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DESIGUALDADES URBANAS EN CALI. ACERCAMIENTO A UN ESQUEMA EXPLICATIVO. Myriam Suavita Bejarano 1 1. INTRODUCCIÓN Considerando que las sociedades contemporáneas están en un acelerado proceso de urbanización y que es difícil pensar otra forma de organización social acorde a las demandas históricas de ello (Borja y Castells, 1997) no cabe duda que el fenómeno urbano genera gran expectativa en el mundo entero. Igualmente, éstas están asociadas al sistema capitalista que las define como su principal espacio de actuación y que por tanto, materializan su proyecto expansivo (Harvey, 2008). Soja (2014: 112) argumenta que “nunca puede haber una igualdad perfecta, siempre habrá cierto grado de variación, aunque no todas tengan una importancia a nivel social. Ningún proceso social tiene lugar de manera uniforme en el espacio, siempre habrá ciertas desigualdades en las zonas que producimos, al igual que siempre hay ciertas variaciones entre los individuos en su desarrollo socio histórico”. Es así como nuestras acciones y actividades tienden a juntarse en centros o aglomeraciones concretas, que dan lugar, según el caso, a ventajas y desventajas que se distribuyen también de forma desigual en el espacio; resultando apenas lógico que individuos o familias, según su particular condición social, económica, cultural o espacial, busquen agruparse con otros cuyos intereses sean coincidentes. Sin embargo, a pesar de que el solo hecho de que aparezcan distribuciones diferentes en el espacio, define retos interesantes para la geografía, el verdadero desafío sólo emerge 1 Candidata a Doctor en Geografía de la Universidad Autónoma de México (UNAM). M.Sc. en Geografía Convenio UPTC IGAC. E-mail [email protected]

DESIGUALDADES URBANAS EN CALI Myriam Suavita

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DESIGUALDADES URBANAS EN CALI.

ACERCAMIENTO A UN ESQUEMA EXPLICATIVO.

Myriam Suavita Bejarano1

1. INTRODUCCIÓN

Considerando que las sociedades contemporáneas están en un acelerado proceso de

urbanización y que es difícil pensar otra forma de organización social acorde a las

demandas históricas de ello (Borja y Castells, 1997) no cabe duda que el fenómeno urbano

genera gran expectativa en el mundo entero. Igualmente, éstas están asociadas al sistema

capitalista que las define como su principal espacio de actuación y que por tanto,

materializan su proyecto expansivo (Harvey, 2008).

Soja (2014: 112) argumenta que “nunca puede haber una igualdad perfecta, siempre habrá

cierto grado de variación, aunque no todas tengan una importancia a nivel social. Ningún

proceso social tiene lugar de manera uniforme en el espacio, siempre habrá ciertas

desigualdades en las zonas que producimos, al igual que siempre hay ciertas variaciones

entre los individuos en su desarrollo socio histórico”.

Es así como nuestras acciones y actividades tienden a juntarse en centros o aglomeraciones

concretas, que dan lugar, según el caso, a ventajas y desventajas que se distribuyen también

de forma desigual en el espacio; resultando apenas lógico que individuos o familias, según

su particular condición social, económica, cultural o espacial, busquen agruparse con otros

cuyos intereses sean coincidentes.

Sin embargo, a pesar de que el solo hecho de que aparezcan distribuciones diferentes en el

espacio, define retos interesantes para la geografía, el verdadero desafío sólo emerge

1 Candidata a Doctor en Geografía de la Universidad Autónoma de México (UNAM). M.Sc. en Geografía

Convenio UPTC –IGAC. E-mail [email protected]

cuando se reconoce que tales discriminaciones, construidas socialmente, son posibles de

modificar a través de la acción social concertada. (Soja, 2014)

Sin lugar a dudas, las invasiones urbanas se constituyen en la materialización más extrema

de la urbanización de la injusticia; donde se conjugan una serie de elementos que, como lo

veremos más adelante, e identificados algunos como trampas de pobreza (Smith, 2005;

Martin y Schumann, 1998 y Núñez y cuesta, 2006ª), se repiten constantemente de

generación en generación, en una espiral descendente, que produce en algunos casos, altos

niveles de pauperización de las comunidades asentadas allí, encadenando no sólo sus

actuales generaciones, sino las futuras. Sin embargo, la inexistencia de dicha evidencia, no

puede ser la excusa para dejar de realizar acciones que permitan romper con estos

ambientes perversos.

En un intento por aportar elementos a la discusión sobre las desigualdades urbanas, se

propone un esquema, donde se recogen las principales condicionantes que generan,

potencian y consolidan dichas diferencias.

ESQUEMA EXPLICATIVO

Genéricamente consideramos la ciudad como la construcción física que representa los

intereses socio-económicos, políticos, culturales e institucionales de los diferentes grupos

sociales.

Cualquier ciudad de América Latina, presenta unas características de morfología y

estructura distintivas de países “en vía de desarrollado”, de “la periferia” o

“tercermundistas”. Crecen por inercia, con poca o nula planificación, con desplazamientos

continuos de población rural, con problemas de gobernabilidad y ante todo, con diferencias

socio-económicas significativas que día a día se han ido profundizando.

La figura N. 1 recoge, a mi modo de ver, los siete aspectos más importantes responsables

de las desigualdades presentes en las principales ciudades de América Latina y se convierte

en el derrotero para la exposición de argumentos en la presente. Estos se organizan en dos

grandes grupos diferenciados de acuerdo al nivel de resolución en el cual actúan: La

presión de condiciones externas y las Dinámicas internas, este último grupo es el que

realmente le dará la distinción a cada caso.

Dentro del primer

grupo, se tiene el

modelo económico

imperante, para éste

caso el capitalismo o

el neoliberalismo y el

crecimiento urbano.

Estos dos aspectos

ejercen gran presión

en las urbes,

fenómenos que desde

la Revolución industrial han tenido gran injerencia en el crecimiento vertiginoso y el grado

de concentración en las ciudades.

El segundo grupo identificado como Dinámicas internas, lo conforman las variables que

establecen las particularidades de cada ciudad, resumidas en cinco aspectos: Las políticas

públicas propuestas por los gobiernos nacionales; los gobiernos locales, por la

implementación u omisión de las políticas públicas y de los Planes de Gobierno; el valor

del suelo, elemento determinante en la morfología y estructura de cada ciudad; el aumento

de la población, ya sea vegetativo, por migraciones y/o producto de desplazamientos

forzados; y el componente social, que corresponde a las manifestaciones de la población

urbana, la conformación de redes y los mecanismos utilizados para la producción de

espacio social.

Estos siete aspectos ejercen presión en las ciudades de forma diferencial, en unos casos las

políticas públicas pueden derivar en X o Y forma de ocupación urbana, mientras que para

otros casos, estas políticas pueden no existir. E igualmente, por su carácter relacional,

resulta casi imposible abordarlos de forma individual. A continuación se tratará de

desglosar algunos de éstos aspectos, mostrando casos particulares.

DEL MODELO ECONÓMICO

Se podría afirmar que la precariedad habitacional ha acompañado a las ciudades desde sus

orígenes, dificultad presente no solo en países de la periferia, en vías de desarrollo o los

considerados más débiles en la pirámide financiera (Robles, 1987), sino también en los

desarrollados o del centro (Boccacio, 1351) Al pasar el tiempo, estos últimos, han generado

políticas y estrategias económicas para enfrentar el déficit de habitabilidad y los de la

periferia aún presentan incapacidad para atender a la población necesitada de vivienda

(Davis, 2007).

En la actualidad, contrario a lo esperado y aunque no se note a primera vista, la situación

comienza a parecerse a la primera etapa de consolidación de las ciudades; los países del

centro presentan problemas de tipo social debido a la llegada de numerosos individuos y

familias de zonas en conflicto bélico y/o económico, ello, que se suma a la crisis en las

grandes economías capitalistas de Europa, Asia y Norteamérica, ha generado la aparición y

consolidación de prácticas informales de acceder al suelo para la adquisición de vivienda

(Stiglitz, 2012)

Una forma recurrente de abordar los estudios socio-económicos y políticos de nuestras

sociedades, ha sido desde visiones maniqueas. Esta práctica, algo mecanicista, ha sido la

constante en diferentes teorías: la del Desarrollo, desarrollados y en vía de desarrollo (por

no decir subdesarrollados); la CEPAL, centro, periferia; de la Marginalidad, moderno y

tradicional; Agentes capitalistas y Agentes mercantiles simples, etc. Dicotomías que se

extienden a otros conceptos como lo legal y lo ilegal o lo formal e informal.

En contraposición, teorías como la marxista o la estructuralista, argumentan que el modelo

económico de corte neoliberal se beneficia de una población marginal hasta tal punto que se

convierte en parte constitutiva de este modelo; consideran que la población pobre no es el

residuo o las sobras de estas prácticas económicas, como lo sostiene la teoría de la

marginalidad; por el contrario, ayuda al crecimiento del sector empresarial e industrial. En

otras palabras, esta población se convierte en una parte indispensable para el crecimiento de

éste sector de la economía, pero eso sí, deben mantenerse como están, pobres, marginados y

serviles, de otra forma la ecuación no funciona.

Analizando la población pobre que es absorbida por este sector industrial, se pensaría que

sus familias no se verían expuestas a realizar actividades denigrantes o ilegales. Sin

embargo diversos estudios han demostrado que la realidad es otra (Banerjee y Duflo, 2012,

Jaramillo, 2012; Davis, 2007, otros).

Primero, las periferias o regiones en vía de desarrollo, presentan una ventaja competitiva

cuando, para la reproducción de la fuerza de trabajo, contratan personal de su entorno, a

diferencia de las del centro, donde los salarios son más altos debido a que gozan de mayor

capacitación y de una economía de escala y de aglomeración. Por el contrario, los empleos

de la periferia, designados por un mecanismo global de especialización del trabajo, son

suplidos por personas que no requieren un alto perfil profesional o por lo menos no se les

exige niveles básicos de educación (primaria, secundaria o formación técnica), por lo tanto

no son bien pagos. Además, en términos marxistas, mucha mano de obra, disminuye los

salarios, esto sin duda es bueno para las empresas pero no para los trabajadores (por lo

menos a corto plazo). Los bajos salarios exigen que otro miembro de la familia ingrese a la

producción de bienes y servicios, para poder suplir sus demandas básicas, es lo que Marx

(1859) llamó el “ejército industrial de reserva”.

Algunos otros son proveedores de bienes y servicios a las grandes industrias; estas trabajan

con las materias primas de artesanos y campesinos que consiguen a muy bajo precio y que

son incorporadas a sus factores de producción. Los vendedores ambulantes y pequeños

comerciantes, que abundan en los países latinoamericanos, distribuyen los bienes

industriales con una bajísima ganancia.

Así, la marginalidad espacial o la injusticia espacial (en términos de Soja, 2014) es otra

manifestación de este régimen de salarios bajos. Los bajos salarios más el aumento de

migraciones campo-ciudad generan una población flotante, que tiene que solucionar de

forma inmediata las necesidades de vivienda, por cierto, no de la mejor manera. Dos de las

formas más generalizadas, que esta población utiliza, son la ocupación de terrenos sub-

equipados, conocidos en Colombia como urbanizaciones piratas e invasiones.

Se podría así, sobre planos cartográficos de las principales ciudades latinoamericanas,

reconocer algunos patrones estructurales que caractericen la dinámica económica imperante

en la región y el resultado espacio-funcional que ella produce. El crecimiento de áreas

industriales, la proliferación de centros comerciales, la segregación urbana o la

conformación de guetos, el aumento de la mancha de viviendas en asentamientos

informales, densamente poblados, por un lado, y por el otro, extensas áreas con viviendas

muy grandes y una densidad poblacional muy baja.

Este es uno de los elementos que justifica el proceso de deslocalización industrial,

fenómeno implementado en nuestras ciudades latinas y que básicamente consiste en

trasladar las fábricas a lugares cercanos a materias primas, en regiones donde exista una

legislación permisiva frente al manejo ambiental y en general, que el tema normativo no

sea exigente como lo es en países “desarrollados”; y donde obtengan menos costes en la

mano de obra en condiciones más flexibles; finalmente y aunque no siempre sucede, les es

conveniente estar cerca de mercados de consumo. (Sachs, 2007).

FRENTE AL CRECIMIENTO URBANO

Según Marx (1989), la ciudad es el centro de poder de las relaciones sociales y espaciales,

ya que es donde se concentran los medios productivos del modelo capitalista y donde se

genera el hecho básico que define la base de la estructura social, la plusvalía. Las ciudades

crecen, en general por dos razones: por el desarrollo económico y el crecimiento

demográfico; según Borrero (2005), el desarrollo de un país implica el crecimiento de los

sectores secundario y terciario de la economía. Partiendo de ésta premisa, se puede afirmar

que es necesario el suelo urbano para la localización de fábricas, comercios y de vivienda

para los trabajadores.

El aumento de la

población

muchas veces

responde a

dinámicas

superiores a su

entorno, sobre las

que se dificulta el

control y donde

sus

modificaciones

se sienten a

mediano y largo plazo. En la figura No.2 se observa el crecimiento de las 20 principales

ciudades del mundo, comparando cinco periodos diferentes 1960, 1970, 1985, 2000 y 2014.

Algunas aglomeraciones cambian de posición de un

año a otro; en algunos casos alcanzan a desaparecer

de la lista de las 20 primeras; es el caso de Londres,

empieza a disminuir su población en las décadas de

los 70, 80 y 90 hasta quedar fuera de la lista; por el

contrario, las ciudades Asiáticas (de China, Japón,

Indonesia, India, Pakistán, entre otros) aumentan su

población de forma alarmante. Japón duplicó sus habitantes en tan solo 14 años (de 17.1 en

2000 a 39.6 millones, en 2014).

En la figura No. 3 se observa el crecimiento de la población de estas 20 ciudades,

demostrando que se perpetúa la importancia de la ciudad como poder central y aglutinador

de un gran número de habitantes.

Las tendencias de disminución de la población en los países desarrollados están asociadas a

la deslocalización de la industria y al control natal. Por un lado, los migrantes, residentes en

estos países han quedado sin trabajo o en condiciones muy por debajo de sus expectativas

(España, Inglaterra e Italia y llama igualmente la atención, el comportamiento de las

ciudades de Estados Unidos) y por el otro, el control natal ha hecho que la pirámide

poblacional se haya invertido. Situación contraria sucede en Asia, con fuertes desarrollos

industriales, donde se genera una mayor atracción hacia ellas, no importando las condicione

laborales, pues como ya se ha demostrado, el imaginario colectivo es de bienestar

generalizado para toda la familia (Martin, y Schumann. 1998; Borja y Castells, 1997)

DEL AUMENTO DE LA POBLACIÓN

Según Borrero (2005:2) las causas de la migración se pueden resumir en el siguiente orden:

1. empleo, 2. mejoría de los ingresos, 3. educación, 4. mejor nivel de vida y 5) finalmente

por vivienda; por lo tanto, carece de peso el afirmar que la construcción de viviendas

genera migración hacia las ciudades, es por el contrario, las actividades productivas atraen

mano de obra, que migra en busca de trabajo. La experiencia colombiana demuestra que los

años en que más vivienda popular se construyó (1982-85), la migración a las ciudades

disminuyó.

En términos generales, está ocurriendo una rápida transformación en la composición

demográfica y en la distribución espacial de la población. El crecimiento de la población

urbana tiende a ubicarse en los principales centros urbano-industriales, centros urbanos de

servicios y aun en las regiones rurales más prósperas. Pero como una contradicción del

capitalismo, la industrialización tiene como una de sus características ser excluyente.

Quiere esto decir que es imposible que brinde oportunidades laborales a una cada vez

grande movilización de migrantes.

De esta forma es que en las grandes ciudades, se encuentra cada vez más cantidad de

familias sin trabajo, esperando ayuda de los gobiernos o de ONGs o sumándose a la masa

de trabajadores informales.

Para el caso caleño, el crecimiento total de la población parece estabilizarse; aunque el

aumento vegetativo podría estar cediendo según el censo del 2005, la movilidad de

individuos y/o sus familias2, entre ciudades de diferente rango, y los desplazamientos

forzados3, estarían manteniendo la dinámica de periodos anteriores, aumentando la

población total de la ciudad.

En la figura No. 4 se muestra el crecimiento

exponencial de la población en Cali, este aumento

genera varios problemas, entre los más

importantes, la insuficiencia de trabajos, de

vivienda, de servicios básicos y en general de una

planificación adecuada que permita un desarrollo

armónico de la ciudad.

Vale la pena aclarar que no importando las razones por las cuales se migre, las familias que

llegan a las grandes ciudades necesitan de vivienda. Como se pudo constatar en trabajo de

campo, inicialmente viven en arriendo o llegan a casa de un amigo o familiar, ya que no

poseen el dinero para poder comprar; con el tiempo es posible que ahorren y logren tener

capital suficiente para comprar un lote o en algunas pocas ocasiones, puede dar la cuota

inicial de una vivienda de interés social (Borrero, 2005). Para el caso de los desplazados

por la violencia, igualmente buscan quedarse con amigos o conocidos, pero como su

llegada es repentina, en la mayoría de casos tienen que recurrir a alguna organización

estatal o una ONG y en el peor de los escenarios, los encontramos deambulando por las

2 Donde las familias buscan mejores oportunidades de trabajo, salud y educación.

3 Alfredo Molano (citado por Espinosa, 2014) habla de desterrados o expulsados, en un esfuerzo por resaltar

la tragedia que sufren un número significativo de familias colombianas, que son obligadas a abandonar sus

parcelas, por las amenazas que sobre ellos realizan grupos al margen de la ley como guerrillas, paramilitares,

narcotraficantes, delincuencia común y hasta por miembros del mismo ejército nacional; fenómeno que se ha

incrementado por el olvido en que se tienen los campos, desde hace más de 70 años.

calles, viviendo de la caridad pública -de las limosnas-. Ellos también buscan donde vivir y

se suman a los migrantes en busca de trabajo.

FRENTE A LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

Las políticas públicas, que están por encima de los Planes de Gobierno, se constituyen en la

guía, el camino por el cual una nación debe transitar y cuyos gobernantes de turno, elegidos

por el pueblo cada determinado tiempo, deben acoger y estudiar, y a partir de ahí proponer

sus estrategias de Gobierno.

En países como México, el uso, la discusión y las propuestas de las políticas públicas, son

conocidos por la mayoría de ciudadanos, sobre todo las que tienen que ver con el tema de la

vivienda. Para Colombia el caso es diferente, hasta hace poco tiempo se empezó a evaluar

el problema de habitabilidad a través de directrices a nivel nacional, pero ello aún no se

convierte en prioridad en la información que demande un ciudadano, incluso aquel que

carece de ella.

El MVCT en colaboración con el DNP (2014) levantó un documento para ser presentado en

el Séptimo Foro Urbano Mundial realizado en Medellín. El documento, “Colombia: Cien

años de políticas habitacionales” refleja, aunque sólo pareciera un ardid político, lo que ha

sido el desarrollo de las políticas de vivienda en el país.

Se recuerda como al comienzo, en 1886, los asuntos de vivienda eran competencia de un

Ministerio de política de sectores, el Ministerio de Fomento. En la sucesión de un gobierno

a otro este desapareció, cambio de nombre, fue integrado a otros o renació. En 1968 se

llamó Ministerio de Desarrollo Económico y tuvo un rol muy importante en el contexto de

una estrategia de desarrollo fundamentada en la vivienda, aunque vista está, esencialmente,

como un sector económico. Con el correr de los años este ministerio de desarrollo empezó a

virar hacia una visión territorial, tanto, que se promulgó la Ley 388 de 1997 de Desarrollo

Territorial, que constituye un hito en la evolución institucional para la gestión del territorio

en Colombia.

El MVCT es un ministerio relativamente nuevo, creado por la Ley 790 de 2002 y

reformado por la Ley 1444 de 2011. La reforma de esta segunda ley consistió

principalmente en escindir los temas ambientales, que pasaron al hoy Ministerio de

ambiente y desarrollo sostenible. Las políticas a cargo del MVCT tienen que ver con los

usos del suelo, con el ordenamiento urbano, con el agua potable y saneamiento básico y con

el desarrollo territorial y la vivienda.

Según este documento, por

primera vez, en estos diez años,

“Colombia transita con unas

instituciones, maduras, con

políticas, programas e

instrumentos tendientes a

lograr los objetivos de gestión

en el territorio”. Agregan, que

“Históricamente siempre se

tuvieron objetivos, pero la institucionalidad de hoy tiene como cumplirlos”. MVCT y DNP,

2014:18

El 13 de Junio de 2014, aparece el “Informe de auditoría a Políticas públicas: Vivienda y

ciudades amables. Plan nacional de desarrollo 2010-2014. Prosperidad para todos, 2010-

2013” presentado por. CGR - CDIFYTCEYDR No. 023, donde se pretende realizar un

balance de lo que se ha hecho frente al tema. Ver figura No.5.

En este documento se presentan 9 observaciones frente al Plan Nacional de Desarrollo: 1.)

Retraso en la puesta en ejecución de los macroproyectos de inversión social nacional

(MISN). 2. Mecanismos inaplicables del Plan Nacional de Desarrollo para mejorar la oferta

de vivienda. 3.) Debilidades en la aplicación y mejoramiento de la infraestructura

educativa. 4) Bajo desarrollo de instrumentos para vincular recursos del mercado de

capitales a la generación de vivienda. 5.) Demorarse en la adopción de los mecanismos

modificatorio de la ley 388 de 1997 por parte de las entidades territoriales. 6.) No se han

adoptado lineamientos sobre construcción y urbanismo sostenible. 7.) No aplicación de

criterios de focalización para la selección de beneficiarios del Fondo Nacional de

Formación Profesional de la Industria de la Construcción (FIC). 8.) Diferencias entre la

información de los indicadores reportados por el MVCT y las entidades ejecutoras.

Finalmente 9.) Incumplimiento de las metas del Plan Nacional de Desarrollo.

Las Estrategias y Programas definas por el Gobierno en la Política de Ciudades Amables,

no permitió avanzar en la construcción de una política de Estado que integre los sectores

analizados hacia la construcción de un modelo de crecimiento sostenible que contribuya a

disminuir las brechas entre lo urbano y lo rural y que a la vez garantice el cumplimiento de

las funciones esenciales del Estado y el disfrute de los derechos fundamentales relacionados

en este caso con la vivienda digna, el agua y el saneamiento básico como derecho humano

así como el derecho a un medio ambiente sano y a la movilidad.

Al respecto el BID, a través de economista e investigador César Bouillon afirma que “En el

país hay un hueco en la atención a la población de bajos recursos y en la política pública,

a lo que debemos sumarle el costo del suelo que impide desarrollar proyectos asequibles.

Esto, por lo tanto, incentiva la informalidad”. (El país.com. Enero 18 de 2013)

Frente a la política de vivienda gratis del actual gobierno, Bouillon considera que resulta

muy positivo que se esté pensando en las clases menos favorecidas, sin embargo llama la

atención sobre lo sucedido en Chile con algunos de los proyectos de viviendas gratuitas que

se entregaron como mecanismo de reducir las necesidades habitacionales, y que no

generaron el impacto esperado. Al respecto, Francisco Irarrázaval Mena, subsecretario de

Urbanismo de Chile, manifestó en el Foro Nacional de vivienda gratuita de Medellín: “En

ciudades grandes como Santiago, Valparaíso y Concepción se desarrollaron proyectos en

periferias donde la calidad de vida es mala y hoy hasta estamos teniendo que demoler”.

Minuto30.com. 17 junio, 2013.

Uno de los mayores tropiezos por los que atraviesa el tema de las Políticas Públicas

Urbanas consiste en que éstas se conciben más como Planes de gobierno que como

proyectos estratégicos de largo plazo; olvidando que ellas incorporan ciertas prácticas de

seguimiento y evaluación, que implican además de los instrumentos técnicos formales

(Planes urbanos, Planes estratégicos y programas, etc.), una institucionalidad que los haga

pertinentes y de un acompañamiento de los diferentes sectores (gremios, comunidad,

gobierno), que les garantice sostenibilidad en el tiempo. Además, se debe tener en cuenta

los diferentes niveles de actuación (Planes especiales y de detalle); instrumentos de

representación general (OT, Plan urbano y normas generales, código urbano y reglamento

de edificación); recursos económicos; acceso y manejo de la información y un debido

seguimiento a los diferentes procesos, que le permita cierta flexibilidad para adecuarse al

cambio de las condiciones socio-económicas y políticas de las ciudades. En otras palabras,

las Políticas Públicas Urbanas deben deslindarse de su utilización política como medio para

ganar visibilidad y reconocimiento, y por supuesto votos, y asumirse más como

instrumento para garantizar procesos de construcción de ciudad, más coherentes,

incluyentes, equitativos y sostenibles ambientalmente.

Para el caso de Cali, El plan de Karl Brunner (1940); El Plan Piloto de Wienner y Sert –

TPA (1947); Plan de Desarrollo de Cali (PGD) (1966-1970); Plan Integral de Desarrollo de

Cali (PIDECA) (1979); Programa de Integración y Desarrollo Metropolitano de Los

Municipios del Sur del Valle. (PIMSUVALLE) (1983); Plan de Desarrollo de Cali

(Acuerdo 14 de mayo 3 de 1991) y finalmente el Plan de Ordenamiento Territorial de Cali

(POT), no han garantizado la constitución de una Política Pública Urbana, por cuanto no

han logrado trascender las formulaciones mecánicas y coyunturales de cada momento

histórico. Estos Planes deberían ser los instrumentos mediante los cuales se gestiona dicha

política, en las diferentes escalas de actuación. Al trastocarse las funciones de cada uno, el

resultado será inevitablemente el caos urbano, situación por la que atraviesan nuestras

principales ciudades.

¿QUÉ DECIR DE LOS GOBIERNOS LOCALES?

A un mayor nivel de detalle, nos encontramos con los gobiernos locales, en algunos casos

acusados de sacar provecho del desorden administrativo en que viven las dependencias,

facilitando el que los recursos asignados se despilfarren o desaparezcan en las arcas de

funcionarios corruptos. En otros casos, se convierten en simples mediadores de los grupos

de poder de turno, que ven en ellos el instrumento para materializar sus intereses. También

se ven los casos en que la inmediatez política hace que en la ciudad “no pase nada”,

terminando los gobiernos con la sensación de que no hubiese existido, ni un alcalde, ni un

gabinete administrativo.

Por otro lado, estos gobiernos locales denuncian la arbitrariedad, clientelismo y hasta

tiranía del centro y de algunas regiones que son privilegiadas frente a la adjudicación de

presupuesto y/o regalías4. Aunque para el caso Colombiano se hable de descentralización

administrativa, aún siguen tomándose muchas decisiones, las fundamentales, desde el

centro y los gobiernos locales no tienen garantizados todos los recursos financieros para

realizar sus proyectos, ni la total autonomía política y fiscal para proponerlos. Además

arguyen, los gobiernos locales, que tienen que cargar con la responsabilidad de corregir

problemas que datan de cientos de años, como lo son los Asentamientos irregulares, por

mencionar un ejemplo.

Para el caso caleño, los enunciados anteriores adquieren especial relevancia. Desde la

última década del siglo pasado y lo que lleva de este, la expansión urbana presenta dos

caras.

La dinámica económica que presenta la ciudad en la segunda mitad del siglo XX;

incremento del PIB, crecimiento industrial, consolidación de funciones financieras y de

servicios, desarrollo de la actividad constructora y una significativa renovación urbanística

(embellecimiento y ornato de la ciudad y construcción de un gran número de centros

4 Regalía, entendida como la asignación de determinados valores monetarios (derecho de participación),

ligados en este caso a la explotación de los recursos naturales no renovables y que se transfieren desde el nivel

central a las entidades territoriales donde está localizado el recurso en cuestión (DNP, 2007)

comerciales, conjuntos residenciales y edificaciones suntuosas); le ha garantizado

posicionarse como el polo de desarrollo más importante del suroccidente del país. No

obstante, la otra cara de la ciudad, la representa: 1.) Falta de planificación (Martínez y

Buitrago, 2011) 2.) Problemas de gobernabilidad (especialmente de los alcaldes), 3.) La

politización de entidades encargadas del control y mantenimiento de unidades con

importancia ambiental como los cerros y cuencas hidrográficas, 4.) Obras inconclusas: Por

ejemplo, con el caso del MIO (Sistema de transporte Masivo Integrado de Occidente)

(Caliescribe.com. 2012) y. 5.) Aumento de las diferencias socio-económicas entre los

diferentes estratos. Según UN-HABITAT (2008:6), “De acuerdo al Informe de Desarrollo

Humano de 2008, el país tiene la segunda concentración de ingresos más alta de

Latinoamérica, evidenciada en un coeficiente de Gini de 58.6, solamente superado por

Bolivia”.

Frente a este panorama, el aumento de asentamientos irregulares, específicamente el

fenómeno de las invasiones ha ido fortaleciéndose a través del tiempo, aportando a la

expansión y crecimiento de la ciudad y aumentando la segregación y marginalidad urbana.

Se percibe en el ambiente un vacío de poder, que fácilmente es aprovechado por diversos

intereses; grupos al margen de la ley, políticos, empresarios y por la población marginada.

Los actores políticos, sin importar su filiación partidista, han propiciado o usado los

procesos de ocupación e invasión de lotes privados, bien como alternativa popular para

acceder al suelo urbano, bien como estrategia política para obtener votos y compromisos

electorales de parte de las comunidades “beneficiadas”. Este mecanismo pone en entredicho

la “Institucionalidad del Estado y la Sociedad” y el marco jurídico, normativo y ético que

los sustenta, y garantiza perversos beneficios clientelistas para los políticos locales.

Ilustrativos son los casos bien documentados de los cerros sur-orientales de Bogotá, sobre

la antigua vía al llano, en cabeza de los concejales Forero Fetecua y Guerrero Estrada.

En Cali, a partir de encuestas y entrevistas con habitantes de invasiones, se encontró con

que activistas de diferentes grupos políticos, buscaban el apoyo de sus votantes,

prometiendo mejoras en la condiciones de vida o como es la actual tendencia, cobrando por

intervenciones realizadas con antelación a las elecciones, como aparece en ésta propaganda

previa a las elecciones de 2014.

Así, las invasiones se convierten en un mecanismo

de liberación de energía, de conflicto social. Las

familias necesitan vivienda y los gobiernos locales

no pueden satisfacer las demandas, es más, los

invasores son más proactivos que los habitantes de

viviendas de interés social. Es una de las razones

por las cuales se es permisivo con estas prácticas.

FRENTE AL VALOR DEL SUELO

Podemos comenzar por decir que el suelo es una mercancía aclarando que su valor difiere

del de las construcciones, o las edificaciones ya que son consideradas mejoras y su mercado

se comporta de forma algo diferente.

Los agentes que intervienen en el negocio del suelo son muchos y en algunos casos no son

fácilmente identificables; además dependiendo de cada región presentan diferente nivel de

injerencia en la determinación de la renta del suelo.

Si existe la posibilidad de valorización futura, el precio del terreno aumentará de acuerdo a

las expectativas del vendedor (la renta que determinará el precio del terreno no será la del

uso actual, sino la del uso futuro). Si existen varios usos, prevalecerá el que mayor renta

genere. Si las expectativas no se cumplen, el dueño de los terrenos no venderá (lotes de

engorde, vacíos urbanos).

La escasez de suelo urbano, en la mayoría de los casos, no depende de si existen

físicamente suficientes terrenos, lo determinante resulta ser el encontrarlos bien ubicados,

bien servidos, sin riesgo y de manera oportuna; así la combinación de estos factores hace

que las áreas urbanizables sean realmente muy pocas.

Para el caso Latinoamericano, la demanda de tierra urbana crece de forma constante y su

oferta es cada vez más limitada, quedando dos alternativas, la construcción en altura5 y la

ocupación de áreas rurales o suburbanas6. La consecuencia del aumento de la demanda y la

disminución de la oferta de tierras es el aumento o valorización de los predios, generándose

comportamientos especulativos. La renta del suelo urbano puede ser, hasta 6 veces más

costosa que la rural para el caso de las ciudades de Colima, Durango y Chilpancingo, en

México (Morales, 2012:139) y 30 veces más, para la ciudad de Cali.

En Colombia, el suelo urbano, independientemente del comportamiento de la economía,

siempre se valoriza, es decir crece por encima de la inflación. Es la resultante del mercado,

de las leyes de oferta y demanda. Uno de los factores que más influye en este

comportamiento y dado su carácter fundamentalmente especulativo, es el uso, y, a

diferencia de lo que se piensa comúnmente, el potencial más que el actual. Igualmente, las

condiciones de accesibilidad resultan siendo más importantes que las condiciones físicas

del terreno, a menos que establezcan restricciones por riesgos potenciales, en cuyo caso si

se convierten en limitantes a los procesos expansivos o de ocupación.

Estratos socioeconómicos: El trabajo de

campo adelantando en la ciudad de Cali,

mostró que no es totalmente cierto el que los

sectores más pobres se localicen en las

periferias; según Borrero (2005) el valor del

suelo va dependiendo del nivel social que la

ocupe. Si el estrato alto jalona el crecimiento, los medios los rodean. Para Colombia; en

Bogotá y Barranquilla, los estratos altos se han localizado hacía el norte, dejando el sur

para los estratos bajos; en Medellín, ha sido al contrario, en el sur se ubican los estratos más

5 Aumentar la cantidad de área ocupada en un mismo terreno; ya sea en procesos de re-densificación, como la

realizada en los centros históricos de las ciudades Latinoamericanas como Bogotá, México, Caracas, entre

otras; o las nuevas construcciones, donde prevalecen los apartamentos (multifamiliar). 6 Es la dinámica preferente en el siglo pasado y lo que se lleva de éste. Se construyen proyectos habitacionales

en áreas periféricas con ventajas comparativas: bajo precio del suelo, menos impuestos, la prestación de

servicios domiciliarios más económicos, aunque en algunos casos con menores calidades.

altos dejando hacía el norte y oriente los más populares. En la ciudad de Cali es donde se

presenta menor segregación; aunque en el sur y en algunas áreas del norte se concentran los

estratos altos y los populares hacia el oriente; en general se aprecia en la ciudad una mezcla

entre altos, medios y bajos; específicamente en el Occidente, se relacionan por contigüidad

los extremos de la clasificación (Invasiones y estratos altos).

Sin embargo, no todas las zonas se valorizan de igual

manera, es posible que algunas áreas, por efecto del

crecimiento desmesurado, expulsen la población

originaria, hacia otros lugares de la ciudad. La congestión

vehicular, el aumento de contaminación auditiva, visual y

de sólidos; los brotes de inseguridad, entre otros pueden

llevar a la desvalorización de algunas zonas de la ciudad

que en otrora se consideraban las zonas más exclusivas y

de mayor valorización.

Cuando los

estratos altos dejan

el centro, caso de

La candelaria en

Bogotá, el Parque Berrío en Medellín, San Antonio

en Cali; éste es ocupado por un porcentaje residual

de clases medias y una ocupación mayor de clase

popular. Los terrenos cercanos al nuevo

emplazamiento de las clases altas fueron ocupados

por clases medias, en busca de cobijo de algunos

beneficios, como vías de acceso, parques y/o

comercio; o simplemente por estatus social.

Uso y valor del suelo: A medida que el uso es más intensivo, la tierra adquiere mayor

valor. Fenómeno evidente en las principales ciudades latinas. En el caso de Bogotá, el

precio por concentración de actividades ha subido considerablemente en la Avenida Chile y

en la calle 100, el World Trade Center. Ya no hay lotes disponibles por lo tanto el suelo se

ha valorizado por la escasez de estos. En estas zonas el comercio se mezcla con la

localización de las viviendas de los estratos más altos. En Cali, el valor del suelo por su uso

comercial ha aumentado en las zonas de Unicentro. (Ver figura No. 6 y 7.)

Comparando el mapa de centralidades y

corredores de actividad, con el mapa de valor

del suelo 2010, se puede deducir que, los

valores más altos se correlacionan con

algunas áreas de centralidad; las asociadas a

equipamientos (Unidades deportivas,

universidades, centros comerciales, menos la

de Aguablanca7); y de naturaleza empresarial

(ciudad médica –Imbanaco-, centro

tradicional, Valle de Lili, área comercial del

norte –Chipichape-);

Disminuyendo el precio en áreas de

centralidad Industrial (Ferrocarriles, zona

industrial); y de mediana Industria (San Nicolás, Jorge Isaac). Situación similar ocurre con

las centralidades asociados a la vivienda (San Bosco, Julio Rincón); y asociado con

abastecimiento (Plazas de mercado –Floresta, Alameda, Alfonso López, Santa Elena).

Al comparar el mapa de valor del suelo con el de invasiones (figura No.8) se evidencia

como existe una correlación positiva entre la localización de estos últimos, en toda la

margen oriental (Cerros tutelares de Cali), y las zonas más valorizadas de la ciudad.

Igualmente, resultan coincidentes invasiones, zonas valorizadas y las áreas de centralidades

y corredores de actividad más importantes.

7 Área que recoge el Hospital Isaías Duarte Cancino, una zona comercial y el Centro Cultural y Biblioteca

Pública Ciudadela Educativa Nuevo Latir, que incluye un coliseo, un centro de atención a la niñez y una

institución educativa.

POR ÚLTIMO, EL COMPONENTE SOCIAL.

Éste es uno de los aspectos más complejos de abordar, ya que éste de por sí muy dinámico,

dependiendo de la forma como se combinen ciertas variables que convergen en él, se

convierte en un elemento inestable. Los grupos sociales se aglutinan, se reúnen y se

organizan a través de la identificación de elementos comunes, cultura, estratos económicos,

gustos por el arte o el deporte, por simpatía religiosa y/o vivencias compartidas.

En términos generales los estratos altos buscan ocupaciones espaciales que les ofrezcan

cierta exclusividad, que además de brindarles sensación de seguridad y control, garantice

cierta estabilidad en los factores especulativos del suelo, asociados a su ocupación y el

impacto que ello genera. Esto, sumado al poder económico y político que poseen, les

permite erigirse como los grupos responsables de la toma de decisiones y de la

organización de la ciudad. Las clases medias, cada vez más cerca de las bajas, luchan por

parecerse a las altas y diferenciarse de las bajas, potenciando con su afán consumista, un

sector del mercado del suelo local. Y las clases bajas, que conforman el grupo más bajo de

la escala socioeconómica y el más numeroso, quedan al margen de los mercados formales

de suelo y luchan por sobrevivir en una jungla de cemento.

El desarrollo histórico de las ciudades en América Latina ha demostrado que las decisiones

políticas en torno a la expansión y desarrollo urbano han estado ligadas a los intereses de

determinados grupos sociales, ostentadores de la propiedad de la tierra, de los mecanismos

de financiación, y de la industria de la construcción.

Estos grupos han visto una oportunidad única para acumular riquezas y aumentar el poder

político a través de la regulación del uso y producción del suelo urbano. Además, de forma

directa o indirecta han influido para que se ejecuten obras de infraestructura y se asegure la

prestación de servicios por parte del Estado, hacia las capas medias y altas de la sociedad.

De esta forma, y con comportamientos afianzados a través de la historia, los estratos más

bajos, los más vulnerables se ven marginados, segregados espacialmente. Y es que como

sostienen Brain, Prieto y Sabatini (2010), los problemas más significativos de las viviendas

de tipo social, es que sean proyectos realizados en las periferias, lejos del centro de la

ciudad, sin redes sociales de familiares, amigos y o de personas de otras condiciones

socioeconómicas, con construcciones habitacionales muy pequeñas y de baja calidad y

donde la conformación de guetos que estigmatizan a la población y limita su acceso a

trabajos dignos, concentra la pobreza y los problemas inherentes a ello, la delincuencia, las

drogas, embarazos tempranos, entre otros.

Estas malas decisiones gubernamentales, en lugar de mejorar las condiciones de los grupos

sin vivienda propia, agrava la situación. En el caso de Potrerogrande en Cali,

(Arquidiócesis de Cali, 2014), donde las condiciones de inseguridad han hecho que muchas

personas abandonen las viviendas que les fueron adjudicadas por el gobierno local, no

quedándoles otra opción que volver a invadir en otros lugares. Así se constituye un ciclo de

nunca acabar.

Dentro de las peculiaridades más sobresalientes de estos grupos marginales, resulta

necesario resaltar la capacidad de organización, la conformación de redes de familiares y

amigos, la lealtad con los suyos, y en la mayoría de los casos la tenacidad para desarrollar

trabajos, como oficios de construcción, de servicio doméstico, de transporte de alimentos y

agua, entre otros.

Pero aparte del papel que cada uno de estos grupos desempeña, se ha creado una verdadera

simbiosis mutualista;8 es una forma en que la vida en la ciudad se ha hecho llevadera. Los

industriales y empresarios necesitan de mano de obra barata, dispuesta a hacer lo que sea

por un mínimo salario, y estos a su vez, agradecen la oportunidad de tener un puesto de

trabajo, algo estable, que le asegure la manutención de su familia.

8 Son aquellas relaciones donde todos los simbiontes salen beneficiados, Por analogía, en sociología, la

simbiosis puede referirse a sociedades y grupos basados en la colectividad y la solidaridad.

En términos de acceso al suelo, la situación es similar, a través de la Red de Invasores. La

figura No. 9, propone un modelo que ejemplifica este tipo de simbiosis. La forma de

rizoma, sirve de estructura para desarrollar el modelo sobre redes de invasores.

Las raíces, en color rosa, corresponden a los diferentes actores que de una u otra forma hacen

parte de su funcionamiento; las flechas indican la dirección de las relaciones que se

establecen y el tamaño de ellas, el grado de injerencia, que según los resultados de la

investigación en Cali,

tiene cada uno de

ellos. Dentro del

grupo de actores se le

da relevancia a los

que están al margen

de ley, pues ellos

logran permear todos

los procesos socio-

económicos y

políticos de las

ciudades.

Las raíces más fuertes corresponden a la elite o familias prestantes, que en algún momento de

su historia familiar se apoderaron de forma violenta, a través de presiones o por compra legal,

más no legítima de predios suburbanos, que en la actualidad, por alguna restricción ambiental

o de riesgos, no pueden negociar, ni construir. Estas familias se unen con o pertenecen a

grupos políticos que ven en la población flotante una forma de obtener votos que les

garantice mantenerse en el poder o en el juego político, y de paso, con la ayuda de invasores

profesionales, puedan introducir dichos predios en el mercado ilegal del suelo, valorizando de

paso, predios aledaños.

La segunda raíz, más gruesa, reúne el grupo de invasores, numéricamente más grande que las

demás, pero con menor peso que el de los políticos y familias prestantes. Lo constituyen

individuos o familias. En su gran mayoría corresponden a desplazados por la violencia, le

siguen los afectados por eventos naturales y, con una presencia importante, tenemos una

movilidad intraurbana, de personas que han vivido en arriendo en otras partes de la ciudad o

aquellas que aun teniendo propiedad, ven en la ocupación ilegal, una forma de ganar dinero,

ya que el arriendo en estas zonas, resulta un buen negocio.

El tallo lo constituye el fenómeno de las invasiones, tallo grueso que refleja el crecimiento de

éste, no sólo en Cali sino en las demás ciudades Latinoamericanas, con dos condicionantes

que fungen como abono, ausencia de políticas públicas de vivienda y la poca oferta de parte

de las constructoras, de viviendas para estratos bajos.

Finalmente, el floreciente follaje lo constituyen las consecuencias derivadas de la tierra donde

se siembra (influencia de los grupos al margen de la ley), del abono utilizado y de las buenas

raíces, donde las élites y políticos se constituyen en los unos de los mayores promotores del

fenómeno invasivo. Este follaje representa el aumento de la vulnerabilidad frente a

condiciones de amenaza de tipo natural, descomposición social, marginación, daños

ambientales, desorden en el crecimiento de la ciudad y cambios en el uso del suelo, entre los

más visibles.

COMENTARIOS FINALES

Retomando los argumentos de Soja (2014) el análisis sobre las desigualdades especiales,

llamadas “Injusticia espacial” no puede quedar en culpar al modelo económico imperante,

por nefasto que este haya sido para el desarrollo de nuestras ciudades. Aunque, por ejemplo

las ciudades latinoamericanas tengan similitudes, es claro que el modelo económico no las ha

afectado de igual forma. El identificar esas diferencias espaciales, debe ser una de las tareas a

abordar en un futuro próximo.

El esquema explicativo propuesto, aún incipiente por demás, permitirá guiar el proceso de

abordaje de las desigualdades urbanas, a partir de la selección de información específica,

igualmente, y dependiendo de cada caso que se pretenda analizar, se podrá determinar el

grado de injerencia de cada aspecto, permitiendo establecer hacia donde podrían ir dirigidas

las ayudas, ya sea en forma de Proyectos o Planes de vivienda. Así la validez del esquema,

dependerá en gran medida de la conjugación, análisis y la explicación que se haga de la

información recolectada para cada caso.

Los siete aspectos expuestos, reúnen un número significativo de variables, todas ellas

identificadas en el trabajo que se viene desarrollando “Producción social del espacio en

Invasiones. Estudio de caso Cali, Colombia”.

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