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Los hornos púnicos de praefurnium escalonado (ss. III y II a.C.). Reflexiones a raíz del alfar de La Milagrosa (San Fernando, Cádiz) 607 LOS HORNOS PÚNICOS DE PRAEFURNIUM ESCALONADO (ss. III y II a.C.). REFLEXIONES A RAÍZ DEL ALFAR DE LA MILAGROSA (SAN FERNANDO, CÁDIZ) 1 Darío BERNAL CASASOLA José J. DÍAZ RODRÍGUEZ José A. EXPÓSITO ÁLVAREZ Antonio M. SÁEZ ROMERO Lourdes LORENZO MARTÍNEZ Universidad de Cádiz 1.- Introducción. Durante la realización de las excavaciones en la Carretera de Camposoto (San Fernando, Cádiz) en los años 2002 y parte del 2003 se detectó un nuevo yacimiento arqueológico en la zona litoral occidental de la isla de San Fernando, denominado La Milagrosa. Este yacimiento, que contaba con dos fases de ocupación de época púnica y romana respectivamente, presentaba indicios evidentes de haber constituido un taller alfarero entre los ss. III y II a.C., según se deducía de la existencia de un horno y de otra pequeña estructura de combustión circular. La excavación del horno permitió documentar que nos encontrábamos ante un tipo de estructura de combustión con planta ovalada y praefurnium poco definido, y con la característica columna central de apoyo de la parrilla, sustentada con barras de adobe dispuestos radialmente. Su singularidad no era otra que presentar un desnivel muy pronunciado entre la parte final del prefurnio, y el arranque del suelo de la cámara de combustión, hecho que provocaba la reducción de ésta última a prácticamente su mitad posterior. Al encontrarnos ante un modelo tipológico de horno poco conocido, tratamos de localizar otras estructuras similares en el ámbito de la Bahía de Cádiz, limitándose las mismas a otros hornos documentados en el yacimiento de Torre Alta, también en San Fernando. En este trabajo se presenta el estudio detallado de la estructura de combustión de La Milagrosa, relacionada con la manufactura de ánforas del tipo Ramón T-8.2.1.1, así como de los contextos cerámicos que la amortizan y que ofrecen un terminus ante quem para su datación. Asimismo, se contextualizan los paralelos hallados en Torre Alta, proponiendo el esquema de funcionamiento de estas estructuras en la Antigüedad, y su periodo de actividad, que parece restringirse, por la información disponible en la actualidad, a finales del s. III y a la primera mitad del s. II a.C. Se trata de un tipo de horno de origen claramente púnico que no perdura en época romana, testimonio evidente de la 1 Este trabajo se inscribe dentro del marco de actuación del Grupo de Investigación Hum-671 del III Plan Andaluz de Investigación. Actas del Congreso Internacional FIGLINAE BAETICAE. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C. – VII d.C.), Universidad de Cádiz, Noviembre 2003, B.A.R., int. ser., 1266, Oxford, 2004, pp. 607-620. existencia de algunos elementos propios de la tradición alfarera gadirita que no se mantuvieron tras la conquista romana, por lo que permite adentrarnos en la complejidad de los procesos de innovación tecnológica en los primeros siglos de la romanización de Hispania. Posiblemente debamos atribuir a un funcionamiento poco operativo la desaparición de estas estructuras, cuya ausencia hasta el momento en otros ámbitos púnicos del Extremo Occidente o del entorno centro-mediterráneo abogan por una tradición posiblemente gadirita. 2.- La Milagrosa. Un nuevo taller púnico-gaditano en la Carretera de Camposoto. La ciudad de San Fernando (Cádiz) forma el espacio de cierre del saco sur de la Bahía de Cádiz y la ensenada del Guadalete. El área que ocupa la zona de hallazgos arqueológicos que analizamos se corresponde con el límite sur-occidental de la ciudad, representado por la franja litoral atlántica, la cual se enfrenta geológicamente con el promontorio más destacado del término municipal, el Cerro de los Mártires (Borja 1994). La Carretera de Camposoto ocupa unos tres kilómetros de extensión del citado margen costero, ubicándose muy próxima a lo que debió ser la línea de costa en época protohistórica y en la Antigüedad Clásica. Con motivo de la Intervención Arqueológica de Urgencia desarrollada para la remodelación de la citada Carretera de Camposoto se pudieron excavar tres yacimientos correspondientes a los vertederos de un taller alfarero púnico en Villa Maruja, un asentamiento industrial de época romana ubicado junto al Residencial “Parque Natural” y un espacio industrial romano-republicano situado en “La Milagrosa” que colmataba parcialmente a un alfar de época púnica, el cual se presenta como objeto de este estudio (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003; Bernal, Díaz, Expósito y Lorenzo 2003; Díaz, Sáez, Expósito, Lorenzo y Bernal 2003). El yacimiento de La Milagrosa se localizó gracias al hallazgo de varias estructuras murarias que pusieron de manifiesto la existencia de un yacimiento tardorrepublicano compuesto por una unidad de habitación pavimentada con opus signinum teselado y relacionada con la producción textil. Además, quedaron evidenciados en sus aledaños unas áreas de vertidos puntuales asociados a este mismo momento. Esta serie de hallazgos han permitido identificar este espacio como la pars fructuaria de una villa romana que se enmarca cronológicamente en época republicana muy avanzada, siendo abandonadas las estructuras en época augustea (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 157- 187). Colmatados por parte de los vertidos anteriormente mencionados se exhumaron dos hornos de reducidas dimensiones que evidenciaban de forma notoria la existencia de un alfar de época púnica subyacente, en este mismo emplazamiento.

BERNAL, D., DÍAZ RODRÍGUEZ, J.J., EXPÓSITO, J.A., SÁEZ, A.M. y LORENZO, L. (2004): “Los hornos púnicos de praefurnium escalonado (ss. III- II a.C.). Reflexiones a raíz del

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Los hornos púnicos de praefurnium escalonado (ss. III y II a.C.). Reflexiones a raíz del alfar de La Milagrosa (San Fernando, Cádiz)

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LOS HORNOS PÚNICOS DE PRAEFURNIUM ESCALONADO (ss. III y II a.C.). REFLEXIONES A

RAÍZ DEL ALFAR DE LA MILAGROSA (SAN FERNANDO, CÁDIZ)1

Darío BERNAL CASASOLA José J. DÍAZ RODRÍGUEZ José A. EXPÓSITO ÁLVAREZ Antonio M. SÁEZ ROMERO Lourdes LORENZO MARTÍNEZ Universidad de Cádiz 1.- Introducción. Durante la realización de las excavaciones en la Carretera de Camposoto (San Fernando, Cádiz) en los años 2002 y parte del 2003 se detectó un nuevo yacimiento arqueológico en la zona litoral occidental de la isla de San Fernando, denominado La Milagrosa. Este yacimiento, que contaba con dos fases de ocupación de época púnica y romana respectivamente, presentaba indicios evidentes de haber constituido un taller alfarero entre los ss. III y II a.C., según se deducía de la existencia de un horno y de otra pequeña estructura de combustión circular. La excavación del horno permitió documentar que nos encontrábamos ante un tipo de estructura de combustión con planta ovalada y praefurnium poco definido, y con la característica columna central de apoyo de la parrilla, sustentada con barras de adobe dispuestos radialmente. Su singularidad no era otra que presentar un desnivel muy pronunciado entre la parte final del prefurnio, y el arranque del suelo de la cámara de combustión, hecho que provocaba la reducción de ésta última a prácticamente su mitad posterior. Al encontrarnos ante un modelo tipológico de horno poco conocido, tratamos de localizar otras estructuras similares en el ámbito de la Bahía de Cádiz, limitándose las mismas a otros hornos documentados en el yacimiento de Torre Alta, también en San Fernando. En este trabajo se presenta el estudio detallado de la estructura de combustión de La Milagrosa, relacionada con la manufactura de ánforas del tipo Ramón T-8.2.1.1, así como de los contextos cerámicos que la amortizan y que ofrecen un terminus ante quem para su datación. Asimismo, se contextualizan los paralelos hallados en Torre Alta, proponiendo el esquema de funcionamiento de estas estructuras en la Antigüedad, y su periodo de actividad, que parece restringirse, por la información disponible en la actualidad, a finales del s. III y a la primera mitad del s. II a.C. Se trata de un tipo de horno de origen claramente púnico que no perdura en época romana, testimonio evidente de la

1 Este trabajo se inscribe dentro del marco de actuación del Grupo de Investigación Hum-671 del III Plan Andaluz de Investigación. Actas del Congreso Internacional FIGLINAE BAETICAE. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C. – VII d.C.), Universidad de Cádiz, Noviembre 2003, B.A.R., int. ser., 1266, Oxford, 2004, pp. 607-620.

existencia de algunos elementos propios de la tradición alfarera gadirita que no se mantuvieron tras la conquista romana, por lo que permite adentrarnos en la complejidad de los procesos de innovación tecnológica en los primeros siglos de la romanización de Hispania. Posiblemente debamos atribuir a un funcionamiento poco operativo la desaparición de estas estructuras, cuya ausencia hasta el momento en otros ámbitos púnicos del Extremo Occidente o del entorno centro-mediterráneo abogan por una tradición posiblemente gadirita. 2.- La Milagrosa. Un nuevo taller púnico-gaditano en la Carretera de Camposoto. La ciudad de San Fernando (Cádiz) forma el espacio de cierre del saco sur de la Bahía de Cádiz y la ensenada del Guadalete. El área que ocupa la zona de hallazgos arqueológicos que analizamos se corresponde con el límite sur-occidental de la ciudad, representado por la franja litoral atlántica, la cual se enfrenta geológicamente con el promontorio más destacado del término municipal, el Cerro de los Mártires (Borja 1994). La Carretera de Camposoto ocupa unos tres kilómetros de extensión del citado margen costero, ubicándose muy próxima a lo que debió ser la línea de costa en época protohistórica y en la Antigüedad Clásica. Con motivo de la Intervención Arqueológica de Urgencia desarrollada para la remodelación de la citada Carretera de Camposoto se pudieron excavar tres yacimientos correspondientes a los vertederos de un taller alfarero púnico en Villa Maruja, un asentamiento industrial de época romana ubicado junto al Residencial “Parque Natural” y un espacio industrial romano-republicano situado en “La Milagrosa” que colmataba parcialmente a un alfar de época púnica, el cual se presenta como objeto de este estudio (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003; Bernal, Díaz, Expósito y Lorenzo 2003; Díaz, Sáez, Expósito, Lorenzo y Bernal 2003). El yacimiento de La Milagrosa se localizó gracias al hallazgo de varias estructuras murarias que pusieron de manifiesto la existencia de un yacimiento tardorrepublicano compuesto por una unidad de habitación pavimentada con opus signinum teselado y relacionada con la producción textil. Además, quedaron evidenciados en sus aledaños unas áreas de vertidos puntuales asociados a este mismo momento. Esta serie de hallazgos han permitido identificar este espacio como la pars fructuaria de una villa romana que se enmarca cronológicamente en época republicana muy avanzada, siendo abandonadas las estructuras en época augustea (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 157-187). Colmatados por parte de los vertidos anteriormente mencionados se exhumaron dos hornos de reducidas dimensiones que evidenciaban de forma notoria la existencia de un alfar de época púnica subyacente, en este mismo emplazamiento.

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3.- El contexto arqueológico. Una estructura alfarera con praefurnium escalonado. La obtención de una datación ante quem para definir el contexto arqueológico del horno nos lleva a analizar la secuencia estratigrafíca de la zona excavada. Por otra parte debe prestarse igual interés en determinar la relación existente entre el horno de praefurnium escalonado y otras estructuras asociadas, elementos claves para discernir la funcionalidad de este marco espacial en el momento que analizamos y conocer tanto su envergadura como la relevancia histórica del mismo. Es precisamente esta característica la que nos ha llevado a definir este tipo de estructuras de combustión con la nomenclatura planteada. 3.1.- La estratigrafía de colmatación del horno de praefurnium escalonado. A partir del hallazgo de un espacio habitacional de época tardorrepublicana se practicó un sondeo arqueológico en la zona de vertidos documentada junto a él. En el perfil oriental del mismo se exhumaron restos de arcillas rojas con signos de rubefacción, a partir de lo cual, y ante el hallazgo de una estructura de combustión a algunos metros de este espacio, decidimos practicar una nueva ampliación hacia la mitad noreste de este sondeo arqueológico, planificando un nuevo sondeo en previsión del hallazgo de un horno cerámico. La estratigrafía del sondeo que dio como resultado el hallazgo del horno es la siguiente: El primer estrato documentado se corresponde con la U.E. 300, un nivel de 3 cms. de hormigón que se usó como acerado provisional. Este estrato ya había sido retirado casi en su totalidad en el momento de realizar la intervención arqueológica. Bajo él localizamos la U.E. 301, estrato formado por zahorra vertida recientemente para el asentamiento de la carretera provisional de la Urbanización La Milagrosa. Este nivel ostenta un espesor medio de 4 cms. y la ausencia total de material arqueológico. La U.E. 302 se ubica inmediatamente debajo, este nivel de matriz arenosa y granulometría media muestra una coloración castaña no muy oscura. Entre el exiguo material cerámico documentado destacamos varios fragmentos de escasa entidad de cerámica vidriada melada al interior y exterior, que evidencian la modernidad del mismo. Bajo la anterior se ubica la U.E. 303, nivel de coloración castaña que presenta muchas intrusiones blanquecinas y puntos de cal sin disposición fija. Se le puede otorgar a este estrato una cronología precisa refrendada por el material arqueológico documentado, destacando el hallazgo de fragmentos de porcelana con decoración en azul o un fragmento cerámico vidriado con motivos florales, claramente contemporáneo. Tras estos niveles superficiales localizamos la U.E. 304, la cual se corresponde con un nivel de matriz arenosa y granulometría media que muestra una coloración castaña medio-oscura. Este estrato, que colmata al horno, representa el área de vertidos cerámicos documentada en el sondeo realizado. Se caracteriza por presentar gran potencia, entre 40 y 60 cms, y por localizarse inmediatamente bajo la U.E. 303. (fig. 1A). Su interés se centra en aportar, junto con los datos

vertidos del análisis de la U.E. 312, un terminus ante quem claro para la estructura alfarera que presentamos en este trabajo, de cuya cultura material ya se ha presentado un avance (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, fig. 30). Inmediatamente bajo la U.E. 304 se localiza la unidad estratigráfica 305. Ésta se corresponde con el primer nivel que cubre este horno. Dicha U.E. presenta una coloración más parda, entre la que destacan las tonalidades rojizas enmarcadas en una matriz arcillosa. Este estrato no cubre completamente la estructura pero sí en su mayor parte, caracterizándose por contener fragmentos de los adobes de los arcos de sustentación y partes de las paredes de arcilla del derrumbe de la estructura. Continuando la secuencia estratigráfica se halla la U.E. 306, conformando la mayor parte del relleno del horno y siendo de matriz arcillosa y coloración rojiza muy intensa. Se aprecian en su interior multitud de pequeños fragmentos de adobes radiales, los cuales han sido numerados y dibujados in situ llegando a contabilizar un total de 21 piezas (fig. 2). Por otro lado, también se localizaron abundantes pellas de arcilla procedentes del derrumbe de las paredes de la cámara de cocción del horno. El material documentado en este nivel es especialmente escaso, por lo que entendemos que el horno se derrumbó estando vacío. En el interior de esta U.E., junto al pilar central, se localizaron dos bordes de ánforas púnicas del tipo T-8.2.1.1 de Ramón (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, fig. 31, nº 2 y 3), que reproducimos en la figura 3 (2 y 3). Toda la estructura se levanta sobre las arenas de coloración ocre claro, totalmente estériles, que se corresponden con la U.E. 307, los áridos geológicos en los cuales se excavó la fosa del horno. Sobre la U.E. 306, en el espacio que ocupa el praefurnium, se documentó la U.E. 308, un estrato de arcillas rojizas, que presenta pocas intrusiones cerámicas, correspondiéndose en todo caso a formas comunes y de almacenaje cuya autoctonía no es clara ante la total ausencia de defectos de cocción (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, fig. 31, nº 4 y 5). Estratigráficamente este nivel es cubierto por la U.E. 304, apoyándose igualmente en la U.E. 305, por lo que su génesis es posterior al derrumbe de la estructura. La U.E. 309 se nos presenta como un nivel de matriz arcillosa y coloración heterogénea, documentado en la parte interior baja del praefurnium, al final del corredor. Se trata de un estrato de muy poca consistencia ubicado bajo la U.E. 306, en el cual únicamente se recuperó un fragmento diagnosticable de cerámica común, así como algunos restos de adobes de sustentación. Este nivel a su vez se apoya en la U.E. 311. En la parte baja del praefurnium se localiza la U.E. 310, un estrato formado por cenizas de coloración blanquecina y grisácea, que se corresponde con la parte baja del escalón del horno, conformando el suelo del praefurnium y de toda la

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Figura 1.- Estructura edilicia del horno de praefurnium escalonado de La Milagrosa. A: Sección con los niveles de colmatación. B: Planta definitiva de la estructura tras su excavación.

parte inferior bajo el escalón de la parte interna del horno. Estratigráficamente se sitúa bajo las U.E. 311 y 309. La U.E. 311 se deposita directamente sobre el nivel de cenizas que forma la U.E. 310, este nivel de matriz arcillosa y coloración amarillento-verdosa que muestra abundantes intrusiones de yesos blancos, se sitúa bajo la U.E. 306 en el praefurnium, ubicándose en el extremo exterior del mismo. Presenta una potencia de 25-30 cms. ascendiendo conforme se acerca a la boca externa del praefurnium. Colmatando parcialmente la estructura fornácea y cubriendo el espacio comprendido entre el praefurnium del horno y la estructura cuadrangular existente frente a ella, se documenta la U.E. 312. Este nivel de matriz arenosa, que estratigráficamente se ubica entre las UU.EE. 304 y 307, representa un nivel que cubre el intervalo cronológico existente entre el abandono del horno y la colmatación del mismo por los vertidos de época posterior ilustrados por la U.E. 304, caracterizándose de este modo por conformar un nivel de abandono claro para la datación de la amortización de esta estructura de combustión (fig. 1A).

3.2.- Valoración cronológica del contexto estratigráfico. Atendiendo a la secuencia estratigráfica planteada en las líneas precedentes queda patente la simplicidad de la lectura estratigráfica documentada en el horno de La Milagrosa. Destacamos la presencia de cuatro estratos de formación prácticamente sincrónica y emplazada en momentos relativamente recientes (UU.EE. 300-303). A continuación, los contextos arqueológicos que colmatan directamente a la estructura de combustión y que nos pueden ofrecer datos para analizar la cronología de la estructura fornácea son las U.E. 304 y la U.E. 312. Las restantes UU.EE. localizadas en el interior de la cámara del horno no han aportado material diagnosticable que permita una datación precisa, por lo que a continuación nos centramos en la presentación de los dos niveles citados con anterioridad. El nivel de vertido que representa la U.E. 304 ofrece un contexto cerámico que nos permite datar la unidad en momentos tardopúnicos, caracterizado por la presencia de ánforas itálicas del tipo Dr 1A y mayoritariamente producciones púnicas locales/regionales de los tipos T-7.4.3.2., T-7.4.3.3. y T-12.1.1.2 (fig. 4 A: 2-5), formas todas

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Figura 2- Estructura edilicia del horno de praefurnium escalonado de La Milagrosa. Planta de la estructura, con la disposición microespacial de los adobes radiales (nº 1 a 21) y con indicación de los puntos de inserción de los mismos por las rebabas adheridas a la pared de la cámara de combustión (flechas).

Figura 3.- Ánforas púnicas manufacturadas en el horno de La Milagrosa. 1.- Forma completa según J. Ramon (1995, fig. 193, nº 375). 2-3.- Bordes del tipo T-8.2.1.1 de la U.E. 306 (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 193, fig. 31, nº 2-3).

ellas que definen un intervalo centrado en el último tercio del s. II o inicios del s. I a.C. Fechas que podemos reafirmar uniendo estos datos a los ya publicados con anterioridad, entre los que se pueden advertir la presencia de los tipos ya mencionados además de ánforas Dr. 1C, formas de barniz negro del tipo Lamboglia 36 y otros modelos asociados a las últimas producciones barnizadas del tipo Kouass y askoi zoomórficos que permiten consolidar esta datación propuesta

Figura 4A.- Selección de cultura material de los niveles de colmatación del horno (U.E. 304). 1.- Boca de Lomba do Canho 67-Sala I; 2.- Boca de Dr. 1A; 3.- Boca de T-7.4.3.3; 4.- Boca de T-7.4.3.2; 5.- Boca de T-12.1.1.2. (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 192, fig. 30). No obstante, hay que destacar la existencia de otros materiales cerámicos en este mismo contexto algo posteriores, siendo el caso más evidente un fragmento de TSI (fig. 4 B, 6), así como de ánfora del tipo Dr. 7/11, una posible Dr. 14 precoz (fig. 4 B, 1 y 2) y una Lomba do Canho-Sala I (fig. 4 B, 1), además de algunas cerámicas comunes y engobadas, una valoración de las cuales se presenta en la figura 4 B. Por todo lo comentado e independientemente de que algunos elementos fuesen intrusivos, procedentes de los contextos tardorrepublicanos de la fase más reciente de La Milagrosa (caso evidente de la pieza de TSI), esta U.E. 304 puede ser datada a finales del s. II o más probablemente principios del s. I a.C., aportando una datación ante quem clara para el abandono del horno. Un contexto aún más cercano para obtener datos acerca de la cronología de abandono del horno puede ofrecerlo la U.E. 312, la cual asociamos a la colmatación del praefurnium poco después de su abandono. Este nivel permite acercarnos a una datación centrada en la primera mitad del s. II a.C., ya que la presencia de ánforas locales del tipo Ramón T-12.1.1.1/2, T-8.2.1.1. y T.9.1.1.1 (fig. 5, 3, 5, 6 y 8) junto a ánforas del tipo T-4.2.2.5. y un ejemplar de ánfora cartaginesa T-7.4.2.1.(fig. 5, 1 y 2 respectivamente), además de formas importadas de barniz negro y producciones locales en barniz rojo parecen caracterizar bien este contexto. Respecto a la configuración de las ánforas locales podemos destacar la morfología habitual de las T-8.2.1.1. (tipos producidos en este alfar), la ligera evolución formal que se aprecia en los individuos de la serie 12 de Ramón y las líneas evolucionadas del ejemplar de T-9.1.1.1. A partir de estos datos y atendiendo muy significativamente a las importaciones de barniz negro y al ánfora T-7.4.2.1, podemos concluir que las cronologías basadas en la tipología

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Figura 4B.- Selección de cultura material de los niveles de colmatación del horno (U.E. 304). 1.- Boca asimilable al tipo Dr. 14; 2.- Boca de Dr. 7/11; 3, 4 y 8.- Cerámica de paredes finas; 5 y 7.- Cerámicas comunes; 6.- Copa de TSI de la forma Conspectus 23.

Figura 5.- Selección de cultura material de los niveles de colmatación del praefurnium del horno (U.E. 312). 1.- Boca de T-4.2.2.5; 2.- Boca de T-7.4.2.1 cartaginesa; 3 y 8.- Bocas de T-12.1.1.1/2; 4 y 7.- Formas abiertas de barniz negro; 5.- Boca de T-9.1.1.1; 6.- Boca de T-8.2.1.1; 9-10.- Formas abiertas de barniz rojo, una de ellas con estampillas en disposición radial. de las cerámicas seleccionadas permiten proponer una cronología para el estrato y un terminus ante quem para el abandono del horno en momentos no muy avanzados del s. II a.C., posiblemente en el segundo cuarto del siglo.

Por todo lo comentado, parece evidente que el horno de La Milagrosa dejó de producir en un momento de la primera mitad del s. II a.C., posiblemente en torno al 175/150 a.C., guiados especialmente por la cronología de la U.E. 312. La U.E. 304 se generaría algo más tarde, constituyendo una confirmación ante quem para la datación propuesta. De ahí que planteemos que el horno púnico de La Milagrosa comenzase su producción a finales del s. III a.C. (especialmente por la cronología de las ánforas de producción local que veremos a continuación –tipo T-8.2.1.1-) y la mantuviese durante las primeras décadas del s. II a.C. Un intervalo productivo entre el 225 y el 175 es la propuesta más viable por el momento. 4.- La técnica constructiva del horno. Los elementos constructivos de este horno alfarero y su singular morfología presentan unas características definitorias y peculiares que nos han inducido a englobarlos en un nuevo modelo tipológico de hornos alfareros en época púnica no definido hasta este momento y que denominamos “hornos de praefurnium escalonado”. Estas estructuras de combustión presentan como elemento determinante y diferenciador la existencia de un escalonamiento presente en la parte posterior de la cámara de combustión, localizándose esta diferencia de altura entre el pilar central de la cámara de combustión y la boca del praefurnium (fig. 1 B y 6). Este elemento permite distinguir este tipo de hornos de los exhumados en la década de los 80 en el conocido alfar púnico de Torre Alta (Perdigones y Muñoz 1990; De Frutos y Muñoz 1994). Igualmente, la definición de este tipo de estructuras nos ha permitido rastrear otros paralelos coetáneos cronológica y funcionalmente que comparten unos elementos definitorios que inducen a englobarlos en esta nueva categoría de hornos de praefurnium escalonado, caso de los ejemplos documentados en la última década en el entorno de Torre Alta, concretamente los dos ejemplares de la Avda. Al Andalus (Arteaga et alii 2001) y el recientemente excavado Horno 5 de Torre Alta (Sáez, Sáez y Montero 2003; Sáez, Montero, Montero y Díaz e.p.), como veremos a continuación. El proceso edilicio llevado a cabo para proceder a la construcción del horno estudiado se concreta en una serie de pasos. En primer lugar se realizó una fosa de 1,70 m. de diámetro en las arenas geológicas (U.E. 307), siendo recubiertas sus paredes de arcilla roja, con un grosor aproximado entre 8 y 14 cm. Esta estructura define la morfología de la cámara de combustión, presentando un pilar central y una estructura piriforme con tendencia circular. El horno cuenta con una anchura máxima interna de 1,40 m. y mínima en la boca del praefurnium de 40 cm. La longitud máxima conservada es de 2,40 m., ocupando la parte baja del praefurnium 1,40 m. y la parte alta del escalonamiento 1 m. de longitud máxima. La zona inferior del escalonamiento, el praefurnium del horno, de reducidas dimensiones y aún incipientemente desarrollado como corresponde a las piroestructuras púnicas, se localiza en el extremo sur, donde se inicia el corredor y

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Figura 6.- Vista general del horno de praefurnium escalonado de La Milagrosa. está la boca del horno. En el margen sur del mismo hallamos una gran laja de piedra que en un principio parecía estar bloqueando la entrada, pero que posiblemente sirviese de escalón de cierre, marcando el acceso como es habitual en este tipo de estructuras. Esta piedra caliza presenta unas amplias dimensiones (0,55 x 0,40 m), abarcando de una pared a otra del praefurnium y situándose sobre el suelo (fig. 1B). El inicio del corredor de entrada no lo localizamos puesto que éste no llegó a ser excavado completamente. No obstante, atendiendo a la morfología general de estos hornos, pensamos que el espacio aún por excavar sería mínimo. En la configuración de la cámara de combustión quedaba ya marcado el escalonamiento existente entre el pilar central y la boca del praefurnium, el cual presenta una diferencia de cota de 40 cm. de media entre la parte alta de la cámara de combustión y la parte baja de la misma. El recubrimiento arcilloso de esta cámara está caracterizado por una rubefacción generalizada. Puede apreciarse que la cara externa de la pared presenta menor grado de rubefacción, mostrando una coloración rojiza intensa, mientras que la cara interna presenta la característica coloración negruzca con un mayor gradiente de endurecimiento. Esta coloración queda presente de igual forma en la mayor parte del suelo de la cámara de combustión, evidencia clara de haber sufrido una intensa termoalteración debido a las altas temperaturas que debió sufrir a lo largo de su dilatado uso. La prolongada utilización de esta estructura de combustión queda reflejada de igual modo por la UE 310, un nivel de cenizas ubicado en la parte baja del escalonamiento y que da fe de esta dilatada vida, además de aportar un testimonio clarividente del área donde se concentraba la combustión2.

2 Circunstancia que queda reflejada igualmente en el Horno 5 de Torre Alta (Sáez, Sáez y Montero 2003).

Se han localizado en la parte alta del horno, en el margen noroeste, algunos espacios del suelo que no conservan totalmente los restos de termoalteración, quedando visibles las arcillas rojas, evidencia añadida del desgaste del pavimento de la estructura de combustión. La parte superior del escalonamiento de la cámara de combustión define una tendencia circular, con un radio aproximado de 70 cm. Se corresponde éste con el espacio sobre el que se sustentaría el laboratorio del horno, circunstancia por la cual la parte baja del escalón marcaría la configuración del praefurnium de la estructura de combustión. En la parte alta del suelo del horno y ocupando el espacio central de la circunferencia que marcaría la parte interna se ubica el pilar central, el cual está compuesto por arcilla rubefactada de coloración pardo-amarillenta, presenta forma circular y está ubicado en la parte central de la cámara de combustión. De este pilar sólo conservamos un fragmento in situ, que se aprecia únicamente en superficie y en la mitad de su diámetro aproximadamente, siendo el total estimado de unos 30 cms. La altura conservada del pilar central no supera los 10 cm. y aunque evaluamos que debe ser muy superior a estas dimensiones no parece corresponderse con un pilar de grandes dimensiones por las características propias del horno. Las paredes de la cámara de combustión del horno presentan unas características similares al suelo de esta misma estructura, quedando patente la coloración negruzca de la rubefacción en la pared interna. Por otro lado la arcilla, aunque endurecida, presenta tonalidades rojizas en la mitad externa de las paredes que limitan con la fosa realizada en el geológico. Las paredes de arcilla presentan dimensiones diferentes dependiendo de cada espacio en concreto, oscilando entre los 14 cm. del margen oriental de la cámara y los 10 cm. de las paredes del praefurnium. En la pared interior del horno se localizan distintas digitaciones (fig. 6), entre las que destacan hasta cuatro grupos de marcas digitales situadas en el extremo NW del horno, que presentan forma de aspa. Estas digitaciones en algunos casos parecen estar situadas en el interior de un adobe plano-convexo utilizado como elemento constructivo de la pared del horno (fig. 6, flecha), adobes muy habituales en los hornos prerromanos de similar cronología. Asimismo se han podido documentar en la pared interna conservada hasta seis puntos con restos parciales del enfoscado de arcilla parda amarillenta rubefactada que interpretamos como los diferentes puntos de anclaje o arranque de los arcos radiales documentados, distribuidos de manera casi equidistante en diversos puntos de la parte trasera del horno, como se puede apreciar en las figuras 1B, 2 (flechas), y en la propuesta de restitución de la figura 7. Los elementos de sustentación de la parrilla eran adobes en forma de barra dispuestos radialmente, los cuales han permitido obtener abundante información concerniente a la configuración definitiva del horno. Destacan por un lado por su singularidad, así como por su relación con el sistema de separación de la cámara de cocción. En total hemos extraído 21 fragmentos de adobes radiales de los cuales la mitad

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Figura 7- Estructura edilicia del horno de praefurnium escalonado de La Milagrosa. Reconstrucción ideal de la ubicación original de los adobes de sustentación.

aproximadamente se encontraban en óptimo estado de conservación en el momento de su extracción, tal y como ilustramos en la figura 2. Los adobes hallados en la parte superior del escalón son menos de diez y se documentan caídos hacia el interior, existiendo algunos que conservan aún la dirección original, por lo que es posible reconstruir su disposición primigenia. En la parte baja del escalón, a mayor profundidad, documentamos un total de 11 adobes radiales, algunos caídos hacia el pilar central, mientras que los demás se localizan dispuestos transversalmente en la zona de contacto entre el praefurnium y la cámara de cocción. El análisis pormenorizado de los fragmentos de adobes (fig. 10) ha permitido observar una serie de elementos que han posibilitado interpretar la organización espacial de estos fragmentos. De este modo hemos observado cómo la mayoría de los adobes presentan unas características comunes, tales como la coloración que, salvo matices, presenta una tonalidad parda amarillenta con algunos tonos rojizos fruto del contacto prolongado con la estructura de combustión realizada en arcillas de esta coloración. En este sentido destaca que la coloración de los adobes contrasta con el rojizo intenso con que está realizada la estructura de combustión, disonancia que nos permite plantear la elaboración de estos adobes con una materia prima distinta a la utilizada para la fabricación de la estructura de combustión, posiblemente por cuestiones de menor peso específico y mayor capacidad refractaria, aspectos éstos que deberán ser constrastados en el futuro por técnicas arqueométricas. Los adobes documentados no están constituidos por una única pieza en muchos casos, sino que al estar en la misma dirección uno seguido de otro se han agrupado varios fragmentos al entenderse que podrían formar parte de un mismo adobe radial. Al analizarlos morfológicamente y compararlos entre sí pudimos reconstruir un adobe completo formado por las unidades 11 y 13 definidas durante el trabajo de campo (fig. 9). Esto nos ha permitido corroborar la tendencia tipológica que mostraban los mismos. A partir de esta pieza podemos analizar las características propias de este

tipo de adobes. Por un lado, presentan una sección de segmento de arco con su parte inferior plana y con un aspecto muy rugoso al exterior, debido a la tendencia curva de sus paredes, que le confieren una apariencia curvilinea al ejemplar en cuestión. En segundo lugar destacan las digitaciones longitudinales a todo lo largo de su superficie, generadas durante el proceso de manufactura cuando la arcilla se encontraba fresca, y destinadas posiblemente a facilitar la unión de unos y otros al generar la retícula de sustentación de la parrilla. En tercer lugar podemos apreciar la morfología curva de los mismos, tratándose de materiales constructivos de tendencia no rectilínea y que presentan sus extremos redondeados, como se aprecia con claridad en el ejemplar que ilustramos en la figura 9. Por último son destacables las dimensiones del mismo que, al disponer de un adobe completo, podemos precisar con nitidez, y que se sitúan en torno a los 80 cm., revelando claramente unas medidas que permiten corroborar su funcionalidad como arcos sustentantes. A partir de estos datos observamos que la mayoría de los fragmentos de adobes recuperados se ajustan a una morfología general, presentando la misma tendencia curvilínea, una sección similar y una coloración aproximada, dejando patente su notable homogeneidad. Sin embargo los fragmentos de adobe nº 12, 17, 18, 19 y 21 presentan unas características formales distintas al resto, ofreciendo una coloración más rojiza, sin digitaciones visibles y no presentando apenas curvatura, configurando un aspecto más estilizado que las demás piezas. Estos cinco conjuntos de fragmentos son los que se han hallado más cercanos a la conexión con el praefurnium, motivo por el que debemos interpretarlos como los elementos que sustentaron la bóveda del praefurnium mediante arcos radiales, tal y como presentamos en la propuesta de reconstrucción de la figura 7. Atendiendo a los paralelos localizados de este tipo de estructuras de combustión hemos podido avanzar en el planteamiento de la disposición de estos elementos constructivos. La sección de los adobes del horno de La Milagrosa es similar a la que presentan los elementos de sustentación del conocido horno del Pajar del Artillo (Luzón 1973), en el cual los adobes de sección semicircular se contraponen, unidos de dos en dos. De este modo ambas piezas presentan una cara convexa y otra plana, disponiéndose por pares y uniéndose unos con otros por el perfil plano, atendiendo a una disposición radial hasta completar toda la superficie bajo la parrilla. Similar morfología es la que debe presentar este horno, aunque a menor escala posiblemente ya que el número de adobes que hemos localizado es más escaso comparativamente (fig. 7). Tanto el mencionado horno del Pajar del Artillo como los documentados en Torre Alta (Sáez, Montero y Díaz e.p.) presentan una particularidad en cuanto a estos elementos sustentantes realizados en adobe, concretamente el hecho de que en ambos casos los adobes son rectilíneos, mientras que los adobes del horno de La Milagrosa desarrollan una tendencia curva, un elemento disonante respecto a sus homólogos, otorgándole una singularidad mayor a esta estructura. Esta particularidad podría ponernos en relación con los elementos de sustentación que se desarrollarán en

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Figura 8.- Tabla con las dimensiones de los fragmentos de adobe recuperados en el interior del horno.

Figura 9.- Detalle de los adobes radiales. Adobe radial completo, fragmentado en tres (nº 11 y 13).

época romana, momento a partir del cual la estructura sustentante de la parrilla utilizará el sistema de arcadas conformadas por testae. La práctica totalidad de los hallazgos de adobes se ciñen al área ubicada entre el pilar central y el pasillo del praefurnium (fig. 2). Por su disposición, planteamos que algunos de estos elementos podrían encontrarse prácticamente in situ, únicamente desplomados. Por otro lado, el hecho de encontrar varios ejemplares en la parte baja y otros en la parte alta del escalonamiento, unido a la localización de este espacio a una cota más baja, nos revela los motivos por los

Figura 10.- Detalle de los adobes radiales. Dibujo y sección de uno de los adobes (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 193, fig. 31, nº 1). cuales se han concentrado hacia este espacio parte de los adobes, por gravedad. Cabe destacar igualmente que hemos localizado en las paredes del horno unas adherencias de pasta amarillenta prácticamente idéntica a los adobes radiales, que podrían corresponderse con los puntos de arranque de las arcadas de sustentación de la parrilla, como hemos comentado anteriormente y es posible advertir en la planta de la estructura (fig. 2, flechas). Estas adherencias han permitido el planteamiento de una disposición original para los adobes diferente al espacio donde fueron localizados. En base a estos

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elementos, su número, dimensiones y a la morfología general de la estructura de combustión hemos planteado una reconstrucción ideal de estos elementos de sustentación de nuestro horno aunando estas evidencias (fig. 7). De este modo proponemos una disposición radial de los adobes formando arcadas en torno al pilar central, ubicándose los adobes contrapuestos de dos en dos, situados en la parte anterior y posterior de la cámara de combustión, quedando restringidos los adobes diferenciados (representados por los fragmentos nº 12, 17, 18, 19 y 21) a la boca del praefurnium, funcionando como los elementos de sustentación de la bóveda de dicho corredor. Posiblemente tramos de arcos enjarjados entre unos y otros permitirían dotar de la necesaria consistencia a la parrilla. Evidentemente, su existencia se plantea como necesaria por cuestiones de funcionalidad. No han sido documentados restos de parrilla durante el proceso de excavación, posiblemente debido al alto nivel de arrasamiento de la estructura. A este respecto tan sólo hemos podido recoger numerosos fragmentos de adobe de pequeñas dimensiones que pudieran haber formado parte de los elementos de sustentación documentados en mayor estado de fragmentación. El horno del Pajar del Artillo presenta una morfología general similar a nuestra estructura de combustión, aunque no presente el escalonamiento referido, pero en este caso sí disponía de una parrilla completa que ocupaba todo el espacio circular sobre la cámara de combustión. Para otros casos se ha planteado la posibilidad de que la carga cerámica del horno quedase colocada sobre una superficie plana compuesta únicamente por los adobes de sustentación, rellenándose los huecos existentes entre ellos con arcilla o materiales cerámicos reaprovechados para obtener una superficie plana. Otra alternativa recientemente documentada en este entorno para momentos algo posteriores –s. I a.C.- es la existencia de parrillas móviles que podían ser desmontadas y transportadas3, si bien en tal caso se trata de una innovación tecnológica itálica que no puede ser aplicada al horno de La Milagrosa al encontrarnos en un ambiente cronológicamente anterior y además en el contexto de las tradiciones alfareras fenicio-púnicas. Por ello, el escaso número de fragmentos de adobes y la total ausencia de restos de toberas de parrilla en este horno induce a pensar que el horno de La Milagrosa no contó con parrilla fija, siendo el sistema utilizado el apoyo de la cargas sobre los adobes radiales, cuyos intersticios serían aminorados de tamaño mediante la adición de otros adobes de dimensiones más reducidas y de pellas de arcilla o fragmentos cerámicos reutilizados, elementos todos ellos habituales en este tipo de estructuras fornáceas. Por otro lado, no se ha podido documentar in situ el arranque de la cámara de cocción de esta estructura, ya que los restos conservados del horno en la mitad norte apenas se alzaban 15 cm. sobre el suelo de la cámara de combustión. Sin embargo el derrumbe interno del horno muestra indicios de que, al menos, una parte importante del alzado de la cámara de

3 A este respecto consultar el trabajo sobre la Avda. de Portugal en las actas de este mismo congreso: Bernal, Lorenzo, Expósito, Sáez y Díaz, “Las innovaciones tecnológicas itálicas en la alfarería gadirita -ss. II y I a.C.-. A propósito del taller anfórico de la Avda. de Portugal”.

cocción se desplomó sobre la parte baja del horno mientras la estructura de combustión ya había sido abandonada vacía, sin carga. Los restos fragmentarios existentes en el derrumbe de esta piroestructura no permiten extraer datos importantes en cuanto a la morfología de la parte aérea del horno. La escasez de adobes en su interior apunta hacia la hipótesis de que cuando se amortizó el horno la cámara de cocción del mismo no se encontraba cerrada, incidiendo por ello en su carácter móvil, como es habitual en este tipo de estructuras. Por su parte, la cubierta del praefurnium se encuentra mejor documentada que el laboratorio, ya que en este espacio las paredes conservan mayor desarrollo, presentando una altura máxima de 55 cm., llegándose a apreciar el inicio de la curvatura que formaría la bóveda del pequeñísimo corredor que conforma el praefurnium. Calculamos que éste no debería superar los 85 cm. de altura máxima por la tendencia del arranque de las paredes de esta bóveda. El análisis de la técnica constructiva se resume en varios aspectos. En primer lugar destacamos que la particular morfología interna del horno ha permitido definir una nueva tipología, los hornos de praefurnium escalonado, caracterizados por el escalón ascendente que da acceso a la parte final de la cámara de combustión. En segundo lugar presentamos una propuesta de reconstrucción de la distribución de los elementos de sustentación en base a una disposición radial de los adobes, los cuales formarían arcadas en torno al pilar central, ubicándose los adobes contrapuestos de dos en dos (fig. 7), según se desprende de su sección semicircular y de los paralelos hallados. Por otro lado debemos reseñar que la altura del pilar central no se puede restituir con exactitud debido a su deficiente estado de conservación, aunque tomando las medidas de los adobes y de las improntas que han quedado en las paredes, planteamos que este pilar no debió superar los 50-60 cm. de altura. En cuarto lugar es necesario señalar que los restos documentados no apuntan a la existencia de parrilla como ya hemos comentado anteriormente, especialmente guiados por la ausencia de toberas, por lo que posiblemente nos encontremos ante hornos sin parrilla o con parrilla móvil. 5.- La producción cerámica y la cronología del horno. El proceso de amortización del horno, documentado en el interior del mismo, puso de manifiesto que la estructura de combustión se encontraba vacía en el momento de su abandono. Tan sólo hemos podido recuperar dos fragmentos cerámicos diagnosticables que nos pueden acercar al tipo de envases cerámicos que se produjeron en este alfar tardopúnico. De estos fragmentos cabe destacar que uno de ellos presenta signos de vitrificado, lo cual nos muestra al menos parcialmente la composición de la producción del horno. Se trata de dos bordes de ánforas púnicas del tipo T-8.2.1.1 de Ramon, uno con hombros indiferenciados y el otro con una doble acanaladura distinguiendo el paso entre el labio y el cuerpo del envase (fig. 3). La tipología de ambos individuos remite de forma clara a un momento muy evolucionado de la fabricación de estas ánforas salsarias, presentando diámetros reducidos y bordes con ligera tendencia al exvasamiento, ampliamente datados y documentados en la totalidad de talleres gadiritas

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pertenecientes a la facies productiva de fines del s. III y comienzos del s. II a.C. (Montero et alii, en las actas de este mismo congreso). En especial, podemos resaltar su coincidencia con los bordes procedentes de las fases II-III del taller de Torre Alta (Sáez, Díaz y Montero en prensa), cuyos prototipos presentan las mismas variantes con o sin acanaladuras, también conviviendo en los mismos niveles4. Sirvan como elemento de comparación los envases de esta misma tipología producidos en Villa Maruja en el s. IV a.C., cuya morfometría es claramente divergente (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, fig. 28, nº 7 y 32, nº 2). A partir de los datos extraídos de la facies tipológica de los dos individuos documentados en el relleno de las estructuras y ante la falta de evidencias más numerosas, el momento de actividad de este horno apunta hacia el 200 a.C., quizá más en relación con la fase productiva de la primera mitad del s. II a.C. Un intervalo cronológico centrado en torno al 225-175 a.C., cuyo desarrollo planteamos en el apartado 3.2 de este trabajo, nos parece el más prudente con la información disponible. Por último, insistir en el hecho de que a pesar de que en algunas UU.EE. de colmatación del horno hayan aparecido cerámicas comunes de diferente naturaleza (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, fig. 31, nº 4-6) no contamos con elementos directos para poder afirmar que se traten de desechos de alfar, por lo que no es posible afirmar su producción local, a pesar de tratarse de una posibilidad evidente. 6.- Paralelos. Los únicos paralelos localizados hasta el momento para el horno de praefurnium escalonado de La Milagrosa se enmarcan en este mismo entorno alfarero gadirita. Se corresponden éstos por un lado con la pareja de hornos excavados en 1997 en los aledaños de Torre Alta (Arteaga et alii 2001), y por otro con una de las últimas estructuras de combustión excavadas en el taller de Torre Alta en abril del 2003, que ha sido denominada Horno 5 dentro del cómputo global de los hornos del alfar (Sáez, Montero y Díaz e.p.). El primer paralelo citado se corresponde con dos hornos de medianas dimensiones pertenecientes a la última fase de actividad del taller de Torre Alta (hornos de la Avda. Al Andalus, situados en las inmediaciones), construidos a base de adobes y arcilla, y adaptándose su planta a una fosa excavada en el terreno natural (fig. 11)5. Presentan ambas estructuras la característica altura diferenciada que separa en dos niveles la cámara de combustión mediante un marcado

4 En este sentido y para ampliar los detalles remitimos al estudio de A.M. Sáez presentado en las actas de este mismo evento, titulado “El alfar tardopúnico de Torre Alta. Resultados de las excavaciones de 2002-2003”. 5 Agradecemos al Dr. V. Castañeda, Director de esta I.A.U., habernos facilitado la documentación gráfica de estos hornos, permitiéndonos su reproducción en este trabajo.

Figura 11.- Hornos de la Avda. Al Andalus (ilustración cortesía de V. Castañeda).

escalón situado en ambos casos a la altura del pilar central que sostenía la parrilla. Relativo a la cronología de estos hornos, fueron datados por sus excavadores en la recta final del s. II a.C. (Arteaga et alii, 2001), si bien se puede proponer un intervalo algo anterior coincidente con los momentos centrales de dicha centuria, a tenor de la presencia abundante de T-9.1.1.1. y otras formas de cerámica común cláramente evolucionadas a partir de los prototipos de fines del s. III a.C. exhumados en los hornos 3 y 4 y en la escombrera MC-II de Torre Alta, siendo más bien los tipos cerámicos de un momento no muy avanzado del segundo cuarto o tercio central del s. II a.C. El segundo paralelo es aún más cercano formalmente al horno de La Milagrosa, siendo el denominado Horno 5 perteneciente a la tercera-cuarta fases de actividad del taller de Torre Alta (fig. 12). Aunque con algunas divergencias morfológicas, tales como ausencia de adobes en las paredes o falta de fachada pétrea a la entrada del praefurnium, el Horno 5 también responde al modelo de praefurnium diferenciado de la zona superior de la cámara. Se construyó siguiendo el método tradicional, a partir de una fosa previamente excavada en el firme natural y revestida de arcilla roja, finalmente cubierta por una ligera capa de argamasa de cal y de cerámica machacada. Sin embargo, se cuidó notablemente la tendencia circular de la zona trasera de la cámara de combustión y la armonía de proporciones diámetro-longitud total. El suelo, más trabajado que en los tipos de hornos precedentes, también presenta gran solidez conseguida en base a una espesa capa de argamasa y cal. El escalón del

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Figura 12.- Horno 5 de Torre Alta (ilustración cortesía de A.M. Sáez).

corredor de acceso, que está a un nivel inferior, fue confeccionado de forma meticulosa antes de la mitad de la circunferencia de la cámara de combustión, permitiendo el desarrollo de la columna a mayor altura, siguiendo la tónica de este tipo de hornos. Sin embargo, y a pesar de lo innovador de estos prototipos de horno respecto a los modelos habituales durante el s. III a.C., la sustentación de la parrilla y la cubrición de las paredes continuaron realizándose en base a una misma metodología, es decir, con adobes radiales que presentan digitaciones longitudinales y con adobes rojizos cuadrangulares de buen tamaño respectivamente. La producción de este horno fue mixta, manufacturándose en las últimas décadas del s. III a.C. ánforas T-8.2.1.1, T-12.1.1.1/2 y T-9.1.1.1 junto a formas comunes tales como vasos, lebrillos, pesas, etc... (Sáez, Sáez y Montero 2003). Las técnicas constructivas, la producción cerámica y los elementos de sujeción de la parrilla emparentan de forma muy cercana el Horno 5 con el de La Milagrosa, si bien el primero presentaba un mejor estado de conservación y unas dimensiones totales algo mayores. El horno de La Milagrosa, de menores dimensiones que la nueva estructura de Torre Alta pero con tremendas semejanzas formales, parece situarse en un momento inicial de la implantación del sistema de cámara de combustión escalonada, siendo imposible precisar más la datación de la estructura y su inserción en esta corriente de transformaciones dado lo exiguo del registro material diagnosticable hallado en su interior, como ya hemos comentado anteriormente. 7.- Valoración general. El objetivo planteado al comenzar este estudio era definir exhaustivamente un nuevo modelo de horno púnico que presenta unas características edilicias singulares. A partir de

esta premisa de trabajo hemos analizado los diferentes elementos constructivos y tecnológicos, se han documentado los paralelos publicados y hemos definido un marco cronológico para este tipo de estructura fornácea a partir de los datos conocidos por otras investigaciones. A continuación incluimos brevemente algunas ideas a modo de síntesis en algunos casos o de reflexión en otros, para de este modo complementar las informaciones vertidas en las líneas precedentes. 7.1.- Funcionalidad. Uno de los aspectos más relevantes a la hora de abordar el análisis de la estructura es su propia funcionalidad. En primer lugar, las características formales y los paralelos documentados en el taller de Torre Alta, en un entorno tradicionalmente asociado en el mundo antiguo a la producción anfórica, nos hacen incluirlo sin ningún género de dudas en el sector de la industria alfarera. El hecho de haber localizado una estructura de combustión que muestra importantes restos de rubefacción, con la consiguiente obtención de altas temperaturas, confirma el uso alfarero de esta piroestructura. En relación a la producción cerámica del taller de La Milagrosa, ante la escasez de hallazgos cerámicos en su interior, los únicos elementos que han permitido obtener información sobre este respecto son dos fragmentos de ánforas púnicas, una de las cuales presenta signos de vitrificado, indicio indudable de su manufactura local en este alfar. Estas formas se corresponden con bordes del tipo T-8.2.1.1. de Ramón. A partir de estos datos podemos afirmar que nos encontramos ante un horno que al menos producía ánforas salsarias de este tipo, lo cual no invalida la posibilidad de que se manufacturasen en este horno envases anfóricos de otra tipología u otras producciones cerámicas tales como cerámicas comunes, como se ha confirmado en los dos paralelos gaditanos ya citados (Arteaga et alii 1997; Sáez, Sáez y Montero 2003; Sáez, Montero y Díaz e.p.). Las evidencias a este último respecto en La Milagrosa son tremendamente parcas, si bien en los niveles de amortización de la estructura sí se han recuperado multitud de restos de otras producciones comunes, como se puso de manifiesto en la publicación inicial de este taller, cuya manufactura local no es segura (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 94, fig. 31, nº 4-6). 7.2.- Un elemento tecnológico tardopúnico sin continuidad en época romana. Este horno se corresponde con una estructura de combustión que presenta unos orígenes claramente púnicos, respondiendo a una tradición púnico-gaditana evidente. No obstante, esta estructura presenta unas innovaciones tecnológicas que no perduran en época romana, testimonio clarividente de la existencia de elementos propios de la tradición alfarera gadirita que no se mantuvieron tras la conquista romana, hecho que permite adentrarnos en la complejidad de los procesos de innovación tecnológica en los primeros siglos de la romanización de la Hispania meridional.

Darío Bernal Casasola, José J. Díaz Rodríguez, José A. Expósito Álvarez, Antonio M. Sáez Romero y Lourdes Lorenzo Martínez

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La existencia de un escalonamiento interno en la parte anterior de la cámara de combustión condiciona los resultados de las producciones alfareras en este tipo de hornos. Esta singularidad constructiva posiblemente deba responder a una cuestión funcional, destinada a la concentración del calor y a permitir su ascenso a la cámara de cocción con mayor intensidad. De esta forma se optó por intentar aprovechar de forma más rentable las altas temperaturas generadas por la combustión. Frente a los “amplios” corredores de acceso anteriores y a una combustión realizada casi en el exterior de la estructura (es habitual hallar casi exclusivamente cenizas negruzcas en el comienzo del corredor de los hornos de fines del s. III a.C., caso del Horno 4 de Torre Alta), estos hornos concentraron la quema del combustible en el espacio rehundido del praefurnium, optimizando la acción con una ligera reducción de las dimensiones totales de la cámara de combustión de los hornos, que debió permitir un mejor paso del calor generado a todas las zonas de la cámara de cocción. Es dificil discernir el por qué de la desaparición de este tipo de estructuras, si bien tendemos a pensar en la escasa operatividad funcional de esta innovación. Si en un primer momento se podría plantear la posibilidad de que esta innovación se relacionase con el paso de Gadir a dominio romano tras el fin de la II Guerra Púnica en el 206 a.C. cabe señalar ahora que los datos cronológicos vertidos por el Horno 5 de Torre Alta son lo suficientemente contundentes para desechar esta propuesta. La datación del periodo de actividad de esta estructura, en torno a la II Guerra Púnica, parece apuntar a un origen endógeno de esta innovación tecnológica. Sin embargo, los hornos de la Avda. Al-Andalus (Arteaga et alii 2001) evidencian que en la primera mitad del s. II a.C. este tipo de hornos siguió utilizándose, al menos en el taller de Torre Alta. Sin embargo sí hay en el horno de La Milagrosa un elemento innovador que influiría con posterioridad al mundo netamente romano, cual es el hecho de que los adobes radiales de sustentación del horno de La Milagrosa se presenten curvos, cuestión que derivará en la sustentación de las parrillas de los hornos romanos por arquerías, sistema implantado en la bahía gaditana desde el s. I a.C. si no algo antes, encontrándose ejemplificado magistralmente en el horno isleño de Pery Junquera (González, Torres, Lagóstena y Prieto 2001). Lo que sí es indudable a tenor de este hallazgo y de otros presentados en este mismo volumen es que la isla de San Fernando constituyó un verdadero laboratorio de experimentación de las técnicas de combustión y de la evolución de la morfología de las estructuras fornáceas en época púnica, pues prácticamente se documenta aquí todo el elenco tipológico de hornos, desde los que presentan pilar de sustentación interconectado a la pared, a los de pilar exento para desembocar en esta nueva variante asociada a estos hornos de reducidas dimensiones (De Frutos y Muñoz 1994; Gago et alii 2000; Sáez y Díaz 2002).

7.3.- Problemas de carga. Para conseguir un análisis completo del horno, junto a la caracterización de la técnica constructiva, su funcionalidad y su cronología, no debemos olvidar que el fin último por el fue creada esta estructura de combustión era la producción de material anfórico, y por ello nos interesa plantear, al menos en el plano teorético, la potencial capacidad de producción de esta estructura fornácea. De este modo partir de los datos recogidos por el material cerámico localizado en el interior del horno correspondiente a ánforas del tipo T-8.2.1.1. y atendiendo a las dimensiones y características propias del horno y de este tipo de recipiente según los ejemplares completos publicados (Ramon 1995), hemos propuesto una capacidad de producción de entre 20 y 25 ánforas por hornada. La optimización del espacio interior de la cámara de cocción permite únicamente tal cantidad de ánforas (fig. 13), posiblemente aprovechando los huecos para introducir cerámicas comunes, que además actuarían de soportes y separadores entre unos envases y otros. No parece pertinente plantear la cocción en dos alturas, al menos en este tipo de hornos, pues por sus reducidas dimensiones la desproporción del desarrollo vertical de la cámara de cocción sería evidente, al tiempo que pensamos que la capacidad calorífica del horno no permitiría una correcta cocción ante la notable volumetría del laboratorio.

Figura 13.- Reconstrucción del horno de praefurnium escalonado de La Milagrosa A: Restitución ideal de la planta de la estructura con la carga anfórica. B: Sección ideal del horno con indicación de los detalles constructivos.

7.4.- Cronología de los hornos de praefurnium escalonado. A tenor de las consideraciones vertidas en este trabajo y en las publicaciones precedentes (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003; Díaz, Sáez, Expósito, Lorenzo y Bernal 2003) podemos precisar el marco cronológico del

Los hornos púnicos de praefurnium escalonado (ss. III y II a.C.). Reflexiones a raíz del alfar de La Milagrosa (San Fernando, Cádiz)

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horno de La Milagrosa en particular y de los hornos de praefurnium escalonado en general. No hay que olvidar que la estructura que ha aportado los referentes cronológicos más importantes es el H-5 de Torre Alta (no en vano, es el que ha datado la fase más antigua de estos hornos), pues el de La Milagrosa está en parte datado de forma relativa gracias al primero. En primer lugar las precisiones cronológicas aportadas por los niveles de colmatación del horno de La Milagrosa, en concreto por las U.E. 304 y 312, analizados en el apartado 3.2 de este trabajo, nos presentan un terminus ante quem para la colmatación de dicha estructura en torno a la mediados del s. II a.C. Por otra parte el análisis de la producción anfórica del mismo y los escasos fragmentos documentados en el derrumbe del horno nos remiten a momentos en torno al 200 a.C., quizá más en relación con la fase productiva de la primera mitad del s. II a.C. La datación propuesta para la actividad del taller se situaría en el intervalo del 225-175 a.C. Por otro lado, el análisis de los paralelos localizados para esta estructura de combustión, los hornos de Avda. Al-Andalus y el Horno 5 de Torre Alta nos muestran un abanico cronológico ya analizado en las líneas precedentes que se circunscribe a momentos situados entre finales del s. III a.C. y mediados del s. II a.C. Carecemos por el momento de datos en la bahía gaditana sobre hornos del s. IV a. C., remitiendo a esta época únicamente los talleres de Villa Maruja (Bernal, Díaz, Expósito, Sáez, Lorenzo y Sáez 2003, 47-101) y Residencial David-Sector III Camposoto (Clavaín y Sáez 2003), en ambos casos sin hornos excavados6. Lo que sí parece claro es que a partir de mediados o finales del s. II a.C. este tipo de hornos había desaparecido, según se desprende de la ausencia de estructuras de estas características en un abanico tipológico de hornos bien conocido en la actualidad (Lagóstena 1996). El ejemplo de Pery Junquera además de los datos de Avda. Portugal parecen poner de relieve de forma clara que es en el último tercio del s. II, en unión a otras “revoluciones” industriales del momento como la introducción de la manufactura de las T-7.4.3.3, cuando la influencia alfarera itálica se hace patente introduciendo novedades hasta el momento desconocidas en el entorno gadirita: hornos realizados con testae con muretes transversales como sostén de la parrilla, de mayores dimensiones, uso de parrillas móviles prefabricadas, ubicación de alfares en territorio extrainsular, etc... Por ello el enmarque de estos hornos en un intervalo 220-160/150 a.C. parece algo que a pesar de lo novedoso de los hallazgos parece confirmado a tenor de la información disponible en la actualidad.

6 En RD sí se excavó un horno, o la mancha de ceniza del mismo, productor de ánforas 11 finales o 12 antiguas, 8 iniciales y cerámicas comunes, que no presentaba escalón alguno en el praefurnium, si bien si pertenecía ya a la clase de cámara circular y corredor alargado. Es bastante probable que sea una estructura de mediados del IV o algo más, por lo que no podemos asegurar que este tipo de estructuras no surgiese en momentos precedentes.

Atendiendo a todas estas evidencias la datación de los hornos de praefurnium escalonado se centra, por los datos disponibles en la actualidad, entre finales del s. III a.C. y mediados del s. II a.C. Una perduración de dicho intervalo tanto en antigüedad como en modernidad no es muy probable, si bien carecemos de datos explícitos al respecto por el momento. Lo que sí es evidente es que este tipo de hornos es característico del mundo púnico, y que además se abandonan en época romana. Su carácter púnico-gaditano parece evidente a tenor de la ausencia de paralelos en otros ambientes mediterráneos, al menos guiados por la documentación a la que hemos podido tener acceso. 7.5.- Propuesta de reconstrucción. A partir de las cuestiones analizadas en el presente artículo, proponemos una reconstrucción de esta estructura de combustión que recoje las propuestas planteadas en las líneas precedentes. Varios son los detalles ilustrados en la propuesta de reconstrucción (fig. 13). En primer lugar se ha representado volumétricamente el único tipo anfórico atestiguado en el horno (ánfora T-8.2.1.1), envases que debieron componer la carga de una hornada. Es destacable igualmente la composición y organización de los elementos de sustentación, tanto el pilar central como los adobes radiales, que hemos analizado de forma exhaustiva y que nos llevan a proponer la distribución que se aprecia en la restitución ideal. En tercer lugar, tanto la altura máxima del laboratorio (1,5 mts. aprox.) como las dimensiones del praefurnium se han planteado en base a los restos arqueológicos documentados, la capacidad volumétrica del horno y el grosor de sus paredes, tal y como hemos detallado en los apartados corespondientes. Por último destacar el elemento que da nombre a esta estructura de combustión, el pronunciado desnivel existente entre la parte final del praefurnium y el arranque del suelo de la cámara de combustión: un escalonamiento del praefurnium en dos alturas que lo conforma como un tipo de horno singular no definido tipológicamente hasta este momento. 8.- Bibliografía. ARTEAGA, O., CASTAÑEDA, V., HERRERO, N., y PÉREZ, M. (2001): “Los hornos tardopúnicos de Torre Alta (San Fernando, Cádiz). Excavación de urgencia de 1997", AAA/1997, vol. III, Sevilla, pp. 128-136. BERNAL, D., DÍAZ, J.J., EXPÓSITO, J.A. y LORENZO, L. (2003): “Aportaciones al estudio de la ocupación púnica y romana en San Fernando (Cádiz). La intervención arqueológica en la Carretera de Camposoto”, XXVII Congreso Nacional de Arqueología (Huesca, 2003), en prensa. BERNAL, D., DÍAZ, J.J., EXPÓSITO, J.A., SÁEZ, A.M., LORENZO, L. y SÁEZ, A. (2003): Arqueología y Urbanismo. Un avance de los hallazgos de época púnica y romana en las obras de la Carretera de Camposoto, Universidad de Cádiz y Ayuntamiento de San Fernando, Jerez. BERNAL, D., SÁEZ, A., SÁEZ, A. M., DÍAZ, J.J. y LORENZO, L. (2003): La Carta Arqueológica de San Fernando (Cádiz), Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, en prensa. BORJA BARRERA, F. (1994): “El medio físico del área de San Fernando (Bahía y Litoral Atlántico de Cádiz)”, Ramos, J., Sáez, A., Castañeda, V. y Pérez, M., Aproximación a la Prehistoria de

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