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Nociones de juventud entre usuarios del Programa de Asistencia a Personas en Situación de Calle (PASC) del MIDES: una aproximación etnográfica. Trabajo final de la materia Etnografía de las juventudes Latinoamericanas CEIL - FHUCE Alejandra Epíscopo Patricia Fernández Santiago Salles 2015 I. Introducción En muchos de los trabajos clásicos de las ciencias sociales que abordan la temática “juventud” – y, consecuentemente, en el sentido común actual , esta categoría es concebida de forma genérica, abstracta, y generalmente se asocia más a una etapa biológica de nuestra especie que a una construcción histórico-cultural variada y específica de determinados entornos. En estos trabajos, como los de William F . White (1971 [1942]) o Margaret Mead (1985 [1928]) (por citar dos de los más conocidos) encontramos que, aunque reconociendo las particularidades culturales de las formas y momento de pasaje generacional, la categoría “juventud” es contenedora de un grupo homogéneo de individuos, sin distinción según su contexto. Por otro lado, la escuela de Birmingham cuestiona esta generalización y apunta que no se puede entender juventud como una categoría generalizada, sino que reconoce características socio-económicas específicas que determinarían diferentes formas de

Nociones de juventud entre usuarios del Programa de Asistencia a Personas en

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Nociones de juventud entre usuarios del Programa de Asistencia a Personas en

Situación de Calle (PASC) del MIDES: una aproximación etnográfica.

Trabajo final de la

materia Etnografía

de las juventudes

Latinoamericanas

CEIL - FHUCE

Alejandra Epíscopo

Patricia Fernández

Santiago Salles

2015

I. Introducción

En muchos de los trabajos clásicos de las ciencias sociales que abordan la

temática “juventud” – y, consecuentemente, en el sentido común actual –, esta categoría

es concebida de forma genérica, abstracta, y generalmente se asocia más a una etapa

biológica de nuestra especie que a una construcción histórico-cultural variada y

específica de determinados entornos. En estos trabajos, como los de William F. White

(1971 [1942]) o Margaret Mead (1985 [1928]) (por citar dos de los más conocidos)

encontramos que, aunque reconociendo las particularidades culturales de las formas y

momento de pasaje generacional, la categoría “juventud” es contenedora de un grupo

homogéneo de individuos, sin distinción según su contexto.

Por otro lado, la escuela de Birmingham cuestiona esta generalización y apunta

que no se puede entender juventud como una categoría generalizada, sino que reconoce

características socio-económicas específicas que determinarían diferentes formas de

cortes generacionales, colocando así a “los jóvenes” (sus manifestaciones) como reflejo

de un corte generacional diferenciado, pero que responde a la relación con sus

antecesores y dentro de una única clase: la suya propia (FEIXA, 1996). Más allá de que

esta perspectiva enfoca en las particularidades socio-económicas, no deja de encasillar

las manifestaciones juveniles dentro de una determinada clase o, peor aún, como una

sub-cultura.

Parece obvia, entonces, la necesidad de pluralizar las nociones de “juventud”,

convertirla en juventudes. Partiendo del concepto de juventud que hacen de

MARGULIS y URRESTI (1996): “Las modalidades sociales del ser joven dependen de

la edad, la generación, el crédito vital, la clase social, el marco institucional y el

género” (p. 9). En este sentido, este trabajo plantea un breve estudio de caso, que

contribuya a comprender cómo se perciben las variables antes mencionadas dentro de

una modalidad social de ser joven específica, comprender cómo se da ese proceso de

juvenilización desde una perspectiva émica determinada.

Para ello, este trabajo se plantea como unidad de análisis un grupo bastante

heterogéneo pero que comparte una característica situacional: la situación de calle; una

categoría aún muy discutida por quienes se especializan en el tema pero que abarca una

población poco estudiada desde la antropología.

II. Conceptos teóricos básicos

Tomaremos como referencia las reflexiones Philippe Bourgois en torno a lo que

denomina continuos de violencia, “sus vidas cotidianas están cada vez más envueltas en

violencia interpersonal.” (BOURGOIS, 2011)

En este marco incluimos la transversalización de la categoría Género, donde las

particularidades de cada actor difieren al momento de expresarse como formas efectivas

de apelación, “la mayoría de los hombres sin techo consideran que la violencia

instrumental es algo ético. Es una brújula moral para definir su autoestima y castigar a

transgresores inmorales.” (BOURGOIS, 2004)

En tanto el autor hace referencias a un caso norteamericano “las mujeres sin

techo de las calles de San Francisco que se mantienen solas son víctimas habituales de

rapaces ataques sexuales y muchas veces buscan conscientemente emparejarse con

hombres celosos y violentos para protegerse del acoso sexual y del riesgo constante de

violación” (BOURGOIS, 2004)

Los resagos del neocapitalismo tecnológico dejan círculos trazados a partir de la

exclusión, llevando inexorablemente a una auto-exclusión. Hablamos de auto-exclusión

paralelamente a la exclusión social que la precede como una falla del medio social.

Algunos autores hablan de éste concepto desde el punto de vista de la pérdida de la

socialización, el individuo se auto-excluye de su propia subjetividad para sobrevivir.

Las lógicas de la sobre-vida (psicología) que no significan más el placer-displacer sino

que explican la falta de intolerancia de las personas de su propia destrucción. La

importancia es no sufrir más, anesteciarse, desprenderse de sí (FURTOS, 2005).

Según White “la generación joven ha formado su propia sociedad,

relativamente de la influencia de los mayores”.

Es necesario contextualizar las manifestaciones juveniles “espectaculares” en el

estudio de diversos segmentos que componen el mundo de los jóvenes y sus relaciones

(de integración y conflicto) con la sociedad más amplia, dice Feixa.

Continuos de violencia...

No puede disociarse la familia del espacio social y público; el ámbito privado se

construye también en relación (incluso bajo algunos imperativos)con lo público en

general y en especial con el Estado y las intervenciones de sus agentes (SUÁREZ et al.,

2014).

El abordaje antropológico, cualitativo, revela la traza de lo social en cada uno,

en la composición dialógica del complejo causal así como de sus consecuencias, ya que

ni en los motivos ni en el desarrollo del consumo o la adicción encontramos a los

individuos como las realidades autónomas. Son y están definidos desde las condiciones

sociales e históricas (SUÁREZ et al., 2014).

III. Metodología

Para este trabajo se plantea una metodología basada en la bibliografía clásica y más

contemporánea de la etnografía. Las obras como Los argonautas del pacifico

occidental de (Malinowski, 1986), La interpretacion de las culturas (Geertz, 2011) y

Etnografía: método, campo y reflexividad (Guber, 2001), definieron a la etnografía

como la principal estrategia metodológica a ser aplicada en el trabajo de campo, a través

de las técnicas específicas como la observación participante, entrevistas,

conversaciones informales, etc., a partir de las cuales, según la argumentación de los

autores discutidos, es justificada la validez del método etnográfico, para alcanzar una

aproximación a las nociones y construcciones del grupo estudiado.

IV. Relatos etnográficos - diarios de campo

La previa....

17 y 30 hs.

Fuimos con Santiago a Puerta de Entrada (MIDES). Llegando al punto de

encuentro ya observamos que ahí hay una movida particular. Las personas que se

acercan a Puerta se apoderan y ocupan más de una cuadra a la redonda. Éste día mi

vestimenta no era la más adecuada para ir hacia ese lugar. Vengo de una fiesta de mi

Trabajo (su cumpleaños) y hasta mi compañero me dice pareces la Ministra de Salud

Pública. Decididamente para mí y para ellos la vestimenta es un impedimento para

acercarme. Caminado ya en la cola me encuentro con una usuaria del lugar que trabajo,

charlo la saludo y le digo que ando por acá....encaminados hacia la esquina de Cerro

Largo nos quedamos con Santiago charlando y pensando como vamos a encarar el

trabajo. Volveremos....

Viernes 22 de Mayo 2015

Debo reconocer un cierto nerviosismo al introducirme a un nuevo círculo.

También debo dejar constancia de los prejuicios y los estereotipos que nos

acompañan día a día; en los cuales somos educados, domesticados y sumergidos como

ciegos ilusos.

Siendo el objetivo tratar la temática de las juventudes, tomamos como lugar de

estudio uno de los lugares de la ciudad montevideana con una gran carga negativa,

reproducida por la estigmatización que cubre a sus protagonistas.

Conocidos como gente en “situación de calle”, una etiqueta más que útil para la

reproducción de una mentira social que no encuentra formas institucionales más que las

de clasificación homogénea. Y a partir de aquí es que hay que jugar el juego.

Convención, entre Paysandú y Cerro Largo, allí se ubica la puerta de entrada del

MIDES a donde derivan a diversos refugios del perímetro capitalino a hombres y

mujeres, mayores de 18 años, que no cuentan con un lugar permanente donde estar.

Llegué del lado sur, desde Paysandú por Convención. Detalle no menor ya que

las filas de espera se dirigen hacia este lado.

Ha sido una experiencia formidable la de hoy, me han hecho sentir como en

casa, contradictoriamente para algunos, porque no compartimos techo alguno.

Habíamos quedado en encontrarnos con nuestros compañeros sobre las 16hs

pero al estar in situ entendí que la espera no podía ser una como una observadora más,

debía entrar en acción.

Me acerqué por la vereda de la puerta de entrada y paré al llegar a los últimos

que estaban en la fila. Sin lanzar palabra alguna, escuché que me decían “amiga, las

mujeres van primero” haciendo referencia a que no me quedara al final de la fila. Este

fue el punta pie inicial para lo que fue una experiencia espléndida.

Así conocí a Luis y a Natalia, al explicarles mi cometido allí rápidamente se

empezaron a acercar “pibes” y “veteranos”.

Natalia tiene 25 años, Luis 33, ambos deambulan por la ciudad cotidianamente

con su poesía “de Mario Benedetti...” y unos cuantos títulos más, que mi ignorancia

ante ellos hizo que olvidara rápidamente.

Al preguntar por la juventud, ambos se identificaban como jóvenes, pero Luis

me dijo “a mi me dicen Sr.” mientras que Natalia gritó “a mi me dicen pendeja”.

En su mayoría son hombres los que acuden a la puerta para apuntarse y recibir

una tirilla de papel con su nombre y el nombre del refugio que les toca hoy.

Mi calidad de mujer y joven, solitaria además, hizo que no tuviera que moverme

de aquél lugar donde conversaba con Luis y Natalia, ya que pocos minutos más tarde ya

estaban Braian, el Tato, el Jhona y un par más.

El “negro Quevedo” fue el único llamado a asistir al lugar, el estaba en la vereda

del frente, Luis le gritó “vení, vení”... Así fue como Quevedo contó en pocas palabras

su historia y sus certezas del lugar. Tiene 40 años, hace quince días goza de libertad, no

es la primera vez y de estas cuestiones conoce mucho, se nota por el respeto y el

conocimiento que le tienen los demás.

“Tengo 40 años, me siento joven; pero me gustaría tener 20 años menos, no es

lo mismo”. Minutos más tarde, el Tato, quien reafirmaba con la cabeza las palabras de

Quevedo “todos tenemos un joven adentro, alguna vez lo fuimos”, Tato tiene 25 años.

Así Quevedo me relataba el movimiento de la puerta, los horarios, las esperas y

las características de los que allí llegaban “por drogra...la mayoría están pa' la pasta”,

Natalia replicó de atrás “si no es por pasta es la cocaína”; otros “la familia los deja

solos... mirá esos viejitos de ahí, qué hacen acá??!”, “hay muchos que los quieren

meter en asilos y ellos se abren”.

Mientras conversábamos, las veinte y tantas personas que estaban en eso

momento se acercaron a la puerta a ver si les tocaba la tirilla o debían seguir su espera.

Nombre y apellido, como costumbres carcelarias, el funcionario o funcionaria del

MIDES grita a los cuatro vientos “fulano, fulana..!!!”.

“De la gente del MIDES no tengo nada que decir” dijo Quevedo, en ese instante

se acercó un “pibe” y le replicó “a mi una vez me dejaron afuera”, “no, no, eso es

mentira, nunca dejaron a nadie afuera... si te portás mal, sí tenes problema, si no todo

bien” afirmó Quevedo. “La calle está brava... hay que cuidarse... yo sigo vivo, si no me

matan en la calle como a una rata, seguiré viviendo” dijo entre risas mentirosas

Quevedo. Le pregunté por el trato de la gente allí en ese lugar de puerta de entrada, la

cuadra está bastante desolada, todas las cortinas bajas y las veredas sin mantenimiento.

“Acá hay mucha discriminación... la gente viene caminando y se abre, yo que sé... si

ves mucha gente capaz que te da miedo...”.

Quevedo cruzó nuevamente a donde estaba, se mantuvo en una actitud de

observador, de vez en cuando cruzaba a hablar con alguien. Cada vez que paraba en su

mirada el sonreía y hacía una seña con sus manos y pulgares hacia arriba.

Braian llegó contando sobre un altercado en Remar, a donde había ido a

quedarse pero en la puerta tuvo problemas con un funcionario “no me quería dejar

entrar, no me quería aceptar, me pegó un sopapo, agarré y le dí con media baldosa en

la cara”. Tiene 21 años, de la fortaleza del Cerro, consume pasta base.

Mientras tanto Luis y Natalia se marchaban, ya tenían el nombre del refugio en

su tirilla, así supe sus nombres “soy Luis” y me extendió la mano, “mucho gusto” me

dijo, y detrás de él “yo soy Natalia”.

Sentí una protección cada vez que estaba rodeada en una especie de círculo

fortuito.

Varias veces venía alguno y me preguntaba que hacía ahí, muchos repitieron las

preguntas “¿estás en la fila?”, “¿ya te apuntaste?”, “¿sos de psicología?”, era la

tercera vez que me preguntaban si era de psicología luego que les decía que era

estudiante, les pregunté si venían muchos de psicología por acá, pero la respuesta

siempre fue la misma “nooo, acá no viene nadie”.

Al lado de la puerta de MIDES esta la Asociación de Trabajadores de Copsa,

cierran sus puertas a las 17hs, de esto me entero porque estaba en el momento en que

uno de los funcionarios les daba agua (caliente para los termos y fría para las botellas) a

algunos muchachos, y allí la conversa denotaba el conocimiento que había entre ambas

partes.

Por un momento, el grupo de gente que estaba allí se había dispersado, Quevedo

lo preveía “hoy está lindo el día, no hay mucha gente”.

Así llegó en Nando, me encontró sentada y me preguntó si estaba en la fila,

respondí que no, “¿sos de acá?” señalando la puerta de Copsa, “no”, “¿qué estás

haciendo acá?”, mientras le contestaba que estaba esperando a unos compañeros, se

reía y me decía “como si fuera policía eh?...”.

Fernando tiene 33 años “la edad de cristo”, hace dos semanas que viene a la

puerta y aún no le han dado la permanencia. Se siente joven, pero hay cosas que ya

vivió y hoy no las vive de la misma forma. Al preguntar por su familia me dijo “bien,

gracias” y rió, es de Toledo, allí vive su familia y hermanos, pero el se abrió “no quiero

estar ahí, dependiendo, quiero hacer la mía”.

Me cuenta que en el día trabaja pero no es vida llegar a la puerta a esperar

mínimo hora y media para saber a que refugio ir, comer algo acostarse y arrancar el día

otra vez, mejor sería tener la permanencia cosa que significa ingresar a la hora que abre

el refugio directo ahí, sin tener que saber que te tocará hoy o mañana. Estuvo en una

pensión, “pero están caras”. No sabe leer ni escribir “pero hay que tener cintura”.

Braian fue uno de los que se acercaba de a ratos y el que más tiempo quiso

conversar. Vivía con su abuela, pero “está muy vieja” para hacerla pasar mal. Su padre

“en cana toda la vida”, su madre “para cualquiera”, hizo hasta sexto de escuela, más

tarde conoció la pasta.

En un momento sacó de su billetera sus cédulas, todas hechas el año pasado.

Según dijo cuando ya habían llegado mis compañeros, en los alrededores del centro se

empeñan las cédulas “pero yo no, podré empeñar todo, pero la cédula no”, el Jhona le

dijo “andá, si te encuentro como la otra noche a las 3 de la mañana,mirá si no la vas a

empeñar...”.

Me había contado que noches anteriores había perdido el bolso con su ropa

“estaba con los gurises, re empastillado”, la misma noche “perdió” su celular, aún

conservaba el chip “precisábamos dos gambas cada uno... y lo perdí”. Al recibir su

tirilla se quejó del refugio que le había tocado, era cerca, pero allí no lavaban la ropa.

Jóvenes o no? Entre la esperanza y la desesperanza......Día 1

Llego a la parada de bus a las 17hs,encuentro a unos de los compañeros en una

puerta sentado con una persona, saludo y sigo hasta Paysandú y Convención donde

encuentra a mi compañera que hace un buen rato que estáen el lugar de encuentro

,hablando con un usuario.

Me decido acercar hacia dos personas que están juntas dialogando.

Selva tiene 32 años y es la quinta jornada que viene a hacer cola y esperar cual

refugio le toca.

Es uruguaya llegó de Bs As el sábado pasado, fue a operarse de un cáncer de

mamas y se le complicó el post - operatorio lo cual la hizo demorarse en volver 8 meses.

Cuando vuelve encuentra a sus 5 hijos bajo amparo de Inau porque su madre que había

quedado a cargo fallece.

Me presento como estudiante de FHCE de la carrera de C. Antropológicas y les

hago la pregunta que decidimos formular. Que consideran ellos que es ser joven,

quienes son jóvenes?

Selva tuvo su primeros hijos a los 12 años. Ahora tienen 18 (mellizos),17,16,15.

Cuando le pregunto que considera ser joven o quien es joven para ella, Selva no

esta sola ,también la acompaña W. Contesta W y me dice que la juventud que pierde en

cada momento que se empieza a vivir..W es muy conversador y también hace 5 días que

llegó de la ciudad de Bs As pero a diferencia de Selva hace 30 años que vive en esa

ciudad,se fue de niño con su familia.

Los dos están llegando a una realidad que ya conocen en otro país, me cuentan

que allá a estos los llaman “mutantes”.

El encuentro comienza con 2 personas y a medida que estamos sentados se

incorporan mis dos compas y más usuarios, algunos se sientan, otros se quedan parados

hablando también con su cuerpo.

Yo tengo al lado a Selva y por ser la única mujer del grupo y la más callada trato

de interactuar con ella. Me dice de sus hijos que los ve todos los días y que sus hijos si

son jóvenes, ella ya es mayor, adulta. Cuando tiene a sus hijos “me crié con ellos yo

tenía 12 años...” Me cuenta que ayer y hoy se acordó de su hija mayor porque hay una

chica de 19 años que está embarazada de 4 meses y va a Puerta. “Ayer la manosearon

toda acá y sólo pude asociarla con mi hija de 18 años. Viste esa chica sí es joven” dice,

“...y aparte no está muy bien psíquicamente”, comenta que para ella lo que está

pasando en la ciudad con las personas en situación de calle es nuevo porque nunca antes

lo había vivido. “Esto está muy mal, mucha gente en el mismo sistema de calle!!!!”

Selva conoció a los Mutantes en Bs As porque allá tuvo que vivir en Paradores (así

llaman a los refugios en Bs As) y ahora desde que llegó tuvo que recurrir al programa de

Refugios. Para ella la juventud ya pasó, “yo soy mayor pero hay muchos jóvenes

viviendo en esta situación”.

W. (36 años) después de todo su relato en un momento dice “lo tengo: la

juventud es entre los 12 y los 16 años, porque después ya conoces y vas probando todo

y perdés la juventud, ya 18 años es estar más grande, es empezar a envejecer. En ese

momento Braian le dice a W. “Sí, tenes razón esa es la mejor edad, está conociendo!!”

Todos quieren conversar, a Selva como ya dije es a la que se le dificulta, me

cuenta que sigue yendo a Oncología a hacer sesiones de “quimio”, que piensa que el

refugio va a ser pasajero hasta que se recupere. Niega consumo de alcohol, drogas

inclusive nunca fumó cigarrrillos.

En su casa su padre y madre eran alcohólicos, sus 2 hermanos también los son,

consumidores de todo tipo de sustancias.

A las 18-30 comienzan a llamar y ya W, Selva, Braian, etc salen con un papel

designando cual es su lugar dormitorio de hoy...

Mañana será otro día, se despiden....

Día 1

Habíamos quedado de encontrarnos a las 16 horas con una de mis compañeras

en Puerta de Entrada. De camino hacia allí, en la esquina de Uruguay y Convención (a

una cuadra de Puerta de entrada y a dos del refugio a donde se dirigía), me encuentro

con Oscar, una de las personas que utilizan el refugio nocturno donde trabajo y me pide

un tabaco. Se lo convido y nos sentamos a conversar. Me pregunta qué ando haciendo y

le cuento que estamos haciendo un trabajo para la facultad, intentado aproximarnos a la

noción de juventud presente en personas en situación de calle. Se muestra entusiasmado

con el trabajo pero conversa de otras cosas. Dentro de ellas, me cuenta extendidamente

su trayectoria de vida.

Oscar tiene 63 años y en su relato sobre su juventud cuenta como fue preso tres

veces durante la dictadura por estar realizando pintadas “pro-tupa” (aclara que él era

pro Movimiento Tupamaros, pero nunca participó en la organización); razón por la cual,

con miedo de ser muerto por los militares, se exilió en Francia durante tres años. Si bien

no contestó directamente, frente al cuestionamiento de qué era ser joven, Oscar me

relataba sus propias maneras de ser joven: la militancia política, sus estudios (realizaba

la carrera de ingeniería en sistemas, pero no la culminó y solamente alcanzó la titulación

de analista en sistemas, lo que le permitió trabajar tanto en Uruguay como en Francia),

sus “amoríos” y otras situaciones que caracterizaba como “cosas de joven”.

Notoriamente Oscar no proviene de un contexto de vulnerabilidad social (y él mismo

hace referencia de ello), su padre era comerciante y tenía una tienda en el centro de

Montevideo y tuvo posibilidad de estudios universitarios.

En el relato de Oscar se observa una moratoria social que, en su caso, se

extendió hasta los 26 años, momento en el que fallece su padre, regresa a Montevideo y

se casa con su primer esposa. Las protecciones que se le brindaban por parte de su

familia dejaron de existir y pasó a hacerse cargo de varias responsabilidades sociales

por sí mismo.

Luego de pasada una hora, me despido y me dirijo hacia puerta de entrada,

donde se encontraban mis compañeras conversando con tres personas que esperaban a

ser llamados por los funcionarios del MIDES y les indicaran a qué refugio debían

dirigirse.

Puerta de entrada está ubicada en Convención entre Paysandú y Cerro Largo,

prácticamente todas las tardes la cuadra entera es ocupada por personas que esperan a

ser atendidas, y durante esta espera se generan todo tipo de charlas y situaciones. Los

zaguanes de las casas vecinas están siempre siendo usados de asiento para estas

personas. Otros van y vienen .

Al llegar (con mi bicicleta) me presentan como el otro integrante del grupo,

saludo a mis compañeras y las personas con las que estaban conversando. Me siento en

el suelo (como el resto) e intento no interrumpir demasiado la conversación y me

dispongo a escuchar lo que estaban conversando. En ese momento habían tres personas

más además del equipo de trabajo. Selva, que parecía más callada y conversaba con

Alejandra y otra persona que estaba parada conversando, de a ratos, con Patricia. El más

expresivo era “W”, estaba conversando tranquilo pero entusiasmado, y al sentarme

junto a él se dirige hacia mi directamente y comenzó a decirme que la juventud para él

era la “oportunidad de trabajar”, “tener energía para caminar y rescatar los pesos del

día”.

En un momento le señalo otras personas que estaban en la esquina (que estaban

consumiendo alcohol y pasta base) y le pregunto si él consideraba que ellos también

eran jóvenes. La respuesta fue rápida y parecía pre-construida: “esos ya no son jóvenes,

perdieron la juventud. Pierden la juventud todos los días un poco porque no hacen

nada”. El discurso de W sobre la juventud estaba centrado en la “oportunidad” y en la

energía vital.

A los minutos de charla llega Braian, conocido de una de mis compañeras, ya

que él es usuario de pasta base y ella trabaja en el Portal Amarillo. Saluda y se aproxima

a la ronda junto con su amigo “G”. Luego de comentarle la idea del trabajo, G se sienta

a mi lado sin decir nada, es más callado, pero empezamos a conversar de su situación y

el trayecto dentro del sistema de refugios. Cuando le pregunto sobre que entiende sobre

juventud, no contesta de forma directa quizá porque no me expliqué bien o porque no le

interesa y continúa hablando sobre su situación: usuario de pasta base, desvinculado de

su familia y sin trabajo.

Pasado un rato, conversábamos con Braian y W sobre las diferencias y

similitudes de la violencia en las villas de Argentina y en los cantes en Montevideo; las

diferencias de las jergas en relación a las drogas y otras cosas. Sentí una tensión entre

Braian y W, una especie de competencia por quien “tenía más calle”, la situación pasó,

comenzaron a llamar desde la puerta y todos en la cuadra se acercaron. Antes de

alejarse de nosotros, W dice “lo tengo, juventud es entre los 12 y los 16”, cuando le

preguntamos por qué, contesta que porque es en esa edad que se empieza a conocer

“cómo funcionan las cosas” (haciendo referencia a la charla de las movidas ilegales y

violencias policiales) y a probar de todo. Braian asienta esta afirmación y agrega : “esa

es la edad en la que uno está conociendo”

Nos despedimos y vemos como se dirigen a la puerta.

Fogata y vino....Día 2

Esta vez nos quedamos de encontrar con los compas en Puerta de Entrada a las

17 hs.. Veo a Pati desde el bus y me bajo en Uruguay y Rondeau para llegar juntas.

Cuando nos acercamos nos saludamos y comenzamos el registro de algunos de

los chicos del día anterior, algunos están y saludan, otros aún no llegaron o No

llegaran!!! Así es el ritmo marcado por este tipo de Dispositivo y este tipo de usuarios.

Mandamos un mensaje al compa para ver si está llegando y nos avisa que tiene

impedimentos para acompañarnos.

Me ve un usuario del Portal que hace años que va por mi trabajo ,viene me

saluda y le comento en que andamos. Me dice que él es joven, que fue también más

joven. Que ser joven es un sentimiento. Que de a poco se va perdiendo la juventud. Es

un usuario de este Dispositivo. Está en situación de calle y va por ahí a buscar donde

dormir. De día comienza tomando alcohol, y en ese momento le digo que tiene bastante

aliento, me contesta “ya sabés Alejandra que siempre tomo mucho.” No trabaja, sólo

rescatar en el día. Quiere presentarme más gente para hacerle la pregunta ,a lo cual le

respondo “no te preocupes Jorge nosotras le preguntamos”. Él me dice “mirá que yo te

cuido acá!!!!”

D. tiene 39 años y cuando nos habla de la juventud nos dice que se lleva en el

espíritu. “Yo estoy muy bien ahora. No hay edad para sentirse joven.” No contesta si es

joven o no, sólo se refiere a como se siente en el momento. Trabaja y va a Puerta a

buscar la tirilla para ver que lugar tiene hoy para dormir.

Gustavo tiene 41 o 42 años, no se acuerda nos dice porque ha perdido varias

veces la memoria por algunos accidentes que ha tenido. “Me morí varias veces

ya....Jóvenes somos todos, aunque la juventud se va perdiendo día a día... Me mataron a

mi madre...Yo no le digo los códigos a nadie!!!!... Conozco a la gente por los ojos,la

mirada... Uds Estudian?... Para que vienen acá?... Quién las manda?...” Tiene una

visión muy “negativa “ de todos y de todo. Muy incrédulo reitera lo de la madre.

“Trabajo y vengo para acá. Me he drogado he hecho de todo.” Muy desconfiado de

todo nos mira y nos dice “qué vienen a buscar?... Qué estudia la antropología?”

Estamos un buen rato con él .En la cola también está Sergio que nos escucha formular

la pregunta y nos dice que prefiere no contestar. Igual participa de la escucha cuando

hablamos con Gustavo.

Cuando comienzan a llamar para dar la tirilla todos se amontonan en la puerta

para escuchar su nombre. Después pasa Jorge y nos saluda y presenta a su novia.

En el transcurso de las entrevistas algunos jóvenes están en la acera de en frente

haciendo una fogata y pasando una caja de tetra. Hace frío, cae el sol y comienza la

noche, cambia un poco la movida de la Puerta de Entrada.

Lunes 25 de Mayo 2015

Hoy llegamos más tarde, sobre las cinco y media; hoy no llegué sola.

El plano era otro, un colchón sobre el final de la fila, ahí estaba Quevedo

durmiendo con otro compa. En frente una fogata de papel. Gente nueva para nuestros

ojos; sólo estaba el Nando. Hoy no estaba tan lúcido, al rato de vernos se acercó a

saludar y a quedarse parado con su celular al lado nuestro.

Al quedarnos parada sobre la fila, alguien dijo “no puedo creer, ¡sos vos!”,

enseguida le dije a mi compañera “mirá, te conocen”, efectivamente, Jorge había

acudido algunas veces al Portal Amarillo donde trabaja mi compañera. Tiene 25 años, es

un joven sin apariencia de tal “la vida es una juventud” nos dijo.

Pocos minutos y la noche asomaba, de repente alguien preguntaba “¿quién es el

último?”, era Marcos de 24 años. Vive en el Cerro con su novia, se había peleado y no

quería ir a su casa esa noche. Al preguntarle por la juventud me dijo “mirá, mi padre

siempre me dice que ya no es como antes”, “acá podes hablar con los veteranos todo lo

que quieras, pero con los gurises está complicado, si ya te miran mal...tenés problema”,

me cuenta como su hijo es el cable a tierra, si no lo tuviera su vida sería otra.

Jorge nos había relatado como antes podían subir y esperar arriba, ahora hay que

esperar afuera. “Armaron tremendo lío los negros, hasta le pegaron a los educadores”.

Decidimos volver mañana, más temprano. Notamos como las respuestas sobre la

juventud pueden dar cuenta de distintas realidades, pero nada ajenas o alejadas de la de

cualquier persona.

Bien se sabe que gran parte de la sociedad consume una droga u otra, pero claro,

resulta más fácil para quien lo hace bajo luces de colores y tiene en su bolsillo una

ayuda para el bajón. Se habla de drogadictos, usuarios y todas las nominaciones

posibles... pero la importancia es la “permanencia”.

Juventud divino tesoro.....Día 3

Acordamos ir un poco más temprano, para estar y ver como es más temprano,

nos encontramos con Patricia a las 16 y 30, ahí en Puerta. Es martes y Santiago este día

es el único que no puede ir por ahí.

Llegando a la distancia reconozco a Patricia, está en la cola con algunos

usuarios. Cuando me aproximo está hablando y dándole tabaco a Luis el compañero de

Natalia usuaria del Portal. Ahí hablamos un poco con Natalia le contamos a Pat desde

cuando nos conocemos, todos los lindos momentos que pasamos juntas en el Portal y

ella me dice “el Portal cambió”, a lo cual le digo “y vos no cambiaste Natalia?”

Natalia llegó al Portal con 17 años y ahora tiene 25 años, ahora tiene a Lautaro su hijo

(1 año), un compañeroy actualmente embarazada; vive en calle. Nos estamos enfrente

de la misma realidad, de aquellos años. Ahí también me siento yo hablando de épocas

de juventud . Luis su compañero tiene 33 años. Les decimos,seguiremos entrevistando

y Natalia dice “allá en frente hay tres mujeres, vayan para ahí”. Cruzamos la calle y

empezamos a hablar con 2 trans y “una señora más grande” como dijo Natalia. Glagys

tiene 77 años,vive en calle porque se separó de su novio, le pegaba o iba a pegar no me

quedó claro. Tiene tres hijos 2 varones y una mujer, todos están bien pero no le prestan

mucha atención. Son los tres músicos. Gladys ama cantar, pasa el día por el centro y

donde escucha música, o alguien que toque algún instrumento pide para cantar unos

tangos. Laura habla con Patricia y le relata su historia de vida. Gladys cuenta como se

enamoró a los 26 años y se fue para Brasil pero decidió volverse porque desconfió del

hombre que la llevó por no saber bien a que iba. Me habla de su juventud, son cosas de

jóvenes, ahora ya no les creo a los hombres, “cuando estas en la cama tirada ahí, chica

tenés que temer cuidado, ahí te golpean”.

Reiteradamente habla de violencia física que ejercen los hombres sobre las

mujeres, interactuan con Laura y S. que tiene 53 años y se mantiene muy callada, está

bostezando y con frío, no participa sólo asiente algunas veces lo que hablan las otras

dos mujeres. Gladys dice que la juventud es divino tesoro, que ella ya no puede con su

cuerpo pero la música le da energía y la hace sentir joven. Se dirige a mí como

chica...Estamos sentadas en el suelo sobre una tela porque hace frío, somos 5 mujeres,

pero los chicos del grupo de al lado incluído Braian, se acercan y se van. Gladys nos

pide que la ayudemos a levantarse del suelo, Laura y yo la ayudamos. En ese momento

Braian trae otro amigo que se acerca, le pregunto la edad no la dice, le formula la

pregunta pero no puede contestarla porque está muy alcoholizado, realmente él ya no

entra a los Refugios, no lo dejan porque “siempre arma líos” dice Braian, sólo pasa por

ahí saluda, está un rato y se va.

Un grupo de 4 chicos,21/24/23/22 es donde nos quedamos hablando y

preguntando qué es ser joven para ellos? “Nosotros...” contestan, “somos jóvenes pero

cada día que pasa nos queda menos juventud... Ser joven es tener trabajo, tener futuro,

ahora estamos tratando de zafar de ésto que no te deja vivir, somos los 4 consumidores

de PBC y en éste momento no podemos ser jóvenes, tener que salir de ésta para

empezar de nuevo, a estudiar, trabajar, tener una vida.” “Yo...” dice uno “de día no

consumo, consumo de noche un día si y otro no. De día procuro alimento, la del día”,

no dicen como lo hacen y no es necesario preguntar. Coinciden que son jóvenes los 4

pero que en ese momento deben salir de las drogas para poder ser de nuevo los jóvenes.

También dicen que ser joven hoy no está tan bueno, la juventud está perdida. Hablan

sólo 3, uno se mantiene callado, llegan otros chicos saludan y se van. “Hoy no estoy

consumido por eso te puedo hablar, éstos días pasados yo estaba allá en la esquina, las

veía pero ni me acercaba,” yo le dije “sí , yo te vi”.

En un momento empieza la funcionaria de Refugios a decir los nombres

gritando, en ese momento todos se concentran al rededor de la Puerta y todos

comienzan a retirar la famosa y deseada Tirilla.

Se termina la jornada para nosotras....

Martes 26 de Mayo 2015

Hoy vimos a Luis y a Natalia en el mismo lugar, hoy me enteré que está

embarazada de cuatro meses, y ya tienen un hijo de un año, Luis me mostró las fotos en

el celular, hace un par de días cumplió el año y la mamá de Luis le hizo una torta.

Conocí a Carlos Larrosa, de 63 años, del barrio Mendoza. La mejor edad “hasta

los 18 años...”, “la juventud no es la misma que antes”, “los mayores actuaban de otra

forma... no se nos permitía”, “hoy se perdió eso, cambiaron los códigos”.

Estaba también Quevedo, hoy bien despierto “Amiga, ¿cómo estás?”.

Hoy decidimos hablar con las mujeres, Natalia nos señaló a la vereda del frente

diciendo “ahí hay dos trans y una mujer”.

Allí conocí a Laura, hace tres días que viene a puerta, consume pasta base. La

noche anterior consumió una gran dosis acompañada de un par de litros de alcohol

rectificado. Tiene 44 años, la acompañan una de 77 y otra de 50 años.

Nos habla de lo difícil que es la espera del refugio. “Tenés una boca en la

esquina y te tranzan en la otra”. A veces viene y tiene que luchar con la abstinencia.

“Uno fuma al lado o toma alcohol al lado tuyo” y vuelve al círculo nuevamente.

Estuvo siete años presa. Es adoptada, una pareja mayor dueña de hoteles, ambos

tuvieron un accidente, él falleció y ella quedó mal pero al poco tiempo también murió.

Siente la vulnerabilidad como mujer, se juntan entre ellas.

“Me lastimó, por un chasqui”, Laura cuenta sobre un episodio en el cual fue

golpeada y abusada sexualmente. “Salí toda con sangre, 8 días con coágulos de

sangre”.

“No te podes quedar durmiendo con ellos, les aclarás de ante mano que no,

nada de sexo, igual te echan con frazada y todo...”. Según me cuenta, otras mujeres le

preguntaron sobre lo ocurrido en su abuso y todas parecían conocedoras de la situación

“ahí me di cuenta, que a ellas les habían hecho lo mismo”.

Toma medicación “por el chobi”, hace tres meses no las toma; ayer fue al

Instituto de Higiene pero debe ir nuevamente.

Luego de estudiar hasta tercero de Facultad de Veterinaria se fue del país. Los

prejuicios hacia ella “por homosexual y media negrita” la llevaron a otro mundo.

Estuvo en Barcelona e Italia. “Allá te discriminan por sudaca, no por

homosexual...sobre todo en Barcelona”.

Al volver cayó presa y allí enseñó a su pareja a leer y escribir. “Esa es una de

las cosas que no he perdido... siempre leo”, me muestra un libro que esta leyendo ahora,

sobre la positividad de la vida “los libros me llegan en el tiempo justo”.

En eso momento llegó Lula, amiga de Laura. Sobre la juventud respondió muy

segura “es un tema cronológico”, ella tiene 40 años y reconoce hacer muchas cosas de

joven, pero “ya pasó esa etapa”. Ve en la crisis del 2002 lo que quiebra su familia, a

partir de ahí su familia se va del país, ella también. “Uruguay siempre fue un país de

influencias, y ahora tenemos afluencias”, “la gente se va”. Reconoce que el alcohol es

su vehículo a otras drogras. Y que en este momento vive como una adolescente con su

pareja, “nos portamos como adolescentes, las hormonas están a full”.

“Me dijeron que estabas re mal, pero estas bien” le decía mientras Lula a Laura.

En ese momento se realizaba el rito del llamado a voz alzada...

Nos acercamos a Braian y a su barra. 21,22,23 y 24 las edades de los jóvenes

que componían la barra. “La juventud está perdida”, “es el círculo...”, “es difícil, no es

vida”, “la familia está, no la quiero molestar”, “la elección es de nosotros”, “el daño

nos lo hacemos a nosotros mismos”, “es desde niño... se van sumando cosas”, “te

pasan muchas cosas, te marcan”, “esto te arruina”, “es cuestión de voluntad”...

Luis tiene una sonrisa impregnada y acostumbrada a su cara. Bajito, de tez

soleada y manos de constructor, callos y sentir áspero, del esfuerzo con fuerza de sus

manos. Paso tranquilo y cotidiano. Natalia tiene ojos claros, cabello crespo y perfil de

camino difícil. Sus brazos acompañan un movimiento dificultoso de sus piernas. Más

alta que Luis, voz de poeta y ojos de soñadora. Quevedo el de ojos rojos. Semblante

arriba y palabras justas. Su paso es precavido. Braian, flaco y alto. Un niño en cuerpo

joven. Mirada optimista, con ganas de ser, con ganas de cambiar. El Nando, caminar

veloz. Gorro, bolso cruzado y campera nike. Un poco de policía y otro poco de cristo.

Laura, flaca y alta “media negrita” aluciendo a sí misma. Camina cuidadosamente.

Carlos Larrosa, bajito, un “moreno viejo”, voz tomada y sonrisa sincera. Despacio y

cargado con su bolso, así va.

Acompañamiento …....Día 4

A la llegada a la parada me encuentro con Pat y Santiago para caminar hacia

Puerta, como todos los días la calle está ocupada desde las dos aceras...

En la esquina Darío fumando pipa con 3 chicos más...

A pedido de una compañera de trabajo les cuento a mis compañeros que hoy si

voy a entregar la carta que nos redactó el Profesor para dejar en Puerta de Entrada,

porque necesito dar una cédula y saber si un usuario del Portal estuvo por ahí éstos días.

Me animo a acercarme a Puerta por primera vez... me dirijo a donde está un

técnico hablando con usuarios , me presento y le doy la carta y pido la información a lo

cual el técnico me dice que puede decirme si estuvo el usuario por ahí pero ninguna

información más..Me contesta que ellos no pueden dar información para nosotros,que

debemos dirigirnos al MIDES.

Comentábamos el día anterior con Patricia que siempre llegamos al lugar por el

mismo lado, que estaría bueno llegar desde la cuadra de abajo a ver que se ve desde

ahí...

Nos ve Laura un “trans” que estuvimos los días anteriores y nos saluda y

llama,allá vamos...

En ese momento vienen dos chicas más y nos presenta y les cuenta que estamos

haciendo un trabajo para la facultad.

Natalia tiene 32 años y Silvia 38 años,una de ellas muy alta y con el pelo negro y

muy largo,la otra muy bajita y con su pelo melena rizado.

Natalia es la que me contesta la pregunta y me dice que ella no es joven que ser

joven es en el momento que te sentís más libre pero también hace más cosas, trasgredis

más...Me habla de su juventud que fue hace mucho tiempo, que la juventud ahora es

distinta, acá no hay casi jóvenes...

Comienzan a dar las tirillas y como siempre todos esperan la suya, ahí

comienzan a desalojar el lugar y Braian nos dice arranco... no muy convencido, es

viernes y sus compañeros algunos consumen en la esquina. Nosotras vamos arrancando

para la Facultad por la calle Uruguay y en eso Braian nos dice voy con uds, lo

acompañamos al Refugio que está camino a Facultad, lo esperamos hasta que entra, el

trato en ese Refugio no es adecuado desde adentro le dicen a Braian golpeá y esperá...

comentamos con patricia y santiago varias veces que eso de tener que trasladarse tanto

hasta los refugios también se vuelve muy peligroso porque algunos de estos chicos se

quedan por el camino.

Viernes 29 de Mayo 2015

Hoy sólo hablamos con los ya conocidos. Es que en este círculo de soledades, la

apropiación por ambas partes parece un momento obligatorio. Fuimos los tres. En la

esquina de Uruguay y Convención nos esperaba Santiago, llegué minutos antes que

Alejandra y justo en ese momento llegaba “Darío Pérez”, venía rengueando... al

preguntarle que le había pasado, dijo que la policía le había pegado...

Al llegar estaba Quevedo. Los primeros que formaban un círculo al final de la

fila eran Braian, el Jhona, el Tato, Jorge. Con alegría nos saludamos. Santiago quedó

sentado a su lado. En tanto, Braian nos comenzaba a mostrar unos varios curriculum

vitae impresos, estaba su foto, “media asesina” su mirada según su acepción, dice ser

que es la que tiene, le recordamos que en aquel momento su mirada era otra...

Alejandra, que se había acercado a la puerta a entregar la carta del docente y

hacer una consulta de su trabajo, me dijo “allá está Laura”, estaba detrás de un árbol

según mi visión, enseguida crucé la calle a saludarla, a ella y a su compañera.

Un par de días atrás nos habíamos conocido pero existía cierta complicidad que

hacía que nuestra conversa fluyera naturalmente y por interés desinteresado. Me contó

que había ido al Instituto de Higiene, a parte de otros servicios de Salud. Pero que había

consumido mucho la noche anterior, me dijo “mirá, hasta me hice llagas en la boca...”.

Quevedo estaba sentado al lado con dos “pibes” más, se acercó a darme la mano, le dí

la mano y un beso.

Al irnos, momento de entrega de la tirilla...

A las dos cuadras de marcharnos por Uruguay teníamos a Braian a nuestro lado,

quien había dudado minutos atrás cuando le preguntamos “ya te vas?”, nos había

contestado que esperaba algo, la tirilla ya la tenía en sus manos.

Nos contó un poco más de su vida. Tiene un hermano, su padre ha vivido en

cana por robo. El hermano es menor, un adolescente, estudia grastonomía. Llegamos

juntos hasta la puerta del refugio, insistimos en acompañarlo ya que habíamos contado

con la compañía de él, y además queríamos conocer la ubicación del refugio. Calle

Barbato, a poco de la Intendencia. Al tocar la reja, la señora que no muy amablemente

salió a abrir dijo “no hagas tic, tic, tic... no ves el timbre???”. Braian de ojos brillosos

nos volvió la mirada y ambos sonreímos ante aquella situación. Dando unos pasos hacia

nosotras que habíamos quedado al otro lado de la calle, rápidamente se escucharon las

llaves de la puerta y reja, Braian entró.

Sol, aplausos y chiflidos en la calle Paysandú ….Día 5

Pensamos en la jornada anterior, camino a facultad ir un día diferente, un

sábado y más temprano para ver como era llegar más cerca de la tarde, de día con Sol.

Ahí fuimos, el sábado a las 15 y 30 en Puerta. Ese día me dejaron en la cuadra

de Cerro largo así fue la primera vez que llegué del otro lado de la cuadra!!!!!Estaba

todo más tranquilo, se olía tranquilidad….Llegué primero yo y me quedé esperando que

llegara Patricia. En eso llega Braian, me saluda y va a comer unos bizcochos con

alguien que está en la fila que aún no es fila. También se convidan con una pitadas de

“tabaco”. Todo está armónico, esa es mi sensación. Llegando a lo lejos Pat, parece que

una media hora desde 15 y 30 a 16 empieza a llegar la gente para Puerta.

Una de las personas se va a la cuadra de Paysandú y se sienta en un zaguán y las

personas que viven ahí le gritan a “Quevedo” que se retire de allí, no se ponen de

acuerdo porque “la vereda es pública y yo llegué antes que Uds acá “ les dice...llaman

a la policía, dos patrulleros chiflidos de la calle Convención, alguien grita desde su

balcón a medias (derruído), en él tira su colchón …acostado grita… “toca pito”, parece

según dicen los chicos y hombres que nos rodean que ese muchacho que tiene el

colchón en el balcón es el dueño de ahí, es uno de los primeros que llegó hace unos

años….

Mientras se soluciona el conflicto en la otra cuadra con la policía, con aplausos

desde toda Convención, la esquina de Paysandú, chiflidos, gritos, la policía de un lado y

….. y el vecino del otro tratando ver quien tienen la razón…nosotras hablamos sobre la

juventud con un hombre de 56 años, que nos dice que la juventud ya pasó para él, que

algunos de ahí son jóvenes. Tiene una Biblia en la mochila, le pido para sacarla y los

chicos que están ahí me empiezan a pedir que busque los Salmos, los diferentes Santos.

Saben bien donde está el texto que habla de la juventud, conocen casi a detalle la

palabra de la Biblia, el nuevo testamento dicen para el Viejo todavía no nos da Refieren

que han ido muchos a los cultos algunos porque ir a la iglesia los ayuda a salir de la

droga, la calle, etc, otros refieren que en su casa también han escuchado la Biblia.

Una tarde de sorpresas para las dos, que ni idea de la Biblia y esos mambos…

Nos pasamos leyendo la Biblia más de media hora y ellos repitiendo algunas

frases muy copados, diciendo ahí habla de la juventud, ahí habla…se nos fueron una

hora y algo en éstas y de repente llamaron de Puerta para entregar la tirilla y como

todos los días se acabó la charla, nos vemos en la próxima.

Sábado 30 de Mayo 2015

Queríamos llegar más temprano, ver el movimiento desde otro punto. Así fue. Al

llegar estaba Alejandra hablando con dos personas. Enrique de 52 años y otro de 24

años. Enrique estaba con el mate, nos ofreció y allí me puse a compartir con ellos.

Alejandra tomó una biblia que tenía Enrique y leyó algunos pasajes. En tanto esta

situación observaba los alrededores, habían caras nuevas para nuestra ignorancia del

lugar. Quevedo estaba acelerado. Llamaba la atención en lugar donde se parase, advertía

algo distinto para nuestros ojos de aquél lugar, hoy algo de acción.

En tanto la lectura de la biblia, unos cuantos se acercaron, supongo pensarían

que habría alguien hablando de la palabra de dios, no estaban tan errados...

Se acercó Maxi de 20 años “hoy hace un mes que no consumo”. Está muy

colgado con la creencia cristiana y la palabra y omnipresencia de dios. Cuenta un

episodio con su tía, la cual estuvo muchos años sin hablarse, y como aquella creencia le

había permitido abrazarla y darle las gracias. Él no se arrepiente de nada de lo vivido,

sólo del sufrimiento causado a su familia y la gente que lo quiere, “en la juventud

probás todo y querés conocer todo... de lo bueno... y de lo malo”, pero “no hay edad

para la juventud” dijo Enrique, quien piensa que la vejez llega sólo por dentro, al

espíritu, y es cuando la persona “se muere por dentro”.

Luego llegó Cristian de 20 años, de buena presencia y muy curioso por nuestras

preguntas y sobre todo por la Antropología.

Recuerdo que aquella tarde de sábado hablamos y conocimos a muchos jóvenes

y no tan jóvenes distintos, y el mayor desafío fue explicar qué era lo que estudiábamos,

qué significaba... y debo reconocer el desafío que plantea la práctica, al momento de

deshacernos de toda la teoría y la retórica acumulada en libros y más libros, ¿por qué?,

es que ninguna de las palabras que aprendemos y desaprendemos con sus definiciones y

conceptos teóricos, que estudiamos para parciales y exámenes cuasi memorialmente, de

nada servían aquí. Las palabras eran otras, las relaciones eran otras, los entendimientos

eran otros. Ni más ni menos complejos, sólo distintos.

Cristián había cursado hasta sexto año de escuela. Nos dijo “la juventud es una

etapa donde podes proyectar... pero yo no puedo, o sea soy joven pero no...”, “en

realidad no me lo propongo...” aún así no dejaba de ser un joven.

Laura hoy tenía otro semblante, estaba bella y coqueta, su cabello y aretes daban

brillo a su cara. Me dijo “hoy me compré un pantalón de mil doscientos pesos y guarde

quinientos para comprarme el celular”. Al irse le obsequié un fascículo que escribí

junto a otros compañeros “Héroes...”, me había pedido que le prestara algún libro,

recordando que era de las pocas cosas que no había perdido desde su niñez, leer. Le

confesé que no era buena lectora y no contaba con libros para la buena lectura, por ello

el obsequio. Esa ha sido la última vez que la vi.

Hoy vino la policía. Estaba tan atenta a la conversa con los “pibes y veteranos”

que llegaban a la fila que no puse atención minuciosa a lo que estaba pasando en la

esquina de Uruguay. Quevedo era el protagonista. Noté enfado en él. Antes del episodio

de la llegada del patrullero llamado por los residentes de apartamentos de la esquina,

Quevedo se había acercado a saludar, pero habíamos tenido un diálogo extraño. Dicen

que a veces la confianza mata. Andrés, así se llama Quevedo. Ante la curiosidad e

inquietud de los “pibes” en saber sobre la antropología y en qué consistía el trabajo que

estábamos realizando allí... Quevedo se acercó nuevamente y ese día me dijo que ya me

había contado como era la movida de la puerta, si necesitaba repetición y si había

quedado grabado en mi mente. Tomé con mucha atención su “reclamo”, así lo

catalogué.

En el momento que en la esquina la policía ponía contra la pared a Quevedo, y la

cuadra acudía a ecos en apoyo a su colega, Maxi nos hablaba de la policía y cómo había

perdido en muerte a varios amigos. Nos relataba cuando un amigo que participaba en un

tiroteo había “caído en cana” por haber sido inculpado por la policía en haber matado a

uno de sus compañeros, cuando realmente habían sido los “milicos”.

En ese momento recordé el episodio que Laura me contaba días atrás, cuando

por la Ley de Faltas, vale decir que esta determina que ninguna persona puede estar en

la calle. Es decir, luego de tres días que te encuentran en la calle, te llevan detenido o

detenida. Tendrás que cumplir trabajo comunitario, o te remitirán, o etc. Una de las

veces que llevaban a Laura por esta ley de falta, policías hombres la apresaron, ella

quejándose y pidiendo policía femenina, tuvo como respuesta de la policía: sexo oral,

sin alternativas.

“Uruguay es el único país de América del Sur que no te deja pasar hambre” me

dijo Quevedo, quien se marchó mucho antes que entregaran tirilla alguna.

Wilder de 26 años, había estado cercano al grupo sin emitir palabra alguna,

cuando el resto se acercó a la puerta por la tirilla nos preguntó por qué veníamos, “¿les

gusta este ambiente?”, “¿cuál ambiente?” le pregunté, “así, de relajo, yo que sé...”.

Segura, le contesté que lo conocía y se asombró respondiendo “¿tan joven?”, le

pregunté su edad nuevamente, y allí recordó que el tenía 26 y yo 24, la diferencia no era

notoria. “Y si, tenés razón, si yo lo conozco por qué vos no?”.

Nos marchamos ese día, y en la cuadra entre Uruguay y Mercedes nos cruzamos

a Cristian nuevamente, junto a T.

T. nos había relatado en la puerta que tenía 28 años, los últimos 10 años los

había pasado en la cárcel. Decía una y otra vez que en su propio país no le daban

oportunidad para trabajar, que era una vergüenza, sólo había conseguido trabajo en su

adolescencia como cocinero, su oficio, en Brasil. Aquí al ver su apariencia de cortes y

cicatrices en cara y brazos, la negativa estaba de antemano. “No puede ser que tengas

que irte de tu país para buscar un trabajo”... al mismo tiempo hablaba de su molestia

antes muchas mujeres y hombres de República Dominicana que han llegado en gran

oleada a nuestra capital en estos tiempos, en las mismas condiciones de las que él

hablaba, pero no tomaba este entendimiento, “los dominicanos se han apropiado de

todo... no puede ser que estén en todos lados trabajando... ¿y a mí?”.

Yo no soy maestro de nadie...Día 6

Caían algunas gotas, eran cerca de las 17 hs, llegando como siempre desde la

calle Paysandú . Estaban los 2 compas ya con Natalia y Luis. Saludo, Natalia arreglando

la mochila, luis me hace una broma por mi altura y él tan bajito, Natalia le dice Ale es

así… me conoce de otras instituciones. Patricia se aleja, en ese momento no entiendo.

No habla. Santiago comienza a hablar con una mujer que habla portugués. Patricia tiene

sed y una persona le convida con agua. Yo comienzo un diálogo con una mujer Silvia,

que está a recostada en la pared, le hago la pregunta sobre Juventud, me contesta que

no hay diferencia entre joven y viejo, ella es grande y se siente joven. Eso no es así..

Tengo 5 hijos, el más grande tiene 32 años, ella tiene más o menos 52 o 53 años, tiene

tez clara y ojos muy claros, está muy arrugada, tiene las manos muy agrietadas, tiene

heridas pero no va al médico, “tengo cáncer de piel me dice pero no voy más al

médico” no me dice exacto pero por la charla de dictaduras, de calle, etc son coetáneas.

Me cuenta que la abuela vivía en Convención entre Paysandú y Uruguay, “yo conozco

esta cuadra como nadie, se lo que había aquí, allá, conozco cada muro y hasta sigo

viviendo en ésta cuadra te das cuenta... soy muy difícil de carácter, siempre fui muy

complicada, tengo mal carácter, peleo con todos... me echan de todos los refugios...”

“Mirá...” me dice “yo soy una vieja y hago cosas de jóvenes.”

“Sólo vengo para ésta cuadra y le hago caso a éste” y señala un hombre más

joven que ella y de tez negra… “es mi novio”. Lo he visto todos los días que he ido por

ahí pienso yo. Lo llama y él se acerca a resgañadientes, no quiere venir pero como está

mirándola a Silvia. Llega hacia nosotros y le pregunto sobre la Juventud a Javier así se

llama, se aprecia negativo a todo diálogo, no le gusta algo de lo que pasa ahí. Me

pregunta él a mí “que hacen uds acá???... Vienen a mirarnos, a estudiarnos... Para que

quieren saber lo de la juventud, si Uds son los que estudian .Ya lo saben!!! Yo no voy a

hablar... no les importa.... Yo no soy maestro de nadie, lo que sé me lo quedo para mí”.

Con éste última reflexión de Javier nos vamos, camino a Facultad…..

Viernes 5 de Junio 2015

Ha sido el último día que acudimos como estudiantes a la puerta de entrada.

Estaba nublado, mucha humedad y poca gente en la puerta. Natalia y Luis, así como el

primer día que llegué, estaban en el mismo lugar. Al final de la fila, sentados en el piso.

Los saludé y quedé allí esperando a los compas que estaban en camino.

En la esquina de Convención y Uruguay alguien me había dicho desde un grupo

de jóvenes “amiga, cómo estas?”, era Quevedo, hoy de lentes negros. Cuando estaba

junto a Natalia, ya que Luis estaba con un par más jugando a la pelota, Quevedo se

acercó y me dio la mano sonriente.

Hoy vivimos una situación particular, incómoda y cargada de enseñanza a la vez.

Estaba fumando tabaco como habitualmente, Santiago ya había llegado. De repente una

señora se acercó, y me dijo si no le convidaba un tabaco... antes de llegar a decirle que

sí o que no, Natalia algo enfurecida le dijo por qué hacía eso, que no me molestara y ella

tenía un paquete entero de tabaco...

Allí se armó una discusión en la que esta señora tiró su termo al piso y Natalia se

paró, esta señora le decía a Natalia “respetame, ¿cuántos años tenés vos pendeja?, soy

una señora”, mientras Natalia seguía replicando por qué pedía tabaco si ella tenía, “no

molestes a mi amiga”, a lo que esta señora le contestaba “la calle es de nadie tamo'?”

“yo hago lo que quiero y le pido a quien quiero...”. Luis se acercó desde un principio

para apaciguar a Natalia, diciéndome a la vez que cuando se ponía “media rayada” iba

a la mochila por su navaja...

Santiago me dijo “quede como inhabilitado...”, y con razón, la discusión se

había dado en la puerta, con todos los ojos sobre nosotras, y nosotros “los estudiantes”

sin mucho para poder decir. Lo más cómico es que la noche anterior había vivido una

situación casi similar, que no había contado con defensa como hoy lo había hecho por

mí Natalia. Y aquí el paréntesis, una chica conocida de una amiga, había llegado y pidió

un tabaco, así pasó varias horas sentada frente a mí en un mesa sirviéndose... claro,

estábamos bajo techo... y con luces de colores. Al irse de la casa de mi amiga, preguntó

al aire, con tono de desentendida, sobre otra mesa que estaba en la habitación, “¿este es

mi tabaco?”, contestándose a ella misma, asentó que sí, y guardo su paquete. Qué pasa,

no estamos en la calle como dos personas más, sino que estábamos allí como

estudiantes, como “neutrales”, cosa difícil y diría imposible. Al bajar los ánimos de la

discusión, quedamos junto a Natalia. La señora se sentó muy cerca, y a penas

acomodada, sacó del bolsillo su paquete de tabaco y comenzó a fumar.

Rato más tarde llegó Alejandra y casualmente quiso hablar con esta señora que

había quedado cerca de nosotros.

Me limité a no hablar y sólo observar, y caminar sobre un radio de dos metros de

lado a lado. Ya con pocas personas en el lugar, nos marchamos.

Quedan varias anécdotas fuera de estos diarios de campo, ya que a partir de la

segunda llegada a Convención, el campo se extendió a mi vida cotidiana. Gran parte de

la gurisada que conocí allí, tiene el mismo radio callejero que el personal. Así crucé a

muchos, al Nando, a Darío, a Jorge, a Cristián, a Quevedo, al Tato, y nos seguimos

cruzando...

V. Observaciones a destacar

o noción de juventud

o diferencias generacionales internas

o formas de identificación generacionales

VI. Varias juventudes una Puerta de Entrada

A partir de los datos recolectados durante este trabajo de campo, realizaremos un

análisis basado en la perspectiva teórica recogida en la bibliografía presentada durante

el curso, pretendiendo articular estos conocimientos con nuestras observaciones y las

narrativas de los interlocutores con quienes tuvimos la oportunidad de compartir este

breve pero válido acercamiento a una realidad pocas veces observada.

Para comenzar podemos destacar que durante el trabajo de campo quienes más

se nos acercaron y demostraron mayor interés en participar de las charlas fueron

personas de corta edad (entre 20 y 40 años), en relación al espectro total de las edades

de las personas que frecuentan la Puerta de Entrada del PASC (de 18 a 77, según lo

pudimos observar). Esta característica de las personas que se nos acercaron durante el

trabajo de campo parece relevante para comprender cuales son los juegos de poder que

se ejercen en este espacio. Es común encontrar en los textos etnográficos relatos sobre

cómo el investigador es “apropiado” por uno o algunos miembros del grupo estudiado y

cómo generalmente esta apropiación es realizada desde quienes ostentan cierto poder o

autoridad dentro del grupo, lo mismo ocurre desde los investigadores. En nuestro caso,

durante las primeras visitas fuimos recibidos y rodeados por personas en su mayoría

autodenominados jóvenes y que muestran cierto liderazgo dentro de este ambiente. Esto

fue positivo para el acercamiento primario, pero entendimos que también fue una

limitante para aproximarnos a otros actores relevantes para la comprensión de la noción

de juventud en esta población. Con el correr de los días fuimos relacionándonos con

otras personas de mayor edad y comprendiendo las excusiones internas del grupo

estudiado.

Partamos, entonces, del apunte que Pierre Bourdieu (1990) hace en relación a la

variabilidad social del ser joven o viejo. Para este autor, la juventud y la vejez no son

dadas, sino que construidas socialmente dentro de la lucha entre jóvenes y viejos

(BOURDIEU, 1990). Pudimos observar esta característica en la forma en la que fuimos

recepcionados, tal como lo mencionamos en los párrafos anteriores. Quienes se

acercaron a participar de las charlas se reconocían a sí mismos como jóvenes, mientras

que las personas que fuimos conociendo posteriormente no se adscribieron a esta

categoría. Más que por ser etariamente “jóvenes”, quienes eran reconocidos en este

espacio como tales, eran aquellos que presentaban prácticas consideradas “juveniles”:

consumo excesivo de drogas, comportamientos extrovertidos, vestimentas “juveniles”

(plancha), etc. En este sentido, la construcción de las “normas” que definen las

generaciones dentro de este espacio, está dada en la lucha por el poder, y en este caso,

nosotros representábamos un capital a ser conquistado dentro de esta lucha, así ellos.

Por otro lado, si bien es cierto que puede entenderse esta división a partir de

todas estas características antes mencionadas, debemos considerar lo que Mario

Margullis y Marcelo Urresti (1996) llaman de moratoria vital. Para estos autores, la

juventud, no solamente es una condición que se construye socialmente, sino que es la

articulación de las características sociales y culturales, pero a las cuales se les agrega el

capital energético con el que cuentan los jóvenes (MARGULIS y URRESTI, 1996).

Cabe destacar en este punto, que, en las narrativas de trayectorias de vida, está presente

en muchos casos la violencia física como determinante de las relaciones y jerarquías

sociales. En este sentido, la proximidad al “Poder” que ostentan quienes son

considerados jóvenes, responde también a esa energía vital (potencialmente destructiva)

que se les reconoce a éstos y está enmarcada en las relaciones sociales con una

preponderancia de las formas físicas de ejercicio del poder. Un ejemplo de ello es la

frase de Marcos al preguntarle sobre la juventud: “acá podes hablar con los veteranos

todo lo que quieras, pero con los gurises está complicado, si ya te miran mal...tenés

problema”.

Otro punto a destacar es que para varios de nuestros interlocutores, la juventud

es un capital pasible de ser perdido. Esto fue repetido varias veces durante las charlas:

“ya pasó esa etapa”; “Jóvenes somos todos, aunque

la juventud se va perdiendo día a día.”; “de a poco

se va perdiendo la juventud”; ”la juventud es entre

los 12 y los 16 años, porque después ya conoces y

vas probando todo y perdés la juventud”; “esos ya

no son jóvenes, perdieron la juventud. Pierden la

juventud todos los días un poco porque no hacen

nada” (varios entrevistados)

En este sentido, y retomando el concepto de lucha dentro de un campo de

Bourdieu, podemos observar que la juventud es concebida como un valor, como un

capital pasible de perderse, y que se pierde al perder la energía vital.

En cuanto a los discursos propiamente dichos sobre la juventud, sobre qué es ser

joven, obtuvimos varias respuestas y en la mayoría de los casos coinciden en que la

juventud no está directamente relacionada con la edad, sino que correspondería al

“sentirse joven”, al “espíritu”, al “hacer cosas de jóvenes”, al grado de experiencia de

vida acumulada, a la perdida de una cierta inocencia. Estos rasgos de juventud que

fueron mencionados a lo largo del trabajo, de alguna forma u otra condicen con la

noción común de juventud, presente en casi toda la sociedad. Pero profundizando un

poco más en las trayectorias de vida observamos cómo en algunos casos, aun

autodefiniéndose joven, las historias de vida mostraban una corta moratoria social:

periodo donde son protegidas las posibilidades de crecimiento y se manifiesta a través

de una menor exigencia de las responsabilidades sociales (MARGULIS y URRESTI,

1996). Este periodo, tal como lo definen Mario Margullis y Marcelo Urresti (1996),

varía por factores económicos, sociales, políticos, étnicos o migratorios que condicionan

una desigualdad en las formas y tiempos de ser joven. Algunos de nuestros

interlocutores habían tenido hijos a edades tempranas, fueron internados en instituciones

como INAU, provenían de contextos de abusos de drogas, perdieron vínculos con su

familia, etc. Todas estas condiciones hicieron que este periodo de protección de las

responsabilidades del mundo adulto fuera acortado o anulado. Más allá de esta

característica, la perdida de esta moratoria social no parecía afectar sus nociones o

concepciones sobre su juventud. Esto afirmaría una forma específica de ser joven, más

allá de la continuidad o no de la moratoria social, contradiciendo así a los autores.

Así como son fácilmente observables las diferentes juventudes

(socioeconómicamente variadas), también fue posible observar una diferencia en cuanto

a la condición de género. Varias de las personas con las que interactuamos eran mujeres

y mujeres trans, que, además de ser excluidas del grupo de poder por “no ser jóvenes”

(sus edades oscilaban entre 40 y 77 años), también lo eran por su condición de género.

Como mencionamos anteriormente, este campo, esta arena, está definida por las luchas

de poder y el factor de la vitalidad y la fuerza física es un definidor de pertenencia. En

las trayectorias de vida narradas por estas mujeres estaban presentes reiterados hechos

de violencia sexual. Así lo manifestó Gladys: ”cuando estás en la cama tirada, ahí,

chica, tenés que tener cuidado, ahí te golpean”. Esta exclusión del lugar de poder no es

estrictamente física, sino que respondería también a una de las características señaladas

por Mario Margullis y Marcelo Urresti (1996): la juventud se ofrece de modo

diferenciado en hombres y mujeres. Las diferentes atribuciones sociales que se

establecen para cada uno (y también para las otras condiciones de género y sexualidad)

configuran diferencias en las temporalidades de los cuerpos y las exigencias sociales

según su condición.

Por último, así como señalan Bourdieu y Mario Margullis y Marcelo Urresti, la

diferencia generacional entendida como una estructura transversal que define divisiones

según el momento de sociabilización de la persona, pudo ser observada en algunas

oportunidades, siendo esta frase de Carlos, de 63 años, un claro ejemplo de ello: “la

juventud no es la misma que antes, los mayores actuaban de otra forma... no se nos

permitía. hoy se perdió eso, cambiaron los códigos”.

Consideraciones finales

Vimos como las nociones de joven y viejo se dan en una lucha intergeneracional

dentro del campo definido por las personas que concurren a la Puerta de Entrada del

sistema PASC del MIDES. Desde nuestra llegada y la notoria “apropiación” por parte

de los más “jóvenes” de nuestra presencia quedó configurada la división, que si bien no

es etaria, es revelada en los significados que las prácticas y representaciones que los

considerados “jóvenes” dentro del grupo estudiado realizan en este espacio social.

Por otro lado, observamos que las juventudes en estos contextos son plurales, ya

que, como apuntan varios autores, la juventud, entendida como el periodo de protección,

de permisión para la desatención de las responsabilidades sociales adultas, está

directamente relacionada con el contexto socioeconómico de los individuos y la

significación de la categoría juventud, difiere culturalmente según el grupo; y,

arriesgando una hipótesis a confirmar, quizás este periodo de permisión sea discontinuo,

si consideramos que estas personas han atravesado, etapas de mayor y menor moratoria

social, que fluctúa según las circunstancias que estén atravesando sus trayectorias.

Otro de los aspectos que pudimos observar es la diferenciación según la condición

de género y las características físicas de las relaciones de poder que están imbricadas en

estos espacios, dando como consecuencia una diferencia no solo en las trayectorias de

vida, sino en las propias nociones de juventud que estos actores conciben.

Por último, frente al poco material académico que aborde específicamente

cuestiones como juventud, vejez y conflictos generacionales dentro de esta población, y

por el propio extrañamiento de las personas al informarse de nuestra presencia y los

objetivos, consideramos que sería fundamental la profundización de este tipo de

estudios, los cuales permitirían una comprensión del fenómeno desde el punto de vista

émico y que contribuyan a la mejor convivencia entre los actores implicados (usuarios,

funcionarios, vecinos, sociedad en general).

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