yallí,enellugardondeenvidalamadresesentaraentre floresyestampas,desdeelcual,comohadabienhechoradelhogarhabíaacogidoamorosaalmarido,aloshijosyalosamigos,ydesdedonde,cualunrayodesol,habíaesparcidolaalegríaportodalacasa,comoelejeyelcorazóndelafamilia,enaquelrincónhabíaahoraunamujerextraña,vestidaconunlargoyamplioropaje:eralaAflicción,señoraymadreahoraenelpuestodelamuerta.Unalágrimaardiente rodópor su senoy se transformó enunaperla, quebrillaba con todos loscoloresdelarcoiris.Recogiólaelángel,yentonces,adquirióelbrillodeunaestrelladesietematices.

—La perla de la aflicción, la última, que no puede faltar. Realza el brillo y elpoderdelasotras.¿Veselresplandordelarcoiris,queunelatierraconelcielo?Concadaunadelaspersonasqueridasquenosprecedenenlamuerte,tenemosenelcielounamigomásconquiendeseamosreunirnos.Atravésdelanocheterrenamiramoslasestrellas,laúltimaperfección.Contémplala,laperladelaaflicción;enellaestánlasalasdePsique,quenoslevantarándeaquí.

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¡Noerabuenaparanada!

(Hunduedeikke)

Elalcaldeestabadepieantelaventanaabierta;lucíacamisadepuñosplanchadosyunalfilerenlapechera,yestabareciénafeitado.Lohabíahechoconsupropiamano,ysehabíaproducidounapequeñaherida;perolahabíatapadoconuntrocitodepapeldeperiódico.

—¡Oye,chaval!—gritó.Elchavaleraelhijodelalavandera;pasabaporallíysequitórespetuosamentela

gorra,cuyaviseraestabadobladademodoquepudieseguardarseenelbolsillo.Elniño,pobrementevestidoperoconprendaslimpiasycuidadosamenteremendadas,sedetuvoreverente,cualsiseencontraseanteelReyenpersona.

—Eres un buenmuchacho—dijo el alcalde—,ymuybien educado.Tumadredebedeestarlavandoropaenelrío.Ytúirásallevarleesoquetraesenelbolsillo,¿no?Malasunto,esedetumadre.¿Cuántolellevas?

—Mediocuartillo—contestóelniñoamediavoz,entonoasustado.—¿Yestamañanasebebióotrotanto?—prosiguióelhombre.—No,fueayer—corrigióelpequeño.—Doscuartoshacenunmedio.Novaleparanada.Estristelacondicióndeesa

gente.Dile a tumadrequedebiera avergonzarse.Y túprocurano serunborracho,aunquemuchometemoquetambiénloserás.¡Pobrechiquillo!Anda,vete.

Elniñosiguiósucamino,guardandolagorraenlamano,porloqueelvientoleagitaba el rubio cabello y se lo levantaba en largos mechones. Torció al llegar alextremodelacalle,yporuncallejónbajóalrío,dondesumadre,depiesenelaguajuntoalabanqueta,golpeabalapesadaropaconlapala.Elaguabajabaenimpetuosacorriente—pues habían abierto las esclusas del molino,— arrastrando las sábanascon tanta fuerza, que amenazaba llevarse banqueta y todo. A duras penas podíacontenerlalamujer.

—¡Porpocosemellevaamíy todo!—dijo—.Graciasaquehasvenido,puesnecesito reforzarmeunpoquitín.El agua está fría, y llevoya seis horas aquí. ¿Metraesalgo?

Elmuchachosacólabotella,ysumadre,aplicándoselaalaboca,bebióuntrago.—¡Ah, québien sienta! ¡Qué calorcito da!Es lomismoque tomarunplatode

comidacaliente,ysalemásbarato.¡Bebe,pequeño!Estáspálido,debesdetenerfríoconestasropastandelgadas;estamosyaenotoño.¡Uf,quéfríaestáelagua!¡Contalquenocaigayoenferma!Peronoserá.Dameotrotrago,ybebetútambién,perounsorbitosolamente;nodebesacostumbrarte,pobrehijitomío.

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Page 271: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Ysubióalapasarelasobrelaqueestabaelpequeñoypasóalaorilla;elagualemanabadelaesteradejuncoque,paraprotegerse,llevabaatadaalrededordelcuerpo,ylegoteabatambiéndelafalda.

—Trabajotanto,quelasangrecasimesaleporlasuñas;peronoimporta,contalquepuedacriartebienyhacerdetiunhombrehonrado,hijomío.

Enaquelmomentoseacercóotramujerdemásedad,pobretambién,ajuzgarporsuporteysusropas.Cojeabadeunapierna,yunaenormegreñapostizalecolgabaencimadeunojo,conobjetode taparlo,perosóloconseguíahacermásvisiblequeeratuerta.Eraamigadelalavandera,ylosvecinoslallamaban«lacojadelrizo».

—Pobre,¡cómotefatigas,metidaenestaaguatanfría!Necesitastomaralgoparaentrarencalor;¡yaúntereprochanquebebasunasgotas!—.Ylecontóeldiscursoqueelalcaldehabíadirigidoasuhijo.Lacojalohabíaoído,indignadadequealniñoselehablaseasídesumadre,censurándolaporlostraguitosquetomaba,cuandoélsedabagrandesbanquetazosenelqueelvinoseibaporbotellasenteras.

—Sirvenvinosfinosyfuertes—dijo—,ymuchosbebenmásdeloquelasedlespide.Peroaesonolollamanbeber.Ellossongentedecondición,ytúnovalesparanada.

—¡Conqueestotedijo,hijomío!—balbuceólamujerconlabiostemblorosos—.¡Quétienesunamadrequenovalenada!Talveztengarazón,peronodebiódecírseloalacriatura.¡Conloquetuvequeaguantar,encasadelalcalde!

—Serviste en ella, ¿verdad? cuando aún vivían sus padres; muchos años hanpasado desde entonces. Muchas fanegas de sal han consumido, y les habrá dadomuchased—ylacojasoltóunarisaamarga—.Hoysedaungranconviteencasadelalcalde; en realidad debieran haberlo suspendido, pero ya era tarde, y la comidaestabapreparada.HaceunahorallegóunacartanotificandoqueelmásjovendeloshermanosacabademorirenCopenhague.Loséporelcriado.

—¡Hamuerto!—exclamólalavandera,palideciendo.—Sí—respondiólaotra—.¿Tanapechotelotomas?Claro, loconociste,pues

servíasenlacasa.—¡Hamuerto!Eraelmejordeloshombres.NovanaDiosmuchoscomoél—y

laslágrimaslerodabanporlasmejillas—.¡Diosmío!Medavueltaslacabeza.Debeserquemehebebidolabotella,yesdemasiadoparamí.¡Mesientotanmal!—yseagarróaunvalladoparanocaerse.

—¡SantoDios, estás enferma,mujer!—dijo la coja—.Pero tal vez se te pase.¡No,deverdadestásenferma!Lomejorseráqueteacompañeacasa.

—Pero,¿ylaropa?—Déjalademicuenta.Cógeteamibrazo.Elpequeño sequedaráaguardar la

ropa;luegoyovolveréaterminareltrabajo;yaquedanpocaspiezas.Lalavanderaapenaspodíasostenerse.

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—Estuvedemasiadotiempoenelaguafría.Desdelamadrugadanohabíatomadonada,niseconimojado.Tengofiebre.¡Oh,Jesúsmío,ayúdameallegaracasa!¡Mipobrehijito!—exclamó,prorrumpiendoallorar.

Al niño se le saltaron también las lágrimas, y se quedó solo junto a la ropamojada. Las dos mujeres se alejaron lentamente, la lavandera con paso inseguro.Remontaronelcallejón,doblaronlaesquinay,cuandopasabanpordelantedelacasadelalcalde,laenfermasedesplomóenelsuelo.Acudiógente.

Lacojaentróenlacasaapedirauxilio,yelalcaldeylosinvitadosseasomaronalaventana.

—¡Otravezlalavandera!—dijo—.Habrábebidomásdelacuenta;novaleparanada.Lástima por el chiquillo.Yo le tengo simpatía al pequeño; pero lamadre novalenada.

Reanimaron a lamujer y la llevaron a sumísera vivienda, donde la acostaronenseguida.

Su amiga corrió a prepararle una taza de cerveza caliente con mantequilla yazúcar;segúnella,nohabíamedicinacomoésta.Luegosefueallavadero,acabódelavarlaropa,bastantemalporcierto,—perohayqueaceptarlabuenavoluntad—y,sinescurrirla,laguardóenelcesto.

Alanochecersehallabanuevamentealacabeceradelaenferma.Enlacocinadelaalcaldíalehabíandadounaspatatasasadasyunabuenalonjadejamón,conloquecenaronopíparamenteelniñoylacoja;laenfermasedioporsatisfechaconelolor,yloencontrómuynutritivo.

Acostóse el niño en la misma cama de su madre, atravesado en los pies yabrigadoconunaviejaalfombratodazurcidayremendadacontirasrojasyazules.

La lavandera se encontraba un tanto mejorada; la cerveza caliente la habíafortalecido,yelolordelasabrosacenalehabíahechobien.

—¡Gracias,buenalma!—dijoalacoja—.Telocontarétodocuandoelpequeñoduerma.Creoqueestáyadormido.¡Quéhermosoydulceestáconlosojoscerrados!No sabe lo que sufre sumadre. ¡QuieraDiosNuestroSeñor que no haya de pasarnunca por estos trances! Cuando yo servía en casa del padre del alcalde, que eraConsejero, regresó el más joven de los hijos, que entonces era estudiante. Yo erajoven,alborotadayfogosaperohonrada,esosíquepuedoafirmarloanteDios—dijolalavandera—.Elmozoeraalegreyanimado,ymuybienparecido.Hastalaúltimagotadesusangreerahonestaybuena.Jamásdiolatierraunhombremejor.Erahijodelacasa,yyosólounacriada,peronosprometimosfidelidad,siempredentrodelahonradez.Unbesonoespecadocuandodossequierendeverdad.Élloconfesóasumadre;para él representabaaDios en laTierra,y la señora era tan inteligente, tantiernayamorosa.Antesdemarcharsemepusoeneldedosuanillodeoro.Cuandohubopartido,laseñoramellamóasucuarto.Mehablóconseriedad,ynoobstante

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condulzura,comosóloelbondadosoDioshubierapodidohacerlo,ymehizoverladistanciaquemediabaentresuhijoyyo,eninteligenciayeducación.«Ahoraélsólovelobonitaqueeres,perolahermosurasedesvanece.Túnohassidoeducadacomoél;nosoisigualesenlainteligencia,yahíestáelobstáculo.Yorespetoalospobres—prosiguió—;anteDiosmuchosdeellosocuparánunlugarsuperioraldelosricos,peroaquíenlaTierranohayquedesviarsedelcamino,sisequiereavanzar;deotromodo,volcaráelcoche,ylosdosseréisvíctimasdevuestrodesatino.Séqueunbuenhombre,unartesano,seinteresaporti;eselguanteroErich.Esviudo,notienehijosyseganabienlavida.Piensabienenesto».Cadaunadesuspalabrasfueparamíunacuchilladaenelcorazón,perolaseñoraestabaenlocierto,yestomeobligóaceder.Le besé la mano llorando amargas lágrimas, y lloré aún mucho más cuando,encerrándome enmi cuarto,me eché sobre la cama.Fue una noche dolorosa; sóloDiossabeloquesufríyluché.AlsiguientedomingoacudíalaSagradaMisaapediraDiospazy luzparamicorazón.YcomosiÉl lohubieradispuesto,al salirde laiglesiame encontré conErich, el guantero.Yo no dudaba ya; éramos de lamismaclaseycondición,yélgozabainclusodeunaposicióndesahogada.Poresofuiasuencuentro y cogiéndole la mano, le dije: «¿Piensas todavía en mí?». «Sí, y mispensamientosseránsiempreparatisola»,merespondió.«¿Estásdispuestoacasarteconunamuchachaque teestimayrespeta,aunqueno teame?Peroquizáselamorvengamástarde».«¡Vendrá!»,dijoél,ynosdimoslasmanos.Mevolvíyoalacasademiseñora;llevabapendientedelcuello,sobreelcorazón,elanillodeoroquemehabíadadosuhijo;dedíanopodíaponérmeloeneldedo,perolohicealanochealacostarme,besándolotanfuertementequelasangremesaliódeloslabios.Despuésloentreguéa laseñora,comunicándoleque lapróximasemanaelguanteropedirlamimano.Laseñorameestrechóentresusbrazosymebesó;nodijoquenovalíaparanada,aunquereconozcoqueentoncesyoeramejorqueahora;pero¡sabía tanpocodelmundoydesus infortunios!Noscasamospor laCandelaria,yelprimeraño lopasamosbien;tuvimosuncriadoyunacriada;túservisteentoncesencasa.

—¡Oh, y qué buen ama fuiste entonces para mí!—exclamó la coja—. Nuncaolvidaré lo bondadosos que fuisteis tú y tu marido. —Eran buenos tiemposaquellos…Notuvimoshijosporentonces.Alestudiante,novolvíaverlojamás.O,mejordicho,sí, loviunavez,peronoélamí.Vinoalentierrodesumadre.Lovijuntoasutumba,blancocomoyesoymuytriste,peroeraporsumadre.Cuando,másadelante,supadremurió,élestabaenelextranjero;novinonihavueltojamásasuciudadnatal.Nuncasecasó,losédecierto.Eraabogado.Demínoseacordabaya,ysimehubiesevisto,difícilmentemehabríareconocido.¡Mehevueltotanfea!Yesasícomodebeser.

Luegolecontólosdíasdifícilesdeprueba,enquesesucedieronlasdesgracias.Poseíanquinientosflorines,yenlacallehabíaunacasaenventapordoscientos,pero

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sólo sería rentable derribándola y construyendo una nueva. La compraron, y elpresupuestode losalbañilesycarpinteroselevóseamilveinte florines.Erich teníacrédito; le prestaron el dinero enCopenhague, pero el barcoque lo traía naufragó,perdiéndoseaquellasumaenelnaufragio.

—Fueentoncescuandonacióestehijomío,queahoraduermeaquí.Asupadreleacometióunagraveylargaenfermedad;durantenuevemeses,tuveyoquevestirloydesnudarlo.Lascosasmarchabancadavezpeor;aumentabanlasdeudas,perdimosloque nos quedaba, ymimaridomurió. Yome hematado trabajando, he luchado ysufridoporestehijo,hefregadoescalerasylavadoropa,bastaofina,peroDioshaqueridoquellevaseestacruz.Élmeredimiráycuidarádelpequeño.

Ysequedódormida.Alamañanasintiósemásfuerte;pensóquepodríareanudareltrabajo.Estabade

nuevocon lospiesenelaguafría,cuandoderepente lecogióundesmayo.Alargóconvulsivamentelamano,diounpasohacialaorillaycayó,quedandoconlacabezaenlaorillaylospiesenelagua.Lacorrientesellevóloszuecosquecalzabaconunmanojodepajaencadauno.Allílaencontrólacojadelrizocuandofueatraerleunpocodecafé.

Entretanto,elalcaldelehabíaenviadorecadoasucasaparaqueacudieseaverlocuantoantes,pues tenía algoquecomunicarle.Pero llegódemasiado tarde.Fueunbarberoparasangrarla,perolamujerhabíamuerto.

—¡Sehamatadodeunaborrachera!—dijoelalcalde.Lacartaquedabacuentadel fallecimientodelhermanocontenía tambiéncopia

deltestamento,enelcualselegabanseiscientosflorinesalaviudadelguantero,queen otro tiempo sirviera en la casa de sus padres. Aquel dinero debería pagarse,contanteysonante,alalegatariaoasuhijo.

—Algohuboentreellos—dijoelalcalde—.Menosmalquesehamarchado;todalacantidadseráparaelhijo;loconfiaréapersonashonradas,paraquehagandeélunartesanobuenoycapaz.

Diosdiosubendiciónaaquellaspalabras.Elalcaldellamóalniñoasupresencia,leprometiócuidardeél,yledijoqueera

mejorquesumadrehubiesemuerto,puesnovalíaparanada.Condujeronelcuerpoalcementerio,alcementeriode lospobres; lacojaplantó

unpequeñorosalsobrelatumba,mientraselmuchachitopermanecíadepieasulado.—¡Madre mía!—dijo, deshecho en lágrimas—. ¿Es verdad que no valía para

nada?—¡Oh,sí,valía!—exclamólavieja,levantandolosojosalcielo.—Hacemuchosañosqueyolosabía,peroespecialmentedesdelanocheúltima.

Tedigoquesívalía,yquelomismodiráDiosenelcielo.¡Noimportaqueelmundosigaafirmandoquenovalíaparanada!

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Bajoelsauce

(Underpiletræet)

LacomarcadeKjögeesácidaypelada; laciudadestáaorillasdelmar,yestoessiempreunaventaja,peroesinnegablequepodríasermáshermosadeloqueesenrealidad;todoalrededorsoncamposlisos,yelbosquequedaamuchadistancia.Sinembargo,cuandonosencontramosagustoenunlugar,siempredescubrimosalgodebelloenél,ymástardeloecharemosdemenos,aunquenoshallemosenelsitiomáshermoso del mundo. Y forzoso es admitir que en verano tienen su belleza losarrabalesdeKjöge,consuspobresjardincitosextendidoshastaelarroyoqueallísevierte en elmar; y así lo creían en particularKnud y Juana, hijos de dos familiasvecinas,quejugabanjuntosysereuníanatravesandoarastraslosgroselleros.Enunodelosjardinescrecíaunsaúco,enelotrounviejosauce,ydebajodeéstegustabandejugarsobre todo losniños;yse lespermitíahacerlo,apesardequeelárbolestabamuycercadelrío,yloschiquilloscorríanpeligrodecaerenél.PeroelojodeDiosvelasobrelospequeñuelos—denoserasí,¡maliríanlascosas!—.Porotraparte,losdoseranmuyprudentes;elniño tenía tantomiedoalagua,queenveranonohabíamodode llevarloa laplaya,donde tanagustochapoteaban losotros rapacesdesuedad;esolohacíaobjetodelaburlageneral,yélteníaqueaguantarla.

Undía la hijita del vecino, Juana, soñóquenavegaba enunbotedevela en laBahíadeKjöge,yqueKnudsedirigíahaciaellavadeando,hastaqueelagualellegóalcuelloydespuéslocubrióporentero.DesdeelmomentoenqueKnudseenteródeaquel sueño,yanosoportóque lo tachasendemiedoso,aduciendocomopruebaalsueñodeJuana.Ésteerasuorgullo,masnoporesoseacercabaalmar.

Los pobres padres se reunían con frecuencia, y Knud y Juana jugaban en losjardines y en el camino plantado de sauces que discurría a lo largo de los fosos.Bonitosnoeranaquellosárboles,pues tenían lascopascomopodadas,perono loshabíanplantadoparaadorno,sinoparautilidad;máshermosoeraelviejosaucedeljardínacuyopie,segúnyahemosdicho,jugabanamenudolosdosamiguitos.Enlaciudad deKjöge hay una gran plaza-mercado, en la que, durante la feria anual, seinstalanverdaderascallesdepuestosquevendencintasdeseda,calzadosytodaslascosas imaginables. Había entonces un gran gentío, y generalmente llovía; además,apestabaasudordelaschaquetasdeloscampesinos,aunqueolíatambiénaexquisitoalajú, del que había toda una tienda abarrotada; pero lo mejor de todo era que elhombrequelovendíasealojaba,durantelaferia,encasadelospadresdeKnud,y,naturalmente, lo obsequiaba con un pequeño pan de especias, del que participabatambién Juana. Pero había algo que casi eramás hermoso todavía: el comerciante

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sabíacontarhistoriasdecasi todas las cosas, inclusode sus turrones,yunaveladaexplicóunaqueprodujotalimpresiónenlosniños,quejamáspudieronolvidarla;poresoseráconvenientequelaoigamostambiénnosotros,tantomás,cuantoqueesmuybreve.

—Sobreelmostrador—empezóelhombre—habíadosmoldesdealajú,unoenfiguradeunhombreconsombrero,yelotroenformademujersinsombrero,peroconunamanchadeoropelenlacabeza;teníanlacaradelado,vueltahaciaarriba,yhabíaquemirarlosdesdeaquelánguloynodelrevés,puesjamáshayquemirarasíaunapersona.Elhombrellevabaenelcostadoizquierdounaalmendraamarga,queerael corazón, mientras la mujer era dulce toda ella. Estaban para muestra en elmostrador,yllevabanyamuchotiempoallí,porloqueseenamoraron;peroningunolodijoalotro,y,sinembargo,precisoesquealguienlodiga,sihadesaliralgodetalsituación.

«Es hombre, y por tanto, tiene que ser el primero en hablar», pensaba ella; noobstante,sehabríadadoporsatisfechaconsaberquesuamoreracorrespondido.

Los pensamientos de él eran mucho más ambiciosos, como siempre son loshombres;soñabaqueeraungolfocallejeroyqueteníacuatrochelines,conloscualessecomprabalamujeryselacomía.

Así continuaron por espacio de días y semanas en el mostrador, y cada díaestabanmássecos;ylospensamientosdeellaerancadavezmástiernosyfemeninos:«Medoyporcontentaconhaberestadosobrelamesaconél»,pensó,yserompióporlamitad.

«Si hubiese conocido mi amor, de seguro que habría resistido un poco más»,pensóél.

—Yéstaes lahistoriayaquíestán losdos—dijoel turronero.—.Sonnotablesporsuvidayporsusilenciosoamor,quenuncaconduceanada.¡Vedlosahí!—ydioaJuanaelhombre,sanoyentero,yaKnud,lamujerrota;peroalosniñosleshabíaemocionado tanto el cuento, que no tuvieron ánimos para comerse la enamoradapareja.

Aldíasiguientesedirigieron,conlasdosfiguras,alcementerio,ysedetuvieronjunto almurode la iglesia, cubierto, tanto enveranocomoen invierno,deun ricotapizdehiedra;pusieronalsollospasteles,entrelosverdeszarcillos,ycontaronaungrupo de otros niños la historia de su amor,mudo e inútil, y todos la encontraronmaravillosa;ycuandovolvieronamiraralaparejadealajú,unmuchachograndotese había comido ya la mujer despedazada, y esto, por pura maldad. Los niños seecharonallorar,yluego—yesdesuponerquelohicieronparaqueelpobrehombrenoquedasesoloenelmundo—selocomierontambién;peroencuantoalahistoria,nolaolvidaronnunca.

Losdoschiquillosseguíanreuniéndosebajoelsauceojuntoalsaúco,ylaniña

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cantabacancionesbellísimasconsuvozargentina.AKnud,encambio,selepegabanlasnotasalagarganta,peroalmenossesabíalaletra,ymásvaleestoquenada.Lagente deKjöge, y entre ella la señora de la quincallería, se detenían a escuchar aJuana.—¡Quévozmásdulce!—decían.

Aquellosdías fueron tan felices,quenopodíandurarsiempre.Lasdos familiasvecinas se separaron; la madre de la niña había muerto, el padre deseaba ir aCopenhague, para volver a casarse y buscar trabajo; quería establecerse demandadero,queesunoficiomuylucrativo.Losvecinossedespidieronconlágrimas,ysobretodolloraronlosniños;lospadresseprometieronmutuamenteescribirseporlomenosunavezalaño.

YKnudentródeaprendizdezapatero; erayamayorcitoyno se lepodíadejarociosopormástiempo.Entoncesrecibiólaconfirmación.

¡Ah, qué no hubiera dado por estar enCopenhague aquel día solemne, y ver aJuanita! Pero no pudo ir, ni había estado nunca, a pesar de que no distabamás decincomillasdeKjöge.Sin embargo, a travésde labahía, y con tiempodespejado,Knud había visto sus torres, y el día de la confirmación distinguió claramente labrillantecruzdoradadelaiglesiadeNuestraSeñora.

¡Oh,cómoseacordódeJuana!Yella,¿seacordaríadeél?Sí,seacordaba.HaciaNavidadllegóunacartadesupadreparalosdeKnud.Lascosaslesiban

muybien enCopenhague,y Juana,gracias a suhermosavoz, iba a tenerunagransuerte; había ingresado en el teatro lírico; ya ganaba algún dinerillo, y enviaba unescudoasusqueridosvecinosdeKjögeparaquecelebrasenunasalegresNavidades.Quería que bebiesen a su salud, y la niña había añadido de su puño y letra estaspalabras:«¡AfectuosossaludosaKnud!».

Todosderramaronlágrimas,apesardequelasnoticiaseranmuyagradables;perotambién se llora de alegría. Día tras día Juana había ocupado el pensamiento deKnud,yahoravioelmuchachoquetambiénellaseacordabadeél,ycuantomásseacercaba el tiempo en que ascendería a oficial zapatero, más claramente se dabacuentadequeestabaenamoradodeJuanaydequeéstadebíasersumujer;ysiemprequeleveníaestaideasedibujabaunasonrisaensuslabiosytirabaconmayorfuerzadelhilo,mientrastesabaeltirapié;avecesseclavabalaleznaenundedo,pero¡quéimporta!Desdeluegoquenoseríamudo,comolosdosmoldesdealajú; lahistoriahabíasidounabuenalección.

Yascendióaoficial.Colgóselamochilaalhombro,yporprimeravezensuvidase dispuso a trasladarse a Copenhague; ya había encontrado allí unmaestro. ¡QuésorprendidaquedaríaJuana,yquécontenta!Contabaahora16años,yél,19.

Ya en Kjöge, se le ocurrió comprarle un anillo de oro, pero luego pensó queseguramente los encontraríamuchomás hermosos enCopenhague. Se despidió desuspadres,yundía lluviosodeotoñoemprendióelcaminode lacapital; lashojas

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caíandelosárboles,ycaladohastaloshuesosllegóalagranCopenhagueyalacasadesunuevopatrón.

ElprimerdomingosedispusoavisitaralpadredeJuana.SacódelbaúlsuvestidodeoficialyelnuevosombreroquesetrajeradeKjögeyquetanbienlesentaba;anteshabía usado siempre gorra. Encontró la casa que buscaba, y subió los muchospeldaños que conducían al piso. ¡Era para dar vértigo lamanera cómo la gente seapilabaenaquellaenmarañadaciudad!

Laviviendarespirababienestar,yelpadredeJuanalorecibiómuyafablemente.Asuesposanolaconocía,peroellalealargólamanoyloinvitóatomarcafé.

—Juanaestarácontentadeverte—dijoelpadre—.Tehasvueltounbuenmozo.Yalaverás;esunamuchachaquemedamuchasalegríasy,Diosmediante,medarámás aún. Tiene su propia habitación, y nos paga por ella. Y el hombre llamódelicadamentealapuerta,comosifueseunforastero,yentraron—¡quéhermosoeraallí!—. Seguramente en todo Kjöge no había un aposento semejante: ni la propiaReinalotendríamejor.Habíaalfombras;enlasventanas,cortinasquellegabanhastaelsuelo,unsillóndeterciopeloauténticoyenderredorfloresycuadros,ademásdeunespejoenelqueunocasipodíameterse,pueseragrandecomounapuerta.Knudlo abarcó todo de une ojeada, y, sin embargo, sólo veía a Juana; era unamoza yacrecida,muydistintadecomo la imaginara, sóloquemuchomáshermosa;en todaKjögenoseencontraríaotracomoella;¡quéfinaydelicada!LaprimeramiradaquedirigióaKnudfue ladeunaextraña,perodurósóloun instante; luegoseprecipitóhacia él como si quisiera besarle. No lo hizo, pero poco le faltó. Sí, estaba muycontentadevolveraveralamigodesuniñez.¿Nobrillabanlágrimasensusojos?Ydespuésempezóapreguntaryacontar,pasandodesde lospadresdeKnudhastaelsaúco y el sauce; madre saúco y padre sauce, como los llamaba, cual si fuesenpersonas;perobienpodíanpasarportales,silohabíansidolospastelesdealajú.Deéstos habló también y de su mudo amor, cuando estaban en el mostrador y separtieron…y lamuchacha se reía con todael alma,mientras la sangreafluía a lasmejillas deKnud, y su corazón palpitaba con violencia desusada.No, no se habíavuelto orgullosa.Y ella fue también la causante—bien se fijóKnud—deque suspadresloinvitasenapasarlaveladaconellos.Sirvióeltéyleofrecióconsupropiamanouna taza luegocogióun libroy sepusoa leerenaltavoz,yalmuchacho lepareció que lo que leía trataba de su amor, hasta tal punto concordaba con suspensamientos.Luegocantóunasencillacanción,perocantadaporellaseconvirtióentodaunahistoria;eracomosisucorazónsedesbordaseenella.Sí, indudablementequería a Knud. Las lágrimas rodaron por las mejillas del muchacho sin poder élimpedirlo, y no pudo sacar una sola palabra de su boca; se acusaba de tonto a símismo,peroellaleestrechólamanoyledijo:

—Tienesunbuencorazón,Knud.Sésiemprecomoahora.

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Fue una velada inolvidable. Son ocasiones después de las cuales no es posibledormir,yKnudsepasólanochedespierto.

AldespedirloelpadredeJuanalehabíadicho:—Ahora no nos olvidarás. Espero que no pasará el invierno sin que vuelvas a

visitarnos. Por ello, bien podía repetir la visita el próximo domingo; y tal fue suintención.Perocadavelada,terminadoeltrabajo—yesoquetrabajabahastaentradalanoche—,KnudsalíayseibahastalacalledondevivíaJuana;levantabalosojosasuventana,casisiempreiluminada,yunanochevioinclusolasombradesurostroenla cortina—fue una nochemaravillosa—.A la señora del zapatero no le parecíanbientantassalidasvespertinas,ymeneabalacabezadubitativamente;peroelpatrónsesonreía:

—¡Esjoven!—decía.«Eldomingonosveremos,ylediréqueeslareinadetodosmispensamientosy

que ha de ser mi esposa. Sólo soy un pobre oficial zapatero, pero puedo llegar amaestro; trabajaré yme esforzaré (sí, se lo voy a decir). A nada conduce el amormudo,loséporaquellosalajús».

Y llegó el domingo, yKnud se fue a casa de Juana. Pero, ¡qué pena! Estabaninvitadosaotracasa,ytuvieronquedecirloalmozo.Juanaleestrechólamanoylepreguntó:

—¿Hasestadoenelteatro?Puestienesqueir.Yocantoelmiércoles,y,sitienestiempo,teenviaréunaentrada.Mipadresabeladireccióndetuamo.

¡Quéatenciónmáscariñosadesuparte!Yelmiércolesllegó,efectivamente,unsobre cerrado que contenía la entrada, pero sin ninguna palabra, y aquella nocheKnud fueporprimeravezen suvidaal teatro. ¿Quévio?Pues sí,vioa Juana, tanhermosay encantadora; ciertoque estaba casada conundesconocido, pero aquelloeracomedia,unacosaimaginaria,bienlosabíaKnud;deotromodo,ellanohabríaosadoenviarle laentradaparaque loviera.Al terminar, todoelpúblicoaplaudióygritó«¡hurra!»,yKnudtambién.

Hasta el Rey sonrió a Juana, como si hubiese sentido mucho placer en verlaactuar. ¡Diosmío,quépequeñosesentíaKnud!Pero laqueríacon todasualma,yellaloqueríatambién;peroeselhombrequiendebepronunciarlaprimerapalabra,asílopensabatambiénlafiguradelcuento.¡Teníamuchaenjundiaaquellahistoria!

Nobien llegó el domingo,Knud se encaminó nuevamente a casa de Juana. Suestadodeespíritueraserioysolemne,comosifueraarecibirlaComunión.Lajovenestabasolaylorecibió;laocasiónnopodíasermáspropicia.

—Hashechomuybienenvenir—ledijo—.Estuveapuntodeenviarteunrecadopormipadre,peropresentíquevolveríasestanoche.DebodecirtequeelviernesmemarchoaFrancia;tengoquehacerlo,siquierollegaraseralgo.

Knud sintió como si el cuarto diera vueltas a su alrededor, y le pareció que su

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corazónibaaestallar.Noasomóniunalágrimaasusojos,perosudesolaciónnoeramenosvisible.

—Mi bueno y fiel amigo…—dijo ella, y sus palabras desataron la lengua delmuchacho. Le dijo cómo la quería y cómo deseaba que fuese su esposa. Y alpronunciarestaspalabras,vioqueJuanapalidecíay,soltándolelamano,ledijoconacentograveyafligido:

—¡No quieras que los dos seamos desgraciados, Knud! Yo seré siempre unabuenahermanaparati,siemprepodráscontarconmigo,peronadamás—ylepasólamano suave por la ardorosa frente—.Dios nos da la fuerza necesaria, con tal quenosotrosloqueramos.

Enaquelmomentolamadrastraentróenelaposento.—Knudestádesoladoporquememarcho—dijoJuana¡Vamos,séunhombre!—

yledioungolpeenelhombro;eracomosinohubiesenhabladomásquedelviaje.—¡Chiquillo!— añadió —. Vas a ser bueno y razonable, como cuando de niñosjugábamosdebajodelsauce.

ParecióleaKnudqueelmundosehabíasalidodequicio;susideaserancomounahebrasueltaflotandoamerceddelviento.Quedósesinsabersilohabíaninvitadoono,perotodossemostraronafablesybondadosos;Juanalesirviótéycantó.Noerayaaquellavozdeantes,y,noobstante,sonabatanmaravillosamente,queelcorazóndelmuchachoestabaapuntodeestallar.Yasísedespidieron.Knudnolealargólamano,peroellaselacogió,diciendo:

—¡Estrechalamanodetuhermanaparadespedirte,miviejohermanodejuego!—ysesonreíaentrelaslágrimasquelerodabanporlasmejillas;yvolvióallamarlohermano.¡Valienteconsuelo!Talfueladespedida.

SefueellaaFrancia,yKnudsiguióvagandoporlassuciascallesdeCopenhague.Loscompañerosdel taller lepreguntaronporquéestaba siempre tancaviloso,y loinvitaronairconellosadivertirse;poralgoerajoven.

Y fue con ellos al baile, donde había muchas chicas bonitas, aunque ningunacomo Juana. Allí, donde había esperado olvidarse de ella, la teníamás que nuncapresenteensuspensamientos.«Diosnosdalafuerzanecesaria,contalquenosotrosloqueramos»,lehabíadichoella;unaoraciónacudióasumenteyjuntólasmanos…losviolinesempezaronatocar,ylasmuchachasabailarencorro.Knudseasustó;leparecióquenoeraaquélunlugaradecuadoparaJuana,pueslallevabasiempreensucorazón;salió,pues,delbailey,corriendoporlascalles,pasófrentealacasadondeellahablavivido.Estabaoscura; todoestabaoscuro,desiertoy solitario.Elmundosiguiósucamino,yKnudelsuyo.

Llegóelinvierno,ysehelaronlasaguas;parecíacomositodosepreparaseparalatumba.

Peroalvenirlaprimaverayhacersealamarelprimervapor,entróleaKnudun

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grandeseodemarcharselejos,muylejosacorrermundo,aunquenodeiraFrancia.CerrólamochilaysefueaAlemania,peregrinandodeunapoblaciónaotra,sin

pararseenninguna,hastaque,alllegaralaantiguaybellaciudaddeNuremberg,leparecióquevolvíaaserseñordesuspiernasyquepodíaquedarseallí.

Nuremberg es una antigua y maravillosa ciudad, que parece recortada de unaviejacrónicailustrada.Lascallesdiscurrensinordenniconcierto;lascasasnogustandeestaralineadas;miradorescontorrecillas,volutasyestatuasresaltanporencimadelasaceras,yenloaltodelostejados,asombrosamentepuntiagudos,correncanalonesquedesembocansobreelcentrodelacalle,adoptandoformasdedragonesyperrosdealargadoscuerpos.

Knudllegóalaplazadelmercado,conlamochilaalaespalda,ysedetuvojuntoaunaantiguafuente,enlaqueunassoberbiasfigurasdebronce,representativasdepersonajesbíblicosehistóricos,selevantanentreloschorrosdeaguaquebrotandelsurtidor.Una hermosamuchacha que estaba sacando agua dio de beber aKnud, ycomollevaraunpuñadoderosas,leofreciótambiénuna,yestolotomóelmuchachocomounbuenagüero.

Desde la cercana iglesia le llegaban sones de órgano, tan familiares como sifueranlosdelaiglesiadeKjöge,yelmozoentróenlavastacatedral.Elsol,atravésdeloscristalespolicromados,brillabaporentrelasaltasyesbeltascolumnas.Ungranfervorllenósuspensamientos,ysintióenelalmaunaíntimapaz.

BuscóyencontróenNurembergunbuenmaestro;quedóseensucasayaprendiólalengua.

Losantiguosfososquerodeanlaciudadhansidoconvertidosenhuertecitos,perolas altasmurallas continúan enpie, con sus pesadas torres.El cordelero trenza suscuerdas en el corredor construido de vigas que, a la largo delmuro, conduce a laciudad, y allí, brotando de grietas y hendeduras, crece el saúco, extendiendo susramaspor encimade lasbajas casitas, enunade las cuales residía elmaestroparaquientrabajabaKnud.Sobrelaventanucadelabuhardillaqueerasudormitorio,elarbustoinclinabasusramas.

Residió allí todo un verano y un invierno, pero al llegar la primavera no pudoresistirpormástiempo;elsaúcofloreció,ysufragancialerecordabatantosutierra,queleparecíaencontrarseeneljardíndeKjöge.PoresocambióKnuddepatrón,ysebuscóotroenelinteriordelaciudad,enunlugardondenocrecieransaúcos.

Sutallerestabaenlasproximidadesdeunantiguopuenteamurallado,encimadeun bajo molino de aguas que murmuraba eternamente; por debajo fluía un ríoimpetuoso, encajonado entre casas de cuyas paredes se proyectaban miradorescorroídos, siempre apuntode caerse al agua.Nohabía allí saúcos, ni siquieraunamacetaconunaplantaverde,peroenfrenteselevantabaunviejoycorpulentosauce,queparecíaagarrarsea lacasaparanoserarrastradopor lacorriente.Extendíasus

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ramas por encima del río, exactamente como el del jardín de Kjöge lo hacía porencimadelarroyo.

Enrealidad,habíaidoaparardelamadresaúcoalpadresauce;especialmenteenlasnochesdeluna,aquelárbollehacíapensarenDinamarca.Peroestepensamiento,másquedelaluzdelaluna,veníadelviejosauce.

No pudo resistirlo; y ¿por qué no? Pregúntalo al sauce, pregúntalo al saúcoflorido.PoresodijoadiósasumaestrodeNurembergyprosiguiósuperegrinación.

AnadiehablabadeJuana;guardábasesupenaenel fondodelalma,dandounaprofunda significación a la historia de los pasteles de alajú.Ahora comprendía porqué el hombre llevaba una almendra amarga en el costado izquierdo; también élsentía su amargor, mientras que Juana, siempre tan dulce y afable, era pura miel.Tenía la sensación de que las correas de la mochila le apretaban hasta impedirlerespirar,ylasaflojó,peroinútilmente.Asualrededorveíatansólomediomundo,elotromediolollevabadentro;talerasuestadodeánimo.

Hastaelmomentoenquevislumbrólasaltasmontañasnoseensanchóparaélelmundo;suspensamientossalieronalexterior,ylaslágrimasasomaronasusojos.LosAlpesseleaparecíancomolasalasplegadasdelaTierra,ycomosiaquellasalasseabrieran,consuscuadrosmaravillososdenegrosbosques,impetuosasaguas,nubesymasasdenieve.

«El día del Juicio Final, la Tierra levantará sus grandes alas, volará a Dios yestallarácomounaburbujadejabónensusluminososrayos.¡Ah,sifueraeldíadelJuicio!»—suspiró.

Siguióerrandoporelpaís,queseleaparecíacomounvergelcubiertodecésped;desde los balcones de madera lo saludaban con amables signos de cabeza lasmuchachas encajeras, las cumbres de las montañas se veían teñidas de rojo a losrayosdelsolponiente,ycuandodescubriólosverdeslagosentrelosárbolesoscuros,levinoalamenteelrecuerdodelaBahíadeKjöge,ysintióquesupechosellenabademelancolía,peronodedolor.

EnellugardondeelRinseprecipitacomounaenormeolay,pulverizándose,setransformaenunaclaramasadenubesblancascomolanieve,comosiallíseforjasenlas nubes—con el arco iris flotando encima cual una cinta suelta—, pensó en elmolinodeKjöge,consusaguasrugientesyespumeantes.

Gustoso se habría quedado en la apacible ciudad del Rin; pero crecían en ellademasiadossaúcosysauces,porloqueprosiguiósucamino,cruzandolaspoderosasyabruptasmontañas, a travésdedesplomadasparedesde rocasyde senderosque,cual nidos de golondrinas, se pegaban a las laderas. Las aguas mugían en lashondonadas, lasnubes se cernían sobre sucabeza;por entre cardos, rododendrosynieve fue avanzando al calor del sol estival, hasta que dijo adiós a las tierrasseptentrionales,yentróenunaregióndecastaños,viñedosymaizales.Lasmontañas

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Page 283: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

eranunmuroentreélytodossusrecuerdos;yasíconveníaquefuese.Desplegábase ante él una ciudad grande ymagnífica, llamadaMilán y en ella

encontróaunmaestroalemánqueleofreciótrabajo;eraeltallerdeunmatrimonioyaentradoenaños,gentehonradaacartacabal.Elzapateroysumujertomaronafectoaaquel mozo apacible, de pocas palabras, pero muy trabajador, piadoso y buencristiano. También a él le parecía que Dios le había quitado la pesada carga queoprimíasucorazón.

Sumayoralegríaerairdevezencuandoalagrandiosacatedraldemármol,quele parecía construida con la nieve de su patria, toda ella tallada en estatuas, torrespuntiagudas y abiertos y adornados pórticos; desde cada ángulo de cada espira, decada arco le sonreían las blancas esculturas. Encima tenía el cielo azul; debajo, laciudadylaanchurosayverdeantellanuralombarda,mientrasalNortesedesplegabael telóndealtasmontañasnevadas…Entoncespensabaen la iglesiadeKjöge,consus paredes rojas, revestidas de yedra, pero no la echaba demenos; quería que loenterrasenallí,detrásdelasmontañas.

Llevabaun año allí, y habían transcurrido tres desdeque abandonara supatria,cuandoundíasupatrónlollevóalaciudad,peronoalcircoaveraloscaballistas,sino a la ópera, la gran ópera, cuyo salón era digno de verse. Colgaban allí sietehileras de cortinas de seda, y desde el suelo hasta el techo, a una altura que dabavértigo, se veían elegantísimas damas con ramos de flores en las manos, comodisponiéndose a ir al baile,mientras los caballeros vestían de etiqueta,muchos deellosconelpechocubiertodeoroyplata.Laclaridadcompetíacon ladelsolmásespléndido,ylamúsicaresonabafuerteymagnífica,muchomásqueenelteatrodeCopenhague;peroallíestabaJuanayaquí…¡Sí,fuecomounhechizo!Selevantóeltelón,yapareciótambiénJuana,vestidadeoroyseda,conunacoronaenlacabeza.Cantó como sólo un ángel de Dios sabría hacerlo, y se adelantó en el escenariocuantolefueposible,sonriendocomosóloJuanasabíasonreír;ymiróprecisamenteaKnud.

Elpobremuchachoagarrólamanodesumaestroygritó:—¡Juana!—masnadielooyósinoél,pueslamúsicaahogósuvoz.Sólosuamo

hizounsignoafirmativoconlacabeza.—Sí,enefecto,se llamaJuana—y,sacandounperiódico, lemostrósunombre

escritoenél.¡No, no era un sueño! Y todo el público la aclamaba, y le arrojaba flores y

coronas,ycadavezqueseretirabavolvíaaaplaudirllamándolaalaescena.Salióunainfinidaddeveces.

En la calle, la gente se agrupó alrededor de su coche, y Knud se encontró enprimerafila,locodefelicidad,ycuando,juntocontodoelgentío,sedetuvofrenteasu casamagníficamente iluminada, hallóse él a la portezuela del carruaje. Apeóse

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Juana,laluzledioenplenorostro,yella,sonrienteyemocionada,diolasgraciasporaquelhomenaje.Knudlamiróalacara,yellamiróasuvezaladeljoven…masnolo reconoció. Un caballero que lucía una condecoración en el pecho le ofreció elbrazo…Estabanprometidos,dijolagente.

LuegoKnudsefueasucasaysesujetólamochilaalaespalda.Queríavolverasutierra;necesitabavolveraella,alsaúco,alsauce—¡ay,bajoaquelsauce!—.Enunahorapuederecorrersetodaunavidahumana.

Instáronleaquesequedase,másningunapalabralopudoretener.Dijéronlequeseacercabaelinvierno,quelasmontañasestabanyanevadas;peroélpodríaseguirelrastrodeladiligencia,queavanzabadespacio—yasíleabriríacamino—,lamochilaalaespaldayapoyadoensubastón.

Ytomóelcaminodelasmontañas,cuestaarribaycuestaabajo.Estabacansado,ynohabíavistoaúnniunpuebloniunacasa;marchabahaciaelNorte.Fulgurabanlas estrellas en el cielo, le vacilaban las piernas, y la cabeza le dabavueltas; en elfondodelvallecentelleabantambiénestrellas,comosielcieloseextendieranosóloen las alturas, sino bajo sus pies. Sentíase enfermo. Aquellos astros del fondo sevolvíancadavezmásclarosy luminosos,ysemovíandeunoaotro lado.Eraunapequeñaciudad,enlaquebrillabanlasluces,ycuandoélsediocuentadeloquesetrataba,hizounúltimoesfuerzoypudollegarhastaunamíseraposada.

Permanecióenellaunanocheyundíaentero,puessucuerponecesitabadescansoycuidados; enelvalledeshelabay llovía.A lamañana sepresentóunorganillero,que tocó unamelodía deDinamarca, yKnud ya no pudo resistir pormás tiempo.Anduvodíasydíasatodaprisa,comoimpacienteporllegaralapatriaantesdequetodos hubiesenmuerto; pero a nadie habló de su anhelo, nadie habría creído en lapena le su corazón, la penamás honda que puede sentirse, pues elmundo sólo seinteresa por lo que es alegre y divertido; ni siquiera los amigos hubieran podidocomprenderlo,yélnoteníaamigos.Extranjero,caminabaportierrasextrañasrumboalNorte.Enlaúnicacartaquerecibieradesucasa,unacartaquesuspadreslehabíanescrito hacia largo tiempo, se decía: «No eres un danés verdadero como nosotros.Nosotroslosomoshastaelfondodelalma.Atitegustansólolospaísesextranjeros».Estolehabíanescritosuspadres.¡Ay,quémalloconocían!

Anochecía; él andaba por la carretera, empezaba a helar, y el paisaje se volvíamás y más llano, todo él campos y prados. Junto al camino crecía un corpulentosauce. ¡Parecía aquello tan familiar, tan danés! Sentóse al pie del árbol; estabafatigado,lacabezaselecaía,ylosojosselecerraban;peroélseguíadándosecuentadequeelsauceinclinabalasramashaciaél;elárbolseleaparecíacomounhombreviejoyfornido,eraelpadresauceenpersona,quelocogíaenbrazosylolevantaba,aél,alhijorendido,ylollevabaalatierradanesa,alaabiertaplayaluminosa,aKjöge,al jardín de su infancia. Sí, era elmismo sauce deKjöge que se había lanzado al

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mundoen subusca;yahora lohabíaencontradoyconducidoal jardincito juntoalriachuelo,dondesehallabaJuanaentodosuesplendor,lacoronadeoroenlacabeza,talycomolavieralaúltimavez,yledecía:—¡Bienvenido!

Y he aquí que vio delante de él a dos extrañas figuras, sólo que mucho máshumanasquelasquerecordabadesuniñez;tambiénellashabíancambiado.Eranlosdosmoldesde alajú, el hombrey lamujer, que lomirabande frentey teníanmuybuenaspecto.—.¡Gracias!—ledijerona lavez—.Túnoshasdesatado la lengua,noshasenseñadoquehayqueexpresarfrancamentelospensamientos;deotromodonadaseconsigue,yahoranosotroshemoslogradoalgo:¡Estamosprometidos!

YseecharonaandarcogidosdelamanoporlascallesdeKjöge;inclusovistosdeespalda estabanmuy correctos, no había nada que reprocharles.Y se encaminarondirectamentealaiglesia,seguidosporKnudyJuana,cogidosasimismodelamano;ylaiglesiaaparecíacomoantes,consusparedesrojascubiertasdeespléndidayedra,ylagranpuertadedoblebatienteabierta;resonabaelórgano,mientrasloshombresymujeresavanzabanporlanave:«¡Primerolosseñores!»,decían;ylosnoviosdealajúdejaronpasoaKnudyJuana,loscualesfueronaarrodillarseanteelaltar;ellainclinólacabezacontraelrostrodeél,ylágrimasglacialesmanarondesusojos;eraelhieloque rodeaba su corazón, fundido por su gran amor; las lágrimas rodaban por lasmejillasardorosasdelmuchacho…Yentoncesdespertó,yseencontrósentadoalpiedel viejo sauce de una tierra extraña, al anochecer de un día invernal; una fuertegranizadaquecaíadelasnubesleazotabaelrostro.

—¡Hasido lahoramáshermosademivida—dijo—,yhasidosólounsueño!¡Dios mío, deja que vuelva a soñar! —y, cerrando los ojos, quedóse dormido,soñando…

Hacia lamadrugadaempezóanevar,yelvientoarrastraba lanieveporencimadel dormido muchacho. Pasaron varias personas que se dirigían a la iglesia, yencontraronaloficialartesano,muerto,helado,bajoelsauce.

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Unahojadelcielo

(EtbladfraHimmelen)

Agranaltura,enelairelímpido,volabaunángelquellevabaenlamanounaflordel jardíndelParaíso, y al darleunbeso, de sus labios cayóunaminúsculahojita,que,altocarelsuelo,enmediodelbosque,arraigóenseguidaydionacimientoaunanuevaplanta,entrelasmuchasquecrecíanenellugar.

—¡Quéhierbamásridícula!—dijeronaquéllas.Yningunaqueríareconocerla,nisiquieraloscardosylasortigas.

—Debedeserunaplantadejardín—añadieron,conunarisairónica,ysiguieronburlándosede lanuevavecina;peroéstavengacrecery crecer, dejandoatrás a lasotras,yvengaextendersusramasenformadezarcillosasualrededor.

—¿Adónde quieres ir?—preguntaron los altos cardos, armados de espinas entodassushojas—.Dejaslasriendasdemasiadosueltas,noesésteellugarapropiado.Noestamosaquíparaaguantarte.

Llegó el invierno, y la nieve cubrió la planta; pero ésta dio a la nívea capa unbrillo espléndido, como si por debajo la atravesara la luz del sol. En primavera sehabíaconvertidoenunaplantaflorida,lamáshermosadelbosque.

Vino entonces el profesor de Botánica; su profesión se adivinaba a la legua.Examinólaplanta,laprobó,peronofigurabaensumanual;nologróclasificarla.

—Esunaespeciehíbrida—dijo—.Nolaconozco.Noentraenelsistema.—¡No entra en el sistema! —repitieron los cardos y las ortigas. Los grandes

árbolescircundantesmirabanlaescenasindecirpalabra,nibuenanimala,locualessiemprelomásprudentecuandoseestonto.

Acercóseenesto,bosqueatravés,unapobreniñainocente;sucorazónerapuro,ysuentendimiento,grande,graciasalafe;todasuherenciaacáenlaTierrasereducíaaunaviejaBiblia,peroensushojaslehablabalavozdeDios:«Cuandoloshombressepropongancausartealgúndaño,piensaenlahistoriadeJosé:pensaronmalensuscorazones,masDiosloencaminóalbien.Sisufresinjusticia,sieresobjetodeburlasydesospechas,piensaenÉl,elmáspuro,elmejor,Aquéldequiensemofaronyque,clavadoencruz,rogaba:

«¡Padre,perdónalos,quenosabenloquehacen!».La muchachita se detuvo delante de la maravillosa planta, cuyas hojas verdes

exhalabanunaromasuaveyrefrescante,ycuyasfloresbrillabanalosrayosdelsolcomouncastillodefuegosartificiales,resonandoademáscadaunacomosienellaseocultaseelprofundomanantialdelasmelodías,noagotadoenelcursodemilenios.ConpiadosofervorcontemplólaniñatodaaquellamagnificenciadeDios;torcióuna

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Page 287: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

ramapara poder examinarmejor las flores y aspirar su aroma, y se hizo luz en sumente,almismotiempoquesentíaungranbienestarenelcorazón.Lehabríagustadocortarunaflor,peronosedecidíaahacerlo,puessehabríamarchitadomuypronto;así, se limitóa llevarseunade lasverdeshojasque,unavezencasa,guardóensuBiblia,dondeseconservófresca,sinmarchitarsenunca.

QuedóocultaentrelashojasdelaBiblia;enellafuecolocadadebajodelacabezade lamuchachita cuando, pocas semanasmás tarde, yacía ésta en el ataúd, con lasagradagravedaddelamuertereflejándoseensurostropiadoso,comosienelpolvoterrenalseleyeraquesualmasehallabaenaquellosmomentosanteDios.

Peroenelbosqueseguíafloreciendolaplantamaravillosa;erayacasicomounárbol, y todas las aves migratorias se inclinaban ante ella, especialmente lagolondrinaylacigüeña.

—¡Esto son artes del extranjero!—dijeron los cardos y lampazos—. Los quesomosdeaquínosabríamoscomportarnosdeestemodo.

Ylosnegroscaracolesdebosqueescupieronalárbol.Vinodespuéselporquerizoarecogercardosyzarcillosparaquemarlosyobtener

ceniza.Elárbolmaravillosofuearrancadoderaízyechadoalmontónconelresto:—Quesirvaparaalgotambién—dijo,yasífue.Masheaquíquedesdehacíamuchotiempoelreydelpaísveníasufriendodeuna

hondísimamelancolía;eraactivoytrabajador,perodenadaleservía;leleíanobrasde profundo sentido filosófico y le leían, asimismo, las más ligeras que cabíaencontrar;todoerainútil.Enestollegóunmensajedeunodeloshombresmássabiosdelmundo,alcualsehabíandirigido.Surespuestafuequeexistíaunremedioparacuraryfortaleceralenfermo:«EnelpropioreinodelMonarcacrece,enelbosque,unaplantadeorigenceleste; tiene talycualaspecto,es imposibleequivocarse».Yseguíaundibujode la planta,muy fácil de identificar: «Esverde en inviernoy enverano.Cogedcadaanochecerunahojafrescadeella,yaplicadlaalafrentedelRey;suspensamientos se iluminarány tendráunmagnífico sueñoque le dará fuerzasyaclararásusideasparaeldíasiguiente».

La cosa estaba bien clara, y todos los doctores, y con ellos el profesor deBotánica,sedirigieronalbosque.Sí;mas,¿dóndeestabalaplanta?

—Seguramentehaidoapararamimontón—dijoelporqueroytiempohaestáconvertidaenceniza;pero,¿quésabíayo?

—¿Qué sabías tú? —exclamaron todos—. ¡Ignorancia, ignorancia! —. Estaspalabras debían llegar al alma de aquel hombre, pues a él y a nadie más ibandirigidas.

Nohubomododedarconunasolahoja;laúnicaexistenteyacíaenelféretrodeladifunta,peronadielosabía.

ElReyenpersona,desesperado,seencaminóaaquellugardelbosque.

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—Aquíestuvoelárbol—dijo—.¡Seaésteunlugarsagrado!Y lo rodearon con una verja de oro y pusieron un centinela. El profesor de

Botánicaescribióuntratadosobrelaplantaceleste,enpremiodelcuallocubrierondeoro,congransatisfacciónsuya;aquelbañodeorolevinobienaélyasufamilia,yfuelomásagradabledetodalahistoria,yaquelaplantahabíadesaparecido,yelReysiguiópresodesumelancolíayaflicción.

—Peroyalassufríaantes—dijoelcentinela.

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Laniñadelosfósforos

(Denlillepigemedsvovlstikkerne)

¡Quéfríohacía!;nevabaycomenzabaaoscurecer;eralaúltimanochedelaño,lanochedeSanSilvestre.Bajoaquelfríoyenaquellaoscuridad,pasabaporlacalleunapobreniña,descalzaycon lacabezadescubierta.Verdadesqueal salirde sucasallevabazapatillas,pero,¡dequélesirvieron!Eranunaszapatillasquesumadrehabíallevadoúltimamente,ya lapequeña levenían tangrandes,que lasperdióalcruzarcorriendolacalleparalibrarsededoscochesqueveníanatodavelocidad.Unadelaszapatillasnohubomediodeencontrarla,y laotrase lahabíapuestounmozalbete,quedijoquelaharíaservirdecunaeldíaquetuviesehijos.

Yasí lapobrecilla andabadescalza con losdesnudospiececitos completamenteamoratados por el frío. En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y unpaqueteenunamano.Entodoelsantodíanadielehabíacompradonada,nilehabíadadounmíserochelín;volvíaseasucasahambrientaymediohelada,¡yparecíatanabatida, lapobrecilla!Loscoposdenievecaíansobresulargocabellorubio,cuyoshermososrizoslecubríanelcuello;peronoestabaellaparapresumir.

Enunánguloqueformabandoscasas—unamássalientequelaotra—,sesentóenelsueloyseacurrucóhechaunovillo.Encogíalospiececitostodoloposible,peroelfríolaibainvadiendo,y,porotraparte,noseatrevíaavolveracasa,puesnohabíavendidoniunfósforo,nirecogidountristecéntimo.Supadrelepegaría,ademásdeque en casahacía frío también; sólo los cobijaba el tejado, y el viento entrabaportodaspartes,pesealapajaylostraposconquehabíanprocuradotaparlasrendijas.Teníalasmanitascasiateridasdefrío.¡Ay,unfósforolaaliviaríaseguramente!¡Siseatrevieseasacarunosolodelmanojo,frotarlocontralaparedycalentarselosdedos!Ysacóuno:«¡ritch!».¡Cómochispeóycómoquemaba!Diounallamaclara,cálida,comounalucecita,cuandolaresguardóconlamano;unaluzmaravillosa.Parecióleala pequeñuela que estaba sentada junto a una gran estufa de hierro, con pies ycampanadelatón;elfuegoardíamagníficamenteensuinterior,¡ycalentabatanbien!La niña alargó los pies para calentárselos a su vez, pero se extinguió la llama, seesfumólaestufa,yellasequedósentada,conelrestodelaconsumidacerillaenlamano.

Encendió otra, que, al arder y proyectar su luz sobre la pared, volvió a éstatransparentecomosifuesedegasa,ylaniñapudoverel interiordeunahabitacióndondeestaba lamesapuesta, cubiertaconunblanquísimomantely finaporcelana.Unpatoasadohumeabadeliciosamente,rellenodeciruelasymanzanas.Ylomejordel caso fue que el pato saltó fuera de la fuente y, anadeando por el suelo con un

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tenedoryuncuchilloalaespalda,sedirigióhacialapobremuchachita.Peroenaquelmomentoseapagóelfósforo,dejandovisibletansólolagruesayfríapared.

Encendió la niña una tercera cerilla, y se encontró sentada debajo de unhermosísimo árbol deNavidad.Era aúnmás alto ymásbonito que el queviera laúltimaNochebuena,a travésde lapuertadecristales,encasadel ricocomerciante.Millares de velitas, ardían en las ramas verdes, y de éstas colgaban pintadasestampas,semejantesalasqueadornabanlosescaparates.Lapequeñalevantólosdosbracitos…yentoncesseapagóelfósforo.Todaslaslucecitasseremontaronaloalto,y ella se dio cuenta de que eran las rutilantes estrellas del cielo; una de ellas sedesprendióytrazóenelfirmamentounalargaesteladefuego.

«Alguienseestámuriendo»—pensólaniña,puessuabuela,laúnicapersonaquelahabíaquerido,peroqueestabamuertaya, lehabíadicho—:Cuandounaestrellacae,unalmaseelevahaciaDios.

Frotó una nueva cerilla contra la pared; se iluminó el espacio inmediato, yapareciólaancianaabuelita,radiante,dulceycariñosa.

—¡Abuelita!—exclamólapequeña—.¡Llévame,contigo!Séqueteirástambiéncuandoseapagueelfósforo,delmismomodoquesefueronlaestufa,elasadoyelárboldeNavidad.Apresuróseaencenderlosfósforosquelequedaban,afanosadenoperder a su abuela;y los fósforosbrillaroncon luzmás claraque ladelplenodía.Nunca la abuelita había sido tan alta y tan hermosa; tomó a la niña en el brazo y,envueltas lasdosenungran resplandor,henchidasdegozo,emprendieronelvuelohacialasalturas,sinquelapequeñasintierayafrío,hambrenimiedo.EstabanenlamansióndeDiosNuestroSeñor.

Peroenelángulodelacasa,lafríamadrugadadescubrióalachiquilla,rojaslasmejillas, y la boca sonriente…Muerta,muerta de frío en la última noche delAñoViejo.LaprimeramañanadelNuevoAñoiluminóelpequeñocadáver,sentado,consus fósforos, unpaquetito de los cuales aparecía consumido casi del todo. «¡Quisocalentarse!», dijo la gente. Pero nadie supo las maravillas que había visto, ni elesplendorconque,encompañíadesuancianaabuelita,habíasubidoalagloriadelAñoNuevo.

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Cincoenunavaina

(Femfraenærtebælg)

Cinco guisantes estaban encerrados en una vaina, y como ellos eran verdes y lavainaeraverdetambién,creíanqueelmundoenteroeraverde,yteníantodalarazón.Creció la vaina y crecieron los guisantes; para aprovechar mejor el espacio, sepusieron en fila. Por fuera lucía el sol y calentaba la vaina, mientras la lluvia lalimpiabayvolvía transparente.El interiorera tibioyconfortable,habíaclaridaddedía y oscuridad de noche, tal y como debe ser; y los guisantes, en la vaina, ibancreciendoyseentregabanasusreflexiones,puesenalgodebíanocuparse.

—¿Nospasaremostodalavidametidosaquí?—decían—.¡Contaldequenonosendurezcamosa fuerzadeencierro!Meda la impresióndequehaymáscosasalláfuera;escomounpresentimiento.

Y fueron transcurriendo las semanas; los guisantes se volvieron amarillos, y lavaina,también.

—¡Elmundoenterosehavueltoamarillo!—exclamaron;ypodíanafirmarlosinreservas.

Un día sintieron un tirón en la vaina; había sido arrancada por las manos dealguien,y,juntoconotras,vinoaencontrarseenelbolsillodeunachaqueta.

—Prontonosabrirán—dijeronlosguisantes,afanososdequellegaraelansiadomomento.

—Megustaríasaberquiéndenosotros llegarámás lejos—dijoelmenorde loscinco—.Notardaremosensaberlo.

—Seráloquehayadeser—contestóelmayor.¡Zas!, estalló la vaina y los cinco guisantes salieron rodando a la luz del sol.

Estaban en una mano infantil; un chiquillo los sujetaba fuertemente, y decía queestabancomohechosamedidaparasucerbatana.Ymetiendounoenella,sopló.

—¡Heme aquí volando por el vasto mundo! ¡Alcánzame, si puedes!—y saliódisparado.

—YomevoydirectoalSol—dijoelsegundo—.EsunavainacomoDiosmanda,yquemeirámuybien—.Yallásefue.

—Cuandolleguemosanuestrodestinopodremosdescansarunrato—dijeronlosdos siguientes—, pero nos queda aún un buen trecho para rodar—, y, en efecto,rodaronporelsueloantesde iraparara lacerbatana,peroal findieronenella—.¡Llegaremosmáslejosquetodos!

—¡Seráloquehayadeser!—dijoelúltimoalsentirseproyectadoalasalturas.Fueadar contra lavieja tabla, bajo laventanade labuhardilla, justamente enuna

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grietallenademusgoymullidatierra,yelmusgoloenvolvióamorosamente.Yallísequedóelguisanteoculto,peronoolvidadodeDios.

—¡Seráloquehayadeser!—repitió.Vivíaenlabuhardillaunapobremujerqueseausentabadurantelajornadapara

dedicarsealimpiarestufas,aserrarmaderayefectuarotrostrabajospesados,puesnolefaltabanfuerzasniánimos,apesardelocualseguíaenlapobreza.Enlareducidahabitaciónquedabasólosuúnicahija,mocitadelicadaylindaquellevabaunañoencama,luchandoentrelavidaylamuerte.

—¡Seiráconsuhermanita!—suspirabalamujer—.Tuvedoshijas,ymuyduromefuecuidardelasdos,hastaqueelbuenDiosquisocompartireltrabajoconmigoyse me llevó una. Bien quisiera yo ahora que me dejase la que me queda, peroseguramenteaÉlnoleparecebienqueesténseparadas,ysellevaráaéstaalcielo,consuhermana.

Peroladolientemuchachitanosemoría;sepasabatodoelsantodíaresignadayquieta,mientrassumadreestabafuera,aganarelpandelasdos.

Llegó laprimavera; unamañana, tempranoaún, cuando lamadre sedisponía amarcharse a la faena, el sol entró piadoso a la habitación por la ventanuca y seextendióporelsuelo,ylaniñaenfermadirigiólamiradaalcristalinferior.

—¿Quéesaquelloverdequeasomajuntoalcristalyquemueveelviento?Lamadreseacercóalaventanaylaentreabrió.—¡Mira!—dijo—,esunaplantadeguisantequehabrotadoaquíconsushojitas

verdes.¿Cómollegaríaaestarendija?Pues tendrásun jardincitoenquerecrear losojos.

Acercólacamitadelaenfermaalaventana,paraquelaniñapudiesecontemplarlatiernaplanta,ylamadresemarchóaltrabajo.

—¡Madre,creoquemerepondré!—exclamólachiquillaalatardecer—.¡Elsolmehacalentadotanbien,hoy!Elguisantecrecealasmilmaravillas,ytambiényosaldréadelanteymerepondréalcalordelsol.

—¡Dios loquiera!—suspiró lamadre,queabrigabamuypocasesperanzas.Sinembargo, puso un palito al lado de la tierna planta que tan buen ánimo habíainfundidoasuhija,paraevitarqueelvientolaestropease.Sujetóenlatablainferiorunbramante,yloatóenloaltodelmarcodelaventana,conobjetodequelaplantatuvieseunpuntodeapoyodondeenroscarsuszarcillosamedidaqueseencaramase.Y,enefecto,seveíacrecerdíatrasdía.

—¡Dios mío, hasta flores echa! —exclamó la madre una mañana y entróleentonceslaesperanzaylacreenciadequesuniñaenfermaserepondría.Recordóqueen aquellos últimos tiempos la pequeña había hablado con mayor animación; quedesdehacíavariasmañanassehabíasentadosolaenlacama,y,enaquellaposición,sehabíapasadohorascontemplandoconojosradianteseljardincitoformadoporuna

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únicaplantadeguisante.Lasemanasiguientelaenfermaselevantóporprimeravezunahora,yseestuvo,

feliz,sentadaalsol,conlaventanaabierta;yfuerasehabíaabiertotambiénunaflordeguisante,blancayroja.Lachiquilla,inclinandolacabeza,besóamorosamentelosdelicadospétalos.Fueundíadefiestaparaella.

—¡Diosmisericordiosolaplantóylahizocrecerparadarteesperanzayalegría,hijita!—dijo lamadre, radiante, sonriendoa la flor comosi fueseunángelbueno,enviadoporDios.

Pero,¿ylosotrosguisantes?Puesverás:Aquelquesalióvolandoporelampliomundo, diciendo: «¡Alcánzame si puedes!», cayó en el canalón del tejado y fue aparar al buche de una paloma, donde encontróse como Jonás en el vientre de laballena. Los dos perezosos tuvieron la misma suerte; fueron también pasto de laspalomas,conlocualnodejarondedarunciertorendimientopositivo.Encuantoalcuarto,elquepretendíavolarhastaelSol,fueacaeralvertedero,yallíestuvodíasysemanasenelaguasucia,dondesehinchóhorriblemente.

—¡Cómoengordo!—exclamabasatisfecho—.Acabaréporreventar,queestodoloquepuedehacerunguisante.Soyelmásnotabledeloscincoquecrecimosenlamismavaina.

Yelvertederodiosubeneplácitoaaquellaopinión.Mientras tanto, allá, en laventanade labuhardilla, lamuchachita, con losojos

radiantesyelbrillodelasaludenlasmejillas,juntabasushermosasmanossobrelaflordelguisanteydabagraciasaDios.

—Elmejorguisanteeselmío—seguíadiciendoelvertedero.

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Elintrépidosoldaditodeplomo

(Denstandhaftigetinsoldat)

Éranse una vez veinticinco soldados de plomo, todos hermanos, pues los habíanfundidodeunamismacucharavieja.Llevabanelfusilalhombroymirabandefrente;eluniformeeraprecioso,rojoyazul.Laprimerapalabraqueescucharonencuantoselevantólatapadelacajaquelosconteníafue:«¡Soldadosdeplomo!».Lapronuncióunchiquillo,dandounagranpalmada.Eranelregalodesucumpleaños,ylosalineósobre lamesa. Todos eran exactamente iguales, excepto uno, que se distinguía unpoquitode losdemás: lefaltabaunapierna,pueshabíasidofundidoelúltimo,yelplomonobastaba.Peroconunapierna,sesosteníatanfirmecomolosotroscondos,ydeélprecisamentevamosahablaraquí.

En la mesa donde los colocaron había otros muchos juguetes, y entre ellosdestacabaunbonitocastillodepapel,porcuyasventanasseveíanlassalasinteriores.Enfrente,unosarbolitosrodeabanunespejoquesemejabaunlago,enelcualflotabanysereflejabanunoscisnesdecera.Todoeraenextremoprimoroso,perolomáslindoeraunamuchachitaqueestabaenlapuertadelcastillo.Depapeltambiénella,llevabaunhermosovestidoyunaestrechabandaazulenloshombros,amododefajín,conunarelucienteestrelladeoropelenelcentro,tangrandecomosucara.Lachiquillateníalosbrazosextendidos,pueseraunabailarina,yunapiernalevantada,tanto,quéelsoldadodeplomo,noalcanzandoadescubrirla,acabóporcreerquesóloteníauna,comoél.

«Heaquílamujerquenecesito—pensó—.Peroestámuyaltaparamí:viveenunpalacio,yyoportodaviviendasólotengounacaja,yademássomosveinticincolosquevivimosenella;noeslugarparaunaprincesa.Sinembargo,intentaréestablecerrelaciones».

Ysesituódetrásdeuna tabaqueraquehabíasobre lamesa,desde lacualpudocontemplarasusanchasaladistinguidadamita,quecontinuabasosteniéndosesobreunpiesincaerse.

Alanochecer,lossoldadosdeplomofueronguardadosensucaja,yloshabitantesdelacasaseretiraronadormir.Ésteeraelmomentoquelosjuguetesaprovechabanpara jugarpor su cuenta, a«visitas», a«guerra», a «baile»; los soldadosdeplomoalborotaban en su caja, pues querían participar en las diversiones; mas no podíanlevantarlatapa.Elcascanuecestodoeradarvolteretas,yelpizarrínvengadivertirseen la pizarra. Con el ruido se despertó el canario, el cual intervino también en eljolgorio, recitando versos. Los únicos que no se movieron de su sitio fueron elsoldadodeplomoylabailarina;éstaseguíasosteniéndosesobrelapuntadelpie,yél

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sobresuúnicapierna;perosindesviarniporunmomentolosojosdeella.El reloj dio las doce y, ¡pum!, saltó la tapa de la tabaquera; pero lo que había

dentronoerarapé,sinounduendecillonegro.Eraunjuguetesorpresa.—Soldadodeplomo—dijoelduende—,¡nomiresasí!Peroelsoldadosehizoelsordo.—¡Esperaaquelleguelamañana,yaverás!—añadióelduende.Cuandolosniñosselevantaron,pusieronelsoldadoenlaventana,y,seaporobra

delduendeodelviento,abrióseéstaderepente,yelsoldaditoseprecipitódecabeza,cayendo desde una altura de tres pisos. Fue una caída terrible. Quedó clavado decabezaentrelosadoquines,conlapiernaestiradaylabayonetahaciaabajo.

Lacriadayelchiquillobajaroncorriendoabuscarlo;mas,apesardequecasilopisaron, no pudieron encontrarlo. Si el soldado hubiese gritado: «¡Estoy aquí!»,indudablemente habrían dado con él, pero le pareció indecoroso gritar, yendo deuniforme.

He aquí que comenzó a llover; las gotas caían cada vez más espesas, hastaconvertirseenunverdaderoaguacero.Cuandoaclaró,pasaronporallídosmozalbetescallejeros.

—¡Mira!—exclamóuno—. ¡Un soldadodeplomo! ¡Vamos a hacerle navegar!Conunpapeldeperiódicohicieronunbarquito,y,embarcandoenélalsoldado, lopusieronenelarroyo;elbarquichuelofuearrastradoporlacorriente,yloschiquillosseguíandetrásdeéldandopalmadasdecontento. ¡Diosnosproteja! ¡yquéolas,yquécorriente!Nopodíaserdeotromodo,coneldiluvioquehabíacaído.Elbotedepapelnocesabadetropezarytambalearse,girandoavecestanbruscamente,queelsoldado por poco se marea; sin embargo, continuaba impertérrito, sin pestañear,mirandosiempredefrenteysiemprearmaalhombro.

Depronto,elboteentróbajounpuentedelarroyo;aquelloestabaoscurocomoensucaja.

—«¿Dóndeiréaparar?—pensaba—.Detodoestotienelaculpaelduende.¡Ay,sialmenosaquellamuchachitaestuvieseconmigoenelbote! ¡Pocome importaríaestaoscuridad!».

Derepentesalióunagranratadeaguaquevivíadebajoelpuente.—¡Alto!—gritó—.¡Aver,tupasaporte!Pero el soldadodeplomono respondió;únicamenteoprimió conmás fuerza el

fusil.Labarquillasiguiósucamino,ylaratatrasella.¡Uf!Cómorechinabalosdientes

ygritabaalasvirutasylaspajas:—¡Detenedlo,detenedlo!¡Nohapagadopeaje!¡Nohamostradoelpasaporte!Lacorrientesevolvíacadavezmásimpetuosa.Elsoldadoveíayalaluzdelsolal

extremo del túnel. Pero entonces percibió un estruendo capaz de infundir terror al

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más valiente. Imaginad que, en el punto donde terminaba el puente, el arroyo seprecipitabaenungrancanal.Paraél, aquello resultaba tanpeligrosocomo lo seríaparanosotroselcaerporunaaltacatarata.

Estaba ya tan cerca de ella, que era imposible evitarla. El barquito saliódisparado,peronuestropobresoldaditoseguíatanfirmecomoleeraposible.¡Nadiepodíadecir quehabíapestañeado siquiera!Labarquitadescribiódoso tresvueltassobre símismaconun ruido sordo, inundándosehastaelborde; ibaazozobrar.Alsoldadolellegabaelaguaalcuello.Labarcasehundíapormomentos,yelpapelsedeshacía;elaguacubríayalacabezadelsoldado,que,enaquelmomentosupremo,acordósedelalindabailarina,cuyorostronuncavolveríaacontemplar.Pareciólequeledecíanaloído:

«¡Adiós,adiós,guerrero!¡Tienesquesufrirlamuerte!».Desgarróse entonces el papel, y el soldado se fue al fondo, pero en el mismo

momentoselotragóungranpez.¡Allísíseestabaoscuro!Peoraúnquebajoelpuentedelarroyo;y,además,¡tan

estrecho!Peroelsoldadoseguíafirme,tendidocuánlargoera,sinsoltarelfusil.Elpezcontinuósusevolucionesyhorriblesmovimientos,hastaque,por fin, se

quedó quieto, y en su interior penetró un rayo de luz.Hizose una gran claridad, yalguienexclamó:—¡Elsoldadodeplomo!—.Elpezhabíasidopescado, llevadoalmercadoyvendido;y,ahoraestabaen lacocina,donde lacocinera loabríaconungrancuchillo.Cogiendoporelcuerpocondosdedoselsoldadito,lollevóalasala,puestodosqueríanveraquelpersonajeextrañosalidodelestómagodelpez;peroelsoldadodeplomonosesentíanadaorgulloso.Pusiéronlodepiesobrelamesay—¡quécosasmásrarasocurrenavecesenelmundo!—encontróseenelmismocuartodeantes,conlosmismosniñosylosmismosjuguetessobrelamesa,sinquefaltaseelsoberbiopalacioylalindabailarina,siempresosteniéndosesobrelapuntadelpieyconlaotrapiernaalaire.Aquelloconmovióanuestrosoldado,yestuvoapuntodellorar lágrimas de plomo. Pero habría sido poco digno de él. La miró sin decirpalabra.

En éstas, uno de los chiquillos, cogiendo al soldado, lo tiró a la chimenea, sinmotivoalguno;seguramentelaculpalatuvoelduendedelatabaquera.

Elsoldadodeplomoquedótodoiluminadoysintióuncalorespantoso,aunquenosabía si era debido al fuego o al amor. Sus colores se habían borrado también, aconsecuenciadelviajeoporlapenaquesentía;nadiehabríapodidodecirlo.Miródenuevoalamuchacha,encontráronselasmiradasdelosdos,yélsintióquesederretía,perosiguiófirme,armaalhombro.Abrióselapuerta,yunaráfagadevientosellevóa la bailarina, que, cual una sílfide, se levantó volandopara posarse también en lachimenea, junto al soldado; se inflamó y desapareció en un instante. A su vez, elsoldaditosefundió,quedandoreducidoaunapequeñamasainforme.Cuando,aldía

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siguiente,lacriadasacólascenizasdelaestufa,noquedabadeélmásqueuntrocitodeplomo;delabailarina,encambio,habíaquedadolaestrelladeoropel,carbonizadaynegra.

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Elporquerizo

(Svinedrengen)

Éraseunavezunpríncipequeandabamaldedinero.Su reinoeramuypequeño,aunquelosuficienteparapermitirlecasarse,yestoesloqueelpríncipequeríahacer.

Sin embargo, fue una gran osadía por su parte el irse derecho a la hija delEmperadorydecirleenlacara:—¿Mequierespormarido?—.Silohizo,fueporquela fama de su nombre había llegado muy lejos.Más de cien princesas lo habríanaceptado,pero,¿loquerríaella?

Puesvamosaverlo.Enlatumbadelpadredelpríncipecrecíaunrosal,unrosalmaravilloso;florecía

solamentecadacincoaños,yaunentoncesnodabasinounaflor;peroeraunarosadefragancia tal, que quien la olía se olvidaba de todas sus penas y preocupaciones.Además,elpríncipeteníaunruiseñorque,cuandocantaba,habríasedichoqueensugargantasejuntabanlasmásbellasmelodíasdeluniverso.Decidió,pues,quetantolarosa como el ruiseñor serían para la princesa, y se los envió encerrados en unasgrandescajasdeplata.

El Emperador mandó que los llevaran al gran salón, donde la princesa estabajugando a «visitas» con sus damas de honor. Cuando vio las grandes cajas queconteníanlosregalos,exclamódandounapalmadadealegría:

—¡A ver si será un gatito! —pero al abrir la caja apareció el rosal con lamagníficarosa.

—¡Quélindaes!—dijerontodaslasdamas.—Esmásquebonita—precisóelEmperador—,¡eshermosa!Perocuandolaprincesalatocó,porpocoseechaallorar.—¡Ay,papá,quélástima!—dijo—.¡Noesartificial,sinonatural!—¡Quélástima!—corearonlasdamas—.¡Esnatural!—Vamos, no te aflijas aún, y veamos qué hay en la otra caja—, aconsejó el

Emperador;ysalióentonceselruiseñor,cantandodeunmodotanbello,quenohubomediodemanifestarnadaensucontra.

—¡Superbe, charmant!—exclamaron las damas, pues todas hablaban francés acualpeor.

—EstepájaromerecuerdalacajademúsicadeladifuntaEmperatriz—observóunancianocaballero—.Eslamismamelodía,elmismocanto.

—Enefecto—asintióelEmperador,echándoseallorarcomounniño.—Esperoquenoseanatural,¿verdad?—preguntólaprincesa.—Sí,loes;esunpájarodeverdad—respondieronlosquelohabíantraído.

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—Entonces, dejadlo en libertad —ordenó la princesa; y se negó a recibir alpríncipe.

Peroéstenosedioporvencido.Seembadurnódenegrolacaray,calándoseunagorrahastalasorejas,fueallamarapalacio.

—Buenos días, señor Emperador —dijo—. ¿No podríais darme trabajo en elcastillo?

—Bueno—replicó el Soberano—.Necesito a alguien para guardar los cerdos,puestenemosmuchos.

YasíelpríncipepasóaserporquerizodelEmperador.Leasignaronunreducidoymíserocuartuchoenlossótanos,juntoaloscerdos,yallíhubodequedarse.Perosepasó el día trabajando, y al anochecer había elaborado un primoroso pucherito,rodeadodecascabeles,demodoqueencuantoempezabaacocerlascampanillasseagitaban,ytocabanaquellaviejamelodía:

¡Ay,queridoAgustín,todotienesufin!

Perolomásasombrosoeraque,siseponíaeldedoenelvaporqueseescapabadel puchero, enseguida se adivinaba, por el olor, los manjares que se estabanguisandoentodosloshogaresdelaciudad.¡Desdeluegolarosanopodíacompararseconaquello!

Heaquíqueacertóapasarlaprincesa,queibadepaseoconsusdamasy,aloírlamelodía, se detuvo con una expresión de contento en su rostro; pues también ellasabíalacancióndel«QueridoAgustín».Eralaúnicaquesabíatocar,ylohacíaconunsolodedo.

—¡Esmicanción!—exclamó—.Esteporquerizodebeserunhombredegusto.Oye,veteabajoypregúntalecuántocuestasuinstrumento.

Tuvoqueirunadelasdamas,peroantessecalzóunoszuecos.—¿Cuántopidesportupuchero?—preguntó.—Diezbesosdelaprincesa—respondióelporquerizo.—¡Diosnosasista!—exclamóladama.—Ésteeselprecio,nopuedorebajarlo—,observóél.—¿Quétehadicho?—preguntólaprincesa.—Nomeatrevoarepetirlo—replicóladama—.Esdemasiadoindecente.—Entoncesdímeloaloído—.Ladamalohizoasí.—¡Esungrosero!—exclamó laprincesa,y siguió sucamino;peroa lospocos

pasosvolvieronasonarlascampanillas,tanlindamente:

¡Ay,queridoAgustín,todotienesufin!

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—Escucha—dijolaprincesa—.Pregúntalesiaceptaríadiezbesosdemisdamas.—Muchasgracias—fuelaréplicadelporquerizo—.Diezbesosdelaprincesao

mequedoconelpuchero.—¡Esunfastidio!—exclamólaprincesa—.Pero,enfin,poneostodasdelantede

mí,paraquenadielovea.Lasdamassepusierondelanteconlosvestidosextendidos;elporquerizorecibió

losdiezbesos,ylaprincesaobtuvolaolla.¡Diossanto,cuántosedivirtieron!Todalanocheytodoeldíaestuvoelpuchero

cociendo;nohabíaun solohogar en la ciudaddelqueno supieran loque en él secocinaba, así el del chambelán como el del remendón. Las damas no cesaban debailarydarpalmadas.

—Sabemosquiencomerásopadulceytortillas,yquiencomerápapillasyasado.¡Quéinteresante!

—Interesantísimo—asintiólaCamareraMayor.—Sí,perodeeso,niunapalabraanadie;recordadquesoylahijadelEmperador.—¡Nofaltabamás!—respondierontodas—.¡Niquedecirtiene!El porquerizo, o sea, el príncipe—pero claro está que ellas lo tenían por un

porquerizo auténtico— no dejaba pasar un solo día sin hacer una cosa u otra. Losiguienteque fabricó fueunacarracaque,cuandogiraba, tocaba todos losvalsesydanzasconocidosdesdequeelmundoesmundo.

—¡Oh,estoessuperbe!—exclamólaprincesaalpasarporellugar.—¡Nuncaoímúsicatanbella!Oye,entraapreguntarleloquevaleelinstrumento;

peronadadebesos,¿eh?—Pidecienbesosde laprincesa—fue la respuestaque trajo ladamadehonor

quehabíaentradoapreguntar.—¡Estehombreestáloco!—gritólaprincesa,echándoseaandar;perosedetuvo

alospocospasos—.HayqueestimularelArte—observó—.PoralgosoylahijadelEmperador.Dileque ledarédiezbesos,comolaotravez; losnoventarestantes losrecibirádemisdamas.

—¡Oh,señora,nosdarámuchavergüenza!—manifestaronellas.—¡Ridiculeces!—replicó la princesa—. Si yo lo beso, también podéis hacerlo

vosotras.Noolvidéis queosmantengoyos pago—.Y las damasno tuvieronmásremedioqueresignarse.

—Seráncienbesosdelaprincesa—replicóél—ocadaunosequedaconlosuyo.—Poneos delante de mí —ordenó ella; y, una vez situadas las damas

convenientemente,elpríncipeempezóabesarla.—¿Qué alboroto hay en la pocilga?—preguntó el Emperador, que acababa de

asomarsealbalcón.Y,frotándoselosojos,secalóloslentes—.LasdamasdelaCortequeestánhaciendodelassuyas;bajaréaverquépasa.

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Yseapretóbienlaszapatillas,pueslasllevabamuygastadas.¡Demonios,ynosediopocaprisa!Al llegar al patio se adelantó callandito, callandito; por lo demás, las damas

estabanabsorbidascontando losbesos,paraquenohubieseengaño,ynosedieroncuentadelapresenciadelEmperador,elcualselevantódepuntillas.

—¿Qué significa esto?—exclamó al ver el besuqueo, dándole a su hija con lazapatillaenlacabezacuandoelporquerizorecibíaelbesonúmeroochentayseis.

—¡Fueratodosdeaquí!—gritó,enelcolmodelaindignación.Ytodoshubierondeabandonarelreino,inclusolaprincesayelporquerizo.

Yheaquía laprincesa llorando,yalporquerizo regañándole,mientras llovíaacántaros.

—¡Ay,míserademí!—exclamabalaprincesa—.¿Porquénoaceptéalapuestopríncipe?¡Quédesgraciadasoy!

Entonceselporquerizoseocultódetrásdeunárbol,y,limpiándoselatiznequelemanchaba la cara y quitándose las viejas prendas con que se cubría, volvió a salirespléndidamentevestidodepríncipe,tanhermosoygallardo,quelaprincesanotuvomásremedioqueinclinarseanteél.

—Hevenido adecirtemidesprecio—exclamóél—.Tenegaste a aceptar a unpríncipedigno.Nofuistecapazdeapreciarlarosayelruiseñor,y,encambio,besastealporquerizoporunabagatela.¡Puesahítieneslarecompensa!

Yentróensureinoyledioconlapuertaenlasnarices.Ellatuvoquequedarsefuerayponerseacantar:

¡Ay,queridoAgustín,todotienesufin!

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Loszapatosrojos

(Derødesko)

Éraseunavezunaniñamuylindaydelicada,perotanpobre,queenveranoandabasiempredescalza,yeninviernoteníaquellevarunosgrandeszuecos,porloquelospiececitosseleponíantanencarnados,quedabalástima.

Enelcentrodelpueblohabitabaunaanciana,viudadeunzapatero.Teníaunasviejas tiras de paño colorado, y con ellas cosió, lo mejor que supo, un par dezapatillas.Eranbastantepatosas,pero lamujerhabíapuestoenellas todasubuenaintención.Seríanparalaniña,quesellamabaKaren.

Ledieronloszapatosrojoselmismodíaenqueenterraronasumadre;aqueldíalosestrenó.Noeranzapatosdeluto,cierto,peronoteníaotros,ycalzadaconellosacompañóelhumildeféretro.

Acertó a pasar un gran coche, en el que iba una señora anciana. Al ver a lapequeñuela,sintiócompasiónydijoalseñorcura:

—Dadmelaniña,yolacriaré.Karencreyóque todoaquelloeraefectode loszapatoscolorados,pero ladama

dijoqueeranhorriblesylostiróalfuego.Laniñarecibióvestidosnuevosyaprendióaleeryacoser.Lagentedecíaqueeralinda;sóloelespejodecía:

—Eresmásquelinda,ereshermosa.Undía laReinahizounviajeporelpaís,acompañadadesuhijita,queerauna

princesa.Lagenteafluyóalpalacio,yKaren también.Laprincesitasalióalbalcónparaquetodospudieranverla.Estabapreciosa,conunvestidoblanco,peronadadecola ni de corona de oro. En cambio, llevaba unos magníficos zapatos rojos, detafilete,muchomáshermosos,desdeluego,quelosquelaviudadelzapaterohabíaconfeccionadoparaKaren.Nohayenelmundocosaquepuedacompararseaunoszapatosrojos.

Llególaniñaalaedadenquedebíarecibirlaconfirmación;lehicieronvestidosnuevos, y también habían de comprarle nuevos zapatos. El mejor zapatero de laciudadtomólamedidadesulindopie;enlatiendahabíagrandesvitrinasconzapatosybotaspreciososyrelucientes.Todoseranhermosísimos,perolaancianaseñora,queapenasveía,noencontrabaningúnplacerenlaelección.Habíaentreellosunpardezapatos rojos,exactamente igualesa losde laprincesa: ¡quépreciosos!Además,elzapaterodijoqueloshabíaconfeccionadoparalahijadeunconde,peroluegonosehabíanadaptadoasupie.

—¿Sondecharol,no?—preguntólaseñora—.¡Cómobrillan!—¿Verdadquebrillan?—dijoKaren;ycomolesentabanbien,seloscompraron;

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Page 303: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

pero la anciana ignoraba que fuesen rojos, pues de haberlo sabido jamás habríapermitidoquelaniñafuesealaconfirmaciónconzapatoscolorados.Perofue.

Todoelmundo lemiraba lospies,ycuando,despuésdeavanzarpor la iglesia,llegó a la puerta del coro, le pareció como si hasta las antiguas estatuas de lassepulturas, las imágenesde losmonjesy las religiosas,consuscuellos tiesosysuslargosropajesnegros,clavaranlosojosensuszapatosrojos;ysóloenellosestuvolaniñapensandomientraselobispo,poniéndolelamanosobrelacabeza, lehablódelsantobautismo,desualianzaconDiosydequedesdeaquelmomentodebíaserunacristianaconsciente.Elórgano tocó solemnemente, resonaron lasvocesmelodiosasde los niños, y cantó también el viejo maestro; pero Karen sólo pensaba en susmagníficoszapatos.

Por la tarde seenteró laancianaseñora—alguiense lodijodeque loszapatoserancolorados,ydeclaróqueaquelloerafeoycontrarioalamodestia;ydispusoque,enadelante,Karendebería llevar zapatosnegrospara ir a la iglesia, aunque fueranviejos.

El siguiente domingo era de comunión. Karen miró sus zapatos negros, luegocontemplólosrojos,volvióacontemplarlosy,alfin,selospuso.

Brillabaunsolmagnífico.Karenylaseñoraancianaavanzabanporlaaceradelmercadodegranos;habíaunpocodepolvo.

Enlapuertadelaiglesiasehabíaapostadounviejosoldadoconunamuletayunalarguísimabarba,másrojaqueblanca,mejordicho,rojadeltodo.Seinclinóhastaelsuelo y preguntó a la dama si quería que le limpiase los zapatos. Karen presentótambiénsupiececito.

—¡Caramba, qué preciosos zapatos de baile!—exclamó el hombre—. Ajustadbiencuandobailéis—yconlamanodioungolpealasuela.

LadamaentregóunalimosnaalsoldadoypenetróenlaiglesiaconKaren.Todoslosfielesmirabanloszapatosrojosdelaniña,ylasimágenestambién;y

cuando ella, arrodillada ante el altar, llevó a sus labios el cáliz de oro, estabapensando en sus zapatos colorados y le pareció como si nadaran en el cáliz; y seolvidódecantarelsalmoyderezarelpadrenuestro.

Salieronlosfielesdelaiglesia,ylaseñorasubióasucoche.Karenlevantóelpieparasubirasuvez,yelviejosoldado,queestabajuntoalcarruaje,exclamó:—¡Vayapreciososzapatosdebaile!—.Ylaniñanopudoresistirlatentacióndemarcarunospasosdedanza;yheaquíquenobienhuboempezado,suspiernassiguieronbailandoporsísolas,comosiloszapatoshubiesenadquiridoalgúnpodersobreellos.Bailandose fuehasta la esquinade la iglesia, sin ser capazde evitarlo; el cochero tuvoquecorrertrasellayllevarlaenbrazosalcoche;perolospiesseguíanbailandoypisaronfuertemente a la buena anciana. Por fin la niña se pudodescalzar, y las piernas sequedaronquietas.

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Alllegaracasaloszapatosfueronguardadosenunarmario;peroKarennopodíaresistirlatentacióndecontemplarlos.

Enfermólaseñora,ydijeronqueyanosecuraría.Huboqueatenderlaycuidarla,ynadieestabamásobligadoahacerloqueKaren.Peroen laciudaddabanungranbaile, y lamuchacha había sido invitada.Miró a la señora, que estaba enferma demuerte,miróloszapatosrojos,sedijoquenocometíaningúnpecado.Seloscalzó—¿quéhabíaenellodemalo?—yluegosefuealbaileysepusoabailar.

Perocuandoqueríairhacialaderecha,loszapatoslallevabanhacialaizquierda;ysiqueríadirigirsesalaarriba,laobligabanahacerlosalaabajo;yasísevioforzadaabajar lasescaleras,seguir lacalleysalirpor lapuertade laciudad,danzandosinreposo;y,sinpoderdetenerse,llegóaloscurobosque.

Viobrillarunaluzentrelosárbolesypensóqueeralaluna,puesparecíaunacara;pero resultó ser el viejo soldado de la barba roja, que haciéndole un signo con lacabeza,ledijo:

—¡Vayahermososzapatosdebaile!Seasustólamuchachaytratódequitarseloszapatosparatirarlos;peroestaban

ajustadísimos,y,auncuandoconsiguióarrancarselasmedias,loszapatosnosalieron;estabansoldadosalospies.Yhubodeseguirbailandoporcamposyprados,bajolalluviayalsol,denocheydedía.¡Denoche,especialmente,erahorrible!

Bailando llegó hasta el cementerio, que estaba abierto; pero los muertos nobailaban,teníanotracosamejorquehacer.Quisosentarsesobrelafosadelospobres,donde crece el amargo helecho; mas no había para ella tranquilidad ni reposo, ycuando, sin dejar de bailar, penetró en la iglesia, vio en ella un ángel vestido deblanco,conunasalasque le llegabandesde loshombrosa lospies.Su rostro teníaunaexpresióngraveysevera,yenlamanososteníaunaanchaybrillanteespada.

—¡Bailarás—ledijo—,bailarásentuszapatosrojoshastaqueestéslívidayfría,hastaquetupielsecontraigasobretushuesos!Irásbailandodepuertaenpuerta,yllamarásalasdelascasasdondevivanniñosvanidososypresuntuosos,paraquealoírtesientanmiedodeti.¡Bailarás!

—¡Misericordia!—suplicóKaren.Peronopudooírlarespuestadelángel,puessuszapatoslaarrastraronalexterior,siemprebailandoatravésdecampos,caminosysenderos.

Unamañana pasó bailando por delante de una puerta que conocía bien. En elinterior resonaba un cantar de salmos, y sacaron un féretro cubierto de flores.Entoncessupoquelaancianaseñorahabíamuerto,ycomprendióquetodoelmundolahabíaabandonadoyelángeldeDioslacondenaba.

Yvengabailar,bailaquetebailaenlanocheoscura.Loszapatoslallevabanporespinosycenagales,ylospieslesangraban.

Luegohubodedirigirse,atravésdelerial,hastaunacasitasolitaria.Allíseenteró

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Page 305: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

dequeaquéllaeralamoradadelverdugo,y,llamandoconlosnudillos,alcristaldelaventanadijo:

—¡Sal, sal! ¡Yo no puedo entrar, tengo que seguir bailando! El verdugo lerespondió:

—¿Acasonosabesquiénsoy?Yocortolacabezaalosmalvados,ycuidodequeelhacharesuene.

—¡No me cortes la cabeza —suplicó Karen—, pues no podría expiar mispecados;perocórtamelospies,conloszapatosrojos!

Reconocía su culpa, y el verdugo le cortó los pies con los zapatos, pero éstossiguieron bailando, con los piececitos dentro, y se alejaron campo a través y seperdieronenelbosque.

Elhombrelehizounoszuecosyunasmuletas,leenseñóelsalmoquecantanlospenitentes,yella,despuésdebesarlamanoquehabíaempuñadoelhacha,emprendióelcaminoporelerial.

—Yahesufridobastanteporloszapatosrojos—dijo—;ahoramevoyalaiglesiaparaque todosmevean—.Y sedirigió al templo sin tardanza;peroal llegar a lapuertavioqueloszapatosdanzabanfrenteaella,y,asustada,sevolvió.

Pasó toda la semana afligida y llorando amargas lágrimas; pero al llegar eldomingodijo:

—Yahesufridoyluchadobastante;creoqueyasoytanbuenacomomuchosdelosqueestánvanagloriándoseenlaiglesia—.Yseencaminónuevamenteaella;masapenas llegaba a la puerta del cementerio, vio los zapatos rojos que continuabanbailandoy,asustada,diomediavueltaysearrepintiódetodocorazóndesupecado.

Dirigiéndoseacasadel señorcura, rogóque la tomasenporcriada,asegurandoqueseríamuydiligenteyharíacuantopudiese;nopedíasalario,sinosólouncobijoylacompañíadepersonasvirtuosas.Laseñoradelpastorsecompadeciódeellay latomó a su servicio. Karen se portó con toda modestia y reflexión; al anochecerescuchabaatentamentealpárrococuandoleíalaBibliaenvozalta.Eracariñosacontodos los niños, pero cuando los oía hablar de adornos y ostentaciones y de quedeseabanserhermosos,meneabalacabezaconungestodedesaprobación.

Al otro domingo fueron todos a la iglesia y le preguntaron si deseabaacompañarlos; pero ella, afligida, con lágrimas en los ojos, se limitó a mirar susmuletas.Losdemássedirigieronaltemploaescucharlapalabradivina,mientrasellaseretirabaasucuartito,tanpequeñoquenocabíanenélmásquelacamayunasilla.Sentóseenélconellibrodecánticos,y,alabsorbersepiadosaensulectura,elvientole trajo los sones del órgano de la iglesia. Levantó ella entonces el rostro y, entrelágrimas,dijo:

—¡Diosmío,ayúdame!Yheaquíqueelsolbrillócontodosuesplendor,yKarenviofrenteaellaelángel

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Page 306: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

vestidodeblancoqueencontraraaquellanocheenlapuertadelaiglesia;peroenvezdelaflameanteespadasumanososteníaahoraunamagníficaramacuajadaderosas.Tocóconellaeltecho,queseabrió,yenelpuntodondehabíatocadolaramabrillóuna estrella dorada; y luego tocó las paredes, que se ensancharon, y vio el órganotocandoylasantiguasestatuasdemonjesyreligiosas,ylacomunidadsentadaenlasbiencuidadassillas,cantandoloshimnossagrados.Pueslaiglesiahabíavenidoalaangostahabitacióndelapobremuchacha,otalvezellahabíasidotransportadaalaiglesia.Encontrósesentadaensusilla,juntoalosmiembrosdelafamiliadelpastor,ycuando, terminado el salmo, la vieron, la saludaron con un gesto de la cabeza,diciendo:

—Hicistebienenvenir,Karen—.FuelamisericordiadeDios—dijoella.Yresonóelórgano,y,conél,elcorodevocesinfantiles,dulcesymelodiosas.El

solenviabasusbrillantesrayosatravésdelaventana,dirigiéndolosprecisamentealasilladondesesentabaKaren.Elcorazóndelamuchachaquedótanrebosantedeluz,depazydealegría,queestalló.SualmavolóaDiosNuestroSeñor,yallínadie lepreguntóyaporloszapatosrojos.

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Page 307: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

ColáselChicoyColáselGrande

(LilleClausogstoreClaus)

Vivíanenunpueblodoshombresquesellamabanigual:Colás,peroelunoteníacuatrocaballos,yelotro,solamenteuno.ParadistinguirlosllamabanColáselGrandealdeloscuatrocaballos,yColáselChicoalotro,dueñodeunosolo.Vamosaverahoraloquelespasóalosdos,puesesunahistoriaverdadera.

Durantetodalasemana,ColáselChicoteníaqueararparaelGrande,yprestarlesuúnicocaballo;luegoColáselGrandeprestabaalotrosuscuatrocaballos,perosólounavezalasemana:eldomingo.

¡Había que ver a Colás el Chico haciendo restallar el látigo sobre los cincoanimales! Los miraba como suyos, pero sólo por un día. Brillaba el sol, y lascampanas de la iglesia llamaban a misa; la gente, endomingada, pasaba con eldevocionario bajo el brazo para escuchar al predicador, y veía a Colás el Chicolabrandoconsuscincocaballos;yalhombre ledaba tantogustoque lovieranasí,que,pegandounnuevolatigazo,gritaba:«¡Oho!¡Miscaballos!»

—Nodebesdeciresto—reprendióleColáselGrande—.Sólounodeloscaballosestuyo.

Peroencuantovolvíaapasargente,ColáselChico,olvidándosedequenodebíadecirlo,volvíaagritar:«¡Oho!¡Miscaballos!».

—Te lo advierto por últimavez—dijoColás elGrande—.Como lo repitas, learreountrastazoatucaballoquelodejoseco,ytodoesotehabrásganado.

—Te prometo que no volveré a decirlo—respondióColás elChico. Pero pasómásgenteque losaludóconungestode lacabezaynuestrohombre,muyorondo,pensandoque era realmentedebuenver el que tuviese cinco caballos para arar sucampo,volvióarestallarellátigo,exclamando:«¡Oho!¡Miscaballos!».

—¡Yatedaréyotuscaballos!—gritóelotro,y,agarrandounmazo,dioleenlacabezaaldeColáselChico,ylomató.

—¡Ay! ¡Mehequedado sin caballo!—se lamentó el pobreColás, echándose allorar.Luegolodespellejó,pusolapielasecaralviento,metiólaenunsaco,quesecargóalaespalda,yemprendióelcaminodelaciudadparaversilavendía.

Ladistanciaeramuylarga;tuvoqueatravesarungranbosqueoscuro,ycomoeltiempo era muy malo, se extravió, y no volvió a dar con el camino hasta queanochecía; ya era tarde para regresar a su casa o llegar a la ciudad antes de quecerraselanoche.

A muy poca distancia del camino había una gran casa de campo. Aunque lospostigosdelasventanasestabancerrados,porlasrendijassefiltrabaluz.«Esagente

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Page 308: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

mepermitirápasarlanocheaquí»,pensóColáselChico,yllamóalapuerta.Abrió la dueña de la granja, pero al oír lo que pedía el forastero le dijo que

siguiesesucamino,puessumaridoestabaausenteynopodíaadmitiradesconocidos.—Bueno,notendrémásremedioquepasarlanochefueradijoColás,mientrasla

mujerlecerrabalapuertaenlasnarices.Había muy cerca un gran montón de heno, y entre él y la casa, un pequeño

cobertizocontejadodepaja.—Puedodormiralláarriba—dijoColáselChico,alvereltejadillo—;seráuna

buenacama.Nocreoquealacigüeñaseleocurrabajarapicarmelaspiernas—pueseneltejadohabíahechosunidounaauténticacigüeña.

Subiósenuestrohombrealcobertizoysetumbó,volviéndoseoradeunladooradelotro,enbuscadeunaposicióncómoda.Peroheaquíquelospostigosnollegabanhastaloaltodelaventana,yporellospodíaverseelinterior.

Enelcentrodelahabitaciónhabíapuestaunagranmesa,convino,carneasadayunpescadodeapetitosoaspecto.Sentadosalamesaestabanlaaldeanayelsacristán,ellaleservía,yaélseleibanlosojostraselpescado,queerasuplatofavorito.

«¡Quiénestuvieraconellos!»,pensóColáselChico,alargandolacabezahacialaventana.Yentoncesvioquehablaademásunsoberbiopastel.¡Québanquete,santoDios!

Oyóentoncesenlacarreteraeltrotedeuncaballoquesedirigíaalacasa;eraelmaridodelacampesina,queregresaba.

Elmaridoeraunhombreexcelente,ytodoelmundoloapreciaba;sóloteníaundefecto: no podía ver a los sacristanes; en cuanto se le ponía uno ante los ojos,entrábale una rabia loca. Por eso el sacristán de la aldea había esperado a que elmaridosalieradeviajeparavisitarasumujer,yellalehabíaobsequiadoconlomejorque tenía.Aloíralhombrequevolvíaasustáronse losdos,yellapidióal sacristánqueseocultaseenungranarcónvacío,puessabíamuybienlainquinadesuesposoporlossacristanes.Apresuróseaesconderenelhornolassabrosasviandasyelvino,nofueraqueelmaridoloobservaraylepidieracuentas.

—¡Qué pena! —suspiró Colás desde el tejado del cobertizo, al ver quedesaparecíaelbanquete.

—¿Quiénandaporahí?—preguntóelcampesinomirandoaColás—.¿Quéhacesenlapaja?Entra,queestarásmejor.

EntoncesColáslecontóquesehabíaextraviado,ylerogóquelepermitiesepasarallílanoche.

—No faltabamás—respondióle el labrador—, pero antes haremos algo por lavida.

Lamujerrecibióalosdosamablemente,pusolamesaylessirvióunasoperadepapillas.Elcampesinoveníahambrientoycomíaconbuenapetito,peroNicolásno

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Page 309: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

hacíasinopensarenaquelsuculentoasado,elpescadoyelpastelescondidosenelhorno.

Debajodelamesahabíadejadoelsacoconlapieldecaballo;yasabemosqueibaalaciudadparavenderla.Comolaspapillasseleatragantaban,oprimióelsacoconelpie,ylapielsecaprodujounchasquido.

—¡Chit!—dijoColásalsaco,almismotiempoquevolvíaapisarloyproducíaunchasquidomásruidosoqueelprimero.

—¡Oye!¿Quéllevasenelsaco?—preguntóeldueñodelacasa.—.Nada,esunbrujo—respondió el otro—.Dice que no tenemos por qué comer papillas, con lacarneasada,elpescadoyelpastelquehayenelhorno.

—¿Qué dices? —exclamó el campesino, corriendo a abrir el horno, dondeaparecieron todas las apetitosas viandas que la mujer había ocultado, pero que élsupusoque estaban allí por obradel brujo.Lamujer no se atrevió a abrir la boca;trajolosmanjaresalamesa,ylosdoshombresseregalaronconelpescado,elasado,yeldulce.EntoncesColásvolvióaoprimirelsaco,ylapielcrujiódenuevo.

—¿Quédiceahora?—preguntóelcampesino.—Dice—respondióelmuypícaro—quetambiénhahechosalirtresbotellasde

vinoparanosotros;yqueestánenaquelrincón,alladodelhorno.La mujer no tuvo más remedio que sacar el vino que había escondido, y el

labradorbebióysepusoalegre. ¡Quénohubieradado,por tenerunbrujocomoelqueColásguardabaensusaco!

—¿Escapazdehacersaliraldiablo?—preguntó—.Megustaríaverlo,ahoraqueestoyalegre.

—¡Claroquesí!—replicóColás—.Mibrujohacecuantolepido.¿Verdad,tú?—preguntópisandoelsacoyproduciendootrocrujido—.¿Oyes?Hadichoquesí.Peroeldiabloesmuyfeo;serámejorquenoloveas.

—Noletengomiedo.¿Cómocreesquees?—Puesseparecemuchoaunsacristán.—¡Uf!—exclamó el campesino—. ¡Sí que es feo! ¿Sabes?, una cosa que no

puedo sufrir es ver a un sacristán. Pero no importa. Sabiendo que es el diablo, lopodrétolerarporunavez.Hoymesientoconánimos;contalquenosemeacerquedemasiado…

—Comoquieras, se lopediréalbrujo—,dijoColás,y,pisandoel saco,aplicócontraéllaoreja.

—¿Quédice?—Dicequeabrasaquellaarcayverásaldiablo;estádentroacurrucado.Perono

suelteslatapa,quepodríaescaparse.—Ayúdameasostenerla—pidióleelcampesino,dirigiéndosehaciaelarcaenque

lamujerhabíametidoalsacristándecarneyhueso,elcualsemoríademiedoensu

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Page 310: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

escondrijo.Elcampesinolevantóunpocolatapaconprecauciónymiróalinterior.—¡Uy! —exclamó, pegando un salto atrás—. Ya lo he visto. ¡Igual que un

sacristán!¡Espantoso!Locelebraronconunascopasysepasaronbuenapartedelanocheempinandoel

codo.—Tienesquevendermeelbrujo—dijoel campesino—.Pide loquequieras; te

daréaunqueseaunafanegadedinero.—No,nopuedo—replicóColás—.Piensaenlosbeneficiosquepuedosacarde

estebrujo.—¡Me he encaprichado con él! ¡Véndemelo! —insistió el otro, y siguió

suplicando.—Bueno—avínosealfinColás—.Loharéporquehassidobuenoymehasdado

asilo esta noche. Te cederé el brujo por una fanega de dinero; pero ha de ser unafanegarebosante.

—Latendrás—respondióellabriego—.Perovasallevartetambiénelarca;nolaquieroencasaniunminutomás.¡Quiénsabesieldiabloestáaúnenella!

ColáselChicodioalcampesinoelsacoconlapielseca,yrecibióacambiounafanega de dinero bien colmada. El campesino le regaló todavía un carretón paratransportareldineroyelarca.

—¡Adiós!—dijo Colás, alejándose con las monedas y el arca que contenía alsacristán.

Porelbordeopuestodelbosquefluíaunríocaudalosoymuyprofundo;elaguacorría con tanta furia, que era imposible nadar a contra corriente.Nohacíamuchoquehabíantendidosobreélungranpuente,ycuandoColásestuvoenlamitaddijoenvozalta,paraquelooyeraelsacristán:

—¿Qué hago con esta caja tan incómoda? Pesa como si estuviese llena depiedras.Yamevoycansandodearrastrarla;laecharéalrío,sivaflotandohastamicasabien,ysino,noimporta.

Ylalevantóunpococonunamano,comoparaarrojarlaalrío.—¡Detente,nolohagas!—gritóelsacristándesdedentro.Déjamesalirprimero.—¡Diosmevalga!—exclamóColás, simulando espanto—. ¡Todavía está aquí!

¡Echémosloalríosinperdertiempo,queseahogue!—¡Oh, no, no! —suplicó el sacristán—. Si me sueltas te daré una fanega de

dinero.—Bueno, esto ya es distinto—aceptó Colás, abriendo el arca. El sacristán se

apresuróasalirdeella,arrojóelarcaalaguaysefueasucasa,dondeColásrecibióel dinero prometido. Con el que le había entregado el campesino tenía ahora elcarretónlleno.

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Page 311: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

«Mehecobradobienelcaballo»,sedijocuandodevueltaasucasa,desparramóeldineroenmediodelahabitación.

«¡LarabiaquetendráColáselGrandecuandoveaquemehehechoricoconmiúnicocaballo!;peronoselodiré».

Y envió a un muchacho a casa de su compadre a pedirle que le prestara unamedidadefanega.

«¿Paraquélaquerrá?»,preguntóseColáselGrande;yuntóelfondoconalquitránparaquequedasepegadoalgodeloquequeríamedir.Yasísucedió,puescuandoledevolvieronlafanegahabíapegadasenelfondotresrelucientesmonedasdeplatadeochochelines.

«¿Quésignificaesto?»,exclamó,ycorrióacasadeColáselChico.—¿Dedóndesacasteesedinero?—preguntó.—Delapieldemicaballo.Lavendíayertarde.—¡Puessiquetelapagaronbien!—dijoelotro,y,sinperdertiempo,volvióasu

casa,matóahachazossuscuatrocaballosy,despuésdedesollarlos,marchóseconlaspielesalaciudad.

—¡Pieles,pieles!¿Quiéncomprapieles?—ibaporlascalles,gritando.Acudieronloszapaterosycurtidores,preguntándoleelprecio.

—Unafanegadedineroporpiel—respondióColás.—¿Estásloco?—gritarontodo—.¿Creesquetenemoseldineroafanegas?—¡Pieles,pieles!¿Quiéncomprapieles?—repitióavozengrito;ya todos los

quelepreguntabanelpreciorespondíales:—.Unafanegadedineroporpiel.—Este quiere burlarse de nosotros—decían todos, y, empuñando los zapateros

sustrabasyloscurtidoressusmandiles,pusiéronseaaporrearaColás.—¡Pieles, pieles! —gritaban, persiguiéndolo—. ¡Ya verás cómo adobamos la

tuya, que parecerá un estropajo! ¡Echadle de la ciudad!—. Y Colás no tuvo másremedioqueponerlospiesenpolvorosa.Nuncalehabíanzurradotanlindamente.

«¡Ahoraeslamía!»,dijoalllegaracasa.«¡ÉstamelapagaColáselChico!¡Lepartirélacabeza!».

Sucedióqueaqueldía,encasadelotroColás,habíafallecidolaabuela,yaunquela vieja había sido siempremuy dura y regañona, el nieto lo sintió, y acostó a ladifuntaenunacamabiencalentita,paraversilograbavolverlaalavida.Allísepasóellalanoche,mientrasColásdormíaenunasilla,enunrincón.Noeralaprimeravez.

Estandoyaaoscuras,seabrió lapuertayentróColáselGrande,armadodeunhacha.Sabiendobiendóndeestabalacama,avanzódirectamentehastaellayasentóunhachazoenlacabezadelaabuela,persuadidodequeeraelnieto.

—¡Paraquenovuelvasaburlartedemí!—dijo,ysevolvióasucasa.«¡Es unmal hombre!», pensó Colás el Chico. «Quisomatarme! Suerte que la

abuelayaestabamuerta;deotromodo,estonolocuenta».

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Page 312: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Vistióluegoelcadáverconlasropasdeldomingo,pidióprestadouncaballoaunvecinoy,despuésdeengancharloasucarro,pusoelcadáverdelaabuela,sentado,enelasientotrasero,demodoquenopudieracaerseconelmovimientodelvehículo,ypartióbosqueatravés.Alsalirelsolllegóaunagranposada,yColáselChicoparóenellaparadesayunarse.

Elposaderoerahombremuyrico.Buenoenelfondo,peroteníaungenio,prontoeirascible,comosihubieseensucuerpopimientaytabaco.

—¡Buenosdías!—dijoaColás—.¿Tantempranoyyaendomingado?—Sí, respondióelotro—.Voya laciudadcon laabuela.La llevoenel carro,

pero no puede bajar. ¿Queréis llevarle un vaso de aguamiel? Pero tendréis quehablarleenvozalta,puesesduradeoído.

—Nofaltabamás—respondióelventero,y,llenandounvasodeaguamiel,salióaservirloalaabuela,queaparecíasentada,rígida,enelcarro.

—Ostraigounvasodeaguamieldepartedevuestrohijo—ledijoelposadero.Perolamujer,comoesnatural,permanecióinmóvilycallada.

—¿Nome oís?—gritó el hombre con toda la fuerza de sus pulmones—. ¡Ostraigounvasodeaguamieldepartedevuestrohijo!

Ycomolorepitieradosvecesmás,sinquelaviejahicieseelmenormovimiento,elhombreperdiólosestribosyletiróelvasoalacara,demodoqueelliquidoselederramóporlanarizyporlaespalda.

—¡SantoDios!—exclamóColáselChico,saliendodeunbrincoyagarrandoalposaderoporelpecho—.¡Hasmatadoamiabuela!¡Miraquéagujerolehashechoenlafrente!

—¡Oh, quédesgracia!—gritó el posadero llevándose lasmanos a la cabeza—.¡Todoporlaculpademigenio!Colás,amigomío,tedaréunafanegademonedasyenterraré a tu abuela como si fuese la mía propia; pero no digas nada, pues mecostaríalavidayseríaunalástima.

Así, Colás el Chico cobró otra buena fanega de dinero, y el posadero diosepulturaalaviejacomosihubiesesidosupropiaabuela.

Al regresar nuestro hombre con todo el dinero, envió un muchacho a casa deColáselGrandeapedirprestadalafanega.

«¿Qué significa esto?», pensó el otro. «Pues, ¿no lo maté? Voy a verlo yomismo».Y,cargandoconlamedida,sedirigióacasadeColáselChico.

—¿Dedóndesacastetantodinero?—preguntó,abriendounosojoscomonaranjasalvertodaaquellariqueza.

—Nomematasteamí,sinoamiabuela—replicóColáselChico—.Hevendidoelcadáverymehandadoporélunafanegadedinero.

—¡Québientelohanpagado!—exclamóelotro,y,corriendoasucasa,cogióelhacha, mató a su abuela y, cargándola en el carro, la condujo a la ciudad donde

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Page 313: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

residíaelboticario,alcualpreguntósilecompraríaunmuerto.—¿Quiénesydedóndelohassacado?—preguntóelboticario.—Esmiabuela—respondióColás—.Lamatéparasacardeellaunafanegade

dinero.—¡Diosnosampare!—exclamóelboticario—.¡Quédisparate!Nodigaseso,que

pueden cortarte la cabeza —. Y le hizo ver cuán perversa había sido su acción,diciéndolequeeraunhombremaloyquemerecíauncastigo.AsustósetantoColásque,montandoenelcarrodeunbrincoyfustigandoloscaballos,emprendiólavueltaacasasindetenerse.Elboticarioylosdemáspresentes,creyéndoleloco,ledejaronmarcharlibremente.

«¡Me lavas apagar!»,dijoColás cuandoestuvoen la carretera.«Éstano te lapaso,compadre».Yencuantohubollegadoasucasacogióelsacomásgrandequeencontró,fuealencuentrodeColáselChicoyledijo:

—Pordosvecesmehasengañado;laprimeramatéloscaballos,ylasegundaamiabuela.Tútieneslaculpadetodo,peronovolverásaburlartedemí—.YagarrandoaColáselChico,lometióenelsacoy,cargándoseloalaespaldaledijo:

—¡Ahoravoyaahogarte!Eltrechohastaelríoeralargo,yColáselChicopesabalosuyo.Elcaminopasaba

muycercadelaiglesia,desdelacual llegabanlossonesdelórganoyloscantosdelos fieles.Colásdepositóel saco juntoa lapuerta,pensandoquenoestaríademásentraraoírunsalmoantesdeseguiradelante.Elprisioneronopodríaescapar,ytodalagenteestabaeneltemplo;yasíentróenél.

—¡Diosmío,Diosmío!—suspirabaColáselChicodentrodelsaco,retorciéndosey volviéndose, sin lograr soltarse.Mas he aquí que acertó a pasar un pastor muyviejo, de cabello blanco y que caminaba apoyándose en un bastón. Conducía unamanadadevacasybueyes,quealpasar,volcaronel sacoqueencerrabaaColáselChico.

—¡Diosmío!—continuabasuspirandoelprisionero—.¡Tanjovenytenerqueiralcielo!

—Encambio,yo,pobredemí—replicóelpastor—,nopuedoir,apesardesertanviejo.

—Abre el saco —gritó Colás—, métete en él en mi lugar, y dentro de pocoestarásenelParaíso.

—¡Demil amores!—respondió el pastor, desatando la cuerda. Colás el Chicosaliódeunbrincodesuprisión.

—¿Querráscuidardemiganado?—preguntóleelviejo,metiéndoseasuvezenelsaco.Colásloatófuertemente,yluegosealejóconlamanada.

Apoco,ColáselGrande salióde la iglesia,y secargóel sacoa la espalda.Allevantarlopareciólequepesabamenosqueantes,pueselviejopastoreramuchomás

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Page 314: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

desmirriado que Colás el Chico. «¡Qué ligero se ha vuelto!», pensó. «Esto es elpremiodehaberoídounsalmo».Yllegándosealrío,queeraprofundoycaudaloso,echóalaguaelsacoconelviejopastor,mientrasgritaba,creídodequeerasurival:

—¡Novolverásaburlartedemí!Yemprendióelregresoasucasa;peroalllegaralcrucededoscaminostopósede

nuevoconColáselChico,queconducíasuganado.—¿Quéesesto?—exclamóasombrado—.¿Peronoteahogué?—Sí—respondióelotro—.Hacecosademediahoraquemearrojastealrío.—¿Ydedóndehassacadoesterebaño?—preguntóColáselGrande.—Sonanimalesdeagua—respondióelChico—.Voyacontarte lahistoriaya

dartelasgraciasporhabermeahogado,puesahorasísoyricodeveras.Tuvemuchomiedocuandoestabaenelsaco,yelvientomezumbóenlosoídosalarrojarmetúdesdeelpuente,yelaguaestabamuyfría.Enseguidamefuial fondo,peronomelastimé,puesestácubiertodelamásmullidahierbaquepuedasimaginar.Tanprontocomo caí se abrió el saco y se me presentó una muchacha hermosísima, con unvestidoblancocomolanieveyunadiademaverdeentornodelhúmedocabello.Metomó lamano yme dijo: «¿Eres tú,Colás elChico?Demomento ahí tienes unascuantas reses; una milla más lejos, te aguarda toda una manada; te la regalo».Entoncesviqueelríoeracomounagrancarreteraparalagentedemar.Porelfondohayungrantránsitodecarruajesypeatonesquevienendelmar,tierraadentro,hastadondeempiezaelrío.Habíafloreshermosísimasylahierbamásverdequehevistojamás.Lospecespasabannadandojuntoamisorejas,exactamentecomolospájarosenel aire. ¡Yquégentemás simpática, yquéganadomásgordo,paciendopor lashondonadasylosribazos!

—¿Yporquéhasvueltoalatierra?—preguntóColáselGrande.Yonolohabríahecho,sitanbienseestabaalláabajo.

—Sí—respondióelotro—,perosemeocurrióunagranidea.Yahasoídoloquetedije:ladoncellamerevelóqueunamillacaminoabajo—yporcaminoentendíaelrío,puesellosnopuedensaliraotrositio—meaguardabatodaunamanadadevacas.Peroyosémuybienqueelríodescribemuchascurvas,oraaquí,oraallá;eselcuentodenuncaacabar.Encambio,yendoportierrasepuedeacertarelcamino;meahorroasícasimediamilla,yllegomuchoantesallugardondeestáelganado.

—¡Qué suerte tienes! —exclamó Colás el Grande—. ¿Piensas que me daríantambiénganado,sibajasealfondodelrío?

—Seguro—respondióColás el Chico—, pero yo no puedo llevarte en el sacohastaelpuente,pesasdemasiado.Siteconformas,conirallíapieyluegometerteenelsaco,tearrojarealríoconmuchogusto.

—Muchasgracias—asintióelotro—.Perosicuandoestéabajonomedannada,tezurrarédelolindo;ynocreasquehabloenbroma.

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Page 315: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¡Bah!¡Notelotomestanapecho!—yseencaminaronlosdosalrío.Cuandoelganado,queandabasediento,vioelagua,echóacorrerhaciaellaparacalmarlased.

—¡Fíjatecómoseprecipitan!—observóColáselChico—.Biensevequequierenvolveralfondo.

—Sí,ayúdame—dijoeltonto—;delocontrariovasallevarpalo—.Ysemetióenungransacoqueveníaatravesadosobreeldorsodeunodelosbueyes.

—Ponledentrounapiedra,nofueracasoquequedaseflotando—añadió.—Perfectamente —dijo el Chico, e introduciendo en el saco una voluminosa

piedra,loatófuertementey,¡pum!,ColáselGrandesalióvolandoporlosaires,yenuninstantesehundióenelrío.«Metemoquenoencuentreselganado»,dijoelotroColás,emprendiendoelcaminodecasaconsumanada.

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Elpatitofeo

(Dengrimmeælling)

¡Quéhermosaestabalacampiña!Habíallegadoelverano:eltrigoestabaamarillo;laavena,verde;lahierbadelosprados,cortadaya,quedabarecogidaenlospajares,en cuyos tejados se paseaba la cigüeña, con sus largas patas rojas, hablando enegipcio,queeralalenguaqueleenseñarasumadre.Rodeabanloscamposypradosgrandes bosques, y entre los bosques se escondían lagos profundos. ¡Qué hermosaestaba lacampiña!Bañadaporelsol levantábaseunamansiónseñorial, rodeadadehondos canales, y desde el muro hasta el agua crecían grandes plantas trepadorasformandounabóvedatanaltaquedentrodeellapodíaestardepieunniñopequeño,mas por dentro estaba tan enmarañado, que parecía el interior de un bosque. Enmediodeaquellamaleza,unagansa,sentadaenelnido,incubabasushuevos.Estabayaimpaciente,pues¡tardabantantoensalirlospolluelos,yrecibíatanpocasvisitas!

Los demás patos preferían nadar por los canales, en vez de entrar a hacerlecompañíaycharlarunrato.

Por fin empezaron a abrirse los huevos, uno tras otro. «¡Pip, pip!», decían lospequeños;lasyemashabíanadquiridovidaylospatitosasomabanlacabecitaporlacáscararota.

—¡Cuac,cuac!—gritabancontodassusfuerzas,mirandoatodosladosporentrelasverdeshojas.Lamadrelosdejaba,pueselverdeesbuenoparalosojos.

—¡Qué grande es el mundo! —exclamaron los polluelos, pues ahora teníanmuchomássitioqueenelinteriordelhuevo.

—¿Creéis que todo el mundo es esto? —dijo la madre—. Pues andáis muyequivocados.Elmundoseextiendemuchomáslejos,hastaelotroladodeljardín,yse mete en el campo del cura, aunque yo nunca he estado allí. ¿Estáis todos?—prosiguió,incorporándose—.Puesno,nolostengotodos;elhuevogordotenosehaabiertoaún.¿Vaatardarmucho?¡Yaestoyhastalacoronilladetantoesperar!

—Bueno,¿quétalvamos?—preguntóunaviejagansaqueveníadevisita.—¡Estehuevoqueno terminanunca!—respondió la clueca—.Noquiere salir.

Peromiralosdemáspatitos:¿verdadquesonlindos?Todosseparecenasupadre;yelsinvergüenzanovieneaverme.

—Déjameverelhuevoquenoquiereromper—dijolavieja—.Creéme,estoesunhuevodepava;tambiénamimeengañaronunavez,ypasémuchasfatigasconlospolluelos, pues le tienen miedo al agua. No pude con él; me desgañité y lo puseverde,perotodofueinútil.Averelhuevo.Sí,esunhuevodepava.Déjaloyenseñaalosotrosanadar.

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—Lo empollaré un poquitín más—dijo la clueca—. ¡Tanto tiempo he estadoencimadeél,quebienpuedoesperarotropoco!

—¡Cómoquieras!—contestólaotra,despidiéndose.Alfinsepartióelhuevo.«¡Pip,pip!»hizoelpolluelo,saliendodelacáscara.Era

gordoyfeo;lagansasequedómirándolo:—Es un pato enorme—dijo—; no se parece a ninguno de los otros; ¿será un

pavo? Bueno, pronto lo sabremos; del agua no se escapa, aunque tenga quezambullirseatrompazos.

El día siguiente amaneció espléndido; el sol bañaba las verdes hojas de laenramada. Lamadre se fue con toda su prole al canal y, ¡plas!, se arrojó al agua.«¡Cuac,cuac!»—gritaba,yunpolluelotrasotrosefueronzambullendotambién;elagua les cubrió la cabeza, pero enseguida volvieron a salir a flote y se pusieron anadartanlindamente.Laspatitassemovíanporsísolasytodoschapoteaban,inclusoelúltimopolluelogordoteyfeo.

—Puesnoespavo—dijolamadre—.¡Fíjatecómomuevelaspatas,yquébiensesostiene!Eshijomío,nohayduda.Enelfondo,sibiensemira,notienenadadefeo,alcontrario.¡Cuac,cuac!Venidconmigo,osenseñaréelgranmundo,ospresentaréalospatosdelcorral.Peronoosalejéisdemilado,nofuesequealguienosatropellase;y¡muchocuidadoconelgato!

Yseencaminaronalcorraldelospatos,dondehabíaunbarulloespantoso,puesdosfamiliassedisputabanunacabezadeanguila.Yalfinfueelgatoquiensequedóconella.

—¿Veis?Asívaelmundo—dijolagansamadre,afilándoseelpico,puestambiénellahubieraqueridopescarelbotín—.¡Servíosdelaspatas!yaversiosdespabiláis.Id a hacer una reverencia a aquel pato viejo de allí; es elmás ilustre de todos lospresentes;esderazaespañola,poresoestátangordo.Vedlacintacoloradaquellevaenlapata;eslamayordistinciónquepuedeotorgarseaunpato.Esparaquenosepierda y para que todos lo reconozcan, personas y animales. ¡Ala, sacudiros! Nometáis los pies para dentro. Los patitos bien educados andan con las piernasesparrancadas, como papá ymamá. ¡Así!, ¿veis?Ahora inclinad el cuello y decir:«¡cuac!».

Todosobedecieron,mientraslosdemásgansosdelcorrallosmiraban,diciendoenvozalta:

—¡Vaya! sólo faltabanéstos; ¡cómosino fuésemosyabastantes!Y, ¡quéasco!Fijaosenaquelpollito:¡aésesíquenolotoleramos!—.Yenseguidaseadelantóungansoylepropinóunpicotazoenelpescuezo.

—¡Déjaloenpaz!—exclamólamadre—.Nomolestaanadie.—Sí,peroesgordoteyextraño—replicóelagresor—;habráquesacudirlo.—Tieneustedunoshijosmuyguapos,señora—dijoelviejodelapatavendada

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—. Lástima de este gordote; ése sí que es un fracaso. Me gustaría que pudieseretocarlo.

—Nopuedeser,Señoría—dijolamadre—.Ciertoquenoeshermoso,perotienebuencorazónynadatanbiencomolosdemás;inclusodiríaquemejor.Mefiguroquealcrecersearreglará,yqueconeltiempoperderávolumen.Estuvomuchosdíasenelhuevo, y por eso ha salido demasiado robusto —. Y con el pico le pellizcó elpescuezo y le alisó el plumaje—. Además, es macho —prosiguió—, así que noimportagrancosa.Estoyseguradequeseráfuerteysedespabilará.

—Losdemáspolluelossonencantadoresdeveras—dijoelviejo—.Considéreseustedencasa;ysiencuentraunacabezadeanguila,hagaelfavordetraérmela.

Ydeestemodotomaronposesióndelacasa.Elpobrepatitofeonorecibíasinopicotazosyempujones,yeraelblancodelas

burlasdetodos,lomismodelosgansosquedelasgallinas.«¡Quéridículo!»,sereíantodos,yelpavo,queporhabervenidoalmundoconespolonessecreíaelemperador,se henchía como un barco a toda vela y arremetía contra el patito, con la cabezacoloradade rabia.Elpobreanimalitonuncasabíadóndemeterse;estabamuy tristeporserfeoyporqueeralachacotadetodoelcorral.

Asítranscurrióelprimerdía;peroenlossucesivoslascosassepusieronaúnpeor.Todosacosabanalpatito;inclusosushermanoslotratabanbrutalmente,ynocesabande gritar: —¡Así te pescara el gato, bicho asqueroso!; y hasta la madre deseabaperderlodevista.Lospatoslopicoteaban;lasgallinaslogolpeaban,ylamuchachaencargadaderepartirelpiensoloapartabaapuntapiés.

Al fin huyó, saltando la cerca; los pajarillos de la maleza se echaron a volar,asustados. «¡Huyen porque soy feo!», dijo el pato, y, cerrando los ojos, siguiócorriendo a ciegas. Así llegó hasta el gran pantano, donde habitaban los patossalvajes;cansadoydolorido,pasóallílanoche.

Por la mañana, los patos salvajes, al levantar el vuelo, vieron a su nuevocampañero: —. ¿Quién eres? —le preguntaron, y el patito, volviéndose en todasdirecciones,lossaludóatodoslomejorquesupo.

—¡Eresunespantajo!—exclamaronlospatos—.Perononosimporta,contalquenotecasesennuestrafamilia—.¡Elinfeliz!Loúltimoquepensabaeraencasarse,dábasepormuysatisfechoconquelepermitiesenecharseenelcañaveralybeberunpocodeaguadelpantano.

Así transcurrieron dos días, al cabo de los cuales se presentaron dos gansossalvajes,machos losdos,parasermásprecisos.Nohacíamuchoquehabíansalidodelcascarón;poresoerantanimpertinentes.

—Oye, compadre —le dijeron—, eres tan feo que te encontramos simpático.¿Quieresvenirteconnosotrosyemigrar?Cercadeaquí,enotropantano,vivenunasgansas salvajes muy amables, todas solteras, y saben decir «¡cuac!». A lo mejor

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tieneséxito,aunsiendotanfeo.¡Pim, pam!, se oyeron dos estampidos: los dosmachos cayeronmuertos en el

cañaveral, y el agua se tiñó de sangre. ¡Pim, pam!, volvió a retumbar, y grandesbandadasdegansossalvajesalzaronelvuelodeentrelamaleza,mientrasserepetíanlos disparos. Era una gran cacería; los cazadores rodeaban el cañaveral, y algunosaparecían sentados en las ramas de los árboles que lo dominaban; se formabannubecillasazuladasporentreelespesordelramaje,cerniéndoseporencimadelagua,mientraslosperrosnadabanenelpantano,¡plas,plas!,yjuncosycañasseinclinabandetodoslados.¡Quésustoparaelpobrepatito!Inclinólacabezaparameterlabajoelala,yenaquelmismomomentoviojuntoasíunhorribleperrazoconmediopalmodelenguafuerayunaexpresiónatrozenlosojos.Alargóelhocicohaciaelpatito,leenseñólosagudosdientesy,¡plas,plas!sealejósincogerlo.

—¡Loado sea Dios! —suspiró el pato—. ¡Soy tan feo que ni el perro quisomorderme!

Yseestuvomuyquietecito,mientraslosperdigonessilbabanporentrelascañasyseguíansonandolosdisparos.

Hastamuy avanzado el día no se restableció la calma;mas el pobre seguía sinatreverse a salir.Esperóaúnalgunashoras: luegoechóunvistazoa su alrededoryescapódelpantanoatodalavelocidadquelepermitieronsuspatas.Corrióatravésdecamposyprados,bajounatempestadquelehacíamuydifícillahuida.

Alanochecerllegóaunapequeñachozadecampesinos;estabatanruinosa,queno sabía de qué lado caer, y por eso se sostenía en pie. El viento soplaba con talfuerzacontraelpatito,queéstetuvoquesentarsesobrelacolaparaafianzarseynoser arrastrado. La tormenta arreciabamás ymás. Al fin, observó que la puerta sehabíasalidodeunodelosgoznesydejabaespacioparacolarseenelinterior;yestoesloquehizo.

Vivía en la choza una vieja con su gato y su gallina. El gato, al que llamaba«hijito», sabía arquear el lomo y ronronear, e incluso desprendía chispas si se lefrotaba a contrapelo. La gallina tenía las patas muy cortas, y por eso la vieja lallamaba«tortitapaticorta»;peroeramuybuenaponedora,ysudueñalaqueríacomoaunahija.

Por la mañana se dieron cuenta de que había llegado un forastero, y el gatoempezóaronronear,ylagallina,acloquear.

—¿Quépasa?—dijolaviejamirandoasualrededor.Comonoveíabien,creyóqueeraungansocebadoquesehabríaextraviado—.¡Nosecazantodoslosdías!—exclamó—.Ahoratendréhuevosdepato.¡Contalquenoseaunmacho!Habráqueprobarlo.

Ypusoalpatitoapruebaporespaciodetressemanas;peronosalieronhuevos.Elgato era el mandamás de la casa, y la gallina, la señora, y los dos repetían

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Page 320: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

continuamente:—¡Nosotrosyelmundo!—convencidosdequeelloseran lamitaddeluniverso,yaúnlamejor.Elpatitopensabaquepodíaopinarsedeotromodo,perolagallinanoledejabahablar.

—¿Sabesponerhuevos?—lepreguntó.—No.—¡Entoncescierraelpico!Yelgato:—¿Sabesdoblarelespinazoyronronearyecharchispas?—No.—Entoncesnopuedesopinarcuandohablanpersonasdetalento.Elpatito fueaacurrucarseenun rincón,malhumorado.Deprontoacordósedel

airelibreydelaluzdelsol,yleentrarontalesdeseosdeirseanadaralagua,quenopudoreprimirseyselodijoalagallina.

—¿Qué mosca te ha picado? —le replicó ésta—. Como no tienes ningunaocupación,teentranestosantojos.¡Ponhuevosoronronea,veráscomosetepasan!

—¡Peroestanhermosonadar!—insistióelpatito—.¡Datantogustozambullirsedecabezahastatocarelfondo!

—¡Hay gustos que merecen palos! —respondió la gallina—. Creo que hasperdidolachaveta.Preguntaalgato,queeslapersonamássabiaqueconozco,silegustanadarozambullirseenelagua.Yyanohablodemí.Pregúntalosiquieresaladueña, la vieja; en el mundo entero no hay nadie más inteligente. ¿Crees que leapetecenadarymeterseenelagua?

—¡Nomecomprendéis!—suspiróelpatito.—¿Quénotecomprendemos?¿Quiénlohará,entonces?Nopretenderássermás

listoqueelgatoylamujer,¡ynohablemosyademí!Notengasesoshumos,criatura,y da gracias al Creador por las cosas buenas que te ha dado. ¿No vives en unahabitaciónbiencalentita,encompañíadequienpuedeenseñartemucho?Peroeresuncharlatán y no da gusto tratar contigo. Créeme, es por tu bien que te digo cosasdesagradables; ahí se conoce a los verdaderos amigos. Procura poner huevos oronronear,oaprendeadespedirchispas.

—CreoquememarcharéporesosmundosdeDios—dijoelpatito.—Eslomejorquepuedeshacer—respondiólelagallina.Y el patito se marchó; se fue al agua, a nadar y zambullirse, pero, todos los

animaleslodespreciabanporsufealdad.Llegóelotoño:enelbosque,lashojassevolvieronamarillasypardas,yelviento

las arrancaba y arremolinaba, mientras el aire iba enfriándose por momentos;cerníanse las nubes, llenas de granizo y nieve, y un cuervo, posado en la valla,gritaba:«¡au,au!»,depurofrío.Sólodepensarloleentranaunoescalofríos.Elpobrepatitolopasabamuymal,realmente.

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Un atardecer, cuando el sol se ponía ya, llegó toda una bandada de grandes ymagníficasaves,quesalierondeentrelosmatorrales;nuncahabíavistonuestropatoaves tan espléndidas. Su blancura deslumbraba y tenían largos y flexibles cuellos;erancisnes.Suchillidoeraextraordinario,y,desplegandolaslargasalasmajestuosas,emprendieronelvuelo,marchándosedeaquellastierrasfríashaciaotrasmáscálidasyhacia lagosdespejados.Eleváronseagranaltura,yel feopatitoexperimentóunasensaciónextraña;giróenelaguacomounarueda,y,alargandoelcuellohaciaellas,soltó un grito tan fuerte y raro, que él mismo se asustó. ¡Ay!, no podía olvidaraquellasaveshermosasyfelices,yencuantodejódeverlas,sehundióhastaelfondodelpantano.Alvolveralasuperficieestabacomofueradesí.Ignorabasunombreyhaciadondesedirigían,y,no,obstante,sentíaungranafectoporellas,comonolohabía sentido, por nadie. No las envidiaba. ¡Cómo se le hubiera podido ocurrir eldeseo de ser como ellas! Habríase dado por muy satisfecho con que lo hubiesentoleradolospatos,¡pobrecillo!,feocomoera.

Era invierno, y el frío arreciaba; el patito se veía forzado a nadar sin descansopara no entumecerse; mas, por la noche, el agujero en que flotaba se reducíaprogresivamente.Helabatanto,quesepodíaoírelcrujidodelhielo;elanimalitoteníaque estarmoviendo constantemente las patas para impedir que se cerrase el agua,hastaquelorindióelcansancio,y,alquedarsequieto,loaprisionóelhielo.

Por lamañana llegóuncampesino,y, aldarsecuentade loocurrido, rompióelhieloconunzuecoy,cogiendoelpatito,lollevóasumujer.Enlacasasereanimóelanimal.

Losniñosquerían jugar conél, pero elpatito, creyendoque ibanamaltratarlo,saltó asustado en medio de la lechera, salpicando de leche toda la habitación. Lamujersepusoagritaryaagitarlasmanos,conloqueelavesemetiódeunsaltoenlamantequera,y,deella,eneljarrodelaleche¡yyoquésédónde!¡Quéconfusión!La mujer lo perseguía gritando y blandiendo las tenazas; los chiquillos corrían,saltandoporencimade los trastos,paracazarlo,entrerisasybarullo.Suerteque lapuertaestabaabiertaypudorefugiarseentrelasramas,enlanievereciéncaída.Allísequedó,rendido.

Seríademasiadotristenarrartodaslasprivacionesylamiseriaquehubodesufrirnuestropatitoduranteaquelduroinvierno.

Lopasóenelpantano,entrelascañas,yallíloencontróelsolcuandovolvióelbuentiempo.Lasalondrascantaban,ydespertó,espléndida,laprimavera.

Entonces el patito pudo batir de nuevo las alas, que zumbaron con mayorintensidadqueantesy losostuvieronconmás fuerza;yantesdequepudieradarsecuenta, encontróse en un gran jardín, donde los manzanos estaban en flor, y lasfragantes lilas curvaban sus largas ramas verdes sobre los tortuosos canales. ¡Oh,aquello sí que era hermoso, con el frescor de la primavera! De entre las matas

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salieronenaquelmomentotrespreciososcisnesaleteandoyflotandolevementeenelagua.Elpatitoreconocióaaquellasbellasavesysesintióacometidodeunaextrañatristeza.

—¡Quiero irmeconellos,volaral ladodeesasavesespléndidas!Memataránapicotazospormiosadía:feocomosoy,nodeberíaacercarmeaellos.Peroiré,paseloquepase.Mejorsermuertoporellosquevermevejadoporlospatos,aporreadoporlospollos,rechazadoporlacriadadelcorralyvermeobligadoasufrirprivacioneseninvierno. Con un par de aletazos se posó en el agua, y nadó hacia los hermososcisnes. Éstos al verle, corrieron a su encuentro con gran ruido de plumas. —¡Matadme!—gritóelanimalito,agachandolacabezayaguardandoelgolpefatal—.Pero,¿quéesloquevioreflejadoenlalímpidaagua?Erasupropiaimagen;vioquenoeraunavedesgarbado, torpeydecolornegruzco,feayrepelente,sinouncisnecomoaquéllos.

¡Quéimportahabernacidoenuncorraldepatos,cuandosehasalidodeunhuevodecisne!

Entonces recordó con gozo todas las penalidades y privaciones pasadas; sóloahoracomprendíasufelicidad,antelamagnificenciaquelorodeaba.

Loscisnesmayoresdescribíancírculosasualrededor,acariciándoloconelpico.Presentáronseluegoeneljardínvariosniños,queecharonalaguapanygrano,y

elmáspequeñogritó:—¡Hayunonuevo!Ysuscompañeros,alborozados,exclamarontambién,haciéndolecoro:—¡Sí,havenidounonuevo!Ytodofueronaplausos,ybailes,ybrincos;ycorriendoluegoalencuentrodesus

padres,volvieronapococonpanybollos,queecharonalagua,mientrasexclamaban:—Elnuevoeselmásbonito;¡tanjovenyprecioso!—.Yloscisnesmayoresse

inclinaronanteél.Peroélsesentíaavergonzado,yocultólacabezabajoelala;nosabíaquéhacer,

¡eratanfeliz!,peronipizcadeorgulloso.Recordabalasvejacionesypersecucionesdequehabíasidoobjeto,yheaquíqueahoradecíanqueeralamáshermosaentrelasaveshermosasdelmundo.Hastalaslilasbajaronsusramasasuencuentro,yelsolbrilló, tibio y suave. Crujieron entonces sus plumas, irguióse su esbelto cuello y,rebosanteelcorazón,exclamó:

—¡Cómopodíasoñartantafelicidad,cuandonoeramásqueunpatitofeo!

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Pulgarcita

(Tommelise)

Éraseunamujerqueanhelabatenerunniño,peronosabíadóndeirloabuscar.Alfinsedecidióaacudiraunaviejabrujayledijo:

—Megustaríamuchotenerunniño;dimecómolohedehacer.—Sí,serámuyfácil—respondiólabruja—.Ahítienesungranodecebada;noes

comolaquecreceenelcampodellabriego,nilaquecomenlospollos.Plántaloenunamacetayverásmaravillas.

—Muchasgracias—dijolamujer;diodocesueldosalaviejaysevolvióacasa;sembróelgranodecebada,ybrotóenseguidaunaflorgrandeyespléndida,parecidaauntulipán,sóloqueteníalospétalosapretadamentecerrados,cualsifuesetodavíauncapullo.

—¡Qué flor tan bonita! —exclamó la mujer, y besó aquellos pétalos rojos yamarillos;yenelmismomomentoenquelostocaronsuslabios,abrióselaflorconunchasquido.Eraenefecto,untulipán,ajuzgarporsuaspecto,peroenelcentrodelcáliz,sentadasobrelosverdesestambres,veíaseunaniñapequeñísima,lindaygentil,nomáslargaqueundedopulgar;poresolallamaronPulgarcita.

Le dio por cuna una preciosa cáscara de nuez, muy bien barnizada; azuleshojuelasdevioletafueronsucolchón,yunpétaloderosa,elcubrecama.Allídormíadenoche,ydedía jugabasobre lamesa,en lacual lamujerhabíapuestounplatoceñido conunagran coronade flores, cuyospeciolos estaban sumergidos en agua;unahojadetulipánflotabaamododebarquilla,enlaquePulgarcitapodíanavegardeunbordealotrodelplato,usandocomoremosdosblancascrinesdecaballo.Eraunamaravilla.Ysabíacantar,además,convoztandulceydelicadacomojamássehayaoído.

Unanoche,mientraslapequeñueladormíaensucamita,presentóseunsapo,quesaltóporuncristalrotodelaventana.Erafeo,gordoteyviscoso;yvinoasaltarsobrelamesadondePulgarcitadormíabajosurojopétaloderosa.

«¡Seríaunabonitamujerparamihijo!»,dijoseelsapo,y,cargandoconlacáscaradenuezenquedormíalaniña,saltóaljardínporelmismocristalroto.

Cruzabaeljardínunarroyo,anchoydeorillaspantanosas;unverdaderocenagal,yallívivíaelsapoconsuhijo.¡Uf!,¡yquéfeoyasquerosoeraelbicho!¡igualquesupadre!«Croak,croak,brekkerekekex!»,fuetodoloquesupodecircuandovioalaniñitaenlacáscaradenuez.

—Hablamásquedo,novayasadespertarla—leadvirtióelviejosapo—.Aúnsenospodríaescapar,puesesligeracomounplumóndecisne.Lapondremossobreun

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pétalodenenúfarenmediodelarroyo;allíestarácomoenunaisla,ligeraymenuditacomoes,ynopodráhuirmientrasnosotrosarreglamoslasalaquehadeservuestrahabitacióndebajodelcenagal.

Crecíanenmediodelríomuchosnenúfares,deanchashojasverdes,queparecíannadarenlasuperficiedelagua;elmásgrandedetodoseratambiénelmásalejado,yésteeligióelviejosapoparadepositarencimalacáscaradenuezconPulgarcita.

Cuando se hizo de día despertó la pequeña, y al ver donde se encontrabaprorrumpióalloraramargamente,puesportodasparteselaguarodeabalagranhojaverdeynohabíamododeganartierrafirme.

Mientrastanto,elviejosapo,alláenelfondodelpantano,arreglabasuhabitacióncon juncosy floresamarillas;habíaqueadornarlamuybienpara lanuera.Cuandohubo terminado nadó con su feo hijo hacia la hoja en que se hallaba Pulgarcita.Queríantrasladarsulindolechoalacámaranupcial,antesdequelanoviaentraraenella.Elviejosapo,inclinándoseprofundamenteenelagua,dijo:

—Aquítepresentoamihijo;serátumarido,yviviréismuyfelicesenelcenagal.—¡Coax,coax,brekkerekekex!—fuetodoloquesupoañadirelhijo.Cogieronla

graciosa camita y echaron a nadar con ella; Pulgarcita se quedó sola en la hoja,llorando,puesnopodíaavenirseavivirconaquelrepugnantesaponiaaceptarpormaridoasuhijo,tanfeo.

Lospececillosquenadabanpor allí habíanvisto al sapoyoído suspalabras, yasomaban las cabezas, llenos de curiosidad por conocer a la pequeña.Al verla tanhermosa,lesdiolástimaylesdolióquehubiesedevivirentreellodo,encompañíadelhorriblesapo.¡Habíaqueimpedirloatodacosta!Sereunierontodosenelagua,alrededordel verde talloque sostenía lahoja, lo cortaroncon losdientesy lahojasalióflotandoríoabajo,llevándoseaPulgarcitafueradelalcancedelsapo.

Ensubarquilla,Pulgarcitapasópordelantedemuchasciudades,ylospajaritos,alverladesdesuszarzas,cantaban:«¡Quéniñamáspreciosa!».Ylahojaseguíasurumbosindetenerse,yasísalióPulgarcitadelasfronterasdelpaís.

Una bonita mariposa blanca, que andaba revoloteando por aquellos contornos,vino apararse sobre lahoja, pues lehabíagustadoPulgarcita.Ésta se sentía ahoramuy contenta, libre ya del sapo; por otra parte, ¡era tan bello el paisaje! El solenviabasusrayosalrío,cuyasaguasrefulgíancomooropurísimo.Laniñasedesatóelcinturón,atóunextremoentornoalamariposayelotroalahoja;yasílabarquillaavanzabamuchomásrápida.

Másheaquíquepasóvolandoungranabejorro,y,alverla,rodeóconsusgarrassu esbelto cuerpecito y fue a depositarlo en un árbol,mientras la hoja de nenúfarseguía flotando amercedde la corriente, remolcadapor lamariposa, quenopodíasoltarse.

¡QuésustoeldelapobrePulgarcita,cuandoelabejorroselallevóvolandohacia

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Page 325: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

elárbol!Loquemáslaapenabaeralalindamariposablancaatadaalpétalo,puessino lograba soltarsemoriríadehambre.Alabejorro, encambio, le teníaaquello sincuidado.Posóseconsucargaenlahojamásgrandeyverdedelárbol,regalóalaniñacon el dulce néctar de las flores y le dijo que eramuy bonita, aunque en nada separecíaaunabejorro.Mástardellegaronlosdemáscompañerosquehabitabanenelárbol; todos querían verla. Y la estuvieron contemplando, y las damitas abejorrasexclamaron,arrugandolasantenas:

—¡Sólo tienedospiernas; quémiseria!—¡No tiene antenas!—observóotra—.¡Quétallamásdelgada,pareceunhombre!¡Uf,quefea!—decíantodaslasabejorras.

Y,sinembargo,Pulgarcitaeralindísima.Asílopensabatambiénelabejorroquela había raptado; pero viendo que todos los demás decían que era fea, acabó porcreérseloyyanolaquiso.Podíamarcharseadondeleapeteciera.Labajó,pues,alpiedelárbol,yladepositósobreunamargarita.Lapobresequedóllorando,pueseratanfeaquenilosabejorrosqueríansabernadadeella.Ylaverdadesquenosehavistocosamásbonita,exquisitaylímpida,tantocomoelmásbellopétaloderosa.

Todo el verano se pasó la pobre Pulgarcita completamente sola en el inmensobosque. Trenzóse una cama con tallos de hierbas, que suspendió de una hoja deacedera,pararesguardarsedelalluvia;paracomerrecogíanéctardelasfloresybebíadel rocío que todas las mañanas se depositaba en las hojas. Así transcurrieron elveranoyelotoño;peroluegovinoelinvierno,elfríoylargoinvierno.Lospájaros,que tan armoniosamente habían cantado, semarcharon; los árboles y las flores sesecaron;lahojadeacederaquelehabíaservidodecobijosearrugóycontrajo,ysóloquedó un tallo amarillo y marchito. Pulgarcita pasaba un frío horrible, pues teníatodos los vestidos rotos; estaba condenada a helarse, frágil y pequeña como era.Comenzóanevar,ycadacopodenievequelecaíaencimaeracomosianosotrosnosecharan toda una palada, pues nosotros somos grandes, y ella apenas medía unapulgada.Envolvióseenunahojaseca,peronoconseguíaentrarencalor;tiritabadefrío.

Junto al bosque extendíase un gran campo de trigo; lo habían segado hacíatiempo,y sóloasomabande la tierrahelada los rastrojosdesnudosy secos.Para lapequeñaeracomounnuevobosque,porelqueseadentró,y ¡cómo tiritaba!Llegófrentealapuertadelratóndecampo,queteníaunagujeritodebajodelosrastrojos.Allí vivía el ratón, bien calentitoy confortable, conunahabitación llenadegrano,unamagníficacocinayuncomedor.LapobrePulgarcitallamóalapuertacomounapordiosera y pidió un trocito de granode cebada, pues llevaba dos días sin probarbocado..

—¡Pobrepequeña!—exclamóelratón,queerayaviejo,ybuenoenelfondo—,entra en mi casa, que está bien caldeada y comerás conmigo—. Y como le fuesesimpáticaPulgarcita,ledijo:—Puedespasarelinviernoaquí,siquierescuidardela

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Page 326: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

limpiezademicasa,ymeexplicascuentos,quemegustanmucho.Pulgarcitahizoloqueelviejoratónlepedíaylopasólamardebien.—Hoytendremosvisita—dijoundíaelratón—.Mivecinosuelevenirtodaslas

semanasaverme.Esaúnmásricoqueyo;tienegrandessalonesyllevaunahermosacasacade terciopelonegro.Si loquisieraspormaridonada te faltaría.Sóloque esciego;habrásdeexplicarlelashistoriasmásbonitasquesepas.

PeroaPulgarcitaleinteresabamuypocoelvecino,pueserauntopo.Éste vino, en efecto, de visita, con su negra casaca de terciopelo. Era rico e

instruido, dijo el ratón de campo; tenía una casa veinte vecesmayor que la suya.Ciencia poseía mucha, mas no podía sufrir el sol ni las bellas flores, de las quehablabacondesprecio,puesno,lashabíavistonunca.

Pulgarcita hubo de cantar, y entonó «El abejorro echó a volar» y «El frailedescalzovacampoatravés».Eltoposeenamoródelaniñaporsuhermosavoz,peronadadijo,pueseracircunspecto.

Poco anteshabía excavadouna largagalería subterráneadesde su casa a la delvecinoe invitó al ratóny aPulgarcita apasearpor ella siempreque lesviniese engana.Advirtiólesquenodebíanasustarsedelpájaromuertoqueyacíaenelcorredor;eraunpájaroentero,conplumasypico,queseguramentehabíafallecidopocoantesyestabaenterradojustamenteenellugardondehablaabiertosugalería.

El topo cogió con la boca un pedazo demadera podrida, pues en la oscuridadrelucecomofuego,y,tomandoladelantera,lesalumbróporellargoyoscuropasillo.Alllegaralsitiodondeyacíaelpájaromuerto,eltopoapretóelanchohocicocontrael techo y, empujando la tierra, abrió un orificio para que entrara luz. En el suelohabía una golondrinamuerta, las hermosas alas comprimidas contra el cuerpo, laspatasy lacabezaencogidasbajoel ala.La infelizavecillahabíamuertode frío.APulgarcitaseleencogióelcorazón,puesqueríamuchoalospajarillos,quedurantetodoelveranohabíanestadocantandoygorjeandoasualrededor.Peroeltopo,consucortapata,diounempujónalagolondrinaydijo:

—Éstayanovolveráachillar.¡Quépena,nacerpájaro!ADiosgracias,ningunodemishijosloserá.¿Quétienenestosdesgraciados,fueradesuquivit,quivit?¡Vayahambrelaquepasaneninvierno!

—Habláis como un hombre sensato —asintió el ratón—. ¿De qué le sirve alpájarosucantocuandollegaelinvierno?Paramorirdehambreydefrío,éstaeslaverdad;perohayquienloconsideraunagrancosa.

Pulgarcitanodijoestabocaesmía,perocuandolosotrosdoshubieronvueltolaespalda, se inclinó sobre la golondrina y, apartando las plumas que le cubrían lacabeza,besósusojoscerrados.

«¡Quién sabe si es aquélla que tan alegremente cantaba en verano!», pensó.«¡Cuántosbuenosratostedebo,mipobrepajarillo!».

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Page 327: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Eltopovolvió,ataparelagujeroporelqueentrabalaluzdeldíayacompañóacasaasusvecinos.AquellanochePulgarcitanopudopegarunojo;saltó,pues,delacama y trenzó con heno una grande y bonita manta, que fue a extender sobre elavecillamuerta;luegolaarropóbien,conblancoalgodónqueencontróenelcuartodelarata,paraquenotuvierafríoenladuratierra.

—¡Adiós,mipajarito!—dijo—.Adiósygraciaspor las canciones conquemealegrabasenverano,cuandotodoslosárbolesestabanverdesyelsolnoscalentabaconsusrayos.

Aplicóentonceslacabezacontraelpechodelpájaroytuvounestremecimiento;pareciólecomosialgolatieraenél.Y,enefecto,eraelcorazón,pueslagolondrinanoestabamuerta,ysísóloentumecida.Elcalorlavolvíaalavida.

En otoño, todas las golondrinas semarchan a otras tierrasmás cálidas; pero sialguna se retrasa, se enfríaycaecomomuerta.Allí sequedaenel lugardondehacaído,ylaheladanievelacubre.

Pulgarcita estaba toda temblorosa del susto, pues el pájaro era enorme encomparaciónconella,quenomedíasinounapulgada.Perocobróánimos,pusomásalgodónalrededordelagolondrina,corrióabuscarunahojadementaqueleservíadecubrecama,ylaextendiósobrelacabezadelave.

Alanochesiguientevolvióaverlaylaencontróviva,peroextenuada;sólotuvofuerzas para abrir los ojos ymirar a Pulgarcita, quien, sosteniendo en lamano untrocitodemaderapodridaafaltadelinterna,laestabacontemplando.

—¡Gracias, mi linda pequeñuela!—murmuró la golondrina enferma—. Ya heentradoencalor;prontohabré recobrado las fuerzasypodrésalirdenuevoavolarbajolosrayosdelsol.

—¡Ay! —respondió Pulgarcita—, hace mucho frío allá fuera; nieva y hiela.Quédateentulechocalentitoyyotecuidaré.

Le trajo agua en una hoja de flor para que bebiese. Entonces la golondrina lecontóquesehabíalastimadounalaenunamataespinosa,yporesonopudoseguirvolandoconla ligerezadesuscompañeras, lascualeshabíanemigradoa las tierrascálidas.Cayóalsuelo,yyanorecordabanadamás,nisabíacómohabíaidoapararallí.

Elpájarosequedótodoelinviernoenelsubterráneo,bajolosamorososcuidadosdePulgarcita,sinquelosupieraneltoponielratón,puesniunoniotropodíansufriralagolondrina.

Nobienllególaprimaverayelsolcomenzóacalentarlatierra,lagolondrinasedespidiódePulgarcita,lacualabrióelagujeroquehabíahechoeltopoeneltechodelagalería.Entróporélunhermosorayodesol,ylagolondrinapreguntóalaniñitasiqueríamarcharseconella;podríamontarsesobresuespalda,ylasdosseiríanlejos,alverdebosque.MasPulgarcitasabíaquesiabandonabaalratónlecausaríamucha

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Page 328: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

pena.—No,nopuedo—dijo.—¡Entonces adiós, adiós, mi linda pequeña! —exclamó la golondrina,

remontandoelvuelohacia la luzdelsol.Pulgarcita lamirópartir,y las lágrimaslevinieronalosojos;pueslehabíatomadomuchoafecto.

—¡Quivit,quivit!—chillólagolondrina,emprendiendoelvuelohaciaelbosque.Pulgarcitasequedósumidaenhonda tristeza.Nolepermitieronyasalira tomarelsol. El trigo que habían sembrado en el campo de encima creció a su vez,convirtiéndoseenunverdaderobosqueparalapobrecriatura,quenomedíamásdeunapulgada.

—Enveranotendrásquecosertetuajuardenovia—ledijoundíaelratón.Eraelcasoquesuvecino,el fastidioso topode lanegrapelliza,habíapedidosumano—.Necesitas ropasde lanaydehilo;hasde tenerprendasdevestidoydecama,paracuandoseaslamujerdeltopo.

Pulgarcitatuvoqueecharmanodelhuso,yelratóncontratóacuatroarañas,quehilabanytejíanparaelladíaynoche.Cadaveladaveníadevisitaeltopo,ysiemprehablabadelomismo:quecuandoterminaseelverano,elsolnoquemaríatanto;quelatierradejaríadearderydeestarduracomounapiedra;yqueentoncessecelebraríalaboda.MasPulgarcitanosealegrabanipizca,puesnopodíasufriralaburridotopo.Cadamañana, a la hora de salir el sol, y cada atardecer, a la hora de ponerse, sedeslizaba fuera, sin hacer ruido, y cuando el viento separaba las espigas,descubriendoelcieloazul, laniñapensabaen lopreciosoquedebíaser todoaquelmundodeluz,ysentíaungrandeseodevolveraverasugolondrina;peroéstanuncaacudía;indudablemente,estaríamuylejos,enelverdebosque.

Alllegarelotoño,Pulgarcitateníalistosuajuar.—Dentro de cuatro semanas será la boda —dijo el ratón. Pero la pequeña,

prorrumpiendoallorar,manifestóquenoqueríaalpesadotopo.—¡Tonterías!—replicóelratón—.Notepongastercaotemorderéconmidiente

blanco.¡Despreciaraunhombretanguapo!¡Nilareinatieneunabrigodeterciopelonegrocomoelsuyo!Ynohablemosdesucocinaysudespensa,quesonlomejordelomejor.TendríasquedargraciasaDiosporlasuertequetienes.

Llegóeldíadelaboda.EltoposepresentóabuscaraPulgarcita,parallevárselaavivirconéldebajodelatierra,dondeyanovolveríaaverlaluzdeldía,alaqueéltenía horror. La pobrecilla estaba desolada. Quiso salir a despedirse del sol, quebañabaaúnlapuertadelacasadelratón.

—¡Adiós,soldemivida!—exclamó—,y,levantandoelcielolosbrazos,avanzóunos pasos por el campo, segado ya y cubierto solamente por los secos rastrojos¡Adiós,adiós!—repitió,abrazandounaflorecitarojaquecrecíaenellugar—.Saludademiparteamiqueridagolondrinasiacertaresaverla.

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Page 329: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¡Quivit, quivit! —oyó en aquel mismo instante encima de su cabeza, y, allevantar los ojos, divisó a la golondrina que pasaba volando. ¡Qué alegría la dePulgarcita,cuandolareconoció!Lecontócuánadisgustosecasabaconelfeotopo,ycómo tendríaquevivirbajo tierra,dondenovería jamás la luzdel sol.Ymientrashablabanopodíacontenerlaslágrimas.

—Se acerca el frío invierno—dijo la golondrina—, me marcho a países máscálidos.¿Quieresvenirteconmigo?¡Móntateenmiespalda!Teatasconelcinturónyhuiremosdelhorrible topoydesuoscuramadriguera;cruzaremos lasmontañasenbuscadetierrascalurosas,dondeelsolesaúnmásbrillantequeaquí,dondereinauneternoveranoycrecenfloresmagníficas.¡Venteconmigo,miqueridaPulgarcita,quemesalvastelavidacuandoyacíacomomuertaeneltenebrososubterráneo!

—¡Sí, me voy contigo!—dijo Pulgarcita. Se sentó sobre el dorso del pájaro,apoyandolospiesensusalasdesplegadas,atóelcinturónaunade lasplumasmásresistentesylagolondrinaechóavolar,remontándoseenelaire,atravésdebosquesymares,porencimademontañaseternamentecubiertasdenieve.Laniñatiritabaenaquelairetanfrío,porloqueseescurrióbajolascalientesplumasdelave,asomandoúnicamentelacabezaparapoderseguiradmirandolasbellezasquesedesplegabanalfondo.

Yllegaronalastierrascálidas,dondeelsolbrillamuchomásesplendorosoqueaquí,elcieloparecemuchomásalto,yen los ribazosysetoscrecenhermosísimosracimosverdesyrojos.Enlosbosquespendenlimonesynaranjas,impregnaelaireuna fragancia demirtos ymenta, y por los caminos corretean niños encantadores,jugandocongrandesyabigarradasmariposas.Perolagolondrinaproseguíasuvuelo,ycadavezeraelespectáculomásbello.Enmitaddeunbosquecillodemajestuososárbolesverdes,albordedeunlagoazul,levantábaseunsoberbiopalaciodemármolblanco,construidoentiemposantiguos.Trepabanparrasporsusaltascolumnas,yenla cima de ellas había muchos nidos de golondrina; uno era la morada de la quetransportabaaPulgarcita.

—Ésta esmi casa—dijo el ave—.Pero si prefieresbuscarteunapara ti en lasfloresquecrecenenelsuelo,tebajaréhastaélylopasarásalasmilmaravillas.

—¡Qué hermosura!—exclamó Pulgarcita, dando una palmada con susmanitasminúsculas.

Yacía allí una gran columna blanca, que se había desplomado y roto en trespedazos, entre los cuales crecían exquisitas flores, blancas también. La golondrinadescendió con Pulgarcita a cuestas y la depositó sobre uno de sus anchos pétalos.Pero,¡quésorpresa!Enelcálizdelaflorhabíaunhombrecilloblancoytransparente,comodecristal;llevabaenlacabezaunalindísimacoronadeoro,ydesushombrossalíandosdiáfanasalas;yelpersonajillonoeramayorquePulgarcita.Eraelángeldelaflor.Encadaunamorabaunodeaquellosenanitos,varónohembra;peroaquelera

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Page 330: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

elreydetodos.—¡Diosmío, y quéhermoso!—susurróPulgarcita al oídode la golondrina.El

principitotuvounsustoalveralpájaro,queeraenormeencomparaciónconél,tanmenudoydelicado;peroaldescubriraPulgarcitaquedóencantado:eralamuchachamásbonitadecuantasvierajamás.Sequitódelacabezalacoronadeoroylapusoenla de ella, al tiempo que le preguntaba su nombre y si quería casarse con él. Siaceptaba,seríalareinadetodaslasflores.¡Quédiferenciaentreestepretendienteyelhijodelsapo,yeltopodelapellizanegra!Dijo,pues,quesíalapuestopríncipe,yentonces salió de cada flor una dama o un caballero, tan gentiles que daba gozoverlos.Cadauno trajounregaloaPulgarcita,peroelmejorde todosfueunpardehermosas alas que le ofreció una granmosca blanca; las aplicaron a la espalda dePulgarcita,yenadelantetambiénellapudovolardeflorenflor.Hubogranregocijo,ylagolondrina,desdesunido,lesdedicósusmásbelloscantos,aunqueenelfondoestaba triste, pues quería de todo corazón a Pulgarcita y la apenaba tener quesepararsedeella.

—Yano te llamarásPulgarcita—dijo a la niña el ángel de las flores—.Es unnombremuyfeo,ytúeresmuybonita.TellamaremosMaya.

—¡Adiós, adiós! —cantó la golondrina emprendiendo de nuevo el vuelo conrumboaDinamarca,dondeteníaunniditoencimadelaventanadelacasadeaquelhombreque tantoscuentos sabe.Saludóloconsu«¡quivit,quivit!»,yasí escomoconocemostodaestahistoria.

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Eltrajenuevodelemperador

(Kejserensnyeklæder)

Hacedeestomuchosaños,habíaunEmperadortanaficionadoalostrajesnuevos,quegastabatodassusrentasenvestirconlamáximaelegancia.Noseinteresabaporsussoldadosniporelteatro,nilegustabasalirdepaseoporelcampo,amenosquefueraparalucirsustrajesnuevos.Teníaunvestidodistintoparacadahoradeldía,ydelamismamaneraquesedicedeunrey:«EstáenelConsejo»,denuestrohombresedecía:«ElEmperadorestáenelvestuario».LaciudadenquevivíaelEmperadoreramuyalegreybulliciosa.Todoslosdíasllegabanaellamuchísimosextranjeros,yuna vez se presentaron dos truhanes que se hacían pasar por tejedores, asegurandoque sabían tejer lasmásmaravillosas telas.No solamente los coloresy losdibujoseran hermosísimos, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían lamilagrosavirtuddeser invisiblesa todapersonaqueno fueraaptaparasucargooquefuerairremediablementeestúpida.

—¡Deben ser vestidos magníficos! —pensó el Emperador—. Si los tuviese,podría averiguar qué funcionarios del reino son ineptos para el cargo que ocupan.Podríadistinguirentrelosinteligentesylostontos.Nada,queseponganenseguidaatejerlatela—.Ymandóabonaralosdospícarosunbuenadelantoenmetálico,paraquepusieranmanosalaobracuantoantes.

Ellosmontaron un telar y simularon que trabajaban; pero no tenían nada en lamáquina. A pesar de ello, se hicieron suministrar las sedas más finas y el oro demejorcalidad,queseembolsaronbonitamente,mientrasseguíanhaciendocomoquetrabajabanenlostelaresvacíoshastamuyentradalanoche.

«Megustaríasabersiavanzanconlatela»—,pensóelEmperador.Perohablaunacuestiónqueloteníauntantocohibido,asaber,queunhombrequefueraestúpidooineptoparasucargonopodríaverloqueestabantejiendo.Noesquetemieraporsímismo;sobreestepuntoestabatranquilo;pero,porsiacaso,preferíaenviarprimeroaotro,paracerciorarsedecómoandabanlascosas.Todosloshabitantesdelaciudadestabaninformadosdelaparticularvirtuddeaquellatela,ytodosestabanimpacientesporverhastaquépuntosuvecinoeraestúpidooincapaz.

«Enviaréamiviejoministroaquevisitealostejedores—pensóelEmperador—.Esunhombrehonradoyelmásindicadoparajuzgardelascualidadesdelatela,puestienetalento,ynohayquiendesempeñeelcargocomoél».

El viejo y digno ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por los dosembaucadores, los cuales seguían trabajando en los telares vacíos. «¡Dios nosampare!—pensóelministroparasusadentros,abriendounosojoscomonaranjas—.

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¡Perosinoveonada!».Sinembargo,nosoltópalabra.Los dos fulleros le rogaron que se acercase le preguntaron si no encontraba

magníficoselcoloryeldibujo.Leseñalabaneltelarvacío,yelpobrehombreseguíaconlosojosdesencajados,perosinvernada,puestoquenadahabía.«¡Diossanto!—pensó—.¿Serétontoacaso?Jamáslohubieracreído,ynadietienequesaberlo.¿Esposiblequeseainútilparaelcargo?No,desdeluegonopuedodecirquenohevistolatela».

—¿Qué?¿NodiceVuecencianadadeltejido?—preguntóunodelostejedores.—¡Oh,precioso,maravilloso!—respondióelviejoministromirandoatravésde

loslentes—.¡Quédibujoyquécolores!Desdeluego,diréalEmperadorquemehagustadoextraordinariamente.

—Nos da una buena alegría —respondieron los dos tejedores, dándole losnombresdeloscoloresydescribiéndoleelrarodibujo.ElviejotuvobuencuidadodequedarselasexplicacionesenlamemoriaparapoderrepetirlasalEmperador;yasílohizo.

Losestafadorespidieronentoncesmásdinero,sedayoro,yaquelonecesitabanparaseguirtejiendo.Todofueapararasubolsillo,puesniunahebraseempleóeneltelar,yelloscontinuaron,comoantes,trabajandoenlasmáquinasvacías.

Poco después el Emperador envió a otro funcionario de su confianza ainspeccionarelestadodelatelaeinformarsedesiquedaríaprontolista.Alsegundoleocurrióloquealprimero;miróymiró,perocomoeneltelarnohabíanada,nadapudover.

—¿Verdadqueesunatelabonita?—preguntaronlosdostramposos,señalandoyexplicandoelpreciosodibujoquenoexistía.

«Yonosoytonto—pensóelhombre—,yelempleoquetengonolosuelto.Seríamuyfastidioso.Esprecisoquenadiesedécuenta».Ysedeshizoenalabanzasdelatela que no veía, y ponderó su entusiasmo por aquellos hermosos colores y aquelsoberbiodibujo.

—¡Esdignodeadmiración!—dijoalEmperador.Todos losmoradores de la capital hablaban de lamagnífica tela, tanto, que el

Emperadorquisoverlaconsuspropiosojosantesdequelasacasendeltelar.Seguidodeunamultituddepersonajes escogidos, entre los cuales figuraban los dosprobosfuncionariosdemarras,seencaminóalacasadondeparabanlospícaros,loscualescontinuabantejiendocontodassusfuerzas,aunquesinhebrasnihilados.

—¿Verdad que es admirable? —preguntaron los dos honrados dignatarios—.FíjeseVuestraMajestadenestoscoloresyestosdibujos—yseñalabaneltelarvacío,creyendoquelosdemásveíanlatela.

«¡Cómo! —pensó el Emperador—. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Serétonto?¿Acasonosirvoparaemperador?Seríaespantoso».

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Page 333: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¡Oh,sí,esmuybonita!—dijo—.Megusta, laapruebo—.Yconungestodeagrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada. Todos loscomponentes de su séquito miraban y remiraban, pero ninguno sacaba nada enlimpio;noobstante,todoeraexclamar,comoelEmperador:—¡oh,québonito!—,yle aconsejaron que estrenase los vestidos confeccionados con aquella tela, en laprocesión que debía celebrarse próximamente. —¡Es preciosa, elegantísima,estupenda!—corríadebocaenboca,ytodoelmundoparecíaextasiadoconella.ElEmperadorconcedióunacondecoraciónacadaunodelosdosbellacosparaqueselaprendieranenelojal,ylosnombrótejedoresimperiales.

Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos embaucadoresestuvieronlevantados,condieciséislámparasencendidas,paraquelagenteviesequetrabajaban activamente en la confección de los nuevos vestidos del Soberano.Simularonquitarlateladeltelar,cortarlacongrandestijerasycoserlaconagujassinhebra;finalmente,dijeron:—¡Porfin,elvestidoestálisto!

Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dostruhanes,levantandolosbrazoscomosisostuviesenalgo,dijeron:

—Esto son los pantalones. Ahí está la casaca. —Aquí tenéis el manto… Lasprendas son ligerascomosi fuesende telaraña;unocreeríano llevarnadasobreelcuerpo,masprecisamenteestoeslobuenodelatela.

—¡Sí!—asintierontodosloscortesanos,apesardequenoveíannada,puesnadahabía.

—¿QuieredignarseVuestraMajestadquitarseeltrajequelleva—dijeronlosdosbribones—paraquepodamosvestiroselnuevodelantedelespejo?

QuitóseelEmperadorsusprendas,ylosdossimularonponerlelasdiversaspiezasdel vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Y cogiendo alEmperadorporlacintura,hicieroncomosileatasenalgo,lacolaseguramente;yelMonarcatodoeradarvueltasanteelespejo.

—¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente! —exclamaban todos—.¡Vayadibujoyvayacolores!¡Esuntrajeprecioso!—ElpaliobajoelcualiráVuestraMajestad durante la procesión, aguarda ya en la calle— anunció el maestro deCeremonias.

—Muybien,estoyapunto—dijoelEmperador—.¿Verdadquemesientabien?—y volvióse una vez más de cara al espejo, para que todos creyeran que veía elvestido.

Losayudasdecámaraencargadosdesostenerlacolabajaronlasmanosalsuelocomoparalevantarla,yavanzaronconademándesosteneralgoenelaire;pornadadelmundohubieranconfesadoquenoveíannada.YdeestemodoechóaandarelEmperadorbajoelmagníficopalio,mientraselgentío,desdelacalleylasventanas,decían:

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Page 334: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¡QuépreciosossonlosvestidosnuevosdelEmperador!¡Quémagníficacola!¡Quéhermosoes todo!Nadiepermitíaque losdemássediesencuentadequenadaveía, para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje delMonarcahabíatenidotantoéxitocomoaquél.

¡Perosinollevanada!—exclamódeprontounniñ—.¡Diosbendito,escuchadlavozdelainocencia!—dijosupadre;ytodoelmundosefuerepitiendoaloídoloqueacababadedecirelpequeño.

—¡Nollevanada;esunchiquilloelquedicequenollevanada!—¡Perosinollevanada!—gritó,alfin,elpuebloentero.Aquello inquietóalEmperador,puesbarruntabaqueelpueblo tenía razón;mas

pensó:«Hayqueaguantarhastaelfin».Ysiguiómásaltivoqueantes;ylosayudasdecámaracontinuaronsosteniendolainexistentecola.

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Elruiseñor

(Nattergalen)

EnChina,comosabesmuybien,elEmperadoreschino,ychinossontodoslosquelo rodean.Haceyamuchosañosde loquevoyacontar,masporesoprecisamentevalelapenaquelooigáis,antesdequelahistoriasehayaolvidado.

ElpalaciodelEmperadoreraelmásespléndidodelmundoentero,todoéldelamás delicada porcelana.Todo en él era tan precioso y frágil, que había que ir conmuchocuidadoantesdetocarnada.Eljardínestaballenodefloresmaravillosas,ydelas más bellas colgaban campanillas de plata que sonaban para que nadie pudierapasar de largo sin fijarse en ellas. Sí, en el jardín imperial todo estaba muy bienpensado,yeratanextenso,queelpropiojardineronoteníaideadedóndeterminaba.Siseguíasandando,teencontrabasenelbosquemásespléndidoquequepaimaginar,llenodealtosárbolesyprofundoslagos.Aquelbosquellegabahastaelmar,hondoyazul;grandesembarcacionespodíannavegarpordebajodelasramas,yallívivíaunruiseñorquecantabatanprimorosamente,queinclusoelpobrepescador,apesardesusmuchasocupaciones, cuandopor lanoche salía a retirar las redes, sedetenía aescucharsustrinos.

—¡Diossanto,yquéhermoso!—exclamaba;peroluegoteníaqueatenderasusredesyolvidarsedelpájaro;hasta lanochesiguiente,enque,al llegardenuevoallugar,repetía:—.¡Diossanto,yquéhermoso!

Detodoslospaísesllegabanviajerosalaciudadimperial,yadmirabanelpalacioyeljardín;peroencuantooíanalruiseñor,exclamaban:—¡Estoeslomejordetodo!

Deregresoasustierras,losviajeroshablabandeél,ylossabiosescribíanlibrosymáslibrosacercadelaciudad,delpalacioydeljardín,perosinolvidarsenuncadelruiseñor,alqueponíanporlasnubes;ylospoetascomponíaninspiradísimospoemassobreelpájaroquecantabaenelbosque,juntoalprofundolago.

Aquellos libros se difundieron por el mundo, y algunos llegaron a manos delEmperador. Se hallaba sentado en su sillón de oro, leyendo y leyendo; de vez encuandohacíacon lacabezaungestodeaprobación,pues le satisfacía leeraquellasmagníficas descripciones de la ciudad, del palacio y del jardín. «Pero lomejor detodoeselruiseñor»,decíaellibro.

«¿Quéesesto?—pensóelEmperador—.¿Elruiseñor?Jamásheoídohablardeél.¿Esposiblequehayaunpájaroasíenmi imperio,yprecisamenteenmi jardín?Nadiemehainformado.¡Estábuenoqueunotengaqueenterarsedesemejantescosasporloslibros!».

Y mandó llamar al mayordomo de palacio, un personaje tan importante, que

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Page 336: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

cuandounapersonade rango inferior seatrevíaadirigirle lapalabraohacerleunapregunta,selimitabaacontestarle:«¡P!».Yestonosignificanada.

—Segúnparece,hayaquíunpájarodelomásnotable,llamadoruiseñor—dijoelEmperador—.Sedicequeeslomejorqueexisteenmiimperio;¿porquénosemehainformadodeestehecho?

—Eslaprimeravezqueoigohablardeél—sejustificóelmayordomo—.NuncahasidopresentadoenlaCorte.

—Pues ordeno que acuda esta noche a cantar en mi presencia —dijo elEmperador—.Elmundoenterosabeloquetengo,menosyo.

—Eslaprimeravezqueoigohablardeél—repitióelmayordomo—.Lobuscaréyloencontraré.

¿Encontrarlo?, ¿dónde? El dignatario se cansó de subir Y bajar escaleras y derecorrersalasypasillos.Nadiedecuantospreguntóhabíaoídohablardelruiseñor.Yelmayordomo,volviendoalEmperador,ledijoquesetratabadeunadeesasfábulasquesuelenimprimirseenloslibros.

—VuestraMajestadImperialnodebecreertodoloqueseescribe;sonfantasíasyunacosaquellamanmagianegra.

—Peroel libroenquelohe leídomelohaenviadoelpoderosoEmperadordelJapón —replicó el Soberano—; por tanto, no puede ser mentiroso. Quiero oír alruiseñor. Que acuda esta noche a, mi presencia, para cantar bajo mi especialprotección.Sinosepresenta,mandaréquetodosloscortesanosseanpateadosenelestómagodespuésdecenar.

—¡Tsing-pe!—dijoelmayordomo;yvueltaasubirybajarescalerasyarecorrersalasypasillos,ymediaCorteconél,puesanadielehacíagraciaquelepatearanelestómago.Ytodoerapreguntarporelnotableruiseñor,conocidoportodoelmundomenosporlaCorte.

Finalmente,dieronenlacocinaconunapobremuchachita,queexclamó:—¡Diosmío!¿Elruiseñor?¡Claroqueloconozco!¡québiencanta!Todaslasnochesmedanpermisoparaquellevealgunassobrasdecomidaamipobremadrequeestáenferma.Vivealláenlaplaya,ycuandoestoyderegreso,meparoadescansarenelbosqueyoigocantaralruiseñor.Yoyéndolosemevienenlaslágrimasalosojos,comosimimadremebesase.Esunrecuerdoquemeestremecedeemociónydulzura.

—Pequeña fregaplatos —dijo el mayordomo—, te daré un empleo fijo en lacocina y permiso para presenciar la comida del Emperador, si puedes traernos alruiseñor;estácitadoparaestanoche.

Todossedirigieronalbosque,allugardondeelpájarosolíasituarse;mediaCortetomabaparteen laexpedición.Avanzabana todaprisa, cuandounavaca sepusoamugir.

—¡Oh! —exclamaron los cortesanos—. ¡Ya lo tenemos! ¡Qué fuerza para un

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Page 337: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

animaltanpequeño!Ahoraquecaigoenello,noeslaprimeravezquelooigo.—No, eso es una vaca que muge —dijo la fregona Aún tenemos que andar

mucho.Luegooyeronlasranascroandoenunacharca.—¡Magnífico! —exclamó un cortesano—. Ya lo oigo, suena como las

campanillasdelaiglesia.—No,esosonranas—contestólamuchacha—.Perocreoquenotardaremosen

oírlo.Yenseguidaelruiseñorsepusoacantar.—¡Es él! —dijo la niña—. ¡Escuchad, escuchad! ¡Allí está! —y señaló un

avecillagrisposadaenunarama.—¿Es posible?—dijo el mayordomo—. Jamás lo habría imaginado así. ¡Qué

vulgar! Seguramente habrá perdido el color, intimidado por unos visitantes tandistinguidos.

—Mi pequeño ruiseñor —dijo en voz alta la muchachita—, nuestro graciosoSoberanoquierequecantesensupresencia.

—¡Conmuchogusto!—respondióelpájaro,yreanudósucanto,quedabagloriaoírlo.

—¡Parececampanitasdecristal!—observóelmayordomo.—¡Mirad cómo semueve su garganta!Es raro que nunca lo hubiésemos visto.

CausarásensaciónenlaCorte.—¿Queréis quevuelva a cantar para elEmperador?—preguntó el pájaro, pues

creíaqueelEmperadorestabaallí.—Mi pequeño y excelente ruiseñor —dijo el mayordomo tengo el honor de

invitarlo a una gran fiesta en palacio esta noche, donde podrá deleitar con sumagníficocantoaSuImperialMajestad.

—Suenamejorenelbosque—objetóelruiseñor;perocuandoledijeronqueeraundeseodelSoberano,losacompañógustoso.

Enpalaciotodohabíasidopulidoyfregado.Lasparedesyelsuelo,queerandeporcelana,brillabanalaluzdemillaresdelámparasdeoro;lasfloresmásexquisitas,consuscampanillas,habíansidocolocadasen loscorredores; las idasyvenidasdeloscortesanosproducíantalescorrientesdeaire,quelascampanillasnocesabandesonar,yunonooíanisupropiavoz.

EnmediodelgransalóndondeelEmperadorestaba,habíanpuestounaperchadeoro para el ruiseñor. Toda la Corte estaba presente, y la pequeña fregona habíarecibido autorización para situarse detrás de la puerta, pues tenía ya el título decocinerade laCorte.Todoelmundo llevaba susvestidosdegala,y todos losojosestaban fijos en la avecilla gris, a la que el Emperador hizo signo de que podíaempezar.

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El ruiseñor cantó tan deliciosamente, que las lágrimas acudieron a los ojos delSoberano;ycuandoelpájarolasviorodarporsusmejillas,volvióacantarmejoraún,hastallegarlealalma.ElEmperadorquedótancomplacido,quedijoqueregalaríasuchineladeoroal ruiseñorparaquese lacolgasealcuello.Maselpájaro ledio lasgracias,diciéndolequeyaseconsiderabasuficientementerecompensado.

—HevistolágrimasenlosojosdelEmperador;ésteesparamielmejorpremio.Las lágrimasdeun reyposeenunavirtudespecial.Dios sabequehequedadobienrecompensado—yreanudósucanto,consudulceymelodiosovoz.

—¡Es la lisonja más amable y graciosa que he escuchado en mi vida! —exclamaron las damas presentes; y todas se fueron a llenarse la boca de agua paragargarizarcuandoalguienhablaseconellas;puescreíanquetambiénellaspodíanserruiseñores.Sí,hastaloslacayosycamarerasexpresaronsuaprobación,yestoesdecirmucho, pues son siempremás difíciles de contentar. Realmente, el ruiseñor causósensación.

SequedaríaenlaCorte,enunajaulaparticular,conlibertadparasalirdosvecesduranteeldíayunadurantelanoche.Pusieronasuserviciodiezcriados,acadaunodeloscualesestabasujetopormediodeunacintadesedaqueleataronalrededordelapierna.Laverdadesquenoeranprecisamentedeplaceraquellasexcursiones.

Laciudadenterahablabadelnotabilísimopájaro,ycuandodosseencontraban,sesaludabandiciendoeluno:«Rui»,yrespondiendoelotro:«Señor»;luegoexhalabanunsuspiro,indicandoquesehabíancomprendido.Huboinclusoonceverdulerasquepusieronsunombreasushijos,peroniunodeellosresultócapazdedarunanota.

UnbuendíaelEmperadorrecibióungranpaqueterotulado:«Elruiseñor».—He aquí un nuevo libro acerca de nuestro famoso pájaro —exclamó el

Emperador.Peroresultóquenoeraunlibro,sinounpequeñoingeniopuestoenunajaula, un ruiseñor artificial, imitación del vivo, pero cubierto materialmente dediamantes,rubíesyzafiros.Sólohabíaquedarlecuerda,yseponíaacantarunadelasmelodíasquecantabaeldeverdad,levantandoybajandolacola,todoélunascuadeplatayoro.Llevabaunacintaatadaalcuelloyenellaestabaescrito:«Elruiseñordel Emperador del Japón es pobre en comparación con el del Emperador de laChina».

—¡Soberbio!—exclamarontodos,yelemisarioquehabíatraídoelaveartificialrecibióinmediatamenteeltítulodeGranPortadorImperialdeRuiseñores.

—Ahoravanacantarjuntos.¡Quédúoharán!Yloshicieroncantaradúo;perolacosanomarchaba,pueselruiseñorauténtico

lohacíaasumanera,yelartificialibaconcuerda.—No se le puede reprochar —dijo el Director de la Orquesta Imperial—;

mantieneelcompásexactamenteysiguemimétodoalpiedelaletra.Enadelante,elpájaroartificialtuvoquecantarsólo.Obtuvotantoéxitocomoel

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otro,y,además,eramuchomásbonito,puesbrillabacomounpuñadodepulserasybroches.

Repitió treinta y tres veces la misma melodía, sin cansarse, y los cortesanosquerían volver a oírla de nuevo, pero el Emperador opinó que también el ruiseñorverdadero debía cantar algo. Pero, ¿dónde se había metido? Nadie se había dadocuentadeque,saliendoporlaventanaabierta,habíavueltoasuverdebosque.

—¿Qué significa esto? —preguntó el Emperador. Y todos los cortesanos sedeshicieronenreprocheseimproperios,tachandoalpájarodedesagradecido.—.Porsuerte nos queda elmejor—dijeron, y el avemecánica hubo de cantar de nuevo,repitiendoportrigesimocuartavezlamismacanción;perocomoeramuydifícil,nohabíamododequelosoyentesselaaprendieran.ElDirectordelaOrquestaImperialsehacía lenguasdelartedelpájaro,asegurandoqueeramuysuperioralverdadero,no sólo en lo relativo al plumaje y la cantidad de diamantes, sino tambiéninteriormente.

—Pues fíjense Vuestras Señorías y especialmente Su Majestad, que con elruiseñordecarneyhuesonuncasepuedesaberquéesloquevaacantar.Encambio,enelartificialtodoestádeterminadodeantemano.Seoirátalcosaytalotra,ynadamás.Enéltodotienesuexplicación:sepuedeabriryponerdemanifiestocómoobrala inteligenciahumana,viendocómoestándispuestas las ruedas, cómosemueven,cómounaseengranaconlaotra.

—Eso pensamos todos —dijeron los cortesanos, y el Director de la OrquestaImperial,fueautorizadoparaqueelpróximodomingomostraraelpájaroalpueblo—.Todos deben oírlo cantar—dijo elEmperador; y así se hizo, y quedó la gente tansatisfechacomosisehubiesenemborrachadoconté,puesasíescomolohacenloschinos; y todos gritaron: «¡Oh!», y, levantando el dedo índice, se inclinaronprofundamente. Mas los pobres pescadores que habían oído al ruiseñor auténtico,dijeron:

—Noestámal;lasmelodíasseparecen,perolefaltaalgo,noséqué…Elruiseñordeverdadfuedesterradodelpaís.ElpájaromecánicoestuvoenadelantejuntoalacamadelEmperador,sobreuna

almohadadeseda;todoslosregalosconquehabíasidoobsequiado—oroypiedraspreciosas— estaban dispuestos a su alrededor, y se le había conferido el título dePrimerCantordeCabeceraImperial,concategoríadenúmerounoalladoizquierdo.PueselEmperadorconsiderabaqueesteladoeraelmásnoble,porsereldelcorazón,quehastalosemperadorestienenalaizquierda.YelDirectordelaOrquestaImperialescribióunaobradeveinticincotomossobreelpájaromecánico;tanlargayerudita,tanllenadelasmásdifícilespalabraschinas,quetodoelmundoafirmóhaberlaleídoyentendido,puesdeotromodohabríanpasadopor tontosy recibidopatadasenelestómago.

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Así transcurrieron las cosasduranteunaño; elEmperador, laCortey todos losdemás chinos se sabían de memoria el trino de canto del ave mecánica, yprecisamente por eso les gustabamás que nunca; podían imitarlo y lo hacían. Losgolfillosdelacallecantaban:«¡tsitsii,cluclucluk!»,yhastaelEmperadorhacíacoro.Eradeverasdivertido.

Peroheaquíqueunanoche,estandoelpájaroenplenocanto,elEmperador,queestaba ya acostado, oyó de pronto un «¡crac!» en el interior del mecanismo; algohabíasaltado.«¡Schnurrrr!»,escapóselacuerda,ylamúsicacesó.

ElEmperador saltóde la camaymandó llamara sumédicodecabecera;pero,¿qué podía hacer el hombre? Entonces fue llamado el relojero, quien, tras largosdiscursos y manipulaciones, arregló un poco el ave; pero manifestó que debíanandarseconmuchocuidadoconellaynohacerlatrabajardemasiado,pueslospernosestaban gastados y no era posible sustituirlos por otros nuevos que asegurasen elfuncionamientode lamúsica. ¡Quédesolación!Desde entonces sólo sepudohacercantar al pájaro una vez al año, y aun esto era una imprudencia; pero en talesocasiones el Director de la Orquesta Imperial pronunciaba un breve discurso,empleando aquellas palabras tan intrincadas, diciendo que el ave cantaba tan biencomoantes,ynohayquedecirquetodoelmundosemanifestabadeacuerdo.

Pasaron cinco años, cuandohe aquí queunagrandesgracia cayó sobre el país.LoschinosqueríanmuchoasuEmperador,elcualestabaahoraenfermodemuerte.Yahabíasidoelegidosusucesor,yelpueblo,enlacalle,nocesabadepreguntaralmayordomodePalacioporelestadodelancianomonarca.

—¡P!—respondíaéste,sacudiendolacabeza.FríoypálidoyacíaelEmperadorensugrandeysuntuosolecho.TodalaCortelo

creíayamuerto,ycadacualseapresurabaaofrecersusrespetosalnuevosoberano.Los camareros de palacio salían precipitadamente para hablar del suceso, y lascamarerasse reunieronenun témuyconcurrido.En todos lossalonesycorredoreshabían tendidopañosparaqueno seoyera elpasodenadie, y así reinabaungransilencio.

PeroelEmperadornohabíaexpiradoaún;permanecíarígidoypálidoenlalujosacama,consuslargascortinasdeterciopeloymacizasborlasdeoro.Porunaventanaque se abría en lo alto de la pared, la luna enviaba sus rayos, que iluminaban alEmperadoryalpájaromecánico.

El pobre Emperador jadeaba, con gran dificultad; era como si alguien se lehubierasentadosobreelpecho.AbriólosojosyvioqueeralaMuerte,quesehabíapuestosucoronadeoroenlacabezaysosteníaenunamanoeldoradosableimperial,y en la otra, su magnífico estandarte. En torno, por los pliegues de los cortinajesasomabanextravíascabezas,algunashorriblementefeas,otras,deexpresióndulceyapacible:eran lasobrasbuenasymalasdelEmperador,que lomirabanenaquellos

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Page 341: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

momentosenquelamuertesehabíasentadosobresucorazón.—¿Teacuerdasdetalcosa?—murmurabanunatrasotra—.¿Ydetalotra?—.Y

lerecordabantantas,quealpobrelemanabaelsudordelafrente.—¡Yonolosabía!—seexcusabaelEmperador—.¡Música,música!¡Quésuene

elgrantamborchino—gritó—paranooírtodoesoquedicen!Pero las cabezas seguíanhablando, y laMuerte asentía con la cabeza, almodo

chino,atodoloquedecían.—¡Música, música!—gritaba el Emperador—. ¡Oh tú, pajarillo de oro, canta,

canta!Te di oro y objetos preciosos, conmimano te colgué del cuellomi chineladorada.¡Canta,cantaya!

Maselpájaroseguíamudo,puesnohabíanadieparadarlecuerda,y laMuerteseguía mirando al Emperador con sus grandes órbitas vacías; y el silencio eralúgubre.

Deprontoresonó,procedentedelaventana,uncantomaravilloso.Eraelpequeñoruiseñor vivo, posado en una rama. Enterado de la desesperada situación delEmperador,habíaacudidoatraerleconsueloyesperanza;ycuantomáscantaba,máspalidecíanyseesfumabanaquellosfantasmas,lasangreafluíaconmásfuerzaalosdebilitadosmiembrosdelenfermo,einclusolaMuerteprestóoídosydijo:

—Sigue,lindoruiseñor,sigue.—Sí,pero,¿medaráselmagníficosabledeoro?¿Medaráslaricabandera?¿Me

daráslacoronaimperial?YlaMuertelefuedandoaquellostesorosacambiodeotrastantascanciones,yel

ruiseñorsiguiócantando,cantandodelsilenciosocamposantodondecrecenlasrosasblancas,dondelaslilasexhalansuaromaydondelahierbalozanaeshumedecidaporlaslágrimasdelossupervivientes.LaMuertesintióentoncesnostalgiadesujardínysalióporlaventana,flotandocomounanieblablancayfría.

—¡Gracias,gracias!—dijoelEmperador—.¡Bienteconozco,avecillacelestial!Tedesterrédemi reino,y, sinembargo,con tuscantoshasalejadodemi lecho losmalos espíritus, has ahuyentado de mi corazón la Muerte. ¿Cómo podrérecompensarte?

—Yamehasrecompensado—dijoelruiseñor—.Arranquélágrimasatusojoslaprimera vez que canté para ti; esto no lo olvidaré nunca, pues son las joyas quecontentanalcorazóndeuncantor.Peroahoraduermeyrecuperalasfuerzas,queyoseguirécantando.

Asílohizo,yelSoberanoquedósumidoenundulcesueño;¡quésueñotandulceytanreparador!

El sol entraba por la ventana cuando el Emperador se despertó, sano y fuerte.Ninguno de sus criados había vuelto aún, pues todos lo creían muerto. Sólo elruiseñorseguíacantandoenlarama.

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—¡Nuncatesepararásdemilado!—ledijoelEmperador—.Cantaráscuandoteapetezca;yencuantoalpájaromecánico,loromperéenmilpedazos.

—No lo hagas—suplicó el ruiseñor—. Él cumplió su misión mientras pudo;guárdalocomohastaahora.Yonopuedoanidarnivivirenpalacio,peropermítemequevengacuandosemeocurra;entoncesmeposaréjuntoalaventanaytecantaréparaqueestéscontentoyreflexiones.Tecantarédelosfelicesytambiéndelosquesufren; ydelmal ydel bienque sehace a tu alrededor sin tú saberlo.Tupajarillocantordebevolara lo lejos,hasta lacabañadelpobrepescador,hastael tejadodelcampesino, hacia todos los que residen apartados de ti y de tu Corte. Prefiero tucorazón a tu corona…aunque la corona exhala cierto olor a cosa santa.Volveré acantarparati.Perodebesprometermeunacosa.

—¡Loquequieras!—dijo elEmperador, incorporándose en su ropaje imperial,queyasehabíapuesto,yoprimiendocontrasucorazónelpesadosabledeoro.

—Una cosa te pido: que no digas a nadie que tienes un pajarito que te cuentatodaslascosas.¡Saldrásganando!

Yseechóavolar.EntraronloscriadosaverasudifuntoEmperador.Entraron,sí,yelEmperador

lesdijo:¡Buenosdías!

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Elcofrevolador

(Denflyvendekuffert)

Éraseunavezuncomerciantetanrico,quehabríapodidoempedrartodalacalleconmonedasdeplata,yaúncasiuncallejónporañadidura;peroseguardódehacerlo,pues el hombre conocíamejoresmaneras de invertir su dinero, y cuando daba unochavoerapararecibirunescudo.Fueunmercadermuylisto…yluegomurió.

Suhijoheredó todos sus caudales, yvivía alegremente: todas lasnoches iba albailedemáscaras,hacíacometasconbilletesdebancoyarrojabaalaguapanecillosuntados demantequilla y lastrados conmonedas de oro en vez de piedras. No esextraño,pues,queprontoseterminaseeldinero;alfinanuestromozonolequedaronmásdecuatroperrasgordas,yportodovestido,unaszapatillasyunaviejabatadenoche.Susamigosloabandonaron;nopodíanyair juntosporlacalle;perounodeellos, que eraunbonachón, le envióunviejo cofre con este aviso: «¡Embala!».Elconsejoerabueno,desdeluego,perocomonadateníaqueembalar,semetióélenelbaúl.

Erauncofrecurioso:echabaavolarencuantoseleapretabalacerradura.Yasílohizo;enunsantiamén,elmuchachosevioporlosairesmetidoenelcofre,despuésdesalirporlachimenea,ymontósehastalasnubes,vuelaquetevuela.Cadavezqueel fondo del baúl crujía un poco, a nuestro hombre le entraba pánico; si sedesprendiesenlastablas,¡vayasalto!¡Diosnosampare!

Deestemodo llegóa tierrade turcos.Escondiendoelcofreenelbosque,entrehojarascaseca,seencaminóalaciudad;nollamólaatencióndenadie,puestodoslosturcosvestíantambiénbataypantuflos.Encontróseconunamaquellevabaunniño:

—Oye, nodriza—le preguntó—, ¿qué es aquel castillo tan grande, junto a laciudad,conventanastanaltas?

—Allí vive la hija del Rey—respondió la mujer—. Se le ha profetizado quequien se enamore de ella la hará desgraciada; por eso no se deja que nadie se leacerque, si no es en presencia delRey y de laReina.—Gracias—dijo el hijo delmercader—,yvolvióasubosque.Semetióenelcofrey levantóelvuelo; llegóaltejadodelcastilloyseintrodujoporlaventanaenlashabitacionesdelaprincesa.

Estaba ella durmiendo en un sofá; era tan hermosa, que el mozo no pudoreprimirseylediounbeso.Laprincesadespertóasustada,peroélledijoqueeraeldiosdelosturcos,llegadoporlosaires;yestolatranquilizó.

Sentáronseunojuntoalotro,yelmozosepusoacontarhistoriassobrelosojosde la muchacha: eran como lagos oscuros y maravillosos, por los que lospensamientosnadabancualondinas;luegohistoriassobresufrente,quecomparócon

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Page 344: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

unamontañanevada, llenademagníficossalonesycuadros;y luego lehablóde lacigüeña,quetraealosniñospequeños.

Sí, eran unas historias muy hermosas, realmente. Luego pidió a la princesa siqueríasersuesposa,yellaledioelsísinvacilar.

—Perotendréisquevolverelsábado—añadió—,puesheinvitadoamispadresatomarelté.Estaránorgullososdequemecaseconeldiosdelosturcos.Peromiraderecordarhistoriasbonitas,queamispadreslesgustanmucho.Mimadrelasprefiereedificantesyelevadas,ymipadrelasquieredivertidas,pueslegustareírse.

—Bien, no traeré más regalo de boda que mis cuentos —respondió él, y sedespidieron;peroanteslaprincesaleregalóunsableadornadoconmonedasdeoro.¡Ybienquelevinieronalmozo!

Semarchóenvolandas,secompróunanuevabataysefuealbosque,dondesepusoacomponeruncuento.Debíaestarlistoparaelsábado,ylacosanoestanfácil.

Ycuandolotuvoterminado,erayasábado.ElRey,laReinaytodalaCorteloaguardabanparatomareltéencompañíadela

princesa.Lorecibieroncongrancortesía.—¿Vaisacontarnosuncuento—preguntólelaReina—,unoquetengaprofundo

sentidoyseainstructivo?—Peroquealmismotiemponoshagareír—añadióelRey.—Deacuerdo—respondíaelmozo,ycomenzósurelato.Yahora,atención.

«Éraseunavezunhazdefósforosqueestabanenextremoorgullososdesualtaestirpe;suárbolgenealógico,esdecir,elgranpino,delquetodoseranunaastillita, había sido un añoso y corpulento árbol del bosque. Los fósforos seencontrabanahoraentreunviejoeslabónyunpucherodehierronomenosviejo,alquehablabandelostiemposdesuinfancia.—¡Sí,cuandonoshallábamosenla rama verde —decían— estábamos realmente en una rama verde! Cadaamanecerycadaatardecerteníamostédiamantino:eraelrocío;durantetodoeldía nos daba el sol, cuando no estaba nublado, y los pajarillos nos contabanhistorias.Nosdábamoscuentadequeéramosricos,pueslosárbolesdefrondasólovanvestidosenverano;encambio,nuestrafamilialucíasuverderopaje,lomismo en veranoque en invierno.Mas he aquí que se presentó el leñador, lagran revolución, y nuestra familia se dispersó. El tronco fue destinado a palomayor de un barco de alto bordo, capaz de circunnavegar el mundo si se leantojaba; las demás ramas pasaron a otros lugares, y a nosotros nos ha sidoasignada lamisión de suministrar luz a la baja plebe; por eso, a pesar de sergentedistinguida,hemosvenidoapararalacocina.

—Midestinohasidomuydistinto—dijoelpucheroacuyoladoyacíanlosfósforos—.Desde el instante en que vine almundo, todo ha sido estregarme,ponermealfuegoysacarmedeél;yoestoyporlopráctico,y,modestiaaparte,

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Page 345: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

soyelnúmerounoenlacasa,miúnicoplacerconsiste,terminadoelserviciodemesa, enestarmeenmi sitio, limpioybruñido, conversandosesudamenteconmiscompañeros;perosiexceptúoelbalde,quedevezencuandobajaalpatio,puededecirsequevivimoscompletamenteretirados.Nuestroúnicomensajeroesel cesto de la compra, pero ¡se exalta tanto cuando habla del gobierno y delpueblo!; hace unos días un viejo puchero de tierra se asustó tanto con lo quedijo,quesecayóalsueloyserompióenmilpedazos.Yoosdigoqueestecestoesunrevolucionario;ysino,altiempo.

—¡Hablas demasiado!—intervino el eslabón, golpeando el pedernal, quesoltóunachispa—.¿Nopodríamosecharunacanaalaire,estanoche?

—Sí,hablemos—dijeronlosfósforos—,yveamosquiéneselmásnobledetodosnosotros.

—No, no me gusta hablar de mi persona —objetó la olla de barro—.Organicemosunavelada.Yoempezarécontandolahistoriademivida,yluegolosdemásharánlomismo;asínoseembrollaunoyresultamásdivertido.EnlasplayasdelBáltico,dondelashayasquecubrenelsuelodeDinamarca…

—¡Buen principio!—exclamaron los platos—. Sin duda, esta historia nosgustará.

—…pasémijuventudenelsenodeunafamiliamuyreposada;selimpiabanlos muebles, se restregaban los suelos, y cada quince días colgaban cortinasnuevas.

—¡Qué bien se explica!—dijo la escoba de crin—.Diríase que habla unamadecasa;hayunnoséquedelimpioyrefinadoensuspalabras.

—Exactamente lo que yo pensaba—asintió el balde, dando un saltito decontentoquehizoresonarelsuelo.

La olla siguió contando, y el fin resultó tan agradable como había sido elprincipio.

Todos los platos castañetearonde regocijo, y la escoba sacódel bote unashojas de perejil, y con ellas coronó a la olla, a sabiendas de que los demásrabiarían.«Sihoylepongoyounacorona,mañanamepondráellaotraamí»,pensó.

—¡Voyabailar!—exclamólatenaza,y,¡dichoyhecho!¡Diosnosampare,ycómolevantabalapierna!Laviejafundadelasilladelrincónestallóalverlo—.¿Mevaisacoronartambiénamí?—preguntolatenaza;yasísehizo.

—¡Vayagentuza!—pensabanlosfósforos.Tocábaleentonceselturnodecantaralatetera,peroseexcusóalegandoque

estabaresfriada;sólopodíacantarcuandosehallabaalfuego;perotodoaquelloeranremilgos;noqueríahacerlomásqueenlamesa,conlasseñorías.

Habíaen laventanaunaviejapluma,con laque solíaescribir la sirvienta.

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Nadadenotablepodíaobservarseenella,apartequelasumergíandemasiadoeneltintero,peroellasesentíaorgullosadelhecho.

—Si la tetera se niega a cantar, que no cante—dijo—.Ahí fuera hay unruiseñor enjaulado que sabe hacerlo. No es que haya estudiado en elConservatorio,masporestanocheseremosindulgentes.

—Me parece muy poco conveniente —objetó la cafetera, que era unacantoradecocinayhermanastrade la tetera— tenerqueescuchar aunpájaroforastero.¿Esestopatriotismo?Quejuzgueelcestodelacompra.

—Francamente, me habéis desilusionado—dijo el cesto—. ¡Vayamaneraestúpida de pasar una velada! En lugar de ir cada cuál por su lado, ¿no seríamucho mejor hacer las cosas con orden? Cada uno ocuparía su sitio, y yodirigiríaeljuego.¡Otracosaseria!

—¡Sí,vamosaarmarunescándalo!—exclamarontodos.Enestoseabriólapuertayentrólacriada.Todossequedaronquietos,nadie

semovió;peroniunpucherodudabadesushabilidadesydesudistinción.«Sihubiésemos querido —pensaba cada uno—, ¡qué velada más deliciosahabríamospasado!».

Lasirvientacogiólosfósforosyencendiófuego.¡Cómochisporroteaban,yquéllamasechaban!

«Ahoratodostendránquepercatarsedequesomoslosprimeros—pensaban—. ¡Menudo brillo y menudo resplandor el nuestro!». Y de este modo seconsumieron».

—¡Qué cuento tan bonito! —dijo la Reina—. Me parece encontrarme en lacocina,entrelosfósforos.Sí,tecasarásconnuestrahija.

—Desde luego —asintió el Rey—. Será tuya el lunes por la mañana —. Lotuteabanya,considerándolocomodelafamilia.

Fijóse el día de la boda, y la víspera hubograndes iluminaciones en la ciudad,repartiéronsebollosdepanyrosquillas,losgolfilloscallejerossehincharondegritar«¡hurra!»ysilbarconlosdedosmetidosenlaboca…¡Unafiestamagnífica!

«Tendréquehaceralgo»,pensóelhijodelmercader,ycomprócohetes,petardosyquéséyocuántascosasdepirotecnia,lasmetióenelbaúlyemprendióelvuelo.

¡Pim,pam,pum!¡Vayaestrépitoyvayachisporroteo!Losturcos,alverlo,pegabanunossaltostalesquelasbabuchaslesllegabanalas

orejas; nunca habían contemplado una traca como aquella. Ahora sí que estabanconvencidosdequeeraelpropiodiosdelosturcoselqueibaacasarseconlahijadelRey.

No bien llegó nuestro mozo al bosque con su baúl, se dijo: «Me llegaré a laciudad,aobservarelefectocausado».

Eraunacuriosidadmuynatural.

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¡Quécosascontabalagente!Cadaunadelaspersonasaquienespreguntóhabíapresenciado el espectáculo de una manera distinta, pero todos coincidieron encalificarlodehermoso.

—Yo vi al propio dios de los turcos —afirmó uno—. Sus ojos eran comorutilantesestrellas,ylabarbaparecíaaguaespumeante.

—Volaba envuelto en un manto de fuego —dijo otro—. Por los plieguesasomabanunosangelitospreciosos.

Sí,escuchócosasmuyagradables,yaldíasiguienteeralaboda.Regresó al bosquepara instalarse en su cofre; pero, ¿dónde estaba el cofre?El

casoesquesehabíaincendiado.Unachispadeuncohetehabíaprendidofuegoenelforroyreducidoelbaúlacenizas.Yelhijodelmercaderyanopodíavolarnivolveralpalaciodesuprometida.

Ella se pasó todo el día en el tejado, aguardándolo; y sigue aún esperando,mientrasélrecorreelmundocontandocuentos,aunqueningunotanregocijantecomoeldelosfósforos.

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Lamargarita

(Gåseurten)

Oidbienloqueosvoyacontar:Alláenlacampaña,juntoalcamino,hayunacasade campo, que de seguro habréis visto alguna vez.Delante tiene un jardincito confloresyunacercapintada.Allícerca,enelfoso,enmediodelbelloyverdecésped,crecíaunapequeñamargarita,a laqueel solenviabasusconfortantes rayoscon lamismagenerosidadquealasgrandesysuntuosasfloresdeljardín;yasícrecíaelladehoraenhora.

Allí estaba una mañana, bien abiertos sus pequeños y blanquísimos pétalos,dispuestos como rayos en torno al solecito amarillo que tienen en su centro lasmargaritas.Nosepreocupabadequenadielavieseentrelahierba,nisedolíadeseruna pobre flor insignificante; se sentía contenta y, vuelta de cara al sol, estabamirándolomientrasescuchabaelalegrecantodelaalondraenelaire.

Así, nuestra margarita era tan feliz como si fuese día de gran fiesta, y, sinembargo, era lunes. Los niños estaban en la escuela, y mientras ellos estudiabansentadosensusbancos,ella,erguidasobresutallo,aprendíaaconocerlabondaddeDiosenelcalordelsolyen labellezade loque la rodeaba,yse leocurrióque laalondracantabaaquellomismoqueellasentíaensucorazón;ylamargaritamiróconunaespeciederespetoalaavecillafelizqueasísabíacantaryvolar,perosinsentiramargurapornopoderhacerlo tambiénella.«¡Veoyoigo!—pensaba—;elsolmebañayelvientomebesa.¡CuánbuenohasidoDiosconmigo!».

En el jardín vivían muchas flores distinguidas y tiesas; cuanto menos aromaexhalaban,más presumían.La peonia se hinchaba para parecermayor que la rosa;peronoeseltamañoloquevale.Lostulipanesexhibíancoloresmaravillosos;bienlosabíanyporesoseerguíantodoloposible,paraqueselesviesemejor.Noprestabanlamenoratenciónalahumildemargaritadealláfuera,lacuallosmiraba,pensando:«¡Qué ricos y hermosos son! ¡Seguramente vendrán a visitarlos las aves másespléndidas! ¡Qué suerte estar tan cerca; así podré ver toda la fiesta!».Ymientraspensaba esto, «¡chirrit!», he aquí que baja la alondra volando, pero no hacia eltulipán, sino hacia el césped, donde estaba la pequeña margarita. Ésta tembló dealegría,ynosabíaquépensar.

Elavecillarevoloteabaasualrededor,cantando:«¡Quémullidaeslahierba!¡Quélinda florecita, de corazóndeoroyvestidodeplata!».Porque, realmente, el puntoamarillode lamargarita relucíacomooro,yerancomoplata losdiminutospétalosquelorodeaban.

Nadiepodría imaginar ladichade lamargarita.Elpájaro labesóconelpicoy,

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despuésdededicarleuncantomelodioso,volvióaremontarelvuelo,perdiéndoseenelaireazul.Transcurrióunbuencuartodehoraantesdequelaflorserepusieradesusorpresa.Unpocoavergonzada,peroenelfondorebosantedegozo,miróalasdemásfloresdel jardín;habiendopresenciadoelhonordequehabía sidoobjeto, sindudacomprenderíansualegría.Lostulipanescontinuabantanenvaradoscomoantes,perotenían las caras enfurruñadas y coloradas, pues la escena les habíamolestado. Laspeonias teníanlacabezatodahinchada.¡Suertequenopodíanhablar!Lamargaritahubieraoídocosasbiendesagradables.Lapobreadvirtióelmalhumordelasdemás,ylosentíaenelalma.

En éstas se presentó en el jardín una muchacha, armada de un gran cuchillo,afilado y reluciente, y, dirigiéndose directamente hacia los tulipanes, los cortó unotrasotro.«¡Quéhorror!—suspiró lamargarita—. ¡Ahora síque todoha terminadopara ellos!». La muchacha se alejó con los tulipanes, y la margarita estuvo muycontentadepermanecerfuera,enelcésped,ydeserunahumildeflorecilla.Ysintiógratitudporsusuerte,ycuandoelsolsepuso,plegósushojasparadormir,ytodalanochesoñóconelsolyelpajarillo.

Alamañanasiguiente,cuandolamargarita,feliz,abriódenuevoalaireyalaluzsusblancospétaloscomosifuesendiminutosbrazos,reconociólavozdelaavecilla;peroerauna tonada triste laquecantabaahora. ¡Buenosmotivos teníapara ello lapobrealondra!Lahabíancogidoyestabaprisioneraenunajaula,juntoalaventanaabierta. Cantaba la dicha de volar y de ser libre; cantaba las verdesmieses de loscamposylosviajesmaravillososquehicieraenelaireinfinito,llevadaporsusalas.¡Lapobreavecillaestababientriste,encerradaenlajaula!

¡Cómohubieraqueridoayudarla,lamargarita!Pero,¿quéhacer?Noseleocurríanada.Olvidósedelabellezaquelarodeaba,delcalordelsolydelablancuradesushojas;sólosabíapensarenelpájarocautivo,paraelcualnadapodíahacer.

De pronto salieron dos niños del jardín; uno de ellos empuñaba un cuchillograndeyafilado,comoelqueusólaniñaparacortarlostulipanes.Vinieronderechoshacialamargarita,quenoacertabaacomprendersupropósito.

—Podríamos cortar aquí un buen trozo de césped para la alondra—dijo uno,poniéndose a recortar un cuadrado alrededor de lamargarita, demodo que la florquedóenelcentro.

—¡Arranca la flor! —dijo el otro, y la margarita tuvo un estremecimiento depánico,puessilaarrancabanmoriría,yelladeseabavivir,paraquelallevaranconelcéspedalajauladelaalondraencarcelada.

—No, déjala —dijo el primero—; hace más bonito así —y de esta forma lamargaritasequedóconlahierbayfuellevadaalajauladelaalondra.

Perolainfelizavecillaseguíallorandosucautiverio,ynocesabadegolpearconlasalaslosalambresdelajaula.Lamargaritanosabíapronunciarunasolapalabrade

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consuelo,pormuchoquequisiera.Ydeestemodotranscurriótodalamañana.«¡Notengoagua!—exclamólaalondraprisionera—.Sehanmarchadotodos,y

nohanpensadoenponermeunagotaparabeber.Tengolagargantasecayardiente,meahogo,estoycalenturienta,yelaireesmuypesado.¡Ay,memoriré,lejosdelsol,delafrescahierba,detodaslasmaravillasdeDios!»,yhundióelpicoenelcésped,para reanimarse un poquitín con su humedad. Entonces se fijó en la margarita, y,saludándola con la cabeza y dándole un beso, dijo: ¡También tú te agostarás aquí,pobre florecilla!Túyestepuñadodehierbaverdeescuantomehandejadodeesemundoinmensoqueeramío.Cadatallitodehierbahadeserparamíunverdeárbol,ycadaunadetusblancashojas,unafraganteflor.¡Ah,túmerecuerdaslomuchoqueheperdido!

«¡Quiénpudieraconsolaraestaavecilladesventurada!»—pensabalamargarita,sinlograrmoverunpétalo;peroelaromaqueexhalabansushojillaseramuchomásintensodelquesueleserlespropio.Loadvirtió laalondra,yaunquesentíaunasedabrasadoraquelehacíaarrancarlasbriznasdehierbaunatrasotra,notocóalaflor.

Llegóelatardecer,ynadievinoatraerunagotadeaguaalpobrepajarillo.Ésteextendió las lindas alas, sacudiéndolas espasmódicamente; su canto se redujo a unmelancólico«¡pip,pip!»;agachólacabezahacia la florysucorazónsequebró,demiseria y de nostalgia. La flor no pudo, como la noche anterior, plegar las alas yentregarsealsueño,yquedóconlacabezacolgando,enfermaytriste.

Losniñosnocomparecieronhastalamañanasiguiente,yalverelpájaromuertoseecharona llorar.Vertiendomuchas lágrimas, leexcavaronunaprimorosa tumba,queadornaronluegoconpétalosdeflores.Colocaronelcuerpodelaavecillaenunahermosacajacolorada,pueshabíanpensadohacerleunentierroprincipesco.Mientrasvivióycantó seolvidarondeél,dejaronque sufrieraprivacionesen la jaula;y, encambio,ahoraloenterrabancongranpompaymuchaslágrimas.

Eltrocitodecéspedconlamargaritaloarrojaronalpolvodelacarretera;nadiepensóenaquellaflorecillaquetantohabíasufridoporelpajarillo,yquetantohabríadadoporpoderloconsolar.

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Loquehaceelpadrebienhechoestá

(Hvadfattergør,deteraltiddetrigtige)

Voyacontarosahoraunahistoriaqueoícuandoeramuyniño,ycadavezquemeacuerdo de ellame parecemás bonita. Con las historias ocurre lo que con ciertaspersonas:embellecenamedidaquepasanlosaños,yestoesmuyalentador.

Algunasveceshabrássalidoalacampiñayhabrásvistounacasadecampo,conuntejadodepajaenelquecrecenhierbasymusgo;enelrematedeltejadonopuedefaltarunnidodecigüeñas.Lasparedes son torcidas; lasventanas,bajas,ydeellassólopuedeabrirseuna.Elhornosobresalecomounapequeñabarrigaabultada,yelsaúco se inclina sobre el seto, cerca del cual hay una charca con un pato o unoscuantospatitosbajoelachaparradosauce.Tampoco,faltaelmastín,queladraatodaalmaviviente.

Puesenunacasacomolaquetehedescritovivíaunviejomatrimonio,unpobrecampesino con su mujer. No poseían casi nada, y, sin embargo, tenían una cosasuperflua: un caballo, que solía pacer en los ribazos de los caminos. El padre lomontabaparatrasladarsealaciudad,ylosvecinosselopedíanprestadoylepagabancon otros servicios; desde luego, habría sido más ventajoso para ellos vender elanimal o trocarlo por algo que les reportase mayor beneficio. Pero, ¿por qué lopodíancambiar?

—Túverásmejorloquenosconviene—dijolamujer—.Precisamentehoyesdíademercadoenelpueblo.Veteallíconelcaballoyquetedendineroporél,ohazunbuenintercambio.Loquehaces,siempreestábienhecho.Vetealmercado.

Learreglólabufandaalrededordelcuello,puesestoellalohacíamejor,ylepusotambiénuna corbatadedoble lazo,que le sentabamuybien; cepillóle el sombreroconlapalmadelamano,lediounbeso,yelhombresepusoalegrementeencaminomontadoenelcaballoquedebíavenderotrocar.«Elviejoentiendedeesascosas—pensabalamujer—.Nadieloharámejorqueél».

Elsolquemaba,yniunanubecillaempañabaelazuldelcielo.Elcaminoestabapolvoriento,animadopornumerososindividuosquesedirigíanalmercado,encarro,a caballo o a pie. El calor era intenso, y en toda la extensión del camino no sedescubríaniunpuntitodesombra.

Nuestroamigoseencontróconunpaisanoqueconducíaunavaca, todo lobienparecidaqueunavacapuedeser.«Deseguroquedabuenaleche—pensó—.Talvezseríaunbuencambio».

—¡Oye tú, el de la vaca!—dijo—. ¿Y si hiciéramos un trato? Ya sé que uncaballo esmás caro que una vaca; perome da igual.De una vaca sacaría yomás

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beneficio.¿Quieresquecambiemos?—Muybien—dijoelhombredelavaca;ytrocaronlosanimales.Cerradoeltrato;nadaimpedíaanuestrocampesinovolverseacasa,puestoqueel

objetodelviajequedabacumplido.Perosuintenciónprimerahabíasidoiralaferia,y decidió llegarse a ella, aunque sólo fuera para echar un vistazo.Así continuó elhombre conduciendo lavaca.Caminaba ligero,y el animal también,por loquenotardaronenalcanzaraunindividuoconunaoveja.Eraunbuenejemplar,gordoyconunbuen«toisón».

«¡Esa oveja sí que me gustaría!—pensó el campesino—. En nuestros ribazosnunca le faltaría hierba, y en invierno podríamos tenerla en casa.Yo creo que nosconvienemásmantenerunaovejaqueunavaca».

—¡Amigo!—dijoalotro—,¿quieresquecambiemos?Elpropietariodelaovejanoselohizorepetir;efectuaronelcambio,yellabrador

prosiguiósucamino,muycontentoconsuoveja.Masheaquíque,viniendoporunsenderoquecruzabalacarretera,vioaunhombrequellevabaunagordaocabajoelbrazo.

—¡Caramba!¡Vayaocacebadaquetraes!—ledijo—.¡Quécantidaddegrasaydepluma!Noestaríamalennuestracharca,atadadeuncabo.Laviejapodríaecharlelos restos de comida. Cuántas veces le he oído decir: ¡Ay, si tuviésemos una oca!Pues ésta es la ocasión. ¿Quieres cambiar? Te daré la oveja por la oca, ymuchasgraciasencima.

Elotroaceptó,nofaltabamás;hicieronelcambio,yelcampesinosequedóconlaoca.Estabayacercadelaciudad,yelbulliciodelacarreteraibaenaumento;eraunhormiguero de personas y animales, que llenaban el camino y hasta la cuneta.Llegaronalfinalcampodepatatasdelportazguero.Ésteteníaunagallinaatadaparaquenoseescapara,asustadaporelruido.Eraunagallinaderrabada,bizcaydebonitoaspecto.«Cluc,cluc»,gritaba.Noséloqueellaqueríasignificarconsucacareo,elhechoesqueelcampesinopensóalverla:«Eslagallinamáshermosaquehevistoenmivida;esmejorquelacluecadelseñorrector;megustaríatenerla.Unagallinaeselanimalmásfácildecriar;siempreencuentraungranitodetrigo;puededecirsequesemantieneellasola.Creoseríaunbuennegociocambiarlaporlaoca».

—¿Ysicambiáramos?—preguntó.—¿Cambiar? —dijo el otro—. Por mí no hay inconveniente y aceptó la

proposición.Elportazguerosequedóconlaoca,yelcampesino,conlagallina.Laverdadesquehabíaaprovechadobienel tiempoenelviajea laciudad.Por

otraparte,arreciabaelcalor,yelhombreestabacansado;untragodeaguardienteyunbocadillolevendríandeperlas.Comoseencontraradelantedelaposada,entróenellaenelprecisomomentoenquesalíaelmozo,cargadoconunsacollenoarebosar.

—¿Quéllevasahí?—preguntóelcampesino.

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—Manzanaspodridas—respondióelmozo—;unsacollenoparaloscerdos.—¡Qué hermosura de manzanas! ¡Cómo gozaría la vieja si las viera! El año

pasado elmanzanodel corral sólo dio unamanzana; huboqueguardarla, y estuvosobrelacómodahastaquesepudrió.Estoessignodeprosperidad,decíalaabuela.¡Menudaprosperidadtendríacontodoesto!Quisieradarleestegusto.

—¿Cuántomedaisporellas?—preguntóelhombre.—¿Cuántoosdoy?Os las cambiopor lagallina—ydichoyhecho, entregó la

gallinayrecibió lasmanzanas.Entróen laposadaysefuedirectoalmostrador.Elsaco lo dejó arrimado a la estufa, sin reparar en que estaba encendida. En la salahabía mucha gente forastera, tratante de caballos y de bueyes, y entre ellos dosingleses, los cuales, como todo elmundo sabe, son tan ricos, que los bolsillos lesrevientandemonedasdeoro.Yloquemáslesgustaeshacerapuestas.Escuchasino.

«¡Chuf, chuf!» ¿Qué ruido era aquél que llegaba de la estufa? Las manzanasempezabanaasarse.

—¿Quépasaahí?Notardóenpropagarselahistoriadelcaballoquehabíasidotrocadoporunavaca

y, descendiendo progresivamente, se había convertido en un saco de manzanaspodridas.

—Espera a llegar a casa,verás cómo lavieja te recibe apuñadas—dijeron losingleses.

—Besosmedará,quenopuñadas—replicóelcampesino—.Laabuelavaadecir:«Loquehaceelpadre,bienhechoestá».

—¿Hacemos una apuesta?—propusieron los ingleses—. Te apostamos todo eloroquequieras:onzasdeoroatoneladas,cienlibras,unquintal.

—Conunafanegamecontento—contestóelcampesino—.Perosólopuedojugaruna fanega de manzanas, y yo y la abuela por añadidura. Creo que es medidacolmada.¿Quépensáisdeello?

—Conforme—exclamaronlosingleses—.Tratohecho.Engancharonelcarrodelventero,subieronaél los inglesesyelcampesino,sin

olvidar el saco demanzanas, y se pusieron en camino.No tardaron en llegar a lacasita.

—¡Buenasnoches,madrecita!—¡Buenasnoches,padrecito!—Hehechounbuennegocioconelcaballo.—¡Yalodecíayo;túentiendesdeeso!—dijolamujer,abrazándolo,sinreparar

enelsaconienlosforasteros.—Hecambiadoelcaballoporunavaca.—¡Diossealoado!¡Ladelechequevamosatener!Porfinvolveremosaverenla

mesamantequillayqueso.¡Buennegocio!

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—Sí,peroluegocambiélavacaporunaoveja.—¡Ah!¡Estoestáaúnmejor!—exclamólamujer—.Túsiemprepiensasentodo.

Hierbaparaunaovejatenemosdesobra.Nonosfaltaráahoralecheyquesodeoveja,nimediasdelana,yaunbatasdedormir.Todoesolavacanoloda;pierdeelpelo.Eresunaperlademarido.

—Peroesquedespuéscambiélaovejaporunaoca.—Así tendremos una oca por San Martín, padrecito. ¡Sólo piensas en darme

gustos!¡Quéideahastenido!Ataremoslaocafuera,enlahierba,y¡loqueengordaráhastaSanMartín!

—Esquehecambiadolaocaporunagallina—prosiguióelhombre.—¿Una gallina? ¡Éste sí que es un buen negocio! —exclamó la mujer—. La

gallinapondráhuevos,losincubará,tendremospolluelosytodoungallinero.¡Esloqueyomásdeseaba!

—Sí,peroesqueluegocambiélagallinaporunsacodemanzanaspodridas.—¡Ven que te dé un beso! —exclamó la mujer, fuera de sí de contento—.

¡Gracias,maridomío!¿Quieresque tecuente loquemehaocurrido?Encuanto tehubistemarchado,mepuseapensarquécomidapodríaprepararteparalavuelta;seme ocurrió que lo mejor sería tortilla de puerros. Los huevos los tenía, pero mefaltabanlospuerros.Mefui,pues,acasadelmaestro.Sédeciertoquetienenpuerros,pero ya sabes lo avara que es la mujer. Le pedí que me prestase unos pocos.«¿Prestar?—merespondió—.Notenemosnadaenelhuerto,niunamalamanzanapodrida.Niunamanzanapuedoprestaros».Puesahorayopuedoprestarlediez,¡quédigo!todounsaco,¡quégusto,padrecito!Ylediootrobeso.

—Magnífico—dijeron los ingleses—. ¡Siemprepara abajoy siemprecontenta!Estonosepagacondinero—.Ypagaronelquintaldemonedasdeoroalcampesino,querecibíabesosenvezdepuñadas.

Sí,señor,siempresesaleganandocuandolamujernosecansadedeclararqueelpadreentiendeentodo,yqueloquehace,bienhechoestá.

Éstaeslahistoriaqueoídeniño.Ahoratúlasabestambién,ynoloolvides:loqueelpadrehace,bienhechoestá.

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Loscisnessalvajes

(Devildesvaner)

Lejosdenuestrastierras,alláadondevanlasgolondrinascuandoelinviernollegaanosotros, vivía un rey que tenía once hijos y una hija llamada Elisa. Los oncehermanoseranpríncipes;llevabanunaestrellaenelpechoysablealcintoparairalaescuela; escribían con pizarrín de diamante sobre pizarras de oro, y aprendían dememoria con la misma facilidad con que leían; en seguida se notaba que eranpríncipes.Elisa,lahermana,sesentabaenunescabelderelucientecristal,yteníaunlibrodeestampasquehabíacostadoloquevalíalamitaddelreino.

¡Qué bien lo pasaban aquellos niños!Lástima que aquella felicidad no pudiesedurarsiempre.

Supadre,reydetodoelpaís,casóconunareinaperversa,queodiabaalospobresniños.Yaalprimerdíapudieronellosdarsecuenta.Fueelcaso,quehabíagrangalaentodoelpalacio,ylospequeñosjugarona«visitas»;peroenvezderecibirpastelesymanzanasasadascomosesueleentalesocasiones,lanuevaReinanolesdiomásquearenaenunatazadeté,diciéndolesqueimaginaranqueeraotracosa.

A la semana siguientemandó a Elisa al campo, a vivir con unos labradores, yantesdemuchotiempolehabíayadichoalReytantascosasmalasdelospríncipes,queésteacabópordesentendersedeellos.

—¡A volar por el mundo y apañaros por vuestra cuenta!—exclamó un día laperversamujer—; ¡a volar como grandes aves sin voz!—. Pero no pudo llegar alextremo de maldad que habría querido; los niños se transformaron en oncehermosísimos cisnes salvajes. Con un extraño grito emprendieron el vuelo por lasventanasdepalacio,y,cruzandoelparque,desaparecieronenelbosque.

EraaúndemadrugadacuandopasaronporellugardondesuhermanaElisayacíadormidaenelcuartodeloscampesinos;yaunquedescribieronvarioscírculossobreeltejado,estiraronloslargoscuellosyestuvieronaleteandovigorosamente,nadielosoyó ni los vio. Hubieron de proseguir, remontándose basta las nubes, por esosmundosdeDios,ysedirigieronhaciaungranbosquetenebrosoqueseextendíahastalamismaorilladelmar.

LapobreElisitaseguíaenelcuartodeloslabradoresjugandoconunahojaverde,único juguete que poseía. Abriendo en ella un agujero, miró el sol a su través ypareciólecomosivieralosojoslímpidosdesushermanos;ycadavezquelosrayosdelsolledabanenlacara,creíasentirelcalordesusbesos.

Pasaban los días,monótonos e iguales.Cuando el viento soplaba por entre losgrandessetosderosalesplantadosdelantedelacasa,susurrabaalasrosas:

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—¿Quépuedehabermáshermosoquevosotras?—.Perolasrosasmeneabanlacabezayrespondían—:Elisaesmáshermosa—.Cuandolaviejadelacasa,sentadalos domingos en el umbral, leía su devocionario, el viento le volvía las hojas, ypreguntabaallibro:—¿Quiénpuedesermáspiadosoquetú?—.Elisaesmáspiadosa—replicabaeldevocionario;y loquedecían lasrosasyel libroera lapuraverdad.Porqueaquellibronopodíamentir.

Habían convenido en que la niña regresaría a palacio cuando cumpliese losquinceaños;peroalverlaReinalohermosaqueera,sintiórencoryodio,ylahabríatransformadoencisne,comoasushermanos;sinembargo,noseatrevióahacerloenseguida,porqueelReyqueríaverasuhija.

Porlamañana,muytemprano,fuelaReinaalcuartodebaile,queeratodoéldemármol y estaba adornado con espléndidos almohadones y cortinajes, y, cogiendotressapos,losbesóydijoalprimero:

—Súbete sobre la cabeza de Elisa cuando esté en el baño, para que se vuelvaestúpida como tú. Ponte sobre su frente—dijo al segundo—, para que se vuelvacomo tú de fea, y su padre no la reconozca—. Y al tercero—: Siéntate sobre sucorazón e infúndelemalos sentimientos, para que sufra—.Echó luego los sapos alagua clara, que inmediatamente se tiñó de verde, y, llamando a Elisa, la desnudó,mandándoleentrarenelbaño;yalhacerlo,unodelossaposselepusoenlacabeza,elotroen la frenteyel terceroenelpecho, sinque laniñaparecieranotario;yencuantoseincorporó,tresrojasfloresdeadormideraaparecieronflotandoenelagua.Aquellos animales eran ponzoñosos y habían sido besados por la bruja; de locontrario,sehabríantransformadoenrosasencarnadas.Sinembargo,seconvirtieronenflores,porelsolohechodehaberestadosobrelacabezaysobreelcorazóndelaprincesa, la cual era, demasiado buena e inocente para que los hechizos tuviesenacciónsobreella.

Al verlo la malvada Reina, frotóla con jugo de nuez, de modo que su cuerpoadquirióuntintepardonegruzco;untóleluegolacaraconunapomadaapestosayledesgreñóelcabello.EraimposiblereconoceralahermosaElisa.

Poresoseasustósupadrealverla,ydijoquenoerasuhija.Nadielareconoció,exceptoelperromastínylasgolondrinas;peroeranpobresanimalescuyaopiniónnocontaba.

LapobreElisarompióa llorar,pensandoensusoncehermanosausentes.Salió,angustiada,depalacio,ydurante todoel día estuvovagandopor camposy eriales,adentrándose en el bosque inmenso. No sabía adónde dirigirse, pero se sentíaacongojada y anhelante de encontrar a sus hermanos, que a buen seguro andaríantambiénvagandoporelampliomundo.Hizoelpropósitodebuscarlos.

Llevaba poco rato en el bosque, cuando se hizo de noche; la doncella habíaperdido el camino. Tendióse sobre el blando musgo, y, rezadas sus oraciones

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vespertinas,reclinólacabezasobreuntroncodeárbol.Reinabaunsilencioabsoluto,el aire estaba tibio, y en la hierba y el musgo que la rodeaban lucían las verdeslucecitasdecentenaresdeluciérnagas,cuandotocabaconlamanounadelasramas,losinsectosluminososcaíanalsuelocomoestrellasfugaces.

Toda la noche estuvo soñando en sus hermanos. De nuevo los veía de niños,jugando,escribiendoenlapizarradeoroconpizarríndediamanteycontemplandoelmaravillosolibrodeestampasquehabíacostadomedioreino;peronoescribíaneneltablero,comoantes,cerosyrasgos,sinolasosadísimasgestasquehabíanrealizadoytodaslascosasquehabíanvistoyvivido;yenellibrotodocobrabavida,lospájaroscantaban,ylaspersonassalíandelaspáginasyhablabanconElisaysushermanos;perocuandovolvía lahojasaltabandenuevoal interior,paraquenoseprodujesenconfusioneseneltexto.

Cuandodespertó, el sol estabaya alto sobre el horizonte.Elisanopodíaverlo,pues los altos árboles formaban un techo de espesas ramas; pero los rayosjugueteabanalláfueracomounondeantevelodeoro.Elcampoesparcíasusaromas,ylasavecillasveníanaposarsecasiensushombros;oíaelchapoteodelagua,puesfluíanenaquellosalrededoresmuchasycaudalosasfuentes,queibanadesaguarenun lago de límpido fondo arenoso. Había, si, matorralesmuy espesos, pero en unpuntolosciervoshabíanhechounaanchaabertura,yporellabajóElisaalagua.Eraéstatancristalina,que,denohaberagitadoelvientolasramasymatas,lamuchachahabríapodidopensarqueestabanpintadasenelsuelo;taleralaclaridadconquesereflejaba cada hoja, tanto las bañadas por el sol como las que se hallaban en lasombra.

Al ver su propio rostro tuvo un gran sobresalto, tan negro y feo era; pero encuantosehubo frotado losojosy la frentecon lamanomojada,volvióabrillar sublanquísimapiel.Sedesnudóymetióseenelaguapura;enelmundoenteronosehabríaencontradounaprincesatanhermosacomoella.

Vestidayadenuevoytrenzadoellargocabello,sedirigióalafuenteborboteante,bebiódelhuecode lamanoyprosiguió sumarchapor elbosque, a laventura, sinsaberadónde.PensabaensushermanosyenDiosmisericordioso,queseguramenteno la abandonaría: El hacía crecer las manzanas silvestres para alimentar a loshambrientos;ylaguióhastaunodeaquellosárboles,cuyasramassedoblabanbajoelpesodelfruto.Comiódeél,y,despuésdecolocarapoyosparalasramas,adentróseen la parte más oscura de la selva. Reinaba allí un silencio tan profundo, que lamuchachaoíaelrumordesuspropiospasosyeldelashojassecas,quesedoblabanbajo sus pies. No se veía ni un pájaro: ni un rayo de sol se filtraba por entre lascorpulentasydensasramasdelosárboles,cuyosaltostroncosestabantancercaunosdeotros,que,almirarladoncellaaloalto,parecíaleverserodeadaporunenrejadodevigas.Eraunasoledadcomonuncahabíaconocido.

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La noche siguiente fue muy oscura; ni una diminuta luciérnaga brillaba en elmusgo. Ella se echó, triste, a dormir, y entonces tuvo la impresión de que seapartaban las ramas extendidas encima de su cabeza y queDiosNuestro Señor lamiraba con ojos bondadosos,mientras unos angelitos le rodeaban y asomaban porentresusbrazos.

Aldespertarsepor lamañana, no sabía si había soñadoo si todo aquellohabíasidorealidad.

Anduvounospasosyseencontróconunaviejaquellevababayasenunacesta.Lamujerlediounascuantas,yElisalepreguntósiporcasualidadhabíavistoalosoncepríncipescabalgandoporelbosque.—.No—respondiólavieja—,peroayervioncecisnes,concoronasdeoroenlacabeza,queibanríoabajo.

Acompañó a Elisa un trecho, hasta una ladera a cuyo pie serpenteaba unriachuelo. Los árboles de sus orillas extendían sus largas y frondosas ramas alencuentrounasdeotras,yallídondenosealcanzabanporsucrecimientonatural,lasraícessalíanalexterioryformabanunentretejidoporencimadelagua.

Elisadijoadiósalaviejaysiguióporlamargendelrío,hastaelpuntoenqueéstesevertíaenelgranmarabierto.

Frentealadoncellaseextendíaelsoberbioocéano,peroenélnosedivisabaniunavela,niunbote.¿Cómoseguiradelante?Considerólasinnúmeraspiedrecitasdela playa, redondeadas y pulimentadas por el agua. Cristal, hierro, piedra, todo loacumulado allí había sido moldeado por el agua, a pesar de ser ésta mucho másblandaque sumano. «Laola semueve incesantemente y así alisa las cosas duras;pues yo seré tan incansable como ella. Gracias por vuestra lección, olas claras ysaltarinas; algún día,me lo dice el corazón,me llevaréis al lado demis hermanosqueridos».

Entre las algas arrojadas por elmar a la playa yacían once blancas plumas decisne,quelaniñarecogió,haciendounhazconellas.Estabancuajadasdegotitasdeagua, rocío o lágrimas, ¿quién sabe?Se hallaba sola en la orilla, pero no sentía lasoledad,pueselmarcambiabaconstantemente; enunashoras se transformabamásvecesqueloslagosentodounaño.Siavanzabaunagrannubenegra,elmarparecíadecir: «¡Ved, qué tenebroso puedo ponerme!». Luego soplaba viento, y las olasvolvíanalexteriorsuparteblanca.Perosilasnubeserandecolorrojoylosvientosdormían, elmar podía compararse con un pétalo de rosa; era ya verde, ya blanco,aunquepormuchacalmaqueenél reinara,en laorillasiempresepercibíaun levemovimiento;elaguaselevantabadébilmente,comoelpechodeunniñodormido.

A la hora del ocaso, Elisa vio que se acercaban volando once cisnes salvajescoronados de oro; iban alineados, uno tras otro, formando una larga cinta blanca.Elisa remontó la ladera y se escondió detrás de unmatorral; los cisnes se posaronmuycercadeella,agitandolasgrandesalasblancas.

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Nobienel solhubodesaparecidobajoelhorizonte,desprendióseelplumajedelasavesyaparecierononceapuestospríncipes:loshermanosdeElisa.Lanzóellaunagudo grito, pues aunque sus hermanos habían cambiado mucho, la muchachacomprendió que eran ellos; algo en su interior le dijo que no podían ser otros. Searrojó en sus brazos, llamándolos por sus nombres, y los mozos se sintieronindeciblementefelicesalveryreconocerasuhermana,tanmayoryaytanhermosa.Reíanyllorabanalavez,yprontosecontaronmutuamenteelcruelprocederdesumadrastra.

—Nosotros—dijo el hermanomayor—volamos convertidos en cisnes salvajesmientras el sol está en el cielo; pero en cuanto se ha puesto, recobramos nuestrafigurahumana;poresodebemoscuidarsiempredetenerunpuntodeapoyoparalospies a la hora del anochecer, pues entonces si volásemos haca las nubes, nosprecipitaríamosalabismoalrecuperarnuestracondicióndehombres.Nohabitamosaquí;allendeelocéanohayunatierratanhermosacomoésta,peroelcaminoesmuylargo,a travésdetodoelmar,ysinislasdondepernoctar;sólounarrecifesolitarioemergedelasaguas,justoparadescansarenélpegadosunosaotros;ysielmarestámuymovido,susolassaltanporencimadenosotros;pero,contodo,damosgraciasaDiosdeque la roca esté allí.Enellapasamos lanoche en figurahumana; si no lahubiera,nuncapodríamosvisitarnuestraamadatierranatal,pueslatravesíanosllevadosdelosdíasmáslargosdelaño.Unasolavezalañopodemosvolveralapatria,dondenosestápermitidopermanecerporespaciodeoncedías,volandoporencimadel bosque, desde el cual vemos el palacio en que nacimos y que es morada denuestropadre,yelaltocampanariodelaiglesiadondeestáenterradanuestramadre.Estandoallí,nosparececomosiárbolesymatorralesfuesenfamiliaresnuestros;loscaballos salvajes corren por la estepa, como los vimos en nuestra infancia; loscarboneros cantan las viejas canciones a cuyo ritmo bailábamos de pequeños; esnuestra patria, que nos atrae y en la que te hemos encontrado, hermanita querida.Tenemosaúndosdíasparaquedarnosaquí,pero luegodeberemoscruzarelmarenbusca de una tierra espléndida, pero que no es la nuestra. ¿Cómo llevarte connosotros?noposeemosningúnbarco,niunmíserobote,nadaenabsolutoquepuedaflotar.

—¿Cómopodríayoredimiros?—preguntólamuchacha.Estuvieronhablandocasitodalanoche,ydurmieronbienpocashoras.Elisadespertóconelaleteode loscisnesquepasabanvolandosobresucabeza.

Sushermanos, transformadosdenuevo,volabanengrandescírculos,y,sealejaron;perounodeellos,elmenordetodos,sehabíaquedadoentierra;reclinólacabezaensu regazo y ella le acarició las blancas alas, y así pasaron juntos todo el día. Alanochecer regresaron los otros, y cuando el sol se puso recobraron todos su figuranatural.

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—Mañananosmarcharemosdeaquíparanovolverhastadentrodeunaño;peronopodemosdejartedeestemodo.¿Tesientesconvalorparavenirconnosotros?Mibrazoeslobastanterobustoparallevarteatravésdelbosque,y,¿notendremosentretodoslafuerzasuficienteparatransportartevolandoporencimadelmar?

—¡Sí,llevadmeconvosotros!—dijoElisa.Emplearon toda la noche tejiendo una grande y resistente red con juncos y

flexiblecortezadesauce.TendióseenellaElisa,ycuandosalióelsolyloshermanossehubierontransformadoencisnessalvajes,cogiendolaredconlospicos,echaronavolarconsuhermanita,queaúndormíaenella,yseremontaronhastalasnubes.Alver que los rayos del sol le daban de lleno en la cara, uno de los cisnes se situóvolandosobresucabeza,parahacerlesombraconsusanchasalasextendidas.

EstabanyamuylejosdetierracuandoElisadespertó.Creíasoñaraún,pues tanextrañoleparecíaverseenlosaires,transportadaporencimadelmar.Asuladoteníauna rama llena de exquisitas bayas rojas y un manojo de raíces aromáticas. Elhermanomenorlashabíarecogidoypuestojuntoaella.

Elisa le dirigió una sonrisa de gratitud, pues lo reconoció; era el que volabaencimadesucabeza,haciéndolesombraconlasalas.

Iban tan altos, que el primer barco que vieron a sus pies parecía una blancagaviotaposadasobreelagua.Teníanasusespaldasunagrannube;eraunamontaña,enlaqueseproyectabalasombradeElisaydelosoncecisnes:ellodemostrabalaenormealturadesuvuelo.Elcuadroeramagnífico,comojamásvieralamuchacha;pero al elevarse más el sol y quedar rezagada la nube, se desvaneció la hermosasilueta.

Siguieron volando durante todo el día, raudos como zumbantes saetas; y, sinembargo,llevabanmenosvelocidadquedecostumbre,pueslosfrenabaelpesodelahermanita.Se levantómal tiempo,yelatardecerseacercaba;Elisaveíaangustiadacómo el sol iba hacia su ocaso sin que se vislumbrase el solitario arrecife en lasuperficiedelmar.Dábasecuentadequeloscisnesaleteabanconmayorfuerza.¡Ah!,ella tenía la culpa de que no pudiesen avanzar con la ligereza necesaria; aldesaparecerelsolsetransformaríanensereshumanos,seprecipitaríanenelmaryseahogarían.Desdeel fondodesucorazónelevóunaplegariaaDiosmisericordioso,peroelacantiladonoaparecía.Losnegrosnubarronesseaproximabanpormomentos,ylasfuertesráfagasdevientoanunciabanlatempestad.Lasnubesformabanunúnicoarco,grandeyamenazador,queseadelantabacomosifuesedeplomo,ylosrayossesucedíansininterrupción.

Elsolsehallabayaalniveldelmar.AElisa lepalpitabaelcorazón; loscisnesdescendieronbruscamente,contantarapidez,quelamuchachatuvolasensacióndecaerse;peroenseguidareanudaronelvuelo.Elcírculosolarhabíadesaparecidoensumitad debajo del horizonte cuando Elisa distinguió por primera vez el arrecife al

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fondo, tan pequeño, que habríase dicho la cabeza de una foca asomando fuera delagua. El sol seguía ocultándose rápidamente, ya no era mayor que una estrella,cuandosupietocótierrafirme,yenaquelmismomomentoelastrodeldíaseapagócuallaúltimachispaenunpapelencendido.Vioasushermanosrodeándola,cogidostodosdelbrazo;habíaelsitiojustoparalosdoce;elmarazotabalaroca,proyectandosobreellosunalluviadeaguapulverizada;elcieloparecíaunaenormehoguera,ylostruenosretumbabansininterrupción.Loshermanos,cogidosdelasmanos,cantabansalmosyencontrabanenellosconfianzayvalor.

Alamanecer,elcielo,purísimo,estabaencalma;nobiensalióelsol,loscisnesreemprendieron el vuelo, alejándose de la isla con Elisa. El mar seguía aún muyagitado;cuandolosviajerosestuvieronagranaltura,pareciólescomosilasblancascrestasdeespuma,quesedestacabansobreelaguaverdenegruzca,fuesenmillonesdecisnesnadandoentrelasolas.

Alelevarsemáselsol,Elisavioantesí,alolejos,flotandoenelaire,unatierramontañosa, con las rocas cubiertas de brillantes masas de hielo; en el centro seextendíaunpalacio,quebienmediríaunamilladelongitud,conatrevidascolumnatassuperpuestas;debajoondeabanpalmeralesymagníficasflores,grandescomoruedasdemolino. Preguntó si era aquél el país de destino, pero los cisnes sacudieron lacabeza negativamente; lo que veía era el soberbio castillo de nubes de la FataMorgana, eternamente cambiante; no había allí lugar para criaturas humanas.Elisaclavó en él lamirada y vio cómo se derrumbaban lasmontañas, los bosques y elcastillo,quedandoreemplazadosporveintealtivos templos, todos iguales,conaltastorresyventanalespuntiagudos.Creyóoír lossonesde losórganos,pero loqueenrealidadoíaeraelrumordelmar.Estabayamuycercadelostemploscuandoéstossetransformaronenunagranflotaquenavegabadebajodeella;yalmiraralfondovioque eran brumas marinas deslizándose sobre las aguas. Visiones constantementecambiantesdesfilabanantesusojos,hastaquealfinvislumbrólatierrareal,términodesuviaje,congrandiosasmontañasazulescubiertasdebosquesdecedros,ciudadesypalacios.Muchoantesdelapuestadelsolencontróseenlacimadeunaroca,frenteaunagrancueva revestidadedelicadasyverdesplantas trepadoras,comparablesabordadasalfombras.

—Vamosaver loquesueñasaquíestanoche—dijoelmenorde loshermanos,mostrándoleeldormitorio.

—¡Quiera el Cielo que sueñe lamanera de salvaros!—respondió ella; aquellaidea no se le iba de lamente, y rogaba aDios de todo corazón pidiéndole ayuda;hastaensueños le rezaba.Yheaquíque lepareciócomosi salieravolandoagranaltura,haciaelcastillodelaFataMorgana;elhada,hermosísimayreluciente,salíaasu encuentro; y, sin embargo, se parecía a la vieja que le había dado bayas en elbosqueyhabladodeloscisnesconcoronasdeoro.

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—Tus hermanos pueden ser redimidos —le dijo—; pero, ¿tendrás tú valor yconstancia suficientes? Cierto que el agua moldea las piedras a pesar de ser másblandaquetusfinasmanos,peronosienteeldolorquesentirántusdedos,ynotienecorazón,noexperimenta la angustiay lapenaque túhabrásde soportar. ¿Vesestaortiga que tengo en la mano? Pues alrededor de la cueva en que duermes crecenmuchasdesuespecie,perofíjatebienenqueúnicamentesirvenlasquecrecenenlastumbasdelcementerio.Tendrásquerecogerlas,pormásquetellenenlasmanosdeampollasardientes;rompelasortigasconlospiesyobtendráslino,conelcualtejerásonce camisones; los echas sobre los once cisnes, y el embrujo desaparecerá. Perorecuerdabienquedesdeelinstanteenqueempieceslalaborhastaquelaterminesnoteestápermitidopronunciarunapalabra,aunqueel trabajodureaños.Alaprimeraquepronuncies,unpuñalhomicidasehundiráenelcorazóndetushermanos.Detulenguadependesusvidas.Noolvidesnadadeloquetehedicho.

El hada tocó entonces con la ortiga la mano de la dormida doncella, y éstadespertócomoalcontactodelfuego.Erayaplenodía,ymuycercadellugardondehabíadormidocrecíaunaortiga idénticaa laquevieraensueños.Cayóde rodillaspara dar gracias a Dios misericordioso y salió de la cueva dispuesta a iniciar sutrabajo.

Cogióconsusdelicadasmanoslashorriblesplantas,quequemabancomofuego,y se le formaron grandes ampollas en manos y brazos; pero todo lo resistíagustosamente,contaldepoderliberarasushermanos.Partiólasortigasconlospiesdescalzosytrenzóelverdelino.

Alanochecerllegaronloshermanos, loscualesseasustaronalencontraraElisamuda. Creyeron que se trataba de algún nuevo embrujo de su perversamadrastra;peroalversusmanos,comprendieronelsacrificioquesuhermanasehabíaimpuestopor su amor; el más pequeño rompió a llorar, y donde caían sus lágrimas se lemitigabanlosdoloresyledesaparecíanlasabrasadorasampollas.

Pasólanochetrabajando,puesnoqueríatomarseunmomentodedescansohastaque hubiese redimido a sus hermanos queridos; y continuó durante todo el díasiguiente, en ausencia de los cisnes; y aunque estaba sola, nunca pasó para ella eltiempotandeprisa.Teníayaterminadouncamisónycomenzóelsegundo.

Enesto resonóuncuernodecazaen lasmontañas,y laprincesaseasustó.Lossonesseacercabanprogresivamente,acompañadosdeladridosdeperros,porloqueElisacorrióaocultarseenlacuevay,atandoenunfajolasortigasquehabíarecogidoypeinado,sentóseencima.

En aquel mismo momento apareció en el valle, saltando, un enorme perro,seguidomuyprontodeotros,queladrabanycorríandeunoaotrolado.Pocodespuéstodos los cazadores estabandelantede lagruta; elmás apuesto era el reydelpaís.AcercóseaElisa;nuncahabíavistoaunamuchachatanbella.

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—¿Cómollegasteaquí,preciosa?—dijo.Elisasacudiólacabeza,puesnopodíahablar:ibaenellolaredenciónylavidadesushermanos;yocultólamanosdebajodeldelantalparaqueelReynovieseeldolorquelaafligía.

—Venteconmigo—dijoelpríncipe—,nopuedesseguiraquí.Sierestanbuenacomohermosa,tevestirédesedayterciopelo,tepondrélacoronadeoroenlacabezay vivirás en elmás espléndido demis palacios—y así diciendo la subió sobre sucaballo.

Ellallorabayagitabalasmanos,peroelReydijo:—Sóloquierotufelicidad.Undíameloagradecerás—.Ysealejarontodospor

entrelasmontañas,montadaelladelanteyescoltadadelosdemáscazadores.Al ponerse el sol llegaron a la vista de la hermosa capital del reino, con sus

iglesiasycúpulas.ElSoberanolacondujoapalacio,unsoberbioedificiocongrandessurtidores en las altas salas de mármol; las paredes y techos estaban cubiertos depinturas;peroElisanoveíanada,susojosestabanhenchidosdelágrimas,ysualma,de tristeza; indiferente a todo, dejóse poner vestidos reales, perlas en el cabello yguantesenlasinflamadasmanos.

Así ataviada, su belleza era tan deslumbrante, que toda la Corte se inclinórespetuosamente ante ella; y elRey la proclamó su novia, pese a que el arzobisposacudía la cabeza y murmuraba que seguramente la doncella del bosque era unabruja,quehabíaofuscadolosojosytrastornadoelcorazóndelRey.

Éste, empero, no le hizo caso y mandó que tocase la música, sirviesen losmanjaresmás exquisitos y bailasen lasmuchachasmás lindas; luego la condujo aunosmagníficossalones,pasandoporolorososjardines.Peronilamáslevesonrisasedibujóensuslabiosnisereflejóensusojos,llenosdetristeza.ElReyabrióunapequeña habitación destinada a dormitorio deElisa; estaba adornada con preciosostapices verdes, y se parecía sorprendentemente a la gruta que le había servido derefugio.Enelsuelohabíaelfajodelinohiladodelasortigas,ydebajodelamanta,elcamisónyaterminado.Todolohabíatraídounodeloscazadores.

—Aquípodrásimaginartequeestásentuantiguohogar—ledijoelRey—.Ahítienes el trabajo en que te ocupabas; enmedio de todo este esplendor te agradarárecordaraquellostiempos.

AlverElisaaquellascosastanqueridasdesucorazón,sintióqueunasonrisasedibujaba en su boca y que la sangre afluía de nuevo a sus mejillas. Pensó en lasalvacióndesushermanosybesólamanodelRey,quienlaestrechócontrasupechoy dio orden de que las campanas de las iglesias anunciasen la próxima boda. Lahermosaymudadoncelladelbosqueibaaserreinadelpaís.

ElarzobisponocesabademurmurarpalabrasmalévolasalosoídosdelRey,peronopenetrabanensucorazón,puesestabafirmementedecididoacelebrarlaboda.Elpropio arzobispo tuvo que poner la corona a la nueva soberana; en su enojo, se la

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encasquetó hasta la frente, con tal violencia que le hizo daño. Pero mayor era laopresiónquelanuevareinasentíaenelpecho:laangustiaporsushermanos;yestapena del alma le impedía notar los sufrimientos del cuerpo. Su boca seguíamuda,puesunasolapalabrahabríacostadolavidaasushermanos;massusojosexpresabanunamorsinceroporaquelreybuenoyapuesto,quesedesvivíaporcomplacerla.Dedía en día iba queriéndolomás tiernamente, y sólo deseaba poder comunicarle suspenas.Peronoteníamásremedioqueseguirmuda,ymudadebíaterminarsutarea.Por eso, durante la noche se deslizaba de su lado y, yendo al pequeño aposentoadornado como la gruta, confeccionaba los camisones, uno tras otro; pero aldisponerseaempezarelséptimo,vioqueselehabíaterminadoellino.

Noignorabaqueenelcementeriocrecíanlasortigasquenecesitaba;perodebíacogerlasellamisma.¿Cómohacerlo?¿Cómosalirsinserobservada?

«¡Ah,quérepresentaeldolordemisdedoscomparadoconeltormentoquesufremicorazón!—pensaba—.Esnecesarioquemeaventure.NuestroSeñornoretirarádemísumanobondadosa».Angustiada,comosi fueseacometerunamalaacción,salióahurtadillasaljardín.Alaluzdelaluna,siguióporlaslargasavenidasyporlascallessolitarias,dirigiéndosealcementerio.Sentadasenunagranlosafunerariaviouncorrode feasbrujas;ypresenciócómosedespojabandesusharapos,cual si sedispusieran a bañarse, y con los dedos largos y escuálidos extraía la tierra de lassepulturasrecientes,sacabanloscadáveresydevorabansucarne.Elisahubodepasarcerca de ellas y fue blanco de sus malas miradas, pero la muchacha, orando ensilencio,recogiósusortigasylasllevóapalacio.

Unasolapersonalahabíavisto,elarzobispo,elcualvelabamientraslosdemásdormían.Así,pues,habíatenidorazónalsospecharquelaReinaeraunabruja;poresohabíahechizadoalReyyatodoelpueblo.

EnelconfesionariocomunicóalReyloquehabíavistoyloquetemía;ycuandolasduraspalabrassalierondesuboca,lossantosdetallamenearonlascabezas,comodiciendo:«Noesverdad,Elisaesinocente».Peroelarzobispointerpretóelgestodemodo distinto; pensó que declaraban contra ella y que eran sus pecados los quehacíanagitarlascabezasdelossantos.Dosgruesaslágrimasrodaronpor1asmejillasdelRey,yvolvióapalaciocon ladudaenelcorazón.A lanochesiguientesimulódormir,aunqueelsueñonohabíaacudidoasusojos,viocómoElisaselevantaba,ylomismoserepitióenlasnochessiguientes;y,siguiéndola,laveíadesaparecerenelaposento.

Su semblante se tornaba cada día más sombrío. Elisa se daba cuenta, sincomprender el motivo, y, angustiada, sufría cada vez más en su corazón por sushermanos. Sus ardientes lágrimas fluían por el terciopelo y la púrpura reales,depositándosecualdiamantespurísimos;y todos losqueveíanel ricoesplendordesusropaslaenvidiabanporserReina.Estabayaapuntodeterminarsutarea;ysólo

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Page 365: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

le faltabauncamisón;perono lequedabayani linoniortigas.Por tanto, tuvoquedirigirseporúltimavezalcementerioarecogerunosmanojos.Pensóconangustiaenlasolitariaexpediciónyenlashorriblesbrujas,perosuvoluntadseguíafirme,comosuconfianzaenDios.

SalióElisa,seguidaporelReyyelarzobispo,quieneslavierondesaparecertraslareja,yalacercarsevierontambiénlasbrujassentadasenlaslosassepulcrales;yelReysevolvió,convencidodequeeraunadeellaslaqueaquellamismanochehabíareclinadoaúnlacabezasobresupecho.

—¡Qué el pueblo la juzgue!—dijo; y el pueblo sentenció que fuese quemadaviva.

Deloslujosossalonesdepalaciolacondujeronauncalabozooscuroyhúmedo,dondeelvientosilbabaa travésde la reja.Envezde terciopeloyseda,diéronleelmontóndeortigasquehabíarecogido,paraquelesirviesendealmohada;losburdosyardorosos camisonesquehabía confeccionado serían susmantas;y, sin embargo,aquelloeralomejorquepodíandarle;reanudósutrabajoyelevósusprecesaDios.Fuera, los golfos callejeros le cantaban canciones insultantes; ni un alma acudía aprodigarlepalabrasdeconsuelo.

Haciaelanocheceroyódelantedelarejaelrumordelasalasdeuncisne;erasuhermanomenor,quehabíaencontradoasuhermana.Prorrumpióéstaensollozosdealegría, a pesar de saber que aquella noche sería probablemente la última de suexistencia.Peroteníaeltrabajocasiterminado,ysushermanosestabanallí.

Presentóseelarzobispoparaasistirlaensuúltimahora,comohabíaprometidoalRey;masellameneólacabeza,yconlamiradayelgestolepidióquesemarchase.Aquellanochedebíaterminarsutarea;deotromodo,todohabríasidoinútil:eldolor,las lágrimas, las largasnochesenvela.Elpreladosealejódirigiéndolepalabrasdeenojo,maslapobreElisasabíaqueerainocenteyprosiguiósulabor.

Losratoncilloscorríanporelsuelo,acercándolelasortigasasuspies,deseososdeayudarla,yuntordoseposóenlarejadelacárcelyestuvocantandotodalanochesusmásalegrescanciones,parainfundirvaloraElisa.

Rayabayaelalba;faltabaunahoraparasalirelsol,cuandolosoncehermanossepresentaron a la puerta de palacio, suplicando ser conducidos a presencia delRey.Imposible—selesrespondió—,eradenochetodavía,elSoberanoestabadurmiendoyno se le podía despertar.Rogaron, amenazaron, vino la guardia, y el propioReysalió preguntando qué significaba aquello. En aquel momento salió el sol ydesaparecieronloshermanos,perooncecisnessalvajesvolaronencimadelpalacio.

Por lapuertade laciudadafluíaunagranmultitud;elpuebloqueríaasistira laquemadelabruja.Unviejojamelgotirabadelacarretaenqueéstaeraconducida,cubiertaconuna túnicade rudaarpillera, sueltoelhermosocabelloalrededorde lacabeza, una palidez de muerte pintada en las mejillas. Sus labios se movían

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Page 366: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

levemente,mientraslosdedosseguíantejiendoelverdelino.Nisiquieracaminodelsuplicio interrumpíaElisa su trabajo; a sus pies se amontonabandiez camisones, yestabaterminandoelúltimo.Elpopulacholaescarnecía:

—¡Miradlabrujacómomurmura!Nollevaenlamanoundevocionario,no,sigueconsusbrujerías.¡Destrozadlaenmilpedazos!

Lanzáronse hacia ella para arrancarle los camisones, y en el mismo momentoacudieronvolandoonceblancoscisnes,queseposaronasualrededorenlacarreta,agitandolasgrandesalas.Alverlo,lamuchedumbreretrocedióaterrorizada.

—¡Esunsignodelcielo!¡Nocabedudadequeesinocente!—decíanmuchosenvozbaja;peronoseatrevíanaexpresarsedeotromodo.

El verdugo la agarró de la mano, y entonces ella echó rápidamente los oncecamisones sobre los cisnes, que en el acto quedaron transformados en otros tantosgallardospríncipes;sóloelmenorteníaunalaenlugardeunbrazo,puesfaltabaunamangaasucamisón;lamuchachanohabíatenidotiempodeterminarlo.

—Ahora ya puedo hablar —exclamó—. ¡Soy inocente! El pueblo, al ver loocurrido, postróse ante ella como ante una santa; pero Elisa cayó desmayada enbrazosdesushermanos,nopudiendoresistirtantasemociones,angustiasydolores.

—¡Sí,esinocente!—gritóelhermanomayor,ycontóalpueblotodolosucedido,ymientras hablaba esparcióseuna fragancia comodemillonesde rosas, pues cadapedazode leñade lahoguerahabía echado raícesyproyectaba ramas.Eraun setoaromático,altoycuajadode rosasencarnadas,conuna floren lacumbre,blancaybrillante como una estrella.Cortóla elRey y la puso en el pecho deElisa, la cualvolvióensí,llenoelcorazóndepazyfelicidad.

Las campanas de todas las iglesias se pusieron a repicar por sí mismas y lospájaros acudieron en grandes bandadas; para regresar a palacio se organizó unacabalgatacomo,jamáslavieraunrey.

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Page 367: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Eltullido

(Krøblingen)

Éraseunaantiguacasaseñorial,habitadaporgentejovenyapuesta.Ricosenbienesy dinero, querían divertirse y hacer el bien. Querían hacer feliz a todo el mundo,comoloeranellos.

Por Nochebuena instalaron un abeto magníficamente adornado en el antiguosalón de Palacio. Ardía el fuego en la chimenea, y ramas del árbol navideñoenmarcabanlosviejosretratos.

Desdeelatardecerreinabatambiénlaalegríaenlosaposentosdelaservidumbre.Tambiénhabíaallíungranabetoconrojasyblancasvelillasencendidas,banderitasdanesas,cisnesrecortadosyredesdepapelesdecoloresyllenasdegolosinas.Habíaninvitadoalosniñospobresdelaparroquia,ycadaunohabíaacudidoconsumadre,ala cual,másquea la copadel árbol, se le iban losojos a lamesadeNochebuena,cubiertaderopasdelanaydehilo,ytodaclasedeprendasdevestir.Aquelloeraloquemiraban lasmadresy loshijosyamayorcitos,mientras lospequeñosalargabanlosbrazoshacialasvelillas,eloropelylasbanderitas.

La gente había llegado a primeras horas de la tarde, y fue obsequiada con laclásicasopanavideñayasadodepatoconberzaroja.Unavezhubieroncontempladoelárbolyrecibido losregalos,sesirvióacadaunounvasodeponcheymanzanasrellenas.

Regresaronentoncesa suspobrescasas,dondesehablóde la«buenavida»,esdecir,delabuenacomida,ysepasóotravezrevistaalosregalos.

EntreaquellagenteestabanGarte-irstenyGarten-Ole,unmatrimonioque teníacasa y comida a cambio de su trabajo en el jardín deSusSeñorías.CadaNavidadrecibían su buena parte de los regalos. Tenían además cinco hijos, y a todos losvestíanlosseñores.

—Sonbondadososnuestrosamos—decían—.Tienenmediosparahacerelbien,ygozanhaciéndolo.

—Ahítienenbuenasropasparaquelasrompanloscuatro—dijoGarten-Ole—.Mas,¿porquénohaynadaparaeltullido?Siempresuelenacordarsedeél,aunquenovayaalafiesta.

Eraelhijomayor,alquellamaban«Eltullido»,perosunombreeraJuan.Deniñohabía sido elmás listo y vivaracho, pero de repente le entró una«debilidad en laspiernas», como ellos decían, y desde entonces no pudo tenerse de pie ni andar.Llevabayacincoañosencama.

—Sí,algomehandado tambiénparaél—dijo lamadre.Peroessóloun libro,

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Page 368: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

paraquepuedaleer.—¡Esonoloengordará!—observóelpadre.PeroHanssealegródesulibro.Eraunmuchachitomuydespierto,aficionadoala

lectura, aunque aprovechaba también el tiempo para trabajar en las cosas útiles encuantoselopermitíasucondición.Eramuyágildededos,ysabíaemplearlasmanos;confeccionaba calcetines de lana, e incluso mantas. La señora había hecho granencomiodeellasylashabíacomprado.

EraunlibrodecuentoselqueacababanderegalaraHans,yhabíaenélmuchoqueleer,ymuchoqueinvitabaapensar.

—Denadavaaservirle—dijeronlospadres—.Perodejemosquelea,leayudaráamatareltiempo.Nosiemprehadeestarhaciendocalceta.

Vino la primavera. Empezaron a brotar la hierba y las flores, y también loshierbajos,comosesuelellamaralasortigasapesardelascosasbonitasquedeellasdiceaquellacanciónreligiosa:

Silosreyessereuniesenyjuntaransustesoros,nopodríanañadirunasolahojaalaortiga.

En el jardín de Sus Señorías había mucho que hacer, no solamente para eljardineroysusaprendices,sinotambiénparaGarten-KirstenyGarten-Ole.

—¡Quépesado!—decían—.Aúnnohemosterminadodeescardaryarreglarloscaminos,yyaloshanpisadodenuevo.¡Hayunajetreoconlosinvitadosdelacasa!¡Loquecuesta!Suertequelosseñoressonricos.

—¡Quémalrepartidoestátodo!—decíaOle—.Segúnelseñorcura,todossomoshijosdeDios.¿Porquéestasdiferencias?

—Porculpadelpecadooriginal—respondíaKirsten.De eso hablaban una noche, sentados junto a la cama del tullido, que estaba

leyendosuscuentos.Las privaciones, las fatigas y los cuidados habían encallecido lasmanos de los

padres,ytambiénsujuicioysusopiniones.Nolocomprendían,nolesentrabaenlacabeza,yporesohablabansiempreconamargurayenvidia.

—Hay quien vive en la abundancia y la felicidad, mientras otros están en lamiseria. ¿Por qué hemos de purgar la desobediencia y la curiosidad de nuestrosprimerospadres?¡Nosotrosnonoshabríamosportadocomoellos!

—Sí, habríamos hecho lo mismo—dijo súbitamente el tullido Hans.—. Aquíestá,enellibro.

—¿Quéesloqueestáenellibro?—preguntaronlospadres.YentoncesHanslesleyóelantiguocuentodelleñadorysumujer.Tambiénellos

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Page 369: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

decíanpestesdelacuriosidaddeAdányEva,culpablesdesudesgracia.Heaquíqueacertóapasarelreydelpaís:«Seguidme—lesdijo—yviviréis tanbiencomoyo:sieteplatosparacomeryunoparamirarlo.Estáenunasoperatapada,quenodebéistocar;delocontrario,sehabráterminadovuestrabuenavida».«¿Quépuedehaberenlasopera?»,dijolamujer.«¡Nonosimporta!»,replicóelmarido.«Nosoycuriosa—prosiguió ella—; sólo quisiera saber por qué no nos está permitido levantar latapadera.Estoyseguraqueesalgoexquisito».«Contalquenohayaalgunatrampa,porejemplo,unapistolaquealdispararsedespierteatodalacasa».«Tienesrazón»,dijo lamujer, sin tocar la sopera.Peroaquellanochesoñóque la tapase levantabasola y salía del recipiente el aroma de aquel ponche delicioso que se sirve en lasbodasylosentierros.Yhabíaunamonedadeplataconestainscripción:«Sibebéisdeesteponche,seréislasdospersonasmásricasdelmundo,ytodoslosdemáshombresseconvertiránenpordioseroscomparadosconvosotros».Despertóselamujerycontóelsueñoasumarido.«Piensasdemasiadoenesto»,dijoél.«Podríamoshacerloconcuidado», insistió ella. «¡Cuidado!», dijo el hombre; y la mujer levantó con grancuidado la tapa.Y he aquí que saltaron dos ligeros ratoncillos, y en un santiaméndesaparecieron por una ratonera. «¡Buenas noches! —dijo el Rey—. Ya podéisvolverosavuestracasaavivirdelovuestro.YnovolváisacensuraraAdányEva,puesoshabéismostradotancuriososydesagradecidoscomoellos».

—¡Cómohabrávenidoapararallibroestahistoria!—dijoGarten-Ole.—Diríasequeestáescritaprecisamenteparanosotros.Escosadepensarlo.Aldíasiguientevolvieronaltrabajo.Lostostóelsol,ylalluvialoscalóhastalos

huesos.Rumiaronsusmelancólicospensamientos.Nohabíaanochecidoaún,cuandoyahabíancenadosuspapillasdeleche.—¡Vuelvealeernoslahistoriadelleñador!—dijoGarten-Ole.—Hayotrasquetodavíanoconocéis—respondióHans.—NomeimportandijoGarten-Ole—.Prefierooírlaqueconozco.Yelmatrimoniovolvióaescucharla;ymásdeunanocheselahicieronrepetir.—Noacabodeentenderlo—dijoGarten-Ole—.Conlaspersonasocurre loque

con la leche: que se cuaja, yunaparte se convierte en fino requesón,y laotra, ensueroaguado.Loshayquetienensuerteentodo,sepasaneldíamuyrepantingadosynosufrencuidadosniprivaciones.

El tullido oyó lo que decía. El chico era débil de piernas, pero despejado decabeza, y les leyó de su libro un cuento titulado «El hombre sin necesidades nipreocupaciones».¿Dóndeestaríaesehombre?Habíaquedarconél.

ElReyestabapostradoen su camade enfermo,ynopodría curarhastaque sepusiera la camisa de un hombre que en verdad pudiera afirmar que jamás habíasabidoloqueeraunapreocupaciónounanecesidad.Enviáronseemisariosatodoslospaísesdelmundo, a castillosypalaciosya las casasde todos loshombres ricosy

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Page 370: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

alegres; pero cuando se investigaba a fondo, todos habían pasado sus penas ydesgracias.

«¡Yo no! —exclamó un porquerizo que, sentado al borde de la zanja, reía ycantaba—.¡Yosoyelmásfelizdeloshombres!».«Danostucamisa,pues—dijeronlosenviados—.Tepagaremosconlamitaddelreino».

Peroelhombrenoteníacamisa,y,sinembargo,seconsiderabaelmásfelizdelosmortales.

—¡Quétipo!—exclamóGarten-Ole,yélysumujerserieroncomonolohabíanhechodesdehacíamuchotiempo.

Enestoacertóapasarelmaestrodelpueblo.—¡Qué alegres estáis!—dijo—.Esto es una novedad en vuestra casa. ¿Habéis

sacadolalotería,acaso?—¡Nadadeeso!—respondióGarten-Ole—.EsqueHansnosestabaleyendoun

cuentodesulibro.Eraelcuentodel«Hombresinpreocupaciones»,yresultaquenollevabacamisa.Estascosasleabrenaunolosojos,ymáscuandoestánenunlibroimpreso.Cadaunotienequellevarsucruz,yestoessiempreunconsuelo.

—¿Dedóndesacasteisellibro?—preguntóelmaestro.—SeloregalaronaHanshaceunaño,paraNavidad.Selodieronlosseñores.Ya

sabeustedcómolegustaleer,apesardesertullido.Aqueldíahubiéramospreferidoque le regalaran camisas.Pero es un libronotable.Pareceque responde anuestrospensamientos.

Elmaestrocogióellibroyloabrió.—Léenos otra vez la misma historia —dijo Garten-Ole—; todavía no la

comprendodeltodo.Ydespuésnosleeráladelleñador.AOlelebastabanaquellosdoscuentos.Enlamíseravivienda,ysobresuánimo

amargado,producíanelefectodedosrayosdesol.Hanssehabíaleídotodoellibrodecaboarabo,yvariasveces.Aquelloscuentos

lotransportabanalvastomundodefuera,alquenopodíairporquesuspiernasnolosostenían.

El maestro se sentó a la vera de su lecho y los dos se enfrascaron en unaagradableconversación.

Desde aquel día, el maestro acudió con más frecuencia a la casa de Hans,mientrassuspadresestabantrabajando.Ycadaunadesusvisitaseraparaelniñounaverdadera fiesta. ¡Cómo escuchaba lo que el anciano le explicaba acerca de lainmensidaddelaTierraydesusmuchospaíses,ydequeelSoleramediomillóndevecesmayorquenuestroGloboyestabatanlejos,queunabaladecañónnecesitaríaveinticincoañosparacubrirladistanciaqueloseparadelaTierra,mientraslosrayosluminososllegabanenochominutos!

Soncosasquesabecualquieralumnoaplicado,peroerannovedadesparaHans,

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Page 371: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

másmaravillosasaúnqueloscuentosdellibro.Varias veces al año invitaban los señores almaestro a comer, y un día éste les

explicólaimportanciaqueparalapobrecasateníaellibrodecuentos,yelbienquedosdeelloshabíanaportado.Consulectura,elpobreperointeligente tullidohabíallevadoalacasalareflexiónylaalegría.

Al marcharse el maestro, la señora le puso en la mano un par de brillantesescudosdeplataparaelpequeñoHans.

—¡Seránparamispadres!—dijoelmuchachoalrecibireldinerodelmaestro.YGarten-OleyGarten-Kirstenexclamaron:—AunsiendotullidonostraeHansbeneficiosybendiciones.Unos días más tarde, hallándose los padres trabajando en la propiedad de sus

amos,sedetuvoantelapuertadelahumildecasaelcochedelosseñores.Eraelamaque venía de visita, contenta de que su regalo de Navidad hubiese llevado tantoconsueloyalegríaalniñoyasuspadres.

Le traía pan blanco, fruta y una botella de zumo de frutas; pero lo que másentusiasmó al muchacho fue una jaula dorada, con un pajarito negro que cantabamaravillosamente.Lapusieronsobre laviejacómoda,aciertadistanciade lacamadelmuchacho,paraqueéstepudieraveryoíralpájaro.Hastalagentequepasabaporlacarreterapodíaoírsucanto.

Garten-OleyGarten-Kirstenregresaroncuandoyalaseñorasehabíamarchado.Vieron lo alegre que estaba Hans, pero sólo pensaron en las complicaciones quetraeríaaquelregalo.

—Haymuchascosasenquenopiensanlosricos—dijeron.Ahoratendremosquecuidar tambiéndelpájaro,puesel tullidonopuedehacerlo. ¡Al finse locomeráelgato!

Transcurrieron ocho días, y luego ocho más. En aquel tiempo, el gato habíaentradomuchasvecesenlahabitaciónsinasustaralpájaronicausarleningúndaño.Yheaquíqueentoncesocurrióunsucesoextraordinario.

Eraunatardeenquelospadresysushijoshabíansalidoasutrabajo.Hansestabasolo, el libro de cuentos en lamano, leyendo el de lamujer del pescador que viorealizados todossusdeseos.Quisoserreinay lofue,quisoseremperatrizy lofue;máscuandopretendiósercomoDiosNuestroSeñor,encontróseenelbarrizaldelquehabíasalido.

Aquelcuentonoguardabarelaciónalgunaconelpájaroniconelgato,pero¡fueprecisamente el que estaba leyendo cuando sucedió el gran acontecimiento! Seacordódeéltodoelrestodesuvida.

Lajaulaestabasobrelacómoda,yelgato,sentadoenelsuelo,mirabafijamentealpájaroconsusojosamarilloverdosos.Habíaalgoenlacaradelfelinoqueparecíadeciralpájaro:«¡Quéapetitosoestás!¡Cuánagustotecomería!».

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Page 372: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Hanslocomprendió.Loleyóenlacaradelgato.¡Fuera,gato!—gritó—.¡Lárgatedelcuarto!

Hábríasedichoqueelanimalsearqueabaparasaltar.Hansnopodíaalcanzarlo,ysóloteníaparaarrojarlesumayortesoro:ellibrode

cuentos.Selotiró,perosoltóselaencuadernación,quevolóhaciaunlado,mientrasel cuerpodel volumen, con todas las hojas dispersas, lo hacía hacia el opuesto.Elgatoretrocedióunpococonpasoslentos,mirandoaHans,comodiciéndole:

—¡Notemetasenmisasuntos,Hans!Yopuedoandarysaltar,ytúno.Hans no apartaba lamirada del gato, sintiendo una gran inquietud; también el

pájaroparecíaalarmado.Nohabíanadieaquienpoderllamar;parecíacomosielgatolosupiera.Volvióaagacharseparasaltar,yHansagitólamantadelacama,pueslasmanossípodíamoverlas.Maselfelinonosepreocupabadelamanta,ycuandoselaarrojóelmuchacho,deunbrincosesubióalasillayalantepechodelaventana,conlocualquedóaúnmáscercadelpajarillo.

Hanssentíacómolasangrelebullíaenelcuerpo,peronopensabaenella,sinosólo en el gato y en el pájaro. Fuera del lecho, el niño no podía valerse, pues laspiernasnolosostenían.Sintióqueledabaunvuelcoelcorazóncuandovioelgatosaltardelantepechodelaventanaychocarconlajaula,quesecayó,conelavecillaaleteandoespantadaensuinterior.

Hans lanzó un grito, sintió una sacudida en todo su cuerpo y, maquinalmente,bajódelacamaysefuealacómoda,donde,echandoalgato,cogiólajaulaconelasustadopájaro,yconellaenlamanoseechóacorreralacalle.

Conlágrimasenlosojossepusoagritar:—¡Puedoandar,puedoandar!Acababaderecobrarlasalud.Esunacosaquepuedesucederyquelesucedióa

él.El maestro vivía a poca distancia, y el niño se dirigió corriendo a su casa,

descalzo, sinmás prendas que la camisa y la chaqueta, siempre con la jaula en lamano.

—¡Puedo andar!—gritaba—. ¡Señor Dios mío!—sollozaba y lloraba de puraalegría.

Lahubo,ygrande,enlamoradadeGarten-OleyGarten-Kirsten.—¡Quécosamejorpodíamosesperarennuestravida!—decíanlosdos.Hansfuellamadoalamansióndelosseñores;hacíamuchosañosquenohabía

recorridoaquelcamino,ylepareciócomosilosárbolesylosavellanos,quetanbienconocía,losaludaranydijeran:«¡BuenosdíasHans!Bienvenidoalairelibre».Elsolleiluminabaelrostroyelcorazón.

Losjóvenesybondadososseñoreslohicieronsentarasulado,ysemostrarontancontentoscomosifueradesufamilia.

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Page 373: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Pero lamásencantadade todos fue la señora,que lehabía regaladoel librodecuentosyelpajarillo, el cualhabíamuertodel susto, esverdad,perohabía sidoelinstrumento de su recuperación, así como el libro había servido de consuelo yregocijoasuspadres.Loguardaba,loguardaríasiempreyloleería,pormuchosañosqueviviese.Enadelantepodríacontribuirasostenersucasa.Aprenderíaunoficio,talvezeldeencuadernador,pues,decía,«asípodréleertodosloslibrosnuevos».

Aquella tarde, después de hablar con sumarido, la señoramandó llamar a lospadresdelmuchacho.Eraunmocitopiadosoylisto,teníainteligenciayseddesaber.Diosfavorecesiempreunacausajusta.

Por la noche los padres regresaron a su casa muy contentos, particularmenteKirsten;peroyaaldíasiguienteestabalamujerllorosaporqueHanssemarchaba.Ibabienvestido, eraunbuenchico,pero teníaquecruzar elmar, para ir aunaciudadlejana,dondeasistiríaaunaescuela,yhabríandepasarmuchosañosantesdequesuspadresvolvieranaverlo.

Nosellevóellibrodecuentos.Suspadresquisieronguardarlocomorecuerdo.Yelpadreloleíaconfrecuencia,perosólolashistoriasqueconocía.

YrecibieroncartasdeHans,cadaunamásoptimistaquelaanterior.Vivíaenunacasa con personas excelentes, y, lomás hermoso de todo para él: iba a la escuela.¡Habíaenellatantoqueaprenderysaber!Sumayordeseoerallegaraloscienañosysermaestro.

—¡Quién sabe si lo veremos! —dijeron sus padres, estrechándose las manoscomocuandoloscasaron.

—¡QuésuertehemostenidoconHans!—decíaOle—.¡Diosnoolvidaaloshijosde los pobres, no! Justamente en el tullido iba amostrar su bondad. ¿Verdad queparececomosiHansnosleyerauncuentodellibro?

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Page 374: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Lallavedelacasa

(Portnøglen)

Todaslasllavestienensuhistoria,y¡haytantas!Llavesdegentilhombre,llavesdereloj, las llaves de San Pedro… Podríamos contar cosas de todas, pero noslimitaremosahacerlodelallavedelacasadelseñorConsejero.

Aunquesaliódeunacerrajería,cualquierahubiesecreídoquehabíavenidodeunaorfebrería,segúnestabadelimadaytrabajada.Siendodemasiadovoluminosaparaelbolsillodelpantalón,habíaquellevarlaenladelachaqueta,dondeestabaaoscuras,aunque también teníasupuesto fijoen lapared,al ladode lasiluetadelConsejerocuandoniño,queparecíaunaalbóndigadeasadodeternera.

Dícese que cada persona tiene en su carácter y conducta algo del signo delzodíacobajoelcualnació:Toro,Virgen,Escorpión,oelnombrequeseledéenelcalendario. Pero la señoraConsejera afirmaba que sumarido no había nacido bajoningunodeestossignos,sinobajoeldela«carretilla»,puessiemprehabíaqueestarempujándolo.

Su padre lo empujó a un despacho, su madre lo empujó al matrimonio, y suesposa lo condujo a empujones hasta su cargo deConsejero de cámara, aunque seguardómuybiendedecirlo;eraunamujercabalydiscreta,quesabíacallaratiempoyhablaryempujarenelmomentooportuno.

Elhombreerayaentradoenaños,«bienproporcionado»,segúndecíaélmismo,hombre de erudición, buen corazón y con «inteligencia de llave», término queaclararemos más adelante. Siempre estaba de buen humor, apreciaba a todos sussemejantes y gustaba de hablar con ellos. Cuando iba a la ciudad, costabaDios yayuda hacerle volver a casa, a menos que su señora estuviese presente paraempujarlo. Tenía que pararse a hablar con cada conocido que encontraba; y susconocidosnoeranpocos,porloquesiempreseenfriabalacomida.

LaseñoraConsejeralovigilabadesdelaventana.—¡Ahíllega!—decíalacriada—.Ponlasopa.¡Vamos!Ahorasehadetenidoa

charlar con uno. ¡Saca el puchero del fuego, que cocerá demasiado! ¡ahora viene!¡Vuelvelaollaalfuego!—.Peronollegaba.

Avecesyaestabadebajomismodelaventanayhabíasaludadoasumujerconungestode lacabeza;peroacertabaapasarunconocidoynopodíadejardedirigirleunaspalabras.Ysiluegosobreveníauntercero,sujetabaalanteriorporelojal,yalsegundo lo cogía de lamano, al propio tiempo que llamaba a otro que trataba deescabullirse.

EraparaponerapruebalapacienciadelaConsejera.

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Page 375: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¡Consejero,consejero!—exclamaba—.¡Ay!Estehombrenacióbajoel signodelacarretilla;nosemuevedelsitio,comonoleempujen.

Eramuyaficionadoaentraren las libreríasyojear librosy revistas.Pagabaunpequeñohonorarioasulibreroacambiodepodersellevaracasaloslibrosdenuevapublicación. Se le permitía cortar las hojas en sentido longitudinal, mas no en eltransversal, pues no hubieran podido venderse como nuevos. Era, en todos losaspectos,unperiódicoviviente,puesestabaenteradodenoviazgos,bodas,entierros,críticas literarias y comadrerías ciudadanas, y solía hacer misteriosas alusiones acosasquetodoelmundoignoraba.Lassabíaporlallavedelacasa.

Desde sus tiempos de recién casados, los Consejeros vivían en casa propia, ydesdeentoncesteníanlamismallave.Loquenoconocíanaúneransusmaravillosasvirtudes;éstasnolasdescubrieronhastamástarde.

ReinabaalasazónFedericoVI.EnCopenhaguenohabíaaúnnigasnifarolesdeaceite,comonoexistíantampocoelTivolinielCasino,nitranvías,niferrocarriles.Habíapocasdiversiones,encomparaciónconlasdehoy.

Losdomingoseracostumbredarunpaseohastalapuertadelcementerio.Allí,lagenteleíalasinscripcionesfunerarias,sesentabaenlahierba,merendabayechabauntraguito. O bien se llegaba hasta Friedrichsberg, a escuchar la banda militar quetocabafrenteapalacio,ydondesecongregabamuchopúblicoparavera lafamiliareal remando en los estrechos canales, con el Rey al timón y la Reina saludandodesde la barca a todos los ciudadanos sin distinción de clases. Las familiasacomodadasdelacapital ibanallíatomarel tévespertino.Enunacasitadecamposituada delante del parque les suministraban agua hirviendo, pero la tetera debíantraérselaellos.

Allí se dirigieron los Consejeros una soleada tarde de domingo; la criada losprecedía con la tetera, un cesto con la comida y la botella de aguardiente deSpendrup.

—Coge la llave de la calle—dijo la Consejera—, no sea que a la vuelta nopodamos entrar en casa. Ya sabes que cierran al oscurecer, y que esta mañana serompióelcordóndelacampanilla.Volveremostarde.AlavueltadeFrederichsbergtenemosqueiraVesterbro,averlapantomimade«Arlequín»enelteatroCasortis.Lospersonajesbajanenunanube.Cuestadosmarcoslaentrada.

YfueronaFrederichsberg,oyeronlamúsica,vieronlalancharealconlabanderaondeante,yvierontambiénalancianomonarcayloscisnesblancos.Despuésdeunabuenameriendasedirigieronalteatro,perollegarontarde.

Los números de baile habían terminado, y empezado la pantomima. Como decostumbre, llegaron tardeporculpadelConsejero,quesehabíadetenidocincuentavecesenelcaminoacharlarconunconocidoyotro.Enelteatroencontrósetambiénconbuenosamigos,ycuandoterminólafunciónhuboqueacompañaraunafamilia

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Page 376: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

al «puente» a tomar un vaso de ponche; era inexcusable, y sólo tardarían diezminutos;peroestosdiezminutosseconvirtieronenunahora;lacharlaerainagotable.De particular interés resultó un barón sueco, o tal vez alemán, el Consejero no losabía a punto fijo; en cambio, retuvo muy bien el truco de la llave que aquél leenseñó, y que ya nunca más olvidaría. ¡Fue la mar de interesante! Consistía enobligaralallavearesponderacuantoselepreguntara,aunlomásrecóndito.

LallavedelConsejeroseprestabademodoparticularalaexperiencia,puesteníael paletón pesado. El barón pasaba el índice por el ojo de la llave y dejaba a éstacolgando; cadapulsaciónde lapuntadeldedo laponía enmovimiento,haciéndoledar un giro, y si no lo hacía, el barón se las apañaba para hacerle dar vueltasdisimuladamenteasuvoluntad.

Cadagiroeraunaletra,empezandodesdelaAyllegandohastalaquesequisiera,segúnelordenalfabético.Unavezobtenidalaprimeraletra,lallavegirabaensentidoopuesto; buscábase entonces la letra siguiente, y así hasta obtener, con palabras yfrasesenteras,larespuestaalapregunta.Todoerapuracharlatanería,peroresultabadivertido. Este fue el primer pensamiento del Consejero, pero luego se dejósugestionarporeljuego.

—¡Vamos,vamos!—exclamó,alfin,laConsejera—.AlasdocecierranlapuertadePoniente.Nollegaremosatiempo,sólonosquedauncuartodehora.¡Yapodemoscorrer!

Tenían que darse prisa. Varias personas que se dirigían a la ciudad se lesadelantaron. Finalmente, cuando estaban ya muy cerca de la caseta del vigilante,dieron las doce y se cerró la puerta, dejando amucha gente fuera, entre ella a losConsejeros con la criada, la tetera y la canasta vacía. Algunos estaban asustados,otrosindignados,cadacualselotomabaasumanera.¿Quéhacer?

Porfortuna,desdehacíaalgúntiemposehabíadadoordendedejarabiertaunadelaspuertas:ladelNorte.Porellapodíanentrarlospeatonesenlaciudad,atravesandolacasetadelguarda.

El camino no era corto, pero la noche era hermosa, con un cielo sereno yestrellado,cruzadodevezencuandoporestrellasfugaces.Croabanlasranasenlosfososyenelpantano.Lagenteibacantando,unacancióntrasotra,peroelConsejeronocantabanimirabalasestrellas,ycomotampocomirabadondeponíalospies,secayó, cuan largo era, sobre el borde del foso. Cualquiera habría dicho que habíabebidodemasiado,masloqueselehabíasubidoalacabezanoeraelponche,sinolallave.

Finalmente, llegaronalapuertaNorte,yporlacasetadelguardaentraronenlaciudad.

—¡Ahorayaestoytranquila!—dijolaConsejera—.Estamosenlapuertadecasa.—Pero,¿dóndeestálallave?—exclamóelConsejero.Nolateníanienelbolsillo

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Page 377: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

traseroniellateral.—¡Dios nos ampare! —dijo la Consejera—. ¿No tienes la llave? La habrás

perdidoentusjuegosdemanosconelbarón.¿Cómoentraremosahora?Elcordóndelacampanillaserompióestamañana,comosabes,yelvigilantenotienellavedelacasa.¡Esparadesesperarse!

Lacriadasepusoachillar.ElConsejeroeraelúnicoquenoperdíalacalma.—Hayqueromperunvidriodeladroguería—dijo—.Despertaremosaltenderoy

entraremosporsutienda.Meparecequeserálomejor.Rompióuncristal, rompióotro,ygritando:«¡Petersen!»,metióporelhuecoel

mangodelparaguas.Delinteriorllególavozdelahijadeldroguero,elcualabriólapuertadelatienda,gritando:«¡Vigilante!»,yantesdequehubiesetenidotiempodeveryreconoceralafamiliaconsejerilydeabrirlelapuerta,silbóelvigilante,ydelacallecontigualerespondiósucompañeroconotrosilbido.Empezóaasomarsegentealasventanas:

—¿Dónde está el fuego? ¿Qué es ese ruido?—se preguntabanmutuamente, yseguíanpreguntándoselotodavíacuandoyaelConsejeroestabaensupiso,sequitabalachaquetay…aparecíalallave;noenelbolsillo,sinoenelforro;sehabíametidoporunagujeroque,desdeluego,nodebieradeestarallí.

Desdeaquellanoche,lallavedelacalleadquirióunaparticularimportancia,nosólo cuando se salía, sino también cuando la familia se quedaba en casa, pues elConsejero, en una exhibición de sus habilidades, formulaba preguntas a la llave yrecibíasusrespuestas.Pensabaélanteslarespuestamásverosímilylahacíadaralallave.Al fin, élmismoacabópor creer en las contestaciones,muy al contrario delboticario,unjovenpróximoparientedelaConsejera.

Dicho boticario era una buena cabeza, lo que podríamos llamar una cabezaanalítica. Ya de niño había escrito críticas sobre libros y obras de teatro, aunqueguardandoelanonimato,comohacentantos.Nocreíaenabsolutoenlosespíritus,ymuchomenosenlosdelasllaves.

—Verá usted, respetado señor Consejero—decía—: creo en la llave y en losespíritus de las llaves en general, tan firmemente como en esta nueva ciencia queempiezaadifundirse,enelveladorgiratorioyenlosespíritusdelosmueblesviejosynuevos. ¿Ha oído, hablar de ello? Yo sí. He dudado, ¿sabe usted?, pues soy algoescéptico;peromeconvertíalleerunahorripilantehistoriaenunaprestigiosarevistaextranjera.¡ImagíneseseñorConsejero!Voyarelatárselotodo,talcomololeí.Dosmuchachosmuylistosvieroncómosuspadresevocabanelespíritudeunagranmesadelcomedor.Estabansoloseintentaroninfundirvidaaunaviejacómoda,imitandoasuspadres.Y,enefecto,brotólavida,despertóseelespíritu,peronotolerabaórdenesdadasporniños.Levantósecontantafuria,quetodolacómodacrujía;abriótodosloscajones, y con las patas—las patas de la cómoda—metió a un chiquillo en cada

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Page 378: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

cajón,echandoluegoacorrerconellosescalerasabajoyporlacalle,hastaelcanal,en el que se precipitó; los pequeñosmurieron ahogados. Los cadáveres recibieronsepulturaentierracristiana,perolacómodafueconducidaanteel tribunal,acusadadeinfanticidioycondenadaaserquemadavivaenlaplazapública.¡Asíloheleído!—dijoelboticario—.Loheleídoenunarevistaextranjera,constequenomeloheinventado.¡Quélallavemelleve,sinodigoverdad!¡Lojuroporella!

ElConsejeroconsideróquesetratabadeunabromademasiadogrosera.Jamáslosdospudieronponersedeacuerdoenmateriadellaves;elboticarioeracerradoaellas.

ElConsejerohizomuchosprogresosenlacienciallaveril.Lallaveseconvirtióensupasión,enlarevelacióndesuingenio.

Una noche, cuando el Consejero se disponía a acostarse y estaba ya mediodesnudo,alguienllamóasucuartodesdeelpasillo.Eraeltendero,quesepresentabaapesardeloavanzadodelahora.Ibaéltambiénamediovestir,pero,segúndijo,selehabíaocurridounaideaytemíanopoderguardarlatodalanoche.

—Se trata de mi hija Lotte-Lene; quisiera hablarle de ella. Es bonita, estáconfirmadaydesearíacolocarlabien.

—¡Todavíanosoyviudo!—dijoelConsejero,conunasonrisasatisfecha—.Nitengotampocounhijoaquienpoderofrecerle.

—Ustedyameentiende,señorConsejero—replicóeldroguero—.Mihijatocaelpianoysabecantar;lahabránoídodesdeaquí.Notienenideadeloqueescapazlachiquilla;sabeimitarlamaneradehablarylosademanesdecualquierpersona.Paraelteatroestáquenipintada,yéstaesunabuenacarreraparamuchachasbonitasydebuena familia. A lo mejor se casan con un conde, pero en esto no es en lo quepensamos,niyoniLotte-Lene.Sabecantarysabetocarelpiano,últimamenteestuvecon ella en la escuela de canto.Lo hizo bien, pero no tiene eso que yo llamovozcampanuda,nitampocoesegritodecanarioquealcanzalasnotasmásaltasyqueseexigealascantantes,porlocualmedisuadierondequeemprendieseestacarrera.Enfin,medije,sinopuedesercantante,podráseractriz;aquísóloescuestióndehablar.Estamañanahablédelcasoconelinstructor,comolollaman.«¿Esinstruida?»,mepreguntó.«No,enabsoluto»,lerespondí.«Laculturaesnecesariaparaunaartista»,replicóél.Puede todavíaadquirirla,pensé,ymevolvíacasa.Acasosi fueraaunabibliotecacirculantey leyera loquehayenella,medije.Yestanoche,cuandomedisponía a desnudarme, seme ocurrió de pronto una idea: ¿Por qué alquilar libroscuandosepuedentenerdeprestado?ElConsejerotienemuchosyselosdejaráleer.Enelloshaytodalacienciaquenecesita,yademáslostendrágratis.

—Lotte-Lene, ¡simpática chica! —respondió el Consejero—, una lindamuchacha. No le faltarán libros para leer. Pero, ¿tiene eso que llaman rasgos deingenio, cómo le diré yo, algo de genial, genio, en fin? Y otra cosa no menosimportante:¿tienesuerte?

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—Sacó dos veces en la tómbola —dijo el tendero—: la primera, un armarioropero,ylasegunda,seisparesdesábanas.Comosuerte,noestámal.

—Voyapreguntaralallave—dijoelConsejero.Yponiéndolasobresuíndicederechoyeldeltendero,lahizogirar,sacandoletra

trasletra.Lallavedijo:«Victoriaysuerte».YconelloquedóselladoelporvenirdeLotte-

Lene.El Consejero le dio inmediatamente dos libros: «Dyveke» y «Trato con las

personas»,deKhigge.Desde aquella noche empezó una relación más íntima entre Lotte Lene y el

Consejero.Subíaamenudodevisita,yelseñorlaencontrabaunamuchachajuiciosa,que creía en él y en la llave. La Consejera veía algo de infantil e ingenuo en lafranquezaconqueconfesabasuextremaignorancia.Elmatrimonioseaficionóaellayalossuyos,cadaunoasumanera.

—¡Hueletanbienarriba!—decíaLotte-Lene.Había un perfume, una fragancia, un olor a manzanas en el pasillo, donde la

Consejera tenía un barril demanzanas deGravenstein; y en todas las habitacionesolíaarosasyaespliego.

—¡Es tan bonito! —exclamaba Lotte-Lene. Y sus ojos se recreaban en laprofusióndehermosasfloresquelaseñorateníasiempreallí;hastaenplenoinviernoflorecíanramasdelilasydecerezo.Lasramascortadasydeshojadaseranpuestasenagua,yenlacaldeadahabitaciónnotardabanendarfloresyhojas.

—Diríasequelasramasdesnudasnotienenvida,yfíjatecómoresucitan.—Nuncasemehabríaocurrido—decíaLotte-Lene—.EshermosalaNaturaleza,

despuésdetodo.YelConsejero lemostrósucuadernode la llave,donde teníaanotadasmuchas

cosas sorprendentes que la llave había dicho, incluso acerca de media tarta demanzana que había desaparecido del armario, precisamente una noche en que lacriadahabíarecibidolavisitadesuenamorado.

ElConsejerohabíapreguntadoalallave:«¿Quiénsecomióelpastel,elgatooelnovio?».Ylallaverespondió:«Elnovio».ElConsejeroyalohabíasospechadoantesdepreguntarlo,ylacriadaloconfesó.Aquellamalditallavelosabíatodo.

—¿Verdadqueesnotable?—dijoelConsejero—.¡Lallave,lallave!YdeLotte-Lenedijo:«Victoriaysuerte».Yaveremos.Yoasílocreo.

—¡Esestupendo!—dijoLotte-Lene.La señora Consejera no estaba tan segura, pero se guardaba sus dudas en

presencia de su marido; más tarde confió a Lotte-Lene que el Consejero, en sujuventud, estuvo loco por el teatro. Si entonces alguien lo hubiese empujado,indudablementesehabríadistinguidocomoactor,perolafamiliaselohabíaquitado

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Page 380: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

delacabeza.Queríasaliraescena,yconestepropósitollegóaescribirunacomedia.—Esungransecretoestoqueacabodeconfiarle,miqueridaLotte-Lene.Laobra

noeramala,pues la aceptaronenelTeatroReal, aunque la silbaronyyano sehavueltoahablardeella;peroyomealegro.Soysuesposayloconozco.Ahoraustedquiereseguirsumismocamino.Ledeseomuchasuerte,peroyonocreoquelacosamarche,notengofeenlallavedelacalle.

Lotte-Lenesítenía,fe,yenestocoincidíaconelConsejero.Sus corazones latían al unísono con toda honestidad y respetomutuo. Por otra

parte, lamuchachaposeíavirtudesque laConsejera apreciabaenaltogrado.Sabíaelaborar fécula de patata, confeccionar guantes de seda conmedias viejas, forrarsesuszapatosdebaile,apesardeque teníamediosparacomprárselosnuevos.Segúndecíaeltendero,guardabachelinesenelcajóndelamesa,yobligacionesenelarcadecaudales.Seríaunaesposaexcelenteparaelboticario,pensabalaConsejera;perose locallabaynoqueríaque lodijese tampoco la llave.Elboticariono tardaríaenestablecerse;pensabaponerunafarmaciaenunaciudadcercana.

Lotte-Lene leía constantemente «Dyveke» y la obra de Knigge «Trato con loshombres».Leíaaquellosdoslibrosdesdehacíadosaños,ysesabíael«Dyveke»dememoria,decaboarabo,entodoslospapeles.Sinembargo,sóloqueríarepresentaruno:eldeDyveke,masnoenlacapital,dondetodoeranenvidiasynolaquerían.Suproyectoeraempezarsucarreraartística,comodecíaelConsejero,enunapopulosaciudaddeprovincias.

Y se dio la extraña coincidencia de que fue precisamente en la ciudad en queacababa de establecerse el boticario, el más joven de su profesión, aunque no elúnico.

Llegóalfinlagrannoche,esperadacontantaexpectación.Lotte-Lenesehallabacaminodelavictoriaylafelicidad,segúnhabíapronosticadolallave.ElConsejerono estaba presente; yacía en cama, cuidado por la Consejera, que le ponía toallascalientesyleadministrabamanzanilla.

Elmatrimonionoasistióalarepresentaciónde«Dyveke»,perosíelboticario,elcualescribióluegounacartaasuparienta,laConsejera.

«ElcuellodelaDyvekefuelomejordetodo—escribía—.SihubiesetenidoenelbolsillolallavedelConsejero,lahabríasacadoparasilbar.Selomerecíalaartistayse lo merecía la llave, que de modo tan desvergonzado le pronosticó victoria ysuerte».

ElConsejeroleyólacarta.Eramaldadpura,dijo,llavifobiaquesecebabaenlainocentemuchacha.

Nobiensehubolevantadoyvolvióaserunhombredecuerpoentero,envióalboticario una misiva tan breve como emponzoñada; éste respondió como si nohubiesevistoenellamásquebromaybuenhumor.

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Ledaba lasgraciaspor todasuanterioryespontáneacontribuciónadifundirelvalor incalculable y la incomparable importancia de la llave, y a continuacióncomunicaba en confianza al Consejero que, paralelamente a sus actividades deboticario, estaba escribiendo una gran novela sobre llaves, en la que todos lospersonajes eran única y exclusivamente llaves. La de la calle era el protagonista,naturalmente,yladelConsejerolehabíaservidodemodelo,dotadacomoestabadeldon profético y sibilino. En torno a ella giraban las demás llaves: la antigua degentilhombre, habituada al esplendor y las solemnidades de la Corte; la llave delreloj,pequeña,delicadaydistinguida,quecostabacuatrochelinesenlaquincallería;ladelbancodelaiglesia,decondiciónclericalyquevioespíritusunanochequesehabía quedado en la cerradura; la de la despensa, del cuarto de la leña y de labodega…todassalían,girandoentornoaladelacalle.Alsolbrillabacomoplata,yelviento,eseespíritucósmico,seentrabaenellaylahacíacantarcomounaflauta.Era la llave por antonomasia, la llave del Consejero; y en adelante sería la de lapuertadelcielo,ladelsoberanoPontífice,infaliblecomoél.

—¡Maldad!—dijo el Consejero—. ¡Maldad y envidia!—. Nunca volvieron averseélyelboticario.Mejordicho,sevieronenelentierrodelaConsejera.

Fuelaprimeraenmorir.En la casa reinaban el luto y la soledad.Hasta las ramasde cerezoquehabían

dado nuevas yemas y flores, manifestaron su dolor y se marchitaron. Quedaronabandonadas,nocuidadaspornadie.

ElConsejeroyelboticariosiguierontraselféretro,elunoalladodelotro,comolosdosparientesmáspróximos.Nilaocasiónnielestadodeánimoconvidabanalaspullasydisputas.

Lotte-LenepusoelcrespóndelutoenelsombrerodelConsejero.Volvíaaestaren su casa desde hacia tiempo, sin haber encontrado la victoria y la suerte en elcaminodelArte.Peronodebíadesesperar;Lotte-Leneteníaantesíunporvenir.Lallavelohabíadicho,yelConsejerotambién.

Subió a verlo y hablaron de la difunta; lloraron, pues Lotte-Lene era sensible.LuegohablarondeArte,yLotte-Lenerecobrósusánimos.

—Lavidadelteatroesencantadora—decía—.¡Perohaytantacomadreríaytantaenvidia!Prefieroseguirmipropiocamino.Primeroyo,despuéselArte.

Lleva razónKnigge, en loquedice sobre losactores; ella loveía,y la llave seequivocó;perolamuchachanoselodijoalConsejero.Loamaba.

Mientrasduró el añodel luto, la llavede la calle fuepara él un consueloyunestímulo.Leplanteólapregunta,yellarespondió.Yterminadoelaño,unanochequeestaba con la muchacha y el aire era propicio a las expansiones sentimentales,preguntóalallave:

—¿Mecasaré?¿Yconquién?

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Nohabíanadieparaempujarlo,peroélempujóalallave,lacualdijo:—¡Lotte-Lene!Dichoyhecho:Lotte-LeneconvirtióseenConsejera.«Victoriaysuerte».¡Loquehabíaprofetizadolallave!

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TíaDolordeMuelas

(TanteTandpine)

¡Quédedóndehemossacadoestahistoria?¿Quieressaberlo?Pueslahemossacadodelbarrilquecontieneelpapelviejo.Másdeunlibrobuenoyrarohaidoapararalamantequeríayalaabacería,no

precisamente para ser leído, sino como articulo utilitario. Lo emplean para liarcucuruchos de almidón y café o para envolver arenques,mantequilla y queso. Lashojasescritassontambiénútiles.

Yamenudoocurrequevaapararalcuboloquenodebiera.Conozcoaundependientedeunaverdulería,hijodeunmantequero;ascendióde

labodegaalaplantabaja;eshombremuyleído,conculturadebolsasdeabacería,tantoimpresascomomanuscritas.Poseeunainteresantecolección,delaqueformanparte notables documentos extraídos de la papelera de tal o cual funcionariodemasiado ocupado y distraído; cartas confidenciales de un amigo a la amiga;comunicacionesescandalosasquenodebierancircularnisercomentadaspornadie.Es una especie de estación de salvamento para una parte no despreciable de laliteratura, y su campo de acción esmuy amplio, pues dispone de la tienda de suspadresydeladeldueño,dondehasalvadomásdeunlibro,uhojasdeél,quebienmerecíanserleídasyreleídas.

Me enseñó su colección de cosas impresas ymanuscritas sacadas del cubo, lamayoría de ellas de la mantequería. Había allí varias hojas de un cuadernorelativamente abultado, del que me llamó la atención el carácter de letra, muycuidadoyclaro.

—Loescribióunestudiante—medijo—.Unestudiantequevivíaenfrenteyquemurióhaceunmes.Padecíamuchodedolordemuelas,por loqueaquí seve. ¡Esmuy divertida su lectura! Esto es sólo una pequeña parte de lo que escribió, pueshabía todo un libro y aún algo más. Por él, mis padres dieron a la patrona delestudiantemedialibradejabónverde.Estoestodoloquepudesalvar.

Selopedíprestado,loleíyahoravoyacontarlo.Eltítuloera:Tíadolordemuelas.De niño,mi tíame regalaba golosinas.Mis dientes resistieron, sin estropearse.

Ahorasoymayor,soyyaestudiante,yellasigueregalándomecondulces;soypoeta,dice.

Ciertoquehayalgodepoetaenmí,peronolobastante.Amenudo,yendoporlascalles de la ciudad, me parece como si anduviese por el interior de una granbiblioteca;lascasassonlasestanteríasdeloslibros,ycadapisoesunanaquel.Aquí

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Page 384: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

hay una historia cotidiana, allá una buena comedia u obras científicas de todas lasramas, acullá literatura, buena o de pacotilla. Y puedo fantasear y filosofar sobretodosesoslibros.

Hay algo de poeta enmí, pero no lo bastante.Muchas personas tienen de ellotantocomoyo,y,sinembargo,noostentanningúnescudonicollarconel títulodepoeta.

ParaellosyparamíesundondeDios,unagraciaconcedida,bastanteparaunomismo, pero demasiado pequeña para que merezca ser comunicada a los demás.Viene comoun rayo de sol, llena el almay el pensamiento; viene como aromadeflores,comounamelodíaqueunoconocesinacertararecordardedóndeprocede.

Una noche, hace poco, en mi habitación, sentía ganas de leer, pero no teníaningúnlibro;yheaquíquedeprontocayódeltilounahojaverdeytierna.Unsoplodeairelaintrodujoenmicuarto.

Contemplé susnumerosasy ramificadasnervaduras;por su superficie semovíaun gusanillo, como interesado en estudiar la hoja a conciencia. Aquello me hizopensarenlacienciahumana.Tambiénnosotrosnosarrastramossobrelasuperficiedeuna hoja, no conocemos otra cosa, y en seguida nos sentimos con ánimos parapronunciarunaconferenciaacercadelárbolentero,consuraíz,troncoycopa,elgranárbol:Dios,elmundoylainmortalidad.Y,sinembargo,detodoellonoconocemossinounahoja.

Mientrasestabaasíocupado,recibílavisitadetíaMille.Leenseñélahojaconelgusano,lecomuniquémispensamientosyviquesusojosbrillaban.

—¡Eres un poeta! —exclamó—. ¡Quizás el más grande que tenemos! ¡Quécontenta bajaría a la tumba, si yo pudiera verlo! Desde el entierro del cerveceroRasmussen,mehasestadoasombrandocontupoderosaimaginación.

AsídijotíaMille,ymebesó.¿QuiéneratíaMilleyquiénelcerveceroRasmussen?Cuando éramos niños, llamábamos tía a la que lo era de nuestramadre; no la

conocíamosporotronombre.Nosregalabaconfiturasyazúcar,apesardelpeligroquesuponíanparanuestros

dientes; pero, como ella decía, los pequeños eran su debilidad. Habría sido cruelprivarlosdeaquelpoquitíndegolosinasquetantolesgustaban.

Poresoqueríamostantoanuestratía.Eraunaviejasolterona.Siemprelaconocívieja.Sehabíaplantadoenunamisma

edad.Habíasufridomuchodedolordemuelas,yhablabaconstantementedeello;por

esosuamigoelcerveceroRasmussen,hombremuychistoso,lallamabaTíaDolordeMuelas.

Éste hacia varios años que había dejado el negocio, para vivir de sus rentas;

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Page 385: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

frecuentaba la casa de la tía y eramásviejo que ella.No le quedabani undiente,apartedosotresnegrosraigones.

Dejovenhabíacomidomuchoazúcar,nosdecía;poresoseveíadeaquelmodo.Porlovisto,tíanuncadebiódehabercomidoazúcardepequeña,puesteníaunos

dientesmagníficosyblanquísimos.Los cuidaba bien, por otra parte; nunca se iba a dormir con ellos, decía el

cerveceroRasmussen.Losniñossabíanqueaquelloerapuramalicia,perotíaafirmabaquelodecíasin

malaintención.Una mañana, a la hora del desayuno, contó un sueño desagradable que había

tenidoporlanoche:queselehabíacaídoundiente.—Estosignifica—dijo—queperderéunbuenamigoounabuenaamiga.—Sieldienteerapostizo—observóelcerveceroconunasonrisaburlona—,tal

vezseaunfalsoamigo.—¡Esustedunviejogrosero!—replicótía,enfadadacomonuncalahevisto.Posteriormente dijo que había sido una broma de su viejo amigo, quien, a su

juicio,eraelhombremásnobledelaTierra,yquecuandomurieseseríaunangelitodeDiosenelcielo.

Aquellapresuntatransformaciónmediomuchoquepensar.¿Podríareconocerlobajosunuevafigura?

De joven había pretendido a mi tía. Ella se lo pensó demasiado tiempo,permanecióindecisaysequedósoltera,perosiemprefueparaélunafielamiga.

LuegomurióelcerveceroRasmussen.Lo llevaron a la tumba en el coche fúnebre más caro, y hubo nutrido

acompañamiento;inclusopersonajescondecoradosyenuniforme.Tía presenció la comitiva desde la ventana, vestida de luto, rodeada de todos

nosotros,sinquefaltasemihermanitomenor,traídoporlacigüeñaunasemanaantes.Cuando hubieron desfilado la carroza fúnebre y el séquito, y la calle quedó

desierta, tía quiso marcharse, pero yo me opuse; aguardaba al ángel, el cerveceroRasmussen. Estaría convertido en un angelillo alado y no podía dejar deaparecérsenos.

—¡Tía!—dije—,¿nocreesquevaavenir?¿OquecuandolacigüeñanostraigaotrohermanitoseráelcerveceroRasmussen?

Tía quedó anonadada ante mi fantasía, y exclamó: «¡Este niño será un granpoeta!».Yloestuvorepitiendodurantetodosmisañosescolaresaundespuésdemiconfirmaciónycuandoerayaestudiante.

Fueysiguesiendoparamílaamigaquemássimpatizaconeldolorpoéticoyeldolordemuelas.Yosufroaccesosdeunoyotro.

—Anotatodostuspensamientos—decía—yguárdalosenelcajóndelamesa;así

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Page 386: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

lohacíaJean-Paul.Llegóaserungranpoeta,delcual recuerdomuypocacosa, loconfieso;noesbastanteinteresante.Túdebesserinteresante.¡Yloserás!

Lanochequesiguióaaquellaconversaciónmelapasédominadoporelanheloyeltormento,elafánylailusióndeserelgranpoetaquemitíaveíayadivinabaenmí.Pero existeundolorpeorque aquél: el dolordemuelas.Éstemeatormentaba;meconvirtióenungusanoquemeretorcíaentrevejigatoriosycataplasmas.

—¡Yo sé lo que es eso!—decía la tía; y su boca dibujaba una triste sonrisa.¡Cómobrillabansusdientes!

Perodeboempezarunnuevocapítulodelahistoriademitía.Llevabaunmesenunanuevacasa.Undíahablabadeelloconmitía.—Es una familia muy tranquila. No se preocupan demí ni cuando llamo tres

veces.Enfrentehayunbarulloinfernal,conlosruidosdelvientoydelagente.Vivoexactamenteencimadelportal;cadacochequeentraosalehacemoverloscuadrosdelasparedes.Tiemblatodalacasa,comoenunterremoto.Desdelacamasientolavibraciónentodoelcuerpo,perosupongoqueestofortificalosnervios.Cadavezquehaytormenta—¡ycuidadoqueaquísonfrecuentes!,—losganchosde lasventanasoscilanygolpeancontralasparedes.Acadaráfagasuenalacampanilladelapuertadelpatiovecino.

Nuestros inquilinos regresan a casa a gotas, ya anochecido omuy avanzada lanoche.Elqueresideencimademicuarto,queduranteeldíadaleccionesdetrombón,eselquevuelvemástardeyantesdeacostarsesedaunpaseítoporlahabitación,conpasorecioybotasclaveteadas.

Nohaydobleventana,ysíencambiouncristalroto,sobreelcuallapatronahapegadounpapel.Elvientosoplaporlaraja,connotascomparablesalasdelzumbidodeltábano.Esmicancióndecuna.Ysillegoadormirme,notardaendespertarmeelcantodelgallo.Lospollosygallinasdelgallinerodeltenderodelsótanomeanuncianqueprontoserádía.Loscaballitosque,afaltadeestablo,estánatadosenelcuartuchode debajo la escalera, no paran de cocear contra la puerta y el panel paradesentumecerse.

Encuantoalborea,elportero,queduermeconsufamiliaenlabuhardilla,bajalasescalerascongranruido:matraqueansusabarcas,susportazoshacentemblarlacasa,y una vez pasado el temporal el inquilino de arriba empieza con su gimnasia,levantandoconcadamanounaboladehierroquenopuedesostener,porloqueselecae una vez y otra,mientras la chiquillería de la casa, que debe ir a la escuela, seprecipitaporlasescalerassaltandoygritando.Yomevoyalaventana,laabroparaqueentreairepuro,ymedoyporsatisfechocuandopuedoobtenerlo,cosaquesólosucedecuandolasolteronadelpisotraseronoestálavandoguantesconaguadelejía,pues tal es su oficio. Aparte esto, es una casa estupenda, y la familia es muytranquila.

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Page 387: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Éstefueelrelatoquehiceamitíaacercademipensión.Claroqueledialgomásdevivacidad,pueslaexposiciónoraltienesiempreacentosmásvivosyamenosquelaescrita.

—¡Eresunpoeta!—exclamómitía—.Ponestadescripciónporescrito,erestanbuenocomoDickens.¡Ymuchomásinteresante!Pintas,cuandohablas.Describestucasatanbien,quemepareceverla.¡Meentranescalofríos!Notequedesahí:ponlealgovivo,personas,personasqueconmuevan,depreferenciadesgraciados.

Y,efectivamente,trasladéalpapelladescripcióndelacasatalcomoera,ruidosayalborotada,perosóloconmigoenella,sinacción.Éstavendrádespués.

Eraunanochedeinvierno,alahoradesalirdelteatro;eltiempoerahorrible,conunatempestaddenievequeapenaspermitíaandar.

Mi tía había ido al teatro, y yo debía acompañarla a su casa, pero cuando unoapenaspuedesostenerseasimismo,¿cómovaasostenera losdemás?Loscochesestabantodosalquilados.Mitíavivíaenlasafueras,mientrasmicasaestabaamuypocadistanciadelteatro;denoserasí,habríamostenidoqueaguardarenlagarita.

Avanzamos pisando la espesa nieve, envueltos por los copos arremolinados,sosteniéndola yo y ayudándola a caminar. Sólo nos caímos dos veces, y aún sobresueloblando.

Al llegaramipuertanos sacudimos lanieve,operaciónqueproseguimosen laescalera,puestraíamoslasuficienteparacubrirconellaelpisodelrellano.

Nosquitamostodaslasropasposibles.Lapatronaprestóamitíamediassecasyunatoca.Dijo,yteníarazón,queporaquellanochenohabíaquepensarenvolverasucasa,yasílainvitabaacompartirsuhabitación;learreglarlaunacamaenelsofá,colocadocontralapuerta,eternamentecerrada,quecomunicabaconmicuarto.

Asílohicimos.Elfuegoardíaenmiestufa;trajeronlatetera,ytodosnossentimosconfortadosen

lapequeñahabitación, aunqueno tanto comoencasademi tía, dondeen inviernogruesascortinascuelganantelapuerta,y,otrasnomenosgruesasantelasventanas,altiempoqueel suelo está cubiertoporunadoble alfombracon tres capasdegruesopapeldebajo.Allíseestácomoenel interiordeunabotella llenadeairecalienteybientapada.Pero,comoyadije,tampocoseestabamalenmicuarto,mientrasfuerabramabaelviento.

Tíasepusoahablarycontar.Recordósujuventud,yconellavolvióelcervecero;antiguosrecuerdos.

Acordábase de cuando me salió el primer diente y de la alegría que aquelloprodujoenlafamilia.

¡Elprimerdiente!Eldientedelainocencia,brillantecomounablancagotitadeleche.

Luego salió otro, y otrosmás, toda la serie, en fila, arriba y abajo,magníficos

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Page 388: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

dientesdeleche,perosólolavanguardia,nolosauténticos,losquedebendurartodalavida.

Tambiénéstosllegaron,ylasmuelasdeljuicio,elalaextremadelaserie,salidosentredoloresyconnopocostrabajos.

¡Y luego se marchan, uno tras otro! Se marchan antes de haber cumplido sutiempo de servicio; hasta el último se va, y aquel día no es de regocijo, sino demelancolía.

Vienelavejez,aunqueelcorazónsesientajoven.Noesqueseanagradablesestaclasedepensamientosyconversaciones,peroelhechoesquenosdioporhablardetodasesascosas.Retrocedimosa losañosde la infancia,ycharlaque techarla,demodoquedieronlasdoceantesdequemitíaseretiraseadescansar.

—¡Buenas noches, querido!—me dijo—. Yo dormiré aquí como si lo hiciesesobremipropiacómoda.

Y se fue a descansar, pero nohubo tranquilidad en la casa ni fuera de ella.Latempestad sacudía las ventanas, golpeaban los largos ganchos de hierro, y lacampanilladelapuertatraseradelpatiodelvecinonoparabadesonar.Habíallegadoel inquilino de arriba, quien dio su acostumbrado paseíto, tirando con estrépito lasbotasantesdedecidirseaacostarse;peroencuantosedurmióempezóaroncarcontalviolencia,quehabíaquesersordoparanooírloatravésdeltecho.

Yonodormínidescansé.Eltiemponoeraparaeso,conelruidoquearmaba.Elvientosilbabaycantabaasumanera,ymisdientesempezarontambiénadespertarse,asilbarycantaralasuya.Parecíaanunciarseunfuertedolordemuelas.

Entrabaelaireporlaventana.Lalunaproyectabasusrayosenelsuelodemaneraintermitente, según los movimientos de las nubes impelidas por el vientotempestuoso.Laalternanciadeluzysombrasoriginabaunestadodeinquietud,hastaquealfinlasombradelsueloadquirióunaspectopeculiar.Miréaquellamasamóvilysentíunacorrientedeairehelado.

Enelsueloaparecíasentadaunafiguradelgadaylarguirucha,comocuandolosniñosdibujanenlapizarraunobjetoquequiereserunhombre.Formaelcuerpounaúnica raya fina; otras dos laterales son los brazos, cada pierna es otra línea, y lacabezaesunpolígono.

Pronto la figura sehizomásprecisa, conunaespeciede ropajemuysutil,muyfino,peroquemostrabasupertenenciaalsexofemenino.

Oíunzumbido.¿Eraellaoelviento,querumoreabacomountábanoalentrarporelcristalroto?

¡No, no, era ella en persona, la señora Dolor de Muelas! ¡Su «horripilanciasataniainfernalis»!¡LíbrenosDiosdesuvisita!

—¡Seestábienaquí!—zumbó—.Esunbuenbarrio.Tierrapantanoso,cenagal.Aquí han zumbadomosquitos de aguijón ponzoñoso; ahora yo tengo el aguijón, y

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Page 389: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

deboafilarloendienteshumanos.Brillanblancoscomoésedelacama.Hanresistidoeldulzorylaacidez,elcaloryelfrío,lascáscarasdenuezyloshuesosdeciruela.Pues ahora voy amenearlos y sacudirlos, a abonar las raíces con aire corriente, ahacerquesientanunfríodemuerte.

Talfueeldiscursoespantosodelaespantosavisita.—Conqueerespoeta,¿eh?—dijo—.Puesvoya introducirteen todas las rimas

deldolor.Sentiráshierroyaceroenelcuerpo,hilostirarándetusnervios.Pareció como si me atravesaran el espinazo con una aguja candente. Yo me

revolvíayretorcía.—¡Estupenda dentadura! —dijo—. Un órgano para tocarlo, un concierto de

armónica,grandioso,con timbalesy trompetas, flautinesy trompasen lamueladeljuicio.¡Agranpoeta,granmúsica!

Y tocaba, presentando un aspecto horrible, incluso cuando no veíamás que sumanodelargosdedosdeafiladasuñas,cadaunodeloscualeserauninstrumentodemartirio: elpulgaryel índice tenían tenazay tornillo, eldedomayor terminabaenuna agudísima aguja, el anular era un taladro, y el meñique, una jeringuilla convenenodemosquito.

—¡Yo te enseñaré el arte de la métrica! —decía—. A un gran poeta lecorrespondeunfuertedolordemuelas;paraunpequeñopoeta,bastaunoligero.

—¡Ay! ¡Dejaque seapequeño!—implorabayo—. ¡Qué seamuypequeño!Nosoy poeta, además, sólo tengo accesos poéticos, accesos de dolor de muelas.¡Márchate,márchate!

—¿Reconoces ahora que yo soy más poderoso que la Poesía, la Filosofía, lasMatemáticas y que toda la Música? —preguntó—. ¿Más poderoso que lossentimientos pintados y tallados en mármol? Soymás viejo que ellos todos. Nacíjunto al paraíso terrenal, donde soplaba el viento y brotaban los húmedos hongos.PersuadíaEvadequesevistieseparaprotegersedelfrío,yaAdántambién.Puedescreerme,habíafuerzaenelprimerdolordemuelas.

—¡Locreotodo!—dije—.¡Peromárchate,márchate!—Sitecomprometesarenunciaraserpoeta,anollevarmásversosalpapelnia

registrarlosentablasniotromaterialdeescribir,cualquieraquesea,tedejaréenpaz.Perovolveréencuantoempiecesdenuevo.

—¡Telojuro!—respondí—.¡Noquierovertemás,nisentirtupresencia!—Verme,síhabrásdeverme,peroenfiguramásamabledelaquetengoahora,

meveráspersonificadoentíaMille.Ytediré:«¡Escribe,miniñoquerido!¡Eresungranpoeta, tal vez elmejorde losque tenemos!».Pero, créeme, comoempieces aescribir,pondrémúsicaa tusversosy los tocaréen tuarmónica. ¡Miniñoquerido!¡PiensaenmícuandoveasatíaMille!

Ydesapareció.

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Como despido me propinó un pinchazo ardiente, que me llegó al fondo de laquijada.Perosecalmópronto,yfuisintiendoquemesumergíaenaguaderosas,vicómo se inclinaban los blancos nenúfares con sus anchas hojas verdes, se hundíandebajodemí,semarchitabanysedeshacían,yyomehundíaconellas,medisolvíaenlapazyeldescanso…

—¡Muere, fúndete como la nieve!—cantaba algo en el agua ¡Evapórate en lanube,vagacomoella…!

Desdeelfondodelaguaveíayobrillargrandesnombresluminosos,inscripcionesenondeantesbanderasvictoriosas,lapatentedelainmortalidad,escritaenelaladelaefímera.

Elsueñofueprofundo,unsueñosinvisiones.Yanooíelsilbardelviento,nilosportazos,nilacampanadelapuertadelvecino,nilaruidosagimnasiadelinquilinodearriba.

¡Lafelicidad!De pronto llegó una ráfaga de viento tan fuerte, que abrió de un empellón la

cerradapuertaquecomunicabaconelcuartodelatía.Éstaselevantósobresaltada,y,poniéndoseloszapatosyelvestido,entrócorriendoenmihabitación.

Yodormíacomounangelito,medijodespués.Nopudodecidirseadespertarme.Medespertéyomismo,abrílosojos.Mehabíaolvidadoporcompletodequemi

tíaestabaencasa,peroprontomevinoalamenteyrecordélaaparicióndeldolordemuelas.Sueñoyrealidadseconfundían.

—¿Noescribistenada,despuésdedarnoslasbuenasnoches?—mepreguntó—.¡Quélástima!Eresmipoetayloserássiempre.

Pareciómecomosisesonriesepérfidamente.NosabíasiestabaeapresenciademibuenatíaMille,quetantomequería,odeaquelhorriblepersonajeaquienhabíadadomipromesalanocheanterior.

—¿Hasescrito,hijo?—¡No,no!—exclamé—.¡TúerestíaMille!—¿Quién,sino?—dijoella.Yloera,indudablemente.Mebesóytomóuncochedepuntoparavolverseasucasa.Yoescribíloqueantecede.Nosonversos,ynoseimprimiránjamás.En efecto, aquí terminaba elmanuscrito.Mi joven amigo el dependiente de la

abacería,nopudoencontrarloquefaltaba;corríadispersoporelmundo,convertidoenpapelparaenvolverarenquessalados,mantequillayjabónverde;habíacumplidosumisión.

El cervecero murió, tía Mille murió, y murió el estudiante, cuyas chispas deingeniohabían idoapararalcubo.Yésteesel finde lahistoria: lahistoriadeTíaDolordeMuelas.

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Lasirenita

(Denlillehavfrue)

Enaltamarelaguaesazulcomolospétalosde lamáshermosacentaura,yclaracomoelcristalmáspuro;peroestanprofunda,queseríainútilecharelancla,puesjamás podría ésta alcanzar el fondo. Habría que ponermuchos campanarios, unosencimadeotros,paraque,desdelashonduras,llegasenalasuperficie.

Pero no creáis que el fondo sea todo de arena blanca y helada; en él crecentambiénárbolesyplantasmaravillosas,de talloyhojas tan flexibles,quealmenormovimientodelaguasemuevenyagitancomodotadasdevida.Todaclasedepeces,grandesychicos,sedeslizanporentrelasramas,exactamentecomohacenlasavesenelaire.Enelpuntodemayorprofundidadsealzaelpalaciodelreydelmar; lasparedessondecoral,ylaslargasventanaspuntiagudas,delámbarmástransparente;yeltejadoestáhechodeconchas,queseabrenycierransegúnlacorrientedelagua.Cada una de estas conchas encierra perlas brillantísimas, la menor de las cualeshonraríalacoronadeunareina.

Hacíamuchosañosqueel reydelmareraviudo;suancianamadrecuidabadelgobiernodelacasa.Eraunamujermuyinteligente,peromuypagadadesunobleza;por eso llevabadoceostras en la cola,mientrasque losdemásnobles sóloestabanautorizadosallevarseis.Porlodemás,eradignadetodosloselogios,principalmentepor lo bien que cuidaba de sus nietecitas, las princesas delmar. Estas eran seis, ytodasbellísimas,aunquelamásbellaeralamenor;teníalapielclaraydelicadacomoun pétalo de rosa, y los ojos azules como el lago más profundo; como todas sushermanas,noteníapies;sucuerpoterminabaencoladepez.

Las princesas se pasaban el día jugando en las inmensas salas del palacio, encuyasparedescrecíanflores.Cuandoseabríanlosgrandesventanalesdeámbar,lospecesentrabannadando, comohacenennuestras tierras lasgolondrinascuando lesabrimos las ventanas. Y los peces se acercaban a las princesas, comiendo de susmanosydejándoseacariciar.

Frentealpalaciohabíaungranjardín,conárbolesdecolorrojodefuegoyazuloscuro;susfrutosbrillabancomooro,y lasfloresparecían llamas,porelconstante

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Page 392: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

movimiento de los pecíolos y las hojas. El suelo lo formaba arena finísima, azulcomo la llamadelazufre.Dearribadescendíaunmaravilloso resplandorazul;másqueestarenelfondodelmar,seteníalaimpresióndeestarenlascapasaltasdelaatmósfera,conelcieloporencimaypordebajo.

Cuandono soplabaviento, se veía el sol; parecía una flor purpúrea, cuyo cálizirradiabaluz.

Cadaprincesita tenía supropio trocitoenel jardín,dondecavabayplantaba loque le venía en gana. Una había dado a su porción forma de ballena; otra habíapreferidoque tuviese ladeunasirenita.Encambio, lamenorhizo la suyacircular,comoelsol,y todassusfloreseranrojas,comoél.Eraunachiquillamuyespecial,calladay cavilosa,ymientras sushermanashacíangran fiesta con losobjetosmásraros procedentes de los barcos naufragados, ella sólo jugaba con una estatua demármol,ademásdelasrojasfloressemejantesalsol.Laestatuarepresentabaunniñohermosísimo, esculpido en un mármol muy blanco y nítido; las olas la habíanarrojado al fondodel océano.Laprincesaplantó junto a la estatuaun sauce lloróncolorderosa;elárbolcrecióespléndidamente,ysusramascolgabansobreelniñodemármol, proyectando en el arenoso fondo azul su sombra violeta, que semovía acompásdeaquéllas;parecíacomosilasramasylasraícesjugasenunasconotrasysebesasen.

Loquemásencantabaalaprincesaeraoírhablardelmundodeloshombres,deallá arriba; la abuela teníaquecontarle todocuanto sabíadebarcosy ciudades,dehombresy animales.Se admiraba sobre tododequeen la tierra las flores tuvieranolor, pues las del fondo delmar no olían a nada; y la sorprendía también que losbosquesfuesenverdes,yquelospecesquesemovíanentrelosárbolescantasentanmelodiosamente.Sereferíaalospajarillos,quelaabuelallamabapeces,paraquelasniñaspudieranentenderla,puesnohabíanvistonuncaaves.

—Cuandocumpláisquinceaños—dijolaabuela—seosdarápermisoparasalirdelasaguas,sentarosalaluzdelalunaenlosarrecifesyverlosbarcosquepasan;entoncesveréistambiénbosquesyciudades.

Al año siguiente, lamayor de las hermanas cumplió los quince años; todas sellevaban un año de diferencia, por lo que la menor debía aguardar todavía cinco,hastapodersalirdelfondodelmaryvercómosonlascosasennuestromundo.Perolamayorprometióalasdemásquealprimerdíalescontaríaloquevierayloquelehubieraparecidomáshermoso;puespormáscosasquesuabuelalescontasesiemprequedabanmuchasqueellasestabancuriosasporsaber.

Ninguna,sinembargo,semostrabatanimpacientecomolamenor,precisamenteporquedebíaesperaraúntantotiempoyporqueeratancalladayretraída.Sepasabamuchasnochesasomadaalaventana,dirigiendolamiradaaloalto,contemplando,atravésde las aguasazuloscuro, cómo lospecescorreteabanagitando las aletasy la

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Page 393: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

cola.Alcanzabatambiénaverlalunaylasestrellas,queatravésdelaguaparecíanmuypálidas,aunquemuchomayoresdecomolasvemosnosotros.Cuandounanubenegralastapaba,laprincesasabíaqueeraunaballenaquenadabaporencimadeella,ounbarcoconmuchoshombresabordo,loscualesjamáshubieranpensadoenquealláabajohabíaunajovenyencantadorasirenaqueextendíalasblancasmanoshacialaquilladelnavío.

Llegó,pues, eldía enque lamayorde lasprincesas cumplióquinceaños,y seremontóhacialasuperficiedelmar.

Asuregresotraíamilcosasquecontar,perolomáshermosodetodo,dijo,habíasidoeltiempoquehabíapasadobajolaluzdelaluna,enunbancodearena,conelmarencalma,contemplando lacercanacostaconunagranciudad,donde las lucescentelleabancomomillaresdeestrellas,yoyendolamúsica,elruidoylosrumoresdeloscarruajesylaspersonas;tambiénlehabíagustadoverloscampanariosytorresyescuchareltañidodelascampanas.

¡Ah,concuántaavidezlaescuchabasuhermanamenor!Cuando,yaanochecido,salióalaventanaamiraratravésdelasaguasazules,nopensabaenotracosasinoenlagranciudad,consusruidosysubullicio,yleparecíaoírelsondelascampanas,quellegabahastaelfondodelmar.

Alañosiguiente,lasegundaobtuvopermisoparasubiralasuperficieynadarentodas direcciones. Emergió en elmomento preciso en que el sol se ponía, y aquelespectáculo le pareció elmás sublime de todos. De un extremo el otro, el sol eracomodeoro—dijo—,ylasnubes,¡oh,lasnubes,quiénseríacapazdedescribirsubelleza! Habían pasado encima de ella, rojas y moradas, pero con mayor rapidezvolaba aún, semejante a un largo velo blanco, una bandada de cisnes salvajes;volabanendirecciónalsol;peroelastroseocultó,yenunmomentodesaparecióeltinterosadodelmarydelasnubes.

Alcabodeotroañotocóleelturnoalahermanatercera,lamásaudazdetodas;por eso remontó un río que desembocaba en elmar.Vio deliciosas colinas verdescubiertas de pámpanos, y palacios y cortijos que destacaban entre magníficosbosques;oyóelcantodelospájaros,yelcalordelsoleratanintenso,quelasirenatuvoquesumergirsevariasvecespararefrescarseelrostroardiente.Enunapequeñabahíaseencontróconunamultituddechiquillosquecorríandesnudosychapoteabanenelagua.Quisojugarconellos,perolospequeñoshuyeronasustados,yentoncesseleacercóunanimalitonegro,unperro;jamáshabíavistounanimalparecido,ycomoladrabaterriblemente,laprincesatuvomiedoycorrióarefugiarseenaltamar.Nuncaolvidaríaaquellossoberbiosbosques,lasverdescolinasyeltropeldechiquillos,quepodíannadarapesardenotenercoladepez.

Lacuartade lashermanasnofue tanatrevida;nosemoviódelaltamar,ydijoqueésteeraellugarmáshermoso;desdeélsedivisabaunespaciodemuchasmillas,

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Page 394: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

yelcielosemejabaunacampanadecristal.Habíavistobarcos,peroagrandistancia;parecíangaviotas;losgraciososdelfineshabíanestadohaciendopiruetas,yenormesballenas la habían cortejado proyectando agua por las narices como centenares desurtidores.

Alotroañotocóelturnoalaquintahermana;sucumpleañoscaíajustamenteeninvierno;poresovioloquelasdemásnohabíanvistolaprimeravez.Elmaraparecíaintensamente verde, y en derredor flotaban grandes icebergs, parecidos a perlas—dijo— y, sin embargo, mucho mayores que los campanarios que construían loshombres.Adoptabanlasformasmáscaprichosasybrillabancomodiamantes.Ellasehabía sentado en la cúspide delmás voluminoso, y todos los veleros se desviabanaterrorizadosdellugardondeellaestaba,consulargacabelleraondeandoalimpulsodel viento; pero hacia el atardecer el cielo se había cubierto de nubes, y habíanestalladorelámpagosytruenos,mientraselmar,ahoranegro,levantabalosenormesbloquesdehieloquebrillabanalarojaluzdelosrayos.Entodoslosbarcosarriabanlas velas, y las tripulaciones eran presa de angustia y de terror; pero ella hablaseguido sentada tranquilamente en su iceberg contemplando los rayos azules quezigzagueabansobreelmarreluciente.

Laprimeravezqueunadelashermanassalióalasuperficiedelagua,todaslasdemásquedaron encantadasoyendo lasnovedadesybellezasquehabíavisto; perounaveztuvieronpermisoparasubircuandolesvinieraengana,aquelmundonuevopasóaser indiferenteparaellas.Sentíanlanostalgiadelsuyo,yalcabodeunmesafirmaron que sus parajes submarinos eran los más hermosos de todos, y que sesentíanmuybienencasa.

Algún que otro atardecer, las cinco hermanas se cogían de la mano y subíanjuntas a la superficie. Tenían bellísimas voces, mucho más bellas que cualquierhumano y cuando se fraguaba alguna tempestad, se situaban ante los barcos quecorrían peligro de naufragio, y con arte exquisito cantaban a los marineros lasbellezas del fondo del mar, animándolos a no temerlo; pero los hombres nocomprendíansuspalabras,ycreíanqueeranlosruidosdelatormenta,ynuncaleseradado contemplar lasmagnificencias del fondo, pues si el barco se iba a pique, lostripulantesseahogaban,yalpalaciodelreydelmarsólollegabancadáveres.

Cuando,alanochecer,lashermanas,cogidasdelbrazo,subíanalasuperficiedelocéano, lamenor se quedaba abajo sola,mirándolas con ganas de llorar; pero unasirenanotienelágrimas,yporesoesmayorsusufrimiento.

—Ay si tuviera quince años!—decía—. Sé que me gustará el mundo de alláarriba,yamaréaloshombresquelohabitan.

Ycomo todo llegaenestemundo,al fincumplió losquinceaños.—.Bien,yaeresmayor—ledijolaabuela,laancianareinaviuda—.Ven,queteataviarécomoatushermanas—.Ylepusoenelcabellounacoronadeliriosblancos;perocadapétalo

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Page 395: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

eralamitaddeunaperla,ylaancianamandóadherirochograndesostrasalacoladelaprincesacomodistintivodesualtorango.

—¡Duele!—exclamabaladoncella.—Hayquesufrirparaserhermosa—contestólaanciana.Ladoncellademuybuenagana sehabría sacudido todasaquellos adornosy la

pesadadiadema,paraquedarsevestidacon las rojas floresde su jardín;perono seatrevió a introducir novedades. —¡Adiós!— dijo, elevándose, ligera y diáfana atravésdelagua,comounaburbuja.

Elsolacababadeocultarsecuandolasirenaasomólacabezaalasuperficie;perolas nubes relucían aún como rosas y oro, y en el rosado cielo brillaba la estrellavespertina,tanclaraybella;elaireerasuaveyfresco,yenelmarreinabaabsolutacalma.Habíaapocadistanciaungranbarcodetrespalos;unasolavelaestabaizada,puesnosemovíanilamáslevebrisa,yencubiertaseveíanlosmarinerosporentrelas jarcias y sobre las pértigas. Habíamúsica y canto, y al oscurecer encendieroncentenaresdefarolillosdecolores;parecíacomosiondeasenalairelasbanderasdetodoslospaíses.Lajovensirenaseacercónadandoalasventanasdeloscamarotes,ycadavezqueunaola la levantaba,podíaecharunamiradaa travésde loscristales,límpidos como espejos, y veíamuchos hombresmagníficamente ataviados.Elmáshermoso, empero, era el joven príncipe, de grandes ojos negros. Seguramente notendría mas allá de dieciséis años; aquel día era su cumpleaños, y por eso secelebrabalafiesta.Losmarinerosbailabanencubierta,ycuandosalióelpríncipesedispararonmásdeciencohetes,quebrillaronenelaire,iluminándolocomolaluzdedía,porlocuallasirena,asustada,seapresuróasumergirseunosmomentos;cuandovolvióaasomaraflordeagua,lepareciócomositodaslasestrellasdelcielocayesensobre ella. Nunca había visto fuegos artificiales. Grandes soles zumbaban enderredor,magníficospecesdefuegosurcabanelaireazul,reflejándosetodosobreelmarencalma.Enelbarcoeratallaclaridad,quepodíadistinguirsecadacuerda,ynodigamosloshombres.¡Ay,quéguapoeraeljovenpríncipe!Estrechabalasmanosalosmarinos,sonriente,mientraslamúsicasonabaenlanoche.

Pasabael tiempo,y lapequeñasirenanopodíaapartar losojosdelnavíonidelapuestopríncipe.Apagaronlosfarolesdecolores,loscohetesdejarondeelevarseycesaron también los cañonazos, pero en las profundidades delmar aumentaban losruidos.Ellaseguíameciéndoseenlasuperficie,paraecharunamiradaenelinteriordeloscamarotesacadavaivéndelasolas.Luegoelbarcoacelerósumarcha,izarontodaslasvelas,unatrasotra,y,amedidaqueeloleajeseintensificaba,elcieloseibacubriendode nubes; en la lejanía zigzagueabanya los rayos. Se estaba preparandouna tormenta horrible, y los marinos hubieron de arriar nuevamente las velas. Elbuque se balanceaba en el mar enfurecido, las olas se alzaban como enormesmontañasnegrasqueamenazabanestrellarsecontralosmástiles;peroelbarcoseguía

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Page 396: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

flotando comoun cisne, hundiéndose en los abismos y levantándose hacia el cieloalternativamente, juguete de las aguas enfurecidas. A la joven sirena le parecíaaquelloundeliciosopaseo,perolosmarinerospensabanmuydeotromodo.Elbarcocrujía y crepitaba, las gruesas planchas se torcían a los embates del mar. El palomayor se partió como si fuera una caña, y el barco empezó a tambalearse de uncostado al otro,mientras el agua penetraba en él por varios puntos. Sólo entoncescomprendiólasirenaelpeligroquecorríanaquelloshombres;ellamismateníaqueirmuyatentaparaesquivarlosmaderosyrestosflotantes.Unasveceslaoscuridaderatan completa, que la sirena no podía distinguir nada en absoluto; otras veces losrelámpagosdabanunaluzvivísima,permitiéndolereconoceraloshombresdelbarco.Buscaba especialmente al príncipe, y, al partirse el navío, lo vio hundirse en lasprofundidadesdelmar.Suprimersentimientofuedealegría,puesahoraibaatenerloensusdominios;peroluegorecordóqueloshumanosnopuedenvivirenelagua,yqueelhermosojovenllegaríamuertoalpalaciodesupadre.No,noeraposiblequemuriese;poresoechóellaanadarporentrelosmaderosylasplanchasqueflotabanesparcidasporlasuperficie,sinpararmientesenquepodíanaplastarla.Hundiéndoseen el agua y elevándose nuevamente, llegó al fin al lugar donde se encontraba elpríncipe, el cual se hallaba casi al cabo de sus fuerzas; los brazos y piernasempezabanaentumecérsele, susbellosojos secerraban,yhabría sucumbidosin lallegada de la sirenita, la cual sostuvo su cabeza fuera del agua y se abandonó alimpulsodelasolas.

Alamanecer,latempestadsehabíacalmado,perodelbarconoseveíaelmenorresto;elsolseelevó,rojoybrillante,delsenodelmar,ypareciócomosilasmejillasdel príncipe recobrasen la vida, aunque sus ojos permanecían cerrados. La sirenaestampóunbesoensuhermosaydespejadafrenteyleapartóelcabelloempapado;entonces lo encontró parecido a la estatua de mármol de su jardincito; volvió abesarlo,deseosadequeviviese.

La tierra firme apareció ante ella: altas montañas azules, en cuyas cimasresplandecía la blanca nieve, como cisnes allí posados; en la orilla se extendíansoberbiosbosquesverdes,yenprimertérminohabíaunedificioquenosabíaloqueera, pero que podía ser una iglesia o un convento.En su jardín crecían naranjos ylimoneros,yantelapuertasealzabangrandespalmeras.Elmarformabaunapequeñabahía, resguardada de los vientos, peromuy profunda, que se alargaba hasta unasrocas cubiertas de fina y blanca arena. A ella se dirigió con el bello príncipe y,depositándoloenlaplaya,tuvobuencuidadodequelacabezaquedasebañadaporlaluzdelsol.

Las campanas estaban doblando en el gran edificio blanco, y un grupo demuchachassalieronaljardín.Entonceslasirenasealejónadandohastadetrásdeunasaltasrocasquesobresalíandelagua,y,cubriéndoselacabezayelpechodeespuma

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Page 397: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

delmarparaquenadiepudieseversurostro,sepusoaespiarquiénseacercaríaalpobrepríncipe.

Al poco rato llegó junto a él una de las jóvenes, que pareció asustarsegrandemente,perosóloporunmomento.Fueenbuscadesuscompañeras,ylasirenavio cómo el príncipe volvía a la vida y cómo sonreía a las muchachas que lorodeaban;sóloaellanotesonreía,puesignorabaquelohabíasalvado.Sintiósemuyafligida, y cuando lo vio entrar en el vasto edificio, se sumergió tristemente en elaguayregresóalpalaciodesupadre.

Siemprehabíasidodetemperamentotaciturnoycaviloso,perodesdeaqueldíalofuemásaún.Sushermanaslepreguntaronquéhabíavistoensuprimerasalida,masellanolescontónada.

Muchas veces a la hora del ocaso o del alba se remontó al lugar donde habíadejadoalpríncipe.Viocómomadurabanlosfrutosdeljardínycómoeranrecogidos;vioderretirselanievedelasaltasmontañas,peronuncaalpríncipe;poresocadavezvolvía a palacio triste y afligida. Su único consuelo era sentarse en el jardín,enlazando con sus brazos la hermosa estatua de mármol, aquella estatua que separecía al guapo doncel; pero dejó de cuidar sus flores, que empezaron a crecersalvajes,invadiendolossenderosyentrelazandosuslargostallosyhojasenlasramasdelosárboles,hastataparlaluzporcompleto.

Por fin, incapaz de seguir guardando el secreto, lo comunicó a una de sushermanas,ymuyprontolosupieronlasdemás;pero,aparteellasyunaspocassirenasdesuintimidad,nadiemásseenteródeloocurrido.Unadelasamigaspudodecirlequiéneraelpríncipe,pueshabíapresenciadotambiénlafiestadelbarcoysabíacuálerasupatriaydóndesehallabasupalacio.

—Ven,hermanita—dijeronlasdemásprincesas,ypasandocadaunaelbrazoentornoaloshombrosdelaotra,subieronenlargahileraalasuperficiedelmar,enelpuntodondesabíanqueselevantabaelpalaciodelpríncipe.

Estaba construido de una piedra brillante, de color amarillo claro, con grandesescaleras de mármol, una de las cuales bajaba hasta el mismo mar. Magníficascúpulas doradas se elevaban por encima del tejado, y entre las columnas querodeabaneledificiohabíaestatuasdemármolqueparecíantenervida.Atravésdelosnítidoscristalesdelasaltasventanaspodíancontemplarseloshermosísimossalonesadornados con preciosos tapices y cortinas de seda, y con grandes cuadros en lasparedes;unadeliciaparalosojos.

En el salón mayor, situado en el centro, murmuraba un grato surtidor, cuyoschorrossubíanagranalturahacialacúpuladecristales,atravésdelacuallaluzdelsolllegabaalaguayalashermosasplantasquecrecíanenlaenormepila.

Desdequesupodónderesidíaelpríncipe,sedirigíaallímuchastardesymuchasnoches, acercándosea tierramuchomásde loquehubieraosadocualquierade sus

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Page 398: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

hermanas;inclusoseatrevíaaremontarelcanalquecorríapordebajodelasoberbiaterraza levantada sobre el agua. Se sentaba allí y se quedaba contemplando a suamado,elcualcreíaencontrarsesolobajolaclaraluzdelaluna.

Variasnocheslovionavegandoensupreciosabarca,conmúsicayconbanderasondeantes;ellaescuchabadesdelosverdesjuncales,ysielvientoacertabaacogerleel largo velo plateado haciéndolo visible, él pensaba que era un cisne con las alasdesplegadas.

Muchasnochesquelospescadoressehacíanalamarconantorchasencendidas,les oía encomiar los méritos del joven príncipe, y entonces se sentía contenta dehaberle salvado la vida, cuando flotaba medio muerto, a merced de las olas; yrecordaba cómo su cabeza había reposado en su seno, y con cuánto amor lo habíabesadoella.Peroélloignoraba;niensueñoslaconocía.

Cada día iba sintiendo más afecto por los hombres; cada vez sentía mayoresdeseosdesubirhastaellos,hastasumundo,queleparecíamuchomásvastoqueelpropio: podían volar en sus barcos por la superficiemarina, escalarmontañasmásaltasquelasnubes;poseíantierrascubiertasdebosquesycampos,queseextendíanmuchomásalládedondealcanzabalavista.Habíamuchascosasquehubieraqueridosaber,perosushermanasnopodíancontestaratodassuspreguntas.Poresoacudióala abuela, la cual conocía muy bien aquel mundo superior, que ella llamaba, conrazón,lospaísessobreelmar.

—Suponiendoque loshombresnoseahoguen—preguntó lapequeñasirena—,¿viveneternamente?¿Nomuerencomonosotras,losseressubmarinos?

—Sí,dijolaabuela—,ellosmuerentambién,ysuvidaesmásbrevetodavíaquela nuestra. Nosotras podemos alcanzar la edad de trescientos años, pero cuandodejamosdeexistirnosconvertimosensimpleespuma,queflotasobreelagua,ynisiquieranosquedauna tumbaentrenuestros seresqueridos.Noposeemosunalmainmortal, jamás renaceremos; somos como la verde caña: una vez la han cortado,jamásreverdece.Loshumanos,encambio,tienenunalma,queviveeternamente,aundespuésqueelcuerposehatransformadoentierra;unalmaqueseelevaatravésdelairediáfanohastalasrutilantesestrellas.Delmismomodoquenosotrosemergemosdelaguayvemoslastierrasdeloshombres,asítambiénasciendenellosasublimeslugaresdesconocidos,quenosotrosnoveremosnunca.

—¿Por qué no tenemos nosotras un alma inmortal? —preguntó, afligida, lapequeñasirena—.Gustosacambiaríayomiscentenaresdeañosdevidaporsersóloundíaunapersonahumanaypoderparticiparluegodelmundocelestial.

—¡Nopienseseneso!—dijolavieja—.Nosotrassomosmuchomásdichosasymejoresqueloshumanosdealláarriba.

—Así,pues,¿moriréyvagaréporelmarconvertidaenespuma,sinoírlamúsicadelasolas,niverlashermosasfloresyelrojoglobodelsol?¿Nopodríahacernada

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Page 399: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

paraadquirirunalmainmortal?—No —dijo la abuela—. Hay un medio, sí, pero es casi imposible: sería

necesarioqueunhombretequisieraconunamormasintensodelquetieneasupadreysumadre;queseaferraseaticontodassuspotenciasytodosuamor,ehiciesequeun sacerdote enlazase vuestrasmanos, prometiéndote fidelidad aquí y para toda laeternidad.Entoncessualmaentraríaen tucuerpo,y tú también tendríasparteen labienaventuranzareservadaaloshumanos.Tedaríaalmasinperderporellolasuya.Peroestojamáspodrásuceder.Loqueaquíenelmareshermoso,merefieroatucoladepez,enla tierra loencuentranfeo.Nosabríancomprenderlo;paraserhermosos,ellosnecesitandosapoyosmacizos,quellamanpiernas.

Lapequeñasirenaconsideróconunsuspirosucoladepez.—Nonospongamostristes—laanimólavieja—.Saltemosybrinquemosdurante

los trescientos años que tenemos de vida.Es un tiempomuy largo; tantomejor sedescansaluego.Estanochecelebraremosunbailedegala.

Lafiestafuedeunamagnificenciacomonuncaseveenlatierra.Lasparedesyeltechodelgransalónerandegruesocristal,perotransparente.Centenaresdeenormesconchas,colorderosayverde,sealineabanaunoyotroladoconunfuegodellamaazulqueiluminabatodalasalayproyectabasuluzalexterior,atravésdelasparedes,y alumbraba el mar, permitiendo ver los innúmeros peces, grandes y chicos, quenadabanjuntoa losmurosdecristal:unos,conbrillantesescamaspurpúreas;otros,conreflejosdoradosyplateados.Porelcentrodelasalafluíaunaanchacorriente,yenellabailabanlosmoradoressubmarinosalsondesupropioydeliciosocanto;loshumanos de nuestra tierra no tienen tan bellas voces. La joven sirena era la quecantabamejor; losasistentesaplaudían,yporunmomentosintióungozoauténticoensucorazón,alpercatarsedequeposeíalavozmáshermosadecuantasexistenenla tierrayenelmar.Peromuyprontovolvióaacordarsedelmundode loalto;nopodíaolvidaralapuestopríncipe,nisupenapornotenercomoélunalmainmortal.Poresosaliódisimuladamentedelpalaciopaternoy,mientrasenéltodoerancantosyregocijo,seestuvosentadaensujardincito,presadelamelancolía.

Enéstasoyólossonesdeuncuernoquellegabanatravésdelagua,ypensó:«Deseguroqueenestosmomentosestá surcando lasolasaquel ser aquienquieromásqueamipadreyamimadre, aquélqueesdueñode todosmispensamientosyencuyamano quisiera yo depositar la dicha de todami vida. Lo intentaré todo paraconquistarloyadquirirunalmainmortal.Mientrasmishermanasbailanenelpalacio,iréalamansióndelabrujamarina,aquiensiempretantotemí;perotalvezellameaconsejeymeayude».

Ylasirenitaseencaminóhaciaelrugientetorbellino,traselcualvivíalabruja.Nunca había seguido aquel camino, en el que no crecían flores ni algas; un sueloarenoso, pelado y gris, se extendía hasta la fatídica corriente, donde el agua se

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revolvía con un estruendo semejante al de ruedas demolino, arrastrando al fondotodoloqueseponíaasualcance.Para llegara lamansiónde lahechicera,nuestrasirena debía atravesar aquellos siniestros remolinos; y en un largo trecho no habíamascaminoqueuncenagalcalienteyburbujeante,quelabrujallamabasuturbera.Detrásestabasucasa,enmediodeunextrañobosque.Todoslosárbolesyarbustoseran pólipos, mitad animales, mitad plantas; parecían serpientes de cien cabezassalidas de la tierra; las ramas eran largos brazos viscosos, con dedos parecidos aflexibles gusanos, y todos se movían desde la raíz hasta la punta. Rodeaban yaprisionabantodoloqueseponíaasualcance,sinvolveryaasoltarlo.Lasirenitasedetuvoaterrorizada;sucorazónlatíademiedoyestuvoapuntodevolverse;peroelpensarenelpríncipeyenelalmahumanaleinfundiónuevovalor.Atósefirmementealrededor de la cabeza el largo cabello flotante para que los pólipos no pudiesenagarrarlo,doblólasmanossobreelpechoyselanzóhaciadelantecomosólosabenhacerlo los peces, deslizándose por entre los horribles pólipos que extendían haciaella sus flexibles brazos ymanos.Vio cómocadaunomantenía aferrado, con ciendiminutosapéndicessemejantesafuertesarosdehierro,loquehabíalogradosujetar.Cadáveres humanos,muertos en elmar y hundidos en su fondo, salían amodo deblancosesqueletosdeaquellosdemoníacosbrazos.Apresabantambiénremos,cajasyhuesosdeanimalesterrestres;perolomáshorribleeraelcadáverdeunasirena,quehabíancapturadoyestrangulado.

Llegó luego a un vasto pantano, donde se revolcaban enormes serpientesacuáticas, que exhibían sus repugnantes vientres de color blancoamarillento. En elcentrodellugarsealzabaunacasa,construidaconhuesosblanqueadosdenáufragoshumanos;enellamorabalabrujadelmar,quealasazónseentreteníadejandoqueunsapocomiesedesuboca,deigualmaneracomoloshombresdanazúcaraunlindocanario.Alasgordasyhorriblesserpientesacuáticaslasllamabasuspolluelosylasdejabarevolcarsesobresupechoenormeycenagoso.

—Ya sé lo que quieres —dijo la bruja—. Cometes una estupidez, pero estoydispuestaasatisfacertusdeseos,puesteharásdesgraciada,mibellaprincesa.Quiereslibrartede lacoladepez,yen lugardeella tenerdospiernasparaandarcomo loshumanos,paraque el príncipe se enamorede ti y, con su amor,puedasobtenerunalma inmortal—. Y la bruja soltó una carcajada, tan ruidosa y repelente, que lossaposy lasculebrascayeronalsuelo,enelquesepusieronarevolcarse.—.Llegasjustoatiempo—prosiguiólabruja—,puesdehaberlohechomañanaalahoradelasalidadelsol,deberíashaberaguardadounaño,antesdequeyopudieraayudarte.Teprepararéunbrebajeconelcualtedirigirásatierraantesdequeamanezca.Unavezallí, te sentarás en la orilla y lo tomarás, y en seguida te desaparecerá la cola,encogiéndoseytransformándoseenloqueloshumanosllamanpiernas;perotevaadoler,comositerajasenconunacortanteespada.Cuantosteveandiránqueeresla

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Page 401: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

criaturahumanamáshermosaquehancontemplado.Conservarástumododeandaroscilante;ningunabailarinaserácapazdebalancearsecomotú,peroacadapasoquedes te parecerá que pisas un afilado cuchillo y que te estás desangrando. Si estásdispuestaapasarportodoesto,teayudaré.

—Sí—exclamólajovensirenaconvozpalpitante,pensandoenelpríncipeyenelalmainmortal.

—Pero ten en cuenta —dijo la bruja— que una vez hayas adquirido figurahumana,jamáspodrásrecuperarladesirena.Jamáspodrásvolverporelcaminodelaguaatushermanasyalpalaciodetupadre;ysinoconquistaselamordelpríncipe,detalmaneraqueportiseolvidedesupadreydesumadre,seaferreaticonalmaycuerpo y haga que el sacerdote una vuestras manos, convirtiéndoos en marido ymujer,noadquirirásunalma inmortal.Laprimeramañanadespuésdesubodaconotra,separtirátucorazónyteconvertirásenespumaflotanteenelagua.

—¡Acepto!—contestólasirena,pálidacomolamuerte.—Perotienesquepagarme—prosiguiólabruja—,yelprecioquetepidonoes

poco. Posees lamás hermosa voz de cuantas hay en el fondo delmar, y con ellapiensashechizarle.Puesbien,vasadarmetuvoz.Pormipreciosobrebajequierolomejorqueposees.Yotengoqueponermipropiasangre,paraqueelfiltroseacortantecomoespadadedoblefilo.

—Perosimequitaslavoz,¿quémequeda?—preguntólasirena.—Tu bella figura—respondió la bruja—, tu paso cimbreante y tus expresivos

ojos.Contodoestopuedesturbarelcorazóndeunhombre.Bien,¿hasperdidoyaelvalor?Sacalalenguaylacortaré,enpagodelmilagrosobrebaje.

—¡Sea,pues!—dijolasirena;ylabrujadispusosucalderoparaprepararelfiltro.—La limpieza es buena cosa —dijo, fregando el caldero con las serpientes

despuésdehacerunnudoconellas;luego,arañándoseelpechohastaqueasomósunegrasangre,echóunasgotasdeellaenelrecipiente.Elvapordibujabalasfigurasmás extraordinarias, capaces de infundirmiedo al corazónmás audaz.La bruja nocesabadeecharnuevosingredientesalcaldero,ycuandoyalamezclaestuvoensupuntodecocción,produjounsonidosemejantealdeuncocodriloquellora.Quedóalfinlistoelbrebaje,elcualteníaelaspectodeaguaclarísima.

—Ahílotienes—dijolabruja,y,entregándoseloalasirena, lecortóla lengua,conloqueéstaquedómuda,incapazdehablarydecantar.

—Si los pólipos te apresan cuando atravieses de nuevo mi bosque —dijo lahechicera—,arrójalesunagotasdeesteelixiryveráscómosusbrazosydedoscaendeshechosenmilpedazos—.Peronofuenecesarioacudiraaquelrecurso,pueslospóliposseapartaronaterrorizadosalverelbrillantebrebajequelasirenallevabaenlamano,yquerelucíacomosifueseunaestrella.Asícruzórápidamenteelbosque,elpantanoyelrugientetorbellino.

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Veíaelpalaciodesupadre;enlagransaladebailehabíanapagadolasantorchas;seguramente todo elmundoestaríadurmiendo.Sin embargo, no se atrevió a llegarhasta él, pues eramuda y queríamarcharse de allí para siempre. Parecióle que elcorazón le ibaa reventardepena.Entróquedamenteenel jardín,cortóuna flordecadaunodelosarriatesdesushermanasy,enviandoalpalaciomilbesosconlapuntadelosdedos,seremontóatravésdelasaguasazules.

Elsolnohabíasalidoaúncuandollegóalpalaciodelpríncipeyseaventuróporlamagníficaescalerademármol.La lunabrillabaconunaclaridadmaravillosa.Lasirena ingirió el ardiente y acre filtro y sintió como si una espada de doble filo leatravesaratodoelcuerpo;cayódesmayadayquedótendidaenelsuelocomomuerta.Alsalirelsolvolvióensí;eldoloreraintensísimo,peroantesí teníaalhermosoyjovenpríncipe,conlosnegrosojosclavadosenella.Lasirenabajó lossuyosyvioque sucoladepezhabíadesaparecido, sustituidapordospreciosasyblanquísimaspiernas, lasmás lindas quepueda tener unamuchacha; pero estaba completamentedesnuda, por lo que se envolvió en su larga y abundante cabellera.Le preguntó elpríncipequiéneraycómohabíallegadohastaallí,yellalemiródulceytristementeconsusojosazules,puesnopodíahablar.Entonceslatomóéldelamanoyacondujoalinteriordelpalacio.Comoyalehabíaadvertidolabruja,acadapasoquedabaeracomo si anduviera sobre agudos punzones y afilados cuchillos, pero lo soportó sinunaqueja.Delamanodelpríncipesubíaligeracomounaburbujadeaire,ytantoélcomotodoslospresentessemaravillabandesuandargraciosoycimbreante.

Ledieronvestidospreciososdesedaymuselina;eralamáshermosadepalacio,peroeramuda,nopodíahablarnicantar.Bellasesclavasvestidasdesedayoroseadelantarona cantar ante elhijodelReyy sus augustospadres;unadeellas cantómejor que todas las demás, y fue recompensada con el aplauso y una sonrisa delpríncipe. Entristecióse entonces la sirena, pues sabía que ella habría cantado másmelodiosamenteaún.«¡Oh!—pensó—siélsupieraqueporestarasuladosacrifiquémivozparatodalaeternidad».

A continuación las esclavas bailaron primorosas danzas, al son de unamúsicaincomparable, y entonces la sirena, alzando los hermosos y blanquísimos brazos eincorporándosesobrelaspuntasdelospies,sepusoabailarconunarteyunabellezajamásvistos;cadamovimientodestacabamássuhermosura,ysusojoshablabanalcorazónmáselocuentementequeelcantodelasesclavas.

Todosquedaronmaravillados,especialmenteelpríncipe,quelallamósupequeñaexpósita;yellasiguióbailando,apesardequecadavezquesupie tocabaelsuelocreía pisar un agudísimo cuchillo.Dijo el príncipe que quería tenerla siempre a sulado,ylaautorizóadormirdelantedelapuertadesuhabitación,sobrealmohadonesdeterciopelo.

Mandó que le hicieran un traje de amazona para que pudiese acompañarlo a

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caballo.Yasícabalgaronporlosfragantesbosques,cuyasverdesramasacariciabansus hombros,mientras los pajarillos cantaban entre las tiernas hojas. Subió con elpríncipealasmontañasmásaltas,y,aunquesusdelicadospiessangrabanylosdemásloveían,ellaseguíaasuseñorsonriendo,hastaquepudieroncontemplarlasnubesasuspies,semejantesaunabandadadeavescaminodetierrasextrañas.

Enpalacio,cuando,porlanoche,todoelmundodormía,ellasalíaalaescalerademármolabañarselospiesenelaguademar,paraaliviarsudolor;entoncespensabaenlossuyos,alosquehabíadejadoenlasprofundidadesdelocéano.

Unanochesepresentaronsushermanas,cogidasdelbrazo,cantandotristemente,mecidasporlasolas.Ellaleshizoseñasy,reconociéndola,lassirenasseleacercarony le contaron la pena que les había causado su desaparición. Desde entonces lavisitarontodaslasnoches,yunavezvioalolejosinclusoasuancianaabuela—quellevabamuchosañossinsubiralasuperficie—yalreydelmar,conlacoronaenlacabeza.Ambos le tendieron losbrazos,perosinatreverseaacercarsea tierracomolashermanas.

Cadadíaaumentabaelafectoqueporellasentíaelpríncipe,quienlaqueríacomosepuedequereraunaniñabuenaycariñosa;peronuncalehabíapasadoporlamentelaideadehacerlareina;y,sinembargo,necesitaballegarasersuesposa,puesdeotromodonorecibiríaunalma inmortal,y lamismamañanade labodadelpríncipeseconvertiríaenespumadelmar.

—¿Nomeamasporencimadetodoslosdemás?—parecíandecirlosojosdelapequeñasirena,cuandoéllacogíaensusbrazosylebesabalahermosafrente.

—Sí,tequieromásqueatodos—respondíaél—,porqueereslaquetienemejorcorazón,lamásadictaamí,yporqueteparecesaunamuchachaaquienviunavez,peroquejamásvolveréaver.Navegabayoenunbarcoquenaufragó,ylasolasmearrojaron a la orilla cerca de un santuario, en el que varias doncellas cuidaban delculto.Lamásjovenmeencontróymesalvólavida,yolavisolamentedosveces;eralaúnicaaquienyopodríaamarenestemundo,perotútelepareces,túcasidestierrassuimagendemialma;ellaestáconsagradaaltemplo,yporesomibuenasuertetehaenviadoati.Jamásnossepararemos.

«¡Ay!, no sabe que le salvé la vida—pensó la sirena—.Lo llevé sobre elmarhasta el bosque donde se levanta el templo, y, disimulada por la espuma, estuveespiandosi llegabansereshumanos.Via la lindamuchacha,aquienélquieremásque a mí». Y exhaló un profundo suspiro, pues llorar no podía. «La doncellapertenece al templo,hadicho,ynunca saldrá almundo;novolverána encontrarsepues,mientrasqueyoestoyasulado,loveotodoslosdías.Locuidaré,loquerré,lesacrificarémivida».

Sinembargo,elpríncipedebíacasarse,y,segúnrumores,leestabadestinadaporesposa la hermosa bija del rey del país vecino. A este fin, armaron un barco

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Page 404: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

magnífico.Sedecíaqueelpríncipeibaapartirparavisitarlastierrasdeaquelpaís;peroenrealidaderaparaconoceralaprincesasuhija,yporesodebíaacompañarlounnumerososéquito.Lasirenitameneaba,sonriendo,lacabeza;conocíamejorquenadielospensamientosdesuseñor.

—¡Debopartir!—lehabíadichoél—.Deboveralabellaprincesa,mispadresloexigen, pero no me obligarán a tomarla por novia. No puedo amarla, pues no separecealahermosadoncelladeltemploqueescomotú.Siundíadebieraelegiryonovia, ésta serías tú,mimuda expósita de elocuentemirada—. La besó los rojoslabios, y, jugando con su larga cabellera, apoyó la cabeza sobre su corazón, quesoñabaenlafelicidadhumanayenelalmainmortal.

—¿Notedamiedoelmar,mipequeñinamuda?—ledijocuandoyasehallabanabordodelnavíoquedebíaconducirlosalvecinoreino.Ylehablódelatempestadydelacalma,delosextrañospecesquepueblanlosfondosmarinosydeloquevenenelloslosbuzos;yellasonreíaescuchándolo,puesestabamuchomejorenteradaqueotrocualquieradeloquehayenelfondodelmar.

Una noche de clara luna, cuando todos dormían, excepto el timonel, quepermanecíaensupuesto,sentóseellaenlabordayclavólamiradaenelfondodelasaguas límpidas. Le pareció que distinguía el palacio de su padre.Arriba estaba suanciana abuela con la corona de plata en la cabeza,mirando a su vez la quilla delbarco a través de la rápida corriente. Las hermanas subieron a la superficie y sequedarontambiénmirándola tristemente,agitandolasblancasmanos.Ella leshaciaseñassonriente,yqueríaexplicarlesqueestababien,queerafeliz,peroseacercóelgrumete,ylassirenassesumergieron,porloqueélcreyóqueaquellacosablancaquehabíavistonoerasinoespumadelmar.

A lamañana siguiente elbarcoentróenelpuertode la capitaldelpaísvecino.Repicabantodaslascampanas,ydesdelasaltastorresllegabaelsondelastrompetas,mientras las tropas aparecían formadas con banderas ondeantes y refulgentesbayonetas.Losfestejossesucedíansin interrupción,conbailesyreuniones;mas laprincesa no había llegado aún. Según se decía, la habían educado en un lejanotemplo,dondehabíaaprendidotodaslasvirtudespropiasdesucondición.Alfinllegóalaciudad.

La sirenita estaba impaciente por ver su hermosura, y hubo de confesarse quenuncahabíavistounser tanperfecto.Teníalapiel tersaypurísima,ydetrásdelaslargasyoscuraspestañassonreíanunosojosazuloscuro,dedulceexpresión.

—Erestú—dijoelpríncipe—laquemesalvócuandoyoyacíacomouncadáverenlacosta—.Yestrechóensusbrazosasuruborosaprometida.—.¡Ah,quéfelizsoy!—añadiódirigiéndosealasirena—.Sehacumplidoelmayordemisdeseos.Tútealegrarásdemidicha,puesmequieresmásquetodos.

La sirena le besó lamanoy sintió como si le estallara el corazón.El día de la

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Page 405: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

bodasignificaríasumuerteysutransformaciónenespuma.Fueronechadasalvuelolascampanasdelasiglesias;losheraldosrecorrieronlas

calles pregonando la fausta nueva. En todos los altares ardía aceite perfumado enlámparasdeplata.Lossacerdotesagitabanlos incensarios,y losnovios,dándoselamano,recibieronlabendicióndelobispo.Lasirenita,vestidadesedayoro,sosteníalacolade ladesposada;perosusoídosnopercibíanlamúsicasolemne,nisusojosseguíanelsantorito.Pensabasolamenteensupróximamuerteyentodoloquehabíaperdidoenestemundo.

Aquella misma tarde los novios se trasladaron a bordo entre el tronar de loscañones y el ondear de las banderas. En el centro del buque habían erigido unasoberbia tienda de oro y púrpura, provista de bellísimos almohadones; en elladormiríalafelizparejadurantelanochefrescaytranquila.

El viento hinchó las velas, y la nave se deslizó, rauda y suave, por el marinmenso.

Al oscurecer encendieron lámparas y losmarineros bailaron alegres danzas encubierta.Lasirenitarecordósuprimerasalidadelmar,en laquehabíapresenciadoaquellamismamagnificenciayalegría,yentrandoen ladanza,volócomovuela lagolondrina perseguida, y todos los circunstantes expresaron su admiración; nuncahabíabailado tanexquisitamente.Parecíacomosiaceradoscuchillos le traspasaranlosdelicadospies,peroellano lossentía;másacerboeraeldolorque lehendíaelcorazón.Sabíaqueeralaúltimanochequeveíaaaquelporquienhabíaabandonadofamiliaypatria,sacrificadosuhermosavozysufridodíatrasdíatormentossinfin,sin que él tuviera la más leve sospecha de su sacrificio. Era la última noche querespiraba el mismo aire que él, y que veía el mar profundo y el cielo cuajado deestrellas. La esperaba una noche eterna sin pensamientos ni sueños, pues no teníaalmanilatendríajamás.Todofueregocijoycontentoabordohastamuchodespuésdemedianoche,yellaríoybailóconelcorazónllenodepensamientosdemuerte.Elpríncipe besó a su hermosa novia, y ella acarició el negro cabello de sumarido y,cogidosdelbrazo,seretiraronlosdosadescansarenlapreciosatienda.

Sehizolacalmayelsilencioenelbarco;sóloeltimonelseguíaensupuesto.Lasirenita,apoyadoslosblancosbrazosenlaborda,manteníalamiradafijaenOriente,enesperadelaaurora;sabíaqueelprimerrayodesollamataría.Entoncesvioasushermanas que emergían de las aguas, pálidas como ella; sus largas y hermosascabellerasnoflotabanyaalviento;selashabíancortado.

—Lashemosdadoalabrujaacambiodequenosdejeacudirentuauxilio,paraquenomuerasestanoche.Nosdiouncuchillo,ahí lo tienes. ¡Miraquéafiladoes!Antes de que salga el sol debes clavarlo en el corazón del príncipe, y cuando susangrecalientesalpiquetuspies,volveráacrecerte lacoladepezyserásdenuevouna sirena, podrás saltar almar y vivir tus trescientos años antes de convertirte en

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Page 406: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

saladaymuertaespuma.¡Apresúrate!Élotúdebéismorirantesdequesalgaelsol.Nuestra anciana abuela está tan triste, que se le ha caído la blanca cabellera, delmismomodoquenosotrashemosperdidolanuestrabajolastijerasdelabruja.¡Mataalpríncipeyvuelveconnosotras!Dateprisa,¿novesaquellasfajasrojasenelcielo?Dentrodebrevesminutosapareceráelsolymorirás.—Y,conunhondosuspiro,sehundieronenlasolas.

La sirenita descorrió el tapiz púrpura que cerraba la tienda y vio a la belladesposadadormidacon lacabeza reclinada sobreelpechodelpríncipe.Se inclinó,besó la hermosa frente de su amado, miró al cielo donde lucía cada vez másintensamentelaaurora,miróluegoelafiladocuchilloyvolvióafijarlosojosensupríncipe,queensueños,pronunciabaelnombredesuesposa; sóloellaocupabasupensamiento.Lasirenalevantóelcuchilloconmanotemblorosa,yloarrojóalasolasconungestoviolento.Enelpuntodondefueacaerpareciócomosigotasdesangrebrotarandelagua.Nuevamentemiróasuamadocondesmayadosojosy,arrojándosealmar,sintiócómosucuerposedisolvíaenespuma.

Asomó el sol en el horizonte; sus rayos se proyectaron suaves y tibios sobreaquellaespumafría,ylasirenitasesintiólibredelamuerte;veíaelsolreluciente,yporencimadeellaflotabancentenaresdetransparentesseresbellísimos;asutravéspodía divisar las blancas velas del barco y las rojas nubes que surcaban elfirmamento.Ellenguajedeaquellossereseramelodioso,ytanespiritual,queningúnoído humano podía oírlo, ni ningún humano ojo ver a quienes lo hablaban; sinmoverse se sostenían en el aire, gracias a su ligereza. La pequeña sirena vio que,comoellos,teníauncuerpo,queseelevabagradualmentedelsenodelaespuma.

—¿Adóndevoy?—preguntó;ysuvozresonócomoladeaquellascriaturas,tanmelodiosa,queningunamúsicaterrenahabríapodidoreproducirla.

—Areunirteconlashijasdelaire—respondieronlasotras.—.Lasirenanotieneunalmainmortal,nipuedeadquirirlasinoespormediacióndelamordeunhombre;sueternodestinodependedeunpoderajeno.Tampocotienenalmainmortallashijasdelaire,peropuedenganarseunaconsusbuenasobras.Nosotrasvolamoshacialastierras cálidas, donde el aire bochornoso y pestífero mata a los seres humanos;nosotraslesprocurarnosfrescor.Esparcimoselaromadelasfloresyenviamosalivioycuración.Cuandohemos laboradoporespaciode trescientosaños,esforzándonospor hacer todo el bien posible, nos es concedida un alma inmortal y entramos aparticipardelafelicidadeternaquehasidoconcedidaaloshumanos.Tú,pobrecillasirena, tehas esforzadocon todo tu corazón, comonosotras; has sufrido,y sufridocon paciencia, y te has elevado al mundo de los espíritus del aire: ahora puedesprocurarteunalmainmortal,afuerzadebuenasobras,durantetrescientosaños.

Lasirenitalevantóhaciaelsolsusbrazostransfigurados,yporprimeravezsintióque las lágrimas asomaban a sus ojos. A bordo del buque reinaba nuevamente el

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bullicio y la vida; la sirena vio al príncipe y a su bella esposa que la buscaban,escudriñandoconmelancólicamirada laburbujeanteespuma,comosi supieranquesehabía arrojadoa lasolas. Invisible, besóa lanovia en la frentey, enviandounasonrisa al príncipe, elevóse con los demás espíritus del aire a las regiones etéreas,entrelasrosadasnubes,quesurcabanelcielo.

—DentrodetrescientosañosnosremontaremosdeestemodoalreinodeDios.—Podemos llegar a él antes —susurró una de sus compañeras—. Entramos

volando,invisibles,enlasmoradasdeloshumanosdondehayniños,yporcadadíaque encontramos a unobueno, que sea la alegría de sus padres ymerecedor de sucariño,Diosabrevianuestroperíododeprueba.Elniñoignoracuándoentramosensucuarto, y si nos causa gozo y nos hace sonreír, nos es descontado un año de lostrescientos; pero si damos con un chiquillo malo y travieso, tenemos que verterlágrimas de tristeza, y por cada lágrima se nos aumenta en un día el tiempo deprueba.

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Lomásincreíble

(Detutroligste)

Quien fuese capaz de hacer lomás increíble, se casaría con la hija delRey y seconvertiríaendueñodelamitaddelreino.

Los jóvenes —y también los viejos— pusieron a contribución toda suinteligencia, sus nervios y susmúsculos. Dos se hartaron hasta reventar, y uno semató a fuerza de beber, y lo hicieron para realizar lo que a su entender era másincreíble,sóloquenoeraaquélelmododeganarelpremio.Losgolfilloscallejerossededicaronaescupirsesobrelapropiaespalda,locualconsiderabanelcolmodeloincreíble.

Señalóseundíaparaquecadacualdemostraseloqueeracapazdehaceryque,asujuicio,fueralomásincreíble.Sedesignaroncomojueces,desdeniñosdetresañoshastacincuentonesmaduros.Hubounverdaderodesfiledecosas increíbles,peroelmundoestuvoprontodeacuerdoenquelomásincreíbleeraunreloj,taningeniosopordentrocomoporfuera.Acadacampanadasalíanfigurasvivasqueindicabanloque el reloj acababa de tocar; en total fueron doce escenas, con figurasmovibles,cantosydiscursos.

—¡Estoeslomásincreíble!—exclamólagente.El reloj dio la una y apareció Moisés en la montaña, escribiendo el primer

mandamientoenlasTablasdelaLey:«HayunsoloDiosverdadero».AldarlasdosvioseelParaísoterrenal,dondeseencontraronAdányEva,felices

apesardenodisponerdearmarioropero;porotraparte,nolonecesitaban.Cuandosonaronlastres,salieronlostresReyesMagos,unodeellosnegrocomo

el carbón; ¡qué remedio! El sol lo había ennegrecido. Llevaban incienso y cosaspreciosas.

Alascuatropresentáronselasestaciones:laPrimavera,conelcuclilloposadoenunatiernaramadehaya;elVerano,conunsaltamontessobreunaespigamadura;elOtoño,conunnidodecigüeñasabandonado—pueselavesehabíamarchadoya—,yel Invierno, con una vieja corneja que sabía contar historias y antiguos recuerdosjuntoalfuego.

Dieronlascincoycomparecieronloscincosentidos:laVista,enfiguradeóptico;el Oído, en la de calderero; el Olfato vendía violetas y aspérulas; el Gusto estabarepresentadoporuncocinero,yelTacto,porunsepultureroconuncrespónfúnebrequelellegabaalostalones.

El reloj dio las seis, y aparecióun jugadorque echó losdados; al volver haciaarribalapartesuperior,salióelnúmeroseis.

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Vinieron luego los siete días de la semana o los siete pecados capitales; losespectadoresnopudieronponersedeacuerdosobreloqueeranenrealidad;seacomofuere,tienenmuchodecomúnynoesmuyfácilsepararlos.

Acontinuación,uncorodemonjescantólamisadeocho.Con lasnueve llegaron lasnueveMusas;unadeellas trabajabaenAstronomía;

otra,enelArchivohistórico;lasrestantessededicabanalteatro.AlasdiezsaliónuevamenteMoisésconlas tablas;contenían losmandamientos

deDios,yerandiez.Volvieron a sonar campanadas y salieron, saltando y brincando, unos niños y

niñasquejugabanycantaban:«¡Ahora,niños,aescuchar;lasonceacabandedar!».Y al dar las doce salió el vigilante, con su capucha, y con la estrellamatutina,

cantandosuviejatonadilla:

¡Eramedianoche,cuandonacióelSalvador!

Ymientrascantababrotaronrosas,queluegoresultaroncabezasdeangelillosconalas,queteníantodosloscoloresdeliris.

Resultó un espectáculo tan hermoso para los ojos como para los oídos. Aquelreloj era una obra de arte incomparable, lo más increíble que pudiera imaginarse,decíalagente.

Elautoreraunjovendeexcelentecorazón,alegrecomounniño,unamigobuenoy leal, y abnegado con sus humildes padres. Semerecía la princesa y lamitaddelreino.

Llegó el día de la decisión; toda la ciudad estaba engalanada, y la princesaocupabaeltrono,alquehabíanpuestocrinnuevo,sinhacerlomáscómodoporeso.Los jueces miraban con pícaros ojos al supuesto ganador, el cual permanecíatranquiloyalegre,segurodesusuerte,pueshabíarealizadolomásincreíble.

—¡No, esto lo haré yo!—gritó en el mismomomento un patán larguirucho yhuesudo—. Yo soy el hombre capaz de lo más increíble—. Y blandió un hachacontralaobradearte.

¡Cric,crac!,enuninstantetodoquedódeshecho;ruedasyresortesrodaronporelsuelo;lamaravillaestabadestruida.

—¡Éstaesmiobra!—dijo—.Miacciónhasuperadoalasuya;hehecholomásincreíble.

—¡Destruir semejanteobradearte!—exclamaron los jueces.—.Efectivamente,eslomásincreíble.

Todoelpuebloestuvodeacuerdo,porloqueleasignaronlaprincesaylamitaddelreino,pueslaleyeslaley,inclusocuandosetratadelomásincreíbleyabsurdo.

Desde lo alto de las murallas y las torres de la ciudad proclamaron los

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trompeteros:—¡Vaacelebrarselaboda!Laprincesanoibamuycontenta,peroestabaespléndida,yricamentevestida.La

iglesia era un mar de luz; anochecía ya, y el efecto resultaba maravilloso. Lasdoncellasnoblesdelaciudadibancantando,acompañandoalanovia;loscaballeroshacíanlopropioconelnovio,elcualavanzabaconlacabezatanaltacomosinadapudieserompérsela.

Cesóelcantoehízoseunsilenciotanprofundo,quesehabríaoídocaeralsuelounalfiler.Yheaquíqueenmediodeaquellaquietudseabriócongranestrépitolapuertadelaiglesiay,«¡bum!¡bum!»,entróelrelojy,avanzándoporlanavecentral,fuea situarse entre losnovios.Losmuertosnopuedenvolver, estoya lo sabemos,perounaobradeartesípuede;elcuerpoestabahechopedazos,peronoelespíritu;elespectrodelArteseapareció,dejandoyadeserunespectro.

La obra de arte estaba entera, como el día que la presentaron, intacta y nueva.Sonaronlascampanadas,unatrasotra,hastalasdoce,ysalieronlasfiguras.PrimeroMoisés,cuyafrentedespedíallamas.Arrojólaspesadastablasdelaleyalospiesdelnovio,quequedaronclavadosenelsuelo.

—¡No puedo levantarlas! —dijo Moisés—. Me cortaste los brazos. Quédatedondeestás.

Vinieron después Adán y Eva, los Reyes Magos de Oriente y las cuatroestaciones,ytodosledijeronverdadesdesagradables:«¡Avergüénzate!».

Peroélnoseavergonzó.Todaslasfigurasquehabíanaparecidoalasdiferenteshoras,salierondelrelojy

adquirieronunvolumenenorme.Parecíaquenoibaaquedarsitioparalaspersonasdecarneyhueso.Ycuandoa lasdocesepresentóelvigilantecon lacapuchay laestrellamatutina,seprodujounmovimientoextraordinario.Elvigilante,dirigiéndosealnovio,ledioungolpeenlafrenteconlaestrella.

—¡Muere!—le dijo—. ¡Medida pormedida! ¡Estamos vengados, y elmaestrotambién!¡adiós!

Y desapareció la obra de arte; pero las luces de la iglesia la transformaron engrandes flores luminosas, y las doradas estrellas del techo enviaron largos yrefulgentes rayos,mientras el órgano tocaba solo. Todos los presentes dijeron queaquelloeralomásincreíblequehabíanvistoensuvida.

—Llamemosahoraalvencedor—dijolaprincesa—.Elautordelamaravillaserámiesposoyseñor.

Yel joven sepresentó en la iglesia, con el pueblo enteropor séquito, entre lasaclamacionesylaalegríageneral.Nadiesintióenvidia.¡Yestofueprecisamentelomásincreíble!

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Elcompañerodeviaje

(Rejsekammeraten)

ElpobreJuanestabamuytriste,puessupadresehallabaenfermoeibaamorir.Nohabía más que ellos dos en la reducida habitación; la lámpara de la mesa estabapróximaaextinguirse,yllegabalanoche.

—Hassidounbuenhijo,Juan—dijoeldolientepadre—,yDiosteayudaráporlos caminos del mundo —. Dirigióle una mirada tierna y grave, respiróprofundamenteyexpiró;habríasedichoquedormía.Juanseechóallorar;yanadielequedaba en la Tierra, ni padre ni madre, hermano ni hermana. ¡Pobre Juan!Arrodillado junto al lecho, besaba la fría mano de su padre muerto, y derramabaamargaslágrimas,hastaquealfinselecerraronlosojosysequedódormido,conlacabezaapoyadaeneldurobarrotedelacama.

Tuvounsueñomuyraro;viocómoelSolylaLunaseinclinabananteél,yvioasu padre rebosante de salud y riéndose, con aquella risa suya cuando se sentíacontento. Una hermosamuchacha, con una corona de oro en el largo y relucientecabello, tendió la mano a Juan, mientras el padre le decía: «¡Mira qué novia tanbonita tienes! Es lamás bella delmundo entero». Entonces se despertó: el alegrecuadro sehabíadesvanecido; supadreyacíaenel lecho,muertoy frío,ynohabíanadieenlaestancia.¡PobreJuan!

Alasemanasiguientedieronsepulturaaldifunto;Juanacompañóelféretro,sinpoderveryaaaquelpadrequetantolohabíaquerido;oyócómoechabantierrasobreelataúd,paracolmar lafosa,ycontemplócómodesaparecíapocoapoco,mientrassentíalapenadesgarrarleelcorazón.Albordedelatumbacantaronunúltimosalmo,quesonóarmoniosamente;laslágrimasasomaronalosojosdelmuchacho;rompióallorar,yelllantofueunsedanteparasudolor.Brillóelsol,espléndido,porencimadelosverdesárboles;parecíadecirle:«Noestéstriste,Juan;¡miraquéhermosoyazuleselcielo!¡AlláarribaestátupadrepidiendoaDiosportubien!».

—Seré siemprebueno—dijo Juan—.Deestemodo,undíavolveréa reunirmecon mi padre. ¡Qué alegría cuando nos veamos de nuevo! Cuántas cosas podrécontarleycuántasmemostraráél,ymeenseñarálamagnificenciadelcielo,comolohacíaenlaTierra.¡Oh,quéfelicesseremos!

Y se lo imaginaba tan a lo vivo, que asomó una sonrisa a sus labios. Lospajarillos,posadosenloscastaños,dejabanoírsusgorjeos.Estabanalegres,apesardeasistiraunentierro,perobiensabíanqueeldifuntoestabayaenelcielo,teníaalasmuchomayoresymáshermosasquelassuyas,yeradichoso,porqueacáenlaTierrahabíapracticadolavirtud;poresoestabanalegres.Juanlosvioemprenderelvuelo

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desdelasaltasramasverdes,ysintióeldeseodelanzarsealespacioconellos.Peroanteshizounagran cruzdemaderaparahincarla sobre la tumbade supadre, y alllegarlanoche,lasepulturaaparecíaadornadaconarenayflores.Habíancuidadodeellopersonasforasteras,puesentodalacomarcaseteníaengranestimaaaquelbuenhombrequeacababademorir.

Demadrugada hizo Juan sumodesto equipaje y se ató al cinturón su pequeñaherencia: cincuenta florines y unos peniques en total; con ella se disponía a corrermundo.Sinembargo,antesvolvióalcementerio,y,despuésderezarunpadrenuestrosobrelatumbadijo:¡Adiós,padrequerido!Serésiemprebueno,ytúlepedirásaDiosquelascosasmevayanbien.

Al entrar en la campiña, el muchacho observó que todas las flores se abríanfrescas y hermosas bajo los rayos tibios del sol, y que semecían al impulso de labrisa,comodiciendo:«¡Bienvenidoanuestrosdominios!¿Verdadquesonbellos?».Pero Juan se volvió una vezmás a contemplar la vieja iglesia donde recibiera depequeñoelsantobautismo,yalaquehabíaasistidotodoslosdomingosconsupadrealosoficiosdivinos,cantandohermosascanciones;enloaltodelcampanariovio,enuna abertura, al duende del templo, de pie, con su pequeña gorra roja, yresguardándoseelrostroconelbrazode losrayosdelsolqueledabanenlosojos.Juan le dijo adiós con una inclinación de cabeza; el duendecillo agitó la gorracoloraday,poniéndoseunamanosobreelcorazón,conlaotraleenviómuchosbesos,paradarleaentenderqueledeseabaunviajemuyfelizymuchobien.

Pensó entonces Juan en las bellezas que vería en el ampliomundo y siguió sucamino,muchomásalládedondellegarajamás.Noconocíaloslugaresporlosquepasaba,nilaspersonasconquienesseencontraba;todoeranuevoparaél.

Laprimeranochehubodedormirsobreunmontóndeheno,enplenocampo;otrolechonohabía.Peroeramuycómodo,pensó;elpropioReynoestaríamejor.Todalacampiña, con el río, la pila de hierba y el cielo encima, formaban un hermosodormitorio. La verde hierba, salpicada de florecillas blancas y coloradas, hacía dealfombra, las lilas y rosales silvestres eran otros tantos ramilletes naturales, y paralavabo tenía todo el río, de agua límpida y fresca, con los juncos y cañas que seinclinaban como para darle las buenas noches y los buenos días. La luna era unalámparasoberbia,colgadaalláarribaeneltechoinfinito;unalámparaconcuyofuegonohabíamiedodequeseencendieranlascortinas.Juanpodíadormirtranquilo,yasílohizo,nodespertándosehastaquesalióelsol,ytodaslasavecillasdeloscontornosrompieronacantar:«¡Buenosdías,buenosdías!¿Notehaslevantadoaún?».

Tocabanlascampanas,llamandoalaiglesia,pueseradomingo.Lasgentesibanaescucharalpredicador,yJuanfueconellas;lasacompañóenelcantodelossagradoshimnos, y oyó la voz del Señor; le parecía estar en la iglesia donde había sidobautizadoydondehabíacantadolossalmosalladodesupadre.

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En el cementerio contiguo al templo había muchas tumbas, algunas de ellascubiertasdealtahierba.EntoncespensóJuanenladesupadre,ysedijoqueconeltiempopresentaría tambiénaquel aspecto,yaqueélnoestaría allí para limpiarlayadornarla.Sesentó,puesenelsuelo,ysepusoaarrancar lahierbayenderezar lascrucescaídas,volviendoasuslugareslascoronasarrastradasporelviento,mientraspensaba:«Talvezalguienhagalomismoenlatumbademipadre,yaquenopuedohacerloyo».

Ante la puerta de la iglesia había un mendigo anciano que se sostenía en susmuletas;Juanlediolospeniquesqueguardabaensubolso,yluegoprosiguiósuviajeporelanchomundo,contentoyfeliz.

Alcaerlatarde,eltiemposepusohorrible,ynuestromozosedioprisaenbuscaruncobijo,peronotardóencerrarlanocheoscura.Finalmente,llegóaunapequeñaiglesia, que se levantaba en lo alto de una colina. Por suerte, la puerta estaba sóloentornada y pudo entrar. Su intención era permanecer allí hasta que la tempestadhubierapasado.

—Mesentaréenunrincón—dijo—,estoymuycansadoynecesitoreposo—.Sesentó,pues,juntólasmanospararezarsuoraciónvespertinayantesdequepudieradarse cuenta, se quedó profundamente dormido y transportado al mundo de lossueños,mientrasenelexteriorfulgurabanlosrelámpagosyretumbabanlostruenos.

Despertóse a medianoche. La tormenta había cesado, y la luna brillaba en elfirmamento, enviando sus rayos de plata a través de las ventanas.En el centro deltemplo había un féretro abierto, con un difunto, esperando la hora de recibirsepultura.Juannoeratemerosonimuchomenos;nadalereprochabasuconciencia,ysabía perfectamente que los muertos no hacen mal a nadie; los vivos son losperversos, los que practican elmal.Mas he aquí que dos individuos de esta claseestabanjuntoaldifuntodepositadoeneltemploantesdeserconfiadoalatierra.Seproponían cometer con él una fechoría: arrancarlodel ataúdy arrojarlo fuerade laiglesia.

—¿Por qué queréis hacer esto?—preguntó Juan—.Es unamala acción.Dejadquedescanseenpaz,ennombredeJesús.

—¡Tonterías!—replicaronlosmalvados—.¡Nosengañó!Nosdebíadineroynopudopagarlo;yahoraquehamuertonocobraremosuncéntimo.Poresoqueremosvengarnos.Vamosaarrojarlocomounperroantelapuertadelaiglesia.

—Sólotengocincuentaflorines—dijoJuan—;estodamifortuna,peroosladarédebuenaganasimeprometéisdejarenpazalpobredifunto.Yomelasarreglarésindinero.Estoysanoyfuerte,ynomefaltarálaayudadeDios.

—Bien —replicaron los dos impíos—. Si te avienes a pagar su deuda no leharemos nada, te lo prometemos —. Embolsaron el dinero que les dio Juan, y,riéndoseacarcajadasdeaquelmagnánimoinfeliz,siguieronsucamino.Juancolocó

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Page 414: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

nuevamente el cadáver en el féretro, con las manos cruzadas sobre el pecho, e,inclinándoseanteél,alejósecontentobosqueatravés.

Enderredor,dondequieraquellegabanlosrayosdelunafiltrándoseporentreelfollaje,veíajugaralegrementealosduendecillos,quenohuíandeél,puessabíanqueeraunmuchachobuenoeinocente;sonsólolosmalos,dequieneslosduendesnosedejanver.Algunosnoeranmásgrandesqueelanchodeundedo,yllevabansujetoellargoyrubiocabelloconpeinetasdeoro.Dedosendossebalanceabanenequilibriosobrelasabultadasgotasderocío,depositadassobrelashojasylostallosdehierba;aveces, una de las gotitas caía al suelo por entre las largas hierbas, y el incidenteprovocabagrandesrisasyalborotoentrelosminúsculospersonajes.¡Quédelicia!Sepusieronacantar,yJuanreconocióenseguidalasbellasmelodíasqueaprendieradeniño.Grandes arañasmulticolores, con argénteas coronas en la cabeza, hilaban, deseto a seto, largos puentes colgantes y palacios que, al recoger el tenue rocío,brillabancomonítidocristalalosclarosrayosdelaluna.Elespectáculoduróhastalasalidadelsol.Entonces,losduendecillossedeslizaronenloscapullosdelasflores,yel viento se hizo cargo de sus puentes y palacios, que volaron por los airesconvertidosentelarañas.

Enéstas,Juanhabíasalidoyadelbosquecuandoasuespaldaresonóunareciavozdehombre:

—¡Hola,compañero!,¿adóndevamos?—PoresosmundosdeDios—respondióJuan—.Notengopadrenimadreysoy

pobre,peroDiosmeayudará.—También yo voy a correr mundo —dijo el forastero—. ¿Quieres que lo

hagamosencompañía?—¡Bueno!—asintióJuan,ysiguieronjuntos.Notardaronensimpatizar,pueslos

doseranbuenaspersonas.Juanobservómuypronto,empero,queeldesconocidoeramuchomásinteligentequeél.Habíarecorridocasitodoelmundoysabíadetodaslascosasimaginables.

Elsolestabayamuyaltosobreelhorizontecuandosesentaronalpiedeunárbolparadesayunarse;yenaquelmismomomentoselesacercóunaancianaqueandabamuyencorvada,sosteniéndoseenunamuletillayllevandoalaespaldaunhazdeleñaquehabíarecogidoenelbosque.Llevabaeldelantalrecogidoyatadopordelante,yJuanobservóqueporélasomaban tres largasvarasdesauceenvueltasenhojasdehelecho. Llegada adonde ellos estaban, resbaló y cayó, empezando a quejarselamentablemente;lapobresehabíarotounapierna.

Juan propuso enseguida trasladar a la anciana a su casa; pero el forastero,abriendosumochila,dijoqueteníaunungüentoconelcual,enunsantiamén,curaríalapiernarota,detalmodoquelamujerpodríaregresarasucasaporsupropiopie,comosinadalehubieseocurrido.Sólopedía,enpago,queleregalaselastresvaras

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Page 415: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

quellevabaeneldelantal.—¡Muchopides!—objetólavieja,acompañandolaspalabrasconunrarogesto

de la cabeza.No le hacía gracia ceder las tres varas; pero tampoco resultabamuyagradableseguirenelsueloconlapiernafracturada.Dióle,pues,lasvaras,yapenaselungüentohubotocadolafracturaseincorporólaabuelayechóaandarmuchomásligeraqueantes.Y todoporvirtudde lapomada;perohayqueadvertirquenoeraunapomadadelasquevendenenlabotica.

—¿Paraquéquiereslasvaras?—preguntóJuanasucompañero.—Son tresbonitasescobas—contestóelotro—.Megustan,quéquieresque te

diga;yosoyasídeextraño.Yprosiguieronunbuentrecho.—¡Seestápreparandounatormenta!—exclamóJuan,señalandohaciadelante—.

¡Quénubarronesmáscargados!—No—respondióelcompañero—.Nosonnubes,sinomontañas,montañasaltas

ymagníficas, cuyas cumbres rebasan las nubes y están rodeadas de una atmósferaserena.Esmaravilloso,créeme.Mañanayaestaremosallí.

Peronoestabantancercacomoparecía.Undíaenterotuvieronquecaminarparallegar a su pie. Los oscuros bosques trepaban hasta las nubes, y habían rocasenormes,tangrandescomounaciudad.Debíadesermuycansadosubiralláarriba,y,así, Juan y su compañero entraron en la posada; tenían que descansar y reponerfuerzasparalajornadaquelesaguardaba.

Enlasaladelahosteríasehabíareunidomuchopúblico,puesestabaactuandountitiretero.Acababademontarsupequeñoescenario,ylagentesehallabasentadaenderredor, dispuesta a presenciar el espectáculo. En primera fila estaba sentado ungordocarnicero,elmásimportantedelpueblo,consugranperromastínechadoasulado;elanimal teníaaspectoferozylosgrandesojosabiertos,comoelrestodelosespectadores.

Empezóunalindacomedia,enlaqueinterveníanunreyyunareina,sentadosenuntronomagnífico,consendascoronasdeoroenlacabezayvestidosconropajesdelarga cola, como corresponda a tan ilustres personajes. Lindísimos muñecos demadera,conojosdecristalygrandesbigotes,aparecíanenlaspuertas,abriéndolasycerrándolas,parapermitir laentradadeaire fresco.Eraunacomediamuybonita,ynadatriste;peroheaquíqueallevantarselareinayavanzarporlaescena,sabeDiosloquecreerlaelmastín,perolociertoesquesesoltódesuamoelcarnicero,plantósedeunsaltoenelteatroy,cogiendoalareinaporeltronco,¡crac!,ladespedazóenunmomento.¡Espantoso!

Elpobretitireteroquedóasustadoymuycontrariadoporsureina,pueseralamásbonita de sus figuras; y el perro la había decapitado. Pero cuando, más tarde, elpúblico se retiró, el compañero de Juan dijo que repararía el mal, y, sacando su

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frasco, untó lamuñeca con el ungüento que tanmaravillosamente había curado lapiernade la vieja.Y, en efecto; nobien estuvo lamuñecauntada, quedódenuevoentera,einclusopodíamovertodoslosmiembrossinnecesidaddetirardelcordón;habríasedichoqueeraunapersonaviviente,sóloquenohablaba.Elhombredelostíteres se pusomuy contento; ya no necesitaba sostener aquellamuñeca, que hastasabíabailarporsísola:ningunaotrafigurapodíahacertanto.

Por la noche, cuando todos los huéspedes estuvieron acostados, oyéronse unossuspiros profundísimos y tan prolongados, que todo elmundo se levantó para verquiénlosexhalaba.Eltitireterosedirigióasuteatro,puesdeélsalíanlasquejas.Losmuñecos, el rey y toda la comparseria estaban revueltos, y eran ellos los que asísuspiraban,mirandofijamenteconsusojosdevidrio,puesqueríanquetambiénselesuntaseunpoquitínconlamaravillosapomada,comolareina,parapodermoverseporsucuenta.Lareinasehincóderodillasy,levantandosumagníficacorona,imploró:

—¡Quédate con ella, pero unta a mi esposo y a los cortesanos! Al pobrepropietario del teatro se le saltaron las lágrimas, pues la escena era en verdadconmovedora.FueenbuscadelcompañerodeJuanyleprometiótodalarecaudaciónde la velada siguiente si se avenía a untarle aunque sólo fuesen cuatro o cincomuñecos;peroelotroledijoqueportodarecompensasóloqueríaelgransablequellevaba al cinto; cuando lo tuvo, aplicó el ungüento a seis figuras, las cualesempezaronabailarenseguida, con tantagracia,que lasmuchachasdeverasque lovieronlasacompañaronenladanza.Ybailaronelcocheroylacocinera,elcriadoylacriada,ytodosloshuéspedes,hastalamismabadilaylastenazas,sibienéstassefueronalsueloalosprimerospasos.Fueunanochemuyalegre,desdeluego.

A la mañana siguiente, Juan y su compañero de viaje se despidieron de lacompañíayecharoncuestaarribaporentrelosespesosbosquesdeabetos.Llegaronatanta altura, que las torres de las iglesias se veían al fondo como diminutas bayasrojasdestacandoenmediodelverdor,ysumiradapudoextenderseamuchas,muchasmillas,hastatierrasquejamáshabíanvisitado.Tantabellezaymagnificencianuncala había visto Juan; el sol parecíamás cálido en aquel aire puro; elmozo oía loscuernos de los cazadores resonando entre las montañas, tan claramente, que laslágrimas asomaron a sus ojos y no pudo por menos de exclamar: ¡Dios santo ymisericordioso, quisiera besarte por tu bondad con nosotros y por toda esa bellezaque,paranosotrostambién,haspuestoenelmundo!

Elcompañerodeviajepermanecíaasuvezconlasmanosjuntascontemplando,porencimadelbosqueylasciudades,lalejaníainundadaporelsol.Almismotiempooyeron encima de sus cabezas un canto prodigioso, y al mirar a las alturasdescubrieronflotandoenelespaciouncisneblancoquecantabacomojamásoyeranhacer a otra ave. Pero aquellos sones fueron debilitándose progresivamente, y elhermosocisne,inclinandolacabeza,descendióconlentitudyfueacaermuertoasus

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pies.—¡Quéalastanespléndidas!—exclamóelcompañero—.Muchodinerovaldrán,

tan blancas y grandes; ¡voy a llevármelas! ¿Ves ahora cómo estuve acertado alhacermeconelsable?—.Cortólasdosalasdelcisnemuertoyselasguardó.

Caminaronmillasymillasmontesatravés,hastaqueporfinvieronanteellosunagranciudad,concientorresquebrillabanalsolcualsifuesendeplata.Enelcentrode la población se alzaba un regio palacio de mármol recubierto de oro; era lamansióndelRey.

Juan y su compañero no quisieron entrar enseguida en la ciudad, sino que sequedaronfuera,enunaposada,paraasearse,puesqueríantenerbuenaspectoalandarporlascalles.ElposaderolescontóqueelReyeraunaexcelentepersona,incapazdecausarmalanadie;pero,encambio,suhija,¡ay,Diosnosguarde!,eraunaprincesaperversa.Belleza no le faltaba, y en punto a hermosura ninguna podía compararseconella;pero,¿dequéleservía?Eraunabruja,culpabledelamuertedenumerososyapuestos príncipes. Permitía que todos los hombres la pretendieran; todos podíanpresentarse,yafuesenpríncipesomendigos,lomismodaba;peroteníanqueadivinartrescosasqueellasehabíapensado.Secasaríaconelqueacertase,elcualseríaReydelpaíseldíaenquesupadrefalleciese;peroelquenodabaconlastresrespuestas,eraahorcadoodecapitado.ElancianoRey,supadre,estabaenextremoafligidoporlaconductadesuhija,masnopodíaimpedirsusmaldades,yaqueenciertaocasiónprometiónointervenirjamásenlosasuntosdesuspretendientesydejarlaobrarasuantojo. Cada vez que se presentaba un príncipe para someterse a la prueba, eracolgadoolecortabanlacabeza;perosiempreselehabíaprevenidoysabíabienaloque se exponía.El viejoRey estaba tan amargadopor tanta tristezaymiseria, quetodoslosañospermanecíaundíaenteroderodillas,juntoconsussoldados,rogandopor la conversión de la princesa; pero nada conseguía. Las viejas que bebíanaguardiente,enseñaldedueloloteñíandenegroantesdellevárseloalaboca;másnopodíanhacer.

—¡Quéhorribleprincesa!—exclamóJuan—.Unabuenaazotaina,heaquíloquenecesita.SiyofueseelRey,prontocambiaría.

De pronto se oyó un gran griterío en la carretera. Pasaba la princesa. Erarealmente tan hermosa, que todo elmundo se olvidaba de sumaldad y se ponía avitorearla. Escoltábanla doce preciosas doncellas, todas vestidas de blanca seda ycabalgando en caballos negros como azabache, mientras la princesa montaba uncorcelblancocomolanieve,adornadocondiamantesyrubíes;sutrajedeamazonaera de oro puro, y el látigo que sostenía en lamano relucía como un rayo de sol,mientraslacoronaqueceñíasucabezacentelleabacomolasestrellitasdelcielo,yelmanto que la cubría estaba hecho demiles de bellísimas alas demariposas.Y, sinembargo,ellaeramuchomáshermosaquetodoslosvestidos.

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Al verla, Juan se puso todo colorado, por la sangre que afluyó a su rostro, yapenaspudoarticularunapalabra;laprincesaeraexactamenteigualqueaquellabellamuchachaconcoronadeoroquehabíavistoensueñoslanochedelamuertedesupadre.Laencontró indeciblementehermosa,yenelactoquedóenamoradodeella.Eraimposible,pensó,quefueseunabruja,capazdemandarahorcarodecapitaralosqueno adivinaban sus acertijos. «Todos están facultadespara solicitarla, incluso elmáspobredelosmendigos;iré,pues,alpalacio;notengomásremedio».

Todos insistieron en que no lo hiciese, pues sin duda correría la suerte de losotros; también su compañero de ruta trató de disuadirlo, pero Juan, seguro de quetodo se resolvería bien, se cepilló los zapatos y la chaqueta, se lavó la cara y lasmanos,sepeinóelbonitocabellorubioyseencaminóalaciudadyalpalacio.

—¡Adelante!—gritóelancianoReyalllamarJuanalapuerta.Abriólaelmozo,yelSoberanosalióa recibirlo,enbatadenocheyzapatillasbordadas.Llevabaen lacabezalacoronadeoro,enunamano,elcetro,yenlaotra,elgloboimperial.

—¡Unmomento!—dijo,poniéndoseelglobodebajodelbrazoparapoderalargarlamanoaJuan.Peronobiensupoquese tratabadeunpretendiente,prorrumpióallorarcontalviolencia,quecetroyglobolecayeronalsueloyhubodesecarselosojosconlabatadedormir.¡PobreviejoRey!

—Nolointentes—ledijo—,acabarásmalamente,comolosdemás.Venyveráslequeteespera—.YcondujoaJuanaljardínderecreodelaprincesa.

¡Horrible espectáculo! De cada árbol colgaban tres o cuatro príncipes que,habiendosolicitadoalahijadelRey,nohabíanacertadoacontestarsuspreguntas.Acadaráfagadevientomatraqueabanlosesqueletos,porloquelospájaros,asustados,nuncaacudíanaljardín;lasfloresestabanatadasahuesoshumanos,yenlasmacetas,loscráneosexhibíansurisamacabra.¡Quéextrañojardínparaunaprincesa!

—¡Yaloves!—dijoelRey—.Teesperalamismasuertequeatodosésos.Mejoresquerenuncies.Meharíassufrirmucho,puesnopuedosoportarestoshorrores.

Juan besó la mano al bondadoso Monarca, y le dijo que sin duda las cosasmarcharíanbien,puesestabaapasionadamenteprendadodelaprincesa.

En esto llegó ella a palacio, junto con sus damas. El Rey y Juan fueron a suencuentro,adarlelosbuenosdías.Eramaravillosomirarla;tendiólamanoalmozo,yéste quedó mucho más persuadido aún de que no podía tratarse de una perversahechicera, como sostenía la gente. Pasaron luego a la sala del piso superior, y loscriados sirvieron confituras y pastas secas, pero elRey estaba tan afligido, que nopudoprobarnada,ademásdequelaspastaserandemasiadodurasparasusdientes.

Se convino enque Juanvolvería apalacio a lamañana siguiente.Los juecesytodoelconsejoestaríanreunidosparapresenciarlamarchadelproceso.Silacosaibabien, Juan tendría que comparecer dos vecesmás; pero hasta entonces nadie habíaacertadolaprimerapregunta,ytodoshabíanperdidolavida.

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AJuannolepreocupóniporunmomentolaideadecómomarcharíanlascosas;antesbien,estabaalegre,pensandotansóloenlabellaprincesa,segurodequeDiosleayudaría;dequémanera,loignoraba,ypreferíanopensarenello.Ibabailandoporlacarretera,deregresoalaposada,dondeloesperabasucompañero.

El muchacho no encontró palabras para encomiar la amabilidad con que lorecibieralaprincesaydescribirsuhermosura.Anhelabaestaryaaldíasiguienteenelpalacio,paraprobarsusuerteconelacertijo.

Perosucompañeromeneólacabeza,profundamenteafligido.—Te quiero bien —dijo—; confiaba en que podríamos seguir juntos mucho

tiempo,yheaquíquevoyaperderte.¡Mipobre,miqueridoJuan!,medanganasdellorar, pero no quiero turbar tu alegría en esta última velada que pasamos juntos.Estaremos alegres, muy alegres; mañana, cuando te hayas marchado, podré llorarcuantoquiera.

Todos loshabitantesde laciudadsehabíanenteradode la llegadadeunnuevopretendiente a la mano de la princesa, y una gran congoja reinaba por doquier.Cerróseel teatro, laspastelerascubrieronsusmazapanesconcrespón,elReyy lossacerdotes rezaron arrodillados en los templos; la tristeza era general, pues nadiecreíaqueJuanfueramásafortunadoquesuspredecesores.

Alatardecer,elcompañerodeJuanpreparóunponche,ydijoasuamigo:—Vamosaalegrarnosyabrindarporlasaluddelaprincesa.PeroalsegundovasoentróleaJuanunapesadeztangrande,quetuvoquehacer

un enorme esfuerzo para mantener abiertos los ojos, basta que quedó sumido enprofundosueño.Sucompañerololevantóconcuidadodelasillaylollevóalacama;luego,cerradayalanoche,cogiólasgrandesalasquehabíacortadoalcisneyselassujetóalaespalda.Metióseenelbolsillolamásgrandedelasvarasrecibidasdelaviejadelapiernarota,abriólaventana,y,echandoavolarporencimadelaciudad,se dirigió al palacio; allí se posó en un rincón, bajo la ventana del aposento de laprincesa.

Enlaciudadreinabaelmásprofundosilencio.Dieronlasdocemenoscuartoenelreloj, se abrió la ventana, y la princesa salió volando, envuelta en un largomantoblancoyconalasnegras,alejándoseendirecciónaunaaltamontaña.Elcompañerode Juan se hizo invisible, para que la doncella no pudiese notar su presencia, y selanzóensupersecución;cuandolaalcanzó,sepusoaazotarlaconsuvara,contantafuerzaquelasangrefluíadesupiel.¡Quéviajecito!Elvientoextendíaelmantoentodasdirecciones,amododeunagranveladebarcoacuyotravésbrillabalaluzdelaluna.

—¡Qué manera de granizar! —exclamaba la princesa a cada azote, y bienempleado le estaba. Finalmente, llegó a lamontaña y llamó. Se oyó un estruendosemejanteauntrueno;abrióselamontaña,ylahijadelReyentró,seguidadelamigo

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deJuan,que,siendoinvisible,nofuevistopornadie.Siguieronporuncorredormuygrandeymuylargo,cuyasparedesbrillabandemaneraextraña,graciasamásdemilarañas fosforescentes que subían y bajaban por ellas, refulgiendo como fuego.Llegaron luegoaunaespaciosasala, todaellaconstruidadeplatayoro.Floresdeltamañodegirasoles,rojasyazules,adornabanlasparedes;peronadiepodíacogerlas,puessustalloseranhorriblesserpientesvenenosas,ylascorolas,fuegopuroquelessalía de las fauces. Todo el techo se hallaba cubierto de luminosas luciérnagas ymurciélagosdecolorazulceleste,queagitabanlasdelgadasalas.¡Quéespanto!Enelcentro del piso había un trono, soportado por cuatro esqueletos de caballo, conguarniciones hechas de rojas arañas de fuego; el trono propiamente dicho era decristal blanco como la leche, y los almohadones eran negros ratoncillos que semordíanlacolaunosaotros.Encimahabíaundoselhechodetelarañascolorderosa,conincrustacionesdediminutasmoscasverdesquerefulgíancualpiedraspreciosas.Ocupabaeltronounviejohechicero,conunacoronaenlafeacabezayuncetroenlamano.Besóalaprincesaenlafrentey,habiéndoleinvitadoasentarseasulado,enelmagnífico trono, mandó que empezase la música. Grandes saltamontes negrostocaban la armónica,mientras la lechuza se golpeaba el vientre, a falta de tambor.Jamássehavistotalconcierto.Pequeñostrasgosnegrosconfuegosfatuosenlagorradanzaban por la sala. Sin embargo, nadie se dio cuenta del compañero de Juan;colocadodetrásdeltrono,pudoverloyoírlotodo.

Loscortesanosqueentraronacontinuaciónofrecían,aprimeravista,unaspectodistinguido, pero observados de cerca, la cosa cambiaba. No eran sino palos deescoba rematadosporcabezasde repollo,a lasqueelbrujohabía infundidovidayrecubierto con vestidos bordados. Pero, ¡qué más daba! Su única misión era deadorno.

Terminado el baile, la princesa contó al hechicero que se había presentado unnuevopretendiente,ylepreguntóquédebíaidearparaplantearleelconsabidoenigmacuando,aldíasiguiente,aparecieseenpalacio.

—Te diré—contestó—.Yo eligiría algo que sea tan fácil que ni siquiera se leocurra pensar en ello. Piensa en tu zapato; no lo adivinará. Entonces lomandarásdecapitar,ycuandovuelvasmañanaporlanoche,noteolvidesdetraermesusojos,puesmelosquierocomer.

La princesa se inclinó profundamente y prometió no olvidarse de los ojos. Elbrujo abrió lamontaña, y ella emprendió el vuelo de regreso, siempre seguida delcompañerodeJuan,elcuallaazotabacontalfuerzaqueellasequejabaamargamentedeloreciodelgranizoyseapresurabacuantopodíaparaentrarcuantoantesporlaventanadesudormitorio.Entonceselcompañerodeviajesedirigióalahabitacióndonde Juan dormía y, desatándose las alas, metióse en la cama, pues se sentíarealmentecansado.

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Juan despertó demadrugada. Su compañero se levantó también y le contó quehabíatenidounextrañosueñoacercadelaprincesaydesuzapato;yasí,ledijoquepreguntasealahijadelReysiporcasualidadnoeraenaquellaprendaenlaquehabíapensado.Puesestoeraloquehabíaoídodelabiosdelbrujodelamontaña.

—Lomismopuedeserestoqueotracosa—dijoJuan—.Talvezseaprecisamentelo que has soñado, pues confío enDiosmisericordioso; Élme ayudará. Sea comofuere,nosdespediremos,puessiyerrononosvolveremosaver.

Seabrazaron,yJuanseencaminóa laciudadyalpalacio.Elgransalónestabaatestado de gente; los jueces ocupaban sus sillones, con las cabezas apoyadas enalmohadonesdepluma,puestendríanquepensarnopoco.ElReyselevantó,sesecólos ojos con un blanco pañuelo, y en elmismomomento entró la princesa.Estabamuchomáshermosaaúnquelavíspera,ysaludóatodoslospresentesconexquisitaamabilidad.AJuanletendiólamano,diciéndole:

—Buenosdías.Acto seguido, Juan hubo de adivinar lo que había pensado la princesa. Ella lo

mirabaafablemente,peroencuantooyódelabiosdelmozolapalabra«zapato»,surostro palideció intensamente, y un estremecimiento sacudió todo su cuerpo. Sinembargo,nohabíaremedio:¡Juanhabíaacertado!

¡Qué contento sepuso el viejoRey!Tanto, quediounavoltereta, tangraciosa,que todos los cortesanos estallaron en aplausos, en su honor y en el de Juan, porhaberacertadolavezprimera.

Sucompañerotuvotambiénunagranalegríacuandosupoloocurrido.EncuantoaJuan,juntandolasmanosdiograciasaDios,confiadoenquenolefaltaríatambiénsuayudalasotrasdosveces.

Aldíasiguientedebíacelebrarselasegundaprueba.La velada transcurrió como la anterior. Cuando Juan se hubo dormido, el

compañerosiguióalaprincesaalamontaña,vapuleándolamásfuertementeaúnquelavíspera,puessehabíallevadodosvaras;nadielovio,yél,encambio,pudooírlotodo.Laprincesadecidiópensarensuguante,yelcompañerodeviajese lodijoaJuan, como si se tratase de un sueño. De este modo nuestro mozo pudo acertarnuevamente,locualprodujoenormealegríaenpalacio.TodalaCortesepusoadarvolteretas,comolasvieranhaceralReyeldíaanterior,mientraslaprincesa,echadaenelsofá,permanecíacallada.YasólofaltabaqueJuanadivinaselaterceravez;siloconseguía,secasaríaconlabellamuchacha,yalamuertedelancianoReyheredaríaeltronoimperial;perosifallaba,perderíalavida,yelbrujosecomeríasushermososojosazules.

Aquella noche, Juan se acostó pronto; rezó su oración vespertina y durmiótranquilamente,mientrassucompañero,aplicándoselasalasalaespalda,secolgabaelsabledelcintoy,tomandolastresvaras,emprendíaelvuelohaciapalacio.

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La noche era oscura como boca de lobo; arreciaba una tempestad tandesenfrenada, que las telas volaban de los tejados, y los árboles del jardín de losesqueletossedoblabancomocañasalempujedelviento.Losrelámpagossesucedíansin interrupción, y retumbaba el trueno. Abrióse la ventana y salió la princesavolando.Estabapálidacomolamuerte,perosereíadelmaltiempo,deseosadequefuese aún peor; su blancomanto se arremolinaba en el aire cual una amplia vela,mientraselamigodeJuanlaazotabafuriosamenteconlastresvaras,detalmodoquelasangrecaíaagotasalatierra,yellaapenaspodíasostenerelvuelo.Porfinllegóalamontaña.

—¡Qué tormenta y quémanera de granizar!—exclamó—.Nunca había salidocontiemposemejante.

—Todoslosexcesossonmalos—dijoelbrujo.Entoncesella lecontóqueJuanhabíaacertadoporsegundavez;sialdíasiguienteacertabatambién,habríaganado,yellanopodríavolvernuncamása lamontañanirepetiraquellasartesmágicas;poresoestabatanafligida.

—¡No lo adivinará!—exclamó el hechicero—. Pensaré algo que jamás puedaocurrírsele, a menos que sea un encantador más grande que yo. Pero ahora, ¡adivertirnos!—.Ycogiendoa laprincesapor ambasmanos,bailaroncon todos lospequeñostrasgosyfuegosfatuosquesehallabanenlasala;lasrojasarañassaltabanenlasparedesconelmismoregocijo;habríasedichoelcentelleodefloresdefuego.Las lechuzas tamborileaban, silbaban losgrillos,y losnegros saltamontes soplabancontodassusfuerzasenlasarmónicas.¡Fueunbailebienanimado!

Terminado el jolgorio, la princesa hubo de volverse, pues de lo contrario laecharían de menos en palacio; el hechicero dijo que la acompañaría y harían elcaminojuntos.

Emprendieron el vuelo en medio de la tormenta, y el compañero de Juan lessacudiódelolindoconlastresvaras;nuncahabíarecibidoelbrujoenlasespaldasunagranizadacomoaquélla.Alllegarapalacioydespedirsedelaprincesa,ledijoaloído:

—Piensaenmicabeza.Pero el amigode Juan lo oyó, y en elmismomomento enque la hija delRey

entrabaensudormitorioyelbrujosedisponíaavolverse,agarrándoloporlaluengabarbanegra,¡zas!,deunsablazoleseparólahorriblecabezadeloshombros,sinqueelmagolograseverlo.Luegoarrojóelcuerpoallago,parapastodelospeces,perolacabezasólolasumergióenelaguay,envolviéndolaluegoensupañuelo,dirigiósealaposadayseacostó.

AlamañanaentregóelenvoltorioaJuan,diciéndolequenoloabriesehastaquelaprincesalepreguntaseenquéhabíapensado.

Había tanta gente en la amplia sala, que estaban, como suele decirse, como

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sardinasenbarril.Elconsejoenplenoaparecíasentadoensuspoltronasdeblandosalmohadones,yelancianoReyllevabaunvestidonuevo;lacoronadeoroyelcetrohabían sido pulimentados, y todo presentaba aspecto de gran solemnidad; sólo laprincesaestabalívida,ysehabíaataviadoconunropajenegrocomoaladecuervo;habríasedichoqueasistíaaunentierro.

—¿Enquéhepensado?—preguntóaJuan.Portodacontestación,éstedesatóelpañuelo,yélmismoquedóhorrorizadoalverlafeacabezadelhechicero.Todoslospresentes se estremecieron, pues verdaderamente era horrible; pero la princesacontinuóerectacomounaestatuadepiedra,sinpronunciarpalabra.AlfinsepusodepieytendiólamanoaJuan,pueshabíaacertado.Sinmirarlo,dijoenvozalta,conunsuspiro:

—¡Desdehoyeresmiseñor!Estanochesecelebrarálaboda.—¡Esoestábien!—exclamóelancianoRey—.¡Asísehacenlascosas!Todoslosasistentesprorrumpieronenvítores,labandadelaguardiasalióatocar

por las calles, las campanas fueron echadas al vuelo, y las pasteleras quitaron loscresponesquecubríansustortas,puesreinabageneralalegría.Pusieronenelcentrodelaplazadelmercadotresbueyesasados,rellenosdepatosypollos,ycadacualfueautorizadoacortarseunatajada;delasfuentesfluyódulcevino,yelquecomprabaunaroscaenlapanaderíaeraobsequiadoconseisgrandesbollos,¡depasas,además!

Alatardecerse iluminótoda laciudad,y lossoldadosdispararonsalvascon loscañones,mientraslosmuchachossoltabanpetardos;enelpalaciosecomíaybebía,todo eran saltos y empujones, y los caballeros distinguidos bailaban con las bellasseñoritas;delejosselesoíacantar:

¡Cuántalindamuchachitaquegustabailarcomotornodehilar!Gira,gira,doncellita,saltaybailasinparar,hastaquelasueladelzapatosevayaasoltar!

Sinembargo,laprincesaseguíaaúnembrujadaynopodíasufriraJuan.Peroelcompañerodeviajenohabíaolvidadoestedetalle,ydioa Juan tresplumasde lasalasdelcisneyunabotellitaqueconteníaunasgotas,diciéndolequemandasecolocarjunto a la cama de la princesa un gran barril lleno de agua, y que cuando ella sedispusieraaacostarse,ledieseunempujoncitodemaneraquesecayesealagua,enlacuallasumergiríaportresveces,despuésdehaberleechadolasplumasylasgotas.Conestoquedaríadesencantadayseenamoraríadeél.

Juanlohizotalycomosucompañerolehabíaindicado.Laprincesadiograndesgritosalzambullirseenelaguayagitólasmanos,adquiriendolafiguradeunenorme

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Page 424: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

cisnenegrodeojoscentelleantes;alasegundazambullidurasalióelcisneblanco,consólounaronegroenelcuello.JuandirigióunaplegariaaDios;nuevamentesumergióel ave en el agua, y en el mismo instante quedó convertida en la hermosísimaprincesa.Eratodavíamásbellaqueantes,yconlágrimasenlosmaravillososojoslediolasgraciasporhaberlalibradodesuhechizo.

A la mañana siguiente se presentó el anciano Rey con toda su Corte, y lasfelicitacionesseprolongaronhastamuyavanzadoeldía.Elprimeroenllegarfueelcompañerodeviaje,conunbastónenlamanoyelhatoalaespalda.Juanloabrazórepetidamenteylepidióquenosemarchase,sinoquesequedaseasulado,puesaéldebíatodasufelicidad.Peroelotro,meneandolacabeza,lerespondiócondulzura:

—No,mihoraha sonado.Nohice sinopagarmideuda.¿Teacuerdasdeaquelmuertoconquienquisieroncebarseaquellosmalvados?Distecuantoteníasparaquepudiesedescansarenpazensutumba.Puesaquelmuertosoyyo.

Yenelmismomomentodesapareció.La boda se prolongó un mes entero. Juan y la princesa se amaban

entrañablemente, y el anciano Rey vio aún muchos días felices, en los que pudosentarasusnietecitossobresusrodillasyjugarconellosconelcetro;peroalfinJuanllegóaserreydetodoelpaís.

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Page 425: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Lagranserpientedemar

(Denstoresøslange)

Éraseunpececillomarinodebuenafamilia,cuyonombrenorecuerdo;peroestotelodiránlossabios.Elpezteníamilochocientoshermanos,todosdelamismaedad.No conocían a su padre ni a su madre, y desde un principio tuvieron quegobernárselassolos,nadandodeun ladoparaotro, locualeramuydivertido.Aguaparabebernolesfaltaba:todoelocéano,yenlacomidanoteníanquepensar,puesveníasola.Cadaunoseguíasusgustos,ycadaunoestabadestinadoatenersupropiahistoria,peronadiepensabaenello.

Laluzdelsolpenetrabamuyalfondodelagua,clarayluminosa,eiluminabaunmundodemaravillosascriaturas,algunasenormesyhorribles,conbocasespantosas,capacesdetragarsedeunsolobocadoalosmilochocientoshermanos;peroaellosnoselesocurríapensarlo,yaquehastaelmomentoningunohabíasidoengullido.

Lospequeñosnadabanengrupoapretado,comoescostumbredelosarenquesycaballas. Y he aquí que cuando más a gusto nadaban en las aguas límpidas ytransparentes,sinpensarennada,deprontoseprecipitódesdeloalto,conunruidopavoroso, una cosa larga y pesada, que parecía no tener fin. Aquella cosa ibaalargándose y alargándose cada vez más, y todo pececito que tocaba quedabadescalabradootanmalparado,queseacordaríadeellotodalavida.Todoslospeces,grandesypequeños,tantolosquehabitabanenlasuperficiecomolosdelfondodelmar, se apartaban espantados, mientras el pesado y larguísimo objeto se hundíaprogresivamente,enunalongituddemillasymillasatravésdelocéano.

Pecesycaracoles,todoslosseresvivientesquenadan,searrastranosonllevadospor la corriente, se dieron cuenta de aquella cosa horrible, aquella anguila demarmonstruosaydesconocidaquederepentedescendíadelasalturas.

¿Qué erapues?Nosotros lo sabemos.Era el gran cable submarino, demillas ymillasdelongitud,queloshombrestendíanentreEuropayAmérica.

Dondequieraquecayóseprodujounpánico,undesconciertoyagitaciónentrelosmoradoresdelmar.Lospecesvoladoressaltabanporencimadelasuperficiemarinaatanta altura como podían; el salmonete salía disparado como un tiro de escopeta,mientras otros peces se refugiaban en las profundidadesmarinas, echándose haciaabajo con tanta prisa, que llegaban al fondo antes que allí hubieran visto el cabletelegráfico,espantandoalbacalaoya laplatija,quemerodeabanapaciblementeporaquellasregiones,zampándoseasussemejantes.

Unos cohombros de mar se asustaron tanto, que vomitaron sus propiosestómagos, a pesar de lo cual siguieron vivos, pues para ellos esto no es un grave

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Page 426: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

trastorno.Muchas langostas y cangrejos, a fuerza de revolverse, se salieron de subuenacoraza,dejándoseenellasuspatas.

Contodoaquelespantoybarullo,losmilochocientoshermanossedispersaronyyanovolvieronaencontrarsenunca;en todocaso,nose reconocieron.Sólomediadocenasequedóenunmismolugar,y,alcabodeunashorasdeestarsequietecitos,pasadoyaelprimersusto,empezaronasentirelcosquilleodelacuriosidad.

Miraron a su alrededor, arriba y abajo, y en las honduras creyeron entrever elhorriblemonstruo,espantodegrandesychicos.Lacosaestabatendidasobreelsuelodelmar,hastamáslejosdeloquealcanzabasuvista;eramuydelgada,peronosabíanhasta qué punto podría hincharse ni cuán fuerte era. Se estaba muy quieta, pero,temíanellos,alomejoreraunardid.

—Dejadlo donde está.No nos preocupemos de él—dijeron los pececillosmásprudentes;peroelmáspequeñoestabaempeñadoensaberquédiabloseraaquello.Puestoquehabíavenidodearriba,arribaleinformaríanseguramente,yasíelgrupose remontó nadando hacia la superficie. Elmar estaba encalmado, sin un soplo deviento.Allíseencontraronconundelfín;esungransaltarín,unaespeciedepayasoquesabedarvolteretassobreelmar.Teníabuenosojos,debiódehaberlovistotodoyestaría enterado. Lo interrogaron, pero resultó que sólo había estado atento a símismoyasuscabriolas,sinvernada;nosupocontestar,ypermaneciócalladoconaireorgulloso.

Dirigiéronseentoncesalafoca,queenaquelprecisomomentosesumergía.Éstafuemás cortés, a pesar de que se come los peces pequeños; pero aquel día estabaharta.Sabíaalgomásqueelsaltarín.

—Mehepasadovariasnochesechadasobreunapiedrahúmeda,desdedondeveíalatierrahastaunadistanciadavariasmillas.Allíhayunosseresmuytaimadosqueensu lenguase llamanhombres.Andansiempredetrásdenosotrosperogeneralmentenosescapamosdesusmanos.Esoesloqueyohehecho,ydeseguroquelomismohizo laanguilamarinaporquienpreguntáis.Estuvoensupoder,en la tierra firme,Diossabecuánto tiempo.Loshombres lacargaronenunbarcopara transportarlaaotratierra,situadaalotroladodelmar.Yovicómoseesforzabanyloquelescostódominarla,peroalfinloconsiguieron,puesellaestabamuydébilfueradelagua.Laarrollaronydispusieronencírculos;oíel ruidoquehacíanparasujetarla,pero,contodo,ellaselesescapó,deslizándoseporlaborda.Lateníanagarradacontodassusfuerzas, muchas manos la sujetaban, pero se escabulló y pudo llegar al fondo. Ysupongoqueallísequedaráhastanuevaorden.

—Estáalgodelgada—dijeronlospececillos.—Lahanmatado de hambre—respondió la foca—, pero se repondrá pronto y

recobrarásuantiguagorduraycorpulencia.Supongoqueeslagranserpientedemar,quetantotemenloshombresydelaquetantohablan.Yonolahabíavistonunca,ni

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Page 427: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

creíaenella;ahorapiensoqueesésta—yasídiciendo,sezambulló.—¡Loquesabeésa!¡Ycómoseexplica!—dijeronlospeces—.Nuncasupimos

nosotrostantascosas.¡Contalquenoseanmentiras!—Vámonos abajo a averiguarlo—dijo elmás pequeñín—.En camino oiremos

lasopinionesdeotrospeces.—No daremos ni un coletazo por saber nada—replicaron los otros, dando la

vuelta.—Pues yo, alláme voy—afirmó el pequeño, y puso rumbo al fondo delmar.

Peroestabamuylejosdellugardondeyacía«elgranobjetosumergido».Elpececillotodoeramirarybuscaraunoyotrolado,amedidaquesehundíaenelagua.

Nunca hasta entonces le había parecido tan grande el mundo. Los arenquescirculaban en grandes bandadas, brillando como una gigantesca embarcación deplata, seguidosde las caballas, todavíamásvistosas.Pasabanpecesdemil formas,condibujosde todos loscolores;medusas semejantesa flores semitransparentes sedejabanarrastrar,perezosas,porlacorriente.Grandesplantascrecíanenelfondodelmar, hierbas altas como el brazo y árboles parecidos a palmeras, con las hojascubiertasdeluminososcrustáceos.

Porfinelpececillodistinguióalláabajounafajaoscuraylarga,yaellasedirigió;peronoeraniunpeznielcable,sinolabordadeungranbarconaufragado,partidoen dos por la presión del agua. El pececillo estuvo nadando por las cámaras ybodegas.Lacorrientesehabía llevadotodaslasvíctimasdelnaufragio,menosdos:unamujer joven yacía extendida, con un niño en brazos. El agua los levantaba ymecía; parecían dormidos.El pececillo se llevó un gran susto; ignoraba que ya nopodíandespertarse.Lasalgasyplantasmarinascolgabanamododefollajesobrelaborday sobre loshermososcuerposde lamadreyelhijo.El silencioy la soledaderanabsolutos.Elpececillosealejócontodalaligerezaquelepermitieronsusaletas,enbuscadeunasaguasmásluminosasydondehubieraotrospeces.Nohabíallegadomuylejoscuandosetopóconunballenatoenorme.

—¡Nome tragues!—rogóle el pececillo—. Soy tan pequeño, que no tienes niparaundiente,ymesientomuyagustoenlavida.

—¿Qué buscas aquí abajo, dónde no vienen los de tu especie? le preguntó elballenato.

Y el pez le contó lo de la anguila maravillosa o lo que fuera, que se habíasumergidodesdelasuperficie,asustandoinclusoalosmásvalientesdelmar.

—¡Oh,oh!—exclamó laballena, tragando tantaagua,quehubodedispararunchorroenormepararemontarsearespirar—.Entoncesesofueloquemecosquilleoenellomocuandomevolví.Lotoméporelmástildeunbarcoquehubierapodidousarcomoestaca.

Peroesonopasóaquí;fuemuchomáslejos.Voyaenterarme.Asícomoasí,no

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Page 428: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

tengootracosaquehacer.Y se puso a nadar, y el pececito lo siguió, aunque a cierta distancia, pues por

dondepasabaelballenatoseproducíaunacorrienteimpetuosa.Encontráronseconuntiburónyunviejopez-sierra;unoyotroteníannoticiasde

laextrañaanguilademar,tanlargaydelgaducha;comoverla,nolahabíanvisto,yaesoiban.

Acercóseentoncesungatomarino.—Voyconvosotros—dijo;yseunióalapartida.—Comoesagranserpientemarinanoseamásgruesaqueunasogadeancla, la

partirédeunmordisco.—Y,abriendo laboca,exhibióseishilerasdedientes—.Sidejoseñalesenunancladebarco,bienpuedopartirlacuerda.

—¡Ahíestá!—exclamóelballenato—.Yalaveo—.Creíatenermejorvistaquelosdemás—.¡Miradcómoselevanta,miradcómosedoblayretuerce!

Peronoerasinounaenormeanguilademar,devariasvarasdelongitud,queseacercaba.

—Ésalavimosyaantes—dijoelpez-sierra—.Nuncahaprovocadoalborotoenelmar,niasustadoaunpezgordo.

Y, dirigiéndose a ella, le hablaron de la nueva anguila, preguntándole si queríaparticiparenlaexpedicióndedescubrimiento.

—Silaanguilaesmáslargaqueyo,habráunadesgracia—dijolareciénllegada.—La habrá —contestaron los otros—. Somos bastantes para no tolerarlo —y

prosiguieronlaruta.Al poco rato se interpuso en su camino algo enorme, un verdadero monstruo,

mayorquetodosellosjuntos.Parecíaunaislaflotantequenopudieramantenerseaflor de agua. Era una ballena matusalénica; tenía la cabeza invadida de plantasmarinas,yellomotancubiertodeanimalesreptadores,ostrasymoluscos,quetodasunegrapielparecíamoteadadeblanco.

—Vente connosotros, vieja—ledijeron—.Haaparecidounnuevopezquenopodemostolerar.

—Prefieroseguirechada—contestólaviejaballena—.Dejadmeenpaz,dejadmedescansar. ¡Uf!, tengo una enfermedad grave; sólo me alivio cuando subo a lasuperficieysacolaespaldadelagua.Entoncesacudenlashermosasavesmarinasymelimpianellomo.¡Daungustocuandonohundendemasiadoelpico!Peroaveceslohincanhastalagrasa.¡Mirad!Todavíatengoenlaespaldaelesqueletodeunave.Clavólasgarrasdemasiadohondasynopudosoltarsecuandomesumergí.Lospecespequeñoslahanmondado.¡Buenasestamoslasdos!Estoyenferma.

—Puraaprensión—dijoelballenato—.Yonoestoynuncaenfermo.Ningúnpezloestájamás.

—Dispensa—dijolavieja—.Lasanguilasenfermandelapiel,lacarpasufrede

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Page 429: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

viruelas,ytodospadecemosdelombricesintestinales.—¡Tonterías!—exclamó el tiburón, y semarcharon sin querer oírmás; tenían

otracosaquehacer.Finalmente llegaron al lugar donde había quedado tendido el cable telegráfico.

Eraunacuerdatendidaenelfondodelmar,desdeEuropaaAmérica,sobrebancosdearena y fangomarino, rocas y selvas enteras de coral. Allí cambiaba la corriente,formábanseremolinosyhabíaunherviderodepeces,enbancosmásnumerososquelas innúmeras bandadas de aves que los hombres ven desfilar en la época de lamigración.Todoesbullir,chapotear,zumbaryrumorear.Algodeesteruidoquedaenlasgrandescaracolas,ylopodemospercibircuandolesaplicamoseloído.

—¡Allí está el bicho! —dijeron los peces grandes, y el pequeño también. Yestuvieronunratomirandoelcable,cuyoprincipioyfinseperdíanenelhorizonte.

Del fondo se elevaban esponjas, pólipos y medusas, y volvían a descenderdoblándoseavecesencimadeél,por loquea trechosquedabavisible,ya trechosoculto.Alrededor rebullíanerizosdemar,caracolesygusanos.Gigantescasarañas,cargadas con toda una tripulación de crustáceos, se pavoneaban cerca del cable.Cohombros demar—de color azul oscuro—, o como se llamen estos bichos quecomencontodoelcuerpo,yacíanoliendoelnuevoanimalquesehabíainstaladoenelsuelomarino.Laplatijayelbacalaoserevolvíanenelagua,escuchandoentodasdirecciones. La estrella demar que se excava un hoyo en el fango y saca sólo alexteriorlosdoslargostentáculosconlosojos,permanecíaconlamiradafija,atentaaloquesalieradetodoaquelbarullo.

Elcabletelegráficoseguíainmóvilensusitio,y,sinembargo,habíanenélvidaypensamientos;lospensamientoshumanoscirculabanasutravés.

—Esteobjetollevamalaintención—dijoelballenato—.Escapazdepegarmeenelestómago,queesmipuntosensible.

—Vamos a explorarlo—propuso el pólipo—. Yo tengo largos brazos y dedosflexibles;yalohetocado,yvoyacogerlounpocomásfuerte.

Yalargólosmáslargosdesuselásticosdedosparasujetarelcable.—Notieneescamas—dijo—nipiel.Meparecequenodarácríasvivas.Laanguilasetendiójuntoalcable,estirándosecuantopudo.—¡Puesesmáslargoqueyo!—dijo—.Peronosetratasólodelalongitud.Hay

quetenerpiel,cuerpoyagilidad.El ballenato, joven y fuerte, descendió a mayor profundidad de la que jamás

alcanzara.—¿Erespezoplanta?—preguntó—.¿Oserássolamenteunadeesasobrasdeallá

arriba,quenopuedenmedrarentrenosotros?Maselcablenorespondió;no lohacenuncaenaquelpunto.Lospensamientos

pasabandelargo;enunsegundorecorríancentenaresdemillas,deunoaotropaís.

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Page 430: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

—¿Quieres contestar, o prefieres que te partamos a mordiscos?—preguntó elfierotiburón,alquehicieroncorolosdemáspeces.

El cable siguió inmóvil, entregado a sus propios pensamientos, cosa natural,puestoqueestállenodeideas.

—Simemuerden,¿amiqué?Mevolveránarribaymerepararán.Yaleocurrióaotrosmiembrosdemifamilia,enmaresmáspequeños.

Por eso continuó sin contestar; otros cuidados tenía. Estaba telegrafiando,cumpliendosumisiónenelfondodelmar.

Arriba, se ponía el sol, como dicen los hombres. Volvióse el astro como devivísimo fuego, y todas las nubes del cielo adquirieron un color rojo, a cual máshermoso.

—Ahorallegalaluzroja—dijeronlospólipos—.Asíveremosmejorlacosa,siesquevalelapena.

—¡Aella,aella!—gritóelgatomarino,mostrandolosdientes.—¡Aella,aella!—repitieronelpez-espada,elballenatoylaanguila.Y se lanzaron al ataque, con el gatomarino a la cabeza; pero al disponerse a

morder el cable, el pez-sierra, depuro entusiasmo, clavó la sierra en el traserodelgato. Fue una gran equivocación, pues el otro no tuvo ya fuerzas para hincar losdientes.

Aquelloprodujoungranrevueloenlaregióndelfango:pecesgrandesychicos,cohombros de mar y caracoles se arrojaron unos contra otros, devorándosemutuamente,aplastándoseydespedazándose,mientraselcablepermanecíatranquilo,realizandosuservicio,queesloquehadehacer.

Arriba reinaba la noche oscura, pero brillaban las miríadas de animalículosfosforescentesquepueblanelmar.Entreellosbrillabauncangrejonomayorqueunacabezadealfiler.Parecementira,peroasíes.

Todoslospecesyanimalesmarinosmirabanelcable.—¿Quéserá,quénoserá?—Ahíestabaelproblema.Enestollegóunavacamarina,alaqueloshombresllamansirena.Erahembra,

tenía cola y dos cortos brazos para chapotear, y un pecho colgante; en la cabezallevabaalgasyparásitos,delocualestabamuyorgullosa.

—Sideseáisadquirircienciayconocimientos—dijo—,yosoylaúnicaqueoslospuededar;peroacambioreclamopastosexentosdepeligroenelfondomarinoparamíylosmíos.Soyunpezcomovosotros,y,además,terrestre,afuerzadeejercicio.Enelmarsoyelmásinteligente;conozcotodoloquesemueveacáabajoytodoloquehayalláarriba.Esteobjetoqueos llevadecabezaprocededearriba,y todo loquedeallícae,estámuerto,osemuereyquedaimpotente.Dejadlocomoloquees,unainvenciónhumanaynadamás.

—Puesyocreoqueesalgomás—dijoelpececito.

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—¡Cállatelaboca,caballa!—gritólagordavacamarina.—¡Perca!—laincreparonlosdemás,locualeraaúnmásinsultante.Ylavacamarinalesexplicóqueaquelanimalquetantoleshabíaalarmadoyque,

porlodemás,nohabíadichoestabocaesmía,noeraotracosasinounainvencióndelatierraseca.Ypronuncióunabreveconferenciasobrelaastuciadeloshumanos.

—Quierencogernos—dijo—;sólovivenparaesto.Tiendenredes,yvienenconcebo en el anzuelo para atraernos. Éste de ahí es una especie de larga cuerda, ycreyeronque lamorderíamos, los tontos.Peroanosotrosnonos lapegan.Nadadetocarla,yaveréiscómoellasolasepudreysedeshace.Todoloquevienedearribanovaleparanada.

—¡Novaleparanada!—asintierontodos,yparatenerunaopiniónadoptaronladelavacamarina.

Maselpececillosequedóconsuprimeraidea.—Estaserpientetandelgadaytanlargaesquizáselmásmaravillosodetodoslos

pecesdelmar.Lopresiento.—El más maravilloso —decimos también los hombres; y lo decimos con

conocimientodecausa.Eslagranserpientemarina,quedesdehacetiempoandaencancionesyleyendas.Fuegestadacomohijadelahumanainteligencia,ybajadaalfondodelmardesde

las tierras orientales a las occidentales, para llevar las noticias y mensajes con lamisma rapidez con que los rayos del sol llegan a nuestro Planeta. Crece crece enpoder y extensión, año tras año, a través de todos losmares, alrededor de toda laTierra,pordebajodelasaguastempestuosasydelaslímpidasyclaras,cuyofondoveelnavegante,comosisurcaraelairetransparente,descubriendoelinmensotropeldepecesqueconstituyenunmilagrosocastillodefuegosartificiales.

Alláenlosabismosmarinosyacelaserpiente,elbenditomonstruomarinoquesemuerdelacolaalrodeartodoelGlobo.Pecesyreptilesarremetendecabezacontraél,nocomprendenestacreaciónvenidadeloalto:laserpientedelacienciadelbienydelmal, repletadepensamientoshumanos, silenciosa,yque,noobstante,hablaentodaslaslenguas, lamásmaravillosadelasmaravillasdelmardenuestraépoca:lagranserpientemarina.

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Eljardineroyelseñor

(Gartnerenogherskabet)

Aunamilladedistanciadelacapitalhabíaunaantiguaresidenciaseñorialrodeadadegruesosmuros,contorresyhastiales.

Vivíaallí,aunquesóloenverano,unafamiliaricaydelaaltanobleza.Detodoslos dominios que poseía, esta finca era lamejor ymás hermosa. Por fuera parecíacomo acabada de construir, y por dentro todo era cómodo y agradable. Sobre lapuerta estaba esculpido el blasón de la familia.Magníficas rocas se enroscaban entorno al escudo y los balcones, y una gran alfombra de césped se extendía por elpatio. Había allí oxiacantos y acerolos de flores encarnadas, así como otras floresraras,ademásdelasquesecriabanenelinvernadero.

Elpropietario teníaun jardineroexcelente;dabagustoverel jardín,elhuertoylosfrutales.Contiguoquedabatodavíaunrestodelprimitivojardíndelcastillo,consetos de arbustos, cortados en formade coronas y pirámides.Detrás quedabandosviejosycorpulentosárboles,casisiempresinhojas;porelaspectosehubieradichoqueuna tormentaounhuracán loshabía cubiertodegrandes terronesde estiércol,peroenrealidadcadaterróneraunnido.

Morabaallídesdetiemposinmemorialesunmontóndecuervosycornejas.Eraunverdadero pueblo de aves, y las aves eran los verdaderos señores, los antiguos yauténticos propietarios de la mansión señorial. Despreciaban profundamente a loshabitanteshumanosdelacasa,perotolerabanlapresenciadeaquellosseresrastreros,incapaces de levantarse del suelo. Sin embargo, cuando esos animales inferioresdisparaban sus escopetas, las aves sentían un cosquilleo en el espinazo; entonces,todasseechabanavolarasustadas,gritando«¡rab,rab!».

Confrecuenciaeljardinerohablabaalseñordelaconvenienciadecortaraquellosárboles, que afeaban al paisaje. Una vez suprimidos, decía, la finca se libraríatambién de todos aquellos pajarracos chillones, que tendrían que buscarse otrodomicilio.Peroeldueñonoqueríadesprendersede losárbolesnide lasaves;eranalgoqueformabapartedelosviejostiempos,ydeningúnmodoqueríadestruirlo.

—Losárbolessonlaherenciadelospájaros;haríamosmalenquitársela,mibuenLarsen.

Taleraelnombredeljardinero,aunqueestonoimportamuchoanuestrahistoria.—¿Notienesaúnbastantecampoparadesplegartutalento,amigomío?Dispones

detodoeljardín,losinvernaderos,elvergelyelhuerto.Ciertoquelotenía,ylocultivabaycuidabatodoconceloyhabilidad,cualidades

que el señor le reconocía, aunque a veces no se recataba de decirle que, en casas

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Page 433: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

forasteras,comíafrutosyveíafloresquesuperabanencalidadoenbellezaalosdesupropiedad;yaquelloentristecíaaljardinero,quehubieraqueridoobtenerlomejor,yponíatodosuesfuerzoenconseguirlo.Erabuenoensucorazónyensuoficio.

Undíasuseñorlomandóllamar,y,contodalaafabilidadposible,lecontóquelavíspera,hallándoseencasadeunosamigos,lehabíanservidounasmanzanasyperastanjugosasysabrosas,quehabíansidolaadmiracióndetodoslosinvitados.Ciertoque aquella fruta no era del país, pero convenía importarla y aclimatarla, a serposible. Se sabía que la habían comprado en la mejor frutería de la ciudad; eljardinero debería darse una vuelta por allí, y averiguar de dónde venían aquellasmanzanasyperas,paraadquiriresquejes.

Eljardineroconocíaperfectamentealfrutero,puesaéllevendía,porcuentadelpropietario,elsobrantedefrutaquelafincaproducía.

Sefueelhombrealaciudadypreguntóalfruterodedóndehabíasacadoaquellasmanzanasyperastanalabadas.

—¡Si son de su propio jardín! —respondió el vendedor, mostrándoselas; y eljardinerolasreconocióenseguida.

¡No se pusopoco contento el jardinero!Corrió a decir a su señor que aquellasperasymanzanaserandesupropiohuerto.

Elamonopodíacreerlo.—Noesposible,Larsen.¿Podríaustedtraermeporescritounaconfirmacióndel

frutero?YLarsenvolvióconladeclaraciónescrita.—¡Esextraño!—dijoelseñor.En adelante, todos los días fueron servidas a la mesa de Su Señoría grandes

bandejasdelasespléndidasmanzanasyperasdesupropiojardín,yfueronenviadaspor fanegas y toneladas a amistades de la ciudad y de fuera de ella; incluso seexportaron.Todoelmundosehacíalenguas.Hayqueobservar,detodosmodos,quelosdosúltimosveranoshabíansidoparticularmentebuenosparalosárbolesfrutales;lacosechahabíasidoespléndidaentodoelpaís.

Transcurrióalgúntiempo;undíaelseñorfueinvitadoacomerenlaCorte.Alamañana siguiente, Su Señoría mandó llamar al jardinero. Habían servido unosmelonesproducidosenelinvernaderodeSuMajestad,jugososysabrosísimos.

—MibuenLarsen,vayaustedaveral jardinerodepalacioypídalesemillasdeestosexquisitosmelones.

—¡Pero si el jardinero de palacio recibió las semillas de aquí! —respondióLarsen,satisfecho.

—En este caso, el hombre ha sabido obtener un frutomejor que el nuestro—replicóSuSeñoría—.Todoslosmelonesresultaronexcelentes.

—Puesmesientomuyorgullosodeello—dijoeljardinero—.Debomanifestara

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Page 434: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Vuestra Señoría, que este año el hortelano de palacio no ha tenido suerte con losmelones,yalverlohermososqueeranlosnuestros,ydespuésdehaberlosprobado,encargótresdeellosparapalacio.

—¡No,noLarsen!Novayaustedaimaginarsequeaquellosmeloneserandeestapropiedad.

—Puesestoysegurodequeloeran—.Ysefueaveraljardinerodepalacio,yvolvió con una declaración escrita de que los melones servidos en la mesa realprocedíandelafincadeSuSeñoría.

Aquello fue una nueva sorpresa para el señor, quien divulgó la historia,mostrando la declaración. Y de todas partes vinieron peticiones de que se lesfacilitaranpepitasdemelónyesquejesdelosárbolesfrutales.

Recibiéronse noticias de que éstos habían cogido bien y de que daban frutosexcelentes, hasta el punto de que se les dio el nombre de Su Señoría, que, porconsiguiente,pudoyaleerseenfrancés,inglésyalemán.

¡Quiénlohubierapensado!«¡Con tal dequeal jardinerono se le suban loshumosa la cabeza!»,pensóel

señor.Pero el hombre se lo tomó demodomuy distinto.Deseoso de ser considerado

comounodelosmejoresjardinerosdelpaís,esforzóseporconseguirañotrasañolosmejoresproductos.Masconfrecuenciateníaqueoírquenuncaconseguíaigualarlacalidadde lasperasymanzanasdeaquelaño famoso.Losmelonesseguíansiendobuenos,peroyanoteníanaquelperfume.Lasfresaspodíanllamarseexcelentes,peronosuperioresalasdeotrasfincas,yunañoenquenoprosperaronlosrábanos,sólosehablódeaquel fracaso,sinmencionarse losproductosquehabíanconstituidounéxitoauténtico.

El dueño parecía experimentar una sensación de alivio cuando podía decir:—¡Este año no estuvo de suerte, amigoLarsen!—.Y se le veía contentísimo cuandopodíacomentar:—Esteañosíquehemosfracasado.

Un par de veces por semana, el jardinero cambiaba las flores de la habitación,siempre con gusto exquisito y muy bien dispuestas; las combinaba de modo queresaltaransuscolores.

—Tieneustedbuengusto,Larsen—decíaleSuSeñoría—.Esundonque lehaconcedidoDios,noesobrasuya.

Undíasepresentóeljardineroconunagrantazadecristalqueconteníaunpétalodenenúfar;sobreél,yconellargoygruesotallosumergidoenelagua,habíaunaflorradiante,deltamañodeungirasol.

—¡EllotodelIndostán!—exclamóeldueño.Jamáshabíanvistoaquellaflor;duranteeldíalapusieronalsol,yalanochecera

laluzdeunalámpara.Todoslosquelaveíanlaencontrabanespléndidayrarísima;

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Page 435: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

así lomanifestó incluso lamás distinguida de las señoritas del país, una princesa,inteligenteybondadosaporañadidura.

SuSeñoríatuvoahonorregalársela,ylaprincesaselallevóapalacio.Entonces el propietario se fue al jardín con intención de coger otra flor de la

especie,peronoencontróninguna,porloque,llamandoaljardinero,lepreguntódedóndehabíasacadoellotoazul.

—La he estado buscando inútilmente —dijo el señor—. He recorrido losinvernaderosytodoslosrinconesdeljardín.

—No,desdeluegoallínohay—dijoeljardinero—.Esunavulgarflordelhuerto.Pero,¿verdadqueesbonita?Pareceuncactoazuly,sinembargo,noessinolaflordelaalcachofa.

—Puesteníaquehabérmeloadvertido—exclamóSuSeñoría—.Creímosquesetrataba de una flor rara y exótica.Me ha hecho usted tirarme una plancha con laprincesa.Vio laflorencasa, laencontróhermosa;no laconocía,apesardequeesduchaenBotánica,peroestaCiencianadatienedecomúnconlashortalizas.¿Cómoseleocurrió,mibuenLarsen,ponerunaflorasíenlahabitación?¡Esridículo!

Y la hermosa flor azul procedente del huerto fue desterrada del salón de SuSeñoría,delquenoeradigna,yeldueñofueaexcusarseantelaprincesa,diciéndolequesetratabasimplementedeunaflordehuertotraídaporeljardinero,elcualhabíasidodebidamentereconvenido.

—Puesesunalástimayunainjusticia—replicólaprincesa—.Noshaabiertolosojos a una flor de adorno que despreciábamos, nos ha mostrado la belleza dondenunca lahabíamosbuscado.Quieroqueel jardinerodepalaciome traiga todos losdías,mientrasesténfloreciendolasalcachofas,unadesusfloresamihabitación.

Ylaordensecumplió.SuSeñoríamandódeciraljardineroqueletrajeseotraflordealcachofa.—Bienmirado,esbonita—observó—ymuynotable—.Yencomióaljardinero.«EstolegustaaLarsen—pensó—.Esunniñomimado».Undíadeotoñoestallóunahorribletempestad,quearrecióaúndurantelanoche,

contantafuriaquearrancóderaízmuchosgrandesárbolesdelaorilladelbosquey,congranpesardeSuSeñoría—un«granpesar»lollamóelseñor—,perocongrancontento del jardinero, también los dos árboles pelados llenos de nidos. Entre elfragordelatormentapudooírseelgraznaralborotadodeloscuervosycornejas;lasgentesdelacasaafirmaronquegolpeabanconlasalasenloscristales.

—Ya estará usted satisfecho, Larsen —dijo Su Señoría—; la tempestad haderribadolosárboles,ylasavessehanmarchadoalbosque.Aquínadaquedayadelosviejostiempos;hadesaparecidotodahuella,todaseñaldeellos.Peroamíestomeapena.

El jardinero no contestó. Pensaba sólo en lo que habla llevado en la cabeza

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durantemuchotiempo:enutilizaraquellugarsoleadodequeantesnodisponía.Loibaatransformarenunadornodeljardín,enunobjetodegozoparaSuSeñoría.

Loscorpulentosárbolesabatidoshabíandestrozadoyaplastadolosantiquísimossetoscontodassusfiguras.Elhombrelossustituyóporarbustosyplantasrecogidasenloscamposybosquesdelaregión.

Aningúnotro jardinero se le habíaocurrido jamás aquella idea.Él dispuso losplanteles teniendo en cuenta las necesidades de cada especie, procurando querecibiesen el sol o la sombra, según las características de cada una. Cuidó laplantaciónconelmayorcariño,yelconjuntocreciómagníficamente.

Porlaformayelcolor,elenebrodeJutlandiaseelevódemodoparecidoalciprésitaliano; lucía también, eternamenteverde, tantoen los fríos invernales comoenelcalor del verano, la brillante y espinosa oxiacanta. Delante crecían helechos dediversasespecies,algunasdeellassemejantesahijasdepalmeras,yotras,parecidasalospadresdeesahermosaydelicadaplantaquellamamosculantrillo.Estabaallí lamenospreciadabardana, tanlindacuandofresca,quehabríaencajadoperfectamenteenunramillete.Estabaentierraseca,peroamayorprofundidadqueellayensuelohúmedocrecíalaacedera,otraplantahumildey,sinembargo,tanpintorescaybonitapor su talla y sus grandes hojas.Conuna altura de varios palmos, flor contra flor,comoungrancandelabrodemuchosbrazos, levantábase lacandelaria, trasplantadadel campo. Y no faltaban tampoco las aspérulas, dientes de león y muguetes delbosque,nilaselváticacala,nilaacederillatrifolia.Erarealmentemagnífico.

Delante,apoyadasenenrejadosdealambre,crecían,en línea,peralesenanosdeprocedencia francesa.Comorecibíansolabundanteybuenoscuidados,no tardaronendarfrutostanjugososcomolosdesutierradeorigen.

En lugarde losdosviejosárbolespeladoserigieronunaltaastadebandera,encuya cimaondeaba elDanebrog, y a su lado fueron clavadasotras estacas, por lasque, en verano y otoño, trepaban los zarcillos del lúpulo con sus fragantesinflorescencias en bola,mientras en invierno, siguiendo una antigua costumbre, secolgabaunagavilladeavenaconobjetodequenofaltaselacomidaalospajarillosdelcieloenlaventurosaépocadelasNavidades.

—¡En su vejez, nuestro buen Larsen se nos vuelve sentimental! —decía SuSeñoría—.Peronosesfielyadicto.

PorAñoNuevo, una revista ilustradade la capital publicóuna fotografía de laantiguapropiedadseñorial.Aparecíaenellaelastaconlabanderadanesaylagavillade avena para las avecillas del cielo en los alegres días navideños. El hecho fuecomentado y alabado como una idea simpática, que resucitaba, con todos sushonores,unaviejacostumbre.

—Resuenan las trompetas por todo lo que hace ese Larsen. ¡Es un hombreafortunado!Casihemosdesentirnosorgullososdetenerlo.

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Page 437: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Peronosesentíaorgullosoelgranseñor.SesentíasóloelamoquepodíadespediraLarsen,peroquenolohacía.Eraunabuenapersona,ydeestaclasehaymuchas,parasuertedelosLarsen.

Yéstaeslahistoria«deljardineroyelseñor».Detenteapensarunpocoenella.

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Laparejadeenamorados(trompoypelota)

Kærestefolkene(Toppenogbolden)

Untrompoyunapelotayacíanjuntosenunacaja,entreotrosdiversosjuguetes,yeltrompodijoalapelota:

—¿Porquénonoshacemosnovios,puestoquevivimosjuntosenlacaja?Pero la pelota, que estaba cubierta de un bello tafilete y presumía como una

encopetadaseñorita,nisedignócontestarle.Aldíasiguientevinoelniñopropietariodelosjuguetes,yseleocurriópintarel

trompoderojoyamarilloyclavarunclavodelatónensucentro.Eltromporesultabaverdaderamenteespléndidocuandogiraba.

—¡Míreme! —dijo a la pelota—. ¿Qué me dice ahora? ¿Quiere que seamosnovios?Somoselunoparaelotro.Ustedsaltayyobailo.¿Puedehaberunaparejamásfeliz?

—¿Ustedcree?—dijolapelotaconironía—.Seguramenteignoraquemipadreymimadrefueronzapatillasdetafilete,yquemicuerpoesdecorchoespañol.

—Sí, pero yo soy de madera de caoba —respondió la peonza— y el propioalcaldefuequienmetorneó.Tieneuntornoysedivirtiómuchohaciéndome.

—¿Esciertoloquedice?—preguntólapelota.—¡Quéjamásrecibaunlatigazosimiento!—respondióeltrompo.—Desde luego,sabeustedhacersevaler—dijo lapelota—;peronoesposible;

estoy,comoquiendice,prometidaconunagolondrina.Cadavezquesaltoenelaire,asomalacabezaporelnidoypregunta:«¿Quiere?¿Quiere?».Yo, interiormente, lehedadoyael sí,yestovale tantocomouncompromiso.Sinembargo,aprecio sussentimientosyleprometoquenoloolvidaré.

—¡Vayaconsuelo!—exclamóeltrompo,ydejarondehablarse.Aldíasiguiente,elniñojugóconlapelota.Eltrompolaviosaltarporlosaires,

igualqueunpájaro,tanalta,quelaperdíadevista.Cadavezvolvía,peroaltocarelsuelo pegaba un nuevo salto sea por afán de volver al nido de la golondrina, seaporque teníaelcuerpodecorcho.A lanovenavezdesaparecióyyanovolvió;pormuchoqueelniñoestuvobuscándola,nopudodarconella.

—¡Yosédóndeestá!—suspiróeltrompo—.¡Estáenelnidodelagolondrinaysehacasadoconella!

Cuantomáspensabaeltrompoenellotantomásenamoradosesentíadelapelota.Suamorcrecíaprecisamentepornohaberlogradoconquistarla.Lopeoreraqueellahubiese aceptado a otro. Y el trompo no cesaba de pensar en la pelota mientrasbailaba y zumbaba; en su imaginación la veía cada vezmás hermosa.Así pasaron

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algunosañosyaquelloseconvirtióenunviejoamor.Eltrompoyanoerajoven.Peroheaquíqueunbuendíalodorarontodo.¡Nunca

había sido tan hermoso!En adelante sería un trompo de oro, y saltaba que era uncontento.¡Habíaqueoírsuronrón!Perodeprontopegóunsaltoexcesivoy…¡adiós!

Lo buscaron por todas partes, incluso en la bodega, pero no hubo modo deencontrarlo.¿Dóndeestaría?

Había saltado al depósito de la basura, dónde se mezclaban toda clase decachivaches,tronchosdecol,barredurasyescombroscaídosdelcanalón.

—¡A buen sitio he ido a parar! Aquí se me despintará todo el dorado. ¡Vayagentuzalaquemerodea!—Ydirigióunamiradadesoslayoaunlargotronchodecolque habían cortado demasiado cerca del repollo, y luego otra a un extraño objetoesférico que parecía unamanzana vieja. Pero no era unamanzana, sino una viejapelota,quesehabíapasadovariosañosenelcanalónyestabamedioconsumidaporlahumedad.

—¡GraciasaDiosquehavenidounodelosnuestros,conquienpodréhablar!—dijolapelotaconsiderandoaldoradotrompo.

—Talycomomeve,soyde tafilete,mecosieronmanosdedoncellay tengoelcuerpo de corcho español, pero nadie sabe apreciarme.Estuve a punto de casarmeconunagolondrina,perocaíenelcanalón,yenélmehepasadoseguramentecincoaños. ¡Ay, cómo me ha hinchado la lluvia! Créeme, ¡es mucho tiempo para unaseñoritadebuenafamilia!

Pero el trompono respondió;pensaba en suviejo amor, y, cuantomásoía a lapelota,tantomásseconvencíadequeeraella.

Vinoenéstaslacriada,paraverterelcubodelabasura.—¡Anda,aquíestáeltrompodorado!—dijo.Eltrompovolvióalahabitacióndelosniñosyrecobrósuhonoryprestigio,pero

delapelotanadamássesupo.Eltrompoyanohablómásdesuviejoamor.Elamorseextinguecuandolaamadasehapasadocincoañosenuncanalónyquedahechaunasopa;nisiquieraesreconocidaalencontrarlaenuncubodebasura.

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Larosamásbelladelmundo

(Verdensdejligsterose)

Érase una reinamuy poderosa, en cuyo jardín lucían las floresmás hermosas decadaestacióndelaño.Ellapreferíalasrosasporencimadetodas;poresolasteníadetodaslasvariedades,desdeelescaramujodehojasverdesyolordemanzanahastalamásmagníficarosadeProvenza.Crecíanpegadasalmurodelpalacio,seenroscabanen las columnas y los marcos de las ventanas y, penetrando en las galerías, seextendían por los techos de los salones, con gran variedad de colores, formas yperfumes.

Peroenelpalaciomorabanlatristezaylaaflicción.LaReinayacíaenfermaensulecho,ylosmédicosdecíanqueibaamorir.

—Hay un medio de salvarla, sin embargo —afirmó el más sabio de ellos—.Traedlelarosamásespléndidadelmundo,laqueseaexpresióndelamorpuroymássublime.Sipuedeverlaantesdequesusojossecierren,nomorirá.

Yyatenéisaviejosyjóvenesacudiendo,decercaydelejos,conrosas,lasmásbellas que crecían en todos los jardines; pero ninguna era la requerida. La flormilagrosa teníaqueprocederdel jardíndel amor;pero inclusoenél, ¿qué rosaeraexpresióndelamormáspuroysublime?

Lospoetascantaronlasrosasmáshermosasdelmundo,ycadaunocelebrabalasuya.Yelmensajecorrióportodoelpaís,acadacorazónenqueelamorpalpitaba;corrióelmensajeyllegóagentesdetodaslasedadesyclasessociales.

—Nadiehamencionadoaún la flor—afirmabael sabio.Nadiehadesignadoellugardondefloreceentodasumagnificencia.NosonlasrosasdelatumbadeRomeoyJulietaodelaWalburg,apesardequesuaromaseexhalarásiempreenleyendasycanciones;nisonlasrosasquebrotarondelaslanzasensangrentadasdeWinkelried,delasangresagradaquemanadelpechodelhéroequemuereporlapatria,aunquenohaymuertemásdulcenirosamásrojaqueaquellasangre.Niestampocoaquellaflormaravillosaparacuidarlacualelhombresacrificasuvidavelandodedíaydenocheenlasencillahabitación:larosamágicadelaCiencia.

—Yosédóndeflorece—dijounamadrefeliz,quesepresentóconsuhijitoalacabeceradelaReina—.Sédóndeseencuentralarosamáspreciosadelmundo,laqueesexpresióndelamormáspuroysublime.Floreceenlasrojasmejillasdemidulcehijitocuando,restauradoporelsueño,abrelosojosymesonríecontodosuamor.

Bellaesesarosa—contestóelsabioperohayotramásbellatodavía.—¡Sí,otramuchomásbella!—dijounadelasmujeres—.Lahevisto;noexiste

ningunaqueseamásnobleymássanta.Peroerapálidacomolospétalosdelarosa

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deté.EnlasmejillasdelaReinalavi.LaReinasehabíaquitadolarealcorona,yenlas largas y dolorosas noches sostenía a su hijo enfermo, llorando, besándolo yrogandoaDiosporél,comosólounamadreruegaalahoradelaangustia.

—Santaymaravillosaeslarosablancadelatristezaensupoder,perotampocoeslarequerida.

—No;larosamásincomparablelavianteelaltardelSeñor—afirmóelancianoypiadosoobispo—.Lavibrillarcomosireflejaraelrostrodeunángel.Lasdoncellasseacercabanalasagradamesa,renovabanelpactodealianzadesubautismo,yensusrostroslozanosseencendíanunasrosasypalidecíanotras.Habíaentreellasunamuchachitaque,henchidadeamorypureza,elevabasualmaaDios:eralaexpresióndelamormáspuroymássublime.

—¡Benditasea!—exclamóelsabio—,masningunohanombradoaúnlarosamásbelladelmundo.

Enestoentróenlahabitaciónunniño,elhijitodelaReina;habíalágrimasensusojosyensusmejillas,ytraíaungranlibroabierto,encuadernadoenterciopelo,congrandesbrochesdeplata.

—¡Madre!—dijoelniño—.¡Oyeloqueacabodeleer!—.Y,sentándosejuntoalacama,sepusoaleeracercadeAquélquesehabíasacrificadoenlacruzparasalvaraloshombresyalasgeneracionesquenohabíannacido.

—¡Amormássublimenoexiste!EncendióseunbrillorosadoenlasmejillasdelaReina,susojosseagrandarony

resplandecieron,puesvioquedelashojasdeaquellibrosalíalarosamásespléndidadelmundo, la imagen de la rosa que, de la sangre deCristo, brotó del árbol de laCruz.

—¡Yalaveo!—exclamó—.Jamásmoriráquiencontempleestarosa,lamásbelladelmundo.

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Lascigüeñas

(Storkene)

Sobreeltejadodelacasamásapartadadeunaaldeahabíaunnidodecigüeñas.Lacigüeñamadre estabaposada en él, junto a sus cuatropolluelos, que asomaban lascabezas con sus piquitos negros, pues no se habían teñido aún de rojo. A pocadistancia,sobreelvérticedeltejado,permanecíaelpadre,erguidoytieso;teníaunapata recogida, para que no pudieran decir que el montar la guardia no resultabafatigoso.Sehubieradichoqueeradepalo,talerasuinmovilidad.«Daungrantonoelquemimujertengaunacentinelajuntoalnido—pensaba—.Nadiepuedesaberquesoy su marido. Seguramente pensará todo el mundo que me han puesto aquí devigilante.Esodamuchadistinción».Ysiguiódepiesobreunapata.

Abajo,enlacalle,jugabaungrupodechiquillos,yheaquíque,aldarsecuentadelapresenciadelascigüeñas,elmásatrevidorompióacantar,acompañadoluegoportodalatropa:

Cigüeña,cigüeña,vuélveteatutierramásalládelvalleydelaaltasierra.Tumujerseestáquietaenelnido,ytodossuspolluelossehandormido.Elprimeromorirácolgado,elsegundochamuscado;alterceroloderribaráelcazadoryelcuartoiráapararalasador.

—¡Escucha loque cantan losniños!—exclamaron lospolluelos—.Cantanquenosvanacolgaryachamuscar.

—Noos preocupéis—los tranquilizó lamadre—.No les hagáis caso, dejadlosquecanten.

Ylosrapacessiguieroncantandoacoro,mientrasconlosdedosseñalabanalascigüeñasburlándose;sólounodelosmuchachos,quesellamabaPerico,dijoquenoestaba bien burlarse de aquellos animales, y se negó a tomar parte en el juego.Entretanto,lacigüeñamadreseguíatranquilizandoasuspequeños:

—No os apuréis —les decía—, mirad qué tranquilo está vuestro padre,sosteniéndosesobreunapata.

—¡Oh,quémiedotenemos!—exclamaronlospequeñosescondiendolacabecitaenelnido.

Al día siguiente los chiquillos acudieron nuevamente a jugar, y, al ver las

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cigüeñas,sepusieronacantarotravez.

Elprimeromorirácolgado,elsegundochamuscado.

—¿Deverasvanacolgarnosychamuscamos?—preguntaronlospolluelos.—¡No, claro que no! —dijo la madre—. Aprenderéis a volar, pues yo os

enseñaré;luegonosiremosalprado,avisitaralasranas.Veréiscomoseinclinanantenosotras en el agua cantando: «¡coax, coax!»; y nos las zamparemos. ¡Qué bienvamosapasarlo!

—¿Ydespués?—preguntaronlospequeños.—Despuésnos reuniremos todas las cigüeñasdeestoscontornosycomenzarán

los ejerciciosdeotoño.Hayque sabervolarmuybienpara entonces; la cosa tienegran importancia, pues el que no sepa hacerlo como Dios manda, será muerto apicotazospor el general.Asíquees cuestiónde aplicaros, en cuanto la instrucciónempiece.

—Pero después nos van a ensartar, como decían los chiquillos. Escucha, yavuelvenacantarlo.

—¡Esamíaquiendebéisatenderynoaellos!—regañóleslamadrecigüeña—.Cuandosehayanterminadolosgrandesejerciciosdeotoño,emprenderemoselvuelohacia tierras cálidas, lejos,muy lejosde aquí, cruzandovalles ybosques. Iremos aEgipto, donde hay casas triangulares de piedra terminadas en punta, que se alzanhastalasnubes;sellamanpirámides,ysonmuchomásviejasdeloqueunacigüeñapuedeimaginar.Tambiénhayunrío,quesesaledelcauceyconviertetodoelpaísenuncenagal.Entonces,bajaremosalfangoynoshartaremosderanas.

—¡Ajá!—exclamaronlospolluelos.—¡Sí, es magnífico! En todo el día no hace uno sino comer; y mientras nos

damosallítanbuenavida,enestastierrasnohayunasolahojaenlosárboles,yhacetantofríoquehastalasnubessehielan,seresquebrajanycaenalsueloenpedacitosblancos.Sereferíaalanieve,peronosabíaexplicarsemejor.

—¿Y también esos chiquillos malos se hielan y rompen a pedazos? —,preguntaronlospolluelos.

—No,nolleganaromperse,peropocolesfalta,ytienenqueestarsequietosenelcuarto oscuro; vosotros, en cambio, volaréis por aquellas tierras, donde crecen lasfloresyelsolloinundatodo.

Transcurrióalgún tiempo.Lospollueloshabíancrecido losuficienteparapoderincorporarseenelnidoydominarconlamiradaunbuenespacioasualrededor.Yelpadre acudía todas las mañanas provisto de sabrosas ranas, culebrillas y otrasgolosinas que encontraba. ¡Eran de ver las exhibiciones con que los obsequiaba!Inclinaba lacabezahaciaatrás,hasta lacola,castañeteabaconelpicocualsi fuese

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unacarracayluegolescontabahistorias,todasacercadelcenagal.—Bueno,hallegadoelmomentodeaprenderavolar—dijounbuendíalamadre

—,yloscuatropollitoshubierondesaliralrematedeltejado.¡Cómosetambaleaban,cómoseesforzabanenmantenerelequilibrioconlasalas,ycuánapuntoestabandecaerse!¡Fijaosenmí!—dijolamadre—.Debéisponerlacabezaasí,ylospiesasí:¡Un,dos,un,dos!Asíescomotenéisquecomportarosenelmundo—.Yselanzóaun breve vuelo,mientras los pequeños pegaban un saltito, con bastante torpeza, y¡bum!,secayeron,pueslespesabamuchoelcuerpo.

—¡Noquierovolar!—protestóunodelospequeños,encaramándosedenuevoalnido—.¡Meesigualnoiralastierrascálidas!

—¿Prefiereshelarteaquícuandollegueelinvierno?¿Estásconformeconquetecojanesosmuchachotesy te cuelguen, te chamusqueny te asen?Bien,puesvoyallamarlos.

—¡Oh,no!—suplicóelpolluelo,saltandootravezaltejado,conlosdemás.Altercerdíayavolabanunpoquitín,conmuchadestreza,y,creyéndosecapaces

de cernerse en el aire y mantenerse en él con las alas inmóviles, se lanzaron alespacio;pero¡sí,sí…!¡Pum!empezaronadarvolteretas,yfuecosadedarseprisaaponer de nuevo las alas enmovimiento.Yhe aquí queotra vez se presentaron loschiquillosenlacalle,yotravezentonaronsucanción:

¡Cigüeña,cigüeña,vuélveleatutierra!—¡Bajemosdeunavoladay saquémosles los ojos!—exclamaron los pollos—.

¡No,dejadlos!—replicólamadre—.Fijaosenmí,estoesloimportante:—Uno,dos,tres!Unvuelohacialaderecha.¡Uno,dos,tres!Ahorahacialaizquierda,entornoalachimenea.Muybien,yavaisaprendiendo;elúltimoaleteo,hasalidotanlimpioypreciso, que mañana os permitiré acompañarme al pantano. Allí conoceréis variasfamilias de cigüeñas con sus hijos, todas muy simpáticas; me gustaría que mispequeños fuesen los más lindos de toda la concurrencia; quisiera poder sentirmeorgullosadevosotros.Esohacebuenefectoydaungranprestigio.

—¿Y no nos vengaremos de esos rapaces endemoniados? —preguntaron loshijos.

—Dejadlos gritar cuanto quieran. Vosotros os remontaréis hasta las nubes yestaréisenelpaísdelaspirámides,mientrasellospasanfríoynotienenniunahojaverde,niunamanzana.

—Sí, nos vengaremos —se cuchichearon unos a otros; y reanudaron susejerciciosdevuelo.

Detodoslosmuchachuelosdelacalle,elmásempeñadoencantarlacancióndeburla,yelquehabíaempezadoconella,eraprecisamenteunrapazmuypequeño,queno contaríamás allá de 6 años.Las cigüeñitas, empero, creían que tenía lomenoscien,pueseramuchomáscorpulentoquesumadreysupadre.¡Quésabíanellasdela

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Page 445: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

edad de los niños y de las personasmayores! Este fue el niño que ellas eligieroncomoobjetodesuvenganza,porsereliniciadordelaofensivaburlayllevarsiemprela voz cantante. Las jóvenes cigüeñas estaban realmente indignadas, y cuantomáscrecían,menosdispuestassesentíanasufrirlo.Alfinsumadrehubodeprometerlesque las dejaría vengarse, pero a condición de que fuese el último día de supermanenciaenelpaís.

—Anteshemosdeverqué talosportáis en lasgrandesmaniobras; si lohacéismalyelgeneralostraspasaelpechodeunpicotazo,entoncesloschiquilloshabrántenidorazón,enpartealmenos.Hemosdeverlo,pues.

—¡Si, ya verás! —dijeron las crías, redoblando su aplicación. Se ejercitabantodoslosdías,yvolabancontalligerezayprimor,quedabagusto.

Yllegóelotoño.Todaslascigüeñasempezaronareunirseparaemprenderjuntasel vuelo a las tierras cálidas, mientras en la nuestra reina el invierno. ¡Qué deimpresionantesmaniobras!Habíaquevolarporencimadebosquesypueblos,paracomprobarlacapacidaddevuelo,pueseramuylargoelviajequelesesperaba.Lospequeñosseportarontanbien,queobtuvieronun«sobresalienteconranayculebra».Eralanotamejor,ylaranaylaculebrapodíancomérselas;fueunbuenbocado.

—¡Ahora,lavenganza!—dijeron.—¡Sí,desdeluego!—asintiólamadrecigüeña—.Yaheestadoyopensandoenla

más apropiada. Sé donde se halla el estanque en que yacen todos los niñoschiquitines,hastaquelascigüeñasvamosabuscarlosparallevarlosalospadres.Loslindospequeñuelosduermenallí,soñandocosastanbellascomonuncamasvolveránasoñarlas.Todoslospadressuspiranportenerunodeellos,ytodoslosniñosdeseanunhermanitoounahermanita.Puesbien,volaremosalestanqueytraeremosunoparacada uno de los chiquillos que no cantaron la canción y se portaron bien con lascigüeñas.

—Pero, ¿y el que empezó con la canción, aquel mocoso delgaducho y feo—gritaronlospollos—,quéhacemosconél?

—En el estanque yace un niñito muerto, que murió mientras soñaba. Pues lollevaremosparaél.Tendráquellorarporquelehabremostraídounhermanitomuerto;encambio,aaquelotromuchachitobueno—nolohabréisolvidado,elquedijoqueera pecado burlarse de los animales—, a aquél le llevaremos un hermanito y unahermanita, y como el muchacho se llamaba Pedro, todos vosotros os llamaréistambiénPedro.

Yfuetalcomodijo,ytodaslascríasdelascigüeñassellamaronPedro,ytodavíasiguenllamándoseasí.

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Elpactodeamistad

(Venskabspagten)

No hace mucho que volvimos de un viajecito, y ya estamos impacientes poremprender otro más largo. ¿Adónde? Pues a Esparta, a Micenas, a Delfos. Haycientosdelugarescuyosolonombreosalborozaelcorazón.Sevaacaballo,cuestaarriba, por entre monte bajo y zarzales; un viajero solitario equivale a toda unacaravana.Élvadelanteconsu«argoyat»,unaacémilatransportaelbaúl,latiendaylasprovisiones,yaretaguardiasiguen,dándoleescolta,unaparejadegendarmes.Altérmino de la fatigosa jornada, no le espera una posada ni un lechomullido; confrecuencia,latiendaessuúnicotecho,enmediodelagrandiosanaturalezasalvaje.El«argoyat»lepreparalacena:unarrozpilav;miríadasdemosquitosrevoloteanentornoaladiminutatienda;esunanochelamentable,ymañanaelcaminocruzaráríosmuyhinchados.¡Tentefirmesobreelcaballo,sinoquieresquetellevelacorriente!

¿Cuál será la recompensa para tus fatigas? La más sublime, la más rica. LaNaturalezasemanifiestaaquíentodasugrandeza,cadalugarestállenoderecuerdoshistóricos, alimento tanto para la vista como para el pensamiento. El poeta puedecantarlo,yelpintor,reproducirloencuadrosopulentos;peroelaromadelarealidad,quepenetraenlossentidosdelespectadorylosimpregnaparatodalaeternidad,esonopuedenreproducirlo.

EnmuchosapunteshetratadodepresentardemaneraintuitivaunrinconcitodeAtenasydesusalrededores,y,sinembargo,¡quépálidohasidoelcuadroresultante!¡QuépocodicedeGrecia,deeste tristegeniode labelleza,cuyagrandezaydolorjamásolvidaráelforastero!

Aquelpastorsolitariodealláenlaroca,conelsimplerelatodeunaincidenciadesuvida,sabríaprobablemente,muchomejorqueyoconmispinturas,abrirtelosojosati,quequierescontemplarlatierradeloshelenosensusdiversosaspectos.

—Dejémosle, pues, la palabra—dicemiMusa—.El pastor de lamontaña noshablarádeunacostumbre,unasimpáticacostumbretípicadesupaís.

Nuestra casa era de barro, y por jambas tenía unas columnas estriadas,encontradasenel lugardonde seconstruyó la choza.El tejadobajabacasihastaelsuelo, y hoy era negruzco y feo, pero cuando lo colocaron esta a formado por untejidodefloridaadelfayfrescasramasdelaurel,traídasdelasmontañas.Entornoalacasaapenasquedabaespacio; laspeñas formabanparedescortadasapico,deuncolornegroyliso,yenlomásaltodeellascolgabanconfrecuenciajironesdenubessemejantesablancasfigurasvivientes.Nuncaoíallíelcantodeunpájaro,nuncavibailar a los hombres al son de la gaita; pero en los viejos tiempos, este lugar era

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sagrado,yhastasunombrelorecuerda,puessellamaDelfos.Losmonteshoscosytenebrososaparecíancubiertosdenieve;elmásalto,aqueldecuyacumbre tardabamásenapagarseelsolponiente,eraelParnaso;eltorrentequecorríajuntoanuestracasa bajaba de él, y antaño había sido sagrado también.Hoy, el asno enturbia susaguasconsuspatas,perolacorrientesigueimpetuosayprontorecobrasulimpidez.¡Cómorecuerdoaquellugarysusantayprofundasoledad!Enelcentrodelachozaencendíanfuego,yensurescoldo,cuandosóloquedabaunespesomontóndecenizasardientes,cocíanelpan.Cuando lanieveseapilabaen tornoa lacasucahastacasiocultarla,mimadreparecíamásfelizquenunca;mecogíalacabezaentrelasmanos,mebesabaen la frentey cantabacancionesquenunca leoyera enotrasocasiones,pueslosturcos,nuestrosamos,nolastoleraban.Cantaba:

«EnlacumbredelOlimpo,enelbajobosquedepinos,estabaunviejociervoconlosojos llenosde lágrimas; lloraba lágrimasrojas,sí,yhastaverdesyazulceleste:Pasóentoncesuncorzo:

—¿Qué tienes, que así lloras lágrimas rojas, verdes y azuladas?—El turco havenidoanuestraciudad,cazandoconperrossalvajes,todaunajauría.

—¡Los echaré de las islas —dijo el corzo—, los echaré de las islas al marprofundo!—.Peroantesdeponerseelsolelcorzoestabamuerto;antesdequecerraralanoche,elciervohabíasidocazadoymuerto.

Y cuando mi madre cantaba así, se le humedecían los ojos, y de sus largaspestañascolgabaunalágrima;peroellalaocultabayvolvíaelpannegroenlaceniza.Yo entonces, apretando el puño, decía: —¡Mataremos a los turcos!—. Mas ellarepetíalaspalabrasdelacanción:«—.¡Losecharédelasislasalmarprofundo!—.Peroantesdeponerseelsol,elcorzoestabamuerto;antesdequecerraralanoche,elciervohabíasidocazadoymuerto».

Llevábamos varios días, con sus noches, solos en la choza, cuando llegó mipadre;yosabíaqueibaatraermeconchasdelGolfodeLepanto,otalvezuncuchillo,afiladoyreluciente.Peroestaveznostrajounacriaturita,unaniñadesnuda,bajosupelliza. Iba envuelta en una piel, y al depositarla, desnuda, sobre el regazo demimadre,vimosquetodoloquellevabaconsigoerantresmonedasdeplataatadasenelnegro cabello.Mi padre dijo que los turcos habían dadomuerte a los padres de lapequeña; tantasytantascosasnoscontó,quedurantetodalanocheestuvesoñandoconello.Mipadreveníatambiénherido;mimadrelevendóelbrazo,pueslaheridaera profunda, y la gruesa pelliza estaba tiesa de la sangre coagulada. La chiquillaseríamihermana,¡quéhermosaera!Losojosdemimadrenoteníanmásdulzuraquelos suyos.Anastasia—así la llamaban—seríamihermana, pues supadre la habíaconfiadoalmío,deacuerdoconlaantiguacostumbrequeseguíamosobservando.Dejóveneshabíantrabadounpactodefraternidad,eligiendoaladoncellamáshermosayvirtuosadetodalacomarcaparatomareljuramento.Muyamenudooíayohablar

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deaquellahermosayraracostumbre.Y,así, lapequeñaseconvirtióenmihermana.Lasentabasobremisrodillas, le

traía flores y plumas de las aves montaraces, bebíamos juntos de las aguas delParnaso,yjuntosdormíamosbajoeltejadodelaureldelachoza,mientrasmimadreseguía cantando, invierno tras invierno, su canción de las lágrimas rojas, verdes yazuladas. Pero yo no comprendía aún que erami propio pueblo, cuyas innúmerascuitassereflejabanenaquellaslágrimas.

Undíavinierontreshombres;eranfrancosyvestíandemododistintoanosotros.Llevaban sus camas y tiendas cargadas en caballerías, y los acompañabanmás deveinteturcos,armadosconsablesyfusiles,pueslosextranjeroseranamigosdelbajáe iban provistos de cartas de introducción. Venían con el solo objeto de visitarnuestrasmontañas,escalarelParnasoporentrelanieveylasnubes,ycontemplarlasextrañas rocasnegrasy escarpadasque rodeabannuestra choza.Nocabían en ella,apartequenopodíansoportarelhumoque,deslizándosepordebajodeltecho,salíaporlabajapuerta;poresolevantaronsustiendasenelreducidoespacioquequedabaalladodelacasuca,yasaroncorderosyaves,ybebieronvinodulceyfuerte;perolosturcosnopodíanprobarlo.

Alproseguirsucamino,yolosacompañéuntrechoconmihermanitaAnastasiaalaespalda,envueltaenunapieldecabra.Unodeaquellosseñoresfrancosmecolocódelantedeunarocaymedibujójuntoconlaniña,tanbien,queparecíamosvivosycomosifuésemosunasolapersona.Nuncahabíayopensadoenello,y,sinembargo,Anastasiayyoéramosunosolo,puesellasepasabalavidasentadaenmisrodillasocolgadademiespalda,ycuandoyosoñaba,siemprefigurabaellaenmissueños.

Dos noches más tarde llegaron otras gentes a nuestra choza, armadas concuchillos y fusiles. Eran albaneses, hombres audaces, según dijo mi padre.Permanecieronmuypoco tiempo;mihermanaAnastasia se sentóen las rodillasdeunodeellos,ycuandosehubieronmarchado,laniñanoteníayaenelcabellolastresmonedas de plata, sino únicamente dos. Ponían tabaco en unas tiras de papel y lofumaban;elmásviejohablódelcaminoquelesconveníaseguir;sobreélnoestabanaúndecididos.

—Siescupoarriba—dijo—,mecaealacara;siescupoabajo,mecaealabarba.Perohabíaqueelegiruncamino;yalfinsefueron,acompañadospormipadre.

Al poco rato oímos disparos, otros les respondieron, unos soldados entraron en lachoza y se nos llevaron presos a mi madre, a Anastasia y a mí. Los bandidos sehabían cobijado en nuestra choza, y mi padre los había seguido; por eso se nosllevaban.Vi loscadáveresde losbandidos,vielcadáverdemipadre,y lloréhastaquemequedédormido.Aldespertarmeencontréen la cárcel, cuyo recintonoeramásmiserablequenuestracasucha.Medieroncebollasyvinoresinoso,quevertierondeunsacoembreado:nocomamosmejorencasa.

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Ignorocuánto tiempopermanecimosencarcelados,perosí séque transcurrieronmuchosdíasymuchasnoches.AlsalirdelaprisióneralaSantaPascua,yyollevéaAnastasia a cuestas, pues mi madre estaba enferma, no podía caminar sino muydespacio, y tuvimosque andarmucho antes de llegar almar, alGolfodeLepanto.Entramosenunaiglesia,todaellaunreflejodeimágenessobrefondodorado;habíaángeles,¡oh,tanpreciosos!,aunqueAnastasianomeparecíamenosbonitaqueellos.Enel centrodel templo, sobre el suelo, habíaunataúd llenode rosas; eraNuestroSeñor Jesucristo —dijo mi madre—, que yacía allí en forma de bellas flores. Elsacerdote anunció: «¡Cristo ha resucitado!». La gente se besaba. Todos tenían unavela encendida en la mano; también a míme dieron una, y otra a Anastasia, aunsiendo tanpequeña.Resonaban lasgaitas, loshombressalíande la iglesiabailandocogidosdelamano,yfueralasmujeresasabanelcorderopascual.Nosinvitaron;yomesentéjuntoalfuego;unmuchachomayorqueyomerodeóelcuelloconelbrazoy,besándome,dijo:«¡Cristoharesucitado!».DeestemodonosconocimosAftánidesyyo.

Mimadresabíaremendarredesdepesca;eraunaocupaciónlucrativaalláenelGolfo,y,así,nosquedamoslargotiempoenlaorilladelmar,aquelmartanhermosoquesabíaalágrimas,yqueporsuscoloresrecordabalasdelciervo,puestanprontoerarojocomoverdeoazul.

Aftánidessabíaguiarelbote,yomeembarcabaenélconmipequeñaAnastasia,yla embarcación se deslizaba por el agua, rauda, como una nube a través del cielo.Luego, cuando el sol se ponía, las montañas se teñían de azuloscuro, una sierraasomaba por encima de la otra, y al fondo quedaba el Parnaso, con su manto denieve;al solponiente, lacumbre relucíacomohierroal rojovivo.Hubiérasedichoquelaluzveníadesuinterior,puesalcabodelargoratodehaberseocultado,elsolseguíaaúnbrillandoenelaireazulyradiante.Lasblancasavesmarinasazotabanconlasalaslasuperficiedelagua;denoserporellas,laquietudhabríasidotanabsolutacomoentrelasnegraspeñasdeDelfos.Yomeestabatendidodeespaldaenelbote,conAnastasia sentadasobremipecho,y lasestrellasdelcielobrillabanmásclarasque las lámparasdenuestra iglesia.Eran lasmismasestrellitas,y sehallabanenelmismolugarsobremíquecuandomeencontrabayoenDelfosdelantedelachoza.Al fin acabó pareciéndome que estaba todavía en Delfos. De súbito se oyó unchapoteo en el agua y lancé un grito, pues Anastasia había caído al mar; peroAftánidessaltórápidamentetrasella,ypocosinstantesdespuéslalevantabaymelaentregaba. Le quitamos los vestidos, exprimimos el agua que los empapaba yvolvimosavestirla.Aftánideshizolomismoconsusropasynosquedamosenelmarhasta que todo se hubo secado; y nadie supo una palabra del susto que habíamospasadoporcausademihermanitaadoptiva,encuyavida,desdeentonces,Aftánides,tuvoparte.

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Llegóelverano.Elsoleratanardiente,quesecabalashojasdelosárboles.Meacordaba yo de nuestras frescas montañas, con sus aguas límpidas; y también mimadre sentía la nostalgia de ellas; y así, un atardecer emprendimos el regreso aaquellatierranuestra.¡Quésilencioyquepaz!Pasamosporentrealtostomillos,queolían aún a pesar de que el sol había chamuscado sus hojas. Ni un pastorencontramos,niunachozaennuestrocamino.Todoestabasilenciosoysolitario;sólounaestrellafugaznosdijoquetodavíaquedabavidaalláenelcielo.Nosésieraelpropio aire diáfano y azul el que brillaba, o si eran rayos de las estrellas; perodistinguíamosbientodosloscontornosdelasmontañas.Mimadreencendiófuegoyasócebollasquetraíaconsigo,ymihermanitayyodormimosentrelostomillos,sintemor al feo smidraki, que despide llamas por las fauces, ni tampoco al lobo ni alchacal;mimadreestabasentadajuntoanosotros,yesto,creíayo,erasuficiente.

Llegamos a nuestra vieja tierra; pero de la choza quedaba sólo un montón deruinas; había que construir otra nueva. Unas mujeres ayudaron a mi madre, y enpocos días estuvieron levantadas las paredes y cubiertas con otro tejado de adelfa.Conpiedrasycortezadeárbol,mimadretrenzómuchasfundasdebotellas,mientrasyoguardabaelpequeñohatodelossacerdotes.Anastasiaylastortuguitaseranmiscompañerasdejuego.

UndíarecibimoslavisitadenuestroqueridoAftánides.Teníamuchosdeseosdevernos,dijo,ysequedódosdíasenteros.

Al cabodeunmesvolviónoscontóquepensaba ir enbarcoaPatrasyCorfú,peroanteshabíaqueridodespedirsedenosotros;amimadreletrajounpescadomuygrande. Nos contó muchas cosas, no solamente acerca de los pescadores de alláabajo,enelGolfodeLepanto, sino tambiénde los reyesy loshéroesqueenotrostiemposhabíanreinadoenGreciacomoahoralosturcos.

Muchasveceshevistobrotarunayemaenelrosalydesarrollarsealcabodedíasy semanas hasta convertirse en flor, y hacerse flor antes de que yo me hubiesedetenidoapensarenlogrande,hermosoy,rojaqueera;pues lomismomeocurrióconAnastasia.Eraunabellamoza,yyounrobustomuchacho.Laspielesdelobodelos lechos demimadre yAnastasia, yomismo las había arrancado a los animalescazadosconmipropiaescopeta.Losañossehabíanidocorriendo.

UnatardecersepresentóAftánides,esbeltocomounacaña,fuerteymoreno;nosbesóa todosynoshablódelmar inmenso,de las fortificacionesdeMaltayde lasextrañas sepulturas de Egipto. Nos parecía estar escuchando una leyenda de lossacerdotes;yolomirabaconunaespeciedeveneración.

—¡Cuántascosassabes—ledije—,yquébienlascuentas!—Undíame contaste tú lamás hermosa de todas—respondió—.Me contaste

algoquenuncamássehaborradodemimemoria:lodelaantiguaybellacostumbredelpactodeamistad,costumbrequeyoquisieraseguirtambién.Hermano,vámonos

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losdosalaiglesia,comoundíalohicierontupadreyeldeAnastasia.Ladoncellamáshermosaymás inocenteesAnastasia, tuhermana: ¡quéellanosconsagre!Nohayningúnpuebloquetengaunacostumbretanbellacomonosotros,losgriegos.

Anastasiasesonrojócomounpétaloderosafresca,ymimadrebesóaAftánides.Aunahoradecaminodenuestrachoza,allídondetierramullidacubrelasrocasy

algunos árboles dan sombra, se levantaba la pequeña iglesia; una lámpara de platacolgabadelanteelaltar.

Yo me había puesto mi mejor vestido: la blanca fustanela me bajaba, enabundantespliegues,porencimadelosmuslos;eljubónencarnadoquedábaseceñidoyajustado;enlaborladelfezrelucíalaplata,ydelcinturónpendíanelcuchilloylaspistolas.Aftánidesllevabaeltrajeazulpropiodelosmarinosgriegos,exhibiendoenelpechounaplacadeplataconlaimagendelaVirgen;sufajaerapreciosa,comolasque sólo llevan los ricos. Bien se veía que nos preparábamos para una fiesta.Entramos en la solitaria iglesita, donde el sol poniente, penetrando por la puerta,enviaba sus rayos a la lámpara encendiday a lospolicromos cuadrosde fondo, deoro. Nos arrodillamos en las gradas del altar, y Anastasia se colocó delante denosotros; un largo ropajeblanco, holgadoy ligero, cubría sushermososmiembros;teníaelblanquísimocuelloyelpechocubiertoconunacadenademonedasantiguasynuevas,y resultabaunmagníficoatavío.Elcabellonegro recogido;enunmoño,estaba sujeto por una diminuta cofia, adornada con monedas de plata y oroencontradasenlostemplosantiguos.Ningunamuchachagriegahabríapodidosoñaruntocadomásprecioso.Ensurostroradiantelosojosbrillabancomodosestrellas.

Lostresorábamos,yellanospreguntó:—¿Queréisseramigosenlavidayenlamuerte?—¡Sí!—respondimos.—¿Pensaréis, suceda loque suceda:mi amigoespartedemí;mi secreto es su

secreto, mi felicidad es la suya: el sacrificio, la constancia, cuanto en mí hay lepertenececomoamímismo?

Yrepetimos:—¡Sí!Juntándonoslasmanos,nosbesóenlafrente,yvolvimosarezarenvozqueda.

Entróentonceselsacerdoteporlapuertadelpresbiterio,nosbendijoalostres,yuncanto de los demás religiosos resonó detrás del altar. El pacto de eterna amistadquedaba sellado. Cuando nos levantamos, vi a mi madre que, en la puerta de laiglesia,llorabavehementemente.

¡Qué alegría, luego, en nuestra casita y en la fuente deDelfos! La velada queprecedió al día de la partida deAftánides, estábamos él y yo sumidos en nuestrospensamientos,sentadosenlaladeradelapeña,subrazoentornoamicuerpo,elmíorodeándoleelcuello.HablábamosdelamiseriadeGrecia,deloshombresenquien

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podíaconfiar.Cadapensamientodenuestrasalmasaparecíaclaro,antelosdos;yolecogílamano.

—¡Una cosa debes saber, una cosa que hasta este momento, sólo Dios y yosabemos!Mi alma entera es amor. Un amor más fuerte que el que siento por mimadreyporti.

—¿Aquiénamas,pues?—preguntóAftánides,ysurostroycuelloenrojecieron.—AmoaAnastasia—dije,ysentísumanotemblarenlamía,ylovipalidecer

como un cadáver. Lo vi, lo comprendí, y, pareciéndome que también mi manotemblaba,meinclinéhaciaély,besándoleenlafrente,murmuré:

—Nuncaselohedicho;talvezellanomequiere.Hermano:piensaenquelaheestadoviendotodoslosdías,hacrecidojuntoamí,ydentrodemialma.

—Y tuya ha de ser—respondió él—, ¡tuya!No puedomentirte, ni quiero.Yotambién la amo.Peromañanamemarcho.Dentrodeun añovolveremos avernos;paraentoncesestaréiscasados,¿verdad?Tengoalgodedinero,quédateconél,debesaceptarlo,debesaceptarlo—.Seguimoserrandoporentrelasrocas;cerrabalanochecuandollegamosalachozademimadre.

Anastasiasalióarecibirnosconlalámpara;cuandoentramos,mimadrenoestabaallí.LamuchachamiróaAftánidesconexpresióndemaravillosamelancolía.

—¡Mañanatevasdenuestrolado!—dijo—,¡cuántolosiento!—¡Teapena!—exclamóél,ymeparecióobservarensuspalabrasundolor tan

intensocomoelmío.Nopudehablar,peroél,cogiéndomelamano,dijo:—.Nuestrohermanoteama;¿loquierestúaél?Ensusilencioseexpresasuamor.

Anastasia,temblando,rompióallorar;yolaveíasóloaella,sóloenellapensaba,y,pasándoleelbrazoalrededordelcuerpo,ledije:

—¡Sí,teamo!—.Oprimióellasubocacontralamía,ymerodeóelcuelloconlasmanos; pero la lámpara se había caído al suelo, y la habitación quedó oscura,comoelcorazóndenuestropobreyqueridoAftánides.

Antesderayarelalbalevantóse,sedespidiódetodosbesándonosyemprendióelcamino.Habíaentregadoamimadretodosudineroparanosotros.Anastasiaeraminovia,ypocosdíasmástardeseconvirtióenmiesposa.

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Eslapuraverdad

(Deterganskevist!)

—¡Esuncasoespantoso!—exclamóunagallinadel extremoopuestodelpueblo,dondeelhechonohabía sucedido—. ¡Hapasadoalgoespantosoenelgallinerodeallá!Loqueesestanoche,noduermosola.Menosmalquesomostantas—.Ylescontóelcaso,yalasdemásgallinasseleserizaronlasplumas,yalgalloselecayólacresta.¡Eslapuraverdad!

Peroempecemosporelprincipio,pues lacosa sucedióenungallinerodelotroextremodelpueblo.Seponíaelsol,ylasgallinassesubíanasupercha;unadeellas,blancaypaticorta,poníasushuevoscontodaregularidadyeraunagallinadelomásrespetable.Unavezensupercha,sededicóaasearseconelpico,yenlaoperaciónperdióunapluma.

—¡Yavolóuna!—dijo—.Cuantomásmedesplumo,másguapaestoy—.Lodijoenbroma,puesdetodaslasgallinaseraladecaráctermásalegre;porlodemás,comoyadijimos,eralarespetabilidadpersonificada.Yluegosepusoadormir.

Elgallineroestabaaoscuras;lasgallinasestabanalineadasensupercha,perolacontiguaalanuestrapermanecíadespierta.Aquellaspalabraslashabíaoídoynolashabíaoído,comoamenudoconvienehacerenestemundo,siunoquierevivirenpazytranquilidad.Contodo,nopudocontenerseydijoalavecinadelotrolado:

—¿No has oído?No quiero citar nombres, pero lo cierto es que hay aquí unagallinaquesedesplumaparaparecermáshermosa.Siyofuesegallo,ladespreciaría.

Peroheaquíquemásarribadelasgallinasvivíalalechuza,consumaridoysuprole;todoslosmiembrosdelafamiliateníanunoídofinísimoyoyeronlaspalabrasde la gallina, y, oyéndolas, revolvieron los ojos, y la madre lechuza se puso aabanicarseconlasalas.

—¡Noescuchéisesascosas!Perohabéisoídoloqueacabandedecir,¿verdad?Yoloheoídoconmispropiasorejas;¡loqueoiránaún,laspobres,antesdequesemecaigan!Hayunagallinaquehastatalpuntohaperdidotodanocióndedecencia,queseestáarrancandotodaslasplumasalavistadelgallo.

—Prenezgardeauxenfants!—exclamóelpadre lechuza—.Estascosasno sonparaquelasoiganlosniños.

—Perovoyacontárseloa la lechuzadeenfrente.Es lamás respetabledeestosalrededores—.Yseechóavolar.

—¡Jujú, ujú!—y las dos se estuvieron así comadreando sobre el palomar delvecino, y luego contaron la historia a las palomas:—. ¿Habéis oído, habéis oído?¡Ujú!Hayunagallinaqueporamordelgallosehaarrancadotodaslasplumas.¡Yse

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moriráhelada,sinolohahechoya!¡Ujú!—¿Dónde,dónde?—arrullaronlaspalomas.—Enelcorraldeenfrente.Escomosilohubiesevistoconmisojos.Esuncaso

tanindecoroso,queunacasinoseatreveacontarlo,peroeslapuraverdad.—¡Lapurra,lapurraverrdad!—corearonlaspalomas,y,dirigiéndosealgallinero

deabajo:—.Hayunagallina—dijeron—,yhayquienafirmaquesondos,quesehanarrancado todas las plumas para distinguirse de las demás y llamar la atención delgallo.Eselcolmo…ypeligroso,además,puessepuedepescarunresfriadoymorirsedeunacalentura…Yparecequeyahanmuerto,¡lasdos!

—¡Despertad, despertad! —gritó el gallo subiéndose a la valla con los ojossoñolientos,perovociferandoatodopulmón:—.¡Tresgallinashanmuertovíctimasdesudesgraciadoamorporungallo!Searrancarontodaslasplumas.Esunahistoriahorrible,ynoquieroguardármelaenelbuche.¡Pasadla,quecorra!

—¡Qué corra! —silbaron los murciélagos—, y las gallinas cacarearon, y losgalloscantaron:—¡Quécorra,quecorra!Ydeestemodolahistoriafuepasandodegallineroengallinero,hastallegar,finalmente,aaqueldelcualhabíasalido.

—Soncincogallinas—decían—quesehanarrancadotodaslasplumasparaqueel gallo viera cómo habían adelgazado por su amor, y luego se picotearonmutuamente hasta matarse, con gran bochorno y vergüenza de su familia y granperjuicioparaeldueño.

Comoesnatural,lagallinaalaqueselahabíasoltadolaplumitanosereconociócomolaprotagonistadelsuceso,ysiendo,comoera,unagallinarespetable,dijo:

—Este tipo de gallinas merecen el desprecio general. ¡Desgraciadamente,abundanmucho! Éstas cosas no deben ocultarse, y haré cuanto pueda para que elhecho se publique en el periódico; que lo sepa todo el país. Se lo tienen bienmerecidolasgallinas,ytambiénsufamilia.

Ylacosaaparecióenelperiódico,enletrasdemolde,yeslapuraverdad:«Unaplumillapuedemuybienconvertirseencincogallinas».

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Lareinadelasnieves

(Snedronningen)

PRIMEREPISODIO

Tratadelespejoydeltrozodeespejo.

Atención, que vamos a empezar. Cuando hayamos llegado al final de esta partesabremosmásqueahora;puesestahistoria tratadeunduendeperverso,unodelospeores,¡cómoqueeraeldiabloenpersona!Undíaestabademuybuenhumor,pueshabíaconstruidounespejodotadodeunacuriosapropiedad:todolobuenoylobelloqueenélsereflejabaseencogíahastacasidesaparecer,mientrasqueloinútilyfeodestacaba y aún se intensificaba.Los paisajesmás hermosos aparecían en él comoespinacashervidas,ylaspersonasmásvirtuosasresultabanrepugnantesoseveíanenposición invertida, sin troncoycon lascaras tancontorsionadas,queera imposiblereconocerlas;ysiunoteníaunapeca,podíatenerlacertezadequeseleextenderíaporlabocaylanariz.Eramuydivertido,decíaeldiablo.Siunpensamientobuenoypiadoso pasaba por la mente de una persona, en el espejo se reflejaba una risasardónica, y el diablo se retorcía de puro regocijo por su ingeniosa invención.Cuantosasistíanasuescueladebrujería—puesmanteníaunaescuelaparaduendes— contaron en todas partes que había ocurrido un milagro; desde aquel día,afirmaban, podía verse cómo son en realidad el mundo y los hombres. Dieron lavuelta alGlobo con el espejo, y, finalmente, no quedóya un solo país ni una solapersonaquenohubieseaparecidodesfiguradaenél.Luegoquisieronsubiralmismocielo,deseososdereírseacostadelosángelesydeDiosNuestroSeñor.Cuantomásseelevabanconsuespejo,tantomássereíaéstesarcásticamente,hastatalpuntoquea duras penas podían sujetarlo. Siguieron volando y acercándose a Dios y a losángeles,yheaquíqueelespejotuvotalaccesoderisa,quesesoltódesusmanosycayó a la Tierra, donde quedó roto en cien millones, qué digo, en billones defragmentosyaúnmás.Yjustamenteentoncescausómás trastornosqueantes,puesalgunosdelospedazos,deltamañodeungranodearena,dieronlavueltaalmundo,deteniéndose en los sitios donde veían gente, la cual se reflejaba en elloscompletamentecontrahecha,obienselimitabanareproducirsóloloirregulardeunacosa,puescadaunodelosminúsculosfragmentosconservabalamismavirtudqueelespejoentero.Aalgunaspersonas,unodeaquellospedacitosllegóametérselesenelcorazón,yelresultadofuehorrible,pueselcorazónselesvolviócomountrozode

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hielo.Variospedazoserandel tamañosuficienteparaservirdecristalesdeventana;peroeramuydesagradablemiraralosamigosatravésdeellos.Otrosfragmentosseemplearonparamontaranteojos,ycuandolaspersonassecalabanestos lentesparaver bien y con justicia, huelga decir lo que pasaba. El diablo se reía a reventar,divirtiéndosedelolindo.Peroalgunospedazosdiminutosvolaronmáslejos.Ahoravasaoírlo.

SEGUNDOEPISODIO

Unniñoyunaniña.

Enlagranciudad,dondeviventantaspersonasysealzantantascasasquenoquedasitioparaquetodostenganunjardincito—porloquelamayoríahandecontentarsecon cultivar flores en macetas—, había dos niños pobres que tenían un jardín unpoquitomásgrandequeuntiesto.Noeranhermanoyhermana,perosequeríancomosilofueran.Lospadresvivíanenlasbuhardillasdedoscasascontiguas.Enelpuntodondesetocabanlostejadosdelascasas,yelcanalóncorríaentreellos,seabríaunaventanitaencadaunode losedificios;bastabaconcruzarel canalónparapasardeunaaotradelasventanas.

Lospadresdelosdosniñosteníanalexteriordosgrandescajonesdemadera,enlosqueplantabanhortalizaspara lacocina;encadaunocrecíaunpequeñorosal,ymuyhermosoporcierto.Heaquíquealospadresselesocurriólaideadecolocarloscajonesde través sobreel canalón,demodoquealcanzasendeunaaotraventana,con lo que parecían dos paredes de flores. Zarcillos de guisantes colgaban de loscajones,ylosrosaleshabíanechadolargasramas,quesecurvabanalencuentrounadeotra;eraunaespeciedearcode triunfodeverdorydeflores.Comoloscajoneseranmuyaltos,ylosniñossabíanquenodebíansubirseaellos,amenudoselesdabapermisoparavisitarse;entonces,sentadosensustaburetesbajolasrosas,jugabanenbuenapazyarmonía.

En invierno, aquel placer se interrumpía. Con frecuencia, las ventanas estabancompletamente heladas. Entonces los chiquillos calentaban a la estufamonedas decobre, y, aplicándolas contra el hielo que cubría al cristal, despejaban en él unamirilla,detrásdelacualasomabaunojocariñosoydulce,unoencadaventana;eranlosdelniñoydelaniña;élsellamabaCarlos,yella,Margarita.Enveranoerafácilpasardeunsaltoalacasadelotro,peroeninviernohabíaquebajarysubirmuchasescaleras, y además nevaba copiosamente en la calle. Es un enjambre de abejasblancas—decíalaabuela,queeramuyviejecita.

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—¿Tienentambiénunareina?—preguntóundíaelchiquillo,puessabíaquelasabejasdeverdadlatienen.

—¡Claroquesí!—respondió laabuela—.Vuelaenelcentrodelenjambre,conlasmásgrandes,ynuncaseposaenelsuelo,sinoquesevuelvevolandoalanegranube.Algunasnochesdeinviernovuelaporlascallesdelaciudadymiraalinteriordelasventanas,yentonceséstassehielandeunamaneraextraña,cubriéndosecomodeflores.

—¡Sí, ya lo he visto!—exclamaron los niños a dúo; y entonces supieron queaquelloeraverdad.

—¿Ypodríaentraraquílareinadelasnieves?—preguntólamuchachita.—Déjalaqueentre—dijoelpequeño—.Lapondrésobrelaestufaysederretirá.Perolaabuelaleacaricióelcabelloysepusoacontarotrashistorias.Aquellanoche,estandoCarlitosensucasamediodesnudo,sesubióalasillaque

habíajuntoalaventanaymiróporelagujerito.Fueracaíanalgunoscoposdenieve,yunodeellos,elmayor,seposósobreelbordedeunodeloscajonesdeflores;fuecreciendoycreciendo,y se transformó, finalmente,enunadoncellavestidaconunexquisito velo blanco hecho como demillones de copos en forma de estrella. Erahermosa y distinguida, pero de hielo, de un hielo cegador y centelleante, y, sinembargo,estabaviva;susojosbrillabancomolímpidasestrellas,peronohabíapazyreposo en ellos. Hizo un gesto con la cabeza y una seña con la mano. El niño,asustado,saltóalsuelodeunbrinco;enaquelmomentopareciócomosidelantedelaventanapasaravolandoungranpájaro.Fueunasensacióncasireal.

Aldíasiguientehuboheladaconelcielosereno,yluegovinoeldeshielo;despuésapareciólaprimavera.Lucióelsol,brotaronlasplantas,lasgolondrinasempezaronaconstruir sus nidos; se abrieron las ventanas, y los niños pudieron volver a sujardincitodelcanalón,encimadetodoslospisosdelascasas.

Enverano, lasrosasflorecieroncontodosuesplendor.Laniñahabíaaprendidounacanciónquehablabaderosas,yenellapensabaalmirarlassuyas;ylacantóasucompañero,elcualcantóconella:

«Florecenenelvallelasrosas,Benditoseas,Jesús,quelashacestanhermosas».

Ylospequeños,cogidosdelasmanos,besaronlasrosasy,dirigiendolamiradaala clara luz del sol divino, le hablaron como si fuese elNiño Jesús. ¡Qué días tanhermosos! ¡Qué bello era todo allá fuera, junto a los lozanos rosales que parecíandispuestosaseguirfloreciendoeternamente!

Carlos y Margarita, sentados, miraban un libro de estampas en que serepresentabananimalesypajarillos,yentonces—elrelojacababadedarlascincoenelgrancampanario—dijoCarlos:

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—¡Ay,quépinchazoenelcorazón!¡Yalgomehaentradoenelojo!Laniñalerodeóelcuelloconelbrazo,yélparpadeaba,peronoseveíanada.—Creoqueyasalió—dijo;peronohabíasalido.Eraunodeaquellosgranitosde

cristaldesprendidosdelespejo,elespejoembrujado.Bienseacuerdandeél,deaquelhorrible cristal que volvía pequeño y feo todo lo grande y bueno que en él sereflejaba,mientrashacíaresaltartodolomaloyponíaderelievetodoslosdefectosdelascosas.PuesalpobreCarlitoslehabíaentradounodesustrocitosenelcorazón.¡Quépocotardaríaésteenvolvérselacomountémpanodehielo!Yanoledolía,peroallíestaba.

—¿Por qué lloras?—preguntó el niño—. ¡Qué fea te pones!No ha sido nada.¡Uf! —exclamó de pronto—, ¡aquella rosa está agusanada! Y mira cómo estátumbada. No valen nada, bien mirado. ¡Qué quieres que salga de este cajón!—ypegandounapatadaalcajón,arrancólasdosrosas.

—Carlos, ¿qué haces?—exclamó la niña; y al darse él cuenta de su espanto,arrancó una tercera flor, se fue corriendo a su ventana y huyó de la cariñosaMargarita.

Alcomparecerellamástardeconellibrodeestampas,ledijoCarlosqueaquelloeraparaniñosdepecho;ycadavezqueabuelitacontabahistorias,salíaélconalgunatontería. Siempre que podía, se situaba detrás de ella, y, calándose unas gafas, seponía a imitarla; lo hacía conmucha gracia, y todos los presentes se reían. Prontosuporemedarlosandaresylosmodosdehablardelaspersonasquepasabanporlacalle,ytodoloqueteníandepeculiarydefeo.Ylagenteexclamaba:—¡Tieneunacabezaextraordinariaestechiquillo—.Perotodoveníadelcristalqueporelojoselehabía metido en el corazón; esto explica que se burlase incluso de la pequeñaMargarita,quetantoloquería.

Susjuegoseranahoratotalmentedistintosdelosdeantes;eranmuyjuiciosos.Eninvierno,undíadenevada, sepresentóconunagran lupa,y sacandoalexteriorelextremodesuchaqueta,dejóquesedepositasenenellaloscoposdenieve.

—Miraporlalente,Margarita—dijo;ycadacoposeveíamuchomayor,yteníalaformadeunamagníficaflorodeunaestrelladediezpuntas;dabagustomirarlo.

—¡Fíjatequéarte!—observóCarlos—.Esmuchomásinteresantequelasfloresde verdad; aquí no hay ningún defecto, son completamente regulares. ¡Si no fueraporquesefunden!

Pocomástarde,elniño,conguantesysugrantrineoalaespalda,dijoaloídodeMargarita:

—Me han dado permiso para ir a la plaza a jugar con los otros niños—y semarchó.

Enlaplazanoerararoqueloschiquillosmásatrevidosatasensus trineosa loscochesdeloscampesinos,ydeestamanerapaseabanunbuentrechoarrastradospor

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ellos.Eramuydivertido.Cuandoestabanenlomejordeljuego,llegóungrantrineopintadodeblanco, ocupadoporunpersonaje envuelto enunapiel blancay tocadoconungorro,blancotambién.Eltrineodiodosvueltasalaplaza,yCarloscorrióaatarleelsuyo,dejándosearrastrar.Eltrineodesconocidocorríaavelocidadcreciente,yseinternóenlacallemáspróxima;elconductorvolviólacabezaehizounaseñaamistosaaCarlos,comosiyaloconociese.CadavezqueCarlostratabadesoltarse,elconductorlehacíaunsignoconlacabeza,yelpequeñosequedabasentado.Alfinsalierondelaciudad,ylanieveempezóacaertancopiosamente,queelchiquillonoveía siquiera la mano cuando se la ponía delante de los ojos; pero la carreracontinuaba.Élsoltó rápidamente lacuerdaparadesatarsedel trineograndeperodenada le sirvió; su pequeño vehículo seguía sujeto, y corrían con la velocidad delviento.Se puso a gritar, pero nadie lo oyó; continuabanevando intensamente, y eltrineo volaba, pegando de vez en cuando violentos saltos, como si salvase fosos ysetos.Carlosestabaaterrorizado;queríarezarelPadrenuestro,perosóloacudíaasumemorialatablademultiplicar.

Los copos de nieve eran cada vezmayores, hasta que, al fin, parecían grandespollosblancos.Derepentedieronunsaltoaunlado,eltrineosedetuvo,ylapersonaqueloconducíase incorporóenelasiento.Lapielyelgorroerandepuranieve,yante los ojos del chiquillo se presentó una señora alta y esbelta, de un blancoresplandeciente.EralaReinadelasNieves.

—Hemoscorridomucho—dijo—,pero,¡quéfrío!Méteteenmipieldeoso.Prosiguió, y lo sentó junto a ella en su trineo y lo envolvió en la piel.A él le

parecióquesehundíaenuntorbellinodenieve.—¿Todavíatienesfrío?—lepreguntólaseñora,besándoloenlafrente.¡Oh,sus

labios eran peor que el hielo, y el beso se le entró en el corazón, que ya de suyoestabamediohelado!Tuvolasensacióndequeibaamorir,peronodurómásqueuninstante;luegosesintióperfectamente,ydejódenotarelfrío.

«¡Mitrineo!¡Noolvidesmitrineo!»,pensóéldepronto;peroestabaatadoaunodelospollosblancos,elcualechoavolardetrásdeellosconeltrineoalaespalda.LaReinadelasNievesdiootrobesoaCarlos,yMargarita,laabuelaytodoslosdemásseborrarondesumemoria.

—Notevolveréabesar—dijoella—,puesdelocontrariotemataría.Carlos la miró; era muy hermosa; no habría podido imaginar un rostro más

inteligenteyatractivo.Yanoleparecíadehielo,comoantes,cuandolehabíaestadohaciendo señas a través de la ventana. A los ojos del niño era perfecta, y no leinspiraba temor alguno. Le contó que sabía hacer cálculo mental, hasta conquebrados;quesabíacuántasmillascuadradasycuántoshabitantesteníaelpaís.Ellaloescuchabasonriendo,yCarlosempezóapensarquetalveznosabíaaúnbastante.Y levantó los ojos al firmamento, y ella emprendió el vuelo con él, hacia la negra

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nube, entre el estrépito de la tempestad; el niño se acordó de una vieja canción.Pasaronvolandoporencimadeciudadesylagos,demaresypaíses;debajodeellosaullaban el gélido viento y los lobos, y centelleaba la nieve; y encima volaban lasnegrasyruidosascornejas;peroenlomásaltodelcielobrillaba,grandeyblanca,laluna,yCarlos laestuvocontemplandodurante toda la larganoche.AlamanecersequedódormidoalospiesdelaReinadelasNieves.

TERCEREPISODIO

Eljardíndelahechicera.

Pero,¿quéhacíaMargarita,alverqueCarlosnoregresaba?¿Dóndeestaríaelniño?Nadie lo sabía, nadie pudo darle noticias. Los chicos de la calle contaban que lohabíanvistoatarsutrineoaotromuygrandeyhermosoqueentróenlacalle,ysalióporlapuertadelaciudad.Todosignorabansuparadero;corrieronmuchaslágrimas,ytambién Margarita lloró copiosa y largamente. Después la gente dijo que habíamuerto,quesehabríaahogadoenelríoquepasabaporlasafuerasdelaciudad.

¡Ah,quédíasde inviernomás largosy tristes!Y llegó laprimavera,consusolconfortador.

—Carlosmurió;yanolotengo—dijolapequeñaMargarita.—Nolocreo—respondióelsol.—Estámuertoyhadesaparecido—dijolaniñaalasgolondrinas.—¡No lo creemos!—replicaron éstas; y al fin la propia Margarita llegó a no

creerlotampoco.—Mepondréloszapatoscoloradosnuevos—dijoundía—.LosqueCarlosnoha

vistoaún,ybajaréalríoapreguntarporél.Eraaúnmuytemprano.Diounbesoasuabuelita,quedormía,y,calzándoselos

zapatosrojos,saliósoladelaciudad,endirecciónalrío.—¿Es cierto que me robaste a mi compañero de juego? Te daré mis zapatos

nuevossimelodevuelves.Ylepareciócomosilasondaslehiciesenunasseñasraras.Sequitóloszapatos

rojos,quelegustabancondelirio,ylosarrojóalrío;perocayeronjuntoalaorilla,ylas leves ondas los devolvieron a tierra. Se habría dicho que el río no aceptaba laprendaqueellamásquería,porqueCarlosnoestabaenél.PeroMargarita,pensandoquenohabíaechadoloszapatoslobastantelejos,sesubióaunbotequeflotabaentrelos juncos y, avanzando hasta su extremo, arrojó nuevamente los zapatos al agua.Peroresultóqueelbotenoestabaamarradoy,conelmovimientoproducidopor la

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niña,sealejódelaorilla.Aldarsecuentalaniña,quisosaltaratierra,peroantesquepudiera llegar a popa, la embarcación sehabía separadoya cosadeunavarade lariberayseguíaalejándoseavelocidadcreciente.

Margarita, en extremo asustada, rompió a llorar, pero nadie la oyó aparte losgorriones,loscuales,nopudiendollevarlaatierra,seecharonavolaralolargodelaorilla, piando como para consolarla: «¡Estamos aquí, estamos aquí!». El boteavanzaba,arrastradoporlacorriente,yMargaritapermanecíadescalzaysilenciosa;los zapatitos rojos flotaban en pos de la barca, sin poder alcanzarla, pues éstanavegabaamayorvelocidad.

Lasdosorillaseranmuyhermosas,conlindasflores,viejosárbolesyladerasenlasquepacíanovejasyvacas;peronoseveíaniunserhumano.

«Acaso el ríome conduzca hasta Carlitos», pensóMargarita, y aquella idea ledevolviólaalegría.Sepusoenpieyestuvomuchashorascontemplandolahermosariberaverde,hastaquellegófrenteaungranjardínplantadodecerezos,enelquesealzabaunacasitaconextrañasventanasdecolorrojoyazul.Por lodemás, teníaeltejadodepaja,yfuerahabíadossoldadosdemadera,conelfusilalhombro.

Margarita los llamó, creyendo que eran de verdad; pero como es natural, norespondieron;seacercómuchoaellos,pueselríoimpelíaelbotehacialaorilla.

Laniñavolvió a llamarmás fuerte, y entonces salióde la casaunamujermuyvieja,muyvieja,queseapoyabaenunamuletilla;llevaba,paraprotegersedelsol,ungransombreropintadodebellísimasflores.

—¡Pobrepequeña!—dijolavieja—.¿Cómovinisteapararaesteríocaudalosoyrápidoquetehaarrastradotanlejos?

Y,entrandoenelagua, lamujersujetóelboteconsumuletilla, tiródeélhaciatierrayayudóaMargaritaadesembarcar.

Se alegró la niña de volver a pisar tierra firme, aunque la vieja no dejaba deinspirarleciertotemor.

—Venycuéntamequiéneresycómohasvenidoapararaquí—dijolamujer.Margarita se lo explicó todo,mientras lamujer no cesabademenear la cabeza

diciendo:«¡Hm,hm!».Ycuando laniñahubo terminadoypreguntadoa laviejasipor casualidad había visto aCarlitos, respondió ésta que no había pasado por allí,peroqueseguramentevendría.Nodebíaafligirseysí,encambio,probarlascerezas,ycontemplarsusflores,queeranmáshermosasquetodosloslibrosdeestampas,yademáscadaunasabíauncuento.TomóaMargaritadelamanoyentróconellaenlacasa,cerrandolapuertatrasdesí.

Lasventanaseranmuyaltas,yloscristales,decolores:rojo,azulyamarillo,porloquelaluzdeldíaresultabamuyextraña.Sobrelamesahabíaunplatodeexquisitascerezas, y Margarita comió todas las que le vinieron en gana, con permiso de ladueña.Mientrascomía, lavieja lapeinabaconunpeinedeoro,yelpelo se le iba

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ensortijandoyformandounpreciosomarcodoradoparasucaritacariñosa,redondayrosada.

—¡Siemprehesuspiradoportenerunaniñabonitacomotú—dijolavieja—.¡Yaverásquébienlopasamoslasdosjuntas!

Ymientras seguíapeinandoel cabellodeMargarita, ésta ibaolvidándosede suamiguitoCarlos,pueslaviejaposeíaelartedehechicería,aunquenofueraunabrujaperversa. Practicaba su don sólo para satisfacer algún antojo, y le habría gustadoquedarseconMargarita.Poresosalióalarosaleday,extendiendolamuletillahaciatodos los rosales, magníficamente floridos, hizo que todos desaparecieran bajo lanegratierra,sindejarseñalnirastro.TemíalamujerqueMargarita,alverlasrosas,seacordasedelassuyasydeCarlitosyescapase.

Entonces condujo a la niña al jardín. ¡Dios santo! ¡Qué fragancia y esplendor!Crecíanallítodaslasfloresimaginables;laspropiasdetodaslasestacionesaparecíanabiertas y magníficas; ningún libro de estampas podía comparársele. Margarita sepuso a saltar de alegría y estuvo jugando hasta que el sol se ocultó tras los altoscerezos.Entoncesfueconducidaaunabonitacama,conalmohadadesedarojallenadepétalosdevioletas,ysedurmióysoñócosascomosólolassueñaunareinaeldíadesuboda.

Aldíasiguientevolvióajugaralsolconlasflores,ydeestemodotranscurrieronmuchosdías.Margaritaconocíatodaslasflores,yapesardelasmuchasquehabía,leparecíaquefaltabauna,sinpoderprecisarcuál.Enunaocasiónenqueestabasentadacontemplandoelsombrerodelavieja,queteníapintadastantasflores,viotambiénlamás bella de todas: la rosa. La vieja se había olvidado de borrarla del sombrerocuandohizodesaparecerlasrestantesbajotierra.Pero,yasesabe,unonopuedeestarentodo.

—Ahoraquecaigoenello—exclamóMargarita—,¿nohayrosasaquí?Y se puso a recorrer los arriates, busca que busca, pero no había ninguna.

Entoncessesentóenelsueloyrompióallorar;suslágrimasardientescaíansobreunlugardonde sehabíahundidounode los rosales, y cuandohumedecieron el suelo,brotódeprontoelrosal,tanfloridocomoenelmomentodedesaparecer,yMargaritaloabrazó,ybesósusrosas,ylevolvieronalamemorialaspreciosasdesucasay,conellas,Carlitos.

—¡Ay,cómomeheentretenido!—exclamólaniña—.YoibaenbuscadeCarlos.¿No saben dónde está?—preguntó a las rosas—. ¿Creen que está vivo o que estámuerto?

—Muertonoestá—respondieronlasrosas—.Nosotrashemosestadodebajodelatierra,dondemorantodoslosmuertos,peroCarlosnoestaba.

—Gracias—dijoMargarita,y,dirigiéndosealasotrasflores,mirósuscálicesylespreguntó—:¿SabenporventuradóndeestáCarlos?

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Pero todas las flores tomaban el sol, ensimismadas en sus propias historias.Margaritaoyómuchísimas,peroningunadecíanadadeCarlos.

¿Quédecía,pues,laazucenadefuego?—Oye el tambor: «¡Bum, bum!». Son sólo dos notas, siempre «¡bum! ¡bum!».

Escuchaelplañidodelasmujeres.Escuchalallamadadelossacerdotes.Envueltaensulargomantorojo,lamujerestásobrelapira;lasllamaslarodean,asícomoasuesposo muerto. Pero la mujer hindú piensa en el hombre vivo que está entre lamultitud:enél,cuyosojossonmásardientesquelasllamas;enél,elardordecuyosojos agita su corazónmás que el fuego, que pronto reducirá su cuerpo a cenizas.¿Puedelallamadelcorazónperecerenlallamadelahoguera?

—Nocomprendounapalabradeloquedices—exclamóMargarita.—Puesésteesmicuento—replicólaazucena.¿Quédijolacampanilla?—Más arriba del sendero de montaña se alza un antiguo castillo. La espesa

siemprevivacreceentornodelosvetustosmurosrojos,hojacontrahoja,rodeandolaterraza.Allímoraunahermosadoncellaque,inclinándosesobrelabalaustrada,miraconstantementealcamino.Nohayenelrosalunarosamásfrescaqueella;ningunaflor demanzano arrancada por el viento flotamás ligera que ella; el crujido de suropajedesedadice:«¿Novieneaún?».

—¿TerefieresaCarlos?—preguntóMargarita.—Yohablotansólodemileyenda,demisueño—respondiólacampanilla.¿Quédiceelrompenieves?—Entre unos árboles hay una larga tabla, colgada de unas cuerdas; es un

columpio.Doslindaschiquillas—susvestidossonblancoscomolanieve,yensussombreros flotan largas cintas de seda verde— se balancean sentadas en él. Suhermano,queesmayor,estátambiénenelcolumpio,depie,rodeandolacuerdaconunbrazoparasostenerse,puestieneenunamanounaescudilla,yenlaotra,unapaja,y está soplando pompas de jabón. El columpio no para, y las pompas vuelan, conbellasirisaciones;laúltimaestáaúnadheridaalcanutilloysetuercealimpulsodelviento,pueselcolumpiosigueoscilando.Unperritonegro,ligerocomolaspompasdejabón,selevantasobrelaspatastraseras;tambiénélqueríasubiralcolumpio.Pasavolando el columpio, y el perro cae, ladrando furioso, y las pompas estallan. Uncolumpio,unaesferitadeespumaquerevienta;¡éstaesmicanción!

—Acasoseabonitoesoquecuentas,perolodicesdemodotantriste,yademásnohablasdeCarlitos.

¿Quédecíanlosjacintos?—Éranse tresbellashermanas,exquisitasy transparentes.Elvestidodeunaera

rojo;eldelasegunda,azul,yeldelatercera,blanco.Cogidasdelamanobailabanalbordedellagotranquilo,alasuaveluzdelaluna.Noeranelfos,sinosereshumanos.

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El aire estaba impregnado de dulce fragancia, y las doncellas desaparecieron en elbosque.Lafraganciasehizomásintensa;tresféretros,queconteníanalashermosasmuchachas, salieron de la espesura de la selva, flotando por encima del lago,rodeados de luciérnagas, que los acompañaban volando e iluminándolos con suslucecitas tenues. ¿Duermen acaso las doncellas danzarinas, o están muertas? Elperfumedelasfloresdicequehanmuerto;lacampanavespertinallamaaloficiodedifuntos.

—¡Qué tristezamecausas!—dijoMargarita—.¡Tuperfumees tan intenso!Nopuedodejardepensar en lasdoncellasmuertas. ¡Ay!, ¿estarámuertoCarlitos?Lasrosasestuvierondebajodelatierraydijeronqueno.

—¡Cling, clang! —sonaban los cálices de los jacintos—. No doblamos porCarlitos,noloconocemos.Cantamosnuestrapropiapena,laúnicaqueconocemos.

YMargaritapasóalbotóndeoro,queasomabaporentrelasverdesybrillanteshojas.

—¡Cómo brillas, solecito! —le dijo—. ¿Sabes dónde podría encontrar a micampanerodejuegos?

El botón de oro despedía un hermosísimo brillo y miraba a Margarita. ¿Quécanciónsabríacantar?TampocosereferíaaCarlos.Nosabíaquédecir.

—Elprimerdíadeprimavera,elsoldelbuenDioslucíaenunapequeñaalquería,prodigandosubenéficocalor;sus rayossedeslizabanpor lasblancasparedesde lacasa vecina, junto a las cuales crecían las primeras flores amarillas, semejantes aascuasdeoroalcontactodeloscálidosrayos.Laancianaabuelaestabafuera,sentadaensusilla; lanieta,una lindamuchachaqueservíaen laciudad,acababade llegarparaunabrevevisitaybesóasuabuela.Habíaoro,oropurodelcorazónensubeso.Oroenlaboca,oroenelalma,oroenaquellahoramatinal.Ahítienesmicuento—concluyóelbotóndeoro.

—¡Mipobre,miancianaabuelita!—suspiróMargarita—.Sindudameechademenosyestátristepensandoenmí,comoloestabapensandoenCarlos.Perovolveréprontoacasaylollevaréconmigo.Denadasirvequepreguntealasflores,lascualessabensólodesuspropiaspenas.Nomediránnada.

Y se arregazó el vestidito para poder andar más rápidamente; pero el lirio dePascua le golpeó en la pierna al saltar por encima de él. Se detuvo la niña y,considerandolaaltafloramarilla,lepreguntó:

—¿Acasotúsabesalgo?—yseagachósobrelaflor.¿Quéledijoésta?—Me veo a mí misma, me veo a mí misma. ¡Oh, cómo huelo! Arriba, en la

pequeñabuhardilla,está,mediodesnuda,unapequeñabailarina,queorasesostienesobreunapierna,orasobrelasdos,recorreconsuspiestodoelmundo,peroessólouna ilusión. Vierte agua de la tetera sobre un pedazo de tela que sostiene: es sucorpiño, ¡la limpiezaesunagrancosa!Elblancovestidocuelgadeungancho; fue

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Page 465: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

tambiénlavadoenlateteraysecadoeneltejado.Selopone,seponealrededordelcuelloelchalazafranado,yasí resaltamáselblancodelvestido. ¡Arriba lapierna!¡Miraquéalardeshacesobreuntallo!¡Meveoamímisma,meveoamímisma!¡Ohestoesmagnífico!

—¡Yquémeimportaesoamí!—dijoMargarita—.¿Aquévieneesahistoria?Yechóacorrerhaciaelextremodeljardín.La puerta estaba cerrada, pero ella forcejeó con el herrumbroso cerrojo hasta

descorrerlo;seabrióporfin,ylaniñaselanzóalvastomundoconlospiesdescalzos.Portresvecessevolvióamirar,peronadielaperseguía.Alfin,fatigadísima,sesentósobreunagranpiedra,yaldirigir lamiradaa sualrededor sediocuentadequeelveranohabíapasadoydequeestabayamuyavanzadoelotoño,cosaquenohabíapodido observar en el hermoso jardín, donde siempre brillaba el sol, y las florescrecíanentodaslasestaciones.

—¡Diosmío,cómomeheretrasado!—dijoMargarita—.¡Estamosyaenotoño;tengoquedarmeprisa!

Ysepusoenpieparareemprendersucamino.Pobrespiececitossuyos,¡quéheridosycansados!Asualrededortodoparecíafrío

ydesierto;laslargashojasdelossaucesestabanamarillas,yelrocíosedesprendíaengrandesgotas.Caíanlashojasunastrasotras;sóloelendrinoteníaaúnfruto,peroeraásperoycontraíalaboca.¡Ay,quégrisydifícilparecíatodoenelvastomundo!

CUARTOEPISODIO

Elpríncipeylaprincesa.

Margaritanotuvomásremedioquetomarseotrodescanso.Yheaquíqueenmediode la nieve, en el sitio donde se había sentado, saltó una gran corneja que llevababuenratoallícontemplandoalaniñaybamboleandolacabeza.Finalmente,ledijo:

—¡Crac,crac,buenosdías,buenosdías!Nosabíadecirlomejor,perosus intencioneseranbuenas,y lepreguntóadónde

ibatansolaporaquellosmundosdeDios.Margaritacomprendiómuybienlapalabra«sola»yelsentidoqueencerraba.Contó,pues,alacornejatodasuhistoriayluegolepreguntósihabíavistoaCarlos.

Lacornejahizoungestosignificativoconlacabezayrespondió:—¡Alomejor!—¿Cómo? ¿Crees que lo has visto? —exclamó la niña, besando al ave tan

fuertementequeporpocolaahoga.

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—¡Cuidado, cuidado!—protestó la corneja—.Me parece que eraCarlitos. Sinembargo,tehaolvidadoporlaprincesa.

—¿Viveconunaprincesa?—preguntóMargarita.—Sí, escucha—dijo la corneja—; pero me resulta difícil hablar tu lengua. Si

entendieseslanuestra,telopodríacontarmejor.—Losiento,peronolasé—respondióMargarita—.Miabuelitasílaentendía,y

tambiénlalenguadelaspes.¡Quélástima,queyonolaaprendiera!—Noimporta—contestólacorneja—.Telocontarélomejorquesepa;claroque

resultarámuydeficiente.Yleexplicóloquesabía.—Enestereinoenquenosencontramos,viveunaprincesadelomásinteligente;

tanto,queseha leídotodos losperiódicosdelmundo,y loshavueltoaolvidar.Yaves si es lista. Uno de estos días estaba sentada en el trono—lo cual no esmuydivertido,segúndicen—;elhechoesquesepusoacanturrearunacanciónquedecíaasí:«¿Ysimebuscaraunmarido?».«Oye,esomerecesermeditado»,pensó,ytomólaresolucióndecasarse.Peroqueríaunmaridoquesupierarespondercuandoellalehablara; unmaridoqueno se limitase a permanecer plantadoy lucir su distinción;esto eramuy aburrido.Convocó entonces a todas las damas de laCorte, y cuandoellasoyeronloquelaReinadeseaba,sepusieronmuycontentas.«¡Estomegusta!—exclamaron todas—; hace unos días que yo pensaba también en lo mismo». Teadviertoquetodoloquedigoesverdad—observólacorneja—.Loséporminovia,quetienelibreentradaenpalacio;estádomesticada.

La novia era otra corneja, claro está. Pues una corneja busca siempre a unasemejantey,naturalmente,essiempreotracorneja.

—Losperiódicosaparecieronenseguidaconelmonogramadelaprincesadentrodeunaorladecorazones.Podíaleerseenellosquetodojovendebuenparecerestabaautorizado a presentarse en palacio y hablar con la princesa; el que hablase condesenvoltura y sin sentirse intimidado, y desplegase la mayor elocuencia, seríaelegido por la princesa como esposo. Puedes creerme —insistió la corneja—, esverdad,tanverdadcomoqueestoyahoraaquí.Acudióunamultituddehombres,todoeranaglomeracionesycarreras,peronadasaliódeello,nielprimerdíanielsegundo.Todos hablaban bien mientras estaban en la calle; pero en cuanto franqueaban lapuertadepalacioyveíanloscentinelasenuniformeplateadoyloscriadosconlibreadeoroenlasescaleras,ylosgrandessalonesiluminados,perdíanlacabeza.Ycuandosepresentabananteel tronoocupadoporlaprincesa,nosabíanhacerotracosaquerepetirlaúltimapalabraqueelladijera,yestoalaprincesanoleinteresabanipizca.Eracomosialllegaralsalóndeltronoseleshubiesemetidorapéenelestómagoyhubiesen quedado aletargados, no despertando hasta encontrarse nuevamente en lacalle;entoncesrecobrabanelusodelapalabra.Yhabíaunaenormecolaquellegaba

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desdeelpalaciohastalapuertadelaciudad.Yoestabatambién,comoespectadora.Ypasaban hambre y sed, pero en el palacio no se les servía ni un vaso de agua.Algunos,máslistos,sehabíantraídobocadillos,peronocreasqueloscompartieranconelvecino.Pensaban:«Mejorque tengacaradehambriento, asíno loquerrá laprincesa».

—Pero,¿yCarlos,yCarlitos?—preguntóMargarita—.¿Cuándollegó?¿Estabaentrelamultitud?

—Espera,espera,yasaldráCarlitos.Eltercerdíasepresentóunpersonajito,sincaballonicoche,peromuyalegre.Susojosbrillabancomolostuyos,teníauncabellolargoyhermoso,perovestíapobremente.

—¡EraCarlos!—exclamóMargarita,alborozada—.¡Oh,loheencontrado!Ydiounapalmada.—Llevabaunpequeñomorralalaespalda—prosiguiólacorneja—.No,debíade

sersutrineo—replicóMargarita—,puessemarchóconeltrineo.—Esmuyposible—admitiólacorneja—,nomefijébien;peroloquesísé,por

minoviadomesticada,esqueeltalindividuo,alllegaralapuertadepalacioyverlaguardia enuniformedeplata y a los criadosde la escalera en libreadorada, no seturbólomásmínimo,sinoque,saludándolesconungestodelacabeza,dijo:«Debeserpesadoestarseen laescalera;yoprefieroentrar».Lossaloneseranunascuadeluz;losconsejerosprivadosydeEstadoandabandescalzosllevandofuentesdeoro.Todoerasolemneymajestuoso.Loszapatosdelreciénllegadocrujíanruidosamente,peroélnoseinmutó.

—¡Es Carlos, sin duda alguna!—repitió Margarita—. Sé que llevaba zapatosnuevos.Oícrujirsussuelasencasadeabuelita.

—¡Yalocreoquecrujían!—prosiguiólacorneja—,ynuestrohombresepresentóalegrementeantelaprincesa,lacualestabasentadasobreunagranperla,deltamañodeuntornodehilar.TodaslasdamasdelaCorte,consusdoncellasylasdoncellasdelasdoncellas,ytodosloscaballerosconsuscriadosyloscriadosdeloscriados,queasuvez teníanasistente,estabancolocadosensemicírculo;ycuantomáscercade lapuerta,másorgullososparecían.Alasistentedelcriadodelcriado,quevasiempreenzapatillas,unocasinoseatreveamirarlo;taleslaaltivezconqueseestájuntoalapuerta.

—¡Debeserterrible—exclamóMargarita—.¿YvasadecirmequeCarlossecasóconlaprincesa?

—De no haber sido yo corneja me habría quedado con ella, y esto que estoyprometido.Parecequeélhablótanbiencomolohagoyocuandohabloenmilengua;así me lo ha dicho mi novia domesticada. Era audaz y atractivo. No se habíapresentadoparaconquistaralaprincesa,sinosóloparaescucharsuconversación.Ylaprincesalegustó,yella,porsuparte,quedómuysatisfechadeél.

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—Sí,seguroqueeraCarlos—dijoMargarita—.¡Siemprehasidotaninteligente!Fíjate que sabía calcular de memoria con quebrados. ¡Oh, por favor, llévame alpalacio!

—¡Niña,quéprontolodices!—replicólacorneja—.Tendréqueconsultarloconmi novia domesticada; seguramente podrá aconsejarnos, pues de una cosa estoyseguro:que jamásunachiquillacomotúseráautorizadaaentrarenpalaciopor losprocedimientosreglamentarios.

—¡Sí,medaránpermiso!—afirmóMargarita—.CuandoCarlossepaquesoyyo,saldráenseguidaabuscarme.

—Aguárdame en aquella cuesta —dijo la corneja, y, saludándola con unmovimientodelacabeza,sealejóvolando.

Cuandoregresó,anochecíaya.—¡Rah! ¡rah! —gritó—. Ella me ha encargado que te salude, y ahí va un

panecilloquesacódelacocina.Allíhaymuchopan,ytúdebesdeestarhambrienta.Noesposiblequeentresenelpalacio;vasdescalza; loscentinelasenuniformedeplatayloscriadosenlibreadeoronotelopermitirán.Peronollores,deunmodouotro te introducirás. Mi novia conoce una escalerita trasera que conduce aldormitorio,ysabedóndehacerseconlasllaves.

Sefueronaljardín,alagranavenidadondelashojascaíansinparar;ycuandoenel palacio se hubieron apagado todas las luces una tras otra, la corneja condujo aMargaritaaunapuertatraseraqueestabaentornada.

¡Oh,cómolepalpitabaalaniñaelcorazón,deangustiaydeanhelo!Leparecíacomosifueraacometerunamalaacción,y,sinembargo,sóloqueríasabersiCarlosestabaallí.Queestaba,eracasiseguro;yensuimaginaciónveíasusojosinteligentes,sulargocabello;loveíasonreírcómoantes,cuandosereuníanencasaentrelasrosas.Sindudaestaríacontentodeverla,deenterarsedellargocaminoquehabíarecorridoensubusca;desaberlaafliccióndetodoslossuyosalnoregresarél.¡Oh,quémiedo,y,alavez,quécontento!

Llegaronalaescalera, iluminadaporunalamparillacolocadasobreunarmario.En el suelo esperaba la corneja domesticada, volviendo la cabeza en todasdirecciones. Miró a Margarita, que la saludó con una inclinación, tal como leenseñaralaabuelita.

—Mi prometido me ha hablado muy bien de usted, señorita—dijo la cornejadomesticada—.Subiografía,comovulgarmentesedice,osea,lahistoriadesuvida,es,porotraparte,muyconmovedora.Hagaelfavordecogerlalámpara,yyoguiaré.Lomejoresirdirectamenteporaquí,asínoencontraremosanadie.

—Tengolaimpresióndequealguiennossigue—exclamóMargarita;enefecto,algopasóconunsilbido;erancomosombrasquesedeslizabanporlapared,caballosdeflotantesmelenasydelgadaspatas,cazadores,caballerosydamascabalgando.

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—Sonsueñosnadamás—dijolacorneja—.VienenabuscarlospensamientosdeSuAltezapara llevárselosdecaza.Tantomejor,asípodráustedcontemplarlaasusanchasenlacama.Peroconfíoenque,siesustedelevadaaunacondiciónhonoríficaydistinguida,darápruebasdeseragradecida.

—Nohablemosahoradeeso—intervinolacornejadelbosque.Llegaronalprimer salón, tapizadodecolorde rosa, conhermosas flores en las

paredes.Pasabanallílossueñosrumoreando,perotanvertiginosos,queMargaritanopudoveralosnoblespersonajes.Cadasalónsuperabaalanteriorenmagnificencia;eraparaperderlacabeza.Alfinllegaronaldormitorio,cuyotechoparecíaunagranpalmeraconhojasdecristal,perocristalprecioso;enelcentro,deungruesotallodeoro,colgabandoscamas,cadaunasemejanteaunlirio.Enlaprimera,blanca,dormíalaprincesa;enlaotra,roja,MargaritadebíabuscaraCarlos.Separóunadelashojasencarnadasyviouncuellomoreno. ¡EraCarlos!Pronunciósunombreenvozalta,acercandolalámpara—lossueñosvolvieronapasarvelocesporlahabitación—,élsedespertó,volviólacabezay…¡noeraCarlos!

El príncipe se le parecía sólo por el pescuezo, pero era joven y guapo. Laprincesa, parpadeando por entre la blanca hoja de lirio, preguntó qué ocurría.Margaritarompióallorarylecontótodasuhistoriayloqueporellahabíanhecholascornejas.

¡Pobre pequeña!—exclamaron los príncipes; elogiaron a las cornejas y dijeronquenoestabanenfadados,aunqueaquellonodebíarepetirse.Porlodemás,recibiríanunarecompensa.

¿Prefierenmarcharselibremente—preguntólaprincesa—oquedarseenpalacioencalidaddecornejasdeCorte,conderechoatodoslosdesperdiciosdelacocina?

Lasdoscornejasseinclinaronrespetuosamenteymanifestaronqueoptabanporelempleofijo,puespensabanenlavejezyenqueseríamuyagradablecontarconalgopositivoparacuandoaquéllallegase.

ElpríncipeselevantódelacamaylacedióaMargarita;realmentenopodíahacermás.Ellacruzólasmanos,pensando:«¡Québuenassonlaspersonasylosanimales,despuésdetodo!»,ycerrandolosojos,sequedódormida.Acudierondenuevotodoslos sueños, y creyó ver angelitos deDios que guiaban un trineo en el que viajabaCarlos, el cual la saludaba con la cabeza. Pero todo aquello fue un sueño, y sedesvanecióenelmomentodedespertarse.

Aldíasiguientelavistierondesedayterciopelodepiesacabeza.Lainvitaronaquedarseenpalacio,dondelopasaríamuybien;peroellapidiósólouncochecitoconuncaballoyunpardezapatitos,paraseguircorriendoelmundoenbuscadeCarlos.

Le dieron zapatos y un manguito y la vistieron primorosamente, y cuando sedispusoapartir,habíaen lapuertaunacarrozanuevadeoropuro; losescudosdelpríncipe y de la princesa brillaban en ella como estrellas. El cochero, criados y

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postillones—puesnofaltabantampocolospostillones—,llevabansendascoronasdeoro.Lospríncipesenpersonalaayudaronasubiralcocheyledesearontodaclasedeventuras.Lacornejasilvestre,queyasehabíacasado,laacompañóuntrechodetresmillas, posada a su lado, pues no podía soportar ir de espaldas.La otra corneja sequedó en la puerta batiendo de alas; no siguió porque desde que contaba con unempleofijo,sufríadedoloresdecabeza,puescomíaconexceso.Elinteriordelcocheestabaacolchadoconcosquillasdeazúcar,yenelasientohabíafrutaymazapán.

—¡Adiós, adiós! —gritaron el príncipe y la princesa; y Margarita lloraba, ylloraba también la corneja—. Al cabo de unas millas se despidió también ésta, yresultómuyduraaquelladespedida.Sesubióvolandoaunárbol,ypermanecióenélagitandolasnegrasalashastaquedesaparecióelcoche,querelucíacomoelsol.

QUINTOEPISODIO

Lapequeñabandolera.

Avanzabanatravésdelbosquetenebroso,ylacarrozarelucíacomounaantorcha.Subrilloeratanintenso,quelosojosdelosbandidosnopodíanresistirlo.

—¡Esoro,esoro!—gritaban,y,arremetiendoconfuria,detuvieronloscaballos,dieron muerte a los postillones, al cochero y a los criados y mandaron apearse aMargarita.

—Estágorda,apetitosa,laalimentaronconnueces—dijolaviejadelosbandidos,queerabarbudayteníaunascejasquelecolgabanporencimadelosojos.

—Serásabrosacomouncorderillobiencebado.¡Semehace labocaagua!—ysacósuafiladocuchillo,quedabamiedodebrillantequeera.

—¡Ay!—gritóalmismotiempo,puessupropiahija,queselehabíasubidoalaespalda,acababadepegarleunmordiscoenlaoreja;erasalvajeyendiabladacomoellasola.

—Malditarapaza!—exclamólamadre,renunciandoadegollaraMargarita.—¡Jugaráconmigo!—dijolaniñadelosbandoleros.—Medarásumanguitoysulindovestido,ydormiráenmicamaypegóalavieja

otromordisco,quelahizosaltarydarvueltas,mientraslosbandidosreíanydecían:—¡Cómobailaconsugolfilla!—¡Quiero subir al coche!—gritó la pequeña salvaje, y hubo que complacerla,

pues eramalcriada y terca como ella sola. Ella yMargarita subieron al carruaje ysalieron a galope a campo traviesa. La hija de los bandoleros era de la edad deMargarita, pero más robusta, ancha de hombros y de piel morena. Tenía los ojos

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negros,demiradacasitriste.RodeandoaMargaritaporlacintura,ledijo:—Notemataránmientrasyonomeenfadecontigo¿Eresunaprincesa,verdad?—No—respondió Margarita, y le contó todas sus aventuras y lo mucho que

ansiabaencontrarasuCarlitos.Laotralamirabamuyseriamente;hizounsignoconlacabezaydijo:—Notematarán,aunqueyomeenfade;entoncesloharéyomisma.Y secó los ojos deMargarita y metió las manos en el hermosomanguito, tan

blandoycaliente.El coche se detuvo; estaban en el patio de un castillo de bandoleros, todo él

derruidodearribaabajo.Cuervosycornejassalíanvolandodelosgrandesorificios,yenormesperrosmastines,cadaunodeloscualesparecíacapazdetragarseunhombre,saltabansinladrar,pueslesestabaprohibido.

Enlaespaciosasala,viejayahumada,ardíaungranfuegoenelcentrodelsuelodepiedra;elhumoseesparcíapordebajodel techo,buscandounasalida.Cocíaungrancalderodesopa,almismotiempoqueasabanliebresyconejos.

—Estanochedormirás solaconmigoyconmisanimalitos—dijo lahijade losbandidos.

Ledierondecomerybeber,yluegolasdosniñasseapartaronaunrincóndondehabíapajayalfombras.Encima,posadasenestacasyperchas,habíauncentenardepalomas,dormidasalparecer,peroquesemovieronunpocoalacercarselaschicas.

—Todassonmías—dijolahijadelosbandidos,y,sujetandounaporlospies,lasacudió violentamente, haciendo que el animal agitara las alas—. ¡Bésala!—gritó,apretándolacontralacaradeMargarita—.Allíestánlaspalomastorcaces,lasbuenaspiezas —y señaló cierto número de barras clavadas ante un agujero en la partesuperior de la pared—. También son torcaces aquellas dos; si no las tenemosencerradas,escapan;yésteesmipreferido—yasídiciendo,agarróporloscuernosunreno,queestabaatadoporunrelucienteanillodecobreentornoalcuello—.Nohaymásremedioquetenerlosujeto,delocontrariohuye.Todaslasnocheslehagocosquillasenelcuelloconelcuchillo,ytienemiedo.

Ylachiquilla,sacandounlargocuchillodeunarendijadelapared,lodeslizóporelcuellodelreno.Elpobreanimaltodoerapatalear,ylachicavengareírse.LuegometióaMargaritaenlacamaconella.

—¿Duermessiempreconelcuchilloatulado?—preguntóMargarita,mirandoelarmaunsiesnoesnerviosa.

—¡Desde luego!—respondió la pequeña bandolera—. Nunca sabe una lo quepuedeocurrir.PerovuelveacontarmeloquemedijisteantesdeCarlitosyporquétefuisteporesosmundos.

Margaritalerepitiósuhistoriadesdeelprincipio,mientraslaspalomastorcacesarrullabanensujaulaylasdemásdormían.Lahijadelosbandidospasóunbrazoen

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Page 472: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

tornoalcuellodeMargarita,y,conelcuchilloenlaotramano,sepusoadormiryaroncar.Margarita,encambio,nopodíapegarlosojos,puesnosabíasiseguiríavivaosi debía morir. Los bandidos, sentados alrededor del fuego, cantaban y bebían,mientras laviejanocesabadedarvolteretas.ElespectáculoresultabahorribleparaMargarita.

Enestodijeronlaspalomastorcaces:—¡Ruk, ruk!, hemos visto aCarlitos.Un pollo blanco llevaba su trineo, él iba

sentadoen lacarrozade laReinade lasNieves,quevolabaporencimadelbosquecuandonosotrasestábamosenelnido.Soplósobrenosotrasymurierontodasmenosnosotrasdos.¡Ruk,ruk!

—¿Quéestándiciendoahíarriba?—exclamóMargarit—.¿AdóndeibalaReinadelaNieves?¿Sabéisalgo?

—AlparecersedirigíaaLaponia,dondehaysiemprenieveyhielo.Preguntaalrenoatadoahí.

—Allíhayhieloynieve,¡quémagníficoesaquelloyquébienseestá!—dijoelreno—.Saltaunoconlibertadporlosgrandespradosrelucientes.AllítienelaReinadelasNievessutiendadeverano;perosupalacioestácercadelPoloNorte,enlasislasquellamanSpitzberg.

—¡Oh,Carlos,Carlitos!—suspiróMargarita.—¿Nopuedesestartequieta?—lariñólahijadelosbandidos—¿oquieresquete

claveelcuchilloenlabarriga?AlamañanasiguienteMargaritalecontótodoloquelehabíandicholaspalomas

torcaces;lamuchachasequedómuyseria,moviólacabezaydijo:—¡Quémásda,quémásda!¿SabesdóndeestáLaponia?—preguntóalreno.—¿Quién lo sabríamejor que yo?—respondió el animal, y sus ojos despedían

destellos—.Allínacíymecrié.¡Cómohebrincadoporsuscamposdenieve!—¡Escucha! —dijo la muchacha a Margarita—. Ya ves que todos nuestros

hombressehanmarchado,peromimadresigueencasa.Mástardeempinaráelcodoyecharásusiestecita;entoncesharéalgoporti—.Saltandodelacama,cogióasumadreporelcuelloy,tirándoledelosbigotes,ledijo:

—¡Buenosdías,midulcechivo!Laviejacorrespondióasuscariciasconvarioscapirotazosquelepusierontodala

narizamoratada;peronoerasinounamuestradecariño.Cuandolavieja,trasunoscopiosostragos,seentregóalaconsabidasiestecita,la

hija llamó al reno y le dijo: —Podría divertirme aún unas cuantas vecescosquilleándote el cuello con la punta de mi afilado cuchillo; ¡estás entonces tangracioso! Pero es igual, te desataré y te ayudaré a escapar, para que temarches aLaponia.PerocuidadebrincarconánimosydeconduciraestaniñaalpalaciodelaReina de lasNieves, donde está su compañero de juegos. Ya oíste su relato, pues

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hablababastantealtoytúescuchabas.El reno pegó un brinco de alegría. La muchacha montó a Margarita sobre su

espalda,cuidandodesujetarlafuertementeydándoleunaalmohadaparasentarse.—Asíestásbien—dijo—,ahítienestusbotasdepiel,pueshacefrío;peroyome

quedoconelmanguito;esdemasiadoprecioso.Notevasahelarporeso.Tedarélosgrandesmitonesdemimadrequetellegaránhastaelcodo;póntelos…así;ahoratusmanosparecenlasdemimadre.

Margaritallorabadealegría.—No puedo verte lloriquear —dijo la hija de los bandidos—. Debes estar

contenta;ahítienesdospanesyunjamónparaquenopaseshambre.Atólasvituallasalagrupadelreno,abriólapuerta,hizoentrartodoslosperrosy,

cortandolacuerdaconsucuchillo,dijoalreno:—¡Agalope,peromuchocuidadoconlaniña!Margarita alargó las manos, cubiertas con los grandes mitones, hacia la

muchachita, para despedirse de ella, y enseguida el reno emprendió la carrera acampo traviesa, por el inmenso bosque, por pantanos y estepas, a toda velocidad.Aullabanloslobosygraznabanloscuervos;delcielollegabaunsonidode«¡p-ff,p-ff!»,comosiestornudasen.

—¡Sonmisaurorasboreales!—dijoelreno—.Miracómobrillan.Yredobló lavelocidad,díaynoche.Seacabaron lospanesyel jamón,yal fin

llegaronaLaponia.

SEXTOEPISODIO

Lalaponaylafinesa.

Hicieronalto frenteaunacasitadeaspectomuypobre.El tejado llegabahastaelsuelo,ylapuertaeratanbajaque,paraentrarysalir,lafamiliateníaquearrastrarse.Nadiehabíaenlacasa,aparteunaviejalaponaquecocíapescadoenunalámparadeaceite.ElrenocontótodalahistoriadeMargarita,aunquedespuésdehaberrelatadolapropia,queestimabamuchomásimportante.Laniñaestabatanateridadefrío,quenopodíahablar.

—¡Pobres!—dijo lamujer lapona—. ¡Loque les queda aúnpor andar!Tienenque correr centenares de millas antes de llegar a Finlandia, que es donde vive laReina de lasNieves, y todas las noches enciende un castillo de fuegos artificiales.Escribiréunaslíneassobreunbacalaoseco,puespapelnotengo,yloentregaréisalafinesadealláarriba.Ellapodráinformarosmejorqueyo.

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Page 474: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

Y cuandoMargarita se hubo calentado y saciado el hambre y la sed, lamujerescribióunaspalabrasenunbacalaosecoy,recomendandoalaniñaquecuidasedeno perderlo, lo ató al reno, el cual reemprendió la carrera. «¡P-ff! ¡P-ff!», seguíarechinandoenelcielo;ydurantetodalanochelucieronmagníficasaurorasborealesazules.LuegollegaronaFinlandia,yllamaronalachimeneadelamujerfinesa,yaquepuertanohabía.

Latemperaturadelinterioreratanelevada,quelamismafinesaibacasidesnuda;eramenuda y en extremo sucia. Se apresuró a quitar los vestidos aMargarita, asícomo los mitones y botas, ya que de otro modo el calor se le habría hechoinsoportable;pusounpedazodehielosobrelacabezadelrenoyluegoleyólaslíneasescritas en el bacalao.Las leyópor tres veces, hasta que se las hubo aprendidodememoria, y a continuación echó el pescado en el caldero de la sopa, pues eraperfectamentecomestible,yaquellamujeratodolehallabasuaplicación.

EntonceselrenoempezóacontarsuhistoriaydespuésladeMargarita.Lamujerfinesaselimitabaapestañear,sindecirunapalabra.

—Eres muy lista —dijo el reno—. Sé que puedes atar todos los vientos delmundo con una hebra. Cuando el marino suelta uno de los cabos, tiene vientofavorable;sisueltaotro,elvientoarrecia,ysidejaelterceroyelcuarto,entoncesselevantaunatempestadquederribalosárboles.¿Noquerríasprocuraraestaniñaunelixir que le dé la fuerza de doce hombres y le permita dominar a laReina de lasNieves?

—¡Lafuerzadedocehombres!—dijolafinesa—.Nocreoquesirvieradegrancosa.

Y, dirigiéndose a un anaquel, cogió una piel arrollada y la desenrolló. Habíaescritasenellaunasletrasmisteriosas,ylamujersepusoaleercontantoesfuerzo,queelsudorlemanabadelafrente.

PeroelrenorogócontantainsistenciaenprodeMargarita,yéstamiróalamujerconojos tan suplicantesy llenosde lágrimas,que la finesavolvióapestañeary sellevóalanimalaunrincón,dondeledijoaloído,mientrasleponíasobrelacabezaunnuevopedazodehielo:

—Enefecto,esverdad:CarlitosestáaúnjuntoalaReinadelasNieves,aplenogustoysatisfacción,persuadidodequeeselmejorlugardelmundo.Peroellosedebeaqueleentróenelcorazónunaastilladecristal,yenelojo,ungranitodehielo.Hayqueempezarporextraérselos;delocontrario,jamásvolveráasercomounapersona,ylaReinadelasNievesconservarásupodersobreél.

—¿Y no puedes tú dar algúnmejunje aMargarita, para que tenga poder sobretodasesascosas?

—Nopuededarlemáspoderqueelqueyaposee.¿Noveslograndequees?¿Noves cómo la sirven hombres y animales, y lo lejos que ha llegado, a pesar de ir

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Page 475: El elfo del rosal (Rosenalfen) En el centro de un jardín crecía un rosal, cuajado de rosas, y en una de ellas, la más hermosa de todas, habitaba un elfo, tan pequeñín, que

descalza?Sufuerzanopuederecibirladenosotros;estáensucorazón,porserunaniñacariñosaeinocente.SiellanoescapazdellegarhastalaReinadelasNievesyextraerelcristaldelcorazóndeCarlos,nosotrosnadapodemoshacer.Adosmillasdeaquíempiezael jardínde laReina; túpuedes llevarlahastaallí;déjalacercadeungran arbusto que crece en medio de la nieve y está lleno de bayas rojas, y no teentretengascontándolechismes;vuélveteaquíenseguida.

Dichoesto,lafinesamontóaMargaritasobreelreno,elcualechóacorreratodavelocidad.

—¡Oh,medejé los zapatitos! ¡Y losmitones!—exclamóMargarita al sentir elfríocortante;peroelrenonoseatrevióadetenerseysiguiócorriendohastallegaralarbustodelasbayasrojas.Unavezenél,hizoquelaniñaseapeaseylabesóenlaboca, mientras por sus mejillas resbalaban grandes y relucientes lágrimas; luegoemprendióelregresoagalopetendido.LapobreMargaritasequedóallídescalzaysinguantes,enmediodeaquellagélidatierradeFinlandia.

Echóacorrerdefrente, tandeprisacomoleeraposible.Vinoentonces todounejércitodecoposdenieve;peronocaíandelcielo,elcualaparecíacompletamentesereno y brillante por la aurora boreal. Los copos de nieve corrían por el suelo, ycuanto más se acercaban, más grandes eran.Margarita se acordó de lo grandes ybonitosquelehabíanparecidocuandoloscontemplóatravésdeunalente;sóloqueahoraerantodavíamuchomayoresymáspavorosos;teníanvida,eranlosemisariosde la Reina de las Nieves. Presentaban las formas más extrañas; unos parecíanenormesyfeoserizos;otros,arañasapelotonadasquesacabanlascabezas;otroserancomogordosositosdepelohirsuto;perotodosteníanunbrilloblancoy todoseranvivos.

MargaritarezóunPadrenuestro,yelfríoeratanintenso,quepodíaversupropiarespiración,quelesalíadelabocaenformadevapor.Yelvaporsehacíacadavezmás denso, hasta adoptar la figura de angelitos radiantes, que iban creciendo amedida que se acercaban a la tierra; todos llevaban casco en la cabeza, y lanza yescudo en lasmanos. Su número crecía constantemente, y cuandoMargarita huboterminado supadrenuestro, la rodeaba todounejército.Con sus lanzaspicaban loshorriblescopos,haciéndolosestallarencienpedazos,yMargaritaavanzabaseguraycontenta.

Losángelesleacariciabanmanosypies,conloqueellasentíamenoselfrío;ysedirigiórápidamentealpalaciodelaReinadelasNieves.

PeroveamosahoracómolopasabaCarlos,quiennopensaba,nimuchomenos,enMargarita,nisospechabasiquieraqueestuviesefrentealpalacio.

SÉPTIMOEPISODIO

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DelpalaciodelaReinadelasNievesydeloqueluegosucedió.

Losmuros del castillo eran de nieve compacta, y sus puertas y ventanas estabanhechas de cortantes vientos; habíamás de cien salones, dispuestos al albur de lasventiscas, y el mayor tenía varias millas de longitud. Los iluminaba la refulgenteauroraboreal, y eran todos ellos espaciosos, vacíos, heladosybrillantes.Nunca secelebrabanfiestasenellos,nisiquieraunpequeñobailedeosos,enquelatempestadhubiera podido actuar de orquesta y los osos polares, andando sobre sus patastraseras,exhibirsuporteelegante.Nuncaunareuniónsocial,consusmanotazosalabocaygolpesdezarpa;nuncauntédeblancasraposas:todoeradesierto,inmensoygélidoenlossalonesdelaReinadelasNieves.Lasaurorasborealesflameabantannítidamente,quepodíacalcularseconexactitudcuándoestabanensumáximoyensumínimo.Enelcentrodeaquellainterminablesaladesiertahabíaunlagohelado,rotoenmilpedazos,tanigualesentresíqueelconjuntoresultabaunaverdaderaobradearte.EnmediosesentabalaReinadelasNievescuandoresidíaensupalacio;decíaentonces que estaba sentada en el espejo de la razón, y que éste era el único y elmejorespejodelmundo.

Carlitosestabaamoratadodefrío,casinegro;peronosedabacuenta,puesellalohabía hecho besar por la helada, y su corazón era como un témpano de hielo. Seentreteníaarrastrandocortantespedazosdehielollanosyyuxtaponiéndolosdetodaslasmanerasposiblesparaformarconellosalgodeterminado,comocuandonosotroscombinamos piezas de madera y reconstituimos figuras: lo que llamamos unrompecabezas.Elmuchachoobteníadiseñosextremadamenteingeniosos;eraelgranrompecabezas helado de la inteligencia. Para él, aquellas figuras eran perfectas ytenían grandísima importancia; y todo por el granito de hielo que tenía en el ojo.Combinaba figuras que eran una palabra escrita, pero de ningún modo lograbacomponerelúnicovocabloqueleinteresaba:ETERNIDAD.Sinembargo,laReinadelasNieveslehabíadicho:—Siconsiguescomponerestafigura,serásseñordetimismoy te regalaréelmundoenteroyunpardepatinesporañadidura—.Peronohabíamodo.

—Tengo quemarcharme a las tierras cálidas—dijo la Reina de las Nieves—.Quiero echar un vistazo a los pucheros de hierro. Se refería a los volcanes quenosotros llamamos Etna y Vesubio. Les pondré un poquitín de blanco, comocorresponde;yademáslesirábienaloslimonesyalasuvas.

Y levantó el vuelo, dejando aCarlos solo en aquella salaheladay enorme, tanlejana, entregado a sus combinaciones con los pedazos de hielo, pensando ycavilando hasta sorberse los sesos. Permanecía inmóvil y envarado; se le hubieratomadoporunaestatuadehielo.

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YheaquíqueMargarita franqueó lapuertadelpalacio.Soplabanenélvientoscortantes, pero cuando la niña rezó su oraciónvespertina, se calmaron como si lesentrara sueño; y ella avanzó por las enormes salas frías y desiertas: ¡allí estabaCarlos! Lo reconoció enseguida, se le arrojó al cuello y, abrazándolo fuertemente,exclamó:

—¡Carlos!¡MiCarlitosquerido!¡Alfinteencontré!Peroélseguíainmóvil,tiesoyfrío;yentoncesMargaritallorólágrimasardientes,

quecayeron sobre supechoypenetraronen su corazón,derritiendoel témpanodehieloydestruyendoeltrocitodeespejo.Éllamiró,ylaniñasepusoacantar:

Florecenenelvallelasrosas.¡Benditoseas,Jesús,quelashacestanhermosas!EntoncesCarlosprorrumpióen lágrimas; llorabade talmodo,queelgranitode

espejolesalióflotandodelojo.Reconocióalaniñaygritóalborozado:—¡Margarita, mi querida Margarita! ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Y

dóndeheestadoyo?Ymirabaasualrededor.—¡Quéfríohaceaquí!¡Quégrandeesestoyquédesierto!YseagarrabaaMargarita,quedealegríareíayllorabaalavez.Elespectáculo

era tan conmovedor, que hasta los témpanos se pusieron a bailar, y cuando sesintieroncansadosyvolvieronaecharse,lohicieronformandolapalabraque,segúnlaReinadelasNieves,podíahacerloseñordesímismoydarleelmundoenteroyunpardepatinesademás.

Margaritalobesóenlasmejillas,yéstascobraroncolor;lobesóenlosojos,quesevolvieronbrillantescomo losdeella; lobesóen lasmanosy lospies,yelniñoquedó sano y contento. Ya podía volver la Reina de las Nieves; su carta deemancipaciónquedabaescritaconrelucientestémpanosdehielo.

Cogidos de la mano, los niños salieron del enorme palacio, hablando de laabuelita y de las rosas del tejado; y dondequiera que fuesen, al punto amainaba elvientoy salía el sol.Al llegar al arbustode lasbayas rotas, vieron al renoque losaguardaba,encompañíadeunahembraconlasubresllenas,quedioa losniñossutibialecheylosbesóenlaboca.ActoseguidocondujeronaCarlosyMargaritaalacasadelamujerfinesa,encuyacaldeadahabitaciónsereconfortaron,ylamujerlesindicóelcaminodesupatria.Hicierontambiénescalaenlachozadelalapona,queentretantohabíacosidovestidosparaellosyreparadosustrineos.

Laparejaderenos,saltandoasulado,lossiguióhastalafronteradelpaís,dondebrotabalaprimerahierba;allísedespidierondelosanimalesydelalapona.

—¡Adiós!—sedijerontodos—.Ylasprimerasavecillaspiaron,elbosqueteníayemasverdes,ydesuespesorsalióunsoberbiocaballo,queMargaritareconoció—era el que había tirado de la dorada carroza—, montado por una muchacha que

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llevaba lacabezacubiertaconunrojoy relucientegorro,ypistolasalcinto.Era lahija de los bandidos, que harta de los suyos, se dirigía hacia el Norte, resuelta aencaminarse luego a otras regiones si aquélla no la convencía. ReconocióinmediatamenteaMargarita,yéstaaella,congranalegríadeambas.

—¡Valiente mocito, que se marchó tan lejos! —dijo a Carlitos— me gustaríasabersitemerecesquevayanabuscartealfindelmundo.

Pero Margarita, dándole unos golpecitos en las mejillas, le preguntó por elpríncipeylaprincesa.

—Sefueronaotrastierras—dijolamuchacha.—¿Ylacorneja?—La corneja murió. Ahora la domesticada es viuda y va con un hilo de lana

negra en la pata; no hace más que lamentarse, aunque todo es comedia. Perocuéntamequéfuedetiycómolopescaste.

MargaritayCarlosselocontaron.—¡Ycoloríncolorado,estecuentosehaacabado!—dijolapequeñabandolera;y,

cogiendoa losdosde lamano, lesprometióvisitarlossialgúndía ibaasuciudad;dichoesto,semarchóporesosmundos.

CarlosyMargaritacontinuaroncogidosdelamano,y,segúnavanzaban,surgíalaprimavera con flores y follaje; las campanas de las iglesias repicaban, y los niñosreconocieron las altas torres y la gran ciudad natal. Se dirigieron a la puerta de laabuelita,subieronlasescalerasyentraronenelcuarto,dondetodoseguíacomoantes,ensumismo lugar.El relojdecía«¡tic, tac!»,y lasagujasgiraban;peroalpasar lapuerta se dieron cuenta de que se habían vuelto personas mayores. Las rosas delterradoflorecíanentrando,porlaabiertaventana,yasuladoestabanaúnsussillitasdeniños,CarlosyMargaritasesentaroncadacualenlasuya,sinsoltarselasmanos.Habíanolvidado,comosihubiesesidounsueñodepesadilla,lamagnificenciagélidaydesiertadelpalaciodelaReinadelasNieves.Laabuelita,sentadaalaclaraluzdelsoldeDios,leíalaBibliaenvozalta:«Sinosevuelvencomolosniños,noentraránenelreinodeloscielos».

Carlos y Margarita se miraron a los ojos y de pronto comprendieron la viejacanción:

Florecenenelvallelasrosas¡Benditoseas,Jesús,quelashacestanhermosas!

Ypermanecieronsentados,mayoresy,sinembargo,niños,niñosporelcorazón.Yllegóelverano,elveranocalurosoybendito.

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HANS CHRISTIAN ANDERSEN, (Odense, Dinamarca, 2 de abril de 1805 –Copenhague,Dinamarca,4deagostode1875)fueunescritorypoetadanés,famosoporsuscuentosparaniños.

Su familia era tan pobre que en ocasiones tuvo que dormir bajo un puente ymendigar. Era hijo de un zapatero de 22 años, instruido pero enfermizo, y de unalavandera de confesión protestante. Andersen dedicó a su madre el cuento Lapequeñacerillera,porsuextremapobreza,asícomoNosirveparanada,enrazóndesualcoholismo.

DesdemuytempranaedadHansChristianmostróunagranimaginaciónquefuealentadapor la indulgencia de ambospadres y por la supersticiónde lamadre.En1816muriósupadreyAndersendejódeasistiralaescuela;sededicóaleertodaslasobrasquepodíaconseguir,entreellaslasdeLudwigHolbergyWilliamShakespeare.

AndersendecidióconvertirseencantantedeóperaysetrasladóaCopenhagueenseptiembrede1819.Unavezallífuetomadoporlunático,rechazadoyprácticamentesequedósinnada;perohizoamistadconlosmúsicosChristophWeyse,SiboniymástardeconelpoetaFrederikHoeghGuldberg.

Suvoz lehabía fallado,pero fue admitidocomoalumnodedanzaenelTeatroRealdeCopenhague.Perezosocomoera,perdióelapoyodeGuldberg,peroentablóamistadestavezconJonasCollin,eldirectordelTeatroReal,queseríasuamigodeporvida.

ElreyFedericoVIseinteresóenelextrañomuchachoyloenviódurantealgunosaños a la escuela de Slagelse. A pesar de su aversión por los estudios, Andersen

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permanecióenSlagelseyenlaescueladeElsinor(endanésHelsingør)hasta1827;más tarde reconoció que estos años fueron losmás oscuros y amargos de su vida.CollinfinalmenteconsideróacabadossusestudiosyAndersenvolvióaCopenhague.

Elmismoañode1827HansChristianlogrólapublicacióndesupoema«Elniñomoribundo»enlarevistaliterariaKjøbenhavnsflyvendePost, lamásprestigiosadelmomento;aparecióenlasversionesdanesayalemanadelarevista.

AlañosiguienteAndersen ingresóen laUniversidaddeCopenhague.En1829,cuando sus amigos ya consideraban que nada bueno saldría de su excentricidad yvivacidad,tuvoconsiderableéxitoconunvolumenllamado«UnpaseodesdeelcanaldeHolmenalapuntaEstedelaisladeAmager».

Andersenfueunviajeroempedernido—«viajaresvivir»,decía.Trassusviajesescribíasusimpresionesenlosperiódicos.Desusidasyvenidastambiénsacótemasparasusescritos.

Exitosa fue también su primera obra de teatro, «El amor en la torre de SanNicolás»,publicadaelañode1839.

Para1831habíapublicadoelpoemarioFantasíasyesbozosyrealizadounviajeaBerlín, cuya crónica apareció con el título Siluetas. En 1833, recibió del rey unapequeñabecadeviajeehizoelprimerodesuslargosviajesporEuropa.

En 1834 llegó a Roma. Fue Italia la que inspiró su primera novela, ElImprovisadorpublicadaen1835,conbastanteéxito.EnestemismoañoaparecierontambiénlasdosprimerasedicionesdeHistoriasdeaventurasparaniños,seguidasdevarias novelas de historias cortas.Antes había publicado un libreto para ópera,LanoviadeLammermoor,yunlibrodepoemastituladoLosdocemesesdelaño.

El valor de estas obras en principio no fue muy apreciado; en consecuenciatuvieronpocoéxitodeventas.Noobstante,en1838HansChristianAndersenyaeraunescritorestablecido.Lafamadesuscuentosdehadasfuecreciendo.Comenzóaescribirunasegundaserieen1838yunaterceraen1843,queapareciópublicadaconel títuloCuentos nuevos. Entre susmás famosos cuentos se encuentran «El patitofeo», «El traje nuevo del emperador», «La reina de las nieves», «Las zapatillasrojas»,«Elsoldaditodeplomo»,«Elruiseñor»,«Lasirenita»,«ElaveFénix»,«Lasombra»,«Laprincesayelguisante»entreotros.Hansido traducidosamásde80idiomasyadaptadosaobrasdeteatro,ballets,películas,dibujosanimados,juegosenCDyobrasdeesculturaypintura.

El más largo de los viajes de Andersen, entre 1840 y 1841, fue a través deAlemania (donde hizo su primer viaje en tren), Italia, Malta y Grecia aConstantinopla.ElviajedevueltalollevóhastaelMarNegroyelDanubio.EllibroElbazardeunpoeta(1842)dondenarrósuexperiencia.Esconsideradopormuchossumejorlibrodeviajes.

AndersenseconvirtióenunpersonajeconocidoengranpartedeEuropa,apesar

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dequeenDinamarcanoselereconocíadeltodocomoescritor.Susobras,paraesetiempo, ya se habían traducido al francés, al inglés y al alemán.En junio de 1847visitóInglaterraporprimeravez,viajequeresultótodounéxito.CharlesDickensloacompañóensupartida.

DespuésdeestoAndersencontinuóconsuspublicaciones,aspirandoconvertirseen novelista y dramaturgo, lo que no consiguió. De hecho, Andersen no teníademasiadointerésensuscuentosdehadas,apesardequeserájustamenteporellos,por los que es valorado hoy en día.Aun así, continuó escribiéndolos y en 1847 y1848aparecierondosnuevosvolúmenes.Trasunlargosilencio,Andersenpublicóen1857otranovela:«Seronoser».En1863,despuésdeotroviaje,publicóunnuevolibrodeviaje,enEspaña,paísdondeleimpresionaronespecialmentelasciudadesdeMálaga(dondetieneerigidaunaestatuaensuhonor),Granada,AlicanteyToledo.

Una costumbre queAndersenmantuvo pormuchos años, a partir de 1858, eranarrardesupropiavozloscuentosquelevolvieronfamoso.

Hans Christian Andersen recibió en vida muchos honores. En 1866 el rey deDinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fuedeclaradociudadanoilustredesuciudadnatal.Ensuhonor,desde1956seconcede,cada dos años, el premio Hans Christian Andersen de literatura infantil y, desde1966,tambiéndeilustración.

En 1976, el Astrónomo Nicolai Chernykh bautiza en honor a este escritor alasteroide2476.

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