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50 | DESCUBRIR LA HISTORIA Gibraltar desde un fortín de Sierra Carbonera, la zona con mayor densidad de elementos fortificados de todo el Sistema del Campo de Gibraltar (Fotografia: Ángel J. Sáez). Por Ángel J. Sáez Rodríguez Tambores de guerra en el istmo de Gibraltar en 1939. Los fortines del sistema defensivo del Campo de Gibraltar DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS CAMPOGIBRALTAREÑOS

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Gibraltar desde un fortín de Sierra Carbonera, la zona con mayor densidad de elementosfortificados de todo el Sistema del Campo de Gibraltar (Fotografia: Ángel J. Sáez).

Por Ángel J. Sáez Rodríguez

Tambores de guerra en elistmo de Gibraltar en 1939.

Los fortines del sistemadefensivo del Campo de

Gibraltar

DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS CAMPOGIBRALTAREÑOS

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En la primavera de 1939, «cautivo ydesarmado el Ejército Rojo» y ha-biendo «alcanzado las tropas nacio-nales sus últimos objetivos militares»,se cernía un negro panorama sobre lastierras del Estrecho. El general Francoconservaba, después de la desmoviliza-ción llevada a efecto durante el vera-no, un ejército de medio millón dehombres. Además, el cuerpo expedi-cionario italiano que había participa-do en la guerra apoyando al bando na-cional permanecía en el país a la esperade la entrada de Franco en la capital.

Era un tiempo de rumores que, cir-culando en todos los sentidos, creabanun peligroso clima de confusión. Sehablaba de la llegada de nuevas tropasextranjeras a España —que en realidadno eran sino las italianas y alemanasaún no repatriadas— y, en el ReinoUnido, se temió su posible relacióncon una amenaza española contra Gi-braltar.

A pesar de que el Gobierno deBurgos trataba de desmentir estos ru-mores, el asunto llegó a ser objeto dedebate en la Cámara de los Comunes yen la de los Lores. R. A. Butler y lordHalifax, subsecretario de Asuntos Ex-teriores y titular de la cartera, respecti-vamente, hubieron de dar explicacio-nes ante ambas asambleas de los movi-mientos militares detectados en lascercanías de Algeciras. Conforme a laargumentación ofrecida por el Go-bierno de Franco, no se trataba másque del paso inevitable de soldadosdesmovilizados con destino a Marrue-cos. La diplomacia francesa tambiénhabía expresado su inquietud por lapermanencia de fuerzas de Hitler yMussolini en la península cuando nohabía ya circunstancia bélica que lo

justificase, llegando a pedir explicacio-nes el embajador Pétain al gobiernoespañol. No en vano, un clima prebé-lico recorría toda Europa, que habríade causar el estallido de la SegundaGuerra Mundial el 1 de septiembre enPolonia. Por tanto, la inquietud deLondres y de París estaba perfecta-mente justificada, dado que esa mis-ma situación podía estar amenazandoen las fronteras de España con ambosEstados.

Pero, ¿a qué se debía esta especie depsicosis colectiva? Sin lugar a dudas,los tambores de guerra que sonabanpor toda Europa influían poderosa-mente, magnificando cualquier infor-mación sospechosa para alguno de losbandos que velaban armas para la in-minente confrontación. Pero losbritánicos tenían algunas otras razo-nes para sospechar de las intencionesdel nuevo hombre fuerte en España,que serán revisadas a continuación.

Podemos valorar como argumentoesencial la públicamente aireada rei-vindicación de Gibraltar por el régi-men de Franco. Uno de sus personajesdestacados, el teniente general Gonza-lo Queipo de Llano, que era bien co-nocido por sus frecuentes expresionessoeces y gestos groseros, había provo-cado recientemente un incidente di-plomático en La Línea de la Concep-ción. En marzo de 1938 había expresa-do en la ciudad fronteriza, y antecinco mil soldados y un centenar deoficiales de la Wehrmacht: «ciertosbandidos británicos nos han robadoGibraltar, […] perdido para nosotrospor la cobardía y la traición de estosbandidos ingleses que lo han converti-do ahora en una guarida suya. Perosabemos que no permanecerán en él

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mucho tiempo porque rescataremosGibraltar para unirlo de nuevo a lamadre patria. No hay razón algunapara que Gibraltar sea otra cosa queespañol». Sus palabras tuvieron am-plio eco cuando fueron publicadas eldía 2 de marzo en La Vanguardia.

Un segundo factor que siempre seha de tener presente en este contextoera el resentimiento del general Francocontra el Reino Unido. El dictador es-pañol opinaba que los británicosdebían haber abrazado de manera másabierta su causa tras iniciarse la GuerraCivil, puesto que se mostraba conven-cido de haber evitado el estableci-miento de un régimen filo-soviéticoen la península, que debía ser enemigonatural de la democracia inglesa. Noveía suficientes las ventajas que parasu bando se habían derivado de lapostura británica desde el inicio de lacontienda. Igualmente recibía comonegativas las noticias relativas a la ayu-da que el Gobierno británico destina-ba a los refugiados republicanos llega-dos a Francia en el último mes de laguerra y a la acogida brindada en Gi-braltar a otros del mismo origen. Y,sobre todo ello, mantenía su convic-ción personal de la responsabilidadbritánica en la mengua del papel in-ternacional de España.

A pesar del cúmulo de argumentosexpuestos como segundo factor, lascircunstancias habían obligado a Fran-co a actuar con prudencia hasta la li-quidación de la guerra contra la IIRepública. Enfrente, la posición deLondres había sido igualmente caute-losa, altamente interesado en mante-ner el statu-quo en el área del Estre-cho. Buena muestra de ello es la reac-ción de Chamberlain, premier

británico, quien, tan pronto se con-firmó que los hechos de julio de 1936habían sido algo más que otra inten-tona de la derecha española contra laRepública, y ante la actividad italianaen apoyo de los sublevados, se mostródispuesto a aceptar la nueva situaciónespañola. Únicamente puso comocondición que el líder de los subleva-dos actuase con «benevolencia haciaGibraltar y, en una posible guerra eu-ropea, ‘sería favorable, o en el peor delos casos, estrictamente neutral’ hacialos intereses británicos», como pu-blicó Enrique Moradiellos hace veinteaños.

Una última razón de la menciona-da espiral de preocupaciones en tornoa Gibraltar era, a mediados de 1939, lafebril actividad desarrollada por losespañoles en las inmediaciones delPeñón desde las semanas siguientes ala finalización de la Guerra Civil. Enlas noticias referidas al Campo de Gi-braltar en estas fechas, se mezclan dosde carácter opuesto: los planes delCuartel General del Generalísimo pa-ra atacar y conquistar el Peñón, poruna parte; y, por otra, la preocupaciónde ese mismo órgano de gobierno anteun posible ataque de los aliados, quepodría partir de la colonia británica.Los dos tipos de información eran decarácter secreto y convirtieron la zonaen cuestión en un discreto centro deatención de los gobiernos implicados,aunque con notable preponderanciadel de Madrid, por ser el que más acti-vamente participó en los planes mili-tares que aquí se reseñan.

Mencionaremos, en primer lugar,ese proyecto para atacar Gibraltar porparte del general Franco, que fue dadoa conocer en 1997 por Ayala y Escolar

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en su artículo «Plan G: objetivo Gi-braltar». En él se explicaban unos pla-nes ofensivos españoles que se encon-traban completamente definidos yaen octubre de 1940. Poco después,Ros Agudo profundizó en este asuntoen su obra La guerra secreta de Fran-co, desvelando todos sus detalles ynombrándolo como «Operación C».

Pese a la novedad de tales informa-ciones, en 2002 la investigación reali-zada desde el propio Campo de Gi-braltar por Alfonso Escuadra aportódatos sorprendentes: un año antesque el Plan G ya existía otro en el mis-mo sentido elaborado por el Inspectorde Artillería de la Costa Sur, generalPedro Jevenois Labernade.

Tanto el proyecto de la ComisiónJevenois como el Plan G/Operación Cse revelan como planes ofensivos con-tra Gibraltar genuinamente españoles,anteriores al más conocido Plan Félixalemán, que sería concebido en enerode 1941. Ambos presentan un diseñocoincidente, en algunos aspectos, conel germánico, pero no pudieron ejecu-tarse, entre otras razones, porque re-querían de recursos no disponibles to-davía en 1940.

Gracias al Plan Jevenois de 1939, laoperación diseñada en 1940 pudo al-canzar un mayor nivel de desarrollo ydetalle. El primero planteaba unas fa-ses preparatorias y de ataque artilleroque, sin solución de continuidad, seesperaba que diesen lugar a la rendi-ción de la plaza inglesa. La segunda, ygracias al estudio preexistente, iba másallá: tras el intenso bombardeo previs-to se habría de realizar un «tiro de de-molición» sobre el istmo con el quese pretendía abrir paso al ataque te-rrestre, que seguidamente sería llevado

a cabo por carros e infantería.Estos proyectos fueron originados

el 31 de octubre de 1939, en la discretareunión celebrada en el Palacio deOriente de Madrid por la Junta deDefensa Nacional, máximo órgano dedecisión en asuntos militares. En ellafue planteada la posibilidad de lograrel cierre del Estrecho mediante el arti-llado de sus dos orillas.

El segundo conjunto de informa-ciones antes aludido, que despertó to-das las alarmas en el Estado Mayor deFranco, se refería a la supuesta amena-za de un ataque anglo-francés desdeGibraltar. Era un escenario inespera-do, desvinculado por completo de lasposiciones beligerantes de Falange, deQueipo de Llano o de Serrano Súñer.Durante décadas, la pregunta de porqué se habían construido centenaresde fortines de hormigón en las costasdel sur de España se ha venido contes-tando con argumentos genéricos, re-feridos al contexto bélico europeo delmomento. Pero esa razón no justificala urgencia con que se tomaron las de-cisiones ni la celeridad con que se lle-varon a término en el caso de la llama-da «Muralla del Estrecho». Esto es,los más de quinientos elementos forti-ficados que se dispusieron por la costaentre la margen derecha del río Gua-diaro y las playas de Conil de la Fron-tera, conformando el sistema de de-fensa contemporáneo del Campo deGibraltar y sus inmediaciones.

Su desencadenante se identificacon la alerta dada por el espionajefranquista en el Peñón acerca de unossupuestos preparativos para un ataquefranco-británico contra las costas delCampo de Gibraltar en el mes de abrilde 1939. La información estaba com-

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pletamente infundada y era incohe-rente con las directrices de la políticaexterior de Londres y París. Sin em-bargo, fue considerada fiable porFranco y su Estado Mayor. Con inusi-tada rapidez se ordenó desde el Cuar-tel General del Generalísimo que seestableciese con carácter de urgenciaun dispositivo defensivo en los accesosa La Línea de la Concepción desde lacolonia británica. Recibida la alerta enabril, el 1 de mayo de 1939 se recibía untelegrama cifrado de Franco en el quese detallaban los elementos básicos dedicho dispositivo. Consistía en cerrarcon muros de cemento las carreteras yestablecer una línea fortificada entrela verja y La Línea. Había de levantar-se primero como obras de tierra y,posteriormente, de cemento y revesti-das con una capa de adoquines. Pordelante de ella se planificaron defensasantitanque, consistentes en filas de vi-gas de hierro y una amplia zanja inun-dable defendida por cañones contra-carro establecidos en caponeras tam-

bién blindadas en cemento.La fortificación debía continuar en

el interior de ciudad. Una segunda lí-nea fortificada iba a establecerse entreCampamento y La Atunara, conti-nuada por la costa desde La Línea alGuadiaro y desde La Línea a PuntaCarnero, según indicaban las órdenes«para prevenir cualquier desembarconocturno». El sistema se continuó enla costa de Tarifa. El agente de la inte-ligencia franquista en el Peñón inter-pretó erróneamente el frecuente trán-sito de armamento y tropas, la reorde-nación de sus sistemas de defensaantiaérea y la movilización de parte desu población civil, quien pronto dejóde informar para pasar a interpretar,incrementando la psicosis ya existente.Así se desprende de la literalidad deuno de sus informes, con este peculiarestilo telegráfico: «De ser beligeranteo dificultar empleo base Gibraltar ypaso Estrecho debe existir vasto planfranco-inglés para procurar ocupar in-mediatamente puntos aseguren domi-

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nio del mismo, siendo en este casomaterial llegado Gibraltar destinado ala acción de las fuerzas que tuviesencomo base de partida el Peñón». Enconsecuencia, el coronel jefe de EstadoMayor del Cuartel General del Ejérci-to del Sur resumía, el 10 de mayo de1939, que «todo viene en confirmar laopinión predominante de la posibili-dad de un desembarco en las costas aloeste de Tarifa en caso de conflicto».

Las obras comenzaron de inmedia-to porque, solo una semana después,Queipo de Llano informaba del tras-lado por ferrocarril a Algeciras de diezcompañías de zapadores. El trabajomás duro habría de corresponder a«los Batallones de Trabajadores quese vayan enviando», en palabras delgeneral de Sevilla. A pesar de la dili-gencia mostrada por Queipo de Llanoy su participación en la presidencia delDesfile de la Victoria del 4 de mayo enValencia, acompañando al Generalísi-mo, sería cesado de manera fulminan-te dos meses después.

Este es, de manera esencial, el ori-gen del sistema defensivo contem-poráneo del Campo de Gibraltar, hoyconocido como la «Muralla del Estre-cho». Erigido durante el desarrollo dela Segunda Guerra Mundial funda-mentalmente, con el empleo de manode obra contratada y otra forzada, in-tegrada por republicanos de los Bata-llones Disciplinarios de Soldados Tra-bajadores, llegó a ocupar toda la costanorte del estrecho de Gibraltar, desdela desembocadura del Guadiaro hastacabo Roche, en Conil.

El derroche de recursos materialesy humanos en aquella España empo-brecida y hambrienta dio lugar a unsistema defensivo singular que nunca

llegó a entrar en acción. Cuando muypronto perdió su interés táctico,quedó abandonado y relegado al olvi-do, incorporándose a la cotidianeidaddel paisaje costero y siendo absoluta-mente desaprovechado, al margen dealgún eventual uso como espacio dejuegos infantiles, de labores agrope-cuarias e incluso de vivienda.

Los fortines del Estrecho son me-moria de un tiempo reciente y cruel dela historia de España, ejemplo de losdislates propios del régimen militarimpuesto por el general Franco al paísy de las fórmulas represivas aplicadas alos derrotados en la Guerra Civil.Componen, además, un interesantísi-mo y relativamente bien conservadomuestrario de la ingeniería militar delos años treinta y cuarenta del sigloXX, perfectamente contextualizadoen la Europa de su época, en la que laLínea Maginot francesa era el prototi-po de sistemas defensivos del mundode entreguerras. Contemporáneas dela anterior aunque iniciadas mástardíamente, las líneas alemanas West-wall y Ostwall eran menos conocidaspor la ciudadanía. No obstante, estosmodelos habrían de ser los que inspi-rasen técnicamente la construcción delsistema campogibraltareño dada lacercanía ideológica de los regímenesdictatoriales español y germano. Losviajes de diferentes comisiones milita-res españolas a Alemania tienen rela-ción con este hecho.

Existen diversas razones que expli-can el muy diverso estado de conser-vación actual de este amplísimo con-junto patrimonial, que supera todavíalos 300 elementos. Entre ellas puedenconsiderarse las diferentes calidades dela puesta en obra de unos elementos y

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otros —coexistiendo excelentes ejem-plos de buena fábrica hormigonadajunto a otros muy deleznables, dada lapobreza de cemento aplicado a la mez-cla—, lo que resulta determinante pa-ra la capacidad de resistencia de cadauno de ellos a la intemperie, la ausen-cia total de mantenimiento y el vanda-lismo. También influye la estabilidadde los terrenos en que fueron asenta-dos y su calidad constructiva general,especialmente evidente en armadurasde hierro a veces muy superficialesque han sido afectadas por la elevadahumedad ambiental de los ambientescosteros en los que se asientan. Dadoque estas construcciones nunca hanentrado en acción de guerra, se cons-tata que el principal factor causante desu destrucción ha sido la actuaciónhumana, sea por acción o por omi-sión. Por una parte, los fortines hansido considerados como estorbos parael desarrollo urbanístico, ordenado ono, a cuyos intereses se han visto supe-ditados y, en consecuencia, han acaba-do frecuentemente destruidos. Porotra, no han contado con la conside-ración de monumentos por la ciuda-danía ni por las administraciones pú-blicas obligadas a velar por su cuida-do.

Estas tornas comenzaron a cambiarrecientemente. La difusión de los es-tudios históricos relacionados conellos han servido para que la pobla-ción empezase a explicarse qué eran yqué hacían en sus playas, acantilados ycampos tales estructuras, de maneraque fuese tomando conciencia de suinterés. A su vez, la Consejería de Cul-tura de la Junta de Andalucía puso enmarcha en 2005 el Plan de Arquitec-tura Defensiva de Andalucía o PADA,

con el objetivo de actualizar la protec-ción de la arquitectura militar y de-fensiva de la comunidad. En conse-cuencia, se encargó a un equipointerdisciplinar de investigadoresvinculados al Instituto de EstudiosCampogibraltareños la redacción deun catálogo de estos elementos comoinicio del proceso de identificación yposterior declaración protectora delconjunto patrimonial. El PADA se di-señó como la base para actualizar elInventario de Arquitectura Defensivaque existe en Andalucía, que debe in-cluir (como señalaba el diario El Paísdel 1 de abril de 2010) «desde unfortín prehistórico de la cultura deLos Millares (Almería), que se desa-rrolló hace 5.000 años, hasta los bún-keres de la Guerra Civil». Cuando seconvierta en realidad, se dispondrá deinstrumentos legales para velar por lasalvaguarda de este interesante ele-mento patrimonial, vestigio de unadramática y reciente historia de Es-paña que, por otra parte, puede cons-tituir un atractivo turístico y pedagó-gico de notable importancia.

Para saber más

Atanasio Guisado, Alberto (2014).«Arquitecturas defensivas del sigloXX y su valor patrimonial. El casodel Campo de Gibraltar». Actas delas XI Jornadas de Historia delCampo de Gibraltar. Algeciras:IECG, p. 365-377.

Sáez Rodríguez, Ángel J. (2011).«España ante la II Guerra Mun-dial. El sistema defensivo contem-poráneo del Campo de Gibraltar»Revista de Historia Actual OnlineHAOL, Vol. 24, p. 29-38.