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Siquirres, 24 de noviembre del 2010. Licda. Jeannette García Jiménez Jefe Departamento de Protección al Usuario Contraloría de servicios CCSS Asunto: Muerte de Camila Solís Castro, cédula 4-0272-0896. Estimada Licda. García Jiménez: El motivo de la presente es describirles los principales hechos que precedieron la muerte de mi hija Camila Solís Castro cédula: 4-0272-0896, el pasado 21 de Julio del 2010, en el Hospital Nacional de Niños, así como la atención recibida previamente en el servicio de Emergencias del Área de Salud de Siquirres y el Hospital Dr. Tony Facio en Limón; con el fin que sea analizado y se puedan tomar medidas para disminuir este tipo de sucesos, que a edades tan tempranas (3 años y 11 meses) para mi hija Cami, es algo tan inicuo. Primeramente quiero mencionar mi personal reconocimiento del esfuerzo que realiza la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) por el beneficio de la salud de todos los que vivimos en Costa Rica; pero adicionalmente estoy segura que los procesos y procedimientos que se aplican así como el servicio al cliente” o “atención al público” en cualquier institución siempre se podrán mejorar. Con esta fundamentación voy a proceder a describir los hechos acontecidos para los cuales no dispongo de criterio médico o preciso detalles de tiempo, los cuales podrán ser verificados en los respectivos expedientes que posee la CCSS. Como complemento a la descripción de los hechos, indicaré, desde el punto de vista de la madre de una paciente, en cuáles puntos específicos he notado una oportunidad para que la CCSS mejore en la atención de sus pacientes. Finalmente les daré mis conclusiones y cuales son mis expectativas al enviarles esta carta. Recuento de los hechos: Martes 08 de junio del 2010, 12: Medio día: La paciente presenta vómito, a partir de las 12 del día a las 12 de la noche de ese día, vomitó entre 10 a 13 veces. Hasta ese momento no ha sido vista por ningún médico de la CCSS. Miércoles 09 de junio del 2010, 1: AM aproximadamente: Ingresa al servicio de emergencias en el área de Salud de Siquirres, donde la recibe el doctor Rafael Contreras quien la mantiene en observación tratándole el vómito, la deshidratación y la fiebre que ya para entonces tenía. Posterior al ingreso de la paciente en observación, se da el cambio de turno, en donde el doctor Contreras sale y ahora ingresa el doctor Diego Alonso Díaz.

Camila

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Siquirres, 24 de noviembre del 2010. Licda. Jeannette García Jiménez Jefe Departamento de Protección al Usuario Contraloría de servicios CCSS Asunto: Muerte de Camila Solís Castro, cédula 4-0272-0896. Estimada Licda. García Jiménez: El motivo de la presente es describirles los principales hechos que precedieron la muerte de mi hija Camila Solís Castro cédula: 4-0272-0896, el pasado 21 de Julio del 2010, en el Hospital Nacional de Niños, así como la atención recibida previamente en el servicio de Emergencias del Área de Salud de Siquirres y el Hospital Dr. Tony Facio en Limón; con el fin que sea analizado y se puedan tomar medidas para disminuir este tipo de sucesos, que a edades tan tempranas (3 años y 11 meses) para mi hija Cami, es algo tan inicuo. Primeramente quiero mencionar mi personal reconocimiento del esfuerzo que realiza la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) por el beneficio de la salud de todos los que vivimos en Costa Rica; pero adicionalmente estoy segura que los procesos y procedimientos que se aplican así como el “servicio al cliente” o “atención al público” en cualquier institución siempre se podrán mejorar. Con esta fundamentación voy a proceder a describir los hechos acontecidos para los cuales no dispongo de criterio médico o preciso detalles de tiempo, los cuales podrán ser verificados en los respectivos expedientes que posee la CCSS. Como complemento a la descripción de los hechos, indicaré, desde el punto de vista de la madre de una paciente, en cuáles puntos específicos he notado una oportunidad para que la CCSS mejore en la atención de sus pacientes. Finalmente les daré mis conclusiones y cuales son mis expectativas al enviarles esta carta. Recuento de los hechos: Martes 08 de junio del 2010, 12: Medio día: La paciente presenta vómito, a partir de las 12 del día a las 12 de la noche de ese día, vomitó entre 10 a 13 veces. Hasta ese momento no ha sido vista por ningún médico de la CCSS. Miércoles 09 de junio del 2010, 1: AM aproximadamente: Ingresa al servicio de emergencias en el área de Salud de Siquirres, donde la recibe el doctor Rafael Contreras quien la mantiene en observación tratándole el vómito, la deshidratación y la fiebre que ya para entonces tenía. Posterior al ingreso de la paciente en observación, se da el cambio de turno, en donde el doctor Contreras sale y ahora ingresa el doctor Diego Alonso Díaz.

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Miércoles 09 de junio del 2010, 6: AM aproximadamente: El doctor Díaz le da la salida a la paciente a eso de las 6: AM, el diagnostico que me indicaron que presentaba era “un virus”. Camila para entonces estaba hidratada pero seguía con vómito constante, abdomen distendido y fiebre. Cuando recibí la noticia que le daban la salida y me indicaron cual era el diagnostico, le expresé mis dudas al doctor Díaz, sin embargo no cambió su decisión de darle la salida a la paciente. Cabe destacar que la razón por la cual tenía dudas del diagnostico es precisamente que mi hija ha presentado cuadros de vómito por un virus y era muy diferente a lo presentado la madrugada del 9 de junio por Camila, principalmente por el intenso dolor que la aquejaba cuando vomitaba. La orden de salida incluso pareció sorprender a la enfermera de turno, ya que el estado de Camila era bastante malo en ese momento e incluso en la clínica no se le pudo parar el vómito desde la 1 a las 6 AM del 9 de junio. Con la indicación de hidratar a Camila regresé a mi casa, sin embargo no toleraba ingerir nada, prácticamente todo lo que le suministraba lo vomitaba. Miércoles 9 de Junio del 2010, 1: PM aproximadamente: Regreso al servicio de emergencias del área de salud de Siquirres, pues a esta hora el vómito no había parado. La recibió de nuevo el doctor Rafael Contreras el cual subrayó que si el vómito, la fiebre y el estomago distendido persistían, se iba a ordenar el traslado al Hospital Tony Facio en Limón, previos exámenes de sangre y orina. En esta segunda visita cabe destacar:

1- El tiempo de espera fue bastante largo antes de que ingresaran a Camila. 2- El doctor Contreras mostró asombro por el mal estado de la paciente. 3- El doctor Contreras preguntó por la razón que se le otorgó la salida previamente (Es decir

a las 6:AM) Miércoles 9 de Junio del 2010, 8: PM aproximadamente: Se realiza el traslado de la paciente hacia el hospital Tony Facio en Limón, en donde es recibida por el doctor Masís quien luego de examinarla, hacerme las preguntas de rigor y mantenerla en observación tratándole nuevamente la deshidratación y el vómito, ordena Rayos X de tórax. Luego de varias horas en observación con el resultado en sus manos me indicó que probablemente podía ser infección en los pulmones porque en las placas se notaban indicios, me dijo que iba a continuar en observación y que probablemente ese mismo día le daban la salida con antibióticos para tratarle la supuesta infección. Me pareció lógica la explicación pues Camila presentaba dificultad para respirar. Jueves 10 de junio del 2010, madrugada: Hay un cambio de turno entre el Doctor Masís con el Dr. Muñoz. El doctor Muñoz luego de observar a Camila y una que otra pregunta decide darle la salida a eso de las 6: AM. El diagnostico del doctor Muñoz fue que “probablemente era un virus”. Al escuchar el diagnostico le mencioné la conversación con el Dr. Masís y el tema de la posible infección y los exámenes realizados. Extrañamente el doctor Muñoz me contestó: “no hay nada de lo que usted me dice que mis colegas hayan dejado por escrito” El doctor Muñoz procedió a darme una receta que incluía Suero y Acetaminofén. Entonces volví a consultar por el tema de los antibióticos (teniendo en mente la conversación con el Dr. Masís con respecto a una posible infección), la respuesta que recibí fue: “que entonces me iba a prescribir antibióticos si eso me tranquilizaba”. De esta tercera visita ahora remitida de emergencia a un Hospital principal me gustaría señalar los siguientes puntos:

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1- La omisión en el expediente (Que mencionó el doctor Muñoz) de la posibilidad de una infección en los pulmones.

2- La condescendencia con la que fui tratada por el Dr. Masís al querer indagar más sobre el padecimiento de mi hija.

3- La poca o nula atención visual o táctil recibida del Dr. Muñoz a la hora de atender a una paciente que viene remitida de emergencia de otro centro médico, pero esto aplica para la atención médica general.

4- La prescripción de los antibióticos debido a mi consulta, en lugar de una explicación del porque se receta cada medicamento y los respectivos resultados de los exámenes practicados.

5- La forma tan particular de cómo se comportaba en Dr. Muñoz en su entorno social y profesional. Me refiero particularmente a su gran atención con algunas y algunos miembros del hospital, pero a su vez muy distante y prestando poca atención visual y física a los pacientes.

Jueves 10 de Junio del 2010, 6:30 AM aproximadamente: Procedí a retirarme del salón de emergencias. Es difícil tratar de describir los sentimientos que tenía en ese momento al salir con mi hija en peores condiciones con las que había llegado y sin una esperanza de mejora próxima, sin embargo trataré de listarlos:

1. Preocupación de llevarla de regreso casi 70 Km desde Limón a nuestra casa en Siquirres. 2. Impotencia de no poder hacer que algún otro doctor encontrara como sanar a mi hija. 3. Incredulidad en los medicamentos prescritos y que esos son los que iban a hacer que mi

hija mejorara. 4. Inseguridad en que seguir el consejo de ese médico era lo correcto. 5. Frustración al ver a mi hija peor y ahora con la orden de regresar.

Todos estos sentimientos me hicieron recurrir a una conocida que trabaja en el Hospital Tony Facio a pedir alguna ayuda, aunque sea un consejo. Aunque esto probablemente no aparezca en ninguno de los procedimientos normales de admisión de pacientes ahora que he pasado por esta situación he encontrado que algunos de los procedimientos normales y el trato que reciben algunos pacientes, los empuja a tener que recurrir a este tipo de practicas, por lo que mi recomendación en este caso es que exista un método normal en el que los pacientes que han sido atendidos en casos de emergencias, tengan la oportunidad de una segunda opinión, principalmente en la provincia de Limón donde los pacientes tenemos que trasladarnos muchos kilómetros para llegar al Hospital principal. El consejo que recibí fue ir al salón de pediatría y esperar hasta las 8 AM hora en que inicia la visita de los pediatras, tomé el consejo. Jueves 10 de Junio del 2010, 8 AM: El primer médico en llegar fue el doctor Claros, el cual procedió a indicarme que debía seguir el procedimiento establecido, es decir, ir al salón de emergencias. Procedí a llamar a mi amiga para que ella intercediera y le pidiera al doctor Claros “como un favor personal” que revisara a Camila, y aunque entiendo que esto está fuera de cualquier procedimiento o protocolo de admisión, también les indico que a ese momento mi nivel era de desesperación, por los argumentos anteriormente explicados. El doctor Claros accedió a revisar a mi hija durante consulta externa a las 9:30 AM y que debería de llevar todos los documentos de la consulta previa en el salón de emergencias de ese hospital. Procedí a solicitar dichos documentos en emergencias para lo cual no tuve éxito, incluso una enfermera me estaba ayudando pero no hubo quien los encontrara. Procedí a ir al consultorio del doctor Claros sin el expediente de emergencias.

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Jueves 10 de Junio del 2010, 9:30 AM: Al llegar no encontré al doctor Claros, no pude tampoco encontrar una respuesta de donde se encontraba el doctor. Para ese momento además de todos mis sentimientos por lo que estaba pasando con mi hija, mi nivel de cansancio y estado de animo me hicieron colapsar y me senté a llorar amargamente en una de los pocos espacios disponibles. Aquí quiero mencionar varios aspectos por los cuales pasé, los cuales no ayudan a la mejor atención de los pacientes del centro médico:

La carencia en sistemas adecuados (automáticos, digitales, en línea) de manejo de expedientes.

El manejo del “servicio al cliente” o “atención al público” de las enfermeras que les consulté con respecto al expediente. Es decir nunca fue un servicio de excelencia, ni siquiera era claro o conciso, sino que la información siempre era imprecisa, incompleta y era entregada de una manera poco agradable.

Las condiciones físicas del edificio están muy lejos de ayudar a los usuarios, no hay rotulación adecuada, espacios de descanso, temperatura adecuada, etc.

Esto no solamente agravaba el momento por el que estaba atravesando, sino que causaba a los demás pacientes la misma sensación y era notorio el estado de caos por el que los usuarios y empleados viven en el hospital.

Resultó que el único lugar que encontré disponible para sentarme era las bancas de la capilla, de donde salió un sacerdote a ofrecerme agua y su ayuda (Supongo que por el aspecto mío y de Camila en ese momento)

Los ascensores no funcionaban adecuadamente, y consiguientemente las sillas de ruedas dejan de ser tan útiles, como podrían serlo.

Recuerdo lo útil y amable que resultó el sacerdote con nosotras, nos ofreció ayuda a buscar una silla de ruedas (Ya que Camila en ese momento no podía caminar), también nos averiguó que el doctor Claros aún no había llegado, así que esperé un rato más hasta que el doctor llegó. Cuando vi al doctor fui hacia él, e inmediatamente me preguntó por el expediente de la consulta de emergencias (El cual no había podido conseguir). Al contestarle que no los tenía, él me confirmó que no podía atender a mi hija sin esta información. Le dije al Dr. Claros que no me habían entregado esos papeles a lo que el respondió que tenía que regresar a pedirlos. Obedecí y me fui de nuevo a emergencias a solicitar de nuevo los documentos. En la estación de enfermeras del área de emergencias me encontré de nuevo con el Dr. Muñoz al cual procedí a consultarle por los documentos; su respuesta fue que él no sabia donde estaban y al insistir yo, con respecto a donde podía conseguirlos, me dijo que en la oficina de admisión de emergencias. Casualmente una de las enfermeras que atendió a Camila horas atrás, escuchó mi solicitud al Dr. Muñoz y procedió a entregarme el expediente, que se encontraba justo detrás del Dr. Muñoz y no en la oficina de admisión de emergencias como él indicó. Este evento que recién les describí en la estación de enfermería del área Emergencias con el Dr. Muñoz lo recordaré particularmente, pues fue un momento en donde se mezclaron mis urgencias, preocupaciones, temores y favores recibidos de algunos miembros del hospital con esa particular actitud del Dr. Muñoz, la cual puedo contextualizar hoy como algo hostil y desconsiderado. Es difícil expresar mis sentimientos de ese momento, pues las palabras que se me ocurrían, no reflejan mi forma de ser, pues no tengo odios, no me gusta la violencia, me gusta ayudar a las otras personas y no me río de la necesidad o la desesperación de otro ser humano.

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Al recibir los documentos literalmente corrí (con Camila alzada) hacia el consultorio del Dr. Claros el cual al revisar el expediente y a Camila me indicó inmediatamente que debía ingresar a Camila en Emergencias, para que la revisara el cirujano pediátrico, pues se podía tratar incluso de una apendicitis. Corrí de regreso a emergencias donde me recibió de nuevo el Dr. Muñoz quien me indicó que debía llenar la hoja de admisión para poder ingresar a mi hija nuevamente. Confieso que perdí los estribos en ese momento y estaba pidiendo casi a gritos que atendieran a mi hija. La enfermera que estaba presente (la misma que buscó los documentos) me dijo: “pase mamá y la acuesta donde estaba”, eso hice. La enfermera empezó con su trabajo y el doctor Muñoz como si no se tratara de una emergencia se puso a revisar lo que el doctor Claros había escrito, donde vi que no hacía nada (en ningún momento se acercó a Camila ) le dije que por favor la enviara al Hospital Nacional de Niños, que ella tenía expediente allá, me dijo que había que esperar al cirujano pediátrico. Esperando al lado de mi hija vi otros médicos o enfermeros cuya actitud era muy parecida a la del doctor Muñoz: indiferentes, la verdad no preciso que función realizaban, estaban sentados en la estación de enfermeras de la parte del salón de emergencias en la que se encontraba mi hija y muy asustada viendo el color de piel que tenía Camila, la sudoración y lo pegajoso de su piel les pregunté si era normal que estuviera tan pegajosa, con este color y sudada….y muy sarcásticamente respondió uno de ellos: “Quiéeeeen??????” Esa forma de sarcasmo hiere la dignidad humana, yo estaba con mi hija enferma, y estaba ahí completamente desesperada, fuera de mi, escuchando chistes sarcásticos de quienes eran mi única esperanza para curar a mi hija. Llevamos a Camila a hacerle Rayos X de abdomen según mandato del doctor De La Hoz que pasó un momento a verla, mucho rato después llegó el doctor Arias quien me hizo varias preguntas delante de todos ellos y una de ellas fue si habíamos “sobado” a Camila y si le habíamos dado algún purgante a lo que contesté que no, en ningún momento le intenté dar algo a mi hija pues no acostumbro dar medicinas que no estén indicadas a ninguno de mis hijos bajo ninguna circunstancia, hago mención de esta pregunta en particular porque resulta que horas más tarde el doctor De La Hoz quien no estuvo presente en el momento que el Dr. Arias me hizo la consulta, me preguntó si era cierto que había sobado a Camila y le había suministrado leche de magnesia, lo cual me pareció extraño, y le hice la consulta sobre quién había dicho esto de “Sobar a Camila” y “dar leche de magnesia” y me dijo que el doctor Muñoz. Procedieron a colocar una sonda “Naso gástrica”, para lo que el Dr. Arias me pidió que saliera del consultorio. Obedecí de inmediato con lágrimas en los ojos. Aquí me gustaría resaltar los siguientes puntos:

La actitud del Dr. Arias tan concentrado en su trabajo, precisó en las preguntas, de una presencia humilde pero a la vez tan profesional en toda su labor.

El cambio de actitud del Dr. Muñoz al presentarse el Dr. Arias, ahora el Dr. Muñoz era atento y prestaba mucho más atención. Siempre enfocado en el Dr. Arias más que en la paciente. Tiempo después supe que el Dr. Arias tiene un puesto de Jefatura.

Estando fuera del consultorio y de forma inapropiada y prepotente (en voz alta y enfrente a varias personas) el Dr. Muñoz me pregunta: ¿Por qué llora?... No podía creer lo que estaba escuchando, entonces me volví a él y le dije: Perdón? Me lo repitió agregando que: “porqué llora? si su hija está bien!”……. Entre una mezcla de sentimientos y dolor por el sufrimiento de mi hija, no entiendo qué me detuvo de explotar en ira en ese momento tan extraño, en donde otra vez me sentía mal a causa del Dr. Muñoz.

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Jueves 10 de Junio del 2010, horas de la tarde: De inmediato llevamos nuevamente a mi hija a hacerle Rayos X de abdomen y ya para cuando salimos de ese cuarto ella estaba entrando en un estado de “shock” por lo que la pasaron al cuarto que tienen destinado para estos casos. Lloré desconsoladamente pues pensé que la iba a perder en ese momento. Luego de una larga espera, el doctor Arias salió y me informó lo que sucedía: Camila tenía el estómago perforado, me indicó que el doctor Molina casi llegaba pues era un hecho que había que intervenirla de emergencia, a los minutos el doctor Molina llegó, se presentó y me condujo junto con Camila hacia la sala de operaciones, la operación fue exitosa hasta el segundo día. Sábado 12 de junio del 2010, 4:30 pm: En el salón de pediatría, revisando el estómago y la herida de Camila, pude notar distención abdominal nuevamente. De inmediato le avisé a la enfermera quien a su vez llamó a la jefa de enfermeras, en efecto el estómago se había distendido considerablemente, a la vez que Camila empezaba a presentar nuevamente problemas respiratorios, y los síntomas de deshidratación nuevamente. Me preocupé cuando me indicaron que el doctor Molina estaba libre ese día y se encontraba fuera de Limón, pedí un pediatra para que la valorara, me indicaron que no había ninguno disponible en ese momento, las enfermeras muy atentas empezaron a buscar ayuda pues era notable el deterioro de Camila, hasta que finalmente una de ellas llamó al servicio de emergencias para que enviaran un médico a valorarla mientras llegaba la “médico de piso”, me encontraba totalmente desesperada pues no entendía muy bien ese “protocolo” que utilizan en casos de emergencias, finalmente me indicaron que el doctor que pidieron de emergencias estaba ahí, y para mi sorpresa enviaron al doctor Muñoz… no pude ocultar mi enojo y expresamente les dije a las enfermeras que no quería que ni él ni ningún otro médico general se acercara a mi hija pues yo quería alguien que supiera lo que hacía: el doctor Molina o un pediatra. A los minutos llegó la médico de piso: la doctora Simms, quién me pidió que me calmara, fue inútil su petición reiteré que no quería que ningún médico general se acercara a Camila, ella no insistió, supervisó la labor que realizaban las enfermeras y posteriormente salió del salón a conversar con el doctor Muñoz, ahí estuvieron largo rato y por dicha atendieron mi petición de no acercarse hasta que llegó el doctor De La Hoz, quién hizo unas cuantas maniobras, logró estabilizar la respiración de Cami y la deshidratación, pero ella para entonces pude observar que estaba fuera de sí, solo manifestaba que quería vomitar y en dos ocasiones deliró. Le pregunté al doctor De La Hoz si en la ausencia del doctor Molina él podía intervenirla a lo que me contestó que no porque el doctor Molina era el único cirujano pediátrico del hospital, le pedí con desesperación que la enviara entonces al Hospital Nacional de Niños, me dijo que no lo iba a hacer porque yo se lo pidiera sino porque eso era lo que seguía... Aquí quisiera enumerar algunos puntos:

Aunque comprendo que las solicitudes de los pacientes y sus familiares no son los procedimientos de referir a un paciente a un hospital, la razón por la que lo hacemos son los niveles de desesperación que pasamos y las experiencias previas en las que nuestros derechos son respetados en función de la fuerza de nuestras exigencias.

El Dr. De la Hoz al cerrar su referencia al HNN con el comentario de que no lo hacia por mi solicitud, son los comentarios que no son bien recibidos por los pacientes mucho menos por los familiares.

El Dr. De la Hoz también manifestó “que Camila estaba bien” lo cual me parece que es un comentario fuera de lugar, pues mi impresión es que al contrario, el traslado se daba debido a la mala condición de ella, por lo que el comentario lejos de calmarme, causó el efecto contrario. Recomiendo que se trate al máximo de omitir este tipo de comentarios.

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Finalmente se ordenó el traslado hacia el HNN en una ambulancia que no contaba con más que compartimentos para guardar cosas, la camilla y unas bancas donde sentarse, no vi equipo alguno, ni siquiera un gancho decente para guindar el suero (pese a que esta unidad era nueva porque hasta los asientos cubiertos por bolsas tenía) Una enfermera y la médico de piso nos acompañaron en el viaje.

La sirena de la ambulancia NO funcionaba y el chofer pese a las tres veces que la doctora le indicó que era CODIGO ROJO, nunca apresuró el paso, fue clara la molestia de la doctora.

Al pasar por las cercanías de Guápiles mi hija entró en paro respiratorio, de emergencia hubo que parar en el hospital de Guápiles para que la estabilizaran, le colocaron tubos para ayudarle a respirar para lo cual hubo que sedarla, desde ese momento sus ojitos se cerraron, jamás pensé que iba a ser para siempre, fueron momentos muy amargos. Continuamos nuestro camino hacia el Hospital de Niños sin una sirena que alertara a los conductores de la emergencia que presentábamos. La doctora Simms llamó al tránsito en San José para que nos escoltaran desde el edificio de La República, finalmente la sirena funcionó llegando a San José. Domingo 13 de junio del 2010, madrugada: En el salón de Emergencias del Hospital Nacional de Niño, mi hija ingresó con paro respiratorio nuevamente, casi paro cardíaco y con un desastre en su estómago…las 3 fisuras que encontró el doctor Molina se hicieron una sola, además se perforaron los intestinos. Ahí mismo en ese salón de emergencias la intervinieron pues no daba tiempo ni siquiera de pasarla a sala de operaciones. A partir de ahí la situación continuó empeorando por un periodo de 38 días, realizaron 4 intervenciones más, una infección que nunca cesó… se había apagado la voz de mi Camilita…nunca más la pude ver despierta, nunca más una sola palabra de su boca, mi chiquita ya no estaba….solo su cuerpo adolorido, saturado de medicamentos, como el Cristo crucificado: llena de heridas y llagas….probablemente con daño cerebral… qué momentos tan dolorosos! lo único que tranquilizaba un poco era saber que se encontraba en las mejores manos de este país, así que si mi chiquita fallecía sabía que iba a ser por cualquier cosa menos por negligencia de los doctores del Hospital Nacional de Niños. 21 de julio del 2010, 8:AM: En la unidad de Cuidados Intensivos se me informó que Camila había presentado un notable deterioro en las últimas horas por lo que los médicos a cargo del caso habían decidido no “maniobrar” más pues habían sido inútiles los esfuerzos realizados, mi resignación era evidente. A las 5: PM de ese día en la cama No. 10 de la Unidad de Cuidados Intensivos, se declara la muerte de mi hija Camila Solís Castro. Con respecto a la responsabilidad médica que intuyo en este caso y a la investigación que en principio yo quería se iniciara, era necesario realizar una autopsia, lo cual implicaba al menos un día y medio más en la medicatura forense para la entrega del cuerpo, a lo que me vi obligada a negarme a ese derecho con el objeto de poder acortar el dolor propio y el de mi familia. En medio del dolor que pasaba, comprenderán que era más importante darle santa sepultura a mi hija. Sin embargo escribo esta carta con el fin de que aunque no se llegue a sentar responsabilidad médica

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en el asunto, no se pase por alto la triste experiencia que a mi criterio muchas de las cosas que sucedieron, pudieron ser realizadas de mejor forma. Sin contar el coraje que siento la mayor parte del tiempo, gracias a Dios he tenido la fortaleza suficiente para continuar con mi vida, he logrado entender muchas cosas que no son fáciles de comprender, mucho menos de aceptar en una situación como ésta, y hoy día me siento con el derecho más que nunca de hacerles un llamado de atención, a todos ustedes quienes de una u otra manera manejaron el caso de mi hija, les solicito de la manera más respetuosa que se pongan en mi lugar y traten de ver las cosas desde la perspectiva de los familiares de los pacientes: sean niños o sean grandes, y que reflexionen sobre todo lo que expuse en este escrito. Analicen qué pueden hacer para mejorar la calidad del servicio de emergencias, pero sobretodo como inculcar en cada uno de los profesionales de la salud el respeto a la dignidad humana, y así evitar que la historia se repita. Es indescriptiblemente frustrante tener que salir de un servicio de emergencias con el paciente en igual o peor condición que con la que entró, ese sentimiento de impotencia es terrible, máxime tratándose de un niño, y ustedes deben de imaginar tal y como yo lo imagino que ese mismo sentimiento lo viven miles a diario en los hospitales y clínicas de este país. Algunos resuelven estas situaciones acudiendo a la medicina privada, sin embargo esa opción no esta al alcance de todos. Deben hacer conciencia; somos seres humanos los que llegamos a solicitar alivio, somos personas, sentimos dolor y lo que esperamos en esos momentos es poder salir de ahí con la esperanza de una recuperación, y no solamente salir porque es necesario dar espacio a los que vienen con un disparo en la cabeza, un paro cardíaco, o cualquier otro infortunio que evidencia un estado de gravedad. He vivido muchas experiencias en los centros médicos de este país por medio de mis hijos, principalmente con Camila viví incontables momentos de frustración y enojo pues han de saber que Camila era una niña especial quién tuvo muchos padecimientos a los cuales sobrevivió de manera casi milagrosa. Desde su nacimiento fue una lucha, en cada centro médico donde fue atendida: EBAIS, Hospitales de Guápiles y Heredia, Hospital Nacional de Niños y CENARE, ella fue una guerrera siempre, superó las expectativas de todo profesional que la trató, Camilita era única, un ser especial y su muerte causó profundo dolor en quienes tuvimos la dicha de conocerla pues esperábamos que una vez más saliera avante ante la adversidad como lo hizo tantas veces en su corta existencia. Con esta experiencia tampoco dejo de pensar en las madres de escasos recursos, de escasa educación; aquellas que por sus carencias se convierten en elementos dóciles de un sistema insuficiente y presencia de algunos “profesionales” que los mueven a otro lugar, solo para que “no estorbe aquí”. No dejo de pensar en las indígenas de Talamanca por ejemplo o de otras reservas donde es casi imposible la supervivencia, solo imagino cuántas de ellas ven morir a sus hijos al llegar a sus casas porque salieron de emergencias con el diagnóstico de “es un virus”. Cuántos deben esperar una ambulancia para poder regresar a sus hogares porque la situación económica es tan difícil que ni para los pasajes del bus de regreso alcanza, el paciente despachado casi muriendo de dolor para que al día siguiente tenga que volver a pasar por lo mismo: largas filas para ser atendido y en peor estado de salud que cuando ingresó la primer vez. Por qué tenemos que callar? Por qué tenemos que conformarnos con lo que el médico diga solo porque es el médico? Que se nos trate mal, de ignorantes y no necesariamente con palabras, Muchas veces debemos tolerar la falta de respeto de que ni siquiera nos vuelven a ver a los ojos cuando nos hablan porque nos ven como cualquier cosa. Con quien creen que están tratando? A veces parece que se nos considera de un nivel inferior a los que pagamos los servicios de salud de

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forma solidaria, a diferencia de los que lo hacen de forma directa. Parece que se nos puede tratar como quieren sin derecho a reclamar o a no aceptar sus diagnósticos. Esto no puede ser. Será que hemos llegado a que los profesionales en la salud se deciden por desarrollarse profesionalmente en este campo solamente por lograr “estatus”? afán por ser reconocidos socialmente y no por vocación? Vocación? La vocación muchos no la conocen, el humanismo, la calidez humana, la humildad de reconocer cuando no se tiene el conocimiento de algo en la vida o cuando se cometen errores, el respeto hacia la dignidad humana son valores que debieran de prevalecer en todos y cada uno de los profesionales de la salud de este país. Puedo entender que el ambiente en la zona de Limón en general es pesado, no es fácil lidiar día a día con las situaciones particulares de la zona, de las personas, pero no por eso tienen que trabajar de mal humor o tratando a los pacientes de forma inferior…..precisamente por eso se necesita la vocación , si hay vocación indiferentemente del caso hay deseos de servir y de hacer lo que se nos enseñó con el empeño que amerita, no olvidar que cada persona y cada caso es diferente y especialmente tratándose del servicio de emergencias cada caso debe de tratarse como tal: UNA EMERGENCIA, con la atención y el cuidado que se merece, porque nunca sabremos si ese paciente saliendo del hospital muere, o a las horas, o a los días y quizá solo por no haber dado lo mejor de nosotros; y habrá alguno que conozca la suerte de su paciente y quizá ya sea muy tarde para actuar como sabía desde el principio que debía actuar. Pregúntese si usted es uno del montón, y si no lo es, empiece desde ya a marcar la diferencia. Por favor no sean indiferentes ante el dolor ajeno, preocúpense como si se tratara de un familiar, como si se tratara de sus propios hijos en el caso de los pacientes niños……a veces solo se necesita un poco de sentido común para actuar correctamente. Señores: Perdí a mi hija! a pesar de mi Fe, la perdí…como se sentirían ustedes en mi lugar? Sin más por el momento me despido,

Atentamente:

Lindsay Solís Castro Cédula 7-138-666 Teléfono: 8966-3385

e-mail: [email protected] Psd: Debo expresar mi admiración y respeto al doctor Molina y el doctor Arias por su humildad, capacidad y don de gentes. No hizo falta interactuar mucho con ellos para reconocer la calidad de ser humano que llevan dentro y la vocación que tiene para servir. Tiene un lugar especial en mis recuerdos y ruego a Dios para que cada día se gradúen de las Universidades de éste país profesionales como ustedes, cuenten con un angelito más que les cuidará desde lo alto, pues ella supo que ustedes hicieron lo mejor que pudieron. Definitivamente es una bendición tenerlos laborando en el Hospital Tony Facio.

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C/c: Dr. Arias. Emergenciólogo Hospital Dr. Tony Facio. Dr. Julio Molina Arias. Cirujano Pediátrico Hospital Dr. Tony Facio Dr. Cesar De La Hoz De La Hoz. Pediatra Hospital Dr. Tony Facio Dr. Homero Claros Cassab. Pediatra Hospital Dr. Tony Facio Dr. Mario Masís Médico General Hospital Dr. Tony Facio

Dr. Francisco Muñoz Villalobos Médico General Hospital Dr. Tony Facio Dra. Simms. Médico General Hospital Dr. Tony Facio

Dr. Rafael Contreras Médico General Área de Salud de Siquirres. Dr. Diego Alonso Díaz Médico General Área de Salud de Siquirres. Dirección médica Área de Salud de Siquirres. Dirección médica Hospital Dr. Tony Facio Limón.

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Mateo 18:1-6 En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en

el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os

digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que,

cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y

cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Y cualquiera que

haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al

cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.