Leccion 05 d. la expiación ofrenda de purificación

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LA EXPIACIÓN OFRENDA DE PURIFICACIÓN

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La ley ceremonial distinguía entre tres tipos de pecado:

Transgresión involuntaria: Un pecado cometido sin darse cuenta.

Pecado deliberado: Un pecado cometido sabiendo que se está pecando.

No existía ningún sacrificio que se pudiera

ofrecer por un pecado de rebelión. Sin

embargo, si existía un arrepentimiento

sincero, Dios estaba dispuesto a perdonar

incluso los pecados de rebelión, como los

cometidos por Acab (1R. 21:27-29) o

Manasés (2Cr. 33:12-13)

El pecador arrepentido debía presentarse

en el Santuario con una víctima.

El tipo de víctima dependía del tipo de

pecado, el cargo del pecador y su

capacidad económica.

Así, la víctima podía ser desde un becerro

hasta un par de palominos (hasta se

llegaba a aceptar una ofrenda de harina)

La víctima debía cargar con la

culpa del pecador para que éste

fuera perdonado.

Dios mismo es el que ha cargado

sobre sí, en la cruz, con el pecado

de toda la humanidad.

“Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto” (Levítico 4:29)

En el momento de imponer las manos, el

pecador confesaba sus pecados (Lv.

16:21)

De esta forma, la culpa era transferida

del pecador a la víctima.

Inmediatamente

después, el pecador

mismo debía matar a la

víctima.

Al confesar nuestros pecados, Jesús carga con

nuestra culpa y somos tan responsables de su

muerte como el soldado que le clavó.

Si el pecado era del Sumo

Sacerdote o de todo el pueblo,

la sangre era llevada

directamente al Lugar Santo y

colocada sobre los cuernos del

Altar del Incienso.La culpa era transferida

directamente de la víctima al

Lugar Santo.

Debía realizarse un

paso más antes de

que la culpa fuera

transferida al Lugar

Santo.

En cualquier otro caso (jefe,

israelita común, extranjero…),

la sangre era colocada sobre

los cuernos del Altar de los

Holocaustos.

En ambos casos, la grosura y otras partes del

animal eran quemadas en el Altar y su humo

ascendía en “olor grato a Jehová” (Lv. 4:31)

El pecador no podía llevar

directamente ante Dios la culpa de su

pecado. Por ello, la transfería a la

víctima y de ésta era transferida al

sacerdote, el cual la llevaba ante la

presencia de Dios (en el Lugar Santo)

Cuando no llevaba directamente la

sangre (como vimos antes), el

sacerdote debía comer la carne de la

víctima. De esta manera, al entrar en

el Lugar Santo, cargaba el pecado y lo

presentaba ante Dios.

Jesús, además de morir por nuestros

pecados, los cargó sobre sí y los

presenta por nosotros ante el Padre,

en el Santuario Celestial.

Acciones del sacerdote

Si pecaba el Sumo Sacerdote o toda la congregación

Llevaba la sangre al Lugar Santo

Quemaba la carne fuera del Santuario

Si pecaba un jefe o una persona del pueblo

Rociaba la sangre en los cuernos del altar

Comía la carne del sacrificio

Acciones del pecador

Trae la víctimaImpone las

manosSacrifica la

víctima

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