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Pok a Tok Eljuego de pelota GILBERTO RENDON ORTIZ

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Pok a Tok El juego de pelota

GILBERTO RENDON ORTIZ

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colección nogales

EDITORIAL

AMAQUEMECAN

De los paisajes bordaditos con tunales y xoco-nostles hasta el mercado de Ixmiquilpan, en dondese venden ilusiones y tuturos de los rnás'varladose intensos colores, pasando por tierras yermasdonde habita el cactus y el mezquite, la víboraCascabel y la lagartija Anbotaga junto con la verdeCuiji de seda y los primorosos Huichichiquis deHuehue Sol-re-do, vienen saltando hasta las pági-nas de este libro los pequeños cuentecillos, esosque danzan inquietos en las noches sobre lasalmohadas de los niños.

Gilberto Rendón es quien ahora los trae de lamano después de haberlos extraído de las másprofunda raíces mexicanas y paseado por sacbé,el camino donde transitan las antiguas fantasíasmayas. Gilberto es el escritor para niños que másha penetrado en la esencia de México. En estelibro Gilberto Rendón nos enseña cómo se puedeescribir bien la ortografía de la magia, la que reco-rre el mundo de los ensueños tarareando unatonadita que los chuparrosas repiten así cuandola luna está alta y redonda: "bzzzzzbzzzzzzbzummmmmm bzzzzzbzzzzz bzummmmmm ..."

Roberto López Moreno

H. AYUNTAMIENTO DE AMECAMECA 1985-1987Pdte. Municipal: Ing. Genaro Sánchez Ramos

COORDINACION EDITORIALLic. Liliana Santirso M.POK A TOK© 1983 Primera Edición

1985 Primera Reimpresión1987 Segunda Reimpresión

ISBN: 968-7205-03-2Editorial Amaquemecan, S. A. de C. v.Rosario 12, 3er. pisoTel. 91 597 8-03-46Amecameca, Méx. C.P. 56900

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POK A TOKEl juego de pelota

Gilberto Rendón Ortiz

Ilustraciones: Felipe Dávalos

colección nogales6

AMOLE

Era como un botoncito de rosa, pero no era unbotón de rosa. Tenía las hojas verde ceniza, duras yenhiestas y había llegado rodando poquito a poquito,empujada por el viento, hasta que logró agarrarsecon sus raicitas en el páramo más árido del valle. Allí,muda y solitaria, se plantó bien firme en la tierra seca

-iQué enana feucha! -exclarró la verde Cuiji deseda cuando se picó en el lomo con una de las duraspuntas de la recién llegada.

-jFeucha y agria! ~epuso el Metoro Dienteme-liado que había probado a roer su jicamita en buscade aguamiel.

-y engreída -añadió el Zanate prieto que tratóen vano de hacer plática con ella.

-jUna calamidad! 4)ilbó la Ojona culebra deagua, la cual, aunque jamás llegaría a conocerla, por-4

que nunca salía de sus aguas cenagosas, estabasiempre dispuesta a hablar mal de los otros.

Sólo el Gavilán Pollera del Cactus hueco hizo unbuen comentario de la recién llegada:

-¡Qué bonito amole! ~e saboreó por anticipa-do-o ¡Y más bonito se va a poner cuando eche suquiote!

Pero como el Gavilán era un animal muy desagra-dable para la verde Cuiji de seda y el metoro Diente-mellado, para el Zanate Prieto y la Ojona culebra deagua, sucedió que sus palabras fueron tomadas a maly más feucha y agria y engreída y calamitosa les pa-reció la plantita.

-Que eche los quiotes que quiera -dijo des-pectiva la Ojona culebra de agua-o Eso no le quitarálo antipática -remachó con un silbido.

Con el tiempo el amole creció y creció, pero notanto como su pariente el maguey del altiplano, sinoque siguió enana, gris verdosa y con hojas picudas yenhiestas como espadas enmohecidas.

Nadie, empero se fijó en ella en todos esos me-ses y sólo cuando empezó a echar un tallo largo des-de el fondo de su corazón hasta arriba, el GavilánPollero del cactus hueco se dio una vueltecita por ahípara verla y saborearse.

-¡Qué bonito quiote! -exclamó-. Y más bonitose va a poner cuando se llene de flores amarillas.

Pero hay animalitos que no tienen nada que haceren la vida más que buscar los defectos ajenos y al versalir el cogollo verdecito y amarillo a la vez, se enfa-daron. .,

-¿Para qué echar un tallo tan largo? -refunfuñó

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la verde Cuiji de seda-o Medio metro está bien parauna planta tan fea, pero ¡tres metros!

y el tallo seguía crece y crece.-¡Cuatro metros! -se asustó el Metoro Diente-

meliad0-. ¿No querrá desgarrar las nubes con lapunta? .

-¡Ay! -graznó el Zanate Prieto, que era el mástonto de las cuatro comadres chismosas- ¡que va aperforar el cielo!

y cuando el tallo dejó de crecer tan alto, la Ojonaculebra de agua tenía ya una teoría al respecto.

-lo que pasa --{jijo es que quiere estar más arri-ba de todos para vemos chiquitos e insignificantes.

Sólo el Gavilán Pollero del Cactus hueco mirabacon gusto los progresos de la planta, Volando casidesde las nubes, su sombra al 'cruzar por el páramose proyectaba como la de un avión chiquitito.

-¡Qué bonitos botones amarillos! -se relamía degusto al ver cómo brotaban veinte mil botoncitos enflor en el quiote tan largo-. Y más bonitos se van aponer cuando se llenen de huichichiquis.

Nadie preguntó al Gavilán Pollero del Cactushueco qué eran los huichichiquis, porque al llenarsede botoncitos el tallo era más que un simple tallo, unjardincito, yeso, sencillamente era ponerse más ver-de la verde Cuiji de seda, más blancuzco el MetoroDienteme liado, más cambujo el Zanate Prieto y másojona la Ojona culebra de agua de la pura envidia.

-¿Y ahora qué se trae? -exclamó la verde Cuijide seda- ¿Por qué se pone a echar tantas floresamarillas?

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-¿No querrá resplandecer como el Sol? ~hillóel Metoro Dientemellado que odiaba la luz del día.

=Ouiere deslumbramos -asintieron a coro el Za-nate Prieto y la Ojona culebra de agua.

Sólo el Torito Pinto del cuerno quebrado, que pa-saba casualmente por ahí preguntó al Gavilán quéeran esos huichichiquis y el Gavilán se saboreó paradecir.

-Un bocado delicioso ... uno solo, nada más:con plumitas y pico y un collar de rubí.

Un día, por fin, las florecitas amarillas, cargadasde néctar y polen, empezaron a abrirse. Primero lasmás altas y grandes, una por una, en perfecto orden,alineadas por la izquierda.

~gnórenla -propuso la Ojona culebra de aguametiéndose entre las hierbas acuáticas.

Cada cual se metió en su madriguera y sólo la ver-de Cuiji de seda se quedó sobre una piedra musgosaen la que gustaba asolearse panza arriba, mirando dereojo disimuladamente los ramilletes de flores. Y elmismo día que empezaron a reventar los botones,apareció el primer huichichiqui.

Era un plumón nuevecito, con el cuello de rubí ylas alitas tan chiquitas batiéndolas aprisa, aprisa, sindescanso.

La verde Cuiji de seda, fue la primera que lo vio ydesde la piedra musgosa, se quedó mira y que te mi-ra, ora con un ojo, ora con el otro, ora con los dos,sin alcanzar a distinguir con claridad qué eranaquellas plumitas, porque el Sol le tocaba de frente.Sin embargo, esgrimió su afilada lengüecilla paradecir:

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-¡Es el colmo de los colmos: ahora se ha puestoa echar flores de plumas!

Nadie le escuchó, porque en lo alto de la piedrasu vocecita, delgada como el hilo de una araña y pun-zante como una espina de nopal, era un suspirito quese desvanecía en el aire. Mas como a la verde Cuijide seda le gustaba mucho hablar y hablar y que todosla oyeran, saltó al suelo y corrió de mata en mata, depiedra en piedra y de rama en rama de los árboles,para contar a todo el mundo los excesos de la planta.

-Es increíble ~e respondía el Metoro Diente-mellado en la sombra de su madriguera-o Si su jíca-ma no fuese dañosa, se la roía toda -añadía acor-dándose de lo mal que se puso del estómago cuandohincó los dientes en el tallo de la planta.

-¿Flores de plumas? -graznaba el ZanatePrieto- ¿A dónde piensa llegar?

-Pues a mí me parece que esta vez ha llegadodemasiado lejos -silbaba la Ojona culebra deagua-o Si fuera una rana... ¡paf! me la engullíaentera.

-Claro está -se alejaba cautelosa la verde Cuijide seda.

y en su rincón todos los animalitos se quedabanmurmurando en contra de la planta presuntuosa.

Sólo el Torito Pinto del cuerno quebrado, sintiócuriosidad por conocer aquel prodigio de flores y seacercó por ahí a verlo con sus propios ojos.

-¡Qué bichos tan raros! -exclamó al llegar antela planta.

Lo dijo quedo, como corresponde a un animalbien educado, pero alguien le escuchó.

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-Güiri-güiri-güiri -respondió el Lorito mediodormido y medio despierto.

El Lorito se hallaba dormitando en el fondo de sunido a esas horas (con el solecito aquel tan calientesólo la verde Cuiji de seda podía andar de un lado pa-

.ra el otro, con e~chisme en los labios, tan campante ycomo si nada). Sólo que el Lorito iba siempre a dondeiba el Torito Pinto, quisiera o no quisiera, porque,han de saber, si no lo saben, que vivía nada menosque en el cuerno quebrado del toro, y como no aca-baba de emplumar ni podía volar, el Torito Pinto lo lle-vaba de un lado a otro sin tomar muchas veces el pa-recer de flora.

Así que el güiri-güiri-güiri del Lorito llegó a su veza los oídos del toro. Al saber despierto a su compañe-ro, dijo:

-Sal, hermano, a ver si tú puedes decirme quées lo que ven mis ojos, porque tanto se mueven queno sé si son unos moscardones con plumas o unoscarpinteros enanos, o si la verde Cuiji de seda tienerazón y no son sino flores de plumas, ramilletes deflores con alas.

Curioso, el Lorito aserró la cabeza calva y, sor-prendido por el dorado resplandor de 20 mil floreci-tas amarillas, tuvo que cerrar los ojos un momentito.Se restregó la vista con un ala y se fijó bien en laspreciosas avecillas gorgirrubíes que, por docenas,bordoneaban incansables de flor en flor.

-No sé qué ven tus ojos -dijo al fin- peropuedo decirte, si quieres, lo que ven los míos: variasdocenas de oaíarmos como los que el Gavilán Polleradel Cactus hueco dice se llaman "huichichiquis".

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-¡Huichichiquis! -;nugió el Torito Pinto.y al escuchar su nombre los chupaflores hicieron

a los dos amigos una graciosa caravana.'Cuando la verde Cuiji de seda se enteró que los

huichichiquis de cuello de rubí venían de lejanospaíses, no ocultó el coraje que sentía por la planta ycorrió de piedra en piedra, de mata en mata y de ramaen rama de los árboles para contar la historia.

-Los mandó traer a propósito -decía de rema-te-, para poder presumir de sus amistades.

y cuando terminaba de contar los chismes de lamañana, se devolvía a su piedra musgosa y ahí sequedaba en espera de que se le ocurriese uno nuevoo pasara algo interesante frente a sus ojos, siemprede lejecitos, presta a escurrirse al menor síntoma depeligro.

En cambio, Lorito se había aproximado a loshuichichiquis y trabado amistad con algunos de ellosy todos los días practicaba voces extranjeras con To-pacio Chalchihuite y Lapizlázuli Socoyote, los pajari-tos más jóvenes y hermosos de todos.

¡Ay!, pero de pronto una nube oscura, como lasombra de un avión chiquito, pasó sobre sus cabezasy Lorito se acordó del Gavilán, de lo voraz y cruel queera, de su mirada asesina y su filoso pico. ¡Ay, ay!,con lo que se saboreaba. Ahora, Lorito no viviría tran-quilo pensando en el inmenso peligro que amenazabaa sus queridos amigos. ¡Ay, ay, ay!

Un día, sin embargo, llegaron unos hombres. Lori-to no pudo saber cómo eran porque esa mañana elTorito Pinto se puso a embestir un tendedero de ropaque encontraron en el camino y se les hizo tarde para

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llegar a su cita con Topacio Chalchihuite y LapislázuliSocoyote, y todo lo supieron, corro era de suponer,por la verde Cuiji de seda que lo vio todo. Ocurrió quelos hombres que llegaron se pusieron a examinar elquiote del arrole y acabaron por cortarlo de la planta.Luego, entre dos de los hombres se lo llevaron car-gando por el camino que se dibuja fuera del valle.

Los hombres caminaban seguidos por una multi-tud de chupaflores, que continuaron picoteandoaquel jardín maravilloso. Se perdieron de vista porquese fueron haciendo chiquitos en la distancia hastadesaparecer. ¿Lograrían entender las avecillas queno podían hacer ya nada por recuperar su preciosotallo floral? Lorito no lo podía saber, pero corro quieraque fuese sabía que, para encontrar otro tallo igual,tendrían que volar varios kilómetros a la redonda.

-Quizás allá -murmuró para sus adentros-, nolos encuentreet.Gavilán,

-Eso tenía que pasar un día =correntaba la ver-de Cuiji de seda mientras Lorito seguía pensando ensus amigos-: al fin alguien se cansó del exhibicionis-mo sin objeto de esa planta y cortaron por lo sanocon su altivez desmesurada. Castrada, reducida a suestatura normal, el arrole es un agave de lo máscorriente que pueda haber, ¿no les parece?

Pensando todo el tiempo en Topacio Chalchihuitey Lapislázuli Socoyote, el Lorito pasó por alto la tra-gedia de la planta, y no fue sino días después, cuan-do el Torito Pinto volvió por allá y la encontraron se-cándose tristemente, sin pronunciar una queja, queel Lorito se compadeció del agave.

-No te seques, plantita -le dijo el Torito Pinto.

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-Vamos-Pió Lorito deseando que no fuese demasiado

tarde-:-Tienes que retoñar de nuevo, echar otro ta-

llo que atraviese las nubes del cielo.-Ajá -apoyó el toro-o Un tallo cargado de

flores amarillas, y si quieres rojas y azules, nadie seenojará por eso, porque si se enoja le embisto yagarro de topes hasta que se le quite lo bravo.

-Puedes tener las flores que quieras y cuandose abran también puedes invitar a todos los huichi-chiquis del mundo si te place ...

Pero por más que trataron de animarlo, el amolése siguió secando y secando.

No había nada que hacer, descubrió Lorito y esedescubrimiento fue como punzarse adentro del pe-cho con una espina tan larga y afilada como la len-gua de la verde Cuiji de seda.. iQué triste pasó los días Lorito con su pena-.nuevat

Las plumas cubrieron de verde amarillento sucabecita, pero él no quería ni asomarse a picar lasciruelas coloradotas que colgaban de las ramas,bajo las cuales se ponía el Torito Pinto, para queprobase lo buenas que estaban.

Apenas sacaba la cabeza del nido, en el cuernoquebrado del toro yeso porque su hermano leobligaba a hacer sus ejercicios matinales. Hastaque un día apareció de verde Cuiji de seda paracontarles al oído las nuevas que había; entoncesno sólo asomó la cabeza, sino que salió todo ente-ro, dio unos saltitos sobre el lomo del toro y, trasde unos aletazos, cayó al suelo en donde se revol-có de alegría.

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-Claro está -observaba la escena sin com-prender nada la verde Cuiji de seda-, es comopara volverse loco: si no soportábamos la presun-ción de una planta, ¿qué será ahora que han em-pezado a crecer cuatro de ellas ...?

-Nada será -mugió el toro sobre la cara de lachismosa-o Si no se meten con ellas todo estaráen paz, ¿entiendes?

La lagartija entendió, porque corrió toda asus-toda asustada a meterse en su madriguera deltecorral y no salió en ocho días de ahí.

Mientras, el Torito Pinto, con su inseparablecompañero reinstalado en su nido, fue al páramomás árido del valle. Allí, bajo las pencas secas delagave, pegadas al tallo seco, se abrían paso cua-tro pequeñas plantas idénticas a la planta aquellacuando apareció la primera vez, excepto en queellas tenían sus raicitas bien metidas en la tierra yfirmes resistían los intentos del viento para hacer-las rodar lejos.

Lorito no estaba para saber que los agavestienen la particularidad de criar retoños o renue-vos que brotan de sus raíces y crecen comprimi-das bajo el metzontete de la planta madre. Sabíauna cosa: que los retoños iban a ser verde ceni-zos, de hojas delgadas y enhiestas, feuchos, agriosde jícama, mudos, pero que un día, desde el fondodel corazón, de donde brotan todas las buenasdel corazón, de donde brotan todas la cosas bue-nas, empezarían a echar un vástago tan alto tanalto que podrían atorarse en él algunas nubecillasdistraídas. Y entonces sería el tiempo de volver loshuichichiquis al jardín maravilloso de florecitasamarillas, aunque, como decía el Torito Pinto, su

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hermano y compañero, bien podrían ser rojas,azules o varias pintas, si querían; nadie se iba aenojar por eso.

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MAQUECH

La noche de los escarabajos es la noche másnegra de todas las noches. Sin embargo, en tan ex-traordinaria oscuridad, se ven brillar estrellas rojas yazules, estrellas blancas y amarillas. . . Zinaan ek, lasestrellas del Escorpión, brillan en el negro terciopelodel cielo; brillan Ah ek, las estrellas de la Tortuga;brilla la blanca estrella del Norte, Chac noh ek; brilla,entre tanto sereno brillar, la roja estrella guiadora,Chicum ek...

La noche de los escarabajos es también la nochede Balam, el jaguar, de Tzimín, el tapir, de Cabcoh,la martucha melera, y de Pech, la garrapata; es lanoche de las noches y noche de reunión solemne delos cuatro animales. Es la noche de Maquech en lacual se reúne el Consejo para examinar al pequeñoescarabajo y conferirle las insignias del trono: la real

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corona de estrellas rojas y azules, el manto de ter-ciopelo negro cuajado de estrellas de todos colores,el cetro real ornado de estrellas blancas y amarillas.Se reúnen desde tiempos inrremoriales para probarque Maquech es realrrente hijo de reyes y no unescarabajo común. Si es verdad que desciende deHalach Uiniques, Jefes, de Ahaues, Señores Princi-pales, realrrente ha de probar que entiende el len-guaje secreto de Zuyúa.

Es el lenguaje de Zuyúa el habla oculta, de doblesignificado, de los antiguos. Quien lo sabe puede as-pirar a vestir el manto de terciopelo negro cuajado deestrellas. Quien pasa las pruebas de Balam, el jaguar,de Tzimín, el tapir, de Cabcoh, la martucha melera,y de Pech, la garrapata, puede ornar su cabeza conla corona de estrellas rojas y azules y blandir el cetroreal y sentarse en el trono.y ser proclamado verdade-ro príncipe iniciado.

Maquech en la negra noche de los escarabajos,espera tranquilo que Balam, el jaguar, rompa el silen-cio nocturno con su ronca voz. Y cuando esto ocu-rre, la selva entera tiembla ante el severo rugido deadvertencia:

-Aplastaremos con las garras al impostor ...Mas rendiremos honores al verdadero Halach Uinic,Jefe, al Ahau, Señor Principal, al príncipe de los in-sectos ...

-Así sea ... -respondieron Pech, la garrapata,Cabcoh, la martucha rrelera y Tzlrnín, el Tapir.

Después la pequeña garrapata toma la palabra einicia el interrogatorio.

-Hijo mío, si eres Halach Uinic, Jefe, si eres

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poderoso príncipe ---le dice -busca los agujeros pordonde gritan las cañas. Si los encuentras, enton-ces dime, ¿a quién le rascan las costillas y está dan-do gritos?

-Madre Pech, ama, los agujeros por donde gri-tan las cañas son los agujeros de la flauta --contestaMaquech- y es el hueso que se usa en los areitospor sonajas, el que está dando gritos cuando le ras-can las costillas.

Can Ek, la estrella de la Serpiente, se apaga en lanoche y Cabcoh, la martucha melera toma la palabra:

~ime hijo, si en verdad eres de la raza de losHalach Uiniques, Jefes, ¿a dónde tengo que ir paraencontrar una piedra almagrada que va saltando? Porventura, ¿podría encontrar una camisa muy apretada?

-Madre Cabcoh, ama, no has de ir a ninguna par-te: si te rascas el lomo encontrarás una pulga, cualpiedra teñida de almagre. La camisa muy apretada esel fruto del tomate, que tiene el cuero muy justo ypegado a sí

-Si eres de la raza de los Ahaues, Señores Prin-cipales de esta tierra -dice Tzimín, el tapir-, dime,¿cómo puede ser que entramos por tres partes y sali-mos por una?

-Ch, padre Tzimín, en la camisa entramos portres partes a la vez y salimos por una sola.

-Cierto es -admitió Tzimín, mientras en el cielodesaparecía una estrella color granate~ Tal es elhabla de Zuyúa. Dime ahora, ¿dónde he de hallar unadoncella de blancas y relucientes pantorrillas? Quieroalzarle su enagua hasta los muslos. . .

-Apresúrate, oh padre Tzimín, a tomar la en los

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serroradíos que los hombres han hecho en los linde-ros del bosque: la doncella de blancas y relucientespantorrillas es la jícama; alzarle la enagua hasta losmuslos, es quitarle la cáscara ..

-Así es -admitió Tzimín, el tapir, mientras TzbEk, las estrellas de los cascabeles, caían en el hori-zonte.

-Dime, si es verdad que eres príncipe de antiguo.linaje -preguntó Balam, el jaguar - ¿cuál es la casadel tigre llena toda ella en su interior de rodelas, deescudos guerreros?

-Padre Balam, amo, la casa del tigre es el chileque empieza a ponerse colorado, el cual está llenode semillas a la manera y figura de pequeños es-cudos ...

-Cierto es -reconoce el jaguar-, pero dime¿dónde puedo encontrar un negrillo que va escribien-do con vidriado?

--lo encontrarás, oh padre Balam, amo, en eltronco húmedo y podrido, ya que se trata del caraco-lillo negro que cuando va andando deja el caminovidriado con unas babitas ...

En la negra noche de los escarabajos, Maquechresponde uno a uno los acertijos de Balam, el jaguar,de Tzimín, el tapir, de Cabcoh, la martucha melera,y de Pech, la garrapata . . Docenas de extrañas adi-vinanzas en el antiguo y secreto lenguaje de Zuyúa

Cuando responde a la última pregunta, el cielo seha quedado sin estrellas, porque una a una han pasa-do al manto de terciopelo negro, a la corona real y alcetro que engalanarán a Maquech, el verdadero prín-cipe de antiguo linaje...

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Si alguna vez recibes corro amuleto protector aMaquech, joya viviente, recubierta de zafiros y rubíesy turquesas y diamantes y rara pedrería fina, que enrealidad no son sino estrellas bajadas del cielo en lanoche más oscura de las noches, trátalo con respe-tuoso afecto. Recuerda: es el verdadero príncipe deantiguo linaje, un Halach Uinic, un Ahau, el legítimoheredero del trono ...

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CHIPAWII(I

Chipawiki, la ardilla oscura de tierra, tiene su chi-nancal entre las rocas al pie de un montecito. Raravez sube a los árboles y es improbable que se en-cuentre alguna vez con el pitorreal, el carpintero gi-gante, que tamborilea con su fuerte pico los troncosde los árboles, para pedirle que toque otra clase demúsica. Los picotazos del pitorreal son rítmicos y re-suenan por todo el bosque de encinas de suerte queel vencejo baila rutuburi durante el día y yumari por lanoche, al son que marca el tambor. Sin embargo, aChipawiki no le causan gracia las danzas que hacenllover porque, cada vez que cae agua del cielo, ¡SO-pas!, sin falta se inunda su vivienda.

El agua está cerca,La neblina está sobre la montaña y sobre la me-

seta ...

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Así cantan mientras bailan la danza del rutuburicuyos sones antiquísimos están impregnados deextraño encanto. Y así silba el vencejo:

-El azulejado canta y revolotea en los árboles yEl carpintero macho va llegando al llanoDonde la nube se va alzando.El vencejo hace sus movimientos en el aire de

la tarde;El agua está al alcance de la mano.

En efecto, Chipawiki mira preocupada cómo elvencejo se lanza con rapidez en el aire y silba y zurnbaoMira a la ardilla azul subir al árbol y chiflar mientrasel guajolote hace la rueda y el águila grita. Ya vienenlas aguas.

Sólo Chipawiki no participa del alegre mitote.Piensa que la danza es una calamidad, ¿cómo podríainterrumpir el rutuburi e impedir que una vez más suchinacal sea anegado por las fuertes lluvias?

¿Cómo, cómo, cómo? Un día tuvo una idea salva-dora:

--Invitaré a los animalitos a tomar té de J1ierba-buena desde el mediodía ... Todos estarán entrete-nidos con la charla y se olvidarán de su tonto bañar24

las danzas que traen las lluvias.Así fue como Chipawiki, la ardilla oscura de tierra,

invitó al pájaro carpintero y al vencejo, a la ardilla azuly al guajolote a tomar té de hierbabuena en su chinan-cal. Los mandó buscar con una hormiga. Tenía una ri-ca despensa de frutas y semillas y ninguno de los in-vitados se hizo del rogar. Todas las mañanas, apenas~I sol calentaba un poco, veían a Chipawiki sacar lasexquisitas viandas de su madriguera inundada. Unavez secos los frutos y semillas, Chipawiki los devolvíaa su chinancal. Para el mediodía, la madriguera ya ha-bía desaguado y estaba del todo seca.

-Hermanos- dijo lIevándoles a una terrazapedregosa- mientras tomamos té, podemos cascarnueces de castilla y escuchar una historia que noscuente el hermano Carpintero ...

-iQué buena idea! -exclamó el vencejo.-Pero si yo soy un mal narrador ... - graznó el

pitorreal.-Anda no te hagas del rogar ... - insistieron.-Está bien: ahí les va la historia de

Cómo el Tío Conejo Perdió las Pezuñas

El tío conejo tenía antiguamente pezuñas, comolos venados, y el venado tenía uñas, como los cone-jos -empezó a contar el pájaro Carpintero-o Se en-contraron una vez en el camino y se saludaron comobuenos cuates.

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-Oye amigo- dijo el venado- préstame tus ca-cles para ver cómo me quedan. Sólo por un mo-mento.

El conejo que tenía miedo de que el venado se loscogiera, primero no quería, pero consintió al fin; yel venado, luego que se los puso, se paró y comenzóa bailar así:

f2E# • • • •

-Oh, qué bonito suenan-dijo.Dio vueltas y se puso a bailar mitote y a cantar una

canción nueva del todo. El conejo estaba sentado mi-rándolo, muy afligido y temeroso de que el venado nole devolviera sus sandalias. El venado le pidió permi-so de dar cinco vueltas sobre las montañas. El conejole dijo que no, pero el venado se fue prometiéndoleque pronto volvería. Regresó cuatro veces, pero a laquinta ya no volvió.

El conejo trepó a la montaña y vio al venado yamuy lejos; lo quiso seguir, pero no pudo, porque es-taba con los pies descalzos. El venado nunca devol-vió las pezuñas al conejo, quien sin ellas se ha queda-do hasta ahora.

o

-¡Qué historia tan interesante! - exclamó cortésel guajolote.

-¡Y qué nueces tan ricas! -añadió la ardilla azul

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dispuesta a despedirse-o Es una lástima que se ha-yan acabado.

-No te vayas, hermana ~orrió Chipawiki al fon-do de su madriguera-o Tengo la despensa llena desemillas de calabaza, de margaritas y de margarita-nes. . . Mientras comemos semillas y tomamos té,podemos escuchar una historia que nos cuente elhermano Guajolote.

-¿Yo ... ? -gorgoreó el guajolote-. Pero si yosoy un mal narrador ...

-No te hagas del rogar- intervino el pájaro car-pintero.

-Está bien: ahí les va la historia de

Cómo el Venado y el Sapo Jugaron Carreras

-Pues nada amigos, con sus cacles nuevos elvenado se convirtió en un buen corredor y en un granpresumido -empezó a contar el Guajolote. Corre-teaba por todos los cerros y montañas resonandosus pasos al ritmo del yumari. Pasos cortos haciaadelante, pasos cortos hacia atrás, describiendo unacurva alrededor del centro del mundo ... Todo lo ha-cía con gracia, porque él fue"el inventor de este baile,de sus pasos y de sus cantos; pero el yumari, a dife-rencia del rutuburi que inventó mi abuelo para acorr-pañarse al hacer la rueda de sus plumas, es un ritmoque al final llega a fastidiar.

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>. .

y otra vez:

>.. ..

Los animales del campo no lo soportaban ya y sereunieron en Consejo con el fin de encontrar la formade quitarle lo presumido al venado.

-Si jugamos apuestas con él y lo vencemos, sesentirá avergonzado ... y quizás se le quite lo presu-mido ... -acordaron después de una noche de dis-cusión.

El cuervo, muy seguro de sí, invi~óal venado a be-ber tesgüino, pero al segundo trago, el cuervo estabamareado y el venado seguía bailando como si nada.

Entonces, la zorra lo retó a jugar rixihuátali; peroel venado era diestro en arrojar los discos de piedra y"mató" todas las piezas de su contrincante desde elprimer tiro.

El gallo no tuvo mayor suerte jugando con esoshuesecillos que sirven de dados, el juego de la taba.

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Una vez más salió triunfador el venado. Y cada triunfole envanecía y le daba motivos para inventar otro pa-so de baile: Pero siempre con la misma tonadita:

)... .

Un día el sapo le retó a unas carreras. El venadoaceptó gustoso y colocaron una piedra para que sir-viera de meta.

El sapo fue a buscar otros muchos sapos y loscolocó trecho en trecho de la pista. Cuando llegó elvenado a la meta, el sapo, que ya estaba sentadosobre la piedra, le dijo:

-Hermano venado, perdiste.El venado se fue cabizbajo y triste a un escondite

de la montaña.Pasó una semana y aún seguía triste y no podía

comprender cómo es que había perdido la carrera.Un día bajó al llano y buscó al sapo.

~ime hermano sapo, ¿cómo podría yo corrertan rápido como tú?

-Es el secreto de todos los secretos del mundo~epuso el sapo-, pero te lo voy a pasar porque meeres simpático. . . Cierra los ojos y espera un se-gundo.

Cuando el venado cerró los ojos, el sapo buscó alos tábanos y les dijo muy quedo:

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-Vayan a picarle al venado para que corra másde prisa. Si le dan muchos piquetes, nunca me loscomeré a ustedes.

Los tábanos fueron de muy buena gana a picar alvenado. I

-Este es mi secreto -dijo el sapo al venadocuando le cayeron encima los tábanos- Ahora estuyo. . . Anda, corre, creo que ni yo podré alcan-

. zarte.El venado salió volando perseguido por los tába-

nos. Desde entonces han continuado picándole y nohavuelto a perder unasola carrera.

o

-¡Qué historia tan interesante! =-excterró cortésel pájarocarpintero.

-y qué semillas tan deliciosas -añadió el vence-jo dispuesto a despedirse-o Es una lástimaque estéempezando a llover...

-No es posible =exclarró Chipawiki-. Si hoynadie ha bailadoel rutuburi.

-iGoro gorigoro! =exclarró el guajolote y salióaleteando tras el vencejo que hab'd emprendido elvuelo.

El carpintero también echó a volar y la ardilla azulcorrió a su árbol.

~ero si nadie bailó hoy la danza de la lluvia-repetía Chipawiki. Esa tarde volvióse a inundar elchinancal de la ardilla oscura de tierra. Ella mismasemojó de pies a cabeza y pescó un constipado. El úni-co consuelo suyo fue que a la mañanasiguiente, notuvo que sacar la despensa empapada a secarse a30

los rayos del sol, ya que los frutos y semillas se aca-baron en el convite que ofreció.

Antes de mudar su vivienda a otro sitio Chipawiki,bebió tesgüino y bailó el yumari mientras silbaba estamelodía:

. .

CACTUS

Desde el interior del cactus gigante, en donde el.gavilán pollero construyó su nido, el mundo pareceun círculo de espinas. Azul de cielo con jirones blan-cuzcos de día y negro cuajado de puntitos brillantespor la noche; o bien azul desteñido por un solecitoque deslumbra con sus púas de luz, 't. negro no muynegro con una luna como tuna chaveña, que no es ro-ja ni plateada, sino amarillenta. .. Pero siempresiempre, una u otra visión desde el fondo del cactushueco, está circundada por terribles espinas. ¿Porqué extrañarse de que los pichones acaben por pen-sar que la vida es dura y difícil y hostil y peligrosa ... ?Luego, cuando asomen al exterior, descubrirán quelas espinas no son del mundo sino de una humildeplanta, pero ya será tarde: las primeras impresionesde la infancia son más fuertes que todas las demás

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experiencias de la vida y no habrá nada que endulceel carácter de los gavilancillos. Con el tiempo seránterribles carniceros de filoso pico y sus garras echa-rán espinas curvas. Pero no sólo las garras y el picorecordarán la espinosa primera edad: los ojos pun-zarán el espacio con un agudo mirar de alfileres, el.vuelo veloz rasgará los vapores ténues de la atmósfe-ra como si lo hicieran navajas y... bueno, hasta elcorazón del gavilán parecerá hecho de pedernal, fríay cortante punta de flecha.

la culpa no es toda del cactus; las espinas no lascrió para agriar el carácter de los animalitos que en-cuentran abrigo entre sus ramas, sino que echó púaslargas y puntiagudas para protegerse de los voracescomedores de hierba que todo lo devoran en tiempode secas. Sin esas defensas, los cacti hubieran sidodevorados hasta las raíces y el broncíneo desiertohubiese perdido su mayor belleza y alegría. Ah, por-que el cactus no es sólo espinas, tiene su ladoamable. En primavera se cubre de herrrosos capullosque son la fiesta de los comelones de néctar. Enotoño, las flores se han transformado en frutos deli-ciosos. Encerrados en una resistente envoltura (aveces lisa y otras espinosa) cuando alcanzan la ma-durez estallan hinchados de dulce y perfumes. En-tonces es el tiempo de los pájaros, la hora de comerhasta el hastío y llevarse las semillas lejos ... Sí: elcactus tiene para sus enemigos, espinas; ¡pero flo-res y frutos para sus amigos!

En otro tiempo, el cactus hueco del gavilán polie-ro arropó entre sus brazos el nido de unas primoro-sas avecitas que eran como espinitas con alas: la

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banda de huichichiquis de Huehue Sol-re-do, el ve-nerable chuparrosa cuello de rubí. Fueron los díasmás felices para el cactus gigante, porque fue laépoca en que florecieron las flores más hermosasque jamás había dado y, además, fue el tiempo de los

, frutos más fragantes y dulces que se han conocidoen el desierto. Yo me he tratado de explicar esto dela siguiente manera: los pequeños chuparrosas sesustentaban con la miel de flores y frutos mientrasbordoneaban una canción que iba más o menos así:"bzzzbzzzzz bzummmm bzzzzbzzzz bzurrrrrrrrrrm",

Es probable que tan bella melodía tuviera susefectos sobre el desarrollo de la planta haciéndolaflorecer en capullos de ambrosía. De igual forma,puede ser que la belleza y dulzura de la planta in-fluyera en la crianza de los pequeños pajaritos, puesno había enel mundo criaturas más dulces y delica-das que los primorosos huichichiquis de Huehue Sol-re-do.

En aquellos tiempos el gavilán pollera vivía en unaregión muy alejada Era a su modo igualmente felizen las ramas de un añoso mezquite. No le importabael aspecto de la planta sino los campos de caza y elcielo sin límites de que gozaba .. Un día, pasó vo-lando sobre el desierto y descubrió desde tan alto elnido de los huichichiquis y nada más de ver a Sol-la-siMacuiJxóchitl, la más encantadora de las pequeñasavecitas, se le hizo agua la boca del antojo y se pro-puso cazar a tan tiernos pajaritos.

Cada chupaflor serviría sólo para un bocado, pero¡qué bocado!, pensaba y pensando en lo delicioso

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que estaría Sol-la-si Macuilxóchitl se lanzó como unproyectil en contra del nido.

iZzzzzuuumm .. ! iba en picada el gavilán pollero.Para su mala fortuna tenía los pensamientos de-

masiado ocupados en imaginerías culinarias y nopensó, ni mucho ni poco, en las espinas del cactusgigante. Por ello es que la primorosa tribu de chu-paflores escapó indemne del primer ataque del gavi-lán: las terribles espinas de la planta contuvieron laferoz embestida, al chocar las alas del agresor contralas ramas erizadas de púas.

Herido, el gavilán pollero se derrumbó al suelochillando de rabia y dolor. Trató de remontar el vuelo,pero sus aletazos furiosos sólo levantaron una nubede arena. Cuando recobró la compostura, buscó me-ditabundo la sombra del gigantesco cactus. Tenia unala herida, mas si guardaba absoluto reposo podríasanar en corto tiempo. . .

Esto era tan claro que Huehue Sol-re-do ordenó asu pequeña banda dejar el nido y emprender un largopero largo viaje a la búsqueda de un nuevo hogar, asalvo del gavilán.

En el nuevo nido, Sol- la-si Maculxóchitl crecióalgo así como dos milímetros más y se convirtió enadulto. Llegaron al nido crias pequeñísimas una y otravez y la alegre banda de chupaflores se hizo tan nu-merosa que a la distancia podía creerse que el con-junto de pequeños nidos era un panal de inquietasabejas. Lo justo, desde dicho momento, seria hablarde la tribu de chupaflores y ya no de una simplebanda. I

Bordoneaban su hermosa canción en torno de un

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grupo de agaves en flor y seguían siendo los pajaritosmás dulces y delicados del mundo. ¿Y cómo no si lavida de los huichichiquis es todo dulzura de flores sil-vestres desde que ven la primera luz?

Una vez que sanó el gavilán pollera, voló sobre eldesierto y las tierras aledañas con el objeto de en-contrar los tiernos bocados con alas, pero no pudohallar los. Entonces, con la esperanza de que loshuichichiquis regresaran algún día a su antiguo hogar,instaló su casa en el cactus gigante ... y el tiempopasó.

Los pequeños gavilanes hicieron su primer vuelode prácticas. iQué bien cortaban el aire con sus alasy cómo las batían con vigor para cobrar altura y ven-cer las corrientes de aire! ¡Qué poder había enaquellos pajarracos gemelos! ¡Con qué elegancia pla-neaban en las alturas! ¡Qué magníficos cazadores se-rían! Los padres orgullosos les seguían de cerca ydejábanles volar y volar. . . De pronto, allá abajo, endonde floreaban los agaves cenicientos, el gavilánpollero del cactus hueco tuvo una visión que lo trans-portó por un instante al Paraíso Terrenal: en tornodel quiote del agave, recubierto de miles de florecitasdoradas como solecito tempranero, bordoneaban sucanción los huichichiquis de antaño. Reconoció aSol-la-si Macuilxóchitl, un poco gorda es verdad paraun chupaflor, pero, por lo mismo, más atractiva pa-ra un ave rapaz. También distinguió a Huehue Sol-re-do, el patriarca de la tribu, y se sintió atraído por eltierno batir de alas de Do-re-mi Xocoyotzin, un pajari-to que ensayaba sus primeros vuelos y que estaba,siempre desde el punto de vista del gavilán, comopara chuparse los dedos. . . 37

-¡Espinas con alas!- graznó asustado uno delos cuates al descubrir el espectáculo que tenía a supadre boquiabierto.

-Tonto- respondió este-o Son el bocado mástierno al que puede aspirar un gavilán.

~s espinas de cactus, con alas o sin alas, sonpeligrosas ~nsistió el gavilancito.

Despectivo, el gavilán pollera dejó a su familiavolando entre las nubes y se lanzó cabeza abajocontra la tribu de Huehue Sol-re-do.

Esta vez (acordándose del frustrado ataque, yporque su familia le observaba atentamente paratomar enseñanza de sus actos) puso todos los senti-dos en lo que hacía y atacó per uno de los flancos,justo por la sección maternal.

Cayó sobre el nido donde dos pequeñísimos po-lluelos piaban con todos sus pulmones y abrían elpico en solicitud de alimento. Bah, no era eso lo quequería

Huenue Sol-re-do pasó el susto de su vida cuan-do diose cuenta que el gavilán había burlado la vigi-lancia de los machos e invadido el área de erra. Perorecobró la calma al ver que el rapaz retrocede, ba-tiendo las alas en reversa; pero lo hizo para acometercontra Sol-la-si Macuilxóchitl, que acudía en ayuda desus erras. El gavilán abrió el pico cuan grande era yestuvo a punto de engullir a la avecita de sus amoresculinarios y, aunque falló en su intento, quedó buenrato con la boca abierta porque Sol-la-si Macuilxóchitly otros pajaritos le cayeron encima con tanta furiaque los picotazos le hicieron chillar como una gallina.

-¡Uf!-respiró aliviado Huehue Sol-re-do y refle-

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xionó: - No hay peligro que amenace a sus crías quelas madres no puedan afrontar victoriosas. . .

-Ay ay ay-el gavilán emprendió la retirada.-Tienes razón- dijo uno de los gavilancitos a su

hermano gemelo-: no son sino espinas con alas...¡Huy!

Más avergonzado que adolorido, el gavilán pollerosiguió de lejos el vuelo de su familia y no se reuniócon ella sino en el nido hueco cuando ya el sol habíadesaparecido y estaba por volver a salir.

Ese año, el cactus gigante se llenó de hermosasflores blancas y de enormes frutos colorados que vi-nieron a alegrar el círculo azul que se mira desde elinterior del nido. Y es que, con el tiempo, la plantacobró afecto a los gavilanes y se acostumbró a susferoces silbidos y al aire violento de sus aletazos. Viocrecer con gusto muchas generaciones de gavilanesy comprobó satisfecha el profundo respeto inculcadoa los más jóvenes hacia toda clase de espinas, conalas o sin alas, que hubiera en el mundo.

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POKA TOKEl Juego de Pelota

Como que quiere llover y no llueve.El cielo plomizo está muy bajo y algunas manchas

de neblina corretean por el llano. Hubo un rromentoque parecía se rompería el cántaro, pero fue cosa deunas gotas de agua que tamborilearon sobre lasruinas y caminos de la selva.

-Pok a tok. . . pok a tok. . . pok a tok. . .Nada más, porque las nubes siguen revolviéndo-

se en los cielos, acumulando vapores cada vez másdensos.

o

Tras el primer chaparrón, Pedro Iq se escurriófuera de la choza donde se sofocaba de calor y corriópor el sacbé recién lavado.

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-Pok. . . Pok. . . Pok. . .- resonaban sus pisa-das entre los charcos.

-¿Es de noche o es de día? --se preguntó sin al-canzar a vislumbrar una respñesta

Claro que no era de noche, pero ¿puede llamarsedía a esa oscuridad de zopilote viejo? ¿Cuál es la ma-ñana en que nunca amanece? ¿Está señalada acasoen la rueda calendárica? Pedro lq, con ocho años acuestas, no podía saberlo y se repetía al ritmo de suspisadas:

-¿Es de noche o es de día?Inflado, con los ojos saltones, la voz grave, el

sapo Tamazul croaba allá lejos.-Pedro lq, Pedro:

¿A dónde vas?¿Para adelante?¿O para atrás?

-Para adelante, creo. . . -repuso el chamaco,pero pensándolo bien no era esa una pregunta cla-ra, porque él mismo no tenía idea a dónde se dirigía y,por lo tanto, si iba o regresaba, así que volvió a mar-tillear en su cerebro al ritmo de su andar: -¿para ade-lante o para atrás? . . -una y otra vez como un croacroa, hasta equivocarse y perder el paso.

Detúvose en medio de las ruinas. No vendría na-die a visitarlas con la tormenta amenazante. No; perotampoco saldrían a jugar lboy, el acorazado armadilloy Caquix la iridiscente guacamaya colorada, susbuenos amigos. Sólo Tamazul, trepado en el Templodel Dios Fuego, llamaba a las lluvias con su canto demeteorólogo.

~állate ~e dijo Pedro Iq al llegar hasta él-.42

¿Para qué quieres que llueva toda el agua del cielo?Después no podrerros jugar porque andarás con ellorro lleno de huevecillos, sin poder rroverte ...

El sapo iba a responder que los juegos no son loúnico que hay en la vida y que todo tiene su tiempo ylugar, pero se acordó de algo importante y dejó elaforisrro para otra ocasión. Señaló por el lado po-niente del templo. Allá abajo se distinguía el Juego dePelota y en el juego de pelota unas figuras humanas.

-¿Quiénes son? -4'edro Iq inició el descensodel edificio por la parte contraria a la que había as-cendido-. Tendré que pedirles paguen su boleto ...¡Y yo pensé que estaríamos solos!

Tamazul por todo comentario reinició la canciónde Pedro Iq:

¿A dónde vas?¿A dónde vas?¿Para adelante?¿O para atrás?

¿A dónde vas?¿A dónde vas?¿Para adelante?¿O para atrás?

El niño ignoró a su amigo. La respuesta flotaba enel aire y era una extensión de los propios pensamien-tos del sapo: todo tiene su rromento justo, inclusiveel trabajo. En efecto, Pedro Iq tomaba muy en seriosu papel de vigilante de las ruinas prehispánicas y hu-biera dejado cualquier otra cosa a medias, hasta un

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salto en paracaídas, con tal de cumplir oportunamen-te su deber.

El chacualeo entre las charcas se entremezcló depronto con una música extraña de flauta y tambor,de sonajas y caracol. Silbaba el aire es cierto, lasnubes chisporroteando eléctricas se revolvían for-mando una gigantesca culebra, alumbrada fúnebre-mente por el oculto sol, pero aún no se desataban los

·tres nudos de la tempestad y aquella música teníauna procedencia terrena.

Pedro Iq echó a correr; lo que retumbaban portodas partes no eran sus pasos de niño ...

-Pok a tok. . . pok a tok. . .. . .Sino una pelota de hule macizo.Los músicos habían dejado su lugar a los jugado-

res de pelota.Sí; ante la vista incrédula del niño surgía un es-

pectáculo deslumbrante en fastuosidad y colorido,como si una estampa de los libros de historia hubieracobrado de pronto vida con sus antiguos personajesataviados con capas de algodón finamente tejidoscon plumas de vivos colores, amados con penachosde plumas brillantes y pectorales de oro, con taparra-bos espléndidamente bordados ... y entre estospersonajes de cuento algo más fantástico todavía: losjugadores de pelota. Agiles como arañas, hermososcomo los astros del cielo, dos jóvenes atletas pelo-teaban suavemente para entrar en calor. La pelotarebotaba en los muros de piedra con una lentitud pas-mosa, pero un golpe maestro la impulsaba a la veloci-dad del rayo ... ¡Y eran golpes de práctica! Vestíanbragueros de cuero; cascos del mismo material ceñí-

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dos a la negra cabellera. Lucían brazaletes y ma-noplas así como protectores de piel sobre los muslosy antebrazos. la tez desnuda, curtida y suave, llenade vida, resaltaba en los recios músculos, pero loque más llamaba la "atención sobre estos jugadoresera el parecido asombroso entre/sí. Eran gemelos.

Pedro Iq dejó su misión para otro momento másoportuno y pasó a ocupar un sitio sobre el alto murode piedra donde se apreciaba mejor la cancha y sesentían vibrar en el cuerpo los golpes de la bola dehule macizo contra el frontón de piedra. Habíamuchos otros espectadores reunidos en el privile-giado lugar, todos ellos ataviados con galas ricas yextrañas. De pronto, Pedro Iq reconoció a la culebraZaquicaz, al gavilán Vac, al pájaro Pujuyú, al mosquitoXab, al murciélago Camazotz, a los buhas Tucurú, almonito Coy, al ciempiés Ixtzul y a la comadreja Cuxentre otros animales del bosque. También descubrióa Iboy, el armadillo acorazado, vestido como un granseñor y a Caquix la guacamaya colorada ataviada co-mo una princesa maya quiché.

Junto a Caquix se acomodó Pedro Iq. Saludó asus amigos un tanto cohibido y cuando volvió los ojosa la cancha, un grito trató de escapar de su gargantaal encontrarse con los nuevos jugadores de pelota.Traían máscaras espantosas y sus cuerpos, en con-traste con la lozana frescura de los gemelos, eran se-cos, deformes yarrerlllentos, Peloteaban para calen-tar los magros músculos y sólo entonces Pedro Iqcomprendió que los gemelos y los Señores de lasmáscaras eran bandos contrarios. Instintivamente to-mó partido por los muchachos. Los gemelos Hunah-

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pú e Ixbalanqué eran tan hermosos como el sol y laluna, mientras que la fealdad de los Señores no teníanombre o si lo tenía éste no se podría escribir con lasletras del alfabeto.

Pero no sólo eran razones estéticas; allí, en lacancha de pelota, se jugaba el destino de la noche yel día, que es decir el destino de los seres vivos. Siganaban los muchachos, el Sol y la Luna seguiríanreinando en el cielo con la misma faz, hermosa yamable, que les conocemos. Si vencieran los 12 se-ñores, las 12 plagas que representaban ocuparíanunas el lugar del Sol y otras el lugar de la Luna. Nadamás ver el cuerpo contrahecho del Señor de los Tulli-dos y el rostro deforme del Señor de los Abcesos,Pedro Iq deseó el triunfo de los gemelos, pero al sa-ber lo que terminó de informar Tamazul, su húmedo yresbaloso amigo que llegó poco antes de comenzarla partida, se redobló la fuerza del deseo.

-Que brillen siempre el sol y la luna... - se dijoPedro Iq con calor -Que el señor de la Muerte y elSeñor de la Opresión se guarden para siempre en lasregiones subterráneas.

Iboy, rozó con el hocico fria el brazo del niño.-Todos lo deseamos --explicó el armadillo.Sí, todos. Pero, las fuerzas del mal aún sobrevi-

vían desde los lejanos tiempos de la Creación delmundo. Podria decirse que para ese juego se halla-ban en su mejor forma físico atlética, porque, ay, elmal se fortalece con cosas que existen en hartaabundancia sobre la tierra entre los hombres y' losanimales: guerras, injusticias, maldad. . . y la dosisde males modernos habían llenado de vigor a los Se-

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ñores de las 12 Plagas. Su equipo parecía invencibley su capitán, el Señor de la Muerte, estaba seguro dela victoria.

Pedro Iq tenía suerte de contarse entre los es-pectadores del juego, suerte de haber cruzado lasfronteras de una desconocida dimensión ...

La partida dio comienzo. El Señor Puros Huesos yel Señor de la Ictericia formaron pareja por parte delos 12 Señores y en su turno arrojaron la pelotacontra el anillo de piedra de los muchachos.

-Pok ... -golpeó muy abajo del anillo.- ... a tok - rebotó con lentitud la pelota de

hule-. Pok a tok .Entonces Hunahpú salió a su encuentro y tirándo-

se de lado golpeó con la cadera. Sólo aprovechó elvuelo de la pelota para imprimirle mayorvelocidad y sorprender a sus rivales. El Señor de laIctericia saltó a un lado para dejarla rebotar contrael muro opuesto y entonces tomarla de regreso, pe-ro el Señor Puros Huesos no advirtió el movimientode su compañero y recibió el tremendo golpe de lapelota en medio de la espalda. Soltó un chillido el de-safortunado jugador y la pelota rebotó a la pared, to-davía en juego. Ixbalanqué la recibió amortiguándoleel salto de forma que al volver, en lugar de rebotarquedó "muerta" corriendo a ras del suelo. De todasformas, el Señor Puros Huesos se había desbaratadoante el golpe sufrido y sus huesos quedaron des-parramados en la cancha. Con esto los muchachosse anotaron 2 puntos a su favor en lugar de uno.

Nadie lamentó la mala fortuna del Señor PurosHuesos, pues no era alguien muy apreciado por la

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concurrencia. Sabían que vuelve a gente y animalesen puros huesos. antes de matar los y pensaban quesólo había recibido una sopa de su propio chocolate.

Recogieron los restos del jugador y entró el Se-ñor de los Tullidos en su lugar. Nuevamente el saquecorrespondió a los Señores de las 12 Plagas y lanza-ron la pelota contra el anillo de los muchachos ...Ambos equipos pelotearon con fuerza y con habili-dad, pero los gemelos hicieron el punto 4 y el punto5, mientras los señores de las 12 plagas sólo secuidaban de impédir un tiro al aro y de no recibir unfuerte pelotazo que los desbaratara toditos. Se rele-vaban uno a otro en la cancha y así fue que se halla-ron en el juego el Señor de la Traición y el Señor delInfortunio. Este rondaba tras Hunahpú, estorbándolela jugada, pero fue el Señor de la Traición quien lecausó un daño imprevisto. Primero contestó confuerza un tiro quedo, bien colocado de Hunahpú, pe-ro entregando la pelota franca a Ixbalanqué. Este, sinsospechar nada, la recibió con el muslo mandándolacon enorme fuerza contra la pared. El Señor de laTraición salió al encuentro de la pelota, pero al notarla colocación de Hunahpú, hizo como que le pegaba,mas no le pegó, y la dejó pasar sin tocarla para quegolpeara al joven en un costado del cuerpo. Era unpunto en contra no contestar la pelota, pero el plande los malvados no era ganar en buena lid. El impac-to de la bola de hule en las costillas del muchacho fuefortísimo y Hunahpú cayó lastimado.

El público, puesto de pie, abucheó la jugada, aun-que no faltó quienes la celebraran con chillidos deaves de rapiña.

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-Podrá seguir en el juego --comentó el sapo ajuzgar por varios indicios.

Hunahpú se recobró-en unos pocos minutos peroa partir de ese ¡nomento ya no era el mismo y los Se-ñores de las 1~ Plagas cargaron en contra suya todoel juego. Pronto el tanteo pasó de 6-0 a 6-3 y Hunah-pú se hallaba peor cada segundo que pasaba.

-Tú no busques la pelota -aconsejó Ixbalanquéa su hermano. -Sólo haz como que juegas, pero nojuegues hasta que recuperes las fuerzas.

--Los muchachos están vencidos --se oía co-mentar entre el público-. Sólo es cuestión de tiem-po, pues mientras ellos están agotados, los Señoresestán relevándose. . . y aún falta que entre al jue-go el Señor de la Muerte y el Señor Muerte Repen-tina ...

-El Sol. .. - masculló Pedro Iq angustiado-o ..Después del juego si pierden los muchachos nuncaserá el mismo,ni la luna ni las estrellas.

-El Sol. . .- repitió el sapo y se quedó pen-sando en que los gemelos se hallaban en desventajaal no contar sus cuerpos con la enerqía solar.

Aun cuando Ixbalanqué se prodigaba en cadajugada, -loS Señores de las 12 Plagas alcanzaron aempatar a 7 puntos. Fue entonces que el Señor dela Muerte y el Señor Muerte Repentina entraron aljuego para obtener la victoria definitiva sobre el can-sado Ixbalanqué y el todavía lastimado Hunahpú.

Si su hermano alcanzara a recobrar las fuerzas,Ixbalanqué estaba seguro de que ganarían. Aún solo,se defendía bien y, con sus tiros colocados y sus re-pentinos carrolos de ritmo quitaba a los señores cual-

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quier oportunidad de tirar contra el anillo. Cierto, élmismo no podía tirar al anillo contrario más que en lossaques. . . Pero ¿quién, aparte de Vucub Hunahpúsu padre y antiguo gran jugador de pelota, era capazde hacer un saque precioso que pasara por el es-trecho anillo de piedra? En el saque, amigo lector, ladura pelota de hule se golpea estando quieta y así escasi imposible alcanzar el elevado y distante anillo depiedra. En cambio cuando chocase con la cadera es-tando la bola en movimiento, o bien cuando se apro-vecha el bote, los jugadores pueden lanzarla muy altoy muy lejos e imprimirle tremenda velocidad y fuerzaal grado que la hacen rebotar varias veces de una pa-red a otra. Lo importante es forzar que el rival "entre-gue" franca la pelota y entonces tirar al anillo depiedra. Si se acierta se gana el juego sin que im-porten los puntos buenos y malos que se lleven, aun-que otra forma de vencer es alcanzar primeramente21 puntos buenos, que son aquellos que el rival nopuede contestar.

El saque de Ixbalanqué salió tan débil que apenasalcanzó el frontón y dio oportunidad al Señor de laMuerte a anotarse un punto bueno al contestarviolentamente. Más que nada le salió un cañonazoque al botar contra la pared se fue sobre Hunahpú. Elmuchacho se hizo a un lado sin contestar la pelotapues aún se sentía sin fuerzas y el tiro del Señor de laMuert~ le hubiera puesto fuera de combate con sólointentar encararlo. Estalló el alarido de los señores delas 12 Plagas. Estaban ya con un tanto de ventaja asu favor. El muchacho alzó la vista al cielo y susurró:

-No me abandones, oh padre.

5U

Tarnazul siguió la mirada del muchacho ycomprendió que se dirigía a donde debería estar elsol oculto tras de la fenomenal masa de nubes. En-tonces su cerebrito de anfibio tuvo una gran idea.

-jUn rayito de sol. .. ! -susurró al oído del niño,y el niño a su vez comprendió la idea del sapo.

-Un rayito de sol. .. -susurró al oído de Caquix,la guacamaya colorada. Y Caquix comprendió la peti-ción del niño.

Dejó la guacamaya su vestido de princesa mayaquiché, dejó los adornos de oro y piedras preciosas yremontó a los aires. El cielo, ya lo dijimos, se hallabamuy bajo, y no costó trabajo a Caquix llegar hasta lasnubes, atravesarlas y buscar la cara del Sol. Luego,calculó con cuidado la trayectoria adecuada y se lan-zó a su mayor velocidad sobre el juego de pelota.La masa de nubes era densa, pero la Guacamaya seabrió paso entre los vapores y logró que un rayito lesiguiera prendido a su cola. Sólo era como una chis-pita la luz que atravesó las nubes, que se cerraron deinmediato tras la guacamaya, pero ese rayito diminutoalcanzó a herir el rostro de Hunahpú y en ese mismoinstante sus ojos cobraron un brillo maravilloso, deorigen solar.

El Señor Muerte Repentina golpeó la pelota con lacadera y la puso en posición ditrcil de contestar paraIxbalanqué. Hunahpú se adelantó a su hermano y setiró al suelo haciendo un esfuerzo supremo por al-canzar la pelota con el antebrazo. La pelota salió pro-yectada hasta el aro de los Señores de las 12 Plagasy pasó justo por el anillo. Un grito de muerte y victoriaestalló en la cancha y las tribunas. Chillaban los 12

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Señores a la vez y con ellos chillaban los buhos Tucu-rú y las alimañas del infierno maya, pero los demás.espectadores cantaban de alegría y aplaudían a losvencedores ... iEI sol Y la luna seguirían reinando enel día y en la noche con la misma herrrosa faz! Los1 2 Señores se guardar~n con sus plagas en la man-sión subterránea de donde habían salido por unas ho-ras. Allí estarían hasta que después de cierto tiempo,se reencontraran en un nuevo juego de pelota. Sí, encierto tiempo, otra vez fuera de la rueda calendárica,cuando no es de día ni de noche.

Entonces disputarían, como siempre, el derechode reinar sobre la tierra.

Hunahpú e Ixbalanqué, los hermanos gemelos,_ regalaron a Caquix un plumaje más fino y colorado

y al sapo le dieron una piel más húmeda y resbalosa yal armadillo una concha acorazada más rugosa y aPedro Iq le prendieron una estrella en la niña de losojos, si bien Pedro Iq se conformaba con saber quedespués de la tempestad que se avecinaba, el sol yla luna brillarían los rrssrros de siempre. • .

o

las primeras gotas de lluvia resuenan en elsacbé:

-Pok a tok. . . pok a tok. . .Luego el bramido de la tormenta y el viento en

rachas huracanadas hacen temblar 'a la familia dePedro Iq y son el canto dominante. Pero Pedro Iq conocho años a cuestas, aguarda confiado. Si, se deja

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estrechar por los brazos tibios de rrarrá no es porqueesté asustado con los relámpagos y truenos, sino lohace porque sigue siendo niño y rramá. .. bueno, esmamá.

53

CASCABEL

El polvo que levanta el viento tiene color parduzcoy no sabe a otra cosa más que a tierra, pero se metepor todas partes y pinta el paisaje de su color.

Anbotaga, la lagartija prieta, con tanto polvo enci-ma se confundiría con una piedra del camino, al igualque muchos otros animalitos del monte. Los propiosniños del Mezquital, tienen el color del viento y seconfunden en ese cuadro desteñido con florecitas depolvorón que se hubieran desprendido de los ciriosespinosos.

-El niño es un garambullo- dice Anbotaga ob-servadora-y la niña, una margarita silvestre.

-Ay, si. .. -chirrían los grillos.-Ay, no... -canta el gorrión-o Que no me mire

la niña, porque de eso me muero yo. . .-Ay,sí .-Ay, no .

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En el monte, pese al polvo de la mañana, la vidacanta y suspira, suspira y se afana La causa de tantoalboroto son los niños que han ido con sus padres arecoger tunas agrias, de esas que llaman xoco-nostles, buenas para el mole colorado y buenas en al-míbar.

Los animalitos miran arrobados y sin podercomprender: los niños tienen labios resecos y re-negridos a causa del polvo, pero apenas esbozanuna sonrisa y... ifiat! se ilumina el monte; flacos es-tán los rapazuelos, andrajosos y sucios, pero, ay, co-mo dice la tortuga de tierra, que no rían así como ríenporque se acaban las penas del mundo y luego ¿dequé vamos a llorar? ..

La infancia de los humanos, descubren los anima-litos del monte después de mucho pensar, es la rra-g ia de las magias.

Por eso, para entender su misterio, van tras losniños por la nopalera; cantan, suspiran, bailan trasellos y, de pronto ...

-¿La magia de qué ... ? -cascabelea la serpien-te saliendo sormolienta de su nido bajo tierra

Por toda respuesta los animalitos se desbandanasustados. Sólo quedan en su sitio el camaleón y laiguana, parientes de la cascabel.

~se alboroto ---indolente se endereza la víbo-ra- ¿a qué se deben tantos gritos?

-A unos niños, ¿sabes? -responde la iguana sinsombra de malicia.

-¿Qué tienen de especial los niños para alborotartanto? No me dejaban dormir ...

-Los niños, prima., nos han robado el corazón ...

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-¿Esas pobres criaturas humanas? -repuso in-crédula la serpiente y añadió burlona: -pues fíjateque también a mí- y diciendo esto se arrastró decidi-da en dirección de los niños.

Pero las piedras arden con el calor del sol y, parano tatemarse a la barbacoa, se apresura a encontraruna sombrita.

-No están mal -observó-; los piecesitos des-calzos me parecen estupendos para una mordeduramortal. ..

y mientras la víbora de cascabel se ponía a pen-sar, enroscada sobre sí misma para mejor con-centrarse, los niños iban de una a otra planta imitandoa sus padres. Cortaban tunas xoconostles y aunqueestos frutos no tienen espinas, las pencas del nopalsí, espinas bravas, y a veces se espinaban las manosy se les humedecían los ojos.

-No vayas a llorar, niña -decía el camaleón ensu inaudible idioma- porque se me parte el alma...

Pero la niña no lloraba. Una espina, o dos otres, sean ganchudas o bravas, ¿qué daño puedenhacerle si ella es hija de la injusticia y la pobreza?

Anbotaga, la lagartija prieta, se asomó con timidezdesde su escondrijo.

-Algo malo va a pasar - hipó sin querer y paraconfirmar lo acertado del presentimiento, la víbora decascabel silbó:

-Ven niña... vamos a jugar.-No. . .- exclamé la asustada lagartija.Era el de la serpiente un silbido delgado, casi

imposible de escuchar de tan delgado, pero iba biendirigido y lIeg6 seguro a su destino.

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La niña, sin saber por qué, se sintió inquieta. ¿Ha-bía escuchado algo o era su propia voz resonando enel cerebro?

-Sígueme ... -silbaba la serpiente.-No, no vayas -chillaba todavía más delgada la

voz de la lagartija. (Por eso la niña no la podía es-cuchar).

-Pero tengo que recolectar tunas agrias ... Lle-nar el ayate, pues mañana es día de plaza en Ixmiquil-pan y hay que vender mucha fruta para tener algunospesos ...

-Te llevaré donde hay más xoconostles ... Sí-gueme y tendrás no sólo tunas agrias, sino tunasblancas, amarillas, rojas redondas y rojas alarga-das ... ¡las mejores tunas dulces del monte, casipitayas!

-¿Dónde es eso?-Por aquí. ..En pos del extraño llamado del ofidio la niña pron-

to se alejó de sus padres. Se internó en el monte ysiguió caminos desconocidos, hasta que sus piesdescalzos, heridos por las piedras, no pudieron más.Entonces se sentó bajo la sombra de un huizache.

'Q . h ?'S' I-l, ue aces. I Igueme ....-Va no... tengo que regresar.-¿Regresar, niñita? Este es el inicio de un viaje

sin regreso.-¿Quién eres tú? -se sobresaltó la niña.--Ahora verás. . .- sentenció la víbora de casca-

bel y salió encarando a su presunta víctima.-¡Oh, una culebra! Por un momento me asusté,

creí que eras un espanto ...

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-¡Tonta, más que tonta! -indignose el reptil e hi-zo sonar sus cascabeles. -iNo soy una culebra! SoyUNA VI-SO-RA de CAS-CA-SEL. ..

-Menos mal, ya me estaba asustando ...-Creo que no entiendes --estaba furioso el ani-

mal- ¿Sabes lo que voy a hacer? ¡MOR-DER-TE ELPIE. .. !

La tranquila actitud de la niña acabó por sacar alreptil de sus casillas. ¿No sería cosa del calor?, tratóde contenerse, porque a ella, la víbora, el calor comoque la atontaba un poco.

-Me corté con unas piedras -mostró la niña laplanta del pie derecho. Era una huella colorada desangre y tierra, pero la herida ya había dejadode sangrar.

-Mi veneno es mortal ~a víbora seguía su mor-bosa explicación; hasta empezó a decir mentiras:-Hace efecto en sólo 2 minutos y ocho segundos.

-y aquí tengo espinas enterradas ... ~a niña le-vantó el otro pie, una huella negra y parduzca, enla cara del reptil.

-No, no; ese pie no... - se aproximó la víbora ala niña y se saboreó por anticipado. Le mordería en eltalón ... ¿O sería mejor en el tobillo?

Viéndolo bien, el empeine no estaba del todomal. .. Olisqueó los dedos del pie elegido y en esemomento de torpeza enfermiza, ¡plaf!, una piedra leaplastó la cabeza.

-¡Escuintla ésta! -alcanzó a pensar el ofidio.Pero ya era tarde para él, en menos de dos minu-

tos y ocho segundos se había muerto.Sólo entonces la pequeña titubeó y dejó que algu-

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nas .lágrimas lavaran su carita sucia. Claro que sehabía asustado mucho, pero bien que supo fingir ha-ciendo que se confiara el peligroso animal.

El camino de regreso, si no se conoce, es máslargo que el de ida, sobre todo si uno se va detenien-do en este y el otro tunal. Lo malo es que, como cadavez hay menos luz y se quiere llenar el ayate porquemañana es día de plaza, sí que se espina en serio lasmanos. Por suerte la luna brilla grandota apenas de-saparece el sol y no falta un chirrido, un silbo. uncanto que indique el camino a casa.

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GLOSARIO

AMBOTAGA: Es nombre otomí de una lagartijaprieta.CACLES: Sandalias toscas de cuero, huaraches.CAMBUJO: Muy prieto; también se dice del aveque tiene negras las plumas y la carne.CHIPAWIKI: Es nombre tarahumara de la ardillaoscura de la tierra.HACER LA RUEDA: El guajolote hace la rueda

.cuando esponja sus plumas para bailar rutuburi.HUICHICHIQUIS: Corrupción del náhuatl "huit-zitzilin, colibríes".HUNAHPU E IXBALANQUE: Héroes gemelos delLibro del Conejo (Popol Vuh). Viven en la épocaen que no hay luna ni sol, pero al vencer a los 12Señores de la Noche, ocupan el lugar de esosastros en el cielo.LENGUAJE DE ZUYUA: Habla de los antiguosmayas; tenía un doble significado y sólo lo enten-dían los iniciados.LOS 12 SEÑORES: Representan las doce plagasque, según los pueblos prehispánicos, azotan a lahumanidad. Al ser vencidos por los gemelos vivenen las regiones subterráneas de Xibalbá, el infierno.LOS TRES NUDOS DE LA TEMPESTAD: Se refie-re a los nudos que atan a las nubes, según diversastradiciones, los que al deshacerse permiten laslluvias.MAQUECH: Escarabajito que en las regiones deinfluencias mayas, los campesinos ponen comoarnuletos a los niños para preservarlos de las enfer-medades.METEORO DIENTEMELLADO: Una eepecie derata de campo color blancuzco; se bebe el agua-miel de los maguey y roe las jícamas para que denaguamiel. El por qué tiene el diente mellado no lopuede averiguar.MEZONTETE: Es el tallo o tronco de la planta.

OJONA culebra de agua: En realidad es una cule-bra de agua de lo más común y corriente; lo deojona se lo puso para darse importancia.OSCURIDAD DE ZOPILOTE:En la mitología maya-quiché, un zopilote gigante produce la noche alextender sus alas y envolver el mundo. En estahistoria ha envejecido tanto que la oscuridad noes muy intensa.PITORREAL: Pájaro carpintero, el más grande delmundo. Habitaba en la sierra tarahumara, en elestado de Chihuahua. Se le cree extinto en laactualidad, pero no, no se puede extinguir asínada más. Lo que ocurre es que anda tocandorutuburi y yumari con una banda de danza trans-humante.QUIOTE: Del mexicano quiotl: Tallo o bohordofloral.REXIHUAT:ALI: Juego tarahumara parecido a larayuela.RUTUBURI y YUMARI: Bailes tradicionales de losindios tarahumaras y otros grupos indígenas delnorte del país.SACBE: Camino antiguo de piedra caliza.TAMAZUL: Sapo, un aztequismo en el quiche delLibro del Conejo.TESGUINO: Bebida fermentada de maíz.

Este libro se terminó de imprimiren septiembre de 1987, con un

tiraje de 1 000 ejemplaresmás sobrantes para reposición.