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415 «LUM, NOBLESA, ORNAMENT, LAOR, GLÒRIA E AMPLITUD»: LOS HOSPITALES Y LA RENOVADA IMAGEN DE LA CIUDAD BAJOMEDIEVAL * Antoni CONEJO DA PENA Universitat de Barcelona «Toda obra arquitectónica, en cualquiera de las civilizacio- nes conocidas, no es algo gratuito sino que siempre ofrece una respuesta a determinadas necesidades individuales o colectivas y, por lo tanto, al identificarla con un uso determinado, lo representa y lo significa.» Cesare BRANDI, 1975 «Vosaltres havets a veure sobre espitals»: orgullo cívico y bonum communis El 17 de abril de 1401 tuvo lugar la fundación oficial del hospital de la Santa Creu de Barcelona. El acto consistió en la colocación de las cuatro primeras piedras del nuevo edificio, que se habían trasladado desde la catedral en una solemne procesión encabezada por la familia real, los consejeros municipales y los canónigos capitulares. 1 Con esta instantánea, protagonizada por los representantes de los poderes públicos, se pretendía escenificar el acuerdo institucional al frente de una de las empresas construc- tivas más ambiciosas de la época. Apenas unos pocos años más tarde, una vez finalizada la primera fase de las obras, el hospital ya era calificado de «lum, noblesa, ornament, laor, glòria e amplitud» de la ciudad. 2 Muestras de orgullo cívico como esta abundan en las descripciones de los estable- cimientos asistenciales urbanos de todo el continente: magnífico, grande, bello, insigne, devoto y solemne son algunos de los adjetivos extraídos de la documentación histórica. 3 Aunque algunos autores han advertido sobre * El presente artículo se ha beneficiado del proyecto de investigación La Corona de Aragón y las cortes septentrionales: contactos artísticos en época gótica (HAR2010-18498) de la Universitat de Barcelona. Quiero expresar mi gratitud a Fabio Gabbrielli y Eduard Juncosa por sus sugerencias, y porque además, han tenido la amabilidad de hacer una lectura crítica del texto previa a su publicación. 1. BRUNIQUER, Esteve Gilabert, Rúbriques de Bruniquer (=Ceremonial dels magnífichs consellers i regiment de la ciutat de Barcelona), Barcelona, Ajuntament, 1916, vol. V, p. 39; «Crònica del Racional (1334- 1417)», Recull de Documents i Estudis, I (1921), doc. 187. 2. ROCA, Josep M., Ordinacions del hospital general de la Santa Creu de Barcelona, Barcelona, F. Giró, 1920, p. V. 3. Al respecto, los archivos italianos nos han aportado muchos ejemplos. Destacamos los conocidos elogios a la red hospitalaria florentina: CHANEY, Edward, «Giudizi inglesi su ospedali italiani, 1545-1789», en G. POLITI, M. ROSA, F. DELLA PERUTA (eds.), Timore e carità: I poveri nell’Italia moderna. Atti del Convegno ‘Pauperismo e assistenza negli antichi stati italiani’ (Cremona, 28-30 marzo 1980), Cremona, Libreria del

Conejo da Pena, Antoni. “’Lum, noblesa, ornament, laor, glòria e amplitud’: los hospitales y la renovada imagen de la ciudad bajomedieval”. ed. T. Huguet, P. Verdés, J. Arrizabalaga

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«LUM, NOBLESA, ORNAMENT, LAOR, GLÒRIA E AMPLITUD»: LOS HOSPITALES Y LA RENOVADA

IMAGEN DE LA CIUDAD BAJOMEDIEVAL*

Antoni Conejo da PenaUniversitat de Barcelona

«Toda obra arquitectónica, en cualquiera de las civilizacio-nes conocidas, no es algo gratuito sino que siempre ofrece una respuesta a determinadas necesidades individuales o colectivas y, por lo tanto, al identificarla con un uso determinado, lo representa y lo significa.»

Cesare Brandi, 1975

«Vosaltres havets a veure sobre espitals»: orgullo cívico y bonum communis

El 17 de abril de 1401 tuvo lugar la fundación oficial del hospital de la Santa Creu de Barcelona. El acto consistió en la colocación de las cuatro primeras piedras del nuevo edificio, que se habían trasladado desde la catedral en una solemne procesión encabezada por la familia real, los consejeros municipales y los canónigos capitulares.1 Con esta instantánea, protagonizada por los representantes de los poderes públicos, se pretendía escenificar el acuerdo institucional al frente de una de las empresas construc-tivas más ambiciosas de la época. Apenas unos pocos años más tarde, una vez finalizada la primera fase de las obras, el hospital ya era calificado de «lum, noblesa, ornament, laor, glòria e amplitud» de la ciudad.2 Muestras de orgullo cívico como esta abundan en las descripciones de los estable-cimientos asistenciales urbanos de todo el continente: magnífico, grande, bello, insigne, devoto y solemne son algunos de los adjetivos extraídos de la documentación histórica.3 Aunque algunos autores han advertido sobre

*  El presente artículo se ha beneficiado del proyecto de investigación La Corona de Aragón y las cortes septentrionales: contactos artísticos en época gótica (HAR2010-18498) de la Universitat de Barcelona. Quiero expresar mi gratitud a Fabio Gabbrielli y Eduard Juncosa por sus sugerencias, y porque además, han tenido la amabilidad de hacer una lectura crítica del texto previa a su publicación.

1.  Bruniquer, Esteve  Gilabert, Rúbriques de Bruniquer (=Ceremonial dels magnífichs consellers i regiment de la ciutat de Barcelona), Barcelona, Ajuntament, 1916, vol. V, p. 39; «Crònica del Racional (1334-1417)», Recull de Documents i Estudis, I (1921), doc. 187.

2.  roca, Josep M., Ordinacions del hospital general de la Santa Creu de Barcelona, Barcelona, F. Giró, 1920, p. V.

3.  Al  respecto,  los  archivos  italianos  nos  han  aportado muchos  ejemplos. Destacamos  los  conocidos elogios a la red hospitalaria florentina: chaney, Edward, «Giudizi inglesi su ospedali italiani, 1545-1789», en G. Politi, M. rosa, F. della Peruta  (eds.), Timore e carità: I poveri nell’Italia moderna. Atti del Convegno ‘Pauperismo e assistenza negli antichi stati italiani’ (Cremona, 28-30 marzo 1980), Cremona,  Libreria  del 

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la conveniencia de calibrar hasta qué punto estos elogios eran exagerados y se correspondían —o no— con la realidad,4 cuando menos ilustran el rol decisivo que jugaron en el contexto de las urbes bajomedievales.

Desde los inicios del cristianismo la fundación de hospitales había es-tado restringida, de manera casi exclusiva, a la Iglesia. Esta, a través de la ayuda al necesitado asumía parte de su compromiso para con el ejercicio de la virtud teologal de la caritas y de la hospitalitas, una de las siete obras de misericordia.5 La mayoría de los hospitales nacía a la luz de complejos monásticos y catedralicios, mientras que los de patronazgo laico eran en proporción muchos menos.6 Pero con independencia de su origen, se trataba de instituciones «multiuso», pues estaban pensadas para el auxilio de los indi-gentes, el reparto de limosnas, la atención —y si era posible la curación— de los enfermos, el cobijo de los peregrinos, el cuidado de los niños expósitos y huérfanos.7 Esta indefinición —o polivalencia— facilitó su adaptación a la mutable realidad social del otoño de la edad media, hasta convertirse, en palabras de Robert I. Burns, en un factor civilizador de primer orden.8

La historiografía reciente se ha hecho eco de ello y son muchas las publicaciones que proponen estudiarlos en relación con su entorno inme-

Convegno, 1982, pp. 77-101; henderson, John, Piety and charity in late medieval Florence, Chicago - Londres, University  of  Chicago  Press,  1994,  pp.  373-376,  397.  También  son  interesantes  los  casos  dados  a  conocer para  el  área  padana: alBini, Giuliana, Città e ospedali nella Lombardia medievale, Bolonia, CLUEB,  1993, p. 117. De todos modos, en la documentación abundan más los recortes que denunciaban su «vergüenza», «gran necesidad» o «indigencia», aunque parecen más bien fórmulas estereotipadas con las que se pretendía despertar la sensibilidad de las autoridades, para incentivar un cambio de rumbo en la gestión o buscar nuevos recursos económicos (ruBio Vela, Agustín, Pobreza, enfermedad y asistencia hospitalaria en la Valencia del siglo xiV, Valencia,  Institució Alfons  el Magnànim,  1984,  pp.  168-171; henderson, Piety and charity...,  pp.  377-380; conejo, Antoni, L’antic hospital de Santa Maria: Seu de l’institut d’Estudis ilerdencs, Lleida, IEI, 2002, pp. 73-78). Sea como sea, la historiografía reciente ha conseguido desterrar la etiqueta foucaultiana de avant sale de la mort que grababa negativamente sobre el hospital premoderno (Foucault, Michel, El nacimiento de una clínica: Una arqueología de la mirada médica, Madrid, Siglo XXI, [1963] 2007, cap. 1 y 5).

4.  alBini, Città e ospedali...,  p.  106; henderson,  John,  «Santa Maria Nuova  nel  quadro  europeo  del Rinascimento. Bellezza e terapia», en D. esther, e. Ghidetti (eds.), La bellezza come terapia: Arte e assistenza nell’ospedale di Santa Maria Nuova a Firenze (Atti del Convegno. Firenze, 2004), Florencia, Polistampa, 2005, p. 27.

5.  Sobre la práctica de la medicina como respuesta al imperativo de la misericordia, courtenay, Lynn T., «The hospital of Notre-Dame de Fontenilles at Tonnerre: medicine as ‘misericordia’», en B. Bowers (ed.), The medieval hospital and medical practice, Hampshire, Ashgate, 2007, pp. 86-88.

6.  Un caso excepcional por su precocidad fue el hospital milanés de San Simpliciano, fundado en agosto del 1091 por el matrimonio Lanfranco y Frasia della Pia (alBini, Città e ospedali..., p. 67). En cambio, a partir de finales del siglo Xii, los establecimientos laicos se incrementaron gracias al patronazgo de acaudalados burgueses que aspiraban a ser recordados por sus muestras de caridad y obtener unos réditos —sociales y religiosos— que perpetuasen el prestigio dinástico (ruBin, Miri, «Development and change in English hospitals, 1100-1500», en L. Granshaw, r. Porter (eds.), The hospital in history, Londres – Nueva York, Routledge, 1994, pp. 43-47). En cuanto a los de titularidad municipal, uno de los más tempranos fue el Sint-Jans hospitaal de Brujas, fundado c. 1150 (sMets, Irene, St. John’s hospital Bruges, Gante - Amsterdam, Ludion, 2001, pp. 9-16).

7.  Mollat, Michel, «Complexité et ambiguité des institutions hospitalières:  les statuts d’hôpitaux (les modèles, leur diffusion et leur filiation)», en G. Politi, M. rosa, F. della Peruta (eds.), Timore e carità: I poveri nell’italia moderna. Atti del Convegno ‘Pauperismo e assistenza negli antichi stati italiani’ (Cremona, 28-30 marzo 1980), Cremona, Libreria del Convegno, 1982, pp. 3-12.

8.  Burns, Robert  I., «Los hospitales de Valencia en el  siglo Xiii», Anuario de Estudios Medievales, 2 (1965), p. 136.

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diato: la ciudad.9 No debe extrañarnos, ya que a raíz de los procesos de desarrollo urbano los consistorios se hallaron ante la necesidad de rescribir las reglas de convivencia y las normativas jurídicas locales, de acuerdo con las reflexiones sobre el bonum communis y la pubblica utilitas presentes en las teorías políticas de los siglos  xIII-xIv.10 Entonces se intensificó el deba-te sobre los asuntos de cariz social y sanitario,11 con tal de garantizar la seguridad y la higiene públicas, prevenir la enfermedad, combatir el estado de tensión generado por los colectivos de pobres y marginados, y construir estructuras defensivas y equipamientos como puentes, pozos, molinos y centros asistenciales. De hecho, la pobreza era la consecuencia —y, recí-procamente, el embrión— de enfermedades, hambre, escasez y guerras,12 y son muchos los testimonios medievales que alertaban de la amenaza que suponía para el resto de la población.13 En situaciones extremas se optaba por la exclusión social,14 pero lo normal era buscar soluciones de alcance institucional. En 1300, por ejemplo, el comune de venecia obligaba a los rectores de los hospitales a acoger a los pobres que solicitasen asilo a fin de evitar que mendigasen por las calles;15 y en 1440, Leon Battista Alberti veía en las «casas de salud» un garante de la armonía civil.16 Así, no debe sorprendernos que todo esto germinase en un mayor control municipal de las opera pietatis,17 circunstancia que marca el punto de partida de lo que

9.  caille, Jacqueline, Hôpitaux et charité publique à Narbonne au Moyen Âge: de la fin du XIe à la fin du Xve siècle, Toulouse, Privat, 1978; Città e servizi sociali nell’Italia dei secoli XII-Xv (Atti del xii Convegno di Studi. Pistoia, 1987), Pistoia, Centro  Italiano di Studi di Storia e d’Arte, 1990; alBini, Città e ospedali...; Grieco, Allen; sandri, Lucia (ed.), Ospedali e città: l’italia del Centro-Nord, XIII-XvI secolo. Atti del Convegno internazionale di Studi (Firenze, 1995), Florencia, Lettere, 1997; L’ospedale e la città: Dalla fondazione di S. Maria Nuova al sistema ospedaliero del 2000, Florencia, Polistampa, 2000. A este listado meramente orientativo podremos añadir, a partir de ahora, el presente volumen.

10.  henderson, Piety and charity..., pp. 16-20; Balestracci, Duccio, «Gli edifici di pubblica utilità nella Toscana medievale», en A. restucci (dir.), L’architettura civile in Toscana: il Mediœvo, Florencia, Silvana, 1995, pp. 225-267. A propósito de la idea de bonum communis en la literatura prehumanista del Duecento y su vínculo —o no— con el pensamiento político latino y/o artistotélico-tomista, skinner, Quentin, El artista y la filosofía política: El Buen Gobierno de Ambrogio Lorenzetti, Madrid, Trotta, 2009, pp. 53-57 y ss.

11.  dutour, Thierry, La ciudad medieval: Orígenes y triunfo de la Europa medieval, Barcelona, Paidós, [2003] 2004, pp. 213-214, 251 y ss.

12.  riu, Manuel (dir.), La pobreza y la asistencia a los pobres en la Cataluña medieval, 2 vols., Barcelona, CSIC, 1980-1982; salrach, Josep M., La fam al món: Passat i present, Vic, Eumo, 2009.

13.  En este sentido, Gascon definió la ciudad como una «fábrica y asilo de pobres» (Gascon, Richard, «Économie et pauvreté aux XVième et XViième siècles: Lyon ville exemplaire et profétique», en M. Mollat (dir.), Études sur l’histoire de la pauvreté: Moyen Âge-XIv siècle, París, Publications de  la Sorbonne, 1974, vol.  ii, p. 756). Otras publicaciones hablan de «sociedad de la necesidad» (Pinto, Giuliano (ed.), La società del bisogno: Povertà e assistenza nella Toscana medieval, Firenze, Salimbeni, 1989).

14.  Boswell, John, Misericordia ajena, Barcelona, Muchnik, 1999.15.  Mueller, Reinhold  C.,  «Charitable  institutions,  the  Jewish  community  and  Venetian  society: A 

discussion of the recent volume by Brian Pullan», Studi Veneziani, 14 (1972), pp. 52-53.16.  henderson, John, «Splendide case di cura. Spedali, medicina e assistenza a Firenze nel Trecento», 

en A. J. Grieco, l. sandri (eds.), Ospedali e città: l’italia del Centro-Nord, XIII-XvI secolo, Florencia, Lettere, 1997, p. 49.

17.  Italia nos ofrece los mejores ejemplos para comprender la implicación de los municipios en la tutela y  protección  de  los  hospitales,  pero  este  fenómeno  también  es  extensible  al  resto  del  continente  a  partir  de principios del siglo Xiii (caille, Hôpitaux et charité publique...; sPieGeler, Pierre de, Les hôpitaux et l’assistance à Liège (Xe-xVe siècles): Aspects institutionnels et sociaux,  París,  Belles  Lettres,  1987,  pp.  57-80; ronzani,

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se ha venido definiendo como secularización de la caridad, un fenómeno que a la larga sería clave para que la asistencia asumiera el carácter de servicio público.18 El ideario cristiano se asoció entonces con los principios del pensamiento político, y el hospital dejó de ser un simple reflejo de la caritas Christi19 para convertirse, también, en un espejo de la caritas patriæ20 y en un vehículo para la preservación de la paz y la gestión del bien común. Asimismo, su correcto o mal funcionamiento servía de barómetro idóneo para diagnosticar el estado de salud del Buen Gobierno, hecho que justifica las efusivas muestras de orgullo cívico como la mentada a propósito del episodio barcelonés. Pero esto no significó una desvinculación de la esfera religiosa; al contrario, los fundadores de nuevos centros continuaron apelando a la inspiración cristiana, y la Iglesia se reservó un papel protagonista en su jurisdicción, gobierno y dirección espiritual a través de la concesión de inmunidades, privilegios, exenciones fiscales y generosos legados.21 Al respecto, son conocidas las disputas sacroseculares, bien por razones de tutela,22 bien por una apropiación indebida de competencias. Sin ir más lejos, en 1452

Mauro, «Nascita e affermazione di un grande hospitale cittadino: lo Spedale Nuovo di Pisa, dal 1257 alla metà del Trecento», en Città e servizi sociali nell’Italia dei secoli XII-xV (Atti del xii Convegno di Studi. Pistoia, 1987), Pistoia, Centro Italiano di Studi di Storia e d’Arte, 1990, pp. 201-235; alBini, Città e ospedali..., pp. 63 y ss.; henderson, Piety and charity..., pp. 327-352; Busqueta, Joan (ed.), Els costums de Lleida, Lleida, Ajuntament de  Lleida,  1997,  pp.  103  y  146;  PelleGrini,  Michele,  «L’ospedale  e  il  comune,  immagini  di  una  relazione privilegiata», en G. Piccinni, c. zarrilli (eds.), Arte e assistenza a Siena: Le copertine dipinte dell’ospedale di Santa Maria della Scala, Pisa, Pacini, 2003, pp. 29-45).

18.  naso, Irma, Medici e strutture sanitarie nella società tardo-medievale: il Piemonte dei secoli XIv e Xv, Milano, Franco Angeli, 1982, pp. 15-16; Gallent, Mercedes, «Instituciones hospitalarias y poderes públicos en Valencia», Saitabi, 34  (1984), pp. 75-88; García Ballester, Luis, La búsqueda de la salud: Sanadores y enfermos en la España medieval, Barcelona, Península, 2001, pp. 499-500. Para períodos más tardíos, véanse los interesantes trabajos de MaraVall, José Antonio, Estado moderno y mentalidad social (Siglos xV a xVii), Madrid, Revista de Occidente, 1972; ídeM, «De la misericordia a la justicia social en la economía del trabajo: la obra de Fray Juan de Robles», Moneda y Crédito, 148 (1979), pp. 57-89. Agradezco estas dos últimas referencias a Eduard Juncosa.

19.  Sobre la caridad cristiana véase la reciente aportación de BrodMan, James W., Charity and religion in medieval Europe, Washington, The Catholic University of America Press, 2009, pp. 9-44. Para una visión más amplia del tema en las sociedades preindustriales europeas, remitimos al clásico de GereMek, Bronislaw, La piedad y la horca: Historia de la miseria y de la caridad en Europa, Madrid, Alianza, [1986] 1998.

20.  El amor a la comunidad y el Buen Gobierno exigían el orden de todos los elementos urbanos y del bienestar social. Desde comienzos del siglo XiV, prehumanistas como Remigio de Girolami, Coluccio Salutati y Leonardo Bruni ya escribieron sobre la estrecha relación entre caridad y política de Estado (henderson, Piety and charity..., pp. 241, 354-356). De hecho, fue en el Trecento cuando arraigó con fuerza la idea de patriotismo en tanto que expresión de orgullo cívico: amare la propia patria piú della propia anima (Skinner, El artista y la filosofía política..., p. 25).

21.  El deber de  la asistencia seguía oficialmente en manos del obispo. A su vez,  la  implicación papal se constata en las resoluciones de los concilios lateranense (1215) y viennense (1311), en los que se pretendía imponer  una  orientación  común —mediante  la  redacción  de  reglas  estatutarias— y  un mayor  control  de  los administradores  hospitalarios  (iMBert, Jean, Les hôpitaux en droit canonique: Du décret de Gratien à la secularisation de l’administration de l’Hôtel-Dieu de Paris en 1505, París, J. Vrin, 1947, pp. 232 y ss; Mazzi, Maria S., «Fra carità e cura: concezione e realtà dell’assitenza ospedaliera nella Firenze medieval», en L’ospedale e la città: Dalla fondazione di S. Maria Nuova al sistema ospedaliero del 2000, Florencia, Polistampa, 2000, p.  7). Además,  la  bendición  eclesiástica  continuaría  siendo  indispensable para disponer de  capilla,  consagrar altares, enterrar difuntos... (ruBin. «Development and change...», p. 46).

22.  En  la Toscana,  la gestión de  los hospitales  fue objeto de  constantes disputas  entre  la  Iglesia y  el Estado (henderson, Piety and charity..., p. 381).

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el papa Nicolás v acusaba a los gestores laicos de los hospitalia milaneses de hacer pastoral, de celebrar misa y de oír de confesión!23

Algunos autores de la época trasladaron estas ideas a sus escritos: es el caso, entre otros, del franciscano gerundense Francesc Eiximenis (c.  1327-1409). Aunque sus tesis no fuesen del todo originales, siendo a veces contradictorias, son un reflejo de las necesidades de la sociedad en que le tocó vivir.24 En este sentido, queremos recordar su visión de la ciudad ideal y la vindicación del principio solidario de ayuda mutual como aval del bonum communis.25 Para él la ciudad era la unidad política fundamental y perfecta, el núcleo básico de la res pubblica, en la que el hospital ejercía un rol socioreligioso trascendental. Así lo expresaba en su célebre carta dirigida a los jurats de valencia y publicada en el proemio del Regiment de la cosa pública (1383): «vosaltres havets a veure sobre espitals, qui és cosa que Déus rigorosament requir, com sia cosa e obra d’espiritual misericòrdia».26 Por lo tanto, es lógico que todo lo que gira-ba a su alrededor fuera motivo de interés, y precisamente uno de esos intereses era el lugar físico que debía ocupar dentro del espacio urbano.27 Las opera pietatis se solían ubicar en las afueras y en los márgenes de las principales vías de acceso28 —donde también se acostumbraban a emplazar otros conjuntos monásticos y conventuales—, o en el interior pero cerca del perímetro amurallado. Además, a menudo fueron la semilla a partir de la cual se definieron arrabales o se iniciaron procesos de urbanización más

23.  leVerotti,  Franca,  «Ricerche  sulle  origini  dell’Ospedale Maggiore  di Milano», Archivio Storico Lombardo, 107 (1984), pp. 77-78.

24.  A propósito del alcance real de su contribución, véase la reciente síntesis de juncosa, Eduard, «Pensar el pacto en la Corona de Aragón: Francesc Eiximenis y el ‘Dotzè del Crestià’», en F. Foronda (ed.), Avant le contrat social: Le contrat politique dans l’Occident médiéval (XIIIe-Xve siècle), París, Sorbonne, 2011, pp. 451-480.

25.  antelo, Antonio, «La ciudad ideal según fray Francesc Eiximenis y Rodrigo Sánchez de Arévalo», España Medieval, 6 (1985), pp. 19-50; oliVes, Josep, «La participació social a la ciutat d’Eiximenis», Revista Catalana de Sociologia, 3 (1996), pp. 7-30; FaloMir, Miguel, Arte en Valencia: 1472-1522, Valencia, Generalitat Valenciana, 1996, pp. 75-80; juncosa, Eduard, «‘Si·s volia conservar en sa bona fortuna...’. La sociedad perfecta, el  buen gobierno y  la  ciudad  ideal  según  las  tesis  de Francesc Eiximenis»,  en M. alVira, j. díaz  (coords.), Medievo utópico: Sueños ideales y utopías en el imaginario medieval, Madrid, Sílex, 2011, pp. 155-172.

26.  eiXiMenis, Francesc, Regiment de la cosa pública, ed. P. Daniel de Molins, Barcelona, Barcino, 1927, p. 22. Este tratado no es un ensayo abstracto sobre urbanismo medieval, sino una compilación de recomendaciones dirigidas a los gobernantes de una ciudad concreta: Valencia. Por ello, el texto se expuso en la sala de juntas del Consell (1384) y fue el primer libro impreso por el municipio (1499); FaloMir, Arte en Valencia..., p. 85.

27.  Un conocido pasaje del Llibre d’Evast e Blanquerna remite a esta preocupación urbana: «Evast vené son alberg, del qual hac molts diners e edificà l’espital en un loc molt convinent de la ciutat» (llull, Ramon, Llibre d’Evast e d’Aloma e de Blanquerna, Barcelona, Selecta, 1957, p. 143).

28.  En Florencia, la distribución de los hospitales a lo largo de las grandes vías del extrarradio urbano posibilitó la creación de auténticas «avenidas asistenciales»: stoPani, Renato, «Ospedali e xenodochi a Firenze e lungo le vie maestre del suburbio fiorentino nei secoli Xiii e XiV», en Storia della solidarietà a Firenze, Florencia, Fiorentina, 1985, pp. 5-22; cf. Verdon, Timothy, «Urbanistica sacra: la città e gli ospedali», en L’ospedale e la città: Dalla fondazione di S. Maria Nuova al sistema ospedaliero del 2000, Florencia, Polistampa, 2000, pp. 30-31. Por su parte, en Inglaterra se ha avanzado mucho sobre la ubicación —y significado— de los hospitales, casas de limosnas y lazaretos gracias, sobre todo, a la espléndida monografía de rawcliFFe, Carole, Medicine for the soul: The life, death and resurrection of an English medieval hospital, Stroud, Sutton, 1999, pp. 34-64. Sobre esta cuestión, véase igualmente orMe, Nicholas; weBster, Margaret, The English hospital: 1070-1570, New Haven - Londres, Yale University Press, 1995, pp. 41-48.

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o menos espontáneos.29 De nuevo, Eiximenis lo estampó sobre el papel en este conocido pasaje del Dotzè de Lo Crestià:

Hespitals, llocs de lebrosos, bordells e tafureries, e escorriments de cla-vegueres, deuen estar a la part contrària d’aquell vent qui més s’usa en la ciutat, per tal que lo vent aquell no tir les infections del dit lloc, ans les lluny e no les hi lleix acostar.30

Estas palabras parecen actualizar las recomendaciones medioambientales que, ya en la antigüedad, se hacían a propósito del sitio idóneo donde alzar templos dedicados a Asclepio, Apolo o la diosa de la Salud.31 Unos siglos más tarde Alberti se expresaba en términos análogos en su tratado de arquitectura,32 e incluso es frecuente encontrar un reflejo práctico en la documentación tardomedieval. En 1460, por ejemplo, el rey Juan II autorizaba la construcción del hospital general de Palma de Mallorca «a prop de la murada, a la banda de ponent, en un lloc elevat, espaiós y de fàcil ventilació».33 Parece una opción lógica, pues en el extrarradio era más fácil crear zonas ajardinadas que potenciaran la emanación de aire puro y contribuyeran a la calma corporal y espiritual;34 una fugaz mira-da a dibujos y cartografías antiguas certifica la existencia de estas áreas verdes, ya fuera dentro o en las inmediaciones de los hospitales urbanos de origen medieval.35 Pero su localización periférica respondía también a muchos otros factores: ocupar superficies amplias y más económicas para la erección de edificios de grandes dimensiones; favorecer el control público de la pobreza y alejar a los marginados de las calles céntricas;36 disponer

29.  Un ejemplo  interesante es  la creación de un arrabal entorno al hospital montblanquense de Santa Magdalena  (conejo, Antoni, «L’antic hospital de Santa Magdalena de Montblanc», Locus Amœnus, 6 (2002-2003), pp. 129-143).

30.  eiXiMenis, Francesc, Lo Crestià, ed. A. Hauf, Barcelona, Edicions 62, 1983, p. 190.31.  Según Vitruvio, para que un edificio «sanitario» fuese «bello» —es decir, útil—, tenía que construirse 

en un lugar saludable, soleado, con abundante agua y bien aireado; así,  los enfermos se podían curar no solo gracias a la intercesión divina, sino también por el beneficioso influjo del microclima local (VitruVio, Los diez libros de arquitectura, Madrid, Alianza, [1995] 2002, p. 72 [lib. i, cap. 2]).

32.  alBerti, Leon Battista, L’architettura [De re ædificatoria],  ed. R. Bonelli; P. Portoghesi, Milano, Polifilo, 1966, vol. i, pp. 368-371 [lib. V, cap. Viii]; FaloMir, Arte en Valencia..., pp. 77-80.

33.  Gili, Antoni, La Sang: Història i devoció, Palma de Mallorca, Consell de Mallorca, 2002, p. 14.34.  dendle, Peter; touwaide, Alain (eds.), Health and healing from the medieval garden, Woodbridge, 

Boydell Press, 2008. En cuanto a los beneficios terapéuticos —y, psicológicos y espirituales— de los jardines hospitalarios, rawcliFFe, Medicine for the soul..., pp. 51-55; eadeM, «The concept of health  in  late medieval society», en S. caVaciocchi (ed.), Le interazioni fra economia e ambiente biologico nell’Europa preindustriale: Secc. XIII-XvIII. Atti della xLi Settimana di Studi (Prato, 2009),  Florencia,  Firenze  University  Press,  2010, pp. 317-334).

35.  A modo  de  ejemplo,  remitimos  al  famoso  ritratto florentino  de Stefano Bonsignori  (1584),  a  las conocidas vedutte barcelonesas de A. van der Wyngærde (1563), y a los planos de Palma de Mallorca de Antoni Garau (1644) y de Valencia de Tomàs Vicent Tosca (1704).

36.  En  los  suburbios  se  solían  instalar  los  inmigrantes,  pero  también  los  criminales,  las  prostitutas  y toda clase de pobres; esta era una realidad común en las grandes ciudades europeas bajomedievales (GereMek, Bronislaw, The margins of society in late medieval Paris, Cambridge, Cambridge University Press, [1971] 2006; rawcliFFe, Medicine for the soul..., pp. 38-45). En 1378, Pere  III el Cerimoniós frenó el proyecto del nuevo hospital de Sant Jaume de Valencia que debía erigirse intra mœnia, alegando el riesgo que supondría para el resto de la población; por ello, recomendó trasladarlo a un lugar menos concurrido y cercano a uno de los accesos a la ciudad («portale seu camí de Quart»). No sabemos si la iniciativa llegó a buen puerto —parece que no—, pero 

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de terrenos fértiles próximos, para garantizar el suministro de alimentos y —dado el caso— el cultivo de plantas medicinales; escoger un lugar que asegurase la provisión de agua limpia y la evacuación de los residuos. Este último apunte era esencial. Antonio Averlino «il Filarete», en su Trattato di architettura (c.  1464) imaginó una ciudad ideal que bautizó con el nombre de Sforzinda, en honor al dux y mecenas milanés Francesco Sforza. Aunque el proyecto nunca llegó a ejecutarse, uno de los edificios que integraban este plan utópico era un hospital, concebido como una doble cruz griega inscrita dentro de un monumental rectángulo, es decir, el mismo diseño que pocos años atrás Filarete había presentado en sociedad para el ospedale maggiore de Milán.37 Si bien no era un plano original, pues ya se había usado en otros establecimientos del norte de Italia, quizás uno esperase encontrar en las páginas del citado Trattato una serie de explicaciones técnicas, estructurales y/o funcionales que justificaran la elección de una estructura cruciforme, pero no es así. Su discurso pivotaba en torno a la necesidad de un sistema de eliminación de los detritos con tal de garan-

otros centros fundados con posterioridad sí se situaron en los aledaños de las murallas (rodriGo PerteGás, José, «Hospitales de Valencia en el siglo XV. Su administración, régimen interior y condiciones higiénicas», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 90 (1927), p. 4; ruBio Vela, Pobreza, enfermedad y asistencia..., pp. 38-39).

37.  Aunque el proyecto de Filarete  tan  solo  se  llevó a  término muy parcialmente,  las  sucesivas  fases constructivas que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XViii, se continuaron inspirando en la traza original. En cuanto a la arquitectura de este magnífico hospital, Grassi, Liliana, La Ca’ Granda: Cinque secoli di storia e d’arte dell’Ospedale Maggiore di Milano, Milán, Palazzo Reale, 1981.

FiGura 1

Ospedale di Santa Maria della Scala de Siena, fachada principalFotografía: A. Conejo

422

tizar unas mínimas exigencias sanitarias e higiénicas, pero no sobre las peculiaridades planimétricas del inmueble.38

«E seria molt útil de tots aquells fos feta unió»

En definitiva, a las puertas de la Edad Moderna el hospital se había alejado en parte de su espíritu primigenio, ya de por sí transfigurado en el paso de la alta a la baja Edad Media. Pero restringirlo todo a una mera laicización o medicalización39 sería un error, pues estamos ante un fenómeno poliédrico.40 La crisis que afligía a muchas casas de caridad —desajuste financiero, administración deficiente, ambigüedad funcional—, la inflación demográfica, las epidemias, la evolución de las actitudes sociales hacia la pobreza y los importantes cambios socioeconómicos de la época,41 obligaron a repensar el modelo de asistencia urbana;42 un repensar que se afrontó de manera heterogénea en función de los particulares condicionantes de cada área geopolítica. Un reflejo y una consecuencia de todo ello fueron los procesos de concentración hospitalaria. Aunque están documentados desde el siglo  xII,43 entonces se trataba de iniciativas excepcionales y hasta cierto punto espontáneas, pero de ningún modo formaban parte de un programa preestablecido. La situación sería muy diferente a partir de la segunda mitad del siglo  xIv y sobre todo del siglo  xv, con la génesis de una nueva institución llamada hospital general,44 que según algunos autores marcó el inicio del declive del patrón medieval.45 No obstante, creemos

38.  Filarete, Trattato di architettura, ed. A. Finoli; L. Grassi, Milán, Polifilo, 1972, vol. i, pp. 298-322 [lib. Xi, 79-84]; cf. Baldasso, Renzo, «Function and epidemiology in Filarete’s Ospedale Maggiore», en B. Bowers (ed.), The medieval hospital and medical practice, Hampshire, Ashgate, 2007, pp. 116-120.

39.  A  propósito  del  rol  médico  en  los  hospitales  tardomedievales  italianos,  véase  la  indispensable monografía de henderson, John, The Renaissance hospital: Healing the body and healing the soul, New Haven - Londres, Yale University Press, 2006, pp. 25-28, 223-335. El complejo proceso de «medicalización» ha sido objeto de controversia y de un airado debate historiográfico: huGuet, Teresa, «Una reflexió historiogràfica sobre el hospital com a espai de medicalització», en 13è Congrés d’Història de la Medicina Catalana (La Canonja, 2004) [artículo publicado en formato digital en <http://hdl.handle.net/2072/3607>; consulta: 25/11/2011]. 

40.  alBini, Giuliana, «La gestione dell’Ospedale Maggiore di Milano nel Quattrocento: un esempio di concentrazione ospedaliera», en A. J. Grieco, l. sandri (eds.), Ospedali e città: l’italia del Centro-Nord, XIII-xVi secolo, Florencia, Lettere, 1997, pp. 157-159.

41.  Guinot, Enric, La baja edad media en los siglos xiV-xV: Economía y sociedad, Madrid, Síntesis, 2003; Pinto (ed.), La società del bisogno...

42.  GereMek, La piedad y la horca..., p. 140; alBini, Città e ospedale..., p. 63. 43.  Conocemos  algunos  casos  precoces,  como  la  fusión  de  los  hospitales  de  Santo  Stefano  y  San 

Barnabà de Milán (1158; alBini, Città e ospedale..., p. 70), y de St Mary Magdalene y St John de Ely (finales del siglo Xii; ruBin, «Development and change...», p. 44). En cuanto a la confederación catalanoaragonesa, debemos evocar la unión de los de En Guitart y de En Colom de Barcelona, confirmada en 1236 en un pacto a  tres  bandas  entre  el  obispo Berenguer  de  Palou,  los  prohombres  de  la  ciudad  y  el  rey  Jaime  I  (danon, Josep, Visió històrica del Hospital General de Santa Creu de Barcelona, Barcelona, Fundació Salvador Vives Casajuana, 1978, p. 18).

44.  Es importante matizar las diferencias de funcionamiento y organización entre los hospitales generales medievales, y los surgidos a partir de las luces de la Ilustración; henderson, John; horden, Peregrine; Pastore, Alessandro, «Introduction. The world of the hospital: comparisons and continuities», en J. henderson, P. horden, a. Pastore (eds.), The impact of hospitals: 300-2000, Berna, Peter Lang, 2007, pp. 15-20.

45.  alBini, Città e ospedale..., pp. 14, 104-105.

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que no supuso una drástica ruptura con el pasado, sino una redefinición de sus pilares funda-mentales en aras de una mayor transparencia y de adaptarse a los nuevos tiempos: centralizar la atención a los pobres y enfermos; racionalizar los recursos; someter a los gestores a una vigilancia más exhaustiva para tratar de anihilar la corrupción; precisar las tareas del resto del personal —médico, sirvientes, sacerdotes. A este fin, las élites políticas, a menudo con el apoyo de la Iglesia,46 impulsaron la reunión de los pequeños y obsoletos centros esparcidos por la ciudad en un único ente próspero, con vocación monumental y ampara-do en la doctrina de la pubblica utilitas.47 En 1445, en pleno debate sobre el devenir de los hospitales ilerdenses, el municipio proclamaba que «seria molt útil de tots aquells fos feta unió»48. Pocos años más tarde, el Gran i General Consell de Palma de Mallorca se expresaba en unos términos semejantes: «serie cosa sancta e molt útil si los dits hospitals eren units».49

46.  Si bien la propuesta para reducir los hospitales urbanos solía partir del municipio, en ocasiones era el obispo o el papa quien estaba detrás. Tan solo en casos excepcionales, los prelados se oponían al proyecto de reforma comunal (alBini, Città e ospedale..., pp. 109-120). 

47.  La unificación del sistema asistencial no comportaba la absorción de la totalidad de los antiguos hospitales urbanos; los había que continuaban funcionando a modo de «sucursales» dependientes de la sede central. No obstante,  en otras ciudades convivían un grupo de  instituciones autónomas que  integraban una especie de red policéntrica (Pinto, Giuliano, «L’ospedale di Santa Maria Nuova nella Firenze di Dante», en D. esther, e. Ghidetti (eds.), La bellezza come terapia: Arte e assistenza nell’ospedale di Santa Maria Nuova a Firenze (Atti del Convegno. Firenze, 2004), Florencia, Polistampa, 2005, p. 21). En cambio, se solían excluir los  establecimientos  de  las  órdenes  civiles-militares.  Por  un  lado,  porque  acogían  de manera  preferencial a  colectivos  específicos,  como  los  afligidos  por  el  ignis infernalis  (San Antonio)  o  los  expósitos  (Santo Espíritu), hecho que denota una cierta  especialización. Por  el otro,  su organigrama estaba  regido por unos estatutos internos aprobados desde las más altas instancias de la orden (Mollat, «Complexité et ambiguité...», p. 4; alBini, Città e ospedale..., pp. 91-93; Bertran, Prim, «El text català dels primers estatuts de l’orde de l’Hospital», en Haciendo historia: homenaje al profesor Carlos Seco, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1989, pp. 23-30).

48.  conejo, L’antic hospital de Santa Maria..., pp. 56 y 185 [n. 28].49.  Bordoy, M. José; cruz, Esther, «Notes per a l’estudi de l’hospital general de Mallorca (segles XiV-

XVi)», Gimbernat, 37 (2002), p. 117.

FiGura 2

Ospedale Maggiore de Milán (fundado en 1456), sección transversal del crucero

con los conductos de evacuación de detritus, según R. Baldasso (2007)

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Algunas evidencias apun-tan a que la espiritualidad y la mentalidad de franciscanos y dominicos influyó en la aparición y difusión de los hospitales generales. En su discurso se exaltaban virtudes como la caritas, el amor al prójimo y la paz civil, tres ítems presentes en el ideario de los gobiernos comunales de la época; así, los líderes seculares y eclesiásticos encontraron en el ethos mendicante los princi-pios que debían conducirlos a la obtención del bien común. Jacques Le Goff ya subrayó su decisiva ascendencia en la definición morfológica de la ciudad bajomedieval.50 Y, en esta misma línea, se sabe que la salud51 y las opera pietatis eran objeto de sus sermones, hasta el punto de denunciar públicamente la corrupción y el fraude de los administradores hospitalarios, e incluso inter-

ceder a favor de la creación de los hospitales generales.52 Por ejemplo, en el año 1449, el fraile Domenico da Catalogna fue clave en el nacimiento del hospitale magnum de San Matteo de Pavía. En 1471, el terciario Mi-chele da Carcano emplazaba a los habitantes de Piacenza a fusionar sus hospitales: «Omnia urbis nostræ hospitalia, quæ sunt quasi viginti, sive illa pietatis opera ad unum corpus reducerentur.» Y, en 1489, el observante Bernardino da Feltre participó activamente en la revisión de los estatutos del ospedale grande de Parma.53

50.  le GoFF, Jacques, «Apostolat mendiant et fait urbain dans la France médiévale: l’implantation des ordres mendiants», Annales, Economies, Sociétés, Civilisations, 22 (1968), pp. 335-352.

51.  Algunos tratados de preservación médica de la época se inscriben en la corriente ética mendicante basada en la doctrina de la «utilidad pública»; véase, en este mismo volumen, el artículo de Jon Arrizabalaga «Asistencia, caridad y nueva ética de la responsabilidad colectiva ante la salud en el espacio urbano occidental (siglos XIII–XVii)».

52.  Pullan, Brian, Rich and poor in Renaissance Venice: The social institutions of a catholic state to 1620, Oxford, Blackwell, 1971, p. 204; ídeM, «‘Support and redeem’: charity and poor relief in Italian cities from the fourteenth to the seventeenth century», en Poverty and charity: Europe, italy, Venice, 1400-1700, Aldershot, Variorum, 1994, p. 190; BrodMan, James W., Charity and welfare: Hospitals and the poor in medieval Catalonia, Philadelphia, University of Pennsylvania, 1998, pp. 68-69.

53.  alBini, Città e ospedale..., pp. 120-121.

FiGura 3

Patio del antiguo hospital de Santa Maria de Lleida (primer cuarto del siglo xvi)

Fotografía: A. Conejo

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Pero en el occidente cristiano la concreción de estos procesos de re-ducción hospitalaria fue desigual. Mientras en la confederación catalano-aragonesa y en el norte de Italia se implantaron en los grandes núcleos urbanos durante el siglo xv,54 en el resto de Europa se trató de un fenómeno tardío. Así, a excepción de algunas iniciativas puntuales documentadas en el siglo  xIv, la génesis de los hospitales generales en la mitad occidental del territorio hispánico, Francia, Inglaterra, Alemania y los Países Bajos coincide con la renovada sensibilidad hacia la pobreza y la reforma del ejercicio de la caritas difundidas en las últimas décadas del siglo  XV y

54.  Marchesani, Carlo; sPerati, Giorgio, Ospedali genovesi nel Mediœvo, Genova, Società Ligure di Storia Patria, 1981, pp. 55-56; FaloMir, Arte en Valencia..., pp. 121-123; GóMez-Ferrer, Mercedes, Arquitectura en la Valencia del siglo xVi: El Hospital General y sus artífices, Valencia, Albatros, 1998, pp. 41-49; BrodMan, Charity and Welfare..., p. 69; conejo, Antoni, «La financiación de los hospitales de la Corona de Aragón durante la baja edad media: condiciones sociales, económicas y espirituales», en S. caVaciocchi (ed.), Le interazioni fra economia e ambiente biologico nell’Europa preindustriale: Secc. XIII-XvIII. Atti della xLi Settimana di Studi. (Prato, 2009), Florencia, Firenze University Press, 2010, pp. 442-444.

FiGura 4

Barcelona, red de instituciones asistenciales urbanas, c. 1401Planimetría: A. Conejo (a partir de A. García, M. Guàrdia y A. Cubeles)

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principios del siglo  XVi.55 Sea como sea, en las postrimerías de la edad media su gestación era el punto final de una larga negociación, durante la cual se había hecho frente a la lucha de intereses entre el poder civil y religioso, a la dificultad por obtener recursos, y a la negativa de los administradores de los viejos asilos a participar de estas fusiones por el miedo a perder los privilegios adquiridos.56 Por último, también había que superar el escollo de acordar dónde debía emplazarse el nuevo inmueble. Lo más habitual era construir un edificio ex novo57, pero mientras las obras estaban en marcha, se solían aprovechar temporalmente las estructuras de alguno de los conjuntos unidos.

Hospitaria incredibili: arquitecturas de la caridad

Habida cuenta de la relevancia que los hospitales tenían en el seno de la estructura social bajomedieval, la lógica impone que también gozaran de un destacado protagonismo visual en el paisaje monumental urbano. Alberti, en el quinto libro de su De re ædificatoria (c.  1450) exaltaba la esplendidez de los nosocomios toscanos (hospitaria incredibili);58 casi contemporáneamente, en la Signoria de Florencia se hablaba de «spedali begli et sufficienti et apti et ordinati».59 John  Henderson ha interpretado que los adjetivos «espléndido» y «bello» aludían, sobre todo, al aspecto externo de los edificios.60 No obstante, y sin contradecir esta apreciación, los conceptos medievales de pulchrum, decorum, ornatum o aptum se solían identificar con el de utilitas, de manera que detrás de aquellos elogios y más allá de consideraciones de carácter formal, también se hacía hincapié en la exaltación pública de la función que desarrollaban.61 En el ya citado Trattato de Filarete, se afirmaba que el hospital debía ser «bello e utile a simile bisogno d’infermi, d’uomini e di donne, e anche di questi putti i quali nascono indirettamente». A su vez, se ponderaba la bellezza del lugar donde tenía que construirse, pero no en un sentido estético, sino por los

55.  GereMek, La piedad y la horca..., pp. 19-20, 54-56, 159-195; BléVec, Daniel, «Fondations et œuvres charitables au moyen âge», en J. duFour, h. Platelle (ed.), Fondations et œuvres charitables au Moyen Âge (Actes du 121e Congrès National des Sociétés Savantes. Nice, 1996), París, CTHS, 1999, p. 21. Estas ideas se recogen, en parte, en el De subventione pauperum (1526) del valenciano Joan Lluís Vives (ViVes, Joan Lluís, L’assistència als pobres: «De subventione pauperum», ed. J. Tello, Barcelona, Índex, 2009; cf. FaloMir, Arte en Valencia..., pp. 129-136; Fraile, Pedro, El vigilante de la atalaya: La génesis de los espacios de control en los albores del capitalismo, Lleida, Milenio, 2005, pp. 47-59).

56.  A modo  de  ejemplo  remitimos  a  los  episodios milanés  (alBini, Città e ospedale...,  pp.  84-127), ilerdense  (conejo, L’antic hospital de Santa Maria...,  pp.  55-68) y valenciano  (FaloMir, Arte en Valencia..., pp. 123-129; GóMez-Ferrer, Arquitectura en la Valencia..., pp. 35-44).

57.  Pocas veces no era así, si bien solían ser habituales los retrasos entre la rúbrica para el nacimiento de un hospital general y el inicio de las obras del nuevo inmueble; alBini, Città e ospedale..., 1993, p. 114.

58.  alBerti, L’architettura..., vol. i, p. 368 [lib. V, cap. VIII]; henderson, «Splendide case di cura...», pp. 15-50.

59.  henderson, «Santa Maria Nuova...», p. 28.60.  henderson, The Renaissance hospital..., pp. 70-81.61.  En relación con el binomio belleza-utilidad: eco, Umberto, Arte y belleza en la estética medieval,

Barcelona, Lumen, [1987] 1997, pp. 27-28.

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beneficios de erigirse cerca de canalizaciones de agua.62 Alberti ahondaba en esta misma idea, al definir como locus amœnus a las regiones provistas de agua depurada.63 Sin embargo, no podemos negar que los hospitales sobresalían por sus arquitecturas y por la riqueza de sus ornamentos. Este hecho se explica desde una doble coordenada: primero porque participaban de las políticas municipales de decorum y de embellecimiento;64 en segunda instancia, porque las oligarquías urbanas anhelaban perpetuar el prestigio familiar y el ascenso social, y asegurar la salvación eterna del alma a través de la fundación y la promoción de obras artísticas destinadas a estos inmuebles, de manera parecida a lo que solían hacer a favor de las catedrales, parroquiales e iglesias conventuales. Los programas devocionales

62.  Filarete, Trattato di architettura..., p. 299 [lib. Xi, 79r]; Baldasso, «Function and epidemiology...», p. 115.

63.  alBerti, L’architettura..., pp. 36-40 [lib. i, cap. iV].64.  A propósito de  la  idea de decorum en el urbanismo  tardomedieval: Franchetti, Vittorio, Historia

del urbanismo: Siglos xiV y xV, Madrid,  Instituto  de Estudios  de Administración Local,  1985,  pp.  35-50. En Valencia se han documentado diversos episodios de interés orientados al embellecimiento de la ciudad: serra, Amadeo, «La belleza de la ciudad. El urbanismo de Valencia 1350-1410», Ars Longa, 2 (1991), pp. 73-80; ídeM, «El Consell de Valencia y el Embelliment de la ciutat, 1412-1460», en Primer Congreso de Historia del Arte Valenciano: Actas (Valencia, 1992), Valencia, Generalitat Valenciana, 1993, pp. 75-79.

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Patio del Hôtel-Dieu de BeauneFotografía: A. Conejo

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más suntuosos se concentraban en la capilla hospitalaria, pero los altares repartidos por todo el edificio, así como las salas de enfermos, las fachadas que daban a la calle y las galerías claustrales también podían ser ornadas con pinturas, tejidos, relieves y esculturas. Todas estas empresas tenían una finalidad decorativa, pero al mismo tiempo no podemos obviar su papel activo en las celebraciones litúrgicas. Este tema, que ha sido explorado de manera puntual e incompleta, exige estudios más profundos ya que es muy poco lo que sabemos de la vida cotidiana de estas instituciones más allá de su función meramente asistencial.65

Así, a pesar de que la documentación reitera las numerosas dificultades económicas que los afligían, los hay que gestionaban importantes patri-monios66 y que llegaron a ser potentes centros de promoción artística, un tema sobre el que ha insistido Carole Rawcliffe.67 Lo certifican el espléndido patrimonio de algunos establecimientos,68 y la nómina de artistas de primera fila que, en algún momento de su trayectoria profesional, trabajaron para un hospital. Nos referimos, entre muchos otros, a los hermanos Lorenzetti, Fra Angelico, Lorenzo Monaco, al linaje de los Della Robbia, Rogier van der Weyden, Hugo van der Gœs, Hans Memling, Matthias Grünewald, Jacopo Pontormo.69 Lo mismo podemos decir de los encargados de dirigir sus fábricas: maestros de la talla de Filippo Brunelleschi, Michelozzo, Fila-rete y Enrique Egás, o menos conocidos —pero igual de notorios— como Guillem Abiell70 y Mateu Forsimanya,71 también se han vinculado al diseño y construcción de hospitales tardomedievales y renacentistas.

65.  Sobre los usos litúrgicos en los hospitales medievales, véanse las documentadas aproximaciones de rawcliFFe, Medicine for the soul..., cap. 4; henderson, The Renaissance hospital..., part ii.

66.  Para las actividades empresariales de algunos hospitales, como es el caso florentino: diana, Esther, «Non  solo  carità.  L’Ospedale  di  Santa Maria  Nuova  di  Firenze:  un  resultato  imprenditoriale  (1285-1427)», Ricerche Storiche, 40 (2010), pp. 5-37.

67.  rawcliFFe, Carole, «‘A word from our sponsor’: advertising the patron in the medieval hospital», en J. henderson, P. horden, a. Pastore  (eds.), The impact of hospitals: 300-2000, Berna, Peter Lang, 2007, pp. 167-193.

68.  Destacamos los ospedali de Santa Maria della Scala de Siena y Santa Maria Nuova de Florencia, los espléndidos Hôtels-Dieu de Beaune y Tonnerre, y el Sint-Jans Hospitaal de Brujas. Véanse,  respectivamente, GallaVotti, Daniela, Lo spedale di Santa Maria della Scala in Siena: Vicenda di una committenza artistica, Pisa, Monte dei Paschi di Siena & Pacini, 1985; de Benedictis, Cristina (ed.), Il patrimonio artistico dell’ospedale di Santa Maria Nuova di Firenze: Episodi di commitenza,  Florencia,  Polistampa,  2002; huGonnet-BerGer, Claudine et al., The Hôtel-Dieu de Beaune, París, Somogy, 2005; kurMan-schwarz, Brigitte, «Des œuvres d’art commanditées pour un hôpital: l’exemple de Notre-Dame-des-Fontenilles à Tonnerre», en G. drossBach (ed.), Hôpitaux au Moyen Âge et aux temps modernes: France, Allemagne et italie: une histoire compare, Múnich, Oldenbourg, 2007, pp. 175-198; sMets, St. John’s hospital Bruges...

69.  Aunque los contemporáneos sabían apreciar la belleza de estas obras artísticas, nada hace pensar que su finalidad fuese terapéutica, sino espiritual (henderson, «Santa Maria Nuova...», p. 33). 

70.  V. infra el apartado dedicado a la casa de la Santa Creu de Barcelona.71.  Mateu Forsimanya, de quien se dice que era «bon mestre en son art e tal que en aquest regne no se’n 

trobaria un altra semblant d’ell, ço és de subtilitat de son ofici, ejerció de capmestre» del Hospital General de Palma de Mallorca c. 1460-1468 (aloMar, Gabriel, Guillem Sagrera y la arquitectura gótica del siglo Xv, Barcelona, Blume, 1970, p. 242). Sobre el edificio y, en particular, su iglesia, véase la reciente síntesis de doMenGe, Joan, «La arquitectura en el reino de Mallorca, 1450-1550. Impresiones desde un mirador privilegiado», Artigrama, 23 (2008), pp. 190-193.

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Empero, el estudio de sus arquitecturas supone una ardua tarea, ya que muchos edificios han desaparecido, y aquellos que han llegado hasta nosotros, o bien han sido mutilados o bien han sufrido severas restaura-ciones-reconstrucciones de carácter historicista para adecuarlos a nuevos usos. Además, no existe una tradición historiográfica consolidada. A finales del siglo  XiX, a la sombra del Dictionnaire de viollet-le-Duc,  Tollet sacaba a la luz la primera monografía con una vocación declaradamente arqui-tectónica.72 Pero tendrían que pasar muchos años para que apareciesen otros trabajos de síntesis bajo este mismo prisma; el mejor reflejo son los firmados por Leistikow, Thompson y Goldin, y Jetter,73 aunque tampoco gozaron de continuidad. En las dos últimas décadas han ido apareciendo nuevas publicaciones, que aún habiendo reavivado el interés por el tema, no han aportado visiones de conjunto renovadoras y transversales, pues suelen estar circunscritas a geografías y/o edificios específicos. Por último, nos encontramos ante la imposibilidad de cobijar todos los establecimientos conocidos bajo el paraguas de un concepto genérico como «arquitectura hospitalaria», ya que esto nos conduciría a equívocos: el extenso abanico de morfologías que ofrecen, las cuales se diversifican todavía más entre países, recomiendan el uso de la fórmula «arquitecturas hospitalarias» —en plural—, mucho menos comprometida. Pero esta variedad formal no ex-cluye que existan semejanzas o puntos de contacto, fruto de aquello que los une y que no es nada más que una función común. La mayoría de edificios disponen de un patio o claustro, y también de grandes salas de enfermos de planta longitudinal o de salón. En cuanto a las clausuras, encuentran su referente inmediato en el mundo monástico. Una mirada atenta a la celebérrima planta carolingia de Saint-Gall (c.  820), atestigua que las enfermerías de monjes y de novicios se articulaban en torno a un patio central.74 Al igual que en los monasterios, era un ámbito polifuncional pensado para diversos usos: litúrgico —procesional y eucarístico—;75 zona verde para el paseo terapéutico de los convalecientes y, ocasionalmente, el cultivo de plantas medicinales; lugar de entierro; punto de encuentro público entre pacientes, familiares y amigos.76

72.  tollet, Casimir, Les édifices hospitaliers depuis leur origine jusqu’à nos jours, París, s.e., 1892.73.  leistikow, Dankwart, Edificios hospitalarios en Europa durante diez siglos, Ingelheim Am Rhein, 

Doehringer Sohn, 1967; thoMPson, John D.; Goldin, Grace, The hospital: A social and architectural history, New Haven - Londres, Yale University Press, 1975; jetter, Dieter, Das europäische Hospital: von der Spätantike bis 1800, Colonia, DuMont, 1986.

74.  Sobre la planta del monasterio de Saint-Gall y  la atención de los enfermos: d’aronco, Maria A., «The benedictine rule and the care of the sick: the plan of St Gall and Anglo-saxon England», en B. Bowers (ed.), The medieval hospital and medical practice, Hampshire, Ashgate, 2007, pp. 235-251.

75.  El uso del patio hospitalario para la celebración de la eucaristía debía ser excepcional y restringido a fechas señaladas, pero a veces era consecuencia de las limitaciones propias del edificio. En 1487, se dice que la iglesia del hospital de Palma de Mallorca era molt xicha y que por ello «los officis se han de fer en lo pati de la dita casa»; ap. Barceló, Maria, «Notes sobre alguns ‘picapedres’ a la Mallorca tardomedieval», Bolletí de la Societat Arqueològica Lul·liana, 56 (2000), p. 105.

76.  Esta función, que no está del todo clara para los claustros, sí se ha podido corroborar en los pórticos exteriores  de  los  hospitales  florentinos  (Verdon,  «Urbanistica  sacra...»,  p.  31; henderson, The Renaissance hospital..., pp. 73-77).

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En relación con las salas se procuraba hacerlas amplias y al-tas para dar acogida al máximo número de pobres y enfermos. Pero de este esquema también se valoraba la polivalencia. Así, su morfología longitudinal y aislada no implicaba que fueran abso-lutamente diáfanas, sino que lo más usual era compartimentar-las mediante tabiques, canceles, cortinajes, rejas o celdas, que permitiesen optimizar mejor el espacio. Algunos cuadros tardíos, como la tabla «Santa Elizabeth visitando a los enfermos» de Adam Elsheimer (c.  1598; Lon-dres: The Wellcome Institute) y la imaginaria visión del Sint-Jans Hospitaal de Brujas inmortali-zada por Jan Beerblock (1778; Brujas: museo Hans Memling) reproducen, de manera un tan-to idealizada, la organización interna de un hospital. viollet-le-Duc, quizás inspirado por estas recreaciones y a partir de evidencias arqueológicas, publicó un dibujo de cómo debían distri-buirse las camas del Hôtel-Dieu

de Tonnerre, colocadas en el interior de celdas individuales dispuestas a lo largo de la gran sala,77 una versión parecida se materializó en la vigente musealización del Hôtel-Dieu de Beaune.

En lo que concierne a las soluciones constructivas variaban de un lugar a otro, en función de las posibilidades materiales y económicas, y de la tradición arquitectónica de cada región. Así, en el entorno catalán, el uso de arcos diafragma con tejado de madera a dos vertientes fue habitual entre el siglo xIII y principios del xv. En cambio, contempo-ráneamente, en otros territorios del centro-norte europeo la gama de alternativas se multiplicaban: naves rectangulares con techos lígneos de medio punto (Tonnerre), apuntados (Beaune),78 poligonales (Lübeck, Chi-

77.  Viollet le duc,  Eugéne,  Encyclopédie médiévale,  Lonrai,  Inter-Livres,  [1854]  1993,  p.  526; courtenay, «The hospital of Notre-Dame...», pp. 102-103.

78.  Sobre los techos de madera abovedados o charpentes lambrissées: courtenay, Lynn T., «Medieval roof carpentry: ‘charpente lambrisée’», Journal of the Timber Framers Guild, 72 (2004), pp. 8-15. 

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Hôtel-Dieu de Notre-Dame de Fontenilles de Tonnerre (fundado en

1293). Sección transversal y sistema de cubiertas según Viollet-le-Duc

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chester) o planos (Siena, Florencia, Roma); ambientes divididos en dos o más crujías y cubiertos con bóveda de crucería (Angers, Ourscamps, Eberbach) o techo plano de madera (Brujas). Los textos de la época no revelan la preferencia por una u otra opción, tan solo —y en con-tadas ocasiones— puntualizan la necesidad de una correcta ventilación; es el caso de Alberti, que aludía a la importancia de las condiciones medioambientales de las «casas de salud».79 La calidad del aire y la eliminación de los males olores eran de por sí una prioridad de la salud pública, y los hospitales se consideraban esenciales para contribuir a la recuperación del convaleciente y evitar la propagación de enfermedades e infecciones. A su vez, durante los fríos inviernos, tenían que expul-sarse los humos de velas, chimeneas y braseros. Un primer recurso fue el diseño de ámbitos de gran altura, ya que se creía que favorecían el ascenso y la disgregación de todo tipo de efluvios, con su consiguiente alejamiento de los pacientes.80 Pero también se podían aplicar otras me-didas complementarias, como perforar los techos con pequeños orificios, crear cámaras de aire bajo el tejado81 o abrir ventanas practicables en los muros perimetrales.82 Filarete, por ejemplo, trazó en el Ospedale Maggiore de Milán un efectivo sistema de galerías y conductos internos que aseguraban la libre circulación del aire.83

Desde el punto de vista funcional, estas salas también permitían asociar, bajo un mismo techo, el doble rol inherente a los hospitales medievales: la curación del cuerpo y del alma.84 Por un lado, consentían la alineación

79.  Mastrorosa,  Ida,  «Leon  Battista Alberti  ‘epidemiologo’:  esiti  umanistici  di  dottrine  classiche», Albertiana, 4 (2001), pp. 21-44; Baldasso, «Function and epidemiology...», p. 114; cf. courtenay. «The hospital of Notre-Dame...», p. 102.

80.  henderson, The Renaissance hospital..., pp. 157-161.81.  Así lo vemos en la impresionante cubierta de madera del Hôtel-Dieu de Tonnerre: Viollet le duc,

Encyclopédie médiévale..., p. 525; Goldin, Grace, Work of mercy: A picture history of hospitals, Boston, Boston Mills Press, 1994, p. 36; courtenay, «The hospital of Notre-Dame...», p. 103.

82.  No todas las ventanas se podían abrir; las había fijas y pensadas exclusivamente para la iluminación del  recinto  (henderson, The Renaissance hospital...,  pp. 159-160). En el Hôtel-Dieu de Tonnerre  se  creó un original sistema para evacuar al exterior el agua condensada en los cristales interiores de los finestrales, los cuales, además, se sabe que estaban decorados con vidrieras polícromas (Goldin, Work of mercy..., p. 36; cf. courtenay, «The hospital of Notre-Dame...», pp. 98-102). Uno de los edificios paradigmáticos es la enfermería de Ourscamps, que incluyó un doble registro de aperturas: las superiores servían para iluminar y las inferiores para ventilar (Viollet le duc, Encyclopédie médiévale..., p. 523).

83.  Filarete, Trattato di architettura..., pp. 303-306 [lib. Xi, 79v-80r]. En este caso, se ha sugerido que Benedetto Reguardati, médico personal  de Francesco Sforza,  podría haber  influido de manera decisiva  en  el diseño filaretiano (Baldasso, «Function and epidemiology...», pp. 114-115).

84.  La  curación  del  cuerpo  a  través  del  alma  ya  aparece  recogida  en  el  diálogo  platónico  del Timeo (Platón, Timeo, Buenos Aires, Colihue, 2005, cap. Vii y XX). Sin embargo, esta dualidad estuvo siempre presente en el mundo medieval. Por ejemplo, en el cuarto concilio lateranense (1215) se acordó excomulgar a los médicos que atendiesen pacientes no confesados; según Inocencio III la eucaristía era una manera de ejercer la medicina sacramentalis ya que «limpiaba» los pecados mortales (rawcliFFe, Medicine for the soul..., p. 103). Son diversos los estudios recientes que han puesto el acento en este binomio cuerpo-alma: risse, Guenter B., Mending bodies, saving souls: A history of hospitals, Nueva York, Oxford University Press, 1999; Buklijas, Tatjana; BenyoVsky, Irena, «Domus Christi in late medieval Dubrovnik: a therapy for the body and soul», Dubrovnik Annals, 8 (2004), pp. 81-107; henderson, The Renaissance hospital..., cap. 5. 

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ordenada de las camas puestas en batería a lo largo de los muros internos,85 y por el otro, permitían situar en uno de los extremos cortos un altar o capilla que fuera visible por todos los pacientes y les permitiese participar de la misa diaria sin necesidad de levantarse. Así se ilustra en un sinfín de imágenes de la época, que nos ofrecen una trufada recreación del universo interior de estos edificios. Uno de los ciclos más célebres es el que se en-cargaron de pintar Il Vecchieta y Domenico de Bartolo, a comienzos de la década del 1440, en la llamada crujía del Pellegrinaio del Ospedale de Santa Maria della Scala de Siena. A partir de un programa iconográfico ideado muy probablemente por el rettore Giovanni di Francesco Buzzichelli, el propósito era evocar el espíritu monumental y artístico de las grandes salas de representación señorial, numerosas en esta ciudad toscana. Se reproducen diferentes momentos de la historia del hospital, desde la mítica fundación a cargo del Beato Sorore a finales del siglo  Xi, pasando por la concesión de privilegios papales y la ilustración de las tareas asistenciales diarias.86 En la conocida escena «Gobierno y curación de los enfermos» se muestra, con un detallismo minucioso, la frenética actividad del establecimiento, desarrollada dentro de un espacio en forma de T —que se ha querido identificar con la confluencia de las actuales salas del Passeggio y de San Pío—, cubierto con un techo plano de madera, y en el que se pueden apreciar las venta-nas altas para la iluminación y la ventilación, y en un segundo plano una reja de separación.87 En cuanto a los personajes, sobresalen la figura de un herido medio desnudo y con un profundo corte en la pierna que sangra copiosamente, y a su lado un cirujano que se dispone a coserlo con unas pinzas; también vemos a un enfermo reclinado en una cama mientras es atendido por un fraile; a un médico y su asistente que analizan un frasco con orina; y a un moribundo que recibe la extremaunción. Esta exaltación del Buon Governo del Ospedale della Scala88 también se refleja en las tavo-lette lígneas utilizadas para encuadernar los libros contables —medievales y modernos— las cuales se ornamentaban con retales del día a día de la

85.  Al respecto, el documento fundacional del Hôtel-Dieu de Beaune (1443) resulta muy revelador: el promotor y canciller Nicolas Rolin estableció que la Gran Sala de los Pobres estuviera dotada con treinta camas que debían colocarse en dos filas de quince en cada lado de la crujía (huGonnet-BerGer et al., The Hôtel-Dieu..., p. 30). Sobre la distribución de las camas, nos parece interesante el debate generado en torno a la enfermería monástica de Ourscamps (saunier, Annie, «La pauvre» malade dans le cadre hospitalier mediéval: France du Nord, vers 1300-1500, París, Arguments, 1993, pp. 157-159).

86.  Sabemos que  el Ospedale Maggiore de Milán  también preveía un  ciclo de pinturas,  en  este  caso destinadas  al  pórtico de  acceso,  en  las  que debían  representarse  su proceso de  fundación y  construcción;  no obstante, desconocemos si al final se llevaron a cabo (Filarete, Trattato di architettura..., p. 319 [lib. Xi, 83r]).

87.  Sobre la iconografía del Pellegrinaio: costa, Elda; Ponticelli, Laura, «L’iconografia del Pellegrinaio nello  Spedale  di  Santa Maria  della  Scala»,  iconographica. Rivista di iconografia Mediœvale e Moderna,  3 (2004), pp. 110-147. Igualmente, en cuanto a la arquitectura del hospital sienés resulta indispensable la reciente y documentada monografía de sordini, Beatrice, Dentro l’antico Ospedale: Santa Maria della Scala, uomini, cose e spazi di vita nella Siena medievale, Siena, Monte dei Paschi y Protagon, 2010.

88.  Si una ciudad ejemplifica, mejor que ninguna otra, la evocación del Buon Governo comunal, esta es sin duda Siena, tal y como se puede comprobar a través de las magníficas pinturas murales del Palazzo Pubblico realizadas  por Ambrogio Lorenzetti  c.  1338-1339.  Sobre  la  interpretación  política  de  este  ciclo: skinner, El artista y la filosofía política...

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institución.89 No obstante, no se trata de un caso aislado. Un siglo atrás (c.  1350), las páginas del Liber Regulæ —es decir, las ordinaciones— del Ospedale di Santo Spirito de Roma ya se habían embellecido con abun-dantes y notables miniaturas que incluían la investidura del comendatore; la administración de los sacramentos; la distribución de limosnas; la gestión económica; la recepción, asistencia y atención de los pobres y enfermos; la acogida de mujeres embarazadas; el traslado al hospital de los vagabundos e indigentes que deambulaban por las calles de la ciudad.90 Otro manus-crito ricamente iluminado es el Livre de vie active del Hôtel-Dieu de París (c.  1482), obra del canónigo y proviseur Jehan Henry.91 El texto es una reforma de sus estatutos, y entre las muchas imágenes que lo acompañan destaca la que orna el folio 77, y que quizás sea la más difundida por la historiografía. El artista nos traslada al interior de una sala del nosocomio, donde cuatro religiosas —las personificaciones alegóricas de las virtudes de la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia— asisten a un grupo de enfermos que yacen en sendas camas alineadas a lo largo de una pa-red. La instantánea, además, se recrea en un aspecto del que se hace eco la documentación histórica: en muchas ocasiones los usuarios tenían que compartir el lecho.92 Esta circunstancia, en cambio, contrasta con la habi-tual adecuación de alcobas selectas y confortables para la atención de los pacientes de rango.93 Por último, aunque en los inventarios medievales las camas se suelen describir como unos muebles sencillos, hechas con tablones de madera y sus correspondientes esterillas, también las había suntuosamente decoradas. Filarete habla de «letti begli e buoni»; otras sabemos que estaban pintadas con escenas sacras;94 y a veces miembros de la nobleza legaban la suya después de morir.95

89.  Piccinni, Gabriella; zarrilli, Carla (eds.), Arte e assistenza a Siena: Le copertine dipinte dell’ospedale di Santa Maria della Scala (Catalogo della mostra. Siena, 2003), Pisa, Pacini y Santa Maria della Scala, 2003. La encuadernación de libros institucionales con tablas de madera pintadas era una práctica propia de Siena. Al respecto, la serie más conocida es la de las llamadas Tavolette di Biccherna, conservadas en el Archivio di Stato de la ciudad. La Bincherna era la magistratura financiera del comune sienés (Morandi, Ubaldo, Le Biccherne Senesi: Le tavolette della Biccherna della Gabella e di altre magistrature dell’antico stato Senese conservate presso l’Archivio di Stato di Siena, Siena, Monte dei Paschi di Siena, 1964).

90.  colonna, Flavia, L’Ospedale di Santo Spirito a Roma: Lo sviluppo dell’assistenza e le trasformazioni architettonico-funzional, Roma, Quasar, 2009, pp. 43-57.

91.  candille, Marcel, Étude du Livre de vie active de l’Hôtel-Dieu de París de Jehan Henry (Xve siècle), París, Spei, 1964. Otras visiones pictóricas de hospitales medievales las recoge Mackinney, Loren C., Medical illustrations in medieval manuscripts, Londres, Wellcome Historical Medical Library, 1965, pp. 3-8).

92.  En cuanto a las camas compartidas, v. henderson, «Splendide case di cura...», p. 23; courtenay, «The hospital of Notre-Dame...», p. 103; contra Mazzi, «Fra carità e cura...», p. 15 [n. 6].

93.  Mazzi, «Fra carità e cura...», p. 8; Filarete, Trattato di architettura..., p. 308 [lib. Xi, 80v].94.  Filarete, Trattato di architettura,  318  [lib.  Xi,  83r];  Mesini,  Candido,  «L’inventario  del  1329 

dell’ospedale fondato ed amministrato dalla compagnia di S. Maria delle Laudi e di S. Francesco in Bologna», en Atti del i Congresso italiano di Storia Ospitaliera (Reggio Emilia, 1956), Reggio Emilia, Centro Italiano di Storia Ospitaliera, 1957, pp. 474-475; conejo, L’antic hospital de Santa Maria..., p. 75; henderson, The Renaissance hospital..., pp. 166-167.

95.  Así lo ordenó el infante Pedro de Aragón en su testamento, al donar su cama al hospital del «Coll de Balaguer» (L’Hospitalet de l’Infant) que él mismo había fundado en 1344 (iVars, Andreu, «Testamento del infante fr. Pedro de Aragón, O.F.M.», Archivo ibero-Americano, 15/43 (1921), pp. 102-113).

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A grandes rasgos, las naves longitudinales —con sus diferentes varian-tes— que poblaron la mayoría de los hospitales de la baja Edad Media, pervivieron en el tiempo.96 Incluso, las mentadas plantas cruciformes difundidas a partir de la primera mitad del siglo  XV y calificadas por algunos historiadores de revolucionarias, en un principio no fueron sino el resultado de yuxtaponer crujías que se iban añadiendo a medida que se requería más espacio para absorber la creciente demanda de admisiones. El caso paradigmático nos lo ofrece el Ospedale de Santa Maria Nuova de Florencia. Fundado a finales del siglo  Xiii, en un primer momento se erigió una única sala rectangular (c. 1313-1315); a mediados del siglo XiV se agregó otra para adoptar un esquema en L, acaso coincidiendo con la idea de delinear una cruz a corto o medio plazo; entre 1409-1479 se amplió y transformó en una T; y ya entre las postrimerías del siglo  XV

96.  Lo certifican los ejemplos conservados, pero también las reproducciones pictóricas, ideales o no, del interior de hospitales modernos (Goldin. Work of mercy..., pp. 22 y ss).

FiGura 7

Domenico di Bartolo, «Gobierno y cuidado de los enfermos» (1440-1441; Siena: Santa Maria della Scala, sala del Pellegrinaio)

Fotografía: A. Conejo (© Santa Maria della Scala)

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FiGura 8

Evolución constructiva del Ospedale di Santa Maria Nuova di Firenze (a partir de J. Henderson 2006 y E. Diana 2010)

A. Primera enfermería masculina (c. 1313-1315). B. Segunda enfermería masculina (c. 1334-1348). C.  Tercera  enfermería  masculina  (c.  1400-1479).  D.  Cuarta  y  definitiva  enfermería  masculina (c. 1479-1576). E. Primera enfermería femenina (c. 1308-1322). F. Segunda enfermería femenina (1612-1618).

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y los albores del XVi es cuando asumió la definitiva traza cruzada.97 Más adelante, en el siglo  XVii, se adhirió una segunda crociera para el uso exclusivo de las mujeres, repitiendo la segregación de sexos y el plano doble previsto en el Ospedale Maggiore de Milán.98 La principal ventaja de este prototipo arquitectónico, en relación con la nave única, era la posibilidad de colocar el altar en medio de la cruz —hecho que acentuaba el valor escenográfico y dramático—, con el fin de ser visto por los internos distribuidos en los cuatro brazos, y a su vez, facilitaba las tareas de vigilancia por parte del personal.99 Empero, el debate sobre los orígenes de este esquema está lejos de haber finalizado, pues la his-toriografía no se muestra unánime a la hora de otorgar la primacía al ente florentino —que tan solo adquirió la apariencia cruciforme en una cronología muy tardía— o a otros hospitales del área padana, como son los de Pavía (c.  1449) y Mantua (c.  1460).100 Por el contrario, se acepta que su definición monumental se concretó con el citado proyecto filare-tiano del Ospedale Maggiore milanés, el cual sería objeto de numerosas imitaciones. En la península Ibérica, por ejemplo, destacarían los de valencia, Toledo, Granada y Santiago de Compostela.101

Un hospital novellament construït: la Casa de la Santa Creu de Barcelona

No podemos acabar esta aproximación a los hospitales urbanos bajo-medievales sin antes referirnos a uno de los edificios que, sin duda, habría sido merecedor de la etiqueta albertiana de incredibili: el de la Santa Creu de Barcelona. Distinguido por sus contemporáneos con la rutilante expresión «luz y gloria»,102 se trata de uno de los más majestuosos, espléndidos y bien conservados del viejo continente —a pesar de las severas restauraciones

  97.  Para una síntesis de las diversas fases constructivas: henderson, The Renaissance hospital..., pp. 22, pp.  151-152; diana,  Esther,  «Santa Maria Nuova  nel Quattrocento:  la  definizione  del modello  a  croce  della struttura ospedaliera», en S. FiliPPoni; e. Mazzocchi; l. seBreGondi (eds.), il mercante, l’Ospedale y fanciulli: La donazione di Francesco Datini: Santa Maria Nuova e la fondazione degli innocenti (Catalogo della mostra. Firenze, 2010-2011), Firenze, Museo degli Innocenti, 2010, pp. 76-79.

  98.  La creación de ámbitos independientes para hombres y mujeres es un rasgo inherente a los hospitales medievales. Alberti  y  Filarete  también  lo  certificaban  en  sus  respectivos  tratados  (alBerti, L’architettura..., vol. i, p. 370 [lib. V, cap. VIII]; Filarete, Trattato di architettura..., p. 315 [lib. Xi, 82r]).

  99.  Uno de los pioneros en reflexionar sobre las pautas de «vigilancia hospitalaria» y su conexión con la traza cruciforme fue el canónigo de Elna Miquel de Giginta (segunda mitad del siglo XVi). Más tarde, el médico y político Cristóbal Pérez de Herrera también se manifestó a favor de este modelo (Fraile, El vigilante de la atalaya..., pp. 175-190).

100.  A  propósito  del  debate  sobre  el  origen  de  este  tipo  de  planta:  Peroni,  Adriano,  «Il  modello dell’ospedale cruciforme: il problema del rapporto tra l’Ospedale di Santa Maria Nuova di Firenze e gli ospedali lombardi», en S. Bertelli; n. ruBinstein; c. huGh sMyth (eds.), Florence and Milan: comparisons and relations, Florencia, Nouva Italia, 1989, vol. ii, pp. 53-66; Baini, Laura, «Ipotesi sull’origine della tipologia cruciforme per gli ospedali del XV secolo», en L. Giordano (ed.), Processi accumulativi, forme e funzioni: Saggi sull’architettura lombarda del Quattrocento, Florencia, Nuova Italia, 1996, pp. 59-102.

101.  Para una síntesis del tema: GóMez-Ferrer, Arquitectura en la Valencia..., pp. 45-50.102.  Véase supra nota 2.

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que ha sufrido—; igualmente, su archivo cuenta con una rica y variada documentación que nos permite acercarnos a sus vicisitudes históricas, constructivas y funcionales.103 No obstante, sorprende la poca notoriedad que le ha concedido la historiografía internacional; la ausencia de estudios monográficos de referencia debe haber ayudado.104

En el último cuarto del siglo  XiV, el contexto socioeconómico y la inflación demográfica empujaron a Barcelona hacia una metamorfosis urbana. Por un lado, el rey Pedro III promovió la ampliación del recinto amurallado con el fin de incorporar los arrabales extra mœnia y aumentar de manera significativa el suelo urbanizable. Por el otro, la consolidación de los órganos de autogobierno —locales y territoriales— exigió la cons-trucción de nuevas sedes que dignificaran las instituciones que acogían: en este momento se alzaba la sala del Consell de Cent y se comenzaba a debatir sobre el futuro palacio de la Generalitat. Paralelamente, las calles más nobles se llenaban de suntuosas casas señoriales y se desarrollaba una cierta arquitectura simbólica que contribuyó a renovar el paisaje monumen-tal: imponentes puertas en las murallas y edificios civiles concebidos como reflejo de la riqueza del patriciado mercantil —la lonja— y de la vitalidad del puerto marítimo —las atarazanas. Así, no es extraño que en el cam-bio de siglo Martí l’Humà, parafraseando al historiador romano Pompeyo Trogo, distinguiera Barcelona «inter urbes alias mundiales beatissimam».105 Durante su reinado se iniciaron diversos proyectos edilicios que siguieron dando aliento al programa de embellecimiento «ad utilitatem et decorum civitatis», gracias al compromiso de la oligarquía urbana y a una coyuntura de cierta bonanza económica.106 Entre otras, podemos mencionar el diseño de un nuevo palacio anejo a la daraçana de Pedro III —aunque nunca

103.  Sobre la documentación conservada véase, en este mismo volumen, el artículo de Reis Fontanals «Asistencia y municipio a través de las fuentes documentales medievales y modernas».

104.  Al  margen  de  los  primeros  trabajos  firmados  por  J.  M.  Roca,  C.  Martinell  y A.  Florensa,  las monografías  más  destacadas  continúan  siendo:  VilarruBias,  Felío  A.,  Noticia histórico-arquitectónica de los edificios del antiguo hospital de la Santa Cruz y casa de convalescencia de San Pablo de la ciudad de Barcelona (1401-1928), Barcelona, Diputación Provincial de Barcelona, 1969; L’hospital de la Santa Creu i Sant Pau. L’hospital de Barcelona, Barcelona, Gustavo Gili, 1971; danon, Visió històrica... Desde el punto de vista social e institucional, la mejor aproximación es la de lindGren, Uta, Bedürftigkeit Armut Not: Studien zur Spätmittelalterlichen Sozialgeschichte Barcelonas, Münster Westfalen, Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung, 1980. Más recientemente, hay que tener en cuenta el libro conmemorativo del 600 aniversario de su fundación (FiGueras, Lourdes; Manadé, Maria (coords.), L’hospital de la Santa Creu i Sant Pau: 1401-2001, Barcelona, Lunwerg, 2001), el estudio de su arquitectura y proceso constructivo (conejo, Antoni, Assistència i hospitalitat a l’edat mitjana. L’arquitectura dels hospitals catalans: Del gòtic al primer renaixement, tesis doctoral inédita, Universitat  de  Barcelona,  2002,  vol.  I,  pp.  267-446)  y  la  publicación  de  un  extenso  repertorio  documental cuatrocentista  (castejón,  Nativitat,  Aproximació a l’estudi de l’hospital de la Santa Creu de Barcelona, Barcelona, Fundació Noguera, 2007).

105.  Miret i sans, Josep, «El darrer rei de la casa de Barcelona», en Homenatge a la memòria del rei Martí: Vè centenari de la seva mort, Barcelona, Centre Excursionista de Catalunya, [1910] 1912, p. 15.

106.  No olvidemos que el 20 de enero de 1401 se había abierto  la Taula del Cambi, el primer banco municipal de crédito de la ciudad, ante la necesidad de disponer de más recursos y de luchar contra la deuda pública (ayats, J. César; udina, Frederic; aleMany, Serafín, La ‘Taula’ de Cambio de Barcelona (1401-1474), Barcelona, Banco Español de Crédito, 1947).

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llegó a ver la luz—,107 la apertura de una «gran e bella plaça» frente al vetusto palacio Reial Major,108 y la génesis del Hospital de la Santa Creu. Sin embargo, el compromiso del monarca para con este último se ciñó —y ya es mucho— a ofrecer soporte institucional y a poner los medios a su alcance para garantizar su viabilidad. A título personal hizo alguna donación importante,109 pero sobre todo debía interceder para que su aliado Benedicto xIII, el «papa Luna», lo bendijese mediante la bula fundacional emitida el 5 de septiembre de 1401,110 y le concediera varias indulgencias y legados en los años inmediatamente posteriores.111 Ahora bien, el rey Martín no fue ni el promotor más generoso ni su principal impulsor, tal y como ha puntualizado Teresa  Huguet.112 En una ocasión, hasta priorizó uno de sus proyectos áulicos: a raíz de un problema con la mano de obra, el 11 de septiembre de 1404 ordenó el traslado de los maestros de casas que trabajaban en la Santa Creu al palacio real de valldaura, ¡para que pudiesen finalizarlo «de una vez»!113 Pero apenas dos semanas después, el mismo soberano tomaba una decisión opuesta, y los obligaba a implicarse en la obra del hospital, bajo pena de castigo, por el «benefici se segueix a la cosa pública».114

El establecimiento se fundó en abril de 1401, después de una serie de negociaciones a dos bandas entre el capítulo y el municipio —con el respaldo de la monarquía—, que germinaron en la reunión de seis de los centros de caridad repartidos entonces por la ciudad; algunos se vendieron y destruyeron, y otros siguieron activos en tanto que espacios subordinados. El de la Santa Creu fue uno de los primeros hospitales generales conocidos del occidente cristiano.115 De hecho, en ese mismo año, el duque Gian Galeazzo visconti

107.  Las noticias sobre este palau son avaras y confusas. Aunque sabemos que a mediados del siglo XV sus fundamentos se aprovecharon para una ampliación de las atarazanas, hasta la fecha, ni la arqueología ni la documentación han podido concretar la tipología arquitectónica y la estructura de este malogrado proyecto edilicio.

108.  Ap. Girona llaGostera,  Daniel,  «Itinerari  del  rei  en Martí  (1403-1410)»,  Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans, 5 (1915), docs. 97, 98, 101 y 103.

109.  El rey Martín donó al hospital 10.000 sueldos, aunque problemas de liquidez obligaron a retrasar su ingreso unos años (conejo, Assistència i hospitalitat..., vol. I, p. 315; contra castejón, Nativitat, «Els primers cent anys de construcció de l’hospital de la Santa Creu de Barcelona (1401-1500)», en L. FiGueras; M. Manadé (coords.), L’hospital de la Santa Creu i Sant Pau: 1401-2001, Barcelona, Lunwerg, 2001, p. 30).

110.  Mas, Josep, «Fundació de l’hospital de la Santa Creu», Anales del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, 1/2-5 (1927), pp. 123-125, 185-189, 235-239 y 289. La transcripción revisada del documento original la encontramos en castejón, Aproximació a l’estudi..., doc. 8.

111.  castejón, Aproximació a l’estudi...,  doc. 10, 74-75; cuella, Ovidio, Bulario de Benedicto XIII. iV. El Papa Luna (1394–1423), Zaragoza, CSIC, 2009, passim; huGuet-terMes, Teresa, «Un petit univers de miralls. Barcelona, el hospital de  la Santa Creu  i el  rei Martí», Lambard. Estudis d’Art Medieval, 21 (2010), pp. 107-108.

112.  huGuet-terMes, «Un petit univers...», pp. 104-108 y 114. 113.  Girona, Daniel, «Itinerari del rei en Martí (1403-1410)», Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans,

5 (1915), doc. 66.114.  roca, Josep M., «La medicina catalana en temps del rei Martí», en Homenatge a la memòria del

rei Martí: Vè centenari de la seva mort, Barcelona, Centre Excursionista de Catalunya [1919], p. 184; castejón, Aproximació a l’estudi..., doc. 112.

115.  La  precocidad  de  esta  unificación  ya  ha  sido  subrayada  en  alguna  ocasión  (BrodMan, Charity and Welfare...,  p.  69; conejo, Assistència i hospitalitat...,  vol.  I,  pp.  164-165;  ídeM,  «La financiación  de  los 

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había intentado reformar el sistema asistencial milanés, pero la iniciativa no fructificó y tuvieron que pasar más de cinco décadas para que se hiciese reali-dad y se pudiera materializar el plan de Filarete para el Ospedale Maggiore.116

Desde un principio, se pactó un régimen de gobierno sacrosecular constituido por dos ciudadanos —en representación del Consell de Cent— y dos canónigos —en nombre del capítulo. Este organigrama paritario, que con alguna variante ha pervivido hasta la actualidad,117 no se puede calificar de innovador pues en el pasado ya se habían rubricado alianzas entre la Iglesia y el municipio.118 Posteriormente se continuó implantando, en términos similares, en otros hospitales generales fundados en la Corona en el transcurso del siglo  XV, en cuyos textos fundacionales se solía evocar el modelo barcelonés.119 Por otro lado, en 1417 se aprobaron sus primeras ordinaciones, que plasmaban por escrito las bases administrativas y las tareas encomendadas a todo el personal.120 El objetivo era racionalizar los recursos, a partir de las experiencias pretéritas o contemporáneas, y también de las referencias que se pudieran obtener de otros establecimientos. Esta circunstancia quizás permitiría explicar el porqué en el Archivo Capitular de Barcelona se conserva un informe «circa constructionem alicuius hospi-tale et ipsius regimen et gubernationem del ospedale di Santa Maria della Scala» de Siena, uno de los más prestigiosos de la época.121 Aunque no

hospitales...», p. 444). No obstante, la documentación histórica del cuatrocientos se refiere al ente barcelonés bien como «hospital» —a secas—, bien como «casa de la Santa Creu» (domus Sancte Crucis), mientras que el apelativo «general» no se consolidó hasta principios del siglo XVI. Esto contrasta con otros conjuntos catalanoaragoneses como los de Lleida, Palma y Valencia que antes de su fundación ya eren tildados de generals (GóMez-Ferrer, Arquitectura en la Valencia..., pp. 35-40; conejo, L’antic hospital de Santa Maria..., pp. 55-68; Bordoy; cruz, «Notes per a l’estudi...», p. 118).

116.  alBini, Città e ospedale..., pp. 84-86.117.  El actual hospital de la Santa Creu i Sant Pau —heredero del primitivo centro medieval— continúa 

siendo  gobernado  por  cuatro  administradores  conocidos  desde  antiguo  como  la Molt il·lustre Administració (MIA), si bien ahora tres de sus miembros actúan en representación del capítulo y del ayuntamiento, mientras que el cuarto, desde 1990, lo hace en nombre de la Generalitat (salMerón, Pilar, «L’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau: 600 anys d’història», Annals de Medicina, 84/2 (2001), p. 115).

118.  huGuet-terMes, «Un petit univers...», pp. 110-114.119.  Nos referimos a Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza (1425), Santa Maria de Lleida (1452-1454) 

y el General de Palma de Mallorca (1456); véase respectivamente, Muñoz, Juan, «Privilegios a favor del Hospital de Nuestra  Señora  de Gracia  de Zaragoza», Anuario de Derecho Aragonés,  1  (1944),  pp.  148-149; conejo, L’antic hospital de Santa Maria..., pp. 63-65; Bordoy; cruz, «Notes per a l’estudi...», pp. 113-130. A su vez, en 1485, el Consell valenciano dejaba claro cuál era el modelo a imitar: «seria sancta e bona cosa (...), seguint l’orde e manera que ha servat la ciutat de Barcelona, reduhir aquells a hun sols spital que fos regit e governat per aquelles persones, orde e manera que és regit los spital de la dita ciutat de Barcelona» (ruBio Vela, Agustín, «Beneficencia y hospitalidad en la ciudad de Valencia durante la baja edad media según las fuentes archivísticas», Memoria Ecclesiæ, 10 (1997), p. 29).

120.  roca, Ordinacions del hospital... Estas primeras ordinaciones serían substituidas e implementadas más tarde por las aprobadas en los años 1477, 1571, 1667 y 1707.

121.  Arxiu Capitular de Barcelona. Capítol, Hospitals, s. xiV «Ordinacions de l’Hospital de Santa Maria de l’Escala de Sen [sic]». Agradezco la noticia al Dr. Carles Vela. Este informe del Ospedale della Scala no es el único conservado. Así, al menos se conocen otros dos fechados respectivamente en 1399 y 1456 —a los que se adjuntaron sendas copias de sus estatutos—, encargados por las autoridades milanesas en el marco del programa de renovación asistencial impulsado en esta ciudad en los citados años (leVerotti, Franca, «L’ospedale senese di Santa Maria della Scala in una relazione del 1456», Bolletino Senese di Storia Patria, 91 (1984), pp. 276-292; di Pietro, Gianfranco; donati, Paolo, «Cronologia e iconografia storica. Dall’Xi secolo alla fine del XViii secolo», Bollettino d’Arte, vol. special [Siena la fabbrica del Santa Maria della Scala] (1986), pp. 8, 13-14).

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está datado, diversos indicios históricos nos permiten fecharlo a finales del siglo  XiV, es decir, en un momento en que el debate sobre la renovación de la red asistencial de la Ciudad Condal debía estar sobre la mesa, de manera que parece lógico el interés —en esta ocasión del Capítol— por saber cómo funcionaba, cómo se gobernaba y cómo estaba organizado el hospital sienés —al respecto, se enumeran algunas de sus dependencias principales— por más que su contenido no fuera vinculante y finalmente no se tuvieran en cuenta ninguna de sus características estructurales o gubernamentales. Sin embargo, cabe hacerse otras preguntas: ¿se solicitaron estudios análogos de otros hospitales? ¿Atracaron en el emergente puerto barcelonés referencias de centros de salud de otros puntos del Mediterráneo? ¿Se aprovecharon los canales comerciales establecidos con el norte de Europa para conocer cómo se afrontaba la gestión institucional de la pobreza y la enfermedad en esas regiones?122 Son cuestiones sobre las que habrá que profundizar, ya que la circulación de este tipo de informes debía ser habitual. Por ejemplo, durante el proceso de centralización llevado a cabo en Palermo (1430-1460), el consistorio de la capital siciliana encargó una memoria administrativa de los grandes complejos hospitalarios de Barcelona, Nápoles, Gaeta, Rodas, Florencia y Siena.123 En estos mismos años, Filarete nos dice que visitó los de Florencia y Siena, pero que ni su diseño ni su modelo de gestión fueron del gusto del duque Francesco Sforza para ser transferidos al Ospedale Maggiore de Milán.124 Igualmente, en 1482, el Consell de valencia designó una comisión para analizar «regles, capítols e ordinacions de altres spitals generals, per forma que ymittant e inseguint les ordinacions de aquells, e instant-hi més avanti lo que porrà ésser bo e útil al govern e regiment de dit spital»; aunque no se cita el de la Santa Creu, no deja de ser relevante que en valencia se conserve una copia de sus ordinaciones aprobadas en 1417.125 Más tarde, a principios del siglo XVi, Enrique vII pidió a Francesco Portinari, protonotario papal en la corte británica, un ejemplar de los Or-dinamenti de Santa Maria Nuova de Florencia para que sirvieran de pauta en la redacción de los estatutos del incipiente hospital Savoy de Londres.126

122.  La  Ciudad  Condal  mantenía  estrechas  relaciones  con  los  grandes  núcleos  del  centro-norte  del continente,  en  especial  París  y Brujas —por  otra  parte,  pioneras  en materia  asistencial. Estos  contactos,  por ejemplo, se materializaron en la circulación de obras, artistas e ideas; hernando, José Luis, «Los artistas llegados al foco barcelonés durante el gótico internacional (1390-1450): procedencia, actividad y posible asentamiento. Aspectos documentales», Lambard, 6 (1994), pp. 359-388; PiFarré, Dolors, El comerç internacional de Barcelona i el mar del Nord (Bruges al final del segle XIv),  Barcelona,  Publicacions  de  l’Abadia  de Montserrat,  2002; Molina, Joan, «Ecos de la pintura flamenca en Valencia y Cataluña», en E. carBonell, r. cassanelli (eds.), El Mediterráneo y el arte: Del gótico al inicio del Renacimiento, Barcelona - Madrid, Lunwerg, pp. 214-229.

123.  Bresc, Henri, «École et services sociaux dans les cités et les “terres” siciliennes (Xiiie-XVe siècles)», en Città e servizi sociali nell’Italia dei secoli XII-xV (Atti del xii Convegno di Studi. Pistoia, 1987), Pistoia, Centro Italiano di Studi di Storia e d’Arte, 1995, p. 19.

124.  Filarete, Trattato di architettura...,  pp.  299-300  [lib. Xi,  79r];  cf.  leVerotti.  «Ricerche  sulle origini...», pp. 77-78.

125.  Gallent,  Mercedes,  La asistencia sanitaria en Valencia (1400-1512),  tesis  doctoral  inédita, Universidad de Valencia, 1987, vol. ii, p. 303.

126.  Park; henderson, «The first hospital...», pp. 165-168; thoMson, David, «Henry VII and the uses of Italy: the Savoy Hospital and Henry VII’s posterity», en B. thoMPson (ed.), Reign of Henry Vii (Proceedings of the 1993 Harlaxton Symposium), Stanford, CA, P. Watkins, 1995, pp. 104-116.

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De acuerdo con las recomendaciones de la época, el de la Santa Creu se construyó lejos del centro urbano, en el Raval —entre la segunda y la tercera muralla—, en un solar parcialmente ocupado por viviendas particu-lares y delimitado por el trazado primitivo de los dos principales caminos de acceso a la ciudad desde la plana del Llobregat, hoy día las calles del Carme y Hospital. Además, la proximidad de torrenteras —como la que desde Collserola fluía siguiendo el recorrido de las actuales calles de Riera Alta y Riera Baixa— resolvía el problema del suministro de agua y de la evacuación de residuos.127 Si bien a principios del siglo  XV la mayor parte del Raval estaba deshabitada y compuesta sobre todo por terrenos agrícolas y de pasto, se escogió un terreno que estaba en la zona más urbanizada y mejor comunicada, pero que a su vez era propiedad del Capítol, pues allí se encontraba el antiguo hospital de En Colom de titularidad capitular.128 Cabe recordar que este edificio fue temporalmente la sede central de la institución mientras avanzaban las obras del nuevo inmueble; más tarde, se reconvirtió en iglesia.129 Aunque el binomio sala de enfermos-altar no desapareció nunca, a partir de los siglos  xIII-xIv los grandes hospitales solían disponer de una capilla-iglesia autónoma separada de las dependen-cias asistenciales propiamente dichas. Además, se planeaba como un lugar público y no restringido a los usuarios del establecimiento, y por eso se situaba al pie de la calle, a fin de que el resto de la población tuviera libre acceso a los oficios divinos; ese sería también el caso de Barcelona.130

En lo que concierne a su evolución constructiva, la casa de la Santa Creu se fue erigiendo a lo largo de un dilatado período de tiempo, du-rante el cual se fue adecuando a las exigencias y a los cambios de cada momento. El diseño original preveía un edificio de planta rectangular, ce-rrado por sus cuatro lados y perfilado alrededor de un patio central. Pero a principios del siglo XVi, la creciente demanda de pacientes y de servicios, y la inevitable necesidad de más superficie, hicieron desestimar la idea pri-migenia en aras de un esquema en U, que finalmente se agrandaría hasta enlazar con el trazado en esviaje de la calle Hospital.131 Las estructuras

127.  danon, Josep, «L’hospital general de Santa Creu», en L. FiGueras; M. Manadé (coords.), L’hospital de la Santa Creu i Sant Pau: 1401-2001, Barcelona, Lunwerg, 2001, p. 37.

128.  Sin embargo, para las obras del nuevo hospital, fue necesario adquirir algunos solares y casas próximas, de las que la documentación nos ha dejado detallada constancia (castejón, Aproximació a l’estudi..., passim).

129.  Esta  iglesia  hospitalaria  tenía  siete  altares.  Entre  los  ornamentos  documentados  —hoy desaparecidos—, sobresalían el retablo de la Santa Creu, sufragado por el médico Pere de Coll y pintado per Francí Vergós y Pere Terrers entre 1443 y 1445, y la sepultura del mercader Salvador Beltran, esculpida en 1517 por Bartolomé Ordóñez y Joan Petit (conejo, Assistència i hospitalitat..., vol. I, pp. 373-374, 395-396).

130.  leistikow, Edificios hospitalarios...,  p.  57; henderson, The Renaissance hospital...,  p.  117.  En algunos casos, estas iglesias conseguían el reconocimiento de parroquia, y en otras fue necesario puntualizar que el hospital no era un lugar específico de culto, tal y como se reclama en un documento trecentista conservado en la ciudad gala de Metz (reicke, Siegfried, Das deutsche Spital und sein Reicht im Mittelalter, Amsterdam, P. Schippers, [1932] 1961, vol. I, p. 199).

131.  Sobre  las  intervenciones  en  esta  zona,  conejo,  Antoni,  «Noves  aportacions  a  l’evolució arquitectònica de l’hospital de la Santa Creu de Barcelona: segles XVI-XVII», en S. claraMunt (coord.), El món urbà a la Corona d’Aragó del 1137 als Decrets de Nova Planta. xVii Congrés d’Història de la Corona d’Aragó, Barcelona, Universitat de Barcelona, 2003, vol. II, pp. 543-545.

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básicas del inmueble se organizan en dos niveles. En el superior se puso en práctica un prototipo frecuente en la arquitectura gótica catalana: naves únicas articuladas con arcos diafragma apuntados y cubierta de madera a dos vertientes.132 Las ventajas del sistema eran múltiples. Desde el punto de vista funcional y económico permitía la creación de espacios amplios y altos; ligeros, de bajo coste y de rápida ejecución;133 hechos con materiales cercanos —fáciles de transportar y de elevar—, de acuerdo con una ma-nera de construir más o menos estandarizada.134 Desde el punto de vista ideológico, además, entroncaba con el espíritu austero de las opera pietatis. Y todo ello, sin mermar un ápice la monumentalidad, porque los diafrag-mas parecen más bien una sucesión de muros perforados que generan una sugestiva sensación de profundidad, hasta cierto punto teatral. En contra-

132.  A  propósito  del  comportamiento mecánico  del  sistema  de  arcos  diafragma: carrasco,  José, La estructura gótica catalana: Sobre los conceptos de medida y espacio. El problema de la forma en la cubierta, tesis doctoral inédita, UPC, 2002, pp. 25, 35-36.

133.  Tan  solo  cinco  años  después  del  inicio  de  las  obras,  el  carpintero Antoni  Fàbregues  firmaba  el contrato para  la cubierta de  los primeros  tramos, y  se compraban a  tal fin una cantidad significativa de  tejas (roca, Ordinacions del hospital..., pp. 128-130; castejón, Aproximació a l’estudi..., docs. 101 y 124).

134.  Véase un contrato-tipo para la cubrición lígnea de naves únicas con arcos diafragma en García edo, Vicent, «El contrato de 1296 de la iglesia de Olocau del Rey», en E. Mira, a. zaraGozá (eds.), Una arquitectura gótica mediterránea, Valencia, Generalitat Valenciana, 2003, vol. II, pp. 169–174.

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Nave gótica de levante del Hospital de la Santa Creu de Barcelona (c. 1401-1414)

Fotografía: A. Conejo (© Biblioteca de Catalunya)

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partida, exigían un mayor mantenimiento y su durabilidad era inferior a las bóvedas pétreas. Los primeros ejemplos en la Corona de Aragón quizás sean los dormitorios monásticos de Santes Creus y Poblet, pero también fueron comunes en salas de castillos nobiliarios, y en la arquitectura popu-lar, templaria y mendicante. A partir de las postrimerías del siglo  Xiii, se convirtió igualmente en la solución preferida de los hospitales: en 1348, en el texto fundacional de la Santa Creu de vic se expresaba que la cubierta y las dimensiones de sus dos crujías debían hacerse «com en altres cases semblants sol ser».135 Otro rasgo que singulariza el ente barcelonés es que las tres naves que dibujan la U están enlazadas entre sí, creando un ámbito unitario y continuo. Lo más habitual era articularlas de manera autónoma, en paralelo o perpendiculares entre sí, pero no ligadas.136 Este hecho obligó a delinear, en los rincones, unos potentes diafragmas diagonales de medio punto para facilitar la transición en ángulo recto de una sala a la otra.

En los hospitales del Principado, las estructuras diafragmáticas al-canzan en la Santa Creu su punto culminante, pero también su punto y final. Ningún otro las volvió a utilizar, y a partir del primer cuarto del siglo  XV se priorizaron otras soluciones deudoras de la morfología de las casas señoriales urbanas de tradición catalana; los conjuntos más nota-bles son los de vilafranca del Penedès,137 Solsona,138 Lleida,139 Tarragona y Montblanc.140 En cambio, muchas de las ampliaciones realizadas en Barcelona durante los siglos xvI-xvIII continuaron apelando a aquella solución. Nos referimos a la finalización de la crujía de poniente (pos-terior a 1511); a la frustrada primera Casa de Convalescència, después reconvertida en Quadra de Sant Joan (posterior a 1596); y a la magnífica sala de Sant Josep Oriol —hoy perteneciente a la Escola Massana—, documentada desde el segundo cuarto del siglo  XViii.141 En todos estos casos se usaron arcos diafragma apuntados, una iniciativa que podríamos calificar de conservadora o inercial, pero que en realidad respondía a la voluntad de preservar la homogeneidad de todo el edificio y de crear una especie de marca visual de la institución.

135.  PladeVall, Antoni; Prades, Isidre; rocaFiGuera, Francesc de (coord.), Hospital de la Santa Creu de Vic: Història d’una institució assistencial, Barcelona, Hospital de la Santa Creu de Vic, 2000, p. 200.

136.  Un caso parecido, pero menos monumental, nos lo ofrece la sala capitular del monasterio de Sijena.137.  Masachs, Josep M.; Vallès, Jordi, introducció històrica als hospitals de Vilafranca: Beneficència,

caritat i assistència, Vilafranca del Penedès, Ajuntament [1986].138.  Planes, Ramon, «L’hospital d’en Llobera de Solsona», en L’Art Gòtic a Catalunya. iii: Arquitectura:

Dels palaus a les masies, Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 2003, pp. 207-208.139.  El esquema de este hospital está lejos del diseño barcelonés, tanto tipológica como constructivamente; 

conejo, L’antic hospital de Santa Maria...;  contra Fité,  Francesc,  «Senderes  i  hospitals  del  Camí  de  Sant Jaume a Catalunya», en M. T. Ferrer, P. Verdés (eds.), El Camí de Sant Jaume i Catalunya. Actes del Congrés internacional celebrat a Barcelona, Cervera i Lleida, els dies 16-18 d’octubre de 2003, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2007, pp. 341 y 345.

140.  Sobre Tarragona y Montblanc, véase respectivamente costa, Jaume R. et al., El Consell Comarcal a l’antic hospital,  Tarragona,  Consell  Comarcal  del  Tarragonès,  1995;  conejo,  «L’antic  hospital  de  Santa Magdalena...», pp. 129-143.

141.  conejo, Assistència i hospitalitat..., vol. I, pp. 385-390, 394-395, 428-433.

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Otro aspecto a tener en cuenta es que estas naves tienen de media una luz de 10,5  m, una anchura habitual en los prototipos más evolucionados de este tipo de estructuras. No obstante, cuando se preveía colocar un nivel inferior, lo normal era subdividirlo en al menos dos crujías —o más— paralelas, tal y como se aprecia en los dormitorios de los monasterios de Fontfroide, Santes Creus y Poblet.142 De este modo se creaban dos ámbitos superpuestos: uno amplio y ligero —el superior— y uno pesado y de menor altura —el inferior. En cuanto a este segundo espacio, en Barcelona se escogió una fórmula más audaz, ya que se cubrió con diversos tramos de bóveda tabicada, muy rebajados y con los mismos 10,5  m de ancho.143 El responsable de tal atrevimiento fue el maestro Guillem Abiell. De todos modos, no está claro que él hubiese sido el responsable de dirigir la fábrica desde un principio, y aunque algunos indicios apuntan a que el prolífico Arnau Bargués bien pudiera ser el padre de la traza original del hospital, tampoco hay nada claro ni concluyente al respecto.144

142.  carrasco, La estructura gótica..., pp. 70-71.143.  La llamada volta catalana es la construida mediante la colocación de una o varias capas de rasillas 

dispuestas con la cara plana tangente a la directriz de la bóveda. Sobre este tema: BasseGoda, Joan, «La bóveda catalana», Anales de Arquitectura,  3  (1991),  pp.  143-148; araGuas,  Philippe,  Brique et architecture dans l’Espagne médiévale (XIIe-Xve siècle), Madrid, Casa de Velázquez, 2003, pp. 90-101; conejo, Antoni, «‘Volta de rajola’, ‘volta de maó de pla’, ‘volta catalana’: reflexiones en torno a las bóvedas tabicadas en Cataluña en el siglo XV», en Actas del Simposio internacional de bóvedas tabicadas: Geografía, historia y construcción (Valencia, 26–28 maig 2011), Valencia [en prensa].

144.  conejo, Assistència i hospitalitat..., vol. I, pp. 330-335.

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Hospital de la Santa Creu de Barcelona; naves inferiores oeste y norte (final del siglo xv–principio del siglo xvi), durante las obras

de rehabilitación de 2009-2010Fotografía: ARQ fòrum, SLP

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En definitiva, las espléndidas casas de salud tardomedievales testimonian la vocación monumental de sus arquitecturas y su integración privilegiada en el entramado urbano, convirtiéndose en referente visual de su paisaje y rivalizando, en magnitud y belleza, con los otros grandes edificios de la ciudad. Por fortuna, en los últimos años se ha renovado el interés histo-riográfico por el tema, enfocado —a menudo, pero no siempre— desde un espíritu multidisciplinar, que según nuestro criterio es el único válido para afrontar con garantías el análisis de estos establecimientos. Por eso, no querríamos acabar sin actualizar antes las palabras del profesor  Touati,145 y reivindicar que el estudio de la asistencia en la edad media ya no es un «dossier a reabrir», sino un «dossier a mantener abierto».

145.  touati, François-O., «Un dossier à reouvrir: l’assistance au moyen âge», en J. duFour, h. Platelle, Fondations et œuvres charitables au Moyen Âge (Actes du 121e Congrès National des Sociétés Savantes. Nice, 1996), París, CTHS, 1999, pp. 22-38.