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Independencias – Dossier coordinado por Alejandro Gómez et Federica Morelli
Alejandro E. Gómez
La Revolución de Caracas desde abajo
Impensando la primera independencia de Venezuela desde la perspectiva de los Libres
de Color, y de las pugnas político-bélicas que se dieran en torno a su acceso a la
ciudadanía, 1793-1815
[17/05/2008]
Resumen | Indice | Tabla de contenidos | Texto | Notas | Cita | Autor
Resúmenes
Español English
El presente trabajo estudia la participación de los Libres de Color en la Revolución de
Caracas, y la percepción que estos desarrollaron sobre ese proceso político. Para tales
fines, se aplica una metodología „desde abajo‟, conjugada con un análisis prospectivo
conceptual sobre la noción de „igualdad‟ que manejaban. El autor argumenta que dado
que los Libres de Color no conformaban un sector homogéneo en términos etno-
estamentales, esto incidió sobre las posturas políticas de los miembros de aquel sector
etno-social, afectando con ello el curso de los acontecimientos. También indica que
desde los años 1790s comienzan a aparecer nociones más abstractas de aquella noción,
asociadas al concepto de ciudadanía moderna, debido sobre todo al impacto del ejemplo
franco-antillano. Esta tendencia se habría consolidado luego de 1811, con la aparición
de un sector político radical, liderado por Miranda. Concluye aseverando que durante
dicho proceso revolucionario se desarrollo un complejo conflicto de intereses y
motivaciones, en la que los ideales modernos y las aspiraciones etno-sociales
tradicionales afines a la igualdad de derechos, convivieron y hasta se enfrentaron a
veces en forma cruenta, como se viera en la „guerra etno-civil‟ que estallara en 1812.
Entradas del índice
Mots clés :
Emigrados, Francisco de Miranda, Gente de Color, Gual y España, Revolución de
Caracas, Venezuela, Pardos, Independencia, Caribe, Primera República, Mantuanos,
Guerra de independencia
Geográfico :
Capitanía General de Venezuela, Caracas, Caribe Hispano, Cartagena de Indias, Costa
de Caracas, Hispanoamérica, La Guaira, Provincia de Caracas, Tierra Firme, Venezuela,
América Española
Cronológico :
1795, 1797, 1808, 1810, 1811, 19 de abril de 1810, 5 de julio, Siglo XIX, Siglo XVIII
Palabras claves :
Ciudadanía, Igualdad, Independencia de Venezuela, Libres de Color, Representación,
Republicanismo
Tabla de contenidos
Introducción
1. El ejemplo de la igualdad franco-antillana
2. Condicionando la autonomía de los Blancos
3. El partido de los Mulatos
4. ¿Una ciudadanía federada?
5. El derrumbe de la primera igualdad
6. Los límites del liberalismo realista
A manera de conclusión
i. Pugna entre concepciones igualitarias
ii. La fuerza de las aspiraciones tradicionales
iii. En pos de un paradigma interpretativo diferente
Texto integral
PDF señalar
“Los revolucionistas justifican su resistencia a la Madre Patria a título del derecho que
como hombres libres tienen de elegir su gobierno. (…) les preguntaremos si insistiendo
sobre tal argumento, piensan acomodar la práctica a la teoría? Si recurriendo a artificios
y quisquillas piensan excluir a sus hermanos negros o pardos, de una completa
participación del poder político ¿juzgan que con estas lecciones de derecho natural
frescas en la memoria, se someterán pacíficamente las castas degradadas a estas
restricciones y privilegios?”
José Blanco White (ed.), El Español, No.XXII (Londres, 30/01/1812), p.253
Introducción
1El 5 de julio de 1811, los diputados del primer Congreso Federal de Venezuela reunido
en Caracas, tras una larga y emotiva sesión, decidieron declarar la independencia
absoluta. Cinco meses más tarde instauraban una república liberal (tanto en un sentido
social como económico), cuyo territorio estaba compuesto por buena parte de lo que
había sido hasta entonces la Capitanía General de Venezuela. Desde poco después que
terminara la guerra de independencia en 1821, los aniversarios de aquel evento son
celebrados año tras año con fastuosos actos oficiales, desfiles militares, y otras
actividades, en un perpetuo intento por afianzar el sentir nacionalista justificando la
ruptura del nexo colonial con España. Lo que nunca se escucha en tales ocasiones en
boca de los oradores que pronuncian los discursos solemnes, es que al inicio de aquella
histórica sesión se hizo una propuesta que condicionaba la realización del debate sobre
la independencia, a que se dilucidara previamente un asunto que muchos diputados
consideraban como de vital importancia para el devenir de la república cuya creación se
disponían discutir: el estatus político que tendrían los muchos individuos Libres de
Color que habitaban el territorio.
1 Para principios del siglo XIX, según los cálculos poblacionales hechos por
Manuel Lucena Salmoral, (...)
2La particular importancia de este asunto residía en que ese sector conformaba la
fracción más numerosa de la población que habitaba la Provincia de Caracas (Fig.1) en
aquel entonces, llegando a tener alrededor de 190 mil individuos (44% de la población);
mientras que los Blancos (entre Criollos, Canarios y Peninsulares), apenas alcanzaban
unos 90 mil (25% de la población).[1] Esta desproporción debió ser mucho más
pronunciada en otras regiones de la capitanía, en particular en las planicies del sur o
Llanos, donde existía una numerosa población de color, conformada en gran medida por
Zambos (nombre dado al resultado del cruce de negro más india), la cual, por su gran
dispersión geográfica, era muy difícil contabilizar formalmente.
3A pesar de la relevancia que esas cifras deberían tener para el estudio de la historia de
la revolución caraqueña, los trabajos que se inscriben dentro de la historiografía
nacional venezolana que han abordado ese proceso, han mantenido silencio e incluso
manipulado la participación de los sectores de color en la misma. Desde los
historiadores tradicionales o tradicionalistas, que lo han estudiado generalmente desde
un punto de vista evenemencial (es decir, siguiendo exclusivamente los hechos bélicos y
políticos), hasta los sociales contemporáneos a través de estudios sobre nuevas formas
de sociabilidad que se dieran a partir de entonces o del impacto de las ideas políticas de
la modernidad, todos coinciden en resaltar la perspectiva de los “verdaderos” actores de
dicha revolución: los “próceres”, “precursores” y “héroes” blancos criollos, mientras
que es poco o nada lo que se dice acerca de la participación de los sectores subalternos
de color.
2 La historiadora, Frédérique Langue, indica que en la década de los 60‟s se
forma en Venezuela “…un (...)
3 Sobre los orígenes del Culto a Bolívar en Venezuela, puede
consultarse:Germán Carrera Damas, El Cu (...)
4La participación de los Libres de Color en la historiografía nacional sólo comienza a
aparecer desde los años 1960, cuando, como indica Frédérique Langue, es referida por
los historiadores marxistas; aunque, lastimosamente, de manera muchas veces
ideologizada, pretendiendo justificar en términos retrospectivos y asociar con fines
historicistas las luchas y aspiraciones contemporáneas de la izquierda radical, con la
participación pretérita de miembros de aquel sector en conflictos socio-políticos, incluso
desde tiempos de la conquista.[2]Esto ha repercutido negativamente en la Memoria
Histórica de los venezolanos, la cual, además ha sido –y sigue siendo– sistemáticamente
mal influenciada por la excesiva mitificación de que ha sido objeto el proceso que
condujo a la independencia, así como los personajes que la hicieron posible (en
particular la figura de Simón Bolívar[3]), por parte de pseudo-historiadores y políticos
de oficio.
5Como resultado de todo lo anterior, se ha generado una suerte de vacío a la vez
historiográfico y memotético en relación a varios aspectos de la historia de los conflictos
que se dieran en la Provincia de Caracas desde fines del siglo XVIII. Ese vacío se ha
hecho también manifiesto de distintas formas no académicas de representaciones del
pasado: manuales escolares, actos públicos conmemorativos, obras pictóricas y literarias
de inspiración heroica, etc. En ellas normalmente sólo aparecen o se hace mención a la
participación en el proceso independentista de un ex-esclavo, Pedro Camejo (alias
Negro Primero), quien muriera en la Batalla de Carabobo en 1821 (Fig.7); de dos
pardos, Lino Gallardo y Juan José Landaeta, a quienes se vincula con la autoría del
himno nacional de Venezuela, pero raramente reconociendo su condición de afro-
descendientes; y de una masa ingente e impersonal de individuos de color sobre quienes
sólo se resalta su habilidad para cabalgar y hacer uso de las armas (Fig.6), sin esforzarse
demasiado por conocer qué ideas políticas manejaban para estar apoyando o rechazando
los proyectos republicanos.
4 Alfonso Munera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe
colombiano, 1717-1810. (...)
6En la gestación de ese vacío también han contribuido los trabajos de representantes de
la historiografía foránea hispano-americanista, debido a su afán por explicar los
movimientos americanos de ruptura con España en términos de causalidad directa en
relación a la Crisis de la Monarquía Hispana, y del supuesto impacto tardío de los
ideales de la Modernidad Política sobre los sectores subalternos. La gran excepción a la
regla es el caso de Cartagena de Indias, el cual (gracias a los trabajos pioneros de
Alfonso Múnera y, más recientemente, de Aline Helg, Marixa Lasso y otros
historiadores) se ha develado como un proceso político al que a los Libres de Color no
asistieron como „convidados de piedra‟, sino que participaron activamente hasta el
punto de jugar un papel determinante en la consecución de la independencia de esa
provincia neo-granadina en 1811. En este mismo sentido, aunque no se trate de la
América Hispana, con miras a entender lo que paso en el Caribe en aquella
convulsionada época, no se puede obviar otro caso similar: el de Saint-Domingue (hoy
Haití), donde un sector de los Libres de Color, la elite mulata del sur de la isla, tomó las
riendas de sus aspiraciones, incluso en la propia Francia ante la Asamblea Nacional.
Como resultado principalmente de sus gestiones y luchas a ambos lados del Atlántico,
en 1792 consiguieron que se les otorgara derechos ciudadanos en un sentido amplio.[4]
5 En la Provincia de Caracas, siguiendo a F. Langue, el término “pardo” era
usado para señalar a tod (...)
7Algo similar a los dos casos anteriores fue lo que aconteció en la región centro-norte
de la Provincia de Caracas, donde, según se desprende del resultado de nuestras
investigaciones, muchos individuos de color de condición libre (en su mayoría
Pardos[5], pero también Morenos o Negros Libres) se vieron envueltos en los
acontecimientos políticos que tuvieron lugar en ese territorio, desde mucho antes de que
los Blancos Criollos asomaran por primera vez su intención de instaurar un gobierno
autónomo en 1808. Como veremos más adelante, las posturas políticas que asumieron y
las acciones que llevaron adelante los Libres de Color durante los intentos autonomistas
e independentistas en aquella provincia, influyeron de manera determinante no sólo
sobre el desarrollo de los acontecimientos, sino también, cuando finalmente se logra
instaurar una república en 1811, en el alcance que tendría a nivel constitucional la
noción de ciudadanía y las normas que regulaban el derecho a la representación
política.
6 G. Carrera Damas, Una nación llamada Venezuela. Caracas: Monte Ávila
Editores, 1983, pp.35-44, 54. (...)
7 A fines del Período Colonial, los individuos libres de ascendencia africana
que habitaban el terri (...)
8Para conocer los pormenores de tal influencia, además de identificar los medios de
difusión de las ideas modernas que repercutieron sobre los derechos de los Libre de
Color así como los actores políticos que los llevaron a la práctica (principalmente
individuos de „calidad‟ blanca), hace falta estudiar lo que sucedía fuera de las salas
capitulares y casas solariegas de los Blancos Criollos. Al hacerlo, siguiendo a Germán
Carrera Damas[6], nos encontramos con un ambiente de crisis a lo interno de la
Sociedad Colonial venezolana, una de cuyas manifestaciones más evidentes era
precisamente la disconformidad existente entre muchos Libres de Color por el estatus
etno-político inferior que se les daba, por la forma despectiva cómo les trataban los
Blancos Criollos, y las discriminaciones de que eran objeto en términos socio-jurídicos
y etno-estamentales.[7] Como se ha afirmado en múltiples ocasiones, pero sin
verdaderamente hacer una revisión profunda basada en fuentes primarias, esa situación
va a marcar de manera determinante la naturaleza y la dinámica de los conflictos bélicos
y pugnas políticas que estallaron en Venezuela a fines del Período Colonial.
8 Para el siglo XVIII, algunos pardos caraqueños tenían haciendas de
proporciones medias, sobre todo (...)
9 Son numerosos los casos existentes en los archivos en que Pardos, al igual
que hacían los Blancos (...)
9Ello no quiere decir que todas las pugnas que se dieran respondían estrictamente, en
términos deterministas, a diferencias tradicionales entre parcialidades etno-sociales sólo
entendibles en términos de Blancos contra Libres de Color, ya que dentro de este último
sector había marcadas diferencias clasistas y estamentales que también afectaron el
desarrollo de los acontecimientos. Éstas eran particularmente intensas entre la elite de
los Pardos y el resto de la población de color (Negros Libres, Zambos, etc.). Los Pardos
Beneméritos (como en ocasiones se llamaban a sí mismos los miembros de aquella
elite) eran individuos que gozaban de un alto nivel socio-económico, con patrimonios
que si bien no alcanzaban en cuantía y valor a los de los Mantuanos (elite criolla
blanca), si llegaban a ser superiores a los de los Blancos de Orilla.[8] Esta prosperidad
material les había facilitado uniones con Blancos por lo que eran también eran los más
“blanqueados” entre los Libres de Color. El estatus superior que detentaban en lo alto de
la escala etno-estamental dentro de los sectores de color libres, era celosamente
protegido mediante prácticas endogámicas, al mismo tiempo que procuraban evitar
uniones conyugales con individuos considerados por ellos como inferiores.[9]
10 “Los diputados del Batallón de Pardos pidiendo se excluya de él a Juan
Bautista Arias. 1774”, in S (...)
11 F. Langue, “La pardocratie ou l‟itineraire…”, en línea; L. F. pellicer, La
Vivencia del Honor en l (...)
10Los pardos de la elite podían ser muy drásticos a la hora de distinguirse del resto de la
población de color. En tal sentido, es conocido el caso en que los miembros de las
Milicias de Pardos, piden al gobernador que expulse a uno de sus miembros por no
cumplir con las condiciones etno-estamentales para formar parte de ese cuerpo,
alegando que “…cuando no sea zambo, es tente en el aire, y por consiguiente
enteramente excluido de la legitimidad de pardos…”[10] Este era un asunto delicado
para los Pardos, ya que la milicia era uno de los pocos medios que tenían para aumentar
su „estimación‟ frente a la comunidad colonial, así como su „honor‟ a ojos del Rey. El
grado más alto que les era permitido en esos cuerpos era el de Capitán, el cual era
asignado normalmente a un pardo de elevada „calidad‟, es decir, con un alto nivel de
blanqueamiento (Tercerón, Cuarterón, Quinterón), pero también con los medios
económicos suficientes para adquirirlo.[11] Como se puede apreciar, no se puede definir
a los Libres de Color como un sector etno-social homogéneo, ya que el mismo, al igual
que pasaba con el resto de la Sociedad Colonial, se encontraba divido a lo interno por
razones clasistas, raciales y estamentales.
12 Desde los años 1960‟s, las historias “desde abajo” (from below) han
conformado una tendencia metod (...)
11De todo lo anterior la pertinencia de realizar un estudio detallado desde abajo, que
nos permita a la vez conocer la participación de los Libres de Color en los distintos
movimientos de lesa majestad que se dieran en tierras caraqueñas desde el comienzo de
la Era de las Revoluciones, y las diferentes percepciones que estos tuvieron sobre la
potencialidad de ver mejorar su condición etno-estamental si apoyaban los mismos. En
tal sentido, se guardará particular atención a los cambios que sufriera la noción
tradicional de igualdad etno-estamental que tenían, hacia concepciones más abstractas
asociadas con el concepto de ciudadanía, producto del impacto de las ideas de la
Modernidad Política.[12]
(jpeg, 136k)
Fig.1 La Provincia de Caracas a fines del Período Colonial
Agustín Codazzi (1793-1859), Mapa político de Venezuela, antes de la revolución de
1810 [Detalle]. Caracas: Agostino Codazzi; París: Thierry Frères, 1840. Tomado de:
David Rumsey Map Collection
1. El ejemplo de la igualdad franco-
antillana
12(Nota de agradecimiento[13])
13 El desarrollo de esta parte se debe en gran medida al generoso apoyo del Dr.
Ramón Aizpurua, quien (...)
14 El establecimiento de la conspiración de La Guaira de 1797 como punto de
partida de este trabajo, (...)
15 En la Conspiración de San Blas, estuvieron comprometidos personas de todas
las clases, incluyendo c (...)
16 Pedro Grases, “La Conspiración de Gual y España y el Ideario de la
Independencia”, in Preindepende (...)
13Las primeras manifestaciones que evidencian un cambio en la noción de igualdad que
tenían los Libres de Color venezolanos, las encontramos a mediados de 1797. Ese año
fue descubierta una conspiración de inspiración jacobina en las ciudades de La Guaira y
Caracas, en la cual participaron activamente individuos de esa condición.[14] La misma
fue propiciada principalmente por algunos „reos de estado‟ que habían sido remitidos
desde España, por haber liderado una fallida insurrección jacobina (la Conspiración de
San Blas), la cual había tenido lugar en Madrid dos años antes.[15] Ya en las bóvedas
de La Guaira, estos, en connivencia de algunos Blancos y Pardos locales, nuevamente se
rebelaron contra el orden establecido. El plan contemplaba la instauración de una
república católica en la que la esclavitud fuera abolida “como contraria a la
humanidad”, y todos los ciudadanos fuesen iguales, independientemente del sector
etno-social al que perteneciesen. Esto se puede apreciar en uno de los principales
documentos políticos del movimiento, las Ordenanzas redactado por el mallorquín Juan
Bautista Picornell, en cuyo artículo 32 se declaraba la igualdad natural entre Blancos,
Indios, Pardos y Morenos, entre quienes, en lo sucesivo, debía reinar la “…mayor
armonía, mirándose como hermanos en Jesucristo iguales por Dios…”[16]
17 “Representante de Félix de Suasnabar ante el Capitán General [Caracas,
17/11/1793], Archivo Genera (...)
14La mayoría de los Libres de Color que tomó parte en el movimiento eran oficiales de
las Milicias de Pardos, como los sargentos José del Rosario Cordero, Miguel Granadino,
José Manuel Pino, y Narciso del Valle. A pesar de que algunos pertenecían a la
Compañía de Artilleros Pardos de La Guaira (como es el caso de Del Valle), la mayor
parte eran del Batallón de Milicias de Pardos de Caracas, muchos de cuyos
componentes habían sido trasladados para reforzar las defensas de aquella ciudad
portuaria, en sustitución de las milicias veteranas y otros cuerpos armados locales que
fueran enviados como refuerzos a Santo Domingo en 1793. En la conspiración también
tomaron parte al menos tres soldados negros, Juan Moreno, Lorenzo Acosta y Ramón
Príncipe. En total, se llegó a decir que el número de los comprometidos, entre gente
blanca y de color, alcanzaba entre 200 y 500 individuos, aunque nunca se pudo
comprobar la participación de poco más de una treintena de individuos.[17]
18 Declaración de José Rusiñol [09/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51,
f.224
19 Estos propusieron la instauración de una monarquía constitucional,
probablemente a imagen de la fra (...)
20 Recordemos que en todos los territorios franceses se había otorgado derechos
ciudadanos a los Libre (...)
15Desde un principio, los comprometidos en la conspiración hicieron lo posible para
ganarse a los Libres de Color para su causa, de quienes sabían que estaban
“….quejosos, de no ser atendidos conforme a su virtud y merito.”[18] Dos de los
conspiradores españoles, Manuel Cortés y el referido Picornell, desde sus calabozos
elaboraron respectivamente canciones patrióticas y obras breves alegóricas a la igualdad
entre sectores etno-sociales. Como fuente de inspiración, como pasara previamente en
Madrid, tomaron principalmente los preceptos políticos Revolución Francesa[19], pero
ahora también el ejemplo del nuevo régimen de „fraternidad inter-étnica‟ que
supuestamente había sido instaurado en casi todas las Antillas Francesas, tras un decreto
que otorgaba ciudadanía a los mulatos de 1792, y otro que abolía la esclavitud de
1794.[20]
21 Todos en esa empresa, / Somos interesados, / Unámonos al punto / Como
buenos hermanos. // Fraternid (...)
22 Declaración de José Manuel Pino [15/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza
64, f.39; Declaración de (...)
16La influencia franco-antillana se notó tanto en los objetivos del proyecto político que
desarrollaran los conspiradores (en el que se proponía, como ya se indicara, el
otorgamiento de ciudadanía a los Libres de Color y la abolición de la esclavitud), como
en materiales propagandísticos alegóricos a la ciudadanía de los individuos de color:
Cortés escribió canciones patrióticas (como la Canción Americana y el Soneto
Americano) en las que se resaltaba la igualdad de quienes serían los ciudadanos de la
nueva nación, Negros, Indios, Blancos y Pardos[21]; mientras que Picornell redactó
narraciones cortas, entre las cuales vale la pena resaltar dos, por la referencia que una
hace a lo que acontecía en las islas galas y por el mensaje de igualdad racial que ambas
llevaban: Por un lado, el titulado La revelación de un fraile, en la que a un fraile
franciscano, Fray José María de la Concepción, se le aparece en una visión José
Leonardo Chirinos (un Negro que había sido ejecutado dos años antes por haber
liderado una insurrección de Esclavos, Zambos y Negros Libres en la Serranía de Coro).
En la trama, el difunto de esta narración baja del cielo para darle un mensaje al fraile, el
cual es luego confirmado por la Virgen María, que justificaba la independencia
alegando que “…si los americanos querían recobrar su antigua libertad podrían desde
luego hacerlo, pues tenían a su favor el brazo del Todopoderoso que los
protegería…”[22]
17Por otro lado, el Diálogo entre un Moreno Teniente Coronel de la República
Francesa y otro Moreno Español primo suyo, el cual, según se desprende del testimonio
de Cordero, era texto propagandístico con un carácter a la vez informativo y
pedagógico, que trataba sobre las bondades universales del sistema republicano, y las
positivas consecuencias que su aplicación en Francia había tenido sobre los hombres de
color:
23 Declaración de José del Rosario Cordero (segunda) [27/10/1797]
AGI, Caracas, leg.428, pieza 25, fs (...)
…era un dialogo entre un Moreno teniente coronel de la República Francesa, y otro
Moreno español, primo suyo nombrado Mariano; que éste al ver, a aquel se manifestó
sorprendido de que estuviese vestido con insignias militares de grado, y mando de
teniente coronel; que éste le satisfizo que era oficial de la República, que el español le
repreguntó qué cosa era república, y el francés le explicó lo que era en sustancia,
contrayéndose a que en la de Francia todos eran libres e iguales, y como tales podían
obtener indistintamente los empleos políticos y militares.[23]
24 Es importante señalar que para aquel momento eran muchos los por vía de
las tripulaciones de los c (...)
25 Declaración de Manuel Antonio Sánchez [17/07/1797], AGI, Caracas,
leg.427, pieza 1, fs.120ss; Decl (...)
18El principal medio que tuvieron los „reos de estado‟ para enterarse sobre lo que
acontecía en las islas galas fue los propios lugareños. Estos pudieron informarse a través
de los muchos corsarios de bandera francesa que con frecuencia recalaban en la costa de
la Tierra Firme, primero en forma clandestina y luego legalmente tras la firma de una
alianza militar firmada con Francia en 1796.[24] A pesar del empeño que pusieron las
autoridades coloniales en impedir que desembarcaran las tripulaciones, ya que estaba
rigurosamente prohibido desde el inicios de la década que extranjeros se introdujeran en
los territorios hispanos, en varias ocasiones no pudieron evitarlos; tenemos
conocimiento que dos Mulatos franceses provenientes de Cumaná fueron recibidos por
los hermanos pardos, Carlos y Manuel Sánchez, en su residencia de Caracas, y que un
tripulante de la goleta La Republicana, estando en el puerto de La Guaira en el mismo
momento en que comenzaron los arrestos de los implicados en la conspiración,
comenzó a incitar a la multitud “…diciéndoles que si aquello sucediera en Francia, ya
habrían amanecido ahorcados los del Gobierno a las rejas de las ventanas…”, a lo cual
agregó “…otras especies tumultuarias y sediciosas”.[25]
26 Este grupo de prisioneros estaba conformado por 188 Blancos, 234 Negros
“…que se han tomado por mi (...)
19Tanto o más importante que la presencia de corsarios franceses en la costa, fue la
llegada en 1793 de cerca de medio millar de reos franco-antillanos, en su mayoría de
color: 234 entre mulatos y negros.[26] Estos habían sido despachados desde Santo
Domingo como prisioneros de guerra, siendo recluidos en la misma prisión a donde
llegarían más tarde los „reos de estado‟ españoles. Aunque seguramente muchos fueron
expulsados del territorio tras conocerse la firma de la paz con Francia en 1795 (Tratado
de Basilea), es probable que algunos de ellos hayan tenido chance de entrar en contacto
con los habitantes locales, además de los intercambios que pudieron darse con sus
guardianes pardos en prisión.
20La presencia masiva de franco-antillanos en la costa de Caracas (prisioneros,
marinos, diplomáticos, emigrados) causó gran impacto sobre la población de color local
(Fig.2), sobre todo cuando aquéllos eran también de esta condición, como se puede
apreciar en el caso del miliciano pardo, Nicolás Agustín, quien
27 Declaración de José Rusiñol [03/11/1797] AGI, Caracas, leg.430,
pieza 51, fs.110-110vto.
…en ocasión que pasaba por su cuartel un negro o mulato francés que llevaba
escarapelas en el sombrero y a [sic] presencia de otros muchos soldados que se hallaban
presentes [afirmó] que llegaría el día de que todos gastasen la misma escarapela que
llevaba el referido mulato o negro francés…[27]
28 “Voto del Coronel Don Joaquín de Zubillaga…” [Caracas, 11/09/1795]
AGN, Gobernación y Capitanía Ge (...)
21Los contactos entre franceses e individuos de color locales podrían explicar la
efervescencia política que empezó a observarse en este sector de la población: A
principios 1795, se reportó en la ciudad de Caracas un “…alboroto de las gentes de
Color…” debido a la circulación entre ellas de un “papel sedicioso” cuya autoría fue
atribuida a un tal “arzobispo de París” [¿Algún texto traducido de los que circulaban en
las Antillas francesas?].[28]
29 Declaración de Juan Javier de Arrambide [22/08/1797] AGI, Caracas,
leg.428, fs. 56ss.
30 Declaración de José Manuel Pino [14/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza
64, f.24 En relación a e (...)
31 El mulato francés de nombre Andrés tenía oficio peluquero, y fue a visitar a
Del Valle en su barbe (...)
22Para que los contactos fueran efectivos, era necesaria no solamente la comunión de
aspiraciones políticas, sino también que los interlocutores se entendieran. En tal sentido,
es posible que una de las principales bisagras entre las ideas del proceso revolucionario
franco-antillano y los Libres de Color locales, fuese el referido miliciano pardo, Narciso
del Valle, quien hablaba algo de francés.[29] Este personaje, además, había manifestado
interés por los franceses que llegaron a La Guaira, sobre todo cuando estos celebraron
en prisión “…el cumpleaños de su revolución…” [¿14 de julio?]; y hasta cierto
francófilismo, ya que llegó a manifestar que los franceses eran mejores que los
españoles.[30] Existe evidencia de que este miliciano pardo entró en contacto directo
con algunos franceses: un mulato franco-antillano de nombre Andrés (¿André Renoir?)
de oficio peluquero; dos oficiales llamados Monsieur Francquá (¿François?) y Rouseau
o Rossel; y un soldado de nombre Pascual Graigner.[31]
32 Declaración de José Manuel Pino [14/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza
64, f.23; Declaración de (...)
23El apego que sentía Del Valle por las ideas políticas modernas (en particular por las
asociadas a la Revolución Francesa) se remontaba al menos “…desde el tiempo de la
guerra con la nación francesa…”, es decir, entre 1793 y 1795; en esa época se le había
oído “…hablar en alabanza de sus pensamientos, y muy adicto a leer sus libros, y a
celebrar sus sucesos…” Poco antes de que se develase la conspiración, había venido
organizando cotidianamente tertulias en la barbería que tenía en La Guaira, a la cual
asistían Libres de Color y algunos Blancos comprometidos con la misma. Entre los
asiduos se encontraban el catalán y oficial de Milicias Veteranas, José Rusiñol, los
milicianos pardos, Cordero, Granadino, Pino, y los negros Moreno y Príncipe. En tales
ocasiones se discutía sobre asuntos foráneos, se hablaba sobre lo que “…había sucedido
en Francia, y en Norte América, sobre revoluciones”, y se leían y discutían textos que
proveían los „reos de estado‟ desde la prisión, como los textos ya referidos de
Picornell.[32]
33 Declaración de José Rusiñol [06/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51,
fs. 155-157vto. En cuant (...)
24Entre los materiales que se leyeron en esas tertulias se encontraban documentos
políticos, jurídicos, y obras históricas, algunas de ellos traducciones al castellano hechas
por ese mismo mallorquín. Los mismos eran relativos principalmente a la Revolución
Francesa (los Derechos del Hombre de Thomas Paine, las críticas de Edmund Burke al
proceso revolucionario galo; una obra titulada Verdades Históricas, acerca de los
violentos enfrentamientos entre republicanos y contra-revolucionarios en la ciudad
francesa de Nimes suscitados en junio de 1790; un discurso “…del ciudadano Kersen a
la convención de Orleáns, manifestándola [sic] las máximas perniciosas del Gabinete
de Inglaterra…”; una “…relación de la causa y muerte de Luís Diez y Seis con su
defensa…”, el cual era “…un papel público inserto en nuestras gacetas que ha
circulado por las manos de todos…”), pero también habían materiales sobre los Estados
Unidos y su revolución de independencia (una Historia de la Revolución del Norte
América, y las constituciones del Estado de Pensilvania y de Estados Unidos, esta
última con una nota al pie de “…Lord [Henry] Gratan [sic] al Rey de la Gran Bretaña
apoyando la libertad a que aspiraban los irlandeses…”), un discurso del mismo
Grattan en la Cámara de los Comunes irlandesa (probablemente a favor de la autonomía
de Irlanda), y el trabajo jurídico Derecho Natural y de Gentes.[33]
25Los conocimientos adquiridos por Del Valle por estos y otros medios, se reflejaron en
las ideas políticas que sostenía, como se puede apreciar cuando pretendía convencer a
sus interlocutores de color para que abrazasen la revolución que él y sus compañeros
estaban por iniciar. En tales circunstancias, además de intentar convencerles en términos
bastante prácticos ofreciéndoles la supresión de impuestos, les ofrecía una igualdad
socio-política que, aunque bastante abstracta, siempre contaba con un referente claro
por todos conocido: la revolución en Francia; aunque también les hablara de logros
similares que habían alcanzado el pueblo de Israel, el Estadounidense; y hasta les hacía
ofertas bastante prácticas, como la supresión de algunos impuestos. Esto se puede
apreciar en dos fragmentos de testimonios que refieren tales propuestas: La primera la
hizo Del Valle al teniente de la Milicia de Negros Libres de Carayaca, y la segunda a los
Zambos de Curiepe:
…un levantamiento que se iba a hacer aquí entre todos blancos, pardos y morenos (…)
que se iba a hacer una república para quitar las alcabalas, los derechos, el estanco del
tabaco, los derechos de entierros, y bautismos, y que todos fuesen iguales, así como en
la Francia…
34 Declaración de Lorenzo Acosta [05/08/1797] AGI, Caracas, leg.429,
pieza 30, f.118; Declaración de (...)
…carta o proclamación a los sambos del partido de Curiepe, exhortándolos a la reunión
para hacer en esta provincia lo mismo que habían hecho los franceses y los ingleses
americanos en sus países, persuadiéndoles a [sic] que era justo hacerlo asi con varios
ejemplos del pueblo de Israel en el tiempo que era gobernado por jueces, del Norte
América y de la Francia, discurriendo al mismo tiempo sobre la igualdad natural y
demás derechos del hombre…[34]
35 Idem; Declaración de José Rusiñol [09/11/1797] AGI, Caracas, leg.430,
pieza 51, f.224
26A los líderes blancos de la conspiración, el criollo Manuel Gual y el referido
Picornell, este último texto le pareció demasiado complicado para que lo pudiesen
entender los Zambos, “…porque su estilo o instrucción era superior a la inteligencia de
estos y debía hablárseles de un modo que les fuese más comprensible…”, por lo que
aconsejaron a Del Valle que no lo enviara. Esta evaluación intelectual favorable que
hacen dos conspiradores blancos de la persona de Del Valle, en la que lo muestran como
un individuo con instrucción superior a otros Libres de Color, era compartida por otro
de los conspiradores, el referido Rusiñol, quien indicó que “…que no tuvo que instruir a
Cordero y Narciso en las máximas de libertad e igualdad porque siempre los reconoció
más instruidos…”[35]
36 Declaración de José María España [02/05/1797] AGI, Caracas, leg.433,
pieza 91, fs.36ss; Declaració (...)
27Si bien los Blancos comprometidos con la conspiración sabían que debían incluir a
los hombres de color por razones tanto prácticas como filantrópicas, algunos por temor
a generar una guerra racial, tenían sus dudas sobre el nivel de instrucción que estaban
llegando a tener los Libres de Color. Incluso se llegó a plantear que se pusiera en
marcha el proyecto político lo más rápido posible, antes de que “…las gentes de color,
libres y esclavos (…) llegasen a entender la mutación de la forma de gobierno…” que
se pretendía instaurar, buscando con ello “…prevenir los desórdenes que cometerían…”
La situación se tornó particularmente tensa luego del escape de los “reos de estado”
españoles de las bóvedas de La Guaira en junio de 1797, para lo cual contaron con la
ayuda de un sargento de milicias de pardos de nombre José Antonio Parra; quien, dicho
sea de paso, se encontraba entre los reclutados por Del Valle. Esa fuga generó gran
efervescencia entre todo el sector de los Pardos, por lo que se rogó a dos de los líderes
de esta condición comprometidos con la conspiración, a Narciso [del Valle] y a [José
del Rosario] Cordero, que “…aserenasen a los de su clase, y [estos] ofrecieron hacerlo
así…”[36]
37 Declaración de Narciso del Valle [29/07/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza
50, f.37; Delación de P (...)
38 Tales fueron los casos de los milicianos pardos Juan José Machado, Joaquín
Milano, Miguel Granadin (...)
28Los buenos oficios de Cordero y Del Valle no fueron suficientes para que se ganaren
el apoyo del resto de los Libres de Color, quienes veían con desconfianza a aquéllos
revolucionarios blancos españoles y criollos, y con escepticismo a los planes que
estaban desarrollando. El mismo Del Valle dio cuenta que sus congéneres recibían la
“…proposición de república con mucha desabrimiento [sic], desconfiando siempre de
su éxito, y de que al fin, no lográndose éste los blancos quedarían libres y echarían a
ellos la culpa”… Unos pensaban que todo terminaría “…en perjuicio de toda la clase
de pardos…”, ya que serían “los señores” blancos quienes saldrían beneficiados,
mientras que ellos, como siempre, llevarían la peor parte, por lo que preferían no
apoyar el proyecto (“dejarse de eso”)[37]; otros, aunque tentados por la oferta del nuevo
sistema que se pretendía instaurar, eran demasiado temerosos de los tormentos que les
esperaba si la conspiración fallaba, por lo que preferían esperar a ver lo que pasaba.[38]
39 Declaración de Narciso del Valle [30/07/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza
50, f.46vto.
29A mediados de julio de 1797, la conspiración fue develada por la imprudencia
cometida por uno de los Pardos comprometidos con la misma. En seguida, los
principales cabecillas Blancos Criollos (el mencionado Gual y José María España)
escaparon a las Antillas, desde donde siguieron desarrollando planes en conjunto con
los conspiradores de San Blas que ahora se encontraban en Guadalupe (al menos Cortés
y Picornell) a fin de volver a revolucionar la Provincia de Caracas. Más tarde, Gual
sería envenenado en Trinidad por un espía español, y España, luego de retornar a La
Guaira para intentar una nueva insurrección, fue aprehendido y ejecutado. En cuanto a
los pardos implicados en la conspiración, Del Valle pudo escapar temporalmente gracias
a que un alférez de las Milicias de Pardos de nombre Mateo Caballero (alias Bonoso) le
avisó que le iban a coger, pero luego fue arrestado. También lo fue Cordero, luego de
haberse ocultado por algún tiempo en la zona costera de Macuto.[39]
40 “Documento No.3. Razón de los reos en la causa de intentada
sublevación…” cf. Francisco Javier Yán (...)
30Este último se acogió a un indulto real para salvar su vida, siendo uno de los que más
evidencia aportó en contra de sus otrora compañeros de conspiración. Los demás
conspiradores aprehendidos fueron enjuiciados en Caracas, donde, luego de ser
encontrados culpables, fueron condenados a muerte. Del Valle y Rusiñol fueron
trasladados a La Guaira, en cuya plaza mayor fueron ahorcados el 5 de junio de 1799.
Como medida ejemplarizante, sus cuerpos fueron decapitados, y sus cabezas quedaron
expuestas clavadas en picas en las afueras de la ciudad. Otros pardos vinculados a la
conspiración fueron condenados a cuatro años de destierro en Puerto Rico, tales fueron
los casos de los milicianos Nicolás León, Pedro Ignacio Bargüilla, y el referido Pino. En
cuanto a Cordero, fue enviado a una prisión en La Habana, pero luego fue puesto en
libertad.[40]
(png, 71k)
Fig.2 Soldados de color franceses en Saint-Domingue en la década de 1790, ataviados
en uniforme como pudieron haberse paseado por las calles de La Guaira y Caracas.
Imágenes I y II: Reinier Vinkeles, “Gezigt van eenen tempel, door de zwarten ter
gedachtenix van hunne verlossing opgerigt” (detalles), in Marcus Rainsford, St.
Domingo, of Het land der zwarten in Hayti en deszelfs omwenteling. Publicado en 1806.
Tomado de: NYPL Digital Library
Imagen III: James Barlow, “The author in conversation with a private soldier of the
Black Army on his Excursion in St. Domingo” (detalle), in Marcus Rainsford, An
historical account of the black empire of Hayti: comprehending a view of the principal
transactions in the revolution of Saint Domingo; with its ancient and modern state.
Publicado en 1805. Tomado de: NYPL Digital Library
2. Condicionando la autonomía de los
Blancos
31Esa desconfianza manifiesta por los Libres de Color hacia los Blancos Criollos, se
habría mantenido e incluso incrementado en el tiempo. Esta postura encontraba
explicación, además de la forma despectiva cómo estos les veían y trataban, en otras
situaciones como la fuerte oposición que hicieran estos desde el Cabildo de Caracas a
las “dispensas de calidad” que se ofrecieron a los pardos desde el gobierno central
metropolitano, mediante la Real Cédula de Gracias al Sacar de 1795; y también, aunque
que con menor encono, en la postura dilatoria que dieran a un proyecto de una escuela
para niños pardos, introducida ante dicha entidad municipal en 1805 por dos ilustres
individuos de esa “calidad”: el músico, Juan José Landaeta, y el médico, José María
Gallegos. Si a esto sumamos una serie de medidas que había tomado el gobierno
metropolitano desde fines del siglo XVIII que favorecían a los Libres de Color (en
particular a su elite)[41], no debería sorprender la postura que asumieran los oficiales
pardos de milicias ante los eventos suscitados en Caracas en noviembre de 1808.
41 A fines del siglo XVIII, los miembros de la elite parda se vieron
beneficiados con una serie de me (...)
32En esa ocasión, algunos de los Blancos Criollos más prominentes de la ciudad
llevaron adelante una tentativa por conformar un gobierno autónomo en la Capitanía
General de Venezuela, en vista del vacío de poder que se había generado tras la invasión
de Napoleón y la abdicación de Fernando VII en mayo de aquel año. Su propuesta
consistía en que el Cabildo de Caracas (institución por ellos controlada y en la que los
Pardos no tenían ninguna representación) asumiera la dirección del territorio
convirtiéndose en Junta, a imagen de las que se habían conformado en España.
42 F. J. Yánez, op.cit., p.72; Carole Leal Curiel, “Juntistes, tertulianos et
congressistes”, in Hist (...)
33A esta primera tentativa juntista se opusieron oficiales pertenecientes a los batallones
de Pardos de Caracas, de los Valles de Aragua y de Valencia, entre ellos los capitanes
Pedro Arévalo, Pantaleón Colón y Carlos Sánchez (este último era probablemente el
mismo que recibiera en su casa dos mulatos franceses en 1797. A fines del referido mes,
estos milicianos enviaron una comunicación al Capitán General, en la que en nombre
“…de todos los de su clase (…) ofrecían sus servicios, bienes, y vidas para sostener el
gobierno existente contra los que intentasen destruirlo…”[42], y le manifestaron su
firme convicción de enfrentar los designios de esos “incautos”, como si todos ellos
fuesen una
43 Cf. Inés Quintero, La Conjura de los Mantuanos. Caracas:
Universidad Católica Andrés Bello, 2002, (...)
…PARDA fiera que al lado de V. S. o de quien representa la persona del Soberano y
sus sabias instituciones llevará entre sus garras tantas presas, cuantas sean las cabezas
de los que por su desgracia quieran atentar contra su persona y sabias disposiciones.[43]
44 Véanse respuestas a la pregunta número ocho en la mayoría de los autos
correspondientes a este cas (...)
45 Confesión de Don José Félix Ribas[Caracas, 22/02/1809], in ibidem, p.178.
Carole Leal alega que las (...)
46 Tal temor lo expresó en su declaración el doctor José Vicente Escorihuela:
“…en el Guarico francés (...)
34A los desencantados Pardos se les sumarían los Isleños o Canarios, lo que produjo un
gran desorden entre las personas de “todas las clases” que sólo pudo ser apaciguado
cuando en la noche del 24 de noviembre, luego de que las autoridades arrestasen a los
implicados en la conjura juntista.[44] Según uno de ellos, el „blanco criollo‟ José Félix
Ribas (quién más tarde se convertiría en uno de los líderes de los Libres de Color), el
descontento se debió a la circulación de pasquines y rumores malintencionados que
indicaban que las verdaderas intenciones de los juntistas eran las de robar a los isleños y
esclavizar a los pardos.[45] En esta ocasión, el fantasma de Saint-Domingue acosó a la
población caraqueña, pues se sospechaba que de tener éxito el proyecto de los patricios
cabildantes, eventualmente esto podría convertir a Venezuela en otro Haití.[46] Esto no
sólo indicaba el conocimiento que tenían los Blancos Criollos de la Provincia de
Caracas de lo acontecido durante la Revolución Haitiana, sino también hace evidente el
temor que en ellos despertaba la presencia de una numerosa población de Libres de
Color.
47 José Domingo Díaz, sin embargo, señala que la noche del 18 de abril,
Arévalo delató el movimiento. (...)
35Poco más de un año después, el 19 de abril de 1810 (Fig.3), algunos de los juntistas
de 1808 volvieron a intentar la formación de un gobierno autónomo, luego de que se
supieron en Caracas las noticias de la ocupación de Andalucía por parte de los franceses
y el establecimiento de un Consejo de Regencia en la metrópoli. En esta ocasión
tuvieron éxito, en buena medida gracias a que contaron con el apoyo de la población, y
de un piquete de milicianos pardos de los Valles de Aragua conducidos por Pedro
Arévalo, quienes llamados por el pro-autonomista blanco criollo, Juan Germán Roscio,
frustraron un intento de los oidores de la Real Audiencia por revertir la situación. En
ello también contribuyeron los oficiales Sánchez y Colón.[47]
36La participación de dicho piquete quedó descrita en un informe que levantó el
Ayuntamiento de Caracas en octubre de 1812, luego de la caída del gobierno
republicano:
48 Cf. Clément Thibaud, Repúblicas en Armas (Los ejércitos
bolivarianos en la guerra de Independencia (...)
El Batallón de Pardos de los Valles de Aragua fue el primero que se aceleró a prestar
sus auxilios, así porque uno de los oficiales Pedro Arévalo era de los más íntimos
confidentes de la revolución, como porque las halagüeñas esperanzas de una igualdad
quimérica y funesta para este país, fue el talismán de que se valieron estos nuevos
Jacobinos para atraerse a esta clase, en quien siempre han podido más estas promesas,
que ninguna otras.[48]
49 Según la solicitud de dispensa de calidad del hijo de Pedro Arévalo, la cual
le fue concedida, se (...)
50 C. Thibaud, op.cit., pp.48-53
37En relación a esta acción de los oficiales pardos, cabe preguntarse: ¿qué pudo
propiciar un cambio de parecer tan radical en la postura que estos habían mantenido
hasta entonces fiel al gobierno establecido? Es probable que previamente hayan tenido
lugar negociaciones entre estos y los “nuevos” juntistas blancos criollos, quienes
pudieron haberles ofrecido prerrogativas igualitarias con los Blancos cónsonas a su
condición de miembros de la elite de pardos.[49] Para Clément Thibaud, esas
negociaciones pudieron darse dentro de las misma milicias, cuyos oficiales de mayor
grado eran blancos algunos, como se verá más adelante, de tendencia radical favorable a
la ruptura con España.[50]
51 “Organización Militar” [18/5/1810], inGaceta de Caracas, II, 98
(18/5/1810), Caracas: Academia Nac (...)
38Para mantener la fidelidad de los pardos, los miembros de la recién creada Junta
Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando Séptimo tomaron una serie de
medidas: aceptaron en su seno a un representante del Gremio de Pardos, sólo que en la
persona de un „blanco criollo‟, como lo era el referido José Félix Ribas; se aumentaron
los salarios de los oficiales de las milicias de pardos; se les ascendió de rango,
contraviniendo con ello una vieja ley que databa de 1643, según la cual los individuos
de esa „calidad‟ sólo podían llegar al grado de capitán. Los ascendidos fueron los
referidos Colón, Arévalo, y Sánchez, al cargo de coroneles de las Milicias de Pardos de
Valencia, Caracas y Aragua respectivamente. También se tomó la iniciativa de
condecorarles, como se hiciera con el ahora Coronel Arévalo, a quien debido a “…su
bizarría y entusiasmo patriótico”, se le hizo entrega de un escudo que decía: “virtud y
patriotismo.”[51]
39Algunos juntistas también los alabaron públicamente, como se observa en la
aclaratoria a pie de página que hiciera el redactor de la Gaceta de Caracas, al texto del
hispano-irlandés residente en Londres, José Blanco White, publicada en dicho periódico
en noviembre de 1810. En ella se refería a los pardos como “útiles, honrados, y
beneméritos” venezolanos, quienes en realidad son:
52 “Integridad de la monarquía española, in Gaceta de Caracas”, II, 129
(26/11/1810), p.3n
…buenos vasallos de Fernando 7º, dignos patriotas de América, y merecedores a la
consideración del país en que nacieron, y a cuya felicidad no son capaces de
oponerse.[52]
53 “Decreto”[Caracas, 26/11/1810], in Gaceta de Caracas, II, 16 (22/1/1811),
p.3
40La Junta Conservadora también cedió en el ámbito de las costumbres que segregaban
a los pardos. En noviembre de 1810, se permitió a la esposa del pardo de la ciudad de
Calabozo, Félix Salinas, a hacer uso de una alfombra en la iglesia, bajo el muy ilustrado
argumento de “…conservar el aseo y limpieza de sus ropas.”[53] Este había sido
tradicionalmente un derecho reservado a las blancas, sobre lo cual previamente se
habían generado algunas disputas con „pardas beneméritas‟. Pese a tratarse por una
concesión otorgada en un lugar distante a Caracas, esta decisión provocó un gran
escándalo entre los Blancos y esperanza entre los Pardos, como lo retrata el viajero
Robert Semple:
54 Robert Semple, Bosquejo del Estado Actual de Caracas incluyendo
un viaje por La Victoria y Valenci (...)
Tal innovación, insignificante al parecer, causó gran desagrado entre las clases
distinguidas de Caracas, y en proporción equivalente, anhelos y esperanzas de cambio
entre las familias de color.[54]
55 Véase, a título de ejemplo, la lista de donativos publicada el 21/6/1811 bajo
el título de “Sigue (...)
56 “Donativos hechos últimamente a la causa pública”, in Gaceta de Caracas,
II, 129 (26/11/1810), p.4 (...)
41Los intentos por asegurar la fidelidad y adhesión del „gremio de pardos‟ a la nueva
situación política que se había inaugurado a partir del 19 de abril de 1810, tuvo el éxito
esperado. Esto se evidenció en el interés que de diversas maneras manifestaron sus
miembros a favor del éxito del proyecto juntista, como los distintos donativos cuyas
listas publicaba regularmente la Gaceta de Caracas.[55] Algunas de estas donaciones
eran muy generosas, como la hecha por el „pardo benemérito‟ José Luís Landaeta, quien
en enero de 1811 donó “una casa, cuyos alquileres producen mensualmente seis
pesos.”[56] Otros, manifestaron públicamente su apoyo al proyecto autonomista, como
en el caso de uno de los oficiales pardos ascendidos, el capitán-comandante de las
Milicias de Pardos de Caracas, Carlos Sánchez, quien en junio de 1810 publicó un corto
escrito en dicho periódico, el cual tenía por fin ratificar la fidelidad que los miembros de
este cuerpo armado guardaban al soberano representado por la junta de Caracas; y
desmentir algunas “falsas imposturas” que se habían hecho circular que contravenían
este respecto:
57 Carlos Sánchez, “Representación de un buen patriota”, in Gaceta de
Caracas, II, 102 (8/6/1810), p. (...)
Dígnese V. A. disponer [indica Carlos Sánchez en junio de 1810] de la obediencia del
que representa y de las de sus súbditos y dar al desprecio las falsas imposturas con que
algunos contrarios de la justicia y amantes de la esclavitud se manifiesten en este
tiempo; y para la satisfacción pública, y que muchos ánimos incautos y sencillos queden
satisfechos de la lealtad del batallón de Milicias de Pardos de esta Capital, y que sus
semejantes en lo interior de esta provincia se aprovechen de esta lección.[57]
58 “Habitantes de Venezuela”, in Gaceta de Caracas, II, 103 (15/6/1810), p.4
59 Ver suplemento a la Gaceta de Caracas del viernes 2 de junio de 1810, en la
que la Junta Suprema c (...)
60 El reglamento fue publicado por parte a partir de la siguiente edición de la
gaceta: Gaceta de Ca (...)
42Sin embargo, una señal aún más significativa con respecto a la voluntad de los
juntistas por conceder igualdad a los pardos, fue la convocatoria que hicieran a
mediados de junio de 1810, dirigida a todas las “clases de hombres libres” que
habitaban el territorio para la elección de los diputados para el primer Congreso General
de Venezuela.[58] El reglamento de este proceso electoral, redactado por abogado
„blanco criollo‟ Juan Germán Roscio[59], fue publicado por entregas a partir de aquel
mes en la Gaceta de Caracas. En el preámbulo, se insistía sobre la importancia porque
sufragasen “…todos los vecinos libres de Venezuela...” Luego, en el cuerpo del mismo,
se establecía un proceso electoral de dos grados: una votación para elegir electores
parroquiales a razón de un elector por cada 500 almas de “todas clases”, y un elector
adicional por 250 almas de exceso (artículo seis, capítulo 1); en otra votación los
electores parroquiales se reunirían para nombrar a los diputados a razón de 1 por cada
20 mil habitantes y un diputado más por el exceso de 10 mil.[60]
43En el primer capítulo de ese reglamento en el que se establecen las condiciones para
el nombramiento de los electores parroquiales se indica (artículo tercero) que se debía
previamente hacer un censo en el que se especificará, entre otros aspectos, la „calidad‟
de cada individuo y si éste era o no „propietario‟. Era competencia de los alcaldes de
primera elección y de los Tenientes Justicia Mayor la formación del respectivo censo.
Por su parte el artículo cuarto, en el que se ordena hacer la lista de los vecinos que
deben tener voto en las elecciones establecía:
61 “Continuación del Reglamento de Diputados, Capítulo I,
Nombramiento de los electores parroquiales” (...)
…se excluirán [del derecho al sufragio] (…) las mujeres, los menores de veinte y cinco
años, a menos que estén casados y velados, los dementes, los sordo mudos, los que
tuvieren causa criminal abierta, los fallidos, los deudores a caudales públicos, los
extranjeros, los transeúntes, los vagos públicos y notorios, los que hayan sufrido pena
corporal aflictiva o infamatoria, y todos los que no tuvieren casa abierta o poblada; esto
es, que vivan en la de otro vecino particular a su salario y expensas, o en actual servicio
suyo; a menos que en la opinión común del vecindario, sean propietarios, por lo menos,
de dos mil pesos en bienes muebles o raíces libres.[61]
62 Por esa misma época en Buenos Aires, tampoco se restringió el derecho al
sufragio por razones pigme (...)
63 “Continuación del reglamento de diputados”, in Gaceta de Caracas, II, 106
(6/7/1810), p.2; F. Lang (...)
44Como se puede apreciar en esta cita, entre las exclusiones para ejercer el derecho al
sufragio o para nombrar electores parroquiales, no había restricciones basadas en la
„calidad‟ de cada quien.[62] Sin embargo, las muy exigentes restricciones de corte
censitario (poseer al menos dos mil pesos en bienes) hicieron que solamente aquellas
personas con bienes de fortuna tuviesen acceso a este derecho político. Si bien no
contamos con la evidencia empírica, dado el sentido igualitario de las convocatorias
iniciales y a la actitud incluyente de los juntistas, suponemos que entre los sufragantes
no hubo únicamente personas de „calidad‟ blanca, si no también algunos Pardos de la
elite, los cuales sabemos que gozaban de bienes de fortuna suficientes como para
cumplir con las condiciones materiales exigidas.[63] Más bien nos extraña, que no se
hayan postulado como electores, cuando se sabe que muchos de ellos (como Pedro
Arévalo, Lino Gallardo, Carlos Sánchez, Juan José y José Luís Landaeta) manifestaron
abiertamente su entusiasmo por la causa autonomista.
64 Cf. Carlos Duarte, Historia del Traje durante la Época Colonial Venezolana,
Caracas: Armitano. 198 (...)
45De este último, se ha señalado, que frecuentaba junto a su hermano, José Luís, una
asociación denominada Club de los Sin Camisa, probablemente inspirando su nombre
de como llamaban a los Libres de Color los conspiradores de 1797, dos de los cuales,
dicho sea de paso, habían llegado a Caracas en 1811. Es muy poco lo que se sabe sobre
esta asociación política. Se ha dicho que era una asociación de corte jacobino que
funcionó brevemente en la casa de Don Antonio Moreno. De lo que sí estamos seguros
es que José Luís Landaeta tenía “…dos pares de sanquilots de pana aplomada”, lo que
de alguna forma nos indica su entusiasmo por, al menos, la moda revolucionaria.[64]
65 M. A. Rodríguez, “Los Pardos Libres en la Colonia”, in Boletín de la
Academia Nacional de la Histo (...)
46Como consecuencia del reglamento en cuestión, el proceso electoral dejó por fuera a
los sectores más humildes y/o de „calidad‟ inferior de los pardos (como zambos, salto-
atrás, morenos libres, etc.), que conformaban la mayor parte de la población. Ellos
también manifestaron abiertamente su entusiasmo por lo que se estaba viviendo en la
capital desde abril de 1810, comportamiento que era azuzado por su representante
blanco ante la junta, José Félix Ribas. Esto quedó en evidencia en las manifestaciones
públicas que se hicieron en las inmediaciones del templo de Altagracia (conocida como
la iglesia de los Pardos) en octubre de 1810, luego de que se conociera en Caracas la
noticia de los atropellos de que habían sido víctimas los miembros de la junta de Quito,
quienes fueron masacrados por las autoridades reales. Esto le costó a Ribas y a algunos
de sus compañeros (incluyendo a un cirujano pardo de nombre, José María Gallegos; el
mismo que solicitara la apertura de una escuela para niños pardos en 1805) la expulsión
del territorio, por lo que se les embarcó para Curazao.[65] Esta efervescencia en los
sectores medios y bajos de los Libres de Color, sería canalizada poco tiempo después
por los seguidores de Francisco de Miranda.
(jpeg, 84k)
Fig.3 Nótese a la derecha un hombre de color (¿esclavo?) observando el evento a la
distancia.
Juan Lovera (n.1776, m.1841), El 19 de Abril de 1810 (1835). Col. Consejo Municipal
del Dtto.Federal, Caracas. Tomado de: sitio web de la Guardia Nacional
3. El partido de los Mulatos
47En 1808, estando Miranda en Londres, al enterarse de los pormenores del intento
fallido por crear una junta autónoma en Caracas en noviembre de ese año, se indignó
ante lo que interpretó como el “uso” que habían hecho las autoridades peninsulares de
Venezuela de los milicianos mulatos para poder controlar la situación. Para él, aquella
manipulación de los milicianos pardos era una locura, ya que la misma podía derivar en
otra revolución haitiana.[66] Previamente había advertido a esos primeros juntistas,
basado en su propia experiencia, sobre los peligros de “…que el Pueblo (y no los
hombres capaces y virtuosos) se apoderan (sic) del gobierno.” De esta forma retomaba
una idea que había venido desarrollado desde 1795, acerca de la necesidad de conformar
gobiernos republicanos con hombres “virtuosos e ilustrados”, únicos capaces de llevar
adelante un proyecto político basado en una doctrina gradual de “libertad racional”
(probablemente inspirada en las críticas que hiciera Edmund Burke a la Revolución
Francesa), para evitar que la revolución cayese en el despotismo y la anarquía como se
había visto en las revoluciones en Francia y Saint-Domingue.[67]
66 “...lo peor de todo era [dice Miranda en abril de 1809] que para cometer este
atentado, se habían (...)
67 Carmón López Bohórquez, Francisco de Miranda (Precursor de las
independencia de la América Latina). (...)
68 Proclama 1: “Unámonos por nuestra libertad, por nuestra independencia. Que
desaparezcan de entre no (...)
69 Miranda a Wellesley[Londres, 6/8/1810], in ibidem, p.517
48Es de resaltar que desde al menos 1806, Miranda había propuesto en sus proyectos y
proclamas la erradicación de las “odiosas distinciones” entre los distintos sectores etno-
sociales que conformaban la sociedad colonial, ofreciendo igualdad en la ciudadanía a
los “…inocentes indios, así como los bizarros pardos, y morenos libres…”[68]De esta
postura política se enteraron los Pardos de Caracas (probablemente beneméritos)
quienes escribieron una carta a Miranda que le hicieron llegar con los emisarios que
enviara la junta de Caracas a la capital británica buscando el apoyo del gobierno inglés.
Esta carta debió contener un mensaje de apoyo de este sector a la causa autonomista, ya
que la misma fue remitida a su vez por Miranda al Secretario de Exteriores británico,
Richard Wellesley[69], tal vez con el fin de calmar los temores ingleses de que
Venezuela fuese a correr el sangriento camino de Haití.
70 Cf. C. Parra Pérez, op.cit., tomo II, p.27n;C. Leal Curiel, “Tertulia de dos
ciudades”, p.190
49En diciembre de 1810, Miranda llega a Caracas de la mano de dichos emisarios
quienes le convencieron de hacer el viaje. Una vez en esa esta ciudad, utilizó su enorme
prestigio para aproximarse a los jóvenes revolucionarios más radicales (como los
hermanos Bolívar, los Montilla, y los Ribas ya de regreso de su exilio), quienes le
ayudaron a hacerse un espacio en el movido escenario político local. A estos los
agremió en torno a la Sociedad Patriótica, club de inspiración jacobina creado a imagen
de los que surgieron en Francia y las Antillas en tiempos de la Revolución Francesa.
Este foro, según uno de sus miembros, se transformó en una tribuna pública en la que se
hablaba de “…la igualdad y libertad de los hombres.” Al mismo no sólo se permitía la
entrada a ese grupo de jóvenes radicales, sino también a gentes “…de todas las clases,
estados y condiciones” e, inclusive, a algunas mujeres En el balcón de la sede donde
sesionaban, colocaron una transparencia y detrás un símbolo alegórico al 19 de abril (la
“constelación de Tauro”), y a cada uno de sus lados dos altares reflejando la justicia
(una balanza y una espada), “demostrando la igualdad de la ley para todos.”[70]
50Para divulgar sus ideas e incidir así sobre la política local, la Sociedad Patriótica
comenzó a publicar El Patriota de Venezuela, el cual era impreso en la imprenta de un
individuo de origen franco-haitiano recién llegado a Caracas, Juan Baillío (el joven). En
los contados números que se han conservado de esa publicación, no hay mención
explícita en defensa a los derechos de los pardos, sino únicamente a los “ciudadanos”,
“habitantes” y “pueblo” de Venezuela. Esto podría encontrar explicación en algunos de
los textos políticos publicados en este periódico, en los que en ocasiones se
sobreentiende que los individuos de esa „calidad‟ estaban comprendidos en dichas
categorías, como cuando se habla en términos sui generis de los 800 mil habitantes que
tiene el territorio o cuando se elogia a los campeones de la campaña militar de Valencia,
entre quienes estaba el pardo Arévalo. Es en esos términos genéricos en los que se habla
de igualdad en El Patriota de Venezuela, sin distingo de castas ni colores como se
puede apreciar en este texto publicado en julio de 1811, un día antes de la declaración
de independencia:
71 “Discurso en el que se manifiesta el verdadero origen de las virtudes
políticas…” [Caracas, 4/7/18 (...)
…todos los ciudadanos son iguales entre sí, con iguales derechos, prerrogativas y
representación civil, se estimen como verdaderos hermanos y se produzca entre ellos
esta especie de virtud, que consolida las Repúblicas y que, por desgracia, es casi
desconocida en los demás Gobiernos.[71]
72 Según Poudenx, cuando Miranda entró por la vía de Antimano, “…las gentes
de color mostraban un ent (...)
51Desde un principio, Miranda despertó el entusiasmo de las personas de color de la
capital, quienes lo vitorearon al entrar por primera vez por la Puerta de Caracas (Fig.4).
En lo sucesivo, como advirtiera Brissot veinte años atrás, puso todo su empeño en
ganarse a las personas pertenecientes a ese sector etno-social, a quienes abrió las puertas
de la Sociedad Patriótica, cuyo número de miembros fue aumentando hasta pasar de al
menos 100 individuos. Si atendemos al testimonio de uno de los miembros de la
Sociedad Patriótica, Francisco-Javier Yánez, para quien el apoyo que Miranda recibió
de los pardos fue posible gracias “…al calor y entusiasmo con que se hablaba de la
libertad e igualdad de los hombres...” en la sesiones de la Sociedad Patriótica, lo que en
consecuencia habría aumentado “…considerablemente el número de socios de todas
clases, estados y condiciones”, puede estimarse el alcance que dicho club político pudo
haber tenido sobre los pardos en general.[72]
73 C. Leal Curiel, “Tensiones republicanas: de patriotas, aristócratas y
demócratas. El club de la Soc (...)
52Después de declarada la independencia, las ideas de este grupo fueron difundidas por
todo el territorio de la Capitanía General y más allá mediante la circulación del El
Patriota de Venezuela. Esto les hizo ganar adeptos más allá de las fronteras de Caracas,
por lo que aparecieron nuevas núcleos radicales y sociedades en distintas partes del
interior (Barcelona, Barinas, Puerto Cabello, Trujillo y Valencia). Una requisa hecha a
posterioridad por los realistas levantada por el marqués de Casa León en 1812, se indica
que ese apoyo era particularmente fuerte en pequeñas poblaciones ubicadas al sur de
Caracas, desde los Valles de Aragua y hasta las inmediaciones de Valencia; regiones
que, de acuerdo al autor de la misma, se habrían convertido en un “semillero” de la
revolución. Según indica Robert Semple, “después de su llegada el general Miranda fue
electo Presidente de la Sociedad e inmediatamente introdujo cuatro mulatos en calidad
de miembros…” La requisa mencionada anteriormente indica que Semple tenía razón,
sólo que dos de esos pardos eran en realidad morenos libres. Los dos pardos eran Lino
Gallardo (músico) y otro de apellido Romana (el “mulato” Romana), uno de los negros
probablemente respondía al apellido de Ibarra (el “moreno” Ibarra) y el otro se llamaba
Francisco de Paula Camacho (el “moreno” Camacho). Este último era oficial del
Batallón de Morenos.[73]
74 De acuerdo a Juan Germán Roscio la popularidad que tenía Miranda entro los
pardos, se debía “…trato (...)
75 F. X. Yánez, op.cit., pp. 191-192; Karen Racine, Francisco de Miranda: A
Transatlantic Life in the (...)
53La presencia de esos dos morenos en el seno de este cuerpo, hay que leerla como un
indicio de que los radicales mirandinos eran favorables a una declaratoria de igualdad
que cubriera todos los estratos de la „gente de color libre‟, lo que parece haber entrado
en tensión con otras posturas que tendían favorecer la igualdad únicamente a favor de
los Pardos Beneméritos.[74] Aquella postura pareciera indicar, además, una intención
por popularizar la causa republicana entre los miembros de este sector etno-social. Al
menos eso es lo que pensaban sus detractores, quienes les acusaban de sanculotismo.
Según indica el mismo Yánez, estos pensaban “…que la Sociedad Patriótica era una
reunión de Jacobinos y propusieron su supresión o la traslación del Congreso a otro
punto.”Esta hipótesis pareciera confirmarse en un debate que se diera a raíz de un
artículo publicado en El Patriota de Venezuela escrito por un tal Juan Contierra a fines
de 1811, quien se piensa que era un diputado miembro de la sociedad, si no el mismo
Miranda.[75]
54En el mismo, este autor anónimo defiende los que demás llaman peyorativamente con
“epítetos de sansculottes sin camisa y de jacobinos”, que no son otros que los pobres, y
arremete contra los que denomina como “patriotas aristócratas”:
76 Cf. C. Leal Curiel, “El árbol de la discordia”, in Anuario de Estudios
Bolivarianos, Vol.VI, No.6 (...)
…que creen que ellos solos han nacido para tener galones, para tener honores, para
sacar la sustancia de la Patria y para figurar en la República, mientras la más grande
porción del pueblo debe, en su concepto, estar sometida a sus caprichos…[76]
77 C. Leal Curiel, “Tertulia de dos ciudades”, pp.192-193; “Artículo
Comunicado”, in Gaceta de Caracas (...)
55En una de las tres respuestas que se dieran a este artículo, publicadas en la Gaceta de
Caracas, se advierte al lector contra aquéllos que denomina como falsos “…amigos del
Pueblo, [y] los defensores de sus derechos.” Esto lo realiza con ejemplos tomados de la
historia, incluyendo casos contemporáneos y de la antigüedad, para terminar el texto
alertando en contra de los movimientos de corte jacobino[77]:
78 “Concluye el Artículo Comunicado”, in Gaceta de Caracas, III,
(24/1/1812), p.4; Roscio a Bello [Ca (...)
¿De qué modo fue engañado este pueblo? Con escritos que ponían la licencia por
libertad y el desenfreno por patriotismo, con discursos pronunciados en las Sociedades
Jacobinas, llenos de calumnias inventadas para destruir los que habían fundado la
República, y proclamada la libertad que sólo ellos querían o podían conservar…[78]
79 Idem; La proclama del 10 de marzo la refiere Arévalo en su texto, la misma
no aparece publicada en (...)
56Hubo también críticas más directas la cercanía que mantuvo Miranda con los Libres
de Color, sobre todo después de que se arrestaran seis pardos el mismo día en que se
instaló el Congreso General de Venezuela, el 2 de marzo de 1811, por estar hablando
sobre materias políticas de gobierno y de la igualdad en la casa de un blanco (Fernando
Galindo). El líder de los detenidos tendría en su poder un “escrito incendiario” al que
Miranda – según señala Roscio en una carta privada a Andrés Bello – habría agregado
un “apóstrofe lisonjero.” Este hecho debió haber alarmado a los blancos caraqueños, ya
que el nuevo ejecutivo se vio compelido a emitir un pronunciamiento el 14 de ese
mismo mes, manifestando que seguía creyendo en la “…generosa confianza en el resto
de los Pardos.”[79]
57Un día más tarde, el oficial pardo, Pedro Arévalo, ahora con el grado de coronel,
publicó un comunicado en la Gaceta de Caracas en el que intentaba calmar los ánimos.
En el mismo, aparte de criticar la actitud de aquellos pardos, aseguraba que la posición
del gremio al que pertenecía seguía siendo de apoyo a las nuevas autoridades
constituidas:
80 Idem
…pocos individuos de mi clase, mal aconsejados por dos faccionarios, espíritus
inquietos, han alterado la confianza que generalmente se tenía de los rectos sentimientos
de honor y concorde unión, con que hemos procurado sostener y perfeccionar de
concierto con todos nuestros compatriotas la grande obra empezada.[80]
58Si al testimonio de Arévalo agregamos la citada carta de Roscio a Bello, en ambos
textos se está señalando a Miranda como responsable de la inquietud que parece reinar
entre los Libres de Color. Sin embargo, ésta también debe asociarse con la participación
de otros miembros de la Sociedad Patriótica, como se pudo apreciar en noviembre del
año anterior durante las exequias de Quito, lo cual tuvo lugar antes de la llegada de
Miranda. El testimonio de Arévalo, publicado en la Gaceta de Caracas, parece indicar
además que la elite de los Pardos no estaba con los radicales mirandinos, sino con un
sector más moderado de los „blancos criollos‟.
59Las divisiones políticas que se comenzaron a gestar entonces, las pudo apreciar a
fines de 1811 un oficial extranjero de nombre Gregor McGregor, quien afirmó que para
esa época en Caracas se estaba conformado un partido al que llamó como “de los
mulatos”, el cual estaría alarmando a la población blanca, tanto a los independentistas
moderados como a los abiertamente realistas, cuyas posturas hasta ahora antagónicas se
estarían acercando por el temor que aquel nuevo partido les causaba. Estas
apreciaciones las manifestó en una carta fechada el 18 de diciembre de dicho año:
81 Cf. Tulio Arends, Sir Gregor McGregor (Un escocés tras la Aventura
de América) (Col. Tiempo de Vene (...)
…los Mulatos (…) están en la proporción de catorce a un blanco, no conocen su propia
fuerza, pero la luz les está llegando rápidamente cada día, y al coger cuerpo, su fuerza
aumentará; la discusión ocurrida en la Sociedad Patriótica ha contribuido muy
considerablemente a darles confianza en sí mismos, y una idea de derechos y privilegios
igual a los blancos. (…) El apoyo que Miranda les ha dado, inmediatamente los ha
hecho formidables, y los Mantuanos y los Españoles (llamados Godos), enfrentándose
al creciente poder [de aquéllos], están comenzando a unirse (…) probablemente
formarán pronto un solo partido…[81]
60Para ese joven escocés, como indicara en esa misma misiva, la potencial unión de los
blancos era motivo de inquietud, puesto que de concretarse, ello robustecería “…al
partido Mulato, y una revolución que ha sido suavemente recibida y casi sin
derramamiento de sangre, probablemente terminaría en una guerra civil”.
(jpeg, 60k)
Fig.4 Miranda llegando a La Guaira, según la imaginación de Rugendas.
Johann Rugendas (n.1802, m.1858), Llegada del general Francisco de Miranda a La
Guaira en 1810 (ca.1822). Col. Fundación Boulton, Caracas. Tomado de: Letras contra
letras
4. ¿Una ciudadanía federada?
61Entre tanto, los miembros de la Sociedad Patriótica ejercían una fuerte presión sobre
el congreso para precipitar una declaración de independencia. Cuando ésta finalmente
llegó, el 5 de julio de 1811 (Fig.5), sus jóvenes miembros se lanzaron a las calles para
festejar junto a la gente de color. A pesar de que no hay fuentes que lo aseveren,
seguramente ellos también presionaban, junto a otros sectores políticos, para que esta
declaración fuese acompañada de otra favorable a la ciudadanía de los pardos. En la
misma sesión en que se votó a favor de la independencia, se propuso debatir sobre “…la
suerte y condición de los pardos…” antes de tratar una posible ruptura con España. El
criterio que terminó imponiéndose fue el de posponer la discusión, a condición de que
fuese “…lo primero que se tenga en consideración después de la Independencia…”
Mientras llegaba ese día, el Congreso General proclamó a unos Derechos del Hombre,
que fueron publicados en la Gaceta de Caracas el 23 de julio, lo que propició un
ambiente favorable para aquellos diputados que estaban a favor de una declaración
favorable a la igualdad de los pardos.[82]
82 J. D. Díaz, op.cit., pp.90-91; “Túvose en consideración igualmente cuál sería
la suerte y las prete (...)
83 “Sesión del 31 de julio de 1811”, inCongreso Constituyente de 1811-1812, I,
p.200
62El debate sobre el asunto de los pardos tuvo lugar el 31 de julio, en una sesión
especial a puerta cerrada. Desde un primer momento resultó claro que aquella no iba a
ser estrictamente una discusión abstracta acerca del estatus político de los pardos, sino
sobre la aspiración de las provincias a mantener lo más posible su autonomía dentro de
la federación. Esto se evidenció recién iniciado el debate en la intervención del diputado
mantuano, Martín Tovar Ponte, quien, dando como ejemplo el caso de los Estados
Unidos donde “…cada provincia arregla cómo quiere su gobierno y califica a sus
ciudadanos…”, planteó que no debía haber una “declaratoria expresa” de igualdad, y
que lo prudente era tomar una postura gradual que fuese “…destruyendo ciertos
tratamientos odiosos que chocan a las otras clases.” Esta propuesta fue de inmediato
atacada por el diputado de Barquisimeto, José Ángel Álamo (también consocio de la
Sociedad Patriótica), quien calificó a la misma de “superflua e inoportuna” ya que,
según él, la misma iba en contradicción con “…uno de los artículo de los derechos del
hombre que acababan de publicarse.”[83]
63La postura de la mayoría de los diputados de provincia fue la de seguir defendiendo
la soberanía de las regiones que representaban, por lo que insistieron porque el asunto
de los pardos fuese delegado a las “legislativas provinciales”. Pero ante la
determinación de muchos de los diputados caraqueños, ellos temieron declaración de
unilateral por parte de Caracas sobre este asunto pudiera generar migraciones y
desórdenes, por lo que propusieron que en esa eventualidad sería necesaria la
intervención de las fuerzas de la Confederación para aplacar la conmoción; de lo
contrario, aseveró el diputado por la ciudad de Barcelona, se corría el riesgo de que
sucumbiese el “…sistema de federación”. A esto, Juan Bermúdez (diputado por
Cumaná), agregó que en su provincia “…hay seguridad y subordinación civil, y no es
preponderante la clase [de los pardos],y no hay necesidad de declarar nada por ahora”.
Seguidamente, secundó la propuesta de una igualdad gradual, hecha inicialmente por
Tovar Ponte, quien señaló que “conviene introducirlo poco a poco, sin hacer de repente
una regla general, que invierta el orden.” En el debate de ese día, ningún diputado
contrario a la igualación inmediata de los pardos se atrevió a contradecir a Álamo ni a
ninguno de sus partidarios en relación a la condición de „hombres‟ de los pardos. Por lo
tanto, la postura de los radicales mirandinos fue la de resaltar las ventajas de otorgar la
ciudadanía a los pardos, y mostrar lo capacitados que ellos estaban para ejercerla. Estos
fueron los alegatos que en tal sentido presentó Francisco-Xavier Yánez, miembro de la
Sociedad Patriótica:
84 Los diputados que hicieron este planteamiento fueron Ramírez,
Peñalver y Maya, representantes elect (...)
…los pardos están instruidos, conocen sus derechos, saben que por el nacimiento, por la
propiedad, por el matrimonio y por todas las demás razones, son hijos del país, que
tienen una Patria a quien están obligados a defender…[84]
64En una segunda intervención, Yánez se encargó de refutar los alegatos de la mayoría
de los diputados de provincia, sobre todo en relación a su propuesta de delegar en las
provincias la definición del estatus de sus ciudadanos. Para ello alegó que este asunto
era potestad del Congreso General, ya que, según él, las leyes fundamentales del Estado
de Venezuela debían ser discutidas por ese ente legislativo y “…sancionadas por la
pluralidad de los pueblos.” Aquel día también intervinieron otros diputados que
asimismo defendieron la causa de los pardos; estos no formaban parte del grupo que
rodeaba a Miranda, y entre ellos destaca Antonio Nicolás Briceño, quien rebatió la
propuesta de seguir el ejemplo descentralizado de Estados Unidos, al mismo tiempo que
criticaba a los mantuanos patriotas:
85 Ibidem, p.204
Las provincias de Venezuela se hallan en muy diversas circunstancias, pues que el
número de pardos y negros en ella es excesivamente mayor que el de los blancos, y de
estos hay que disminuir los europeos, que son contrarios al actual sistema, y los blancos
criollos, que no conocen sus intereses y se hallan preocupados con unas ideas
aristocráticas y nobiliarias.[85]
65En sus intervenciones, Yánez trató de disipar los temores en cuanto a una rebelión
general de pardos, tratando de convencer a los demás diputados de que los principios
liberales que se habían aplicado en Caracas y sus alrededores, era lo que había evitado
que los realistas ganasen un solo adepto de esa „calidad‟ en esta región. Mientras que en
Valencia, por el contrario, estos se habían insurreccionado junto con los blancos y
canarios realistas, lo que había dado pie para que desde Caracas se enviara un
contingente armado, dando inicio así a una cruenta batalla, la cual, para el momento de
esta sesión del 31 de julio, todavía se encontraba en pleno apogeo.
86 Francisco Colón fue apresado y enviado a las cárceles de La Guaira, desde
donde hizo publicar un d (...)
66Entre los insurrectos valencianos se encontraba un oficial de las milicias de pardos de
nombre Francisco Colón[86], a quien los realistas habían ascendido a la comandancia
de ese cuerpo. Según Yánez, esto lo hicieron emulando la iniciativa que hicieran los
juntistas caraqueños más de un año atrás, con el fin de ganarse a los pardos en esta
ocasión para la causa realista:
87 “Sesión del 31 de julio de 1811”,inCongreso Constituyente de 1811-
1812, I, p.206
…negar a los pardos la igualdad de derechos [indica Yánez] es una injusticia manifiesta,
una usurpación y una política insana, que nos conducirá a nuestra ruina. Yo creo que la
revolución y desgracias de Valencia no conocen otro origen que éste, y me fundo en que
visto [Francisco Colón] fue ganado por la comandancia, que los traidores le han dado, y
nosotros mucho antes habíamos concedido de justicia a [Carlos] Sánchez y [Pedro]
Arévalo. Acaso por la liberalidad de Caracas no pudieron nuestros enemigos ganar un
solo pardo en la revolución que experimentamos.[87]
88 “Artículo 26. Todo hombre libre tendrá derecho de sufragio en las
Congregaciones Parroquiales, si (...)
67Al final de la sesión no se pudo llegar a nada concluyente, por lo que fue diferida la
votación para cualquier resolución sobre la materia. Por lo que sucedería luego,
sabemos que se terminó imponiendo el criterio de los radicales, ya que en la
Constitución Federal que fue sancionada en diciembre de 1811, además de reducido
notablemente las condiciones para ser elector[88], en el capítulo 9 se suprime
explícitamente la segregación que hasta ese entonces habían estado sujetos los pardos:
89 Cf. J. Gil Fortoul, op.cit., p.411
…[Quedan] revocadas y anuladas en todas sus partes, las leyes que imponían
degradación civil a una parte de la población libre de Venezuela conocida hasta ahora
bajo la denominación de pardos: estos quedan en posesión de su estimación natural y
civil, y restituidos a los imprescriptibles derechos que les corresponden como a los
demás ciudadanos.[89]
(jpeg, 84k)
Fig.5 Firma del acta de la independencia
Juan Lovera (n.1776, m.1841), El5 de julio de 1811 (1838). Col. Consejo Municipal,
Caracas. Tomado de: La Venciclopedia
5. El derrumbe de la primera igualdad
68Tras la declaración de independencia del 5 de julio de 1811, en Caracas se produjo
una manifestación de lealtad a la república por parte de los pardos de la ciudad, cuando
el 11 de julio de 1811 se insurreccionaron los canarios de esta ciudad a favor del Rey.
Estos habían concentrado a su gente en el “…arrabal de los Teques que domina el
cuartel San Carlos que trataban de sorprender”, desde donde dispararon trabucazos
contra los Pardos que allí se encontraban.[90] La reacción patriota fue encabezada por
un teniente coronel perteneciente a las Milicias de Pardos, Matías Caballero (alias
Bonoso; el mismoque en 1797 advirtiera a Del Valle que lo iban a arrestar), quien, al
percatarse de la situación, habría gritado: “señores a las armas que los isleños nos
quitan la ciudad para jurar a Fernando Séptimo.” Este mismo oficial participó, junto a
otros militares pardos (como Pedro Arévalo y Carlos Sánchez), en la campaña de
Valencia que dirigiera Miranda. Terminada la misma, el teniente-coronel Caballero
volvió a Caracas donde habría decapitado a un blanco realista en la plazuela de la
Santísima Trinidad.[91] Este tipo de acciones coincidirían con el testimonio de un
testigo anónimo publicado en el diario londinense The Morning Chronicle, quien habría
presenciado ejecuciones sumarias de realistas en agosto de aquel año en esa ciudad.[92]
90 “Insurrección del día 11”, in Gaceta de Caracas, I, 41 (16/7/1811), p.3
91 Este era probablemente el mismo Mateo Caballero quien también usaba ese
mismo alias, “Bonoso”, y c (...)
92 Según una carta escrita en La Guaira por un testigo el 3 de agosto de 1811,
aparecida en el periód (...)
69La insurrección de los canarios caraqueños, coincidió con la referida en Nueva
Valencia del Rey. En la misma, los pardos valencianos jugaron un importante papel en
la defensa de la ciudad, aunque también se les achacó el caos y la anarquía en que se
sumió la misma en esos días. En los Memoriales que escribiera posteriormente el
arzobispo de Caracas, Narciso Coll y Prat, encontramos un elocuente dato sobre las
aspiraciones de los pardos valencianos, cuando en medio de la anarquía que había
despertado la cercanía de las tropas republicanas, se ensañaron contra las evidencias
tangibles de su estigma que justificaban su desigualdad, como lo eran las actas
bautismales:
93 Narciso Coll Y Prat, Memoriales sobre la Independencia de
Venezuela. Caracas: Academia Nacional de (...)
…[La ciudad] cayó en anarquía, las castas entregadas al pillaje y a la embriaguez, se
reconcentraron (…) [en diversos lugares] y comenzando ya a hacer la defensa de la
igualdad y libertad, incendiaron los libros parroquiales en que por clases estaban
sentadas las personas, hicieron profugar (sic) a los blancos, y continuaron su inútil
resistencia hasta (…) que se rindieron a discreción, quedando entre tanto muertos dos
mil y quinientos hombres.[93]
94 Antonio Ignacio de Cortabarria, A los vecinos y habitantes de las provincias
de Caracas, Barinas, (...)
70A pesar de que el levantamiento de Valencia fue controlado, en lo sucesivo fue
quedando claro que las „castas‟ (pardos, indios y negros) de provincia no estaban con
los republicanos caraqueños. Habría que interrogarse sobre las causas que llevaron a
estos sectores a no apoyar, en algunos casos, y a abandonar, en otros, la causa de la
república. Este comportamiento pude deberse a diversas razones, entre ellas: el
desprecio que sentían las clases más bajas hacia a las aristocracia criolla, al rechazo que
se tenía a los muchos franceses que rodeaban a Miranda, y a que los realistas también
estaban haciendo ofertas liberales, como se viera en el caso del ascenso del oficial
pardo, Francisco Colón. Esto también estaban llevando adelante una muy hábil
propagandística, coordinada por los agentes del comisionado regio Antonio Ignacio de
Cortabarría, residente en Puerto Rico. En una de sus proclamas dirigida a los habitantes
de Venezuela, advertía en particular a las Gente de Color para que no se dejaran
manipular, pues los revolucionarios lo único que deseaban era hacerles “…alucinar con
ofertas incapaces de sostenerlas, y cuyos sentimientos hacia ustedes os deben ser
además bien conocidos...”[94]
95 Sólo a manera de ejemplo, veamos lo que escribió el oficial patriota, José de
Austria: “Esta gente (...)
96 Clément Thibaud ha estudiado el caso de los levantamientos de esclavos de
Barlovento, a través de (...)
97 Acta de conscripción de esclavos [s/f] Archivo del General Miranda, XXIV,
p.413
71Pero las autoridades realistas fueron incluso más allá, siendo los primeros en ofrecer
la emancipación a los negros esclavos, bajo la condición de que tomasen las armas en
nombre del Rey. Los efectos de esta estrategia se sintieron con mayor énfasis en las
riberas del río Tuy, región cacaotera por excelencia desde principios del siglo XVIII, y
donde se encontraba la mayor parte de los esclavos del territorio. Allí el trabajo de
algunos pocos prelados y agentes realistas, habría hecho que los esclavos se pusieran en
contra de los republicanos.A pesar de los dramáticos testimonios que se han conservado
sobre los levantamientos de negros al Este de Caracas[95], cuando se mira de cerca los
informes que llegaban al Generalísimo y el número de curas que había en la región, nos
percatamos que fundamentalmente se trataba de meros rumores.[96]Para Miranda, sin
embargo, la posibilidad de que las esclavitudes marcharan sobre la capital era una
imagen insoportable. Así, vista la gravedad de la situación por la que pasaban las armas
de la república, no le va a quedar más remedio que seguir el ejemplo de los realista y
pasar a reclutar esclavos mediante el llamado Acto sobre la Conscripción de los
Esclavos, el cual establecía “...que se proceda a la conscripción de mil esclavos, que
comprará el Estado, pagándolos cuando fuese posible”.[97]
72A pesar del aparente éxito inicial de esta medida (sobre todo en los valles de Capaya),
la misma fue acogida con desagrado por algunos sectores libres de la población
incluyendo a los pardos, como aseveró en julio de 1812 el patriota Juan Paz del Castillo:
98 Paz del Castillo a Miranda [Caracas, 5/7/1812] Francisco de Miranda,
Archivo del General Miranda, (...)
La libertad de los esclavos promulgada por el bando ha electrizado a los pardos, abatido
a los godos, disgustado a los mantuanos, y ha sido un contrafuego para la revolución de
los valles de Capaya…[98]
99 Francisco Paúl al General Miranda[Caracas, 7 de julio de 1812],
inEpistolario de la Primera Repúbl (...)
73Pero en realidad, como que la misma no tuvo el resultado esperado ya que, si bien
hubo algunos esclavos que se presentaron a ofrecer sus servicios con el fin de obtener su
libertad, lo hicieron abandonando su trabajo en las haciendas, lo que fue en desmedro de
la producción y la economía de la república. Si a esto sumamos que tanto los
propietarios como los mayordomos se encontraban combatiendo, se entiende la
advertencia que hiciera el patriota Francisco Paúl, sobre lo que él concebía como un
“cuadro doloroso” en que se encontraba la economía de la república, la cual tenía
dificultades para “…sostener ni aun el comercio más mezquino por falta de
frutos…”[99]
74En los días póstumos de la república, mientras las fuerzas realistas marchaban en
forma aparentemente indetenible hacia Caracas, un desesperado mensaje fue publicado
en la Gaceta de Caracas. Era un manifiesto escrito en respuesta a una carta del jefe
realista, Domingo de Monteverde, en el que se recordaba a los pardos la forma
despectiva como eran tratados durante el régimen español y también los “innumerables
beneficios” que habían obtenido en los dos años de vida republicana:
100 Se trataba de la respuesta a un manifiesto que publicara al general
realista Monteverde. “Observac (...)
Ella [Venezuela] ha reconocido, y puesto en ejercicio los derechos de igualdad, antes
usurpados por los satélites de la tiranía. Ella se complace de ver al hombre, sin
distinción de colores, libre, y expedito para intervenir en la elección de los que quiere
poner, y colocar en el Gobierno, y exponerse a las fatigas, y riesgo de una Patria, seguro
de que por su mérito puede obtener el premio, estimación, y aprecio de sus
conciudadanos, de que antes estaba privado de por un sistema tiránico, inventado y
sostenido para provecho de los ambiciosos que pisaban al hombre como a un grillo, o le
veían con el desdén y grima que a un gusano. Ella en fin se ha colocado en el rango de
las naciones del mundo, y esta idea sublime o ardua empresa empeña a los venezolanos
en la honrosa lid de defender su libertad, su igualdad, e independencia...[100]
101 “Oficio del general Miranda a Monteverde”; “Contestación de
Monteverde”, in J. d. Austria, op.cit. (...)
75Posteriormente, Miranda, pese a contar todavía con el apoyo de los batallones de
pardos y negros libres, viéndose sin el apoyo de las „castas‟ del interior de la provincia y
convencido de que estaba teniendo lugar una masiva insurrección de negros en la región
de Barlovento, se decidió a capitular ante el general español, Domingo de Monteverde.
Esta decisión se materializó el 25 de julio de 1812. Para ello, estableció una serie de
condiciones, entre las cuales estaba que los Libres de Color conservasen “…los
derechos que han obtenido del nuevo gobierno, a lo menos en aquella parte en que les
quitó la nota de infamia y envilecimiento que les imponía el código de las leyes de
indias.” Esta condición no fue aceptada por Monteverde, quien negativamente indicó
que los miembros de ese sector etno-social quedarían regidos bajo las leyes vigentes, y
las “benéficas intenciones” de las cortes metropolitanas.[101]
102 G. A. Muñoz, op.cit., pp.87, 194, 279n; J. d. Austria, op.cit., p.148; P.
Urquinaona, Memorias de (...)
76La decisión de capitular ante las fuerzas realistas fue percibida como precipitada,
generando descontento en las filas republicanas. Algunos oficiales incluso vieron
aquello como una verdadera traición, lo que se tradujo en dos intentonas contra la vida
de Miranda mientras se dirigía de vuelta a Caracas luego de la capitulación. En ambos
casos hubo participación de oficiales pardos: en una estuvo implicado Pedro Arévalo (el
mismo a quien condecorara la Junta Suprema en 1810), y, en la otra, el también oficial
pardo, Cornelio Mota. Un testimonio podría ayudar a explicar la participación de pardos
en estos intentos: el de Urquinaona, según quien Miranda, luego de que tuvo noticias
que algunos cuerpos de Pardos que no se sentían en la obligación de acatar la
capitulación habían salido “…en tropel del pueblo de La Victoria con dirección a
Caracas…”, tomó la decisión de desarmarlos.[102]Poco después, Miranda sería
apresado en La Guaira cuando se disponía a abandonar el territorio de la Capitanía
General, por algunos de los jóvenes radicales que hasta entonces le habían sido
incondicionales.
(jpeg, 52k)
Fig. 6 Llaneros en una carga contra el enemigo (¿realistas? ¿patriotas?)
“Lancers of the Plains of Apure, attacking Spanish troops”, in Hamilton, John Potter;
Murray, John, Travels through the interior provinces of Columbia, tomo1. 1824.
Tomado de: Google Books
6. Los límites del liberalismo realista
77La reconquista de Caracas no significó el fin de los enfrentamientos, muchos
combatientes republicanos siguieron luchando al oriente del territorio, por lo que
Monteverde debió partir para reducirlos. Entre tanto, en la capital de la provincia se
siguieron dando manifestaciones de apoyo a la causa independentista, sobre todo en los
días posteriores a la publicación y juramentación a la constitución española, a fines de
noviembre de 1812. En esa época comenzaronacircular pasquines que incitaban a la
rebelión, se oían en la lejanía gritos a favor de la independencia, corrían rumores de que
los patriotas locales iban a degollar a los realistas, y se recibieron informaciones de que
estaba en marcha una “…confabulación entre pardos, Negros y Blancos malos que son
los peores…” Estos y otros hechos aislados denotan el clima de inquietud que se
respiraba a la sazón en la capital, sobre todo en el sector de los Pardos: dos soldados de
marina fueron apaleados severamente por una poblada hasta el punto de terminar en el
hospital, por haberse negado a jurar “…a gritos la independencia…” Un oficial de las
Milicias de Pardos, José María Cordero, fue también víctima de malos tratos por
haberse mantenido leal a la corona española desde un principio. Sus congéneres, los
Pardos, “…le han avisado que vea cómo vive; pues que saben que lo detestan por el
epíteto de Godo [realista] que le dan y por opuesto a los de su clase”, e incluso uno de
ellos amenazó de asesinarlo una noche con una bayoneta mientras paseaba con su
familia.[103]
103 Autos sobe situación en Caracas, documento identificado como No.4
[Caracas, 11/12/1812] AGI, Pacif (...)
104 Requisa levantada por el Marqués de Casa León [Caracas, 4/12/1812],
AGI, Pacificación de Caracas, (...)
78Las autoridades aumentaron la vigilancia en un intento de arrestar a los revoltosos,
pero era muy difícil ubicarlos por encontrarse por encontrarse muchas partes de la
ciudad abandonadas y en ruinas por fuerte el terremoto que la había sacudido el marzo
anterior. En ocasiones las patrullas eran emboscadas por aquéllos, quienes luego no
podían ser prendidos, pues desaparecían entre los escombros de casas y edificios.
Situaciones similares se repetían en otras regiones cercanas a Caracas, donde los
rumores e informaciones sobre conspiraciones patriotas estaban tan bien a la orden del
día. El Marqués de Casa León había advertido en su informe, “…los Pueblos de los
Valles de Aragua, hasta Valencia…” se habían convertido en “…un gran semillero de
los partidarios de la revolución…”, por lo que recomendaba hacer “…un expurgatorio
de los peligrosos, especialmente entre los pardos”.[104] Para impedir que el espíritu de
la revuelta se extendiese, se prohibió que se mudasen o circulasen individuos extraños
por esas regiones, a menos que tuviesen un salvoconducto emitido por las autoridades
reales.
105 “…el día después de publicada la constitución se quebrantó con escándalo a
la faz de la capital, y (...)
106 Dada la ausencia de información existente sobre esta rebelión en el
documento que la refiere, es m (...)
107 De algunos españoles habitantes españoles de Venezuela emigrados a
Curazao [Curazao, 26/08/1813] A (...)
79Pero el ahora Capitán General Monteverde fue mucho más allá, ordenando el arresto
de más de 200 personas quienes fueron confinadas a prisiones en Caracas y La Guaira,
sin seguírseles el debido proceso. Esta medida fue criticada duramente por varias
autoridades realistas (entre ellos el presidente de la Real Audiencia, José Francisco de
Heredia), para quienes esas acciones eran violatorias de la nueva constitución, y para
colmo eran tomadas apenas un día después de haber sido promulgada.[105] La
represión desatada por lo realistas no impidió que los patriotas siguieran haciendo
planes para rebelarse, ya que poco después se descubrieron dos conspiraciones
precisamente en la región que señalara Casa León: una en La Victoria y otra en
Valencia. Esta última pudo haber sido planificada a principios de julio de 1812.[106] La
misma estuvo liderada por el ya mencionado oficial pardo, Cornelio Mota, cuyo plan
era reactivar de nuevo la revolución en la provincia, en acuerdo con el blanco criollo,
Francisco Espejo (quien fuera miembro de la Sociedad Patriótica). Pero el plan fracasa
pues el mismo fue develado antes de poder llevarlo a cabo, aparentemente por una
indiscreción de Espejo. Mota es seguidamente arrestado y enjuiciado[107], aunque a lo
mejor su juicio no llegó a término, pues el 2 de agosto de 1813 la ciudad de Valencia
cayó de nuevo en manos republicanas.
80El año siguiente vio la incorporación al lado realista del conflicto a los Llaneros o
habitantes de las planicies del sur o Llanos. Este era un sector pluri-étnico conformado
principalmente por Zambos y Mulatos, aunque también por Negros Libres, Cimarrones,
y Mestizos. Muchos eran peones en haciendas de Blancos, otros ganaderos nómades
que por cuenta propia operaban fuera del control de las autoridades reales en las
fronteras internas del territorio. El contingente militar realista que se conformó
entonces, llegó a alcanzar la cifra extraordinaria de 7-8 mil hombres, por lo que el
historiador Juan Uslar Pietri, en lugar de hablar de una reacción realista, se refirió a este
fenómeno como una “rebelión popular”. El liderazgo de dicho contingente recayó no
en miembros del ejército formal (a excepción del General Morales), sino en caudillos
inmigrados españoles de extracción humilde, como lo fueran el pulpero canario
Francisco Rosete, y el contrabandista asturiano José Tomás Boves. Estos, en su calidad
de Blancos de Orilla y al igual que los Pardos, eran también discriminados etno-
estamentalmente, lo cual era amparado por la legislación colonial.
81De aquí el poco caso que hicieren a las órdenes que recibieran de las autoridades
legítimas, el encono que pusieran en derrotar a los republicanos, y las muchas masacres
de Blancos que cometieran: Ocumare del Tuy, 300 blancos muertos; Calabozo, 87;
Aragua, entre 400 y 500; Barcelona, 1000; Cumaná, sólo quedaron vivos entre 5 y 8;
Santa Rosa, ninguno sobrevivió; Valencia, un elevado número de civiles y prisioneros.
Caracas fue ocupada el 16 de julio de 1814. Allí se continuaron las matanzas
acostumbradas de Blancos, aunque no en la misma cuantía que las anteriores. La
primera fuerza realista en entrar en la capital estuvo comandada por un mulato de
apellido Machado, lo que indica que entre la alta oficialidad de este contingente también
había individuos de color.
108 En este sentido, dado el apoyo decidido que habían dado a la causa
republicana los Pardos que aún (...)
82Una vez en la capital, Boves conformó gobierno liderado en forma caudillezca por él
mismo, que no respondía estrictamente a las órdenes metropolitanas. Durante su breve
duración, algunos de los Zambos, Negros y Mulatos que vinieron en su ejército jugaron
un papel importante, ocupando cargos públicos.[108] El poco acatamiento que
manifestó tener Boves a sus superiores y las muchas atrocidades que cometieran los
miembros del cuerpo armado que dirigía en contra de la población blanca, llevó a las
autoridades reales dudar de su fidelidad y hasta temer las verdaderas intenciones del
caudillo asturiano y las de sus seguidores, por lo que se llegó a sugerir la
desmovilización de sus fuerzas. En 1815 llega a costas venezolanas de un poderoso
contingente armado desde la metrópoli bajo el mando del general Pablo Morillo que
pacifica el territorio. Pensando que ya no sería necesario contar con los servicios de
tropas tan “peligrosas”, se pretendió llevar a la práctica aquella propuesta.
109 F. J. Vergara Y Velasco, 1818 (Independencia). Bogotá: Librería
Americana, 1892, pp.178ss
83Esto disparó la alarma entre algunos funcionarios españoles, como el Cónsul
Llamozas y del Gobernador Cevallos, más familiarizados con la realidad etno-social de
la Capitanía General de Venezuela, quienes –quizá recordando lo que sucediera en
Saint-Domingue luego de que se tomara una medida similar en 1802– advirtieron al Rey
sobre las terribles consecuencias que una medida degradante hacia los pardos podría
tener para la causa realista, y el orden de la Sociedad Colonial en general.
Aparentemente esta recomendación fue escuchada (al menos en lo que se refiere a las
tropas formales de color), ya que para 1818 encontramos milicianos pardos de Caracas y
el cuerpo de Milicias de Pardos de Valencia del lado realista, oponiéndose tenazmente
al avance de los contingentes patriotas.[109]
110 José Antonio Llamozas, “Memorial presentado al Rey” [Madrid,
31/7/1815], in Germán Carrera Damas ( (...)
84Esos mismo que advirtieron sobre el peligro de en 1815, también denotaron una gran
preocupación porque la lógica de la guerra estuviese subvirtiendo el orden etno-
estamental establecido. En la referida que el gobernador Cevallos elevara al monarca
español, indicó que “…el Pardo más atezado se acostumbró a mandar a los blancos,
tratándolos cuando menos como iguales…” Para este funcionario, la única opción
viable para que la causa realista tuviera alguna esperanza era que los Libres de Color
fuesen extraídos “…legalmente de su clase inferior, por medio de un privilegio
semejante a las cartas del citado artículo 22…”[110]; es decir, que se fuera más allá de
los derechos que tímidamente se les había concedido por medio de la constitución de
Cádiz de 1812.
111 Constitución política de la Monarquía Española : Promulgada en Cádiz a
19 de Marzo de 1812 (Precedi (...)
85Aquel artículo establecía unas muy restringidas condiciones para otorgar “cartas de
ciudadanía” a los afro-descendientes (tenían que ser hijos de un matrimonio legítimo,
estar casado con una mujer equivalente, y que ejerciesen un oficio con recursos
propios), dejando fuera a todos aquéllos que no perteneciesen a la elite, a menos que
tomasen las armas en nombre del rey. Esta medida, no obstante, en algún momento
pudo representar una señal de que el gobierno metropolitano abría las puertas “…de la
virtud y el merecimiento…” al menos a algunos pardos.[111] Esta, no obstante, era una
vana esperanza, ya que poco después, en mayo de 1814, en España Fernando VII era
reinstaurado en su trono, lo que significó la anulación de toda la obra del experimento
liberal de las cortes, y con éste cualquier posibilidad de otorgar ciudadanía española a
los Libres de Color americanos.
112 El autor de este testimonio, un blanco peninsular, se queja de que fue
“…puesto en la cárcel públi (...)
86Los patriotas, por su parte, también habían llevado adelante su propia campaña de
“limpieza étnica”, comenzando con las prácticas de „guerra a muerte‟ contra españoles y
canarios que llevaran a cabo los dos ejércitos que invadieran desde Cúcuta la Capitanía
General de Venezuela en 1813: primero, el del otrora diputado, Antonio Nicolás
Briceño, quien antes de ser apresado en los Llanos, había pasado a cuchillo a algunos
españoles en los Andes; y luego el de Simón Bolívar, quien formalizase esa política
bélica de exterminio mediante un decreto emitido en las ciudad de Trujillo en julio de
aquel año. Algunas semanas más tarde, habiendo el ejército bolivariano ocupado
Caracas, se arrestó a cientos de individuos de tendencia realista. El momento más
cruento de esta política tuvo que ver precisamente con esos prisioneros: en febrero del
año siguiente, sospechando una conspiración realista, el propio Bolívar ordenó la
ejecución de todos los „españoles y canarios‟ que se encontraban en las prisiones y
hospitales de Caracas y La Guaira (alrededor de 1200 individuos), lo cual se llevó a
cabo en menos de cuatro días. Entre los ejecutados se debieron encontrar también Libres
de Color (qué los había realistas: recordemos al miliciano pardo José María Cordero),
ya que los Blancos, cuando comenzaron a ser arrestados en gran número a la entrada de
Bolívar a la capital de la provincia, se quejaron de que en los calabozos no se hacían
distinciones entre colores ni clases.[112]
113 Copia No.5. José Costa y Gali al Rey [Puerto Rico, 25/09/1813] AGI,
Audiencia de Caracas, leg.109, (...)
87Ambas prácticas de exterminio contra amplios sectores de la población venezolana
(en particular contra los Blancos), provocaron la huida de miles de civiles quienes
emigraron masivamente a distintos puertos en el Caribe. El 1 de septiembre de 1813,
tras la “precipitada fuga” de las autoridades españolas (luego de que éstas se
convencieran de que no tendrían el apoyo de las milicias locales), mientras las fuerzas
patriotas entraban a Caracas y se producía en la ciudad una “conmoción popular”
(también se habló de fermentación en el pueblo, “tumultos populares”, anarquía y
saqueos de las residencias de españoles y canarios), cientos de personas de tendencia
realista se precipitaron hacia La Guaira para embarcarse a Curazao y otros
destinos.[113] La misma situación se repitió al año siguiente en los partidarios de la
facción patriota, cuando se acercaban los ejércitos de „todos los colores‟ realistas
liderados por Boves.
114 Paul Verna, Bolívar y los emigrados patriotas en el Caribe (Trinidad,
Curazao, San Thomas, Jamaica (...)
88Los civiles y militares patriotas emigrados tuvieron peor suerte que sus equivalentes
realistas, ya que los ingleses habían prohibido darles refugio en los territorios que ellos
controlaban, entre los cuales se encontraba esa cercana isla holandesa. Esto lo hicieron
por la alianza que mantenía Inglaterra con España, y también por temor a que los
patriotas hispanos fuesen a generar desórdenes entre la población de color de las islas.
Como consecuencia de esa negativa, muchas familias emprendieron a pie una fatídica
emigración hacia el oriente del territorio, en la cual muchos perecieron. De allí, los que
tuvieron suerte, pasaron a Trinidad y otros a Cartagena de Indias, pero tras la caída de
esta plaza fuerte a fines de 1815, debieron buscar otros lugares en el Caribe. Al año
siguiente encontramos en Haití alrededor de dos mil emigrados provenientes de la
Tierra Firme hispana, y algunas decenas de ellos en Saint-Thomas.[114]
115 Ivette Pérez Vega, “El efecto económico, social y político de la emigración
de Venezuela en el sur (...)
89Muchos de esos emigrados Blancos, sobre todo los de tendencia realista, nunca
volverán a sus lugares de origen. A Puerto Rico pasaron muchos aprovechando una
Real Cédula de 1815, que favorecía la inmigración a ese territorio con el fin de
aumentar su población y mejorar la economía. Allí llegó un número considerable de
hispanos provenientes de Venezuela, que contribuyeron al desarrollo económico y
agropecuario que la isla experimentara desde principios del siglo XIX.[115]
(png, 95k)
Fig.7 En esta escena se puede ver en la parte inferior derecha, el cuerpo sin vida de
Pedro Camejo.
Martín Tovar y Tovar (n.1827, m.1902), La Batalla de Carabobo (1887) [detalle],
Mural en la bóveda del Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, Caracas. Tomado
de: ABP
A manera de conclusión
i. Pugna entre concepciones igualitarias
90En la Provincia de Caracas, como se pudo ver a lo largo del presente trabajo, los
Libres de Color se mostraron activos políticamente desde la última década del siglo
XVIII, afectando con esta postura los acontecimientos políticos y los conflictos que se
suscitaran en ese territorio a partir de aquel entonces. Para entender las razones que les
motivaron a actuar en la forma en que lo hicieron, es necesario considerar que la
mayoría de ellos era de ascendencia euro-africana, por lo que, pese a que por su venas
también corría sangre de Blancos, eran discriminados etno-estamentalmente de diversas
maneras como se indicara en la introducción. De aquí que la principal aspiración que
muchos tuvieran para apoyar eventualmente un proyecto de ruptura con la metrópoli
(bien fuere la conspiración de 1797 o la tentativa independentista de 1811), fue que el
Antiguo Régimen colonial fuese reformado o sustituido por otro en el que gozasen de
mayor igualdad socio-jurídica con respecto a los Blancos.
91En muchos Libres de Color, esa concepción tradicional de igualdad (entendida como
paridad con los Blancos) se vio alterada sobre todo por el impacto de las ideas de la
Modernidad Política, aunque en un sentido muy particular, definido inicialmente por la
fuerza del ejemplo franco-antillano. Los contactos directos con marinos y prisioneros
franceses, algunos de ellos de color, junto con otros medios de difusión más tangibles
(como textos, objetos diversos, y otros tipos de representaciones alegóricas), fue
alimentando la idea de que en Saint-Domingue y, sobre todo, en Guadalupe se había
instaurado un sistema de „fraternidad inter-étnica‟ en el que todos los individuos eran
iguales, sin restricciones de color o „calidad‟. Se formaba así la aspiración a satisfacer
una ambigua noción de igualdad “a la francesa” o “como en Francia”, la cual pasaba
por recrear una república como la gala en la Provincia de Caracas. Esta idea ya existía
entre muchos Libres de Color para cuando se planea la conspiración de 1797, siendo
explotada hábilmente por la propaganda y el verbo de los conspiradores para así ganar
adeptos para su causa, como se viera claramente en el Diálogo entre un negro francés y
un negro criollo español que escribiera Picornell, y en los argumentos que usara Del
Valle para intentar reclutar más colaboradores de color que apoyasen el movimiento.
92Llama la atención que entre los conspiradores de color no hubiese ni un sólo
individuo cuyo apellido fuere asociable a las familias que se conoce pertenecían a la
elite de Pardos (Arévalo, Sánchez, Mejías, Bejarano, Landaeta, etc.), quienes
normalmente debieron ocupar los grados más elevados (capitán) de las milicias de
hombres de su „calidad‟. Esto, sumado al hecho de que la mayoría de los implicados de
color tenía grados medios (sargentos) y bajos (cabos, soldados), pareciera indicar que
sólo algunos miembros de los sectores intermedios y bajos fueron los que apoyaron la
conspiración. Algo similar ocurría con los Blancos implicados (España, Gual, Rusiñol),
a quienes no se puede considerar como pertenecientes a la elite mantuana. De hecho, los
miembros de ésta más bien asumieron inmediatamente una postura hostil a la
conspiración, ofreciendo sus servicios y bienes al Capitán General para sofocar la
misma.
93Detrás de la ausencia de Pardos Beneméritos en la conspiración de 1797, tal vez se
encuentren razones similares a las que motivaron a la mayoría de ellos a mantenerse al
margen de la Sociedad Patriótica en 1811. Es probable que, al igual que hicieran
muchos Blancos Criollos, vieran aquella conspiración y ese club político como
movimientos conformados por gente de „calidad‟ baja, los cuales, para su preocupación,
estaban inspirados en variaciones del sansculottismo francés, lo que amenazaba con
poner fin al orden etno-estamental imperante en la provincia, cuya cima ellos ocupaban
dentro de los Libres de Color. Este mismo razonamiento podría servir para entender la
fuerte reacción que dieran ante la intención de la elite blanco-criolla de conformar un
gobierno autónomo en noviembre de 1808 (cuando, como una “parda fiera”, los
capitanes de milicias de pardos ofrecieron sus servicios al Capitán General para aplastar
la conspiración), debería ser entendida en términos más tradicionales, aunque en
acuerdo con sus aspiraciones coyunturales de elite, las cuales serían satisfechas poco
después.
94En tal sentido, más allá de la fidelidad sincera que algunos de ellos pudieron sentir
que debían al Rey de España, es probable que pensasen que para aquel momento
estaban mejor bajo el régimen colonial español, dado que desde fines del siglo XVIII la
monarquía hispana había manifestado intenciones de favorecerles, como se viera con las
Gracias al Sacar, con la autorización para que pudieran estudiar medicina, e incluyendo
en la ley de matrimonios a los oficiales de milicias lo que permitía proteger la „calidad‟
de sus linajes. Esa postura fiel a la corona cobraba tanto más sentido, considerando que
al frente tenían una propuesta política para instaurar un régimen autónomo liderado por
personas que les despreciaban profundamente, como lo eran los blancos mantuanos,
quienes recientemente desde el Cabildo de Caracas se habían opuesto visceralmente a
que se les otorgaran „dispensas de calidad‟, y habían pospuesto indefinidamente resolver
sobre su propuesta de una escuela especial para sus hijos.
95Las posturas de ambas elites, la parda y la blanca, no se mostraron sin embargo
irreconciliables. Los Pardos de la elite conocían las limitaciones que seguirían teniendo
bajo régimen colonial español, en el cual, por más que fueren “dispensados” de su
„calidad‟, sería casi imposible deslastrarse por completo de sus estigmas originarios. De
igual manera, probablemente se encontraban instruidos en los nuevos ideales políticos
ilustrados sobre ciudadanía, no por azar más tarde fundarían su propio club político.
Estos factores, unidos al surgimiento de un movimiento autonomista de Blancos
Criollos más plural socio-económicamente que incluía otros blancos, les hizo decidirse
por apoyar un segundo intento autonomista, hasta el punto de que sus milicias jugaron
un papel importante el día que fue depuesto el gobierno colonial el 19 de abril de 1810.
Esta participación estuvo forzosamente precedida por alguna negociación, la cual
seguramente llevaron adelante desde una posición de fuerza, debido a la forma cómo
habían contribuido al fracaso de la tentativa juntista mantuana de 1808.
96Si bien se desconoce el contenido de esas negociaciones, por las medidas políticas
que tomó posteriormente el nuevo gobierno autónomo a su favor, podemos tener alguna
idea de lo que fueron sus exigencias: la desaparición de las medidas que discriminaban a
los Pardos, posibilidad de ascender en las milicias más allá del grado de capitán, y
acceso a la representación política. En cuanto a esto último, si bien inicialmente sólo se
les permitió estar representados en la persona de un Blanco Criollo, más tarde, con el
reglamento electoral que aprobara la Junta Suprema a fines de 1810 para la escogencia
de los diputados que conformarían el nuevo Congreso General, se les permitió ser
electores. Todo ello pareció satisfacer las aspiraciones tradicionales de paridad con los
Blancos que tenían los Pardos Beneméritos, ahora transformada en una igualdad más
clasista, por sólo exigir dicho reglamento requerimientos materialespara devenir elector.
Curiosamente –vale la pena insistir sobre esto- ningún pardo de la elite se postuló como
diputado, a pesar de que muchos cumplían con las condiciones para ser candidatos.
97Esas mismas exigencias que favorecían a la elite parda, dejaban por fuera de la
representatividad política a los sectores socio-económicos de color intermedios y bajos
de la Sociedad Colonial. Los miembros de estos sectores, como ya se indicara, se habían
venido mostrando activos políticamente desde la última década del siglo XVIII, cuando
comienzan a manejar una concepción más abstracta de igualdad asociada con el
republicanismo radical francés; aunque no exclusivamente, como se evidencia, sobre
todo, en la gran diversidad de temas que se discutían en las tertulias de una barbería
guaireña, y en el lenguaje que manejaba su dueño, Narciso del Valle; quien ya desde
1793/95 venía mostrando interés, motu proprio, por el republicanismo francés o franco-
antillano.
116 Uno de ellos pudo ser el músico pardo, Lino Gallardo, quien, a pesar de su
formación musical, no p (...)
98Esta primera noción de igualdad republicana pareciera haber sobrevivido hasta los
tiempos de la Revolución de Caracas; decimos “sobrevivir” y no “renacer”, pues existen
indicios que indican que la misma se mantuvo como aspiración de muchos Libres de
Color hasta 1811. Evidencia de ello es el caso de Matías o Mateo Caballero (alias
Bonoso), aquel alférez pardo que en 1797 advirtiera a Del Valle que lo iban a arrestar, y
que ahora, 14 años más tarde, vemos defendiendo fervorosamente la causa de la
república. Tal podría haber sido también el caso de muchos otros individuos de color
que por desconfianza en los conspiradores no se manifestaron, pero a quienes pudo
llamar la atención la conformación de una república en la Provincia de Caracas; quizá
no fueron tantos como los 200 o 500 de que se habló en los juicios, pero sí muchos que
aún estaban vivos para 1810 y cuyos nombres desconocemos.[116]
99A principios de 1810, tras el cambio en las condiciones ofrecidas a los Pardos
Beneméritos para participar en una nueva propuesta autonomista (que luego devendría
independentista), la causa republicana comienza a popularizarse también entre los
sectores medios y bajos de los Libres de Color. Esto se pudo apreciar en diversas
manifestaciones políticas en las que participaron, como se viera el 19 de abril de 1810,
en noviembre de ese año durante las exequias de los „mártires‟ de Quito, en la tertulia
en casa de Galindo el 2 marzo de 1811, y en la algarabía callejera que siguiera a la
declaración de independencia el 5 de julio de ese mismo año. Ello probablemente se
debió a que contaban con un liderazgo político confiable que no iba a permitir que los
mantuanos se adueñasen del proceso político que estaban viviendo, para cambiar las
cosas sin que nada cambiara. El mismo estaba encarnado por algunos Pardos (como el
médico José María Gallegos) y también en las personas de los hermanos Ribas, aunque
estos fuesen blancos. El radicalismo que demostraron tener estos líderes, hizo que la
junta de gobierno autónoma les percibiera como individuos peligrosos que podrían
subvertir el orden, por lo que se les expulsó temporalmente del territorio.
100Casi al mismo tiempo (diciembre de 1810) llega Francisco de Miranda, quien era
muy bien visto por los Pardos, lo cual pudo deberse a diversas razones: a que en su
juventud, él también había sido víctima de la discriminación de los mantuanos por su
ascendencia canaria; a que era visto como un posible paladín de la libertad, pues había
servido defendiendo las armas republicanas durante la Revolución Francesa; y a que a
sus manos hubiesen llegado los mensajes contenidos en las proclamas que había puesto
a circular en la Tierra Firme, luego del intento fallido de invasión que hiciera en 1806,
en las que se mostraba particularmente favorable a conceder la ciudadanía a quienes
denominaba como los “bizarros pardos”. En consecuencia, no es por azar que
previamente algunos pardos le hubiesen enviado a Londres una misiva (cuyos
remitentes y contenido lastimosamente ignoramos), ni que le hubiesen recibido
efusivamente cuando entrara por primera vez a Caracas, ni que más tarde se sumaran,
frecuentaran o apoyaran a la Sociedad Patriótica.
117 N. Coll Y Prat, op.cit., p.161. Tomás Straka, La Voz de los Vencidos(Ideas
del partido realista de (...)
101Una vez en esa ciudad, Miranda canaliza las inquietudes políticas de los Pardos y las
aspiraciones republicanas de los Blancos Criollos más radicales en torno a dicha
sociedad, la cual definía sus actividades como una “escuela de patriotismo”. Fue a
través de este medio que los Libres de Color que lo apoyaban, desarrollaron y/o fueron
instruidos en una nueva noción de igualdad asociada a unrepublicanismo democrático,
cuyo principal rasgo era el derecho que se les ofrecía a la representación política. El
cambio que se diera en las aspiraciones de los miembros de ese sector etno-social a
partir de entonces lo pudo apreciar el arzobispo de Caracas, Narciso Coll y Prat, quien
afirmó que en aquella época las „castas‟ (mayoritariamente constituidas por Pardos)
estaban “…ansiosas de libertad, igualdad y representación.”[117]
102Quizá la manifestación más elocuente que evidencia esa suerte de toma de
conciencia en torno a una igualdad republicana vía la representación política que
experimentaron los Libres de Color caraqueños, fue la referida tertulia en casa de
Galindo el mismo día en que fue instalado el Congreso Federal, el 2 de marzo de 1811.
La misma luce como una forma protesta política en contra de las restrictivas
condiciones materiales que imponía la normativa electoral aprobada a finales del año
anterior, y que había reservado la participación política a las elites de blancos y pardos.
Las manifestaciones de apoyo a la república se extendieron más allá de su caída en julio
de 1812, como se viera en las manifestaciones de rechazo que se dieran en Caracas
contra la constitución liberal gaditana a fines de 1812. En términos espaciales, ese
apoyo se extendió hacia las zonas aledañas, hacia el sur de esa ciudad, las cuales fueron
descritas como un „semillero de la revolución‟.
ii. La fuerza de las aspiraciones tradicionales
103Sin embargo, más allá de los límites de la influencia de Caracas, allí donde la
“buena palabra” de los revolucionarios caraqueños no llegaba, los Libres de Color eran
susceptibles a ser captados por el discurso reaccionario de prelados realistas y las
ofertas liberales de las autoridades coloniales. Esta campaña incluso llegó a provocar
deserciones en las filas republicanas, como sucediera en Valencia con el pardo
Francisco Colón a mediados de 1811. Este hecho alarmó a los diputados, como se viera
en el debate que se diera en el Congreso federal el 31 de julio, sobre otorgar o no
ciudadanía a los Pardos. En lo sucesivo, como indica C. Thibaud, se produjo una
competencia entre dos liberalismos, uno republicano y otro realista, los cuales pugnaban
entre sí por ganarse a los miembros de ese sector etno-social para sus respectivas
causas.[118] Esta competencia pudo haber terminado en 1814 con el regreso al trono de
Fernando VII, hecho que significó la anulación de la constitución liberal de Cádiz, y
también las ofertas liberales de los realistas.
118 C. Thibaud, "Coupé têtes, brûlé cazes", in Annales HSS, vol.LVIII, No.2,
p.317
119 N. Coll Y Prat, op.cit., p. 181.
104Cuando ninguna de las dos ofertas liberales satisfacía las aspiraciones de los Libres
de Color, la situación se podía tornar explosiva ya que estos podían asumir la causa de
su igualdad por sus propios medios. Un buen ejemplo de esto lo constituye la
insurrección de Valencia de julio/agosto de 1811, donde los Pardos, una vez que la
ciudad capituló, se tornaron contra todos los Blancos locales sin distingo de preferencia
política, pasando también a destruir los libros parroquiales donde estaban clasificadas
las personas por la calidad, en una clara muestra de rechazo al sistema de castas colonial
y al dominio de los Blancos.[119]
120 Laureano Vallenilla Lanz, Cesarismo Democrático. Caracas: Monte Ávila,
1990. Para una visión histo (...)
105En lo sucesivo, las Milicias de Pardos de Valencia, así como muchos miembros del
equivalente caraqueño de ese cuerpo, se mantuvieron fieles al lado realista hasta
prácticamente el final del conflicto independentista. Esta postura, que nos recuerda la
vigencia de la tesis de Laureano Vallenilla Lanz sobre el carácter de „guerra civil‟ que
tuvo el conflicto bélico que condujo a la independencia[120], es una demostración del
aferramiento a la tradición por parte de aquellos pardos valencianos fundamentalmente
en dos sentidos: por un lado, su aceptación del régimen etno-estamental vigente, incluso
luego de frustradas las promesas liberales gaditanas de 1812; y, por el otro, de su
rechazo hacia la oferta de cambio político republicana hecha desde Caracas, no tanto
por el modelo por sí mismo, sino por la percepción que tenían de quienes lo promovían:
blancos criollos aristócratas con aspiraciones centralistas, los más radicales
afrancesados.
106La violenta reacción de los pardos de Valencia no sería más que un aviso de lo que
estaba por venir, cuando los Llaneros se integraran al conflicto bélico iniciado en 1812.
La distancia que separaba las sabanas que habitaban de la costa Caribe, les había hecho
estar menos en contacto con los ideales de la Modernidad Política: A pesar de que la
Provincia de Barinas se sumó a la iniciativa independentista caraqueña, en la región de
los Llanos no hubo corsarios galos repartiendo propaganda revolucionaria, ni mulatos
franceses circulando por los alrededores vestidos de oficial ni hablando de la
„fraternidad inter-étnica‟ que supuestamente se había instaurado en las Antillas galas;
tampoco hubo, hasta donde hemos podido averiguar, tertulias a las que tuvieran acceso
los Libres de Color donde se discutiera sobre las revoluciones francesa y
norteamericana; ni clubes políticos donde pudieran instruirse sobre otras formas de
obtener la igualdad con los Blancos, por medio de la ciudadanía bajo un régimen
republicano.
121 Véase G. Carrera Damas, Boves. Aspectos socio-económicos de la Guerra
de Independencia. Caracas: E (...)
107Debido a todo esto, las aspiraciones de los Llaneros siguieron teniendo un fuerte
carácter tradicional, marcadas por un entorno distinto, más rural y aislado, en el que los
Blancos eran los principales poseedores de la tierra. Cuando el conflicto tocó sus
puertas en 1813, los Llaneros tomaron el partido que les pareció más natural: contra los
terratenientes blancos. No obstante, como ha indicado Germán Carrera Damas, sus
motivaciones para integrarse a las fuerzas realistas no respondían a una igualdad en
términos de un repartimiento equitativo de las tierras, aunque sí a un temor a perder el
acceso a las mismas así como sus ganados no herrados si la república de los Blancos
Criollos salía victoriosa.[121] En este sentido, es probable que para todos ellos una
guerra convencional contra las fuerzas de la república careciese de sentido, a menos que
se interpretara la lucha como un medio para acabar con la hegemonía de los Blancos en
general, y los Blancos Criollos en particular. La forma para lograr este objetivo era
eliminando a todos los miembros de estos sectores etno-sociales, como se evidenciara
en las masacres que cometieran esos ejércitos realistas de „todos los colores‟ a lo largo
de 1814.
122 José Cevallos, “Representa sobre lo necesario y conveniente que será…”,
p.535
108El tipo de guerra que desarrollara el lado realista, unido a las prácticas de limpieza
etno-política que practicaran los patriotas siguiendo las pautas de „guerra a muerte‟
contra españoles y canarios (aunque también pardos realistas), llevaron al gobernador
Cevallos a manifestar su preocupación en la referida misiva que enviara al Rey en 1815
de que pudiese desaparecer la Sociedad Colonial. Para este alto funcionario peninsular,
dado lo que había presenciado durante esta faceta conflicto, estaba claro que “…no
puede durar mucho una sociedad, cuando los nueve décimos de sus individuos, lejos de
tener interés en conservarla, deben desear destruirla”.[122] El resultado más claro y
duradero del mismo fue que la población blanca, bien fuera por muerte o emigración,
quedó diezmada. Así describió la situación el Regente Heredia, en una misiva que
enviara al Capitán General a finales de 1814:
123 Copias de documentos remitidos sobre situación de Venezuela.
No.3: José Francisco Heredia al Gober (...)
...Vd. conocerá muy bien por la clase de guerra que se ha hecho, y dura todavía, que el
país ha quedado enteramente desolado; que por la necesidad que ha obligado a levantar
una parte de su población contra la otra, por falta de fuerzas forasteras, quedarán dos
partidos eternos y encarnizados enemigos entre sí; que las gentes de color, que
componen casi el total de estas fuerzas, quedan con una preponderancia decidida,
porque sobre sus ventajas físicas que siempre han sido temibles, tienen ahora la de estar
aguerridos, y familiarizados ya con el asesinato y el saqueo que se les ha celebrado
como heroísmo; que matando los insurgentes a todos los isleños, Europeos, y nuestros
ejércitos a los blancos del país, pues todos los tiene por patriotas la facción de los
exaltados, habrá quedado reducida a la mitad la población blanca, y será por
consiguiente más difícil contener la otra clase, la cual acaso no se habrá animado tanto a
declararse por la buena causa, sino por su odio a la primera y su deseo de acabar con
ella...[123]
124 Cf. J. Uslar Pietri, op.cit., p.212
109A pesar de que muchos blancos criollos emigrados retornaron al territorio caraqueño
una vez concluido el conflicto, llegando algunos incluso a amoldarse a las nuevas
circunstancias para ocupar de nuevo cuotas de poder, nunca alcanzaron de nuevo el
porcentaje que tenían antes de 1810 (25% de la población). Según las cifras que
manejaba el emisario británico en Caracas, para diciembre de 1814 la población de esa
ciudad y La Guaira, se había reducido de 55 mil habitantes a 7 mil quinientos.[124]
125 J. Uslar Pietri, op.cit., p.21; José María Caballero,Diario de la
independencia. Bogotá: Talleres G (...)
110De esta forma no sólo se ponía fin a la hegemonía de la aristocracia mantuana, sino
posiblemente también a la de la elite parda entre los Libres de Color. Muchos de los
miembros de este sector etno-social que abrazaron la causa republicana murieron a lo
largo del conflicto, como Pedro Arévalo quien, luego de pasar a Cartagena de Indias tras
la caída de la república venezolana, fue ejecutado en San Juan de Girón (cerca de
Bucaramanga) en diciembre de 1815. Otros muchos emprendieron el duro camino de la
migración, como se evidencia en la presencia en Puerto Rico de un antiguo médico del
Hospital Militar de Caracas, Domingo Arévalo (cuyo hijo había sido “dispensado” de su
„calidad‟ algunos años atrás para poder ser aceptado como seminarista); y en Saint-
Thomas de Diego Mejías Bejarano (el mismo a quien fuese otorgada una „dispensa de
calidad‟ años atrás), a quien encontramos junto a su familia en esa antilla danesa en
1815. Allí, en esa pequeña isla caribeña, rodeado de mantuanos refugiados, este pardo
benemérito fallecerá al poco tiempo encontrando finalmente la tan anhelada igualdad
con los Blancos en la muerte y lejos de su tierra natal.[125]
111Durante los „años terribles‟ de la guerra etno-civil (entre 1813 y 1815), las
aspiraciones reivindicativas sociales básicas, las ambiciones políticas de la alta
oficialidad, los rencores etno-estamentales, el sentido de venganza etno-clasista, y hasta
el afán de lucro vía el saqueo en combatientes de todos los sectores etno-sociales locales
en ambos bandos, parecieran haberse impuesto sobre cualquier motivación filantrópica
previa inspirada en los preceptos igualitarios liberales pregonados por realistas y
patriotas. Fue como si la naturaleza del conflicto hubiera hecho inviable y hasta
atemporal cualquier propuesta igualitaria que no fuese alcanzar la igualdad (y también
la libertad, pues en ambos lados había cimarrones y esclavos emancipados con fines
militares) por vía de las armas y del exterminio del otro. El encumbramiento de ese
mecanismo de ascensión social tras la caída de la república venezolana, es un elocuente
indicativo del fracaso de la ilusión igualitaria de los conspiradores de 1797 y de los
„radicales mirandinos‟ de 1811, y también de las promesas liberales realistas.
126 Marixa Lasso, “Haiti as an image of Pupular Republicanism in Caribbean
Colombia (Cartagena Provinc (...)
112En lo sucesivo, si bien más adelante se garantizaría a los Libres de Color derechos
ciudadanos por vía constitucional con restricciones materiales (cien pesos para ser
sufragante y quinientos para ser elector según la Constitución de Cúcuta de 1821), estos
no contaron con el mismo grado de apoyo por parte de amplios sectores de la dirigencia
política blanco-criolla, como se había visto en Caracas hasta 1812. De hecho, algunas de
las manifestaciones de republicanismo que aparecieron entre la gente de color fueron
reprimidas, como se viera en varios casos en la región cartagenera en los años
1820.[126] Esta actitud del liderazgo blanco se debía sobre todo al temor que sentían
sus miembros por ver reavivar el conflicto etno-civil, aunque también por la vigencia de
los prejuicios etno-estamentales; sobre todo dado que buena parte de quienes lo
conformaban eran individuos extraídos de las elites criollas blancas neogranadinas,
cuyos números apenas se habían visto mermados a causa de la guerra.
127 Sobre la apreciación que tenía S. Bolívar de los Pardos, se puede consultar:
A. Helg, “Simon Boliv (...)
113También podría alegarse que la mayoría de los que habían defendido los derechos
de los Libres de Color en Venezuela y Nueva Granada, ya se encontraban desaparecidos
físicamente para aquel entonces. Este argumento, no obstante, contrasta con la opinión
despectiva que manifestó tener hacia ellos el propio presidente gran colombiano, Simón
Bolívar; quien, a pesar de haber sido miembro de la Sociedad Patriótica, se manifestó
contrario hacia la participación de los Libres de Color en la vida política. La
instauración de una „pardocracia‟, como llamaba al sistema de gobierno que podía
implementar ese grupo etno-social, era un mal que debía evitarse a toda costa.[127] De
esta sombría forma, en la que el idílico espíritu igualitario que había imperado
anteriormente pareciera haberse extinguido, se abría el Período Republicano para los
afro-descendientes de condición libre venezolanos; un período y una temática sobre la
cual se ha escrito muy poco, y que bien valdría la pena explorar a luz de la desaparición
de buena parte de la población blanca, y de las expectativas igualitarias que se
generaron en ellos durante y después de la Revolución de Caracas.
iii. En pos de un paradigma interpretativo diferente
114Dadas las filiaciones ideológicas que manifestó tener el liderazgo político de la
conspiración de 1797 y el proceso de ruptura con España iniciado en 1810, con otros
movimientos sensibles hacia la causa de los afro-descendientes en Europa y América
(en particular con el republicanismo franco-antillano e, indirectamente a través de éste y
Miranda, con el abolicionismo francés), para poder entender el caso de la Revolución de
Caracas en toda su complejidad se hace necesario abrir el compás de análisis más allá
de los límites culturales y espaciales que han regido sobre el estudio de las
Independencias Hispanoamericanas. Al hacerlo, nos damos cuenta que dicho proceso
revolucionario se inserta en un „sistema histórico‟ paralelo, el cual tiene sus propias
dinámicas y temporalidades, compuesto por otros procesos socio-políticos (previos o
posteriores) que se asemejan entre sí, suscitados también en el área gran caribeña, como
lo fueron las revoluciones haitiana, cartagenera, pernambucana, y la “revolución
confiscada” –como le llama Alain Yacou– de Guadalupe. Esa especificidad residía,
principalmente, en el carácter afro-descendiente de la mayor parte de la población que
habitaba los territorios esclavistas gran caribeños, los cuales, como consecuencia de la
introducción masiva de esclavos africanos en los dos siglos previos (a unos más que a
otros), desarrollaron estructuras etno-sociales de tres niveles conformadas
fundamentalmente por libres de color, blancos, y esclavos.[128]
128 Entiendo por Gran Caribe, las regiones americanas cuyas sociedades
estaban principalmente conforma (...)
129 D. Geggus, “Slavery, War and Revolution in the Greater Caribbean”, in
D.V. Gaspar & D.P. Geggu (...)
115Siguiendo a David Geggus, cuando dan inicio los procesos de cambio político
radicales en la metrópoli, cada uno de esos grupos sacó a relucir sus aspiraciones
particulares, las cuales, como es lógico, eran muy distintas a las de los habitantes del
viejo continente: “Los esclavos buscando su libertad, los libres de color luchando en
contra de la discriminación racial, y las elites coloniales aspirando por [mayor]
autonomía o independencia”.[129] En tal sentido, retomando el análisis conceptual que
hemos venido desarrollando sobre las aspiraciones de los Libres de Color, para los
miembros de este sector etno-social los Derechos del Hombre, los diversos
constitucionalismos y republicanismos no fueron entendidos sino como letra muerta o,
en todo caso, como la igualdad a la que aspiraban los blancos criollos, hasta tanto los
mismos no se tradujeran en un medio concreto para cambiar el estatus inferior que
aquéllos tenían en las sociedades coloniales. Este cambio va a comenzar a darse, no sólo
cuando muchos legisladores blancos europeos o americanos finalmente se sensibilicen
por su causa, sino también cuando muchos de ellos se den cuenta de las posibilidades
que ofrecían las ideas políticas liberales modernas para mejorar su situación.
116En los casos de Saint-Domingue y Caracas, esta suerte de despertar a la modernidad
por parte de los Libres de Color va a manifestarse, por un lado, cuando los miembros de
las elites de este sector etno-social, de manera muy práctica, buscaron explotar su
estatus socio-económico superior entre los individuos de su misma condición, para
exigir derechos a la representación basándose en los principios materiales censitarios
recién establecidos para limitar el alcance de la ciudadanía, mientras se olvidaban de los
afro-descendientes de los sectores medios y bajos, así como de los esclavos; y, por otro
lado, de manera más filantrópica, dando muestras de conocimiento de sus derechos y de
sincera simpatía por la causa republicana, como se viera en la Conspiración de La
Guaira de 1797, las revoluciones de Caracas y Cartagena en 1811, y en diversos
momentos de las revoluciones en el área franco-antillana a lo largo de los años 1790.
117En cuanto a las esclavitudes, en el caso franco-antillano ellas también se mostraron
conscientes de sus derechos ciudadanos en un marco republicano (como se viera
claramente en el diputado, Jean-Baptiste Belley, en el coronel Magloire Pélage, en el
general Toussaint Louverture y otros líderes negros), aunque también actuaron
siguiendo intereses etno-sociales tradicionales, llegando incluso a unirse a los ejércitos
enemigos de España e Inglaterra en 1793, y a enfrentarse con los mulatos como se viera
en la Guerra del Sur (1799-1800). No sucedió igual en Cartagena de Indias ni en la
Provincia de Caracas, ya que, si bien muchos esclavos fueron emancipados para
engrosar las filas de los bandos enfrentados, en ninguno de los Estados allí fundados a
principios de la segunda década del siglo XIX se abolió la esclavitud (sólo se abolió la
trata y se emanciparon esclavos con fines militares), lo que, a nuestro entender, equivale
a una diferencia importante entre las revoluciones franco-antillanas y las hispano-
caribeñas.
118Otra diferencia con el caso del proceso revolucionario caraqueño, es que en él
(contrariamente a lo que pasara entre las Antillas Francesas, donde hubo fuertes ecos de
la revolución metropolitana: como enfrentamientos entre aristócratas y jacobinos,
ajusticiamientos en tiempos del Terror, emigraciones masivas de nobles, etc.) no
pareciera haber un entrelazamiento tan intenso con la profunda crisis que azotaba la
metrópoli hispana, ni con la revolución liberal gaditana, más allá de la expulsión de
unos emisarios napoleónicos, de la expectativa que esos procesos levantaron, y del
oportunismo político que manifestaran tener los blancos locales y las elites pardas, todo
ello entre 1808 y 1810. De hecho, la Junta Conservadora de Caracas ni siquiera envió
diputados ante las cortes, aunque sí a Londres buscando el apoyo británico. Los líderes
de aquel proceso parecieron más bien manejar una noción más atlántica de revolución,
debido a los contactos sobre todo con las islas francesas y a la presencia de individuos
con una visión política más amplia de las ideas liberales que estaban cambiando el
paisaje político en el Mundo Atlántico, entre quienes destacaba Francisco de Miranda.
130 “Extracto de una noticia de la Revolución que sirve de introducción a la
historia de los padecimie (...)
119No obstante, aquel lazo común con la metrópoli podría encontrarse en otra parte,
aunque en un tiempo previo: en la conspiración de San Blas de 1795, por los vínculos
que ésta tuvo con la guaireña de 1797. La presencia en Caracas desde 1811 de algunos
de los cabecillas metropolitanos supervivientes de ambas conspiraciones (Picornell,
Cortés), la liberación simbólica de algunos prisioneros que participaron en esa última, y
las fiestas patrióticas alegóricas a la misma que se organizaron aquel año, son claros
indicios de una vinculación ideológica entre dicha conspiración madrileña y la
Revolución de Caracas. Esto fue reconocido en forma clara por uno de los personajes
más importantes de este proceso revolucionario, como lo fue Juan Germán Roscio,
quien en una relación histórica que escribiera sobre el mismo en pleno calor de los
acontecimientos, comenzó afirmando lo siguiente: “La historia de la revolución de
Venezuela empieza en España.”[130]
120Pese a las contradicciones internas comunes existentes dentro de las sociedades
coloniales en el área Caribe, es probable que ninguno de esos procesos de cambio socio-
político se hubiesen desencadenado ni desarrollado (al menos no tan temprano ni de la
misma manera), sin que los gobiernos metropolitanos hubieran entrado en crisis con la
Revolución Francesa y sin la ocupación napoleónica de la Península Ibérica en 1808.
Tampoco creemos que ello hubiera pasado si no que se hubiera abordado el tema de la
ciudadanía en relación a los sectores subalternos americanos, como se viera en la
Asamblea Nacional francesa, las Cortes de Cádiz, el Congreso Federal venezolano, y la
Junta de Cartagena de Indias. La presión política ejercida por los libres de color fue
también un elemento clave en el desencadenamiento de procesos revolucionarios en los
casos de Cartagena, Caracas y las Antillas Francesas, como se viera en las actividades
políticas desarrolladas en Francia por algunos miembros de la elite mulata de Saint-
Domingue desde 1789, en las presiones que ejercieran sobre la Junta de Cartagena de
Indias los vecinos de color principalmente del barrio de Getsemaní en 1811, y en el
apoyo que dieran distintos sectores socio-económicos de color venezolanos a los
proyectos republicanos en 1797 y 1811.
121Todo lo anterior presenta a las revoluciones en el área gran caribeña (incluyendo la
de Caracas) como el resultado de una compleja y única conjunción de factores, tanto
externos como internos, en los que, con diversos niveles de éxito y fracaso, se intentó
conciliar los ideales políticos ilustrados y los proyectos nacionales modernos, no sólo
con los intereses que desde arriba mantenían las élites blancas, sino con las aspiraciones
que desde abajo –y a veces desde no tan abajo– tenían o desarrollaron las mayorías de
individuos afro-descendientes que la habitaban.
Notas
[1] Para principios del siglo XIX, según los cálculos poblacionales hechos por Manuel
Lucena Salmoral, las personas de color de condición libre en la Provincia de Caracas
alcanzaba más del 44% del total de la población, unos 190 mil individuos entre
Morenos o Negros Libres (esclavos libertos y sus descendientes), Zambos (surgidos de
la mezcla de negros o pardos con indias), y sobre todo Pardos, quienes conformaban el
37,83% de la población. La población de la provincia se completaba con 99 mil Blancos
(25,62%), 60 mil Esclavos (15,65%), y 47 mil indios tributarios (12,24%). Manuel
Lucena Salmoral, “La Sociedad de la Provincia de Caracas a Comienzos del Siglo
XIX”, in Anuario de Estudios Americanos, Vol. XXXVII, pp.8-11
[2] La historiadora, Frédérique Langue, indica que en la década de los 60‟s se forma en
Venezuela “…una historiografía militante, fundamentalmente de inspiración
marxista…”, que buscó asociar desde una perspectiva de “larga duración” y en forma
determinista los eventos de lesa majestad en que se vieron envueltos los miembros de
los sectores de color durante el Período Colonial y de sus descendientes en las primeras
décadas del Período Republicano (como la Guerra Federal de mediados del siglo XIX),
con las“…reivindicaciones de un presente de lucha armada…” Frédérique Langue,
“Mestizaje y redención en Venezuela. De las milicias coloniales a la Revolución
Bolivariana”, in D. Irving et al. (coord.), Pretorianismo venezolano del siglo XXI
(Ensayo sobre las relaciones civiles y militares venezolanas). Caracas: UCAB, 2007,
pp.260-261. Hoy día, una nueva generación de estudiosos del pasado de aquella misma
tendencia política, sigue en su afán historicista por justificar ideológicamente sus luchas
políticas presentes con el pasado colonial venezolano, llegando incluso a atacar sin
argumentos críticos los trabajos de historiadores sociales, cuyos análisis no concuerdan
con sus puntos de vista sobre las supuestas aspiraciones revolucionarias de los sectores
subalternos de color. Un buen ejemplo de ello lo constituye el siguiente trabajo: Roberto
López Sánchez, “El protagonismo popular en la Historia de Venezuela”, Parte 1,
Aporrea.org, en línea:
http://encontrarte.aporrea.org/media/56/el%20protaginismo%20I.pdf [28/12/2007]
[3] Sobre los orígenes del Culto a Bolívar en Venezuela, puede consultarse:Germán
Carrera Damas, El Culto a Bolívar. Caracas: UCV, 1973; sobre la versión
revolucionario-bolivariana del culto en cuestión, puede consultarse del mismo G.
Carrera Damas, Bolivarianismo-Militarismo, una ideología de sustitución. Caracas:
Editorial Ala de Cuervo, 2005; en este mismo sentido, también se puede consultar
nuestro trabajo: Alejandro E. Gómez “L‟epée du Libertador dans l‟idéologie des
révolutionnaires bolivariens”, in Problèmes d’Amérique Latine (PAL), No.60. París:
Choiseul, 2006, pp.95-114
[4] Alfonso Munera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe
colombiano, 1717-1810. Bogotá: El Ancora, 1998; Aline Helg, Liberty & equality in
Caribbean Colombia, 1770-1835.Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2004;
Marixa Lasso, Myths of Harmony: Race and Republicanism during the Age of
Revolution. Colombia, 1795-1831. Pittsburg: University of Pittsburg Press, 2007; La
temática de las pugnas sobre los derechos de mulatos en Francia y sus colonias durante
y después de la Revolución Francesa, ha sido trabajada por diversos autores franceses y
norteamericanos, como Yves Bénot, Laurent Dubois, John Garrigus, y Dominique
Rogers. En español, se puede consultar nuestro trabajo: A. E. Gómez, “¿Ciudadanos de
Color? El problema de la ciudadanía de los Esclavos y Gente de Color durante las
revoluciones franco-antillanas, 1788-1804”, in Anuario de Estudios Bolivarianos, Año
XI, No.12, pp.117-158, en línea: http://bolivarium.usb.ve/pub/anuarios/anuario12.pdf
[06/08/2007]; http://nuevomundo.revues.org/document9973.html [06/08/2007]
[5] En la Provincia de Caracas, siguiendo a F. Langue, el término “pardo” era usado
para señalar a todo individuo “No-Blanco”, tanto desde un punto teórico como práctico.
Esta definición pareciera responder a una perspectiva de los Blancos, quienes tendían a
incluir a todos los Libres de Color y otras “castas” en esa categoría. Los Pardos, por su
parte, tenían una concepción muy distinta de sí mismos, la cual discrepaba con la de los
blancos, ya que para aquéllos el hecho de pertenecer a ese sector etno-social, más bien
ennoblecía sus linajes. Según ellos, a su categoría sólo podían pertenecer los afro-
descendientes que tuvieran algún nivel de mezcla con europeos (Mulatos, Tercerones,
Cuarterones, Quinterones), lo que les distinguía de otros sectores de color considerados
por ellos como inferiores (Zambos, Negros Libres). A la categoría de Pardos tampoco
podían pertenecer los que habiendo pertenecido a ella, habían mezclado sus linajes
nuevamente con Negros (como los Salto Atrás). Esta es la valoración que aparecerá en
los argumentos usados por los Pardos para impedir los matrimonios de sus hijos e hijas
con personas de calidad “inferior”, y en las exigencias etno-estamentales que ellos
imponían dentro de los cuerpos de Milicias de Pardos. Frédérique Langue, “La
pardocratie ou l‟itineraire d‟une “classe dangereuse” dans le Venezuela des XVIIIe et
XIXe siècles”, in Caravelle, No.67. Toulouse: Université de Toulouse-le-Mirail, 1997,
en línea: http://nuevomundo.revues.org/document643.html [06/08/2007]
[6] G. Carrera Damas, Una nación llamada Venezuela. Caracas: Monte Ávila Editores,
1983, pp.35-44, 54. Véase también del mismo autor: La crisis de la sociedad colonial
venezolana. Caracas: Monte Ávila Editores, 1983
[7] A fines del Período Colonial, los individuos libres de ascendencia africana que
habitaban el territorio de la Capitanía General de Venezuela eran discriminados socio-
jurídicamente; unos la padecían más que otros (dependiendo del estrato al que
perteneciesen y el lugar que habitasen), pero, por línea general, debido a la costumbre y
el rígido marco jurídico que imponían las Leyes de Indias, todos estaban sujetos o eran
propensos a esa discriminación. Ello se debía principalmente a que eran considerados
como gentes de “calidad” inferior, por ser descendientes de esclavos africanos y, en el
caso de los Mulatos, porque se consideraba que tenían un origen envilecido, puesto que
originalmente descendían del vástago bastardo producto de la unión no sacralizada por
el ritual del matrimonio entre un blanco y una negra. La discriminación en contra de los
Libres de Color se practicaba de diversas maneras: desde medidas que impedían su
ascenso social (prohibición de ser aceptados en las universidades, en los seminarios, de
ocupar cargos públicos, etc.), hasta formas que tocaban su vida cotidiana (portar armas,
caminar junto a los Blancos, que estos los recibiesen en sus casas, etc.). Sobre estos
temas hemos profundizado en otro trabajo, el cual es consultable en línea: Alejandro E.
Gómez, “El „estigma africano‟ en los Mundos Hispano-Atlánticos”, in Revista de
História (Univ. de São Paulo), No.153, pp.139-180. En línea:
http://www.fflch.usp.br/dh/FLH/Revista%20de%20Hist%F3ria/Revistas/RH%20153.pd
f
[8] Para el siglo XVIII, algunos pardos caraqueños tenían haciendas de proporciones
medias, sobre todo en los Llanos, en las que poseían numerosos esclavos. Mientras que
en la ciudad poseían un gran número de casas, las que en su gran mayoría las tenían
alquiladas como tiendas. Sólo a manera de ejemplo, mencionemos el caso de Diego
Ignacio Mejías Landaeta, que debió ser uno de los „Pardos Beneméritos‟ más ricos de
Caracas, quien para 1807, según su testamento, poseía 26 casas, administraba un caudal
familiar de 8800 pesos y distintas personas le adeudaban otros 900. Otros incluso tenían
dinero suficiente como para celebrar ostentosas fiestas, hacer jugosas donaciones
caritativas y hasta donar un sagrario de plata que costó 5000 pesos a la iglesia de
Altagracia, que era el templo de los pardos. Son algunos de estos pardos de la elite
quienes tendrán los medios materiales suficientes e inmateriales requeridos para adquirir
las onerosas „dispensas de calidad‟ que, mediante la Real Cédula de Gracias al Sacar, se
pusieron a su disposición a partir de 1795. Paul Michel Mckinley, Caracas antes de la
Independencia, Caracas: Monte Avila Editores Latinoamericana, 1985, pp.33-34; Luís
Felipe Pellicer, La Vivencia del Honor en la Provincia de Venezuela(Estudio de Casos).
Caracas: Fundación Polar, 1996, p.119n
[9] Son numerosos los casos existentes en los archivos en que Pardos, al igual que
hacían los Blancos Criollos, intentaron interponer un mecanismo legal conocido como
„disenso matrimonial‟, el cual permitía a los familiares de un pretendiente a contraer
nupcias interponer un „disenso‟ en uniones consideradas por ellos como desiguales en
términos de „calidad‟. Véanse los casos de disensos entre pardos expuestos en el
siguiente trabajo: L. F. Pellicer, Entre el honor y la pasión. Caracas: Fondo Editorial de
Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela, 2005
[10] “Los diputados del Batallón de Pardos pidiendo se excluya de él a Juan Bautista
Arias. 1774”, in S. R. Cortés, El régimen de las 'Gracias al Sacar' en Venezuela durante
el Período Hispánico, vol.2. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1978, p.20
[11] F. Langue, “La pardocratie ou l‟itineraire…”, en línea; L. F. pellicer, La Vivencia
del Honor en la Provincia de Venezuela, p.65ss.
[12] Desde los años 1960‟s, las historias “desde abajo” (from below) han conformado
una tendencia metodológica anglosajona inspirada en la escuela francesa de los Annales.
La misma cubre una amplia gama de categorías de análisis, las cuales buscan ir más allá
del punto de vista tradicional de las elites, para estudiar procesos históricos desde la
perspectiva de sectores sociales tradicionalmente omitidos por los historiadores
tradicionalistas. N. del A.; La „Historia Conceptual‟ propone que las definiciones de los
conceptos políticos son una idea propia que desarrollan los miembros de cada sociedad.
Pierre Rosanvallon, Por una historia conceptual de lo político, (Colección Popular, No.
638). México: Fondo de Cultura Económica, 2003, pp.15-20
[13] El desarrollo de esta parte se debe en gran medida al generoso apoyo del Dr.
Ramón Aizpurua, quien gentilmente compartió conmigo las fuentes que hicieron
posible desarrollarla, así como un trabajo suyo todavía inédito sobre los entretelones de
la conspiración de La Guaira de 1797. N. del A.
[14] El establecimiento de la conspiración de La Guaira de 1797 como punto de partida
de este trabajo, no responde a alguna falsa aspiración retrospectiva de ver en eventos
más antiguos los orígenes de la Revolución de Caracas (como se ha hecho con la
insurrección de negros en la Serranía de Coro en 1795, y la supuesta revolución
intentada por el pardo Pirella en 1799), en lo que podríamos denominar como el “mito
de la pre-emancipación”. Por el contrario, ello responde a evidencias documentales que
asocian ambos eventos. Al respecto se puede consultar nuestro trabajo: A. E. Gómez,
“Entre résistance, piraterie et républicanisme: mouvements insurrectionnels
d‟inspiration révolutionnaire franco-antillaise dans la Côte de Caracas, 1794-1800”, in
Travaux et Recherches de l’UMLV, No. 11. Marne-la-Vallée: Université de Marne-la-
Vallée, 2006, pp.91-120 [Una versión en español y actualizada de este trabajo estará
pronto disponible en la revista Akademos, bajo el título: “La ley de los franceses: una
reinterpretación de las insurrecciones de inspiración jacobina en la costa de Caracas”]
[15] En la Conspiración de San Blas, estuvieron comprometidos personas de todas las
clases, incluyendo cientos de “hombres de la plebe”. Según las autoridades reales, el
objetivo del movimiento era “seducir y agavillar una porción de miserables e
ignorantes, excitándolos con promesas lisonjeras…”, aprovechándose del estado de
“hambre, ruina y desolación” en el que estaba sumida España. Gonzalo Anes, “España
y la Revolución Francesa”, in Revolución, Contrarrevolución e Independencia, Madrid:
Turner Libros S.A., 1989, pp.33-35; Antonio Elorza, “El temido árbol de la libertad”, in
España y la Revolución Francesa. Barcelona: Editorial Crítica, 1989, pp.110-112;
Harris Gaylord Warren, “The early revolutionary career of Juan Mariano Picornell”, in
The Hispanic American Historical Review, Vol. XXII, No.1 (Feb. 1942), p.61
[16] Pedro Grases, “La Conspiración de Gual y España y el Ideario de la
Independencia”, in Preindependencia y Emancipación (Protagonistas y testimonios).
(Obras, No. 3). Barcelona: Editorial Seix Barral, p.173
[17] “Representante de Félix de Suasnabar ante el Capitán General [Caracas,
17/11/1793], Archivo General de la Nación [en lo sucesivo: AGN], Gobernación y
Capitanía General, vol. X, f.175; Declaración de José Manuel Pino [16/11/1797]
Archivo General de Indias [en lo sucesivo: AGI], Caracas, leg. 431, pieza 64, f.61vto;
Certificación de Rafael Diego Mérida [13/07/1799] AGI, Caracas, leg. 433, pieza 92,
f.10
[18] Declaración de José Rusiñol [09/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51, f.224
[19] Estos propusieron la instauración de una monarquía constitucional, probablemente
a imagen de la francesa de 1791, la cual tendría como objetivo establecer un poder
legislativo fuerte (representado por una Junta Suprema) que limitase los abusos del
despotismo ministerial y el absolutismo real. Eventualmente el movimiento fue
develado, y sus principales cabecillas, en lugar de ser ejecutados, fueron remitidos a
América para cumplir condena gracias a la intervención del embajador francés. G.
Anes, op.cit., pp.33-35; A. Elorza, op.cit., pp.110-112; H. Gaylord Warren, op.cit., p.61
[20] Recordemos que en todos los territorios franceses se había otorgado derechos
ciudadanos a los Libres de Color en 1792, y se había abolido la esclavitud desde 1794.
Estas medidas habían podido ser aplicadas en Saint-Domingue y Guadalupe mas no en
Martinica, pues esta isla se había mantenido ocupada por los ingleses desde 1794. Sobre
el impacto de las revoluciones franco-antillanas sobre costas venezolanas, véase A. E.
Gómez, “Entre résistance, piraterie…”
[21] Todos en esa empresa, / Somos interesados, / Unámonos al punto / Como buenos
hermanos. // Fraternidad amable / Estrecha entre tus brazos / Los nuevos Pobladores: /
Indios, Negros y Pardos. // Viva tan sólo el Pueblo (Bis) Canción Americana, 1797. Los
Blancos, los Negros, /Los Indios y Pardos, / Conozcamos todo / Que somos hermanos,
/Que a todos nos une / Un interés mismo, / Para hacer la guerra / Contra el despotismo.
// Viva nuestro Pueblo (Bis) Soneto Americano, 1797. Cf. Casto Fulgencio LÓPEZ,
Picornell y la Conspiración de Gual y España. Caracas: Academia Nacional de la
Historia, 1997 (1955), pp.375, 381
[22] Declaración de José Manuel Pino [15/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza 64,
f.39; Declaración de José del Rosario Cordero (segunda) [16/08/1797] AGI, Caracas
428, pieza 25, f.31vto.
[23] Declaración de José del Rosario Cordero (segunda) [27/10/1797] AGI, Caracas,
leg.428, pieza 25, fs.148vto-149
[24] Es importante señalar que para aquel momento eran muchos los por vía de las
tripulaciones de los corsarios franceses que tocaban puertos venezolanos, sobre todo a
partir de 1795, luego que a finales del año anterior el comisario francés en Guadalupe,
Victor Hugues, aumentará su número considerablemente. Esa presencia fue reportada
por las autoridades coloniales como una “…recalada de corsarios franceses”. “Sobre
insurrección de los negros bandidos de la jurisdicción de Coro” [Valle de Curimagua,
02/06/1795] AGN, Diversos, vol. LXIX, f.130
[25] Declaración de Manuel Antonio Sánchez [17/07/1797], AGI, Caracas, leg.427,
pieza 1, fs.120ss; Declaración de José Rusiñol [11/11/1797] AGI, Caracas 430, pieza
51, f.275vto.
[26] Este grupo de prisioneros estaba conformado por 188 Blancos, 234 Negros “…que
se han tomado por mitad con las armas en la mano y se dirigen al intendente de Caracas
para que como bienes del Real Fisco los venda para su importe en Reales Cajas.” A
bordo de las embarcaciones que los transportaban a costas venezolanas, también venían
dos emigrados realistas que se dirigían a Puerto Cabello a unirse a las fuerzas españolas.
No.418, De Joaquín García a Don Diego Gardoqui [Santo-Domingo, 25/10/1793] AGI,
Santo Domingo, leg.1031, f.1vto
[27] Declaración de José Rusiñol [03/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51, fs.110-
110vto.
[28] “Voto del Coronel Don Joaquín de Zubillaga…” [Caracas, 11/09/1795] AGN,
Gobernación y Capitanía General, vol. LVII, f.71-72
[29] Declaración de Juan Javier de Arrambide [22/08/1797] AGI, Caracas, leg.428, fs.
56ss.
[30] Declaración de José Manuel Pino [14/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza 64,
f.24 En relación a esto, es importante preguntarse: ¿quiénes eran estos franceses? ¿Eran
Blancos o Mulatos? ¿En qué momento se relacionó Del Valle con ellos y en qué forma?
Es poco probable de que hayan formado parte de militares emigrantes venidos de las
Antillas Francesas, ya que hasta 1795, todos los militares franceses que habían llegado
legalmente a costas venezolanas eran realistas. Por lo tanto, es muy probable que
aquéllos fuesen prisioneros, y que Del Valle se haya relacionado con ellos cuando
todavía estaban en prisión, o en la calle después de mediados de aquel año, cuando
debieron ser liberados al firmarse la paz de Basilea. Sobre las migraciones a la Tierra
Firme hispana desde las Antillas Francesas desde 1793, véase: A. E. Gómez, Fidelidad
bajo el viento: revolución y contrarrevolución en las Antillas francesas en la
experiencia de algunos oficiales franceses emigrados a Tierra Firme (1790-1795).
México: Siglo XXI, 2004
[31] El mulato francés de nombre Andrés tenía oficio peluquero, y fue a visitar a Del
Valle en su barbería a altas horas de la noche el 15 de julio de 1797. Declaración de
José Manuel Pino (segunda) [16/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza 64, f. 67;
Declaración de José Manuel Pino [14/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza 64, f.24;
Declaración de José Narciso del Valle [01/08/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 50,
f.56vto.; Declaración de José del Rosario Cordero, [27/10/1797] AGI, Caracas, leg.428,
pieza 25, fols. 125vto-139
[32] Declaración de José Manuel Pino [14/11/1797] AGI, Caracas, leg.431, pieza 64,
f.23; Declaración de José del Rosario Cordero [16/08/1797] AGI, Caracas, leg.428,
pieza 23, f.19; Declaración de Narciso del Valle del 13/10/1797, AGI, Caracas, leg.430,
pieza 50, fols. 96ss; Declaración de José Manuel Pino [14/11/1797] AGI, Caracas,
leg.431, pieza 64, fs.11ss
[33] Declaración de José Rusiñol [06/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51, fs.
155-157vto. En cuanto a la obra, Derecho Natural y de Gentes, podría tratarse de una
obra publicada en Madrid en 1776 por el catedrático de derecho natural en los Reales
Estudios de San Isidro, Joaquín Marín y Mendoza, bajo el título de Historia del
Derecho Natural y de Gentes. En la misma, su autor insistía en que “…Dios había dado
a los hombres la facultad de conocer el derecho natural por medio de su “razón natural”,
que dependía de las ideas innatas que Dios había infundado a los hombres”. Alexandra
Gittermann, “La scienza della legislazione» contra „la volontà del legislatore‟ ”, in
Nuevo Mundo-Mundos Nuevos, No 7 (2007), en línea:
http://nuevomundo.revues.org/document3568.html [15/07/2007]
[34] Declaración de Lorenzo Acosta [05/08/1797] AGI, Caracas, leg.429, pieza 30,
f.118; Declaración de José Rusiñol [04/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51,
fs.124-124vto.
[35] Idem; Declaración de José Rusiñol [09/11/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 51,
f.224
[36] Declaración de José María España [02/05/1797] AGI, Caracas, leg.433, pieza 91,
fs.36ss; Declaración de José del Rosario Cordero [25/10/1797] AGI, Caracas, leg.428,
pieza 25, fs.77ss; Declaración de José Manuel Pino [18/11/1797] AGI, Caracas, leg.431,
pieza 64, f. 101vto; Delación de Pedro Canibens [23/07/1797] AGI, Caracas, leg.428,
No. 21, fs. 109vto-110
[37] Declaración de Narciso del Valle [29/07/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 50,
f.37; Delación de Pablo Ibarra [18/07/1797] AGI, Caracas, leg.428, pieza 23, fols. 1-
10:2 y 3.
[38] Tales fueron los casos de los milicianos pardos Juan José Machado, Joaquín
Milano, Miguel Granadino, Pablo Ibarra, Joaquín Noguera, Atanasio Arismendi y Juan
Bautista Alcalá. Para el historiador, Ramón Aizpurua, tales actitudes son un claro signo
de que “…entre los pardos no existía una confianza ciega respecto a su relación con los
co-conspiradores blancos; más bien, siempre estuvo llena de sospechas y suspicacias,
obviamente hijas de sus propias experiencias personales.” Ramón Aizpurua, La
conspiración por dentro: un análisis de las declaraciones de la Conspiración de La
Guaira de 1797, [trabajo inédito]
[39] Declaración de Narciso del Valle [30/07/1797] AGI, Caracas, leg.430, pieza 50,
f.46vto.
[40] “Documento No.3. Razón de los reos en la causa de intentada sublevación…” cf.
Francisco Javier Yánez, Compendio de la Historia de Venezuela. A. Damiron, 1840,
pp.128-129, 131
[41] A fines del siglo XVIII, los miembros de la elite parda se vieron beneficiados con
una serie de medidas ilustradas introducidas por el gobierno central metropolitano que
buscaban principalmente aumentar las rentas coloniales, mediante la modernización de
la producción colonial y la aplicación de nuevos mecanismos impositivos. Entre estas
medidas se encontraban el permiso para que siguieran estudios de medicina, la
protección de los medios de trabajo de los artesanos en caso de deuda, la extensión de la
ley de matrimonios (Real Pragmática) para proteger los linajes de los oficiales de sus
milicias, y la aplicación en América de la Real Cédula de Gracias al Sacar (1795). Esta
última medida comprendía un mecanismo legal que permitía a aquellos pardos con los
méritos materiales e inmateriales suficientes, mediante el pago de 500 “reales de
vellón”, de ser “dispensados” de su calidad. Véase Santos Rodulfo Cortés, El régimen
de las “gracias al sacar” en Venezuela durante el período hispánico, Vol.1, Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1978
[42] F. J. Yánez, op.cit., p.72; Carole Leal Curiel, “Juntistes, tertulianos et
congressistes”, in Histoire et sociétés de l'Amérique latine, No.6, en línea:
http://www.univ-paris-diderot.fr/hsal/hsal972/clc97-2.html [06/08/2007]
[43] Cf. Inés Quintero, La Conjura de los Mantuanos. Caracas: Universidad Católica
Andrés Bello, 2002, p.149
[44] Véanse respuestas a la pregunta número ocho en la mayoría de los autos
correspondientes a este caso en: Conjuración de 1808 en Caracas para la Formación de
una Junta Suprema Gubernativa (Publicación No.3). Caracas: Instituto Panamericano
de Geografía e Historia, 1949
[45] Confesión de Don José Félix Ribas[Caracas, 22/02/1809], in ibidem, p.178. Carole
Leal alega que las razones para la reacción de las milicias de pardos (entre las cuales
también estuvieron las de los Valles de Aragua y Valencia además de las de Caracas) se
basaron en las intrigas del Regente Visitador Mosquera, y las pugnas de preeminencia
entre las Milicias de Pardos y de Blancos. Véase C. Leal Curiel, “Del Antiguo Régimen
a la “Modernidad Política‟”, in Anuario de Estudios Bolivarianos, No. X, p.81n
[46] Tal temor lo expresó en su declaración el doctor José Vicente Escorihuela: “…en
el Guarico francés [Saint-Domingue] comenzaron los primeros movimientos a instancia
de los pudientes y principales, y últimamente se ha visto aquel país dominado de los
negros y todos los promoventes [sic] no sólo perdieron sus comodidades, sino sus
vidas” (Declaración de Don José Vicente Escorihuela[Caracas, 01/12/1808], in
Conjuración de 1808 en Caracas para la Formación de una Junta Suprema
Gubernativa, p.27). Siendo Escorihuela oriundo de otra ciudad como Valencia y
abogado de la Real Audiencia (máxima corte colonial), es probable que en lugar de
estar atemorizado haya más bien usado el argumento haitiano como estrategia para
descalificar a los juntistas caraqueños. A otro de los comprometidos de apellido Sanz
(¿Miguel José?), también se le acuso de haber dicho que el movimiento contaría con el
apoyo de 10 mil esclavos negros. Esto fue desmentido por uno de sus compañeros,
Mariano Montilla, quien alegó, basándose también en el caso haitiano, que ellos estaban
conscientes de lo contraproducente que sería esta acción, ya que, posteriormente,
“…serían los mismos dueños [de los esclavos] las víctimas de la empresa, como se sabe
experimentalmente con lo ocurrido en la Isla de Santo Domingo, de lo que se debe
inferir que ni el confesante ni ninguno de los que pretendían la Junta hayan pensado en
lo que se les atribuye y mucho menos los que tienen esclavos como los tiene el
confesante” Confesión de Don Mariano Montilla[Caracas, 01/03/1809], in ibidem,
pp.205-206
[47] José Domingo Díaz, sin embargo, señala que la noche del 18 de abril, Arévalo
delató el movimiento. José Domingo Díaz, Recuerdos sobre la Revolución de Caracas.
Caracas: Academia Nacional de la Historia. 1961 (1829), p.14; C. Leal Curiel, “Del
Antiguo Régimen a la 'Modernidad Política'”, in Anuario de Estudios Bolivarianos,
No.X, p.87; I. Quintero, “La iniciativa gaditana y la provincia de Venezuela”, I. Álvarez
Cuartero, J. Sánchez Gómez (eds.) Visiones y revisiones de la Independencia
americana. Salamanca: Ediciones de la Universidad de Salamanca, 2007, pp.197ss; F. J.
Yánez, op.cit., pp.81-82
[48] Cf. Clément Thibaud, Repúblicas en Armas (Los ejércitos bolivarianos en la
guerra de Independencia en Colombia y Venezuela). Bogotá: Planeta / IFEA, p.49
[49] Según la solicitud de dispensa de calidad del hijo de Pedro Arévalo, la cual le fue
concedida, se indica que éste había recibido una “medalla de premio y distinción”, por
lo que aprovechaba para solicitar una dispensa para sí y toda su familia. “Informe de la
cámara al Rey…” [28/9/1803] in S. R. CORTÉS, op.cit., p.173
[50] C. Thibaud, op.cit., pp.48-53
[51] “Organización Militar” [18/5/1810], inGaceta de Caracas, II, 98 (18/5/1810),
Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983, p.3 [en lo sucesivo sólo el título,
tomo, página y fecha]
[52] “Integridad de la monarquía española, in Gaceta de Caracas”, II, 129
(26/11/1810), p.3n
[53] “Decreto”[Caracas, 26/11/1810], in Gaceta de Caracas, II, 16 (22/1/1811), p.3
[54] Robert Semple, Bosquejo del Estado Actual de Caracas incluyendo un viaje por
La Victoria y Valencia hasta Puerto Cabello. Caracas: Ediciones del Grupo Montana
(Robert Baldwin), 1964 (1812), p.56
[55] Véase, a título de ejemplo, la lista de donativos publicada el 21/6/1811 bajo el
título de “Sigue el donativo de dinero en los pardos” (Santa Rita) o véase también la
lista de “Donativos hechos a la patria por los vecinos del pueblo San Francisco de
Tiznados...”, en la cual aparece el pardo Félix Salinas, el mismo a quien se le otorgó la
distinción de que su esposa usara alfombra en la iglesia de ese pueblo, donando “80
arrobas de carne salada y 30 pesos en plata para pan”, in Gaceta de Caracas, I, 48
(3/9/1811), p.4
[56] “Donativos hechos últimamente a la causa pública”, in Gaceta de Caracas, II, 129
(26/11/1810), p.4
[57] Carlos Sánchez, “Representación de un buen patriota”, in Gaceta de Caracas, II,
102 (8/6/1810), p.3
[58] “Habitantes de Venezuela”, in Gaceta de Caracas, II, 103 (15/6/1810), p.4
[59] Ver suplemento a la Gaceta de Caracas del viernes 2 de junio de 1810, en la que la
Junta Suprema comisiona a Roscio para que forme “...la instrucción que debía regir en
la elección de representantes que debía regir en ésta y las demás provincias”, in Gaceta
de Caracas, II, (2/6/1810), p.2
[60] El reglamento fue publicado por parte a partir de la siguiente edición de la gaceta:
Gaceta de Caracas, II, 103 (15/6/1810), pp.3-4 [las itálicas son mías]
[61] “Continuación del Reglamento de Diputados, Capítulo I, Nombramiento de los
electores parroquiales”, in Gaceta de Caracas, II, 107 (18/7/1810), p.3 [las itálicas son
nuestras]
[62] Por esa misma época en Buenos Aires, tampoco se restringió el derecho al sufragio
por razones pigmentocráticas en un proceso electoral similar. José Carlos, Chiaramonte,
“Vieja y nueva representación: los procesos electorales en Buenos Aires, 1810-1820”,
in Antonio Annino (coord.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1995, p.34
[63] “Continuación del reglamento de diputados”, in Gaceta de Caracas, II, 106
(6/7/1810), p.2; F. Langue, “La pardocratie ou l‟itineraire d‟une “classe dangereuse”, en
línea; Luis F. Pellicer, La Vivencia del Honor…, p.119n
[64] Cf. Carlos Duarte, Historia del Traje durante la Época Colonial Venezolana,
Caracas: Armitano. 1984, p.142; C. Leal Curiel, “Tertulia de dos ciudades”, in François
Xavier-Guerra, Annick Lamperière, et al., Los Espacios Públicos en Iberoamérica.
México: Fondo de Cultura Económica, 1998, p.184
[65] M. A. Rodríguez, “Los Pardos Libres en la Colonia”, in Boletín de la Academia
Nacional de la Historia, No.299. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1992,
p.51; Carraciolo Parra Pérez, Historia de la primera república de Venezuela, tomo I.
Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1959, p.470-471
[66] “...lo peor de todo era [dice Miranda en abril de 1809] que para cometer este
atentado, se habían valido del Batallón de Mulatos, porque la milicia de Blancos ni la
tropa reglada no lo hubiesen ejecutado (...) estos señores viéndose aborrecidos en
América, y que su tiránica autoridad está ya en el punto de expirar, quieren ahora
librarnos a los furores de Mulatos, y Negros, por término de su infame gobierno en
aquellos infelices países!” Nota de Miranda [23/5/1809], in Archivo del General
Miranda, XXII. La Habana: Editorial Lex, 1950, pp.349-350 [en lo sucesivo sólo el
título, tomo, y la página]
[67] Carmón López Bohórquez, Francisco de Miranda (Precursor de las independencia
de la América Latina). Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, 2001, p.312;
“Cartas dirigidas al ilustre Cabildo de la Ciudad de Caracas” [Londres, 6/10/1808] in
Archivo del General Miranda, XXI, pp.368, 370
[68] Proclama 1: “Unámonos por nuestra libertad, por nuestra independencia. Que
desaparezcan de entre nosotros las odiosas distinciones de chaperones, criollos, mulatos,
&. Estas sólo pueden servir a la tiranía, cuyo objeto es dividir los intereses de los
esclavos para dominarlos unos por otros. Un gobierno libre mira a todos los hombres
con igualdad, cuando las leyes gobiernan las solas distinciones son el mérito y la virtud”
[s/f], en Ibidem, p.106; “Los indios y las gentes de color gozarán desde este instante de
todos los derechos y privilegios correspondientes a los demás ciudadanos.” “A los
pueblos del Continente Colombiano, alias Hispanoamérica” (artículo tres), in América
Espera. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1982, pp.262, 271; “Proclama a los Pueblos del
Continente Américo-Colombiano” [Coro, 2/8/1806], enAmérica Espera, p.356; El
fragmento citado corresponde al borrador de la proclama anterior, fechada en New York
el 10 de enero de 1806, in Archivo del General Miranda, XVII, p.339;
[69] Miranda a Wellesley[Londres, 6/8/1810], in ibidem, p.517
[70] Cf. C. Parra Pérez, op.cit., tomo II, p.27n;C. Leal Curiel, “Tertulia de dos
ciudades”, p.190
[71] “Discurso en el que se manifiesta el verdadero origen de las virtudes políticas…”
[Caracas, 4/7/1811], in Testimonios de la Época Emancipadora. Caracas: Academia
Nacional de la Historia, 1959, p.350
[72] Según Poudenx, cuando Miranda entró por la vía de Antimano, “…las gentes de
color mostraban un entusiasmo particular por su persona. Iban delante de él gritando
¡Viva el General Miranda!; pero poca gente distinguida tomó parte en este festejo.” Cf.
Juan Uslar Pietri, Historia de la Rebelión Popular de 1814. Madrid: Edime, 1962, p.33;
Pedro Urquinaona, Memorias de Urquinaona: Comisionado de la regencia española
para la pacificación del Nuevo Reino de Granada. Madrid: Editorial América, 1917
(1820), pp. 185-190; Francisco-Xavier Yánez, Compendio de la Historia de Venezuela.
Caracas: Academia Nacional de la Historia y Elite, 1944 (1840), pp. 191-192
[73] C. Leal Curiel, “Tensiones republicanas: de patriotas, aristócratas y demócratas. El
club de la Sociedad Patriótica de Caracas”, in Palacios, Guillermo (coord.), Los caminos
de la democracia en América Latina: revisión y balance de la Nueva Historia Política,
s. XIX. México: El Colegio de México, 2005; Requisa levantada por el Marqués de Casa
León [Caracas, 4/12/1812], AGI, Pacificación de Caracas, leg.437A, fs.2vto-3; R.
Semple, op.cit., p.114; Gabriel A. Muñoz, Monteverde: cuatro años de historia Patria
1812-1816, tomo 1. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.
Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela, 1987, p.148
[74] De acuerdo a Juan Germán Roscio la popularidad que tenía Miranda entro los
pardos, se debía “…trato y comunicación democrática” que mantenía con estos “y
demás gente de color…” Estos es, según él, lo que habría hecho que aquél se hiciese
presidente de la “tertulia patriótica”, refiriéndose peyorativamente de esta forma a la
sociedad de ese mismo nombre. Roscio a Bello [Caracas, 9/6/1811] Juan Germán
Roscio, Obras, tomo III, Caracas: Publicaciones de la secretaria general de la décima
conferencia interamericana, 1953, pp.26-27
[75] F. X. Yánez, op.cit., pp. 191-192; Karen Racine, Francisco de Miranda: A
Transatlantic Life in the Age of Revolution. Wilmington: Scholarly Resources, 2003,
p.234n; C. Leal Curiel, “Tensiones republicanas…”, p. n/d
[76] Cf. C. Leal Curiel, “El árbol de la discordia”, in Anuario de Estudios
Bolivarianos, Vol.VI, No.6, p.160
[77] C. Leal Curiel, “Tertulia de dos ciudades”, pp.192-193; “Artículo Comunicado”, in
Gaceta de Caracas, III, (17/1/1812), p.4
[78] “Concluye el Artículo Comunicado”, in Gaceta de Caracas, III, (24/1/1812), p.4;
Roscio a Bello [Caracas, 9/6/1811] J. G. Roscio, op.cit., pp.26-27
[79] Idem; La proclama del 10 de marzo la refiere Arévalo en su texto, la misma no
aparece publicada en la gaceta. “Representación de Pedro Arévalo” [Caracas,
11/3/1811], in Gaceta de Caracas, II, 146 (15/3/1811) , p.4
[80] Idem
[81] Cf. Tulio Arends, Sir Gregor McGregor (Un escocés tras la Aventura de América)
(Col. Tiempo de Venezuela). Caracas: Monte Ávila Editores. pp.42-43
[82] J. D. Díaz, op.cit., pp.90-91; “Túvose en consideración igualmente cuál sería la
suerte y las pretensiones de los pardos en consecuencia de la Independencia; discutióse
la materia, hubo opiniones de que este asunto precediese a la declaración, pero hecha
por el Presidente la moción de „que la suerte y condición de los pardos sea lo primero
que se tenga en consideración después de la Independencia‟, fue suficientemente
apoyada y sancionada para discutirse y resolverse.” “Sesión del 5 de julio de 1811”,
inCongreso Constituyente de 1811-1812, tomo I. Caracas: Congreso de la República,
1983, pp.125-126 [en lo sucesivo, sólo el título, el tomo, y la página]; “Derechos del
Hombre en Sociedad", in Gaceta de Caracas, III, 42 (23/7/1811), p.3
[83] “Sesión del 31 de julio de 1811”, inCongreso Constituyente de 1811-1812, I,
p.200
[84] Los diputados que hicieron este planteamiento fueron Ramírez, Peñalver y Maya,
representantes electos por Aragua de Barcelona, Valencia y San Felipe respectivamente,
ibidem, pp.205-207
[85] Ibidem, p.204
[86] Francisco Colón fue apresado y enviado a las cárceles de La Guaira, desde donde
hizo publicar un desmentido de las acusaciones que se le hacían, al mismo tiempo que
reconocía al legítimo gobierno que se “…constituyó en el memorable día 19 de abril.”
Francisco Colón, (Teniente de Granaderos de la Compañía de Pardos de Valencia),
“Representación”, in Gaceta de Caracas, I, 45, 13/8/1811), p.4
[87] “Sesión del 31 de julio de 1811”,inCongreso Constituyente de 1811-1812, I, p.206
[88] “Artículo 26. Todo hombre libre tendrá derecho de sufragio en las Congregaciones
Parroquiales, si a esta calidad añade la de ser Ciudadano de Venezuela, residente en la
Parroquia o Pueblo donde sufraga: si fuere mayor de veintiún años, siendo soltero o
menor siendo casado y velado y si poseyere un caudal libre del valor de seiscientos
pesos en la Capitales de Provincia siendo soltero y de cuatrocientos siendo casado,
aunque pertenezcan a la mujer o de cuatrocientos siendo en las demás poblaciones en el
primer caso y doscientos en el segundo; o si tuviere grado, u aprobación pública en una
ciencia o arte liberal o mecánica; o si fuere propietario o arrendador de tierras, para
sementeras o ganado con tal que sus productos sean los asignados para los respectivos
casos de soltero u casado”. Cf. José Gil Fortoul, Historia Constitucional de Venezuela,
tomo I. Caracas: Ediciones Sales, 1964, p.410
[89] Cf. J. Gil Fortoul, op.cit., p.411
[90] “Insurrección del día 11”, in Gaceta de Caracas, I, 41 (16/7/1811), p.3
[91] Este era probablemente el mismo Mateo Caballero quien también usaba ese mismo
alias, “Bonoso”, y cuyo nombre se mencionó en los implicados con los Conspiración de
1797. “Presos como autores y cómplices en la fuga de los reos de estado”, in
Documentos Relativos a la Revolución de Gual y España. Caracas: Instituto
Panamericano de Geografía e Historia, 1930, p.102 ; Causa de Infidencia a Matías
Caballero, alías „Bonoso‟ (pardo), AGN, Causas de Infidencia, vol.XVIII, fs.328ss
[92] Según una carta escrita en La Guaira por un testigo el 3 de agosto de 1811,
aparecida en el periódico inglés de tendencia patriota, The Morning Chronicle, “…se
matan y están puestas en perchas las cabezas de los traidores, con un letrero debajo que
dice: „Este hombre ha muerto por traidor a la patria.‟ Dos fueron ahorcados ayer,
condenados por la Sociedad Patriótica, pero no se dijeron sus delitos.” Cf. J. Uslar
Pietri, op.cit., p.34
[93] Narciso Coll Y Prat, Memoriales sobre la Independencia de Venezuela. Caracas:
Academia Nacional de la Historia, 1960, p.181 [Las itálicas son mías]
[94] Antonio Ignacio de Cortabarria, A los vecinos y habitantes de las provincias de
Caracas, Barinas, Cumana, y Nueva Barcelona. [Puerto Rico, 20/07/1811], AGI,
Pacificación de Caracas, leg.437, fs.6-7
[95] Sólo a manera de ejemplo, veamos lo que escribió el oficial patriota, José de
Austria: “Esta gente inhumana y atroz, cebándose en la sangre y bienes de los patriotas
(…) marchando contra el vecindario de Caracas, cometieron en aquellos valles, y
especialmente en el pueblo de Guatire, los más horrendos asesinatos, robos, violencias y
devastaciones. Los rendidos, los pacíficos labradores, los hombres más honrados, los
inocentes, morían a pistoletazos y sablazos, o eran azotados bárbaramente, aun después
de haberse publicado el armisticio. Por todas partes corría sangre…” José de Austria,
Bosquejo de la Historia Militar de Venezuela en la Guerra de su Independencia, tomo
I. Valencia : Imprenta del Coronel Juan D‟Sola, 1857, p.226
[96] Clément Thibaud ha estudiado el caso de los levantamientos de esclavos de
Barlovento, a través de los registros demográficos de John V. Lombardi. De acuerdo a
estos, en Curiepe, no hubo sino dos curas entre 1784 y 1820, ninguno de ellos estuvo en
la época que nos ataña. En Capaya, hubo sacerdotes en 1784, y de 1805 a 1809, y luego
el siguiente nombramiento se produjo en 1818. En Río Chico hubo curas de 1802 a
1807, y luego de 1809 a 1811. C. Thibaud, Guerre et Révolution(Les armées
bolivariennes dans la guerre d'independence Colombie-Venezuela, 1810-1821). Tesis
Doctoral, Universidad Panteón-Sorbona, Paris 1, p.154
[97] Acta de conscripción de esclavos [s/f] Archivo del General Miranda, XXIV, p.413
[98] Paz del Castillo a Miranda [Caracas, 5/7/1812] Francisco de Miranda, Archivo del
General Miranda, vol, XXIV, p.288
[99] Francisco Paúl al General Miranda[Caracas, 7 de julio de 1812], inEpistolario de
la Primera República, tomo II. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1960, p.65
[100] Se trataba de la respuesta a un manifiesto que publicara al general realista
Monteverde. “Observaciones de un ciudadano de Caracas sobre este manifiesto”,
inGaceta de Caracas, III, (5/6/1812), p.3
[101] “Oficio del general Miranda a Monteverde”; “Contestación de Monteverde”, in J.
d. Austria, op.cit., pp.155-156
[102] G. A. Muñoz, op.cit., pp.87, 194, 279n; J. d. Austria, op.cit., p.148; P.
Urquinaona, Memorias de Urquinaona..., p.183
[103] Autos sobe situación en Caracas, documento identificado como No.4 [Caracas,
11/12/1812] AGI, Pacificación de Caracas, leg.437A, fs. 1-3
[104] Requisa levantada por el Marqués de Casa León [Caracas, 4/12/1812], AGI,
Pacificación de Caracas, leg.437A, f.2vto.
[105] “…el día después de publicada la constitución se quebrantó con escándalo a la
faz de la capital, y de sus pueblos circunvecinos, arrastrando a las cárceles de aquélla
ciudad y bóvedas de la Guaira doscientos y tantas personas que fueron arrancadas de sus
casas y del seno de sus familias sin precedente sumario, sin auto de prisión, sin
recibirles declaración alguna; y muchas de ellas sin saberse ni quién las prendía, ni de
orden de quién ni por qué…” José Francisco de Heredia et al. al Rey [Nueva Valencia
del Rey, 09/02/1813], AGI, Pacificación de Caracas, leg.437A, f. 8vto.
[106] Dada la ausencia de información existente sobre esta rebelión en el documento
que la refiere, es muy probable que la misma haya sido planeada después de julio de
1812, ya que es a principios de ese mes que la causa de infidencia de Francisco Espejo
es sobreseída.
[107] De algunos españoles habitantes españoles de Venezuela emigrados a Curazao
[Curazao, 26/08/1813] AGI, Pacificación de Caracas, leg.437B, f.10vto.
[108] En este sentido, dado el apoyo decidido que habían dado a la causa republicana
los Pardos que aún permanecían en la ciudad, las persecuciones que habían sido objeto
en tiempos de Monteverde, y el perfil rural de las fuerzas realistas, ¿hasta qué punto
simpatizaron con las nuevas autoridades realistas?
[109] F. J. Vergara Y Velasco, 1818 (Independencia). Bogotá: Librería Americana,
1892, pp.178ss
[110] José Antonio Llamozas, “Memorial presentado al Rey” [Madrid, 31/7/1815], in
Germán Carrera Damas (comp.), Materiales para el estudio de la cuestión agraria en
Venezuela, Vol.I. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1964, p.169; José
Cevallos, “Representa sobre lo necesario y conveniente que será mejorar por los medios
que indica, u otro, el estado civil de las castas…” [Caracas, 22/7/1815], in James F.
King, “A Royalist View of the Colored Castes in the Venezuelan War of
Independence”, in The Hispanic American Historical Review, Vol. 33, No. 4
(Nov.1953), pp.535, 537
[111] Constitución política de la Monarquía Española : Promulgada en Cádiz a 19 de
Marzo de 1812 (Precedida de un Discurso preliminar leído en las Cortes al presentar la
Comisión de Constitución el proyecto de ella) Madrid: Imprenta Nacional, 1820, p.10
[112] El autor de este testimonio, un blanco peninsular, se queja de que fue “…puesto
en la cárcel pública, confundido con toda clase de personas y colores.” Joseph de
Monterola al Rey [Curazao, 01/11/1813] AGI, Pacificación de Caracas, leg.437B, f.4
[113] Copia No.5. José Costa y Gali al Rey [Puerto Rico, 25/09/1813] AGI, Audiencia
de Caracas, leg.109, f.14; Joseph de Monterola al Rey [Curazao, 01/11/1813] AGI,
Pacificación de Caracas, leg.437B, f.3
[114] Paul Verna, Bolívar y los emigrados patriotas en el Caribe (Trinidad, Curazao,
San Thomas, Jamaica, Haití). Caracas: Instituto Nacional de Cooperación Educativa,
1983, p.200
[115] Ivette Pérez Vega, “El efecto económico, social y político de la emigración de
Venezuela en el sur de Puerto Rico (Ponce), 1810-1830”, in Revista de Indias,
vol.XLVII, No.181 (1987), pp.877ss
[116] Uno de ellos pudo ser el músico pardo, Lino Gallardo, quien, a pesar de su
formación musical, no podemos considerarlo como miembro de la elite de los de su
„calidad‟. Para 1797 sabemos que vivía en Caracas, tenía 24 años de edad; luego,
cuando estalla la Revolución de Caracas catorce años más tarde, se une a la Sociedad
Patriótica y hasta compone la música para canciones patrióticas. “Lino Gallardo” in
Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Fundación Polar, 1997
[117] N. Coll Y Prat, op.cit., p.161. Tomás Straka, La Voz de los Vencidos(Ideas del
partido realista de Caracas, 1810-1821). Caracas: Comisión de Estudios de Postgrado,
Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela, 2000,
pp.181-188
[118] C. Thibaud, "Coupé têtes, brûlé cazes", in Annales HSS, vol.LVIII, No.2, p.317
[119] N. Coll Y Prat, op.cit., p. 181.
[120] Laureano Vallenilla Lanz, Cesarismo Democrático. Caracas: Monte Ávila, 1990.
Para una visión historiográfica de lo que ha significado la tesis de una “guerra civil”, así
como otras propuestas que han buscado explicar el conflicto bélico independentista,
véase: F. Langue, “L‟histoire officielle au Venezuela: vertus et paradoxes d‟une histoire
nationale”, in Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, Nº. 40 (2003), pp. 355-372
[121] Véase G. Carrera Damas, Boves. Aspectos socio-económicos de la Guerra de
Independencia. Caracas: Ediciones de la Biblioteca Central/Universidad Central de
Venezuela, 1972
[122] José Cevallos, “Representa sobre lo necesario y conveniente que será…”, p.535
[123] Copias de documentos remitidos sobre situación de Venezuela. No.3: José
Francisco Heredia al Gobernador y Capitán General, Don Francisco de Montalvo [Coro,
20 Octubre de 1814] AGI, Estado, Caracas, legajo 109
[124] Cf. J. Uslar Pietri, op.cit., p.212
[125] J. Uslar Pietri, op.cit., p.21; José María Caballero,Diario de la independencia.
Bogotá: Talleres Gráficos Banco Popular. 1974, en línea:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/diarioindep/diario9a.htm [06/08/2007]; J. d.
Austria, op.cit., p.162; I. Pérez Vega, op.cit., pp.877-878; Cf. Lino G. Canedo,
“Emigrados de Venezuela en St. Thomas”, in El Movimiento Emancipador en
Hispanoamérica, I. Caracas: Monte Avila Editores, 1961, p.368
[126] Marixa Lasso, “Haiti as an image of Pupular Republicanism in Caribbean
Colombia (Cartagena Province, 1811-1828)”, in David Geggus (ed.), The Impact of the
Haitian Revolution in the Atlantic World. Columbia: University of South Carolina
Press, 2002, pp.178ss
[127] Sobre la apreciación que tenía S. Bolívar de los Pardos, se puede consultar: A.
Helg, “Simon Bolivar and the spectre of pardocracia: José Padilla in post-independence
Cartagena”, in Journal of Latin American Studies (Agosto 2003). Cambridge:
Cambridge University Press, 2003, en línea:
http://www.accessmylibrary.com/coms2/summary_0286-2361449_ITM [06/08/2007]
[128] Entiendo por Gran Caribe, las regiones americanas cuyas sociedades estaban
principalmente conformadas por afro-descendientes, a causa de la introducción masiva
de esclavos entre los siglos XVII y XIX. En tal sentido, ese espacio geo-histórico
comprende desde el Brasil hasta Virginia, y desde Veracruz hasta Barbados. N. del A.
Tal vez podría argumentarse que otras manifestaciones de rechazo al Antiguo Régimen
por parte de otros sectores subalternos (como las insurrecciones indígenas en la Nueva
España) deberían ser considerados también como parte integrante del „sistema histórico‟
al cual me refiero, lo cual, desde una perspectiva analítica más amplia podría ser cierto;
pero dada la relevancia que tuvo el „estigma africano‟ en las discusiones y debates sobre
ciudadanía, el carácter de enfrentamiento “racial” que tuvieron algunas facetas de los
enfrentamientos, y sobre todo la toma de conciencia que manifestaron tener muchos
individuos de color sobre sus derechos políticos, parecieran ser factores suficientes que
fortalecen la tesis de una especificidad gran caribeña de los procesos revolucionarios a
los que me refiero. N. del A.; Un Sistema Histórico es “…una red integrada de procesos
económicos, políticos y culturales cuya totalidad mantiene unido al sistema”, y que es
definido por situaciones comunes que sólo en ellos se generan. Immanuel Wallerstein,
Impensar las Ciencias Sociales. México: Siglo XXI Editores, 1999, p.250; Alain
Yacou, “La revolución confiscada: la isla de Guadalupe de 1789 a 1803”, in José A.
Piqueras (ed.), Las Antillas en la era de las luces y la Revolución. Madrid: Siglo XXI,
2005, p.43ss; David Geggus, “The Haitian Revolution”, in H. Beckles; V. Sheperd,
Caribbean Slave Society and Economy: A Student Reader. New York: The New Press,
1991, p.402
[129] D. Geggus, “Slavery, War and Revolution in the Greater Caribbean”, in D.V.
Gaspar & D.P. Geggus, A Turbulent Time. Bloomington; Indianapolis: Indianapolis
University Press, 1995, p.5
[130] “Extracto de una noticia de la Revolución que sirve de introducción a la historia
de los padecimientos del doctor Roscio, escrita por él mismo” [31/12/1812], A. Uslar
Pietri (comp.), Testimonios de la Época Emancipadora, Caracas, Academia Nacional de
la Historia, 1961, pp.145-146
Para citar este artículo
Referencia electrónica
Alejandro E. Gómez, « La Revolución de Caracas desde abajo », Nuevo Mundo
Mundos Nuevos, Debates, 2008, [En línea], Puesto en línea el 17 mai 2008. URL :
http://nuevomundo.revues.org/32982. Consultado el 30 juillet 2011.
Autor
Alejandro E. Gómez
EHESS/CERMA. E-mail: agomez[at]ehess[point]fr
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