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CRONICA MORALIZADA DEL ORDEN DE SAN AGUSTÍN EN EL PERÚ CON SUCESOS EJEMPLARES EN ESTA MONARQUÍA Tomo III Antonio de la Calancha OBRA CUSTODIADA POR EL ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA

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CRONICA MORALIZADA DEL ORDEN DE SAN

AGUSTÍN EN EL PERÚ CON SUCESOS

EJEMPLARES EN ESTA MONARQUÍA

Tomo III

Antonio de la Calancha

OBRA CUSTODIADA POR EL

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FICHA DEL TEXTO

Número de identificación del texto en clasificación Bolivia: 122 Número del texto en clasificación por autores: 835 Título del libro: Crónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú con sucesos ejemplares en esta monarquía. Volumen III Autor: Antonio de la Calancha Editor: Pedro Lacavalleria Derechos de autor: Dominio público Año: 1638 Ciudad y país: Barcelona – España Número total de páginas: 342 Fuente: http://www.archivoybibliotecanacionales.org.bo.pdf Temática: Antonio de la Calancha

CORÓNICA MORALIZADA DEL ORDEN DE SAN AGUSTÍN EN EL PERÚ – TOMO III

CAPÍTULO VI

EN QUE SE PROSIGUE LO MISMO; I COMO SE QUITO ESTA ACION A LOS ENCOMENDEROS, I LAS LIMITACIONES

CON QUE SE DAVAN LAS DOTRINAS A LOS CLERIGOS

Los encomenderos no trataron de siquiera rezarles las oraciones, o porque les parecía que un señor de vasallos parecería Sacristán, o porque todos andavan en las guerras civiles. Avía unos araganes vagabundos, que ni por leales huían de los traydores, ni por buenos se escusavan de las guerras, onbres para nada, que se alquilavan recibiendo de algunos encomenderos paga, para decir la dotrina dos o tres semanas a sus Indios, i bautizavan qual o qual recién nacido contra la voluntad de padres, que como no eran Cristianos no respetavan este sacramento, i ellos lo administravan tan al desgayre, i como juego de niños, que los Indios lo admitían por lavatorio, como el de su Gentilidad, i no como sacramento de efecto superior, i eran todos ellos ocho, o diez onbres de vida licenciosa, acomodados al proprio deleyte, i enemigos de todo trabajo. Monos de lo Eclesiástico, que aziendo visajes de rezar la dotrina, los buscó el demonio para desautorizarla, pues enseñavan con nonbre de Cristianos las oraciones que rezavan como ciegos, sirviendo por paga, i no devoción, aziendo Cristianos lo que no cometían Gentiles; era merced de Dios que no paravan mucho en los pueblos, llamavan a éstos los Indios, que más autorizado nonbre les pusieron en los llanos Calpistes, i otros de la sierra Sayapayac, que es lo mesmo que decir, el que está parado, cuydando de lo que el otro le manda, porque decían las quatro oraciones parados en idioma Castellano, que ni los Indios entendían, ni era más que si en Roma cantase uno en lengua de Indios el rezar a estos Indios en lengua Castellana, o ablar con un sordo, o repetir axiomas de Aristóteles a un aldeano. I dado que lo entendieran, en tan breves días no pudieran tomar de memoria las cláusulas del Pater noster. El nonbre que vulgarmente todos los Indios davan a éstos, era llamarlos Bixaraicos, nonbre que es difinición propria de sus costunbres, pues es lo mesmo que decir, los que solos tienen por su Dios el vientre, género de gente que anatematiza san Pablo. Los Indios les acomodaron el nombre con- forme a sus obras, pues sólo tratavan de comer, i bever, ellos se intitulavan dotrineros, porque decían la dotrina, i de aquí les quedó a los Indios el llamar a sus Curas Padres dotrineros, porque les començaron a enseñar la dotrina para catequizarlos. Tuvo noticia el

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Enperador, de que los encomenderos obligados a dotrinarlos, no tratavan de azerlo, sino de sus guerras, o codicias. I supo los daños que azía este diabólico género de dotrineros Sayapayos o Bijaraicos, que destruían quando rezavan. I enbió una cédula, i capítulo de carta, que a la letra decía así: Porque tengo información, que teniendo los Castellanos las encomiendas de Indios, con cargo de dotrinarios i enseñarlos la Fe Católica, no lo avían echo, a cuya causa se estavan en su infidlidad, sin ninguna luz de Fe. Por lo qual los encomenderos son obligados a restituir los frutos que an llevado, porque el origen destas encomiendas fue representando sienpre el bien de los Indios para que fuesen dotrinados en las cosas de la Fe, i para que ningún agravio recibiesen, i es cargo anejo a la encomienda, de tal manera, que no le cunpliendo, demás de la restitución de los frutos llevados, es legítima causa para privarlos de las encomiendas. Por lo qual mando, que se tenga gran cuydado en saber, si los encomenderos cunplen con la obligación que tienen, i constando acerca de lo dicho, no cunplen con lo que son obligados, se proceda contra ellos por todo rigor de derecho, í ésta sea la causa legítima para privarlos de los Indios, i para azerlos restituir las rentas que ayan llevado después de la notificación desta orden, i lo que desta condenación se sacare, se gaste en la conversión de los Indios. Quán perjudiciales fuesen estos Españoles alquilados, o estos dotrinantes introducidos, agentes de los encomenderos, i familiares del demonio, ocupados en comer, i sólo atentos a su disolución, nos dirá la santa Sínodo i Concilio del Perú del año de 1567, que en Capítulo 85, dice así (aunque en el Concilio inpreso está la sustancia desto, por estar recopilado): Aunque por la falta que asta aora a avído de Sacerdotes, se a permitido, que algunos seculares ayan enseñado a los Indios los artículos de la Fe, i oraciones que comúnmente a los Cristianos enseñan en la Iglesia. A parecido que de aquí adelante no se dé lugar a esto, porque aora al principio no acontezca por ignorancia senbrar algunos errores, que después con mucha dificultad se ayan de desarraygar, por tanto manda esta santa Sínodo a todos los Visitadores i Vicarios, que de aquí adelante ninguno dellos dé licencia a seglar alguno debajo de socolor de qualquier licencia que tenga que lo pueda azer. I qualquier Español que de aquí adelante se atreviere a enseñar lo susodicho en algún pueblo sin licencia particular ín scriptis del Diocesano, o de la persona a quien cometiere sus vezes en esto, sea descomulgado por descomunión mayor. Luego pone el Concilio fuera de la descomunión penas pecuniarias, i la rigurosa información que avía

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de azer el Diocesano de la vida, costunbres i egenplo del a quien tal vez se le diese licencia, i con cláusulas muchas expresa, que ni sea agente del señor de la encomienda, ni tenga eredad, ni ganado. I acaba diciendo: Porque no parezca que enseña la Fe, o principio della por codicia tenporal, i por otros inconvenientes que solían suceder. Destruida esta gente que tantos daños izo, se proveían los Beneficios, i nonbrava los Curas cada encomendero en los pueblos, i a los Indios de su encomienda, i en los que eran del Rey, i estavan en su Corona, nonbravan las Justicias Reales llamando Religiosos a quien los cometían, i a falta dellos, a Clérigos, a quienes por limitado tienpo señalavan, sin que a ninguno se le diese en propriedad, sino solos a los Religiosos, en conformidad de la instrución que el Enperador dio al Marqués don Francisco Pirarro, como consta de la forma que dexamos dicha de sus provisiones, i del no dárseles a los Clérigos en propriedad, sino por tienpo limitado, diré luego. Informado el Consejo por los Obispos, de que se les quitava su juridición, nonbrando los encomenderos a los Curas Clérigos, deviéndolos nonbrar los Obispos. Mandó el Rey que los encomenderos no nombrasen Clérigos, ni dotrinantes seculares en los pueblos de su encomienda, sino que los Obispos nonbrasen Curas, excluyendo deste privilegio a otros que los Obispos, en cuya conformidad ordenó el santo Concilio Limense de 1567, capítulo quinto, el siguiente decreto: El oficio de los Obispos es i fue sienpre conforme a los sagrados Cánones, i aora el santo Concilio Tridentino lo refiere, el proveer los Curas en las Iglesias de sus súbditos ser de los Obispos, i la Magestad del Rey por sus cédulas i sobrecédulas a mandado a sus Governadores i Presidentes guardarlo así. Por tanto esta santa Sínodo a todas las personas manda so pena de descomunión mayor latae sententiae, en la qual incurra, i desde luego le declara aver incurrido, el que lo contrario íziere, para que ningún encomendero, ni otra persona alguna ponga ni quite Sacerdotes en los Indios, por sí ni por interpuesta persona. I debajo de la mesma pena, i suspensión de oficio por un año, manda a todos los Sacerdotes, que sin mandamiento o provisión del Obispo, o de la persona a quien lo cometiere, no sea osado a aceptar dotrína alguna. I amonesta a los ilustres Governadores, Audiencias, i demás Juezes Reales, no den lugar, que la cédula que la Magestad Real dio sobre esto, nadie la quebrante. Sólo les quedó a los encomenderos el pagar de lo primero de los tributos perpetuamente los Sínodos, en el qual decreto no se conpreendían los dotrinantes Religiosos por la Bula del Papa Adriano, a petición del Enperador como veremos. Sólo

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devían pedir licencia para fundar casas, i erigir Conventos al Diocesano, por cédula particular del Enperador, que después revocó, cometiendo las licencias a los Virreyes i Audiencias a petición de las Religiones, que luego se pondrá a la letra. Quedoles pues a los Obispos el nonbrar Clérigos en las dotrinas, i nonbrávanlos limitándoles el tienpo, a unos por quatro meses, a otros por seys, o por un año. Conociose en la experiencia el número de inconvenientes que nacían de estar tienpos tan cortos, con que ni ellos atendían a la conversión de los Indios, ni se ganava tierra en la predicación de los infieles; por esto se alló obligado el santo Concilio del año dicho a mandar se les diese más tienpo a los Clérigos, dando la forma en este decreto, que es el capítulo 4, parte 2, (aunque en el que se inprimió está recopilado, pero contiene lo mesmo): El mucho daño que en la dotrina de los Indios que están a su cargo se aze. Lo uno, que dejan la Iglesia i ornato della, libros i demás cosas necessarias, no aviendo quien lo guarde se pierde. Lo otro, i más perjudicial, que lo que se a trabajado antes, en breve tienpo se olvida i pierde. Por lo qual, i por otras causas muy principales movida esta santa Sínodo manda de aquí, adelante se guarde inviolablemente, que ningún Obispo desta Provincia provea en su Obispado Sacerdote alguno en dotrina de Indios por menos tienpo de seys años continuos; i en este tienpo, ni el Sacerdote se pueda ir, ni dexar la Iglesia a que fuere proveído, ni el Obispo le quite della, ni le provea a otra cosa, si. no fuere por algún escándalo, etc. Después se dio nueva forma en tienpo del Virrey don Francisco de Toledo, que asentó el patronazgo, nonbrando tres examinados en suficiencia i lengua el Obispo, i escogiendo uno el Virrey, Presidente o Governador, no corría esto con los Religiosos, porque sus Prelados los presentavan, asta que el Rey Filipo Segundo despachó cédula en primero de Junio del año de 1574, para que los Virreyes diesen provisión de la dotrina al Religioso, que su Prelado nonbrase, asentándose en esta forma el Real patronazgo; en esta conformidad se procedió asta el año de 1618, que mandó el Rey Filipo Tercero al Príncipe de Esquilache, que nonbrándole tres Religiosos, presentase el que escogiese, i que si el Prelado le tratase de remover, diese causas por mayor de su remoción; presentándole con provisión que abla por don Filipo al Obispo, i él a las espaldas le nonbra Cura, i le da juridición i facultad de Párroco con canónica institución; i si no ay Virrey, Presidente o Governador, presenta al uno de los tres, que escoge toda la Audiencia junta, como aya tenido los más votos de los Oidores. En propriedad no se les dan los Beneficios, sino ad mobile, et ad nutum porque como se convengan Virrey, Presidente o

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Governador, con los Arçobispos o Obispos (que ellos llaman concordia) pueden quitar, remover i permutar Curas, dotrinas i Beneficios. Conociendo los Obispos quán convenientes eran los Religiosos para la educación de los Indios, i conversión de los infieles, pidieron al Rey cédula, para que pidiéndolos a sus Prelados para entender en la dotrina de los Indios se los diesen por convenir así al servicio de Dios, a la extensión de la Fe i descargo de la conciencia Real i suya; i se lo concedió Filipo Segundo, por una cédula en que así lo manda a los Prelados de las Religiones, dada en Córdova a 12 de Abril de 1570, que ya está por ley, i es la 58 del título 10. A los Religiosos davan cada día los Reyes nuevos favores, acrecentándoles privilegios, i anpliándoles inmunidades, agradecidos al gran trabajo, i provechosos frutos de sus vidas i predicación. I así mandó Filipo Segundo por cédulas despachadas, una a 19 de Julio de 1566, i otra a 27 de Enero de 1572, a los Virreyes, Audiencias i Governadores, que onrasen i favoreciesen a las Religiones, i las animasen a proseguir en la conversión de los naturales. I las dejó por ley, que es la ley 38 del mesmo título. I que no se entremetiesen en el Govierno ni juridición de las Religiones del Perú, i es la ley 41, echa por Filipo Segundo en Madrid a 15 de Julio de 1568. Sabido pues lo que se les concedía o negava a los dotrinantes Clérigos, sepamos lo que les negava o concedía a los Religiosos dotrinantes.

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CAPÍTULO VII

REFIERENSE LOS MODOS QUE A LOS PRINCIPIOS DESTA CONVERSION TUVIERON DE PREDICAR LA FE LOS

RELIGIOSOS, I LAS FORMAS QUE MUDO EL DARLES LAS DOTRINAS

Quando la tierra estava confundida en tan nocivas i generales guerras, todos atendían a conservar la vida, i como no avía permanente encomendero, o porque a los nonbrados por Juez le- gítimo les matavan los traydores, o porque a los que éstos nonbravan los castigavan los leales, no avía dotrinante que estuviese nonbrado en pueblo o Provincia determinada. Serenose tanto quanto el tienpo en algunos lugares, i ya la tenpestad de las guerras dejava manchas en algunos países. Porque el año de 1541, que se conjeló el rebelión de don Diego de Almagro en Lima con muerte del Marqués Piçarro, no avía guerras en las comarcas del Cuzco i Chuquisaca, si bien estavan inquietas. Pasose allá la tenpestad, i quedó en los contornos de Lima la inquietud asta el año de 1543. Desde este año se levantó la tormenta de Gonçalo Picarro en el Cuzco. Pero en Lima i Quito si no avía guerras, era todo confusión, i la venida del Virrey Blasco Núñez Vela avía causado comunes alteraciones. Pasó a matarle Piçarro, i con él la guerra a Lima i a Quito, i no dejó la tenpestad las Provincias de arriba, que asta el año de 1546, que mataron al Virrey en Anaquito fue diluvio de desdichas. Dejaron esto de Lima, i pasó la tormenta con Caravajal i Piçarro al Cuzco i Ciudades de arriba; jus- tícianlos el año de 1548, i de las nubes que quedavan ocultas, comiençan las borrascas de don Sebastián de Castilla en el Cuzco, i de Francisco Ernández Girón, i duran asta el año de 1554, que fue degollado. Por estas manchas, donde si avía llovido, no estava lloviendo, salían a senbrar algunos Religiosos; predicavan al buelo, davan un pregón del Evangelio a priesa, andavan en busca de algunos Indios, que por ventura, o no se avían escondido, o no andavan en las guerras, decíanles algo de la Fe, qual o qual se bautizava. I sucedía el daño que dijo Cristo: Que poner altos edificios sobre el arena, era exponerlos a que el ayre se los llevase, o el agua los desiziese. Predicavan los artículos de nuestra Fe; pasava a otro lugar el Predicador, eran los Indios arena movediza; i así ni en ellos se senbrava, ni efecto provechoso se conseguía. Desde el año de 1551, se trató con alguna más comodidad desta conversión, porque asta entonces, como ya dejamos dicho en el capítulo 17, del libro primero, no se ablava de la ley de Dios con estos naturales, como

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alegó el zeloso Obispo fray Bartolomé de las Casas al Enperador, presentando con su memorial las informaciones jurídicas el año de cinquenta i uno, i las mandó inprimir el de cinquenta i dos, donde le dice lo que ya digimos, que asta aquel año no se tratava por los Españoles de que se predicase la Fe a los Indios más que si fueran perros o bestias, i que antes lo estorvavan, porque para sus codicias lo allavan por inpedimento, persiguiendo los Españoles a los Religiosos i desautorizando sus personas se abatía el estado, i no les oían por falta de respeto, era delito entonces el dotrinar entre Cristianos, como lo pudiera ser oy entre Japones. I le dice al Enperador, que asta aquel año de veynticinco no avía más conocimiento de Dios si era de palo, o de cielo, que cien años antes, i que todos perecían sin Fe i sin Sacramentos. I la cédula del Enperador que acabamos de referir lo dice todo i en breve, que por no aver dotrinado a estos Indios tenía información que se estavan en su infidelidad sin ninguna luz de Fe. Desde el año pues de 1552, avía más ministros, i en los Conventos más Religiosos, los encomenderos eran proprietarios por merced del Rey, i si antes, porque los Indios tenían pocos pueblos formados i todas las familias estavan en valles i montañas esparcidas, salían los Religiosos a predicar por los caminos, i pasavan por los pueblos a los retiros i punas, siendo tresdoblado el trabajo, que sólo la caridad les pudiera dar esfuerço, i la obediencia constancia, ya se reducían a más pueblos, i se ivan for- mando poblaciones, que el Marqués don Andrés Urtado dio principio a estas reduciones, i don Francisco de Toledo las puso en el estado que tienen. Los encomenderos fueron acariciando Religiosos, i todos pretendían darles sus encomiendas, i los Virreyes i justicias los pueblos de la corona. Fue estendiéndose la Fe, i los Indios se enamoravan de la predicación, davan sitios i tierras para que los Religiosos fundasen, i al principio contradecían los seculares, despachó el Enperador, i en su nonbre Filipo Segundo, quando Príncipe governava a España el año de quarenta i tres, por cédula despachada en Valladolid a veyntitrés de Setienbre, en que mandó que fuesen fundando casas las Religiones de santo Domingo, san Francisco i san Augustín, en los pueblos i lugares donde los Indios los admitiesen, pues por no tenerlas andavan descarriados, sin poder asistir ni breve tienpo en los pueblos, ni beneficiar sus contornos, i esto con sola licencia del Obispo diocesano. Diose en mayor inconveniente, que otros llamaron desdicha, porque algunos Obispos no querían dar su licencia para que edificasen con no tener Clérigos, quando los Indios infieles rogavan ya con los sitios i gastos para que fundasen, remedió Filipo siendo ya Rey este estorvo, quitando el

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previlegio de dar estas licencias a los Obispos cometiéndolas a los Virreyes; i porque es muy onrosa la cédula para las tres Religiones, la pondré. Despachose en Valladolid año de mil i quinientos i cinquenta i siete a nueve de Abril, i a la letra dice así: Por quanto muchos Religiosos de las Ordenes de santo Domingo, san Francisco i san Augustín, que en esas partes residen, i otros que de nuevo van a ,ellas, se ocupan de traer al conocimiento' de nuestra santa Fe Católica a los naturales dellas, i para ello andan en diferentes pueblos i provincias, i que convenía mandásemos que cada í quando los tales Religiosos quisiesen azer casas en los lugares que les pareciere, queriendo las Indios de su voluntad recibirlos, las pudiesen azer, solamente con licencia i parecer del Prelado. E porque somos informados, que el principal fruto que asta aquí se a echo, i al presente se aze en aquellas provincias en la conversión de los dichos Indios, a sido i es por medio de los Religiosos de santo Domingo, san Francisco i san Augustín, que en las dichas provincias an residido í residen, llamareys a los Pro- vinciales, Priores i Guardianes, i otros Prelados de las Ordenes, a los que dellos a vos os pareciere, í dareys orden con ellos cómo se agan, edifiquen i pueblen monasterios con acuerdo i licencia del Diocesano. E aora por parte de los Religiosos de las Ordenes de santo Domingo, san Francisco i san Augustín, me a sido echa relación, que si los Monasterios que se uvieran de azer en esa tierra ubiese de ser con parecer de los Prelados della, nunca se ará ninguno, i sería en gran daño de las dichas Ordenes, i en perjuicio de la dotrina Cristiana, i de los privilegios que las dichas Ordenes tienen, para poder libremente edificar Monasterios adonde les pareciere más convenir, i me fue suplicado lo mandase proveer i remediar. E yo túvelo por bien, porque vos mando que veays lo susodicho, i deys orden que se agan Monasterios en esa tierra en las partes i lugares donde víéredes que conviene, i ay más falta de dotrina, sin que sea necesario licencia e acuerdo del Diocesano. I se advierta mucho, no se aga un Monasterio junto cabe otro, sino que aya distancia de leguas. Adviértase quán diferente modo de ablar, en materias de la predicación destos Indios, usavan ya los Reyes desde el año cin- quenta i quatro, encareciendo el provecho, si antes vituperavan el daño, i si años antes decían que estavan estos Indios sin luz de Fe, i en su infidelidad por no averlos dotrinado; ya dice que el principal fruto que se a echo i aze en este Perú en la conversión de los Indios, a sido i es por los Religiosos de santo Domingo, san Francisco i san Augustín; con que se prueva, que si otros fueron primeros en venir,

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ninguno fue primero que los Augustinos en aprovechar. El poder administrar Curatos los Religiosos i obtener dotrinas, que les proíbe (para mayor perfeción) el derecho, concedió con omnímoda potestad León Décimo en la Bula, alias su fecha en Roma a veynticinco de Abril de mil i quinientos y veyntiuno, i es tan colmada de favores para los Religiosos que ivan a convertir infieles, que no sólo les concedió general administración de los Sacramentos del Bautismo, penitencia, comunión, matrimonio i extrema Unción, sino que en la Provincia donde no uviese Obispo, pudiesen los Religiosos confirmar i ordenar de corona i grados, bendecir cálices, aras i todo ornamento Sacerdotal; comutar cualesquiera votos, i dispensar en tales grados de parentesco, conceder las Indulgencias, i dar las absoluciones que pueden conceder los Obispos, i sentenciar causas matrimoniales. El año siguiente de veynte i dos a nueve de Mayo, a instancia del Enperador la confirmó el Papa Adriano VI, i a los Frayles Augustinos en particular, el Papa Clemente VII, que sucedió a Adriano I, porque el Concilio de Trento después ordenó que los Religiosos no fuesen Curas, negoció el Enperador del Papa Pío V, por Bula dada en Roma en veyntiquatro de Março de mil i quinientos i sesenta i dos, pudiesen ser Curas i administrar los Sacramentos, por quanto el Pontífice i el Enperador conocían los grandes aumentos en la Fe, por el trabajo i predicación de las tres Religiones. Fuéronles dando a los Religiosos todos los pueblos de mayor población i de más dificultad, procurándolos cada encomendero para sus dotrinas, i las justicias para los pueblos de la corona, pidiéndolos unos i otros Indios con porfía. Dávanles sin limitación de tienpo los Curatos, i su administración en conformidad de los poderes e instruciones que tuvo Don Francisco Piçarro, i de la Bula del Papa Adriano, que en dos lugares dejo alegada, i fundavan donde o los encomenderos, o las justicias escogían. Los Obispos, que no ateniendo a su juridición deseavan el bien común, i el descargo de su conciencia, gozándose de ver a millares los convertidos, i en tan numerosa cantidad los bautizados, ayudavan a los Religiosos, i aún los pedían con súplicas a su Magestad, como se vido por la cédula que alegamos. Este orden se observó asta el año de mil i quinientos i sesenta i quatro, i desde este año se trató de dar nueva forma, porque el Rey Filipo Segundo mandó por su cédula dada en Madrid a veyntiuno de Febrero de mil i quinientos i sesenta i tres, que ninguna justicia, ni oficiales Reales, encomenderos, ni otro que estuviese en posesión de dar dotrinas, de allí adelante las diese, sino sólo Virreyes, Presidentes i Governadores, cada uno en el distrito de su Audiencia, o de su govierno, que aunque lo avía mandado el

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Enperador, i el Príncipe en su nonbre por cédula de veynte i tres de Setienbre de mil i quinientos i cinquenta i dos, no se avían platicado, porque para más quietud de los alterados así avía convenido. Devió de replicarse por parte de los interesados en las encomiendas, pidiendo les conservasen en aquella posesión; i allando no ser conveniente, despachó otra cédula Filipo Segundo en el Escorial, a tres de Novienbre de sesenta i siete, i otra sobrecarta en Madrid a once de Setienbre de sesenta i nueve, con que del todo quedó la juridición de nonbrar curas, i poner dotrinantes a solos el Virrey, Governadores de Chile i Buenos Ayres, i a los Presidentes de Chuquisaca, del nuevo Reyno, Quito i Panamá. El que lo asentó con la forma que tuvo, fue el Virrey Don Francisco de Toledo, egecutando las circunstancias del patronazgo, según el tenor destas cédulas, i de otra del año de mil i quinientos i setenta i quatro, nonbrava el Provincial un solo Religioso, el que para dotrinante de tal pueblo escogía, i el Virrey lo confirmava, dándole nonbramiento i presentación en forma, que asta el año de setenta i seys ivan los Religiosos sin estos despachos, i los removía su Prelado a su arbitrio, con causa o por gusto. Esto se conservó por el Rey Filipo III, confirmando este previlegio de no presentar al Virrey o Presidente más de un solo Frayle, por cédula dada en Madrid a cinco de Decienbre de mil i seycientos i ocho, mandando guardar lo asta entonces dispuesto. El Rey Filipo Quarto mudó forma por cédula despachada en Madrid a veynte de Mayo de mil i seycientos i veynte i quatro, en que manda, que las presentaciones de los Religiosos, se despachen como las de los Clérigos, presentando tres, de que el Virrey, Presidente o Governador escoja el uno, i que no pueda remover al ya nonbrado su Provincial sin causas legítimas, i que por mayor constasen a los Virreyes los motivos, por quanto a muchos Religiosos les quitavan las dotrinas, siendo convenientes i de provecho por antojo, ruegos, propria comodidad o enojo de su Provincial. Por algo que esto tuvo de verdad, se redujo a esta forma toda nominación; esto asentó el Príncipe de Esquilache siendo Virrey, i en una destas cédulas se manda, que no lleven más derechos a los Religiosos de los que se deven llevar por las presentaciones, quáles i quántos se les llevaren, será contra ley; porque el Rey Filipo Segundo en Madrid, por cédula del año de mil i quinientos i noventa i ocho, a veyntiquatro de Março manda que no se les lleven a los Religiosos Mendicantes derechos ningunos por las presentaciones, i todas estas cédulas están ya puestas por ley en el sumario de la recopilación de leyes de las Indias ocidentales, libro primo, título 4, del patronazgo Real, i son la ley veynticinco, treynta i

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quatro, i treynta i cinco; esta forma es la que oy se guarda, i es sin duda conveniente. Oy pagan la mesada los Religiosos como los otros Eclesiásticos, dando la cantidad de plata que monta el Sínodo del mes primero, así deve de convenir pues se manda egecutar. Deseosos nuestros Reyes de que en todo fuesen acariciados los Religiosos, i que con loable paz administrasen sus dotrinas, cono- ciendo la emulación que algunos Clérigos (no los de inportancia) azen en todas partes a los Religiosos, como si no fuésemos Clérigos, siendo de corona, o fuese nuestro Sacerdocio de diferente Iglesia, se querían introducir en las dotrinas a título de administrar Españoles, i proibiolo el Rey Filipo Segundo, i la Princesa en su nonbre en Valladolid a treynta de Março de mil i quinientos i cincuenta i siete; i otra sobrecarta más apretante, su data en Madrid a 9 de Agosto de mil i quinientos i sesenta i uno, en que manda, que donde quiera que aya Religioso por dotrinante, no pusiesen los Obispos Clérigos para nada, i ya oy la puso por ley Filipo Quarto, i es la segunda del título nono; i después mandó Filipo Tercero en san Lorenço, por cédula de veynte de Abril de mil i seycientos i dos, que ya es la ley cinquenta i quatro del mesmo título, que ninguno inpida a los Religiosos administrar en sus dotrinas los santos Sacramentos a los Españoles que en ellas estuvieren. Las formas que a mudado el visitar los Obispos a los Religiosos dotrinantes, desde la primera asta la que oy se guarda, dejo para otro lugar más proprio en qué poner las cédulas, pues aquí basta saber, que al principio no les visitavan de nada, después les dieron cédula para visitarlos de oficio de Curas sólo, después para que los visitasen del oficio i de vida i costunbres, i agora sólo pueden visitarlos en oficio i no en costunbres ni vida, ni otra materia. Con tantos privilegios de Pontífices, favores de Reyes i aclamación de Reyno, se alló el zelo i ardiente caridad de los ministros Evangélicos, sin los estorvos que a los principios por mano de los mesmos Cristianos atravesava el demonio, i así mi Religión tendió vanderas, i salió por este nuevo Orbe, o nuevo mundo, a conquistar legiones de demonios echos Príncipes i millones de idólatras sus tributarios. Comiencen a salir nuestras conpañías, i verase lo que obraron los valientes ijos soldados de Augustino, que con propriedad se dirá que salieron mangas de su egército, quando salieron las grandes mangas de su ábito.

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CAPITULO VIII

EN QUE SE NONBRAN LOS OBREROS QUE SALIERON A LA SIENBRA, LOS PUEBLOS QUE PREDICARON, I LOS

PRECEPTOS QUE LES DIERON La Cristiana caridad, i la santa emulación condujo soldados para la dificultosa conquista espiritual destas Indias, moviendo a otros zelosos frayles que dejasen su filiación de España i la quietud de sus celdas i viniesen a multiplicar este egércíto, i a otros seculares que viendo morir de anbre en la Fe a los ignorantes, i que sobrando el pan del Evangelio, faltava quien lo repartiese para tantos, i que tierra tan inculta avía menester obreros que la barbechasen con esperança de abundantes cosechas en frutos de nuevos Cristianos. Tomaron muchos el ábito armándose en el noviciado contra el batallón infernal de umildad, zelo i mortificación, i fueron tales i de tamaño tan grande los que tomaron el ábito, que los más (como se verá) avían profesado en las muchas guerras deste Perú, i quisieron ser novicios en la milicia de Dios, para reconpensar ésta con la otra milicia, i si en ella fueron Capitanes del mundo, vencieron acá por soldados de Jesu Cristo. A los Gentiles dijo san Gregorio que alquiló Cristo, quando en la parábola les riñó de ociosos, i les concertó a su viña, mandándoles que fuesen a trabajar; pero yo diría, que a estos predicadores del Perú dava estas vozes, diciéndoles: ¿Cómo estays todo el día ociosos? Id a mi viña. Ya pues estava crecido el número de los Religiosos, desde el año de cincuenta i quatro, en que ya el Sol de la Fe se arrojava en rayos a esta Gentilidad, i el cielo mostra- va estar cercana la siega, i en sazón los trigos. Criando en los mi- nistros caniculares deseos, i en los Prelados volcanes de caridad. En menos de veynte años se estendió esta Provincia de san Augustín desde Chuquisaca, asta el nuevo Reyno i Cartagena, i dentro de 30, desde Tarija asta Chile, que tiene de contorno más de dos mil i quinientas leguas, i de camino continuado, con sus atravesías, más de mil i quinientas. Tuvo muchos más Conventos antes que se dividiesen las Provincias; i tres de Monjas, que están sujetas a los Arçobispados de Lima i Chuquisaca i Obispo de Chile. Tiene oy esta Provincia treynta i cinco Prioratos, Lima o Ciudad de los Reyes, el Cuzco, Chuquisaca, Trugillo, Colegio de san Ildefonso, Potosí, la Paz, Arequipa, Guánuco, nuestra Señora de Guadalupe, Cochabanba, Ica, Saña, Cañete, Tarija, Callao, nuestra Señora de Pucarani, Guamachuco, Paria, nuestra Señora de Copacabana, Nasca, Capinota, Tapacari, Cotabanbas, Omasayos, Otusco, Oruro,

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la Recoleción de Mizque, Cajabanba, Pisa i Paspaya, Clisa, Guamanga i la Recoleción de nuestra Señora de Guía en la ciudad de Lima i San Juan de Sahagún en los Chunchos. Destos Conventos hablaremos particularizando sus aumentos, grados i climas, i por mayor de los que fueron desta Provincia, i oy lo son de las de Quito, nuevo Reyno i Chile. Pondré aora las dotrinas i Curatos que tuvimos en los principios desta predicación, i las Provincias i pueblos que convirtió la Orden de san Augustín. Digamos los nonbres de los que primero las convirtieron, varones dignos de toda memoria, que tanta gloria nos dejaron. Salieron desta aljava Augustina las saetas que profetizó Isaías, a quien llamó electas, entresacadas para escogidas, i así a electa corresponde en el Ebreo ser resplandeciente de pura blanca, Barur nitidum reddere; i no siendo ecelencia de las saetas que hieren, ser blancas o negras, de las que con la predicación convierten, se dice por eceléncia, pues no convirtieran, si sus obras i egenplo no blanquearan; que por eso dijo Abacuc, que las saetas de Dios eran luces. Dadme los predicadores blancos en virtud, que ellos serán luces en resplandor. I porque se vea para qué naciones traçó Dios saetas blancas, lean adelante a Isaías, que retrata a estos Indios, a los que de suyo son menospreciables i no procuran estimación, a los Gentiles aborrecidos de todos, pero no dignos de ser aborrecidos, al esclavo que tiene muchos amos; ¿éstos no son estos miserables Indios? contentibles por su poca estimación, abo- rrecidos por maltratados, i con dos mil amos cada uno dellos, que qualquiera que los ve, se sirve con dominio dellos, como si nuestra vista fuera moneda que los conpra, o el dejarse ver sea culpa que los venda. El cautivo entre Moros sólo un amo tiene, i cada Indio siendo libre tiene dos mil amos, no para que los curen, sino para que los manden; no para vestirlos, sino para desnudarlos. A éstos van las saetas Evangélicas que de su aljava sacó mi Religión, blancas por virtuosas, i llenas de luz por predicadores. Fue para la Provincia de Guamachuco, primer Convento de Indios de nuestra predicación, i principal castillo de su conquista, el bendito Padre fray Juan Ramírez, desde el año de cinquenta i uno, que fue en el que entraron los Religiosos en el Perú pocos días después de su llegada, i asta el año de cinquenta i tres no fue Convento; i en el de cinquenta i quatro, se nonbró por primer Prior al Padre Maestro fray Juan de san Pedro, que tomó la posesión, dándole las dotrinas Don Juan de Sandoval, vezino encomendero de aquella Provincia, dividida entonces en veyntidós pueblos, i anejos (que es lo mesmo que pueblecitos, i reduciones de pocas familias anejasi pertenecientes a los pueblos mayores) i éstos son el pueblo llamado

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san Augustín de Guamachuco, i otro llamado san Nicolás de Caxabanba, Santiago de Chuco, San Pedro de Usquil, Otuzco, que después fue Priorato el pueblo de Lucuma; el de Sinsicapa, i el de Zinbal, con uno, dos o tres anejos cada pueblo principal. Quando fue por Prior el Padre Maestro fray Juan de san Pedro, llevó para estos pueblos por ministros de la predicación al padre Fray Juan del Canto i al padre Fray Baltasar Mexía, i después el padre fray Marcos Pérez. Sacaron desta Provincia al padre fray Juan Ramírez para Apóstol de la gran comarca de Chachapoyas, que nos dio la Audiencia Real, i fue su asistencia en el pueblo de Laymebanba, entonces la mayor población; i después fueron por sus coadjutores i conpañeros el padre fray Nicolás de Tolentino, i el padre fray Luis de santa María. Anbas Provincias (asta que Guamachuco fue Priorato) eran conventualidades de Lima. A la Provincia de los Conchucos que nos dio el Virrey, fue el padre fray Fernando García por Vicario, i por su conpañero el padre fray Alonso de Espinosa; en los seys mayores pueblos llamados la Pallasca, Tauca, Piscobanba, Corongo, Guan- doval, Cavana i sus anejos asistían los dos, i los padres fray Juan de Pineda, fray Marcos Pérez, fray Juan Bautista i fray Francisco Velázquez. Al pueblo de Sillabanba confinante de los Conchucos, que caía en la visita de Trugillo, el padre fray Francisco Velázquez por Vicario, i el padre fray Marcos Pérez por su conpañero. A la dotrina de Ticllos en el repartimiento de Lanpas, juridición de Guá- nuco, el padre fray Juan de la Madalena, que vino de Mégico por conpañero del bendito padre fray Juan Estacio. A la Provincia de los Guanbos, tres jornadas de Saña a la parte de la sierra, con tres pueblos grandes que fueron populosísimos, Cuterbo, Quirocata i Cachen, con dos i tres anejos cada uno, que oy dotrinan los Religiosos padres de las Mercedes, fue por Vicario el, padre Fray Juan Ramírez, i lo trugeron de Laymebanba, i lo enbiaron a esotra Provincia por experimentado en primeras conquistas, i llevó por su conpañero al padre fray Diego de Aguilar; i en lugar del padre fray Juan enbiaron a Laymebanba, a los padres fray Juan del Canto, fray Diego de la Serna i fray Juan Tamayo. A la dotrina de Yanacache junto a Chuquiago, que fue la universidad de idólatras de aquellas comarcas, el santo mártir fray Diego Ortiz, i por su Vicario el Padre fray Diego de Dueñas. Al apacible i numeroso pueblo de san Gerénimo, dos leguas del Cuzco (que aí dotrinan los Religiosos padres de santo Domingo) fueron el padre fray Pedro Merino, fray Simón Bacán i fray Baltasar Ortiz. A la Provincia de Paria, que nos dio el ilustre bienechor Lorenço de Aldana, vecino encomendero deste repartimiento, que cae en Potosí i la ciudad de Chuquiago, i se

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estiende asta la villa de Cochabanba con riquísimas administraciones de ganados mayores i menores, dispuestas para santos efetos, i los más Indios que las abitan son Indios Uros, gente la más bárbara del Perú, obcena i renegrida; comen la carne cruda, abitavan en lagos, i sólo se inclinan a lagunas. Los principales pueblos desta Provincia son: Paria o Challacollo, Toledo, Coa, Urmiri i otros muchos anejos; a esta predicación fueron por Prior el padre fray Cristóval Vadillo, i por sus conpañeros los padres Fray Marcos García i Fray Guillermo Ruiz. A los valles de Moxotoro, i a los pueblos de Guata i Yotala, contornos de la ciudad de Chuquisaca, fueron los Padres fray Juan de Luque, fray Simón de Paz, fray Nicolás de Tolentino, i por su Prelado el Padre fray Juan del Canto (que caminó quatrocientas leguas desde Laymebanba, i bolvió a ocupar esta predicación el Padre fray Juan Ramírez. A los pueblos de Moromoro, Quilaquila, Patobanba, el Terrado, i a otros anejos contornos aquéllos i éstos de Chuquisaca, fueron los Padres fray Nicolás de Tolentino, i fray Pedro Merino. A los Indios i pueblo de los Anparaes el Padre fray Diego de la Serna. Al valle de Yagonet el Padre fray Ernando de Cantos; al pueblo de Ancoanco, que después que dejamos aquella predicación i pueblo, se undió sin que pareciese otro día onbre, animal ni pared, memorable castigo de Dios. Fueron dotrinantes el Padre fray Augustín de santa Mónica, i el Padre Fray Baltasar de Contreras que oy vive. A la dotrina de Carabanba fue el Padre Fray Marcos Pérez. A la dotrina de Tapacari, pueblo de gran gentío, i muchos Indios que abitavan sus contornos, fueron los Padres fray Juan del Canto por Vicario, i el Padre fray Miguel de Acosta por su conpañero. A la dotrina i Priorato de Capinota i su comarca, fue por primer Vicario el Maestro Fray Luis López, que después fue Obispo. Continuaron esta predicación los Padres fray Gerónimo de Gavarrete, fray Juan de Saldaña i fray Diego de Valverde. Al gran santuario de nuestra Señora de Guadalupe en el valle de Pacasmayo veynte leguas de Trugillo, tierra de Indios Yungas en los llanos i costas del mar, que nos dio el insigne benefator Francisco Pérez Lescano, i en las cinco dotrinas que nos dio el Virrey don Francisco de Toledo, para el servicio, adorno i mayor culto de la Virgen santísima, que son san Pedro de Lloco, Xequetepeque, Chepén, Pueblo nuevo i Mocupe, fueron los Padres fray Baltasar Mexía, Fray Alonso de Antequera, fray Gaspar Pérez, fray Gerónimo de Escobar (que después fue Obispo) i fray Francisco de Monroy (ijo de doña Leonor Portocarrero, que después de viuda fundó el insigne Convento de la Encarnación). Murió allí este Religioso ministro predicando el año de ochenta i tres. Al pueblo grande i Gentílico adoratorio de Pachacamac cinco leguas

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de Lima, i a otros pueblos conjuntos a él en estos llanos, que nos dio Ernán Gonçález Conquistador del Perú, fue por primer dotrinante el Padre fray Antonio Baeça. A todos los Indios del valle de Manchay, Chilca i Mala conjuntos a Lima. Adelante de Pachacamac en cuyos valles avía suma de Indios esparcidos en sus labranças, i pacarinas (puebleçuelos de su nacimiento) que nos dio el Rey (a petición del Licenciado Ramírez de Cartagena, entonces Fiscal i luego Presidente) i Don Antonio de Ribera del ábito de Santiago, fueron a predicar los Padres fray Francisco Tristán i fray Diego Flores. A la Provincia de los Cotabanbas, contornos del Cuzco, cuyos principales pueblos son San Augustín de Cotabanbas, Collurqui, San Juan de Totora, Colpa, Pituanca i otros anejos. A la Provincia de los Omasayos que nos dio el Virrey, i los feudatarios i a sus pueblos, Totora, Oropesa, Mamara, Turpay, Ariguanca, Corasco, Corpaguasi, Chirirqui, Chuquibanba; fue por Prior de anbas Provincias (entonces una sola conventualidad) el bendito Padre fray Antonio Loçano, i por dotrinantes i conpafieros suyos los Padres fray Marcos García, fray Juan Maldonado, fray Juan de Riberos, fray Antonio de Rebolledo i fray Juan de León. Después se dividió la Provincia de Omasayos,i fue Priorato, començando de asiento la predicación del Evangelio, los Padres fray Diego de Arana, i fray Francisco Ximénez. A los pueblos de Guañape i Moche, éste una legua, i aquél siete de Trugillo, fueron los Padres fray Lorenço Rodríguez i Fray Francisco Navarro, i luego fray Diego de Aguilar i fray Guillermo Ruiz. A los valles i comarcas de canta Catalina de Clisa fundó el Padre fray Diego de Dueñas, agregando Indios, i cae junto a Cochabanba, a quien ayudaron los Padres fray Juan de Obregón i fray Pedro de san Augustín. A la casa de nuestra Señora de la O, que cogía todo el valle i reduciones de Avancay (cae adelante del Cuzco caminando a Lima) fueron los Padres fray Juan Maldonado por Vicario, i por su conpañero el Padre fray Francisco Bezerra, que asistía en Guancarama, que es Cochacacas. Al pueblo de Uyuni distrito de Chuquiabo fue el Padre fray Gerónimo Casanova. Al gran pueblo de Puna, repartimiento de Don Bernardino de Meneses una jornada de Potosí, i de Porco, los dos memorables cerros de plata que an enriquecido el mundo, fue por Predicador del Evangelio el santo Mártir fray Diego Ortiz, quedando en Yanacache el Padre fray Diego de Dueñas. A la Barranca veynte i seys leguas de Lima camino de Trugillo, Indios del Licenciado Rodrigo Niño (que fue el que pidió los Religiosos), fue el Padre fray Francisco de Biedma, i a las dotrinas de Ocros i Lanpas, que nos dio el mesmo Licenciado, fueron los Padres fray Juan Ramírez i fray Gonçalo de Santiago. A los Indios del Licenciado

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Rengifo, fue el Padre fray Alonso Maldonado. A la Provincia de Vilcabanba toda de Indios infieles, entraron por primeros ministros del Evangelio el Padre fray Marcos García, i el bendito mártir fray Diego Ortiz, i a la Provincia de los Chunchos, que asta oy están en su infidelidad, los Padres fray Josef García, fray Baltasar Buitrón, fray Manuel de Rodas, fray Laureano Ibáñez, que murió mártir con fray Bartolomé Alvarez, i el Padre Bernardo de Reus de la Conpañía de Jesús. Estando los benditos Padres de san Francisco en la gran Provincia de Caxamarca, dotrinándola con Apostólica perfeción, se disgustó el Virrey don Francisco de Toledo (que los Virreyes se irritan de poco, i se enojan mucho). Mandó al Provincial de san Augustín, que proveyese de ministros en los muchos pueblos de aquella Provincia continuada a la de Guamachuco. (De un Religioso de san Francisco supe, que oyó a sus frayles antiguos, que el enojo del Virrey avía sido, porque la Orden de san Francisco le renunciava todas las dotrinas; tengo esto por sin duda, porque a sido esta gran Religión en este Reyno luz del Evangelio i Sol de la predicación, que con sus virtudes i letras le a alunbrado, destruyendo, vicios i encendiendo coraçones, dando en este Perú Santos a la gloria, i millares de ánimas a la Iglesia). Al fin resistió nuestro Provincial al Virrey, alegando el querer dejar también las dotrinas, por aver número de Clérigos, i peligrar su reputación en suceder a tan cabales ministros. Porfió el Virrey, i uvo de admitir el Provincial; fue por mayor i Prelado el Padre fray Francisco Tristán, i con él otros quatro Religiosos, que continuando lo mucho bueno que los Padres de San Francisco avían sembrado, trabajaron en multiplicar la siembra, i en criar nuevas plantas. Trató con instancia mi Provincial el dejar a sus dueños la Provincia; conoció el Virrey la importancia, bolvieron a ella i la conservan oy en notorio servicio de Dios i provecho de los que abitan aquella rica Provincia. A la Provincia de los Aymaraes convecina a la de los Omasayos, con quatro pueblos Guaquirca, Sabayno, Calcauso i sus anejos, fueron los Padres fray Francisco Núñez por Prior, i con él fray Cristóval de Ribadeneyra, fray Juan Arroyo, fray Francisco Ximénez, i después el Padre fray Juan Morejón. Al pueblo i santuario de nuestra Señora de Pucarani, fueron los Padres fray Juan del Canto i fray Juan de Saldaña. Dio la Orden el pueblo de Viacha, que es una rica i populosa dotrina, que el Rey avía dado a nuestra Orden, en trueque del pueblo de Pucarani al Clérigo que la dotrinava. Dio a la Orden el Virrey don Francisco de Toledo los pueblos i dotrinas de Pomata, Cepita, Poaqui, Talavera i san Gerónimo, grandes pueblos de la

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Provincia de Chuquito, donde trató la Orden de azer Monasterios, i pidiéndolo a su Magestad, lo remitió al Virrey don Martín Enríquez, como consta de la cédula Real, dada por Filipo Segundo en Lisboa, a quatro de Junio de mil i quinientos i ochenta i dos. Dotrinó la Orden estos pueblos largo tiempo, i por no poder fundar Monasterios, los dejó después de dotrinados, i oy tiene a Pomata la sagrada Orden de Predicadores. Fueron a la dotrina i gran pueblo del célebre santuario de nuestra Señora de Copacabana, en la Provincia de Chuquito el Padre fray Juan de Figueroa, i por Prior el Padre fray Juan de Riberos, i por dotrinantes Fray Diego de Aguilar, i fray Juan de Moya; i por Predicador para los Españoles que concurren a este santuario, el Padre Maestro fray Francisco de Ervas. A las dos riquísimas Parroquias de la villa de Potosí, santa Bárbara i san Bernardo, fueron el Padre fray Juan de Chaves i fray Melchor Flores, i más de tres años dotrinamos la parroquia de Copacabana en Potosí, que le dio el Obispo al Padre fray Francisco de Figueroa, i en ella asistía el Padre fray Augustín de Orellana, el más sabio lenguaraz que uvo en el Perú. En estos pueblos i Provincias se conprenden las diversidades de lenguas deste Perú, que son inumerables en estos Reynos, i los climas diferentes de toda esta Monarquía. Ya dije que no avía de guardar el orden i territorios de las Provincias por sucesión de caminos, sino las antiguedades i lugar como nos fueron dando las provincias, i fundamos las casas en los pueblos; orden que guardaré quando trate de los Conventos fundados en ciudades i villas, no como oy tienen las antecedencias, sino como en sus principios tuvieron las entradas, señalando los tienpos en que después de convertidas dejó la Orden muchas poblaciones, con que mostró dos efetos de caridad: el primero, el convertir ánimas quando poseían los pueblos; i el segundo, en dejar comer a pobres Clérigos, i recoger a Conventos los Religiosos. En tres visitadores, i tres visitas se repartió esta suma de dotrinas: la primera se llamava la visita de Lima, que se estendía asta Santa, por los llanos inclusive, i asta los Conchucos por la sierra exclusive, i desde allí todo lo restante era segunda visita de Trugillo; asta la Nasca, la de Lima por los llanos, i de allí toda la tierra era la tercera visita, que se llamava la del Cuzco, i eran los visitadores los Priores de Lima, Trugillo i Cuzco, cada uno en su territorio. Dejo para su tienpo las Provincias en que predicó la Orden, i fundó casas en el Reyno de Chile i en el de Quito. Las dotrinas que emos referido, son las plaças, i éstos los Religiosos Apóstoles destas Provincias, pueblos i millares de ánimas; fuera de algunos de los

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doce Fundadores, i de otros catorce ijos de los Conventos de España, los demás son ijos de las casas i Conventos del Perú, i los que, fueron sucediendo después, los más son ijos desta Provincia, o nacidos en esta tierra, diré de cada uno de los que fueron más ilustres por aver dejado santas memorias, i aver sido Evangélicos pastores, diciendo sus santas vidas, los sucesos grandes, los aumentos de Fe i sus muertes dichosas, i entonces se dirá el territorio, clima i costunbre de cada Provincia o pueblo, i lo mesmo quando llegare su año de fundación a cada Convento, como lo pidieren las antiguedades de cada predicación, dejando otros muchos, o porque no trabajaron tanto, o porque no dejaron fama. Aora sepamos, qué órdenes llevaron estos benditos ministros, i con qué preceptos los instruyeron los Provinciales, qué virtudes enseñaron i en qué policía Cristiana se abituaron los Indios, dejando los más o menos trabajos que en su predicación padecieron éstos o aquéllos, i las diversísimas lenguas que aprendieron, i las diferentes idolatrías que arrancaron para quando de cada cosa se able en particular. Los preceptos que llevaron i las instruciones que como aranzel obedecieron son ocho, que es digno de ponderar cada uno. El primero, que sólo mirando a Dios i al provecho del prógimo, viviesen con más perfeción en las dotrinas, que a vista de los Prelados en los Conventos, estrechando la vida con penitencia i virtudes, para que el buen egenplo apoyase su predicación, temiendo el castigo de Dios, que sería el más riguroso de su justicia, si los infieles que ivan a convertir viesen en sus predicadores vicio alguno de los que ivan a extirpar. §. 2. Que pues avían dejado sus patrias, filiaciones, parientes i climas en España los que de allá vinieron, i las aciendas i regalos los que acá tomaron el óbito, movidos de caridad, i con el mérito de la obediencia, con deseo de convertir infieles, i de enseñar la Fe, padeciesen por Cristo los trabajos, penalidades, anbres i fatigas que conviniese a su predicación, ofreciéndose por sola un ánima al penoso martirio del mayor trabajo. § 3. Que no tratasen de interés umano, siendo en todo pobres Evangélicos, andando a pie los caminos, que lo permitiesen sin más defensa que unas sandalias o çatones o çapatos abotinados era su nonbre. No admitiendo de los Indios oro, plata, ni otro metal, salvo legunbres o maíz, sin prevenirse de comidas, porque su interés sólo avía de ser ánimas adquiridas para Dios, dando a conocer a los Indios, que los Religiosos no buscavan riquezas en sus tierras como los demás Españoles, sino introducir la Fe, i las virtudes en sus

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ánimas como ministros de Cristo, poniendo el cuydado en sola su salvación, i no en cosa alguna de propria comodidad. Que ningún Religioso comiese en casa de Indio ni secular, ni éstos en las mesas de los Religiosos, porque todas las apariencias de conbites o banquetes, contradecían al estado de convertir infieles, salvo el tienpo i en los lugares donde no tuviesen casa propria, i entonces no asistiesen a festines, bodas ni banquetes; i si tal vez conviniese asistir, mostrasen aver ido no a comer regalos, sino a enseñar abstinencia i a enfrenar desconposturas. §. 4. Que no recibiesen ni del Rey ni de los encomenderos, un solo real de Sínodo, salario ni estipendio, sino sólo aquello que uviesen menester precisamente para un ábito de gerga o cordellate, i para una pobre i penitente comida (lo que avían menester los Religiosos para sus personas, les enbiava la casa de Lima a Guamachuco, i a otras dotrinas distantes cien leguas i más, con título de limosnas, como se ve por muchas. partidas de sus libros). Finesa de coraçones linpios de codicia tenporal, con que egecutoriavan sus deseos, i provavan la linpieça de su intención, atendiendo a ganar ánimas, i no a multiplicar bienes, acuerdo santo en los principios de una predicación; pues viendo los infieles despego de sus intereses, dan crédito a las vozes de sus Predicadores, i admiten bienes espirituales de los que ven sacudidos de sus terrenos bienes. Este socorrer a los ministros con limosnas de pueblos distantes, fue fineza del ardor divino de la primitiva Iglesia. San Lucas dice, que padeciendo pobreça los Católicos de Jerusalén, juntavan limosnas los fieles de Antiochía, i se las enbiavan con san Bernabé i san Pablo, i este Apóstol solicitó mucho, que otras Provincias acudiesen a esta repartición, como lo escrive san Pablo a los Corintios; de aquí nació el santo uso de las coletas que se dicen los Domingos en la Misa, porque se repartían este día, i duró tan loable uso más de trecientos años, asta el tienpo del Enperador Teodosio, como se ve en san Gerónimo, i se llamavan coletas, nonbre que usa mi Orden, que allá enbiavan socorro o coletas, como dicen Tertuliano i Crisóstomo, a los pobres, i acá a los que podían ser ricos, porque sólo buscasen ánimas. Prosigamos en el santo arancel, i si uviese ríos i partes que no se pudiesen pasar a pie, admitiesen cavallo o -bestia prestada, i no propria o de comunidad, en qué podellos vadear mejor, i que las limosnas que los Indios o seculares Españoles les diesen, dentro de veynte i quatro oras las distribuyesen a pobres, sin retener un solo real, o las diesen al Prelado, i que no recibiesen limosnas por las Misas. §. 5. Que con mansedunbre i con demonstraciones de amor, sin

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muestras de rigores, ni egecutar enojos, atragesen la voluntad de los Indios, acomodándose con la capacidad de cada uno, sufriendo su ignorancia i trabajando con paciencia, advirtiendo que en cada uno estava aclamando la sangre de Jesu Cristo i el mérito de la caridad, con precepto grande que a ninguno castigasen. §. 6. Que no se sirviesen de ningún Indio ni India para sus proprios menesteres, advirtiendo que ivan a servir, i no a ser servidos; pero que trabajasen en azerles edificar Iglesias, fundar Ospitales i curar sus enfermos, siendo los Curas sus enfermeros, sus Angeles de paz en sus contiendas, i sus padres en sus anparos. §. 7. Que mañanas i tardes les digesen la dotrina, i se la diesen a entender, industriándolos en la ley de Dios, i en toda Cristiana policía. Asemejándoles en el trato a los Españoles en las cosas i casos que ni dañasen a su propria naturaleza, para que estimando la onra, fuesen olvidando las costunbres obcenas, i las aciones viles; pero que fuese en materias que no los ensoberveciese, i en virtudes morales que los onrase; poniéndoles escuelas donde aprendiesen a leer, escrivir i contar, aziéndoles aprender oficios i artes políticos, así para que se fuesen aziendo más capaces, como para que medrasen caudales con trabajos onestos, siendo pintores, carpinteros, sastres, plateros i los otros artes, a que se acomodasen sus abilidades, i fuesen de inportancia para sus pueblos. §. 8. Que en las materias de culto divino, instruyesen a los Indios, fundando capillas de canto llano, i canto de órgano, de flautas, órganos, i otros instrumentos, para que lo autoriçado del culto, siendo los ministros ellos, engendrasen en los demás tanto respeto, amor i devoción, asía las fiestas i misterios de la Iglesia, como aborrecimiento a sus fiestas, ritos i ceremonias Gentílicas, i a las supersticiones, agueros i echicerías diabólicas, trabajando días i noches en arrancar estas infernales raizes, extirpando qualquier asomo de Gentilidad, i no consintiendo el menor amago de superstición. Para lo qual todos los días asistiesen a dotrinarlos, dándoles a entender con la predicación el error de sus idolatrías, la ceguera de sus ritos, i la verdad i provechos de nuestra Fe i ley divina, predicando todos los más días, i buscándolos en las sierras, montañas, cordilleras, quebradas, cuevas, lagunas i escondrijos más apartados, i en los retiros más ocultos, sin huir del trabajo, rigores del tienpo, descomodidades ni persecuciones, pues por cada cosa se les prometía la gloria; i por las que fuesen añadiendo se les darían nuevas coronas por mayores méritos, i que mientras ellos peleasen en estas conquistas, los Conventos les ayudarían con penitencias i oraciones.

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Véase este espejo de perfeción Evangélica, i este epílogo de la predicación Apostólica, amoldada en los preceptos de la ley de Dios, i fundida en los más estrechos consejos del Evangelio. I porque el cunplimento deste aranzel, i la observancia de su egecución se verá en las vidas i efectos de los que para esta Corónica se an escogido, dejando muchos (que se pudieran oponer a la onra i alabança, aziendo pleyto de acreedores) o porque egecutando todo este aranzel no se refiere dellos cosa particular, o porque no a venido a mi noticia auténtica averiguación, guardándoles Dios sus alabanças para más digno i autoriçado Coronista, i para los tienpos i ocasión que califica la divina providencia. Mientras nuestros nuevos Curas están obrando quanto en este padrón se contiene, i veremos después, quiero poner algunos casos sucedidos en este Perú, como apoyos deste soberano aranzel, para que se vean, o los premios que a los ojos umanos quiso Dios manifestar, agradecido del que los izo, i los lastimosos castigos que egecutó su rigor contra dotrinantes, que olvidados de su obligación, fueron causa de su escándalo, asegurando al que los leyere, que o son pública voz i fama en los territorios, Provincias o pueblos donde cada cosa sucedió, o que no se pone ninguno que no aya certificádose, o con los que los vieron, o con los que de personas de verdad se informaron, no contentándome con sola la relación de uno, sino con la contestación de muchos, eligiendo lo más cierto, i vendré a sacar quanto sirvieron a Dios mis Religiosos, pues ningún castigo se les vio, i muchos favores de Dios les conocieron. Cojamos el primer punto del aranzel, i acabado éste pasaremos a los otros, quiera Dios muevan los egenplos a los que no enmienda, o mejora la propria obligación.

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CAPÍTULO IX

DE SUCESOS EGENPLARES I CASTIGOS DE DIOS, CONTRA DOTRINANTES MALOS

Lo primero que les mandan es, que tengan vida inculpable, y huyan de dar malos egenplos; porque no ay cosa que así despeñe los ánimos de los seculares, i sin proporción los de aquestos Indios, que son fáciles i muy acomodados a imitar lo malo, i más a seguir el mal egenplo de sus Sacerdotes. Por los años de mil i quinientos i noventa i cinco, avía una India llamada Isabel en el gran pueblo de Lanbayeque, del Obispado de Trugillo, que uno i otro era entonces del Arçobispo de Lima, es grande su población, de quatro Parroquias i un cura en cada una, de los más populosos de Reyno, i de los más políticos de los llanos i Iungas qúarenta leguas, dos más o menos de Trugillo, abitan entre los Indios muchos Españoles, i se tratan las cosas del culto Divino con más culto i devoción, que en las otras dotrinas de Clérigos. Aquí parió la Condesa de Chinchón, viniendo con el Conde a ser Virreyna el año de mil i seycientos i veynte i nueve. En este Lanbayeque avía nacido i vivía una India Isabel, ermosa, de buena disposición, sobremanera galana i celebrada de muchos, tenía costosos adereços, si bien el trage a su usança, pero ermoseávala más su curiosidad, admitía sólo Españoles, i servíase de sedas, olandas, regalos i familias. Cayó enferma, conociose el peligro, i redújola uno de los Curas a que conociese que se moría, i a que recibiese los Sacramentos como Cristiana. Trató de confesarse, no por devoción sino por cumplimento, diéronle el Viático sacrosanto, i al mesmo punto que le recibió con una inquietud rabiosa, decía con ansias locas, que le sacasen aquel demonio del pecho, que le ator- mentava. Trueque començado en Judas, que siendo su ánima de Satanás, antes de comer a Cristo, creció el delito por comerle en pecado, i tomó el demonio la posesión de su casa, dando principio al tormento, ceremonia de que asentava su posesión, así lo dijo san Juan, i lo explicó Augustino. Triste caso, que abra el malo las puertas con llave de Cristo, para dar la posesión al Demonio. Dava gritos desesperados; quantos la ablavan de Dios, o la pretendían sosegar, con que se encomendase a él, se apartavan oyéndola desesperar. Decía a voces, que no le digesen Misas, ni la enterrasen en sagrado, porque se iva desde allí al infierno. Que jamás avía echo cosa buena, i que quando iva a la Iglesia, no la llevava su obligación, sino el deseo de ser vista de todos, i el gusto de verse celebrada de los Españoles. Llegose uno de los Curas, que se decía la avía enseñado

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a ser dama, i lo era suya, pidiole no digese tan bárbaras razones, que se bolviese a Dios, i se encomendase a él. I ella enbravecida oyéndola muchos, dijo: Encomiéndate tú a Dios, que tanto lo as menester, pues por amor de ti se va mi ánima al infierno, que me enseñastes a pecar, aviéndome de enseñar a ser buena; con tu mal egenplo me fui despeñando, y por ti me voy al infierno, a estar eternamente padeciendo; i sin ablar más acabó miserablemente de edad de treynta años. Si este espectáculo no redujo a estrecha penitencia al dueño desta lástima, doblado castigo aguarde por la causa del escándalo, i por la poca enmienda del mal egenplo. En la Provincia de Chachapoyas cerca de Caxamarquilla avía, más a de treynta años, un pueblo de Indios fundado a la falda de un pequeño monte, sobre el qual, distancia de quatro quadras, salía de un manantial un arroyo de agua que entrava por el pueblo, de que bevían los naturales, i tan pobre, que ni en tienpo de aguas pudiera regar una guerta. Un día començó a salir mayor cantidad, i por oras se fue aumentando; digeron a su Cura, que era un Clérigo viejo, que aquella novedad causava miedo a los del pueblo, porque decían los Indios viejos, que nunca otra vez tanta agua, ni de diez partes la una se avía visto ni oído de sus mayores, i que pues por momentos iva creciendo, que el Cura se saliese del pueblo, porque ellos se querían subir a los altos. El dotrinante criava en su casa tres o quatro ijuelos, i la madre estava con él, i con ellos, siendo público el escándalo, i causa de que los Indios viviesen a su imitación, i sin freno en los demás vicios. Veníanle a decir, que el manantial crecía con exceso, el Cura se enbaraçava con los ijuelos i amiga, o no creía ser tanto el golpe de agua, i de repente entró por su casa el raudal tan inpetuoso, que al Cura, a los ijos, amiga, criados i quantos en la casa avía los aogó, sin dar lugar a que siquiera pidiesen misericordia, i tras éstos se llevó la casa donde vivía i la Iglesia donde decía Misa i la mitad del pueblo, aogándose gran número de Indios, despobláronle los que avían quedado pasándose a otro sitio; publicando todos que por el Cura avía enbiado Dios semejante castigo, que así muere el que como él vive. En los contornos de Potosí era dotrinante un Sacerdote poco modesto, i solicitava una India ermosa, con dádivas no la acariciava, con diligencias no la atraía, todos los medios interpuso su apetito, i ninguno venció la resistencia. Ella huía quando él la buscava, siendo espuela del deseo lo que deviera ser freno de su liviandad. Desapareciose la India, i no dejava casas, quebradas ni retiros donde no la buscase el Sacerdote. Viniendo por el canpo al anochecer de buscarla, le salió al paso un toro con demonstraciones de

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arremeterle, corrió el Sacerdote, siguiole el toro, i obligole a ocultarse en una sepultura de un Indio, de las que en su Gentilidad usavan, son como aposentillos pequeñuelos, i muchas son de dos i tres varas de ancho, ay dentro poyos, i en ellos están sentados los difuntos, i son las puertas angostísimas; allí se defendió del toro, pero no se le quitó de junto a la puerta, toda la noche la mula disparó, i él Sacerdote la pasó sin dormir entre edores i cuerpos muertos, temiendo más al toro, si bien perecía de orror, divertíase pensando dónde estaría su fugitiva; amaneció, i entrando la luz en la sepultura, que todas tienen las puertas al Oriente, vido aorcada con la faja a la triste India que buscava, i della procedía el abominable edor de la sepultura, avíase aorcado afligida de la persecución del Sacerdote. El quedó sin aliento vital, i cayó sin abla lleno de orror. Fue bolviendo en sí, conoció que su lacivia era la causa de aquella condenación, pidiendo misericordia a Dios i prometiendo penitencia, se salió de la sepultura, i era ido el toro, que Dios dispuso enbravecerle en el canpo, para que entrase a ver que su lacivo amor fue causa de aquel lamentable efeto, i para que viese entre podridos ascos la causa ermosa de sus despeños, i el desengaño a costa de agena condenación. En un pueblo de los Aymaraes no a veynte años, llegaron dos Religiosos de mi Orden, i ospedolos el Cura en su casa; llegaron víspera de fiesta, i el día siguiente estuvieron viendo azer la dotrina, i el dotrinante les dijo, que advirtiesen atentos a la ermosura de una India, que él con el dedo señalava, viéronla, confesando ser de las más acabadas que en la tierra uviesen visto de lindo cuerpo i buena modestia, con más gala de la que pedía su ábito; entraron todos los Indios a la Misa, salieron della, pasó la tarde, llegó la noche, i amaneció el día siguiente, i al alba dieron grandes golpes a la puerta del dotrinante. Era el Fiscal que todo alborotado le dijo: Padre, Fulana la allamos agora aorcada de un espino que casi llegava con los pies al suelo. Alçó la voz el dotrinante, i dijo a los dos Religiosos: ¿An oído Padres este lastimoso suceso? La India que éste dice es la que ayer estuvimos alabando de ermosa. Ellos encarecieron la desdicha, i él se levantó a ver su lástima, i juntando los Indios i las Indias, muchachos i niñas, trató de que todos trujesen un palo de leña, i asta el padre i madre de la desdichada los trujeron, porque así está dispuesto, para que tengan orror los Indios, i no se aorquen, cosa que con facilidad suelen azer. Estendiose, que de zelos de un Indio se avía aorcado; otros pensaron que de zelos de su dotrinante, i el daño era, que sus malos egenplos animavan a sus feligreses, i ocasionaran a vida de tan lastimosa muerte. Quemáronla en un alto

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que está en el camino Real, a un lado de un río. El Cura tuvo poca o ninguna emienda, i sus Indios malos egenplos. No le sucedió así a un Clérigo llamado el Licenciado Guerrero, onbre de toda virtud, penitente, limosnero, dado a la oración, i gran ministro de la predicación i dotrina, con provecho de los Indios, i opinión de gran siervo de Dios. Estava una vez comiendo, i con él a su mesa pasageros, que de ordinario los favorecía, i otros Españoles pobres a quien sustentava, comía poco, i a los guéspedes tratava con regalo. Tenía opinión de muy escrupuloso, que así llaman los distraídos del mundo a los cuydadosos de sus ánimas. Un día (otros afirman que fue de noche). estando con los demás sus guéspedes en la mesa se suspendió, como que de lo alto le decían algo, que él escuchava con admiración. Los circunstantes tanbién se suspendieron, i de repente cogiendo un cuchillo de la mesa, saltó a todo correr de su casa; admirados todos los guéspedes lo siguieron, ignorando el motivo de su corrida, i temerosos del cuchillo que llevava. Llegó asta un árbol algunas quadras distante de su casa, donde se estava aorcando un Indio, i se acabava de arrojar; cortó la soga, librole del laço, i trújole consigo ganando aquel ánima, que con repreensiones i caricias, dándole a entender los daños de su desesperación, lo convirtió a que después fuese de loable vida. Admirados, publicaron el caso los testigos, atribuyendo a méritos de aquel caval ministro, el remedio del dichoso desesperado, pagando Dios con esta onra al virtuoso Pastor, al cuydado que tenía del bien de sus ovejas, quitando al lobo infernal la que ya contava por suya. Este redujo a sus Indios a cono- cidas virtudes, obrando más su egenplo, que las predicaciones de los convecinos suyos; que sin duda obran los seculares como ven azer a los Eclesiásticos, i a los que andan al lado i en el altar de Cristo. Preguntaron a los niños, mancebos i pleble de Jerusalén, quién les enseñó, o de qué recibimiento aprendieron a quitarse las capas, i arrojarlas por los suelos, para que Cristo nuestro Salvador pasase, quando el Domingo de Ramos entró en el pollino, ceremonia que ni antes se vido, ni después se usó. I responderase, que dos renglones antes se dice de dónde pudieron aprender. Entrava Cristo, i quitáronse sus Dicípulos las capas poniéndo las sobre el pollino, esto vieron los de Jerusalén. Quién no ve que al punto los trataron de imitar, i añadieron más umildad i más sumisa adoración, arrojando las suyas por los suelos, no juzgándolas por dignas de que Cristo se sentase en ellas, sino onrándolas con que la bestia en que iva pasase pisándolas. Que al tamaño que ven azer a los ministros que andan al lado de Cristo, obran los que más enbaraçados están en las plaças del mundo. I no an menester los Prelados, pastores i

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dotrinantes, para que sus ovejas, súbditos o feligreses estén como instrumentos bien tenplados en las virtudes, i sin disonancia de vicios, mas que dar buen olor de sus propias costumbres; en una mano tenían cítaras o arpas los veynticuatro Reyes que vido san Juan cantar gloriosos al Cordero divino, i no dice qué tañían en los instrumentos; i es sin duda que discantavan las cítaras, que a no tañerse fuera superfluo lo que se trujo para festivo; pero ¿con qué manos las avían de tañer, si la otra estava ocupada con las caçolejas del oloroso perfume? Todo esto vierte resplandor de misterios. ¿Qué necesidad avía de decir, que tañían citaras, ni que estavan acordes i tenplados? que si davan buen olor de virtudes i oraciones con la una mano, de fuerça avía de estar tenplada, i tañerse sola la cítara que asistía en la otra, alabándose Dios, i discantando todo, que el buen olor de vida del Cura, o Prelado, tenpla a los que están más destenplados de costumbres, i sin tocarles mano resuenan virtudes en las cuerdas del instrumento popular, i alábase Dios nuestro Señor. En el segundo punto de la instrución les dice, que por convertir un ánima, no escusen trabajos, fatigas, ni penalidades, ofreciéndose a ellas como los Santos al martirio. I quién duda, que muchos tienen más premio en la gloria por predicar, que otros por mártires. I véolo en la advertencia de San Juan Crisóstomo, está predicando el Protomártir san Estevan pruevas de la Fe, i abominación de culpas, i mientras los Judíos se abrasavan en ira, i se quebravan los dientes de furor, se abrieron los cielos, i vido a Cristo en su gloria, que le aguardava en las puertas al lado de su padre; llevan a Estevan fuera de la ciudad, i como blasfemo le apedrean, i ni se abre el cielo, ni Cristo parece en gloria. Ruega por los enemigos, i tanpoco se le muestra Cristo; aora parece que avía de asomarse Dios, mostrarle su gloria, i añadirle favores, pues está padeciendo, i no en Jerusalén quando está predicando. Así lo dispuso Cristo nuestro Enseñador, para que se vea, que más le agrada Estevan quando predica su Fe, que quando padece martirio, i que si lo uno i lo otro a de premiar en el cielo, desde acá comienca a dar premios a su predicación i no a su martirio, porque el que predica, es provechoso para el que se enmienda, i el martirio para los que le padecen, i así le quiso Cristo azer más favor a Estevan quando predicava, que quando padecía. Dichosos los ministros que padecen por predicar, i predican por padecer. En el tercero, quarto i quinto, les encarga el no tratar de codicias, ni apetecer más que la conversión de las ánimas, i que huyan de comidas i banquetes. Atendamos a un particular suceso, en los contornos del Cuzco, menos de veynte leguas de la ciudad, estava

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un dotrinante por el año de mil i seycientos i veyntidós, que ganó la dotrina no por méritos de vida, aunque era buen lengua, sino a fuerça de dádivas i por medios de simonía, Sacerdote distraído i poco enfrenado. Tenía diferentes grangerías, tratando sólo de ganar, dineros, i no de aprovechar los Indios, sirviéndose dellos en muchos tratos, i ocupándose en azer mulas, sillas, i otras charlaterías. I por trabajar en ellas, no acudía a las confesiones de los enfermos, i a los Indios escusava de la dotrina i de oír Misa, porque le manejavan sus codicias. Cayó enfermo, llamó la enfermedad a las puertas de su conciencia, no entendía los golpes, aumentose el mal, i achicose el temor de Dios, sin que persuasiones le moviesen a confesarse, ni desengaños a que se moría. Un amigo que le asistía, enbió a llamar a un Religioso de mi Orden, que tenía su dotrina tres leguas de allí, onbre egenplar, i que por sus canas i vida le veneravan todos; aconsejó al enfermo, que tratase de confesarse, i de sus bienes, aziendo restituciones o limosnas, a todo respondía, que no estava tan malo que le obligase a tanto. Todos le desafuciavan, i a ninguno creía, sólo tratando de su codicia i no de su muerte. Los descuydos de su vida, le enbaraçavan los deseos de su remedio, i para librarse de tantos que le persuadían a que se confesase, izo una corta confesión para tan larga vida, floja, divertida i nada afectuosa, que no quiso Dios que tratase del remedio de su ánima Sacerdote, que no atendía al bien, i dotrina de sus Indios; murió de priesa, i acabó sus enpleos. Pasado un año fue otro dotrinante, en cuya busca iva un Clérigo a cierto negocio. Llegó al pueblo en día que no estava en su dotrina el Sacerdote que buscava, por aver ido a un pueblo una legua del suyo donde era conbidado, con todos los convecinos Clérigos i Religiosos a la fiesta titular de aquel pueblo. Fuese a la casa del Cura, i allá a un Sacerdote (los nonbres de todos pudiera decir, pero en este tienpo inporta callarse), que estava en la sala ocupado en azer xáquímas i conponer unos látigos. Saludole el Clérigo viandante, i no le quiso responder. Preguntole por el dotrinante, i respondió enbravecido, que lo fuese a buscar. Detúvose un poco, i viéndole tan ocupado en su sillería, le bolvió el viandante a rogar, que le dijese dónde estava, porque venía muchas leguas en busca suya. Respondiole, que no sabía del. Replicole el Clérigo, diciendo, pues ¿no asiste vuesa merced aquí? I viniéndose para él lleno de furor rabioso, le dijo: no asisto sino en el infierno. Espantado, corrido i quejoso, se fue el Clérigo a buscar algún Indio que le dijese del dotrinante que buscava. Supo que con lo más del pueblo se avía ido al otro a celebrar su fiesta. Caminó a él, i allá a todos los Sacerdotes juntos Clérigos i Religiosos, i después de las cortesías de bienvenido,

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dijo el viandante, yo estuve para perderme oy en su pueblo de vuesa merced, porque el Sacerdote que tiene en su casa, es muy descomedido, o devía de estar endemoniado, porque ocupado en azer adereços de sillas, egercicio muy sucio para un Sacerdote, me pasó esto i esto, contando lo que avemos referido. El dotrinante, dijo, que ni él avía dejado Sacerdote, ni sabía quién fuese, porque avía cerrado todas las puertas, cuyas llaves enseñó. Admirados todos, i él ya más temeroso, le preguntaron, qué echura, aspecto i talle tenía; retratolo diciendo sus faciones, i todos a una voz dijeron, ese es fu- lano el Cura que murió antecesor; i con esto se conprueva lo que algunos Indios an dicho, que le an visto abrasándose en fuego, i le an oído dar vozes pidiendo mulas, i ablando como que las vendía a otro, ablando de látigos, i de sus grangerías, con que los Indios andavan atemorizados. El Clérigo viandante cayó, en que el modo, la inquietud, el furor i la desesperación con que le vido era de condenado, i que como avía dicho él mismo asistía en el infierno. Caso era éste para enmendar a muchos, i creo se mejoraron pocos, porque el dotrinante que sucedió al desdichado, le vide yo quitado por culpas, desterrado i cubierto de sarna o lepra. Para que se conozca el daño que causa la glotonería, i el ban- quetearse los dotrinantes con los Indios que proíbe el tercero punto, es de ponderar este caso. En los contornos de Lima cinquenta leguas pocas más o menos, avía un dotrinante no a diez años, que entró en su beneficio -con grandes bríos, trayendo con rigor i cuydado todos los Indios e Indias a la dotrina. Un Indio idólatra ablando con su Demonio le dijo, que el aver entrado aquellas vezes que le repreendía a la Iglesia, i a las Misas, era conpelido del rigor de aquel nuevo dotrinante, i que no sabía qué remedio abría. A lo qual respondió el Demonio, poco le durarán esos rigores, porque es muy amigo de comer i de bever. Dile al Cazique de mi parte, que lo conbide muchas vezes a comer, i que los Indios lo regalen mucho, i verás quál se trueca. Iziéronlo así, i dentro de seys meses era otro Indio en las costumbres, i padeció gran infamia, porque en Lima se le izieron cargos i prisiones del pecado nefando; que como dijo Cristo, la glotonería es madre deste vicio, i causa de pecados enormes.

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CAPÍTULO X

EN QUE SE DICEN LA SUMA DE IDOLATRIAS QUE EN EL PERU TRABAJARON POR EXTINGUIR NUESTROS RELIGIOSOS,

I LOS RITOS I SUPERSTICIONES QUE TRATARON DE EXTIRPAR

Todos los precetos del santo aranzel que acabamos de referir, se ordenaron a destruir la gran multitud de idolatrías, que con profundas raízes tenía esta Gentilidad, i es conveniente ponerlas, porque advertidas, todas se quedarán sabidas, i se verá el monte de espinas, i el çarçal de abrojos, que fueron arrancando estos labra- dores Evangélicos, dando una reja i otra para sacarles la raíz, des- yerbar los vicios, i poder plantar la Fe, puesto que en sierras, yungas, llanos, i Andes predicaron, i en todas estas constelaciones i provincias son iguales las idolatrías, i algo más o menos los ritos i supersticiones, quedaranse dichas, porque no nos enbaracen, i veranse juntas porque nos admiren. Quántos años antes comentaron a criar raízes i a producir errores, nos dice el antíquisimo origen de la común i general idolatría; i porque en questión tan pisada no se diga que no le puse el pie, andaré todas sus leguas, si bien corriendo, i echando por el atajo. El primer Autor, i el infame principio de adorar los ídolos dice sin nonbrarle el Espíritu santo en el libro de la Sabiduría, la invención de los Idolos (dice) es la corrupción de la vida, ni nacieron con el mundo, ni durarán asta que se acabe. La vanidad ociosa i la maldad superflua, de los onbres inventaron tal desdicha, i la introdujeron en la tierra, i por esto fueron breves sus fines. Un padre dolorido sintiendo con acervo llanto la falta de un ijo que con priesa le arrebató la muerte, para tener consigo la imagen del ijo que llorava (i al que entonces murió como onbre, aora ya le adora como a Dios), ordenó que sus criados i familia le tuviesen por cosa sagrada i le ofreciesen sacrificios. Después interviniendo tienpos echó raízes convaleciendo la costunbre iniqua, i este error se fue guardando por inviolable ley, i en las tierras i por el mando de los tiranos se adoravan ídolos, i se veneraban figuras de barro, i a los Reyes a quien los onbres no podían adorar presentes, traían sus retratos de muy lejos, i a éstos que conocían ser onbres los fueron adorando como Dioses, éste es el engaño de la vida umana. Astaquí es del Espíritu santo, i en el texto pone algunas palabras más, ya sabemos que el loco amor de un padre, i el recio sentimiento de su muerte, juntándose el deseo de ver su figura i la adulación de

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sus criados, fue cobrando tributos de adoración, i atributos de divinidad. Pero quién fuese este enamorado padre, i en qué tienpos començase esta deidad postiza deste ijo, tiene egércitos de Autores, i opiniones valientes. Unos dicen que el Rey Nino fue el primero que a su muerto padre Belo le izo estatua i le adoró por Dios, al qual adoraron después Ebreos i Gentiles llamándolo el Idolo Bel, así lo sienten san Anbrosio, san Cirilo, el Abulense, san Isidoro Ispalense, san Gerónimo, i san Cirilo Alejandrino aze autor de la primera adoración del padre muerto Belo al ijo sobervio Nino. Pero dice que llamó a su padre Belo por el ídolo Bel que antes adoravan, con que parece que se encuentra i aze más antiguo el adorarse este ídolo i el aver idolatría, i dice que fue el autor desta ceguera. Otros constantísi- mamente niegan el aver sido Nino el autor primero de la idolatría, i son Belarmino, Suárez, Justiniano i Barradas, dando mucha más antiguedad a la idolatría que a Nino i a su padre Belo; con sola una razón parece que se convencieran los de la primera sentencia; pues el Espíritu santo dice, que un padre enamorado de su ijo le labró estatua, i lo izo adorar por Dios, i así no pudo ser este Nino, ni Belo, puesto que el ijo izo adorar al padre, i avía de ser que el padre mandó adorar al ijo. Aunque Lorino dice, que fue como todos afirman Belo el primer difunto adorado, i el primer Idolo fingido a quien su padre Nino izo estatua, de suerte que Belo no fue su padre de Nino, antes Nino fue padre de Belo. San Epifanio dice, que Tare padre de Abraán, viendo muerto a su ijo menor Arán, padre de Lot, le izo estatua, i que le adorasen por Dios, i pruévalo el Santo, con que en el capítulo último de Josué, se les dice a los Judíos de la otra parte del río. Abitaron vuestros padres desde el principio. Tare padre de Abraán i Nachor adoraron Idolos, i el primer ijo que cuenta la Es- critura (después del diluvio) que murió quedando vivo su Padre es Arán como lo advierte el Génesis. Luego éste fue el autor primero de la idolatría dice Epifanio, pues allamos juntos el adorar Idolos, i ser el primer padre que vido después del diluvio ijo muerto. Nuestro san Fulgencio inquiriendo la etimología de la palabra Idolo, refiere lo que Diófanes Lacedemonio, que escrivió veyntiquatro libros de antiguedades, dijo; que Sirofanes Egipcio onbre poderoso en riquezas i de numerosa familia, tuvo un ijo que se le murió pequeño, llegó al estremo su dolor, izo para engañar al gusto i divertir la pena, una estatua figura de su malogrado ijo, i teníala en su casa. Llamávala Idolino, que es una especie de afligido dolor, i quedósele nonbre de Idolo, que adulándole sus criados le adornavan con flores i le tegían coronas, fingíanle adoración, i ofrecíanle olores, quando huían de su castigo se anparavan de la estatua, llevándolos más el

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miedo que la voluntad, i desta adoración tuvo comienço la general peste de la idolatría loca. Después del diluvio le dan su principio a la idolatría Lira, el Cartuxano, Lorino, i Castro, san Cirilo i santo Tomás, Crisóstomo, Gerónimo, Anbrosio, Cipriano, Egesipo, Eusebio i Augustino, si bien muchos destos i otros santos convienen, en que desde la primera semana del mundo intentó el demonio introducir la idolatría, diciendo a nuestros padres, que serían como Dioses, i que la divinidad se podía repartir entre muchos dejándose adorar los dos por Dioses. Así lo advierten san Anbrosio, Procopio Gazeo i Estrabon, Aponio el dotíSimo; i san Augustín se estiende a decir, que se persuadieron nuestros padres a que serían Dioses i esto cundió por sus decendientes. Lo cierto es, que el Demonio la intentó desde el princi- pio, i aun asentó en su persona la primera idolatría teniéndose por Dios, i merecedor de la Cátedra Divina, ladeándose al parage de Dios, i llamándose así: yo soy Dios. El la intentó con nuestros padres, i no saliéndole bien, la continuó para otros. Graves Dotores tienen, que los decendientes del maldito Caín fueron los primeros idólatras; los Ebreos como refiere Lira sobre el capítulo quarto del Génesis pruevan, que Tubal Caín sexta decendencia de Caín, que como dice el Génesis, fue el inventor de las fundiciones de los metales i del hierro, fabricando estatuas izo adorar sus ídolos; i su ermano Tubal inventor de la música tañía cítaras i órganos, festejando los ídolos de su ermano, mala estrena en ciencia tan soberana, i vanlo probando, con que aviendo sido Caín el primer ereje que negó el juicio de Dios, i defendió, que ni avía juez, ni pena para el malo, ni premio para el bueno, como lo alega Genebrardo del Targun Jerosolimitano, i Rabí Jonatas, aciendo san Atanasio a Caín, i a las iniquas liciones que enseñó a sus ijos manantial del mar de los errores i piélagos de la idolatría, i le señala el año que de tal raíz se fue forjando la idolatría, que después soltó la capa. El padre Enrico Samerio, que dice fue el año ciento i uno, o según el cónputo de los Ebreos ciento i dieziseys del principio del mundo, aumentando los vicios cada qual de sus decendientes, tierra que admitiendo un grano de sienbra, iva multiplicando gavillas de vicios, siendo peor el ijo que fueron sus padres, i a no aver introducido idolatrías, no se aven- tajaron al primer eresiarca. Los Ebreos, como dice Rabí Salomón, a quien cita Genebrardo, explican el lugar del capítulo sexto del Génesis, en que dice el Espíritu santo, que los ijos de Dios engen- draron en las ijas de los onbres, de que nacieron los Gigantes, fue decir que los ijos de Seth i Enós siervos de Dios e ijos suyos por la gracia, se mezclaron con las ijas de los malditos i carnales onbres

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nietos i viznietos de Caín, Gigantes que les enseñaron la idolatría. Esto primero i segundo dicen Suidas in vocabulo Seth, san Cirilo, Anastasio, Niseno i Pereyra, Burgens i Martín del Río; convienen muchos con Genebrardo, en, que desde el tienpo de Enós de quien se dice en el Génesis, que fue el primero que començó a invocar el nonbre de Dios con culto exterior i aclamación de Fe, se començó por los ijos de Caín, la vana superstición de la idolatría, que a no ser semejante ocasión, no se avía de alabar esta invocación del culto de Dios por primero en Enós, i quando Adán, Abel, Seth i otros justos le invocaron primero, i atribúyesele a Enós, porque salió a la defensa quando se levantó otra adoración, i se manchava la del verdadero Dios. Así lo defienden Lira, Matías Toringio, el Cartujano, Ugo Carense, Oleastro, Oncala i Lipomano, que convienen en seguir la exposición de los Ebreos, que tienen por propria i genuina inteleción; el decir entonces, començó a invocar este Enós el nonbre de Dios, quando començaron a invocar los ijos de Caín Dioses falsos i deidades mentirosas, que fue el año de trecientos i veynticinco de la creación del mundo. Tertuliano dice, que Enós séptimo decendiente de Adán por la línea del justo Seth, viendo idolatrar a los decendientes de Caín, escrivió contra ellos por los años de seycien- tos i veynte, o de seycientos i treynta, i pone sus palabras que son las que van al margen, i apóyase esta opinión con aquello del Génesis, que destruyó Dios el mundo, porque toda carne se avía corronpido. Esta corrupción significa en la Escritura, no sola la que causa la sensualidad, sino tanbién la idolatría, como se ve en el Exodo, i paréase el dicho del Génesis, con lo que digimos del Espíritu santo en la Sabiduría, que la invención de nueva idolatría, fue la corrupción de la vida para concertar esta opinión; dicen sus valedores, que siendo trecientos i veynticinco años después de la creación del mundo, viene a no ser en su principio, i con que algún padre de los decendientes de Caín iziese adorar a su ijo, i quando no lo uviese allí, el Espíritu santo no lo pone por istoria, sino por verbi gratia, o egenplo, o abla de la idolatría fabulosa, i con esto linpian de calumnia su opinión. Yo sigo la de los santos Padres, i la de mi Augustino, que después del diluvio començó al descubierto la idolatría fabulosa, i en este Perú desde que pasado el diluvio la poblaron Tártaros descendientes de Jafet; pero que uvo idolatrías antes del diluvio es cierto, i lo da a entender san Pedro, con que lo pruevan Serario , Lorino i Alcacar. La idolatría que en este Perú más estimación tiene, es la de adorar a sus Reyes o Ingas. Padres vivos a ijos muertos, i tener por Dioses ijos, nietos i decendientes a sus padres, aguelos i progenitores, i a

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éstos llaman Malquis, i en los llanos Munaos. Todas las tres especies de idolatrías que pone Marco Varrón, i del refiere mi Padre san Augustín, tuvieron i tienen estos Indios la natural, pues adoraron criaturas naturales Sol, Luna, estrellas, ríos, montes, árboles, a cuya afición incita la naturaleza, i la civil, pues adoraron obras de sus manos echas de oro, plata, metales, piedras i maderos; llamada civil por ser adoración fundada por el acuerdo de las Ciudades, Reyes o Consulados; i la tercera que es la idolatría fabulosa, que consiste en adorar los difuntos, i darles privilegios de Dios a los que murieron como onbres malos; las dos primeras dicen, fueron antes del diluvio, i la tercera después, veamos las de los Indios. Antes de referir sus Dioses, se a de advertir con Garcilaso Inga, que los Indios a sólo Dios Pachacamac adoravan por Dios invisible, i al Sol por Dios visible; pero al Viracocha i a las demás Guacas, Idolos i adoratorios por deidades, o cosas que tenían algo de señorío o divinidad, pero no por Dioses ni criadores, como a la Luna, estrellas, rayo o trueno, mar i otros astros celestes, teniéndolos por ermanos o allegados al Sol. Aunque en la instrución contra los ritos de los Indios que está in- presa con el confesonario (que ordenó el Concilio Limense del año de ochenta i tres, i antes el Concilio Provincial del año de sesenta i siete) no ponen por Dios adorado de los Indios al Pachacamac. I en el tratado que izo el Licenciado Polo, por orden de los Virreyes, i está inpreso en el tomo del confesonario dicho, dice, que después del Viracocha (a quien tenían por señor supremo detodo, i adoravan con suma onra), adoravan tanbién al Sol i a las estrellas, trueno o rayo. Anbas cosas se pueden convenir con las palabras, del Concilio, que dice así: En cada Provincia ay un tenplo o guaca principal, adonde todos los de la tal Provincia van a adorar i ocurren con sus sacrificios, i en cada pueblo principal ay otro tenplo o guaca menor, donde particularmente ocurre el tal pueblo, i todos estos adoratorios tienen sus ministros i cosas necesarias para sus supersticiones. Asentado esto se conforman los Autores con decir, que en todas tierras de arriba de Chuquiago, Chuquisaca, Potosí i sus comarcas, donde el Licenciado Polo izo la averiguación, i en las de Chucuito en el tenplo Titicaca se adorava por Dios principal al Viracocha, i en todas las del Cuzco al Sol, cuya adoración descaeció mucho desde que dijo el Inga aquellas tres sentencias (tan celebradas de los Autores, i repeti- das de los Indios) quando puso ley que al Dios Pachacamac sólo se tuviese por Dios superior al Sol; dijo pues: No puede ser Dios universal el que dando luz a unos, no puede al mesmo tienpo darla a otros. Ni puede ser Dios perfeto el que ni una ora tiene quietud, i a menester andar lo que a de ver. Ni puede ser muy poderoso, a quien

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una nubecita pequeña tapa sus rayos, i así téngase por supremo Dios al que crió el mundo, i enseña a los onbres, que eso quiere decir Pachacamac; Pachayachachic. Los del Cuzco lo adoravan, aunque no tenían tenplo; i en las comarcas del Cuzco asta Quito, se adorava al Pachacamac de que abla Garcilaso; i es así, que toda esta tierra desde Arequipa asta Trugíllo i Quito i las sierras, no se quiso sujetar al Inga del Cuzco, asta que iziese ley que el Dios Pachacamac Dios oculto, era el criador del mundo, i el Dios mayor, i que se le avía de dar mayor adoración que al Sol, así se concertó, i así tuvo el cunplimiento, llevándole al tenplo del Cuzco, donde como en el Panteón de Roma ponía todos los Idolos de las provincias que conquistava, tanto porque no se le revelasen, como porque enbiasen ministros, ofrendas, i adoradores que aumentasen el culto, i fuese más crecida su ponpa i magestad. I puso por el Dios primero a Pachacamac. De dónde vino el origen de adorar a éste, a las guacas, i a los Idolos de los llanos los Indios Iungas, diremos quando se trate de nuestra dotrina de Pachacamac. I agora en breve diré el principio que dan los Indios, i tuvo la adoración de Idolos i guacas de la sierra, sacado del libro manuscrito del Padre Luis de Teruel de la Conpañía de Jesús, que yo tengo en mi poder, donde trata de las idolatrías destos Indios. Prueva la fábula de su origen, con la autoridad i trabajada información que izo de todo el Dotor Juan de Balboa Canónigo de la Catedral de Lima, varón muy docto i diligente investigador de las antiguas tradiciones destos Indios, Catedrático de su lengua en esta universidad, cuyo libro dice que tiene en su poder, i la fábula del origen dellos i de sus guacas, tiene más abilidad i similitud con lo que dice el Génesis de la creación del mundo, i suceso del diluvio, que lo que fabularon Ovidio, i los Poetas Griegos i Latinos, que creyeron los Españoles antes que se convirtiesen a la Fe. Véase aquélla en las Metamorfosis de Ovidio, i ésta aora aquí de los dichos Autores. Decían los Indios, que entre ellos tienen lugar de Filósofos, i oficio de conservar sus memorias, i antiguas tradiciones en Quipos, cuentos, o en cantares. Que aviendo Dios criado al mundo (que ellos llaman Pachayachachic, i que quiere decir, el Maestro i Criador del mundo, i el Dios invisible) i en él los onbres le fueron menospreciando, porque unos adoravan ríos, otros fuentes, montes i peñascos, I los azían iguales a él en divinidad; sentía mucho el Dios Pachayachachic semejante delito, i les castigava con rayos esta injuria. El castigo no enfrenava su iniquidad, i así irritado del todo les arrojó tan gran agua- cero, i tan inmensa cantidad de agua, que aogó todos los onbres, de los quales se escaparon algunos (no culpados) permitiéndoles Dios,

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que se subiesen en altísimos árboles, en coronas de los en- cumbrados montes, i se escondiesen en cuevas, i grutas de la tierra, de donde los sacó, quando el llover avía cesado, i les dio orden que poblasen la tierra, i fuesen dueños della, donde viviesen alegres i dichosos. Ellos agradecidos a las cuevas, montes, árboles i escondrijos, los tenían en gran veneración, i les començaron sus ijos a adorar, aziendo a cada uno Idolo i guaca. E aquí el origen de tanta multitud de adoratorios i guacas; que fue el decir, que cada familia que a su progenitor anparó tal monte, árbol o cueva, enterrándose donde estava enterrado su primer progenitor. Bolviose su Dios a enojar e indignar, i convirtió a todos los maestros destas adoraciones en piedras duras como a endurecidos, a quien rayos de fuego, ni grandes diluvios de agua avían enfrenado. Asta entonces no avía el Pachayachachic criado al Sol, la Luna i las estrellas, i fuelas a criar al pueblo de Tiaguanaco, i a la laguna Titicaca de Chucuito. El Sol se fue luego al Indio Mangocápac, i le proijó e izo Rey, poniéndole todas las insignias que usaron los Ingas, i le mandó que procrease, con ternuras de amor que le dijo; ésta es su fábula, i fue más disonante la de los Latinos, i fuese el Sol al cielo. El mismo almácigo de idolatrías, i semilla de supersticiones, que el Demonio senbró en los Egipcios, judíos, Romanos, Españoles, i diciéndolo todo, en las tres partes del mundo, Europa, Africa i Asia, plantó, aunque no tantas, en esta parte del orbe nuevo, i las fábulas de cada Idolo tuvieron acá el modo de principios que las de Europa, i encerravan moralidades i enseñança a las costunbres como las de los antiguos Filósofos. Tienen fábulas, mitológicas, que con palabras de admiración significan algún secreto natural, o cuento de istoria, como al Dios Viracocha, aziéndole como a Venus ijo de la espuma del mar; deste género ay libros muchos, como son los de Epicarmo, Cornuto, Crates Ateniense, i Albrico Filósofo; tienen fábulas Apológicas, en que fingiendo que ablan animales brutos, enseñan a los onbres a bien vivir, de que ay tanbién tantas fábulas Líbicas i Esópicas. Tienen otras fábulas que los de Europa llamaron Milesias, porque se inventaron en Mileto, que es en Jonia. Estas son unos desvaríos sin fundamento de virtud, ni aforro de provecho, como las que escrivió Apuleyo en su asno de oro. Las fábulas más veneradas destos Indios, fueron las Genealógicas, que son las que tratan del linage o parentesco de los Dioses, ya entre sí, ya con los onbres; porque a sus Reyes Ingas les dieron principio de ijos del Sol, i otras generaciones fingidas, que algunas se verán en su lugar. Tienen éstas i aquéllas diferencia en la istoria, i en llamarlas allá Júpiter, i acá Pachacamac; allá Apolo, i acá Inti o Punchao; ellos acervo de

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Mercurio al monte de piedras, i éstos Apachitas; Diana allá, i Quilla acá; Pléyades ellos, Collia o Oncoy estotros; Neptuno aquéllos, i Viracochas éstos; i Venus que decían avía nacido de la espuma del mar, los Indios decían Viracocha que es lo mismo. Al Idolo Bel cabeça de linages, le nonbran Malqui; a Céres Mamazara, i a todos los Dioses penates, o caseros los llamaron acá Conopas; i a. este modo quantos en la Gentilidad de Europa, Asia i Africa se adoraron, sabandijas como los Egipcios; sólo ay una diferencia, que los idolos de allá tuvieron Ovidios, Virgilios, Lucanos, Macrobios, Aristóteles, i las universidades de Atenas, Roma i demás del mundo; o un san Augustín que conpusiese otro libro de la ciudad de Dios. Autoriçaron sus idolatrías los Enperadores con más lustroso culto, aunque no con tan abundantes ofrendas de oro, plata, vida de niños, i ofrenda de animales como tuvieron estos Indios. Allá fueron imitando los otros Inperios, dándoles Magestad los Reyes, i aplaudiéndola los del pueblo de Dios en Egipto, i Salomón en Jerusalén, i estos Indios si bien adoravan lo mismo, i ofrecían mayores riquezas, tuvieron dos desdichas: el no tener Poetas para sus fábulas, ni Filósofos que escriviesen las mentiras de sus Dioses; i la otra el aver echo éstos sus Idolos de oro i plata, que al punto los adoraron los Españoles en las bolsas, i antes de amanecer tenía Mancio Sierra jugado en el Cuzco el Idolo del sol de oro maçiço, que a ser Idolos los que tenían en los tenplos de piedra o bronce como los Romanos, i otras naciones, duraran como an ido durando los desta materia, asta que los Sacerdotes i visitadores los an ido destruyendo. Azen poquísimo caso destas gentilidades los Españoles, porque ven a estos Indios enbilecidos como si su abatimiento procediera de su naturaleza, i no de su paliada esclavitud. Los Romanos espantaron el mundo; ¿dónde está oy aquella potencia? Consideren a los Judíos antes del cautiverio de Babilonia, i en ella, i aun en Egipto, i despuéss en la tierra de Promisión, i verán la Magestad quando prósperos, i el abatimiento vil quando rendidos. Búsquenlos i considérenlos en Egipto aziendo adobes, mírenlos oy, i son más cuytados i abatidos que estos Indios. Los Moriscos en Castilla, i los Castellanos (quando se perdió España) considérenlos en las montañas. De los Reyes de la India el de Tidore, i el de Ternate, dicen todos que reman en sus barotos o barcos, i con esto ablan dellos con estimación. I con sólo acordarse del sumo Inperio de los Griegos, conocerán quánto va del estar señores en su tierra, o estar peregrinos en su patria; ablar con bríos de poderosos, o sufrir en vil sugeción de abatidos. I quánto va de estar mandando a estar sirviendo; oy los Reyes de la India andan al remo i son estimados. Los de Chile dicen lo que fueran éstos, i las

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traças de Dios en permitir que les agan tantos agravios, prueva su castigo, i muestra tiranía. Bolvamos a su Gentilidad, i veremos sus idolatrías, sacando las que florecían en los tienpos que las Religiones salieron a predicar, del Concilio, i del libro i tratados que arriba dige, que andan inpresos con el confesonario del Concilio Limense, i después veremos las que en nuestros tienpos se an ido descubriendo dé las mesmas visitas i del epílogo dellas, que inprimió por orden del Príncipe de Esquilache el digno de toda veneración Pablo Josef de Arriaga de la Conpañía de Jesús, advirtiendo que Guaca no quiere decir sólo esos edificios de paredes i promontorios, ni sólo donde encerravan con los difuntos oro i plata, sino todo aquello que se adorava, fuese Idolo en el canpo, en el pueblo o en su casa, i aquello que se quería i estimava en mucho; que como en España es frasis decir, fulano es mi Idolo, (Namque erit ille mihi semper Deus, dijo Virgilio adulando al César) porque lo quiere mucho; así acá se dice, fulano es mi guaca. Al fin lo mesmo que en Romance es Idolo, en los Indios es Guaca, si bien quando no se particulariza se entiende por los Idolos que están en el canpo o tenplo, que son comunes a tal pueblo, o a su Provincia. I porque no sea necesario repetir los nonbres con que en el Perú llamavan Dios, i tenerlos dichos de una vez como dijo el otro Poeta Persio: Nec sit opus, toties eadem praecepta reponi. I que es cierto lo que notó Lilio Giraldo al principio de su Sintagma, que todas las naciones nonbraron a Dios con palabra, que significa lo mesmo que Tetra- grammaton, en la Quichava, i Aymara le llaman Guaca. Los marí- timos pescadores Vini, los Iungas Mochicas dicen Alec, los Puquinas Coac, nonbres de quatro letras, i eso significa Tetragrammaton en Griego, que en Ebreo es Jeovath, i son sus quatro letras, Jod, He, Vau, He. I los puntillos sirven de vocales, i así entre ellos como entre éstos, quiere decir, el que es causa de todo.

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CAPITULO XI

NONBRANSE SUS DIOSES

Adoravan pues Idolos, o tenían por guacas al Sol con nonbre de Punchao o Inti, i a la Luna con nonbre de Quilla; i los Iungas llaman Ni a las estrellas, al luzero de la mañana i la estrella Venus de la tarde; las cabrillas que ellos llamavan Collca, que los Gentiles llamaron Pléyades ijas de Atlante i Pléyona, que las adoraron por Diosas; i los Iungas las llamaron Fur, i por ellas contavan los años, i cada uno la estrella que quiere invocar, porque atribuyen a diversas estrellas diversos oficios, i que nacen debajo de su dominio, como los ereges Priscilianistas creían, i refiere San Gregorio, i como los del Oriente de que abla san León Papa, i así los pastores i ovejeros adoravan a una estrella que ellos llaman Urcuquillay, que dicen es un carnero de muchas colores, que entiende en la conservación del ganado, que es la que los Astrólogos llaman Lira, i tanbién a otras dos estrellas que andan cerca desta, que llaman Catuchillay, Urcuchillay, que fingen ser una oveja con un cordero; los Gentiles de España, Europa i Asia, adoraron al signo Aries, que es de figura de carnero, que consta de trece estrellas, comienca desde el día Equinocial de veyntiuno de Março, a quien los Astrólogos atribuyen influencia de aumentar i engendrar, porque está el Sol este día en la línea, i comienga a tener fuerça i herir con calor tenplado, i alguna umedad causa de la produción i generación de las cosas. Los Poetas digeron ser éste el carnero del vellocino dorado que pasó a Phrixo (grande Astrólogo) por el Elesponto; otros Poetas fingen ser el que mostró a Baco (quando perecía de sed en Africa) una fuente con que refrescó su egército, i que en memoria deste beneficio, le puso entre las estrellas del cielo, i fabricó un tenplo a Júpiter, en que puso su figura con cuernos de carnero; estos Indios lo adoravan para que les multiplicase los ganados. I por Dios de los pastores, como los Europeos al Dios Pan, de quien dijo Virgilio: In Bucol Pan curat oves, oviumque magistros. I de Silvano: Silvano fama est veteres sacrasse Pelasgos arvorum, pecortsque Deo. Otros Indios que vivían en las montañas, adoravan otra estrella, que ellos llaman Chuquichinchay, que dicen es un tigre, a cuyo cargo están los tigres, osos i leones. Tanbién adoravan otra estrella, que llaman ellos Anchochinchay, que dicen conserva otros animales; i otra que llaman Machacuay, a cuyo cargo están las serpientes i culebras para que no les agan mal, i generalmente todos los animales i aves que ay en la tierra, creyeron que uviese un su

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semejante en el cielo, a cuyo cargo estava su procreación i aumento. I así tenían cuenta con diversas estrellas que llamavan Chacana i Topatorca, Mamana, Mirco, Miquiquiray i otras así. I de cada una destas cuentan su fábula, como usaron los Gentiles de Europa i Grecia, que las Hiadas (de quien abla Job) siete estrellas dicen eran otras ijas de Atlante i de Etra su madre, llamadas así, porque abriendo la boca, o ronpiéndose (que eso es hiar) su ermano a quien despedaçó un león, o lloviendo lágrimas, que eso es hiar en Griego, fueron tantas las lágrimas de sus siete ermanas, que conpadecidos los Dioses, las avían llevado al cielo, i convertídolas en estrellas, poniéndolas en la cabega del signo Tauro, i que por esto llovía i era tienpo de aguas, quando entra o sale el Sol en este Signo, éstas nacen o se acaban, fábula que celebró Ovidio, i los Egipcios i Romanos adoravan con mayor vileza; porque estos Indios veneravan las estrellas, que pensavan eran las protectoras de los animales; pero los Romanos, Egipcios i Españoles, adoravan a la Diosa Isis en figura de perro, i los tenían por semidiós, como refiere Lucano, i a Osiris Rey de Egipto, a quien mató su ermano Tifón, fue el que introdujo la idolatría en España, como dicen Florián i Vaseo en el cronicón, don Fernando, i fue el año de quinientos i quarenta i nueve después del diluvio, como prueva Fray Juan de la Puente. Adoravan a este Osiris en un buey que los Egipcios llamavan Apim, que significa buey, i sumergiéndole muchas vezes en el agua le pedían al buey les diese a Osiris su Rey. Dándole más omnipotencia al buey de palo, que a su Rey difunto, de que izo versos Tibulo. I a la Diosa Ipona la adoravan los cavalleriços por Diosa de los cavallos adorando una yegua, i era su altar el pesebre, i su tenplo la cavalleriça, de quien abla Ravisio i Juvenal. ¿Adoraron a caso estos Indios a Borcas? de quien cuentan que se enamoró de las yeguas Dardano Rey de Troya, í conociéndolas carnalmente engendró doce cavallos muy ligeros, fábula de que abla Omero en la Iliada; ¿quién adorara a uno de quien se contaran bestialidades? No vituperemos tanto la capacidad destos Indios, pues ellos adoravan estrellas, que creían eran las que criavan los animales, i las que los conducían o enfrenavan para tenerlas propicias. I nuestros antiguos adoravan las mesmas bestias en su forma i figura, persuadiéndoles su abilidad, que perros, bueyes i yeguas podían ser deidades semidioses. Los sequaces de Maoma con gloriarse de que aborrecen la idolatría, adoran a la Luna i a la estrella Venus, esa que al amanecer llamamos lucero, i al anochecer, Hesperurn, Vesperum, o Venus, adóranlas por Diosas de la sensualidad; i George Cedreno en el año 21 del Emperador Eraclio, que es el de seycientos i treynta de Cristo,

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vituperándoles esta loca adoración, pone en la página trecientas i cincuenta de sus Anales, como refiere Fray Jayme Bleda en su Corónica de los Moros de España, libro primero, capítulo dieziocho, la oración que les azen a la Luna i a la estrella Venus es ésta: Alá, Alá Va, Kubar Alá, que quiere decir Dios, Dios mayor, i grande Luna, i Venus diosa. Esta adoración ordenó Maoma en onra de Meca su patria, como dice san Antonino en su espejo istorial título trece, capítulo cinco; i esta idolatría fue muy antigua en los Sarracenos, dando culto divino a la estrella Venus o a la Luna, como afirma san Gerónimo, tratando de san Ilarión; pero gente que adora la estanpa donde Maoma, pidiéndole sus sequaces les dejase su retrato, se lo negó, i metiendo la mano en tinta la estampó en papel, i este borrón adoran como dice el Padre Jayme Bleda en la vida de Maoma, libro primero, capítulo 18, a esta mano de tinta llaman los Moros Ampsa, palabra que dijo Maoma al tiempo de señalar la mano, i Ampsa en su Arábigo, quiere decir cinco, por los cinco dedos que señaló Maoma. El modo de azer oración al Dios supremo Pachacamac, al Sol que llamavan Punchao, al Viracocha, i a las estrellas era un mismo, que es abrir las manos, i azer cierto sonido con los labios (como quien besa) alçando las manos, inclinando la cabeça, i a los demás Dioses, se arrancavan cejas o pestañas, i las echavan azia el ídolo, torvellino, arroyo o quebrada. El modo de consultar dudas, o pedir respuestas los Sacerdotes en casos futuros o mercedes presentes, era entrar a prima noche bueltas las espaldas al ídolo, agoviando el cuerpo. Respondía con un silvo temeroso, i decía razones confusas, todas encaminadas a muertes o estragos de los Indios, vaticinio cruel i señorío infame. En el Cuzco les ablava el demonio visiblemente, en la forma i modo que abló con Adán i Eva en el Paraíso, en figura de una culebra muy pintada. Al ídolo, o guaca entravan los menesterosos, i pedíanle lo que cada uno quería, i ofrecíanle sacrificio, aunque en las palabras avía diferencia, porque cada uno destos tres en la comarca donde era tenido por supremo Dios, le atribuían el sumo poder i mando de todo lo criado; i a las demás guacas o ídolos de estrellas, i las que iremos diciendo, se les decían como a señores, o Dioses particulares, cada uno en su cosa, i que eran intercesores o con el Pachacamac, o para el Sol, o para el Ticci Viracocha, al modo que los Cristianos damos adoración a los Santos de la Iglesia por bienaventurados, i a sus bultos por sus prototipos, valiéndonos de sus intercesiones, dando más o menos adoración a unos que a otros; pues a la Virgen santísima se le da la que llamamos iperdulía, i a los Santos la dulía, dejando para la santísima Trinidad la adoración Latina, i para la umanidad de Cristo, de su

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Cruz, de lo que tuvo contacto con su cuerpo sacrosanto; i a los Santos más ventajas se les da de culto a unos que a otros, dándoles otavas i vigilias,. i poniéndoles a unos en la primera clase, a otros en la segunda, dando solenidad de dobles, de semidobles i de sinples. A la semejança desta verdad, se entenderá el más o menos culto vano que a sus Dioses Guacas i Deidades, davan estos Indios Gentiles. Después del Pachacamac, Sol i Viracocha, Luna i de las estrellas se seguía en orden, i a quien se dava mayor veneración, particularmente en las sierras, al rayo que llaman Libiac o Hillapa; i aora porque los Españoles decían Santiago al tienpo: del disparar, le llaman Santiago, adoran al relánpago, al arco del cielo (al qual tanbién reverencian los Indios de los llanos) i al trueno, al qual llaman por tres nonbres Chuquilla, Catuilla, Intiillapa; fingiendo que es un onbre que está en el cielo con una honda, que al sacudirla da el estallido i trueno, i tiene una maça o porra; i que está en su mano el llover, granizar i tronar, i todo lo demás que pertenece a la región del ayre donde se azen los nublados. Este es ídolo i guaca general a todos los. Indios, i ofrécenle muchos i diversos sacrificios. I en el Cuzco se le sacrificavan niños como al Sol. Quando alguna muger pare en el canpo en día que truena, dicen, que la criatura que nace es ijo del trueno, i que se le a de dedicar para su servicio, i así ay mucho número de echiceros destos que llaman ijo del trueno, adoravan las tenpestades, los torvellinos, los remolinos del viento, las lluvias i el granizo. Nuestros Gentiles de Europa, adoravan a Júpiter ijo de Saturno, por el que arroja rayos i despide truenos. I a Ercules adoraron armado i con porra o maça, vestido con la piel de león que azía portentos; i a Vulcano por artífice de rayos i Dios del fuego esposo de Venus. A Eolo adoraron por Dios de los vientos, de quien abló Virgilio, contando aquel coloquio con Juno. Véase quán a una se imitan las idolatrías que nuestros antepasados tuvieron en Europa, i las que observaron en el Perú los Indios. Tanbién adoraron estos Indios de los llanos a la mar, a quien llamaron Ni, i le ofrecen arina de maíz blanco, almagre o otras cosas, para que les dé pescado, o no se enbravezca, i los Serranos al modo que adoran las lagunas, reverencian la mar, a quien llaman Mamacocha; i los Aymaraes Mamacota, i en especial los Serranos que bajan a los llanos a sus negocios, comercios o enbajadas, ado- ran con diferentes ceremonias al mar i a los llanos i playas, i los Indios de los llanos i sierra adoran las cordilleras nevadas, i a qualquiera sierra alta que tenga nieve, que llaman Razu o Rao o Ritti; i a los manantiales que llaman Puquios, a los arroyos, esteros i ríos, lagos, poços i lagunas que reverencian porque no los aogue, o no les

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niegue el agua. La Gentilidad de Europa adorava con muchos títulos de Dioses la mar, Dios Océano, Neptuno, Palemén, Pollux, Castor, Nereo, Protheo, Phorbas, Melicorta i Glauco, i adoraron a las aguas, lagunas, ríos, fuentes i poços, con nonbre de Diosas. Anfitrite, Doris i Mercides, como refiere Ravisio i Tetis, Panopea i Melicerta, de quien cantó Virgilio, i al río Cachilloros, de quien abló Valerio Flaco, i Leucoto, de quien abló Ovidio, a quien los Latinos llaman Matuta como dice Propercio, i a las playas adoravan llamándolas Ténedos por sagrados del Dios Apolo; i al modo que aquellos Gentiles contavan las fábulas destas sus Diosas cuentan otras estos Indios, pero en algo no yerran tanto como los Gentiles de Europa, porque no dan éstos más de un nonbre al mar que adoran, al río otro, i así a cada cosa. I los Europeos, Egipcios i Asiáticos a cada cosa le dan seys Dioses. Estos Indios no adoravan ningún pescado, i los Sienenses adoravan los peces Faros, i los que abitan la laguna Meotis, a los Ogiringos peces; estos Indios adoravan a la ballena, porque la magnitud de su corpulencia les inducía deidad, creyendo que era el Dios que criava los peces, o el Rey a quien obedecían los mares. A los de Israel dijo el Profeta Isaías, que Dios castigaría a las ballenas del mar, significando al Demonio adorado de los idólatras Ebreos; i los Filisteos adoravan a Dagón de la mitad del cuerpo en figura de pescado. Adoran estos Indios a la tierra, i la llaman Pachamama o Mamapacha, i los Iungas Vis, derramando en ella chicha, que es su bevida, coca, i otras muchas cosas, con maíz molido, i ésta es ado- ración más de las mugeres quando an de senbrar, pidiéndoles dé buena cosecha, i lo mesmo al tienpo de arar, cultivar, barbechar i coger su maíz, papas, quinua i demás frutos i legunbres. Lo mismo adoraron los Gentiles de Europa llamando a la tierra la Diosa Tellus o Themis, de quien tanto abló Ovidio diciendo, que le consultaron Deuchalión i Pirrha, sobre la reparación del género umano, después que Júpiter destruyó el mundo, atribuyendo a Deucalión lo que a Noé le quita, i quitándole a Dios lo que a Júpiter le atribuye. Usavan los Indios que van a minas de plata, de oro o de açogue, adorar los cerros o minas, pidiéndoles metal rico, i para esto velan de noche, beviendo i baylando, sacrificio que azen a la riqueza; a los de oro llaman Coya, i al Dios de las minas de plata i a sus metales Mama, i a las piedras de los metales Corpa, adóranlas besando, i lo mesmo al soroche, al açogue i al bermellón del açogue, que llaman Ichma, o Linpi, i es muy preciado para diversas supersticiones. I los Indios de Cuba tuvieron por cierto, que el Dios de los Españoles era el oro, i así por adularlos ordenó su Cacique Hatuey, que lo adorasen

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los Indios. Esta Gentilidad de adorar el oro i plata, oy la tienen todos los codiciosos, pero el darle especial Dios i adoración, los Siros la adoraron llamando Manimona o Mamón, que es el Dios de las riquezas, dición Sira, como dice san Gerónimo; i a este Dios llaman los Griegos Plutos. Los Latinos de Europa adoraron las riquezas, dándole nonbre de la Diosa Juno, i la azían ija de Saturno Dios supremo, ermana i muger de Júpiter la mayor de los celestiales, i la Diosa que a los casamientos preside, i a las que paren socorre, que fue decir, que la Diosa de los Dioses, onbres, vivientes i de, la naturaleza, era la Diosa de las riquezas, i que sin ella ni los casamientos son de gusto, ni los ijos aplacen, i a la Diosa Pecunia i a Esculano adoraron; como dice Textor, por Diosa i Dios de los metales ricos. Adoraron montes altos, cerros levantados i las casas de los Huaris, que son los primeros pobladores ijos de cada tierra, que ellos dicen fueron gigantes, i es cierto (dicen así las informaciones de la visita de la idolatría, i el Padre Pablo Josef en el capítulo décimo) que a la otra banda del pueblo estava una cueva muy grande, i en ella muchos difuntos Gentiles, i entre ellos tres cuerpos de gigantes de disformes cabecas, vestidos de cumbi, éstos son los progenitores de todos los deste pueblo a quien adoran. (Muchos gigantes vido el General Pedro Sarmiento, como refiere Argensola en el estrecho de Magallanes el año de mil i quinientos i setenta i quatro, i peleando le irieron con dos saetas; i a un soldado le quebraron un ojo, i con velocísima ligereza se huyeron la tierra dentro) i en el capítulo segundo el Padre Pablo Josef ablando de los progenitores destos Indios, dice, que en algunas partes fueron gigantes, i se allan guesos de disforme e increíble grandeza, que quien no los ve, ni los toca con las manos, no lo creerá. Porque se muestra por la proporción de los guesos aver sido seys tanto mayores que los onbres de agora. I de la tierra dellos lle van para sus enfermedades i para malos fines de amores, invocan a Huari gigante, que dicen es el Dios de las fuerças, para que les dé quando trabajan en sus chacras i labores valentía. El testimonio de tan cierta averiguación, i que sacaron destos gigantes de las guacas los visitadores para quemarlos, es auténtico, i sería cada gigante por lo menos de doce varas de alto, puesto que un onbre mediano de aora tiene dos varas, i ellos tienen por seys on- bres. Creen los Indios que muchos se convirtieron en montes, i por esto los adoran en piedras. Oy están en Lima los .guesos de un gigante que la semana pasada enbió de Chuquisaca el Dotor Avila Canónigo que viene a esta Catedral yo los vide en el oficio del Secretario de la santa Inquisición, i siendo las canillas i guesos de los

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muslos larguísimos, sólo el encage tiene más de media vara, no se podía dar cierta medida a lo largo, porque están quebrados; la quijada de abajo es media no más, i tiene dos dedos más de media vara. A Lima trugeron a un criollo de Guamanga mestiço que entró a primero de Setiembre del año pasado de mil i seycientos i treynta, llamado Juan Núñez, muchacho de diez i ocho años, i tenía tres varas de cuerpo, i más de media vara de pie, aora murió en Pizco. Adoravan también montones de piedras que llaman Apachitas los del Cuzco i los Collas, i en otras partes Cotorayac Rumi, añadiendo otras para que les favorezca en su viage o pretensión, idolatría que aprendieron los Judíos de los Gentiles; i refiere Salomón en los Proverbios, adoravan los difuntos o sus sepulturas, a sus Reyes, padres e ijos; idolatría muy usada en Europa i Asia; i éste fue el origen de las idolatrías, i el principio de los ídolos, como ya digimos, i refiere el Espíritu santo. A Libitina izo adorar Ponpilio por Diosa de las sepulturas, de quien dijo Oracio las palabras del margen. Adoran cada Provincia o familia al que tienen por su progenitor, i principio de su descendencia, que llaman Pacarina, que como no tienen Fe, ni conocimiento de su primer origen Adán i Eva, tienen grandes errores. Las sepulturas destos sus progenitores primeros i de sus difuntos, adoran i veneran. Mucho más ciegos fueron en estas idolatrías los Egipcios, de quien lo aprendieron los Ebreos, como lo dice la Glosa, i Lira, ablando de la disputa entre el Demonio i San Miguel, que refiere San Judas Apóstol, en que el Demonio pretendía, que los Ebreos supiesen en qué sepultura estava el cuerpo de Moisés, para que lo adorasen los judíos que usavan ya como los Gentiles adorar las esta- tuas de los Reyes i Príncipes, amigos, deudos i progenitores. Ne populus Israel more Gentilium, qui amicos sibi Reges, et Principes post mortem statuis colebant, ut Deos. I ¿qué mucho, si Aléjandro mandó azer obsequias a su cavallo Bucéfalo, i un solene sepulcró? Lo mesmo Augusto César al suyo. Xantipo Capitán Lacedemonio a los perros. I tanbién adoran algunas piedras grandes, i las llaman con nonbres particulares, i tienen de piedras, cerros, montes, Gigantes i progenitores mil fábulas de conversiones i metamorfoses, i que fueron antes onbres que se convirtieron en aquellas piedras. Los Gentiles ultramarinos adoraron a Iugatmo Dios de los montes, i al monte Berecinto de Frigia, por quien llamaron después Berecinta a la otra Diosa Cybele, como dijo Virgilio, i los montes Ethna, Catana, i Enna de que abló Claudiano, i creyeron, que los Gigantes eran ijos de la tierra, i los adoraron por Dioses a Ercules i Atlante, de quienes, i de otros Gigantes abló Lucano, llamándolos terrigenos; i Ovidio refiriendo la guerra que tuvieron contra los Cielos i Dioses, i que los

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transformaron -en diferentes montes i formas, i Séneca lo persuade. Tanbién adoravan a sus Dioses caseros, que los Latinos llamavan Dioses Lares i Penates, i los del Cuzco Conopas, i los de más arriba Chancas i Huacicamayoc, mayordomo o dueño de casa, i estos Idolos se eredan, i deja un padre tal Idolo a este ijo, i tal al otro, i cada uno venera al que le cupo. Adoravan los Guacas piedras, que decían eran Dioses de sus labranças i cosechas, i a los canpos Dioses del regadío, i a tres maneras de Zaramamas, unas como muñecas vestidas al traje de India, echas de maçorca de maíz, otras de piedras labradas como maçorca, otras son como cañas fértiles de maíz, que llaman Huanta i Zara, i a éstas i a las Ajomamas por Diosas de sus senbrados i frutas. Adoravan a los ijos que nacían de un vientre si moría alguno, i los llamavan Chuchos o Curi, como los Romanos, los Españoles i todos los Europeos a Ercules, i Ifido a Apolo i Diana por ermanos de un vientre, así lo dice Ravisio, i adoravan al Dios de las cunas de cada ijo, fabricándolas con ayunos, i festejándolas con bever. En los llanos las azen de cuernos de ciervos, i en la sierra de pellejos de zorras i leones. Todas estas idolatrías tenían los Gentiles, Griegos i Latinos. Al Dios Robigo adoravan los Romanos, como dice Textor en el segundo tomo de su oficina, porque decían era el Dios que quitava o defendía que no cayese enfermedad en las mieses, trigos i senbrados, era Dios del añublo, alheña de las mieses, i para lo mismo adoravan al Dios Arungo, como refiere Gelio. A la Diosa Céres por Diosa de los frutos de la tierra. I Alcino, de quien habló Stacio, i Virgilio, i a la Diosa Seyana del senbrado, i a Segoste Diosa de las mieses aun no segadas, de quienes i sus estatuas abla Plinio, i adoraron a la Diosa Cumna por Diosa de los niños mientras están en la cuna, que refiere Ravisio, i a Levana por Diosa que los fortalecía para començar a andar. Los Indios de los Andes, que viven en tierras tras las cordilleras nevadas, donde continuamente llueve, i es calurosísima (como Panamá i Cartagena) i los Indios que abitan en las montañas adoran Tigres, Leones, Osos, Culebras i Serpientes, porque ay abundancia destos géneros en sus países. Los de Guánuco un León rapante, los de Tiaguanaco una Culebra enroscada, los de Tomebanba un Oso, i los de Chachapoyas a los Tigres. Pero los Trogloditas adoran Tortugas i Galápagos, como afirma Plinio. Los Egipcios adoravan Cocodrilos, i les ponían quando vivos sarzillos de oro, i piedras preciosas en joyas ricas, i quando muertos, salados los ponían en sepulcros magníficos, que como a deidades les fabricavan, i les azían fiestas Olinpias, como los Griegos a Júpiter, i si tal vez algún

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Cocodrilo se comía a un niño, era muy grande el gozo de su padre pensando que le estava grato su Dios, pues se dignava de comer su ijo, i adoravan los gatos i comadrejas, i a los cabrones, i en muriendo un gato le estavan llorando, i lo enterravan en lugar sagrado con grande llanto, como lo dice Erodoto. Los Fenices adoravan las serpientes, en Anbraicio adoravan las leonas, porque una mató a un traydor, i la adoravan por diosa de la libertad. Los Délficos adoravan los lobos, porque el oro de su tenplo, que lo avían enterrado, lo desenterró. Los Argivos a las serpientes. Los Albaneses a los dragones, i les davan de comer echas cozineras las vírgines. I los Egipcios a los áspides; i los Latinos a Spinensa diosa de las espinas. No e allado, aunque lo e con diligencia inquirido, que adorasen estos Indios aves ni pájaros; i sólo allo que dellos i de sus plumas se servían para sus ritos, i supersticiones, como luego veremos, que los Asirios adoraron a la paloma, porque decían, que su Reyna Semiramis se avía convertido en paloma, de quien dijo Genofonte, Sancta columba Deo. I otras naciones otras aves, como los Egipcios al ave Ibis, i al Aguila, i los Romanos a los Ansares o gansos, porque se guardó el Capitolio por el graznido de un ganso. I entre los Tesalonicenses tenía pena de muerte el que matava cigueñas. Los Indios de los llanos que están en las costas del mar, sienbran su maíz con guano, estiércol de pájaros marítimos, que traen de penoles, isletas i peñas. Adoran al ídolo Huamancantac, derramándole chicha en la playa, i le ayunan dos días, i a la buelta otros dos. Esta idolatría tanbién la tuvieron los Romanos adorando al Dios Stercucio ijo de Fauno, por el Dios de estercolar la tierra, como dice Textor en su oficina. I ningún Indio adoró al Demonio (ecepto los echizeros) con nonbre, ni pensando que era el Demonio, como advirtió Garcilaso, a quien ellos llaman Zupay, antes huían i blasfemavan del. I los Europeos, Griegos i Egipcios adoraron seys dioses i siete diosas del infierno: Plutón, Cerbero, Charón, Minos, Leaco i Radamanto, a Proserpina, Megera, Chimera, Tisifone, Cloto, Lachesis i Atropos. I llegó a tanto su ceguera, i despeño, que creían que todas las ánimas de los que morían, como dice San Crisóstomo, i alega Santo Tomás, se convertían en Demonios, i por esto los echizeros matavan a los niños, i los adivinos a los muchachos para tener más Demonios que en sus artes diabólicas los ayudasen. Finalmente los Gentiles, de quien los Españoles descendimos, i los de Europa, Asia i Africa adoraron, como afirma Esiodo, i los refiere Ravisio, treynta mil dioses, i sólo de diferencias de solo el Dios Júpiter contó Tertuliano trecientos, i alega a Marco Varrón, i destos treynta mil eran veynte los dioses supremos, iguales en poder i

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divinidad, doze varones, Jano, Júpiter, Saturno, Genio, Mercurio, Apolo, Marte, Vulcano, Neptuno, Sol, Orco i Liber pater; i ocho diosas, Tellus, Céres, Lucina, Juno, Diana, Minerva, Venus i Vesta. I los Indios tuvieron tres por supremos dioses, como está dicho, Pachacamac por Dios oculto no conocido, el Sol Dios visible, i el Viracocha Dios, que fue onbre, i bolvió a producir los onbres; pero los que adoraron por deidades pasan de veynte mil, puesto que dice el Concilio, que en cada Provincia avía un ídolo o guaca común, i en cada pueblo otro particular, a que se juntan los Conopas, dioses caseros, Apachitas, Pacarinas i demás multitud. I la ínstrución del Concilio dice, que algunas leguas alrededor del Cuzco se avían allado 340 guacas i adoratorios de diversos nonbres. Veamos sus ritos, i en breves sus ceremonias, que entonces tuvieron, i después diremos las que aora tienen, que todas están expresadas en el Concilio segundo de Lima parte 2.

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CAPÍTULO XII

DE LOS RITOS, SACRIFICIOS, SUPERSTICIONES I ECHIZERIAS DESTOS INDIOS, QUE DESTRUYERON LOS RELIGIOSOS

DE SAN AUGUSTIN El sacrificio al Sol, al Pachacamac i al Viracocha les azían cada mes del año fiesta, ofreciendo plata, oro, carneros, cuyes, chicha bevida suya echa de maíz, como los Japones, Malucos, i Reynos de la India. La que azen de la yerva llamada chia, ofrecían tanbién coca, ojas de unos arbolillos, que se dan en tierras calentísimas, apetitosas para ellos, i aun para muchas Españolas (an ganado a venderla millones los que la contratan) destas i otras cosas ofrecían, i niños inocentes. En el matar la res, chica o grande, tenían la ceremonia que oy tienen los Moros, i se llama el Alquible, que es echar la res encima del braço derecho, i bolverle los ojos azia el Sol, diciendo diferentes palabras, conforme la qualidad de la res, que se mata como diremos, i este ganado se diputava sólo para esto. I para ir seguros en la verdad, diré sólo aquello, que por orden del Santo Concilio Limense está averiguado, i anda inpreso con el confesonario, porque los demás Autores no pueden aver echo más exacta averiguación, ni tenido mejores noticias que el Concilio, que certificado de las que por orden de los Virreyes izo el licenciado Polo, las izo juntar. I así desde el capítulo primero asta el capítulo quince, que es el último, diré lo sustancial que toca a mi discurso, por el orden que conviene a mi na- rración, advirtiendo, que quanto los Indios azían, i oy azen de ofrendas o sacrificios a sus ídolos, es sólo quando tienen miedo o necesidad, que en no teniéndola no se acuerdan de ídolo ninguno. El año era de doze Lunas, que llaman Quilla, i los más días de la Luna que sobravan, los consumían con las mesmas Lunas, i a cada Luna o mes tenían puesto su mojón o pilar alrededor del Cuzco, donde llegava el Sol aquel mes, i a cada uno adoravan i ofrecían sacrificios el mes que le cabía. En ocho torres que tenían en el Cuzco al Oriente, i otras ocho al poniente de tres estados, por éstas conocían los solsticios de invierno i verano, conforme les dava el Sol. Conocieron los equinocios, i les azían dos grandes fiestas, i los conocían en dando perpendicularmente el Sol en dos colunas puestas para esto en el tenplo del Sol. El año que ellos llaman Huata, i los Aymaraes, i los Collas Mara, començava (desde que así lo ordenó el Rey Inga Pachacútec) del mes que corresponde a nuestro Decienbre. I antes deste Rey comencava desde Enero, no como le informaron a Diego Fernández llamado el Palentino, el qual dice, que

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començava el año por Junio, puede ser que en algún Reyno destos, fuera del Cuzco, se contase así. Los Egipcios tanbién contavan por Lunas, i a su primer mes llaman Ihoth, que corresponde a nuestro Agosto, i al mismo mes responde el primero de los Babilonios i Caldeos, a quien llaman Eul. Los Persas, tienen como esotros, solos treynta días en cada mes, i los cinco días los intercalan. Comiença su año por Novienbre, que ellos llaman Formidech. Los Ebreos por Março, a quien nonbran Nisán. Pero estos Indios le comenravan por Decienbre, i los nonbres de los meses i fiestas pone el Concilio primero Limense, que por los meses sus fiestas son éstas: La primera fiesta i más principal se llamava Capacraimi, que era Decienbre, ofrecíanse gran suma de carneros i corderos en sacrificio, i se quemavan con leña labrada i olorosa, i traían oro i plata, i lo ofrecían a las tres estatuas del Sol i del trueno, en esta fiesta no podía estar ningún estrangero en el pueblo, i pasada, los traían, i les davan unos bollos con sangre del sacrificio. La fiesta del segundo mes se llama Camay, que es nuestro Enero, azían diversos sacrificios, i echavan las cenizas por un arroyo abajo, para que fertilizase los canpos i se llevase sus pecados. La tercera fiesta i mes se llamava Hatunpucuy, que es Febrero, en que sacrificavan cien carneros como en los otros meses. El quarto mes i fiesta se llama Pachapucuy, que es Março, en que se ofrecían cien carneros negros, i adviértase, que los pintados eran los que se ofrecían a sólo el true- no, para que no falte agua, el blanco raso al Sol, para que se apla- que, i el lanudo para que alunbre i críe, i los pardos i negros al. Dios Viracocha. El quinto mes i fiesta se llamava Arihuaquiz, en que se sacrificavan cien carneros pintados, correspondía a nuestro Abril. El sexto mes se llama Hatuncuzcu i Aymoray, que responde a Mayo, sacrificavan cien carneros de todas colores, i azíase el festín desde sus sementeras asta sus casas, cantando, i pidiendo a los ídolos les conservase las comidas, i multiplicase los bienes, i aten una pequeña troje donde ponen del maíz o semilla mejor para su ídolo Mamaçora, i lo adornan con cunbi, es de gran nonbre la fiesta del Almoray. El séptimo mes, que corresponde a Junio se llama Aucaycuzqui Intiraymi, ésta era la gran fiesta del Sol, ofrecíanle cien carneros, mucha plata i oro, azían gran suma de estatuas de madera, i las vestían con ropas ricas, i se azía el bayle que llaman Cayo, derramavan muchas flores por el camino, i venían los Indios pintados de colores, i los señores con patenillas de oro en la barba. Ase de advertir, que esta fiesta cae al mesmo tienpo que los Cristianos celebramos el Corpus Cristi, i que los más Indios celebran con bayles, danças i arcos, no a nuestra fiesta de la Iglesia Católica, sino

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a la de su Intiraymi, de su antigua idolatría. El otavo mes se llama Chihuahuarquis, ofrecíanse cien carneros pardos, i era el mes de Julio. El noveno mes se llama Yapaquis, en el qual con cien carneros castaños se degolla van mil cuyes, porque el yelo, el ayre, el agua i el sol no dañase sus senbrados, i los multiplicase. Este era Agosto. El décimo mes se llama Coyaraymi, que es Setienbre, quemávanse cien carneros blancos lanudos al Sol, i se azía la gran fiesta llamada Citua, i se juntavan todos antes que saliese la Luna el primer día, i en viéndola davan grandes votes con achones de fuego en las manos, que llaman Panconcos, diciendo, vaya el mal fuera, i se davan unos a otros con los achones, i luego azían el lavatorio general en los arroyos i fuentes cada uno en su lugar, i bevían quatro días continuos, sacavan las Mamaconas del Sol, que eran sus Vírgines, i davan bollos a los forasteros rociados con sangre de sus sacrificios, i enbiavan a otras tierras en señal de confederación i lealtad al Sol i al Inga. El undécimo mes se llamava Homoraymi Puchayquis, que es Otubre. Ofrecen cien carneros, i si les falta agua, ponían un carnero todo negro, i atado en un llano le derramavan mucha chicha alrededor, i no le davan de comer asta que lloviese. El último mes se llama Ayamarca, sacrificávanse otros cien carneros, i se azía la fiesta Raymi Cantarayquis. Este corresponde a Novienbre, azíase esta fiesta quando llovía poco, o mucho, o quando avía pestilencia. La fiesta del Itu que se azía para en tienpo de gran necesidad, ayunavan todos dos días, era su ayuno no comer sal, ni agí, ni beber chicha, ni llegar a su muger, i juntos en la plaça, donde no avía de aver forastero, ni animal, se ponían vestidos a propósito, que para esto guardavan, i cubiertas las cabeças, i andando muy poco a poco, sin ablar uno con otro, cantavan un día i una noche, i luego bevían, comían i baylavan dos noches i dos días. Quando avía nuevo Inga Rey, i le davan la borla colorada entre otras inumerables ceremonias, fiestas i sacrificios que azían, sacrificavan docientos niños de quatro años asta diez. Las cosas que se ofrecían a los ídolos i dioses que digimos, i en las fiestas que vamos diciendo, era lo primero ayunar (ya dije quál es su ayuno) derraman chicha, ofrecen coca, ojas de un arbolillo que mascan apetitoso para ellos, maíz molido, plumas blancas, o de otros colores (que ellos llaman mollo) i chaquiras, i conchas de la mar para librarse de los peligros del mar, ríos, truenos, rayos, i otros fracasos. I lo mesmo aten para purificarse de sus pecados, o males proprios. Asperjan con los dedos la chicha que an de bever azia el Sol, al fuego o a la tierra, para que les dé paz, vida i contento. Si el año es estéril, o ay falta de tenporales, lloran al Sol, a la Luna i a las estrellas, i ofrecen cebo,

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coca i lo demás dicho, i se confiesan con los echizeros, i ayunavan todos. Las Indias que están de parto invocan a la Luna, que es lo mismo que azían los Romanos, invocándola con nonbre de Lucina. Para cosas grandes i de mayor importancia usavan sacrificar algún onbre o niño, atándole i derramando la sangre, aziendo otras ceremonias, i ellos mismos sacavan su propria sangre para aplacar al Sol, rayo o trueno. En los Andes ay mucho desto; sacrificio ordinario en los Gentiles de Europa i Asia, i en los Judíos idólatras tan repreendido por Dios en la Escritura, por ser uno cada año; en Pella ilustre, ciudad de Italia cada año se sacrificava un onbre a Peleo i a Chirón sus dioses, pero los Atenienses siete varones i siete mugeres, cada año enbiavan a Creta, a que los sacrificasen, como refiere Ravisio de sacrificiis. A la diosa Mania, que decían ser la madre de los dioses caseros llamados Lares, de que escrive Tertuliano, i mi Padre san Augustín, la adoravan pidiéndole que librase de peligros a sus sirvientes i criados, i le sacrificavan niños asta que el Cónsul Junio Bruto comutó este sacrificio, en que en vez de niños se sacrificasen cabeças de ajos, o dormideras, o pulpos; discreto anduvo el Cónsul en el trueque, si era necio en la adoración. A los arroyos, caminos, cuestas i laderas ofrecen, o una de sus ojotas, o sandalias, trapos, pan, planchuelas de plata, i beven del agua con que dicen dejan el cansancio. En los primeros años de su conversión desenterravan los difúntos de las Iglesias o cementerios, para enterrarlos en sus guacas, o cerros o llanadas, o en su mesma casa, i entonces beven, baylan i cantan, juntándose sus deudos i allegados, i les ponían como antes oro i plata en la boca, y ropa nueva tras la mortaja, para que les sirva en la otra vida. Esta superstición mandó arrancar el Concilio segundo Limense del año de 1567, en el capítulo 103, i asta oy ay reliquias deste daño, i les cojen con el urto. Al propósito del sacar los cuerpos de sus difuntos aún después que se bautizavan de la Iglesia i los llevavan a sus guacas, diré un particular caso, i es: Avía ido el dueño de una eredad o chácara a cavallo, llevando consigo un negro a una azequia de la Madalena, pueblo de Indios, media legua desta ciudad de Lima, a encaminar el agua a su labrança, i mientras el negro cerrava una canal, i abría la que le inportava, el onbre que tenía un chuço o lançón en la mano, vido calaveras, que entre otras muchas estavan caídas de una guaca, entierro de Indios, que ay muchos en aquellos parages del tienpo de la Gentilidad; i dávales con el lancón, entreteniéndose en echarles por el azequia, considerándolas como quesos de muertos, que sin bautismo estavan condenados. Diole a una calavera un golpe como a las demás, para verla nadar como a

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las otras, i al punto vertió sangre por el lugar del golpe, i la fue derramando por el agua. El labrador confuso i admirado de ver maravilla semejante, imaginando que podía ser la sangre venida por la azequia, se bajó, i sacándola del agua, miró el lugar del golpe, i no vido sangre ni rastros della, persuadiose a que fue imaginación suya, i bolviola a echar al agua, i al punto por el mesmo golpe vertió a chorros la sangre, en que ya no cabía duda, con esta admiración se fue al dotrinante de la Madalena, que son Religiosos del glorioso Patriarca san Francisco, i refiriole el suceso delante de algunos seculares que estavan con el Religioso. Vieron la calavera todos sin más que la armaçón del casco, i sin señal de sangre, incrédulos de la cosa, i satisfechos del buen crédito que de onbre de verdad tenía el chacarero, quisieron azer la prueva, i al punto que la echaron en el agua vertió la sangre. Izose una i otra vez la experiencia, i sienpre se vio lo mesmo. Admirados del portento, discursaron, qué pretendería Dios con semejante caso; i conviniéronse en que no se iziese ruido, i que devía de ser calavera de Indio bautizado, a quien sus deudos o familia abrían desenterrado de la Iglesia, i traídola a su guaca, i que pues Dios azía tal milagro, devía de estar el ánima en amistad de Dios. Todos juntos la llevaron a la Iglesia, i echo un oyo enterraron la calavera, i echándole en ella agua, no vertió más sangre, i la dejaron en sepultura de Católicos. Que quiso Dios manifestar que tenía agua del santo bautismo, i que le avía aprovechado su sangre, pues dispuso el milagro en sangre i agua. Son muchos los difuntos que sacavan en los primeros años del Evangelio, i no ay guaca que no tenga algunos de Cristianos. A sus difuntos aún después de bautizados les ofrecían, o cada año, o cada mes cántaros de chicha i comidas, cantándoles tonadas lamentosas, i así son tan puntuales en azer el todos Santos en el día de la conmemoración de los fieles difuntos. I muchos creían que los difuntos andavan solitarios i vagos por este mundo, padeciendo anbre, sed, frío, calor i cansancios, i que esas son las fantasmas que andan pidiendo socorro a sus parientes o familias. Este engaño repreende a los Gentiles de Europa, Asia i Africa mi Padre San Augustín, en el sermón 15 de los Santos, admirándose que onbres discursivos ofrenden comidas en las sepulturas, como que las ánimas fuera de sus cuerpos, puedan apetecer materiales comidas. Error bárbaro, i perniciosa locura. Avía en este Perú gran número de echizeros, i era la causa, que los Reyes Ingas ordenavan en sus leyes, que todos trabajasen i comiesen del sudor de sus manos, i que los inpedidos, contrechos o inábiles para labranças o guerras aprendiesen a erbolarios para curar

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enfermos, o aprendiesen a echizeros para ministros de sus ídolos. Era oficio de flojos, i así creció en número la multitud de echizeros. Con ellos consultan quanto an de azer, i lo que dudan. I a éstos piden socorros de Oraciones para negociar de las guacas sus pretensiones. Con éstos i con las echizeras se confesavan, i les inponían ásperas penitencias, i a que diesen oro, plata, ropa o comidas a las guacas i lugares sagrados, i a que ayunasen tres, i quatro, i seys meses continuos, i a que se estuviesen de un lado tantos días, i tantos del otro sin menearse, i otras afliciones llenas de crueldad, que cunplían a la letra, aunque muriesen en ellas. A éstos llaman Aucachic, i en el Cuzco Ichuris, confiesan a todo su ayllo, aunque sea su muger i ijo. Era su materia de confesión el urto, el adulterio, el matar con veneno, i las culpas superiores era no servir mucho a Dioses, i quebrantar algo que mandase el Inga, i después que se bautizaron era rezar en las Iglesias, traer Rosario, oír Misa i confesar con Sacerdotes Españoles. Traían nóminas como los Católicos reliquias de Santos, ellos de unos que llaman Huacanquis para ser queridos i venturosos enamorados. Fueron sienpre dados a supersticiones, teniendo a millares los agueros, toda culebra o sabandija, que viesen era malo, y al aullar los perros i cantar las lechuzas era morirse ellos o sus ijos, oír cantar el ruiseñor o al jilguero es aver de tener riñas, y padecer en pendencias, i para el remedio ayunan el pesado ayuno que llaman cacij. En los llanos ponen los Iungas ,quando se ven muy malos sus vestidos en los caminos, creyendo que el primero que los lleva, ese carga su enfermedad. Ya dije, que el labar sus ánimas de pecado es confesándose con el echizero, pero desta manera, que cojen un manojito de hichu, que es su esparto, i como van confesándose, van escupiendo en él, i' acabada la confesión arrojan el manogillo por el arroyo o río, i están ciertos que sus ánimas quedan purificadas. Quando tienbla la tierra echan agua en ella, diciendo, que sus ídolos o guacas tienen sed i quieren bever. El tenblar párpados o labios, o zunbar los oídos es bueno si es el derecho, i mal aguero si es el iz- quierdo. En el fuego quando aze centellas o echa chispas, acuden luego con maíz molido, i chicha para aplacarlo, creyendo que' aquellas chispas o centellas son las ánimas de sus ijos, o sus an- tepasados que se quejan en el fuego, i les echan maíz i chicha, porque dicen, que se quejan de anbre. I así el día de los finados ofrecen con gran gusto sobre sus sepulturas comidas, creyendo que las comen en la otra vida, error que a los Latinos i Españoles repreende San Augustín. Para vengarse de quien aborrecen, llevan algo de su ropa, i visten una estatua, i pónenle el nonbre del

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aborrecido, i escupiendo la maldicen o la azen de cera o barro, i la queman al fuego, creyendo que con aquello la matan. Al poner los primeros vestidos a sus ijos, i quando a sus ijas les viene la primera flor azen supersticiones, i ofrecen sacrificios, para que crezcan buenos i ermosos. Nada començaban de nuevo, que no se iziese alguna. I a los difuntos los traían por todos los lugares por donde andavan vivos. Quando se eclipsa el Sol o la Luna, o parece un cometa o resplandor en el ayre, dan gritos i lloran, i azen que griten i lloren otros, i dan golpes a los perros, para que aullen creyendo que mu rió la Luna o el Sol, i que les a de venir algún gran mal, i al arco del cielo no se atreven a señalarlo con el dedo, pensando que es falta de respeto, i que o se morirán si le apuntan, o se les podrirá el dedo si lo señalan. Estas i otras supersticiones tienen, i todas se fundan, o en miedo o en asegurar su comida, i anbas cosas en poder con salud bever su chicha. De todas estas idolatrías, ídolos, agueros i supersticiones, les fueron sacando las Religiones i sus Predicadores Evangélicos, i con sumo cuydado, i trabajo incansable los Religiosos de san Augustín, i obraron los unos i los otros tanto, que el segundo Concilio Provincial, que fue el año de sesenta i siete, treze años después que se comentó la predicación de nuestra Fe de asiento i con quietud, que fue desde el año de cinquenta i quatro, como dejamos averiguado, estavan estirpadas la mayor parte de las idolatrías, i destruidas las más de las supersticiones; i el año de ochenta i tres, que se celebró el Concilio General del Perú en Lima, estava en conocida diminución la idolatría, como se ve en anbos Concilios, si bien avía gran número de idólatras en las Provincias i pueblos donde no dotrinavan Religiosos. Levantó el demonio unos Indios echizeros dogmatizadores, que fueron introduziendo algunos errores i pestilenciales eregías, que pone el libro del confessionario con orden del Concilio, i fueron: Que Dios no era sienpre bueno, ni tenía cuydado de los pobres, i que de balde no le servían los Indios. Que no es tan piadoso ni tiene tanta misericordia como dicen los Cristianos. Que no ay perdón de pecados para los que an pecado gravíssimamente, o para culpas enormes. Que Dios crió a los Indios para vivir en pecado, i especialmente para cosas desonestas i de enbriaguez, i que ellos no pueden ser buenos. Que las cosas se azen por la voluntad del Sol, de la Luna o de las guacas, o por algún hado, i que Dios no tiene providencia de las cosas de acá abajo. Que como los Cristianos tienen imágenes, i las adoran, así se pueden adorar sus guacas, o

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ídolos, o piedras que ellos tienen, i que las imágenes son los ídolos de los Cristianos. Que lo que predican los Sacerdotes o Predicadores no todo es verdad, i que muchas cosas destas son encarecimientos para atemorizar los Indios, i que tanta razón ay de creer a sus antepasados, i a sus Quipos i memoriales, como a los mayores i antepasados de los Cristianos i a sus escrituras. Que bien se puede adorar a Jesu Cristo nuestro Señor i al demonio juntamente, porque se an concertado ya entranbos, i están ermanados. Otros creen que Jesu Cristo es Dios sólo de Españoles, i aborrece a los Indios, cuyo Dios es su guaca, o su ídolo. Ponían duda i dificultad en la Trinidad de las personas con unidad de esencia en la pasión i muerte de Jesu Cristo. En la virginidad de nuestra Señora, en el Santísimo Sacramento del Altar, en la resurreción general. I no creían que la extrema Unción era sacramento, porque asta el Concilio no se les avía administrado. Que los matrimonios se podían disolver, aunque fuesen ratos i consumados, i que por qualquiera ocasión se podían disolver, que juntarse soltero con soltera no es pecado, i que sólo es pecado el adulterio, que como sea para casarse, bien pueden estar antes amancebados, cosa que azen muy de ordinario; que el Sacerdote malo, bravo, o codicioso, o desonesto, o que tiene otros pecados escandalosos no consagra en la Misa, ni valen los sacramentos que administra, ni se an de adorar la Ostia, o Cáliz que los tales alçan en el Altar, que las ánimas de los difuntos andan vagueando, i tienen necesidad de comida i bevida, i ropa, por la anbre, sed i frío que padecen, i quando chispea la lunbre dicen que se quejan de sed i anbre. Común error es de todos los pueblos de la sierra que se an visitado, que todas las ánimas de los que mueren van a una tierra que llaman Upamarca, la tierra muda, i que antes se pasa un río, i es la puente de cabellos muy estrecha, i las pasan unos perros negros, i por eso los crían los Indios, los del pueblo de Guacho, i los otros de la costa dicen que van las ánimas a la Isla de Uano, i que las llevan los lobos marinos que ellos llaman Tumi, éste es el error de los Latinos de los canpos Elíseos, i en que se ve la frase Latina Regio silenturn, el río Letheo, i las furias. Estas infernales eregías senbraron (luego que se començó la predicación) los cabilosos echizeros, i fue tan venenosa peste, que inficionó lo más del Perú, i para arrancar la mayor parte trabajaron las Religiones con valientes vigilias, porque lo que aquí se arrancava, allí crecía, sólo el que da los premios puede ponderar tan ansiosos trabajos, i referir tan grandes vitorias, muchas se verán en los ministros de mi Orden, i en los obreros de mi Religión. Asta aquí se a dicho quál estava la fe, i quáles fueron sus idolatrías i errores, ya

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conviene que sepamos el modo de arrancar idolatrías, i que se vea cómo an de ser los dotrinantes, i qué virtudes an de aconpafiar a los ministros, i al fin un imitador de Cristo quando huye a Egypto nos dirá la vida, predicación i virtudes del Evangélico senbrador, i uno de los doce el Padre fray Juan Ramírez.

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CAPITULO XIII

DE LA VIDA, PREDICACION, VIRTUDES I TRABAJOS DEL PADRE FRAY JUAN RAMIREZ

Ya es tienpo de ir a buscar nuestros viñaderos, que mientras caminavan a sus vidueños, convino saber la aspereza donde ivan, i los bosques de idólatras a que se entregavan, las espesuras de- çarçales que acometían, i los espinales incultos de bárbaros a que se entravan. Qué diferente juzga de lo que costó una vitoria el que se entra en Ciudad ganada, o el que se alló en los asaltos quando se defendía, aquél goza de los festines, i vive en casa echa, i estotro entre peligros de la vida, dormía en los canpos sin sosiego, quando no comía sin sobresalto el duro viscocho, i tenía por banquete el tasajo podrido. O quánto padecieron los primeros que predicaron, i quántos inposibles facilitavan, que oy parecerán cuydados fáciles, o porque no acen lo mesmo que los otros, o porque lo allaron echo todo. Los primeros acometieron inposibles, i los de aora rescatan sosiegos. Ya digimos cómo nuestro bendito varón fray Juan Ramírez (a quien yo comuniqué i traté en Trugillo) fue uno de aquellos doce Apostólicos varones, que nuestro Cardenal fray Gerónimo Siripando, el Enperador Carlos Quinto i el Provincial de Castilla escogieron para la conquista Evangélica del Perú, i para fundadores desta Religión. Era varón de toda integridad, manso, callado, sufrido, umilde i conpasivo, muy dado a la oración, i sobremanera penitente. En las tres diciplinas de la semana, i en otras que interpolava su devoción, era tan cruel verdugo de su carne, que en cada una dejava ensangrentado el lugar, i las más vezes echo charco, sin que el debilitarse pudiese reprimirle. Dejámosle caminando azia la Provincia de Guamachuco, vámonos con él, que si sale a cavallo, continúa su viage a pie descalço, i tan pobre, que ni lleva alforja para el camino, ni prevención de comodidad para el viage, sobrándole el espíritu, quando más le faltava lo preciso al cuerpo, que la pobreza quanto más quita de intereses umanos, i tiene menos de deseos codiciosos, aze guecos, i abre vazíos donde quepan mayores abundancias de espíritu, i se ensanchen los términos de la gracia del zelo i de la caridad. En el camino, que pasa de cien leguas, sólo ocupava los ratos, i aplicava sus anbres i trabajo pidiendo a Dios guiase sus aciones, i ordenase sus obras a mayor conversión de tantos Gentiles, i a que fuese glorificado su nonbre, i admitida su Fe de tantas legiones de idólatras i echizeros. Llegó a Guamachuco, pueblo

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principal de aquella Provincia, está en 12 grados i quarto, según la tabla quinta de Abraán Ortelio, leste a oeste de Lima. Llega lo nevado de la cordillera asta allí, i de allí adelante ay poca nieve en ella, i a trechos ninguna aunque la cordillera se continúa por Panamá i Mégico. Está Guamachuco a las faldas desta nieve, al poniente tiene su Provincia países frigidisimos, i en partes valles tenplados, toda es tierra sana, abundante de ganados de Castilla, trigo, maíz, i frutos de los Indios i de España; tiene vientos nortes, a vezes muy destenplados, y los sures apacibles, es sierra en partes muy doblada, pedregosa, i de medianos ríos, es su verdadera graduación ocho grados cortos; es Provincia que entonces tenía veinte i dos pueblos formados, i gran suma de familias esparcidas en quebradas, valles i labranças, que el Virrey don Francisco de Toledo redujo treinta años después en menos poblaciones. Estavan encomendados estos Indios i pueblos al noble cavallero, i en todo ilustre, don Juan de Sandoval, de quien quando ablemos del Convento de Trugillo de que fue Patrón, diremos su valor, nobleza, virtud i limosnas. Pidió para sus pueblos Religiosos al Padre Provincial, i mientras ivan otros a obrar en tan estendida Provincia, fue por primer Apóstol el virtuoso Padre fray Juan Ramírez. Començó a senbrar la palabra de Dios predicando, que en la sienbra espiritual, arrojándose el grano de Cristo en las ánimas, se arrancan todas las raízes malas de los ídolos, i se deserban las plantas infrutuosas de las costunbres malas. Todas las oras del día ocupava en predicar a unos i desengañar a otros. Acariciava los que no se querían domeñar, subía montes inacesibles, i cerros sin caminos en busca de los que se le huían por no oírle la ley de Cristo, consejo que les avía dado el demonio, porque como él iva huyendo, quería que le imitasen los que le estavan adorando. Fue reconociendo los pueblos, i distrito que Dios i la Orden le avían encargado, i alló que tenía de contorno más de noventa leguas. Todas las anduvo a pie descalço lo más del viage, pero sin comer más de un poco de maíz tostado, o cozido, sin otra vianda, pan ni regalo. En todo su camino, visita i predicación dormía donde le cogía la noche, o en las punas eladas, o en los canpos desiertos, recogiendo tanta oveja perdida, que ni atendían a sus silvos, ni reconocían su pastor, tan ariscas, que escondiéndose, le espiavan para saber a qué pueblo, o quebrada caminava para, huyr a otra i cansarlo. Pero a este siervo de Dios ni cansaron los trabajos, ni le resfriaron la caridad los estorvos. Otras vezes bajava a unos valles muy ondos i calorosos quando más ardía el sol, quién encarecerá los peligros en que se vido, en ríos, lajas, peñascos en conpañía de una gente a quien no conocía, i lo más de su lengua ignorava. Poniase

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sobre los montes quando bajava a los valles, que como el esposo saltava unos i corría otros por despertar a su esposa dormida, i enamorar al ánima olvidada, mirava tanto rebaño acariciado de un lobo, i manadas sugetas a las garras del infernal león. Llorava su desdicha, i clamava al cielo por misericordia, viéndose obligado a edificar Iglesias, i no aviendo entre los Indios oficiales de aquel arte, o por escusarse los que sabían algo, él mesmo tomó el cordel i plomada, i se izo arquitecto i albañil, poniendo el barro i levantando el adobe. ¿Qué artes o ciencias no enseña la caridad? i ¿qué difi- cultades no facilita el zelo i el amor? Al que Cristo nuestro Señor sanó la mano seca, dice san Gerónimo, que era antes albañil, que después edificó para Dios. Allí el milagro sanó braço i mano, aquí la caridad enseñó oficio. Allá bolviole Cristo a su ocupación, i acá le tenía entre barro la umildad, i si viere Amós a Dios, o al Angel con plomada, cordel i plana acabando el tenplo como albañil para destruir los ídolos, verá a este siervo de Dios començándolo ansioso, i acabándolo alegre para destruir ídolos, i enseñar la Fe, que a no reduzirse Indios a ayudarle, Angeles fueran sus aprendizes por servirle; ved al Sacerdote grande en dos edificios aziendo tenplos de las ánimas, i edificando Iglesias para los fieles, izo todas las de la Provincia, con que pudo con más comodidad recoger sus ovejas, i como buen pastor tener sus majadas. No era ya (pasados pocos meses) tan general el odio a nuestra Fe, porque sus grandes diciplinas, sus desapiadados ayunos, i continua oración negoció del cielo piedad i de los Indios amor. Viéndole ellos sin codicia, i con tanta virtud, ya le buscavan algunos, i oían la dotrina muchos, i le pidió el bautismo un grande echizero idólatra maestro de abominaciones, estrena con que encendió sus alientos, i dio por bien pagadas sus fatigas; a imitación deste se bautizaron otros. Andava buscando rezién nacidos, porque no se los escondiesen sus padres, i tuviesen celestial ventura los inocentes fijos que bautizava. Alló una vez entre unas quebradas uno destos corderitos, que balava su predestinación por el bautismo, i sus padres lo dedicavan a sus ídolos, bautizolo i murió. Quál encarecimiento ponderará los gozos del bendito Padre, viendo que su cuydado multiplicava Angeles, i que estava seguro aquel niño en la gloria, primicias de su trabajo, i primer fruto de su agricultura. No parava un momento, viendo que medrava en esta mercancía, i que picavan los peces en el cebo de la Fe, si antes indomables, ya enamorados de la ley, i aficionados al Evangelio de Cristo. Eran las mieses muchas, grandes i muy divididas, i los trigos de aquellas ánimas en varios valles, aquí una casa, i seys leguas otra, i

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las más espigas quatro en esta quebrada, diez en aquellos montes, i gran número dellas dos en cuevas, i tres en ríos o lagunas, tantos pasos caminan, tan ordinario fue el que izo la guerra a los demonios, que tan señores estavan destas Provincias. ¿Qué veys dijo Dios a los Angeles en aquella ánima santa, sino conpañías de egércitos? i sin preguntarle dónde traía los egércitos de guerra, lo dice alabando al ánima: ¡O quán ermosos son tus pasos! donde se ve, que los pies andando de una parte a otra buscando ánimas, i enamorándolas a Cristo, como anduvo la esposa, son dos valentísimos egércitos, que vencen infiernos, i cautivan libres. Azía grandes pesquisas por descubrir los ídolos comunes i caseros, i allados azía una plática fervorosa en que abominava aquellas fábulas, i refería nuestros misterios, i a vista de todos quemava sus ídolos; esto fue aziendo por toda la Provincia sin dejar alguno que se pudiese saber, i esto a cada buelta que dava azía la mesma Inquisición que la primera vez, en este continuo arrancar asta que las raízes no buelvan a crecer, i las malas yervas a brotar. Avisó al Padre Provincial fray Andrés de Salaçar, o Jesús, de quien se an dicho tan gloriosas virtudes, que como Padre de familias cuydadoso en informándose de que avía necesidad de ministros en alguna Provincia despachava obreros, no alquilados como los que refiere Cristo en su parábola, sino ofrecidos como los quiere Dios en sus labranças, sin más paga que servirle, ni más jornal que engrandecerle. Que el servir a Dios por los premios que ofrece, si tiene mucho de virtuoso, se tiene su poco de intere- sable. Supo el zeloso Provincial la gran sementera de millares de Indios que en tan dilatada Provincia como la de Guamachuco se podía azer, i enbió a que ayudasen al incansable fray Juan otros dos cabales ministros, que con iguales ansias, i semejante fervor fueron al trabajo; el maestro fray Juan de san Pedro, i el Padre fray Antonio Loçano; trinidad fue ésta tan una en la virtud, zelo, perseverancia i caridad, que decía bien quán amada era en la tierra de la individua Trinidad del cielo, como nos lo dirán sus vidas, quando escrivamos sus memorias. Entraron de refresco estos dos Apostólicos varones, desaziéndose por ganar un ánima, i conformándose en todas sus acciones, porque la ignorancia de los Indios (que sólo juzgan, i sólo les conmueve lo esterior que miran) no se ofuscase con diferencias de ceremonias, o con modos particulares de dotrinas, que estas cosas acidentales suelen (i más a los Indios) alterar lo sustancial, i divertir de la Fe a los nuevos convertidos, i así continuaron a una quanto el Padre fray Juan Ramírez avía introduzido en el modo de dotrinarlos, i lo político que iva asentando en sus costunbres para azerlos menos agrestes.

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Repartiéronse los tres en la Provincia, dividieron las melgas, i aráronla trayendo cada uno la mancera, i derramando la semilla del cielo, no pleyteavan por el territorio menos trabajoso, sino por el más dilatado, deseoso cada uno de mayores ocasiones de mérito, i de adelantarse a más conquista de ánimas, dándose la mano sin enbidias, i gloriándose de ver al conpañero obrar con ventajas, teniendo emulación santa. Fueron estirpando la gran suma de idolatrías, ritos i supersticiones que dejamos dichas. Y procurando alunbrar catervas de echizeros, aviendo de una i otra maldad cargas de obstinación, que por muchos años si se iva arrancando algo, se reproduzía mucho, i quedando las raízes se medrava poco. Fueron edificando Iglesias, adornando altares, fundando escuelas i enseñando música; con esto se azían los Indios más conversables,i los niños más aficionados, agasajándolos con cariños, i atrayéndolos con regalos, que para azerlos ijos de su predicación era necesario tratarlos como si fueran ijos de su naturaleza. Ivan conociendo los Indios que estos Religiosos no eran como los demás Españoles, a quien aborrecían de todo coraçón, porque les quitavan las mugeres, la azienda, sus comidas i ropa, i sienpre les vían erir, agotar, prender, i quitar la vida, sin más ocasión que mala voluntad, ni más motivo que codicia. Consideravan en estos Religiosos contrarias las acciones, recibiendo limosna los pobres, agasajo los tristes, anparo los menesterosos i defensa los oprimidos. Admirávales su castidad, i alabavan su modestia; enamorávales verlos pobres sin codicia, i que repartían entre los ijos el regalo que les traían los padres, que Naaman no se convirtió viendo milagros, sino oyendo menospreciar riquezas, que los milagros ázelos Dios, pero los pobres de espíritu azen este nuevo milagro, efeto de la pobreza santa; cada día ivan ganando más tierra, i cada ora disponía el Demonio formar de sus cabilaciones i estratagemas egércitos que arruinasen lo que estos tres edificavan, o inpidiesen los provechos que conseguían. Mientras el cielo por mano destos ministros aumentava los fieles, i el Demonio por medio de sus echizeros i sacerdotes fulminava sus rayos, será forçoso irnos con el perfeto fray Juan, treynta leguas poco más o menos, a Laymebanba valle i pueblo, ocho leguas de Chachapoyas Provincia 34 leguas de Caxamarca al oriente, de la qual dice Antonio de Errera Coronista del Rey i destas Indias, lo siguiente: La Ciudad de Chachapoyas, o san Juan de la Frontera como ciento í veynte leguas de la Ciudad de los Reyes al nordeste, tiene un Monasterio de la Merced, i otro de san Francisco, ay en su comarca maíz, trigo i lino, muchas minas de oro, i más de veinte mil Indios tributarios, los quales mucho tienpo resistieron a los Ingas por

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su libertad, pero al cabo quedaron vencidos, i a muchos por mayor quietud de la tierra llevaron al Cuzco, i poblaron en un collado que llaman Carmenga. Estos son los Indios más blancos, i de más gracia de todas las Indias, i las mugeres más ermosas. En esta Provincia entró el Mariscal Alonso Alvarado el año de 1536, por orden del Marqués don Francisco Piçarro, i la pacificó, i pobló la dicha Ciudad en un sitio fuerte llamado Levanto, i después se pasó a la Provincia de los Guancas. La Ciudad de Santiago de los Valles, o Moyobanba más de cien leguas de los Reyes, como al nordeste, i veynte i cinco de san Juan de la Frontera, éste es Chachapoyas, está en comarca muy lluviosa i abundante de ganados. Asta aquí es de Antonio de Errera, deve de contar las leguas por el camino del atajo, porque yendo por el de Trugillo i Caxamarca ay de Lima a Chachapoyas 144, i a Laymebanba 136, por estar ocho leguas antes, i 173 a Moyobanba, poco más o menos, está Chachapoyas en siete grados i medio cortos pasada la cordillera al oriente. Destos pueblos ¡Provincias pidieron Religiosos de san Augustin los señores feudatarios, i los Corregidores enbidiosos de las grandes nuevas que por su comarca corrían de los padres dotrinantes de Guamachuco, no avía en aquellos pueblos entonces ni Convento de san Francisco, ni de la Merced, que si los uviera no tenían que enbidiar otros ministros, i quando los uviese en Chachapoyas, i en su Ciudad de san Juan de la Frontera, no los avía en Moyobanba i en Laymebanba, donde pedían Religiosos de san Augustín. Mandó el Provincial fuese a esta conquista el egercitado Padre fray Juan Ramírez, obedeció umilde, i caminó presuroso a pie descalço, i con su breviario, ornamento i Cristo, no le dejavan salir los Indios de Guamachuco, llorándole a vozes, i cercándole en corrillos. Quién imaginara que llegaron a éstas i otras finezas de amor los que al principio sólo mostravan aborrecimiento, todo lo puede la virtud, i todo lo sabe trocar la gracia. El bendito varón tierno agradecía su gratitud, i obediente resolvió su viage, consolando a los Indios con que Dios le bolvería otra vez, i con que les quedavan por Padres los dos mejores Religiosos, si no primeros en su criança, mucho más provechosos para su salvación. Llegó a Laymebanba i a Moyobanba donde le aguardavan los Españoles, i no le deseavan mucho los Indios, son montañas áspe- ras donde sienpre llueve, tierra montuosa, poblada de sabandijas, abundante de tigres, i llena de árboles silvestres, i algunos de fruta de montaña, país enfermizo, i de gente, si bien de ermosos rostros, pero más silvestres que políticos. Quando entró en su tierra el Padre fray Juan Ramírez (donde pocos o ningunos se atrevieron a entrar

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entonces) avía gran número de Indios en pocos pueblos, i muchos en diversas i ásperas montañas. Eran Indios obstinados, i resabían las veras de su remedio, como si fueran burlas de sus juegos, pasávale el ánima este dolor, i animávale Dios al trabajo, levantó Iglesia, amojonó la tierra con cruzes, i començó la conquista con su predicación. Solía estar Laymebanba (que ya oy es pueblo pequeño) fundado entre unos cerros; después lo pasaron a lo alto, sitio muy estendido, i pasa por él un río moderado, que a trechos corre sobre la haz de la tierra, i otra se esconde, i sigue su corriente por debajo de la tierra i peñas, óyese el ruido, i deja puentes por donde pasan los caminantes. Ay de Laymebanba a Moyobanba 38 leguas algo más o menos de trabajosos caminos, o por los calores, o por los destenples, abunda en boscages de diferentes plantas canpestres, i pocos son frutíferos, muchos ganado de los mayores, no del ovejuno ni caseros, i son las bestias fieras muchas, i carniceras. Començó a domesticar aquellos Indios montaraces con prudente blandura, i gravedad Cristiana que les movía a respeto, inportante aviso para con Indios, en todo discurría con acuerdo caritativo, llevando por guía el amor de Dios, i el del prógimo, no como a la que entregan los onbres, esperanças sobervias, siendo sus guías, i blancos falibles i abatidos. Por la espesura de las montañas, i por despeñaderos altísimos andava a pie sin más conpañía que su sacristán, cantando imnos a Dios, i buscándole ánimas para su Iglesia, deseando sólo desterrar los Demonios de tan antiguo señorío, i cerrarles los pasos para que no bolviesen a tan asentada tiranía, sus prevenciones en catequizarlos, sus cuydados en darles bautismo, i el continue exortarlos a que aborreciesen los vicios, en que tan arraygados los tenía su inclinación, i su costunbre era el mesmo que en Guamachuco, i se estendía al socorro de las necesidades más apartadas, i al bien de los bárbaros más escondidos. Que como el sol a todos alunbrava, i a ninguno dejava de calentar sin sosegar los días, ni dormirse sin estar aziendo provechos, admirávanse los Indios de ver i oír que les decía culpas que ellos cometían en mayor secreto, i el siervo de Dios las devía de saber, o chismeadas de otros cónplices, o sabidas de otros Indios ya bautizados, o reveladas de Dios, a quien por instantes comunicava en la oración, admirávanse los Idólatras, i andavan más cuydadosos los culpados, atribuyendo a causa superior el saber sus secretos, como si faltasen testigos a lo que se aze más oculto, i a lo que se esconde con mayor cautela, como advirtió el otro Filósofo. Dava este cordero manso bramidos de león contra la dura obstinación de muchos, proponíales el premio de la Fe, i el eterno castigo de la

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maldad; iva logrando muy buenos efetos, que las amenaças (i más en estos Indios) negocia más breve, i descubre más presto, como se verá en este sucesso. Moríase un Indio viejo, i llamó a su Cura, i confesole que tenía una ija suya un Idolo escondido, i que su ija se llamava Curi, a quien tenía dedicada al servicio de su Huaca. Esto le dijo en confuso i murió confesado, preguntando por la India Curi, le digeron que no era nonbre proprio, sino del que nosotros llamamos ermano mellizo, quando nacen dos de un vientre (que en otras Provincias llaman Chuchu, como ya digimos) y el uno dicen que es ijo del marido, i el otro ijo del trueno, i a éstos llaman Curi. Llamó a esta India sacerdotisa el Padre, i con alagos i amenacas pretendió sacarle el Idolo, i a ella de su idolatría, temerosa descubrió otra culpa leve, i negó la que se deseava; ivan a la casa desta muchos Indios a ofrecer sacrificios, como por mano de la que estava dedicada al ministerio del Idolo. Fuese el zeloso Padre con algunos Indios a la casa, i a vista de sus ídolos llamada a su presencia la India que tenazmente negava, enmudeció de. repente a vista de todos, arrojó salivas como endemoniada, i bocadas de sangre como de flujo desecho i murió desdichada, la que confesando viviera venturosa, que no le cupo la sangre en el pecho, donde escondía el secreto de su pecado, castigando Dios el ocultar la culpa más que el averla cometido tantos años, que si paso a paso se detiene Dios, i va al castigo, egecuta acelerado, i reconpensa (con dar mayor el tormento) lo que se tardó en egecutar el castigo, que aun Valerio Máximo dejó escrito este desengaño, i Juvenal semejante locura, con ser Gentiles, i no se mejoran en los vicios los Católicos siendo Cristianos. Estos i otros acaecimientos atemorizaron a los Indios, i la piedad de Dios i predicación del siervo de Jesu Cristo ganaron muchas ánimas, siendo común aclamación en las comarcas de Moyobanba, Chachapoyas i Laymebanba, que era santo i miraculoso el bendito Padre fray Juan, gran suma de Indios se fue bautizando, i con gozo del cielo continuavan la dotrina, Iglesia¡ sacramentos. Fueron por sus conpañeros el Padre fray Nicolás de Tolentino, i fray Luis de santa María, que con fervoroso zelo imitavan su trabajo, i aumentavan la sienbra. Viento en popa navegava la Fe, i seguras mostrava las ganancias la mercancía del cielo, pero ¿quándo faltó tenpestad donde el Demonio reconoce su pérdida? ¿Qué cosecha dejó lograr sin mezclarle cizañas, o procurarle yelos? avía en las comarcas de Chachapoyas muchos i revegidos maestros de idolatrías, sabios echizeros, pero con excelencia lo eran las echizeras sacerdotisas i confesoras; una se alló en la visita que se izo, i de que tanto emos dicho, en el año

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de 1615, que era i avía sido dotora de sus errores, i usava de anbos sexos, Andrógina que confesó aver usado tales oficios, i respondido a dudas, dando respuestas diabólicas, i siendo varón por días, i muger por oras, más avía de setenta años, i tenía noventa quando fue castigada, i estuvo en Chachapoyos desde la predicación del Padre fray Juan i años antes, i salió quando huyeron los demás echizeros de aquellos parages, acosados deste zeloso Phinees, i ministro Evangélico. Atizó el Demonio a dos tigres (de que ay gran abundancia en aquellas montañas como ya digimos) que se entravan en los al- bergues i chacras de los Indios, i salían a los caminos i pastos de los pueblos; despedazando onbres, mugeres, niños, ganados i animales caseros (i sépase de camino, que entre veynte Españoles entresacara un tigre al Indio o mestizo, sin azer mal al Español, propriedad que an referido muchos escritores, i Teodoro Bril pone por admirable antipatía de los tigres con los Indios) los Indios huían de sus domicilios, i desanparavan sus eredades, no tratavan de andar aquellos caminos, porque oy estavan los tigres en éste, i mañana desquartizavan en aquél. Allaron puerta los maestros echizeros para verter su ponzoña, ya se dijo que estos Indios que abitan en montañas adoran una estrella que llaman Chuquichincay, porque dellas i otras que la aconpañan se forma una figura de estrellas que parece tigre a sus ojos, i se piensa que es el que nosotros llamamos signo de León, que consta de 27 estrellas muy lucientes, dos de primera magnitud, que la una es de mayor i mejor influencia entre todas las del cielo, entra en la imagen a los dos de Agosto, i sale della a los nueve de Setienbre, adoran estas estrellas, que dicen es tigre, porque les defienda destos animales. Pues como el Demonio vido la suya, i que todas aquellas comarcas andavan atemorizadas llorando cada día la muerte del ijo, del ermano, o de la madre, se esparció entre los Indios, que por aver dejado la adoración de sus Idolos, i la de aquella estrella que predominava sobre los tigres, avía enbiado a estos dos a castigar el averse bautizado, i negádole su antigua adoración; como los Indios son tan fáciles a creer agueros, i atentos a supersticiones, como a resfriarse en nuestra santa Fe, se persuadieron a esta burla, confirmándose cada día más, en que por aver dejado su antigua Religión, padecían aquellas muertes, i lloravan destierros i anbres, i era que no senbravan sus tierras, i así no tenían comidas, huyendo de los animales. Soplavan esta opinión los echizeros, apoyávanla los idólatras, creíanla los ignorantes, i rendíanse los ya Católicos, i era el daño, que en todo el Perú corría esta secta, estendiendo el Demonio que los trabajos que lloravan, i la

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servidunbre que padecían era por aver admitido nuestra santa Fe, i que no se uviera caído a tan miserable estado su monarquía, a no aver mudado de Religión. Este género de enbuste introdujo el Demonio en los Romanos, quando Alarico Rey primero de los Visogodos tomó a Roma, i cayó su monarquía, que según Próspero Aquitánico fue el año de 411, de donde tomó motivo mi Padre san Augustín para escrivir los veynte i dos libros de la Ciudad de Dios, por quanto los Romanos decían, que por averse apartado de sus Dioses les venían todas aquellas calamidades. Este libro se començó a escrivir en este año, i tardó mucho en él por la gran dotrina que en sí conpreende, i gallardía con que persuade. Provoles evidencia de su error, i mayores calamidades en su prosperidad. Cosa bien fácil de provar a estos Indios, pues en el tienpo de su monarquía tuvieron general seca siete años en todo el Perú, en que de anbre murieron millones, i jamás la an tenido después de su bautismo. Entonces les sacrificavan sus familias enteras, les obligavan o a perpetuas guerras, o a azer caminos de mil leguas entre tapia i tapia, i a traer piedras de Quito al Cusco quinientas leguas, i otras fatigas como és- tas, -sin más paga que darles de comer, ni más premio que traerlos trabajados. Pero a cabilaciones del Demonio, i a corto discurso de los Indios, ni bastaran cotejos de antiguedades, ni evidencias de mejor estado. Muchos Indios de razón decían a los principios, quando los Religiosos les predicavan la ley de Cristo, este es buen tienpo, i el Dios que aora adoramos es sin duda el verdadero, i no estos Idolos, que en cada uno ay Demonio, que no se paga de coracones como Jesu Cristo, sino de sangre umana aziéndola derramar sin provecho. El bendito Padre fray Juan Ramírez se afligía de ver los Indios tan crédulos en su daño, i tan poco atentos a las razones de su provecho, recurría a Dios para que los desengañase, i a una i otra predicación que los redujese, ni vozes les conmovían, ni ruegos los alentavan. Salió un día con valor determinado, i con brío orgulloso (quién duda que grangeado en la oración, i adquirido en la diciplina, i me persuado a que fuese revelado del cielo, como lo da a entender el fin í los medios) izo juntar todos los Indios del pueblo, i los que a él estavan más circunvezinos, preguntoles en qué parage se avían visto aquel día los tigres, digéronle dónde, i obligoles a que se fuesen tras él. Unos le siguieron forçados, otros se le quisieron quedar escondidos, i los que mas le mostravan ánimo eran los echizeros, contentos de verle ir donde muriese despedaçado. El bendito Religioso les decía que ya verían quán mentirosa era su opinión de tener aquellas bestias por Idolos, o por ministros de Dioses que les castigavan su bautismo, i conocerían el valor de dos ministros

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Evangélicos, i la valentía de los Cristianos (asegurado iva quien con tanta seguridad ablava) caminaron a pie en busca de las bestias, i allaron por el rastro el parage, quando los Indios vieron tan terribles i fieros animales del tamaño de grandes bezerros, i a su miedo mayores que elefantes, o torres, huyendo se bolvían muchos, i ninguno quería passar a ellos, aziendo algunos sumisiones de adorarlos. Alçó el buen Padre los ojos al Cielo, pidió socorro, i que no permitiese la piedad Divina que sucediese la cosa de manera que el Demonio quedase victorioso, válida la mentira i desacreditada su ley, bajáronle del cielo nuevos bríos, advirtiéndole el modo, i concedién- dole el ruego. Alçó la voz i díjoles, venid incrédulos, vereys muertos a vuestras manos i comidos de cóndores i buytres estas bestias fieras, que ciegos adorays por Dioses, y porque no temays yo voy delante. Apresuró el paso, siguiéronle, aunque de lejos algunos, quedándose rebalsada la demás tropa. Y el brioso ministro con valor magestuoso se fue a ellos, que le aguardavan encarniçados, i no era ya poca admiración la de los Indios, viendo que no arremetían adelantándose como solían, mostró una Cruz a las crueles bestias, que tan aconpañadas devían de venir de los Demonios, i al punto començaron a huir, fuelas siguiendo, i a él los Indios más animados, i mostrando las bestias rendimiento se subieron sobre un gran árbol, mostrando solos dientes i miedo. Obligó á la mayor parte de aquella turba que llegasen allí, i a vozes les dijo: ea los que soys Cristianos tirad piedras a estos animales, que la Cruz los tiene rendidos, y quiero que mueran a vuestras manos, porque veays la poca valentía de los Demonios, i el poco poder de tales Dioses, i que no es causa el bautismo de las muertes que an dado, sino el adorar guacas siendo Cristianos. Vengad las muertes de vuestros difuntos, i en el nonbre de Jesús mueran los que nos persiguen. Tiró la primera piedra, i otras algunos Indios, sin que los animales mostrasen más que estar amilanados i rabiosos; animáronse más Indios, i a pocas pedradas cayeron bramando las terribles bestias, i en el suelo las acabaron de matar, desollaron las pieles manchadas, i trujéronlas a poner a vista de todos en la plaça pública, que quien reconoce a Dios por superior i le sirve, las bestias más fieras le sirven i le reconocen por superior. Daniel lo vido, i Augustino lo advirtió. Fue tan provechosa esta merced del Cielo, i la resolución del virtuoso frayle tan inportante, que a manadas continuavan la Iglesia, i a tropas azían confesiones, pidiendo para sus ijos el bautismo, i menospreciando sus idolatrías. Llamávanle el santo, i reverenciávanlo como a verdadero padre. Destruyó quantos Idolos pudo descubrir, i huyeron los echizeros que quiso castigar, al fin unos por amor, i los más por

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miedo dejavan sus idolatrías, o las escondían. Otra cosa pasava con los Demonios, que nos dirá el capítulo siguiente.

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CAPÍTULO XIV

REFIERENSE SUS BATALLAS CON EL DEMONIO, SU BUELTA A GUAMACHUCO, I UN DICHOSO MARTIRIO DEL

PADRE FRAY JUAN RAMIREZ Mayor enemigo que ellos conocieron los Demonios, que avía menester el perfeto frayle, pues ya se vían ellos rendidos, i a su dolor tantos Indios sus esclavos rescatados, conocían que en rendirle estava realçar su tiranía, i recobrar el feudo de sus idólatras, arman egército contra su castidad, siendo la carne el capitán, enemigo casero, pues es la natural flaqueza, que engendrándose con nosotros mismos, es ermano melliço que nace de un vientre, i con título de alago deguella la continencia i arruina la perfeción, resabios que conoció Augustino en sus esperiencias, i llora el género umano en sus lástimas i aun los Gentiles, como Séneca lamentan los estragos en la ruina que causa en las virtudes morales, ceguera común que repreende Claudiano, de que se rinda nuestra naturaleza a la brevedad del incentivo, i no le enfrene el futuro daño. Escogió el Demonio dos o tres ermosísimas Indias (que como ya se dijo, se crían en aquella tierra blancas i de gran beldad, más que en otras del Perú) con capa de devoción buscavan a su dotrinante que era de apasible rostro, fingiendo oy una lástima que pedía socorro, otro día llevando algún regalo en muestras de gratitud. Tal vez preguntavan cosas de la Fe, i otra de fingida devoción, i en todas davan a entender mucho amor i poca virtud. Fue conociendo el castísimo varón la oculta malicia, i el peligro del laço. Trató (sin darse por entendido) de enmendar su mala intención, i trocar con sus consejos la malicia en virtud, i la ponçoña en arrepentimiento. Varios fueron los acometimientos, muchos los estropieços, que dejo de poner por la modestia de la istoria, aunque se los quede yo a dever a las vitorias de su castidad. De día ordenava el Demonio los exércitos repre- sentándolos a sus ojos, i de noche dava la batería en la memoria, interponiendo todas sus fuerças por conseguir el asalto, estratage- mas que advierte san Bernardo, lances en que devió de verse siendo la vitoria no saber rendirse, i es tan contagioso el vicio, que contando uno su vitoria, o acordándose de su pelea, suele a vezes quedar vencido, deleytándose la memoria, i desconponiéndose el deseo, i es más fuerte contrario quanto el enemigo parece más onesto, i se esfuerca más la imaginación encendida, quando está en una ánima santificada. En el desierto, lo experimentó san Gerónimo, acordándose de los bayles de Roma, i en sus epístolas lo vozea,

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advirtiendo el peligro. El buen Padre fray Juan no quiso açotar al ayre, sino castigar su cuerpo, siendo verdugo con la penitencia de su apetito, que lo quería ser de su antigua castidad. Si su continuo ayuno a pan i agua mortificava a su contrario, no le matava, porque atizava mucho i a todos ratos, i era enemigo de las puertas adentro que tiene coechada la memoria, como advirtió Platón, pocos ratos del día dejava ésta, o aquélla de ponérsele delante, o al decir Misa, o al estar confesando, o al yr a casa de los enfermos a confesar; un día dice el breviario que se vido en esta pelea san Benito, otra vez san Francisco, i una santo Tomás de Aquino; el primero se yere entre espinas, el segundo se enfría entre nieve, i Tomás corre a quemar la desonesta con un tizón ardiendo. Nuestro frayle los imita castigándose con crueldad, por no rendirse a la incontinencia, o a la delectación. Determinose el perfeto Religioso a huir, acuerdo divino, i umildad meritoria, que oy en los otros vicios se goza de la vitoria siguiendo el alcance, i continuando la pelea; en éste se vence huyendo, i es vitoria irse retirando, bizarría que aconseja Jacobo Billio en su Anthología sacra. Fuese de aquel pueblo huyendo, i no por eso le dejaron los motivos, valiose de la oración, que como dijo Cristo nuestro Señor este género de Demonios no. se echa sino con oración i ayuno. Venció el fuerte varón, cogiendo en un año por despojos muchos méritos, i siendo causa al Demonio de nuevos tor- mentos, que el consentir Dios que duren estas valientes tentaciones (como sucedió a san Pablo) es que los conoce fuertes, i les va fortaleciendo la gracia para castigar Demonios, i dar a sus siervos ocasión de gloriosos méritos, que en otros menos fuertes i menos peligrosos, si presto se enciende la llama, en breve se apaga con la oración, i se va en umo con la penitencia, como dijo san Anbrosio; nuestro siervo de Dios a fuerça de muchas batallas era Capitán reformado. Durole más de un año la palestra, i dúranle eternidades los despojos. Sus ratos de descanso era estar solitario, vida más segura, pues el tráfago fue sienpre peligroso. La rústica es agradable maestra de la tenplança, aze discursos la imaginación sin diligencia, i tiene la contenplación subidas sin estorvo, trabaja menos la integridad para defenderse, i no se distrae la virtud para rendirse, así se armava nuestro fray Juan, siendo sus retiros con Dios, sala de armas contra el enemigo común. Grandes servicios izo a nuestro Señor el Padre fray Juan Ramírez en aquellas comarcas, i quiso Dios enriquecer la tierra con metales de oro en tienpo que este cabal dotrinante los enriquecía con sus virtudes i dotrina, descubriéronse riquísimas minas de oro, a que concurrieron multitud de codiciosos, llenose de pasageros, i poblose

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de vagabundos; no atendía el pobrísimo frayle a las pepitas de oro, o tejos que le davan, pues no las quería, sino a que no le echasen a perder los coraçones de los Indios, que ya los vía afligir. ¡O riquezas de plata i oro, i quántas pobrezas infundís en las ánimas i martirios en los Indios! Salió de las Provincias de Chachapoyas con general sentimiento de Españoles i Indios, por ser amado, tanto por su opinión de santo, como por su condición de afable. Fueron en su lugar a Laymebanba i Chachapoyas el Padre fray Juan del Canpo, fray Diego de la Serna, i el Padre fray Juan Tamayo. Bolviose a su Guamachuco, que como a ijo primero deseava verle próspero, i bolvía alegre por ayudar a criarle, que no llega el mayor amor de la naturaleza en los Padres al que infunde la caridad en los maestros, pues éste se parece a la muerte en menospreciarlo todo, i en igualar al onbre con Dios sin temor umano; i los Padres que más quieren, temen quando más se animan, i apetecen más su vida que las de sus ijos quando más las aman. Grande sería el goco del Padre Maestro fray Juan de san Pedro, i del Padre fray Antonio Loçano en ver de buelta a su amantísimo conpañero fray Juan Ramírez. Estos tres ordenaron en , la policía de los Indios, i en su conversión las cosas siguientes: Que durmiesen en alto sobre barbacoas, porque dormían como bestias en los suelos. Que cubriesen lo interior de sus carnes para más salud i mejor modestia. Que en el modo del comer, conversar i vestir, ya que no se igualasen a los Españoles los imitasen levantándose algo del trato abatido con que se criavan. Fundaron en todos los pueblos de aquella dilatada Provincia unas estancias de ganado menor para sustento de los pobres, i otras para las Iglesias i Cofradías, poniendo la de nuestra Señora en cada pueblo, i otra de un santo de nuestra Orden i Religión, i la del Apóstol, Arcángel, o santo titular de su Iglesia, i los Lunes Misa i procesión de las ánimas; i con lo que rinde cada estancia, se sirven de cera i adornos de altar con mayor lucimiento i autoridad de culto, que en muchos pueblos i Cofradías de Españoles se tiene, ni se celebran sus fiestas. I los Ospitales curan sus enfermos con regalo, porque los Indios con poco les sobra, i el que apetecen los Españoles no les aze falta, porque se crían sin él, i no son antojadizos de nuestros potages; quieren más su agí, que nuestras especias, i sus medicinas de yervas sinples son de mejor salud para ellos, que nuestras drogas de botica, pero con lo que rinden estas estancias se les da lo saludable, i se les aplica lo conveniente. Acúcar, miel, pasas, carnes, pan, conservas, liencos i drogas, pagando un medio médico, que es entero cirujano que anda visitando la Provincia, que a vezes aprende a curar de los mesmos

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Indios, que con yervas i sinples curan en breve enfermedades peligrosas, i mejoran males desafuciados; como es poco, i uno el sustento escusan achaques, i no les mata las flemas con apoplegías; tiene cada pueblo depósito de unguentos, polvos i purgas acomoda- das a sus conplexiones, i al propósito de sus enfermedades; i es así, que de cien Indios no ay diez de encontrados umores, ni qua tro de diferente condición, que conociéndolos dijo el Virrey Don Martín Enríquez, que no acertavan los que decían, que todos los Indios eran unos, porque todos eran uno. Predomina en ellos la flema, críales el maíz abundancia de sangre, es raro el que tiene mal de orina, i rarísimo el que se a visto con gota, efetos que se atribuyen a su bevida la chicha. Calenturas son sus ordinarios males, i echizos de yervas sus venenos, destos saben la contra, i de aquéllas el remedio; son pocos los resfriados, i menos los pasmos ecepto en las minas de açogue i plata, allí salen sudando del trabajo en las grutas, i se pasman algunos al frío; pero los que trabajan en los planos, no peligran con los vientos, porque nacen i viven al ayre sin defensa ni abrigo, i millares de Indias paren en los canpos cubiertas de nieve, i al punto que an parido se lavan el cuerpo, i con el agua de nieve bañan la criatura. Saliendo yo de Potosí para Chuquisaca una mañana de Invierno elado de frío, aunque más arropado, me salió en un llano que llaman Carachepanpa estalage frígidísimo, buen trecho de Potosí una India con un niño en los bragos para que se le bautizase, temerosa que no se le muriese, que aquella noche le avía parido entre la nieve (de que avía una quarta de alto) labado el niño i bañada ella; al fin con estas estancias que estos zelosos Padres dispusieron se consiguen santos efetos, se adorna el culto, se celebran las fiestas, i se curan los enfermos. Dase carne a los viejos i viejas, inpedidos, ciegos, cojos, i contrechos, i en los días de nuestra Señora i Pascuas se da de comer en la plaça en abundancia a los pobres, i a vezes sobra algo para ayudar a pagar sus tributos, i los pagaran todos con otras estancias i obrage que les dejó el virtuoso Cavallero Don Juan de Sandoval señor de la Provincia por consejo de nuestros frayles, i si no fuesen piratas los administradores, pagaran i enriquecieran los Indios. Fue acuerdo advertido de la caridad i provecho necesario para sus comodidades. Establecieron que ningún Indio saliese de su pueblo, sino con licencia de su Cura, i manifestando la causa para limitar los días, i abreviar la buelta. Disposición santa no para establecer dominio, ni por antojo estrechar la sugeción, porque los Indios con fingido color de su sementeras paliando ocupaciones precisas, se van a sus adoraciones antiguas, a los entierros de sus antepasados, a sus

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Malquis, o Munaos, creen ser éstos sus primeros progenitores, que tienen sobre cerros en guacas, i en sótanos en los canpos. De aquí los avía sacado este Pastor cuydadoso i sus benditos conpañeros con sumo trabajo, con penosa fatiga, i con general provecho, no sabrá el más atento ponderar cabalmente los daños, inconvenientes i resultas que ay i se siguen de que los Indios falten de sus pueblos, i muchos mayores de que en cada pueblo no aya dotrinante por pequeños que sean, i si esto tiene dificultad por los Sínodos que se darían a los Curas, fuera gran govierno reduzirlos a menos poblaciones; porque a rostro descubierto se están en sus borracheras, se mezclan con abominaciones, i se entregan a sus idolatrías; i vemos lo que advierte el cielo, que donde falta la re- preensión, sobra la maldad, i donde no ay quien repreenda ay vicios, que descaradamente se descuellan, alábese mi Religión, i dense a Dios las gracias, que no atendiendo al tamaño del Sínodo, o rentas de los pueblos está en cada uno por pequeño que sea distinto Religioso, con que los beneficios son tenues, i los que se azen en las ánimas de los Indios muy grandes. Tengan todos lástima al pueblo de Indios que está sin dotrinante, i última conpasión a los que seys meses, i muchos el año entero, i otros en dos años no ven a su Cura, los Indios están en vida miserable, i los Pastores en estado de condenación. Mucho sirve en esto a Dios mi Religión, pues no atendiendo al interés tenporal, pone un Pastor a cada aprisco i conveniente Cura a cada pueblo, de que se consiguen dos grandes provechos, el uno que el dotrinante Religioso no acaudale, i cunpla el voto de pobre, i el otro que tengan continuo Pastor que los enseñe, i padre ordinario que las mire; conocen los Prelados quánto vale una ánima, i temen el castigo del que desperdicia un súbdito, i deja por omisión, descuydo o falta de dotrina peligrar un Indio, no estando a la mano para enfrenar sus vicios, i en el pueblo para administrarles los santos Sacramentos. El Sacerdote Elí ¿malísimo devía de ser? ¿cercado de abominaciones devía de estar? pues no sólo egecutó Dios en él tan cruenta justicia con muerte repentina, pero dijo, que en toda su eternidad no avía de moverse a misericordia, ni apiadarse a fuerça de oraciones, ni a violencia de limosnas. No fue malo, dice Crisóstomo, sino recto juez i cabal ministro, tanto, que esclareciendo sus virtudes, admiravan sus obras; nadie se quejó de sus sentencias, i ninguno le notó culpa, que mereciese murmuración, en premiar los méritos era cuydadoso sin ser remiso, en resolver las materias era presto sin aceleración, en ponerlas en egecución era determinado, i en conservar sus determinaciones fue constante, molde en que se avían de fundir las cabeças. ¿Qué izo este desdichado Juez i triste

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Sacerdote, pues ni ocultamente dio agravio, ni recibió coecho? Dios lo dejó advertido, declarando la causa: Porque no enmendava las costumbres de sus dos ijos Ophní i Phinees no los corregía, a cuya causa no se enfrenavan. Si repreendía, dice Crisóstomo, i no parezca que el Santo contradice al texto, que anbas cosas caben en la verdad, repreendía sin enojo, i así castigava sin enmienda, no igualava la pena con el delito; llamava piedad a la falta del zelo de sus ánimas, i así ni era repreensión en los ojos de Dios, ni descargo en la obligación del oficio, i refiriendo el Santo el castigo del Sacerdote, dice: las resmas de sus virtudes las borró con no castigar sus ijos, siendo el descuydo río de tinta que aogó sus obras santas, i un mar de culpas que cubrió sus echos ilustres, tinta que borra, i mar que corre i anega llamó al descuydo, o remisión del padre Prelado i su Sacerdote. Si por dos ijos distraídos por culpa de un padre descuydado niega Dios su misericordia, i enbía mares de afrentas i castigos, ¿qué espera el padre de ánimas que a dozenas permite los vicios, i a cientos se le despeñan los feligreses? ¿Qué será del que no tuviere aquellas virtudes de Elí, i permitiere los despeños de su inferior? ¿Qué se promete el Cura que nada repreende, porque en sus pueblos no asiste, i en los que tiene su abitación, o no castiga, porque su vida le aze callar, o no repreende, porque sus cuydados se ocupan en otro interés? Tal vez azen mayor daño en las ánimas de los Indios, repreendiendo culpas leves, castigando descuydos caseros, o ponderando faltas que azen a su servicio, o a sus enpleos, que si les despedaçaran los cuerpos, porque viendo ponderar tanto culpas de descuydo, i no exagerando vicios de idolatrías, no tienen éste por gran delito, i se están en él sin temor. Razón que le decían, i daño que llora el Padre Pablo Josef en el libro que izo de la visita general. Mi Religión remedia atentamente estos daños, teniendo en cada pueblo un Sacerdote, i proibiendo con descomunión i graves penas todo contrato, removiendo al que se descuyda en el provecho de los Indios, i conservando al que acude a sus medras, que el mudar con leve ocasión, si tiene algún inconveniente descubre grandes provechos. Quando no llegavan nuestros Religiosos a veynte, enbiaron tres a Guamachuco, i por no poder dar a cada pueblo un ministro, redugeron a menos las poblaciones, i observaron con rigor que no saliesen sin su licencia los Indios i bolviesen al día señalado los que pedían licencia, freno eficaz i antídoto saludable. No a sido digresión la que prueva quanto acertaron en inponer este aranzel, que allí se introdujo entonces, i oy se guarda en todo el Reyno en las dotrinas donde se trata de Dios. Acabemos con lo

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político, i ceremonial que el Padre fray Juan i sus dos conpañeros asentaron en sus Indios, porque lo mesmo se introdujo en todas nuestras dotrinas del Perú, i quedarase dicho, i tanbién porque me llama un echo ilustre de un zelo santo del Padre fray Juan, yendo a buscar unos Indios que se ausentaron sin su licencia, i otros que alargaron el plaço que les dieron donde veremos el daño de sus ausencias, i el fuego de caridad deste Elías Augustino. Continuando pues las cosas que plantaron en su Provincia, ordena- ron que se cantase la Salve los Sábados a la Virgen, i Misa cantada, erigiendo Cofradía, i vienen los Cofrades vestidos de blanco con velas de cera blanca; los Domingos i fiestas mayores entran en procesión del cimenterio a la Iglesia, después de echa la dotrina, las donzellas con guirnaldas de flores, i toda muger cubierta con lienço de lino la cabeca, modestia que aconsejó san Pablo, porque se alegran los Angeles quando las ven cubiertas, o por los Sacerdotes que deven ser Angeles, porque no las ven; los otros tres días de dotrina, o no entran en la Iglesia, o no usan de las flores ni.lienços; esta ceremonia llamara insignia de bayle el que no conociere quánto inporta en los Indios el adorno esterior para el respeto del Eclesiástico, i quánto puede en su condición lo ceremonial visible para aumentar la devoción oculta, i atraer esta nación rústica, Dios lo mandava en el tienpo de las ceremonias, i lo prevenía David en las fiestas solenes, llevando ramos de azaares, cogollos de palmas, i ramilletes de mirtos, como manda Dios en el Levítico, i pinta Josepho en la fiesta de los Tabernáculos llamada Scenopegia por los banquetes de su otava, como advirtió Lira, todos los días después de la oración tañen a la Antífona (egercicio de nuestros Conventos) a que concurren los Indios, cántase a la natividad de la Virgen, con oraciones al Espíritu Santo, i a nuestro Padre san Augustín. Acabada se canta a la Cruz otra con su oración, i otras en que se pide a nuestro Señor la salud para los enfermos, i su piedad i gracia para los pecadores, i rezando en silencio el Rosario quedavan los Religiosos en diciplina; a ésta obligan a los Indios las Quaresmas, Lunes, Miércoles i Viernes, i voluntariamente entre año. Introdugeron cada Lunes Misa cantada con procesión por las ánimas, cantando responsos por los cimenterios. Después acá se a ordenado que se cante los jueves Misa al Santísimo Sacramento; i a querido Dios premiar esta devoción, no cayendo rayos después que se introdujo, siendo muchísimos los que antes caían, merced que an advertido los Indios, i favor que atribuyen a esta devoción. Donde más se a descubierto este beneficio, es en el pueblo i contorno de San Nicolás de Caxabanba, pueblo en la falda de la cordillera, castigado diversas

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vezes con rayos, i ya anparado con aquel divino Sacramento, pues si cae alguno, es en el canpo, que quien cree i aclama los rayos de divinidad que esconde, goza defensas, i alla favores de la piedad que reparte. Todas estas santas costunbres, i otras virtuosas asentaron estos tres Padres en Guamachuco, i deste original se trasladaron en todas nuestras dotrinas, siendo aquéllos los maestros, i los demás sus imitadores. La mayor parte de los Indios estavan durísimos a recebir nuestra ley, i adversos a creer nuestros Sacramentos, que aunque los más por tímidos aplaudían la Fe, por rebeldes no dejavan su falsa adoración, siendo lo público engaño aparente, i lo que obravan óbito envegecido, aunque otros a cara descubierta continuavan su idolatría, de que presto veremos exenplar. Dejemos aora a los dos padres, i sólo atendamos a las particulares finezas, que en servicio de Dios izo nuestro bendito fray Juan. Salía (como ya digimos) por los canpos, unas vezes en busca de los Indios para dotrinarlos, otras para recogerlos, i muchas para divertirlos de los lugares de sus adoratorios i pacarinas, i ya sabía, que el no venir los Indios el día que les señalava, de buelta no los ocupava su labranca, sino su idolatría. Salió una vez en busca de sus ovejas por los canpos, que como buen pastor, más le dolía una que se le ausentava, que noventa i nueve que dexava en los apriscos, vagueando por los canpos; o llevado de noticia, o de celestial inpulso, subió a un adoratorio, i alló un Idolo común, que los Indios tenían tan venerado como escondido, negándole a las amonestaciones de su Cura, i confesándole por Dios en los sacrificios de su ceguera, allole, i como si fuese tesoro para el codicioso, o imagen santa para el devoto, así se llenó de regozijo; que al zeloso de la onra de Dios, tanto le glorifica el vicio que destruye, como la presea mejor del Cielo que se alla. Mejor género de gozo tuvo Santiago, quando quitó a Ermógenes Mago la causa de sus errores, que quando vido la gloria en el Tabor, porque si fue en el monte mejor, i divino el objeto, fue gozo apresurado sin mérito, antes vista con sobresaltos, i postre de repreensión, i con Ermógenes ganó méritos para sí, ánima para el Cielo, i gloria para Dios. Ya sé que si preguntáramos a nuestro Padre fray Juan, si trocara el aver allado el Idolo que buscava para destruir, por aver encontrado un rato de gloria en que se pudiera deleytar, renunciara éste en que el selo medrara, i estimara lo otro en que la gloria de Dios se pretendía. Cargó el Idolo, i traiale en los bracos, para que a vista de sus adoradores pereciese en cenizas, i ellos viesen público el delito tan ocultado. Quando, él volvía al pueblo, ivan en gavilla algunos idólatras a su guaca, encontraron su amor en braços de su miedo, i

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su Dios en poder de su castigo; aquí llevo (les dijo) vuestro Dios de mentira a que perezca en fuego el Idolo, pues padece en fuego el Demonio su autor. No se atemorizaron, ni dieron escusas negando, antes obstinados le pidieron el Idolo, i llenos de ira le llegaron a quitar, él lo defendía con zelo de Dios, i ellos se lo quitavan con rabia bestial. Detestava su diabólico furor, i ellos la ley de Cristo, a breve rato se le sacaron de los braços, i como si el Idolo los oyera, le decían ternuras, i le pedían contra el bendito Sacerdote castigos. Encendiose el zelo de Elías, i con viles inproperios baldonó al Idolo, i anatematizó a los idólatras, aperreando su libertad, i encareciendo su desconpostura, efectos de última perdición, i en él de valiente caridad. Revísteseles el Demonio, que quiso que apostasen el zelo Divino con el zelo infernal, i cogiendo palos los unos i piedras los otros, le molieron a palos, i le quebrantaron con piedras, dándole bofetadas i cozes los que no tenían a mano piedras o palos, i continuando a matarle, para lo qual faltava poco, porque estava casi muerto, o quiso el Cielo, o no quiso su suerte, que entonces muriese, para que allí, i a otros aprovechase su vida, queriendo ya acabarle en la tierra, donde le tenían sin abla. Vieron venir dos Españoles, que caminando avían visto de un alto el martirio, i temiéndoles más que a Dios, ni a su proprio Pastor, llevando su Idolo lo dejaron por muerto, i los Españoles llevaron al dichoso Religioso a su celda, donde más triste de no aver muerto por Dios, que ellos de no averle muerto, porque les quitava el suyo, ofreció su martirio por la conversión de sus ofensores, que si no los ganó todos, devió de rescatar (pareciéndose a Cristo) alguno destos ladrones. Veo a san Juan Evangelista mártir en la tina donde murió, i a este Juan Augustino entre palos, i piedras, donde si no murió, ganó el mérito del martirio, i la onra de Apostólico Pastor. Si a los tres siervos, que el Padre de familias enbió a cobrar su deuda, dice Cristo, que al uno apalearon, al otro frieron i al otro apedrearon, en este Padre vemos el mérito de los tres, pues unos le apalean, otros le arrojan piedras, i todos le hieren, siendo aquellas afrentas el caudal de sus mayores onras, i después de sano le maquinavan otros géneros de muertes. Asta quándo, o vosotros endurecidos acometeys furiosos, i herís pertinazes al onbre justo, al Cristo de Dios (decía David) que se rinde i cae como pared echa de piedras sueltas sin mezcla. Mi precio i joya me querían quitar, (dice David en nonbre del que padecía) corrí sediento mientras me maldecían; todo le ajusta a nuestro buen fray Juan, que si con facilidad le pudieron derribar como a pared de piedras sin mezcla, la joya i precio de su paciencia no se la pudieron quitar las piedras; su sed veremos presto. Deste suceso aze tanbién

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mensión el Padre Predicador fray Alonso Ramos en su Istoria, i todos los que ablan desta valentía santa i acción eroica, aclaman aquella santidad, i confiesan su enbidia santa. Fue muy encarecido este echo entonces, i será colmadamente premiado aora.

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CAPÍTULO XV

DE COMO CONVIRTIO EL PADRE FRAY JUAN LAS PROVINCIAS DE GUANBOS I CHACHAPOYAS; I COMO

DESPUES LAS DEJO LA ORDEN, I SU DICHOSA MUERTE En el Capítulo que se celebró el año de 1557, fue elegido en Difinidor desta Provincia, en que se ordenaron santísimos estatutos i estrechas observancias, obligando con mandatos a entablar en todas nuestras dotrinas del Perú mucho de lo que él azía, i lo inportante que con la experiencia avía conocido. Segunda vez le izo la Provincia Difinidor (reconociendo la integridad de su zelo, i la linpieza de su intención) el año de 1591, en el Capítulo que se izo en el Cuzco, i aviéndolo sido la primera vez, admitió con mayor gozo el ser Superior de Trugillo (oficio tan inferior) que el de Difinidor, que es de la segunda esfera. Era dechado de virtudes, i labrávalas todas en el lienço de la umildad, que a quien no se sabe bajar, no le sabe Dios subir. Dionos el Rey la Provincia de los Guanbos con tres grandísimos pueblos, Cutervo, Quirocota i Cachen con dos o tres anejos cada uno, i muchas familias en los canpos; escogiéronle para esta conquista el año de 1560, que por padre de la virtud, i egenplo de la caridad, le davan los principios de las conversiones, i los primeros trabajos (i por eso mayores) de nuevas entradas i de dificultosas misiones. Es la Provincia de Guanbos sierra no fría, i en partes bien tenplada, era rica, abundante i de regalo, abunda en frutas, i demás comidas. Ya oy está con poca gente i menos abundancia. Está más de 24 leguas de Laymebanba leste oeste, está en siete grados i medio norte sur de Lima, cae tres jornadas de Saña, i caía en la visita de Trugillo, de quien está al nordeste. No entró en esta gente inculta, ni cansado de los trabajos que avía sufrido, ni menos alentado, que en las pasadas refriegas, antes quanto más padecía era como aumento de caudal en codicioso mercader, que le anima a mayores enpleos, i le ensancha las ganas a más largos viages. O llamémosla idropesía virtuosa, que infunde Dios en los Santos, aumentando las ganas del bever, quando acaba de aver bevido, creciendo a más quanto más bevió. Dos vezes beve Cristo en el Calvario, una antes que le crucifiquen. Luego que llegó al Calvario donde le dieron vino con hiel i mirra amarga, como advierten los tres Evangelistas; este vino probó, aunque no quiso beverle. Súbenle crucificado en la Cruz, i da una voz diciendo, sed tengo, i danle vinagre en una esponja, i lo bebió todo, como avirtió san Juan; ¿quál será la causa de que beva aora en la Cruz todo el vinagre, i no

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quisiese bever, sino provar solamente el vaso del vino quando llega al Calvario? Todo lo responde el Dotor Aureliense, cotejándolo con el aver pedido agua a la Samaritana, i no averla bevido, i alla este misterio. Sed tiene Cristo, i los que le imitan, no quando comen dulce, sino quando beven amargo, porque es su sed de bever más trabajos, no para mitigarlos, sino para engrandecerlos; i así començar a provarlos es causa de encenderse más en deseos de sufrirlos. Con sed llegó Cristo al poco de bever agua, pudo, i no la quiso, porque era sed de padecer mayor cansancio i soles por la Samaritana, i por qualquier otra ánima pecadora. Pero como el convertirla (como dijo allí a sus Apóstoles) era comerla, no beve Cristo quando come dulçuras (siendo la mayor para él ganar un ánima) sino quando padece í no logra sus fatigas, i el tener más sed, nace de aver bevido más amargo. En la Cruz beve todo el vaso de vinagre, porque antes de cruficicado probó la hiel i la mirra en el vino, quando llegó al monte, que aquel probarle atizó las ganas para este bever. Virtud que comunica a sus más queridos, quando les crece la sed de padecer por Dios, sólo porque lo provaron i se les aumenta, porque acabaron de padecer por él, o les deve de ser tan dulce para el ánima padecer fatigas por ganar un ánima, que no sosiegan mientras no las beven. Con toda priesa salió de la Provincia de Chachapoyas, i fue a la de Guanbos, Indios menos agrestes, corría a pie por los caminos, como corriera un delinquente a los sagrados, que en los deseos llevan carros de fuego los que llevan el gozo de Elías, i andan más camino los deseos de un caritativo en un momento, que sus pies en diez años, i nunca más corren, que quando nos parece que se paran. De Cristo dijo David, que estando en la Cruz corrió lleno de sed, como si un crucificado pudiese correr, i responde el Dotor Aureliense, nunca corrió Cristo más aceleradamente, que quando le tenían parados los clavos, porque corrían sus deseos por todo el mundo, i en cada onbre allava salsa que le atizava la sed, creciendo su sed al paso que corría. I así a sus siervos les aze correr (en busca de ánimas) la sed que tienen de convertirlas, que les crece al paso que corren, i se les atiza más al tamaño que padecen, corriendo con los deseos quando más nos parece que están paradas sus personas. Pero nuestro bendito fray Juan no sosegava una ora, porque la sed de ánimas le traía corriendo, corrían sus ansias, i se aumentavan sus deseos, si algún rato estava sosegado. Era particular virtud en este bendito Varón el ir de una Provincia a otra a pie, casi descaço, anbriento, alegre, apresurado, i a muchos trechos corriendo. Esto ¿no es crucificarse i correr? Aquéllo ¿no es aumentar la sed de

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convertir, quando estava padeciendo más por predicar? Entró en aquella Provincia domando Gentiles, acariciando des- contentos, predicando la Fe, i enseñando santas costunbres con el mesmo trabajo, i con la propria consistencia, que en Guamachuco i Chachapoyas, fabricó Iglesias, adornó altares, introdujo policías, ilustró el culto i convirtió muchas ánimas. Fue por su obrero a esta viña el Padre fray Diego de Aguilar varón de toda virtud, zelo, trabajo i provecho, repartieron los pueblos, i cada uno obró como buen ministro, siendo a los ojos de los Indios su gran pobreza, i su mucha modestia ançuelo que los atraía, i ermosura que los enamorava. Tres años pasaron asta el de sesenta i tres en estos egercicios. Varios conbates con el Demonio, i continuas dificultades en la dureza de los Indios devieron de tener estos primeros Religiosos; i el no tener sucesos particulares (que sin duda avría muchos) para poner entre los referidos, estrago es de los tienpos, i culpa de nuestros descuydos, si no es que los callasen ellos por umildad por no desperdiciarlos a manos de la vana gloria. Los Evangelistas san Mateo, san Marcos, i san Lucas nonbran al Evangelista san Juan, quando tratan de la gloria del monte Tabor, i san Juan no pone, ni su nonbre, ni su visión, con singularizar todas las circunstancias antecedentes de la ocasión. Pues ¿porqué lo calla el que con tanta verdad escrive? Responde san Crisóstomo en la catena, que los Apóstoles enseñaron a huir de la vana gloria, san Juan quiso más callar el misterio, que decir el favor, porque no ay misterio que más agrade a Dios, que el silencio en la umildad. En el Capítulo del año de sesenta i tres eligieron por Prior de Laymebanba, i Provincia de Chachapoyas a nuestro buen Pastor fray Juan Ramírez, porque clamavan por él los Indios reconociendo su primera filiación, i los Españoles deseando su provecho; acudió a esta súplica el Capítulo, porque ya se avía resuelto antes por el Padre Provincial fray Andrés de santa María que dejava el oficio; el sacudirse de Guanbos, que quando eran espinal de idolatrías las apetecieron, i quando ya criava flores las dejaron, así se renunciaron las dotrinas i Provincias de los Guanbos, porque Informó el Padre fray Juan avía poco que trabajar en la conversión de aquellos Indios, porque todos quedavan bautizados, i con razonable noticia de nuestra Fe, i que era tierra muy de regalo i próspera, condiciones que en otros ánimos fueran para desearla más, i en este Apostólico varón, i en los Padres de aquel Capítulo i del Provincial anterior fray Andrés de Santa María, i del electo fray Pedro de Cépeda, fue causa suficiente para dejarla a otros, i ocuparse sólo en las tierras i gentes de mayor dificultad, porque deseavan ir dejando las dotrinas, como

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fuesen convirtiendo los Indios; advirtió el Virrey con sentimiento esta dejación, pero valiéndose de los Prelados de nuestra Señora de las Mercedes, le dieron tales i tan buenos ministros, que la an cultivado, i la conservan oy con grandes provechos de aquellos naturales. Bolvió a su segunda ija la Provincia de Chachapoyas al Convento de Laymebanba; aquí le buelve el señorío de la Obediencia, i le afligen los riesgos del peligro; pero destos libra Dios, quando no el gusto sino la Obediencia llevan al Ministro. Cristo llevado del Espíritu al desierto lo predica. Llevó por súbditos i obreros de la predicación a los Padres fray Diego Ordóñez, i fray Guillermo Ruiz, personas que con decir eran a su satisfación, i escogidos para sus coadjutores, se prueva su virtud, i nos dice su caridad; a su buelta uvo comunes regozijos, porque fue sumamente amado la primera vez, persuadíanse, que la salud, emienda- i buenos sucesos estava en tenerle consigo. Asistió en esta Provincia i pueblo asta el año de sesenta i siete, porque en el Capítulo del año de sesenta i seys le bolvieron a reelegir por Prelado, i en estos quatro años acabó de perficionar lo que la otra vez coménçó. Ya dije que estando él en aquella comarca, la vez primera se allaron unas minas ricas de plata, a que concurrió multitud de codiciosos; i en estas ocasiones se agregan canallas, i sólo se trata de disolución, considerando estar ya la comarca rica, i poblada, de otros Sacerdotes. Manifestó el Padre Provincial, que lo era segunda vez el venerable Padre fray Andrés de Santa María, el peligro de los que allí fuesen dotrinantes, ya por andar entre barras, piñas i moneda, i ya porque la tierra producía ermosuras, algunas sin la modestia conveniente, i qué inportaría dejar aquella Provincia, puesto que ya la Fe estava admitida, i los más Indios dotrinados. Salió el consejo de un coraçón como el suyo, i llegó a otro su igual, que por no dar ocasión en los tienpos venideros de peligrar en semejantes votos, dejaron anbos dos Reynos, i cada uno la vida (experiencia tuvimos quando huyó la primera vez). Resolviéronse en dejar aquella tierra, i fue a dejarla el Padre Provincial; luego que salió electo murió en Caxamarca, i el año siguiente fue electo en Provincial el Padre fray Juan de san Pedro, que con resolución dejó aquellas dotrinas, i así renunció el año de sesenta i siete aquellos pueblos, donde oy asisten Clérigos, i dentro de pocos años se acabaron las minas, i se fue ausentado la gente advenediça, i a bueltas destos los naturales. ¡O varones dignos de eterna memoria en los onbres! No dudo que esteys en la memoria eterna de los justos, quánto inportara que todos los Prelados izieran como obrastis, por no incurrir en la ignorancia de los ciegos, a quien dice Cristo nuestro Señor, qué importará ganar todas las ánimas del

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mundo, si padece detrimento el ánima que las gana, que perder en la ganancia es ganar mayor perdición en el enpleo. El retener la Provincia de Guamachuco, i dejar esta Provincia i la de los Guanbos, arguye la valentía de su espíritu, en aquélla asiste, porque se endurece, éstas deja porque son descanso. I el tenerlas otros era con motivo de azer espirituales provechos, i confiados de mayor fortaleza. Estos imitadores de Cristo en aviendo convertido las ánimas, huían de los pueblos regalados i apetecían los más endurecidos, apréndenlo de Cristo, que dice, que siguiéndole multitudes que lo aclamavan sana a un leproso, i pasa a sanar al ijo del Centurión, camina apriesa, i entra a sanar la suegra de san Pedro. ¿Porqué no se detiene Cristo en la casa de su Apóstol? Es que va adonde ay más necesidad, pasa a curar muchos endemoniados, deténgase allí, no, que se va a enbarcar, que ay dos endemoniados de muchos años, deja a todos, i valos a sanar. Bolvió la Obediencia al Padre fray Juan Ramírez a la Provincia de Guamachuco su ija primogénita, i su vidueño primero. El trabajo que avía de tener con los Guamachucos no le resfría las ansias del amor, porque endulça fatigas la caridad, i busca allí mesmo a Dios donde no le allá, i le buelve a buscar al sitio donde Cristo se fue, mira la Madalena al sepulcro, i velo vacío, i a Cristo ausente, i buelve otra vez a buscarle en él; la causa es, dice san Gregorio, que al amante no le sosiega buscar una vez al amado, porque la fuerça del amor multiplica la intención de bolver, i las ansias de tornar a buscar. En Guamachuco ya Prior, ya súbdito estuvo mucho aumentándola cada día, i mejorándola en costunbres i culto cada ora, pues celebravan los Oficios Divinos los Indios, con vigolones, i Capillas de música, que enbidiavan algunas Catedrales, i no le enparejava Coro de todo este Reyno. E dejado para estos postres la virtud en que fue más alabado, i que eslavona todas sus virtudes, por aver sido, no sólo gran limosnero, sino padre de la ospitalidad, yendo en busca de pobres, i atrayendo con ruegos caminantes peregrinos, corriendo en su busca como si le llevaran algo urtado, era tal el ansia, quando sabía que pasavan caminantes, que dejando lo más preciso que azía, los iva a traer, bolviendo con los guéspedes más contento que suelen ir los conbidados al banquete, abrasándole el Sol los iva a traer; lloviendo los salía a ospedar, acariciávalos con amor, consolávalos con prudencia, i aviéndolos regalado los días que querían, los socorría de lo que avían menester. Padre le llamavan de pobres, i él se preciava de ser ijo de la pobreza, egecutorias anbas de que Dios estava muy de asiento en sus acciones. A casa de Abraán vienen tres Angeles, asentado es, que el uno era el mesmo

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Dios, í así viendo tres adoró al uno, llamándole, Señor, quedose Dios de espacio ablando con él, i pasaron los dos Angeles a visitar a Lot, pero no se van a su casa, en la plaça dicen que se quedan; va por ellos, ruégales con su ospedaje, escúsanse diciendo, que en la plaça vienen a estar, i que en ninguna manera irán a su posada, obligoles con ruegos, forçolos con súplicas, i como violentados los llevó a su casa. Parece que mienten los Angeles (dice Lira) si vienen determinados, i los enbía Dios a la casa de Lot, ¿para qué dicen que vienen a estar en la plaça común, i reúsan lo mesmo que pretenden? A eso vienen (responde Lira) pero avía de ser el ir después de averse escusado. Pues, i ¿para qué era aquel desdén, debiendo a tanta caridad mayor cariño? O ¿qué más tuvo de mérito Abraán ospedándolos que Lot, para que con el uno se vayan descubriendo ser Angeles i Dios, i con Lot no va Dios i los dos Angeles, i no sólo se encubren, pero se resisten? Si anbos los ospedan, ¿porqué no los igualan? Del echo se saca la respuesta. Anbos eran justos; uno i otro salen de su casa a traer peregrinos, pero Abraán quando los vido, salió corriendo en su busca, i Lot se fue poco a poco a su presencia. Abraán sale a buscar pobres guando, ábrasava el Sol, Lot con el fresco de la tarde los esperava; así pues digan los favores la diferencia de los méritos. Dios ni los Angeles no se resistan ni se disimulen, díganle quién son, váyanse con él, i quédese muy de asiento Dios en su casa, que aquel correr merece este asistir. I quien por los pobres no siente el Sol, otro le abrase más el ánima, i es que se está al Sol por Dios, estese Dios Sol Divino con él. Lot reciba Angeles que le libren, que a los que recibimos como pobres, sienpre los allaremos como protectores; pero no a de tener igual privilegio ospedar pobres con el ir corriendo a buscarlos, que la caridad que corre, trae a Dios, para que se esté despacio, i la que anda, merece Angeles que del peligro nos saquen con priesa, el Sol que abrasa al limosnero, enciende la caridad, i atiza a Dios que le aumente el favor, i merece por un Sol que sufre, un Sol Divino que encienda. Todo esto se conprueva con el Padre fray Juan, que apostándolas a la conmiseración, se las ganava a la caridad, corría en su servicio, i estava Dios con él de asiento, mostró su caridad ya en amar su ánima, castigando con áspera i continua penitencia su cuerpo, ya padeciendo tantos i tan diferentes trabajos por la conversión de los Indios, ya siendo Padre de pobres, i ospedero de peregrinos; dormía lo poco que descansava de rodillas, o en la celda, o en el coro, nuevo modo de penitencia. En estos egercicios asistió cinquenta i seys años, que fue el tienpo que vivió en el Perú, más antigua era su virtud, pues lo escogió España para esta predicación. Quando el año

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de 1591, salió por Difinidor en el Cuzco, se vino a vivir al Convento de Lima, donde era egenplo de todas virtudes, i en la que más admirava era en el ayuno i diciplinas, pues con ser de más de 70 años, dejava charcos de sangre en el Coro, dando confusión a los mancebos, enbidia a los novicios, i admiración a todos. Llevole el amor de nuestra Señora de Guadalupe a su casa, i la Obediencia otra vez a Guamachuco, donde estuvo asta el año de 1605. Vínose a morir al Convento de Trugillo, ya casi ciego, ceguera a quien él llamava ventura, él decía, que porque tenía un enemigo menos, i todos lo explicavan de que avía cegado sirviendo a Dios en la conversión de los Indios, lastimado de soles, erido de nieves, cansado de anbres, molido de caminos, i apurado de serenos. Quando considero, que a Metelo Romano le recibieron en Roma (como refiere Plinio) con tan superiores ventajas, que todas las vezes que avía de ir al Senado lo llevavan en carro triunfal. Onra que como él advierte, no se izo a Potentado alguno desde que se crió el mundo. I sabida la causa, dice que fue, porque sirviendo a su Patria perdió los ojos. Agase aora el argumento: si los onbres mortales pagan con tales onras una pérdida de ojos, i Dios es más agradecido, i tiene infinitos los premios con que paga, ¿quáles i quántos serán los que este bendito ciego goza? Tenía una paz alegre en su vegez, un estrecho recogimiento en su oración i una santa afabilidad sin caduquez. Salió pobrísimo de tantos años de dotrína, sin tener más que el ábito, con que decía que lo avían de amortajar. Una vez le trugeron dos Padres dotrinantes de Guamachuco unos pesos, cosas de regalo, i una freçada en muestra del amor que le tenían; i agradeciéndolo todo no quiso nada, diciendo, no quiera Dios que jamás tenga cosa que guela a plata, i el regalo se dé a la comunidad. Izieron queja amorosa, i admitió la freçada, diciendo: ésta tomaré porque no la tengo, i siento el frío con la vejez. Dichosa pobreza, i venturoso caudal, años bien logrados, i edad bien gastada. Yo le pedí un día me digese los años de su edad, i me respondió, pocos son en el servicio de Dios, i muchos en su ofensa, yo conocí ijas de confesión de san Juan de Saagún, no pude por aquí saber su edad, porque pudieron vivir las ijas de confesión cien años o más. Llamole Dios a morir, i pocos días antes mostrava continuo gozo i una alegría celestial, recibiendo con lágrimas de amor los Sacramentos. Levantose de la cama, i dijo, que ya le llamava Dios. Incose de rodillas, i allí puesto en fervorosa oración murió diciendo ternuras a Dios, í pidiendo su favor a la Virgen, de quien fue devotísimo, quedó muerto de rodillas, i todos viendo su aspecto ermoso le veneraron por santo. Mejor carro le prevendría

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Dios, que Roma a Metelo; quanto va de lo eterno a lo mundano, siendo participante de la gloria de los Mártires, pues Santa Tecla dicípula del Apóstol san Pablo, si padeció tres tormentos atrocísimos, salió viva de todos, siendo de diez i ocho años, i murió en su patria Iconia de noventa años de edad, i la Iglesia la celebra por Mártir a 23 de Setienbre, no porque murió en el martirio, sino porque siendo niña le padeció; i así nos da licencia la piedad, para que pensemos, que a este bendito Religioso le dio nuestro Señor los premios de Mártir, pues a manos de Gentiles padeció martirios por la Fe, i los de Predicador, pues convirtió a tantos infieles con su vida i predicación. Murió por el año de 1608, 57 años después que pasó al Perú, murió de más 80 años, su vida fue la que tengo referida, su muerte la que todos pueden enbidiar. La opinión de su vida i muerte de santo, i el premio será como lo sabe dar Dios a los que le sirven.

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CAPÍTULO XVI

DE LO QUE SUCEDIO EN LA PROVINCIA DESDE EL AÑO DE 1557, I QUALES I QUANTOS RELIGIOSOS TRUJO

LA SEGUNDA BARCADA Detengámonos un poco en saber particulares disposiciones desta Provincia, que luego bolveremos a las vidas, i predicación de otros Apostólicos dotrinantes, porque entreveradas las materias se entiendan mejor los acaecimientos, i sea menos penosa la letura. Acabó el año de mil i quinientos i cinquenta i siete sus tres años de Provincial el bendito Padre fray Andrés de Jesús o Salaçar, con aumentos de espíritu i opinión del ábito, i con extensión de dotrinas i Provincias. La Religión juntó a Capítulo Provincial que en Lima ciudad de los Reyes se celebró este año a 15 de Mayo, en que fue Presidente en nonbre i con vezes del Reverendísimo General, que lo era el Maestro fray Cristóval Patavino, el Padre Fray Antonio Loçano Difinídor más antiguo del Capítulo antecedente. Todos conocieron ser conveniente para Provincial el Padre Fray Juan de san Pedro, que estava ausente en Guamachuco, más de cien leguas de Lima, ocupado en la conversión de los Indios, i a la ora que él les estava predicando, a esa misma le estavan eligiendo; no sé a quién se le deva mayor alabança, si al Padre Fray Juan de san Pedro, que se escusó de venir a Capítulo por huyr de anbiciones, i sólo asistir a su egercicio Apostólico, o a los Padres del Capítulo que miravan los méritos del ausente como Fiscales de la justicia i despertadores del premio. ¡O congregación de justos, donde los que están presentes (renunciando el amor proprio) escogen al conveniente, aunque esté más distante, i donde el ausente tiene más seguro lo que merece, quando menos lo busca i quando más lo huye! imitadores de Dios, que eligió por Rey a Saúl (que entonces era el mejor) quando sólo se ocupava en buscar los jumentos de su padre que estavan perdidos. I así eligen estos benditos Capitulares por cabeça al que andava ocupado en sólo buscar por los canpos a los Indios infieles, jumentos en la ignorancia, i perdidos en la idolatría; pero eran de su Padre Eterno, i devía buscarlos entre riscos, porque no se perdiesen entre lobos, sólo se diferenció esta eleción de la que izo Dios en Saúl, que éste era el mejor antes de reynar, i fue malo después que reynó; i el Padre Fray Juan de san Pedro era bueno antes de Provincial, i bonísimo después que lo fue, creciendo en perfeción asta que murió. Era san Pedro en el sobrenonbre, i mirole Dios como a san Pedro en la eleción, pues lo elige por cabeça quando está pescando, aunque

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en más provechosa pesca está nuestro san Pedro, pues era echando la red de la predicación para azer lances de ánimas, i el Apóstol entonces para sustentar su casa con engaños del ançuelo, i azer grangeria con presas de la red. Fue electo en Provincial el Padre Fray Juan de san Pedro, í en Difinidores los Padres fray Andrés de Jesús o Salaçar, fray Andrés de santa María o Ortega. El Padre fray Juan del Canto i el Padre Fray Juan Ramírez, i después de la protestación de la Fe, i de cada sumisión al Sumo Pontífice i al Reverendísimo General, primer cláusula en todas las determi- naciones de mi Religión. Confirmaron las actas i mandatos del Ca- pítulo Provincial antecedente, i declararon, que los Religiosos que asistían en las dotrínas de Chachapoyas, i los de las de Conchucos fuesen Conventuales de Lima, con estar más de cien leguas distantes, i tuviesen voto en la eleción que se iziese de Prior, porque entonces elegían los Conventuales al que avía de ser su Prelado, que es lo que oy azen el Provincial i Difinitorio, i confirmávalos el Capítulo. Ordenose, que cada Prior en su Convento, i en particular el de Lima, leyese Gramática a sus súbditos; i la razón motiva desto no era para que los Prelados la supiesen leer, i los dicípulos con más cuydado la quisiesen estudiar, sino (como dice la acta que es la quinta) para que los Religiosos mejor fuesen instruidos i enseñados en las cosas que se devían azer en la Religión. O zelo de varones grandes, que no querían las letras sin conpañía de virtudes, i a un tienpo mismo querían que si aprendiesen a conjugar un verbo, no supiesen declinar en la virtud; i mientras entendiesen géneros i pretéritos, se dedicasen más a juntar las partes de la oración, aprendiendo a tener oración, i su virtud de su Prelado; con que a él le advertían cómo debía ser, i a los dicípulos, lo que más les convenía estudiar, ésta es la gramática de la Teología de Dios, i el destos Difinidores el temor santo, principio de la ciencia, i colmo de la espiritual Sabiduría. Señaláronle de coletas para que en los caminos gastase el Padre Provincial cada año cien pesos, con tal que las Misas que digese en cada Convento las aplicase por descargos Conventuales, con que él venía a dar más a cada Convento, que le cabía de repartición, tratavan sólo de enriquecer el ánima, i dejar enseñados los sucesores, i así contratavan logros con Dios, i no entravan en aprovechamientos de prelacía. Señalaron seys Religiosos, dotados de zelo i caridad, para que estuviesen previniéndose para los pueblos i Provincias donde los llamasen a la conversión; cuydado Cristiano i prevención santa disponer soldados visoños, a que se estén diciplinando antes de entrar en la conquista, para llevar ade-

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lantados los deseos de ganar ánimas, i estarse tienpo antes armando de virtudes para vencer Demonios i dificultades. Que el egercitarse en peleas, i aprender la contra de estratagemas del enemigo en los vientres de la madre, es merced concedida a pocos. De Jacob lo dice la Escritura, i de San Juan Bautista san Anbrosio: Aprendían las lenguas que son muchas i diversas en este nuevo mundo, i dava Dios a su zelo el don de lenguas. Dénsele las gracias como a repartidor del bien, pues de quantos géneros i diferencias de lenguas ay en este Perú, an sido mis Religiosos muy inteligentes, i son oy en las de mayor escuridad dotrinantes. Tratavan sólo deste ministerio, i así se davan a sólo este beneficio. Confirmó el Capítulo la elección que el Convento de Lima izo de Prior en el Padre Fray Andrés de santa María, i por Suprior i Maestro de Novicios al Padre Fray Andrés de Salaçar Provincial, que acabó, como ya digimos en su vida; i sin poner obediencia que obligase a pecado mortal, ni descomunión que desquartizase las ánimas, confirmando el Prior nuevamente electo de Guamachuco, que fue el Padre Fray Antonio Loçano Presidente del Capítulo, le disolvió el dicho Capítulo con suma paz i conformidad. Avía despachado a España el Padre Provincial Fray Andrés de Salaçar el año de mil i quinientos i cincuenta i seys, al Padre Fray Pedro de Cépeda, varón de mucha virtud i de igual capacidad, buen Teólogo, cuerdo, cuydadoso, solícito i efectivo, con los poderes i comisiones que llevó el santo Padre Fray Juan Estado, para negociar lo que el otro no pudo por su muerte disponer; llegó a la Corte, i por allar muchas mercedes ya negociadas del Enperador, que a instancia del Padre Fray Juan Estado estavan concedidas a nuestros Religiosos, i por el deseo que el Rey Filipo Segundo tenía de favorecer a los desta Provincia, por las loables nuevas que de su trabajo i provechos le informavan Virreyes i Audiencias, negoció breve i alcançó los favores aún más anplios que las súplicas pretendían. Imitó el prudente Filipo la piedad de su padre en el ánparo de las Religiones, i añadió más atención al bien destos naturales, dando con liberalidad socorros a los Conventos, i con singularidad a los de san Augustín; despachó cédulas para que se nos diesen sin limitación todas las medicinas que uviesen menester nuestros enfermos, no sólo aquellos que él enbiava de Castilla, sino todos los que acá asistiesen, anpliando en esto la primera merced, de que después se izo consequencia para las demás Religiones. Despachó sobrecarta para que se iziesen a costa de sus cajas nuestros Conventos, que aunque el Enperador lo avía mandado, sus ministros lo avían dilatado siendo remisos en la egecución, i muy limitados aún en lo preciso. Que es muy antiguo en los ministros

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inferiores, fingir finezas de zelosos de la azienda Real, no en lo que les conviene a los Reyes, sino en lo que a los tales inporta, mostrándose zelosos en lo que a los Eclesiásticos daña; estrémanse con las Religiones, i estropean el respeto a los Religiosos, pocos dan buenas cuentas de su ánima de los que en este Reyno manejan oficios de cuentas. Dio anplia cédula para que a toda costa suya viniese mayor copia de nuestros Religiosos, encargando al Provincial de Castilla no limitase el número; i otra cédula para que no les inpidiese fundar donde más nos inportase, siendo sobrecarta de lo que antes nos concedió el Enperador. Estos i otros favores tenía conseguidos el Padre Fray Juan Estacio, i confirmolos de Fílipo Segundo (que el año de cincuenta i seys comencó a reynar) el Padre Fray Pedro de Cépeda. Con la llegada del Padre Fray Juan Estacio, encendió el Señor la caridad de muchos Religiosos, que con emulación santa, i con ardores de espíritu ofrecían sus vidas, rogavan con sus letras i de- dicavan sus talentos para venir a conprar con el trabajo ánimas de infieles, í acrecentar de ijos nuestra Madre común la Iglesia. De los muchos escogió el Padre Fray Pedro de Cépeda solos once, no dejando a los otros por menos celosos, i de menor caridad, sino porque éstos eran más convenientes en aquella sazón, ya por gran- des letrados, ya por celebrados en espíritu de predicación, o por predicadores de espíritu, i ya por la virtud sólida en que eran co- nocidos de la experiencia, i egercitados en la observancia; que en los principios de una nueva conversión, uno malo destruye más, que sienbran treynta buenos. Dígalo Nicolao cabeça de aquellos pérfidos Nicolaitas, contra quien dava vozes el cielo, i castigo los Angeles predicándolo san Juan, i prometía premios a los que les fuesen contrarios. Este Nicolao fue cabeca efectiva de aquellos daños, dicen san Ireneo, san Doroteo, Tertuliano, san Ilario, san Gerónimo, santo Tomás, el segundo Concilio Turónico; i san Epifanio dice, que por bolver a su muger ermosísima, introdujo la seta sensual. Este siendo uno, arruynó la hoz de su maldad más ánimas que senbraron los otros seys Levitas santos, con estar llenos de la gracia de Espíritu santo, que los colmó de dones. Pues qué se prometerá de los que no traen plenitud de espíritu, sino que si senbraren algo en los nuevamente convertidos, los destruirá en verça un solo desastrado; i si llegare a saçonarse el fruto, quemará un mal egenplo de un Eclesiástico las azas enteras de los nuevos Cristianos; i si teniendo uno opinión de bueno, quiere (como este Nicolao que fue tenido por justo, sabio i lleno de Espíritu santo) ser malo, destruye más una onça de su veneno, que diez quintales de tósigo de otro no bueno. Al

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fin, la multitud no conquista, i los buenos aunque sean pocos, si sien- bran aprovechan, i si cogen multiplican. Los once que nos trujo la segunda barcada fueron el Padre Fray Diego Gutiérrez excelente Predicador, i de gran espíritu, el Padre Fray Juan de Bibero de igual opinión, i de madura capacidad, su vida nos dirá su estimación. El Padre Fray Diego de Carvajal inteligente en varias materias i caudaloso en la predicación. El Padre Fray Luis López de Solís, que sus tres mitras nos dirán después su talento i su virtud. El Padre Fray Luis de Córdova aplaudido por su púlpito; i los Padres Fray Diego Ernández, Fray Diego de Valverde, Fray Andrés de Villarreal, Fray Diego de Dueñas, Fray Ernando de la Cruz i Fray Cristóval Badillo; los más destos de noble sangre, i de casas grandes, i todos muy al propósito de la necesidad i al tamaño de la conveniencia. Salieron de España el año de cincuenta i ocho a seys de Febrero, día que enbarcaron en Sanlúcar, i trugeron las actas del Capítulo Provincial celebrado en Dueñas, i otras quatro municipales desta Provincia, con una carta pastoral notada de aquel Difinitorio, que con decir que presidió en él el bienaventurado Fray Alonso de Orozco, i salió reelecto en Provincial el Padre Fray Francisco Serrano, se califica la santidad de sus difiniciones. Porque se vea el ardiente zelo que aquellos Padres tenían desta conversión, i a bueltas la virtud de los que acá la egercitavan, quiero poner aquí sus palabras, ojalá pudiera yo poner sus afectos. Muy Reverendo Padre, i Padres nuestros, la gracia i favor del Espíritu Santo, sea sienpre en guarda de vuesas Reverencias. Según la buena información que acá tenemos, del gran cuydado i solicitud que vuesas Reverencias tienen al continuo egercicio, para que nuestro Señor los llamó i escogió a la predicación de su santo Evangelio entre esas diversas naciones, alabamos a su divina Magestad, i le suplicamos con continuas oraciones, las tenga i anpare con su santa mano, e infunda su santo espíritu, dándoles nuevas fuerças para pasar por su santo amor tan continuos trabajos como cada día se les ofrecerán. I así les rogamos, que pongan delante sus ojos, quién es el señor, por quien los padecen, i quál es el galardón que les está aparejado en la bienaventurança del cielo, porque desta manera les serán muy dulces y muy agradables. En este presente año de mil i quinientos i cincuenta i siete, nos juntamos en esta villa de Dueñas a nuestro Capítulo, como lo tiene de costunbre nuestra santa Religión, donde con el favor divino salió por Provincial (a quinze de Mayo) el muy Reverendo Padre Fray Francisco Serrano, i por Difinidores los muy Reverendos Padres Fray Diego López, Fray Pedro de Castro, Fray Juan de Guevara i Fray

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Juan de Palencia; i presidió por Vicario General el muy Reverendo Padre Fray Alonso de Orozco; i proveídas las cosas que tocan a esta Provincia de España, nos a parecido proveer las que a esa santa Congregación convienen, conforme a lo que somos informados por el Padre Fray Pedro de Cépeda. Lo primero mandamos, que se guarde la instrución que dio el muy Reverendo Padre Fray Francisco Serrano, que entonces era Provincial quando a esas partes pasaron, en la qual se contiene el modo i manera que se a de tener en la eleción del que uviere de ser Provincial en esas partes, i otras cosas que en la dicha instrución se contienen, a la qual nos remitimos. Iten, damos facultad que por la falta presente que de Religiosos ay, pasados tres años, pueda ser reelegido el Provincial, i que los Difinidores del Capítulo pasado puedan ser reelegidos al mesmo oficio, no aviendo número de electores que pase de doze adelante. I los escudriñadores que fueren para elegir Provincial, puedan ser elegidos en Provincial, i que los Priores puedan ser reelegidos, porque tenemos información que así conviene. Parémonos aquí un poco, i advirtiendo que jamás se aprovecharon desta permisión; alabemos la integridad de nuestros Fundadores, que huyendo de la ánbición, i temiendo la peligrosa carga que trae el más liviano cargo, ni uvo Provincial que pretendiese reeleción, ni Prelado que intentase continuar su autoridad, aquéllos dispusieran los votos a su favor, fácil cosa a los que sólo miran a su propria comodidad, i aquestos encaminaran sumisiones, i atravesaran agasajos al fin de su pretensión. Pero encaminávase en otra esfera encaminado los fines al bien común, por no lastimar lo provechoso de la Religión, i así los medios eran canjados en virtud, bolvamos a oír los demás preceptos. Iten, que por quanto tenemos información, que algunos Religiosos de las otras Ordenes que a esas partes an pasado, piden algunas limosnas con zelo piadoso para enbiar a sus padres o parientes, de lo qual se a seguido algún escándalo i mal egenplo en estos Reynos, (porque dan título de propriedad a lo que parece allá a los tales piedad o amor). Por tanto ordenamos i mandamos en virtud de santa obediencia, que ningún Frayle de los de nuestra Orden se atreva a pedir la tal limosna sin especial licencia por escrito del Provincial que fuere, tasándole la cantidad que uviere de pedir, esto es, al tamaño de la persona a quien se a de enbiar, i no al del deseo de quererlos enriquezer; i después de pedida, el mesmo Provincial con los Difinidores enbíen la tal limosna consignada en nonbre de esa Provincia a los tales padres o parientes del dicho Religioso, dándoles

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a entender, que la Provincia se lo enbía por socorrer su necesidad, i esto se guarde así, i se cunpla para evitar los tales escándalos que acá se reciben de enbiar Frayles dineros, que no es justo que el amor de la sangre destruya el voto de la pobreza; i si alguno con poco temor de Dios, lo que Dios no quiera, quebrantare este mandato, siendo convencido, por estas presentes letras le privamos de voz activa i pasiva, asta que por el Provincial i Difinidores de esa Provincia sea dispensado con el tal, i por un mes padezca la pena de la grave culpa según nuestras constituciones disponen, i sea privado de la dicha limosna; i mandamos a todos los Prelados i Religiosos a cuya noticia esto viniere, luego lo manifiesten al Provincial, para que egecute las penas sobredichas en el tal delinquente. Dada en nuestro Convento de Dueñas a veynticinco de Mayo de mil i quinientos i cinquenta i siete. O quánto nos enseña este rigor las estrechas leyes de la pobreza, pues títulos de piedad en favor de la naturaleza, i socorros a padres, primer cláusula de la ley natural, no permiten ensanchez en los que votaron pobreza, ni dan licencia que lastime a la Religiosa obligación. I así viendo estos prudentes padres lo que en otros era causa de murmuración enbiando cantidades, i que a cerrar ellos esta puerta pudiera parecer falta de conmiseración, escogieron este Cristiano medio, dando lugar a la limosna con que se acudía a la piedad, i no queriendo que el proprio ijo o pariente la enbiase i diese sino sus Prelados, con que no se lastimava el voto, ni la religiosa pobreza. Destos once Religiosos, que con bien llegaron al Perú, i fueron causa de muchos bienes, i ministros de grandes provechos, sabremos egenplares alabanças.

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CAPITULO XVII

DE LA VENERACION CON QUE ESTIMAVAN LOS INDIOS A NUESTROS RELIGIOSOS EN LOS PUEBLOS I PARTES POR

DONDE ANDAVAN PREDICANDO. I UN CASO RARO, I SUCESO EGENPLAR DE UN TORO POR AVERLE FALTADO EN EL RESPETO A UN SACERDOTE, I

OTROS TRES CASTIGOS NOTABLES Como nuestros Religiosos no se avían allado en las guerras civiles, en que era fuerça divertirse algunos, no con el título que les dan otros los escritores, sino con deseo de reducir a la obediencia Real los desleales que tanto les devía de doler la ofensa de Dios, i vían los Españoles, i consideravan los Indios, el verlos caminar a pie vestidos de gruesa gerga, que llamamos cordellate, ábitos estrechos, i no recebir plata ni otra cosa que el sustento del día, ablar sólo de su conversión i no de sus intereses, los tenían por varones de Dios, i los respetavan con umilde sumisión ofreciéndoles más dádivas, quando los vían más desinteresados. La culpa de no venerar estos Indios con adoración a los Ecle- siásticos, como se refiere de los de Mégico, tuvieron nuestros Es- pañoles, pues si ellos los aplaudieran con los respetos que se deven a tan superior dignidad, aprendieran los infieles de los Católicos, I el aplauso de los principios, se abituara en los tienpos, como sucede en los Megicanos; pero oy vían dar garrote a un Religioso, mañana aorcar a un Clérigo, otro día castigar a un Eclesiástico, i algunos se introducían en materias criminales, ni les cobravan el respeto conveniente a todos, ni diferenciavan los buenos de los divertidos. Los causadores desto a los principios llevarían montes de cargos de conciencia, pues fueron causa de que millares de infieles no se convirtiesen, pues desacreditando la ley con desprecios del Sacerdocio, le miravan con desigual respeto, i no se inclinavan a nuestra Ley, i era, que ellos davan tanta adoración a sus Sacerdotes gentiles, que si los oráculos de sus Dioses les decían uno, i ellos les mandavan lo contrario, esto egecutavan, i aquello diferían; conocieron en nuestros Españoles desacatos al Sacerdocio, i vilezas contra lo Eclesiástico; teníanlos en poco, i creíanles menos, éste fue el daño, i suya la desdicha. Entraron nuestros primeros Fundadores con opinión de Santos, criaron en su molde los que recebían el ábito, davan a estimar el estado, i estimávase en común la Religión. Tratando yo en este libro de casos egenplares sucedidos en este Perú, ninguno más digno de memoria que el que aora diré, i refiere

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más dilatadamente Garcilaso. Fue pues el caso, que un buen Clérigo llamado Porras, introdujo en el Cuzco una procesión en el día de san Marcos Evangelista; salía del Convento de santo Domingo, e iva a una ermita de la Ciudad, llevavan en ella a uso de su patria un toro manso cubierto de flores; concurrían, los Cabildos Eclesiásticos i secular, los nobles, los plebeyos i gran concurso de Indios. Esto se continuó algunos años, en el de mil i quinientos i cinquenta i seys, se soleniçó la fiesta como los antecedentes, i llevavan un toro mansísimo, cubierto de guirnaldas, iva en medio de los que azían procesión. Salió de santo Domingo, llegó a la ermita, obediente, manso i florido, seys quadras i más, i bolvió con el mesmo sosiego, i suelto con la igual mansedunbre, bolvió la prosesión a santo Domingo, i aviendo ya entrado el toro algunos pasos en la Iglesia, por calle que le izieron los Españoles desde la puerta a la Capilla algo delante de los Sacerdotes; bolvió de repente enfurecido, i cogió entre las astas a un soldado Salaçar, i levantándolo en alto, lo echó por las espaldas, dando con él fuera de la Iglesia. Toda la multitud se alborotó, la novedad admiró a todos, i el miedo izo huir a muchos; viendo al toro buelto a su lugar i tan manso i florido como avía entrado, i que como si fuera racional se avía ido asta la Capilla mayor, admirados los Cabildos i persuadidos a que encerrava misterio tan repentino acidente, fueron al onbre, que sin averle lastimado tenblava del toro. Exortáronle a que declarase la causa que pudo ocasionar a tan nuevo suceso, i él confesó aver tenido una pendencia con un Eclesiástico perdiéndole el respeto, i aviendo incu- rrido en descomunión. I conociose que obró Dios aquella maravilla para escarmiento de los que ofenden a sus ministros, i para onra de sus Sacerdotes, queriendo que tuviesen por indigno de la Iglesia al que ofendía a los Sacerdotes della, afrentándole con piedad, para que emendándose él, aprendiesen respeto los circunstantes. Fue tan egenplar este caso, que creció la estimación de lo Eclesiástico entre Indios i gente secular, tanto que se desconocía, i se conoció quánto más, enmienda un miedo, que una obligación. Si oy echara Dios manadas de toros, ¿a quántos arrojaran de los tenplos, quántos emendaran sus desacatos? En la plaça de Chuquisaca dio un secular un bofetón a un Religioso de san Augustín, porque le pedía una deuda del Convento, i el miserable en la paga se izo dadivoso en la ofensa. El Religioso umilde se incó de rodillas i ofreció el otro carrillo; lición de Cristo i señorío de nuestra ley, que a no ser bueno el frayle (callo porque vive) a dos de aquellos seculares echara a rodar, amansa el ábito quando más se emborrasca la indignación. Fuese el descomulgado a

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su casa, i si no pagó la deuda, pagó la culpa muriendo con desdicha, i acabando sin confesión entre las bascas de su apoplegia, le davan un Cristo que tuviese en la mano, i no le dejó Dios sentido para saberlo tomar; que mano que dio bofetón a un Sacerdote Cristo de Dios, no quiere su Dios Jesu Cristo que merezca tocarle, i es bien que huya de la mano que le afrenfa. En Chuzgón asiento de Indios, en un obrage de nuestro Convento de Lima, que está quatro leguas de Guamachuco, residía por los años de mil i seycientos i veynte un Manchego llamado Francisco Ernández, casado con una onrada muger, vivía de conprar ropa del obrage, i llevarla en cinco o seys cavallos por aquellos pueblos de Indios, i venderla en que tenía asentada su grangería; era viciosísimo en jurar, aglomerando juramentos sin causa ni ocasión, i sobremanera sin diferenciar Clérigos ni Religiosos era continuo maldiciente, maculando vidas i maliciando acciones. Una vez irió a un Clérigo suegro suyo, i era furiosa su cólera desenfrenada su lengua, siendo su blanco ordinario, i sus tiros más comunes el ábito i frayles de san Augustín, era de sesenta años en la edad i temerario en los juicios i en las malicias. Sucedió, que llevando en sus cavallos su corto enpleo, se alojaron en el canpo al pie de una ladera los Indios que estavan manejando los cavallos; Francisco Ernández se avía quedado en el pueblo afrentando a un Religioso. Vino a la dormida, i al bajar la ladera, en derecho de su ropa i carruage se despeñó, i sin llamar a Dios murió echo pedaços, cayendo junto a los cavallos que cargavan su enpleo; (aquí entra lo notable del castigo) arremeten a él sus cavallos, i como si fuesen perros o leones, le arrancaron a bocados las carnes, cortándole con los dientes la lengua que se le avía salido de los labios, que es justo que se buelvan carniceros contra maldicientes los cavallos mansos, que salen a la vengança de los Sacerdotes, i a cortar la lengua a los blasfemos contra Dios i sus Religiosos. En la ciudad de Trugillo destos llanos, por el año de mil i seycientos, un Clérigo avía maculado la castidad de un Religioso de san Augustin, Prelado de aquel Convento i frayle de estimación. Pasaron años, i el de mil i seycientos i tres llegó su ora de morir, i obligándole su Confesor a que llamase a los Religiosos i restituyese la onra que quitó, que aunque ya no estava allí el agraviado, i vivía sin el oficio, privado de su crédito, era la mayor diligencia que ofrecía la ocasión; lleváronnos a todos, que uno dellos fui yo; i al entrar por la sala se le salió la lengua tan disformemente de la boca, que parecía de becerrillo. Tapósele toda la boca, poniéndose más morada que un lirio, i espiró a nuestros ojos sin poder restituir la onra, ni llamar a

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Dios. Los circunstantes que eran muchos, confusos del castigo, se acordaron de la ofensa. Trataron de bolverle la lengua a su lugar, i esconderla tras los labios, i era lo mesmo que intentar inposibles, porque cerró tan fuertemente los dientes, que se uvo de ir así a la sepultura; con cerrarle la boca abló Dios, i afrentando al difunto bolvió la onra al vivo. Este castigo de cerrar Dios las bocas a los afrentadores de Sacerdotes, tiene tomada posesión en varias ocasiones que refiere la Escritura sagrada; oygan al Eclesiástico capítulo quinto donde pinta las especies iniquas de los deslenguados, i acaba con el castigo de los maldicientes; comerán a bocados (dice) a los que tienen dos lenguas, porque son doblados en su trato, i como si una no les bastara para estar murmurando se azen lenguas, para estar maldiciendo azen lenguas, sus ojos guiñando, la cabeça aciendo señas, los pies dando advertencias, i los dedos i manos apuntando malicias, retrato que pintó Dios en los Proverbios, capítulo sexto ablando del maldiciente, que se are todo lenguas con ser en todo deslenguado; el onbre apóstata, que sienpre suele ser varón inútil (dice) anda con la boca perversa, guiña con los ojos, pisa con el pie, abla con el dedo, maquina maldades con el coraçón, i todo el año sienbra contiendas con su maldito ablar; dice que anda con la boca, porque trae afrentando a uno desde el pueblo donde nació, asta los lugares donde a vivido, apuntando con el dedo una malicia, abla una desonra, con todo hiere i con todo se mata; a éstos aze Dios que los coman a bocados, como dice el Eclesiástico. No sé yo porqué a los tales llama el Castellano deslenguados, que quiere decir cosa sin lengua, llamándolos Dios gentes de muchas lenguas, i sin duda es porque no tienen lengua, ni para restituir lo que, quitan, ni para confesar lo que pecan, ni para llamar a Dios quando mueren; i así teniendo muchas lenguas, contra sus prógimos, no tienen lengua i son deslenguados para su conversión, el tal cogerá sólo desdichas en su muerte, dijo David, callará en su provecho, porque abló mucho en su daño. Vivo egenplar de todos fue Alcimo, enemigo de Sacerdotes, murmurador de los ministros del tenplo, i mordaz maldiciente de los Eclesiásticos; de quien dice Dios en los Macabeos, que al punto del morir, ni pudo ablar aunque quiso; cerrole Dios la boca que tan abierta estuvo, tuvo lenguas para todos, i faltole lengua para sí, que ésta falta en muerte, quando sobra en vida.

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CAPÍTULO XVIII

DE LAS MUCHAS LIMOSNAS QUE EL REY FELIPE SEGUNDO, SU VIRREY DON ANDRES URTADO, EL ARÇOBISPO DON

FRAY GERONIMO DE LOAYZA IZIERON A NUESTRO CONVENTO DE LIMA I A LOS RELIGIOSOS DEL

REYNO; I DEL ESTADO EN QUE ESTOS AÑOS TENIA LA CONVERSION DE

SU GENTILIDAD Las relaciones de su Virrey i Audiencia, tenían tan favorable a nuestro Prudente i, piadoso Rey Filipo, que por cartas i cédulas continuas ordenava, alentasen a los Religiosos de San Augustín, dándoles copiosas limosnas, agradecido del cuydado con que des- cargavan su conciencia, i aumentavan la Fe en estos Reynos, que la gratitud en los Reyes onrando comunidades i favoreciendo su- puestos, no sólo tiene el mérito de justicia distributiva, i la gloria de la comutativa justicia devida en la corona, i connaturalizada en nuestra ley divina, sino tanbién afervora a los que sirven a Dios en grangería de ánimas, í cría espíritus zelosos, que con alientos Reales esfuerçan ánimos varoniles para acometer trabajos i facilitar inposibles; anbas cosas se experimentaron en el Rey que lo disponía, i en nuestros Religiosos que lo obravan. Las limosnas entre los onores eran quantiosas para las primeras fundaciones, i después para los adornos; i entre otras le dio la casa de Lima parte en los ensayes de Potosí, de que en su libro tiene recibos de gruesas cantidades. I el Marqués don Andrés Urtado, les dava fuera desto de quatro mil en quatro mil, los pesos ensayados de la caja Real, i otras ponderables limosnas de su azienda i de condenaciones, esmerándose en aumentar nuestra casa, i en darle adorno de altares, abundancias de cera, i regalos de enfermería; alabava al zelo de los Prelados, i el provechoso trabajo de los dotrinantes pidiendo cada día Religiosos para Provincias nuevas en la Fe, i donde sabía estava endurecida la infidelidad. Pasava largos ratos en nuestro Convento buscando consejo, i pidiendo oraciones, que con amorosa gratitud se le ofrecían, ganándola con el agrado, i obligando con la llaneza, lo que pierden, i desobligan otros Virreyes con la presuntuosa magestad; que umillar las autoridades entre los Religiosos es Real soberanía, i entre coronas Eclesiásticas tiene mucho de magestad intrusa el fingirse digno de corona. El Virrey o Governador que no la tiene por naturaleza, quando la tuviera, deve considerar el mayor Potentado, que es mediana el ser Monarca al

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lado del Sacerdocio, que es autoridad soberana ésta de la esfera de Dios, I su dignidad de la estimación popular. I no por ser muchos los Sacerdotes, i los más que estudian poco en su estimación i menos en su Integridad, se les a de mezquinar el respeto, pues siendo su potestad divina, no se achica por lo ínmérito personal. Toda esta diferencia de la mayoría del Sacerdote a la más Real corona dijo san Juan Crisóstomo: Den pues algo de lo mucho que al Sacerdocio deven, i parecerán tan Católicos como se fingen. En los tienpos del Enperador Carlos Quinto i de Filipo Segundo, dice Cabrera de Córdova su istoriador, que el culto divino estava en gran veneración con respeto al Sacerdocio, i la mayor prerogativa i riqueza de una familia, era tener della un Sacerdote. Este prudente Virrey fue en todo Religioso, i así fue cabal Governador; sus aciertos dicen lo virtuoso de su intención, sus fines la linpieza de sus deseos, i su Cristiana muerte la integridad de la vida. El Ospital que fundó de su nonbre, aze en Lima perpetua la memoria de su piedad i sus limosnas estará cobrando en el banco de la gloria donde las libró, siendo su sepulcro en san Francisco, i sus agradecidos Religiosos pregoneros de su piadosas acciones, i este Perú de su Cristiano govierno, a los buenos son pensionarios los Escritores, i a los que nos fueron devotos, devemos tributo de alabanças las Religiones; en breve pues diré los principios deste ilustre Ospital, tan abundante de finezas, de caridad i provechos. Por los años de cincuenta i dos, un Clérigo llamado Francisco de Molina que yo conocí en edad decrépita condoliéndole la piedad, alquiló un aposentillo de un me- són, una quadra de la placa, i en él alvergó dos enfermos Chape- tones que curava; creció a número de seys i alquiló dos; eran mu- chos los que de España venían llamados de las riquezas, que luego enfermavan con la diferencia del tenperamento. El buen Clérigo aumentó el número a doce, a instancia i ruegos de nuestros Re- ligiosos, que en los púlpitos conmovían a la limosna, de que este caritativo Sacerdote se valía para el remedio de los pobres; estos se multiplicaron, i las limosnas eran contingentes, i pedidas por uno trabajosas. Su piadoso zelo se aumentava, pero a vezes sus fuerças se rendían porque avía de curarlos él, i asistir a sus desabrimientos, que tantos suelen ser en los achaques i tan pocos los aliños, drogas i Médicos en tierras nuevamente pobladas; eran ya quarenta los enfermos, i no capaz una casa en que ya los recogía; nuestros Religiosos de quien era ayudado, i con quienes tratava su espíritu, siéndonos devotísimo asta que murió, alentavan tan celestial vocación, siendo por unos tienpos aquel Juan de Dios erario de caridad en Granada, i este Padre Molina en Lima, parecidos anbos

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en el ardor piadoso, en el trabajo continuo i en el remedio común. Valiose el gran varón de la piedad de nuestro Virrey que acabava de llegar, a quien informó de la necesidad de le obra, i de la incomodidad de la ospedería, no fue menester más que proponerle la necesidad, para que él personalmente saliese a escoger sitio. Alló ser conveniente en el que oy está; fundó casa, la Iglesia i enfermerías, dotándola de rentas, i socorriéndola con limosnas. El Padre Molina continuó su caridad cincuenta años, murió de ochenta lleno de méritos, i con la inocencia de un niño, a que le trujo la vegez, i allí está enterrado. Del Ospital ilustre que fundó, diré quando able de Lima, donde se curan con sumo aseo, gran regalo, ordinaria linpieza i común caridad, a vezes docientos i más enfermos Españoles de toda enfermedad, a quien sirven de pages al comer i al cenar los Cavalleros nobles de la República, que parece que eredaron la benignidad del ánima del Virrey fundador, que negoció con Dios sucediesen en este celestial mayorazgo los nobles en sangre, egercicio que suele desdeñar esta Cavallería del mundo; introdujo este servir a los enfermos la nobleza el buen Marqués, i a querido Dios (que añadiéndole premio el egenplo que dejó) sea oficina de méritos la casa que izo. Entró año de cincuenta i siete en Lima a diez i siete de Julio, i murió el año de sesenta por Junio. No deve menores afectos mi Provincia i Religión al digno de memoria don Fray Gerónimo de Loaysa del sagrado Orden Dominico, Obispo tercero i primer Arçobispo de Lima; vino el año de quarenta i dos por Obispo, i ascendió a la primacía del Perú siéndolo en Lima. Fue Aarón en el oficio Episcopal, no en consentir adoración de becerros, sino en destruir Idolos, canpeando el zelo de la conversión de las ánimas entre las. limosnas de su piedad; dos vezes se enbarcó para España, i le bolvieron los Governadores que pasavan al Perú desde Panamá, ellos le bolvían como a cabeça que tanto inportava en esta región; i él se iva della, o huyendo del oficio, o doliéndose que las guerras civiles le inpedían el convertir su rebaño, no huyendo, porque era verdadero Pastor, sino a traer remedio como amoroso padre, quedándose en el oficio de Aarón, izo oficios de valiente Moisés. Pues nonbrándole la Audiencia por Capitán General, lo fue en la batalla de Chincha, i en la villa Curi, de que saliendo vencido el traydor Francisco Ernández Girón el año de cincuenta i quatro se derrotó, ganando sin sangre lo que supo vencer la prudencia deste Moisés. Fundó el rico i gran Ospital de santa Ana, donde se curasen los Indios de todas las Provincias que quisiesen salud. I no satisfecha su caridad con azer casa donde se puedan curar trecientos pobres, con el regalo i linpieça que pudiera un noble,

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i aún puede enbidiar algún señor, tomó posesión personalmente, no del dominio del Ospital como fundador, sino de una cama como enfermo pobre entrándose a curar entre los pobres Indios, i muriendo entre sus mismos pobres. Esta acción todos la llamaron santa umildad, mortificación Religiosa, i estimación de la ospitalidad, yo la llamaré cudicia divina, queriendo cobrar de Cristo nuestro Señor a letra vista, las deudas que le devía en sus pobres, i que al tienpo de morir viese, que tenía junto a sí tanto pobre, i en cada uno un a de ver, egecutando con aquellas escrituras a la misericordia de Cristo nuestro fiel pagador, con que en las cuentas de su muerte alcançase si no a los recibos de Dios, los premios de su gloria. Aprendan los Obispos a morir pobres, por dar a pobres, i no llorarán quando mueran el aver sido ricos, que lo mesmo es morir un Obispo con riquezas, que morir con bienes agenos sin restituirlos. Este cabal Pastor fue gran protector de nuestros Religiosos, i amantísimo benefactor dándoles considerables limosnas, que en partidas de nuestros recibos tiene en censo, cobrando réditos en la eternidad, alabava ausente a nuestros Religiosos con título de varones perfetos, i aplaudía verlos tan limosneros, quando más pobres, i más dadivosos quando más mendigos; era muy familiar en nuestro Convento, siendo ermano en el trato, padre en la proteción, i predicador en su alabança. Con favorable viento navegava nuestra Provincia en estos años estimados de las Repúblicas, pedidos de los pueblos, i acariciados de los Indios, obravan con provecho los que andavan en las conversiones, luciéndoles el trabajo con que se encendían más en deseos, i no sentían (quanto devieran) las muchas incomodidades que pasavan ya por la diversidad de tenples, encuentro de climas i multitud de lenguas, que a quatro i diez leguas experimentavan; su mayor fatiga era, no ser entendidos en Castellano, i no estar abundantes en la lengua dellos, aunque sinificavan otro género de aflición, por cartas i consultas que iva introduciendo el Demonio; i era, que temiendo ser entendidos en su lengua, si se valían de vocablos vulgares i claros, platicavan con los escuros i respondíann con los confusos; prueva de lo poco que apetecían la ley que se les predicava, i causa de dolor en los que trasudavan por convertirlos. Grande estorvo fue a los principios tanta variedad de lenguas, que como si los de la torre de Babel se uvieran avezindado en cada colonia deste Perú, así se multiplicavan los idiomas, i se confundían las lenguas, porque cada Provincia usava una particular, í en cada pueblo della tenían vocablos peculiares, o para no ser entendidos de otros indios, quando en su presencia conviniese advertirse o

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recelarse, o para obedecer al Demonio que les ablava i respondía en sus ocultos frasis, i les proibía enseñar estos vocablos a Cristiano Español. Resabio que asta oy dura en los llanos, Iungas, Uros i Aymaraes, i lo que en Babilonia fue castigo de sobervia, confundiendo lenguas, se tiene entre ellos por excelencia, calificando discreciones; pues como oy el lenguaje Español entre nosotros no tiene cláusula que no mezcle vocablos Latinos, Arábigos, Griegos, i otros sin número de diferentes Reynos, i sea elegancia para el vulgo, lo que para los cuerdos es loquacidad. I oy el lenguaje crítico no corresponde a su nonbre, porque si en Griego donde tiene su origen significa el que aze juicio, oy son críticos los que dicen locuras; antiguamente eran juezes de causas, después se llamaron críticos los censuradores de otros, como advierte Cicerón i se sacude desta infamia. Fueron maestros desta beetría Aristarco i Aristófanes Gramáticos, yo no llamara a estos pinta vocablos críticos, sino Cricias pues son parecidos al otro deste nonbre, uno de los treynta tiranos de Atenas; verboso en las palabras, escuro en los conceptos, superficial en las sentencias, i el más miserable i cruel que conoció la Grecia, de quien abla mucho Xenofonte, y refiere loquacidades Cicerón; este Cricias desterrava a muchos de sus patrias, murió por la boca a manos de los Trasibulianos. Qué les falta desto a los críticos destos tienpos, que destierran vocablos de sus lugares, son miserables no dando a entender lo que quieren decir, i crueles martirizando a los que los llegan a escuchar; mueren por la boca, i viven con la adulación, siendo tiranos en el oficio i traydores al idioma Castellano, siendo los materiales Romance, el edificio Latín, i el sentido algaravía. Así se introdujo entre los Indios el, modo de ablar, no careciendo de malicia o depravación, lo que parece abundancia, de lenguage, pues o no querían que los entendiesen, o no querían entendernos. Entre estos afanes bregavan los que convertían, pe- leando con legiones i alcancando en lances al Demonio, que sentía le quitasen su señorío tiranizado, i su posesión tan apropriada. El daño mayor que la predicación tenía para estorvo de sus aprovechamientos, eran muchos de los mismos Españoles, que lla- mándose Cristianos, vivían a ojos de los Indios peor que idólatras, siendo sensuales, robadores, crueles, i omicidas, i como el discurso de los Indios es corto, parecíales que los burlavan sus Predicadores quando víam Cristianos que no azían lo que para ser Cristianos les ponderavan, aprendían de los Españoles los vicios, i endurecíanse al grito de sus predicadores. Esto pasava en la mayor parte desta gentilidad, pero el instante cuydado de los buenos ministros i espirituales senbradores, si trabajava mucho cogía algo, animándose

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a más por no perderlo todo. Bolvamos a buscar a nuestros Dotrinantes, que entre sus fatigas allaremos sus cosechas, i en su trabajo conoceremos sus virtudes.

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CAPÍTULO XIX

DEL CELEBRADO ADORATORIO DE PACHACAMAC, EL PRINCIPIO QUE DAVAN LOS INDIOS IUNGAS DE LOS LLANOS A SU CREACION I A LA DESTE MUNDO; I LO

QUE TRABAJARON EN LA CONVERSION DE LOS INDIOS DESTE PUEBLO LOS PADRES FRAY ANTONIO DE BAEZA,

I FRAY FRANCISCO DE TRISTAN, CON OTRAS COSAS EGENPLARES DIGNAS DE MEMORIA

Ya es justo que veamos dos ijos de la casa de Lima, de los primeros partos desta Provincia, que de soldados de aliento i de reputación en el mundo, entraron renunciando bienes a ser Capitanes en las batallas contra Demonios, i en las conquistas contra infieles; i no se les ará nuevo este lenguaje de milicia, i la metáfora de soldadesca al que la viere usar a san Pablo, i ablar en ella de los Levitas i Eclesiásticos el libro de los Números en su Texto Ebreo, que la batalla contra vicios, quiere Capitanes santos que peleen con Demonios ocultos. Pidió Religiosos Ernán Gonçález, insigne benefactor de nuestra Orden, i señor feudatario de aquellos Indios, tío de nuestro gran benefactor Ernán Goncález de la Torre, que como ya digimos los feudatarios escogían los ministros en los primeros asientos de la predicación, en conformidad de los antiguos órdenes que trujo el Marqués don Francisco Picarro del Enperador; bien conocía este noble Cavallero las capacidades i virtudes de cada Religioso, por la continuación de su trato, i la asistencia en nuestras comunidades. Dentro de breves días que profesó el Padre Fray Antonio de Baeça, le escogió para ministro de sus Indios entonces muchos grandes idólatras, resabidos echizeros, i contumaces Sacerdotes, eleción acertada, pues eran sus virtudes estas. Renunció el mundo en que tuvo aplausos de noble, que dio a conocer con sus acciones, siendo conocida su sangre en la ciudad de Granada, donde eran vezinos sus padres originarios de Ubeda, donde son antiquísimos idalgos los Baeças, dejó posesión de rique- zas, quando todos procuravan (sin atender a cargos de conciencia) multiplicarlas; era umilde, conpasivo, gran penitente, ocupando las más oras del día i de la noche en diciplina i oración, estimándose más la mortificación de su desprecio, quando se acordava de las galas i ostentaciones del siglo, los oficios más viles (si a caso en las casas de Dios ay alguno que en la cocinas no sea magestuoso) tenía por recreo, era obediente a todo, i de provecho a todos, activo en el servicio común sin pretender descanso i alegre quando más

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trabajava, pretendiendo más ocupación, era inteligente en muchas materias, fiel en todas las cosas que administrava, i agradable a los que más le oprimían, caminava a la perfeción, i nada juzgava dificultoso atendiendo al premio. Viéndole los Prelados tan ajustado en la observancia, i tan profeso en la virtud quando novicio en la Religión, i conociendo lo que inportaría en la conversión de otros su talento, le ordenaron luego de Sacerdote el año siguiente, conpensando sus méritos a los tres años que manda aguardar nuestra constitución, porque si es para que estén diestros en las ceremonias, egercitados en actos de umildad, entendidos en la observancia, i capaces para el ministerio, antes de ascender a la nunca merecida dignidad del Sacerdote. El Padre Fray Antonio medró en poco tienpo ser inteligente de lo que inportava saber, i su virtud, umildad i méritos le izieron merecedor, son aquellas prevenciones en que rara vez se deve dispensar, pues el breve tránsito de secular a Sacerdote, ni cría estimación del estado, ni aplica a estudios de su ministerio, i en muchos engendra altivez, porque no se egercitaron antes en ocupaciones de umildad. Dos textos ay en el, libro de los Números, que parecen encontrados: en el uno manda Dios que no egercite el oficio de Levita uno asta tener treynta años; i en el otro que pueda entrar de veynticinco; conpónense anbos precetos, como advierte el Abulense, que a los veynticinco podía entrar a aprender el oficio Sacerdotal, i a los treynta le podía servir, cinco años de escuela avía de tener; tal vez se iziera agravio a una experimentada virtud, si no se diferenciara en los favores de otra menos loable, pues al justo i perfeto varón, en breves días se le cunplen plaços de largos años; porque cada ora grangea lo que otros en tienpos dilatados medran; prueva de lo que ama Dios a un ánima, achicando plaços, porque alargó en ella sus misericordias, como advirtió el Espíritu santo en la Sabiduría, destos era el Padre Fray Antonio Baeça. Entró en el pueblo de Pachacamac con alientos encendidos de caridad, i con las fianças de lo mucho que enseña i fortalece la obediencia, era en aquellos tienpos populosísimo país, el porqué diremos después. El año de treynta i quatro avía fundado en él don Francisco Piçarro una ciudad, con intento de que fuese cabeça deste Reyno, i asistencia de los Tribunales, Catedral, Oidores i comercio; moviole a esto el averle informado Nicolás de Ribera el viejo, i otro Comisario que por su orden vinieron de Xauxa (pueblo que para el mesmo asunto avía dádole título de ciudad, i pobládola de Españoles meses antes) que el valle de Pachacamac era dilatado, frutífero, de agradable tenple, donde avía gran suma de casas en los contornos

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de su eminente guaca para los abitadores, i puerto a propósito de pesquería para sus comercios; fundose allí la ciudad, i después mejorando sitio la trasladó a Lima, anbos valles de un mesmo Cazique. Bautizose el señor del pueblo llamado Saba, i llamose don Alonso Saba; fue de malas costunbres, i poco fiel a nuestra Fe, azía gastos espléndidos a costa de sus Indios, i priváronle del govierno i Cacicazgo, nonbrando a don Luis Luyán Indio virtuoso, cuerdo i Católico. Pasaron el pueblo del lugar en que estava la suntuosa guaca al sitio donde oy está el tanbo, o al mesón, cerca del viven oy paredes blancas del tenplo i casa de san Augustín; junto a éste avía un vistoso jardín i una regalada guerta que oy es alfalfar. Tuvo casa la ínclita Orden Seráfica cerca de la puente, distante de la guaca despobláronla, i quando dejamos la dotrina se pasó el pueblo donde oy está. Algunos Predicadores avían intentado la conversión de aquellos Indios con ardiente solicitud, pero por la dureza dellos, i no estar allí de asiento los ministros Evangélicos, arrancava oy el Demonio lo que ayer dejava senbrado el Predicador, temían los Cristianos a los infieles, porque eran los Maestros de las echicerías, í los Sumos Sacerdotes de aquel tenplo, que fue el adoratorio supremo, por todo atrabancó el valiente ministro, que el soldado que milita debajo del estandarte de la caridad, nada teme, todo lo sufre, a lo más agrio se espolea, i esperando agenos provechos, en lo dificultoso confía, i en lo peligroso se anima, experiencias de san Pablo, i evidencias de los amigos de Dios. Començó de asiento su predicación acariciando infieles, i procurando recobrarlos antes bautizados i tornadizos; que siendo dificultosos a pedir el bautismo, eran fáciles a bolverse a su infidelidad, los unos amedrentados de sus Sacerdotes, otros adulando a sus mayores, i todos por ser inclinados a la idolatría, trabajava deseoso de aprovechar, i dávase por pagado con qualquiera provecho. En cada uno destos Evangélicos dotrinantes se avía de traer a la memoria lo que se padece en tantas diferencias de trabajos i ocasiones de fatigas que se juntan en los principios de una nueva conversión en tierra de infieles, vemos oy que no se trabaja mucho (i éste es el mayor trabajo i aún la mayor desdicha) i paréceles a los que no azen lo que aquellos siervos de Dios izieron, que fue poco lo que trabajaron, a los descuydados ya acabo de responderles; a los que no ablan con malicia, acordémosles lo que reparó san Anbrosío; aquella nave en que navegavan los Apóstoles; san Mateo dice, que andava entre contrarios vientos que causavan borrascas, golpes de olas, i contrastes de tormentas. I san Lucas que estava sosegada i

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llena de peces. Si os parece encuentro (dice san Anbrosio) diferenciad los tienpos i concordareys los estados; a los principios andava la nave, i los que en ella mareavan entre tormentas, fatigas i trabajos; pero después de lo que trabajaron los primeros, ya los de la nao sólo se ocupan en llenarla de peces; para que se coteje, dice el Santo, lo mucho que a los principios padece la Iglesia, i el descanso, i abundancia de los que después la eredan; léanse al margen sus palabras que son muy elegantes, i añadan, que muchos no llenan la nao de su particular Iglesia, o dotrina de peces i ánimas que convierten, sino de intereses que pescan. Eran muchas las naciones que en tienpo de los Ingas se ave- zindavan en aquel adoratorio, ministros que enbiava cada Provincia, i asistentes que allí sustentava cada pueblo, fuese menoscabando el gentío por las guerras que Manco Inga sustentó contra Francisco Picarro, i después huyéndose muchos, quando en aquellos parages se asentó presidio Real contra Francisco Ernández Girón i sus sequaces, por muchos que se mudaron a otras Provincias i montañas, quedaron de varias naciones familias i cantidades, porque para todos tuvo (en los primeros años) su multitud. El trabajo que pasaría el buen Religioso entre diferentes naciones, diversas lenguas i condiciones varias, la cosa lo dice, i la dificultad lo advierte. Pero ocasiones son en que se deleyta nuestra ley de gracia, i en que prueva mayor idalguía que la ley Judayca, entonces llamávase Dios Aguila, que como ella provocava sus pollos a volar i a remirar al Sol, volava sobre ellos, con que los defendía de sus contrarios, levantávalos con favores con que los subía a los cielos, i en sus onbros los descansava, con que les prevenía prosperidad, así se pinta en el Deuteronomio. Pero en nuestra ley de gracia no quiere parecerse al Aguila Cristo nuestro Redentor, ni que se parezcan los suyos sino a la gallina; i así dijo que lo era por san Mateo, i que como la gallina recogía sus pollos, los cubría i los sustentava, él azía estos oficios, i semejava esta maternidad, dirá el judío que en su ley tomó Dios nonbre del ave más Real que orbita en cunbres, más señoril i más valiente; i nuestro Cristo de ave cobarde, plebeya, i que se cría en umildes corrales, i no alcança la soberana dicha deste trueque venturoso. Pues entonces como Aguila sólo sustentava, sólo defendía a sus legítimos ijos, a estos encaminava los favores, i entre ellos repartía las mercedes; era tan justiciero, que al ijo que probava en los rayos del Sol de su ley, i lo vía cegear titubeando en la Fe, o quebrantando preceto, como a ijo adulterino lo arrojava de sí, i lo despeñava a la muerte, anparando sólo al pueblo pequeño de Israel. Pero en nuestra ley de gracia ya es, i quiere a los suyos semejantes

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a la gallina, que tanto enpolla, cría, defiende i sustenta los guevos agenos como los proprios, sufre sus achaques por igual, no diferenciando los estraños, i siendo madre de diferentes guérfanos, no escusa muladares por criarlos, i a sí mesma se quita, porque le sobre a ellos. Esta nobleza tiene la ley de gracia, acogiendo diferentes naciones, igualando en la filiación encontrados Reynos, i siendo madre de agenos ijos, búscalos en los muladares de la culpa, i criándolos umildes, los sustenta para platos en la gloria. Deste género fue el Padre Fray Antonio de Baeça, criando agenos ijos, i acariciando diferentes naciones. Para que se vea qué conquista le cometió el cielo, i qué géneros de enemigos le pusieron delante, es conveniente saber, qué cosa fue Pachacamac, quál su desdicha en su prosperidad, quál su error en la creación del mundo i del onbre, i será gustoso saber el origen de sus Idolos, i principio de sus guacas, i veranse cotejadas sus idolatrías con las de España i Asia, i servirá de advertimiento a los Confesores para catequizar a los Indios Iungas destos llanos; porque Pachacamac fue el Atenas desta Monarquía, i la sinagoga desta Gentilidad. Este adoratorio i guaca de Pachacamac fue el mayor i más populoso destos Indios, mucho dicen de los antiguos, i todo lo conpruevan sus ruinas, que si no son de materia tan noble como las de Roma i Troya, por ser de. tapias, adobes i barro, dicen en su altura, distancias, conpartimientos i latitud, su antigua magestad, i su primer alteza; el tenplo se llamava del Dios Pachacamac, que después fue llamado Mamacona, nonbre de las vírgenes dedicadas al Sol, como en Europa las Vestales; avía aquí muchas respetadas como deidades, i como en el tenplo de Jerusalén. Tiene la guaca o tenplo eminente altura, casi medio quarto de legua de circunferencia, i diversa multitud de patios, quadras, aposentos menores, i pequeños, pasadizos, salas i oficinas, que todo va formando uno como alto monte, con las puertas al Oriente, i en todas, i en las paredes del Tenplo figuras de animales fieros, leones, osos, tigres i otras bestias, i varios pájaros del mar; i noté mucho, que todo se govierna azia la parte Oriental, i las subidas principales de escaleras mayores, lugares de sacrificio de cuerpos umanos, niños i mugeres, cae a la parte Ocidental, i la de los sacrificios de animales a las dos partes Meridional i Setentrional, los aposentos inferiores parecen de los criados de aquellos que azían oficio de Sacerdotes; los más altos segundos de los de primer autoridad, i los terceros que se avecinan con los patios altos de los sacrificios, eran de los Sacerdotes, i una gran casa, que está en lo eminente al lado del tenplo superior,

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muestra ser la casa del Rey Inga, porque otro tenplo tiene en el centro en forma i modo de bóvedas, donde dava el Demonio los oráculos. No tenía este Dios Idolo ni estatua. Garcilaso afirma, i el Padre Blas Valera, dejó escrito: que una zorra tenían dentro i otros peces, porque los Españoles allaron una de fínisimo oro, entre cántaros en este tenplo del Pachacamac; lo cierto es, que no tuvo estatua, ni fingieron figura. Esta zorra de oro, fue sacrificio, i forma de Idolo. En todo el circuito de la guaca no se permitía entrar a nadie sino a señores o Sacerdotes, o a los que morían en el tenplo de su romería, porque los juzgavan deidades; sacrificar zorras al Idolo, no se juzgara por barbaridad, quando nuestros antiguos ofrecían un asno al Dios Baco, como dice Plinio, i a la Diosa Céres una puerca como advierte Ovidio, una cierva a Diana i unos perros, como refiere él mesmo, le ofrecían los Sabeos i Tesalios. La gran población que muestra a los contornos era de los naturales, i la otra de Indios es- trangeros, que venían de distantes tierras en romería, o a negocios con el Inga. Las otras diversidades de guacas que están convecinas, son altares de particulares familias, pueblos, Reynos i Provincias, que como Capillas que adornan, i azen autoridad a una de nuestras Catedrales, así aquellas guacas eran para la ostentación i magestad del tenplo Pachacamac; oy no a dejado el tiempo más que unos paredones viejos, que sirven de memoriales, i unos rastros que sirven de apuntamientos, vense las ruinas en que an tenido el dejo opulentísimas ciudades, consuélanse con Troya, i contenplan a Jerusalén. Qué divinidad atribuyesen a este Dios, de quien el tenplo i pueblo se llamó Pachacamac, será gustoso saber, poniendo aquí a la letra algunas cláusulas de Garcilaso Inga, con que prueva, que antes de los Reyes Ingas, i de ser Monarquía, tuvieron a Pachacamac por Dios invisible i Criador universal. Dice pues en sus Comentarios Reales: Demás de adorar al Sol por Dios visible, a quien ofrecieron sacrificios, i izieron grandes fiestas los Reyes Incas i sus Amautas, que eran los Filósofos, rastrearon con nonbre natural al verdadero sumo Dios i Señor nuestro, que crió el cielo i la tierra, al qual llamaron Pachacamac. Es nonbre conpuesto de Pacha que es mundo universo, i de camac participio de presente del verbo cama, que es animar, el qual verbo se deduce del nonbre cama. Pachacamac quiere decir, el que da ánima al mundo universo, i en toda su propria i entera significación quiere decir, el que aze con el universo lo que el ánima con el cuerpo. Tenían este nonbre en tan gran veneración, que no le osavan tomar en la boca; i quando les era forçoso tomarlo, era aziendo afetos, i muestras de mucho acatamiento, encogiendo los onbros, inclinando la cabeca i todo el

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cuerpo, alçando los ojos al cielo, i bajándolos al suelo, levantando las manos abiertas en derecho de los onbros, dando besos al ayre i besando la mano, ceremonia Gentílica que abominó Job, que entre los Incas i sus vasallos eran ostentaciones de suma adoración i reverencia, con las quales demonstraciones nonbravan al Pachacamac, i adoravan al Sol, i reverenciavan al Rey, i no más. Tuvieron al Pachacamac en mayor veneración interior que al Sol, que como e dicho no osavan tomar su nonbre en la boca, i al Sol le nonbravan a cada paso. Preguntando quién era el Pachacamac, decían, que era el que dava vida al universo i le sustentava, pero que no le conocían, porque no le avían visto, i que por eso no le azían tenplos, ni le ofrecían sacrificios, mas que lo adoravan en su coraçón, esto es mentalmente, i le tenían por Dios no conocido. El Inga como dice Garcilaso, no quiso conquistar a fuerça de armas ni derramando sangre a los del valle de Pachacamac, por adorar un mesmo Dios él i ellos, i así con dádivas favores i ruegos los sugetó; repreensión a los Reyes Cristianos dada por un Indio Gentil, que adorando en Jesu Cristo, sólo ocupan sus fuerças contra los de su propria ley, bárbara guerra i quinta esencia de la maldad sacada por el alanbique de la ambición. Augustín de Zárate, escriviendo lo que el Padre Fray Vicente de Valverde dijo al Rey Atagualpa, que Cristo nuestro Señor avía criado el mundo, dice que respondió el Inga que, él no sabía nada de aquello, ni que nadie criase nada, sino el Sol a quien ellos tenían por Dios, i a la tierra por madre, i a sus guacas, i que Pachacamac avía criado todo lo que allí avía; de donde consta claro, que los Indios le tenían por azedor de todas las cosas. I luego que el Demonio vio predicar nuestro santo Evangelio, i vio que se bautizavan los Indios, dijo a algunos familiares suyos en el valle que oy llaman Pachacamac, por el famoso tenplo que allí edificaron a este Dios no conocido, que el Dios que los Españoles predicavan i él era todo uno, como lo escrive Pedro de Cieça de León en la demarcación del Perú; i el Reverendo Padre fray Gerónimo Román en la república de las Indias Ocidentales dice lo mismo ablando ambos deste mismo Pachacamac. I el decir el Demonio, qué el Dios de los Cristianos i el Pachacamac era todo uno, dijo verdad, porque la intención de aquellos Indios fue dar este nombre al sumo Dios que da vida i ser al universo, como lo significa el mismo nombre; i en decir que él era el Pachacamac mintió, porque la intención de los Indios nunca fue dar este nombre al demonio, que no le llamavan sino Zupay, que quiere decir Diablo, i para nombrarlo, escupían primero en señal de abominación, i al Pachacamac nonbravan con la adoración i demonstraciones que emos dicho. Enpero como este

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enemigo tenía tanto poder entre aquellos infieles, azíase Dios entrándose en todo aquello que los Indios veneravan por cosa sagrada, ablava en sus oráculos í tenplos, i en los rincones de sus casas i en otras partes, diciéndoles, que era el Pachacamac, i que era todas las demás cosas a que los Indios atribuían deidad, i por este engaño adoravan aquellas cosas en que el Demonio les ablava, pensando que era la deidad que ellos imaginavan, que si entendieran que era el Demonio las quemaran entonces, como aora lo acen por la misericordia de Dios, que quiso comunicárseles. Asta aquí es de Garcilaso. I dice demás desto, que aviendo proibido el Inga después que ganó a Pachacamac, que no le sacrificasen niños, ni personas umanas, i que no uviese Idolos en el tenplo, decía el Demonio, que él era el azedor de todo, i que el Idolo Rímac ablaría a la gente plebeya. Este Rímac era el Idolo de Lima. El Obispo Fray Luis Gerónimo Oré, en su sínbolo Católico Indiano, capítulo nueve, folio quarenta, pone la oración que el Inga i los Indios decían al Pachacamac, i como él la traduce en nuestro Castellano es ésta: O acedor que estás desde los cimientos i principio del mundo asta en los fines del poderoso, rico i misericordioso, que diste ser i valor a los onbres; i con decir: Sea éste onbre, í ésta sea muger, iziste, formaste i pintaste a los onbres i a las mugeres, a todos estos que iziste i diste ser guárdalos, i vivan sanos i salvos, sin peligro i en paz. ¿Adónde estás? ¿por ventura en lo alto del cielo o bajo? ¿o en las nubes i nublados, o en los abismos? óyeme i respóndeme i concédeme lo que pido, danos perpetua vida para sienpre, tennos de tu mano, i esta ofrenda recíbela a doquiera que estuvieres, o acedor. No convengo en que los Indios conocieron esto sin más maestro que su lunbre natural, sino que el santo Apóstol Tomé, i el Dicípulo que en estas tierras predicaron, los instruyeron en este conocimiento de Dios, como an pensado otros, que viendo azer al Apóstol tales maravillas, portentos i milagros, i desaparecérseles en la playa de Pachacamac quando sobre su capa se arrojó al mar, i navegó sobre ella, como en su lugar digimos, i se prueva con la fábula destos Indios que aora digimos, lo tuvieron por sumo azedor i vida del universo, i por Dios oculto e invisible; pero lo más derecho es, que desde aquellos Santos les quedó la noticia de aver un Dios verdadero, que crió al Sol, estrellas, i todo el universo. Quán cierto sea que los Indios llamavan Pachacamac no al Demonio, sino al Dios Criador del universo, se prueva con un suceso bien tierno que refiere Garcilaso. El día primero que entraron en el Cuzco los Españoles, donde se cogió sin número de tesoros, entrando Alonso Ruiz natural de Trugillo en Estremadura, a saquear casas

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como los otros, entró en una de donde salió un Indio alegrísimo dueño della, i le dijo: Seas muy bien venido que muchos días a que te espero, que el Pachacamac me a prometido por sueños i agueros, que yo no moriría asta que viniese una gente nueva, la qual me enseñaría la verdadera ley que emos de tener, porque toda mi vida e vivido con deseo della en mi coraçón, tengo por muy cierto, que deves de ser tú el que me la as de enseñar. Alonso Ruiz entendió algo, i admirado de verle con tanto plazer, quando deviera estar como los otros lleno de pesar, bolvió al Indio con Felipe intérprete, que declaró el goço i las palabras del Indio. Admirado Alonso Ruiz, le izo preguntas i repreguntas, i así de lo que le respondió de sus costunbres i vida, como de lo que de otros se informó, supo cómo era virtuoso en la ley natural, sin aver agraviado a nadie, antes echo bien a muchos, deseando saber la ley verdadera en que se salvavan los onbres; el Español en tres días le enseñó los principales misterios de nuestra santa Fe, que ansiosísimo aprendió i creyó el Indio. Llevó un Sacerdote i bautizole con sumo gozo del bautizado, i gran alegría del Sacerdote i padrino; Alonso Ruiz se fue a España con más de cin- cuenta mil pesos, que teniéndolos por dignos de restituir, los dio al Enperador como a señor del Perú, pidiéndole algo de limosna para poderse sustentar. Agradado el Enperador desta muestra de justificación, admitió la restitución de Alonso Ruiz, i le dio quatro- cientos mil maravedís de renta en cada año de juro perpetuo, i una aldeguela llamada Marta cerca de Trugillo, con que medró asegurando su conciencia mucho más de lo que conprara con los cincuenta mil pesos, i oy la gozan sus erederos. Dos cosas sacamos de aquí, que al Angel o a Dios que abló a este dichoso Indio le llamó Pachacamac, Dios verdadero invisible, i reconoció que no era demonio, pues le asegurava por mejor ley la nuestra que le avía de sacar de los errores de la otra. La segunda, que se vea que por aver dejado de continuar el saco o el robo por dotrinar al Indio, le perpetuó Dios su acienda, disponiéndole a restituir, i a estimar su ánima renunciando, más que la riqueza reteniendo; i de los otros del saco no ay ni uno que tenga qué comer. El Indio murió dentro de poco bien alegre. Qué acción, obra o beneficio les uviese venido deste Dios Pa- chacamac, i cómo crió a los Indios diré, porque en ellos no quedó memoria de Adán ni Eva, así como a los Griegos i Latinos, que atribuian la procreación del mundo a diferentes progenitores, dando otros nonbres a los protoplastos, o primeros onbres. Quáles tuviesen los serranos por su primer padre queda dicho, i aora diremos a quál reconociesen los marítimos, que son los Iungas abitadores de los

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llanos i arenales desde Piura asta Arica, distancia de trecientas leguas de longitud, con doce o quince leguas, i en partes menos de latitud al ancho de la costa del mar. Dice una fábula que ellos creían por infalible, i creyeron asta que se izo la visita general contra la idolatría, i llegó asta Guarmey por la parte de los llanos, i en todos los pueblos i comarcas lo creían, i aún oy lo creen muchos más que los artículos de la Fe, i no admitían aver sido el principio de los onbres Adán i Eva, sino los que en seys informaciones, donde declararon más de mil testigos, vido cómo uno de los que ivan a catequizar a los Indios, i a inquirir sus errores, el Padre Luis Teruel conpañero del Padre Josef de Arríaga, dice, que el origen de los Indios de los llanos dicen ellos, que fue i el de sus guacas, i comidas éste: Que no avía en el principio del mundo comidas para un onbre i una muger que el Dios Pachacamac avía criado, murió de anbre i quedó una sola muger, que saliendo un día a sacar raíces de yervas entre espinas, con qué poderse sustentar al canpo, alçó los ojos al Sol, i entre abundantes lágrimas, i quexosos suspiros, le dijo al Sol así: Amado Criador de todas las cosas, ¿para qué me sacaste a la luz del mundo, si avía de ser para matarme con pobreça, i consumirme con anbre? O nunca te acordaras de criarme de la nada, o me acabaras al punto que salí a este mundo, yo sola viva en él sin sucesión de ijos, pobre, afligida i sola; ¿porqué o Sol, si nos criaste, nos consumes? I ¿cómo, si eres el que repartes luces, muestras ser miserable negándome el sustento? no pareces piadoso, pues no te conpadeces de los afligidos, i no socorres a los que criaste tan desdichados; permite, o que el cielo me mate con un rayo, o la tierra me trague acabando tan trabajosa vida, o socórreme benigno, pues me criaste omnipotente. Estas i otras ternuras i desesperaciones decía afligida al Sol, estímulos de la anbre que cría rabias, como dijo Silio Itálico; conpadecido el Sol bajó alegre, saludola benigno, i preguntó la causa de su lloro, fingiéndose ignorante; i ella le dijo el afán de su vida, el trabajo de buscar el sustento entre espinas, i la triste pasadía librada sólo en desenterrar raíces; cosa como ésta creyeran los Latinos, i la repite Lucano. Oyendo sus lástimas, condolido de sus lágrimas, le dijo palabras amorosas, que depusiese el miedo, que esperase descansos, porque ya no sería causa de sus penas la que asta allí lo avía sido de sus congojas, consuelo que en semejante ocasión repitió Ovidio de sus Dioses. Mandole que continuase en sacar raízes, i ocupada en esto, le infundió sus rayos el Sol, i concibió un ijo, que dentro de quatro días con goço grande parió, segura ya de ver sobradas las venturas, i amontonadas las comidas; pero salió al contrario, porque el Dios Pachacamac

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indignado de que al Sol se le diese la adoración devida a él, í naciese aquel ijo en desprecio suyo, cogió al recién nacido Semidiós, i sin atender a las defensas í gritos de la madre, que pedía socorros al Sol padre de aquel ijo, i tanbién padre del Dios Pachacamac, lo mató despedaçando en menudas partes a su ermano. Lo mesmo cuenta Ovidio que izo Medea despedaçando a su ermano Gialeo senbrando sus guesos por los canpos, fratricidio de que a lamentosas voces, i a quejas justas pedía vengança al Sol su padre (esta afligida queja en igual ocasión pinta Vírgílio) pero Pachacamac porque nadie otra vez se quexase de la providencia de su padre el Sol de que no producía mantenimientos, ni la necesidad obligase a que a otro que él se le diese la suprema adoración. Senbró los dientes del difunto i nació el maíz, semilla que se asemeja a los dientes; senbró las costillas i quesos, nacieron las yucas, raíz que redonda tiene proporción en lo largo i blanco con los quesos, i las demás frutas desta tierra que son raízes. De la carne procedieron los pepinos, pacayes, i lo restante de sus frutos i árboles, i desde entonces ni conocieron anbre, ni lloraron necesidad, deviéndosele al Dios Pachacamac el sustento i la abundancia, continuando de suerte su fertilidad la tierra, que jamás a tenido con estremo anbres la posteridad de los Iungas. No se aplacó la madre con estas abundancias, porque en cada fruta tenía un acordador del ijo, i un fiscal de su agravio; i así su amor i la vengança le obligavan a clamar al Sol, i a pedir o el castigo o el remedio de sus desdichas, como de otra cantó Virgilio, bajó el Sol no poderoso contra el ijo Pachacamac, sino condolido de la muger que le lastimava; i preguntándole, dónde tenía la vid i onbligo del ijo difunto, se le mostró, i el Sol dándole vida crió del otro ijo, i se le entregó a la madre, diciéndole, toma i enbuelve en mantillas este niño que llora, que su nonbre es Vichama (otras informaciones dicen que Villama) crió al niño que creció ermosísimo, asta ser bello i gallardo mancebo, que a imitación de su padre el Sol, quiso andar el mundo, i verlo cria- do en él, consultó a la madre i continuó su viage; no uvo bien co- mençado su ausencia, quando el Dios Pachacamac mató a la que ya era vieja, i la dividió en pequeños trogos, i los izo comer a los cuervos Indicos que llaman gallinaços, i a los buytres Peruanos que llaman cóndores; i los cabellos i quesos guardó escondidos en las orillas del mar; crió onbres i mugeres que poseyesen el mundo, i nonbró Curacas i Caziques que lo governasen. Bolvió el Semidiós Vichama a su patria, que se llama Vegueta, valle abundante de arboledas, i ermoso país de flores, conjunto una legua poco más o menos de Guaura. Deseoso de ver a su madre no. la alló, supo de un Curaca el cruel castigo, i arrojavan fuego sus ojos de furor, i llamas

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su coraçón de sentimiento, al modo que pintó Virgilio el enojo del otro, convocó los que abituavan aquellos valles. Preguntó por los quesos de su madre, supo dónde estavan, fuelos conponiendo como solían estar, i dando vida a su madre la resucitó a esta vida, i trató de la vengança, porque sólo ella aplacará el furor, como de otro dijo Ovidio, i fue disponiendo el aniquilar al Dios Pachacamac, pero él por no matar a estotro ermano, enojado con los onbres, se metió en la mar en el sitio i parage donde aora está su tenplo, i oy el pueblo i valle se llama Pachacamac de quien vamos ablando. Viendo el Vichama que se le avía escapado el Pachacamac, bramando encendía los ayres, i centellando atemorizava los canpos, como del otro dijo Persio, bolvió el enojo contra los de Vegueta, i culpándoles de cónplices, no porque mataron, sino porque permitieron, i quando no cooperasen en el castigo, se alegrarían de la muerte, llevado de un repentino furor, sin admitir disculpas, ni mitigarse con ruegos, pidió al Sol su padre los convirtiese en piedras, conversión que luego se izo. Viéndose en piedras convertidos, las criaturas que formó el Pachacamac ya invisible, para que se vea quán dificultoso es a los Dioses falsos aplacar la ira una vez atizada, como dijo Séneca, pagando los onbres las culpas de tal Dios; dichosos los que confiesan que Jesu Cristo pagó las nuestras. No uvo bien egecutado el castigo el Sol i el Vichama, quando se arrepintieron de la inpiedad, que lo que la ira yerra, i el arrepentimiento no puede emendar, lo castiga el dolor de averlo echo, i la pena de no allarle remedio como dijo Oracio. El Sol i el Vichama no pudiendo desazer el castigo, quisieron satisfacer el agravio, i determinaron dar onra de divinidad a los Curacas i Caziques, a los nobles i a los valerosos, i llevándolos a las costas i playas del mar, los dejó a unos para que fuesen adorados por guacas, i a otros puso dentro del mar, que son los peñoles, escollos o euripos, a quien les diesen títulos de deidad, i cada año ofreciesen oja de plata, chicha i espinco, con que se aplacasen los tales convertidos, dando el primer lugar al Curaca Anat, que es un peñol o roca, una legua de tierra rodeada del mar, por ser éste el mayor que entonces era de los onbres (i por esto es oy el de mayor adoración entre estos Indios) viendo el Vichama el mundo sin onbres, i las guacas i Sol sin quién los adorase, rogó a su padre el Sol criase nuevos onbres, i él le enbió tres guevos, uno de oro, otro de plata, i otro de cobre. Del guevo de oro salieron los Curacas, los Caziques, i los nobles que llaman segundas personas i principales; del de la plata se engendraron las mugeres destos, i del guevo de cobre la gente plebeya, que oy llaman Mitayos, i sus mugeres i familias. Este principio creían como si fuera artículo de Fe

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todos los Indios de Guaura, de Cupi, de la Barranca, de Aucayama, de Guacho, de Vegueta, i los que abitan la costa, como se averiguó por el Visitador Fernando de Avendaño, i por los Padres Pablo Iosef de Arriaga, i Padre Luis Teruel, i los Indios desde Caravaillo cinco leguas de Lima al norte, i Pachacamac cinco leguas al Sur, i los pueblos que corren la costa al mediodía asta Arica, que veneran sus peñoles, rocas, o escollos, sólo diferencian este origen, diciendo, que los onbres que se criaron después para poblar este mundo, i adorar con sacrificios a los Dioses i guacas, los crió el Dios Pachacamac, enbiando a la tierra quatro estrellas, dos varones i dos enbras, de quien se procrearon los Reyes nobles i generosos, i los plebeyos, pobres i serviciales. Mandando el supremo Dios Pachacamac que a las tales estrellas que él avía enbiado, i las bolvía al cielo, i a los Caziques i Curacas convertidos en piedras los adorasen por guacas, ofreciéndoles su bevida, i plata en oja. Esta es la fábula que como nosotros la Fe creían, i aún oy creen muchos esta fición; i ésta es la causa de adorar este Dios, i estas guacas. Ellos oyeron al santo Apóstol, o a su Dicípulo predicar, que crió Dios a nuestro Padre Adán i Eva, i que por aver quebrantado el preceto, murió en el ánima pecando, i sugetó a la muerte del cuerpo viviendo, i que a Eva por la culpa le dio por pena parir con dolor sus ijos, i comer de su trabajo i sudor; i que en castigo no le administrase la tierra sino espinas, i abrojos, i se sustentaron con raízes de yervas, i quitando algo, conjuntando troços, como razones de carta rota digeron ellos, que por culpa avía muerto el varón, i quedado la muger que cogía raízes, oyeron que Caín i Abel allaron frutas de la tierra que ofrecieron, i que Caín mató a su ermano Abel, i lo dejó echo pedaços en los canpos, donde la sangre clamava su muerte, que lloró años su madre Eva. I ellos dicen, que el Dios Pachacamac mató a su ermano menor, i lo lloró su madre, i del procedieron las frutas que oy tienen; oyeron que en vez de Abel, parió otro ijo Eva que se llamó Seth, dado por Dios en lugar del ermano difunto; i dicen éstos, que del onbligo del muerto, parió otro ijo la muger, dado en retorno por el despedagado ijo; oyeron que del ijo Seth procedió Noé, i que por culpas destruyó Dios al mundo con agua, i las peñas i onbres cubrió con el diluvio, i ellos dicen que se convirtieron en peñas, ro- cas, peñoles i cerros de las aguas del mar. Oyeron, que de tres ijos de Noé que se escaparon en el arca, se bolvió a procrear el mundo, i ellos ponen en tres guevos, o en quatro estrellas las nuevas generaciones de su decendencia. Oyeron que Adán, Eva, Seth i Noé, fueron al cielo, i dicen que son estrellas que de allá bajaron, i allá se bolvieron. Al fin quitando cláusulas, añadiendo ficiones asentaron

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depravándolo su principio. Así como Ovidio en el libro primero de sus transformaciones i metamorfosis, dice, (i lo creyeron todos los Griegos i Latinos) que Júpiter fue mayor Dios, i más omnipotente criador que su padre Saturno, de que aze triscas Lactancio a los Gentiles, que dan superior omnipotencia al ijo, que al Dios su padre. I oyendo en el Génesis, que Dios se llamava Jehová, le llamaron Jove, que eso es Júpiter, como advirtió Guillermo Stukio; i si del Sol i aquella muger creyeron estos Indios que nació aquel onbre, i por castigo convirtió onbres en piedras. Ovidio dice, que consultaron la Diosa Themis, Deucalión i Pirra, sobre cómo se repararía otra vez el mundo, engendrando nuevos onbres, después que Júpiter los acabó todos, i fue acordado, que cubriéndose el rostro Deucalión arrojase piedras por las espaldas, i salieron onbres, i Pirra las arrojó i se con- virtieron en mugeres. Disparate que formaron de ver en el Génesis, que Noé después del diluvio se enbriagó, i dormido en la tierra entraron sus dos ijos Sem i Jafet, i cubiertos con las capas los rostros, i caminando a él bueltas las espaldas, le cubrieron las carnes (de que se avía burlado su ijo Cam) i destos se bolvió a multiplicar el género umano. I mayor disparate fue creer onbres de tan agudo ingenio como los Griegos, Latinos, Romanos i Españoles, que en piedras avía convertido Júpiter a los onbres, que en su segundo Metamorfosis pinta Ovidio, i que de piedras se avía buelto a engendrar la multiplicación de los onbres, que el destos Indios, pues en guevos se crían cosas vivientes, así de aves como de peces. I los sabios Stoycos creyeron por sin duda, como lo refiere Cicerón alegando a Lusilio Stoyco; i abomina Lactancio, que el Sol, Luna, i en particular las estrellas tenían entendimiento, usavan de discurso, se governavan con acuerdo, i obravan con proprio consejo. Tanbién creyeron nuestros antiguos, como dice san Fulgencio, que de la junta de Júpiter (que para enamorar a Leda ija de Tíndaro) se convirtió en cisne, i ella parió un guevo con dos yemas, de quien salieron Cástor, Pólux i Elena. Paulo Perusio dice, que parió dos guevos, i que del uno salieron Cástor i Pólux, i del otro Elena i Eletemestra. Estos dos ermanos son los que llaman signo Géminis. De Júpiter creyeron que se avía convertido en toro, para llevar por la mar a Europa su dama, i en cisne para atraer con alagos a Leda, que se le resistía, i se convirtió en oro para conquistar los amores de Dafne. Destas tres transformaciones izo Estacio curiosos versos en un epitalamio, i dellas escrivió mucho Tertuliano en su apologético, abominándolas; Arnobio en el libro quarto dijo: ¡O egregia paga de la culpa! ¡O digna i preciosa dulçura, por la qual Júpiter Máximo se izo cisne i toro, i vestido de blanco se puso a engendrar guevos! O egregia merces

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culpae! o digna, et preciosa dulcedo propter quam Jupiter Maximus cygnus fieret, et taurus, et candidatus procreator ovorum! i desto se ríe i repreende Séneca de vita beata, capítulo 26, a los que tales transformaciones maquinaron. E aquí de guevos onbres, i de onbres estrellas, i ponderados es éste mayor que el otro. I decir éstos que el Sol engendró en aquella muger a Tifón ijo del Sol llamado Titán, i de la tierra que le parió en menosprecio de Júpiter; i que enterrados los mienbros del ijo que parió, salieron las semillas que oy tienen, i del onbligo del un ermano, crió el Sol el segundo que se llamó Vichama. Mayor desalunbramiento fue el de los Sicilianos, que adoravan los Dioses que llamavan Pálicos, cuya genealogía escrive Macrobio, di- ciendo: que junto a Simetro río de Sicilia, violentando el Dios Júpiter la voluntad de la Ninfa Talía, quando preñada i temerosa de que la Diosa Juno zelosa no la castigase, deseó que la tierra se abriese i la tragase, lo qual le concedió Júpiter; pero que quando llegó el tienpo del parto, se bolvió a abrir la tierra, i nacieron los Infantes que se llamaron Dioses Pálicos; mídase el un disparate con el otro, i será mayor el de Sicilianos que el de los Indios. I si éstos dicen, que el Dios supremo Pachacamac viendo enojado a su ermano Vichama, se escondió en la playa del mar. Los Griegos, Españoles i Latinos creyeron, que el Dios Apolo (que es el Sol) porque mató a los Cíclopes, le privaron de ser Dios, i de tener divinidad (devía de ser alquilada, o se la prestaron) i se puso a ser pastor de vacas del ganado de Admeto Rey de Tesalia; i estos Indios al que una vez juzgaron digno de divinidad nunca les pareció podérsele ni aun disminuir. Lo cierto es, que estos Indios urtando para sus fábulas lo que les pareció a propósito de lo que predicó el Apóstol, así como los Griegos i Latinos juntando de la sagrada Escritura los pedaços de fustes, labraron sus fábulas, como dice san Anbrosio; i a los Griegos repreende por ladrones san Clemente Alexandrino, i va cotejando los urtos con nuestros misterios. Finalmente a este Dios Pachacamac tuvieron por el supremo Dios, i como está dicho era esta guaca tenplo, cuyas ruinas viven como el tenplo de Salomón para los Judíos; el Panteón para los Romanos, i la casa de Meca para los que guardan la seta de Maoma, viniendo en romería de centenarios de leguas, ofreciéndole varias riquezas, oro i plata, i aquí se comensó la primera vez a sacrificar ganado de ovejas de la tierra, así como entre los Gentiles Europeos dicen que fue Iperbio (a quien digeron que era ijo del Dios Marte) el primero que a los Idolos ofreció animales, i Prometeo bueyes, ofrecían al Dios Pachacamac, los Indios de la mar i pescadores peces salados, como de los pueblos Fasalitos dice Ravisio i chicha que es su vino, como lo

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azían aquellas mesmas naciones, ofreciendo con los pescados vino puro, ofrenda que inventó Jano, como dice Macrobio. Ofrecían los Indios aquí sus ijos i mugeres para gravísimos negocios crueldad usadísima entre Judíos idólatras i Gentiles de Asia, Africa i Europa, i quando estava enfermo, o en algún peligro el Inga, o la Coya su muger, ofrecían onbres i niños como usavan los Babilonios i Asirios en la enfermedad de Amastrix, muger del Rey Xerges séptimo Rey de Babilonia. Los Sacerdotes no llegavan mientras durava el sacrificio a sus mugeres, como de los Sacerdotes de Atenas llamados Jerofantes, que se castravan por estar más dignos. Durava cinco i ocho días cada sacrificio, como de los Babilonios refiere Beroso, i que estos días los esclavos mandavan a sus amos. Esto baste para el tenplo i pueblo de Pachacamac.

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CAPITULO XX

PROSIGUESE LA VIDA DEL PADRE FRAY ANTONIO BAEÇA, I DICENSE DOS MARAVILLAS DEL SANTISIMO SACRAMENTO

I DE LA CRUZ; I LA VIDA DEL PADRE FRAY FRANCISCO TRISTAN

Entraron nuestros Religiosos a batalla con este tan adorado Dios i tan universal Idolo, sustituyendo el oficio de san Pablo, i aprovechándose de las palabras que dijo a los Areopagitas que adoravan al ignoto Deo, Dios que reverenciavan, i no conocían; este Cristo que yo os predico, es el Dios que os produjo, ese que crió el universo a quien adorays invisible, i nunca lo veys tratable, pero no el que se esconde tras ese nonbre urtado, porque es el Demonio, que vosotros aborreceys, i el que os anunció el eterno azedor que no confesays. Si las palabras del buen Padre fray Antonio probavan la verdad, no convencían contra su opinión. Estava aquí su Atenas i universidad, eran los Sacerdotes que abitavan este tenplo los Dotores de la ley, i los recoletos de su santidad. Los agoreros muchos, i los echizeros los maestros del Reyno, los más conpactos infernales, sus abitadores los que llevavan la opinión de fidelísimos cultores de sus Idolos. Valiose de la adoración de nuestra Iglesia, que es la valiente arma de la Cruz, i apostó las fuerças de la Cruz con la omnipotencia que fingían de su Dios, i díxoles, que sólo la Cruz por aver estado en otra como ella Jesu Cristo, aría huir a su adorado, i azer callar al que con sus engaños los tenía rendidos, confiança valerosa de ánimo asegurado. Mostró Dios su piedad, que desde que plantó en la guaca o tenplo el invencible estandarte de la insignia Real, le oían dar bramidos, pero no respuestas, amenaças, i no oráculos, quexas pero no más tributos de divinidad, pedía socorro a los Indios, a quienes poco antes con dominio tirano sugetava a sacrificios, i no se aplacava sino con sangre umana, i con ceremonias i rendimientos de adoración divina; i lo que más se deve agradecer a nuestro Señor, fue, que desde el punto que se puso el santísimo Sacramento de la ostia en el altar, no sólo enmudeció allí, pero no pareció en todo su territorio. Dijo a algunos Indios que en los caminos topava, i que eran de los que él en su tenplo más se servía, que el aver huido era, porque su adoradores se bautizavan, i que no era la Cruz i el Sacramento el que le avía desterrado, porque el Dios de los Cristianos i él eran una misma cosa. Estas blasfemias llegavan a los oídos del Padre fray Antonio, i con ellas mismas los vendría a convencer, diciéndoles: veys cómo todo es mentiroso ese Demonio

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falso, pues si fuera una misma cosa, él no aborreciera, ni os amenaçara porque azeys lo que en nonbre de Jesu Cristo azemos por principio de su Fe, i él os gratificara el bautizaros, i no os amenaçara con castigos por averos bautizado. I si es el que murió en la Cruz, i está en la ostia, ¿cómo la ostia le a desterrado, i la Cruz le a enmudecido? Venció millares de Indios, que bautizándose decían a los más rebeldes befas, i a la guaca oprobrios, gentil Dios, i asqueroso Demonio, pues un solo palo en Cruz lo enmudece, i una torta de pan lo destierra, lo qual sin duda tiene lo que los Sacerdotes Españoles predican, que es Dios en la ostia, i virtud de Dios en la Cruz; gran fruto se izo en sus ánimas con este desengaño, i cada día le venían a pedir bautismo los que antes solían ser más obstinados, viendo repelido al Demonio de su señorío, mudo quando más rabioso, i fugitivo quando más bravo. Trabajó en esta mies i dotrinó en los pueblos con servicios a Dios i alabança común. Desterrándose voluntariamente los Indios que aborrecían nuestra ley, i deseavan menos cura, o más libertad. Menos de tres años se ocupó en esta conversión, trocando grandes echizeros en Cristianos, de maestros de idolatría, en dicípulos del Evangelio, siendo (los que no mejoraron) malos por su dureza, pero no por descuydo o remisión. Poco fue el tienpo de tres años, si se consideran por días; pero sí se miden con muchos méritos, gran trabajo, i razonable provecho, gran tienpo es, i en estimación de Dios muchos los años. Quien oyere a Cristo nuestro Señor decir a sus Apóstoles por San Juan: Mucho tienpo e vivido entre vosotros, i no me acabays de conocer; i ablando con los Príncipes de Israel, i Escrivas i Fariseos de la Sinagoga que le ivan a prender, les dice por el mesmo san Juan: otro poco de tienpo me queda que vivir entre vosotros. Dirá el que ponderare aquel mucho, i este poco, que el mismo tienpo vivió con los Dicípulos que con los Judíos, i que no sabe la causa porqué llama poco al que gastó con éstos, i mucho al que aconpañó a los otros, que en leyes de amor poco le avía de parecer el tienpo que estuvo con sus Dicípulos que amava, í mucho el que avía gastado con los Judíos que le ofendían. Cosa que en examen de amor dijo Jacob, i le apunta la Escritura; teniendo por cortos i pocos días siete años que por Rachel sirvió trabajosos; pero saldrá de duda conociendo el lenguage de Cristo, que por no aver echo en los Judíos i Fariseos provecho alguno su vida, su egenplo i su predicación, le llama poquito tienpo, modicum, i ese mismo en los Apóstoles (que si no estavan perfetos, estavan aprovechados) lo llamó largo tienpo, tanto tempore, porque en los provechos cuenta Dios los años, i en el desperdicio de sus vozes i llamamientos achica

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Dios los días. Sacó de aquella conversión al Padre Fray Antonio de Baeça, la obediencia para valerse de su gran talento en causas de consi- deración de la Provincia, en que administrándolas como siervo fiel, vivió egenplar, i murió enbidiado por lo que acaudaló de virtudes en los buenos años de su vida. Sucediole en el trabajo i en la opinión el Padre fray Francisco Tristán, ijo tanbién como emos dicho de la casa de Lima, i naturales sus Padres de Sevilla, criado en aquella casa de santos del Convento viejo, i tenido él por uno de los buenos, por su gran modestia, mortificación, amor a pobres, i penitencia. Era onbre de mucho tesón en el trabajo, i cuydadoso en el bien de las ánimas. Tuvo agudeza en el ingenio, disposición en materias grandes, i capacidad en sus consejos; i así le nonbraron Procurador General de todo el Reyno en el Capítulo del año de setenta i uno, que con trabajo i satisfación sirvió ala Orden, i aprovechó la Provincia, no en intereses, sino en onores, zelando el bien común con desprecio de su comodidad, conociéronle por el más conveniente para reducir la dureza de muchos obstinados de Pachacamac en su envegecida adoración. Estendíase más leguas su distrito, por tener ya a su cuydado la Orden los pueblos de Mala, Chilca, i reduciones de Manchay. Fue este Religioso de gran nonbre en la enseñanca de los Indios, sufriendo sus sinplezas, disimulando sus agravios i sobrellevando sus ignorancias. Era de mucha caridad con los enfermos, i riguroso con los echizeros, idólatras i fugitivos en Pachacamac, i en los pueblos convecinos. Trabajaron mucho él i su conpañero Fray Diego Flores, i dejando otros en su lugar que fueron sucediendo, fue a la Provincia de Cajamarca, i en ella trabajó con zelo Apostólico al tienpo que no asistieron en ella los benditos Padres de san Francisco. Enbiaron al Padre Fray Francisco Tristán a otras Provincias de los llanos, donde izo felices lances al Demonio, i grandes provechos en los Indios, siendo afable quando persuadía, i severo quando predicava, que la causa porque no aze muchos provechos, enmiendas i frutos la predicación en los Indios, es predicarles con miedo, porque si éste nace de vivir el dotrinante con escándalo, ya se ve quánto se desperdicia la enseñanca; i si procede a caso de tener el coraçón medroso (falta grande en un Predicador) ni los Indios temen, ni los gritos aprovechan; porque son de naturaleza, que el miedo los aze obrar, i la blandura los aze descaecer. Quién más afable que Cristo nuestro Redentor, i sienpre predicava con Magestad severa, porque conocía la dura condición de sus oyentes, dice san Mateo, que azía admiraciones i vozeava maravillas la

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multitud de gentes que le escuchava; i el porqué, dice allí mesmo, que era porque les predicava con severidad magestuosa, i como onbre que tenía dominio i potestad sobre los que le oían, a diferencia de los Escrivas i Fariseos, que enseñavan con miedos, i así no conseguían enmiendas. Estos no, porque sus vicios los amilanavan; Cristo i sus siervos sí, porque la gracia i las virtudes crían magestades, forjan coraçones señoriles, i azen ablar con ánimos valientes. Egercitando este oficio de convertir Gentiles más de treynta años con gran reputación, suma modestia i ninguna cudicia, sus desvelos, caminos i trasnochadas a confesiones, le dejaron tan sordo, que por señas entendía. Favor de Dios, que por tal le alegrava, porque se dava al retiro por darse sólo a Dios; puríficole con una larga, penosa i continua enfermedad, donde acrisoló su paciencia, i santificó sus acciones, dando egenplo de sufrido, de umilde i de mortificado, que a todo dieron tienpo las crecientes i menguantes de su enfermedad; pocos años antes de su muerte i enfermedad, se fue a descansar, o a prevenir sus cuentas al gran santuario de nuestra Señora de Guadalupe; ajustadas estarían, pues con tanta virtud llevava treynta años i más de Predicador contra infieles i viciosos, aumentando en los pueblos que dotrinó ya Cristianos, ya culto Divino, en que fue digno de imitación i alabança. Redujo muchos endurecidos en el vicio a la enmienda de vida, murió muy viejo, i dejó loable memoria. Algunos años después que salió de Pachacamac i sus contornos, continuó la Orden esta predicación, i quando dejó todas las dotrinas que estavan cercanas a las ciudades, i pueblos de Españoles (arbitrio santo) dejó éstos, oy son tan cortos i despoblados, que Pachacamac es puebleçuelo pequeño, i aldeguela que no tíene docientas ánimas, i no en el sitio donde está su tenplo o guaca, ni donde estuvo su población. Quien la considerare en la suma os- tentación de la antiguedad, i viendo sus ruinas considerare su destruición, acuérdese de Jerusalén, i de otros tenplos de Diana i.de Babilonia, i allará que castiga el tienpo con vileza sobervias de edifi- cios que pretendieron eternidad, i a estas lisonjas de la anbición, tiene sienpre por tercero la justicia de Dios.

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CAPÍTULO XXI

EN QUE SE TRATA DE LAS ACCIONES QUE SE IZIERON EN ESTA PROVINCIA DESDE EL AÑO DE MIL I QUINIENTOS I

CINCUENTA I SIETE, QUE SALIO ELECTO EN PROVINCIAL LA PRIMERA VEZ EL PADRE MAESTRO FRAY JUAN DE SAN

PEDRO, SU VIAGE A ESPAÑA; I LOS RELIGIOSOS, QUE TRUJO QUE SE LLAMO LA TERCERA BARCADA, I LO QUE IZO FRAY

JUAN DE BIBERO; ASTA EL QUARTO CAPITULO PROVINCIAL, QUE SE CELEBRO EL AÑO DE MIL I QUINIENTOS I SESENTA

En lo espiritual crecía el fervor, aumentávase el crédito i cogíase fruto en lo tenporal, aunque pudiera ser grande el interés, era poca la cudicia, i atendíase a mayores ganancias en materias de cielo, i así no se edificavan en estos tres años Conventos en ciudades, ni en pueblos de Españoles, porque todo era andar entre los Indios, sacándolos de sus retiros, i aziéndolos más sociables; ervía el trabajo de la predicación, mucho se desperdiciava, porque lo más de la semilla Evangélica caía en parte pedregosa en Indios endurecidos i en Provincias alteradas. Los Conventos de Lima i Guama chuco no se aumentavan en costosos edificios; ya dige que no procuravan levantar paredes con barro, sino convertir ánimas con virtudes i egenplo. Luego que eligieron por Provincial al venerable Padre Fray Juan de san Pedro, salió a visitar la Provincia, i no sólo llegó a las comarcas donde teníamos Convento i dotrinas, sino a los valles i sierras, donde los Indios i Españoles nos llamavan, conoció los daños i estorvos que para esta conversión avía en los Corregidores i ministros, i la falta de obreros que tenía esta tierra, donde las azas i mieses se perdían de vista. Para el remedio de todo alló ser conveniente i preciso medio pasar a España, donde con el Rey se negociase lo secular, i con la Religión la copia de obreros i ministros (cómo i con qué pobreza izo su viage, diremos en su vida quando ablemos de sus virtudes) enbarcose pobre i caminó ligero, llegando a España en pocos meses. Avía enbiado la Provincia por su Procurador a España, i a traer Religiosos al Padre Fray Diego Gutiérrez, i aunque la persona era activa, inteligente i de gran zelo, no le sosegó el coraçón a este cabal Prelado asta ir él mesmo para ayudar al Padre Fray Diego si fuese vivo, i azerlo todo si fuese muerto. Tenía otras cosas que negociar, que no se avían advertido quando fue el Padre Fray Diego, i él las avía ponderado en la visita que avía echo; i no sería lo menos que atizó su dictamen el estar sin govierno los meses que huyese de su

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oficio. Pocos se enbarcan ya siendo Provinciales, porque los almadia la dignidad estando en tierra, i tanbién porque tienen personas capaces, que con provecho vayan i negocien, con que no se desanpara el oficio i se consigue el intento. Governó la Provincia con título de Vicario Provincial el Padre Fray Andrés de santa María Prior de Lima, con tan buenos aumentos en lo espiritual, i en la conversión de los Indios, que no sintió en esto la falta que el Padre Provincial pudiera azer. Fue su viage mediado Febrero del año de cincuenta i nueve, i estava de buelta en la ciudad de Lima el año de mil i quinientos i sesenta i tres, que en aquellos tienpos por no estar co- nocidos bien los mares, vientos, runbos i derrotas, se tardavan en la navegación de ida i buelta dos i tres años. Dos cosas abreviaron su viage, el tener negociado todo lo dificultoso el Padre Fray Diego Gutiérrez, i el no enbaraçarse en deudos, patria, ni en proprias pretensiones; iva a la causa común, i no atendía a la suya particular, que como ésta se posponga, aquélla se engrandece. Ofreciéronse a venir a la conversión destos Indios diez grandes Religiosos, de quienes sabremos después loables virtudes i acciones santas, i bolvieron juntos el Padre Provincial, i el Padre Fray Diego. Fueron pues los desta barcada, que se llamó la tercera, los Padres Fray Francisco del Corral, gran docto, virtuoso i eminente predicador; Fray Diego Ordóñez, casi del mesmo tamaño i Fray Francisco Martínez de Viedma en todo igual; Fray Diego de Corrales, Fray Pedro Ruiz, que izo el Kalendario del nuevo rezado, Fray Juan de Luque, Fray Ernando de Cantos, Fray Melchor de Acosta, Fray Diego de Segovia, i por último, que fue el primero que murió mártir el Padre Fray Diego Ortiz. En estos diez vino un gran tesoro a esta Provincia, i general provecho a estos Reynos; porque sus virtudes aconpañándose con tan lucientes letras, esclarecieron más el onor de nuestro ábito, i aprovecharon mucho a las Provincias deste nuevo mundo. Quando deviera descansar de tan larga navegación el Padre Maestro Fray Juan de san Pedro, cogió otra el arado, del oficio de Prior de Trugillo i Visitador de aquellos llanos, predicando a los Indios, i enbiando Predicadores a los pueblos, deseando ansiosamente los aumentos de la Fe. Suplicáranle una vez a Cristo nuestro Señor sus Apóstoles, que les aumentase la Fe; i respondioles: ¿Quién de vosotros aviendo tenido todo el día a su criado, pastor o gañán arando, o repastando bueyes, al punto que llega del canpo no le dice, anda a la cozina i aderéçame la cena, i alíñate después para servirme a la mesa, que después de averme servido i yo cenado, comerás tú i beverás a gusto? ¿Qué tiene que ver (dice mi Padre san Augustín) lo que Cristo responde, con lo que sus Apóstoles piden?

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ellos pedían aumento de Fe, para poder persuadirse a que es provechosa la pobreza i Fe para vivir tan ajustadamente, que no diesen escándalo, cosa que les acabava de ponderar Cristo (como advirtió Teodoreto) que amar pobreza i no escandalizarse viendo persecuciones contra los fieles, ni escandalizar con malos egenplos, a menester sobrada virtud i valiente Fe. Esto como se puede concertar con lo que responde Cristo, que al que viene de arar el canpo, o de guardar bueyes en los prados sin descansar, i al punto que llega le aga la cena, i le sirva a la mesa, i después cene el pobre pastor, o el trasudado gañán. San Augustín mi Padre, alló la conformidad en el ministerio; i fue decir a los Apóstoles: aumentos quereys de Fe, ser pobres de espíritu, i no escandalizar, ni escandalizaros. Pues trabajad todo el día, o arando para arrancar de vuestros prógimos los vicios i senbrar virtudes, o guardando el ganado de mis fieles vuestros súbditos, con esto convertireys Gentiles a mi Fe, i verá logrados sus frutos mi Evangelio, i esa Fe confesada por los que convirtiéredes, será la cena que me dareys de mayor regalo; los que confesaren mi ley, es la más linpia que apetece mi aseo, i con esto aumentando mi Fe en otros, aumentareys la vuestra, i sereys pobres, sin que os derribe el escándalo, i cenareys en el cielo aquellos platos de dulces de mi gloria. Trabajar en servicio de Cristo después de aver trabajado, es dar de cenar a Dios, auméntase la Fe; es pobre de espíritu, i no escandaliza, ni recibe escándalo. El venerable Fray Juan dé san Pedro, después de aver arado los mares, i como buen pastor trabajado, por dar lo necesario a sus apriscos bolvió al Perú, i sin descansar un ora corrió la tierra arando idolatrías, senbrando Fe, i dando como buen pastor el conveniente pasto a sus ovejas, con que aumentó la Fe, creció en pobreça de espíritu, i no se dio causa, motivo, ni ocasión de escándalo. Antes que el Padre Provincial fuese a España, se pobló el tercer Convento en la ciudad de Trugillo a veynte i cinco de Otubre de mil i quinientos i cincuenta i ocho. Aunque por no estar recebido por la Provincia asta el Capítulo Provincial del año de sesenta, no trato del, dejándolo para darle aquel lugar en aquel año, donde se dirá con asiento lo que la ciudad i Convento tiene particular; lo mesmo se dirá del Convento i Provincia de los Conchucos. De las mayores acciones que se an echo, ni se podrán azer en este Perú, se consiguieron en estos años; dos son i cada una era bastante a coronar de onras a mi Religión. La una, el aver fundado el ilustre i celebrado Convento de la Encarnación primer casa de vírgines deste nuevo mundo, i de los mejores Palacios que para sus

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esposas a dedicado el Rey Cristo, centro de la virginidad, i espejo de la modestia. ¿Qué alabanças llegan a parearse con los méritos de aver sido la Orden de san Augustín, la primera que dio esposas a Cristo, e introdujo el estado virginal en todos estos Reynos del Perú? a sido la caja del agua, mejor diremos divino manantial, de donde an salido tantos arroyos puros, tantos espejos claros, i ríos de blanca leche en que se a bañado, i está bañando la paloma eterna del Espíritu santo. Deste nuestro Convento an salido a fundar los demás Monasterios de Lima, i a su imitación los Mongíos deste Reyno. La otra acción fue la conversión del primer Inga o Rey del Perú que recibió el Bautismo, que vino a ser el penúltimo desta Monarquía; guardó Dios esta onra a mi Religión, i esta gloria al Padre Fray Juan de Bibero, siendo dueño de otra que bastara dar lustre a toda una Religión i azerla ilustrísima, pues fue el que visitó en conpañía de don Francisco de Toledo Virrey deste Perú, toda la tierra de su governación, i fue uno de los del acuerdo para azer las leyes que llaman ordenanças de don Francisco de Toledo, arancel común i leyes municipales deste Perú; i aunque esto segundo, sucedió años después de los que vamos pasando, avré de anteponer el tienpo por no salir del modo que llevo de acabar la vida i acciones de cada uno. I porque son las dos mayores glorias de mi Provincia la fundación de aquel Monasterio i la conversión del Inga, i ordenanças del Reyno, quiero tratarlas de espacio, i no mezquinar la dilación, tanto porque lo piden las materias, como por lo dulce que tienen anbas istorias. Sea lo primero ablar de la Encarnación, i comencemos capítulo.

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CAPÍTULO XXII

DE LA FUNDACION DEL CELEBRADO CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACION, PRIMER

MONASTERIO DE MONJAS EN EL PERU, FUNDADO POR LOS RELIGIOSOS DE SAN AUGUSTIN; DICESE SU TRAGICO

PRINCIPIO, EL TRUEQUE DE PRELADOS, I LOS EGERCICIOS DE SU PRIMER ASSIENTO

¡Inescrutables son los secretos del saber infinito de Dios! Cría como advierte el decreto capítulo illud autem, distin. 40, i es de san Anbrosio, a nuestro padre Adán en el carpo Damasceno, donde ni lo cerca con tapias, ni lo encierra con cercas; i para criar a Eva lo lleva al Paraíso cercado de murallas i guardado con defensas, allí se izo el primer matrimonio, profecía del que Cristo izo con la Iglesia; ya se ve que fue decir, que las verdaderas esposas del segundo Adán Cristo nuestro Señor, son las que viven entre cercas, i mueren entre clausuras. Fue formado Adán de tierra virgen antes que la maldigese Dios, como dijo san Andrés Apóstol, i Josefo; llevó Dios a Adán al Paraíso al punto que lo crió, porque es la propria casa de cuerpo virgen, i de estado virginal el Paraíso de Dios, aunque él dijo a su Esposa, que el paraíso de su recreación, era ver las flores de su castidad. Esta acción imitó la Orden de san Augustín en este Perú, criándole a Dios el Paraíso de la castidad, i encerrándole sus esposas en la casa de su placer. Flor llamó Dios al mártir, i tanbién al virgen llama flor. Pero adviértase (dice san Gregorio) que el mártir es flor del canpo, i en el canpo puede crecer. La virgen es flor de jardín, ya porque Dios la estima en mucho más, i ya porque no estando encerrada en puerto, o crece poco, o el ayre la lastima, o la come, o pisa una bestia, estando expuesto a mil riesgos su valor, i a varios peligros su ermosura. Catulo Gentil lo dijo tanbién, que todos conocen lo mucho que en el encierro medran estas flores. Los Religiosos de san Augustín fueron ortelanos de Dios, cogieron flores que criava el canpo, i trasplantáronlas en un guerto que cercaron para Dios. Reparen para su consuelo las Monjas, si oyeren decir, que Cristo es común Esposo de todas las ánimas virtuosas, que en el misterioso libro de los Cantares, donde se trata de los estados i diferencias que tiene de esposas, muchas vezes se nonbra viñadero i Pastor, i solas dos se íntítula Rey; i otra le llama la Esposa Capitán que lleva su egército en ileras; lo primero advirtió con agudega San Bernardo: Cristo Esposo es de las ánimas seculares, pero entonces o se llama

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viñadero o Pastor, porque estas esposas andan por los canpos, i las inquietan, i aún se las comen lobos. I si son parras fecundas de virtud, el Esposo dice, que cada día se le entran vulpejas i zorrillas que le destruyen pánpanos, flores i razimos. Pero así como encerró una esposa en la celda, i la llevó a ver las celdas de su Convento (que así explica Gislerio la palabra celda, i San Gregorio Niseno, Orígenes i Teodoreto, la salida de la esposa) salió a la puerta ella, i dijo a las demás doncellas que se quedaron fuera: Amigas, el Rey me a encerrado en una de sus celdas, pobre en el aparato, pero llena de tesoros en el provecho, en sus despensas no sobran regalos para el cuerpo, pero da banquetes soberanos a las ánimas. Allá dentro queda recostado descansando, i mientras él descansa, rebosa mi ánima nardos olorosos; pero ya viene allí mirando por las rejas i acechando por las ventanas i celosías. Acá dentro ay vandera, i se junta egército valiente, dejad el siglo, i mereced una destas celdas. ¿Quién le diría a esta esposa, que era Rey el que la encerró en Convento? El mismo Cristo se lo enseñó, que así como encerró una esposa, i la vido dejar el mundo por una celda, dijo: Llámenme Rey, que cada una que se encierra, me pone una corona, con las esposas del siglo me llamaré Pastor, o seré viñadero; pero entre las celdas de mi casa soy Rey, gloriándome de azer azaña tan eroica. A santa Brígida le dijo Cristo encareciendo la onra a que le avía levantado después que se desposó con ella: Ija, de aquí adelante no te estimarán por sólo esposa mía, pero subirás a que te ensalcen por Monja, con que declaró Cristo, que es magestad mayor ser Monja, que ser su esposa, porque al matrimonio espiritual, añade realces de divinidad (en desposorio más conjunto) el velo de la Monja. Una es la Reyna dijo Salomón, i muchas las esposas; i añade Cristo, cada Monja es la Reyna que me aze Rey. En los Conventos de las Monjas es donde tiene Cristo su vandera, tanto para dar a entender, que aquel castillo es el de su onra, i que allí alça vandera su omnipotencia, como para que considere el siglo, que en estos Conventos tiene Dios sus presidios valerosos, i en ellos forma sus egércitos valientes, opónense a los rigores de Dios, que aplacan con sus ruegos, i rinden a la justicia Divina con sus oraciones, obligándole a repartir misericordias. Si entran ellas en batalla con los enemigos infernales, los pisa Cristo con ignominia, i los confunde con astrosa afrenta, porque es donayre de valor divino vencer con açucenas, i matar con rosas, apagando montes de fuego con manos de nieve, sugetando elefantes Demonios, con mugeres palomas. Luego si el que encierra Monjas, merece como Rey coronas, cada una dará a mi Orden, i ará Rey a cada uno de sus Fundadores.

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El primer Convento de vírgenes vido san Juan en el cielo, i escrito en sus gloriosas frentes el nonbre de Cristo, i de su Padre, i dice, que su Prelado era un cordero, (que para encerradas Monjas no son menester leones) ellas solas podían cantar el Imno nuevo, tan inefable, que sólo Dios i ellas le sabían, sin que deste privilegio gozasen Profetas, Mártires ni Apóstoles. Que los Vírgines son los mendicantes de la gloria, que gozan de quantos privilegios alcançaron los Santos, i éstos no entran en todos los indultos de los Vírgines. I si se advierte, millares de vezes viene Cristo al mundo a consolar sus siervos, i no trae Confesores, Mártires, ni Apóstoles, i jamás va a parte alguna que no vayan las Vírgines con Cristo, como advirtió san Juan. La causa se descubre bien, Cristo no es, ni puede ser Apóstol, Mártir ni Confesor, cabeça de todos, sí. I él, su Padre eterno, i el Espíritu Santo son, i se llaman Vírgines por divino blasón; ¿qué mucho que el Prelado no lleve sienpre consigo, sino a los que son de su ábito, i azen su mesma profesión? Si las súbditas i esposas traen el nonbre de su Prelado i esposo en la frente, es primor de buenas esposas, i el traerlas sienpre consigo Dios, es moral enseñança a los maridos. I aún se puede añadir, que como Dios da con abundancia lo que uno acá se mezquinó, dando mil arturas por un ayuno, i dos mil tesoros por una pobreza; paga a las Vírgines i a las castas monjas el no ver al mundo, i esconderse del siglo entre paredes, con traerlas consigo a quantas partes baja al mundo, para que vean no solo la ciudad donde se encerraron, sino todos los pueblos i Reynos del mundo, que millares no vieron, pagando con vista de cien mil ciudades el esconderse de una en que vivían. ¡Dichoso encierro, i venturoso logro, donde los ojos cobran lo que perdió la vista, mirando lo deleytable, sin ver lo enfadoso! Tenplo izieron los Beocios a Euclia porque llegó a la muerte, conservando castidad onesta (como refiere Plutarco) i era ley que ninguno se podía casar sin ofrecerle antes solenes sacrificios. Que en todas las naciones rinde parias el matrimonio a la castidad, i es el apetito tributario de la linpieza en el Reyno de la razón, a la que llamavan bona Dea, Diosa buena de los Romanos (aziéndole fiestas en las kalendas de Mayo) dice Macrobio, que ni en su tenplo podía entrar onbre, ni ellos se allavan dignos de mirar sus aras. Diéronle esta divinidad superior más que a todos sus Dioses; porque como dice Verrón fue ija de Fauno, i era tan onesta, que nunca salió de su recámara ni en público fue su nonbre oydo, ni la vido, ni ella miró a onbre alguno. A ésta llamaron los Romanos buena Diosa, teniendo a las otras Diosas por no buenas, porque no fueron castas, i comunicaron onbres. Que aún entre Gentiles grangeó divinidad la

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pureza, i negoció títulos de Dios la castidad. Estremos de muger, o esquiva condición devió de tener bona Dea, pues que después de muerta quiso que a su sepulcro no llegasen onbres, bastando el asco de su cuerpo, i el tragín de gusanos, para orror que le iziese defensa. Devió de ser adulación que le azían los Romanos, creyendo que los castos, ni aun en sus guesos permiten manos peligrosas. Reparen bien los doctos, que al punto que el Rey Saúl pidió a la encantadora Pitonisa, que resucitara al Profeta Samuel, se levantó resucitado, sin que ella tuviese tienpo para azer las ceremonias de su encantamiento, ni los enbeleços lúgubres de su echizería, que siendo tantos como refiere Séneca, Lucano i Oracio, avía de gastar mucho tienpo en estarlas egercitando, i desde la petición de Saúl a la resurreción de Samuel, no uvo un momento de distancia; razones con que prueva el Cardenal Belarmino, que no aguardó Samuel para resucitar a que iziese las ceremonias la echizera, i Samuel le dijo a Saúl: porqué me inquietaste, (a ella se lo digera a estar vivo) i me as obligado a que yo resucitase, i no dice que le resucitó la muger con las ceremonias de su echizera. Algunas de las muchas que azían eran (como dicen Oracio i Séneca) tocar las mortajas, manosear el cuerpo i los cabellos, rociar i cubrir el cuerpo difunto varias vezes. Le- vantose pues Samuel de su sepulcro, porque su castidad no quiso esperar a que le tocasen manos de muger laciva, i primero quiso permitir Dios que estuviese en duda, si Dios lo avía resucitado, o el Demonio; que permitir que a los guesos santos del Profeta tocasen las manos lacivas de una mala muger. Colíjase de aquí lo que sentirá Dios que toquen ni a las vestiduras de sus esposas castas, manos torpes viviendo en carne. Añádase esto, que al levantarse el casto Samuel de la sepultura, dijo la echizera: Con Samuel veo que se levantan Angeles que parecen Dioses, en que mostró Dios, que el cuerpo del que es casto (aún en la sepultura) está venerado de los Angeles, i entre los gusanos que los comen, están como en su cielo los gloriosos Angeles que los guardan. De aquí colijo yo, que los que sacan del mundo a las mugeres castas, i de la sepultura de los peligros del siglo a las doncellas vírgenes, con deseo que no las toquen manos peligrosas i ocasiones nocivas (que encantan si se oyen, i enechizan si se escuchan) merecen llamarse Angeles parecidos a Dios, i ministros de Cristo con oficios de Angeles, así los llama san Bernardo a estos Fundadores de los Conventos de castas mugeres, i -guardajoyas del camarín de Cristo. Gran premio merece mi Religión, en aver dado al cordero tantas súbditas, i a este divino Pastor tantas esposas más dignas de gloriosos tenplos que la Diosa Euclia, i de mejor título que la bona

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Dea; pues ser vírgenes viviendo en carne, i castas viendo i siendo vistas de onbres, merece mayor premio i más subida gloria, que no viendo conservar pureza, más peligros le cercan, pero más premios la aguardan. I así dijo san Anbrosio, que es mayor la vitoria de las vírgines, que la vitoria i mérito de los Angeles, porque éstos viven sin carne, i las castas pelean consigo, i triunfan en si mesuras. I si fue tan adorada (por su clausura i soledad) esta bona Dea (que los retiros i soledades aún el Espíritu santo los llama cielo i gloria): Monja lo mesmo quiere decir que solitaria, como advirtió san Gerónimo, i lo determina el Decreto, i así las començó a llamar san Augustín. ¿Quántos más onrosos lauros, i gloriosos títulos merecen las que en su perpetua clausura viven solitarias, quando más aconpañadas? Que conpañía i soledad, encuentros son, que san Augustín llama casa de Dios; i prueva con David que la conpañía de muchos donde el amor es uno, es soledad donde el retiro es santo. Aquí viven rindiendo el natural desaogo a la voluntaria cautividad, i el libre señorío a una onrosa carcelería. A estas Monjas sí, i no a Euclia deve adorar el respeto, i azerles sacrificios de onor la inmortalidad. Si en el cielo se vio el primer Convento de esposas de cordero, en el mundo fue San Augustín el primero que encerró a Monjas en Convento, i la primera Regla para mugeres fue la suya, como lo afirma el mesmo san Augustín, escriviendo contra Petiliano, que le vitupera el començar una cosa tan nueva en el mundo; i en otra epístola en que le comunica el santo Dotor a su ermana el soberano inpulso, la reduce a que sea ella la primera Monja i Prelada. Así se izo dicen San Augustín i Genebrardo, luego devido favor era, i erencia propria de los sucesores de Augustino, ser los primeros que en este Perú (llamado nuevo mundo) començasen tan soberano instituto, i criasen el virginal paraíso. Que al que planta una parra de cuyos sarmientos se azen otras viñas, se le deve como a primera causa la onra de los frutos. Noé plantó la primera parra después del diluvio, i le tuvieron por Dios los Gentiles, a quien llamaron Dios Jano, que quiere decir, vino, ofreciéndole perpetuamente pánpanos i razimos. Acertaran en agradecer el beneficio con gratitud, si no errara en subirle a garages de Dios la vanidad. El Convento de la Encarnación fue la fértil parra, que dando a razimos siervas a Dios, i vírgenes a la Iglesia, repartió sarmientos fecundos en Lima, i a su imitación a todo este Perú, con que tiene Cristo no una esposa en su viña (como dice Salomón en los Cantares) sino viñas grandes, quajadas de esposas que salieron a plantar otros celestiales vidueños. Veamos este plantel fecundo, i sabiendo los principios de su fundación, se verán los gloriosos aumentos de sus frutos, i las

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cosechas de sus soberanos esquilmos. De todos los principios, acontecimientos, pérdidas, vitorias, i fines del Capitán Francisco Ernández Girón dejamos dicho lo suficiente, pero para este intento inporta singularizar el suceso de Pucara. Allí avía llegado con el canpo del Rey el Capitán General Pablo de Meneses, el Oidor Saravia, i otros dos Oidores con más de mil onbres de infantería i de a cavallo, arcabuceros, i picas, i seys pieças de artillería en busca del tirano Francisco Ernández, que una noche acometió a dar una encamisada (Domingo a siete de Otubre) con ochocientos Españoles, los seycientos arcabuceros, ciento i setenta i cinco lanças, i veynticinco de cavallo; llevava docientos i treynta negros que tenía echos a la guerra, jugando picas, i disparando arcabuzes; iva por su Capitán Nuñana Español (antes Alférez en el canpo del Rey, i allí en la ocasión más inportante zayno traydor) consiguiera el tirano su asalto, si no se pasaran aquel día al Real Francisco Méndez i Domingo Ollave Vizcaíno, que avisaron de la encamisada, peleose valerosamente de anbas partes, i venció el canpo Real por el valor de los leales, i buena disposición, i traças del General, con muerte de solos cinco o seys, i treynta eridos. La noche siguiente determinó huirse Francisco Ernández, no tanto de miedo del egército Real (porque segunda vez le quiso acometer) como porque supo, que en su mesmo egército le querían matar (pensiones de la traición, que el menos seguro es el más amigo) i era al contrario, porque fue sobremanera amado de su egército, i más quando la fidelidad vive de prestado en casa de la traición, i de los peligros pasados, colegía los temores presentes, de que estava aquel tienpo muy abundante. Enbió a rogar a su muger doña Mencia de Sosa con Gonçalo Vázquez, i un Religioso de la Merced, se quisiese quedar, porque sin estorvo él se pudiese ir. Mostró recebir gran pena, diciendo, que pues Francisco Ernández Girón la avía sacado de casa de sus padres, i la avía (asta entonces) traído en su conpañía, no quería sino seguirle, i serle conpafiera en todos sus trabajos, como lo avía sido en las onras i prosperidades, i que quando su marido no quisiese por amor, lo avía de conceder por fuerça, porque con un bordón i a pie le avía de seguir, sin que trabajos ni dificultades le obligasen a dejar, valiente ánimo de muger, i egenplo singular de perfeta casada. Sabida por Girón la respuesta, entró a su tienda i le dijo: Nunca Dios tal quiera señora, que os dege yo, no siendo vuestra voluntad, por tanto aparejaos i seguidme. Al punto doña Mencia mandó aparejar sus líos, i conponer sus cargas, dando priesa a sus criados para que fuesen delante en el carruage, sin dejar cosa de sus

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ropas i cama. Luego que partió la recámara desta señora, començó una común murmuración en los soldados, de querer su General (quando avía de ir sin estorvos) llevar muger. Conoció Girón el enfado de su egército, i pospuso el amor de su esposa (no sé si movido de amor proprio, o deseoso de las comodidades de su muger) diciéndole el daño que le vendría de su llevada, i las conveniencias de quedarse, se despidió quebrantado de dolor, i ella cayó desmayada de pena. Quando bolvió del desmayo, preguntó por su marido, digéronle su fuga, levantose acelerada, contentándose con sólo verle (arrobos del amor, i acidentales paladeos de la voluntad) subiose a un alto para poderlo divisar, no pudo, porque ya no le podía descubrir (finezas de noble, i afectos de onrada) bajó, i disimulando el dolor, esforçó quanto pudo a los Capitanes a que siguiesen a su esposo, queriendo más su defensa que su proprio anparo (valor nuevo en estos tienpos desconcertados, ensayez para Capitana en el egército de Dios) donde se quedó con el oficio, trocando la intención i el motivo. Quedó sola i tan pobre, que una camisa no le quedava, ni un criado le servía, porque pensando aconpañar a su esposo, quedó sin alaja. ¡O traças de Dios, que dispone unos medios tan distantes para unos fines tan convenientes! Trujo a doña Mencia el Capitán Ruibarba al Cuzco, anparola el Oidor Saravia su conpadre, i del Cuzco (con todo respeto i estimación) la trugeron a Lima a casa de sus padres, donde ocupada en penitencias estava en estraño retiro, i virtuosa clausura. Llevó con gran valor i Cristiano pecho el triste espectáculo que le pasavan arrastrando en un cerón a la cola de un cavallo (afrentoso castigo) al marido que tanto estimó, oyendo a su esquina este lastimoso pregón: Esta es la justicia que manda azer su Magestad, i el magnífico Cavallero don Pedro Puertocarrero Maestre de Canpo, a este onbre por traydor a la Corona Real, e alborotador destos Reynos, mándale cortar la cabeça por ello, i fijarla en el rollo desta ciudad, i que sus casas sean derribadas i senbradas de sal, i puesto en ellas un mármol, con un rétulo que declare su delito. Quien supo que de sólo oír la despedida a su marido, quedó por grande rato desmayada, con quedarle esperança de bolverlo a ver, tuviera por sin duda que se muriera, o la desmayara el dolor, quando oía de su marido desonras, muerte, i apartamiento tan lastimoso. Pero tenía ya otro esposo en la consideración, i otro valor en el ánimo. Bolviose a un Cristo, i dijo: Agase en todo tu voluntad, recibe este dolor que traspasa mi ánima, i ponlo entre los que atormentaron tu cuerpo santísimo, i gane por ellos que mi esposo muera en tu gracia, i yo quede en tu anparo, que desde oy no querré otro Esposo, i en mi vida sólo pretenderé tu

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amor. Oyó Dios la fatiga de su aflición, i murió Francisco Ernández Girón Cristianamente, i con muestras de predestinado, muy arrepentido de edad de quarenta i tres años; el onbre más bien querido que conoció el Perú, egenplar de la fortuna, desengaño del tienpo. Trueques de la prosperidad en castigos de la insolencia. Quien viere a David quando llegó a él un Amalequita roto, sudado i lleno de polvo, i le dijo: Yo quité al Rey Saúl la ajorca i la diadema corona Real, i te la traygo a ti, i luego viere que en vez de albricias, lo mandó matar David, no lo juzgue por cruel, sino por justificado, que adular al apetito no ata las manos a la razón: i advierta con San Pedro Damiano, que poner la mano el más leal, o el más amoroso, no en la celada militar luciente (defensas del miedo, i antojos de la gala) ni al plumage, o morrión de Saúl, sino en la corona del Rey, aunque sea para darla al legítimo sucesor merece muerte afrentosa, i retorno fatal. Porque la corona en manos del vasallo, es como lo consagrado en manos del secular; i corona, aún sólo tocada, infunde muerte, i aclama castigo.

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CAPITULO XXIII

EN QUE SE PROSIGUE LA MATERIA MISMA, I SE REFIERE EL PRINCIPIO DE LA FUNDACION

Desde este día, que fue a nueve de Decienbre de mil i quinientos i cinquenta i quatro, todo era ocuparse esta memorable muger en acciones santas, no llorando la pérdida de sus prosperidades, que fueron muchas, i la renta que en Pasto i en Xauxaguana le dio el Rey en pago de grandes servicios a su marido, no refería las buenas fortunas que tuvo prósperas, sino para confundirse, ni los desastres i desdichas, sino para consolarse. Fue en gran manera venerada de Audiencias, Arçobispos, Prelados i Reyno, tanto por su virtud como por su cuerda sagacidad, siendo sus acciones señoriles, i sus correspondencias magestuosas, era muy noble. Fueron sus aguelos Diego López Portocarrero i doña María de Monroy Cavalleros de Salamanca, i mayorazgos, que tuvieron por ija a Doña Leonor Portocarrero, que casó con Alonso de Almaraz Contador i Fator, i después Governador del Reyno de tierra firme, i últimamente Tesorero de la caja Real de Lima, noble idalgo i Cavallero de Salamanca. Tuvieron por ijos una monja que dejó en Santa Isabel, i a esta señora Doña Mencia de Sosa, que casó con el Capitán Francisco Ernández Girón (onbre noble) quando bolvió del Cuzco después de las alteraciones con el Corregidor. Tuvo otros tres ijos, el uno el Padre Maestro Fray Juan de Almaraz Catedrático de Escritura en propriedad en la universidad de Lima, murió Provincial, i Obispo electo del Paraguay; i otro llamado Fray Francisco de Monroy anbos Frayles de san Augustín, i otro Fray Alvaro de Sosa Dominico; entre las demás obras virtuosas que madre i ija exercitavan, o la que unía o criava la de sus ánimas, era tener por padres espirituales a los benditos Religiosos de aquel Convento, que como ya digimos llamava toda la ciudad i Reyno santos Augustinos; éstos manejaron las conciencias destas ilustres señoras, criando en Doña Mencia deseos de reynar en el cielo, i lágrimas por aver deseado reynar en el mundo, que éste sienpre es tiranía, i aquél sienpre es erencia. Engendró Doña Leonor Portocarrero los afectos de su virtud en las costunbres de sus ijos, i llamándolos Dios (aconsejados de su madre) tomaron el ábito de san Augustín, i fueron en virtudes i letras lo que después veremos. Toda la dignidad de sus padres, las riquezas de sus maridos, i las prósperas i adversas fortunas de todos juntos, fueron disposiciones de la eterna providencia, i medios de su predestinación, pues aun los

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pecados permitidos son antecedencias provechosas para los predestinados; dulce consuelo que da San Pablo a los pecadores penitentes. Vivían estas señoras en una casa dos quadras cortas de aquel Convento nuestro (que oy es San Marcelo) en una esquina en la calle que corre de san Sebastián al que oy es Convento de San Augustín dos quadras del uno, i dos deste otro a la mano derecha, allí inspiró Dios la obra de mayor gloria, i el principio de mejores onras que a tenido este Reyno, i fue aqueste. Como los Padres de aquel primitivo Convento sólo estudiavan en cómo servirían todos los estados a Dios, i allavan que una de las pieças más conveniente del agedrez de la Iglesia, es Conventos i clausuras de monjas, domicilios de esposas de Jesu Cristo, encierro de Angeles, i casas de virginidad, i que no avía ninguno en todos estos Reynos, ni quién intentase su fundación, trataron nuestros Religiosos, i comunicó el Padre Fray Andrés de santa María (que era Prior i Vicario Provincial) con estas dos señoras, que pues deseavan azer cosas ilustres en el servicio de Dios, se dispusiesen a fundar Convento, donde guardase nuestro Señor sus escogidas esposas, acción que les resultaría en ganancia de colmados méritos, por lo mucho que a Dios le agradaría el gran provecho de las ánimas; poco uvieron menester, porque sus ansias sólo se ordenavan al mayor i general servicio de nuestro Señor. Pero el caudal limitava al deseo, i el ser necesario tan grande gasto inpedía la egecución. Dios i Señor, si disponíais estas dos mu- geres para archimandritas, i primeros instrumentos de tan estendidos i gloriosos edificios, ¿para qué permitís que las prosperidades de sus padres vengan a necesidad, i los millones de Francisco Ernández Girón a tan abatida pobreza? I ya que a estos millones consumió la guerra, i destruyó el castigo, ¿para qué ordenays que lleven la recámara de doña Mencia de Sosa, (que valía numerosa cantidad) quando se iva con su esposo, para que ella quede con el vestido más pobre, i no tenga mil pesos para començar un Convento? Respondido tiene Dios, que escoge instrumentos pobres, ministros flacos, i fuerças desvalidas para conseguir fines altos, obras excelentes, i efectos poderosos, confundir grandeças, amilanando valentías, i todo lo ordena (como dijo san Augustín mi Padre) para que no se atribuya la magestad de una obra, o la excelencia de una grandeza a ciencia umana, a riquezas de oro, ni a potencias de mundo, sino sólo a su amor, piedad i omnipotencia, para que se conozca el dueño, i no se divierta a causas umanas la gratitud; discurso que le obligó a quitarse las armas a David, porque no llevasen parte de la gloria las armas de Saúl. Trataron el prudente Prelado i estas dos matronas, de començar el espiritual edificio,

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fiando que sobre estos cimientos levanta Dios altos alcaçares. Señalose su pequeña casa por recogimiento, i que por entonces mientras Dios aumentava más mugeres virtuosas que las quisiesen imitar, tuviesen onesta clausura, i ábito de beatas Augustinas; i así el año de mil i quinientos i cincuenta i ocho, a veynticinco de Março día de la Encarnación, tres años i tres meses después que enviudó doña Mencia de Sosa, se dio principio a esta fundación. No fue bien informado el que izo un quaderno, que el Convento de la Encarnación guarda, donde pone esta fundación en el año de 1556, por constar lo contrario, ya por nuestras actas, i ya porque no era Prior i Vicario Provincial este año, sino el de 1558, el que allí nonbran, i aora diremos, que por aver ido a España el Padre Fray Juan de san Pedro, que era Provincial, quedó por Prelado mayor i Vicario Provincial el Padre Fray Andrés de santa María. Acabada la Misa mayor, i sin gente la Iglesia, salieron el padre Prior, i todos los Religiosos a la Iglesia, donde aziendo señal el Prelado, cantaron el Te Deum laudamus a versos con el órgano, donde alabando a Dios por estos principios, le pidieron los aumentos, i puesta de rodillas doña Leonor Portocarrero, le dieron el ábito con las ceremonias, sufragios i oraciones de nuestra Religión. Era el ábito un mongil de raja negra, con manga de punta, una cinta de cuero muy ancha sin escapulario, i una toca pequeña de viuda. Este ábito usó la Virgen santísima después de la muerte de su ijo Redentor nuestro; de la cinta testifican San Damaceno en el sermón primero de dormítiones Virginis; i la Iglesia Griega que aze solene fiesta a la deposición de la cinta de nuestra Señora; el Bergomense en la vida de santa Mónica, i el dotisimo Maestro Fray Jorge Meygrecio Dotor Lovaniense, en el libro que intituló, Arca honoraria Christi, et Sanctorum, Mergrecio de sodalitate corrigiatorum; el Padre Fray Augustín de Tolentino en el libro de los privilegios de la Orden; el Padre Fray Melchor Dalemio, en la traducción Latina, i el Padre Fray Pedro del Canpo, i el Padre Poca en su elucidarlo, libro 2, tract. último capítulo 4, que alega a todos en el sumario de nuestras Indulgencias. Refieren, que deseando santa Mónica ajustarse en lo que pudiese con las costunbres i acciones de la Madre de Dios, se le apareció en el ábito que anduvo después de la muerte de su sacrosanto ijo (que, es como el que traen los frayles de San Augustín) i díjole la Virgen: Ija Mónica, este ábito negro i correa con que me ves vestida, es la Regla que dio a entender mi profesión i vida quando estuve en el mundo, i así conviene se le ponga matrona tan cuydadosa de imitarme como tú, i diciendo esto se desapareció. Santa Mónica llena de gozo con tal visita, i cuydadosa de cunplir sin tardança el favorable mandato de la

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Virgen, comunicó la Santa el caso con sus ijos, deseosa de que imitasen a la Virgen en el vestido como ella le avía de traer; tratose el punto con san Sinpliciano su guía en materias de espíritu, conpró paño negro, diósele al nieto Adeodato ijo de San Augustín, para que le cosiese santa Mónica, lo qual izó ella, como dice san Valerio, derramando más lágrimas de gozo, que dio puntadas en el ábito, i se le puso el mesmo día que san Anbrosio le bautizó; i siendo uso en la Iglesia vestirse el que se bautizava de blanco, advertidos del mandato de la Virgen, sobre el blanco se puso el negro, i después de bautizado se puso la cinta. Este fue nuestro ábito en los frayles, i el mesmo añadida una toca el de santa Mónica i sus ijas, con que fundaron los Conventos de Monjas. Bolvamos a las que le reciben en Lima el día proprio. Luego allí le recibieron doña Mencia de Sosa, do- ña Juana Girón su entenada i Inés Velázquez; e invocando al Espíritu santo con el Imno de Veni Creator spiritus, bolvieron a dar gracias a Dios, i ella a los Religiosos, i con el ábito se fueron a su casa, donde ya avía echo torno, i encerradas, avía portería como en Monasterio, i una muy pequeña Capilla muy curiosamente adornada, cuya puerta salía al çaguán de la casa por donde entrava el Vicario i Capellán a decirles Misa, que era el Padre Fray Juan Delgado, primer ijo corista desta Provincia de admirables virtudes, cordura i observancia. Salían las fiestas de Cristo, de la Virgen i de la Orden, i comulgavan en el Convento; era de gran egenplo su modestia, i de gran edificación su clausura, socorriéndolas para el sustento a los principios nuestros Religiosos. I porque algunos se enmienden, que dicen fue modo introducido acá sin egenplar, diré la vejez de este instituto, i que fueron verdaderamente Monjas Augustinas. Este modo de Conventos, i los que primero se fundaron para encierro de vírgenes i clausura, i al modo dicho de mugeres Religiosas, instituyó en la Iglesia mi Padre San Augustín, i así su Orden fundó el primero en este nuevo mundo, i otros en él, como veremos, i así diré a la letra lo que nuestra antiquísima centuria dice en esta manera. En este año de trecientos i noventa i nueve fundó San Augustín (aún no avía nacido San Benito) un Convento de vírgenes, de las quales izo Prepósita a su ermana llamada Perpetua, la qual era viuda, i porque amava la linpieza procuró de recogerse. Puso San Augustín en el Monasterio destas vírgenes dos ermanas suyas, ijas de su padre el venerable Patricio, aunque no de su madre santa Mónica, las quales se llamavan Basílica i Felícitas, dícese que resplandecieron por milagros. Posidonio i la Corónica de la Orden lo refieren, aunque Autores allo yo, que dicen no fueron más que dos ermanas, i otros que tres. Asta aquí nuestra centuria. Paréceme

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curioso i conveniente poner antiguos egenplares del modo de Convento que estos nuestros Religiosos, í virtuosas matronas fundaron en Lima, i escogí solos dos, porque parece que tienen semejança, no sólo las fundaciones, sino tanbién las fundadoras; i a la letra dicen así en nuestra centuria, i Crónica general: Por este tienpo del año de setecientos i setenta i uno, fue fundado el celebradísimo Monasterio Buchoviense de Monjas de la Religión, el qual fundó la ínclita Adelinda ija del veyntidós Duque de Suevia, i ermana de la Reyna Ildegardis, muger de Carlos Magno. Fue casada esta Princesa con un gran señor llamado Acto o Octo, Conde Tragendino, i Caldariense, i peleando con los Hunnos, que procuravan destruir a Francia, murió con tres ijos suyos peleando en la batalla. Por lo qual la Duquesa Adelinda, recogidos los cuerpos de su marido e ijos, fundó un Convento suntuosísimo que se llamó Buchoviense de Monjas Augustinas, en cuyo tenplo sepultó los cuerpos del marido i de sus ijos. Después ella dadas sus riquezas al dicho Convento, dejando el mundo se entró en el Monasterio mesmo, i fue governadora, i madre de aquellas vírgenes; allí murió aviendo echo vida tan santa, que mereció ser connumerada en el Catálogo de los Santos, celébrase su fiesta el mesmo día de san Augustín, que es en 28 de Agosto. Después de algunos años, el Enperador Ludovico Pío, ijo de Carlos Magno, en el sexto año de su Inperio, i de Cristo de ochocientos i veyntiuno, dio autoridad para que aquellas señoras no iziesen profesión, i así no es aora propriamente Convento de Monjas, mas es Colegio de ilustrísimas donzellas, en la centuria nona se dice lo siguiente: En este año de mil i docientos i cincuenta i nueve, se fundó el Convento de san Augustín de Toledo por el Rey don Alonso el Dé- cimo, llamado el Sabio, el qual fue muy devoto de la Orden, por quanto al tienpo que Dios lo quiso castigar por algunas cosas que dijo no bien sonantes en onra de Dios, un frayle de la Orden le avisó que iziese penitencia, como se puede colegir de don Rodrigo Palentino, i aunque entonces lo despreció, después lo llamó, i se confesó de sus pecados con él; i por esto estando el Rey en Toledo, acaeció que vinieron ciertos Religiosos del Convento de san Ginés de Cartagena de Levante, que era de la Orden, con deseo de fundar un Convento en aquella ciudad. Lo qual visto por el noble Rey, les conpró sitio fuera de la ciudad, donde oy llaman la Solanilla, camino de san Bernardo, i allí fundó un Monasterio, i conprándoles grandes i largas rentas, los izo sus Capellanes; mandoles que celebrasen i rogasen a Dios por los Reyes de donde él venía, i con esta obligación quedaron allí, llamándose el Convento de san Estevan, i

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allí vivieron cincuenta i un años, asta el de 1312, que se pasaron donde aora viven. En este mesmo año tuvo principio el Convento de santa Ursula de Toledo; i aunque començó de poco, después vino a ser principal Monasterio. Fue primero de beatas, i después fue ennoblecido con el velo sagrado, con ayuda i favor de un principal Cavallero llamado Juan Díaz, ijo de don Diego Gonçález, i de doña María Meléndez, i después don Diego Gonçález Arcediano de Calatrava lo aumentó con riquezas, de lo qual aze mención una piedra que está en frente de la puerta del dicho Convento. Asta aquí es de nuestra centuria. Estos principios tuvo éste que es oy tan celebrado Convento, que entonces se intitulava Nuestra Señora de los Remedios, i después se llamó la Encarnación, que oy conserva, siendo los desastres de la viudez de doña Mencia las causas segundas de tan lúcidos efectos, i el zelo de nuestros Religiosos, el primer móvil i causa eficiente de traer a Dios tantos egércitos virginales, pues senbrando este pequeño i umilde grano, a frutificado no sólo espigas en esta casa, sino gavillas de esposas de Cristo para quatro Conventos echos troges de virtud, i graneros de continencia i santidad, como presto veremos. Luego que la República oyó decir Conventos de Monjas, tornos, porterías i canpanas, venían traídos de la novedad, unos alabando la determinación, i otros vituperando el efecto. Los primeros atendían al aumento de la virtud, i a la ocasión que davan estas señoras a que otras las imitasen, Dios se sirviese, i esta ciudad de Lima se autoriçase. Los segundos les decían a ellas que enprendían clausura, que pocas o ningunas avían de imitar, porque en el Perú nada tendría duración, pues quien venía de España, sólo atendía a grangear dinero, i a bolverse a su patria; proponíanles la pobreça con que començavan, i la ninguna renta que podían esperar; el no tener patrón que las socorriese, ni persona superior que las aumentase. Estas i otras descomodidades azían absurdo la fundación, i desacuerdo el continuarla; pero nuestros Religiosos conociendo que quien trata de azer casas a Dios, las libranças de la pobreça se despachan en el tesoro de Cristo, (que si es contraste en dar a letra vista, es sin contraste lo que del se recibe, pues crece sin dar a daño, i no se pierde, aunque se aga barata) continuaron la fundación sin que tuviesen más renta que la confiança, ni más valedores que la virtud. Las dos Fundadoras tenían tan celestial valor que las alentavan los desconsuelos, i no las desanimava ni la mucha pobreza, ni la poca comodidad, que quien tuvo millones de oro a su disposición, i egércitos de onbres a su obediencia, conocía que

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entonces era esclava, i en aquella clausura i soledad era verdadera Reyna; i no ay duda sino que coraçones valerosos quieren la desdicha para mostrar su orgullo, porque la prosperidad aze violencias, i no califica valor, i el que como doña Mencia no se ensoberveciere con el aplauso, ni se mudare con la prosperidad, cierto es que no se amilana con la adversa fortuna, ni se achica con la suma pobreça; sentencia de mi Padre san Augustín; i así quando la fortuna favorece, se a de temer que no levante; i quando amenaça, se a de procurar que no aogue, como dijo Periandro. Las dos continuavan su fundación, i los Religiosos socorrían su necesidad, creciendo en deseos de Dios, i en opinión de santidad. Fue a ver este Convento de quatro el Virrey don Andrés Urtado de Mendoça Marqués de Cañete, Virrey i Governador del Perú; i agradeciéndoles tan santa vocación, les izo onras devidas a su sangre, i merecidas de su virtud, diciéndoles el gran servicio que a Dios se le azía de pre- sente, i el aumento que tendría en lo por venir, ofreciéndoles su anparo, i asegurándoles socorros, jurándoles, que si se allara en Lima con una ija, se la diera por monja, porque conocía ser obra de Dios, acción eroica, i ocasión de gran mérito. Alentoles el ánimo, i socorriolas con limosna, que el cabal governador, aze más alentando, que un poderoso enriqueciendo. Ya se ivan inclinando a la clausura, pobreza i sujeción otras señoras, i tomaron el ábito la noble i calificada Doña Juana Pacheco, Doña Inés de Mosquera, María de la Cruz i Mariana de san Gerónimo, nobles vírgenes, i después santas Monjas. Con los dotes i azienda destas quatro, se le dio forma autorizada al Convento, i más lustre al instituto, era Priora Doña Leonor Portocarrero, i Supriora su ija Doña Mencia de Sosa. Así se fue continuando con medras en lo tenporal, i con mayor opinión en la virtud. Eran sus Prelados (a quien obedecían) el Provincial, el Prior de Lima, i el Vicario que les servía de Capellán, subordinado éste a los dos, i obedientes súbditas ellas a todos. Su mayordomo era Religioso, i los obreros, oficiales i ministros puestos por los Prelados administravan lo tenporal, porque las Monjas se dedicasen a sola ocupación de espíritu i Religión, que el cuervo de Elías trayéndole el comer, le dejava desocupado el día para orar. En esta forma vivieron quatro años, asta el de sesenta que trocaron la obediencia, i diferenciaron algo el instituto, si bien asta oy son Monjas de san Augustín en ábito i profesión, i fue la causa i ocasión la que se sigue. Dejó mandado el Padre Vicario Provincial fray Andrés de santa María, que no se diese el ábito de Monja a ninguna mestiça porque avía muchas que lo deseavan, i por entonces no convenía en

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conformidad de un acta del Capítulo Provincial del año de mil i quinientos i sesenta, a once del mes de Mayo, que decía así en la Definición séptima: Por quanto en esta ciudad de Lima se an enpeçado a recebir Religiosas de nuestra Orden, mandamos, que las que de aquí adelante se uvieren de recebir, sea para que estén en comunidad, i que ninguna se reciba que sea mestiça, sino de padres Españoles, i que no se reciba alguna sin votos deste Convento, aviendo para ello licencia del Padre Provincial. La qual no queremos que cometa a alguno, sino que lo vea bien primero; i nonbrámosles confesor de las que están así recebidas, i recibieren al Padre Prior desta casa. Después vinieron dos cédulas, anbas de Filipo Segundo, la una en san Lorenço a treynta i uno de Agosto; i otra a veyntiocho de Setienbre del año de mil i quinientos i ochenta i ocho, que ya está por ley, i es la séptima del título, Religiosos del sumario de las leyes Ocidentales, para que los mestizos se puedan ordenar, i las mesticas ser Monjas con información de vida i costumbres. Entonces pues no avía estas cédulas, i contenía toda la fuerça aquella constitución. El Padre Vicario Provincial se fue a visitar la Provincia, i estando en el Cuzco, trató el Mariscal don Alonso de Alvarado Cavallero de la Orden de Santiago, que diesen el ábito a dos ijas suyas doña Isabel de Alvarado, i doña Inés de Alvarado, i dávales veynte mil pesos de dote, i la espectativa de su erencia; tenían parte desta tierra, i eran conpreendidas en aquella proibición. Consultaron el caso, i en virtud de la epiqueya, i que era mucha la calidad i el interés (contradiciéndolo el Superior) dieron el ábito a doña Isabel. Súpolo el Padre Provincial, i viniendo a la ligera del Cuzco, mostró gran sentimiento, i llegó a rigor, que temiendo ellas algún castigo, trataron con el Arçobispo don Fray Gerónimo de Loaysa (por mano de Garcí Díaz de san Miguel, a quien dieron su poder i comisión) de darle la obediencia. Sabido por el Provincial, se fue al Monasterio, i aziéndoles Capítulo, les dio una áspera repreensión, por aver dado el ábito contra el precepto, ponderando que los millones de tesoro, ni tener sangre Real, no disculpavan la falta de obediencia, inportando más obedecer un mandato, que acaudalar un Reyno, i que pues tratavan de dar la obediencia al Arçobispo, se la diesen sin el ábito de san Augustin; i quitando a cada Monja una manga i la cinta, las dejó. Rigor pareció demasiado, si no le apoyara quán en su punto estava entonces la observancia, i quán delgado se ilava en materias de obediencia. Yo estoy muy cierto, que si tuviera el Padre Vicario Provincial revelación de lo que avía de ser, i oy es doña Isabel de Alvarado, que de rodillas la pidiera para Monja, pues a sido madre que tantas ijas a criado en santidad, i con sus grandes gracias en

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música, curiosidades, materias Eclesiásticas, gran virtud i autorizada prudencia, a sido de las que más an ilustrado aquel Convento. Intervinieron algunos autos del Arçobispo citando al Convento, i requiriendo al Padre Provincial, que entero continuó su resolución, e indignado quitó el Capellán. En primero de Febrero del año de mil i quinientos i sesenta i uno, dieron la obediencia al Arçobispo, en manos del Licenciado Don Juan Toscano Dean i Provisor, i del Canónigo Pedro de Villalverche por estar enfermo el Arcobispo, a quien en persona se la dieron dentro de seys días. Pidió el Padre Provincial mudasen sitio, porque estavan dentro de las dos canas que proíbe el derecho. Resistió el Arçobispo, nonbró la Orden por juez Conservador al Padre Guardián de san Francisco fray Juan de Palencia, que mandó con censuras mudasen quadra, i alejasen sitio, así lo izieron como en el capítulo siguiente se verá, con la forma i modo de ábito que se les dio.

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CAPITULO XXIV

DEL SEGUNDO ESTADO QUE TUVO EN ABITO I CONVENTO EL CELEBRADO MONASTERIO DE NUESTRA SEÑORA

DE LA ENCARNACION DE LIMA A ocho del mes de Febrero trató el Arçobispo de la forma que avían de tener en el ábito las Monjas, i aunque deseó el Arçobispo fuesen Dominicas, ellas no querían otro óbito que el de San Augustín, primer joya de su devoción, i postrer arrimo después de sus desdichas. Viendo pues que el ábito de Ermitañas les avía quitado el Provincial, i proibido el juez conservador, determinaron que fuese el segundo ábito que san Augustín fundó de Canónigas Reglares, con que su devoción quedó contenta, i la proibición obedecida. En primero de Abril del mesmo año les dio el Arçobispo el ábito que oy traen, que es ábitos negros con mangas de puntas, i debajo sayas de paño blanco o pardo, manguillas blancas de lienço, i escapulario de lo proprio en vez del roquete blanco, que es ordinario ábito en los Canónigos Reglares cinta de cuero, i en el coro, i en festividades roquetes de lienco como los Canónigos, tanbién con mangas de punta asta los tobillos, i encima mucetas como las de los Obispos. I desde todos Santos asta Pasqua de Resurreción, i en días de entierros de monjas, i procesiones mantos negros como los de los tales Canónigos; izieron profesión en manos del Arçobispo en veyntiuno del mesmo mes, otro día les dio a todas el velo negro, bolviendo a nonbrar por Priora a Doña Leonor Portocarrero, i por Supriora a su ija Doña Mencia de Sosa; profesan solos tres votos, que son Pobreça, Obediencia i Castidad, i no el de clausura, aunque sienpre le an observado con suma estrecheza, i la Regla i Constituciones de san Augustín con admirable puntualidad. Nunca admitió Doña Leonor Portocarrero el nonbre de Abadesa, venerando el primer título con que nuestros Religiosos la fundaron, i después della muerta 29 años después de su fundación, se intituló Abadesa su ija, que la sucedió en el govierno; reeligiéndola cada tres años (durante su vida) por particular buleto de su Santidad, i nonbrava ella (i oy lo azen las Abadesas) Priora i Supriora, i cada año los oficios conventuales. En conformidad de la sentencia del Juez conservador, trataron de mudar sitio; tenía Pedro Sánchez Clérigo (Capellán que les decía Misa) una casa cinco quadras de la plaga camino de Pachacama, entonces lo último de la ciudad, i aora de lo más poblado; teniendo la casa media quadra de contorno, que aora tiene tres quadras de largo

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una de ancho, i ocho en circuito, se la conpraron, i adereçada con alguna comodidad se pasaron a ella, disponiendo el Virrey Don Diego López de Velasco Conde de Nieva, que aquel tránsito se festejase con todo aplauso, gala i autoridad, i así desde el Convento que dejavan asta la casa donde ivan, distancia de ocho quadras, se colgaron de sedas, i se ermosearon de arcos, éstos de flores, i los suelos de juncias, i yerva buena. Concurrió al tránsito desde el Virrey asta el plebeyo. Viernes de Lázaro salieron la Priora entre el Virrey, i el Oidor más antiguo, que lo era el Dotor Bravo de Saravia. La Supriora Doña Mencia entré el Arçobispo i Don Juan de Velasco ijo del Virrey. I las siete Monjas restantes entre un Provincial de santo Domingo i san Augustín, i Comisario de san Francisco, i una dignidad, o un Prior, o Comendador i un Canónigo. Este egército avía conducido doña Mencia de Sosa, i fue con él por muchas calles, por donde años antes pasaron a su marido, arrastrando suelos, i escuchando afrentas. Para que su triste espectáculo le pareásemos con este triunfo onroso, i considerásemos que aquellos fines, negocia la sobervia quando subió a más segura alteza, como dijo Eurípides, i estas glorias conpra la umildad, como advirtió Salomón. Las del marido fueron lisonjas del mundo, que sirven postres de afrenta, i las de su muger trabajos sufridos, que enplean en penas, i crecen en onras, esto es servir a Dios reynando, i aquéllo querer reynar padeciendo; trueques que conoció la experiencia, de que resulta el desengaño de Salomón, que es más provechoso el estado umilde entre abatidos mansos, que el despojo opulento de magestades sobervias; allí la quietud alegra i da la mano para subir a Reynos, i aquí la prosperidad aoga, i da del pie para despeñar a miserias. Todo lo contenpló Augustino, que el cielo i la experiencia le enseñaron, que aquel subir es caer; váyase paso a paso, i eso es reynar. Entraron en su nuevo Convento, donde se añadieron nuevas observancias, i se continuaron estrechas penitencias, celebrando los Oficios de la Semana santa, con cantos de voces dulces, porque entre ellos avía quatro excelentes en música, i celebradas vozes; doña Leonor Portocarrero, i doña Mencia de Sosa umillaron de manera su autoridad, que siendo Prelados eran cozineras, queriendo más enseñar mortificaciones, que afectar autoridades, siendo las primeras en los oficios serviles, i las últimas en el regalo, no como los que aviendo sido sobervios i estimados en el siglo, fundan casas, i entran en ellas a sólo ser servidos, fingiendo umildad, i aborreciendo mortificación, o estando más altivos quando egercitan virtudes, que quando más sobervios ocupavan magestades, de quienes dijo san Gregorio, que nunca a éstos les dejó la sobervia, sino que se quedó

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escondida en el ánima como en casa propria, muda capa, trueca el trage porque no la conozcan, i disimúlase porque no la desechen, antes era culpa que vivía entre vicios, i después es vicio que reyna entre virtudes. Fuese edificando su Convento, que al crecer de su gran opinión (merecida de su santa observancia) crecía el número de Monjas i caudal para suntuosos edificios, dando quantiosas limosnas los Virreyes, que con título de premiar servicios de leales Cavalleros, i gratificar méritos de antiguos conquistadores padres de las que entravan Monjas, les fueron dadas rentas, agregando socorros i situando pensiones, siendo el primero que introdujo estos aumentos el Virrey don Francisco de Toledo, el prudente Governador de once años, i el primer legislador de las Indias, cuyas ordenanças son oy leyes, i serán aranceles de cabales goviernos. Este ponderando la santidad de aquella casa, la nobleza de sus Monjas, el aseo i curiosidad de los altares i el costoso ornato i ostentación del culto, no tenía otra recreación que asistir un día cada semana, i para las Quaresmas izo casa conjunta al Monasterio; queriendo más servir en el Palacio de Dios, que ser adorado en su Palacio de Virrey, teniendo por más dichoso un día desta casa, que la ostentación de su Palacio, experiencias que conoció David, i ratos que mereció este virtuoso Virrey. Acabáronse edificios de suntuosidad, una gran Iglesia cubierta de maderas, i una ilustre Capilla mayor, con dos colaterales de artificiosa bóveda, coro alto i bajo, quatro capacísimos dormitorios, i más de 150 celdas, las más con altos, i todas con oficinas, éstas para abitar de día, i aquéllos para dormir de noche; otro para donadas, i uno para las nobles, que aprendiendo virtudes salen excelentes en lo político, en lo azendoso i en toda curiosidad. Tiene una enfermería con tres salas, refetorio, porterías, locutorios, uno de onbres i otro de mugeres; sala de labor tres claustros, i el principal con celdas altas, ermoso i labrado de cal i ladrillo, buena i espaciosa guerta de flores, frutas i legunbres, fuentes en claustros i oficinas, poços de buenas aguas, acequias para varios efetos, barrios de diversas abitaciones, con placetas, callejuelas i encrucijadas, las puertas de las celdas de canterías i ladrillo, i las dos de su Iglesia de las más ermosas i más lindo primor que tienen las Indias, esculpidos en piedras, i divididos en tarjas, los versos Latinos del Imno celebrado de la Iglesia, Magne Pater Augustine, donde tan gloriosas excelencias canta deste Patriarca universal de las Religiones, i Padre único de aquel Convento i de mi Religión. Tiene su Iglesia costosísimas rejas de hierro, a trechos doradas, i en los laços plateadas, magestuosos retablos, uno en el altar mayor, i otro

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junto al coro; aquél de obra gallarda que en nichos van subiendo Santos de talla, i sobre el Sagrario el misterio de la Encarnación, i en la cunbre que toca al techo un gran Cristo, i a sus lados san Augustín i santa Mónica, todo de media talla, i en agradable disposición. El retablo de la Encarnación de la parte del coro es todo crespo de obra superior, diversidad de bultos i galantes pinturas, i por primera en el Altar la Virgen, grave, devoto, alto i ermoso bulto. Tiene otros retablos menores en Altares, en la Capilla colateral derecha a Nuestro Padre san Augustín, i en la izquierda a santa Ana, en el cuerpo de la Iglesia otro en que está un devoto i milagroso Cristo, i otro Altar de san Nicolás de Tolentino de pinzel en retablo, pintado aquel favor que recibió de Cristo viendo a la Virgen María i a su Padre san Augustín, contándole los Angeles en procesión el día dichoso de su tránsito, i la venturosa casa de su sepultura. Ay otros retablos que azen ermosísimo adorno en la Iglesia echos ascuas de oro, todos con lánparas de plata, i ricas colgaduras de telas de oro i plata, i otras bordadas con recortos de telas, i brocados sobre terciopelos carmesíes i otras de sedas diferentes, con dos órdenes de retablos o lienços dorados, que unidos i juntos cogen del principio al fin de la Iglesia en todas partes. Los aseos, olores, pomas, caçolejas, aguas, curiosidades en flores, de seda, i en varias diferencias de escarchados, ni le iguala España, ni es mejor en parte del mundo. La celebración de sus fiestas, es de toda ostentación, gasto i autoridad. I la del tránsito de la Virgen que celebre él primer Domingo después de su día en Agosto, dura quatro días, i al primero i último concurren Virreyes, Audiencias, Cabildos, Religiosos i toda la ciudad, siendo los ermanos o cofrades gran parte de la nobleza desta República, i saliendo la procesión asta la Iglesia mayor más de cinco quadras, buelve a su casa por calles colgadas de sedas i adornadas de quadros, llevando gloriosa a la Virgen, que lo umano ni la pudo semejar mejor a lo que goza, ni dar más bello objeto a la vista del que la mira. Lleva muchas andas, i en cada una un Arcángel, Principado, Potestad, o Trono, que singulares Monjas estudian en su curiosidad, i se aventajan con la emulación, siendo desafíos santos la causa de tan costosos adornos. Tiene esta procesión bulas de su Santidad para los Jubileos, día i solenidad de quarenta oras del Papa Paulo Quinto, i el altar es de sacar ánima. Su música es la primera de las Indias, i bien celebrada aun en Europa, tiene nueve coros de viguelones, arpas, viguelas, bajones, guitarras i otros instrumentos, que con cinquenta i más diestras en música i celebradas en vozes azen el coro más deleytoso que se conoce en lo mejor del mundo; anse dividido en dos esferas, i a

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descaecido algo el lustroso aplauso, pensiones que acarrea la división, i resfríos de su atrasada caridad, en otros Conventos suele tal vez llevarse el gentío la novedad, pero conocen ser remedos de la Encarnación. Las Navidades, otavas de Sacramento, i el primer Jueves del mes que celebran este misterio, días de san Augustín i san Juan, i otros titulares de sus Capillas, ni tienen egenplar, ni se les alla cotejo; los que pasan de España, con venir enamorados de sus patrias, i los que más encarecen a Madrid, o con dolor confiesan esta ventaja, o con desengaño engrandecen esta grandiosidad. Continuávase con tanta asistencia el coro de la Encarnación, que no ay ora del día i muchas de la noche, que no estén Monjas orando, meditando o leyendo; quando no es ora del oficio Divino, se parece el coro a la gloria que vio Daniel que sobravan sillas, i faltava quien se asentase, sí bien muchísimos le servían; acá sobran sillas porque de rodillas i postradas ablan con Dios quando la otra parte de la comunidad le está sirviendo en sus obediencias, i quando es ora, que se reza o canta en el coro, parece a la gloria que vio san Juan. Donde sobrava gente i faltavan sillas i las arpas, viguelas, i órganos estando entre las manos, subían oraciones santas, qual perfumes de olor a recrear los cielos; que si el misterio de la Encarnación mejoró la población del cielo, pues en el tienpo de Daniel sobravan sillas i faltava gente, i en tienpo de san Juan sobrava gente i faltavan sillas. El coro de la Encarnación retrata anbos tienpos, ya el de estar orando i sirviendo sin sentarse, ya el de estar sentados multiplicándose a estos reclamos viene el pájaro divino que las oye. Este continuo subir i bajar del coro, ¿quién no le contrapone a la escalera que vio Jacob? por donde subían i bajavan Angeles, i el que subía allava a Dios en lo alto, i el que bajava lo encontrava en la tierra. Así se podrá decir con apropriado título, que suben i bajan continuamente Angeles; las que suben allan a Dios en lo alto del Coro, i las que bajan en otras Obediencias allan tanbién a Dios. Que la escalera de Jacob noviciado parece destos monasterios, i en estas casas es verdad, que se experimenta velando lo que allá fue misterio i profecía, que se vio durmiendo. En una circunstancia no los miro pareados a la escala de Jacob, i a la escalera de la Encarnación, que aquella era semejante en la figura i forma a unas escalas, que llamavan Gemonias, particular género de tormento i suplicio cruel, por donde precipitavan a los insolentes; así lo dice la Glosa, i lo refiere Eusaquio en la Catena Griega, con que se ve claro el misterio de la Cruz tormento para Jesu Cristo, i suplicio cruel para su cuerpo divino, adonde le arrojaron por facinoroso i insolente, siendo Dios Eterno i onbre sacrosanto. Pero la escalera por donde se sube al

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coro, si es tormento para el cuerpo, i suplicio para la carne, no es para mugeres delinquentes, sino para esposas de Jesu Cristo mortificadas, que si las cansa el egercicio, las deleyta la ocupación, i en nada conocerá una monja si es distraída, i está culpada, sino en tener por tormento subir esta escalera, i por castigo alabar a su Esposo en el coro, pero téngala por Cruz semejante a la de Cristo, si afligiéndose el cuerpo se consolare el espíritu, i atormentándose la carne se acrisolare la devoción. Al fin se puede decir por el monasterio i coro de la Encarnación lo que Jacob dijo despertando, después que vido la escala, verdaderamente ésta es casa de Dios, i puerta del cielo. Razón será decir de doña Leonor Portocarrero primera ortelana de las acucenas de Dios algo de sus virtudes, pues tuvo acciones altas i eroicas resoluciones, siendo muger fuerte, i de ánimo valiente. Quando casada i en el siglo, su recogimiento fue el mayor, i su recato el más cabal, sus egercicios eran devoción, obras de piedad i cortesías, sin enpañar la virtud, el respeto defendía su modestia, i a su estimación atraía a todos con su urbanidad, tuvo perfeta obediencia a su marido, i vigilante cuydado de su familia, era tan atinado i cuerdo su govierno, como afable i cortesana su conversación; estudiava en dar egenplo con sus virtudes, i conocían los que la tratavan sus continuadas medras; tenía atención en sus obras, i poco cariño a todo lo que no era Dios. El olvido era de sí, i el cuydado de pobres, procurava onra sin pasar a anbición, i bienes sin topar en codicia. Lo jovial no lastimava a la modestia, i el enojo no desconponía la autoridad. En los trabajos luzía su paciencia, i en los contrastes de fortuna no se rendía la longanimidad. La muerte de su esposo llevó con igualdad de ánimo, i los desanparos de viudez con Cristiano sosiego, donde la pena le quitara la vida, a no estrivar en Dios, su voluntad fue quando se alçó su yerno Francisco Ernández Girón, pues cada nueva que le venía era un cuchillo atormentador, porque si era en menoscabo del Rey, se afanava su lealtad, i si era en desmedro de Francisco Ernández, le afligía la sangre, i el amor. Entre estos contrastes se valía de la oración, suspendiendo el deseo, i aconsejando la quietud. Sufrió la afrenta del yerno como onrada, i sintiola como prudente. Fundó casa para esposas de Dios, i onrola Dios como a esposa primera, en quien cabe las ternuras i exce- lencias que dice el Esposo en los Cantares a la primera Esposa, que andava enamorando damas, i solicitando, donzellas, para que buscando a su Esposo le rindiesen las ánimas. Doña Leonor Portocarrero fue Prelada deste Convento 29 años i 5 días; era de venerable persona, sin que la vegez la afease, i de grave

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discreción, sin que se le notase cuydado ni loquacidad, entera en sus sentidos, i sin descaecimiento en la prudencia. Quando llegó a la caduca edad, dejó documentos para Preladas perfetas, i para súbditas obedientes; era prudente con silencio, i sagaz con afabilidad; obedientísima a sus Prelados, i gran egecutora de sus Reglas i constitución, limosnera i caritativa, siendo el socorro de pobres, i el regalo de sus enfermas. Devotísima del Santísimo Sacramento, ante quien continuamente en oras estraordinarias tenía oración por una ventanica que salía junto al Sagrario, donde con muchas lágrimas le adorava, i con sus manos adereçava sus lámparas, i de noche se las encendía, teniendo esto por su mayor recreación. A las señoras que la ivan a visitar introducía pláticas de reformación, i consejos de espíritu, ganando muchas ánimas del siglo, i encaminando a santas las de su comunidad, que llegaron en su tienpo a ser más de ciento i cinquenta de velo negro i blanco. Entreteníase en criar palomitas, gastando media ora cada día en esta ocupación, para que del interés se digesen Misas a la Virgen santísima, por las ánimas, enterneciéndose de verlas tan mansas, i subiendo la contenplación al Espíritu Santo i a la Virgen, diciendo ternuras, i formando soliloquios, fue ternísima devota de san Juan Evangelista. Era con excelencia tan madre de sus ijas, i tan enamorada de sus súbditas, que nunca se le conoció parcialidad, ni alguna se quejó de su despego, ni la notó de enojada. Llena de años, i colmada de méritos murió con general dolor de su casa i de la Ciudad, pasando a cobrar los premios devidos a la que fue motivo de tantas esposas de Cristo, i causa de traer tantas Vírgenes al camarín del Divino Cordero. Murió a 27 de Junio del año de 1590, de edad de 78 años. Sucediola su ija doña Mencia de Sosa eredera de su Religión, igual en el valor, aunque más excelente en la autoridad, de afable presencia, de prudente discreción, de gran agasajo, i de mayor respeto; tan venerada de los Virreyes, Arçobispos, Audiencias i Tri- bunales, que eran sus ruegos mandatos, i sus súplicas violencias; i estendíase este privilegio a todo el Perú tanto, que no escrivía a Tribunal, Cavallero o Corregidor, que no estimase el servirla i co- echase para agradarla. Esto sí es reynar con la Corona de Dios, i mandar el Perú con onrosa tiranía, siendo el vando para conducirlos, opinión de virtud, armas de cortesía, i afectos de caridad. Muchas dejando rentas de Indios, i al Convento sus patrimonios, an tomado el çabito; i ay en él gran número de ijas i nietas de Conquistadores i leales beneméritos, por quien los tres Reyes Filipos an enbiado cédulas de gratificación, encargando sus socorros, i mandando

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darles rentas. El primero que (puestos los ojos en el servicio de Dios i descargos de la Real conciencia, i beneficio, conservación i aumento de tan santa casa, jardín que a producido tantos paraísos en el Perú) le dio rentas, i le señaló pensiones, fue el Virrey don Francisco de Toledo como queda dicho, que ante sus ojos era el mayor servicio que se le podía alegar, el tener devoción a esta casa, i el azer limosnas a su comunidad. Los demás Virreyes an echo mucho, si bien devieran aver echo más. Dios las a aumentado en rentas, i Diego Méndez Clérigo de notoria virtud les dejó mucha, dando mil pesos de renta, sin otros millares que les dio en_ vida, advertido del Cielo, que no ay limosna más acepta a Dios, que la que se da a pobres monjas, pues cae sobre onradas, pobres, i virtuosas necesitadas, que por esposas de Cristo sufren pobrezas, sin clamar su falta, i lloran desanparos, sin tener protector. Negociaron estas dos matronas grandes Jubileos para sus fes- tividades, Cofradías, Altares i devociones; i Bulas para tener consigo donzellas nobles en ábito secular, que aprendan las virtudes, gracias i policía de tan virtuosas monjas; concediolo Gregorio Décimo tercio a 20 de Agosto de 1575, con tal, que si se saliere una, no la puedan bolver a recebir. Confirmolo el Papa Clemente Octavo en 17 de Octubre de 1600. I el Papa Paulo Quinto les concedio en 12 de Novienbre de 1607, que pudiesen entrar todas las Españolas i negras que fuesen menester para el servicio de las monjas, anpliando el Breve de César Speciano Obispo de Novara, Nuncio Apostólico en España dado en 27 de Agosto de 1586. I el Papa Clemente Octavo les dio privilegio en 8 de Abril de 1592, para rezar todos los Jueves del año del Santísimo Sacramento, no aviendo Santo de nueve liciones. I otros Pontífices les an dado grandes privilegios, i en ellos Pontificales onras devidas a sus méritos i devoción, i para que rezen de todos los Santos de los Canónigos Reglares de san Augustín, i particulares Santos de Santo Domingo i san Francisco, i otros sinples con rezo de dobles. Fue doña Mencia segunda Prelada, i primera Abadesa, dotada de caridad, oración, limosna, paciencia i observancia, conservó con sagacidad la paz, i nunca permitió desconformidad, era de ánimo varonil, tenía barbas en el rostro, i magestuosa gravedad. Aumentó el culto Divino en el estremo que oy está, i crió fijas que fueron madres de otros monasterios, como luego se verá, i de monjas, cuyas virtudes de algunas diré después. Murió el año de 1618, víspera de la Ascensión, martes ventidós de Mayo, dejando envidia santa, i documentos para cabal perfeción. Fue electa en Abadesa doña Luisa Altamirano, monja de muchas virtudes i penitencia, ija del Oidor

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Altamirano, i ermana del Obispo de Cartagena don Fray Diego de Torres Altamirano, i del Oidor de Lima don Blas Altamirano, i a los tres años eligieron a doña Gerónima Gudiño, parienta del Arçobispo Lobo Guerrero; murió año i medio antes de acabar su trienio. I eligieron por Abadesa otra vez a doña Luisa Altamirano, i a los tres años a doña Lorença Cerrato, que aumentó lo tenporal, i edificios de la casa, a quien sucedió por elección doña Casilda de Illescas, de lustrosos i nobles parientes deste Reyno, i de partes estimables en su Religión. Oy es Abadesa doña Angela de Zárate, ija legítima de don Francisco Irazával i Andía Gentilonbre de la boca del Rey, que sirvió en Inglaterra, i después en Chile, i fue su madre doña Lorença de Zárate, ija del Comendador Diego Ortiz de Zárate del Orden de Santiago, i tiene tres ermanos, don Francisco de Andía Irazával, que pasó a Flandes, del Consejo de guerra de su Magestad, Comendador de Aguilarejo de la Orden de Santiago, i oy Marqués de Santa Clara; el otro ermano es don Fernando de Irazával del ábito de Alcántara, i el otro don Diego de Zárate de la Orden de Calatrava. Toda esta nobleza saca a plaça el pregón de sus virtudes i prudencia, siendo más ija de la gracia, que estimadora de tan ilustre decendencia. Cada tres años deven elegir Abadesa i Priora, i no pueden ser reelectas asta pasado otro trienio por Breve del Papa Clemente Octavo dada en 12 de Agosto de 1599, i lo manda con excomunión, i privación de voto activo i pasivo, i sólo con doña Mencia de Sosa por fundadora dispensó en 7 de Octubre de 1603. Pleyto uvo en si se devía confirmar la eleción segunda de doma Luisa Altamirano, por no aver mediado un trienio, en el pleyto se pasó el tienpo, i quedó estendida la Bula. Tiene este Convento en el año de 1631, 233 monjas profesas de velo negro, 37 de velo blanco, 18 novicias, 45 donadas, 34 seglares ijas de nobles, que azen número de 367, i con las serviciales, mestiças, mulatas i negras orras, i con las esclavas de monjas particulares con donación al Convento ay ochocientas i más mugeres, sirviendo a Dios de las puertas adentro, i an muerto (después que se fundó esta casa) 137 monjas de velo negro, i 36 ermanas i donadas. A sido i es ésta la casa de mayor virtud, oración, observancia, curiosidad i estimación deste Perú, donde tiene la mayor nobleza deste Reyno sus ijar, i los Grandes Títulos de España sus parientas. Ablemos de algunas siervas de Dios.

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CAPÍTULO XXV

EN QUE SE REFIEREN LAS VIDAS I VIRTUDES DE ALGUNAS ILUSTRES SIERVAS DE DIOS, MONJAS DE LA

ENCARNACION DEL ORDEN DE SAN AUGUSTIN EN ESTE PERU

Bastara la ilustre en virtudes María de Jesús para dar onores a este Convento de la Encarnación, i añadir glorias al ábito de san Augustín, pues sus principios advierten el valor que infunde la gracia, i sus postres predican las ganancias de la virtud. Fueron sus padres Andaluzes, naturales de Sevilla, eran nobles, i de notoria idalguía; pasaron al Perú, donde fueron muy ricos, i al paso que crecían sus riquezas, se aumentavan los deseos de tener ijos, atizando la naturaleza por sucesor, i el caudal por eredero, pidiéronle a Dios, interpusieron limosnas, continuaron Misas, i alcançaron lo que deseavan sus confianças. Nacioles la noche de la Pascua de Resurreción esta ija, a cuya devoción la pusieron por nonbre María de Jesús, criose regalada, i llegó a los siete años admirando su virtud, por ser sus niñerías vegezes, i sus acciones pueriles anuncios de santidad. De todos era alabada, i de todos querida, publicando sus padres que era ija de oraciones, i premio de limosnas, que cada día vemos, que paga Dios en los ijos que le piden las Misas, oraciones i limosnas con que le obligan, salen virtuosos, como si en ellos depositase Dios nuestros sacrificios. Los padres vivían gozosos, pues no sólo tenían quién los eredase, sino un Angel, que con sus virtudes los enriqueciese. Un día cunplidos los siete años se huyó de su casa, i a todo correr se entró en el Convento de la Encarnación, diciendo: Vengo a ser esposa de Jesu Cristo, denme el ábito de monja. Reíanse las que no la avían tratado, i creían las otras, que de sus virtudes avían sabido. Buscándola sus padres entre los vezinos, supieron estava en la casa de Dios a imitación del niño Jesús perdido, que buscándole sus padres entre vezinos i deudos, le fueron a allar enseñando a los ancianos. Qué liciones oirá uno del menosprecio del mundo, del despego de las riquezas, i del astio de los regalos, que tanto le enseñe, como considerar a una niña de siete años perdida por Dios, huir a una clausura, menospreciando padres que la idolatravan, i riquezas que la engreían, el regalo dejó por la pobreza, i la vanidad del mundo por el estado del cielo. Fueron sus padres a la Encarnación, si tristes por avérseles huido, seguros de traérsela consigo, porque juzgavan a niñez aquel antojo de ser monja, paladeáronla con cariños, endulçáronla con promesas, i

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viendo el valor de su resistencia, la trataron de reduzir con amenaças. Esto pudo menos, porque como dijo san Anbrosio, ablando de santa Inés, admirado de que en treze años resplandeciese tanto valor, que la devoción de la niña sobrepujava sobre la edad, la virtud sobre la naturaleza, i la valentía sobre la mayor potencia; i tales armas le vistió la gracia, que si en su cuerpo niño no cabía un golpe de hierro, cabía valor para vencer i resistir hierros, i golpes mayores. Nuestra María de Jesús resistió a la batería paternal, dejando madre i padre, por el Esposo Cristo, bizarrías son de la Omnipotencia de Dios, i una vil repreensión a los mundanos. Muchas vetes intentaron los padres su conquista diferenciando el asalto, pero los golpes tanto más la fortificavan, quanto más la oprimían. Traçaron para rendirla publicar que se ivan a España, i que jamás la bolverían a ver, ni dejarían un peso para sus alimentos, vendían omenages, enagenavan alajas, mostrando última resolución en dejarla guérfana sin arrimo de deudos, ni esperança de socorro; ¿a qué fortaleza no sugetara, ni qué valor muy varonil no se rindiera? Pero izo tan poca mella en la niña de siete años, que admirando a todos decía, que su madre era la Virgen María, i su padre Cristo, que no la dejarían, amparándola sienpre. Sus padres se fueron a España, i la dejaron sola sin un pariente cercano, i pobre, sin darle una toca. ¡O padres crueles, que amando a la ija para que en vanidades de mundo gastase sus riquezas, aborrecieron a su ija, porque en servicio de Dios quería gastar sus años! Pídenla a Dios con oraciones, i déjanla porque quiere por Esposo a Dios sin vanidades. Ellos se fueron llorando, i la niña se quedó riendo; decía, que quien tiene a Dios, le sobra quanto tiene el mundo Ya sin padres se dio de lleno a la virtud, i del todo a la penitencia, de manera, que admirando a todas las monjas, era el espejo de las más virtuosas. Creció en edad, agrandose en opinión, i aplicole la Obediencia el egercicio conforme a su devoción, aziéndola Sacristana; allí conocieron las finezas de su amor en servicio de la Virgen, i en festejos de los Santos, siendo la inventora de las fiestas, i comunes devociones, que oy tiene aquel Convento. La fiesta del tránsito de la Virgen (tan engrandecida en el Perú, i la mayor en Lima) la festejó ventiocho años, aumentando cada año su grandeça sin recebir un real del Convento, mostrando la curiosidad, los afectos de su coraçón, i lo magestuoso lo enamorado de sus deseos. Aborreció en tanto estremo la vana gloria, que ni una palabra de alabança oía sin enojo; señal clara que trabajava por Dios, i no esperava en la adulación su premio. Izo tabernáculos, ornamentos i curiosidades, ya con sus manos en que fue curiosísima, ya de manos

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agenas para la Iglesia i adorno del culto, que se avaliaron en muchos millares, aumento que se llamara milagro, por ser monja pobrísima, a no ser dueño de las aciendas de todos, que al crédito de su virtud, i a la opinión de su santidad rendían limosnas copiosísimas; pero ¿quién deja mucho por Dios, que no sea dueño del mayor miserable? Si alguna devota le dava algo, jamás lo gastó en proprios usos, porque decía, que era mal enpleado quanto en ella se gastava. Menospreciose sien pre tan vilmente, que el ablarla juzgava por sobrado favor. Fundávase el ilustre Convento de nuestra Señora de la Concepción, de quien diremos algo adelante, i escogiendo los patrones i fundadoras dos monjas que fuesen Preladas i maestras de aquel divino Cigarral, por votos de todos fue pedida nuestra Ma ría de Jesús, no teniendo más de veynte años. Pareciera desacuerdo llevar por fundadora de un monasterio una muchacha de veynte años, si no aclamara la república, que tan colmada virtud convenía para la nueva observancia, i en veynte años se descubrían veynte excelencias. Fundó aquella comunidad, i aunque aora es un Convento observantísimo, fue en sus principios estrechísima recoleción, todo lo introdujo esta ilustre monja, i María de la Cruz su conpañera, digno lado de tal Arquimandrita. Conociendo doña Inés de Ribera i doña María de Claves fundadoras de aquel monasterio la fundada virtud, gran govierno, i prudente discreción de la sierva de Dios María de Jesús, que siendo de todas amada, era al igual temida, le instaron varias vezes se quedase en su conpañía por Abadesa perpetua, i como si el rogarla con Prelacías fuera amenaçarla con agravios, dio priesa por bolverse a su primitivo albergue, ansiosa por verse sin mandos en el nido que escogió para nacer al cielo, i morir al mundo. Representávanle la riqueza de aquel Convento, la onra de perpetua Abadesa, i lo que esto pudiera solicitarla, i mucho más el amor que tenía a las ijas que avía criado, se adelantava su umildad, dándole título de temor del cuydado de otras ánimas, i así se escusava diciendo, que si de su ánima no podía dar conveniente cuenta a Dios, cómo la daría de las agenas, cercada de los cuydados del govierno, que raras vezes deja de tropeçar en descuydos, i omisiones, quando no se enloda en vicios i vanidades. Dejando pues bien enseñadas a las nuevas ijas, se bolvió a su Convento de la Encarnación, gozosa porque iva a ser súbdita, dejando a las de la Concepción con gran dolor de verse sin tan santa Prelada. Pasados pocos años negociaron los fundadores del monasterio de santa Clara un Buleto, para que la sierva de Dios María de Jesús fuese a fundar aquel Convento. El Arçobispo don Toribio Alfonso Mogrovejo dueño de los

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gastos de aquella fundación, izo apretadas diligencias por reducirla a que saliese a fundar su monasterio, que deseava verlo con la ob- servancia i estimación, que el de las Encarnadas i Concebidas. Labró poco el zeloso Arcobispo, aunque trabajó mucho, persistiendo más de diez años que duró el edificarse santa Clara, i desafuciado de llevarla, escogió a doña Justina de Guevara monja Augustina de la Encarnación, de quien luego diremos breves alabanças, que fue fundadora, i perpetua Abadesa de santa Clara. Nuestra María de Jesús aborreció tanto la anbición, que para que admitiese una vez el ser maestra de novicias, i otra Supriora, la uvieron de tener en la cárcel tres días; i no el castigo, sino la Obediencia la obligava al oficio, siendo en ellos un egenplar de virtud, i un retrato de Marta en la solicitud Evangélica. Sólo la caridad pudiera dar fuerças a un cuerpo mugeril para abarcar tantos egercicios serviles como manijava esta sierva de Dios María de Jesús, siendo enfermera sola sin criada (que jamás la quiso), Azía todos los oficios de más abatida umildad, ella guisava la comida a las enfermas, dando en diferentes oras sazonados los potajes, igualando a las negras, Indias, i mestizas en la curiosidad i aseo de su regalo con las más delicadas monjas, porque el amor divino iguala, como dijo san Pablo, todas las personas. Aprendió la sierva de Dios de su Esposo Cristo, que no quiso ir a curar a un Príncipe a la casa del Régulo, dignidad Real, con rogárselo mucho (reparo de san Juan, i advertencia de san Gregorio) a la casa deste Reyeçuelo no quiere ir rogando, i al esclavo del Centurión se conbida a ir a curarlo, quando más le ruega que no vaya conociéndose indigno; que la umildad de Cristo estima mucho más al criado pobre, que al ijo de un Rey po- deroso, i no uvo señuelo para Christo (dijo san Crisóstomo) como decirle que el enfermo era un esclavo umilde, o un criado pobre, porque quiso enseñarnos, que no se a de estimar a los grandes, i menospreciar a los pequeños, sino onrar a los poderosos al tamaño de los umildes, siendo éstos la vara con que se an de medir los potentados. La sierva de Dios María de Jesús obrava este precepto, siendo en su estimación iguales los méritos de todas sus enfermas, ella barría las oficinas, labava la ropa de las más asquerosas, azíales las camas, i egecutava los remedios que ordenava el Médico, sin querer que otra monja, ni sirviente la ayudase, que quanto es de pródiga la caridad, tiene esto de cudiciosa la conmiseración, que todo lo quisiera ganar, porque todos los méritos quisiera adquirir. Era su deleyte ayudar a bien morir, no sólo quando era enfermera, sino quando estava en ocupación encontrada. Avíale dado Dios eloquencia santa, diciendo altezas de Dios, i contenplaciones tan

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convenientes a las congojas de uno que se muere, que ni los mayores Letrados la excedieran, i a no tener los fervores de su espíritu no la igualaran; amortajava las difuntas, siendo su inpulso el de Tobías, que dejava la mesa quando más ganoso, por acudir al difunto más desanparado. No se encarcelava su caridad en solas estas finezas, que con ser pobrísima socorría a quantas conocía necesitadas, pidiendo limosnas para darlas, con que se llevava los méritos de mendigar, i los de socorrer. Tenía licencia de sus Preladas para dar limosna i tal vez se quedava sin tener que vestir, i una le pidió un pobre, llevando la fama de su caridad algo en qué poder dormir, i al punto le dio su colchón, sábanas i almoada, que aunque no le servían, porque era ceremonia el tener cama, a ratos se recostava por disimular, i gozava el cansado cuerpo los alivios que grangeava por escusar la vana gloria. Muchos casos pudiéramos referir en que admirara su caridad, pero en este que diré, se conocerá lo que por limosnera mereció con Dios. Avía una monja pobre, que por falta de tres cosas precisas no avía ido al coro en muchos días, esta fingía estar enferma por no avergonçarse a manifestar su necesidad a otra monja; una mañana al amanecer se entró este Angel, i llegando a la cama de la pobre vengonçosa le dio todas tres cosas, diciendo: aquí tiene lo que le falta, levántese, i alabe a Dios en el coro. Quedó la monja llena de admiración, teniendo por infalible, que sólo Dios se lo pudo revelar, porque ni ella lo avía comunicado a otra, ni el fingido achaque pudiera umanamente juzgarse por disimulo. Levantose confusísima, i acudió al coro devota, dando gracias a Dios que así la socorrió por mano de su sierva, quando mereciera castigo por no umillarse a pedir limosna a otras, o manifestar su necesidad a las Preladas, que los pobres muchos son vergonçantes por altivos, umíllense i serán verdaderos pobres. Llegó nuestra sierva de Dios a tan eroica caridad, que el día que no avía echo alguna limosna, dava de lo que avía de comer, porque en los libros del debe, i a de aver uniese en cada día partidas de caridad, i era tal el silencio en todas ellas, que a no publicarlas quien las recebía, ninguna asta oy se manifestara, i como por paga de su zelo, pedía el silencio de su socorro. Ruego que azía Cristo al fin de cada milagro. Su asistencia en el coro, i su atención en los Oficios Divinos era con propriedades de Angel, toda en Dios, i toda en su alabança, jamás en el coro se le oyó palabra fuera de lo que el Oficio Divino pedía, ni estando en la presencia, de Dios, o del Altar se descuydó en otra palabra, que en pedirle o alabarle. Nunca se sentó en estos lugares, sino quando la comunidad se sentava, siendo muy conforme con los

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egercicios de la comunidad. Era tan asistente en estar de rodillas, que las tenía como de camello, de manera que las costras le quitavan con tigeras. Su penitencia fue asperísima, era conocida su diciplina entre todas las de la comunidad, i todas las noches se açotava el tienpo de una ora, de que resultava tener tantas llagas, que le era mayor penitencia estar sentada, que renovar los golpes. Dormía pocas oras de la noche, i no en el descanso de la cama, que como se dijo, no le servía el tenerla sino por disimular aquel género de penitencia, teníala bien aliñada, i su celda i persona conpuesta, por ser de natural linpia i aseada. Tras las cortinas de su cama tenía secretamente un artificio de una soga de que se colgava, siendo nuevo tormento de penitencia, padeciendo en el lugar del descanso. Toda su vida trujo perpetuo cilicio; regalola una semana santa nuestro Señor con interiores dulçuras, i purificola con una dolorida enfermedad, mezclas que tuvo san Pablo, i confiesa enbiarlas Dios, para que los favores Divinos aprovechen sin que ensobervezcan, i las enfermedades umillen reconpensando méritos. La enfermedad fue grande, i aguardando asta los cinco días no quiso que fuese omi- cidio lo que juzgava penitencia, i llamando a una dicípula de sus egercicios, i después de averle pedido el secreto, se izo quitar un cilicio gruesísimo de hierro tan encajado en las carnes, que para sacarlo, fue preciso abrir nuevas llagas. En la oración era tan continua, que en la celda i en el coro estava lo más del día i de la noche en oración continua, i desde que salía de su celda, asta que entrava en el coro iva rezando por los claustros Imnos i Psalmos en voz baja, i decía que: el acer esto era porque ninguna la ablase, i el encierro de su celda tanto se ordenava al recogimiento con Dios, como por que no entrasen monjas a contarle sucesos caseros; plática que abominava, porque decía, que el saber otra cosa que considerar sus culpas, examinando descuydos agenos, era incurrir en los mesmos defetos, que se murmuravan; sentencia de san Pablo, i examen de umildad. Fue su ordinaria contenplación las penas i tormentos de su esposo Cristo, derramando tan perenes lágrimas en qualquiera discurso de su pasión, que aunque oyera de burlas algo de sus martirios, al punto prorrunpía en lágrimas, que tanto como esto estava dispuesto su coraçón. Diole nuestro Señor un don tan copioso de lágrimas, que ni le podía a vezes reprimir, ni en concurso de otras podía dejar de llorar. Por averse a solas con Dios, i huyr de que la viesen estos i otros soberanos afetos, tenía sienpre cerrada su puerta, consejo de nuestro Redentor, para que el Padre Eterno vea nuestras acciones, que como si fuera corto de vista, dice que ve nuestras obras, si las azemos en el retrete más escondido,

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como diciendo que no las ve, si las azen en lugar poblado. Huía toda ostentación, i aborrecía qualquier aplauso, que sienpre fueron estos comisarios de la vana gloria i homicidas de la mejor umildad. Quando la enbiava la Abadesa a que asistiese con los Virreyes, Arcobispos, o Oidores, que todos la deseavan comunicar, tanto por su gran opinión de santidad, como por su discreta i sentenciosa conversación, se escusava con umildad, i pedía la dejasen en su quietud. Conociendo su perfeta vida, i su amistad con Dios, le ordenavan sus confesores que comulgase tres i quatro días cada semana, en que gozava ternísimos amores i recebía celestiales mercedes, que si no las publicava su boca, las decían sus ansias. Así pasó su vida asta el dichoso día de su bendita muerte, a que precedió lo siguiente. Pedía sienpre a Dios la llevase deste mundo sin darle enfermedad que fuese penosa a sus ermanas, porque no fuese ella causa de inpaciencia, o resfríos de caridad, era el tienpo de elegir Priora, i Supriora (porque la Abadesa era doña Mencia de Sosa, que asta que murió lo fue) elegían los dos oficios por votos de todas las profesas, como oy quando eligen Abadesa. Todas las monjas la aclamavan por Priora, i el Arçobispo Don Bartolomé Lobo Guerrero bendecía tan santa determinación, fueron tan grandes sus afliciones quando las monjas se lo decían, que escusavan tratárselo por no afligirla, recurrió al consolador de su coraçón, valiéndose de la Virgen su amantísima Señora, i de nuestro Padre san Augustin, i san Pablo primer Ermitaño dulce devoto de su ánima. Quando oía decir a las monjas que ya deseavan el día de la eleción, respondía con afable gozo, no sean bovas, busquen quien lo meresca; i arguyéndole algunas monjas zelosas, decía: Mi Señora sabe lo que a de azer, ya ella me a dicho que no me aflija, que no lo e de ser. Sólo esto le oían, i con estas razones las apartava. Sucedió que quinze días antes de la eleción la llamó en la puerta un Ermitaño a quien ella nunca avía visto, i no presumiendo ella cosa buena de sí, se afligió de que la llamase quien en el aspecto i ábito parecía santo. Llegó a la puerta, i con ella algunas porteras i otras monjas, i en alta voz le dijo el Ermitaño: Aparégese a cunplir la voluntad de Dios, obedesca, i mire no pierda lo ganado, digole que es muy querida de Dios i de su Madre. Ella viendo que se le iva el Ermitaño, cubierta de lágrimas i confusión pidió la bolviese a ver, i él le respondió, en el Cielo nos veremos, i con esto se fue. Las monjas confusas desearon saber quién fuese aquel varón, i doña Dorotea Leones, que oy vive, con curiosidad de saber azia donde se iva, i de conocerlo, pidió a los seculares que estavan allí en la puerta saliesen a ver por donde iva, salieron algunos a la puerta que sale a la calle, i no pareció más el

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Ermitaño, cosa que admiró a los que le buscaron, i puso asonbro a los que le oyeron. Juzgaron las monjas que sería san Pablo el primer Ermitaño, íntimo devoto de su ánima. La bendita María de Jesús andava ocupada en azer flores, i curiosidades para la gran fiesta del tránsito de la Madre de Dios, i a once de Julio Martes a la una del día estando antes buena i sana, a los primeros bocados que comió sintió un dolor, i al instante cubriéndose de un sudor frío se levantó de la mesa, i casi media ora se estuvo paseando por la celda rezando imnos, i repitiendo Psalmos a la Virgen santísima su enamorada, rindiese el cuerpo, i al quererla acostar pidió que no la desnudasen, i diciendo dulces requiebros a Cristo su esposo, i a la Virgen su Madre dio su ánima en manos de la Madre i de su Esposo; dichoso morir i soberano merecer. Murió a once de Julio del año de mil i seycientos i diez i siete, aviendo sido monja profesa cinquenta i tres años, i nueve años novicia, que con los siete que tenía de edad murió de sesenta i nueve años, con la opinión de santa, que tuvo desde que entró en la Encarnación, que a ser este libro sólo de sus virtudes, i a contar todos sus acaecimientos caseros, diera materia su vida para un gran volumen. No se a de estimar en poco lo que fuera de otras muestras de su gloriosa muerte, certificó el Padre Diego Martínez de la Conpañía de Jesús, que sólo su crédito en este Perú bastara a calificar grandes créditos, por aver sido su vida i virtudes de superior opinión, como oy se ve en las informaciones que aze el Arçobispo Don Fernando Arias de Ugarte para la beatificación que deste siervo de Dios pretende la Conpañía de Jesús. Este bendito Religioso dijo a monjas de la Encarnación, i en particular a una que era amantísima ija suya i de la difunta, como una gran sierva de Dios a quien el Padre Diego Martínez confesava, i era tenida por santa en esta Ciudad a voz común, entrando a oír Misa a la Iglesia de la Encarnación donde se estavan diciendo las Misas de santa Gertrudis por nuestra recién difunta, oyendo una Misa la abló interiormente nuestro Señor, i le dijo que oyese aquella Misa por María de Jesús, ella no la avía conocido de vista, i estando alçando la Hostia, vido junto al Cáliz a María de Jesús vestida de blanco bellísima, i en la cabeca una corona de preciosos resplandores con un ramo en las manos de ermosisimas flores, i toda la tunicela blanca senbrada de flores más bellas í brillantes, que las estrellas i Sol, i en consumiendo el Sacerdote, el santísimo Sacramento, se le fue desapareciendo el objeto glorioso, dejando a quien la vido con abundantes gozos. Esto sucedió del Martes que murió asta el Sábado siguiente. Esta aparición dejó escrita de su letra el venerable Padre i siervo de Dios Diego Martínez

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maestro de vida espiritual en este Perú, i de notoria opinión en santidad. Otras cosas se an dicho de la gloria desta bendita Religiosa, que por no ser tan calificados los testigos como el Padre Diego Martínez las dejo sin referir; pero tan acendrada vida señales auténticas son de una muerte gloriosa, i de segura gloria.

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CAPÍTULO XXVI

DE LAS VIRTUDES I OPINION DE OTRAS ILUSTRES MONJAS DE LA ENCARNACION

Doña Juana Pacheco una de las nueve fundadoras primeras deste ilustre Convento, ija de padres muy nobles, i ermana de nuestro gran Religioso el maestro fray Alonso Pacheco, de quien diré gloriosos encomios. Fue una de las monjas de mayor aprobación que an conocido los Conventos desta Ciudad, por ser de grandísima caridad, i de, un zelo ardiente de la observancia de su Monasterio, tuvo excelente voz, con que ilustró su coro, i sienpre se ocupó en alabar a su Esposo divino. Los actos con que multiplicó su caridad fueron tantos, i tan continuos, que la ropa i ábitos que vestía, no se aseguravan por más que se viese sin remuda, vistiendo a pobres, o cosiéndoles a otras sus vestiduras, socorría enfermas, i la renta que sus deudos le dejaron toda la gastava en regalo de enfermas, en conpra de ornamentos para los altares; izo el de nuestro Padre san Augustín, de quien fue devotísima, poniéndole tabernáculo, i estava tan esclava de la caridad, que por tener que dar a las necesitadas azía amasar en su celda a muchas monjas guérfanas, i porque del todo se diesen al servicio de Dios les dava quanto avían menester. Era mucha su modestia, linpísima su castidad, continua su oración, grande su penitencia, i estimada de Virreyes i tribunales su persona. Fue Priora i Prelada muchas vezes, siendo egenplar de la observancia, consuelo de las virtuosas, i zelosa con estremo del aumento espiritual de la Religión. Murió llena de virtudes a veynte i seys de Setienbre del año 1626, aviendo sido profesa sesenta i siete años, a cuyas onras prediqué yo, ponderando entre sus grandes virtudes la virginal pureza aconpañada de su encendida caridad, provando aver sido una de las cinco vírgines de la parábola del Evangelio, que sienpre estuvo prevenida aguardando a su esposo, vigilante sin dormir i cuydadosa por velar, sobrándole en la lánpara de su coracón el azeyte de la caridad con que procuró irse con su Esposo Divino a las bodas eternas de la gloria. Fue pública voz, i constante verdad, que la fragancia olorosa de su cuerpo se conoció por todas sus monjas por milagrosa, tanto que los paños de las unturas, enplastos, i enfadosos unguentos olían sobre los más pre- ciosos olores del mundo, excediendo a los ánbares más confecio- nados, i afirman Religiosas de acreditada virtud i de experimentada verdad, que la noche que murió apareció sobre su celda una luz tan grande que parecía averse buelto la noche en día clarísimo. Oy la

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lloran los pobres, como a la santa limosnera Tabita, que con tan dulces laudes, canta sus oficios el capítulo nono de los echos Apostólicos, clamando en su muerte con las limosnas en las manos, los que de su piedad las avían recebido, trayendo a la sepultura las alajas i ropas para que fuesen pregoneras sus dádivas de sus justificados premios. Alábala allí el Espíritu Santo, de que cosía los vestidos i vestía los desnudos. Doña Juana Pacheco fue una Tabita segunda, estremos de la piedad. Floreció en santidad i virtudes Doña Isabel de Astete, íja de nobles Cavalleros, poderosos, ricos, i de buenas rentas. Avía echo voto de virginidad, i queriéndola casar sus padres, sin que lágrimas i ruegos los redujesen a consolarla, se salió huyendo de su casa, i por caminos transversales, ya a pie, ya en cavallo vino a Lima, distancia de ochenta leguas, disimulando su autoridad tras vestidos viles de plebeya umilde, i se entró en este paraíso de la Encarnación, donde fue el dechado de las virtudes Religiosas; imitó a santa Catalina de Sena, cuya cordial enamorada fue desde sus primeros años; traía a imitación suya continuamente debajo de los velos una corona de azero, cuyas puntas agudas le azían derramar sangre por el rostro, i quando las Religiosas le preguntavan qué sangre era aquélla, respondía con santa senzillez, que podían ser picaduras de mosquitos, era Religiosa observantísima antes de profesar, eredó por muerte de sus padres copiosas riquezas, i una numerosa renta. Estávase edificando el Monasterio, i acordose que no profesase, porque su renta en Indios fuese socorro de sus edificios. Vivió sin profesar algunos años, renunciando desde el día que eredó la renta i sus erencias en pobres i en su Monasterio. Toda su ocupación era en cuydar de los ornamentos, i ataviar los altares, fue sumamente pobre, i de admirable silencio, tenida por santa, i querida por umilde. El deseo de profesar la obligó a menospreciar sus rentas, i llena de virtudes murió en el Señor el año 1619, a 4 de Julio, aviendo sido Religiosa quarenta í cinco años. Vozes parece que me dan las monjas de la Encarnación, por oír muy dilatada la vida i virtudes de nuestra monja Beatriz de Sandoval, pero no podré rezarle todo su oficio, contentándome con azerle una sustancial conmemoración. Fue de nobilísimos padres de -la ilustre casa de Sandoval, tan estendida en Duques i grandes, como magnífica en Mitras i Capelos. Lo primero que izo antes de entrarse monja, fue ronper los testimonios i papeles de su ilustrísima ascendencia, i quitándose el Don, antepuerta de la vanidad, quiso que la tratasen como a umilde esclava . Fue tan cándida su vida, i tan trasparente su senzillez, que jamás desdijo al estado monacal.

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Era enamoradísima del Santísimo Sacramento, i llevada de amorosa sinplicidad solía decir: El Santísimo Sacramento de mi casa es el más lindo galán de todos. Su dormir era continuo velar, digamos que un perpetuo padecer, porque su lecho era una barbacoa de carrizo, que entre caña i caña tenía una teja, i su almoada era una piedra berroqueña. El tienpo que vivió traía unos palos en la espalda a modo de aspa, de modo que de día i de noche estava aspada. Continuamente se ocupava en oración, i negociava los actos i egercicios de mayor umildad, buscando los lugares más viles, i onrándose en los oficios menos aseados. Jamás izo labor, sino para la Iglesia, ni se vistió más que trapos desechados de otras. No comía came, i eran sus días todos de ayuno. Vivió grandemente tenida por sierva de Dios, i murió con estremos de santidad. Fue su tránsito el año de mil i seycientos i treze a veynte de Junio, aviendo sido profesa quarenta i seys años. Otro día que murió fueron dos Religiosos Recoletos a la Encarnación a saber qué Religiosa avía muerto, i diciéndoles que Beatriz de Sandoval, dijeron: Dichosa ella, que a noche la vieron en mi casa subir al Cielo con gran concurso de Angeles. Todo es creíble de un Dios que tanto sabe onrar a los umildes. Con dos ermanas con muchas virtudes i gracias ermanadas acabaré este capítulo dejando muchas, o porque están vivas i peligrosa la umildad a vista de la alabança, o porque fuera este tomo necessario para las ya difuntas. Doña Paula de Aguilera, i Doña Ana Lucrecia de Vera ijas de padres nobles i lustrosos, nacidas en esta Ciudad resplandecieron en virtudes. Doña Paula desde su niñez fue inclinada a toda virtud, amando el virginal estado con una tan modesta castidad, que decían sus esteriores lo cabal de sus deseos. En casa de sus padres eran sus ocupaciones de perfeta Religiosa; ayunava los más días de Adviento, i Quaresma a pan i agua; Monja fue del todo obediente, i zeladora de la onra de Dios; era mucha su caridad, i resplandecía en egercicios de misericordia i penitencia; inventava cada día nuevos modos de penitencia i mortificación. Orava sienpre puesta en Cruz, tenía en la celda unos fiadores, semejanças de garrucha en que rezava la corona de nuestro Señor, i el Rosario de la Virgen santísima puesta en Cruz atormentando el cuerpo; andava las estaciones que usa aquel santo Convento con una pesada Cruz a cuestas, no sólo las Quaresmas, pero otros días entre año, i los Viernes porque era muy enamorada de la pasión de nuestro Salvador. Procurava tanto el secreto en sus acciones penales, que aun los ayunos de pan i agua por ser en el refetorio a vista de tan gran comunidad, estudiando prudentes disimulos, no se

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le descubría esta virtud, i sólo las que estavan atentas a su lado conocían su perfeción, i de otras varias penitencias era Dios el que las azía conocer, quando ella más las pretendía encubrir. Diole cáncer pestilente en un brago después de aver recebido sin achaque los Sacramentos en que era muy continua i fervorosa, sintiéndose morir la sierva de Dios el día antes de la fiesta de san Pedro, la de- safuciaron los médicos, i queriéndola desnudar sus ermanas, que oy vive una de gran opinión, no lo quiso consentir por no azer alarde aun entre sus ermanas de sus ocultas penitencias, llamó a una niña que criava dicípula de sus virtudes, i fuela desnudando, que a no tener la sierva de Dios encancerado el brago, i del todo inpedido, ni esta niña fuera testigo de su virtud; ésta le quitó de las espaldas una Cruz de cardas con puntas de agujas que traía encorporada en las espaldas. Quitole de las rodillas otro cilicio de púas de yerro a modo de cadenilla, i deste género otro que tenía unido en las carnes de la cintura. En los molledos traía otros dos de cerdas punçantes; e aquí sus olandas, i lo regalado de su canbray. Llorava por momentos la cuenta que de su vida avía de dar en el tribunal de Dios. ¡O confusión de pecadores, i sermón para divertidos! Si una esposa de Christo virtuosa desde sus pañales, perfeta en su mocedad, i tan penitente toda su vida teme la cuenta que a de dar, ¿en qué fia el despeñado, i qué se promete el distraído? Queriéndola Sacramentar se le perturbó el abla, i no pudiéndose confessar, si bien no tenía culpa, que el día antes no tuviese confesado, sacó un quadernito donde tenía escritos sus pecados, i diciendo que todo aquello confesava que era quanto izo en su vida, la absolvieron, i desde esta ora que serían las ocho de la noche, asta las cinco de la mañana estuvo brotando afetos de amor divino, finezas de contrición, i arroyos de lágrimas a vista de un Cristo i de su Madre, pidiendo a su Padre.san Augustín la patrocinase, sirviéndole de lengua los ojos i los cordiales afetos, mostrando más en ellos que supiera pronunciar la boca; pedía la ayudasen a morir bien, i con señas mendigava oraciones. Una ora antes de espirar tendió el braço donde tenía el cáncer, cosa que antes no podía mover, i poniéndose en Cruz espiró. Que no quiso el buen pagador Jesús que este género de penitencia en vida dejase de mostrar su sierva al punto de la muerte; en Cruz la lleva, para que oyendo a san Pablo creamos, que quien imitó a Cristo en los sinsabores de su Cruz, le aconpañará en los gozos eternos de la gloria. Murió día de su patrón san Pablo, porque el día de su bautismo correspondiese en todo al de su tránsito, fue el año de 1613. Su ermana Doña Lucrecia entró en la Religión de edad de dos años, i

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desde este día asta que murió fue beneficiada por los consejos de la sierva de Dios Doña Juana Pacheco. Criose en grande virtud, i tuvo provechosas gracias para el Coro, i para la comunidad por la voz i por sus curiosas manos, era ermosa, discreta, avisada i graciosa, divirtiose en esto que la mentira llama devociones, i la verdad llama divertimiento; el devoto era persona de autoridad, aunque moço, que oy es Obispo, los regalos eran muchos de una parte a otra, recíproca la correspondencia, i casi ordinaria la conversación, esto de fuerça resfrió su perfeción, pero suele permitirlo Dios, para sacar más umildes a las esposas que se le van a sobervias, í destos desayres saca Dios a vezes gloriosos provechos. Santa Teresa de Jesús refiere lo que en esto en su primer mongío se divirtió, i en sus obras, vida i fundaciones vemos los esplendores que a la Iglesia a dado su portentosa perfeción. Llegó el día que el misericordioso Padre de las luzes le enbistió un rayo ardiente de su conocimiento, vido su engaño, advirtió su despeño, i començó a llorar su resfrío, restituyó el amor al dueño de su conversión, arrojó el Idolo principal, i otros que adorava, i llevando por padrino sus lágrimas, a vozes pedía a su es- poso el perdón arrepentida de sus pérdidas, i resuelta a pagar con penitencias, cosas que en las mercancías del Cielo son ganancias las que se debieran llamar desiguales pagas. Desechó las galas que las monjas poco perfetas llaman curiosidad, bolviose al molde de verdadera monja, i trató sólo de reunirse con Dios. Aquí fue el plantar su batallón Lucifer, papeles de sus celebradores le arrojava en rayos de fuego, pero no los tocava, ni aun quería saber si se acordavan della. La falta de lo necessario le ponderava el Demonio, i la animava a que se diese en lo interior a la virtud, i conservase cortesanas correspondencias; ançuelo de la pesca infernal, como si la ocasión asegurara virtud, o el peligro no degollara en el primer escalón; todo lo sacudió, porque todo lo conocía amando con dulçura la pobreza, i alegrándosele el ánima en la más estrecha necesidad; muchos asaltos venció, i sin dejar a su ermana doña Paula ora ni momento era consorte de sus acciones, i ermana en todas sus observancias. Sacola Dios de las falsas devociones, porque en medio dellas conservó algunas devociones santas, que en su primera vida platicó, i ablando como se deve, la sacó Dios a la penitencia que izo, llevado de su piedad, i enamorado de su distraída cordera; a esto le devió de atizar verla traer toda una quaresma un penoso cilicio, que en medio de su mundana ocupación salpicava estos colores la virtud en que se crió. Ya desengañada, i ya reconocida todo era oración, ayuno, coro i umildad. Imitó a su ermana en todo quanto della digimos, añadió escardas de agujas en las rodillas i cuerpo, siendo tantos i tan

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crueles cilicios su regalo interior, teniendo tan gran fortaleza, que umana muger no tuviera sin iguales socorros de Dios, i canpeava más la gracia divina, porque estava en la ermosura i tierna edad de su loçanía; noches i días eran de oración, de vigilias i penitencias tormentosas. Añadiole Dios viéndola fuerte, i provechosa continuas calenturas, de que vino a ética, i no dejava sus observancias por más que le pedían piedad sus achaques. Viendo su vida se resolvieron muchas monjas moças a imitar sus costumbres, i pudo decir lo que la esposa: Tráeme contigo Esposo mío, i llevareme tras mí muchas donzellas de Jerusalén. Izo varios provechos en las monjas de su edad, traças de Dios azer redes de los peces malos para colmar las playas de santificadas pescas. Padeció grandes dolores en su prolija enfermedad, todo fue acrisolar su paciencia, i purificar su resolución. Fue dichosa su muerte, i con opinión de santa su entierro. Murió a primero de Mayo del año de mil i seycientos i diez i ocho, aviendo sido profesa diez i siete años, i siete días. Los que curaron su enfermedad decían, que no la calenturilla, sino sus crueles penitencias le quitaron la vida; murió de amores, porque se quedó como otra Madalena con el oficio mudando la intención. Siervo de Dios de notoria aprobación afirmó averla visto la misma noche subir al Cielo con muchos grados de gloria, i aconpañada de los Apóstoles san Felipe i Santiago, no me mueve esto a certificar su salvación, quando está de parte de la piedad su gran penitencia, sus ordinarias lágrimas, su umilde paciencia, i su preciosa muerte. Esto sirve de información para pensar su gloria, i de un celestial consuelo para enbidiar su vida. Avía una monja pobre en este Monasterio devotísima de nuestra Señora, i cada festividad de la Virgen encendía un solo pebete ante una Imagen. Llegó la ora de su muerte, i entró a confesarla el Padre Francisco Cuello de la Conpañía de Jesús, varón a todas luzes eminente; dejó el ser Alcalde de Corte desta Audiencia, i entrose en la Conpañía, donde sus grandes virtudes, prudencia i umildad le dieron los mayores oficios en esta república, título de santo; acabose de confesar la monja, i estándola consolando el Padre Cuello se arrobó brotando gozo, mirando a la Virgen, que con olores de gloria venía por ella, i sólo pronunciava: ¿Tanta gratitud a un pebete? ¿tanto favor a una pecadora? María de Sandoval viéndose viuda, i con dos nietas, deseó clausura i perfeción; quiso ser monja, i siendo corto su caudal dio a las dos nietas los dotes para velo negro, i ella se entró a servir por lega de velo blanco, pero escogió los oficios en que se ocupan las donadas, i en ellos mostró admiraciones de umildad, i abatida mortificación con

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ser muger estimada en el siglo; fue gran penitente, i enamorada de Dios i de su soberana Madre. Yo aunque incapaz fui el confesor que escogió para morir; izo confesión general, de que yo salí confuso, avergonçdo, i dando gracias a Dios, pues en vez de culpas escuché soberanos favores, i vide una ánima justificada desde su niñez, senzillísima mucho, era devotísima de las once mil Vírgenes, en cuyas fiestas encendía luzes i prevenía olores, todo poco, porque era pobrísima, pero azía obras dé manos para acaudalar algo con qué continuar esta devoción. Al tienpo del morir después de aver recebido con grandes ternuras los santos Sacramentos, pidió como que vía alguna cosa de la gloria, que se apartasen unas monjas que le rodeavan la cama, diciendo: Ay dichosa pecadora, o soberano favor, ¿no ven ermanas aquellas once luzes que están sobre aquel altar? Admiradas de verla con aquellos celestiales alientos, decían las monjas, que no avía luz encendida en el altar que allí estava, i repetía con afectos soberanos; once luzes me an traído mis queridas las once mil Vírgenes. ¡O agradecidas santas, o amigas en la necesi- dad! diciendo requiebros murió la dichosa monja, de cuya salvación asegura la piedad. Acabemos este capítulo, remitiendo las vidas i virtudes de otras muchas monjas deste erario de la Encarnación a libro que alguno ará de solas sus siervas de Dios, añadiendo muchas que oy viven, i muchas más que cada día va criando este Divino cigarral. Sólo quede memoria que murieron con opinión de santidad Doña María Germana de Aliaga, María de Padilla, Madalena del Espíritu Santo, María de la Cruz, Doña Ana de Illescas, i destas murieron algunas de un mal casi general, que llamaron pestilencia, aunque no lo fue. Inspiró Dios en algunas monjas a fundar en este Religiosísimo Convento de la Encarnación (viéndose cada día con las enfermerías llenas, i con las sepulturas abiertas) doce conpañías con nonbre de los doce Apóstoles, celebrando cada mes una compañía la fiesta del Santísimo Sacramento, que sienpre sea alabado, es tan solene el primer jueves, que ni el día de Corpus Cristi tiene más festejos, ni la solenidad mayor, más música, luzes ni olores; desde que estas doce conpañías formaron este egército espiritual, se ven evidencias en la salud, siendo una jota la enfermedad, aviendo sido antes por la mucha gente a quintales el contagio común, los provechos palpables a nuestro conocimiento umano, son advertidos en aquella comunidad, pero mayores los esperimentan en los favores interiores, i en las mercedes del espíritu rinden estas conpañías al egercicio infernal, i mofa este virginal batallón de la eretical ceguera, de los viles sacramentarios, dicho se está, i la Iglesia lo aclama, que al

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precio que onramos a Dios en su culto, dando aplausos ostentativos a nuestra Cristiana Religión, a ese tamaño nos visita con su favor, i con ventajas nos premia nuestra solicitud. Veamos ya los puertos que plantaron las monjas Augustinas de la Encarnación en esta Ciudad de Lima Corona del Perú.

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CAPITULO XXVII

DE LOS MONASTERIOS DE RELIGIOSAS QUE AN FUNDADO EN LIMA LAS MONJAS DE LA ENCARNACION, Y

LOS RELIGIOSOS DE SAN AUGUSTIN Salieron a fundar el gran Convento de la Concepción las nobles matronas María de Jesús, i María de la Cruz Religiosísimas monjas, dadas a continua oración, i a estrecha penitencia, umildes con mortificación, pobres sin lo necesario, i prudentes con afabilidad. Fundaron esta casa el año de 1573, a 18 del mes de Agosto Doña Inés Muñoz de Ribera (viuda de Don Antonio de Ribera Cavallero del ábito de Santiago, i antes avía sido casada con el Capitán Francisco Martín de Alcántara encomendero de Xauxa) i Doña María de Chaves muger que fue del ijo deste Cavallero tanbién llamado Don Antonio de Ribera, esta señora era criolla de Guamanga ija de Diego Gabilán, i de Doña Isabel de Chaves, estas dos dotaron esta fundación con cantidad de bienes en casas, eredades, esclavos, oro, plata i alajas. Las condiciones de la dotación son bien demostradoras de su caridad; porque en la quarta ordenan que se reciban perpetuamente doce monjas sin dote, las que fueren más pobres, i porque por falta de posible no dejen de ser monjas las donzellas pobres, las reciban con solos mil pesos de oro, de plata ensayada, i lo mesmo a las que no fueren donzellas, i es la octava constitución, Doña María de Chaves profesó al año con las ocho que tomaron el ábito el día que entraron, i Doña Inés de Ribera profesó pocos días antes que muriera. Admitió la fundación el Arçobispo Don fray Gerónimo de Loaysa, a quien dieron la obediencia, instruyeron a estas diez novicias aquellas dos monjas matronas, criando plantas que an sido açucenas del Cielo. Oy tiene este Monasterio 185 monjas profesas de velo negro, 19 de velo blanco, tiene treynta novicias, i nueve seculares, i con las sirvientes i esclavas ay dentro trecientas mugeres, desta casa an salido a fundar el Convento de Panamá, el de las Decalças de san Josef, i el de santa Catalina de Sena desta Ciudad de Lima. A sido i es oy este Monasterio de gran observancia, su Coro de perpetua continuación i de celebradas vozes; las fiestas de gran aplauso, olores, curiosidades i adornos; es su tenplo el más precioso desta república, i ninguno de monjas le iguala en Europa, son los techos de laços de maderas, con artesones relevados, i a trechos pintados de azul i oro, i en cada gueco una piña dorada, i por orla continuados nichos con la misma obra desde el arco toral asta el

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Altar mayor (que con bóvedas cubren la Capilla mayor, i dos ermosas colaterales) está dorado, i con varios colores al olio, que entre costosos lienços de pinzel enbevidos en los arcos, bóvedas i paredes azen una ermosura cabal, i un tenplo de oro; las rejas de anbos coros alto i bajo son de curiosos labores, costosos i señoriles; el retablo principal del Altar mayor, i dos de los dos Juanes Bautista i Evangelista, en que están las acciones de su vida de media talla, i en el principal la vida de la Virgen, i entre uno i otro misterio santos de talla entera todo encarnado, siendo de media talla lo relevado, es de lo más único del senblage, i pinzel que sabe el arte; tiene otros retablos que no llegan a la cunbre de preciosa curiosidad, adornados de sedas, i cubiertos de oros; tiene diferentes colgaduras, i en todo mucha excelencia el culto; es su óbito blanco de manga de punta, capa azul, i al pecho una imagen de la Concepción; ábito blanco, i capa azul antes de la muerte de Cristo traía la Virgen; lo primero afirma santa Brígida, por avérselo dicho a ella la Virgen Santísima, i el manto le pinta la Iglesia de color azul. Advertidamente dige que el ábito de la Virgen antes que su ijo nuestro Redentor muriese era blanco, porque después de muerto sólo trujo ábito negro, i cinta de cuero, i mandó a santa Mónica que ella usase el mesmo ábito, i así se lo izo a san Augustín, i él nos lo dejó a nosotros. Salieron de la Encarnación a reedificar i renovar la observancia del Convento de la Santísima Trinidad de monjas Bernardas, dos grandísimas siervas de Dios, de gran opinión en la virtud, de gran zelo en la observancia, mugeres de valor, i prudentes en govierno, Inés Velásquez, i Antonia de Velasco. Fundó este Convento una virtuosísima señora llamada Doña Lucrecia de Sansoles, muger que fue de Juan de Ribas vezino feudatario del pueblo de Ancoanco de Indios nefandos, que una noche confundió la justicia de Dios sin que cosa viviente, árbol, ni pared quedase en el mundo. Fue dotrina de san Augustín, dejola como a precita, i dentro de poco se undió, solo el Clérigo, Cura i su Sacristán quedaron vivos, en su lugar veremos el suceso. Esta señora Doña Lucrecia fue observantísima monja, pero de asperísima condición, zelo santo devía de ser, aunque sobra el rigor con pobres encarceladas quando les falta lo muy preciso, que la vida umana a menester. Fundose este Convento día de nuestra Señora de la Candelaria a 2 de Febrero año de 1579, fue la primera Abadesa Doña Lucrecia, i Priora Doña Mencia de Vargas su ija, en el sitio donde fue el primer Convento de San Augustín, pasávanse con lo que allí dejamos edificado asta el año de 1606, a 18 del mes de Junio se pasaron al, sitio que oy tienen, donde an edificado un suntuoso, i galano Tenplo de bóvedas de lazería, i ermosa dispo-

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sición, queriendo más Tenplo magestuoso para Dios, que la comida ordinaria para el cuerpo, pues a costa de lo que an menester an echo lo mucho que an sabido edificar. A tenido, i tiene muchas Religiosas de conocida virtud, i oy ay profesas 98 monjas de velo negro, las novicias 14, de velo blanco 8, donadas 4, i criadas 50, su excelente música es aplaudida de toda la Ciudad, i no son inferiores en la celebración de sus festividades a los Conventos más ricos. Aunque en orden de fundación era el quarto el de las Descalças de san Josef, tiene otro género de principio, i así le dejaré para el dulce deste banquete virginal. Fundaron el Monasterio de santa Clara quatro monjas Augustinas de gran aprobación; fue por Abadesa Doña Justina de Guevara, i por oficiales Doña Ana de Illescas, Doña Barbola de Vega, i Doña Isabel de la Fuente, las tres primeras an muerto llenas de méritos, i gloriosas con tan ilustres ijas, donde las noblezas de sus padres (que ay muchas de notoria nobleza) la gran virtud de las Religiosas (entre saliendo muchas con opinión de santidad) causan la estimación que todos tienen de aquella comunidad. La música de sus Coros, i la ostentación de su culto, fiestas, i navidades es de lo mejor de la Cristiandad, arrastrando con lo deleytoso lo principal i lo plebeyo desta Corte, con ser su Convento el más distante de la plaça, i el más apartado del comercio; izo los gastos para esta fundación el ilustrísimo i santo Arçobispo de los Reyes Don Toribio Alfonso Mogrovejo; entraron las fundadoras en su Convento Domingo a diez de Setienbre año de 1605, tiene moderada Iglesia, estremado claustro i oficinas, es el Convento más rico de la Ciudad, i sus monjas de loable estimación. Oy es Abadesa Doña Isabel de la Fuente, una de las quatro que salieron de la Encarnación, monja de virtud i prudencia. Ay en este Monasterio ciento i setenta i una monjas de velo negro, diez i seys de velo blanco, treynta donadas, i diez i nueve novicias, nueve seglares, i con las sirvientes sirven dentro a Dios más de trecientas i cinquenta mugeres. ¿En qué materia tendrá mejor lugar un egenplar suceso de una monja de santa Clara que en éste? Quando los años de 1602, se alçaron los Indios de Chile, asolando pueblos, pasando a cuchillo Ca- tólicos, debastando Tenplos, cautivando nobles, aziendo esclavas a sus señoras, i llevando para sus cozineras a las monjas esposas de Cristo. ¡O secretos de Dios! cogió en la Ciudad de Osorno un Indio ariscado, i entre sus valientes uno de los más valerosos a una monja de santa Clara llamada Doña Gregoria Ramírez, muger principal i monja virtuosa. Sacó este despojo a los campos, donde quiso marchitar aquella flor, i azer pechera la castidad, ella clamó a su esposo, i pidió cunpliese en ella su palabra que dio a su madre santa

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Clara, de que sienpre defendería a sus monjas, quando ella le suplicó que no permitiese que bestias lacivas pisasen flores virginales. Forcejando el bárbaro sensual, vio junto a sí a un frayle Francisco, que lleno de magestad, i formidable de enojo le dava con el cordón tan crueles golpes, que ni le aprovechava el ánimo, ni le resistía su fortaleza. Déjame frayle decía el bárbaro, huía el sacrílego, i no viendo Doña Gregoria el protector, admirada temía, i afligida se consolava; gemía al Cielo, i clamava a su Esposo; viendo el chileno que el frayle que lo ería lo dejava, acometió segunda vez seguro de que sus fuerças arían pedacos al que sin más armas que un cordón le causava miedos, alentose no viendo al frayle, i quiso quitar el valor a la joya de Cristo; i bolviósele a poner delante el frayle celestial, añadiendo furor al enojo, i crueldad al castigo; quedó el bárbaro tan rendido, i allose tan espantado, que conoció ser de otra esfera de valientes i fuerça de braço superior la de aquel frayle, pues mirando espantava, i dando golpes con un cordón de cáñamo rendía. Venciose, i prometió de venerar la monja sirviéndola como a señora, i respetándola como a cosa sagrada, desapareció el defensor, i arrojose el Chileno a besar la tierra que la monja pisava; pintole la magestad, rostro, i acciones del frayle de que ella coligió ser san Francisco, el Indio quedó tan temeroso, i tan devoto después, que diciéndole otros Indios que como no quitava el ábito a su esclava, i la vestía en el trage de sus concubinas, ablava tenblando, i la venerava sirviendo; admirávanse los Indios, los Españoles cautivos i las Españolas esclavas, viendo tan umilde a un Indio tan bravo, i con tan atentas sumisiones a un Chileno tan sobervio. Llamávala ama i ermana del gran señor, Doña Gregoria i el Indio contavan la visión, i todos lo creían, conociendo i viendo los efetos. Viéndola el Indio un día muy triste le preguntó la causa, i ella le dijo, que por no tener breviario no rezava, i que esto la afligía, el Indio no sabía que cosa era breviario, ni en aquellos desiertos se podía buscar; salió el Indio a caçar por los montes, alló un libro, trujósele i era breviario; alegrose ella, admirose él, teniendo por milagro el acaecimiento; suplicó el Indio puesto de rodillas a doña Gregoria le digese lo que más a su gusto se acomodase, que ni él aria otra cosa, ni deseava más que servirla, i no enojar aquel frayle; ella le dijo que la llevase a la Ciudad de Santiago, i la dejase en un Convento de santa Clara donde estaría contenta, i su esposo Cristo, i el frayle san Francisco se lo agradecerían, al punto dispuso el llevarla, i prometió de gastar toda su vida en servirla. Trújola a la Ciudad de Santiago regalada i servida, sin tocarle al ábito que lo mirava como deidad, i publicando a todos el suceso, i admirando con la maravilla se dedicó por esclavo

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del Monasterio, i bautizándose gastó la vida en servicio de Dios i de las monjas. El Virrey Don Luis de Velasco izo traer al Indio a Lima, i vino a Palacio donde le dio muchos dones el Virrey, i bolvió el Indio a Chile a servir al Convento, bolviendo a su muger, i a un ijo pequeño que trujo consigo a Lima, con que bolvieron Cristianos, i ricos los que fueron Gentiles i pobres, e sabido que le dio al Indio el Virrey quinientos pesos, i que los gastó en servicio de aquel Convento. ¡O medios de la predestinación, o protecciones de san Francisco! mas, o piedades i misericordias de Dios, corderos aze a los lobos, i palomas a los leones, i al cuervo que se sustenta de carnes, aze maestre sala de Elías! bien corto favor en cotejo deste, pues no cuervo irracional, sino infernal cuervo lo aze botiller de aquella monja, i umilde servicial de aquel Convento; llamen a su esposo las monjas, que al lado le, tienen para colmarlas de favores, no temerá si llama, i nadie la ofenderá si se estima. Este echo es digno de memoria, para que adviertan quánto defiende Dios i santa Clara a sus ijas que los llaman, i a los coraçones castos que en ellos esperan. Fundaron la observancia del Convento de santa Catalina de Sena Dominicas cinco monjas de la Concepción, ijas que crió la Encarnación. Pasado el primer año se bolvieron las tres a su Con- vento, i quedáronse (mudando óbito) Doña Angela de Aro, i Doña Isabel Cataño. Dio lo más del Convento echo, i una costosa Iglesia el Licenciado Juan de Robles Clérigo ministro del santo oficio; gastó en los edificios, ornamentos, sustento de siete años, i en 1070 pesos de renta para tres Capellanes docientos i veynte mil pesos, varón digno de memoria. Fundaron el Monasterio con sus dotes, i patrimonios las nobles señoras Doña Lucía Guerra de la Daga, y Doña Clara su ermana, que oy son Abadesa i Priora de aquel observantísimo Convento. Dieron tres mil pesos de renta, i cinquenta mil en plata i axuar; fue casada Doña Lucía Guerra con Antonio Pérez de Mendejar mayorazgo de Lima. Entraron en su Convento (que es de costoso tenplo, ricos dormitorios i enfermerías) a once de Febrero del año de 1624. Doce entraron con título de fundadoras, i con ellas diez i siete monjas para velo negro, i algunas para velo blanco, i así de primer fundación fueron quarenta i una monjas, i oy ay 56 de velo negro con las novicias. Es Convento de gran observancia, oración; recogimiento, i aseo en el culto divino, está retirado del comercio; no trato de la perfeción de sus acciones, porque los Coronistas de su Orden lo tratarán con más ecelencia, tomemos huelgo para ablar mucho del Monasterio de las Descalças.

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CAPITULO XXVIII

DE LA FUNDACION, VIDA I EGERCICIOS DE LAS MONJAS DESCALÇAS DE SAN JOSEF, I DE ALGUNAS MONJAS

QUE AN MUERTO CON OPINION DE SANTIDAD Aviendo de ablar del Monasterio de las Descalças de san Josef, único de Descalças en este Perú, más quisiera poner mis afetos que su fundación, porque en ellos esplicara sus alabanças; este Cielo en el mundo, i esta casa de Angeles, entre los onbres fundó el Religiosísimo Padre, i docto Catedrático el Maestro fray Roque de san Vicente consumado Teólogo en todas tres Teologías, el mayor Matemático que uvo en este Reyno, i de los más observantes i cabales Prelados i Religiosos que tuvo esta Provincia, deseoso que el estado virginal de las monjas, si avía tenido principio en el Perú por los frayles de su ábito, uviera por su industria otro Descalço, i de mayor recoleción en esta Provincia con que el uno i otro estatuto venía a ser parto de los Religiosos de san Augustín, i jardín de sus manos. Solicitó para esta fundación la voluntad de Don Francisco de Cárdenas gran devoto de mi Orden, i vezino de mi Convento, i anbos tratavan se fundase un Monasterio con título de santa Mónica, deseo en que todos nuestros Religiosos estuvieron algunos años, atajose este camino, porque dispuso la Virgen que las monjas fuesen de la Concepción, i el titular fuese su amantísimo esposo san Josef, a que le redujeron dos monjas de la Concepción. Trató este inpulso varias vezes con Doña Leonor de Ribera, i con Doña Beatriz de Orosco monjas de notoria santidad en el Monasterio de la Concepción; eran ermanas del Marqués de Mortara Rodrigo de Orosco, onor de mi patria Chuquisaca, onra de los criollos del Perú, i maese de Canpo en los estados de Flandes, donde los rebeldes lloraron su valor, i la Corona de Castilla anplió su opinión. Era el padre espiritual destas dos benditas monjas el Padre Maestro fray Roque, él anelava por la descalcés, i ellas clamavan por verse en toda recoleción. Comunicava esta eroica intención, i obra celestial con ésta i aquélla persona rica i espiritual, Dios a quien se deseava servir, i a quien el Padre Maestro fray Roque, i estas Religiosas se lo pedían; encaminó los pasos a casa de Doña Inés de Sosa, muger de Don Francisco de Cárdenas virtuosa señora, i de suma piedad. Esta conociendo los méritos que ganava, i el servicio que al Cielo se le asía, trató de ser la causa deste efeto, siendo el instrumento el Padre fray Roque, i mandó en su testamento que él dispuso, i de que fue abogado i testigo (como se ve en las escrituras i poderes) que su marido

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conprase sitio para el tal Monasterio, i lo restante del valor de las casas principales de su morada ayudase a la fábrica del Convento; señaló por fundadoras a las referidas Doña Leonor i Doña Beatriz. Viéndose ya el buen Religioso con este principio, que valió diez i seys mil pesos, agregó Dios i su diligencia la devoción de una virtuosa viuda, llamada Ana de la Paz, que le dio para esta fundación una eredad que valió catorze mil pesos, con estos treynta mil aprovó el Dean i Provisor Don Pedro Muñiz la fundación, i el nonbramiento de las dos fundadoras con grandes onras devidas a su virtud, i esto fue a 19 de Mayo de 1598. Desde el año de 1594, que izo la donación Doña Inés de Sosa asta el de ocho, anduvo este Religioso buscando socorros, i negoció licencia del Virrey Marqués de Cañete, con que se afervoró en muchos la caridad, i creció con aumentos la limosna, pidió confirmación de la licencia al Virrey don Luis de Velasco, que con onrosos títulos se la concedió. Desde este año asta el de mil i seycientos i tres se fue edificando en lo interior casa pobre, i oficinas bastantes. La Iglesia se izo curiosa de maderas, i la Capilla mayor de un género de artesones de elegante primor, (ninguna obra se a echo su semejante, i de su parte ninguna la iguala) sacristía, portería principal, dormitorios i enfermerías son de tablage, i enmade- ración, i es corta abitación por la pequeñez del sitio; tragó Capilla mayor, Iglesia, sacristías, enfermerías, dormitorios ¡oficinas (con licencia general de asistir mañanas i tardes a la traga i trabajo de la obra, siendo su Confesor i Predicador que de todo les servía antes i después de aver entrado las monjas) el Padre fray Gerónimo de Villegas Religioso Augustino, que a sus letras i púlpito añadió su curiosidad el ser eminente arquitecto, sin cuya consulta no se podía azer obra que tocase al Rey, era ijo del Perú, profesó en la casa de Lima, Religioso muy observante i muy inteligente (oy dura después de treynta i quatro años el tajamar desta Ciudad de Lima, que por su industria mandó azer el Virrey Don Luis de Velasco, cansado de que cada año le azían los más entendidos oficiales, i se le llevava el río a la segunda avenida) para que aga a dos luzes e dicho esto; la una para que se vea que aún lo material del bien común deve a mi Religión sus defensas, de que consigue la república beneficios, i perpetúa sus posesiones. La otra i de más estimación, es que no sólo deve este santo, i recoleto Convento a mi Religión los pasos, diligencias, ruegos, licencias, limosnas adquiridas, solicitudes ordinarias, i quanto en favor i trabajo fue menester para su fundación al Padre Maestro fray Roque de san Vicente, i al Padre fray Pedro de Torres conpañero suyo en todos estos pasos, que oy es nuestro Retor Provincial digno de mayores premios merecidos por su púlpito i

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por su observante virtud; pero aún lo material de su curioso tenplo, casa i edificios se lo deve a este Religioso de san Augustín; una imagen de san Joseph trabajando en su carpintería lienço grande, muy devoto, i de valientes pinturas les dio el Padre Maestro fray Roque, oy le tienen en una oficina interior, conservando en éste que fue su primero lienço la memoria de su primer instituidor. El año de 1603, a 3 de Março dio en el puerto de Pisco el santo Prelado i cabal Arçobispo Don Toribio Alfonso Mogrovejo la licencia para que se saliesen las fundadoras de su Convento de la Concepción, i entrasen en san Josef. Dispuso la egecución su Pro- visor el Dotor Miguel de Salinas, i entraron en su descalcés este año a 19 de Março día de su patrón i esposo de la Virgen mi señor san Josef; otras tres monjas salieron con las dos fundadoras, Doña Beatriz Flores, Doña Catalina de Errera, Doña María de Acuña, que se llamaron después Beatriz de Jesús, Catalina de san Josef, i María del Sacramento. Esta se bolvió después a la Concepción, las dos principales fundadoras i Preladas, mudándose los sobrenonbres, se llamaron Leonor de la Santísima Trinidad, i Beatriz del Espíritu Santo, llevando el Santísimo Sacramento delante, fueron escudereando a estas cinco esposas de Cristo el Virrey don Luis de Velasco (Governador dado a las acciones de Religión, i sienpre atento a favorecer los servicios de Dios) los Oidores en forma de Audiencia, los Cabildos Eclesiástico i secular, los Prelados i todas las Religiones, siendo la nobleza de los Cavalleros el adorno, i toda la república el aplauso. Lo mejor del Cielo iva delante, i lo superior del Perú llenava las calles. Toda esta ostentación negoció el gran varón fray Roque de san Vicente, Colón primero que descubrió este nuevo runbo de la descalcés en el Perú, i jardinero deste cigarral de agucenas de que aze ramilletes olorosos el Esposo soberano Dios, asta que lo enbiaron a España que fue a 3 de Mayo; mes i catorze días después que entraron en su descalcés, fue el protector, el consuelo i el socorro desta casa ija de su devoción. Sus grandes letras, virtudes i trabajos sabremos guando llegare Su lugar. Sepamos aora en breve la santidad deste Monasterio, pues las cosechas que del coge Dios, i las vendimias que aze la gracia dan parte de gloria a mi Religión, i entramos en parte interesando los multiplicos destas corderas, de quien es el Pastor, i Esposo el Cordero Jesús. Estas cinco Vírgenes fundaron este santuario, i son sin duda como las cinco cuerdas i prudentes del Evangelio, que estaván prevenidas con obras de caridad, en vasos linpios de justificada intención, i allo que fueron más provechosas para Cristo que las del Evangelio,

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porque las otras cuydaron sólo de su propria comodidad, i atendieron a su particular salvación, no quisieron partir con las otras del azeyte de sus lánparas, dejáronlas dormir, i no las quisieron dispertar; pero estas cinco conocieron mejor el modo de mercancía, i salieron prósperas en el logro, alunbrando con desengaños de mundo, i con luzes del menosprecio de la común vanidad, dispertaron, i dispiertan cada día vírgenes que dormían, i esposas de Cristo que le desean, reparten con dar buenos egenplos, i advertir soberanos consejos, el azeyte de la caridad, llenan las ánimas de las que las miran, i aumentan su gracia quando la ayudan a negociar. Digamos desta casa (donde todo rebosa virtud, i todo brota modestia i santidad) las recoleciones de su instituto cargaron más aspereza a su regla, pues en cada cosa añadieron rigor. Legisláronlas el maestro fray Roque de san Vicente, i las dos principales fundadoras Doña Leonor de Ribera, i Doña Beatriz de Orosco, i confirmolas el Papa. Es su ábito el de las monjas de la Concepción blanco, i con capa azul, ésta para el Coro, i aquél continuo; pero es de anascote basto, sin cuydado, con aseo i sin curiosidad, las camisas de melinge, basquina de sayal, el tocado sin gala, el reboso con modestia al modo de las santas antiguas, no traen chapines (mentiras de la gentileza, i añadiduras de vanidad) traen alpargates de lana en que anda tan cuydadosa su conpostura, que el más atento no sabrá de qué calçan, porque no verá cómo pisan. La Virgen María traía este modo de calçado, i se le quitó al tienpo de parir a Cristo, que así se lo dijo i reveló a santa Brígida nuestra monja, el antifaz cubre sienpre sus rostros, con que descubren a todos su egenplar mortificación, los diges mugeriles que de alguna monja se apetecen, allí se abominan, todo es mortaja, i todo guele a Dios i a vida espiritual. Duermen vestidas con ábito, escapulario, velo i cordón ceñido; nueva penitencia en mugeres en clima tan caliente. Averguéncese el pecador entre olandas oyendo que duermen vestidas mugeres delicadas. Las diciplinas son ordinarias Miércoles, Viernes i Sábado, i en la Quaresma i Adviento tanbién el Lunes. Los ayunos continuos, i muchas vezes precisos, los Miércoles, Viernes, i Sábados de todo el año ayunava la comunidad, i aplican ayunos i diciplinas por la exaltación de la santa Fe, estirpación de las eregías; i porque Dios saque a los que están en pecado de su miserable vida. Consérvase esto con toda puntualidad, con ser las enfermedades cotidianas, causadas de la vida trabajosa, i del poco descanso. En las quaresmas se ven remedos de aquellos yermos, i soledades de la antigua Tebayda, sacando a los claustros lo que entre año azen en

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los retiros. Todas llevan Cruzes que muelen, i coronas de espinas, i sogas al cuello, i acabada la procesión rezan por la república la Pasión que escrivió san Juan, arden allí las emulaciones santas, i a vista. del egenplo crece la imitación; las mortificaciones comunes son, acusarse en el refetorio, o en el Coro delante de toda la comunidad de las culpas que an echo, i de las faltas que tienen, i pedir penitencia a la Prelado, besar los pies a todas las Religiosas; sentarse a comer en tierra, ponerse en pie puestos los bracos en Cruz, póstranse en las puertas del Coro i refetorio para que las pisen derribadas en Cruz. Pedir que les dé la Prelada diciplina, i esto es más ordinario en las vísperas de nuestro Señor, de la Virgen santísima, i de los Santos devotos de cada una. Muchas vezes piden diciplinas de rueda, diciplinándolas toda la comunidad (éste es el castigó de mayor afrenta en mi Religión) todo esto también azen las Preladas dando egenplo de umildad. Otras se ponen en el refetorio vendados los ojos, o con mordaça en la boca. Días ay señalados que la Prelada i monjas barren la casa, i friegan los platos rezando Psalmos Penitenciales por las ánimas del Purgatorio; ay muchas Religiosas que guardan silencio algunos días de la quaresma, i otras toda la quaresma entera. Su regla manda que comulguen, i confiesen trece vezes al año, i ellas confiesan i comulgan todos los Domingos, i si en la semana cae fiesta principal, tanbién comulgan, aziendo sienpre diciplina antes de la comunión. Después de Prima, i de Conpletas azen muchas comemoraciones a diferentes santos, unas por las ánimas del Purgatorio, otras por los tenblores, i en las que más se ocupan es en pedir para sus bienechores. Todos los Jueves del año se aze procesión por el claustro con la Letanía del Santísimo Sacramento, i los Sábados con la Letanía de la Concepción de nuestra Señora, por la conversión de los infieles, i vitoria contra los ereges. Su asistencia en el Coro no le iguala el mayor trabajo, porque desde el día que entraron a su descalcés asta oy, que a más de 28 años, an ido perpetuamente a Maytines a media noche, sin que las Pascuas escusen, ni las recreaciones de Adviento i Quaresma den privilegio todo el año a media noche con los sudores del verano, i con los fríos i destenples del invierno; ni lo sufre la fortaleza varonil, ni lo puede llevar el onbre más robusto. Valentías son de la gracia, i primores de la omnipotencia de Dios, confunde con esto a los que entre regalos se piensan salvar, i repreende a los más ajustados Eclesiásticos, que continuando la cama piensan que medran en la perfeción. Estos Serafines de día i de noche sienpre están alabando a Dios, que si su

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canto es en tono, sin los primores de la música i órgano, más dulces son a Dios sus alabanças que las de los Serafines, que pues callaron ellos guando Isaías abló, no alabando a Dios, sino doliéndose que no le avía alabado, como advirtieron san Gerónimo, san Cyrilo i Aymón, ízolos callar Dios, como dando a entender que más le agrada una palabra de un justo, que los imnos, tonos i músicas de los Angeles; ¿qué dulçuras deleytarán a Dios cantándole sus esposas a la ora que se regalan, i le ofenden sus Católicos? David que desquijarava Leones, i desquartizava Osos con las manos, guando más encarece su penitencia, le alega a Dios que se levantava a cantarle alabanças a medianoche, (que se levantaría le promete a Dios) no sé que se levantava, que en su raíz Hebrea en futuro está, que no en pretérito, como advirtió san Gerónimo, i quando se levantase entonces (que convertibles son en las sagradas letras futuros i pretéritos) no dice que todo el año, i encarece mucho en tres ocasiones san Crisóstomo, este levantarse David a media noche siendo delicado, i David le dice a Dios que se levantava, i que a de participar de quantas obras meritorias azen los Santos; ¿qué alabança llegará al onbro de lo que merecen estas benditas Descalças? No como David valientes, i mucho más que David delicadas, no se levantan como él a llorar omicidios, ni a castigar adulterios, sino a sacrificar a su alabança sus cuerpos virginales. Estas con mejor título que David podrán asegurarse que participarán de quantas obras buenas azen los justos, i de quantos méritos i premios tienen los Santos. Si a media noche, como advirtieron san Ilario i san Anbrosio, mató Dios a los Egipcios por sacar de cautiverio a su pueblo, i con esto anbos Santos obligan a los fieles a que se levanten a esta ora, ¿qué estrago arán en el infierno estos Angeles cantando las grandezas de Dios? ¿Si para animarnos a esto alega san Gregorio, que Sansón se levantó a media noche una vez, i arrancó las puertas con que lo tenían los Filisteos encerrado, i las subió a los montes? ¿Qué puertas de las que el Demonio pone i cierra para oprimirlas, no avrán aniquilado estas mugeres Sansones, no una vez, sino tantos años? A media noche dice Cristo, que clamó el Esposo a las diez Vírgenes, porque a esa ora vino el Esposo a regalarlas en los banquetes de sus bodas, a buena cuenta que estas Descalças, que estavan velando a esa ora se entran con el Esposo a los desposorios del ánima, i a los banquetes de sus interiores dulçuras. ¿Qué le pedirán a su Esposo Jesu Cristo que no alcancen? Bien claro lo asegura en la parábola, quando Cristo pregunta ¿quién le pedirá a su amigo tres panes a media noche que se los niegue? A media noche dijo, añade Crisólogo, porque sola la ora es eficaz para alcançar la súplica. A

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esta ora se viene el Esposo a las Vírgenes que están velando, que no ay señuelo para traerle al punto como velar alabándole, no puede dejar de conceder Cristo lo que le piden, pues por recebir un guésped i regalarle dejó su descanso; (encarnó a media noche, i nació a esta ora) ¿cómo puede dejar de responder, i cómo dejará de dar al que a media noche le llama? Asta aquí es de san Pedro Crisólogo. Grandes dádivas les da sin duda Cristo a estas sus esposas, i ellas deven de aver echo eroicos lances al Demonio, i presas para Cristo, cantando maytines, i oyéndoselos algunos viciosos. De dos diré aziéndoles cama con el suceso de san Pablo en la cárcel con los presos, i el carcelero (advertencia de san Ilario, que ponderó ser a media noche) llegaron san Pablo i su Dicípulo Silas (a quien san Ilario llama tanbién Apóstol) a la Ciudad llamada Filipos, cabeça de Macedonia; prendiolos el Consejo de los Magistrados, púsolos el carcelero en el cepo, i en el calaboço más oculto después de eridos, de muy agotados, i rotos sus vestidos. A media noche comengaron a cantar Pablo i Silas alabanças a Dios, los presos (des- pertando los que dormían, i atendiendo los que velavan) alegres de oírlos cantar divirtieron sus penas, causándoles los Psalmos i canto suspensión; enbió Dios un gran tenblor, que abrió las puertas de los calaboços i cárcel, i un Angel que a todos les quitó las prisiones, i ninguno se quiso huir. El carcelero creyó que se avían huido todos, i quísose matar con su propria espada, detúvole san Pablo, asegurándole que todos estavan allí; convirtiose el carcelero, i él i toda su familia se bautizó. ¿Quién negoció tantos milagros, i redujo a Dios tantos convertidos? El cantar a media noche alabanças a Dios fue quien obró (dice san Crisóstomo) tales maravillas. Otra vez estuvo san Pedro en la cárcel, i otro día le avían de ajusticiar, i estávase durmiendo a media noche, quando deviera estar alabando a Dios, bajó un Angel, quitole las prisiones, abriole las puertas, i sacolo del calaboço i cárcel. Dirá algunos; luego ¿no fue el cantar a media noche quien mereció aquellos favores, pues a Pedro que dormía izo Cristo los mesmos que a Pablo que velava? Pregúntele a san Lucas la diferencia: dice que en casa de María madre de Juan, estavan muchos onbres i mugeres alabando a Dios a la mesma ora, i rogando por san Pedro. El Angel que le quitó las prisiones, primero le dio un gran golpe (puntillazo digéramos a tener pies) iriole en un lado, despertolo castigándole; salió de la cárcel, i fuese a casa de aquellas santas mugeres, que fueron causa de su remedio, i allolas orando. Véase dice Crisóstomo quántos provechos negoció el estar orando a media noche por Pedro. Ya se ve la diferencia de dormir Pedro a velar san Pablo, éste sana de las eridas que le dieron, i a

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Pedro le hiere el Angel quando le despierta. Pablo aze que todos los presos no duerman, i convierte a tantos, i Pedro sale, porque las santas mugeres, i los fieles rogavan por él, i no convierte a nadie. Apliquemos todo esto a los efectos milagrosos, que el cantar Maytines a media noche estas benditas Descalças a obrado en los fieles con dos sucesos egenplares. Un soldado distraído tratava de matar a otro que en nada era culpado, supo dónde le allaría, i caminó a matarle; pasó por la Iglesia destas monjas Descalças, i oyolas cantar a media noche Maytines; consideró la ocupación en que estavan mugeres delicadas, i el intento iniquo a que le llevava su enojo, tenbláronle las carnes, conmoviose su espíritu, arrepintiose del intento, i trocó la intención aziéndose estrecho amigo del que antes quiso matar, mudó de vida, i trató de su salvación. Otro despeñado en viciosos amores, i que sin temer a Dios, muchos años le avía ofendido; pasó por la plaçuela destas monjas, a conseguir el efeto de su perdición, a ora que a media noche cantavan alabanças a Dios; diole uno i otro buelco el coracón, (digámoslo mejor) diole un golpe i otro el Angel de su guarda, iriole con inspiraciones de Dios, cotejó su vida miserable con la de aquéllas, que a la misma ora, él ofendiendo, i ellas alabando a Dios ocupavan las oras; mientras ellas cantavan él estuvo en canpal batalla con su apetito carnal. Venció el cielo, i cogió los despojos la razón. Bolviose atrás, que fue pasar mil leguas adelante. Aquello que restava de la noche todo fue llorar, todo arrepentirse, i todo desear salvarse. Entrose otro día descalço en san Francisco, renunciando su azienda, i dándosela a pobres (que no era poca, ni él era de lo inferior de la República) i luego que profesó se fue al Convento de las Descalcas a darles las gracias, de que por su causa le avía venido su remedio. Contó el caso, i pidió sus oraciones para la perseverancia, i vino a ser perfeto Religioso. Quién no ve pareados en los más estos dos casos con los de san Pedro i san Pablo. El carcelero cruel quiere matar a Pablo, i luego se le rinde amigo convertido i enmendado. Este se convierte, i trata de salvarse, porque Pablo alaba a Dios en los Maytines. Acá el que iva a ser omicida, por oír a estas monjas bolvió penitente, negociando sus oraciones las amistades. Al otro le sacan de la cárcel de sus vicios (que entre cadenas de amor i apetito le tenía condenado a triste morir su deseo) las vozes i oraciones destas monjas, i así va a la casa destas Marías a reconocer su deuda agradeciendo su libertad. Lo más del día i de la noche están monjas orando, mientras otras se ocupan por la Obediencia sirviendo. Quando los seculares vieren a tantos pecados del pueblo, tanta paciencia i piedad en Dios, atribúyanlo a oraciones i clamores destos coros, que por eso san

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Juan a vido la espada en la boca de Cristo, señal que no quiere erir, porque le ocupan, o le atan las manos las estrellas, que son los justos, que por eso se las vido en las manos san Juan, i nunca se llamava más propriamente estrella un virtuoso, que quando vela, i quando de noche luze. Una vez sola dice san Juan, que ataron las manos a Cristo, i esa fue a media noche, queriéndolo su Magestad así, para darnos a entender, que si a esa ora le atan las manos aquéllos, a muchos de los quales, dice Augustino, desató Cristo de sus culpas, después a esa ora le atan las manos oy, los que desatados por la gracia, le atan las manos a su justicia, alabándole con Psalmos, i enterneciéndole con ruegos. Oído an estando en Maytines alguna vez: por estas colunas que detienen mi justicia no e derribado con un tenblor esta pecadora Ciudad. Dichosa República, donde las que son esposas de Cristo son como las esposas que sirven de prisión. Con el primer título le abren las manos a Dios para azer mercedes, i con el segundo sus oraciones le atan las manos para detener castigos. Las dos fundadoras murieron con opinión de santas, i todas las que allí viven azen obras de estrechísima observancia, su crédito es grande en todo el Reyno, i su opinión devida a sus virtudes. Entre muchas perfetas Religiosas ay una, que porque vive callo, i conservándola Dios en lo que oy la favorece, dará materia, para que vean maravillas de la piedad de Dios, su muerte calificará su vida, i Dios le prevendrá mejor Istoriador de sus alabanças. Las Religiosas que an muerto con gloriosa opinión, i nonbre de santidad son las dos Preladas fundadoras, Leonor de la Santísima Trinidad, i su ermana Beatriz del Espíritu Santo. La primera se señaló mucho en umildad, paciencia, oración i gran zelo de las ánimas, i tan onestísima, que ni aun marido i muger consentía decir. Ciertos días del año azía renovar los votos a las Religiosas, mérito que santo Tomás iguala al martirio, oy se conserva aziéndolo todas juntas. La segunda se señaló en caridad, curava todas las enfermas con sus manos, con padecer mucho de la gota, cosía los ábitos a las Religiosas, eran anbas muy penitentes. Estas crió mi patria Chuquisaca, vinieron a Lima muy pequeñas, i allá i acá las llamavan las niñas santas. Bárbara de Jesús, que siendo doña Barbola Rengifo fundó el Colegio i casa principal de la Conpañía de Jesús en Lima, no profesó asta antes de morir, porque su renta de Indios aprovechase a esta recoleción. Fue egenplo de la caridad, de la oración i de la umildad, no se puso jamás óbito, sino desechado de otra, gastó millares en el culto Divino; i porque en la Corónica de la Conpañía de Jesús se dirán sus virtudes, las dejo yo.

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Dos cosas entre muchas diré dignas de considerar: la una es, que por más de seys años se oía en dando las tres de la noche un gran golpe, o bofetada junto al Altar de nuestra Señora de Loreto, que cae a la parte de la plaçuela, i notaron, que nunca causó espanto a ninguna monja, pensose que alguno cometió algún desacato la noche de Jueves santo a la misma ora, i que padecía allí su Purgatorio, sirviendo la bofetada de castigo, i tanbién de ruego, para que aquellas siervas de Dios rogasen por él; así lo izieron, i no se oye ya. La otra fue, que un padre violentó a una ija suya a que profesase, i ella como si no fuera monja dejava de rezar el Oficio Divino; cargola Dios de enfermedades, i con grandes sufrimientos i paciencias soldó la quiebra de su aversión al estado, murió, i por mucho tienpo dava a tal ora en su sepultura unos golpes, que todas las monjas oían, por ser a oras del coro, muchas la vieron pidiendo socorros, i fueron tantos los sufragios, que una gran favorecida de Dios la vido ir a gozar de su eterna gloria. Es oy Abadesa Ana María de Dios (allí no se gastan dones, porque no los usa su umildad, procuran los del Espíritu Santo, que aze Reynas, i desaze vanidades). Esta señora fue en el siglo doña Ana María de Euguy, i fueron sus padres Gerónimo de Euguy, Secretario del Santo Oficio de la ciudad de Lima, i doña María de Prado su legítima muger, anbos nobles, lustrosos i estimados por su virtud, i después de viudo fue Canónigo desta Catedral. Fue doña Ana María muger del General Emando de Lugones, nobles, principales i muy ricos; dejó viudez, ermosura, riqueza i ostentación, por descalçarse de más cosas de que el mundano se deseara vestir; i por llegar como otro Moisés a la çarça de la penitencia en tierra más santa descalça de todo lo mundano, consigó llevó dos ijas pequeñitas, la una, que oy es profesa llamada María del Sacramento; primero supo que avía clausura i descalcés, que supiese que avía mundo ni Ciudad. Entró de quatro años en está clausura, como el Bautista en los desiertos de Judá. Es Ana María de Dios Prelada afable, discreta, prudente, religiosa i observante. Es la primera viuda, que por eleción a sido Abadesa en el Perú, sus méritos abrieron puerta por donde puedan entrar iguales consequencias. Tiene este monasterio cinquenta i seys monjas de velo negro, nueve de velo blanco, diez novicias, ocho donadas i cinquenta i cinco sirvientes. Es el Convento más pobre de la Ciudad, favor que les añade Dios, i fiscal que acusa la poca piedad. La principal causa es no ser muchas las monjas, i pensar el pueblo que son menos. La casa interior es sin deleyte, porque ni puerta, ni entretenimiento alla el desenfado, llevando con rostro jovial, porque camina sólo al cielo su coragón. Quien `viere lo puntual i lo

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aseado de su Iglesia, lo ostentativo de su culto, lo precioso de su sacristía, i lo rico i bordado de sus ornamentos i Altares, pensará que lo aze la abundancia, i no lo obra sino su devoción, esmerándose en los adornos de Dios, con que le agradecen lo que Cristo les pone en sus ánimas. A una mano es el jardín parejo, i las flores que entresalen, olorosos ramilletes del cielo. Eme dilatado en ablar desta recoleción; lo uno porque no tiene Orden Mendicante, cómo santa Clara i santa Catalina, que en sus Crónicas (que oy están aziendo sus Religiosos) dirán sus mayores excelencias, i sus particulares alabanças. I la principal, porque este Convento de san Josef es planta, que desde el primer motivo crió mi Religión; i así sus glorias, sus frutos, sus méritos dan nuevo esplendor a la Orden de san Augustín, i a los Religiosos desta Provincia del Perú. Este erario del cielo devé Dios a mi Religión, o ablando con propriedad, mi Religión deve esta onra más a los favores de Dios. Pasemos al otro memorable onor que a Dios, al Rey, i al Perú dio por los años de cinquenta i ocho otro frayle de san Augustín.

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CAPÍTULO XXIX

DE LO QUE ESTE AÑO DE 1558, SIRVIO A DIOS EL PADRE FRAY JUAN DE BIVERO EN CONVERTIR AL REY INGA SAYRI

TUPAC; Y A SU MUGER, HASTA BAUTIZARLOS, I UN GRAN SERVICIO A NUESTRO REY FILIPO EN DESAZER UN ALÇAMIENTO,

I DESUNIR UN REBELION Es menester retirarme unos pasos atrás, no sólo por ser gustoso el saber cómo se redujo el último Rey Inga a la obediencia de Nuestro Rey, i con qué partidos renunció el derecho de la sucesión, sino tanbién por ser conveniente el echo de mi Religioso, i al mérito de su diligencia. Era Rey natural desta opulenta Monarquía del Perú Guaynacápac, quando tomó tierra don Francisco Piçarro la primera vez en Tunbes año de 1525, i murió en el intermedio de la segunda venida, que fue por Abril de treynta i uno, como dejo dicho. Tuvo algunos ijos, i los dos mayores fueron Guáscar Inga, legítimo sucesor del Reyno, que dejó en el Cuzco, i Atagualpa ijo menor, i no eredero, que tenía consigo en Quito. Este izo matar, no sólo a su ermano Guáscar por urtarle la Corona, pero a todos sus ijos, no sólo aquellos que ya avían nacido para morir, sino los que estavan en opinión de sus ijos en las entrañas de las madres; i así murieron antes de nacer, excepto una ija, que cautelas de la madre, i disimulos de la prudencia, la escaparon del bárbaro omicidio. Este fratricidio no le dio nonbre de Caín, porque en guerras i a cuchillo avía muerto antes quarenta i tres ermanos suyos, ijos de su padre Guaynacápac, porque no tuviese opositor su anbición, ni riesgos de sangre su tiranía. ¡O furor anbicioso, quántos cegaron a tu vista! i ¡quántos se an abrasado a tu sonbra! No te limitas a esfera, vives con muertes, i mueres con obstinación. Al Rey Atagualpa encarceló, dio garrote, i quemó don Francisco Piçarro, sucesos que ya, aunque de priesa i por mayor, dejo referidos. Entró eredando el Reyno Manco Inga segundo deste nonbre (ermano de Guáscar i de Atagualpa) ijo de Guaynacápac. Tuvo por ijo eredero a Sayri Túpac Inga, que según el Palentino quiere decir, ermoso i lindo Príncipe, casó con la ija de su tío Guáscar (ésta es la que escondieron de la cruel matanca de Atagualpa) llamada Coya Cuxi Uarcay; Mancocápac Inga tuvo otros dos ijos, de quien diremos después, llamados Cusitito Yupangui i Túpac Amaro. Sayri Túpac vivía a imitación de su padre, retirado en las sierras i Andes de

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Vilcabanba. Viéndose sin Reyno (que ya era de nuestros Reyes Católicos) se mudó el nonbre el día que se coronó con la borla carmesí, i se mandó llamar Mancocápac, Pachacuti, Yupangui, que según el Palentino quiere decir, el quitado i deseredado del Reyno, aunque todo el nonbre querrá decir: Contad, que en los tienpos pasados rebolviéndose el mundo, i mudándose la tierra, este Reyno que estableció Manco el poderoso i rico, me lo quitan aora. Estos dos nonbres tuvo este Rey, lo qual sabido no se equivocaron los Escritores. Su padre deste fue preso en la fortaleza del Cuzcó por don Francisco Piçarro con grillos (Ernando Picarro lo soltó por averle prometido una estatua de oro) viéndose libre, condujo egércitos de millares contra don Francisco Piçarro (que ya se avía buelto a Lima) i contra sus Españoles, cogió los caminos del Reyno, cercó a Lima, i alteró la tierra asta los Chichas. Dio las batallas del Cuzco i Guarochirí; en estas faciones mataron ochocientos Españoles (por mayor tengo dicho esto). Este Manco Inga fue al que jugando a las bolas en Vilcavanba mató (dándole con la bola en las sienes) Gómez Pérez, soldado Español, porque porfiando una bola, i perdiéndole el respeto al Inga, le obligó a que le diese una puñada. Los Indios viendo muerto a su Príncipe, echos áspides quemavan al matador, i a otros Españoles que le defendían en la casa donde se retiraron; salieron del incendio, i a flechacos los mataron a todos, i los dejaron comer de las aves. Manco defendió de la muerte a Gómez Pérez, i lo vino a matar el que recibió su anparo. Así pagan las umanas correspondencias sus más cordiales obligaciones; pero quien acoge vívoras, i agasaja facinorosos áspides, espere pagas i retornos basiliscos. Su ijo Sayri Túpac, o Mancocápac Pachacuti se fortificó en lo más fortalecido de la Provincia de Vilcabanba donde era adorado de sus Indios, regalado de los ausentes, i obedecido de todos. Desde allí (que es cerca de la ciudad del Cuzco) azía muchas presas, quitava algunas vidas, tenía cuydadosos a nuestros Españoles, i con esperanças de mejor fortuna, i aun de restauración de Reyno a sus naturales. A nada se dava asiento, i en todo se padecía confusión; de los más amigos se cautelavan, i ningún Indio lo era de voluntad. El Marqués don Andrés Urtado de Mendoça Virrey, enbió por Corregidor al Cuzco al licenciado Bautista Muñoz, i escrivió con él a doña Beatriz Mancocápac Yupanqui, casada con don Diego Ernández, i tía de Sayri Túpac el Inga ermana de su padre, señora de valor, muger cuerda i deseosa del servicio del Rey; pedíale afectuosamente, i con ofrecimientos de premios, que redugese al Inga su sobrino a la obediencia de nuestro Rey, con seguro de rentas

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i títulos de señor. Ella despachó con la enbajada a un principal Cazique tío del Inga, llamado Tarisca, ella i éste, personas a propósito para disponer los medios con su Rey, porque de estos dos, i no de otro fiaría él, teniendo por acertado su consejo, ni daría a otros audiencia, ni crédito; llegó al Inga (después de trabajar en algunas dificultades, pasando caudalosos ríos, por aver desecho el Inga caminos, veredas i puentes) i diole la enbajada del Virrey i Tía, i lo mesmo al Consejo de sus Capitanes i Caziques, porque aun no estava coronado, i era ley suya no tener mando, ni superior dominio sin los deste Consejo de guerra, mientras no le davan la Regia potestad, con la borla i culto, que tenía varias ceremonias, oráculos i solenidades. Acordaron retener a este Embajador, i enbiar otro Cazique llamado Cusi, uno de los Capitanes que le aconpañavan al Inga, a conferir con doña Beatriz, si la enbajada encubría cautela, o la paz que pedía el Virrey mirava a su daño, i que si asegurase su tía no aver en la enbajada paliado engaño, pidiese al Governador le entregasen a Juan Sierra, ijo de Mancio Sierra, i de la doña Beatriz (este Mancio Sierra fue aquel Conquistador, que jugó el Sol de oro al alva, que en el tenplo del Cuzco adoravan los Indios, de que asta oy se trae por vulgar proverbio en este Perú, juega el sol antes que sal- ga) significava el Inga asegurarse trayéndole este primo, i de no enbiársele, tener por cautelosa la enbajada, queríale para informarse, así de los conciertos del Virrey, como de las intenciones Españolas; con toda voluntad se le entregaron, i con afable cariño onraron al Enbajador, con que él i sus Indios bolvieron contentos, i llevavan los ánimos satisfechos. Antes de salir del Cuzco llegó nueva cómo el Virrey avía despachado al Padre fray Melchor de los Reyes Dominico, i a Juan de Betanços vezino del Cuzco (gran intérprete en la lengua del Inga) traían provisiones de paz, i seguros de concordia, promesas de pueblos al Inga, i perdón a todos los que avían defendido sus tierras, desacuerdo que ponderó el Inga, pues davan nonbre de delito criminal a la que era natural defensa, i conservación de erencia propria. Pero el Virrey izo esto por continuar con actos la posesión de nuestro Rey, dada años antes por los Papas Alejandro Sexto, Adriano Sexto i Paulo Tercero. El Religioso i Betanços, no aviendo podido entrar a Vilcabanba por los atajos de Guamanga, i después por Andaguaylas (inpedimento que izieron los caudalosos ríos) llegaron al Cuzco a tiempo que los Enbajadores del Inga, i Juan Sierra salían a su demanda; i así llevaron en su conpañía al Padre fray Melchor de los Reyes, i a Juan de Betanços. Entraron en la Provincia de Vilcabanba, detuvieron (leguas antes del pueblo en que

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asistía el Inga) a Juan Sierra, al Religioso i a Betanços, teniéndolos entre el egército, que defendía la entrada. Enbió el Inga al General de su egército con docientos Indios Caribes (gente cruel, que se comen unos a otros) para que oyese a los Enbajádores. Atendió a Juan Sierra, repreendiéndole el entrar aconpañado de Cristianos, que tanto como esto aborrecían el nonbre de Cristo, ya por las amonestaciones de los Demonios en sus guacas i oráculos, i ya por las atrocidades que en ellos azían los, Cristianos (que pierde a vezes la piedad de Dios, por los desafueros de un Católico codicioso). Dio su enbajada Juan Sierra, leyole las cartas de su tía i Virrey; retiraron a éste, i mandó que oyesen sus Capitanes a fray Melchor i Betanços, para ver si en sus legacías tenían encuentro, las relaciones, entregáronles las provisiones, i ,un razonable presente que el Virrey le enbiava de pieças de terciopelo i damasco, dos copas de plata doradas, i otras cosas de adorno Dieron parte al Inga de todo, i después de larga consulta, resolvió, que sin verle se bolviesen al Virrey, que él no quería ni el presente ni su concordia, que el Virrey iziese su voluntad, que él azía lo que asta entonces avía echo, defendiendo su posesión, i conservando su derecho natural. Ya que se bolvían todos, enbió a mandar, que Juan Sierra pareciese ante él, i al Religioso i Betanços les diesen pasage i avío de todo lo necesario, guardándoles las inmunidades de Enbajadores. Juan Sierra dio su enbajada, i con amor de primo le oyó el Inga, onrándole con lugares i agasajos. Respondió, no poder él solo resolver cosa de tan superior inportancia, ya por no estar coronado, i ya por ser caso cuyas materias se disponían por la junta de sus Caziques, i se determinavan por la resolución de sus Capitanes. Negoció con el primo, que oyesen a los Enbajadores del Virrey, i se les diese con- venible respuesta a Juan Sierra el Inga, i a los otros dos el General i Capitanes. Respondieron, que aquél era caso que pedía madura consideración, tienpo para advertencias, i consulta de sus oráculos i adivinos para la resolución, que en el espacio que esto pedía, fuese Juan Sierra a Lima con algunos Capitanes de su egército, i allí determinase el Virrey las rentas i partidos que le avía de dar, i que en su nonbre le diese esta enbajada. Que estimava la amistad que le, ofrecía, i no se escusava dar la obediencia al gran Rey de España, pues la fortuna i el cielo le deseredavan; pero atendiendo a que él era Rey natural desta Monarquía, i sucesor legítimo destas riquezas, le señalase renta conveniente a su autoridad, i pueblos, tierras i vasallos a su dominio, que siendo suficiente, él daría la obediencia por no ver la sangre de sus vasallos vertida en guerras, i por verlos en quietud renunciaría sus derechos. Mientras Juan Sierra llega a

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Lima, i el Padre Fray Melchor i Juan de Betanços sin aver visto al Inga buelven al Virrey, se pondere la cordura de un Indio quando la govierna una sangre Real, i desta prudencia que vimos colijan la de sus antepasados, a éstos como en su dominio magestuoso, i a éste como en su retiro violentado, i aprendan los Cristianos Reyes a querer más las vidas i quietud de sus vasallos, que lo inperioso i rico de sus Monarquías, pues no deven más a su anbición que a su naturaleza, ni tiene privilegios la codicia, para que con desafuero se excluya la conmiseración. Cristo era Rey, i se sugetó a Erodes i a Cayfás dejándose prender, porque no le lastimasen uno de los doze que le acudían a servir, que el estimar las vidas de sus súbditos, aun- que sea con quiebra de propria magestad, es razón de estado Divino, i grandeza de coraçón celestial. Llegaron los tres a Lima con los dos Capitanes del Inga, i dieron relación al Virrey de su legacía, i aviéndolos ospedado con regalo i onra, determinó con acuerdo de Arçobispo i Audiencia darle para sus gastos, sustento i ostentación diez i siete mil pesos de renta, para él i sus descendientes, con encomienda de los Indios de Francisco Ernández Girón, con el valle de Yucay, Indios del repartimiento de don Francisco Piçarro ijo del Marqués, Merced que oy goza la Marquesa de Oropesa deste linage i descendencia. Fue la merced con condición, que dentro de seys meses (que se contavan desde la data, que fue a cinco de Julio) saliese de los pueblos donde asistía. Llevó la provisión Juan Sierra; avía ya el Inga recebido la borla, alegrose con la paz, i disimuló la renta. Aunque Garcilaco dice, que en Lima sobre mesa se la dio el Arçobispo, (i fue así) i no llegó la renta a los diez i siete mil pesos, i la provisión que le llevó Juan Sierra, fue la del perdón, i mayores promesas que egecuciones. Contradecían sus Caziques la confederación, i sus Capitanes le aseguravan ir recobrando el Reyno, teniendo por mejor morir defendiendo la libertad, que tener quietud rindiéndose a sugeción, esperando guerras civiles entre Españoles, como asta entonces las experimentavan, donde a bueltas de los nuestros iziesen la vengança los suyos. Algunos días gastaron en varias consultas, i en contrarios acuerdos, i resolvieron día de nuestra Señora de Setienbre del año de cincuenta í siete, que se iziese sacrificio según su costunbre Gentílica al gran Dios invisible Pachacamac, al Sol, a la tierra, i a las guacas de los Idolos mayores; mandose ayunar, i que no se iziese fuego mientras durava la pregunta, i se dava la respuesta del oráculo. Subió el Inga aconpañado de sus Capitanes, llevando delante sus agoreros i Sacerdotes a una alta sierra donde se ízíeron las preguntas, i todos respondieron al Inga, que los Idolos respondían

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que saliesen a la concordia, porque les sería venturosa i bien afortunada; (aviendo sido muy contrarias a éstas las respuestas en otras ocasiones, en que se intentó lo mismo por otros Governadores) Dios estrechó a esto a los Demonios, pues a dejarlos, aconsejaran la contumacia, i no dieran lugar a que saliendo i sugetándose, dejasen su idolatría, que de tan viles instrumentos saca Dios a vezes medianeros para sus piadosos fines. Oído el oráculo i entendida la respuesta, bajaron del monte con festejo de tronpetas; i conociendo el Inga, que aún avía contradición entre los Capitanes, les dijo en alta voz: Bien veys cómo el cielo, la tierra, el Pachacamac i nuestras guacas nos aconsejan la salida, por tanto no me digays que de miedo, ni como pusilánime salgo, ni que mis mayores fueron valerosos en defenderse valerosamente de los Cristianos; porque si por esto fuese, bien sé que estando vosotros conmigo i en mi guarda, siendo tan valientes como soys, como me aveys defendido veynte años, i en este tiempo aveys echo entradas a vuestro salvo, que tanbién i mejor lo ariades aora, pues nunca tan fortalecidos estuvimos como aora, ni tan echos a la guerra. Enpero mirad la respuesta que de nuestros Dioses emos tenido, i quán justo es ir a ver a nuestros vezinos i amigos, i a pasear las tierras donde nacimos, cosa a que el deseo natural inclina; claro es que aquí yo soy señor de todo lo que puedo querer, pues me vienen a servir todos los Indios por sus mitas, de lo qual se les sigue gran trabajo. De mí tanbién teneys conocido, que soy mancebo belicoso, i de tanto ánimo como mis pasados; pero el Pachacamac i el Sol manda esto, i quiero salir a ser remedio de los de mi sangre, i anparo vuestro; por lo qual yo e de salir aunque supiese que iva a perder la vida; los que de- seays mi servicio, seguid mi resolución, i los que no, os quedad, que dentro de poco castigaré a los remisos, i vengaré vuestra inobediencia. Oyéndole todos se le umillaron, i a la partida i a su conpañía se le ofrecieron. Ocho días duró el festín i borracheras del asiento i confederación común; i a siete de Otubre salió el Inga con trecientos Indios, i todos los principales Capitanes, dejando su asiento como antes estava, i con la misma guarnición que tenía llegó al pueblo de Andaguaylas, de donde enbió a Juan Sierra con enbajada al Virrey, i entró el Inga en la ciudad de Lima a cinco de Enero de 1558, con las conpañías de sus Capitanes i gente en unas andas que en onbros llevavan sus nobles. Fue a besar las manos al Virrey, que con los Oidores le aguardava en Palacio. Recibiole con agasajos, sentole a su lado, i en las cortesías con que le recibieron, i pláticas de que parlaron algo en Castellano, i lo más por intérprete, le juzgaron Virrey i Audiencia por cuerdo, prudente i de asentado juizio,

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i que mostrava bien ser decendiente de aquellos señores Ingas, que tan legisladores fueron para lo político, tan ostentativos para la magestad, i tan severos para el respeto. Dio la obediencia a nuestro Rey; dos días después le conbidó el Arçobispo don Fray Gerónimo de Loaysa a comer en su casa, i fue orden del Virrey i Audiencia, para que sobremesa le diese la cédula de merced el Arçobispo. Alçados los manteles, trujo el Maestresala en una gran fuente dorada la cédula del Virrey aguardando sus albricias. Oyola con autoridad el Inga, pidió se la declarasen, i entendida, sin ablar ni atender a otro, tomó la sobremesa que tenía delante, que era de terciopelo, i estava guarnecida con un fleco de seda, i arrancando una ebra de fleco con ella dijo al Arcobispo: Todo este paño i su guarnicion era mío, i aora me dan este pelito para mi sustento, i de toda mi casa. Calló, i aziendo cortesía se levantó dejando admirados al Arçobispo i conbidados, tanto de la conparación, como de la gravedad, alabando la prudencia con que disimuló el sentimiento. Después de festejado en Lima, se bolvió amigable, contento, i satisfecho a la ciudad del Cuzco. Aviendo resistido el ser bautizado, quedándose Gentil en la Religión, i conservando el ser idólatra por ley de autoridad, prueva cierta que dio la obediencia a nuestro Rey, forçado de la vexación i de la comodidad, pues negó la obediencia a su verdadero Dios, porque le dejaron la Fe a su voluntad; si no es que dieron Virrey i Audiencia traças para que obedeciese, i trabajaron poco en dar medios para que se bautizase. Tiene pocos ministros la caridad, quando sobran zelosos en las materias de estado; esto sí, porque atienden a sus proprios aumentos alegando servicios; aquéllo no, porque el provecho es ageno, i la causa de Dios, i así se desvanecen sus pretensiones, quando más aseguran sus mejoras; si no es que digamos, que la conversión deste Inga la guardava Dios para nuevo mérito de mi Religioso, i que el primer Inga, bautizado desde que Dios crió esta Monarquía, se lo deviese la Iglesia a mi Religión. Sucedió pues, que festejado por los caminos, i celebrado de las Provincias, llegó al Cuzco, donde aposentado en las casas de su tía doña Beatriz, le vinieron a besar la mano todos los Caziques de lo más del Reyno, desde los Chiriguanaes i Charcas, distancias de docientas leguas de largo, í más de ciento i veynte de ancho, prueva de lo que esta gente quiso i obedeció a sus Reyes, pues desposeído le obedecen, i caído le regalan, milagros de la fidelidad, i repréensión de la ingratitud. Entreteníase en sus pueblos, o en festines, o en aquellos valles que tienen deleytosos baños, florestas i entretenimientos. Valor grande, disimular la pena guando no tiene remedio, i es cordura (quando uno descaece de su primacía) tener

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por dicha lo menos penoso, i consolarse con que pudiera aver venido a peor estado; que como dijo el Filósofo, la mayor desdicha no es ser del todo desdichado, sino aver sido venturoso; que el cotejar infelicidades presentes con prosperidades pasadas, es tener en la memoria burro que atormenta sienpre, siendo cordeles las penas que se pasan, i verdugos los gozos que pasaron; para méritos alegava estos trueques Job, Rey en la tierra de Hus, i luego llagado, perseguido, i pobre en un muladar; i para desesperación repetida estos altibajos de fortuna (que no eran sino castigos del cielo) el sobervio Antioco Rey de Egipto, i tirano de Siria, i después teatro de miserias, ospital de dolores, i tan del todo asqueroso, que él mesmo no se podía sufrir; i los cotejos que azía de su felicidad i de su desdicha, eran su tormento mayor. Congojávale poco al Inga su salvación, i tirávale menos nuestra Fe. Trataron Virrey, i zelosos de su ánima, de su conversión, i escogieron para disponerla al Padre Fray Juan de Bivero, que fue a fundar la casa del Cuzco el año de mil i quinientos i cincuenta i ocho, gran Teólogo, excelente predicador, i que en materias grandes tenía cordura i saçonada prudencia, para interponer los más convenientes medios, i todas sus partes se real- çavan con sus conocidas virtudes. Pidiole el Marqués don Andrés Urtado de Mendoça para esta fación tan deseada del Perú, por ver uno de sus naturales Reyes agregado al gremio de nuestra Iglesia santa, i ganado con el bautismo a la Fe Católica. Salió de Lima i fue al Cuzco, i a los pueblos del Inga el buen Religioso, fiando más en las misericordias de Dios, a quien con oraciones, penitencias i Misas pedía el buen efecto, que en los arbitrios, medios i diligencias que le advertían los que le davan consejos; dijo al Inga el fin a que le enbiavan Virrey, Arçobispo i Audiencias, estimó el Inga la prevención del Virrey, i más quando se informó de la persona, letras i virtudes del Ministro, caminando tantas leguas para sólo su bautismo i redución, que a dar más autoridad a la cosa, se ordenó el enbiarle desde Lima al Cuzco; pues a no ser éste el fin, pareciera escusado aviendo tantos Religiosos de todas Ordenes en aquella ciudad. Pero el saber se autoriza un intento destos, con enbiar ministro particular dedicado al propósito, dispuso la persona i el viage. Quánto estimó el eunuco Potentado de la Reyna de Etiopía Candace, el venir caminos, i por el ayre san Felipe a darle el bautismo, con aver otros más cerca que lo pudieran bautizar, que se ajusta Dios tanto con nuestra miseria, para nuestro provecho, que nos aze aplausos, i nos quiere obligar con ostentaciones; porque el particularizarse, sea para que reconociéndonos más obligados, le sirvamos como más agradecidos; i si a san Felipe le dice de parte de Dios el Angel, que vaya en busca

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de aquel Potentado a la parte Meridional, a la misma le enbía Dios al Padre Fray Juan; i si allá en busca de un negro Potentado, acá de un Indio Enperador. Trató el Inga al Padre Fray Juan, i fuele cobrando amor i respeto, con la comunicación i la asistencia, i mucho más viéndole sin codicia umana, i con tan gran modestia, que a no ser esto natural, lo conociera el Inga como otras vezes conoció, descontentándole el ver en los Eclesiásticos ansia por saber de tesoros, i verlo bautizado por grangear su amistad, suspendió sus fiestas, i trató de su salvación. Catequizose quedando suficientemente instruido en los artículos de nuestra santa Fe, i bien deseoso ya del santo bautismo, porque fue de claro ingenio, i tuvo adornada la prudencia con grande capacidad; i aunque todo lo obró Dios, principio i fin de lo bueno, i dispensador de su gracia, mucho izo el Padre Fray Juan, no tanto en instruirle en la Fe, como en morigerarle las costunbres; pues estando usados a casarse o tener veynte, treynta, o cincuenta mugeres, lo redujo al matrimonio de una, que fue Cusi Huarcay de toda ermosura, ija del Rey Guáscar, como dice el Palentino, o nieta como prueva Garcilaso; ésta también se redujo a nuestra santa Fe, i fue condicípula del Rey su marido en la dotrina i ley. A los dos juntos bautizó nuestro Fray Juan en fin del año de mil i quinientos i cincuenta i ocho. Glorificado sea Dios, que de tantos Reyes i Reynas de este Inperio, quiso por primicias los frutos últimos; i aviendo echo la vendimia (en quinientos años de Agostos, que duraron Reyes) el Demonio; se contentó Dios con estos dos solos razimos, siendo suyo el terruño, la viña i los peones. Quiso llamarse Don Diego Sayri Túpac, porque de sus padres i Capitanes, como dice Garcilaso, supo las maravillas, que el glorioso Apóstol Santiago izo en aquella ciudad, en ayuda, favor i defensa de los Españoles, quando el Inga su padre los tuvo cercados, queriendo ya por patrón al que antes fue su castigo, persuadido a que el aver sido su castigo lo ordenó el cielo, para que fuese después su divino patrón. Izo la República del Cuzco solenes fiestas i grandes regozijos por su bautismo, jugaron cañas los nobles con libreas ricas, toros, i otros regozijos los plebeyos, i sin número de vanquetes i danças los Indios. Más cierto estoy de las fiestas que se izieron en la gloria, pues no por un pecador convertido, sino por dos, se dobló el gozo de los Angeles, i el alegría i regozijo de los Santos. A Dios dieron las gracias el Virrey, i principales del Reyno, i a mi frayle Fray Juan de Bivero las alabansas de tan piadoso echo, i de tan Cristiana vitoria. Pensose que ya con esta paz estava sin recelos la quietud, i sosegada la tierra; pero como los ánimos alterados viven de la

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inquietud, se fue secretamente agavillando cantidad de quejosos, a que se llegava multitud de perdidos, más traydores por costunbre que por ocasión; decíase (i fue cierto el fundamento) que era general la malicia, i que entre la gente suelta de todo el Reyno estava paliado el tósigo; los nobles i leales del Cuzco olían el daño, i deseavan el remedio, i aunque todos los del Reyno estavan temerosos de que el Virrey no los echase a España, como izo, con otros ya perdonados (a quien el Rey bolvió) huían de los sospechosos, i eran leales. No descubrían quién fuese la cabeça del alcamiento, porque lo traçavan traydores experimentados en otras rebeliones, i como diestros en los peligros pasados, disponían el echo, como se asegurase su intento, i no se descubriese el delito. Oy desvelavan lo que ayer urdían, maliciávase en los mestizos líos de Conquistadores, creyendo tenían secretas coligaciones con los Indios revelados, o fugitivos, recelo que duró asta que los desterró don Francisco de Toledo del Perú; los que recelavan el dañó, estavan atentos a no ser cónplices, ni a que les notasen de parciales, viviendo entre dos temores, o del furor de los que se alçasen, o de las resoluciones aceleradas del Marqués, que sin culpa nueva se egecutavan. Tuvo avisos el Virrey deste enbrión que por oras crecía, i que de quererlo desazer (antes que naciese) con golpe de justicia se prometía mayor daño, i de no atajarle cundiría la peste, i podría ser inficionase a la parte sana el contagio. El Marqués estudiava el medio más conveniente, i deseava escoger el más provechoso, ya era el más afable en la condición que avía sido en su primero i segundo año de govierno, porque vido bolver con premios, a los que él desterró por conveniencias a España; sabía que ya se tratava de enbiar sucesor, befa que le tenía sentídisimo, pues antes de año i medio de su venida se platicava, i fue nonbradó por Virrey don Diego de Acevedo, de quien decienden los Condes de Fuentes, i murió al tienpo de su viage. Vino el Conde de Nieva don Diego de Cúñiga i Velasco, a quien proveyeron el año de mil i quinientos i cincuenta i nueve, quejosos indignaron a su Magestad, i la muerte del General Martín de Robles les deshizo el crédito, i su ijo Alvaro de Torres que fue a España, le quitó el govierno. Estos desayres le tenían al Virrey tímido, conocíanselo en el Reyno los alterados, i siendo poco el miedo del castigo, era mucho el aliento para la traición; que acciones coléricas quando inportara medianía, son tan perjudiciales como manifestar desaliento, quando el riesgo pide corage. Valiéronse los vezinos de la ciudad, i los nobles de la República del Padre Fray Juan de Bivero; i el Virrey le solicitó con ruegos, para que con su prudencia descubriese el principal fomentador, i con su virtuosa i prudente cordura, remediase el daño

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que amenaçava. El docto Padre, valiéndose de Dios (con quien tratava sienpre sus acciones) se dio tan buena maña que descubrió el motín, i conoció la cabeça, alcançó las prevenciones, i supo de los coligados, mareava las velas debajo de la escotilla, obrando con sumo secreto, i disponiendo la cosa para sin lastimar conseguir el fruto, que en tienpo destas borrascas i tormentas, los gritos aumentan la confusión, i el ruido confunde los acuerdos; aconsejó al Virrey lo que pedía i requería la materia, declaró las cabeças, i particularizó los cónplices, aconsejando que allí convenían destierros con oficios de onra, i azer de ladrones fieles, con agasajos i caricias de amor. Obró el Virrey como le advirtió el prudente Religioso, i en breves semanas se desbarató el motín, se sosegó la tierra, i no se lastimó a la onra; poco después que el Virrey avía avisado a su Magestad del daño que se temía, i con más miedos i ponderaciones le avisavan los vezinos; supo nuestro Rey Filipo Segundo, cómo se avía sosegado el Reyno, i conseguido la quietud común por la prudencia i sagacidad del Padre Fray Juan de Bivero, supo sus fundamentadas virtudes, sus grandes letras, nobleça de sangre, i lealtad de vasallo; i escriviole una amorosísima carta, en que se dava por muy bien servido, prometiéndole la gratificación, i obligando su palabra a la paga; mandó al Consejo de Indias, que la primera Iglesia del Perú que vacase, la diesen a este gran varón. Luego diremos el efecto, i aora sepamos que no tiene premio el mundo que enparege al mérito de aver servido a Dios, i a su Rey en dos tan relevantes servicios, siendo causa de muchos bienes a los leales, i de estorvar grandes daños a los culpados, siendo la paz del Perú, i el estribo de la Corona Real. Estos dos memorables servicios izo a las dos Magestades este ijo de san Augustín, que como el otro pudo poner por divisa en sus armas (aviendo pacificado al Enperador de Romanos, i al Rey de Polonia) un onbre entre el Enperador y el Rey, que a éste le ponía una corona, i por letra, ut regnet, para que reyne, i al Enperador la tenía no se le cayese, ut imperet, para que no descaezca su Inperio. Así se deve pintar nuestro Padre Fray Juan, entre nuestro Rey Filipo i el Rey Inga, a éste bautizándolo, que fue ponerle celestial corona, para que reynase en Reyno mejor que éste, i a Filipo desaziendo el alçamiento, para que no descaeciese su Inperio; pero yo le pintara con otras dos que a él le ponían del cielo, dándole en premio las dos coronas en que ganó los méritos; i porque se vea que otras merecían sus virtudes, i se podía decir del, lo que del misterioso Cavallero dijo san Juan, muchas coronas en una cabeça; veamos en breve sus virtudes proprias.

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CAPÍTULO XXX

DE LA ILUSTRE VIDA, GRAN TALENTO I LETRAS DEL PADRE FRAY JUAN DE BIVERO, OBISPO QUE FUE ELECTO

DE CARTAGENA I DE CHUQUISACA; I LO QUE A DIOS SIRVIO EN LA VISITA GENERAL DEL PERU, ACOMPAÑANDO

AL VIRREY DON FRANCISCO DE TOLEDO, POR CUYO PARECER SE IZIERON LAS ORDENANCAS, QUE OY

SON LEYES MUNICIPALES EN CADA COMARCA, PUEBLO O PROVINCIA

Era el Padre fray Juan de Bivero de linage noble, Cavallero de Valladolid, aunque otros afirman era natural de Palencia, su casa era originaria en Olmedo. Esta casa, i renonbre de Bivero, es decendiente del Conde Don Rodrigo de Romaes señor de Monteroso en el Reyno de Galicia, que casó con la Infanta de Inglaterra doña Milia, este don Rodrigo fue nieto del Rey don Fruela de León, principios desta casa de Bivero, como dicen el Conde don Pedro, Martín López de Leçana i Argote de Molina. Su nobleza era de las mejores de Castilla, i el lustre de su casa de los antiguos de España. Es en los Religiosos la nobleza aforro de tela rica, que si no desvanece al dueño, autoriza al ábito, i sirve de realces a la virtud, i ésta aze oficios de sobrepuestos a la idalguía. Tomó el óbito en la casa de Salamanca (seminario de Santos, i prodigio de letras) i en ella fue perfeto Frayle, i superior estudiante, creció en ambas coronas, fue docto en todas letras, i profundo en todas Teologías, la Escolástica supo con agudeza, la positiva con profundidad, la moral con inteligencia de los derechos, i la mística con experiencias de espíritu. La opinión de su púlpito, fue con aprobación general, porque demás de ser eficaz en lo que persuadía, i docto en la Escritura que explicava, sienpre atendía a la mejora de las costunbres, i a la enmienda de los vicios, i era fructuoso su trabajo, porque eran sabidas sus virtudes. Los provechos que izo en las ánimas publicavan los interesados, i le ivan a oír los deseos, que nunca buelve sin azer lance el ançuelo de la palabra de Dios, quando el pescador Evangélico atiende a sólo el provecho de los oyentes, dando el cebo con espíritu no con vanidad. Tenía gravedad con Religiosa modestia, discreción con palabras conpuestas, i persuasión con agasajos umildes. La dificultad que él no facilitava, pocos le allavan comienco. Era Angel de paz concertando voluntades, i gran protector de pobres, con defensas, con onras, i con socorros. Pasó, (como digimos) en la segunda barcada año de mil i quinientos i

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cinquenta i siete, entre el número de aquellos once, estimando en más grangear con su talento en la mercancía desta conversión de infieles, que mostrarle a los ojos del Rey, i de los Consejos; porque allí la medra más linpia, es peligrosa, i en grangeria de ánimas, la usura es Evangélica, i el logro es meritorio, o quiçá huyendo de aquéllos, endulçó las ganas para venir a Indios. Ofreciose a esta predicación con zelosos afectos del bien destos ignorantes, quando le miravan con ojos de mandar su Provincia, admirándose muchos de su resolución, aunque los cuerdos que le manejavan, no desconocían semejantes fervores de caridad. Fue por Fundador i primer Prelado del Cuzco, i fundó el Convento el año de cincuenta i nueve, donde grangeó las voluntades, no tanto con sus agasajos, como con sus virtudes. Fue estremado en la penitencia con rigores de ayunos, cilicios ásperos i continuos, diciplinas largas i sangrientas, negándose el regalo, i dándose a la mortificación. En una dexó, no sólo egenplo a los Religiosos, sino admiración en quantos la ponderavan, o la oían, pues casi toda la noche velava sin dormir, urtándole poco a poco a la naturaleza la pensión del sueño, tan nacida de un vientre con nuestra miseria. Fuese abituando a esto, i sugetó esta pasión con grande trabajo en los principios, i con provechosos estudios en los años corrientes; a qualquiera ora de la noche le allavan velando, i así no se sabía a qué ora estava durmiendo, i era lenguage común que nunca dormía. Alábese David, que se levantava a media noche a dar alabanças a Dios, que a esa ora todos los Frayles se levantan, i alabemos a este vigilante Religioso que pasava toda la noche en oración como su Maestro Cristo, materia que oy en raros Dicípulos, i de Cristo encarece san Lucas, que onrava toda la noche; i sino, véanle una vez que se subió a orar toda la noche a un monte, que con cuydado reparó san Mateo que Cristo se fue solo; i con donayre santo esplicó san Gerónimo, que si entonces aconpañaran a Cristo san Pedro, Santiago i san Juan, quiçá subieran, porque avían visto en otra ocasión la gloria en el monte, i no le dejaran ir solo. De manera, que la devoción de orar, la carga sobre el interés, i no sobre la voluntad, porque en el guerto Cristo vela si ellos dormían. Este enemigo de la contenplación (pues el dormir es un ladrón de los discursos del entendimiento) estuvo en el Padre fray Juan tan desterrado de su cuerpo, que tenía por pesadunbre el sueño más breve que los muy virtuosos admiten por reparo; lo más de la noche gastava en la oración, meditando misterios, contenplando misericordias, i encendiéndose en amores divinos, quáles i quántos regalos tendría en la oración (que él callava por umildad, aliento de la

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virtud, i verdugo de la vanagloria) colíjase de tantas oras como gastava en ella, i de la magnificencia de Dios, que a menos ratos suele dar celestiales consuelos, i a menor oración suaves regalos. Corríjanse los dormilones, que gastan en sueño la vida remedo de la muerte, regalo de las bestias, i paréntesis de la vida; no encarcelen al entendimiento, que se ensalça en las vigilias, i se enmoece en el sueño. El Demonio alla a su salvo las fantasías del que duerme, i no a menester trabajar mucho con los dormilones. Entre otros dones que nuestro Señor se sirvió de darle, fue el don de consejo. Era tan singular en éste, que más parecían iluminaciones del cielo que prudencias de onbre. I si la esperiencia provara el talento (así en materias de Religión, como en ordenanças políticas, i materias de estado) los dos echos en el Cuzco (que ya digimos) bastaran a no aver otros de iguales tamaños. En el Capítulo Provincial que se celebró en Lima el año de mil i quinientos i sesenta, después que vino de España, fue elegido en Difinidor desta Provincia, i Suprior de Lima, que no desdeñó su umildad este oficio inferior al lado del otro más grave, i de las conveniencias que cada difinición tiene, se conoce la conpreensión con que cada una se izo. Valiose el Padre Provincial (que lo fue el siervo de Dios fray Andrés de santa María) de su consejo, acertó en los dictámenes, sirvió a Dios, i fue provechosa la egecución. Fue el trienio de los más pacíficos, i bien governados que a tenido esta Provincia, i en que más convino acuerdo i prudencia, por averse ofrecido materias que su gravedad pedía sagacidad, resolución i cordura, como fundar el primer Convento de Monjas en este Perú, i el dejar nuestra obediencia estas ilustres Monjas de la Encarnación, i dársele al Arçobispo, en que fue loable el brío, i se satisfizo a la reputación, como en su lugar se vido ya, i el aver fundádose casas en ciudades del Perú, en que inportó actividad, i Religiosa dis- posición. Quando el año de mil i quinientos i sesenta fue Suprior de Lima, siendo tanbién Difinidor, agradó tanto su govierno con esplendores de virtud, que en el Capítulo adelante (que tanbién se celebró en Lima el año de sesenta i tres) le izieron Prior deste Convento, cabeça deste Reyno, en que descubrió la excelencia de su capacidad, aumentó letras, estrechó sus penitencias, curava con regalo a los enfermos, alentava los virtuosos, enmendava los remisos, i establecía la observancia. Mostró su govierno no sólo en las cosas Conventuales, sino en consultas i consejos, de que se valió el Conde de Nieva Virrey, i en prevenir remedios para los acidentes que se pudieron temer de su muerte acelerada, en que tuvo la culpa el

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mesmo Virrey, i se dio la pena que egecutó la muerte con lástima general. Bien se conoce la mortificación deste buen frayle, en que siendo Difinidor era Suprior; éste es oficio que maneja oficinas inferiores; i aquél dignidad que sólo da forma a leyes, i disposición al govierno, elige Prelados, i asiste a los consejos, i nunca se vido él más a su gusto, que quando era su ocupación del Palacio a la cozina. Antes de calificar con la mayor prueva su gran consejo (que será presto) es bien alabar sus finezas de buen Prelado; era tan continuo en el coro de día i de noche, como si no le ocuparan en su Palacio Virreyes, Audiencia i Arçobispo, i a éstos dava satisfación sin faltar a la que pedía su Prelacía; (que ay muchos, o se contaran muy pocos, que no se enbararasen con qualquier ocupación secular, i esa les divierta de los actos legítimos devidos a su oficio) saboreada la Provincia con su govierno, le bolvieron a elegir en el Capítulo del año de sesenta i seys en Difinidor, en conpañía del Padre Fray Francisco del Corral, i juntamente le izieron Fundador i Prior del Convento del Cuzco, (como ya está dicho) Visitador de las casas de su distrito, i lo bolvíeron a reelegir por los grandes aumentos que tuvo aquella casa de opinión, virtud, i edificios, asta el año de setenta i uno, que vino al Capítulo Provincial, i fue con el Virrey a visitar el Reyno. Tuvo las partes de buen Consejero, virtud, verdad, entereza sin codicia, i anbición sin parcialidad; apreendía con facilidad el echo, conpreendía las conveniencias i los inconvenientes de la cosa, i resolvía constan- te, atendiendo al servicio de Dios, al bien común, i al servicio del Rey, como aora se verá. Vino por Virrey a este nuevo mundo el gran Governador don Francisco de Toledo el año de mil i quinientos i sesenta i nueve; i conociendo el Rey Filipo Segundo su gallarda capacidad, prudente govierno, inteligencia de materias i letras umanas, le fió el dar forma a todas las cosas del Perú, así Eclesiásticas como seculares; a que asentase su patronazgo Real, i diese orden en dotrinas, oficios, salarios i Tribunales. Trujo el de la santa Inquisición, i el discrimen a que fundase la universidad, i las casas de moneda; que iziese ordenanças para los precios, juridiciones, estilos i govierno común; que diese leyes así a los Indios como a los Españoles, de lo que se avía de guardar en minas, obrages, tierras, servicios personales, chacaneos, mitas, caminos, tasas, tributos i otro sin número de materias diferentes; a que iziese las reduciones de los Indios a menos poblaciones, i a más política. A dar orden a las dotrinas, predicación, sínodos, presentaciones, i en los favores i obligaciones de los encomenderos señores feudatarios; a que fundase

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universidades, Colegios, Ospitales, i señalase proprios para ilustrar este Reyno, i perpetuar las letras, la caridad, el culto divino, i los menesteres de cada Provincia, ciudad o pueblo. Viendo este Virrey tan gran número de materias todas sin forma entonces en el Perú, i con diversidad de naturalezas, i que lo que pareciera justo en esta Provincia fuera rigor en otra, i lo conveniente a Indios aquí, era agravio a los Españoles, i en otro país se encontravan las conveniencias, tanteando el peso, i reconociendo la dificultad, alló mayor la carga que el esfuerço, i buscando ayuda escogió (como quien avía examinado los talentos del Reyno) a los Padres Fray Juan de Bivero i Fray Francisco del Corral, a éste para la visita general, i al otro- para su consejero, con quien estava resolviendo los puntos, i aziéndose capaz en las materias, ajustándose en todo la conciencia; i el que nonbró para esto el Rey, fue al Padre Fray Augustín de Coruña, como veremos presto. Del Padre Fray Francisco del Corral i su visita del Perú en nonbre de su Magestad, i con anplios poderes del Virrey, sin juridición en causas criminales en las Provincias por donde el Virrey no anduvo, diremos quando del se able, donde tan provechosos servicios izo a Dios, a nuestro Rey, i a este Perú, fiando de su verdad la conciencia, i la justicia de todos. Mandoles acudir a esta ocupación la obediencia en el Capítulo Provincial, que en Lima se celebró el año de mil i quinientos i setenta i uno, siendo una de sus actas este mandato; que a no intervenir tan valiente precepto, no se rindieran a oficios en que conocían estar iguales la autoridad i el peligro, i los que sólo deseavan servir a Dios sin ocupaciones de anbición, sin riesgos de codicia, i sin estorvos de la quietud, no admitieran destierros de su celda, viage tan largo, ocasión de distraimientos; ni apetecieran manejar negocios, en que sienpre ay confusión de interesados, pleytos de quejosos, i un sin fin de tropieços para la conciencia. Obligoles la obediencia, mirando más el servicio de Dios i al de nuestro Rey, que a la gran onra que el ábito interesava. Ellos se rindieron, i Dios izo la fiança de favorecer su obediencia, i que ganasen méritos (donde otros mundanos acaudalaran culpas) como sucedió. Avía traído orden el Virrey don Francisco de Toledo, que determinase la resolución de sus ordenancças, con el santo varón fray Augustín de Coruña que enbió por Obispo a Popayán, porque asegurava de las experiencias grandes que en materias i condiciones de Indios tenía de Mégico este Apostólico frayle, i de su santidad, que sus milagros azía memorable, el deseado acierto del asiento común desta Monarquía. Salió el Virrey a la visita_general, i en la ciudad del Cuzco se allaron

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juntos, de donde se fue dando principio a tan superiores acuerdos; lo que en el Cuzco izó nuestro fray Augustín de la Coruña, dirá su vida. Degemos visitando el Reyno al gran varón Fray Francisco del Corral, que yo le traeré presto, i sepamos, que aconpañando el Padre Fray Juan de Bivero al Virrey don Francisco de Toledo, manejó desde Lima asta Potosí quantos Indios i Españoles contienen trecientas i más leguas, i de allí asta los Indios Chiraguanaes (confinantes de los Chilenos) donde quizo azer conquista i estender la Corona, de donde salió el Virrey menoscabado su egército, desecho de los fríos, i retirado de las anbres; con que desde que salió de Lima i bolvió a ella trujo andadas ya por caminos Reales, ya por atravesías más de mil i quinientas leguas, i examinó más de dos mil diferentes materias, resueltos los proes i contras, puestas cada una en la balança de justicia, i bien común, sin dañar la conciencia, ni dejar contrapesos al escrúpulo. Fueron aziendo las (que tan nombradas son el Perú) ordenanças, que llaman de don Francisco de Toledo, i aguardaron para acabarlas, que bolviese de la visita general el Padre Fray Francisco del Corral, que fiando de su virtud, i de la inteligencia que traía de la tierra, informó lo conveniente, i dio en cada cosa su parecer i el arbitrio más prudencial, i se decretaron todas las ordenancas; que vistas por los Reyes, escarmenadas por los Consejos, i platicadas con onbres de letras i experiencias, las an echo los Reyes Católicos leyes municipales deste nuevo mundo, i que sean aranceles de todas las justicias, Virreyes, Audiencias, Corregidores, Ministros, Indios i Españoles desta Monarquía, i así se leen cada año en todas las Audiencias deste Reyno el primer día después del punto de la Pascua. Fueron leyes tan prudenciales, que muchos que oy las egecutan las llaman profecías, porque atendieron al estado que entonces tenía la tierra en riqueza, copia de Indios i falta de algunas cosas necesarias, i al que avía de tener corriendo los tiempos, faltando lo que entonces sobrava, i sobrando aora lo que entonces faltava. Sólo Dios pudo darles tan gran conpreensión, i advertirles tan justificadas conveniencias, pagando el buen zelo con que trataron el bien común, i el anparo de los Indios, obra que está ya eternizada en el Perú, i se avrá pagado con la eternidad en la gloria. Este bien deve el Perú a la Orden de san Augustín, i está obligado a pagarle con alabanças este censo, impuesto en todos los provechos de los que le abitaren, sólo nos contentaremos con que los réditos sean en gratitud. Otro bien general le izo esta sagrada Orden un año antes deste (que diremos después) avisando a su Magestad lo que en descargo de su conciencia devía azer en lo Eclesiástico, en los

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beneméritos i en los Indios, quando ablemos del bendito Padre i Maestro Fray Juan de san Pedro, de quien quiso fiar su Magestad todo el cargo i descargo de su conciencia, despachando cédula el año de cincuenta i nueve, en que lo mandó, que a la letra pondremos, que aunque venía al Padre Fray Andrés de santa María, de aprovado crédito con el Rey i su Consejo, era ya muerto, i satisfizo a todas sus preguntas, i al deseo de su Magestad el Padre Fray Juan de san Pedro. No se pase sin condignas alabanças, lo mucho que añadió a su crédito el gran Religioso Fray Juan de Bivero, con los realces de perfeción, que descubrió en caminos tan largos, donde el más ajustado se divierte en conpañía de potentados, donde la umildad peligra, la abstinencia se relaja entre gente de palacio, donde la modestia se distrae, i el silencio se desconpone; que es muy antiguo en los palacios, negar muchas vezes a Cristo, aún el Apóstol más amado, que el ayre de Palacio inficionó a san Pedro, bueno entró él, i allí le cogió la peste. I nótese, que en decir de si el Evangelista san Juan era muy conocido del Pontífice, i que continuava el palacio, i a pocas oras encargarle Cristo a su Madre, fue provar la santidad maciça de san Juan, como diciendo: Continuar palacios i no negar a Dios, cursar palacios, i conservar virtud, fue uno de los primeros méritos, para darle en custodia a la Madre de Dios. El Padre Fray Juan tuvo de Juan continuar palacios i conservar virtud, i finalmente comunicando varios estados de gentes, éstos pretensores, aquéllos quejosos, unos interesados i otros vengativos, llamando unos de quién informarse, i examinando otros de quién advertirse, donde el respeto se estraga, la conpostura altera, i la paciencia (quando se ven encuentros con la verdad) se irrita, i más quando pocos informan en justicia, i todos atienden a su defensa o a su comodidad. Este valiente Religioso a todas luzes, varón de çanjada virtud, de los peligros sacó méritos, i de la confusión quietud de espíritu descubriendo entre tanta beetría, más modestia, silencio, abstinencia i bondad. Sin faltar a las oras de su oración, ni olvidar los egercicios de su interior penitencia, que estas luces de la tierra encendidas con la gracia, se despavilan más, quando las tienen a la vista, i procuran lucir, donde el egenplo pueda más resplandecer. La opinión que sacó, fue de pobre sin codicia, i de varón Apostólico sin afecciones de mundo, egecutoria ganada con testigos pecheros, nobleza en boca de plebeyos; Abraán en Caldea, Lot en Sodoma, Job en tierra de Hus, i Elías entre vasallos de Jezabel. Acabado este trabajo, a quien los justos llaman enpleo, no quiso Dios que talento tan provechoso estuviese valdío en ocupaciones

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pequeñas, i quiso que senbrase en otras tierras i provincias, donde su arado no avía corrido, porque todo el Perú fuese viña deste obrero Apostólico, i así le izieron padre de familias para que condugese ministros, i fundase la Provincia de Quito. Estendiose esta misión más de setecientas leguas, pues desde Lima a Quito ay más de trecientas, i de allí a lo último del nuevo Reyno más de quatrocientas, con que desde santa Cruz de la Sierra, polo del Perú, asta el nuevo Reyno remate de estas Indias, pisó de polo a polo, andándolo a pasos, i midiéndolo a dedos. Avía mandado la Magestad de Filipo Segundo movido de su zelo Católico, i del amor i proteción que tenía a los Religiosos de san Augustín destos ocidentes, agradado de sus servicios, i deseoso de mayores aumentos, que a costa de sus cajas se enbiasen Religiosos nuestros a fundar aquellas provincias, i escogió todo el Capítulo Provincial (que en Lima se celebró el año de mil i quinientos i setenta i cinco) al incansable varón Fray Juan de Bivero, avían ido a fundar el año de mil i quinientos i setenta i tres los insignes varones fray Gabriel de Saona, i el Padre fray Luis Alvarez. Este llamado el Apóstol, i en su vida veremos aver sido Profeta, i varón de notable santidad; i el otro un cabal siervo de Dios (estos dos echaron los primeros cordeles al que después creció en dilatado edificio, i fue el primer Prior nuestro Padre fray Juan) desta fundación. Quánto trabajase este terno en establecer Provincia, edificar Conventos, ganar voluntades, i conponer recuentros, colíjalo con discurso el que no lo a manejado con esperiencias, i aga argumento de lo que se padece en edificar una casa, con proprios bienes, lo que se afanará en eregir i fundar toda una Provincia tan dilatada con sólo limosnas. En Quito, i en sus comarcas obró su predicación maravillosos efetos, encendiendo sus palabras a los oyentes, i edificando con sus obras las repúblicas, todos le ayudavan para sus fundaciones con dádivas, adornos i sustento; poco después fue a la propagación destas fun- daciones el santo varón i glorioso frayle, digno de dulce memoria el Padre Maestro fray Gabriel de Saona, de quien a su tienpo diremos virtudes, i sabremos maravillas. Sigámosle los pasos aora a este consumado varón fray Juan de Bivero, que quanto más se acercava a su muerte, más realcava sus virtudes, i aumentava los trabajos, que al modo de las co-. sas inanimadas acelerava más la actividad, quanto más cerca estava de su centro; el deste dichoso sabio era el cielo, traíalo entre las manos, teníalo a vista de ojos, conocía la brevedad de su vida, plática de que ablava muchos ratos disponiendo su muerte. Deseando la quietud para darse todo a la oración (porque los oficios

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aun en varones perfetos, si no dañan, estorvan) le sacó el zelo, i deseos de dar estado a la ija que acabava de engendrar que era la casa de Quito, i conoció que para criarla, que creciese, i ponerla en estado que se autorizase, era conveniente ir a España a traer copia de Religiosos que poblasen tan estendidas tierras, i ministros iguales a la necesidad i a la conversión de tantos, tanbién era inportante negociar con el Rey Filipo Segundo limosnas quantiosas para las fundaciones, i favores para defensas, quedava ya en Quito el todo Religioso i cabal Prelado el Maestro Fray Gabriel de Saona, que por los dos se pudo decir lo que digeron de Ercules, que entró aziendo las vezes de Atlante, pues cada uno tenía onbros para que se le cargase un mundo, i fortaleza por su virtud, para sustentarle, i parece que pedía tal Juan que le sustituyese tal Gabriel, pues no es nuevo en las cosas de Juan que bautiza, entrar Gabriel Arcángel, que a todos enseña. Fue a España el Padre fray Juan de Bivero a lo que inportava al aumento i onra de su Religión, i teníale ya Dios onra i aumento para su persona (que en el bastidor que uno aze para bordar palios a Dios, le borda Dios palios a él) alló que el prudente Rey Filipo le avía ya echo Obispo de Cartagena, i luego lo nonbró por Obispo de los Charcas, cuya metrópoli es Chuquisaca, o ciudad de la Plata, que entonces tenía ochenta mil pesos de renta, i aún aora después de averle sacado dos Obispados, vale más de cinquenta mil pesos su Arçobispado; onrolo sin éste con otros favores el prudente Rey, que tanto tenía de señor como mostrava de premiador i agradecido; enbió por las bulas su Magestad, i el virtuoso Obispo no picava allí, que el morir sin carga (tan pocas vezes bien llevada) era lo que le tenía cuydadoso, i bregando entre el no resistir a la voluntad de Dios (que lo avía echo Obispo, i no diligencias peligrosas) i entre el inpulso de no morir al lado de confusiones de báculo, mitra i rentas, que tantos pretenden, i como dijo san Crisóstomo, tan pocos se salvan, se fue a Toledo, donde le devió de pedir a Dios le diese sólo aquello que le convenía, i así le dio una provechosa enfermedad crisol de su vida, i cuna de su muerte; ésta izo quentas con sus méritos, i él la vino a alcançar en previlegios de los Justos, pues murió gozoso si vivió penitente; rico de virtudes si tan amigo fue de la pobreza, i al fin fue a cobrar los premios que el cielo da a los padres de pobres, i la paga de los que como él son umildes ijos de la obediencia. Su memoria (en la de todos los que lo trataron) es de santo, postres de tan felizes principios, i prendas de celestiales pagas. De nuestro virtuoso Obispo i egenplar varón, se puede decir lo que de aquel notable Angel del capítulo diez i nueve del Apocalipsi, que

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estava parado en medio del Sol, i dava voces llamando a todas las aves que buelan los ayres, convidándolas a cenar en la magnífica cena de Dios, í que comerían la carne de los Reyes, las de los Tribunos i Governadores, las de los Cavalleros i fuertes, las de los ijos i descendientes, i las de los criados, siervos, umildes, pequeños i grandes. Quien a leído la suma de leguas que nuestro Obispo anduvo por mares navegando, los del Océano, i mar pacífico deste Sur dos vezes de venida i buelta, i por tierra todo lo que se llama Perú, que en uno i otro camino ay quatro mil leguas, dirá que no le viene ajustado este misterioso Angel pues se estava parado, i nuestro Obispo jamás se paró; pero advierta, que si estava parado era en el Sol que tirando con movimiento continuo, da buelta al mundo, i en veyntiquatro oras pasea anbos emisferios, mares, tierras, i da luz a todos los astros, i así el Angel quando más parado más caminava, que es muy de Angeles santos mostrar descanso quando más trabajan, i tener sosiego en su espíritu, quando más caminan. Esto se vio en nuestro Obispo, que entonces descansava su quietud, quando por el servicio de Dios rodeava el mundo, i sienpre estava en el Sol, ya porque le puso Dios i la obediencia en puestos i oficios a vista de tan varios Reynos, i tan diversas naciones, ya porque alunbrava como Sol a buenos i a malos su predicación i vida, i ya porque sienpre siguió unos mismos pasos, claros sin obscuridad, i continuos sin tropieço. Su oficio i su intención fue llamar, no estas aves que avían de comerse castigando desde los Reyes asta los umildes, sino a los ministros Evangélicos, capitaneándolos él como Angel de paz, para que convirtiesen a los Reyes i los bautizasen, i desde los grandes asta los umildes Indios los redugesen; que este modo de comer enseñó Cristo a san Pedro, quando en la sábana le puso mesa de inmundas savandijas al tienpo que le iva a buscar Cornelio; i diversas aves que llamavan los Após- toles; que el plato sabroso de los justos, es la conversión i enmienda de los malos. Vean a nuestro Obispo Fray Juan de Bivero, convirtiendo Reyes Ingas i bautizándolos, ganando Caziques, i dándoselos a Dios de barato, disponiendo leyes para la conversión i anparo de los pequeños, i dando a la Religión ijos a quien dio el ábito, i enseñó sus costunbres; i dirase, que en todo fue Angel, que andava en el Sol, dando luz de dotrina, i egenplo de vida a los demás astros, luminares i estrellas, así de lo secular como de lo Eclesiástico, i sería luz por ser predicador Evangélico, fue Sol, por aver sido Obispo, oficio Apostólico. Con mejor título que Alejandro pudo decir lo que del refiere Quinto Curcio: digéronle al gran Alejandro que le estavan aguardando en

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Babilonia muchos Reyes de las Provincias de Asia para contribuirle dádivas, i festejarle con onras; sus Astrólogos le advirtieron que no fuese a Babilonia, porque allí avía de morir; i respondió: tal muerte como aquesa, i en tienpo tal, es la que yo devo apetecer. Díjolo Alejandro, porque le pareció mayor magestad morir en presencia de los Reyes, que le esperavan con onras, i le prevenían dádivas, que (conquistando Reynos i quitando vidas) oprimir voluntades. Pero nuestro Obispo con más noble esperança pudo decir que moría gozoso, i era apetecible la muerte en ocasión donde le onravan Reyes, i en aquel tienpo quando le davan mitras, tienpo para los siervos de Dios peligroso si viven, i dichoso si mueren, dan cuentas de su ánima sola, i sin los riesgos de darlas por los súbditos, mueren onrados, i escusan escrúpulos. Morir entonces nuestro bendito Obispo, fue lo que apetecía su virtud, i lo que el cielo ordenó para su seguridad. Pues ya dejamos dichas las acciones de mayor inportancia, intentadas i conseguidas por nuestros Religiosos desde el año de cinquenta i siete, asta el de sesenta, continuaré los Capítulos Provinciales que son las colunas en que estrivan todos los anales desta Provincia, i serán las visagras que unen i atan los tienpos i las acciones.

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CAPÍTULO XXXI

COMO SE IZO EL QUARTO CAPITULO PROVINCIAL: SUS ELECCIONES I ACTAS, I LOS CONVENTOS QUE SE

FUNDARON, EN PUEBLOS DE ESPAÑOLES Acabó sus tres años de Provincial el venerable Padre Maestro fray Juan de san Pedro, i convocó a Capítulo para el Convento de Lima; i celebrose el año de mil i quinientos i sesenta, a once de Mayo, Sábado antes de la quarta Domínica después de la Pascua de Resurreción. Presidió el Padre Fray Andrés de Santa María Difinidor más antiguo del Capítulo antecedente, con las vezes del Reverendísimo General que lo era el Maestro fray Cristóval Patavino, que fue electo en Bononia por renunciación del Maestro fray Gerónimo Seripando, que fue Arçobispo i Cardenal Legado, i Presidente en el Concilio de Trento; bolvieron a elegir al Maestro Patavino en Arimino el año de cinquenta i cinco, a veynte i ocho de Mayo que se izo Capítulo General; i continuó su oficio eligiéndole en Venecia el año de mil i quinientos i cinquenta i nueve a trece de Mayo, en el año quinto del Pontífice Paulo Quarto. Fue electo en Provincial deste Perú el virtuoso Padre Fray Andrés de santa María, i en Difinidores los Padres Fray Gerónimo Meléndez, Fray Pedro de Cépeda, Fray Juan de Bivero, i Fray Diego Gutiérrez; fue elegido en Prior de Lima, el bendito Padre Fray Gerónimo Meléndez. Determinó el Capítulo actas convenientes, i dejando las que se confirmaron de los antecedentes Capítulos, diré las que se ordenaron i establecieron de nuevo. Mandaron se guardasen las actas i preceptos que enbió el Padre Provincial de Castilla, echas en la villa de Dueñas, a veynticinco de Mayo de mil i quinientos i cincuenta i siete, donde se izo Capítulo, en que ordenaron, que por aver en esta Provincia del Perú falta de Prioratos i de Religiosos, votasen en la eleción de Provincial los Priores que uviese i sus discretos, i los Sacerdotes del Convento de Lima, donde sienpre se mandavan celebrar los Capítulos, i aquellos Sacerdotes votasen asta que uviese número de diez casas, que en teniéndolas esta Provincia, a ellos solos les tocaya la eleción. Dispensaron, en que los Proyinciales pudiesen ser reelegidos, i los Difinidores como no uviese número de electores que pasasen de doze; i tanbién los Priores por la falta que avía en este Reyno de Religiosos, i estar los más ocupados en la dotrina, i con- versión de los Indios. Dieron forma de elegir Provincial si muriese en su trienio el que fuese electo, que a la letra dice así: Ordenamos, que por quanto la

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distancia que ay de los Conventos de esas partes que entienden en la dotrina es muy grande, i si se uviesen de juntar los Religiosos, padecerían gran detrimento, así en sus personas como en la falta de la dotrina, mandamos, que si nuestro Señor tuviere por bien, que el que fuere Provincial fallezca dentro de su trienio, si fuere un año antes del Capítulo, el que fuere Difinidor mayor governará, i regirá la Provincia, i tendrá la mesma autoridad en todas las cosas como el tal Provincial difunto tenía asta el Capítulo; i si muriere antes, dentro de dos meses el Difinidor mayor llamará a los que fueren del cuerpo del Capítulo, i arán su eleción de Provincial como arriba está declarado. Dieron comisión al Provincial para añadir, o moderar las actas o preceptos que de Castilla nos enbiasen, encargando fuese el alterar después de maduro consejo, i siendo necesario o provechoso, proibieron, que ninguno escriviese al Enperador, ni a los Consejos, así en materias de govierno como de proveimientos i oficios, i lo mandaron con obediencia i precepto formal; pero que si la cosa fuese tan conveniente al servicio de Dios, al provecho tenporal o espiritual de los Indios, o al del Rey, se consultase en el Difinitorio, i lo que votasen Provincial i Difinidores, lo pidiesen i lo firmasen todos. Prudente precepto, pues lo provechoso se conseguiría, pedido con más cordura, i alegadas mejores conveniencias; i los ardimientos o enojos particulares (que pocas vezes azen más que irritar) se enfrenasen; escúsanse contiendas, i conservando paz se atajan inconvenientes. Estos i otros preceptos que veremos, ordenó como Vicario General de aquel Capítulo el bienaventurado fray Alonso de Orozco, continuo anparo i legislador de nuestra Provincia. Recebidas éstas, izieron Provincial i Difinitorio, que por ser de materias sustanciales pondré algunas a la letra: Declaramos, que por quanto los Religiosos que están entre Indios suelen salir a visitar el pueblo donde están, i los demás pueblos de su distrito en ábito blanco, i no pueden llevar óbitos negros puestos, por ser mucha pesadunbre, i enbaraço para caminar, aviendo de andar por muchas partes a pie, declaramos, que en el pueblo donde está el Monasterio, todo el pueblo se entienda dentro de casa quanto a no salir con ábito negro, i en la demás visita no llevando vestido el ábito negro, lo lleven consigo, i a la entrada del pueblo adonde entraren se le vistan, i vayan a la Iglesia con él. I esto de caminar con sólo el óbito blanco, se entiende quando fueren por caminos transversales, porque si fueren por el camino Real, sienpre an de ir con los ábitos negros, porque los Indios entiendan de qué Orden somos. I en los Monasterios (de los pueblos de Indios) todos ecepto el que dice la Misa, estén con ábitos negros, i con ellos les enseñen la dotrina a los

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Indios. Dichoso tienpo quando a pie caminavan como los Apóstoles predicando, i convirtiendo por caminos ásperos, por montañas fragosas, i por montes i cerros inacesibles, añadiendo a este trabajo, llevar aquestos ábitos blancos de gerga, negros de paño, o cordellate grueso i basto. Pero la caridad aligera lo pesado, i la penitencia sufre lo penoso. Iten, por quanto en esta ciudad de Lima se a enpeçado a recebir Religiosas de nuestra Orden, mandamos, que las que de aquí adelante se uvieren de recebir, sea para que estén en comunidad, i que ninguna se reciba que sea mestiça sino de padres Españoles, i que ninguna se reciba sin votos deste Convento, aviendo para ello licencia del Provincial, la qual no queremos que cometa a otro, sino que lo vea bien primero; i nonbramos por su Confesor al Padre Prior de Lima. Recibiose la Provincia de Laymebanba, i la de los Conchucos, dándoles que los dotrinantes de anbas Provincias, juntos con los de la Provincia de Guamachuco, eligiesen Prior, i tuviesen discreto que votasen en Capítulo. Recibieron a la Orden las casas i Conventos de Trugillo, del Cuzco i de Paria, que el año antes se avían fundado, dándoles facultad para elegir discreto. I por quanto estava ya estendida la Provincia en más de quatrocientas leguas, se dividió en tres visitas: una la de Lima, que se estendía por los llanos y costas de mar al Sur asta la Nasca, i al Leste asta Guamanga, i al Norte asta el pueblo de Santa, exclusive, i por la tierra asta los Conchucos, i éstos no se incluían en la visita de Lima. La segunda se llamava la visita de Trugillo, comencava desde Santa, i corría toda la tierra a Levante i Laymebanba, Chachapoyas, Guamachuco i Conchucos. La tercera, era la visita del Cuzco, que conpreendía todas las sierras de arriba. Cada Prior de Lima, Trugillo i Cuzco, eran nonbrados visitadores, señalavan Religiosos para ministros de la conversión, mientras los nonbrava el Capítulo Provincial. Que con más cuydado elegía el Difinitorio un dotrinante que un Prior, porque consideravan que lo uno era autoridad con pocos de familia i esos Religiosos; i el dotrinar a Indios, es oficio que pide más virtud i menos autoridad, a menester más valor en la observancia por andar en más ocasiones de peligro; en éste se puede ganar i perder mucho, en grangear ánimas con el buen egenplo, o en destruirlas con el escándalo. Gran cargo le a de azer Dios al Prelado que no busca Religioso para la dotrina, sino dotrina para el Religioso, atiende a la comodidad de uno, i destruye las conciencias de muchos. Yo os pediré cuenta dice Dios de sus daños, i la sangre que derramaron la cobraré de vosotros. Pues si no

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mataron a ninguno, ¿cómo les a de pedir que les dé cuenta de la sangre? Fue decir con trágica metáfora, tuvistes oficio en que avíays de sacar de culpas a los viciosos, con miedos de la muerte del cuerpo, i de la condenación del ánima para que viviesen buenos, no lo izistes; condenarase el ánima de vuestro feligrés o súbdito por su culpa, i vos os condenareys por vuestro descuydo, él pedirá justicia contra su dotrinante, diciendo: a mí me mató ese Sacerdote, o con su mal egenplo, o con su mucho descuydo; no me predicó, o porque no sabía mi lengua, o porque no cuydava de su predicación, no tuve quién me enmendase, i así no supe arrepentirme. Atendía a sólo sacarme la sangre, que si ella es dulce, mi trabajo, mi sudor i mi servicio le era a él lo más sabroso. Justicia pido contra él a la justicia divina. Condenarete dice Dios, porque se condenó tu súbdito. O Señor, que ni le dio mal egenplo, ni le ocasionó a pecar. No sólo condeno yo al Prelado o dotrinante, porque fueron causa de pecados, sino porque no sacaron de culpas con amenaças, consejos o castigos a las ánimas que estavan a su cargo. Léase a san Juan Crisóstomo, i a san Gerónimo, oiranse (explicando este lugar) ponderaciones orribles, i escarmientos lastimosos. Divertime de las actas, aunque ponderando esto, se califica el zelo de aquellos vigilantes Prelados, que con tanto acuerdo entre todos azían examen del que avía de yr a la dotrina i conversión de los Indios, para que no se les pidiese a ellos el descuydo, que qual omicidio castiga el cielo. Ordenaron, que se pudiesen recebir novicios en el Convento de Trugillo i en el del Cuzco, i que en cada uno pudiese el Padre Provincial poner estudios de Artes i Teología, señalaron Letores de casos de conciencia, i estudiantes. I porque los Conventos no quedasen sin Priores en la Quaresma, i caminasen en tiempo tan dado a penitencia, dilataron el Capítulo Provincial venidero, para el Sábado antes de la tercera Domínica de Pentecostés, nombraron Priores i dotrinantes, i disolviose el Capítulo. Sin dar al Padre Provincial coletas, ni señalarle plata para el gasto de los caminos, sino solos cien pesos cada año de los quales Lima dava cincuenta pesos, Guamachuco treynta i Laymebanba veynte, con tal que digese cien Misas el Provincial por los descargos destos Conventos, poquedad que no me espantó mucho, guando en el Capítulo antecedente señalaron tan limitada coleta, por no aver más de cien leguas de visita. Pero aviéndose estendido a quatrocientas, ¿cómo podía un Provincial i su conpañero pasar con cien pesos en cada año? La respuesta es, que andando en la tierra caminavan al cielo, camino donde con poco basta, í lo suficiente sobra; no le valía a la codicia el sagrado, con ser delinquente el interés, porque eridas al

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Sacerdocio, no gozan privilegios de inmunidad. De los Conventos de Trugillo, Cuzco i Paria se a de tratar, pero porque se recibió antes que éstos la Provincia de los Conchucos, diré primero della, porque a todo le demos su lugar, medrando en concurso de acreedores, cada uno conforme a su antiguedad.

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CAPÍTULO XXXII

EN QUE SE DICEN LAS PARTICULARIDADES DEL CIELO, TENPLES, IDOLOS, ECHIZEROS I NUEVAS IDOLATRIAS DE LA PROVINCIA DE LOS CONCHUCOS, I DOS COSAS NOTABLES DE UNA PEÑA, I UN MANANTIAL DE AGUA; MEDIO CERRO QUE. UNDIO UN ECHIZERO, I PONENSE

LOS RELIGIOSOS QUE PRIMERO PREDICARON EL EVANGELIO EN AQUELLA PROVINCIA

Comencemos esta relación conociendo los dichosos ministros que entraron a esta conversión, conquista dificultosa i batalla que duró mucho; si bien fue la vitoria reconpensa igual de tan penosos asaltos. Los primeros que entraron a este Flandes rebelde a Dios, i contumaz en su idolatría, fueron el Padre fray Ernando García Vicario, i por su conpañero el Padre Fray Alonso de Espinosa, eran seys pueblos llamados la Pallasca, Tauca, Piscobanba, Corongo, Guandoval i Cahuana; entraron a estos pueblos i a sus anejos el Padre Fray Juan de Pineda, fray Marcos Pérez, fray Juan Bautista i fray Francisco Velásquez, a Piscobanba fue por Vicario el Padre fray Antonio de Baeça, i el Padre Fray Francisco Velázquez fue después por Vicario de Sillabanba, pueblo que pertenecía a la conventualidad de Conchucos, i por su conpañero el Padre fray Marcos Pérez, i por conpañero del Vicario de Piscobanba fue el Padre fray Miguel de Carmona. Estos ocho ministros Capitanes del Evangelio, i cada uno Alférez del estandarte i vandera de la Cruz, acometieron la trabajosa enpresa. Veamos el canpo del enemigo, las murallas del Demonio, la temeridad de sus egércitos, í de aquí se colegirá el mérito de los vencedores, la riqueza del despojo i el premio de la vitoria. Esta Provincia está a Levante de Lima, i de las costas deste mar pacífico del Sur, entre la Provincia de Guamachuco, i los contornos de la ciudad de Guánuco, aunque más cercanos a la costa, están sus pueblos en la sierra, i con caer debajo de la tórrida zona en nueve grados al trópico de Capricornio, conserva montes de nieve, i promontorios altísimos de yelo, pasa la cordillera, que atraviesa el Perú norte sur por su provincia, i otra pasado el pueblo de Requay, que sienpre está nevada. Los altos en los montes son rígidos, insufribles i destenpládos. El ayre ambiente pasa los cuerpos, i aze desabrida la abitación. Entre laderas, ancones, i tierra baja ay guertas, sembrados, legumbres i florestas. Lo alto aflige, i lo inferior recrea; atraviesan esta provincia grandes ríos, i muchos montes crían fina plata, unos en más seguidas vetas, i otros en algunas bolsas,

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beneficiando están algunos cerros, sobra la riqueza en los metales; i porque faltan Indios en los pueblos, ni enriquecen los dueños, ni se aumentan los primeros ingenios. Ay en esta provincia dos maravillosos secretos de la naturaleza, quando pasé por ella no llegué a los pueblos donde Dios los puso, pero de curas i dotrinantes, i de la voz común, supe lo siguiente: Junto al Tambo o mesón de Huancabanba, nombre que tiene aquel asiento, está un peñasco, o peña negra con enbutidos como a taugia de piedra blanca. Todo lo blanquecino es botica, i remedio para varias enfermedades, cura todo género de eridas, llagas, i ulceraciones a onbres i a bestias, sana disenterías i flujos de vientre, así los de umor como los de sangre, aplícase molida en vino o chicha, quita el mal de orina; i es tan eficaz su virtud para éstos i otros achaques, que se saca mucha, i se vende en las boticas; no es esto lo maravilloso desta peña, sino que cría como si fuera planta, o como si tuviera ánima vegetativa, i sólo crece lo blanco del peñasco. Lo negro, o no se corta porque no aprovecha, o no crece quando se corta. Lleguemos ya a un secreto de la providencia de Dios. En frente desta piedra a norte sur, está otra peña junto a lo que llaman Acasbanba, distrito de la Provincia de Guamalíes, negra en el color, i veneno mortífero en la propriedad; es el tósigo más riguroso i más activo que se conoce, i tan veloz su malicia, que los animales que pasan por encima, o se le pegan, (aunque sea brevísimo rato) quedan muertos. Quando un Indio quiere matar a otro, coge debajo de la uña algo de la piedra echa polvos, i con disimulo dándole de bever entra el dedo, i a breves ratos muere. No se le alla otro antídoto, i la medicina no tiene otro remedio que darle luego al tosigado a bever los polvos de la piedra de Huancabanba, ésta lo sana, i ésta lo libra del contagio i veneno; dulce providencia poner a vista del daño la triaca del remedio, i azer que no crezca lo dañino porque se acabe, i disponer que crezca lo salutífero, porque apro- vecha. El otro maravilloso secreto está junto al Lamellín pueblo de los Conchucos, ay un manantial que los Indios llaman Puquio, que aze un alverca, poça, o fuente donde en todo el año no ay, ni se ve pescado, i desde el Miércoles de Ceniza, asta el Sábado santo se crían muchos vagrecillos peces de apetito que quajan la poça; i desde el día de Resurreción no se buelven a ver asta otro día de Ceniza. Curas dotrinantes me lo an afirmado, i muchos que an sido, o justicias o tratantes lo testifican, i por cosa vulgar i sabida de todos la cuentan. No es singular esto en aquel manantial, que Marco Paulo Veneto escrive en el libro de su navegación, que en la provincia

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Zarzania está un lago de aguas que decienden en fuentes de montes, en el qual no se allan pescados en todo el año sino por tienpo de Quaresma, i en siendo el día de Pascua de Resurreción, no ay allar un solo pescado. Por palabras expresas alega esto Gerónimo Cortés Valenciano, gran Astrónomo i Matemático, en su tratado quarto de secretos de naturaleza; i añade, que en la Gorgona (ensenada de mar continuada en esta costa del Perú, entre Panamá i Payta) ay otro río que no lleva pescado si no es en la Quaresma, í acabándose los días santos della, se acaban tanbién los peces deste río. En Lamellín de los Conchucos es certísimo, que le uvo en tienpo que nuestros Religiosos dotrínavan aquella Provincia. Nadie me culpará si pienso que Dios les previno aquellos peces para el tienpo más estrecho de sus ayunos, preparándoselos como a san Pedro i san Juan en la playa; i si aora no se continuare esta maravilla, diré que faltaron los guéspedes, i así no los quiso prevenir el botiller; junto al Tanbo de Aguamiro no muy distante, dicen que ay otro manantial en que se vía lo mésmo. Valga la verdad, i Dios sea alabado. En esta tierra abitavan copiosas legiones de Indios serranos en nada políticos, i en todo montaraces, de cóndición rebelde, en trato desabridos, i en maldades protervos, rendidos a la idolatría, i dados al echizo, i a la encantación. Adoravan al Sol, Luna, i estrellas; i al mar enbiavan ofrendas de plata, cobre i chaquiras; i a sus progenitores adoravan por Dioses caseros. Garcilaso dice, que estos Indios Conchucos afligían a los Indios Chimos, que oy se llaman Trugillanos, belicosos Iungas que abitan los llanos, i traían un Idolo en su egército. A éste llamavan Dios de las batallas, i le ofrecían el despojo de sus enemigos, sacrificándole sus vidas, i ofreciéndole la sangre. I éstos continuaron en tienpos nuestros quitando la vida a los Cristianos, i aziendo oblación de su sangre a su Dios bélico, cruento Idolo, i cruel Demonio. En Cahuana i Tauca pueblos desta Provincia de Conchucos avía un Idolo celebrado, así de los naturales como de los estrangeros i advenedizos, llamado Catequilla, que era tradición, que parte del es de oro; éste era venerado i temido en toda aquella Provincia, i al igual en la de Guamachuco donde tuvo su origen. Creció su nonbre, i estendió su fama, con que pasando por Guamachuco Topa Inga Iupangui padre de Guaynacápac i no de Guáscar, como dice el Padre Pablo Josef, escriviendo deste mesmo suceso de que voy ablando, porque Guáscar Inga fue nieto de Topa Inga ijo de Guaynacápac, que mató a Atagualpa en Andamarca, enbiando al fratricidio Capitanes que lo matasen estando él preso en Cajamarca

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por don Francisco Piçarro; i así ni Guáscar pasó jamás a Quito, ni pudo quemar el tenplo. Fue su padre el dueño desta acción, i así vamos al caso. Pasó Topa Ingo: por Guamachuco con un grueso egército, a castigar a un ermano suyo que se le avía revelado en Quito; convocó todos los Sacerdotes i Sacerdotisas del Idolo Catequilla, que dava de ordinario oráculos i respuestas, siendo el Demonio el que ablava en el Idolo. Tuvieron el ayuno, ofrecioles sacrificios, dedicole ofrendas, porque le digese ¿si avía de bolver vitorioso de aquella batalla, o morir en ella? Respondió el Demonio en el Idolo: Que moriría sin decir quándo, ni sería vencedor, o vencido; sucedió, que murió en Quito, tierra que años antes él avía fundado i conquistado, dejando por su Governador a su ermano a quien bolvió a castigar; desto ganó el gran nonbre este Idolo. Entró en el reynado Guaynacápac su ijo que estava en el Cuzco, i bajó a Quito visitando su Reyno, i pasó por Guamachuco; allí le digeron, cómo aquel gran Idolo avía anunciado a su padre la muerte, a cuya causa era tan temido i adorado de todas las Provincias, de donde le venían a consultar i a ofrecer sacrificios, por lo qual estava tan rico, que tenía un tenplo muy suntuoso de piedra labrada con tal primor, que unas encajavan en otras sin mezcla ni betún, tan fuerte, que el modo i la obra (sino tan grande) era como la del tenplo del Sol, que los Reyes Ingas izieron en el Cuzco. Tanto como esto puede con los Gentiles una sola verdad dicha a bueltas de dos mil mentiras. Indignose tanto el Inga Guaynacápac, de que a costa de la vida de su padre, uviese granjeado tan estendidos aplausos, i tan gran abundancia de riquezas, enbidioso de tal grandeza, mandó poner fuego al tenplo, i a todas las riquezas de adorno i vasos del sacrificio. Los echizeros i Sacerdotes movidos del amor de su Idolo, quisieron sacarle del incendio, i tímidos del enojo del Inga temían el proprio castigo. Pero venció el amor a los miedos; que la temeridad bárbara de los Gentiles, mueve a precipitaciones desesperadas, urtándole este brío a la divina caridad, que da valentías para enprender finezas i engendra resoluciones para conseguir echos eroicos. Por entre llamas se arrojaron los falsos Sacerdotes, anteponiendo el amor de su Idolo, a los dos golpes de muerte que se les oponían ya del fuego que iva abrasando el tenplo, i escapando deste, la muerte atroz que a ellos, i a sus familias les diera el Inga. El ánimo venció lo primero, i el secreto escusó lo segundo. Sacaron el Idolo de noche del pueblo de Guamachuco, i trugéronle a Cahuana pueblo destos Conchucos, donde le izieron otro tenplo, i le presentaron muchos dones, en particular mantas i camisetas de finísimos cunbes, mudándole el nonbre i aumentándole el crédito. Este Idolo luego que entró el Padre

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Fray Ernando i el Padre Pineda, trataron de estinguirlo, i urtándole del tenplo, lo escondieron. Amenaças no bastaron, ruegos no le descubrían, ni castigos aprovechavan. El Padre Pablo Josef en el capítulo referido dice, que el padre Fray Francisco Cano, de quien emos ablado, lo destruyó; pero que lo cierto es, que los Indios del pueblo de Tauca urtaron este Idolo, i que aunque se izieron muchas diligencias para descubrirle en la visita, lo negaron sienpre los viejos de Tauca, i que algunos que se allaron más culpados, los trugeron a Lima a esta cárcel llamada santa Cruz. I si es así, que ya se avía destruido (como lo tengo por cierto) porque Idolos de igual estimación descubrieron sin tanto apremio, i éste a estar en su pueblo lo declararan, que quando los Indios llegan a exhibir sus Pacarinas, que son las cabeças de sus decendencias, i entregan sus guesos, que saben an de ser quemados, entregaran antes todos sus Idolos, porque a ellos se encomiendan cada año i azen sacrificio; pero a los cuerpos de sus primeros progenitores, que ellos llaman su principio, se encomiendan cada día, i les ofrecen sacrificio cada ora. Todos los Idolos antiguos aniquilaron los Padres Fray Ernando García, Fray Alonso de Espinosa, Fray Juan de Pineda, Fray Francisco Velázquez, Fray Marcos Pérez, i Fray Miguel de Carmona, cada uno en su pueblo, i todos en lo restante de la Provincia; que los que después se fueron adorando, fueron idolillos que cada año se azen, o montes, quebradas o rocas, que no se pueden quitar; al fin lo que fue factible, no se dejó de azer; i lo que más dificultoso parecía se facilitó, que todo le parece fácil al que todo lo aze por Dios. En el pueblo de Tauca adoravan a los Duendes, que nosotros llamamos Súcubos, i ellos llaman Huaraclla, i era el umilladero i ordinario adoratorio en unos alisos que estavan junto al pueblo adonde se aparecían, i sus adoradores oían sus voces, i era tan apetecida esta adoración, i tan venerados estos alisos, que las ojas eran reliquias, i casi adorados (pero por lo menos tenidos por di- chosos) los pájaros i aves que se ponían en ellos, tenían dedicadas donzellas para ofrecer sacrificios, i toda el ánima tenían en aquellas Duendas los varones, acrecentándose la adoración por la sensualidad. Estos árboles destruyeron los zelosos Padres, con- fundiendo tan abominable peste, i tan iniquo contacto. Después de salidos los Padres, produgeron las raízes nuevos alisos, que con sólo verlos, recordaron los viejos su antigua adoración a los moços, i se armó otra caterva de ministros, como dice el Padre Pablo Josef en el capítulo segundo, ablando deste pueblo i deste punto; para que se advierta, que quando se destruye un Idolo, no se le dege piedra viva,

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raíz, ni sus cenizas, ni vean los Indios dónde se echan, que aviendo traído algunos Idolos i guesos a echarlos en este río de Lima, desde Gaylas, cinquenta leguas venían los Indios, i adoravan la puente de Lima de donde supieron se avían echado; así lo testifica el Padre Pablo Josef en el capítulo segundo; i es sin duda lo que decía el Virrey Don Martín Enríquez, que los Indios no solamente son unos, sino uno. Avía en pueblos desta Provincia de Conchucos una guaca, i un gran Idolo llamado Chanca de figura de persona, con quien casavan la donzella más ermosa que nacía entre ellos, desde que entrava en catorze años, i la llevavan sus padres i Caziques, i se la dedicavan al Idolo con quien la casavan, celebrando las bodas todos los del pueblo con sacrificios, i borracheras. Llegava a tan suprema estimación esta donzella ermosa, que si por su mano se ofrecía algún sacrificio, lo tenían por tan gran ventura que se tenían por bienaventurados, porque juzgavan que sería muy acepto el sacrificio que pasase por manos de la esposa de su Dios, guardava perpetua virginidad; i así lo prometía el día que se desposava con el Idolo, i le davan la enbestidura de Sacerdotisa, que aún entre bárbaros se alcança, quanto inporte la linpia castidad en el que tiene oficio de ministro, i se llega al altar del sacrificio. Veneravan a esta Sacerdotisa desposada los Indios como a cosa divina. Esta superstición por entonces destruyeron los zelosos Padres; i en la visita que izo el Licenciado Juan Delgado, alló una de rara ermosura que entonces avían desposado, renovando su antigua ceremonia, i ella confesó su delito, i le aprovechó el desengaño. Avía en el pueblo de Tauca, i en un anejo llamado Llapo dos leguas distante el uno del otro, un gran echizero maestro de los encantamientos, i artes mágicas, llamado Charimango (entre otras pruevas que cada rato caía para provar su omnipotencia, atribu- yéndose divinidad por destruir la del verdadero Dios Jesu Cristo, de quien era enemigo mordaz, i pseudo profeta sacrílego, contra la Fe Cristiana) ordenava sus ritos disponiendo los coraçones crédulos a negar en Cristo deidad, i entablar la que él urtava. Un día convocó los Indios Conchucos para tal monte, señalándoles día i ora, juntose gran número de catervas de Indios idólatras, que aborrecían el bautismo; subiose sobre un monte, i en alta voz que pudiesen oír los conbidados dijo: E os llamado aquí para que os acabeys de persuadir que tengo omnipotencia de Dios, i que ni Cristo ni otro su Predicador tienen virtud divina, i que yo la tengo, aveys de ver aora, que con sólo dar una coz a este monte, le e de partir i azer caer la mitad, sólo proponerlo les daría terror. Dio la coz, i tenblando al punto la tierra

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cayó la mitad del cerro, estremeciéndose los montes, i enbelesándose de espanto los Indios. Sabría el Demonio por filosofía natural, que a tal ora avía de tenblar la tierra con tal violencia, que se avía de caer la mitad de aquel monte, i así concertó ora, sitio i lugar, dando pruevas de omnipotencia, las que eran estratagemas de enbuste, i enbeleços de cabilación. Estas i otras echizerías ganaron los coraçones de los ignorantes Indios, i él dejó asentado su título de ser virtud Divina. Oy se conserva el nonbre vil deste encantador, echizero, tanto por el cerro tajado que se mira, como porque es vulgar i común proverbio para afrentar a uno, i llamarle gran echizero, decirle Charimango, a los decendientes deste encantador llaman Charimangos, i aún a los Indios naturales de Tauca i Llapo los llaman sus otros provincianos con este infame renonbre. La muerte deste fue dentro de algunos días, entrósele un Demonio, que con crueldad lo atormentava, i con piojos i gusanos lo comía, murió rabiando, i acabó mordiéndose. No e podido averiguar si le enbió Dios este castigo por las oraciones o súplicas de estos Religiosos, o quál fuese entonces el Cura dotrinante de aquellos dos pueblos. El no saberse quál Religioso sea, deja puerta para que cada uno pueda ser dueño, o instrumento de aquel castigo; valiendo para desengañar a los Indios el castigo patente, ya que no valían las razones, i desengaños Evangélicos. Pero es tal la miseria de algunos Indios, que no se desengañan con evidencias Católicas, i se están en sus errores por sólo apariencias, oraciones fabulosas. Simón el Mago 4748 traía engañada a toda Samaria, diciéndoles, que él era una cosa grande, a quien del menor al mayor escuchavan i obedecían todos, llamándole virtud Divina i poder soberano, porque traía a todos los Samaritanos dementados. A éste bautizó san Felipe, i lo declaró después por Simoniaco san Pedro, porque quiso conprar con plata los dones del Espíritu santo. Al iniquo Mago Charimango si se bautizó nunca creyó en Jesu Cristo, era su contrario sobervio, siendo la sabandija más vil. Contra los errores que les introdujo éste a los Indios Conchucos, i contra tan obcenas idolatrías, i detestables vicios, que eredaron de sus mayores, i aumentaron sus contumacias, predicaron aquellos ocho Religiosos, trabajando los días, i orando, i aziendo rigurosas penitencias las noches, a pie andavan tan fragosos caminos, cerros altos, montañas inacesibles, i sendas estrechas, que de la cunbre a lo bajo es tan alto en muchas partes, que parecen niños los onbres altos, i es su profundidad tajada, i sus ríos caudalosos; estos estorvos no inpedían el dar remedio a los espirituales daños; a lo más escondido entravan a buscar un ánima; el huírseles era alentarlos más, el endurecerse era enternecerse sus coracones,

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doliéndose de su tenacidad; sucedíales ir en busca de algunos fugitivos, i estar días enteros sin comer, dormían al rigor de los yelos, i entre congelos de nieve, sin más defensa que sus pobres ábitos. La caridad era el volcán que los calentava, ardía el deseo, i así era recreación el frío; ivan aziendo Iglesias, bautizavan niños, catequizavan adultos, i a muchos que bautizavan, los vían después adorando los Idolos, bolvíanlos a reducir, i ellos tornavan a idolatrar; qual i qual perseverava, i con uno ganado davan por bien logradas sus fatigas, i cobravan mayores alientos sus deseos, buscándolos en sus borracheras, que éstas en ellos son cotidianas, se engrifavan contra los Religiosos, i como si fuera quitarles las vidas, se armavan defendiendo sus vicios, el traerlos a la Dotrina, o a la Misa, era traerlos a la galera, o mazmorras; caricias obravan poco, i amenaças negociavan algo, no el acudir con voluntad, sino el estar en las Iglesias con violencia. O quántó padecieron estos primeros ministros, i quánto trabajaron en las primeras conquistas. Los primeros segadores que con trabajo. i virtudes arando tierra tan pedregosa, sacaron la mala yerva que crecía; i senbrando semilla santa, que si se perdía, mucha se lograva frutificando alguna. Son como el Angel parecido a Cristo, de quien dice san Juan, que andava en una nube blanca, i traía en la cabeça una corona de oro, i en la mano una hoz, o podadera aguda i afilada. ¿Quién vido segador con corona? Cetro le corresponde que no hoz; ésta a los gañanes, i a los Reyes la corona. La hoz pide caperuça, i la corona cetro. Eso corre en los palacios, i se usa en las labranças, donde el mundo tiene el caudal de las magestades, i lo pobre del abatimiento en sólo apariencias, o ceremonias. Pero en la mies de Cristo, i en las sementeras de su Evangelio, cada corte de hoz arrancando culpas, i podando vicios, es corona de gloria, coronando premios; no ay tal traça para ganar corona en el Reyno de las eternidades como traer hoz en la mano, segando i chapodando culpas. Dichoso el ministro Evangélico, que con la mancera en la mano, ronpe çarçales con el arado de la predicación; siega vicios con la hoz del Evangelio, i escarda inperfeciones con el escardillo del buen egenplo. Estos loables ministros andavan en nube blanca de castidad i con modestia, i como nubes en las cunbres de los montes aravan, roçavan i segando vicios ganavan coronas aumentando méritos. Es usado Ebraísmo de la Escritura decir, yo traygo el ánima en las manos, i es lo mesmo que decir, yo traygo el ánima i vida en peligro, porque lo que en las manos se trae, está a riesgo que de las manos se cayga, o en ellas se quiebre; pero mejor dirá el Predicador que no trae la hoz en la mano, que tiene la vida i el ánima en manifiesto peligro, i nunca está

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más segura que guando la hoz que siega vicios no se le cae de las manos. O quánto enriquece las ánimas de los Indios el ser pobres de espíritu sus dotrinantes, i dales codicia el saber nuestra ley, quando ven sin codicia a su Pastor. Estos Religiosos con su gran pobreta ganaron voluntades rebeldes, porque sóló mostravan codicias espiri- tuales; no llevavan Sínodo, no pedían ofrendas, i repartían con los pobres lo que a ellos les davan de limosna. Muchas partidas ay en el libro de gasto del Convento de Lima, de lo que enbiavan de socorros para el sustento i vestuario de los Padres que andavan en las conversiones, i asistían en las dotrinas. O benditos Prelados, que no querían que ni aun para vestirse procurasen plata, ni para sustentarse admitiesen dádiva, sino que se les enbiase de lo que en Lima davan los Españoles de limosna a los que andavan convirtiendo Indios, porque conociesen éstos que no les buscavan por la plata que en guacas i en sótanos escondían, cosa que vían en los demás Cristianos Españoles; podían decir lo que san Pablo dijo en la Ciudad de Mileto, a los que izo venir allí de Efeso: Bien sabeys, que desde que entré a predicaros, e servido a Dios con umildad, lágrimas i persecuciones, no dejando cosa de la Fe, que no os la aya predicado en los canpos, en la plaças i en los retretes de vuestras casas i choças. La penitencia os e aclamado; vuestra plata, oro ni vestidos, ni aun con el deseo os e pedido, bien lo sabeys vosotros, pues lo que yo i los que conmigo andan en la predicación emos avido menester, con el trabajo de mis manos lo e adquirido. Así deven ser, dice san Pablo, los que andan predicando i convirtiendo. Acá porque ni aun el tienpo que podían ocupar en grangear para vestirse dejasen de gastar en la conversión de los infieles, los Prelados les enviavan lo necesario, i así todo el tienpo se aplicava a su provecho; buena caridad, i santa prevención. Después de algunos años mandó el Rey Filipo, que les diesen lo necesario de su caja Real, i un cavallo para andar los caminos; lo primero se azía en aquellos años, lo segundo, queriendo Dios, diremos en su lugar. Grandes batallas tuvieron estos ocho Religiosos, i dichosas vitorias alcançaron en veynte i cinco años que ellos, i otros que fueron a su conversión les predicaron; i porque de algunos se aze tratado particular, los dejo en éste, i sólo diré del Padre fray Juan de Pineda, primer ministro de los Conchucos, i último Prior de aquella Provincia; i pide su estado secular, i su venida a la Religión, otro dilatado capítulo, en que se verán los medios inefables de la predestinación.

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CAPITULO XXXIII

DE LOS VARIOS SUCESOS DEL PADRE FRAY JUAN DE PINEDA; SUS BATALLAS EN CHILE, SU SENTENCIA DE

MUERTE, I LOS SERVICIOS QUE IZO A DIOS I A LA RELIGION En la ciudad de Sevilla Enperatriz de ciudades, nació don Juan de Pineda, ijo de don Juan de Pineda i de doña Juana de Mendoça antíquisimos nobles del Andalucía, ilustres en la ostentación, i se- ñoriles en la ponpa, proprietarios escrivanos de Cabildo en aquella ciudad, i con onrosos ábitos militares de Santiago, Alcántara i Calatrava, ilustradas sus noblezas; criose don Juan con buenos maestros en la virtud, i salió poco aprovechado dicípulo en la mo- destia, porque la gala lo llevava a distraimiento, i la ociosidad lo divertía a entretenimientos viciosos; no a los que afrentan la nobleza, sino a los que llama mocedades el mundano lenguage. Era de un natural brioso, i de condición precipitada, sufría poco, i atrevíase mucho; quando le pudieron reprimir sus padres, disimularon, i quando trataron de conponerle no pudieron; cargo que Dios castiga, siendo las travesuras de los ijos renta en pesadunbres que por oras cobran los padres. Estas i su orgullo natural sacaron de Sevilla a don Juan de Pineda, dejando el regalo de su casa, i el anparo de sus deudos por salir de sus travesuras, o por ver tierras apenas, deseo que nace con la loçanía. Pasó a este nuevo mundo poco después que comenzó a conquistarse, más traído de las guerras civiles, que llevado de la común codicia, i colígese este intento, de que no se aplicó a ganancias quando sobrava el oro, sino a guerras i alborotos, a que le tirava la inclinación. Alló el Perú tiranizado por don Diego de Almagro, que mató al Marqués, don Francisco Picarro, loca anbición, honestada con vengança de padre. Militó don Juan sirviendo al Rey, con que provó la lealtad de su sangre, i mostró valores de su esfuer- ro natural; ganó opinión de valiente, aziendo echos de peligro i reputación. No le premiaron con rentas después de la vitoria, porque repartieron muchas a los culpados tornadizos, pareciendo conveniente sosegar a los inquietos, asegurándole que no se altera- rían los leales (perniciosa razón de estado, pues premios i castigos conservaron Monarquías) la esperiencia manifestó el desacuerdo, pues los traydores no tuvieron por seguras sus vidas, i bolvieron a su primer despeño, i los beneméritos leales, resfriando el valor aclamavan sus quejas. Levantose Gonçalo Piçarro, queriendo que el govierno fuese erencia, i este Perú cláusula de patrimonio; levantose la tormenta mayor que se conoció entre Católicos, murieron muchos,

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i fueron sospechosos los que callavan; diéronse batallas; las primeras venció el tirano, i la última perdió dando la cabeça al cuchillo, que poco antes quería corona. Izo don Juan de Pineda valerosas faciones, i porque pedía la conquista de Chile tal Capitán como él, le enbió el Presidente Gasca (que degolló a Gonçalo Piçarro, i governava al Perú) con leva de gente que se hizo, i llevó el Governador don Pedro de Valdivia, para que don Juan iziese los echos que se siguen. Todas las vitorias que en su próspera fortuna consiguieron el Governador Valdivia, i el Governador Francisco de Villagrán, que por su muerte governó la guerra, fueron efectos de don Juan de Pineda, porque tan valiente coraçón, ni tan diestro soldado, no a conocido aquel Flandes Ocidental milicia de Chile, que presume de eterna; antes de singularizar los echos, quiero advertir, que no es ageno de mi asunto referir valerosos echos seculares de varones Religiosos. De Abraán nos dice el Génesis, que con trecientos i dieziocho soldados de valor i esperiencia, dio batalla al egército populoso de quatro Reyes, por rescatar a su sobrino Lot, i recobrar los bienes i familia que le avían saqueado. De Moisés i Josué ay tratados enteros en el Exodo i en los Juezes. Es gloria de la espiritual milicia, azer novicios santos de soldados viejos, i umildes abatimientos en Capitanes sobervios. Entró a governar el belicoso Reyno de Chile don García Urtado de Mendoça, entonces ijo del Virrey don Andrés Urtado, i después Virrey deste Inperio, el año de mil i quinientos i cincuenta¡ siete, salieron diez mil Indios Araucanos, que son los Ectores i Aquiles de aquel invencible Reyno, a destruir con asaltos, i a pasar por lanças a los nuestros; irritolos un principal Cazique llamado Gualvarino, a quien don García Urtado avía mandado cortar las manos en la batalla antes desta, para que buelto a los suyos, les digese, que así bolverían todos mientras no diesen la paz i sugeción al Rey. Lo que se izo para amenaça, i se creyó sería escarmiento, fue forjar volcanes de ira, i rayos de corage en coraçones indómitos, acometió el General que lo era Caupolicán Indio belicoso i soldado valiente. La centinela tocó al arma, i nuestra gente se dispuso a la pelea, atronando con el alarido los canpos, i con su usada vozería aquel valle de Millaraupen; calla- ron todos a la seña de su General i dijo: Españoles, mirad el Sol i olgaos con su vista, que no lo vereys más en vuestra vida, porque antes que se esconda aveys de morir todos; díjoles ignominias, i acometió a las obras. Que tanbién en Chile cría Goliades la fortaleza, si los engranda como a Filisteos el clima, en el valle de Terebinto llenan de ignominias el pueblo Católico; i si allá castiga un David con

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onda i piedra, acá en Millaraupen ay un Pineda que umilla Filisteos con lança i espada castigando ignominias. Dispararon los nuestros quatro pieças de artillería que eran de canpaña, que estavan puestas en parte que iziesen efeto. Los Indios envistieron como leones al encuentro, i los nuestros con gran determinación dieron en los Indios, obrando lo más la artillería i los arcabuces que los cogía a todos al descubierto, que al no valernos el fuego, pocas vezes nos sustentara la tierra. Travose batalla tan sangrienta, que jamás antes ni después vido aquel Reyno, pues por su singularidad se nonbra para encarecer alguna, ésta de Millaraupen, los Indios azían echos valerosos, i los nuestros acometían temeridades. Don Juan de Pineda señalándose más que todos en fortaleza, se arrojó a resoluciones tan grandes, que entresalía el valor en la confusión de la beetría, algo declinó la parte Católica del orgullo primero, porque los contrarios (millares en número) apostavan las vidas sin temer sus muertes. Don Juan de Pineda, alentando a unos con vozes, i quitando las vidas a Indios valentísimos, librava a sus soldados infundiendo ánimo a todo el egército; el Indio Gualvarino andava animando a su canpo, enseñándoles los braços, i diciéndoles: Ea, valientes defensores de la patria, pelead asta vencer, porque no os veays con la desdicha en que me veo, que menos daño es morir, que vivir sin manos; esto les encendía el furor, i el verse algo superiorres les doblava el ánimo. Enbió el General Caupolicán a un Cazique a desafiar cuerpo a cuerpo al Governador don García que estava en la retaguardia, i admitió el desafío; resolución valiente por ser con un bárbaro de tan ecesivas fuercas, i de un orgullo feroz en cuerpo giganteo; pero no cuerda resolución siendo tanta la pérdida si moría, i tan poca la gloria si matava. Salió del lado don Juan de Pineda, i tuvo que azer tanto con el Caupolicán, que ni se acordó del desafío, ni podía correr a tantos desbarates; izo él i su conpañía (i a su egenplo otros) tal mortaldad, que dice don Alonso de Arcila, que sólo don Juan con sus echos valerosos enfrenó la fuerça del enemigo, i llenó de difuntos el canpo. No avía ya de anbos egércitos onbre que no estuviese erido o muerto, el enemigo començó a cantar vitoria, i Don Juan i los suyos más enbravecidos adelantaron el esfuerço, arremetió don Juan con los Capitanes Caziques, porque ellos cantando la vitoria, davan nuevos alientos a su gente, i con tanto furor se rebolvió entre ellos, que dándoles muerte, se aclamó la vitoria por el canpo Cristiano, i retirándose los Araucanos a los bosques, siguió Don Juan i el egército nuestro algunas leguas el alcance. Después de aver vencido al enemigo se alojó el egército Real en un sitio arenoso, quiso pasar el Governador el río caudaloso de Biobío,

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contradigéronlo muchos práticos, resolviose don García, i llevando la conpañía de don Juan de Pineda, acometió a un vado, i pasó por otro; siguiole un tercio de su egército, tras él todo el canpo; salieron a ellos Andadicán valiente bárbaro, Millanturo, Galbarino i Oronpello, valerosísimos Capitanes Chilenos, i con veynte mil infantes, lloviendo flechas i arrojando lanças, pusieron a los nuestros en último conflicto; izieron tan valerosos echos don Juan de Pineda, Ernán Pérez, Diego de Avalos, Valençuela, i Diego de Arana, (de quien diremos mucho en su lugar, porque fue Religioso de san Augustín) que travándose entre Araucanos i Españoles sangrienta i confusa pelea, izo tan grandes bizarrías don Juan i su amigo Diego de Arana, socorriendo a los acosados, i rindiendo a los vitoriosos, i en particular matando a un monstruoso Indio que azía rostro a seys Españoles, que aconpa- ñándoles Ortigosa, Castañeda i Cáceres, apuraron tanto al enemigo, que lo retiraron a una ciénega, donde mató Pineda tantos Chilenos, que dice Oña que servían los cuerpos muertos de puente, por donde se podía pasar la ciénega. Los Indios que quedavan en el llano, con ser pocos, ni se querían rendir, ni retirarse, sino morir solamente peleando. Los vivos de la ciénega salieron al opuesto parage, i salvaron las vidas; raro fue el Español que, o muerto o erido, no gozase la vitoria. Don Juan de Pineda metido en el diluvio de las flechas, í en la confusa multitud de puntas de lanças no le hiere ninguna, i es, que lo guardava Dios para celestiales milicias, i para batallas con espirituales esquadrones. Si Judas Macabeo sale con tres mil soldados escogidos, i dejándole los dos mil i docientos (o prudentes, o medrosos, cobardes los llamemos) con solos ochocientos, peleó con veynte mil de a pie, i dos mil de a cavallo sitiados en Berean, donde los Macabeos obraron prodigios. Murió el valentísimo Judas, ganando como dijo san Anbrosio, onra más gloriosa con tal muerte, que ganó dando muertes con sus gloriosas vitorias. Acá don Juan de Pineda acomete con menos de ochocientos a Chilenos más valientes soldados que los del Rey Demetrio, i no muere, porque la Iglesia avía menester su vida. El Macabeo i Pineda quisieran más morir peleando, que vivir huyendo, i diole la resolución los despojos de la vitoria. Sobre el nuevo muro de Penco, viniendo con más de quince mil Chilenos Tucapel indómito, i gigante bárbaro, uvo batalla cruenta, i refieren de don Juan de Pineda echos increíbles i açañas, que a ser a ojos de los Reyes, ni Céspedes, ni Romero le ganaran el premio. Está Chile muy lejos de los Reyes, sobran valores i açañas, i faltan celebradores i premios; defendiendo el fuerte los nuestros, que eran solos cien Españoles, obraron precipitaciones los Chilenos, i

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restadas peleas nuestros Católicos, que Oña i Arcila ponderan con ipérboles encarecidos. Estava en la playa un navío con gente Española, formaron esquadrón en tierra para socorrer a los ciento que ya eran menos, i venían como millares, aziendo quatro las vezes de duzientos, venían marchando, i salioles un millar de Chilenos en tropa, acometió Valençuela Capitán de los marítimos, i a él Finistón valentísimo Indio, que a manos de Valençuela, pero a costa de.

sangre rindió la vida. Predominó la multitud, i retiráronse los Españoles vivos al mar, defendiendo un barco que los Chilenos cogían para tomar la nao. Viendo el Capitán don Juan de Pineda, que el socorro que les tenía estava con más necesidad de socorro, en vez de amilanar el brío, creció en refuerço; acometiéronle quatro Capitanes los más valerosos i de mayores fuerças, que como tigres mostravan fortaleza; i rabia, Tucapel, Talguen, Rengo i Lepoman de Angol, aconpañados de otros de su mesmo esfuerço; i don Juan con una lança desviando las contrarias, i quatro que les siguieron, no sólo izieron resistencia, pero ofendieron tanto, que a Talguen le dieron veynte i dos Bridas; pero era tal su contumacia, que como si estuviera sano arremetía. Valiose Pineda de una espada ancha, í egecutando golpes rindió a los desta tropa; mientras Caupolicán asaltó el muro, con sola una mana cubierta de sangre Española. El Governador don García se travó con él, i después de varios lances en que se vido peligroso i enbararado, le dio en el escudo i le derribó al foso, donde murió bramando, si asaltó el muro ligero. Pineda i otros veynte, fueron a azer rostro al batallón Chileno, faltoles pólvora, dieron vozes a las naves, i aunque la querían dar, ninguno se atrevía a saltar en tierra, porque quajavan la playa caterva de Chilenos. Saltó un Clérigo Bonifacio con dos botijas una en cada mano, i más por milagro que por defensa umana, pasó con ánimo valiente i dio la pólvora a Pineda, con que ofendiendo a los contrarios, defendieron el muro, i ganó la vitoria. De priesa me lleva el ver a don Juan en otras batallas con enemigos mayores, i en lances de mayor reputación, i así voy atrabancando faciones; tuvo muchas en que ganó opinión de mejor soldado; lleguemos a la última causa de principios mejores. Rendidos grandes egércitos en batallas sangrientas, i preso Caupolicán, le enpaló el Capitán Reynoso, i fue tal el terror de los Chilenos, viendo a éste su Capitán General enpalado, que (como los Filisteos viendo a Goliat muerto) derribaron el ánimo, amilanaron el brío, i dieron la paz i sugeción al Rey. Fuéronse Governador i Capitanes a celebrar las vitorias, i a festejar la paz a la ciudad de la Inperial, adonde avía de repartir las encomiendas, i dar vasallos que pagasen tributos a los

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que señalándose más, merecieran títulos a ojos de los Reyes; concurrieron entre muchos nobles, los Ilustres Cavalleros don Luis de Toledo ijo del Clavero de Alcántara, tío del Governador; i don Felipe Mendoça ijo del Marqués Virrey, i ermano del Governador don García; don Cristóval de la Cueva, de la casa del Duque de Alburquerque; Pedro Fernández de Córdova, de la casa del gran Capitán; don Alonso Pacheco, de la casa del Marqués de Villena; don Diego de Arana, señor de la casa de Arana en Vizcaya; don Alonso de Arcila, tan nonbrado por sus armas como por sus escritos; i don Juan de Pineda sino título, el soldado de mayor nonbre; llevó don García a Chile lo más noble que de España trujo su padre; unos por adular a su padre Virrey, i otros por azer méritos que ganasen encomiendas. La mayor en tributos, i la mejor en comodidades le concedían todos a don Juan de Pineda; pero Dios que levanta sus consejos sobre toda conveniencia umana, disponiendo fines para provechos más altos, ordenó los medios siguientes. Tratando el Governador de las rentas, i repartir encomiendas, llegaron cédulas i provisiones a Chile, el año de mil i quinientos i cincuenta i ocho, para que jurase por Rey al Príncipe Don Felipe, por la renunciación que el Enperador izo en vida, de sus Reynos i Monarquía; ízose la jura en la Inperial, i en festejo se ordenaron unas cañas, jugáronlas los Cavalleros que ya dige, i en ellas se travaron don Juan de Pineda i don Alonso de Arcila, conpitiendo de mayoría, i presumiendo don Juan de Pineda dé más nobleza; entraron de por medio pacificadores, sosegose la pendencia, aunque no quedaron amigos los coraçones. Otro día fue el Governador a la Iglesia, aconpañado de toda la Cavallería i soldadesca; i como los ánimos destos dos estavan alterados, sobre azerse cortesía en materia de asiento (que sienpre ay poco en condiciones altivas) se adelantó en palabras don Juan de Pineda, i queriendo sustentarlas con la espada, se alborotó de manera la nobleza, i la milicia, que apoyando sus amigos a Pineda, i sus enbidiosos i comentales a don Alonso de Arcila, se acometían unos a otros, como pudieran infieles a Católicos. La voz de la justicia no apagava el fuego, la presencia del Governador no negoció respeto, ni los Eclesiásticos, ponderando la presencia del Santísimo Sacramento, mitigavan la pendencia. Don Juan de Pineda como si la Iglesia fuera canpaña, i los que azían lado a don Alonso fuesen Indios Araucanos, aumentava el furor, i pretendía las muertes; temiose mayor mal que cuchilladas, porque principios menores fueron en este Reyno alborotos comunes; uvo eridos, i muchos agraviados. Prendieron a don Juan de Pineda, i a don Alonso de Arcila, i dándoles por oras los términos legales, los

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sentenció el Governador i su Consejo a cortar la cabeça. No valieron ruegos, ni se admitieron favores, borrando aquel desacato tan valerosos echos en la guerra, i tan excelentes méritos en la con- quista. ¡O quán nociva es la malicia de la culpa! sola una destruye mil virtudes dijo Ezequiel. ¿Quién vido (añadió san Cipriano) quajados los trigos en las espigas verdes, las semillas en vaynas, o en maçorcas pingues, ondeándose el ayre en prados fértiles, i otro día el rigor de un granizo cortar varas, quebrar espigas, i destruir las mieses i senbrados? eso aze una culpa en el ánima poco antes granada. ¿Quién vido un jardín de flores variado i vistoso, i una guerta donde los árboles colmados de frutos se visten de ojas, i otro día lo secó todo una constelación dañina, o un signo contrario? eso aze un solo pecado en la conciencia más florida. Verás oy los ganados gruesos, alegres i fecundos, vino una pestilencial ruina, i acabolos; mirávase ayer navegar un navío viento en popa, loçano, brioso, i oy lo anega un uracán repentino, o una tenpestad súbita, eso aze un vicio mortal en el coraçón más. gallardo. ¡O rigurosa malicia, que quanto en muchos años criaron la penitencia i la gracia de espigas de virtudes, de árboles de dones, ganados ya fecundos, que como a nao caminavan a la gloria, las destruya un pecado, i los aniquile una ofensa¡ ¡Infelice trueque por un fácil descuydol Quanto ganó apostando la vida don Juan de Pineda en tan onrosos peligros, ofreciéndola por momentos a la muerte entre gigantes Chilenos, pierde por sólo un desacato entre sus amigos, i sus más obligados. El Governador que engrandecía con encarecimientos ilustres las açañas, i le parecían cortos premios las mayores rentas, le enbía su firma con la sentencia de muerte, i niega la apelación sin esperança de vida. Etor conparó sobre el capítulo primero de Daniel al Rey o al Governador, a la cera de una acha, que sustenta la luz í la aze resplandecer, i si buelven la acha arriba, apaga a la luz que coge debajo; e aquí que quien un rato antes le azía luzir, i a costa suya le azía resplandecer, trocó el amor en rabia, i el favor en muerte. Trató don Juan de morir, i recibió los Sacramentos abundante de servicios a los Reyes, i lleno de ofensas a la magestad Divina, desperdiciados aquéllos, i acusadoras con fatigas aquestas. ¡O lastimoso estado, cuenta larga i vida breve, planos cortos i tránsitos eternos, tres días para disponerse, i quarenta años para condenarse, morir con sus sentidos, i no tener disculpa en sus descargos! Subió don Juan con los gemidos al cielo, valiose de la Virgen, i puso por abogados al protector de encarcelado san Augustín, prometiendo ser frayle de su ábito si le negociava la vida. En repetir esta demanda pasó toda la noche, i san Augustín no quiso que la durmiese el Governador, re-

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presentándole conveniencias, i disculpándole el delito. El Governador (como lo confesó después) sentía un agente superior que le arrastrava la voluntad, quando más se afirmava en la egecución; peleavan en su ámimo leyes de justicia, i razones de piedad. Lo primero le tirava el deseo, i lo segundo le torcía el coraçón. Nunca me tuvo (decía) la batalla más dudosa, entre iguales ansias, que mis discursos entre la muerte i la vida de Don Juan. Todo lo apadrinó san Augustín, i lo dispuso su intercesión. Amaneció, i resolviose el Governador a que les cortasen las cabeças, convocose todo el egército a pedir que no lo justiciasen, siendo las palabras de ruego, i el sonsonete dellas de amenaça. Supo Don García Urtado que abría repentino motín si llegava la sentencia a egecución, por ser anbos Cavalleros amados por valientes, i bien quistos por liberales. Trocó la sentencia de muerte en destierro del Reyno, i sacoles de la cárcel para un navío. Mientras viene navegando a Lima, se ponderen las eternas providencias de Dios en las guerras del Perú; no le premian porque no fuese el premio estorvo para su conversión; en Chile quando ya le premiavan permite el desacato a la Iglesia, i a la justicia, porque no le enbaracen las rentas i los onores, pénele a vista del cadalso, donde aprenda consejos, i estudie desengaños, i en trueques de fortuna advierta pagas de mundo i llamamientos de Dios. Asta aquí emos visto (dijo san Augustín, ablando de san Pablo) al que profetizó Jacob en el Génesis. Benjamín será lobo carnicero, por la mañana cogerá las presas, i a la tarde repartirá los despojos i comidas. Pablo es éste, dice Augustino, del Tribu de Benjamín; fue lobo todo el tienpo que duró la mañana de su vida, i repartió despojos en la tarde dichosa de su conversión. Veámosle quando lobo despedaçador, allí mata, aquí persigue, no respeta la Iglesia de Cristo, i quiere matar a todos los Cristianos en la Iglesia, i apelando rabias, negocia muertes. Derríbale Cristo del cavallo para levantarlo a su gracia, yérele para sanarlo, i de vaso de ira lo forja en vaso de eleción, convierte Gentiles, i aze que lo imiten pecadores. Reparte despojos, dando unos a la Iglesia, i otros a la gloria, izo como dice del Evangelio potages, aplicando las comidas a los nuevamente convertidos, les da a comer como a niños misterios en clara leche, i a los grandes i adultos les adminisira comidas robustas en misterios grandes. Desterrado se enbarca el Capitán Don Juan de Pineda, i viene más contento con desengaños, que viniera a poseer goviernos. Asta aquí le emos visto lobo carnicero, començando en Sevilla i continuando en el Perú i en Chile; todo es ostentación de mundo, aplausos de vanidad, desgarros de milicia, deseos de matar, sobervia con

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arrogancia, i altivez con furor; aquí mata, allí ofende, no respeta la Iglesia de Cristo, i en ella quiere matar Cristianos. Cristo permite que cayga para levantarlo, ciego no conocía su vida, i abrió los ojos quando vio la muerte. Véamosle ya al lobo repartir comidas, i distribuir despojos. Venía con Don Juan de Pineda su amigo Don Diego de Arana (de quien e dicho algo, i diré mucho en su lugar) venía a Lima a pretensiones de gran porte; comunicole Don Juan su determinación de ser Frayle de san Augustín (a quienes como ya e dicho llamavan los Frayles santos) ablole como desengañado, i escuchole don Diego como cuerdo; labró Dios un rubí con un diamante, trocole los intentos, i redújolo a penitencia; determinose a ser su conpañero en la fraylía, con que ya navegavan un mesmo runbo, i endereçavan las velas por la derrota del cielo; ya comiença este lobo a repartir comidas, i dar a Dios i a su Iglesia estimables despojos, a su amigo convierte dándole la comida a propósito en lenguage de milicia, desengaños de guerra, i en experiencias de mundo, advertimientos de cielo, si ensayándose en convertir ablanda bronces, quando ya diestro destierra azeros. Entran los dos Capitanes en Lima, echan galas, dan librea a criados, pónense cadenas de oro, i cintillos de piedras, adornan con gualdrapas de terciopelo sus cavallos, festejan su venida los Cavalleros de Lima donde eran conocidos, ya por su gran nonbre, ya por su conocida nobleza, i mucho más por amistades antecedentes, i correspondencias nobles. Don Alonso de Arcila se fue a España, donde inprimió su Araucana, i no pudo el enojo negarle en su libro la justicia; alabó a don Juan mucho, aunque abló del muy poco. No trataron don Juan i don Diego de enbaraçarse en lisonjas de Corte, por despedirse del siglo en trage de mundo, adornaron su nobleza, pero no su gana. Luego se fueron al Prior de san Augustín, que lo era el Padre fray Andrés de santa María, comunicaron su inpulso, i pidiéronle el ábito, admirole su determinación, porque los juzgava muy del siglo. Proboles si era de Dios el espíritu, conoció ser de aquella esfera, i sus quilates de celestial moción, determinose el día, i anbos repartieron a pobres todo el oro i riqueza que traían (era entonces lo rico del mundo las minas de oro de Valdivia) llegaron a la portería del Convento llenos de galas amando su menosprecio, i dan el último vale a la profanidad, i apéanse de los cavallos, i allí dieron libertad a sus esclavos, los cavallos, gualdrapas, i las cadenas de oro a sus criados Españoles, i dándoles los braços i buenos consejos los despidieron, entrándose solos i pobres al Convento. Diéronles el óbi- to, a don Juan a 27 de Março, i a don Diego dos días después, i profesaron juntos a seys de Abril del año de 1560. Degemos a fray

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Diego de Arana para el lugar que le a de caber, i continuemos las acciones de fray Juan de Pineda echo Pablo en la Iglesia de Saulo en el siglo.

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CAPITULO XXXIV

CONTINUASE LA VIDA, I CONVERSION DEL PADRE FRAY JUAN DE PINEDA, I COMO I QUANDO DEJO LA ORDEN LA PROVINCIA DE LOS CONCHUCOS

Ya eran otros los egércitos que peleavan con este soldado visoño en la Religión, más fuertes quando menos se ven, i menos poderosos quando se temen más, legiones infernales se arman contra él, que siendo mundano se retiró a Dios, allí se multiplica la batería, dóblanse las tentaciones, i réstase el furor, no descansan estos contrarios maquinando estratagemas, i nunca se cansan conbatiendo al ánima con tenacidad. Trocó las armas fray Juan de Pineda, i quedose con el valor, la sobervia puso a los pies de una profunda umildad, ladrillos i adobes cargava como un Indio peón, alegre guando trabajava mucho, i quieto guando se afligía más; fregava las ollas, i escamava el pescado, barriendo las oficinas, i linpiando los parages asquerosos. Esto azía, no sólo quando todos concurren, sino los más días, mortificando su aseo i curiosidad; buscava las acciones más umildes, i con silencio se abatía a todas. Quien lo vía con el adobe al onbro, i con el quarto de carne a las espaldas, i lo avía conocido en su profanidad, admirado del trueque, dava confuso alabancas a Dios. Los días de la semana se abría las carnes con rigurosas diciplinas. Su 'ayuno era continuo, i su abstinencia cotidiana. Con cilicios refrenava la carne, i con la oración alentava el espíritu. En la batería dé sus tentaciones (que tuvo muchas, ya novicio, ya profeso i Sacerdote) decía: ea fray Juan, para Españoles en el Perú, i para Araucanos en Chile erays valiente, i ¿para vuestra salvación soys covarde, i amilanays el furor? Vuestro enemigo mayor es la carne, muera pues. tantas vezes os a muerto; i pues erays vengativo, tomad vengança de vos; i como servíays a los Reyes del mundo por un premio contingente i tenporal, servid a Dios, que el premio es seguro, i la paga es eterna. Con esto crecía su penitencia, i se amilanava su loçanía. Diole Dios un doloroso mal de orina, tan constante, que días i noches no se suspendía el dolor. Quedava algunos ratos sin sentido, llamando a Dios, quando otro menos mortificado bramara de inpaciencia. ¡O misericordias de aquella Eterna Magestad, que quiere cobrar lo que en ofensas le debemos, quando nuestra paga es logro! i quando nos puede aprovechar lo que padecemos, dirá un ignorante quando yo vivía en vicios, no padecía trabajos, i aora que trato mi salvación todas son fatigas. I dirale otro experimentado en la piedad de Dios: ermano los que están en el

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mundo egecutan a sus deudores por cobrar sus cantidades, sin mirar si le sobra o le falta al que quiere egecutar. Pero Dios sólo egecuta quando nos ve con caudal de paciencia, de penitencia i mortificación. Los del mundo encarcelan para cobrar, i Dios primero saca de la cárcel de las culpas, que trate de pedir. Bendita sea la paga que se aze con los mesmos bienes i azienda del acreedor. Cristo da la gracia, i con ella tienen valor los trabajos, i no los da quando estamos en culpas; porque no an de satisfazer. Que los trabajos que padece uno siendo actual pecador, nosotros los solicitamos con nuestros vicios; o si los enbía Dios, es por castigo. Todo lo advirtió el Padre fray Juan, dando gracias agradecido, quando se allava más lastimado. Sabía bien la lengua general del Perú, aprendiola quando militó entre los relances de sus varias fortunas, ascendió al santo Sacerdocio, si no benemérito, suficiente. Ardía en él un zelo piadoso de convertir ánimas, deseando gastar la condición de batallar con enemigos, en conquistar ánimas, donde la vitoria de una da laureles de Inperio. Salió a convertir idólatras, i a reducir Gentiles el año de 1566, i el Capítulo le nonbró por Vicario de Yagón, i en el de setenta i uno por Vicario de Conchucos, i fue a la dótrina de Tauca el Padre fray Marcos Pérez; i a la de Piscobánba el Padre fray Martín Sierra, dos bonísimos Religiosos, grandes obreros en la conversión desta Gentilidad; el Padre fray Marcos Pérez fue un cordero en la mansedunbre, i un elefante en el trabajo, padeció mucho entre Indios, i tuvo gran opinión de virtud entre Españoles; en los Conventos donde la Obediencia le ocupó era amado de todos por su umilde llaneza, i mucha caridad, i murió en Lima por el año de 1620, muy viejo, de una pedrada que un muchacho a otro tiró en la calle, i lastimole bien poco en la cabeca, no curó mucho del daño que izo el golpe, i cargándole el umor murió en breves días bien querido de Dios i de los onbres. Trabajó mucho en los Conchucos el Padre fray Juan de Pineda, i no es ponderable la dureza con que resistieron en la Fe aquellos Indios; ganó muchos para Dios, i catequizolos todos para la Iglesia, buscándolos a pie por los montes los atraían, i a los que allava enfermos curava. Pregunta san Gregorio, cómo puede acontecer lo que Cristo dijo por san Mateo, que el que iziere la voluntad de su Padre Eterno, será su ermano, i será su madre, que un siervo suyo suba por la gracia al supremo estado de llamarse ijo, pase, que se llamase ermano de Cristo, todo lo puede engrandecer la piedad de tan omnipotente Dios. Pero ser un Católico i virtuoso madre de Jesu Cristo, ni parece que conforma el lenguage, ni que título tan ipotecado a la Virgen santísima se puede trasladar a otro.

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¡O divino crecer! !O soberano subir del ánima justa que a tal soberanía vino a llegar! Oygamos al santo Dotor cómo explica las palabras de Cristo. Sabed que el justo, que por creer en Cristo, i servirle, es su ermano, como sea Predicador de su ley, i trate de convertir ánimas a su amor, al punto se pasa, i sube a ser madre de Jesu Cristo, pues es como engendrarle, azer que el oyente lo reciba en su coraçón, i aquel infundirle en una ánima es parirlo en su estimación. San Bernardo dice, que la Virgen santísima quando estuvo preñada del Verbo Eterno, donde se vistió de nuestra umanidad; representava a los Predicadores que engendran a Cristo en sus coraçones, o para que se engendre Cristo en los coraçones de los fieles, i ellos los engendren en sus ánimas, i ellos los paren para dárselos a Cristo; generación que dice san Pablo, aver echo él con su predicación, engendrándolos en Cristo, i entre sus cadenas engendró a Onésimo. Pero diferénciase el parto de la Virgen del que aze el Predicador, que aquél fue sin dolores, i el que aze el Predicador, es con ansias, forma el ijo con lágrimas, i proporciónalo con gemidos, pariéndolo, como dice san Pablo, una vez i otra, que no es engendrar a Cristo predicar su Fe, si no aconpaña con dolores, trabajo, lágrimas i suspiros su predicación; madre suya se aze, si con predicar i convertir, con enseñar i prometer engendra su Divino amor en el ánima de su prógimo donde lo engendró. ¡O excelencia de ganar un ánima! ¡O alteza negociada por la predicación! ¡Que sea madre de Cristo el que convierte a su prógimo a Dios! ¿Quántas do- cenas de vezes ganaría el título i méritos deste porte de maternidad el Padre Fray Juan de Pineda? ¿A quántos infieles convirtió en tantos años de Predicador desta Gentilidad? Al cobrar vería él las vezes que fue madre de Cristo su Señor. Mucho obró con sus palabras, pero más negoció con sus obras, que el buen egenplo trae de los cabellos al más distraído, i el mal egenplo de un Sacerdote, si a los Españoles anima, a los Indios destruye. Sucede lo mismo a éstos que les aconteció a los fijos de Israel con el Sacerdote Alcimo, digeron que venía de parte del Rey Demetrio a tratar pazes, i a convenir confederación, i dijo el Consejo de los Asideos, gente que asistía al culto Divino: este Alcimo es Sacerdote, i así no puede engañarnos, eran sus palabras santas, i degolló a 60, aziendo que bestias comiesen sus carnes. Lo mesmo piensan Indios i seculares, que el Sacerdote no los pueden engañar, i con sus obras azen que los despedacen bestias de culpas. Su buen consejo, i mucha observancia obligó a que le iziese Difinidor mayor, o más antiguo en el Capítulo Provincial del año de 1576, i presidió en lugar del Reverendísimo General en el Capítulo Provincial siguiente del

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año de 1579, i en anbos Capítulos mostró en las actasi observaciones el zelo de la perfeción, i el aumento del bien espiritual, i conversión de los Indios. Enbiole la Obediencia por Vicario a la Provincia de Cotabanbas el año de 1579. Indios enpeçados a convertir. Allí obró como buen pastor algunos años, sin que los dolores de su orina, los trabajos de tantos caminos i la carga de pesados años le enfriase el zelo, ni le entibiase el amor. Era alegre en las conversaciones, amigable en la correspondencia, i en todo era jovial. Decía algunas facecías contra sí, publicando sus pecados del siglo con umilde graciosidad, triscando de sí, i culpando a otros. Bolvió después de aver servido a Dios, i adelantado la Fe en toda aquella Provincia de Cotabanbas a su primera ija, i trabajosa conquista de los Conchucos, que conociendo los Prelados lo mucho que medrava aquella Gentilidad en Fe i dotrina con sus costunbres i predicación, i siendo amado de toda su comarca, se agregavan Indios montarazes, i Gentiles fugitivos; le enbiaron por Prelado en el Capítulo del año de 1582, destruyó celebrados Idolos, i aquella supersticiosa adoración de los duendes, talando él i sus cinco ministros los árboles alisos tan llenos de Demonios, como el árbol que tenía Egipto a la entrada de sus puertas, que desterró la Virgen quando llevó su ijo. Desenterraron Idolos, sacáronlos de las mesmas paredes de las Iglesias castigando idólatras. Varias supersticiones i echizerías arrancaron, aniquilando los maestros, i castigando los cónplices; atendían sólo a esto i medrava todo. Salió por Provincial el año de 1584, el gran Prelado i Maestro Fray Luis López, diéronle cuenta cómo la Provincia de Conchucos estava bien instruida en la Fe, i aumentada en policía, pueblos i mejores costunbres, i que ya sin tanto trabajo se dotrinarían aquellos naturales. Fue a visitar aquella Provincia, i las otras deste Perú, i quando bolvió, trató con el Virrey de renunciar las dotrinas ya convertidas, i más prósperas, porque no se pensase que el trabajo, o la codicia obligava a dejarlas. I contradiciendo la dejación el Virrey, le representó que avía ya muchos Clérigos suficientes, pobres, i beneméritos, i que si no los enbiava, se avían de quedar sin Párroco los Indios. Entonces dejó 25 dotrinas, que entonces i aora eran las más ricas, i para la vida umana eran las más regaladas; i así oy son las que le quedaron a san Augustín las más pobres que tienen las Religiones. En esta dejación se incluyeron los pueblos de los Conchucos, quedando convertidos los Indios, echas sus Iglesias (que las más e visto) adornadas de ornamentos, i bien instruidos en rezar el Oficio de nuestra Señora los Indios, cantar continuamente Imnos los muchachos; fundaron escuelas de cantar i leer, i otras costunbres

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de nuestra Religión. Bien lloraron (i con razón) los Indios nuestra salida, bastava aver estado dotrinándolos el Padre fray Francisco Velázquez, de quien presto diremos mucho. Bolviolo a enbiar a la Provincia de Cotabanbas por Prelado el Capítulo de 1591, donde trabajó de nuevo, i llegó muy viejo. Obrava al modo que dice la Escritura del Profeta Samuel; visitava los pueblos, i enmendava los vicios. Después de mucha vegez, i enfermo de aquel su continuo mal de orina se recogió en el Convento de la Nasca, pueblo i casa de quietud i soledad, donde acaudalando méritos, i ocupándose en obras de caridad i oración, murió en el Señor el año de 1606.

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CAPITULO XXXV

DE LA FUNDACION DEL CONVENTO DE TRUGILLO, SU TOPOGRAFIA I CIELO. EL ESTADO ANTES DE SU RUINA, I EL LASTIMOSO ESTRAGO DESPUES DEL TERREMOTO.

ALABASE A SU PATRON, I LA GALLARDIA QUE TUVO EL EDIFICIO DE NUESTRO CONVENTO, ASTA QUE LO DERRIBO EL TENBLOR. I DICENSE SUCESOS EGENPLARES ACAECIDOS EN AQUELLA CIUDAD

ANTES I DESPUES DE SU CAIDA, I EN LA OCASION DEL TERREMOTO

Lo que oy es ciudad de Trugillo se llamó en su antiguedad el valle de Chimo, nonbre común de los Reyeçuelos de aquel señorío, eredado del primer Cazique llamado el Chimo, que siendo de ánimo brioso, i de coraçón sobervio, dio batallas a sus vezinos, i les tiranizó sus valles, aziendo tributarios a los vencidos, i obligando a su servicio personal a los pueblos. Chimo se llama oy el valle en las provisiones del govierno, i en el común ablar de los Indios; llamose Trugillo en gracia de don Francisco Piçarro, que nació en el Estremadura, i así el segundo pueblo que fundó en este Inperio fue éste, que oy es egenplar de estragos (remito al tratado del Convento de Guadalupe i su valle más dilatación deste punto, donde pondero más singularidades, i lo que en este capítulo dejaré de poner). Terminávase este señorío azia el norte en el valle de Chicama, o como dice Garcilaso, valle de Chacma, al sur el valle de Guañape, éste siete leguas de Trugillo, i el otro cinco, con que de norte a sur, tenía doze leguas al Oriente el valle de Zinbat fin de aquellos arenales, i principio en las faldas de la Sierra, i al Poniente la mar, cuyos puertos son de un mar escorroso, rara vez tratable, i de ordinario terrible, son las olas muchas, i las corrientes bravas, por ser baía desabrigada, i así es toda de poca seguridad, surgen una legua i más los navíos apartados de los puertos, i es el menos enbravecido el que llaman Guanchaco, donde no abitan Españoles, i sólo tratan en su pesca algunos Indios. Está en una Capilla la Virgen, que intitulan nuestra Señora de Guanchaco, de quien se refieren milagros echos en navíos que peligran, i en navegantes, que en mortales riesgos la llaman. No tiene decente culto, ni se sirve con devoto adorno; repártese la culpa entre los que olvidan sus milagros, i entre los Eclesiásticos, que devieran ser más devotos. Está dos leguas de Trugillo, aunque a la Ciudad se le acerca el mar, i está del corta media legua. No es playa que agasaja navíos, a cuya causa es poco

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el comercio, i quita el no ser la Ciudad próspera. Del mar al pueblo de Zinbat, dotrina de frayles Augustinos ay seys leguas, las doze de largo, i las seys de ancho. Es el mejor pedaço de tierra i cielo, que conocen los Yungas, pues siendo la superficie arena gruesa, es fértil i deleytoso el terruño. Trigo se coge con abundancia, maíz con exceso, i de varias semillas, legunbres copiosas, i ortalizas regala- das, cría diversidad de árboles proprios i Españoles, que saçonan los frutos, i con el mucho açúcar que se coge son varias i de regalo sus conservas, que a Panamá i a la Sierra dan pródigamente, alivio es para los enfermos de aquellos territorios, i grangería para los Trugillanos, que cargan navíos, ya destos dulces para el regalo, i ya de arinas i legunbres para el sustento. Es toda su labrança con regadíos, que el río que tiene es crecido en verano, i suficiente en invierno, i dividido en esteros, que allí llaman azequias riega la parte inferior del valle, desde Guamán i Moche, pueblecillos media legua, i una de la Ciudad, por donde pasa el río. Otro corre por el valle de Chicama, i Chocope, coge a vezes más agua, i por estar en llano, i no poder azerles puente, peligran muchos en el tienpo de aguas. Crían estos ríos peces de regalo, i el mar pescados mayores, con que es regalado todo su contorno. Bájanle de las sierras abundancia de ganados por estar colmada de copiosas estancias. El pan, carne, peces, frutas, aves, legunbres, acúcar i otras varias cosas se dan baratísimas Es el tenple bonísimo, i casi igual todo el año. El viento es saludable, aunque algunas vezes bramea en el verano, i causa gruesas garúas o lluvias en el invierno, éstas sin trueno ni relánpago sazonan las mieses, i engruesan las comidas, i es tan fresco el viento sur, i sudueste en aquellos garages, que la reberveración del Sol en las arenas, no es intolerable, ni causa modorras, tiene todo el país sinbolización deleytable, con que es sano, fecundo i provechoso. Ablando de Trugillo dice en su descripción el Istoriador del Rey Antonio de Errera: La ciudad de Trugillo en el valle de Chimo, que primero traçó don Diego de Almagro, i después fundó el Marqués don Francisco Piçarro año de 1533, tiene muchas viñas i frutas de Castilla, i trigo, es todo regadío, i tierra sana, i ay grandes naranjales, i criança de gallinería. Está en siete grados i medio, ochenta leguas de Lima, junto al mar, con monasterios de santo Domingo, san Francisco, san Augustín, i otro de la Merced; oficiales Reales proveídos por el Rey, i en su comarca ay como cinquenta mil Indios tributarios en quarenta i dos repartimientos. Algo ay que enmendar desta relación, porque no le fue a sus manos legal la noticia. Está Trugillo en ocho grados i diez minutos de altura; fundole Piçarro después que fundó a Lima, pero en el mesmo año de 1535, i como

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erró en el año de Lima poniéndolo en el de 1533, erró acá, aunque ay parrales no vide las viñas, úvolas en su principio, i trocáronlas por cañaverales. El vino se lleva de acarreto, i se permuta en trigo. Oy no pasan de diez mil Indios, i pienso que no llegan a tantos los que se allan en todos los 42 repartimientos, porque de los quatro corregimientos que reconocen a las cajas Reales de Trugillo: Saña, Chicama, Santa y Caxamarca, éste sólo está copioso, i los demás sin Indios. Tiene Convento de monjas de santa Clara sugetas a los Religiosos de san Francisco, i Colegio de la Conpañía de Jesús, i un seminario, es ya Obispado dividido de Lima desde el año de 1612, es pingue su mesa Capitular, i seguro el aumento de sus diezmos. Tiene juntó a la Ciudad, como quarto de legua, junto al río una celebrada guaca, obra de Romanos, i adoratorio de Gentiles, era del alto de dos quadras, i del ancho de quatro; fabricada toda de adobes pequeñuelos, algo mayores que ladrillos, conjuntos unas paredes a otras; i digéronme muchos (i es tradición en todos) que en menos de tres días la avían acabado ducientos mil Indios, que el Inga juntó para su fábrica aziéndole tenplo al Sol, i lo más llegado a razón es, que era tenplo del Dios de los Chimos, i entierro de sus Régulos. Anse sacado del en oro i plata grandes riquezas; más de ochocientos mil pesos manifestaron unos, de que el Rey llevó ciento i quatro mil ducados de sus quintos, algo escondería la codicia, i mucho repartiría la adulación. Otra vez sacaron millares en oro i plata de la que está en el camino de Guanchaco, guaca menor llamada Tasca. Sacó Escobar Corchuelo más de sesenta mil, sin lo que ocultaron. La segunda vez que yo bolví a Trugillo, estavam unos vezinos de la Ciudad, i otros soldados, derribando la otra guaca con instrumentos de agua, i le avían cortado algunos girones, poco oro se manifestava, i yo vide alguno del que los Indios cogían. Es opinión que encierra te- soros grandes, i que fue el tenplo mayor, i Metrópoli de aquellos valles. De los dones que la Reyna Dido puso en el tenplo de la Diosa Juno, i de los que gastó Jarbas Rey de los Getulos en el tenplo de Júpiter celebran los antiguos, i Virgilio lo pregona en versos, i no le veo pieça de oro, plata, ni otro metal noble, sino aras, colunas i puertas de cobre plebeyo; sería la arquitetura elegante, esa no tiene esta guaca o tenplo del Chimo, porque no se alcancó entre los Indios el primor del arte. Pero tuvo más riqueza que el tenplo de Juno, i que el de Júpiter que celebró la fama. Otras guacas ay menores en circunferencia de una legua camino del puerto, i a orillas del río. Quáles Dioses adorasen, i qué supersticiones tuviesen diré presto ablando de Guadalupe. Algunos quieren que el llamarse Chicamac, que significa el valle su vezino, fue por averse llamado su Dios

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Chicamac, que significa el criador de muchas cosas, dando el nonbre al valle en que vivían del Idolo supremo que adoravan, imitando a Pachacamac, i a Rímac, que tuvieron el nonbre de sus Idolos, llamándose Lima este valle, i Pachacamac aquel asiento; uso que no e leído aver platicado nación ni Reyno del mundo en toda la antiguedad. Sólo el Cristianismo usa poner nonbres de Dios, de la Virgen su madre, de la Cruz, i de algunos Santos en Ciudades, pueblos i Provincias. El llamar David a Jerusalén Cívitas Dei, Ciudad de Dios, no dice nonbre proprio, sino primacía, o superlativo de excelencia, frasis de la sagrada Escritura, para encarecer la alteza de una cosa la llama monte de Dios, como lo dijo David; en este len- guaje se entiende el decir cedros de Dios, Ezequiel dijo visiones de Dios; Jonás para llamar a Nínive grande, dijo Ciudad de Dios; i Job llama saeta de Dios, i sin éstos muchos más; que la falta de superlativos obliga a los Ebreos a estos ipérboles, i así no prueva bien el que con llamar Ciudad de Dios a Jerusalén, asienta que se ponían nonbres de los Dioses a los pueblos. El Padre fray Juan de la Puente en su conveniencia de Monarquías aze cama con esto, para que el llamarse España sea nonbre del Dios Pan; i la Provincia de Jonia alegando a Erodoto se llamase Panionia, como diciendo Jonios de Dios, i esto no es intitularse la Provincia con el nonbre de Dios, sino decir, que es de tal Dios la Provincia. Por cosas dignas de memoria quiero poner dos que en la guaca grande de Trugillo se vieron por los años de 1602, que a todos dio materia de admiración, i motivo de discursar. Estando yo allí la primera vez, continuava un vezino Montalvo, i otros coligados el ir desmantelando la guaca, no tanto con fuerca, como con maña, valiéndose de instrumentos de agua, que subía donde iziese efeto. Un día cayó un grande lienço de pared, i descubrió chafalonías de plata, cascabeles, i ojas de oro bajo, i entre todo una figura de oro finísimo de una quarta de la cintura arriba de talla entera, a ésta forma un Obispo del medio del cuerpo para arriba con su mitra, i sus chías i vestido, una almática todo con propriedad i viva semejança; tenía orejas al uso de los Reyes Ingas. Dos cosas pudieron ocasionar a que tantos años antes que los Indios viesen Obispos los retratasen; o aver visto al Apóstol i a su Dicípulo (de que avemos dicho) usar deste ornamento, cosa que en otras Provincias allaron (como ya digimos) los primeros Españoles, o averles enseñado el Demonio este género de idolatría, para que viendo los Indios el respeto i veneración que tenían los Católicos a sus Obispos, no menospreciasen sus ritos, i calificasen sus oráculos. Lo segundo, que se vido es lo más admirable. Ya dige que una pared está

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contigua con otra como un pliego de papel, que cubre a otro, o liencos o láminas, que arrimadas se juntan. Descubriose un lienço entero de pared, i en él pintados con pinzel burdo, i colores bastardos muchos onbres armados a cavallo con sonbreros, espadas de rodajas, lanças de ristre en las manos, i figuradas barbas en el rostro. Dos puntos piden aquí consejo: el uno cómo arrimavan una pared a otra, en cuyas azes ivan pintadas figuras de onbres i animales; ya se declaró esto ablando de otras guacas, i era que los millares de Indios, i las máquinas juntan paredes a paredes, para que las pinturas se perpetuasen, i los memoriales no se perdiesen. El otro, ¿de qué onbre armado, o de qué onbre a cavallo pudieron sacar los Indios esta pintura? Ya de decirse que estos Indios, i los del Cuzco tuvieron antiquísimos oráculos, como lo repetía su Rey Guaynacápac (i dejamos probado) que una gente armada con barbas, i sobre animales, avían de ser los sugetadores deste Inperio, i los señores deste vasallage, enseñando mejor ley i Religión que la suya. Con estas pinturas apareció el Obispo; a todos nos admiró, I cada qual juzgó como sentía, i los más atentos lo atribuyeron a pronóstico, que advertidos del demonio, o alunbrados del cielo pusieron en pintura a los que conquistando sus tierras les avían de abrir puerta a la salvación de sus ánimas, i poniendo oregera Real a nuestros Obispos, le colocaron entre las pinturas de los Españoles. Está Trugillo en ocho grados i diez minutos deste trópico de Capricornio, entre la línea i el primer clima llamado Anti día Mero es de los Europeos, i día Lima de los Peruanos, debajo de la Tórrida zona, cae en el Meridiano 300, según la primera tabla de Abraán Ortelio. Los signos que predominan sobre estos valles (según se prueva en el tratado que de signos, planetas i estrellas deste nuevo mundo pongo a lo último) son Géminis i Libra, i los planetas, Mercurio i Venus, según la división de Tolomeo; allá diré lo que influyen, i a lo que inclinan. Las estrellas verticales, que pasan influyendo por las cabeças de Trugillo, i están en su grado correspondiente, son, la estrella Austrina en la falda de la vestidura de Virgo. Tiene de longitud 29 grados, i sus minutos de Libra. De latitud Austral dos grados, i cinquenta i nueve minutos, es de quarta magnitud, i de naturaleza de Marte i Venus; pasa por el Meridiano de Trugillo con solos once minutos de Escorpión; sus ascensiones, ocasos i nacimientos se dirán en su tratado. Otra estrella es la primera de la diestra cotila de Aquario, i la que se sigue a los dos en la mano derecha, la primera pasa por Trugillo con veynte i siete grados i un minuto de Aquario, es de quarta magnitud, i de naturaleza de Saturno. La segunda pasa con veynte i siete grados i

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cinquenta i dos minutos de Aquario, es de sexta magnitud, i de naturaleza de Saturno. Otra que está por el primero flejo de agua del signo Aquario, tiene de declinación austral ocho grados i dos minutos, llega al meridiano de Trugillo con doce grados, i diez i nueve minutos del signo Piscis, es de quinta magnitud, i de naturaleza de Júpiter i Saturno, en el tratado se verán sus influencias. El Antípoda pies con pies opuesto a Trugillo es el Puerto i pueblo de Iravancor en la India Oriental, asiento que está cercano a la mar entre la Ciudad de Calicut, i el cabo de Comori norte sur, puertos de gran abundancia i comercio, i para nuestros Portugueses de asentada grangería. Está Iravancor en ocho grados i diez minutos al trópico de Cáncer, según la tabla 94, de Ortelio, aunque el Padre Juan de Lucena en la istoria de san Francisco Xavier, dice que fenece en la punta del cabo con altura de siete grados i dos tercios. Pero lo cierto es estar aquel país en igual grado con nuestro Trugillo al opuesto trópico diametralmente de Capricornio. I pues ya sabemos la calidad de su tierra i cielo, sepamos quáles eran sus beneficios, quál la fábrica de nuestro Convento, i quán lamentable fue su ruina, que como testigo de vista, i asistente a todo, diré lo cierto, i advertiré lo provechoso. El pueblo no era muy grande, pero tenía agradables casas i curiosos edificios, buenos ventanages, i alegres guertas. Tuvo costosos tenplos de las Religiones, i razonable Catedral, i Ospital moderado; pobláronle en su fundación, i en sus principios vezinos feudatarios de gruesas rentas, i de autorizados faustos, creciendo en lustre, i socorriendo a pobres, por ser aquel pasage necesario de los Chapetones, que a pie i pobrísimos vienen de Castilla; allí llegan umildes, i acá se alaban sobervios. Los ijos i nietos de aquellos feudatarios an crecido en nobleza, i aun menguado en sustancia, teniendo la pobreza por martirio de sus obligaciones. Tienen otros las rentas, i ellos sus méritos, i los que oy las, gozan por erencia son cinco partes menos de los que antes fueron; uno de los pobladores de aquella Ciudad, i el Cavallero que con más lealtad, lustre i reputación sirvió a nuestros Reyes, así en las pacificaciones comunes, como en las guerras civiles fue Don Juan de Sandoval, a quien el Enperador izo merced de toda la Provincia de Guamachuco, de que largamente avemos tratado; ganole la voluntad tanto nuestro ábito por los beneficios que a los Indios azían nuestros Religiosos, que les dio no sólo veynte i dos pueblos que entonces avía en su repartimiento, pero dejando a la disposición de nuestros frayles la mejor parte de sus rentas. Fundó Ospitales donde se curan de todas enfermedades los Indios, dejó proprios, i estableció obrages para

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aliños del culto Divino, i adornos de las Iglesias, i para pagar los tributos de aquellos Indios, que a no ser los administradores langostas, fueran los Indios menos pobres, éstos descansaran más, i de aquéllos se condenaran menos; en estancias, obrages, tierras i censos dejó finezas de caridad este ilustre varón, ayudando a estas piedades su noble i virtuosa muger Doña Florencia de Escobar, tan una con su marido en estas misericordias, como en ser patrona de nuestros frayles en las confianças i favores; quanto unos i otros dejaron para el bien común, aplican los Corregidores para su medra particular. La primera vez que estuve en aquellos valles, oí cantar a un pájaro mayor que el ruiseñor, larga cola, corto pico, i color frayles- co; deleytome el canto, porque eran dulces los repiquetes, i deley- tosos los requiebros, mudava vozes, con que las diferencias for- mavan armonía (ay muchos destos en esta tierra, no se detienen donde paran, i cantan pocas vezes) enamorado del pájaro pregunté cómo se llamava, i dijo un Indio que se llamava Corregidor, nonbre con que todos los conocen. Repliqué, que ¿quién le puso ese nonbre? respondió, los Indios le llaman así, porque reposa poco en cada asiento, i uno destos pájaros destruye la sementera de un pobre Indio, i al quererlo coger se huye sin pagar el daño; esto azen nuestros Corregidores, i por esto tienen sus nonbres estos pájaros, faltole por aplicar lo suave del canto, i yo lo ajusté después oyendo las alabanças que cada Corregidor canta de su justificación, i los encomios dulces que alegan en sus residencias, que quien los oye i no los conoce deleytándole sus vozes, piensa que son angelicales sus costunbres; éstos destruyen las rentas que les dejó su anparador i dueño don Juan de Sandoval, i que asta ponerlas efectivas tanto trabajaron nuestros Religiosos; memorias grandes dejó este virtuoso Cavallero, no en estatuas, colunas, ni mauseolos, sino en rentas para limosnas, i para acabar el Tenplo, claustro, sacristías i oficinas de san Augustín. Fundaron el Convento de Trugillo, tercera casa que se fundó en la Provincia a 25 de Otubre del año de 1558, fue el fundador i Prior primero el Padre fray Diego Gutiérrez, i llevó por su predicador al Padre fray Luis López, que después fue tres vezes Obispo, i era Provincial el Padre fray Juan de san Pedro. Fuese edificando todo el Tenplo, desde la puerta a la Capilla mayor todo de artesones de yeso, labradas molduras, vistosos relieves, i todos los suecos con labores i piñas doradas, i a la esquina de cada quadrado avía un Serafín con que la obra se alindava, la Capilla mayor se levantava un trecho, i eran los artesones de más elegante primor, i sustentavan cada biga sobre que cargava la bóveda dos Angeles del tamaño de un onbre, agoviado el cuerpo como que

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sustentava el peso; aquí era lo dorado más, i las piñas de oro mayores, azían sonbra colores jaspeados, con que era el edificio más ermoso del Perú, i de los que pudieran contarse por primeros en Europa. Eran el Coro alto i bajo de la mesma obra, el Tenplo era alto con ermosura, ancho con proporción, i largo con magestad; a trechos azían labor por la pared tarjas de avara labradas de relieve, i esmaltadas de oro, donde estavan las nobles armas, i blasones ilustres destos dos patrones, con otros dos escudos de a dos varas en los lados del Altar mayor. Al lado isquierdo izo Don Juan de Sandoval una capilla pequeña a los Angeles, donde en cuerpos giganteos estavan de talla entera san Gabriel, san Miguel, i san Rafael, que lo magestuoso de los bultos remedava a la grandeza de su santidad. Aquí estava en lo mejor del altar un bulto ermosísimo de cabal perfeción de la Virgen santísima, con título de la Reyna de los Angeles, imagen de milagros, i milagro de imágenes; al pie estava una umilde bovedita donde cabían tres cuerpos, aposento que escogieron nuestros patrones en vida, aziendo burla de los estragos de la muerte. Quien izo palacio a tan soberano Dios, i en tan corto tugurio limitó esu ostentación, ¿quál retorno tendría de un Dios tan pagador? i ¿quál reconpensa de un Rey tan liberal? en esta bovedita allá quando la abrí el cuerpo de Don Juan de Sandoval, i el de Doña Florencia su muger, i el bendito cuerpo de aquel Apostólico varón fray Luis Alvarez, de quien presto se verán virtudes valerosas; este cuerpo estrenó la caja, i para estos tres izo Don Juan este ataúd. Ilustró la sacristía (que era de otro género de artesones de galana forma, alta, gallarda i dorada) con ricos blandones de plata, i costosos ornamentos de altares, uno bordado de perlas, i quajado de aljofar, todo de punta de aguja, imágenes a trechos, i perlas de asiento, frontal, casulla, almáticas, capa, atril, i paño de púlpito izo conprar en Sevilla del Arçobispo, i le costó siete mil ducados; tan liberal avía de ser para Dios, quien tan pródigo era para los pobres, dejonos rentas, inpuso dos capellanías con cinco mil pesos; no tuvo ijos, i fue padre i anparo de frayles Augustinos, aclamamos su memoria, reconociendo nuestra deuda, que la paga años a que Dios la abrá gratificado con ventajas. Continuaron los Prelados los demás edificios del Convento; los que en ellos más trabajaron, fueron el Padre Maestro fray Juan de san Pedro, que acabado de ser Provincial fue allá por Prior, i fue reelecto en el siguiente Capítulo; sucediole el Padre Maestro fray Juan de Almaraz, i a éste el Padre maestro fray Rodrigo de Loaysa, i siguiose el Padre maestro fray Alonso Pacheco por dos vezes, i acabáronlos de perficionar el Padre fray Diego Gutiérrez que fundó el Convento, i el Padre fray Juan de

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Tamayo, i el Padre fray Martín Sierra que le sucedieron; acabaron con perfeción, i con la mesma obra de artesones un claustro entero, refetorio, de profundis, antesacristía, porterías, i un ángulo de celdas. Era la casa un relicario, jardín, i guertas, unos vergeles, esto vide algunos años; i pues sabemos quién izo estos edificios ilustres, sepa- mos quién aniquiló tan costosas memorias. Apareció por el mes de Decienbre un cometa en el Cielo, grande, algo blanquecino, i de echura i forma de palma, aunque mayor a la vista; el pie mirava al oriente, i la palma azia el ocidente, víase claro al principio de la noche, i a las cinco de la mañana, a esta ora era su aspecto como una gran lança, i víase azia el ocidente, i el de prima noche era la mitad menor, i como dige salía del oriente; muchos pensaron eran dos cometas, i a la verdad era uno solo, vídose en todo el Perú, i duró asta Febrero que sucedió el fracaso desta Ciudad de Trugillo. Era yo allí Prior del Convento, quando jueves después del Miércoles de Ceniza día dé san Valentín a 14 de Febrero año de 1619, a las once i media de la mañana, día claro, quieto i agradable, uvo tan criminoso tenblor, i tan general terremoto, que corrió en un quarto de ora más de quinientas leguas de norte a sur, i más de sesenta de leste a oeste; demoliendo no sólo edificios desde sus cimientos en los llanos, i en las sierras; pero abrió montes, despedaçó cerros, ronpió en varias partes profundas cavas, escupiendo los ríos que soterráneos corrían al mar, lagunas de aguas por las bocas grandes que azían las roturas. Víanse patentes i claros los ríos que sienpre caminavan ocultos, i bueltos en tinta negros, los que corrían descubiertos por la superficie, como el de Santa, el de la Barranca i otros; causávase la negregura de lo que abortava el viento de barriales, cenizientos que vomitava la tierra, i entrávase parte de agua por las quiebras, achicándose los ríos que regavan los valles en que se vido subir el agua oculta, i bajar las aguas patentes. En el mar se vieron espantos, peligraron navíos en tormentas, i como si la tierra tuviera sosiego saltavan los peces a las playas, lastimosos desastres lloraron varios pueblos. En Lima no izo daño, aunque sacó la espada; pero donde se estremó la violencia, i egercitó su furor el castigo, fue en nuestro Trugillo desdichado, pues en un breve credo que duró el tenblor, arruinó desde los Tenplos más fortalecidos asta los edificios más livianos, no valiendo la fortaleza para azerle resistencia, ni la cal i canto para oponerse a un soplo de viento, escureciose el ayre con la polvoreda; el terror desalentó los ánimos, i el miedo cortó los bríos, con que se vio en medio del día lo confuso, lo tenebroso i lo espantable de un fracaso, quando sucede entre los orrores de la noche. Quando bolvieron en sí los vivos,

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acudió cada uno a buscar los suyos, i allavan todos materias lastimosas, materias sin consuelo, i muertes desdichadas; al que no allavan a la primera vista lo contavan por muerto, no sabían qué pared los ocultava, porque todos los edificios cayeron. Muchos estavan primero enterrados que muertos, oíanse gemidos debajo de la tierra, i por no saber adónde se davan, o por no tener ayuda con qué se buscasen, gemían a vozes los vivos, viendo el dolor de no poder socorrer a los sepultados; quando ya apartaron techos, i dividieron paredes vían los padres a sus ijos, i muchos a sus mugeres, que a no conocerlos por los vestidos, no los conocieran por los rostros, porque o igualaron las paredes las faciones, o los promontorios desfiguraron las caras; allí gritavan las madres, acullá vozeavan los ermanos, todo era dolor, todo lamentos. Murieron aquel día trecientas i cinquenta personas de todos estados i edades; los eridos como no avía quién los curase murieron los más, i quedaron lisiados los pocos, i a ser de noche muriéramos todos; a dos i a tres llevavan juntos a enterrar, no en las Iglesias, que eran promontorios, sino en los cimenterios i claustros. En ves de ataúdes los llevavan, aunque fuesen nobles, en escaleras, en fregadas, o en bateas, no avía canpana con qué tañer a doble, ni Cura, Monezillo, ni Sacristán que aconpañase difunto; cada qual azía un oyo, i enterrava sus muertos. Los girones de pared que avían quedado davan mayor terror a los vivos que el tenblor primero, porque quince días continuos tenblava cada ora, i huían de donde uviese pedaco de pared, o junto de adobes. Enbiome a llamar el Obispo don fray Francisco de Cabrera Dominico, i de mi Convento a su casa, que distavan tres quadras, fui viendo cuerpos muertos, o de pobres que no tenían deudos, o de animales caseros que entraron en la pérdida; todo era ediondez, todo era lástimas. Allá al buen Obispo albergado en un pesebre de su cavalleriza, llorando las desdichas comunes, i temiendo las Divinas justicias. Los Religiosos Augustinos sirvieron mucho a Dios aquellos días, porque los más Religiosos de otras Ordenes se fueron de la Ciudad, o temiendo la furia de tanto terremoto, o buscando qué comer, que perecía la gente de desabrigo i de anbre; repartímonos unos a enterrar los pobres i a nuestros bienechores, trayendo al Capitán Juan Delgadillo vezino feudatario, i de grandes méritos en guerras civiles, en una artesa en onbros de Religiosos; otros andavan confesando eridos, i consolando tristes. Mucho mostró su caridad en esta ocasión el gran Religioso Padre fray Diego de Medina. Sustentávamos pobres, i predicávamos por las plaças dando esperanças de piedad, i prometiendo misericordias de Dios, conmoviendo a penitencia con el castigo que vozeava

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escarmientos; azíanse cada semana tres diciplinas públicas, a que concurría la Ciudad, siendo el recurso nuestra Iglesia pagiça donde se celebravan los Divinos oficios, en que la común tribulación tenía Cristianos consuelos; i el tañer canpanas (que en cinco días no se oyeron, porque todas cayeron, i muchas se quebraron) fue un júbilo general que alentó los coraçones, que juzgavan era un entredicho de Dios el no clamorear sus campanas. Desde el primer tenblor que destruyó la Ciudad asta corridos quince días no uvo ora en que una, dos, i tres vezes no tenblase, siendo mayores los terremotos que se continuavan, que el primero que causó la ruina. Pasados algunos días se vio a las once de la noche azia la parte del mar un tan claro resplandor, que pareció ser medio día, i causarlo el sol; dejó sin abla el espanto, o la inprovisa novedad a los que lo salieron a ver, otros i yo le vimos desde que apareció, pidiéndome confesión, i enmu- deciendo luego un letrado jurista Don Pedro Flores, i el secretario del Obispo Juan Ponce de León, que en mi conpañía estavam junto a un árbol (porque las sonbras de los árboles eran los mejores albergues, i no dejó el tenblor otros aposentos) pasmó el súbito resplandor a quantos lo vimos; duró más tienpo de tres credos; apareció al oeste de .la Ciudad una coluna delgada, mayor que el largo de dos lanças, pirámide ermosa, clarísima, cristalina, i resplandeciente; estuvo como fija dos credos en el ayre, no muy alta del mar, luego se fue bajando derecha, i mudada en ondas, o colubreando otro credo se entró en el mar, dando tan espantoso trueno, que el ruido añadió enbeleso al espanto, i todo junto aumentó el terror; ya más animados quisimos saber si era meteoro natural, o presagio del Cielo para nueva tribulación, i leyendo al maestro Rodrigo Zamorano allé en el libro quarto, capítulo 31, de su reportorio, que pinta otra del todo semejante a ésta, que él dice que vio el año de 1571, a 9 de Setienbre, caminando una noche de Salamanca a Valladolid, dice que es una exaltación muy caliente i seca, que penetra a la media región del ayre, i si no es inpedida por las nubes, o frialdad que allí alla, sube asta la suprema, i encendiéndose aze un fuego a manera de perpendículo, o pirámide, o lança encendida como brasa, i a vezes como llama, o una acha encendida, o como una biga muy grande que echa llama, i aze gran ruido; i dice que esto pronostica lo que entonces se vido en Valladolid, que fue dentro de doce días aquel miserable incendio de lo mejor de aquella Ciudad. Pues como la atribulada Trugillo vido tal fusil, o tal espantable visión, creyó era el último vale de su vida; andavan onbres i mugeres dando vozes, i pidiendo misericordia, yo les leía el párrafo referido, persuadiéndoles era exalación natural, i no amenaça de nuevos castigos, con-

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solándolos con que si aquel resplandor pronosticava incendios de casas, no tenía la Ciudad una si quiera donde prendiese fuego; algo los sosegava el discurso, pero nada les apagava el miedo, que coraçones atribulados con poco se achican, i los temores con pequeñas causas se agrandan. Dejemos para postres la ruina de mi Convento, i lo que en la mudada de la Ciudad defendieron los frayles Augustinos a los pobres, venciendo a la gavilla de los poderosos, que anteponiendo sus comodidades tiravan a dar más trabajos a los desvalidos, i veranse algunos sucesos egenplares que aquel día del tenblor sucedieron, i los que aquellos días se continuaron, que obra Dios para castigo de unos, defensa de otros, i escarmiento de todos, i antes advirtamos dos plagas que enbió Dios a aquellos valles, nunca asta entonces conocidos: la una fue de grillos en tan grande multitud, que llenavan las casas, i comían la ropa; i la otra de ratones vermejos que cubrían los canpos, i talavan las comidas; marchavan como en egército vandadas de dos i tres mil ratones, i quien antes avía visto las azas de trigo, maizales i legunbres ermosas, fecundas i grandes, dentro de tres oras no divisava ni las raízes. Admirava la velocidad sin que al daño se le descubriese remedio, ni tuviese atajo el violento castigo. Entrava un egército destos en una eredad, i después de talar las mieses, comían las cortezas de los árboles, las sillas, i todo coranbre. Mitigó Dios su ira, no porque se enmendaron, sino porque lástimas le enternecieron.

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CAPITULO XXXVI

DONDE SE VERAN SUCESOS EGENPLARES, ACAECIDOS EN LA CIUDAD DE TRUGILLO EL DIA DEL TERREMOTO QUE

LA DERRIBO, I EN OTROS TIENPOS ANTES I DESPUES DE SU RUINA

En el oficio de un escrivano estavan aziendo una escritura dos, i el uno engañava, i el otro sufría; aquél vendía la necesidad, i estotro callava su agravio. El escrivano favorecía la causa del mal echor, i todos los más testigos i asistentes eran paniaguados, i cooperantes en la maldad; ya se iva acabando la escritura para firmar el contrato, començó el tenblor, i dijo el agraviado, huyamos, que tienbla; i respondió el agraviador, luego pasará, acabemos esto. Continuava el furor cayendo terrones, quiso huir el inocente, detúvole el malicioso, diciendo: no sea tan cobarde que ya pasa. Viendo el escrivano que iva arreziando el furor quiso saltar la mesa que les atajava el paso, i detúvole el interesado, con que pudo el inocente, i otro su amigo salir a la plaça, i cayendo todo el edificio le cogió un madero la cabeça entre el canto de la mesa donde escrivía, i las manos con que estava escriviendo, i se las cortó como pudiera una navaja. Lo considerable es que allaron la cabega i manos divididas del cuerpo; mató a todos los cónplices del maleficio, sin que después pareciese papel, ni renglón de la escritura, sólo pareció el castigo de la maldad para escarmiento de la justicia. Arrojen a la Reyna Jesabel de la ventana al suelo los ministros del Rey Jeú, véanse entre las paredes los riegos de su sangre, coman perros todas sus carnes, i pregunten a Dios porqué ordenó que a los estremos de sus dedos no tocasen los perros vorazes, i dirá que abominó tanto como aquello los dedos de Jesabel, porque escrivieron i firmaron la escritura en que le quitavan la viña i la azienda a Nabot, i la cabeça en que se trató la maldad, que aun los perros tuvieron asco, i les causó tal orror, que comiéndole todo el cuerpo no le quisieron tocar a la cabeca, ni a las puntas de los dedos; porque abomina aun la naturaleza bestial los instrumentos con que al pobre agravia el mal echor. Véanse pues en Trugillo ollados de tapias, i despedaçados de paredes cabeça i dedos de escrivano, i cabeças de los que quitan las aziendas al pobre, derramando su sangre sobre el mesmo papel, donde se escrivía la ofensa, para que el culpado tenga por almoada el instrumento del delito, i se animen los agraviados, considerando, que con un tenblor los sacará Dios, de donde con violencia los oprimen, i matará sin sacramentos al que con engaños los violenta.

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Un onbre casado con una muger ermosa vivía enamorado i divertido, causas que sienpre obran monstruosos efetos, pues estos tales desean motivos para matar sus esposas, i descartarse de los cuydados del matrimonio, que muchos los conservan, no por la obligación de su estado, sino por el qué dirán de su reputación. El marido tratava de matar a su muger, no por causas suficientes, sino sólo ponderando apariencias gigantes; fuese desaziendo de las alajas de su casa, i de los arreos personales, creciendo el odio por momentos, i deseando egecutar el omicidio por oras. Salió de su casa a esconder su azienda, i a disponer su matança, i dejó en una recámara de un quarto alto dentro de una alacena grande encerrada a la inocente muger, que aguardando la muerte no podía dar un grito para que alguno la socorriese, o la confesase; recurrió al Cielo, i aclamó al Padre de las misericordias, i a la Madre de las piedades, pidiendo el perdón de sus culpas, i el anparo de su inocencia. Tenbló la tierra, cayose toda su casa, no sólo sus quartos altos, sino todos los edificios bajos, i sólo dejó Dios aquel pedaço de pared donde estava la alacena, i la muger afligida, que como si estuviera en una valentísima torre no tuvo movimiento, ni los techos (que todos se cayeron) en nada tocaron de la alacena, ni de la pared desde el cimiento a la cunbre, que al caer pared tan alta de un lado i del otro, i dejar el ancho de dos varas en que estava la alacena; maravilla fue de la inocencia, i fineza de Dios en premio de su esperanca. Ella quando bolvió del tenebroso espanto en sí, vía desde su jaula que no distava una quadra de la plaga los que corrían a sus casas a ver sus desdichas, i vido venir al marido, no sé si alegre, pensando que el tenblor avía echo lo que él aria, con que sin miedos de la justicia le saldría más sazonado el injusto omicidio, o quigá vino espantado, o confuso a enmendar el deseo; él oyó las vozes de la muger que le dijo, milagro, milagro, que Dios me a favorecido, quando vos sin razón me aveys culpado. El no pudo ablar de asonbro, i bolviendo en sí conoció su delito, admitiendo por repreensión piadosa de Dios el anparar su esposa entre tantos peligros, i abrirle los ojos a fuerça de favores, i a prueva de milagros, buscó escaleras, i atando unas a otras bajó a su muger, llorando él de arrepentido, i ella de gozosa, pues vido a dos muertes la cara, a la del cuchillo que aguardava de su esposo, i a la del tenblor que enbiava la eterna justicia; pero ¿quándo vido desanparos el que profesó su servicio? i ¿quál no gozó sus favores a vista, i al mesmo lado de la tribulación? Después que la muger bajó, i la llevó su marido, cayó aquel listón de pared, prueva de que estava violentada la naturaleza, i que le servía de estrivos la inocencia. Vieron después estos dos unidos en amor conformes en la

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paz, i atentos a su salvación, que aviendo temor de Dios entre los casados, ni arde la desconveniencia, ni tiene entrada la riña; los zelos se apagan, i el amor se enciende. Notó Avenezra, como ad- virtió Leonardo Mario, que el nonbre que Dios mandó poner a Eva, luego que la crió fue Virago; i que así el nonbre Isc, que es el varón, como Isca, que es la muger, contienen en sí una letra, aunque diferente, una es la I, y otra es la A, del nonbre de Dios, con que significó, que el matrimonio era obra santificada, que tenía en sí la gracia, i la bendición de Dios, i desta prevención Divina saca el misterio soberano. Dispúsolo Dios así (dice) para que viésemos, que si de qualquiera destos nonbres Isc, y Isca, esposo i esposa, se quita la letra del nonbre de Dios, que él puso en estos dos nonbres, la palabra que queda es Ignis, fuego, con que dio a entender que sólo fuego de renzillas, zelos, pendencias, odios i desamor queda en los casados faltando Dios, i no guardando su ley, que si es malo el uno, viven en fuego los dos. Adviertan más, dice Leonardo, que a las mugeres las crió Dios para ayuda i conpañía, i las llamó Virago, no truequen la letra los casados i sean Vorago, olla ardiendo, infierno, i abismo escuro, que donde falta el temor de Dios en los casados, falta el amor meritorio en sus corazones, sobra la desdicha, i vívese en infierno; todo se ve cunplido en el suceso pasado. Entrando yo como dige a ver al Religioso Obispo don fray Francisco de Cabrera, i dándole el pésame del estrago general i ruina de su casa; bien lloroso me dijo, que no era su dolor verse en un establo, i asolada su casa, sino que uviese muerto un criado suyo en lamentable estado, i contome el caso que pasó en esta manera: traía inquieta a una India ermosa (no sé si casada o soltera) un criado del Obispo, quejáronse los que la tenían en su servicio, i la avían criado, pidiéndole enfrenase a su criado, para que Dios no se ofendiese. El virtuoso Prelado trató de la enmienda con caricias, temores, amenaças i enojos, i pudo poco, pues sólo escusó el enamorado los públicos paseos, i dispuso con más secreto las ocasiones. La India se desapareció con que los amos aumentaron la queja, i el buen Obispo después de aver notificádole censuras izo diligente inquisición, santificávase el criado, alegando que nunca salía de casa, í que otro devía de aver echo el robo, i por asegurarlo más, le mandó que de día ni de noche saliese de su casa asta que los dueños allasen la India. La mañana del tenblor tuvieron nueva falsa, que la muger estava en una eredad cerca del pueblo, i que temían que el criado la avía de ir a sacar del escondrijo; él para provar inocencia, i asegurar que no era culpado en la calumnia, dijo que lo encerrasen en su aposento, i se llevasen la llave, que con gusto

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quería estar recluso todo el día, porque si no allasen la India, no le aijasen la culpa, ni le tuviesen por tan malo, que sin temer las censuras estuviese tan aerrojado a las sensualidades; contentose el Cristiano Obispo de su oferta, i admitió por aquel día su clausura, comenzó el tenblor a derribar la casa Obispal, todo caía, i sólo tierra, polvo i gritos se levantavan; cada qual atendía a su defensa, i sólo deseava huida. Cayeron salas, quadras, aposentos, i algunas oficinas, i no caía el que encerrava el criado; cayó el aposento desde el cimiento al techo, i no derribó algunas otras pieças de la casa. El congojado Obispo acordándose que estava recluso el criado, enbió a ver si su aposento avía caído, i bolviéronle a decir, que ni una vara de pared avía quedado; todos acudieron a desenterrarle, porque otro ninguno avía muerto, ni estava erido, quitaron techos, apartaron adobes, i allaron muerto al triste criado sobre la India, que desde que se ausentó la avía escondido en su propria cama, i la tenía consigo continuando la ofensa; esta lamentable desdicha llorava el Religioso Obispo tan tiernamente, que ocasionava a que llorásemos todos; murió en su pecado, siendo él mismo la justicia que lo encarceló, i el carcelero que a los delinquentes guardava, descubriendo la ira de Dios los sufrimientos de su misericordia; quando reparé en que lo último que cayó fue el aposento donde estavan los dos cónplices, i que al punto paró el fracaso, i no continuó el tenblor; se me representó el suceso del celebrado Fines, que alaban los Números, i encarece David quando se entró en el aposento aquel onbre del pueblo de Dios, al acto lacivo con la muger Gentil, que quitando Dios las vidas a 24 mil culpados, i caminando a mayores castigos, al punto que Fines, mató juntos sobre la misma cama a los dos sensuales, i pidió a Dios misericordia, cesó el quebrantar casas, asolar vidas, i destruir edades, que el castigo en fragante en el lugar del delito aplaca el enojo santo, i azen que cesen los rigores Divinos, que aquél del pueblo de Dios en los canpos de Setim con la Gentil Ra- mera, i éste de la casa i pueblo de Dios en los valles de Trugillo con la India, sino Gentil, nieta de Gentiles, irritan más a Dios que otros pecados, o sea por el escándalo común, o porque enseñan a pecar a las que avían de convertir, i así cesó el tenblor de la Ciudad quando castigó juntos a los sensuales el enojo de Dios. A Leonardo Xaramillo buen pintor, le cogió la casa sin poderse escapar, viéndose entre los sustos de la muerte, i entre las paredes i techos que caían, al ver que le cogía pared i techo, sólo pudo decir válgame nuestra Señora de los Angeles (ésta es la imagen que está en nuestro Convento de San Augustín en la Capilla de los Angeles del patrón don Juan de Sandoval) socorrió tan solícita la Virgen a su

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encomendado, como piadosa a su ruego, pues cayendo todas quatro paredes i techos, i puertas sobre Leonardo Xaramillo ordenó que cayesen con tal disposición, que le dejasen el gueco en que cupiese incado de rodillas, i en vago lo que le pudo defender la vida en aquel cóncavo milagroso, echo sin duda por mano de Angeles, i por mandado de la Reyna dellos, pues con asistencia de oficiales, i trabajo de peones no se dispusiera en algunos días el modo de la fábrica, donde los palos quebrados del techo, las tapias i puertas eran estrivos unos de otros, deteniendo cada cosa lo que a no estar por allí manos celestiales matara la menor que lo defendía, a muchos i se desenquadernara; allí como Jonás en el encierro de la ballena añadía súplicas a su protectora dándole gracias al dueño de su vida, dava vozes porque lo oyesen los que le remediasen, como cada uno huyó a lo despoblado temiendo a dies adobes que no uviesen caído, nadie lo oía, i a no estar muy cerca de Leonardo Xaramillo no se oye- ran sus vozes, porque ni resquicios tenía el promontorio, i era lo amontonado tan unido, que como en bóveda subterránea se escon- día el afligido venturoso. Allí tuvo Dios conservando el milagro, i la Reyna de los Angeles anparando el domicilio todo aquel día, porque uviese testigos de su favor, i aclamadores de la maravilla. Juntose gente, oyeron en confuso las vozes, trataron de sacarlo, i conocieron la dificultad, porque temían que quitando qualquier lado de aquel promontorio caería de otro, i mataría al enterrado; pero como la Virgen santísima no dispuso la defensa para nueva lástima, advirtió a los que tratavan el desentierro lo que convino, i así atentando lo menos peligroso, acertaron con lo más conveniente, i no fue tan a gusto, que en la cabeça sacó un moderado golpe, que aunque no sacó sangre dejó inchacón. Al punto que vio la luz del Cielo, dijo a los que le sacaron, el milagro de la Reyna de los Angeles, i fue a nuestro Convento a reconocer en público el piadoso favor que le anparó en el peligro. Entró a mí (que como dige era Prior) pregonando el milagro. Pidió que le dejasen arrojar a la peaña de aquel milagroso bulto, i reconocer su obligación con promesa de eterna esclavitud. Digímosle que en menudos pedaços estava desquartizado todo el bulto, llevele a la Iglesia, donde vido aquí la cabeça, allí el niño Jesús en un braço, un pedaço de cuerpo distante, i todos enbueltos entre braços, cabeças, pies i cuerpos de varios bultos, así de San Augustín, i de sus santos, como de otros que adornavan los altares; allí le digimos que advirtiese quanto devía a la Reyna de los Angeles, pues se avía ocupado en guardarle la vida. El añadió nuevos motivos de gratitud a su reconocimiento, i me pidió que quería vivir en el Convento, i no salir del asta bolver a su primer estado todos los bultos de nuestros

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Santos. Admitimos la oferta, pero no se allavan colores; supe averlos tenido el Obispo, referile el caso, i díjome estar él tanbién rezién obligado a la mesma Virgen, i con toda voluntad ofreció los colores. Temíamos estarían debajo de grandísimas paredes, i enbiando al lugar donde se avían puesto las allaron sin menoscabo, daño, ni mistura; diolas bastantes el Religioso Obispo, persuadido a que para esta ocasión, i no para los lienços que él deseava, ordenó Dios que las uviese conprado. Acabó Leonardo Xaramillo con tanta perfeción el bulto de la Reyna de los Angeles, que ni parecía averse desenquadernado, ni ser añadidas las colores con que curó lo erido. Tanbién renovó nueve bultos conponiendo sus pedaços, i apropriando sus colores, i no siendo su oficio de ensamblador, ni su arte el de azer obras de talla, le alunbró el entendimiento, i le dio la Virgen abilidad conveniente en capacidad principiante, con que sus deseos pagó las deudas de su gratitud. Andava por aquellos valles un soldado de los que llama el mundo de la vida ayrada, valentón, matante, bravo, sobervio, arrogante i votador. Dava cédulas de vida, mejor diremos sentencias de muerte, pues avía muerto a dos en diferentes pendencias; azía caudal de su arrogancia, no temía a la justicia, i antes los Juezes lo temían a él; unos aplaudían sus inquietudes, i los pueblos abominavan sus desafueros, llamávase fulano de Espinosa; prendiéronle en la cárcel de Trugillo, i fuese fulminando su causa tan amigablemente, que más parecía cunplimiento, que egecución de castigo. Clamavan los zelosos la vindicta pública, ponderando sus atrevimientos, i entrando otro Corregidor llamado Don Luis de Esquivel, Juez criminal, le puso de anbos pies en el cepo, prometiendo quitarle la vida; viendo el facinoroso que iva de veras, prometió a Dios enmienda de vida, i condigna penitencia. Oyole aquella piedad inmensa, i sucedió que derribando el tenblor toda la cárcel, i dando las paredes del calaboco al baybén para cogerlo debajo, llamó a la Virgen, i pidió misericordia a Cristo, i miraculosamente se detuvo la pared, a cuyo pie estava el cepo, cayendo las otras a donde no le lastimasen; quedó vivo, i sano quando otros de la cárcel murieron, o se lastimaron. Avisaron al Corregidor de los muertos i eridos de la cárcel, i la maravilla de aver guardado Dios a Espinosa; fue con otros el Corregidor a verlo, i advirtiendo que Dios avía echo aquella defensa por ruegos de su madre, le dijo, salid libre, que pues Dios os a dado la vida, no es justo que os la quiten los onbres, agradeced al Cielo, i a la Virgen Santísima tan evidente favor enmendando vida tan despeñada; prometió azerlo así, i salió libre de la cárcel. Bien presto olvidó el beneficio, i continuó sus desafueros; por el juego trató con

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supercherías en la villa de Saña a un soldado que llamavan Gaspar Ernandes, i por serlo le llamavan comúnmente el Manquillo, i entre otras locuras le dijo: desdichado pues no se atrevió el mismo Dios a siquiera erirme con tan espantoso tenblor, ¿i tú te atreves sabandija a responderme alto? tras esta blasfemia echó mano a la espada, i a los primeros golpes cayó Gaspar Ernández, i él bramando de arrogante fuese retirando, i viendo llegar de corrida a dos Religiosos de san Augustín por aver sido la rifa junto a la portería, que corrieron a pacificarlos, les dijo: vayan Padres, i confiesen a aquel desventurado; ellos acelerando la carrera quisieron llegar antes que espirase, i alláronle vivo, i sano, porque le dio la estocada en la boca del estómago, iva bien armado, derribole el dolor, i no le irió la espada. Levantáronle del suelo, i bolviendo los ojos azia el blasfemo Espinosa, lo vieron dando buelcos, corrieron a él, i avía ya espirado de una estocada en el lagarto, que en lo fogoso de la pendencia no avía sentido; permisiones fueron de la justicia de Dios, para que corriendo los confesores al que parecía muerto, no tuviese confesor el que blasfemó vivo, i muriese a manos de un onbre manco el que atribuyó a miedo, i no a misericordia el averle anparado en el tenblor, finezas de su piedad, si a caso no fue justificar entonces el rigor de su eterna justicia. Para este suceso egenplar pido atención, pues los lances del son tan admirables como verdaderos, i se verán en él los medios de la misericordia en manos de la dureza, i de la umana malicia. De Mégico vino al Perú un onbre de bien con un pequeñuelo empleo, con cuyo principal i ganancias pretendía dar estado a dos o tres ijas virtuosas. Vínose por tierra vendiéndolo, vestía pobre, i comía poco, porque creciese el caudal, i se dispusiese el remedio de sus ijas. Llegó a Piura con seys mil pesos en oro, i algunas otras joyas, caminando a Lima para bolverse a Mégico, i poner en egecución tan paternal i piadoso deseo. Alló en el mesón a un pobre soldado, socorrió su necesidad, i curole de un enfadoso achaque; los días que le detuvo la venta de unos postres de su mercancía, acogió en su posada al convaleciente, siendo su anparo, i aziendo oficios de padre. Salió a la plaça el caritativo, i dejándole ocupado bolvió de priesa al infame ingrato, i urtole todo el oro sin dejarle valor de un real. Llevó el urto tres quadras de allí por una cañada, i enterrolo veynte pasos apartado de un espino que escogió por señal, i puso unas piedras por linderos; quando bolvió disimulando el urto, oyó vozes que llegavan al Cielo (i aún sin vozes oyera Dios la justicia del ofendido) conmoviose gente, condolíanse todos oyendo su lástima, i quebrava el coraçón a los que oían las desdichas de sus íjas. El

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afligido padre tenía por sin duda aver echo la insolencia su ingrato huésped, porque ni otro podía saber dónde escondía el oro, ni tantear tan a conpás el tienpo, sentía la traición, i callava su discurso por ver si las justicias descubrían al agresor. El probava la coartada de aver salido juntos, i no aver buelto asta que oyó las vozes; pero lo que santificavan sus palabras desmentía su senblante, tanto que a larga vista conocían los menos maliciosos ser el dueño de la vellaquería, dándoselo a entender unos, i teniéndolo por certísimo todos; el Juez izo pesquisas, el afligido diligencias; no allaron indicios, i dejaron para el día siguiente algunas prisiones; i quando le preguntavan de quién tenía sospechas, llorando el agraviado sólo decía: Dios mire mi justicia, que a él remito mi vengança, anpare el Cielo la orfanidad de mis ijas, i duélase de su pobreza i la mía. Llegó la noche, i el fementido guésped fingiéndose enojado se fue a dormir a otro albergue, pero començó Dios a torcerle los cordeles mostrándole visiones entre sueños, que el terror lo sacó de la cama, i lo llevó donde estava el oro con intento de restituirlo todo. Llegó a sacarlo, i resfriósele el inpulso, pareciéndole dava de limosna cantidad de tres mil pesos, que llamando al Comendador de la Merced a su portería reboçado, i fingiéndose otro, le dio para que se le restituyese al quebrantado dueño; izo la entrega el Religioso, i algo más consolado pedía justicia el pobre ofendido. Salió del pueblo el ladrón, diciendo, que por no perderse quería irse, i era cautelosa prevención, porque consideró que le avía de seguir la justicia, creyendo llevava la parte que escondía, i que viéndole tan sin alaja, ni alforja, abonarían su inocencia, i desarían su malicia; todo le salió como avía pensado, pues siguiéndole el Teniente, i viéndole sin rastro, ni indicio del urto quedó satisfecho, i calificó ser injusta calumnia. Cada qual discursava como quería, i muchos cargavan a traça, o enbuste del pobre robado, el ponderar el urto, i el encarecer su lástima. Dejemos al ofendido en Piura, i vámonos con el ladrón resabido, que por azer la desecha va caminando a Trugillo, para bolver después de algunos días por el oro en que dejava el coraçón. Valía lo que ocultava poco menos de quatro mil pesos, caudal con que se prometía crecer en cantidades; ya estava quatro jornadas de Piura, quando durmiendo una noche en uno de aquellos forçosos arenales sintió que lo arrastravan moliéndolo a golpes. Despertó, vido que dos bultos negros azían el castigo, i le decían: restituye in- grato el oro que quitaste al pobre; él prometió azerlo, i dejáronle temeroso i molido. Amaneció, i quiso traçar desde el pueblo dónde entrava la buelta para dar el oro al que tantos solicitadores tenía, pero pudo más la codicia que la amenaça; continuó el viage,

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reteniendo el urto. Mientras camina a Trugillo salió de Piura el onrado Megicano, llorando su pérdida, i pidiendo a Dios remedio i justicia se fue de los valles. Llegó el endurecido ladrón a Trugillo pocos días antes del orrible tenblor, i cogiole arrimado a una pared donde le ató de pies i manos el miedo, no dejándole alientos para huir la culpa, i la contumacia; cayeron anbos lados del edificio, i sólo se quedó sin caer lo que le pudiera matar; pasó el furor, i bolviendo en sí, consideró que contra el orden natural se avía quedado inmóbil el pedaço de pared, que sin terremoto parecía inposible estar un momento en pie. Yo le fui a ver después, admirándome de los efetos cuydadosos de la piedad de Dios; tuvo mociones interiores, poniéndole el ánima en torcedor para que restituyese, siendo el fiscal que le acusava el mesmo delito que le endurecía. Entre el miedo i la codicia flutuava su coraçón, teniendo en cada estremo desigual tormenta, aogávase en su maldad, i endurecía para los avisos del Cielo su coraçón. ¡O quántos antecedentes pone Dios de piedades, i paciencias antes de llegar a la conclusión de las egecuciones de su justicia! entre deseoso de restituir el oro, i codicioso de aprovecharse del urto se fue adonde solía ser su posada, que alló caída, i los dueños unos muertos, i otros quebrantados; todos como ya dige dormían en los corrales, o en las puertas, i este onbre se albergó entre unos menbrillares fuera de la Ciudad. Echose a dormir, i a la media noche, despertándole con unos golpes, lo ataron a un árbol donde le dieron crueles açotes, repitiendo los verdugos, restituye ingrato lo que urtaste al pobre. El prometía a vozes ir a Piura, aunque fuese a pie a bolver el oro a su verdadero Señor. No as de azer eso (le decían) sino declarar tu delito a un Religioso, i dejarle a él, que enbíe a sacar el oro, i lo restituya al pobre, que tu reincidirás muchas vezes, según te as rendido a la infernal codicia; prometió azerlo así, llorando desde la ora que le dejaron los ministros del Cielo, asta el amanecer tanto el delito, como el dolor de los agotes. Luego que amaneció vino a disponer la entrega. Estávame poniendo el ábito, quando oyendo solloços vi entrar por la celda un onbre dando gemidos, lleno de lágrimas, colores difuntos, aogos mortales, i espanto en todos sus movimientos, i descubriéndome las partes más modestas de su cuerpo, braços, pechos, piernas i espaldas, dijo estar lo restante tan acardenalado como erido, llamándose iniquo pecador, infame criatura, ladrón ingrato, i sin temor de Dios. Concurrieron a las vozes otros Religiosos, que admirados le oían, i confusos le miravan; yo les ize recoger a sus celdas, i a él le pedí bajase la voz, con que los dos solos quedamos, i él me contó lo que asta este punto dejo dicho, tratando de manifestar el oro, dijo el

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lugar, el parage, i las señas de que izimos uno como mapa delineado con la pluma, para que luego le allase la persona que por él fuese. Dile un prudente confesor, con quien estuvo largo tienpo confesándose, i en este intervalo pidiendo a Dios el mejor medio me advirtió el siguiente, que aplaudiéndolo él se puso en egecución. Enbié al Padre Fray Juan de la Serna Predicador cuerdo, i onbre de todo cuydado, actividad, i confiança, que dentro de dos días se puso en camino, i a los quinze estava en Piura, donde buscó el oro i las joyas. Al mal echor se le dava del Convento lo necesario de comidas, i otros menesteres, porque la necesidad no le derribase a mayores despeños, i cooperase la caridad a los medios que dava Dios para su enmienda. Mostrava estar penitente, i significávase ansioso de ver echa la restitución; pasados más de 30 días recebimos cartas del Padre Fray Juan de la Serna, en que decía no aver allado el oro, aunque con diligencia lo avía buscado, por no saber a qué lado, i a quántos pasos del espino (que se le dio por seña) estuviese el urto. Pidió que con priesa se le avisase, porque las incomodidades le obligavan a no detenerse. Llamé al onbre que mostró suma pena en no aver advertido en su relación el lado, i los pasos donde estava el oro; díjolo con singularidad, i traté de buscar mensagero que llevase la nueva relación a Piura, no lo allé asta pasados seys días; el mal echor vino a mí dentro de dos que me dio la relación con un vestido de seda, pidiéndome le buscase prestados sesenta pesos para azer un vestido de paño, porque ya no quería galas de mundo, sino trage umilde, i vivir de su trabajo. Dispuse su demanda, i acudí a su deseo, prestándole los sesenta pesos que se avían de sacar del que dejava de seda; fuese agradecido alabando la piedad de Dios, pues allava quanto pretendía, i sosegado el coraçón vivía sin inquietud. Desde aquel día no le vide en más de 35, asta la víspera del gran Patriarca santo Domingo, que saliendo de su Convento lo vide con unos jugadores en la calle bien galán i costoso; viéndome se atribuló, i diciéndole buena a estado la burla (dígeselo por verlo galán quando lo esperava modesto, i por no averlo visto en tantos días) pero su culpa le izo entender, que yo se lo decía por la nueva maldad, i apartándome a un retiro me dijo, que el Demonio le avía cegado, porque quando yo le avía dicho que no se avía allado el oro, atizado de la codicia determinó ir a la ligera a sacarlo, i que para eso pidió con engaño los sesenta pesos, que él avía gastado poco más de mil i quinientos de lo que desenterró, i que tenía más de mil i ochocientos que entregarme con firme propósito de restituir lo demás en ganán- dolo. Yo le amenacé con la justicia de Dios, i le referí los castigos de açotes, i la piedad del tenblor que avían antecedido, contentándome

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con recobrar si no todo, la mayor parte de la restitución, asegurome la entrega, i fuese de mí, diciendo que iva por la paga. En algunos días no le vide, i una tarde saliendo al canpo con dos nobles Ciudadanos le divisé a la puerta de un rancho pagizo, dígeles me aguardasen, que me inportava ablar a aquel onbre, i endereçando azia él, se me escondió, i saliendo a mí una muger, preguntándome a quién buscava, i diciéndole que a fulano que allí avía visto, dijo que ni estava allí, ni le conocía; repliquele una i otra vez, i él salió enbravecio diciéndome que le dejase, i no le persiguiese; dígele que deseava su salvación, i él obstinado dijo: pues yo me quiero condenar, dégeme, i váyase; algún rato le prediqué, pero no sólo se consiguió provecho, sino que a no apartarme llegara a sacrilegio su enojo; bolví a los dos Ciudadanos que venían en mi conpañía, dígeles avía ablado al onbre, i ellos me digeron que le aconsejase bolviese a su marido a aquella muger, que de dos jornadas de Trugillo la avía robado estando ausente el marido. Dejamos la conversación, i dentro de pocos días me digeron, que teniendo noticia este ladrón adúltero que el marido venía a cobrar su consorte, i a castigar la ofensa, cogió a las ancas de un cavallo su cónplice, i al pasar un río camino de la sierra azia Carabanba dotrina de frayles Augustinos, estuvieron para aogarse en el primer raudal, i saliendo a una isleta les dijo otro pasagero se bolviesen, porque era mayor i más peligroso el otro braço. Bramando dijo el adúltero, lleven los Demonios a esta muger, que por ella me veo en tales desdichas; i ella más enbravecida le decía a vozes: llévente a ti los Diablos, que me engañaste con tu oro, i joyas urtadas, i me veo huyendo, i me vide aogada. El picando al cavallo, i diciendo pues vamos al infierno se arrojó al vado donde anbos se aogaron al punto, a vista de los que les avían oído su culpa, i su desesperación. Bien distantes de allí salieron los miserables cuerpos, donde en algunos días no se allaron, i al fin comidos de aves se descubrieron. Lamentable tragedia, estremos de la misericordia i justicia de Dios, justificaciones de su piedad; egenplar suceso para escarmiento Cristiano, prueva de quanto Dios más nos guarda, recoge enojos para guando castiga. A vista deste suceso luzirá más otro sucedido en Trugillo muchos años antes, donde se verá quánto medra con Dios el que se aprovecha de sus inspiraciones, aunque antes aya vivido en grandes iniquidades. Vivía en la Ciudad de Trugillo donde era vezino, un cavallero noble llamado Pedro de Barbarán, de quien oy queda en Trugillo lustrosa generación; éste era galán, luzido, gastador i cortesano, partes que ganando aplausos atraen voluntades. Tenía de enamorado lo que le sobrava de rico, dando la mocedad licencias al

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atrevimiento, sin reservar la lozanía el sagrado natural del matrimonio; una noche se le apareció una muerte con una acha encendida, diciéndole: quando se acabé ésta se acabará tu vida. Mientras le dejamos rendido al susto, i espantado al asonbro, sepamos los antecedentes de tan temeroso auto. Algunos contenporáneos suyos dicen, que usando llevar a su casa conpañías lacivas, remudando ocasiones, i diferenciando deleytes, en una que le pareció llevar una muger casada tienpos antes querida, se alló en su recámara sin lo que pensó el apetito, i con esta visión que traçó su dicha, pues si fue sentencia contra la vida, era provechoso desengaño para el ánima. Otros dan diferente principio, aziéndose testigos del verdadero origen. Amava (dicen) a una muger casada, tan ciega ella a la ofensa del marido, como él a la murmuración del pueblo, atropellava el delito los respetos del recato, galanteando en público lo que á vozes confesava estar asentado el injusto adulterio, si no lo sabía de cierto lo maliciava el marido agraviado, queriendo con prudencia atajar el daño sin lastimar al crédito, pensava que su malicia no avía llegado a ofensa, i que eran comienços los que sus zelos juzgavan ser anuncios. Mandó a su muger que no saliese a visitas sospechosas, i que escusase las que no fuesen precisas. En breve supo su daño, i con secreto disponía el remedio; éste enbraveció a los dos culpados, con que maquinaron mayores daños al ofendido, que en cada pueblo se allara un Urias, supuesto que ay Davides a dozenas; ojalá i le imitaran en ser santos, como le imitan en ser adúlteros; traçando pues la muerte al agraviado, le dieron brevages con que llegó a perder la vida, i del no conocer su achaque los médicos, conoció el inocente los agresores. Entró Pedro de Barbarán como otros de la república a visitar al enfermo (que ya entre las bascas se le aceleravan los parasismos) disimulando su culpa, con entrar de pésame en la visita. El agraviado viendo al ofensor le dijo: los agravios que no e podido vengar en vida, los vengaré en la muerte, i la mía os a de seguir asta que acabeys la vida. Murió el marido, i quedó entendida en la Ciudad la última culpa, i la primera causa. Era poderoso Pedro de Barbarán, i querido de todos; disimularon los jueces, i onestaron los del pueblo la calumnia; pero el día siguiente vido la figura de la muerte con una acha encendida que le dijo las palabras referidas. Quando se acabe ésta se acabará tu vida. El terror lo tuvo en pasmo, i el fiscal de la conciencia le apretó los cordeles. Desapareció la visión, i cobrando el ánimo se fue al Convento de san Augustín donde confesó el espanto. De allí salió penitente, i tratando de la enmienda renunció galas, anatematizó deleytes, repartió limosnas, asistió en las Iglesias, i

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frequentó sacramentos; todas las oras del día, i muchas de la noche se le ponía a los ojos aquel page de acha que le guiava al cielo. La continuación le fue minorando el miedo, i la conciencia ajustada le achicava el espanto. A todos contava la fatal conpañía, i quando en alguna conversación se tratava otra cosa que de virtud, o fuese de azienda, o de cobrança, o tuviese algo de mundana, o comiendo más de lo que pedía un ayuno, o dormiendo más de lo que bastava a la necesidad, allí se le aparecía el relator de su causa, enseñándole la acha que mirava más gastada cada, día. Decíalo a los que le asistían, dejava las conversaciones, i vino a dejar pueblo, casa, i azienda; tratando de azer sólo penitencia i limosnas, i de tratar de Dios en los Conventos. Estrechávase más, quanto menos le quedava de vida, siendo la acha el contador de sus días, i el aranzel de sus oras; más de diez años trujo la muerte sobre la vida, muriendo dos i tres vezes, cada día pues vía su muerte dos i tres vezes a sus ojos, aprovechó el tienpo, gozó de la inspiración. Fue agradecido, vivió penitente, i murió enbidiado. Aquella acha i muerte áunque no la vea- mos, con nosotros mismos la traemos, consideren los vivos las obras de su vida, i los breves alcances de su muerte, i verán la luz del desengaño que guía a los palacios del Cielo. No es menos de advertir que abrá 42 años que sucedió en este Trugillo aver quemado a una India, porque aviendo parido tres perrillos, sin más semejanza umana que no tener mucho pelo en los rostros, i ser los bracos a modo i forma umana. La India confesó su delito de averse mesclado con un perro, quemáronla. Desto ay muchos testigos de quien lo pude saber, i estos modos de generaciones tienen muchos egenplares i graves Autores: lean a Plinio libro 7, capítulo segundo, a Eliano libro primero capítulo sexto, a Licóstenes en su libro de prodigios, a Cardano en el libro diez i segs de la variedad de las cosas, a Pedro de Ciesa en la istoria del Perú, i en Alonso Carranca en sus disputaciones de las partes umanas, i otros muchos Autores resuelven por sin duda acaecer estas generaciones mostruosas por comistiones de bestias, o personas umanas. Estos sucesos egenplares nos an detenido, i así en breve concluyré diciendo, que está nuestro Convento de Trugillo arruinado, i aunque los Prelados que en él a avido emos trabajado, i se an ido edificando oficinas, i se cubre la Iglesia (cuyas paredes principales no derribó el tenblor) todo será miseria en cotejo de la primera grandeza. Mucho trabajó el Padre Prior fray Pedro de Torres, no le fue premiado su trabajo, es un gran Religioso, i una persona en todo benemérita, ijo de la casa de Lima, de quien ablaremos más en otras partes por aver

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sido Prior i Prelado en las casas más principales; oy lo es el Padre Letor fray Nicolás Ramírez, que le cuesta viages el traer la madera, i ará mucho con que aga algo. Yo defendí siendo Prior, nonbrándome los pobres por su defensor, que no se mudase la Ciudad, i valió el clamor de los menesterosos contra la potencia de los interesados, sólo el Convento de san Augustín estuvo de su parte. Favoreció a nuestros contrarios el Virrey i Audiencias, enbiando provisiones, que con rigor, como quien más atendía a sus comodidades, egecutava el Corregidor; pero pudo más la razón, desengañolos el tienpo, i vencieron los pobres por la constancia, i diligencia de los Religiosos de san Augustín, a quien deve la República su reedificación. En aquel Convento están enterrados quatro varones ilustrísimos que fueron Provinciales. El Padre fray Luis Alvarez, el Padre maestro fray Juan de Almaraz, eleto Obispo del Río de la Plata, el Padre fray Andrés de Villarreal, i el gran varón fray Andrés de Santa María. Dirase por nuestro Convento de Trugillo lo que dice la Sagrada Escritura de Ebrón ciudad donde estuvieron sepultados aquellos quatro insignes Patriarcas, Abraán, Sarra, Isac i Jacob. I por esto mandó Dios a David, que se coronase, no en sus Palacios, sino en el sitio de Ebrón, como notó el doctísimo Lira, porque tener corona donde estavan tales Santos, era cierto indicio de superior onra, i de futura santidad, si no es que digamos, que lo llevó allí, para que no desvaneciese la corona, los umildes i cuerdos desengaños da la propria miseria; i que santificase la vida, considerando la muerte, i que a quatro vozes le cantasen desengaños aquellos quatro difuntos. Eso azen en Trugillo los nuestros. Quiera Dios los oygamos nosotros.

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CAPÍTULO XXXVII

DE LA FUNDACION DE NUESTRO CONVENTO DEL CUZCO. DICENSE SU COROGRAFIA, I LOS MILAGROS QUE AN ECHO SAN NICOLAS DE TOLENTINO I SAN JUAN DE SAAGUN, I UN SUCESO MILAGROSO EN EL ALTAR

DE NUESTRA SEÑORA, I DOS CASOS EGENPLARES EN UN CLERIGO, I EN UN

DESESPERADO ENEMIGO DE SACERDOTES

A no aver tantos Escritores, que singularizan los principios, contornos i goviernos de la ciudad del Cuzco, me dilatara mucho en ablar de sus excelencias. Pero el Inga Garcilaso en sus comentarios Reales, i Antonio de Errera en su Istoria general de las Indias tratan con dilatación desta Ciudad. Errera no tuvo verdadera relación de sus grados, i así diré sólo aquello que yo e visto bien encontrado con lo que en los Escritores e leído. El Cuzco no está en treze grados i medio, como dijo Antonio de Errera, sino en catorze i cinquenta minutos, como en varias oca- siones se a conprobado. Tiene por Antípoda al pueblo o valle de Zil, en la India Oriental, asistencia de naturales i Portugueses, pueblo o valle, que está fronterizo, por la tierra adentro de, la ciudad de Goa, azia la China esto es según los grados paralelos, i meridianos de la tabla primera, tercera, i noventa i quatro de Abraán Ortelio; las estrellas verticales del Cuzco son la estrella que sigue a las tres, que están en la línea recta de la Idria, es de quarta magnitud, i de naturaleza de Venus. La estrella que precede a las tres de la Idria es de quarta magnitud, i de naturaleza de Venus, i pasa por el meridiano del Cuzco con ventinueve grados i cinquenta i dos minutos de León. La estrella de la rodilla derecha de la Serpiente o Fiucio es de tercera magnitud, i de naturaleza de Júpiter, i pasa por el meridiano del Cuzco con treze grados i treynta i seys minutos de Sagitario. Los signos que predominan sobre el Cuzco, son Géminis, Libra i Aquario, a quien dominan Saturno, Júpiter i Mercurio, Saturno les inclina a supersticiones, ceremonias i ritos en materia de muertos; Júpiter a inperio, magnificencia i grandeza; i Mercurio a sabiduría i prudencia, codiciando grangerías, i contratando comercios. Todo esto que dice Tolomeo se vido en el Cuzco i sus contornos, pues se izo cabeça deste Inperio, i fue el que sugetó esta poderosa Monarquía. Sus ordinarios ritos son en materia de muertos; i sus naturales los Indios más ábiles que conoce lo restante del Reyno. En este Cuzco tuvo

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principio el estado Monárquico de tan riquísimo Inperio, siendo antes beetría su conservación. Los Ingas Reyes tuvieron allí su Corte, i el govierno fue verdaderamente político, pues la esfera del consiste en premios i castigos, como digeron Solón, como refiere Cicerón en la epístola a Bruto, i Ulpiano en la ley primera, legislaron convenientísimas leyes, tanto, que sacadas las que ordenaron para el culto de sus ídolos, fueron las restantes tan conformes a la ley natural, como parecidas a nuestra ley Evangélica, condenando vicios i castigando culpas. Desde este asiento se fueron enseñoreando de la mayor parte deste nuevo mundo, crecieron en inumerable vasallage, i fueron dueños del emisferio, que abarca la mayor riqueza. Entonces fue cabeça de su Inperio, i aora lo es de lo que se llama Perú, por título que dello tiene de los Reyes de Castilla i León, nonbrándole nuevo Reyno de Toledo. Escogieron los Ingas esta Ciudad por Metrópoli, porque su cielo es benévolo, su frío i calor moderado, sus comarcas, que oy son quinze Corregimientos, que reconocen aquellas cajas Reales, i el distrito, que se llama de las diez leguas; es fertilísimo de trigo, maíz, i diversos granos naturales i Castellanos; los canpos, i sus puertas son jardines, i ermoseando varias arboledas es todo el país una floresta deleytable; muchas i provechosas sus aguas; algún arroyo cría cotos en las gargantas en el valle de Anda Guailillas, i toda el agua de sus contornos es corrien- te, cristialina i regalada; salen dellos los ríos vermejo i blanco; el primero es en su nacimiento lamoso i colorado, i el otro blanquezino. El llamarse vermejo es nonbre que le da el color, no como el mar, que llamamos vermejo entre Palestina i Egipto, por donde pasaron los del pueblo de Israel, porque se ríen i tienen por bobos Curcio, i Brodeo, i los que lo navegan, a los que creen que se llama vermejo aquel mar, porque sus aguas tengan aquel color, siendo sin duda, que son no vermejas, sino como las otras del mar Océano, que acá llamamos mar del norte. Llamávale mar vermejo el Rey Erithro, o porque vido alguna vez sangre de los que allí murieron, o por otro acidente, i quedósele bárbaramente el nonbre, sin tener el color. Pero este río convezino al Cuzco es de color vermejo, que yo e visto, i nace entre unas altas quebradas_ El blanco i el vermejo entran en Apurima río poderoso. Al vermejo llaman los Indios Ancaypagua, que es lo mesmó que Aguila Real, que buela por la velocidad de sus avenidas. Otro río que nace en Vilcanota, i pasa por junto a Quiqui- jana, es la madre i principio del portentoso río Marañón. Una legua arriba de Quiquijana baja por una quebrada un braço de agua, que e yo visto lamosa i colorada, que se quaja en piedra como la de Guancabelica. Los países que pinta Flandes, i las florestas que

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retrata Virgilio no son tan deleytosos como aquestos sus valles. Las arboledas son bellísimas, los frutales varios i regalados, los ríos i arroyos de sabrosa pesca. Los ganados cubren los canpos, i los de cerda se dan casi de balde. Aves ay de diferentes cantos, i de ermosos plumages, animales raros, i entre ellos al que los Indios llaman Uncaquilla, poco menores que urones de color de martas. Las enbras tienen unos bolsillos junto a las ingles, donde conciben, i mientras no paren están los ijos asidos por las bocas de unos nervecillos, i en pariéndolos se crían junto al nervecillo donde están conjuntos los peçones, allí los trae la madre quando huye. Destruyen una sementera, i acaban un gallinero, no comiendo la carne, sino chupando la sangre i la sustancia. Es toda tierra abundante de yervas medicinales, i cría la mejor i más blanca sal deste Inperio. Una legua poco más sale un manantial de la falda de repecho, i todo se convierte en sal blanquísima, de que forman animalillos los Indios, i por parcialidades tienen unas poças en que se rebalsa el agua, i tienen en esto sus ganancias. La ciudad del Cuzco tiene ocho Parroquias de Indios que la cercan; en la de san Cristóval, que está sobre un alto al norte de la Ciudad, está la fortaleza que edificaron los Ingas; vídela en partes derribada, pero muestra aver sido poderosa en distancia de media legua; están las canteras donde el Inga sacava la piedra, i ay muchos edificios debajo de tierra de piedra labrada, de donde oy se saca la mucha que en la fábrica de la nueva Catedral se gasta. Desde esta fortaleza asta el Convento de santo Domingo, que ay más de diez quadras donde era el tenplo del Sol, está labrada por debajo de tierra la que llaman la Chingana, que es lo mismo, que decir, donde se pierden o se esconden, o laberinto. Otra fortaleza más cercana al pueblo mandó edificar don Francisco de Toledo; lo que en los edificios del Cuzco, i en otros del Inga a puesto admiración a los más atentos, es ver paredes tan altas de una piedra labrada (i son de varios colores) sobre otra, sin mezcla, cal, argamasa, ni otro unitivo, i están en tan estrecha ligación, que la fuerca se vale de la maña, i es trabajoso desunir unas piedras de otras; todas son lisas, i a la que faltava algo, le unían el pedaco, que como natural suplía el gueco. Aora saldrán de un engaño en que an incurrido los Escritores, pues ponderando las riqueças de los Ingas, dicen que el tenplo del Sol (que fue después Iglesia de santo Domingo) tenía en vez de cal, o mezcla, plata derretida, esto es fábula; lo que yo vide fue, que entre dos piedras, que caían a la espalda del Altar mayor avía como dos onças de plata muy baja, o estaño, i en todo lo demás no avía otro adarme de plata, ni otro metal. Desízose este edificio para pasar la Capilla mayor, i no se alló

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un grano en todo él. Esta es la verdad. En esta ilustre Ciudad rica de valles, i colmada de regalos, donde la cavallería i nobleza es mucha, i la ostentación de sus vezinos grande, fundó Convento de san Augustín el ilustre Religioso, que después fue Obispo de las Charcas, el Padre fray Juan de Bivero, siendo su conpañero el Padre fray Gerónimo Gavarrete, i Provincial el venerable Padre fray Juan de san Pedro; fundose el Convento día de san Bernabé a onze de Junio del año de 1559, fue nuestro Patrón el noble i lustroso cavallero don Francisco de Loaysa, i su calificada esposa doña Catalina de Chaves, padres de don Francisco de Loaysa del Orden de Santiago, que oy continúa este Patronazgo, ayudaron a la fábrica, dieron copiosas limosnas, i perpetuaron Capellanía i rentas; fuese edificando Iglesia, claustro i Convento, i es todo costoso, grave i rico. El adorno del tenplo es decente, i muchas alajas ay preciosas. El retablo del Altar mayor es obra de superior gala, i de mucha riqueza; tiene otras Capillas colaterales, i retablos todo de estima. Tiene estudios de Artes, i Teología, i ay de ordinario cinquenta Religiosos conventuales. Los Priores que más ilustraron aquella casa, i aumentaron sus edificios, fueron el Fundador fray Juan de Bivero, dos vezes que fue Prior; el Padre fray Juan de Cépeda, el gran varón fray Francisco del Corral en otros dos Capítulos que lo fue; el Padre fray Rodrigo de Loaysa, fray Andrés de Villarreal; el Maestro fray Alonso Maraver, el Padre fray Diego de Arenas, el Padre Maestro fray Gonçalo Pineyro, el Padre fray Pedro de Torres, i el Padre Maestro fray Lucas de Mendoça. Cada uno fue adelantando lo espiritual, i la fábrica, con que es oy rico i magestuoso. Quando aquel Convento no tuviera más riqueza, que el santo cuerpo del primer Mártir Peruano bendito fray Diego Ortiz, le bastara para tenerse por el más dichoso desta Provincia, teniendo un Mártir criollo en un frayle Castellano. I porque dejo sus milagros para su vida, diré aora los que an echo en esta ciudad del Cuzco san Nicolás i san Juan de Saagún, de muchos que an echo. Los que me an enbiado sólo abré de referir por ser notorios i conprobados. En el año de 1614, por Agosto en el valle Xaxaguana pocas leguas del Cuzco, en un pueblo de Indios llamado Guarocondo, se pegó fuego a media noche en la casa del Cura en el quarto principal de su morada, i como el conbustible era paja, i soplava el viento, en breve corrió la llama, i fue abrasando el quarto; concurrió número de Indios a remediar el fuego, llovían sobre él cántaros de agua, pero era encenderlo quanto más procuravan apagarlo. El Cura dava vozes porque le sacasen su ropa i bagilla; el peligro no animava a ninguno, la confusión desacordava a todos, i el fuego corría sin atajos. Andava

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pidiendo una limosna el Padre fray Pedro Anbite Religioso nuestro, varón loable, frayle egenplar, i de un coraçón sencillo; corrió de la casa donde un Indio le avía albergado, alló sin remedio el incendio, i diole al Cura dos panecitos de san Nicolás, que consigo traía, exortándole a la confiança, i animándole a la priesa. El afligido Clérigo, que desafuciava el deseo sin consolarle esperança, a vista de la multitud, que azía clara la llama del incendio, llamando a su socorro a san Nicolás de Tolentino, echó en la plaça los dos panecitos, al punto se apagó todo el fuego, como si apagaran una vela con el soplo, tanto, que sólo se vieron unas brasas en los maderos que ya avían caído de los techos; quedó tan admirado el Cura, i el gentío, que como si no lo deseasen estavan tan absortos, que por un rato les tuvo callados mirándose la admiración. Avía docientas personas al incendio, i todas fueron testigos del milagro, festejándole después con aclamaciones, i eligiéndole por Abogado. En los Indios izo gran provecho, i en el valle estendió su devoción. En el pueblo de Anta tres leguas del Cuzco estava este virtuoso frayle pidiendo limosna pocos días después deste milagro. Llevava consigo una imagen de san Juan de Saagún, fuese a ospedar al ospital, porque el Cura don Juan de Lizarazo avía ido al Cuzco. Puso al Santo con la mayor veneración, que pudo en el Altar, i con suficientes luces se vistió para decir Misa a muchos Indios que avían concurrido al ospital, trugeron cargada una India tullida quatro Indios en una amaca, i pusiéronla en el suelo junto a la primera grada, diéronle la limosna, para que digese aquella Misa al Santo, rogándole pidiese a san Juan su salud, que avía doze años que estava tullida. Dijo la Misa que oyó la India con ternura i devoción, i al último Evangelio se levantó, incándose de rodillas en el último escalón junto al Sacerdote, aviendo subido buena i sana a besar los pies al Religioso, i a dar a vozes las gracias al Santo Saagún; levantose alegre grita entre los Indios, dudando lo que miravan, i admirándose de lo que veían. Ella no sabía más que dar gracias al Santo. Corrieron los Sacristanes a repicar, i el pueblo viendo caminar a su casa la tullida, tan loçana, como gozosa, admirados de la maravilla, corrían a venerar la imagen. Duró el repique asta que entrando el Cura, preguntó a los Indios, que primero encontró, la causa del repique, contáronle el milagro, certificose viendo a la India, conmovió todo el pueblo, pidiendo al Padre fray Pedro le dejase llevar a su Igle- sia al Santo en procesión; festejose grandemente su llevada, más con gozos, que con grandeza, i aviéndole tenido dos o tres días, le bolvió a pedir su dueño, pero ni el Cura quiso; i los Indios lo defendieron, prometiendo cantidades de plata en contracanbio; el

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Religioso no quería el trueque, i los Indios escondieron el lienço. Viendo. que la fuerça o la piedad avían de prevalecer a la Justicia, no admitió paga, i diéronle de limosna docientos pesos, i ordenando grandes regozijos colocaron la imagen en el Altar mayor, donde la tienen asta óy con su devota decencia. Enbiando a azer informaciones deste, i de otros milagros, que en aquel contorno azía san Juan de Saagún, declaró Sancho de Orosco cavallero del Cuzco, asistente entonces en, su eredad en este valle Xaxaguana, refiriendo muchos i grandes milagros, que aquellos días izo el Santo, i dos Religiosos de nuestro Padre san Francisco afirmaron, que antes que el Padre fray Pedro de Anbite llevase la imagen a estos pueblos no vacava todo el día, ya confesando a unos, ya llevando el Viático a otros, enterrando aquellos días muchos, porque era enfermedad casi común, i parecida a peste general, pero que después que entró en aquellos pueblos el retrato de san Juan de Saagún no salía el Cura de su casa, porque el Santo avía llevado la salud para todo género de enfermos. El Cura don Juan de Lizarazo refirió grandes i notorios milagros, con que sanando Dios por cara de su Santo los cuerpos de los Indios, mejoró las ánimas, i confirmó su fe. El año de 1614, estava la ciudad del Cuzco tan apestada de dos males: garrotillo, i irisipula, que no avía casa, donde los que la abitavan no estuviesen eridos, i en muchas avía diez i veynte desafuciados. En el Convento de nuestro Padre san Augustín uvo muchos Religiosos enfermos, entre los quales llegó a mayor peligro el Padre fray Juan de Ribera natural de Arequipa, sacramentado lo desafuciaron los Médicos, en diez días no avía podido comer, ni a fuerça de ruegos pasar un pisto, arrojávase de la cama, i corría como loco, o a la pila a bever, o por los suelos a quererse arrastrar, tanto era el contagio, que el venenoso mal le ardía en las entrañas, quebrados ya los ojos, i con finales parasismos; sólo asistían los Religiosos a ayudarle a bien morir. Mandó traer el Padre fray Domingo de Sotorros, que era Vicario Prior, un lienço de san Juan de Saagún, que estava en la Sacristía, i pusiéronsele al fatal enfermo, dentro un Credo que le tuvo consigo se quiso levantar de la cama; detuviéronle, creyendo eran los desasosiegos de sus ansias antecedentes; abló con acuerdo, i sosegado dijo: ya estoy bueno, i quisiera comer. Conociose la presteza del milagro, i comiendo mucho, pedía más. Fueron por el Médico, i viéndolo dijo: éstas son obras de Dios, el Padre fray Juan está bueno, Dios a usado misericordia con él, milagro es éste, quando no tenía umano remedio su enfermedad. Esto era a las ocho de la noche, i aunque el enfermo

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clamava por levantarse; desearon los Religiosos certificarse si era acidente de salud, o verdadero milagro de san Juan; detuviéronle en la cama, i el día siguiente a las seys de la mañana, quando los Religiosos se levantavan a Prima, ya él gozoso i sano, dando gracias a Dios i al Santo su Protector, avía ido a la Iglesia, i paseándose en el claustro, andava pregonando el milagro de su salud. Repicose con seguridad de ser milagrosa obra de Dios; conmoviose la Ciudad oyendo repique, quando todos los Conventos i Parroquias tañían a doble, por ser muchos los difuntos cada día; súpose el milagro, es- tendiose por la Ciudad, i llenose la Iglesia de Españoles, Indios, negros, i demás misturas, pidiendo cada uno la salud de sus en- fermos. Sucedió, que desde que se comentó el primero repique, se continuaron en tanto número los milagros, que por muchos días no se azía otra cosa que repicar; atropellávanse dos, tres i seys enfermos, que venían vozeando su miraculosa salud, a dar las gracias al Santo medianero con Dios. Todos los demás enfermos Religiosos, pidiendo a san Juan la piedad de justicia, i la salud como si fuera seguida obligación, sanaron todos, expeliendo el mal, unos por las narizes, otros por la garganta, i muchos por la boca. Al primero se alló todo el Convento, i a su conprobación la mayor parte de la Ciudad, oy vive el Religioso, bien agradecido a san Juan de Saagún. En estos días Isabel de Otalora estuvo a punto de morir del garrotillo, i de irisipula, ya inchado el rostro, cerrada la garganta, sin poder ya ablar, fue su marido Francisco Rubio a nuestro Convento a pedir Confesor, que por señas, o acciones la pudiese absolver, i pidió una imagen de san Juan de Saagún, i fuese delante con ella, i diola a su muger, ella se la puso en el rostro i garganta, i quando el Confesor llegó, que fue el Padre fray Domingo Ros, la alló diciendo, ya estoy buena, i se levantó sana. Viendo la República los grandes milagros de los primeros días, colocó la imagen en el Altar mayor, donde ardían días i noches doce velas de cera blanca (que acá en el Perú no se gasta otra) de a libra, i de a media libra, i era tanto el concurso de gente, que en más de quarenta días no se podían cerrar las puertas de la Iglesia asta media noche, unos pidiendo al Santo su salud, i la de sus enfermos, i otros dándole gracias por la salud conseguida. Abrió con tanta liberalidad Dios el rico erario de sus misericordias por onrar a su siervo Saagún, que las rosas, clavellinas, i otras varias flores, que los pobres le llevavan a su Altar, o por pagarles, o por adquirirle tocándolas a la imagen del Santo, i -llevándolas a los más desafuciados enfermos sanavan, siendo por Junio, julio i Agosto la Pascua de Flores de san Juan de Saagún. Era tan general la

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abundancia de milagros en todas gentes, que en breves días sanó toda la Ciudad, i no avía casa de Español, Indio, ni de otras misturas, que no tuviese el retrato de san Juan de Saagún, teniendo por infalible su salud a ojos, i en conpañía de tal Abogado protector. Reconocida la República a tan evidentes milagros, i a tan gloriosos favores, le aclamó el Cabildo de la Ciudad por su perpetuo Patrón, i izo voto de acudir a las Vísperas i Misa de su proprio día todos los años, en reconocimiento de aquel gran beneficio, i a continuar la súplica para tenerle propicio al lado de Dios; el juramento i voto autorizado del Escrivano de Cabildo tiene el Convento del Cuzco en la caja de su depósito. El Cabildo cunple su promesa, i el Santo muestra con favores su agradecida proteción. En estos años una muger llamada Ana Durán se vido aogada, i sin remedio umano, aviéndose aplicado las diligencias posibles. Avíasele atravesado un grande alfiler en el pasadizo de la garganta; tres días estuvo entre el dolor i la muerte, como en el Cuzco no reconocían otro anparo, que el de san Juan de Saagún, Abogado común de aquella Ciudad, no recurrió la afligida muger al bienaventurado san Blas, proprietario Patrón en distritos de la garganta; dio vozes a san Juan de Saagún, egecutándole en su liberalidad, diciéndole, que pues sanava a todos, se lastimase de su tribulación. Quando ella, pedía, ya san Juan negociava, í entre las vozes de su ruego echó el alfiler de su martirio, publicando ella esta maravilla, es asta oy su cordial devota. En flores tenía frutos milagrosos el Santo Saagún, propriedad de las flores de la eterna Sabiduría, que ingertas en gracia dice el Eclesiástico, que son flores, i juntamente frutos, diferentes de las que cría el canpo, que son frutos, después que se le marchitó, la flor. Estas de verdes llegan a maduras, i las del jardín celestial dan frutos a las ánimas, quedándose flores. I es un raro género de frutos pues dicen, que son frutos de onra i de onestidad. Este privilegio comunicó Dios a las flores tocadas a san Juan de Saagún, pues no sólo le aumentavan las onras a él, devidas a su virginidad, pero dando salud mejorava las ánimas, en que medrava el enfermo, onra que aze Reyes, i onestidad que frisa con Ángeles. Fueron muchos los milagros que obró Dios en el Cuzco, siendo el instrumento flores tocadas, pero pondré aquí uno, que fue capital de varios milagros. Andrés Musio viendo a su muger a la muerte, que a las últimas oras trujo el garrotillo, i la pestilente irisipula desconfiado ya de umano remedio, ya inchado el rostro, i con disforme Inchazón la garganta, se fue al Santo, por cuya mano repartía Dios los milagros de su misericordia, i llevando unas flores las tocó a la imagen del Santo, i

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trayéndolas a su muger se las puso en el rostro, i repentinamente quedó sana, i desinchada, dejando para señal de la maravilla el pellejo a modo de bolsa. Marido i muger admirados de tan instantánea salud, dieron vozes á la vezindad, i reconociendo al Médico soberano, publicavan a los pies de su Altar la merced del milagro, que atestiguando con la bolsa del rostro i garganta, enternecía a los-que la miravan, i ya público quedó la muger sin aquella fealdad, i con esclavo reconocimiento al Santo su Remediador. A censo echó san Juan de Saagún este milagro, como si en esta bolsa tuviera un gran tesoro. Sucedió, que Andrés Musio izo viage a Potosí; i llevó consigo un lienço del milagroso san Juan, en el pueblo primero lo manifestó, i como eran tan celebradas sus maravillas, pidiéndosele el Cura lo colocó en el Altar mayor, donde concurrió todo el pueblo, i acudieron los enfermos, o sus solicitadores, i a vista de muchos conseguían salud milagrosa los más; caminó la nueva, que iva por precursora del lienço, i cada pueblo aguardava al Andrés Músio, como a dichoso portador del milagroso retrato; ponían atalayas, i al entrar en los pueblos lo recibían, con grandes repiques, i ordenados recebimientos festivos, colocavan la imagen en el Altar mayor, donde ya que no podían negociar con el portador retenerlo ocho días, por no detener el viage largos meses, le tranpeavan tres i quatro días al soberano guésped, i donde menos estuvo le gozavan ventiquatro oras. Esta devoción se imitó en las ciento i setenta leguas que ay del Cuzco a Potosí, i fueron tantos i tan generales los milagros que fue obrando en cada pueblo en diversos enfermos, i en varias enfermedades, que a dozenas se contavan en familias, i en las casas de Indios. En tal i tal pueblo no quisieron festejar al Santo, ni pedirle mercedes, i se quedaron sin conseguir sus favores. Alábense los vezinos de Cariatiarín, que por venerar el arca de Dios, i colocarla en casa de Abinadab no les izo castigos su indignación, pero si sus vezinos los Filisteos la cautivaron, i siete meses la poseyeron, desde el niño al viejo morían siendo ratones los que desbastavan las casas, i siendo la peste común, i la putrefacción i llagas general. Lloravan cinco Provincias, sin escaparse un cortijo, el golpe cruel que les dava la retención del arca, i no el retenerla, sino el mirarla les costó a los Betsamitas sesenta ilustres varones, i cinquenta mil plebeyos, i si David la trae entre Reales coros, i con onrosa ponpa, a Ozá, que no le sufre el coraçón ver caer el arca, quando quartilleavan los bueyes, allí lo mata donde parece que le sirve por sólo que le toca. Pero la imagen de nuestro frayle san Juan, a los que la cautivan favorece, a los que la miran sana, i a los que la tocan resucita, sólo se remedan

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arca i lienço, en que el tienpo que umilde i devoto la tuvo el buen Obededón en su casa, bendijo Dios su familia, multiplicó sus caudales, i sanó agradecido sus enfermos, i trayéndola David a Jerusalén siendo el dançante de su procesión, i el baylarín de su festejo, porque se lo repreendió su esposa Micol ija de Saúl, no quiso Dios darle ijos, como advierte el Texto, i ponderan Teodoreto, i Procopio, castigo entonces de la mayor infamia, i egenplar oy de la altivez indevota. Esto sí se vio obrar a la viandante imagen de san Juan de Saagún, pues multiplicando beneficios en la diversidad de tantos pueblos, dejando bendiciones en pago de ruegos, i ospedages, castigó con dejar estériles los pueblos i curas que menospreciaban sus aplausos. Bolvamos al Cuzco, que los milagros de este Santo, i otros de mi Religión an echo en otras ciudades, i pueblos deste Perú, se dirán en cada lugar donde cada uno los obró. No se le iba sólo en flores al bendito Saagún, pues muchos tocando pan en la Imagen, que ya digimos estava en el altar mayor, sanavan comiéndole como si fuera de san Nicolás, prestole como ermano mayor los réditos de su mayorazgo que el cielo, i la Iglesia le vincularon en pan, a muchos de pestilencia, a otros de peligrosos males sanava con el pan tocado, como si fuera cuenta bentida con privilegios de participación. Los mesmos efetos azían las medidas i cintas, que le tocavan, porque le comunicó Cristo nuestro Señor a sus retratos, lo que del cuerpo de Cristo dice san Lucas, que todos deseavan tocarle, porque brotava virtud, vida, salud i gozos, i sanava a todos. Bernardino de Valdelomar, vezino del Cuzco, i natural de ciudad Real en España, estuvo más de diez días padeciendo de la orina, atravesada una gruesa piedra que le acercó a su muerte. Los remedios eran muchos, i más en número los dolores, carnosidades ocuparon la vía, i las materias enpudrecieron el vaso. Dispúsose a morir desecho en congojas, i aumentando gritos. Vido junto a sí un liencezito en que tenía el retrato de san Juan de Saagún, cogiole entre los braços, i aplicole a la parte con vascas i congojas a bueltas de la devoción, pidiole piedad, i al punto echó una piedra mayor que un garbanco, espeliendo tras ésta cantidades de podrida sangre, i de asquerosa materia, i lo que más es, arrojó todas las carnosidades que estavan unidas, i quedó tal, que asta oy no a sentido ni amenaças del achaque, ni asomos de piedra, con aver corrido casi veynte años. Estinguiose la cantera, i quedole la gratitud, pagándole cada día un tributo por réditos de su obligación, i refiriendo su deuda a quantos platican su achaque. Sin duda el ser de una patria aze más solícito al Santo que en ella

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nació, pues el amor de paysanos entra con más motivos en lo anchuroso de la caridad; más soberanos son los misterios qué movieron a Cristo nuestro Señor para poner en su genealogía por primero i mejor lugar a David que a Abraán, pero su parte ayudó aver nacido Cristo i David en Belén, que en parentescos umanos, primacía tiene el ser nacido en un lugar. Un Religioso del Orden de nuestro Padre san Francisco llamado Fray Josef natural de Saagún, después de una irremediable enfermedad, llegó en el Cuzco a punto de morir, dejáronle Médicos, i no se tratava de aplicarle remedios por escusados, estávanle velando sus Religiosos, i entró a verle un Ciudadano del Cuzco llamado Juan de Sillerico, paysano suyo, i anbos de Saagún, viéndole que ablava mal, porque tenía trabada ya la lengua, aunque entendía bien, le dijo: Ermano fray Jósef, mire que el Santo de nuestra tierra san Juan de Saagún a echo muchos milagros en esta ciudad, encomiéndese a él muy de veras, que yo confío en Dios que le a de dar salud. Alentose el Frayle, i començó a llamar el Santo, diciendo: Santo mío, querido mío, devoto mío, ayudadme, i repentinamente delante de los demás Religiosos que le velaban arrojó por las narizes tan gran cantidad de umores i materias de asco i de nocivo edor, que luego quedó sano, i se levantó bueno, i oy vive pregonando este favor. Dejando otros milagros, o por no tan averiguados, o por menos canpanudos, diré por último uno grande. En aquel año de mil i seycientos i catorce, tenía una India un ijuelo, i quitósele la muerte en cierne, dejándola en continuo llanto. Estúvolo llorando muchas oras, i al tienpo de enterrarlo, acordose de los milagros que en la ciudad azía san Juan de Saagún, i enbolviendo al ijo pequeñuelo en una manta, con secreto lo sacó de su casa, i lo llevó a nuestra Iglesia, púsolo a los pies del Santo en el altar, pidiole consuelo, alegole su soledad, i repitiole que se doliese della, que era pobre. Los que la oían le mandavan callar, i ella clamava más, como el ciego del camino de Jericó, pidiendo misericordia a Christo nuestro Señor caminante; i deteníase el Santo glorioso, por lo mesmo que se detuvo en sanarle Cristo, o deleytándose en la Fe de la afligida, o por azer más testigos de la omnipotencia. El Indiecito abrió los ojos, llamó a su madre, i lleno de risa se levantó. ¡O grandezas del divino poder, que a la Fe de una India resucita al muerto, i al ruego de su Santo, buelve al niño al peligro del mundo! Que mucho que restase san Juan sus favores con Dios, si le alegó que era pobre, i le lisongeó con lágrimas de Madre. Que David, como si fuera escritura el ser pobre, que traía aparejada egecución contra Dios, le enbargé la piedad, i travó la egecución en su misericordia. Pobre soy yo (le

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dice) i criado en trabajos desde mi niñez, ¿cómo pues huís de mi ruego, i desechays mi súplica? ¿Cómo Señor, me torceys el rostro siendo pobre? De justicia pide siendo materia de gracia, i se queja como si fuera deuda de plato cunplido. Rey era, i poderoso en rique- zas, pero valiese de la cofradía de ser pobre de solenidad, cono- ciendo que no sólo el serlo, sino el decir que lo es, egecuta a Cristo, que tiene ipotecadas al pobre las mercedes de su divinidad. Este censo pagan los santos, i en este milagro se desenpeñó nuestro divino Juan. Antes de poner una particular visión, le aré cama con un milagro de la Madre de Dios de Gracia de nuestro Convento del Cuzco; por el año de mil i seycientos i doce, urtaron una corona de precio con engastes de preciosas piedras a esta santísima Imagen, muchas diligencias se izieron por allarla, i no pudieron en muchos días descubrirla, no uvo indicios, ni se adivinava el ladrón; mandó el Prior al Padre fray Pedro de Anbite Religioso de notoria virtud, muy devoto de aquel altar, que digese en él las Misas de las llagas, interponiendo a la Virgen por abogada para cobrar su corona, i que si avía sufrido la ofensa, descubriese su joya, (era la más rica de su adorno) salió a decir la primera Misa, i acabada la Epístola, se bolvió a decir el Evangelio, i al tienpo de poner el ayudador el misal i atril, apareció allí la corona en el sitio donde se ponía el misal, admirado dijo el Sacerdote: ¿No es ésta la corona de la Madre de Dios? Estava abollada pero no disminuida; sin responder el ayudador cogió la corona, i de corrida se la llevó al Prior contando el caso, i ponderando la ocasión aclamase el milagro, i dieron gracias a la Virgen santísima, que descubriendo el urto no quiso lastimar al ladrón. La visión referiré como me la dio por escrito el Padre Fray Pedro Anbite, onbre de mucha sinceridad, Religioso de aprobada virtud, conocida en cincuenta años, frayle de verdad en quanto trata, i sin artificio en quanto dice, sus palabras son las siguientes: Ago testigo a Dios, que saliendo yo a decir Misa en el Cuzco al altar de san Nicolás, salió junto conmigo un Eclesiástico a decirla al altar de nuestra Señora de Gracia, frontero el uno del otro, porque así están las Capillas; desdoblamos a un tienpo los corporales, comencé la Misa, i acabando yo la confesión, vide que se bolvió a salir el Eclesiástico, i subió a decir la Misa al altar mayor, púseme a pensar, ¿qué causa le movería a dejar el altar de nuestra Señora, i irse al altar mayor? Continuando mi Misa bolví los ojos al altar de la Virgen, i vide revestido un Sacerdote que no conocí, era ermoso el rostro, i la presencia venerable, tenía a sus lados dos acólitos vestidos con ro- quetes blancos, i luces en dos ciriales. Bolví muchas veces los ojos

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por conocer al Sacerdote, admirado de no saber quién fuese, i desconociendo los acólitos que le aconpañavan, quise acabar presto la Misa, i al tienpo que acabó el Eclesiástico la que decía en el altar mayor, salió de la Capilla de nuestra Señora el Sacerdote i sus acólitos, i allí desapareció; bolví al que me ayudava que era un Religioso lego, onbre de penitencia i oración, i preguntele, si avía visto aquel Sacerdote, i a los acólitos en el altar de nuestra Señora, díjome admirado que sí, i que no podía entender qué cosa, o para qué fuese aquella visión; pedile el silencio, él lo prometió, i asta oy que declaro esto no lo e dicho a persona umana, declárolo aora con juramento a Dios por ser todo verdad, i porque me an encargado la conciencia, diciendo, que es conveniente que esto se sepa; el Eclesiástico que dejó aquel altar, i se fue al altar mayor dijo averlo dejado por decir Misa en el altar de mayor autoridad. Aora digo yo, que aquella Virgen milagrosa quiso que supiésemos, que si un Sacerdote vano, despreció su altar donde estava su bulto santo, i se fue donde no la devoción sino la profundidad le obligó a tan apocado desdén, supiese su devoto, i por él nosotros, que enbía el cielo Capellanes gloriosos i acólitos Angeles, que estén venerando su altar todo el tienpo que el profano Eclesiástico le desdeñó. No tiene encuentros esta visión, i puede tener provechosos discursos su maravilla. Dige, que era cama el milagro de la corona, porque a echo muchos milagros i maravillas aquella Virgen, i porque cayese ésta sobre el ser miraculosa. Para el suceso egenplar del Clérigo del Cuzco, pido deseos de aprovecharse el Lector; fue muy público en aquella ciudad, i se repite en muchas ocasiones en otras partes del Perú. Yo me allé en el Cuzco quando sucedió, i lo supe del dueño principal desde el principio al fin, i le e predicado en algunas partes del Perú. Por el año de 1613, eran Curas de la Catedral del Cuzco dos Clérigos, el uno llamado el Licenciado Juan Rodríguez, era de los más egenplares Eclesiásticos, que an tenido estas Indias; varón docto, que leyó muchos años Artes i Teología en el Colegio de san Antonio Abad, seminario de aquella Iglesia donde fue Retor, era dotado de notorias virtudes, i tenido por gran virtuoso, prudente i zeloso de la onra de Dios, onbre de oración i limosnero de mucha caridad i mansedunbre, por quien viviendo él, dijo predicando el Obispo del Cuzco don Fernando de Mendoça de la Conpañía de Jesús, que merecía mejor su mitra el Licenciado Juan Rodríguez que él, porque la opinión que tenía era muy devida a sus costunbres. El otro Cura su conpañero fue muy distraído, sus egercicios eran juegos de naypes, garçonerías de enamorado, abituado a juramentos, i era su casa receptáculo de

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distraídos; con estos encuentros de vida servían su Beneficio, luciendo más la conpostura del uno, al lado de los distraimientos del otro. Una mañana se entró al amanecer el Licenciado Juan Rodríguez a nuestra celda (amávame como bueno, i yo le respetava como a siervo de Dios) i después de algunos preánbulos que temeroso i confuso, como cuerdo i docto me dijo, refirió lo siguiente: Que estando durmiendo aquella noche, avía visto en sueños, que una persona lo sacava de su casa, i lo llevava al tenplo de la Iglesia mayor, que todo él estava triste i escuro, i a la luz que dava una pequeña lámpara, vido a la Virgen santísima de rodillas ante un Cristo crucificado, que estava en el altar mayor, con muestras el Ijo i la Madre de singular dolor, i congojosas ansias; i que puesto en su presencia, le dijo Cristo: Por ruegos de mi Madre, que está agradecida, a que algunas vezes le a linpiado i conpuesto sus altares tu conpañero, quiero usar desta misericordia. Ve a su casa, dile, que dentro de tres días a de morir, i le e de tomar estrechísimas cuentas, que confiese sus culpas, i conponga sus cargos. Sacole de la Iglesia quien lo avía traído (a quien nunca vido el rostro) i llevolo a la casa del Cura su conpañero (todo en sueños) i aviéndole dado el mensage de Cristo, le respondió, que él estava bueno, i que no creyese en sueños, que no tratava de confesarse. Bolviéndolo a la Iglesia, alló como antes a la Virgen de rodillas, continuando la súplica; repitió la respuesta, i díjole Cristo: Buelve otra vez, i dile, que a de morir dentro de tres días, porque sus vicios i malos egenplos me an irritado tanto, que a no ser su abogada mi Madre, años a que se uviera condenado, i que por su ruego le doy estos avisos, i le espero a penitencia. Bolvió con la segunda monitoria, i diciéndole oprobrios, llamando enbustes sus encarecimientos, le dijo, que no le viniese con ipocresias, que la calentura que le avía dado, era más destenple que enfermedad, que si uviese de confesarse, primero avía de azer su testamento, que le dejase i no le afligese. Segunda vez bolvió a dar la respuesta (todo esto durando el sueño) i al entrar en la Iglesia vido en pie a la Virgen, i cubierto con los cabellos el rostro del Crucifijo, i toda la Iglesia colgada de luto, i oyó una voz que con dolorido sentimiento dijo: ¡Ay del desdichado Sacerdote! i sin que el Licenciado Juan Rodríguez repitiese la respuesta, lo sacó de la Iglesia; i al llegar a la puerta que salía al cimenterio, vio que quatro animales negros i feroces llevavan despedaçando al Cura su conpañero. Con este orror dice que despertó allándose mortal, i con sudores fríos, desmayadas las fuerças i quebrado el aliento. Púsose en oración, pidiendo a Dios se sirviese de alunbrarle en egecutar su voluntad, i en certificarle si era sueño, o verdadera visión; porque para dar los avisos a su

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conpañero, era falible fundamento un sueño, i para dejarlos de dar era culpable el no advertir el orden, i las circunstancias de la visión. Dijome, se avía determinado de consultar el caso con un Religioso grave i docto de la Conpañía de Jesús, i platicarlo conmigo, sugetándose al consejo que los dos le diésemos; a otro i no a mí deviera escoger, le dige: Pues tanto me falta de ciencia como de virtud; pero conociendo que en varios lugares de la sagrada Escritura, i en millares de casos revelados a los Santos de la Iglesia que tiene recebidos por revelaciones, avía nuestro Señor manifestado su voluntad en sueños, escogiéndolos porque las especies inpresas de la fantasía, representasen la visión sin sobresaltar el ánimo, ni asonbrar las potencias, dando sueño Dios, para que con más comodidad reciban sus siervos sus iluminaciones, i que se conocerían ser del cielo, si teniendo fundamentos de verdad, se ordenasen a provechos del ánima, i a mayor onra de los atributos de Dios, sin atravesarse entre lo espiritual que se sueña los dislates i burlerías que se suelen soñar. Yo le aconsejé, que visitase a su conpañero, i le introdugese la santa amonestación, i que si fuese correspondiendo lo que le decía con lo que avía soñado, continuase con fervor el remedio de aquel ánima. Determinose el buen Clérigo porque el Religioso de la Conpañía era del mesmo parecer, dijo Mi- sa, pidió lo conveniente a Dios, i fuese a casa de su compañero, a quien alló bien divertido, fue disponiendo la plática, i llegó (cotejando lo que le respondía con lo que avía soñado) a referirle el sueño, que avía de morir dentro de tres días, triscó del aviso chacoteando el sueño, i diciendo no creyese en ellos, que él estava bueno; saliose el Licenciado Juan Rodríguez ya cierto de la visión, i condolido de su despego, i comunicó lo sucedido al Religioso de la Conpañía i a mí; atizámosle a que no le dejase un punto, i sufriese con caridad los baldones, o para remediar aquel ánima, o para justificar la gran piedad de Dios. Bolvió otro día al conpañero, i allole con calentura en la cama, i que avía contado a sus comensales el aviso, i la visión de que azían plato de juglería, sufrió como bueno, i continuó como caritativo, pidiéndole que se confesase pues estava con calentura, i era Sacerdote; respondiole: Que no le apurase, que con sus sueños le avía traído aquella calentura, que si fuese adelante su mal, aria primero testamento, i después se confesaría; díjole, que se fuese, i deteniéndole el buen Clérigo, le dijo a gritos, que le dejase con el diablo. Lloroso salió viendo quán poco se ablandava su dureza, i quán arraygado estava en su malicia. Tercera vez bolvió después de larga oración, i de mucha diciplina, i viéndole que era un fuego vivo la calentura, i que era el tercero día de su visión, le declaró lo que oyó

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en la Iglesia; ay del desdichado Sacerdote. El enfermo despechado dijo, que ya se avía reconciliado, i que se confesaría, que le dejase solo. Bolvió el rostro a la pared, i allí espiró. ¡Dolorosa muerte, i desdichado fin! Yo me allé en su entierro, i quantos en él ivan, sólo platicavan de la visión del Cura Juan Rodríguez publicada por el difunto, i pregonada por sus guéspedes. Todos ivan diciendo quando lo llevávamos, condenado está este mal Sacerdote, lamentable voz, i dolorosa muerte. Este caso supo toda la ciudad; yo no lo juzgo condenado, porque eso está remitido al saber de Dios, i es infinita su piedad; pero consideremos dos cosas, una de consuelo, i otra de terror: la protección de la Madre de Dios diluvio de misericordias,i quán agradecida Reyna es, pues por sólo que algunas vezes le linpiava su altar, paga de rodillas negociando que le avisasen, i que le perdonase su ijo si se arrepintiese; i el terror quede en nosotros los Sacerdotes, pues cubre Cristo el rostro en señal de tristeza, i viste de luto el tenplo, quando se le condena un Sacerdote. Triste del, que vive distraído, pues sólo Demonios le están aguardando. El año pasado de 1631, un noble idalgo, llamado Alonso de Astudillo, estimado en este Perú, por su autoridad, azienda i discreción, desestimó sienpre a los Sacerdotes, i onrava poco a los Religiosos, tratándolos con mayoría, i a los Augustinos con menosprecio. Fue Governador del Marquesado de Oropesa, estado cinco leguas del Cuzco, fuese apoderando el Demonio de su imaginativa, porque le quitaron la governación, i apurávale con que se aorcase; conociose el infernal inpulso, i vivía cuydadosísima su familia porque no le egecutase. Su muger que es una noble señora, le obligó a que se confesase, i negociase con los Santos el remedio de su desesperación. Izolo, pero fue confesión al modo de la de Judas. Una mañana aviendo ido a Misa su muger, se encerró en una quadra de su casa, adonde vieron entrar los criados dos personas desconocidas, i cerrar las puertas del aposento. Bolviendo su muger lo alló aorcado de una viga, i no vieron las dos personas que avían entrado; quisieron ocultar el delito los suyos, i enterrarlo con onra; i llegándolo a entender el Obispo don Fernando de Vera Frayle Augustino i Obispo del Cuzco, le mandó quemar el cuerpo, porque así lo mandan las Sinodales, con que castigó Dios al enemigo de los Sacerdotes, i fue su quemador un frayle Augustino, i él a quien como Judas si le desesperó menospreciar al Sacerdote Cristo, le mató la codicia. Bolvámonos al orden de nuestros Capítulos Provinciales, que son las basas de nuestro asunto, pues ya dejamos fundados los Conventos que en el Capítulo Provincial del año de sesenta se admitieron, i

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queda dicho lo que aquellos tres años asta el de sesenta i tres se obró en esta Provincia. Las dotrinas i Provincias de Indios que nos dieron para convertir en estos tres años, fueron la Provincia de los Guanbos, de que ya emos dicho, donde fue el Padre fray Juan Ramírez, i a Laymebanba Vicaría de la Provincia de Chachapoyas, i el Padre fray Juan del Canto su sucesor. En este Capítulo se admitió la Provincia de Paria, quedará el tratar della quando se espresen las grandes rentas para socorros de Indios que nos dio en administración el ilustre limosnero, i gran vasallo del Rey Lorenço de Aldana.

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CAPITULO XXXVIII

EN QUE SE DICE DEL QUINTO CAPITULO PROVINCIAL DESTA PROVINCIA, DESDE EL AÑO DE 1563, QUE FUE ELECTO EN

PROVINCIAL EL VENERABLE PADRE FRAY PEDRO DE CEPEDA, ASTA EL DE 1566, QUE ACABO SU OFICIO.

VERANSE SANTISIMAS ACTAS ORDENADAS EN EL; I LAS VIRTUDES I SUCESOS DESTE PROVINCIAL, I OTRAS COSAS DIGNAS DE MEMORIA; CON LAS FUNDACIONES

DE CHUQUIAGO I TAPACARI Acabó sus tres años de Provincial el Padre fray Andrés de santa María, con aumentos espirituales i tenporales de la Provincia, quando le veamos Provincial otra vez, diré, sus buenas virtudes. Convocose Capítulo en Lima ciudad de los Reyes, i presidió en lugar, i con las vezes del Reverendísimo General (que lo era el Maestro fray Cristóforo Patavino) el Padre Fray Pedro de Cépeda Difinidor más antiguo del Capítulo antecedente, i fue elegido en Provincial a diez i nueve del mes de Junio, Sábado antes de la Domínica tercera después de Pentecostés del año 1563, i fueron electos en Difinidores los Padres Fray Antonio Loçano, fray Juan de san Pedro, Fray Luis López, fray Gerónimo Gabarrete. Ordenaron, que pues ya avía número de Priores para azer la eleción de Provincial, no votasen los Conventuales de Lima, i que si por algún caso no se allasen en el Capítulo quince Electores, eligiesen todos los Priores juntos en Lima, uno o dos, o los que faltasen, asta el número de quince de los Conventuales de Lima, o de otro Convento, como a la sazón estuviese en esta casa, i pasada la eleción quedase sin voto. Declarose, que todo lo que uviesen mandado los Provinciales durante su oficio, no espirava entrando otro Provincial, asta que por él fuese revocado. I que en los Conventos donde no uviese tres electores, nonbrase el Padre Provincial el Vicario que avía de governar mientras Capítulo, i en los que uviese tres, eligiese el Convento. Mandose, que por quarto avía ya buen número de Sacerdotes, i los Conventos tenían a su cargo Capellanías, no digese nueve Misas por cada difunto Religioso cada Sacerdote, como estava antes ordenado, sino solas seys Misas cada uno, i tres cantadas el Convento donde muriese, i una cantada los demás. Los coristas ermanos dos Salterios enteros, i dos oficios de difuntos con sus Vísperas; i los Legos dos mil vezes el Pater noster, i otras dos mil Ave Marías. Proibieron, que ningún Religioso sin licencia de su

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Prelado contragese deudas de un solo real, i que el Prelado las pagase si el súbdito no pudiese. Nonbraron por Visitadores de las tres visitas al Padre Fray Juan de Bivero nonbrado Prior de Lima; i de la juridición de Trugillo al Padre Fray Antonio Loçano, i de la del Cuzco i Charcas (que es Chuquisaca, o ciudad de la Plata) al Padre Fray Andrés de santa María. Recibiéronse a la Orden las casas de la ciudad de la Plata o Chuquisaca, la de la ciudad de la Paz o Chuquiago, i la dotrina i Priorato de Tapacari; i la dotrina de Yanacache, adonde fue a con- vertir a los Indios el bendito Mártir Fray Diego Ortiz, i la de Anco Anco, a que fue Fray Augustín de santa Mónica. Por primero Prior fue nonbrado a Chuquisaca el Padre Fray Diego Gutiérrez; a la ciudad de la Paz el Padre Fray Andrés de santa María, que acabava de ser Provincial, i a Tacapari el Padre Fray Juan del Canto. Antes de tratar destas fundaciones será bien saber las virtudes i Religiosas acciones del siervo de Dios Fray Pedro de Cépeda, quinto Provincial en esta Monarquía; era natural de Toledo en España de ascendencia noble, i bastarale ser pariente del bienaventurado Fray Alonso de Orozco; pues califica más un Santo, que un árbol de Reyes, si bien era Fray Alonso de Orozco Cavallero muy noble, i sus padres Vizcaínos de los mejores de Orozco; era nuestro Provincial muy pequeño de cuerpo, poco mayor que enano, estatura que dejó engrandecida el bendito Zaqueo; i si éste ospedó a Cristo en las quadras de su casa, nuestro Padre Fray Pedro le ospedó desde muy moço en lo linpio de su coraçón, pues por ser con notoriedad observante, i en secreto muy penitente, le escogió Castilla por uno de los doze Padres que primero fundaron esta Religión, i fueron Maestros desta observancia. Luego que llegó a Lima, i se izo el primero Capítulo Provincial, fue electo en Difinidor, i uno de los que ordenaron que anduviésemos descalços, i vestidos de gerga, que no tuviésemos rentas, i que anduviésemos los más dilatados viages a pie sin cavalgadura, i pobres sin alforja; esto prueva el aver sido varón Apostólico, imitador de los consejos de Cristo. Fue por Prior al Cuzco cabeça deste Reyno en el Capítulo del año de mil i quinientos i sesenta, en que fue como el gran Sacerdote que pinta el Espíritu santo, que aumentó dos edificios el espiritual i el tenporal. Fue letrado muy docto, i leyó Teología, sacando tales dicípulos, que el uno fue el Padre Maestro Fray Juan de Almaraz, que por oposición llevó la Cátedra de Vísperas en esta insigne universidad; i otros que leyeron Cátedras en la Religión, fue varón de gran espíritu, i dado a la contenplación. La virtud en que más resplandeció, fue en ser muy pobre de espíritu, sin que una alaja se le conociese propria, ni en el

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depósito común tuviese un real jamás (luego se conprovará con evidencia esta virtud). A los seys años después que vino de España, le enbió esta Provincia otra vez a la Corte a negocios, i a negociar los despachos a que avía ido el bendito Provincial Fray Juan Estacio. Trujo once Religiosos de las virtudes i letras que en esta Corónica se verán; mostró quán zeloso era del bien común en sus diligencias, i quán observante en sus obras. Bolvió a nuevos trabajos a esta tierra, vivió sienpre tan observante, que creciendo en oficios, estrechava su vida pasando de observancia a recoleción, i de penitencias comunes a rigores grandes. Dotole Dios de prudencia Cristiana i discreción Religiosa, con que encaminava a todos a Dios i ganava el amor de quantos le obedecían, siendo umilde i el socorro de afligidos i enfermos. Con estas virtudes governó los tres años; fundando los tres Conventos que referimos, i dando_ ministros Evangélicos a las dotrinas que nos encomendaron. Ganó con sus acciones i prudencia las ganas de muchos para aumentar nuestros Conventos con gruesas limosnas, i darnos Provincias enteras. Acabó el oficio de Provincial, i nonbráronle en el Capítulo por Predicador del Convento de Trugillo, descenso muy inferior, pues de Provincial quiso ir al título que en otros tienpos tendrá por caída uno que fue Suprior, que aunque el egercicio es Apostólico, es el título para principiantes Predicadores; pero este siervo de Dios quiso mostrar quánto deve umillarse uno que fue Provincial para bolverse al molde, i dar egenplo a los demás para amoldarlos en Frayles. Acordose, que fuese un Religioso a España a traer otros convenientes, i a conseguir cédulas i mercedes del Rey, para mejor tratar la predicación desta Gentilidad. El se ofreció como otro Isaías, teniendo por descanso del trabajo de tres años el començar tan dilatado viage por servir a su Religión, i agrandar esta ija, de que fue por tantos títulos Padre sin acordarse, o quiçá por ganar lo que la primera vez, que fue conociendo lo mucho que ganaría esta Provincia con perderle tres años, admitieron su oferta, i dispusieron su despacho. Aquí fue quando provó el aver sido pobrísimo de espíritu, pues cosa que valiese un peso Castellano, ni lo tuvo, ni lo adquirió. O qué divino molde para fundir seys dozenas de Provinciales; el Convento de Lima lo avió, dándole menos de lo que precisamente avía menester, ofreciendo a ir de limosna, i trabajar por el bien común. Enbarcose para España, llegó a la Corte donde negoció lo que deseava, i los Religiosos i cosas que a esta tierra convenían, que trajo el Padre Fray Diego Gutiérrez. Avía mandado el Rey Filipo, que fuesen Religiosos de Castilla a reformar los Conventos Claustrales de los tres Reynos de Aragón, Valencia i Cataluña. El Consejo Real cometió esta valerosa acción al eminente

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varón i Religiosísimo siervo de Dios fray Rodrigo de Solís, cuyas acciones quedaron por egenplar de virtudes, i sus escritos por pregoneros de su .espíritú, i docta Teología. Diéronle por conpañeros de su reformación a nuestro Padre fray Pedro de Cépeda, i a otros grandes Religiosos. En esta esfera mostró nuestro Provincial los luminares de su virtud, plantando observancias, i cogiendo frutos de perfeción. Tal opinión fue la suya, que lo escogen entre millares para reformar los Conventos de tres Reynos, i tales fueron los provechos que le dejó eterna su memoria, obrando en esta eroica ocupación, de que Dios, i nuestra Religión ganaron tan soberanos encomios. Llegó su muerte con que coronó su penitente vida, dejando allá su cuerpo, i a nosotros su memoria. Otro Religioso fue desta provincia, i trujo lo que él negoció, que en su lugar diremos. Sépase aora la fundación de los Conventos que en estos tres años incorporó esta Provincia, començando por el de Chuquiago, que fue el primero de los tres. Está Chuquiago en diez i siete grados, i quatro minutos de altura, i son sus estrellas verticales. La que está en medio del cuerpo de la Ballena pasa por el Meridiano de Chuquiago con veynte i cinco grados i un minuto del signo Aries, es de quarta magnitud, i de naturaleza de Saturno. Otra estrella es la qúe se sigue a la estremidad de Capricornio, es de tercera magnitud, pasa por el meridiano de Chuquiago con diez i nueve grados i seys minutos de Aquario, i es de naturaleza de Júpiter. Predomínanle los signos Geminis, Libra i Aquario, a quien dominan Saturno, Júpiter, i Mercurio. Tiene por Antípoda la tierra que ay entre Narzinga i Orija junto a Culconda, conforme a la tabla primera, i a la noventa i quatro de Abraán Ortelio, son tierras de la India Oriental. El nonbre proprio deste pueblo, según el Obispo Oré en el capítulo otavo de su sínbolo Indiano es Chuquiapu, que quiere decir rico i señor en oro i metales, porque en tienpo de los Ingas se sacó mucho oro de aquel lugar. Fundó este pueblo el Capitán Alonso de Mendoça, i el año de mil i quinientos quarenta i nueve, según Antonio de Errera, siendo Presidente i Governador deste Reyno el Licenciado Pedro de la Gasca, que después fue Obispo de Siguença, intitulole la ciudad de nuestra Señora de la Paz, porque se fundó en un breve intermedio que estava sin guerras este Perú. Otros le llamavan pueblo nuevo; los dos primeros nonbres conserva oy. La ciudad está fundada en un oyo a la manera que estava aquel lugar, por cuyos abitadores dijo Sofonías: i dad voces vosotros los que abitays en el mortero, que según san Gerónimo, es el valle llamado Siloe, i según los Caldeos, el Cedrón conjuntos anbos, i metidos entre cerros en una larga pro- fundidad, pues ay más de legua de cuesta para bajar de la Puna al

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pueblo, i con estar en este encierro, es de buen tenple, porque ni el frío ni el calor le ofenden, aunque tiene más de frío, que de caluroso, es pueblo regalado, porque en muchas guertas tiene varias frutas, criollas, i Castellanas; copia de legunbres; i abundancia de comidas es su comarca (que conpreende seys Corregimientos, i reconocen a sus cajas Reales) copiosa de ganados de Castilla, i de grandes viñas, lindas aguas, i muchas carnes en varias estancias. Tiene pescado sano i fresco todo el año de una laguna vezina; conservan sus vezinos lustre, i tiene mucha nobleza. Aquí fundó nuestro Convento, que fue el sesto de la Provincia, el Padre fray Andrés de santa María, primer Prior destá casa, siendo Provincial el Padre fray Pedro de Cépeda, i fundose a veyntiquatro de Setiénbre de mil i quinientos i sesenta i tres, dionos el sitio un noble Cavallero i gran servidor del Rey, llamado Juan de Ribas, casado con doña Lucrecia de Sansoles, que después de viuda fundó el Convento de monjas Bernardas, que se intitula, de la santísima Trinidad en esta ciudad de Lima. Estos dos fueron nuestros protectores, siéndonos mucho antes devotos. Dionos la dotrina de sus pueblos, i era nuestra asistencia en el de Anco Anco, pueblo nefando, a quien Dios castigó rigurosamente, cuyas antes i postres diremos en el capítulo adelante, dignos de terror i egenplo, i parecidos al de la sucia Sodoma. Dionos buena renta la virtuosa señora, i gran limosnera María de Salaçar, con que se a edificado un razonable Convento, i una capaz Iglesia en lo bajo de la ciudad. A nos dado Dios una joya en este Convento, digna de gran veneración, i es una Imagen de nuestra Señora que está en la portería; encima de la puerta que entra al claustro, está pintada en la pared más a de quarenta i ocho años, i con averse otras (que ay allí pintadas) borrado con el tienpo, i las más o renovadas o deslucidas, ésta a conservado el primer verdor con tan maravillosa entereza, que oy parece que la acabaron de pintar, sin que jamás necesitase de segundo pincel, antes se ermosea más quanto el tienpo i los vientos la envisten de lleno, i las aguas i umedades la despegaran de la pared. Un milagro, i una maravillosa conversión se afirman desta soberana Imagen, ermosísima en este retrato, i abismo de misericordias en estos dos sucesos, dejando muchos milagros que refieren los antiguos de la ciudad, i algunos frayles nuestros. En aquella portería, como en todas las deste Perú, se da de comer a todos los pobres que llegan, i en particular a los Indios que quieren. Un Indio avía tienpos que mendigava, tan tullido que avía de arrastrarse si quería andar, i valerse de arrimos si se pretendía mover; uno i muchos días llegava a la portería a comer entre otros

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que eran cotidianos, i una vez aguardando al portero que traía la comida, se puso a contenplar en la ermosura de la Imagen; i afervorándose en devoción, le dijo: Señora, yo creo que soys Madre de Dios, i pues es vuestro ijo, pedidle que me sane, que padezco mucho en buscar la comida. Cubriole un repentino ardor todos los mienbros, i sobresaltado se levantó dando vozes, i allose bueno i sano, i sin alguna lesión dava saltos; alborotáronse los otros pobres, i ya venía el portero con la comida, oyó las vozes, supo el milagro, i llevando al Indio al Convento, fueron con él los Religiosos a dar en la Iglesia las gracias a Dios, i a la portería a dárselas a su Madre santísima, que oyó el clamor del mendigo, i onró su Convento con tan notoria piedad. En el caso que se sigue, resplandece su misericordia al tamaño del provecho, pues pesa más la conversión de un ánima, que la resurreción de un mundo. En nuestro Convento de Chuquiago, estava retraído un Sacerdote, distraído en mugeres, i despeñado en mundo. Tuvo traça de falsear las llaves, i abrir las puertas por salir de noche (dicho se está que para ir a sus vicios) saliendo ya a la portería, vido lleno de grandísima luz todo aquel compás; lleno de admiración bolvió los ojos, i vido que del rostro de la Virgen salía el soberano resplandor, i reparando en el rostro le vido indignado, i sin tener fuerças cayó en el suelo, derribándole los rayos, i el terror del espanto; allí estuvo tan caído, que ni una voz pudo dar. Alentose algo, prometió enmienda, i poco a poco se bolvió a su cama, donde llamando a un Religioso le contó a pausas el suceso, i arrepentido de su mala vida, se fue de aquella ciudad; tomó el ábito de nuestro Padre san Augustín, i oy vive con buen nonbre. Quando se descuella más la piedad soberana, que en ocasión que arroja Dios por las culpas rayos de ira, alunbre la Virgen con rayos de misericordia; pero como pasen los rayos por el cristal piadoso de la Virgen, de rayos mortíferos se truecan en rayos amorosos. Quien viendo lo que san Juan refiere en su Apocalipsi, salir rayos i relámpagos entre tene- brosos truenos del sitial divino en que vido a Dios, que no espere un castigo que aniquile al mundo, i llegando a ver que obraron relánpagos i truenos, no leemos más, sino que todos se bañaron en resplandores, ¿para qué pues si sólo a de dar luzes de gloria, comiença con aparatos de relánpagos, rayos truenos, instrumentos de indignación? A todo satisface el Evangelista, con decir, que si del trono salían esos fuegos, delante de la silla estava un mar de vidro cristalino; i entendiendo por él, como dice Bercorio, a la Virgen santísima Mar, como lo dice su nonbre, i de vidro en que se miran las ermosuras de la santísima Trinidad, i las virtudes de todos los Santos

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en grado eroico, respondida está la duda; i diremos, que quando la justicia de Dios arroja fuegos contra los culpados, está luego delante el mar de misericordias (que María eso quiere decir) i negocia uno de dos efectos, o que sirvan sólo de relánpagos, i atruenen con miedos sin caer al mundo, ni egecutar la pena. 0 que ella en el mar de cristales de su piedad divina, trueca estos rayos de muerte, i los enbía para dar nueva vida gozando inspiraciones amorosas, quien deviera esperar egecuciones mortales. I si quando muestra (como usó con este Sacerdote) indignación en el rostro, vierte luces que le enfrenan, i lo convierten si la agradan, i muestra el rostro manso, que bien no deven prometerse, i ¿de qué favores no podrán asegurarse? El pueblo de Tapacari que está en diez i ocho grados i ocho minutos de altura, convecino a la villa de Oropesa, fue encomienda de un noble Cavallero Gómez de Solís, i de doña Luisa Bivar, que viuda.

casó con don Fernando de Cátate del ábito de Santiago. Dionos el primero este pueblo con dos sínodos, tiene tres anejos, Itapoya, i Coa, i Urmiri, donde tiene la Orden dos Curas sin sínodo, porque se dotrinen los Indios. Es sierra no de tenple gustoso, tiene proprio i de acarreto lo necesario. Fue trabajosa aquella conversión a los principios, i oy no deja olgar a los buenos dotrinantes, porque aunque ay mucho Cristianismo, i se frequentan los Sacramentos, no son muy dados a las cosas del culto, si bien ay buena Iglesia (aunque el Convento es opaco) tienen buena música, i celebran los Indios bien los oficios Divinos. Costó gran trabajo el arrancarles los Idolos, i en esto medró mucho el zeloso cuydado del Padre Fray Juan del Canto, i la gran diligencia del Padre fray Miguel de Acosta su conpañero. Al Padre fray Juan del Canto avemos menester para otras acciones, i todos sus méritos diremos en su vida. Muchos ganó en esta predicación, por que los Indios eran muchos, pero divididos, escondíanse en las serranías de donde los sacava. Congregaronse en un pueblo, aunque sienpre apelan por abitar sus quebradas. A sido sienpre Priorato, i en él an estado egenplares Religiosos; vide allí quando entré en aquel Convento, que desde la portería asta lo más retirado, estavan pintadas figuras de muerte, sin que otra Imagen se viese. Pregunté el motivo, i el autor, i digéronme, avía sido el Padre Fray Juan de Soria gran Religioso, i muy solitario, que siendo allí Prior, quiso tener continuos despertadores del mayor de- sengaño, i que los tuviesen a la vista los que le visitasen. Poco gozaría de regalo el que a todas partes mirava el aviso; ya me dicen, que todo se borró. Fue éste un Religioso de mucha inportancia; fue Difinidor, i Prior de casas principales. No era predicador, aunque fue muy entendido, i con estremo buen Eclesiástico. Dejó loable

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memoria, i tuvo opinión de muy penitente; dispongámonos, a oír el lastimoso fin del pueblo de Anco. Anco, i sepamos primero lo mucho que nuestros Religiosos trabajaron en su conversion.

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CAPÍTULO XXXIX

DE LOS AVISOS QUE DIOS NUESTRO SEÑOR ENBIO A LOS INDIOS DEL PUEBLO DE ANCO ANCO; LOS CLAMORES DE

NUESTROS RELIGIOSOS; REFIERENSE LAS VIRTUDES DE LOS PADRES FRAY AUGUSTIN DE SANTA MONICA, I FRAY BALTASAR DE CONTRERAS; I COMO DESPUES QUE DEJAMOS EL PUEBLO

LO ANIQUILO DIOS, I EL ANPARO QUE IZO A SU BUEN DOTRINANTE EL

DIA DE SU PERDICION Por los años de mil i quinientos i sesenta i seys, avía poco más de dos leguas de Chuquiago sobre una ladera en el plano de una barranca, un pueblo de muchos Indios, llamado Anco Anco, encomendado a Juan de Ribas, i a doña Lucrecia de Sansoles, Fundadores de nuestro Convento de Chuquiago, i ella del Monasterio de la santísima Trinidad de Lima, como dejamos dicho. Este pueblo nos dieron en dotrina, i començó a dotrinarle el Padre fray Augustín de santa Mónica, tercero ijo corista desta Provincia. Era este Religioso de mucha bondad, umilde, conpasivo, i muy observante. Llegó a la edad decrépita, i a pocos años murió con la inocencia de un niño. Fue devotísimo de san Nicolás de Tolentino, cuyo panecito dava a los enfermos de Lima, egercicio en que sirvió casi treynta años. Este entró en Anco Anco, con fervores tan vivos de caridad, que todas las oras gastava en su conversión, pero ganava poco, porque eran los Indios grandes idólatras, i públicos Sodomitas, añadiendo a esta contumacia el ser blasfemos contra la ley de Cristo, i contra el Sacerdote que los dotrinava, i siendo el natural de los Indios tímido i cauteloso, pues muchos fingen ser verdaderos Cristianos medrosos del castigo, i son idólatras, o aversos a nuestra ley entre otros de su fación. Estos en público perdían el respeto al ministro i a la Fe, las amenaças no los reprimían, los sermones no los emendavan, si con mansedumbre los pretendían acariciar se ensobervecían más, i así la esperança de su remedio sienpre iva a menos. Señalaron por Dotrinantes destos Indios al Padre fray Baltasar de Contreras qué oy vive, con más de ochenta i quatro años de edad, de tan entero juicio, i tan observante, que oy continúa con tesón, i asistencia el coro de Lima i sus comunidades, que admira con su continuación, i anima a todos con su egenplo, siendo su umildad grande, cruel su penitencia, ardiente su caridad, i con estremo su

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desprecio en la ambición, venéranle todos como a santo, i él se rinde a todos como bueno, digo esto, porque de su trabajosa vida se puede colegir, que avrá muerto quando esta Crónica se inprima aviendo de ir a España en busca de su inpresión, cada día esperamos su muerte, i admira verle con tanto aliento; si le alcanço por días, diré sus méritos singulares. Este Religioso fue por Dotrinante de Anco Anco, i trabajó ins- tantemente en la conversión de aquellos idólatras Sodomitas; no le advirtió traça la caridad, que no la egecutase con amor, ni ad- vertencia que le diese el inpulso que dejase de obrar; pero no ganava un palmo de tierra su solicitud. Dava vozes amenaçándoles con el rigor del cielo, traíales egenplares de castigos vistos en la antiguedad, i el retorno era perdelle el respeto, i blasfemar del i de Cristo nuestro Señor; diole cuenta al Capítulo que el año de mil i quinientos i sesenta i siete se celebró en Lima el Padre fray Augustín de santa Mónica (i ya les constava a los Provinciales) de la contumacia i protervidad de aquel pueblo, i cómo se avía sudado al modo que dijo Dios a Ezequiel del pueblo judío, con mucho trabajo se a sudado, i no a espelido el pueblo sus ezes i malezas, ni poniéndole al fuego, su inmunda suciedad excecrable, porque aziendo tanto para limpiarla, no se dispone a dejarse lavar, ni se a de ver limpia ni deseosa de purgarse en sucesión de tiempos; porque su dureça conserva el primer contagio, i asta que Dios enbíe el gran castigo de su indignación, en que vean los golpes de ira, ni a de tener enmienda, ni mejorar su daño. Todo esto se pudo decir del indómito pueblo de Anco Anco, i viendo los Padres del Capítulo el gran trabajo, i el poco fruto, renunciaron la dotrina, i mandaron salir della al Padre fray Baltasar de Contreras conformándose con el precepto de Cristo repetido por los tres Evangelistas, que si no oyeren a sus predicadores, ni los recibieren para su provecho, se salgan de la casa o pueblo, i sacudiendo el polvo de los pies (que aun del polvo se puede temer no inficione; i de pueblo maldito no perdona la ira de Dios el polvo aunque esté en otros sitios) i dice juntamente Cristo, que más tolerable será en el día del juicio la maldad de Gomorra i Sodoma, que la de los tales pueblos, porque acá an tenido Predicadores, allá no tuvieron consejeros; san Pablo i san Bernabé egecutaron esto, como se ve en los echos de los Apóstoles saliéndose de la Antiochía de Pisidia, sacudiendo el polvo, i caminaron a la ciudad de Iconia. Así lo izieron el Padre Fray Agustín de santa Mónica, i el Padre Fray Baltasar de Contreras, i conformándose a su obediencia se vinieron a Lima. El Obispo puso en este pueblo un Clérigo, que por el suceso se

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colige era Sacerdote virtuoso, i que se ocupava en el cuydado de su obligación. Conoció el daño de aquellos Indios, i procuró el remedio de su obcenidad, no aprovechó con sus amenaças, enpeorando en sus reincidencias, estava el pueblo sobre un alto en una barranca, i una noche se vieron llamaradas de fuego al rededor del pueblo. Los Indios las estuvieron viendo, aterroles el miedo; i si lo orrible los atemoriçava, poco o nada los conmovía. Dávales vozes el buen Clérigo, significándoles, que aquellos eran avisos de algún castigo grande; pedíales la enmienda, i no podía nada en su dureza. Otra noche creció más el incendio, i no los inmutava el castigo; añadía el Cura exortaciones, ponderava ser divinas amenaças, i el fruto que cogía era decirle ofensas, i multiplicar blasfemias, defendiendo tenazmente que aquellos fuegos eran de sus Idolos, irritados de que adorasen a Cristo. Estos avisos i estas contumacias continuó el cielo algunas noches; una dellas llamaron al Cura, para que confesase a un Indio que se moría en una azenduela donde tenía su labrança; el buen Pastor salió a confesarlo, i a curar su oveja, llevando a su Indio sacristán, sin que la noche ni el frío, ni la distancia del camino fuesen estorvos a su caridad, ni inpedimento a su obligación. Izo su oficio, confesose el enfermo, i bolvíase a su casa pasadas algunas oras, ca- minó asta el parage de su pueblo, i no le allava, iva por la una parte, bolvía por la otra dando bueltas, i no lo divisava. Preguntó a su sacristán, ¿si se avían perdido? Respondiole, que no, i que aquél era el estalage. Desmentíale el Cura, diciéndole, que quando junto al pueblo, avía avido lagunas, i que allí vían dos, una junto a la otra; añadía, que estando el pueblo en barranca, no se divisava sino un cerro tajado. Convencíase el Indio, i admirado decía, que tal arroyo, tal paredón o pedregal estavan frontero de su pueblo, i que allí los tenían, si atribuían el desatiento a los principios a la escuridad de la noche, lo juzgavan por encanto advertidas las señas. Así pasaron la noche aguardando a oír si ladrava perro, o cantava gallo, i no oían voz, ruido ni clamor; fue amaneciendo, i bolvieron a tantear el camino, las señales i el pueblo, marcavan la tierra, cotejavan los linderos, i allando quanto estava en el plano del suelo, no vían más que una altísima quebrada, i en lo bajo dos lagunillas como cenagales, sin que en lo alto divisasen casa, ni se descubriese población. Salió el Sol, i perdía el Clérigo el juizio, creyendo que era acción diabólica, i obra de aquellos echizeros, admirado de ver quanto tenía el pueblo en sus contornos, i en sus antiguos lugares, i no viendo barranca, pueblo ni persona, deseavan ver algún Indio o animal, i no parecía persona viviente, ni animal muerto o vivo. Pero cómo lo avía de ver si mientras él fue a la confesión del Indio

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enfermo, abrasó la justicia de Dios, i undió pueblo, barranca i sodomitas al infierno, sin que una ánima quedase, ni animal casero ni del canpo pareciese. ¿Quién no teme la ira de Dios? ¿Quál no escar- mienta en castigos caseros? i ¿por qué no llora, ya que no sean nefandos sus delitos proprios? Undió paredes, alajas i pueblo, sin dejar cosa alguna de quantas el abominable pueblo tenía. Quedaron solamente al igual del camino Real las dos ciénegas a modo de lagunillas asquerosas, como sucedió en Sodoma para memoria del delito, i de la pena. Allaron viva sobre un monte a una Indiezieta de diez a doze años; i admirados de verla viva i allí, preguntáronle ¿cómo se avía librado del castigo de su pueblo? i respondió: Que viendo que el fuego iva abrasando tan a priesa a todos, llamó a la Madre de Dios, i vido venir una señora muy blanca i ermosa como Española, i cogiéndola por la mano la avía librado. Mejor Angel sacó a esta niña que a Lot, privilegios de la inocencia, i prestezas de los socorros de la Virgen; a esta niña veneravan todos como a bendita. En estas dos ciénegas afirman Indios, Españoles, i Religiosos que asistían por allí después de muchos años, que se criavan unos pescadillos negros, con alguna semejança umana, feos i de malísimo edor. Yo e pasado tres vezes por este parase, los más que pasan, platican el desdichado suceso por ser junto al camino Real que pasa a Potosí, i a las tierras de arriba. Algunos años asta que el Indio sacristán murió, estava muy viejo i con un bordón pidiendo limosna a los pasageros, disiendo, que a él sólo i a una niña les avía dejado Dios quando aniquiló su pueblo, quedando libre de aquel lastimoso castigo, porque él sólo no avía sido culpado en el delito. Ya se ve que la caridad concede favores con menos çoçobras que los Angeles, quando los vienen a conceder; pues a Lot si Angeles lo sacan del incendio de Sodoma, a vistas del favor no le deja el sobresalto, pues ni en el campo se juzga seguro, ni en el pueblo de Segor con estar por su ruego privilegiado se alla con quietud; i si se alegra viendo en la cueva donde se bajó vivas dos ijas, contenpla a su muger convertida en estatua de sal. Pero la caridad i deseos de azer como ministros Evangélicos sus oficios, así a nuestros Religiosos, como al buen Clérigo i sacristán, saca del pueblo abominable sin que viesen los orrores del castigo; i si a los blasfemos Coré, ijo de Isaar, Abirón i Datán, ijos de Eliab, i a los docientos i cincuenta consejeros de estado, porque perdieron el respeto a su ministro Moisés, i a su Sacerdote Aarón, blasfemavan de Dios, i los castigó, con que a ellos, a sus familias, i a todos sus averes, casas i domicilios, los tragase la tierra vivos, i los sirviese el infierno muertos, i aviendo fuego en Israel, lo enbía del cielo. Anbos castigos egecutó

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Dios en aquel lamentable pueblo de Anco Anco, porque vivía en ambas iniquidades; el fuego por Sodomitas, i el tragarlos vivos la tierra, i el infierno por idólatras blasfemos, que ingratos escarnecían a su Sacerdote, i endurecidos blasfemavan de su Dios. Dejó las ciéne- gas al modo del lago de Sodoma, que miran los caminantes que pasan por los montes de Engadi al Carmelo; í las roturas de la tierra, que contenplan los que pasan por el desierto de las tierras de Promisión, dejando éstas del Perú, i aquéllas de Asia por memoriales de la culpa, i para escarmientos del castigo. Así pereció el pueblo de Ancu Ancu, que en nuestra lengua es lo mesmo que revegido revegido, como anuncio que sus abitadores avían de ser dos vezes, i en dos culpas envegecidos en la idolatría, i en la nefanda sensualidad. Anco Anco le nonbran los naturales, que en su lengua materna quiere decir blanco blanco, éste lo fue de la ira de Dios, donde apuntó su furor. Quiera Dios, que para sus convecinos fuese escarmiento, i permita que este suceso sea egenplo para que los Curas i Dotrinantes vayan llevados de la caridad, i su obligación a confesar al más distante enfermo, i a curar a la más apartada oveja, sin que las inclemencias del tienpo, ni la escuridad de las noches, ni el regalo de propria comodidad engendre pereza, i aconseje remisión; pues de no azer sus oficios, como deven, incurren en el delito que no remedian, i merecen el castigo que no escusan. Quando el castigo de Coré, Abirón i Datán, abrió bocas la tierra para tragárselos con casas, aciendas i familias; pero en Anco Anco no quiere Dios que abra la tierra bocas, i que tragados los delinquentes se quede la tierra libre, sino que a buelta de los culpados, pague la tierra (porque los sustenta) la pena del vicioso que la pisa, i ella como si lo viese i lo callase, paga porque lo sufre, razones que espresa Dios en el Génesis, quando dijo a Noé, que avía de destruir la tierra, por los incestos i sensualidades de los onbres, que eso es corronper la carne su legítimo camino, frasis con que Dios significó la diferencia de incestos, i la obcena malicia de la sodomía i sensualidad; pagó pues la tierra como si tuviera discurso, lo que pecaron los malos que merecieron el castigo, i fue para advertir, quán cruelmente castigará a los que por amor, interés, miedo o descuydo sufren los vicios que deven remediar, i callan la repreensión con que pudieran advertirlos; i si la tierra paga no teniendo ánima porque calló, ¿quál pena tendrá el que deve remediar el vicio de otros, i no trata de enmendar lo que pudiera desazer? que aun las cosas inanimadas siguen el fuero del que a sus ojos peca, i por testigos pagan como si fueran cónplices; tanto es como esto lo que abomina Dios semejantes pecados, i tanto el favor que aze a los que se ocupan en las obligaciones de su oficio,

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o en egercicios de caridad En las istorias umanas sólo se cuenta, averse tragado la tierra a Anfiaro, adivino idólatra, estando en la guerra de Tebas sorbiéndose con él su carro i los cavallos de que abló Propercio, Ovidio i Plutarco. Pero de ciudades abrasadas por el pecado nefando, ay varios egenplares, i en este Perú frescas i antiguas memorias. Ablando de los gigantes que uvo en los tienpos antiguos, en lo que oy llaman la punta de santa Elena, dice el Padre Provincial Torquemada en su Monarquía Indiana estas palabras: Ablando de los gigantes que uvo antes o después del diluvio en estas Indias, es cierto que fue verdad ésta después del diluvio, i que los uvo en estos nuevos mundos, i se dice que uvo gran noticia en el Perú de unos gigantes que vinieron a aquellas partes, cuyos guesos se allan oy día, de disforme grandeça cerca de Manta i Puerto viejo, i en proporción avían de ser aquellos onbres más de tres tantos mayores que los Indios de aora. Dicen, que aquellos gigantes vinieron por mar, i que izieron guerra a los de la tierra, i que edificaron edificios sobervios, i muestran oy un poco echo de piedras de gran valor. Dicen más, que aquellos onbres aziendo pecados enormes, i especialmente usando lo contra naturaleza, fueron abrasados i consumidos con fuego que vino del cielo. Asta aquí es del Padre Torquemada, i lo mesmo refiere Teodoro de Bry en el libro que intitula de natura novi orbis; a esto se añaden asentadas tradiciones, que todos estos gigantes (cuyas osamentas se ven oy en aquel parage) murieron abrasados, porque un mancebo ermoso (estos Indios no supieron que avía Angeles) los avía tirado rayos con que los avía abrasado a todos dejando los guesos, para que oy digan su lástima, i nos acuerden nuestro escarmiento. De otros Indios de aquellas Provincias, es asta oy lenguage vulgar, que siendo sodomitas, los convirtió Dios en unas piedras grandes que oy están esparcidas, renegridas i como quemadas, i dicen aver sucedido poco tienpo antes que entrasen en el Perú los Españoles. No se me aze novedad, ni lo allo inposible el convertirse sodomitas en piedras, quando veo que a la muger de Lot la convirtió Dios en piedra de sal, porque bolvió los ojos a ver los de Sodoma, dando el castigo porque miró; i así es creíble que les vendría a éstos, porque pecaron diciendo, lo quemado de las piedras, la dureça que tuvieron sus coraçones, i lo quemado que oy tienen sus ánimas. En estos llanos que ay de Payta a Guarmey, ay gran daño oy, i le a avido años antes en usar esta iniquidad, siendo los cónplices no varón i varón, sino India i India; i entre otros muchos Religiosos que me lo an asegurado, Dotrinantes que an sido en estos valles, me certificó el Bendito Padre fray Julián Martel, que llega la

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disolución a tanta publicidad, que en señal de que la India cometió la primera vez este delito nefando, le da el varón un vestido nuevo de gala, que llaman capuz con listas, siendo conocida su abominación por todos los que an advertido su maldita usança; con que se responde a todos los que buscan, quál será la causa porque están aniquilados los pueblos de los llanos, no llevando a sus Indios a minas de açogue, de oro ni de plata, multiplicándose los de la sierra, i no estando tan acabados como éstos aun los serranos que acuden a minas, i es, que la piedad de Dios ya que a nuestros ojos no los abrasa, a nuestra vista los consume, i tanbién porque si ay muchos destos asquerosos, es la mayor parte dellos linpia deste contagio, siendo los pueblos que dotrinan Religiosos más linpios, i los que se ensuzian menos descarados. En un pueblo destos llanos es constante tradición, que uvo cerca del un pueblo grande en que los más eran sodomitas, i que vino fuego del cielo, començando a quemar desde una casa en que se estava cometiendo el pecado, por muchos que avían echo borrachera para la junta, i que avían quedado solos unos pocos, i las mugeres destos que no eran conpreendidos en la abominación, los quales se salieron, del pueblo, i se fueron a abitar a otros lugares, muchos se quedaron en los canpos, i parte dellos fundaron un lugarejo. Con gran cuydado trabajan nuestros Religiosos Dotrinantes en apagar estos fuegos, i es raro el que en los pueblos de nuestras dotrinas se olla encenegado; Dios los purifique, i se duela de todos.

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CAPÍTULO XL

DE LA FUNDACION DEL CONVENTO DE CHUQUISACA, CIUDAD DE LA PLATA; DICESE SU TOPOGRAFIA I CIELO, EL

LUSTRE QUE LE ADORNA, I ALGUNOS SUCESOS SINGULARES

En la Provincia de los Charcas tierra tan favorecida del cielo, que llenándola de fértiles comarcas, la izo erario de sus riquezas, fundó el Capitán Pedro Anzures por mandado del Marqués don Francisco Piçarro, año de mil i quinientos treynta i ocho, la noble entonces villa, i poco después ciudad de la Plata, llamada de sus naturales Chuquisaca. Es cabeca de aquel pedaço de mundo, de cuya juridición dice el Istoriador del Rey Antonio de Errera lo siguiente: El distrito de la Audiencia de los Charcas, que parte de término con la de los Reyes, está en veynte grados i medio de altura Austral, por el río del Nonbre de Dios, i principio de la laguna del Collao, tendrá de largo trecientas leguas asta el valle de Copiapó, principio de la Provincia de Chile en veyntiocho grados de altura, aunque de viage se cuentan cerca de qua trocientas leguas; i leste oeste, lo que ay entre la costa del mar del sur, asta la del norte, o medio día, que responde a las Provincias del río de la Plata. Ay en esta Provincia quatro pueblos de Castellanos de un Obispado, que son la ciudad de la Plata, que fundó el Capitán Pedro Anzures el año de mil i quinientos treynta i ocho, por orden del Marqués don Francisco Picarro; está en setenta i dos grados de longitud del meridiano de Toledo, de donde dista por un círculo mayor mil i sietecientas i ochenta leguas, i en diez i nueve grados de latitud, ciento i setenta i cinco leguas del Cuzco a la parte del sur, o Polo Antártico dentro de los Trópicos, en lo último de la Tórrida zona, estarán en la comarca desta ciudad en Chacras, que son eredades de grangería ocho cientos vezinos Castellanos. Es tierra fría en estremo aviendo de ser tenplada, o caliente conforme a la altura del Polo en que está; reside en esta ciudad el Audiencia, i la Catedral i Monasterios de Dominicos, Franciscos, Augustinos i de la Merced, i en su Juridición sesenta mil Indios tributarios, repartidos en ventinueve repar- timientos, i danse bien las semillas de Castilla; ay muchas minas de plata rica. Asta aquí es del Coronista Antonio de Errera. El gran docto i grave Oidor del Consejo de Indias Juan de Solórçano, abla con grandes encomios desta ciudad i de su territorio i juridición que conpreende quatro estendidísimas governaciones, llamadas santa Cruz de la Sierra, Tucumán, Paraguay, río de la Plata, o Buenos

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ayres; asta el año de mil i seycientos i siete fue Obispado, i desde este año es asiento Arçobispal, i lustrosa Iglesia Metropolitana, siendo sus sufraganeos los Obispos de Chuquiago, santa Cruz de la Sierra, Tucumán, Paraguay i río de la Plata. Pondera con razón la gran opulencia de sus comarcas, i el aver llenado de riquezas las quatro partes de mundo. Digéronle, que estava en dezinueve grado de elevación Austral, i remite las excelencias que crió Dios en las leguas de su juridición, a que las lean en quatro graves autores que cita, i las escriven. Muchas cosas ay que añadir, i otras que con el tienpo se an menoscabado, o con la esperiencia se an mejor entendido, dejaré las que no me tocan, i diré las que desta ciudad i sus contornos me inportan. Ablemos de la tierra, i después nos subiremos a su cielo; de los Idolos, de su antiguedad, i de los ritos i goviernos de sus, primeros Indios, digimos al principio deste libro segundo, pero perdonarame el que se estrecha a leyes de Corónica, si me dilatare algo en decir las comarcas i singularidades de mi patria. Disculpa legítima, si bien en todo este libro ago el oficio de Coronista de mi Orden, i el de Istoriador destas Indias; que el singularizarme más con mi patria que con otras ciudades, obligación es de la naturaleza, más que amor de crianca, i cayera en la ignominia de maldito; que dijo Eurípides, si no fueras pésimo, no alabaras la región en que vives, menospreciando la ciudad en que naces. I a mi juizio (añade Eurípides) mucho yerra el que se olvida de todas las comarcas de su tierra i patria, i alaba a la agena, gozoso de singularizar costunbres estrangeras, diré lo que dice el mesmo Eurípides en otro libro: Tú pero o tierra mía, o patria de mis padres, vale esteys en ora buena, que el varón prudente, aunque la patria le trate como a estraño, no ay cosa más suave, que acordarse que lo a engendrado; i por esto no dejaré de obrar según el consejo de Teognis Poeta Megarense, que dijo: Alabaré mi patria ciudad ermosa, i país lustroso, ni dejando de referir lo excelente, ni dejando de vituperar lo malo. Conviene para saber la disposición i asiento de la ciudad de la Plata, lo primero tener conocimiento del runbo que corren en esta Provincia las cordilleras universales, i advertir dónde comienca su latitud, i dónde acaba. La cordillera aze principio sobre los llanos de Arica, en la sierra de Cozapa, i al respecto en todos los demás llanos i costas del sur, termina i para en las cordilleras de Litao en tierra de Chiriguanaes, i comiençan otros llanos, que corren asta el mar del Norte. Esto supuesto, venimos a tener en el coraçón de la cordillera a Potosí i a Chuquisaca, causa de que en los términos destos pueblos se allen así por vista, como por noticia las mayores riquezas del orbe,

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como se probará en este discurso. El asiento i formación de la ciudad de la Plata, se aze en un pequeño descanso, que por la apacibilidad de su tenple pareció conveniente, i después de aver buscado muchos lugares, eligieron éste para formar esta ciudad; es alegre, la constelación mansa, apta para criar muchos frutos, criollos i Castellanos todos de regalo, dando los valles tenplados lo que no frutifican otros más fríos; júntanse en la plaça la variedad de todos, con que el encuentro de los tenperamentos, i la oposición de los tienpos saçonan al año, lo que siendo regalo sobre en abundancia. Está llena de jardines i puertas, flores varias, i estremadas ortalizas; con abundancia se produce la pera, el melocotón, el durazno, i otras varias frutas; i con gran abundancia preciosísimo trigo, maíz i todas legunbres, por más que los cielos sequen los senbrados, o falten aguas quando los mezquina el cielo; abunda en carnes, porque aunque las tiene de acarreto traídas de sus comarcas, las pastea i aze pingues en muchas i famosas estancias que tiene en su territorio. Tiene muchos i fragrantes vinos, porque el terreno es a propósito para ellos, de suerte que para la vivienda umana aze fácil el paso de la vida. Tiene muy suntuosos tenplos de bóveda i cantería, matriz, santo Domingo, san Francisco, i su recoleción, i la Conpañía, son de enmaderamiento de cedro, i quadros de es- culturas, cosa curiosa i de vista. Tiene a san Augustín, a la Merced, i un monasterio de monjas Augustinas, i otro que se está oy acabando, cuya fábrica i memorias se deverá a la virtuosa señora doña María de Ceballos, viuda de don Gerónimo Maldonado de Buendía. Tiene esta célebre Ciudad una Real Chancillería con el largo i famoso distrito que dejo dicho, aconpáñale el concurso de los Cabildos secular i Eclesiástico lustrosos, i doctos, i el de la Universidad Real i Pontificia donde se leen Artes, Filosofía, Meta- física, Teología i Lenguas, cuyos grados, onras i diligencias se deven a la insigne i santa Conpañía de Jesús, aziendo célebres los ingenios acutísimos desta Provincia. Reconoce esta singularidad la Universidad de Lima, por los agudos ingenios que an lucido en sus escuelas. Nacen en los remates desta Ciudad a la parte del sur tres pe- queñuelos arroyos, que la azen tres divisiones, que sirven de linpieza para el pueblo, llevando con sus avenidas las escorias, júntanse por alcantarillas, con que no se terminan las divisiones, i lábranse en sus márgenes poçuelos antes de entrar los arroyos por el pueblo, que dan agua algo gruesa que apetecen los Indios; no son allí comúnmente las aguas todas muy buenas, aunque tiene manantiales a la parte del sur, que es lo más alto de la población, aguas

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excelentes, delgadas i provechosas. Las naciones que ay de Indios son muchas, no se quentan las Parroquias de san Lázaro i san Sebastián, porque son de diferentes naciones, que visitándose en ellas como Yanaconas, son ya proprietarios, aviendo sido advenediços. La principal nación, i que fue dueño desta Provincia son Yanparaes, éstos están reducidos a tres pueblos, Yoctala, Quilaquila i Tarabuco; ay sin éstos otras reducciones de diversas naciones, como son Huata, que es de Ingas sangre Real, Harahuate de Yanaguara; Paccha es tanbién de Ingas, i mézclanse Indios Canchas, Collas i Chichas, Presto, o Pillisto es de Canchas. Entre todas estas naciones son los Indios Cañares los que más privilegios tienen de nuestros Reyes, eran los más arriscados, i más pláticos en peleas, i desde que entraron los Españoles, fueron fieles amigos suyos, i declarados contrarios de otros Indios, tan enamorados de nuestra nación, que sienpre an sido leales, i los más Católicos. El runbo que corren las cordilleras es nordeste sueste, i con ellas generalmente corren las betas que an dado ser al mundo con sus inestimables riquezas. Las betas del opulento cerro del célebre Potosí su vezino, a quien reconocen por Inperial los montes del mundo corren por este runbo, i los ramos que salen dellas seguían caminando por una quarta, o media partida más o menos. Tiene esta excelente Ciudad por lo alto de su fundación a la parte del sur dos cerros no muy grandes, que son las armas desta Ciudad. El uno tiene por nonbre Sicasica, i el otro Churoquella, que quiere decir, caracol perezoso, porque mirado por un lado entre éste i el otro cerro cae una formación de peñas a manera de caracol, i como no se mueve, le llamaron los Indios perezoso. Quanto se a podido alcançar i saber, sin que desto aya otra luz, del Idolo o Idolos de la gente que antiguamente poseía este asiento es muy poco, ya digimos del gran Idolo Tancatanca, a quien mochavan éstos, i sus comarcas, i por sus Quipos i tradición significava el que es uno en tres, i tres en uno; i así era un bulto con tres cabegas, como dejamos dicho según el Maestro Maluenda, i el Padre Acosta. Sólo nos muestra oy la tradición que constantemente conservan sus Indios, que adoravan este cerro de Churoquella, viéndose en estos Indios lo que falsamente pensaron los criados de Benadab Rey de Siria, quando venciéndolos por milagro del cielo el Rey Acab le decían: los Dioses destos Israelitas son Dioses de los montes, i no tienen valor sobre los canpos; befa que sintió Dios tanto, que enbió al Profeta a que digese al Rey Acab, que irritado de que los Sirios uviesen dicho, que sólo era Dios de montes en que se estrechava su

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poder, i no de valles i canpos en que no tenía potencia, le avía de entregar aquel inumerable egército, plantado en el plano de los valles, para que con el castigo conociesen, que donde quiera tenía omnipotencia. El adorar montes fue antiguo entre los Romanos, co- mo dice mi Padre san Augustín, siendo el Dios de las cunbres de los montes el Dios Yugatino, i el de los collados la Diosa Colina. Estos Indios de Chuquisaca adoravan este cerro, tanto como porque las tempestades que por allí vienen son terribles con truenos grandes, relanpagos i rayos, como porque dicen que en las entrañas cría rica plata, que el miedo, i la codicia inventó muchos Dioses; dígalo nuestra experiencia, pues oy adora la adulación a los que obligan a miedo, o pueden ser de interés. A la Diosa Pecunia adoraron los antiguos, como dice Ravisio por Diosa de las riquezas, i Esculano por Dios de los metales. Que tan común es en el mundo, i tan antiguo el dar la codicia Deidad a la riqueza. Avía en este cerro un gran santuario Gentílico, de cuyas ofrendas se izo un copioso tesoro, que muchos an buscado con diversas noticias. El nombre de Choquecaca, o Choquechaca, o Choquechaka, o Choquecachca gutural, que todos estos nonbres o pronunciaciones se usan entre Indios, cada qual es significativa. La palabra Choque, significa oro, i en esto convienen todos los quatro nonbres, i diferencian en las otras letras; Choquecachca gutural significa cerro o monte de oro, Choquecaca, quiere decir cunchos de oro (conchos son matorrales de varas, que dan flores amarillas del color del oro) Choquechaca, significa puente de oro; i Choquechaka, quiere decir guesos de oro, i como quiera que sea, no escapa de uno destos nonbres, que la voz común de los antiguos, dicen que el llamarse así, es por ser la tierra riquísima de oro, a cuya causa llamaron al pueblo principal que ofrecía el culto a Dios que adorayan con uno destos nonbres. El que tienen los Indios por verdadero i proprio, es el que significa puente del oro, porque según su tradición, por debajo desta Ciudad corre un río a quien aze puente el asiento, i su terreno; i que tiene por fundamento esta Ciudad un peñasco arenisco blanco i negro, gran criadero de oro, de suerte, que quando llueve se alla en las arrojaduras de las calles una lis negra, que llaman madre de oro, si ya no es que sea el oro mismo, cuyo beneficio se ignora por los Españoles, i se benefician de secreto Indios. Tiene por la parte de levante un cerrillo pequeño i pedregoso, cuyas fuentes sirven de dar asiento al regalo de los que pueden tenerle con agua excelentísima, su nonbre es Huanicoya, que significa, mina bonísima, porque este Huani, es un superlativo entre los Indios, para significar una bondad suprema, i certifican personas de gran crédito,

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que se an allado en el arroyo, que nace de sus fuentes pepitas de oro. Tiene otros muchos cerros, que le azen contorno, i bogean su comarca de muchas i riquísimas experiencias i noticias de oro i plata. I començando por la parte del poniente están los ricos cerros i minas de Piquica, sígueseles Malmisa con poco descubierto, i mucho por descubrir. Luego corre Maragua, ya descubierto, aunque no lo de más importancia. A éstos se le llega Aquillane con rica noticia, i alguna descubierta. Luego se le sigue Chabaoro con gran tradición de riquezas. Tiñi, o Tiñic, cuyas noticias son tales, que fueran maravillas a no parecer hypérboles. Llaman a este cerro Capactini, que quiere decir, el riquísimo Tiñi. Síguele Apoquiquixana, que es lo mismo que el gran señor Quiquixana, cerro por quien los Ingas i Pallas en el Cuzco, i en Chuquisaca asta oy se lamentan, diciendo, que después que les falta Quiquixana, no tienen plata ni oro. Pruévase esta verdad con las mayores fundaciones o ornos dellas que ay en lo descubierto, pues en estas Provincias, en allando sólo un orno en algún cerro, alborota con demonstraciones de riqueza a los pláticos. I a esta quenta donde ay muchísimas leguas de ornos i fundaciones, abrá millares de provanças, i varios despertadores de noticias, i parece que de sólo este cerro izo sus tesoros el Inga, así lo dicen los Indios muy antiguos, i se van continuando. La causa de no descubrirse es tenerlo Dios para otro tienpo, o escusar delitos de codicias mayores. Los Indios viejos lo tienen tan encubierto, que poniendo su felicidad en callarlo, morirán por no descubrirlo, engaños i supersticiones, que el Demonio les persuade, i como a gente fácil, i no muy fuerte en la Fe, llegándose a esto el aborrecimiento que tienen a los Españoles les aze con espantos castigos i amenaças callar los tesoros, i ocultar los minerales. Luego tras estos cerros de Quiquixana, que son muchos, se sigue la riqueza de Sotane; los metales que del se an visto, declaran la riqueza que en sí tiene. Luego está Choquechanbi, que cogen entre él i Sotane en medio al pueblo de Paccha por rumbo de leste oeste, i por norte sur, le abraçan Uliuli, i Quichane cerros de mucha riqueza. Luego entra Coyacamane igual en la noticia; los más destos cerros tienen adoratorios que se allan en ruinas antiguas con Idolos de piedra, cobre, plata i oro, con formas de diversas figuras. En el cerro llamado Quiquixana se alló estos años un altar en que se sacrificava a un Idolillo de plata en forma de carnerillo pequeño, a quien le ofrecían los olocaustos que en este su altar se le quemavan, i las cenigas i guesos quemados se allaron entre unas peñas, buscando los tesoros de la ofrenda, que no se an allado. Imitavan estos Indios a los Samios, de quien refiere Textor en su oficina, que adoravan una

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oveja, o corderillo, que les descubrió el oro que de su tenplo avían urtado, pagándole el allazgo con título de divinidad, que es tal la codicia umana, que al que descubre oro lo tienen por su Dios, i los Indios adoravan a este carnerillo, porque ocultase la plata, pretendiendo el Demonio que entre los Samios fuese adorado el que descubría el tesoro, i entre estos Indios el que lo ocultava, llevándose aquéllos por codiciosos, i a éstos por cuytados. Al norte quarta del noroeste de Chuquisaca, está la Provincia de los Charcas, por quien se llama aquella Audiencia, i su Arçobispado, Iglesia i Audiencia de los Charcas. Tiene el nombre de esta Provincia más que de las otras, tanto por ser la más fértil, rica i populosa, como porque llegan sus tierras a los umbrales de su asiento. Esta Provincia es riquísima de minerales, sembrados de varios, i diferentes granos, i abundantísima de ganados; tiene grandes poblaciones de Indios, que en la Puna los crían, teniendo por domicilio Achayanta. En los Yungas o valles calientes, que están a la ribera del gran río de Guaycoma (que es el de Misque) tiene sus labranças; ay grandes pueblos fundados con riquísimos beneficios; i en las punas, o tierras frías ay muchos minerales descubiertos, i noticias muy grandes antiguas en Macha Berenguela, Zacaca i Chayanta. Estos cerros todos azen comarca a Chuquisaca, sin otros muchos lastrados de vetas, que para certificar i averiguar su riqueza, se provará con un dicho de un Indio Yanpara Alcalde mayor de la ciudad, Indio cuerdo i bien entendido. Asistiendo en la plaça, oyó avrá más de setenta años lamentarse muchos Cavalleros vezinos de la ciudad, que decían: Pues ya se acaba Potosí, ¿qué a de ser de la tierra? El Indio con despecho, se entró en medio de los vecinos, dando una buelta en redondo, i alargando la mano i el dedo index, dijo: Qué os lamentays i afligís por Potosí, siendo lo menos que nosotros teníamos, i así nunca lo beneficiávamos; veys todos estos cerros que cercan esta ciudad, todos están lastrados de oro i plata, buscadla, que no se os a de venir ella a las manos, i con esto se fue dejando suspensos a los que le oían; por todo lo qual muy justamente la llama nuestro Rey, i este Reyno la ciudad de la Plata, nonbre que usan las cédulas, los Tribunales i el comercio. Tiene esta ciudad el río de Cachimayo por la parte del leste, ázese de su agua junto al nacimiento muy blanca sal, que eso quiere decir Cachimayo río de sal. I es maravilla, que a poco trecho que corre, es el agua más dulce de su comarca, sin que tenga asomos de salobre. Otra mina de sal piedra tiene la ciudad en sus cabeçadas; es sal muy buena para beneficios de plata, puesta en el fuego se derrite, i corre sin saltar, ni rechinar como si fuera cera. El río Cachimayo entra a

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pocas leguas de su nacimiento, en Pilcomayo, que es el famoso río de la Plata, que entra en la mar por el puerto de Buenos ayreis, con noventa i más leguas de boca, según la miden muchos escritores; pero bástale, para ser de los mayores ríos del mundo, tener, como dice el Obispo Fray Luis de Oré, treynta i cinco leguas de boca, i que navegue i corra casi mil leguas. Cría Picolmayo mucha pesca de savalos, dorados, vagres, armadillos, i otros peces menudos. Sus márgenes abundan de guertas, molinos i viñas, que azen bien proveída la ciudad i su Provincia. Por la parte del norte corre el celebrado río Mojotoro, cuyo valle es el recreo de las damas, i adonde se van a sacar el agua de los açaares, porque abunda en bellísimos naranjos. Es la recreación del pueblo, porque allí se allan varios entretenimientos; el río camina al norte, i entra a pocas leguas en el río grande, donde comiença el sobervio Marañón, que desbocado, o con casi cincuenta leguas de boca sale al norte, i no pudiendo salir por una boca, escupe al caudaloso río de Orellana, que tan furioso riega la nueva Andaluzía, acercándose más su boca al norte, que según algunos escritores, tiene más de ochenta leguas, según otros tiene cincuenta i siete; i según el Obispo Oré, tiene cincuenta leguas de boca, i cría en las tierras más Orientales lagartos i caymanes; los más geógrafos en sus tablas, i los autores en sus escritos dicen, que estos dos ríos son ermanos mellizos, i que naciendo de una madre, corren en un cuerpo, i después se dividen; pero oy se dice, que aunque se acercan, no son ermanos, í corren divididos, aviendo sustentado con sus inundaciones muchas i diversas naciones de Indios, entierras incógnitas nunca conquistadas. Tiene gran pesca de sávalos, dorados, palometas, surubíes, pescado de mucho cuerpo, sin otra pesca menor, toda de regalo; en este río de Mojotoro beven las faldas del rico Sotane, del gran Quiquixana i de Tini, de manera que cogen en medio a esta ciudad las cabeças de los dos ríos mayores del mundo. Los vientos que corren más continuos son norte i sur, en conformidad de los valles que por estos runbos se dilatan; los sures son más ordinarios, i más fríos por correr por tierras más frías i más altas, los fríos son apetitosos i nunca excesivos; los nortes que bañan la ciudad en los días solsticios, i en los equinocios corre más cálido, i menos sano, i el sur en los urumales; amanece en los equinocios a las cinco i media, i el Sol sale a 6, i pónese a las mismas oras. En los solsticios amanece a las quatro algo más, i luego a las cinco o poco más sale el Sol, pónese a las siete; los crepúsculos de la tarde i mañana son largos. En los días urumales amanece a las seys, sale el Sol a las siete, o poco más, i a las cinco se pone; aze las noches

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prolijas i frías, i los días pequeños, fríos i ventosos. Pero de ordinario es el tenple de aquella ciudad de los mejores del mundo. Cría en aquel país yervas nocivas, i sabandijas venenosas, que donde ay riquezas, es fuerça que aya venenos; las sabandijas son de los tres géneros de vívoras que pone Dioscórides: Ptiadas, Gherseas i Celidonias. Ay otras que llaman las de los cascaveles, i dicen los naturales, que cada año cría uno, i así trae tantos como los años que vive; ay otras como especies de áspides saltadores. Crió Dios contra éstas en esta Provincia contrayervas maravillosas, la yerva de la vívora, o del cascavel que es muy común; la raíz del surcho, la oja i corteça del algarrobo, la raíz del escardillo, o carvincho yerva común sobre todas. Ay unas savandijas llamadas vincovincos, del grandor i grueso de la cabeca de un dedo, unos son rojos, i otros negros, a quien se dan en comida, no se alla remedio. Ay sin éstas otras sabandijas, i venenosas yervas, que a no abundar de antídotos, contra yervas i preservativos fuera segunda Tesalia; pero es raro el daño que se eaecuta por las atriacas que se goçan, i porque se crían en partes donde no se abitan, i las que a la ciudad se acercan son menos venenosas i más tímidas Ay una yerva llamada tiantia, que es el sánalo todo de los males, i una botica de la salud, eficaz para el dolor de costado i tabardillo. Aquí se coge la excelente quinaquina, remedio de muchas enfermedades, i un milagro para las eridas. Aquí ay canpos de contrayerva, que tanta pasa a Europa, i se sacan las milagrosas piedras besares de animales de tres especies, gamos o vicuñas, cortos o guanacos, i de antas, parecidas a la gran bestia, aunque no son grandes. Todas estas piedras son cordiales, i contravenenos; otras se sacan de carneros de la tierra, que son a modo de camellos, aunque menores, i éstas no se estiman. Ay en varias partes destas comarcas, saludables termas i baños calientes, que dando salud a los cuerpos, son gustosas al regalo; entre otras vide caminando de Oruro a Chuquisaca, una peña que arroja un gran golpe de agua, i al salir de la peña se divide en dos arroyos grandes, que el uno corre al Poniente, i el otro a Levante; quando sale de la madre le vemos umeando, i al punto que se dividen, corre el uno irviendo i criando açufre, i el otro a media quadra está tenplada el agua, i a dos tiros de piedra corre fría, i en invierno se yela. Críase en esta ciudad i sus comarcas aquel género de grano llamado chamico, que cría el grano negro, i tiene efectos raros, i aseméjase al beleño, o a la estafisarga; comido en grano o bevido en cocimiento, si a comunicado poco su virtud enborracha; si a dado más de su virtud, adormece todos los mienbros, i con ésta se preparan los que an de ser atormentados; si se añade más, deja dormido al que la

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toma por ventiquatro oras, i con el mesmo aspecto que tenía quando la tomava; si alegre, se está riendo, i si triste, se está las ventiquatro oras llorando, i si cargan la mano, o comunica todos sus resabios, quita la vida, i no tiene otro remedio para antídoto destos daños, que ponerle ceniza en la frente, o con agua en los testículos, que aun asta en esto por lo que tiende sueño umano, es la ceniza el eficaz remedio. Críase en esta ciudad i sus contornos gran cantidad de miel, que llaman de los Charcas, i ay tres géneros de avejas que la labran, i quatro géneros de moscardones que la crían: las menores labran los panales como las de España; a éstas llaman los Indios Lichiguana, otras mayores como moscardones grandes; este panal es muy grueso, dulce i apetitoso, i a éstos llaman Puticgúana. El tercero género de avejones, son casi del tamaño de los pajarillos pica acahares; estos avejones nunca crían su miel juntos, ni en enjanbre, cada uno labra debajo de tierra un oyuelo, i allí encierra un bolsico de un fuerte barro del tamaño de un dedo pulgar, donde cría la miel más dulce i rubia que se alla en el mundo, i a estos avejones llaman Guancoyros. Otra especie de avejas cría dentro de los troncos de los árboles que parece que está preñado el tronco, i que le crece el vientre sácanle la leña dejando la corteza, i crían la miel como el almívar líquida; en los árboles cedros es donde más melifican, i sácanse a botijuelas de los árboles desta miel tan dulce como provechosa. Otras especies de moscardones crían otras especies de miel buena, pero poca, i no como la destos que emos ablado. El clima desta ciudad i su provincia es sobervio, i experiméntase en onbres, en animales i en pájaros; los onbres aunque sean de nacimiento umilde, se truecan en levantado espíritu, debiéndoles sus coraçones más al clima que a su sangre, ni a su naturaleza. Todos quieren ser parejos, i pocos o ninguno quiere reconocer superioridad en otro. Los idalgos suben a Cavalleros, i los que lo son crecen a deudos de Títulos i Grandes; todos se precian de valientes, i los más se azen magnánimos. Esto procede solamente del clima que éste como aze en la tierra tan excelentes creaciones de metales, los aze tanbién en los ánimos de los onbres; allí califica el barro, i engendra nobles espíritus la influencia; en los animales, baste una probança. Tienen las Españas para cada género de caça diferente raça de perros, galgos para liebres, podencos para conejos, lebreles para fieras, alanos para toros, mastines para lobos, sabuesos para ciervos i perdigueros para perdizes. Pero en esta tierra ay perros sin raça ni ley, porque ninguna casta ay que esté perfeta, i todos lo son todo, i todos para todo: todos para tigres i leones por ruines que sean. Estos

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mismos son para ciervos, para gamos, para liebres, para conejos i para perdizes; el más ruin si le ven catar, parece que sola aquella caça es la de su inclinación; los cavallos sin casta todos buenos, i pueden conpetir con los mejores del Betis. Críanse en la comarca desta ciudad los famosos alcones aletos, que con tanta estima se demandan por quantos Príncipes tiene España. Cógense casi en la misma ciudad, son de gran coraçón, gran buelo, gran lealtad, i an menester menos cetrería que los demás de otras Provincias, i de otros Reynos. Al fin la tierra es buena; i es bien desdichado el que no se aze noble, i arto cuytado el que no ostenta gallardías de Cavallero, pues nadie es más de lo que quiere, sin que aya quien le vaya a la mano, aunque si en esta tierra se pagara pecho fueran umildes los villanos, i se conocieran los nobles. Fundaron aquella ciudad muy nobles familias, i ay muchos de aquellas decendencias. En esta ciudad fundó el Convento de nuestro Padre san Augustín a primero de Julio del año de mil i quinientos i sesenta i quatro, el Padre Provincial fray Pedro de Cépeda, i le intituló nuestra Señora de Gracia; fue el primero Prior i Fundador el Padre fray Diego Gutiérrez. No tuvo patrón singular, i es lo de nuestra Capilla mayor el Rey nuestro señor, siendo el entierro de sus Oidores nuestro Convento, i muchos años fueron Capellanes que decían Misa en la Capilla que está en la Audiencia frayles Augustinos. Ase edificado una costosa Iglesia de bóvedas, obra rica, ostentosa i galana; el Convento es moderado, tiene buenas rentas, i ay quarenta Religiosos de ordinario, donde ay estudios de Artes i Teología. Danse ábitos en aquel noviciado, i yo aunque indigno, soy ijo de aquel Convento. Dio el Rey a la Orden las Dotrinas del valle de Mojotoro, i los valles de Quilaquila, Moromoro i Potobanba; esta Dotrina conservamos; i los valles se dieron al Clérigo que era Cura de Copacavana, porque dándonosla el Rey, tuviese el Cura dónde pasar la vida. Antes que pasemos a tratar de nuestro Monasterio de Monjas, diré un caso maravilloso, sucedido en la Iglesia vieja años antes que se derribase. Avrá poco más o menos de veynte años que servían en nuestra sacristía un Indio ladino llamado Juan Bautista, que oy vive, i dos muchachos ijos suyos, diéronle por ayudante a otro Indio mancebo, i todos quatro dormían en la sacristía guardándola; una noche sacaron de entre los tres al Indio ayudante, llevándolo arrastrando asta dejarlo en el claustro; a las vozes que dio el Indio despertaron Juan Bautista i sus ijos, i oyéndole ponderar que una persona lo avía arrastrado, tuvieron por sueño de dormido lo que el moço repetía sobresaltado, sucedió lo mesmo la noche siguiente, i para la tercera estuvieron sobre aviso Juan Bautista i sus dos ijos;

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dio vozes, despertaron a los gritos, asieron los tres del moço, i era débil defensa para resistir a tan superior agente; víanlo sacar arrastrando, i no divisavan quién fuese el que lo arrastrava; medrosos i confusos, dio cuenta del suceso al Prior el Indio Juan Bautista, atestiguando con el lastimado i con los dos ijos despidiéndose del dormir en la sacristía; publicose entre los Religiosos, i muchos fueron de parecer que sería duende, animaron a Juan Bautista, i persuadiéronle que aguardase otra noche i atendiese mejor a lo que sucediese. Más medroso que animado se quedó en la Sacristía, como otras vezes, i tuvo junto a sí al moço que arrastravan, que fue menester rigor de amenaças para que quisiese bolver. Estando casi despiertos, asieron del moço, i con violencia lo llevaron arrastrando asta ponerlo en el claustro, dando gritos el paciente, i grandes vozes Juan Bautista i sus ijos; acudieron del Convento, supieron lo sucedido, i tratose otro día del remedio. Consultose el caso, i algunos dudaron en si era bautizado, por ser Indio Chiriguana, Provincia que no a recibido nuestra Fe, está rebelde, i aze en nuestros Españoles daños i omicidios, cópenlos en guerra, i dalos por cautivos su Magestad, traen destos a nuestras tierras, i muchos catequicados piden el bautismo, aunque pocos se enamoran de nuestra ley. Este moço fue tenido por bautizado; i preguntándole si lo era, dijo que no, pero que pedía el bautismo agradado de la conpañía de nuestros Religiosos, i temeroso no le persiguiese el que lo arrastrava, pues sin duda a él, por no estarlo afligían, i a sus conpañeros por ser Cristianos no les tocavan, ya él estava diestro en las oraciones, i sabía lo suficiente para recebir el bautismo, i así se bautizó otro día. Mandáronles bolver a dormir en la sacristía donde fueron animosos, i el mancebo con valor se echó mostrando resistir al que le ofendía; pero ni aquella noche, ni otra en muchos meses le arrastraron ni ofendieron, con que se confirmó en nuestra Fe, i tratava las cosas de la Iglesia con devoción, viendo que el bautismo le azía merecedor de lugares sagrados i le defendía de enemigos ocultos. Yo no quiero pensar que el ministro que lo socava arrastrando fuese el Demonio, pues éste no le castigara por infiel; quiero creer que fuese su Angel Custodio, o el que cuydava de aquella Iglesia, tanto para que cosa infiel no asistiese en lugares sagrados, ni manejase ornamentos benditos, como para que resultase del arrastrarlo lo que se consiguió tan en provecho de su ánima, recibiendo el bautismo. Deste suceso trata el Padre Predicador fray Alonso Ramos en su libro de Copacavana. Dos, sino maravillas, cosas estraordinarias se vieron en Chuquisaca, por los años de mil i seycientos i dieziseys en una eredad de un

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fulano de Rojas en el valle de Mojotoro cinco leguas de Chuquisaca, parió una negra, concibiendo de un negro un niño más rosado i blanco que un Alemán, i siendo los cabellos crespos (que llaman pasas) eran tan rubios i dorados como los del más rubio Inglés. El año pasado de seycientos i treynta i dos vivía continuando lo blanco i rubio, i es agigantado; i por el mesmo año en Guata, una legua a Levante de Chuquisaca, pueblo que dotrinan los Religiosos de nuestra Señora de las Mercedes, parió una India una niña cubierta de los pies a la cabeça de un pellejo de oso de cinco dedos de largo, sin que descubriese más que las palmas de las manos i pies al modo de los osos, para verle los ojos le apartavan el pelo, i creyendo todos que la India avía concebido de algún oso, trató la justicia de azer averiguación contra la India, mandando que no bautizase la criatura. Declaró la madre, o advertida de otros, o quiçá con verdad, que viniendo por el canpo arremetió con ella un oso, i bregando con ella por mesclarse se resistió de su violencia, i llegando a su casa concibió de su marido, pensando en la sensualidad del oso, i que a esto atribuía aver salido su ija con piel de aquel animal. La piedad estuvo de su parte, i viendo a la niña con todas las acciones, i voz de criatura umana la bautizaron, i se llama María, i el año de mil i sey- cientos i treynta i dos era viva, está casada, i con dos ijos.

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CAPÍTULO XLI

DE LA FUNDACION DE NUESTRO CONVENTO DE MONJAS ERMITAÑAS DE SAN AUGUSTIN DE LA CIUDAD DE CHUQUISACA. DICESE UN SUCESO EGENPLAR DE UN CAVALLERO QUE DESDORO SU REPUTACION,

I UN CASO DIGNO DE MEMORIA SUCEDIDO EN UNA NOBLE MUGER QUE DESPUES

FUE MONJA EN ESTE CONVENTO El segundo Monasterio de monjas que en todo este Perú se fundó primero que otro alguno de otra Religión fue éste de la Ciudad de Chuquisaca, porque fuesen los Religiosos Augustinos los primeros que en cada Provincia plantasen jardines donde floreciesen las esposas de Jesu Cristo; imitaron al saber Divino de la Sabiduría eterna, de quien dice el Eclesiástico, que es como el río Tigris, que baña los planteles, i riega los jardines en el día de los primeros frutos, i para que produzgan las flores nuevas, es tanbién como el río Jordán, que multiplica los canpos, i sazona las mieses para que llenen las cosechas sus graneros; es el que enseña la dotrina santa, virtud llamada diciplina, que modera los actos esteriores, i conpone las obras virtuosas, dando rayos de luz con sus preceptos, i claridad Divina con sus saludables consejos, i asiste como el río Geon (ríos los dos del Paraíso) quando se está aziendo la vendimia, es finalmente el que primero perficiona el ánima, para que sepa la celestial Sabiduría, siendo el primero que funda estas escuelas, que ni las cursan los flacos, ni las buscan los enfermos. Ajustados se ven en mis Religiosos todos estos encomios, obrando por participación lo que Dios tiene por naturaleza; ellos fueron los primeros que fundaron en Lima i en Chuquisaca universidades de virginales monjas, dando leyes de celestial sabiduría, i liciones de perfeción Evangélica, esta ciencia ni la busca el mundano, ni la divisa el enfermo, pero anelan por graduarse en ella vírgenes tiernas, i donzellas delicadas, que por no enfermar en el ánima buscan el encierro donde tiene Cristo la bo- tica, i remedios que aumentan la salud. Nuestros Religiosos cuy- daron de plantar jardines en el día que quiso Dios que diese esta tierra los primeros frutos, regando mejor que el Tigris con egenplo, i multiplicando más nobles mieses que el Jordán Palestina, pues sazonando esposas de Cristo, colma la Iglesia, i el cielo sus graneros de santas. An sido finalmente los que primero dieron dotrina, i enseñaron virtudes i clausura a las monjas desta parte primera del Perú, i pasaron a fundar otras en la última Provincia de las que el

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Perú conpreende (después diremos de nuestras monjas de Chile) dieron luzes de enseñança, i actuaron preceptos de diciplina, conponiendo todas las acciones esteriores en lo cabal de la modestia, i enseñando lo puro de las virtudes, en sermones i egenplo. Era Provincial el gran observante i digno Prelado el Maestro Fray Juan de san Pedro, i Prior de Chuquisaca el Padre Fray Luis López, que después fue Obispo de la mesma ciudad. Anbos deseavan azerle a Dios domicilio de esposas; intentáronse medios, i maduró el cielo los frutos, consiguiéndose el fin de tan loables deseos. Fuese tratando desta fundación, i juntáronse para azerla señoras muy nobles, i donzellas ricas, cuyos nonbres merecen perpetuidad. Las fundadoras fueron Inés de san Miguel, cuyos padres eran Rodrigo de Ayala, i doña Inés de Osorio, naturales de Sevilla. María del Espíritu santo, ija de Juan de Hianca, i de doña Petronila de Castro, anbos naturales de Madrid. Gerónima de la Concepción, ija de Diego de Çárate, natural de Valladolid. Juana de la Trinidad, ija de don Cristóval de la Torre, i de doña María de Avalos, naturales anbos de Jaén. Estas quatro siervas de Dios renunciando el mundo, gastaron sus dotes en esta casa, i la fundaron el año de 1567, siendo el título de su advocación nuestra Señora de los Remedios; (pongo la fundación deste Convento antes de llegar a este año; lo uno porque dos años antes se començó su edificio, i lo otro por dejar dicho lo que toca a Chuquisaca) profesando debajo de la obediencia de nuestra Orden, el ábito i regla de Ermitañas de san Augustín. Fue su primer Prelado el docto i observante Padre Fray Luis López, i después por muchos años asta el de noventa i uno; fue Vicario deste Monasterio el Religioso Padre Fray Juan del Canto; fue aquella casa obser- vantísima, i criada en estrecha recoleción, aumentose en Monjas, i no descaeció de su primer fervor; celebrávase el culto con buena música que oy conservan, i con adornos de sus manos, en que an sido sienpre muy curiosas. Más de ventiquatro años estuvieron sugetas a nuestra Orden, aprendiendo con perfeción la vida mo- nástica, en que ganaron santificada opinión; desearon dar la obe- diencia al Obispo, i sugetarse al Ordinario, i fueles fácil, porque los Prelados nuestros quisieron alçar la mano de cuydar de Monjas, no porque medrasen poco en servir a esposas de Cristo, sino por el excesivo trabajo que tenían de edificarlas Convento, estando edificando el suyo, creyendo que los Obispos como lo decían, lo egecutaran, porque prometían grandes dádivas si estuvieran a su obediencia. Pero el tienpo desengañó a todos, pues sólo tienen la iglesia que les edificamos, i poco más aumento en lo interior, i

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oficinas del que les dimos. A tenido aquel Monasterio Religiosas de gran observancia i penitencia, i oy tiene muchas de notoria virtud. Tiene más de sesenta Monjas de velo negro, sin las novicias, donadas i sirvientes; entre otras siervas de Dios conocí una monja llamada Doña Madalena de los Ríos ija de padres nobles i ricos, amiga del retiro i de la soledad, dada a la oración, i de gran penitencia, floreció en la virtud de la caridad, siendo la que curava a todas las enfermas, i llegó a tan buen colmo su fraternal caridad, que curando a una monja, a quien se le apostemó el pecho, i viéndole salir arroyos de materia huyó de asco, i enbravecida contra sí bolvió al punto, i chupó la postema mortificando su apetito, i castigando su asco, pasó a indiscreta caridad, porque se tragó aquella postema, i dentro de pocos días arrepentida del exceso, i contenta de la mortificación murió con alegrías de santidad. Doña Gerónima de Çárate que tenía parte de la tierra fue monja de gran zelo, i observante, de mucha oración i dotada de grandes virtudes. Por los años de mil i quinientos i noventa i tres sucedió un memorable castigo, que permitió Dios en un cavallero que a buelta de otros, o siendo él la causa, desdoraron el crédito de una monja calumniando su castidad, que para escarmiento de otros, i defensa de aquel Convento referiré como sucedió, siendo testigo de vista, i uno de los que oyeron al cavallero dar la satisfación antes que lo matasen. Avía en Chuquisaca un noble vezino, llamado Antonio Pantoja, el onbre de mejores partes que a tenido el Perú, era cavallero, ijo de padres muy lustrosos, que le dejaron gruesas rentas en feudo de Indios, i en otras eredades, casas, labranças, i copias de ganados, era de lindo talle, i de apasible i discreta conversación. Estudió letras umanas, Artes, i Teología, en que salió con opinión, i aprovechado; fue diestro en las armas, i perfeto en la gineta, músico de muchos instrumentos, i poeta científico; era amado de todos, tanto por la dulçura de su condición, como por su gran liberalidad; casose con Doña María Manuel señora noble, i de cabal ermosura, discreta, afable i gallarda, ¿quién pidiera más a la fortuna? Pero ¿dónde izo más estragos la desgracia? Salió un día por el pueblo rumor contra una Monja, i dilatose la calumnia (que como sea en afrenta de Eclesiásticos, quiere el Demonio fingir que aze milagros, ablan los mudos, i se azen testigos de vista los ciegos) pasados algunos meses acusaron por delinquente en el pecado nefando a este Antonio Pantoja, i dada bastante información, dio mandamiento de prisión la Real Audiencia; pero uno de los Oidores (íntimo amigo suyo) avisó a su muger, i ella al punto enbió a dar aviso a su marido, que estava en su eredad seys leguas del pueblo, despachó con el

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papel a un criado Español, de secreto i confiança, i diole una ligera i valiente mula. Salió a prima noche de la ciudad, caminó toda la noche durmiose un poco, i quando despertó, se alló en elpatio de su casa. La noble señora que en toda ella no durmió de afligida i cuydadosa, pensó que ya el criado venía de buelta, i supo lo que le avía sucedido, bolvió a escrivir al marido, refiriéndole lo que al criado le pasava, i que dentro de pocas oras iría en su busca la justicia, que se ocultase, o se previniese que con fácil defensa rendiría a los capitulantes; pues eran Indios, i otra gente baja; su muger cierta estava de que era culpado su marido, ya porque lo avía visto, i ya porque avía tienpos que no le parecían bien las mugeres. Quando Antonio Pantoja leyó el papel, i oyó a su criado, sin responder a nada, mandó que se le trugesen unos grillos i esposas, que para sus esclavos tenía en su quinta, i dijo: Quien a vos os estravió, i no quiso que vinieses anoche, quiere que yo pague mis pecados; con estos grillos quiero que me lleven, i en esta vida, aunque sea con tanta ignominia, quiero que me castiguen. No valieron ruegos, ni advertencias del criado, llegó la justicia i entregose a ella, dando las prisiones con que lo llevasen, resuelto de no admitir defensa, ni atender a onra, pidiendo a Dios recibiese por descargo i penitencia aquella muerte de afrenta. Deudos i amigos calificados le pedían, que negase, i la justicia deseava que se defendiese para darlo por libre; pero él que ya estava concertado con Dios, confesava a vozes sus pecados, nonbrando al cónplice, que era un feo i asqueroso negro esclavo suyo. Pidió sólo le diesen de vida un mes para azer penitencia, fue tan cruel que estuvo para morir antes que lo matasen; llegó el día del suplicio, i aconpañándole todos los Religiosos de las quatro Ordenes, i un sin número de gente que concurrió de las comarcas, salió en una mula enlutada, aziendo actos fervorosos de contrición a un Cristo, quebrando coraçones, i siendo en tanta multitud de diversas gentes comunes, i continuas las lágrimas. Llegó a la esquina de la plaça, fronteriza al Cabildo donde era su casa, i ablando con los balcones i paredes, confesava aver ofendido a Dios sin temor de su ira; pidió perdón a su muger que pudiera oírle, i atra- vesó de dolor a quantos le oíamos. Anduvo una quadra i llegó a la esquina de las Monjas, (para este punto se refiere el suceso) allí izo parar a todos, i pidiendo silencio, dijo en alta voz: Sepan quantos oyeren mis afrentas, que el aver yo ablado en desonor deste santo Monasterio, fue lo que irritó a la justicia Divina, para que me dejase de su mano, i permitiese que otro día siguiente cometiese este pecado, continuándolo asta que me prendieron. Escarmienten en mí los que desdoran la onra de las esposas de Cristo, i consideren con

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quánta afrenta pago aquella culpa. Calló, i luego dio una gran voz, diciendo: Jesús me valga, i quedó sin abla desmayado i tenblando; desmayose i pasmose el aconpañamiento pensando avía muerto, i dándole vozes su Confesor, que era el Padre Predicador Villafranca Suprior del Convento de santo Domingo; bolviendo en sí, dijo el Antonio Pantoja, vide orrible al Demonio, que apuntándome al Convento de las Monjas, me dijo, que por sola aquella culpa quando no tuviera otra, era cierta mi condenación. Oyéronle Religiosos que ivan junto a él de san Augustín, i aconsejáronle, digese aquesto en voz alta, que sería parte de satisfación; ízolo con valor Cristiano, pidiendo muchas vezes perdón a las Monjas i oraciones a todos. Caminó a su oguera, donde multiplicando actos de contrición, murió como penitente. Escarmienten los que no saben lo que irrita a Dios el desdorar sus esposas, i teman que quiçá no les dará tienpo de confesar su culpa, ni de satisfacer la onra; como le sucedió a otro, que contando una afrenta, murió sin llamar a Dios antes de acabarla. Lastimar el crédito de un Sacerdote, es lastimar a Cristo (como él di- ce) en la niña del ojo; pero quien toca i ofende a una Monja esposa suya, hiere i ofende en anbos ojos a Cristo, que por eso conparando la cabeça de Cristo Salomón, al oro, i la de la Esposa al monte Carmelo, las megillas a los jardines, i los de las esposas a las tórtolas, i así las demás faciones diferenciando las de Cristo, quando abló de los ojos, advertencia de Gislerio, puso una misma semejança, diciendo, que los ojos de la esposa eran de palomas, i los de Cristo como los de esas palomas, onrándose de tener los ojos como los de su esposa, i pudiéndola onrar con decir, que los de su esposa se parecían a los suyos, no dice, sino que los suyos se parecen a los della; en que podemos ver, que es erirle anbos ojos a Cristo, el tocar a la onra de una Monja. Los medios que interpuso Dios, para que una noble señora muriese Monja deste Convento, son raros i llenos de admiración, diré los nonbres, porque el caso fue público en el Reyno, i se trató en públicas Audiencias. Vino por Corregidor de Potosí un Cavallero, i trujo de España un ijo galán, discreto i estimable, llamávase don Alonso de Leyva; enamorose de una señora noble, llamada doña Gregoria, casada con un idalgo rico i poderoso llamado fulano Tufiño; dispuso tercerías, solicitó con dádivas, i pretendió agradar con festejos; pero alló tan onrada resistencia, que no bolvía segunda vez el que se atrevió la primera. Viendo el enamorado mancebo que no le valían estas traças, i que toda la República la tenía por egenplo de onradas, intentó otro medio, valiéndose de una doña Juana estrecha amiga de doña Gregoria. . Esta le desafució de su pretensa,

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ponderando la gran virtud de su amiga, i quán perdidas avían de ser las diligencias de su deseo. No se resfrió don Alonso poniéndole inposibles, antes cargó la mano en regalar a doña Juana, i azer gruesos socorros a su marido, que con la mano de su padre el Corregidor, pudo darle Indios i préstamos; viéndose por una parte obligados doña Juana i su marido, i por otra conociendo la integridad de doña Gregoria, temían perder los favores de don Alonso si no le contentavan, o la amistad que tanbién les era de provecho de la doña Gregoria. Traçavan medio cómo medrar en anbos mares, dilatando los consuelos, i no atreviéndose a començar la conquista; pedía menos plaços don Alonso, i achicava los términos, con que doña Juana quiso començar la conquista, alabando con ponderación las partes i galas de don Alonso. Entendiola doña Gregoria, i enojada le dijo: Que si otra vez le ablava de aquel Cavallero, avía de perder su amistad mientras viviese. Atajose el daño por algunos días, i allán- dose más i más obligado el marido de doña Juana, traçaron que se fingiese enferma, i enbiase a llamar a doña Gregoria, para que viese un bordado de una saya, i que no quedase criada en su casa, para que viniendo como otras vezes sola en su silla, entrase a ver en la recámara la bordadura, i allí estuviese escondido el don Alonso, donde la redugese, o violentase. Todo se izo como fue traçado, vino doña Gregoria, ablaron de su achaque, quiso ver lo bordado, dio vozes llamando a sus criadas doña Juana, quexose de mal servicio, pidió a la amiga que entrase al aposento; entró inocente, i cerrando la puerta doña Juana, la cogió don Alonso. Dio gritos ella, pidiendo justicia al cielo, i llamando traydora infame a la amiga (la qual huyó dejándolos encerrados) defendiose como onrada, i afeó al Cavallero tan vil diligencia, con que más advertido dejó la fuerça, i púsola en abrir la puerta, saliéndose anbos cada qual para su casa: El día siguiente disimulando el agravio, le enbió doña Gregoria unas natas a doña Juana, diciéndole, que buena avía estado la burla pasada, pero que comiese aquéllo que le avía sabido bien. Alegrose la amiga, pensando que ya se avía ablandado, i mandó guardar para la noche el regalo. Sacáronle para cenar de una alacena, i estava todo lleno dé gusanos; conociose el veneno, i quedaron cuydadosos temiendo, que doña Gregoria les avía de quitar la vida. Concertó doña Gregoria con dos soldados matantes, que ella les daría a mil pesos a cada uno, i una cadena de oro, i las armas i cosas de camino que pidiesen por que a don Alonso le matasen, convinieron en el concierto, i trataron de matarle una noche, aguardándole a que saliese de una casa onrada donde estava jugando. Como entravan algunos, i vían dos soldados, preguntavan quiénes eran, i ellos por disimular

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entraron al juego donde el don Alonso, que era liberal, les dio onrado barato. Ellos se bolvieron a salir, i consultando entre sí el yerro que azían en matar a cavallero tan amable perdiendo la tierra, i quiçá la vida. Aguardaron a que saliese, i descubriéndole el intento de doña Gregoria, fingieron que ellos avían convenido en azerlo, porque no se valiese de otros, i ellos pudiesen avisarle. Agradecioles el beneficio, i gratificoles la amistad, trayendo de allí adelante menos descuydo, i más conpañía. Viendo doña Gregoria quán mal le avían salido las traças de matar a don Alonso i a doña Juana, fue reprimiendo el furor mugeril, i dio en otro estremo, que el Demonio solicitó. Pasados pocos meses se fue enamorando de don Alonso, i escrivió con grandes caricias a doña Juana, ninguno la quiso creer, pensando eran nuevos disimulos para quererlos matar; ella prometió tantos seguros que se uvieron de ver, i se uvieron de encadenar, aziendo estremos el uno i el otro de excesivo amor; cada día visitava doña Gregoria a doña Juana, i de su inquietud coligió algún daño el marido de doña Gregoria. Reñíale al principio; supo algo más de los estremos de don Alonso, proibiole las visitas de doña Juana, diole a entender su malicia. Avisó a don Alonso el peligro, i trató (no con ignorancia della) de matar a Tufiño. Llamó para esto a los dos soldados, que a él lo avían ido a matar, i juntos los tres dieron al salir de una casa de noche tres puñaladas al onrado marido, que al huir conoció por la luz de una pulpería a don Alonso. Al ruido acudió gente, lleváronle a su casa, donde fue el Corregidor; i pregúntandole si sabía quién lo avía erido, respondió, que su ijo i doña Gregoria su muger. Mostró el Corregidor finezas de Juez, diciendo, que otro día avía de degollar al ijo, sin que le valiese la ley paternal. Aquella noche se huyó doña Gregoria, llevando consigo un cofrecillo de joyas de gran valor, i la llevó don Alonso a Chuquisaca. El se escondió en casa de doña Isabel de la Cuba tras el dosel de un Altar, i ella se fue a casa de su madre, noble, santa, i principal señora, que vivía frontero de Monjas. Tufiño murió otro día, i provó la muerte el Corregidor, cogiendo a uno de los soldados, que luego confesó, i aquel día le aorcaron. Esparzió ministros a prender al ijo, i enbió la causa a la Audiencia para el castigo de doña Gregoria. Fuela a prender el Oidor Lupidana, i el Alguazil mayor de Corte, i allándola en el estrado con su madre, le pidieron licencia disculpando su venida, i con valor de señora le dijo a la ija, que entrase a ponerse el manto, i fuese con aquellos señores, que si estava inocente Dios la defendería, i si era culpada era muy digna del castigo. Entró doña Gregoria a la recámara, i puso su saya i vestido a una ermana suya, que cubierto el rostro con el manto en muestras de verguença, salió

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llevándola el Oidor i sus ministros. Al punto que ellos salieron se fue doña Gregoria a las monjas, i se entró en su clausura. Andadas dos quadras la ermana alçando el manto dijo, que porqué culpa la llevavan presa. Conocieron el engaño, corrieron a la casa, i supieron que ya estava en las monjas. Dejémosla aquí, mientras don Alonso caminó con el cofre de joyas por Buenos Ayres a España, i allí negoció perdón del Rey para él i para doña Gregoria. Pasó a Roma, i negoció Bula de su Santidad, para que si uviese profesado doña Gregoria, no valiese la profesión, por ser obligada del miedo, i no con acción voluntaria. En estas negociaciones, i viages se pasaron tres años, i desconfiada del amor de don Alonso, la llamó Dios, i tomando el ábito de monja profesó. Enbió desde el camino, aviendo llegado don Alonso a Panamá un tanto de la Bula i cédula, que cayendo en manos de la madre ronpió. Llegó asta Lima para ir a sacarla, i casarse con ella. Caminó asta Chuquiago, i de allí le avisó los reoaudos que traía, con que el Demonio inquietó a doña Gregoria. Los Religiosos de san Augustín, i fray Luys López, que era ya Obispo electo del Paraguay, le ponderaron los principios de su culpa, i los medios piadosos de Dios, obligándola a temer los castigos del cielo, de que cobró tan espirituales bríos, que le escrivió a don Alonso agradeciendo la fineza de noble, i representándole el temor de Dios, pidiéndole dejase el mundo, que ya ella no tratava sino de su salvación. El se bolvió a España, i dicen tomó el ábito de Cartujo, i doña Gregoria se dio a penitencia, i a oración, a quien yo conocí muchos años, i murió monja de aprovada virtud. Pondérense los daños a que derriba, i la desdicha a que trae el amor mundano, i los trueques i fines que dispone el amor Divino. Bendita sea la piedad eterna, que saca glorias de viles ignominias, i aze que convierta la Samaritana a los que fueron cónplices en su culpa, para que fuesen participantes en su dicha.

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CAPÍTULO XLII

COMO SE IZO CAPITULO PROVINCIAL, QUE FUE EL SEXTO; I COMO FUE ELECTO EN PROVINCIAL SEGUNDA VEZ EL VENERABLE PADRE FRAY ANDRES DE SANTA MARIA;

REFIERENSE SU VIDA I VIRTUDES, I LO QUE SUCEDIO EN SU TIENPO

Juntose Capítulo Provincial en el Convento de Lima, i presidió en él aquel insigne varón fray Antonio Loçano en lugar i con las vezes del Reverendísimo General el Maestro fray Cristóforo Patavino (que fue reelecto en el Generalato en el Capítulo General que se celebró en Milán a 20 de Mayo del año de 1564), era Pontífice el Santo Pío V, en su año primero, porque fue electo a 7 de Enero de 1566. Los Electores desta Provincia, teniendo muchos en qué escoger, se determinaron a elegir al Padre fray Andrés de Santa María (por proprió sobrenombre Ortega) él oyó el rumor, i con ruegos, súplicas i conveniencias pedía escogiesen otro para Provincial (luego diremos lo que izo después de elegido) salió electo a 22 de Junio del año de 1566, i por Difinidores los Padres fray Francisco del Corral, fray Juan de Bivero, fray Diego Gutiérrez i fray Juan del Canto. Sus difiniciones fueron, mandar cunplir a la letra nuestras constituciones, i determinar, que el Capítulo Provincial futuro se celebrase en el Convento del Cuzco, al qual diese cada Capitular para ayuda a los gastos seys pesos. El celebrarse en el Cuzco no tuvo efecto, por lo que sabremos después. Nombraron para las tres visitas al Padre fray Francisco del Corral, para el distrito de Lima, i Prior del Convento, i al Padre fray Juan de san Pedro para la de Trugillo, i al Padre fray Juan de Bivero para la del Cuzco, ambos Priores destas casas. Admitiose a la Orden el Convento de la miraculosa Virgen de Guadalupe, con quien acabadas las cosas deste Capítulo, comentaremos el libro tercero. Nombraron por Procurador General, que fuese a España a los negocios de la Provincia, al Padre fray Diego Gutiérrez. Las actas i avisos que ordenaron para los Dotrinantes pondré a la letra, para que se vea el zelo con que deseavan el provecho de los Indios, procurando darles egenplo santo: Mandamos, que los Priores que están entre Indios rezen en conpañía todas las oras Canónicas en la Iglesia, i digan la Anfífona después de la Oración, (ya queda dicho, qué devoción es esta de la Antífona en mi Orden, por qué cosas se pide a Dios, i la contenplación después della). Mandamos, que tengan sus tres diciplinas cada semana, como lo acostunbra nuestra Orden. I así mismo procuren aya lección espiritual mientras

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comen. Avía dos i tres Religiosos entonces en cada dotrina, contentávanse sólo con sustentar el cuerpo sin regalo, i convertir a los Indios con pobreza. Iten, que los Religiosos que están en dotrinas (para que en todo den buen egenplo) no tengan Indias para guisar de comer, ni para otro servicio junto al monasterio, sino apartadas por lo menos a distancia de un tiro de piedra, i esas sean viejas, i a sus casas no vayan, ni tengan comunicación con ellas. Iten, que no aya en casa cosa de servicio de plata ni oro, si no fuere en el servicio de la Iglesia. Iten mandamos, que los Vicarios ni súbditos no vendan ni truequen, ni rescaten cosa alguna sin licencia expresa del Prior, el qual les tome quenta cada quatro meses del gasto i recibo que izieron, para lo qual mandamos aya libros i cajas de depósito, conforme a nuestras constituciones. Con estos preceptos se an- parava la modestia, i se atajava la propriedad. En la junta que izo en el monasterio de Madrigal el año de mil i quinientos i sesenta i quatro el Pádre Provincial de España fray Diego López, con intervención de su Difinitorio, izo algunas reformaciones para aquella Provincia, i enbió a mandar se obrasen en ésta del Perú, i se obedecieron en este Capítulo Provincial de que vamos ablando. Manda en virtud de santa Obediencia, que nadie escriva carta ni la reciba sin que lea el Prelado la una i la otra, exceptando desta obligación a los Maestros recebidos. Que no vistan otro paño más fino que el negro que se llama veynteno, o otro más bajo i de menos precio, ni traygan ábito interior de otro género, que de paño (en esto se dispensó después por los calores i enfermedades) ni ropa con cosa que tuviese curiosidad. Acá se azía esto con tanta recoleción, que era gerga lo que allá paño. Ya nos llama la vida del venerable Padre fray Andrés de Santa María, cuyas obras tuvieron maravillosos efetos, i su gobierno tuvo saçonados frutos, que entonces se cogieron, i oy se cogen con la industria de los buenos obreros, i con la fatiga de sus ministros Evangélicos. Fue ijo de la casa de Salamanca, uno de aquellos doze primeros fundadores fue este siervo de Dios, escogido por bueno, opinado de santo, lleno, de esperiencias, i usado en observancias. Fue elegido por Difinidor en el Capítulo Provincial del año de 1554, i juntamente por Maestro de Novicios i Letor de Gramática, no dedignándose de leer nominativos el que en España era Predicador de nonbre, gloriávase más de estas nifiezes, que de aquellos aplausos, porque a la verdad en lo primero se coge mucho viento, i poco fruto; i en lo segundo mucho fruto sin peligro de viento, que los egercicios umildes son como en la mano del labrador el tridente o la pala, que aventando la parba, queda el trigo linpio, que se come, i

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lleva el ayre la paja que se quema. Leyendo está Gramática, i lo buelven a elegir por Difinidor en el Capítulo del año de 1557, i en él lo azen Prior de Lima, porque mostrando su gran consejo lo entretallava con virtuosa prudencia, de qué resultava un religiosísimo govierno; creció en sus manos la casa de Lima en llevarse a la república, i en traerse al noviciado muchos frayles, que a lo ermoso de la virtud, i a la estimación del Prelado los traía la salvación i la onra. Crecía lo tenporal del edificio, porque sólo pobres i culto Divino gastavan las limosnas. Izo viage a España el año de 1559, el Padre Provincial fray Juan de san Pedro a negocios i crecimientos desta Provincia, i quedó governando como Vicario Provincial. Este siervo de Dios fundó el Convento de la Encarnación, i izo lo que dejamos dicho, quando se abló de aquel monasterio de monjas, en que mostró los deseos de juntar esposas a Jesu Cristo, manantial de todas las que ay oy en el Perú; i dejolas por lo que allí se dijo. Llegó el plaço de elegir Provincial en el Capítulo del año de 1560, en que presidió como Vicario General, i allí lo eligieron en Prior Provincial; mostró tristeza, dio a entender sentimientos, diciendo quán indigno Prelado avían elegido, que todo le parece al cielo poco, quanto comunica al umilde; i al umilde le parece demasiado, aunque sea poco lo que recibe. Temió al oficio, porque conocía las obligaciones de la carga, sabía de sí, que avía de acudir a todas, i era el. dolor pensar que faltaría a alguna. Ordenó aquellas difiniciones tan ijas de su perfeción, que referimos en aquel Capítulo, no mandando como se suele por vender observancia, sino aziéndola guardar para méritos de la obediencia; fue cuydadosísimo en todo mientras era Prelado, no dejando el cuydado a otros, pues a todo atendía, i todo lo manijava, propriedad con que crece lo poco, i sin lo qual se destruye lo más grande. Repárese, que Salomón tenía viña, i otra tenía la Esposa, i siendo Salomón el más rico de los Reyes, i la Esposa la más pobre de los pastores, dava más provechos ésta, i menos frutos aquélla; crecía la una, i desmedrávase la otra, mil pesos dava solos a Salomón la suya, i a millares rendía para el dueño, i para los viñaderos la de la Esposa, la causa desto cada uno la dice. Ella refiere, que tiene a la vista sienpre su viña, i él que se la entregó a los viñaderos, pues consequencia es el perderse lo que no llega a mirarse. Por esto aumentava las casas quando Prior, i la Provincia quando Provincial. Dava con sobra a lo conveniente al culto Divino, al adorno de las Iglesias, i a la necesidad de los Religiosos i pobres, i abominava un real, si se gastava en otros usos seculares o inpertinentes, i repetía, que bienes de pobres no pagavan réditos a vanidades. Devía de aver

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ponderado aquel capítulo 27, Nulli, i el antecedente Res Ecclesiae del decreto. El primero es Canon del Sínodo de Roma por el Papa Eugenio; i el segundo del Papa Urbano Mártir, en que manda, que pues los bienes de la Iglesia son comunes, i no proprios; i se de- dicaron a Dios con sumo temor, no se gasten en otras cosas, que en las que fielmente se deven dar al culto, a los súbditos, i a los pobres; que el siervo fiel sabe que urta a los pobres lo que desperdicia la vanidad, o lo que gasta la adulación. Por furioso que estuviese algún súbdito, en poniéndosele delante, o en mirándole lo conponía, que los ojos de un Prelado santo, obran en instante, como si fuera Criador. Mirad al león, dice san Juan que le digeron, i que bolviendo los ojos vido al león echo cordero, poder que da Dios a los ojos de un justo; ¿qué mucho que aga estos trueques en un súbdito medroso, si el siervo de Dios le obliga al mesmo Cristo, a que de león se amanse a cordero? Resplandeció en este Prelado la suma pobreza, sin que jamás se le viesen ni asomos de codicia. Salió a visitar la Provincia que se estendía desde Guanbos i Guamachuco, asta Paria más de quatrocientas leguas, i no pidió, ni quiso más carruage, que una mula i un cavallo, i cien pesos cada año de coleta. Este sí es carruage de Provincial perfeto, quando ni los caminos eran tan cursados, ni los tenples eran tan amigables. Corónese Absalón con ponpa de mulas i cavallos; corone Dios a Salomón, i vaya en una mula de su padre David, que en el aparato ostentativo de Absalón, se ve que era Rey intruso, i no elegido, ni amigo de Dios, i en el de Salomón, con sola una mula se conoce que era cabeça elegida i amada del cielo. Fue muy alabado este bendito Religioso, de que no entró en él la codicia, ni el deseo de manijar riquezas, pudiendo llenar su depósito, sin defraudar los Conventos, pues era dueño de las voluntades del Reyno en el tienpo de su gran prosperidad, i en el que se vían coraçones magnánimos. Pero este siervo de Dios quería más la riqueza de pobre, que la pobreza del ánima, en quien desea ser rico. ¡O quántos males eslabona el Prelado codicioso! es como los cabellos de Absalón, que se enlaçavan unos en otros, siendo eslabones las sortijas de su cabeça, tenía renta en ella. ¡Triste desdicha, quando la cabeça de una comunidad sólo cría que vender, i valen plata las cosas que en ella están! Yo aseguro, que su ánima quede colgada de los cabellos, viendo lo que Absalón (según algunos Ebraizantes) que vido estando colgado dellos el infierno, donde fue, i sucederá a los súbditos, lo que les acaeció a sus soldados (advertencia del Texto) que de la multitud de los muertos, más número fue el de los despeñados, que el de los eridos. Dicho se

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está, que cabeça que sirve de tienda a la codicia, más súbditos despeñara en un día, que el hierro i las espadas en un año. Acabó con grande aprobación sus tres años de Provincial, i en el siguiente Capítulo, que fue el del año de mil quinientos i sesenta i tres, le mandaron ir por Prior a Chuquiago, Convento que él avía de fundar. A esta obediencia no replicó, ni a este oficio se quiso escusar, que si a los altivos les parecía mucho descaecer, porque son como los volantines en la anbición, a este siervo de Dios le parecía subir quando le bajavan a oficios de más umildad. Fundó aquel Convento, diole en él crédito, con vida i púlpito, estimación; dejole negociadas rentas, i vino a votar al Capítulo, que en Lima se celebró el año de 1566, con sola pretensión de recogerse a una celda, donde sin cuydados de otra ocupación se pudiese dar del todo a la oración, aumentando su gran penitencia, sus ayunos de pan i agua, cilicios, i otras mortificaciones en que era continuo, i sobre todo el silencio, a que fue dado sienpre por virtud i por condición. Deseava sin ruidos de oficio entregarse a la oración, que si de nuestro Religioso cuenta nuestro Beato Jordán, que siendo muy obediente, i amigo de silencio en la oración, queriendo decir Misa, vozearon tanto una caterva de ranas, que le inquietávan en la oración, conocíale el Prior el espíritu, i quán afligido estaría el siervo de Dios, i díjoles triscando, anda, i diles a esas bestias que tengan silencio; fue el Religioso a la ciénega, i aziendo la señal de la Cruz les dijo: en el nonbre de nuestro Señor Jesu Cristo os mando que calleys, i desde aquel instante asta oy nunca en aquel lugar an vozeado las ranas. ¿Quánto más inquietan a un Religioso, amigo del silencio, de la quietud i devoción, las vozes de los negocios, los gritos de los despachos, i las ranas de la murmuración? a éstas quiso azer callar este bendito Padre con huir de oficio, i con buscar soledad, pero no le sucedió así, por que le tenía Dios, como de sí dijo san Pablo, otras tribulaciones que pasar, i otros méritos que en más trabajos tenía que adquirir. Juntos los Capitulares el año de 1566, en esta ciudad de Lima, lo aclamaron por Provincial, i lo eligieron, porque allavan en él todo lo necesario para santo, i todo lo inportante para onras i pro vecho. Todos le querían por Prelado, porque tenía las partes que desea en el Governador el Enperador Justiniano, como se ve en aquella Audiencia, mereciendo, que le aclamasen todos, i co- múnmente digesen: viva fulano, que izo bien su oficio. Quando él se vio elegido, como si otro se viera afrentado, dio vozes conpuestas, alegando ser insuficiente para el oficio, i estar ya inpedido para el govierno, ponderó sus achaques, i la obligación de caminar tan

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largos, i tan ásperos caminos, i la oposición que azia a su edad el encuentro de tan diversos tenples. La edad no era mucha, pero desde novicio i moço pudo alegar vegez, conforme el agudo dicho de san Anbrosio, ablando del ijo pródigo, que para entrar a ser Reyes en el servicio de Dios, ni estorva la flaca edad, ni la virtud se limitó a los años; i aquél se puede tener por idóneo i maduro con edad sobrada, el mesmo día que supo pedir a Dios los dones de su gracia. Desde moço se conocieron en nuestro Padre fray Andrés de santa María realces de virtud, i prudencias de viejo en años niños. Quando veo en este año la eleción del santo Pontífice Pío Quinto, i la de nuestro Padre fray Andrés de santa María, considero que fue el año en que andava de caída la anbición. Avíale dicho un onbre no conocido, que fue un Angel encubierto a don Francisco de Reynoso, camarero secreto del Papa, i escalco o maestre sala suyo, que su amo sería Papa, i dos Religiosos santos se lo predigeron, i el Cardenal Gonçaga se lo enbió a decir antes de su muerte con el mesmo don Francisco, que después fue Arcediano de Toledo, i incándose de rodillas mirando a un Crucifixo, le pidió afectuosamente no pusiese sobre sus onbros flacos tan pesada carga; i bolviéndose a don Francisco le dijo: suplícaselo tú a Dios, si me quieres bien. De caída andava este año la anbición, porque andava levantada la santidad. Oyeron los Padres del Capítulo los ruegos, inconveniencias i defetos, que alegó contra sí el siervo de Dios, i respondiendo el bendito fray Antonio Loçano, como Presidente i Vicario General le dijo, que Dios lo avía elegido, i él le daría el socorro necesario, que no se cansase en el servicio de Dios, pues convenía a la Religión su trabajo. Todos los Capitulares a vozes digeron, que no se le admitiese la renunciación, i él arrojándose en el suelo de rodillas, vertiendo muchas lágrimas, pidió a todos se conpadeciesen del, pues todos le devían deseos i obras de verdadero amor, que estuviesen ciertos era breve su vida, i que le faltavan descargos para merecer buena muerte, que le dejasen salvar, i le diesen aquel consuelo en pago de lo que les avía deseado servir. ¡O buen frayle! ¡O siervo de Dios! Padre del desengaño, inquisidor de la anbición, i cabal ijo de san Augustín, parecido en todo a los señores que vido de rodillas san Juan en la presencia de Dios, que arrojaron las Coronas por la sala, para cantar, que Dios es sólo digno de glorias, de onras, i de oír sus virtudes, i sólo se ocupavan en pregonar sus obras; en que nos dio a entender, que conviene desechar coronas para ver a Dios, i cantarle alabanças, pues vemos, que es raro el que puesta la corona busca la onra de Dios, ni le da glorias con sus vozes, ni encamina las alabanças a sus misericordias. Aunque enterneció a todos con sus

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lágrimas, i se canonizó su opinión, no desquició voluntad alguna, antes las fortificó; i así después de varios ruegos i respuestas, atajó el Presidente la contienda santa (pocas vezes aprendida) con mandarle en virtud de santa Obediencia, que aceptase el Provincialato. Acusose como umilde, obedeció como bueno, i cunplió lo que le mandaron como prudente. Esto es ser a todas luzes perfeto. Desdichado del que fuere dicípulo de Anito ijo del viejo Anchemon, que fue el primero que con dádivas ganó votos. Començó a tirar el carro del pesado oficio, siendo como Elías, carro i carrocero, no como se ven algunos Prelados en muchos Obispados i Religiones, que sólo son carroceros que guían el carro, i el trabajo le tienen las ruedas, van en el descanso, i los subidos, que son las ruedas, son los que se lastiman en las piedras, los que se mojan en los lodos, i los que se gastan con la continuación de las bueltas. Este nuestro Prelado trabajava lo que los súbditos, i así era carro, i añadía, no los descansos, sino las penalidades del buen Prelado, i así era como Elías, carro i carrocero. Era el primero en el Coro, i el último en salir del, acudía a todo trabajo de las comunidades en los Conventos que visitava, negociando su presencia, lo que para poblar los egercicios comunes suele negociar, o la diciplina o la repreensión, que lo que dijo Cristo de sí a los Judíos, se esperimenta en los buenos Prelados, que si a él lo levantasen en alto, esto es la Cruz, donde todos le viesen, se lo llevaría todo tras sí. Vean al Prelado a quien Dios levantó al alto de la dignidad en la Cruz del coro, i de los trabajos de la comunidad, i obligaciones de Religión, que él se llevará súbditos i provechos tras sí. Esto tuvo con excelencia este Religioso varón, i así medró desde la Cruz de su oficio mil buenos efetos, i espirituales medras. Tuvo don del cielo en governar, que es la ciencia i arte más dificultosa, si se uviera de aprender, i sólo Platón, que le conoció la dificultad, llegó a decir, que tenía para sí, que quanto más crece un Governador en edad, i más tierra va descubriendo en la esperiencia, tanto más difícil se le aze el saber governar, i es, que advierte los daños, i conoce mejor los riesgos quando está más diestro, i allando muchos después que antes no divisava, se le aze más difícil al que desea governar como deve. Pero quando el cielo quiere comunicar este don (que sienpre lo comunica al que huye de mandar) tiene infusa esta ciencia; i como el Padre fray Andrés govierna con prudencia, dulgura i santidad. Veneravan a este siervo de Dios los Virreyes, Audiencias, Obispos, i Tribunales, tanto por sus obras, como por su gran talento, viéndole en todas materias tan capaz, que egecutavan su consejo, como si cogieran ya con las manos el efeto. El Conde de Nieva don Diego

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López de Velasco, le fue amantísimo; i tanto como éste le fue devoto el licenciado Lope García de Castro, que sucedió al Conde. Era este Cavallero Oidor del Consejo de Indias, vino por Governador del Perú, con plena potestad de Virrey, aunque, sin el título; era de gran consejo, prudencia i govierno, i realçávalo todo el ser buen Cristiano. Este allava en nuestro Padre fray Andrés lo que él tenía, i así se aunavan bien dos semejantes; repartió la tierra este Governador, dio sus rentas i oficios a beneméritos, izo las tasas en favor de los Indios, en que tuvo gran parte Dios i nuestro Religioso. Avisó al Rey los méritos i talentos del Padre fray Andrés que ya avía ponderado antes el Marqués de Cañete don Andrés Urtado de Mendoça, i así satisfecho de su integridad, esperiencia, verdad i pobreza, le enbió cédula, en que le mandava le diese noticia, i larga relación de muchas materias que le proponía, pidiéndole el consejo de lo que a cada una inportava, ordenando le remitiese la respuesta al licenciado Juan de Ovando del Consejo de la santa i general Inquisición, que estava visitando al Consejo de Indias, encargándole la brevedad, i el secreto. La cédula i materias pondré después a la letra, porque se vea quánto fiava el Rey de la verdad i talento deste varón. Llegó al Perú este despacho después de muerto este gran Prelado, i así no fue suya la respuesta, sino del Padre Maestro fray Juan de san Pedro, que no fue menos grave, ni menos estimada, que la que esperava el Rey del Padre fray Andrés. Caminemos con él, pues va a morir. Salió a visitar los llanos de Trugillo, i Provincias de Guanbos i Guamachuco, añadiendo penitencias por los caminos, i obras de caridad por los pueblos. Amava a los pobres por ser él tan pobrísimo. No tenía parte de su cuerpo que no le doliese, unas por los cilicios i penitencias, otras por los resfríos del púlpito después de su fervorosa predicación, i todas por los muchos caminos, aguaceros; soles, serenos, fríos, nieves i trabajos de tantos años de peregrinar i servir en la Religión. Aconsejáronle, que pues estavan tan cerca de Guamachuco los excelentes baños de Caxamarca, una jornada sola,. tomase los baños, en que le aseguravan su salud. El que allava méritos en su enfermedad, i provechos en sus dolores, los escusó, i encargándole la conciencia los uvo de tomar, i al tercero, o quarto conoció su muerte, i recibiendo los Sacramentos, i todo cónforme con la voluntad de Dios, por Mayo de sesenta i siete murió, i su cuerpo se enterró en la Iglesia Parroquial de Caxamarca, Convento de nuestro Padre san Francisco; i años después, siendo Provincial el Maestro fray Luis López, lo trasladó a nuestro Convento de nuestra Señora de Guadalupe, donde está. Su muerte fue el segundo año de su

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Provincialato, que fue el de sesenta i siete, i así este mesmo año se convocó a Capítulo, de que se tratará adelante. Esta es la vida i muerte, i parte de las virtudes del venerable Padre fray Andrés de santa María, digno de dulces memorias en esta Provincia del Perú, no e podido saber de qué lugar de España fue, ni en qué Convento tomase el ábito, que lo estimara, porque no careciesen su patria i su Convento de la onra que tal ijo les diera.

ESTE ES UN TANTO I TRASLADO A LA LETRA DE LA CEDULA

DE SU MAGESTAD DEL REY FILIPO SEGUNDO, I DE LAS MATERIAS QUE PEDIA RELACION I CONSEJO AL PADRE

PROVINCIAL FRAY ANDRES DE SANTA MARIA. EL REY. Venerable i devoto Padre Provincial de la Orden de san Augustín de las Provincias del Perú, porque para algunos efetos necesarios a la visita que el Licenciado Juan de Ovando del nuestro Consejo en la santa i general Inquisición aze por nuestro mandado en el nuestro Consejo de las Indias, conviene azer las diligencias que él os escrivirá, os encargo mucho, que luego como ésta recíbays, veays el recaudo que os enbía sobre ello firmado de su nonbre, i con la brevedad, diligencia i secreto que de vos confío, agays lo que para buena dirección i efeto dello convenga, i echo que se aya lo sobredicho, enbiareys lo que dello resultare por despachos duplicados en diferentes navíos de una misma flota al dicho Visitador con la brevedad posible, para que visto í consultado con nos se provea lo que más convenga al servicio de Dios i nuestro, i bien de esas Provincias i naturales dellas. Fecha en Madrid a 23 de Enero de mil í quinientos i sesenta i nueve. YO EL REY. Por mandado de su Magestad. Martín de Gastelú. Las diligencias i averiguaciones que el muy Reverendo Padre Provincial fray Andrés de santa María de la Orden de san Augustín en la Provincia del Perú a de azer en cumplimiento de la cédula Real por su Magestad a él dirigida, son las siguientes: Primeramente, con mucho secreto i cuydado se informará de las personas de su Orden más Religiosas i prudentes, i que tengan experiencia de aquella tierra i Provincia, a los quales obligará so pena de obediencia, i con juramento para que digan i declaren lo que supieren, creen, entendieren, uvieren visto, o oído decir, que en qualquiera manera pertenescan a la visita del consejo de las Indias, i de las personas que en él an sido i son Presidentes, Oidores, Secretarios, Fiscales, Oficiales i negociantes en él, i general i particularmente de las cosas, i negocios que en el dicho consejo se

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an tratado i tratan, proveído i proveen, si son como convienen al servicio de Dios i de su Magestad, bien de aquella república de las Indias, o si ay, o a avido algún descuydo, o falta, o malicia sobre que se deva proveer, i remediar para el bien de aquella república, i especialmente en las materias siguientes: En materia de provisión de Obispados, Dignidades, Prebendas i otros beneficios, i oficios Eclesiásticos, i cerca de las personas proveídas, i de la dotrina de los Indios. Iten, en materia de la provisión de Virreyes, Presidentes, Audiencias, Oidores, Governadores, i otros cargos i oficios i oficiales, i de la administración de la justicia, i cómo se administra. Iten, en materia de oficios i oficiales, i administración de la Real azienda, i el aprovechamiento della. Iten, en materia de oficios¡ oficiales, de Capitanes Generales i Almirantes, Tenientes de Capitanes de flotas i de armadas de mar i tierra. Iten, en materia de entradas, i nuevas poblaciones i nuevos descubrimientos. Iten, en materia de navegación. Iten, en materia de mercedes i gratificaciones. Iten, enbiará particular relación, i descripción de toda su Provincia, i límites della, asta adonde se estiende. Iten, enbiará copia i relación de las facultades, i breves Apostólicos que los Religiosos de la dicha Provincia tienen para la administración de los Sacramentos, i enseñamiento de la dotrina, i cómo usan dellos, i relación de los que más son menester pedirle a su Santidad, para que mejor sean dotrinados por los Religiosos los Indios. Iten, enbiará particular relación de todos los Monasterios de su Orden que en la Provincia ay, i el número de frayles que ay en cada Monasterio, i las calidades de cada Religioso, i si es menester que vayan más. Iten, enbiará copia i relación de todo lo que el Consejo tiene ordenado i proveído, así por provisiones como cédulas de su Magestad, i cartas misivas a los Religiosos de aquella Provincia, i de lo que dello es guardado, i no se guarda, i porqué razón, i lo que conviene que se provea por el Consejo. Iten, enbiará copia i relación de lo que está ordenado por los Obispos, i Sínodos Provinciales i Diocesanos de la dicha Provincia, i lo que dello se guarda, i no se guarda, porqué razón, i lo que conviene que se provea por los dichos Obispos i Sínodos. Iten, enbiar copia, i relación del Catecismo de la dotrina Cristiana que se enseña, i el orden que se tiene en enseñar, i copia i relación que tiene en administrar todos los Sacramentos de la Iglesia, i el que deven tener, i lo que cerca desto se deve proveer. Iten, aviéndose informado con mucho cuydado enbiará particular relación de todas las leyes políticas que los Indios de aquella Provincia tenían en su infidelidad, i cómo se regían, i governavan, i lo que en esto es necesario proveer para que se aumenten i multipliquen, i no

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disminuyan, i mejor labren i cultiven la tierra. Iten, aviéndose así mismo muy particularmente informado, enbiará relación de todas las leyes i culto de la religión que los Indios de aquella Provincia tenían en su infidelidad, i del orden que mejor se podría tener para los apartar de su idolatría, i los traer a la santa Fe Católica, i lo que cerca desto se deve proveer en que aya falta, o descuydo. Finalmente aviéndose informado, como dicho es, enbiará relación de todo lo que conviene darla, para que en resulta de la visita del Consejo Real des- tas Indias mejor se provea lo que convenga al servicio de Dios i de su Magestad, e bien de aquella República, todo lo qual que de suso dicho es, proveyó el dicho señor Licenciado Juan de Ovando Visitador por su Magestad, del Consejo Real de las Indias en la Villa de Madrid, residente en ella la Corte de su Magestad en veynte i tres de Enero de mil i quinientos i sesenta i nueve, i lo firmó de su nonbre. El Licenciado Juan de Ovando. Ante mí Juan de Ledesma. En tan varias i convenientes preguntas donde se conpreenden tan graves materias se prueva el zelo santo de nuestros Reyes, que tan atentos están al bien desta Monarquía, i al aumento espiritual desta conversión; i con la dificultad que cada pregunta tiene en tan diversas materias, se prueva lo mucho que fio el Rey de nuestro Religioso, pues pedía cada una diferente esperiencia, i todas tienen varias conveniencias, i desconveniencias, peligros, estorvos i egecuciones, pidiendo todas al igual la prudencia del govierno, i la Theología del descargo. Respondió a todas el gran Religioso fray Juan de san Pedro con verdad Cristiana, con resolución linpia, sin pasión, amor, ni umano interés, porque conpreendía lo que platicava, i no era pretensor de favores Reales. Conforme el orden con que ablo de cada Convento, se sigue aver de tratar del de nuestra Señora de Guadalupe en estos valles, pues en el capítulo Provincial que dejamos referido se recibió esta casa sola; i porque su fundación tiene miraculosos principios, i la Virgen a echo trasordinarios milagros, aviendo de tratar de los Dioses, ritos, i antiguos señores de aquellos valles, de que tan poco an escrito los Autores, i tanto me an costado las noticias, pide escrevir de espacio, i descansar acabando este libro, para comentar con la Virgen Santísima, con la vida del gran varón fray Francisco del Corral, virgen bendito, porque entremos por calle de virgen al aranjuez virginal.

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CAPÍTULO XLIII

DE LA VIDA I VIRTUDES DEL EMINENTE PREDICADOR, I VIRGEN FRAY FRANCISCO DEL CORRAL.

Fue tan celebrado en estas tierras el Padre fray Francisco del Corral, que a no destruir los tienpos Monarquías, no uviera puesto en olvido sus loables memorias. Era natural de Xerés de la Frontera, i de los grandes cavalleros que la ilustran, llamole Dios en el verdor de sus años, i en el peligro de la mocedad, trocó cavallos por libros, paseos por recogimientos, galas por ábitos, cañas por cilicios, ostentaciones por pobreza, regalos por mortificación, i vanidad por desengaños, memorias de ropa que menosprecia el mundo, i géneros que tienen valor en los comercios del Cielo. Entre las olas de los peligros mundanos, i en las resacas de las ocasiones lascivas le guardó Dios la castidad, milagro grande en tormenta continua. Sacole Dios de las conpañías de amigos peligrosos, i de la confusión de ciegas vanidades, que tan ermanadas están en la mocedad, i en la nobleza, siendo Sevilla el teatro del siglo; pudiera don Francisco admitir el dictamen de Lot, que sacándole el Angel de los incendios de Sodoma, le aconsejó que se subiese a un monte altísimo, i Lot pidió por merced que no le obligasen a subir a monte tan subido, porque en él no se podría librar del incendio, i que pues estava allí el puebleçuelo de Segor, le dejase en él, donde aseguraría su quietud; ceguera parece de Lot, temer riesgos sobre el monte alto donde Dios le prometía contentos í seguridad, i querer abitar en Segor donde no se escusava el peligro; pero ordenose así dice la Glosa, para aconsejar a los onbres, que si el monte alto que significa todas las virtudes, lugar a donde nos desea subir nuestro Angel, no pudiere por falta de fortaleza subir una ánima, pues no todos podrán dejar sus bienes para darlos a pobres, ni ser vírgines, escoja, dice, sitio más bajo, i quédese en Segor, que si Lot quiere decir el enbuelto, el atado; el que como Lot se viere enbuelto en deseos de riqueza, i atado con ardores de carne, viva casado, busque muger, que al monte altísimo de la virginidad, no todos pueden subir, i es mejor vivir en este estado moderado del matrimonio, que despeñarse al vicio de la sensualidad. Esto pudiera escoger don Francisco del Corral, porque le salieron lustrosos casamientos, i no quiso ser en esto parecido a Lot, antes siguiendo el inpulso de Dios, i el consejo de su Angel huyó de la Sodoma del mundo, sin quererse quedar en el Segor del matrimonio, i subió al eminente monte de la virginidad, que se alla más fácil la subida estando en Religión. Al monte donde no

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quiso subir Lot, subirás, dice san Gregorio Papa, si por huir los deleytes de la carne, te subieres al menosprecio del mundo, éste enseña la Religión, i por estas escalas se sube a la castidad. Menospreció deudos nobles, i casamientos onrosos, i tomó el ábito de san Augustín, que un desengaño de mundo es el gusano de Jonás, que vá royendo la yedra de los verdores mundanos, i da a conocer los inpulsos divinos. Esmerándose en perfeción estudió con tanto provecho, que salió gran Letrado en todas Theologías, i mostró desde recién estudiante la gracia que Dios le comunicava en la predicación, realçando cada virtud con tan prudencial madurez, que eran sus consejos venerados aun en lo galante de su mocedad. Fue a España el Padre fray Juan de san Pedro siendo Provincial, i entre los grandes Religiosos que trujo fue al Padre fray Francisco del Corral, el año de mil i quinientos i cinquenta i nueve, i quiso venir este gran supuesto, porque el zelo de ganar las ánimas destos infieles, ardió de manera en su coraçón, que ni los Prelados, los deudos, ni los aplausos le entibiaron el ardor. Llegó al Perú, i luego le pusieron en candelero alto, donde toda esta Monarquía conociese su luz. Iziéronle que manifestase su gran talento en la predicación de los Españoles sienpre conveniente, i en aquellos tienpos mucho más inportante, que si el zelo de las ánimas de los Indios le trujo de España, la obediencia le estravió el inpulso en predicación, donde onrando más el ábito, medrase mayores pro- vechos su talento. No hay condignos encarecimientos para dar a entender los inumerables efetos que en las ámimas izo su predica- ción, porque se conocían evidencias de las conversiones que obrava en pecadores, publicando ellos ser este varón el dueño de sus emiendas, i el sol de sus luzes, convirtiendo a unos del pecado a la gracia, i conservando a otros, i aumentándolos en las virtudes. Quando veo que nuestro Redentor mandó a los dos ermanos Santiago, i san Juan que se llamasen Boanerges, que como esplicó san Marcos, quiere decir ijos del trueno, i en lenguage de la escritura ijo de trueno, como advirtió san Eutimio, quiere decir, el que truena, como el ijo de la paz, el pacífico; i luego leo que los Gentiles davan este nonbre a su falso Dios Júpiter, como se verá en Marco Tulio, donde su nonbre él es que truena. I Augusto César después de la guerra de Cantabria, puso en el Capitolio a Júpiter, llamándole el trueno, i por esto solían llamar al Capitolio el que truena. En Orfeo i Apuleyo se prueva ser éste el nonbre de Júpiter, i tanbién en Omero i Esiodo. En un mármol de Júpiter Brontointo, que está en Roma tiene este nonbre, i asta los Latinos lo conocen por él, como se ve en el verso de Nevio, que imitó Maron; ¿porqué pues manda Cristo que

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sus Apóstoles Santiago i san Juan se llamen entre nosotros con el mismo nonbre que un Dios mentiroso se nonbrava entre los Gentiles? que al parecer deviera quitársele si a caso le tuviesen, i no ponérsele quando no le tenían. Pudiérase decir, que se le uso, porque supiesen los Españoles que entonces eran Gentiles, i las demás multitudes de gentilidad, a quien predicaron estos dos Apóstoles, que el Júpiter que ellos adoravan era trueno fingido, i el que darían estos sus Dicípulos en la predicación del Evangelio era trueno soberano, que a bueltas del sonido espantoso arrojarían rayos de fuego Divino, i que si el Planeta Júpiter tiene las influencias que le dan los Astrólogos, con verdadero efeto las inpriman sus Apóstoles i Predicadores. Si le llarnavan Júpiter, que quiere decir el que da ayuda a lo bueno. Los Griegos Zeus, de Zin, que es vivir, porque este Planeta a no estorvarlo la malicia de Saturno i Marte influyera larguísima vida, i aun dicen que los iziera inmortales. Si es la estrella más rutilante, i como el sol causa sonbras, purifica los ayres, enbía aguas en ocasiones provechosas quando nunca dañan, tienpla los calores i los fríos, desaze enfermedades, i destruye pestilencias, es el que saca a luz los partos, i finalmente aprovecha en todo, i en nada daña, eso aría en las ánimas la predicación de aquellos dos Apóstoles, dando vida de gracia para inmortalidad de premios, luz resplandeciente de verdades, salud a los cuerpos, i provechosos bienes a las ánimas; por lo que predicavan san Pablo i san Bernabé, le aclamaron los de Licaonia por Dios Mercurio a san Pablo, i a su conpafiero san Bernabé por el Dios Júpiter, cosa que los dos abominaron; creyeron aquellos Gentiles que quienes davan vozes, i sanavan enfermedades, era fuerç que fuesen los Dioses Júpiter i Mercurio. Dales pues Cristo nonbre de trueno, porque estos dos como nubes, dice san Gerónimo, despidiesen rayos de la palabra de Dios, i lluvia que regase al mundo. Vaya Santiago a spaña, i verase cómo su predicación es rayo ijo del trueno, que dejando lo débil, dezase lo más fuerte, pues lo más duro del mundo para servir a Cristo fue España. Todo esto obró en aquellos tienpos la predicación del Padre fray Francisco en este Reyno, lleno entonces de dureza i resistencia, pues o las guerras, o las codicias tenían endurecidos a todos los Españoles, i trujo Dios este trueno, que arrojando rayos de luz, i agua de dotrina mejoró esta tierra, siendo en sus sermones mejor que Júpiter en las influencias, i gran imitador de Santiago en los provechos. Era como el rayo en erir en lo más fuerte, i en dejar calor en lo más elado; apuntava a los Juezes, i regava en los umildes; ería a los poderosos, i frutificava en los pobres; fueron grandes las conversiones que izo; pero qué mucho si le sucedía lo

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que a Santiago i san Juan, de quienes dice san Gerónimo, que porque oyeron en el monte Tabor estando orando el trueno del Padre, que les señaló a su ijo, por eso los llamó ijos de ese trueno, cosa que ará con los que subiéremos a ese monte, que significa eleción i pureza. Este gran siervo de Dios se subía cada rato al Tabor de la oración, en que elegía lo eterno, i pisava lo tenporal, conservava pureza, i así era ijo del trueno i rayo de Dios, de valiente espíritu, eficaz, i de gran persuasiva, verdadero Planeta Júpiter en influencias de ánimas. Las comarcas del Cuzco, i sus abitadores estavan trabajosas, i con poco temor de Dios, i enbiole la obediencia por Prior, i Visitador de arriba, para que mejorase aquellos daños, donde estuvo grangeando ánimas desde el año de mil i quinientos i sesenta i tres, asta el de sesenta i seys, en que vino al Capítulo Provincial a Lima, i fue elegido en Difinidor mayor, i en Prior de Lima, i Visitador desta Provincia de abajo, oficios que egercitó asta 91 año de sesenta i siete, en que por muerte del Padre Provincial fray Andrés de santa María, se izo Capítulo, i presidió en él por Vicario General en que izo santas i prudentes difinicíones, mandole continuar el oficio de Prior de Lima la obediencia asta el año de setenta i uno, en que le bolvieron a elegir en Difinidor mayor i Prior del Cuzco, en todos estos oficios dio resplandores de la cabal perfeción, porque en todo mesclava prudencia con observancia, i caridad sin ostentación. Onrava los, virtuosos, emendava con mansedunbre a los culpados, i era singular en prevenir con secreto la reputación de cada uno, no sólo en créditos de Religiosos, pero quando visitó este Reyno en mirar por la onra de los seculares, en dos cosas tenía sumo secreto, en callar sus virtudes proprias, i en callar los defectos agenos; dos liciones que se leían a un mismo tienpo en la casa de Josef i María, universidad del cielo. La Virgen por más que le dolía ver en congojas mortales a Josef su esposo, callava el decirle que su preñez era de Dios por obra del Espíritu santo; Josef viéndola preñada ignorando el misterio, la mirava, como dice mi glorioso Padre san Augustín, por pecadora, callava como justo, í no la quería afrentar por ser santo. E aquí las liciones de lo que se a de callar virtudes i favores de Dios, i vicios de los prógimos; porque como dice san Augustín, enseñó Josef lo que deviéramos azer todos, i los juezes i Prelados con más particularidad, quando no es público el pecado callar el delito ageno como Josef izo, queriendo más mirar por la onra del que peca, que no castigar la culpa del que cae. Fue singular en esto el Padre Fray Francisco, pues pudo destruir onras i familias, i quiso más que se quedase la culpa sin castigo, que dejar siendo secreto las familias

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con afrenta. Era vigilantísimo en sus oficios, llevava lá Cruz con alegría, i obligava a llevarla con mansedumbre. Era continuo en el trabajo, solícito en la observancia, puntual en el culto Divino. Misterio tiene, porque quiso el Espíritu santo, que para decir que obligaron a Simón Cirineo, que ayudase a llevar la Cruz a Cristo, se valió de la palabra angariaverunt; porque si era para significar, que le pagaron, o le obligaron por fuerça, avía muchos verbos que lo significasen mejor, i no el que usó el Evangelista, pues su propria significación es como se verá en Suidas, azer la posta, servir de Enbajador. o de correo, o ser chasque; así se ve entre los Persas, i es nonbre Pérsico; i entre los Griegos significa lo mesmo, í estos correos los tenían los Reyes Persas, puestos a trechos en los caminos, para que unos entregasen las cartas a los otros, como en el Perú vemos en los Chasques, vocablo que quiere decir toma, recibe, i dando el pliego a otro se buelven, i los otros caminan. Siendo esto así, como para decir, que a Simón le obligaron a llevar la Cruz, se valen del verbo que significa llevar cartas, servir de correos, o tener cuenta de escrivir cada día el gasto i el recibo. ¿Qué tiene que ver aquéllo con esto? Misterio moral que deven advertir los de cada estado, i en particular los Prelados; la Cruz que llevan, sea al modo que los correos, Enbajadores o postas; lo primero llevarla con fidelidad, caminar sin detenerse, no dar más Cruz al que la mandan llevar de la que lleva él, pues el correo sólo da las cartas que él llevó, i que le dieron; que es ramo de tiranía obligar al súbdito a que cargue más Cruz de la que carga el Prelado; i a de ser como el Contador que cada día escrive el recibo i el gasto, el deve i a de aver, de lo necesario en lo tenporal, del consuelo en la aflición, del regalo en la enfermedad, i de la paga en los premios; que obligar a otro a que lleve la Cruz, sin ajustar al deve i a de aver, no es darle Cruz de Cristo, sino viga o madero de infame esclavitud. Este gran Religioso azía lo que pide esta obligación con tanta puntualidad, que era admirable, con que era para todos leve, i sabrosa la Religiosa Cruz. O si advirtieran los Prelados, que quando nuestro Salvador abla de la Cruz de cada uno, dice, que la lleven como él la llevó, i ya sabemos que no llevava clavos quando la puso al onbro; mandar a un súbdito que acuda al coro, a las comunidades, a las penitencias, observancias, obediencias i votos que mandan la Regla i las constituciones, es obligarle a lo que prometió, i ésta es la Cruz que Cristo le mandó llevar; pero afrentarle sin culpa, afligirle sin causa, castigarle, no porque faltó a su obligación, sino porque no es de parcialidad, clavos son que no tenía la Cruz i es calle de amargura, que no se parece a la de Cristo, i así viene a ser no Cruz

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que se lleva, sino Cruz que parada atormenta obligando a rabias, o a desesperación. La opinión deste siervo de Dios era tanta en todo el Reyno, i tan venerada de los Tribunales, que el Virrey don Francisco de Toledo recién venido de España; i aviendo de visitar todo este Reyno, orden que le dio su Magestad, i uno de los motivos a que le enbió, para que enojado manejado las tierras i las materias, dispusiese las ordenanças que uviesen de quedar por leyes. Salió el Virrey a esta visita poco después que llegó de España; i aviendo de escoger Oidor, o Obispo, para que visitase las Provincias que él no avía de visitar, i eran todas las más del Reyno, porque el Virrey se fue (llevando consigo a nuestro Fray Juan de Bivero por el camino Real del Cuzco) a prender al Inga, i de allí los Chiriguanaes adelante de Potosí, de donde bolvió desbaratado, no por refriegas, sino por borrascas de los tienpos. Examinó el Virrey los mayores talentos del Reyno, para escoger persona que le igualase en la autoridad, ya que no podía ser en el oficio, i quando todos los superiores de las Audiencias aguardavan ser escogidos, eligió aquel gran Governador a un pobre Frayle, porque alló en el Padre Fray Francisco del Corral, la prudencia con cabal conpreensión, la autoridad sin ceremonia, la intención sin codicia, i la virtud con todas las condiciones de verdadera santidad. Los pretensores murmurarían la eleción, quando los desinteresados alabaron el dictamen. Mandó la obediencia ir al Padre Fray Juan de Bivero en conpañía del Virrey, i visitó el dicho Padre sólo Provincias comarcanas al camino Real, i al Padre Fray Francisco del Corral, que fuese a la visita general; obediencia que está entre las actas del Capítulo Provincial, que se celebró en la ciudad del Cuzco el año de mil i quinientos i setenta i uno, i allí espresa la instancia que el Virrey izo, porque estos Religiosos visitasen la tierra. Izo como cabal Governador, ajustándose a lo que mandan las leyes, i pondera Bartulo, que los oficios pidan a las personas, i no las-personas a los oficios, admitiéndolos para servir al Rey i a las Repúblicas, i no para medrar en sus comodidades. En elegir a este gran varón, izo lo que devía un buen Virrey, i en ad- mitirlo él para los provechos del bien común, izo como Religioso, i como varón egenplar. Salió el Padre Fray Francisco del Corral, llevado de la fuerça del precepto, que otra mano menos poderosa no le sacara de su quietud. Visitó este Reyno, mostrando un superior talento. Izose en breve capaz de todas materias, conpreendiendo los daños i provechos de cada Provincia, i las comodidades i desconveniencias de cada materia. Llevava para todas las causas civiles anplia juridición, no en las

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criminales, porque no se conpadecía con el estado; distribuía la justicia sin exceptar personas, ajustándose en todo a la conciencia, siendo unas vezes conponedor de paz i juez árbitro, i otras distribuidor de la justicia sin dilaciones escusadas, obrando en todo con integridad i mansedunbre, abominando el que era vicio, i alabando la que era virtud, sin que la pasión diese colores de culpa a lo que era justicia, ni el amor capaz de virtud o disculpa a lo que era delito. Ay algunos Juezes i Prelados en el mundo, que ocultando el odio, cometen con capa de una virtud, culpas contra ella misma, i desafueros contra la justicia, porque el interés, la pasión i el odio, no miran por todos los lados a la verdad i a la razón; quieren castigar a uno por ladrón, dándole nonbre de vindicta pública, i es porque quieren ellos ser ladrones de la una i de la otra azienda, con que en vez de consolar la República, la desesperan; otros castigan crueles lo que fingen justicia, siendo vengativos contra la inocencia, al modo que los Cónsules Romanos, quando mandaron (como refiere Tácito) que justiciasen a la íja de Seyano; ella inocente, i él aborrecido, i por dar a entender que veneravan la virginidad, ordenaron estando ya ella con la soga en la garganta, que pues asta entonces nunca la jus- ticia criminal avía justiciado vírgenes, porque las miravan como a deidades, que el verdugo sin quitarle la soga de la garganta la violase; ízose así, i aogola luego el verdugo. ¿Oyose mayor dislate? ¿qué dando a entender que veneraban la virtud de la virginidad, se la quitaron con afrenta por castigarla con capa de justicia, o con demonstración de estar desapasionados? pareceriales que era onrar a la castidad violarla para matarla. E aquí dos vicios con capa de una virtud, i mostrándose zelosos della, fueron injustos egecutores contra la virtud misma; que el juez sin temer a Dios, es ropero de capas viejas, que al delito (si al él le inporta) le pone capa de virtud, i a la virtud si él tiene pasión, le pone capa de delito. Por esto devió de pedir Eliseo a Elías, que no se llevase al cielo aquella capa, que por ser de onbre santo, cubriría al vicio con capa de castigo, i a la virtud con capa de premio; i diéranme que Eliseo se la pidiera a un mundano, que yo aseguro, que le diera una capa, que la tela tuviera visos de virtud i bien común, i el aforro de odio i de interés; con ésta castiga el onbre injusto al inocente, dando capa de virtud a la vengança, i no castigando, antes onrando al facinoroso, sirviendo la capa de cubrir delitos con visos de merecimientos. Todo esto llora el Decreto capítulo saepe, i es de san Gregorio a Juan Constantinopolitano; las más vezes (dice) mienten los vicios, fingiendo que son virtudes. La tenacidad quiere que la llamen parcimonia, el desperdicio largueza, la crueldad zelo de justicia, la

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remisión quiere que la llamen piedad; estas capas se ponen, que son saetas, que a los súbditos i vasallos destruyen. O varón digno de toda alabança Fray Francisco del Corral, que más fue su visita general sermones para industriar juezes, que oficio para inventar agravios, dejando en cada pueblo aclamaciones de su santidad; i escriviendo unos a otros excelencias de su rectitud, porque el vicio se conocía por vicio, i por culpa el delito. Reformó lo inconpatible, enmendó el daño público, calló lo secreto, onró a muchos, i no afrentó a ninguno, dejando para quando se iziesen las ordenanças el dar la forma a cada cosa. Era abogado común i protector universal de los pobres Indios, i de los Españoles beneméritos, sin que oy persiguiese al que ayer alabava, que suelen los que manejan estos oficios grandes, azer lo que dijo el otro Romano al Senado de Roma, como refiere Cornelio; algunos persiguen con maldades al que an favorecido con su ignominia, cometiendo crimen en perseguirles sin causa, tanto como en averle favorecido sin justicia; pero nuestro siervo de Dios si castigava, no perseguía al delinquente; i si onrava al benemérito, nunca se arrepentía; porque como las velas de su viage eran el cielo, i no soplava en ellas amor, interés, pasión, ni miedo, sienpre se quedava en pie la intención con que las azía, i el zelo con que las conservava, i como no azía agravios, eran sus goviernos sin ignominia, i sus castigos sin cargo de conciencia. Resplandecieron en él entre grandes virtudes la pobreza, i la umilde severidad, jamás recibió un solo Real de coecho, ni una dádiva por pequeña que fuese de Indio ni Español, quando pudiera recoger veyntenas de millares, en tienpo que abundava el oro i la plata, i todos davan aunque no pretendiesen. Acabó la visita tan pobrísimo, que el ábito con que entró en ella, saca sólo ya roto i viejo por caudal. ¿Qué más canonización de vida? i ¿quáles milagros son mayores que andar entre el oro i pisarlo? i ¿entre las magestades, i escoger pobreça? Virrey, Audiencias, Tribunales, Prelados i pueblos, quedaron tan pregoneros de su integridad, i tan celebradores de sus acciones, que le nonbravan comúnmente el gran varón, el santo Frayle. Juntáronse a legislar las ordenanças el Virrey, con acuerdo de los que dejé dichos en la vida del Padre Fray Juan de Bivero, siendo él i nuestro Obispo Coruña, i el Padre Fray Francisco los consultores. Las grandes i provechosas leyes que en diversísimas materias se legislaron se ven oy, i se guardan con título de ordenanças de don Francisco de Toledo. Quáles fuesen las materias, dige por mayor en la vida del Padre Fray Juan; el Virrey informó a su Magestad, de los servicios que este gran Religioso izo a Dios i a su Corona, i por

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remate de sus alabanças le escrivió (como el Virrey repetía) más vale un Corral que Vuestra Magestad tiene, que todo el Reyno. Acabada la visita i ordenanças, se fue al Cuzco donde era Prior, i no vino a Lima al Capítulo Provincial que se celebró el año de mil i quinientos i setenta i cinco, huyendo de dignidades. I aviendo de ser Vicario general, por Difinidor mayor, lo renunció, escondiéndose porque no le iziesen Provincial; que andan muy pareadas sienpre pobreça (si es de espíritu) con virginidad, i anbas virtudes expelen las tropelías de la anbición. Quando considero la virginidad deste angelical varón, i lo que en esta visita resplandeció, i leo la ponderación que aze San Gerónimo de las acciones de Josué, los veo semejantes. Quien notare que Adán i Eva, Abraán, Isaac i Jacob, Moisés, Aarón i David, si a vezes recibieron favores i mercedes de Dios, tanbién lloraron castigos, i conocieron penalidades, i luego viere que sólo Josué no tuvo lástimas, i sienpre recibió mercedes; atribúyalo, dice san Gerónimo, a qúe ni se quiso casar, ni llegar a muger, siendo el estandarte de su onra el escudo de la castidad, i añadan, dice san Augustín, que teniendo por suya, i a su mandar toda la tierra de Palestina, no quiso tomar para sí ni sólo un pie de tierra, que si después que la repartió, sin quedarse con nada, le dieron tierras, fue porque Dios lo mandó; i pues todos los Patriarcas fueron casados i no vírgenes, tuvieron aziendas i no menospreciaron bienes, ni sean tan favorecidos como Josué; éste establezca leyes, goze la tierra de Promisión, i llámese Jesús como Cristo, que eso quiere decir Josué; todo sea onras, i todo quietud; no tenga penas pues no tuvo delitos, i sea el primero de la tierra, pues quiso ser el menor de todos. Luego si nuestro Religioso fue virgen, i pudiendo ser dueño de todo, no quiso nada, sólo onras le acumulen, alabanças le aclamen, i sea el primero de la tierra dando leyes, pues quiso ser el menor de todos siendo umilde, llevando a Josué una ventaja, que si no quiso nada quando lo repartía, al fin recibió lo que después le dieron; i nuestro frayle ni quiso reservar nada para sí antes, ni admitió lo que le ofrecían después; renunciando asta las dignidades de su Religión, con que dejó lo mejor del siglo, i lo apetecido en las Religiones por los que no son como él perfetos Religiosos. ¡O Josué Peruano, egenplo de castidad i pobreça! con estas virtudes miren si influiría mejores efec- tos, i más provechosas inclinaciones en las ánimas con sus sermo- nes i egenplos, que Júpiter con sus influencias en los cuerpos; los truenos de sus vozes arrojarían rayos de provechos, i no diría por él su Padre san Augustín, lo que dijo el falso Júpiter mofando de sus truenos: ¿Para qué das tronidos? por ventura Júpiter, ¿no leo en ti,

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que cuando estás tronando estás adulterando? Si truenas, no adulteres, i si adulteras no truenes. Nuestro siervo de Dios aprovechava con truenos celestiales, porque salían de nube virginal que enciende i abrasa coraçones. No le sufría el Demonio, que ya que no le podía destruir la virginidad quedase sin mancha su opinión. Calumnia que intentó contra san Gerónimo i santa Paula, contra santa Teodora i san Atanasio, deseando desdorarles la reputación; pero permitía Dios, como sucedió a nuestro Religioso, que levantasen tales testimonios porque saliese a la plaça del mundo su santa castidad. Sucedió que el Padre fray Francisco tenía en Lima un primo llamado Don Elmo Gallegos de Avellaneda, que aviendo eredados un mayorazgo en Xerez de la Frontera, le era fuerça irse con priesa a España; dejava un ijo recién nacido de siete meses en Lima, que después fue de nuestra Orden, i se llamó el Maestro fray Pablo de Avellaneda, excelente supuesto, i de quien diremos en su lugar. Pidió al Padre fray Francisco del Corral Don Elmo su primo, que anparase al recién nacido, puesto que era forçosa su partida, i que dejava plata para su criança. La sangre i la caridad le obligaron a encargarse del niño, i así ido el Don Elmo enviaba la plata que le pedían los que criavan al muchacho, casa donde le dejó el Padre; i quando se acabó la que dejó Don Elmo, pedía de limosna la que el guérfáno avía menester, guardando la onra de la que lo parió, que era muger estimable. Los que vían que mandava al Procurador públicamente que llevase del banco ya cinquenta, ya cien pesos para la criança del niño, o se los dava de la limosna que pedía para criar un guérfano, i no era éste sólo al que anparava, maliciaron que era su ijo, i poco a poco se estendió esta malicia, sin advertir, que si fuera su ijo, no tratara la cosa con tanta publicidad. Quando le defendían los bien intencionados con esta razón, alegando sus evidentes virtudes, decían los maldicientes que el amor del ijo lo tenía ciego; padecía mucho su reputación, í estava ignorante el siervo de Dios de que se platicase tan injusta calumnia. Ya queda dicho que se quedó en el Cuzco, quando dejó de ser Prior, por huir de Capítulos Provinciales, i más de aquél en que era Vicario General, i temía le avían de elegir Provincial. Fue por Prior del Cuzco el Padre Maestro fray Rodrigo de Loaysa, gran Religioso, ijo de la casa de Lima, que después pasó a España, donde tuvo graves oficios en aquella Provincia, i murió allá. Queriendo nuestro Señor premiar tantos méritos, le dio al Padre Fray Francisco una penosa, enfermedad, qué sufrió umilde, paciente, i dando celestiales egenplos. Confesose generalmente de toda su vida, con el gran varón i Maestro Fray Rodrigo de Loaysa, i viendo que no le

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confesava pecado de sensualidad, quando se platicava más la falsa calumnia del ijo, acordóselo, i obligole a decir: Sea Dios glorificado que muero virgen, i en mi vida e llegado la mano a tocar muger. Admirado el Maestro Fray Rodrigo, le izo una i otra pregunta, i últimamente le dijo, que públicamente digese a la comunidad, que moría virgen. El umilde Religioso pidió no le obligase a publicar aquella virtud; pero mandándoselo como Prelado i como Confesor, i contándole la voz común que corría, en que estava muy lesa su reputación, tierno, afligido i paciente, sufrió aquel dolor, que sintió con longanimidad santa, sirviéndole de purgatorio aquel tormento; porque el onrado si es siervo de Dios, i más si se le añade el ser Religioso, sufrirá garruchas, fuegos, açotes i varios tormentos con mejor gana, que verse calumniado en materias de castidad. Esto le aceleró la vida al amigo de Dios, pues lo que fue caridad anparando al guérfano, sirvió de ocasión, de desdorar su crédito. Llevándole el Viático, pidió que le oyese la comunidad, i otros que asistían al darle el Sacramento, i con palabras santas, prudentes, graves i en- ternecidas, refirió lo que le avía pasado con su Confesor; satisfizo a la calumnia i pidió perdón de aver dado semejanças de mal egenplo, i ocasión, aunque tan remota de poder maliciar; pero que persuadido a que, todos sabían que don Elmo era el dueño, tratava la cosa con publicidad, i que tanto como sentía el descrédito por la onra del ábito, le afligía el verse obligado a referir lo que sienpre avía estudiado callar, i que así pedía le acercasen la santa ostia, i poniendo la mano junto a ella, dijo: Este Señor es testigo, que él me a echo merced que muera virgen, i que en mi vida aya llegado la mano a muger, sea esto para sólo gloria de Dios, a quien espero ver, i que ni devo un real, ni le soy en cargo a secular, ni a la Religión, ni le recebí en la visita, ni tengo un maravedí; perdono a quantos me an ofendido. Oyendo esto, dieron todos gracias a la piedad divina, venerando al bendito Reli- gioso como a virgen. Acabó diciendo finezas a Dios, i admirado con sus razones i afectos, murió con dolor de todos; i con enbidia de quantos supieron después su pureza virginal; esta enterrado en nuestro Convento del Cuzco. Grandes méritos ganaría este siervo de Dios, todas. las vézes que considerase, que por aver acudido a egercitar la caridad con el niño guérfano, buscándole crianças i limosnas, le avía resultado mormuración i afrentas; género de mérito que encarece Dios sobre todas las obras de caridad. Nicodemus gastó cien libras de precioso olor en ungir a Cristo; i días antes la Madalena guando le ungió en casa del Fariseo, no gastó en ungir a Cristo sino sólo una libra de precioso unguento, como advirtió san Juan, esta caridad de la

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Madalena encarece tanto Cristo, que llegó a decir: Donde quiera que se predicare mi Evangelio, en todo el mundo se pregone lo que esta muger a usado conmigo, i en memoria mía; buena obra a egercitado en mí. Considérese pues, que encareciendo nuestro Redentor tanto esta libra de olores, no pondera el Evangelio, ni encarece la Escritura las cien libras de Nicodemus, quando el ungirlo con aquélla dijo, era enbalsamarlo, como si fuera ya difunto. Señor, si por uno days ciento, ¿cómo por ciento no days uno? Responderá, que él pagó con ventajas la caridad i servicio de las cien libras; pero que a sus ojos mereció más gratitud, i mayores pagas la una libra de la Madalena, que las cien libras de Nicodemus, porque de darlas él, no le resultó afrenta, ni sufrió calumnias; i de aver dado la Madalena la una libra, le resultaron afrentas, murmuraciones e ignominias. Los Fariseos la llaman pecadora sensual, los Apóstoles indignan contra ella, i la murmuran; diciendo: ¿Qué perdición es esta tan escusada, gastando lo que no es razón? Así pues vos Madalena padeceys calumnias por la caridad i limosna; pues valga más en la estimación de Dios una libra vuestra, que las ciento de Nicodemus; que no al tamaño de la dádiva, sino del afecto i de lo que se padece por Cristo, da el premio i muestra la gratitud, como dijo con elegancia san León Papa; i luego probado está lo mucho que ganaría de méritos nuestro Fray Francisco del Corral, aunque fuese poco lo que dio al guérfano, por aver padecido calumnias de los seculares Fariseos maldicientes, i de los Religiosos, como los Apóstoles dirían: Ut quid perditio haec? ¿Qué gastos son éstos tan dignos de escusar? ¿qué perdición es ésta? Al fin en todo creció su mérito, i lo avrá allado en soberanos premios en el cielo. Deste varón dice el Padre fray Buenaventura Franciscano en su libro del Perú lo siguiente: El Padre fray Francisco del Corral fue el más eminente Predicador que se conocía, i por eso era muy seguido de todos. Fue Prior deste Convento de Lima, convirtió muchas ánimas con sus sermones. El Virrey don Francisco de Toledo le dio la visita general de todo este Reyno, i aviéndola acabado a satisfación de todos, llegó a la ora de su muerte, i confesó en ella que en toda la visita no avía recibido valía de un alfiler, ni devía un real a nadie, que no es pequeño milagro como dice el Sabio: Beatus vir, etc. murió Virgen inmaculado. Asta aquí es del autor referido.

FIN DEL SEGUNDO LIBRO