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1 Emprendiendo con cabeza, corazón y vida En tiempos de crisis global como los presentes, con mercados hundidos, cifras de desempleo crecientes, problemas generalizados de liquidez o solvencia, retraimiento de los inversores tradicionales, se extiende el convencimiento de que los buenos tiempos no volverán a ser los mismos y crece la presión social para que las instituciones de gobierno y regulación hagan su parte, todas las miradas se dirigen a una figura que va camino de ocupar el puesto de las míticas “estrellas del rock”: El Emprendedor. El esperado héroe para apuntalar la salida de la crisis. Desde 1911 en que Schumpeter introdujo al dinamismo emprendedor como la clave para explicar la innovación y el desarrollo económico, se ha avanzado muy desigualmente en extraer las consecuencias practicas que se derivan de la estrecha relación que existe entre una sociedad abierta y la sociedad emprendedora, impulsando con valores y acciones consistentes la emergencia de emprendedores con alto impacto. La visión schumpeteriana que definía al emprendedor como “ un individuo creativo que encuentra nuevas combinaciones de los factores de producción, desarrollando nuevos productos, creando nuevos mercados o diseñando una nueva tecnología” motivado por el propio hecho de emprender, de “hacer su cosa”, por sus deseos de independencia y logro, sigue teniendo plena vigencia. Lo que hace a un emprendedor: su propia naturaleza - actitud hacia el riesgo, inteligencia, autoconfianza - y/o el entorno favorable, su origen familiar y sus redes sociales, sigue siendo investigado y debatido en los foros académicos. En cualquier caso la figura del emprendedor, capaz solo o en compañía de otros de crear empresas destinadas a competir, crecer y durar ( a diferencia de quien se limita a hacer negocios puntuales, de toma el dinero y corre, sin estructurar una organización autosostenible o al autoempleo), generando las rentas y empleos del futuro, es reconocida como el actor clave de la prosperidad de un territorio. Cuando se esta abocado a la transformación inexorable del modelo económico canario, la mayor o menor presencia de estos “agentes de cambio” con estrategias ambiciosas en el ámbito internacional, vocación de liderazgo en su oferta de productos o servicios y compromiso con su entorno local resulta determinante. Contar con más emprendedores – innovadores (que atrapan oportunidades y crean amplias franjas de productividad y riqueza) es un indicador tanto más valioso que la disponibilidad de más recursos naturales para apreciar las posibilidades de mejora de una región. De acuerdo a los últimos datos del estudio periódico GEM (Global Entrepeneurship Monitor - Canarias 2008 ), se evidencia un acusado retroceso de la actividad emprendedora al hilo de la ralentización económica, después de un periodo de prolongado crecimiento - muy ligado a iniciativas de

Emprendiendo Con Cabeza Corazon Y Vida

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Emprendiendo con cabeza, corazón y vida

En tiempos de crisis global como los presentes, con mercados hundidos, cifras de desempleo crecientes, problemas generalizados de liquidez o solvencia, retraimiento de los inversores tradicionales, se extiende el convencimiento de que los buenos tiempos no volverán a ser los mismos y crece la presión social para que las instituciones de gobierno y regulación hagan su parte, todas las miradas se dirigen a una figura que va camino de ocupar el puesto de las míticas “estrellas del rock”: El Emprendedor. El esperado héroe para apuntalar la salida de la crisis.

Desde 1911 en que Schumpeter introdujo al dinamismo emprendedor como la clave para explicar la innovación y el desarrollo económico, se ha avanzado muy desigualmente en extraer las consecuencias practicas que se derivan de la estrecha relación que existe entre una sociedad abierta y la sociedad emprendedora, impulsando con valores y acciones consistentes la emergencia de emprendedores con alto impacto. La visión schumpeteriana que definía al emprendedor como “ un individuo creativo que encuentra nuevas combinaciones de los factores de producción, desarrollando nuevos productos, creando nuevos mercados o diseñando una nueva tecnología” motivado por el propio hecho de emprender, de “hacer su cosa”, por sus deseos de independencia y logro, sigue teniendo plena vigencia. Lo que hace a un emprendedor: su propia naturaleza - actitud hacia el riesgo, inteligencia, autoconfianza - y/o el entorno favorable, su origen familiar y sus redes sociales, sigue siendo investigado y debatido en los foros académicos.

En cualquier caso la figura del emprendedor, capaz solo o en compañía de otros de crear empresas destinadas a competir, crecer y durar ( a diferencia de quien se limita a hacer negocios puntuales, de toma el dinero y corre, sin estructurar una organización autosostenible o al autoempleo), generando las rentas y empleos del futuro, es reconocida como el actor clave de la prosperidad de un territorio. Cuando se esta abocado a la transformación inexorable del modelo económico canario, la mayor o menor presencia de estos “agentes de cambio” con estrategias ambiciosas en el ámbito internacional, vocación de liderazgo en su oferta de productos o servicios y compromiso con su entorno local resulta determinante. Contar con más emprendedores – innovadores (que atrapan oportunidades y crean amplias franjas de productividad y riqueza) es un indicador tanto más valioso que la disponibilidad de más recursos naturales para apreciar las posibilidades de mejora de una región.

De acuerdo a los últimos datos del estudio periódico GEM (Global Entrepeneurship Monitor - Canarias 2008 ), se evidencia un acusado retroceso de la actividad emprendedora al hilo de la ralentización económica, después de un periodo de prolongado crecimiento - muy ligado a iniciativas de

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colectivos con dificultades de inserción (inmigrantes y mujeres)-, una reducción del tamaño medio de las iniciativas emprendedoras y una cierta inercia hacia actividades de limitado alcance tecnológico e innovador.

Los expertos consultados por GEM Canarias señalan que alcanzar mejores tasas de emprendimiento en la región vendrían dadas por una mayor atención por parte de las políticas gubernamentales, el apoyo financiero y la educación y la formación.

A partir de múltiples experiencias podría establecerse la hipótesis de un tejido emprendedor canario muy volátil y vulnerable, con un entorno institucional y de mercado interior poco favorable, ciclotímico y con baja motivación duradera, más centrado en la necesidad y la supervivencia que en el esfuerzo continuado en búsqueda de un éxito significativo. Unos emprendedores con un escaso reconocimiento social y que perciben que los incentivos están en otros ámbitos ( más en la relación con las administraciones que en el mercado) y prácticas ( más en “el chollo” de una oportunista renta de posición que en una estrategia competitiva con una oferta valiosa) .

Acciones de apoyo a los emprendedores no han faltado, las buenas voluntades declarativas tampoco, pero siguen subsistiendo demasiadas “ventanillas únicas”, demasiada fragmentación, incoherencia o solapamiento de actividades de bajos resultados, salvo notables excepciones.

Las apelaciones a emprender para salir de la crisis, deben venir respaldadas por cambios sustanciales en valores, comportamientos y esfuerzos sostenidos que les den credibilidad. No es asunto fácil, ni con resultados a corto plazo.

Hay muchas evidencias de que la trayectoria inmediata juega en contra: Muchas ideas peregrinas , pocos proyectos relevantes. Universitarios que han venido recibiendo una formación más de hacer que de crear, de seguir que de liderar, de seguridad letal que de riesgo calculado. Los titulados más capacitados han venido recibiendo fuertes incentivos de mayor estabilidad o mejores condiciones de trabajo de las administraciones públicas. Un buen número de jóvenes talentos emigran sin retorno por no encontrar un tejido productivo propicio que acoja y reconozca sus potencialidades. Pocos éxitos exhibibles que actúen como potentes atractores de nuevas vocaciones. Se sigue aceptando socialmente mal el fracaso, se aprende poco de los errores. Demasiada emprendeduria replicante, de franquicia, de “aquí también” y de “que bueno vivir aquí”. Los islotes emprendedores son, por indicar el buen camino, ejemplos a mimar y resaltar.

Hay que dejar claro que la emprendeduria no puede ser una receta para todos ( mejor evitar las apelaciones de quienes desde la respetable vía de la seguridad animan a otros a hacer lo que ellos no han hecho), siendo en su caso una más de las opciones personales de empleo. Estimular el espíritu emprendedor no solo debe buscar que haya más emprendedores, también ha de lograr que estos los sean de más calidad, con menores tasas de fracaso

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y más relevancia económica en sus éxitos. Animar a emprender a personas que no reúnen la preparación, los recursos y las capacidades adecuadas, puede tornarse así en un ejercicio de irresponsabilidad.

Por eso emprender sí, pero con ritmo de bolero: con Cabeza, Corazón y Vida.

Cabeza, para armar un buen proyecto empresarial, con un modelo de negocio bien fundamentado, en el que la feliz idea original haya adquirido la forma adecuada. Corazón, por que un emprendedor no se hace en un aula de negocios, emprender es un proceso emocional, una cuestión de carácter, una ilusión eficiente, una pasión con potencial económico. Y Vida, porque solo los que acepten la incertidumbre continua, el manejo placentero de la misma, el propio acto de emprender como modo de realización personal, disfrutaran y sufrirán saliendo adelante.

Fernando Sáenz-Marrero

Ingeniero Industrial y Economista

Socio-Director de EDEI Consultores