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La libertad de opinión en la iglesia cordobesa Los reportajes del diario Córdoba. Abril-mayo de 1964 1 Gustavo Morello s.j. 2 …esas conductas demuestran que la libertad cristiana ha sido un hecho, a pesar de tantos pesares, y que ese hecho no puede ser enterrado ahora que soplan vientos restauradores e involucionistas. José Ignacio González Faus 3 Introducción El 24 de abril de 1964 se publicó, en el vespertino “Córdoba” de la ciudad mediterránea, la primera de tres entrevistas realizadas a sendos jóvenes sacerdotes del clero local. Esas interviús, previas a Gaudium et Spes, son tal vez la primera manifestación pública, extraeclesial, del Concilio Vaticano II (CVII) en pleno proceso. Anticipan lo que va a significar el CVII en Argentina, el impacto de lo eclesiástico en lo civil en un sentido nunca visto antes. No se entienden los convulsionados años ’70 en la Argentina sin la participación de los cristianos, y esta militancia no se comprende sin ponderar lo que significó para la Iglesia el CVII. La situación en la Iglesia Juan XXIII convocó, el 25 de enero de 1959, a un Concilio Ecuménico. El Vaticano II se inauguró el 11 de octubre de 1962 y fue clausurado el 8 de diciembre de 1965. Las conclusiones del CVII, sus tomas de posición, no son algo espontáneo y surgido en ese momento. Los antecedentes sobre teología bíblica y ecuménica, los intentos de reforma litúrgica, los nuevos paradigmas teológicos, etc., se pueden rastrear a lo largo de toda la teología cristiana del siglo XX en Europa. 4 Los dos conflictos bélicos en el continente que vio nacer a la Cristiandad fueron, a mi entender, el hecho que subyace, y de algún modo marca la 1 Quiero agradecer al Cispren, en cuya Hemeroteca accedí a los diarios originales, durante mis investigaciones entre 1998 y 1999. Igualmente, agradezco la lectura atenta y las sugerencias de Lila Perrén, Jorge Velasco, Erio Vaudagna y Nelson Dellaferrera. 2 Licenciado en Filosofía (Buenos Aires). Magister en Ciencias sociales (Córdoba) . Profesor de la Universidad Católica de Córdoba. Coordinador del Centro PROETICA (UCC). 3 J. I. González Faus, La libertad de palabra en la Iglesia y en la teología. Antología comentada, Sal Terrae, 7. 4 También en nuestro medio hay antecedentes del movimiento de renovación. Severo Reynoso, sacerdote del clero de Córdoba y docente en la Universidad Nacional de Córdoba habló en 1951, en una conferencia sobre “El Templo” en la Facultad de Ingeniería de la UNC, sobre la necesidad de la misa en lengua vernácula. Las cátedras de “Altos Estudios Religiosos”, que incluían en la UNC a sacerdotes (el mencionado Reynoso y Filemón Castellano del clero diocesano junto al jesuita Torti) existían desde la fundación del Instituto de Humanidades que en 1946 se convirtió en Facultad. No se ha estudiado aún el impacto que este hecho tuvo en la formación de los laicos que actuarán en los ’60. Junto con la Acción Católica Universitaria, esta experiencia contribuyó a aggiornar el debate (estos sacerdotes venían de estudiar en Europa) y a poner a la iglesia local en diálogo con el ambiente universitario.

La libertad de opinión en la iglesia cordobesa. Los reportajes del diario 'Córdoba' Abril Mayo 1964

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La libertad de opinión en la iglesia cordobesa Los reportajes del diario Córdoba. Abril-mayo de 19641

Gustavo Morello s.j.2

…esas conductas demuestran que la libertad cristiana ha sido un hecho, a pesar de tantos pesares, y que ese hecho no puede ser enterrado ahora

que soplan vientos restauradores e involucionistas. José Ignacio González Faus3

Introducción

El 24 de abril de 1964 se publicó, en el vespertino “Córdoba” de la ciudad mediterránea, la primera de tres entrevistas realizadas a sendos jóvenes sacerdotes del clero local. Esas interviús, previas a Gaudium et Spes, son tal vez la primera manifestación pública, extraeclesial, del Concilio Vaticano II (CVII) en pleno proceso. Anticipan lo que va a significar el CVII en Argentina, el impacto de lo eclesiástico en lo civil en un sentido nunca visto antes. No se entienden los convulsionados años ’70 en la Argentina sin la participación de los cristianos, y esta militancia no se comprende sin ponderar lo que significó para la Iglesia el CVII. La situación en la Iglesia

Juan XXIII convocó, el 25 de enero de 1959, a un Concilio Ecuménico. El Vaticano II

se inauguró el 11 de octubre de 1962 y fue clausurado el 8 de diciembre de 1965. Las conclusiones del CVII, sus tomas de posición, no son algo espontáneo y surgido en ese momento. Los antecedentes sobre teología bíblica y ecuménica, los intentos de reforma litúrgica, los nuevos paradigmas teológicos, etc., se pueden rastrear a lo largo de toda la teología cristiana del siglo XX en Europa.4 Los dos conflictos bélicos en el continente que vio nacer a la Cristiandad fueron, a mi entender, el hecho que subyace, y de algún modo marca la

1 Quiero agradecer al Cispren, en cuya Hemeroteca accedí a los diarios originales, durante mis investigaciones entre 1998 y 1999. Igualmente, agradezco la lectura atenta y las sugerencias de Lila Perrén, Jorge Velasco, Erio Vaudagna y Nelson Dellaferrera. 2 Licenciado en Filosofía (Buenos Aires). Magister en Ciencias sociales (Córdoba) . Profesor de la Universidad Católica de Córdoba. Coordinador del Centro PROETICA (UCC). 3 J. I. González Faus, La libertad de palabra en la Iglesia y en la teología. Antología comentada, Sal Terrae, 7. 4 También en nuestro medio hay antecedentes del movimiento de renovación. Severo Reynoso, sacerdote del clero de Córdoba y docente en la Universidad Nacional de Córdoba habló en 1951, en una conferencia sobre “El Templo” en la Facultad de Ingeniería de la UNC, sobre la necesidad de la misa en lengua vernácula. Las cátedras de “Altos Estudios Religiosos”, que incluían en la UNC a sacerdotes (el mencionado Reynoso y Filemón Castellano del clero diocesano junto al jesuita Torti) existían desde la fundación del Instituto de Humanidades que en 1946 se convirtió en Facultad. No se ha estudiado aún el impacto que este hecho tuvo en la formación de los laicos que actuarán en los ’60. Junto con la Acción Católica Universitaria, esta experiencia contribuyó a aggiornar el debate (estos sacerdotes venían de estudiar en Europa) y a poner a la iglesia local en diálogo con el ambiente universitario.

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convocatoria y los documentos del CVII. El Concilio puede ser leído como el intento de sanar una comunidad rota y desorientada.5

En América Latina, el CVII fue un punto de partida. Si para los europeos fue un modo de respuesta a una Modernidad rota, sospechada por la Iglesia; para los latinoamericanos fue el detonante de un debate sobre la situación continental y la tarea que la Iglesia había desarrollado hasta ese momento.

El Concilio, sobre todo a través de Gaudium et Spes, y la encíclica Populorum progressio nacida al calor de los debates posteriores; marcan la reflexión de incontables grupos cristianos que encontraron en esos documentos, como pocas veces en la historia contemporánea, un punto concreto de diálogo entre la fe que profesaban y la vida que vivían. El catolicismo repensado a la luz del CVII fue, para muchos cristianos del continente, una fuerza vital que, partiendo de la fe, impactó en opciones políticas y vitales atípicas para la religiosidad de esos años.6 Los tres reportajes

Es indudable la presencia social y política de la iglesia y el cristianismo en Argentina. Numerosos estudios muestran esta realidad.7 Que la iglesia esté en los medios de comunicación no es novedoso. Tampoco lo es que haya miembros de la Iglesia que se manifiesten públicamente avalando las opiniones de los pastores. Lo que es novedoso en estos reportajes y en el movimiento que suscitan en la comunidad católica de Córdoba, es que muestran al público masivo que al interior de la iglesia no hay una sola opinión teológica o política. Son la primera manifestación pública en Argentina de una Iglesia plural.8

Las notas del diario “Córdoba” son importantes porque marcan el inicio de lo que será, durante la siguiente década, una constante: la incidencia de los cristianos en la vida pública del país desde una perspectiva progresista, diferente a la “derecha”. Los reportajes son la primera noticia, fuera de los muros eclesiásticos, de una eclesialidad matizada, no monolítica.9 Indican el comienzo, tal vez hoy abortado, de una “opinión pública” independiente de la jerarquía, en el seno de la Iglesia. Publicados un año y medio antes de la Gaudium et Spes, los reportajes muestran la posibilidad de pensar diferente dentro de la institución. Si bien no son un catolicismo nuevo o cismático, marcan una ruptura, una diferencia con lo que había sido hasta ese entonces la vida pública de la iglesia argentina.

Los reportajes no tomaron por sorpresa a todos. Un nutrido grupo de sacerdotes estaban convencidos de la necesidad de instalar un profundo debate en Córdoba, de “poner a

5 Para un mayor análisis sobre los antecedentes y las consecuencias del CV II, cf. G. Morello, Cristianismo y Revolución. Los orígenes intelectuales de la guerrilla argentina, Córdoba 2003; principalmente el primer capítulo. 6 Un libro testimonial de aquella época, y creo que de imprescindible lectura para quienes se interesan por ella, es el de Alejandro Mayol, Norberto Habegger, Arturo Armada, Los católicos posconciliares en la Argentina. 1963 – 1969, Galerna, Buenos Aires 1970. 7 Por citar solo algunos: el trabajo de Emilio Mignone, Iglesia y dictadura, UNQui – Página 12, 1999; Rubén Dri, Proceso a la iglesia argentina. Las relaciones de la jerarquía eclesiástica y los gobiernos de Alfonsín y Menem, Biblos, Buenos Aires 1997; Juan Cruz Esquivel, Detrás de los muros. La iglesia católica en tiempos de Alfonsín y Menem (1983 - 1999), UNQui, 2004; Roberto Di Stéfano, El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista, Siglo XXI editores Argentina, 2004; Nancy Calvo (y otros), Los curas de la Revolución. Vidas de eclesiásticos en los orígenes de la Nación, Emecé, 2002. 8 De hecho los reportajes son el emergente de una efervescencia subterránea. Al menos un grupo de laicos, integrados por Lila Perrén y Jorge Velasco, Dolores Otero entre otros, se congregaban en casa de ésta última (en la céntrica esquina de Duarte Quirós y Vélez Sarsfield) a debatir sobre el futuro de la Iglesia. Una suerte de “Jabonería de Vieytes” de la “revolución” que se gestaba en la Iglesia de Córdoba. 9 Es importante recordar que esta pluralidad había sido iniciada por el mismo Juan XXIII en su encíclica Mater et Magistra, en mayo de 1961.

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la diócesis en Concilio”, y de “forzar” al Obispo Castellano a asumir lo que estaba sucediendo en la Iglesia universal. En este sentido los reportajes son una muestra de un movimiento sacerdotal amplio, del cual las “secuelas” que serían una prueba.

Creo que es posible afirmar, sin exagerar, que estamos en el punto de inicio del “catolicismo posconciliar”. Denominamos así al movimiento que, marcado por el desarrollo del CV II, intentará un diálogo con la época, con un talante aperturista y progresista. Si bien hubo numerosos grupos y manifestaciones de este tipo de catolicismo, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fue el más característico.10 Podemos datar el final de esta corriente con el final del MSTM, en agosto de 1973, también en Córdoba.

En lo que hace a la vida de la Arquidiócesis de Córdoba, los reportajes son el origen de la experiencia de la Parroquia del Cristo Obrero. El templo, ubicado en el centro de la ciudad, fue un punto de encuentro de jóvenes universitarios cristianos que, animados por la fe, asumieron compromisos políticos de diversa magnitud. Junto con el Hogar Sacerdotal, con cuyos habitantes compartían patios y reuniones, marcaron a muchos dirigentes del movimiento universitario del Integralismo, la Democracia Cristiana, el Peronismo de Base y Montoneros.11 ¿Qué pasaba en 1964?

Las noticias que publicó el diario, en abril de 1964, nos muestran el contexto en el que se publicaron los reportajes: • El director del diario “Córdoba” era José W. Agusti. • Generales anticomunistas derrocan al gobierno de Joao Goulart en Brasil. El golpe,

iniciado como tantos para poner fin a la “corrupción, el avance comunista y el retorno a una democracia genuina”, pone en el poder a Castelo Branco quién, luego de iniciar una purga anticomunista, rompe relaciones con Cuba.12 La frágil democracia argentina miraba con inquietud este golpe militar en Brasil, ya que potenciaba el riesgo de una respuesta similar por parte de los soldados locales.

• Críticas a Cuba, en el marco de un incremento de la tensión con los Estados Unidos. Recordemos que el intento de invasión por parte de exiliados cubanos apoyados por el gobierno americano en abril de 1961, en la Playa Girón y su Bahía de los Cochinos, había resultado un fracaso; la “Crisis de los Misiles” soviéticos en suelo cubano fue en octubre de 1962.13

• Conflictos en Chipre, entre las filiaciones turcas y griegas de los chipriotas. • La cápsula Géminis de la NASA va al espacio. • El 5 de abril muere Mac Arthur. Douglas Mac Arthur, nacido en 1880, fue el general del

ejército estadounidense que no sólo comandó la invasión a Japón que concluyó con la Segunda Guerra Mundial, sino que gobernó aquel país por varios años.

• Illía es presidente y el primero de mayo habla por primera vez al Congreso Nacional. Justo Páez Molina es gobernador de Córdoba. Su hijo muere en mayo en un accidente aéreo en Perú. El 5 de abril asume como obispo de Cruz del Eje Enrique Pechuan Marín.

10 Fundado en 1968 y concluido en 1973. Para un estudio del MSTM, recomiendo el trabajo de José Pablo Martín, Movimiento de sacerdotes para el tercer mundo. Un debate argentino, Guadalupe, Buenos Aires 1992. 11 Cf. Gustavo Morello, ya citado, capítulo 2. 12 El gobierno de Joao Goulart, de corte populista, significó la vuelta a la movilización social en un proyecto que, coordinado por el Estado, incluía a los intelectuales, la clase obrera y la burguesía nacional. Cf. Boris Fausto, Historia concisa de Brasil, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2003. 13 Cf. Hugh Brogman, The Penguin History of the USA, Penguin Books, England 1999.

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• Se detienen miembros del grupo “Tacuara”, marxistas-nacionalistas insurreccionales, según el diario “Córdoba”, que quieren imponer un régimen nacionalista-marxista (4 de abril de 1964).

• El 16 de abril, y luego seguirán saliendo noticias a este respecto, detienen a guerrilleros en Salta y Jujuy, en Río de las Piedras. Eran miembros del EGP, una guerrilla guevarista, dirigida por Jorge Ricardo Masetti, que se había instalado en territorio salteño en junio de 1963 con la idea de prepararle el terreno al Che Guevara para comenzar una guerra revolucionaria en Argentina.14 Entre marzo y abril de 1964 el movimiento es desmantelado.

• Frondizi visita Córdoba, el interior y la ciudad. Inaugura locales del M.I.D. Afirma que la alternativa no es capitalismo o comunismo, sino desarrollo o subdesarrollo.

• Presiones de la U.I.A. contra el salario mínimo, vital y móvil; aumentos en el precio de la carne y problemas con los precios máximos.

• Ramón Castellano, Obispo de Córdoba encabeza la cruzada por la educación católica, contra las medidas que pueden afectar a los colegios privados. Se mantiene el conflicto entre “libre o laica”. Durante los dos meses aparecen noticias, adhesiones, críticas, etc., sobre el tema. El conflicto se agudiza cuando decide no invitar a las autoridades al Te Deum del 25 de mayo.15

• La CGT aplica un plan de lucha en todo el país con tomas de fábricas, etc., que será comentado en los reportajes de los sacerdotes. La central obrera, comandada por José Alonso, lanzó el plan en el que se proponía una campaña de difusión, organización, agitación y acciones de lucha directa. Las adhesiones de los estudiantes y de movimientos cristianos no tardaron el llegar. La corriente de Alonso (leal a Perón en el exilio) se enfrenta a la de Vandor (que intentaba un “peronismo sin Perón”), anticipando la división entre CGT de los Argentinos (con Raimundo Ongaro, Agustín Tosco y Rodolfo Walsh) y la CGT oficialista hacia 1968.16

• En Córdoba se estrenó “La marcha sobre Roma”, de Dino Risi, con Vitorio Gasman; y “Lujuria Tropical”, de Isabel Sarli, que visitó la ciudad para promocionar el film.

Las secuelas del reportaje

Los reportajes aparecieron el 24, 25 y 26 de abril, son publicados íntegramente en la segunda parte de este trabajo. El 29, en la página 3, hay una nota en la que se recoge un pedido de los Obispos en orden a una “ley de educación respetuosa de la conciencia”. Pero junto a esta nota hay un recuadro en el que la JOC adhiere a “las expresiones vertidas por 3 sacerdotes”. Firman la nota Inés Lucero, presidente de la JOC femenina; Esteban Carranza, presidente de la rama masculina, y toda la comisión.

El jueves 30 de abril, en la página 5, se publican cartas de adhesión a los sacerdotes, firmadas por particulares. En la misma página hay una carta del obispo Castellano agradeciendo las adhesiones por el tema de la educación.

El domingo 3 de mayo aparecen, en la página 5, adhesiones a los curas del reportaje de los empleados del poder judicial y de más particulares. El lunes 4 de mayo, en la primera

14 Cf. Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y presente; Siglo XXI de Argentina Editores, 2004. 15 Ramón José Castellano, obispo auxiliar de Córdoba, asumió como titular el 26 de marzo de 1958. Renunció el 22 de enero de 1965 (7 meses después de los hechos que cronicamos) por cuestiones de salud, retirándose a un monasterio. No pudimos averiguar sobre los problemas de salud, pero llama la atención que su fallecimientos se produjese 14 años después, 1979. Fue, decididamente, un obispo “pre-conciliar” no sólo en lo cronológico. 16 Gustavo Morello, ya citado.

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página, bajo el título “Tres reportajes”, aparece una carta de adhesión de 30 sacerdotes a sus compañeros.17

El martes 5 de mayo, en la página 3 aparece la adhesión de los jóvenes de barrio Cofico. El 6 de mayo, en la página 5, aparece el título: “Tres conferencias. Los R.P. Sonet, Camargo y Amadeo pronunciaran en la Univ. Católica”. Los temas que se tratarán en las conferencias son “sentido social”, “libertad de enseñanza” y “sentido de obediencia en la iglesia”, respectivamente. No se hace ningún comentario en el diario. Pero los temas, inclusive el orden, coincide con cada una de las notas. Cuando se hace la crónica de la primera conferencia, el jueves 14 de mayo, es obvio que estas conferencias son un modo “oficioso” de estos jesuitas de la UCC de responder al reportaje.18

El 9 de mayo aparece la adhesión de los jóvenes de la Parroquia de María Auxiliadora. El lunes 11 de mayo se anuncia, en primera página, la continuación de los reportajes con uno a José Alonso, Secretario general de la CGT. Como anticipo aparece la siguiente frase: “No creo que la iglesia, como institución, apoye el plan de lucha”. En la nota a Alonso se anuncia para el jueves 14 de mayo, un reportaje a Ernesto Sábato, sobre el mismo tema. La nota a Sábato es reproducida íntegramente en la tercera parte de este trabajo.

El martes 12 de mayo aparecen las adhesiones de la Federación de estudiantes de la Universidad Católica de Santa Fe y de un particular. El 14 de mayo aparece la entrevista a Ernesto Sábato y la conferencia de Sonet. El sábado 16 de mayo se entrevista al Pastor José Miguel Bonino. Y el miércoles 20 de mayo se publica una declaración muy extensa (casi una página, la 3, con fotos) del obispo Auxiliar de Córdoba, Monseñor Angelelli, que publicamos completa en la tercera parte de nuestro trabajo.19 El 24 de mayo, en su correspondiente reportaje de la página 3, el Dr. Alberto Caturelli habla de la libertad de opinión en la iglesia.

El miércoles 27 de mayo, la Federación Universitaria Chilena de Córdoba invita a un ciclo de conferencias sobre “Marxismo y Cristianismo”, invitando al P.C. y la D.C., del 1 al 5 de junio, en la Facultad de Arquitectura. Uno de los que hablará es el sacerdote Milán Viscovich, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCC.

El jueves 28 de mayo, en la página 3, bajo el título “Epílogo de un vigoroso movimiento de Iglesia”, se hace la crónica de la intervención, con visita a Córdoba incluida, del Nuncio Apostólico para poner orden en el conflicto desatado por los reportajes. Se firma una declaración que manifiesta la adhesión al obispo y a la iglesia y se pide perdón por lo que pudo ofender a la caridad cristiana. Reproducimos también esta nota en la tercera parte.

El jueves 11 de junio se publica una nota a Carlos Astrada, presentada como “Un filósofo marxista y la iglesia católica”. El domingo 14 de junio se comenta la iniciativa del jesuita Llorens en Mendoza20 sobre trabajos con universitarios en medios populares. Se anuncia que en la villa “Chaco Chico” de la Ciudad de Córdoba se intenta desarrollar una experiencia similar. Reflexión

Antes de dar la palabra a los protagonistas, una última impresión desde mi posición de jesuita en la iglesia argentina a los comienzos del siglo XXI.

17 Reproducimos, en la tercera parte de este artículo, la nota del Diario Córdoba, Lunes 4 de mayo de 1964, Año XXXVI, número 11687, p. 1. 18 Esta percepción es confirmada por testigos de la época. 19 Angelelli, Obispo auxiliar de Córdoba y Rector del seminario, debe dejar sus cargos como consecuencia de su adhesión a los sacerdotes reporteados. 20 La experiencia del trabajo en el basural que luego se transformó en el barrio San Martín de la capital cuyana, se encuentra narrada en José María Llorens, Opción fuera de la ley, Lumen, 2000, Buenos Aires.

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Los reportajes tal vez no parezcan, a la distancia, tan “revolucionarios” teológicamente hablando. Por eso me pareció importante enfatizar el contexto, en concreto la fecha, en la que se publican. Un año antes de Gaudium et Spes, dos antes de Populorum Progressio, a tres años de la Declaración de Obispos del Tercer Mundo y siete de la primera publicación de Gustavo Gutiérrez sobre la Teología de la Liberación.

El mismo hecho de una manifestación pública de la opinión de tres sacerdotes en la página central de un diario, de corte popular y por lo menos “no clerical”,21 explican el impacto de las notas. La importancia de la publicación no es tanto la aparición en primera plana de noticias al interior de la iglesia, sino la iglesia que esas noticias reflejan. Las notas que van a leer a continuación provocaron en la iglesia y en la comunidad de Córdoba un debate profundo y plural sobre la identidad y el rol de los cristianos en una sociedad y una historia concreta.

Hoy, a 40 años de aquellas notas, los titulares siguen hablando de la iglesia, pero de otros asuntos: la confesión sexual de un sacerdote,22 dos monjas que se copiaron en un examen en la carrera de sicología,23 la pelea de una casa de religiosas con el obispo por unas misas de sanación,24 los escándalos que provocó en ciertos miembros de la institución la obra de algún artista.25 No voy a ocultar cierta nostalgia por los temas, los problemas, la fecundidad y la altura de aquel debate.

Si es importante para todos tener memoria, creo que es vital para la iglesia de Córdoba hacerlo: porque ese pasado explica nuestro presente, lo relativiza al mostrarnos que puede ser distinto y nos ayuda a proyectarnos en el futuro. Nos ayuda a perfilar una identidad en el conjunto de la iglesia argentina, a emprender caminos que nos ayuden a acompañar a la gente, acompañarla en sus gozos y esperanzas, angustias y tristezas.26

Los reportajes Primer reportaje: viernes 24 de abril de 1964 Jueves 23 de abril de 1964 Año 36. Número 11.677 1 Pág. Aviso: 23 de abril de 1964 ¿Revolución o crisis dentro de la iglesia? Lea desde mañana tres reportajes exclusivos de “Córdoba”. Opinan: un sacerdote profesor de teología, un sacerdote profesor de filosofía, y un sacerdote vicerrector del seminario. El país. El mundo. El concilio. La enseñanza. La CGT. La revolución del Brasil y otros temas juzgados por tres sacerdotes de este tiempo. Mañana reportaje número uno responde el P. Erio Vaudagna, profesor de filosofía. Primer reportaje: Jueves 24 de abril de 1964 Año 36. Número 11.678 1pág. Aviso:

21 Recordemos que la voz oficial de la iglesia en la prensa de Córdoba era el diario “Los Principios”. 22 Desde junio de 2004 hasta marzo de 2005, las notas sobre Mariani aparecidas en “La voz del interior” fueron más de 60. 23 11 de octubre de 2004. 24 31 de agosto y 1 de septiembre de 2004. 25 Los escándalos a raíz de la retrospectiva del pintor Ferrari en Buenos Aires y en la inauguración de la muestra artística “10 artistas, 10 miradas” sobre la Navidad en el Cabildo de la Ciudad de Córdoba; ambas a fines de 2004. 26 GS 1.

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¿Revolución o crisis dentro de la iglesia? Hoy habla el R.P. Erio Vaudagna, profesor de filosofía del Seminario Mayor. Lea en página 3. Mañana habla el R.P. Nelson C. Dellaferrera, vicerrector del Seminario Mayor. Corresponde al segundo de los tres reportajes exclusivos anunciados por “Córdoba”. La iglesia católica frente al problema social. Hoy opina el R.P. Vaudagna Copete: • El capitalismo en América latina quiere emplear a la iglesia para impedir las reformas sociales y

apela a un anticomunismo fundado en una falsa e interesada defensa de los valores religiosos. • Los que no sienten el dolor de las clases desheredadas no viven las enseñanzas del Evangelio y

temen comprometerse ante el hermano hambriento y desnudo. • Hay un aire nuevo en la iglesia que viene del concilio, pero entre nosotros aún no se respira. ¿Hay dos iglesias dentro de la iglesia?

La publicación de estos tres reportajes tiene una explicación. No han sido motivados. Tampoco se hicieron al azar. No se anduvo tras la “búsqueda” de lo raro, lo curioso o lo sensacional. Sencillamente se quiso hurgar en un lugar que, por lo secular y conocido, solamente es noticia o bien cuando se ordenan sacerdotes o cuando celebra su aniversario.

Detrás del monolítico bloque de cemento del Seminario Mayor está la escuela, el cuartel, el recinto donde se educan los futuros curas.

En cierta forma, allí está una importante y ponderable reserva de la iglesia. Los curas no se fabrican por serie, y en estos tiempos hay también una gran “crisis” de curas. Eso lo ha dicho desde el Papa hasta el obispo más humilde. La preparación de un sacerdote demanda muchos años. En este Seminario de Loreto –tal su nombre- existe un núcleo de sacerdotes que les agrada más que le digan Padre o Cura y no Reverendo. De ese grupo –que se lo puede contar con cuatro manos- escogimos tres. No son sus apellidos muy publicitados. Tienen cierta alergia por la aparatosidad que puede brindarles la radio, la televisión y los diarios.

Como hemos hablado de un seminario y en cierta forma lo hemos definido, queremos agregar algo: estos tres sacerdotes no representan “mucho” más allá del seminario. Sin embargo tienen una gran responsabilidad dentro de él. Son los profesores, los maestros que forman a los futuros curas. Ellos están preparando lo que podríamos llamar una nueva iglesia. Se trata entonces de tres nervios vitales dentro del pensamiento de la estructura de la iglesia del silencio. Por esa razón escogimos a un teólogo, a un filósofo, y al vicerrector de la casa.

Creemos que esta explicación basta y sobra. La misión periodística ha querido reunir ese “todo” para someterlo al conocido expediente del reportaje. Es decir a la pregunta y la respuesta.

Las tres notas se hicieron en una conversación que duró 135 minutos. Fue un diálogo abierto que no se sombreó ni se comprometió con la prudencia de los pusilánimes. Franco y libre. Sin concesiones acomodaticias. Las notas llevan un título que dice mucho: ¿Hay dos iglesias dentro de la iglesia? El debate público –hecho con altura y respeto- queda inaugurado.

El periodismo sirve y está para eso. “Córdoba” no renuncia a ese deber, por eso repetimos lo que desde hace 35 años es idea, pensamiento, y actitud insobornable de este diario: “Aquí estoy para decir lo que nadie podrá nunca ni olvidar ni desmentir” (Almafuerte). Curriculum Nombre y Apellido: Erio Vaudagna. Profesión: Sacerdote. Tiene 35 años y se ordenó en Roma, Italia, en 1954. Graduado en teología en la Universidad Gregoriana de Roma. Volvió de Roma en 1954 haciéndose cargo de la cátedra de teología fundamental en el Seminario de Loreto. Prestó asesoramiento a la Juventud de la Acción Católica. Un año después viajó nuevamente a Europa. Cursó filosofía en el Pontificio Ateneo Angellicum, donde obtuvo el título de licenciado en Filosofía. Actualmente es profesor de filosofía en el Seminario de Loreto de Córdoba.

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(Nota principal) Pregunta: Padre Vaudagna tenemos entendido que aunque no es materia específica suya le preocupa y le inquieta la cosa social y económica. Usted abre esta serie de notas. Los temas que debatiremos son vastos. Hay uno que mantiene actualidad. Hace algunas semanas Brasil se vio convulsionado por graves sucesos. Las informaciones que conocemos de esos sucesos han sido un tanto contradictorias. Se dijo que las reformas propuestas eran comunistas. Sabemos, asimismo, que la iglesia no estuvo ausente a lo largo de todo el proceso, antes, durante y después de la revolución. Incluso se dijo que hubo sacerdotes que defendieron en las calles al gobierno constitucional. ¿Qué piensa usted de los sucesos del Brasil y que juicio se ha formado? Padre Vaudagna: La crisis brasileña constituyó para nosotros un motivo de nueva reflexión en torno a un problema que si bien Brasil lo acusa con mayor gravedad, es común en América Latina. Quiero explicar algo. Mientras cierto matutino cordobés entonaba loas insulsas a la revolución anticomunista, yo y otros sacerdotes al comentar la situación pensábamos en los millones de seres humanos a quienes, una vez más, se los priva de toda posible promoción legítima. Pero hay más: (y esto no se dijo) muchos obispos, sacerdotes y católicos, estaban con las reformas de base propugnadas por el gobierno derrocado. Junto a ellos, y por las mismas medidas, se aliaron los comunistas. Esto bastó para que tanto los planes del gobierno como ese importante sector del catolicismo fuesen acusados de comunistas por el capitalismo internacional a través de todas sus poderosas organizaciones y medios de comunicación. La iglesia no estuvo con la revolución Pregunta: Lo interrumpimos padre. Queremos preguntarle lo siguiente: según su punto de vista, entonces, ¿la iglesia no se opuso a las reformas que alentaba Goulart? Padre Vaudagna: En efecto no hubo oposición. Pero anote: la iglesia ya había comenzado con reformas agrarias en el Brasil y uno de sus obispos la institucionalizaba a través de pastorales. Ahora bien: pienso que paradójicamente en el enjambre de informaciones, queda demostrado que el capitalismo internacional una vez más, está trabajando por convertir en realidad lo dicho por Marx: la religión es el opio de los pueblos. Creo que el capitalismo quiere emplear a la iglesia para detener las reformas sociales haciendo un anticomunismo fundado en una falsa e interesada defensa de los valores religiosos que el marxismo también desconoce. A esta estrategia, estoy seguro, se le opondrá el catolicismo lúcido y valiente. Hay un lobo cubierto con piel de oveja. Esto ha llegado el momento de decirlo. Existe un anticomunismo sospechoso que utiliza las encíclicas para defender posturas sospechosas. El catolicismo que no se compromete Pregunta: Su respuesta nos recapitula cosas y nos sugiere que formulemos nuevas preguntas. Hay posiciones en la iglesia que no se entienden bien, o al menos, no guardan coherencia. Estamos obligados a decírselas: deseamos que responda a lo siguiente: primero: no hace mucho el obispo Angelelli difundió una pastoral que contenía un angustioso pedido a los católicos y no católicos. Al parecer no tuvo el eco esperado. Luego se plantea el problema de la enseñanza y todo el catolicismo se moviliza. Deseamos saber como reconcilia esas posturas un tanto inconexas, cómo juzga el problema socioeconómico de nuestro país y cual debe ser la actitud a asumir, en definitiva, (sin pérdida de memoria) la iglesia? Padre Vaudagna: Es explicable esa inquietud. Tengo presente el llamado pastoral publicado en los primeros días de diciembre del año pasado por el Arzobispado de Córdoba. El breve pero exhaustivo análisis que formuló la iglesia sobre los problemas económicos y sociales de nuestro pueblo, están plenamente vigentes. Afirmo que la situación denunciada sigue imperante: hay desocupados, existen centenares de familias sin vivienda, no nos convoquemos al engaño: en muchos sectores populares existe hambre y están mal alimentados, la mayoría de las familias obreras están atrapadas en la masa del creciente aumento del costo de la vida, tenemos un pésimo sistema de atención sanitaria y social, hay inestabilidad del empleado público, etc. La exhortación del Arzobispado y las Encíclicas papales, que también han juzgado el problema de la sociedad moderna ofreciendo respuestas adecuadas al dilema de las clases oprimidas y explotadas por las estructuras capitalistas y burguesas, han caído en el vacío. Reconozco esta triste realidad: ni se ha llevado a la práctica lo que la iglesia dijo y pidió, ni tampoco se acogieron sus recomendaciones. Pero añado: con respecto a la exhortación pastoral no tan

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solo no se escuchó el pedido, sino que hubo sectores que reaccionaron con un solapado ataque para defender lo indefendible intentando proteger sus intereses injustos y egoístas. El católico farisaico Pregunta: ¿Significa Padre, que esto denuncia una especie de crisis, mala memoria, o de insensibilidad de los que se dicen católicos más concretamente: los que se dicen iglesia? Padre Vaudagna: Yo diría lo siguiente. Esto nos revela otra vez la imperceptible sensibilidad social que existe a pesar de las normas de la iglesia en esta materia. En especial, en los núcleos católicos que tendrían que ser un ejemplo de equidad, justicia y caridad ante quienes los ven cumplir farisaicamente sus deberes religiosos. Creo que quienes no sienten el dolor de las clases desheredadas de la sociedad están de hecho separados de la comunidad cristiana, y por tanto de Cristo. En síntesis: ni viven las enseñanzas del Evangelio y sienten miedo de comprometerse ante el hambriento y el desnudo. Una iglesia “fuera de época” Pregunta: ¿Sus puntos de vista lo comprometen a Ud. de que dé una respuesta terminante a esta pregunta? Se deduce de sus contestaciones que en Argentina habría que pensar seriamente –en modo particular la iglesia- sobre el difundido argumento de que los “argentinos somos un pueblo católico”. ¿Somos o no somos un pueblo católico? Padre Vaudagna: Bueno si, casi todos lo dicen. Pero creo que vivimos en una confusión. No es lo mismo estar bautizado que ser católico. Hoy la cuestión del bautismo es para muchos una tradición familiar. La iglesia representa para esos hombres una empresa interesante para justificar algunas cosas: nacimientos, comuniones, casamientos, etcétera. ¿Por qué extrañarnos de que esos hombres vivan y piensen como todo el mundo? Las tradiciones resultan lindas. No corresponde a nuestras preocupaciones de hoy pero para ciertas fechas, también se sigue usando el frac. La iglesia ha conservado ese ropaje –muy distinguido- pero fuera de uso. Sin embargo muchos no parecen haberse dado cuenta y siguen pensando como visten: fuera de época. Naturalmente que no lo reconocen y en vez de asomarse a la realidad se contentan con decir que todos los que no piensan como ellos son “modernistas” o “castristas” sin ni siquiera percatarse de que tal modernismo o castrismo es la tónica del aula conciliar. Hay un aire nuevo y viene del Concilio Pregunta: No desearíamos polemizar sin motivo con Ud., pero estamos obligados a destacarle algo que conceptuamos como una contradicción visible en la iglesia actual. Tanto se ha hablado del Concilio Vaticano II, de que trae nuevos vientos e impone “vivir en este tiempo”, pero por lo que usted dice, la iglesia argentina o no registra los cambios que aprueba el Concilio o las reformas de ese foro mundial no son tan importantes como se ha dicho. ¿Puede explicarnos lo que sucede? Padre Vaudagna: Pienso que está en un error, no se si ustedes o algunos grupos de la iglesia. El Concilio Vaticano II ha aprobado estructurales reformas. Cito una: desde hace 5 meses contamos con una nueva Constitución de Liturgia. Pero aquí no ha pasado nada. Pareciera que el Concilio es algo reservado a Roma. Pese a ello, a la iglesia en marcha nada la detiene. Hay cosas simples y periféricas pero que ilustran mucho. Los que hasta ayer se oponían a hablar y a tratar temas “tabú” (lengua vernácula, supresión de sotana, etc.), cosas consideradas como valores eternos, ahora se discuten. Incluso ya se oye por boca de personas constituidas en jerarquía, de que estas “cosas” son obstáculos (la sotana, etc.) para el cumplimiento de la misión de la iglesia. Pregunta: ¿Terminó? Padre Vaudagna: Sí, yo he terminado. Pregunta: No nos conforma del todo la explicación. Insistimos en el alma de la pregunta anterior. El Concilio ¿extiende o no sus reformas a la iglesia argentina? ¿Se practican, tienen vigencia, se las acepta, se las niegan o se las resiste? Padre Vaudagna: Aunque creo haber contestado todo voy a tratar de ser más específico. Hay un aire nuevo en la iglesia que viene del Concilio que entre nosotros aún no se respira. Pienso que más claro imposible. (En recuadros) Como sacerdote apoyo el “Plan de lucha”

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Pregunta: Algunas afirmaciones suyas nos alientan para preguntarle sobre otras cosas de plena actualidad. Le rogamos que nos responda con toda sinceridad, sabemos que este asunto ha dejado de ser un tema “tabú” para la iglesia. ¿Conoce el Plan de lucha de la CGT? Padre Vaudagna: Si señor, lo conozco. Poseemos una copiosa documentación de los fundamentos y objetivos de ese plan de lucha de los obreros. Aunque no soy especialista en cuestiones sociales, sigo con marcado interés los procesos de este género en mi país y fuera de él. Pregunta: ¿Ha analizado consciente y ampliamente ese plan de lucha de la CGT? Padre Vaudagna: En el Seminario y fuera de él he analizado y conversado con sacerdotes y laicos sobre ese instrumento de acción de los trabajadores. Pregunta: Queremos que nos diga ¿Qué opinión se ha formado sobre el plan de lucha de la CGT? Y también deseamos saber ¿qué concepto le merecen los dirigentes obreros de Argentina? Padre Vaudagna: Me merece el más amplio respeto y el total apoyo de mi parte. Creo que es hora de que en Argentina no nos sigamos mintiendo entre nosotros mismos. El Plan de Lucha de la CGT es la expresión cabal de un estado de maduración mental de dirigentes y obreros argentinos. No es tarea improvisada. Me aventuraría a decir que no todos los políticos y en especial los diputados y senadores, conocen a fondo ese plan de lucha. Lo que se reclama es absolutamente legítimo y justo. Hay en nuestra clase obrera una perfecta captación de su poder como clase. Exigen lo que les demanda el angustioso momento en que viven. En lo que hace a los dirigentes sindicales, tengo formada una excelente opinión. Quiero ser franco y no tengo intención de aparecer como un cura demagogo: pienso que nuestros dirigentes no tienen nada que envidiarle a sus compañeros de otros países inclusive los europeos. Hay más: confío tanto en las bases obreras como en los comandos que dirigen la CGT y los gremios, en cuanto a capacidad, honestidad y juego limpio. Pienso que ni en el parlamento hay tanta claridad de juicio como se observa en los plenarios obreros. El plan de lucha no es subversivo Pregunta: Sus gruesos elogios del plan de lucha obrero nos plantea este interrogante: Ese instrumento fue catalogado por funcionarios del gobierno, empresarios, y otros representantes de la clase dirigente como subversivo y factor que intenta sembrar el caos, tergiversar el orden. ¿Ha tenido en cuenta esas críticas? Padre Vaudagna: Por eso he contestado como he contestado. Lo de subversivo es ridículo y un tanto cómico. Ya dije antes. Todo lo que pueda significar denuncia del capitalismo y de la burguesía en su forma de explotación, rápidamente se lo define de comunista, disolvente, castrista, etc. ¿Hasta cuando sonaran esas campanas archiconocidas e identificadas por el pueblo? Lo que más lamento de todo esto es que muchos católicos –de sospechosa militancia y conciencia de lo que son- también se unen a las fuerzas antipopulares que como excusa repudian el plan de lucha, disimulando de esa forma su oposición a todo asenso de lo popular. Defiendo la iglesia del pueblo Pregunta: Nosotros queremos entenderlo a Ud., y a la iglesia. Díganos: ¿Por qué defiende tan vehementemente al plan de lucha si después de todo, el problema, es entre los sindicatos y los empresarios o aquellos y el estado? Padre Vaudagna: No. Está ante un craso error. Yo no defiendo el Plan de Lucha porque me suena lindo o porque necesito hacer quedar bien a la iglesia. La iglesia es pueblo, y lo que ese pueblo sufre y necesita, es también sufrimiento y necesidad de la iglesia. Soy sacerdote pero soy hombre: veo y sé de las privaciones de los trabajadores. ¿Puedo aislarme y negar esa realidad? Además me creo un hombre con ideas. Mis principios coinciden en este caso con la lucha y la reivindicación que reclaman los obreros de mi país. Por eso apoyo y considero serio y responsable esta lucha de la central obrera. Segundo reportaje: Sábado 25 de abril de 1964 Año 36 número 11679 $5 1 Pág. Aviso: ¿Revolución o crisis dentro de la iglesia? Hoy opina el R.P. Nelson C. Dellaferrera, vicerrector del Seminario Mayor. Mañana (con foto) el R.P. José O. Gaido, profesor de teología del Seminario Mayor. Corresponde al último de los reportajes exclusivos anunciados por “Córdoba”.

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La iglesia y el problema de la enseñanza p. 3. Hoy opina el R.P. Dellaferrera. • En la circunstancia en que vivimos la libertad de enseñanza puede resultar una vulgar hipocresía

porque queda limitada a alguna clase privilegiada. • Decreto 928: “Qué es un problema de curas y no de pueblo me parece evidente”. • Hay que vivir nuestra fe heroica y sustancialmente sin comprometerla en cada combinación

política. • Nuevos fariseos ven a la iglesia antes que nada como si fuera una empresa industrial, una nueva

potencia de este mundo. Es terrible la fuerza de la opinión media. • Recristianizar a fuerza de decretos leyes puede ser una fuerte tentación. • Los colegios católicos que hacen inversiones edilicias o de otro tipo, son una bofetada que suena a

sacrilegio porque golpea a pleno en el rostro de los pobres.27 • Corremos el riesgo de engañarnos porque nos llueven adhesiones, y un engaño en este momento,

puede ser lamentable. Curriculum Nombre y Apellido: Nelson C. Dellaferrera. Profesión: Sacerdote. Tiene 34 años. Hijo de padres campesinos. Se ordenó de cura en el Seminario de esta ciudad en 1954. Desempeñó el ministerio sacerdotal en varias parroquias de nuestra ciudad y en zonas chacareras del interior de Córdoba. En 1957 es enviado a Roma donde frecuenta la Facultad de Derecho Canónico. En 1962 obtiene el grado de doctor defendiendo públicamente su tesis en la Universidad Gregoriana, en Roma. Actualmente es vicerrector del Seminario Mayor y profesor de Instituciones de Derecho Canónico en el mismo instituto. (Nota principal) Pregunta: Hemos notado en ustedes la presencia de una iglesia que en vez de asustarse por tantas cosas que de ella se dicen y se presagian optan por dar la cara. Pensamos –y conste que no han sido el tema de estas notas- que con motivo del sonado problema de la enseñanza en Córdoba –sobre el que ya se han batido muchos parches- existe un evidente nerviosismo, malestar y aflicción en la mayoría de los cenáculos eclesiásticos y laicos. A usted P. Dellaferrera que es vicerrector de un seminario mayor y que tiene experiencia en materia de educación: ¿Qué saca en limpio de este ruidoso asunto creado por el decreto 928?28 Padre Dellaferrera: yo creería que solo a tenido en cuenta una cara del problema. Es decir, lo que hasta ahora a hecho la opinión católica ha sido defender los derechos de la iglesia frente a un ataque un tanto injustificado. Pero si bien es cierto que los derechos de la iglesia son innegables, no es menos cierto que estos no agotan la cuestión. Libertad de enseñanza: palabra hueca Pregunta: se ha dicho, y le aseguramos que en ello hay mucho de cierto, que la libertad de enseñanza es sinónimo de “privilegio” y de educación especializada para los “ricos”. ¿Coincide usted con eso? Padre Dellaferrera: Como cristiano consciente y auténtico tengo la obligación de mirar con mucha atención el reverso de la medalla. En las circunstancias económicas y sociales que vivimos podría ocurrir, que la libertad de enseñanza no fuese otra cosa que una vulgar hipocresía porque queda limitada alguna clase privilegiada. Esta hipocresía sería tanto o más grave si pesara sobre las clases más pobres, ya bastante desfavorecidas por la actual organización de nuestra enseñanza. Para esas clases pobres, en la generalidad de los casos, libertad de enseñanza no es más que una posibilidad abstracta, una palabra hueca. Ahora bien es incomprensible que el ejercicio de las libertades

27 Una congregación religiosa acababa de construir un nuevo edificio en reemplazo de su anterior colegio en el centro de la ciudad, y abierto una nueva sede en un residencial barrio al oeste de la ciudad. 28 Se trataba de un decreto provincial, que imponía la enseñanza de la religión católica en las escuelas primarias del Estado.

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garantizadas a todos los ciudadanos dependa de la fortuna o de la posición social, y mucho más inadmisible es aún que los católicos conscientemente o imprudentemente fomenten esa diferenciación. Cuando las cosas no andan como deben Pregunta: Perfecto. Ahora creemos que hay índices que nos enfrentan a una realidad un tanto acorde con las críticas que se formulan a los colegios católicos. Por ejemplo: ¿Por qué casi todos los colegios de monjas y curas se construyen en zonas residenciales o céntricas y no en los barrios pobres? ¿Por qué el régimen que los administra establece exigencias de uniforme y cuotas que lo hace prohibitivo para la gente del pueblo y accesible a determinados grupos sociales? ¿Cómo se entiende la libertad en este caso? Padre Dellaferrera: le pido me permita ordenar un poco la respuesta. Voy a contestarle todo. Creo que el estado tiene la obligación de subvencionar proporcionalmente a todos los colegios privados, pero no puedo negar que muchos de nuestros colegios exigen cuotas mayúsculas, se imponen uniformes costosos que luego se cambian arbitrariamente sin consultar la opinión de los padres de familia. Todo esto supone que las cosas no andan como deben. El Estado entre sus deberes tiene la obligación de atender el bien común posibilitando la concreción del derecho de aprender a todos los sectores de la sociedad. Pero también es indudable –y aquí respondo a su interés- que nuestros colegios han buscado siempre ubicaciones geográficas privilegiadas, y salvo honrosas excepciones, lo hacen en los barrios más ricos. A esta figura se le opone otra y esto conviene que se sepa: por un lado esta realidad y más allá el malabarismo financiero de muchos colegios católicos parroquiales, que deben chocar con un Estado insensible que no tiene en cuenta su esfuerzo. La bofetada que reciben los pobres Pregunta: Muy bien, Padre, puede que así sea. Pero ¿que nos dice de esos colegios que “andan” tan mal de finanzas y construyen estupendos edificios? Padre Dellaferrera: Esa es también otra realidad. Hay algunos colegios católicos que hacen inversiones edilicias o de otro tipo, que son una bofetada que suena a sacrilegio porque golpea a pleno el rostro de los pobres. Pero es cierto también que algunos legisladores son poco consecuentes con sus afirmaciones y con el voto formulado porque mandan a sus hijos a las escuelas privadas. Pero no es menos cierto que la educación religiosa, que nosotros impartimos, en nuestros colegios, no los intranquiliza, ni les hace temer posibles traumas para sus criaturas. Pregunta: ¿Qué juicio le merece a usted, como católico consciente y auténtico, la estrategia de los católicos de Córdoba, de resistir la derogación del 928? Padre Dellaferrera: En momentos de crisis como este, más que salir a la calle a vociferar la adhesión de indiscutibles derechos, conviene que los católicos mediten seriamente y con humildad, los posibles errores cometidos y se aboquen a preparar soluciones fundamentales si no queremos arrastrar por generaciones este problema. Pese a las adhesiones que nos llueven Pregunta: A lo largo del reportaje hemos tratado de ser respetuosos en todas las preguntas efectuadas. Prometemos seguir siéndolo. Pero debemos requerir una opinión y deseamos definir claramente la idea. La calle, o más bien, el multitudinario hombre de la ciudad, comenta y cree que esto de la enseñanza es más un problema de “curas” que de pueblo. Que la iglesia –se coincide- reacciona solamente cuando se le tocan cosas muy suyas: divorcio o educación y, mientras tanto –lo dijo Vaudagna también- hay otros problemas más graves y que afectan a casi toda la comunidad y que ni siquiera parece importarle. Su punto de vista ¿Cuál es? Padre Dellaferrera: De que es problemas de “curas” y no de pueblo como usted dice me parece evidente. Afirmar lo contrario significaría reducirse a la impotencia de la prueba. Con todo, corremos el riesgo de engañarnos, porque nos llueven adhesiones, y un engaño en este momento sería lamentable. El error de muchos católicos Preguntas: ¿quiere decir, que no todos los grupos de la iglesia, piensan como se ha llegado a sostener en algunos sectores perfectamente identificables?

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Padre Dellaferrera: Yo no tengo por que hacer distinciones de ese tipo. Pienso que el error de muchos católicos es creer que las verdades que les han sido familiares desde la infancia, se le imponen a todos con igual evidencia. Acusamos de imbéciles a todos aquellos que no asimilan rápidamente, o bien, decimos que los adversarios sacrifican la verdad a sus pasiones. En esto sobran ejemplos: aún hoy se enseña en muchas partes que Lutero trastornó al mundo con las reformas nada más que para poder casarse con Catalina Gora, cuando en el siglo XVI la decadencia del celibato eclesiástico era tan grande, que el monje agustino hubiese podido tomarse no una sino dos concubinas sin impresionar a nadie. Cristianizar en base a decretos leyes Pregunta: El problema de la enseñanza en Córdoba arranca desde un solo y trasnochado decreto ley. Deseamos saber: ¿Es interés de la iglesia, les conviene a la iglesia, cree que es misión de la iglesia articular medios, movilizar gente, valerse de gobernantes católicos, para imponer su religión a través de decretos leyes? Estimamos que es un tanto “hábito” y muchas veces motivo de “regocijo” para el catolicismo lograr ese tipo de soluciones. Además, esta situación es historia repetida y vieja en nuestro país, por eso la pregunta a bocajarro. Padre Dellaferrera: recristianizar al país a fuerza de decretos leyes puede ser una fuerte tentación. El célebre cura de Ars (se trata de un sacerdote francés del siglo pasado, hoy canonizado) predicó, ayunó, y expió durante veinte años para obtener que sus feligreses fueran a misa. A tal punto llegó que los mismos curas vecinos pensaban que estaba loco. Y pensar que el cura de Ars con la sola colaboración del intendente y de la guardia del lugar hubiese podido forzar a los pobladores que fuesen a misa todos los domingos. En apariencias eso sería un éxito. Pero los santos no se conforman con las apariencias. Evidentemente todos deseamos la recristianización de la república. Lo que sucede es que no todos damos igual significado al término. (En recuadros) Son cristianos sin saberlo o quererlo Pregunta: Ha hablado Ud., de recristianización. Volvemos a plantear iguales dudas a las expresadas a Vaudagna y Gaido. ¿Es que es “falso” el católico argentino? ¿O en realidad está en decadencia y no se lo quiere admitir? Padre Dellaferrera: yo creo sinceramente que muchos argentinos han permanecido cristianos quizá sin saberlo o quererlo. Somos nosotros los cristianos quienes debemos “recristianizarnos” es decir, vivir nuestra fe: heroica y sustancialmente. Y no comprometerla, por ejemplo en cada combinación política. Es necesario servir a la iglesia y no servirse de Ella en nuestras personales aspiraciones. ¿Dos iglesias dentro de la iglesia? Nosotros somos conscientes de los reportajes que hemos efectuado y creemos que ustedes también lo son de las respuestas que han expresado. Hasta ahora se ha tratado de evitar una pregunta que puede ser “difícil” o un tanto abusiva. No obstante no vamos a quedarnos con ella: ¿Lo que ustedes tres han dicho es el pensamiento de otra iglesia dentro de la iglesia? ¿Interpretan ustedes un clero nuevo o es un problema generacional que anda en busca de una nueva estructura de la iglesia? Padre Dellaferrera: Muchos “bienpensantes” juzgaran que todo esto es demasiado duro. Pero ciertos católicos rechazan sistemáticamente el Evangelio. A su pregunta la va a contestar Gaido. Pero advierto: hay una sola iglesia. Nuevos fariseos ven en la iglesia antes que nada como si fuera una empresa industrial, como una nueva potencia de este mundo. Es terrible la fuerza de la opinión media, es decir, de la mediocridad. Frente a ella las energías se desgastan, los caracteres se empobrecen y la sinceridad pierde nitidez. Muchos dirán que estas opiniones traerán desorientación y que el orden será lesionado. Recuerden que el orden por el orden castra al hombre de su poder esencial que consiste en transformar al mundo y a sí mismo. La vida crea el orden, pero el orden no crea la vida. Tercer reportaje: Domingo 26 de abril de 1964 Año 36 número 11680.

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La iglesia católica en su realidad interna. Reportaje número 3 p. 3. Copete: • Muchas cosas exigen una reforma. Especialmente en esta época en la que los cambios no cuentan

con siglos sino con minutos. • Mal enseñaremos hablando en un lenguaje que dejó de entenderse hace 700 años. • Hay escasez de sacerdotes y los que somos podríamos ser mejores: mejor capacitados y mejor

gobernados. Opina el R.P. Gaido Curriculum vitae José O. Gaido, 28 años se ordenó de sacerdote en 1960. Cursó sus estudios teológicos en la facultad de Innsbruck (Austria) y en Roma, donde obtuvo los grados académicos de teología. Se graduó en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente es director del estudio teológico del Seminario Mayor de Córdoba; profesor de teología fundamental en el mismo instituto. Es asesor de la Acción Católica Universitaria. (Nota principal) Pregunta: Con usted, Padre Gaido, tenemos interés en abordar un tema espinoso. Trataremos de no perder de vista al hombre de pensamiento. Es decir el diálogo será con el teólogo. De cualquier forma, como las notas han tenido direcciones diferentes, se ha tratado de que sean orgánicas. Por esa razón le pedimos que nos ajustemos a un lenguaje potable. Tampoco quisiéramos desconectarnos de los pensamientos que ya han comprometido Vaudagna y Dellaferrera. Nuestra primera pregunta, se basa, en parte, en lo que dijo Vaudagna. Al grano: de las declaraciones de sus colegas, nosotros hemos fijado una idea: implícitamente –se ha dicho- que con el Concilio y las encíclicas, como obras maestras de Juan XXIII, se inició una reforma y una renovación interna dentro de la iglesia. Se expresa que todo eso respondía a una necesidad urgente que clamaba a esa iglesia ceñida a anatemas conservadores. Que se trataba de un imperativo del tiempo histórico. ¿Correcto? Padre Gaido: Correcto. La nave ha echado anclas Pregunta: Todo eso, se lo confesamos, nos desorienta. Recordamos que siempre se ha sostenido terminantemente que la religión y la iglesia no cambian, que todo lo suyo es eterno. Esto de las “reformas” ¿no es una contradicción que desdice a la iglesia, que la refracta? Padre Gaido: No es fácil responder brevemente a una pregunta que toca la esencia misma de una realidad tan rica como es la iglesia. Para definirla, sin embargo, en el rasgo impactado por su pregunta, diría que la iglesia es el pueblo de Dios, que formado y guiado por Él va en marcha, en ruta hacia Él. Es la “nave” que bajo la guía de Pedro se encamina hacia el puerto. Parecería, no obstante, que en ciertos momentos de la historia, ese pueblo, o por temor de perder el trecho recorrido o por miedo de extraviarse en el que falta, se construye una cómoda y confortable “casa” donde pasar el resto de sus días, recordando más bien el pasado con un dejo de satisfacción por la misión cumplida, en vez de escrutar el porvenir grávido de incertidumbres. Parecería, en definitiva, que la “nave” echó anclas, renunciando a su misión de aventurarse en la búsqueda del puerto al que tiene que llegar. Se tiene y anquilosa. Y eso, lo afirmo, es destruir la esencia misma de la iglesia. Así defino a la iglesia reformista Pregunta: no es feliz que lo interrumpa, pero tratemos de ubicarnos. Sabemos que usted es un hombre versado en teología y que su cátedra es vital en el Seminario, y para la iglesia también. Además conocemos su trayectoria y los estudios que ha cursado sobre esta materia en los principales claustros de Europa. Le pedimos que nos defina a la iglesia en lo que ella tenga de trascendente y le rogamos que fundamente ese criterio con un argumento que no sea el del catecismo. Padre Gaido: Me permito decir que la única diferencia que hay entre una y otra forma es de método y de gradación didáctica (se refiere al “catecismo”). Por favor, no otra. Respondo: La iglesia es la gran asamblea, la reunión de todos aquellos que por la fuerza del Espíritu Santo, están capacitados para

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responder a la palabra de Dios. Y le responden como personas dotadas de una materia irrepetible, influenciados también por un espacio y un tiempo concreto, que los ubica en determinada “generación”. Esto trae consigo, dos consecuencias fundamentales: Primero un dinamismo permanente que a la par asegura un crecimiento y un cambio constante, lo que reporta un enriquecimiento de la misma palabra de Dios, basado en la variedad de lo individual y generacional. Segundo, implica algo profundamente humano que para algunos es motivo de alabanza a Dios y para otros nostalgia que hace añorar la seguridad de los vegetales: “el riesgo”. El riesgo es propio de quien alcanza su verdadera estatura solo cuando opta en la libertad bien entendida. La palabra no necesita de centinela celosos Pregunta: Quiere decir que de acuerdo con lo que usted afirma, esa sería la base, la pirámide que sostiene a la iglesia en su llama eterna? ¿Esa sería la dimensión exacta que demarca a la iglesia externa e interna? Padre Gaido: Exactamente. Junto a esta respuesta individual y generacional que es la base del cambio y la reforma, hay en esta comunidad jerárquicamente constituida una proposición autoritativa de la palabra a cargo del colegio de obispos con y bajo el Papa, que lejos de significar una limitación tiene que ser una función altamente paternal. Transmisora de vida. Para eso se requiere, sin embargo, una adecuación total y fiel de la jerarquía con aquellos a quienes tienen que dar a luz y educar en la vida de Dios. Mal genera y educa el “abismalmente” separado, el “generacionalmente” desubicado. Luego tome nota debida de lo que voy a decir. La palabra de Dios no es un tesoro precioso que hay que “custodiar” con celoso centinela, que con mucha fuerza y conciencia del deber impiden el acceso a ella, sino la vida que hay que transmitir a los hombres, y a hombres individualmente dotados, que además como generación, son depositarios de un pasado y responsables de un futuro. Calificar y no aniquilarlo al hombre Pregunta: de sus afirmaciones convenimos que hay o debe haber una nueva iglesia. Esto significa que la iglesia debe presentarse ante el hombre de hoy, ante la sociedad moderna, adecuando su ritmo de marcha a la velocidad y las exigencias del tiempo histórico. Puede decirnos ¿Cómo debe ser esa iglesia de aquí y ahora? Padre Gaido: Creería que la iglesia continuadora en la historia del misterio de Cristo, tiene que presentarse como El se presentó ayer. Plenamente hombre, muerto en una cruz de madera. Pregunta: Quiere decir, usted, entonces, que la iglesia actual preservando lo que podríamos llamar causa de su causa debe asumir una actitud distinta? Padre Gaido: La iglesia debe asumir –y el hijo de Dios no se escandalizó de eso- profunda y decididamente todas las realidades humanas notablemente enriquecidas en estos últimos tiempos por hondas experiencias vitales que originaron corrientes artísticas, científicas y filosóficas de probado valor. La iglesia tiene un destino de encarnación que le debe conducir no a cuidarse del hombre y desconfiar sistemáticamente de su riqueza inagotable so pretexto de que puede ser mala, sino a introducirse en él para “plenificarlo” sin aniquilarlo. La iglesia y el hombre de este tiempo Pregunta: Padre, usted acaba de mencionar y definir al hombre ante la iglesia. No desearíamos que cayésemos en planteos formalistas. Le preguntamos al profesor de teología de un seminario secular: ¿Cómo ve la iglesia al hombre de esta época? Padre Gaido: Me complace y le respondo con gusto su pregunta. Hay en el hombre de hoy por coyunturas históricas que no entro a analizar, un respeto admirable por la persona capaz no sólo de ejecutar pasivamente ordenes, sino –y sobre todo- de crear, haciendo uso de sus dotes. Exige una acentuada tendencia hacia lo palpablemente sustantivo en desprecio de lo ampuloso y postizo. Se da en ese hombre un saludable espíritu de crítica que lo lleva a no conformarse temerosamente con mitos. Hay una búsqueda de soluciones reales incompatibles con un conformismo sospechoso que lejos de ser un inmediatismo inexperto es signo de un compromiso real con la época que para cambiar no cuenta con siglos sino con minutos. El hombre de hoy es heredero de una historia que elocuentemente le ha demostrado cómo una seudo prudencia lleva a infidelidades históricas irreversibles, la que suele ser refugio para pusilánimes. Es espectador de una historia que le hace ver cómo la experiencia no es simple tiempo perdido o vivido, sino más bien aprendido, de modo que el ser joven no es

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necesariamente un pecado, así como el ser de edad no es necesariamente una virtud. El hombre de este tiempo está inexorablemente marcado por una autenticidad que le hace aborrecer situaciones promedio y fórmulas de compromiso. ¿La iglesia argentina está desubicada? Pregunta: No queremos concluir con el conocido trámite de las comparaciones, recurso habitual en el reportaje. Vamos a preguntarle algo que hemos dejado traslucir en casi todo el interrogatorio: esta iglesia argentina –de la que usted es parte activa- ha sido y es criticada porque denota un perfil conservador y estanco. Francamente: ¿Existe desubicación en la iglesia argentina? Padre Gaido: Muchos piensan, es cierto, que la iglesia en la Argentina está desubicada. Más me preocupan, sin embargo, los que sin pensarlo ni decirlo han dado ya elocuente veredicto con sus propias vidas. Periodista: aunque no coincido totalmente con lo que acaba de expresar, pues noto el uso de una técnica de escape... Padre Gaido: No. Creo que se equivoca. No me escapo. Periodista: Pienso que si. Pero sigamos: entendemos que las críticas llueven de adentro y fuera de la iglesia. Por eso le preguntaba si había o no desubicación. Padre Gaido: Le ruego me permita terminar las ideas que le aclararán sus dudas. Hay amplísimos y representativos sectores de nuestra sociedad que nos contemplan a distancias kilométricas. Algunos con el respeto del niño hacia el prestidigitador manosanta, a quien se le debe analizar bajo el peligro que por virtud de su varita mágica nos lleve a otra clase de males; otros con el explicable asombro de quien en una carrera, cuando algunos desarrollan velocidades de 200 Km., se ve de pronto aparecer un Ford T asegurando que quien va despacio llega seguro. ¿Cuál debe ser la misión del sacerdote? Pregunta: nos permitimos interrumpirlo nuevamente. Es propósito de esta nota ordenar y aprovechar el espacio. Entendemos perfectamente su figura comparativa. ¿Tiene inconvenientes en analizar las críticas que usted conoce que se le formula a la iglesia y mencionar las réplicas que usted haría, teniendo en cuenta el motivo que origino ese conjunto de preguntas? Padre Gaido: Como no. Mucho se menta la escasez de sacerdotes y es cierto. Pero cierto es también que los pocos que somos podríamos ser mejores. Más capacitados y mejor gobernados. Mucho se habla de la ignorancia religiosa. Y es cierto. Pero cierto es también que mal enseñamos hablando un idioma que dejó de entenderse hace 700 años y presentando muestras, como casamientos y funerales (para mencionar algo) que quieren decir cualquier cosa, menos el misterio de Dios hecho hombre. Mucho se habla de la apostasía de las masas, sobre todo las más influyentes: intelectual y obrera. Y es cierto. Pero cierto es también que mientras las parroquias se multiplican atendiendo el territorio, la atención pastoral de aquellos en los que el territorio no gravita, es escasa o decididamente nula. Mucho se habla de la desubicación de nuestros cristianos practicantes. Y es cierto. Pero cierto es también que los centros religiosos donde estos cristianos se nutren siguen impertérritos y entusiastas con sus predicadores, que demuestran como Dios intervino en el mundo no para preparar la Pascua de su Hijo, sino para señalar de manera contundente que el comunismo es malo y que la nueva ola apareció como el fruto de una tempestad de otro planeta y no como el resultado lógico de un mar que de tanto estancarse se había casi podrido. Esto exige una reforma. Y en una época en donde los cambios no cuentan con siglos sino con minutos. Pregunta: con este requerimiento cerramos las notas P. Gaido. De todo lo dicho se infiere que “algo” pasa dentro de las filas eclesiásticas y de la iglesia misma. Sin cortapisas, le ruego que defina ¿Cómo debe comportarse, maniobrase, y “ser” la iglesia surgida del cambio que se intuye? Padre Gaido: La iglesia ha de presentar al hombre de siempre, pero sobre todo al de hoy, donde el testimonio de su fe en un Cristo Resucitado sometido anteriormente a la muerte. Tiene que demostrar al mundo que vive en una realidad “diferente”, misteriosa pero real: Dios. Cuando la iglesia no le quede otra cosa que demostrar su habilidad en la estrategia, sus oradores que declaman con énfasis, argumentos poco reflexionados, sus manifestaciones callejeras con resabio de carnaval, quiere decir que la iglesia tiene que hacerse un serio examen de conciencia, obrar con calma y fe para que no se separe aún más de los que esperan ver en ella el rostro de Jesucristo. Periodista: muchas gracias Padre.

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(En recuadro) Una cruz no paseada en procesiones, sino una cruz como signo de una postura vital Pregunta: Consideramos estrujado este asunto. Ahora tenemos una duda y se la vamos a plantear. ¿Qué le propone la iglesia a ese hombre tan pleno y virtuoso que usted definió? Recuerde que hay en nuestro hombre cansancio y decepción, que el propio P. Vaudagna, señalara en las respuestas de ayer. Padre Gaido: La iglesia ha de proponerle también lo que en el hombre-Dios fue esencial: la cruz. Una cruz no de oro y diamantes, una cruz no clavada en las paredes, u ostentosamente paseada en procesiones, sino una cruz como signo de postura vital. Postura que nos distingue haciéndonos actuar y hablar de una manera específica. Porque suprime lo que después de Adán es inexorablemente humano: la búsqueda de nosotros mismos y de nuestros propios intereses personales: fama, dinero, posiciones, influencia exterior en la sociedad. Esta es la cruz que hemos de proponerle al hombre de hoy que asumimos. Las secuelas Entre los ecos que tuvieron los reportajes, reproducimos algunos de ellos: dos notas del diario y dos entrevistas. Las notas son las del apoyo de otros sacerdotes a sus tres compañeros, lo que sirve para pulsar la magnitud de lo que se venía gestando al interior de la iglesia de Córdoba; y la nota en la que el Nuncio, viaje mediante, da por concluido el conflicto. La visita del Nuncio a Córdoba, la reunión en el seminario, y el comunicado de prensa no hacen más que confirmar la importancia de lo sucedido en 1964. Las entrevistas son dos: una a Ernesto Sábato; y la otra, más bien una “declaración”, de Mons. Angelelli, en ese momento obispo auxiliar de Córdoba.

Tres Reportajes29 Treinta sacerdotes declaran su fidelidad a la iglesia y apoyan las declaraciones de los PP. Vaudagna, Gaido y Dellaferrera. En la mañana de hoy se hizo entrega en nuestra redacción de una declaración que la firman treinta sacerdotes de la diócesis de Córdoba, entre los que cuentan, 10 párrocos de iglesias de barrio, 8 superiores del seminario mayor (incluidos el rector y el vicerrector), 3 asesores diocesanos de movimientos apostólicos, y otros tantos dedicados a funciones docentes y asesorías. En la declaración se hace constar, la absoluta fidelidad a la iglesia católica y a su jerarquía, y a las afirmaciones sostenidas por los padres Erio Vaudagna, Nelson Dellaferrera, José Gaido, en los reportajes que fueron hechos por el diario “Córdoba”. La declaración La nota entregada por un sacerdote dice textualmente lo siguiente: “Tres reportajes a sacerdotes han aparecido días pasados en un vespertino de nuestra ciudad. Su tema: graves problemas de la iglesia de hoy. Creemos que no todos han interpretado bien el sentido y la intención de los tres reporteados. Conocemos las opiniones de distinto tono que se han escuchado en estos días. Y las comprendemos. Pero creemos oportuno, como sacerdotes responsables de distintas tareas apostólicas en nuestra diócesis, y como conocedores del espíritu que anima a estos tres hermanos sacerdotes, exponer nuestro pensamiento para ayudar a la recta interpretación del acontecimiento periodístico. La iglesia es el pueblo de Dios, la comunidad de los rescatados por Cristo que marcha hacia el Padre animada por el Espíritu Santo. En ella, el papa, los obispos, los sacerdotes y los laicos participan, cumpliendo diversas funciones, en la misma vida. Al colegio episcopal, presidido por el sumo

29 Domingo 3 de mayo de 1964, p. 1.

Gustavo Morello� 22/6/05 10:33Deleted:

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pontífice, bajo una asistencia especial del Espíritu Santo, le corresponde conducir con seguridad a la comunidad cristiana. Todos los miembros de la iglesia son personas que participan de la misma fe y que están iluminadas por el mismo espíritu. Expresar públicamente una opinión no es sino la consecuencia de estas afirmaciones. Por eso dijo el Papa Pío XII: “Finalmente queríamos añadir una palabra referente a la opinión publica en el seno mismo de la iglesia (naturalmente en las materias que pueden ser objeto de libre discusión). Se extrañarán tan sólo quienes no conocen la iglesia o la conocen mal. Porque ella, después de todo, es un cuerpo vivo, y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase, falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles...” (Al Congreso Internacional de Prensa Católica, febrero de 1950). Por eso también afirma el Arzobispo de Córdoba: “La libertad para buscar la verdad constituye uno de los derechos fundamentales del orden natural de la persona humana, según la feliz expresión de Juan XXIII (Pacem in terris) la altísima significación de este derecho inviolable del hombre se impone con evidencia...” (Pastoral Colectiva 3-4-64). Esta iglesia vive hoy un momento excepcional de su historia: El Concilio Vaticano II. Juan XXIII y Pablo VI, los pontífices del concilio, han afirmado claramente la necesidad de una profunda renovación para que la iglesia sea cada días más fiel a los rasgos esenciales que Cristo quiso de ella y cada día más adaptada a las necesidades del mundo moderno. Renovación que es particularmente urgente en América Latina que –como dice Pablo VI- “está viviendo un momento dramático, decisivo de su historia. De lo que se haga en esta hora dependen muchas generaciones y tal vez siglos del futuro. Si los católicos de América Latina no estuvieran dispuestos a realizar un esfuerzo supremo, en trabajos de fondo y de urgencia, quizás siglos de generaciones experimentaran la pérdida de la fe, o la práctica desaparición de la iglesia”. Por eso debemos estar dispuestos a “ser en esta hora imprudentes en Cristo”, despojados de la prudencia carnal a la cual se refiere S. Pablo. Será necesario abandonar hábitos y costumbres en el modo de conducirse que sean obstáculos a esa labor” (Palabras de Pablo VI a los obispos latinoamericanos el 25-1-63). Gracias a esta misma renovación, la iglesia deberá aparecer como animada por profundo espíritu misionero, impaciente por hacer llegar su mensaje de salvación a todos los hombres, especialmente los más necesitados. Ha de despojarse, en consecuencia, de todos los rasgos que puedan de alguna manera hacerla aparecer ligada a intereses y ambiciones materiales de riqueza o poder. Sostenemos, por lo tanto, que: 1) Pensar y expresar con lealtad los problemas de la iglesia; 2) Anhelar una urgente y profunda renovación; 3) Trabajar porque una iglesia más pobre y evangélica, y sin renunciar a sus derechos, rehúse recurrir a ciertas manifestaciones de poder, no configura herejía, cisma, o rebelión ante la jerarquía”. Se comprende así cómo, en el sentido e intención fundamental de los tres reportajes, condensado en las tres afirmaciones anteriores que compartimos plenamente, no se encuentra acusación a persona alguna en particular, sino motivo de sincero examen de conciencia para toda la comunidad cristiana. Firman: Héctor Moretta, Juan González, Humberto Mariani, Ángel Pagliano, José Echevarría, Felipe D’Antona, Elmer Miani, Héctor Ávila, Benedicto Sánz, David Bustos, Rodolfo Quinteros, Oscar Salas, José G. Mariani, Ángel Pereira Duarte, Jesús Roldán, José Fernández, Calixto Camilioni, Alberto Rojas, Luis Alessio, Luis Denardi, Luis Ramallo, José Arancibia, José Rovai, Dalmiro Rodríguez, Ángel Giaccaglia, Rolando Abregú y Mario Juárez. Jueves 14 de mayo de 1964, p. 3. La iglesia, el hombre moderno, y la ciencia El diálogo: signo para tiempos de crisis Habla: Ernesto Sábato. Escritor, periodista, físico • La iglesia no ha cumplido en modo alguno con los postulados de su filosofía básica. • Un gran papa, Juan XXIII, inicia una revolución en la iglesia. • ¿Nuestro catolicismo está dispuesto a aceptar las enseñanzas y las exigencias de las encíclicas? • No toda la iglesia, la comunidad que instituye a la iglesia, está desubicada.

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• El gran dilema: o se sigue aferrando a las estructuras dominantes o comprende su misión frente a lo que podemos llamar, el pueblo.

• Lo que tiene que hacer el pensamiento contemporáneo es una síntesis dialéctica y la iglesia no puede estar ausente de esta síntesis.

• Los reportajes: un hecho histórico que debe conocer todo el país. Curriculum Vitae Nombre: Ernesto Sábato. Profesión: escritor y periodista. Nació: en Rojas (Pcia. de Bs. As.) El 23 de junio de 1911. Es uno de los trece hijos del matrimonio de Francisco Sábato y Juana Ferrari. El público lo conoce como escritor, pero pocos saben que también se ha destacado por su labor científica: es doctor en física. En esta disciplina trabajó en la Universidad de la Plata, en los laboratorios Curie (Francia) y en el Instituto Tecnológico de Massachussets. En 1944 abandonó definitivamente su labor científica para dedicarse a la literatura. Vivió en Carlos Paz (Córdoba). Su primer libro fue “Uno y el universo”. Luego le siguieron: “El túnel” (novela llevada al cine), “Hombres y engranajes”, “Heterodoxia”, “El otro rostro del peronismo” y sus dos últimos y conocidos libros “Sobre héroes y tumbas” y “El escritor y sus fantasmas”, colocan a Ernesto Sábato en primera línea en la literatura nacional y latinoamericana. Como periodista Sábato desarrolló una ponderable actividad. Director de “Mundo Argentino”. Colabora con diarios y revistas del país y del extranjero. La tarea creadora en el orden literario de Ernesto Sábato, lo sitúan actualmente entre uno de los más vigorosos y penetrantes novelistas. Varias obras suyas se han traducido al italiano. Brevemente, este es Ernesto Sábato. Es un hombre de voz gruesa. Habla con toda valentía y eso le ha costado “muchos dolores de cabeza” como él dice. “Pero hay que ser franco”, añade seguidamente. Su opinión en este “diálogo” fue clara y terminante y está expuesta a continuación. La iglesia y el capitalismo Pregunta: Sábato, uno de los sacerdotes, en valiente gesto de franqueza, acusa al capitalismo de usar la iglesia y su doctrina para detener el proceso de reforma social y económico. Nuestra pregunta es la siguiente: ¿Si fuera verídico eso, el error de la iglesia en América Latina, sería por omisión o por comisión de las clases privilegiadas, de enfrentarla contra la justicia social? Sábato: Sí. Hace unos años, una revista de jóvenes católicos franceses vinculados a Mounnier, “L’Esprit des letres”, me preguntó por qué la iglesia en América Latina había estado casi invariablemente con el privilegio, contra las clases desposeídas. Usted comprende que ya la pregunta era una acusación, y por provenir de católicos militantes, una acusación insospechable y muy grave. Creo que, efectivamente, la iglesia no ha cumplido de ningún modo con los postulados de su filosofía básica, de su concepto y origen evangélico, de su consustancial doctrina de la persona humana. O por una causa o por otra, ha quedado siempre del lado del privilegio. La falsa imagen del catolicismo Pregunta: Sinceramente Sábato: ¿Piensa Ud., que la iglesia ha proyectado esa imagen y que no sirve sólo como definición abstracta, sino que el problema es real y existe o existió? Sábato: Yo pienso que es así, o al menos, eso se escruta en un sector del catolicismo. Basta ver lo que piensan y sienten ciertas señoras de Barrio Norte –católicas casi todas- de Buenos Aires a propósito del peronismo: no están ni estuvieron contra Perón por los motivos que estuvieron gente como yo (dictadura, servilismo, cárcel para los opositores, obsecuencia) sino por lo que tenía de movimiento revolucionario, por lo que hizo a favor de las masas miserables. La prueba de que es así es de que esas mismas señoras y esos mismos antiperonistas, al parecer tan preocupados por los fueros humanos y por la defensa de la dignidad de las personas no dijeron nunca una palabra contra los tremendos crímenes cometidos por Trujillo durante 30 años en la República Dominicana; ni contra las torturas y crímenes (casi 30.000 estudiantes muertos) durante la tiranía de Batista en Cuba, ni contra los suplicios tenebrosos desatados por Strossner en Paraguay. ¿Quiere Usted mayores pruebas de hipocresía? La iglesia del papa Juan XXIII

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Pregunta: Sábato, acaba Usted de describir distintas situaciones y señala la presencia de un catolicismo insincero. Pero también ha existido un catolicismo –Juan XXIII es una prueba cabal- que se ha jugado junto a lo popular. ¿Es o no es así? Sábato: naturalmente que sí. Ahora, con la revolución iniciada en la iglesia por el gran papa que fue Juan XXIII, están atribuladas (las “señoras”) y confusas. Y aunque no lo dicen abiertamente murmuran que ese espíritu maravilloso fue “rodeado por comunistas” ¿Nuestro catolicismo está dispuesto a aceptar las enseñanzas y las exigencias de las encíclicas? ¿Cree Usted que la iglesia en Brasil, que por medio de ciertos grupos, hizo manifestaciones gigantescas contra Goulart, las hizo en defensa de los fueros humanos? ¿Ignoraba que millones de campesinos hambrientos del nordeste y de las favelas tenían esperanza en la revolución pacífica iniciada por Goulart? En tales condiciones ¿cómo no ver con simpatía el coraje y la honestidad espiritual de los sacerdotes que en estos momentos hablan en la Argentina en términos parecidos a estos que estoy diciendo? La desubicación de la iglesia Pregunta: Bueno Sábato, a partir de ahora, trataremos de introducirnos en el ámbito específico del reportaje. Usted ha leído a través de nuestro diario las declaraciones de los tres sacerdotes cordobeses. Si mal no apreciamos, en cada uno de ellos se nota una autocrítica honesta y sincera. Uno de ellos afirma que podría haber en la iglesia –y muchos lo dicen también- una desubicación y un atraso de la institución, en lo que respecta a la captación de los procesos sociales que vive el mundo y nuestro país en particular. Usted ha escrito con verdadera pasión, sobre todo cuando aborda la problemática social. Además, notamos, que al Sábato escritor lo inquieta y lo preocupa el hombre religioso. Queremos saber esto: ¿Cree que la iglesia argentina está desubicada y atrasada frente al cuadro social y económico? Sábato: Bueno, ya en las cosas que he dicho anteriormente creo que está respondido en gran parte esto. Ahora bien, repito, creo que sí. No quiero decir que toda la iglesia, la comunidad que instituye la iglesia esté desubicada. Personalmente conozco una cantidad de sacerdotes y hasta miembros de la jerarquía que están perfectamente ubicados en el momento actual y creo que esas personas que están dentro de la iglesia, en esa posición que yo juzgo positiva y progresista, en definitiva, serán los que van a producir el gran cambio que la iglesia argentina está requiriendo. De modo que, cuando hablamos de desubicación, no debemos bajo pena de ser sumamente injustos, hablar de desubicación de la iglesia en su totalidad. Sino, tal vez de la posición hasta ahora más o menos oficial de la iglesia. Yo creo que en ese sentido es más un mal que un bien que el catolicismo sea una religión oficial, por decirlo así. El oficialismo siempre es algo corruptor y, particularmente, en lo que se refiere a los valores espirituales. Es muy importante una libertad, una independencia de las fuerzas materiales, de las fuerzas estatales. Creo que la iglesia va a salir ganando, saldría ganando, si se desprendiese de sus vínculos materiales y espirituales con el poder temporal. Los que intuyen la necesidad del cambio Pregunta: Sábato, Ud. acaba de hablar de oficialismo de la iglesia. ¿Dónde situaría esa forma de oficialismo de la iglesia? ¿es el producto de una conducción equívoca o sería una inclinación histórica, natural de la iglesia por haber sido la religión oficial de nuestro país? Sábato: es en parte un problema histórico de la iglesia que arrastra desde la época en que el cristianismo se hizo oficial en el imperio romano. En su época heroica, primitiva, claro que el problema era totalmente distinto. En el momento que la iglesia se alía al poder, incluso, llega a ser decisiva su influencia sobre el poder temporal, empieza este problema que creo que ahora concluye. Es decir, creo que ahora estamos en otra gran encrucijada histórica, como fue la encrucijada en la época de Constantino. Ahora estamos en otra encrucijada histórica en que la iglesia, me parece a mi, tiene un dilema de hierro: o sigue fijada a las estructuras dominantes, de las que alguna manera forma parte, o comprende su misión frente a lo que podemos llamar, en un sentido muy genérico, el pueblo. Yo creo que hay muchas personas, muchos sacerdotes, en la iglesia católica que piensan como yo, que esta segunda alternativa es la decisiva y la positiva para la iglesia en su relación con la comunidad. El anticlericalismo de barrio Pregunta: Sábato, no quisiéramos desaprovechar esta oportunidad sin abordar un capítulo que usted lo trata en su obra “Hombres y engranajes”. El teólogo católico Gaido de Córdoba, al analizar toda

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la problemática del hombre actual, nos habla de un hombre moderno y un mundo moderno. Naturalmente, el se refiere a esta sociedad que acusa los embates de la ciencia y de la técnica. Entre hombre y mundo, Gaido insinúa que la iglesia debe asumir al hombre plenamente y su mundo, sin que exista desconfianza y temor. ¿Usted cree que esa es la actitud correcta de la iglesia frente al hombre moderno? Sábato: Este es un tema de vastas implicaciones filosóficas. Yo no sé si he entendido bien el planteo del P. Gaido en la forma más cabal. Yo diré lo que pienso al respecto. Creo que con respecto al hombre moderno, lo que se puede llamar “hombre moderno”, hay dos actitudes: una la del endiosamiento de lo que podemos llamar, la modernidad, cuya característica esencial podría estar dada por el espíritu científico. Para este concepto popular, muy vulgarizado, lo moderno es lo científico. Entonces estar contra el hombre moderno es estar contra la ciencia. Muy a menudo se ha acusado a la iglesia de estar contra el hombre moderno porque se la ha tildado de oscurantista. De defender los valores pre-científicos. Una actitud pre-renacentista, digamos, medieval. Muy a menudo eso ha sido motivo de grandes discusiones y también de pequeñas discusiones entre anticlericales de barrio. La otra actitud es la de la iglesia que ha asumido plenamente la defensa de la ciencia moderna, incluso han existido papas eminentes que se han pronunciado directa y claramente a favor del desarrollo científico. El hombre moderno y la ciencia Pregunta: Al hacer usted esta distinción ¿Qué es lo que pretende insinuar, Sábato? Sábato: Yo creo que acá hay que aclarar una cosa muy importante. Creo que lo decisivo en esta gran crisis total que está viviendo la humanidad, es reconocer lo que el pensamiento moderno y científico tuvo de positivo, y ese elemento, debe ser incorporado a una nueva síntesis dialéctica en el futuro; pero hay que ponerse en guardia contra lo que el pensamiento científico tuvo y tiene de fetichista y de superficial. Sobre todo, cuando pretende resolver todos los problemas físicos y metafísicos del hombre. Yo creo, que en suma, lo que tiene que hacer el pensamiento más genuino contemporáneo, es una síntesis dialéctica y pienso, que en ese sentido, la iglesia no puede estar ausente de esta síntesis. Tiene que tomar lo que de la modernidad tuvo de positivo, reivindicar al hombre concreto de carne y hueso, que el espíritu científico terminó por alienar en forma total. Y, es precisamente, las diversas maneras de filosofía existencial –entre la que hubo pensadores cristianos eminentes- y personalista las que tienen que realizar esta síntesis, y creo que, la iglesia debe estar en esta posición. No se trata de una mera negación del hombre moderno pero tampoco de una mera aceptación del hombre moderno sin luchar por esta síntesis moderna. Los sistemas que se derrumban Pregunta: Sábato, usted se ha referido al problema visto universalmente. Ahora nosotros queremos preguntarle sobre como se presenta ese esquema en nuestro país y como se comporta la iglesia. ¿Si su movilización tras ese hombre moderno es positiva o no? Sábato: Yo he tenido contactos con los miembros de la iglesia argentina, sobre todo en la juventud, que me parecen muy bien situados frente a ese problema. Están en la posición de un nuevo humanismo que implica el reconocimiento de que estamos en el fin de un sistema económico; en el advenimiento de otro más justo socialmente y que, además, une a ese reconocimiento puramente económico, la idea que debe rescatarse al hombre integral frente a una sociedad tecnolátrica. Pienso que hay muchos jóvenes de la iglesia católica que están situados en forma ejemplar. Pregunta: ¿Y en cuanto al clero católico? Sábato: En cuanto a su clero, también he hablado, a veces, con sacerdotes jóvenes y me he impresionado de la misma forma. No puedo decir que esa sea la posición de la iglesia en general, por el contrario, muchas veces me he encontrado que la iglesia en estos países está adherida a instituciones o poderes que evidentemente están en crisis. ¿Una iglesia sin diálogo en la Argentina? Pregunta: la iglesia desde que el extinto papa Juan XXIII asumiera la conducción de su nave, entró en lo que se ha dado en llamar el proceso de reformas. Se ha dicho que esa es la nueva iglesia. La iglesia de la reforma. La iglesia del diálogo. La iglesia ubicada en la historia. Preguntamos: ¿Considera que la iglesia argentina es una iglesia que está en diálogo?

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Sábato: yo creo que por el momento no lo está. Hay motivos para pensar que comienza esa posibilidad de diálogo. Esto que acabo de decirles, sobre mis propias experiencias con católicos militantes, especialmente de la juventud revela que hay dentro de la iglesia fuerzas vitales que ya están realizando lo que Juan XXIII con una clarividencia notable, ha promovido desde su papado. Pero falta mucho camino por recorrer. Sin embargo, tengo la impresión, que es más fácil dialogar en este momento con algunos miembros jóvenes de la iglesia católica que, por ejemplo, con lo que podríamos llamar la jerarquía y los organismos oficiales de ciertas fuerzas de izquierda, que siguen una posición dogmática y que de alguna manera se niegan a dialogar sustituyendo el insulto y el anatema por el diálogo que debe ser el signo de este tiempo de crisis. No olvidemos que crisis, quiere decir, etimológicamente enjuiciamiento, y está de crisis significa que estamos enjuiciando todo y para enjuiciar tenemos que dialogar. El diálogo entre las ideologías Pregunta: Usted ha puesto demasiado énfasis en la importancia del diálogo. Vamos a formularle una pregunta referida al diálogo y que en este país resulta a veces un chiste de mal gusto. Pensamos que no puede haber diálogo sin honestidad y franqueza. Por ejemplo, si un marxista conoce a alguien que le dice que está leyendo San Agustín, arranca del marxista una sonrisa irónica o de estarlo “sobrando”. Por el contrario, si un ciudadano, tiene libros de marxismo en su casa, traduce temor de que se sepa. Vive con una psicosis policial permanente. ¿Por qué esos extremismos y esos sectarismos en las dos puntas? Sábato: Leer a Marx o tener libros de Marx en esta época y en estos países, sobre todo periféricos que suelen ser con respecto al capitalismo más papistas que el papa, tener libros de Marx o hablar de Marx implica que automáticamente uno sea calificado de comunista, en el sentido que se da a esa palabra en los Estados Unidos. A pesar de esta ilustre especie de inquisición anticomunista, como era lo del senador Mc Carthy. Aquí yo conozco, y no voy a decir quien es, porque sería desagradable, he tenido oportunidad de hablar con un cura joven en una audición de televisión y me decía que él y otros treinta y tantos sacerdotes jóvenes de Buenos Aires, estaban calificados por el S.I.D.E de comunistas. Estaban anotados en el registro de S.I.D.E como comunistas, esto es característico. Yo conozco algunos jóvenes católicos, insospechablemente católicos, que tienen un gran conocimiento de Marx, y que lo consideran, con razón, uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo. Por el otro lado, y para responder a la pregunta en forma total, es cierto que, si una persona que se considera de izquierda para emplear esta palabra tan equívoca, es decir una persona que cree en la justicia social, lee por ejemplo a San Agustín arranca una sonrisa de suficiencia, de ironía o de menosprecio por parte de la izquierda, y particularmente de la izquierda marxista. Este es otro hecho cierto. Nos está revelando qué difícil es el diálogo. Por un lado macartismo y por el lado de los comunistas la total ceguera, la total negativa al diálogo. La total negativa de que pueda de alguna manera superarse los dilemas filosóficos que hemos tenido hasta el presente, es decir, la creencia en el valor absoluto del marxismo; se olvidan que la dialéctica que ellos tanto invocan, se basa en el hecho que no hay nada terminado, que todo está haciéndose, y que, incluso, habría que pensar en el marxismo. Efectivamente, me pasa eso. A mí personalmente me sucede eso. Por supuesto que yo leo a San Agustín y a grandes pensadores católicos, como Mounnier, Lebret, y no solamente he arrancado la sonrisa de estos caballeros, sino la diatriba y el insulto. El marxismo de los marxistas Pregunta: ¿Y a qué atribuiría esta condición? Sábato: Tal vez se deba esto a que mientras la iglesia católica no tiene una filosofía oficial, digamos así, porque va desde un racionalismo de Santo Tomás hasta el existencialismo de San Agustín o de un Marcel –excepto los dogmas- no tiene una filosofía oficial, no hay esa rigidez escolástica, que en cambio, encontramos en este marxismo de tercera mano que es el marxismo de lo que podríamos llamar la iglesia marxista actual. Endurecido, escolástico, sobre todo a partir del estalinismo en Rusia, convertido en un conjunto de dogmas inapelables, que probablemente, ya hubiera despertado, no diga la sonrisa sino el desprecio del pensador llamado Carlos Marx. Declaraciones que son históricas

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Pregunta: Esto llega a su fin Sábato. La publicación de los tres reportajes que han dado lugar a esta serie de notas que hemos hecho en Buenos Aires, han escandalizado a ciertos sectores del catolicismo, y de los que no lo son. Queremos recoger de usted dos impresiones: 1) que importancia le asigna a que el catolicismo haga opinión pública, como la hacen todos, y 2) si es positivo o negativo para la iglesia que sus sacerdotes hablen de problemas que no son los que habitualmente ellos abordan desde los lugares donde ejercitan su ministerio? Sábato: Creo que es un acontecimiento histórico. En cuanto a lo que se llama escándalo o desorientación, yo diría que es un estado de discusión. Es decir, se ha puesto en tela de juicio y sobre el tapete, cosas fundamentales, para el presente y el porvenir de la iglesia y de la humanidad. Si algunos consideran que esto es desorientación, lo ven así, en la medida en que les gusta estar cómodamente sentados sobre los lugares comunes. Claro que cuando en un sistema de lugares comunes una persona viene a decir lo contrario, “desorienta”. Pero ¿Qué quiere decir esto de desorientar? Esta es una manera falaz de plantear el problema. Lo que hace replantear la cosa básica en sus términos más agudo y creo que en este sentido las declaraciones de los tres sacerdotes son históricas. Lamentaría que esto quedara reducido al ámbito de Córdoba, porque esto es algo que merece que todo el país lo conozca. Periodista: Muy amable, Sábato. En recuadros: Un nombre y un hombre discutido Pregunta: Ernesto Sábato como escritor es un nombre y un hombre discutido. No tanto por esto, sino por razones más serias es que hemos querido auscultar su opinión, en un problema que hoy está siendo debatido en Córdoba y en algún otro lugar del país. Nos referimos a tres reportajes a que fueron sometidos unos sacerdotes católicos de uno de los seminarios más seculares de la república. Usted los ha leído Sábato, incluso, los ha comentado. Antes que entremos en el meollo de estos polémicos interviús, deseamos que nos explique lo que usted entiende por superación de estrecheces entre católicos y marxistas que hemos leído en un semanario que publicó su opinión hace un tiempo. Sábato: Soy una persona independiente que alternativamente soy juzgado por comunista de parte de los reaccionarios, y como reaccionario de parte de los comunistas. Ahora mismo, a raíz de la publicación de mi libro “El escritor y sus fantasmas”, los comunistas han desatado una campaña contra mi y contra mis libros, porque allí, como en otra obra -“Hombre y engranajes”- defiendo al hombre concreto contra la alienación tecnolátrica. Y porque sostengo que si bien Marx vio muy bien uno de los factores de la alienación (el servilismo económico de la explotación del hombre por el hombre en el régimen capitalista), no vio, en cambio, la que proviene de una sobre valoración de la ciencia y la máquina. Razón por la cual el hombre-instrumento, el hombre-engranaje, se lo ve casi con los mismos atributos en la Norteamérica de Wall Street como en la Rusia de los Soviets. El dilema de los pueblos miserables Pregunta: Aunque parece que nos evadimos de la pregunta creemos que es importante ahondar este tema. ¿No cree Sábato, que al atacar a ambos bloques su posición se estrecha un poco? Sábato: No, no hay estrecheces, voy a completar mi pensamiento. Creo que en ambos, capitalismo y socialismo soviético impera el mismo fetichismo cientificista y la misma creencia (grotesca) en la Ciencia, con mayúsculas, en la que al parecer, va a resolver todos los males físicos y metafísicos de la criatura humana. Pero dejando de lado ese vasto problema de trascendencia metafísica, queda el urgente y actual problema de la justicia social y de los pueblos miserables, que exige toda nuestra atención y del que no podemos desentendernos con el pretexto hipócrita de desavenencias filosóficas de largo alcance. Se trata en suma, de saber si estamos a favor o en contra de la explotación, por ejemplo, de mineros bolivianos. Yo estoy en contra. Y aquí es donde los reaccionarios me tildan de comunista. Defender hoy el capitalismo de Wall Street solo puede ser objeto de los capitalistas, de los tontos, de los cobardes que temen cualquier cambio, de los mezquinos que no quieren perder ninguna de sus comodidades. Fuera de esos caballeros, los demás, pensamos que esto toca a su fin, y que, en una forma u otra habrá que llegar de alguna manera al socialismo. La iglesia no puede faltar

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Pregunta: Usted acaba de darnos un punto de apoyo para interrogarlo sobre algo que pensábamos mientras hablaba. Usted analiza una coyuntura y plantea una especie de simbiosis absurda. La iglesia es uno de los temas que deseamos conversar con usted. En todo el inagotable esquema, la religión, lo religioso, es atenazado en el campo de las ideologías. ¿Cómo la sitúa o la detecta a esa iglesia, en caso de producirse el cambio? Sábato: La iglesia no puede estar, sin grave escándalo, del lado de los explotadores de indios o negros. ¿Entonces? Pongámonos todos juntos para esto, después veremos. Particularmente, yo comparto la posición del pensador católico Emmanuel Mounnier, del personalismo, que propone marchar hacia la comunidad de personas y no hacia una maquinaria de seres humanos. Miércoles 20 de mayo de 1964, Página 3 Habla el obispo auxiliar Un análisis de la opinión pública a propósito de tres reportajes • El hombre de hoy quiere ver signos sensibles y externos de la presencia de Dios en su iglesia. • El estado del mundo actual ha creado una nueva situación en la vida externa e interna de la iglesia. • Dice el obispo auxiliar, al final: “Mirad cómo se aman”; todo un programa: los invito. El obispo auxiliar y vicario general de la Arquidiócesis de Córdoba, monseñor doctor Enrique Angelelli, ha entregado para su publicidad una importante declaración relacionada primordialmente con los reportajes que “Córdoba” hiciera a los RR.PP. Vaudagna, Dellaferrera y Gaido. La singular significación de este documento nos señala el deber de su publicación “in extenso”. Reflexiones Hubiese preferido guardar silencio, porque es el pastor de la arquidiócesis quien tiene primordialmente, el derecho de dar a sus fieles la palabra que orienta y enseña. Pero por voluntad expresa del mismo pastor, debo decir una palabra, que dice relación directa con el reportaje de los tres sacerdotes aparecidos en un vespertino de nuestra ciudad. No tiene el alcance de una exhortación pastoral, ni de documento oficial, sino la humilde pretensión de unas reflexiones, que en este momento de la vida de la arquidiócesis, es conveniente hacer. Soy consciente, por otra parte, de la responsabilidad que las mismas significan, la interpretación que de las mismas se hará de acuerdo al ángulo desde donde se las examine. Desde ya, esta responsabilidad la asumo como obispo de la iglesia, colaborador inmediato de un hermano en el episcopado, pastor de esta iglesia particular de Córdoba, y como rector del seminario mayor en la que tengo la responsabilidad de ser padre de esta familia.

La reflexión del acontecimiento periodístico, suscitado por los mencionados sacerdotes reporteados, colaboradores míos en la tarea de conducir el seminario mayor, y la opinión pública en torno al mismo, me lleva a hacer las siguientes consideraciones: La iglesia en Concilio Una equivocación, en este momento, de valoración, de no captación de lo que es sustancial, podría tener consecuencias serias para el futuro; porque no se habría captado todo lo que la hora, en la que nos toca vivir, nos impone, ni la realidad de una iglesia que está en estado de Concilio, para rejuvenecerse, actualizarse, y aparecer ante el mundo como el “sacramento de Dios”, mostrándole el rostro evangélico de Cristo. “Miramos nuestro tiempo y sus manifestaciones distintas y contradictorias, con una gran simpatía y un inmenso deseo de presentar a los hombres de hoy el mensaje de amor, de salvación y de esperanza que Cristo ha traído al mundo...” (Discurso de apertura de la segunda sesión del Concilio. Pablo VI).

La iglesia de aquí abajo es una iglesia peregrinante, marcha hacia su destino y perfección. Es un inmenso pueblo que trashuma de la tierra al cielo. Está hecha de todos los que se encuentran en un pueblo, santos y pecadores, sabios e incultos, ricos y pobres, tradiciones venerables y rutinas paralizantes, una pátina admirable y manchas insoportables. Por lo cual Juan XXIII ha llamado a toda

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la iglesia a rejuvenecerse, y ha reunido a un Concilio a fin de establecer los principios y las formas de una renovación de la iglesia para nuestro tiempo. La iglesia y los interrogantes del hombre moderno “La palabra de Dios sigue dirigiéndose al hombre de hoy tal como la iglesia la propone en su integridad, revelándose su propio misterio y al mismo tiempo descubriéndole el misterio divino. Es preciso pues, utilizar la lengua, los signos y los modos de pensamiento, de las mentalidades y de las culturas, si se quiere ser entendido por quienes están plenamente impregnados por ellos. Es preciso descubrir también la innegable riqueza de la vida del niño, del adolescente, del joven, del adulto y del anciano, del rural y del hombre de la ciudad, del obrero manual y del intelectual, para que en cada uno, la palabra de Dios aparezca como una abertura a sus problemas, una respuesta a sus preguntas, una expansión de sus valores, al mismo tiempo que como la satisfacción más profunda a sus aspiraciones, en una palabra, como el sentido de su existencia y la significación de su vida. A través del rostro de la iglesia hay que descubrir la persona de Cristo y a los hombres de hoy, a la vez tan preciados de sí mismos y tan deseosos de justicia, de libertad y de paz, tan deseosos de descubrir a los verdaderos hermanos, si saben que todos son hijos del mismo padre. Estos son los graves problemas que se plantean hoy a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a los laicos. ¿Cómo hablar de Dios al hombre de hoy, a lo largo de las etapas sucesivas de su vida? ¿Qué revisión del lenguaje es preciso realizar para que este mensaje no quede reservado a los iniciados, sino que sea intangible a todos? ¿Qué medio de expresión es preciso emplear para esos inmensos grupos humanos que ignoran a Cristo, aún en países de rancias cristiandades, descubran su rostro? ¿Cómo hacer la mentalidad moderna permeable al evangelio, hacer desear a su sensibilidad la realidad de la fe, y descubrirla al misterio de su inteligencia? ¿Cómo hacer escuchar la palabra de Dios, para que sea asimilada, para que se convierta, para que se descubra a Dios y se encamine hacia él? ¿Para que lleguen a Jesucristo que es “nuestro principio, nuestro camino y nuestra vida, nuestra esperanza y nuestro fin”? (Carta del Secretariado de Estado del Vaticano al Congreso Nacional francés de enseñanza religiosa, 4-4-64). Renovarse y rejuvenecerse La iglesia debe renovarse según el sentido bíblico. No donde el poder de Dios la funda y la hace existir, porque es absolutamente santo; sino donde ella responde a su Dios, con todo el esplendor y toda la miseria de una respuesta de hombre de carne y hueso, reunidos en masa para ir a Dios. En cada momento del tiempo y cada época de la historia es siempre necesaria esta conversión de la iglesia. Es aquí en este acto de conversión a su Dios que la iglesia se hace y permanece, fiel y santa. Juan XXIII ha recordado siempre esta necesidad de conversión, de penitencia y santificación. Entonces bebe en la fuente, recobra su juventud, se hace más hermosa que nunca. Y precisamente porque ella es la misión de Cristo prolongada por hombres entre los hombres, porque es en Jesucristo, responsable de la salvación del mundo, ella debe rehacerse a imagen de su Señor; la sierva a imagen del servidor, pronta a servir como Él ha servido, a entregarse como Él se entregó a través de la muerte con todos los suyos, a fin de llevarlos a la resurrección. La iglesia debe renovarse en su rostro, porque ella es “un signo levantado entre las naciones”, se la ve, se la mira y todo depende de este rostro que aparece y de lo que la humanidad reconoce en él. Debe estar despojada de los signos ambiguos; los apóstoles y los discípulos creyeron porque vieron “nosotros hemos visto y hemos creído”, por tanto no nos extrañe que el hombre de hoy quiera ver signos sensibles y externos de la presencia de Dios en su iglesia.

Nos dice Pablo VI: “no fue otra nuestra intención cuando al amanecer de este año iniciamos nuestra peregrinación para visitar y venerar los lugares y santuarios de Tierra Santa. Allí, en efecto, “con toda humildad y entre lágrimas” pedimos al Señor que los fieles de la familia cristiana participen de la gracia celestial y en ella se renueven interiormente, revistiéndose “del hombre nuevo”, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad; allí pedimos que los hombres de nuestro tiempo sean eficazmente invitados a conocer mejor “el sentido de Cristo” con el empleo de métodos adecuados, con los que sean íntimamente penetrados por la luz del evangelio y se acerquen sinceramente al infalible magisterio de la iglesia; allí rezamos para conseguir una segura aproximación hacia la recomposición de la unidad de nuestros hermanos cristianos, todavía de nosotros dolorosamente separados... Y exhortaremos cada vez más a nuestros hijos amadísimos del clero y del laicado con el fin de que consientes de su propia dignidad, se dediquen ellos mismos y sus propios recursos a reforzar establemente aquí en la tierra el reino de Cristo... En esta fase de diligente

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preparación (del Concilio) todos los fieles deben acompañar en las comunes tareas con sus oraciones y con voluntarios actos de penitencia y deben ser instruidos sobres los temas del Concilio con oportunas iniciativas, especialmente por medio de la prensa y de adecuadas instrucciones...” (Carta apostólica, 30 de abril de 1964). El obispo y la comunidad diocesana La iglesia necesita para el ejercicio de su misión conocer los problemas, las necesidades, aspiraciones, estados de espíritu, las nuevas ideas, y las fuerzas nuevas del mundo de su tiempo. La iglesia como portadora del fermento evangélico para ser operante, ha de actuar dentro, no fuera de la masa, y actuar con la fuerza del espíritu y de la gracia, con ideas no con presiones, entablando un diálogo de madre y maestra con las almas y con el mundo. Para entablar este diálogo de servicio la iglesia necesita saber lo que el mundo quiere y lo que el mundo espera de ella. “Ni las palabra ni el tiempo son suficientes para decirnos a nosotros mismos la plenitud de este momento”. “Hoy la naturaleza de la iglesia nos parece más rica, más profunda, más estupenda; su misión más llena de presagio, más atormentada, más cargada de deberes evangélicos que de derechos históricos” (Pablo VI). Ahora bien todo lo social, todo lo humano, es vehículo de gracia o de pecado. La mezcla de lo humano y lo cristiano en la vida de los hombres, hace muy compleja la tarea del obispo. Algunos se extrañan de sus intervenciones, otros no las comprenden, otros la aplauden; unos quieren que el obispo no intervenga, otros quieren que tome posiciones temporales. El obispo sufre ante las decisiones a tomar y ante las decisiones tomadas; estas últimas no son siempre comprendidas. El obispo está consagrado continuamente y su fidelidad presupone grandes desgarraduras. Para que el obispo pueda ser misionero con su diócesis, porque no puede serlo solo, y pueda poner en movimiento apostólico a sacerdotes, religiosos, religiosas, y fieles es necesario que clero y laicado le ayuden a pensar y realizar, teniendo él la decisión, después de haber escuchado a su comunidad diocesana, a través de los organismos eclesiásticos y apostólicos y de quienes por su competencia personal, en determinadas cuestiones, le aporten medios y luz, para que las decisiones sean fructíferas. De aquí surge, la gran responsabilidad que tiene toda la comunidad diocesana, dentro de una lógica gradación en esa misma responsabilidad, de aportar al obispo todos los elementos de juicio, los hechos y la problemática actual de la diócesis en sus dimensiones reales y objetivas, a fin de que el obispo no corra el riesgo de equivocarse al asumir las determinaciones. Tanto para sus inmediatos colaboradores como para los simples bautizados, no sería auténtica fidelidad al obispo si se le hiciese junto a él silencios y omisiones, de la verdadera realidad de su diócesis, o se usase del cálculo humano para que el obispo no encontrase el camino para llegar eficazmente, como padre, pastor y servidor de la comunidad diocesana a su clero, a sus religiosos y religiosas, a sus laicos, a los que están más alejados, a su pueblo. Si esto sucediese, correría grave riesgo la eficacia de su misión pastoral. Dos obispos podemos fácilmente engañarnos de la real y verdadera dimensión humana y cristiana de la diócesis, porque la complejidad de los problemas humanos y pastorales, no le es posible abarcarlos a un hombre en su plenitud. Por eso debemos bendecir al Señor, cuando en toda diócesis, como prueba de fidelidad, llegan al obispo auténticas voces y se entablan diálogos, que movidos por entrañas de hijos para con el padre, no lo quieren dejar solo con la tremenda responsabilidad de gobernar a su iglesia, en la que ha sido colocado por el Espíritu Santo. Diálogo y opinión pública Hablamos mucho de diálogo y estamos convencidos de que es muy necesario, pero no nos olvidemos que es una actitud difícil. Supone –humildad, respeto en la libertad, caridad-. No puede haber diálogo auténtico cuando uno de los posibles interlocutores está persuadido soberbiamente de que él posee toda la verdad, y la verdad para siempre y en todo. El diálogo supone el elemental acto de humildad, de que también el otro interlocutor puede enseñarme algo, si quiera sea accidental o secundario. La falta de libertad es otro impedimento de todo diálogo fecundo. Lo mismo si quien habla no se siente interiormente con libertad para expresar su pensamiento, como si alguien trata de impedir el pensamiento de los demás coercitivamente. La cordialidad es, al fin, el único clima en que el diálogo puede desarrollarse a sus anchas y con seguridad de frutos. Cuando esa cordialidad tiene raíces sobrenaturales, es una forma más de la caridad. Indudablemente que el estado del mundo ha creado una nueva situación en la vida interna y externa de la iglesia, y es natural que el mismo concilio la tenga presente y la resonancia y el impacto

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que esta situación causa en la opinión pública para su tarea de actualización. Por ello la iglesia quiere y necesita conseguir y mantener un diálogo, una comprensión, una confianza y unos servicios a la opinión pública. Esta visión socio-religiosa, pastoral y ecuménica de la iglesia late en las conciencias de los padres conciliares para poder servir mejor al mundo y potenciar su acción pastoral. Lo que importa es que la opinión pública comprenda con exactitud y profundidad la naturaleza, los fines y el alcance sobrenatural y social del concilio en el orden religioso y moral; en definitiva que comprenda con exactitud lo que significa toda la realidad de una iglesia en Concilio. Los tres reportajes Han transcurrido más de 15 días de este hecho periodístico; movido solamente por el amor y la fidelidad a la iglesia, con todo lo que ella encierra de contenido esencial; por la fidelidad que importa a mi condición de obispo auxiliar de esta arquidiócesis de Córdoba; lo que puede significar mi humilde palabra en un momento delicado, por cierto superable, si sabemos tratarlo, y solamente así lo debemos tratar, con actitudes cristianas, descubriendo todo lo que tiene de positivo, dejando de lado las posturas personales, donde se puedan encubrir egoísmos y apasionamientos; teniendo presente solo el bien de la comunidad diocesana, los valores espirituales y el bien de las almas que están en juego, formula estas conclusiones: 1. Tienen sobrada explicación las distintas reacciones suscitadas en torno a los reportajes

periodísticos, porque se han tocado personas, instituciones, y asuntos que están muy metidos en el corazón de Córdoba, indudablemente tanto los que se pronuncian a favor como los que se pronuncian en contra, presentan elementos de juicio dignos de ser tenidos en cuenta para una reflexión serena, justa, equilibrada y caritativa.

2. Durante estos días, en los cuales la opinión pública ha debatido los reportajes, se han escrito cartas, se han hecho manifestaciones públicas y se han usado expresiones que han colaborado ha crear un clima de desorientación; pero hay algunas de esas expresiones que por su contenido frente a la iglesia son graves, como por ejemplo: cisma, herejía, desobediencia y rebelión a la legítima autoridad eclesiástica de Córdoba. Se impone decir una palabra que signifique llevar tranquilidad a los fieles y a la vez postura de fidelidad de la misma comunidad diocesana. No existe en la arquidiócesis ni cisma, ni herejía, ni rebelión contra la legítima autoridad del pastor de la iglesia cordobesa, puesto por el Espíritu Santo para apacentarla. Esta afirmación la hacemos en forma categórica asumiendo la responsabilidad de lo que ella significa. De manera que hago un llamado, como partícipe del gobierno eclesiástico, por legítima delegación, a que no se sigan usando medios de difusión, la cátedra, aún la sagrada, para ahondar la confusión, la desorientación por parte de ambas posturas distintas, sobre el mismo objeto, que es la iglesia. Y si se los utiliza, que sirvan para esclarecer de acuerdo a auténtica doctrina católica y a una seria información de personas y hechos. En lo que toca a la cátedra sagrada, anúnciese la palabra de Dios a los fieles sin mezclarla con criterios puramente humanos y personales, que hagan palidecer el contenido revelado o lo adulteren; teniendo siempre presente que la cátedra sagrada debe significar para los fieles luz y no tinieblas, porque redundaría en detrimento del pueblo fiel. Quienes tienen el delicado ministerio de anunciar la palabra de Dios, por legítima delegación de sus pastores, los hacemos responsables del cumplimiento de este sagrado ministerio en esta hora de vida de la iglesia cordobesa.

3. Tanto las opiniones como las afirmaciones, deben estar reguladas por una gran serenidad de mente, aquietada toda pasión, honradez intelectual, con prudencia y caridad, con libertad interior, sin herir al otro por su modo de pensar diferente, queriéndole imponer los propios criterios personales, no aventurar opiniones sin fundamento; estar dispuesto a aprender lo que es capaz de enseñarnos con delicadeza y honradez. Que la opinión pública sea madura en torno al tema sobre la iglesia, es derecho de todo bautizado que no podemos quitárselo, debiéndolo utilizar movidos por un gran amor y búsqueda de la verdad, con gran caridad y sabiendo volcar todas sus inquietudes sanas y legítimas en bien de los demás. Lo que hemos de evitar es que la iglesia no sea instrumentada y manoseada por nadie. Tanto de afuera como de dentro de la misma con fines no eclesiales.

4. Todo lo que de dolor y sufrimiento puede haber significado para muchos, debemos comprenderlo y compartirlo toda la comunidad diocesana, dándole la debida dimensión cristiana y el valor redentivo que tiene todo sufrimiento para el bautizado.

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5. Si en el contenido doctrinal de los reportajes hubiese algo nocivo para la doctrina católica, no lo podríamos aprobar. La oportunidad o inoportunidad de los mismos; el medio de difusión empleado; la forma externa de presentación; la mayor o menor inteligibilidad de los términos y frases usados, etc., entra en la esfera de lo opinable. Respeto las razones emitidas en ambos sentidos por la opinión pública, y como obispo de una iglesia que defiende los derechos de la persona humana, exhorto a que todos respetemos esa legítima diversidad de opiniones.

6. A todos los que con jerarquía o sin ella en la sociedad, en estructuras no eclesiásticas, opinan sobre la iglesia, me veo obligado a hacer esta advertencia: la iglesia es una realidad compleja, no puede ser juzgada simplemente con la analogía de determinadas instituciones humanas. Uno de esos componentes esenciales es Dios mismo. Esto la hace inadecuada en todo encasillamiento en moldes humanos, a todo juicio puramente humano. Es misterio, por eso los ojos de la fe pueden captarla. Opinar sobre la iglesia, sí, pero opinar lo que ella es, según el plan de Dios, con su estructura como cuerpo visible y organizado.

7. Algo sobre el seminario. Es el corazón de la comunidad diocesana y el gran servicio al pueblo de Dios. El seminario de Córdoba no es ni rebelde ni está imbuido de un espíritu que desdiga de lo sacerdotal ni de lo que la iglesia le exige hoy al sacerdote. Está orientado según las normas que la sede apostólica y las de su pastor en la arquidiócesis. Los tres sacerdotes reporteados pertenecen a nuestro seminario; de su integridad sacerdotal, de su amor a la iglesia, de su fidelidad, de su limpieza de intenciones, de su seriedad intelectual, moral y espiritual damos público testimonio. Testimonio no sólo de ellos, sino del resto de los sacerdotes que puestos por voluntad del pastor tienen la difícil tarea de entregarle cada año a la iglesia de Córdoba y otras iglesias particulares de la patria sus sacerdotes. Las múltiples, repetidas, y recientes manifestaciones de confianza del señor arzobispo a superiores, profesores, seminaristas, soy testigo de todo ello, respaldan conductas sacerdotales y la seriedad de la labor de una casa de formación eclesiástica.

8. Un llamado. Clero, religiosos y laicado, con el pastor a la cabeza y junto a él, debemos abrir el alma de esta comunidad diocesana y humildemente saber decirle a tantos hermanos cordobeses, perdón, si los hemos escandalizado con actitudes poco cristianas; debemos aprender la lección que este acontecimiento vivido en Córdoba nos enseña. Si la iglesia en Concilio se revisa, se actualiza, se rejuvenece, quiere ser más evangélica, abierta al mundo “no para dominarlo sino para servirlo”, esta iglesia de Córdoba es parte de la misma iglesia de Jesucristo, y por lo tanto también es iglesia en concilio. Ahora bien, reformarse, actualizarse, rejuvenecerse, presentar un rostro más evangélico supone un compromiso grave, porque es exigencia de vida, y no podemos trepidar en asumir este compromiso, hoy mismo, y comenzar a cambiar toda postura y actitudes vitales que no respondan genuinamente al evangelio.

Concluimos: quizás cuando estos acontecimientos se vean con perspectiva de tiempo y de

distancia, y las cosas, las personas, las afirmaciones, los procederes y actitudes personales e institucionales, cobren la medida exacta y su cabal ubicación, no se tenga que decir al Señor: ¡perdón porque me equivoqué! no supe ver; no fue un testimonio cristiano mis actitudes; no supe descubrir lo que la hora me exigía, lo que la iglesia me reclamaba. Por eso, pedirle perdón al hombre de por qué lo defraudamos cuando no le presentamos un testimonio vivido de Cristo; decirle que somos pecadores, con humildad de corazón; poderle mostrar donde está Cristo y su iglesia; caminando juntos; dialogando fraternalmente; ayudándole a ver, sirviendo; siéndole noble y fiel; esto engrandece, esto es Concilio, esto es Evangelio. “Mirad como se aman”: Todo un programa, los invito. Firmado: Enrique Angelelli, obispo auxiliar y vicario general. Córdoba, 18 de mayo de 1964. Jueves 28 de mayo de 1964, p. 3. Epílogo de un vigoroso movimiento de iglesia Las declaraciones formuladas a través de este diario por tres sacerdotes de la arquidiócesis de Córdoba, produjeron en su momento una honda inquietud en los sectores de opinión católica. Esa inquietud se transfirió a las esferas netamente eclesiásticas, donde se efectuaron múltiples

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interpretaciones. Hubo apoyo de sacerdotes y laicos a lo que se llamó “postura vital de tres sacerdotes”, que epilogó, incluso, con una declaración pública que la firmaron treinta clérigos de nuestro medio. Pero también se levantaron voces de censura que solicitaron inmediatas sanciones, para los padres Vaudagna, Gaido, y Dellaferrera. Se calificó por estos sectores de la opinión católica como rebeldes e inoportunas las declaraciones de las personas aludidas. Así las cosas siguieron su curso. A poco más de quince días de la publicación de las notas, el arzobispado de Córdoba anunció el arribo del Nuncio apostólico en la Argentina, Monseñor Humberto Mozzoni, a Córdoba para participar de reuniones con todo el clero regular y seglar de la provincia. Las reuniones La primera reunión con el Nuncio fue dispuesta para el 22 de mayo. El mal tiempo no permitió la llegada del avión que conducía al representante diplomático a Córdoba. No obstante, ese mismo día a las 15, en el seminario mayor de Loreto, bajo la presidencia del Arzobispo, monseñor Ramón Castellano, se concretó la asamblea. De lo acontecido no se suministró información oficial. Datos extraoficiales, confirmaron que, efectivamente, se trató la situación provocada por los reportajes y se analizó las presuntas acusaciones de que si había o no desobediencia, de si existía rebelión o alzamiento a la jerarquía, etc. El tema, al parecer, fue ampliamente debatido. Finalmente hubo acuerdo para trasladar la definición de la cuestión hasta la próxima reunión en la que estaría presente el Nuncio apostólico. Llamó la atención, sin embargo, la presencia imprevista en Córdoba, del obispo de Avellaneda, monseñor Podestá, quien se mostró interesado en conocer el proceso suscitado en la iglesia de Córdoba. Las decisiones Monseñor Mozzoni llegó a Córdoba el mismo viernes a horas avanzadas de la noche. A partir del sábado 23 mantuvo entrevistas indistintamente con el arzobispo de Córdoba y el obispo de Avellaneda, en forma separada. También conversó con el obispo auxiliar y rector del seminario de Loreto, monseñor Enrique Angelelli. Pudo saberse, también, que el representante del Vaticano, cambió opiniones en forma personal con los sacerdotes reporteados y con otros sacerdotes del clero de la diócesis. El lunes 25 de mayo el nuncio presidió la reunión esperada en el seminario mayor. Esta se prolongó por el espacio de una hora y media. Tampoco se suministró información oficial sobre lo que allí ocurrió. Ciertamente que el tema principal sometido al análisis, fue el de los reportajes y si había o no falta de los que formularon estas declaraciones. Distintos sectores a los cuales consultó “Córdoba” –de sacerdotes, laicos y religiosos que estuvieron en esa asamblea- coincidieron en las siguientes pautas: 1) No han existido en los reportajes errores de forma o de fondo que puedan considerarse lesivos para la autoridad eclesiástica; 2) Tampoco existieron errores que contradigan las enseñanzas doctrinales de la iglesia; 3) No ha existido por parte de los tres sacerdotes, ni de los treinta restantes que los apoyaron, ni desacato, ni rebelión, ni desobediencia; 4) No se impusieron sanciones disciplinarias –por no existir causas-; 5) El nuncio apostólico no permitió el diálogo durante el transcurso de la reunión y pidió una ratificación de confianza por parte del clero cordobés al señor arzobispo; y 6) Solicitó en términos de exigencia, que tal postura se hiciera pública. Para ello, monseñor Mozzoni, creó conveniente y necesario que se redactara un documento para conocimiento de la opinión pública. Por otra parte se ha sabido que el diplomático del Vaticano obtuvo una clara visión del movimiento de iglesia que encarna una ponderable corriente sacerdotal de Córdoba y que, entre otras expresiones, tuvo eco en los reportajes que publicó nuestro diario. El comunicado Con respecto a la reunión del clero de Córdoba con el nuncio apostólico y su conclusión, el arzobispado distribuyó una declaración que la consignamos a continuación: Declaración del clero de la arquidiócesis “Al término de su asamblea realizada en la fecha, presidida por el señor nuncio apostólico, monseñor Humberto Mozzoni, el clero de la arquidiócesis de Córdoba dio la siguiente declaración: 1. El clero secular y regular de Córdoba, con su arzobispo y el obispo auxiliar, manifiesta su más

perfecta adhesión a todo lo que cree y sostiene la santa madre iglesia que vive, en su jerarquía y fieles, en estado de concilio, y renueva su filial devoción y fidelidad a SS Pablo VI.

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2. Ambos cleros secular y regular, con el obispo auxiliar monseñor Angelelli, manifiestan su total adhesión a su Exmo. Monseñor Ramón J. Castellano, al cual ratifican su reverencia y obediencia.

3. Deploran y rectifican todo aquello que ha herido la caridad cristiana o provocado división y confusión.

4. Expresan a sí mismo el sincero deseo de seguir trabajando con todas sus energías y posibilidades bajo las directivas del señor arzobispo.

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