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Universidad Autónoma ChapingoCentro Regional Universitario Centro Occidente
Maestría en Ciencias en Desarrollo Rural RegionaCurso: Crisis, Soberanía y Seguridad Alimentaria
Impartido por: Dra. Beatríz G. De la Tejera Hernández.Alumno: Hernández Robledo José Christian
Ensayo final
La dinámica de la acumulación capitalista en la región
zamorana a partir del cultivo de la fresa en el contexto del
sistema agroalimentario posfordista
A partir de la década de los setenta comenzó la caída del régimen fordista de producción a
nivel mundial, con las dificultades que presentó la sobreacumulación de capitales que no
encontraron una salida rentable dentro las fronteras nacionales que imponía el fordismo.
El fordismo, basado en el desarrollo industrial, expresó el desmoronamiento de sus bases
económica, política y social, y la urgente necesidad de una reestructuración a partir de los
setenta: las reservas de productividad comenzaron a agotarse (Hirsch, 2001), los excedentes
no encontraron lugar para realizarse y las crisis del sistema fueron (son) recurrentes
(Harvey, 2012); el desarrollo de las fuerzas productivas marcó el inicio de una nueva etapa
basada en el desarrollo tecnológico enfocado en la información y en los transportes, en un
marco donde no solamente se expresa el agotamiento de las capacidades de producción de
mercancías, sino que además se presenta en un entorno bajo el cual el desgaste ambiental
tiene un peso relevante en la necesaria reconfiguración o superación de un sistema
depredador.
La crisis de la década de los 70, explica Harvey (2012) fue resultado de una incapacidad de
reabsorción de excedentes producidos en tanto que la productividad comenzó a tener
reducciones relativas, que llevó al sistema a buscar opciones de superar dichas barreras,
entre ellas, el poderío de la clase trabajadora con una capacidad amplia de gestión que le
fue minada por la clase capitalista. Para Hirsch (2001) este fenómeno se expresa como un
agotamiento de las reservas de productividad que permitieron varias décadas de estabilidad
del modelo fordista, sin embargo, el resultado al que llegan ambos autores es el mismo: la
ofensiva contra la clase trabajadora para recuperar los niveles de rentabilidad y la
liberalización de los flujos del capital para buscar nuevos espacios de acumulación, lo que a
su vez implicó una necesaria reestructuración de la organización del trabajo basada en la
introducción de nuevas tecnologías de producción y comunicación, y la flexibilización de
las relaciones laborales.
Esta reorganización, también tuvo efectos contundentes en el sector agroalimentario, a
partir de los cuales se conformó un nuevo sistema agroalimentario mundial con nuevos
actores reformulados que le imprimen una dinámica particular a la agricultura mexicana y
michoacana, en general, y zamorana en particular.
El desarrollo de las contradicciones internas de este nuevo régimen agro alimentario
trajeron consigo una de las expresiones recientes del sistema capitalista mundial: la crisis
alimentaria en sus diversas fases desde 2008 hasta 2011, que, en sentido estricto, como lo
señala Rubio (2012) no son crisis económicas, pero en realidad expresan las condiciones de
desmoronamiento de un sistema agroalimentario que lleva a una gran disparidad en la
distribución de los alimentos y de los beneficios económicos, al agotamiento de los
recursos naturales y a la mayor explotación de los trabajadores y de las clases más bajas.
A continuación se hará una breve caracterización de este nuevo sistema agroalimentario
mundial y cómo dentro de él se desarrolla la acumulación capitalista a partir del cultivo de
la fresa zamorana durante las últimas décadas, con mayor énfasis en el corto periodo 2004-
2013, que marcó una profunda revolución tecnológica en el valle zamorano.
I. Características del sistema agroalimentario posfordista
La “revolución verde” es un ejemplo claro de la característica del sistema agroalimentario
durante el fordismo, que se basó en la extensión de los sistemas de monocultivo con un
paquete tecnológico determinado, fuertemente integrado por el uso de maquinaria y
diversos derivados químicos como fertilizantes, insecticidas y herbicidas.
Se trató del mayor esfuerzo de subsumir a la agricultura a la imagen y semejanza del
proceso fordista-taylorista de la industria, tratando de controlar la naturaleza y las
eventualidades de ésta a través del desarrollo de la ciencia aplicada a la agricultura, con el
objetivo de la producción en masa y estandarizada de productos agropecuarios para
satisfacción de la demanda mundial de alimentos, pero además, y como fin último, la
estabilización de la tasa ganancia a través de los incrementos de los niveles de
productividad que guardaba en su seno el régimen fordista para el sector agroalimentario.
Esta estrategia, que comenzó a inicios de los años cuarenta del siglo pasado en México, se
extendió durante las siguientes tres décadas por todo el mundo, en particular, en las zonas
del llamado tercer mundo, con la justificación de atacar los problemas del hambre. Sin
embargo, se trató de un proceso de dominación y de imposición de un modelo agrícola de
desarrollo para las economías subdesarrolladas, que Feder (1981) nombra como un
imperialismo agrícola que se caracteriza por un conjunto de mecanismos que generan una
mayor dependencia de los polos subdesarrollados a los desarrollados.
Se trató no solamente del dominio de los países desarrollados sobre los subdesarrollados,
sino también del proceso de desarrollo del dominio de la industria sobre la agricultura, para
que ésta última se adecuara a las exigencias de acumulación y circulación de capital de la
primera.
Con la crisis de los años setenta, que evidenció el agotamiento del régimen fordista a nivel
mundial, se realizó una paulatina transformación del sistema agroalimentario, con el
ascenso de nuevos actores y con la aparición de nuevos fenómenos, que llegan a su cenit
con la llamada crisis alimentaria del 2008 al 2011.
Rubio (Explotados y Excluídos, 2012) llama a este nuevo sistema como fase de desarrollo
agroexportadora neoliberal y orden agroalimentario neoliberal (Crisis Mundial y Soberanía
Alimentaria en América Latina, 2012), ambos como espacios analíticos complementarios
de una misma realidad, puesto que la primera aborda con mayor agudeza la relación
económica entre la agricultura y el resto de sectores en el orden nacional y mundial, y en la
segunda, se presenta el resultado de esta relación con el papel jugado por los alimentos;
Appendini (2012), lo caracteriza como el régimen agro alimentario corporativo neoliberal,
como un método analítico para entender el papel que juegan la agricultura y los alimentos
en el proceso de acumulación del capital; y por su parte, Renard (1999)menciona las
principales tendencias actuales del sector agroalimentario en un entorno liberalizado.
Cabe mencionar que en los análisis realizados por las últimas dos autoras, existe una
coincidencia en cuanto a la preponderancia que se le da a la concepción de la calidad como
una característica relevante en el nuevo sistema agroalimentario. Es necesario señalar que
Renard no realiza un análisis de la situación agroalimentaria como sistema o como régimen,
sino como sector productivo.
En ambas posturas, la “calidad” juega un papel preponderante para reformular las
concepciones de seguridad y soberanía alimentaria, como en el caso de Appendini,
relacionados con la concepción de “calidad de vida” de Sen (Appendini, García Barrios, &
De la Tejera Hernández, 2003); o de encontrar “intersticios” para la comercialización de
mercancías de los pequeños productores excluidos del sistema agroalimentario posfordista,
como en el caso de Renard, que habla de una “calidad interna”, referida a las características
físicas de la mercancía, es decir, a las características del valor de uso, y a una “calidad
externa”, que alude a las condiciones sociales, políticas, económicas y ambientales en que
se produce cierta mercancía, es decir, a la relaciones de explotación hombre-naturaleza y
hombre-hombre en una comunidad determinada.
En su exposición, ambas autoras reconocen la preponderancia de las empresas
trasnacionales en el dominio agroalimentario mundial, y al interior de este, el dominio del
sector terciario, referido a la comercialización sobre el sector agrícola, de donde brinca con
mayor auge el concepto de la calidad, pero no así reconocen con la misma fidelidad el
fundamento del sistema capitalista, que es la valorización del valor, que en otros términos
se traduce en la búsqueda de la ganancia por la ganancia, donde la calidad es sólo una de
tantas estrategias para continuar con la reproducción del capital en el entorno mundial y en
particular en el ámbito agroalimentario.
Por tanto, de una de las estrategias del capital para incrementar la ganancia, y en particular
su velocidad de rotación, tarea que principalmente es encomendada al sector comercial, es
casi imposible o poco viable, que resulte una oportunidad de reconceptualización de la vida
(llamando a una de sus expresiones “calidad de vida”, que lo único que hace es cubrir con
una capa más la fetichización de la concepción de la vida en cada cultura) o encontrar una
posibilidad para que los productores excluidos del sistema encuentran una medio de
reproducción social a través de la venta de mercancías de “calidad” en un mercado mundial
lleno de contradicciones que por sí mismas se están sintetizando y llegando a un nuevo
grado de desarrollo dentro del sistema capitalista mundial.
Y es que las características que observo dentro del sistema agroalimentario posfordista,
entendido como uno de los ámbitos de la reproducción ampliada del capital, son las
siguientes:
I.1. Ascenso de las trasnacionales agro-alimentarias-exportadoras a la cumbre del
sistema agroalimentario
El proceso de crisis comenzado en los años setenta y el desenlace de la reestructuración de
todo el sistema capitalista llegó al sector agroalimentario generando cambios paulatinos,
dentro del cual también hubo un proceso de centralización y luego de concentración de
capitales agroalimentarios (Rubio, 2012). Esta centralización y luego concentración del
capital es lo que llama Appendini (2012) integración profunda del capital trasnacional
agroalimentario o lo que caracteriza Renard (1999) como concentración de las
corporaciones alimentarias.
El capital trasnacional integrado en este sector se nos presenta de cuatro formas
particulares: como corporativos productores de insumos (semillas, fertilizantes, herbicidas);
como corporativos productores de maquinaria agrícola; como transformadores de alimentos
comúnmente llamados agroindustriales; y las empresas comercializadoras. No en pocos
casos un solo corporativo presenta estas cuatro formas de manera conjunta, pues es una
característica de este sistema agroalimentario que dominen toda la cadena, desde la
simiente hasta el fruto de la planta que fue mercancía para presentarse en la mesa del
consumidor como parte de su ingesta alimentaria.
Dentro de este grupo de capitales trasnacionales, uno en particular se encuentra por encima
de la cumbre del sistema y marca las posibilidades de acumulación del resto de capitales: el
comercializador, encargado de mover y asegurar la realización de la mercancía
agroalimentaria. Con este poder particular en el régimen posfordista, es revestido el sector
comercial, puesto que se trata de un régimen que se basa en la diferenciación de productos
para su mejor realización en el mercado al contrario de la estandarización del régimen
fordista, donde la producción se hacía en masa y estandarizada.
Esto es parte de lo que Renard (Ibíd.) llama tercerización del sector agroalimentario; o la
conformación de nuevos grupos y tipos de consumidores, los cambios en los patrones de
consumo, la diversificación, etc., que refieren Appendini (Appendini, García Barrios, & De
la Tejera Hernández, 2003) 1.
La base circulatoria sobre la que se mueven estos nuevos actores hegemónicos es el
mercado mundial liberalizado, y en particular, por la condición liberalizada de los mercados
de mercancías y financieros.
I. 2. Flexibilización del sistema
La flexibilización es una de las características básicas del régimen posfordista, la cual
también se coloca dentro del sistema agro-alimentario, a través de incrementar la capacidad
de adecuar la producción de alimentos a las condiciones de competencia del mercado
mundial, basada en la diversificación de los productos.
Esto implica la mayor facilidad de cambiar el tipo de cultivo y de producción en función a
las señales que manda el mercado mundial y los cambios en los patrones de consumo, como
en el caso de las hortalizas y frutas, que refieren Appendini, García Barrios y De la Tejera
(Ibíd.). A su vez, se observa una flexibilización de la organización del trabajo y en la
legislación agraria.
Es evidente también una tendencia a la especialización flexible dentro de la agroindustria,
que con una relativa facilidad tiende a modificar los procesos productivos, a unos cada vez
más sofisticados.
1 Coincido con los autores respecto a la existencia de un proceso contradictorio este nuevo orden agro-alimentario mundial, con el nacimiento de regionalismos que desde mi punto de vista son la otra parte del sistema que explica los cambios y la diversificación de los patrones de consumo, sin embargo, estos son subsumidos e integrados al sistema capitalista para mejorar su capacidad de reproducción. Esta postura no niega la posibilidad de encontrar en esas respuestas contra hegemónicas un proyecto para revertir la actual condición del sistema agro-alimentario, pero debe tomarse en cuenta que sería sólo un cara del polígono de la respuesta global que se requiere para hacer frente al sistema capitalista en su conjunto.
I.3. Implementación de tecnología de punta
Desde la producción de la semilla, a partir de la biotecnología, hasta la producción de
empaques, nuevas formas de industrialización, y transportación de alimentos, este sistema
se caracteriza también por un constante desarrollo tecnológico para la producción y
distribución de alimentos.
En relación a la producción se observan dos tendencias particulares; una que va enfocada a
la producción con un paquete tecnológico que tiene como base las semillas transgénicas
(Rubio, 2012); en tanto que otra tendencia es hacia el uso de tecnologías “verdes” o
paquetes tecnológicos “amigables con el medio ambiente” y con la salud humana, de donde
se deriva la producción orgánica (Renard, 1999). Cabe mencionar que ambos
procedimientos son utilizados por el capital trasnacional.
Por otro lado, existe un constante avance en la industrialización y empacado de los
alimentos, con la utilización de la nanobiotecnología para la conservación en fresco de
varias mercancías o la transportación con sofisticados sistemas de refrigeración (Delgado,
2009).
I.4. Nueva organización del trabajo basada en mayor explotación
La utilización de nueva tecnología y las necesidades de la reproducción del capital
marcaron una tendencia a la modificación en la organización laboral dentro del sector
agroalimentario, basada en la implementación de estrategias flexibles para el incremento de
la explotación del trabajo.
En los sectores que dominan la acumulación de capital en el sistema, la tendencia es a
homogenizar el uso de fuerza de trabajo asalariada, caracterizado como jornalero agrícola,
y en la mayoría de las veces migrantes.
Además, a partir de la década de los setentas, como lo refiere Barón (Barón León, 1992)
para el caso de la fresa zamorana, hubo una constante integración de la fuerza de trabajo
femenina, característica que se extiende a la producción de frutas y hortalizas en México,
que son dominadas por las trasnacionales.
Así, se implementan varios mecanismos para incrementar la explotación del trabajo2, una
de ellas, la contratación de jornaleros con pago a destajo, que incrementa la intensidad de
uso de la fuerza de trabajo. A esta se le suma un abarrotamiento del mercado de fuerza de
trabajo agrícola por diversas vías, que tiende a bajar el salario por el exceso de oferta; la
diferenciación en la remuneración entre hombres y mujeres; la contratación temporal y la
ausencia de seguridad y prestaciones sociales que pueden encontrarse en las condiciones
laborales de los trabajadores urbanos.
I. 5. Subordinación de los sistemas alimentarios nacionales al orden mundial
Los sistema alimentarios nacionales son subordinados al sistema agro-alimentario mundial
(Appendini, 2012) que es impuesto por las trasnacionales.
Un caso particular es el aspecto de la sanidad y la inocuidad, conceptos que están
relacionados con el de calidad, pero que son impuestos por las trasnacionales y son
adoptados por los Estados Nacionales como parte de sus políticas agropecuarias, como en
el caso de México, donde la Senasica se encarga de acreditar a los diversos productores
como generadores de mercancías sanas e inocuas como las requiere el mercado
internacional, o más bien, como las requieren para la competencia las corporaciones
trasnacionales.
Como bien lo mencionan Appendini, García Barrios y De la Tejera (2003) y Renard (1999)
existe una tendencia a la homogeneización del consumo, sin embargo, se encuentran en los
espacios nacionales y regionales, diferentes respuestas contra hegemónicas a esta
condición. No obstante, estas diferencias también son aprovechadas por el capital
trasnacional para mejorar sus capacidades de reproducción.
Sin embargo, esta subordinación del sistema alimentario no se da sólo desde los patrones de
consumo, sino que comienza a gestarse también desde las condiciones de producción, pues
como resultado de la embestida de las trasnacionales, con la competencia y la instauración
de paquetes tecnológicos diversos, la capacidad de las unidades de producción campesinas,
que son la base del sistema agro-alimentario de cada nación, han sido desmoronadas tanto
2 La definición teórica de estos mecanismos de incremento de la explotación de fuerza de trabajo se encuentran el primer tomo de El Capital (Marx, 2001)
por la descapitalización (Rubio, 2012) como por la degradación de recursos naturales que
trajo consigo la aplicación de tecnología basada en un alto grado de uso de químicos y
semillas mejoradas, en el mejor de los casos, o transgénicas, en el peor.
I. 6. Concentración de tierras
Con el proceso de centralización y concentración de capitales al interior del sistema
agroalimentario, vino después un proceso que ya se mencionó líneas arriba, la necesidad de
flexibilizar la legislación agraria para incrementar la rentabilidad de los negocios.
A nivel mundial se vive un proceso de apropiación de tierras que prende los focos rojos
para la comunidad internacional (Merlet & Perdriault, 2010), el cual se observó con
preocupación a partir del 2008-2009, y una de las hipótesis del Comité Técnico Tenencia
de la Tierra y Desarrollo, es que la crisis financiera hizo migrar capitales especulativos
también al mercado de tierras y comenzó una apropiación a gran escala de este medio de
producción.
Además señalan ellos mismos que esto también es resultado de un proceso especulativo
relacionado con las perspectivas de la evolución de los mercados de materias primas, la
volatilidad de los precios y su tendencia bajista por la existencia de millones de hectáreas
de tierra a nivel mundial susceptibles de ser cultivadas.
Sin embargo, creo que es un resultado lógico conforme avanza el poder de las
corporaciones a través de la acumulación de capital en el sector agroalimentario, y que a su
vez significa una triunfo político y social contra una de las clases que impiden el desarrollo
del capital industrial3: la clase terrateniente, que se apropia de una parte del plusvalor a
través de la renta de la tierra.
3 Por capital industrial se entiende todo capital que genera plusvalor a través de la explotación directa de la fuerza de trabajo, ya sea en la industria o en la agricultura. También se existen el capital comercial y el capital dinerario, los cuales obtienen una parte del plusvalor creado por el capital industrial a través de la circulación, el primero con la comercialización de las mercancías y el segundo con a través del crédito. Para Profundizar más en el tema puede consultarse El Capital (Marx, 2001) en sus tres tomos.
En casos como el de México, este proceso se dio con antelación, pues existen evidencias de
que desde los años 70, como refiere Feder (1981), ya existía la concentración de tierras por
parte de las trasnacionales a través de la renta de la tierra a través de prestanombres. Sin
embargo, desde la modificación del artículo 27 constitucional, durante el periodo de
gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se abrieron varias vías para la concentración de la
tierra: el latifundio legal, el latifundio simulado, el latifundio de composición mixta, las
sociedades mercantiles agrarias, la compraventa de tierras ejidales y la renta de la tierra
(Pérez Castañeda, 2012).
Además, se agrega un elemento más: la pérdida de rentabilidad de los cultivos para los
campesinos y para los pequeños productores de todo el mundo ante la dinámica que
imprime este nuevo sistema agro-alimentario, lo cual obliga a ceder sus medios de
producción a las grandes trasnacionales que tienen la capacidad de reinvertir y controlar el
mercado mundial. Rubio (2012) señala cómo con el desarrollo del neoliberalismo y la crisis
alimentaria, los pequeños productores y campesinos fueron los más desfavorecidos en este
proceso, lo que trajo consigo un desmoronamiento de la unidad campesina, lo que yo
retomo y traduzco como un proceso tendiente a la mayor centralización de capitales por la
derrota de los productores menos competitivos en un mercado capitalista.
I.7. Desgaste acelerado de recursos naturales
La historia de la agricultura basa en relaciones de producción capitalista ha sido una
historia de derroche de recursos naturales, muchos con daños irreversibles. Ejemplos de
estos se encuentra a lo largo del subcontinente latinoamericano desde la colonia hasta el
siglo XX, como lo muestra Galeano (2004) en “Las Venas abiertas de América Latina”.
Sin embargo, este autor no se encontraba todavía con los efectos que tuvo el modelo de la
agricultura industrial, cuyo legado es la contaminación del agua, la pérdida de
biodiversidad, daños a la salud humana, la pérdida de suelo, el uso de tóxicos y las
emisiones de gasa a la atmósfera (San Vicente Tello & Carreón García, 2012).
Además, el uso de la biotecnología también está trayendo daños considerables e
irreversibles a los recursos naturales. En específico, es el caso de la utilización de semillas
transgénicas el que, señalan las mismas autoras, está generando la pérdida constante de
biodiversidad de las plantas nativas (en el caso de México está en riesgo el maíz), provocan
la caída en la utilización de mano de obra en el campo, incrementan el uso de herbicidas e
insecticidas, generan la aparición de supermalezas y provocan un incremento en la
resistencia en insectos y hierbas.
I. 8. Los alimentos como solución a la caída de la tasa de ganancia capitalista
En 2008 se evidenció que el desarrollo del actual sistema agro-alimentario, su
flexibilización, el poderío del capital trasnacional agroalimentario y la característica de
mercado de los alimentos, como mercancías con poco grado de elasticidad, se convirtió en
el caldo de cultivo perfecto para los capitales especuladores que comenzaron a perder
rentabilidad antes y durante el proceso de la crisis financiera del 2008, según evidenció
Rubio (2012) con la aparición de las “crisis alimentarias” en el periodo que va del 2008 al
2011, y como suponen también (Merlet & Perdriault, 2010).
Es decir, el sistema agro-alimentario posfordista, y el conjunto de relaciones que lo
caracterizan, se convirtieron en la solución temporal para renovar capitales, para darle un
aliento al sistema que vive una crisis estructural.
Otra prueba de esto es la conexión que existe entre la producción de alimentos y el reciente
boom de la producción de agrocombustibles, que ahora se suman a la competencia por las
tierras, capitales y medios de producción con la agricultura dedicada a la producción de
alimentos. Desde el punto de vista de Antal (s.f.) este proceso se observa como un elemento
de transición por la crisis energética que vive el sistema capitalista en conjunto, dada la
reducción de las reservas mundiales de petróleo.
Por su parte, Rubio (2013) ya caracteriza estas “crisis alimentarias” como parte de un arma
de los Estados Unidos para sostener su hegemonía ante la amenaza del ascenso acelerado,
tanto económico como político, de las potencias asiáticas, específicamente China e India.
I.9. Incremento de la inequidad agro-alimentaria
Una característica más en este conjunto de relaciones de producción enmarcadas en un
contexto agro-alimentario mundial es el incremento de la inequidad entre productores-
consumidores, dueños de medios de producción-trabajadores, empresarios-campesinos,
países industrializados-países en desarrollo, y hasta entre capitales agroindustriales-
capitales agrícolas.
Appendini (2012)califica de ironía la situación que genera este sistema agroalimentario en
tanto que los consumidores del (los países del) Norte tiene bienes de alta calidad y los
consumidores del Sur producen muchos de los productos de alta calidad, como frutas y
verduras, en condiciones de trabajo y ambientales de baja calidad, y consumen alimentos
baratos, cuya calidad no importa.
A esto se suma un constante desmoronamiento de las unidades campesinas, como lo señala
Rubio (2013), en tanto que los corporativos trasnacionales agro-alimentarios reportan
ganancias de más del 100 por ciento durante la llamada “crisis alimentaria”.
Mencionan (Merlet & Perdriault, 2010) que en el mundo un billón de personas padecen
hambre y esta cifra sigue en aumento.
La concentración de la tierra avanza al mismo ritmo que la especulación de ésta, con el
acaparamiento de las mejores tierras, en tanto que gran parte de los productores del país,
según las cifras oficiales alrededor del 71 por ciento, poseen menos de cinco hectáreas de
tierra (Pérez Castañeda, 2012).
En resumen, lo que observamos como una característica de este sistema agro-alimentario es
simplemente una agudización de las condiciones que marca el libre desarrollo del sistema
capitalista de producción: la generación de riqueza en un polo genera la concentración de la
miseria en otro, como explica Marx (2001) en su Ley General de la Acumulación
Capitalista.
II. La dinámica de la acumulación capitalista a partir de la fresa zamorana
En este contexto mundial, con el cambio en el sistema agro-alimentario como una esfera
más de reproducción del capital a nivel global, la acumulación de capital a partir del cultivo
de la fresa zamorana está en concordancia con los movimientos y nuevas tendencias
mundiales, como se mostrará a continuación.
II.1. De la crisis de sobreproducción al oligopolio comercial
La historia del cultivo de la fresa en el valle zamorano obedece a una necesidad de capitales
estadounidenses de buscar espacios para incrementar su rentabilidad vía la satisfacción de
la demanda de fresa en el mercado norteamericano durante la ventana de invierno (de
noviembre a marzo), y esto data desde la década de los sesenta del siglo pasado (Feder,
1981 y Fernández, 1993).
Sin embargo, se agrega un elemento más: las características del cultivo de fresa de esa
época coinciden con una modelo de agricultura industrial depredadora de recursos
naturales, principalmente de agua y de suelos, dado que se requerían 20 millones de metros
cúbicos de agua por hectárea (Garibay Villalobos, 2013) y una gran cantidad de
agroquímicos para el control de plagas que atacan a la frutilla, lo que lleva una
contaminación constante del suelo. Esto trajo consigo un desgaste acelerado de las
condiciones naturales de la producción estadounidense en suelo guanajuatense, lo que
también pudo obligar a buscar nuevas tierras adecuadas para este cultivo4, como las
zamoranas, en Michoacán.
El cultivo de la fresa se desarrolló con gran éxito durante los sesentas, lo que provocó el
comienzo de la instalación de plantas empacadoras y procesadoras de la frutilla en la
región. Este proceso fue comandado por un grupo de brokers que controlaban la
exportación de fresa, hasta que entre los años 1970 y 1975 se presentaron dos severas crisis
de sobreproducción que recayeron en las espaldas de los productores locales (Feder, 1981 y
Fernández, 1993).
Esto provocó que la producción y el control de la superficie sembrada pasara a manos de
los productores locales, agrupados en la Unión de Productores de Fresas y Hortalizas del
4 En una entrevista realizada al representante de la Comisión Nacional de la Fresa (Zamora Ramos, 2013) actualmente en Irapuato, Guanajuato, lugar donde comenzó el cultivo de fresa para Estados Unidos en México, existe una escases de agua considerable, que obligó a un cambio en el patrón de cultivos de la región, y cabe mencionar que ahora Guanajuato sólo aporta menos del 10 por ciento de la producción de fresa a nivel nacional, en tanto que durante la década de los sesentas, su participación rondaba sobre el 50 por ciento de la producción nacional.
Valle de Zamora (UPFHVZ), quienes comenzaron a controlar el proceso de acumulación
de capital, o por lo menos a condicionarlo, durante casi todo el transcurso de la década de
los ochentas luego de una fuerte lucha política en todas las instancias, que tuvo como
resultado la instalación por parte de la federación de los llamadas permisos de siembra para
exportación, que condicionaban cierta cantidad de superficie en función a las proyecciones
de la demanda esperada, con la finalidad de evitar la sobreproducción y la pérdida para los
productores locales.
Sin embargo, considero que es necesario revisar más a fondo lo que ocurrió durante corto
periodo de un supuesto triunfo del capital local frente al capital estadounidense, que ante
las condiciones de crisis de ese periodo, parece más un momentáneo repliegue del capital
extranjero ante las condiciones mundiales de crisis y reestructuración capitalista.
Esta conducción de la dinámica de la acumulación en la región zamorana por parte de los
productores locales sufrió un grave golpe a principios de la década de los noventa, pues
para 1991 se eliminaron los permisos de siembra (López Castro & Sefoó Luján, 1992)y
quedó entre los dedos de “la mano invisible” la determinación de la cantidad de fresa a
sembrar en la región.
En el transcurso de esa década y durante los primeros años del nuevo siglo, se configuró
una dinámica de centralización y concentración de capitales que permitió el ascenso del
capital trasnacional para comandar todo el proceso.
A la fecha dos trasnacionales dedicadas a la comercialización tienen bajo su poder la
producción de una tercera parte de la superficie sembrada en el valle de Zamora (unas mil
200 hectáreas de las cuatro mil 500 que se calculan en el ciclo 2012-2013), y esto bajo el
esquema de agricultura por contrato (Zamora Ramos, 2013)
En este mismo periodo se observó el incremento constante de industrias procesadoras que
repartieron entre los municipios de Zamora y Jacona para la transformación de la fresa. Las
más importantes son de capital trasnacional.
Esas dos firmas que se mencionaron arriba, controlan toda la cadena productiva: Driscoll
Strawberry Associates Incorporation y Dole Food Company. En palabras de Cecilio
Zamora (2013): “ellos te traen la planta madre importada, te la venden, te entregan el
paquete tecnológico con el que debes sembrar la fruta, luego te la compran; en sus propias
instalaciones la empacan y luego la comercializan”.
II.2. La revolución tecnológica en la producción de la fresa zamorana
Desde 1960 se incorporó el modelo industrial agrícola estadounidense para la producción
de fresa en el valle de Zamora, el cual se mantuvo casi sin modificaciones durante 30 años.
Pero a partir del retorno al poder por parte de las trasnacionales, en menos de 20 años se
incrementaron los niveles de productividad en más del 500 por ciento por la integración de
la nueva tecnología, que de nuevo, fue introducida por las trasnacionales.
Actualmente se cuenta con la caracterización de tres niveles tecnológicos para la
producción de fresa en el valle Zamorano: el tradicional, el semitecnificado y el
tecnificado.
Desde 1960 hasta 1992 existió el cultivo de fresa con riego rodado, que es el sistema que
ahora llaman tradicional.
Durante el último año de este periodo comenzó a introducirse el sistema de riego por goteo
y el acolchado, que consiste en la instalación de una cobertura plástica en el surco para
proteger a la frutilla del contacto con el suelo y la instalación de un moderno sistema de
riego que ahorra hasta en un 60 por ciento la utilización de agua, además de que se utiliza
agua de mejor calidad y a través de las mangueras que conforman el sistema, se lleva a
cabo la fertilización, que ahora es llamada “fertirrigación”. Este sistema es conocido como
un nivel tecnológico semitecnificado y su introducción la llevó a cabo Driscoll (Ibíd.)
A partir del 2004 se introdujo el macrotúnel para el cultivo de la fresa, que es un sistema de
agricultura protegida que aumenta considerablemente los niveles de productividad. Éste
sistema es el tecnificado y también fue introducido por Driscoll, que además también lleva
a cabo la experimentación de otro sistema más sofisticado, conocido como plantación en
hidroponía, con el apoyo de un productor de la región.
Los saltos tecnológicos trajeron consigo un constante aumento de productividad como lo
muestran los rendimientos de cada nivel tecnológico. Zamora Ramos (Ibíd.) señala que en
nivel más bajo se tiene un rendimiento promedio de 26 toneladas por hectárea; en el nivel
intermedio es rendimiento es de hasta 40 toneladas; y en el nivel tecnificado se han
registrado rendimientos de hasta 120 toneladas por hectáreas.
Además de la aplicación de esta nueva tecnología, en los últimos cuatro años se
implementó una nueva estrategia para incrementar el tiempo de producción de fresa, con la
plantación de la llamada planta frigo. Garibay Villalobos (2013) explicó que ésta es una
planta que se trae “dormida” (semicongelada) desde Argentina o Chile, lista para ser
sembrada y comenzar a producir tres meses antes que la planta convencional del valle5, con
lo que se aprovecha por un mayor tiempo la obtención de fruta de mejor calidad. Cabe
mencionar que este proceso es implementado únicamente por las dos trasnacionales
mencionadas, que tienen filiales en Argentina y Chile. Además, el informante señaló que
actualmente se siembran cerca de mil hectáreas bajo este sistema, el cual, reconoció,
requiere de una gran inversión de capital e implica un gran riesgo, ya que se requiere de una
mayor cantidad de químicos para evitar los hongos que provocan la humedad a la fresa
durante la temporada de lluvias.
II.3. Especulación y concentración de tierras
Existen referencias (Feder, 1981; Fernández, 1993 y López Castro et al, 1992) de que
durante la aplicación de los permisos de siembra, el capital extranjero instrumentaba varias
medidas para apoderarse del control de una mayor superficie de cultivo del valle a través de
prestanombres; pero a partir de la liberación de la siembra y de la modificación del artículo
27 constitucional, la tierra comenzó concentrarse a partir del fenómeno de la renta.
Para este año existen varios productores con más de 200 hectáreas a bajo su control, que
están coludidos con las trasnacionales para la producción de fresa bajo las características de
la demanda mundial.
5 La planta frigo se siembra en junio y en agosto comienza a dar fruto, en tanto que la planta convencional se siembra en agosto y apenas en noviembre se comienza a cosechar para aprovechar la ventana de invierno. La ventaja de la planta frigo deriva en que la segunda floración de la fresa reporta fruta de mejores características y con mayores posibilidades de ser comprada en la ventana de invierno, y esta segunda floración aparece con uno o dos meses de retraso para la planta convencional por su efecto de su siembra tardía.
Además, se vive un fenómeno de especulación de tierras, pues mencionó uno de los
informantes que Driscoll y Dole están rentando tierra desde Chavinda hasta Tangancícuaro
(municipios vecinos de Zamora) para la producción de fresa y otras frutillas, como los
arándanos, las zarzamoras y las moras.
La característica de estas tierras bajo especulación es que cuentan con importantes reservas
de agua que se obtienen del escurrimiento de la Meseta Purhépecha, en particular,
provenientes de la Cañada de los Once Pueblos.
La presencia de esta reserva de agua limpia en municipios como Tangancícuaro provocó
que en los últimos tres años las trasnacionales relocalizaran su producción en esa zona, con
un lento pero constante proceso de migración (Garibay Villalobos, 2013 y Zamora Ramos,
2013).
Salta a la vista que en pleno proceso de “crisis alimentaria”, que estuvo acompañado de un
incremento en el precio de los insumos agrícolas, entre ellos los fertilizantes y los
herbicidas, que fue un proceso más que descapitalizó a los pequeños productores (Rubio,
Explotados y Excluídos, 2012), comenzara con mayor fuerza el proceso de concentración
de tierras y la migración del cultivo de la fresa a otros municipios que anteriormente eran
utilizados solamente para los viveros de planta de fresa. Esto evidencia que la
concentración de tierras es una expresión más del proceso de centralización de capitales, y
por consiguiente, en un proceso de concentración de capital en la zona que benefició sólo a
las transnacionales.
II. 4. Acelerado daño al medio ambiente
El representante de la Confresa (Zamora Ramos, 2013) consideró que el cultivo de fresa en
el valle de Zamora se mantiene en auge y que una de las causas de esto es la gran reserva de
agua que tiene a disposición de los productores de la frutilla.
Aunque se redujo la cantidad de agua necesaria para el cultivo de fresa, ésta se coloca en
los siete millones de metro cúbico por hectárea cada año, y representa uno de los cultivos
que más demanda agua en el valle de Zamora, pero además, no es cualquier tipo de agua,
sino agua limpia, de manantiales o pozos profundos, ya que el agua de los ríos cercanos,
como El Duero, sufrieron de una constante contaminación por el uso de químicos en la
agricultura y el desarrollo urbano que provocó el auge agrícola de la fresa y las hortalizas
en la región. Por lo tanto, existe un problema latente por el desgaste del agua en la región.
Por otro lado, la agricultura plastificada, que lleva ya poco más de dos décadas en la región,
está provocando graves problemas de contaminación por la eliminación de los plásticos, los
cuales se renuevan con cada ciclo productivo y hasta el momento no existe una estrategia
para su tratamiento. Algunos productores los queman, en tanto que otros los dejan tirados
en las tierras rentadas.
La utilización de químicos para la producción de fresa es considerable, y se transforman en
un problema de salud pública. Por el momento no cuento con los datos para comprobar los
efectos en la población, sin embargo, es necesario señalar que se utiliza un producto en
particular que está prohibido en Estados Unidos desde la década de los noventa para la
producción de fresa: el bromuro de metilo.
Según la Pesticide Action Network (Shafer & Schonfiel, 1998) el bromuro de metilo es un
pesticida extremadamente tóxico que es inyectado en la tierra antes de sembrar fresas, uvas,
almendras y otros cultivos. Después de ser aplicado en la tierra, los vapores pueden
dispersarse por el aire hacia los centros poblados, causando dolores de cabeza, mareos y en
algunos casos, dañan los pulmones de las personas que tienen contacto. Además, puede
quemar la piel silos vapores están atrapados debajo de la ropa o en los guantes. Es un
químico neurotóxico que también puede causar infartos cardiacos y que puede dañar el
sistema nervioso gravemente.
Y este agrotóxico es utilizado sin ningún problema en la producción de fresa del valle de
Zamora sin la prohibición del gobierno federal, y bajo el manejo de hombres, mujeres,
jóvenes y hasta niños, con casi nula protección.
II. 5. Incremento de la explotación laboral
La integración de nueva tecnología y provocó una nueva organización en el trabajo dentro
del cultivo de la fresa. Siguieron varias tendencias que se evidenciaron desde principios de
la década de los setenta, que ahora se reforzaron y se comenzaron a aplicar otras estrategias
para la mayor explotación de fuerza de trabajo.
Por un lado, se fortaleció la presencia de fuerza de trabajo femenina en el cultivo de la
fresa, principalmente para la plantación y para la cosecha, además de que en el sector
agroindustrial, preferentemente se utiliza fuerza de trabajo femenina (Zamora Ramos,
2013).
A partir de que comenzó a utilizarse la tecnología con base en el macrotúnel y su
consecuente aumento de productividad, comenzó a demandarse mayor fuerza de trabajo
para la cosecha, prácticamente se duplicó el número de jornales necesarios por hectárea
(Ibíd.).
Esto trajo consigo una mayor atracción de fuerza de trabajo a la región, y se convirtió en un
punto de atracción que llegó a cubrir el sureste del país y hasta los alguno países
centroamericanos, pues tanto jornaleros entrevistados como uno de los informantes
pertenecientes a las organizaciones representantes de productores mencionó la reciente
aparición de jornaleros provenientes de Oaxaca, Guerrero y Chiapas en el corte de la fresa,
y de otros más provenientes de Guatemala y otros países centroamericanos. Este fenómeno
es la primera vez que se presenta en más de 50 años de producción de fresa en el valle de
Zamora.
Lo anterior significa un abultamiento del mercado de fuerza de trabajo, que tiene como
resultado un posible incremento del Ejército Industrial de Reserva que sirve para presionar
hacia abajo el salario pagado a los jornaleros. Más aún, se dio cuenta de una estrategia
nueva implementada por los productores de fresa, principalmente los relacionados con las
trasnacionales, que es la compra de camiones para recolectar fuerza de trabajo en la Meseta
Purhépecha, específicamente en la Cañada de los Once Pueblos, donde contratan
preferentemente a jornaleras jóvenes para la pizca de la fresa. Esta estrategia confirma una
tendencia genera un mayor Ejército Industrial de Reserva para incrementar la oferta de
trabajo y bajar aún más los salarios.
En una entrevista realizada a un conjunto de jornaleros que durante la madrugada del 22 de
mayo del 2013 esperaban ser contratado para alguna plantación del valle de Zamora,
señalaron que la demanda de jornaleros ha ido a la baja, en tanto que cada vez más personas
buscan trabajar en la agricultura. Además, señalaron que los salarios son demasiado bajos,
pues se trabaja a destajo y son pocas horas las que les permiten trabajar, además que a la
semana un trabajador labora máximo tres días, esto por la gran oferta de fuerza de trabajo
que actualmente existe.
Esta condición ha aumentado la indigencia en los principales centros urbanos del valle,
como en la ciudad de Zamora, pues relataron los jornaleros que al no encontrar trabajo y no
contar con los recursos suficientes para regresar a su lugar de origen, se quedan en la
ciudad esperando a que los contraten, y mientras llega esa oportunidad, buscan lavar carros
o piden limosna para comer. Más aún, estas actividades comenzaron a ser criminalizadas
por las autoridades del municipio, quienes han comenzado a encarcelar a los jornaleros que
observan lavando coches o pidiendo limosna en las plazas o calles de Zamora.
III. Conclusiones
Como se observa en el documento, la reproducción capitalista a partir del cultivo de la fresa
en el valle zamorano está en concordancia con las características del sistema agro-
alimentario posfordista; presenta las características principales bajo las cuales se desarrolla
el sistema y además, muestra algunas con gran fidelidad, como el ascenso de las
trasnacionales para comandar el proceso de reproducción.
Ante esta situación, es necesario analizar más a fondo la dinámica zamorana para explicar y
comprobar por qué es una de las regiones donde se presenta con mayor fidelidad los efectos
del sistema agro-alimentario mundial, pero al interior de ella no existe, por el momento,
una respuesta contra hegemónica a este sistema, que a todas luces está agotando los
recursos naturales, está generando una explotación severa de la fuerza de trabajo y además,
genera grandes procesos de inequidad social, económica y política.
Una de las posibles respuestas, que será tema de otra parte de esta misma investigación, es
que la capacidad política y el poder económico de las trasnacionales ha permitido el control
irrestricto de la dinámica capitalista en la región, que además se conjuga con las
características de la cultura conservadora de una región que ha sido históricamente
dominada por terratenientes, grandes agricultores y posteriormente, poderosos
agroindustriales.
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