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Tauste en su historia Actas de las XV Jornadas Sobre la Historia de Tauste 29, 30, 31 de enero, 6 y 7 de febrero de 2014

Roncesvalles y el reino de Aragón. El ejemplo de Tauste y la comarca de Cinco Villas

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Tausteen su historia

Actas de las XV Jornadas

Sobre la Historia de Tauste29, 30, 31 de enero, 6 y 7 de febrero de 2014

Fotografía de portada:Natalia Gadea CastilloCabezo de El Frailedesde tierras taustanas.

Tausteen su historia

Actas de las XV Jornadas

Sobre la Historia de Tauste29, 30, 31 de enero, 6 y 7 de febrero de 2014

© de los textos: sus autoresEdita: Asociación Cultural “El Patiaz”

D.L. Z 911-2015ISBN: 978-84-606-8726-9

Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra

sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.reservados todos los derechos

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Índice

Leticia Gaspar Ferrer Leticia Palazón TabuencaLaura Quijano GaudesAna Navas Izquierdo“Cartografía territorial y caracterización de los suelos

tipo del municipio de Tauste”

Carlos Laliena Corbera“Tauste en el ocaso del Valle del Ebro musulmán (1080- 1125). Esplendor y declive de una civilización perdida”.

Fermín Miranda García“Roncesvalles y el reino de Aragón: El ejemplo de Tauste y la comarca de Cinco Villas”

Luis Antonio Palacio Pilacés“Al servicio del Tercer Reich. Taustanos en la División Azul y el Frente del Este”.

Índice

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Roncesvallesy el reino de Aragón: el ejemplo de Tauste y la comarca de Cinco Villas

Fermín Miranda GarcíaUniversidad Autónoma de Madrid*

* Orcid: 0000-0002-0072-8224

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1. intRoduCCión

La colegiata de Santa María de Roncesvalles constituye un ejemplo de institución eclesiástica que, favorecida por muy diversos factores, con-siguió establecer, a partir de su fundación en la tercera década del siglo XII y desde unas bases sin duda modestas, una extensa red patrimonial que superó ampliamente los estrechos límites del reino de Navarra en que se asentaba, hasta hacerse presente en regiones y reinos bien lejanos, desde las marcas de Gales a la ciudad universitaria de Bolonia, o desde las recién conquistadas Lisboa y Sevilla hasta los viejos condados carolingios del nor-te de Francia.

No se trata aquí de establecer nuevas pautas acerca del proceso que llevó a esa situación, cuyas bases ya han sido estudiadas con cierto detalle, sino de analizar uno entre los muchos casos concretos en que se apoyaba ese despliegue dominial. A diferencia de los dominios monásticos alto-medievales, en general más acotados en su área de influencia, y asentados en los parámetros socioeconómicos más característicos del sistema feudal -los regímenes señorial y jurisdiccional que le son propios-, muchas de las nuevas fundaciones eclesiásticas plenomedievales se apoyaban en princi-pios de propiedad menos sujetos a relaciones de dependencia jurídica y, en paralelo, exigían unos sistemas de gestión diferentes.

Esas dos líneas convergentes, la dispersión patrimonial y la adminis-tración apoyada en unos planteamientos más genuina –aunque no exclu-sivamente – económicos, con sus ventajas e inconvenientes, constituyen el marco en el que situarse a la hora de analizar un ejemplo bien concreto como el que aquí nos ocupa, la presencia patrimonial de la colegiata en la Corona y el reino de Aragón y de modo particular en la comarca de las Cinco Villas y su población más meridional, Tauste. Un “estudio de caso”

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que permite analizar, a pequeña escala, una estructura a la que de manera habitual el acercamiento se produce desde una perspectiva mucho más global.

La fundación del hospital de Roncesvalles, primero como cofradía y poco después como colegiata de canónigos regulares de san Agustín debe enmarcarse en el esfuerzo de los monarcas navarro-aragoneses, y en este caso de Alfonso I el Batallador, por articular social y económicamente los espacios pirenaicos, a partir sin duda de fenómenos de emigración espon-tánea que salpican las comarcas de la cordillera desde mediados del siglo XI1. Sin que quepa detenerse en esta cuestión, sí interesa mencionar que Alfonso I, el monarca que se sitúa tras la fundación impulsada por el obis-po Sancho de Larrosa en 1127 o de actuaciones previas en esa zona por parte de alguno de los más conspicuos miembros de la aristocracia cercana al rey, es además el héroe honrado en la memoria colectiva como encargado de cerrar las conquistas cristianas en las comarcas objeto de nuestra aten-ción, incluida la villa de Tauste (1121), pero en general la mayor parte de la antigua taifa de Zaragoza, el regnum Caesaraugustanum2. Conviene quizás conservar en la mente ese paralelismo –casi incluso en el tiempo- aparen-temente casual entre ambos acontecimientos para interpretar más tarde el porqué de algunos episodios que serán objeto de atención.

Como se encargarán de recordar los diplomas en los que reyes y parti-culares harán constar en adelante sus donaciones a la colegiata, el objetivo propuesto en la fundación consistía en la atención a los peregrinos (en el amplio sentido que el término contenía en la edad media –peregrinos, via-jeros, pobres itinerantes-), la hospitalitas que constituía uno de los deberes básicos de la caridad cristiana y, en especial, de las instituciones eclesiás-ticas. Pero esa labor se veía favorecida, y en ello insistían también las mo-tivaciones expresadas en la documentación, por la fama del lugar en que se situó el hospital, no solo un punto estratégico en la ruta que enlazaba el norte peninsular con el continente sino, en el imaginario colectivo, el

1 Fermín MIRANDA GARCÍA, “Fueros de franquicia y articulación del espacio pirenaico en Navarra (11150-1250”, en J.-P. Barraqué y Ph. Sénac (eds.), Habitats et peuplement dans les Pyrénées au moyen age et à l’époque moderne, Toulouse, CNRS-Univesité Toulouse-Le Mirail, 2009, pp. 65-76.

2 La obra de Alfonso I cuenta con un amplio repertorio bibliográfico. Aparte de la siempre recomendable aproximación que hiciera José M. LACARRA, Alfonso I el Batallador, Zaragoza, Guara, 1978, debe reseñarse J. Ángel LEMA PUEYO, Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona (1104-1134), Gijón, Trea, 2008; sobre la conquista de Tauste en particular, Carlos LALIENA CORBERA, “Frontera y conquista feudal en el valle del Ebro desde una perspectiva local (Tauste, Zaragoza, 1086-1200)”, Studia Historica. Historia Medieval, 23, 2005, p. 115-138.

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espacio donde se libró la batalla de Roncesvalles del 778. Y no tanto la batalla real como, sobre todo, la “construida” con el paso del tiempo, la divulgada desde mediados del siglo XI por las leyendas que se hicieron literatura contada y cantada a través de la Chanson de Roland (el Cantar de Roldán) y sus múltiples derivaciones, el lugar donde el héroe franco murió y su rey Carlos le lloró amargamente3. En la medida en que esa fama trascendió por toda Europa, y que la propia ruta que hemos dado en denominar camino de Santiago (el camino francés de los relatos de la época) favorecía con su creciente paso de viajeros el conocimiento del lugar real, Roncesvalles podía fácilmente convertirse en destinatario de donaciones de todo tipo, tanto de viajeros agradecidos por la atención recibida como de simples testadores que buscaban referentes espirituales de primera mag-nitud donde se elevasen de modo singular las oraciones por el alma de los difuntos, amén de otro tipo de intereses, sobre todo en el caso de los pode-res públicos, más vinculados a conveniencias y necesidades políticas, ideo-lógicas y/o sociales4. Y además, los legados se encuadraban en una gama de calidades igualmente extensa, desde pequeñas cantidades de dinero de las que ni siquiera quedaba constancia, hasta la propiedad eminente de aldeas enteras, aunque casas, heredades individuales y diversos tipos de derechos de aprovechamiento sobre molinos, salinas o peajes constituyen el grueso de lo conocido, junto con numerosos patronatos eclesiásticos, con sus co-rrespondientes rentas decimales.

Sobre esas bases, la proyección del dominio patrimonial resultante sobre un espacio que se ha señalado ya especialmente amplio, y las dificul-tades de gestión que conllevaba constituirán la cara y la cruz del sistema; la fama se mantendrá, pero el patrimonio menguará progresivamente hasta acomodarse a unas dimensiones más manejables, en paralelo a la configu-ración de una Europa cada vez menos globalizada y más articulada en espa-cios político-ideológicos claramente diferenciados. Aragón, Cinco Villas y

3 A título de ejemplo, la donación de Pedro II a Roncesvalles (1209) de un molino en Bolea se hace attendentes bona que fuerit in domo de Roncesvallibus et famam hospitalis illius loci (M. Isabel OSTOLAZA, Colección Diplomática de Santa María de Roncesvalles (1127-1300), Pamplona, Diputación Foral de Navarra-CSIC, 1978, n.º 35). La bibliografía sobre el Cantar, su articulación y su difusión resulta inabarcable aquí. En las cuestiones más vinculadas con Roncesvalles, siquiera de un modo divulgativo, puede verse, Fermín MI-RANDA GARCÍA y Eloísa RAMÍREZ VAQUERO, Roncesvalles, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2010 (2ª ed. rev.), p. 12-19.

4 Sobre el dominio de Roncesvalles, vid. Fermín MIRANDA GARCÍA, Roncesvalles. Trayectoria patrimonial (siglos XII-XIX), Pamplona, Gobierno de Navarra, 1993. A él nos remitimos de modo general en adelante para todo lo relaciono con estas cuestiones, salvo indicación concreta o distinta

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Tauste no parecen constituir una excepción, pero presentan singularidades que merece la pena comentar.

1. RonCesValles en la CoRona de aRagón

El conocimiento posible sobre el dominio de Roncesvalles en la Co-rona de Aragón choca con un serio problema, el de las fuentes. Y no solo porque, en la medida en que su devenir histórico en relación con la cole-giata se cerró, como veremos, relativamente pronto, generó una documen-tación menor que aquellos intereses mejor conservados en el tiempo sino, también, porque la propia pérdida patrimonial hacía disminuir el interés por conservar una documentación de escasa o nula utilidad. La que no se entregaba a los nuevos propietarios, en el caso de que la transacción se hubiera hecho por cualquier tipo de acuerdo, acababa muchas veces por perderse o destruirse directamente.

Por otra parte, en muchas ocasiones la información que conservamos se deriva de su presencia en cartularios donde las instituciones –Roncesva-lles en este caso- realizaban copia de la misma y se han mantenido gracias al propio soporte en que se escribieron. La colegiata contó con su propio libro de copias, el Becerro de Roncesvalles, elaborado antes de 1230, y de él procede la mayor parte de los datos que tenemos en relación con el tema que nos ocupa. Pero el Becerro se perdió –al menos su pista- a finales del siglo XVI, cuando acabó en manos del reformador Martín de Córdoba, enviado por Felipe II para poner orden en los asuntos del hospital, y solo se guardó un resumen de sus documentos, elaborado con premura y con una enorme cantidad de errores en datos de personas y lugares, que en muchas ocasiones, además de lo limitado de la información, la hacen difícil de interpretar5.

Con estas limitaciones, cabe señalar, en un primer acercamiento, que el despliegue patrimonial de Roncesvalles en la corona de Aragón cuen-ta con dos focos espaciales y cronológicos bien concretos. El primer caso queda circunscrito al reino de Aragón stricto sensu, y al período de 1180 a 1230. El segundo, al reino de Valencia y a los años inmediatamente pos-teriores a la conquista de la ciudad y su entorno por Jaime I en 1238, el lustro que transcurre desde 1239 a 1243.

5 Santos GARCÍA LARRAGUETA, “El Becerro de Roncesvalles”, Príncipe de Viana, 44/168 (1983), p. 111-169. Sobre la génesis y copia resumida del códice, ver de modo especial p. 111-119.

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Las primeras donaciones aragonesas se corresponden precisamente con las tierras de las Cinco Villas (con Tauste) y la comarca de Tarazona y de ellas se hablará con mayor detalle más adelante. Baste señalar aquí que se trataba, por tanto, de incorporaciones en espacios muy cercanos a co-marcas navarras (Tierra de Sangüesa, Ribera) donde la colegiata mantenía algunos de sus ámbitos de poder económico más relevantes6.

No faltan por supuesto donativos o legados testamentarios no vincu-lados a bienes patrimoniales; objetos muebles o entregas de dinero que ve-nían a demostrar el atractivo de la colegiata, el agradecimiento o el interés por vincular la salvación del alma de los difuntos a santuarios célebres y, en consecuencia, “más eficaces” en su intercesión. Así, Catalana, abadesa cisterciense del monasterio de Casbas (Huesca) dejó en su testamento un lecho (lectum bonum) a Roncesvalles, junto a numerosas mandas pías a otras instituciones que se situaban sin duda en ese ámbito (1209)7. Pero también, tres años después, García Romeu, que testó antes de partir a la campaña contra los musulmanes, dejó a la colegiata la considerable suma de 1.000 sueldos, dentro de una larga lista de beneficiarios que se extendía al monasterio de Citeaux o al santuario de Rocamadour, igualmente céle-bres en la Europa de su tiempo8. En 1210, en vísperas de acudir a la guerra contra los almohades, Guillermo de Orós había hecho un legado similar, aunque de mucha menor cuantía (20 sueldos jaqueses), en el marco de diversas donaciones pías limitadas ahora –salvo por la propia colegiata- a centros aragoneses. La referencia de Roncesvalles se acomodaba por tanto a todo tipo de aportaciones y donantes9.

El matrimonio de Miguel de Luesia y Mayor Fernández era más espe-cífico si cabe al legar, ese mismo año de 1212, 500 morabetinos de quibus fratres eiusdem hospitalis emant tot et tantas hereditates unde tres presbyteri per nos semper divina celebrando misteria inde, sicut decuit, honorifice vivere

6 F. MIRANDA, Roncesvalles. Trayectoria patrimonial, p. 52-54.

7 Agustín UBIETO ARTETA, Documentos de Casbas, Valencia, Anubar, 1966, nº 22.

8 Et laxo ad Roncasvalles Mille solidos. Martín ALVIRA CABRé y M. África IBARRA Y OROZ, Pedro el Católico, Rey de Aragón y Conde de Barcelona (1196-1213). Documentos, Testimonios y Memoria Histórica, Zaragoza, IFC, 2010, nº 1.288.

9 Antonio DURÁN GUDIOL, Colección diplomática de la catedral de Huesca. II, Zaragoza, CSIC, 1969, nº 722.

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valeant10. Misas celebradas por tres sacerdotes y a perpetuidad exigían no solo un importante donativo, sino que se mantuviese en el tiempo, como en este caso, mediante la compra de heredades que generasen suficientes rentas para sostener el empeño.

Pero las que aquí interesan (pues no consta dónde se invirtió el dinero procedente de esos legados, ni dónde quedó el “buen lecho” de la abadesa) son los bienes inmuebles que articularon la base del patrimonio aragonés de Roncesvalles. Cinco Villas aparte, el núcleo fundamental en el reino de Aragón se originó en torno a la encomienda de Santa María del Olivar de Pueyo, en Arascués (Huesca), cuya ermita todavía persiste, aunque no en su traza medieval. El “Pueyo” de su nombre parece relacionarse con todo, más bien, a Puibolea, su referente más significativo. Entregada en 1185 por el sacerdote Ramón de Pueyo11, ya aparece con el título de encomienda, uno de los centros que intentaban organizar el patrimonio colegial con una cierta racionalidad, en 1217; el comendador que la regentaba en esa fecha se llamaba Bernardo12.

A partir de entonces y hasta los años treinta del siglo XIII se sucederán donaciones de diverso tipo, desde el término completo de una aldea (Linas de Mercuello) hasta casas o molinos, en las localizadas comarcanas como Biescas, Bolea, Ayerbe, Alcolea de Cinca y hasta la propia Huesca; todavía se recibió alguna manda testamentaria más a finales del siglo XIII. Hasta se produjo alguna compra, símbolo del interés de la colegiata por perpetuar su presencia13; e incluso, lo que resulta más importante como símbolo del prestigio alcanzado, la comunidad de San Julián de Gratal, un eremitorio rupestre de especial devoción en la zona, se entregó a la colegiata con el propio santuario en 126714. Fue con todo el canto del cisne de la enco-mienda. A lo largo del siglo XIII figura la entrega a censo o arriendo de diversos bienes15. Consta que, una vez desaparecida como tal la encomien-

10 Ibíd., nº 1.341.

11 S. GARCÍA LARRAGUETA, “Becerro de Roncesvalles”, nº 45.

12 I. OSTOLAZA, Colección diplomática de Roncesvalles, nº 42.

13 En la propia ciudad de Huesca, un casal adquirido a Pedro Domingo de las Pelegrinas en 1291 por 160 sueldos (ACR, Dominio, Fajo 3, nº 18 [Pergaminos, 123]).

14 F. MIRANDA, Roncesvalles. Trayectoria patrimonial, p. 78-80.

15 Ibíd., p. 103.

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da -en fecha indeterminada- se habían puesto en arriendo conjunto en 1377. La última renovación, por 120 sueldos jaqueses, se fecha en 1486; y después, la nada16. ¿Enajenación? ¿Simple pérdida ante la imposibilidad de cobrar las rentas? La documentación conocida no nos transmite esa información.

Más al sur, la complicadas labores de reordenación social y econó-mica del espacio conquistado a los musulmanes en el reino de Valencia por Jaime I, los llamados “repartimientos”, se apoyaron en buena medida –como en otros lugares- en la atracción de nuevos pobladores cristianos que contribuyen a afianzar el domino de las nuevas tierras. En esa línea, donaciones de mayor o menor calado se efectuaron a numerosos centros religiosos con el objetivo nada oculto de convocar pobladores de los espa-cios relacionados con ellos por vía devocional o patrimonial. Roncesvalles no supone una excepción, y también recibió una serie de bienes, espe-cialmente de carácter eclesiástico (patronato de iglesias, tercias), aunque no faltaron los meramente inmuebles (casas, heredades). Una casa en el barrio de “Tarazona” en la propia Valencia17, iglesias en Roteros y Puzol, las tercias de esta misma localidad y unas viñas en Sagunto, constituyen los ejemplos documentados. Pero la administración de estos bienes y derechos debió de ser compleja desde su inicio, porque apenas medio siglo después (1290) casi todas ellas fueron enajenadas a Raimundo de Rioseco por una cantidad nada despreciable, y el dinero empleado en adquirir bienes en Navarra18. Si la apuesta tuvo o no sentido quizás tenga alguna respuesta en el considerable número de apellidos “Navarro” –o sus variantes- que pueblan hoy todavía la Comunidad Valenciana (no necesariamente todos ellos correspondientes en su origen a esta época), o que en el propio listado de vecinos del barrio de Tarazona se haga una referencia a los navarriellos que habitan en él19.

16 Ibíd, p. 126.

17 Al sur de la ciudad: M. Desamparados CABANES PECOURT, “Tarazona en la repoblación de Valencia de 1239”, Aragón en la Edad Media, 7 (1987), p. 39-46.

18 15.000 dineros torneses de plata y 600 sueldos valencianos; F. MIRANDA, Roncesvalles. Trayectoria patri-monial, p. 85; I. Ostolaza, Colección Diplomática Roncesvalles, nº 230.

19 M. D. CABANES, “Tarazona en la repoblación de Valencia”, p. 43. De modo más general, Ramón FE-RRER NAVARRO, Conquista y repoblación del reino de Valencia, Valencia, Del Senia al Segura, 1999; también, Robert I. Burns, El reino de Valencia en el siglo XIII (Iglesia y sociedad), Valencia, 1982, aunque el autor jesuita vincula más la presencia de Roncesvalles en estas tierras con su labor asistencial, incluso en

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2. RonCesValles en CinCo Villas y el Valle medio del ebRo

Las comarcas aragonesas más cercanas a Navarra, y por tanto a espa-cios de ese reino donde la colegiata se había hecho presente en los decenios posteriores a la fundación, como la tierra de Sangüesa y la Ribera tudelana, fueron las primeras en verse influidas por su expansión patrimonial.

Con todo, cabe hacer una distinción en dos áreas. Por un lado, la par-te septentrional de la comarca de Cinco Villas, la zona de la Valdonsella bá-sicamente, de poblamiento cristiano mucho más antiguo (tras la conquista árabe de la península, se entiende), cuyos sistemas de articulación bebían de los viejos modelos altomedievales y habían quedado encuadrados en un arciprestazgo dependiente de la diócesis de Pamplona (ya se ha menciona-do la estrecha vinculación entre el obispo y la colegiata). Por otro, las tie-rras bajas, con Ejea y Tauste como elementos de mayor relieve, controladas por los musulmanes hasta comienzos del siglo XII y, en consecuencia, con modelos de ordenación espacial y social más cercanos a las tierras de Tara-zona, el Campo de Borja o la Ribera Alta del Ebro, y dependientes desde el punto de vista eclesiástico de las diócesis de Tarazona y Zaragoza, mucho menos implicadas en el proyecto roscidevalense.

En el espacio más norteño, el patrimonio de la colegiata puede entenderse como una prolongación de su presencia en tierras sangüe-sinas. De hecho, la primera donación conocida, la de la hacienda de Buzcalapuyo en el actual término de Sos, efectuada por Miguel “Pelup” de Escorón en 1185 (como El Olivar, sin que pueda establecerse una relación entre ambos hechos), muy cercana a la frontera política, se vinculó desde sus inicios a la clavería de San Nicolás, que la colegiata mantenía en Sangüesa, y esa dependencia permitió su conservación en manos de Roncesvalles hasta el siglo XVIII20. La información del hecho viene proporcionada por una copia notarial de 1501 que nos muestra los problemas de la transmisión documental que aquejan a este tipo de fuentes: un apellido indescifrable (Pelup) y una variante del topónimo (Urezcalapuyo) nunca más encontrada en la documentación, aunque en

las fechas previas a la conquista. Más específico sobre el carácter de los emigrantes, M. Dolores CABANES PECOURT y Ramón FERRER NAVARRO, “Las gentes del Pirineo y la repoblación de Valencia”, Actas del Séptimo Congreso Internacional de Estudios Pirenaicos. Seo de Urgell 1974. 6. Sección quinta, Jaca-Zaragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos-CAZAR, 1983, p. 147-158.

20 Al menos hasta 1755, aunque en 1795 ya figura como señorío secular (F. MIRANDA, Roncesvalles. Trayec-toria patrimonial, p. 126). A finales del siglo XVI se percibía de renta 32 robos de trigo, unos 620 kg.

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este caso la identificación resulte bien fácil por su prolongación en el tiempo21.

Aunque esta de Buzacalapuyo sea la hacienda de Roncesvalles con mayor continuidad en el tiempo, quizás resulten más significativas, por el relieve de los otorgantes, las que proceden de la monarquía y de miembros cualificados de la aristocracia aragonesa. En el primer caso se encuentra la donación efectuada por Pedro II en 1198 de las aldeas de Sosito y Urpiato, con sus castillos, destinada a constituir una capellanía por el alma del rey y de sus antepasados22. Sosito, población sobre la que se conserva cierta in-formación23, se mantiene como topónimo en el término de Sos, muy cerca de Buzcalapuyo; pero Urpiato –o el nombre que realmente figurase en el texto original- ha resultado de imposible localización, y ni siquiera se alude a él en diplomas posteriores que hacen referencia a la donación. Puesto que ambas figuran como un bloque, dentro de una donación que incluye otros lugares, puede intuirse que se trata de una población cercana a la primera y, puesto que no se menciona un siglo después, en franca decadencia ya cuando se traspasó a Roncesvalles.

Una vez más, la escasa calidad del resumen del Becerro nos impide conocer mejor el alcance real de la donación, pero parece tratarse de dos de las numerosas pequeñas poblaciones que en esta etapa entran en declive, agotadas por la imposible ampliación de las tierras de aprovechamiento e incapaces de competir con los espacios que se abrían a la repoblación en las tierras conquistadas apenas tres generaciones antes. Precisamente en

21 I. OSTOLAZA, Colección Diplomática Roncesvalles, nº 12. En 1287, figuraba como Gorezalapuy (Ibíd., 301), y ya desde el siglo XVI como Buzcalapuyo (F. MIRANDA, Roncesvalles. Trayectoria patrimonial, p. 100).

22 Conocemos la donación a través del resumen del Becerro (S. GARCÍA LARRAGUETA, “Becerro de Ron-cesvalles”, nº 91), y porque se alude a ella en un convenio entre los vecinos de Sosito y el prior y cabildo de Roncesvalles de 1317 (M. ALVIRA y M. Á. IBARRA, Pedro el Católico, nº 1.640): Et salubris anime illustris recordationis dilecti nostri domini P[etri] quondam Aragonum regis [...] pro tenenda capellania nichilominus perpetuo celebranda quam idem dominus P[etrus] rex supradicta villa de Sossito pro sue et animarum progenitores suos remedio nostro ordini assignavit. En cuanto a los “castillos” de que habla el resumen del Becerro, y que no vuelven a aparecer, quizás el diploma original hablaba de castra, término relativamente usual para referirse al caserío urbano concentrado (Carlos LALIENA CORBERA y Juan F. UTRILLA UTRILLA, “La forma-ción del hábitat agrupado en el Pirineo central en los siglos XII-XIII: poder político y control social”, en B. Coursente y M. Berthe, Villages pyrénéens, morphogenèse d’un habitat de montagne, Toulouse, CNRS-UTLM, 2001, p. 113-122).

23 Así el nombre de varios vecinos en estas fechas: Elena PIEDRAFITA PéREZ, Las Cinco Villas en la Edad Media (siglos XI-XIII). Sistemas de repoblación y ocupación del espacio, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000, p. 346.

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esas fechas Alfonso II y Pedro II se encuentran implicados en una intensa labor de reordenación territorial en esa zona destinada a potenciar ciertos núcleos bajo su control en detrimento de otros, que en su pérdida de relie-ve bien podían situarse en manos de instituciones religiosas a las que inte-resaba favorecer pero sin menoscabar el poder del monarca24. No deja de ser interesante, desde esa perspectiva, que en la misma donación se incluya también una heredad en uno de esos paisajes nuevos, Tauste precisamente, quizás gestionada por una familia procedente de estos valles norteños y que se habrían mantenido bajo la dependencia regia.

Tras el rey, las donaciones nobiliarias, que ofrecen también singular –y quizás mayor- interés. La primera conocida –como casi siempre a través del resumen del Becerro-, venía a completar la de Sosito con algunas here-dades de dependencia nobiliaria. En 1200, doña Eva y sus hijos entregaban a Roncesvalles una casa en esa localidad, con su heredad, que había sido de Pedro Tizón.

No se trata de una donante ni de un antepasado cualquiera. Habla-mos de uno de los barones más importantes del reino de Aragón en las décadas centrales del siglo XII, y Eva remite muy probablemente a Eva de Hinojosa, su nuera (esposa de Jimeno Pérez de Rada), y madre nada menos que del famoso arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada; una red de linajes que extendía sus intereses no solo en estas comarcas aragonesas, sino en las contiguas de Navarra y Castilla, y de la que es conocido su apoyo, no necesariamente desinteresado, a diversos centros eclesiásticos, aunque en especial a los monasterios cistercienses. Al arzobispo y a sus hermanos alude por tanto la referencia a los hijos de Eva que confirman la decisión25. Sorprende que la donación (de acuerdo siempre con el resumen del Be-cerro), evidente herencia del linaje de Pedro Tizón, sea efectuada por su esposa Eva, sin su marido, en fecha tan temprana como 1200, pues Jimeno consta al parecer con vida hasta 121926. Sobre la base de los reiterados fallos

24 Resulta especialmente interesantes las páginas que dedica a este fenómeno (“La concentración del pobla-miento en los valles del Aragón y el Onsella y el destino de la servidumbre (1160-1210)”), Carlos LALIENA CORBERA, Siervos medievales de Aragón y Navarra en los siglos XI-XIII, Zaragoza, PUZ, 2012, p. 408-428.

25 S. GARCÍA LARRAGUETA, Becerro de Roncesvalles, nº 108. Sobre Pedro Tizón y su linaje, vid. Serafín Olcoz Yanguas, “Pedro Tizón. Una primera aproximación al estudio de un noble caballero del siglo XII”, Príncipe de Viana, 74/257 (2013), 73-110.

26 Figura como tenente de San Martín de Unx al servicio de Sancho VII: José M. JIMENO JURÍO, Colección documental de Sancho VII el Fuerte (1195-1234), Pamplona, Pamiela, 2008, nº 159.

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del resumen del Becerro, tal vez deba retrasarse esa fecha a un momento posterior, quizás inmediato a la muerte de Jimeno, en unos años en los que las siempre complicadas relaciones entre el sector navarro de la familia –en especial el propio arzobispo Rodrigo- y el rey Sancho VII, el gran benefac-tor de Roncesvalles en estas fechas, se encontraban bastante sosegadas, e incluso se situaban en un breve periodo de franca colaboración27.

Otro personaje importante vinculado al patrimonio de Roncesvalles en Cinco Villas –Tauste siempre aparte- es un miembro del linaje de los Jiménez de Urrea, fuertemente implantados en estas comarcas. Se trata tal vez del mismo Jimeno de Urrea que figuraba como beneficiario en el testa-mento donde Miguel de Luesia dejaba a Roncesvalles 500 morabetinos y cuyo linaje alcanzaría un especial relieve durante el reinado de Jaime I y sus sucesores, pero que desde los inicios del reinado ya aparece en el entorno de Pedro II28. Con todo, en este caso se trata de una relación indirecta, pues la donación –una heredad en Ejea-, no procede directamente de los Urrea sino de Gaizco de Biota, que había comprado esos bienes a Sancha, hija de Jimeno de Urrea29. Ese Gaizco debe identificarse con otro personaje de cierto relieve Gasco/Gastón de Biota, clérigo, testigo en varios privilegios de Pedro II otorgados en el año 1212 y principios de 121330, lo que le sitúa en esas fechas –como a los Urrea- en el círculo más cercano al monarca.

Nada sabemos, por el contrario de Fernando de Huesca, que entregó sus bienes en Luesia –unas casas- a Roncesvalles a cambio de entrar en la comunidad colegial (“recibirle como hermano”) y de una compensación de

27 Eloísa RAMÍREZ VAQUERO, “Pensar el pasado, construir el futuro. Rodrigo Jiménez de Rada”, 1212-1214: El trienio que hizo Europa. XXXVII Semana de Estudios Medievales. Estella, 19 a 23 de julio de 2010, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2011, p. 13-46; también, Fermín MIRANDA GARCÍA, “Intereses cru-zados de la monarquía navarra en el siglo XIII (1194-1270), en C. Ayala y M. Ríos (coords.), Fernando III. Tiempo de cruzada, México-Madrid, UNAM-Sílex, 2012, p. 335-338.

28 Vid. supra nota 10. M. ALVIRA y M. Á. IBARRA, Pedro el Católico, nº 64, 64, 105-107, 116, 154, 162, 220, 226, 228, 261, 404, 543, 603, 616, 767, 805, 820, 911, 912, 404, 912, 1.389.

29 El resumen del Becerro menciona a “Ximenez de Urrea”, por lo que podría tratarse de otro de los miembros del linaje, que también aparece en esas fechas en la documentación Pedro Jiménez de Urrea: S. García Larra-gueta, “Becerro de Roncesvalles”, nº 222. Sancha de Urrea –no necesariamente la misma persona, pero sin duda del mismo linaje al menos, tal vez una tía- figura como subpriora (1188) y después priora (1198) del monasterio femenino cisterciense de Sigena (M. ALVIRA y M. Á. IBARRA, Pedro el Católico, nº 4, 138).

30 M. ALVIRA y M. Á. IBARRA, Pedro el Católico, nº 1.240, 1.246, 1.247, 1.250, 1.260, 1.272, 1.275, 1.281, 1.285, 1.287, 1.291, 1.470. Su condición de clérigo, en el nº 1.389.

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200 sueldos y 14 cahíces de trigo (1.230 kg aprox.) para su criada Auria31. Esa comunidad colegial podía ser muy extensa, pues abarcaba desde el prior y los canónigos a un numeroso grupo de eclesiásticos de rango me-nor (beneficiados, racioneros, etc.), pero también a un amplio número de laicos en diferentes funciones.

Al sur de Tauste, tampoco podemos señalar mucho más, salvo el in-terés del diocesano de Tarazona por vincular al hospital pirenaico el patro-nato eclesiástico de un par de iglesias, Santa Cristina de Acerigo (¿?) y San Juan de Ribas (término de Borja), una vocación que la colegiata mantuvo a lo largo de toda su trayectoria histórica, pero que en este caso no parece haber implicado una especial dedicación, sobre dos centros de entidad sin duda muy menor32, aunque las pretensiones del prelado quizás se situaban en la línea de articular la “repoblación eclesiástica” de las tierras nuevas.

3. tauste

Como se ha comentado, la ordenación del espacio taustano, conquis-tado a los musulmanes a comienzos del siglo XII, responde a los modelos de repoblación puestos en marcha a continuación, y no tanto a la organi-zación de las tierras más septentrionales. Por supuesto, nada impide que determinadas donaciones o compraventas se apoyen en los mismos valores e intereses, pero quizás conviene tener presente esa distinta realidad so-cioeconómica a la hora de valorar, en concreto y en el marco del espacio donde se imbrica, la presencia de la colegiata en el terrazgo y el casco ur-bano de Tauste.

También aquí nos aqueja el problema de la debilidad documental, que dificulta cualquier esfuerzo de aproximación, pero con todo puede intentarse un ensayo interpretativo que permita establecer indicios de coincidencia y de particularidad con el entorno de las Cinco Villas y de las comarcas ribere-ñas del Ebro que enmarcan la villa.

La primera similitud –aparte del problema de las fuentes- se sitúa en el impulso inicial de la monarquía aragonesa. De hecho, una donación de Alfonso II de 1180 supone no solo la primera implantación del dominio de Roncesvalles en Tauste, sino en el conjunto del reino y de la “corona”

31 S. GARCÍA LARRAGUETa, “Becerro de Roncesvalles”, nº 115.

32 Ibíd, nº 54 (1191) y 123 (1203)

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de Aragón (si es que en estas fachas tan tempranas puede utilizarse ese término más allá de la comodidad que ofrece). Y a su hijo Pedro II corres-ponderá la segunda (1198), dentro de un lote al que se ha hecho referencia (la donación de las aldeas de Sosito y Urpiato), y que incluía una heredad en Tauste, sin mayores datos33. En el primer caso contamos con algo más de información: la entrega de Alfonso II incluía a un matrimonio con sus casas y hacienda. Esa referencia a los campesinos usufructuarios de la heredad como el elemento fundamental de la donación nos remite a una situación de dependencia socio-jurídica, que se mantiene con la donación, porque solo en esos casos se acostumbra a hacer referencia protagonista a las personas, innecesaria o imposible cuando el aprovechamiento de la he-redad no implica una vinculación de ese tipo. En el caso de la gestión me-diante simples arriendos o entregas a censo los detentadores del usufructo no son sujeto de la donación y, de aparecer, solo lo hacen como referencia que permite identificar el bien donado.

Pero puesto que se trata de un espacio en proceso de organización, apenas dos generaciones después de su conquista, cabe proponer que nos encontramos ante una familia de emigrantes (o de descendientes de emi-grantes) que en origen dependían del monarca y que se instalaron en Taus-te, bajo la misma jurisdicción señorial, en las tierras que la monarquía se reservó para sí. Se nos muestra por tanto una entre las diversas vías de repoblación de las tierras nuevas. Y algo parecido, aunque no quepa matizar tanto, parece desprenderse de esa doble especialidad (Valdonsella-Tauste), que refleja la donación de Pedro II, aunque en este caso la sucinta referencia a la heredad donada no permita ir más allá en el componente sociojurídico de sus tenancieros.

Aparte de esta cuestión sobre la condición campesina, surge de inme-diato el interrogante sobre los motivos que pidieron llevar a los dos reyes a interesar la presencia de Roncesvalles en estas tierras concretas de repobla-ción, más allá de los componentes genéricos ya señalados para el conjunto del reino y aunque nunca se alcanzó el relieve patrimonial de otras institu-ciones, como San Juan de la Peña, Santa Cristina de Somport o la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén34.

33 Ibíd., “Becerro de Roncesvalles”, nº 39 y 91.

34 Sobre esta presencia patrimonial de instituciones eclesiásticas en la zona con las correspondientes referencias a Tauste: E. PIEDRAFITA, Las Cinco Villas, p. 125-194 que, sin embargo, no alude a Roncesvalles, clara muestra de su limitada dimensión patrimonial en estas comarcas.

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Por supuesto, y como siempre, no debe descartarse la conciencia reli-giosa del rey; de hecho, la referencia espiritual a la devoción regia, a la aten-ción espiritual de sus antepasados o de él mismo tras su muerte, aparece en los diplomas de modo sistemático35. Los monarcas siempre favorecen a las grandes instituciones eclesiásticas –o a algunas de ellas-, especialmente a las más célebres y que concitan por tanto la mayor atención popular. Es uno de sus deberes, y una de sus necesidades; sin la alianza de la Iglesia resulta muy complicado gobernar. Y en los años en que se producen las donaciones, las disputas decimales entre San Juan de la Peña/Santa María de Tauste y el obispo de Zaragoza habían alcanzado un importante grado de intensidad, por lo que quizás ambos monarcas intentaban introducir en la villa a otras instituciones ajenas al conflicto y que contribuyesen a amor-tiguarlo; la relación de Roncesvalles con el obispo de Pamplona en estas fechas es bastante intensa, y fue precisamente este prelado el designado en torno a 1198 para arbitrar en aquellas diferencias36.

Pero quizás deben tenerse en cuenta sobre todos los problemas especí-ficos para repoblar Tauste, un término muy extenso que la carta puebla de 1138 parece remitir a los límites previos a la conquista; habría quizás que pensar en el alfoz previo de la villa bajo dominio andalusí37. Avanzado el si-glo XII debía de tener todavía muy serios problemas para poner en marcha sistemas productivos fuera del regadío de las zonas más cercanas al Arba, y de hecho se han señalado, en buena medida porque tras la conquista no habría quedado población mudéjar. Las dos donaciones, que nos apuntan hacia fenómenos como la emigración norte-sur, bien pueden situarse en esa línea de necesidad38.

35 El mismo diploma recogido en la nota 3 añade, pro remedio anime.

36 Carlos LALIENA CORBERA, “La conquista feudal a escala local: El ejemplo de Tauste en el valle medio del Ebro (S. XII)”, Tauste en su historia. Actas de las V Jornadas sobre la Historia de Tauste. 1 al 5 de diciembre de 2003, [Tauste], Asociación cultural El Patiaz, 2006, p. 144-145. A él nos remitimos para las fuentes y la bibliografía anterior sobre el tema.

37 Una visión de conjunto sobre el poblamiento musulmán previo –aunque con muy escasas referencias a Taus-te-, Philippe SéNAC, La frontière et les hommes (VIIIe-XIIe siècle). Le peuplement musulman au nord de l’Èbre et les debuts de la reconquête aragonaise, París, Maisonneuve&Larose, 2000; más centrado en la comarca y tras la conquista aragonesa, E. PIEDRAFITA, Las Cinco Villas. En relación más específica con Tauste y algunas de las primeras medidas repobladoras conocidas, puede consultarse, M. Ángeles PALLARéS JIMéNEZ, “Territorio y sociedad: la carta de Población de Tauste de 1138”, Tauste en su historia. Actas de las I Jornadas sobre la Historia de Tauste, [Tauste], Ayuntamiento de Tauste, 2001, p. 62-99.

38 C. LALIENA, “La conquista feudal”, p. 135-149 y especialmente 140-141. Un versión revisada, aunque por azares de edición se publicase con anterioridad, Id, “Frontera y conquista feudal en el valle del Ebro

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En relación más concreta con Roncesvalles, tal vez se pretendía fa-vorecer de modo expreso la repoblación con navarros, especialmente los procedentes de los valles pirenaicos más vinculados a la colegiata –el eje Erro-Aezkoa-Salazar-Roncal– que han generado fenómenos migratorios desde la Prehistoria, y que ya se han puesto de relieve en relación con su presencia en la repoblación valencia, una o dos generaciones más tarde.

Todavía hoy pueden encontrarse en el vecindario de Tauste familias de origen navarropirenaico en primera o segunda generación, pero por señalar algunos locativos más tempranos que apuntan a ese origen (al margen de los que señalan a otras localidades y valles navarros), pueden mencionar-se un Fortún de Urroz en 128139, Blasco de Isaba en 143240, Sancho de Ochagavía en 144741 y una “casa de Ochagavía” que el concejo compró a su propietario, Íñigo de Ochagavía, en 1483 por 200 sueldos jaqueses42; o el evidente origen del franciscano y taustano Basilio Iturri de Roncal, autor en el siglo XVIII de una conocida Historia de nuestra Señora de Sanchoabar-ca, adbogada de los reynos de Aragón y Navarra (Pamplona, 1729).

Aunque menos evidentes en sus nombres, otras familias de relieve de la localidad, como los Navarros, los Canales o los Pérez de San Juan, ganaderos de los siglos XIV, XV y XVI, también procedían de la misma zona (el valle del Roncal en este caso)43. En alguna ocasión, se puede seguir,

desde una perspectiva local (Tauste, Zaragoza, 1086-1200)”, Studia Historica. Historia Medieval, 23, 2005, p. 115-138. A estos estudios debemos la rectificación de la fecha de la conquista definitiva de la villa por los cristianos, que sitúa en 1121 en lugar de la tradicionalmente aceptada de 1105. También, Enrique GALé CASAJúS, “Tauste: una historia en la frontera (1105-1813)”, Tauste en su historia. Actas de las XIII Jorna-das sobre la historia de Tauste. 13 al 17 de febrero de 2012, [Tauste], Asociación cultural El Patiaz, 2013, p. 9-32.

39 Ovidio CUELLA y Rosa TARRAGONA, Archivos parroquiales de la diócesis de Zaragoza. Catalogación: II, Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, 2001, p. 159 [Tauste, nº 17].

40 Ibíd., p. 186 [Tauste, nº 110].

41 Daniel GONZÁLEZ SEGURA, “Prosopografía de la sociedad de Tauste en la Baja edad media”, Tauste en su historia. Actas de las VI Jornadas sobre la Historia de Tauste, [Tauste], Ayuntamiento de Tauste, 2007, p. 73.

42 AHZ, Pergaminos, 207.

43 J. Antonio FERNÁNDEZ OTAL, “La Casa de Ganaderos de Tauste. Notas sobre su Historia Medieval y Moderna”, Tauste en su historia. Actas de las I Jornadas sobre la Historia de Tauste. 13 al 17 de diciembre de 1999, [Tauste], Ayuntamiento de Tauste, 2001, p. 136-138. Los Navarros figuran también de modo reite-rado en otros documentos de la segunda mitad del XV, y en especial en el fogaje de 1495; los Pérez de San Juan ya se encontraban avecindados en 1325: D. GONZÁLEZ, “Prosopografía de la sociedad de Tauste”, p. 72-75.

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siquiera someramente, su trayectoria en el tiempo, como en el caso de la familia Navarros, desde la simple condición de habitantes a finales del siglo XIV, seguramente vinculada a sus primeras etapas en la villa, hasta la de miembros del capítulo de la Cofradía de Ganaderos a mediados del siglo XV, apenas dos generaciones después44.

Se trataba quizás también, y en relación con ello, de favorecer la pro-moción de las rutas de trashumancia desde/hacia Navarra que necesaria-mente se tuvieron que (re)abrir a partir de esta época, al margen de que ya hubieran existido, estas u otras similares en etapas remotas –e incluso bajo dominio musulmán en épocas de no confrontación-, como las había, o se establecieron hacia otros lugares de Aragón (Somport, San Juan de la Peña)45. La atracción de navarros expertos en el pastoreo y la trashu-mancia, una de las actividades básicas del mundo pirenaico podía resultar muy interesante. La importancia de la ganadería lanar en Tauste queda documentada en el relieve de su Casa de Ganaderos, cuyos antecedentes tal vez quepa remontar a comienzos del siglo XIII46, y en la misma línea se insertan los documentos de los reyes aragoneses protegiendo al Monasterio de la Oliva, en los que parecen comportarse como auténticos señores del conjunto de las Bardenas47, donde consta el aprovechamiento de los pastos por los ganados de Tauste y Ejea desde la conformación de una hermandad navarro-aragonesa de aprovechamiento conjunto en 120448.

Como en otros lugares, tras los reyes vienen los particulares. En este

44 Juan de los Navarros aparece como habitante en 1395 (Joaquín VISPE MARTÍNEZ, “Tauste en el siglo XIV”, Tauste en la historia. Actas de las II Jornadas sobre la Historia de Tauste. 27 de noviembre al 1 de di-ciembre de 2000, [Tauste], Ayuntamiento de Tauste, 2002, p. 89. Dos generaciones después, en su calidad de miembro del capítulo de la cofradía de Ganaderos, se menciona a Sancho de los Navarros (1459): J. A. FERNÁNDEZ OTAL, “La Casa de Ganaderos de Tauste”, p. 156 y 160 (Ap. Doc. 1 y 2).

45 Antonio FERNÁNDEZ OTAL, “Las vías pecuarias de la comarca de Cinco Villas”, en Los caminos en la Historia de las Cinco Villas. VI Jornadas de Estudios de las Cinco Villas, Ejea de los Caballeros, Centro de Estudios de las Cinco Villas, 1995, pp. 77-121

46 A. FERNÁNDEZ OTAL, “La Casa de Ganaderos de Tauste”, p. 107 señala la existencia en esa fecha de una Cofradía de Santa María y San Cristóbal, aunque la definitiva Casa de Ganaderos se situase, como la de Zaragoza, bajo la advocación de San Simón y San Judas.

47 J. Antonio MUNITA LÓINAZ, “Libro becerro” del monasterio de Santa María de La Oliva (Navarra): Co-lección documental (1132/1500), San Sebastián, Eusko-Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos, 1984, nº 5 (1154), 9 (1164), 11 (1210).

48 José M. JIMENO JURÍO y Roldán JIMENO ARANGUREN, Archivo General de Navarra (1194-1234), San Sebastián, Eusko-Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos, 1998, nº 38.

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caso, las razones religiosas parecen ser las predominantes; se trata en gene-ral de legados testamentarios o de pequeñas entregas (una casa, un campo), cuyo sentido último parece encontrarse siempre en el consuelo espiritual que la celebridad de la colegiata podía ofrecer mejor que otros santuarios a los ojos de una sociedad de modelos ideológicos radicalmente cristianos.

La manda de María López, hija de Pedro López de Aso (otro nom-bre del “norte”), para que sus bienes en Tauste pasasen a Roncesvalles a la muerte de su marido (1209)49, o la donación de un campo en 1211 por Pedro Sánchez de Aznárez50, apuntan en esa dirección, como los 20 suel-dos jaqueses que dejó Bartolomé Zapatero a Roncesvalles como a otras entidades, para misas de aniversario en 122251 y que cierran el catálogo cronológico de donaciones al hospital pirenaico.

Con todo, el mayor lote patrimonial quedó constituido en las mandas testamentarias de Pedro Navázquez o Navascués y su mujer Gilia, estable-cidas en 1212 y que otorgaban a Roncesvalles el conjunto de sus bienes en la villa para que instaurasen con ellos una capellanía en el altar de Santa Catalina de la enfermería del propio hospital, dentro por tanto de esas motivaciones de carácter espiritual ya señaladas en otras ocasiones. El le-gatario, cuyo locativo podría responder más probablemente al despoblado de la Valdonsella, junto a Berdún, que a la población navarra u otras po-sibilidades toponímicas, había acumulado en los años anteriores un cierto patrimonio a base de compraventas y permutas, de las que se conserva me-moria porque la documentación pertinente habría pasado a Roncesvalles con los bienes otorgados52.

Entre los nombres de los vendedores aparecen miembros de la familia Sanchez de Aznárez ya aludida, la priora del monasterio de Peramán, o elementos de la aristocracia local como Sancho de Lerda, que enajenó un “palacio”, referencia que aludiría más a la condición del antiguo propieta-rio que a la posible calidad del inmueble. También Ferrera, mujer de don David (¿judíos?), y otros personajes de condición anónima. En suma, un crisol de la sociedad taustana en sus diversos niveles. Se trata en general de

49 S. GARCÍA LARRAGUETA, “Becerro de Roncesvalles”, nº 155.

50 Ibíd., nº 173

51 O. CUELLA y R. TARRAGONA, Archivos parroquiales Zaragoza, p. 155 [Tarazona, nº 1].

52 S. GARCÍA LARRAGUETA, “Becerro de Roncesvalles”, nº 56,57, 59, 69, 79, 89, 90, 104, 133, 181 y 184.

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propiedades modestas, según cabe deducir del precio de las transacciones (9, 20, 30, 100, 120, 160, 380 y 500 sueldos jaqueses), pero en conjunto no debía de suponer un patrimonio despreciable.

Acerca de la localización de estos bienes en el recinto urbano y el término taustano, poco puede decirse. El palacio de Sancho de Lerda se situaba –siempre según el resumen del Becerro- en el barrio de “Bajo el Monte”, del que, hasta donde se ha podido averiguar, no ha quedado rastro en la toponimia local, quizás por lo genérico del nombre en una villa que, toda ella, se encuentra “bajo el monte”. También se conoce la existencia de una heredad en “Campo nuevo”, término que sí se mantiene, muy cerca del casco urbano, al suroeste, y que se repite en otros diplomas anteriores y posteriores53. Pero igualmente en este caso resulta lo suficientemente am-biguo como para que haya podido ser aplicado con posterioridad a otras tierras roturadas o reordenadas más adelante y sustituido por otro en su antigua localización. Y por último, la mención a “Toliños Mozo”, aparte de una más que posible lectura errónea del diploma, guarda una vaga proxi-midad con los “tollos”, una especie de pequeñas depresiones del terreno de las que la toponima taustana conserva un término “Los Tollos”, en el límite con Pradilla de Ebro; pero no va más allá de la mera suposición

Parece evidente en todo caso que el volumen de este conjunto pa-trimonial no resultaba suficiente para establecer en torno a él alguno de los mecanismos de gestión (encomiendas, claverías) destinados a organizar otros espacios, y su relativa lejanía de zonas con mayor cohesión aconsejaba una administración distinta. Tauste parece vinculado a la encomienda de Tudela, a diferencia, por ejemplo, de Santa Cristina de Somport que en estas fechas ya contaba con un comendador específico para la villa54. En todo caso, la evolución de la gestión patrimonial condujo al arriendo de estos bienes, y a ser posible en su conjunto.

Precisamente, las referencias documentales al patrimonio de Ronces-valles en Tauste se cierran con las entregas a censo conjunto de sus propie-dades. La primera conocida se remonta a 1406, y suponía una considerable renta de 120 florines anuales, que debía pagar Diego Pérez de Cáseda55,

53 C. LALIENA, “Conquista feudal”, p. 146 (1188); O. CUELLA y R. TARRAGONA, Archivos parroquiales Zaragoza, p. 155 [Tauste 1] (1222); D. GONZÁLEZ SEGURA, “Prosopografía Tauste”, p. 75 (1391).

54 Donato de Solario en 1219: I. OSTOLAZA, Colección diplomática Roncesvalles, nº 55.

55 ACR, Dominio, Fajo 14, nº 4 [Perg. 293]. Resume el documento Juan José MARTINENA RUIZ, Catálogo

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aunque no faltan en años posteriores censales individualizados, quizás ante la imposibilidad de encontrar quién se hiciera cargo del conjunto de la propiedad56. No es posible establecer si el censalista formaba parte de la familia de los Pérez de Cáseda, importante linaje zaragozano desde finales del siglo XIV57. Si así fuera, el modelo se mantendría en las décadas pos-teriores.

Así, en febrero de 1458, Luis de la Caballería se comprometía a en-tregar anualmente 200 sueldos jaqueses al prior de Roncesvalles (Juan de Egüés) y al cabildo de la colegiata por diversos campos sitos en la villa58. Lo que interesa ahora, en este cierre final de la presencia de la colegiata en Tauste, es precisamente el nombre de los dos protagonistas del acta notarial, elaborada en Zaragoza. El prior, Juan de Egüés, pertenecía a uno de los linajes más relevantes del “bando” agramontés, el más firme apoyo del rey Juan II en el reino. El nombre del censalista responde, sin duda, a Luis de la Caballería el menor, en ese momento el miembro más impor-tante de su familia, los poderosos mercaderes zaragozanos de ese apellido descendientes del judeoconverso Bonafós/Juan de la Caballería (su abuelo) e hijo de Luis de la Caballería el Mayor, también él convertido del judaís-mo al cristianismo en la infancia, al mismo tiempo que Bonafós59. Pero, lo que resulta más curioso para nuestro tema, en esa fecha era el tesorero en Aragón de Juan II60, entonces todavía rey de Navarra y lugarteniente y

documental de la Real Colegiata de Roncesvalles (1301-1500), Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1979, nº 425, aunque con la signatura antigua.

56 Juan de Villueta recibe una viña a censo de 4 dineros anuales en 1418: ACR, Dominio, fajo 14, nº 4 [Perg. 326]; J. J. MARTINENA, Catálogo Roncesvalles, nº 498.

57 Susana LOZANO GARCÍA, Las elites en la ciudad de Zaragoza a mediados del siglo XV: La aplicación del método prosopográfico en el estudio de la sociedad, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2008, p. 1.520-1.521 entre otras [Tesis doctoral. Consulta en red: http://zaguan.unizar.es/record/7400?ln=es 10/07/2014].

58 ACR, Dominio, Fajo 14, nº 4 [Perg. 367]; J.J. MARTINENA, Catálogo Roncesvalles, nº 599.

59 Susana LOZANO GARCÍA, Las elites en la ciudad de Zaragoza, p. 1.498-1.499 entre otras. No deja de ser curioso, a modo de paralelismo, que los posibles antiguos arrendatarios de las propiedades de Roncesvalles en Tauste, los Pérez de Cáseda, acabaron por emparentar, en alguna de sus ramas, con familias de conversos como los Cabra (Monique Combescure Thiry, “El Libro Verde de Aragón. Transcription annotée du manus-crit : Ms 18305 de la Biblioteca Nacional de España”, Les cahiers de Framespa, 16 (2014), § 473-483 y 619 [Consulta en línea: http://framespa.revues.org/2873, 21/07/2014]).

60 En estas fechas ya existe una división entre el tesorero del reino y el del rey, encargado de controlar las finan-zas patrimoniales del monarca: vid. Eloísa RAMÍREZ VAQUERO, “Hacienda y poder real en Navarra en la baja edad media: un esquema teórico”, Príncipe de Viana, 60/216 (1999), p. 118.

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heredero de Alfonso V en Aragón (que murió en septiembre de ese año), lo que establece un evidente nexo de intereses entre ambos personajes y ayuda a explicar el porqué de la elección del censalista que, como todas las grandes familias del patriciado urbano de su tiempo realizaban importan-tes inversiones en bienes rurales.

No hay noticias posteriores de ese censo ni de su evolución. En mu-chos casos, la escasa entidad de las cantidades abonadas, o las dificultades de percepción (lejanía respecto del núcleo dominial, circunstancias políti-cas concretas, dilación de los tribunales en caso de demandas) llevaba a la propia perdida e incluso olvido de los posibles derechos. Pero a partir de la carta censal de 1458, y en esa línea, pueden plantarse otro par de hipótesis que, al menos de momento, resultan de imposible comprobación. La pri-mera, relativamente frecuente, pasaba por la luición del censo por parte del censalista. Este tipo de contratos revestían una cierta imagen de préstamo, por la cual el propietario (Roncesvalles) entregaba al arrendatario (Luis de la Caballería en este caso) las tierras en cuestión como si se tratase de un préstamo por el que el segundo debía abonar cada año los correspondientes intereses (el censo). Pero si propietario eminente y censalista lo considera-ban oportuno, el censo podía luirse (liquidarse), mediante la devolución de los bienes “prestados” o, con mayor frecuencia, la entrega de un capital equivalente al valor tasado de esos bienes, lo que suponía en realidad una compra encubierta. Se convirtió en un sistema de aplicación relativamente frecuente sobre bienes sometidos al régimen de mano muerta, cuya pro-hibición de ser enajenados se sorteaba de este modo; y así consta para el priorato sucesivo de Juan (1457-1500) y Fernando de Egüés (1500-1518), su sobrino, y no hubiera resultado extraño que se aplicase con unos “aliados” como los La Caballería, a quienes se ayudaba así a consolidar su patrimonio inmueble mientras se proporcionaba un respiro a la siempre escasa liquidez de la institución colegial y, sobre todo, del propio prior en estas fechas61.

La otra propuesta presenta, sin embargo, rasgos muy diferentes. La muerte de Juan II y de su hija Leonor en 1479 provocó un sorprendente giro en las alianzas políticas navarras, con su correspondiente repercusión en el ámbito aragonés. Los linajes agramonteses, tradicionales aliados del

61 Sobre la gestión patrimonial en esos años: F. MIRANDA, Roncesvalles. Trayectoria patrimonial, p. 121-147. Para el priorato de Juan y Fernando de Egüés y sus vicisitudes políticas, Eloísa RAMÍREZ VAQUERO, “La comunidad regular de Santa María de Roncesvalles (siglos XII-XIX)”, Príncipe de Viana, 54/199 (1993), p. 379-381.

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rey difunto, mantuvieron sus lazos de fidelidad con la nueva dinastía de los Foix-Albret, mientras que los beaumonteses, huérfanos entonces de un re-ferente legitimador, se situaron bajo la poderosa protección del hijo de Juan II, Fernando II, rey de Aragón por derecho de herencia y de Castilla por su matrimonio con Isabel. La posición de Roncesvalles, vinculado como se ha dicho a los intereses agramonteses, quedaba ahora comprometida ante sus censalistas, si asumimos la probabilidad de que estos siguieran siendo los Caballería, cuyos lazos con el nuevo monarca se reforzaron incluso, hasta obtener en estas fechas finales del siglo XV el puesto de vicecanciller del rey para uno de los miembros del linaje, Alfonso62. En esa nueva situación, un “olvido” en el pago de los censos hubiera tenido pocas posibilidades de recuperación por parte de Roncesvalles.

Una y otra son hipótesis de improbable confirmación con las fuen-tes conocidas hasta hoy, pero cualquiera de ellas reflejaría fenómenos re-lativamente habituales en el complicado proceso de gestión patrimonial de numerosas instituciones eclesiásticas en estos tiempos bajomedievales y protomodernos. Roncesvalles y su hacienda taustana no parecen haber constituido una excepción.

BIBlIOgRafía

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aPÉNDICE DOCUMENTal

Catálogo de documentos relativos a la presencia de la Colegiata de Roncesvalles en Tauste.

1 1180Alfonso II de Aragón da a Roncesvalles un hombre y su mujer, con su heredad, en Tauste.

Archivo de la Colegiata de Roncesvalles. [ACR], Libro 697 [Libro resumen del Becerro de Roncesvalles], nº 12.

Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 39.

2 1191Ferrara, mujer de David, y sus hijos, venden sus casas de Tauste a Pedro Navascués por 380 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 305. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.012-1.013. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 56.

3 1191Sancho de Lerda y su mujer María venden un palacio en el Barrio del Monte, de Tauste, a Pedro de Navascués, por 100 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 306. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.013. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 57.

4 1192Blasco de Pedro Aznárez y su mujer Jordana venden a Pedro de Navascués una pieza en Tauste junto al “Toliños Mozo” por 20 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 307. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.013. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 59.

5 1194Toda Ruiz, priora; Toda Belchite, monja, y todo el convento de Peramán venden a Pedro de Navascués cuanto tenían en Tauste por 500 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 308. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.025. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 69.

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6 1195Pedro de Navascués cambia con Sancho Cuartal una pieza en Campo Nuevo por otra en la villa de “Muzalobas”. ACR, Libro 697 [BR], nº 320. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.024. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 79.

7 1197García Ramón de Luesia y su mujer Sancha venden a Pedro de Navascués y su mujer Gilia un huerto en Tauste por 30 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 322. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.014. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 89.

8 1197Íñigo Sanz Aznárez y su mujer Jordana venden a Pedro Navascués y su mujer Gilia una pieza en Tauste, por 160 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 324. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.014. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 90.

9 1198Pedro II de Aragón da a Roncesvalles las villas y castillos de Urpiato y Sosito, con sus vasallos, montes, selvas, aguas, acequias; y una heredad en Tauste. ACR, Libro 697 [BR], nº 31. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.014. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 91.

10 1199Pedro Rufal y su mujer Mavilia venden a Pedro Navascués y su mujer Gilia una pieza en Tauste por 135 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 325. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 104.

11 1204Juan de Pola y sus hermanas Marta y Ginesa venden a Pedro de Navascués y su mujer Gilia un pajar en Tauste, por 9 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 318. Pub. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, nº 1021 y 1029 Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 133.

12 1209, mayoMaría López, hija de Pedro López de Aso, deja sus bienes de Tauste a su marido e hija, y establece que a la muerte del primero pasen a Roncesvalles. ACR, Libro 697 [BR], nº 311. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.026. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 155.

111 roncesvalles y la corona de aragón: el ejemplo de tauste y cinco villas

13 1211, agosto 1Pedro Sánchez de Aznárez da a Roncesvalles un campo en Tauste. ACR, Libro 697 [BR], nº 312. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 173.

14 1212, abril 4Pedro Navascués y su mujer Gilia dan a Roncesvalles sus heredades (casas, campos, viñas, huertos) en Tauste para fundar una capellanía de misa diaria en el oratorio de Santa Catalina de la enfermería de la colegiata. ACR, Libro 697 [BR], nº 309. Publ. J. Ibarra, Historia Roncesvalles, p. 1.026. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 181.

15 1212, noviembreDomingo Serrano y su mujer doña María venden a don Pedro Nacascués una viña en el Campo nuevo de Tauste por 154 sueldos jaqueses. ACR, Libro 697 [BR], nº 326. Cit. S. García Larragueta, “Becerro Roncesvalles”, nº 184.

16 1222, abrilBartolomé Zapatero deja en su testamento, entre otras mandas, 20 sueldos jaqueses a la colegiata de Roncesvalles Archivo Parroquial de Tauste, Pergaminos, nº 1. Publ. O. Cuella y R. Tarragona, Archivos parroquiales, p. 155, nº 1. 17 1406, julio 21Diego Pérez de Cáseda otorga escritura de censo por 10 años y una renta anual de 120 florines a favor del prior y cabildo de Roncesvalles, por todas las propiedades del hospital en Tauste. ACR, Dominio, fajo 4, nº 14 [Perg. 293] Cit. J. José Martinena Ruiz, Catálogo Roncesvalles, nº 424

18 1418, marzo 6Juan de Villueta otorga escritura de 4 dineros anuales de censo a favor del prior y cabildo de Roncesvalles, por una viña en el término de Tauste. ACR, Dominio, fajo 4, nº 14 [Perg. 326] Cit. J. José Martinena Ruiz, Catálogo Roncesvalles, nº 497

19 1458, febrero 28Luis de la Caballería otorga una escritura de 200 sueldos jaqueses de censo en favor del prior y el cabildo de Roncesvalles por varios campos sitos en Tauste. ACR, Dominio, fajo 4, nº 14 [Perg. 367] Cit. J. José Martinena Ruiz, Catálogo Roncesvalles, nº 599