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Esperé Tres Meses (Publicado en mi blog G. Gherardi Ingenieros el 31 de octubre de 2014) Mi primer cliente llegó en tres meses valió la pena esperar. Mi primer negocio fue lo mejor de mi vida, realmente lo mejor y le doy a gracias por lo que soy ahora, me concedió lecciones de vida empresarial y personal. Fue el año 1990, aún estudiaba en University of Miami, Florida. Me arrancó lágrimas, muchas noches sin dormir. Me concedió satisfacciones y recóndita felicidad. Me dio el placer de un arraigado sentimiento de éxito, el cual quieres, deseas y haces todo por experimentarlo varias veces, cada vez que tienes una idea. Busqué el nombre, la registré en el estado de Florida, busqué la oficina, compré de todo, computadoras de 500MB de disco duro (¡lo máximo en ese año!), escritorios, sillas, teléfonos y una cafetera, es decir me gasté ¡todo, pero todo lo ahorrado en mi gran sueño! Crear la publicidad, en esos años: marketing directo, generar las bases de datos de las páginas amarillas en un Excel muy básico, nombre por nombre. Imprimir los sobres, las cartas, separarlos por ciudad y estado. Noches tras noches, debido a que por las mañanas iba a clases. Con desesperación terminaba mis tareas, lo proyectos de la universidad para continuar con el sueño de un negocio propio. Envié las cartas, me programé para esperar de 3 a 4 días por alguna respuesta, sabiendo y tomando en cuenta que el servicio postal de Estados Unidos entrega localmente de un día o dos. Nada de nada… Ni una sola respuesta, sólo cotizaba. Cambiando mis propuestas, trabajando por otro lado para financiar mi propio negocio todo lo que había ahorrado era sólo papel impreso y estampillas, sobres enviados sin fruto, así llegué a pensar. Ya no podía seguir enviando cartas, esperé tres meses y mi primer cliente envió su cartucho, incluyendo un cheque por US$45.95 desde el estado de Washington DC. Mi primer reciclado de cartuchos para impresoras. Totalmente turbada por la emoción de mi primer cliente y mi primer trabajo. Aquellos tres meses fueron llenos de incertidumbres, sensaciones de vacío, de ansiedades, y la famosa pregunta ¿por qué ellos y yo no? ¿Qué estoy

Esperé Tres Meses

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Esperé Tres Meses (Publicado en mi blog G. Gherardi Ingenieros el 31 de octubre de 2014) Mi primer cliente llegó en tres meses valió la pena esperar. Mi primer negocio fue lo mejor de mi vida, realmente lo mejor y le doy a gracias por lo que soy ahora, me concedió lecciones de vida empresarial y personal. Fue el año 1990, aún estudiaba en University of Miami, Florida. Me arrancó lágrimas, muchas noches sin dormir. Me concedió satisfacciones y recóndita felicidad. Me dio el placer de un arraigado sentimiento de éxito, el cual quieres, deseas y haces todo por experimentarlo varias veces, cada vez que tienes una idea. Busqué el nombre, la registré en el estado de Florida, busqué la oficina, compré de todo, computadoras de 500MB de disco duro (¡lo máximo en ese año!), escritorios, sillas, teléfonos y una cafetera, es decir me gasté ¡todo, pero todo lo ahorrado en mi gran sueño! Crear la publicidad, en esos años: marketing directo, generar las bases de datos de las páginas amarillas en un Excel muy básico, nombre por nombre. Imprimir los sobres, las cartas, separarlos por ciudad y estado. Noches tras noches, debido a que por las mañanas iba a clases. Con desesperación terminaba mis tareas, lo proyectos de la universidad para continuar con el sueño de un negocio propio. Envié las cartas, me programé para esperar de 3 a 4 días por alguna respuesta, sabiendo y tomando en cuenta que el servicio postal de Estados Unidos entrega localmente de un día o dos. Nada de nada… Ni una sola respuesta, sólo cotizaba. Cambiando mis propuestas, trabajando por otro lado para financiar mi propio negocio todo lo que había ahorrado era sólo papel impreso y estampillas, sobres enviados sin fruto, así llegué a pensar. Ya no podía seguir enviando cartas, esperé tres meses y mi primer cliente envió su cartucho, incluyendo un cheque por US$45.95 desde el estado de Washington DC. Mi primer reciclado de cartuchos para impresoras. Totalmente turbada por la emoción de mi primer cliente y mi primer trabajo. Aquellos tres meses fueron llenos de incertidumbres, sensaciones de vacío, de ansiedades, y la famosa pregunta ¿por qué ellos y yo no? ¿Qué estoy

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haciendo mal? La competencia me apabullaba, no tenía ganas de seguir pero cuando me levantaba decía hoy será diferente, hoy me llamará mi primer cliente. Me sentaba en el balcón de mi departamento sólo para pensar si sigo adelante o no. Hablaba con conocidos, amigos y familiares. Me decían mejor sigue trabajando, es decir, sigue trabajando para el sueño de tu jefe. No hice caso y seguí adelante, seguí lo que sentía en mi corazón. Después de un año renuncié a mi trabajo, me gradué como Ing. Industrial. Desde 1991 trabajo para mí hasta el día de hoy. Vendí la cartera de clientes después de algunos años a mi competencia y cerré la empresa, con mi querida primera empresa conocí personas espectaculares, grandes profesionales (mi primera planilla) y clientes. Me sentí satisfecha y el mundo me pertenecía, porque se iniciaba otra etapa de mi vida, el inicio de otro negocio, consultoría de ingeniería. Había ahorrado dinero para seguir con mi nueva aventura empresarial, la satisfacción fue inmensa. Los recuerdos que tengo de esa sublime época no tienen valor monetario. Mi primer negocio y la espera de 3 meses, me enseñaron a tener fortaleza, salir y permanecer lejos de mi zona de confort, controlar pensamientos negativos, escuchar mi corazón con detenimiento y seguirlo, lograr objetivos a pesar de los obstáculos, tomar decisiones y lo principal de todo, no destruir mis sueños por miedo, dar sin esperar nada a cambio, sembrar y cosechar, enseñar y ayudar. Un aprendizaje diario y continuo. Alejo lo negativo y me enfoco en mi sueño, convertirlo en realidad y con pasión, en lo que puedo dar, en lo que puedo enseñar, en lo que quiero hacer, lo que da un valor agregado para todos, clientes y colaboradores. Creo que una persona sin sueños no tiene vida, no es feliz, siempre existe un “hoy” para empezar, sin esperar el “mañana”. Los sueños nos hacen tomar decisiones y nos llevan a las acciones del futuro con determinación y sin titubeos ni indecisiones. Esperar tres meses por mi primer cliente, fue la mejor decisión que pude tomar, tuve paciencia y creí fervientemente. Gracias a mi primer negocio, Customer Programmer LC, lo llevo en el corazón por siempre. Gloria E. Gherardi G. Gherardi Ingenieros

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