Las aventuras de Beatriz

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Cuento escrito por Nuria Hernando Prieto, alumna de 5º de Primaria.

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5º de Primaria

CEIP Padre Manjón de BURGOS

Profesora: Julita Fernández

EL TÚNEL

EL PESADO DE PAPOLO

¡QUÉ PESADO!

LA CARRERA

EL TESORO

Este cuento se lo dedico a:

Todos los que disfruten con las

aventuras, los misterios… pero sobre

todo, a los que les guste perderse y

descubrir un tesoro.

También se lo dedico a mi padre y a

mi madre porque les encanta leer y a

mi tío porque es detective y le gustan

estos cuentos.

EL COMIENZO Una mañana de un martes, en Benavente, Beatriz iba a ir con sus padres a la iglesia, donde al lado había un castillo.

Sus papás se sentaron en un banco, pero Bea, (así la llamaban) tuvo que sentarse en otro banco que estaba lleno de telarañas. Al apoyarse dio un botón muy extraño y el banco se cayó por un túnel que conducía hasta el castillo que había al lado. Y allí es donde comienza su aventura.

EL TÚNEL Bea fue caminando y se encontró con una puerta donde había un piano, un esqueleto y un balón.

A la niña, como le gustaban mucho los pianos, fue a sentarse y a tocar.

Al pulsar el DO agudo, el esqueleto se movió, cogió a Bea y la encerró en un armario. Allí hacía mucho frío y fue a buscar una cazadora de invierno, pero todas eran de verano.

Afortunadamente encontró una y al ponérsela se tropezó y cayó a un tobogán que conducía hasta un túnel; bajó a todo correr. Allí había estatuas de Pamplona, de Madrid, de Sevilla, de Burgos… Una estatua que se llamaba Ferbalo le dijo:

Has llegado al túnel del tesoro donde harás amistades y donde vivirás una aventura.

Y así Bea se fue andando.

PAPOLO Nuestra aventurera fue caminando hasta que encontró una puerta donde había muchos jarrones y una estatua de Madrid que se llamaba Fábulo y le dijo:

Has llegado a la sala de los jarrones. Si averiguas en qué jarrón se encuentra el billete de 100 €, te lo quedas y además liberas a Papolo, si no te quedas encerrada como él. Hay una pista, es rojo. ¡Buena suerte!

Bea entró y vio muchos jarrones y una máquina. La máquina cogió los jarrones rojos y los revolvió y Bea, que era muy lista, dijo… ¡Que estaba en el verde! ¿Sabéis por qué? Porque la trampa de esta puerta era la pista. Y Bea se ganó el billete y soltó a Papolo.

Éste era un chico alto, gracioso, con pelo rubio y muy distraído. Él le preguntó a Bea:

- ¿Puedo ir contigo?

- Sí.

Y los dos siguieron su camino hasta el tesoro.

QUÉ PESADO

Bea y Papolo siguieron el camino por el túnel y al rato se encontraron con una carretilla y con un perro que dijo:

Con este carro llegaréis a la sala de los puentes. Montad e iréis.

Y se fueron. Al rato Papolo dijo:

- ¿Hemos llegado?

- No.

Tres minutos después.

- ¿Hemos llegado ya?

- No.

- ¿Hemos llegado ya?

- ¡Que no! Vale “qué exigente”.

Y al cabo de una hora preguntó:

- ¿Hemos llegado?

- Sí.

Y se fueron caminando hasta que se encontraron con la puerta.

LA CARRERA Al llegar se encontraron con la estatua que tenía en casa Bea y les dijo:

En esta puerta tendréis que pasar los puentes rápido, si no Paula se caerá. Pero cuidado con la serpiente, si se adelanta cortará las cuerdas y os caeréis.

Y entraron. Allí vieron una serpiente, un robot con una bandera y una línea de salida.

¡Caramba!

Era una carrera, se prepararon y… ¡Empezaron!

Bea y Paolo iban los primeros hasta que… ¡La serpiente se adelantó! Y encima llegaban al primer puente. Allí la serpiente rompió el puente y Bea y Paolo se cayeron, pero… volvieron a aparecer montados en un pájaro que les dejó justo delante de la serpiente y ganaron, mientras Papolo, lleno de asombro, dijo:

- Hemos… hemos… ganado.

Y cuando rescataron a Paula, siguieron el camino.

EL TESORO Poco tiempo después vieron la última puerta. ¡La del tesoro! Entraron y allí había un cofre, lo abrieron y dentro tenía un acertijo y una máquina que les dijo:

- Si adivináis este acertijo os iréis.

El acertijo decía:

- Cuando soy pequeño soy de color y cuando soy viejo soy blanco. ¿Quién soy?

Paula, que era muy buena en estas cosas, dijo que era la cana. Y se abrieron dos puertas, una con el tesoro, que era un cofre lleno de gominolas y otro, en el cual había una luz, y detrás sus padres. Cogieron el cofre y se fueron con ellos.