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Nami, Hugo G. 2014. Secuencias de Reducción Bifaciales Paleoindias y Puntas Fell en el Valle del Ilaló (Ecuador): Observaciones para … In Peuplement et modalités d’occupation

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Peuplement de l´Amérique du sud :

l´apport de la technologie lithique

Povoamento na América do Sul:

a contribuição da tecnologia lítica

Población de América del sur:

la contribución de la tecnología lítica

Sous la direction de / sob a direção de / bajo la dirección de :

Maria Farias & Antoine Lourdeau

©

Couverture P. Binant pour @rchéo-éditions.com

©

@rchéo-éditions.com 2014

ISBN 978-2-36461-005-7

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Observaciones para conocer

secuencias de reducción bifaciales paleoindias y puntas Fell en el valle del Ilalὀ,

Ecuador

Observations pour identifier

les séquences de réduction bifaciales paléoindiennes et les pointes de Fell dans la vallée de l’Ilalὀ,

Equateur Traduction R. Hoguin, relecture et réécriture P. Binant

Hugo G. Nami

CONICET, IGEBA

Dpto. Ciencias Geológicas, FCEN, UBA

Ciudad Universitaria, Pab.II, (C1428EHA), CABA

Associated researcher National Museum of Natural History

Smithsonian Institution, Wa. D.C., USA. [email protected]

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Resumen

La República del Ecuador jugó un rol preponderante en la historia de las investigaciones relacionadas con las

ocupaciones más antiguas de las Américas. En efecto, en la década de 1940s fue descubierto El Inga, un sitio

emplazado en las inmediaciones del cerro Ilaló, Valle de los Chillos, provincia de Pichincha. Las excavaciones

efectuadas en los años 1960s una cantidad significativa de artefactos Paleoindios, especialmente puntas “colas de

pescado” que recordaban a las encontradas dos décadas atrás por en las cuevas de Fell y Pali Aike. Vestigios

similares también fueron recolectados en otros lugares del valle del Ilaló. En esos sitios se recolectaron importantes

vestigios para conocer la secuencia de reducción de los artefactos bifaciales confeccionados por los cazadores-

recolectores finipleistocénicos del área. En consecuencia, como resultado del estudio de estadios tempranos e

intermedios bifaciales de manufactura, productos terminados y descartados de puntas de proyectil Paleo

sudamericanas del Valle del Ilaló, este artículo brinda observaciones tecnológicas detalladas realizadas sobre

artefactos recolectados en El Inga y otros sitios Paleoindios localizados en Ecuador.

Palabras clave

Tecnología lítica, Tecnología lítica experimental, Secuencia de reducción,

Colas de pescado, Sudamérica, Ecuador.

Résumé

La République d’Equateur a eu un rôle prépondérant dans l’histoire des recherches des plus vieilles occupations

d’Amérique. En effet, le site El Inga fut découvert en 1940 à proximité du côteau d’Ilaló, dans la vallée des Chillos,

province de Pichincha. Les fouilles qui y furent effectuées dans les années 1960 livrèrent de nombreux artefacts

Paléoindiens, notamment des pointes “queue de poisson”, rappelant celles trouvées vingt ans plus tôt dans les

grottes de Fell et de Pali Aike. Des vestiges similaires furent également mis au jour dans d’autres lieux de la vallée

d’Ilaló. Ces sites livrèrent d’importants vestiges pour la compréhension des pièces bifaciales confectionnées par

les chasseurs-cueilleurs de la fin du pleistocène dans cette région. Aussi cet article, basé sur l’étude des stades

premiers et intermédiaires de la production des pièces bifaciales, produits terminés et fragments de pointes de

projectile, apporte-t-il des informations technologiques détaillées à partir de matériels retrouvés à El Inga et dans

d’autres sites Paléoindiens de la Vallée de l’Ilaló en Equateur.

Mots clés

Technologie lithique, Technologie lithique expérimentale, Séquence de réduction,

« Queues de poisson », Amérique du Sud, Equateur

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La República del Ecuador jugó un rol preponderante en la historia de las investigaciones

relacionadas con las ocupaciones más antiguas de las Américas. En efecto, a mediados de la década

de 1950s, el geólogo norteamericano A. A. Graffham fue llevado por el Dr. Kaplan - residente en Quito

- al sitio El Inga, en las inmediaciones del cerro Ilaló, Valle de los Chillos, provincia de Pichincha. Allí,

en 1947 se habían encontrado artefactos de obsidiana y unos pocos restos de fauna extinguida. En la

superficie del sitio, Graffham recolectó materiales líticos acanalados que, cuando regresó a los Estados

Unidos de Norteamérica - debido a su afición a la arqueología - le parecieron interesantes mostrar a

Robert Bell - University of Oklahoma. El arqueólogo norteamericano rápidamente reconoció la

importancia de los hallazgos, los dio a conocer (Bell 1960) y organizó una campaña de exploración en

el sitio. En las excavaciones posteriores exhumaron una cantidad significativa de artefactos

Paleoindios, especialmente puntas “colas de pescado” que recordaban a las encontradas dos décadas

atrás por en las cuevas de Fell y Pali Aike (Bell 1960, 1965, Mayer-Oakes 1963, 1966, Mayer-Oakes y

Bell 1960a y b). Vestigios similares también fueron recolectados en otros lugares del valle del Ilaló

(Bonifaz 1978, 1979, Mayer-Oakes 1982, 1986a, 1992).

Formando parte de un proyecto a largo plazo dirigido a profundizar diversos aspectos

tecnológicos Paleoindios, durante casi tres décadas el que suscribe estuvo estudiando conjuntos

arqueológicos exhumados en sitios de Norte y Sud América. De esta manera, se analizaron artefactos

líticos de cazadores-recolectores finipleistocénicos que habitaron desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

Localizado en la parte media de ambos hemisferios, la República del Ecuador fue uno de los lugares

geográficos que puede considerarse como parte de la entrada de la “ruta Andina” en la diáspora

colonizadora de Sud América. En consecuencia, esta región es crucial para comprender el proceso del

poblamiento del hemisferio sur del Nuevo Mundo.

Las investigaciones arqueológicas relacionadas con las ocupaciones humanas más antiguas

en las Américas tuvieron extraordinarios progresos en aspectos fácticos, métodos y teorías. Entre los

cambios acaecidos en las últimas tres décadas, los estudios referentes a los artefactos de piedra

tuvieron notables avances teóricos y metodológicos. En consecuencia, desde una perspectiva

comparativa y experimental, uno de los tópicos desarrollados por el autor es investigar diversas

secuencias de reducción Paleoindias. Desde este punto de vista, se estudiaron variados conjuntos

líticos de Norte, Centro y Sud América (Nami 1993/1994, 1997, 1999, 2001a y b, 2010a, Nami et al.

1996, Nami y Stanford 2007).

Enmarcado en esta temática, como resultado del estudio de estadios tempranos e intermedios

bifaciales de manufactura, productos terminados y descartados de puntas de proyectil Paleo

sudamericanas del Valle del Ilaló, este artículo brinda observaciones tecnológicas detalladas realizadas

sobre artefactos recolectados en El Inga y otros sitios Paleoindios localizados en Ecuador.

Consideraciones arqueológicas

Se examinaron especimenes de las colecciones de Emilio Bonifaz y Robert Bell conservados

en el Museo del Banco Central - Quito, Ecuador. El primero recolectó los artefactos en varios sitios del

valle de Ilaló (Bonifaz 1978, 1979); mientras que los materiales de la colección Bell fueron exhumados

en sus excavaciones efectuadas en 1960-1961 en El Inga (Mayer-Oakes y Bell 1960ª y b, Mayer-Oakes

1963, Bell 1965). Adicionalmente se estudiaron objetos del mismo lugar depositados en National

Museum of Natural History - Smithsonian Institution, Wa. D.C., y del sitio Tolonta en el Department of

Anthropology - Texas Tech University, Lubbock; en este último, el material procede de los trabajos de

campo de William Mayer-Oakes. En consecuencia, la muestra (n = 84) se originó en los sitios El Inga,

San José, San Cayetano y Tolonta. Estas colecciones están entre las más importantes para conocer

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en detalle diversos tópicos tecnológicos relacionados con las secuencias de reducción Paleo-

sudamericanas y, particularmente de las puntas Fell. En efecto, el registro de estadios tempranos,

intermedios y tardíos de manufactura es importantísimo, pues permite conocer la cadena operativa de

los productos terminados Paleoindios del Ilaló.

En relación a su cronología, en El Inga, lamentablemente, no fue posible datar con precisión

dichos hallazgos, pues las fechas radiocarbónicas obtenidas sobre materia orgánica de sedimento

proporcionaron resultados que oscilan entre los ~7-9 kya. La más antigua proveniente del nivel de -50-

55 cm de profundidad, es de 9030 ± 144 años AP (Mayer-Oakes 1986b). Sin embargo, en El Tingo -

una localidad ubicada a 12 km de El Inga - se efectuó una datación AMS con similar material procedente

de un nivel estratigráfico y profundidad parecidos. Interesantemente, la fecha obtenida fue 10550 ± 55

años AP (CURL-5504), confirmando que los niveles estratigráficos que contienen a las puntas Paleo-

sudamericanas en la región del Ilaló corresponden a finales del Pleistoceno (Nami 2002). De este modo,

esta datación se inserta perfectamente dentro del rango fechados radiocarbónicos obtenidas en

numerosos sitios que proporcionaron puntas pisciformes (Nami 2007, Politis et al. 2008).

Los vestigios del Ilaló fueron sujetos a numerosos análisis líticos (Bell 1965, Mayer-Oakes

1966, 1982, 1984, 1986a). Una de las pesquisas más importantes de los materiales de El Inga

comparados con otros de la región se encuentra las publicaciones de W. Mayer-Oakes (1986a y b). Allí

concluye que en El Inga estaban presentes tres tipos de puntas distintos a saber: “El Inga”, “colas de

pescado” o “Cueva Fell”/Fell´s cave y Ayampitín lanceolada/Ayampitín lanceolate. Es significativo

apuntar que a cada uno, a su vez le asignó varios “subtipos” definidos por variaciones morfológicas

(Mayer-Oakes 1986b). En las colecciones observadas en su mayor parte había claros restos de las dos

primeras, en consecuencia en esta investigación se tuvieron en cuenta a ambos, aunque se enfocó

principalmente en los especimenes pisciformes.

Analisis y observaciones

Consideraciones generales

En los materiales se registraron distintos ejemplares asignables a las puntas Fell y El Inga.

Aquí es significativo señalar que excepto ambas, las restantes tienen una notoria diferencia técnica y

morfológica. Para este trabajo se estudiaron solamente aquellos con información relacionada con los

objetivos de esta investigación y morfológicamente no presentaron dudas para asignarlos a la cadena

operativa bajo estudio. En otras palabras, cuando los especímenes eran muy amorfos o estaban

extremadamente fracturados no fueron examinados. De esta manera, la muestra analizada

corresponde a estadios tempranos y preformas (n = 38) que encajan en la secuencia de reducción de

las puntas Fell y El Inga, cuyo número alcanzó a los 46 ejemplares. Se consideraron atributos

cualitativos útiles en este análisis tecnológico y para discutir las etapas y técnicas de manufactura,

reactivación y descarte.

Excepto la pieza representada en la figura 16a, que se realizó en sílex de alta calidad, la

totalidad de los ejemplares analizados se confeccionaron obsidiana transparente de tonalidades

marrones y negras, negro opaco y atigrada marrón y negro. La traslúcida gris ahumada fue la más

utilizada. Los afloramientos de esta roca en la cordillera ecuatoriana fueron ubicados y detalladamente

identificados (Bigazzi et al. 1992, Asaro et al. 1994) y muchas de los vidrios volcánicos utilizados como

materia prima en el valle del Ilaló proceden tanto de fuentes primarias (v. gr. Mullimica y Quiscatola)

como secundarias cercanas a los sitios El Inga y San José (Salazar 1980, Mayer-Oakes 1989). Debido

a su fragilidad y fractura, es la más fácil para trabajar y puede ser clasificada con un 0.5-1 en la escala

de Callahan, según la facilidad de trabajo de materias primas (Callahan 1979).

Durante mucho tiempo, las inferencias sobre la fabricación de las puntas “cola de pescado”

se basaron en la observación de los productos terminados. Justamente, se sabía que algunas fueron

confeccionadas con las etapas previas de talla bifacial, como así también partiendo desde lascas

delgadas, tal como fue verificado en muchos ejemplares que muestran remanentes de la lasca utilizada

como forma-base, matriz o pieza-soporte (Bird 1969, Bird y Cooke 1979). En ambos casos, los restos

de las etapas previas a la confección del producto final se visualizaban por debajo de los retoques por

presión aplicados tanto sobre los bifaces como las lascas delgadas. Sin embargo, no existían estudios

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para comprender y discutir las técnicas y etapas de manufactura empleadas en los especimenes

paleoindios sudamericanos. Consecuentemente, se efectuaron diversas investigaciones tendientes a

dilucidar aspectos relacionados con la secuencia de reducción de los cabezales1 pisciformes,

principalmente con conjuntos del cono sur (Nami 1997, 2001a, 2003, 2010a y b).

Los instrumentos de piedra tallados bifacialmente, tales como las puntas de proyectil,

cuchillos y otros utensilios pueden confeccionarse siguiendo distintas cadenas de manufactura. En

general esta variación está en relación con el tamaño de los productos finales. Por ejemplo, una punta

de proyectil de pequeñas dimensiones puede ser fabricada desde una forma-base cuyo tamaño no es

mucho más grande que el producto final. Sin embargo, cuando los instrumentos son de dimensiones

mayores, debido a la búsqueda de secciones biconvexas parejas y uniformes es necesario pasar por

etapas previas de adelgazamiento bifacial antes de su terminación.

Las cuestiones tecnológicas bajo consideración fueron descriptas e interpretadas

considerando la información básica proporcionada por la tecnología lítica experimental, utilizándose

modelos derivados de la experimentación segmentados en estadios o etapas de manufactura. De este

modo, con propósitos heurísticos se los dividió en cuatro y seis estadios de acuerdo a que carezcan o

posean adelgazamiento bifacial (Nami 1988, 1997, 2003, 2008, 2010a et b). Vale decir que el modelo con

adelgazamiento bifacial (CAB) fue dividido en las siguientes etapas: 1- obtención de la forma-base;

2- formatización inicial; respectivamente 3 y 4- adelgazamientos primario y secundario; 5 y 6-

regularización inicial y final. En el modelo sin adelgazamiento bifacial (SAB) que tiene cuatro etapas -

de 1 a 4, se eliminaron las correspondientes al adelgazamiento. Además, en el análisis de bifaces se

tuvieron en cuenta la naturaleza de los negativos de lascado para sugerir técnicas de talla, la secuencia

de remoción de lascas, la forma de la arista del bisel, la relación ancho/espesor, el promedio de la suma

de los ángulos de bisel tomados con tres o cuatro mediciones según las condiciones y tamaño del

biface y las causas de abandono, tal como fue definido en trabajos previos (Callahan 1979, 2010).

Conforme a los modelos mencionados para investigar cadenas de manufactura, en la

colección examinada hay piezas que representan toda la secuencia de reducción bifacial con estadios

2 al 4, estadios avanzados - 5 en la CAB y 3 en la SAB – que, dado a que se comienza a esbozar el

producto final, ya son preformas iniciales de puntas Fell o El Inga. Los productos terminados son

relativamente abundantes y fueron descartados por distintas causas. Los detalles de cada pieza

asignable a etapas tempranas e intermedias de manufactura se describen en la Tabla 1 y las figuras 1

a 10, mientras que los productos terminados se exhiben en las figuras 16 a 26. Las observaciones

efectuadas se detallan en las siguientes secciones.

En los estadios tempranos e intermedios bifaciales de manufactura.

Cuando están visibles, excepto un posible nódulo tabular - pieza 1978 1904, las formas-bases

utilizadas para efectuar el desbaste bifacial fueron lascas (Tabla 1). En este punto es importante

mencionar que, desde una perspectiva actualística y experimental, hace varios años se concluyó que

las causas de abandono o rechazo de un artefacto bifacial en proceso de reducción eran muy variadas

(Callahan 1979). Estas fueron preocupación desde fines del siglo XIX, pues se trataba de determinar si

algunos bifaces encontrados sitios arqueológicos podían ser etapas intermedias de manufactura de

implementos, tales como las puntas de proyectil o cuchillos. Posteriormente, las investigaciones

experimentales permitieron establecer que los accidentes acaecidos en la manufactura de estos

artefactos pueden ser: diferentes clases de fracturas – perversa (sensu Crabtree 1972), tranversal,

longitudinal, diagonal, entre otras; bordes excesivamente gruesos; charnelas - incluye a las hinge y step

fractures; lascas sobrepasadas u overshot y defectos de materias primas - fisuras, alvéolos,

concreciones, cambios de textura (Callahan 1979, Nami 1983, 1988). En general, los bifaces con estos

problemas se los encuentra en los sitios cantera-taller o cercanos a las canteras. En este sentido, la

totalidad de los del Valle del Ilaló analizados mostraron que durante su reducción fueron abandonados

por distintos tipos de fracturas (Tabla 1, Fig. 1 a 8); sólo una pieza (1971-17-31) pudo ser rechazada -

entre otros errores de producción - por defectos de materia prima, vale decir, fisuras. A pesar de la

1 Desde hace varios años, este autor ha estado utilizando el término “cabezal” para referirse en forma genérica a utensilios

enmangados o enastilados (Nami 1989/1990). A menudo se lo emplea cuando no hay certeza sobre su funcionalidad primaria.

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facilidad para trabajar a la obsidiana, debido a su fragilidad, es la que presenta mayor riesgo durante la

talla, sobre todo por las roturas. Esto coincide con que mayormente las causas de abandono de los

bifaces encontrados tengan quebraduras y no otros defectos, como charnelas o bordes excesivamente

gruesos. Estos últimos, observables en otras rocas, tales como el sílex, basaltos o cuarcitas. De hecho,

estas fallas de producción en la obsidiana son fácilmente superables mientras que se hace más difícil

en materiales de mayor resistencia a la fractura.

Algunos de los examinados son morfológicamente coincidentes con los que podrían asignarse

a las primeras etapas de la fabricación de piezas Paleoindias, especialmente “cola de pescado”. Tanto

sus dimensiones como su morfología encajan con la de los productos terminados. Además, se parecen

a las muestras experimentales realizadas durante la reproducción de este tipo de pieza. Tal como se

ilustra en las figuras 1 a 7, los especimenes 1977-283-9.22, 1978-3114, 1978-1375, 1974-231 7.80,

1978-506, 1978-538, 1971-84 7.29 constituyen excelentes ejemplos de estadios tempranos de puntas

Fell. En otras ocasiones, parecen serlo de piezas más anchas y otra forma, tales como las atribuidas a

El Inga (Fig. 9). Aunque presentes en algunos ejemplares - v. gr. 1978-1505, 1974-2317.80, 1978-3114

- los bifaces en etapas avanzadas y las preformas no muestran plataformas prolija y uniformemente

preparadas por abrasión (Fig. 13a). Parecería que esta práctica se efectuaba por alguna clase de

restregado poco cuidadoso con algún elemento de manera perpendicular al borde, lo cual producía

micro-astilladuras en los mismos (Fig. 13b), constituyendo una de las variedades de preparación para

desbastar bifaces (Callahan 1979). Asimismo, algunas muestran plataformas preparadas sin esmero

con un ángulo ~55-70° por micro-retoques o, algo semejante al shearing hecho con el borde del

retocador o de una manera parecida con la piedra para abradir por buffering. En este aspecto es

significativo apuntar no es tan cuidadosa como en otras técnicas paleoindias, por ejemplo, la observada

en Folsom (Frison y Bradley 1980, Nami 1999).

En relación a los negativos de lascados y las probables variedades técnicas e implementos

de talla utilizados, se puede sugerir que en el estadio 2 se utilizó percusión directa aplicada con poca

concentración y esmero utilizando probablemente un percutor blando o semi-blando de piedra (v. gr.

1978-1904, Fig. 1a), mientras que a juzgar por lo plano de los negativos de lascados, a partir del estadio

3 el empleo de percutores blandos es evidente (v. gr. 1979-609, Fig. 1b). Ya en el estadio 4, se visualiza

que la percusión se aplicaba con mayor cuidado y control, especialmente en el sostén de la pieza y la

búsqueda de la obtención de lascas de adelgazamiento propiamente dichas (Fig. 1c-3, 4c-d-7).

Actualísticamente, se advirtió que los percutores blandos de piedra, asta y hueso son muy convenientes

para la reducción bifacial de obsidiana. En algunos casos los de piedra blanda son más apropiados que

los de asta o hueso (Callahan com. pers. 2003, Nami 2004/2005) aunque, con los de asta se obtienen

resultados excelentes (Callahan 1979, Nami 1983, 2010b). Algunos bifaces muy probablemente fueron

desbastados con percutor de tejido óseo - hueso o asta - o madera, que dejaron negativos de lascados

planos y profundos - v. gr. piezas de Tolonta (Fig. 4c-d). La mayoría fueron desbastados lateralmente,

mientras que unos pocos exhiben adelgazamiento desde los extremos, constituyendo en algunos casos

“bifaces acanalados” - v. gr. 1978-3088, ED1/4 (Fig. 8b-c). En otros, como se observa en las figuras 5

y 6 muestran lascados grandes y profundos o de “borde a borde”, lo cual es una estrategia que lo

adelgaza en forma rápida. Este tipo de extracciones requieren de una variante distinta de percusión a

la utilizada en la talla del resto de los bifaces analizados (Nami 2010b).

En las preformas

En esta pesquisa, se considera preforma cuando se comienza a delinear el producto final,

tanto por percusión como presión. En el caso de que este groseramente delineado es preforma primaria

y cuando esta esbozado más prolijamente preforma secundaria - esta clasificación varía de acuerdo a

la casuística. Un ejemplar casi entero obtenido ensamblando dos fragmentos bifaciales del sitio Tolonta

produjo una preforma inicial de punta Fell. Este espécimen, probablemente se fracturó por un end shock

acaecido al efectuarse la remoción del acanalado, cuya técnica de aplicación de la fuerza fue dada

sobre una plataforma biselada de 75°. La pieza, presenta negativos de lascado bastante irregulares

efectuados por percusión sobre plataformas abradidas y solamente parecería que la presión fue

empleada para regularizar el frente de extracción de la acanaladura (Fig. 10). Los objetos 3366 (1978),

3616 (1978) y 3674 (1678) de la colección Bonifaz, corresponden a preformas acanaladas, muy

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posiblemente de puntas pisciformes. En otras ocasiones, hay bifaces en estadios avanzados que ya

esbozan la forma del producto final (Fig. 5-7), mientras que los ilustrados en la figura 9 podrían ser

puntas El Inga sin terminar fracturadas durante su reducción. Estos ejemplares muestran que la técnica

de percusión era empleada hasta el delineamiento del objeto terminado. En ambos, su confección fue

interrumpida por fracturas y defectos de materia prima, probablemente por las fisuras en la obsidiana

bandeada usada (Fig. 9b).

Las preformas secundarias se observan en los fragmentos proximales rotos durante el

acanalado (Fig. 11a, c-12) el que, para su ejecución se efectuó con dos variaciones de preparación de

plataformas: por biselado del borde (Fig. 14c-d y 2) por aislamiento de un mamelón en el borde biselado

(Fig. 14a-b, 15). Además, parecería que - en algunas ocasiones - para el primer acanalado no era tan

cuidadosamente hecha como cuando se ponía en práctica el segundo. Asimismo, esta variante de

tratamiento de las bases de los pedúnculos no fue la única. De hecho, algunas piezas, luego de ser

acanaladas en una cara, eran retocadas por presión y reducidas con retoques profundos en el reverso.

También algunas bases eran finalizadas con retoques cortos por presión. Las preparaciones de las

plataformas para la acanaladura en el Ilaló son muy semejantes a las registradas en otros lugares de

Sudamérica (Nami 1997, 2001b, 2003).

Las preformas fracturadas sugieren que algunos productos finales eran más grandes que las

puntas generalmente encontradas en el registro arqueológico, muchas de las cuales fueron

descartadas luego de cumplir con su “vida útil”. Este hecho es coincidente con las observaciones de

las piezas ilustradas en la figura 10 y la proyección de los bordes de las puntas ilustradas en las figuras

16b y 17b.

En los productos terminados

Los ejemplares enteros o fracturados con poca o ninguna reactivación muestran que a

menudo fueron acabados por retoques paralelos cortos de regularidad variada obtenidos por presión

aunque, también los hay profundos (Fig. 16a, 17b-c). El ejemplar 1978-1361, exhibido en la figura 21

es un limbo que fue tallado casi enteramente por percusión y la presión fue sólo aplicada muy

escasamente. Los pedúnculos frecuentemente tienen una regularización cuidadosa (Fig. 19c, 22-23).

En general, las puntas pisciformes sin reactivar presentan variación en el tamaño con rangos que van

desde verdaderas miniaturas de ~1.5-2 cm hasta piezas excepcionales de ≥ 12-13 cm de largo (Nami

2010b, 2011). Particularmente, se estima que el largor máximo de los productos terminados en las

colecciones analizadas alcanza los ~6-9 cm (Fig. 16). No obstante, la mayoría de las piezas

ecuatorianas examinadas fueron descartadas debido al uso y por ello son de pequeños tamaños. En

efecto, a simple vista se ven las fracturas y modificaciones del limbo resultado de las reactivaciones.

La mayoría fueron descartadas por ser excesivas y, en consecuencia, se torna muy difícil conocer el

tamaño real y la forma del producto terminado. Sin embargo, un espécimen entero (Fig. 16a) expuesto

en el Museo del Banco Central, esta confeccionado en sílex2 y mide 90 x 39 x 6 mm de largo, ancho y

espesor respectivamente. Tanto su tamaño y forma es coincidente con muchas puntas de proyectil Fell

de otras regiones sudamericanas (Nami 2010b, 2014). A pesar de las fracturas y las reactivaciones, es

posible conjeturar el tamaño original de algunas piezas (v. gr. 1976-40, Fig. 16b y 17). En efecto,

considerando la proyección de los bordes de algunos cabezales fracturados aproximadamente en la

porción media del limbo y, puesto que no fue reactivado debido al lugar de la rotura, es probable que

la longitud de las mismas oscile entre ~6-8 cm de largo. Una pieza clasificada como “biface knife” por

Bell (1965, Fig. 18a) corresponde a una miniatura confeccionada sobre una lasca de adelgazamiento

bifacial extremadamente delgada, a la cual se destacó el pedúnculo y se le dio la forma final por micro-

retoques marginales de ~1 mm de ancho y profundidad (Fig. 18). Dentro del amplio espectro funcional

que pudieron haber tenido los cabezales líticos pisciformes, esta clase de miniaturas confeccionadas

sobre lascas extremadamente delgadas y de manera muy rústica, pudieron haber sido empleadas en

juguetes para niños tal como fue sugerido anteriormente (Politis 1998, Nami 2007).

2 Otra pieza pisciforme confeccionada con una roca similar fue exhumada en El Inga (Bell 1965), la cual no se encontraba en

la colección examinada para este estudio.

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Las puntas Fell de las colecciones ecuatorianas analizadas invariablemente no son artefactos

“colas de pescado”. Esto se debe a que las bases o bordes de sus pedúnculos, no siempre son

cóncavos ni tampoco tienen la expansión basal. De hecho, hay variaciones en la morfología del

pedúnculo, pues junto con las “clásicas” muchas presentan bordes o bases rectas (v. gr. Pieza 1978-

1524, Fig. 19c) como así también otras variantes en los limbos y hombros. En este último caso, hay

ejemplares de bordes cóncavos y rectos levemente divergentes (Fig. 19b, Bell 1965, Nami 2014).

Productos terminados que podrían ser variantes de puntas Fell de pedúnculos divergentes - a veces

reactivadas - son algunas de las atribuidas a variedades de “lanceolada” (Fig. 20d, Mayer-Oakes 1986a)

y/o “El Inga de pedúnculo ancho” por Mayer-Oakes (1986b). Esta última fue previamente identificadas

por Bell (1965 Fig. 13), quien observó que “es de tamaño grande, muestra pulimento en la base y puede

ser simplemente una variedad grande del tipo Cola de Pez de la Cueva de Fell” (Bell 1965). De acuerdo

a los recientes hallazgos sudamericanos (Nami 2011, 2014), el que suscribe está de acuerdo con esta

observación, pues en los conjuntos con cabezales líticos pisciformes se encuentran formas similares a

las atribuidas a las del valle del Ilaló (Nami 2007, 2014). Desde el punto de vista de la manufactura se

observa que poseen el mismo estilo (sensu Nami 1998) que el de las piezas pisciformes, vale decir

fueron regularizadas mediante retoques cortos por presión sobre una forma-base secundaria3

desbastada bifacialmente (ver parte experimental y Fig. 29).

Tal como es de esperar, la morfología original del cabezal varía mucho debido a las

reactivaciones y que en la mayoría de las piezas encontradas de la región muestran distintos grados.

El que suscribe considera que un espécimen está reactivado cuando es visible que la forma del limbo

y su simetría fueron modificadas con posterioridad a la regularización final. Este hecho se puede

diagnosticar por la superposición de diferentes formas de retoques, especialmente en el lugar adonde

fue reactivada. Generalmente, se traslapan retoques irregulares diferentes al retoque original de la

pieza o, cuando no siguen el patrón propio que regularizó al producto terminado; los bordes están muy

redondeados o no tienen suficiente masa en el limbo. Consecuentemente, teniendo en cuenta el grado

de relación de limbo/masa de materia prima existente para seguir con la reactivación, aquí se la

cataloga como baja (Fig. 20e), media (1974-193, Fig. 24e) y alta (v. gr. 1978-3093, 1974-196,

Fig. 24g-h). A veces, este reconocimiento es extremadamente difícil de realizar y, por esa razón su

diagnosis debe efectuarse con cautela. Por ejemplo, las piezas pisciformes de tamaños relativamente

pequeños como las exhumadas en Cueva del Medio (Nami 2014), Cueva Fell (Bird 1969), Arroyo

Cacique (Nami y Castro 2010), entre otras, podría representar parte de la variabilidad dimensional entre

esas puntas y no de las reactivaciones (Politis 1991, Suárez 2003).

La notable diferencia entre la prolijidad de los retoques de los pedúnculos con la de los limbos

reactivados, permite sugerir que esta actividad se efectuaba cuando los cabezales todavía se

encontraban enastilados o enmangados. Este fenómeno no sería extraño, pues más allá de las

cronologías y la complejidad de los sistemas socio-culturales, cuando se utilizan instrumentos

enmangados -cuchillos, proyectiles, raspadores, entre otros- en general el reavivado del filo se efectúa

estando la pieza en su lugar sufriendo notables modificaciones en su forma a través de la “historia de

vida”.

Estos hechos hacen verdaderamente difícil conocer las dimensiones y formas reales del

producto final sin usar. No obstante, teniendo en cuenta a aquellos artefactos fracturados

aproximadamente en la parte media del limbo (v. gr. 1976-40, Fig. 16b), probablemente un tamaño

usualmente utilizado pudo haber sido comparable a las de las puntas más grandes encontradas en la

cueva Fell, La Crucecita, Cerro el Sombrero y distintos sitios de Uruguay (Schobinger 1971, Nami

2010b, 2014, Fig. 19-20). En el caso de El Inga, este fenómeno lo sugiere que las mencionadas puntas

fracturadas sin reactivar muestran retoques por presión que regularizan al producto terminado sobre

un una preforma bifacial que no posee signos de reactivación previa a la fractura (v. gr. piezas ED1/8,

ED3/10, Fig. 23). Esta condición es diferente a la de aquellas que fueron excesivamente reactivadas

(v. gr. 24a-b, g-h). En ellas se puede observar un retoque no muy regular aplicado por presión y también

3 Cuando en el conjunto instrumental existen más de una clase de producto terminado bifacial que poseen estadios tempranos

de reducción bifacial, se acuñó el concepto de forma-base secundaria para aquel biface a partir del cual se puede terminar en

cualquiera de las variantes existentes en los productos finales (Nami 1983, 1986, 1988).

187

por las irregularidades en los limbos. No obstante, es significativo recordar que en las piezas

pisciformes hay una gran variabilidad dimensional y que no es solamente el fruto de las reactivaciones.

Tal como fue apuntado tempranamente por Bell (1960, 1965, Mayer-Oakes 1963, Bird 1969),

los cabezales pisciformes del Valle del Ilaló muestran una extraordinaria semejanza con otros

ejemplares de Sudamérica. A pesar del rechazo de Borrero (1983) a esta acertada comparación

afirmando que había diferencias, la observación mencionada se encuentra plenamente refrendada por

los numerosos hallazgos acaecidos a lo largo de Centro y Sudamérica (Nami 2010b, 2014). Entre ellas

con el espécimen de obsidiana marrón encontrado en Collipilli, provincia del Neuquén, Argentina (Nami

1992). La similitud no solo se debe a la materia prima, sino debido a la morfología del pedúnculo, a las

acanaladuras y a los cuidadosos retoques por presión que finalizaron el especimen. También a la

abrasión uniforme que fue aplicada sobre los bordes del pedúnculo. Son notables además, el parecido

de las acanaladuras con la de varios ejemplares del Cono Sur, particularmente en algunas de la

provincia de Buenos Aires y la República del Uruguay (Nami 2014).

Los cabezales reactivados también muestran semejanzas morfológicas. En efecto, en

muchos la convexidad de los bordes se mantiene, tal como sucede en las piezas 179-236, 1974-197

(Fig. 24a-b), las cuales son extremadamente parecidas a otras exhumadas en Centro y Sudamérica

(Bird y Cooke 1979, Nami 2007). Más allá de las singularidades técnicas, en general las fracturas y

forma de los pedúnculos ecuatorianos son muy similares a la de sus semejantes de otros lugares del

continente; específicamente, el lugar dónde se produce. De hecho, muchas ocurren en la intersección

del limbo/pedúnculo; asimismo la existencia de fracturas en “golpe de buril” a lo largo de los bordes del

limbo y del pedúnculo. Esta clase de roturas están presentes en ejemplares de Buenos Aires y Uruguay

(Nami y Castro 2010, Nami 2014) y fueron observadas en puntas de proyectil de morfología variada y

resulta de la colisión cuando se usa sobre un blanco (Witthoft 1968, Newcomer 1980). Probablemente

sean la consecuencia de la acción de fuerzas compresivas (Cotterel y Kamminga 1992) - de un modo

similar a la talla bipolar - en la cual, durante el impacto el intermediario actúe de forma parecida a la del

“yunque”.

La localización de las fracturas de los pedúnculos (Fig. 25-26) como así también la abrasión

de los bordes pueden considerarse como pistas para discutir la manera que estos cabezales eran

enmangados. En efecto, como se apuntó, a menudo se realizaron en la unión limbo/pedúnculo, lo cual

es coincidente con que la abrasión de sus bordes ocupa casi todo el largo. Según observaciones

personales de flechas e intermediarios de propulsores en colecciones arqueológicas, etnográficas y

experimentales, una de las localizaciones más frecuentes de las fracturas sucede adónde se junta el

limbo con el pedúnculo. Precisamente ese es el lugar hasta dónde es colocado en el astil, insertando

el cabezal y posteriormente atado con tientos, tendones o algún material similar. Por ejemplo, durante

el estudio de puntas de flechas etnográficas Selknam de Tierra del Fuego conservadas en el Museo

Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires, se observó que alguna estaba fracturada en la juntura

del limbo/pedúnculo, dónde terminaba la atadura del tendón (obs. pers. 1982). En el Department of

Anthropology - Smithsonian Institution, Wa. D.C. se conservan reproducciones de puntas Cody

enastiladas y luego utilizadas. Como resultado de su uso y consecuencia del impacto, varias se

quebraron en la intersección limbo/pedúnculo, justamente en el área dónde finalizaba la atadura (obs.

pers. 1995).

En síntesis, más allá de la variación morfológica y arma en las que se emplean las puntas de

proyectil, las observaciones actuales permiten sugerir que una de las fracturas más comunes acaecidas

durante el impacto son las localizadas en la terminación de la atadura que las sujeta. En el caso

particular reportado aquí, precisamente es el lugar en el cual se haya colocado el pedúnculo en el astil

o intermediario y, posteriormente asegurado con resina y atado con tendones o algún elemento

parecido. En este sentido, investigaciones efectuadas con microscopios permitieron observar que

algunas puntas Fell del Cono Sur mostraban en el pedúnculo y su empalme con el limbo, pulimentos

similares a los del cuero como así también restos de sustancias adheridas, posiblemente de las resinas

empleadas en el enmangado (Nami y Castro 2012).

188

Observaciones experimentales

Con el objeto de indagar en aspectos técnicos sobre la secuencia de reducción no manifiestos

en el registro arqueológico, se efectuaron una serie de experimentos reproduciendo a las piezas

pisciformes y, para este caso, se confeccionaron ejemplares de puntas El Inga. Los estudios

replicativos están en continuo progreso razón por la cual, es significativo destacar que las

observaciones proporcionadas no agotan hipótesis técnicas discutidas aquí (Nami 1997, 2003, 2008,

2010b).

Se empleó una amplia gama de rocas utilizadas por los Paleoindios. Particularmente para

reproducir a los especimenes ecuatorianos se utilizaron diversos vidrios de origen natural y hechos por

el hombre; ambos son semejantes en sus cualidades de talla (Bordes 1947, Crabtree 1967, Callahan

1979). El origen y procedencia de cada una de ellas es variado y en el caso de las mostradas en esta

publicación se indica en las ilustraciones.

Particularmente para los vidrios, los implementos de talla consistieron en percutores semi-

blandos y blandos de piedra; asimismo, blandos de madera y astas de ciervo para la percusión. Se

utilizaron retocadores de asta y cobre4; en este último caso, el llamado Ishi stick fue ampliamente

empleado. Varias piedras de grano grueso se usaron para efectuar abrasión.

Las técnicas, básicamente fueron presión y percusión directa, aplicándolas conforme a los

objetivos propuestos. La primera varió desde la simple ejecución con mano libre hasta numerosas de

sus modalidades con la mano sostenida o apoyada en el muslo del mismo lado. Además se usó percusión

directa sobre yunque, colocando al objeto trabajado arriba de una superficie que, en este caso fue el

muslo; variante utilizada cuando se extrajeron lascas de núcleos o en los primeros pasos del

adelgazamiento bifacial, aunque ese hecho no excluyó su empleo en otras actividades. En efecto, las

grandes piezas habitualmente son apoyadas y sostenidas sobre la cara externa del muslo. En la

aplicación de esa fuerza, los núcleos fueron envueltos en cuero o materiales que permitieran proteger

la mano y el artefacto, situación que también se repitió cuando se recurrió a la percusión con la mano

sostenida, lo cual posibilitó controlar su sostén con la palma y los dedos. Esta protección se intensifica

con el uso de materias primas cortantes, especialmente la obsidiana o el vidrio industrial. La técnica de

presión fue la usada por la mayoría de los talladores contemporáneos e inspiradas en las empleadas por

los indígenas etno-históricos norteamericanos. En todos los casos, se sostuvo la pieza trabajada de la

misma manera y protegiendo la mano con un trozo de cuero. Sin embargo, varió el modo en que se aplicó

la fuerza con el implemento de talla. A veces se ejerció con la muñeca, y en otras se usó el antebrazo,

la cadera o las porciones internas de los muslos para aumentarla, específicamente cuando se empleó

el asta grande de ciervo y el Ishi stick. El empleo de cada variante técnica estuvo relacionada con

determinadas etapas de producción.

Los detalles vinculados con la tarea experimental, por ejemplo la documentación, secuencias

de remoción de lascas, posiciones de sostén, fueron dados en otros lugares (Nami 1997, 2003, 2010a

y b). De este modo, aquí solamente se reportan observaciones vinculadas con ciertos aspectos técnicos

de manufactura reproduciendo las piezas bajo consideración.

Las formas-bases fueron lascas, las que variaron desde aquellas delgadas cuyo espesor no

superaba al objeto final, las cuales son fácilmente extraíbles azarosamente de núcleos sin preparar o,

mejor aún, desde aquellos parcial - o totalmente preparados5; las lascas gruesas que excedían el

producto final en dos veces o más fueron adelgazadas mediante la talla bifacial. Justamente, de

acuerdo a lo apuntado en las secciones previas estas etapas estaban presentes en los sitios del Ilaló,

especialmente con los ejemplares de grandes dimensiones, pues partir de lascas delgadas se torna un

tanto riesgoso y complicado ya que se pueden fracturar, especialmente de obsidiana. El riesgo es

menor cuando se empieza desde piezas-soporte gruesas, ya que el desbaste bifacial permite obtener

secciones longitudinales y transversales simétricas parejas y uniformes con mayor rapidez y eficacia.

En general, durante la reducción bifacial, las lascas de adelgazamiento no sobrepasan en gran parte al

4 Se emplean algunos materiales actuales con propósitos de entrenamiento o cuando es irrelevante para los objetivos del

experimento. 5 En las colecciones examinadas hay instrumentos unifaciales confeccionados sobre lascas probablemente extraídas desde

núcleos preparados.

189

eje de simetría longitudinal del artefacto. No obstante, en algunas ocasiones se empleó la táctica de

extracción sobrepasada o de borde a borde, tal como se observó en algunos bifaces arqueológicos,

estrategia que reduce rápidamente el espesor del biface con unas pocas extracciones.

En los estadios avanzados de reducción bifacial y muchas veces utilizando percusión se

comienza a esbozar el producto terminado, razón por la cual es preforma inicial (Fig. 28d). Luego, en

las etapas finales, la regularización inicial fue efectuada con distintas variedades de presión en la

conformación del limbo, hombros y pedúnculo. Para ello, cuando hay talla bifacial por percusión, se

eliminan las irregularidades que quedaron especialmente en los bordes. En la presente pesquisa, dicha

tarea se realizó mayormente con el Ishi stick y un retocador de asta, los cuales permiten aplicar presión

con mayor potencia. Finalmente, los pasos para terminar el ejemplar - regularización final - se

efectuaron cuidadosamente con presión tanto con el Ishi stick y los retocadores sin enmangar por medio

de retoques cortos o más profundos de acuerdo a los requerimientos. Así se conformaron

minuciosamente las diferentes formas de los limbos, hombros y pedúnculos que se comenzaron a

bosquejar en el estadio anterior. Muchas veces, las bases fueron tratadas empleando presión por medio

de retoques largos o cortos. En otras ocasiones se efectuaron acanalados. Si bien, con esa meta en

experimentos previos se emplearon diferentes variantes de percusión indirecta y directa, aquí las

acanaladuras fueron obtenidas con la última. Para ello, siguiendo la manera observada en especimenes

arqueológicos tanto en el Ilaló como en otros lugares (Nami 2001b, 2003), se preparó una plataforma

en bisel asimétrico y se aisló un mamelón en donde fue dirigida fuerza para removerla. También se

empleó simplemente un bisel asimétrico, tal como este autor verificó en ejemplares de la región del Ilaló

e Isla Margarita - Venezuela. Para ello, se envolvió a la preforma y, sosteniéndola fuertemente con la

mano apoyada sobre el muslo se aplicó la percusión con el percutor de asta de 120 g. Por último, se

embotaron los bordes de los pedúnculos con las rocas abrasivas.

Los experimentos posibilitaron efectuar observaciones sobre diferentes aspectos de la

cadena operativa de las piezas examinadas. Especialmente relacionadas con la extrema variabilidad

morfológica de los estadios tempranos e intermedios de manufactura y las técnicas empleadas en su

reproducción (Nami 1997, 2003, 2008, 2010a y b). Las figuras 27 y 28 ilustran las secuencias de

reducción SAB y CAB de puntas Fell, como así también la idealización de las etapas de manufactura

y las variantes de productos terminados - Fell y El Inga, pasando por estadios comunes (Fig. 29-30).

En las puntas “colas de pescado” clásicas, se observó que las similitudes técnicas y

morfológicas de las piezas arqueológicas estudiadas son sorprendentes, situación refrendada por la

actividad experimental. Preliminarmente, se puede sostener que salvo en las materias primas y los

tamaños, no existen diferencias técnicas sobresalientes para reproducir a los ejemplares

sudamericanos. Actualísticamente, desde el punto de vista de la manufactura, no hay notables

desigualdades entre las puntas Fell ecuatorianas y las del resto de Sudamérica. No obstante, tanto por

las nuevas observaciones de los vestigios arqueológicos como los recientes experimentos están

permitiendo progresar y profundizar en el conocimiento de las variaciones morfológicas, dimensionales

y técnicas existentes entre ellas como así también en sus contextos (Nami 2010b). Desde el punto de

vista experimental este hecho permitió explorar otros aspectos. Así se observó que salvo en la forma

de los bordes y por ende del limbo, no hay disimilitudes técnicas significativas entre la terminación de

las puntas Fell de bordes con diferentes grados de convexidad o más rectos. En estos especimenes,

solamente varía su conformación final, que también en una gran parte es realizada con retoques cortos

o poco profundos por presión. Este hecho lleva a pensar que, pese a que desde el punto de vista

tipológico las pequeñas diferencias morfológicas en los limbos, hombros y pedúnculos pueden llegar a

ser sobredimensionada creando diferentes “tipos” o “subtipos”, son menores desde una perspectiva

tecnológica; especialmente en la manufactura y, particularmente en gran parte de la secuencia de

reducción. Por ejemplo, para hacer hombros rectos o redondeados, solamente unos pocos retoques

por presión logran la desigualdad, resultan de pequeñas variantes en su conformación realizada con la

misma técnica, posiciones de sostén y concentración. Una situación semejante ocurre con los

pedúnculos de bordes cóncavos, divergentes o rectos Consecuentemente, las desigualdades técnicas

para reproducirlos son minúsculas.

Aquí es útil recordar que en El Inga no solamente se exhumaron piezas Fell clásicas sino

también otras formas, entre ellas las denominadas El Inga (Mayer-Oakes 1986a, 1986b), la cual tenía

190

variaciones dimensionales y morfológicas que el investigador norteamericano denominó de pedúnculo

largo (angosto y redondeado) y ancho. En este último caso, a la luz de investigaciones experimentales,

algunas serían preformas y piezas rotas sin terminar de cabezales Fell o El Inga. Asimismo, variedades

de puntas Fell de pedúnculos convergentes con bases cóncavas, rectas o convexas. Tal como se

mencionó, en este caso, ya Bell (1965; Fig. 13) había sugerido que podrían ser simplemente variantes

de las puntas colas de pescado. A la luz de los experimentos efectuados reproduciendo cabezales Fell

sudamericanos (Nami 1997, 2003, 2008, 2010b), se puede afirmar que varios de los ejemplares

atribuidos a las variantes de las puntas El Inga ya sea: de pedúnculo ancho - El Inga broad stemmed

(Mayer-Oakes 1986a), lanceolada con hombros - shouldered lanceolate (Mayer-Oakes 1986b),

lanceolada acanalada - fluted lanceolate (Mayer-Oakes 1982, 1986b) y lanceolada rústica - crude

lanceolate (Mayer-Oakes 1986b) podrían ser diferentes clases de preformas de puntas Fell (Fig. 28d-

e; Nami 1997, 2003, 2010 a y b). En efecto, muchas muestran una gran rusticidad en la confección y

tienen fracturas ocurridas en las etapas finales, principalmente durante el acanalado. Inclusive en varias

es posible observar el mamelón que fue conformado para utilizarlo como plataforma de aplicación de

la fuerza (Mayer-Oakes 1986b). Asimismo, en ocasiones, desde una perspectiva tipológica se

diferenciaron tipos distintos con piezas reactivadas. Es el caso de las puntas El Inga lanceolada con

hombros (Mayer-Oakes 1986a), que en este último caso se podría tratar de las primeras, pero

reactivadas.

Consideraciones finales

Como resultado del análisis anterior se concluye que las piezas examinadas corresponden a

estadios tempranos de adelgazamiento bifacial, preformas acanaladas, puntas Fell o El Inga muy

reactivadas, fragmentadas que impiden su reactivación o continuar con la misma y pedúnculos

fragmentados en el límite con el limbo. Estas observaciones apoyan la idea que en los sitios de dónde

provienen - especialmente El Inga - los grupos de cazadores-recolectores Paleoindios realizaban tareas

de reparación de armamento, cambiando cabezales fracturados o muy reactivados por nuevos.

Justamente, en esos lugares era dónde se los confeccionaba. Asimismo, la actividad experimental

permitió entrenar la percepción para reconocer a las distintas etapas de producción de las piezas

consideradas y discutir algunos tópicos morfológicos vinculados con la asignación tipológica de los

ejemplares ecuatorianos.

Las investigaciones y análisis en curso sobre ejemplares similares, ampliarán, corregirán o

refutarán las observaciones presentadas en este artículo.

Agradecimientos

Deseo expresar un profundo agradecimiento a las siguientes personas e instituciones: M. Farías Glucy y A.

Lourdeau por haberme invitado a participar en este volumen, W. Mayer-Oakes (q.e.p.d.) por su amistad,

motivación, entusiasta apoyo y estímulo para que estudie las colecciones ecuatorianas; E. Salazar, por su

cordialidad y gran ayuda en Quito; M. de las M. Cuadrado por la lectura crítica del manuscrito; a las autoridades

del Museo del Banco Central de Quito por haberme facilitado el acceso a sus colecciones; CONICET-UBA,

Smithsonian Institution, por el patrocinio a mis investigaciones; Smithsonian Institution, Comisión Fulbright de

Argentina y Fundación Antorchas por haber financiado y posibilitado las investigaciones en Norteamérica.

191

Tabla 1 –

Atributos observados de los estadios tempranos e intermedios de manufactura de las piezas analizadas.

Abreviaturas y símbolos - A/E - Relación ancho/espesor; CA - Causa de abandono; Ch - Charnela; Cont. - Continua;

DFMP - Defecto de materia prima; FD - Fractura diagonal; FI - Fractura indiferenciada; FL - Fractura longitudinal;

FP - Fractura perversa; FT - Fractura transversal; Ind. - Indiferenciada/o; Irr. – Irregular; PA - Promedio angular;

SRL - Secuencia de remoción de lascas; x - No tomado porque no hay lugares adecuados o la preparación de la

plataforma no lo permitía; xx - Imposible efectuar la observación o el cálculo; * - No consignado.

Notas de la tabla –

1. Las medidas están dadas en mm; 2. Tallado casi unifacialmente; 3. Luego tallada; 4. Las piezas 3 y 4 se

ensambla en una preforma (Fig. 10).

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Tableau 1–

Attributs observés des stades initiaux et intermédiaires de fabrication des pièces analysées.

Abréviations et symboles - A/E - Relation largeur/épaisseur ; CA - Cause d’abandon ; Ch – Rebroussé ; Cont. –

Continue ; DFMP - Défaut de matière première – FD - Fracture diagonale ; FI - Fracture indifférenciée ; FL -

Fracture longitudinale ; FP - Fracture « perverse » ; FT - Fracture transversale ;

Ind. – Indifférencié/e ; Irr. – Irrégulier ; PA - Moyenne angulaire ; SRL - Séquence d’enlèvement des éclats ; x -

Non considéré parce qu’il n’y a pas d’endroits adéquats ou parce que la plateforme ne le permettait pas ; xx -

Impossible d’effectuer l’observation ou le calcul ; * - Non inventorié.

Notes du tableau –

1. Les mesures sont prises en mm ; 2. Taillé presque unifacialement ; 3. Taillé par la suite ; 4. Les pièces 3 et 4 se raccordent en une préforme (Fig. 10).

192

Figura 1 –

Etapas de manufactura: a) estadio 2, b) estadio 3, c) estadio 4.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 1 –

Etapes de fabrication : a) stade 2, b) stade 3, c) stade 4.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 2 –

Artefactos bifaciales en el estadio 3.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 2 –

Artefacts bifaciaux au stade 3

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

193

Figura 3 –

Bifaces adelgazados lateralmente en el estadio 4.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 3 –

Bifaces amincis latéralement au stade 4

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 4 –

Artefactos bifaciales en el estadio 4 debido a fracturas.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 4 –

Artefacts bifaciaux au stade 4 dû à des fractures

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

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Figura 5 –

Bifaces en el estadio 4 en los que se observas la obtención de lascados muy profundos de “borde a borde” Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 5 –

Bifaces au stade 4 sur lesquels on observe l’obtention de longs éclats de “bord à bord”

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 6 –

Bifaces en el estadio 4 adelgazados por lascados muy profundos de “borde a borde”.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 6 –

Bifaces au stade 4 amincis par des enlèvements de “bord à bord” Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

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Figura 7 –

Biface en estadio avanzado de reducción roto durante la manufactura por una fractura “perversa” (sensu

Crabtree 1972)

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 7 –

Biface à un stade avancé de réduction,

cassé pendant la fabrication par une fracture “perverse” (d’après Crabtree 1972)

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 8 –

Bifaces en el estadio 4 adelgazados desde sus extremos.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 8 –

Bifaces au stade 4 amincis depuis leurs extrémités”

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

196

Figura 9 –

Preforma inicial de punta El Inga.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 9 –

Préforme initiale de pointe El Inga”

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 10 –

Preforma fracturada y ensamblada procedente de Tolonta.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 10 –

Préforme fracturée et remontée provenant de Tolonta”

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

197

Figura 11 –

Fragmentos basales de preformas fracturadas posiblemente de puntas: a) Fell, b-c) El Inga.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 11 –

Fragments de bases de préformes cassées de possibles pointes : a- Fell, b et c – El Inga” Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 12 –

Pedúnculos fragmentados muy probablemente de preformas de puntas pisciformes en los que se observa la

preparación del mamelón para las acanaladuras Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 12 –

Pédoncules fragmentés de vraisemblables préformes de pointes pisciformes sur lesquelles on peut voir la

préparation du mamelon pour l’obtention des cannelures” Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

198

Figura 13 –

Fotografía de acercamiento mostrando la preparación de las plataformas observada en algunos de los artefactos

bifaciales analizados. a) por abrasión, b) en ángulo por restregado del filo.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 13 –

Macro photographie montrant la préparation des plateformes observées sur certains artefacts bifaciaux :

a) par abrasion, b) en angle, par frottement du fil.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 14 –

Preformas acanaladas procedentes de El Inga en las que se observa la preparación de las plataformas para el

acanalado: a-b. por aislamiento de un mamelón, c-d. en bisel.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 14 –

Préformes cannelées provenant de El Inga, sur lesquelles.on observe la préparation pour la cannelure :

a-b. par dégagement d’un mamelon, c-d. en biseau.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

199

Figura 15 –

Acercamiento fotográfico en las que se observa la manera de preparar las plataformas para el acanalado

aislando un mamelón.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 15 –

Macro photographie sur lesquelles on observe la préparation des plateformes pour l’obtention des cannelures en

dégageant un mamelon

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 16 –

Puntas de proyectil pisciformes.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 16 –

Pointes de projectile pisciformes

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

200

Figura 17 –

Ejemplares pisciformes. A, b - Comparación de una pieza del Lago Madden con otra procedente de El Inga

Colección Smithsonian Institution © H. Nami

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Figure 17 –

Exemplaires pisciformes :a, b – comparaison d’une pièce de Lago Madden avec une autre provenant de El Inga.

Collection Institut Smithsonien © Nami H.

Figura 18 –

Miniatura de punta pisciforme procedente de El Inga. Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 18 –

Pointe pisciforme de très petite taille provenant de El Inga. Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito

© Nami H.

Figura 19 –

Variantes de especimenes pisciformes - Obsérvese que a y c tienen poca y ninguna masa en el limbo que

permitan su reactivación. Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H. __________________________________________________________________________________________

Figure 19 –

Variante de spécimens pisciformes - On observe que a et c n’ont peu ou pas de masse, ce qui permet leur

raffûtage. Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

201

. Figura 20 –

Variantes de cabezales enteros y probablemente reactivados. a-c, e) El Inga, d) lanceolada. a-b) con escasa o

nula reactivación. Obsérvese la extracción sobrepada en b), c) posee una fractura en “golpe de buril”, d) Muestra

una posible fractura de impacto en el ápice, e) “El Inga de pedúnculo ancho” reavivada. Colección del Museo del

Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 20 –

Variantes de pointes entières et probablement réactivées.

a-c, e) El Inga, d) lancéolée. a-b) avec raffûtage faible ou nul.

Observer l’enlèvement outrepassé sur b), c) présente une fracture en “coup de burin”, d) montre une possible

fracture d’impact sur l’extrémité, e) “El Inga au pédoncule large” ravivée.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 21 –

Limbo de cabezal Fell con el pedúnculo fracturado.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 21 –

Pointe Fell au pédoncule fracturé.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

202

Figura 22 –

Piezas pisciformes fracturadas. a) Tolonta, b-c) El Inga.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 22 –

Pièces pisciformes fractuées : a) Tolonta, b-c) El Inga.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 23 –

Pieza Fell fracturas del sitio El Inga que no muestra evidencia de reactivación. a) ED1/8, b) ED3/10.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 23 –

Pièces Fell fracturées du site El Inga qui ne montrent pas de signes de raffûtage. a) ED1/8, b) ED3/10. Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

203

Figura 24 –

Puntas pisciformes mostrando fracturas y diferentes grados de reactivación.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 24 –

Pointes pisciformes montrant des fractures et différents stades de raffûage.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 25 –

Pedúnculos fracturados. a-h) de cabezales colas de pescado, i-j) de puntas El Inga.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 25 –

Pédoncules fracturés. a-h) de pointes queue de poisson, i-j) de pointes El Inga.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

204

Figura 26 –

Anverso y reverso de pedúnculos de cabezales colas de pescado.

Colección del Museo del Banco Central de Quito © Nami H.

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Figure 26 –

Avers et revers de pédoncules de pointes queue de poisson.

Collection du Musée de la Banque Centrale de Quito © Nami H.

Figura 27 –

Secuencia de reducción sin desbaste bifacial de una punta Fell confeccionada totalmente por presión a partir de

una lasca de obsidiana procedente de Mullimica. Los números indican los estadios.

© Dibujos Nami H.

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Figure 27 –

Séquence de réduction d’une pointe Fell confectionnée entièrement par pression à partir d’un éclat d’obsidienne

provenant de Mullimica. Les numéros indiquent les stades

© Dessins Nami H.

205

Figura 28 –

Etapas de manufactura de la secuencia de reducción con desbaste bifacial de una punta Fell clásica. Los

números indican los estadios.

a) 1. Lasca de obsidiana - Laguna del Maule, Chile, b) 2. Tallado con un percutor de piedra blanda - Obsidiana,

Glass Butte, E.E.U.U, c) 4. Adelgazado con percutor de asta - Glass Butte, E.E.U.U, d) 4 (con esbozo de forma

final). Tallado y acanalado con percutor de asta, e) 5. Preforma secundaria conformada por presión, f) Producto

terminado con la misma técnica ; d-f: vidrio industrial

© Dibujos a-b-c: Nami H., d-e-f: López C.

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Figure 28 –

Etapes de fabrication de la séquence de réduction avec façonnage bifacial d’une pointe Fell classique.

Les numéros indiquent les stades.

a) 1. Eclat d’obsidienne - Lagune du Maule, Chili, b) 2. Taillé avec un percuteur de pierre tendre -

Obsidienne, Glass Butte, E.E.U.U, c) 4. Aminci avec percuteur de bois animal - Glass Butte, E.E.U.U, d)

4 (avec esquisse de forme finale). Taillé et cannelé avec un percuteur en bois animal, e) 5. Préforme

secondaire configurée par pression, f) Produit fini avec la même technique ;

d-f: verre industriel

© Dessins a-b-c : Nami H., d-e-f : López C.

206

Figura 29 –

Diagrama esquemático que ilustra las dos secuencias de reducción experimentales de manufactura de puntas

Fell. Se observan las variantes que se pueden confeccionar a partir de estadios tempranos comunes

© Dibujos Nami H.

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Figure 29–

Diagramme schématique qui illustre les deux séquences de réduction expérimentales de fabrication de

pointes Fell. On observe les variantes qui peuvent être confectionnées à partir de stades anciens

communs.

© Dessins Nami H.

207

Figura 30 –

Secuencia idealizada derivada de la experimentación en la que se muestra la manufactura de variantes de

puntas Fell en las etapas finales.

a) Pieza clásica, b) Variante El Inga de bordes rectos en el limbo y pedúnculo de bordes expandidos. 1-2)

Preformas, 3) Productos terminados. © Dibujos Nami H.

__________________________________________________________________________________________

Figure 30–

Séquence théorique dérivée de l’expérimentation

qui représente la fabrication de différentes variantes de pointes Fell durant les étapes finales :

a. Pièce “classique”,

b. Variante El Inga aux bords rectilignes sur la pièce et aux bords de pédoncule « étirés »,

1-2. Préformes, 3. Produits finis.

© Dessins Nami H.

208

La République d’Equateur a joué un rôle prépondérant dans l’histoire des recherches

concernant les plus anciennes occupations d’Amérique. En effet, au milieu des années 1950, le

géologue nord-américain A. A. Graffham a été amené par le Dr. Kaplan - résident à Quito - sur le site

El Inga, aux alentours immédiats de la montagne Ilaló - Vallée des Chillos, province de Pichincha. En

1947, des artefacts en obsidienne et quelques restes de faune éteinte y avaient été retrouvés. En

surface, Graffham récupéra du matériel lithique cannelé qui, étant donné sa passion pour l’archéologie,

lui parurent intéressants à montrer à Robert Bell de l’Université d’Oklahoma à son retour aux Etats-

Unis. L’archéologue nord-américain reconnu rapidement l’importance de ces vestiges, les fit connaître

et organisa une campagne d’exploration sur le site (Bell 1960). Durant les fouilles postérieures, de

nombreux artefacts Paléoindiens furent mis au jour, particulièrement des pointes dites « queue de

poisson » qui rappelaient celles retrouvées, deux décennies auparavant, dans les grottes de Fell et de

Pali Aike (Bell 1960, 1965, Mayer-Oakes 1963, 1966, Mayer-Oakes et Bell 1960a et b). Des vestiges

identiques ont également été ramassés dans d’autres endroits de la vallée de l’Ilaló (Bonifaz 1978,

1979, Mayer-Oakes 1982, 1986a, 1992).

Formant partie d’un projet à long terme, visant à approfondir divers aspects technologiques

Paléoindiens, l’auteur de cet article a étudié durant presque trois décennies des ensembles

archéologiques sur des sites en Amérique du Nord et du Sud. Des artefacts lithiques de chasseurs-

cueilleurs de la fin du Pleistocène, d’Alaska jusqu’en Terre de Feu, ont ainsi été analysés. Située dans

la partie intermédiaire des deux hémisphères, la République d’Equateur est un des lieux géographiques

qui peut être considéré comme une entrée pour la « route Andine » de colonisation de l’Amérique du

Sud. Cette région est donc cruciale pour comprendre le processus de peuplement de l’hémisphère sud

du Nouveau Monde.

Les recherches archéologiques en relation avec les occupations humaines les plus anciennes

d’Amérique ont connu un énorme progrès aux niveaux factuels, méthodologiques et théoriques. Parmi

les changements qui ont eu lieu durant les trois dernières décennies, les études concernant les artefacts

lithiques ont connu des avancées théoriques et méthodologiques considérables. Aussi est-ce à partir

d’une perspective comparative et expérimentale, que l’auteur abordera l’étude des différentes

séquences de réduction Paléoindiennes. Divers ensembles lithiques du Nord, du Centre et du Sud de

l’Amérique ont été étudiés selon cette perspective (Nami 1993/1994, 1997, 1999, 2001a et b, 2010a,

Nami et al. 1996, Nami y Stanford 2007).

Dans le cadre de cette thématique, cet article présente : les résultats de l’étude des stades de

fabrication bifaciaux anciens et intermédiaires ; de produits terminés et abandonnés de pointes de

projectile Paléo sud-américaines de la Vallée de l’Ilaló ; des observations technologiques détaillées

réalisées sur les artefacts ramassés à El Inga et sur d’autres sites Paléoindiens d’Equateur.

Considérations archéologiques

Nous considèrerons ici des spécimens provenant des collections d’Emilio Bonifaz et Robert

Bell conservés au Musée de la Banque centrale à Quito - Equateur. Le premier a ramassé des artefacts

sur plusieurs sites de la vallée de l’Ilaló (Bonifaz 1978, 1979), alors que le matériel de la collection Bell

provient des fouilles de 1960-1961 à El Inga (Mayer-Oakes et Bell 1960a et b, Mayer-Oakes 1963, Bell

1965). Nous étudierons des objets de même provenance, déposés au National Museum of Natural

History de la Smithsonian Institution - Wa. D.C., et du site Tolonta dans le Department of Anthropology

- Texas Tech University, Lubbock, ces derniers provenant des travaux de terrain de William Mayer-

Oakes. Par conséquent, l’échantillon - n=84 - provient des sites El Inga, San Cayetano et Tolonta. Ces

collections sont parmi les plus importantes pour connaître en détail les divers topiques technologiques

209

en relation avec les séquences de réduction Paléo-sudaméricaines, des pointes Fell particulièrement.

En effet, la question des stades de fabrication anciens, intermédiaires et récents est d’une grande

importance, car ils nous permettent de connaître la chaîne opératoire des produits terminés

Paléoindiens de l’Ilaló.

A El Inga, il n’a malheureusement pas été possible de dater avec précision de tels vestiges,

les dates radiocarbones obtenues sur la matière organique de sédiment oscillant aux alentours de 7-9

kya. La plus ancienne date provenant du niveau situé à -50/-55 cm de profondeur, est de 9030 ± 144

ans BP (Mayer-Oakes 1986b). Cependant, il est intéressant de remarquer qu’à El Tingo, une localité

située à 12 km d’El Inga, une datation AMS a été réalisée avec un matériel provenant d’un niveau

stratigraphique et d’une profondeur semblables : la date obtenue est de 10550 ± 55 ans BP (CURL-

5504), confirmant que dans la région de l’Ilaló les niveaux stratigraphiques avec des pointes Paléo-

sudaméricaines correspondent à la fin du Pléistocène (Nami 2002). Cette datation correspond

parfaitement aux dates radiocarbones obtenues dans de nombreux sites qui ont fourni des pointes

pisciformes (Nami 2007, Politis et al. 2008).

Les vestiges de l’Ilaló ont fait l’objet de nombreuses analyses lithiques (Bell 1965, Mayer-

Oakes 1966, 1982, 1984, 1986a). Une des recherches les plus importantes du matériel d’El Inga se

retrouve dans les publications de W. Mayer-Oakes (1986a et b). Il y est conclu qu’à El Inga, trois types

différents de pointes étaient présents : pointe El Inga, pointe Queue de poisson ou pointe Grotte

Fell/Fell´s cave et pointe Ayampitín lancéolée/Ayampitín lanceolate. Signalons que des « sous-types »

ont parfois été attribués à chacun de ces types, définis à partir de variations morphologiques (Mayer-

Oakes 1986b). Les collections observées, comprenaient en grande partie des vestiges clairs des deux

premiers types – El Inga et Queue de poisson, aussi les avons-nous considérés dans cette étude bien

que nous nous concentrons principalement sur les spécimens pisciformes.

Analyse et observations

Études générales

Parmi le matériel étudié, plusieurs exemplaires attribuables aux pointes Fell et El Inga ont été

inventoriés. Il est intéressant de signaler qu’à l’exception de ces deux types de pointes, le reste du

matériel présente des différences techniques et morphologiques marquées. Pour ce travail, seules

celles en relation avec les objectifs de notre recherche et celles ne présentant pas de doute quant à leur

chaîne opératoire ont été étudiées. Autrement dit, quand les spécimens étaient « sans forme définie »

ou très fracturés, ils n’ont pas été examinés. De sorte que l’échantillon analysé correspond à des

ébauches et des préformes - n=38 - qui s’insèrent dans la séquence de réduction des pointes Fell et El

Inga au nombre de 46 exemplaires. Des attributs qualitatifs utiles ont été pris en compte dans cette

analyse technologique pour discuter les étapes et les techniques de fabrication, raffûtage et abandon.

A l’exception de la pièce représentée dans la figure 16a, confectionnée dans un silex de bonne

qualité, tous les exemplaires analysés ont été confectionnés avec de l’obsidienne de couleur marron ou

noire, transparente, opaque et tigrée. L’obsidienne translucide gris fumé a été la plus utilisée. Les

affleurements de cette roche dans la cordillère équatorienne ont été situés et bien identifiés (Bigazzi

et al. 1992, Asaro et al. 1994). Les verres volcaniques utilisés comme matière première dans la vallée

de l’Ilaló proviennent autant de carrières primaires (v. gr. Mullimica et Quiscatola) que secondaires

proches des sites El Inga et San José (Salazar 1980, Mayer-Oakes 1989). Etant donné sa fracturation

aisée, c’est la plus facile à travailler ; elle est classée 0.5-1 sur l’échelle de Callahan, relative à la facilité

de travail des matières premières (Callahan 1979).

Pendant longtemps, les inférences concernant la fabrication des pointes Queue de poisson

étaient basées sur l’observation des produits finis. On savait que certaines procédaient des étapes

préalables de la taille bifaciale ; on savait également que certaines étaient confectionnées à partir

d’éclats fins, comme cela avait été observé sur beaucoup d’exemplaires montrant des restes d’éclat

utilisé comme support, matrice ou pièce-support (Bird 1969, Bird et Cooke 1979). Dans les deux cas,

les étapes préalables à la confection du produit final s’observent sous les retouches faites par pression.

Cependant, il n’existait pas d’étude portant sur les techniques et les étapes de fabrication des

spécimens paléoindiens sud-américains. Par conséquent, plusieurs recherches furent entreprises afin

210

de chercher à comprendre les séquences de réduction des pointes6 pisciformes réalisées,

principalement sur les ensembles du cône sud (Nami 1997, 2001a, 2003, 2010a et b).

Les instruments de pierre obtenus par une taille bifaciale, comme les pointes de projectile,

couteaux et autres ustensiles peuvent être confectionnés suivant différentes chaînes opératoire. En

général, ces variations sont en relation avec la taille des produits finaux. Par exemple, une pointe de

projectile de petites dimensions peut être fabriquée à partir d’un support dont la taille n’est pas beaucoup

plus grande que le produit final. En revanche, quand les instruments sont de dimensions plus

importantes, du fait de la recherche de sections biconvexes équivalentes, il est nécessaire de passer

par des étapes d’amincissement bifacial avant sa finalisation.

Les questions technologiques considérées ont été décrites et interprétées à partir de

l’information apportée par l’expérimentation, utilisant des modèles dérivés, divisés en stades ou étapes

de fabrication. De cette manière, à des fins heuristiques, quatre et six stades ont été définis selon qu’il

ait eu ou non un amincissement bifacial (Nami 1988, 1997, 2003, 2008, 2010a et b). Précisons que le

modèle avec amincissement bifacial - CAB - a été divisé selon les étapes suivantes : 1- obtention du

support ; 2- aménagement initial ; 3 et 4- amincissement primaire et secondaire ; 5 et 6- régularisation

initiale et finale. Dans le modèle sans amincissement bifacial - SAB, qui comprend quatre étapes - 1 à 4,

les dernières correspondant à l’amincissement ont été éliminées - 5 et 6. De plus, pour l’analyse des

bifaces, ont été pris en compte : la nature des négatifs d’extraction, la séquence d’enlèvement des éclats,

la forme de la nervure du biseau, le rapport largeur/épaisseur, la moyenne de la somme des angles du

biseau pris à l’aide de trois ou quatre mesures selon les conditions, la taille du biface et les causes de

l’abandon, tel que cela a été défini dans des précédents travaux (Callahan 1979, 2010).

En accord avec les modèles mentionnés pour rechercher les chaînes de fabrication, la

collection examinée comprend des pièces qui représentent toute la séquence de réduction bifaciale,

des stades 2 à 4, ainsi que les états avancés - 3 pour le SAB et 5 pour le CAB. Le produit final

commençant à prendre forme témoigne que ce sont des préformes initiales de pointes Fell ou El Inga.

Les produits terminés sont relativement nombreux qui ont été abandonnés pour diverses raisons. Les

pièces attribuables à des étapes de fabrication initiales ou intermédiaires sont décrites dans le Tableau

1 et les figures 16 à 26. Les observations effectuées sont détaillées dans les paragraphes suivants.

Les stades initiaux et intermédiaires de fabrication bifaciale.

Quand ils sont visibles, les supports utilisés pour l’amincissement bifacial sont des éclats

(Tableau 1), à l’exception d’un possible nodule tabulaire (pièce 1978 1904), Il est important de rappeler

que depuis plusieurs années, à partir d’une approche expérimentale et d’observations contemporaines,

il a été admis que les causes d’abandon ou de rejet d’un artefact bifacial en cours de fabrication sont

très variables (Callahan 1979). S’agissant de déterminer si certains bifaces retrouvés sur les sites

archéologiques pouvaient être des étapes intermédiaires de fabrication d’outils, tels que des pointes de

projectile ou des couteaux, ces questions se posaient depuis la fin du XIXème siècle. Par la suite, les

recherches expérimentales ont permis de déterminer divers accidents survenus pendant la fabrication

: différents types de fractures – « perverse », transversale, longitudinale, diagonale ; des bords

excessivement épais ; des rebroussés - incluant des hinge et des step fractures ; des éclats outrepassés

ou overshot ; enfin, des défauts de matière première - fissures, alvéoles, concrétions, changements de

texture (Callahan 1979, Nami 1983, 1988). En général, les bifaces présentant ces problèmes se

retrouvent dans les carrières-ateliers ou à proximité des carrières. Ainsi, la totalité de ceux analysés

pour la vallée de l’Ilaló montrent qu’ils ont été abandonnés durant leur réduction à cause de différents

types de fractures (Tableau 1, Fig. 1 à 8) ; une seule pièce (1971-17-31) a pu être rejetée à cause de

défauts de la matière première, des fissures, parmi d’autres erreurs de production. Malgré la facilité à

travailler l’obsidienne, celle-ci présente plus de risques pendant la taille, surtout des cassures. Cela

coïncide avec les principales causes d’abandon des bifaces retrouvés, essentiellement des cassures et

non pas des rebroussements ou des bords trop épais. Ces derniers sont observables sur d’autres

6 Depuis plusieurs années, l’auteur utilise le terme “pointe” pour faire référence de façon générique à des ustensiles emmanchés

ou atypiques (Nami 1989/1990). Ce terme est employé quand il n’y a pas de certitude quant à sa fonction primaire.

211

roches, comme le silex, les basaltes ou les quartzites. De fait, sur l’obsidienne ces problèmes de

fabrication sont plus facilement récupérables que sur des matériaux plus résistants.

Etant donné leur morphologie, certaines des pièces examinées pourraient être attribuées aux

premières étapes de fabrication des pièces Paléoindiennes, particulièrement des pointes Queue de

poisson. Leurs dimensions comme leur morphologie correspondent, en effet, avec celles des produits

terminés. Elles sont également similaires aux échantillons expérimentaux réalisés. Les spécimens

1977-283-9.22, 1978-3114, 1978-1375, 1974-231 7.80, 1978-506, 1978-538, 1971-84 7.29 constituent

d’excellents exemples de stades anciens des pointes Fell (Fig. 1 à 7). Dans d’autres cas, il semble s’agir

de pièces plus larges et de forme différente, comme celles attribuées à El Inga (Fig. 9). A l’exception de

quelques pièces (v. gr. 1978-1505, 1974-2317.80, 1978-3114), les préformes et les bifaces avancés ne

présentent pas de plateforme soignée, préparée par abrasion (Fig. 13a). Il semblerait qu’un frottement

peu soigné était effectué avec un autre instrument, perpendiculairement au bord, produisant des micro-

esquillements (Fig. 13b). Cela correspondrait à une des variétés de préparation pour la taille des bifaces

(Callahan 1979). Certaines plateformes sont ainsi préparées, sans soin, par micro-retouches, avec un

angle ~55-70°, ou d’une manière ressemblant au shearing fait avec le bord du percuteur, ou encore

avec une pierre pour abraser par buffering. Aussi est-il pertinent de souligner qu’elle n’est pas aussi

soignée que d’autres techniques paléoindiennes, comme par exemple celle observée pour les Folsom

(Frison et Bradley 1980, Nami 1999).

En fonction des négatifs d’enlèvement, de la probable variété des techniques et des outils

utilisés, on peut penser que durant le stade 2, la percussion directe a été pratiquée avec peu de

concentration et de soin, en utilisant probablement un percuteur tendre ou de pierre mi-tendre (v. gr.

1978-1904, Fig. 1a). A partir du stade 3, à en juger par le plan des négatifs d’enlèvement, l’emploi de

percuteurs tendres est évident (v. gr. 1979-609, Fig. 1b). Au stade 4, on observe que la percussion

s’applique avec plus de soin et de contrôle, spécialement dans le maintien de la pièce et dans la

recherche d’éclats d’amincissement proprement dit (Fig. 1c-3, 4c-d-7). Les études ont montré que les

percuteurs tendres en pierre, en bois et en os conviennent mieux à la taille bifaciale sur obsidienne.

Dans certains cas, ceux en pierre tendre sont plus appropriés que ceux de bois ou d’os (Callahan com.

pers. 2003, Nami 2004/2005) bien que, avec ceux en bois, on puisse obtenir d’excellents résultats

(Callahan 1979, Nami 1983, 2010b). Certains bifaces ont probablement été façonnés avec un percuteur

osseux - os ou bois animal - ou en bois végétal, qui ont laissé des négatifs d’enlèvements plats et

profonds (v. gr. pièces de Tolonta, Fig. 4c-d). La plupart ont été taillés latéralement, alors que seulement

quelques uns présentent un amincissement depuis les extrémités, formant dans certains cas des

bifaces cannelés (v. gr. 1978-3088, ED1/4, Fig. 8b-c). Dans d’autres cas, comme on peut observer sur

les figures 5 et 6, les éclats sont longs et profonds ou de « bord à bord », ce qui est une stratégie pour

amincir de façon rapide. Ce type d’enlèvement requiert une percussion différente de celle utilisée pour

la taille des autres bifaces (Nami 2010b).

Les préformes

Dans le cadre de cette recherche, nous considérons qu’il s’agit d’une préforme quand le

produit final commence à prendre forme, autant par percussion que par pression. Quand il est

grossièrement mis en forme, on parle de préforme primaire, quand il est plus soigneusement ébauché,

il s’agit de préforme secondaire7. Un exemplaire presque entier, obtenu en raccordant des fragments

bifaciaux du site Tolonta, est le produit d’une préforme initiale de pointe Fell. Ce spécimen a

probablement été fracturé par un end schock en effectuant la cannelure, obtenue par un coup porté sur

une plateforme biseautée de 75°. La pièce présente des enlèvements d’éclats assez irréguliers,

effectués par percussion sur des plateformes abrasées, seule la régularisation du front d’enlèvement

de la cannelure semble avoir été réalisée par pression (Fig. 10). Les objets 3366 (1978), 3616 (1978)

et 3674 (1678) de la collection Bonifaz correspondent à des préformes cannelées, très probablement

des préformes de pointes pisciformes. Dans d’autres cas, des bifaces à des stades avancés sont

proches de la forme du produit final (Fig. 5-7), alors que ceux de la figure 9 pourraient être des pointes

El Inga non terminées et fracturées pendant la taille. Ces exemplaires montrent que la technique de

7 Cette classification varie en fonction de la casuistique.

212

percussion était employée jusqu’à la délinéation de l’objet terminé. Dans les deux cas, leur confection

a été interrompue par des fractures et des défauts de la matière première, une obsidienne tigrée avec

des fissures (Fig. 9b).

Les préformes secondaires sont étudiées à partir des fragments proximaux fracturés pendant

la cannelure (Fig. 11a et c, 12) dont la réalisation, peut être réalisée suivant deux modes de préparation

de plateforme : par biseautage du bord (Fig. 14c-d, 2) ou par isolement d’un mamelon sur le bord

biseauté (Fig. 14a-b, 15). Dans certains cas, il semblerait que la mise en place du premier type de

cannelure n’ait pas été aussi soigneusement faite que pour le second. Ce traitement des bases des

pédoncules n’a pas été le seul. Certaines pièces, après avoir été cannelées sur une face, ont été

retouchées par pression et reprises par des retouches profondes sur le revers. Certaines bases ont

également été finies avec des retouches courtes, par pression. Dans l’Ilaló, les préparations des

plateformes pour l’obtention de la cannelure sont très proches de celles enregistrées dans d’autres

endroits d’Amérique du Sud (Nami 1997, 2003, 2001b).

Les préformes fracturées suggèrent que certains produits, une fois terminés, étaient plus

grands que les pointes généralement retrouvées, nombre d’entre elles ayant été abandonnées après

avoir fini leur « vie utile » (Fig. 10, 16b, 17b).

Les produits finis

Les exemplaires, entiers ou fracturés, avec peu ou pas de raffûtage, montrent une finition par

des retouches parallèles courtes, de régularité variée, obtenues par pression, bien que certains

enlèvements soient profonds (Fig. 16a, 17b-c). L’exemplaire 1978-1361 (Fig. 21) a été taillé

presqu’entièrement par percussion, la pression n’a été utilisée que très rarement. Les pédoncules

présentent souvent une régularisation soignée (Fig. 19c, 22-23). En général, les pointes pisciformes

sans raffûtage sont de tailles variées, depuis des miniatures de ~1.5-2 cm jusqu’à des pièces

exceptionnelles ≥12-13 cm (Nami 2010b, 2011). Dans l’ensemble, on estime que la longueur maximale

des produits terminés dans les collections analysées atteint ~6-9 cm (Fig. 16). Un spécimen entier

(Fig. 16a) exposé dans le Museo del Banco Central, confectionné en silex8, mesure respectivement 90

x 39 x 6 mm de longueur, largeur et épaisseur. Cependant, la majeure partie des pièces équatoriennes

examinées ont été abandonnées après utilisation, raison pour laquelle elles sont de petite taille. Aussi

est-il difficile de connaître la taille réelle et la forme du produit initial fini. Les fractures et les modifications

morphologiques dues aux raffûtages se voient à l’œil nu. Malgré cela, il est possible d’envisager la taille

originelle de certaines pièces (v. gr. 1976-40, Fig. 16b et 17). En effet, en considérant la projection des

bords de certaines pointes fracturées à peu près à la moitié de la pièce, et étant donné l’absence de

raffûtage due à la fracture, il est probable que la longueur de celles-ci fluctuait entre ~6-8 cm. Une pièce

classée comme biface knife par Bell (1965) correspond à une miniature confectionnée sur un éclat

d’amincissement bifacial extrêmement fin, à partir duquel on a dégagé le pédoncule et donné la forme

finale au moyen de micro-retouches marginales d’~1 mm de largeur et de profondeur (Fig. 18). Au sein

d’un large éventail de fonctions qu’auraient pu avoir les pointes lithiques pisciformes, ces artefacts

miniatures, confectionnés sur éclats extrêmement fins et de façon très rustique, auraient pu être utilisés

comme jouets pour les enfants, tel que cela a été suggéré antérieurement (Politis 1998, Nami 2007).

Autant par leur taille que par leur morphologie, ces pointes correspondent à de nombreuses

pointes Fell d’autres régions sud-américaines (Nami 2010b, 2014).

Les pointes Fell des collections équatoriennes analysées ne sont pas des artefacts Queue de

poisson, les bases ou les bords de leurs pédoncules n’étant pas toujours concaves, ni avec une

expansion basale. Il existe des variations dans la morphologie du pédoncule, et les classiques beaucoup

présentent des bords ou des bases droites (v. gr. Pieza 1978-1524, Fig. 19c) ainsi que d’autres variantes

au niveau des extrémités et des épaulements. Dans ce dernier cas, par exemple, il y a des cas de bords

concaves et droits légèrement divergents (Fig. 19b, Bell 1965, Nami 2014). Certains produits finis, qui

pourraient être des variantes de pointes Fell aux pédoncules divergents - parfois repris, ont parfois été

interprétés comme des variétés de pointes « lancéolées » (Mayer-Oakes 1986a, Fig. 20d) et/ou de

8 Une autre pièce pisciforme confectionnée avec une roche similaire a été exhumée à El Inga, qui ne se trouve pas dans la

collection examinée pour cette étude (Bell 1965).

213

pointe « El Inga à pédoncule large » (Mayer-Oakes 1986b). Cette dernière a été préalablement identifiée

par Bell (1965), qui remarque qu’« elle est de grande taille, montre un polissage à la base et peut être

simplement une variété de grande taille du type Queue de Poisson de la Grotte de Fell » (Bell 1965).

Du fait des récentes découvertes sud-américaines (Nami 2011, 2014), nous sommes d’accord avec

cette observation, puisque dans les ensembles comprenant des pointes lithiques pisciformes se

trouvent des formes similaires attribuées à celles de la vallée de l’Ilaló (Nami 2007, 2014). Du point de

vue de la manufacture, on observe qu’elles ont le même style (sensu Nami 1998) que les pièces

pisciformes, c’est-à-dire qu’elles ont été régularisées au moyen de retouches courtes, par pression, sur

un support secondaire9 façonné bifacialement (cf. partie expérimentale et Fig. 29).

La morphologie originale de la pointe varie beaucoup à cause des raffûtages dont les pièces

retrouvées dans la région montrent différents degrés. Nous considérons qu’un spécimen a été repris

quand on peut observer que la silhouette et sa symétrie ont été modifiées postérieurement à la

régularisation finale. Ceci peut être diagnostiqué par la superposition de différentes formes de

retouches, particulièrement là où il a été raffûté. En général, des retouches irrégulières différentes se

superposent aux retouches originales de la pièce, ou ne suivent pas le même schéma que celui qui a

régularisé le produit fini ; les bords sont très arrondis ou n’ont pas de masse suffisante. Ainsi, en

considérant le rapport corps/masse de matière première existante pour permettre la reprise, on peut

distinguer différents degrés : faible (Fig. 20e), moyen (1974-193, Fig. 24e) et important (v. gr. 1978-

3093, 1974-196, Fig. 24g-h). Parfois, cette reconnaissance est très difficile à effectuer, aussi son

diagnostic doit-il être fait avec précaution. Par exemple, les pièces pisciformes de taille relativement

petite comme celles mises au jour dans la Cueva del Medio (Nami 2014), Cueva Fell (Bird 1969) et

Arroyo Cacique (Nami et Castro 2010), entre autres, pourraient représenter une partie de la variabilité

dimensionnelle possible de ces pointes et ne pas résulter de reprises (Politis 1991, Suárez 2003).

La différence importante entre les soins apportés aux retouches des pédoncules et ceux des

pièces reprises, permet de suggérer que cette activité s’est effectuée quand les pointes se trouvaient

encore emmanchées. Ce phénomène ne serait pas rare, puisqu’au-delà des chronologies et de la

complexité des systèmes socio-culturels, quand il s’agit d’instruments emmanchés - couteaux,

projectiles, grattoirs, entre autres - le raffûtage du fil s’effectue souvent alors que la pièce est encastrée,

subissant ainsi de notables modifications morphologiques au fil de son « histoire de vie ».

Ces faits rendent réellement difficile la reconnaissance des dimensions et formes réelles du

produit final non utilisé. Cependant, en considérant les artefacts fracturés à hauteur de la partie médiane

de la pièce (v. gr. 1976-40, Fig. 16b), il est probable que la taille ait été comparable à celle des pointes

les plus grandes retrouvées dans la grotte Fell, La Crucecita, Cerro el Sombrero et sur différents sites

d’Uruguay (Schobinger 1971, Nami 2010b, 2014, Fig. 19-20). Dans le cas d’El Inga, ce phénomène

suggère que les pointes fracturées non reprises montrent des retouches par pression qui régularisent

le produit fini sur une préforme bifaciale qui ne montre pas d’indices de reprise antérieure à la fracture

(v. gr. pièces ED1/8, ED3/10, Fig. 23). Cette condition est différente de celle des pointes excessivement

raffûtées (v. gr. 24a-b, g-h). Parmi ces dernières, on peut observer une retouche peu régulière appliquée

par pression et également des irrégularités sur les parties centrales. Cependant, il est pertinent de

rappeler que sur les pièces pisciformes la une grande variabilité dimensionnelle n’est pas seulement le

résultat de raffûtages.

Comme l’a initialement souligné Bell (1960, 1965, Mayer-Oakes 1963, Bird 1969), les pointes

pisciformes de la vallée de l’Ilaló montrent une grande ressemblance avec d’autres exemplaires

d’Amérique du Sud. Bien que Borrero (1983) ait réfuté cette conclusion, affirmant qu’il y avait des

différences, l’observation mentionnée connaît un regain étant donné les nouvelles découvertes qui ont

eu lieu à travers l’Amérique centrale et du Sud (Nami 2010b, 2014). Parmi elles, on peut compter un

spécimen d’obsidienne marron retrouvé à Collipilli, province de Neuquén, Argentine (Nami 1992). La

similitude est due non seulement à la matière première, mais aussi à la morphologie du pédoncule, aux

cannelures et aux retouches soignées par pression qui ont finalisé la pièce, de même que l’abrasion

9 Quand, dans l’outillage, il existe plus d’une classe de produit bifacial fini qui présente des états initiaux de réduction bifaciale,

le concept de support secondaire concerne le biface à partir duquel il est possible d’obtenir n’importe quelle variante existante

de produits finaux (Nami 1983, 1986, 1988).

214

uniforme appliquée sur les bords du pédoncule. La ressemblance des cannelures avec plusieurs

exemplaires du Cône Sud est également notable, particulièrement avec certains de la province de

Buenos Aires et de la République d’Uruguay (Nami 2014).

Les pointes raffûtées montrent également des ressemblances morphologiques. En effet, sur

beaucoup, la convexité des bords se maintient, tel qu’on peut l’observer sur les pièces 179-236, 1974-

197 (Fig. 24a-b), très ressemblantes à d’autres mises au jour en Amérique centrale et du Sud (Bird et

Cooke 1979, Nami 2007). Par-delà des singularités techniques, les fractures et la forme des pédoncules

équatoriennes sont en général très ressemblantes à celles connues ailleurs sur le continent. La plupart

de ces fractures se produisent à l’intersection du pédoncule et parfois en « coup de burin » tout le long

des bords jusqu’au pédoncule. Ce type de cassure est présente sur des exemplaires de Buenos Aires

et d’Uruguay (Nami et Castro 2010, Nami 2014) et a été observée sur des pointes de projectile de

morphologie variée. Elle résulte de l’impact provoqué sur une cible (Witthoft 1968, Newcomer 1980),

probable conséquence de l’action de forces compressives (Cotterel et Kamminga 1992) – de façon

semblable à la percussion bipolaire - au cours de laquelle, durant l’impact, l’intermédiaire agit comme

une « enclume ».

La localisation des fractures des pédoncules (Fig. 25-26) ainsi que l’abrasion des bords

peuvent être considérées comme des indices pour envisager la manière dont ces pointes étaient

emmanchées. En effet, point sur lequel nous avons insisté, ces fractures se sont produites le plus

souvent au niveau de jonction du corps de la pièce avec le pédoncule, ce qui coïncide avec l’abrasion

des bords sur presque toute la longueur. D’après des observations personnelles de flèches et de

crochets de propulseurs dans des collections archéologiques, ethnographiques et expérimentales, une

des localisations les plus fréquentes des fractures a lieu à la naissance du pédoncule. Plus précisément,

juste là où est insérée la pointe dans la hampe, postérieurement attachée avec des liens, tendons ou

tout autre matériel. Par exemple, l’étude des pointes de flèche ethnographiques Selknam de Terre de

Feu, conservées au Museo Etnográfico de l’Université de Buenos Aires, a montré que l’une d’entre elles

était fracturée là où se terminait la fixation avec des tendons (obs. pers. 1982). Au Department of

Anthropology de la Smithsonian Institution - Wa. D.C. - des pointes Cody sont conservées qui sont

emmanchées et qui ont été utilisées. Or, plusieurs ont été fracturées à la jonction du corps de la pièce

et du pédoncule, là où se terminait l’emmanchement (obs. pers. 1995), résultat de son usage et

conséquence de l’impact,

Pour résumer, au-delà de la variation morphologique des pièces employées comme pointes

de projectile, les observations actuelles permettent d’avancer qu’une des fractures les plus communes

se produisant durant l’impact est localisée à la jonction du lien qui les maintient. Dans le cas particulier

documenté ici, il s’agit précisément de l’endroit où était encastré le pédoncule dans le manche ou une

autre partie intermédiaire, postérieurement fixé par de la résine et attaché avec des tendons ou autres.

A ce sujet, les recherches réalisées au microscope ont permis d’observer sur le pédoncule de quelques

pointes Fell du Cône Sud, à la jonction avec le corps de la pièce, des traces de polissage similaires à

celles faites par du cuir, ainsi que des substances adhésives, probablement de la résine employée pour

l’emmanchement (Nami et Castro 2012).

Observations expérimentales

Afin d’enquêter sur les aspects techniques de la séquence de réduction non visibles dans le

registre archéologique, une série d’expérimentations a été effectuée reproduisant les pièces

pisciformes. A cette occasion, des exemplaires de pointes El Inga ont été confectionnés. Les études

expérimentales sont en progrès constant, raison pour laquelle il est pertinent de souligner que les

observations fournies n’épuisent pas les hypothèses techniques discutées ici (Nami 1997, 2003, 2008,

2010b).

Une large gamme de roches a été utilisée par les Paléoindiens. Pour reproduire les spécimens

équatoriens, différents verres d’origine naturelle et anthropique ont été utilisés ; les deux sont similaires

quant à leurs qualités pour la taille (Bordes 1947, Crabtree 1967, Callahan 1979). L’origine et la

provenance de chacune d’elles varient et dans le cas de celles présentées ici, c’est indiqué dans les

illustrations.

215

Pour la taille des verres, les outils utilisés étaient des percuteurs en pierre mi-tendre et tendre,

ainsi que des outils tendres, en bois végétal et en bois de cerf, pour la percussion. Des percuteurs en

bois animal et en cuivre10 ont été utilisés pour la retouche, dans ce dernier cas, le Ishi stick a été

amplement utilisé. Plusieurs pierres à grain grossier ont également été utilisées pour la pression.

Les techniques utilisées furent essentiellement la pression et la percussion, appliquées en

fonction des objectifs annoncés. La pression a varié depuis la simple exécution à main libre jusqu’à de

nombreuses modalités avec la main soutenue ou appuyée sur la cuisse du même côté. La percussion

directe sur enclume a aussi été utilisée, en plaçant l’objet travaillé sur une surface qui, dans ce cas fut

le muscle, variante utilisée quand des éclats de nucléus ont été enlevés ou durant les premiers temps

de l’amincissement bifacial, bien que ce fait n’ait pas exclu son emploi pour d’autres activités. En effet,

les grandes pièces sont habituellement appuyées et soutenues sur la face externe du muscle. Durant

l’application de cette force les nucléus ont été enveloppés dans du cuir ou des matériaux qui

permettraient de protéger la main et l’artefact, situation qui s’est aussi reproduite quand on a eu recours

à la percussion dans la main, ce qui a permis de contrôler son maintien avec la paume et les doigts.

Cette protection s’intensifie avec l’utilisation de matières premières coupantes, particulièrement

l’obsidienne et le verre industriel. Les techniques de pression ont été celles utilisées par la majorité des

tailleurs contemporains, inspirées par celles observées chez les indigènes ethno-historiques nord-

américains. Dans tous les cas, la pièce travaillée a été soutenue de la même manière et la main

protégée par un morceau de cuir. Cependant, le mode d’application de la force avec l’outil de taille a

varié. Elle s’est parfois exercée avec le poignet, dans d’autres cas ce fut l’avant-bras, le bassin ou les

parties internes des muscles pour l’augmenter, spécialement quand le grand bois de cerf et l’Ishi stick

furent employés. L’emploi de chaque variante technique est lié aux différentes étapes de production.

Les informations à propos de la pratique expérimentale, comme par exemple les sources

documentaires, les séquences d’enlèvement des éclats, les positions de maintien, ont été fournies par

ailleurs (Nami 1997, 2003, 2010a, 2010b). Ainsi, seules les observations liées à certains aspects

techniques de la reproduction des pièces analysées ont été considérées ici.

Les éclats choisis comme support étaient d’épaisseur variable, n’excédant pas celle de l’objet

final, faciles à obtenir à partir de nucléus non préparés comme de ceux partiellement ou totalement

préparés11; les gros éclats dont l’épaisseur excédait de deux fois ou plus celle du produit final ont été

amincis par la taille bifaciale. Comme nous l’avons remarqué dans les chapitres précédents, ces étapes

étaient présentes sur les sites de l’Ilaló, concernant particulièrement les exemplaires de grandes

dimensions, puisqu’avec des éclats fins, le procédé devient risqué et compliqué, pouvant se fracturer,

particulièrement ceux d’obsidienne. Le risque est moindre quand on commence à partir de grosses

pièces supports, la taille bifaciale permettant d’obtenir des sections longitudinales et transversales

symétriques similaires et uniformes rapidement et plus efficacement. En général, pendant la réduction

bifaciale, les éclats d’amincissement n’outrepassent pas l’axe de symétrie longitudinal de l’artefact.

Cependant, dans certains cas, des enlèvements outrepassés ou de bord à bord ont été recherchés,

comme cela a été observé sur certains bifaces archéologiques. Cette stratégie permet de réduire

rapidement l’épaisseur du biface avec peu d’enlèvements.

Pendant les étapes d’avancement de réduction bifaciale, en utilisant souvent la percussion,

on commence à ébaucher le produit terminé : c’est une préforme initiale (Fig. 28d). Ensuite, pendant

les étapes finales, la régularisation initiale pour l’aménagement de la pièce, des épaulements et du

pédoncule s’effectue avec différentes variétés de pression. Ainsi, quand il s’agit d’une taille par

percussion, les irrégularités sont éliminées, notamment sur les bords. Durant cette recherche, cette

tâche a principalement été réalisée avec l’Ishi stick et un percuteur pour la retouche en bois animal, qui

ont permis d’appliquer une plus grande force de pression. Enfin, les phases de finition - régularisation

finale ont été soigneusement effectuées par pression autant avec l’Ishi stick et les percuteurs pour

retouche non emmanchés, avec des retouches plus ou moins courtes et profondes selon les exigences.

10 Certains matériaux actuels ont été utilisés pour s’entraîner ou quand la matière n’était pas importante pour les objectifs de l’expérimentation. 11 Dans les collections examinées, certains outils unifaciaux furent confectionnés à partir d’éclats probablement obtenus à partir

de nucléus préparés.

216

Les différentes formes des extrémités, des épaulements et des pédoncules, esquissées pendant les

phases antérieures commencent ainsi à prendre forme. Les bases ont souvent été traitées par pression,

au moyen de retouches longues ou courtes. Dans certains cas des cannelures ont été réalisées. Ainsi,

alors que pour atteindre nos objectifs différentes variantes de percussion directe et indirecte furent

utilisées, les cannelures ont été obtenues en percussion directe. Suivant la manière observée sur les

spécimens archéologiques de l’Ilaló autant que d’autres endroits (Nami 2001b, 2003), une plateforme a

été préparée en bisel asymétrique et un mamelon a été dégagé où a porté la force pour enlever l’éclat.

Un bisel asymétrique a également été employé, comme nous avons pu le vérifier, sur les exemplaires

de la région de l’Ilaló et Isla Margarita - Venezuela. Pour ce faire, la préforme a été enveloppée et

fermement maintenue avec la main sur la cuisse, pour une percussion avec percuteur en bois animal

de 120 g. Finalement, les bords des pédoncules ont été émoussés avec des roches abrasives.

Les expérimentations ont permis d’effectuer des observations sur différents aspects de la

chaîne opératoire des pièces étudiées, notamment sur la grande fluctuation morphologique des stades

de fabrication initiaux et intermédiaires, ainsi que sur les techniques employées pour leur reproduction

(Nami 1997, 2003, 2008, 2010a, 2010b). Les figures 27 et 28 illustrent les séquences de réduction SAB

et CAB des pointes Fell, ainsi que les étapes théoriques de fabrication et les variantes de produits

terminés, Fell et El Inga, en passant par des stades communs (Fig. 29-30).

Sur les pointes Queue de poisson classiques, des similitudes techniques et morphologiques

surprenantes ont été observées sur les pièces archéologiques étudiées, confirmées par

l’expérimentation. De façon préliminaire, on peut dire que, à l’exception des matières premières et des

modes de taille, il n’existe pas de différences techniques remarquables dans la manufacture des

exemplaires sud-américains. Du point de vue de la fabrication et des données actuelles, on n’observe

pas de différences particulières entre les pointes Fell équatoriennes et celles du reste de l’Amérique du

Sud. Cependant, les nouvelles observations archéologiques comme les expérimentations récentes

permettent de progresser et d’approfondir la connaissance des variations morphologiques, des

dimensions et des techniques existant ainsi que leurs contextes (Nami 2010b). L’expérimentation a

également permis d’explorer d’autres aspects. En effet, nous avons pu observer l’absence de

différences techniques concluantes pour les extrémités des pointes Fell, aux bords et à la silhouette

plus ou moins convexes ou rectilignes. Sur ces spécimens, seulement la configuration finale varie, en

grande partie effectuée par des retouches courtes ou peu profondes, par pression. Ce fait amène à

penser que, si d’un point de vue typologique de légères différences morphologiques dans la forme de

la pièce, les épaulements ou les pédoncules, peuvent être surdimensionnées au point de créer de

nouveaux « types » ou « sous-types », d’un point de vue technologique, s’agissant de la fabrication,

elles sont mineures et tout particulièrement s’agissant de la séquence de réduction. Par exemple, pour

faire des épaulements droits ou arrondis, peu de retouches provoquent ces différences, qui résultent de

légères variantes des positions de maintien et de concentration dans l’application d’une même

technique : la pression. Une situation semblable se produit avec les pédoncules de bords concaves,

divergents ou rectilignes. Par conséquent, pour les reproduire, les différences techniques sont infimes.

Il est utile de rappeler ici qu’à El Inga non seulement des pièces Fell classiques ont été mises

au jour, mais aussi d’autres formes dont les pièces dites El Inga (Mayer-Oakes 1986a, 1986b),

lesquelles présentent des variations de taille et de morphologie que le chercheur nord-américain a

qualifié de pédoncule long - étroit et arrondi - et large. Dans ce dernier cas, à la lumière des recherches

expérimentales, certaines seraient des préformes, d’autres des pièces cassées de pointes Fell ou El

Inga, ainsi que des pointes Fell aux pédoncules convergents à base concave, rectiligne ou convexe.

Comme cela a été mentionné, Bell (1965, Fig. 13) avait suggéré qu’il pourrait, dans ce cas, simplement

s’agir de variantes de pointes Queue de poisson. À la lumière des expérimentations réalisées

reproduisant les pointes Fell sud-américaines (Nami 1997, 2003, 2008, 2010b, entre autres), on peut

affirmer que plusieurs exemplaires attribués aux variantes des pointes El Inga, qu’elles soient à

pédoncule large/El Inga broad stemmed (Mayer-Oakes 1986a), lancéolée avec épaulement/shouldered

lanceolate (Mayer-Oakes 1986b), lancéolée cannelée/fluted lanceolate (Mayer-Oakes 1982, 1986b) ou

lancéolée rustique/crude lanceolate (Mayer-Oakes 1986b) pourraient correspondre à différentes

préformes de pointes Fell (Fig. 28d-e, Nami 1997, 2003, 2010a et b). En effet, beaucoup d’entre elles

montrent une grande rusticité au niveau de la confection et présentent des fractures produites durant

217

les étapes finales, principalement pendant la cannelure. Il est même possible d’observer sur plusieurs

d’entre elles le mamelon qui a été configuré pour être utilisé comme point d’impact (Mayer-Oakes

1986b). Ainsi donc, dans certains cas, suivant une perspective typologique, des « types » distincts de

pièces raffûtées ont été différenciés. C’est le cas des pointes El Inga lancéolée avec épaulement

(Mayer-Oakes 1986a), qui pourraient être des pointes El Inga raffûtées.

Considérations finales

Au vu des résultats de l’analyse, notre conclusion est que les pièces examinées correspondent

à des stades anciens d’amincissement bifacial, des préformes cannelées, des pointes Fell ou El Inga

très raffûtées ou fragmentées à la limite de l’emmanchement. Ces observations confirment l’idée selon

laquelle, sur les sites d’où proviennent ces pièces, spécialement le site El Inga, les groupes de

chasseurs-cueilleurs Paléoindiens réparaient leurs outils et, notamment, changeaient les pointes

fracturées ou très raffûtées par de nouvelles. C’est aussi dans ces lieux qu’elles étaient confectionnées.

Ainsi, l’expérimentation a permis d’affiner notre perception à la reconnaissance des différentes étapes

de production des pièces considérées et de discuter certains points morphologiques de l’attribution

typologique des exemplaires équatoriens.

Les recherches et analyses à venir sur des exemplaires similaires, élargiront, corrigeront ou

réfuteront les observations présentées dans cet article.

Remerciements

Je souhaite exprimer ma profonde reconnaissance envers les personnes et institutions suivantes : M. Farías Glucy

et A. Lourdeau pour m’avoir invité à participer à ce volume, W. Mayer-Oakes (q.e.p.d.) pour son amitié, sa

motivation et son soutien enthousiaste pour m’inciter à étudier les collections équatoriennes ; E. Salazar, pour sa

cordialité et son aide importante à Quito ; M. de las M. Cuadrado pour la lecture critique du manuscrit ; aux autorités

du Museo del Banco Central de Quito pour m’avoir facilité l’accès aux collections ; CONICET-UBA, Smithsonian

Institution, pour le parrainage de mes recherches ; Smithsonian Institution, Comisión Fulbright d’Argentine et

Fundación Antorchas pour avoir financé et rendu possible les recherches en Amérique du Nord.

218

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