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6 travelport Mayo / Junio 2010
IIFFNNII::
Refugio en Buyarifen
IIFFNNII::TTRRAASS LLAASS HHUUEELLLLAASS DDEE EESSPPAAÑÑAA ((11))TTRRAASS LLAASS HHUUEELLLLAASS DDEE EESSPPAAÑÑAA ((11))
EESSPPAAÑÑAA OOCCUUPPÓÓ EENNTTRREE 11993344 YY11996699 UUNN PPEEQQUUEEÑÑOO EENNCCLLAAVVEE EENNLLAA CCOOSSTTAA OOCCCCIIDDEENNTTAALL DDEEÁÁFFRRIICCAA EENN EELL QQUUEE FFUUNNDDÓÓ LLAACCIIUUDDAADD DDEE SSIIDDII IIFFNNII
turismo de raíces
Mayo / Junio 2010 travelport 7
Mayo / Junio 20108 travelport
Su origen histórico data del establecimiento de Santa Cruz de
Mar pequeña, un fuerte levantado por Diego García de Herrera
en 1478 junto al cabo Guer, en la costa occidental africana y
que, hostigado por las tribus locales, fue perdido en 1526. El
tratado de Wad Ras de 1860 reconoció en su artículo 8º el dere-
cho de España a poseer un esta-
blecimiento pesquero donde estu-
vo aquel fuerte pero, habiéndose
perdido la pista de su ubicación
exacta, se produjeron numerosas
discusiones sobre dicho emplaza-
miento; desde quien defendía que
en Puerto Cansado, hasta quien
opinaba que en Agadir. Al final se
acordó, sin excesivas pruebas his-
tóricas en su favor -por no decir
ninguna- situarlo en torno a la des-
embocadura del río Ifni, acaso el
peor y más improbable de todos
los emplazamientos posibles.
Lo exótico del lugar, su absoluta
carencia de interés económico o
estratégico, las constantes dificul-
tades puestas por el sultán para
hacer efectivo el tratado de 1860
y el olvido, cuando no la oposi-
ción, de los sucesivos gobiernos
españoles a ocupar el territorio
que se le había asignado a España
y que quedó delimitado en el tra-
tado hispano-francés de 1912, hizo
que la soberanía española sobre
Ifni fuera una entelequia hasta
1934. Entonces, el consejo de
ministros presidido a la sazón por Alejandro Lerroux, debida-
mente presionado por Francia, que había pacificado ya la zona
sur de su protectorado de Marruecos y quería que España hicie-
ra lo propio en la de su teórica dependencia, ordenó al coronel
Capaz que desembarcara en la costa, junto al río Ifni y cabe el
caserío de Amezdog para hacer
real lo convenido en los tratados.
Entre ese momento y 1957 Espa-
ña hizo del mísero aduar una ciu-
dad de agradable aire colonial y
extendió su autoridad sobre el
territorio que se le había asignado
entre los cauces de los ríos Bu
Sedra en el norte y Asaka (o Nun)
en el sur, con una profundidad de
25 kilómetros hacia el interior. En
total, unos 1.700-1.800 kilóme-
tros cuadrados de montañas que
descienden sobre el mar junto al
Atlántico y se suavizan hacia el
interior en una llanura que rinde,
al sudeste, con la población,
entonces francesa, de Gulimín.
LA GUERRA DE IFNI
Ifni, poblada por la tribu de los Ait
Baamarán, vivió en la placidez de
una administración colonial bené-
vola hasta que en 1957, tras la
independencia de Marruecos,
llegó el vendaval irredentista.
Aparecieron entonces bandas
rebeldes, aparentemente ajenas a
la autoridad del sultán pero
Hay quienes viajar por placer y otros que lo hacen por obligación.Entre estos últimos estaban antaño aquellos que, obligados por el
cumplimiento del servicio militar, les correspondía por sorteoprestarlo fuera de su lugar de residencia habitual. Los destinos mástemidos, y menos deseados, eran los de África, tanto por la lejanía,
como por la penosidad, supuesta o real, del servicio. Muy pocosrecuerdan acaso que entre estos últimos destinos estaba el de Ifni,un territorio que fue formalmente provincia española hasta 1969, en
que fue retrocedido a Marruecos.
La arquitectura de Sidi Ifnirecuerda la de una ciudad de laEspaña meridional y 42 años
después de su entrega aMarruecos aún conserva rótulos
de sus calles en español
Emoción ante el lugardonde vivió en la etapa
de instrucción
travelport 9Mayo / Junio 2010
Hotel Suerte Loca, el más antiguo de la ciudad
Aquí estuvo el Gobienro General del AOE
Mayo / Junio 201010 travelport
Dormiotorio de tropa
Zoco
travelport 11Mayo / Junio 2010
subrepticiamente alentadas y armadas por éste, que pretendían
la expulsión de España y la reincorporación del territorio a
Marruecos. En la madrugada del 23 de noviembre tuvo lugar un
ataque generalizado que aisló e incomunicó todos los puestos
del interior y pretendió rendir la capital con lo que hubiera
podido ser una verdadera "noche de San Bartolomé" o de los
"cuchillos largos", de la que salvó gracias a la leal y oportuna
confidencia de un nativo para con su oficial.
El ejército español, escasamente dotado en efectivos huma-
nos y con una exasperante indigencia de material moderno,
logró a duras penas liberar los puestos asediados y replegarse
sobre la ciudad, decidiendo entonces Madrid abandonar todo el
territorio interior, que fue inmediatamente ocupado por
Marruecos, y salvaguardar Sidi Ifni mediante un perímetro
defensivo en su derredor. A este abandono real de casi todo Ifni
siguió, curiosamente, un decreto que lo convertía, en una
auténtica pirueta de ficción jurídica,
en "provincia" y los escolares de enton-
ces empezamos a estudiar en geografía
las poblaciones de aquel territorio ocu-
pado por Marruecos por mor de nuestro
abandono como si realmente fueran
españolas, algo verdaderamente surre-
alista.
La "guerrita" -sólo cabe denominar
así unas acciones militares que en Ifni
duraron poco más de un mes, aunque
causaron algunos muertos, bastantes
heridos y otros tantos desaparecidos y
prisioneros por Marruecos- tuvo una
consecuencia directa: el desarme de la
tropa nativa que hasta ese momento
había sido mayoritaria, tanto en la uni-
dad de Tiradores de Ifni -la infantería
local- como en la de Policía y su sustitución por efectivos euro-
peos, nutridos, y ahora llegamos al punto del inicio de nuestro
relato, por mozos procedentes de la recluta forzosa, que fue-
ron destinados a cubrir los puestos de vigilancia en primera o
segunda línea, de la línea de defensa establecida en torno a la
ciudad.
LA LÍNEA DEFENSIVA DE SIDI IFNI
Esta defensa perimetral, que el viajero y estudioso francés René
Péllissier ha calificado acertadamente como una verdadera
"línea Maginot" , estaba formada por trincheras cavadas en lo
alto de las montañas que circundan Sidi Ifni y resguardada por
una segunda línea de cuarteles de fortuna construidos con pie-
dra, adobe y cal, algunos de ellos con capacidad para hasta dos
compañías. Eran todos ellos, pero sobre todo los de primera
línea, destinos de una extraordinaria dureza, ya que en los
puestos avanzados se vivía en cavernas excavadas en la roca o
en la tierra, en buena parte subterráneas, hasta cuyos recintos
había que trasladar diariamente desde los puestos de segunda
línea la comida y el agua. Los soldados asignados a estas posi-
ciones de vanguardia permanecían encerrados en sus recintos,
rodeados de alambradas, sin poder asearse más que muy sucin-
tamente, en lucha constante con los piojos, pulgas y chinches,
con la mirada atenta sobre la posible presencia de la peligrosa
"viti", la mortífera víbora de los montes de Ifni y alumbrándose
tras el ocaso con velas y linternas.
Lo más chusco del caso es que el "alto el fuego" establecido
con Marruecos tras el tratado de Cintra de 1958 fue siempre res-
petado por el enemigo y nunca se produjeron acciones milita-
res, ni siquiera escaramuzas. Más aún, los soldados españoles
confraternizaban en la distancia con sus vecinos e intercambia-
ban con ellos, y con los campesinos de los aduares cercanos,
situados más allá de las alambradas, diversas mercancías; por
ejemplo, cerveza por huevos o tabaco por pollos.
La tensión estaba, con todo, a flor de piel y se producían, eso
sí, alarmas, casi siempre nocturnas e injustificadas. El ruido
contra las alambradas en medio de la oscuridad era causado fre-
cuentemente no por ningún avieso
infiltrado, sino por algún chacal que
acudía en busca de los deshechos de la
comida de los soldados y la presencia
de cualquier humano que se negaba a
dar el santo y seña podía responder a
su estado de embriaguez. Se dio el
caso de cierto capitán que, prevalién-
dose de su grado, se negó a dar el
código preestablecido y fue obligado
por el centinela a echarse cuerpo a
tierra para proceder a su identifica-
ción. El oficial hubo de tragar su indig-
nación por la humillación recibida por-
que el soldado se había limitado a
cumplir estrictamente con su deber.
Nuestra "línea Maginot" de Ifni tenía,
sin embargo, sus portezuelas, tal como
recuerda Péllisier, quien transcribe el testimonio de uno de los
interlocutores con los que habló durante la visita que giró en
1967: "Hay aproximadamente 15.000 hombres de tropa, contan-
do los de la montaña, y la nueva frontera está constituida por
alambradas y minas. Pero los civiles europeos no pueden apro-
ximarse. De hecho nosotros no podemos abandonar Sidi Ifni y el
puerto. Por el contrario, los árabes de aquí pueden alcanzarlo
con el acuerdo de los marroquíes. Van y vienen de una parte y
de la otra. Y los que se han quedado del otro lado de la línea de
demarcación, vienen al mercado" .
RUMBO A IFNI
Parecería que quienes anduvieron por estos pagos en semejan-
tes circunstancias habrían de repudiar de su memoria aquellos
tiempos de privaciones y miserias -los soldados recuerdan que
pasaban mucha hambre en la montaña, atenuada por los citados
intercambios con el enemigo y los paquetes remitidos por las
familias- pero la distancia atempera los sinsabores y mantiene
vivos los recuerdos felices: la camaradería con los iguales, las
mil y una anécdotas vividas, el exotismo del lugar y, en fin, la
juventud perdida. De ahí que no pocos veteranos de tales lides
La zona fue escenario deuna breve guerra habidatras la independencia de
Marruecos en la queparticiparon jóvenes
españoles que cumplían suservicio militar; muchos de
ellos recuerdan aquellaperipecia y visitan
asiduamente la tierra en laque pasaron cerca de año ymedio de su vida y de la queguardan muchos recuerdos
Antiguo escudo nacional
Comandancia de Marina
Atardecer en el parque
Vivienda de Sidi Ifni
se hayan unidos en colectivos asociativos y regresen a Ifni con
cierta asiduidad para recordar viejos tiempos.
El azar quiso que supiéramos de una Asociación Catalana de
Veteranos de Ifni que organiza cada año un viaje al territorio
que fue español, y nos unimos al programado para el inicio de
la primavera de 2011. Ifni no está geográficamente lejos de
España -en realidad se halla a muy pocos kilómetros de la isla
de Lanzarote- pero llegar allí desde la península cuesta una jor-
nada entera. Hay que volar a Casablanca, cuyo aeropuerto ejer-
ce de "hub" del espacio aéreo marroquí, tomar, después de
varias horas de espera, otro avión en dirección a Agadir y, a par-
tir de este punto, seguir por tierra hacia el destino deseado
pasando por Tiznit.
El último tramo se hace por buena carretera, que se estrecha
notablemente a partir de Tiznit y al llegar a la antigua frontera
de Ifni se enrosca en numerosas curvas que resiguen, cada vez
a menor distancia, el litoral atlántico.
Como de lo que tratábamos era de investigar las huellas deja-
das por España, tuvimos especial interés en fijar el punto que
marcaba la línea fronteriza de nuestra soberanía, que sabíamos
situada, como se ha dicho, en el río Bu Sedra, después del pue-
blo de Mirleft. El puesto español que seguía se denominaba
Tabelcut y fue uno de los primeros en caer en los sucesos de
1957. Según relata José Ramón Diego el cuartel "junto a la fron-
tera norte, al mando del teniente Sotos, se entregó el día 25
(de noviembre de 1957); la pequeña guarnición europea, con
mujeres y niños, tuvo que refugiarse en el piso alto, con esca-
sas municiones y agua, mientras que los policías indígenas se
inhibieron de la defensa. El puesto se rindió al caid de Tiznit,
que representaba al gobernador de Agadir, quien les aseguró
que serían puestos en manos del cónsul de España en aquella
ciudad. La guarnición fue engañada y las autoridades marro-
quíes les entregaron el ejército de liberación, en un cautiverio
que duraría hasta mayo de 1959"
A pesar de que vemos algún indicativo de carretera que lo
cita, tal parece que Tabelcut haya desaparecido del mapa. La
orilla sur del río, que debió ser española, está ahora mismo
construida, pero parece un alfoz del mismo Mirleft y el anti-
guo puesto español nos dicen que hace tiempo fue demolido.
No hay, pues, más testimonio de la vieja frontera que el cauce
fluvial.
La caravana de vehículos con los entusiastas veteranos pene-
tra en aquella mañana primaveral en la tierra donde estos per-
manecieron en exilio forzoso durante cerca de un año y medio
Mayo / Junio 201012 travelport
travelport 13Mayo / Junio 2010
Faro español
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Vista de Sidi Ifni
Escena callejera en Ifni
travelport 15Mayo / Junio 2010
y afloran espontáneamente los recuerdos escondidos en lamemoria durante cerca de medio siglo. Luce un tibio sol cuyosrayos irán reforzándose a medida que avance el día y el paisajeaparece recubierto de una masa arbustiva verde, lo que da lamedida de la generosidad de las lluvias recientes y permite anuestros compañeros de periplo evocar la diferencia entre esteaspecto y el que conocieron durante los años de su estancia,puesto que los sesenta fueron una década de sequía y los pára-mos montañosos estaban yermos e inhóspitos.
Ahora, en cambio, tabaibas, cactus y chumberas aparecenespléndidos y a medida que nos vayamos adentramos en lacadena montañosa, observaremos también la abundancia dearganes. Todo ello ha dado lugar a una cierta actividad agraria -recolección de miel, elaboración de mermelada de higos chum-bos y producción de aceite de argán- que, unida a la cabañapecuaria -caprina y ovina- y a la explotación pesquera, son losúnicos recursos económicos de la pro-vincia. Porque, y esta es la gran nove-dad, el Ifni olvidado por Marruecosdesde 1969, que manifestó su descon-tento a partir de 2005, ha logrado porfin su segregación administrativa deTiznit y vuelve a ser, como con España,provincia con gobernador propio.
LA CIUDAD DE SIDI IFNIEl rótulo de carretera con el que seinforma de la llegada a Sidi Ifni elevalas emociones a su cénit y hay quehacer un alto obligado para inmortali-zar el momento. A partir de ese punto,la vía se ensancha y se convierte en unaamplia avenida de cuatro carriles quebordea el antiguo barrio que en laépoca colonial se llamó del General Agulla, pero que todosconocían, y siguen conociendo, como Colominas por la empresaespañola que se encargó de su construcción. Aquí vivían jefes,oficiales, suboficiales y nativos, juntos pero no revueltos, lo quequiere decir que en agrupaciones de viviendas bien separadaspor colectivos y había una iglesia, convertida más tarde en mez-quita, y un grupo escolar que llevaba el nombre de "Generalísi-mo Franco".
El barrio se ha ensanchado y junto a la misma avenida deentrada en la ciudad se alza esbelto el minarete de una hermo-sa y moderna mezquita. Pero a nuestros compañeros de travesíalo que les llama la atención es la acera occidental de la calleporque algo más allá, en medio de un secarral abandonado ycon el perfil del antiguo cuartel de Tiradores de Ifni nª 1 alfondo, estaba el BIR o campamento de instrucción de reclutas.
Respondía a su condición de la forma más literal, puesto quela única obra de fábrica era la de los pabellones de mando y elhogar del soldado y los mozos vivían en tiendas de campaña cir-culares sostenidas por un palo central y rodeadas de un círculode piedras. No había comedor alguno, sino que tomaban susrefacciones al aire libre, sobre el duro suelo y aliviaban sus
necesidades fisiológicas en la vaguada vecina. De todo aquello quedan, milagrosamente, muchos círculos de
piedra, en los que algunos de nuestros compañeros identificansu propio habitáculo y una de las pocas construcciones que per-manece en pie es lo que fue hogar del soldado, convertido envivienda de una familia a la que estos viejos reclutas han con-vertido en objeto de sus solícitas atenciones. Se rinde una visi-ta apresurada y formal, prometiendo otra más pausada que ten-drá lugar en los días sucesivos y en la que seremos obsequiadospor un humeante cuscús, porque hay gran prisa por llegar alcentro de la ciudad, corazón vital, antes y ahora, de Sidi Ifni. Enlo que fueron oficinas y enfermería del BIR también vive otrafamilia, que en esta ocasión no visitamos.
El barrio Agulla está todavía en la orilla norte de un cauce flu-vial, en la misma vertiente a cuyo pie donde había un morabitoerigido en memoria del santón Sidi Aali Ifni, que dio nombre a la
villa y al río, por lo que los vehículoshan de descender hasta sus aguas pararemontar de nuevo la colina meridio-nal, que fue en la que el coronel Capazencontró el aduar de Amezdog, ya des-aparecido y abordó la construcción deuna urbe nueva.
LA PLAZA DE ESPAÑA(HOY, DE HASSAN II)Entrar en Sidi Ifni es captar en laarquitectura colonial de sus casas elaire inconfundible de la España meri-dional, mestizado con influencias neo-moriscas y con los estilos constructivospropios de los años cincuenta y sesen-ta. El paradigma de este paisaje urba-no es la plaza de España -rebautizada
como de Hassan II, aunque se la sigue conociendo por su antiguonombre- construida en torno a un jardín ovoidal con árboles queel tiempo ha hecho crecer y en cuyo centro hay una fuente secacon un monumento, hoy anónimo. Es el que se erigió en home-naje a Capaz, cuyo busto lo coronaba hasta la retrocesión aMarruecos.
El monumento mira en dirección a un palacete-fortaleza deaire arabizante donde tuvo su sede el Gobierno General deÁfrica Occidental Española hasta 1958 y a partir de esemomento, cuando estos territorios se dividieron en dos pro-vincias, Ifni y Sáhara, el Gobierno General de la primera deellas. Visto con la perspectiva que da el tiempo, el palaceteresulta a todas luces modesto para la imperial función quetuvo en el pasado. Está bien conservado y resguardado porsoldados. Permaneció vacío durante cuatro décadas, pero nosdicen que ahora lo utiliza como residencia el Gobernador dela nueva provincia marroquí.
A su lado, el Ayuntamiento, constituido en 1944 y desde cuyobalcón se formalizó la retrocesión el 30 de junio de 1969 en pre-sencia del entonces omnipotente general Ufkir, traidor luego asu rey y ejecutado sumariamente. Y en derredor, la iglesia cató-
Ifni, poblada por la tribu delos Ait Baamarán, vivió en la
placidez de unaadministración colonialbenévola hasta que en
1957, tras la independenciade Marruecos, llegó elvendaval irredentista.Aparecieron entoncesbandas rebeldes que
pretendían la expulsión deEspaña y la reincorporacióndel territorio a Marruecos
lica que estuvo bajo la advocación de
Santa María del Mar, otros edificios
oficiales y algunas viviendas particula-
res, así como el hotel España. No han
cambiado mucho las cosas en los últi-
mos cuarenta años, aunque el hotel
ahora se llama Bellevue, la iglesia está
cerrada y en la aledaña casa rectoral
funcionan los juzgados, algunas
viviendas han sido demolidas para
construir el nuevo gobierno de la pro-
vincia marroquí de Sidi Ifni y el edifi-
cio en el que radicó el Estado Mayor es
la sede de un banco.
RUINAS CON ESCUDO ESPAÑOLHay también dos edificios que permanecen en manos de España
y que constituyen sendas muestras de nuestra tradicional incu-
ria. El de la antigua Secretaría general, tapiado, guarda en la
discreción de sus formas un discreto anonimato, pero lo que fue
Tesorería primero y Consulado después, de airosa factura, exhi-
be todavía el escudo nacional preconstitucional en la fachada,
lo que le identifica sin duda alguna, y
su estado de ruina constituye una ver-
dadera vergüenza para el prestigio de
nuestro país.
Cualquier otra antigua potencia colo-
nial con mejor sentido de su propia dig-
nidad hubiera reconvertido ambos edi-
ficios en centros acreditativos de su
presencia cultural, mientras que Espa-
ña no ha hecho nada. Todo el mundo se
pregunta porqué no hay en Ifni una
sede del Instituto Cervantes, del que
tan necesitado está este territorio,
donde todavía muchos de sus habitan-
tes siguen hablando la lengua española
que aprendieron en su infancia, lengua
que se está perdiendo sin embargo irremisiblemente por falta
de uso, por el cambio generacional y por ausencia de un centro
de irradiación cultural.
EL HOTEL ESPAÑA (HOY, BELLEVUE)Los Veteranos tienen por costumbre alojarse en el viejo
Hay edificios quepermanecen en manos deEspaña y que constituyen
sendas muestras denuestra tradicional incuria.El de la antigua Secretaríageneral, tapiado, guarda undiscreto anonimato, pero loque fue Tesorería primero yConsulado después, con elantiguo escudo nacional enla fachada, constituye una
verdadera vergüenza
Café Gran Canaria
Dar LahsenEmoción del reencuentro
Mayo / Junio 201016 travelport
hotel España, -perdón, Bellevue- a
pesar de que se ha construido otro
nuevo junto al hospital provincial,
con muchas y mejores instalacio-
nes. Lo evocaba el ya citado Pélli-
sier, quien se encontró en 1967 con
que la patrona del mismo era fran-
cesa: "El hotel España está al borde
de la marejadilla, en un estilo
morisco andaluz… es el lujo de una
francesa que estaba in situ en el
momento del ataque del enclave.
Todos sus clientes son evidentemen-
te oficiales e ifnieños que degustan
vino y coñac los unos con los otros,
cosa que desajusta aún más mis esquemas y altera mis pre-
juicios. Todos los bebedores van de civil y en tres horas ni
siquiera se presta atención a mi condición de inmigrante
clandestino…. Aquí la patrona, la Dulcinea de este Toboso
adormecido, gasta dulzura en su mostrador y me demuestra
el fondo de su filosofía ante los oficiales ya colocados a las
cuatro de la tarde. Nunca he oído una tan bella demostra-
ción del realismo español que en
este burgo triste, tranquilo, disten-
dido, quien, a pesar de estos peque-
ños fortines que coronan su circo de
colinas ocres, espera el anchluss
marroquí como los viejos esperan el
destino" .
Dios sabe qué se hizo de la dueña
francesa, pero la administración actual
del hotel, que tiene una vista privile-
giada sobre el Atlántico -con la posibili-
dad de contemplar la llegada sobre la
playa de las legendarias "siete olas"-,
sigue hablando español, recordando la
época española en fotografías amplia-
das en enmarcadas y sirviendo vino y coñac, un privilegio
importante ahora mismo, que sólo comparte con otro estableci-
miento de la ciudad. Acaso sea esta la razón por la que nuestros
conciudadanos lo prefieran para alojarse, a pesar de lo laberín-
tico de su estructura, la parvedad de sus habitaciones, la inco-
modidad de sus lechos y la indeseada compañía de alguna cuca-
racha.
La mayor ilusión de losantiguos soldados que
vuelven de visita a Ifni radicaen revisitar aquellos
puestos perdidos en lasmontañas que circundan la
capital, donde ellosestuvieron forzosamenterecluidos a veces durante
varios meses sin laposibilidad de bajar a la
capital
Cocina de campaña en Buyarifen
Las siete olas sobre la playa Hospital provincial
travelport 17Mayo / Junio 2010
EL BUYARIFEN
Hemos venido con los veteranos y como es natural su mayor ilu-
sión radica en revisitar aquellos puestos perdidos en las monta-
ñas que circundan la capital, donde ellos estuvieron forzosa-
mente recluidos a veces durante varios meses sin la posibilidad
de bajar a la capital. Dichos puestos obligaron a la autoridad a
establecer una red de caminos o trochas de montaña para llegar
a ellos, que allanaron los soldaditos a pico y pala. Caminos que,
muy deteriorados la mayoría de ellos, siguen existiendo y con-
duciendo a los mismos lugares a los que iban, hoy abandonados
en buena medida y otros reconvertidos en viviendas campesi-
nas, almacenes e incluso cuadras.
La primera visita se rinde al legen-
dario monte Buyarifen. Manuel Jor-
ques recuerda cómo se realizó en
1957 la conquista de esta cima, con
el fin de proteger la ciudad de sus
asediadores: "Esta montaña, de 360
metros de altitud, era una auténtica
fortaleza y el punto clave para cerrar
la carretera que desde el norte, Mir-
left y Tabelcut, accedía a la capital
del territorio y, una vez más, la
misión fue encomendada al II Tabor
de Tiradores, cuyos soldados que no habían parado de comba-
tir y cavar trincheras desde el 23 de noviembre, se habían
convertido en veterana fuerza de choque (a la fuerza)". Jor-
ques añade que contó con el refuerzo de una compañía expe-
dicionaria del Batallón Fuerteventura, una sección de cañones
sin retroceso y un pelotón de ametralladoras del Batallón
Expedicionario del Regimiento Pavía nº 19 y que iniciaron sus
operaciones el 20 de diciembre de 1.957. Añade que el apoyo
de la artillería naval del crucero Canarias fue un desastre pues
muchos proyectiles no explotaron y otros cayeron en las líneas
propias y que el auxilio de la aviación estuvo a cargo de "dos
reumáticos Heinkel, de dos motores, (que) dieron alguna pasa-
da de ametrallamiento, tan ineficaz como el bombardeo
naval. El vértice Buyarifen fue tomado como en los viejos
tiempos, por las compañías de infantería, subiendo la escarpa-
da montaña, bajo el fuego del enemigo que no había sido diez-
mado por el "apoyo", enemigo que en todo momento opuso
tenaz resistencia… Tras finalizar la ocupación del Buyarifen, se
inició su fortificación y el abastecimiento a la guarnición… La
posición del Buyarifen se mantuvo (hasta 1.969), convertida
en un aguijón metido en el territorio que ocupaba ilegalmente
Marruecos (aunque oficialmente era de España), y se la dotó
de casamatas unidas por trincheras, nidos de ametralladoras y
pozos de mortero, que defendieron siempre los Tiradores" .
La verdad es que la vista desde el Buyarifen es espléndida, con
el mar por delante, Sidi Ifni hacia el sur y un hermoso valle por
el norte. De aquella epopeya quedan numerosos restos: casama-
tas, trincheras, restos de barracones y algún pequeño búnquer
de mando, así como una zona que mis compañeros de viaje
recuerdan como el "pelotón de la muerte" por la peligrosidad de
su defensa frente al enemigo.
EL MONTE BULALÁN
Otra de las ascensiones imprescindibles fue al Bulalán, el monte
que protege la ciudad y en cuyas laderas capeaba con orgullo,
durante la época española, el escudo de la Legión. Dicho escu-
do permaneció durante mucho tiempo hasta que ha sido susti-
tuido por otro marroquí, a cuyo pie campea la misma leyenda
de los carlistas: "Dios, Patria, Rey". En el Bulalán radicaba la
importante posición de retaguardia de Dar Lahsen de la que
dependían varios puestos sufragáneos de primera línea, como la
famosa cota 415.
El camino hasta Dar Lahsen es largo y al final la trocha se
vuelve impracticable, por lo que hay
que culminar la ascensión a pie. Pero
vale la pena porque encontramos
todavía en pie el viejo acuartelamien-
to de Tiradores con sus dormitorios
convertidos -¡ay!- en cochiqueras y
algunos de sus edificios reutilizados
por los campesinos.
LO QUE QUEDA DE AQUELLA
"LÍNEA MAGINOT"
No todo se acaba en estos dos siste-
mas montañosos, porque la orografía
de Ifni es muy accidentada y a una elevación le sucede otra,
cortadas entrambas por un valle más o menos pronunciado y
algún cauce que en época de precipitaciones se vuelve
torrencial. De esto modo tratamos de reseguir muchos otros
puntos de la línea perimetral de defensa y localizando aque-
llas posiciones en que estuvieron nuestros compañeros de
expedición cuando pertenecían a alguno de los dos Grupos
de Tiradores: así los de Butúa, Coraima -junto al tío de este
mismo nombre-, Idsassen, Xarafa, el cuartel de Idnaccus -en
el que nos sorprenden sus considerables dimensiones en
medio de la montaña- o la cota 220, cuya ubicación nos
cuesta localizar, aunque al final lo logramos para satisfac-
ción de nuestro compañero de viaje Joan.
De todos ellos quedan a veces edificios enteros, a veces sólo
las cocinas o ruinas más o menos identificables. Pero la huella
es muy perceptible, a pesar de los años transcurridos desde
entonces. Y nuestros amigos los recorren con unción, salpican-
do cada visita con anécdotas, descubriendo un escudo de Tira-
dores desportillado en alguna pared medio caída, encontrando
algún casquillo perdido de bala o un oxidado trozo de alambra-
da, cuando no sucumbiendo a la emoción con el derramamiento
de alguna lágrima.
También se da el caso de encontrar algunos de los viejos
acuartelamientos montañeros de fortuna reaprovechados por la
población local, como el de Fuerteventura, que Hassán ha con-
vertido en vivienda propia. El nuevo inquilino nos recibió oron-
do y sonriente y nos hizo pasar para ofrecernos el consabido té
a la menta con los correspondientes pastelillos. Y es que la hos-
pitalidad sigue siendo el signo distintivo de esta tierra.
(continuará) IGNACIO OLABARRÍA
Mayo / Junio 201018 travelport
La orografía de Ifni es muyaccidentada y a una
elevación le sucede otra,cortadas entrambas por un
valle más o menospronunciado y algún cauce
que en época deprecipitaciones se vuelve
torrencial
La hospitalidad de Hassán
travelport 19Mayo / Junio 2010
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