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LAS TRES HERMANAS A. CHEJOV Ediciones elaleph.com

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    A . C H E J O V

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    Drama en cuatro actos

    PERSONAJES:

    ANDRI SERGUIEVICH PROZROVNATALIA IVANOVNA, su novia, luego su mujerIRINAMASHA, hermanas de ProzrovOLGAFIODOR ILICH KULIGUIN, profesor de gimna-sio, marido de MashaALEXANDR IGNTIEVICH VERSHININ, te-niente coronel, jefe de bateraNIKOLAI LVOVICH TUSENBACH, barn: te-nienteIVN ROMANOVICH CHEBUTIKIN, MdicomilitarALEXI PETROVICH FEDTIK, alfrezVLADIMIR KARLOVICH RODE, alfrezFERAPONT, viejo guarda de la Administracin delzemstvoANFISA, aya, vieja de 80 aos.

    La accin se desarrolla en una capital de provincias.

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    ACTO PRIMERO

    En casa de los Prozrov. Saln con columnas;tras las columnas, una gran sala. Medioda; fuerabrilla alegremente el sol. En la sala preparan la mesapara el almuerzo. OLGA, vestida con el uniformeazul de las profesoras de los gimnasios femeninos,de pie y caminando, corrige cuadernos sin cesar;MASHA, vestida de negro, con el sombrero sobrelas rodillas, est sentada leyendo un libro; IRINA,vestida de blanco, est de pie, absorta en sus pen-samientos.

    OLGA- Hace exactamente un ao que muri nues-tro padre, el cinco de mayo como hoy; el da de tusanto, Irina. Haca mucho fro, nevaba. Me parecaque no iba a poder soportar tanto dolor, t estabasdesmayada, como muerta. Pero ha pasado un ao y

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    ya recordamos aquel da con sosiego, t vas vestidade blanco y tienes radiante la cara. (El reloj da las do-ce.) Tambin entonces el reloj daba las horas. (Pau-sa.) Recuerdo que durante el entierro tocaba lamsica y en el cementerio dispararon unas salvas.Nuestro padre era general, mandaba una brigada;sin embargo, hubo poca gente. Verdad que aquelda llova. Llova mucho y nevaba.IRINA- Para qu recordarlo!

    Detrs de las columnas, en la sala, aparecen cerca dela mesa el barn de TUSENBACH,

    CHEBUTIKIN y SOLINI.

    OLGA- Hoy no hace fro, se pueden tener las ven-tanas abiertas; pero los abedules an no han des-puntado. Nuestro padre recibi el mando de unabrigada y parti de Mosc, con nosotras, hace onceaos; recuerdo perfectamente que a comienzos demayo, es decir, en este tiempo, en Mosc ya no hacefro, todo florece y est baado por el sol. Han pa-sado once aos, pero yo recuerdo lo de all, como sinos hubiramos ido ayer. Dios mo! Esta maana,al despertarme, he visto mucho sol, he visto la pri-

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    mavera y me he sentido conmovida con enormesdeseos de volver a mi lugar natal.CHEBUTIKIN- Y un demonio!TUSENBACH- Naturalmente, es absurdo

    Masha absorta, con el libro en la mano, silba sua-vemente una cancin.

    OLGA- No silbes, Masha. Cmo se te ocurre!(Pausa.) Como voy todos los das al gimnasio y lue-go doy lecciones hasta la noche, siempre me duele lacabeza y tengo unos pensamientos como si ya mehubiera vuelto vieja. La verdad es que, en estoscuatro aos, desde que enseo en el gimnasio,siento que cada da voy perdiendo, gota a gota, lasfuerzas y la juventud. Y slo crece y se hace msfuerte un sueo...IRINA- Ir a Mosc. Vender la casa, liquidar todo lode aqu y a Mosc...OLGA- S! A Mosc, cuanto antes.

    Chebutikin y Tusenbach se ren.

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    IRINA- Nuestro hermano, probablemente, serprofesor y, de todos modos, no se quedar a viviraqu. La nica dificultad est en la pobre Masha.OLGA- Masha vendr a pasar todos los veranos aMosc.

    Masha silba suavemente una cancin.

    IRINA- Quiera Dios que todo se resuelva bien. (Mi-rando por la ventana.) Hoy hace buen tiempo. No spor qu me siento el alma tan inundada de luz. Estamaana me he acordado de que era mi santo y, depronto, he experimentado una gran alegra; he re-cordado mi infancia, cuando an viva mam. Yqu pensamientos ms maravillosos me han con-movido, qu pensamientos!OLGA- Hoy ests radiante, pareces extraordinaria-mente hermosa. Masha tambin es hermosa. Andriestara bien, pero se ha puesto demasiado gordo yesto le desfavorece. En cambio, yo he envejecido,he adelgazado muchsimo, es probablemente por-que en el gimnasio me enfado con las muchachas.Hoy estoy libre, me quedo en casa y no me duele lacabeza; me siento ms joven que ayer. Tengo vein-tiocho aos nada ms Todo est bien, todo de-

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    pende de la voluntad divina, pero me parece que sime casara y me quedara todo el da en casa, anestara mejor. (Pausa.) Yo amara a mi marido. TUSENBACH (a Solini)- Dice usted tales tonte-ras que estoy harto ya de escucharle. (Entrando en elsaln.) Se me haba olvidado decirles una cosa: hoylas visitar nuestro nuevo jefe de batera, Vershinin.(Se sienta al piano.)OLGA- Bueno, encantada!IRINA- Es viejo?TUSENBACH- No, no lo es, tendr unos cuarentao cuarenta y cinco aos, no ms. (Toca el piano sua-vemente.) Parece muy simptico. No tiene nada detonto, esto es indudable. Slo que habla mucho.IRINA- Es un hombre interesante?TUSENBACH- S, bastante, slo que tiene mujer,suegra y dos nios. Adems, est casado en segun-das nupcias. Cuando va de visita, siempre dice queest casado y que tiene dos nios. Aqu tambin lodir. Su mujer est un poco chiflada, lleva una largatrenza de adolescente, habla slo con frases ampu-losas, filosofa y a menudo atenta contra su vida, porlo visto para fastidiar al marido. Yo la habra plan-tado hace tiempo, pero l la aguanta y no hace msque lamentarse.

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    SOLINI (pasando de la sala al saln con Chebutikin)-Con una mano levanto slo pud y medio, pero condos levanto cinco puds, hasta seis. De esto saco laconclusin de que dos hombres no slo son dos ve-ces ms fuertes que uno, sino tres veces y hastams...CHEBUTIKIN (lee un peridico caminando)- Contra lacada del cabello, cuatro adarmes de naftalina pormedia botella de alcohol... disulvase y sese diaria-mente... (Anota en un cuadernito.) Anotmoslo! (ASolini.) Bueno, pues, lo que le deca: se tapa la bo-tella con un tapn de corcho y a travs del tapn sehace pasar un tubito de cristal... Luego tome un pe-llizco de alumbre del ms corriente...IRINA- Ivn Romnich, querido Ivn Romnich!CHEBUTIKIN- Qu, hija ma, qu, mi encanto?IRINA- Dgame, por qu me siento tan feliz hoy?Es como si estuviera en un velero y sobre mi cabe-za, en el amplio cielo azul, volaran aves blancas. Aqu se debe esto? A qu se debe?CHEBUTIKIN (le besa las manos, tiernamente)-Mi aveblanca...IRINA- Cuando hoy me he despertado, me he le-vantado y me he lavado, de pronto, he tenido la im-presin de que para m todo est claro en este mun-

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    do y que s cmo se ha de vivir. Querido Ivn Ro-mnich, lo s todo. El hombre debe esforzarse, hade trabajar con sudor, quienquiera que sea; en esto ynada ms que en esto se encuentran el sentido y elfin de la vida, la felicidad, el entusiasmo. Qu bienser obrero, levantarse al rayar el alba y, picar piedraen la calle, o ser pastor, o maestro, que ensea a losnios, omaquinista en una lnea de ferrocarril... Dios mo,no es cuestin de ser criatura humana, mejor es serbuey, mejor es ser un simple caballo y trabajar, queser una mujer joven y levantarse al medioda, tomarluego el caf en la cama, pasarse despus dos horasvistindose... Qu horror! Tengo tantas ganas detrabajar como sed se tiene a veces, cuando hacemucho calor. Y si no comienzo a levantarme tem-prano y a trabajar, retreme su amistad, Ivn Rom-nich.CHEBUTIKIN (con ternura)- La retirar, la retirar...OLGA- Nuestro padre nos acostumbr a levantar-nos a las siete. Ahora Irina se despierta a esa hora,pero se queda en la cama por lo menos hasta lasnueve, pensando en no s qu cosa. Y pone caraseria! (Se re.)

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    IRINA- Ests acostumbrada a tomarme por unania y se te hace raro verme con la cara seria. Ten-go veinte aos!TUSENBACH- Oh, Dios mo, qu bien compren-do esa nostalgia por el trabajo! Yo no he trabajadoni una sola vez en mi vida. Nac en Petersburgo,ciudad fra y ociosa. Mi familia no supo nunca loque es trabajar y tener preocupaciones. Recuerdoque cuando volva a casa, de la escuela de cadetes, ellacayo me sacaba las botas y yo me haca el ca-prichoso mientras mi madre se quedaba embobadamirndome y se sorprenda cuando alguien me mi-raba de otro modo. Procuraban evitarme todo tra-bajo. Slo que difcilmente lo habrn logrado comocrean, difcilmente! Ha llegado la hora: una enor-me mole avanza hacia nosotros, se est preparandouna fuerte y saludable tempestad, ya est en marcha,ya se acerca, y pronto barrer de nuestra sociedad lapereza, la indiferencia, la repugnancia por el trabajo,el podrido aburrimiento. Yo trabajar, y dentro deunos veinticinco o treinta aos, trabajarn todos loshombres. Todos!CHEBUTIKIN- Yo no trabajar.TUSENBACH- Usted no cuenta.

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    SOLINI- Dentro de veinticinco aos ya no serusted de este mundo, a Dios gracias. No pasarndos o tres aos sin que muera usted de un patats.Y si no, en un pronto, le alojar yo una bala en elcrneo, ngel mo. (Saca del bolsillo un frasco de perfumey se perfuma pecho y manos.)CHEBUTIKIN (se re)- Pues la verdad es que yo nohe hecho nunca nada. Desde que sal de la Univer-sidad, no he dado golpe; no he ledo un solo libro,me he limitado a los peridicos... (Saca del bolsillo otroperidico.) Miren... Estoy enterado por los peridicosde quin era, supongamos, Dobrolibov, pero nome pregunten qu ha escrito. Esto Dios lo sabe...(Se oyen unos golpes dados en el pavimento desde el piso infe-rior.) Vaya... Me llaman abajo, alguien habr venidoa verme. Ahora vuelvo... esperen... (Sale precipitada-mente, peinndose la barba.)IRINA- Alguna cosa ha tramado.TUSENBACH- S. Ha puesto cara solemne al salir;por lo visto le traer ahora algn regalo.IRINA- Qu desagradable es esto!OLGA- S, es atroz. Siempre hace tonteras.MASHA- "Al borde de la ensenada, una encina ver-de; sobre la encina, una cadena de oro... Sobre la

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    encina, una cadena de oro ... 1 (Se levanta y se pone acantar en voz baja.)OLGA- Hoy no ests contenta, Masha.

    Masha canturreando se pone el sombrero.

    Adnde vas?MASHA- A casa.IRINA- Es extrao...TUSENBACH- Marcharse de la fiesta onomstica!MASHA- No importa... Vendr por la tarde. Adis,encanto... (Besa a Irina.) Te deseo una vez ms mu-cha salud y mucha felicidad. Antes, cuando vivapap, a las fiestas de nuestros santos venan cadavez de treinta a cuarenta oficiales, haba mucho bu-llicio; hoy slo ha venido hombre y medio, y esttodo tranquilo, como en el desierto... Me marcho...Hoy me ha pillado la melancola, no me siento ale-gre, y t no me hagas caso. (Riendo entre lgrimas.)Despus hablaremos; por ahora adis, querida, mevoy.IRINA (descontenta)- Tienes cada cosa. ..OLGA (con lgrimas en los ojos)- Te comprendo,Masha.

    1 Del poema de A. Pushkin:Rusln y Liudmila.

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    SOLINI- S un hombre se pone a filosofar, tene-mos filosofstica o, si se quiere, sofstica; pero si sepone a filosofar una mujer o si filosofan dos muje-res, lo que tenemos es una olla de grillos.MASHA- Qu quiere usted decir con esto, espan-toso matasiete?SOLINI- Nada. "Sin darle tiempo a soltar ungrito, le tuvo el oso abatido."2 (Pausa.)MASHA (irritada, a Olga)- Deja de llorar!

    Entran ANFISA y FERAPONT con una tarta.

    ANFISA- Por aqu, hombre. Entra, que tienes lospies limpios. (A Irina.) De la Administracin delzemstvo, de parte de Mijail Ivnich Protoppov...Una tarta.IRINA- Gracias. Dile que estoy agradecida. (Toma elregalo.)FERAPONT- Qu?IRINA (con voz ms fuerte)- Dile que estoy agradeci-da!OLGA- Ayita, dale un poco de tarta. Ferapont, pa-sa, all te darn un pedazo de tarta.

    2 Sin darle tiempo a soltar un grito: versos de la fbulaEl campesino y el Jornalero, de I. Krilov.

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    FERAPONT- Qu?ANFISA- Vamos, Ferapont Spiridnich. Vamos...(Sale con Ferapont.)MASHA- No me gusta Protoppov, ese Mijail Po-tpich o Ivnich. No hay que invitarle.IRINA- Yo no le he invitado.MASHA- Muy bien hecho.

    Entra CHEBUTIKIN, seguido de un SOLDADOque lleva un samovar de plata; rumor de sorpresa y

    descontento.

    OLGA ( se cubre el rostro con las manos)- Un samovar!Es espantoso! (Se va a la sala y se acerca a la mesa.)IRINA- Querido Ivn Romnich, qu hace usted!TUSENBACH (se re)- Ya se lo deca yo.MASHA- Ivn Romnich, eso es no tener ver-genza!CHEBUTIKIN- Queridas mas, hermosas mas, pa-ra m sois las nicas, sois para mi lo ms preciadodel mundo. Pronto cumplir sesenta aos, soy unviejo, un viejo solitario, insignificante... Nada haybueno en m fuera del amor que os tengo, y de nohaber sido vosotras, hara mucho tiempo ya que nosera de este mundo... (A Irina.) Encanto, hija ma,

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    la conozco desde el da de su nacimiento... la lleven brazos... Yo estimaba a su difunta madre...IRINA- Pero, por qu hacer regalos tan caros?CHEBUTIKIN (entre lgrimas, enojado)- Regalos ca-ros... Lo que es vosotras... (Al ordenanza.) Lleva elsamovar all... (Burlndose.) Regalos caros... (El orde-nanza lleva el samovar a la sala.)ANFISA (atravesando el saln)- Queridas, un coroneldesconocido. Ya se ha quitado el capote, hijas mas,viene hacia aqu. Irinushka s amable, atenta... (Sa-liendo.) Y hace mucho ya que es hora de almorzar... Seor!...TUSENBACH- Ser Vershinin.

    Entra VERSHININ.

    El teniente coronel Vershinin!VERSHININ ( a Masha y a Irina)- Tengo el honorde presentarme: Vershinin. Estoy contento, muycontento, de encontrarme por fin en casa de uste-des. Qu cambiadas estn! Ay, ay!IRINA- Sintese, tenga la bondad. Para nosotras, esun gran placer.VERSHININ (alegremente)- Qu contento estoy,qu contento estoy! Pero ustedes son tres hermanas.

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    Lo recuerdo, eran tres nias. Las caras, no las re-cuerdo, pero s me acuerdo perfectamente de que supadre, el coronel Proznov, tena tres nias peque-as, las v con mis propios ojos. Cmo pasa eltiempo! Ay, ay, cmo pasa el tiempo!TUSENBACH- Alexandr Igntievich es de Mosc.IRINA- De Mosc? Es usted de Mosc?VERSHININ- S, de Mosc. Su difunto padre eraall jefe de batera, y yo era oficial en la misma bri-gada. (A Masha.) Me parece recordar algo su cara.MASHA- Pues yo a usted no le recuerdo.IRINA- Olia! Olia! (Grita a la sala.) Olia, ven aqu!

    OLGA entra en el saln, procedente de la sala.

    IRINA- El teniente coronel Vershinin; resulta quees de Mosc.VERSHININ- As, pues, usted es Olga Serguievna,la mayor Usted es Mara... Usted, Irina, la menor.OLGA- Es usted de Mosc?VERSHININ- S. Estudi en Mosc y en Moscempec a prestar servicio. He vivido all muchotiempo; por fin he sido destinado aqu, almando de una batera, y aqu me he trasladado, co-mo ven. En realidad a ustedes no las recuerdo; me

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    acuerdo slo de que eran tres hermanas. En cambio,tengo muy bien grabado en la memoria a su padre.Cierro los ojos y le veo, como si estuviera vivo. EnMosc, yo sola visitar la casa de ustedes...OLGA- Me pareca recordar a todo el mundo y depronto. . .VERSHININ- Me llamo Alexandr Igntievich...IRINA- Alexandr Igntievich, usted es de Mosc...Qu sorpresa!OLGA- Es que nosotras nos trasladamos all.IRINA- Esperamos estar all en otoo. Es nuestraciudad, all nacimos. En la calle de Straia Basmn-naia... (Las dos se ren de alegra.)MASHA- Sin esperarlo, nos encontramos con unpaisano. (Con viveza.) Ahora recuerdo! Te acuer-das, Olia? En casa decan: "el comandante enamo-rado". Entonces era usted teniente y estaba enamo-rado de alguien; no s por qu todos se burlabanllamndole comandante ...VERSHININ (se re)- Eso, eso ... El comandanteenamorado, as era ...MASHA- Entonces usted slo llevaba bigote... Oh,cmo ha envejecido! (Entre lgrimas.) Cmo ha en-vejecido usted!

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    VERSHININ- S, cuando me llamaban el coman-dante enamorado an era joven, estaba enamorado.Ahora la cosa es distinta.OLGA- Pero todava no tiene ni un cabello blanco.Usted ha envejecido, pero an no es viejo.VERSHININ- Sin embargo, voy ya para los cua-renta y tres. Hace mucho que se fueron de Mosc?IRINA- Once aos. Pero Masha, por qu lloras,tontina?... ( Entre lgrimas.) Hasta yo me pongo a llo-rar.MASHA- No es nada. Y en qu calle viva?VERSHININ- En la de Straia BasmnnaiaOLGA- Como nosotras...VERSHININ- Viv cierto tiempo en la calle de losAlemanes. Desde la calle de los Alemanes, iba an-dando a los Cuarteles Rojos. Hay que pasar por unpuente sombro; se oye el ruido del agua que correpor debajo. All, al que va solitario, el alma se le po-ne triste. (Pausa.) En cambio, aqu, qu ro ms an-cho, ms rico! Es un ro maravilloso!OLGA- S, pero hace fro. Aqu hace fro y haymosquitos...VERSHININ- Qu dice usted! Aqu el clima es tansano, tan bueno, en fin: tan eslavo. Hay bosque, unro... y tambin hay abedules. Abedules modestos,

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    entraables; yo los quiero ms que a todos los otrosrboles. Es agradable vivir aqu. Lo raro es que laestacin de ferrocarril est a veinticinco verstas... Ynadie sabe por qu.SOLINI- Pues yo lo s. (Todos le miran.) Es asporque si la estacin estuviera cerca, no estara lejos,y si est lejos esto quiere decir que no est cerca.

    Silencio embarazoso.

    TUSENBACH- Qu guasn, Vasili Vaslich.OLGA- Ahora yo tambin me acuerdo de usted.Me acuerdo.VERSHININ- Conoc a su mam.CHEBUTIKIN- Era una buena mujer, Dios la ten-ga en gloria.IRINA- Mam est enterrada en Mosc.OLGA- En el cementerio de Novo-Divichi...MASHA- Figrese, ya empiezo a olvidar su cara.Del mismo modo dejarn de acordarse de nosotros.Nos olvidarn.VERSHININ- S. Nos olvidarn. Este es nuestrodestino, no hay que darle vueltas. Lo que a nosotrosnos parece serio, significativo, muy importante, lle-gar un da en que pasar al olvido o parecer bala-

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    d. (Pausa.) Lo curioso es que ahora no podemos sa-ber de ningn modo lo que se tendr realmente porelevado e importante y lo que se considerar la-mentable, ridculo. Acaso el descubrimiento de Co-prnico o, supongamos, de Coln no pareca alprincipio innecesario, ridculo, al mismo tiempo quese tomaba por verdadera alguna vaca elucubracinescrita por algn tonto? Y puede ocurrir que nuestravida actual, a la que tan bien nos acomodamos, conel tiempo parezca rara, incmoda, poco inteligente,poco limpia, quiz hasta pecaminosa. . .TUSENBACH- Quin sabe? No est descartadoque llamen elevada a nuestra vida y la recuerden conrespeto y estimacin. Ahora no hay torturas ni pe-nas de muerte ni invasiones, aunque s hay sufri-mientos, cuntos sufrimientos!SOLINI (con voz aguda)- Pita, pita, pita... Al barnno es necesario darle de comer, basta con dejarlefilosofar.TUSENBACH-Vasili Vaslich, le ruego que me dejeen paz... (Se sienta en otro lugar.) Esto ya empieza aser fastidioso.SOLINI (con voz aguda)- Pita, pita, pita...TUSENBACH.(a Vershinin)- De todos modos, lossufrimientos que ahora se observan - y son tantos!-

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    muestran ya que la sociedad ha alcanzado cierta ele-vacin moral...VERSHININ- S, s, claro.CHEBUTIKIN- Usted acaba de decir, barn, que anuestra vida la denominarn elevada; pero las per-sonas, a pesar de todo, son pequeitas... ( Se levanta.)Mire qu pequeito soy yo. Para que pueda con-solarme se ha de decir que mi vida, es una cosa ele-vada y noble.

    Se oye tocar el violn entre bastidores

    MASHA- Es Andri quien toca, nuestro hermano.IRINA- Es nuestro sabio. Probablemente ser cate-drtico. Pap era militar, pero su hijo ha elegido unacarrera cientfica.MASHA- Por deseo de pap.OLGA- Hoy le hemos hecho rabiar un poco. Segnparece, anda enamoradillo.IRINA- De una seorita de aqu. Con toda proba-bilidad hoy vendr a vernos.MASHA- Cmo viste, Dios mo! No digo ya conpoco gusto o sin ir a la moda, sino de manera la-mentable. Lleva una falda rara, chillona, tirando aamarillo, con una franja vulgarsima y una blusa ro-

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    ja. Y con unas mejillas tan lucientes, tan lucientes!Andri no est enamorado, no puedo creerlo; a pe-sar de todo, l tiene gusto; nada, lo nico que quierees hacernos rabiar, hacer el tonto. Ayer o decir queella iba a casarse con Protoppov, el presidente dela Administracin del zenistvo. Magnfico... (Llamandopor una puerta lateral.) Andri, ven ac! Un mo-mento, querido!

    Entra ANDRI.

    OLGA- Es mi hermano, Andri Sergueich.VERSHININ- Vershinin.ANDRI- Prozrov. (Se seca el sudor del rostro.)Viene usted destinado como jefe de batera?OLGA- Figrate que Alexandr Igntich es de Mos-c.ANDRI- S? Pues le felicito, mis hermanas novan a dejarle en paz.VERSHININ- Soy yo quien ha tenido tiempo decansar ya a sus hermanas.IRINA- Miren, qu marquito me ha regalado hoyAndri. (Ensea el pequeo marco.) Lo ha hecho lmismo

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    VERSHININ (contemplando el marquito sin saber qudecir)- S... es una cosa...IRINA- Y el marco que tenemos sobre el pianotambin lo ha hecho l.

    Andri, disgustado, hace un gesto con la mano y seaparta.

    OLGA- Es el sabio de la casa y adems toca el vio-ln, talla objetos de madera, en una palabra, se damaa para todo. Andri, no te vayas! Es una ma-na: siempre se va. Ven aqu!

    Masha e Irina le toman del brazo y, riendo, le hacenvolver.

    MASHA- Ven aqu, ven!ANDRI- Dejadme, por favor.MASHA- Qu gracioso! A Alexandr Igntievich lellamaban en otro tiempo el comandante enamoradoy l no se enfadaba nada.VERSHININ- Nada!MASHA- Y a ti quiero llamarte el violinista enamo-rado!IRINA- O el catedrtico enamorado. . .

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    OLGA- Est enamorado! Andriushka est enamo-rado!IRINA (aplaudiendo)- Bravo, bravo! Bis! An-driushka est enamorado!CHEBUTIKIN (se acerca a Andri por detrs y le cogepor la cintura con ambas manos)- Nada ms que para elamor nos ha creado la naturaleza! (Se re a carcajadas,siempre con el peridico en la mano.)ANDRI- Bueno, basta, basta... (Se seca el rostro.)No he dormido en toda la noche y no est el hornopara bollos, como suele decirse. Estuve leyendohasta las cuatro de la madrugada; luego me acost,pero fue intil. Pensaba en esto y en lo otro y ahoraamanece pronto; el sol se me mete en seguida en eldormitorio. Durante este verano, mientras estoyaqu, quisiera traducir un libro del ingls.VERSHININ- Lee usted ingls?ANDRI- S. Mi padre, que Dios le tenga en gloria,nos tena amarrados a la instruccin. Es ridculo yestpido, pero he de confesar que, despus de sumuerte, empec a engordar y en un ao he engor-dado como si realmente mi cuerpo se hubiera libe-rado de un yugo. Gracias a nuestro padre, mishermanas y yo sabemos francs, alemn e ingls, e

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    Irina, sabe, adems, italiano. Pero lo que todo esoha costado!MASHA- Saber tres idiomas, en esta ciudad, cons-tituye un lujo superfluo. Ni siquiera es lujo, sino unaespecie de apndice intil, algo as como un sextodedo. Sabemos muchas cosas intiles!VERSHININ- Esa s que es buena! (Se re.) Sabenmuchas cosas intiles! Me parece que no hay nipuede haber una ciudad tan aburrida y triste en lacual resulte innecesaria una persona inteligente einstruida. Supongamos que entre los cien mil habi-tantes de esta ciudad, atrasada y poco culta, desdeluego, no hay ms que tres personas como ustedes.Es evidente que ustedes no van a poder vencer a lamasa ignorante que las rodea; en el transcurso detoda su vida, poco a poco, debern ceder terreno yperderse en esta masa de cien mil personas; la vidalas absorber, pero no por esto van a desaparecer, apasar sin dejar huella; cuando desaparezcan, perso-nas como ustedes habr, quiz seis; luego doce, y assucesivamente hasta que, al fin, la mayora ser co-mo son ustedes. Dentro de doscientos o trescientosaos, la vida en la Tierra ser inimaginablementehermosa, sorprendente. El hombre necesita una vi-da as, y aunque todava no se d, ha de presentirla,

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    ha de esperarla, ha de soar con ella, ha de prepa-rarse para ella; por esto ha de ver y saber ms de loque vean y saban su abuelo y su padre. (Se re.) Yse quejan de saber demasiado!MASHA (se quita el sombrero)- Me quedo a comerIRINA (suspirando)- La verdad, todo esto habra queanotarlo

    Andri no est, se ha ido sin que nadie se dieracuenta.

    TUSENBACH- Dentro de muchos aos, dice us-ted, la vida en la Tierra ser hermosa, sorprendente.Es cierto. Ms, para participar de ella ahora, aunquesea de lejos, es necesario prepararse, hace falta tra-bajarVERSHININ (se levanta)- Cuntas flores tienenustedes! (Mirando en torno.) La casa es una maravilla.Las envidio! En cambio, yo me he pasado la vidaen pisos, con dos sillas, un divn y estufas quesiempre dan humo. Lo que me ha faltado en la vidahan sido precisamente flores como stas... (Se frotalas manos.) Bueno, dejmoslo!TUSENBACH- S, es necesario trabajar. Usted pen-sar, probablemente: este alemn se ha enternecido.

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    Pero soy ruso, palabra de honor y ni siquiera habloel alemn. Mi padre era ortodoxo... (Pausa.)VERSHININ (Paseando por la escena)- A menudopienso: qu sucedera si se pudiera recomenzar lavida de nuevo, y, adems conscientemente? Si lavida que ya se ha vivido fuera, como si dijramos, elborrador y la otra fuera su copia en limpio? Me fi-guro que, entonces, cada uno de nosotros procura-ra ante todo no repetirse, o por lo menos, crearseotro ambiente, se procurara una casa como sta,con flores, con luz a raudales... Tengo mujer, dosnias, mi mujer no goza de buena salud, etctera,etctera; si empezara a vivir otra vez, no me casa-ra... No, no!

    Entra KULIGUIN, con el uniforme de los profeso-res de gimnasio.

    KULIGUIN (acercndose a Irina)- Querida hermana,permteme que te felicite con motivo de tu santo yque te desee sinceramente, con toda el alma, salud ycuanto puede desearse a una muchacha de tus aos.Y luego permteme que te ofrezca como regalo estelibrito. (Le entrega un libro.) Es la historia de nuestrogimnasio durante los ltimos cincuenta aos, escrita

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    por m. Es un pequeo libro sin importancia escritopara matar el tiempo, pero, de todos modos, lelo.Buenos das, seores! (A Vershinin.) Kuliguin, pro-fesor del gimnasio de la ciudad, funcionario de 7grado. (A Irina.) En este librito encontrars la listade todos cuantos han terminado nuestro gimnasiodurante esos cincuenta aos. Feci, quod potui, faciantmeliora potentes.3 (Besa a Masha.)IRINA- Pero por Pascua ya me regalaste este mis-mo librito!KULIGUIN (se re)- No puede ser! En este caso,devulvemelo, o mejor: dselo al coronel. Tmelo,coronel; alguna vez lo leer para matar el aburri-miento.VERSHININ- Muy agradecido. (Se dispone a mar-charse.) Estoy muy contento de haberlos conocido...OLGA- Se va usted? No, no!IRINA- Usted se queda a desayunar con nosotros.No nos diga que no.OLGA- Se lo ruego!VERSHININ (inclinndose)- Me parece que he acer-tado a venir el da que celebran ustedes una fiestaonomstica. Perdonen, no lo saba, no las he felici-tado (Se va con Olga a la sala.)

    3 Hice lo que pude: hagan algo mejor los que puedan

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    KULIGUIN- Hoy, seores, es domingo, da dedescanso, descansemos, pues; divirtmonos, cadauno segn su edad y estado. Habr que retirar lasalfombras y guardarlas hasta el prximo invierno...Con polvos insecticidas o naftalina... Los romanosgozaban de buena salud porque saban trabajar ytambin saban descansar; tenan mens sana in corporesano. Su vida transcurra segn formas determinadas.Nuestro director dice: en toda vida, lo importante essu forma... Lo que pierde su forma, deja de existir;lo mismo ocurre con nuestra vida de todos los das.(Coge a Masha por el talle, rindose.) Masha me quiere.Mi mujer me quiere. Los cortinones de las ventanastambin han de guardarse, con las alfombras... Hoyme siento alegre, con un excelente estado de nimo.Masha, a las cuatro hemos de ir a casa del director.Se organiza un paseo de profesores con sus familias.MASHA- Yo no voy.KULIGUIN (disgustado)- Querida Masha, por qu?MASHA- De esto hablaremos luego... (Enojada.)Est bien ir, pero djame tranquila, te lo suplico...(Se aparta.)KULIGUIN- Luego pasaremos la velada en casadel director. A pesar de su poca salud, ese hombreprocura ante todo hacer algo en lo social. Es una

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    personalidad excelente, luminosa. Ayer, despus dela reunin de claustro, me dijo: Estoy cansado,Fidor Ilich! Estoy cansado! ( Mira el reloj de pared;luego el suyo.) Vuestro reloj adelanta siete minutos.S, dijo, estoy cansado!

    Se oye tocar el violn entre bastidores.

    OLGA- Seores, hagan la merced, tengan la bon-dad de venir a desayunar! Vern qu pastel!KULIGUIN- Ah, mi querida Olga, mi Olga! Ayerestuve trabajando desde la maana hasta las once dela noche; estaba cansado, pero hoy me siento feliz.(Entra en la sala y se acerca a la mesa.) Mi querida Ol-ga...CHEBUTIKIN (se mete el peridico en el bolsillo, se pei-na la barba)- Un pastel? Magnfico!MASHA (a Chebutikin, severamente)- Pero, cuidado:nada de beber hoy. Me oye? A usted le perjudica.CHEBUTIKIN- Qu va! Ya ha pasado todo. Hacedos aos que no ha habido melopea. (Impaciente.)Pero, querida, qu ms da!MASHA- De todos modos, no se atreva a beber.No se atreva. (Irritada, pero contenindose de modo que su

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    marido no la oiga.) Otra vez tener que aguantar unasoporferavelada en casa del director! El diablo se lo lleve!TUSENBACH- En su lugar yo no ira... Muy senci-llo.CHEBUTIKIN- No vaya, alma ma.MASHA- Ya, no vaya ... Esta vida maldita, inso-portable ... (Entrando en la sala.)CHEBUTIKIN (la sigue)- Bueno bueno!SOLINI (entrando en la sala)- Pita, pita, pita...TUSENBACH- Acaba ya, Vasili Vaslich. Basta.SOLINI- Pita, pita, pita...KULIGUIN (alegremente)- A su salud, coronel! Soypedagogo y, aqu, familiar de la casa, soy el maridode Masha... Masha es buena, muy buena...VERSHININ- Brindar con este vodka oscuro...(Bebe.) A su salud! (A Olga.) Me encuentro tan bienen su casa!...

    En el saln quedan nicamente Irina y Tusenbach.

    IRINA- Masha hoy no est de buen humor. Se casa los dieciocho aos, cuando Fidor le pareca elms inteligente de los hombres. Ahora la cosa es

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    distinta. Es el mejor de los hombres, pero no el msinteligente.OLGA (impaciente)- Andri, vente ya, hombre!ANDRI (detrs de la escena)- Ahora mismo. (Entra yse acerca a la mesa.)TUSENBACH- En qu est usted pensando?IRINA- En nada. Su Solini no me gusta. Me damiedo. No dice ms que tonteras...TUSENBACH- Es un hombre extrao. Me da penay me disgusta, pero sobre todo me da pena. Me pa-rece un hombre tmido... Cuando estamos los dossolos, suele mostrarse muy inteligente y afable, peroen sociedad es grosero y perdonavidas. Qudesehasta que se sienten a la mesa. Permtame estar unpoco a su lado. En qu piensa usted? (Pausa.) Us-ted tiene veinte aos, yo no he cumplido todava lostreinta. Cuntos aos nos quedan an por delante,qu larga, larga serie de das, repletos de mi amorpor usted...IRINA- No me hable de amor Nikoli Lvvich.TUSENBACH (sin escucharla)- Experimento unaapasionada sed de vida, de lucha, de trabajo, estased se me ha fundido en el alma con el amor quesiento por usted, Irina. Como hecho adrede, usted

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    es hermosa, y la vida tambin me parece tan her-mosa! En qu est pensando?IRINA- Usted dice: la vida es hermosa. S, pero ysi slo lo parece? Para nosotras, tres hermanas, lavida an no ha sido hermosa, nos ha sofocado, co-mo hierba mala Me corren las lgrimas. Eso noest bien... (Se seca rpidamente la cara, se sonre.) Hacefalta trabajar, trabajar. Nos sentimos tristes y vemosla vida tan poco risuea porque no conocemos eltrabajo. Hemos nacido de personas que desprecia-ban el trabajo...

    Entra NATALIA IVANOVNA; lleva un vestidocolor de rosa y un cinturn verde.

    NATASHA- Ya se sientan a la mesaHe llegadotarde. (Se mira de paso, en el espejo, se arregla.) Me pare-ce que no voy mal peinada... (Al ver a Irina.) QueridaIrina Serguievna, la felicito! (La besa con fuerza, largorato.) Tiene muchos invitados, me siento avergonza-da, la verdad... Buenos das, barn!OLGA (entrando en el saln)- Aqu tenemos a NataliaIvnovna. Buenos das, querida! (Se besan.)NATASHA- Felicidades. Tienen ustedes unos invi-tados que me siento intimidada...

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    OLGA- No diga, toda es gente conocida. (A mediavoz, asustada.) Lleva un cinturn verde! Querida,eso no est bien!NATASHA- Es de mal augurio?OLGA- No, sencillamente, no sienta bien... es unpoco extrao...NATASHA (con voz compungida)- S? Pero mire, noes verde, es rns bien de color mate. (Entra en la sa-la, siguiendo a Olga)

    En la sala, se sientan a la mesa: en el saln no quedani un alma.

    KULIGUIN- Te deseo, Irina, un buen novio. Ya eshora de que te cases.CHEBUTIKIN- Natalia Ivnovna, tambin yo austed le deseo un novio.KULIGUIN- Natalia Ivnovna ya lo tiene.MASHA (golpea el plato con el tenedor)- Bebo una co-pita de vino! Total, qu ms da? Todo da lo mis-mo, nada importa!KULIGUIN- Te mereces un aprobado justo deconducta.VERSHININ- El vodka es bueno. Qu infusinlleva?

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    SOLINI- De cucarachas.IRINA (con voz compungida)- Uf! Uf! Qu asco!...OLGA- Para cenar habr pavo asado y un pastel demanzana. A Dios gracias, hoy estar en casa todo elda. Vengan por la tarde.VERSHININ- A mi tambin me permite venir porla tarde?IRINA- Con mucho gusto.NATASHA- Aqu no gastan cumplidos.CHEBUTIKIN- Nada ms que para el amor nos hacreado la naturaleza. (Se re.)ANDRI (Irritado)- Basta, seores! No les tienehartos todava?

    FEDTIK y RODE entran con un gran cesto deflores.

    FEDTIK- Vaya, ya estn a la mesa.RODE (en voz alta pero confusa)- Estn a la mesa? S,ya estn a la mesa...FEDTIK- Espera un momento. (Saca una fotogra-fa.) Una! Espera un poco ms... (Toma otra fotogra-fa.) Dos! Ya estamos listos. (Cogen el cesto y entran enla sala, donde son recibidos con alborozo.)

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    RODE (alzando la voz)- Felicidades! Les deseo unsinfn de venturas, un sinfn! Hoy el tiempo es mag-nfico, esplndido. He estado paseando con losalumnos del gimnasio toda la maana. Enseo en elgimnasio gimnasia.FEDTIK- Puede usted moverse, Irina Serguie-vna, puede moverse! (Toma una fotografa.) Est ustedmuy interesante hoy. (Saca una peonza del bolsillo.) Ah,tome, una peonza ... Hace un sonido sorprendente...IRINA- Qu maravilla!MASHA- Al borde de la ensenada, una encina ver-de; sobre la encina, una cadena de oro... Sobre laencina una cadena de oro...(Con voz llorosa.) Porqu repito estas palabras? Me estn persiguiendoestos versos desde la maana...KULIGUIN- Somos trece a la mesa!RODE (alzando la voz)- Seores, acaso toman uste-des en serio las supersticiones? (Risas.)KULIGUIN- Si hay trece personas a la mesa, esosignifica que entre los presentes se encuentra algnenamorado. No ser usted, Ivn Romnovich, porventura?... (Risas.)CHEBUTIKIN- Yo soy un viejo pecador, pero loque no llego a comprender de ningn modo es porqu Natalia Ivnovna se ha ruborizado.

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    Risas estrepitosas; Natasha sale corriendo de la salahacia el saln; Andri la sigue.

    ANDRI- Por favor no haga caso! Espere...aguarde, se lo ruego...NATASHA- Me siento avergonzada... No s lo queme pasa, se ren de m. Levantarse de la mesa comolo he hecho yo, no est bien, pero no puedo... nopuedo... (Se cubre el rostro con las manos.)ANDRI- Querida ma, se lo ruego, se lo suplico,no se inquiete. Le aseguro que slo bromean, sinninguna mala intencin. Querida ma, mi cielo, to-dos son buena gente, tienen buen corazn, nosquieren a usted y a m. Venga aqu, junto a la venta-na, aqu no nos vern... (Mira a su alrededor.)NATASHA- Estoy tan poco acostumbrada a alter-nar en sociedad!...ANDRI- Oh, juventud, maravillosa, encantadorajuventud! Querida ma, cielo mo, no se inquieteas! . . Crame, crea... Me siento tan feliz, tengo elalma rebosante de amor, de entusiasmo... Oh, nonos ven! No nos ven! Cmo me he enamorado deusted, cmo? Cundo me he enamorado? Oh, nocomprendo nada. Amada ma, bella ma, mi dulce

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    bien, sea mi mujer! La amo, la amo. Como nuncahe amado a nadie(Beso.)

    Entran DOS OFICLALES y al ver a la pareja be-sndose se detienen estupefactos.

    Teln.

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    ACTO SEGUNDO

    La misma decoracin del primer acto. Son lasocho de la noche. De la calle llegan, apenas percep-tibles, los sones de un acorden. No hay luces en-cendidas. Entra NATALIA IVANOVNA en bata,con una vela; da unos pasos y se detiene ante lapuerta de la habitacin de Andri.

    NATASHA- Qu haces, Andriusha? Lees? Noquiero nada, slo te lo pregunto... (Da unos pasos ms,abre otra puerta y, despus de haber mirado dentro, la cie-rra.) Quera ver si haba alguna luz encendida...ANDRI (entra con un libro en la mano)- Qu quieresNatasha?NATASHA- Miro si hay luces encendidas... Esta-mos en Carnaval, y la servidumbre tiene la cabeza apjaros; hay que estar en todo para que no ocurra

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    ninguna desgracia. Ayer, a medianoche, pas por elcomedor y me encontr con que haba all una velaencendida. No he logrado saber quin la encendi.(Pone la vela sobre la mesa.) Qu hora es?ANDRI (mira el reloj)- Son las ocho y cuarto.NATASHA- Olga e Irina todava no estn aqu. Nohan vuelto. Se pasan todo el da trabajando, pobre-citas. Olga, en el Consejo pedaggico; Irina, en tel-grafos... (Suspira.) Esta maana le he dicho a tuhermana: "Vela por tu salud, Irina, cario". No hacecaso Las ocho y cuarto, dices? Temo que nuestroBbik est malo. Por qu tendr el cuerpo tan fro?Ayer tena fiebre y hoy tiene fro... Tengo tantomiedo!ANDRI- No es nada, Natasha. El pequeo estbien.NATASHA- De todos modos, ser mejor ponerle adieta. Tengo miedo. Han dicho que hoy, a eso de lasdiez, vendrn las mscaras; mejor sera que no vinie-ran, Andriusha.ANDRI- No s, la verdad. El caso es que han sidoinvitadas.NATASHA- Hoy el pequeo, al despertarse, me hamirado y de pronto se ha sonredo; esto quiere decirque me ha reconocido. Bbik! -le digo-, buenos

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    das, cielo mo!" Se ha redo. Los pequeos lo en-tienden todo, lo entienden muy bien! As, pues,Andriusha, dir que no se reciba a las mscaras.ANDRI (vacilando)- Vers, eso, lo que decidan mishermanas. Son ellas las dueas de la casa.NATASHA- Querrn; se lo dir. Son muy buenas...(Da unos pasos.) Para la cena he mandado prepararleche cuajada; de lo contrario, no adelgazars. (Sedetiene.) Bbik est fro. Tengo miedo de que sientafro en la habitacin. Habra que instalarle en otra,por lo menos hasta que haga buen tiempo. Porejemplo, en la de Irina, que es una habitacin idealpara un nio pequeo: es seca y el sol le da todo elda. Hay que decrselo a Irina; entretanto, ella podraestar con Olga en una misma habitacin... De todosmodos, se pasa todo el da fuera, slo viene a dor-mir... (Pausa.) Andriusha, querido, por qu no dicesnada?ANDRI- Bah! Estaba pensando... Adems, nohay qu decir...NATASHA- S. . . Quera decirte algo... Ah, ya! Havenido Ferapont, de la Administracin del zemstvo;pregunta por tiANDRI (bosteza)- Dile que pase.

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    Natasha sale; Andri, inclinndose junto a la velaolvidada por su mujer, lee el libro. Entra

    FERAPONT; lleva un abrigo viejo, rado, con elcuello levantado, y una bufanda que le tapa las ore-

    jas.

    ANDRI- Hola, viejo amigo. Qu me cuentas?FERAPONT- El presidente le manda un libro y unpapel. Aqu lo tiene. . . (Le entrega el libro y un pliego.)ANDRI- Gracias. Est bien. Por qu has venidotan tarde? Ya son ms de las ocho.FERAPONT- Qu?ANDRI (ms fuerte)- Digo que has venido tarde,que ya son ms de las ocho.FERAPONT- As es. Cuando he venido an era deda, pero no me han dejado entrar. El seor estocupado, me han dicho. Bueno... Si est ocupado,pues est ocupado; lo que es yo, no tengo prisa.(Creyendo que Andri le pregunta alguna cosa.) Qu?ANDRI- Nada. (Examinando el libro.) Maana,viernes; no tenemos sesin, pero de todos modosir. .. ya encontrar qu hacer. En casa me aburro...(Pausa.) Mi viejo amigo, de qu manera ms extraacambia la vida y cmo engaa! Hoy, por matar eltedio, por no saber que hacer, he echado mano de

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    este libro, un viejo curso de lecciones universitarias,y me han dado ganas de rer... Dios mo, yo secreta-rio de la Administracin del zemstvo, de la Adminis-tracin en que es presidente Protoppov; yo,secretario, y a lo que ms puedo aspirar es a llegar amiembro de esta Administracin. Ser miembro dela Administracin del zemstvo de aqu, yo, que sueotodas las noches con que soy profesor de la Univer-sidad de Mosc, un profesor famoso del que seenorgullecer Rusia entera!FERAPONT- No s.. . Oigo mal.ANDRI- Si oyeras bien, quiz no hablara contigode este modo. Necesito hablar con alguien, pero mimujer no me comprende, y temo hablar con mishermanas, temo que se ran de m, que me aver-gencen...No bebo, no soy amigo de restaurantespero, con qu satisfaccin, caro viejo, estara ahorasentado en alguno de los de Mosc, en el de Tis-tov, por ejemplo, o en el Gran Mosc.FERAPONT- Pues en Mosc, contaba hace pocoun contratista, unos mercaderes comieron hojuelas,y uno que comi cuarenta, segn dicen, muri. Nos si han dicho cuarenta o cincuenta. No lo recuer-do.

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    ANDRI- En Mosc, te sientas en una enorme salade un restaurante, donde no conoces a nadie y nadiete conoce y, sin embargo, no te consideras extrao.En cambio, aqu, conoces a todo el mundo, todos teconocen, pero te sientes extrao... Extrao y solo.FERAPONT- Qu? (Pausa.) El mismo contratistacontaba, no s si menta, que han tendido un cablede un extremo a otro de Mosc.ANDRI- Para qu?FERAPONT- No s... Lo ha dicho el contratista.ANDRI- Tonteras. (Lee el libro.) Has estado enMosc alguna vez?FERAPONT (despus de una pausa)- No he estado.No lo ha dispuesto Dios. (Pausa.) Puedo irme?ANDRI- S. Que te vaya bien. (Ferapont sale.) Quete vaya bien. (Leyendo.) Maana por la maana ventey recogers los papeles... Vete... (Pausa.) Se ha ido.(Se oye la campanilla.) S, as es la vida... (Se estira yvuelve a su habitacin, sin apresurarse.)

    Entre bastidores, una niera canta acunando a unnio. Entran MASHA Y VERSHININ. Mientrasellos conversan, una DONCELLA enciende un

    quinqu y unas velas.

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    MASHA- No s. (Pausa.) No s. Naturalmente, lacostumbre significa mucho. Despus de la muertede nuestro padre, por ejemplo, estuvimos muchotiempo sin poder acostumbrarnos a no tener orde-nanzas. Pero, adems de la costumbre, me pareceque, en este caso, habla en m el sentido de lo que esjusto. Quiz en otros lugares no es as, pero ennuestra ciudad, las personas ms formales, las msnobles y mejor educadas son los militares.VERSHININ- Tengo ganas de beber. Tomara unpoco de t.MASHA (despus de mirar el reloj de pared)- Pronto loservirn. Me casaron cuando tena dieciocho aos, ytema a mi marido porque era maestro y yo acababade terminar mis estudios. Entonces me pareca unverdadero sabio, inteligente, e importante. Ahora yano, por desgracia.VERSHININ- Ya... s.MASHA- De mi marido no voy a hablar, a l yaestoy acostumbrada, pero entre el elemento civil, engeneral, hay tanta gente grosera, poco amable y maleducada! La grosera me ofende, me molesta; sufrocuando veo que un hombre es poco fino, poco deli-cado, poco amable. Cuando me encuentro entremaestros, camaradas de mi marido, sufro de verdad.

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    VERSHININ- S... Pero a mi modo de ver, en lo deinteresantes da lo mismo civiles que militares, por lomenos en esta ciudad. Da lo mismo! De or a unintelectual la localidad, civil o militar, resulta que nopuede ms con su mujer, que no puede ms con sucasa, que no puede ms con su finca, que no puedems con los caballos... Al hombre ruso le es propiaen alto grado la elevacin del pensamiento, dgame,por qu en la vida se queda tan a ras de tierra?Por qu?MASHA- Por qu?VERSHININ- Por qu est harto de los hijos y dela mujer? Por qu la mujer y los hijos estn hatosde l?MASHA- Hoy se encuentra algo deprimido.VERSHININ- Es posible. Hoy no he almorzado.No he comido nada desde la maana. Tengo unahija un poco enferma, y cuando mis hijas estn en-fermas, me siento intranquilo, me remuerde la con-ciencia por haberles dado una madre semejante.Oh, si la hubiera visto hoy! Que nulidad. Hemoscomenzado a reir a las siete de la maana, a lasnueve he dado un portazo y he salido (Pausa.) Nun-ca hablo de esto y, cosa rara, no me lamento ms

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    que a usted. (Le besa la mano.)No se enoje conmigo.Aparte de usted, no tengo a nadie, a nadie... (Pausa.)MASHA- Qu ruido hace la chimenea! Poco antesde la muerte de nuestro padre, zumbaba del mismodo. Exactamente como ahora.VERSHININ- Es usted supersticiosa?MASHA- S.VERSHININ- Es extrao. (Le besa la mano.) Ustedes una mujer magnfica, maravillosa. Magnfica,maravillosa! Aqu hay poca luz, mas veo el resplan-dor de sus ojos.MASHA (se sienta en otra silla)- Aqu hay ms luz...VERSHININ- Yo amo, amo, amo... Amo sus ojos,sus movimientos, que veo en sueos... Es una mu-jer magnfica, maravillosa!MASHA (riendo silenciosamente)- Cuando usted mehabla de este modo, no s por qu me ro, aunquesiento miedo. No lo repita, por favor... (A mediavoz.) Aunque, de todos modos, hable, me da lo mis-mo... (Se cubre el rostro con las manos.) Me da lo mis-mo... Viene alguien, hable de alguna otra cosa...

    IRINA y TUSENBACH entran por la sala.

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    TUSENBACH- Tengo tres apellidos. Me llamo ba-rn de Tusenbach-Krone-Altschauer, pero soy ruso,ortodoxo, como usted. Es poco lo que me ha que-dado de alemn, a no ser, quiz, esta paciencia yesta obstinacin con que la estoy fastidiando. Laacompao todas las tardes.IRINA- Qu cansada estoy!TUSENBACH- Y acudir todos los das a telgra-fos, y la acompaar a su casa, y lo har diez aos,veinte, hasta que me mande usted a paseo. (Al ver aMasha y a Vershnin, alegremente.) Son ustedes? Bue-nas tardes.IRINA- Por fin estoy en casa. (A Masha.) Hace po-co ha venido una dama para telegrafiar a su herma-no -que vive en Sartov- que se le ha muerto hoy unhijo, y no poda recordar de ningn modo la direc-cin. Lo ha mandado sin direccin, sencillamente aSartov. Lloraba. Y yo, sin ms ni ms, he sido gro-sera con ella. "No tengo tiempo que perder", le hedicho. He obrado estpidamente. Tenemos msca-ras hoy?MASHA- S.IRINA (se sienta en un silln)- Quiero descansar. Es-toy fatigada.

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    TUSENBACH (sonriendo)- Cuando vuelve de la ofi-cina, parece tan jovencita, tan desventurada... (Pau-sa.)IRINA- Estoy cansada. No me gusta telgrafos, nome gusta, no.MASHA- Has adelgazado... (Silba.) Y ests rejuve-necida, con carita de chiquillo.TUSENBACH- Es del peinado.IRINA- He de buscarme otro empleo, se no es pa-ra m. Lo que yo tanto deseaba, aquello con que so-aba, es precisamente lo que no encuentro. El moes un trabajo sin poesa, sin alma... (Golpe dado al pa-vimento desde el piso inferior.) El doctor golpea. (A Tu-senbach.) Amigo mo, d unos golpes. Yo no puedo...estoy cansada...

    Tusenbach da unos golpes en el suelo.

    En seguida vendr. Habra que tomar alguna medi-da. Ayer el doctor y nuestro Andri fueron al club yotra vez perdieron. Dicen que Andri perdi dos-cientos rubios.MASHA (con indiferencia)- Qu se puede hacer aho-ra?

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    IRINA- Hace dos semanas perdi; en diciembre,perdi. Ojal lo pierda todo pronto, as quizs nosiramos de esta ciudad. Dios mo, todas las nochessueo con Mosc, estoy como alucinada. (Se re.)Nos trasladaremos a Mosc en junio, y hasta junioquedan an... febrero, marzo, abril, mayo... Casimedio ao!MASHA- Slo hay que procurar que Natasha no seentere de que Andri ha perdido.IRINA- Me figuro que a ella le da lo mismo.

    CHEBUTIKIN que acaba de levantarse de la cama-ha descansado despus de la comida-, entra en lasala y se peina la barba: luego se sienta a la mesa y

    se saca un peridico del bolsillo.

    MASHA- Ah le tenemos... Ha pagado el alquiler?IRINA (se re)- No. No ha pagado un kopek desdehace ocho meses. Por lo visto lo ha olvidado.MASHA (se re)- Qu aire de importancia el suyo!

    Todos se ren; pausa.

    IRINA- Por qu est tan callado, Alexandr Ign-tich?

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    VERSHININ- No lo s. Me apetecera tomar unpoco de t. La mitad de mi vida por un vaso de t!No he comido nada desde la maana...CHEBUTIKIN- Irina Serguievna!IRINA- Qu hay?CHEBUTIKIN- Venga, por favor. Venez ici. (Irinava y, se sienta a la mesa.) No puedo estar sin usted.(Irina extiende las cartas para hacer un solitario.)VERSHININ- Bueno, ya que no sirven el t, vamosa filosofar un poco, por lo menos.TUSENBACH- Venga. Sobre qu?VERSHININ- Sobre qu? Somos un poco... porejemplo, sobre la vida que habr despus de noso-tros, dentro de doscientos aos o trescientos.TUSENBACH- Por qu no? Despus de nosotrosse volar en globo, las chaquetas cambiarn de for-ma, quiz se descubra el sexto sentido y lo desarro-llen, pero la vida seguir siendo la misma, difcil,llena de misterios y feliz. Y dentro de mil aos, elhombre suspirar, como ahora: "Ah, qu penoso esvivir", y al mismo tiempo, exactamente como ahora,tendr miedo a la muerte y no la querr.VERSHININ (despus de reflexionar un poco)- Ququiere que le diga? A m me parece que en la Tierratodo debe modificarse poco a poco, y ya est cam-

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    biando ante nuestros ojos. Dentro de doscientos otrescientos aos, dentro de mil -la cuestin no esten el plazo-, comenzar una vida nueva y feliz. No-sotros no participamos de esa vida desde luego, pe-ro ahora vivimos, trabajamos y sufrimos para ella;nosotros la creamos y en esto -slo en esto- radicael fin de mi existencia y si se quiere, nuestra felici-dad.

    Masha se re quedamente.

    TUSENBACH- Por qu se re?MASHA- No lo s. Hoy me estoy riendo todo elda, desde la maana.VERSHININ- He cursado mis estudios en el mis-mo sitio que usted, no he pasado por la academiamilitar; leo mucho, pero no s elegir las lecturas yquiz no leo lo que hara falta; pero cuanto ms vivotanto ms deseo saber. Los cabello se me vuelvencanas, casi soy un viejo ya, pero s poco, qu poco!Do todos modos, me parece saber muy bien lo msimportante, lo esencial. Cmo me gustara poderledemostrar que para nosotros la felicidad no existe,no debe existir ni existir. Nosotros slo debemostrabajar y trabajar, mientras que la felicidad est re-

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    servada a nuestros lejanos descendientes. (Pausa.) Siyo no soy feliz, por lo menos lo sern los des-cendientes de mis descendientes.

    FEDTIK y RODE aparecen en la sala; se sientany cantan en voz baja, acompandose con la guita-

    rra.

    TUSENBACH- Segn usted, no se puede ni siquie-ra soar con la felicidad. Pero, y si yo soy feliz?VERSHININ- No lo es.TUSENBACH (juntando las manos y rindose)- Por lovisto, no nos entendemos. Cmo podr conven-cerle?

    Masha se re quedamente.

    (amenazndola con el dedo)Rase! (A Vershinin.) Noslo dentro de doscientos o trescientos aos, sinotambin dentro de un milln de aos, la vida seguirsiendo como ha sido; la vida no cambia, siempre esla misma, est en consonancia con sus propias leyes,que nos son extraas o que, por lo menos, no nosllegarn a ser nunca conocidas. Las aves de paso, lascigeas, por ejemplo, vuelan y vuelan, y, cuales-

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    quiera que sean los pensamientos, grandes o peque-os, que pasen por sus cabezas, seguirn volandosin saber por qu ni adnde van. Vuelan y seguirnvolando cualesquiera que sean los filsofos, que en-tre ellas se den; que filosofen como quieran, el casoest en que vuelen...MASHA- De todos modos, tiene sentido?TUSENBACH- El sentido... Vea, est nevando.Qu sentido tiene? (Pausa.)MASHA- Me parece que el hombre ha de tener fe,ha de buscar una fe; de otro modo su vida es vaca,vaca... Vivir y no saber por qu vuelan las cigeas,por qu nacen los nios, por qu hay estrellas en elcielo... O sabemos por qu vivimos o todo sontonteras, pamemas. (Pausa.)VERSHININ- De todos modos, es una pena que lajuventud ya haya pasado...MASHA- Ggol dice: "Qu aburrido vivir en estemundo, seores!".TUSENBACH- Y yo digo: Qu difcil discutir conustedes, seores! No hay modo de entenderles...CHEBUTIKIN (leyendo el peridico)- Balzac se casen Berdchev.

    Irina se pone a cantar quedamente.

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    Hasta lo voy a anotar en mi cuadernito. (Lo anota.)Balzac se cas en Berdchev. (Lee el peridico.)IRINA (extiende las cartas pensativa)- Balzac se cas enBerdchev.TUSENBACH- La suerte est echada. Sabe, MaraSerguievna? He pedido el retiro.MASHA- Lo he odo decir. No creo que haya he-cho usted bien. No me gustan los civiles.TUSENBACH- No importa... (Se levanta.) No tengobuena estampa, qu clase de militar puedo ser? Detodos modos, no importa... Trabajar. He de traba-jar, por lo menos un da de mi vida, de modo que alvolver a casa por la noche deba tumbarme en lacama rendido de cansancio y me quede dormido enseguida. (Dirigindose a la sala.) Los obreros, proba-blemente, duermen como troncos!FEDTIK (a Irina)- Al pasar, hace un momentopor la Moskvskaia, he entrado en la tienda de Pi-zhikov y he comprado para usted lpices de color. Yeste cortaplumas...IRINA- Est usted acostumbrado a tratarme comoa una nia, pero ya soy mayor. (Toma los lpices y elcortaplumas, con alegra.) Qu maravilla!

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    FEDTIK- Para m, me he comprado una navaja...mire... una hoja, otra hoja, la tercera, esto es parahurgar en las orejas, esto son unas tijeras, esto espara limpiar las uas...RODE (alzando la voz)- Doctor, cuntos aos tieneusted?CHEBUTIKIN- Yo? Treinta y dos. (Risas.)FEDTIK- Ahora le ensear a hacer otro solita-rio... (Extiende las cartas.)

    Traen el samovar; ANFISA permanece junto almismo; poco despus entra NATASHA y tambinse ocupa de preparar la mesa; entra SOLINI y,

    despus de saludar a los presentes, se sienta a la me-sa.

    VERSHININ- Vaya viento!, eh?MASHA- S, estoy harta de invierno. Ya se me haolvidado cmo es el verano.IRINA- El solitario saldr bien, ya lo veo. Iremos aMosc.FEDTIK- No, no sabe bien. Ve? El ocho haquedado encima del dos de picas. (Se re.) Esto signi-fica que no irn a Mosc.

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    CHEBUTIKIN (lee el peridico)- Tsitsikar. All se hadeclarado una espantosa epidemia de viruela.ANFISA (acercndose a Masha)- Ven a tomar el t,pequea. (A Vershinin.) Por favor, Excelencia... per-dn, seor, me he olvidado de su nombre y patro-nmico...MASHA- Trae el t aqu, aya. Ah no voy.IRINA- Aya!ANFISA- Voy!NATASHA (a Solini)- Los nios de pecho lo en-tienden todo. "Buenos das, Bbik -le digo-. Bue-nos das, cielo mo!" .l me ha mirado de una ma-nera especial. Usted creer que en m habla slo lamadre, pero no es as, no, se lo aseguro! Es unacriaturita excepcional.SOLINI- Si esta criaturita fuera ma, la freira enla sartn y me la comera. (Con un vaso en la mano, pa-sa al saln y se sienta en un ngulo.)NATASHA (cubrindose la cara con las manos)- Grose-ro, mal educado!MASHA- Feliz quien no se da cuenta de si estamosahora en verano o en invierno. Me parece que si vi-viera en Mosc, no me preocupara para nada deltiempo...

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    VERSHININ- Hace unos das estuve leyendo eldiario que un ministro francs escribi en la crcel.El ministro haba sido condenado por el asunto delcanal de Panam. Con qu gozo, con qu entusias-mo habla de los pjaros que ve por la ventana de lacrcel y en los que nunca se haba fijado antes,cuando era ministro. Ahora que est de nuevo enlibertad, le pasa lo que antes, no se da cuenta de lospjaros. Lo mismo le ocurrir a usted cuando vivaen Mosc: no se dar cuenta de la ciudad. La dichano se alcanza, no existe; slo la deseamos.TUSENBACH (toma una caja de la mesa)- Dndeestn los bombones?IRINA- Solini se los ha comido.TUSENBACH- Todos?ANFISA (sirviendo el t)- Carta para usted, seor.VERSHININ- Para m? (Toma la carta.) Es de mihija. (Lee.) S, naturalmente... Perdone, Mara Ser-guievna, me voy sin despedirme. No tomar el t.(Se levanta agitado.) Siempre esas eternas historias...MASHA- Qu ocurre? No es un secreto?VERSHININ (en voz baja)- Mi mujer ha intentadoenvenenarse otra vez. He de ir. Saldr sin que nadiese d cuenta. Es terriblemente desagradable todoesto. (Besa la mano a Masha.) Mi buena, mi excelente

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    amiga, mi amiga querida... Me ir sin llamar la aten-cin... (Se va.)ANFISA- Pero adnde se ha ido? Y yo, que acabode servirle el t... Qu hombre!MASHA (irritndose)- Basta! Siempre ests impor-tunando, no dejan en paz a nadie. . (Se va hacia lamesa con la taza de t.) Me tienes harta ya, vieja!ANFISA- Por qu te enfadas? Querida!Voz de Andri: "Anfisa!"(imitndole.) Anfisa! Allest, encerrado... (Se va).MASHA (en la sala, junto a la mesa, irritada)- Haced-me sitio! (Mezclando las cartas encima de la mesa.) Oshabis acomodado a gusto, con vuestras cartas.Bebed el t!IRINA- Eres mala, Masha.MASHA- Si soy mala, no hablis conmigo. No metoquis!CHEBUTIKIN (rindose)- No la toquen, no la to-quen...MASHA- Usted tiene sesenta aos y, como si fueraun muchachito, siempre est desbarrando y dicien-do el diablo sabe qu cosas.NATASHA (suspirando)- Querida Masha, por quempleas estas expresiones en la conversacin? Her-mosa como eres, en las reuniones de la buena so-

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    ciedad seras encantadora, te lo digo con toda fran-queza, si no fuera por estas palabras que usas. Je vousprie, pardonnez moi, Marie, mais vous avez des manieres unpeu grossieres.TUSENBACH (conteniendo la risa)- Denme... den-me... Me parece que all veo coac...NATASHA- Il parait, que mon Bobik dj ne dort pas,se ha despertado. Hoy lo tengo malucho. Voy averle, perdonen... (Sale.)IRINA- Y adnde se ha ido Alexandr Igntich?MASHA- A su casa. Algo extraordinario le pasaotra vez con su mujer.TUSENBACH (se acerca a Solini con una garrafita decoac en la mano)- Usted siempre est solo, siempreest pensando en algo sin que nadie sepa de qu setrata. Bueno, vamos a hacer las paces. A beber unpoco de coac! (Beben.) Hoy tendr que pasarme lanoche tocando el piano, probablemente cosas ab-surdas... Qu le vamos a hacer!SOLINI- Por qu hacer las paces? Usted y yo nohemos reido.TUSENBACH- Siempre despierta usted en m laimpresin de que algo ha ocurrido entre nosotros.Usted tiene un carcter extrao, hay que recono-cerlo.

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    SOLINI (declamando)- Yo soy extrao, peroquin no lo es! No te enfades, Aleko!"TUSENBACH- A qu viene aqu lo de Aleko?...(Pausa.)SOLINI- En compaa de otra persona soy comotodos, pero en sociedad me siento alicado, cohibi-do, y... digo barbaridades. Pero, de todos modos,soy ms honesto y honrado que muchos y muchosotros. Puedo demostrarlo.TUSENBACH- A menudo me enfado con ustedporque siempre la toma conmigo cuando estamosen sociedad; de todos modos, me resulta simptico,no s por qu. Como sea, pero hoy me emborracho.Bebamos!SOLINI- Bebamos. (Beben.) Contra usted, barn,nunca he tenido nada. Pero mi carcter es un pococomo el de Lrmontov. (En voz baja.) Hasta me pa-rezco un poco a Lrmontov... segn dicen (Saca delbolsillo un frasco de perfume y se echa un poco en las manos.)TUSENBACH- He pedido el retiro. Basta! Lo heestado pensando durante cinco aos y por fin mehe decidido. Trabajar.SOLINI (declamando)- No te enfades, Aleko...Olvida, olvida tus sueos. . ."

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    Mientras ellos hablan, ANDRI entra con un libroen la mano y se sienta al lado de una vela.

    TUSENBACH- Trabajar.CHEBUTIKIN (pasando al saln, con Irina)- Losplatos tambin eran autnticamente caucasianos:sopa con cebolla y como plato de carne chejartm.SOLINI- Cheremsh; y no es carne, ni mucho me-nos, sino una especie de cebolla.CHEBUTIKIN- No, ngel mo. El chejartm no escebolla, sino un asado de Cordero.SOLINI- Yo le digo que el cheremsh es una cebo-lla.CHEBUTIKIN- Yo le digo que el chejartm es cor-dero.SOLINI- Yo le digo que el cheremsh es cebolla.CHEBUTIKIN- A qu discutir! Usted no ha esta-do nunca en el Cucaso y no ha comido chejartm.SOLINI- No lo he comido porque no lo puedosufrir. El cheremsh deja un olor como el del ajo.ANDRI (suplicante)- Basta, seores! Se lo suplico!TUSENBACH- Cundo vienen las mscaras?IRINA- Han prometido venir a eso de las nueve;estn por llegar.

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    TUSENBACH (abrazando a Andri, se pone a cantar)-Oh, casita, mi casita, casita nueva ma. . ."ANDRI (baila y canta)- Casita nueva, casita de ar-ce...CHEBUTIKIN (baila)- Enrejada! (Risas.)TUSENBACH (besa a Andri)- Diablos! A beber,Andriusha! Vamos a beber y a tratarnos de t. Ir aMosc contigo, Andriusha, a la universidad.SOLINI- A cul? En Mosc hay dos universida-des.ANDRI- En Mosc hay una universidad.SOLINI- Pues yo te digo que hay dos.ANDRI- Bueno, pues que sean tres. Tanto mejor.SOLINI- En Mosc hay dos universidades!(Murmullos y siseos.) En Mosc hay dos universidades:la vieja y la nueva. Pero si no les place escucharme,si mis palabras les irritan, puedo poner punto enboca. Y hasta puedo irme a otra estancia... (Sale poruna de las puertas.)TUSENBACH- Bravo, bravo! (Se re.) Empiecen,seores, me pongo al piano! Qu divertido esteSolini!... (Se sienta al piano, toca un vals.)MASHA (baila el vals sola)- El barn est borracho,el barn est borracho, el barn est borracho!

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    Entra NATASHA.

    NATASHA (a Chebutikin)- Ivn Romnich! (Dicealgo a Chebutikin, despus se va silenciosamente; Chebutikinda una palmadita a Tusenbach en el hombro y le susurraalgo al odo.)IRINA- Qu pasa?CHEBUTIKIN- Es hora de irse. Hasta ms ver!TUSENBACH- Buenas noches. Es hora de irse.IRINA- Perdonen... Y las mscaras?ANDRI (confuso)- No habr mscaras. Vers, que-rida, Natasha dice que Bbik no est muy bien ypor esto... En fin, no s; a m me da lo mismo.IRINA (encogindose de hombros)- Qu Bbik no estbien!MASHA- Total qu? Nada importa! Si nos echan,no hay ms remedio que irse. (A Irina.) No es Bbikquien est enfermo, es ella. . . De aqu! (Se da unosgolpecitos en la frente con el dedo.) Burguesota!

    Andri vuelve a su habitacin por la puerta derecha;Chebutikin le sigue; los de la sala se despiden.

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    FEDTIK- Qu lstima! Esperaba pasar bien lavelada, pero si el pequeuelo est enfermo, claro...Maana le traer un juguete.RODE (en voz alta)- Hoy, precisamente, he echadouna buena siesta despus de comer creyendo queme pasara la noche bailando. Si no son ms quelas nueve!MASHA- Salgamos a la calle, all hablaremos, deci-diremos lo que vamos a hacer.

    Se oye: Adis! Que siga bien! Se oye la risa ale-gre de Tusenbach. Se van todos. Anfisa y la Donce-

    lla recogen los manteles, apagan las velas. Se oyecantar al aya. Entran en silencio ANDRI, con

    abrigo y sombrero, y CHEBUTIKIN

    CHEBUTIKIN- No he tenido tiempo de casarmeporque la vida me ha pasado como un relmpago, ytambin porque amaba locamente a tu madre, queya estaba casada...ANDRI- No hay que casarse, no. Es aburrido.CHEBUTIKIN- S, as es, pero la soledad... Puedesfilosofar lo que quieras, pero la soledad es una cosaterrible, amigo mo... Aunque en el fondo... desdeluego; da absolutamente lo mismo!

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    ANDRI- Vmonos, dmonos prisa.CHEBUTIKIN- Para qu apresurarse? Nos sobratiempo.ANDRI- Tengo miedo de que m mujer no medeje salir.CHEBUTIKIN- Ah!ANDRI- Hoy no jugar, me dedicar a mirar, na-da ms. No me siento bien... Qu puedo hacer,lvn Romnich, contra el asma?CHEBUTIKIN- Vaya pregunta! No lo recuerdo,amigo mo. No lo s.ANDRI- Pasemos por la cocina.

    Tocan la campanilla, vuelven a tocarla; se oyen vo-ces, risas. Salen.

    IRINA (entra)- Quin hay?ANFISA (en voz baja)- Las mscaras! (Tocan la cam-panilla.)IRINA- Ayita, diles que en casa no hay nadie. Queperdonen.

    Anfisa sale. Irina camina pensativa por la habita-cin; est agitada. Entra SOLINI.

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    SOLINI (perplejo)- No hay nadie... Pero adndese han ido?IRINA- A sus casas.SOLINI- Qu extrao. Est usted sola aqu?IRINA- Sola. (Pausa.) Adis.SOLINI- Hace un momento me he comportadomal, con poco tacto. Pero usted no es como losdems, usted tiene un alma noble y pura, usted ve laverdad... Usted, y slo usted, puede comprenderme.La amo, la amo con amor profundo, infinito...IRINA- Adis! Vyase.SOLINI- No puedo vivir sin usted. (Acercndosele.)Oh, bien mo! (Entre lgrimas.) Oh, felicidad! Ojosesplndidos, maravillosos, sorprendentes, como nohe visto en ninguna otra mujer...IRINA (framente)- Basta, Vasili Vaslich!SOLINI- Le hablo de mi amor por primera vez yes como si no me encontrara en la Tierra, sino enotro planeta. (Se pasa la mano por la frente.) Pero esintil, a la fuerza no se hace uno amar, naturalmen-te... Pero no debo tener rivales ms afortunados.. .No debo tenerlos... Le juro por todos los santos quea un rival, lo mato... Oh, qu maravillosa!

    NATASHA pasa con una vela en la mano.

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    NATASHA (mira por una puerta, luego por otra y pasapor delante de la que da a la habitacin del marido)- Aquest Andri. Que lea. Perdone, Vasili Vaslich, nosaba que estuviera usted aqu y he salido con la ro-pa de casa.SOLINI- Me da lo mismo. Adis! (Sale.)NATASHA- Ests cansada, querida. Pobre peque-ita ma! (Besa a Irina.) Deberas acostarte ms tem-prano.IRINA- Bbik duerme?NATASHA- Duerme. Pero tiene un sueo agitado.A propsito, querida, quera decirte... pero, unas ve-ces porque no ests, otras porque yo estoy ocupa-da... Me parece que la habitacin que ocupa ahoraBbik, para l resulta fra y hmeda. La tuya, encambio, es tan buena para el nio! Querida, adora-da, trasldate de momento a la de Olga!IRINA (sin comprender)- Adnde?

    Se oyen los cascabeles de una troica que se acerca yse detiene ante la puerta de la casa.

    NATASHA- Podras estar por cierto tiempo en lamisma habitacin de Olga, y en la tuya pondramos

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    a Bbik. Es tan gracioso. Hoy le he dicho: "Bbik,eres mo, mo!" Y 1 me ha mirado con sus ojitos.(Suena la campanilla.) Ser Olga. Qu tarde vuelve!

    La DONCELLA se acerca a Natasha y le susurraunas palabras al odo.

    NATASHA- Protoppov? Qu excntrico! Havenido Protoppov, me invita a dar un paseo entroica. (Se re.) Qu extraos son estos hombres...(Suena la campanilla.) Alguien ha venido. Y si fuera adar un paseto de un cuartito de hora?... (A la donce-lla.) Dile que ahora voy. (La campanilla.) Llaman...ser Olga. (Sale.)

    La Doncella se va corriendo: Irina permanece sen-tada, pensativa: entran KULIGUIN y OLGA; tras

    ellos, VERSHININ.

    KULIGUIN- Pero qu pasa aqu? Si decan quehabra fiesta.VERSHININ- Es extrao, he salido hace poco, ha-r una media hora, y esperaban mscaras...IRINA- Se han ido todos.

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    KULIGUIN- Y Masha se ha ido tambin? Adn-de ha ido? Y por qu Protoppov est esperandoabajo, en una troica? A quin espera?IRINA- No me hagan preguntas. Estoy cansada.KULIGUIN- Vaya, la caprichosaOLGA- Acaba de terminar la reunin del claustro.Estoy rendida. Nuestra directora est enferma yahora yo la sustituyo. Ah, la cabeza, la cabeza...cmo me duele!...(Se sienta.) Andri ayer perdi dos-cientos rublos jugando a las cartas... Es la comidillade la ciudad...KULIGUIN- S, tambin yo me he fatigado en elclaustro. (Se sienta.)VERSHININ- Mi mujer se haba propuesto asus-tarme y por poco se envenena. Todo se ha arregla-do y estoy contento, ahora descanso... As, pues,hay que irse? Qu le vamos a hacer, permtame queme despida. Fidor Ilich, vmonos a alguna parte.No puedo quedarme en casa, no puedo de ningnmodo... Vmonos!KULIGUIN- Estoy cansado. No voy. (Se levanta.)Estoy cansado. Se ha ido a casa mi mujer?IRINA- Seguramente.KULIGUIN (besa la mano a Irina)- Adis. Maana ypasado maana, a descansar todo el da. Que le vaya

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    bien. (Da unos pasos.) Qu bien me vendra una tazade t. Confiaba pasar la velada en buena compaay... o, fallacem hominum spem!4... La exclamacin re-quiere acusativo...VERSHININ- As pues, me ir solo. (Sale con Kul-guin, silbando.)OLGA- La cabeza me duele, la cabeza... Andri haperdido... es la comidilla de la ciudad... Voy a acos-tarme. (Da unos pasos.) Maana estoy libre... Oh,Dios mo, qu agradable es esto! Maana estar li-bre, pasado maana tambin ... La cabeza me duele,la cabeza ... (Sale.)IRINA (sola)- Todos se han ido. No queda nadie.

    En la calle tocan un acorden; el aya canta.

    NATASHA (con abrigo de pieles y gorro atraviesa la sala;la sigue la doncella)- Dentro de media hora estar encasa. Slo voy a dar una pequea vuelta. (Sale.)IRINA (queda sola, con angustia)- A Mosc! A Mos-c! A Mosc!

    Teln.

    4 Oh, falaz esperanza de los hombres!

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    ACTO TERCERO

    Habitacin de Olga e Irina. A izquierda y a de-recha, camas tras sendos biombos. Son algo ms delas dos de la madrugada. Se oye tocar a rebato acausa de un incendio iniciado ya hace mucho. Se veque en la casa an no se ha acostado nadie.MASHA, vestida de negro, como de costumbre, seha tendido en un divn. Entran OLGA y ANFISA.

    ANFISA- Ahora estn sentadas abajo, al pie de laescalera... Les digo "subid, no podis quedaros aqude este modo". Lloran. "No sabemos - dicen - dn-de est pap. No quiera Dios -dicen- que hayamuerto abrasado." Qu ocurrencias! Y en el patiohay otras... tambin medio desnudas.OLGA (saca unos vestidos del armaro)- Torna estegris... Y ste tambin... La blusa... Y toma esta falda,

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    aya... Qu desgracia, Dios mo! Parece que la calle-juela Kirsnovski ha ardido por completo... Tomaesto... Toma esto... (Le va echando la ropa en los bra-zos.) Qu miedo han tenido los Vershinin, po-brecitos. . . Por poco les arde la casa. Que pasenesta noche aqu... no se les puede dejar que vuelvana su casa... Al pobre Fedtik se le ha quemado todo,no le queda nada...ANFISA- Tendras que llamar a Ferapont, Oliush-ka, no podr llevarlo todo...OLGA (toca una campanilla)- Es intil tocar... (Gritapor la puerta.) Hay alguien por ah? A ver, venid!(Por la puerta se ve una ventana, roja por el resplandor delincendo; se oye pasar a los bomberos por delante de la casa.)Qu espanto! Y qu cansada estoy de todo esto!

    Entra FERAPONT

    Toma, llvalo... Al pie de la escalera estn las seo-ritas Kolitilin... dselo. Dales tambin esto...FERAPONT- Est bien. En el ao doce, tambinardi Mosc. Seor, Dios mo!, los franceses nosalan de su asombro.OLGA- Vete, vete...FERAPONT- Est bien. (Sale.)

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    OLGA- Aya, querida, dalo todo. Nosotras no nece-sitamos nada, dalo todo, aya. . . Estoy cansada, ape-nas me sostengo en pie... A los Vershinin no se lespuede dejar volver a su casa... Las nias se acostarnen la gran sala y Alexandr Igntich, abajo, en elcuarto del barn... A Fedtik tambin lo colocare-mos en el cuarto del barn o en nuestra sala... Eldoctor, como hecho adrede, est borracho comouna cuba y en su casa no se puede meter a nadie. Lamujer de Vershinin, tambin en el saln.ANFISA (extenuada)- Oliushka, ngel mo, no meeches!OLGA- Qu tonteras dices, aya! Nadie quiereecharte.ANFISA (le apoya la cabeza en el pecho)- Alma ma, te-soro mo, yo trabajo, hago lo que puedo... Cuandoya no pueda ms, todos dirn: fuera! Y adndevoy a ir? Adnde? Tengo ms de ochenta aos. Hecumplido ya ochenta y uno...OLGA- Sintate, aya... Ests cansada, pobrecita...(La hace sentar.) Descansa, aya ma. Qu plida tehas quedado!

    Entra NATASHA.

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    NATASHA- Dicen que se ha de organizar cuantoantes un comit de ayuda a los damnificados. Esuna excelente idea, verdad? A la gente pobre hayque ayudarle siempre; esto es un deber de los ricos.Bbik y Sfochka duermen, como si no ocurrieranada. Nuestra casa est llena de gente, por todaspartes tropiezas con alguien. Ahora hay gripe en laciudad; me da miedo que los nios se contagien.OLGA (sin escucharla)- Desde esta habitacin el in-cendio no se ve, aqu est todo tranquilo...NATASHA- S... Debo estar despeinada. (Mirndoseen el espejo.) Dicen que he engordado... no es ver-dad! Ni pizca! Masha duerme, ha quedado rendida,la pobre... (A Anfisa, con frialdad.) En mi presenciano te atrevas a permanecer sentada! Levntate!Fuera de aqu! (Anfisa sale; pausa.) No comprendopor qu tienes a esta vieja!OLGA (estupefacta)- Perdona, yo tampoco compren-do...NATASHA- Aqu no tiene nada que hacer. Es unacampesina, que viva en el campo.. Qu compli-caciones son stas! A m me gusta que en casa hayaorden! En una casa no ha de haber gente superflua.(Acaricindole una mejilla.) Qu cansada ests, pobre-

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    cita! Nuestra directora est cansada! Cuando mi S-fochka crezca y vaya al gimnasio, te tendr miedo.OLGA- No ser directora.NATASHA- Te van a nombrar, Olechka. Est de-cidido.OLGA- Me negar. No puedo... Es superior a misfuerzas... (Bebe un poco de agua.) Ahora has tratadocon tanta grosera al aya... Perdona, no estoy encondiciones de soportarlo... se me ha enturbiado lavista...NATASHA (agitada)- Perdona, No quera causarteninguna pena.

    Masha se levanta, toma la almohada y se va, irritada.

    OLGA- Comprndelo, querida. . nosotras quizshemos sido educadas de una manera extraa, peroesto no puedo soportarlo. Semejante trato meoprime, me pone enferma... se me cae el alma a lospies, sencillamente!NATASHA- Perdona, perdona... (La besa.) OLGA- Toda grosera, por pequea que sea, to-da palabra dicha sin delicadeza, me altera...

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    NATASHA- A menudo digo cosas que no deberadecir, es verdad, pero has de reconocer, querida, queella podra vivir en el campo.OLGA- Lleva ya treinta aos en casa.NATASHA- Pero ahora no puede trabajar! O yono comprendo o eres t la que no quieres com-prender. Ya no est en condiciones de poder hacernada, se pasa el tiempo durmiendo o sentada.OLGA- Bueno, que est sentada.NATASHA (sorprendida)- Cmo que est sentada?Si forma parte del servicio! (Entre lgrimas.) No tecomprendo, Olia. Tengo aya, tengo nodriza, tene-mos doncella, cocinera... Para qu queremos, ade-ms, a esta vieja? Para qu?

    Se oye tocar a rebato.

    OLGA- Esta noche he envejecido diez aos.NATASHA- Hemos de ponernos de acuerdo, Ola.T, en el gimnasio; yo, en casa; t tienes tus leccio-nes, yo me ocupo de la casa. Y si yo hablo del servi-cio, s lo que me digo: s-lo-que-me-di-go... Y quemaana no vea aqu a esta vieja ladronzuela, a estavieja intil... (pataleando) a esta bruja!... Cuidado, nome exasperis! Cuidado! (Dominndose.) La verdad,

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    si no te instalas abajo, siempre estaremos regaan-do. Es espantoso.

    Entra KULIGUIN.

    KULIGUIN- Dnde est Masha? Ya es hora devolver a casa. Dicen que el incendio est dominado.(Se estira.) Slo ha ardido una manzana, y eso quehaca viento y al principio pareca que iba a ardertoda la ciudad. (Se sienta.) Estoy cansado, Oliechka,simptica... A menudo pienso: de no haberme casa-do con Masha, me habra casado contigo, Olechka.Eres muy buena... Estoy que no puedo ms. (Se ponea escuchar.)OLGA- Qu pasa?KULIGUIN- Como hecho adrede, el doctor tieneuna mona, est borracho perdido. Como hechoadrede! (Se levanta.) Me parece que viene hacia aqu...Os? S, viene ... (Se re.) Qu hombre, la verdad ...Me escondo. (Va hacia el armario y se esconde en un n-gulo.) Qu bandido!OLGA- Haca dos aos que no beba y ahora, depronto, se ha puesto como una cuba... (Se retira conNatasha al fondo de la habitacin.)

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    Entra CHEBUTIKIN; atraviesa la estancia sin tam-balearse, como si no estuviera borracho; se detiene,mira a un lado y a otro, luego se acerca al lavabo yempieza a lavarse las manos.

    CHEBUTIKIN (sombro)- Que se vayan todos aldiablo! Al diablo!... Creen que soy un doctor, ques curar todas las enfermedades, y no s absoluta-mente nada, he olvidado lo que saba, no recuerdonada, absolutamente nada. (Olga y Natasha salen sinque l se d cuenta.) Al diablo! El mircoles pasado,en Zsip, cuid una mujer: ha muerto y yo soy elculpable de su muerte. S... Veinticinco aos atrs,saba algo, pero ahora no recuerdo nada. Nada.Quiz no soy una persona y slo hago ver que ten-go brazos, piernas y cabeza; quiz ni siquiera existoy slo me parece que ando, como y duermo. (Llora.)Oh, si pudiera no existir! (Deja de llorar, sombro.) Eldiablo sabe... Anteayer hablbamos en el club deShakespeare, de Voltaire... Yo no los he ledo, no heledo nada, y me daba aires de entenderlo. Otros ha-can como yo. Qu vulgaridad! Qu bajeza! En-tonces me acord de aquella mujer del mircoles a laque mand al otro mundo... lo record todo y se me

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    qued el alma rota, me sent asqueroso, abomina-ble... entonces beb y me emborrach...

    Entran IRINA, VERSHININ, y TUSENBACH;ste va vestido de civil; lleva un traje nuevo, a la

    moda.

    IRINA- Nos sentamos en este lugar. Aqu no entra-r nadie.VERSHININ- De no haber sido por los soldados,habra ardido toda la ciudad. Buenos mozos! (Sefrota las manos de satisfaccin.) Son oro puro! Oh, qumozos ms buenos!KULIGUIN (acercndoseles)- Qu hora es, seores?TUSENBACH- Son ms de las tres. Comienza aapuntar el da.IRINA- Todos estn en la sala, nadie se va. All esttambin su Solini... (A Chebutikin.) Usted, doctor,debera irse a dormir.CHEBUTIKIN- No importa. . . Agradecido. (Sepeina la barba.)KULIGUIN (rindose)- Ha empinado el codo, IvnRomnich! (Dndole unas palmaditas en el hombro.)Bravo! In vino veritas, decan los antiguos.

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    TUSENBACH- Me han pedido con insistencia queorganice un concierto a beneficio de los damnifi-cados.IRINA- Pero con quin?TUSENBACH- Se podra organizar, si se quisiera.Creo que Mara Serguievna toca el piano maravillo-samente.KULIGUIN- Toca maravillosamente!IRINA- Lo ha olvidado. Lleva tres aos sin tocar...o cuatro.TUSENBACH- En esta ciudad nadie entiende demsica, ni un alma, pero yo s y le aseguro con pa-labra de honor que Mara Serguievna toca espln-didamente, casi de manera genial.KULIGUIN- As es, barn. A Masha yo la quieromucho. Es excelente.TUSENBACH- Saber tocar con tanta perfeccin yal mismo tiempo tener conciencia de que nadie tecomprende, nadie!KULIGUIN (suspira)- S.. . Pero, estar bien queella participe en un concierto? (Pausa.) Seores, yono lo s. Quiz est bien. He de reconocer quenuestro director es una buena persona, una personamuy buena e inteligente, pero tiene unas opiniones...Desde luego, esto no es cosa suya, pero, de todos

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    modos, si ustedes quieren, lo mejor ser que le ha-ble.

    Chebutikin toma un reloj de porcelana y lo examina.

    VERSHININ- En el incendio me he tiznado depies a cabeza, estoy hecho un adefesio. (Pausa.) Ayero decir que piensan trasladar nuestra brigada a al-gn destino lejano. Unos dicen que al reino de Po-lonia; otros creen que a Chit, en la Siberia Oriental.TUSENBACH- Tambin yo lo he odo decir. Bue-no, si es as, la ciudad quedar desierta.IRINA- Tambin nosotras nos iremos!CHEBUTIKIN (deja caer el reloj, que se rompe)- Se hahecho aicos!

    Pausa; todos se quedan disgustados y confusos.

    KULIGUIN (recogiendo los fragmentos)- Romper unobjeto de tanto valor! Ah, Ivn Romnich, IvnRomnich! Cero con menos en conducta!IRINA- Era el reloj de nuestra difunta madre.CHEBUTIKIN- Es posible... De mam? Pues serde mam. Es posible que no lo haya roto, sino queslo parezca que lo he roto. Es posible que a noso-

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    tros slo nos parezca que vivimos y, en realidad, noexistamos. No s nada, nadie sabe nada. (junto a lapuerta.) Qu miran? Natasha tiene sus amoros conProtoppov y ustedes no lo ven... Ustedes estnaqu y no ven nada, pero Natasha tiene amoros conProtoppov... (Canta.) No quieren tomarse estapldora? ... (Sale.)VERSHININ- S ... (Riendo.) Qu raro es todo esto,en el fondo! (Pausa.) Cuando se ha iniciado el in-cendio, me he ido a casa a toda prisa: llego y veoque nuestra casa est intacta y fuera de peligro, peromis dos pequeas haban salido al umbral de lapuerta, en camisa, y la madre no estaba; la gente ibade un lado para otro, pasaban caballos y perros co-rriendo, y las caras de las nias tenan una expresinde inquietud, de terror, de splica, no s de qu; seme ha encogido el corazn al ver aquellas caras.Dios mo, pienso, lo que tendrn que ver an estascriaturitas en el transcurso de su larga vida! Las cojo,me echo a correr y no pienso ms que en una cosa: lo que tendrn que ver an en este mundo! (Se oyetocar a rebato; pausa.) Llego aqu, y encuentro a sumadre, que grita y se enoja.

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    MASHA entra con la almohada y se sienta en el di-vn.

    Cuando mis nias estaban medio desnudas en elumbral de la puerta y la calle quedaba roja por elresplandor del fuego y por todas partes haba unruido espantoso, he pensado que algo por el estilodeba de suceder muchos aos atrs, cuando inespe-radamente apareca el enemigo y saqueaba e incen-diaba... De todos modos, qu diferencia, en elfondo, entre ahora y entonces! Pasar un poco msde tiempo, doscientos o trescientos aos ms, y lavida nuestra de hoy ser vista con espanto y conburla; todo lo actual parecer torpe, pesado, muyincmodo y extrao. Oh, probablemente, qu vidaser esa, qu vida! (Rindose.) Perdn, otra vez me hepuesto a filosofar. Pero permtanme continuar, se-ores. Siento enormes deseos de filosofar, este esahora mi estado de nimo. (Pausa.) Parece que todosestn durmiendo. Pues deca: qu vida ser sa!Ustedes slo pueden imaginrselo... Mujeres comoustedes en la ciudad ahora slo hay tres, pero en lassiguientes generaciones habr ms, cada vez ms, yllegar un da en que todo habr cambiado tal comoustedes desean, se vivir como ustedes quieren que

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    se viva; luego, tambin ustedes envejecern, nacerngentes que sern mejores... (Se re.) Hoy me sientode un humor especial, con unos endiablados deseosde vivir... (Canta.) Todas las edades se rinden alamor, cuyos impulsos son siempre saludables..." (Sere.)MASHA- Tram-tam-tam ...VERSHININ- Tam-tam ...MASHA- Tra-ra-r?VERSHININ- Tra-ta-t. (Se re.)

    Entra FEDTIK.

    FEDTIK (bailando)- Quemado estoy, quemadoestoy! Ni una brizna ha quedado! (Risas.)IRINA- Pues vaya broma. Todo ha ardido?FEDTIK (rindose)- No ha quedado ni una brizna,nada. Se me ha quemado la guitarra, se me han que-mado las fotografas y todas las cartas... Quera re-galarle un cuadernito de notas, tambin se ha que-mado.

    Entra SOLINI.

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    IRINA- No, por favor, salga, Vasili Vaslich. Aquno se puede entrar.SOLINI- Y por qu al barn se le permite y a mno?VERSHININ- Verdaderamente, hay que salir. Y elincendio?SOLINI- Dicen que va de baja. S, me pareceverdaderamente extrao, por qu al barn se lepermite y a m no? (Saca un frasco de perfume y se per-fuma.)VERSHININ- Tram-tam-tam.MASHA- Tram-tam.VERSHININ (se re; a Solini)- Vmonos a la sala.SOLINI- Est bien, lo tendremos en cuenta. Po-dra explicar mejor el pensamiento, pero temo irritara los gansos... (Mirando a Tusenbach.) Pita, pita, pita...(Sale con Vershinin y Fedtik).IRINA- Cunto humo ha dejado este Solini... (Sor-prendida.) El barn duerme! Barn! Barn!TUSENBACH (despertndose)- La verdad, estoy can-sado... La fbrica de ladrillos... No es que suee, esque pronto ir, sin falta, a la fbrica de ladrillos y mepondr a trabajar... Ya hemos hablado del asunto.(A Irina, con ternura.) Est usted tan plida, es tanhermosa, tan encantadora... Me parece que su pali-

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    dez llena de claridad el aire oscuro, como la luz...Usted est triste, no est contenta de la vida... Oh,vyase conmigo, vmonos a trabajar juntos!MASHA- Nikoli Lvvich, vyase de aqu.TUSENBACH (rindose)- Est usted aqu? No laveo... (Besa la mano a Irina.) Adis, me voy... La miroahora y recuerdo cmo, hace tiempo, un da de susanto, animosa y contenta, hablaba usted de las ale-gras del trabajo. . . Y qu feliz me imaginaba yo lavida entonces! Dnde est aquella vida feliz? (Lebesa la mano.) Tiene usted lgrimas en los ojos.Acustese, ya empieza a romper el da... comienza lamaana... Si se me permitiera dar la vida por usted!MASHA- Nikoli Lvvich, mrchese! Cmo he dedecrselo....TUSENBACH- Me voy... (Sale.)MASHA (tendindose sobre el divn)- Duermes, Fi-dor?KULIGUIN- Eh?MASHA- Deberas irte a casa.KULIGUIN- Querida Masha ma, amada Mashama...IRINA- Est fatigada. Djala descansar, Fedia.KULIGUIN- Ahora me ir ... Mi buena esposa ma,encanto ... Te amo, adorada...

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    MASHA (Con irritacin)- Amo, amas, amat, amamus,amatis, amant.KULIGUIN (rindose)- S, es sorprendente, maravi-llosa. Hace siete aos que nos casamos y parece quefue ayer. Palabra de honor. S, la verdad, eres unamujer sorprendente. Estoy contento, estoy con-tento, estoy contento!MASHA- Estoy harta, estoy harta, estoy harta... (Seincorpora y habla sentada.) Es intil, no puedo quitr-melo de la cabeza... Es sencillamente indignante. Lotengo metido en el cerebro como un clavo, no pue-do callar. Me refiero a Andri... Ha hipotecado estacasa en el Banco y el dinero se lo ha quedado todosu mujer. Pero la casa no es slo de l, sino de loscuatro! l debe saberlo, si es una persona decente.KULIGUIN- Buenas ganas de pensar en ello,Masha! Qu ms te da? Andriusha est entrampa-do con todo el mundo, djale y bendito sea Dios.MASHA- De todos modos, es indignante. (Se tiendeen el divn.)KULIGUIN- T y yo no somos pobres. Yo traba-jo, voy al gimnasio, luego doy clases particulares.Soy un hombre honesto, sencillo. Omnia mea mecumporto5, como se dice.

    5 Todo lo mo lo llevo conmigo.

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    MASHA- No me falta nada, cierto, pero la injusticiame subleva. (Pausa.) Vete, Fidor.KULIGUIN (la besa)- Ests fatigada, descansa me-dia horita, yo me sentar all y te esperar. Duerme...(Se aleja.) Estoy contento, estoy contento, estoycontento. (Sale.)IRINA- S, es cierto, qu mezquino se ha vueltonuestro Andri, cmo se ha estropeado y cmo haenvejecido al lado de esta mujer! Hubo un tiempoen que se preparaba para ser catedrtico de universi-dad, y ayer se vanagloriaba de haber sido nombra-do, por fin, miembro de la Administracin del zemst-vo. l es miembro de la Administracin y Protop-pov, presidente... Toda la ciudad habla y se re, l esel nico que no sabe nada ni ve nada... Ya ves, todoel mundo ha corrido al lugar del incendio y l se haquedado en su habitacin, tan tranquilo. No sabehacer otra cosa que tocar el violn. (Nerviosamente.)Oh, es terrible, terrible, terrible! (Llora.) No puedosoportar esto por ms tiempo... No puedo, nopuedo!...

    OLGA entra y pone un poco de orden en su mesita.

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    IRINA (estallando en sollozos)- Echadme, echadme,no puedo ms!...OLGA (asustada)- Qu te pasa, qu te pasa? Que-rida!IRINA (sollozando)- Dnde, dnde se ha perdidotodo? Dnde est? Oh, Dios mo, Dios mo! Lohe olvidado todo, todo... se me ha confundido en lacabeza. . . No recuerdo cmo se dice "ventana" enitaliano, o "techo". . . Lo olvido todo, cada da olvi-do ms, y la vida se va y no volver nunca; nunca,nunca iremos a Mosc... Ya veo que no iremos...OLGA- Querida, querida...IRINA (contenindose)- Oh, qu desgraciada soy... Nopuedo trabajar, no trabajar ms. Basta, basta! Fuitelegrafista, ahora estoy empleada en la administra-cin municipal y siento odio y desprecio por todo loque me dan a hacer... Voy ya para los veinticuatroaos, trabajo hace tiempo y se me ha secado el ce-rebro, me he quedado delgada, fea, vieja, sin ningu-na satisfaccin, ninguna, ninguna, pero el tiempopasa y me parece que cada vez me alejo ms de lavida autntica y hermosa, que avanzo cada vez mshacia un abismo. Estoy desesperada y no compren-do cmo todava vivo, cmo no me he matadoan...

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    OLGA- No llores, pequea ma, no llores... Me ha-ces sufrir.IRINA- Ya no lloro, no lloro... Basta... Mira, ya nolloro. Basta ... Basta!OLGA- Querida, te lo digo como hermana, comoamiga, si quieres seguir mi consejo, csate con el ba-rn.

    Irina llora silenciosamente.

    T le respetas, le tienes en alta estima... Cierto, noes hermoso, pero es tan decente, tan puro... Se tomaesposo no slo por amor, sino tambin para cum-plir un deber. Por lo menos yo lo creo as y me ha-bra casado sin amor. Habra aceptado no importa aquin, mientras hubiera sido un hombre honesto.Hasta con un viejo me habra casado.IRINA- Siempre esperaba que nos trasladramos aM