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La comunicación como objeto de estudio
Sociedad y cultura contemporáneas 978-607-513-105-4
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Enfoques críticos sobre las redes digitales y la Web 2.0: desinformación,
amateurismo, explotación y vigilancia
Emiliano Treré* y Daniele Cargnelutti**
Resumen
El presente artículo realiza una sistematización de las corrientes críticas y escépticas
acerca del estudio de las redes digitales y de la Web 2.0. En primer lugar, se abordan las
críticas relacionadas con el contenido de las plataformas digitales y los autores que han
subrayado cómo éstas a menudo son espacios de desinformación y superficialidad,
donde triunfan la “jibarización” y el amateurismo. En segundo lugar, el artículo aborda
enfoques de autores que critican la economía política de las redes, evidenciando cómo
estas tecnologías representan espacios de explotación, vigilancia y control de los
llamados prosumidores, jugando un papel fundamental en la creación de un nuevo
sector de la sociedad denominado cognitariado. A través de esta sistematización, el
artículo pretende contribuir a la formación de una opinión que no caiga en las
ingenuidades de los optimismos y determinismos tecnológicos, dejar detrás los relatos
anecdóticos sobre las oportunidades de las redes digitales y facilitar la creación de
visiones críticas respecto a la fiebre por la novedad y la democratización de las
plataformas 2.0 que siguen dominando las reflexiones sobre la comunicación digital.
Palabras Clave: Web 2.0, Redes Digitales, Enfoques Críticos, Economía Política de
Internet, Explotación.
* Doctor en Comunicación Multimedia, Profesor Investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, Universidad Autónoma de Querétaro, México. ([email protected]).
** Estudiante de la Licenciatura en Sociología en la Universidad Autónoma de Querétaro. ([email protected]).
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Introducción
El estado del arte de los estudios sobre internet y sus posibilidades sigue siendo
dominado genéricamente, ya sea en espacios académicos como periodísticos, por
literatura que contempla con optimismo las posibilidades tecnológicas brindadas por
las tecnologías de la comunicación. Dentro de esta literatura es fácil encontrar autores
que declaran que la Red es el espacio donde, además de la superación de las barreras
espacio-temporales que implicaban mayor inversión de recursos, finalmente serán
efectivas las libertades de expresión, de asociación y de manifestación. Además, en los
últimos años, con la llegada de la Web 2.0, este optimismo se ha acrecentado y varios
autores sostienen que la Red, con sus evoluciones tecnológicas, ha superado las
limitaciones debidas a la linealidad y verticalidad de la Web 1.0, poniendo acento en las
oportunidades de interacción, horizontalidad y participación, todas ideas que apuntan
hacia un cierto nivel de democracia mediática. Dentro de esta tendencia, a la literatura
científica se aúnan discursos provenientes de los medios tradicionales que se esfuerzan
en resaltar la importancia de que los medios digitales se encuentren desligados de las
limitaciones típicas de la televisión, la radio y la prensa impresa. Este panorama
demuestra que se encuentra bien difundida una visión evolutiva de la Red, que se
sostiene sobre algunos postulados: (1) la existencia de una clara división temporal entre
la Web 1.0, surgida en los 90, y la Web 2.0 que la habría remplazado a partir del 2003; y
(2) la evolución del circuito comunicativo clásico –emisor, mensaje, receptor– a un
sistema más complejo de varios emisores y varios receptores que construyen
simultáneamente el mensaje y que supondría más posibilidades de participación en la
esfera pública. Sin embargo, descartando una visión puramente evolutiva y sustitutiva,
hay que destacar que a menudo nos encontramos con casos de plataformas que
funcionan con dinámicas híbridas que oscilan entre lo 1.0 y lo 2.0 y que las redes
frecuentemente siguen obedeciendo a dinámicas de verticalidad muy características de
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la supuesta “primera fase” de la Red. Finalmente, los discursos celebrativos acerca del
potencial liberador de los social media dentro de la ola de protestas y de las
insurrecciones del 2011 en el mundo árabe, en España, en Estados Unidos y en otros
países del mundo, han incrementando el tecno-entusiasmo reflejado en visiones
simplistas que conciben estas protestas como revoluciones por Facebook o Twitter y no
como estallidos sociales multicausales donde las tecnologías han jugado papeles
complejos y contradictorios (Barassi y Treré, 2012; Treré, 2011, 2012a, 2012b). Resulta
entonces de gran importancia empezar a considerar también las tesis de los autores que
articulan un discurso más crítico en torno a las potencialidades y a los presuntos
beneficios de la red de las redes. El objetivo de este artículo es realizar una revisión de
algunos de los más relevantes enfoques críticos sobre las redes sociales y la Web 2.0. La
exhaustividad va más allá de los objetivos de este artículo, que se limita a subrayar
unas tendencias criticas que desde diferentes latitudes y perspectivas han ido
cuestionando el papel de las redes digitales destacando sus limitaciones, riesgos y
problemáticas. Como primer paso en la sistematización de los enfoques críticos,
decidimos agrupar los escepticismos hacia las posibilidades de las redes digitales y de
la Web 2.0 en dos ejes principales de crítica, que a su vez se encuentran atravesados por
reflexiones teóricas y por análisis empíricos:
● Las críticas a la Red en términos de su contenido: la Web como espacio de
desinformación (Berardi, 1992, 1995, 2001), de superficialidad, amateurismo y
confusión (Keen, 2007, 2012), o polémica y retroceso (Wolton, 2000).
● Las críticas “estructurales”: el internet como nuevo mercado de explotación
(Terranova, 2000; Formenti, 2011), territorio de vigilancia y precarización del
trabajo (Fuchs, 2010, 2011; Morozov, 2011).
Nuestra breve revisión de la literatura pretende dar a conocer las visiones polémicas de
autores que son citados a menudo en el mundo sajón pero casi no son abordados en el
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mundo latino. Nuestro intento es entonces profundizar sobre todo las visiones de
autores que difícilmente son accesibles en castellano para fomentar un diálogo
productivo entre estos enfoques y las voces críticas del mundo iberoamericano
(Barranquero, 2012; Candón Mena 2013; Sierra Caballero 2006, 2011; entre otros). A lo
largo de las siguientes páginas nos enfocaremos primero en las críticas al contenido de
las redes, es decir, a los autores que cuestionan la calidad de la cultura producida en
entornos digitales. Luego abordaremos algunas de las aportaciones teóricas más
consistentes de la crítica neomarxista y económico-política a las redes digitales.
Críticas por contenido: desinformación, superficialidad y amateurismo en las
redes digitales
Este apartado está dedicado a un conjunto de críticas que pueden ser rastreadas dentro
de una fuerte tendencia conservadora caracterizada por una enorme desconfianza en
los usuarios, la información y, por último, la capacidad de cambio social de los entornos
digitales. Los argumentos que reúnen la mayoría de estas críticas podrían agruparse en
torno a las siguientes características de la Web 2.0: la explosión cuantitativa de la
información y de las fuentes, el acceso de cualquiera como productor o profesional de
la divulgación, la multiplicidad de las plataformas, la velocidad de procesamiento de
información y la reducción del tamaño de los mensajes. Este grupo de autores vincula
estas características a una general y profunda pérdida de calidad del tipo de
comunicación y del contenido de los contenidos que circulan en las redes digitales. Con
los inicios de la expansión del internet y su progresiva expansión, una de las primeras
críticas que surge está anclada en la cuestión del aumento desmesurado de información,
dado que esta multiplicidad y variedad conlleva consigo varias problemáticas (Wolton,
2000): en primer lugar, la coexistencia de lógicas de interés y lógicas de valores
contradictorias que, al caer en polémicas, más que progreso traen estancamiento y, por
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lo tanto, retroceso en el manejo de información. Como ejemplo de esto se pueden
mencionar las discusiones producidas en plataformas online como foros que a menudo
caían en discusiones cuyo único objetivo es el de ofender al otro.
Siguiendo con este tipo de críticas, en segundo lugar, se denuncia que la legitimidad de
la información comienza a plantar sus bases sobre la cantidad de veces que ésta es
reiterada y por la variedad de emisores que la sostienen. En consecuencia, esto reduce
las posibilidades de que la información sea juzgada ya sea por los méritos intrínsecos y
profundos de la misma, o ya sea por el contexto y los intereses de quien produce ciertos
contenidos.
Como ya lo denota el párrafo anterior, el aumento de la cantidad de información ha
implicado forzosamente el aumento de las fuentes de información. Esto tiene otras
implicaciones que apuntan hacia una de las críticas que ha sido más divulgada y
difundida entre los escépticos de la Red: el amateurismo (Keen, 2007, 2012; Romani y
Kuklinski, 2007; Serrano, 2013). Con la apertura de internet hacia la Web 2.0 y sus ya
mencionadas implicaciones de construcción en red de la información, se comenzó a
observar la ampliación de la participación a un gran número de individuos “no
preparados” en la creación y difusión de contenidos. De acorde con estas posturas
tecno-escépticas, esta falta de formación se traduce en una baja calidad de la mayoría de
los productos que circulan dentro de la Web 2.0. Como ejemplo de esto se han
explorado muchos nichos: la diferencia entre el vídeo musical de un artista reconocido
y los ensayos frente a la webcam disponibles en YouTube (Keen, 2007) o la decadencia
del periodismo a través de Twitter, que se topa con la pérdida de enormes cantidades
de información relevante que no cabe en los 140 caracteres estipulados (Trejo Delarbre,
2011). Y tan eficiente ha sido este Culto al Amateur que internet nos ha deslumbrado con
la siguiente fase de este fenómeno: el triunfo del amateur, que porta por bandera los
casos particulares de personas que han pasado del anonimato hasta el estado de
celebridad gracias sobre todo a la inteligente explotación de las plataformas de
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difusión y agregación como YouTube y Facebook: ejemplos perfectos de esto son
personajes famosos como la estrella del pop mundial Justin Bieber y lA multimillonaria
Paris Hilton.
Más adelante, aunándose a las críticas provocados por los elevados número de
productores y productos, se aborda la crítica desde la cuestión de la brevedad de las
acciones e intervenciones digitales (Trejo Delarbre, 2011). La plataforma idónea para
verificar este caso es Twitter, dado que éste termina siendo útil sólo “para transmitir
alertas, juicios breves o estado de ánimo” (ibid., p. 66). Además, lo sucedido en esta
plataforma ha servido a tal grado como para acuñar el término tuiterización (Serrano,
2013), el cual, a pesar de aludir explícitamente a Twitter, puede ser útil para designar
un fenómeno genérico de la Red donde se puede observar la transformación de la
brevedad en superficialidad en varios tipos de plataformas. La preocupación se acentúa
cuando este fenómeno se expande a espacios cuyos supuestos ejes temáticos –política,
periodismo, por mencionar algunas– no pueden ser sintetizadas en mensajes efímeros y
cortos. Como destacan Romani y Kuklinski:
El incremento de la velocidad en el acceso y el procesamiento de la información no hace a
las personas necesariamente más eficientes. Muchas veces, las ideas fluyen en formato post,
promoviendo pensamientos efímeros, como slogans, con fecha de caducidad, para públicos
carentes de tiempo de atención y por ende sin capacidad para la reflexión madura. Se vive,
se consume y se piensa en formato beta, un tipo de pensamiento de corto alcance que
dificulta distinguir entre conocimiento y ruido (2007, p.97).
Más allá de lo que se imprime en el término de tuiterización, hay palabras que aparecen
para denunciar efectos más profundos: el concepto de jibarización alude a una pérdida
de capacidades cognitivas debido a la reducción del mensaje (Serrano, 2013). La
velocidad, la pequeñez y lo efímero de la información conlleva al “destierro de la
profundización, pérdida de la capacidad autónoma de reflexión, incapacidad para la
elaboración independiente de conclusiones y, por último, ausencia de una mirada
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crítica de los acontecimientos”1. Esta última y atrevida afirmación nos lleva, finalmente,
a una de las críticas más radicales dentro de la escuela de los escepticismos: más allá de
la capacidad cognitiva de los individuos, la mente es atrofiada por esta nueva actividad
(Carr, 2011). De este modo, las nuevas tecnologías reciben el nombre de tecnologías
intelectuales que modifican negativamente las formas de hablar, escuchar, leer y
escribir, comprimiendo el vocabulario y simplificando la sintaxis.
Críticas estructurales: free labor, cognitariado y prosumidores digitales
Las primeras tendencias críticas están caracterizadas por la formulación de conceptos y
terminologías adecuadas que atienden correctamente la nueva situación, en este sentido
surgen conceptos como ‘trabajo gratuito’ o ‘trabajo no pagado’ –originalmente acuñado
como Free Labor (Terranova, 2000)– y la explicación del fenómeno del cognitariado –en
su idioma original, cognitariato (Berardi, 1995; 2001)–, palabra que indica la explotación
cognitiva del proletariado. Partiendo del concepto de free labor, es importante valerse de
otras nociones que explican la complejidad que se articula en torno al fenómeno
fácilmente identificable con el trabajo no pagado. El primero de ellos, la denominada
social factory, o, en castellano, fábrica social. Este concepto es acuñado por los
autonomistas italianos2 que desean describir el proceso que, sobre todo en los países
desarrollados, desplaza algunos procesos económicos del trabajo en la fábrica a la
sociedad fuera del espacio fábrica, que “pone en movimiento una maquinaria
verdaderamente compleja”3 (Negri, 2005). Este fenómeno se plantea no sólo como un
fenómeno económico, si no que se sitúa dentro de los aspectos culturales del mismo 1 Palabras mencionadas por Pascual Serrano en la presentación de su libro: La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes a través de su página Web (http://www.pascualserrano.net/mis_libros/la-comunicacion-jibarizada-como-la-tecnologia-ha-cambiado-nuestras-mentes). 2 Uno de los más importantes el filósofo italiano Antonio Negri, con su libro The Politics of Subversion, publicado en 1989, edición revisada 2005. 3 El texto original se encuentra escrito en inglés y para la cita se hace uso de una traducción propia; más adelante se repiten situaciones sea desde el inglés que del italiano, sólo se anunciarán como: traducción propia.
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capitalismo y, en este sentido, intenta denunciar una serie de procesos de creación de
valor y de capital que, al no estar identificados como procesos de trabajo, traen
ganancia para algunos sin que los directamente involucrados reciban remuneración
alguna. Siguiendo con el rastreo de los fundamentos del free labor, otro de los conceptos
sobre los cuales vale la pena hacer hincapié es la informática de la dominación –en
inglés informatics of domination– del Manifiesto Ciborg4 (Haraway, 1985). A pesar de que
este texto en general expresa una cierta inconformidad con los análisis marxistas del
trabajo, debido a un cierto mesianismo, Terranova cree que al acuñar el término
informática de la dominación se comienza ya a establecer una “relación entre
cibernética, trabajo y capital” (2000: p. 40).
Uno de los últimos conceptos de los que se vale esta investigadora es el de economía
digital –digital economy– acuñado a finales de los años 90 y que hace referencia a la
unión de dos fenómenos, la economía cultural postmoderna y la industria de la
información. Dentro del primer fenómeno, se incluyen a su vez cuestiones como el
papel de los medios de comunicación, de las artes y el apogeo de las universidades; por
otro lado, dentro del segundo, la autora habla de todo el complejo social que gira
entorno a la comunicación y a la información. Terranova insiste en que, a pesar de no
ser campos autónomos y excluyentes, al tratarse de dos aspectos distintos de la
sociedad, la combinación de estos –la economía digital– exige un esfuerzo teórico y
práctico más exigente, que además debe ser vinculado con los estudios de los medios,
entendidos a su vez como una combinación entre los estudios culturales y los estudios
políticos. Finalmente, la revisión conceptual de Tiziana Terranova termina planteando
la diferenciación entre digital economy y new economy. Mientras que por un lado la new
economy refiere un período histórico de especial proliferación de las empresas de
internet, la economía digital es un fenómeno mucho más amplio: a pesar de que 4 Manifesto Cyborg, recuperado en inglés [http://isites.harvard.edu/fs/docs/icb.topic1044395.files/April%2017/Haraway_Cyborg%20Manifesto.pdf], y en español [http://webs.uvigo.es/xenero/profesorado/beatriz_suarez/ciborg.pdf].
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también reconoce dentro de sí la creación de nuevas tecnologías y su importancia a
nivel económico, también incluye la cuestión de la creación de nuevos tipos de
trabajadores, indicando así un cambio más significativo y amplio de la economía y de la
sociedad. Asimismo, por economía digital se refiere a un sistema económico mixto que
incluye tres elementos: (1) el público (sobre todo a partir de inversión), (2) el guiado por
el mercado (haciendo referencia sobre todo al fenómeno de la commodification, es decir,
de mercantilización o transformación en mercancía) y (3) un elemento denominado gift
economy (reconocido como uno de los límites del sistema capitalista, un espacio que
logra escapar a las comunes reglas de oferta y demanda). Es así que llegamos al punto
central del trabajo de Terranova (2000): el concepto de trabajo no pagado, el free labor.
La autora lo define como “el momento cuando el consumo de cultura se traduce en
actividades productivas que son agradablemente asumidas y al mismo tiempo
desvergonzadamente explotadas”5. En otras palabras, lo que la investigadora italiana
denuncia con este término es que, con la llegada y expansión de internet, se ha
encontrado un soporte más para las tendencias contemporáneas de flexibilización del
trabajo, incremento del trabajo independiente, recalificación continua del trabajador y
prácticas como el supplementing (llevar trabajo suplementario al hogar). Es precisamente
en este sentido, para describir a las personas que se ven explotadas por las dinámicas
de la digital economy y del free labor, por lo que se articula un nuevo concepto a partir de
la teoría marxista: el cognitariado (Berardi, 2001). La formación de esta palabra es
bastante clara para entender su significado: proletariado cognitivo. En boca del autor:
La persona ha desaparecido, lo que queda es como un objeto inerte, irrelevante e inútil. El
hombre es libre, claro. Pero su tiempo está esclavizado. Su libertad es una ficción jurídica a
la que nada en la vida cotidiana concreta corresponde. Si tenemos en cuenta las condiciones
en que el trabajo de la mayoría de la humanidad, proletariado y cognitariado, se lleva a cabo
en realidad en nuestro tiempo, si examinamos las condiciones que el salario promedio a
5 Traducción propia.
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nivel mundial, si tenemos en cuenta la cancelación actual y ahora en gran parte se dio
cuenta del trabajo anterior derechos, se puede decir sin exageración retórica que vivimos en
un régimen de esclavitud (Berardi, 2005)6.
A pesar de que las palabras antes citadas muestran que en buena medida este texto es
de una vena mucho más activista y política que académica, es posible notar que existe
un esfuerzo por articular como los fenómenos antes mencionados –economía digital,
dominación informática, trabajo no pagado– se anclan y afectan la materialidad de la
vida de los individuos. En primer lugar, las denuncias más clásicas como la pérdida del
tiempo libre, la anulación de la vida privada, la retribución que no corresponde al
trabajo, que se articulan con los beneficios ya sabidos para los que controlan el mercado
de trabajo y la vida de los obreros: el enriquecimiento, la flexibilización de la vidas, el
aumento de posibilidades. En pocas palabras, el aumento de la distancia entre ricos y
pobres causado por el neoliberalismo económico.
Cibernautas prosumidores: explotación, vigilancia y control en las redes
digitales
Habiendo reportado algunas de las críticas más fuertes a la Red desde su temporada
“1.0”, ahora vale la pena hacer un salto hacia el período identificado con la Web 2.0,
marcado por las nuevas posibilidades de las plataformas en red, basándonos sobre todo
en la estructura socio-política y económica de las plataformas, sin caer en ingenuidades
y optimismos respecto al funcionamiento real de las mismas. Conviene comenzar con la
obra de Christian Fuchs, quien, desde 2005, presenta una fuerte y clara tendencia de
crítica y escepticismo hacia el optimismo tecnológico. Dentro de su obra encontramos
tres ejes conceptuales que rigen su trabajo: (1) la crítica de la economía política de las
redes digitales (2) el destacar los mecanismos de vigilancia de las redes digitales y (3) el
6 Traducción propia. Del mismo modo es importante hacer notar que el trabajo es publicado antes de la fecha que se reporta, que simplemente es la fecha en la que el sitio de internet la ha publicado [http://eipcp.net/transversal/0704/bifo/en].
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cuestionamiento del prosumismo –prosumption–. Siguiendo el orden propuesto, el
primer espacio de crítica a la digital economy 2.0 es la crítica de la economía política. A lo
largo de toda su obra, Fuchs hace un constante retorno a la teoría marxista enalteciendo
la importancia de volver a Marx para entender las dinámicas de las plataformas Web
2.0 (2012, 2012a, 2013). Basándose en las teorías de Marx, Fuchs (2010, 2011) se sirve del
siguiente esquema que analizaremos a continuación:
Figura 1. Esquema de circulación de capital.7
Pero, antes de entrar en los pormenores del mismo, vale la pena aclarar qué entiende el
autor por ‘crítica de la economía política’. El objetivo primordial es el estudio de los
procesos económicos que producen el valor (valor de uso, valor de cambio y plusvalía), 7 Este esquema es obtenido del artículo “Web 2.0, Prosumption, and Surveillance”, rastreable en las fuentes como Fuchs, 2011.
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sin perder de vista que se hace con el sentido de mostrar por un lado la contraposición
de los intereses de los distintos actores involucrados y, por otro lado, mostrar las
contradicciones internas del mismo sistema. Lo innovador del aporte de Fuchs reside
en su capacidad de llevar estos análisis a la economía digital o a lo que él llama
estudios críticos de los medios y de la información8. La clave de esta traducción de las
esferas tradicionales de producción de capital a internet es que la economía digital,
como ya lo han evidenciado claramente tanto Terranova (2000) como Berardi (2001), es
que las nuevas tecnologías son capaces de impulsar el ciclo a través de la anulación de
los costos de mano de obra (capital variable = c cir) al mismo tiempo que reducen
parcialmente los costos de los medios de producción (capital constante = c fix). Fuchs
sostiene que la principal y más importante contradicción del sistema, que se origina en
los primeros ciclos de producción y se reitera en la economía digital, es que la plusvalía
se origina desde la fuerza de trabajo (propiedad del trabajador), pero quien se queda
con él es el capitalista o dueño de los medios de producción. Y esta contradicción sigue
sucediendo aun dentro de las redes digitales.
Pasando al siguiente vector de la crítica, nos topamos con el problema de la vigilancia.
Fuchs sostiene que las características de participación y horizontalidad que se
estructuran en la Web 2.0, son justamente aquellas que permiten y facilitan los sistemas
de vigilancia. Para este autor la vigilancia se articula sobre todo en dos vertientes: por
un lado la económica y por otro la política. En lo que se refiere a la vertiente económica,
denuncia un comportamiento comparable al fenómeno de las subculturas en los
Estados Unidos y el Reino Unido durante los años 80. Esto significa que, a pesar de la
fuerte carga contracorriente que estas subculturas acarreaban, el mercado era capaz de
capar sus necesidades y satisfacerlas, reintegrándolas así en los procesos de
reproducción del sistema. Por otro lado, la ya sabida vigilancia política, debido al
8 Critical studies of media and information. Disponible para revisión en [http://fuchs.uti.at/papers/critical-studies-of-media-and-information/].
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acceso a la información casi ilimitada que los usuarios proporcionan, en particular en
las redes sociales. En este aspecto Fuchs habla de proletarización a través de inscripción
de los usuarios en una serie de discursos categorizantes.
Finalmente llegamos al concepto de prosumismo. Antes de explicarlo, vale la pena
atender a la revisión propuesta por Fuchs, de la evolución del término a lo largo de la
historia reciente. Tenemos en primer lugar el produsage, concepto que designa a la
acción misma de producir y usar simultáneamente contenidos. En segundo tenemos el
prosumer, concepto que se refiere a un tipo de individuo o clase social que realiza estas
dos acciones (producir y usar) simultáneamente. Finalmente llegamos a prosumption
(que nosotros denominamos prosumismo), concepto que ya engloba todo el fenómeno
general: la producción y el consumo simultáneo como un fenómeno social objetivo.
Llegados a este punto donde la evolución misma de la palabra nos ayuda a entender el
significado que ésta acarrea, es posible volver y hacer el vínculo entre este punto y la
crítica de la economía política para comprender plenamente el fenómeno que surge
cuando se coloca el concepto del prosumismo dentro de la realidad de la digital economy
y de la Web 2.0. Teniendo en cuenta lo que ya había mostrado Terranova (2000): el
trabajo no pagado; lo denunciado por los autonomistas italianos (Berardi, 1992, 1995): la
industria social, la reducción de costos de los medios de producción anunciada por
Fuchs, y finalmente la ya sabida búsqueda de horizontalidad de la Web 2.0, nos
enfrentamos con un complejo sistema de sobreexplotación.
Toda esta producción de crítica dura, ya sea desde la academia –con Fuchs y
Terranova– que desde el activismo y el periodismo –con Berardi–, encuentra lo que
podríamos llamar coloquialmente ‘la cereza del pastel’ cuando Carlo Formenti (2011)
publica su libro Felices y explotados9. La belleza estética que este texto aporta a todo el
9 El título original de esta obra se encuentra en italiano y es: Felici e sfruttati. Capitalismo digitale ed eclissi del lavoro.
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trabajo ya referenciado data en dos cuestiones: la felicidad de la explotación y los útiles
idiotas. En primer lugar llama felices y explotados a toda la clase de proletariado
cognitivo a la cual ya hacía referencia Berardi, pero ahora con el plus que de los
explotados gozan de una sensación ilusoria, causada por el discurso en torno a la Web
2.0, de libertad y autonomía. Por otro lado, útiles idiotas es una metáfora que utiliza el
investigador italiano para nombrar a aquellos que observan con ojos de descarado
optimismo a las nuevas tecnologías; nominación metafórica recuperada de la
denominación usada por la derecha para referirse a aquellos que, ignorando o
fingiendo ignorancia, se atrevían a defender al régimen soviético pese a sus atrocidades.
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