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Subjetividad y predicación en la 'Evangelii Gaudium': hacia una retórica de la proximidad

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Ilustración de Tapa

El papa Francisco.

Ilustración de Contratapa

El papa Francisco de noche en San Pedro.

Virginia R. Azcuy • Cecilia G. Blanco de Di LascioPablo Alberto Blanco • Juan E. Bonnin • Roberto Bosca

José Carlos Caamaño • Guzmán M. Carriquiry LecourMons. Jorge Casaretto • Diego Fares • Carlos María Galli

Eugenio Gómez de Mier -Raúl González FabreJavier A. González Fraga • Octavio Groppa • Juan 1. Llach

Alfonso López Quintás • Elvira Narvaja de ArnouxAlejandro Preusche • Jorge Alejandro Scampini

Juan Carlos Scannone • Jorge R. SeiboldAbraham Skorka

Instauremos el Reino del Padrey su Justicia

Comentarios a la Evangelii Gaudium

ISBN 978-987-506-438-6

Gómez de Mier. EugenioInstauremos el Reino del Padre y su Justicia - 1a ed. _

Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Docencia, 2014.600 p.; 20x14 cm.

1. Religión. 1. CDD230

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723Reservados todos los derechos

Copyright= 2014 By Editorial Docencia

Agüero 2260 (1425) Buenos Aires Te!': 4805-8333 / 8434Web: http://www.hemandarias.edu.ar

Índice

Prólogo. El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su PadrePor Eugenio Gómez de Mier XV

l. El Programa de Francisco para los próximos años: la novedad deCristo, «Evangelio eterno», XVI. 2. La propuesta es el Reino de Dios,XIX. 3. Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fari-seos, no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt. 5 20), XXII. 4. La

. instancia sobrenatural, especificamente trinitaria, en el Programade Francisco, XXv. 5. Una paternidad que genera eficazmente fra-ternidad, XXIX 6. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esascosas se os darán por añadidura (Mt 6 33), XXXIII. 7. Dios no haenviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que elmundo. se salve por él (Jn 3 17), XXXVIiI. 8. Evangelizar es hacerpresente en el mundo el Reino de Dios, XLI. 9. La opción por los po-bres como categoría teológica, XLIV. 10. Estamos llamados a cuidarla fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos, XLVII!. 11. Lapolítica, la economía y el dinero deben estar al servicio de la perso-na humana y de la sociedad, XLIX

Capítulo I. Lectura teológica, espiritual y pastoral de laExhortación Evangelii Gaudium de Francisco.Por Carlos María Galli 13

l. Un icono de la Iglesia latinoamericana, 13: [l. l. La fisonomía de laIglesia regional latinoamericana, 14; 1.2. De la periferia del orbe alcorazón de la urbe, 18]. 2. Diez claves temáticas de Evangelii gaudium,21: [2.1. El programa de Francisco: anunciar el Evangelio, 21; 2.2.Una mística expresada en la alegría de evangelizar, 23; 2.3. Unaeclesiología pastoral en la huella de Pablo VI, 24; 2.4. La proyecciónuniversal de Aparecida, 26; 2.5. La conversión misionera para la re-forma de la Iglesia, 27; 2.6. La Iglesia-Madre, Pueblo de Dios en mi-sión, 30; 2.7. La fuerza evangelizadora de la piedad católica popular,34; 2.8. La actualidad del Evangelio de la Misericordia, 37; 2.9. Ladimensión social del Evangelio y de la evangelización, 4/; 2.10. Laopción por los pobres desde el corazón de Dios, 43.

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Capítulo XX

Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium:hacia una retórica de la proximidad'

Undocumento papal tiene un peso institucional indiscutible, loque se evidencia, entre otros aspectos, en que a él remitenmúltiples textos que lo integran como apoyo autorizado, lo

comentan o establecen una distancia en diferentes momentos. Formaparte de esos textos que se dicen, se vuelven a decir y no dejan de serdichos, a diferencia de los discursos cotidianos que desaparecen en elfluir de las hablas (Foucault, 1971). Sin embargo, como todo discurso, ycon mayor intensidad cuando se despliega en la esfera pública, sus con-tenidos e intenciones generan en los demás efectos diversos que termi-nan proyectando una imagen multiforme, contradictoria, refractaria: unamultiplicidad de significados elaborados desde posiciones e identidadesdiferentes. Esos cruces modelan los sentidos, construyen lo real asentán-dose en el discurso social de una época, que establece los «límites histó-ricos de lo pensable y lo decible» (Angenot 2010). Su soporte genéricono es ajeno a ese universo de sentidos. Un tweet, una entrevista, unacarta abierta, una homilía, una exhortación apostólica según los casos,forman parte del tej ido semiótico con el que un hablante se presenta y seintegra a aquel discurso social. Algunos de estos textos, como señalamos,pasan desapercibidos; no son más que un hilo de una trama relativamen-te uniforme. Otros, en cambio, como el que tratamos, bordan motivosmás visibles que, sin prescindir del tejido en el que se insertan, se recor-tan sobre él. La habilidad del tejedor se encuentra precisamente en estacapacidad de destacar el bordado sin romper la trama que lo hace com-prensible para los lectores de su tiempo.

El papa Francisco ha demostrado ser, desde que estaba al frente delArzobispado de Buenos Aires, un experimentado tejedor de discursos.

* Por Elvira B. Narvaja deArnoux, Directora de la Maestría en Análisis del Discur-so, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y Juan E. Bonnin.profesor de Semiótica en la Universidad Nacional de Moreno y la Universidad Nacionalde San Martín.

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En sus homiIías, por ejemplo, ha explorado las potencialidades del géro y ha enunciado una palabra decidida frente a la realidad naci~nei(Arnoux y Blanco, 2003). En las d:claraciones, entrev~s~s, cartas y:_ .cumentos ha desplegado un abanico de temas y pOSICIOnesdivers .:sobre temas polémicos (como el divorcio o el celibato) se hapronunc~s~d? en género~ informales y, en un punto, efímeros; principalmenteehtf:_VIStas(Bonnin 2013 a).' Para otros temas, en cambio, de caráctermáprogramático y temporalidad más dilatada, para los que exisfengé¿ero:::más formales y elaborados, ha apelado a aquellos como el que ahora nosconvoca: la exhortación apostólica (EA).

~n este ca~í!u.lo, nos. proponemos realizar su estudio desde la pers-pectrva del análisis del discurso, Cuando, desde esta mirada, intentamoscomprender un te:,-toparticular, como la Evangelii Gaudium (EG), des-plegamos un conjunto de estrategias exploratorias (Arnoux 2006) quenos ayudan a detectar un doble tipo de marcas: por una parte, regulari-dades que nos permitan identificar una matriz textual o asociar este textoa otros y, así, describir una práctica que tiene su correlato en una seriediscursiva: por otra ~arte, en relación con ella, detectamos singularida-des, es decir, lugares en los que se inscribe la diferencia y que destacan eltexto q,ue analizamos de los demás. De este q,pblejuego, entre lo que eltexto tiene de común con otros y 10 que tiene de excepcional, surge elanálisis que realizamos y el tipo de csrpus que construimos. En estecaso, en un material complejo como EG, seleccionamos los segmentosque ~x~onen de diferentes maneras, como veremos, la búsqueda de laproximidad con el destinatario. La interpretación parte de este relevamientoprimero e interroga la práctica social en la que se inscribe y aquellas conlas que dialoga: en EG, la larga tradición reflexiva de las artes de predicarcon las nuevas exigencias comunicativas de la subjetividad posmoderna,sensible a la individualización y al acercamiento.

Respecto de la Evangelii Gaudium, consideramos, entonces, que lasformas ?e laproximidad, como tema y como efecto discursivo, son unabuena via de e?tr~da en un documento que tiene «un sentido programáticoy consecuencias Importantes» (EG 23) El desarrollo del análisis partiráde una primera consideración acerca de la inserción de la EG en la re-tlex~?n sobre la predicación cristiana y, en ese marco, consideraremos latensión entre universalidad y particularidad que, en el caso del papa Fran-

. l. Al menos a la espera de otras instancias, colegiadas, como el próximo sínodo deobispos,

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cisco, parece ser comprendida desde la llamada «Teología del pueblo» o«Teología de la cultura» argentina (Politi 1991). En segundo lugar, seña-laremos algunas características del género exhortación apostólica, conespecial referencia al problema del estilo, el cual nos permitirá organizarconceptualmente las secciones analíticas sucesivas: a) el 'dialecto mater-no' como tema y materia significante en la EG; b) la dimensión polémicay el recurso a las formas variadas de la negación; e) las imágenes y suefecto retórico; y d) el dispositivo enunciativo y la presentación. del ha-blante y sus destinatarios. En relación con este último punto atendere-mos con especial detenimiento a los cambios producidos en las exhorta-ciones apostólicas, de manera que podamos ubicar la retórica de la proxi-midad de Francisco en el marco de un proceso histórico más amplio queafecta el lugar y las relaciones del discurso papa/.

1. Predicación cristiana y diversidad cultural

En la extensa tradición retórica occidental, el cristianismo recorta tem-pranamente --en particular, con De Doctrina Cristiana de San Agustín(396-427)- un espacio de reflexión y prescripción respecto de ladiscursividad propia. En esa operación intenta, de diferentes maneras,apropiarse y distanciarse de la retórica antigua, que dominaba en el siste-ma escolar al cual asistían y en el que intervenían las elites cristianas(Desbordes, 2006). A la vez debe pensar y evaluar las formas de lapredicación tal como se habían planteado en la sinagoga y en las prácti-cas de los primeros cristianos (clos creyentes tenían un solo corazón yuna sola alma (cf. Hch. 4,32)>>,28) en la medida en que, a diferencia deellas, debe alcanzar a un público amplio y diverso. El mandato evangéli-co de ir a predicar a diferentes lugares del planeta (cld y haced que todoslos pueblos sean mis discípulos», Mt. 28, 19-20) plantea, así, el proble-ma de la heterogeneidad de la audiencia y, con ello, de los diferentesestilos -sublime, medio, bajo- que deben ponerse enjuego y de losvariados modos de significar que hay que contemplar -literal o históri-co, alegórico, moral y trascendente o anagógico-- en la actualización delmensaje bíblico. Las artes de predicar recorrieron estos temas reflexio-nando tanto sobre la interpretación como sobre las partes y la dinámicadel texto destinado a la celebración litúrgica sin olvidar los objetivos-planteados ya por Cicerón- de instruir, deleitar y mover (en su doblesentido de conmover y movilizar). Por otro lado, la iglesia no podíadesconocer en el ejercicio de su función las diferentes culturas con las

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que se encontraba, lo que implicaba una adecuación de la predicación alos nuevos ámbitos. En su exhortación apostólica el Papa es sensibletambién a ello e insiste en la «inculturación», particularmente en laszonas en las que ese proceso no se ha dado todavía: .

«Lo que debe procurarse, en definitiva, es que la predicación del.Evangelio, expresada con categorías propias de la cultura donde esanunciado, provoque una nueva síntesis con esa cultura» (EG.104). _

En esta reflexión en tomo a la cultura resuenan los ecos de la tradiciónteológica latinoamericana, no solo por la centralidad del tema de laculturaen las sucesivas CELAM ocurridas desde Puebla (1979), sino también porsu vinculación con el concepto de pueblo, a partir de la dialéctica entre«pueblos» y «Pueblo de Dios» (cfr. Bonnin 2012: 133 y ss.):

«Este Pueblo de Dios se encarna en los pueblos de la tierra, cadauno de los cuales tiene su cultura propia [... ] Se trata del estilo devida que tiene una sociedad determinada, del modo propio que tienensus miembros de relacionarse entre sí, con las demás criaturas y conDios [... ] La gracia supone la cultura, y el don de Dios se encarna enla cultura de quien la recibe» (EG 115).

~Como recuerda Scannone (2014), el padre Bergoglio organizó, como

rector de la Facultad de Teología de San Miguel, el Primer Congresosobre Evangelización de la Cultura e Inculturación del Evangelio (1985),en el cual se destacó el rol de la Teología de la Cultura (o del Pueblo) deLucio Gera y Rafael Tello, entre otros.

En esta misma dirección podemos leer la compleja relación entre elpredicador y su auditorio, que se reformula como un vínculo entre elpastor y su rebaño/ pueblo: «[el obispo] en ocasiones deberá caminardetrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque elrebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos cam inos» (EG 28).Es por ello que, al situarse desde el inicio de su pontificado como «obis-po de Roma» (antes que como «Pontífice Supremo de la Iglesia Univer-sal», entre otros títulos), ya señalaba una dirección descentralizadoraque desandara el camino romanizador que tuvo en Juan Pablo Ir a sumáximo -y, paradójicamente, más afable- exponente. Recordemosque, en América Latina, la intervención del papa polaco y su sucesor sehicieron sentir fuertemente, sobre todo contra la Teología de la Libera-ción y a favor de nuevos movim ientos eclesiales de carácter conservador(la Renovación Carismática Católica, el Opus Dei, los Legionarios de

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Cristo, etc.; cfr. Soneira 2006). En cambio, Francisco ubica su exhorta-ción bajo la máxima de que «no es conveniente que el Papa reemplace alos episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticasque se plantean en sus territorios» (EG 16).

Esta relación del pastor con el pueblo se realiza de manera más evi-dente en el marco de la predicación cara a cara, entre otras, la propia dela celebración litúrgica. En tal sentido, sucesivos momentos históricosconfiguraron los modelos de la prédica actual. Respecto de la regulacióny renovación de los modos de hacerlo, una instancia particularmenteimportante en la Modernidad fue la Reforma Protestante. En relacióncon este movimiento, Olivier Millet (1999) señala que «por primera vezen la historia de la cultura cristiana, la cultura retórica se volvía un ele-mento no solo esencial sino obligatorio del ministerio eclesiástico» (Millet1999: 273). Otro momento decisivo, esta vez dentro del Catolicismo yvarios siglos después, es el Concilio Vaticano Il (1962-1965), al quereiteradamente se refiere el Papa en su exhortación. Como señalaAnneRégent-Susini (2009: 66):

«El concilio restaura la antigua homilía Iitúrgicaponiendo el acen-to en el vínculo íntimo existente entre la palabra y el sacramento y enla necesidad de actualizar la Palabra de Dios por la predicación, loque implica para el predicador una mayor presencia en el mundo quelo rodea».

En ambos casos se plantea más agudamente la necesidad, que hapermanecido aunque con altibajos en esa larga historia, de acercar laPalabra a los fieles atendiendo no solo a las lenguas propias y a losregistros más adecuados sino también al requisito hermenéutico de pre-sentar una palabra actualizada, inculturada, capaz de interpelar «aquí yahora» a su auditorio (Marguerat 2003).

En un marco de profundas crisis sociales, de identidades inestables ysujetos en tránsito que sostienen, desde su posición subalterna, a uncapitalismo que avanza sin resistencias, el Papa retoma el mensaje tradi-cionalmente «profético» de la Doctrina social de la Iglesia al «anunciar»y «denunciar» la desigualdad y la injusticia. Pero, comunicador sensiblea las nuevas dinámicas semióticas globales, lo hace desde una propuestade proximidad que atienda también a las «periferias existenciales» en latarea misional. Desde esa perspectiva, las diferencias culturales a las quela Iglesia debe ser perceptiva no solo no entorpecen sino que enriquecenla difusión del mensaje. Propone una evangelización que no deje de

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afirmarse en sus principios pero que sea capaz de instaurar el diálogo enla sociedad a través de los «discípulos misioneros» (EG 97)que puedansobre todo, comunicar el Evangelio en una interacción personal. '

2. Los géneros y el estilo

El cristianismo moderno, posterior a la reforma; ya ·no puede dar porsentada la adhesión de su oyente. Por el contrario, en la medida en que lAoferta religiosa se diversifica y sus fieles comienzan a transitar por diversasiglesias, la prédica debe adoptar un estilo capaz de interpelar a su destinata-rio, desarrollando un específico «modo de comunicar e) mensaje» (EG 30)que implique no solo selección yjerarquización de los contenidos sino tam-bién el foco en lo esencial y la definición por un estilo que llegue a todos:

«Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, querealmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anunciose concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lomás atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta sesimplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelvemás contundente y radiante» (EO 31).

Al mismo tiempo, gracias al lenguaje ~ puede resolver la tensiónentre las «verdades de siempre» y su adeéuación a los cambios:

«[ ... ] los enormes y veloces cambios culturales requieren queprestemos una constante atención para intentar expresar las verdadesde siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente nove-dad (EO 36)

Se trata de una teoría de la predicación que no solo atiende a losaspectos formales del enunciado, sino también a la adecuación de esosenunciados a su contexto:

«[ ... ] la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del len-guaje y de las circunstancias. Procura siempre comunicar mejor laverdad del Evangelio en un contexto determinado [... ] Un corazónmisionero sabe de esos límites» (EO 39).

Esta relación entre el lenguaje y las circunstancias no es otra cosa queuna teoría discursiva de la predicación, atenta a los condicionamientossociales, culturales y situacionales. De allí la atención --de larga data-alos géneros discursivos, en especial a la prédica homilética.

Comen/arios a la Exhortación Evangelii Gaudium 519

En efecto, en la zona de la exhortación destinada a la homilía, «piedrade toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de unPastor con su pueblo» (EG 108), el Papa señala los rasgos de la predica-ción dentro de la liturgia, que no son ajenos a los que caracterizaron losdiscursos proferidos por Jorge Bergoglio en el ejercicio de su función dearzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina (Arnoux,2014). Muchos de esos rasgos también están presentes en EvangeliiGaudium, aún cuando el género sea otro. La homilía, como género, sedespliega a partir de la lectura de un fragmento bíblico, en general im-puesto porel calendario litúrgico, y al interpretarlo el sacerdote muestrael vínculo con el presente de los fieles o con experiencias vigentes ycomunes de la vida humana; tiende a la brevedad ya que es parte de lacelebración, es proferida oralmente, aunque pueda basarse en un textoescrito, y puede cerrarse con una oración. La exhortación apostólica, porsu parte, pasó de ser una breve epístola sobre temas y problemasinstitucionales a convertirse, durante el pontificado de Paulo VI, en unaextensa reflexión doctrinal en la que el papa recoge las preocupacionespresentadas a él, generalmente por un sínodo de obispos o reunión seme-jante. Por este motivo, su relevancia y difusión fue aumentando a lo largode los años, desarrollando una estructura cada vez más flexible cuyoscapítulos y parágrafos están destinados a circular también entre los fieles.Los aspectos formulaicos típicos del género fueron limitándose al máximo,permaneciendo sobre todo en la fórmula de cierre y en las versiones latinasde los documentos. Esta limitación llevó a transformaciones que definíanuna configuración más dialogal, en la que el autor podía acercarse más aldestinatario. En consecuencia, a partir de Juan Pablo Il y su estilo carismáticoy personal de predicación, la fórmula de bendición apostólica final es re-emplazada --desde Pastores Dabo Vobis, de 1992- por una oracióncompartida dirigida a la virgen María. Se trata de géneros polifónicos, enlos que abundan las palabras de otros, tanto a modo de ilustración como deautoridad, aunque en la homilía predominen los fragmentos bíblicos y en laEA los doctrinarios. A pesar de la diferencia genérica, en la medida en quebuscan construir identidades modelando las subjetividades -en un caso,de los fieles que asisten a la ceremonia; en el otro, de los destinatarios queel texto señala- pueden compartir un estilo discursivo vinculado con unposicionamiento en el seno de la Iglesia.

Consideramos al estilo como un haz de rasgos Iingüístico-discursivosque comparten un principio constructor y que podemos asociar con unadeterminada singularidad (Amoux, 2008). En este caso, el principio que

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unifica diversos rasgos es la búsqueda de proximidad con el otro (csin 1proximidad no existe un verdadero encuentro espiritual», EG 134)apres~ri.pto como carácter definitorio de lo qu~ el papadefine-como «esti':lo rmsionen» en la etapa actual de la Iglesia. En ese sentido señala 1importancia de «perfilar un determinado estilo evangelizadors, que invi~ta a «asumir en cualquier actividad que se realice» (EG 17). Si bienhay estilos asociados con géneros específicos, en general pUedenexcederlos y proyectarse a otras prácticas discursivas, como se infiere delas palabras del Papa. Es a través del estilo que la semiosis actúa en laconstrucción de identidades (Fairclough, 2005). De allí la importanciaque le asigna Francisco en la formación de los nuevos evangelizadores,capaces de planificar, organizar y llevar a cabo su predicación.

En otros términos, de manera explícita recupera y prescribe la viejatradición de reflexión retórica sobre la predicación. Esa tradición de acer-camiento al oyente, si bien antigua y, para algunos, constitutiva de laprédica cristiana desde sus orígenes, tuvo un nuevo impulso, como seña-lamos, con el debate renacentista acerca de las traducciones de la Biblia alas lenguas romances. El propio Lutero señalaba irónicamente que:

«En una época como la nuestra en que.grácticamente todo el orbecristiano tiene conocimientos del griego, y en que todos poseen yusan las Anotaciones de esta luminaria teológica llamada Erasmo, noes necesario explicar el significado del vocablo griego «apóstol»,excepto a los lectores no de Erasmo, sino míos». (Comentario a laepístola de san Pablo a Tito, Capítulo 1, Y, 1)

Esos lectores luteranos, ávidos de una predicación que no estaba pen-sada para ellos, necesitaban ser interpelados a partir de sus conocimien-tos -lingüísticos y teológicos-, a partir de sus creencias y valores cul-turales. De manera semejante, el papa Francisco --que, como obispo,fuera más predicador que teólogo-- advierte y pone en obra esta necesi-dad de hablar al otro en su lengua. Así como con el protestantismo co-menzó una larga y activa práctica de traducción de la Biblia, la EG ad-vierte sobre la necesidad de crear comunidad entre el predicador y susdestinatarios a través de la lengua, del dialecto materno.

3. El dialecto materno

El sintagrna «d ialecto materno» -importante, en Evangelii Gaudium,cuando se habla del lenguaje de la predicación- remite, en su primer

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término, a la peculiar variedad de un espacio geográfico, aquella a la cuallos sujetos están habitualmente confrontados desde su nacimiento. El

.atributo, «materno», alude a esta circunstancia ya la vez perm ite asociarla variedad con el mundo de los afectos. En clave religiosa, la madretambién es María y metafóricamente remite a la Iglesia. De allí queFrancisco, al referirse a la homilía, señale:

«La Iglesia es madre y predica al pueblo como una madre que lehabla a su hijo, sabiendo que el hijo confía que todo lo que se leenseile será para bien porque se sabe amado. [ ... ] Así como a todosnos gusta que se nos hable en nuestra lengua materna, así también enla fe nos gusta que se nos hable en clave de «cultura materna», enclave de dialecto materno (cf.2 M 7, 21.27), Y el corazón se disponea escuchar mejor. Esta lengua es un tono que transmite ánimo, alien-to, fuerza, impulso». (EG 110-111).

La noción de «lengua materna», demasiado general porque puede co-rresponder a la de un área idiomática y delimitarse respecto de otras len-guas, se restringe por obra de la cultura a lo más próximo, el «dialectomaterno», que se define por un tono emocional que tiende a apoyar alreceptor / hijo en la búsqueda de su camino. La serie ánimo, aliento,fuerza, impulso refuerza en su proxim idad semántica el sentido del «tono»en la tarea evangélica. También la alegría en la que el Papa insiste deriva dela cercanía del lenguaje respecto de los destinatarios: la alegría « la sientenllenos de admiración los primeros que se convierten al escuchar predicar alos Apóstoles 'cada uno en su propia lengua' (Hch 2,6) en Pentecostés»(EG 20); «[e]n Pentecostés, el Espíritu hace salir de sí mismos a los Após-toles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cadauno com ienza a entender en su propia lengua» (EG 195).

En la exhortación apostólica como en otras producciones del Papa(Arnoux y Blanco, 2004), el dialecto materno se expone en los segmen-tos en los cuales lo conversacional, con sus matices propios asociados auna comunidad cultural, penetra la escritura. El Papa reconoce ese usopeculiar al marcar el término «primerear» como neologismo: I

«La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misionerosque primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y

l. Aún cuando no se trate de un neologismo en sentido estricto, el papa sef'lala explí-citamente su carácter particular; de manera implícita, para un lector competente, indicatambién su carácter dialectal.

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festejan. «Prirnerear»: sepan disculpar este neologismo. La comu,nidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativala ha primereado en el amor (cf. I Jn 4, 10); y, por eso, ella sab~adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscara los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a losexcluidos» (EG 22).

«Prirnerear», que en el dialecto rioplatense está"asociado con la vive-za, la astucia de adelantarse al otro, adquiere en el texto Ilna"cohno1acióñpositiva: un rápido involucramiento en la tarea evangelizadora, modelodel cual es Jesús, que toma la iniciativa. En relación con el mismo gestoemplea también una expresión rioplatense: «[p[odernos decir que el co~razón de Dios se conmueve por la intercesión, pero en realidad Él siem-pre nos gana de mano'» (EG 213).

Como en la ilustración anterior, en algunas frases la remisión a otrosespacios de interlocución se evidencia en el uso de expresiones cristaliza-das provenientes de ámbitos más coloquiales: «el edificio moral de laIglesia corre el peligro de convertirse en un castillo de naipes» (EG 34);«un evangel izador no debería tener permanentemente cara de funeral»(EG 10) «nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados concara de vinagre» (EG 69). La cotidianeidad instaurada por este registro,más informal, asociado al dialecto materno.ppera un efecto de extrafia-miento que refuerza y aproxima la isotopta religiosa a los destinatarios,como en el ejemplo siguiente: «el discípulo sabe dar la vida entera y

jugarla hasta' el martirio como testimonio de Jesucristo» (EG 23). Aquí,conjugando expresiones cristalizadas como «dar la vida», «la vida ente-ra» y «jugarse la vida», lo cotidiano permite aproximar a los destinata-rios una afirmación en la que domina el lenguaje religioso (discípulo,martirio, testimonio de Jesucristo). En otro momento, pero con la mis-ma función de aproximar la isotopía religiosa al registro cotidiano, laexpresión empleada es «mancharse con el barro del camino»:

«[El corazón misionero] sabe que él mismo tiene que crecer en lacomprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderosdel Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra elriesgo de mancharse con el barro del camino» (EG 39).

El contraste de registro entre «los senderos del Espíritu» y «el barrodel camino», entre «discernir» y «mancharse», además del interés por

1. Enesta cita como en las otras el resalte nos pertenece.

Comentarios a la Exhortación Evangelii Gaudium 523hacer dialogar discursividades diferentes, expone la búsqueda de unacercanía a través del lenguaje, la insistencia en aproximar el mensaje a laexperiencia común y a las formas de verbalizarla.

Este efecto de irrupción de lo cotidiano en el contexto religioso, pue-de ser logrado a veces con una sola palabra o unos pocos términos:«¡[n]o nos dejemos robar el entusiasmo misionero!» (EG 66); «uno nobaja los brazos, pero ya no tiene garra, le falta resurrección» (EG 277).

Asimismo, algunos pasajes apelan al discurso polémico (cfr. infra)desde el contraste de posiciones que, para lograr la identificación deldestinatario con la que se afirma como legítima, recurren a expresionesque manifiestan el tono conversacional. También el gesto crítico que laanuncia puede tener ese rasgo: .

«Porque, así como algunos quisieran un Cristo puramente espi-ritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden relacionesinterpersonales solo mediadas por aparatos sofisticados, por pan-tallas y sistemas que se pueden apagar a voluntad. Mientras tanto,el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentrocon el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con sudolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constantecuerpo a cuerpo» (EG 72).

En todos los casos citados, el lenguaje informal, cotidiano se destacaporque implica cierta ruptura del registro, un acercarse a la interacciónpersonal que intenta mostrar a su manera que se está hablando de algoque no es ajeno a la vida corriente. Incluso la interpelación se hace másenérgica cuando los efectos disruptivos de un término se engarzan en unsegmento en el que se acentúa ese tono coloquial: «es vital que hoy laIglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, entodas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo» (EG 21).

Estos procedimientos, en definitiva, no son otra cosa que la puesta enpráctica discursiva de la actitud que Francisco destaca explícitamente comonecesaria en lapredicación:«[I]acomunidad evangelizadorase mete con obrasy gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias» (EG 22).

4. La dimensión polémica

La dimensión polémica de un texto permite también reforzar el efectode proximidad: al señalar un límite (ético, moral, rel igioso, polí~ico) y unadversario (concreto o, más generalmente, abstracto o generalizado), el

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destinatario es convocado a tomar partido. En diversos tramos de EGintensifica la lucha contra las representaciones aceptadas por algu Sesectores o las actitudes que los definen o que definen a otros. Si bien ~osblancos de esta polélT~i~a pueden no expl~citarse, se cuestionan en térm~~nos generales las posiciones que los sostienen. La cercanía con el desf-natario se apoya en el doble movimiento que impulsa: el rechazo a aqu~-lIas representaciones y actitudes, identificándose con el gesto papal y laadhesión a los con ten idos valorados positivamente. Para lograr est6 las"marcas y las posiciones señaladas deben ser nítidas. '

El recurso más comúnmente empleado es la negación polémica unrecurso polifónico que -en términos de O. Ducrot (1984)- pone enescena dos puntos de vista en el mismo segmento, uno afirmativo y otronegativo. El locutor, que enuncia, polemiza con el primero y se identificacon el segundo. Así:

«[ ... ] queda claro que la predicación moral cristiana no es unaética estoica, es más que una ascesis, no es una mera filosofía prác-tica ni un catálogo de pecados y errores. El Evangelio invita antetodo a responder al Dios amante que nos salva, reconociéndolo enlos demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien detodos» (EG 34).

~La primera oración de este pasaje evocáotras voces, otros puntos de

vista que el locutor declara conocer y csn los que polemiza: se oyen allíecos de la crítica nietzscheana a la ascesis cristiana; de las lecturassecularizadoras que, desde cierta filosofia liberal, reconocen positiva-mente al cristianismo un valor como mero regulador de la conducta delos ciudadanos; de las doctrinas formalistas sobre el pecado. Frente alrechazo polémico de la primera parte, la segunda presenta una afirma-ción que, por su ubicación, adquiere mayor fuerza y un contenido positi-vo con el cual identificarse. Este acercamiento puede imponerle la bús-queda personal de lo que se enuncia sin una especificación detenida:

«[ ... ] la misión no es un negocio ni un proyecto empresarial, noes tampoco una organización humanitaria, no es un espectáculo paracontar cuánta gente asistió gracias a nuestra propaganda; es algo mu-cho más profundo que escapa a toda medida. [... ] Solo sabemos quenuestra entrega es necesaria» (EG 211).

De manera inversa, la modalidad expresiva permite enfatizar en pr~-mer término el punto de vista afirmado para luego presentar la perspecti-va negada: «i[e]1 dinero debe servir y no gobernar!» (EG 49).

Comentarios a la Exhortación Evangelii Gaudium 525

En otros casos, y persiguiendo la misma finalidad propositiva, el es-quema sintáctico que contrapone lo rechazado y lo afirmado combina lanegación polémica con el conectar adversativo, en la estructura «no ...sino ... ». En los siguientes ejemplos, acompañan al conector focalizadoresparticularizantes, que tienen también una función enfática:

«Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones oen programas de promoción o asistencia: lo que el Espíritu movilizano es un desborde activista, sino ante todo una atención puesta en elotro «considerándolo como uno consigo» (Santo Tornás)» (EG 157).

«¿a quiénes debería privilegiar [la Iglesia]? Cuando uno lee el Evan-gelio se encuentra con una orientación contundente: no tanto a losamigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, aesos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que' no tie-nen con qué recornpensarte' (Le 14, 14)>>(EG 48).

Incluso el recurso a metáforas seculares, como observáramos al tra-tar sobre el dialecto materno. refuerza la oposición al punto de vista queaflora en la negación, como en el siguiente ejemplo, en el que la comaelide el adversativo «sino»:

«Pero la Iglesia no es una aduana, [sino que] es la casa paternadonde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas.» (EG 47)

Las posiciones que se exponen críticamente pueden cristalizar en tér-minos que se marcan entre comillas, las cuales son un recurso paratextualque se emplea típicamente para señalar extrañam iento: una palabra ajenaque el locutor trae a su enunciado aunque sin identi ficarse con ella, to-mando distancia:

«Se considera al ser humano en sí m ismo como un bien de consu-mo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la culturadel «descarte» que, además. se promueve. Ya 110 se trata simplemen-te del fenómeno de la explotación y de la opresión sino de algo nue-vo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia ala sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en laperiferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son«explotados» sino desechos, «sobrantes» (EG 46).

·1

El impersonal que domina indica la magnitud del fenómeno y esto serefuerza por la primera persona del plural, que remite a un colectivoamplio, la humanidad. El contraste que la negación facilita y que secondensa en «explotados» y «sobrantes» (anticipado por «descarte»)indica el paso de lo conocido, el fenómeno de la explotación, a lo nuevo,

526 Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudiurn 527Comentarios a la Exhortación Evangelii Gaudium

la exclusión; del estar «abajo, en la periferia, ~in poder» a estar «afue_~a». El gradual aumento en la valoración neganva (de .10 malo a lo peo <

interpela a ~os le~~ores, bus~~ndo gen~rar en ellos ~onclencia de la grav~dad de la s.'tuac!on. y también rep.udlO. El enun~I~~o busca ·ittlpactaFá.~'otro, no dejarlo indiferente, aproximarlo a la posrcion propia.

Ese efecto se logra, asimismo, por la presencia de.térm inos·vaIoraiivósnegativos asociados al núcleo nominal, al atributo o al complemento.«elitismo narcisista y autoritario» (EG 77), «disfrute espurio de tiná"autocomplacencia egocéntrica» (EG 78), «crimen mafioso y aberrante»«manos preñadas de sangre» (EG 165), «corazón cómodo y avaro», «bús~queda enferm iza de placeres superficiales» (EG 3), «corrupción ramificada>?«consumismo desenfrenado», «tiranía invisible (de los mercados y de l~especulación financiera)», «evasión fiscal egoísta», «dictadura de la eco-nomía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano». Con unefecto semejante, se introducen términos provenientes del registro ínfor-malo secular que, en la yuxtaposición, provocan una ruptura de la isotopíaestilística en el registro religioso, aún al recurrir a metáforas relativamente.cristalizadas: «los intereses del mercado divinizado», «el fetichismo deldinero» (EG 47, 48). En los segmentos seleccionados la fuerte axiologizacióntiende, como en los otros casos, a desencadeaar en el lector el repudio agestos como el individualismo, la crueldad,~el hedonismo, la exaltación detodo aquello que tiene que ver con el aumento de los bienes materiales. Sibien todos estos aspectos son cuestionados habitualmente en el discursodel cristianismo, su configuración en el seno de una retórica de la proximi-dad refuerzan la adhesión del destinatario contemporáneo.

Esta interpelación puede adquirir la forma de una pregunta retóricaque, como en el ejemplo siguiente, impone la respuesta negativa orienta-da ya por el «me duele tanto comprobar» inicial:

«[ ... ] nadie puede exigimos que releguemos la religión a la inti-midad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida socialy nacional, sin preocupamos por la salud de las instituciones de lasociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan alos ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar elmensaje de San Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta?Ellos no podrían aceptarlo» (EG 145).

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lli'. La interpelación puede intentar actuar sobre la indiferencia generali-zada pero dirigiéndose a cada uno individualmente, lo que impone laconducción de las almas propia del poder pastoral heredado por el cris-tianismo al Estado moderno (Foucault 198 1). En el fragmento siguiente,la serie de preguntas cuyo interrogador primero es Dios remite a prácti-cas de las sociedades contemporáneas vinculadas a nuevas formas deesclavitud. No solo se las cuestiona, sino que se señala la complicidad deaquellos que «se hacen los distraídos». De allí, la admonición y la excla-mación fmal:

«Siempre me angustió la situación de los que son objeto de lasdiversas formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara elgrito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?»(Gn 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que es-tás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitu-ción, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tieneque trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No noshagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. j La pregunta espara todos!» (EG 165).

En algunos casos, los adversarios pueden ser definidos en su especifi-cidad en una serie que comparte un rasgo. En el ejemplo que sigue es la«oscura mundanidad»:

«Esta oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes apa-rentemente opuestas pero con la misma pretensión de «dominar elespacio de la Iglesia». En algunos hay un cuidado ostentoso de laliturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocu-parles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fielde Dios y en las necesidades concretas de la historia. [... ] En otros,la misma mundanidad espiritual se esconde detrás de una fascina-ción por mostrar conquistas sociales y políticas, o en una vanaglo-ria ligada a la gestión de asuntos prácticos, o en un embeleso porlas dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial. Tam-bién puede traducirse en diversas formas de mostrarse a sí mismo

«Por ello me duele tanto comprobar cómo en algunas comunida-des cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversasformas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, ce-los, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, yhasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quiénvamos a evangelizar con esos comportamientos?» (EG 80, 81).

De manera semejante, en el fragmento ilustrativo que sigue, la res-puesta negativa a la pregunta retórica está orientada por una negaciónprevia (acompañada de segmentos regidos por la preposición «sin») yreforzada por una posterior:

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528 Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudiul11".

en una densa vida social [ ... ] O bien se despliega en un funcionalis. I d d dí lani fi . 1110empresana, carga o e esta ísncas, p am icaciones y evaluac' _

nes, ~onde el principal ?eneficiario no es el Pueblo de Dios sinol~aIglesia como organizacron. En todos los casos, no lleva el'sello dC~i~to encarnado, crucificado y resucitado, ~e encierra en grupo:ehtls.tas, no sal~ realmente ~ buscar a los perdidos ni a las inmens¡ismultitudes sedientas de Cristo» (EG 77, 78). .

La crítica a la mundanidad se despliega en la caracterización de dife-"rente~ manifestaci~nes (gestos e!itis~as que no s~ interesan por los perdi-dos ni por las multitudes). Los términos evaluativos adquieren o refuer-zan gracias al entorno su valoración negativa -«cuidado ostentoso»«fascinación», «vanagloria», «embeleso», «densa vida social»- que seexpone claramente en las negaciones del cierre. Asimismo, las negacio-nes que van apareciendo en el segmento permiten contrastar lo que sevalora con lo que se rechaza: «real inserción en el Pueblo fiel de Dios» /«liturgia»; «Pueblo de Dios» / «funcionalismo empresarial», «Iglesiacomo organización». Un pasaje tan manifiestamente polémico comienzatomando posiciones dentro de, y hacia, los sectores eclesiásticos.

5. El recurso a las imágenes,

El uso de ciertas metáforas o imágenes que, al evocar realidades senso-riales o cognitivas cercanas al destinatario, lo sitúan en un entorno semióticoreconocible, aparece explícitamente recomendado como recurso en EGporque se asocian con laproximidad a la que tienden: «una imagen atrac-tiva hace que el mensaje se sienta como algo familiar, cercano, posible,conectado con la propia vida» (EG 125). Como en el caso del dialectomaterno, también las imágenes forman parte de ese repertorio de recur-sos que son recomendados y empleados en la propia prédica papal.

Muchas de las imágenes que aparecen en el texto abrevan en eldiscurso religioso y en sus metáforas recurrentes. El texto las retoma yseñala, incluso, el origen de muchas de ellas. Dominan entre las configu-raciones analógicas,' las comparaciones y las metáforas:

l. Que, en los términos de Perelrnan (1979), manifiestan la equivalencia entre dosproporciones: «A es a B como e es a D». De aquí, para el mismo autor, la metáfora seauna «analogía condensada», Gardes Tarnine (2011: 158) prefiere hablar de diferent~smodos de «configuraciones analógicas» que ponen en relación dos series y que le penn+ten agregar, entre otras figuras. a las alegorías y los paralelismos.

Comentarios a la Exhortacion Evangelii Gaudium 529

«Creárnosle al Evangelio que dice que el Reino de Dios ya estápresente en el mundo y está desarrollándose aquí y allá, de diversasmaneras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertirseen un gran árbol (cf. MI 13, 31-32), como el puñado de levadura,que fermenta una gran masa (cf MI 13,33), y como la buena semi-lla, que crece en medio de la cizaña (cf. Mt, 13, 24-30) y siemprepuede sorprendemos gratamente. Ahí está, viene otra vez, lucha porflorecer de nuevo.» (210)

Estas metáforas remiten a campos ya explorados, lo que facilita lainterpretación. El motivo del agua y del brote aparece de diversas ma-neras: «[c]ada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar lafrescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos» (EG 11);«[d]onde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a apare-cer los brotes de la resurrección» (EG 208). En algunos casos se asociacon el «dar a beber» como modo de ayudar y entregarse: «[la parro-quia] es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos vana beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero»(EG 26); «allí estamos llamados a ser personas-cántaros para dar debeber a los demás. A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz,pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nosentregó como fuente de agua viva» (EG 71); «un misionero entregadoexperimenta el gusto de ser un manantial, que desborda y refresca a losdemás» (EG 206).

También la semilla se inscribe en la amplia tradición de los textossagrados: «[c]uando está sembrada la semilla en un lugar, ya no sedetiene para explicar mejor [... ] El Evangel io habla de una semilla que,una vez sembrada, crece por sí sola también cuando el agricultor duer-me (cf. Me. 4, 26-29)>> (EG 20). A la semilla (Palabra) responde elfruto, que surge cuando aquella es fecunda. Este tipo de metáforas,construidas sobre la analogía con el mundo vegetal, se van hilando a lolargo del discurso:

«[La evangelización] fiel al don del Señor, también sabe «fructifi-can>. La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos,porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la pazpor la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en mediodel trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra lamanera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y défrutos de vida nueva aunque en apariencia sean imperfectos oinacabados» (EG 22-23).

530 Subjetividad y predicación en la Evangelii Oaudium...

Por otra parte, se reitera la imagen del pastor y el rebaño, que impliun modo particular de vínculo en el que el pastor es responsable de todeay cada uno de los miembros del rebaño. La torsión sobre esta metáfo~scristalizada, que presentáramos más arriba, sirve para presentar Un:novedosa concepción de la autoridad, en la que: «el rebaño mismo tiene - .tsu olfato para encontrar nuevos caminos» (EG28). Este uso.de.s.acos~ .tumbrado de la imagen del rebaño, que no es el que sigue dócihnente L

sino el que puede incluso guiar a su pastor, no pierde sin--embargo su"modo tradicional de significar. Así aparece la metáfora del lobo que asus-ta y dispersa: «cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían de loslobos que intentan disgregar el rebaño» (EG 134).

Las comparaciones, metáforas y analogías aluden generalmente a laBiblia, la cual funciona como un repositorio de imágenes compartidas yconocidas, que no necesitan ser citadas sino simplemente aludidas. Estose debe a que la alusión señala, sin explicitarla, su fuente, reforzandoel sentido de comunidad entre quienes pueden reconocerla. En algunoscasos, la alusión es más reconocible y recuerda las imágenes quevertebran parábolas o historias clásicas de la Biblia, como los pasajesya citados sobre la cizaña o las siguientes, sobre el hijo pródigo y lasbodas de Caná: ~

«A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda conlas puertas abiertas para que, cuando regrese pueda entrar sin dificul-tad» (EO 46).

«Cuando algunas categorías de la razón y de las ciencias son aco-gidas en el anuncio del mensaje, esas mismas categorías se convier-ten en instrumentos de evangelización; es el agua convertida envino» (EO 106).

En uno de los límites de esta categoría, algunas imágenes --converti-das en símbolo- son explícitamente situadas en su fuente bíblica:

«La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 1-35) haencontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismodel dine-ro y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivoverdaderamente humano» (EO 47).

En el límite opuesto, la alusión es apenas reconocible para un lectorcompetente, como las siguientes referencias a Le. 2, 35: «[e]lla [María]es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas»(EG 215) ya Gal. 4, 19: «[c]omo madre de todos, [María] es signo de

Comen/arios a la Exhortación Evangelii Oaudium 531

esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote lajusticia» (EG 215). En estos casos, la elocuencia de la imagen interpelael pathos del interlocutor independientemente de que éste sea capaz dereconocer en ella una alusión bíblica. En cualquier caso, las imágenesactivan el repertorio de representaciones disponibles para los lectores,que las han internalizado en su práctica religiosa.

Un segundo grupo de imágenes no proviene tanto del repertorio bíbli-co como del discurso social más amplio, en los límites con la doxa osentido común. Estas imágenes también pueden ser interpretadas sindificultad porque apelan a usos figurados habituales en los discursos coti-

, dianos o en otros que han alcanzado una difusión considerable o confor-man figuras cuyo sentido es fácilmente recuperabte: «tampoco laspuer-tas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera» (EG40); «ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas o en la mano invisi-ble del mercado» (EG 161); «una cultura inédita late y se elabora en laciudad» (EG 60);»los excluidos ven crecer ese cáncer social que es lacorrupción profundamente arraigada en muchos países» (EG 51); «tieneque aceptar ser herido por esa palabra que herirá a los demás» (EG119); «[elsta integración [a la pastoral orgánica de la Iglesia particular]evitará que [comunidades de base, pequeñas comunidades, movimientosy otras formas de asociación] se queden solo con una parte del Evangelioy de la Iglesia, o que se conviertan en nómadas sin raíces» (EG 27);«[e]s necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia delpropio lugar, que es un don de Dios» (EG 178).

Las imágenes que apelan con más fuerza al imaginario emotivo, alpathos del auditorio, suelen ser desarrolladas en el marco de una .re-flexión polémica del estilo de las observadas en el apartado antenor,como la ya citada: «la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna dondehay lugar para cada uno» (EG 41):

«[ ... ] se alimenta la vanagloria de quienes se conforman con te-ner algún poder y prefieren ser generales de ejércitos derrotadosantes que simples soldados de un escuadrón que sigue luchando»(EO 78).

«[a] los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe seruna sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor quenos estimula a hacer el bien posible» (EO 38).

Las imágenes pueden, por su riqueza expresiva, anclar la significa-ción de una serie: «[ajsí negamos nuestra historia de Iglesia, que esgloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana,

•.._-----_ ..." .. ,

532 Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium...

de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trab~o qucansa» (EG 78). Un mismo término puede funcionar diversamente: com~sinécdoque, en la cual la parte representa al todo (<<corazón.cómodo y "avaro» (EG 3» o como metáfora, en la cual un térm ino sustituye a otro'«en el corazón mismo del Evangelio está la vida comunitaria yelCOlll~promiso con los otros» (EG 139). .. .

Si bien muchas imágenes avanzan en la exploración-de sentidos ._nuevos, se asientan en sintagmas conocidos y recurren a metáforas enpresencia.

«Las dos cosas unidas [globalismo y localismo] impiden caer enalguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en ununiversalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del fur-gón de cola, admirando los fuegos artificiales del mundo, que es deotros, con la boca abierta y aplausos programados; otro, que se con-viertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenadosa repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por eldiferente y de valorar la belleza que Dios den-ama fuera de sus lími-tes» (EG 178).

A menudo, este juego metafórico se prepara con otras imágenes yaconsolidadas que, en su articulado, generan sn universo de referenciasmás amplio que, sin dejar de apuntar a la dimensión persuasiva, persi-guen también una finalidad estética que'la refuerce:

«La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes deese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque laresurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta histo-ria, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos almargen de esa marcha de la esperanza viva!» (EG 21P)

En definitiva, este juego de imágenes más o menos cristalizadas,más o menos reconocibles, más o menos familiares, tienen como fina-lidad última la de interpelar al destinatario. Como en el caso del d.ia.lectomaterno, los tropos crean comunidad: cognitiva, porque los partrc~pan-tes se muestran capaces de llevar a cabo los mismos procesos de iden-tificación e inferencia, pero también afectiva, puesto que se reúnen entomo a valores y emociones compartidas. Esta relación entre ellocu.tory su(s) destinatario(s) será explorada en la siguiente, y última, seCCiónde análisis.

Comentarios a la Exhortación Evangelii Gaudium 533

6. El dispositivo enunciativoE. Benveniste (1958) afirmaba, en un artículo clásico, que el lenguaje

no es medio de expresión sino fundamento de la subjetividad: no se tratade algo exterior al sujeto, de una herramienta que pueda emplear o dejarde hacerlo, sino de una dimensión constitutiva de la condición humana. Enpalabras de 1.Blommaert (2005), el lenguaje es un sistema de opciones, escierto, pero de opciones, en la mayoría de los casos, obligatorias; nospermite elegir, pero no podemos elegir elegir. En ese sentido, enunciar estanto expresar como condicionar la propia expresión; la subjetividad dequien enuncia se ve configurada -y limitada- por sus enunciados.

En esta situación, la definición de quien habla, típicamente identifica-do con la primera persona del singular (yo), se realiza en simultáneo conla definición de a quién se dirige, idealmente la segunda persona delsingular (tú). Se trata de formas mutuamente dependientes, que se deli-mitan entre sí y cuya relación es necesaria: al designar a mi interlocutorcomo «su majestad», por ejemplo, no solo le atribuyo un carácter real,sino que al mismo tiempo me presento a mí mismo como súbdito.

6.1. La primera persona del plural: nosotros

El autor de un texto asume diversos roles enunciativos que se expo-nen en las múltiples formas del «nosotros» y del «yo». Se dirige al lectordesde distintos lugares, interpelándolo diversamente. Dentro del univer-so conceptual, analizado por la lingüística de la enunciación (Kerbrat-Orecchioni 1981) Y la pragmática (Levinson 1984), la primera personadel plural, «nosotros», ha sido estudiada con detenimiento por las diver-sas funciones que puede cumplir y su dinámico rango referencial. No setrata simplemente de un sujeto de la enunciación plural (una suma deyoes) sino de los diversos modos que posee elyo para vincularse a otros: aun tercero, como en el caso del nosotros exclusivo, o a su destinatario, enel caso del nosotros inclusivo. También el nosotros puede designar exclu-sivamente a la primera persona, al hablante, desde dos lugares diferentesaunque próximos: por una parte, el nosotros de autor, típico del discursocientífico, diluye la responsabilidad asumida por quien escribe en un sujetocolectivo pretendidamente homogéneo que supuestamente lo respalda: lacomunidad científica; por otra parte, el nosotros mayestático, típicamenteempleado por los reyes y los antiguos papas, designa exclusivamente alhablante, no por sus cualidades individuales sino por su rol institucional:quien habla no es el rey o el papa, sino el Estado o la Iglesia,

534 Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium ...

En Francisco abunda el nosotros que integra a su principal destinata_rio, el que va a desarrollar una tarea misional:

«Renovemos nuestra confianza en la predicación, que se funda enla convicción de que es Dios quien quiere llegar a los demás a travésdel predicador y de que Él despliega su poder a través de la palabrahumana» (EG 108). '.' .'

«Por supuesto que todos estamos llamados a crecer comoevangelizadores. Procuramos al mismo tiempo ~na ~ejor,formación,una profundización de nuestro amor y un testnTIo.l1Iomas claro delEvangelio. En ese sentido, todos tenemos que. de~ar que los demásnos evangelicen constantemente; pero eso no significa que debamospostergar la misión evangelizadora, sino qu~ enc~ntremos el modode comunicar a Jesús que corresponda a la situación en que nos ha-llemos» (EG 121).

«Más que el temor a equivocamos, espero que nos mueva el te-mor a encerramos en las estructuras que nos dan una falsa conten-ción, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las cos-tumbres donde nos sentimos tranquilos» (EG 42).

En muchos casos incluye también al tercero en un cole~tivo ampli?,el de la humanidad: «con el amor de Dios, que se convierte en felizamistad, somos rescatados de nuestra co~ciencia aislada y de .laautorreferencialidad» (EG 8). Puede restringirse, igualmente, a los C~lS-

tianos: «[c]ada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el cammoque el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar = llam.ado»(EG 20) y, de manera cercana, a los creyentes, generalmente identifica-dos con los integrantes de la Iglesia:

«Los creyentes nos sentimos cerca también de quien.es, no reco-nociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan stnceram~ntela verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máximaexpresión y su fuente en Dios» (EG 192).

Por último el nosotros inclusivo puede referir a los miembros de l~Iglesia, que aparecen muchas veces identificados con la jerarquía o, amenos, el clero:

. ueva el te-«[mjás que el temor a equivocamos, espero que nos mmor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa conten-ción, en las normas que nos vuelven jueces implacables» (EG 42).

Comentarios a la Exhortación Evangelii Gaudium 535

«[a]demás, es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestropueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debetambién a la existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedo-res en algunas de nuestras parroquias y comunidades» (EG 53).

Estos desplazamientos son significativos en la medida en que mues-tran la persistencia de un discurso tradicional que identifica a «los cristia-nos» con «los católicos» y a «la Iglesia» con «la jerarquía» eclesiástica.(Bonnin 2013 b) Se trata, sin embargo, de una tensión irresuelta, puestoque en otros sectores del mismo documento el «nosotros» de la Iglesiaes inclusivo de todos sus destinatarios bautizados y no solo del clero:

«Hoy, en este «id» de Jesús, están presentes' los escenarios y losdesafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, ytodos somos llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada cristia-no y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor lepide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de lapropia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que nece-sitan la luz del Evangelio» (EG 20).

6.2. La primera persona del singular: yo

También la primera persona del singular, el yo, es diversa. En algunoscasos se encuentra altamente estandarizada y remite a los rasgos delgénero. Desde las exhortaciones apostólicas de Juan Pablo II se abando-nó el empleo del nosotros mayestático (excepto en las versiones latinasde los documentos) y se utilizó el yo, sobre todo en funciones habituales,como la del sujeto textualizador, que no se presenta tanto como sujetomodal, que evalúa o manifiesta apreciaciones, sino como mero autor quedispone de los materiales verbales en un texto:

«En este último capítulo no ofreceré una síntesis de la espiritua-lidad cristiana, ni desarrollaré grandes temas como la oración [... ]Simplemente propondré algunas reflexiones acerca del espíritu de lanueva evangelización» (EG 196).

De manera genéricamente más estable, el yo también es habitual (desdeJuan Pablo II) al presentar, en las secciones iniciales, las motivacionesespecíficas de la EA, generalmente un sínodo o reunión semejante:

«Acepté con gusto el pedido de los Padres sinodales de redactaresta Exhortación. Al hacerlo, recojo la riqueza de los trabajos del

536 Subjetividad y predicación en la Evangelii Gaudium ...

Sínodo. También he consultado a diversas personas, y procuro ade-más expresar las preocupaciones que me mueven en este momentoconcreto de la obra evangelizadora de la Iglesia» (EG 19).

Este yo, sin embargo, no es el que tradicionalmente se hacía deposi- .tario de la autoridad sobre el tema y desarrollaba un extenso estudiodoctrinal. Por el contrario, la EO comienza señalando precisamente ellím ite de la autoridad del locutor y su delegación en los episcopadbs:

«Son innumerables los temas relacionados con la evangelizaciónen el mundo actual que podrían desarrollarse aquí. Pero he renuncia-do a tratar detenidamente esas múltiples cuestiones que deben serobjeto de estudio y cuidadosa profundización. Tampoco creo que debaesperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa so-bre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. No esconveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en eldiscernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus te-rritorios» (EG 16).

Se trata de un yo fuertemente anclado en la situación de enunciación,que introduce numerosas referencias deícticas al presente, como «eneste momento concreto», «renovar ahora mismo». Biográficamente, ade-más, incluye a otros enunciadores como voces presentes (che consulta-do a diversas personas») y a sí mismo corfio sujeto biográfico (claspreocupaciones que me mueven en est~ momento concreto») de deseosy puntos de vista:

«Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo,para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y todaestructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evange-lización del mundo actual más que para la autopreservación» (25).

El uso de la primera persona también responde a las partes y la confi-guración enunciativa típica de las exhortaciones apostólicas, apareciendoasí en otros sectores de la EG, en los que el papa realiza el acto de hablaque, en definitiva, define al género, exhortar:

«En orden a que este impulso misionero sea cada vez más inten-so, generoso y fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular aentrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y re-forma» (28).

«Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que seencuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesu-

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cristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, deintentarlo cada día sin descanso (4).

Se trata de un yo que, como miembro de la Iglesia, realiza los gestosreligiosos habituales: «invoco una vez más al Espíritu Santo; le ruegoque venga a renovar, a sacudir, a impulsar» (EO 196); «¡ [p]ido a Diosque crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténticodiálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no laapariencia de los males de nuestro rnundo!» (EO 162).

A diferencia de sus predecesores, sin embargo, Francisco se posicionamuy explícitamente en el yo modal, sujeto de una biografla, que tienepuntos de vista personales, que realiza juicios de valor de los que seresponsabiliza individualmente y que, en definitiva, se involucra en unarelación interpersonal con su destinatario:

«Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, tambiéndebo pensar en una conversión del papado. Me corresponde comoObispo de Roma estar abierto a las sugerencias que se orienten [... ]»(EG 29).

«Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres [ ... ]» (EG 157).

«Si alguien se siente ofendido por mis palabras, le digo que lasexpreso con afecto y con la mejor de las intenciones, lejos de cual-quier interés personal o ideología política. Mi palabra no es la de unenemigo ni un opositor [... ] (EG 164).

«[ ... ] procuré explicitar una vez más la ineludible dimensión so-cial del anuncio del Evangelio» (EG 193).

Elyo de Francisco se destaca, así, por su singularidad biográfica, lacual lo ubica en una posición mucho más sensible al campo de los afec-tos: un yo más ubicado como individuo que habla a otros sujetos:«[a]gradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofre-cen su viday su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bieny me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarmemás» (EO 76). Un yo que apela también a su propia biografla: «[r]epitoaquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes ylaicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y man-chada por sal ir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y lacomodidad de aferrarse a las propias seguridades» (EO 42). Un yo quehabla desde su propia individualidad: «[q]uiero ser completamente ho-nesto al respecto» (EO 167); «[e Js verdad que esta confianza en lo

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invisible puede producimos cierto vértigo es como sumergirse en un mardonde no sabemos qué vamos a encontrar. Yo mismo lo experimentétantas veces» (EG 212).

Aunque toda porción de texto incluye un punto de vista y, en conse-cuencia, una evaluación, en algunos sectores, como ya hemos visto, elsujeto se hace cargo explícitamente de la expresión de ~sa perspectiva, .señalándose como referencia, entre otros, de séntim ientós y valoracio-nes. En Francisco, los puntos de vista están anclados sobre todo. en ..aquello a lo que ya hemos aludido, una biografía, una trayectoria. Así, .un sujeto metadiscursivo relativamente cristalizado (cno quiero dete-nerme ahora», «agradezco») se mezcla con otras formas, poco habi-tuales, como «me hace mucho bien», «me sostiene en mi propio deseode superar el egoísmo»:

«Siento una enorme gratitud por la tarea de todos los que trabajanen la Iglesia. No quiero detenerme ahora a exponer las actividades delos diversos agentes pastorales, desde los obispos hasta el más sen-cillo y desconocido de los servicios eclesiales [ ... ] Agradezco elhermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida ysu tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y mesostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarmemás» (EG 76).

Hay un último uso de la primera perSona del singular, que no tienecomo función referir al locutor sino.poner en escena a un sujeto abstrac-to, a cualqu iera, con el cual el interlocutor pueda identificarse y adoptaresas palabras como propias:

«La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida,o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momen~to más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de miser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta ~ien:a, ypara eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a S.l m~sJ?1ocomo marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivifi-car, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el do-cente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo sercon los demás y para los demás» (EG 273).

«Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo es-tamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: «Señor, yoestoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella».Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en

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el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy! ¡No nos deje-mos robar el ideal del amor fraterno!» (EG 101).

La proximidad, en estos casos, es máxima: la voz de Francisco es lavoz de cada uno de sus lectores; en esa comunidad íntima, «yo» y «tú»parecen fundirse en una misma figura, una misma enunciación.

6.3. La segunda persona

Probablemente uno de los rasgos de ruptura más notable entre la EGy las exhortaciones apostólicas de otros papas radique en la emergenciade un destinatario individual izado: tú. Más allá de los destinatarios plura-les, más o menos genéricos, en segunda (cos digo», «os exhorto») otercera persona (cllamo a los cristianos»), en' algunos pasajes clave seconstruye una escena íntima de comunicación interpersonal.

Aún un papa carismático como Juan Pablo 11, que hacía de su pre-sencia y de la interacción un rasgo característico de su estilo como líderreligioso, utilizaba la segunda persona del plural o diversas apelacionesde tercera persona para referirse a sus destinatarios. Con el típico mode-lo de la predicación, se trata de un individuo que se dirige a uno o variosdestinatarios colectivos: los cristianos, los obispos, los hombres, etc. Unade las excepciones en este campo era el empleo de citas, las cuales intro-ducen una escena de enunciación interpersonal en la que un ind ividuo sedirige a otro. Aún cuando queda claro el carácter referido de ese otrodiscurso, y las fronteras entre el discurso citado y el discurso citante sonclaras, el interlocutor es invitado a situarse en el lugar del «tú» referido,tal como puede observarse (de manera casi explícita) en el siguienteejemplo de Juan Pablo II:

«Por el santo Bautismo somos hechos hijos de Dios en suUnigénito Hijo, Cristo Jesús. Al salir de las aguas de la sagrada fuen-te, cada cristiano vuelve a escuchar la voz que un día fue oída a ori-llas del río Jordán: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»(Le 3,22); Yentiende que ha sido asociado al Hijo predilecto, llegan-do a ser hijo adoptivo (cf. Ga 4, 4-7) Y hermano de Cristo. Se cumpleasí en la historia de cada uno el eterno designio del Padre: «a los quede antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagende su Hijo, para que Él fuera el primogénito entre muchos herma-nos» (cf. Rm 8; 29)>>(Christofedeles Laici, 11).

En este caso, el locutor-papa se ubica en el mismo lugar de susinterlocutores, «nosotros-hijos de Dios», y desde ese lugar es interpela-

d

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do por la segunda persona enunciada por Dios. Pero no es él el que sedirige «a cada uno». Esto es posible porque el lugar del locutor, de laauctoritas, está escindido entre el yo, sujeto biográfico, y la Iglesiasujeto doctrinal. . ,

En. el caso de una enunciación próxi~a,. como la p~e~ta ~n escena porFrancisco en EG, el locutor se presenta limitando al.maximo 'la autoridadconferida discursivamente por su rol. En consecuencia, puede disminuir la "distancia entre el yo autorizado y el interlocutor, elfielque, 'desde la lec~~ ..ra, se involucra en una comunicación interpersonal de la palabra divina:

«Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de laIglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes: ¡El Señor tam-bién te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto yamor!» (EG 113),

«En cualquier caso, todos somos llamados a ofrecer a los demás eltestimonio explícito del amor salvífico del Señor, que más allá de nues-tras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su Palabra, su fuerza, y leda un sentido a nuestra vida, Tu corazón sabe que no es lo mismo la vidasin Él; entonces eso que has descubierto, eso que te ayuda a vivir y que .te da una esperanza, eso es lo que necesitas comunicar a los otros.Nuestra imperfección no debe ser una exciJsa; al contrario, la misiónes un estímulo constante para no quedarse en la mediocridad y paraseguir creciendo, El testimonio de fe que todo cristiano está llamado aofrecer implica decir como san Pablo: «No es que lo tenga ya conse-guido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera (...) y melanzo a lo que está por delante» (Flp 3,12-13)>> (EG 121).

Por su carácter excepcional, esta segunda persona del singular apare-ce apenas en dos pasajes, que no por cuantitativamente menores dejande ser cualitativamente relevantes.

Es llamativo, al respecto, el empleo del tuteo, que designa a la segun-da persona del singular como «tú», en vez del rioplatense voseo, que lodenomina «vos». Puesto que el pronombre no es de uso obligatorio en elespañol, solo aparece empleado en algunas citas bíblicas y en la oraciónfinal: «Virgen y Madre María! tú que, movida por el Espíritu,! acogiste alverbo de la vida [.. ,] Tú, llena de la presencia de Cristo [ ... ] Tú estre~e- ,cida de gozo, etc.». Aunque muchos de los verbos empleados se conju-gan del mismo modo para «tú» y para «vos», y muchos de los pronom-bres empleados son equivalentes (como el posesivo «tu» o el dativo«te»), también es cierto que el verbo «necesitas», en el pasaje precitado,está conjugado en la forma tuteada y no voseada.

Comentarios a la Exhortación Evangelii Gaudium 541

En otros casos, sobre todo al emplear un registro más formal o referira rasgos institucionales (como su condición de Papa, en tercera persona),emplea el plural correspondiente al tuteo (cvosotros») y no el rioplatense«ustedes»:

«El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, ennombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los po-bres, respetados, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desin-teresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética afavor del ser humano» (EG 49).

Ese tipo de interpelación, si bien aparece en algunos momentos (cquieropediros especialmente [ ... ] antes de proponeros» (EG 196» en generalse evita y la proximidad se logra por medio de un nosotros que incluye allocutor.

Estas tensiones muestran la potencia y, al mismo tiempo, los límitesde la retórica de la proximidad: el dialecto materno del hablante se en-frenta a la geografia lingüística de sus destinatarios. Puesto en la tensiónentre una variedad rioplatense que lo individual iza y extraña su habla y ladiversidad de variedades habitadas por sus destinatarios, el papa pareceoptar por esta segunda. En definitiva, el dialecto materno aparece máscomo un estilo que evoca y apela a lexemas y expresiones cargadasafectivamente que como un fenómeno sociolingüístico; más como unadisposición al vínculo interpersonal que como un conjunto de formasgramaticales socialmente condicionadas.

Conclusión

El discurso religioso activa variadas memorias discursivas ancladasen temporalidades de mayor o menor alcance. Ello incide en la densidadsemántica de los textos, en los que lo dicho y lo aludido interpelandiferentemente al otro. Este potencial individualizador constituye unafuerza discursiva indiscutible, capaz de conmover y movilizar a sujetoscon historiaspersonales disímiles ya comunidades diversamente situa-das. Evangelii Gaudium explota estas posibilidades y expone un modelode predicación que, si bien parte de las formas propias del cristianismo yde principios sedimentados en una persistente tradición, se abre al mun-do contemporáneo valorando, particularmente, los modos de la proximi-dad. Estos configuran un estilo cuyas marcas y tensiones hemos analiza-do centrándonos en el «dialecto materno», la dimensión polémica, el

J••••.•••••• Atilln., _

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recurso a las imágenes y el dispositivo enunciativo. En todos los casosya sea que esté en juego el registro, la sintaxis, las figuras o las persona~se tiende a convocar al otro, activar las emociones legítimas y generar en:él los gestos autorizados suministrándole, a la vez, las estrategias que lepermitan realizar eficazmente su tarea misionaI. Francisco no .solo hareflexionado sobre esta dinámica en la zona de-la exhortación apostólicadestinada a la homilía sino que también la ha desplegado en sus interven--ciones en las celebraciones litúrgicas y en el mismo texto de EvangeliiGaudium, como hemos intentado mostrar. Propone, así, un estilo cerca-no que modela las subjetividades católicas, pero que también propone unvínculo con los otros que pueda ser asumido desde diversas posiciones.

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