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AMORFISMOS © Julio Pollino Tamayo [email protected]

"AMORFISMOS" (2008) Julio Pollino Tamayo

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AMORFISMOS

© Julio Pollino Tamayo [email protected]

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A Laura.

A nuestras familias.

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¡Qué salada la muerte!

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Eres mi amigo porque te desprecio porque siento que a tu lado podría matar. Nunca parabas quieta ahora sí que remedio. Dicen que antes de hundirte movías los brazos como una bailarina. Y sin embargo tu muerte no me hizo feliz. Trato de olvidar que la muerte me acecha en cada latido. Solo tengo que alegar que me maté en defensa propia. Pienso en la muerte y sonrío. -Será mejor que me esperes abajo. Sólo pudo distinguir su pelo a la altura del segundo.

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La muerte pasó delante del armario conteniendo la respiración. El muerto cruzó el semáforo en rojo. Me niego a aceptarte muerte, aunque vengas bailando. No era la primera vez que intentaba saltar pero sí la última. Se aferraba con todas sus fuerzas al balcón apenas pude acariciar sus manos un instante. Se presignó y se introdujo en la niebla. Pasear por un cementerio es alejar la muerte. La única forma de huir de la muerte es suicidarse. La muerte es un interlocutor atento. La muerte es un viaje con la vuelta abierta.

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Si el corazón late la muerte se dilata. Con las flores del cementerio hacía perfumes. Con las flores del cementerio se hacía caldos. El gran defecto de la muerte es que le faltan los títulos de crédito. La muerte siempre llega fuera de campo. Con los años solo se acordaban de él en los entierros. La muerte lleva capa para que no se le marque el culo. La muerte se siente sola. La muerte se sienta sola. La muerte no tiene con quien hablar.

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La muerte es una vivales. Le acompaño en los sentimientos. Le acompaño en el pensamiento. Hasta que la muerte nos prepare.

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El amor, ese gran desconocido

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Colecciono uno a uno tus desprecios voy a hacerme una bufanda con ellos. Hazte a un lado cariño no quiero que te salpique la sangre. Siempre la seguía hasta su casa hasta que un buen día desapareció. Me quedé con tu anillo nunca sabrás que lo he perdido. Recuerdo que siempre me aferraba a ti para no resbalarme tu cuerpo amortiguó mi caída. Hoy me ha humillado por primera vez vuelvo a creer. Sin tus cartas llegó el frío dejaron de alimentar el fuego. Cada vez que me acaricias siento el filo de una navaja.

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Como cada noche te esperaba en el puente con la esperanza de que esta vez no aparecieras. Al día siguiente fingió cruzar la acera para no encontrarse. Mañana estaremos juntos le susurraba todas las noches al oído. La miró de soslayo con aprecio. Se acostumbró a escuchar sus pasos todas las noches antes de acostarse. Solo cuando se hacía el silencio apagaba la luz. Algunas noches la oía llorar y acariciaba la pared hasta conseguir calmarla. Esperó dos horas a que saliera de la tienda y la acompañó a su casa desde la otra acera. La inconsistencia residía en que él no era lo que parecía y ella no quería aparecer.

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No se miraban nunca a los ojos permanecían durante horas observándose de reojo. Una vez al año se veían en el cementerio y como todos los años no sabía que ponerse. Trató de analizar lo que sentía por ella y se dio cuenta de que le faltaba el sujeto. Desde que dormían en habitaciones separadas era raro el día que no soñaban juntos. Era la primera vez que la veía desnuda no pudo evitar sentir frío. Amar es dividir multiplicando. El amor es un sentimiento con eco. Enamorarse es un apretón del alma.

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Solo empezó a preocuparse el día que le prometió que nunca la haría daño.

Enamorarse es perder el juicio con recurso de apelación. Cuando se dio cuenta de que la deseaba renunció al anarquismo. Le veía por todas partes sabía que era imposible pero le veía por todas partes trató de encontrar una explicación y la única que le convencía era que había olvidado su cara. Cuando la vio desnuda no pudo evitar fijarse en el tete. La pasión es una necesidad disfrazada de sentimiento. El sexo es un disparo con retroceso. Me dijeron que habías muerto y todavía dejo la puerta abierta por si llegas tarde.

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El amor sin odio es amor de conveniencia. Enamorarse es una ilusión óptica. Los enamorados solo tienen un ojo. En amor la única venganza es el olvido. Fue consciente de que ya no le amaba cuando empezó a reconocerlo solo en fotografía. Habían sido novios de mentira en el colegio hicieron la comunión juntos en el instituto compartieron pupitre estudiaron la misma carrera y con 40 años como todo el mundo preveía se cansaron. El amor no tiene coste de oportunidad. Sólo salía con mujeres que se llamaban igual que su padre.

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Toda caricia es un desliz. El deseo es un antojo embarazoso. Las discusiones las evitaban mordiéndose las lenguas. El amor se destila con odio. El amor sin sexo es amor seguro. Enamorarse es un calentón con apariencia de sentimiento. Del enamoramiento al amor se llega suprimiendo sílabas. En-amor-miento. Repasando la cuenta del frutero se dio cuenta de que le echaba de menos. Después de hacer el amor lo deshacían.

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Sin el amor la vida sería amorfa. El sí tiene más letras que el no. El amor es un cristal tintado transparente desde dentro opaco desde fuera. El amor es una recta una recta que se curva pero que no puede dejar de ser una recta. El amor se lo tomaba muy a pechos. Espera es pe ra Les gustaba hacerlo al trasluz.

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De la literatura no me libro

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Ya en casa decidió arrancar la última página de todos los libros. Quemar un diario es una rebelión contra el destino. Aprovechó un despiste del librero para introducir Entre visillos en la sección de literatura rusa. Los libros reunidos en asamblea decidieron no publicarlo. Siempre supo que sería escritor a los 70 años publicaron su esquela. Siempre ponía los libros tumbados de pie no la dejaban salir. Solo faltaban dos párrafos para terminar el libro cuando de repente cayó la noche. Uno a uno fue leyendo todos sus libros como venganza. -Ten fe. Le dijo la errata.

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Rechazó la esquela porque tenía faltas de ortografía. La oscuridad le daba mucho miedo siempre dormía abrazada a un libro. Tan pronto escribía como pintaba sin venir a cuento. Todos los años le regalaba el mismo libro por si acaso lo perdía. Las cartas de amor las escribía con típex. Cuando no podía dormir se leía cuentos. Las cuentas son la literatura de las matemáticas. Prohibieron la lejía en las bibliotecas. Utilizaba las comas como contrapunto. La palabra humedad moja más que la lluvia.

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Un epitafio es una dedicatoria escrita con sangre. Escribir es enjaular palabras con vistas al mar. La mejor manera de olvidar las cosas es escribirlas. Regalar un libro a un desconocido es un delito de omisión. La poesía de verdad se expira. Bautizó a todos sus hijos con pronombres. Era tan bruto que escribía en hojas de afeitar. A los libros malos en otoño se les caen las hojas. Amar es una interrogación llena de exclamaciones. Guardaba sus sentimientos entre comillas.

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Enamorarse es un punto y aparte. Amar un punto y seguido. Retocar un texto es quitarle las legañas. Escribir es columpiarse con red. Su primer cuento lo escribió con una sopa de letras. Los libros ya leídos los colocaba tumbados. Por error colocó Madame Bovary al lado de Anna Karenina. Al día siguiente el libro yacía en el suelo. Forró todos los libros de su biblioteca para evitar contagios. Le daba tanta pena terminar los libros que los empezaba por el final. Coleccionaba libros en los que el personaje principal se llamaba como ella.

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Al poco de irse el lobo Caperucita se dio cuenta de que la casa que le había indicado no era la de su abuelita. Cenicienta tenía los pies hinchados de tanto trabajar.

-Estarías más guapo sin barba. Barbazul agachó la cabeza y miró al suelo. No había forma de despistarla Wendy siempre le acababa encontrando. Era un niño insoportable cansada de aguantarlo salió en busca de Gerda. Como posavasos utilizaba libros de Bukowski. En su cartera llevaba una foto de su libro favorito. Aprovechaba las facturas para escribir su diario. Escribir es dejar las ventanas entornadas.

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Las agendas son diarios encubiertos. Cuantas más pulsaciones menos pulso narrativo. Los libros de Sartre los tenía envasados al vacío. De noche la palabra despacio es más lenta. Le encantaba el deporte en los dictados se saltaba los vayas. Para qué conoció a por qué y se enamoraron sin saber cómo. Escribir provoca resaca. Condimentaba las frases con palabras picantes. Alineaba las palabras por sabores. Dependiendo del tiempo utilizaba adjetivos o adverbios.

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Los artículos los escribía con lápices de colores. Cuando estaba cansado ponía más puntos. Conjuraba sus miedos deletreándolos. Con los años las cartas de amor acaban pareciendo prospectos. Escribió su declaración de amor en un globo. Conjugaba sus ganas de morir escribiendo verbos. Los libros se inclinan a mi paso se aburren en la estantería. Tengo que devolver el libro empieza a oler a sudado. -¡A otra le vas con ese cuento!. Contestó Blancanieves.

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Las descripciones son charcos. Los monólogos interiores goteras. Perdió la fe en un charco de tinta. A pesar de la transfusión de tinta no pudo terminar el libro. Después de escribir un poema lo tendía al sol. Golpeaba las palabras hasta conseguir que cantaran. Recitaba los números con tal pasión que no importaba el resultado. Antes de entregar las redacciones las planchaba. Al Ulises de Joyce le puso un asa. Durante el verano quitaba la cubierta a los libros.

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De almohada utilizaba un libro de Antoniorrobles. Los poemas hay que regarlos una vez por semana. Durante años había vivido plácidamente y sin preocupaciones en la biblioteca. Hasta el día en que corrió el rumor de que lo iban a poner en depósito. Los libros infantiles con los años crecen.

Las dobleces en las hojas son respiraderos. Los libros que no le gustaban los convertía en confeti. La palabra imborrable no había manera de borrarla. Leía tan deprisa que le entraba hipo. Escribía cuentos arrancando una hoja de sus libros favoritos y barajándolas.

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¡Quién teme al lobo feliz! -¿Hoy no escribes? -Hoy libro. Las cartas de amor son letras con vencimiento. Para pagar la hipoteca protestaba letras. Como fondo de armario tenía una biblioteca. Era un escritor sin papeles. Su primer gran éxito de ventas lo escribió con letras de cambio. Un crítico es un escritor que ha perdido los papeles. Las palabras duermen en letras separadas. Cuando estaba enamorada ponía más acentos.

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Los libros infantiles nunca los dejaba solos. Los libros de Cioran los colocaba cerca de la ventana para que les diera el sol. Los libros eróticos por la noche huelen a mojado. Las ediciones de bolsillo las guardaba en perchas. Los libros más finitos los acolchaba. Los buenos propósitos los escribía en papel de fumar. Los libros de terror los escondía debajo de la cama. Los libros de cocina los escribía en ayunas. Siempre que moría un escritor encuadernaba sus libros.

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La vida se rebela

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Introdujo las manos en los bolsillos sabía que la encontraría al doblar la esquina. Como venganza dejó que le adelantase justo en la línea de meta. Los coches pasaban a intervalos de tres segundos decidí esperar a que fueran cuatro para volver a casa. Apagó la luz por miedo a aburrirse. Introdujo las notas por debajo de la puerta seis notables y un suficiente. Tiene que ser difícil soñar cuando se tiene miedo. El túnel se estrechaba a cada paso opté por quitarme los zapatos. El relámpago iluminó el fondo del agujero. Día a día recogía los pelos de la almohada y los introducía como relleno en el cojín.

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Al cabo de unos segundos dejé de flotar tenía los ojos llenos de lágrimas pero al menos ya no me dolía. Caminé en silencio hasta llegar a casa la puerta estaba abierta. El camino parecía interminable decidió darse la vuelta. De la cocina llegaban ruidos conseguí llegar a la habitación sin que se dieran cuenta. Saltó del columpio por miedo a caerse. Por tercer día consecutivo la cajera le devolvió de más. Rompió su promesa y se dejó colar. Se dio cuenta con alivio de que no había remedio. No supe que contestarle recogí sus cosas y me fui.

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Era la segunda vez que le despedían por llegar pronto. El sol se filtraba por la persiana encendí la luz. Probó con otra llave pero tampoco se abría dio media vuelta y se subió al reno. Les gustaba mirar su reflejo en la tienda de fotografía. Estuvo a punto de tirarlo pero en el último momento prefirió quemarlo. La ventana se abría hacia dentro o hacia fuera dependiendo del tiempo. Nunca abría las cartas antes de las 6. Le interrogaron durante tres días seguidos al cuarto le pidieron por favor que se callara. Se duchaba vestido para no mojarse.

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Camino de casa se dio cuenta de que había perdido la esperanza. Al acostarse cerraba la puerta por fuera. La escarcha del jardín parecía pintada. El día de su boda debajo del chaqué llevaba el pijama. Cambió la moqueta del salón por césped. Eran tan pesada que al hablar arrastraba las letras. Ser el único descendiente le sirvió para ascender. Coleccionaba servilletas pertenecía a una familia sin mancha. Se trasladó a vivir al sur para no perder el norte.

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Era tan tímido que taponó la mirilla. Cuando cruzaba el puente no podía evitar sentirse observada. Guardaba cada cosa en una caja los abrazos los encerraba con llave. Al salir de misa se sentía desnuda. A pesar de ser virgen sabía que era padre lo intuía observaba a todos los niños del parque buscando un parecido. Fingía que no tenía trabajo para que no le agobiaran. Cuando tenía ganas de cotillear se acercaba a escuchar el rumor de la fuente.

Los domingos cuando bajaba de la montaña a la ciudad se notaba más bajito.

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Era profundamente cristiano solo desayunaba galletas maría y magdalenas. Todo lo hacía bien excepto nadar. Entró a por uvas y salió como vino. Era el único supermercado en el que los productos estaban ordenados por orden alfabético. La belleza lo era todo para él en su casa no había espejos. Para no despertarla dormía debajo de la cama. Miraba a los ojos como si fueran espejismos. No era tristeza era la sensación de que si no lloraba no sentía sus ojos.

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Hay días en los que hasta la mierda es transparente. Para ver claro se ensuciaba las manos. Fuera de Inglaterra no sabía donde esconderse. Como no se decidían porque nombre ponerle le pusieron Margarita. Echaba de menos la cárcel decidió buscar trabajo. No soportaba las preguntas se sentía cuestionado. Esperanza siempre llegaba tarde a las citas. El desierto por la noche huele a lluvia. Era aficionada a las penas cuando se reía se sentía culpable.

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Le daba vueltas a las cosas hasta conseguir darles la vuelta. Cuando no tenía nada que decir hablaba. Un bajito sentado es un bajito. De propina le daban cupones. El día que se puso gafas la perdió de vista. Eran tan abiertos que no tenían puertas. A pesar de ser topógrafo comía sin medida. El día que perdió la esperanza recobró la ilusión. Los días de niebla todo parece un decorado sin terminar. Era tan sensible que tenía la sangre transparente.

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Le gustaba mirar el reflejo del agua en el cielo. Era muy celosa de su intimidad los días de viento no salía de casa. Dio a luz a oscuras. Antes de cruzar las piernas se santiguaba. Un cuñado es una cuña sin puerta. En invierno era más frío. El hombre invisible era un calvo de 40 años. Cambiaba para que no la cambiaran. Cuando perdió el sentido del humor su vida dejó de tener sentido. Apenas soportaba las penas.

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Detrás de las nubes había alguien que lo espiaba de eso no le cabía ninguna duda. De tanto nadar se volvió nihilista. Sin lugar a dudas era el más vello. No quería cambiar el mundo solo moverlo de sitio. Caminaba por la calzada para evitar que lo atropellasen los peatones. Se hizo ladrón para liberar canarios. Sino fuera por la tristeza la vida sería algo muy triste. La luz de la luna es de bajo consumo. La recogí del suelo se retorcía de color.

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Ten siempre las orejas abiertas y no dejes que el viento te escupa en la mano. Lo piensaré. Tras el impacto se fue deshaciendo en elogios. Era tan dulce que vomitaba caramelos. Dividía lo que la restaba en sumas iguales.

Cuando dejó de llevar sombrero le salieron hongos. Dios no firma sus obras para evitar prejuicios. Eran tan hablador que aburría a las orejas. El viento es un salido. Dejó de creer con tanto fervor que se metió a cura.

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Durante la inquisición se prohibió el uso de levita. En la siesta se ponía cascos para que nadie oyera sus sueños. Los despidos los decidía con el juego de las sillas. Su vida era de un gris reluciente. Tras dos días de tensa búsqueda encontraron su cuerpo en un fondo de pensiones. En Facundo era raro el día que no se lo pasaban pipa. En primavera el sol calienta distraído. En verano el sol calienta por obligación. En otoño el sol calienta con desgana. En invierno el sol calienta con disimulo.

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Si la infancia fuera tiña

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La infancia es el anticipo de la muerte. La clase había comenzado el profesor escribía lentamente en la pizarra esperé a que se diera la vuelta para entrar. Desde la infancia fui su guardaespaldas en dos ocasiones me salvó la vida. La desconocía desde la infancia. De pequeña recogía todos las piedras que encontraba de mayor las fue devolviendo poco a poco a su sitio. Tumbado se sentía más pequeño. Debajo de la cama encontró una concha. Las flores de los azulejos le producían alergia. Decidió no volver al colegio los miércoles no soportaba ver partida la semana.

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Cuando se dio cuenta de que después volvía a su tamaño normal se quedó más tranquilo. En la fachada que daba al sol pintó unas nubes. Probablemente solo sería una coincidencia pero el hecho de que siempre faltara el amarillo le inquietaba. Quiso poner a prueba a los reyes magos escribió la carta encriptada. Desde pequeño era muy competitivo solo se dormía cuando ya no quedaba ninguna luz. Después de ver E.T cogió miedo a la bicicleta. Desde el día en que le dijeron: -Tranquilo que algún día crecerás. Se llenaba los bolsillos de piedras. A pesar de ser director no podía evitar seguir robando tizas.

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Cada vez que pasaba lista se ponía colorado. Siempre levantaba la mano para que le mirara a los ojos. Para disimular lo que sentía todos los días le hacía la zancadilla. Cuando pegó el estirón le dejaron de llamar bajito. En el recreo se intercambiaban los babis. Era el niño más tranquilo de clase de camino a casa se manchaba el babi para no defraudar a su padre. El último día de clase consiguió hacerse un chichón cuando su madre se le acercó asustada lloraba de alegría. Todos los niños de clase le envidiaban su babi en lugar de botones tenía cremallera.

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Fue consciente de que era mayor el día en que pudo ponerse el niqui solo. Era su primera lluvia de estrellas se puso las cachuscas por si acaso. Desde el día en que le regalaron el chubasquero lo primero que hacía nada más levantarse era mirar al cielo. De cerca parecían dos niños disfrazados de adultos. Con el sonotone de su abuelo espiaba las conversaciones de las hormigas. Le gustaba trabajar con mono le recordaba a los pichis. Cada vez que corrían el tiempo corría más despacio. Los demás niños ya lo hacían él por no ser menos dijo que también impresionados no se atrevieron a preguntarle el qué. Hacerse mayor significa añorar el verbo despeinarse.

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Le gustaba ir al colegio porque al volver su madre le acariciaba el pelo en busca de piojos. Nunca se quedaba a jugar después de clase para ovillar con su madre madejas de lana. Al salir de clase su sombra era más larga. Cuando escampa te secas como los demás. Sólo tumbada hacía pie. Como no les permitían verse se comunicaban mediante pompas de jabón. Le daban miedo los rascacielos necesitaba alejarse de la ciudad para sentirlos a su altura. El sonido de las ramas golpeando en su ventana le servía de sonajero. A las niñas les regalaba sombreros. A los niños paraguas.

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Sólo ella se percató de que el cielo estaba más bajo. Como canicas utilizaban cerezas. La cigüeña dejó olvidados unos patucos en el nido. Nunca les perdonó que a él no le pusieran trenzas. Después del recreo se comía las palabras. Era un niño incomprensible tenía una seriedad circunspecta con un fondo de alegría. La infancia se amortiza a plazos. La infancia es un travelling con retroceso. Cada luz que se funde es un niño que acaba de morir.

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La realidad se revela

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Arrancó de cuajo el cuello de la botella. Dos horas después todavía seguían saliendo burbujas. El veneno se extendió por todo el cuerpo hasta conseguir salir de él. La hoja cayó en medio de la sopa el salero retrocedió dos pasos. Las zapatillas salieron flotando por la ventana de la buhardilla. La mirilla aguantó dos minutos sin parpadear. De lejos el cementerio parecía un campo de girasoles. Antes de salir amenazaba a la puerta. Tres días al sol y la mancha seguía sin secarse. Cada vez que se cambiaba cubría el espejo.

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Le subió la fiebre por el brazo. La cucaracha se acercaba al galope por el pasillo. La ola escupió al patito de goma de la bañera. Cuando se aburría espiaba los cuadros con unos prismáticos. La grieta de la pared se acabó cerrando. Cayó la noche sobre la casa sólo nos dio tiempo a salvar algunas cosas. Todos los recuerdos se perdieron por el agujero. La luz se filtraba por su espalda. Las huellas en la nieve cada vez eran más pequeñas. Le contó que venía de un país donde los paraguas eran más grandes.

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Desde la ventana pudo ver como la esquina se doblaba. Justo cuando llegué a casa la tormenta acampó. Érase una vez un lápiz que lo veía todo negro. Encendió la luz y no había luz. Abrió la ventana y no había cielo. El bolígrafo azul empezó a escribir verde. Después del partido el estadio se sentía vacío. El verano se adelantó al invierno. Del susto al gallo se le puso piel de gallina. Este año nadie le impediría ser la primera hoja en caer al suelo. Cuando ya nadie lo esperaba el felpudo volvió a casa.

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Los días de tormenta la vista se le nublaba. En invierno cambiaba las cortinas por edredones. Siempre estuvieron juntos el día que quitaron el bidé el lavabo se vino abajo. Por mucho que la planchara la arruga cada vez era más grande. En vacaciones llenaba el suelo del baño de arena. No empezó a preocuparse hasta que del ombligo le empezaron a salir flores. Dentro de la bañera apareció una botella con un mensaje. Sabía que solo tenía dos segundos antes de que tirasen de la cadena.

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Al final de la tubería se veía luz. Esperaron a que se apagara para salir. Cerró los dos grifos pero el agua seguía sonando. Cuando estaba triste acercaba el oído al desagüe para escuchar el mar. Como ventana tenía un televisor. Antes de salir se descalzaba. Cuando tenía hambre bajaba las persianas. La nieve tiñó de azul los tejados verdes. Todo el mundo le obedecía incluso los árboles a su paso se ponían firmes. Los domingos el tractor peinaba las tierras con raya.

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Las pisadas de los mosquitos le ponían nervioso. Tenía la sensación de que por las noches el pasillo crecía. La noche anterior a los exámenes ponía los apuntes en remojo. Justo en medio de las vías el gusanito se quedó sin cuerda. En navidades trasladaba el nido las luces no le dejaban dormir. Mientras durara la sequía decidieron cubrir el lecho del río con papel de plata. Recuerdo que antes de ser muñeca se comportaba como un pelele. No era una cerilla cualquiera sólo trabajaba de noche.

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Recostada en el tejado contemplaba ensimismada al perro del vecino.

En el interior del muñeco de nieve encontraron un sonajero. La lechuga era su comida favorita el alpiste le producía acidez. Los días de viento imaginaba que las cortinas eran velas. Cuando tenía sed bebía. Cuando tenía hambre comía. Cuando tenía frío tirititaba. Un sauce es un álamo deprimido. Las nubes son el reflejo de las olas. Los girasoles de noche comen pipas. A su paso los ruidos se agachan.

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Sol sal. La soledad asoló su calle. Los soportales hacen los edificios más soportables. Los miradores duermen con los ojos abiertos. Al cabo de dos días todas las ciudades parecen maquilladas. La tierra baila alrededor del sol.

No te muevas creo que has pisado un beso. La habitación parece enfadada los libros quieren cambiar de sitio los papeles huyen de puntillas la lámpara se inclina buscando el sol solo el cactus parece respirar tranquilo aunque nunca he comprendido sus cambios de humor.

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Hoy puedo tocar los ruidos hacer pajaritas con ellos Un hormigueo recorre mis piernas quiere salir y no encuentra la salida Después de una tormenta las nubes se van a hurtadillas. La sombra se estiró hasta alcanzar la luz. Desde el tren las torres de electricidad juegan a la goma. El aire mancha. El humo dibujaba nubes de plastilina. No pudo evitar enamorarse de su señuelo. Desde que le dejó su sombra andaba distraída. El color negro chupa a la luz.

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Sentencias absueltas

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La amistad es un tentadero de vacas mansas. Los aforismos son hilos sin puntada los pensamientos puntadas sin hilo. Desnudo mi corazón de todo lo negativo y solo me queda el odio. El sexo es la incoherencia de los pesimistas. Llegar a viejo es traicionarse. Nacer es un atentado terrorista. La vida es un antojo sin capricho. El silencio es una agresión sin marcas. La muerte es un suicidio diferido. Crear es detener el tiempo para alargarlo.

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El cielo es una cola sin esperas. El corazón es un trozo de carne, roja. Los amigos son remiendos mal hechos. La alegría es una tristeza mal entendida. Un enemigo es un amigo fiel. Un beso robado es un homicidio sin cadáver. No hace falta perder las cosas para dejar de verlas basta con cambiarlas de sitio. Recobrar lo perdido es perderlo dos veces. Hay dos formas de perder el tiempo: solo o en compañía.

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La diferencia entre un verdugo y un amigo es que el verdugo no pretende llevarse el cadáver a casa.

Solo los mudos y los muertos dicen lo que piensan. El sol es la prueba irrefutable de que dios insiste. La mejor manera de valorar las cosas es esperar a que se caigan al suelo. La niebla es la resaca del sol. Vivir deprisa provoca gases. Aspiro a convertir mis dudas en objeciones. De noche todos los pensamientos son pardos. La felicidad provoca acidez.

62

Para que no te lleve el viento es preciso estar apesadumbrado. Cuando ya no se tiene nada que perder es mejor no pedir préstamos. Tratar de olvidar es un ejercicio de memoria. Cuando te quedas quieto el pasado corre. La realidad es un sueño a tiempo real. La felicidad es un culo de mal asiento. Vivir es una prórroga. Quejarse es un acto de soberbia. Solo el daño consciente se perdona el inconsciente se guarda.

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Si la vida fuera un regalo sería el de un amigo invisible. Para ser un buen conversador hace falta ser conservador. Los cubiertos son los objetos más desamparados.

La felicidad si se toma a pequeños sorbos repite. Cuanto más complejo más complejos. La libertad es un pájaro sin alas. Mirar con los ojos de los demás provoca miopía. En silencio cualquier sonido es un reproche. A oscuras el tiempo ocupa todo el espacio. El calor es más libre que el frío el frío es más conservador.

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Aquellos que sólo piensan en los demás aspiran a que los demás solo piensen en ellos. Los sueños son una segunda oportunidad perdida. La vida es un bien de consumo.

El pasado es una prolongación del futuro. Explicar tus debilidades es pedir disculpas por anticipado. La adolescencia es un gatillazo. La paciencia es la resistencia a la insistencia. Equilibrar significa repartir las penas a partes desiguales. Las cosas buenas llegan cuando dejas de esperarlas las malas en cambio se esperan solas. Un adolescente es un gato encelado entre cuatro paredes.

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La belleza es efímera. La fealdad también. La alegría es un pasajero sin billete.

Hay dos tipos de personas: Las que se aburren, y las que nunca se aburren. Las primeras tienen muchos amigos. Volver es huir hacia dentro. Lo profundo está en los bordes. Crecer supone pasar de los pantalones cortos a bajarse los pantalones. El fondo de las cosas suele estar más cerca de la entrada que de la salida. La vida se cobra las ilusiones con intereses. El fin justifica los miedos.

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ÍNDICE

Dibujo de portada: ©Julio Pollino Tamayo ¡Qué salada la muerte! 3 El amor, ese gran desconocido 8 De la literatura no me libro 16 La vida se rebela 28 Si la infancia fuera tiña 41 La realidad se revela 48 Sentencias absueltas 58

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2008