View
3
Download
0
Category
Preview:
Citation preview
Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de
terapeutas bogotanos
Andrés Mauricio Ramírez Rodríguez
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Psicología
Bogotá, D.C., Colombia
2021
Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de
terapeutas bogotanos
Andrés Mauricio Ramírez Rodríguez
Trabajo de investigación presentado como requisito parcial para optar al título de:
Magíster en Psicología
Director (a):
Ps., MA., Carmen Elvira Navia Arroyo
Línea de Investigación:
Psicología Clínica, Bienestar y Procesos Relacionales
Grupo de Investigación:
Estilo de Vida y Desarrollo Humano
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Psicología
Bogotá D.C., Colombia
2021
Conozca todas las teorías, domine todas las
técnicas, pero al tocar un alma humana, sea
apenas otra alma humana.
C. Gustav Jung
Declaración de obra original
Yo declaro lo siguiente:
He leído el Acuerdo 035 de 2003 del Consejo Académico de la Universidad Nacional.
«Reglamento sobre propiedad intelectual» y la Normatividad Nacional relacionada al
respeto de los derechos de autor. Esta disertación representa mi trabajo original, excepto
donde he reconocido las ideas, las palabras, o materiales de otros autores.
Cuando se han presentado ideas o palabras de otros autores en esta disertación, he
realizado su respectivo reconocimiento aplicando correctamente los esquemas de citas y
referencias bibliográficas en el estilo requerido.
He obtenido el permiso del autor o editor para incluir cualquier material con derechos de
autor (por ejemplo, tablas, figuras, instrumentos de encuesta o grandes porciones de
texto).
Por último, he sometido esta disertación a la herramienta de integridad académica, definida
por la universidad.
Andrés Mauricio Ramírez Rodríguez
Nombre
22/09/2021
Fecha
Agradecimientos
Agradezco a mis padres, a mis hermanos y a mi pareja por el apoyo que me brindaron; por
cada palabra de aliento, por motivarme a seguir adelante, y por creer en mí.
Agradezco a la profesora Carmen Elvira Navia, directora del Servicio de Atención
Psicológica de la Universidad Nacional de Colombia, quien me brindó su experiencia y
conocimiento. Sin ellos, nada de esto habría sido posible.
Resumen y Abstract IX
Resumen
Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas
bogotanos
El objetivo de este estudio fue determinar la relación entre el Estilo Personal del Terapeuta
y la Alianza Terapéutica evaluada por los consultantes. En la investigación participaron 40
diadas de terapeutas y consultantes voluntarios, vinculados al Servicio de Atención
Psicológica de la Universidad Nacional de Colombia, a quienes se les aplicó el
Cuestionario de Estilo Personal del Terapeuta (EPT-C) y el Inventario de Alianza
Terapéutica versión Corta para Clientes (WAI-S-P). Para el análisis de los resultados se
tuvieron en cuenta algunas variables como el sexo, el nivel de formación, los años de
experiencia y la orientación teórica, entre otras, para determinar si interactuaban con las
variables principales. Los resultados mostraron que los estilos terapéuticos más frecuentes
eran los expresivos y de involucramiento. Sin embargo, no hubo relación significativa y
directa con la Alianza Terapéutica.
Palabras clave: Estilo personal del terapeuta, alianza terapéutica, relación terapéutica.
X Título de la tesis o trabajo de investigación
Abstract
Personal Style of the Therapist and Therapeutic Alliance in a group of therapists
from Bogota
The purpose of this study was to determine the relationship between Personal style of the
therapist and Therapeutic Alliance evaluated by the consultants. The research included the
participation of 40 dyads of therapists and volunteer consultants at the Psychological
Attention Service from the Universidad Nacional de Colombia. The Personal Style of the
Therapist Questionnaire (EPT-C) and the Working Alliance Inventory Short Version for
Clients (WAI-S-P) were applied to the participants. For the data analysis, some variables
were considered such as sex, training level, years of experience and theoretical orientation,
among others, to determine if they interacted with the main variables. The results showed
that Personal style of the therapist was mostly characterized as expressive and involved.
However, there was no significant relationship with the Therapeutic Alliance.
Keywords: Personal style of the therapist, therapeutic alliance, therapeutic relationship.
Contenido XI
Contenido
Pág.
Resumen ........................................................................................................................ IX
Lista de figuras ............................................................................................................. XII
Lista de tablas ............................................................................................................. XIII
Introducción .................................................................................................................... 1
1. Planteamiento del Problema, justificación y objetivos .......................................... 5
2. Marco Conceptual .................................................................................................... 9 2.1 La Relación Terapéutica..................................................................................... 9 2.2 La Alianza Terapéutica ..................................................................................... 10 2.3 Factores del terapeuta que intervienen en la Alianza Terapéutica .................... 12 2.4 El Estilo Personal del Terapeuta ...................................................................... 14 2.5 Relación entre el Estilo Personal del Terapeuta y la Alianza Terapéutica ........ 17
3. Metodología ............................................................................................................ 21 3.1 Participantes .................................................................................................... 21 3.2 Instrumentos y Variables .................................................................................. 22
3.2.1 Estilo Personal del Terapeuta ........................................................................ 22 3.2.2 Alianza Terapéutica ....................................................................................... 24
3.3 Procedimiento .................................................................................................. 26 3.4 Consideraciones Éticas .................................................................................... 27
4. Resultados .............................................................................................................. 29 4.1 Estadísticos Descriptivos .................................................................................. 29 4.2 Estadísticos de Correlación .............................................................................. 33
5. Discusión y Conclusiones ..................................................................................... 35 5.1 Limitaciones y Prospectiva ............................................................................... 39
A. Anexo: Autorización WAI-S ................................................................................... 41
B. Anexo: Aval Comité de Ética ................................................................................. 43
C. Anexo: Consentimiento Informado ....................................................................... 44
Bibliografía .................................................................................................................... 45
Contenido XII
Lista de figuras
Pág.
Figura 1. Puntuaciones de las funciones psicoterapéuticas............................................ 30
Figura 2. Niveles obtenidos de las funciones psicoterapéuticas ..................................... 30
Figura 3. Puntuación de la función operativa según modelo clínico ................................ 31
Figura 4. Niveles obtenidos de la Alianza Terapéutica ................................................... 32
Contenido XIII
Lista de tablas
Pág.
Tabla 1. Estadísticos descriptivos de los psicoterapeutas .............................................. 21
Tabla 2. Estadísticos descriptivos de los consultantes ................................................... 22
Tabla 3. Relación sexos terapeuta-consultante .............................................................. 22
Tabla 4. Niveles de las funciones del EPT ..................................................................... 24
Tabla 5. Estadísticos descriptivos y de normalidad del EPT........................................... 29
Tabla 6. Estadísticos descriptivos y de normalidad de la AT .......................................... 32
Tabla 7. Estadísticos de correlación ............................................................................... 33
Introducción
Para Lambert (2013) y Wampold e Imel (2015), la psicoterapia es un diálogo colaborativo
que promueve un cambio, se da en un escenario donde confluyen distintas variables y da
lugar a una relación terapéutica (Schiefele, Lutz, Barkham, Rubel, Böhnke, Delgadillo y
Lambert, 2017; Saxon, Firth y Barkham, 2016). La APA (2012) en el marco de la
declaración de la efectividad de la psicoterapia, identifica algunas características del
terapeuta y del consultante como la personalidad, el sexo, la edad, el nivel educativo y la
posición social, entre otras, que tienen relación con la variabilidad de los resultados en el
proceso psicoterapéutico y juegan un papel en la construcción de la Relación y la Alianza
Terapéutica (AT), ya que involucran factores que promueven o dificultan el compromiso
de trabajo (Corbella, 2019; King, Orr, Poulsen, Giacomantonio y Haden, 2017; Schiefele,
et al. 2017; Baldwin y Imel, 2013; Norcross y Wampold, 2011; Santibáñez, Román,
Lucero, Espinoza, Irribarra y Müller, 2008; Ackerman y Hilsenroth, 2003; Shirk y Karver,
2003; Sue y Lam, 2002; Greenson, 1965).
El auge de los estudios empíricamente soportados fue el inicio para el desarrollo de
investigaciones en la Relación Terapéutica (RT) que buscan la comprensión de factores
que expliquen el cambio en psicoterapia. Para Norcross y Wampold (2011) y Gelso y
Carter (1985) en la RT, además de la actitud y disposición del terapeuta frente al
consultante, influyen características como la edad, el sexo, la historia personal y
aspectos de la práctica terapéutica como la experiencia, el nivel de estudios, el enfoque
de intervención, el entrenamiento y las habilidades comunicativas (Hersoug, Hoglend,
Monsen y Havik, 2001). Esto, implicó que actitudes como la empatía, una escucha activa,
tener metas comunes de trabajo, manifestar disposición de ayuda y que el consultante
perciba el escenario terapéutico como un entorno curativo, se consideraran factores
comunes en psicoterapia y dieran cuenta de aquellas características del terapeuta y el
consultante que tienen relación con el cambio en el proceso terapéutico (Hartmann, Joos,
Orlinsky y Zeeck, 2014; APA, 2012; Del Re, Flückiger, Horvath, Symonds y Wampold,
2 Introducción
2012; Wampold, 2010; Anderson, Ogles, Lambert y Vermeersch, 2009; Santibáñez, et al.
2008; Norcross, 2001; Lampropoulos, 2000; Bordin, 1994).
El estudio de la RT ha hecho que el concepto de AT, inicialmente Alianza de Trabajo,
acuñado por Greenson (1965) tome interés como uno de sus componentes (Safran y
Muran, 1998; Gelso y Carter, 1994). Para Andrade (2019), la AT constituye una de las
variables predictoras de cambio más significativas en psicoterapia, y su establecimiento
está sujeto a la interacción entre terapeuta y consultante sin desestimar las
características y actitudes de cada uno. Por ejemplo, Saxon, Firth y Barkham (2016) y
Uribe (2008), han estudiado cómo características del terapeuta como la empatía, la
escucha, y la aceptación, contribuyen al alcance y la efectividad del tratamiento y de qué
manera posibilitan el cambio percibido por el consultante en la psicoterapia. García y
Fernández-Álvarez (2007) retoman estas y otras características como el tipo de
encuadre, la comunicación afectiva y el grado de involucramiento, integrándolas al
constructo Estilo Personal del Terapeuta (EPT) que se manifiesta a través de cinco
funciones que expresan actitudes en la práctica terapéutica (Casari, Albanesi y
Maristany, 2013; García y Fernández-Álvarez, 2007; Fernández-Álvarez, 1996).
Para Castañeiras, Ledesma, García y Fernández-Álvarez (2008), el EPT es una variable
que involucra actitudes del terapeuta e interactúa con características del consultante
como el sexo, la edad, el nivel educativo, la posición social y la historia personal;
además, tiende a presentarse de manera consistente y a ser estable temporalmente, sin
embargo, puede experimentar cambios con relación a la experiencia y a circunstancias
específicas en la vida del terapeuta, como situaciones de carácter personal o social, e
interactuar con otras variables como la AT (García y Fernández-Álvarez, 2007).
Con respecto a la interacción terapeuta-consultante, Corbella (2019) establece una
relación entre el EPT y la AT, donde ciertos estilos terapéuticos que denotan mayor
flexibilidad logran un mejor desarrollo de la AT. De igual manera, terapeutas cuyo estilo
tiende a ser más directivo muestran mejor AT. Para Corbella (2019) y Corbella,
Fernández-Álvarez, Saúl, García, Botella y García (2008), estos hallazgos, aunque no
son concluyentes, marcan el punto de inicio para profundizar en el conocimiento de los
efectos de la interacción entre el EPT y variables como la AT, dando paso a una serie de
Introducción 3
interrogantes; entre ellos, cuál es el papel que desempeña el EPT en la AT y cómo
podría ser un factor que tenga incidencia en el éxito del proceso terapéutico.
1. Planteamiento del problema, justificación y objetivos
Reconocer la psicoterapia como un proceso relacional donde convergen distintos
factores interpersonales, hace que surja el interés por el desarrollo de investigaciones
que esclarezcan el papel del Estilo Personal del Terapeuta (EPT) en el desarrollo de la
Alianza Terapéutica (AT). En Argentina, Ecuador, España, Brasil, Chile y Perú se han
desarrollado estudios sobre el EPT y la AT en interacción con variables, como el
diagnóstico del consultante, el modelo de intervención, la edad del terapeuta, su nivel de
estudio, su experiencia y su personalidad, para determinar qué papel tienen en el
proceso terapéutico. Estas investigaciones encontraron que estilos flexibles, poco rígidos,
expresivos y con una función atencional abierta favorecen el desarrollo de la AT, al igual
que actitudes como la empatía, la cercanía afectiva, la escucha y la adaptabilidad (Moya
Cortés, 2015; Casari, Albanesi, Maristany, 2013; Hermosa Bosano, 2010; García Rizzo,
2008; García y Fernández-Álvarez, 2007; Rial, Castañeiras, García, Gómez, y
Fernández-Álvarez, 2006; Fernández-Álvarez, 1996). Sin embargo, estudios como los de
Hermosa Bosano (2010) y García Rizzo (2008) muestran que no siempre estilos
terapéuticos flexibles y poco directivos tienen una buena AT, ya que, en la experiencia,
terapeutas poco flexibles y rígidos también han mostrado tener un impacto positivo.
Quien ejerza la psicoterapia puede dar cuenta de que no todos los terapeutas interpretan
de igual forma las emociones y el comportamiento de los consultantes. Esto, debido a
que, en su historia personal, cada terapeuta experimenta vivencias que configuran su
posición relacional, y las características particulares que le dan identidad y que influyen
en la manera como concibe y desarrolla la práctica psicoterapéutica. Para Corbella
(2019) estas vivencias dan lugar a un estilo idiosincrásico que se manifiesta en el
escenario terapéutico, cuyo desarrollo favorece las habilidades para las relaciones
interpersonales y le da un carácter propio a la manera en que se relaciona. Por
6 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
consiguiente, cada terapeuta puede presentar mayor o menor desarrollo de sus
habilidades interpersonales sin que esto le suponga un problema en su cotidianidad; sin
embargo, en el escenario terapéutico un mayor desarrollo de estas habilidades facilita la
Relación Terapéutica (RT), y la adaptación del estilo y las intervenciones a las
características del consultante. Como lo señala Corbella, (2019) y Knekt, et al. (2011) un
estilo terapéutico flexible que denote apertura y facilite la expresión emocional evidencia
que el terapeuta comprende el manejo de las relaciones interpersonales y por ende
puede afrontar de mejor manera las dificultades que se presenten en el proceso
terapéutico.
La literatura, sugiere que las habilidades interpersonales aplicadas a la psicoterapia
hacen parte del EPT y ciertos estilos favorecen el desarrollo de la AT en tanto que otros
pueden entorpecerlo. Sin embargo, en Colombia no existen referentes que permitan
identificar cuáles estilos favorecen la AT y de qué manera puede ello contribuir al
ejercicio terapéutico, ya que la investigación en psicoterapia relacional es escasa. Esto
tiene que ver con los procesos de formación en las universidades, que están mayormente
focalizados en la adquisición de competencias teóricas y técnicas de intervención,
desestimando el carácter relacional de la psicoterapia y la necesidad de promover el
fortalecimiento de las habilidades interpersonales en el escenario terapéutico, ya que
más allá de las competencias teórico-técnicas, entender cómo el consultante siente,
piensa, actúa y sus posibles reacciones ante a ciertas situaciones, no sólo evidencia
empatía, sino que permite que la interacción del terapeuta pueda ajustarse a las
características y necesidades del consultante (Corbella, 2019).
De esta forma, estudiar cómo afecta el EPT el desarrollo de la AT y otras acciones de la
psicoterapia podrá disponer conocimiento para favorecer los procesos de formación en
habilidades terapéuticas contemplando estos aspectos interpersonales que suelen ser
desestimados, de manera que puedan enfatizarse características como la flexibilidad, la
expresión emocional y la capacidad adaptativa del terapeuta para generar un impacto
significativo en el proceso psicoterapéutico.
Considerando una vez más la revisión de la literatura realizada, donde se muestra la
incidencia de algunas funciones del EPT en el desarrollo de la AT, como la función
expresiva que tiene que ver con la facilitación emocional y la función instruccional que se
Planteamiento del problema, justificación y objetivos 7
refleja en la adaptabilidad del terapeuta a las necesidades del consultante, se establece
la pregunta de investigación de este estudio, la cual es determinar si hay relación entre
las funciones del EPT y la AT, considerando la hipótesis de que existen relaciones
positivas y partiendo de la formulación de los siguientes objetivos de trabajo:
Como objetivo general, este estudio se propone a determinar la relación entre las
funciones del EPT y la AT evaluada por lo consultantes en un grupo de psicoterapeutas
de la ciudad de Bogotá. Para ello, se disponen 3 objetivos específicos de trabajo, siendo
estos: Evaluar las funciones del EPT en la muestra de psicoterapeutas; evaluar la AT en
la muestra de consultantes y analizar la relación que se da entre las funciones del EPT y
la AT en la muestra seleccionada.
2. Marco conceptual
2.1 La Relación Terapéutica
Para entender de qué manera se da la interacción entre el Estilo Personal del Terapeuta
(EPT) y la Alianza Terapéutica (AT) es necesario hacer un acercamiento a la Relación
Terapéutica (RT), puesto que muchas de las características que se observan en el
terapeuta son referidas en investigaciones que han identificado las variables presentes
en la RT y cómo interactúan entre sí (Norcross y Lambert, 2018). Para García y
Fernández-Álvarez (2007), el estudio de la RT ha provisto de elementos necesarios el
desarrollo conceptual del EPT, señalando aquellas actitudes y comportamientos propios
que se expresan en psicoterapia.
Para Gelso y Carter (1985) la RT se define como aquellos “sentimientos, actitudes y
comportamientos, conscientes e inconscientes, que ocurren entre dos personas, donde
una es un profesional capacitado en el cuidado y la otra es un cliente, paciente o algo
similar” (p.159). Más adelante, se incluyó el componente expresivo, donde la RT serían
aquellos “sentimientos y actitudes que cada uno de los participantes del proceso
terapéutico tienen en torno al otro y la manera en que son expresados” (Gelso y Carter,
1994, p.297).
Al tratarse de una variable compleja Gelso y Carter (1985), determinaron que existen
ciertos factores que pueden observarse en la RT posibilitando su desarrollo. Estos
factores son constituyentes y pueden verse en tres componentes (Gelso y Carter, 1994),
siendo el primero de ellos la relación real, que se refiere al vínculo entre el consultante y
el terapeuta, y se manifiesta en las actitudes, percepciones y sentimientos de uno
respecto al otro. El segundo, la configuración transferencial, se refiere a los fenómenos
de transferencia, entendida como la repetición de conflictos pasados del consultante con
personas significativas, que son desplazados al terapeuta; y la contratransferencia
10 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
entendida como aquellas actitudes o sentimientos que el terapeuta desplaza hacia el
consultante. El tercer componente la Alianza Terapéutica (AT), se refiere al acuerdo entre
el terapeuta y el consultante sobre las metas y objetivos de la intervención, y la
metodología de trabajo. También, contempla una cualidad afectiva, que favorece lo que
el consultante siente y expresa (Bordin, 1979).
Para Norcross y Wampold (2011) y Gelso y Carter (1994), entender la RT en términos de
relación real, configuración transferencial y AT permite observar de qué manera se da la
interacción terapeuta-consultante, y cuáles variables presentes guardan relación con la
mejoría en el proceso terapéutico. Investigaciones en el campo de la psicoterapia
relacional han mostrado que la interacción dada en una RT adecuada se caracteriza por
una actitud cálida y empática por parte del terapeuta, que permita identificar las
necesidades del consultante sin emitir juicios de valor, y que brinde una compresión clara
y precisa de sus problemáticas (Etchevers, Simkin, Putrino, Greif, Garay y Korman 2013;
Hill y Knox, 2009; Ackerman y Hilsenroth, 2003). Por otra parte, Schiefele, et al. (2017) y
Uribe (2008) han mostrado que, en la interacción terapeuta-consultante que se observa
en la RT intervienen características del terapeuta como la personalidad, el bienestar
emocional, el estilo comunicativo, y algunos rasgos biográficos y socioculturales (King, et
al. 2017; Saxon, Firth y Barkham, 2016; Santibáñez, et al. 2008). Una vez dispuesto el
papel de la RT en el estudio de la interacción terapeuta-consultante, se hace necesario
abordar conceptualmente la AT desde sus consideraciones generales, incluyendo
algunas perspectivas que muestran actitudes y características del terapeuta que tienen
relación con su desarrollo.
2.2 La Alianza Terapéutica
El concepto de Alianza Terapéutica (AT) se origina en el psicoanálisis, donde se
documenta la importancia de una actitud comprensiva del analista hacía el paciente,
estableciendo una relación de compromiso en el proceso terapéutico. Freud (1912) en su
trabajo The Dynamics of Transference, señala que el analista debe mantener interés
hacia el paciente, permitiendo que se establezca una relación positiva que de aceptación
y credibilidad a las interpretaciones y explicaciones terapéuticas (citado en Corbella,
2019). Esta relación da lugar a la transferencia, un fenómeno vivencial, donde el paciente
Marco conceptual 11
desplaza sus afectos a la figura del analista (Corbella y Botella, 2003; Luborsky, 1994;
Gaston y Marmar,1994).
Greenson (1965) acuña el término “Alianza de Trabajo” para hacer referencia a un
fenómeno racional presente en el vínculo entre terapeuta y consultante, facilitado por el
encuadre. Autores como Luborsky (1994) y Gaston y Marmar (1994), también desarrollan
su propia conceptualización de la AT. Para Luborsky (1994) esta se da a través de dos
pasos: El primero se denomina Alianza Tipo 1 y allí, el consultante tiene la creencia de
que el terapeuta es una fuente de ayuda, alguien con quien puede establecer una
relación de cuidado y soporte. El segundo, la Alianza Tipo 2, se da cuando el consultante
confía en el proceso terapéutico, comprometiéndose con la realización de ciertas tareas e
implicándose en el trabajo; mientras que para Gaston y Marmar (1994) la AT se da a
partir de cuatro dimensiones: La primera tiene que ver con el vínculo terapeuta-
consultante y la relación que sostienen en el escenario terapéutico; la segunda con el
grado de acuerdo en las metas y objetivos de trabajo, y la colaboración con las tareas
prescritas para el tratamiento; la tercera con aspectos como la empatía y la aceptación
del terapeuta hacía el consultante; y la cuarta con la capacidad de trabajo del consultante
para movilizar recursos propios e implicarse en el proceso terapéutico.
Por otra parte, Bordin (1979) plantea una aproximación transteórica de la AT y la define
como una relación colaborativa de trabajo dada entre el consultante y el terapeuta,
considerando tres factores: El primero hace relación al vínculo; el segundo a las tareas y
el tercero a las metas u objetivos del proceso psicoterapéutico.
El vínculo supone la cualidad afectiva de la AT favoreciendo lo que el consultante siente
y expresa por medio del aprecio, la confianza y el respeto mutuo, de allí que se desarrolle
en un marco racional y consciente que implique establecer un común acuerdo de trabajo
(Safran y Muran,1998). Las tareas aluden a la metodología que caracteriza el trabajo
terapéutico y comprenden acciones en las que participa el consultante, mientras que las
metas corresponden a los objetivos que guían el proceso de intervención (Sánchez,
2017).
Según Horvath (2013), la definición de AT propuesta por Bordin (1979) tiene una
terminología común para las escuelas terapéuticas, de ahí que haya recibido bastante
12 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
soporte empírico, y hoy en día se cuente con numerosas investigaciones que hayan
logrado esclarecer qué variables la influyen (Sánchez, 2017 y Horvath, 2011). Estudios
como los de Flückiger, Del Re, Wampold, Symonds y Horvath (2012), Ackerman y
Hilsenroth (2003), Martin, Garske y Davis (2000), Luborsky (1994) y Horvath y Symonds
(1991) muestran que la AT tiene relación con los resultados del proceso terapéutico, y
que entre las variables que influyen en su desarrollo se observan actitudes del terapeuta
como la empatía y características como la personalidad, la edad, el sexo, el nivel de
estudios y la experiencia; lo que ha llevado a algunos investigadores a poner especial
atención a estos factores y estudiar de qué manera se relacionan con la AT.
2.3 Factores del terapeuta que intervienen en la Alianza Terapéutica
En un principio, Freud (1913) citado en Zukerfeld (2001), nota que el objetivo del proceso
terapéutico es establecer una relación positiva con el paciente; observación hecha
también por Ferenczi (1981) citado en Zukerfeld (2001), quien hace énfasis en la
simpatía y el rol del analista. Estos primeros acercamientos al concepto de la AT
destacan la importancia de la figura del terapeuta y algunas características como la
empatía y la calidez en su interacción con el consultante. Para Anderson et al. (2009) las
habilidades interpersonales y comunicativas influyen en el establecimiento de la AT; no
es lo mismo que el terapeuta tenga una actitud rígida y distante, a una abierta y
receptiva, ya que desarrollar una relación colaborativa es fundamental para obtener un
buen resultado, lo que implica empatía, una comunicación abierta, calidez y aceptación
(King et al. 2017; Schiefele et al. 2017; Baldwin e Imel, 2013; Wampold, 2010;).
Ackerman y Hilsenroth (2003) señalan que características como la flexibilidad, la
honestidad, el respeto, la confianza, el interés, la atención y la apertura, tienen un
impacto positivo en la AT, favoreciendo actitudes como la exploración, la reflexión, la
expresión emocional y el entendimiento; mientras que, si el terapeuta tiende a
manifestarse rígido, distante, tenso y distraído, existe un impacto negativo (Ackerman,
2001). Botella y Corbella (2011) también señalan que actitudes de exploración y
valoración, así como un estilo comunicativo fluido favorecen la AT, aunque variables
como la experiencia no tienen mayor incidencia, ya que se han observado puntaciones
Marco conceptual 13
bajas en terapeutas expertos a comparación de terapeutas novatos; esto, debido a que
los terapeutas novatos tienden a preocuparse más por facilitar el encuadre y la
construcción de los objetivos terapéuticos, mientas que terapeutas expertos en ocasiones
desestiman estos aspectos. Otros factores que favorecen la AT son la capacidad del
terapeuta para centrarse en el presente, la percepción que el terapeuta tiene del
consultante y la percepción que el consultante tiene del terapeuta, ya que la AT es una
construcción conjunta, donde las opiniones y las expectativas de ambos son igualmente
válidas (Corbella y Botella, 2003).
Para Etchevers, Giusti, Helmich, Putrino y Garay (2015) la manera como se resuelven las
dificultades en el escenario terapéutico también guarda relación con el establecimiento
de un AT positiva, ya que involucra las habilidades clínicas del terapeuta, la manera en
que se perciben las dificultades y el uso de estrategias para abordarlas. Knekt,
Laaksonen, Härkänen, Marginen, Heinonen, Virtala y Lindfors (2011) corroboran los
datos de Etchevers, et al. (2015) indicando una relación positiva entre las habilidades
clínicas, la resolución de dificultades en el proceso terapéutico y la AT en su
investigación The Helsinki Psychotherapy Study: Effectiveness, Sufficiency, and
Suitability of Short- and Long-Term Psychotherapy, donde concluyen que la capacidad
del terapeuta para llevar de manera efectiva las relaciones interpersonales favorece la
resolución de las dificultades y la aplicación de las destrezas clínicas, factores que
generan un impacto en la AT. Safran y Muran (1998) también enfatizan el papel que
conlleva la resolución de dificultades en el escenario terapéutico, señalando que abordar
de manera positiva las tensiones y rupturas en la AT posibilita el cambio, ya que cuando
el terapeuta toma parte de ellas, comunica y aclara los malentendidos al consultante,
hace que la calidad del vínculo y el compromiso de trabajo se vean favorecidos. Para
Safran y Kraus, (2014) y Safran, Muran y Proskurov (2009) en los casos donde hay
presencia de interacciones hostiles entre terapeuta y consultante, se observan resultados
poco favorables, a diferencia de los casos donde el vínculo terapeuta-consultante es
positivo.
Para Fernández-Álvarez y García (2019b), que en el escenario terapéutico la interacción
terapeuta-consultante deba enmarcarse en actitudes como la calidez, la empatía y una
escucha activa, sugiere que no existe una manera ideal de ser cálido, empático o
escuchar activamente, sino que estas actitudes varían según el terapeuta y esto se debe
14 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
a distintos factores que afectan la manera de hacer psicoterapia; diferentes aspectos
como las habilidades comunicativas, sociales, la experiencia y la historia personal del
terapeuta, posibilitan el desarrollo de un estilo propio que permite manifestar actitudes
como la calidez y la empatía. Estos aspectos y la noción de estilo han sido el foco de
investigación para el desarrollo del Estilo Personal del Terapeuta (ETP) y sus
implicaciones en la psicoterapia.
2.4 El Estilo Personal del Terapeuta
Para Fernández-Álvarez y García (2019b) la noción de “estilo” proviene de la lingüística y
hace referencia a la forma en que cada persona puede expresar sus pensamientos, ideas
y sentimientos. En psicología, el estilo señala comportamientos estables, que pueden
adaptarse y ajustarse a diferentes contextos, mientras que en psicoterapia la noción de
estilo se refiere a un “estado objetivo específico de la terapia”, que es estable
temporalmente e interviene en la forma en que el terapeuta aplica cualquier
procedimiento o técnica. Además, el estilo es independiente de las características del
consultante, la patología y su severidad, y expresa aspectos idiosincrásicos que tienen
efecto en la comunicación y las acciones terapéuticas (King, et al. 2017; Saxon, Firth y
Barkham, 2016; Anderson, et al. 2009; Beutler, Machado y Allstetter-Neufeldt,1994;
Orlinsky, Grawe y Parks,1994). Ha sido la noción de “estilo” lo que ha llevado a
Fernández-Álvarez (1996) a investigar en el proceso psicoterapéutico cuáles son
aquellas características del terapeuta que sobresalen en las acciones terapéuticas y
cómo influyen en el proceso terapéutico.
Tomando en consideración una serie de estudios realizados en Argentina y España
acerca de las características de los terapeutas observadas en su forma de hacer
psicoterapia, Fernández-Álvarez (1996) y sus colaboradores establecen el Estilo
Personal de Terapeuta (EPT), un constructo multimodal, conformado por una serie de
funciones que señalan actitudes, disposiciones y rasgos que el terapeuta desarrolla en su
ejercicio profesional (Corbella, Fernández-Álvarez, Saúl, García y Botella, 2008; García, y
Fernández-Álvarez, 2007; Fernández-Álvarez et al.2003).
Según Corbella, (2019) y Fernández-Álvarez y García (2019b) el EPT tiende a
permanecer estable en el tiempo, sin embargo, está sujeto a algunas modificaciones que
Marco conceptual 15
pueden ser resultado del entrenamiento, las condiciones laborales, cambios evolutivos o
circunstanciales del terapeuta y no sólo supone habilidades de intervención específicas,
la experiencia, también le puede permitir al terapeuta adquirir un estilo propio
(Fernández-Álvarez, 1996). Para Corbella et al. (2008) el EPT contempla tres
dimensiones, siendo estas: 1. La posición social y profesional del terapeuta que hace
referencia a factores socioeconómicos como el lugar donde vive, con quién vive, el
estrato social, el número de hijos y su salario, y factores que relacionan su formación
académica como el tipo de estudios, el entrenamiento y las prácticas profesionales; 2. el
contexto personal, que abarca la biografía y la historia relacional; y 3. el modo dominante
de comunicación, que es la forma como el terapeuta se expresa verbal y
paraverbalmente.
Para Fernández-Álvarez, et al. (2003), el EPT se caracteriza por cuatro aspectos; El
primero, tiene que ver con que el EPT modula la forma en la que el terapeuta desempeña
su labor; el segundo, relaciona al EPT como un constructo que es estable
temporalmente, aunque no necesariamente estático; el tercero, hace referencia a que el
EPT es susceptible a cambios que pueden causar alteraciones temporales o
permanentes por factores como la reubicación laboral o ciertas experiencias en la vida
del terapeuta y su formación; y el cuarto, que constituye una manera de operacionalizar
el EPT en dimensiones bipolares no valorativas que describen funciones, arrojando un
perfil específico del terapeuta (Fernández-Álvarez y García, 2019b). Estas funciones son
distinguibles en la acción terapéutica y se constituyen de la siguiente forma:
La primera es la función instruccional, que corresponde al encuadre terapéutico,
estableciendo normas y reglas de trabajo. Comprende la manera en que el terapeuta fija
los horarios del proceso, sus honorarios y la forma en que delimita el espacio terapéutico.
Es una función normativa que varía entre “flexibilidad y rigidez” (Corbella, et al. 2008;
Castañeiras, et al. 2008).
La segunda es la función expresiva, que hace referencia a la comunicación emocional
que desarrolla el terapeuta con el consultante, tomando como fundamento la empatía, la
distancia afectiva que establece el terapeuta y la tolerancia frente a distintos estados
emocionales, tanto de sí mismo, como del consultante (Fernández-Álvarez, et al. 2003;
Fernández-Álvarez y García, 2019a), Varía entre los polos de “distancia y proximidad”
16 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
La tercera es la función de involucración, que se vincula con el compromiso que asume el
terapeuta. Esta función abarca el grado de importancia que ocupa el quehacer
profesional del terapeuta en su vida y el significado que este le atribuye. Esta dimensión
varía entre la “baja involucración y alta involucración” y hace parte, con la función
expresiva, de la dimensión afectiva del EPT (Castañeiras et al. 2008; Fernández-Álvarez
y García, 2019a).
La cuarta es la función atencional, que se refiere a la capacidad receptiva; es decir la
forma de recolectar datos e información relevante, dirigiendo la atención a temas y
contextos específicos. Varía entre la “atención abierta y atención focalizada” y tiene como
motor principal que el terapeuta desarrolle una actitud que denote exploración, interés y
escucha activa (Fernández-Álvarez, et al. 2003).
La quinta es la función operativa y comprende acciones vinculadas con la intervención
terapéutica, es decir, si el terapeuta tiene preferencia hacía acciones protocolizadas,
pautadas y planificadas, o si prefiere acciones espontáneas y libres (Fernández-Álvarez y
García, 2019a). Esta función varía entre “espontánea y sujeta a pautas”.
Por último, se hace referencia a la función evaluativa, relacionada con el modo en que se
logran y se valoran los objetivos terapéuticos. También, guarda relación con la
motivación que el terapeuta genera en el consultante, promoviendo su compromiso de
trabajo y haciéndolo participe del proceso (Fernández-Álvarez y García, 2019b). La
función evaluativa varía entre los polos “motivadora y crítica”.
Para Castañeiras et al. (2008), las funciones descritas señalan dos características
relevantes que están presentes en el EPT. La primera alude al aspecto técnico; es decir,
la forma en que se hace la búsqueda y selección de información, la aplicación de
técnicas y la metodología de trabajo; y la segunda, que hace referencia a la Relación
Terapéutica y alude a aspectos como el vínculo, la comunicación y la motivación (Moya
Cortés, 2015; Hermosa Bosano, 2010; Etchevers, González y Simkin, 2012; García
Rizzo, 2008).
Marco conceptual 17
Para efectos de esta investigación es importante ver si el EPT tiene relación con el
desarrollo de la AT. En apartados anteriores se han mencionado algunas variables y
características del terapeuta que favorecen la AT, por lo cual, a continuación, se
presentarán algunos estudios; unos hablan de “características del terapeuta” o “variables
inespecíficas en psicoterapia”, pero no de EPT propiamente dicho. Sin embargo, se
considera que de manera indirecta retoman aspectos del constructo que muestran
relación con el desarrollo de la AT (Santibáñez et al. 2008; Anderson et al. 2009; Uribe,
2008; Saxon, Firth y Barkham, 2016; Fernández-Álvarez,1996).
2.5 Relación entre el Estilo Personal del Terapeuta y la Alianza Terapéutica
Los estudios que relacionan el EPT y la AT son escasos. García Rizzo (2008) llevó a
cabo una investigación piloto sobre el EPT, la AT y las características psicopatológicas
de los consultantes. Allí, encontró que aspectos motivacionales y emocionales de EPT
tienen una relación positiva con la AT y favorecen la calidad del vínculo. Así,
características inmersas en las funciones, expresiva y e instruccional influyen
positivamente en la AT, y muestran mayor puntuación en los terapeutas que han
establecido un vínculo positivo con sus consultantes. Sin embargo, el estudio no halló
alguna correlación significativa estadísticamente.
Hermosa Bosano (2010) estudió la relación entre la personalidad, EPT y la AT en un
grupo de terapeutas novatos y sus resultados mostraron que la AT era mayor cuando el
EPT se caracterizaba por una escucha receptiva, en el marco de una función expresiva
próxima. También, se encontró que la AT es mayor cuando el EPT arroja una función
atencional abierta que le permite al terapeuta darse cuenta de lo que ocurre durante la
sesión, adaptándose a la nueva información que surge durante esta. Para terapeutas con
un EPT rígido, es decir, mayor rigidez en el encuadre terapéutico, los consultantes
reportaron mayor calidad en la AT que los terapeutas con un EPT flexible. Esto, debido a
que algunos consultantes sienten mayor seguridad cuando el terapeuta es directivo y
firme con los acuerdos de trabajo, aunque en este aspecto podría influir también, la
condición diagnóstica y el motivo de consulta (Hermosa Bosano, 2010). Sin embargo, la
valoración positiva de la AT varió con la percepción de los terapeutas quienes creían
tener mejor AT si disponían de un encuadre más flexible y adaptable a los consultantes.
18 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
Estos hallazgos son contradictorios en estudios llevados a cabo por Corbella, (2019) y
Fernández-Álvarez y García, (2019b) quienes encontraron una relación positiva entre los
estilos flexibles y expresivos con la AT, ya que facilitan la adaptación de los
procedimientos terapéuticos a las características de los consultantes, motivando
cualidades afectivas y comunicativas de la RT.
En un estudio realizado con 48 terapeutas Moya Cortés (2015) encontró una correlación
positiva entre la función expresiva del EPT y la AT, lo que sugiere que los terapeutas que
se perciben capaces de sostener una comunicación emocional con sus consultantes
tienen la impresión de construir con ellos una mejor AT. También, señala que no existe
una relación entre la función de involucración del EPT y la AT, contrario a lo que podría
pensarse de los terapeutas que se sienten más comprometidos con sus consultantes, ya
que los consultantes no necesariamente perciben una mayor calidad en la AT si hay
mayor involucración. Sin embargo, la investigación no sugiere o concluye algo respecto a
esta tendencia.
Corbella (2019), en el marco del “Proyecto Barcelona-Buenos Aires” para una muestra de
48 terapeutas y 401 consultantes relaciona un par de conclusiones. En primer lugar,
señala que los terapeutas con estilos más flexibles establecen una mejor AT con sus
consultantes, debido a que los terapeutas pueden adaptar sus modo de comunicación y
su estilo terapéutico a las características de los consultantes; y segundo, hace mención
de que una alta directividad en el EPT tiene fuertes efectos en la resistencia a la
psicoterapia, por lo que considera recomendable que los consultantes con mayores
resistencias sean asignados a terapeutas con estilos más flexibles, poco pautados y poco
directivos.
Para Ackerman y Hilsenroth, (2003), Corbella y Botella (2003) y Corbella (2019) algunas
investigaciones han puesto de manifiesto la importancia de la interacción terapeuta-
consultante, pero aún quedan bastantes interrogantes por ser abordados. Algunos de
ellos guardan relación con factores del terapeuta que puedan explicar cómo se da el
establecimiento de la AT y que faciliten un proceso terapéutico exitoso. Mientras que
otros, tienen que ver con la manera en que interactúan las funciones del EPT con los
componentes de la AT, siendo estos el vínculo, las tareas y el grado de acuerdo frente a
los objetivos de trabajo.
Marco conceptual 19
Si bien, no se dispone de suficiente sustento empírico que relacione de manera puntual
las funciones del EPT con los componentes de la AT, algunos estudios sugieren que la
función instruccional y operativa del EPT tienen relación en el grado de acuerdo respecto
a los objetivos de trabajo y las tareas en el curso de la intervención, mientras que
funciones como la expresiva y de involucración tienen más que ver con la dimensión
afectiva de la AT (Corbella, 2019). Sin embargo, no ha podido establecerse de manera
concreta que aspecto de la AT tiene mayor incidencia con la función atencional, ya
estudios como los de Lee, Niemeyer y Rice, (2013) refieren que esta tiene relación con
aspectos vinculares de la AT, mientras que estudios como los de Ferreira, García y Tutte
(2019) afirman que la involucración tiene mayor incidencia en el acuerdo respecto a las
metas y objetivos de trabajo.
Otras investigaciones que no se centran específicamente en el EPT han encontrado
resultados similares que señalan una correlación positiva entre la personalidad del
terapeuta y la AT, resaltando actitudes como la amabilidad, la responsabilidad y el
compromiso de trabajo (De la Fuente y Cruz, 2017). Así mismo, estudios como el de
Piero, Cairo y Ferrero (2013), donde se señala la relación entre la personalidad del
terapeuta y la AT, muestran que los terapeutas con mayor cercanía afectiva, escucha y
adaptabilidad a las necesidades de los consultantes, puntúan de manera positiva en el
establecimiento de la AT. Si bien, el EPT dispone de características de la personalidad
del terapeuta, este se diferencia en que la noción de “estilo” está ligada únicamente al
ejercicio terapéutico y la forma de hacer psicoterapia, partiendo de los conocimientos y
actitudes que el terapeuta tiene de su quehacer terapéutico, mientras que la personalidad
integra características globales del terapeuta que pese a hacer parte del escenario
terapéutico no delimitan su manera de hacer psicoterapia (Fernández-Álvarez et al. 2003;
Fernández-Álvarez, 1996).
3. Metodología
3.1 Participantes
La población correspondió a diadas entre psicoterapeutas y consultantes de la ciudad de
Bogotá, Colombia. Para su selección se realizó un muestreo no probabilístico por
conveniencia con dos criterios de inclusión: ser psicólogo profesional o practicante de
psicología y tener mínimo 6 meses de experiencia en psicoterapia. No se tuvo en cuenta
la orientación teórica o el nivel de estudios y los terapeutas fueron contactados a través
del correo electrónico de la Universidad Nacional de Colombia. A cada uno se le indicó
que invitara a un consultante mayor de edad con quien llevara entre 3 y 5 sesiones de
intervención a participar en el estudio.
Tabla 1. Estadísticos descriptivos de los psicoterapeutas
Variable Valor Frecuencia Porcentaje
Sexo Femenino 29 72,5%
Masculino 11 27,5%
Nivel de estudio
Maestría 29 72,5%
Especialización 3 7,5%
Pregrado 8 20,0%
Orientación
Integrativa 14 35,0%
Psicodinámica 13 32,5%
Cognitivo-conductual 5 12,5%
Conductual 4 10,0%
Humanista 3 7,5%
Sistémica 1 2,5%
La muestra estuvo compuesta por 40 diadas participantes. Los terapeutas presentaron
una edad promedio de 29,03 años (DE = 6,59; rango= 23-62) con experiencia promedio
de 4,07 años (DE = 5,35; rango = 10 meses-35 años). Además, el grupo estuvo
compuesto principalmente por mujeres, la mayoría con formación de maestría, y de corte
22 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos Título de la tesis o trabajo de investigación
integrativo o psicodinámico (tabla 1). Los terapeutas estaban vinculados o lo habían
estado al Servicio de Atención Psicológica de la Universidad Nacional de Colombia, un
servicio universitario de formación psicoterapéutica. Los consultantes tenían una edad
promedio de 28,48 años (DE = 6,71, rango = 18-47) y la mayoría fueron mujeres con
formación universitaria (tabla 2).
Tabla 2. Estadísticos descriptivos de los consultantes
Variable Valor Frecuencia Porcentaje
Sexo Femenino 28 70,5%
Masculino 12 13,0%
Nivel de estudio
Posgrado 4 10,0%
Universitaria 28 70,0%
Técnico o tecnológico 6 15,0%
Secundaria 2 5,0%
Como se muestra en la tabla 3, las diadas entre psicoterapeutas y consultantes fueron en
su mayoría del mismo sexo.
Tabla 3. Relación sexos terapeuta-consultante
Sexos Terapeuta-Consultante Frecuencia Porcentaje
Mismo sexo Femenino-femenino 21 52,5%
Masculino-masculino 4 10,0%
Sexo diferente Femenino-masculino 8 20,0%
Masculino-femenino 7 17,5%
3.2 Instrumentos y Variables
3.2.1 Estilo Personal del Terapeuta
El Estilo Personal del Terapeuta (EPT) es un constructo multidimensional conformado por
funciones que expresan disposiciones, rasgos y actitudes del terapeuta en su práctica
profesional (Fernández-Álvarez y García, 2019a). El instrumento usado para evaluarlo
fue la versión abreviada del Cuestionario del Estilo Personal del Terapeuta (EPT-C)
desarrollado por Fernández-Álvarez, et. al. (2003).
Metodología 23
El cuestionario está compuesto por 36 ítems divididos en cinco escalas tipo Likert
valoradas de 1 a 7 que son respondidas por el terapeuta. La puntuación total de cada
escala se calcula con el promedio de sus ítems y ubica al terapeuta en un perfil que
permite identificar su estilo personal. Las cinco funciones que evalúa el instrumento son:
Función Instruccional: Se refiere a las conductas del terapeuta para establecer el
encuadre y mantener las reglas que determinan el funcionamiento de la terapia. Estas
reglas determinan aspectos como el horario, la duración, el espacio de la sesión, los
honorarios, y la forma de trabajo del terapeuta. Niveles bajos implican que el
psicoterapeuta actúa de forma flexible y ajusta su forma de trabajo a las necesidades del
consultante, mientras que niveles altos implican que el psicoterapeuta actúa de forma
rígida y el consultante debe ajustarse a su forma de trabajo.
Función Expresiva: Se refiere a las acciones del terapeuta para sostener la comunicación
emocional con el paciente. Es el aspecto fundamental de la empatía y se expresa a
través de la intensidad de los intercambios afectivos que se dan en la interacción con el
consultante. También, hace referencia al nivel de tolerancia del terapeuta a la exposición
de sus propios estados o las reacciones emocionales ante el consultante. Niveles altos
implican que el terapeuta tiene una expresión próxima, mientras que niveles bajos
implican una expresión emocional distante.
Función de Involucración: Se refiere a las conductas explícitas e implícitas vinculadas
con el compromiso que el terapeuta asume profesionalmente frente al proceso
terapéutico. Se refleja en el grado en que dedica tiempo para pensar y reflexionar sobre
sus consultantes en su tiempo libre. Niveles altos implican que el psicoterapeuta tiene
una alta involucración, y dedica tiempo de su vida personal al proceso terapéutico,
mientras que niveles bajos implican que el psicoterapeuta tiene una baja involucración.
Función Atencional: Se refiere a las acciones que el terapeuta realiza para recolectar
información relevante para el proceso terapéutico. Se define como la capacidad de
focalizar la atención e indagar para conseguir determinada información. Se expresa en
habilidades de escucha activa e indagación. Niveles altos implican que el psicoterapeuta
opera con atención focalizada, y prefiere centrarse sólo en lo que considera relevante,
24 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos Título de la tesis o trabajo de investigación
mientras que niveles bajos implican que el psicoterapeuta opera con atención abierta y
puede explorar diversos aspectos de la vida del consultante.
Función Operativa: Se refiere a las conductas directamente vinculadas con las
intervenciones terapéuticas específicas. Se expresa en el grado en que el terapeuta
planea, asigna y supervisa tareas específicas y los pasos a realizar. Niveles altos
implican que el psicoterapeuta opera de manera pautada, mientras que niveles bajos
implican que el psicoterapeuta opera de manera espontánea.
Las puntuaciones obtenidas en cada función pueden clasificarse en tres polos (bajo,
medio y alto), según el puntaje obtenido, como se indica en la tabla 4. No obstante, la
prueba no indica el rango de valores para asignar según el puntaje (Fernández-Álvarez y
García, 2019b).
Tabla 4. Niveles de las funciones del EPT
Función Valores de la puntuación
Bajos Intermedios Altos
Instruccional Forma flexible Forma estándar Forma rígida
Atencional Atención abierta Atención estándar Atención focalizada
Expresiva Expresión distante Expresión estándar Expresión próxima
Operativa Manera espontánea Manera estándar Manera pautada
Involucración Atención abierta Atención estándar Atención focalizada
Nota: Tabla basada en la presentada por Fernández-Álvarez y García (2019b, p. 142).
Para la presente investigación se estableció una serie de rangos siendo estos: bajo (≥ 1 y
<3), medio (≥ 3 y ≤ 5) y alto (>5 y ≤7). Los rangos fueron calculados dividiendo el rango
total de puntuación entre tres grupos y se usaron para establecer una clasificación en la
puntuación de los terapeutas. Según Rial, Castañeiras, García, Gómez y Fernández-
Álvarez, (2006), Fernández-Álvarez, García y Rial, (2004), y Moya Cortés (2015) el EPT-
C tiene niveles altos de consistencia interna y es estable temporalmente, mostrando así
características psicométricas satisfactorias (Alfa de Cronbach > 70 y test-retest), y el
análisis factorial aplicado (normalización Kaiser, rotación Viramax y componentes
Metodología 25
principales) sugiere una adecuada validez teórica, explicando en conjunto el 40.1% de la
varianza.
3.2.2 Alianza Terapéutica
La Alianza Terapéutica (AT) es la relación colaborativa de trabajo dada entre el
consultante y el terapeuta y comprende tres componentes: el vínculo, las tareas y los
objetivos (Bordin, 1979; Horvath y Greenberg, 1989). Para evaluarla se usó la versión
corta del Inventario de Alianza de Trabajo para Pacientes (WAI-S-P; Andrade-González y
Fernández-Liria, 2016), un cuestionario autoadministrado que mide la calidad y la fuerza
de la AT en sus tres componentes:
Vínculo: Se refiere a una relación de confianza mutua, entendimiento, cuidado y
dedicación que surge entre el terapeuta y el consultante. Se expresa cuando ambos se
preocupan acerca de las reacciones emocionales y experiencias del otro.
Tareas: Se refiere al grado de acuerdo y comprensión de las tareas prescritas por el
terapeuta por parte del consultante. Se expresa cuando ambos perciben que las tareas
son alcanzables y que se relacionan con los objetivos de la terapia.
Objetivos: Se refiere al grado de acuerdo frente a los objetivos terapéuticos entre el
consultante y el terapeuta. Se expresa cuando ambos logran identificar, compartir e
identificarse con los logros implícitos y explícitos del proceso de intervención.
El WAI-S-P tiene 12 ítems, valorados en una escala Likert de 1 a 7, divididos en 3
subescalas (vínculo, tareas y objetivos) de 4 ítems cada una. El puntaje de cada
subescala se calcula promediando las puntuaciones obtenidas en sus 4 ítems. El
instrumento cuenta con un índice global de AT que se calcula a partir promedio de las
puntuaciones de las tres subescalas valoradas y es un indicador general del desarrollo
de la AT.
Recientemente el instrumento fue sometido a validación tras su traducción al español,
arrojando consistencia interna basada en la estimación del coeficiente de fiabilidad de
0.91 (Corbella et al., 2011). Con respecto al análisis factorial, este muestra un Alfa de
26 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos Título de la tesis o trabajo de investigación
Cronbach de 0.98 en su versión para clientes y de 0,94 en su versión para terapeutas,
mientras que la confiabilidad en medida de consistencia interna es de 0.90 para la
subescala de tareas; 0,84 para el vínculo y 0.88 para los objetivos (Corbella et al., 2011;
Moya Cortés, 2015).
3.3 Procedimiento
El estudio fue de tipo transeccional correlacional (Hernández, Fernández y Baptista,
2014) analizó la relación entre dos variables que no fueron manipuladas. Primero, se
solicitó autorización a los autores de los instrumentos para la utilización de estos
mediante una carta dirigida a la Society for Psychotherapy Research (Anexo A) y un
correo electrónico a los autores del EPT-C. Luego, se envió una carta para solicitar el
aval del comité de ética de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional
de Colombia Sede Bogotá (Anexo B). Posteriormente se contactó a diversos
psicoterapeutas en ejercicio clínico, informándoles acerca de los criterios de inclusión
para su participación en el estudio. Para ello, se recurrió a la base de datos del Servicio
de Atención Psicológica (SAP) de la Universidad Nacional de Colombia, donde se envió
un correo electrónico comentándoles que la participación sería voluntaria y el trato de la
información confidencial. Una vez identificados los participantes se crearon los
formularios online EPT-C y WAI-S-P en Google Forms. En estos formularios se incluyó la
presentación del consentimiento informado (Anexo C) y los lineamientos generales para
la aplicación de los instrumentos de la siguiente forma:
El EPT-C fue diligenciado por los terapeutas, a quienes se les solicitaron datos
adicionales de interés para la presente y futuras investigaciones (edad, sexo, nivel de
estudios, orientación teórica y experiencia). También, se les pidió que invitaran a uno de
sus consultantes a participar en el estudio explicándole cuál es el objeto de la
investigación y el trato de la información, por lo que se les entregó dos formularios de
Google Forms, uno con el EPT-C que ellos debían diligenciar y otro con el WAI-S-P
únicamente para los consultantes.
El investigador nunca tuvo conocimiento de la identidad de los consultantes y los
terapeutas no conocieron las respuestas de sus consultantes, dado que estas llegaron
Metodología 27
directamente a su correo institucional. Para la aplicación de los instrumentos, se requirió
que el proceso terapéutico estuviese entre la 3ª y la 5ª sesión de intervención pues la
literatura sobre AT indica que ésta se consolida en las tres primeras sesiones de la
psicoterapia (Corbella, 2019; Tryon y Kane,1993; Mohl, Martínez, Ticknor, Huang y
Cordell, 1991).
3.4 Consideraciones Éticas
La investigación se realizó tomando en cuenta los parámetros éticos y profesionales que
suscribe la labor del psicólogo clínico, tanto en el campo práctico como investigativo, en
cuanto a rigor y trato académico, acogiendo la normativa dispuesta en la Ley 1090 de
2006 de la República Nacional de Colombia. También, se adoptó la Resolución 8430 de
1993 de la República Nacional de Colombia en lo concerniente a los “aspectos éticos en
la investigación en seres humanos”. Todos los participantes fueron previamente
informados del estudio, su finalidad y el manejo que se daría a la información,
garantizando la confidencialidad conforme a la Ley 1581 de 2012 de la República
Nacional de Colombia. y dando cuenta de los posibles riesgos y efectos; ello, mediante el
consentimiento informado. Respecto a la aplicación de los instrumentos, no se considera
que los mismos causaran perjuicios, en tanto que su uso brinda información relevante
respecto al proceso psicoterapéutico y no tiene fines diagnósticos, favoreciendo en gran
medida la formación profesional en diferentes contextos prácticos y académicos.
4. Resultados
El análisis de datos se realizó mediante el software estadístico RStudio versión 1.3.1093
- R 4.0.3; se calcularon los estadísticos descriptivos de las puntuaciones por cada escala
clasificada en nivel bajo, medio y alto según los rangos definidos para esta investigación,
se realizó un análisis de frecuencia de las categorías y se aplicó la prueba Shapiro Wilk
para evaluar el supuesto de normalidad. Para Identificar si la orientación teórica de los
terapeutas influía en el ETP se usó la prueba Kruskall Wallis, con la eta cuadrado como
medida del tamaño del efecto, y como prueba post-hoc la prueba Dunn entre pares. Por
otra parte, se calculó la matriz de coeficientes de correlación de Spearman entre las
escalas del EPT-C y el WAI-S-P dado que no todas las escalas cumplieron el supuesto
de normalidad.
4.1 Estadísticos Descriptivos
Como se muestra en la tabla 5, las funciones del EPT que tuvieron mayor puntuación
promedio fueron la expresiva y la de involucración, por el contrario, las funciones de
menor puntuación fueron la operativa y la atencional. Todas las escalas evaluadas
mostraron una distribución normal, excepto la función operativa.
Tabla 5. Estadísticos descriptivos y de normalidad del EPT
Variable Descriptivos Shapiro-Wilk
Media DE Mínimo Máximo W(40) p
Expresiva 4,79 0,80 2,78 6,22 0,98 0,57*
Involucración 4,24 1,05 2,00 6,83 0,97 0,37*
Instruccional 4,07 0,78 2,25 5,50 0,96 0,17*
Atencional 3,05 0,82 1,83 5,00 0,96 0,14*
Operativa 2,93 1,21 1,14 6,86 0,87 <0,01
DE = Desviación Estándar* p > 0,05
30 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos Título de la tesis o trabajo de investigación
En la figura 1 se muestra la distribución de las puntuaciones donde se observan
puntuaciones bajas en la función operativa y atencional en comparación con las demás
funciones.
Figura 1. Puntuaciones de las funciones psicoterapéuticas
Como se muestra en la figura 2, los terapeutas tuvieron puntuaciones diversas en las
funciones del ETP, la mayoría obtuvieron un puntaje intermedio. No obstante, en la
función expresiva la mayoría obtuvo un nivel alto con respecto a la función operativa
donde se observa que hay una cantidad considerable de terapeutas con nivel bajo.
Figura 2. Niveles obtenidos de las funciones psicoterapéuticas
Resultados 31
Para identificar si la orientación teórica influía sobre el EPT se aplicó la prueba de
Kruskall Wallis comparando las funciones del EPT entre las orientaciones. Sin embargo,
la orientación sistémica fue excluida del análisis dado que sólo contaba con un terapeuta
participante.
Las pruebas indicaron que la orientación teórica sólo influyó en la función operativa, H(4)
= 14,74, p < 0,01, cuya diferencia tuvo un tamaño de efecto grande, η2(H) = 0,32. Como
post-hoc se aplicó la prueba Dunn entre pares, e indicó que existen diferencias
significativas en la función operativa entre la orientación cognitivo-conductual e
integrativa relacional (p = 0,04), y la cognitivo-conductual y la psicodinámica (p = 0,01).
En la figura 3 se puede observar cómo las orientaciones cognitivo-conductual (M = 4,03,
DE = 0,80) y conductual (M = 4,04, DE = 1,81) puntuaron significativamente más en la
función operativa de EPT en comparación con orientaciones como la integrativa (M =
2,51, DE = 0,53) y la psicodinámica (M = 2,32, DE = 0,76); mientras que orientaciones
como la humanista se ubicaron en el medio (M = 2,95, DE = 0,59).
Figura 3. Puntuación de la función operativa según modelo clínico
Nota: La línea horizontal puntuada representa la media estandariza de la función
operativa reportada por Fernández-Álvarez et al. (2005). Las líneas superiores indican las
diferencias significativas, ** p < 0,01, * p < 0,05.
32 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos Título de la tesis o trabajo de investigación
Como se muestra en la tabla 6, las puntuaciones promedio de la AT a nivel escalar y
global, fueron altas. La escala con la puntuación promedio más alta fue la de tareas,
mientras que la escala con la puntuación promedio más baja fue la de vínculo. No
obstante, la diferencia entre puntuaciones promedio es mínima y ninguna de las escalas
tuvo una distribución normal. Además, las puntuaciones tuvieron tendencia al máximo.
Tabla 6. Estadísticos descriptivos y de normalidad de la AT
Variable Descriptivos Shapiro-Wilk
Media DE Mínimo Máximo W(40) p
Tareas 6,44 0,56 5,00 7,00 0,87 <0,01
Vínculo 6,32 0,60 5,00 7,00 0,90 <0,01
Objetivos 6,33 0,58 5,00 7,00 0,88 <0,01
Total 6,36 0,45 5,25 7,00 0,93 0,02
DE = Desviación Estándar * p > 0,05
Como se observa en la figura 4, no hay diferencias significativas de las puntuaciones
obtenidas en las tres escalas.
Figura 4. Niveles obtenidos de la Alianza Terapéutica
Resultados 33
4.2 Estadísticos de Correlación
En la tabla 7 se presentan los estadísticos de correlación para cada una de las funciones
del EPT, los componentes de la AT y la AT global. Como se observa, ninguna de las
funciones del EPT correlacionó significativamente con la AT.
Tabla 7. Estadísticos de correlación
Psicoterapeuta
Consultante
Tareas Vínculo Objetivos Total
rs p rs p rs p rs p
Atencional -0,15 0,35 0,17 0,29 -0,01 0,97 0,06 0,71
Expresiva 0,01 0,95 -0,01 0,95 -0,11 0,51 -0,12 0,46
Instruccional 0,24 0,14 0,04 0,80 0,07 0,68 0,15 0,34
Involucración 0,26 0,11 -0,16 0,33 -0,12 0,45 -0,07 0,68
Operativa 0,08 0,61 0,10 0,54 0,00 0,98 0,07 0,65
* p < 0,05; ** p < 0,01
5. Discusión y conclusiones
El primer objetivo de la investigación era evaluar las funciones del EPT en la muestra de
terapeutas participantes. Los análisis descriptivos mostraron que había una tendencia a
puntuar más alto en algunas funciones que en otras y las escalas con mayor puntuación
fueron la función expresiva y de involucración, mientras que las escalas con menor
puntuación fueron la función operativa y la atencional. Para Fernández-Álvarez y García,
(2019a) la función expresiva y de involucración constituyen las dimensiones afectivas del
EPT, mientras que la función operativa y la función atencional tienen mayor relación con
la dimensión cognitiva del proceso terapéutico. Esto indica que en la muestra de
participantes existe una mayor disposición a la facilitación emocional y afectiva sobre los
procesos cognitivos de la psicoterapia. Sin embargo, el muestreo se limitó únicamente a
la participación de psicólogos asociados a la Universidad Nacional de Colombia, lo que
refleja una tendencia en los procesos de formación. No obstante, debido al tamaño de la
muestra no es posible realizar una generalización, y futuros estudios pueden explorar si
al aumentar la muestra a otras instituciones de formación o servicios de atención los
mismos hallazgos se mantienen.
Por otra parte, la muestra se caracterizó por la predominancia de dos orientaciones
teóricas, la integrativa y la psicodinámica, y por la presencia en menor medida de
orientaciones humanistas, sistémicas, cognitivo-conductuales y conductuales. Se
encontró una influencia significativa de la orientación teórica de los participantes en su
EPT, específicamente sobre la función operativa; es decir, los terapeutas con orientación
cognitivo-conductual puntuaron significativamente alto en la función operativa con
respecto a los terapeutas con orientaciones integrativas o psicodinámicas. En este
sentido, los terapeutas de orientación cognitivo-conductual tienden a operar de manera
pautada, mientras que los terapeutas de orientación integrativa o psicodinámica se
centran más en la relación terapéutica e intervienen de manera más espontánea.
36 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
Igualmente, los terapeutas con orientación conductual mostraron la misma tendencia que
los terapeutas de orientación cognitivo-conductual, aunque no con diferencias
significativas respecto a otras orientaciones. Si bien, los terapeutas de orientaciones
conductuales y cognitivo-conductuales fueron pocos (22,5% de la muestra) en
comparación con los de orientación integrativa o psicodinámica (67,5% de la muestra), la
diferencia fue marcada y se encontró un tamaño de efecto grande. Además, la gran
proporción de orientaciones psicodinámicas e integrativas explica la tendencia general a
puntuar bajo en la función operativa. Al respecto, algunas investigaciones han
encontrado relación entre el EPT y la orientación teórica de los terapeutas, no obstante,
las explicaciones son escasas y tienden a relacionar más los procesos de formación
profesional con el hecho de que los terapeutas puntúen alto en la función operativa
(Casari Cobo et al. 2018; Casari Cobo, Gómez, et al. 2019).
Tomando en cuenta lo anterior, los hallazgos de esta investigación concuerdan con
varios estudios en que la función operativa es alta en las orientaciones cognitivas o
cognitivo-conductuales y baja es orientaciones psicodinámicas (Casari Cobo et al. 2013,
2017; Castañeiras et al. 2006, 2008; Da Silva Oliveira et al. 2006; Ferreira et al. 2019;
Silva Palma y Guedes Gondim, 2016; Vázquez y Gutierrez de Vázquez, 2015). Esto se
debe a que la terapia de corte psicodinámico se vale principalmente de la interpretación
como técnica de intervención, donde se requiere que el terapeuta no asuma un rol
directivo y haga un fuerte énfasis en la dimensión vivencial y afectiva del consultante;
mientras que la aproximación cognitivo-conductual al estar orientada mayormente al
tratamiento sintomático se vale de la aplicación de protocolos y técnicas de intervención,
que en su mayoría se presentan de manera pautada (Casari Cobo et al., 2013).
Por otro lado, la orientación integrativa puntuó bajo en la función operativa, similar a la
psicodinámica, lo cual contradice otros estudios donde se encontró que la orientación
integrativa presentaba puntuaciones altas, al igual que la cognitivo-conductual (Casari
Cobo et al. 2017; Castañeiras et al. 2006, 2008; da Silva Oliveira et al. 2006; Silva Palma
y Guedes Gondim, 2016; Vázquez y Gutierrez de Vázquez, 2015). Esto, debido a que los
terapeutas de orientación integrativa adoptan técnicas de intervención de diferentes
modelos, lo que los hace recurrir a procedimientos mayormente pautados y
protocolizados (Fernández-Álvarez, 2001). Sin embargo, al no evidenciarse esa
tendencia en esta investigación, los hallazgos permiten concluir que los terapeutas de
Discusión y conclusiones 37
orientación integrativa del servicio tienen mayor proximidad a la dimensión relacional del
proceso terapéutico, lo que los lleva a ser espontáneos y a no regirse por procedimientos
pautados.
Respecto a los terapeutas con orientación conductual, en este estudio se encontró una
función operativa alta, similar a la orientación cognitivo-conductual, lo que la hace
concordar con el estudio llevado a cabo por Silva Palma y Guedes Gondim (2016) donde
se señala que los terapeutas de corte conductual se orientan mayormente al tratamiento
sintomático y disponen de intervenciones basadas en evidencia, donde el componente
subjetivo y vivencial de los consultantes no se ubica en primer plano, sino que es un
efecto de las contingencias que desatan su problemática; a diferencia de otros modelos
de intervención, como el humanista, el psicodinámico y el integrativo, donde la
experiencia subjetiva se ubica en un primer plano (Cooper et al. 2014).
Los resultados también concuerdan con otras investigaciones donde la orientación
humanista, de manera similar a la psicodinámica, tiende a operar de manera más
espontánea, sin estar sujeta acciones pautadas. Esto a razón de que el enfoque
humanista hace énfasis en el componte relacional de la psicoterapia y promueve
actitudes por parte del terapeuta que tiendan a ajustarse a las necesidades del
consultante, sin desestimar su subjetividad y experiencia personal (Castañeiras et al.
2008; Silva Palma y Guedes Gondim, 2016).
Otro aspecto relevante es que, pese a que este estudio concordó con otras
investigaciones en que la función operativa se ve afectada por la orientación teórica de
los terapeutas, no concuerda con otros estudios donde la orientación teórica influye en
las demás funciones. Por ejemplo, Casari Cobo, Ison, et al. (2019) encontraron que los
terapeutas de orientación psicodinámica tienen un perfil caracterizado por bajos niveles
en las funciones operativa y de involucración. Además, que los terapeutas cognitivo-
conductuales suelen tener un perfil directivo con altos niveles de función atencional;
aspectos que no se vieron reflejados en este estudio, debido a que la función de
involucración y atencional no variaron según la orientación teórica. Nuevamente, esta
tendencia puede explicarse tomando en consideración la influencia de la formación que
imparte el servicio a sus terapeutas, donde se observa un mayor desarrollo del
componente relacional sobre otros aspectos de la práctica terapéutica.
38 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
El segundo objetivo de la investigación fue evaluar la AT en la muestra de consultantes.
Los estadísticos descriptivos mostraron que todos los participantes reportaron un buen
desarrollo de la AT, tanto a nivel global como en sus tres componentes. En este sentido,
la baja variabilidad y el hecho de que no haya escalas con puntuaciones bajas es un
indicador de que los terapeutas del servicio llevan de manera satisfactoria sus procesos
de intervención; aspecto que es señalado por Corbella (2019) al referir que índices
globales positivos en el desarrollo de la AT, evidencian procesos significativos de cambio
en la intervención. Aunque, la baja variabilidad y la ausencia de bajas puntuaciones en la
AT también pueden indicar un sesgo en el muestreo de los consultantes.
El tercer objetivo fue analizar la relación entre las funciones del EPT y la AT en la
muestra seleccionada. Sin embargo, los estadísticos mostraron que no había relaciones
significativas entre las variables. Estos hallazgos concuerdan con estudios donde no
logró determinarse si existe alguna relación entre el EPT y la AT (Cáceres Rivera, 2019;
De la Fuente Zepeda y Cruz del Castillo, 2017; García Rizzo, 2008). Al respecto existen
algunas perspectivas que ilustran la ausencia de esta relación; entre ellas el hecho de
que las funciones del EPT no expresan necesariamente las habilidades del terapeuta;
que la percepción del terapeuta no concuerde con la percepción del consultante (García
Rizzo, 2008) y que EPT no sea un predictor de la AT, sino que sirva como mediador
entre esta y las características del consultante.
En primer lugar, se ha encontrado que ciertas características o habilidades del terapeuta
tienen relación con el desarrollo de la AT, pero no necesariamente las funciones del EPT
(Crowley, 2001; Nienhuis et al. 2018). Esto se debe a que las funciones del EPT no son
equivalentes a las habilidades terapéuticas, las funciones son disposiciones, rasgos y
actitudes que el terapeuta tiene y manifiesta en el escenario terapéutico, dando a
entender que una función no señala la presencia de habilidades clínicas. Así, por
ejemplo, un terapeuta con alta función atencional no necesariamente sabe hacer una
escucha activa o eficiente, o un terapeuta que se perciba pautado no necesariamente
aplica las técnicas y protocolos de intervención de manera adecuada (Fernández-Álvarez
y García, 2019a)
Otra cuestión, tiene que ver con el hecho de que la percepción que el terapeuta tiene de
su estilo no corresponda con la percepción que tiene el consultante (Fernández-Álvarez y
Discusión y conclusiones 39
García, 2019b; Fernández-Álvarez, García y Rial, 2004). En este sentido, puede que el
terapeuta se perciba como una persona poco expresiva y facilitadora en el proceso
terapéutico, o por el contrario se perciba como alguien flexible y espontáneo. Sin
embargo, no necesariamente puede generar esa misma percepción en el consultante.
Algunos estudios señalan que desde la perspectiva del terapeuta existe la percepción de
una mejor AT cuando hay mayor función atencional y expresiva (Hermosa Bosano, 2010;
Moya Cortés, 2015), aunque, esto no implica que estas funciones estén relacionadas con
la AT percibida por los consultantes, ya que desde su perspectiva se encontró que la
función instruccional es un mejor predictor de la AT (Hermosa Bosano, 2010). Este
fenómeno de discordancia puede observarse en las discrepancias que se presentan en la
posición del terapeuta y del consultante frente al terapeuta frente a la AT (Hatcher et al.,
1995; Tryon et al. 2007), lo que abre la puerta para investigaciones que evalúen el EPT
desde la perspectiva del consultante, dado que este podría ser un mejor predictor de la
AT.
Finalmente, para Corbella et al. (2009) y Corbella (2019) el EPT no es predictor de la AT,
sino que sirve como mediador entre esta y las características del consultante. En este
sentido, los autores mencionan que la función instruccional que ha mostrado una relación
positiva y significativa no garantiza el desarrollo de una buena AT. Si bien, los terapeutas
flexibles pueden adaptarse a las necesidades de los consultantes, también tendrán
dificultades con otros, mientras que terapeutas rígidos pueden no presentarlas o
presentarlas igualmente, y esto no depende del EPT, sino de otras variables como la
personalidad del consultante, su historia, su edad y su posición social, entre otras. De
igual manera consultantes resistentes pueden generar mejor AT con terapeutas poco
directivos y pautados, mientras que consultantes poco resistentes pueden generar un
buena AT independiente de cuál sea la función operativa del terapeuta (Corbella, 2019;
Malik et al. 2002). La poca literatura al respecto parece indicar que hay relación entre la
AT y la EPT. No obstante, está relación parece estar mediada por las características del
consultante.
5.1 Limitaciones y Prospectiva
La primera limitación tiene que ver con el sesgo en la selección de los consultantes por
parte de los terapeutas, ya que, al haberlos delegado para su escogencia, puede que
40 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
hayan invitado a los más participativos y, por tanto, con los que probablemente tenían
mejores alianzas.
La segunda limitación tiene que ver con el tamaño de la muestra. Se reconoce que esta
no es representativa, dado que corresponde a un grupo pequeño de terapeutas y
consultantes. Además, la población abarcó solamente a quienes estuvieran vinculados al
Servicio de Atención Psicológica de la Universidad Nacional del Colombia, lo que hizo
que terapeutas de diferente formación y con otras aproximaciones teóricas no pudiesen
participar en el estudio. De manera que, los hallazgos no pueden ser generalizables y no
hay representatividad de diferentes aproximaciones terapéuticas en la muestra.
Como prospectiva para futuras investigaciones se recomienda tener mayor control en la
selección de participantes y la aplicación de los instrumentos, para no incurrir en el sesgo
de elección de los consultantes y los terapeutas. Así mismo, se recomienda aplicar los
instrumentos a una muestra más significativa de terapeutas logrando una mayor
representatividad de aproximaciones teóricas y estilos. También, se recomienda tomar en
consideración los hallazgos de este estudio para dar continuidad a los procesos de
investigación en psicoterapia relacional, teniendo presente la importancia de la
interacción terapeuta-consultante y la influencia del EPT en diferentes aspectos del
proceso psicoterapéutico.
Finalmente, se considera importante hacer una aproximación cualitativa al estudio de las
variables considerando que a nivel empírico se ha observado correlación entre algunas
funciones del EPT y la AT, y que una mayor comprensión de los factores subjetivos
permitiría un mejor entendimiento de algunos aspectos contradictorios como el papel de
la experiencia en el desarrollo de la AT y el hecho de que un estilo terapéutico rígido y
poco flexible impacte de manera significativa en el desarrollo de la AT, ya que
actualmente no se cuenta con explicaciones concluyentes.
A. Anexo: Autorización WAI-S
B. Anexo: Aval Comité de Ética
C. Anexo: Consentimiento Informado
Bibliografía
Ackerman, S. (2001). A review of therapist characteristics and techniques negatively
impacting the therapeutic alliance. Psychotherapy Theory Research y Practice
38(2):171-185.
Ackerman, S.J. y Hilsenroth, M.J. (2003). A review of therapist characteristics and
techniques positively impacting the therapeutic alliance. Clinical Psychology
Review, 23(1), 1-33.
Anderson, T., Ogles, B., Lambert, M. y Vermeersch, D. (2009). Therapist Effects:
Facilitative interpersonal skills as a predictor of therapist success. Journal of
Clinical Psychology, 65 (7) 755- 768.
Andrade, N. (2019). Elementos eficaces de la relación terapéutica en psicoterapia
individual. Edit. Universidad de Alcalá, Servicio de Publicaciones. España. 2019
Andrade-González, N., y Fernández-Liria, A. (2016). Spanish adaptation of the Working
Alliance Inventory-Short (WAI-S). Current Psychology, 35, 169–177.
https://doi.org/10.1007/s12144-015-9365-3
APA, American Psychological Association (2012). Resolution on the Recognition of
Psychotherapy Effectiveness – Approved August 2012.
https://www.apa.org/about/policy/resolution-psychotherapy
Baldwin, S. A., y Imel, Z. E. (2013). Therapist effects: Findings and methods. En M. J.
Lambert (Ed.). Bergin and Garfield’s handbook of psychotherapy and behavior
change (6th.ed.) (pp.258-297). New York: Wiley.
Behn, A., Davanzo, A., y Errázuriz, P. (2018). Client and therapist match on gender, age,
and income: Does match within the therapeutic dyad predict early growth in the
therapeutic alliance?. Journal of Clinical Psychology, 74, 1403–1421.
46 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
https://doi.org/10.1002/jclp.22616
Beutler, L. E., Machado, P. P., y Allstetter-Neufeldt, S. (1994). Therapist Variables. In
A.Bergin, y S. Garfield. Handbook of Psychotherapy and Behavior Change.
(pp.229-269). New York: Wiley.
Bhati, K. (2014). Effects of client-therapist gender matching on the therapeutic
relationship: An exploratory análisis. Psychological Reports: Relationships y
Communications, 115(2), 565–583. https://doi.org/10.2466/21.02.PR0.115c23z1
Bordin, E. S. (1994). Theory and research on the therapeutic working alliance: New
directions. En A. Hovath y L.S. Greenberg (Eds.). The working alliance: Theory,
Research, and practice (pp. 13-37). New York: Wiley.
Bordin, E. S. (1979). The generalizability of the psychoanalytic concept of the working
alliance. Psychotherapy: Theory, Research y Practice, 16(3), 252–260.
https://doi.org/10.1037/h0085885
Botella, L. y Corbellá, S. (2011). Alianza terapéutica evaluada por el paciente y mejora
sintomática a lo largo del proceso terapéutico. Boletín de Psicología, 101, 21-33.
Cáceres Rivera, J. L. (2019). Empatía y estilo personal del terapeuta en la formación de
la alianza terapéutica en psicólogos. Tesis de psicología, Universidad Nacional de
San Agustín de Arequipa. http://repositorio.unsa.edu.pe/handle/UNSA/10376.
Casari Cobo, L. M., Albanesi Nasetta, S. B., y Maristany, M. P. (2013). Influencia del
enfoque teórico en el estilo personal del terapeuta. Psicogente, 16(29), 132–142.
http://revistas.unisimon.edu.co/index.php/psicogente/article/view/1946
Casari Cobo, L. M., Assennato, F., y Grzona, S. (2017). Estilo personal del terapeuta de
psicólogos que trabajan en autismo. Revista de Psicoterapia, 28(108), 169–188.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6524100
Casari Cobo, L. M., Gómez, B., y Ison, M. S. (2019). Capítulo 4. Investigaciones llevadas
a cabo con el EPT-C. En H. Fernández-Álvarez y F. García (Eds.), El estilo
personal del terapeuta (1a ed., pp. 91–116). Editorial Polemos.
Bibliografía 47
Casari Cobo, L. M., Ison, M. S., y Gómez, B. M. M. (2018). Estilo personal del terapeuta:
Estado actual (1998 - 2017). Revista Argentina de Clínica Psicológica, 17(3), 466–
477. https://doi.org/10.24205/03276716.2018.1082
Casari Cobo, L. M., Ison, M. S., y Gómez, B. M. M. (2019). Personal style of the therapist
and personality dimensions in a sample of Argentinian therapists. Research in
Psychotherapy: Psychopathology, Process and Outcome, 22, 292–307.
https://doi.org/doi:10.4081/ripppo.2019.362
Castañeiras, C., García, F., Lo Bianco, J., y Fernández-Álvarez, H. (2006). Modulating
effect of experience and theoretical-technical orientation on the personal style of
the therapist. Psychotherapy Research, 16(5), 587–593.
https://doi.org/10.1080/10503300600802867
Castañeiras, C., Ledesma, R., García, F., y Fernández-Álvarez, H. (2008). Evaluación del
estilo personal del terapeuta: Presentación de una versión abreviada del
cuestionario EPT-C. Terapia Psicológica, 26(1), 5–13.
https://doi.org/10.4067/S0718-48082008000100001
Corbella, S. (2019). CapÍtulo 3. El estilo personal del terapeuta y la alianza terapéutica.
En H. Fernández-Álvarez y F. García (Eds.), El estilo personal del terapeuta.
Editorial Polemos.
Corbella, S., Balmaña, N., Fernández-Álvarez, H., Saúl, L. A., Botella, L., y García, F.
(2009). Estilo personal del terapeuta y teoría de la mente. Revista Argentina de
Clínica Psicológica, 18, 125–133.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4266251
Corbella, S., Botella, L., Gómez, A. M., Herrero, O., y Pachecho, M. (2011).
Características psicométricas de la versión española del Working Alliance
Inventory-Short (WAI-S). Anales de Psicología, 27(2), 298–301.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3627596
Corbella, S. y Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y
evaluación. Anales de Psicología, 19 (2), 205-221.
48 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
Corbella, S. y Botella, L. (2004). Investigación en psicoterapia: proceso, resultados y
factores comunes. Madrid. Editorial Vision Net.
Corbella, S., Férnadez-Álvarez, H., Sául, L. A., García, F., Botella I., Garcia del Cid, Ll.
(2008). Estilo personal del terapeuta y dirección de intereses. Apuntes de
Psicología. 26(2), 281-289.
Cooper, J. O., Heron, T. E., y Heward, W. L. (2014). Applied Behavior Analysis. Pearson
Education Limited.
Da Silva Oliveira, M., Tiellet Nunes, M. L., Fernández-Álvarez, H., y García, F. (2006).
Estilo pessoal do terapeuta: Dados preliminares da versão Brasileira do EPT-Q.
Psico, 37(3), 241–247.
https://revistaseletronicas.pucrs.br/ojs/index.php/revistapsico/article/view/1445
De la Fuente Zepeda, J., y Cruz del Castillo, C. (2017). Personalidad, experiencia y
formación del psicoterapeuta como predictor de la alianza terapéutica. Psicología
Iberoamericana, 25(2), 17–25.
https://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=133957572003
De la Fuente, J., Cruz, C. (2017). Personalidad, experiencia y formación del
psicoterapeuta como predictor de la alianza terapéutica. Psicología
Iberoamericana, 25 (2) 17-25
Del Re, A.C., Flückiger, C., Horvath, A.O., Symonds, D. y Wampold, B. E. (2012).
Therapist effects in the therapeutic alliance outcome relationship: A restricted-
maximum likelihood meta-analysis. Clinical Psychology Review, 32, 642-649.
Etchevers, M., González, M.M. y Simkin, H. (2012). Principales desarrollos y enfoques
sobre alianza y relación terapéutica. Anuario de Investigaciones, 19 (1), 225-232.
Etchevers, M., Simkin, H., Putrino, N., Greif, J., Garay, C. y Korman, G. P. (2013).
Relación terapéutica: estudio en población de estudiantes universitarios. Anuario
de Investigaciones, 20(1), 39-47.
Etchevers, M., Giusti, S. D., Helmich, N., Putrino, N. I., Garay, C. J. (2015). Alianza
terapéutica y características del terapeuta: orígenes y controversias actuales. VII
Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXII
Bibliografía 49
Jornadas de Investigación XI Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos
Aires.
Fernández-Álvarez, H. (2001). Fundamentals of an integrated model of psychotherapy.
Northvale, NJ: Jason Aronson.
Fernández-Álvarez, H., y García, F. (2019a). Capítulo 1. Introducción. En H. Fernández-
Álvarez y F. García (Eds.), El estilo personal del terapeuta (1a ed., pp. 11–36).
Editorial Polemos.
Fernández-Álvarez, H., y García, F. (2019b). El estilo personal del terapeuta (1a ed.).
Editorial Polemos.
Fernández-Álvarez, H., García, F., Lo Bianco, J., Corbella Santomá, S., y Santomá, C.
(2003). Assessment questionnaire on the personal style of the therapist PST‐Q.
Clinical Psychology y Psychotherapy, 10(2), 116–125.
https://doi.org/10.1002/cpp.358
Fernández-Álvarez, H., Gómez, B. M. M., Castañeiras, C., y Rial, V. (2005).
Normalization of assessment questionnaire on the Personal Style od the
Therarapist -PST-Q- in a population of Argentinian therapists. Session. 36o Annual
Meeting Society for Psychotherapy Research, 22–24.
Fernández-Álvarez, H., García, F. y Rial, V. (2004). Programa de investigación sobre el
estilo personal del terapeuta. Póster presentado a las XI Jornadas de Investigación-
Facultad de Psicología. Buenos Aires, Argentina.
Fernández-Álvarez, H. (1996). Características personales del psicoterapeuta. Colección
de trabajos distinguidos. Serie Psiquiatría, 1(4), 141-142.
Ferreira, P., García, F., y Tutte, V. (2019). Estilo personal del terapeuta, en terapeutas
que desempeñan la profesión en Uruguay, con distintos grados de experiencia y
que adscriben a dos orientaciones teórico-técnicas (psicoanalítica-cognitiva).
Investigaciones en Psicología, 24(2), 16–23.
https://doi.org/10.32824/investigpsicol.a24n2a22
50 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
Flückiger, C., Del Re, A. C., Wampold, B. E., Symonds, D., y Horvath, A. O. (2012). How
central is the alliance in psychotherapy? A multilevel longitudinal meta-analysis.
Journal of Counseling Psychology, 59(1), 10–17. doi: 10.1037/a0025749.
García Rizzo, C. (2008). Estudio piloto sobre el vínculo entre el estilo personal del
terapeuta, la alianza terapéutica y las características psicopatológicas del
paciente. Tesis de licenciatura, Universidad de Belgrano. Argentina.
http://repositorio.ub.edu.ar/handle/123456789/5193
García, F. y Fernández-Álvarez, H. (2007). Investigación empírica sobre el Estilo
Personal del Terapeuta: una actualización. Revista Argentina de Clínica
Psicológica, 15I(2), 121-128.
Gaston, L., y Marmar, C. R. (1994). The California psychotherapy alliance scales. En A.
O. Horvath y L. S. Greenberg (Eds.), The working alliance: Theory, research, and
practice (pp. 85–108). Oxford, Inglaterra: John Wiley y Sons
Gelso, C. J., y Carter, J. A. (1994). Components of the psychotherapy relationship: Their
interaction and unfolding during treatment. Journal of Counseling Psychology,
41(3), 296–306. doi:10.1037/0022-0167.41.3.296
Gelso, C. J., y Carter, J. A. (1985). The Relationship in Counseling and Psychotherapy.
The Counseling Psychologist, 13(2), 155–243. doi:10.1177/0011000085132001
Greenson, R. R. (1965). The working alliance and the transference neurosis.
Psychoanalytic Quarterly, 34(1), 155–181. doi: 10.1002/j.2167-4086.
2008.tb00334.
Hartmann, A., Joos, A., Orlinsky, D. E. y Zeeck, A. (2014). Accuracy of therapist
perceptions of patients’ alliance: Exploring the divergence. Psychotherapy
Research, (ahead-of-print), 1-12.
Hatcher, R. L., Barends, A., Hansell, J., y Gutfreund, M. J. (1995). Patients’ and
Therapists’ Shared and Unique Views of the Therapeutic Alliance: An Investigation
Using Confirmatory Factor Analysis in a Nested Design. Journal of Consulting and
Clinical Psychology, 63(4), 636–643. https://doi.org/10.1037//0022-006x.63.4.636
Bibliografía 51
Hernández Sampieri, R., Fernández Collado, C., y Baptista Lucio, M. D. P. (2014).
Metodología de la investigación (6a ed.). McGraw Hill Education.
https://www.uca.ac.cr/wp-content/uploads/2017/10/Investigacion.pdf
Hermosa Bosano, C. A. (2010). Influencia de los rasgos de personalidad y el estilo
personal del terapeuta aprendiz sobre las percepciones de la alianza terapéutica.
Tesis de grado, Universidad San Francisco de Quito.
http://repositorio.usfq.edu.ec/handle/23000/684
Hersoug, A. G., Hoglend, P., Monsen, J. T., y Havik, O. E. (2001). Quality of working
alliance in psychotherapy: Therapist variables and patient/therapist similarity as
predictors. Journal of Psychotherapy Practice and Research, 10(4), 205-216.
Hill, C. E., y Knox, S. (2009). Processing the therapeutic relationship. Psychotherapy
Research, 19(1), 13–29. doi:10.1080/10503300802621206
Horvath, A. O. (2013). You can’t step into the same river twice, but you can stub your toes
on the same rock: psychotherapy outcome from a 50-year perspective.
Psychotherapy, 50(1), 25–32. doi: 10.1037/a0030899
Horvath, A. O. (2011). Alliance in common factor land: A view through the research lens.
Research in Psychotherapy. Research in Psychotherapy, 14(1): 121-135.
doi:10.4081/ripppo.2011.45
Horvath, A. O., y Greenberg, L. S. (1989). Development and validation of the Working
Alliance Inventory [Desarrollo y validación del Inventario de Alianza de Trabajo].
Journal of Counseling Psychology, 36(2), 223–233. https://doi.org/10.1037/0022-
0167.36.2.223
Horvath, A. O., y Symonds, B. D. (1991). Relation between working alliance and outcome
in psychotherapy: A meta-analysis. Journal of Counseling Psychology, 38(2), 139–
149. doi:10.1037/0022-0167.38.2.139
King, R. J., Orr, J. A., Poulsen, B., Giacomantonio, S. G., y Haden, C. (2017).
Understanding the therapist contribution to psychotherapy outcome: A meta-
52 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
analytic approach. Administration and Policy. Mental Health and Mental Health
Services Research, 44(5), 664-680. doi: 10.1007/s10488-016-0783-9
Knekt, P., Laaksonen, M. A., Härkänen, T., Maljanen, T., Heinonen, E., Virtala, E., y
Lindfors, O. (2011). The Helsinki Psychotherapy Study: Effectiveness, Sufficiency,
and Suitability of Short- and Long-Term Psychotherapy. Psychodynamic
Psychotherapy Research, 71–94.
Lambert, M. J. (2013). The efficacy and the effectiveness of psychotherapy. In M.
Lambert (Ed.), Bergin and Garfield's Handbook of Psychotherapy and Behavior
Change (6th ed., pp. 169-217). New Jersey, EE. UU: Wiley.
Lampropoulos, G.K. (2000). Definitional and Research Issues in the Common Factors
Approach to Psychotherapy Integration: Misconceptions, Clarifications, and
Proposals. Journal of Psychotherapy Integration, 10(4) 415-438.
Lee, J. A., Neimeyer, G. J., y Rice, K. G. (2013). The relationship between therapist
epistemology, therapy style, working alliance, and interventions use. American
Journal of Psychotherapy, 67(4), 323–345.
https://www.ingentaconnect.com/contentone/afap/ajp/2013/00000067/00000004/ar
t00002
Luborsky, L. (1994). Therapeutic alliances as predictors of psychotherapy outcomes:
factors explaining the predictive success. En A. O. Horvath y L. S. Greenberg
(Eds.), The working alliance: theory, research, and practice (pp. 38–50). Oxford,
Inglaterra: John Wiley y Sons.
Malik, M. L., Fleming, F., Penela, V., Harwood, M., Best, S., y Beutler, L. (2002). Which
therapist for which client? The interaction of therapist variation and client
characteristics in affecting rates of change: An effectiveness study. La interacción
de las características de variación terapeuta y del c. Paper Annual Meeting of the
Society for Psychotherapy Research.
Martin, D. J., Garske, J. P., y Davis, M. K. (2000). Relation of the therapeutic alliance with
outcome and other variables: A meta-analytic review. Journal of Consulting and
Clinical Psychology, 68(3), 438–450. doi:10.1037/0022-006x.68.3.438
Bibliografía 53
Mohl, P. C., Martínez, D., Ticknor, C., Huang, M. y Cordell, L. (1991). Early dropouts from
psychotherapy. Journal of Nervous and Mental Disease, 179, 478-481
Moura de Carvalho, H., Corbella, S., y Matos, P. M. (2011). Análisis factorial confirmatorio
de la versión corta portuguesa del cuestionario del estilo personal del terapeuta
(EPT-C). Revista Argentina de Clínica Psicológica, 10(1), 91–102.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4260593
Moya Cortés, L. (2015). Influencia del estilo personal del terapeuta en la calidad de la
alianza. Trabajo Fin de Máster, Universidad Pontificia Comillas.
https://repositorio.comillas.edu/xmlui/handle/11531/1040
Nienhuis, J. B., Owen, J., Valentine, J. C., Winkeljohn Black, S., Halford, T. C., Parazak,
S. E., Budge, S., and Hilsenroth, M. (2018). Therapeutic alliance, empathy, and
genuineness in individual adult psychotherapy: A meta-analytic review.
Psychotherapy Research, 28(4), 593–605.
https://doi.org/10.1080/10503307.2016.1204023
Norcross, J. C., Lambert, M. J. (2018). Psychotherapy relationships that work III.
Psychotherapy, 55(4), 303-315.
Norcross, J. (2001). Purposes, Processes, and Products of the Task Force on Empirically
Supported Therapy Relationships. Psychological Bulletin, 38, 4, 345-356.
Norcross, J. C., y Wampold, B. E. (2011). Evidence-based therapy relationships:
Research conclusions and clinical practices. Psychotherapy, 48(1), 98–102.
Orlinsky, D., Grawe, K., y Parks, B., (1994). Process and outcome in psychotherapy. In A.
E. Bergin, y S. L. Garfield (Eds.). Handbook of psychotherapy and behavior
change (4th. Ed., pp. 170-377) New York: Wiley
Piero, A., Cairo, E., Ferrero, A. (2013). Dimensiones de la personalidad y alianza
terapéutica en individuos con trastorno límite de la personalidad. Rev Psiquiatria y
Salud Mental. 6 (1) 17-25
54 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
Quiñones, Á., Ugarte, C., Ceric, F., Cimbolli, P., García, F., y de Pascale, A. (2020). El
estilo personal del terapeuta en profesionales chilenos e italiano. Revista de
Psicoterapia, 31(116), 191–203. https://doi.org/10.33898/rdp.v31i116.345
Rial, V., Castañeiras, C., García, F., Gómez, B. y Fernández-Álvarez, H. (2006). Estilo
personal de terapeutas que trabajan con pacientes severamente perturbados: Un
estudio cuantitativo y cualitativo. Revista de la Asociación Española de
Neuropsiquiatría. 26 (98), 191-208.
Safran, J., D., Muran, J. C. (Eds) (1998) The Therapeutic Alliance, in Brief Psychotherapy
American Psychological Association, Washington
Safran, J. D., y Kraus, J. (2014). Alliance ruptures, impasses, and enactments: A
relational perspective. Psychotherapy, 51(3), 381–387. doi: 10.1037/a0036815
Safran, J. D., Muran, J. C., y Proskurov, B. (2009). Alliance, negotiation, and rupture
resolution. En R. A. Levy y J. S. Ablon (Eds.), Handbook of evidence-based
psychodynamic psychotherapy: Bridging the gap between science and practice
(pp.201–225). New York: Humana Press
Sánchez, A.M. (2017). Comunicación Terapéutica y su Relación con la Resolución
Exitosa o Fracasada de las Rupturas en la Alianza Terapéutica. Tesis de grado.
Universidad Nacional de Colombia.
Saxon, D., Firth, N., Barkham, M. (2016). The Relationship Between Therapist Effects
and Therapy Delivery Factors: Therapy Modality, Dosage, and Non-completion.
Published Online Springerlink.com. DOI 10.1007/s10488-016-0750-5
Santibañez, P., Vidal, B., Muñoz, C., Arriagada, P., Sepúlveda, A., y Quiñones, Á. (2019).
Variables que influyen en el estilo personal del terapeuta en psicoterapeutas y
psicólogos en formación. Revista Argentina de Clínica Psicológica, 18(4), 593–
602. https://doi.org/10.24205/03276716.2019.1140
Santibáñez, P., Román, M., Lucero, C., Espinoza, A., Irribarra, D. y Müller, P. (2008).
Variables Inespecíficas en Psicoterapia. Terapia psicológica, 26(1), 89-98.
https://dx.doi.org/10.4067/S0718-48082008000100008
Bibliografía 55
Schiefele, A. K., Lutz, W., Barkham, M., Rubel, J., Böhnke, J., Delgadillo, J., Lambert, M.
J. (2017). Reliability of therapist effects in practice-based psychotherapy research:
A guide for the planning of future studies. Administration and Policy in Mental
Health and Mental Health Services Research, 44(5), 598-613. doi:
10.1007/s10488-016-0736-3
Shirk, S.R., y Karver, A. (2003). Prediction of treatment outcome from relationship
variables in child and adolescent therapy: A meta-analytic review. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 71, 452-464. DOI: 10.1037/0022-
006X.71.3.452
Silva Palma, E. M., y Guedes Gondim, S. M. (2016). Questionário Reduzido do Estilo
Pessoal do Terapeuta: evidências de validade. Avaliação Psicológica, 15(3), 298–
307. https://doi.org/10.15689/ap.2016.1503.02
Staczan, P., Schmuecker, R., Koehler, M., Berglar, J., Crameri, A., Wyl, A. Von,
Koemeda-lutz, M., Schulthess, P., y Tschuschke, V. (2015). Effects of sex and
gender in ten types of psychotherapy. Psychotherapy Research. 27 (1), 74-88
https://doi.org/10.1080/10503307.2015.1072285
Sue, S., y Lam, A.G. (2002). Cultural and demographic diversity. In: J.C. Norcross (Ed.),
Psychotherapy relationships that work: Therapist contributions and
responsiveness to patients (401-421). New York, NY, US: Oxford University Press.
Tryon, G. S., Blackwell, S. C., y Hammel, E. F. (2007). A meta-analytic examination of
client-therapist perspectives of the working alliance. Psychotherapy Research, 17(6),
629–642. https://doi.org/10.1080/10503300701320611
Tryon, G. S. y Kane, A. S. (1993). Relationship of working alliance to mutual and unilateral
termination. Journal of Counseling Psychology, 40, 33-36.
Uribe, M, (2008). Factores comunes e integración de las psicoterapias. Revista
Colombiana de Psiquiatría. 37 (1), 4-28
56 Estilo Personal del Terapeuta y Alianza Terapéutica en un grupo de terapeutas bogotanos
Vázquez, L., y Gutiérrez de Vázquez, M. (2015). Orientación teórico-técnica y estilo
personal del terapeuta. Revista Argentina de Clínica Psicológica, 14(2), 133–142.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281946783005
Wampold, B.E. (2010). The Research Evidence for Common Factors Models: A
Historically situated perspective. En B.L. Duncan; S.D. Miller; Wampold, B.E.; y
M.A. Hubble (Eds.). The heart y Soul of change. Washington, D.C.: American
Psychological Association. Cap 2 Pp. 49-83.
Wampold, B. E., y Imel, Z. E. (2015). The great psychotherapy debate: The evidence for
what makes psychotherapy work (2nd ed.) New York: Routledge.
Wintersteen, M. B., Mensinger, J. L., y Diamoind, G. S. (2005). Do gender and racial
differences between patient and therapist affect therapeutic alliance and treatment
retention in adollecents. Professional Psychology: Research and Practice, 36(4),
400–408. https://doi.org/10.1037/0735-7028.36.4.400
Zukerfeld, R. (2001). Alianza terapéutica, cambio psíquico y encuadre analítico.
Aperturas psicoanalíticas: Revista de psicoanálisis. (7) 200.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1233544
Recommended