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Un Barrio sin espacio
para más locutorios
1 Vinalopó latino Mayo de 2009
trabajo Modelos de negocio
Los locutorios, un oasis en un
océano de hundimiento y depre-
sión, comienzan a notar el descenso
de beneficios. Este descenso es
generalizado en toda España, donde
el dinero enviado por inmigrantes
se redujo un 20% a finales del 2008,
según el Banco de España. Si en
diciembre de 2007 los extranjeros
mandaron a sus países 2.316 millo-
nes de euros, en el mismo periodo
del año pasado esta cifra bajó hasta
los 1.839 millones.
El envío de las remesas se ha
invertido en algunos casos y ahora
los inmigrantes, tras perder sus
empleos, subsisten gracias al dinero
que le envían sus parientes. Pero
cuando la situación es insostenible,
se ven obligados a retornar a sus
países de origen. Y esto afecta en
gran medida a los locutorios.
El barrio de Altabix en la ciudad
de Elche, típico barrio de trabajado-
res que bien podría formar parte de
una localidad mucho más pequeña,
es un escenario donde en los últi-
mos años ha proliferado el comercio
del añoro. De la nostalgia. Carlos,
Colombiano, propietario del locuto-
rio Hergiza, señala las sillas vacías y
las cabinas solitarias. “El negocio ha
descendido mucho. Ahora se envían
la mitad de remesas, y viene menos
gente. Pero, lo que más ha afectado
realmente, es el exceso de locuto-
rios que hay en este barrio”. Es
cierto que Carlos se muestra enfa-
dado, disgustado por el
hundimiento de su medio de subsis-
tencia, y por lo tanto, subjetivo. Pero
la realidad es que, paseando por las
calles de este barrio obrero, no deja
de llamar la atención la cantidad de
locutorios que hay. En la calle Gre-
gorio Marañón coexisten dos
locutorios. Enfrentados el uno con
el otro, cada uno en una cera, como
en una guerra de trincheras.
El primero de ellos, está regen-
tado por Luis, un simpático
uruguayo de 34 años de edad. Es co-
propietario del primer locutorio que
se instaló en el barrio de Altabix. Se
llama Guay, un nombre bastante elo-
cuente tratándose del país de donde
proceden. “Es una empresa familiar.
Lo tenemos varios, y vamos
haciendo turnos. Fue un traspaso. Mi
mujer trabajaba para el dueño que
había antes, y cuando éste decidió
dejarlo, pensamos que era una
buena oportunidad para tener un
negocio”. Claro que Luís tenía otras
aspiraciones en la vida. En el colegio
nunca soñó con trabajar en un locu-
torio. Desde bien temprano, sintió
curiosidad por los grandes pensa-
dores. Platón, Aristóteles, Sócrates.
Genios universales, sólo al abasto de
aquel que nazca en el lugar ade-
cuado. “Llevamos cinco años en
España. Mi mujer y yo estábamos
estudiando en la universidad. Ella
estudiaba veterinaria, y yo filosofía.
Nos fuimos sin acabar la carrera. La
idea era que ella siguiera estudiando
aquí, pero por la problemática de las
convalidaciones, no pudo acabarla”.
Entre los clientes del locutorio
guay, puede observarse que la
mayoría son inmigrantes. A través de
la conversación, de forma inevitable,
se acaba hablando de la crisis. Es un
tema recurrente y que, consecuente-
mente, forma parte del espíritu de
nuestro tiempo.
“Con esto de la crisis, última-
mente vienen más españoles. Pero el
negocio tampoco se ha venido muy
abajo. Diría que se mantiene igual.
Cuando estuvo el tema de la regula-
rización, se trabajó muy poco.
Ahora, con la crisis, se trabaja un
poco más. La gente llama más por
teléfono de la cabina. De repente
estás en tu casa y te cortan internet,
vienes aquí que hay ordenadores. Es
un negocio que se gana a céntimo.
Porque para ser competitivo con
tantos locutorios, el porcentaje de
ganancia debe ser muy pequeño. Te
sacrifica estar abierto todo el día,
todos los días”. Luis también per-
cibe que en el barrio hay un exceso
de locutorios. Habla de ello como
de una plaga que se ha instalado en
las calles. “Empezaron a brotar por
todos lados. Nosotros somos los
más antiguos. No hay suficiente
clientela para todos los locutorios”.
Además también habla de la
reducción de los envíos de dinero.
El principal mal que acusan este tipo
de comercios. “Se ha reducido un
poco. Muchos de los que estaban
enviando, enviaban para comprarse
una casa. Y cuando la tenían casi
comprada, y vieron el tema de la cri-
sis de acá y que se han quedado sin
trabajo, se han vuelto. Muchos de
los que enviaban dinero, no era para
que su familia coma, sino para com-
prarse una casa. Y estos ya se han
ido”. De repente, Luís se detiene en
silencio, mira a uno de los chicos
que están en los ordenadores, como
vigilándole, y sigue hablando. “De
momento no hemos visto cerrar nin-
gún negocio. Nosotros tampoco
hemos pensado en ello. Es un nego-
cio familiar y no sobra nadie. Por
que hay siempre que reponer cosas
que se van rompiendo. Cada uno
trabaja unas horas, y cobra depen-
diendo de cuantas trabaje. Es una
fuente de trabajo que siempre tene-
mos.
Los ordenadores es lo que más se
estropea. Se rompen más rápido de
lo que tardamos en repararlos”.
El uruguayo, toma un sorbo de
una extraña botella, con tintes ára-
bes, y comienza una criba contra el
ayuntamiento, achacándoles incom-
petencia y discriminación. No,
discriminación no. Es una palabra
muy fuerte. Trato diferencial. “Las
medidas del ayuntamiento respecto
a los locutorios es que no te dejan ni
vender comida, ni bebida, y ninguna
otra cosa que sea teléfonos. Esta-
mos luchando ahora para que nos
permitan los ordenadores. Los orde-
nadores necesitarían licencia de
ordenadores. Porque si los locuto-
rios fuesen solo teléfonos no
funcionaria. Es una cosa que falta en
este ayuntamiento. El trato. Para
ellos, somos ciudadanos de
segunda. En el momento que hemos
tenido que hacer queja, denuncia,
no han hecho nada. Nos pusieron un
contenedor enfrente de la fachada.
Nos tapaba todo. Pusimos una
denuncia. Nos dijeron, es una obra.
Y hay que fomentar el trabajo. Ya
pero, ¿no pudieron ponerlo en la
otra cera?”. Luís, desahogado, des-
pués de haber soltado todo lo que
debería escuchar un abogado,
comenta el lado positivo de los
locutorios. “Lo bueno de los locuto-
rios, ahora mismo con los
ordenadores, es que muchos inmi-
grantes que no tenían ni idea de
informática, con el tema de messen-
ger y las video-llamadas, han venido
y se les ha enseñado un poquito.
Olga, una colombiana que lleva 8
años viviendo en Elche, trabaja
desde que llegó en el locutorio
amigo, casi en frente del locutorio
guay. Ella iba a ser una de las que se
queda en su país, aguardando el
aliento de un subsidio que le manda
su esposo, expatriado al otro lado
del océano.
“Mi marido vino primero. Me dijo
que viniera por que acá estaban
mejor las cosas. Qué había más tra-
bajo. Pero a mí me daba un poco de
miedo. No sabía lo que me iba a
encontrar. Y además, dejar a la fami-
lia, tu casa, todo”. Afortunadamente,
Olga mantiene su empleo y es más
optimista que el resto de sus cole-
gas. Algo que resulta lógico y
Existen otros locutorios que,en lugar de acortar las distancias,abren una brecha infranqueableque separa todavía más a laspersonas. Son los locutorios delas cárceles de la comunidadvalenciana. Cabinas que lospresos utilizan para ver a lasvisitas, y que bien podríanencajar en cárceles de Angola oSierra Leona. Resulta injustocomparar cualquier cosa deeuropa con su simil en el tercermundo. Se hace cuando se quierecriticar algo, degradándolo hastaasemejarlo a la máxima expresiónde la pobreza. Pero en esta caso,existe o parece que existe, ciertaanalogía entre ámbas realidades.
La cárcel de pikasent, en laprovincia de Valencia, permiteque los reos reciban visitas lossábados durante cuarenta y cincominutos. Tras esperar otrostreinta minutos, los amigos ofamiliares entran en una cabinaindividual. El habitáculo carece deteléfono, interfono, o cualquierartilugio inventado en el siglo XX
que permita una conversaciónnormal. En su lugar, una pequeñarendija de hierro que oculta unconducto estrecho justo pordebajo del grueso cristal,impidiendo el paso a presos,balas, drogas y calor humano.
A través de esa rendija, la vozse oye leve y lejana, como un ecofantasmagórico de alguien que yase fue. Incluso estando sentadocon la oreja pegada al conducto,es dificil oir con claridad a esepreso, a ese condenado queantes de nada, fue amigo,familiar o ser querido. Los dos,visitante y reo, a poco más demedio metro, separados por unadistancia de miles de kilómetros.Uno a cada lado del cristal, posanlas manos sobre el muro invisible,esperando sentir el tácto fictício,cómo un inmigrante que posa sumano sobre la pantalla de unordenador. En realidad es lomismo, sólo que cada uno vive ensu cárcel particular. El sindicatode prisiones ha denunciado estehecho. Sigue sin haber respuesta.
Los otros Locutorios
Alejandro J. Plaza. Elche
Locutorio Guay A.PLAZA
El barrio de Altabix alberga varios locutorios que convivenapelotonados, sufriendo los malos tiempos de la economía mundial
En la calle GregorioMarañón coexisten doslocutorios enfrentados
El dinero enviado porinmigrantes se redujo , un20% a finales del 2008,según el banco de España
Vinalopó latinoMayo de 2009 2
comprensible, cuando uno se
encuentra en el locutorio amigo.
Está a rebosar. Sin duda, este es el
locutorio que más fama y éxito tiene
en el barrio de Altabix. O por lo
menos, tiene toda la fama que se
puede tener siendo un locutorio de
barrio. “Hay bastante clientela, a
pesar de las crisis. Nosotros segui-
mos haciendo buena caja. Y de
momento, por lo que yo veo, los
locutorios que hay en el barrio se
mantienen a flote.”
Muestra de ello es que, durante la
entrevista, se suceden multitud de
interrupciones a causa de la afluen-
cia de clientes que acuden al mos-
trador. Después de cobrar varias
llamadas desde las cabinas, e iniciar
una sesión de internet para unos
jóvenes imberbes, Olga vuelve tra-
tando de recordar cuál era la
pregunta que le habían hecho. En
este caso, sí coincide con el resto de
los locutorios. “Aunque hay cosas
que han mermado. Por ejemplo, el
envío de dinero. Antes de la crisis, la
gente tenía su trabajito y mandaban
dinero para su país. Ahora, mandan
mucho menos dinero que antes. O
incluso no mandan nada.”
Sin embargo, hay detalle que
Olga destaca y que nadie antes
había comentado. El locutorio como
lugar de encuentro. “Lo que más me
gusta de este trabajo, aparte de que
puede llegar a ser un poco monó-
tono, es el ambiente. Algunas veces
vienen aquí compatriotas del mismo
país. Ecutorianos, Colombianos
…etc. Y conversan aquí. Se reúnen,
se encuentran con sus amistades.
Digamos que hay un ambiente más
distendido”.
Mª del Cármen Peñaranda Cólera,
en su estudio sobre los locutorios
como espacios sociales transnacio-
nales, afirma que los locutorios son
pequeños espacios multiculturales
sin fronteras. Las tecnologías hacen
posible que el emigrado pueda reu-
nirse todos los días, de una manera
un tanto especial, con sus familiares
y seres queridos. Los locutorios
posibilitan el “irse, sin marcharse del
todo”.
La tecnología también ha permu-
tado estas relaciones
transnacionales, en el sentido de
que ha transformado los canales de
contacto y ha creado nuevas formas
de comunicación. Las viejas y
romanticas fórmulas para llegar
hasta un ser quérido en la lejanía,
han quedado obsoletas. ¿Para qué
vas a molestarte en escribir una
carta cuando puedes hablar directa-
mente por teléfono? Oír la voz de
una persona socialmente cercana, o
incluso verla a través de una cámara
web, ayuda al emigrado a superar
algunas dificultades, sobretodo
aquellas que tienen que ver con el
ánimo y la autoestima.
Además de ello, los locutorios
son también un punto de encuentro
para gente que se encuentra en la
misma situación. Como la cola de un
paro, o el autobús que recoge todos
los días a los enfermos de cáncer
que tienen que recibir una sesión
más de quimio. Son situaciones que,
inevitablemente, crea relaciones
sociales que quizá jamás hubieran
existido. Los locutorios son, en este
sentido, un punto de reunión para
compatriotas. Y a esta capacidad
para afrontar los problemas, tra-
tando de cogerse de las manos, se
refieren aquellos que hablan del ser
humano como algo maravilloso.No
hay duda de su importancia en este
mundo de viajeros. No obstante, en
Altabix sobran locutorios.
Locutorio Guay A.PLAZA
“Estamos luchandoahora para que nos per-mitan tener ordenadoreslegalmente”
Los locutorios son unespacio transnacional queposibilita el “irse, sin mar-charse del todo”
La tecnología ha trans-formado los canales decontacto creado nuevasvías para la comunicación
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