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MÚSICA CATEDRALICIA ENTRE LOS SIGLOS XVII Y XVIII EN SANTAFÉ: Análisis, adaptación e interpretación de repertorio colonial a través del corpus sonoro del sacabuche. Nombre: Camilo Jiménez Vera Estudiante de maestría en Musicología CC.80.797.948 Tutor: Dr. Luis Gabriel Mesa Martínez Bogotá D.C. Julio 2020

música catedralicia entre los siglos xvii y xviii en santafé

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MÚSICA CATEDRALICIA ENTRE LOS SIGLOS XVII Y XVIII EN SANTAFÉ:

Análisis, adaptación e interpretación de repertorio colonial a través del corpus sonoro

del sacabuche.

Nombre:

Camilo Jiménez Vera

Estudiante de maestría en Musicología

CC.80.797.948

Tutor:

Dr. Luis Gabriel Mesa Martínez

Bogotá D.C. Julio 2020

Agradecimientos

Agradezco profundamente a

Dios por cada instante.

A mis padres, especialmente a mi madre que ha creído desde mi más tierna infancia en mi

profundo amor por la música, a mis hermanos Carlos y Andrés por su confianza en mí,

siempre conté con su apoyo y aliento.

Gracias por su paciencia y

espero que este trabajo merezca el tiempo

que no les dediqué a ustedes,

les amo,

a todos mi infinita gratitud.

Esta tesis no hubiese sido posible

sin la colaboración de diferentes instituciones y personas implicadas,

a las cuales agradezco la confianza, sus consejos y la posibilidad de

acceso a las fuentes necesarias para llevarla a cabo.

Los materiales primarios para la investigación

fueron consultados en el archivo musical de la Catedral Primada de Bogotá. Un especial

agradecimiento a Camilo Moreno Bogoya, su archivero, quien me aconsejó, guio y ayudó en todo

este complejo y soñado proceso de ingreso al archivo. De igual modo, al Doctor Rondy Torres,

quien también me aportó sus consejos para abordar el repositorio.

Un agradecimiento especial a mi director de tesis,

el Doctor Luis Gabriel Mesa Martínez,

quien me orientó en la construcción del trabajo desde el principio hasta el final del mismo,

espero haber guardado todas sus recomendaciones.

Sus enseñanzas han sido un pilar sumamente importante en mi formación,

nunca la olvidaré.

Asimismo,

la contribución y ayuda de los maestros sacabuchistas

Daniel Lasalle, Adam Woolf, Daniel Anarte, Jean-Jacques Herbin, Michel Becquet, Jörgen

Van Rijen, Fabrice Millischer y Christian Lindberg, así como de los musicólogos Omar Morales

Abril y Nelson Hurtado.

No puedo dejar de agradecer a mis buenos amigos de los Ministriles de la Nueva Granada,

y a la maestra Isabel Palacios, quien fuese mi profesora durante el pregrado y directora en mi paso

por la Camerata Renacentista de Caracas, donde inició mi

pasión y búsqueda a través del sacabuche.

A todos, gracias.

Camilo Jiménez Vera

ÍNDICE GENERAL

Introducción. 1

Capítulo 1. 11

1.1 Origen e iconografía de la aparición del sacabuche. 12

1.2 Evidencia de mujeres sacabuchistas en el siglo XVII. 18

1.3 Origen de la palabra sacabuche. 20

1.4 Aspectos técnicos y evidencia del virtuosismo en el sacabuche. 21

1.5 La familia del sacabuche. 26

1.6 Estructura organizacional de la Catedral de Bogotá, ministriles y organistas. 29

Capítulo 2. 45

2.1 Llegada del sacabuche a Latinoamérica. 46

2.2 Modelo de enseñanza musical español replicado en los virreinatos latinoamericanos

y en el altiplano cundiboyacense del Nuevo Reino de Granada. 59

2.3 Los ministriles en Latinoamérica durante el siglo XVII: Nuevo Reino de Granada. 63

2.4 ¿Cómo sonaba el sacabuche en la Catedral de Bogotá? 67

Capítulo 3. 71

3.1 Problemática de la notación musical y criterios en la selección de obras. 72

3.2 Semitonía subintelecta: de las alteraciones no especificadas en la partitura. 78

3.3 Acerca del compasillo o compasete (C), el compás menor, tiempo menor imperfecto,

la proporción mayor y menor, ennegrecimientos y hemiolas. 81

3.4 Sistema hexacordal y solmisación. 84

3.5 La forma literaria y el sentido del texto como condicionantes de la estructura e

interpretación musical. 85

3.6 Acerca de los villancicos. 86

3.7 Análisis interpretativo. 88

3.7.1 Toca la flauta siola flacica tocala ve – Zambacate – Negro de Navidad –

Vajo para vajón – Alonso Torices (Zamora 1635 - Málaga 1684). 92

3.7.2 Villancico a la Santísima Cruz – Cruz Soberana José Cascante (¿1618-25? – 1702)

y Jesús María (¿-?), ¿María Dionisia? (¿-?). 110

3.7.3 Armarle quiere el demonio – Villancico de mi amado San Juan de Dios - José

Cascante (¿1618-25? – 1702). 116

3.7.4 No sé si topo a 3-Villancico a Nuestra Señora del Topo - José Cascante 1670. 123

3.7.5 Detente Asombro Veloz a San Nicolás de Tolentino a 3 – A tantas luces radiantes

– José Cascante – (1690). 135

3.7.6 Villancico a Nuestra Señora del Topo - A la fuente de Vienes a 3 – Juan de Herrera

1698. 142

3.7.7 A ver el Rey - Villancico al Santísimo Sacramento - José Cascante (1729 – copia). 149

3.7.8 El verte favorecido y asistido – “Al misacantano” Juan de Herrera 1716. 153

3.7.9 De la Alta Providencia a San Cayetano – Tiple Solo con acompañamiento

figurado - Juan de Herrera (1665-1738). 157

3.7.10 Canción a dúo – “A esta fiesta he venido” para dos instrumentos (bajones) –

Juan de Herrera (1665-1738). 162

Conclusiones. 169

Bibliografía general. 173

Documentos sonoros y audiovisuales. 178

ÍNDICE DE IMÁGENES

No. Contenido Pág.

Capítulo 1

1 Galería Nacional de Londres, retablo de Mateo di Giovanni, S. Agostino. 12

2 La asunción de la virgen María por Filipino Lippi, en la iglesia de Santa María

Sopra Minerva, Roma, Italia 1490. 14

3 Detalle del mantel (160 por 180cm) tejido en seda de oro y plata que muestra en

el centro al conde Poppo de Henneburg y a su esposa Sophie de Brunswick ¿1562-

1568?

19

4 Techo del castillo de Würting - Austria, principios de 1600 - Apolo y sus musas. 20

5 Sacabuche soprano o discanto de Johann Georg Eschenbach, Neukirchen

(Bohemia 1796). Original en el museo de la Universidad de Leipzig. (Inventario

número 1880). Replica por Geert JanVan Der Heide – Historische

Blassinstrumenten en Pauken.

28

6 Sacabuche soprano por Christian Kofahl (Alemania, 1677). 28

7 Segundo libro de acuerdos años de 1693 a 1704, anverso 8. 35

8 Segundo libro de acuerdos años de 1693 a 1704, anverso 23. 36

9 Libro de acuerdos años de 1705 a 6 de octubre de 1716, verso 22. 40

10 Libro de acuerdos años de 1705 a 6 de octubre de 1716, anverso y verso 85. 41

11 Libro de acuerdos años de 1756 a 1771, verso ¿?. 42

12 Acta de libro de Acuerdo desprovisto de carátula fechado en 1783, verso 232. 43

13 Acta de libro de Acuerdo desprovisto de carátula fechado en 1783, anverso 232. 44

Capítulo 2

2.1 Entrada lateral izquierda de la Catedral de Toledo (Foto enero 2020). 48

2.2 Órgano de la Catedral de Toledo (Foto enero 2020). 49

2.3 Catedral de Toledo. Iconografía de un púlpito del coro tallado en madera, donde

puede apreciarse en la parte central – derecha, a un músico a caballo ejecutando

una especie de trompeta o sacabuche.

50

2.4 Arco de piedra tallado en una de las cuatro capillas que ocupan las esquinas del

atrio de la iglesia del monasterio franciscano de San Miguel, Huejotzingo,

presenta dos ángeles que tocan el sacabuche.

53

2.5 ¿1650? - Ciudad de México: El martirio de San Lorenzo, una pintura al óleo de

José Juárez, representa a un ángel tocando sacabuche junto con otros músicos

que parecen ser ángeles. Catálogo razonado del Fondo Cultural Banamex

(ARCA), 1997.

55

2.6 ¿1674-80? - Cusco, Perú: Óleo anónimo, Cofradías de Santa Rosa y La Linda,

que forma parte de un grupo de pinturas llamadas: La procesión del Corpus

Christi. Este lienzo representa a un indígena sacabuchista con ropajes andinos,

ejecutando el instrumento durante la procesión. Museo del Arzobispo, Cusco.

56

2.7 ¿1693? - Cusco, Perú: la pintura de Francisco Chihuanito, La Virgen de Monserrat,

ubicada en la iglesia parroquial de Chichero, Cusco, incluye una representación de

un sacabuchista en una posición prominente cerca del centro de la pintura.

57

Capítulo 3

3.1 Segundo libro de acuerdos años de 1693 a 1704, verso 191. Nombramiento de

Juan de Herrera en 1703 con salario anual de 250 patacones. 75

3.2a Portada del siglo XX de Toca la Flauta de Alonso Torices 95

3.2b Partichela del Tiple 1 a 4, verso – Toca la Flauta de Alonso Torices. 96

3.2c Partichela del Tiple 1 a 4, anverso – Toca la Flauta de Alonso Torices 96

3.2d Partichela del Tiple 2 a 4, verso – Toca la Flauta de Alonso Torices 97

3.2e Partichela del Tiple 2 a 4, anverso – Toca la Flauta de Alonso Torices 97

3.2f Partichela del Tiple 3 a 4, verso – Toca la Flauta de Alonso Torices 98

3.2g Partichela del Bajón – Toca la Flauta de Alonso Torices 98

3.2h Partichela del Bajón verso – Toca la Flauta de Alonso Torices 99

3.2i Partichela del Bajón verso – Toca la Flauta de Alonso Torices 99

3.3a Portada del siglo XX de Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María Dionosia?,

¿Jesús María? 111

3.3b Partichela de tiple – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María Dionosia?, ¿Jesús

María? 112

3.3c Partichela de tiple – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María Dionosia?, ¿Jesús

María? 113

3.3d Partichela del acompañamiento, verso – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María

Dionosia?, ¿Jesús María? 114

3.3e Partichela del acompañamiento, anverso – Cruz Soberana ¿José Cascante?,

¿María Dionosia?, ¿Jesús María? 114

3.4a Portada del siglo XX de Armarle quiere el demonio - José Cascante 117

3.4b Partichela del alto, verso – Armarle quiere el demonio - José Cascante 118

3.4c Partichela del alto, anverso – Armarle quiere el demonio - José Cascante 119

3.4d Partichela del acompañamiento - verso – Armarle quiere el demonio - José

Cascante 120

3.4e Partichela del acompañamiento - anverso – Armarle quiere el demonio - José

Cascante 120

3.5a Partichela del acompañamiento - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante 124

3.5b Partichela del acompañamiento - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante 125

3.5c Partichela del tiple a 3 - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante 126

3.5d Partichela del tiple a 3 - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante 127

3.5e Partichela del alto a 3 – verso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante 128

3.5f Partichela del alto a 3 – anverso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante 129

3.5g Partichela del tenor a 3 – verso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante 130

3.5h Partichela del tenor a 3 – anverso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante 131

3.6a Portada del siglo XX de Detente Asombro Veloz – José Cascante 136

3.6b Partichela del tiple a 3 – verso – Detente Asombro Veloz – José Cascante 137

3.6c Partichela del alto a 3 – verso – Detente Asombro Veloz – José Cascante 138

3.6d Partichela del bajo a 3 – verso – Detente Asombro Veloz – José Cascante 139

3.7a Partichela del tiple a 3 – verso – Ala Fuente de Vienes – Juan de Herrera 143

3.7b Partichela del tiple a 3 – verso – Ala Fuente de Vienes – Juan de Herrera 144

3.7c Partichela del acompañamiento a 3 – verso – Ala Fuente de Vienes – Juan de

Herrera 145

3.7d Partichela del acompañamiento a 3 – anverso – Ala Fuente de Vienes – Juan de

Herrera 146

3.8a Partichela del alto – anverso – A ver el Rey – José Cascante 150

3.8b Partichela del alto – verso – A ver el Rey – José Cascante 150

3.8c Partichela del acompañamiento – verso – A ver el Rey – José Cascante 151

3.9a Partichela del tiple a dúo – verso – El verte favorecido y asistido – Juan de Herrera 153

3.9b Partichela del tiple a dúo – anverso – El verte favorecido y asistido – Juan de

Herrera 154

3.9c Partichela del tenor a dúo – verso – El verte favorecido y asistido – Juan de

Herrera 154

3.9d Partichela del tenor a dúo – anverso – El verte favorecido y asistido – Juan de

Herrera 155

3.10a Partichela de tiple solo – verso – De la Alta Providencia – Juan de Herrera 157

3.10b Partichela de tiple solo – anverso – De la Alta Providencia – Juan de Herrera 158

3.10c Partichela del acompañamiento – anverso – De la Alta Providencia – Juan de

Herrera 159

3.11a Portada de Canción a 2 – Juan de Herrera 163

3.11b Partichela 1.1 de Canción a 2 – Juan de Herrera 163

3.11c Partichela 1.2 de Canción a 2 – Juan de Herrera 164

3.11d Partichela bajo 2.1 de Canción a 2 – Juan de Herrera 164

3.11e Partichela bajo 2.2 de Canción a 2 – Juan de Herrera 165

ÍNDICE DE TABLAS

No. Contenido

Capítulo 1

Pág

1 Tabla que resume citas que dan cuenta de la presencia del sacabuche en

distintos contextos literarios e históricos a través del tiempo. 17

2 Tabla de la disposición capitular de la iglesia metropolitana - Catedral de

Bogotá – Dignidades. 29

3 Tabla de la disposición capitular de la iglesia metropolitana - Catedral de

Bogotá – Canonjías de oficio y oposición. 30

4 Tabla de la disposición capitular de la iglesia metropolitana - Catedral de

Bogotá – Planta auxiliar de la Catedral. 30

Capítulo 2 2.1 Datos determinantes sobre la presencia del sacabuche y la actividad de

ministriles en el contexto hispanoamericano. 53

Capítulo 3 3.1 Información acerca de métodos de sacabuche y tratados de música del

siglo XVI al XVIII. 91

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

No. Contenido Pág.

Capítulo 1

1

Francisco Correa de Arauxo - página 167 de Música Práctica y

Theorica de Órgano intitulado Facultad Orgánica 1626. 24

2 Ilustración de la familia del sacabuche del Syntagma Musicum de

Michael Praetorius (1619). 27

Capítulo 3

3.1 Diagrama de signos de la notación mensural blanca elaborada Omar

Morales Abril para el Programa de Posgrado en Música de la UNAM. 77

INTRODUCCIÓN.

Desde la segunda mitad del siglo XX, los estudios catedralicios han ocupado un

espacio importante en investigaciones musicológicas. Numerosas publicaciones sobre el

tema, tanto en Europa como en Latinoamérica, han marcado un derrotero que constituye un

imaginario cada vez más crítico y aproximado. En el caso de la Catedral de Bogotá, la

historiografía catedralicia se ha centrado en estudios que comprenden principalmente los

siglos XV al XVIII. Los mismos tratan enfoques heterogéneos, aspectos relacionados con

la capilla musical1, los maestros de capilla, el repertorio, los compositores, la circulación y

recepción de músicas y músicos, las influencias institucionales de la fábrica (cuerpo

administrativo de la iglesia), la relación con los entornos socioculturales y las

transcripciones musicales, entre muchos otros.

Desde un punto de vista tradicional, la capilla musical solo se circunscribe a los

procesos relacionados con la enseñanza y ejecución musical religiosas, así como a los

vínculos establecidos entre los maestros de capillas y el resto del corpus musical. Como

resultado de esta objetividad, el énfasis de esta investigación se centra en el estudio de la

actividad musical en la Catedral de Bogotá durante el siglo XVII y principios del XVIII: en

ella, se presta especial atención a la reconstrucción de la práctica musical a través del

instrumento sacabuche, y a las diversas conexiones existentes entre los músicos ministriles

dentro de la capilla musical en un contexto virreinal. En consecuencia, se pretende extender

el panorama de los modelos de estudio, así como constituir vínculos concretos de un

determinado espacio y período asociados a la realidad cultural de la sociedad de Santafé. A

futuro, se espera que los resultados de estos estudios contribuyan a estructurar teorías y

metodologías a nivel integral que permitan una mejor organización del repositorio musical

de la catedral, así como su divulgación y acceso a través de trabajos científicos.

Esta investigación ha partido de la bibliografía específica sobre el tema centrado en

los diferentes trabajos referidos a los siglos de interés. Si bien estos trabajos no expresan

necesariamente las mismas condiciones de la actividad musical de Santafé en los siglos

XVII y XVIII dentro de la capilla catedralicia, ayudan a comprender y a estructurar, de

forma coherente, las prolongaciones y cambios generados en los períodos de estudio.

1 En el contexto del trabajo, y según el Diccionario de autoridades, se entiende como capilla musical el

“conjunto de músicos supeditados a un patrono del que percibían un salario por prestar sus servicios en las

catedrales, colegiatas, iglesias y conventos”. En: Diccionario de autoridades, Vol. 1, Madrid: Editorial

Gredos, (1963: 144).

1

En lo correspondiente a las investigaciones sobre el tema, específicamente de la

Catedral de Bogotá, se considera pertinente exponer que aunque existen diversas y nutridas

publicaciones acerca de la misma, la bibliografía sigue siendo limitada para abordar

múltiples flancos que esperan a ser estudiados desde la musicología, como bien se ha hecho

en el caso de la Catedral de México, a pesar que la de Bogotá, se sigue considerando uno de

los repositorios musicales catedralicios más opulentos de Latinoamérica, aún después de los

múltiples avatares de la naturaleza, conflictos sociales y desfalcos que ha sufrido a lo largo

de su historia.

El cabildo catedral de Santafé surge en 15622, a raíz de la traslación del obispado

desde Santa Marta y desde entonces se convierte en un centro de especialización musical:

la capilla servía de referente y proveía de músicos a las demás instituciones religiosas

existentes en la ciudad, donde se documentan ministriles y especialmente indígenas

sacabuchistas. Es importante destacar que esta actividad guarda importantes contribuciones

e información sobre la práctica en el ámbito eclesiástico, al contextualizar la situación

sociocultural de la época.

La existencia de una doctrina religiosa en Bogotá ha tenido un considerable impacto

histórico para Colombia, al incluir repertorio musical litúrgico y religioso a lo largo de la

historia. Estos archivos contienen: actas capitulares o libros de acuerdos, donde constan

contrataciones, diezmos, juicios, cédulas reales y por otro lado, partituras: ellos posibilitan

resituar el panorama de la investigación que se propone.

Si bien han sido fortuitos los accesos de investigadores al repositorio del archivo de

la Catedral de Bogotá, es posible declarar que la Arquidiócesis de Bogotá, en aras de

proteger este patrimonio, ha restringido acertadamente el acceso autónomo y emancipado

de su repositorio para garantizar su conservación y acceso a través de convenios

institucionales controlados, que permitan su uso de manera íntegra y supervisada, con

herramientas científicas que aporten a la organización y divulgación del mismo. Luego de

acceder al archivo, se confirma que desde el catálogo realizado por José Ignacio Perdomo

en 1976, no existe una actualización de la herramienta, aunque es evidente que la

Universidad de los Andes, en cabeza de Marcela García y Rondy Torres, trabajan en ello

actualmente.

2 Existen múltiples fuentes, pero se toma como referencia la tesis de Camilo Andrés Moreno Bogoya. 2016.

Estudio diplomático y paleográfico del libro de actas de la Catedral Primada de Bogotá: (1693-1704).

2

En correspondencia con este tipo de investigación, se ha procurado la revisión de

trabajos realizados en Hispanoamérica que suministren modelos de estudios de la actividad

musical en otras catedrales o faciliten información útil para la reconstrucción y vinculación

musical de la época, con enfoques heterogéneos actualizados.

Casi todas las investigaciones, concernientes a este tema en Bogotá, han tenido como

referente el trabajo de Robert Stevenson. Por su parte, en Santafé, los temas catedralicios

han tomado significación como objeto de estudio. Para el desarrollo de este trabajo, han

contribuido principalmente las valiosas investigaciones realizadas por José Perdomo

Escobar, Luis Antonio Escobar, Ellie Anne Duque, Egberto Bermúdez, Joanne Rappaport,

Marcela García, Diana Farley, Leonardo Cabo Santamaría, María Camila Mendoza Castro,

Juan Sebastián Mora y Silvia Rodríguez, entre otras más. Estos estudios aportan a una nueva

etapa de desarrollo en la musicología histórica hispanoamericana, sus transcripciones y

aportes han servido como punto de partida para los análisis y objetivos de este trabajo.

Documentario general referente a la práctica musical:

A continuación, se relacionan algunas particularidades sobre los materiales encontrados

en el archivo de la Catedral de Bogotá, con el fin de comprender el punto de partida y el

consecuente manejo de fuentes para la presente investigación:

1- Han sido seleccionadas algunas actas capitulares de los siglos XVII y XVIII que

hacen mención a ministriles y a su nivel artístico, como precedentes a la interpretación de

repertorio catedralicio de Santafé.

2- Faltan todos los libros de acuerdos anteriores al año de 1693, y no fue posible

hallar menciones a sacabuchistas dentro de la catedral, diferentes a las ya citadas en las

publicaciones de algunos de los autores anteriormente mencionados.

3- Documentos en estado avanzado de deterioro, en algunos casos incompletos.

3

Partituras Manuscritos/Impresos:

1- El Catálogo de José Ignacio Perdomo Escobar (1976) fue trascendental para

acceder a las creaciones musicales de los siglos XVII y XVIII.

2- Existe una división en la ubicación de las fuentes: una en los libros de acuerdos

respecto a los manuscritos, y otra para los libros de coro y partituras que por lo general, se

encuentran en partichelas sueltas.

3- En las partituras manuscritas seleccionadas se observa una relativa legibilidad en

su grafía y en las acotaciones de datos sobre fechas y soportes referenciales de los autores,

además de los textos en bolígrafo o máquina de escribir por parte de Ignacio Perdomo

Escobar y Luis Antonio Escobar, a modo de carátulas de algunas de las obras.

4- De acuerdo con la práctica de la época, las partituras se encuentran en formato

apaisado y folios sueltos, tanto las partes vocales como instrumentales. Nueve de las obras

seleccionadas son vocales con acompañamiento y una es instrumental, poseen generalmente

textura homófona con pasajes contrapuntísticos e imitativos y en general, el

acompañamiento se identifica o no con un instrumento determinado que funciona como

continuo.

5- El repertorio seleccionado se integra por nueve villancicos y una obra

instrumental. Dos de los villancicos estaban incompletos y se ha sugerido una

reconstrucción de las voces faltantes con recursos de época, en aras de recuperar las obras y

hacerlas interpretables.

8- Ocasional deterioro de las obras en algunas secciones que imposibilitan una

legibilidad integral de la partitura.

Considerando el estado actual del archivo y los manuscritos musicales atesorados,

aún no develados, surge el siguiente problema científico: ¿Cómo contribuir a la

reconstrucción de la actividad musical litúrgica y religiosa de la Catedral de Bogotá en

diferentes momentos de los siglos XVII y XVIII?

Se define como objeto de estudio: la documentación del repositorio del archivo

histórico catedralicio de la actual Arquidiócesis de Bogotá, con vistas a la reconstrucción de

una parte de la actividad musical litúrgica y religiosa durante los siglos XVII y XVIII, así

como el análisis e interpretación de su repertorio, a través del corpus sonoro del sacabuche.

4

En ese orden de ideas, se formula la hipótesis siguiente: la digitalización, análisis,

adaptación e interpretación de diez obras musicales del corpus documental-musical del

repositorio del archivo histórico catedralicio de la actual Arquidiócesis de Bogotá, permitirá

proponer una reconstrucción de las piezas como parte de la actividad musical litúrgica y

religiosa de la Catedral de Santafé en los siglos XVII y XVIII, a través del sacabuche.

Las variables de análisis planteadas en la metodología para la adaptación,

interpretación y estudio de la información están sustentadas teórica y conceptualmente

dentro de este trabajo, posibilitando la comprobación de la predicción proyectada en la

hipótesis. Se presenta como variable dependiente: la recopilación y análisis de la

documentación referente a la actividad musical litúrgica y religiosa del repositorio referente

a ministriles y el sacabuche, mientras que la independiente se formula como: la actividad

musical litúrgica y religiosa del repositorio del archivo histórico de la Catedral de Bogotá

en diferentes momentos de los siglos XVII y XVIII,

La tesis maestrante estudia la actividad musical dentro del archivo histórico de la

Catedral de Bogotá durante diferentes períodos de los siglos XVII y XVIII; en ella se

profundiza en el conocimiento de la práctica musical, al prestarle especial atención a los

ministriles y al sacabuche.

Objetivos:

Objetivo general: Reconstruir parte de la actividad musical litúrgica y religiosa de

la Catedral de Bogotá en los siglos XVII y XVIII, a través del análisis, adaptación,

interpretación, y estudio documental-musical de diez obras musicales del repositorio del

archivo histórico catedralicio de Santafé, a través del corpus sonoro del sacabuche.

Fueron seleccionadas diez obras musicales que reposan en el archivo de la Catedral

de Bogotá, su análisis, edición y publicación, posibilitará otro escenario para un futuro

archivo de música digitalizado, actualizado y analizado críticamente.

Objetivos Específicos:

1. Argumentar teóricamente y metodológicamente una investigación dirigida a la

reconstrucción de una parte de la actividad musical litúrgica y religiosa de la Catedral de

Bogotá en los siglos XVII y XVIII.

2. Realizar una edición crítica a partir de la transcripción de diez obras

vocales/instrumentales manuscritas de los siglos XVII y XVIII, para describir los criterios

5

técnicos de los autores y copistas, hacer concordar las diferentes grafías, y producir

versiones actualizadas para su interpretación.

3. Interpretar el contexto a partir del corpus documental-musical y reconstruir

estéticamente la actividad musical litúrgica y religiosa de la Catedral de Bogotá.

4. Estructurar, diseñar y aportar una base digital correspondiente para la

socialización de las diez obras seleccionadas.

5. Difundir un panorama del origen e historia del sacabuche dentro de un contexto

práctico social, como instrumento protagonista de esta investigación.

6. Divulgar el repertorio catedralicio de Santafé en los siglos XVII y XVIII, así como

obras musicales que permanecían inéditas.

Para la realización de esta investigación han sido esenciales, desde el punto de vista

metodológico, los siguientes conceptos: liturgia, ministriles, sacabuche e interpretación

históricamente informada.

La metodología que se aplica a la investigación propuesta responde a las necesidades

y criterios interpretativos exigidos por el objeto de estudio. La musicología como ciencia,

se conecta y coexiste con otras disciplinas: resulta pertinente aplicar enfoques

metodológicos abiertos relacionados con esta ciencia, como la musicología histórica. La

misma posibilita: acotar la historia de la Catedral de Bogotá y los géneros vocales/

instrumentales predominantes en el discurso religioso; el estudio de algunas biografías de

los músicos y maestros de capilla de los siglos XVII y XVIII, así como interpretar la

reconstrucción de su actividad musical.

Esta indagación permite establecer consideraciones respecto a la historia de la

práctica musical, discurriendo en las individualidades musicales de los compositores y sus

obras dentro del contexto sociocultural y otorgando prioridad al método analítico–sintético

de la investigación histórica.

Definir el objeto del estudio de la significación musical es una tarea

considerablemente compleja. Sin embargo, la significación musical, sobre todo en relación

con las obras que se escribieron en los períodos estudiados en este trabajo, se basan en “la

reconstrucción de una competencia musical que se habría perdido, de un cierto saber musical

de transmisión oral que habría sido olvidado con el paso del tiempo”: Música y semántica:

de la hermenéutica a la semiótica musical, Grabocz (2009: 12).

6

Se asume además, el enfoque epistemológico cualitativo desde una perspectiva

holística y documental. Sobre esta base se ha realizado el análisis de la literatura científica

y entrevistas acerca del tema, y de los resultados de las investigaciones más recientes

referidas al mismo, con énfasis en métodos particulares de la investigación – creación en las

artes, como expresa Wassily Kandinsky en su texto Sobre lo espiritual en el arte (1989),

donde expone en líneas generales que la obra de arte es el producto de la convergencia de

tres registros: el personal en la investigación, el de la época y el puramente artístico, donde

el proceso creativo no tiene una temporalidad preestablecida en una investigación

multivariada y multinivel, además de otros enfoques contemporáneos de corte semiótico,

como bien se expone a continuación:

Investigación archivística: permite valorar de forma coherente con el contexto el

estudio de la historia del repositorio de la catedral, posibilitando la sistematización, análisis,

adaptación y digitalización de las fuentes documentales primarias y secundarias

relacionadas con el objeto de estudio, a través de: la revisión del archivo, el estudio del

contenido y registro de documentos. Esto con el fin de elaborar un panorama general de

diferentes momentos correspondientes a los siglos XVII y XVIII.

Transcripción y análisis: Se realizó una propuesta de transcripción de diez obras

seleccionadas, basándose en textos de la época y en publicaciones y recomendaciones de

especialistas contemporáneos, cuyos aportes permitieron abordar el problema con

herramientas coetáneas para la propuesta de transcripción, análisis, adaptación e

interpretación del repertorio catedralicio de Santafé.

Crítica textual: se conecta con la paleografía diplomática, musical y bibliográfica,

la editorial, y el estudio de las filigranas del papel. Mediante la paleografía y la lexicografía

se abordan principalmente, la transcripción a notación moderna de los manuscritos

musicales y la interpretación de las grafías que figuran en ellos. Si bien datan de una

notación de los siglos XVII y XVIII, existen diferentes grafías que necesitaron de un

cuidadoso estudio para su transcripción.

De la misma forma, los documentos no musicales como los libros de acuerdos han

sido una fuente fundamental para interpretar términos y usos del lenguaje de la época, así

como para completar un criterio hermenéutico contextual. La edición crítica de los

manuscritos se sustenta a partir de un estudio del contexto y una comprensión interpretativa.

7

La transcripción de manuscritos musicales se ha centrado en ofrecer una versión de

utilidad, tanto para los instrumentistas como para investigadores, facilitando el acceso de la

lectura musical a los usos actuales. Las versiones intentan mantener cercanía a las originales

y presentan sólo una de las tantas posibilidades de interpretación.

Método analítico y teórico: Desde este enfoque, la teoría puede incluir el análisis.

Además, se produce el estudio detallado de las piezas musicales para probar la validez

empírica y la aplicación de la teoría. Las teorías aportan descripciones generalizadas de las

estructuras y de sus resultados, mientras el análisis de una obra específica permite aprobar

la validez empírica y la propuesta planteada articulada a la aplicación de la teoría.

La estructura analítica, generalmente inductiva, se inicia en los elementos básicos y

asciende a niveles superiores de pensamiento organizativo. La perspectiva de esta sección

es la de un estudio integral que pretende ser funcional en el proceso de reconstrucción

musical.

Fuentes y material documental: Para la investigación se considera como fuente

primaria, la documentación que se encuentra en el archivo de la Catedral de Bogotá: libros

de acuerdos y partituras sueltas que registran datos importantes de la práctica musical en el

período de estudio. Entre las fuentes secundarias, se encuentran las investigaciones,

estudios, tratados y escritos que abordan el repertorio musical y el contexto histórico-

cultural del período en cuestión, así como los métodos de sacabuche por parte de

especialistas descritos en el estado del arte y en las tablas relacionadas más adelante.

De la misma forma, las fuentes secundarias son abordadas con una mirada crítica,

seleccionando los trabajos que aportan al corpus interpretativo de la investigación desde

diferentes enfoques, ya sea como modelo de estudio o como información específica para la

construcción interpretativa. Como fuente ternaria, se recurrió a la entrevista mixta

semiestructurada, para compilar recomendaciones de especialistas contemporáneos del

sacabuche en la interpretación de repertorios para el instrumento, durante los siglos XVII y

XVIII.

La contribución de la tesis a la comunidad científica se expresa en el ofrecimiento

de una nueva interpretación del escenario y panorama de abordaje de la música litúrgica y

religiosa de la Catedral de Bogotá en diferentes momentos de los siglos XVII y XVIII,

contribuyendo al conocimiento integral y divulgación de este repositorio. De igual manera,

posibilita futuros estudios del patrimonio musical colombiano en lo referente a este campo,

8

aporta una metodología que permite contextualizar, precisar y llenar vacíos de orden

histórico cultural de la actividad musical litúrgica, ministril y religiosa en esta ciudad, y la

posibilidad de hacerla extensiva a Latinoamérica, a través de una propuesta interpretativa

mediante el sacabuche.

En cuanto a la metodología, se tuvieron en cuenta los estudios de James Grier (2008)

en The critical editing of music. History, method and practice, donde se exponen derroteros

científicos para tomar decisiones fundamentadas y críticas, en aras de propender un acto de

interpretación informada donde el editor representa un papel de autoría como la del

compositor, que se ve afectada y limitada por instrumentos sociales, culturales, políticos y

económicos, a través de las cuales se producen y difunden las fuentes de estudio. Se tomaron

en préstamo enfoques y métodos de la filología para reforzar el método musicológico,

principalmente, de la relación entre la obra y su texto escrito en música y el carácter del

texto de una obra musical. La intención al emplear esta herramienta, es presentar una teoría

de la edición que reconozca estos aspectos únicos de la obra musical y que los sitúe como

cuestiones centrales en la metodología y la práctica de la edición musical.

La estructura del texto es la siguiente:

Capítulo 1: Si bien el objeto principal del trabajo es el análisis, adaptación e interpretación

de repertorio catedralicio en Santafé, ello se realiza a través de la mirada y de las

posibilidades interpretativas del sacabuche. Se hace necesario entrar en detalles del

instrumento y su historia, así como desmitificar el uso del instrumento exclusivamente para

doblar voces con un carácter sosegado, secundario y pausado, que determinarán

decisivamente la propuesta interpretativa. Por otro lado, este capítulo aporta nuevas

evidencias como menciones de ministriles y músicos de la Catedral de Bogotá.

Capítulo 2: El modelo de enseñanza musical español es replicado en los virreinatos

hispanoamericanos, y es necesario contextualizar un panorama socio-cultural de Santafé

dentro del altiplano cundiboyacense, como elementos primordiales que definieron la práctica

musical en la Catedral de Bogotá a lo largo de la historia. Por otro lado, es importante

relacionar la llegada del sacabuche a Latinoamérica como un instrumento importado, el papel

de los ministriles en el Nuevo Reino de Granada, y una reflexión acerca de cómo pudo haber

sonado el sacabuche en Santafé.

9

Capítulo 3: Edición crítica de los manuscritos musicales: presenta las características

generales de los manuscritos, los criterios de análisis, edición y sugerencias de interpretación

de villancicos, las fotografías originales y las transcripciones, así como la propuesta de

reconstrucción y recreación del repertorio obrante en el archivo catedralicio de Santafé, como

recuperación y actualización del patrimonio musical colombiano.

10

CAPÍTULO I.

INTRODUCCIÓN AL INSTRUMENTO SACABUCHE.

1.1. Origen e iconografía de la aparición del sacabuche.

1.2. Evidencia de mujeres sacabuchistas en el siglo XVI.

1.3. Origen de la palabra sacabuche.

1.4. Aspectos técnicos y evidencia del virtuosismo en el sacabuche.

1.5. La familia del sacabuche.

1.6. Estructura organizacional de la Catedral de Bogotá, ministriles y organistas.

11

1.1. Origen e iconografía de la aparición del sacabuche.

El sacabuche es un instrumento musical de viento metal antecesor del trombón

moderno, que obtuvo su desarrollo dentro de la historia de los instrumentos probablemente

luego del año 1.400. Se toma esta fecha como posible referencia, ya que según Curt Sachs

(1940: 301) en su texto Historia Universal de los Instrumentos Musicales Parte II, el primer

rastro pictórico que se conoce de dicho instrumento se encuentra en un lienzo del italiano

Mateo di Giovanni, quien murió en 1495. Esta pintura se encuentra conservada actualmente

en la Galería Nacional de Londres, retablo S. Agostino (Asciano, Italia). El sacabuche puede

apreciarse al extremo superior derecho del fresco, siendo ejecutado por un ángel vistiendo

túnicas rosadas. (ver imagen 1).

Imagen 1.

Retablo de Matteo di Giovanni, S. Agostino - siglo XV.

(dominio público)

12

Se encuentra documentado en numerosos textos académicos que el sacabuche

efectivamente desempeñó un papel fundamental dentro la música catedralicia en

Latinoamérica y del Nuevo Reino de Granada particularmente, como instrumento usual de

los ministriles y del modelo de enseñanza musical. Sin embargo, es evidente que el sacabuche

no era autóctono de América y que por el contrario, fue importado al Nuevo Mundo dentro

de las avanzadas de conquista y de evangelización, al menos en el caso de los virreinatos de

España. Aunque lo trajeron los españoles, diferentes textos dan fe que tampoco era un

instrumento de origen español, sino que provenía del centro de Europa.

Al revisar y comparar distintos ejemplares y diferentes fuentes de información, se

puede deducir que la aparición del sacabuche es realmente difusa e inexacta en la historia.

Los diferentes textos, investigadores y especialistas, además de ponentes y/o ejecutantes

internacionales del instrumento que hablan del tema, mencionan una fecha distinta en que el

sacabuche se encuentra registrado en la organología. Los datos más comunes apuntan a que

su aparición se da durante el siglo XV en el centro de la Europa medieval, teoría que afirma

Curt Sachs (1940: 301) en su texto.

Ejemplo de lo anteriormente expuesto, es que un artículo de Herbert W. Myers (1999:

1) publicado en el Historic Journal Brass hace referencia a un fresco llamado Asunción de

la virgen, donde se muestra a un ángel tocando el sacabuche. Según Myers, fue pintado poco

antes de 1490 en dicha iglesia por Filipino Lippi (1457-1504), fecha diferente a la que afirma

Curt Sachs de la pintura de Matteo Di Giovanni (1495). (ver imagen 2). Por otro lado, el

reconocido investigador y sacabuchista Christian Lindberg, expresó verbalmente durante un

recital realizado en la ciudad de Caracas, el miércoles 15 de febrero de 2012 en la sede de las

orquestas juveniles e infantiles de Venezuela, que el primer indicio del sacabuche se toma en

cuenta por tres danzas escritas para ser ejecutadas en este instrumento, en el año de 1347.

Resaltó que son de autoría de un compositor anónimo y que debido a su registro agudo,

preferiblemente deben ser ejecutadas en el sacabuche alto.3 Estas piezas están grabadas en

uno de sus CDs llamado: Christian Lindberg Unaccompanied: Three Medieval Dances-

Anonymous en las pistas: 15 I. Danse la Cleves, 16 II. Amoroso y 17 III. La Spagna.

3 Existe un video de dicho recital donde fueron ejecutadas las tres danzas anónimas en trombón alto (DVD disponible en

la videoteca de la Fundación Musical Simón Bolívar en Caracas-Venezuela, con la fecha y nombre del artista solista-

Christian Lindberg. 15 de febrero de 2012).

13

Imagen 2.

La asunción de la virgen María por Filipino Lippi, en la iglesia de Santa María Sopra

Minerva, Roma, Italia 1490. (dominio público)

Sin embargo, otros autores como Stanley Sadie (1984: 632) en el Dictionary of Musical

Instruments, alegan que la primera referencia del instrumento data de 1468 en la boda de

Carlos el Valiente y Margarita de York en Brujas-Bélgica, donde fue utilizada una trompette

saicqueboute. Por otro lado, el cornetista e investigador francés Jean-Pierre Canihac, creador

y director del ensamble Les Sacqueboutiers de Toulouse - Ensemble de cuivres ancien,

manifestó en una tertulia musical realizada en la sede de la Camerata Renacentista en la

ciudad de Caracas el 24 de noviembre de 2010, que la primera referencia de piezas escritas

específicamente para sacabuche solista se encuentran en el tratado Musicali Melodie de

Giovanni Martino Cesare (1621) con la obra La Hyeronima4. Según Canihac, es la pieza más

antigua conocida y documentada para sacabuche solista.

Ramón Andrés (1995: 341) refiere abundantes menciones en cuanto al origen e

importancia del sacabuche en sus diferentes contextos históricos. El autor cita la primera

documentación del instrumento en lengua castellana en la Crónica del Condestable Miguel

Lucas de Iranzo, en el año de 1470. Unos años más tarde en 1487, a Johannes Tinctoris

4 En la escuela contemporánea del trombón, se reconoce esta pieza como la primera obra escrita específicamente

para el instrumento. Otros detalles en: Cesare, Giovanni Martino. Musicali Melodie: A una, due, tre, quatro,

cinque e sei voci. Mónaco, 1621.

14

(quien, según el texto, fuese un chantre de Fernando de Aragón en Nápoles). Se señala

también en: De inventione et usu musicae que lo que en Francia llamaban sacqueboute, en

las Mémoires (1488) de Olivier de la Marche recibe el nombre de trompette-saicqueboute,

mientras en Italia se conocía como trompone.

Por otro lado, Daniel Anarte (2013: 4) confirma la fecha y lugar de aparición del

sacabuche en el centro de Europa a comienzos de 1400. En concreto, en las actas catedralicias

de la ciudad alemana de Brunswick - Baja Sajonia, donde se especifica el pago a dos gaiteros

y un sacabuche (2 piperen unde enen bassuner) en los años de 1403 y 1405. Así mismo,

asegura que la primera información sobre el uso del sacabuche en la península ibérica data

de 1474, fecha en la que Fernando el Católico emplea a un sacabuche para ampliar su capilla

musical, al convertirse en el rey de Castilla. De manera anecdótica, esta fecha es cercana a la

culminación, en Italia, de la pintura de Matteo de Giovanni (imagen 1).

El Nuevo Diccionario Histórico del Español, Tomo VI (1739: 342) describe el

sacabuche de la siguiente manera: “Instrumento musical à modo de trompéta, hecho de metál,

dividido por medio, à el qual suben y baxan por la parte de abaxo, para que haga la diferencia

de voces, que pide la música”. Más adelante, el diccionario cita a Trahele Covarr en su

Thesóro. Lat. Sambuca, æ. Tuba ductilis con La Gloria de Niquéa: “Apenas cobró el silencio

el lugár perdido, quando respondieron alternadas voces de cornétas y sacabúches” Cap. 115.

“Entra en el humano buche,|

Suene el lindo sacabuche”.

Anthony Baines (1992: 342) en tu texto The Oxford Companion to Musical

Instruments, manifiesta que el trombón antiguo o el sacabuche fue visto por primera vez en

imágenes que datan del año 1460, pero no específica en cuál iconografía o en dónde.

Existe otro artículo en la revista “Historic Brass Society Journal” escrito por Henry

Howey (1993: 65), en cuyo contenido se confirma que en Bavaria, aparecieron hacia la

segunda mitad del siglo XVII los músicos de viento-metal que marcaban las horas desde los

sitios altos de las ciudades y los que tocaban fanfarrias en las cortes, modelo similar al de

España, según los archivos de varias catedrales como Sevilla.

5 Se pueden consultar estas referencias en la web ingresando a la página de la Real Academia de la Lengua

Española: dle.rae.es con las palabras clave: sacabuche, tuba ductilis, trompeta, corneta.

15

De igual manera, se muestran otras referencias en las actas capitulares de distintas

ciudades alemanas como Hildesheim, Konstanz, Berlín u Ofen (actual Hungría) donde se

constata la contratación de sacabuches, denominados indistintamente pusauner o basuner

durante las dos primeras décadas del siglo XV. Simultáneamente, se van encontrando

referencias en el norte de Italia (Ferrara, Siena o Florencia) y hacia el este de Alemania,

Viena, Oudenaarde, Ypres y Leuven (actual Bélgica), Dijon y Paris, siendo habituales las

menciones a sacabuchistas y trombonistas, casi siempre junto a chirimías y cornetos.

Según Anarte (2013: 4), los cronistas relatan que en los actos del bautismo del

malogrado príncipe Juan, hijo de los reyes católicos (Sevilla, 1478), el niño fue llevado a la

iglesia en una larga procesión en la que participó una multitud de músicos, entre los que se

destacaban “tañedores” de trompetas, chirimías y sacabuches.

El autor declara que Sevilla fue un importante centro económico y cultural en Europa

desde comienzos del siglo XVI, gracias a que el descubrimiento de América hizo que el

puerto fluvial de esta ciudad ostentara su comercio con el nuevo continente. Las actividades

mercantiles se llevaban a cabo en la denominada “fuente de hierro” (actual enclave de la

iglesia del sagrario), hasta la construcción del Archivo de Indias en la segunda mitad del siglo

XVI. Por tanto, la Catedral de Sevilla albergaría para ese entonces, al primer conjunto estable

de ministriles documentado en España en el año de 1526, siendo maestro de capilla Pedro

Fernández de Castilleja (1487-1574), donde la plantilla de músicos era de cinco ministriles,

de los cuales dos eran sacabuches. Desde este puerto partirían más tarde considerables

expediciones hacia los virreinatos americanos, tomando como modelo y ejemplo la plantilla

de músicos que se puede constatar en los repositorios catedralicios latinoamericanos y

especialmente, en el de la Catedral de Santafé.

Según las actas catedralicias sevillanas, se contrató un número importante de

sacabuches donde cabe destacar que en abril de 1533, se realizó una contratación a Andrés

de Deza como sacabuche alto: “podrá servir de contralto siendo como es sacabuche”. En

1558 también se contrató al sacabuche Juan Baptista, quien en 1564 se convirtió en decano

de ministriles (su deber era custodiar los libros de música y los instrumentos de la catedral).

De igual modo, se empleó en los puestos de tañedores de sacabuches tiple a García González,

Diego de Aranda y Gaspar Camargo en 1560, y para el año de 1563 a Diego López.

16

Otras ciudades españolas siguiendo los pasos de Sevilla, contaron también con

ministriles en sus iglesias. Las respectivas actas capitulares de cada catedral lo demuestran

y allí se resaltan los nombres de algunos sacabuchistas, tal es el caso de la Catedral de

Córdoba (Juan Álvarez y Antonio Rodríguez en 1563); la Catedral de Jaén (Cristóbal

Zamorano en 1565, Pablo de Dueñas en 1591 y Pedro González Villalobos en 1670); la

capilla real de Granada (Francisco Vásquez en 1597, José de Florencia en 1604 y Quesada

en 1631); la Catedral de Málaga (Benito Cisneros y Mateo Serrano, ambos en 1627), entre

otros. Muchos de los ministriles se embarcaron posteriormente rumbo al nuevo continente

como músicos alicientes a las tropas, a las misiones religiosas y como expedicionarios.

Además de los fines lucrativos que otorgaba el movido comercio por ese entonces

incentivado por el oro proveniente de América y la famosa “leyenda del dorado”, las historias

de ciudades construidas en el valioso metal con incrustaciones de piedras preciosas y por

supuesto, el apogeo por convertirse en un nuevo “héroe conquistador” para perpetuar sus

nombres en la historia. La siguiente tabla resume otras citas que dan cuenta de la presencia

del sacabuche en distintos contextos literarios e históricos a través del tiempo:

Tabla 1.

Fuente Cita o mención

Ramón Andrés (1995: 343).

Juan del Enzina (1468-1529)

en el Triunfo del Amor.

Juan del Enzina (1468-1529) en el Triunfo del Amor (1496) cita en repetidas

ocasiones al sacabuche, siempre junto a chirimías.

Ramón Andrés (1995: 343).

Los Siete Libros de la Diana

(1560).

“Y no lo uvo dicho, quando comencaron a tocar tres cornetas y un sacabuche, con

un tan gran concierto que parecía una música calestial” (Libro II).

Ramón Andrés (1995:

343).Miguel de Cervantes.

(1547-1616).

Jornada primera de El Rufián Dichoso,“Vivo a lo de Dios es Cristo, sin estrechar

el deseo, y siempre traigo el baldeo como sacabuche listo”

Ramón Andrés (1995:

343).Francisco de Quevedo

(1580-1645), en La Vida del

Gran Tacaño.

“entre el humano buche, suene lindo el sacabuche”.

17

Ramón Andrés (1995: 343).

Juan de Tassis, conde de

Villamediana (1582-1622),

en La Gloria de Niquea.

Anotó después del diálogo entre Abril y la Edad: “Apenas cobró el silencio el

lugar, perdido, quando respondieron alternadas vozes de cornetas y sacabuches, a

cuya numerosa armonía la Corriente y el Abril escondieron las luces de sus

carros”.

José M. Lamaña cuenta en el

folleto de su CD (1974).

“La Música en la Corte Española de Carlos V” que, en España, se tienen

referencias concretas de la utilización del sacabuche en la corte de los Reyes

Católicos (c.1475) y que, así mismo, se hallan documentos del año 1480 que

hablan acerca de la enseñanza del sacabuche en Barcelona.

Ramón Andrés (1995: 343).

En el inventario de María de

Hungría, que data de 1556 y

que reposa en el Archivo de

Simancas.

Se relacionan nueve sacabuches, uno de ellos “engastado de plata, con todos sus

aderecos”.

En el Diccionario de

Instrumentos Musicales

(1995: 343).

La relación de inventarios de Felipe II de España, realizada en 1602. En ella se

destacan cuatro sacabuches de plata:

“el primero de ellos con los cabos y molduras doradas en trece piezas, que pesa

nueve marcos, siete onzas y una ochava, metido en una caja, cubierta de cuero

negro (…) tasado plata y echura cien ducados”. Pero hay otro valorado “en ciento

cincuenta ducados” que tiene doce piezas, con las guarniciones y cabos dorados y

en la mayor dos cadenillas, una a cada cabo, que pesa veinte marcos y tres

ochavas”, el resto de sacabuches descritos son de latón”.

En el Diccionario de

Instrumentos Musicales

(1995: 343).

Se menciona que los sacabuches son numerosos en Juan se Salinas (1559-1643),

hace un juego de palabras al respecto en su poema; Los Ejercicios Espirituales de

la Compañía de Jesús (vv. 133-138): “A la música suave, que se entonaba en este

coro grave, que era, porque me escuches, en vez de sacabuches, metebuches, y por

ser muy sonoras, en vez de chirimías, cantimploras”.

1.2 Evidencia de mujeres sacabuchistas en el siglo XVI.

Según los distintos textos que hablan de los ministriles y de los ejecutantes del

sacabuche, las actas y documentos mencionan en la gran mayoría de los casos, que los

ejecutantes de este instrumento eran hombres. Sin embargo Will Kimball, trombonista y

musicólogo norteamericano, muestra en su página web un recorte de un mantel hecho

alrededor de 1562 a 1568, donde se puede observar a una mujer sacabuchista entre los

músicos de las corte del conde Poppo de Henneburg en Rhoen - Turingia, actual Alemania6.

En el detalle, se puede apreciar a la pareja real enmarcada en la obra de Martin Agricola Ein

Feste Burg de Lutero (Un poderoso castillo), donde se muestran dos filas de músicos y entre

6 Kimball, Will. 2014. <Trombone History>. Trombone History timeline. www.kimballtrombone.com

http://kimballtrombone.com/trombone-history-timeline (consulta: 3 de mayo de 2020).

18

ellos, a una mujer ataviada de ropas cortesanas tocando el sacabuche. (ver imagen 3). La web

también muestra un fresco en el techo del castillo de Würting - Austria, que data de principios

de 1600 y representa al dios Apolo y sus musas, una de ella ejecuta el sacabuche. (ver Imagen

4). Hasta la fecha no se han encontrado menciones o iconografía de mujeres sacabuchistas

en Hispanoamérica durante los siglos XVI, XVII, ni XVIII.

Imagen 3.

Detalle del mantel (160 por 180cm) tejido en seda de oro y plata que muestra en el

centro al conde Poppo de Henneburg y a su esposa Sophie de Brunswick ¿1562-1568?

Kimball, Will. 2014. <Trombone History>. Trombone History timeline.

www.kimballtrombone.com http://kimballtrombone.com/trombone-history-timeline

(consulta: 3 de mayo de 2020).

(dominio público)

19

Imagen 4.

Techo del castillo de Würting - Austria, principios de 1600 - Apolo y sus musas.

(dominio público)

1.3. Origen de la palabra sacabuche.

Según Curt Sachs (1940: 301), el instrumento proviene de la trompeta en el siglo XV

y toma su nombre de la raíz inglesa sackbut, que quiere decir sack (sacar) y but (meter), por

el movimiento que hace la vara corredera del instrumento, para poder ejecutar las distintas

notas de las siete posiciones del diapasón. En Francia le llamaron saqueboute, de sacquer

(sacar o tirar), bouter (empujar); en Alemania, posaune, equivalente del alto alemán busine

(trompeta metálica del medioevo); en Italia, trombone, aumentativo de tromba (trompeta); y

en español fue nombrado “sacabuche”, proveniente de sacar y de bucha (tubo o tubería).

En España, es documentado en el siglo XV dentro de una variedad de conjuntos

instrumentales tanto religiosos como profanos, esto, según Joaquín Saura Buil (2001: 97) en

su texto Diccionario técnico-histórico del órgano en España. El origen de la palabra

“sacabuche” posiblemente es producto de la mezcla entre sus raíces lingüísticas, con el

parecido físico que tenía a un arma bélica histórica. Esta arma pudo haberse asemejado a una

lanza o cuchillo oblicuo con un filo interno que se utilizaba para cortar, degollar y decapitar,

además de sacar del arzón a los jinetes enemigos, tironeando y empujando simultáneamente.

20

Bueno sería por cierto que estos insignes pueblos se corriesen y vengasen y

anduviesen continuo hechas las espadas sacabuches a cualquier pendencia por

pequeña que fuese”. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha 1605 (parte II).

Cap. XXVII de Miguel de Cervantes Saavedra.

De igual manera en el texto Tesoro de la lengua castellana (1611: ¿?)7, Sebastián de

Covarrubias define al sacabuche de la siguiente manera:

Instrumento de metal que se larga y recoge en sí mesmo; tánese con los demás

instrumentos de chirimías, cornetas y flautas. Díxose assí porque, cualquiera que no

estuviese advertido, le parecería cuando se alarga sacarle el buche.

Se podría entonces argumentar que el origen de la palabra sacabuche, en el idioma

español, puede provenir de alguna de las tres anteriores teorías, o bien de una mezcolanza

entre ellas. Ello abre la puerta a futuras investigaciones sobre el idioma: pureza/hibridación.

1.4. Aspectos técnicos y evidencia del virtuosismo en el sacabuche.

En cuanto a las técnicas de ejecución que se utilizaban para interpretar el sacabuche,

se conoce muy poco o casi nada, a no ser por referencias de la época que hablan de las

destrezas virtuosas de los ejecutantes. Es entendido que los sacabuchistas fueron mejorando

habilidades técnicas al transcurrir del tiempo, ya que de tocar notas largas de

acompañamiento y doblaje, a interpretar piezas como: “La Hyeronima” de Giovanni Cesare

(1621), la Quarta Sonata a duo para soprano y sacabuche de Dario Castello (15?? – 1630?),

y la Sonata a 3 para duo de violin, sacabuche y continuo de Antonio Bertali (1605 – 1669),

entre otras, se requirió de una habilidad técnica considerablemente compleja. Esta cita de

Pierre Trichet (1640: ¿?)8 capítulo del sacabuche, lo demuestra:

Debo confesar que la primera vez que oí el sonido del sacabuche, admiré casi por igual

la destreza del que lo tocaba como el ingenio del que lo había inventado; afirmo sin

vacilar que el inventor merece muchos más elogios…

Parte de esta afirmación se puede comprobar, al escuchar las reconstrucciones y

aproximaciones de las piezas antes mencionadas que grabaron los sacabuchistas Michel

Becquet y Daniel Lasalle en su producción discográfica La Sacqueboute, y el sacabuchista

Jörguen Van Rijen en Sackbutt en el Combattimento Consort Amsterdam, respectivamente.

Así mismo, el sacabuchista Adam Woolf recrea diferentes versiones virtuosas de piezas del

siglo XVII en su CD Songs Without Words. Es importante mencionar que a lo largo de esta

7 La web no ofrece el número de página, pero se puede consultar esta referencia ingresando a la plataforma de

la Real Academia de la Lengua Española: dle.rae.es 8 No fue posible establecer el número de página en el documento original.

21

investigación se ha tenido contacto con todos los artistas y representantes modernos de la

escuela del sacabuche mencionados en este texto, especialmente con Daniel Lasalle (músico

de Jordi Savall) y Adam Woolf (músico de Sir. Elliot Gardiner), quienes han plasmado sus

sugerencias para la interpretación de la música colonial de Santafé a través del sacabuche,

para este documento.

Otro aspecto que probablemente generó virtuosismo en el instrumento fue el arte de la

“disminución”, que no es más que la suerte de improvisación ornamental escrita en la

partitura por el compositor, o bien sea la escogida por el intérprete al momento de ejecutar la

pieza. Esta técnica de interpretación interesó a todos los músicos en el siglo XVI y XVII

“por cierto, los sacabuchistas no se quedaron atrás”, afirma Trichet.

Dichas técnicas de ejecución, eran bastante efectivas ya que para interpretar distintas

piezas del repertorio antiguo empleando herramientas técnicas actuales, sigue siendo

complejo a pesar de la evolución de los instrumentos musicales y de la cantidad de recursos

educativos, técnicos y sonoros que se poseen hoy en día. Reconocer y diferenciar dichas

técnicas, permitirían al ejecutante de un instrumento antiguo perfeccionarse y aventajarse

técnica e interpretativamente en su instrumento moderno, en comparación con un

instrumentista que no tenga acceso a dicha información. Este trabajo también pretende

aproximar al intérprete moderno a los recursos históricos que se consideran pertinentes para

abordar el repertorio colonial en Santafé, durante los siglos XVII y XVIII.

Por otro lado, Robert Stevenson (1961: 167) refiere en su texto Spanish Cathedral

Music in the Golden Age que siendo ya Francisco Guerrero (1528-1599) maestro de capilla

en Sevilla, éste efectúa en 1586 una regulación para los ministriles:

Que Juan de Medina taña el hordinario el contralto y de lugar a los tiples, no turbándolos

con exceder de la glosa que debe a contralto y que cuando el dicho Juan de Medina

tañere solo el contralto por tiple con los sacabuches se le dexa el campo abierto para

hacer las galas y glosas que quisiere, que en este ynstrumento las sabe bien hacer.

Además, Guerrero menciona en este reglamento una serie de normas importantes

acerca del estilo de la música en este periodo que aún hoy en día, son aplicables a músicos

que pretendan ejecutar músicas de dicha época. Algunas de estas recomendaciones son:

En primer lugar, Rojas y López deberán tocar siempre la parte del tiple, generalmente

en chirimías. Cuando improvisen las glosas, deberán respetar cuidadosamente algún

orden por lo que a lugares y tiempo respecta.

22

También hace referencia explícita a la manera en que deben hacerse las disminuciones

o glosas, por ejemplo:

Cuando un menestril añada glosas a su interpretación, otro deberá ceder y limitarse a tocar

únicamente las notas escritas, pues se producirá una cacofonía absurda si los dos improvisasen

glosas simultáneamente. En segundo lugar, los mencionados Rojas y López, cuando toquen la

corneta en los momentos indicados, deberán respetar las susodichas normas referentes a la

improvisación de glosas: que el uno ceda al otro para no crear una disonancia insoportable,

como se ha señalado arriba.

De igual modo, el sevillano Francisco Correa de Arauxo (1584-1654) escribió en su tratado

Música práctica y theorica de órgano intitulado Facultad Orgánica una curiosa referencia

al virtuosismo de un sacabuchista llamado Gregorio de Lozoya, quien dañó muchos

instrumentos por ejecutar pasajes veloces en los mismos (1626: 167). (ver ilustración 1).

23

Ilustración 19.

Francisco Correa de Arauxo - página 167 de Música Práctica y Theorica de

Órgano intitulado Facultad Orgánica 1626. Fotografía: Camilo Jiménez Vera.

(dominio público)

9 “Síguese la muy célebre canción Susana glosada a treinta y dos números al compás, re y sol, por delasolrre de

el género diatónico. Vbo en esta santa Iglesia de Sevilla un sacabuche llamado Gregorio de Lozoya, hombre

memorable en sciencia, y especialmente en glosar este instrumento y dixo un crítico, de el; que avia echado a

perder muchos sacabuches, de su tiempo, porque por imitarle glosando, descubrían las faltas que encubrían

callando, esto es, tañendo llano” - Francisco de Arauxo (1626: 167).

24

Ramón Andrés (1995: 343) menciona que en España el sacabuche obtuvo mucha

fama y prestigio, además de que hubo en esta región excelentes músicos de sacabuche, como

seguramente lo fueran Juan de Montoya, padre e hijo, ministriles de la ciudad de Zaragoza.

Afirma que en una cláusula del testamento de Juan de Montoya (padre) y María de Barrios

del año 1555 se lee:

Item, yo he dicho Juan de Montoya, quiero, ordeno y mando que si Juan de Montoya,

hijo mío bastardo, saliere con el arte de sacabuche a que yo le he encaminado, en tal

caso, le sean dados, y con el presente desde ahora para entonces le dejo de gracia

especial, los instrumentos y libros de música que hallarán ser míos, para hacer de

aquellos a su propia voluntad.

Dice Ramón Andrés que el heredero fue sin duda un buen sacabuchista, pues sucedió

al padre en su plaza de ministril de la Iglesia del Pilar y se le documenta en numerosas

ocasiones referidas a celebraciones musicales en dicha capilla.

Este mismo autor refuerza que la edad de oro del sacabuche tuvo cabida en la ciudad

de Venecia durante el siglo XVII (1995: 344). Manifiesta que el verdadero impulso que llevó

al virtuosismo a los ejecutantes del instrumento tuvo lugar en Italia, y sostiene que fue allí

donde florecieron en el siglo XVI muchas agrupaciones de cornetas y sacabuches, donde

fueron célebres las actuaciones del Concerto Palatino della Signoria di Bologna. En el primer

capítulo se citó a Girolamo Trombeti (1557-1624), virtuoso del sacabuche y compositor. Es

importante resaltar que el territorio que acogió con mayor énfasis al sacabuche y aportó

ampliamente a su desarrollo técnico fue Venecia.

Es probable que las habilidades técnicas que poseían los sacabuchistas fueran

copiadas y adquiridas al interactuar e intentar imitar a cantantes, cornetos, bajones, violas y

demás instrumentos que sí poseían mayores posibilidades virtuosísticas, tal como lo describe

el músico e investigador Bernard Fourtet en el cuadernillo del CD: La Sacqueboute. En él,

menciona que la técnica del sacabuche alcanzó virtuosismo en sus intérpretes a veces de

manera sorprendente, a pesar de la dificultad que representa mover rápidamente la vara del

instrumento. Recalca que ese virtuosismo es más notable, puesto que los músicos no

vacilaban en tomar e interpretar cualquier composición que les pareciese, bien fuese una

transcripción de obras vocales o adaptaciones de piezas para bajón, violone, cornetto, flautas,

chirimías, etc. Este mismo recurso fue recomendado por varios de los expertos

contemporáneos del instrumento para esta investigación.

25

1.5. La familia del sacabuche.

Curt Sachs (1940: 310,311), describe que la familia del sacabuche era integrada por

tres tipos de instrumentos, ya para finales del siglo XVI (el alto en mi bemol, el tenor en si

bemol y el bajo en fa, respectivamente). Sin embargo, en el tratado de organología Syntagma

Musicum, Tomus Secundus de Organographia de Michael Praetourius (1619: 284) se

menciona escrita e iconográficamente la existencia de cuatro tipos diferentes de sacabuches

(ver ilustración 2): el alto en mi bemol, el tenor en si bemol y “dos tipos diferentes de

sacabuche bajo”, aunque en el mismo tono (fa). La diferencia entre estos dos últimos radica

en que uno de ellos (el “falso sacabuche”, llamado así por el mismo Praetoruis), poseía unos

giros adicionales de sus tubos en la parte del pabellón que no influían en ningún cambio del

sonido o de su ejecución, esto podría ser comparable hoy en día, a los giros que hacen los

tubos metálicos del transpositor o el rotor en el trombón moderno: bomba abierta y bomba

cerrada respectivamente.

Sin embargo, Praetorius declaró en el Syntagma (1619: 31) la existencia de un

“sacabuche soprano” llamado: tromboni discant, al que tildó de “insuficiente en el sonido y

en su técnica”, por lo cual no lo consideraba como un instrumento aceptado dentro la familia

del sacabuche. Posteriormente, el instrumento obtendría un descrédito y caería en desuso

hasta la actualidad, donde el instrumento ha sido rescatado por ensambles de metales como

el German Brass, con su versión del Manisero10, o el reconocido jazzista norteamericano

Wycliffe Gordon con piezas como Swing that Music,11 entre otras (ver imágenes 5 y 6). Por

otro lado, el sacabuchista Adam Woolf (Tambien profesor de sacabuche en la Academia Real

de Londres, Conservatorio de Ámsterdam y Conservatorio de Bruselas expresó en una clase

en San Sebastian - España el 27 de enero de 2020, que existió un modelo de sacabuche

contrabajo que fue encontrado en Alemania12.

10 German Brass family trombones (ensamble de trombones - manisero). Redactor: German Brass. Realizador:

German Brass [video streaming] www.youtube.com/watch? https://youtu.be/fqjW5_BbodM 11 Wycliffe Gordon plays SWING THAT MUSIC at CancerBlows 2015. Redactor: Ryan Anthony Trumpet.

Realizador: CancerBlows 2015. [video streaming] www.youtube.com/watch?https://youtu.be/sTy-NeVaUL4 12 Ver sacabuche contrabajo en: Concert Excerpt Dec 17, 2016. Redactor: OfficialPiffaro. Realizador:

OfficialPiffaro. 2018. [video streaming] www.youtube.com/watch?https://youtu.be/9Z0c9PkzCT8

26

Ilustración 2.

Quart posaunen. 3. Kechte gemetne posaunen. 4. Alt posaune. Facsímil del Syntagma

Musicum de Michael Praetorius (1619). Fotografía Camilo Jiménez Vera. (dominio

público)

27

Imagen 5.

Sacabuche soprano o discanto de Johann Georg Eschenbach, Neukirchen (Bohemia

1796). Original en el museo de la Universidad de Leipzig. (Inventario número 1880).

Replica por Geert JanVan Der Heide – Historische Blassinstrumenten en Pauken.

https://www.geertjanvanderheide.nl/pag_eng/sackbuts.html (dominio público)

Imagen 6.

Sacabuche soprano por Christian Kofahl (Alemania, 1677).

https://www.historicbrass.org/edocman/hbj-

2000/HBSJ_2000_JL01_013_Lauphold_Weiner.pdf

Fotografía: Lars Laubhold.

28

1.6. Estructura organizacional de la Catedral de Bogotá, ministriles y organistas.

La tesis de Camilo Moreno Bogoya (2016: 32), actual archivista de la Catedral de

Bogotá Estudio diplomático y paleográfico del libro de actas de la Catedral Primada de

Bogotá: (1693-1704), expresa que el Cabildo de la Catedral de Bogotá surgió antes del

traslado del obispado de Santa Marta a Santafé en 1562. Ello debido a los constantes ataques

y asedios por parte de las “belicosas tribus y sus difíciles condiciones climáticas”. La tesis

menciona que en 1556, por disposición del rey, se declaró mediante cédula real que el cabildo

debía residenciar permanentemente en Santafé, donde su obispo ya venía habitando desde

1545.

Según diversos autores que cita Moreno (2016: 33), la elevación de la Catedral de

Santafé toma como modelo de organización para su cabildo la estructura usual de las

catedrales hispanoamericanas, la disposición capitular de la iglesia metropolitana estaba

conformada jerárquicamente por: cinco dignidades, tres canonjías de oficio y oposición, y

diversos cargos en la planta auxiliar de la catedral. (ver tablas 2, 3 y 4).

Tabla 2.

Dignidades: Se reconocían por ser superiores a las canonjías de oficio. Los cargos más altos

dentro la estructura de la fábrica.

Posición o cargo Descripción del oficio

Deán Es la máxima autoridad y presidente del coro después del obispo dentro de la

catedral. Encargado del culto y oficio divino.

Arcediano Encargado de las actividades pastorales, exámenes a los candidatos al sacerdocio, y

visitas de la diócesis cuando el obispo no pudiere hacerlas.

Chantre Sacerdote experto en música y liturgia. Encargado de dirigir el coro durante la

celebración del oficio divino. Debía garantizar que las alabanzas se dictaran con

gravedad, orden, silencio y compostura. Debía enseñar a cantar a los servidores del

templo. Su lugar era junto al facistol como una de las voces que iniciaba el canto

en el coro.

Maestrescuela Debía poseer el título de teólogo o filósofo, para poder cuidar e inspeccionar las

escuelas. Enseñaba principalmente gramática a los clérigos.

Tesorero Clérigo encargado de llevar los inventarios de los bienes de la catedral y gastos del

cabildo.

29

Tabla 3.

Canonjías de oficio y oposición: En Santafé durante el siglo XVII se dividían en lectoral,

doctoral, magistral y penitenciaria. Tenían deberes en el altar, el coro. Accedían al cargo por

concursos académicos (oposición), y debían ser clérigos letrados.

Posición o cargo Descripción del oficio

Canónigo doctoral Debía ser clérigo jurista doctor en derecho canónico. Defendía

los derechos de la iglesia. Existió solo en las catedrales

españolas y americanas.

Canónigo magistral Su deber era predicar los sermones de tabla.

Canónigo penitenciario Su deber era oír las confesiones. Debía estar en el coro

mientras no ejerciera su oficio. Debía ser mayor de cuarenta

años y doctor en derecho canónico o teología.

Tabla 4.

Planta Auxiliar de la Catedral: El prototipo de planta catedralicia durante el siglo XVII

requería de una administración amplia y diversa para el normal funcionamiento de la iglesia.

Incluía en muchos casos: médicos, cirujanos, lenguajeros (que dominaba otro, o varios

idiomas), lavanderas, relojeros, panaderas, etc. En la Catedral de Santafé se cree que la planta

fue mucho más reducida. Se relacionan en esta tabla algunos de los cargos encontrados en la

Catedral de Bogotá.

Posición o cargo Descripción del oficio

Secretario de cabildo Encargado del archivo y de la Secretaría Capitular. Debía

recibir la correspondencia y hacerla llegar al deán.

Cura rector Párroco o cura de una iglesia.

Sacristán Oficial eclesiástico cuya función es velar por el cuidado de los

vasos, libros y ornamentos sagrados.

Mayordomo de fábrica o Procurador

de Cabildo

Estaba encargado de cobrar y gastar la renta, censos anuales y

demás ingresos que pertenecieran a la fábrica de la catedral.

30

Maestro de ceremonias El cargo era ejercido por un sacerdote diestro en el oficio

divino y ceremonias. Debía recordar los deberes a quienes

asistían al coro y el altar.

Maestro de capilla Músico proveído mediante concurso de oposición al servicio

de la capilla de música. Además de liderar la escuela de canto,

componer y escoger la música a interpretar.

Sochantre Subalterno del Chantre. Tenía a su cargo el canto llano en el

facistol, tanto en la misa como en los oficios cotidianos.

Organista Persona encargada de tocar el órgano en los días de fiesta y en

otros tiempos a voluntad del cabildo.

Pertiguero Eclesiástico encargado de mantener el orden en las iglesias y

hacer honores en las ceremonias.

Apuntador de cuadrante Encargado de apuntar las fallas de asistencia de cada uno de

los beneficiados, dando cuentas mensuales a contaduría.

Perrero y barrendero Cargo ejercido normalmente por una sola persona. Encargado

de ahuyentar los perros durante la misa y barrer posterior al

oficio divino.

Egberto Bermúdez escribió en Organización musical y repertorio en la Catedral de

Bogotá durante el siglo XVI (1996: 49) que en Santafé alrededor del año 1599, se mencionan

ministriles y trompetillas indígenas y que participan en la iglesia de algunas secciones del

oficio litúrgico o misa, siguiendo el modelo usado en las catedrales españolas. Por otra parte,

se mencionó que la catedral contaba con un órgano y en 1581, figuró como organista el

subdiácono Alonso Durán de Molina. En la década siguiente entre 1595 y 1596, se nombró

a Jerónimo Vaz y posteriormente en 1631 a Baltasar Rodríguez.

Escribe también el autor que durante las dos primeras décadas del siglo XVII, los

ministriles habían proliferado en un número considerable y se habían extendido por los

alrededores de la meseta de Santafé y Tunja. Las comprometidas funciones laborales de los

músicos indígenas hicieron que renunciasen a sus nombres aborígenes y que adaptaran el

seudónimo de su instrumento. Entre 1595 y 1630 en los listados de los indígenas que servían

a la Catedral de Santafé, a menudo se encuentran nombres como: cantor; (cantante o músico

de la iglesia), bajonero; (curtal o bajón), trompetero (trompeta, sacabuche o tamboril), flauta,

chirimía (chirimía o gaita) y órgano. Los nativos cuyos nombres relacionados con las

actividades musicales en la catedral venían de pueblos vecinos como: Fontibón, Facacativá,

Zipaquirá, Chocontá, Ubaté, Suesca, Siecha, Zipacón, Tena, Susa, Fómeque, y Guasca, entre

31

otros. Los ministriles que ejercían en la Catedral de Santafé no sólo fueron reclutados de la

población nativa e indígena, sino también de los esclavos provenientes de África, del criollo

afro, mulatos libertos y otros esclavos. Bermúdez (2000: 18) en Historia de la Música en

Santafé y Bogotá menciona lo siguiente:

Los ministriles de la ciudad, documentados desde finales del siglo XVI, cumplieron sus

funciones en la iglesia y en las ceremonias civiles y fiestas públicas en Santafé. Fueron

los indígenas de Fontibón y sus cercanías quienes se especializaron en estos

instrumentos. Algunos negros esclavos y libres participaron con ellos en estas

actividades musicales, de las cuales tenemos noticia hasta comienzos del siglo XIX.

Rondy Torres, musicólogo y profesor asociado al Departamento de Música de la

Universidad de los Andes, quien a la fecha lidera una investigación junto con Marcela García

en el repositorio musical de la Catedral Primada de Bogotá con el objetivo de actualizar el

último inventario realizado en 1976 (por José Ignacio Perdomo Escobar)13, menciona en un

video14 que en el archivo de la Catedral hay documentos y partituras no catalogadas, y que

en la actualidad no se conoce con exactitud la cronología de los maestros de capilla de la

Catedral de Bogotá, en qué fechas estuvieron involucrados, o cómo funcionaba la capilla

musical. Durante la investigación realizada en el archivo diplomático y en el repositorio

musical de la Catedral de Bogotá para esta investigación, se pudo afirmar que lo expuesto

por el Dr. Torres es verídico. Se confirma a través de este trabajo, la inexistencia de una

producción o publicación intelectual referente a la taxología de todo el archivo capitular y

parte del repositorio musical, que permita la localización directa de la documentación

relacionada de manera cronológica, con prácticas documentales y archivísticas actualizadas.

Sin embargo, los valiosos aportes de los trabajos de tesis de: Marcela García Botero

Música en Santafé de Bogotá colonial: el archivo musical de la Catedral de Bogotá y el

compositor José Cascante, con el cual optó por el master en historia de la música de la

Universidad de Oregón en 1994; El archivo musical de la catedral de Bogotá: Estudios

musicológicos 1938-2009 presentada por Leonardo Cabo Santamaría en 2012 como trabajo

de fin de máster en la Universidad Complutense de Madrid; Recopilación, transcripción y

divulgación del material musical del archivo musical de la Catedral Primada de Bogotá,

13 El último documento publicado como inventario del archivo de la catedral al que se hace referencia es “El

archivo documental: Catálogo Diccionario del Archivo de Música Colonial de la Catedral de Bogotá” escrito

por José Ignacio Perdomo en 1976. Ver bibliografía. 14 Revisar bibliografía de documentos sonoros y audiovisuales “El archivo musical de la Catedral Primada de

Bogotá. https://vimeo.com/326068963/fff17fa3f7

32

presentado por Juan Sebastián Mora y Silvia Rodríguez como tesis de grado en la

Universidad de los Andes en 2017; Usos y discursos del villancico catedralicio en Santafé

durante el siglo XVIII, presentado por María Camila Mendoza Castro como tesis de grado en

la Universidad de los Andes en 2019, son aportes muy valiosos y significativos a los estudios

catedralicios de la Catedral Primada de Bogotá y pertinentes contribuciones para la

actualización y publicación de un fututo catálogo modernizado.

Sin embargo, el catálogo del repositorio musical de Perdomo (1976: 640), basado en

el primer documento de Robert Stevenson acerca del archivo15, permitió ubicar muchas de

las obras musicales de los siglos XVII y XVIII como materia de interés en esta investigación.

Así mismo, el texto proporcionó el reconocimiento de argumentos y de algunas herramientas

musicológicas y estilísticas propias del autor, para la comprensión, discernimiento e

interpretación de repertorios virreinales de los períodos renacentista e indo-barroco de la

Catedral de Bogotá.

Por otro lado, Egberto Bermúdez menciona (1996: 49) la presencia de ministriles y

organistas en la Catedral de Bogotá entre los años de 1595 y 1630, sin embargo, el libro de

acuerdos más temprano encontrado dentro del repositorio diplomático a la luz de esta

investigación y que perdura dentro del archivo, data de 1693. Se trata de la compra de un

órgano y el arreglo de otro al oriundo de Santafé, Pedro Rico el 24 de noviembre de 169316:

El Arzobispo Fray Ignacio de la Urbina propone la compra de un órgano y el arreglo del “órgano

chiquito” por parte de Pedro Rico, para mayor lustre de la iglesia y el culto divino, a un costo de 3000

pesos de a 8 pesos, y que se tendrá listo para el 8 de diciembre, día de la Concepción.

15 El propio Perdomo menciona que su texto está basado en el documento de Stevenson. 16 Órgano. Sobre que se compre el órgano a Pedro Rico, En la ciudad de Santa Fe a veinte y quatro de

Nobiembre de mil seisçientos y nobenta y tres años se juntaron en la sala capitular el Ilustrísimo Señor Maestro

don Fray Ygnacio de Urbina Arçobispo de este Nuebo Reyno de Granada del Consejo de su Magestad y los

señores Benerable Deán y Cavildo de esa Santa Yglesia Metropolitana, doctor don Carlos de Bernaola, chantre;

doctor don Henrrique de Caldas Barbossa, thesorero; doctor Agustín de Tobar y Buendía, canónigo magistral;

doctor don Nicolás Flórez de Acuña, canónigo doctoral; doctor don Onofre Thomas de Baños y Sotomayor,

canónigo y doctor don Andrés de Pedrossa y Carrillo, racionero, y no asistieron a los señores doctores don

Salvador López Garrido, maestrescuela, por estar ausente fuera de la ciudad; y don Antonio Osorio Nieto de

Paz, canónigo penitenciario, por estar enfermo. Y estando así juntos propusso su Señoría Ilustrísima a dichos

señores aber acavado de un órgano que estaba fabricando Pedro Rico vecino de esta ciudad en toda perfección.

Y que mediante a que se avía solicitado el poner dos órganos en el coro de dicha santa Yglesia para mayor

luestre de ella y culto divino, y que el dicho Pedro Rico ofrecido a su Señoría Ilustrísima el dar dicho órgano a

dicha Santa Yglesia en tres mil pesos de a ocho pesos, y que se dará puesto en dicho coro para el día de la

Conçepçión de Nuestra Señora ocho de diciembre prósimo de este año en que se a de tocar, y que así mismo

aderesará el órgano chiquito que tiene dicha Santa Yglesia para que pueda servir, que dichos señores dijeron se

efectúa dicha compra según y en la forma que a propuesto se Señoría Ilustrísima y así lo acordaron y firmaron.

Entre reglones. Y otros qualquier efectos que toquen a la fábrica.

33

(ver imagen 7). Este hallazgo, demuestra que si existía construcción de órganos a finales del

siglo XVII en Santafé por parte de maestros naturales de la ciudad, así como su arreglo y

mantenimiento.

Otra importante mención que hace referencia a hechos musicales, sociales,

administrativos y a su vez, “primera cita a ministriles” en esta investigación, se encontró en

el más antiguo Libro de Acuerdos que reposa en el archivo de la catedral, el 13 de julio de

1694. Se contrató a Miguel Cantor, indígena proveniente del pueblo de Cucauita - Boyacá,

como músico encargado de tocar la cornetilla (corneto alto) en el coro, para reemplazar a

Luis Bito que tocaba el mismo instrumento y había fallecido “hace mucho tiempo”. Se

acuerda entonces con Miguel Cantor (apellido otorgado probablemente por ser músico), un

salario de treinta patacones anuales y se resalta que es “útil y hábil para ejecutar el corneto,

así como que este instrumento es esencial para el funcionamiento de la agrupación musical

de la catedral”. (ver imagen 8).

34

Imagen 7.

Segundo libro de acuerdos años de 1693 a 1704, anverso 8. Colección: Archivo de la

Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

35

Imagen 8.

Segundo libro de acuerdos años de 1693 a 1704, anverso 23. Colección: Archivo de la

Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

36

Por lo general, y según documentos de las catedrales españolas e hispanoamericanas en

los siglos XVI y XVII, se documentó regularmente el uso de sacabuches cuando se empleaba

el corneto y el bajón, por ser instrumentos de la misma familia ya que por su color y timbre,

servían para el apoyo de las voces y en las procesiones. Ello se puede evidenciar también en

la iconografía de la época (segundo capítulo). Es muy probable que sí se haya empleado el

instrumento y que hubiese contratación de sacabuchistas en la Catedral de Bogotá como bien

menciona Bermúdez (1996: 49). Sin embargo, es significativo recapitular la ausencia de los

libros de acuerdos o actas sueltas anteriores al año de 1693 en el repositorio diplomático de

la Catedral de Bogotá. Es conveniente al objeto de este trabajo, resaltar la importancia y papel

fundamental que se le brinda al corneto en esta acta de acuerdo como instrumento esencial

para el funcionamiento del coro de la Iglesia (1693: 23), así como las habilidades artísticas

del ministril. Esto da cuenta del buen nivel musical de algunos instrumentistas del altiplano

cundiboyacense que nutrían la vida musical de la catedral para ese entonces. Es también un

indicio de la alta calidad de la música, según la mirada de los ocho clérigos firmantes del

acuerdo, de los cuales se sabe tuvieron instrucción musical. (ver tablas 3 y 4).

Teniendo en cuenta que no fue posible acceder a documentación diplomática anterior

al año de 1693, sí se pudieron hallar numerosas menciones a maestros de capilla, organistas,

violinistas y ministriles, en acuerdos y actas del siglo XVIII y de principios del siglo XIX. Si

bien varias de las referencias halladas son extemporáneas al período de interés de esta

investigación, algunas de ellas se hacen pertinentes al objetivo general y los objetivos

específicos de este trabajo, como nociones y un bosquejo preliminar para la propuesta de

reconstrucción del repertorio catedralicio de Santafé.

A continuación se presenta una selección de cuatro menciones a ministriles y de hechos

que evidencian las habilidades de intérpretes en varios instrumentos, así como los conflictos

sociales y cotidianos del coro de la catedral, que revelan la abundancia de músicos

disponibles para el oficio en la época y su calidad artística17:

17 Para hallar las actas en la bibliografía, revisar: Archivo Catedral de Bogotá y el año de interés.

37

1. El 22 febrero de 1706 se prescribe el nombramiento del bajonista Salvador de Torres

“que ejerce el ministerio de la música desde muy niño supliendo el oficio de bajonista

con amor a esta santa iglesia, se le contrata para asistir a todas las funciones de música

del coro por veinticinco pesos, teniendo en cuenta que Miguel Sánchez cornetista de

la iglesia, tiene muchas ausencias y no ha vuelto en seis meses por estar al parecer,

en el pueblo indio de Cucaita”. (ver imagen 9).

2. El 20 de septiembre de 1709, siendo maestro de capilla Juan de Herrera como aparece

en la nota al final del acta, se contrató a Joseph de Soracá quien ejecutó el órgano, el

bajón y el corneto, seguramente proveniente del pueblo indio de Soracá - Boyacá: “es

persona útil e inteligente en la música como en el ministerio de organista, bajón y

corneta, se le nombra ministro músico de esta Santa Yglesia para que especialista es

toque la corneta”. (ver imagen 10).

3. En 1763 se nombra a Vicente Buitrago (1705:¿?), apodado en el acta como Bajonero

Buitrago, para ejercer a modo de músico del coro en este instrumento. Asume el cargo

en reemplazo de Juan Agustín Camacho, músico también bajonista que había

fallecido. (ver imagen 11).

4. Desde julio de 1783 hasta enero de 1784, siendo maestro de capilla de la catedral

Casimiro de Lugo, se entabla una disputa con el violinista Francisco García y una

gran parte de los músicos del coro, apoyados por el propio Casimiro. Las acusaciones

y respuestas, dividen en dos bandos el coro de la iglesia, y el hecho se toma más de

diez páginas de controversia para esclarecer el tema. El maestro de capilla acusa a

Francisco García segundo violín del coro, por su inasistencia e impuntualidad

llegando a la mitad de la misa “y es quando suele asistir por ir a tocar á otras iglesias”,

además de su mal genio y que ningún compañero del ensamble está contento con él”.

El detonador del conflicto se da cuando el músico solamente asiste el domingo y

viernes de la Semana Santa de 1783, el maestro de capilla pide al cabildo despedir al

músico argumentando: “pues para ello buscasemos entre los muchos habiles que hay

de violín”. Vicente Buitrago, músico bajonista contratado veinte años antes, firma el

acta en apoyo a Casimiro de Lugo. Posteriormente, Francisco García responde

argumentando que no es el segundo, sino el primer violín del coro, y que su carácter

sólo brinda paz y sosiego a la agrupación de músicos. Por otro lado, argumenta que

sólo faltó a las lamentaciones del viernes Santo por estar enfermo y dice tener

certificación del médico. Manifiesta que todo el asunto es por “mala voluntad de

Casimiro de Lugo”, quien al verlo tocando en la fiesta de San Francisco de Paula, le

dijo: “que se acordaría de él y procedió con depravada malicia”. Siguiente a este

hecho, Casimiro de Lugo adjunta un carta donde fray Salvador Salgado, delegado de

la orden de San Juan de Dios y del Convento Hospital de Jesús, asegura haber visto

al violinista tocando toda la Semana Santa en las iglesias de San Francisco, San Juan

de Dios y Monserrate “sin la menor falta”. En enero de 1784, se declara finalmente

la vacante de primer violín y “que la ocupe quien asuma el cargo con puntualidad”.

(ver imágenes 12 y 13).

38

Si bien el trabajo de investigación documental en el repositorio diplomático de la

Catedral de Bogotá, no pudo demostrar de manera considerable hechos históricos y

referencias directas a música y sacabuchistas principalmente durante el siglo XVII, si fue

posible generar una comprensión de una parte de la vida social y musical de la ciudad a

finales de este siglo y principios del XVIII, donde se entiende según la lectura de las actas

que hacen referencia a hechos musicales, no hubo considerables cambios en el

funcionamiento del coro, ni en la estructura de la iglesia ni su capilla musical.

Los aspectos sociales y musicales que se citan en todas las actas escogidas para este

trabajo, permiten generar una construcción general de sentidos, que han conllevado a una

aproximación coherente de una verdad histórica que se pretende reproducir a través de este

trabajo. Sin embargo, los documentos han suscitado algunas herramientas que permiten

comprender qué tratan de decir los hechos históricos, como elementos bases de edificación

y proposición, a una interpretación históricamente informada del repertorio colonial de la

Catedral de Bogotá a finales del siglo XVII y principios el siglo XVIII a través del corpus

sonoro del sacabuche.

39

Imagen 9.

Libro de acuerdos años de 1705 a 6 de octubre de 1716, verso 22. Colección: Archivo

de la Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

40

Imagen 10.

Libro de acuerdos años de 1705 a 6 de octubre de 1716, anverso y verso 85. Colección:

Archivo de la Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

41

Imagen 11.

Libro de acuerdos años de 1756 a 1771, verso ¿?. Colección: Archivo de la Catedral de

Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

42

Imagen 12.

Acta de libro de Acuerdo desprovisto de carátula fechado en 1783, verso 232.

Colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

43

Imagen 13.

Acta de libro de Acuerdo desprovisto de carátula fechado en 1783, anverso 232.

Colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

44

CAPÍTULO II.

EL SACABUCHE Y SU PAPEL EN LA MUSICA COLONIAL DE SANTAFÉ.

2.1. Llegada del sacabuche a Latinoamérica.

2.2. Modelo de enseñanza musical español replicado en los virreinatos

latinoamericanos y en el altiplano cundiboyacense del Nuevo Reino de Granada.

2.3. Los ministriles en Latinoamérica durante el siglo XVII: Nuevo Reino de Granada.

2.4. ¿Cómo sonaba el sacabuche en la Catedral de Bogotá?

45

2.1. Llegada del sacabuche a Latinoamérica.

Con el nombre de “sacabuche”, el instrumento musical antecesor al trombón moderno

es importado desde Europa a Latinoamérica durante el período de conquista y colonización

española. Algunas referencias importantes se pueden hallar en las crónicas de la Historia

Verdadera de la Conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo (1632: 424), donde

se afirma que Hernán Cortés organizó una expedición en octubre de 1524 para perseguir al

jienense Cristóbal de Olid, quien lo hubiese traicionado para aliarse con su más grande

enemigo, Diego Velázquez (gobernador de Cuba), con la intención de apoderarse de

Honduras.

De acuerdo con esta fuente (1632: 488), Cortés viajó entonces desde Honduras en

octubre de 1524 a abril de 1525, llevando consigo un generoso grupo de soldados y a cinco

tañedores de instrumentos; dos chirimías, dos sacabuches y un bajón que amenizaban los

reposos de las tropas durante las expediciones. Adicionalmente, servían de gancho para atraer

con curiosidad a los indígenas por medio de la música litúrgica, facilitando así su conversión

al catolicismo y propagando la evangelización. En las crónicas de Díaz del Castillo (1632:

315) resulta muy especial la mención a “Los sesos del sacabuche Montesinos” y “Los

intestinos y sesos del dulzaina Bernardo Caldera”, donde se relata que estos músicos no

sirvieron sólo para amenizar a los conquistadores y convertir a los indígenas, sino también

como alimento para las tropas cuando el hambre fue prioridad luego de internarse en la selva

y prolongarse aquel viaje de Cortés, donde al escasear las provisiones, agotarse la caza y

comerse a los caballos, no hubo más remedio que practicar el canibalismo y azar en el fuego

a estos intérpretes para no morir de inanición. Es importante recordar que los “ministriles” o

ejecutantes de instrumentos de viento eran considerados de bajo rango dentro de la escala

social, por lo que seguramente prescindieron de sus servicios de manera tan abrupta, ya que

posiblemente para ese momento eran poco útiles dentro de aquella expedición militar. Otras

importantes menciones del sacabuche y de la calidad artística de los músicos para ese

entonces, se describen en el capítulo CLXXV (1632: 493), donde los ministriles

acompañantes de la misión no tenían aliento para tocar sus instrumentos luego de largas

jornadas de expedición con muy poca comida:

46

Dejemos de contar muy extenso otros muchos trabajos que pasábamos y cómo las

chirimías y sacabuches y dulzainas que Cortés traía, que otra vez he hecho memoria

dello, como en Castilla eran acostumbrados a regalos e no sabían de trabajos, y con la

hambre habían adolescido, y no le daban música, ecepto uno, y renegábamos todos

los soldados de lo oír, y decíamos que parescía zorros y adives que ahullaban, y que

valiera más tener maíz que comer música.

Cabe resaltar que años antes de éste viaje, Cortés vivió en la Habana, por lo que se

presume que algunos de sus músicos también debieron haberse embarcado en los viajes y por

consiguiente, el instrumento debió haber llegado primero a esta isla que a Centroamérica.

La última mención del sacabuche hallada dentro de esta investigación en las crónicas

de Díaz del Castillo, tiene lugar en el capítulo CCIX (1632: 608), donde se hace alusión al

buen nivel musical adquirido por los indígenas de Guatemala (varios años después) en el

oficio eclesiástico y a la cantidad de instrumentos musicales existentes en la región. La

siguiente referencia de Díaz del Castillo brinda un primer fundamento artístico en la

interpretación para el análisis y posterior ejecución de repertorio colonial latinoamericano,

como uno de los propósitos de esta investigación:

Según la calidad de cada pueblo; pues cantores de capilla de voces bien concertadas, así

tenores como tiples y contraltos y bajos, y no hay falta, y en algunos pueblos hay

órganos, y en todos los más tienen flautas, y chirimías y sacabuches y dulzainas; pues

trompetas altas y sordas no hay tantas en mi tierra, ques Castilla la Vieja, como hay en

esta provincia de Guatimala.

Otro importante soporte se encuentra en el texto de Relación de la provincia de

Honduras e Higuera (1544: 413), escrito por el primer obispo de Honduras Cristóbal de

Peraza (1485-1553), donde cuenta cómo Bartolomé de Medrano, único músico sobreviviente

de la expedición de Cortés, regresó a España tras la tragedia acontecida y se desempeñó como

ministril en la Catedral de Toledo desde 1531. El propio músico relató a Cristóbal de Peraza

los acontecimientos sin obviar los detalles más ásperos, de cómo él mismo y otros comieron

el cerebro y los intestinos del sacabuche Montesinos y el dulzaina Bernardo Caldera, ambos

sevillanos, y de cómo ayudó al propio primo de Caldera a comerse su propio familiar, para

que no muriera de hambre como otros expedicionarios o los propios músicos que perecieron

en este hecho.

47

Imagen 2.1.

Entrada lateral izquierda de la Catedral de Toledo – inicio de la construcción en 1227 (Foto

enero 2020).

Fotografía: Camilo Jiménez Vera.

48

Imagen 2.2.

Uno de los diez órganos de la Catedral de Toledo – primera construcción en 1699 (Foto enero

2020).

Fotografía: Camilo Jiménez Vera.

49

Imagen 2.3.

Catedral de Toledo.

Iconografía de un púlpito del coro tallado en madera, construido en 1548, donde puede

apreciarse en la parte central – derecha, a un músico a caballo ejecutando una especie de

trompeta o sacabuche discanto. En la parte superior izquierda, se visualiza un músico

percusionista con un tamboril.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera.

50

Otro dato curioso e interesante se encuentra también en las crónicas de Bernal Díaz

del Castillo en el capítulo LXXXVIII (1544: 187), donde se relatan los intercambios de

regalos y presentes entre Moctezuma y Cortés, evento que se vio amenizado por músicas de

los conjuntos aztecas que incluían silbatos hechos con huesos, caracoles grandes y flautas de

caña, además de diferentes tipos de tambores donde algunos de ellos estaban construidos con

conchas de tortuga. Por parte de Cortés, la música fue interpretada por los conjuntos de

ministriles, de lo que se deduce que probablemente Moctezuma vio los distintos instrumentos

originarios del viejo continente y escuchó los sonidos del sacabuche, chirimías y tamboriles.

Según Ramón Andrés, en Diccionario de instrumentos (1995: 343), se describe que

los reyes católicos, quienes salvaguardaron los viajes de Cristóbal Colón (1451-1506), tenían

en su inventario de la corte y su capilla un buen juego de sacabuches. Puede ser que Colón

trajera a América algunos instrumentos musicales en los distintos viajes que realizó, al igual

que pudieron haberlo hecho después Francisco Pizarro, Amerigo Vespucci, Fray Bartolomé

de Las Casas, Vasco Núñez de Balboa, u otros aventureros más que venían a América en

búsqueda de fama y oro.

El sacabuche se vería entonces reflejado en las actividades litúrgicas y sociales,

siendo documentado en diferentes textos referentes a la conquista, colonia y posterior periodo

virreinal de Hispanoamérica (Virreinatos de la Nueva España, Nueva Granada, del Perú,

Brasil y La Plata). Como bien prescribe Begoña Lolo en su texto Cervantes y el Quijote en

la música (2007), se puede afirmar que las capillas musicales se establecieron rápidamente

por los virreinatos hispanoamericanos y que el contacto, intercambio y copia de instrumentos

musicales, libros, partituras y demás, era habitual entre las capillas principales y secundarias

de cada uno de los virreinatos a lo largo y ancho de Hispanoamérica.

Daniel Anarte (2019: 36), menciona también en su artículo “Nuevo hallazgo de

concordancia: el Romance del moro de Antequera de Morales/Fuenllana en los códices de

Santa Eulalia de Huehuetenango (Guatemala)”, cómo Fray Bartolomé de las Casas (c. 1474-

1566), quien se instaló en Santiago de Guatemala en noviembre de 1536, se refirió en su texto

Apologética Historia Sumaria (1566: 327), a la habilidad de los indígenas para la música, la

fabricación y copia de instrumentos musicales, entre ellos el sacabuche:

51

Ninguna cosa ven, de cualquiera oficio que sea, que luego no la hagan y contrahagan.

Luego como vieron las flautas, las cheremias, los sacabuches, sin que maestro ninguno

se los enseñase, perfectamente los hicieron, y otros instrumentos musicales. Un

sacabuche hacen de un candelero; órganos no se que hayan hecho, pero no dudo que

con dificultad bien y muy bien los hagan.

Si bien Fray Bartolomé de las Casas no fue músico, esta referencia historiográfica

nos conduce a un imaginario de la elevada capacidad artística de los indígenas para

reproducir habilidades técnicas e interpretativas en los diferentes instrumentos musicales, así

como su construcción. Esta alusión aporta y refuerza el derrotero para el posterior análisis y

ejecución de la música catedralicia de Santafé, que como bien indican varias fuentes, se

evidenció en esta catedral el mismo patrón de aprendizaje y enseñanza musical de otros

virreinatos hispanoamericanos.

José Ignacio Perdomo Escobar, menciona en su texto Historia de la Música en

Colombia (1980: 13) que inicialmente los ministriles y maestros de capilla en los virreinatos

latinoamericanos provenían de España, y eran trasladados regularmente entre una y otra

iglesia, pero cuando el establecimiento de las escuelas de música en los distintos virreinatos

se arraigó y las doctrinas de los indígenas cambiaron, los grupos de ministriles fueron en su

mayoría los propios indígenas, esclavos africanos y sus descendientes. En efecto, es sabido

según Lolo (2007) que posteriormente, muchos de estos ministriles y compositores nacidos

en los distintos virreinatos alcanzaron un nivel altísimo que difícilmente podía diferenciarse

incluso, de las composiciones que venían importadas desde Europa. Seguramente por

herencias adoptadas de los estilos artísticos predominantes en España y por compositores

como Francisco Guerrero, Gutierre Fernández Hidalgo, Cristóbal de Morales o Rodrigo de

Ceballos, de los cuales pudieron hallarse libros de coro, partituras y facsímiles en el

repositorio musical de la Catedral de Bogotá, durante la búsqueda de fuentes para esta

investigación.

52

Imagen 2.4.

1550-1556 — Huejotzingo, Puebla, México.

Arco de piedra tallado en una de las cuatro capillas que ocupan las esquinas del atrio de la

iglesia del monasterio franciscano de San Miguel, Huejotzingo, presenta dos ángeles que tocan

el sacabuche. (dominio público).

Distintas fuentes han arrojado datos determinantes sobre la presencia del sacabuche y

la actividad de ministriles en el contexto hispanoamericano. La siguiente tabla recoge algunos

de ellos en una línea de tiempo que permite reconocer el papel del instrumento y sus

intérpretes en este marco histórico:

Tabla 2.1.

Año Lugar Información Fuente

1555 Quito, Ecuador. Se describe el modelo de enseñanza

regentado por los franciscanos: “enseñó a arar

con bueyes, hacer yugos… a leer y escribir y

tañer los instrumentos de música, tecla y

cuerda, sacabuches, y chirimías, flautas y

trompetas y cornetas, y el canto de órgano y

llano”.

Los Agustinos pedagogos y

misioneros del pueblo de

Piedad y Alfredo Costales

(2003: 93).

1561 España y México. Una orden de Felipe II de España a la

Audiencia Real de México sugiere la

reducción en el número de indígenas que

ejercen como músicos.

Music in Mexico de Robert

Stevenson (1952:91).

53

1568 México. Bernal Díaz escribe que las iglesias han

adquirido una gran cantidad de flautas,

chirimías, sacabuches y laúdes.

Music in Mexico de Robert

Stevenson

(1952:91).

1575 México. La agrupación de la catedral incluye

sacabuche. La música en la Catedral de

México de Robert Stevenson

(1965:30)

1575 Quito, Ecuador. El Franciscano José (Jodoco) de Rycke

enseñó a los nativos a leer y tocar

instrumentos de cuerda, sacabuches,

chirimías, flautas trompetas y cornetas

(cornetos).

Música en Quito de Robert

Stevenson

(1962:172).

1576 Lima, Perú. Los indios nativos de Surco figuran como

tañedores de chirimía y sacabuche.

The Ministriles Tradition in

Latin America: Part one:

South America de Egberto

Bermúdez (1998:14).

1603 La Plata, Bolivia. Registros de cuentas de pago para

reparaciones de sacabuches en la Catedral de

La Plata.

The Ministriles Tradition in

Latin America: Part one:

South America de Egberto

Bermúdez (1998:3).

1651 Tópaga, Colombia. Un inventario en una iglesia de Tópaga

enumera 4 trompetas, una de las cuales se usa

para hacer de sacabuche.

Gold was Music to their ears:

de Egberto Bermúdez

(2011:83)

1669 Tópaga, Colombia. El terno, o "conjunto" de tañedores de viento,

consiste en 1 sacabuche y 3chirimías.

Gold was Music to their ears:

de Egberto Bermúdez

(2011:83)

1669 Quito, Ecuador. Gabriel Guacarache, un ecuatoriano nativo, es

contratado como sacabuchista de la catedral.

Música en Quito de Robert

Stevenson

(1962:188).

1759 Ubaque, Colombia. Las iglesias del valle de Ubaque poseen gran

variedad de instrumentos, entre ellos:

sacabuches, órganos portativos y fijos,

clavicordios, arpas, guitarras, violines y otros.

The death of the Mojas (Boy-

Singers of the Muisca)

Human sacrifices in Nuevo

Reino de Granada),1563 de

Egberto Bermúdez (2013:71)

Otros soportes importantes que evidencian la presencia del instrumento sacabuche y las

labores o funciones litúrgicas y sociales de los ministriles en Latinoamérica, pueden

apreciarse en algunas iconografías de la época que han sobrevivido en el transcurso del

tiempo hasta la contemporaneidad, principalmente en México y Perú. A la fecha, y dentro de

esta investigación, no se ha localizado iconografía que haga alusión explicita al sacabuche

en Colombia. Teniendo en cuenta las recomendaciones científicas de Evguenia Roubina para

54

abordar imágenes en (2013: 44): Pautas para el estudio de las evidencias organológicas en

la iconografía musical novohispana, se citan a continuación algunos ejemplos de óleos que

manifiestan con certeza la existencia del instrumento en Latinoamérica durante el siglo XVII.

Imagen 2.5.

¿1650? - Ciudad de México: El martirio de San Lorenzo, una pintura al óleo de José

Juárez, representa a un ángel tocando sacabuche junto con otros músicos que parecen

ser ángeles. Catálogo razonado del Fondo Cultural Banamex (ARCA), 1997.

(dominio público).

55

Imagen 2.6.

¿1674-80? - Cusco, Perú: Óleo anónimo, Cofradías de Santa Rosa y La Linda, que

forma parte de un grupo de pinturas llamadas: La procesión del Corpus Christi. Este

lienzo representa a un indígena sacabuchista con ropajes andinos, ejecutando el

instrumento durante la procesión. Museo del Arzobispo, Cusco. (dominio público).

Los ministriles acompañan la estatua de Santa Rosa como parte de una procesión por

las calles de Cusco. El sacabuchista tiene lo que parece ser un lazo rojo decorativo atado al

final de la vara del instrumento, así como un cordón blanco o rojo alrededor de la parte

posterior de la tubería. Esta iconografía se encuentra citada en el texto Imposing Harmony:

Music at Corpus Chrsti de Geoffrey Baker (2008: 308).

A diferencia de la imagen 6, en la imagen 7, puede apreciarse que los músicos que

ejecutan los instrumentos de viento (sacabuche, corneto y chirimías), no son de origen

indígena. Probablemente fuesen presbíteros europeos dedicados a la enseñanza y práctica de

la música en la iglesia.

56

Imagen 2.7.

¿1693? - Cusco, Perú: la pintura de Francisco Chihuantito, La Virgen de Monserrat,

ubicada en la iglesia parroquial de Chichero, Cusco, incluye una representación de un

sacabuchista en una posición prominente cerca del centro de la pintura. (dominio

público).

Por otro lado, Robert Stevenson menciona en su texto Christmas Music from Baroque

Mexico, (1974: 6) que en el año de 1691 en la Ciudad de México, Sor Juana Inés de la Cruz,

escribe la letra de un villancico en la Catedral de la Ciudad de México donde menciona el

sacabuche. Adicionalmente, puede intuirse en el escrito la calidad artística de los músicos y

el rango dinámico en el que interpretaban esta pieza en particular:

¡Qué bien honra la catedral a su pastor! ¡Escucha el repique de las campanas, tan tan

talan, tan tan! ¡Escucha el clarín, tin tin tilin, tin tin! Mejor aún, el sonido de la trompeta,

el sacabuche, el corneto, el órgano y el bajón. ¡Señor, qué estruendo hacen todos, tan

fuerte que el violín ni siquiera puede sonar! ... Para darle un brillo adicional al día sagrado

de San Pedro, un instrumento se une a otro en la más dulce armonía: la chirimía que

acompaña al violín. Tin tilin tin tin! Ahora la trompeta resuena ruidosamente, ahora el

corneto tiembla, pero ahora el sacabuche se une a la refriega de las líneas contenciosas.

Tan talan tan tan!

Según Stevenson, la instrumentación para el consorte que acompaña al estribillo y cada

estrofa de las coplas es mencionada por Sor Juana en el siguiente orden: “clarín, trompeta,

sacabuche, corneta, órgano, bajón, violín, chirimía, marina trompa, cítara, violón, vihuela,

rabelillo, bandurría y arpa”.

57

El anterior fragmento del villancico, irradia algunas ideas del contexto dinámico

musical que pudieran emplearse en una interpretación histórica informada a partir del

sacabuche para estas músicas. Se menciona notoriamente el rango dinámico empleado por

los instrumentos de viento, y cómo al sonar en bloque, opacan el sonido del violín. Si bien

esto no es sinónimo de balance sonoro, si genera una noción del alto concepto dinámico

empleado por los músicos a los que se hace referencia. Ejemplo de ello, es que dos

reconocidos arquetipos contemporáneos de la música antigua, como Jordi Savall y Sir Jhon

Eliot Gardiner, exigen a los sacabuchistas muy altos volúmenes en sus propuestas

interpretativas en las obras de Monteverdi (1567-1643, compositor del mismo siglo a Sor

Juana Inés, siglo XVII), donde el sacabuche representa júbilo, ímpetu, disputas, o a deidades

y sonoridades infernales.

Esto genera una reflexión a tener en cuenta para el posterior análisis y adaptación de

piezas catedralicias, ya que la limitada capacidad sonora del sacabuche en comparación con

el trombón moderno, ha generado una creencia popular entre los interpretes actuales acerca

de las únicas, e inamovibles dinámicas delicadas, blandas y suaves, a emplearse en este

instrumento para los repertorios de los siglos XVI al XVIII. El fragmento de Sor Juana Inés

(que no tenemos certeza si tenía conocimientos musicales o no), sitúa el sacabuche en un

contexto de disputa, litigioso y polemista, al describirlo uniéndose al combate o contienda

de las letras en el texto, al igual que lo hiciese Monteverdi en su obra Orfeo, podría deducirse

esto entonces, como un concepto - sinónimo, al pensamiento musical del hombre renacentista

respecto al sonido del sacabuche y su papel en la música. Juicio que no ha variado mucho

hasta nuestros días, evidenciando las representaciones y papel del trombón en la orquesta

sinfónica moderna.

58

2.2. Modelo de enseñanza musical español replicado en los virreinatos latinoamericanos

y en el altiplano cundiboyacense del Nuevo Reino de Granada.

Según Rafael Mitjana (1975: 183), en un reglamento de la Capilla Real de Toledo

fechado en 1601, se prescribe que los niños que allí se educaban, podían aprender “órgano,

bajón, sacabuche, chirimía, vihuela de arco, y arpa”, es apreciable que la parte

correspondiente a los instrumentos de cuerda (aunque sí se enseñaba) no era la más

importante en este período, modelo musical educativo que fue heredado y adoptado por las

campañas y misiones evangelizadoras de España y Portugal en Hispanoamérica.

Egberto Bermúdez (1996: 46), en su texto Organización musical y repertorio en la

Catedral de Bogotá durante el siglo XVI basado en el archivo capitular de dicha catedral,

afirma que en la tradición española del siglo XVI, la iglesia asume las funciones de educación

y de formación musical. Ejemplo de ello, se evidencia también en el texto La música en las

misiones jesuitas en los llanos orientales colombianos (1998: 151) del mismo autor, cuyo

funcionamiento se basa en la manutención y adiestramiento de los mozos de coro (también

llamados seises), niños entre los diez a catorce años de edad que recibían lecciones de canto,

teoría musical y gramática, para poder participar posteriormente en las funciones diarias que

dirigía el respectivo maestro de capilla, junto con los instrumentistas y los cantores adultos.

El adiestramiento musical de los instrumentistas seguía otras pautas diferentes a la de

los seises. Siguiendo la tradición medieval de la relación entre maestro y discípulo, el alumno

aprende directamente y en forma individual por parte del maestro y, en el caso de los

instrumentos de viento o ministriles, predominaba siempre una estructura familiar. Según

Bermúdez, esta estructura de enseñanza musical se mantiene y se desarrolla en el caso de los

músicos indígenas de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, así como en México y Guatemala.

Un ejemplo de ello, fue manifestado por Omar Morales Abril (encargado, a la fecha, del

repositorio diplomático y archivo musical de la Catedral de Guatemala), durante el Congreso

Latinoamericano de Investigación Musical Karl Bellinghausen, el 13 de septiembre de 2018,

en su conferencia titulada “Atento a ser muy necesario en la capilla y ser pariente de los

Urbanes18”, sostenía que en una misma familia de indígenas hubo ministriles en la Catedral

18 Revisar bibliografía de documentos sonoros y audiovisuales: Mesa 10 | Congreso Latinoamericano de

Investigación Musical “Karl Bellinghausen (1954-2017). “Atento a ser muy necesario en la capilla y ser

pariente de los Urbanes” – Psicionamiento hegemónico de una dinastía de ministriles indígenas al servicio de

la Catedral de Guatemala durante el siglo XVII” //youtu.be/HpCFrILt13o

59

de Guatemala por más de un siglo. Luis Antonio Escobar (1987: 72), en su texto La Música

en Santafé de Bogotá, se refiere al proceso de enseñanza de la música como “evangelización

musical”, por parte del modelo occidental español empleado en las capillas y catedrales en

los virreinatos latinoamericanos. Daniela Fernández Calvo (2012: 14), ha expuesto también

en su libro La Música Dramática del Seminario de San Antonio de Abad de Cusco, que la

práctica y enseñanza musical en el ámbito latinoamericano fue trasplantada desde España,

por ello, el modelo catedralicio hispano, ejerció una gran influencia convirtiéndose en el

ejemplo a replicar en los virreinatos de la región. Sin embargo, es notorio que este patrón

importado requirió adaptarse a la nueva realidad, dando lugar a un próspero y original curso

y evolución de integración cultural, que generó en algunas de las músicas catedralicias

latinoamericanas, una característica sensación popular (especialmente en los villancicos).

Esto, probablemente producto de la mezcla de contrapuntos y polifonías occidentales, con

las músicas indígenas y las músicas africanas traídas a América por esclavos

afrodescendientes. Esta percepción folclórica en algunos villancicos de los siglos XVII y

XVIII, podrá evidenciarse en el tercer capítulo de esta investigación: análisis, adaptación y

ejecución de repertorio colonial de la Catedral de Santafé.

La tesis doctoral de Arleti Molerio (2019: 53), La actividad musical litúrgica y

Religiosa de los Diócesis de Cuenca en Ecuador durante el Siglo XIX, presentada en la

Pontificia Universidad Católica de Argentina en 2019, manifiesta que otros investigadores

como: Aurelio Tello en Archivo Musical de la Catedral de Oaxaca; Lidia Guerberof Hahn

en Música de la basílica Santa María de Guadalupe de México; Ellie Anne Duque (con

Egberto Bermúdez) en Historia de la Música en Santafé y Bogotá; Piort Nawrot en Música

de vísperas en las reducciones de Chiquitos - Bolivia; Andrés Orchassal en La vida musical

en la Catedral de Lima durante la Colonia; y Miriam Escudero en Esteban Salas y la Capilla

de Música de la Catedral de Santiago de Cuba, coinciden unánimemente en que la

transferencia de un modelo institucional de origen peninsular, el uso de tradiciones litúrgicas

de origen español, el idioma, y la erección de capillas musicales en los virreinatos

latinoamericanos, fueron a imagen y semejanza de las españolas.

En el caso del virreinato de la Nueva Granada, y más específicamente en los pueblos

indios cercanos a Santafé, Diana Farley Rodríguez (2010: 3) escribe en “Y Dios se hizo

Música: La Conquista Musical del Nuevo Reino de Granada: El caso de los pueblos de Indios

de las provincias de Tunja y Santafé”, que los procesos de evangelización y aculturación,

60

fueron posibles en gran parte gracias a la cristianización de las costumbres, junto con la

imposición de nuevas creencias, rituales, devociones, y desde luego, de un nuevo entorno

sonoro, que la autora denomina como “conquista musical”. Todos los aspectos de la vida

cotidiana de los indígenas de la región, quedaron entonces cubiertos por la dominación

colonial española.

Según el anterior texto, los pueblos indios cundiboyacenses se transformaron desde el

siglo XVI en espacios donde los religiosos establecieron relaciones con los indígenas,

controlándolos e imponiendo las doctrinas que les permitían moldear y regular las antiguas

costumbres y el comportamiento. Las órdenes religiosas usaban diferentes recursos para

favorecer la evangelización de la población nativa, entre ellos, la implantación de la tradición

musical de la iglesia católica que les permitía: obtener que las ceremonias religiosas se

realizaran con “solemnidad, decencia y decoro”; desterrar los ritos antiguos y la idolatría;

cambiar las costumbres como borracheras, fiestas, bailes, ritos, etc., y sobre todo, cristianizar

a la población indígena y facilitar el proceso de aculturación. La música pasó gradualmente

de ser entonces un método de cristianización, para transformarse en una práctica apropiada

por parte de la población nativa del altiplano cundiboyacense.

Diana Rodríguez (2008: 258), expresa que a fin de reorganizar el proceso de

evangelización, el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero celebró el segundo Sínodo del Reino

en 1606, que contemplaba en el capítulo 11 que en cada pueblo se reservara de servicios

personales y de la paga de la demora, seis indios cantores (cantantes o instrumentistas) y un

maestro, para que se dedicaran al servicio de la iglesia. También se manifestó en este texto,

una recomendación para que “algunos de los muchachos” aprendieran a cantar para oficiar

la misa y servir a la institución. Este capítulo del Sínodo, se considera según la autora, es la

legislación más temprana sobre el establecimiento de la música en los pueblos indios del

Nuevo Reino de Granada. Aunque el sínodo de 1556 contemplaba que los curas debían

enseñar a los hijos de los indios a leer, escribir, contar y cantar, sin embargo esto no sería

suficiente para establecer un proceso realmente organizado de “conquista musical” como se

podría observar posteriormente en el segundo sínodo.

El artículo de Rodríguez (2010: 259), señala que a principios del siglo XVII la

enseñanza de la música estuvo a cargo de los clérigos o religiosos que impartían la doctrina.

Principalmente los jesuitas (Compañía de Jesús), que tenían consigo a varios músicos

61

destacados, entre ellos: Juan Bautista Colucchini, Joseph Hurtado y Joseph Dadey, quienes

fueron doctrineros en diferentes momentos en Duitama, Fontibón y Cajicá, esta última se le

consideró en diferentes textos, como una de las primeras doctrinas donde se impartió la

formación musical de manera más organizada. Cajicá, Fontibón y Duitama, fueron para ese

entonces, las más representativas doctrinas de la compañía en las provincias de Tunja y

Santafé respectivamente.

Se expone en este mismo texto, que se empleaba un mayor esfuerzo en enseñar a

niños y jóvenes que a los adultos, ya que estos garantizaban a corto y largo plazo la

sostenibilidad de todo el nuevo modelo. Para formar a los cantores, se escogían a los

“muchachos” más hábiles entre los doce y los quince años, antes de entrar en edad adulta y

previamente de empezar a tributar a la corona. La mayoría de ellos, dedicaban todas sus vidas

a la práctica musical y muchos se mantenían en el oficio con el ánimo de ser reconocidos por

sus labores, por el “decoro” y por sus destrezas musicales, además, debían ser cumplidos,

limpios y diligentes, para posteriormente ser exentos del tributo. A lo largo de esta

investigación, se han hallado abundantes menciones donde a ministriles se les condonaba el

pago de impuestos a la corona española.

Si un nativo se mantenía ejerciendo el oficio musical por más de veinte años,

posteriormente pasaba a ser “maestro” y dedicarse también a la enseñanza de la música para

otros naturales. La labor de ser maestro no solamente incluía la instrucción, práctica y la

creación artística, sino también labores como inventariar los ornamentos del culto, las

imágenes, muebles, libros de registro de la fábrica, libros corales y partituras, instrumentos

musicales y otros objetos relacionados con el oficio musical. Joanne Rappaport (2014: 118)

en The Disappearing Mestizo, plantea un panorama realista acerca de la cruda condición

social de los músicos y la música en el Nuevo Reino de Granada, así como las posibilidades

en que las personas podían negociar su condición y limpieza de sangre al pertenecer a la

iglesia o ser parte de la capilla musical. Según la autora, uno de los primeros maestros de

capilla “mestizos” de la Catedral de Bogotá, fue el sacerdote Gonzalo García Zorro, hijo del

capitán español con el mismo nombre y Margarita, una nativa. Llegar a esta posición en

Santafé, requería de una “limpieza de sangre o blanqueamiento” ya que socialmente no era

bien visto ni aceptado por la iglesia, que un nativo ocupase una posición con liderazgo o

mando en ninguna estructura hispanoamericana. Jesús Ramos-Kittrel, hace un detallado

examen de la educación en la Catedral de México y también refiere un mismo arquetipo

62

social en el virreinato de la Nueva España, especialmente en el segundo capítulo de su libro

Playing in the Cathedral: Music, Race and Social Status (2016: 26), en el que describe

condiciones similares para ocupar una posición destacada en la iglesia del México virreinal.

Se presume que este estigma sociológico se evidenció por casi tres siglos en todos los

virreinatos españoles.

2.3. Los ministriles en Latinoamérica durante el siglo XVII: Nuevo Reino de Granada.

Según estudios de Bermúdez, en un artículo del Journal of the Historical Brass

Society (1999: 149-162), es posible identificar distintos hechos relacionados con la historia

de los ministriles en Colombia, Bolivia y Perú, esto gracias a fuentes conservadas en el

Archivo General de la Nación en Colombia (AGN), el Archivo y Biblioteca Arquidiocesanos

Monseñor Taborga (ABAS), y el Archivo Nacional de Bolivia (ABN), estos dos últimos

ubicados en Sucre.

Expresa el autor qué Santafé y La Plata fueron fundadas en 1538 como parte de la

expansión de la frontera interna española, comenzando en el Alto Perú con la conquista de

Cuzco en 1533, y en la actual Colombia con la fundación de Santa Marta en 1525. En dicho

artículo se afirma que la práctica de la música instrumental se inició en Santafé tras la

fundación de la capilla de música de la catedral, en la década de 1560, contando con los

eclesiásticos (y posiblemente hábiles músicos) procedentes de Cartagena, Santa Marta y

Tunja. En La Plata este procedimiento también tuvo suceso casi simultáneamente, tales

eventos tuvieron cabida en ambas ciudades, luego de la creación del Obispado en 1553 y

1568, y de la Audiencia Real en 1559 y 1560 respectivamente.

Durante los siglos XVI y XVII, la legislación española sobre América ordenó que la

música instrumental debiera utilizarse como medio eficaz de culturización y como

herramienta para convencer a los nativos americanos que se resistían a profesar la fe católica.

Para ello, se utilizaban “cantores y altas y bajas juglares”.

Según Bermúdez (1999: 150), la primera mención de un grupo de ministriles que

participan en la música dentro de la iglesia se remonta, en Santafé, a finales del siglo XVI.

Cuenta el autor del artículo que, en una breve descripción de la ciudad que hace el capitán

Bernardo de Vargas Machuca recién llegado de España en 1598, se afirma que la misa en la

Catedral de Santafé incluía grupos de ministriles con “trompetillas” ejecutadas por nativos

(habitualmente el término, “trompetillas o trompetas” se refería en ese entonces a chirimías,

63

cornetos y sacabuches). De igual manera, en los registros notariales de esa época (1584), un

trompetista llamado Francisco Martín (probablemente un español) está documentado junto

con Pedro Trompeta, quien es mencionado en algunos recibos de pago de la catedral, en

1598. Sin embargo, se alude también que Tunja (fundada en 1539), contaba con una actividad

cultural más refinada y activa que Santafé para aquel entonces, por lo tanto registró un mayor

número de actividad de ministriles, muchos de ellos, contratados posteriormente en la

Catedral de Santafé, como bien se ha podido evidenciar en los manuscritos de dicho archivo

durante el proceso de esta investigación.

Acorde a lo expresado por Bermúdez (1999: 150), existe otro documento notarial de

la década de 1590 donde se dice que instrumentos de viento no especificados, han participado

junto con las voces en los servicios de la iglesia parroquial de Tunja (fundada al igual que la

ciudad en 1539). Adicionalmente, con la llegada del capitán Luis Enríquez al Cusco-Perú en

1601, la Catedral de La Plata se vio enriquecida con varios instrumentos musicales los cuales

eran tocados por los “nativos en servicio”, algunos de los cuales probablemente había traído

con él. Se afirma que Enríquez tuvo a un español quien fuese empleado de la Catedral del

Cusco como maestro de los ministriles (todos indígenas) entre los años de 1589 y 1600, para

posteriormente trasladarse a La Plata con el mismo puesto donde permanecería hasta su

muerte en 1618. En el Cusco esta tradición empezó en 1580 con Pedro Serrano quien fuese

maestro de los ministriles de chirimía y corneto.

Enuncia Bermúdez (1999: 151) que para 1603, las cuentas de la Catedral de La Plata

demuestran pagos a cinco indígenas por ejecutar las chirimías y por confeccionar prendas de

vestir y sombreros (probablemente uniformes del grupo de ministriles). Sus salarios se

pagaban en dinero y alimentos (maíz principalmente), sus nombres se registraron como: Juan

Bautista Cavasquita, Andrés Palli, Diego Songo y Alonso Pusalla, el quinto fue Francisco

Chiri nativo del Cusco, un tañedor de chirimía y la corneta19 (corneto) que vivía en San Blas,

en una de las parroquias indígenas de la ciudad. También expresa el autor que en 1611 los

jesuitas a cargo de la ciudad nativa de Fontibón situada justo fuera de Santafé, llegaron a un

acuerdo con el gobierno local para exonerar de impuestos a los nativos funcionarios de la

iglesia, puntualmente al maestro de capilla y seis ministriles. Finalmente en 1617 las

19 Corneta era la palabra con suavización en el idioma español, para referirse al instrumento cornetto, palabra

de origen italiano para hacer alusión al mismo instrumento.

64

autoridades españolas exoneraron de impuestos a los músicos que servían en Fontibón y

Cajicá.

Por otro lado, se enuncia que el comandante Juan de Borja y un cronista de los

jesuitas, indicaron en un acta capitular y en una crónica, que mientras era maestro de capilla

en Fontibón Gonzalo García Zorro (1547-1617), fue dada una celebración de fiestas y

coloquios donde los nativos llegaron marchando con banderas al son de “trompetillas y otros

instrumentos de viento”. Al igual que de un tal Dadey Tabta Alonso de quien se decía que:

“era el nativo más avanzado en música” y que en varias ocasiones prestó sus servicios en

Santafé, este músico probablemente ejecutaba el sacabuche y otros aerófonos acorde a la

tradición de la época. Más adelante en el texto, equiparan las habilidades de Dadey Tabta con

las de cualquier ministril de la Catedral de Sevilla (la más representativa en España para ese

entonces), esto expone un fundamento valioso para afirmar que las músicas interpretadas por

nativos en los pueblos indios y en Santafé, también se realizaban con un alto valor artístico

según el juicio de ese entonces. Si bien la verdad histórica no se puede reproducir, el anterior

párrafo es un argumento preciado como referente a la calidad artística de los músicos en

Santafé en los períodos estudiados.

En el mismo texto, Bermúdez (1999: 151) cita que en la Catedral de La Plata en los

años de 1610 y 1611 hubo seis ministriles, tres de los cuales eran indígenas, dos mulatos y

un afro-descendiente. Algunos de ellos aparecen registrados en los pagos como; Felipe

Chirimía, Andrés Chirimía, Mulato Bajón quien también tocaba el sacabuche, Alejandro de

la Cruz Corneta y Antón de Velasco, además de un pago por reparaciones para algunas de

las chirimías y sacabuches que se habían averiado. Unos años más tarde en 1633, la ciudad

de Santafé fue afectada por una plaga mortal que azoló la ciudad al igual que ya había

ocurrido unas décadas antes, en ese mismo año la imagen de la virgen de Nuestra Señora de

Chiquinquirá fue llevada en procesión desde esa ciudad hasta Santafé, siendo escoltada por

una gran cantidad de ministriles, Mendoza (2019) expresa en su tesis, otras referencias a

músicos y villancicos de advocación a la virgen de Chiquinquirá.

El artículo de Bermúdez refleja que de 1639 a 1640, cuando los jesuitas se hicieron

cargo de la iglesia dentro de sus misiones, escogieron la ciudad de Tópaga, ubicada en las

alturas de la cordillera oriental de Colombia, como punto de partida para la creación de las

misiones del Orinoco, en las actas de ese año se mencionan a dos cantores o ministriles

65

provenientes de la ciudad de Duitama. De igual manera, se enuncia posteriormente a otros

músicos en los años de 1643 y en 1651 en los inventarios de la iglesia, donde además también

se habla de la existencia de cuatro trompetas y que una de ellas servía para hacer de

sacabuche. Según Bermúdez (1999: 154), en 1643 las actividades musicales de Fontibón se

describen en las crónicas de dicha capilla a continuación:

El oficio divino se realiza con decoro notable y es tan complejo que puede competir

fácilmente con el de una catedral importante. La iglesia tiene un órgano sonoro situado

en una tribuna del coro bellamente construida y una capilla de ocho o más indios exentos

del tributo por el Presidente del Nuevo Reino de Granada, con buenos triples y sin contar

las chirimías, sacabuches y cornetas.

El autor también indica que en 1636, Juan Chirimía, músico criollo encargado en el

convento de Santo Domingo, compra cuatro esclavos en Cartagena de Indias, con el fin de

mejorar la calidad de los servicios musicales litúrgicos en la iglesia a la que servía, entre ellos

había “cantores profesionales” que fueron devueltos a su propietario dos años después, y uno

de ellos era llamado: Juan Sacabuche, quien fuese tañedor de este instrumento. Es Juan

Sacabuche, la referencia específica más temprana que se ha encontrado dentro de esta

investigación, acerca de un músico ejecutante de este instrumento en Santafé. En la misma

ciudad en 1639, los dominicos inauguran la universidad de Santo Tomás en cuyas crónicas

se describe un grupo de tocadores de chirimía a caballo, quienes eran seguidos por las

autoridades eclesiásticas y éstos a su vez, por dos grupos de ministriles que se alternaban los

episodios musicales entre los instrumentos de viento y los timbales. Evidencia rotunda del

uso del sacabuche en los contextos cívicos y sociales en Santafé.

Según Daniel Anarte, (2013: 6) en un programa de mano del conjunto música antigua

Oniria titulado “Ministriles del Nuevo Mundo (Música de Capilla en América Hispana)”, hay

un documento que refiere a un esclavo de origen angoleño acompañante del jesuita San Pedro

Claver en Cartagena de Indias (1580-1618), que respondía al nombre de Andrés Sacabuche,

aunque no hay nada escrito acerca de que este esclavo tocara el instrumento o ejerciere alguna

labor musical como sirviente de Claver, es probable que fuese músico por el hecho que su

apellido fuera sacabuche. Perdomo Escobar (1980: 36) hace referencia a que en un inventario

de la parroquia de Fómeque - Cundinamarca en 1676, el cura y maestro fray Francisco de

José, da cuenta de varios instrumentos musicales, y entre ellos: cuatro flautas, un terno de

chirimías, un bajón y un sacabuche, que se usaban como elenco de instrumentos de fanfarria

por los ministriles de esa capilla.

66

Son diversas las menciones que atestiguan la presencia y actividad de ministriles y

sacabuchistas en los virreinatos hispanoamericanos durante el siglo XVII, y más

específicamente en la región de principal interés para esta investigación: el Nuevo Reino de

Granada - Santafé y los pueblos indios aledaños del altiplano cundiboyacense. Los diferentes

autores consultados que escriben del tema, dan fe que muchos de los músicos originarios de

los pueblos indios, luego ejercieron como músicos de la Catedral de Bogotá o en otras

capillas de la provincia de Santafé. Aunque se invirtió un aproximado de setenta horas

presenciales en el archivo de la Catedral de Bogotá para esta indagación, no fue posible hallar

referencias específicas acerca de sacabuchistas en los documentos de este archivo durante

esta primera búsqueda. Sin embargo, si se ubicaron diversas menciones a ministriles,

principalmente en los instrumentos de flauta, bajón, corneto, violín, y por supuesto órgano.

También se pudo corroborar que muchos de los músicos empleados en esta iglesia, provenían

de los pueblos indios y colindantes del altiplano cundiboyacense.

En el siguiente subapartado, se especificarán algunas referencias y menciones

importantes de músicos que ejercieron vida artística en la Catedral de Bogotá, y que bien se

tomarán como derroteros de la presencia, calidad, cantidad, y el nivel artístico que se logró

en diferentes etapas de aquel entonces. Estas menciones orientan y conducen esta

investigación hacía una idea artística, para una posterior propuesta interpretativa de la música

de la catedralicia de Santafé, que permitirá entre otras cosas, correlacionar hechos del pasado

en una construcción que alimente el presente y el futuro, con un imaginario de alto nivel

musical.

2.4. ¿Cómo sonaba el sacabuche en la Catedral de Bogotá?

Es manifiesto que hoy en día se ignora cuáles fueron con exactitud las técnicas

utilizadas para cantar y para ejecutar instrumentos musicales del renacimiento y el barroco

tanto en Europa como en Hispanoamérica. Así mismo, se desconoce cuáles eran los estilos

empleados en la interpretación de las distintas piezas u obras instrumentales. Estos aspectos

hacen que para el oyente moderno sea un verdadero enigma la precisión tímbrica, acústica,

dinámica, sonora, afinación, etc., que se originó al momento de tocar las obras musicales en

sus diferentes instrumentos, géneros y períodos; al menos dentro de la música que fue

ejecutada en la región centroeuropea y en los virreinatos de Latinoamérica.

67

Por referencias explícitas durante el siglo XVII de autores como Pierre Trichet en el

Tratado sobre los Instrumentos de Música (1640: ¿?), y Michael Praetorius en el segundo

tomo de Syntagma Musicum - Organographia (1619: 284), es sabido que algunos

sacabuchistas europeos, especialmente en Francia e Italia, tenían para ese momento un nivel

de ejecución que llegaba al “virtuosismo”. Ramón Andrés (1995:344), escribe que el

verdadero impulso del sacabuche tuvo lugar en Italia a finales del siglo XVI hasta el siglo

XVII, “siglo de oro para el sacabuche”:

Fueron célebres las actuaciones del Concerto Palatino della Signoria di Bologna, en la

que actuaron los más celebrados instrumentistas; éstos ofrecían cada noche una audición

desde el balcón del <<palazzo>>, tradición que perduró hasta el siglo XVIII. Uno de los

miembros más ilustres que actuó en dicho concierto fue Giralomo Trombeti (1557-1624),

virtuoso del sacabuche y compositor, hermano de uno de los maestros más famosos de

corneta de su tiempo, Ascanio Trombeti (1544-1590), tambien compositor. No obstante

la ciudad que acogió con mayor énfasis el trombón fue Venecia.

En Latinoamérica son muy precarias, o casi inexistentes hasta la fecha, las referencias

que hablen específicamente del nivel de los sacabuchistas, aunque se sabe que la calidad de

algunos compositores y músicos indígenas eran formidables, y no tenían nada que envidiar

con respecto a los músicos que venían de Europa, según Begoña Lolo (2007: 128), sigue

siendo un misterio cómo tocaban exactamente los ministriles y el resto de músicos en sus

capillas y en los distintos eventos litúrgicos y sociales.

Sin embargo, Bermúdez escribe un artículo titulado: “¿Cómo Realmente Sonaba?”,

(2003: 17)”, donde plasma sus reflexiones personales y expresa una idea de cómo pudieron

haber sonado los instrumentos históricos en las músicas catedralicias de Latinoamérica en

los siglos XVI, XVII, y XVIII. Manifiesta que para él, fue ineludible el hecho de basarse en

argumentos de tipo histórico y filosófico para acercarse a la autenticidad de lo que pudo haber

sido una interpretación histórica, además del problema que representa en sí mismo el hecho

de la “interpretación” o, en su defecto, las distintas versiones de una misma obra en el pasado

e incluso en el presente.

Una de las reflexiones técnicas que surgen en este trabajo, es el hecho de que los

intérpretes de instrumentos históricos de viento como chirimías, cornetos, bajones y

sacabuche, en el momento que se desplazaban a otras ciudades (caso de Europa), no podían

tocar temperados con otros músicos locales, ni tampoco con el órgano, ya que este podía

estar afinado en una altura musical más baja o alta (de 415Hz a 462Hz), como bien se

68

documenta en diversos textos. En este caso, debe suponerse que si los músicos se aplicaban

a tocar sus instrumentos en estas condiciones, la afinación no debió haber sido de buena

calidad, o al menos, representó un reto considerable en cada situación. En el caso del

sacabuche, al no ser un instrumento estrictamente temperado y al poseer el recurso de la vara

sin diapasón estricto como el de las chirimías, cornetos o bajones, debe sospecharse que pudo

haberse adaptado con mayor facilidad a los diferentes tipos de afinación según las habilidades

del ejecutante. Algunos de los textos más tempranos que hablan del temperamento y

afinación en español, son Theorica y práctica del temple para los órganos y claves, y Llave

de la Modulación, y Antiguedades de la Música, ambos de Antonio Soler (1729 - 1783), pero

no se han encontrado a la fecha, evidencias de su uso en el período virreinal de la Nueva

Granada.

Bermúdez (2003: 26) menciona que en el caso de Colombia, los cantantes y músicos

de una iglesia podían durar muchos años conservando su puesto y que normalmente debido

a problemas económicos o de disponibilidad su reemplazo se tornaba muy difícil: “El sonido

áspero y desafinado del cual hay evidencia histórica- era probablemente más frecuente que

el dulce y afinado y en consecuencia, las interpretaciones modernas no tienen más remedio

que <no> ser históricas”, acota que dicha situación pudo perdurar hasta el XIX, ya que los

extranjeros que venían de visita, notaban que el sonido de los músicos en las iglesias no era

de igual calidad al que estaban acostumbrados en sus países de origen.

Otros apartes del texto de Bermúdez, declaran que el ambiente musical de la Catedral

de Bogotá fue pobre y restringido en comparación con el de otras ciudades y catedrales del

continente y de Europa, por ello, el autor recomienda que de hacerse una reconstrucción de

obras musicales, sería prudente no tener como objeto oír de nuevo los resultados de la

precariedad de la actividad musical de ese entonces. Sin embargo, se resalta en este artículo

que generalmente los coros de las catedrales en los virreinatos latinoamericanos cuando

interpretaban un villancico en castellano, no presentaban mayor problema con la

pronunciación, pero el hecho de cantar una obra en latín traía simultáneamente

inconvenientes y beneficios.

Dicho texto afirma que es probable que los instrumentos de los ministriles hubiesen

sido más usados en los casos del repertorio vocal en latín (posiblemente para ocultar errores

de pronunciación) y que el mismo villancico podía sonar muy diferente al ser tocado en las

69

iglesias de México, Lima, La Plata, Santiago del Estero y Bogotá. El autor también

exterioriza que la excelencia musical de los interpretes no era muy alta al menos dentro de la

Catedral de Bogotá, afirmación contraria a la de la capilla de Tunja o Fontibón, donde como

bien se menciona en un capítulo anterior, las actas capitulares de estas últimas iglesias

describen el alto y complejo nivel de la música en el oficio litúrgico, además se exaltan las

interpretaciones de los indígenas que tocaban las chirimías, cornetos y sacabuches,

comparándolos a la de cualquier catedral importante de ese entonces. Es importante resaltar

que los instrumentos musicales de percusión como; tambores, panderos y sonajas, no están

documentados en los textos relacionados a las actividades catedralicias o conventos en aquel

periodo, lo que no prueba sí realmente fueron usados o no dentro los servicios litúrgicos, pero

que por el contrario, es sabido que debido a la participación de los indígenas y de afro-

descendientes en las actividades musicales por esos tiempos; tambores africanos, flautas y

trompetas indígenas fuesen utilizados en los días de fiesta y celebraciones públicas, que por

cierto, eran severamente “controladas” por las autoridades civiles y eclesiásticas, Diana

Farley Rodríguez (2010: 3).

Como resumen final a esta incógnita, debe suponerse que casos similares de pobreza

y excelencia musical pudieron haber ocurrido a lo largo y ancho en todas las catedrales

hispanoamericanas para los siglos XVI, XVII, XVIII e incluso el XIX. Para el caso específico

de la Catedral de Bogotá, si bien nunca se tendrá una evidencia totalmente justificada, y

contrario a las reflexiones de Bermúdez (2003), esta investigación ha expuesto documentos

como los citados en este segundo capítulo, que hacen mención manifiesta y expresa, al buen

nivel musical y al “decoro” con que algunos músicos rendían culto divino a través de la

música en la Catedral de Santafé. Es decir, que opuesto a las conclusiones de Bermúdez, este

trabajo expone demostraciones que contrarrestan y objetan el pobre panorama y las

menesterosas conclusiones de los trabajos de este autor, basados en la Catedral de Bogotá.

70

CAPÍTULO III – ANÁLISIS INTERPRETATIVO DE LA MÚSICA

CATEDRALICIA EN SANTAFÉ.

3.1. Problemática de la notación musical y criterios en la selección de obras.

3.2. Semitonía subintelecta: de las alteraciones no especificadas en la partitura.

3.3. Acerca del compasillo o compasete (C), el compás menor, tiempo menor imperfecto,

la proporción mayor y menor, ennegrecimientos y hemiolas.

3.4. Sistema hexacordal y solmisación.

3.5. La forma literaria y el sentido del texto como condicionantes de la estructura e

interpretación musical.

3.6. Acerca de los villancicos.

3.7. Análisis interpretativo.

3.7.1. Toca la flauta siola flacica tocala ve – Zambacate – Negro de Navidad – Vajo

para vajón – Alonso Torices (Zamora 1635- Málaga1684).

3.7.2. Villancico a la Santísima Cruz – Cruz Soberana José Cascante (¿1618-25? –

1702) y Jesús María (¿-?), ¿María Dionisia? (¿-?) .

3.7.3. Armarle quiere el demonio – Villancico de mi amado San Juan de Dios - José

Cascante (¿1618-25? – 1702).

3.7.4. No sé si topo a 3 - Villancico a Nuestra Señora del Topo - José Cascante 1670.

3.7.5. Detente Asombro Veloz a San Nicolás de Tolentino a 3 – A tantas luces radiantes

– José Cascante – (1690).

3.7.6. Villancico a Nuestra Señora del Topo - A la fuente de Vienes a 3 – Juan de Herrera

1698.

3.7.7. A ver el Rey – Villancico al Santísimo Sacramento - José Cascante (1729 – copia).

3.7.8. El verte favorecido y asistido – “Al misacantano” Juan de Herrera 1716.

3.7.9. De la Alta Providencia a San Cayetano – Tiple Solo con acompañamiento

figurado - Juan de Herrera (1665-1738).

3.7.10. Canción a duo – “A esta fiesta he venido” para dos instrumentos (bajones) –

Juan de Herrera (1665-1738).

71

3.1. Problemática de la notación musical y criterios en la selección de obras.

No es intención de este apartado realizar un compendio de historia de la notación

musical, sin embargo, es pertinente resaltar brevemente algunos aspectos que fueron dando

forma a la notación “mensural y diastemática”20, mayormente conocida y usada en los siglos

XVII y XVIII. Aun así, se mencionarán en este capítulo los aspectos más significativos de la

problemática que representó abarcar la paleografía musical hispanoamericana de estos

períodos, como elementos de base para abordar el análisis de las obras y la propuesta

interpretativa de las piezas escogidas del repositorio musical de la Catedral de Bogotá.

Se entiende que la notación musical occidental hasta el siglo XVII es el resultado de

diferentes prácticas que dieron como producto una suma de tratados y obras musicales

realizados por diversos autores a través del tiempo. Sin embargo, España tuvo un desarrollo

musical diferente al resto de Europa, fruto de diversas etapas socioculturales y de ocho siglos

de incursión árabe. Es evidente que se han cometido varios descuidos en la transcripción de

repertorios hispanoamericanos al hacer uso de técnicas francesas, alemanas, inglesas y

americanas, que no contemplan los sistemas de transporte natural usualmente utilizados en

la “notación mensural blanca” durante el siglo XVII en España: sistema hexacordal y

solmisación (a la 4ta o 5ta baja), las reglas de perfección e imperfección, las proporciones

mayores y menores, compasillo, la semitonía subintelecta y la relación música – texto, entre

otros.

Para abordar los repertorios propuestos en este trabajo con las técnicas expresadas

anteriormente, se decidió hacer uso principalmente de los textos e investigaciones del

musicólogo español Mariano Lambea Castro, especializado en repertorio poético-musical

inédito del siglo XVII, en los materiales y recomendaciones del musicólogo guatemalteco

Omar Morales Abril, investigador a tiempo completo del Centro Nacional de Investigación,

Documentación e Información Musical Carlos Chávez, del Instituto de Bellas Artes de

México - CENIDIM, quien también ha sido profesor de paleografía musical en el Programa

20 Múltiples autores denominan el sistema mensural por la cualidad de mesura (medida) que le es característica,

y al sistema diastemático, por la fijación exacta de las notas musicales a través de líneas. El texto de Alfonso

Hernando González (2019) EL Papel de la Afinación Musical en la Historia de la Ciencia: Música, matemáticas

y cambio científico desde los pitagóricos a Francisco Salinas, expone ampliamente los recursos usados para la

afinación exacta de los instrumentos musicales que surge a partir del siglo XVI, así como el desarrollo de la

teoría musical, donde brinda importantes aspectos teóricos de la aparatos fenomenológicos usados para estos

fines en las músicas de España y que posteriormente fueron heredados en los virreinatos hispanoamericanos.

72

de Maestría y Doctorado en Música de la Universidad Nacional Autónoma de México –

UNAM, y por último, en las recomendaciones del musicólogo venezolano Nelson Hurtado,

magister en música de la Universidad Central de Venezuela – UCV, especialista en

paleografía musical hispanoamericana y en el villancico.

Por otro lado, se tuvo contacto personalizado con reconocidos intérpretes del

sacabuche que aportaron significativamente con sus recomendaciones estilísticas para

abordar repertorios históricos de los siglos XVII y XVIII a través del instrumento.

Principalmente: Daniel Lasalle, primer sacabuche de Jordi Savall y de Les Sacqueboutiers

de Toulouse, profesor en el Conservatorio Nacional de Touluse; Adam Woolf, sacabuche

principal de Sir Jhon Elliot Gardiner, profesor en la Real Academia de Música de Londres,

el Conservatorio de Ámsterdam y el Real Conservatorio de Bruselas; y Jean Jacques Herbin,

profesor de los Conservatorios Regional de París y Conservatorio Charles Munch.

Como fue expresado por los instrumentistas anteriormente mencionados y reforzado

por el texto de Ramón Andrés (1995: 344), el sacabuche, al igual que la trompeta natural,

obtiene su mayor desarrollo y auge durante el siglo XVII. Ello se puede evidenciar también

en el volumen de documentos y tratados acerca de estos instrumentos en este período. Es por

esta razón que se decidió centrar la búsqueda de repertorios catedralicios de Santafé durante

este siglo, teniendo en cuenta el desarrollo del instrumento para esta época y los documentos

publicados en este mismo periodo, que permiten abordar con un mayor número de

herramientas técnicas y estilísticas este tipo de obras a partir del sacabuche con información

de la época.

También se pudo reconocer que, generalmente, el uso del sacabuche en los virreinatos

latinoamericanos tuvo, a diferencia de Europa, su mayor auge a finales del siglo XVI y hasta

mediados del siglo XVII, cuando empieza a caer en desuso, dando paso principalmente al

bajón, bajoncillo, corneto, cornetilla y flauta, que son los instrumentos aerófonos que

generalmente se documentan con mayor frecuencia en el siglo XVII y a principios del XVIII

en las actas y libros de acuerdos.

Para esta investigación, se seleccionaron diez obras del repositorio de la Catedral de

Bogotá concernientes a los siglos XVII y XVIII, producto de tres diferentes autores: Alonso

Torices (1635-1684), José Cascante (¿1618-25?-1702) y Juan de Herrera (1665-1738). Este

último asume la posición de maestro de capilla en 1703 (ver imagen 25), meses después de

73

la muerte de Cascante hijo, pero venía ejerciendo labores musicales años atrás e influenciado

por su predecesor. Sus obras tempranas no muestran barra de compás y generalmente son

solos, duos y obras a tres voces con acompañamiento al bajo continuo (estilo de Cascante),

pero sus composiciones más avanzadas presentan un claro desarrollo y actualización de las

técnicas de la época, mostrando polifonías de hasta 12 voces que ya incluyen barra de

compás.

Lamentablemente, muchas de las obras que sobreviven en el repositorio de la catedral

están incompletas, y varias de las que están enteras no se encuentran en buen estado por el

paso del tiempo, o por el uso de técnicas no adecuadas para su restauración o preservación,

como cintas que no permiten acceder a una completa visualización del documento, o que en

su defecto han borrado parte de la información contenida, hojas rotas incompletas, tintas

traspasadas, entre muchas otras dificultades. Sin embargo, del siglo XVII hay varios

manuscritos en partes sueltas de los autores o copias del siglo XVIII con una caligrafía y/o

punto en muy buena condición. Este fue un criterio fundamental para la selección de las

piezas.

Teniendo en cuenta que se pretende ejecutar este repertorio con el ensamble los

Ministriles de la Nueva Granada, conformado en el año 2015 por tres sacabuches y una tiorba,

se determinó que otro de los criterios de selección fuesen piezas que no tuviesen más de tres

a seis voces, y que pudiesen ser adaptables a cuatro, ello, para poder presentar una propuesta

interpretativa con el formato de este ensamble y como producto de esta investigación.

Una primera versión de la propuesta interpretativa de las diez piezas presentadas en

este trabajo por parte de los Ministriles de la Nueva Granada, puede consultarse en el

siguiente link: https://www.facebook.com/watch/?v=317666769372599 la grabación fue

realizada en la Capilla del Sagrario de la Catedral de Bogotá el 30 de julio de 2020.

74

Imagen 3.1.

Segundo libro de acuerdos años de 1693 a 1704, verso 191. Nombramiento de Juan de

Herrera en 1703 con salario anual de 250 patacones. Colección: Archivo de la

Catedral de Bogotá.

Fotografía: Camilo Jiménez Vera

75

Con las anteriores pautas se seleccionaron nueve obras vocales y una obra instrumental

a dos voces, de las pocas que reposan en este archivo completas o en buen estado. De las

piezas escogidas (al parecer cinco de ellas son inéditas y no se han encontrado a la fecha

ediciones o grabaciones de las mismas), dos de ellas estaban incompletas y se ofrece en este

trabajo una propuesta de reconstrucción para las voces faltantes: A ver el Rey y Armarle

quiere el demonio, las dos de Cascante. Se han encontrado grabaciones de tres obras de la

selección: Toca la flauta – Torices, No sé si Topo – Cascante, y De la Alta Providencia –

Herrera, pero no ediciones o publicaciones de las dos últimas. Por otro lado, hay dos obras

que han sido ya editadas y grabadas, pero este trabajo pretende ofrecer una propuesta

interpretativa diferente, acorde a los textos en relación con la música, los instrumentos

señalados en las partituras, los ritmos empleados, y las técnicas de edición de acuerdo con

los textos de Lambea y las recomendaciones de los especialistas.

Las obras propuestas son:

- Toca la flauta siola flacica tocala ve – Zambacate – Negro de Navidad – Vajo para

vajón – Alonso Torices (Zamora, 1635 - Málaga, 1684).

- Villancico a la Santísima Cruz – Cruz Soberana – José Cascante (Santafé ¿1618-25?

– 1702).

- Armarle quiere el demonio – Villancico de mi amado San Juan de Dios - José

Cascante.

- No sé si topo a 3 - Villancico a Nuestra Señora del Topo - José Cascante (1670).

- Detente Asombro Veloz a San Nicolás de Tolentino a 3 – A tantas luces radiantes –

José Cascante – (1690).

- Villancico a Nuestra Señora del Topo - A la fuente de Vienes a 3 (1698) – Juan de

Herrera (Santafé 1665-1738).

- A ver el Rey – Villancico al Santísimo Sacramento - José Cascante (1729 – copia).

- El verte favorecido y asistido – Al misacantano Juan de Herrera (1716).

- De la Alta Providencia a San Cayetano Duo – Tiple Solo con acompañamiento

figurado - Juan de Herrera (1665-1738).

- Canción a dúo – A esta fiesta he venido para dos instrumentos (¿bajones?) – Juan de

Herrera.

76

Por otro lado, Omar Morales Abril facilitó gentilmente, para esta investigación y su

publicación, un diagrama de signos de la notación mensural blanca que fue elaborada por él

para el Programa de Posgrado en Música de la UNAM en 2014, más específicamente para el

Seminario-taller de Paleografía Musical. La comparecencia de este documento en el marco

de esta investigación fue sustancialmente valiosa para esclarecer dudas en la notación de las

obras de Torices, Cascante, y Herrera, respectivamente.

Ilustración 3.1.

77

Es importante mencionar que la notación mensural blanca, posee un esquema diferente

al sistema moderno en cuanto a las figuras y sus valores, representados de la siguiente

manera: (ver ilustración 1).

- Máxima.

- Longa.

- Breve.

- Semibreve.

- Mínima.

- Semínima.

- Corchea.

- Semicorchea.

Este trabajo pretende también presentar un breve panorama general de la música

catedralicia en Santafé durante los siglos XVII y XVIII, así como exponer las bases

conceptuales de la edición de textos con notación musical, a través de los cuales se

establecieron lineamientos metodológicos flexibles pero informados, que permitieron la

realización de una edición crítica de la música catedralicia de Santafé con el mayor rigor

académico posible y con un sentido práctico para su publicación, ejecución e interpretación

en la modernidad. Así mismo, este trabajo procura aportar a los proyectos de interpretación

históricamente informada de repertorios que permanecían inéditos y difundirlos, en aras de

la preservación y gestión del patrimonio inmaterial musical colombiano, como producto

social de las artes musicales dentro de la tipología: patrimonio documental de la música,

“música anotada”, según la taxología propuesta por Miriam Escudero (2013: 30) en su texto

Documenta Musica𝜀.

3.2. Semitonía subintelecta: de las alteraciones no especificadas en la partitura.

Mariano Lambea plantea en su artículo (1996: 197) “La cuestión de la Semitonía

subintelecta en Cerone: El melope y el maestro 1613” de manera muy objetiva y resumida,

el asunto de las alteraciones no especificadas en la partitura (música falsa o ficta) que se

presentan muy a menudo en las músicas de origen español del siglo XVII y en los repertorios

hispanoamericanos, para ello se basa en el tratado de Pedro Cerone El melope y el maestro.

Tractado de música theorica y pratica (1613). En líneas generales, este documento de

Lambea plantea la problemática que se genera al abordar composiciones polifónicas y de

78

música vocal de los siglos XVI y XVII que no llevan sus correspondientes alteraciones

accidentales representadas en la notación. Según el autor, se deduce que los compositores de

la época se mostraban reacios a escribir explícitamente las alteraciones accidentales en sus

obras porque se sobreentendía de manera implícita que los “buenos músicos o cantores”

podían atender, acorde a sus conocimientos teóricos, a las alteraciones, estuviesen escritas o

no, y el hecho de escribirlas o enunciarlas era considerado como ignorancia. De esto que a

las alteraciones accidentales especificadas se les llamara señales de ignorantes, como bien se

puede apreciar en las siguientes notas de Cerone:

Exorto, pues, que el composidor en los lugares dudosos y peligrosos ponga la

señal de b, de becuadro, x según hiziere a propósito; a fin que el cantor o aya a

pronunciar cosa que sea contra su intención y propóposito, con que de una vez

venga a dar mala satisfación así mesmo, al componedor y a los que estuvieren

escuchando. (Cerone 1613: 716).

Más, porque no todos los cantores saben todas las reglas, y todo término musical,

por eso se ponen las señales cerca de los puntos; digo para dar lumbre al canto y

clararle, que es alumbrando al tuerto y lagañoso cantante; y así, no sin causa, a

estas b, becuadro, x cifras, algunos escritores llamaron señales de ignorantes.

(Cerone 1613: 411).

El objetivo de este apartado pretende mostrar una lectura útil y resumida del texto de

Lambea basado en Cerone, para relacionar la metodología empleada en las alteraciones

accidentales para la transcripción a modo de análisis de las obras escogidas del repositorio

de la Catedral de Bogotá. Mayoritariamente, fue necesario especificar varias alteraciones en

las obras, incluso en las que ya se encontraban editadas y publicadas en otros trabajos. Se

resaltará, en el apartado de cada obra, la propuesta realizada en este análisis.

Lambea propone nueve epígrafes sobre los cuales prefiere no hacer diferenciaciones

en cuanto a la importancia de cada uno de ellos, pero si expone un orden que considera

funcional. No se profundizarán cada uno de estos aspectos ya que se requiere de una

extensión prudencial para explicarse en especificidad cada uno de los conceptos. Sin

embargo, se explicará en cada una de las obras cuáles de ellos se utilizaron acorde al tratado

de Cerone y la propuesta de Lambea.

79

- Definición del término: Se refiere principalmente al uso del bemol o becuadro para

evitar el tritono.

- Razones melódicas: Aconseja que cuando se haga uso del bemol se procure que las

notas subsiguientes sean descendientes, y cuando se haga uso del sostenido sean

ascendentes. Melódicamente, sólo permite el uso de la cuarta disminuida en casos

excepcionales.

- Conjuntas: Recomienda que cuando se haga uso de intervalos de cuarta o de quinta

ha de ser de tres tonos y un semitono cantable a dos tonos y un semitono cantable,

respectivamente. Si no es así, se ha de suplir con una alteración accidental acorde a

su conjunta. Ejemplos:

1ra conjunta: fa, sol, la, sib, do, re.

2da conjunta: la, si, do#, re, mi, fa#.

3ra conjunta: sib, do, re, mib, fa, sol.

4ta conjunta: re, mi, fa#, sol, la, si.

5ta conjunta: mib, fa, sol, lab, sib, do.

- Uso desmesurado del bemol: Cerone advierte sobre el hecho de cantar por bemol

con demasiada frecuencia por temor a las modulaciones que puedan generar tritonos,

y otros intervalos que pueden ser poco aconsejables.

- Razones armónicas: Se refiere a las falsas relaciones armónicas y se justifica el uso

del bemol para evitar una disonancia de si bemol contra mi natural respectivamente.

- Semitonía en las cláusulas: Cerone se refiere a distintos tipos de cláusulas, pero

Lambea cita sólo tres de ellas que tienen que ver con la semitonía y su relación con

las síncopas o emiolas principalmente: cláusula final (re, do#, re), cláusulas

intermedias (la, sol#, la - do, si, do), y cláusulas de paso (fa, mi, fa – sol, fa#, sol,

do, si, do).

- Alteraciones de precaución: Recomienda que en los cantos por becuadro (sin

alteraciones), no se debe poner nunca el becuadro ya que se entiende tácitamente. Sin

embargo, sucede a menudo se pueden hallar becuadros o sostenidos (especialmente

en la nota mi), en piezas que no traen ninguna alteración en la armadura. Según

Cerone, esto se debía a que los compositores temían que el intérprete cantara la nota

fa (osea, nota con bemol), en vez de mi, ocasionando de esta manera una disonancia.

- Facilidad de entonación para los cantantes: Cerone advierte en su tratado una serie

80

de recomendaciones para que los compositores escribiesen música que no fuese

difícil de entonar para los cantantes, especialmente, en los intervalos muy amplios, y

una serie de recomendaciones para los “cantores” (cantantes e instrumentistas),

cuando encontrasen las dificultades antes expuestas.

- Relación música / texto: Cerone admite el uso del tritono armónicamente hablando

en algunos casos puntuales cuando el sentido del texto lo requiere. (extendido al

apartado 3.6. de este capítulo).

3.3. Acerca del compasillo o compasete (C), el compás menor, tiempo menor imperfecto,

la proporción mayor y menor, ennegrecimientos y hemiolas.

Mariano Lambea expone en su artículo (1999: 1-28) “Teoría y Práctica del compasillo

y de la proporción menor”, la importancia que merecen las referencias de época en autores

como Juan Bermudo (1510-1565), Pedro Cerone (1566-1625), Andrés Lorente (1624-1703),

y Fray Pablo Nassarre (1664-1730), sobre este tipo de compases tanto en su configuración

teórica, como en su aplicación práctica y su resultado en la interpretación de la música antigua

española. Por supuesto, estas recomendaciones son aplicables a las músicas catedralicias

hispanoamericanas. En este caso, sus sugerencias fueron aplicadas a la edición y propuesta

interpretativa que se plantea en este documento.

Este apartado no es el lugar para repasar el amplio corpus de la teoría musical

hispanoamericana del siglo XVII, en cuanto a la aparición de los diferentes tipos de compases

y proporciones, sino un espacio para sustentar las decisiones que se tomaron en la edición de

las diez piezas seleccionadas para su análisis, edición moderna y propuesta interpretativa.

Según Lambea (1999: 3), el compás C como se conoce en la actualidad, se encuentra

codificado y sistematizado a partir de los escritos de Bermudo, y toda la significación

mensuralista de su momento ahora ha caído en desuso. Se denotan entonces tres tipos de

compases diferentes: Compás mayor o entero, compás menor o compasete C (que es la mitad

del compás entero y no se consideraba apropiado para los doctos por ser entendido como una

herramienta de facilidad), y el compás tercero en el cual entran tres figuras contra dos en un

compás - perfección.

Acerca del compás C, compasillo, o diminución, es mencionado como tiempo menor

imperfecto, por tener un valor adicional a la perfección (ternaria). En la imperfección del

compasete la figura máxima vale ocho compases, la longa cuatro, la breve dos, la semibreve

81

uno, dos mínimas en un compás, etc. Es llamado por Cerone binario porque dos figuras de

sus menores, van en un compás. Por lo tanto, la marcación de cada golpe de compás se realiza

de la siguiente manera: (baxo y alto – dar y alzar), y no de manera cuaternaria como se

asemeja el actual compás 4/4 donde cambian únicamente el nombre de las figuras (semibreve

por redonda, mínima por blanca, etc). Lambea (1999: 8) resalta el peligro que puede suponer

el desconocimiento de esta circunstancia para una interpretación musical correcta respecto a

la teoría de la época. Sugiere que pueden hacerse transcripciones a notación moderna

empleando cualquiera de los compases binarios 2/1, 2/2, 2/4, 2/8 según el valor de las notas

que se prefiera aplicar, pero expresa que sin duda, el compás moderno que más se asimila al

antiguo compasillo es el 2/2, que también se expresa como la C partida o atravesada

verticalmente por una línea, y que por tradición se denomina alla breve.

Expresa Lambea, que los compases de 2/2 o de 2/8 no son muy prácticos y están

alejados del espíritu de la época, siendo comúnmente rechazados por los especialistas que

interpretan música antigua según criterios históricos. Por esta razón, se decidió emplear el

uso del compás de 2/2 en todas las transcripciones y ediciones de las obras escogidas para

esta investigación en los casos en que fue necesario.

Por otro lado, Cerone enfatiza en su tratado el uso mayoritario del compás binario en

obras con texto en latín y, conforme fue avanzando el siglo XVII, las composiciones con

texto vulgar como “letrillas y romances” en ambientes civiles, cortesanos y finalmente

eclesiásticos como en los villancicos y romances se realizaba en compás ternario,

generalmente. Esto puede apreciarse a menudo en las obras que reposan en la Catedral de

Bogotá durante los periodos estudiados y se presenta en todos los villancicos escogidos para

el análisis.

Compás ternario en general.

La descripción que hace Cerone sobre el compás ternario en general es que está escrito

de varias maneras: CZ, C3, C3/2, C partida 3, C partida 3/2, y es proporción mayor si está

compuesto por tres semibreves (redondas), y proporción menor si está compuesto por tres

mínimas (blancas), seguido de una discusión muy extensa entre varios tratadistas de la época,

acerca de las reglas a emplearse según cada caso. Se expresa que es el compás perfecto o de

perfección, por su simbolismo con la Santa Trinidad. Lambea resalta varios aspectos

prácticos, entre ellos la manera de llevar el compás ternario de proporción menor que, en

82

realidad, comprendía los mismos movimientos del compás binario: dar y alzar, dando la

salvedad que mientras en el binario entran dos mínimas (equivalente a dos movimientos), en

el ternario se mantenían los dos mismos movimientos, mientras que entraban tres mínimas.

En palabras de Cerone: “con todo esso el compás no es ygual, sino desigual; siendo el dar al

doblado más largo que al alzar”, es decir, que la marcación del primer y segundo tiempo iban

en el dar, y el tercer tiempo en el alzar. Sin embargo, Lorente difería de Cerone, proponiendo

la marcación al revés, primer tiempo en el dar, y segundo y tercero en el alzar, argumentando:

“porque sea la cantoría más alegre y ligera…”. Lambea propone hacer uso de cualquiera de

las dos formas, acorde al texto literario de la obra, y que sea la pronunciación más eficaz la

que defina la marcación adecuada.

En cuanto a la marcación de la proporción mayor, Lorente propone una marcación de

dimensión binaria con un leve movimiento al intermedio, es decir: primer tiempo – dar,

segundo tiempo – movimiento intermedio, y tercer tiempo – alzar, un esquema similar a la

marcación moderna del ¾. Teniendo en cuenta que se pretende aproximar al intérprete

moderno hacía una lectura musical menos compleja y digerible, y a pesar de que Lambea

sugiere emplear el 3/2, se decidió emplear el compás de ¾ para facilitar aún más a los

cantantes e instrumentistas que no están familiarizados con fuentes originales o versiones

parecidas a las antiguas, la interpretación rítmica de las piezas seleccionadas. En palabras del

autor: “son los músicos prácticos los que tienen la última palabra en lo que respecta a su

óptima interpretación, siempre y cuando estén familiarizados con la teoría de la época”.

Ennegrecimientos y hemiolas.

En la notación mensural blanca es común encontrar figuras ennegrecidas en los

compases ternarios de proporción menor. Acorde a Lambea (1999: 152), en los manuscritos

hispanoamericanos del siglo XVII son únicamente tres las figuras que se ennegrecen: la

breve, semibreve, y la mínima. Esta última es la única que mantiene el mismo valor que

cuando está blanca o vaciada. Para las otras dos figuras, se aplica restar una tercera parte de

su valor cuando están ennegrecidas, lo que ocasiona un imperfeccionamiento - hemiola, o lo

que se conoce en la actualidad como síncopa. Cuando el compositor necesita restituir la

perfección perdida por el ennegrecimiento, agrega un puntillo de añadidura que tiene el

mismo valor que en la notación moderna. Teniendo en cuenta esta teoría, las piezas

seleccionadas para el análisis y transcripción que presentaron ennegrecimientos en la

83

proporción menor, fueron transcritas a la notación moderna de ¾ con las recomendaciones

anteriormente expuestas.

3.4. Sistema hexacordal y solmisación.

Según las recomendaciones de Omar Morales, la teoría que sustenta el uso de las claves

altas en los siglos XVII al XVIII requiere de un transporte obligatorio que se debía a una

concepción netamente hexacordal de la música, lo que implicaba necesariamente realizar una

transposición hacia abajo de las notas escritas. Expresa Morales que el sistema hexacordal se

hace inviable al uso de las alteraciones en las armaduras, no porque se desconocieran para la

época, sino porque el marco teórico del momento no lo permitía, y que según el tratado de

Fray Juan Bermudo (1555) que habla de los tonos transportados, se expone un alto número

de alteraciones (tal cual como se usan en la modernidad), pero aclara que es sólo para

ejemplificar que no se debía escribir así, ya que no era parte de la teoría aceptada de la época.

Acorde a lo expresado por el especialista, el uso de las claves altas tiene una implicación

específica que evidencia una concepción particular de las músicas novohispanas y que

implicaban necesariamente su transporte hacia abajo, según lo documentan la mayoría de

tratados de la época. De ahí que cuando el tiple (soprano) está en clave de sol y el bajo en

clave de do, sea necesario transportar una cuarta hacia abajo como bien se menciona en la

multitud de tratados de la época. No se requiere entonces transporte, cuando el tiple está

especificado con la clave de do en primera línea, y el bajo en clave de fa en cuarta línea.

Según Morales, la propuesta de bajar una quinta justa se ha dado a raíz de teorizaciones

posteriores a los tratados. Como no se tiene más constancia adicional a lo que dice la teoría,

se propuso realizar el transporte de las obras seleccionadas para este trabajo una cuarta hacia

abajo, en los casos correspondientes.

Sin embargo, en la práctica puede argumentarse que realizar transportes a otras alturas

diferentes a la cuarta bassa en aras de hacerlo funcional para los intérpretes modernos podría

ser válido, teniendo en cuenta que hay algunos instrumentos que no podían afinar

determinados intervalos dependiendo del temperamento que se emplease. No se ha

encontrado a la fecha documentación sobre qué tipos de temperamentos se empleaban en

Santafé durante el siglo XVII o principios del XVIII. Una de las pocas referencias que

existen, se puede hallar en el tratado del español Antonio Soler (1762: 78), La llave de la

Modulación y Antigüedades de la Música, que habla del temperamento mesotónico

84

específicamente para la afinación del órgano. Se especificará en cada una de las obras el tipo

de transporte empleado en aras de hacer funcional cada una de las piezas, sin dejar de lado

los criterios históricos que las representan.

3.5. La forma literaria y el sentido del texto como condicionantes de la estructura e

interpretación musical.

La relación música y texto ha estado presente desde los orígenes más primarios del arte

sonoro, sin embargo el cambio de aspecto registrado durante el siglo XVII en la cultura

occidental afectó radicalmente los fundamentos materiales y conceptuales de la composición

musical. La teoría sobre esta relación igualmente es muy amplia y extensa, pero se ha tomado

el texto de José González Valle (1992: 103), Relación música/texto en la composición

musical en castellano del S.XVII, como uno de los fundamentos necesarios para una

aproximación e interpretación de los condicionantes rítmicos y prosódicos de la música

española en este período.

Los conceptos generales que propone González Valle, se basan en la estructura rítmica

externa e interna de la poesía castellana que, según el propio autor, impuso un nuevo concepto

del ritmo, inspirado en principios absolutamente distintos al resto de Europa, donde se

tomaba como punto de partida la poesía latina-clásica. Ejemplo de ello es que, según

González (1992: 106), la palabra latina y sus sílabas son metro-cuantitativamente fijadas por

naturaleza, es decir, tiene una doble imposición objetivamente melódica del acento tónico

que llena el tiempo con un orden rítmico predeterminado (ejemplo: breve-breve-longa). De

aquí que en la música española del siglo XVII los textos en latín se escribiesen en compases

binarios o imperfección, de manera que el sentido de sus palabras no se viera afectado por el

ritmo. En cambio, el castellano parte del principio de que sus palabras, por naturaleza, no

poseen duración fija (asimetría silábica), y según la teoría de la época, no podían llenar ni

ordenar espacios determinados de tiempo –duración indeterminada. Expresa el autor que su

acentuación, además, no es de carácter melódico, sino intensivo, de tal modo que se presenta

al castellano frente al latín, como si se ignorara el ritmo. De esto, que los villancicos se

escribiesen en castellano y en tiempo perfecto con el doble principio de la acentuación y

articulación del espacio vacío, y con el acto de llenar y ordenar ese espacio posteriormente

con manipulaciones del ritmo – hemiolas, para evitar que el texto fuese leído, y para que no

se afectara la prosodia del texto.

85

Ejemplos:

LB LB LB LB

Pánge lingua glóriósi A

Córporis mystérium B

Sánguinisque prétiosi A

Quém in mundi prétium B

Frúctus véntri génerósi A

Réx effúdit géntium B

Icere Zeit: “tiempo vacío y duración indeterminada”, acentuación de carácter intensivo y no

melódica.

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, el autor propone al intérprete prestar

especial atención al sentido de los textos en castellano, según la acentuación de cada una de

las palabras, ya que por medio de esa contraposición telúrico/retroactiva, se provoca un efecto

de “frenazo”, que resulta inmediatamente después de pronunciar una palabra aguda, otra llana

o esdrújula, respectivamente. Advierte que procedimientos de este tipo enriquecen el

lenguaje, puesto que ayudan a darle corporeidad y fluidez, y que en el análisis concienzudo

de esta teoría junto al ritmo, pone todo el aparato técnico interpretativo al servicio de una

intencionalidad semántica, que resulta en una interpretación informada de las músicas de los

siglos XVII y XVIII.

Por otro lado, los tres especialistas del sacabuche consultados para esta investigación

convergen en que el papel del instrumento, y en general el de todos los aerófonos durante los

siglos XVII y XVIII, se basaba prácticamente en acompañar y doblar partes de las voces

cuando no tenían un papel solista. La recomendación general para los instrumentos aerófonos

es prestar el mayor cuidado en la prosodia de los textos, indistintamente de si se acompaña

una voz o no. Las anteriores recomendaciones serán tenidas en cuenta para la propuesta

interpretativa de los Ministriles de la Nueva Granada en los repertorios seleccionados de la

Catedral de Bogotá.

3.6. Acerca de los villancicos.

“Villanescas… son cantares compuestos por los villanos cuando están en solaz. Pero los

cortesanos, remendándolos, han compuesto a este modo y mesura cantarcillos alegres”.

86

Sebastián de Covarrubias (1611: folio recto 210) – Tesoro de la Lengua Castellana.

Mayoritariamente, las obras escogidas para el análisis, edición e interpretación en esta

investigación son villancicos. Sería infructuoso citar el alto volumen de trabajos

musicológicos y literarios que se han escrito sobre los orígenes, género y forma del

villancico, sin embargo, es necesario realizar un breve bosquejo de la relación que surgió

entre dos formas musicales y literarias en la liturgia católica hispanoamericana de los siglos

XVI, XVII y XVIII respectivamente: el villancico y el responsorio, que hicieron presencia

en los Maitines de Navidad hispanoamericanos, y que pretendían ser un elemento atractivo

y familiar para propiciar la asistencia y participación del pueblo en un oficio litúrgico. Como

bien se ha documentado, estos oficios se realizaban hasta altas horas de la noche, para un

público mayoritariamente analfabeta que sólo podía escuchar música en la misa, en las

procesiones y para la entrada a la ciudad de altas personalidades.

Según Nelson Hurtado (2006: 43) en su texto ¿Responsorios o villancicos? Estructura,

función y su presencia en los Maitines de Navidad de la Nueva España durante los siglos

XVI y XVII, se establece la diferencia entre dos tipos de villancicos: el secular, relacionado

con la música cortesana, y el religioso. Explica que cada uno tuvo un desarrollo musical

distinto. El autor expone cómo los villancicos fueron ganando en Hispanoamérica un sitio en

la liturgia hasta llegar a formar parte indispensable del oficio de maitines, donde ocupaban

lugar los responsorios, hasta el punto de cantarse simultáneamente, mientras que los

responsorios se rezaban en voz baja. Así mismo, el texto expresa que varios documentos

describen las características que debía tener el oficio de maitines y, de manera detallada, la

forma específica de la fiesta de Navidad. El villancico se convirtió en una de las obligaciones

más importantes de los maestros de capilla, quienes a lo largo del siglo XVII debían

demostrar el dominio de la técnica en los exámenes de postulación al cargo.

Acorde al documento de Hurtado, el villancico en la corte se dedicaba principalmente

a describir y exaltar el amor cortesano, mientras que en la iglesia, donde los temas y la

estructura literaria varían para ajustarse a solemnización del culto, aumentan los números de

versos y variantes estructurales, como la división del estribillo en introducción a una o pocas

voces, y la responsión - coplas, principalmente avocadas a la exaltación de la eucaristía, del

nacimiento de Jesucristo, de Dios, la virgen, y los santos. Sin embargo se menciona que

especialmente en Hispanoamérica, se cultivó el villancico folclórico con un sabor popular

87

que se derivó a todas luces del villancico religioso, aunque en la tradición no estaba permitido

la interpretación de obras musicales dedicadas a lo humano, se infieren regularmente en los

textos menciones a lo divino.

Se citan, también en el artículo, las recomendaciones de Pedro Cerone (1566-1625) para

la escritura, composición e interpretación de chanzonetas, sonetos, madrigales y villancicos:

“formando con ellas unos cantares ayrosos: alegres, apartados, polidos, graciosos y ligeros ó

disminuydos: pronunciando las palabras casi juntamente con todas las partes. Aquí no tienen

que hazer los passos de la ligadura pues la Solfa ha de ser suelta y veloz”.

En el transcurso de esta investigación, se han escuchado diferentes versiones de

villancicos coloniales y, especialmente, reconstrucciones de piezas del repositorio de la

Catedral de Bogotá en los siglos XVII y XVIII, algunos de ellos con un carácter rítmico

pausado y sosegado. Teniendo en cuenta las descripciones de Covarrubias y Cerone, se

propone interpretar los compases perfectos de proporción menor de los villancicos con una

personalidad ágil y activa que responda a las descripciones de la época. Igualmente, se

menciona en el texto que se recitaban los versos de los salmos que eran “sustituidos” por

versos para el canto de órgano o coro (orquesta), con lo cual nunca dejaban de pronunciarse

los textos de la liturgia. Se entiende entonces que el coro o la orquesta, podía hacer perdurar

una misma pieza o villancico, para su alternancia con el canto a gusto del maestro de capilla

o necesidades del oficio divino. Se tendrá en cuenta esta posibilidad, en la propuesta

interpretativa de los Ministriles de la Nueva Granada.

3.7. Análisis interpretativo

Según Bermúdez (1988: 4), la actividad musical en la Catedral de Bogotá estaba a cargo

de dos grupos de intérpretes: el coro de la catedral o coro bajo, dirigido por el chantre, donde

participaban las dignidades eclesiásticas y capellanes encargados del canto llano, y por otro

lado la capilla de música o el coro alto, dirigido por el maestro de capilla y conformado por

un máximo de doce instrumentistas, cantores y músicos de profesión. Se supone entonces

que los instrumentistas contratados de manera permanente o esporádicamente, pertenecían

al coro alto principalmente, papel que interpretará el ensamble los Ministriles de la Nueva

Granada para esta propuesta.

A continuación se especificarán, para cada una de las obras seleccionadas, los criterios

que se tomaron para su análisis y edición, teniendo en cuenta que se pretende adaptar cada

88

una de las piezas a las posibilidades técnicas y de registro de los sacabuches alto, tenor y bajo

respectivamente, con posibilidades reales e históricas para ensamblar con las voces

especificadas en cada una de las partituras.

Es importante mencionar que, para el análisis de cada una de las piezas, se emplearon

las herramientas antes expresadas, concernientes a la semitonía subintelecta para denotar las

alteraciones que sugieren los tratados de la época y que no están escritas en las partituras

originales, así como el uso del sistema hexacordal y la solmisación que sugiere Lambea en

Cerone (apartado 3.4.) para la transposición a la cuarta baja, cuando las claves así lo

especifican. Omar Morales Abril menciona que no es recurrente encontrar casos de

transposición a la quinta baja en los repertorios catedralicios novohispanos, por lo que las

obras analizadas en esta investigación se acogen a los textos de Lambea con transposiciones

a la cuarta baja.

Igualmente se propone el compás de 2/2 para denotar el compasillo o compasete en

cambio del compás de 4/4, teniendo en cuenta que la medición binaria denota un ictus

diferente a la medición cuaternaria que interpretativamente genera una dicción distinta de los

textos y su pronunciación así como de la rítmica general de las obras. Para los compases de

perfección en proporción menor, se propone el compás de ¾, ya que es una manera menos

compleja para el intérprete que no está familiarizado con la lectura de las hemiolas, que si

éstas se expresasen en un compás de 3/2.

Por otro lado, se decidió mayoritariamente mantener la ortografía de la época en los

textos de cada una de las obras, ya que al realizar las modificaciones modernas con la

suavización del castellano, se pueden perder acentuaciones de las palabras y tipos de

articulación, que generalmente el sacabuche debe imitar de las voces. Ejemplo: “Christo”

denota una mayor acentuación de la primera sílaba que la palabra Cristo, y la letra “h” sugiere

una articulación con más fonética en el sacabuche, para poder imitar la pronunciación del

cantante. El sentido del texto es un condicionante innato de la estructura de la frase musical

y su interpretación vocal e instrumental.

En las obras editadas se prefirió no sugerir velocidades de interpretación, ya que como

bien se expresó en el apartado (3.7.) acerca de los villancicos, generalmente eran piezas

alegres y airosas que sugieren un tempo ágil y ligero que bien puede ser intuido por los

intérpretes, teniendo en cuenta que para la época, no había más condicionantes que los

89

tratados contemporáneos o las sugerencias muy escazas en los manuscritos que así lo

exigieran. Con el mismo propósito se decidió no especificar las dinámicas, ya que estas son

sugeridas de acuerdo con el texto y deben procurar doblar las voces humanas y

acompañarlas, sin sobreponerse a ellas.

En cuanto a la claves, se encontró que generalmente las voces agudas (altos y tiples)

están en claves de sol en cuarta línea, o de do en segunda y tercera líneas, lo que sugiere un

transporte hexacordal, así como voces tiple en clave de do en primera línea que no sugieren

la respectiva transposición. Para las claves de bajo y acompañamiento, se halló que estaban

principalmente en clave de do en cuarta línea y fa en tercera línea. Se propuso, en todas las

obras, transcribir las claves para las voces agudas a sol en segunda línea y a claves de fa en

cuarta línea, para el bajo y el acompañamiento.

Para la parte instrumental, es sabido que la improvisación y ornamentación de las frases

era una práctica usual desde el siglo XVI, hasta mediados del siglo XVIII, y se empleaba en

la música española e hispanoamericana con frecuencia, como se puede observar en multitud

de documentos y tratados de estos períodos. También se le llamaba “disminución” por el acto

de disminuir rítmicamente las figuras de mayor a menor valor. En Hispanoamérica, se

documenta este recurso como “glosa”, como bien puede apreciarse en el Tratado de Glosas

– 1553 para viola da gamba del español Diego Ortiz (1510-1576), o en las referencias a

instrumentistas que glosaban en las músicas cortesanas y catedralicias de los virreinatos. Se

deja a disposición de los intérpretes las glosas o disminuciones, que se documentan

generalmente en las repeticiones de las coplas, o en las partes netamente instrumentales o

finales de frases.

Los sacabuchistas Daniel Lasalle, Adam Woolf y Jean-Jacques Herbin coinciden en

que la articulación de las piezas que no llevan texto deberían pronunciarse o ligarse cada dos

sílabas en las figuras de semínimas, corcheas o semicorcheas en tiempos imperfectos, y las

mismas figuras en tiempos perfectos, preferiblemente, deben presentarse en grupos de tres,

ya que múltiples tratados de la época para instrumentos aerófonos así lo demuestran (ver

tabla 5), argumentado principalmente la pronunciación de las lenguas de origen latín en

duplas o triplas de (le-re-le-re o le-re-le), con el propósito de imitar la voz humana o “cantar

con el instrumento”. Es sabido que Italia ejerció gran influencia en las músicas europeas para

los siglos XVI y XVII y músicos de todas partes de Europa venían a estudiar (principalmente

90

a Venecia), y llevaban copias de los libros y tratados para la enseñanza de la música en sus

respectivos lugares de procedencia, donde aplicaron estás técnicas de articulación. Por citar

dos casos conocidos: el alemán Heinrich Schutz (1585-1672) y español Diego Ortiz –

Tratado sobre tenores italianos (1510-1576), entre muchos otros.

Se propone interpretar la obra instrumental de Herrera con articulaciones en duplas en

los casos que corresponda, transportada una cuarta abajo, y dejando a criterio del intérprete

(como era usual en este período) el uso de las dinámicas, así como la utilización de las

disminuciones, de acuerdo con la información que se podrá consultar en los tratados

relacionados a continuación:

Tabla 3.1.

Año Lugar Nombre Autor

2012 Francia TrombOlympic: Bienvenue en Enfer! Daniel Lasalle

2012 Reino Unido Sackbut Solutions: A practical guide to

playing the Sackbut.

Bass-Sackbut Solutions

Adam Woolf

2013 Reino Unido Duo Seraphím: 20 heavenly duets for

trombones from the 15th – 17th centuries

Adam Woolf

2014 Francia, París Roland de Lassus: 24 Motteti & Ricercari 2

voci. “Novae aliquot et ante hac non ita

usitatae ad duos voces cantiones suavissiame”

(Berg, in Munchen, 1577)

Jean-Jacques Herbin

1997 Francia L´art de Diminuer: aux XVI et XVII siécles. Philippe Matharel

1553 Italia, Roma Tratado de glosas sobre cláusulas y ostros

géneros de punta en la música de violones.

Diego Ortiz

1585 Italia, Venecia Ricercale, Passagier cadencie. B. Giovanni Bassano

1593 Italia, Roma Breve el facile manicia d´essercitarsia far

passagi.

C. Giovanni Lucca Conforto

1535 Italia, Venecia La Fontanegara G. Silvestro Ganasi

1600 Italia Il Dolcimelo V. Aurelio Virgiliano

91

1584 Italia, Venecia Il vero modo di diminuir rontutte le sirti di

stromenti di pifaro et corda el di voce humana

C. Giralomo Dalla Casa

1620 Italia, Milán Selva de varii passaggi R. Francesco Rognoni

1640 Italia, Venecia La obra Selva Morale e spirituale Claudio Monteverdi

1617 Italia, Venecia Affetti Musicale Biagio Marini

1602 Italia, Florencia La nuove musiche Giulio Caccini

1638 Alemania Modo per Imparare a fonare di Tromba tanto

di gverra Quanto Muficalmente in Organo,

con Tromba Sordina, col Cimbalo, e ogn´altro

iftrumento.

Giralomo Fantini

1621 Mónaco Musicali Melodie Giovanni Martino Cesare

1707 Francia Principes de la flûte traversière Jacques-Martin Hotteterre

A continuación, se expondrán brevemente las herramientas empleadas para la

transcripción, análisis y edición de cada una de las obras.

3.7.1. Toca la flauta siola flacica tocala ve – Zambacate – Negro de Navidad – Vajo para

vajón – Alonso Torices (Zamora 1635- Málaga1684).

Esta pieza es composición de Alonso Torices, quien fue maestro de capilla en la Catedral

de Málaga – España. Se sabe que varias copias de sus obras llegaron a los repositorios

virreinales, incluyendo el de la Catedral de Bogotá. A la fecha, no fue posible acceder los

textos del musicólogo chileno Samuel Claro Valdés (1934), donde se sabe existe una edición

de esta pieza, pero sí fue posible escuchar y comparar varias grabaciones de diferentes

grupos, entre ellos: la Camerata Renacentista de Caracas que realiza una versión con voces

femeninas y flauta, transportada una tercera abajo; L´Harmonie des Saisons con Eric Milnes,

con versión voz de tenor masculino y flauta; Abya Yala: Musique Baroque Hispano –

Americaine, con versión de voces femeninas y flauta una tercera y media hacia abajo en lab

(probablemente por su transposición y temperamento); y el Grupo Canto con versión de

voces femeninas y sin flauta, con transposición hexacordal a la cuarta baja.

92

La versión que reposa en la Catedral de Bogotá tiene una partichela que enuncia “Vajo

para Vajón”, pero ninguna de las versiones anteriores incluye el instrumento en sus

propuestas interpretativas (se pretende invitar un instrumentista adicional para esta pieza en

una futura grabación o versión de los Ministriles de la Nueva Granada). De igual modo, no

se halló ninguna partitura para la flauta entre los originales, que sí está grabada en las

versiones antes mencionadas, excepto en la del grupo Canto. Adicionalmente, la copia de la

obra en Bogotá tiene tres voces con texto que a diferencia de las escuchadas en el marco de

esta investigación, proponen solamente dos. Se cree que falta una cuarta voz de tiple o alto,

ya que las partichelas enuncian: “tiple 1 a 4”, “tiple 2 a 4”, tiple 3 a 4”. Seguramente, esta

voz faltante “tiple o alto 4 a 4”acompañaba al tiple tres en las respuestas. Sin embargo, la

obra se puede reproducir sin mayores dificultades ya que las voces solistas se encuentran en

el archivo.

En la edición propuesta en este trabajo, se transportó una cuarta hacia abajo, se cambió

la clave del acompañamiento y del bajón de do en cuarta por clave de fa, y las claves de do,

por claves de sol para todas las voces. Así mismo se añadió un compás de repetición en el

compás 145 hasta el final, para denotar las cinco repeticiones que sugieren los textos de las

coplas.

En líneas generales, los textos de las diferentes voces no coinciden en las palabras

cuando tienen homorritmia, se tomó la decisión de homogenizar algunas palabras para evitar

dificultades de pronunciación entre los cantantes o diferencias de articulación entre los

sacabuches. También se puso la letra sin modernización ni suavización al castellano

moderno, para mantener el carácter afrodescendiente de la obra. Solamente fueron cambiadas

algunas letras “s” por “z” en la palabra “zambacate” que mayormente está escrita con “z”. Se

denota que en las coplas de repetición las letras no tienen la misma métrica silábica, sin

embargo, se sugirió el texto rítmico según muestra el facsímil.

En el compás 161 hay una anotación en tinta oscura a modo de corrección en la cuarta

repetición de la copla, sugiriendo otra letra “o que el flio lo le”. Sin embargo, se decidió dejar

la letra original “polque cabe nare”, teniendo en cuenta que una frase similar se repite la

quinta vez: “Y que flio le le”. En el compás 165 ocurre una situación similar en la cuarta

repetición. Se decidió dejar la frase original “pulque cuae nunee” en vez de “o que el flio lo

le”.

93

En el compás 81 se igualó la letra del tiple dos, a la del tiple uno, ya que van en

homorritmia. El tiple uno muestra “a el” y el tiple dos “al”. Se propuso dejar “a el” como lo

sugiere la primera voz. En los compases 55, 59 y 60, se su planteó la palabra “vaia” en lugar

de la letra “y”, ya que los tiples tenían palabras y letras distintas. Esta obra es la más extensa

de las diez escogidas, con un total de 181 compases y cinco voces transcritas de notación

mensural blanca a notación moderna.

94

Imagen 3.2a.

Portada del siglo XX de Toca la Flauta de Alonso Torices. Todas las fotografías de

esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Fotos: Camilo Jiménez Vera

95

Imagen 3.2b.

Partichela del Tiple 1 a 4, verso – Toca la Flauta de Alonso Torices

Imagen 3.2c.

Partichela del Tiple 1 a 4, anverso – Toca la Flauta de Alonso Torices

96

Imagen 3.2d.

Partichela del Tiple 2 a 4, verso – Toca la Flauta de Alonso Torices

Imagen 3.2e.

Partichela del Tiple 2 a 4, anverso – Toca la Flauta de Alonso Torices

97

Imagen 3.2f.

Partichela del Tiple 3 a 4, verso – Toca la Flauta de Alonso Torices

Imagen 3.2g.

Partichela del Bajón – Toca la Flauta de Alonso Torices

98

Imagen 3.2h.

Partichela del Bajón verso – Toca la Flauta de Alonso Torices

Imagen 3.2i.

Partichela del Bajón verso – Toca la Flauta de Alonso Torices

99

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3.7.2. Villancico a la Santísima Cruz – Cruz Soberana José Cascante (¿1618-25? – 1702)

y Jesús María (¿-?), ¿María Dionisia? (¿-?)

Al parecer, no existe edición de esta pieza. Es atribuida a José Cascante en la portada

que fue elaborada a máquina de escribir por Perdomo Escobar, seguramente a mediados del

siglo XX. Sin embargo, el anverso de la partichela del bajo menciona a dos personas más que

posiblemente aportaron de alguna manera a la pieza, probablemente con la letra o como

aprendices de música: María Dionisia (¿-? posiblemente una monja), y Jesús María (¿-?).

Incluso pudiese ser que la composición no sea de Cascante, debido a la cantidad de

tachaduras y errores de forma musical de la época (tritonos, alteraciones antes de tiempo,

alturas de las voces, etc.). Adicionalmente, la diferencia del punto musical es evidente y la

caligrafía es distinta a la de los manuscritos firmados por el propio Cascante.

Esta obra particularmente no está firmada y desafortunadamente está incompleta, pero

fue posible recuperar la primera parte que sugiere cinco repeticiones, según el texto. Se

consideró importante incluirla en la selección, ya que pertenece al siglo XVII y su estilo

peculiar es muy distinto a los villancicos de Cascante y a los encontrados y publicados de

este período. Tiene dos voces de tiple en clave de sol y un guía de acompañamiento en clave

de do en cuarta línea, fue transportado a la cuarta baja. Es la obra más corta de la selección

de las diez piezas, pero sin lugar a dudas, la más particular por su estilo desemejante de la

recopilación de este trabajo. Tiene nueve compases en tres voces, y se ha sugerido una

repetición del segundo ictus del octavo compás para dar un carácter de finalización.

110

Imagen 3.3a.

Portada del siglo XX de Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María Dionosia?, ¿Jesús

María? Todas las fotografías de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la

Catedral de Bogotá.

Fotos: Camilo Jiménez Vera

111

Imagen 3.3b.

Partichela de tiple – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María Dionosia?, ¿Jesús María?

112

Imagen 3.3c.

Partichela de tiple – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María Dionosia?, ¿Jesús María?

113

Imagen 3.3d.

Partichela del acompañamiento, verso – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María

Dionosia?, ¿Jesús María?

Imagen 3.3e.

Partichela del acompañamiento, anverso – Cruz Soberana ¿José Cascante?, ¿María

Dionosia?, ¿Jesús María?

114

115

3.7.3. Armarle quiere el demonio – Villancico de mi amado San Juan de Dios - José

Cascante (¿1618-25? – 1702).

Al parecer, tampoco existe edición de esta pieza por lo que se intuye que permanecía

inédita. La partichela del bajo menciona que es un acompañamiento al dúo, se propone en

este trabajo la creación de la voz del tiple en aras de recuperar el carácter de la pieza a dos

voces. Teniendo en cuenta las recomendaciones de Lambea expresadas en el apartado (3.4.)

acerca del sistema hexacordal y la solmisación, se ha bajado una cuarta. Se entiende que la

voz original del tiple pudo haber sido aguda ya que la voz existente del alto es generalmente

aguda a lo largo y ancho de la obra.

Los textos son silábicamente asimétricos, por lo que la acomodación de la letra con la

rítmica y su prosodia son sugeridas por el editor. La ortografía de la época sugiere una

pronunciación distinta al castellano moderno y podría cambiar la articulación de un

instrumento aerófono. Se propuso dejar el texto original y se sugirió la letra “que” por la

abreviatura “q”. En el compás treinta y siete, se planteó un calderón para todas las voces, que

originalmente se encuentra sólo en la parte del acompañamiento.

Se ha colocado la clave de fa en cuarta línea, a cambio de la clave de fa en tercera línea.

En cuanto a las coplas, el bajo es idéntico en la repetición y fue necesario hacer un fa mayor

con semitonía subintelecta del sib para poder tener una dominante. En el compás treinta y

ocho, se puso una barra de repetición simple que indica las cinco veces que deben ser

cantadas las coplas indicadas por los textos.

En el compás veintisiete, se colocó un sib de semitonía subintelecta para hacer énfasis

al cuarto grado, en el compás treinta y uno se puso un mib y se le agregó un sib al alto, al

igual que en el compás cuarenta y cuatro, para generar una cadencia auténtica perfecta 5/4 y

5/3 en el bajo. Se creó una repetición simple entre el primer compás y el número once, para

indicar que deben repetirse las veces que sugiere el texto (cuatro veces) del compasillo o

tiempo binario.

116

Imagen 3.4a.

Portada del siglo XX de Armarle quiere el demonio - José Cascante Todas las

fotografías de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Fotos: Camilo Jiménez Vera

117

Imagen 3.4b.

Partichela del alto, verso – Armarle quiere el demonio - José Cascante

118

Imagen 3.4c.

Partichela del alto, anverso – Armarle quiere el demonio - José Cascante

119

Imagen 3.4d.

Partichela del acompañamiento - verso – Armarle quiere el demonio - José Cascante

Imagen 3.4e.

Partichela del acompañamiento - anverso – Armarle quiere el demonio - José Cascante

120

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122

3.7.4. No sé si topo a 3 - Villancico a Nuestra Señora del Topo - José Cascante (1670).

Esta obra ha sido grabada por el Ensamble de Música Ficta (dirigido por Carlos Serrano)

y está editada en el libro José Cascante: Catedral de Bogotá Archivo Musical (1973: 11) de

Luis Antonio Escobar y Ellie Anne Duque en el tono directo, sin transposición. Se sugiere

aplicar la transposición una cuarta abajo, como plantea el sistema hexacordal de la época, de

do mayor a sol mayor, para una interpretación netamente instrumental. Sin embargo, la voz

del alto queda muy grave al realizar la transposición, por lo que al ejecutar la pieza con las

voces, no es cómoda para la parte del alto, e incluso para la voz del tenor, se deja en esta

propuesta el tono sugerido en la obra original, sin cambios para poder interpretarla con

sacabuches.

Se propuso una repetición desde el compás 62 hasta el final, para indicar las repeticiones

que sugiere el texto de las coplas, se dejó la clave de sol en todas las voces en cambio de las

claves de do, y se puso en el compás 38 del tiple dos un sol#, como semitonía para la

dominante del VI grado.

Las partituras originales presentaban algunos arreglos o añadidos con cinta de

enmascarar que dificultaron la visibilidad de algunas notas. Sin embargo, fue posible

identificar todos los signos y textos de la obra. Hasta el día de hoy, se sigue celebrando

periódicamente en la Catedral de Bogotá la novena a la Virgen del Topo, en torno a la

veneración del óleo en lienzo sobre madera que fue traído desde España y que se considera

una de las obras más antiguas en el país. El retablo reposaba originalmente en la ciudad de

Pauna – Boyacá, hasta que fue trasladada a la Catedral de Bogotá en el año de 1610, por ser

considerada la gestora de un milagro en dicha ciudad. Desde entonces, era costumbre de los

maestros de capilla estrenar composiciones para la fiesta patronal de la Virgen del Topo en

cada noviembre. Sobreviven algunas piezas dedicadas a esta devoción, una de Cascante y

otra de Juan de Herrera, la cual también ha sido seleccionada dentro del marco de esta

investigación. La Virgen del Topo sigue siendo considerada la patrona de la ciudad de Tunja,

de la Fuerza Aérea Colombiana y del Capítulo Primado de Bogotá.

123

Imagen 3.5a.

Partichela del acompañamiento - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante

Todas las fotografías de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral

de Bogotá.

124

Imagen 3.5b.

Partichela del acompañamiento - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante

125

Imagen 3.5c.

Partichela del tiple a 3 - verso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante

126

Imagen 3.5d.

Partichela del tiple a 3 - anverso – Nuestra Señora de Topo - José Cascante

127

Imagen 3.5e.

Partichela del alto a 3 – verso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante

128

Imagen 3.5f.

Partichela del alto a 3 – anverso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante

129

Imagen 3.5g.

Partichela del tenor a 3 – verso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante

130

Imagen 3.5h.

Partichela del tenor a 3 – anverso – Nuestra Señora de Topo – José Cascante

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134

3.7.5. Detente Asombro Veloz a San Nicolás de Tolentino a 3 – A tantas luces radiantes –

José Cascante (1690).

Esta obra ha sido grabada por el Ensamble de Música Ficta y el Ars Nova de Cuba, una

tercera abajo, y está editada en el libro de Luis Antonio Escobar y Ellie Anne Duque (1973:

54). La versión de Escobar y Duque propone, para el tiempo perfecto de proporción menor,

un 6/8. Sin embargo, siguiendo las recomendaciones de Lambea acerca de este tipo de

tiempos, aquí se propone preferiblemente un ¾, ya que el valor de tiempo de compás no

indica la velocidad o el tempo al que debe tocarse. Ninguna de las dos versiones realizó

transposición en sus versiones.

Se propuso claves de sol para el tiple y el alto en lugar de las claves de do en primera

y segunda línea, respectivamente, y clave de fa para el bajo, en vez de clave de do en cuarta.

También se sugirió la transposición hexacordal una cuarta abajo, de do mayor a sol mayor,

así como una repetición simple en el compás 17, para indicar las veces que debe repetirse el

texto para las coplas. En el compás 24 se sugirió un fa # en la voz del alto, como semitonía

para generar al acorde de mi menor un movimiento cadencial, que realmente es una

semicadencia dominante del sexto grado, típica de la época.

135

Imagen 3.6a.

Portada del siglo XX de Detente Asombro Veloz – José Cascante Todas las fotografías

de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Fotos: Camilo Jiménez Vera

136

Imagen 3.6b.

Partichela del tiple a 3 – verso – Detente Asombro Veloz – José Cascante

137

Imagen 3.6c.

Partichela del alto a 3 – verso – Detente Asombro Veloz – José Cascante

138

Imagen 3.6d.

Partichela del bajo a 3 – verso – Detente Asombro Veloz – José Cascante

139

140

141

3.7.6. Villancico a Nuestra Señora del Topo - A la fuente de Vienes a 3 – Juan de Herrera

(1698).

Esta obra está grabada por el Ensamble de Música Ficta solamente con la voz del tiple,

y por la Camerata Renacentista de Caracas con las dos voces –no se han encontrado ediciones

publicadas en los textos consultados. En la portada general, está catalogada con lapicero azul:

“a tres”, pero la inscripción original de la obra en la parte del acompañamiento tiene por título

“a dúo”. Sin embargo, las partichelas enuncian, en la parte superior izquierda, “a 3”. Por un

lado, quien realizó la inscripción tardía, tomó como tercera voz la parte del acompañamiento,

pero como se pudo rectificar en este trabajo, las obras a dos o tres voces se refieren

específicamente a voces que deben ser cantadas y no a las partituras de acompañamiento o

bajo continuo. Se supone entonces que hace falta una voz a la obra, pero es funcional en el

estado en que reposa en el archivo.

Según sugieren las claves indicadas en las partituras originalmente, se debe transportar

una cuarta hacia abajo, pero para la tesitura del sacabuche tenor es muy grave. Teniendo en

cuenta esta consideración, se propuso dejar la pieza en la tonalidad original de fa mayor, para

hacer la interpretación adaptable al formato de sacabuches. Se colocó una barra de repetición

entre el compás 39 y el final, para indicar las repeticiones que sugiere el texto en las coplas.

Esta obra, al igual que la de Cascante, tiene como objeto la veneración de la Virgen del

Topo.

142

Imagen 3.7a.

Partichela del tiple a 3 – verso – A la Fuente de Vienes – Juan de Herrera.

Todas las fotografías de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral

de Bogotá.

143

Imagen 3.7b.

Partichela del tiple a 3 – verso – A la Fuente de Vienes – Juan de Herrera

144

Imagen 3.7c.

Partichela del acompañamiento a 3 – verso – A la Fuente de Vienes – Juan de Herrera

145

Imagen 3.7d.

Partichela del acompañamiento a 3 – anverso – A la Fuente de Vienes – Juan de

Herrera

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3.7.7. A ver el Rey – Villancico al Santísimo Sacramento - José Cascante (1729 – copia).

Al parecer, no existe edición de esta pieza por lo que se considera inédita. Se encuentra

en tiempo perfecto de proporción menor y fue transcrita a ¾ para facilitar la lectura de los

intérpretes. Por otro lado, se realizó el transporte de toda la obra a la cuarta baja (de fa mayor

a do mayor), según las indicaciones históricas de Lambea sobre Cerone.

La pieza original se encuentra incompleta, falta la voz de lo que se presume es el tiple,

teniendo en cuenta que la partichela de la voz del alto tiene escrito “=dúo=”. Según Omar

Morales, en la época era usual escribir a dúo, o “a tres” en la partitura de las voces y

exclusivamente para ellas, es decir, no se contaba como voz el bajo continuo o el

acompañamiento, como se ha mencionado anteriormente.

La obra se puede reproducir solamente con la voz del alto y el acompañamiento de arpa,

pero se propone en este trabajo una voz para el tiple, en aras de recuperar el espíritu a dúo de

la misma. Esta voz fue revisada por Juan Camilo Araoz – tiorbista de los Ministriles de la

Nueva Granada. Se tuvo en cuenta el contrapunto de la época, siguiendo el estilo de Cascante

que se refleja en otras piezas coetáneas del autor. Puede apreciarse que, generalmente, los

finales a dúo o tres voces de Cascante duplican la fundamental y generalmente solo ponen la

tercera. Con este concepto se propuso la voz del tiple. Se ha colocado la misma letra de la

voz del alto al tiple, para que la relación música/texto no se vea afectada y con el cuidado de

no generar una melodía canónica que se pudiese alejar más del estilo del compositor. Se

realizó el cambio de la letra a la ortografía moderna del castellano, ya que fonéticamente no

afecta la interpretación musical.

Para el acompañamiento o bajo continuo se propuso el cambio de clave de fa en tercera

línea, a fa en cuarta línea, para facilitar la lectura al intérprete. Así como la voz del alto que

se encontraba en clave de do en segunda línea, fue editada a clave de sol, al igual que la voz

tiple. En el compás ocho se hizo uso de la semitonía subintelecta en el si natural (fa# real)

para crear una dominante secundaria (V del V) que denota el continuo. En el compás 13, se

propone un la en el tiple para denotar la característica cadencia perfecta de la época: 6/4, 5/4,

5/3. Se decidió privilegiar las terceras y sextas para evitar quintas y cuartas en los

movimientos paralelos, según acostumbraba el contrapunto de ese entonces.

149

Imagen 3.8a.

Partichela del alto – anverso – A ver el Rey – José Cascante Todas las fotografías de

esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Imagen 3.8b.

Partichela del alto – verso – A ver el Rey – José Cascante

150

Imagen 3.8c.

Partichela del acompañamiento – verso – A ver el Rey – José Cascante

151

152

3.7.8. El verte favorecido y asistido – “Al misacantano” - Juan de Herrera (1716).

Al momento de esta investigación tampoco se ha encontrado edición de esta pieza. Se

propuso la transposición de una cuarta baja. En el compás 6, se ha colocó un do# en la voz

del tiple como semitonía subintelecta, así como en el compás 27 en el tenor do#: los dos

como dominante de la dominante. Se ha sugirió una barra simple de repetición en el compás

21, para indicar las repeticiones que propone el texto de las coplas (cuatro repeticiones). Al

ser una pieza corta, se planteó una repetición simple entre el inicio y el compás veinte.

La partichela del tenor tiene en el enunciado la siguiente indicación: “Al misacantano”

que, como enuncia el papelillo pegado a la partichela original, sugiere ser interpretado en la

primera celebración litúrgica de un sacerdote. Se ha formuló cambiar la clave de do en tercera

línea, por clave de sol.

Imagen 3.9a.

Partichela del tiple a dúo – verso – El verte favorecido y asistido – Juan de Herrera.

Todas las fotografías de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral

de Bogotá.

153

Imagen 3.9b.

Partichela del tiple a dúo – anverso – El verte favorecido y asistido – Juan de Herrera

Imagen 3.9c.

Partichela del tenor a dúo – verso – El verte favorecido y asistido – Juan de Herrera

154

Imagen 3.9d.

Partichela del tenor a dúo – anverso – El verte favorecido y asistido – Juan de

Herrera

155

156

3.7.9. De la Alta Providencia a San Cayetano – Tiple Solo con acompañamiento figurado

- Juan de Herrera (1665-1738).

Esta obra está editada en el libro Antología de la Música Religiosa: Siglos XVI – XVIII

de Egberto Bermúdez (1988: 55) y está documentada como un dúo, pero en la partitura

original se específica que es para tiple solo con acompañamiento. Se eliminó la primera

corchea del compás 2 en la voz del tiple, propuesta por la edición de Bermúdez para mantener

la versión original. Se sugirió la transposición habitual a la cuarta baja y se propuso una

repetición simple, para indicar las repeticiones que plantea el texto en las coplas. De igual

modo, se ha colocado en los compases diez y diecinueve, un compás de 2/4 para mayor

facilidad rítmica de la siguiente frase.

Imagen 3.10a.

Partichela de tiple solo – verso – De la Alta Providencia – Juan de Herrera Todas las

fotografías de esta pieza pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

157

Imagen 3.10b.

Partichela de tiple solo – anverso – De la Alta Providencia – Juan de Herrera

158

Imagen 3.10c.

Partichela del acompañamiento – anverso – De la Alta Providencia – Juan de

Herrera

159

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161

3.7.10. Canción a dúo – “A esta fiesta he venido” para dos instrumentos (bajones) – Juan

de Herrera (1665-1738).

Hasta el momento no se ha encontrado edición, publicación o grabación de esta pieza.

Al no contar con los conocimientos técnicos necesarios para abordar los cambios de compás

entre imperfección y compases indicados de 6/2 (compás diez), y 5/2 (compás cuarenta) en

la partitura del bajo, mientras que la partitura de la voz tiple mantiene una imperfección

constante, fue necesario acudir a un experto para solventar la duda. La pieza fue editada por

Omar Morales Abril, quien indicó que se trata de una interposición de tiempos, lo que se

conoce actualmente como tresillos y quintillos. De igual modo, Morales realizó la

transposición a la cuarta baja como era usual en la época, según los tratados del siglo XVII,

así como una propuesta de reconstrucción desde el compás treinta y nueve al cuarenta y uno,

que faltaban en el manuscrito.

Las partituras originales mencionan que es una canción, sin embargo ninguna de las

partes tiene texto para ser cantada, de lo que se deduce es una pieza instrumental, de las pocas

que sobreviven como creación de maestros de capilla de la catedral. Igualmente la carátula y

papelillos pegados al original (del siglo XX) tienen varias inscripciones en máquina de

escribir que mencionan lo siguiente: “... no es una obra vocal, sino una canzona para dos

instrumentos de cuerdas (en clave de tiple y tenor) y continuo”, Eventualmente: pues a esta

fiesta he venido. Canción a 3 al órgano y dos bajones para el sábado santo”. Las anteriores

inscripciones pudieron ser probablemente autoría de Perdomo o Antonio Escobar, sin

embargo, al no estar especificado en la partitura, puede afirmarse que los instrumentos

mencionados corresponden a una suposición, teniendo en cuenta que las cuerdas y el bajón

eran muy usados durante este período en la catedral. Sin embargo, como fue usual en esta

época, los ministriles tenían la capacidad de ejecutar piezas en diferentes instrumentos. Sobre

la edición de Omar Morales, se propuso una adaptación para dos sacabuches y bajo continuo.

162

Imagen 3.11a.

Portada de Canción a 2 – Juan de Herrera. Todas las fotografías de esta pieza

pertenecen a la colección: Archivo de la Catedral de Bogotá.

Imagen 3.11b.

Partichela 1.1 de Canción a 2 – Juan de Herrera

163

Imagen 3.11c.

Partichela 1.2 de Canción a 2 – Juan de Herrera

Imagen 3.11d.

Partichela bajo 2.1 de Canción a 2 – Juan de Herrera

164

Imagen 3.11e.

Partichela bajo 2.2 de Canción a 2 – Juan de Herrera

165

166

167

168

CONCLUSIONES

Son muchos los autores que han aportado a los estudios catedralicios desde Europa y

América Latina, cuyos referentes y modelos de investigación han sido tenidos en cuenta

como arquetipos del presente trabajo, tanto desde el punto de vista teórico como

metodológico. En esta dirección, ha sido necesario asumir los conceptos de paleografía

diplomática y musical, archivística, liturgia, análisis interpretativo, patrimonio,

investigación/creación e interpretación históricamente informada, los cuales se han

convertido en los ejes que, metodológicamente, han guiado esta investigación de documentos

y obras musicales encontradas en el Archivo de la Catedral de Bogotá.

En esta exploración, surgen las siguientes conclusiones que muestran el cumplimiento

de los objetivos del estudio, a partir de los resultados de las tareas científicas desarrolladas,

las cuales permitieron la reconstrucción de la actividad musical litúrgica y religiosa de la

Catedral de Bogotá en los siglos XVII y XVIII:

● En lo relacionado con el estado del arte, asociado a la reconstrucción de la

actividad musical litúrgica y religiosa de la Catedral de Bogotá durante los siglos XVII y

XVIII, la investigación se respaldó en bibliografía específica, centrada en el estudio de la

actividad musical catedralicia de los siglos XVI al XVIII en España y sus colonias

americanas. Específicamente, en lo que refiere a Santafé, como se ha señalado anteriormente,

la bibliografía al respecto sigue siendo limitada y es necesario generar nuevos documentos

con técnicas y métodos actualizados que permitan un acceso renovado, para la formación

científica y académica de una nueva generación de musicólogos interesados en temas

catedralicios de Bogotá.

● La investigación permitió realizar la reconstrucción de diez obras musicales de la

Catedral de Bogotá durante los siglos XVII y XVIII, de las cuales se considera que cinco

permanecían inéditas. En este sentido, los resultados obtenidos revisten un gran interés, pues

se pudo constatar a lo largo del período histórico estudiado, la existencia de diferentes

períodos con particularidades y técnicas propias de composición, tanto desde el aspecto de

variedad tímbrica, como de armonía, contrapunto, texto y forma. La publicación de este

análisis y adaptación de piezas musicales con recursos coetáneos de transcripción, aporta a

la reedificación del patrimonio musical colombiano producido a lo largo de la historia, y

contribuye a identificar la cultura catedralicia de Santafé durante la segunda mitad del XVII

y principios del XVIII. Se observa que el uso del repertorio litúrgico obedecía a las

169

necesidades de la liturgia, siendo posible afirmar que se encontraba actualizado con las

técnicas ibéricas según los criterios estéticos de la época.

● La Catedral de Bogotá se convirtió durante el siglo XVII y principios del XVIII

en un centro de especialización musical que sirvió de referente y proveyó de músicos a las

demás instituciones religiosas existentes en la ciudad. Se pudo reconocer que toda esta

actividad dejó en Colombia importantes contribuciones e información sobre la práctica

musical en el ámbito eclesiástico, al contextualizar la situación sociocultural de la época por

medio de las actas en los libros de acuerdos, donde se constató el buen nivel musical en

creación y ejecución que presenció la Catedral de Bogotá durante el período estudiado.

● El análisis crítico de los estudios que han antecedido el abordaje teórico y

metodológico de la presente investigación ha mostrado que es necesario actualizar los

estudios sistemáticos de los documentos y partituras del siglo XVII y de principios del siglo

XVIII concernientes al repositorio de la Catedral de Bogotá. De la misma forma, se detectó

en este estudio que en algunas publicaciones existe una falta de correspondencia entre el

análisis y las posturas críticas, así como una reflexión profunda a partir de la información

disponible, unida a la aplicación de enfoques metodológicos investigativos tradicionales y

actualizados. Lo anteriormente expuesto permite proyectar el inicio de una nueva etapa de

desarrollo de la musicología histórica colombiana e hispanoamericana.

● Un aspecto relevante obtenido de los documentos revisados es la presencia y

actividad de los maestros de capilla y músicos que integraron el corpus institucional durante

los siglos XVII y XVIII. En esta dirección, fue posible constatar las formas de nombramiento

empleadas, las funciones que realizaban, así como el valor de estas figuras en la actividad

catedralicia, sobre todo en la práctica de la música litúrgica y religiosa en los diferentes

momentos y rituales de la iglesia. La investigación permitió realizar un recuento sobre la

forma de elegir y accionar de dos maestros de capilla e integrantes del conjunto musical que,

durante los siglos XVII y XVIII, tuvieron esta responsabilidad en la Catedral de Bogotá: José

Cascante y Juan de Herrera, respectivamente. Por otro lado, se destaca la presencia de las

culturas autóctonas y originarias del altiplano cundiboyacense en la liturgia y en la actividad

de la música religiosa, lo cual constituye también un hallazgo importante del proceso

investigativo, pues aunque no se ha encontrado en la Catedral de Bogotá documento alguno

que mencione o identifique la actividad de sacabuchistas, sí se pudo constatar el impacto de

la actividad musical ministril indígena en la institución santafereña, sustentada por la oferta

170

laboral en las iglesias, y su inclusión en el discurso institucional catedralicio, aspecto que

tiene implicaciones de gran complejidad, las cuales deben ser estudiadas en profundidad en

posteriores investigaciones.

● El empeño en acercarse a una edición crítica de los diez manuscritos musicales

seleccionados del repositorio, con el fin de interpretarlos, así como ilustrar el proceso de

realización de las transcripciones y la toma de decisiones para la adaptación con recursos

históricos (acordes con los usos y costumbres de la práctica musical actual), permite concluir

que los diez manuscritos conservados constituyen un conjunto definido dentro del cual es

posible reconocer estilos compositivos, así como intereses específicos institucionales en la

época. Todas las obras encontradas han sido transcritas en su totalidad, excepto una que

permanece parcialmente incompleta. El criterio de edición seleccionado se ajusta a las

necesidades del objeto de estudio y posee una doble funcionabilidad, tanto para musicólogos

como para instrumentistas. Se elaboró una edición actualizada acorde de los criterios actuales

de interpretación.

● Como intérprete, ha sido un reto grandioso afrontar la ejecución de un instrumento

histórico como el sacabuche (especialmente el bajo en fa), con complejidades tan demarcadas

en el temperamento y afinación con el uso de boquillas históricas, que aunque son más

complejas de ejecutar que las modernas, brindan al oyente una sensación experiencial

acústica, más aproximada a la sonoridad de época. Por otro lado, hubo una espera de casi 14

años para poder ingresar al archivo musical de la Catedral de Bogotá. El ingreso, acceso a

las partituras originales e interpretación del repertorio consignado en este trabajo en el

espacio original e histórico en que fueron concebidas estas obras maestras, sin duda alguna,

mereció el tiempo de espera que trajo consigo la satisfacción de un sueño cumplido.

La investigación aquí consignada permite un primer abordaje exhaustivo y riguroso

de su objeto de estudio, que propone a la comunidad científica una contribución a los estudios

de la música catedralicia de Bogotá, así como un panorama general para trombonistas o

sacabuchistas y otros intérpretes interesados en aproximarse, a través de esta propuesta

historiográfica y musicológica, a la interpretación de las músicas concebidas en Bogotá

durante una parte del siglo XVII y principios del XVIII. Se espera que esta aproximación

continúe siendo transitada, ampliada, ramificada y actualizada a través de futuros trabajos e

investigaciones acerca del instrumento sacabuche en un contexto hispanoamericano y/o

catedralicio, así como la generación de otros posibles puntos de partida para investigaciones

171

historiográficas y musicológicas, que continúen aportando a la reconstrucción del archivo

musical de la Catedral de Bogotá, así como nuevas propuestas interpretativas de las músicas

que allí reposan.

172

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