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EL RETABLO DEL NIÑO JESÚS DE AMPUERO. PINTORES Y ESCULTORES DEL TALLER DE LIMPIAS: JUAN GÓMEZ DE RUCOBA Y DIEGO DE LOMBERA
AURELIO A. BARRÓN y Juuo J. POLO
El arte de Cantabria comenzó a salir de su letargo a finales del siglo XVI. Hasta
entonces no faltan artistas de todos los ramos del saber que habían nacido en esta tierra, pero la mayor parte se veía obligada a desplazarse hacia las ricas tierras de Castilla en busca de trabajo y formación. La crisis de Castilla, que comienza hacia 1575, se acentuó en la centuria siguiente. Sin embargo, este momento coincide con un creciente desarrollo de las tierras costeras de Can
tabria. Lamentablemente no prosperó el intento de Felipe II de convertir a Santander en sede de un nuevo obispado, segregado del de Burgos -que por entonces se eleva a sede metropolitana con el intento, entre otras cosas, de dividirlo-. El desarrollo del puerto de Santander y la. actividad económica de otros lugares de Cantabria ofrecieron nuevas posibilidades a un creciente mercado artístico. Los nacidos en Cantabria no tuvieron que trasladarse forzosamente a Castilla para prosperar, e incluso para sobreviviL Parroquias y cofradías -como en el caso que nos ocupaincrementaron notablemente la demanda de obras de arte para engalanar los muros de iglesias o ermitas con retablos o imágenes de devoción que, además, se sacaban
en procesión en un momento que se caracterizó por un vivo sentimiento religioso.
En este ambiente surgieron diversos centros artísticos por Cantabria. Posible-
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mente el más destacado fue el llamado taller de Limpias. Los artistas de este foco -escultores, ensambladores, entalladores, :» pintores y doradores- irradian su actividad por un amplio territorio que alcanza la ciu-
dad de Santander y se proyecta hacia Cas-tilla -que nunca se abandona como tierra de formación y de trabajo-. El creador del foco -además de ser el artista más destaca-do- fue el escultor García de Arredondo que trabajó ampliamente en Burgos y finalmente se estableció en Limpias, antes de 1614, lugar al que había trasladado su fami-lia desde finales del siglo XVI. Con García
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de Arredondo, el más grande de los escultores cántabros de la Edad Moderna, se forn;aron quienes constituyen el grueso del taller de Limpias: su yerno Diego de Lom- o
bera, Felipe de la Gargolla y Juan de Pala-cio Arredondo, tal vez emparentado tam
bién con García de Arredondo. A Diego de Lombera, que tuvo una amplia actividad
por el territorio oriental de Cantabria y otras tierras castellanas de Burgos, se debe ads
cribir la arquitectura del retablo del Niño Jesús de Ampuero.
En el taller de Limpias no faltaron otros artistas que se dedicaban a completar
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la obra de escultura mediante el dorado y policromado de las obras en madera que ensambladores, imagineros y entalladores realizaban. En este sentido, y de nuevo vinculados a García de Arredondo, destacan el Vl
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pintor Juan Gómez de Rucoba, sobrino del gran escultor, y el dorador Pedro de Bernales. Al primero de ellos, o tal vez a la colaboración de ambos, adjudicamos las pinturas y policromía del retablo del Niño Jesús de Ampuero. La reciente restauración del retablo por Rocío Espejo-Saavedra nos ha
permitido el presente intento de reconstitución del retablo y de delimitación de la autoría de sus interesantes pinturasl. Es sabido que las pinturas procedentes de la Edad Moderna y conservadas en Cantabria son muy escasas. La preferencia de los estamentos populares, así como del clero local,
. , 1 Agradecemos a doña Rocío Espejo-Saavedra los datos técnicos que nos ha proporcionado y la aten-
c1on que tuvo con nosotros durante el proceso de restauración del retablo.
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por la escultura, amén de la abundancia de madera en la zona, pueden explicar la modestia de los restos que han llegado hasta nuestros días. Existían escasos talleres de pintores y su menor consideración, en aquel tiempo, puede ejemplificarse con la costumbre de decorar el altar mayor de las iglesias recién construidas con pinturas murales mientras se acumulaba dinero suficiente para levantar un retablo definitivo en madera. El predominio de la madera y, por contra, la calidad de la pintura del retablo de Ampuero, confieren mayor interés, si cabe, a las tablas conservadas del retablo
del Niño Jesús.
El retablo del Niño Jesús de Ampuero
Hasta su restauración, el retablo se
encontraba en el muro del evangelio, a la altura del crucero. La disposición que presentaba obedecía a una modificación del siglo XIX en la que se utilizaron restos de dos retablos anteriores. El retablo que nos interesa, de menor tamaño, se encontraba situado dentro del segundo cuerpo del conjunto. Se aprecian modificaciones con añadidos en los adornos, peanas y tablas que llenaban el fondo de los dos cuerpos del retablo grande. Mediante una pintura de pigmento marrón oscuro se unificaron las partes procedentes de los dos retablos. Con ello se quería dar unidad estructural al nuevo retablo que de esa forma se compuso, aunque fuera a costa de escamotear la dis
posición original del retablo mayor y aún el policromado de las columnas. Así, por ejemplo, las columnas entorchadas, capiteles y molduras que enmarcaban las pinturas eran doradas, como se ha observado des
pués de la restauración. Conforme al aspecto anterior a la
restauración, el retablo decimonónico se componía de dos cuerpos y ático. El reta
blo asienta sobre un sotobanco pétreo. La disposición del banco actual es posible que proceda de la modificación decimonónica.
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Sobre él se levantan dos cuerpos flanqueados por columnas corintias de estrías verti
cales. Actualmente parecen tener fuste liso, conforme al gusto academicista imperante en el momento que se hizo la reforma. Pero, en origen, las columnas estaban
estriadas. En la reforma del siglo XIX, se rellenaron las estrías para darles uniformidad neoclásica. Los desprendimientos del relleno en la columna inferior izquierda muestran, parcialmente, el aspecto original.
La disposición de los dos cuerpos y
remate otorgan al retablo un sentido verti-cal que casa mal con la estética en la que primitivamente se hizo el retablo, primera mitad del siglo XVII. Ciertamente la altura
del retablo resulta desproporcionada para la anchura total del mismo. Podemos supo-ner que, en origen, las cuatro columnas de
capitel corintio y estrías verticales formaban un mismo cuerpo. Debían enmarcar tres encasamentos, posiblemente decorados
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coq imágenes de las que se encuentran en la sacristía. A ese primitivo retablo de un (/) sólo cuerpo y grandes dimensiones debe de pertenecer el remate con nicho decora-do con casetones y aletones a los lados.
Termina en frontón curvo con un fuerte entablamento. Los aletones también parecen modificados, en parte, al componerse
el retablo actual. La parte más interesante del retablo
es el segundo cuerpo, que ha sido objeto
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de restauración. En él se encajaba otro reta-blo de pinturas que nos parece que proce-de del retablo del Niño Jesús que contrató Diego de Lombera en 1621. En este supues-to, para hacer el retablo que ha llegado hasta nosotros, se habrían utilizado materiales de dos retablos distintos; uno mayor del que sólo se aprovecha la arquitectura y se modifica su disposición primitiva, y un retablo pequeño de pinturas encajado en el centro: el retablo del Niño Jesús. Este segundo retablo, con ligeras modificacio-
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nes, se habría encastrado dentro de colum-nas de mayor tamaño que han de proceder (/)
ui de otro conjunto. Curiosamente, la arquitectura de ambos retablos es de estilo coincidente y del mismo tiempo.
Pasamos a estudiar la documentación original para reconstruir, en lo posible la disposición del retablo del Niño Jesús.
El día 10 de julio de 1621, Diego de Lombera, escultor de Limpias, contrató
·O hacer un retablo dedicado al Niño con la cofradía del Niño Jesús de Ampuero. Actuó como comitente el licenciado Diego de Camino, mayordomo de la cofradía, que actuaba en nombre de ella2.
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Según el condicionado del contrato, el retablo debía medir nueve pies de alto; para el primer cuerpo se reservaban algo más de cinco pies y para el segundo algo menos de cuatro. El primer cuerpo debía ser de orden corintio y disponer cuatro columnas entorchadas en tres calles. Para destacar la figura del Niño, que ya poseían los cofrades, y realzarla sobre los encasamentos laterales, se debía colocar sobre una peana -decorada con gallones y vaciados- y el nicho que cobijaba la figura debía
Niño Jesús: vista delantera y trasera. Ampuero
desbordar el friso superior y subir "a re<;:evir la cornixa". Además, el primer cuerpo debía contener tres tableros con "historias de pincel de la vida de el Niño Jesús".
El artista debía terminar la obra para el día de Navidad de ese mismo año. Varias veces se especifica que todo se haría bien labrado y proporcionado, es decir, confor-
t 1 d ., • me a as normas e construcc1on y reparto de las partes y el todo que imponía la arquitectura clásica -"a lo romano" se señala en una ocasión- que imperaba en aquel momento "dando al pedestal, colunas y cornixamento, nichos e ympostas, lo que de la orden corintia le cave". Para asegurar que se cumpliría el contrato en todos sus aspectos, se rompió la traza por la mitad. Se dio una parte al artista y otra al mayordomo para poder comprobar que se respeta
ba lo estipulado. Dos condiciones repercutieron favo
rablemente en el acabado final. En la confección del retablo no se podía utilizar mas que madera de nogal buena y se señaló que no se aprovechasen remiendos o partes de inferior calidad, pues debía ser "todo elegido". Además, se deduce que el contrato se adjudicó directamente al artista, sin mediar el sistema de contratación con remate a la baja que tan deficientes resultados podía proporcionar, pues no faltaban artífices acuciados por la necesidad que ofrecían hacer las obras hasta por un treinta por ciento del precio de salida, aunque el resultado final se resintiera de la rebaja. Por si fuera poco, no se fijó un precio a pagar por la obra, sino que se dejó a tasación. Artista y comitente acordaron que un tercero, el señor Diego de Espina, valorara la obra una vez que se concluyera. Artista y cofradía averiguarían el valor mediante tasadores particulares y el mediador nombrado señalaría el justiprecio final. Este sistema, a priori, era ventajoso para el artista
2 El contrato lo reproducimos completo al final y se publicó en Polo Sánchez, Julio J.: La escultura romanista y contrarreformista en Cantabria (c. 1590-1660). Santander, Fundación Marcelino Botín, 1994, pp. 303-305.
Rameado a punta de pincel. Ampuero.
que podía esforzarse en la ejecución del retablo con la esperanza de que se compensara la dedicación con un precio proporcionado. La obra demuestra que realmente se trabajó con esmero y cuidado. El ensamblaje es fino y la policromía, muy
notable.
Valoración y autoría del retablo
La lectura del contrato aclara que las
cuatro columnas del primer cuerpo debían ser entorchadas y sus capiteles corintios. La altura total del retablo era de nueve pies, es decir, dos metros y cincuenta y dós centímetros. El retablo estaba pensado para una capilla cuyo nicho final tenía esa altura, pues se indica que debía cubrir el hueco enteramente, y seis pies y medio de anchura; es decir, tres metros de alto por un metro y setenta centímetros de anchura. Se deduce que la cofradía ya contaba con la imagen del Niño Jesús -en el contrato se dice que el retablo es para "el nicho donde está la figura prin<;:ipal" y que el retablo que se pretende colocar en el nicho conviene que sea esbelto "por quanto lo es el Niño".
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La iglesia de Ampuero conserva una imagen del Niño Jesús que se puede datar hacia 1620. La figura, graciosa y estilizada, se presenta desnuda, en acertado contrapposto y encarnada a pulimento. El estilo de esta imagen del Niño también se puede adjudicar a Lombera y entra dentro de lo posible que el artista hubiera hecho en primer lugar la imagen y que, en un segundo momento, se quisiera hacer un retablo para
la imagen. El primer cuerpo mediría cinco pies,
un metro y cuarenta centímetros, desde la basa hasta la gola de la cornisa. Este primer cuerpo tenía cuatro columnas que delimitaban tres encasamentos con otras tantas escenas pintadas de la vida del Niño. Además, en el central se colocaba la figura del Niño Jesús. Para que el Niño destacara sobre los encasamentos laterales estaba previsto sobreelevarla con una peana "para que la figura suba a señorearse más que las
colaterales". La peana se conserva en la base de la tabla con la pintura del Niño Jesús entre los doctores. Esta peana mantiene la policromía original, coincidente con la del entablamento superior, y los
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"agallones y baziados" que señalan las con
diciones del contrato. Este primer cuerpo ha sufrido muy
pequeñas alteraciones. La tabla central debía de estar dispuesta más atrás, para permitir la colocación del Niño sobre la peana; en el contrato se señaló que el nicho de la figura principal debía llevar "tanto fondo casi como lo tiene la peana de la figura porque se señoree dentro". Al trasladarse el conjunto del retablo al segundo cuerpo del retablo lateral, pudo adelantarse la tabla y rellenarse el nicho con una moldura sobrepuesta que es claramente un añadido. Entre las columnas entorchadas del primer cuerpo se disponen tres tableros que el contrato señala que debían hacerse "con algunas historias de pincel de la vida del Niño Jesús". Sin duda, se trata de las tres tablas conservadas y restauradas: la Visitación, la Presentación del Niño Jesús en el templo, y Jesús entre los doctores.
El banco, al formar parte de un retablo lateral, no dispone de un lugar reservado para el sagrario. Las escenas representadas completan la historia del Niño que se relata en las tablas superiores. Son escenas alusivas al inicio de la Pasión. Estaban próximas al altar en el que se celebraban los oficios religiosos y recuerdan el sacrificio conmemorado en la Misa.
El segundo cuerpo estaba previsto que midiera cuatro pies: un metro y doce centímetros. En la actualidad, el primer cuerpo se corona con una tabla que representa la Trinidad. Aunque no se menciona en las condiciones escritas, debía de incorporarse en la traza dibujada que Lombera había presentado y se había elegido para
hacer el retablo. De todos modos, este coronamiento nos ha llegado modificado pues se partió y suprimió una franja inferior para que encajara en el nuevo retablo del siglo XIX; por ello, el tránsito del primer al segundo cuerpo resulta, en el día de hoy,
brus~o, pues carece de asiento.
1 Mientras no aparezca documenta, ción, no se puede confirmar fehaciente
mente que el retablo actualmente recuperado y restaurado coincida con el contratado por Diego de Lombera. Pero a nosotros no nos cabe ninguna duda de que el retablo, que estaba encajado en el segundo cuerpo de un retablo lateral modificado en el siglo XIX, coincide con las descripciones del retablo que contratara e hiciera Diego de Lombera en 1621. Faltan los estípites que flanqueaban el nicho central del primer cuerpo pero, por lo demás, la descripción del contrato se cumple en todos sus extremos3. Como estaba previsto en el contrato, vemos que el nicho central desborda el friso superior y alcanza la cornisa. Otras coincidencias ya las hemos resaltado. La disposición del primer cuerpo de este retablo, incluida la elevación del nicho central, es muy semejante a la del cuerpo principal del retablo de la cofradía del Rosario de Landeral, obra documentada de Diego de Lombera que fue finalizada por su hijo Ber
nardo de Lombera. Diego de Lombera se había formado
con García de Arredondo y estaba casado con una de las hijas del genial escultor. Concluyó el retablo de Guriezo, iniciado por Arredondo, y realizó otras obras en Landeral, Matienzo, Rasines, Zamudio (Vizcaya) y Quintanadueñas (Burgos)4.
3 Los estípites pudieron desmontarse cuando se modificó el hueco central para adelantar la tabla hasta el inicio de la peana y, de este modo, situar las tres pinturas en el mismo plano. Los estípites citados en el contrato al comentar la traza, pueden ser los que se clavaron en el fondo del nuevo retablo, alineados con las columnas exteriores. Un vano semicircular, desbordando el friso de los encasamentos exteriores, flanqueado por estípites que llegan a la cornisa se puede ver en el retablo de la cofradía del Rosario de Landeral que diseñó Diego
de Lombera. 4 Una biografía actualizada de Diego de Lombera, en VV.AA.: Artistas cántabros de la Edad Moderna.
Su aportación al arte hispánico. Santander, Institución Mazarrasa-Universidad de Cantabria, 1991, pp. 365-367.
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El retablo fue policromado al con
cluir la obra de madera, como se deduce del estilo de la policromía. Las pinturas de la infancia y pasión de Jesús debieron de ser realizadas por los pintores del taller de Limpias donde trabajaba Lombera. Confirma esta hipótesis la condición que Diego de Lombera había suscrito de entregar el retablo con las pinturas, luego es lógico que se las encargara a un artista vinculado a su taller. Sabemos que el pintor Juan Gómez de Rucoba era pariente, como Lombera, de García de Arredondo. El pintor Gómez de Rucoba, sobrino de García de Arredondo, había policromado un retablo lateral de la iglesia de Rada que, con anterioridad, había construido el taller de Arredondo. A la muerte de García de Arredondo, es lógico pensar que Gómez de Rucoba siguiera colaborando con Lombera y seguramente es el pintor que compuso las escenas de la vida de Jesús en este retablo de Ampuero. De todas formas, desde 1621 también está documentado Pedro de Bernales en el taller de Limpias. Consta, precisamente, colaborando con Gómez de Rucoba en una obra para la iglesia de Nuestra Señora de Toraya, en Hoz de Anero. Entra dentro de lo posible que ambos se repartieran, en mancomunidad, las obras y que conjuntamente trabajaran también en
Ampuero. Hemos de señalar que la documen-
tación califica a Gómez de Rucoba como maestro de pintura y a Pedro de Bernales como dorador; es decir, que Bernales podía encargarse de las labores previas a la pintura y policromía propiamente dichas: aplicar sobre la madera la base de yeso, el bol -el aparejado del retablo-, los panes de oro y, posiblemente, esgrafiar. En este momento la mayor parte de las labores de policromía se trazaban "a punta de pincel" y podemos sospechar que eran trabajos
reservados a pintores. En las pinturas figurativas del reta
blo de Ampuero se aprecian dos estilos dis-
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tintos: uno en el banco que, junto a aciertos de delicadeza inusitada -como el paisa-je de la escena de la oración en el Huerto, modela las figuras con relativa monotonía e isocefalia y conforma los rostros de un modo singular; otro es el estilo de las tres tablas mayores, su artífice matiza y degrada los colores con suavidad, compone con mayor soltura y reparte las figuras en el espacio con naturalidad. En las tablas se representan figuras grandes mientras que las composiciones del banco son miniaturas. Éstas se realizan sobre tabla y las escenas principales sobre tela. Tampoco se puede descartar que se deban a un sólo artista, más dotado para la figura grande que para la pequeña, más suelto en el trabajo al óleo y más encorsetado con los definidos perfiles de las pequeñas figuras al temple sobre tabla. Aunque sin evidencia documental, pensamos que Juan Gómez de Rucoba ha de ser el pintor principal del retablo y, por tanto, autor de las tablas, si bien no se puede confirmar, pues no se conocen otras pinturas con las que contrastarlas y compararlas. En cualquier caso, se trata de una obra interesantísima que viene a cubrir un hueco en el escaso y desconocido mundo de la pintura en Cantabria de los comienzos
del Barroco. Este pintor, o los pintores artífices
del retablo, utilizan una técnica que es heredera de la tradición española del siglo XVI. Básicamente se utiliza el temple, con un aglutinante muy ligero -seguramente huevo y cola de conejo- que tuvo que ser reforzado posteriormente con la aplicación de una capa que, hasta la restauración, ocultaba y dificultaba la visión de las escenas. El temple predomina en el banco y en la policromía del ensamblaje. Las tres tablas mayores se forraron con lienzo y sobre la tela, convenientemente preparada, se aplicaron los pigmentos al temple con pinceladas finales de óleo en partes principales: encarnación y vestimenta. Tanto en el banco como en las tablas, a algunos pigmentos
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lavatorio de pies. Ampuero.
se les añadió óleo, obteniéndose de este
0 modo una técnica mixta que se utilizó en España desde finales del siglo XV hasta que fue desplazada por el óleo bien entrado el
siglo XVII.
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La policromía de la mazonería se concentra en los tímpanos de los frontones curvos que cierran los encasamentos laterales, en el friso y en los capiteles -delicada-mente esgrafiados con un rayado que descubre el oro y provoca visos y matices luminosos-. El resto de la arquitectura se cubre de pan de oro sin matizar de colores -sin colorir-. Básicamente se usan los colores azul, verde, carmín y blanco; mezclados unos con otros para graduar los tránsitos de color y producir el rosa, color muy abundante. Los tímpanos se cubren con los característicos rameados postridentinos aplicados a punta de pincel. Otros motivos se combinan en el bellísimo friso estofado a punta de pincel con roleos, espejos y niños. Las hojas y volutas de los capiteles también están pincelados con iguales colo-res y matices, pero se buscan transiciones y brillos complementarios mediante finos
esgrafiados.
Iconografía del retablo
Las pinturas del banco recogen escenas de la Pasión de Cristo -la Última Cena, el Lavatorio y la Oración en el Huer-
to de los Olivos-. Como se ha apuntado, se trata de tres escenas del prólogo de la Pasión. En los retablos de la época era habitual representar la Pasión misma. En un retablo dedicado a la infancia de Jesús, se ha preferido detenerse en el momento anterior al Prendimiento. En los aspectos compositivos, las escenas se resuelven de forma convencional. Los grabados nórdicos -de Alemania, Flandes y Francia- habían popularizado las escenas en torno a la vida de Cristo. La dependencia de las estampas es particularmente evidente en la Oración en el Huerto; se descubren influjos tanto para la disposición de Jesús como para la de los apóstoles, el ángel o los soldados. Las Pasiones grabadas por Alberto Durero y Lucas van Leyden habían divulgado la composición que se utiliza en Ampuero. Las escenas de la Última Cena y el Lavatorio de pies siguen el esquema de la popular y difundida Pequeña Pasión de Durero. Se descubre la dependencia en las posturas de Cristo y San Juan, en la Cena, o en el gesto de las manos de San Pedro, en el Lavatorio.
En los extremos del banco, en el frente de los netos que soportan las columnas, los apóstoles San Pedro y San Pablo, primeros en la jerarquía cristiana después de Cristo, confirman, con su presencia, la existencia de una escala de valores y de autoridad, una línea de supremacía en la iglesia de Cristo que había puesto en entre-
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Ú/ffma Cena. Ampuero.
Oración en el Huerto. Ampuero.
dicho la Reforma y que la Contrarreforma tridentina volvió a confirmar. La Trinidad de la tabla del remate preside la jerarquía y la
consagra. Las pinturas del cuerpo principal
representan momentos de la infancia de Cristo, muy adecuados para acompañar una imagen de bulto del Niño: la Visitación a la izquierda -se puede considerar como representación alegórica, de carácter popular, del misterio de la Inmaculada Concepción, la Presentación del Niño Jesús en el templo -con María y José entregando una vela encendida al sacerdote-, y Jesús entre los doctores -en alusión a la inspiración divina y al carácter superior de la sabiduría cristiana-. Por otra parte, estas tres escenas obedecen al ambiente religioso español poste-
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rior al Concilio ele Trento: la Inmaculada Concepción, la firmeza de la fe revelada y
la consagración del sacerdocio. En resumen, las pinturas del retablo
están realizadas con técnica mixta y se encuentran entre las más notables producidas en Cantabria. De tradición renacentista,
la Trinidad. Ampuero.
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El niño Jesús entre los doctores. Ampuero Visitación. Ampuero.
destacan por la elegancia en la composición, la habilidad en la ubicación de las figuras en el espacio y por una ejecución muy digna en la que sobresalen el vivo colorido, un juego de luces y sombras que potencia el efecto de modelado, la acertada representación de las calidades de las telas,
(/) la perspectiva, tanto de interiores -perspectiva a la que ayudan los encuadres arquitectónicos de los fondos de los cuadros-, como de exteriores -con un paisaje delicado y sublime por el que avanzan los soldados que han de prender a Cristo, entretenido en oración-.
""( . Otras obras de policromía y pintura del taller de Limpias
La primera noticia sobre Juan Gómez de Rucaba data del diez de octubre de 1606. Desde el primer momento aparece relacionado con García de Arredondo y, seguramente, formaba parte de su taller. En
Presentación del Niño Jesús en el templo. Ampuero.
la ciudad de Santo Domingo de la Calzada, Juan Gómez de Rucaba testificó en un acto notarial en el que García de Arredondo afirmó que Pedro González de San Pedro y Remando de Murillas se habían obligado, con la misma fecha, a pagarle ciertas cantidades que García de Arredondo había anticipado por ellos para traer el alabastro necesario para realizar el bulto de fray Bernardo de Fresneda, difunto arzobispo de Zaragoza, que había fundado una memoria en el convento de San Francisco de la ciudad riojana. Conjuntamente, los escultores González de San Pedro, Murillas y Arredondo habían contratado el retablo mayor, los retablos laterales del convento de San Francisco y el sepulcro del arzobispos.
La relación de Gómez de Rucaba con García de Arredondo continuó hasta el final de los días del escultor. El 20 de septiembre de 1619, García de Arredondo otorgó poder a uno de sus hijos, el bachiller Diego de Arredondo, y a Juan Gómez
5 A.C. Santo Domingo de la Calzada, Obra pía, OF-12. De Juan Gómez de Rucaba no se señala, en el documento, ni su edad ni su condición de pintor. Hemos documentado a otro Juan Gómez de Rucaba, vecino de Limpias, que por la coincidencia de apellidos pudo ser el padre de nuestro pintor. En Limpias, hizo testamento el 13 de enero de 1615. Estaba enfermo al testar y murió poco después, ya que se hizo inventario de sus bienes el día 19 del mismo mes. Lo más curioso de este desconocido Gómez de Rucaba es que, como Arredondo, debía de haber tenido relaciones con la ciudad de Burgos. Así, en el testamento ordenó que se entregaran varias limosnas a las iglesias burgalesas de Santa María -la catedral-, la Trinidad y la Merced. ADS, Limpias, Civil C-682.
de Rucoba, al que califica como su sobrino y vecino de Limpias, para que ambos cobraran, del patrón y de los pagadores de las obras y memoria fundada por fray Bernardo de Fresneda en San Francisco de Santo Domingo de la Calzada, lo que le adeudaban de "la paga de las obras que yo hi<;:e del bulto, cama, figuras y retablos colaterales".
La primera obra documentada de Juan Gómez de Rucoba es la policromía del retablo de San Francisco en la capilla de Marcos de Rada en la iglesia de San Ginés de Rada6. Contrató la policromía en marzo de 1614 y García de Arredondo le avaló como fiador; lo que vale tanto para refrendar la buena sintonía familiar del escultor con su sobrino, como para relacionar a Arredondo con la arquitectura y escultura del retablo.
El retablo, de sobria y hermosa arquitectura clasicista, tiene un cuerpo principal y rema
te que cobija el bulto de San Retablo de San Francisco. Rada. Francisco, los relieves de San Marcos y San Roque y la imagen de María en Asunción rodeada de ángeles. Parcialmente, el bulto principal y el relieve de San Marcos -santo homónimo del patrón de la capilla- se pueden adscribir a la mano de García de Arredondo que ha contado con mayor participación del taller en las otras imágenes. Pero nos interesa más comentar la policromía.
El contrato de la policromía describe, con minuciosidad, las labores a realizar
en las distintas partes del retablo. Los artículos de las condiciones para hacer la obra ofrecen un compendio de las labores usuales y de la técnica de policromía imperante en ese momento.
Las últimas décadas del siglo XVI y las primeras del XVII fueron un período de transición entre la policromía renacentista y la barroca. Las constituciones sinodales postridentinas y la crisis económica del último cuarto del siglo XVI supusieron la pro-
6 AHPC, Miguel del Río, prot. 1.106, fols. 32-39. Publicado el contrato en González Echegaray, Mª Carmen: Documentos para la Historia del Arte en Cantabria .. Santander, Diputación Provincial, 1971, t. 1, pp. 13-17. El retablo se estudia en Polo Sánchez, Julio].: La escultura romanista ... , pp. 247-248 y Losada Varela, Mª Celestina: Catálogo Monumental del Municipio de Voto. Ayuntamiento de Voto, 1997, pp. 150-153. Reproducimos las condiciones del contrato, corregidas, en el apéndice.
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ui gresiva desaparición de la policromía manierista que cubría los retablos de pan de oro y labores estofadas con grutescos, máscaras y fantasías logradas mediante minuciosas labores de esgrafiado o con excelentes miniaturas de las más diversas composiciones figurativas, repartidas por
·O las telas de las imágenes, los fondos de las cajas, los pedestales y frisos de la arquitectura o las cartelas simuladas7.
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En lugar de la policromía descrita, durante el último cuarto del siglo XVI y el primer tercio del siglo posterior, se estofaron rameados florales sobre fondo de oro que cada vez cubre
ui menores superficies y cuando se aplica se desea lucir sin apenas colorirlo. Los rameados se formalizan "a punta de pincel" y se puede conservar algún grutesco discreto en San Marcos. Roda. cenefas de los vesti-
dos, molduras de los marcos ... Esta nueva policromía, en consonancia con los objetivos del decreto sobre el decoro de la imágenes del Concilio de Trento, no distrae la atención de los fieles sobre la esencia de las imágenes de culto. Además, preserva el decoro -pues evita representaciones inconvenientes que la libertad de los pintores podía intercalar en la figuración: bichas,
seres fantasiosos y desnudos-. Por último, los rameados a punta de pincel se ejecutan con mayor rapidez que los minuciosos estofados y esgrafiados manieristas y, por tanto, son labores más económicas. Los ricos repertorios renacentistas ceden ante
rameados, aves y niños repetitivamente representados. El peso de los factores económicos, en años de creciente dificultad, ayudan a comprender cómo se reduce la aplicación de panes de oro -o como se ostenta cuando se utiliza; sin matizar y abandonando la suave integración de su brillo en la armonía de los colores- y cómo aumentan las superficies cubiertas con pintura al óleo: el rico brocado y adamascado de las telas, esgrafiado sobre oro en el siglo XVI, se llega a sustituir por brocados matizados exclusivamente con color.
Durante el período de transición que comentamos, el encarnado de las figuras se hizo "a pulimento''. Con anterioridad se había encarnado con temple sobre yes~ magro que daba un acabado mate de aspecto natural. Durante el barroco se preferirá, de nuevo, el acabado mate naturalista8. Francisco Pacheco describe la técnica del encarnado a pulimento que, en lo esen-
7 De la bibliografía sobre policromía destacamos Echeverría Goñi Pedro· Policrom- d 1 R . . en Navarra. Pamplona, Gobierno de Navarra, 1990. ' . ia e enaczmiento
8 Francisco Pacheco denostó el encarnado a puliment _,, · · · · · mundo estos platos vedriados" - y defe d., 1 d o quiso D10s, por misencord1a, desterrar del
más natural Y que se dexa retocar vari:s 1~e~e:,n;a~~~er0 e~a;~~ ~~~a~~~~e~e~~: :e::~s t~;~o~:c~e~~~ h~~~i:~ f-
cial, consiste en adherir sobre la imprimación de yeso una abundante capa de cola y albayalde y pintar con colores -albayalde, bermellón y ocre- disueltos en un aceite muy graso, o lo que es lo mismo, aplicados al óleo especialmente graso. El empleo de la cola y el albayalde inicial debe evitar que el aceite migre a las capas del aparejo preparatorio. La encarnación pulimentada, que un gran maestro sabe matizar delicadamente, conjuga bien con el estereotipo de imagen romanista. El aspecto heroico, de superior categoría humana, de las imágenes romanistas se ve reforzado por la policromía brillante, el colorido esmaltado, antinatural e idealizado. Los rostros participan y gozan de la luz de Dios.
Los capítulos del contrato del retablo de San Francisco en Rada compendian San Roque. Roda.
la técnica que hemos comentado. En primer lugar dispone el lavado de la madera para suprimir la grasa y resina que permitan el aparejo de la madera. Como es usual en aquel tiempo, confía que el lavado con ajos y hieles ahuyente y suprima la carcoma. El primer paso del aparejado era plastecer las hendiduras de la madera y enlenzarlas si fuera necesario. Vitrubio aconsejaba que se dieran cin-
co capas preparatorias para recibir la pintura al fresco. En todos los talleres del país se preceptúan, también para el aparejo de la policromía, cinco capas de yeso grueso, cinco capas de yeso mate y otras cinco de bol. Era usual aconsejar que la cola, mez
clada con el yeso y con el bol, fuera de Flandes -en realidad la producían los pintores a partir de pieles de conejo, etc.- y que el bol se trajera de Llanes. En una tierra húmeda como Cantabria, el que ha redactado las condiciones insiste, para la firmeza de la obra, en el buen secado de las sucesivas fases y capas del proceso.
Con gran precisión descril'Íe el dorado y estofado que se aplicó, exactamente como ordenan las condiciones. En las cajas laterales del banco o pedestal, sobre fondo de oro limpio, se pintaron labores de
estofado a punta de pincel. En la caja central se sitúa una inscripción con letras de oro esgrafiadas sobre color azul9. En los netos del banco, labores coloridas y grabadas o rajadas para mostrar el oro. Las ménsulas centrales -que denomina cartelas-, decoradas con hojas y labores de talla simulada, van coloridas y estofadas con "grabados a punta de grafio".
co: Arte de la pintura. Barcelona, Cátedra, 1990, p. 497. Pacheco escribió el texto en 1638 y se publicó, por primera vez, en 1649.
9 Un artículo del contrato ordenaba colocar un "letrero" en el centro del banco. La inscripción indica la fecha de conclusión del retablo. En letras capitales dice: Esta obra retablo i capilla hicieron los señores Marcos de Rada y doña Madalena de Bolibar su muger i la dotaron a su costa i bincularon en el maior de su casa año de 1615.
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La figura de San Francisco está sutilmente policromada. La encarnación debía ser a pulimento pero parece haberse usado una técnica mixta; apenas brilla y se han buscado matices en las mejillas y la barba. El santo viste una tela rica de brocado. Se compone de rameados de color pardo oscuro, realzados con perfiles de blanco y destacados sobre un fondo esgrafiado sobre el oro -descrito en las condiciones como "campo rajado a modo de tela de oro"-. El fondo de la caja se cubre de brocado colorido sobre una base oscura sin oro. Las figuras de San Roque y San
San Francisco. Detalle. Rada.
Marcos se policroman del mismo modo, con mayor presencia del oro limpio. Como estaba estipulado, el vestido de San Roque
AURELlO A. BARRÓN Y JUUO J. POLO
lleva cenefa esgrafiada y el de San Marcos "en la orilla del manto ... una senefa gravada con labor de oro [esgrafiada] y otra
[cenefa] en la saya estofada de todas colores a punta de pincel". Las figuras del ático han sufrido repintes, como los aletones y pirámides. Se conserva la "labor estofada de todas colores a punta de pin~el" que adorna el friso.
El condicionado del contrato pudo redactarlo Juan Gómez de Rucoba, Pedro de Salazar o un tercer pintorlü. En cualquier caso, Pedro de Salazar escribió con letra autógrafa -que es distinta a la de las condiciones- la primera postura para hacer la obra -"Digo yo,
Pedro de Salazar, que ... hare la obra"-. Ofrecía hacerla por 1.300 reales, 44.200 maravedís. La policromia se remató en Juan
10 Mª Carmen González Echegaray leyó la firma del pintor Salazar como Juan de Salazar, aunque en el cuerpo del texto había leido correctamente Pedro de Salazar y no debió de observar que la letra que antecede a la firma es autógrafa; González Echegaray, Mª Carmen: Documentos ... , p. 16. Mª Celestina Losada mantiene la lectura de Juan de Salazar y lo identifica con Juan de Frías Salazar, pintor navarro que trabajó de 1588 a 1622. Esta autora guarda alguna reserva, pues reconoce que la firma del navarro no coincide con la estampada en el documento de Rada; Losada Varela, Mª Celestina: Catálogo ... , pp. 151-153. Nosotros leemos claramente Pedro de Salazar -tanto en el texto ("digo yo Pedro de Salazar") como en la firma- y descartamos la hipótesis anterior; ni siquiera es fácil que Pedro de Salazar redactara el condicionado -la autora citada cree que lo hizo el supuesto Juan de Frías Salazar-; los capítulos tienen tal grado de minuciosidad que el redactor conocía la arquitectura y escultura del retablo. Es más probable que las condiciones las elaborara un pintor de la zona o habría que suponer un desplazamiento, anterior al concurso, de Pedro de Salazar hasta Rada o Limpias. Pedro de Salazar era un pintor conocido en las tierras de la Montaña. Cuando puja para pintar el retablo de Rada debía de estar dorando y pintando el retablo mayor de la colegial de Santander, pues en noviembre de 1615 tenia esta obra muy avanzada, con la ayuda de los pintores Felipe de Santiago Penagos y Santiago Femández; González Echegaray, M' Carmen: Documentos ... , t. !, pp. 20-21. Tal vez fuera el pintor homónimo que, en 1600, intentó arrebatar a Pedro de la Cuadra, escultor vallisoletano, el contrato de las sillas del monasterio de Santi Spiritu de Valladolid. La misma autora ha documentado a un Pedro de Colsa Salazar que había fallecido antes de marzo de 1620. Este pintor había contratado, junto con Felipe de Santiago Penagos -colaborador de Pedro de Salazar en el retablo de Santander-, el dorado y pintura del retablo de la iglesia de San Miguel de Cartes. Felipe de Colsa Salazar, hijo de Pedro y vecino de Cartes, concluyó el retablo de la iglesia de San Miguel; González Echegaray, Mª Carmen: Documentos ... , t. I, pp. 25-26.
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A!.JIULIO A. BARRÓN Y JULIO J, POLO
Gómez de Rucoba que presentó una postura de menor valor, 42.000 maravedís. Como hemos visto, el dorado y pintura aplicados por Gómez de Rucoba se ciñeron estrictamente a lo capi
tulado. Más adelante, Gómez
de Rucoba realizó otras labores de policromía. Asociado con el dorador Pedro de Bernales, policromó, en 1621, dos imágenes para la iglesia de Nuestra Señora de Toraya, en el valle de Hoz. En 1629 ambos artífices doraban el tabernáculo de Argoños y, en 1638, emprendían el dorado del retablo de Nuestra Señora del Rosario en Udalla. Este último año Gómez de Rucoba traspasó a un pintor de Esles de Cayón, Alonso de Bernes, la obra de pintura que había contratado en la iglesia de San Andrés en Argomilla de Cayónll.
Las labores propia- Retablo de la Vera Cruz. Limpias. mente pictóricas se prodigan
son de formato casi cuadrado y de mayor altura que las mismas escenas en el retablo de Ampuero, lo que permite que las figuras sean más esbeltas. El rostro de Cristo en el
más en otras obras fuerte-mente relacionadas con el retablo del Niño Jesús de Ampuero y, posiblemente, obras del mismo pintor. Nos referimos al retablo de la Vera Cruz de Limpias y a una custodia-expositor de original tipología. El reta-blo, clasicista de hacia 1630, se organiza en torno a un extraordinario Crucificado delicadamente encarnado a pulimento. Tres tablas pintadas se ubican en el centro del banco: la Última Cena, la Flagelación y el Lavatorio de pies. La Cena y el Lavatorio
Lavatorio ha sufrido algún repinte contemporáneo, pero las figuras y composiciones guardan una estrecha vinculación con las del retablo del Niño Jesús de Ampuero. Se repiten los colores, la ubicación de las figuras en el espacio, iguales ademanes. Las pinturas de Limpias ofrecen un acabado más cuidadoso y un mayor gusto por el
11 Polo Sánchez, Julio J.: La escultura romanista ... , pp. 86-88. González Echegaray, Mª Carmen: Docu
mentos ... , t. II, p. 38.
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Lavatorio de pies. limpias.
San Marcos entre decoración pincelada. limpias.
detalle. La tabla de la Flagelación, en la puerta del sagrario, ha preservado intacta la
escena de la Oración en el Huerto de los Olivos que se representa en el interior. El pintor emplea sutiles transiciones de colores y se esfuerza por adecuar los vestidos al movimiento corporal. En la paleta intervienen un abanico amplio de colores: azul, verde, rojo, amarillo, violeta y pardo. La composición vuelve a coincidir con la de la misma escena en Ampuero. Sin embargo, el acabado es muy superior, aunque nos incli
namos por el mismo autor o taller para ambas obras.
Las tablas del banco parecen, en lo principal, pintadas al temple. No parece ocurrir lo mismo en la caja del Crucificado que se cubre con tablas con más abundante participación del óleo, sobre todo en el celaje. Se representa una vista de Jerusalén amurallada y provista de numerosos edificios renacentistas; entre ellos un edificio
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Flagelación. limpias.
central con tambor de columnas y linterna que se inspira en estampas de los primeros proyectos de San Pedro del Vaticano.
Las caras internas de la caja central se dividen en casetones con óvalos en los que se han pintado las figuras de los cuatro evangelistas y de Dios Padre y Espíritu Santo -una paloma- en el intradós del dintel. Prácticamente se trata de miniaturas pinceladas con relativa frescura sobre pan de oro, punteado en elementos accesorios. Los casetones van estofados a pincel con rameados y abundantes figuras desnudas -masculinas y femeninas-. Rameados, pájaros, niños desnudos y bustos femeninos se reparten en el estofado del friso. A veces las figuras se disponen a los lados de cartelas de cueros enroscados. Por último, en el óvalo encerrado en el frontón se ha pincelado a San Sebastián. La policromía de la mazonería es más rica que la de los retablos de Ampuero y Rada, pero del mismo
Oración en el Huerto. limpias.
estilo y cabría explicar las diferencias por el precio pagado, sin recurrir a distinto taller.
La composición de la Flagelación del banco del retablo de la Vera Cruz la volvemos a encontrar en una curiosa e interesantísima custodia-expositor de Limpias. Es
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un sagrario exento, para el monumento del o Jueves Santo o para la reserva eucarística. Trabajado por las cuatro caras, las superfi-
Decoración pincelada. limpias. Jes~s es. carnecido. Li.mpias./ ~e<'Z,Z'e .LX/' ,,.q,.-1?1
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~da. Limpias. 'i.'f.JW- .e.y;¡,, f/1
cies se adornan con repetición de molduras. En el centro de cada cara se han pincelado cuatro escenas dolientes del interrogatorio de la Pasión: jesús escarnecido la Flagelación, la Coronación de espinds y
jesús presentado al pueblo judío. No es frecuente encontrar un desarrollo tan pormenorizado del pasaje del interrogatorio. El pintor no parece tampoco habituado a alguna de las escenas. El primer escarnio, que sigue a la presentación de Cristo ante Caifás, acabó sustituido, en las representaciones habituales, por el segundo, la coronación de espinas, que seguía a la flagelación después de ser entregado Jesús a los
Flagelación. Limpias.
Coronación de espinas. Limpias.
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romanos. En las representaciones de Cristo escarnecido suele estar Jesús vestido, con los ojos vendados, y las burlas las interpretan bufones y judíos ridículos, sin presencia de romanos. El pintor de Limpias viste a Jesús con túnica, prenda de la que está desprovisto en la coronación de espinas, pero le presenta con los ojos abiertos y con corona de espinas, apenas insinuada tal vez por no haberla visto en la estampa que le sirve de guía. Además, en esta escena, un soldado participa de los improperios.
El estilo de las figuras nos parece muy semejante al de las tablas del retablo de la Vera Cruz. Comparten las figuras esbeltas, rostros semejantes, ciertas preocupaciones espaciales. Lo mismo se puede decir de las figuras pinceladas en los marcos y en las medias cañas de la moldura central del remate. La custodia-expositor se corona con grandes molduras que peraltan y singularizan el conjunto. En la tapa superior se sobreponen costillas y se tallan gallones y vaciados, usuales en la arquitectura de los retablos de la primera mitad del
siglo XVII.
Apéndice documental
1
1621, julio 10. Ampuero
Diego de Lombera contrata la realización de un retablo del Niño Jesús para la cofradía del mismo nombre de la parroquia
de Ampuero. AHPC, Juan Martínez de Pieragulla
no, prot. 3.418, año 1621, fols. 33r-34v. Polo Sánchez, Julio J.: La escultura
romanista y contrarreformista en Cantabria (c. 1590-1660). Santander, Fundación Marcelino Botín, 1994, pp. 303-305.
Condi<,;iones con que se ha de
hacer el retablo del Jesus. Los capítulos y condi<,;iones con que
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mediante la voluntad de Nuestro Señor se a de ha<;:er la obra y ornato de la cofradía del Niño Jesús del lugar de Ampuero son las
siguientes: Primera condición que toda la
madera que la dicha obra llebare sea de
nogal seca y bien curada. Yten es condi<,;ión que todo el alto
de esta dicha obra sea de nuebe pies, que tiene el nincho donde está la figura prin<,;ipal, repartidos en esta manera: el primer cuerpo, contando desde la basa a la gola de la cornisa, tendrá de alto cinco pies, antes mas que menos, repartido y ordenado conforme a la distribución y repartimiento que la traza demuestra. Dando al pedestal, colunas y cornixamento, ninchos e ympostas, lo que de la orden corintia le cave, pues el
dicho cuerpo lo es.
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Yten es condición que por cuanto tiene seis pies y medio el hueco del nincho y la obra es de poca carga~on, sean las colunas esbeltas, y todo jenero de impostas y guami~iones segun la tra~a demuestra. Y el nincho donde ba la figura del Niño Jesús, conbiene que sea esbelto, por cuanto lo es el Niño. Y ansimismo conbiene que ttl dicho nincho lleve tanto fondo casi como lo tiene la peana de la figura porque se señoree dentro. El qua! dicho nincho e ympostas irá artesonado con una media caña, o talón, curiosamente laboreado como ansimismo irán los colaterales.
Yten es condi~ion que las quatro colunas sean entorchadas, como la traza lo demuestra, labrando sus capiteles corintios a lo romano, todo muy bien lavoreado, como ansimismo irá la comixa, alquitrabe, vasa y sotabasa. Y lo demás de el pedestal irá baziado con su moldura talón.
Yten es condi~ion que, por quanto es el prin~ipal de la obra, la figura del Niño Jesús combiene que suba a re~evir la comixa el nincho, ha~iendo los dos stipites que a los lados tiene. Y para que la figura suba a señorearse más que las colaterales, combiene hacer la peana que la traza demuestra, muy bien labrada, ejecuntando los agallones y baziados que alderredor muestra.
Yten es condi~ion que por quanto es conbeniente demostrar algunas historias de pincel de la vida del Niño Jesús, se agan los tres tableros que la tra~a demuestra, guardando, en todo, toda curiosidad y buena arte. El qua! dicho segundo cuerpo tendrá de alto quatro pies escasos, con los quales y con los cinco largos del primer cuerpo se llenará todo el nincho. De suerte que echa y acabada la dicha obra descrepar en ella cosa alguna de lo que la traza demuestra, aya aclaración de un maestro perito en la dicha arte de como ansí está con toda curiosidad guardada y ejecutada.
Yten es condi~ión que en toda la dicha obra no aya jénero de cosa aplacada, sino todo elegido.
En el lugar de Ampuero a diez días del mes de julio de myl y seyscientos y beynte y un años, en presen~ia de mi Juan Martínez de Pieragullano, escribano del rey nuestro señor y vezino del dicho lugar de Ampuero, pares~ió presente el licenciado Diego de Camyno, vezyno <leste lugar y mayordomo del Nyño Jesús el qua! dixo que por quanto Diego de Lonbera abia traydo una traza para el retablo de la capilla del Niño Jesús de su pedimiento; la qua! dicha traza pares~ió bien al dicho Diego de Camyno, mayordomo, y a otras personas y
- se conformaron en que la dicha traza se
execute conforme a ella y con las condi~iones aquí contenydas, y de la dicha traza se debidió por meytad, que la una meytad queda en poder del dicho mayordomo, y la otra meytad lleva el dicho Diego de Lonbera para conforme a ella executar la dicha obra. Y en cuanto a la paga de dicho retablo y balar del, están conformes después de acabado, por una parte y otra ynformándose de persona que lo entienda, lo dejan en manos del señor don Diego de Espina, con que para comenzar la dicha obra el dicho Diego del Camyno le ha de dar de presente ~ien reales y en el discurso de ella otros ~ien reales y lo restante en estando acabado y asentado el dicho retablo. Y con estas condi~iones el dicho Diego de Lonbera se obligó a dar hecho yacabado y asentado dicho retablo para el día de Navidad <leste presente año de seiscientos y veynte y un años. Y ansi, cada una de las partes por lo que a cada uno le toca, se obligaron en forma y renunciaron las leyes de su fabor y la que dize que general renun~ia~ion de leyes non bala. Testigos que fueron presentes a lo que dicho es, Pero Hierro, Mamés Hierro, hijo de Juan Hierro, y Diego de Salazar, vecinos y estantes en este lugar. Y los otorgantes, a quienes yo el escribano conozco, lo firmaron de sus nombres. [Firmado:] Diego de Lombera. Diego del Camino, alcalde. Ante mi, Juan Martínez de Pieragullano.
72
2
1614, marzo 9. Rada
Condiciones para policromar el retablo de San Francisco en la iglesia de Rada.
AHPC, Miguel del Río, prot. 1.106,
fols. 34-35. González Echegaray, Mª Carmen:
Documentos para la Historia del Arte en Cantabria. Santander, Diputación Provin
cial, 1971, t. I, pp. 14-17.
Memoria de las condi~iones y bor
den que se a de tener en aparejar y dorar y estofar y grabar y de toda la demas pintura del retablo del señor San Francisco de la
capilla del señor Marcos de Rada. Primeramente se a de labar toda la
obra con cola delgada y ajos y hieles, todo mezclado y muy herviendo, para que la madera quede limpia para re~evir los <lemas aparejos y para que la carcoma no entre en ella y, si la ubiere, la mate.
Luego, seco esto, se a de plaste~er con buen yesso templado con cola fuerte de Flandes, ygualando los ojos y endiduras y faltas de la madera. Y seco lo dicho, se a de enlen~ar las dichas endeduras con
lien~as nuevas y cola de Flandes. Luego, seco lo dicho, se an de dar
~inco manos de muy buen yeso gruesso tenplado con buena cola de Faldres [metátesis por Flandes], procurando dexar secar la una antes que se de la otra. Y an de yr todas las <lemas yligiendo y guardando esta orden. Luego se le an de dar otras ~inco de mate, guardando la orden. Luego a de llevar otras ~inco de bol de Llanes templado, con cola muy mas delgada, y limpio para que el oro salga bueno y suabe; y todo esto a de yr en esta forma para llevar buen fundamento y para que el oro salga bueno y de buena color; acavando dicho aparejo se a de dar, a todo lo que se go~a de la dicha obra, con el mejor oro que se hallare sin
mezcla ninguna de plata ni otra cossa.
73
Primeramente el pedrestal an de yr todas las molduras y comisa de oro limpio; y los buecos, en el de medio, a de yr un letrero de a~ul sobre oro y las letras de oro limpio; los otros dos becas de los lados an de llevar una labor estofada de todas colores a punta de pin~el trabajadas segun arte de pintura, el campo de oro. Yten los artessones de abajo de las colunas an de yr coloridos de colores diferentes y gravados con labor de oro limpio. Yten las cartelas an de yr las ojas y obra de talla an de yr coloridas y estofadas de colores carmantados y grabados a punta de grafio.
Yten la figura de señor San Francisco a de yr colorida de su color natural y hecha una tela de brocado escurecida y real~ada y el campo rajado a modo de tela de oro; y las carnes se an de encamar al pulimento; y la caja de la dicha figura, el resplandar a de yr de brocado bien travajado.
Yten las colunas an de yr todos los bivos y molduras de oro limpio, y las estrías coloridas y gravadas con la labor de oro
limpio. Yten los traspilares an de yr todos
los bivos y molduras de oro limpio, y las estrías coloridas de un color carnessi.
Yten la figura de señor San Roque a de yr colorida sobre oro con colores finos cameantados, y hechas una tela de oro travajado segun arte de pintura, hechas unas ~enefas en las orillas y gravados con la labor de oro limpio; y lo que toca carnes, como es rostro y manos y todo lo <lemas, encamado al pulimento.
Yten la figura de señor San Marcos a de yr colorida de diferentes colores finas canbiantadas de colores, y una tela de brocado escure~ida y real~ada segun el arte requiere; y en la orilla del manto a de yr una senefa gravada con labor de oro y otra en la saya estofada de todas colores a pun
ta de pincel. Yten la comisa prin~ipal a de yr de
oro limpio y el frisso y alquitrave, entre los florones, a de yr una labor estofada de todas colores a punta de pin~el segun arte
de pintura.
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Yten la figura de Nuestra Señora a de yr colorida sobre oro; la saya de un color colorado a modo de rossa con su tela de oro escure<;:ida y real<;:ada; y el manto colorido de a<;:ul fino con su brocado bien travajado segun arte requiere; y el rostro y manos encarnado al pulimento segun arte de pintura.
I Yten los angeles an de yr coloridos,
diferen<;:iando los colores; y todas las carnes encarnadas al pulimento segun arte de pintura; y el respaldo de Nuestra Señora a de yr hecho un resplandor.
Yten las cartelas an de yr de oro limpio; los bivos y molduras y las piñas coloridas de su color natural.
Yten el frontespi<;:io a de yr de oro limpio; y en el espejo del hueco colorido y gravado con la labor de oro; y la cruz del remate a de yr de oro limpio muy bien resanado.
Yten las piramides an de yr todas las molduras y bivos de oro limpio y las estrias
ui coloridas de a<;:ul fino y las bolas de oro limpio.
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Yten los cartones del remate an de yr todos los bivos de oro limpio, y lo de los que tubieren coloridos y gravados con la labor de oro.
Yten el frontespi<;:io de señor San Marcos a de yr de oro limpio; y en el friso que tiene a de yr colorido y gravado con labor de oro; y la cortina de dicha figura a de yr colorida de color carmesi hecha una tela de oro.
Yten el Cristo de la figura de señor San Francisco a de yr encarnado al pulimento de su encarna<;:ion natural.
Yten el frontespi<;:io de la caxa de señor San Roque an de yr todas las moldu
ras y cornisa de oro limpio; y el filen<;:o del
medio a de yr colorido de a<;:ul y gravado
con la labor de oro; y la caxa y el arbol
colorido de su color natural; yten lo <lemas
emitando segun el arte de pintura. Todo el dicho retablo se dara a contento segun las
condi<;:iones de arriva y en todo acavado,
aunque no baya aqui espresado, a vista de officiales que digan aver cumplido con
todas dichas condi<;:iones. [Añadido con letra autógrafa del fir
mante:] Digo yo Pedro de Sala<;:ar que con
. estas condi<;:iones are la obra en mili y
tre<;:ientos reales y a bista de ofi<;:iales que lo
entiendan. Y porque lo cumplire, lo firmo
de mi nonbre y se dara para pasqua que biene. [Firmado:] Pedro de Sala<;:ar.
[Añadido con letra distinta:] Ansimis
mo es condi<;:ion que en el dicho retablo, ni
en parte de el, no a de llebar plata ni oro
baciado. Y si en alguna parte faltare de especificar alguna cosa del dicho retablo o
parte de el, se entienda estar todo conpre
hendido en las dichas condiciones.
Es condi<;:ion que la cantidad en que esta concertado el dorar y pintar dicho reta
blo, que son quarenta y dos mill maravedis,
se an de pagar los catorze mili maravedis
de contado, y otros catorze mili maravedis
para quando este hecha la mitad de la obra,
y los otros catorze mil maravedis despues
que la aya acabado y dada por buena por
dos personas nonbradas por ambas partes dentro de treinta dias. [Firmado:] Marcos de
Rada. Juan Gomez de Rucoba.
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