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5/11/2018 El Concepto de Cultura: Textos Fundamentales [Kahn, J.S.] - slidepdf.com
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J. S. K a h n
E l concepto de cultura:
textos fundamentales
E D I T O R I A L A N A G R A M A
B A R C E L O N A
5/11/2018 El Concepto de Cultura: Textos Fundamentales [Kahn, J.S.] - slidepdf.com
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Traducción:
José R . Llobera ( I n t r o d u c c i ó n )
A n t o n i o Desmonts (Texto de T y l o r , Kroeber, M a l i n o w s k i
y Goodenough)Manuel U r í a (Texto de W hi t e )
Revisión:
José R . Llobera
Maqueta de la colección:
Argente y M u m b r ú
© E D I T O R I A L A N A G R A M A ( po r l a in t r o d u cc i ó n y s e l ec c i ó n )
Calle de la Cruz , 4 I
Barcelona -1 7
P r i n t e d i n S p ai n
I S B N 84 - 339 - 0603 . 8
D e p ó s i t o L e g a l : B . 16824 - 1975
G r áf i c as Diamante, Z amor a, 83 , Barcelona - 5
I N D I C E
J . S . K A H N
I n t r o d u c c i ó n . 9
E D W A R D B . T Y L O R
L a ciencia de la cultura (1871) 29
A . L . KROEBER
L o s u p e r o r g á n i c o (1917) 47
B R O N I S L A W M A L I N O W S K I
L a cultura (1931) 85
L E S LI E A . W H I T E
E l concepto de cultura (1959) 129
W A R D H . G O O D E NO U G H
Cultura, lenguaje y sociedad (1971) . 157
Fuentes 249
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J. S. K A H N
I N T R O D U C C I O N
El historiador de la antropología, cualquieraque sea su formación, debiera estar siempre
atento al pensamiento antropológico actual so-bre los problemas qu e investiga históricamenteya que, esencialmente, uno de los objetivos má simportantes de su investigación es el de contri-buir a nuestro entendimiento de los hechos yprocesos históricos de los cuales emerge laantropología actual (Stocking, 1965, p á g . 143.)
L o s cinco a r t í c u l o s reunidos en este volumen se ocupan d el con-
cepto de cultura. Dichos a r t í c u l o s , ordenados c r o n o l ó g i c a m e n t e , r e
presentan un a variedad de corrientes qu e expresan la s distintas for
m a s e n q u e lo s a n t r o p ó l o g o s h an conceptualizado el objeto de sus
estudios. A d e m á s , l o s cinco autores a mencionar en este trabajo
di f i e re n no só lo en e l alcance q ue otorgan al concepto de cultura,
sino t a m b i é n e n s u o r i e n t a c i ó n t e ó r i c a . Solamente u n a c o n s i d e r a c i ó n
de ambos aspectos d e l a a n t r o p o l o g í a c u l t u r a l n os p e r m i t i r í a com-
prender el estado actual de la disciplina.
E n esta i n t r o d u c c i ó n m e interesa delinear brevemente l a e v o l u c i ó n
d el concepto como s e u t i l i z a e n a n t r o p o l o g í a actualmente. 1 En e l
aná l i s i s de l a s varias conceptualizaciones d el termino cultura tam-
b i é n tendremos o c a s i ó n d e investigar lo s supuestos e p i s t e m o l ó g i c o s
de los distintos t e ó r i c o s . E l p r o p ó s i t o central de esta i n t r o d u c c i ó ns e r á explicar p o r q u é e l t é r m i n o cultura ha llegado a significar
l o que Stocking llama lo «interno», lo «ideacional», lo «integrativo»
y lo «total» (Stocking, 1963), mientras qu e para lo s evolucionistas d el
siglo x i x t e n í a connotaciones m á s amplias. E n esta i n t r o d u c c i ó n tra-
z a r é l a e v o l u c i ó n d e l concepto v i é n d o l o e n general en re l a c ión con l a s
principales corrientes intelectuales que se expresan en su fo rmula -
1. Recientemente h a habido v a r í a s tentativas d e t r a z a r la e v o l u c i ó n d e l
concepto e n la disciplina. Aparte de l interesante trabajo de Stocking (1963,
1965). v e r t a m b i é n Boon (1973), Weiss (1973) y Bohannan (1974).
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ción, particularmente con referencia a la antropología c u l i m . i l »l< !•
Estados Unidos. El orden cronológico de los artículos se dcj.u.i \>,u
cialmente de lado en favor de un orden lógico. Comenzaré discutiendo
a los evolucionistas del siglo xi x y, partic ularment e, a T y l o i I u< i • • •
observaré los desarrollos que se dieron en Estados Unidos despm d<
Franz Boas, quien intentó derribar muchos de los supuestos y de la*
teorías que habían sido heredadas del siglo xix. Esto lleva .\n
análisis del trabajo de los discípulos de Boas, en particular de Kioe
ber y Benedict y luego, tomando un tema de la obra de Kroebcr, trazo
su desarrollo a través de la obra de Goodenough y de la escuela
de etnociencia en la antropología norteamericana.
En este punto vuelvo atrás, al trabajo m á s temprano de Mal i no w sk i , para di scuti r la historia del concepto de cultura en la an tropo
logia británica. Fin almen te, me ocupo brevemente de teorías que, en
m i opinión, proporcionan una alternativa a las formulaciones res ti n
tivas de la escuela de etnociencia y de la escuela de cultura y per
sonalidad. Por este motivo, trat o las contri buci ones de Leslie Whit e
en los Estados Unidos y de Claude Lévi-Strauss en Francia.
La obra de Tylor es un buen punto de partida para un trabajo
como el que nos ocupa, y por dos motivos. Fue el prim er o en formu
lar una definición de cultura que se aproxima a definiciones moder
nas y, además, en cierto sentido puede considerársele como repre
sentante del evolucion ismo en las ciencias sociales del siglo xi x. Si
bien la teoría de Tylor difiere en algunos aspectos básicos de otras
teorías de la época, en su interés general se acerca a otros tc ór ii <>•.
como Morgan o Spencer. Los objetivos de los evolucionistas han si l. ,discutidos por Harris, quien dice:
Morgan, Tylor y Spencer eran historiadores universalista*, qufl
utilizaron el método comparativo para lograr una interpretación
más detallada y, en general, más exacta, de las secuencias do < am
bio cultural desde los cazadores del Paleolítico hasta la c i v l l i l lción industrial. (1968, pá g. 169).
Más específicamente, Tylor y otros intentaron:
correlacionar las series de artefactos descubiertos por la an|u<•<»
logia con las etapas de desarrollo social e ideacional, espe< tal
mente del parentesco y las instituciones políticas y 11 I I J K • ,.i .
(ibídem, pág. 149).
La definición de cultura propuesta por Tylor —«Aquel todo COIH
piejo...»— corresponde claramente a dicho objetivo. Morgan también
se interesó en una amplia gama de datos. Intentó ligar la tecnología,
los sistemas de parentesco,Ta terminología de parentesco, ¡as I o n
de matrimonio y la organización política, para estudiar el COmpli i "
resultante c omo una tot alidad. Esta definición tan inclusiva de < ul
tur a se vio gradual mente reducida por varios antropólogos de este
siglo. De aquí que Goodenough, un teórico moderno, define la < nltma
como aquellas cosas que debemos «conocer» o «creer» «pan podoi
10
operar de una manera que sea aceptable» para los miembros de la
sociedad estudiada (ver Hymes ed. 1964 pág. 36). Pero antes de ocu
parnos de los desarrollos que tuvieron lugar después di Tvlor, con
viene considerar brevemente las suposiciones que ic hallan datrál <l<
la investigación de Tylor y los resultados de la misma . El objativo
principal de Tylor, en el l ibro cuyo primer capítulo reproducimos
má s adelante, es trazar la evolución de la religión desde su forma
más primitiva —el animi smo— a las formas má s avanzadas de Upo
monoteísta.
Por lo tanto Tylor se interesó en la historia y en la evolución di
la cu ltu ra para poder llegar a compr ender el proceso por el cual cam
bian las culturas, así como para compren der el presente. Su preocupa
ción por la historia se manifiesta en las primeras páginas del libro:
Aquellos que deseen comprender sus propias vidas deberían cono
cer las etapas median te las que sus opiniones y sus costumbres
se convi rti eron en lo que son... Pretender mi rar a la vida moder
na de frente y llegar a comprenderla simplemente por introspec
ción, es una filosofía cuyas debilidades pueden ser probadas fácil
mente... Es siempre peligroso separar una costumbre de sus
lazos con acontecimientos pasados, tratarla como un dato aislado
y descartarla simplemente mediante una explicación que resulte
plausible. (1958, 19f).
Tylor ha sido criticado por antropólogos posteriores tanto con
respecto a su método como a su teoría del cambio cultural. Para su
trabajo utilizó el método comparativo, que consistía en deducir elestado de las culturas del pasado a pa rt ir de las cul tura s ac tuales.
Además, invirtió este proceso al explic ar algunos aspectos actuales
de cultura como supervivencias del pasado. Ambos procesos han sido
atacados por los anti-evolucionistas. Los funcionalistas como Ma l i -
nowski destacaron las funciones que tienen en el presente todos los
aspectos de cultura y, por lo tanto, n egaron la posib ili dad de la exis
tencia de «supervivencias». Lowie criticó también el método compa
rativo pues, a su manera de ver, descansa sobre la inc apacidad para
comprender que aun las sociedades má s simples en que puedan
existir tienen una larga historia (Lowie, 1937, p ág . 25).
La teoría de evolución de la religión de Tylor pone el énfasis
primordialmente en un impulso hacia el progreso intelectual. Básica
mente, la religión existe como explicación de lo inexplicable el cam
bi o en la religión se da como resultado del desarrollo de explicacio
nes mejores y má s satisfacto rias. Con motivo de este énfasis se lo
ha llamado «idealista filosófico» (Opler, 1964). Por otra parte, Leslie
White sugiere que en realidad Tylor era un materialista. Es posible
que el eclecticismo de la idea de historia de Tylor pueda demostrarse
por la siguiente cita:
La enseñanza de la historia es que la civilización se desarrolla
gradualmente con el transcurso de los siglos, mediante el incrt
mentó y la precisión siempre mayor del conocimiento, por la
I I
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invención y mejoramiento de las artes y el progreiO «!«• lM OO
lumbres e instituciones sociales y políticas hacia un SStadO <<
bienestar general, en Oplcr, 1964), 130f, subrayado suprimido)
Se podr ía llegar a la conclus ión de que, si bien no descartaba la
posibilidad de una teor ía de la historia, Tylor no contaba con u n I
teor ía de este t ipo . Esto se debe en part e a u n empi ri smo QJ1C
le impidió constr uir modelos relativos a la estruc tura de la culi m i
Para Tylor, los diferentes elementos de la cultura evolucionan; duran
te su evolución pueden presentar varias pautas, es decir que cierto
elementos pueden estar ligados con otros. Pero en la obra de Tylor
no se aclara cuál es la naturaleza de dichos l igámenes . 2
Los críticos de la teor ía evolucion ista recalcaron especialmentela variedad de culturas y la falta de orden en la historia, negando
consecuentemente la posibi lidad de formula r simples leyes his tór i -
cas o siquiera considerar etapas específicas en la evolución . Pudieron
hacer cr í t icas vál idas con respecto a las simplificaci ones má s obvias
en los trabajos de Tylor y Morgan, pero p o d r í amo s , al igual que
Harris, llegar a la siguiente conclus ión:
A l contraponer los particularistas históricos y los evolucionistas
debemos por lo tanto tomar en cuenta las exageraciones del grado
de desorden de la historia por parte de los particularistas histó-ricos —que constituye un error por lo menos t an grave como el
orden exagerado que recalcan algunos, pero no todos, los evolu
cionistas. Los errores de los evolucionistas se cometieron al trat ar
de desarrollar una ciencia de cultura hasta —y más allá— del
punto de sus limitaciones de comprobación; los errores de los
particularistas históricos se dieron como resultado de una actitud
de nihilismo científico que descartaba la posibilidad de formar
una ciencia de la historia . (1968, pág . 179).
Tylor aplicaba un concepto amplio de cultur a para indi car los
lazos importantes que exis t ían entre los elementos de la histor ia. No
fue teóricamente rígido, pero tampoco contaba con un conjunto de
supuestos epis temológicos bien desarrollados y defini dos.
Pero en el siglo xx la dis cipli na de antropología cul tural , que estaba
en vías de desarrollo, t o mó una posición má s f i rme. Cristalizaron
u n cierto n ú m e r o de suposiciones respecto al méto d o de la ciencia, a
la posibilidad de crear teor ía y al alcance del campo de fenómenos
estudiados. En cierto sentido esto r ep r e s en tó una toma de posli lónconsciente con respecto a los evolucionistas del siglo x ix . Han habidotentativas de ampliar el alcance del concepto de cultura y de desa
r r o l l a r leyes his tór icas , pero en general estos esfuerzos han porRISnecido fuera de la corriente prir.cip?.! de la antropología , por lo
en la manera en que se desarro l ló en los Estados Unidos y ( H a n
B r e tañ a . Dos de las principales escuelas de antropología cultural Sn
la actualidad —cultura y personalidad y etnociencia— daban IUI
2. Ver Tylor (1889) para una tentativa empírica de demost ltl la IntffOQ
nex i ón o "adherencia" de elementos cu lturales.
12
ca r ac t e r í s t i c a s especiales a este p e r ío d o de reacción contra la escuela
evolucionista. Aunque quizás sea imposible atr ibui i este cambio a la
obra de un solo teór ico , es de sumo in terés , como evidencia de
dicho cambio, el trabajo de Franz Boas, fundador de la antropología
en los Estados Unidos y maestro de muchos de sus más importantes
teór icos .
Si bien Boas se o cu p ó de una amplia gama de fenómenos , en sus
trabajos posteriores se in teresó por la vida mental del hombre. En
la obra de Boas la expl icación del pensamiento y de las ideas se con
vierte en el foco pr imordial de la antropología . Este enfoque se dio
juntamente con un grupo de supuestos más o menos concretos. Nos
detendremos brevemente para considerar tres de estos supuestos,
que se refie ren respectivamente a la impor tanc ia del conoci miento
his tór ico , al m é t o d o induc tivo y empirista, y a la posi bilidad de for-
mular leyes sobre la cultura.
Boas nunca negó la necesidad de un análisis histórico de la socie
dad y, sin embargo, en cierta ocas ión dice que la historia no puede
explicar «la manera en que el individuo vive bajo una ins t i tución . . .»(1966, pá g. 268), lo cual consideraba de suprema im por tancia . En
otra oportunidad dice:
Si conociéramos todos los aspectos, ya sea biológicos, geográ-ficos o culturales que componen el marco total de una sociedad,y si comprendiéramos en el detalle las formas de reacción expre
sadas por los miembros de la sociedad... no deberíamos precisar un conocimiento histórico de los orígenes de la sociedad
para poder comprender el comportamiento de la misma, (ibídem,pág. 264).
Este enfoque reconoce la uti l idad de la historia en la medida en
que pueda aclarar el problema principal, que es el del comportamien
to individual y aun así, la historia es necesaria solamente ante la falta
de otros tipos de datos. La historia en sí no es de in terés alguno.
Boas sos tenía que el méto d o de la antropología deber ía ser induc
t i v o , m é t o d o que consideraba bás ico para todas las ciencias na turales.
E l método implica un razonamiento que parte de lo específico y se
desarrolla hacia lo más general. El observador d eb e r í a ser teórica-
mente «ingenuo» al confrontar los datos:
E l forzar los datos para que quepan en la «camisa de fuerza»que constituye la teoría, se opone al proceso inductivo mediante
el cual se pueden derivar las relaciones reales entre fenómenosconcretos (ibídem, pág. 277).
Esto se basa a su vez en la doctrina empirista según la cual los
«hechos» son fenómenos que pueden ser observados i nmedia tament e.
Luego el inducti vismo toma estos «hechos» y los desarrolla hacia
formulaciones má s generales, es decir, más abstractas.
Boas continuamente expresó escepticismo con respecto a la posi-
13
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bilidad de descubrir leyes sociales. Esta actitud radicaba cuvisión de extrema diversidad de la cultura:
Los fenómenos culturales son de ta l complejidad que me paren»
dudoso que puedan descubrirse leyes culturales válidas o l . i . l . .. .
pág. 257).
Pensó que una de las maneras en que esta posición podía demos
trarse era la de derribar burdos determinismos (sin atribuirlos, claro
está, a ningún autor en particular).
En 1930 Boas definió la cultura de la siguiente manera:
La cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos soda
les de una comun ida d, las reacciones del individuo en la medida
en que se ven afectadas por las costumbres del grupo en QUÉvive, y los productos de las actividades humanas en l a medida
en que se ven determinadas por dichas costumbres. (1930, \r.\y. 74)
En sus obras posteriores recalcó aun má s el aspecto de comporta-
miento de la cultura y las reacciones psicosomáticas de los Indi
viduos.3
Si bien la definición de Boas es amplia (incluye por ejemplo la
cultura material) y si bien mantuvo un interés que abarcab a a la
arqueología, la historia, la antropología cultural y física, consta que
se interesó principalmente por el entendimiento del comportamiento
humano individual con relación a todos sus factores d etermin an tes.Ya hemos notado que tendía a considerar al análisis histórico so lo
en función de su utilidad para aclarar el comportamiento humano.
Los procesos históricos en sí no eran de interés teórico. Esto es
demostrable mediante una cita de Boas y otra cita tomada de una
de sus más célebres discípulas:
A mi manera de ver, un error de la antropología moderna reside
en poner demasiado énfasis en la reconstrucción histórica, cuya
importancia no debe ser menospreciada, en lugar de coneenti aien el estudio profundo del individuo sometido a las restri<« iomde la cultura en que vive. (Boas, 1966).
Nunca se ha comprendido suficientemente cuan consistente l'uc
Boas durante toda su vida en la definición del objetivo << l .
etnología, como el estudio de la «vida mental del bombo
de las «actitudes psíquicas fundamentales de grupos (iiltma
les», de los «mundos subjetivos del hombre». (Benedict, 1943,
pág. 31).
Si bien la definición de cultura de Boas pudo haber" sido amplia
parece haber aislado este aspecto parti cular como el má s impo i (anh
La economía, la organización política y la organización s o . n l
generalmente vistas como fuerzas externas que reaccionan sobro la
evaluación subjetiva del individuo de su ambiente físico y social
3. Ver, por ejemplo, Kroeber y Kluckhohn (1963, pág. 184 n.).
14
Leyes, reglas, enteras disciplinas de estudio, son inválidas por cuanto
no logran aclarar éste, el problema principal de Boas.
En resumen, la posición de Boas con respecto a la his tori a, a las
leyes sociales, y al método y campo de estudio, era negativa y l i m i
tada. Se interesó en las actitud es ind iv iduale s y se opuso a la i o r m i i
lación de leyes sociales. Su interés en la historia se limitó a la manera
en que la misma pudi era ayuda r el ent end imien to de procesos men-
tales, y su enfoque era particularista, inductivo y empirista* Poi lo
tanto la posición de Boas era opuesta, en un número de puntos im-
portantes, a la de Morgan o de Tylor, quienes se interesaron en la
evolución como proceso en sí mismo, en la formulación de layassociales y en pautas universales. Quizás porque el trabajo de Mor-
gan fue adoptado por Marx y Engels y más tarde fue incorporad o
a la ideología y a las ciencias sociales de la URSS, el concepto de
cultura en los Estados Unidos se desarrolló en un sentido opuesto
y fue Boas, en lugar de Morgan, quien fue considerado como el fun-
dador de la antropología cultural en ese país.
En la obra de Boas y de algunos de sus discípulos, se manifiesta
una teoría general de la cultura que Singer (1968) llama teoría de las
pautas. Según Singer:
Esta teoría general hace hincapié en el estudio de la pauta, la
forma, la estructura y la organización de la cultura má s que en
los rasgos culturales discontinuos y en el contenido cultural,
(pág. 519).
Pero los discípulos de Boas diferían en función de la naturaleza dedichas pautas. Para algunos de ellos, los que quizás se acercan má s
a la posición de Boas, las mismas eran esencialmente pautas de per-
sonalidad. Para otros, como Kroeber, eran «superorgánicas». A partir
de estos dos enfoques surgieron dos escuelas de antropología cul-
tural, que se ocuparon, respectivamente, de cultura y personalidad,
y del análisis formal de los sistemas culturales.
En Patterns of Culture (1959) , Ruth Benedi ct sigue estrechamen-
te a Boas. Sus pautas se refieren primordi almen te a estados psí-
quicos. El enfoque de Benedict ignora en gran par te a la hist oria y
sigue la posición de Boas con relación a la complejid ad de la cultura
y a las leyes sociales y es, esencialmente, un enfoque inductivo. Los
apolónicos zuñi y los dionisíacos indios de las llanuras de Norteamé-
rica, constituyen una especie de tipo abstracto de personalidad. Opel,
quien utilizó el término «tema» en lugar de «pauta», desarrolló su
teoría basándose en este enfoque. 5 La inclusión de nociones provistas
por la psicología di o luga r a una esfera de antropología diferente que
Bidney describe de la forma siguiente:
4. Se debe tener cuid ado de no exagera r estos punt os en la obra de Boas.Siempre podremos encontrar pasajes distintos en su trabajo. Por ejemplo, acercade la historia dice que "su importancia no debería ser menospreciada". Ade-más discute la posibilidad de "leyes generales de i n t e r r e l a c i ó n " de elementosculturales (1966, pág . 255).
5. Ver su artículo sobre "temas" Opler (1946).
15
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Mientras que los a n t r o p ó l o g o s de la gene rac i ón anterior M ocu
paron principalmente del estudio impersonal de los I P . I . . . I
los datos e instituciones de una determinada cultura v pi« 1.1
ron poca a t e n c i ó n a lo subjetivo, o a la vida i n t e r i o i «l- In
miembros de la cultura, la tendencia actual es de invertu < i .
corriente y poner mayor énfa s i s en la influencia de ciertas tal ti
tuciones y pautas culturales sobre la personalidad y el c a r á c t e rde sus adherentes. (1953, pág. 15).
Este tipo de d e f i n i c i ó n del campo correcto de a p l i c a c i ó n de la
a n t r o p o l o g í a cult ura l se remonta a la p o s i c i ó n de Boas con r e l a c i ó n a
los f e n ó m e n o s que consideraba de importancia b á s i c a .
Si bien en esta i n t r o d u c c i ó n no se d i s c u t i r á en n i n g ú n detalle laescuela de cultura y personalidad, es necesario i n c l u i r algunos comen
tarios sobre la misma. Hemos visto que, al propo ner co mo objet o d i
estudio los estados mentales de los ind ivi duos , Boas operaba me
diante un proceso de e l i m i n a c i ó n y r e s t r i n g í a el campo de la antrop o l o g í a . Procediendo de esta manera, renunciaba a la posibi lidad
de leyes culturales, ya que, s e g ú n él, las mismas no p o d í a n explicar
de manera satisfactoria la personalidad. Pero esto impone l i m i t a
ciones sobre el tipo de descubrimientos que puedan aportar los estu
dios sobre la personalidad, y presenta una trampa para todos los que
se l i m i t a n de esta manera y, sin embargo, retienen una c ierta curio
sidad por los procesos culturales más generales:
1. Mientras más investigamos la conducta individual, menos posi
bilidades tenemos de ver al sistema tota l en funcionamient o y, por lo
tanto, tenemos má s d i f i c u l t a d para concebir las leyes de o p e r a c i ó n
del sistema.
2. Corremos el riesgo de llegar a explicar las estructur as como la
suma t otal del comportamie nto de los individuos y, por lo tanto, redu
c i r las instituciones y d e m á s a dicho total; dicho procedimiento ha
producido resultados desastrosos en las ciencias sociales.
3. P o d r í a m o s llegar a atribuir c a u s a c i ó n a estr ucturas de la pal
sonalidad culturalmentc definidas, procedimiento que Leslie W l u t c
describe como « r a z o n a m i e n t o m e t a f í s i c o » : « E s t o puede ilustrarse me
diante declaraciones como "los fós i l e s fueron producidos por fuer/as
petr ifi cante s" o "el opio adormece debid o a sus poderes s o p o r í l c
r o s " . . . » White sugiere que Boas t a m b i é n c a y ó en este tipo de r azón .»
miento cuando e x p l i c ó los sistemas culturales que clasifican el medio
ambiente del hombre en f u n c i ó n de una tendencia a clasificar poiparte de los seres humanos. (White, 1949, pág. 65).
P o d r í a m o s sugerir que la r e d u c c i ó n que e f e c t ú a Barth de la orga
n i z a c i ó n p o l í t i c a de los swat pathan a elecciones individuales cons
tituye un procedimiento similar. 6 Esto no signifi ca que toda la es< u<
la de cultura y personalidad caiga en estos errores. Las dificultades
se presentan solamente cuando se presta c a r á c t e r explica tivo a las
afirmaciones de dicha escuela.
6. Ver F. Barth (1965). Ver Asad (1972) para un tipo de crítica a este en
foque.
16
La obra de Kroeber representa un segundo desai r o l l o del lema
de las pautas. Posiblement e Kroeb er sea el má s influy ente de todos los
a n t r o p ó l o g o s norteameri canos. Su obra es vasta, y es la consecuencia
de lo que Steward llama «su curiosidad o m n í v o r a con respecto a
todas las esferas de la a n t r o p o l o g í a , la histor ia y de todos los campos
del conocimiento, y es t a m b i é n el resultado de una o r i e n t a c i ó n t i l o
s ó f i c a que lo l l e v ó a examinar e interrelacionar los supuestos y los
m é t o d o s de estos diferentes c a m p o s . » 7 Durante su vida Kroeber ftl€
la personalidad más importante en la disciplina, d e s p u é s de Boas. En
la actualidad, su influencia es t o d a v í a visible.
En el a r t í c u l o incluido en este volumen es evidente que Kroebei
rechaza e s p e c í f i c a m e n t e la posibili dad de un reduccionismo p s í q u i c ocon r e l a c i ó n a su concepto de lo s u p e r o r g á n i c o . La cultura se convierte
en algo externo a las esferas de lo i n o r g á n i c o , lo o r g á n i c o y lo p s í q u i -
co —algo que puede explicarse solamente en f u n c i ó n de sí misma.
Por lo tanto, cuando Kroeber adopta el tema de las pautas, no sor
prende que lo utilice con implicacion es muy diferentes de las de
Benedict. Para Kroeber las pautas no son estr ucturas de la persona
lidad, sino que son pautas de elementos que son culturales en sí
mismos.
Es obvio que Kroe ber y Benedict se encuentran en niveles diferen
tes, pues Benedict lo acusa de misticismo (como t a m b i é n lo hizo, im
p l í c i t a m e n t e , Boas —ver White 1949, pág. 95). La i n c o m u n i c a c i ó n
sobre este tema se debe en parte al empirismo de Benedict, quien
t a m b i é n en esta c a r a c t e r í s t i c a d i f e r í a poco de la p o s i c i ó n de Boas.
Para Kroeber la cult ura es estructura da, per o su d e f i n i c i ó n de la
misma se basa en el aprendizaje:
«...la mayor parte de las reacciones motoras, lo s h á b i t o s , last é cn i ca s , ideas y valores aprendidos y transmitidos —y la conducta que provocan— esto es lo que constituye la cultura. Lacultura es el producto especial y exclusivo del hombre, y es lacualidad que lo distingue en el cosmos. La cultura... es a la vezla totalidad de los productos del hombre social y una fuerza enorme que afecta a todos los seres humanos, social e individual-m e n t e . » (1948, p á g s . 8-9).
En el mismo l i b r o sugiere que «...quizás la manera en que llega a ser
es más c a r a c t e r í s t i c o de la cultura que lo que es.» ( i b í d e m , pág . 253).
Por lo tanto, Kroeber retiene una d e f i n i c i ó n de cultura amplia y
flexible y al mismo tiempo separa el comportamiento de las costumbres, t é c n i c a s , ideas y valores, todos los cuales pueden ser conside
rados como ser pautas de comportamie nto que se encuentran en cada
individuo y que se dan junto con el comportamiento. Esto evoca un
í i aginenio de El Capital en el que Marx dice:
Una a r a ñ a e f e c t ú a operaciones que se asemejan a las de untejedor y una abeja a v e r g ü e n z a a muchos arquitectos por la
7. St ewar d (1973, pág. 25). P a r a otras valoraciones del trabajo de Kroeberver su obituario, escrito por Steward en American Anthropologist, vol. 63 (1961),y Hymes (1964).
17
2 . — EL CONCEPTO DE CULTURA
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construcción de su colmena. P e r o lo que d i s t i n g u e . « I p mil
tecto de la mejor abeja es que el arquit ecto crine la < . ( M U
en su imaginac ión antes de construirla en la realidad < 1970 r •
gina 178).
Claramente, no es el individuo quien construye estos p l a ñ e . , - a n o «lu
los mismos res ultan de su herencia social. Kroe ber y Kluckhohl
se alejan mucho de este punto de vista en las conclusiones expuesta-,
en su a n á l i s i s de 1952 en el que dicen que la cu ltura es una abs tiai
c i ó n y no comportamiento pr opiamente dicho. Kroeber toma el 0011
cepto de a b s t r a c c i ó n que Boas discutiera al recalcar la i m p o r t a n » ia
d el indu ctiv ismo. En el proceso de a b s t r a c c i ó n se va de lo espc< í l u n
a lo general, excluyendo ciertos aspectos e m p í r i c o s de cada man i l e st a c i ó n en favor de un tipo general que parezca incorporar lo mi
b á s i c o de cada tip o particular. Mientras que en la cita anterior Mal N
localiza la est ruc tura en la mente del arqui tec to, Kroebe r la localiza
en otra parte, en la esfera de lo s u p e r o r g á n i c o , desde donde penetra
en la mente de diferentes individuos. Q u i z á s sea la vaguedad di- estaforma de a b s t r a c c i ó n lo que ha dejado a Kroeber v ulnerable a las
c r í t i c a s de quienes, como Bidney por u n lado, sugieren que lo IU
p e r o r g á n i c o de Kroeber es una forma de idealismo p l a t ó n i c o y, DOl
otra parte, de White, quien dice tener dificultades en comprender lo
que Kroebe r y Kluck hoh n entienden po r a b s t r a c c i ó n (ver Bidney,
1953 y a r t í c u l o de White en este volumen).
A partir de este concepto de lo s u p e r o r g á n i c o Kroeber desarrolle
e l concepto de los pautas, que difieren de las personalidades Ind ividu ales y, por lo tanto, no pueden explicarse en f u n c i ó n de é s t a s
U t i l i z ó varios t é r m i n o s para designar este concepto, siendo los mal
frecuentes los de pauta, c o n f i g u r a c i ó n y estilo.
E l estilo en las artes, por ejemplo, puede referirse tanto al estilo
individual como al estilo de un grupo. En esta ú l t i m a aplicación,
« e s t i l o » es una a b s t r a c c i ó n , en el sentido de que n i n g ú n Individuo
expresa el estilo ideal, y es s u p e r o r g á n i c o en el sentido de que In
fluencia de alguna manera a los proponentes ind ivi duales del estilo
para que se mantengan dent ro de sus l í m i t e s . Asimismo, las paula
« s o n aquellos ordenamientos o sistemas de relaciones i n d i n a , que
pres tan coherencia a una cul tur a y previenen que la misma lea un a
mera a c u m u l a c i ó n de partes c a s u a l e s . » (1943, pág. 311).
S e g ú n Kroeber, existen diferentes t ipos de pautas de acuerdo < ou
los diferentes niveles de generalidad; desde las pautas s i s t e m á t i c a sa las pautas más e s p e c í f i c a s de estilo. Sobre este punto K r o e l n • •..
aleja de Boas y de las pautas de estr uctu ras de la personalidad, «¡ti
b ú s q u e d a de pautas de la cultura ( p r e o c u p á n d o s e poco de lo s asp< i los
cognoscitivos de las mismas). Kroeber t a m b i é n difiere de Boas en
otro punto y es que, una vez establecidas las pautas b á s i c a s , se Intt
r e s ó t a m b i é n por su historia, 8 si bien es cierto que por lo c o m ú n no
8. Ver, por ejemplo, Configurations of Culture Crowth v H * bo-vr
Style and Civilizations. Destacaríamos que, en esta esfera, su trabajo md » detallado se refiere a la evolución de estilos estét icos.
18
i n t e n t ó formular leyes generales. Pero, como lo demuest ra .1 ai tleu
incluido en este volumen, Kroeber c o n t i n ú a limitan do el objet o d<
estudio a lo s u p e r o r g á n i c o . Si bien no toma un a p o s i c i ó n extrema,
es decir, que s ó l o d e b e r í a m o s interesarnos en las capacidades man
tales del hombre, e limina toda posibi lidad de proceder por redui
cionismo y, de hecho, de derivar estados p s í q u i c o s a pa r t i r da lo
s u p e r o r g á n i c o . 9 Por lo tanto, resulta di f í c i l comprender c ó m o la
soci edad se ve afectada p or las pautas s u p e r o r g á n i c a s y en realidad
no tenemos más o p c i ó n que la de tratar las pautas simplemente c o i n o
meros modelos del observador. La d i c o t o m í a individuo-sociedad y
l a d i c o t o m í a entre el modelo del participante y el modelo del obtei
vador se mantien en en la obra de Kroebe r de manera que se excluyela posi bilid ad de fo rmular leyes sociales.
E n 1909 Kroeber e s c r i b i ó un importante a r t í c u l o que muestra
claramente la r e l a c i ó n que existe entre este pensador y los e t n o c i e n t í -
ficos de la actualidad. En dicho a r t í c u l o , titulado « C l a s s i f i c a t o r y
Systems of R e l a t i o n s h i p » (reimpreso en Kroeber, 1952) compara los
t é r m i n o s de parentesco en el idioma i n g l é s con los de algunos idiomas
amerindios, v i é n d o l o s como sistemas de c l a s i f i c a c i ó n l ó g i c a que se
basan sobre ocho reglas fundamentales. El que Kroe ber pueda deter
minar dichas reglas esclarece sus proposiciones posteriores relativas
a las pautas de los f e n ó m e n o s culturales. Para Kroeber, la existencia
de reglas fundamentales no puede explicarse en f u n c i ó n del comporta
mient o social, sino más bien mediante o rdenamient os similares de
los f e n ó m e n o s l i n g ü í s t i c o s , lo que es lo mismo que decir que la pauta
es s u p e r o r g á n i c a .
De a q u í al a n á l i s i s s e m á n t i c o formal o al a n á l i s i s componencial
de Goodenough, Lounsbury, Hammond, Hymes, Frake, Conklin y otros,
hay un breve paso.10 Dichos autores sostienen que mejorando las
t é c n i c a s l i n g ü í s t i c a s , eliminando la p r e o c u p a c i ó n por la historia e
ignorando por lo c o m ú n las implicaciones con respeto a la persona
lidad de las pautas resultantes, el a n á l i s i s s e m á n t i c o formal es un
m é t o d o utili zado para descubr ir pautas en los sistemas clasificatorios
de ciertas sociedades. En el a r t í c u l o reimpreso. Goodenough recono
ce claramente su deuda con respecto a la disciplina de la l i n g ü í s t i c a .
Es evidente que para Goodenough la cultura equivale a un grupo de
reglas que constituye el resultado f i n a l del a n á l i s i s e t n o g r á f i c o :
Una definición correcta de cultura debe en ú l t i m a instancia deri
9. K r o e b e r m o d i f i c ó gradualmente sus opiniones acerca de la existencia de lo
s u p e r o r g á n i c o . Como evidencia de dicha m o d i f i c a c i ó n ver la c o l e c c i ó n de sus
a r t í c u l o s publicados bajo el t í t u l o de The Nature of Culture. Ve r K a p l a n (1965)
p a r a una defensa reciente del concepto.
10. No es posible da r una b i b l i o g r a f í a completo, pero p a r a ejemplos de a n á l i
si s formal, componencia o e t n o c i e n t í f i c o ver: C o n k l i n (1955, 1968), F r a k e (1961,
1962), Goodenough (1968), Hammel (1965), Sturtevant (1964). P a r a algunas c r í t i
ca s de estos enfoques ver a B u r l i n g (1964), H a r r i s (1968) y T y l e r (1969). Parau n a c r í t i c a del formalismo ver L é v i - S t r a u s s (1973). P a r a un a a p l i c a c i ó n reciente
d e l a n á l i s i s formal que trata de responder a las c r í t i c a s , ver Scheffler y L o u n s
bury (1971).
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varse de las operaciones por las que se dcs< riben i ul i 1
culares. (en Hymes, ed. 1964, pág. 11).
En ei -nismo artículo afirma que la cultura debería delinii
aquello ^ le necesitamos saber o creer en una determinad.i • •• i< il ni
«de manera que podamos proceder de una forma que sea accpinl
para los miembros de dicha sociedad». Por lo tanto, la culiuia ibhi n
de los fenómenos materiales y del comportamiento, de las cm<
y de las personas. Es, más bien , «la forma que tienen las c o s . r . . n i .
mente de la población y los modelos de la misma para pcr< ibnl i
relacionarlas e interpretarlas» (ibídem, pág. 36).
Esto introduce un elemento de ambigüedad que hace que dichoanálisis sean vulnerables a las críticas de aquellos que están m i. i«
gados en los estudios de cult ura y personalidad. E n una Inttani I I
concreta Goodenough dice que la cultura es igual a las reglas del Iv i
das por el observador y, en otra ocasión, que las reglas son aquellas
que se hal lan en la mente de los miembros de la sociedad. Esto ni i
gina un problema en cuanto a la validez cognit iva de los modelos
desarrollados por Goodenough.11 De acuerdo con Goodenough, los
modelos de la cultura que han sido desarrollados debe ser puestos a
prueba con referencia a la utilidad de los mismos para intcrpreiai
y predecir el comportamiento (que es una manifestación de la (i d
tura) con respecto a la habi lidad para compor tarnos de una inaneia
que sea correcta en el contexto de dichas reglas y por la intuición del
informador.
Una vez comprobada en esta forma, la teoría es una exposii lófl
válida de lo que debemos conocer para operar como niiembms
de una sociedad, y, como tal, es una descripción válida de la
cultura de dicha sociedad, (ibídem, pág. 36).
Y sin embargo:
[Debemos por lo tanto] elaborar induct ivamente una teoría reía
tiva a la manera en que nuestros informadores han organizado
los mismos fenómenos. La descripción etnográfica no solo trata
de presentar fenómenos, sino también teoría, (ibídem, pág. 36).
Topamos aquí con la misma dificultad que nos presentara lo superoi
gánico de Kroeber ya que, con pocas excepciones, los problemas epi
temológicos importantes quedan sin contestación. Al igual que los
lingüistas estructurales, Goodenough y ot ros se interesan por al COA
junto de reglas, por la gramática de la cultura. Pero dados sus méto
dos se ven restringidos a los sistemas de terminología y no pueden
extender el estructuralismo hasta el pun to que lo hacen aquellos
como Jakobson o Chomsky quienes penetran las formas de in. miles
tación para llegar a las estructuras lingüísticas innatas.
Goodenough adopta la posición de Boas con respecto a los he* llOS,
11. Para esta crítica ver por ejemplo Burling (1964).
20
vale decir que los hechos significativos son las di sti m iones <pi<
pueden percibirse, o sea las distinciones de tipo l i n g ü í s t i c o que « ni
ten en cualquier sistema clasificatorio. Desde aquí la t e m í a . m u
truye inductivamente, es decir, partiendo de los hechos y l l e g a n d o
a un nivel de abstracción, mientras que los estructuralistas r a z o n a n
deduct ivamente, part iendo de la estruc tura de la lengua, b a s t a Ilce.u
a la estructura de la mente. Además, al igual que Boas, los Ion na l i s las
recalcan más la metodología que la teoría. No ven más que una co
rrelación superficial entre los sistemas de terminología y la estructuia
social y, por lo tanto, prefieren concebir estos sistemas clasificatorios
como superorgánicos, es decir, sistemas que sólo pueden explicarse
en función de sí mismos. 12 Goodenough, Lounsbury y otros siguen
a Boas en su idea de restringir el campo de la antropología cultural.
Si bien Goodenough concede que existen gramáticas detrás de la cul
tura material y del comportamiento social, raramente hace referencia
a estas pautas ya que para él la realidad de la formación de las pautas
debe residir en las distinciones lingüísticas. Es obvio que éstas no
siempre reflejan otros tipos de distinciones, pero esto no impone
limitaciones a las int eracciones posibles entre niveles diferent es. Por
ejemplo, estas distinciones pueden tener la función de ocultar o mis
tificar las relaciones sociales y, por lo tant o, podrían tener un efecto
de retroacción en la estruc tura social (que por definición, está fuera
del alcance del análisis).
Es interesante que el concept o de cult ura haya sido generalmente
ignorado en la antropología social británica. Si bien existen, como
hace not ar S inger (1968), un número de semejanzas entre las teoríasde las pautas tal y como se desarrollaron en los Estados Unidos y la
conceptualización de la integración estructural en Gran Bretaña, los
antropólogos británicos raramente se ocuparon del concepto de cul
tura. Malinowski fue uno de los pocos antropólogos en Gran Bretaña
que intentó formular una definición metódica de cultura y que pro
puso su propia teoría. Para Malinowski, la cultura era un todo fun-
cionalmente integrado. Al igual que para Boas, la histori a no es im
portante, si bien en el artículo reproducido más adelante no rechaza
por completo el evolucionismo. En esta ocasión su contribución toma
la forma de un progreso metodológico (o sea el funcionalismo) que
recomienda a los evolucionistas.
La teoría de la cultura de Malinowski se desarrolló más amplia
mente en ot ro ensayo.13 En el mismo trató de «explicar» la cultura
en función de cómo satisface ciertas necesidades. Como indica en
este temprano artículo, descubrió que acudir a necesidades físicas
no bastaría; por lo tanto, para completar su explicación recurrió a
necesidades intpgrativas o sintéticas. Al tomar este paso se acercó
mucho al tipo de tautología que White llama «metafísica».
12. Kroeber notó esta falta de acuerdo entre la sociedad y la terminologíade parentesco en su artículo de 1909.
13. Para un análisis de la teoría de necesidades de Malinowski ver Plddington en Firth (1968).
?\
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Debemos reconocer en favor de M a l i n o w s k i que a d o p t ó un enfo
que muy amplio de la a n t r o p o l o g í a y, en este sentido, supera a Bou*.
Se i n t e r e s ó por todos los aspectos de la vida del i n d i v i d u o . Sin em
bargo, su empirismo y su p r e o c u p a c i ó n por el i n d i v i d u o no le permi
tieron desarrollar m e t ó d i c a m e n t e una t e o r í a de la cultura. No es
sorprendente que haya recur rido a las necesidades humanas del indi
viduo como e x p l i c a c i ó n de la cultura. A su vez esto p r o v o c ó una
falta de i n t e r é s en la e v o l u c i ó n de los sistemas, debido a que resulta
di f í c i l explicar c ó m o una cultura integrada y en funcionamiento pul
da ser re< hazada en favor de otra.
N oes
fáci lexplicar por qué la
a n t r o p o l o g í a b r i t á n i c a a b a n d o n óel concepto de cultura formulado por M a l i n o w s k i . Q u i z á s se deba
en parle a la ingenuidad t e ó r i c a de este autor. De todas maneras, fue
R a d c l i f f c - B r o w n , y no M a l i n o w s k i , quien se c o n v i r t i ó en la inspira
c i ó n t e ó r i c a de las generaciones posteriores de a n t r o p ó l o g o s b l i t á
nicos. Fortes, al analizar las diferencias entre el concepto totalmente
inclusivo de cultura y el concepto de estructur a social de Radcl ill e
B r o w n nota que el ú l t i m o :
nos ohlij-a a renunciar a fines grandiosos y aceptar la inevita
bi l idad de u n a pluralidad de marcos de referencia para el estudio
da la K M ladad. (1970, pág. 244).
Por lo tanto, lo que concierne al a n t r o p ó l o g o social en el aná l i - i
d e l r i t u a l es la r e l a c i ó n entre el s í m b o l o y la sociedad. Por ejemplo,Monica W i l s o n , en su estudio del simbolismo entre los nyakusa (1957),
considera que los s í m b o l o s no son más que el reflejo de la estructura
social; la natural eza de dichos s í m b o l o s e s t á fuera de su a n á l i s i s .
De a q u í hay un corto tramo a la v i s i ó n de la cultura como algo
residual o idea c io na l , es decir, lo que queda una vez que se sustrae la
estruc tura social. Esta es una p o s i c i ó n que expresa, por ejemplo,
Leach:
e l t é rmino cultura tal como yo lo ut i l i zo , no es esa catcgoi ía (|ti<
todo lo abarca y constituye el objeto de estudio de la antropolo
gí a cultural americana. Soy a n t r o p ó l o g o social y me ocupo de la
estructura social de la sociedad kachin. Para mí los conceptos d.
sociedad y cultura son absolutamente distintos. Si se aceptala sociedad como un agregado de relaciones sociales, entonce?»la cultura es el contenido de dichas relaciones. El término •.•>. n-
dad hace hincap i é en el factor humano, en el agregado de mdl
viduos y las relaciones entre el los. El t é r m i n o cultura hace hlni >
p ié en el componente de los recursos acumulados, maten i
a s í como inmateriales, que las personas heredan, ut i l izan, Iránforman, aumentan y transmi ten (F i r t h ) . (1970, pág. 16)
S i bien la tendencia general en los Estados Unidos ha sido la do
reducir la cultura a un conjunto de reglas relativas a de l e í minado*
sistemas conceptuales y l i m i t a r la a n t r o p o l o g í a al descuhrimii uto d«
22
dichas reglas y la tendencia en ( í r a n B r e t a ñ a ha sido la d< i\< u
la cul tur a en favor de los estudios de estructura social, han existido
varias tentativas de volver a una d e f i n i c i ó n más amplia del < ampo di
a p l i c a c i ó n de la a n t r o p o l o g í a . En los Estados Unidos, Leslie W h l t l
a d o p t ó una d e f i n i c i ó n comprehensiva de cultura en su intento de foi
mular leyes relativas a la e v o l u c i ó n c u l t u r a l . En Francia, Lévi Strauss
propuso una t e o r í a de la estructura social que, a pesar de interpreta
ciones e r r ó n e a s por parte de muchos estudiosos de su obra, tratade combinar en su a n á l i s i s los sistemas de o r g a n i z a c i ó n social y los
sistemas i d e o l ó g i c o s .
A pesar de que Leslie White ha sido i n f l u i d o considerablemente
por las corrientes de la a n t r o p o l o g í a norteamerican a a pa rti r de Boa ,sostiene tener una afinidad directa con los evolucionistas del si
g lo xix. Y rechaza la d e s i g n a c i ó n de « n e o - e v o l u c i o n i s t a » , alegando que
sus fines no di f i e ren significativamente de los de Morgan y T y l o r .
N o nos detendremos a investigar esta a f i r m a c i ó n , pero discutiremos
brevemente la a p o r t a c i ó n de W h i t e . La d e f i n i c i ó n de cultura que
White propone en el a r t í c u l o que reimpr imimos a c o n t i n u a c i ó n , es
una d e f i n i c i ó n inclus iva. En otr o trabajo (1949, c a p í t u l o 13), White
sugiere que la cultura puede subdividirse en tres niveles: t e c n o l ó g i c o ,
s o c i o l ó g i c o e i d e o l ó g i c o . Como Morgan, Whit e trata de l i g a r estos
aspectos de la cultura y de formular leyes de una ciencia de la c u l t u
ra que, sugiere, d e b e r í a llamarse « c u l t u r o l o g í a » . A diferencia de
Boas, la obra de White representa una b ú s q u e d a de leyes h i s t ó r i c a s .
Para W h i t e , dichos niveles de los f e n ó m e n o s culturales e s t á n rela
cionados de formas e s p e c í f i c a s . En su trabajo, la t e c n o l o g í a es p r i mordial ya que las formas culturales se determinan por el grado en
que una sociedad puede u t i l i z a r la e n e r g í a .
White afirma que los sistemas sociales son una « f u n c i ó n » de los
sistemas t e c n o l ó g i c o s , mientras que la i d e o l o g í a se ve « f u e r t e m e n t e
condicionada por la t e c n o l o g í a » ( i b í d e m ) . Reconoce la importancia
de los efectos de la i d e o l o g í a sobre los sistemas sociales y de los
sistemas sociales sobre la t e c n o l o g í a , y por lo tanto no merece las
acusaciones de determin ismo vulgar y unidi recci onal que le hicie ran
sus c r í t i c o s . Sin embargo, la e v o l u c i ó n cul tura l es para White un
producto del cambio t e c n o l ó g i c o que, a su vez, resulta de la a p l i c a c i ó n
de mayores cantidades de e n e r g í a . Sus ensayos, como por ejemplo el
titulado « E n e r g y and the E v o l u t i o n of C u l t u r e » , se ocupan de la evo
l u c i ó n de la cultura en general.
E l trabajo de White y otros ha provocado entre los a n t r o p ó l o g o s
norteamericanos una r e n o v a c i ó n del i n t e r é s por la e v o l u c i ó n de la
cultura y por la r e l a c i ó n entre e c o l o g í a , t e c n o l o g í a y cultura. M i e n
tras que el trabajo de White admite la posibili dad de cambio como
consecuencia de contradicciones entre la t e c n o l o g í a y otros niveles
de la cultura (ver por ejemplo su a n á l i s i s del industrialismo en el
ensayo citado anteriormente) los modelos de Harris p a r e c e r í a n ser
m á s m e c á n i c o s . Por ejemplo, Harris afirma lo siguiente:
Creo que el a n á l o g o de la estrategia darwiniana en el campo de
23
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los f e n ó m e n o s socioculturales es el principio del detei mine,
tecnoambiental y t e cnoeconómico . Este principio i f l r m i que,
t e cno log í a s similares, aplicadas a ambientes s imilares , tienden .»
producir organizaciones similares de trabajo en la p r o d u c c i ó n v
en la d i s t r i b u c i ó n y que é s t o s a su vez originan t i p o , de grupo-,
parecidos que justifican y coordinan sus actividades mcdianl.
sistemas semejantes de valores y creencias. (Harr is, 1968, pág. 4).
Claude L é v i - S t r a u s s toma otro enfoque. Su trabajo e s t á tuerte
mente arraigado en la t r a d i c i ó n s o c i o l ó g i c a francesa y él mis mo admitel a importan te influencia que han tenido sobre él los descub rimientos
de la l i n g ü í s t i c a , particularmente las contribuciones de la escuela de
l i n g ü í s t i c a estructural de Praga. L é v i - S t r a u s s critica el enfoque em
pirista e induc tivi sta de los a n t r o p ó l o g o s culturales y por lo tanto
invierte una de las suposiciones e p i s t e m o l ó g i c a s fundamentales de la
escuela boasiana. Mientras que, como ya hemos visto, Boas, M a l í ,
nowsk i y.o tro s afir maban que las generalizaciones pueden cont inuar
partiendo desde « h e c h o s » determinados, L é v i - S t r a u s s recalca que los
« h e c h o s » no se obtienen mediante la o b s e r v a c i ó n directa. Este punto
e s t á expresado claramente en su c r í t i c a del empirismo de los historia
dores, que sostienen la superioridad del enfoque inductivo basado en
« h e c h o s » h i s t ó r i c o s que se dan e m p í r i c a m e n t e :
En cuanto se pretende privilegiar al conocimiento h i s t ó r i c o , nos
sentimos con derecho (que, de otra manera, no s o ñ a r í a m o s en
reivindicar) a subrayar que la noc ión de hecho h i s t ó r i c o recubreun doble. Pues, por hipó t e s i s , el hecho hi s tó r i co es lo que realmente ha pasado; pero, ¿ d ó n d e ha pasado? Cada episodio de una
r evo luc ión o de una guerra se resuelve en una m u l t i t u d de mo
vimientos ps íqu i cos e individuales; cada uno de estos movimientos
traduce evoluciones inconscientes, y és t a s se resuelven en f enómenos cerebrales, hormonales o nerviosos, cuyas referencias son <«
orden físico o q u í m i c o . . . Por consiguiente, el hecho h i s t ó r i c ono es más dado que los otros; es el historiador, o el agente del
devenir hi s tó r i co , quien lo forma por a b s t r a c c i ó n y como si se
hallara bajo la amenaza de una r eg re s ión al i n f i n i t o (1962, p.i
gina 27).
Y esto sin mencionar la selectividad del c i e n t í f i c o quien, a p o y á n d o s een a l g ú n tipo de idea preconcebida, considera ciertos hechos y e l i
mina otros.
S i bien para L é v i - S t r a u s s la materia fun damental que se estudia
es ideacional, en realidad sus a n á l i s i s tienen un alcance mucho más
amplio. Trata de extender el campo de la a n t r o p o l o g í a de mam i.»
que:
1. Los sistemas de ideas puedan comprenderse en f u n c i ó n de sí
mismos,
2. Se elimine la n o c i ó n de c a u s a c i ó n social (como la propone
Radcliffe-Brown) de los sistemas de ideas, y
3. Que esta n o c i ó n de c a u s a c i ó n sea reemplazada por un a n á l i s i s
24
que proceda ded uctiva mente y que tenga como obje tivo vinc ular l o i
sistemas sociales y lo s sistemas de ideas en un nive l ma s p io lu ndo , n i
u n n i v e l estructural.
Para L é v i - S t r a u s s , existen estructuras que generan la realidad
e m p í r i c a y que no pueden ser descritas o descubiertas por medio de
u n a n á l i s i s del mundo f e n o m é n i c o . Aunque a menudo s u s c u i n o s
sugieren que es un idealista, el caso es que trat a de relaciona] las
ideas a otros aspectos de la cultura, y considera que ambas sean pro
duct o de las estructuras . Por ejemplo, cuando analiza un mito da losindios tsims hian del N.O. de N o r t e a m é r i c a , concluye su a n á l i s i s su
giriendo que las estructuras m í t i c a s son t a m b i é n fundamentales pan
e l potlatch, que es un aspecto de la e c o n o m í a de la zona (Lév i
Strauss, en Leach, pág. 33). En otra o c a s i ó n sugiere la existencia de
un a r e l a c i ó n estructural entre las estructuras l i n g ü í s t i c a s y las del
parentesco (1963: p ág . 55-65).
E l é n f a s i s que pone L é v i - S t r a u s s en describir las estructur as socia
les e i d e o l ó g i c a s en f u n c i ó n de las estructuras de la mente, sugieren
t a m b i é n una manera de superar la d i v i s i ó n de lo o r g á n i c o y de lo
s u p e r o r g á n i c o presentada po r Kroeber . El interesant e tr abaj o de
Chomsky sobre g r a m á t i c a s innatas representa una tentativa similar. 14
E n c o n c l u s i ó n , he tratado de mostrar c ó m o las principales co
rrientes de la a n t r o p o l o g í a y, en particular de la a n t r o p o l o g í a c u l
t u r a l , se desa rroll aron como consecuencia de las formulacion es de los
evoluci onistas de l siglo xix. Progresivamente, el concepto de cult ura
v io reducirse su á m b i t o de a p l i c a c i ó n . Este proceso fue a c o m p a ñ a d o
por escepticismo con respecto a la pos ibil idad de form ula r o descub r i r leyes y tuvo como resultado una p r o f u s i ó n de descripciones etno
g r á f i c a s . Sin embargo, existen algunas alternativas. Leslie White ha
intent ado aplicar un concepto de cultura má s amplio y ha logrado
renovar el i n t e r é s general por los procesos h i s t ó r i c o s y por la evo
l u c i ó n . L é v i - S t r a u s s ha propuesto un conjunto nuevo de supuestos
e p i s t e m o l ó g i c o s que permiten contemplar la c r e a c i ó n de una ciencia
de la cultura y de la historia. Es muy posible que la c o m b i n a c i ó n de
estos dos enfoques (que hasta el moment o han permanecido fuera
de las corrientes principales de la a n t r o p o l o g í a tanto en los Estados
Unidos como en Gran B r e t a ñ a ) , permita una convergencia entre la
a n t r o p o l o g í a y el materialismo h i s t ó r i c o , como algunos signos pare
cen ya indicar.
Universidad de Londres, junio de 1974
14. Para una discusión del trabajo de Chomsky asequible a los no lingüistas, ver Lyons (1970).
23
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E D W A R D B . T Y L O R
L A C I E N C I A D E L A C U L T U R A ( 18 7 1 )
L a cultura o c i v i l i z a c i ó n , en sentido e t n o g r á f i c o amplio, es aquel
todo complejo que incluye el conocim iento, las creencias, el arte, la
moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros h á b i t o s y ca
pacidades adquiri dos po r el hombre en cuanto mie mbro de la socie
d a d . La s i t u a c i ó n de la cultura en las diversas sociedades de la especie
humana, en la medida en que puede ser investigada s e g ú n principios
generales, es un objeto apto para el estudio de las leyes del pensa
miento y la a c c i ó n del hombre. Por una parte, la uniformidad que
en tan gran medida caracteriza a la c i v i l i z a c i ó n debe atribuirse, en
buena parte, a la a c c i ó n uniforme de causas uniformes; mientras quep o r otr a parte sus disti ntos grados deben considerarse etapas de
desarrollo o e v o l u c i ó n , siendo cada una el resultado de la historia an
terior y colaborando con su a p o r t a c i ó n a la c o n f o r m a c i ó n de la
historia del futuro. Estos v o l ú m e n e s tienen por objeto la i n v e s t i g a c i ó n
de estos dos grandes principios en diversas secciones de la etnogra
f ía , con especial a t e n c i ó n a la c i v i l i z a c i ó n de las tribus inferiores
e n r e l a c i ó n con las naciones superiores.
Nuestros modernos investigadores de las ciencias de la naturaleza
i n o r g á n i c a son los primeros en reconocer, fuera y dentro de sus cam
pos concretos de trabajo, la unidad de la naturaleza, la fijeza de
sus leyes, el concreto orden de causa-efecto por el que cada hecho
depende del que lo ha precedido y a c t ú a sobre el que le sucede.
Comprenden firmemente la doctrina p i t a g ó r i c a del orden que todo
lo penetra en el cosmos universal. A f i r m a n , con A r i s t ó t e l e s , que lanaturaleza no e s t á llena de episodios incoherentes, como una mala
tragedia. E s t á n de acuerdo con Leibnitz en lo que él llama «mi axio
m a, que la naturaleza nunca a c t ú a a saltos (la nature n'agit j a m á i s
par s a u t ) » , así como en su « g r a n principio, normalmente poco em
pleado, de que nada ocurre sin una r a z ó n s u f i c i e n t e » . Y tampoco se
desconocen estas ideas fundamentales al estudiar la estr uctu ra y los
h á b i t o s de las plantas y de los animales, ni incluso al investigar las
funciones inferiores del hombre. Pero cuando llegamos a los proce
sos superiores del sentimiento y la a c c i ó n del hombre, del pensa
miento y el l engua j e» del conocimiento y el arte, aparece un cambio
29
5/11/2018 El Concepto de Cultura: Textos Fundamentales [Kahn, J.S.] - slidepdf.com
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en el tono de la o p i n i ó n prevaleciente. En general, el mundo mi i h\
preparado para aceptar el estudio general de la vida hum a n
una rama de las ciencias naturales y a llevar a la p r á c t i c a , <
sentido amplio, el precepto del poeta de « E x p l i c a r la moral i i
cosas n a t u r a l e s » . Para muchos entendimientos educados pare< i n ul
ta r algo presuntuosa y repulsiva la c o n c e p c i ó n de que la hisioiia i
la especie humana es una parte y una parcela de la historia d. i .
naturaleza, que nuestros pensamientos, nuestra voluntad y nuesha
acciones se ajus tan a leyes tan concretas como las que det erminan e l
movimiento de las olas, la c o m b i n a c i ó n de los á c i d o s y las bases, y . I
crecimiento de las plantas y los animales.
L a principal r a z ó n de este estado popular de o p i n i ó n no hay que
buscarla muy lejos. Muchos a c e p t a r í a n de buena voluntad una cien
ci a de la historia si se les presentara con una substancial con cm ióu
de los principios y de las pruebas, pero no sin r a z ó n rechazan los
sistemas que se les ofrecen, por estar muy por debajo de los niveles
c i e n t í f i c o s . El verdadero conocimiento, antes o d e s p u é s , siempre su-
pera esta clase de resistencia, mient ras que la costumbre de oponerse
a la novedad rinde tan excelente servicio contra la i n v a s i ó n de dor.ma
tismos especulativos, que a veces se d e s e a r í a que fuese más fuerte de
l o que es. Pero otros o b s t á c u l o s a la i n v e s t i g a c i ó n de las leyes de la
naturaleza humana nacen de consideraciones m e t a f í s i c a s y t e o l ó g i c a s .
L a n o c i ó n popular del libre a l b e d r í o humano no s ó l o implica libertad
para actuar s e g ú n motivaciones, sino t a m b i é n el poder de zafarse
a la cont inui dad y actuar sin causa, una c o m b i n a c i ó n que se p o d r í a
ejemplificar, aproximadamente, con el s í m i l de una balanza que
a veces actuase de manera normal, pero t a m b i é n poseyera la fat ul
t a d de moverse por sí misma, sin pesas o contra ellas. Esta COZlCep
c i ó n de la a c c i ó n a n ó m a l a de la voluntad, que escasamente hace fa l la
decir que es incompat ible con el razonamiento c i e n t í f i c o , subsiste
como o p i n i ó n patente o latente en los entendimientos humanos y
afecta fuertemente sus concepciones t e ó r i c a s de la historia, aunqu<
p o r regla general, no se exponga de forma destacada en los razona
mientos s i s t e m á t i c o s . De hecho, la d e f i n i c i ó n de la voluntad humana
como estrict amente ajustada a motivaciones es el ú n i c o fundainen
t o c i e n t í f i c o para tales investigaciones. Por suerte, no es indispcm.a
b l e a ñ a d i r a q u í otra más a la lista de disertaciones sobre la I n t t l
v e n c i ó n sobrenatural y la c a u s a c i ó n natu ral , sobre la libertad, la prt
d e s t i n a c i ó n y la responsabilidad. Podemos apresurarnos a escapai d<
las regiones de la f i l osof í a transcendental y la t e o l o g í a , para empc/a i
u n viaje má s esperanzador por un terreno más viable. Nadie n e p a i á
que, como cada hombre sabe por el test imonio de su propia con
ciencia, las causas naturales y concretas determinan en gran R i c d l
da la a c c i ó n humana. Entonces, dejando de lado las c o n s i d e r a » ion<
sobre las interferencias sobrenaturales y la espontaneidad inmotivada,
tomemos esta admitida existencia de las causas y efectos natura les
como nues tro suelo y viajemos por él mientras nos sostenga. Sobre
estas mismas bases las ciencias f í s i c a s persiguen, cada vez con ma-
y o r é x i t o , la i n v e s t i g a c i ó n de las leyes de la naturaleza. Tampoco <
30
necesario que estas limit aciones estorben el estudio c i e n i i l i t o . 1 . In
vida humana, en el que las verdaderas di ficultades son las p r á c t i c a s
de la enorme complejidad de los datos y la i m p e r f e c c i ó n de losm«
todos de o b s e r v a c i ó n .
Ahora bien, parece que esta c o n c e p c i ó n de la voluntad y la con
ducta humana como sometidas a leyes concretas, de hecho la recono-
cen y la manejan las mismas personas que se oponen a ella c ua ndo
se plantea en abstracto como un principio general y se quejan en-
tonces de que aniquila el libre a l b e d r í o del hombre, destruye su
sentido de la responsabilidad personal y le degrada c o n v i r t i é n d o l o en
una m á q u i n a sin alma. Quienes dicen estas cosas pasan sin embargo
gran parte de su propia vida estudiando las motivaciones que dan
lugar a la a c c i ó n humana, intentado conseguir sus deseos mediante
ellas, tramando en sus cabezas t e o r í a s de c a r á c t e r personal, recono-
ciendo c u á l e s son los efectos probables de las nuevas combinaciones
y dando a sus razonamientos el c a r á c t e r f i n a l de la verdadera inves-
t i g a c i ó n c i e n t í f i c a , dando por supuesto que si sus c á l c u l o s salen
equivocados, o bien sus datos deben ser falsos o incompletos, o bien
s u j u i c i o ha sido imperfecto. Tal persona r e s u m i r á la experiencia de
a ñ o s pasados en relaciones complejas con la sociedad declarando su
c o n v i c c i ó n de que todo tiene una r a z ó n en la vida y que cuando los
hechos parecen inexplicables, la regla es esperar y observar con la
esperanza de que a l g ú n día se e n c o n t r a r á la clave del problema. Esta
o b s e r v a c i ó n humana puede haber sido tan estrecha como toscas y
prejuiciosas sus deducciones, pero, no obstante, ha sido un f i l ósofo
inductivo « d u r a n t e más de cuarenta a ñ o s sin s a b e r l o » . P r á c t i c a m e n t e
reconoce leyes concretas al pensamiento y a la a c c i ó n del hombre, ysimplemente no ha tenido en cuenta, en sus estudios de la vida, todo
el tejido del a l b e d r í o inmotivado y la espontaneidad sin causa. A q u í
se supone que no deben tenerse en cuenta, igualmente, en estudios
m á s amplios y que la verdadera f i l osof í a de la historia consiste en
ampliar y mejorar los m é t o d o s de la gente llana que forma sus j u i -
cios a partir de los hechos, y comprobar los frente a los nuevos datos.
Tanto si la doctrina es completamente cierta como si lo es en parte,
acepta la misma s i t u a c i ó n desde la que buscamos nuevos conocimien-
tos en las lecciones de la experiencia y, en una palabra, todo el de-
curso de nuestra vida racional se basa en ella.
« U n acontecimiento es h i j o de otro, y nunca debemos olvidar la
f a m i l i a » es una o b s e r v a c i ó n que el jefe bechuana hizo a Casalis, el
misionero africano. Así, en todas las é p o c a s y en la medida en quep r e t e n d í a n ser algo más que meros cronistas, los historiadores han
hecho todo lo posible para no limitarse a presentar simplemente la
s u c e s i ó n , sino la c o n e x i ó n , de los acontecimientos en su n a r r a c i ó n .
Sobre todo, se han esforzado por elucidar los principios generales
de la a c c i ó n humana y explicar mediante ellos los acontecimientos
concretos, asentando expresamente o dando por t á c i t a m e n t e admi-
tida la existencia de una f i l osof í a de la historia. Si alguien negara
la posibilidad de establecer de este modo leyes h i s t ó r i c a s , contamos
c o n la respuesta que en tal caso Boswell dio a Johnson: « E n t o n c e s ,
a l
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usted reduce toda la historia a una especie de almanaque - No d< '
sorprender a quienes tengan en cuenta la abrumadora cumplejnl id i
lo s problemas que se plantean ante el historiador general «pie, 111
embargo, los trabajos de tantos eminentes pensadores no haya n
ducido t o d a v í a a la historia má s que hasta el umbral de la <
Lo s datos de que tiene que extraer sus conclusiones el histoi iadoi son
a l mis mo tiempo tan diversos y tan dudosos que es di f í c i l llegar a
una v i s i ó n completa y clara de su p a r t i c i p a c i ó n en una c u e s t i ó n n m
creta, y de este modo se hace irresistible la t e n t a c i ó n de entresacarlos
en apoyo de alguna t e o r í a chapucera y dada del curso de los a c ó n
tecimientos. La f i l o s o f í a de la historia, que explica los f e n ó m e n o s
de la vida del hombre en el pasado y predice los futuros r e m i t i é n -dose a leyes generales, en realidad es una materia que, en gran me
dida, en el actual estado de nuestros conocimien tos, es d i l u í ! de
abarcar i ncluso por un genio que cuente con la ayuda de una extensa
i n v e s t i g a c i ó n . Sin embargo, hay secciones de ella que, aunque con
bastante d i f i c u l t a d , parecen relat ivamente accesibles. Si estrechamos
el campo de i n v e s t i g a c i ó n del conjunto de la historia a lo que a q u í
hemos denominado cult ura , la historia no de las tri bus y las naciones,
sino de las condiciones del conocimiento, la r e l i g i ó n , el arte, las cos
tumbres y otras semejantes, la tarea investigadora queda situada
dentro de l í m i t e s más moderados. T o d a v í a padecemos el mismo tipo
de dificul tades que estorbaban la t e m á t i c a más amplia, pero mu y
disminuidas. Los datos no son tan caprichosamente h e t e r o g é n e o s , sino
que pueden clasifi carse y compararse de una forma más simple, al
mismo tiempo que la posibilidad de deshacerse de los asuntos exó-genos y de tratar cada tema dentro de su adecuado marco de datos,
en conjunto, hace má s factible un razonamiento s ó l i d o que en el
caso de la historia general. Esto puede hacer que aparezca, a p a r í i i
de un breve examen preliminar del problema, c ó m o pueden clasiln ai
se y ordenarse, etapa t ras etapa, en un probable orden de evolm m u .
l o s « f e n ó m e n o s de la cultura.
Examinados con una v i s i ó n amplia, el c a r á c t e r y el h á b i t o << | |
especie humana exhi ben al mis mo tiempo esa s i m i l i t u d y cons i s t en» 1 .1
de los f e n ó m e n o s que condujeron al creador de proverbios italianos
a declarar que « t o d o el mundo es un p a í s » , « t u t t o i l mondo c p a c s c » .
L a igual dad general de la naturaleza humana, por una part e, y la
igualdad general de las condiciones de vida, por otra, esta s i m i l i t u d
y consistencia sin duda puede trazarse y estudiarse conespei IfJ Ido
ncidad al comparar razas con aproximadamente el mismo fundo
de c i v i l i z a c i ó n . Poca a t e n c i ó n necesita dedicarse en tales compaiai 1 0
nes a las fechas de la historia ni a la s i t u a c i ó n en el mapa; los anti
guos suizos que habi taban en lagos pueden ponerse junto a lo s n/t e
cas medievales, y los ojibwa de A m é r i c a del Norte junto a lo s / u l ú <
de A f r i c a del Sur. Como d i j o el doctor Johnson despectivamente • mm
do l eyó sobre los habitantes de la Patagonia y los habitantes de la
islas de los mares del sur, en los viajes de Hawkesw ort h, «un con
junto de salvajes es como cualquier o t r o » . Cualquier museo e l no
l ó g i c o puede demostra r hasta qu é punto es cierta esta general iza
32
c i ó n . E x a m í n e n s e , por ejemplo, los instrumentos con l i l o y < 011 p u n í i
de una c o l e c c i ó n ; el inventario incluye hachas, azuelas, cinceles, cu
chillos, sierras, rascadores, leznas, agujas, lanzas y puntas de flecha, y
la mayor parte de ellos o todos, con s ó l o ligeras diferencias de deta
l l e , pertenecen a las má s diversas razas. Lo mis mo ocurr e con las
ocupaciones de los salvajes; la tala de á r b o l e s , la pesca con red y
sedal, los juegos de lanzar y alancear, encender el fuego, cocinar,
. enrollar cuerda y trenzar cestas, se repiten con hermosa uniformidad
en las e s t a n t e r í a s de los museos que ilustran la vida de las razas
inferiores de Kamchatka a la Tierra del Fuego, o de Dahomey a
Hawai. Incluso cuando se llega a comparar las hordas b á r b a r a s con
las naciones civilizadas, se nos impone la c o n s i d e r a c i ó n de hasta quépunto un a r t í c u l o tras otro de la vida de las razas inferiores se
c o n t i n ú a utilizando para a n á l o g o s procesos por las superiores, con
formas no lo bastante cambiadas para que resulten irreconocib les
y a veces muy poco modificados. O b s é r v e s e al moderno campesino
europeo utilizando su hacha y su azada, v é a s e su comida hirviendo o
a s á n d o s e sobre el fuego de madera, o b s é r v e s e el exacto lugar que
ocupa la cerveza en su v a l o r a c i ó n de la felicidad, o í g a s e su relato
d el fantasma de la casa encantada más p r ó x i m a y de la sobrina del
granjero que fue embrujada con nudos en sus visceras hasta que c a y ó
en espasmos y m u r i ó . Si escogemos de esta forma las cosas que se
h a n alter ado poco en el largo curso de los siglos, podremos trazar
u n cuadro en el que h a b r á poca diferencia entre el labrador i n g l é s
y el negro de A f r i c a central. Estas p á g i n a s e s t á n tan plagadas de
datos sobre tal correspondencia entre la especie humana que no haynecesidad de pararse ahora en detalles, pero puede ser ú t i l rechazar
desde el' pri mer momento un problema que puede compli car el tema,
a saber, la c u e s t i ó n de las razas. Parece tanto posible como deseable
eliminar las consideraciones sobre las variedades hereditarias de ra
zas humanas y tratar a la humanidad como h o m o g é n e a en naturaleza,
aunque sit uada en distintos grados de c i v i l i z a c i ó n . Los detalles de
l a i n v e s t i g a c i ó n d e m o s t r a r á n , creo yo, que pueden compararse l as
etapas de la cul tur a sin tener en cuenta hasta qu é pun to las tr ibus
que utilizan los mismos utensil ios, siguen las mismas costumbres
o creen en los mismos mitos, pueden d i f e r i r en su c o n f i g u r a c i ó n cor
poral y el color de su p i e l y su pelo.
U n primer paso en el estudio de la c i v i l i z a c i ó n consiste en di
seccionarla en detalles y clasificar estos en los grupos adecuados.
A sí , al examinar las armas, deben clasificarse en lanzas, palos, hon
das, arcos y flechas, y así sucesivamente; entre las artes textiles
hay que distinguir la f a b r i c a c i ó n de esteras y redes, y los distintos
grados de p r o d u c i ó n y tejido de hilos; los mitos se dividen s e g ú n
encabezamientos en mitos de la salida y la puesta de l sol, mitos de
lo s eclipses, mitos de los terremotos, mitos locales que explican los
nombres de los lugares mediante cuentos maravillosos, mitos epo-
n'micos que explican el origen de la t r i b u derivando su nombre
d el nombre de un imaginario antepasado; bajo los ritos y cere
monias tienen lugar p r á c t i c a s como las distintas clases de sacri-
33
3. — CL CONCEPTO DE CU L T U RA
5/11/2018 El Concepto de Cultura: Textos Fundamentales [Kahn, J.S.] - slidepdf.com
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ficios que se hacen a los e s p í r i t u s de los muertos y a los olios .
espirituales, al orientarse hacia el este para el culto, la p u r i t l i
d el ceremonial o la limpieza moral po r medio del agua o del fu< |
Estos son unos cuantos ejemplos variados de una lista de ne n i o
y la tarea del e t n ó g r a f o es clasificar tales detalles con la pcrsp i
de descifrar su d i s t r i b u c i ó n en la g e o g r a f í a y en la historia, v !••
r e l a c i ó n que existe entre ellos. En lo que consiste esta t a r c a pued.
ejemplificarse casi perfectamente comparando estos detalles de l.i
cultura con las especies vegetales y animales tal como las es tudian
lo s naturalistas. Para el e t n ó g r a f o el arco y la flecha es una esjx
l a costumbre de aplastar el c r á n e o de los n i ñ o s es una especie, la
p r á c t i c a de reconocer los n ú m e r o s po r decenas es una espci ie. I a
d i s t r i b u c i ó n g e o g r á f i c a de estas cosas y su t r a s m i s i ó n de una r e p o na otra tienen que estudiarse como el naturalista estudia la g e o g r a f í a
de sus especies b o t á n i c a s y z o o l ó g i c a s . Igual que ciertas plantas y
animales son pccualiarcs de ciertos distritos, lo mismo ocurre c on
instrumentos como el boomerang australiano, el palo y la ranura
polinesia de encender el fuego, los p e q u e ñ o s arcos y flechas que se
utilizan como lancetas las tr ibus del ist mo de P a n a m á , y alp.o p a n
cido con muchos mitos, artes y costumbres que se encuentran ais
lados en / ( i i i as concretas. Igual que el c a t á l o g o de todas las especies
de plantas y animales representa la f l o r a y fauna, así los a r t í c u l o s
de la vida general de un pueblo representa ese co njunt o que deno
minamos cultura. Y al igual que en las regiones remotas suelen
aparecer vegetales y animales que son a n á l o g o s , aunque de ninguna
manera i d é n t i c o s , lo mismo ocurre con los detalles de la civiliza» idfl
de sus habitantes . Hasta qué punt o existe una verdadera analojM.ientre la d i f u s i ó n de las plantas y los animales y la d i f u s i ó n de
l a c i v i l i z a c i ó n , resulta bien perceptible cuando nos damos C U t n t l
de hasta q ué punt o ambas han sido producidas al mismo tiempo i " "
las mismas causas. Distrito tras distrito, las mismas causas que han
introducido las plantas cultivadas y los animales domestico, h.i n
t r a í d o con ellas el arte y el cono cimiento correspondientes. El curio
de los acontecimientos que l l e v ó caballos y trigo a A m é r i c a , Llevó
co n ellos el uso del f u s i l y del hacha de hierro, mientras que a su
vez el conjunto del mundo r e c i b i ó no s ó l o el m a í z , las pat.it.i-. y I . . .
pavos, sino la costumbre de fumar tabaco y la hamaca de los marinos.
Merece tenerse en cuenta la c u e s t i ó n de que las descrip< iones d<
f e n ó m e n o s culturales similares que se repiten en distintas paiten
de l mundo , en realidad , apo rtan una prueba ac cidental de su p i o p i a
autenticidad. Hace algunos a ñ o s , un gran historiador me planten
una pregunta sobre este punto: « ¿ C ó m o pueden c a l i f i c á i s . d« dal o,
las exposiciones de las costumbres, mitos, creencias, e t c é t e r a , de una
t r i b u salvaje si se basan en el test imonio de a l g ú n v i a j e i o r a o
ñ e r o que puede ser un observador superficial, más o menos i imoiante
de la lengua i n d í g e n a , un narrador descuidado de una charla sin uc
l e c c i ó n , una persona co n prejuici os o incluso obstinadamente i l i io
s a ? » . Esta c u e s t i ó n , en realidad, debe tenerla el e t n ó j u a l o
constantemente presente. Por supuesto, e s t á obligado a j u / y a i lo m<
34
j o r posible la veracidad de todos los autores que cita y, si . pn i
b l e , a conseguir varias descripciones que certifiquen cada p i m í o de
cada localidad. Pero por encima de todas estas medida, de piccau
c i ó n e s t á la prueba de la r e p e t i c i ó n . Si dos visitantes independientes
a distintos p a í s e s , pongamos un m u s u l m á n medieval a Tartaria y un
i n g l é s c o n t e m p o r á n e o a Dahomey, o un misionero j e s u í t a en Brasil
y un wesleyano en las islas F i j i , coinciden en describi r a l g ú n aiie,
rito o mito a n á l o g o entre los pueblos que han visitado, resulta di f í c i l
o imposible atribuir esta coi ncidencia a algo accidental o a fraude"
voluntario. La historia de un guardabosques de Australia puede obje
tarse q u i z á s como un error o i n v e n c i ó n , pero ¿ c o n s p i r a con él el mi
nistro metodista de Guinea para e n g a ñ a r al p ú b l i c o contando la
misma histori a? La posibilidad de la m i s t i f i c a c i ó n intencional o no in
tencional suele quedar descartada cuando las cosas son de tal forma
que se hace una e x p o s i c i ó n similar en dos p a í s e s remotos por dos
testigos tales que A v i v i ó un siglo antes que B y B no parece haber
tenido nunca noticia de A. Quien tan s ó l o eche una ojeada a las
notas a pie de p á g i n a de la presente o bra no n e c e s i t a r á más pruebas
de hasta qu é punto so n distantes los p a í s e s , separadas las fechas, dis
tintos los credos y los caracteres de los observadores en el c a t á l o g o
de los datos sobre la c i v i l i z a c i ó n . Y cuanto más rara es la afirma
c i ó n , menos probable es que varias personas en varios lugares puedan
haberla hecho equivocadamente. Siendo esto as í, parece razonable
juzgar que las exposiciones se hacen en su mayor parte con veracidad
y que su estrecha y regula r co inci denci a se debe a que se recogen
l o s mismos hechos en disti ntos dist rito s culturales. Ahora bien, lo s
datos más importantes de la e t n o g r a f í a se garantizan de esta forma.
L a experiencia lleva al estudioso, al cabo de a l g ú n tiempo, a esperar
y encontrar que los f e n ó m e n o s culturales , como consecuencia de las
causas similares que a c t ú a n con gran amplitud, deben repetirse una
y otra vez en el mundo. Incluso d e s c o n f í a de las exposiciones aisladas
para las que no conoce paralelo en otro lugar y aguarda a que su
autenticidad se demuestre por descripciones similares de otro punto
d e l globo o de otro extremo de la historia. De hecho, este medio de
a u t e n t i f i c a c i ó n es tan fuerte que el e t n ó g r a f o , en su biblioteca, puede
a veces hacer la p r e s u n c i ó n de decidir, no s ó l o si un concreto explo
rador es un observador honesto y perspicaz, sino t a m b i é n si lo que
nar ra se co nfo rma a las reglas generales de la c i v i l i z a c i ó n . « N o n quis,
sed q u i d . »
Pasaremos ahora de la d i s t r i b u c i ó n de la cultura en los distintos
p a í s e s a su d i f u s i ó n dentro de estos p a í s e s . La cual idad de la especie
humana que má s ayuda a hacer posi ble el estudi o s i s t e m á t i c o de la
c i v i l i z a c i ó n es el notable acuerdo o consenso t á c i t o que hasta el
momento induce a poblaciones enteras a unirse en el uso de la misma
lengua, a seguir la misma r e l i g i ó n y las cos tumbres tradici onales, a
asentarse en el mismo n i v e l general de arte y conocimientos. Este
estado de cosas es el que hasta el momento hace posible representar
las inmensas masas de detalles por unos pocos dalos c a r a c t e r í s t i c o s , y
una vez asentados, los nuevos casos recogidos por nuevos observa-
35
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dores simplemente ocupan su lugar para demostrar la c o r r e c c i ó n do
l a c l a s i f i c a c i ó n . Se descubre que existe tal regula ridad en la compo
s i c i ó n de las sociedades humanas que podemos no tener en cuenta
las diferencias indi vidual es y, de este modo, generalizar sobre la*,
artes y opiniones de naciones enteras, igual que cuando vemos un
e j é r c i t o desde una colina nos olvidamos de los soldados i n d i vi
duales, quienes de hecho escasamente pueden dis tingui rse de la ma M ,
mientras que vemos cada regimiento como un cuerpo organizado,
e x t e n d i é n d o s e o c o n c e n t r á n d o s e , d e s p l a z á n d o s e avanzando o en reí irada . En algunas ramas del estudio de las leyes sociales es ahora
posible pedir ayuda a la e s t a d í s t i c a y aislar, por medio de inventario .
de cobradores de impuestos o de tablas deoficina
de seguros, algunas acciones concretas de las comunidades humanas muy entre
mezcladas. Entre los modernos estudios sobre las leyes de la a c c i ó n
humana, ninguno ha teni do un efecto tan profundo como las gene
ralizaciones de M. Quetelet sobre l a regula ridad, no s ó l o en ma
terias como la estatura media y los í n d i c e s anuales de nacimientos
y defunciones, sino en la r e p e t i c i ó n , añ o tras a ño, de productos tan
oscuros y en apariencia incalculables de la vida nacional como las
cifras de asesinatos y suicidios, y la p r o p o r c i ó n de las mismas ar
mas crimi nale s. Otras cifras llamativas son la regul aridad del nú
mero de personas que mueren accidentalmente en las calles de
Londres y del n ú m e r o de cartas sin d i r e c c i ó n que se depositan en
lo s buzones de correos. Pero al examinar la cult ura de las razas
inferiores, lejos de poder disponer de los datos a r i t m é t i c o s cuan-
tificados de la moderna e s t a d í s t i c a , tenemos que juzgar la situa
c i ó n de las tribus a partir de las descripciones imperfectas que pro
porcionan los viajeros o los misioneros, o incluso razonar sobre las
reliquias de las razas p r e h i s t ó r i c a s cuyos mismos nombres y lenguas
se ignoran sin la menor esperanza. Ahora bien, a primera vista, pue
d en parecer material es tristemente incompletos y poco prometedores
para la i n v e s t i g a c i ó n c i e n t í f i c a . Pero, de hecho, no son ni inconcretos
n i poco prometedores, sino que proporci onan datos que son v á l i d o s y
concretos dentro de sus l í m i t e s . Son datos que, por la forma dife-
renciada en que denotan la s i t u a c i ó n de la t r i b u a que corresponden,
realmente soportan la c o m p a r a c i ó n con los productos de la e s t a d í s -
tica. El hecho es que una punta de flecha de piedra, un b a s t ó n
tallado, un í d o l o , un m o n t í c u l o funera rio en que se han entenado
esclavos y propiedades para uso del difunto, una d e s c r i p c i ó n de los
ritos de un hechicero para provocar la l l u v i a , una tabla de numera
les, la c o n j u g a c i ó n de un verbo, son cosas que por sí solas manil iestan
l a s i t u a c i ó n de un pueblo en un punt o concreto de la cult ura con tanta
veracidad como los n ú m e r o s tabulados de fallecimientos por vene
nos y de cajas de té importadas manifi estan, de forma diferente, otros
resultados parciales de la vida general de toda una comunidad.
Que toda una n a c i ó n tenga un traje especial, armas y herramien
tas especiales, leyes especiales sobre el matrimonio y la propiedad,
doctrina religiosa y moral especial, const ituye un hecho destacable que
apreciamos muy poco porque pasamos toda nuestra vida en medio
36
de ellos. La e t n o g r a f í a tiene que ocuparse especialmente de tales cuall*
dades generales de las masas de hombres organizadas. Sin einbarpo,
mientras se generaliza sobre la cultura de una t r i b u o de una na< ion
y se dejan de lado las peculiaridades de los individuos que la com
ponen por tener poca impor tancia para el resultado principal, debe
mos tener cuidado en no olvidar lo que compone este resultado
principal. Hay personas tan absortas en las distintas vidas de los
individuos que no pueden comprender la n o c i ó n de la a c c i ó n de la
comunidad como conjunto; tal observador, incapaz de una vi s ión
amplia de la sociedad, se describe perfectamente con el dicho de que
« l o s á r b o l e s no le dejan ver el b o s q u e » . Pero, por otra parte, el lil<>
sofo puede estar tan absorto en sus leyes generales de la sociedadcomo para o lvidarse de los actores individuales que componen la
sociedad, y de él puede decirse que e l bosque no le deja ver los
á r b o l e s . Sabemos c ó m o las artes, las costumbres y las ideas se con
forman entre nosotros por la a c c i ó n combinada de muchos i n d i v i -
duos, los motivos y los efectos de cuyas acciones suelen aparecer
completamente diferenciados a nuestra vista. La historia de un inven
to , una o p i n i ó n o una ceremonia es la historia de la sugerencia y la
m o d i f i c a c i ó n , el e s t í m u l o y la o p o s i c i ó n , el beneficio personal y e)
prejuicio part idi sta, y en la que los individuos implicados a c t ú a n
cada uno s e g ú n sus propias motivaciones, determinadas por su c a r á c -
te r y circunstancias. De este modo, a veces observamos a individuos
que a c t ú a n por sus propios fines sin tener muy en cuenta sus efectos
a la larga sobre la sociedad, y a veces tenemos que estudiar m o v i -
mientos del conjunto de la vida nacional , donde los individuos quecooperan en ellos quedan por completo fuera de nuestra o b s e r v a c i ó n .
Pero considerando que la a c c i ó n social colectiva es la mera resultante
de muchas acciones individuales, resulta claro que estos dos m é t o d o s
tie i n v e s t i g a c i ó n , si se siguen correctamente, deben ser absolutamente
coherentes.
A l estudiar la r e p e t i c i ó n de las costumbres o las ideas concre tas
en distintos distritos, así como su prevalecencia dent ro de cada
distrito, aparecen ante nosotros pruebas que se repiten constante
mente de la c a u s a c i ó n regular que da lugar a los f e n ó m e n o s de la
vida humana, y de las leyes de manten imiento y d i f u s i ó n s e g ú n las
cuales estos f e n ó m e n o s se establecen en forma de condiciones nor
males permanentes de la sociedad en los concretos estadios de la
cultura. Pero, si bien concedemos toda su impor tanc ia a los datosrelativos a estas condiciones normales de la sociedad, debemos tener
cuidado en evitar el peligro que puede atrapar al estudioso incauto.
Desde luego, las opiniones y los h á b i t o s que pertenecen en c o m ú n
a las masas de la human idad sen er gran medida el resultado de un
j u i c i o correcto y una s a b i d u r í a p r á c t i c a . Pero en gran medida no es
a s í . Que muy numerosas sociedades humanas hayan c r e í d o en la in
fluencia d e l mal de ojo y la existencia de la b ó v e d a celeste, hayan
sacrificado esclavos y bienes a los e s p í r i t u s de los desaparecidos,
hayan traspasado tradic iones sobre gigantes que matan monstruo \
hombres que se convierten en bestias, todo esto puede sostenerse
37
5/11/2018 El Concepto de Cultura: Textos Fundamentales [Kahn, J.S.] - slidepdf.com
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/azonablemente que fue produ cido en los entendimientos d< In
hombres por causas eficientes, pero no es razonable S O S t e n e i que
lo s ritos en c u e s t i ó n sean beneficiosos, las creencias correctas \ i
historia a u t é n t i c a . Esto parece a prime ra vista una perogrullada,
pero, de hecho es la n e g a c i ó n de una falacia que afecta profunda
mente al entendimiento de toda la humanidad, con e x c e p c i ó n de une
p e q u e ñ a m i n o r í a c r í t i c a . En t é r m i n o s populares, lo que dice todo « I
mundo debe ser cierto, lo que hace todo el mundo debe estar bien
— « Q u o d ubique, quod semper, quod ab ó m n i b u s creditum est, hoc
est v e r é proprieque C a t h o l i c u m » — , e t c é t e r a . Existen diversos topa os .
especialmente en la historia, el derecho, la f i l osof í a y la t e o l o g í a , en
que incluso las personas educadas entre las que vivimos difícilmentellegan a ver que la causa por la que los hombres sostienen una opl
n i ó n o practican una costumbr e, no constituye necesariamente una
r a z ó n no para que tengan que hacerlo así. Ahora bien, las colecciones
de datos e t n o g r á f i c o s ponen tan destacadamente a la vis ta que el
acuerdo de inmensas multit udes de hombres sobre dete rminada,
tradiciones, creencias y usos son peculiarmente susceptibles de peí
utilizados como defensa di rec ta de estas mismas instituciones, que
incluso las antiguas naciones b á r b a r a s son convencidas para que
mantengan sus opiniones contra las llamadas ideas modernas. Como
personalmente me ha ocur rido má s de una vez encont rar que mis
colecciones de tradiciones y creencias se institucionalizan para probar
su propia verdad objetiva, sin un adecuado examen de las razones
p o r las que realmente fueron recibidas, aprovecho esta o c a s i ó n para
hacer notar que la misma a r g u m e n t a c i ó n sirve igualmente bien parademostrar, con el fuerte y amplio consentimiento de las naciones,
que la tierra es plana y que la visita del demonio es una pesadilla.
Habiendo demostrado que los detalles de la cultura pueden c í a a
ficarse en gran n ú m e r o de grupos e t n o g r á f i c o s , de artes, creencia ,
costumbres y d e m á s , aparece la siguiente c o n s i d e r a c i ó n de hasta
q u é punto los hechos organizados en estos grupos se han producido
evolucionando unos de otr os. Escasamente es necesario decir que
lo s grupos en c u e s t i ó n , aunque se mantienen unidos por un c a r á c t e i
c o m ú n , de ninguna manera e s t á n exactamente definidos. Volviendo a
tomar el ejemplo de la historia natu ral , puede decirse que hay eepecies que tienden a dividirse r á p i d a m e n t e en variedades. Y cuando
sale a c o l a c i ó n qué relaciones tienen estos grupos unos con otros,
es evidente que el estudioso de los h á b i t o s de la humanidad tiene u n agran ventaja sobre el estudioso de las especies de plantas y anima
les. Entre los naturalistas e s t á planteada la c u e s t i ó n de si la t e o r í a
tíe l a e v o l u c i ó n de una especie a otr a es una d e s c r i p c i ó n de lo que
•realmente ocurre o un simple esquema ideal ú t i l para la c l a s i f i c a c i ó n
de las especies, cuyo origen ha sido realmente independiente. Pero
entre los e t n ó g r a f o s no existe tal c u e s t i ó n sobre la posibilidad de (pie
las especies de instrumentos, h á b i t o s o creencias hayan evolucionado
unos de otros, pues la e v o l u c i ó n de la cultura la reconoce nuc.iio
conocimiento má s familiar. Las invenciones m e c á n i c a s proporcionan
ejemplos adecuados del tipo de desarrollo que a la larga sufre la
38
c i v i l i z a c i ó n . En la historia de las armas de fuego, se ha pasado de la
tosca llave de rueda, en que una rueda de acero dentada daba vueltas
p o r medio de un muelle contra un trozo de p i r i t a hasta que una
chispa p r e n d í a en el cebo, condujo a la i n v e n c i ó n de la más ú t i l llave
de chispa, de las que t o d a v í a cuelgan algunas en las cocinas de nues
tras granjas para que los n i ñ o s maten p á j a r o s en Navidades; la
llave de chispa, con el tiempo, se c o n v i r t i ó modificada en la llave
de p e r c u s i ó n , que ahora e s t á cambiando su antiguo dispositivo para
pasar de cargarse por la boca a cargarse por la r e c á m a r a . El astro-
labio medieval se t r a n s f o r m ó en el cuadrante, descartado ahora a
s u vez por los marinos, que utilizan el má s delicado sextante, y así
pasa la historia de un arte y un instrumento a otro. Tales ejemplosde p r o g r e s i ó n nos son conocidos como historia directa, pero esta
n o c i ó n de desarrollo e s t á tan metida en nuestros entendimientos
que por medio de ella reconstruimos sin e s c r ú p u l o s la historia per
dida, confiando en los principios generales del pensamiento y la
a c c i ó n del hombre como g u í a para ordenar correctamente los hechos.
Tanto si la c r ó n i c a explica o guarda silenc io al respecto, nadie que
compare un arco con una ballesta d u d a r á de que la ballesta ha sido
una e v o l u c i ó n del inst rumento m ás simple. Así, entre los taladra
dores para encender por f r i c c i ó n , claramente aparece a primera
vista que el taladrador que funciona con cuerda o arco es una mejora
posterior del instrumento p r i m i t i v o má s tosco que se h a c í a girar
entre las manos. Esa instructiva clase de e s p e c í m e n e s que a veces
descubren los anti cuarios, bronces celtas modelados s e g ú n el pesado
tipo del hacha de piedra, escasamente resultan explicables si no es
como primeros pasos en la t r a n s i c i ó n de la edad de piedra a la edad
de bronce, en la que pront o se descubre que el nuevo mate ri al es
apropiado para un d i s e ñ o má s manejable y menos ruinoso. E igual
mente en las otras ramas de nuestra historia, una y otra vez se
presentan ante la vista series de hechos que pueden disponerse cohe
rentemente unos a c o n t i n u a c i ó n de otros en un concreto orden evo
l u t i v o , pero que d i f í c i l m e n t e pueden inverti rse y hacer que sigan el
orden cont rar io. Tales son, por ejemplo, los datos que he agregado
en un c a p í t u l o sobre el arte de contar, que tienden a demostrar que,
p o r lo menos en este aspecto de la cul tur a, las tr ibu s salvajes han
llegado a su s i t u a c i ó n mediante aprendizaje y no por p é r d i d a de lo
aprendido, mediante e l e v a c i ó n desde lo inferior má s bien que por
d e g r a d a c i ó n desde una s i t u a c i ó n superior.
Entre los datos que nos ayudan a rastrear el curso que ha segui
do realmente la c i v i l i z a c i ó n del mundo, se encuentra la gran clase
de hechos que he c r e í d o conveniente denominar int roducien do el t é r -
mino « s u p e r v i v e n c i a s » . Se trata de procesos, costumbres, opinio
nes, etc., que la fuerza de la costumbre ha transportado a una situa
c i ó n de la sociedad distinta de aquella en que tuvieron su hogar
original y, de este modo, se mantienen como pruebas y ejemplos de
l a antigua s i t u a c i ó n cultural a partir de la cual ha evolucionado la
nueva. Así, conozco una anciana de Somersetshire cuyo telar a mano
data de la é p o c a anterior a la i n t r o d u c c i ó n de la « l a n z a d e r a volan-
V )
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t e » , cuyo novedoso accesorio nunca ha aprendido a utilizar, y la lio
visto tirar su lanzadera de mano a mano de la forma verdaderam* tlt(
c l á s i c a ; esta anciana no va un siglo por d e t r á s de su tiempo, lino qiK
es un caso de supervivencia. Tales ejemplos suelen hacernos u n . ,
ceder a los h á b i t o s de hace cientos e incluso miles de a ñ o s ; la fogata
d e l solsti cio de verano es una supervivencia; la cena de Difuntos
de los campesinos bretones para los e s p í r i t u s de los muer tos es una
supervivencia. El simple manten imient o de las costumbres antiguas
s ó l o es una parte de la t r a n s i c i ó n de lo antiguo a lo nuevo y de los
tiempos cambiantes. Los asuntos serios de la sociedad antigua púa
de n verse metamorfoseados en juegos de las generaciones posteriores
y sus serias creencias agotarse en el f o l k l o r e i n f a n t i l , mientras que
las costumbres que c o n t i n ú a n de la vida del viejo mundo puedenmodificarse en formas del nuevo mundo, t o d a v í a poderosas para
bien o para mal . A veces los viejos pensamientos y p r á c t i c a s brotan
de nuevo, para sorpresa de un mundo que las c r e í a muertas o m o r i
bundas desde mucho tiempo antes; en este caso las supervivencias
se transforman en renacimientos, como de forma tan llamativa ha
ocurrido ú l t i m a m e n t e con la historia del moderno esplritualismo,
u n asunto muy instructivo desde el punto de vista del etnógrafo
D e hecho, el estudio de los fundamentos de las supervivencias no
tiene poca importancia p r á c t i c a , pues la mayor parte de lo que
llamamos s u p e r s t i c i ó n e s t á incluido en las supervivencias y de esta
forma queda abiert a al ataque de su más mortal enemigo, la e x p l i
c a c i ó n razonada. Sobre t odo, insignifi cantes como son en sí mismas
la mayor parte de las supervivencias, su estudio es tan efectivo para
rastrear el curso de la e v o l u c i ó n h i s t ó r i c a , ú n i c a m e n t e gracias alcual es posible comprender su s i g n i f i c a c i ó n , que se convierte en un
punto v i t a l de la i n v e s t i g a c i ó n e t n o g r á f i c a conseguir una v i s i ó n lo
m á s clara posible de su naturaleza. Esta importancia debe j u s t i l u aj
l a e x t e n s i ó n que a q u í se dedica al examen de las supervivencias, a
partir de juegos, dichos populares, costumbres, supersticiones y .1
milares que puedan servir para sacar a la luz la forma en que- I un
cionan.
E l progreso, la d e g r a d a c i ó n , la supervivencia, el renacimiento, la
m o d i f i c a c i ó n , todos ellos son modos de la c o n e x i ó n que mantiem
unida la compleja red de la c i v i l i z a c i ó n . No hace falta má s que una
ojeada a los detalles triviales de nuestra existencia diaria para l i .u ei
nos pensar qué lejos estamos de ser realment e sus creadores y < | i i .
cerca de ser los transmisores y modifi cadores de l o s productos delas edades pasadas. Mirando la h a b i t a c i ó n en que vivimos, podemos
comprobar cuan lejos e s t á de entender correctamente tan s iqu i i 1 .
é s t a quien s ó l o conoce su propio tiempo. A q u í e s t á l a « m a d r e s . Iva-
de Asina, a l l í la fleur-de-lis de A n j o u , alrededor d e l techo hay una
cornisa con una orla griega, el estilo Luis XI V y su a n t e c e t O l
Renacimiento se reparten el espejo. Transformados, t r a s l a d a d o i «• RlU
tilados, tales elementos llevan t o d a v í a su historia c l a r a m e n t e 1 Mam
pada sobre ellos; y si la historia más lejana t o d a v í a e s me n o i fá< II
de leer, no podemos argumentar que, puesto que no sonn. 1 up
40
de distinguirla con claridad, en consecuencia a l l í no hay h i s t o i i a
Y esto es así incluso con las ropas de vest ir (pie usa n los h oml ne s
L o s rabi tos de la chaqueta de los postillones alemanes muestran por
s í solos c ó m o han llegado a degenerar en tan absurdos rudimentos ;
pero los alzacuellos (bands) de los c l é r i g o s ingleses no traspasan ya
s u historia al ojo, y result an absolutamente inexplicable s hasta que
u n o ve las etapas intermedias por las que han descendido desde los
m á s ú t i l e s cuellos anchos, como el que lleva M i l t o n en su ret into ,
y que recibieron su nombre de la « c a j a de c a r t ó n » ( « b a n d - b o x » ) en
que s o l í a n guardarse. De hecho, los libros de trajes que muestran
c ó m o una prenda c r e c i ó o m e r m ó por etapas graduales y se trans
f o r m ó en otra, ilustran con mayor fuerza y claridad la naturaleza
d e l cambi o y el crecimient o, el renacimiento y la decadencia, que se
producen añ o tras a ño en cuestiones má s import ante s de la vida. En
lo s libros, t a m b i é n , vemos a cada autor no s ó l o en sí mismo y por
s í mismo, sino ocupando el lugar que le corresponde en la historia;
e n cada f i l ó s o f o , m a t e m á t i c o , q u í m i c o o poeta vemos el transfondo
de su e d u c a c i ó n : en Leibniz a Descartes, en Dalton a Priestley,
e n M i l t o n a Homero. El estudio del lenguaje q u i z á s ha hecho más
que n i n g ú n otro por apartar de nuestra c o n c e p c i ó n de la a c c i ó n y el
pensamiento humanos la idea de i n v e n c i ó n azarosa y arbitraria, sus
t i t u y é n d o l a por una t e o r í a de la e v o l u c i ó n mediante la c o o p e r a c i ó n
de los hombres individuales, a t r a v é s de procesos razonables e i n t e l i
gibles cuando se conocen todos los datos. Rudimentaria como toda
v í a es la ciencia de la cultura, se e s t á n volviendo fuertes los s í n t o
mas de que los f e n ó m e n o s que parecen más e s p o n t á n e o s e inmotiva
dos pueden demostrarse, no obstante, que e s t á n comprendidos en
u n campo de causa-efecto t an ciert ament e como los hechos de la
m e c á n i c a . ¿ Q u é se considera popularmente más indeterminado e
incontrolable que los productos de la i m a g i n a c i ó n que son los mitos
y las f á b u l a s ? Sin embargo, cualquier i n v e s t i g a c i ó n s i s t e m á t i c a de la
m i t o l o g í a , hecha a partir de un amplia r e c o l e c c i ó n de datos, m o s t r a r á
c o n bastante claridad en tales esfuerzos de la i m a g i n a c i ó n , a la vez,
una e v o l u c i ó n de etapa a etapa y la p r o d u c i ó n de una uniformidad
como consecuencia de la uniformidad de la causa. A q u í , como en
todas part es, la espontaneidad inmotivada parece retroceder má s y
m á s al refugio rodeado por los negros precintos de la ignorancia;
como el azar, que t o d a v í a mantiene su lugar entre el vulgo como
verdadera causa de los acontecimientos de otra forma inexplicables,
mientras que para las personas educadas hace tiempo que no signi
f i c a nada si no es esta misma ignorancia. S ó l o cuando el hombre noconsigue ver la c o n e x i ó n de los acontecimientos tiende a caer en las
nociones de impul sos arbi trario s, caprichos sin causa, azar, absurdo
e indefinida inexplicabilidad. Si los juegos infantiles, las costumbres
s in objetivo y las supersticiones absurdas se consideran e s p o n t á n e o ,
porque nadie puede decir exactamente c ó m o aparecen, la a f i r m a c i ó n
puede recordarnos el efecto similar que los e x c é n t r i c o s h á b i t o s de
una planta de arroz silvestre tuvieron sobre la f i l osof í a de una tribu
de pieles rojas, en otro caso dispuesta a ver en la a r m o n í a de la
41
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n a t u r a l e z a lo s efectos de u n a v o l u n t a d per s o n a l qu e l a po he i n a i i
G r a n E s p í r i t u , di cen e s t o s t e ó l o g o s sio ux, h iz o to das las cos a-. . *< . ph .
e l a r r o z s i lves t re; pero e l arroz s i lves t re a p a r e c i ó por casua l idad
« E l h o m b r e » , d i j o W i l h e l m v on Humboldt, « s i e m p r e a s o « • .< i •
q u e e s t á a l alcance de la mano (der Mensch k n ü p f t inunei an Voi
handenes a n ) » . Esta n o c i ó n de la continuidad de la c i v i l i z a c i ó n n m i i
nida e n esta m á x i m a no es n i n g ú n p r i n c i p i o f i l o s ó f i c o caduco, -ano
que se vuelve p r á c t i c o por la c o n s i d e r a c i ó n de que aquellos que
desean entender sus propias vidas deben conocer las etapas por In*
que s u s opiniones y h á b i t o s han llegado a ser lo que son. Augustc
Comte escasamente s o b r e v a l o r ó la necesidad de este estudio de la
e v o l u c i ó n cuando declara al p r i n c i p i o de su Filosofía Positiva que
« n i n g u n a c o n c e p c i ó n puede entenderse excepto a t r a v é s de su Insto
r i a » , y su frase acepta amplia rse a la cul tu ra en general. C o n l i a i en
v er la superficie de la vida moderna y comprenderla por limpiei n s p e c c i ó n es una f i l o so f í a cuya debilidad f á c i l m e n t e puede compro
barse. I m a g í n e s e a alguien explicando el t r i v i a l dicho «me lo d i j ou n p a j a r i t o » («a l i t t l e b i r d t o l d me»), sin estar enterado de la vieja
creencia del lenguaje de los p á j a r o s y las bestias, de la que el d O C t O l
Dasent, en su i n t r o d u c c i ó n a los Cuentos Noruegos, t r a z ó tan razo
nablemente sus o r í g e n e s . Los intentos de explicar a la luz de la r a z ó ncosas que necesitan la luz de la historia para mostrar su significa
c i ó n pueden ejemplificarse con los comentarios de Blackstone. Para
e l pensamient o de Blackst one, el derecho de los plebeyos de llevar sus
bestias a pastar a las tierras comunales tiene su origen y expln |
c i ó n en el sistema feudal. « P u e s cuando los s e ñ o r e s de los feudos
c o n c e d í a n parcelas de tierra a los arrendatarios, por servicios r e a l i -zados o por realizar, estos arrendatarios no p o d í a n arar la tierra | | | |
bestias; estas bestias no p o d í a n mantenerse sin pastos; y los pastos
n o p o d í a n conseguirse m ás que en los b a l d í o s del s e ñ o r y en la
tierras de barbecho no cercadas de ellos y de los otros arrendata
rios. Por tanto, la ley llevaba anejo el derecho de las tierras cornilnales como algo inseparable de la c o n c e s i ó n de las tierras; y é s t efu e el origen de la tierra c o m u n a l » , e t c é t e r a . Ahora bien, aunque nada
hay de irracional en esta e x p l i c a c i ó n , no e s t á de acuerdo en absoluto
co n la ley t e u t ó n i c a de l a tierra que p r e v a l e c i ó en Inglaterra desde
mucho antes de la conquista normanda y cuyos residuos nunca ha n
desaparecido por co mpleto . En la antigua comunid ad de aldea, i m I nso la tierra cultivable, situad a en los grandes campos comunales
t o d a v í a rastreables en nuestro p a í s , no h a b í a pasado aú n a cons
t i t u i r propiedades aisladas, mientras que los pastos de los barbechosy los rastrojos y los b a l d í o s p e r t e n e c í a n en c o m ú n a los cabezas de
f a m i l i a . Desde aquellos d í a s , el cambio de la propiedad -comunal u
l a i n d i v i d u a l ha transformado en su mayor parte este sistema di]
v i e j o mundo, pero t o d a v í a se mantienen los derechos que disfruta
el campesino de que su ganado paste en la tierra comunal, no co m o
una c o n c e s i ó n del s e ñ o r feudal, sino en cuenta que los plebeyos la po
s e í a n antes de que el s e ñ o r reclamara la propiedad del b a l d í o . Siem
pre es peligroso aislar una costumbre de su s u j e c c i ó n a los acontc-
42
cimientos pasados, t r a t á n d o l a como un hecho aislado del (pie se
puede uno deshacer simplemente mediante u n a e x p l i c a c i ó n plan
sible.
A l llevar a cabo la gran tarea de la e t n o g r a f í a racional, la i uves
t i g a c i ó n de las causas que han producido los f e n ó m e n o s culturales
y las leyes a que e s t á n subordinados, es deseable conseguir un esque
m a ta n s i s t e m á t i c o como sea posible de la e v o l u c i ó n de esta cultura
en sus muchas l í n e a s . En el siguiente c a p í t u l o , que trata del desarro
l l o de la cult ur a, se intent a hacer un esbozo del curso t e ó r i c o de la
c i v i l i z a c i ó n en la especie humana , tal como en conj unt o parece
concord ar mej or con los datos. Al comparar l os distinto s estadios de
c i v i l i z a c i ó n entre las razas conocidas por la historia, con la ayuda
de las deducciones a r q u e o l ó g i c a s hechas a partir de los residuos de
las tribus p r e h i s t ó r i c a s , parece posible juzgar de forma aproximada
la temprana s i t u a c i ó n general del hombre, que desde nuestro punto
Ü e vista debe considerarse como una s i t u a c i ó n p r i m i t i v a , cualesquiera
que hayan sido las situaciones anteriores que puedan haberla prece
dido. Esta s i t u a c i ó n p r i m i t i v a h i p o t é t i c a corresponde en un grado
considerable a la de las modernas tribus salvajes, que, a pesar de su
diferencia y distancia, tienen en c o m ú n ciertos elementos de c iv i -l i z a c i ó n que parecen mantenerse en general de una etapa temp rana
de la especie humana. Si esta h i p ó t e s i s es cierta, entonces, a pesar
de la continua interferencia de la d e g e n e r a c i ó n , la p r i n c i p a l tenden
ci a de la cultura desde los o r í g e n e s a los tiempos modernos ha sido
d e l salvajismo hacia la c i v i l i z a c i ó n . Con el problema de esta r e l a c i ó nentre la vida salvaje y la c i v i l i z a da , se relacionan casi todos los miles
de datos que se tratan en los sucesivos c a p í t u l o s . Las supervivencias
culturales, situadas a tod o lo largo del curso de los hitos la c i v i l i -z a c i ó n en estado de progreso, llenos de s i g n i f i c a c i ó n para quienes
pueden descifrar sus signos, inclu so ahora constit uyen en med io de
nosotros monumentos tempranos del pensamiento y la vida de los
b á r b a r o s . Su i n v e s t i g a c i ó n dice mucho en favor de la c o n c e p c i ó n de
que los europeos pueden encontrar entre los habitantes de Groen
landia o los m a o r í e s muchos rasgos para reconstruir el cuadro de
sus propios antepasados p r i m i t i v o s . A c o n t i n u a c i ó n viene el proble
m a del origen del lenguaje. Oscuras com o siguen estando muchas
partes de este problema, sus planteamientos más claros se abren
a la i n v e s t i g a c i ó n de si el lenguaje tuvo sus o r í g e n e s en la humani
d a d en estado salvaje, y el resultado de la i n v e s t i g a c i ó n es que, s e g ú ntodos los datos conocidos, tal debe haber sido el caso. Partiendo del
examen del arte de contar, se muestra una consecuencia much o má s
concreta. Puede afirmarse con confianza que no s ó l o se encuentra
este importante arte en estado rud iment ario entre las trib us sal
vajes, sino que datos satisfactorios demuestran que la n u m e r a c i ó nse ha desarrollado por i n v e n c i ó n racional desde un estado i n f e r i o rhasta aquel que nosotro s poseemos. El examen de la m i t o l o g í a que
contiene el primer volumen se ha hecho en su mayor parte desde
l a perspectiva especial, sobre los datos recogidos para p r o p ó s i t oespeciales, de rastrear la r e l a c i ó n entre los mitos de las tribus sal-
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va j e s y sus analogías en las naciones má s civilizadas I I l. ni i di
l a l Investigación va más allá para demostrar que los primeros « u . 1
dores de mitos aparecieron y florecieron entr e las hordas il i|<
poniendo en pie un arte que más culturalizados sucesores contintl I
rían, nasta que sus productos se fosilizaron en la superstición,
tomaron equivocadamente por histori a, se confo rmaron y arropaio n
de poesía, o se dejaron de lado por extravagancias mcntiros.is.
Quizás en ninguna ot ra parte se necesiten má s las coneep» ion.
amplias de la evolución histórica que en el estudio de la religión
A pesar de todo lo que se ha escrito para que el mundo se familiaric<
con las teologías inferiores, las ideas populares de su lugar en la
historia y de su relación con los credos de las naciones superio ressiguen siendo de tipo medieval. Es hermoso cont rapon er los diarios
de algunos misioneros con los Ensayos de Max Müller, y colocar el
odio y el ridículo incapaz de apreciación que el celo hostil y estrecho
prodiga contra el brahmanismo, el budismo y el zoroastrismo, junto
a la simpatía católica con que un conocimiento profundo y amplio
puede examinar aquellas fases antiguas y nobles de la conciencia re
ligiosa del hombre; y tampoco por el hecho de que la religión de
las tr ibus salvajes pueda ser ruda y primitiva, en comparación con
los grandes sistemas asiáticos, está situada en una posición dema
siado baja para merecer interés e incluso respeto. El problema
realmente se sitúa entre la comprensión y la no comprensión. Pocas
personas que se entreguen a dominar los principios generales de la
religión salvaje volverán nunca a considerarla ridicula, ni su conoci-
. mien to superfluo para el resto de la humanidad. Lejos de ser suscreencias y prácticas un montón de basura de distintas extravagan
cias, son consistentes y lógicas en tan alto grado que empiezan a exhi
bi r los prin cipio s de su formación y desarrollo en cuanto se clasifican
por aproximadamente que sea; y estos principios se demuestran esen
cialment e racionales, aunque operan en las condiciones mentales de
una ignorancia intensa e inveterada. Con un sentido de la intención
investigadora muy estrechamente emparentado con el de la teología
de nuestros días, me he puesto a examinar sistemáticamente el de .1
rrol lo, entre las razas inferiores, del animismo; es decir, la doctrina
de las almas y los otros seres espirituales en general. Más de la mitad
de la presente obra la ocupa la masa de datos procedentes de todas
las partes del mundo que muestran la naturaleza y la significación
de este gran elemento de la filosofía de la religión, y rastrea IU
transmisión, expansión, restricción y modificación a todo lo largo
del curso de la historia hasta el centro de nuestro pensamiento
derno. Ni son de poca importancia práctica las cuestiones que tienenque plant earse en ta l int ent o de traza r la evolución de determinadosritos y ceremonias prominentes, costumbres tan instructivas como
lo s profundos poderes de la religión, cuya expresión y resultado piá»
tico constituyen.
No obstante, en estas investigaciones, hechas desde un punto dl9
vista etnográfico más bien que teológico, ha habido poca necesidad
de entrar en controversias directas, pero, por otra parte, me he tORil
44
do la molestia de evitarlas en todo lo posible, l a conexión qu e a l i a
viesa la religión, desde sus formas má s rudas hasta la s i t u a c i ó n del
cristianismo civilizado, puede tratarse de forma conveniente recu
rriendo poco a la teología dogmática. Los ritos de sacrilicio v de
purificación pueden estudiarse en sus etapas evolutivas sin cntrai en
cuestiones de su autor idad y val or, y un examen de las sucesivas lase-,
de la creencia del mundo en una vida futura no necesita discutir lo s
argumentos en favor o en contra de la doctrina misma. Los resultados
etnográficos pueden quedar entonces como materiales para los teó
logos profesionales y tal vez no pasará mucho tiempo antes de qu e
datos tan cargados de significación ocupen su legítimo lugar. V o l
viendo de nuevo a la analogía con la historia natural, pronto puede
llegar el momento en que se considere tan poco razonable que el
teólogo científico no esté competentemente familiarizado con lo s
principios de las religiones de las razas inferiores, como que el fisió
logo considere con el mismo desprecio que los siglos pasados los
datos procedentes de las formas infe riores de vida, considerando la
estructura de las criaturas invertebradas simples un asunto indigno
del estudio filosófico.
Tampoco como simplemente un asunto de investigación curiosa,
sino de una guía práctica importante para la comprensión del pre
sente y la conformación del futuro, la investigación de los orígenes
y los primeros desarrollos de la civilización debe fomentarse celo
samente. Cual quier posible vía de conocimient o debe ser explorada,
debe verse si cualquier puerta está abierta. Ninguna clase de datos
debe dejarse sin tocar en nombre de su lejanía o compleji dad, de supequenez o trivialidad. La tendencia de la moderna investigación va
más y más hacia la conclusión de que la ley está en cualquier parte,
está en todas partes. Despreciar hacia dónde puede conducir una
recolección y estudio concienzudos de los datos y declarar cualquier
problema insoluble en nombre y en el de la dificultad y la lejanía, es
clara mente s ituarse en el lado equivocado de la ciencia; y quien escoja
una tarea sin esperanzas debe disponerse a descubrir los límites del
descubrimiento. Viene a la memoria Comte que comienza su des
cripción de la as t ronomía con una observación sobre la necesaria
limitación de nuestro cono cimiento de las estrella s: co ncebimos, nos
dice, la posibilidad de determinar su forma, distancia, t amaño y
movimiento, mientras que por ningún método podemos llegar a estu
diar su composición química, su estructura mineralógica, etc. Si el
filósofo hubiera vivido para ver la aplicación del análisis del espectro a este mismo problema, su proclamación de la desesperan
z a d o s doct rin a de la ignoran cia necesaria t al vez se hubiera corre
gido en favor de un punto de vista más esperanzador. Y con la
filosofía de la vida humana remota parece ocurrir algo parecido
a lo que ocurre con el estudio de la natural eza de los cuerpos celes
tes. Los procesos que deben reconstruirse de las primeras 'etapas de
nuestra evolución mental están tan distantes de nosotros en el tiem
po como las estrellas en el espacio, pero las leyes del universo no
están limitadas a la observación directa de nuestros sentidos. Existe
45
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u n amplio material a ser utilizado en nuestra investiga, ió, i; mu. I . , , - ,
estudiosos se ocupan actualmente de dar forma a este tnatei 1*1, aun
que poco puede haberse hecho t o d a v í a en c o m p a r a c i ó n con I..
queda po r hacer; y no parece ya excesivo deci r que los vagos esbozos
de una f i l osof í a de la historia de los o r í g e n e s e s t á n comenzando a
ponerse a nuestro alcance.
A I . . K R O E B E R
L O S U P E R O R G A N I C O ( 1 91 7)
U n a forma de pensar c a r a c t e r í s t i c a de nuestra c iv i l i z ac ión occ i -
dental ha sido la f o r m u l a c i ó n de a n t í t e s i s complementarias, el e q u i l i -
b r i o de opuestos que se excluyen. Uno de estos pares de ideas con
que nuestro mundo ha estado operando desde hace unos dos mi l
a ñ o s es el que se expresa con las palabras alma y cuerpo. Otro par
que ha servido para p r o p ó s i t o s ú t i l e s , pero que la ciencia trata
ahora de quitarse de encima, es la d i s t i n c i ó n entre lo físico y lo
mental. Una tercera d i s c r i m i n a c i ó n es la que se hace entre vital
y social, o, en otros t é r m i n o s , entre orgánico y cultural. E l reconoci
miento i m p l í c i t o de la diferencia entre cualidades y procesos o r g á -
nicos y cualidades y procesos sociales data de hace mucho. No obs
tante, la d i s t i n c i ó n f o r m a l es reciente. De hecho, puede decirse que
l a s i g n i f i c a c i ó n completa de la a n t í t e s i s no ha hecho má s que apun
tarse. Pues por cada o c a s i ó n en que un entend imie nto huma no separa
tajantemente las fuerzas o r g á n i c a s y las sociales, existen docenas
en las que no se piensa en la d i s t i n c i ó n entre ellas, o bien se produce
una verdadera c o n f u s i ó n de ambas ideas.
U n a r a z ó n de esta habitual c o n f u s i ó n entre lo o r g á n i c o y lo social
es el predominio, en la actual fase de la historia del pensamiento,
de la idea de e v o l u c i ó n . La idea, una de las primeras, más simples
y t a m b i é n má s vagas que ha t enido la mente humana, ha tenid o su
fortaleza y su campo más f i r m e en el á m b i t o de lo o r g á n i c o ; en
otras palabras, a t r a v é s de las ciencias b i o l ó g i c a s . Al mismo tiempo,
existe una e v o l u c i ó n , crecimiento o gradual desarrollo, que t a m b i é n
resulta aparente en otros reinos distintos de la vida vegetal y animal.Tenemos t e o r í a s de la e v o l u c i ó n estelar o c ó s m i c a ; y es evidente,
incluso para el hombre menos culto, que existe un cre cimi ento o evo
l u c i ó n de la c i v i l i z a c i ó n . Poco peligro hay, por lo que se refiere a la
naturaleza de las cosas, en llevar los principios daiwini anos o po t̂-
darwinianos de la e v o l u c i ó n de la vida al reino de los soles ard iente s
o las nebulosas sin vida. La c iv i l i z ac ión o el progreso humano, por
otra parte, que s ó l o existe en, y mediante, los miembros vivos de la
especie, es aparentemente tan similar a la e v o l u c i ó n de las plantas y
lo s animales que ha sido inevitable que se hayan hecho amplias ap i i
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las patas delanteras se t r a n s f o r m ó en habilidad para sostener el
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cacioncs de los pri ncip ios de la e v o l u c i ó n o r g á n i c a a los hechos del
crecimiento cultural. Por supuesto, se trata de un ra/onamienln poi
a n a l o g í a o a r g u m e n t a c i ó n de que, puesto que dos cosas se parecen « n
u n aspecto, t a m b i é n s e r á n similares en otros. En ausencia de * onoi •
miento, tales supuestos se justifican como supuestos. No obstan!' u
efecto consiste con demasiada frecuencia en predeterminar la actitttd
mental, con el resu ltado de que, cuando empiezan a acumu larse datos
que pueden probar o rechazar el supuesto basado en la a n a l o g í a ,
estos datos no siguen ya c o n s i d e r á n d o s e imparcial y juiciosamente,
sino que, simple mente, se distri buye n y disponen de tal forma (pu
no interfieran con la c o n v i c c i ó n establecida en que se ha convertido,
desde hace tiempo, el supuesto principio a demostrar.Esto es lo que ha sucedido en el campo de la e v o l u c i ó n o r g á n i c a
y social. La d i s t i n c i ó n entre ambas, que es tan evidente que en la.
é p o c a s anteriores p a r e c í a un vulgar t ó p i c o para que mereciera s e ñ a -
larse, ha sido oscurecida en gran medida en los ú l t i m o s cincucnia
a ñ o s por la influencia que ha tenido sobre los entendimientos de
l a é p o c a los pensamientos relacionados con la idea de la e v o l u c i ó n
o r g á n i c a . Incluso parece correcto afirmar que esta c o n f u s i ó n ha sido
mayor y más general entre aquellos para quienes el estudio y la
e r u d i c i ó n constituyen el trabajo de todos los d í a s .
Y , sin embargo, muchos aspectos de la diferencia entre lo o r g á n i c o
y lo que hay en la vida humana de no o r g á n i c o resul tan tan cl an -.
que un n i ñ o puede comprenderlos y que todos los seres humanos,
incluyendo a los más salvajes, utilizan constantemente la d i s t i n c i ó n
Todo el mundo es consciente de que nacemos con ciertos poderes
y que adquirimos otros. No es necesario n i n g ú n argumento para de
mostrar que unas cosas de nuestra vida y c o n s t i t u c i ó n proceden de
la naturaleza, a t r a v é s de la herencia, y que otras nos llegan a t r a v é s
de agentes con los que la herencia nada tiene que ver. No se ha
encontrado t o d a v í a nadie que afirme que el ser humano nace con un
conocimiento inherente de la tabla de multiplicar; por otra p a i i .
tampoco hay nadie que dude de que los hij os de un negro nao n
negros gracias al funcionamiento de las fuerzas de la herem ¡a No
obstante, algunas cualidades de todos los individuos tienen ra/
claramente detectables; y cuando se comparan como conju ntos el
desarrollo de la c i v i l i z a c i ó n y la e v o l u c i ó n de la vida, se ha di judo
pasar de largo con demasiada frecuencia la d i s t i n c i ó n entre los proce
sos que implican.Hace algunos mil lones de a ñ o s , se cree normalmente, la < i
c i ó n natural o a l g ú n otro agente evolutivo dio lugar, por pi u n c í a v<
a la a p a r i c i ó n en el mundo de los p á j a r o s . Salieron de los i c p t l l i
Las condiciones .eran tales que la lucha por la existen* ia cía i l i l h ll
sobre la tie rra, mientra s que en el aire h a b í a seguridad \ p u d ú
Paulatinamente, bien mediante una serie de grados casi nn| i
tibies a lo largo de la l í n e a de las sucesivas gcncra< iones, o I
saltos más notables y r á p i d o s , el grupo de los p á j a r o s fu Iti< !<i
nando a partir de sus antepasados reptibles. En esta evolu
adquirieron plumas y se perdieron escamas; la facultad de < og< i
48
cuerpo en el aire. La gran resistencia de que gozaban por el hecho
de tener sangre f r í a , se a b a n d o n ó por el equivalente de una mayor
c o m p e n s a c i ó n de la acti vida d super ior que a c o m p a ñ a a la sangre
caliente. El resultado neto de este c a p í t u l o de la historia evolutiva
fu e que a ñ a d i ó un nuevo poder, el de la l o c o m o c i ó n a é r e a , a la suma
total de facultades que p o s e í a el grupo de los animales superiores,
lo s vertebrados. No obstante, los animales vertebrados no se vieron
afectados en su conj unt o. La mayor parte de ellos carecen del poder
de volar, al igual que sus antepasados de hace millones de a ñ o s . Los
p á j a r o s , a su vez, han perdido determinadas facultades que una vez
poseyeron y, presumiblemente, t o d a v í a p o s e e r í a n de no ser por la
a d q u i s i c i ó n de las alas.E n estos ú l t i m o s a ñ o s t a m b i é n los seres humanos han conseguido
el poder de la l o c o m o c i ó n a é r e a , y sus efectos sobre la especie son
absolutamente distintos de los que caracterizaron la a d q u i s i c i ó n del
vuelo por parte de los primeros p á j a r o s . Nuestros medios para volar
e s t á n fuera de nuestros cuerpos. El p á j a r o nace con un par de
alas, pero nosotros hemos inventado el aeroplano. Los p á j a r o s renun
ciaron a un par de manos potencial para conseguir las alas; nosotros,
debido a que nuestra nueva facultad no forma parte de nuestra
estructura c o n g é n i t a , mantenemos todos los ó r g a n o s y capacidades de
nuestros antepasados, pero le a ñ a d i m o s una nueva habi lida d. El pro
ceso del desarrollo de la c i v i l i z a c i ó n es, claramente, de a c u m u l a c i ó n :
l o antiguo se mantiene, a pesar del nacimiento de lo nuevo. En la
e v o l u c i ó n o r g á n i c a , por regla general, la i n t r o d u c c i ó n de nuevos
rasgos s ó l o es posible mediante la p é r d i d a o m o d i f i c a c i ó n de los ó r g a -nos o facultades existentes.
E n resumen, el desarrollo de una nueva especie de animales se
produce mediante, y de hecho consiste en, cambios de su c o n s t i t u c i ó n
o r g á n i c a . En lo que se refiere al crecimiento de la c i v i l i z a c i ó n , por
otra parte, el ejemplo citado basta para mostrar que el cambio y
el progreso pueden tener lugar mediante la i n v e n c i ó n , sin ninguna
a l t e r a c i ó n constitucional de la especie humana.
H ay otra forma de observar la diferencia. E s t á claro que al o r i -
ginarse una nueva especie, é s t a procede por completo de individuos
que antes mostraban rasgos particulares distintos de los de la nueva
especie. Cuando afirmamos que deriva de esos individuos queremos
decir, lit eralmente, que desciende de ellos. En otras palabras, la espe
c i e só lo se compone de los individuos que contienen la « s a n g r e » —elplasma germen— de determinados antepasados. De este modo, la
herencia es el medio indispensable de t r a n s m i s i ó n . Sin embargo,
cuando se realiza un invent o, toda la especie humana es capaz de
beneficiarse de él. Las personas que no tienen el menor parentesco
s a n g u í n e o con los primeros d i s e ñ a d o r e s de aeroplanos pueden volar.
Muchos padres han utilizado, han gozado y se han benificiado del
invento de su h i j o . En la e v o l u c i ó n de los animales , la descendencia
puede integrarse en la herencia que le transmiten sus antepasados
y alcanzar un poder super ior y un desarrol lo más perfecto; pero el
49
4. — E L CONCEPTO DE C U L T U R A
antepasado, por la misma naturaleza de las cosas, e s t á excluido de bierta de grasa, de la que vive ; y que devora grandes cantidades
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talca beneficios de su descendencia. E n resumen, la e v o l u c i ó n oiga
nica e s t á esencial e inevitablemente conectada co n los procesoi here
d i t a r i o s ; la e v o l u c i ó n social que caracteriza al progreso de la c iv i l l
U U i o n , por otra parte, no e s t á ligada, o al menos no necesariamente,
co n los factores hereditarios.
L a ballena no es s ó l o un m a m í f e r o de sangre caliente, sino que se
reconoce como un descendiente remoto de los animales c a r n í v o r o s
terrestres. E n unos cuantos millones de a ñ o s , como generalmente se
supone en tales g e n e a l o g í a s , este animal ha perdido las piernas para
caminar, las u ñ a s para agarrar y desgarrar, el pelo o r i g i n a l y el o í d o
externo, que s e r í a n i n ú t i l e s o perjudiciales en el agua, y a d q u i r i ó
aletas y escamas, un cuerpo c i l i n d r i c o , una capa de grasa y el poderde retener la r e s p i r a c i ó n . La especie ha renunciado a mucho; q u i z á s ,
en conjunto, a má s de lo que ha ganado. Evidentemente , ciertas partes
h an degenerado. Pero hay un nuevo poder que sí c o n s i g u i ó : el de
vagar por el o c é a n o indefinidamente.
U n paralelo, y t a m b i é n un contraste, se encuentra en la adquisi
c i ó n humana de i d é n t i c a facultad. Nosotros no hemos transformado,
en una a l t e r a c i ó n gradual de padres a hijos, nuestros brazos en aletas
n i hemos desarrolladb una .cola. Tampoco penetramos en el agua
para navegar por ella: construimos un barco. Y lo que esto significa
es que preservamos intactos nuest ro cuerpo y nuestras facultades ,
i d é n t i c a s a las de nuestros padres y a las de nuestros remotos ante
cesores. Nuestro medio para viajar por mar e s t á fuera de nuestra
d o t a c i ó n natural. L o hacemos y lo utilizamos: la ballena o r i g i n a l
tuvo que transformarse en barco. L e c o s t ó innumerables generaciones
alcanzar su actual c o n d i c i ó n . Todos los individuos que no consi
guieron adaptarse al tipo no dejaron descendencia; ni tampoco nada
que quede en la sangre de las actuales ballenas.
T a m b i é n podemos comparar los seres humanos y los animales
cuando grupos de ellos alcanzan u n medio ambiente nuevo y á r t i c o ,
o cuando el c l i m a de la zona en que e s t á establecida la especie va
e n f r i á n d o s e lentamente. Las especies m a m í f e r a s no humanas empieza n a tener mucho pelo. El os o polar es peludo; s u pariente de
Sumatra l i so . L a liebre á r t i c a e s t á envuelta en un blando f o r r o de
p i e l ; en c o m p a r a c i ó n , el conejo macho parece tener una piel f ina
y apolillada. Las buenas pieles proceden del lejano norte y pierden
riqueza, en calidad y en valor, proporcionalmente, cuando proceden
de animales de la misma especie queviven
en regiones más tem
pladas. Y esta diferencia es racial, no i n d i v i d u a l . El conejo macho
p e r e c e r í a r á p i d a m e n t e en Groenlandia al finalizar el verano; el oso
polar enjaulado sufre por el calor debido al masivo abrigo que la
naturaleza ic ha ciado.
Ahora bien, hay personas que buscan la misma clase de peen
liaridades c o n g é n i t a s e n los samoyedos y esquimales del A r t i c o ;
y las encuentran, porque las buscan. Nadie puede afirmar que el
esquimal sea peludo; de hecho nosotros tenemos más pelo que ellos.
Pero se afirma que tiene una p r o t e c c i ó n grasa, como la foca recu-
50
d e carne y grasa porque las necesita. Queda por determinai su \a
dera cantidad de grasa, en c o m p a r a c i ó n con otros seres humanos
Probablemente tiene más que el europeo; pero posiblemente no ma s
que el samoano o hawaiano de pur a raza de más abajo de los tro
picos. Y con respecto a su dieta, si consiste ú n i c a m e n t e en foca du
rante todo el invierno, no es por ninguna apetencia c o n g é n i t a de su
e s t ó m a g o , sino porque no sabe c ó m o conseguirse otra cosa. El minero
de Alaska y el explorador del á r t i c o y del antartico no comen p i a n
cantidad de grasa. Su comida se compone de harina de t r i g o , huevos,
c a f é , a z ú c a r , patatas, verduras en lata y todo lo que sus exigciu las
y el coste del transporte per mite n. El esquimal t a m b i é n d e s e a r í a
comer esas cosas, pero, en cualquier caso, tanto ellos como él puedensostenerse tanto con una dieta como con la otra.
D e hecho, lo qué hace el habitante humano de una l a t i t u d i n l c m
perante no es desarrollar un sistema digestivo peculiar, ni tampoco
aument ar el crecimiento del pelo. Cambia su medio ambiente y,
en adelante, puede mantener su cuerpo o r i g i n a l inalterado. Construye
una casa cerrada, que proteja del viento y retenga el calor de su
cuerpo. Hace fuego o enciende una l á m p a r a . Despoja a la foca o al
reno del cuero peludo con que la s e l e c c i ó n natu ral u otros procesos
o r g á n i c o s han dotado a estos animales; tiene chaqueta y pantalones,
botas y guantes que le hace su mujer, o dos juegos de ellos; se los
pone; y en pocos a ñ o s o d í a s cuenta con la p r o t e c c i ó n que el oso
polar o la liebre á r t i c a , la marta cebellina y el l a g ó p e d o , necesitaron
indecibles p e r í o d o s para adquirir. Lo que es má s, su h i j o , y los hijos
de su h i j o , y sus cientos de descendientes, nacen tan desnudos yf í s i c a m e n t e desarmados como nacieron él y sus cientos de antepa
sados.
Que esta diferencia de m é t o d o para resistir a un medio ambiente
di f í c i l , entre los seguidos, respect ivamente, por la especie del oso
polar y la raza de los esquimales, es absoluta, no necesita afirmarse.
Que la diferencia es profunda, es indiscutible. Y que es tan impor
tante como con frecuencia olvidada es lo que pretende demostrar
precisamente este a r t í c u l o .
Durante mucho tiempo se ha acostumbrado a decir que la diferen
ci a es la que existe entre el cuerpo y el e s p í r i t u ; que los animales
tienen su f í s i co adaptado a sus circunstancias, pero que la superior
inteligencia del hombre le permite elevarse por encima de tales nece-
sidades rastreras. Pero no es é s t e el aspecto más s ign i f i c a t i vo de la
diferencia. Es cierto que, sin las muy superiores facultades del hom
b r e , é s t e no p o d r í a alcanzar los conocimientos cuya ausencia mantie
ne al bru to encadenado a las limitaciones de su a n a t o m í a . Pero la
mayor inteligencia humana no es causa en sí misma de la diferencia
existente. Esta superioridad p s í q u i c a s ó l o es-una c o n d i c i ó n indispen
sable de lo que es peculiarmente humano: la c i v i l i z a c i ó n . Directa
mente, es la c i v i l i z a c i ó n en la que cada esquimal, cada minero á r t i c o
o cada explorador antartico e s t á criado , y no una mayor facultad
c o n g é n i t a , lo que le induce a construir casas, encender fuego y ves t i l
S I
ropas. La d i s t i n c i ó n primordial entre el animal y el hombic n» «••• l<
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mental y la f í s i c a , que es de orden relativo, sino la de l<> 0 1 1 - : « •
y lo social, que es cualita tiva. La bestia tiene me ntalida d y n o s o t m
tenemos cuerpo; pero, en la c i v i l i z a c i ó n , el hombre tiene algo de lo
que la bestia carece.Que esta d i s t i n c i ó n es realmente algo más que la d i s t i n c i ó n entrt
l o f í s i co y lo mental resulta evidente a partir de un ejemplo que put
de escogerse de entre lo corporal: el lenguaje.Superficialmente, el lenguaje humano y el animal, a pesar de la
enorme mayor riqueza y complejidad del primero, son muy seme-jantes. Ambos expresan emociones, posiblemente ideas, mediante so
nidos producidos por los ó r g a n o s corporales e intel igibles para el
oyente i n d i v i d u a l . Pero la diferencia entre el llamado lenguaje de
las bestias y el de los hombres es infinitamente grande; como p o n d r á
de relieve un sencillo ejemplo.
U n a gata que e s t á criando lleva un perrillo r e c i é n nacido a la
carnada de gatitos. En contra de las a n é c d o t a s familiares y los a r t í c u -
lo s de los p e r i ó d i c o s , el cachorrito l a d r a r á y g r u ñ i r á , no r o n r o n e a r á
n i m a u l l a r á . Nunca t r a t a r á de hacer esto ú l t i m o . La primera vez quele pisen la pata g e m i r á , no c h i l l a r á , con tanta seguridad como quecuando se enfade mucho m o r d e r á como h a c í a su desconocida mad rey nunca i n t e n t a r á a r a ñ a r como ha visto hacer a su madre de leche.Durante la mitad de su vida la r e c l u s i ó n puede mantenerle sin ver,o í r ni oler a n i n g ú n otro perro. Pero, entonces, si se le hace escucharu n ladrido o g r u ñ i d o a t r a v é s de una pared, se m o s t r a r á mucho másatento que ante ninguna de las voces emitidas por sus c o m p a ñ e r o s
gatos. Hagamos que se repita el ladr ido , y el i n t e r é s d a r á paso a [a
e x c i t a c i ó n , y r e s p o n d e r á del mismo modo, tan seguro como que, pues-to junto a una perra, los impulsos sexuales de su especie se manifes-t a r á n por sí solos. No puede dudarse de que el lenguaje del perroes parte erradicable de la naturaleza del perro, tan contenida enél por completo sin entrenamiento ni cultura, tan por completo ÍOlmando parte del organismo del perro como los dientes, los pies, ele s t ó m a g o , el modo de andar o los instintos. N i n g ú n grado de COIItatto con gatos ni de p r i v a c i ó n de a s o c i a c i ó n con los de su propia es
pecie puede hacer que un perro adquiera el lenguaje de los gato, vpierda el suyo, de la misma manera como tampoco puede hacerleenrollar el rabo en vez de menearlo, lamer a sus d u e ñ o s ende restregarse con sus costados o echar bigotes y llevar erectas su s
orejas c a í d a s .
Tomemos un n i ñ o f r a n c é s , nacido en Francia de padres franceses,descendientes ellos durante numerosas generaciones de antepasadosde lengua francesa. Inmediatamente d e s p u é s de nacer, confiemos ,1n i ñ o a una nodriza muda, con instrucciones de no dejar a nadie quetoque ni vea su carga mientras viaja por la ruta más directa hacia elinterior de China. All í deja el n i ñ o en manos de una pareja china,que lo adoptan legalmente y lo trata como a su propio h i j o . Supongamos ahora que transcurren tres, diez o treinta a ñ o s . ¿ H a c e faltadiscutir lo que el f r a n c é s adulto o t o d a v í a en crecimiento h a b l a r á ?
52
N i una palabra de f r a n c é s , sino chino, sin rastro de acento \nfluidez china; y nada más.
Es cierto que existe la i l u s i ó n c o m ú n , frecuente inc luso c u í n
personas educadas, de que en el chino adoptado sobrevivirá alguna
influencia oculta de sus antepasados que hablaban francés, que lólo
hace f a l t a enviarlo a Francia con un grupo de verdaderos chinos \
a p r e n d e r á la lengua materna con una mayor facilidad, fluidez, correc-c i ó n y naturalidad apreciable con respecto a sus c o m p a ñ e r o s . Elhecho de que una creencia sea habit ual , no obstante, tan to puede que
rer ».::cir que se trata de una s u p e r s t i c i ó n habitual como que se tratade un t ó p i c o . Y u n b i ó l o g o razonable, o, en otras palabras, un exper-to cuanficado para hablar de la herencia, p r o n u n c i a r á esta respuesta
ante este problema de herencia: s u p e r s t i c i ó n . Y l o ú n i c o objetable esque p o d r í a escoger una e x p r e s i ó n más amable.
Ahora bien, a q u í hay algo más profundo. Ninguna a s o c i a c i ó n conchinos v o l v e r á n negros los ojos azules de nuestro joven f r a n c é s , nil o s s e s g a r á , ni le a p l a s t a r á la nariz, ni e n d u r e c e r á y p o n d r á tiesosu ondulado pelo de s e c c i ó n oval; y, sin embargo, su lengua es com-pletamente la de sus asociados, y de ninguna manera la de sus pa-rientes c o n s a n g u í n e o s . Los ojos, la nariz y el pelo son suyos por herencia; su lenguaje no es hereditario, en la misma medida que no loes la longitud con que se deja crecer el pelo o el agujero, que s e g ú n
l a moda, puede llevar o no en la oreja. No se trata tanto de que ellenguaje sea mental y las proporciones faciales f í s i c a s ; la d i s t i n c i ó n
que tiene significado y uso es que el lenguaje es social y no heredi-
tario, mientras que el color de los ojos y la forma de la nariz sonhereditarios y o r g á n i c o s . Por el mismo criterio, el lenguaje del perro,y todo lo que vagamente se denomina el lenguaje de los animales,pertenece a la misma clase que las narices de los hombres, las pro-porciones de los huesos, el color de la p i e l y el sesgo de los ojos, yno a la clase a que pertenece cualquier lenguaje humano. Se hereday , por tanto, es o r g á n i c o . S e g ú n el e s t á n d a r humano, en realidad noes en absoluto un lenguaje, excepto en esa clase de m e t á f o r a s quehabla del lenguaje de las flores.
Es cierto que, de vez en cuando, un n i ñ o f r a n c é s que se encontra-ra en las condiciones del supuesto experimento a p r e n d e r í a el chinom á s lentamente, menos i d i o m á t i c a m e n t e y con menor capacidad dee x p r e s i ó n que el chino medio. Pero t a m b i é n h a b r í a n n i ñ o s franceses,y en la misma cantidad, que a d q u i r i r í a n la lengua china más r á p i -
damente, con mayor fluencia y mayor capacidad para revelar susemociones y manifestar sus ideas que el chino norma l. Se tra ta dediferencias individuales que s e r í a absurdo negar, pero que no afectana la media ni constituyen nuestro tema. Un i n g l é s habla mejor inglesque otro, y t a m b i é n puede haberlo aprendido, por precocidad, muchosm á s de prisa; pero el uno no habla ni más ni menos verdecer© i n g l é s
que el otro.
H a y una forma de e x p r e s i ó n animal en la que a veces se ha a f i r -
mado que es mayor la influencia de la a s o c i a c i ó n que k. influenciade la herencia. Y esa forma es el canto de los p á j a r o s . Hay una
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gran canti dad de opiniones contrari as, y aparentemente di dalo
sobre este tema. Muchos p á j a r o s tienen un impulso fuc i te c inl Iti
a imitar los sonidos. T a m b i é n es un hecho que el canto de un Indi
viduo estimula a otro, como ocurre con los perros, los l o b o s , i
gatos, las. ranas y otros muchos animales. Que en determinadas espr
cies de p á j a r o s capaces de realizar un canto complejo no suele lo
grarse el completo desarrollo del individuo si se le priva de escuchar
a los de su clase, es algo que puede admitirse. Pero parece claro que
cada especie tiene un canto propio distintivo; y que este mínimo
se obtiene sin a s o c i a c i ó n de Cada miembro normal de sexo c a u t í n
ta n pronto como se cumplen las condiciones de edad, alimenta! ion
y calor adecuados, así como el requerido e s t í m u l o de ruido, sllemlo
o desarrollo sexual. El hecho de que hayan existido serias disparida
des de o p i n i ó n sobre la naturaleza del canto de los p á j a r o s puede
deberse, en ú l t i m o t é r m i n o , a que han pronunciado opiniones sobo
l a c u e s t i ó n personas que leen sus propios estados mentales y ac t i v l
dades en los animales (una falacia normal contra l a que ahora se
prepar a a todos los estudiantes de b i o l o g í a en los comienzos de su
carrera). En cualquier caso, tanto si un p á j a r o « a p r e n d e » o no en
alguna medida de otro, no existen pruebas de que el canto de los
p á j a r o s sea una t r a d i c i ó n , y de que, como la lengua o la m ú s i c a huma
na, se acumule y desarrolle de una é p o c a a otra, de que inevitable
mente se altere de g e n e r a c i ó n en g e n e r a c i ó n por la moda o la cos
tumbre, y de que le sea imposibl e seguir siendo siempre el mismo:
en otras palabras, de que se trate de una cosa social o debida a un
proceso siquiera remotamente a f ín a los que afectan a los const ituyentes de la c i v i l i z a c i ó n humana.
T a m b i é n es cierto que en la vida humana existen una serie de rea
lizaciones l i n g ü í s t i c a s que son del tipo de los gritos de los animales
U n hombre que siente dolor se queja sin p r o p ó s i t o comunicativo. El
sonido es, literalmente, exprimido de él. Sabemos que este grito <
inintencionado, y constituye lo que los f i s i ó logos llaman una a c c i ó n
refleja. El verdadero c h i l l i d o es tan suceptible de salvar a la v í c t i m a
situada delante de un tren sin maquinis ta como a quien es perseguido
p o r enemigos conscientes y organizados. El guardabosques que es
aplastado por una roca a cuarenta millas del ser humano más p r ó x i -
m o se q u e j a r á igual que el habitant e de ciudad atropellado y rodeado
de una m u l t i t u d que espera a la veloz ambulancia. Tales gritos son de
l a misma clase que los de los animales. De hecho, para entendci
verdaderamente el « l e n g u a j e » de las bestias debemos imaginarnos en
una s i t u a c i ó n en la que nuestras expresiones queden completamente
restringidas a tales gritos instintivos ( « i n a r t i c u l a d o s » es su desig
n a c i ó n general, aunque c o n - f r e c u e n c i a inexacta) . En senti do exat I«>.
no son lenguaje en absoluto.
Esta es exactamente la c u e s t i ó n . Indudablemente, tenemos ( lertai
actividades l i n g ü í s t i c a s , determinadas facultades y h á b i t o s de la pro
d u c c i ó n de sonidos, que son verdaderamente paralelas a los de los
animales; y t a m b i é n tenemos algo más , que es bastante diferente
y sin parale lo entre los animales. Es fatuo negar que hay. algo pura-
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mente animal que subyace en el lenguaje humano; pero igualmente
s e r í a falso creer que, puesto que nuestro lenguaje sale de un h u i d a
m e n t ó anima l, no sea m ás que pronunciaciones y mentalidad de am
m a l ampliada en gran medida. Una casa puede construirse con piedra;
si n esta base p o d r í a ser i mposib le que hubiera sido erigida; peí o
nadie s o s t e n d r á que la casa no es más que piedra glorificada y mejo
rada.
E n reali dad, el elemento purament e ani mal del lenguaje humano
es p e q u e ñ o . Aparte de la risa y el llanto, no encuentra casi e x p í e
s i ó n l i n g ü í s t i c a . Los f i l ó l o g o s niegan que nuestras interjecciones sean
verdadero lenguaje o, al menos, s ó l o lo admiten a medias. Es un
hecho que difieren de las verdaderas palabras en que no se pronuncian, generalmente, pa ra transpor tar un significado, ni para disimu
l a r l o . Pero incluso estas p a r t í c u l a s e s t á n conformadas y dictadas por
la moda, la costumbre y el tipo de c i v i l i z a c i ó n a que pertenecen; en
resumen, por elementos sociales y no por elementos o r g á n i c o s . Cuan
do d i r i j o el martillo contra mi pulgar en vez de contra la cabeza del
clavo, una m a l d i c i ó n involuntaria puede e s c a p á r s e m e con facilidad
tanto si estoy solo en casa como si me encuentro rodeado de com
p a ñ e r o s . En este sentido la e x c l a m a c i ó n no sirve para p r o p ó s i t o s
l i n g ü í s t i c o s y no es lenguaje. Pero el e s p a ñ o l , el i n g l é s , el f r a n c é s ,
e l a l e m á n o el chino u t i l i z a r í a n distintas expresiones. El americano,
p o r ejemplo, dice « o u t c h » cuando se hace d a ñ o . Otras nacionalidades
no comprenden esta s í l a b a . Cada pueblo tiene su propio sonido; algu
nos incluso dos, uno que utilizan los hombres y otro de las mujer es.
U n chino c o m p r e n d e r á un quejido, una risa, un n i ñ o que l l o r a , tanbien como nosotros los entendemos y tan bien como un perr o ent iende
e l g r u ñ i d o de otro perro. Pero t e n d r á que aprender « o u t c h » , o bien
c a r e c e r á (para él) de sentido. Por otra parte, n i n g ú n perro ha pro
nunciado un nuevo ladrido, ininteligible para los d e m á s perros, como
consecuencia de haber crecido en dist inta c o m p a ñ í a . Así pues, incluso
este í n f i m o elemento del lenguaje humano, este semilenguaje i n v o -
luntario de las exclamaciones, e s t á conformado por influencias so
ciales.
Hcrodoto habla de un rey egipcio que, deseando poner en claro la
lengua materna de la human idad , hizo que se aislara a algunos n i ñ o s
de los de su* especie, teniendo s ó l o cabras por c o m p a ñ í a y sosteni
miento. Cuando los n i ñ o s se hicieron mayores y fueron visitados
gritaban la palabra « b e k o s » o, sustrayendo el f i n a l que el sensible y
normalizador griego no p o d í a o m i t i r para nada que pasara por sus
labios, más probablemente « b e k » . Entonces el rey e n v i ó gentes a
todos los p a í s e s para ver en qué tierra significaba algo este vocablo.
Supo que en la lengua f r i g i a significaba pan y, suponiendo que los
n i ñ o s gritaban pidiendo comida, s a c ó la c o n c l u s i ó n de que hablaban
f r i g i o al pronunciar su lenguaje humano « n a t u r a l » y que, por tanto,
esta lengua d e b í a ser la original de la humanidad. La creencia del
re y en un lenguaje inherente y c o n g é n i t o del hombre, que s ó l o los
ciegos accidentes del tiempo h a b í a n distorsionado en una m u l t i t u d
de lenguas, puede parecer simple ; pero, en su misma ingenu idad, la
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in\•»••.!ij'.u ion r e v e l a r í a la existencia de m u l t i t u d de persona', u v i l i explicar la c i v i l i z a c i ó n —es d ecir, la hist ori a— p o r m c d i o de facto
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/ . u l . r . que l oda v ía se adhieren a ella.
No obstante, no es é s t a nuestra moraleja del cuento. La morali ¡I
se encuent ra en el hecho de que la ú n i c a palabra atribuida a los n i ñ o
In k», s ó l o era, si la historia tiene a l g ú n tipo de autenticidad, mi
reflejo o i m i t a c i ó n —como han conjeturado desde hace mucho tli m
po los comentari stas de Herodo to— del bali do de las cabras, (pie c í a n
l a ú n i c a c o m p a ñ í a y los instructores de los n i ñ o s . En resume n, si si
puede sacar alguna d e d u c c i ó n de una a n é c d o t a tan a p ó c r i f a , lo que
demuestr a es que no existe un lenguaje humano n atu ral y, por tanto,o r g á n i c o .
Miles d e ' a ñ o s d e s p u é s , otr o soberano, el emperador mogol AkbaXjr e p i t i ó el experimento con la p r e t e n s i ó n de encontrar la r e l i g i ó n « n a
t u r a l » de la humanidad. Su grupo de n i ñ o s fue encerrado en una
casa. Y cuando, d e s p u é s de transcurrir el tiempo necesario, se abrier o n las puertas en presencia del expectante e ilustrado gobernante,
su f r u s t r a c i ó n fue muy grande: los n i ñ o s salieron en tropel tan calla
dos como sordomudos. No obstante, la fe es di f í c i l de matar; y po
demos sospechar que t e n d r á lugar un tercer intento, en condiciones
modernas escogidas y controladas, para convencer a algunos cien
t í f i c o s naturales de que el lenguaje, para el individuo human o y pan
l a especie humana, es algo completamente adquirido y no heredi
tario, absolutament e e xter ior y no interior, un producto social y no
u n desarrollo o r g á n i c o .
Por tanto , el lenguaje huma no y el animal, aunque uno con r a í c e s
en el otro, son por naturaleza de distinto orden. S ó l o se parecenentr e sí como se asemejan el vuelo de un p á j a r o y el de un aeronauta.
Que la a n a l o g í a entre ellos frecuentemente haya e n g a ñ a d o s ó l o de
muestr a la candidez del entend imien to humano. Los procesos opera
tivos son completamente distintos; y esto, para quien e s t á ansioso de
comprender, es mucho má s importa nte que la s i m i l i t u d de los efectos.
E l salvaje y el campesino que tienen cuidado en limpiar el cuchillo
y dejan a la herida curarse por sí misma han observado determin ados
hechos indiscutibles. Saben que la limpieza ayuda, mient ras que la su
ciedad impide la r e c u p e r a c i ó n . Saben que el cuchillo es la causa, la
herida el efecto; y comprenden, t a m b i é n , el correcto principio de
que el tratamiento de la causa tiene, en general, más efectividad que
e l tratamiento del s í n t o m a . S ó l o fallan en la i n v e s t i g a c i ó n del pro
ceso de que se trata. No sabiendo nada de la naturaleza de la asepsia,
de las bacterias, de los agentes de la p u t r e f a c c i ó n y del retraso de la
c u r a c i ó n , recaen sobre agentes que les son más familiares y u t i l i / a n ,
l o mejor que pueden, el procedimiento de la magia mezclado con el
de la medici na. Rascan cuidadosamente el cuchillo, luego lo u n í a n
co n aceite y lo guardan bien relucie nte. Los hechos a pait'u d«
cuales operan son correctos; su l ó g i c a es rotunda; simplemente no
distinguen entre dos procesos irreco ncilia bles —el de la magia v el
de la q u í m i c a f i s i o l ó g i c a — y aplican uno en vez de otro. El estu
diante actual que ve el entendimiento moldeado por la c i v i l i / a c i ó n
de l hombr e en la ment alid ad del perr o o del mono, o que tr ata de
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res o r g á n i c o s , comete un error que es menos entícuado y e s t á más de
moda, pero que es de la misma clase y naturai c v . ,
E n p e q u e ñ a medida se trata de un problema de alto y bajo, como
entre el hombre y el animal. Muchas actividades puramente i n s t i n l i
vas de las bestias conducen a logros mucho r n á s c o m p l e j o s y «lili
ciles que algunas de las costumbres a n á l o g a s de e s t a 0 aquella n a c i ó n
humana. E l castor es mucho mejor arqui tecto q U e muchas tribus
salvajes. Derriba á r b o l e s mayores, los arrastra m a s lejos, construye
una casa má s cerrada y lo hace tanto dentro como fuera del agua;
y realiza lo que muchas naciones nunca in t en t a n nevar a cabo: sé
construye una agradable t o p o g r a f í a para el habitat erigiendo un
dique. Pero lo esencial no es que, d e s p u é s de t 0 d 0 > e j hombre puede
hacer más que el castor, o que un castor pue^ a hacer tanto como
u n hombre; se trata de que lo que consigue e i c a s t o r \ hace por
unos medios, y el hombre, lo hace por otros, ¿i s a i V aje más rudo,
que s ó l o construye una cabana que atraviesa e i viento, puede ser
e n s e ñ a d o , y lo ha sido innumerables veces, a s e r r a r y unir con clavos
tableros de madera, a poner piedra sobre piedra. C on mortero, a cavar
cimientos, a crear un entramado de hierro. T od a i a historia humana
trata, fundamentalmente, de tales cambios. ¿ Q u e - f u e r o n nuestros
antepasados, de nosotros, los cons truc tore s co n acero europeos y ame
ricano s, sino salvajes que v i v í a n en chozas ha c e u n o s cuantos miles
de a ñ o s , un p e r í o d o tan breve que escasamente p u e d e haber bastado
para la f o r m a c i ó n de una nueva especie de or g a n j s m o s ? y por otro
lado,¿ q u i é n s e r í a
tan temerario com o para af irmar que diez mi l
generaciones de ejemplo e i n s t r u c c i ó n c o n v e r t i r í a n al castor de
lo que es ahora en carpintero o a l b a ñ i l , o bie ^ teniendo en cuenta
su deficienc ia por faltar le las mano s, en un ingeniero planif icador ?
L a divergenci a entre las fuerzas sociales y o r g á n i c a s no se com-
rende q u i z á s por completo hasta que se e n t i e n d e absolutamente la
mentalidad de los llamados insectos sociales, i a s abejas y las hormi
gas. La hormiga es social en el sentido de qu e s e asocia; pero e s t á
ta n lejos de ser social en el sent ido de poseer c iv i l i z ac ión o de estar
i n f l u i d a por fuerzas no o r g á n i c a s , que más b i e n p u e d e considerarse
como anim al antisocial. Los maravi llos os poderes de la hormiga no
pueden subestimarse. A nadie puede hacerle mas servicio la completa
e x p l o t a c i ó n de su c o m p r e n s i ó n que al histori a a. o r p e r o n o u t i l i z a r á
esta c o m p r e n s i ó n aplicando su conocimiento d e ¡ a mentalidad de la
hormiga al hombre. La u t i l i z a r á para f o r t i f i ca r y hacer exacta, me
diant e un contraste i nteligente, su c o n c e p c i ó n ¿ e i o s agentes que
moldean la c i v i l i z a i ó n humana. La sociedad ¿ e j a s hormigas tiene
ta n poco de verdadera sociedad, en el sentido humano, como una
caricatura tiene de retrato.
T ó r n e s e unos cuantos huevos de hor mi ga d e ¡ o s s e xos adecuados,
huevos no incubados, r ec i én puestos. R á y e s e c a a * a individuo y cada
uno de los otros huevos de la especie. Désele a la pareja un poco
de a t e n c i ó n en lo relativo a cal or, hu medad, p r o t e c c i ó n y comida.
Toda la « s o c i e d a d » de las hormigas, cada uno de sus poderes, h a b í
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seguramente es e x t r í n s e c o al papel e incluso a la tinta que hay
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lidadcs, logros y actividades de la especie, cada «pensamien to»» que
haya tenido alguna vez, se r e p r o d u c i r á n , y lo h a r á n sin d i s m i n u í ion,
en una g e n e r a c i ó n . Pero c o l o q ú e s e en una isla desierta o en lugai
aislado a doscientos o trescientos n i ñ o s humanos de la mejor estirpe,
de la clase más alta, de la n a c i ó n má s civilizada; d é j e s e l o s en total
aislamiento de los de su especie; ¿y qu é tendremos? ¿La c i v i l i z a c i ó n
de que fueron arrebatados? ¿ U n a d é c i m a parte de ella? No, ni una
f r a c c i ó n ; ni una f r a c c i ó n de los logros de la t r i b u más p r i m i t i v a da
salvajes. S ó l o una pareja o un grupo de mudos, sin artes, ni conoci-
mientos, ni fuego; sin orden ni r e l i g i ó n . La c iv i l i z ac ión se e x t i r p a r í a
de estos confines; no desintegrada ni herida en lo v i v o , sino l i t e ra l -
mente borrada. La herrencia sa lva para la hormi ga todo lo que ellaes, de g e n e r a c i ó n en g e n e r a c i ó n . Pero la herencia no mantiene y no
ha mantenido, porque no puede hacerlo, ni una p a r t í c u l a de la c i v i l i -
z a c i ó n , que es lo e s p e c í f i c a m e n t e humano.
L a actividad mental de los animales es parcialmente instintiva y
se basa en parte en la experiencia i n d i v i d u a l ; el contenido, por
lo menos de nuestro entendimiento, nos llega gracias a la t r a d i c i ó n
en el sentido más amplio del t é r m i n o . El instinto es lo que e s t á
« m a r c a d o » ; una pauta inalterable inherente a la « m e r c a n c í a » , inde-
leble e inexti nguible, porque el d i s e ñ o no es más que la urdimbre
y la trama, el mismo d i s e ñ o que aparece dispuesto desde el telar
de la herencia.
Pero la t r a d i c i ó n , lo que «se t r a n s m i t e » , lo que se pasa de uno
a otro, s ó l o es un mensaje. Por supuesto, debe transportarse; pero,
a fi n de cuentas, el mensajero es e x t r í n s e c o a la noti cia. Así, debe
escribirse una carta, pero su importancia e s t á en el significado de
las palabras, como el valor de un billete no e s t á en la f i b r a del papel
sino en los caracteres escritos sobre su superficie, así t a m b i é n la
t r a d i c i ó n es algo s o b r e a ñ a d i d o a los organismos que la transportan,
que se impon e sobre ellos, externo a ellos. Y de la misma form a
que el mismo fragmento 'puede llevar una cualquiera de miles de
inscri pciones, de la más diversa fuerza y valor, e incl uso puede ser
borrado y reinscrito, así ocurre t a m b i é n con el organismo humano
y los incontables contenidos que la c iv i l i z ac ión puede verterle. La
diferencia esencial entre el animal y el hombre, en este ejemplo,
no consiste en que el ú l t i m o tenga un grano más f i no o un material
de calidad más virtuosa; es que la estructura, la naturaleza y la
textu ra son tales que es insc ribible y que el ani mal no lo es. Q u í m i c ay f í s i c a m e n t e da pocos resultados ocuparse de tales m í n i m a s d i l e
rencias. Pero q u í m i c a y f í s i c a m e n t e existe t o d a v í a menos dil erem ¡a
entre el billete de banco con la i n s c r i p c i ó n « u n a » y con la insci [pt lón
« m i l » ; y t o d a v í a menor diferencia entre el cheque con una f irma
solvente y el escrito con la misma pluma, la misma tinta e incluso
lo s mismos movimien tos, por un falsi ficad or. La diferencia que IflO
porta entre el cheque v á l i d o y el falsificado no consiste en la l í nea
m á s ancha o más estrecha, la curva continua de una letra en lugai
de la rup tur a, sino en la puramen te soc ial de que un firman te tiene
una cuenta corriente v á l i d a en el banco y el otro no; un hecho jque
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sobre él .
Exactamente paralela a esto es la r e l a c i ó n de lo instintivo y l<>
tradicional, lo o r g á n i c o y lo social. El ani mal , en todo lo que se
refiere a las influencias sociales, es tan inadecuado como un platode gachas como material para escribir; ahora bien, cuando es Inserí
bible mediante la d o m e s t i c a c i ó n como la arena de la playa no puederetener impresiones permanentes en cuanto especie. De ahí que no
tenga sociedad y, por tanto, his tori a. No obstante, el hombre com-
prende dos aspectos: es una sustancia o r g á n i c a , que puede conaide
rarse en cuanto sustancia, y t a m b i é n es una tabla sobre la que se
escribe. Un aspecto es tan v á l i d o y tan justificable como el otro;pero es un grave error confundir ambos puntos de vista.
E l a l b a ñ i l construye con granito y cubre con pizarra. El n i ñ o que
aprende a leer no sabe nada de las cualidades de su pizarra, pero
le desconcie rta s i tiene que escribi r una c o una k. El m i n e r á l o g o no
da preferencia a una piedra sobre otra; cada una tiene su constitu-
c i ó n , estructura, propiedades y usos. El educador ignora el grani -
t o ; pero, aunque u t i l i z a la pizarra, no por eso la clasifica como
superior ni niega la u t i l i d a d del otro materia l; toma su sustancia
ta l como la encuentra. Su problema consiste en si el n i ñ o debe
comenzar por las palabras o por las letras a qu é edad, duran te c u á n -
tas horas, en qué orden y en qué condiciones debe iniciar su proceso
de a l f a b e t i z a c i ó n . Decidir sobre estos temas a partir de datos cris-
t a l o g r á f i c o s debido a que los alumnos escriben sobre una variedad
de piedra s e r í a tan fú t i l como si el g e ó l o g o tuviera que emplear suconocimiento de las piedras para hacer deducciones sobre los p r i n -
cipios más correctos de p e d a g o g í a .
De este modo, si el estudioso del logro humano tuv iera que in-
tentar apartar de la o b s e r v a c i ó n del historiador natural y del filó-
sofo mecanicista a los seres humanos sobre los que e s t á inscrita
l a c i v i l i z ac ión que él mismo investiga, r e s u l t a r í a r i d í c u l o . Y cuando,
p o r otra parte, el b i ó l o g o se propone volver a escribir la historia,
en su totalidad o en parte, mediante la herencia, tampoco a c t ú a
mucho mej or, aunque pueda tener la s a n c i ó n de a l g ú n precedente.
H a n sido muchos los intentos de hacer precisa la d i s t i n c i ó n entre
instinto y c i v i l i z a c i ó n , entre lo o r g á n i c o y lo social, entre el ani mal
y el hombre. El hombre como el animal que se viste, el animal que
u t i l i z a el fuego, el animal que hace o u t i l i z a herramientas, el animal
que habla, todas estas concepciones son conclusiones que contienen
alguna a p r o x i m a c i ó n . Pero, para la c o n c e p c i ó n de la d i s c r i m i n a c i ó n
que es a la vez más completa y má s e c o n ó m i c a , debemos retroceder,
al igual que para la primera e x p o s i c i ó n exacta de muchas ideas con
las que operamos a la mente ext raor dina ria de A r i s t ó t e l e s . «El hom-
bre es un animal p o l í t i c o . » La palabra p o l í t i c o ha cambiado de sen-
t i d o . En su lugar utilizamos el t é r m i n o latino social. Esto, nos dicen
tanto los f i l ósofos como los f i l ó logos , se r í a lo que hubiera dicho el
gran grie go de hablar hoy en nuestro i dio ma. El hombre es pues un
animal social; un organismo social. Tiene c o n s t i t u c i ó n o r g á n i c a ; pero
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t a m b i é n tiene c i v i l i z a c i ó n . Ignorar uno de los elementos es s. i i.m d r í a dar resultad os de l mayor valor; pero, sin embargo, d i f í c i l m e n t e
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corto de vista como pasar por encima el otro; c o n v e i f n el uno - n
el otro, si cada uno tiene su realidad, es negativo. Con esta I m
l a c i ó n b á s i c a de más de dos mil a ñ o s de a n t i g ü e d a d , y c o n o » ¡da poi
todas las generaciones, hay algo de mezqui no y de obstinailainent<
destr ucti vo en el esfuerzo de anular la d i s t i n c i ó n o de obstaculizar s u
m á s í n t e g r a f r u i c i ó n . El actual intento de tratar lo social como o r g á
nico, de entender la c i v i l i z a c i ó n como hereditaria, es tan csem i a l
mente estrecho de miras como la declarada i n c l i n a c i ó n medieval a
apart ar al hombre d el reino de la naturaleza y del alcance de los
c i e n t í f i c o s en nombre de que se le s u p o n í a poseedor de un a l m i
i n m o r t a l .
Pero, por desgracia, t o d a v í a persisten las negativas y una docena
de confusiones por cada negativa. Dichas negativas dominan la m e n
talidad popular y desde ahí se elevan, una y otra vez, a las ideas de
la ciencia declarada y reconocida. Incluso parece que en un centenal
de a ñ o s hemos re troc edid o. Hace uno o dos siglos, con generoso im
pulso, los l í d e r e s del pensamiento dedicaron sus e n e r g í a s , y los l í d e
res de hombres sus vidas, a la causa de la igualdad de todos los
hombre s. No necesitamos ocuparnos a q u í de todo lo que esta Idea
i m p l i c a ni de su exactitud; pero, indudablemente, i m p l i c a la propo
s i c i ó n de igualdad de capacidad de las razas. Posiblemente nuestros
antepasados pudieron mantener esta p o s i c i ó n l i b e r a l porque t o d a v í a
no se enfrentab an a toda su impor tanc ia p r á c t i c a . Pero, cualquic i |
que sea la r a z ó n , sin duda hemos retrocedido, en A m é r i c a , Europa y
en sus colonias, en nuestra a p l i c a c i ó n del supuesto; y t a m b i é n hemos
retrocedido en nuestro a n á l i s i s t e ó r i c o de los datos. Las difer encias
raciales hereditarias de capacidad pasan por ser una doctrina apro
bada en muchas partes. Hay hombres de eminente conocimiento que
se s o r p r e n d e r í a n de saber que se mantienen serias dudas sobre la
c u e s t i ó n .
Y , sin embargo, debe sostenerse que pocas de las pruebas verdade
ramente satisfactorias que se han aportado en apoyo del supuesto
de las diferencias que presenta una n a c i ó n de ot ra —y muc ho me
nos la superi orid ad de un pueblo sobre otro — son inhere ntement e
raciales, es decir, con fundamento o r g á n i c o . No importa lo ilesta
cados que hayan sido los e s p í r i t u s que sostuvieron que tales di l e
rencias son heredit arias : en su mayor parte se limitaban a dai
p o r supuesta su c o n v i c c i ó n . El s o c i ó l o g o o el a n t r o p ó l o g o puede
i n v e r t i r la c u e s t i ó n con i g u a l j u s t i f i c a c i ó n , y a veces lo hace; y entonces puede ver cada acontecimiento, cada desigualdad, todo el
curso de la historia humana, confirmando su tesis de que la s d i l «
rencias entre uno y otro grupo de hombres, pasados y actuales, se
deben a influencias sociales y no a causas o r g á n i c a s . La verdadera
d e m o s t r a c i ó n , a no dudarlo, e s t á tan ausente en un lado como en
otro. Un experimento, en condiciones que pudiera dar lugar a pruebas satisfactorias, se r í a d i f í c i l , costoso y q u i z á s contrario a la ley.
U n a r e p e t i c i ó n de la interesante prueba de Akbar , o alguna i n o d i l i
c a c i ó n de ella, inteligentemente d i r i g i d a y llevada hasta el f i n a l , po
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s e r í a tolerada por n i n g ú n estado c iv i l i z ado .
Se han producido algunos intentos de investigar las llamadas dife- .
rencias raciales con el aparato de la p s i c o l o g í a experimental. Los
resultados se i n c l i n a n superficialmente hacia la c o n f i r m a c i ó n de las
diferencias o r g á n i c a s . Pero, no obstante, no debe ponerse demasiado
é n f a s i s en esta c o n c l u s i ó n , puesto que lo que tales investigaciones han
revelado, sobre todo, es que los agentes sociales son tan influyentes
en cada uno de nosotros que es di f í c i l encontrar n i n g ú n test que,
si realmen te las cualidades raciales dis tinti vas fueran c o n g é n i t a s ,
revela ra verdaderamen te el grado en que lo son.
T a m b i é n conviene recordar que el problema de si las razas huma
nas son o no en sí mismas i d é n t i c a s tiene innumerables aspectosp r á c t i c o s que* se relac ionan con las condiciones de vida y con con
cepciones que tienen relaciones emocionales, de tal forma que resulta
bastante di f í c i l encontrar una p r e d i s p o s i c i ó n imparcialmente abs
tracta. Es p r á c t i c a m e n t e f ú t i l , por ejemplo, tratar siquiera el asunto
co n la mayor parte de los americanos de los estados sudistas o los
t e ñ i d o s de influencias sudistas, sin que importe su e d u c a c i ó n ni su
p o s i c i ó n en el mund o. El verdade ro foso social que es f undame ntal
para toda la vida en el sur, y que fundamenta lmente se concibe co mo
u n problema racial, e s t á tan oscurecido y es tan inevitable que o b l i
ga, tanto al i n d i v i d u o con casi tanta firmeza como a su grupo, a adop
tar una l í n e a de a c c i ó n , una forma de conducta consciente e i n a l
terable; y no p o d r í a ser de otra forma, ya que las opiniones que
con trad icen flagrantemente las actividades habituales y sus ideales
asociados despiertan ho stilida d. Así pues, es natural que el sudistareciba frecuentemente la p r o f e s i ó n de igualdad racial, cuando puede
c o n v e n c é r s e l e de que es sincera, como una afrenta; y que suela
consid erar, inclus o las consideraciones más abstractas, impersonales
y j u r í d i c a s de los temas implicados, con resentimiento o bien, si la
c o r t e s í a lo reprime, con disgusto interior.
L a actitud de los ingleses en la India o de los europeos c o n t i
nentales en sus colonias q u i z á s sea menos extremadamente mani
fiesta; pero todas las descripciones indican que no e s t á menos esta
blecida.
Por ot ra parte, los declarados y escrupulosos socialistas o in
ternacionalistas deben adoptar la p o s i c i ó n contraria, por muy a n t i
p á t i c a que pueda resultarles personalmente, o renunciar a las aspi
raciones que sostienen con e m p e ñ o . Por tanto, si sus inclinacionese s t á n por lo general menos claramente definidas, no por ello son
menos predeterminadas y persistentes.
A s í pues, no puede esperarse imparcialidad en este gran problema,
excepto en alguna medida por parte de los estudiosos verdadera men
te aislados y, por tanto , sin influen cia; de" tal for ma que el m á x i m o
de seguridad y rencor y el m í n i m o de pruebas prevalecientes tienen
que aceptarse como cosas lamentables, pero inevitables y di f í c i l e s
de censurar.
E n el estado actua l de nuestros conoci mientos no es posible resol-
61
ver el problema, ni tampoco d i s c u t i r l o . No obstante, < poslbl i
zas sea demasiado esperar que alguien atrapado, delibei a d á m e n t e «»
s in saberlo, por explicaciones o r g á n i c a s descarte é s t a s completa
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prender que puede darse una e x p l i c a c i ó n completa y «<>l>< " m. «I-
las llamadas diferencias raciales basada en causas puramente no
o r g á n i c a s y de c i v i l i z a c i ó n ; y t a m b i é n llegar al reconocimiento d.
que el simple hecho de que el mundo en general suponga que tal.
diferencias entre un pueblo y otro sean c o n g é n i t a s c indelebles, C M ep
to por cruzamiento, no constituye una prueba a favor de que la
s u p o s i c i ó n sea cierta.
E l ú l t i m o argumento, en el que se puede realmente ver que tales
peculiaridades nacionales nacen en cada g e n e r a c i ó n y que es innece
sario verificar el supuesto porque su verdad es evidente para todoel mundo, es el que menos peso tiene de todos. Pertenece a la mismaclase de a s e v e r a c i ó n que p o d r í a hacerse sobre que este planeta es,
d e s p u é s de todo, el punto central f i j o del sistema c ó s m i c o , puestodo el mundo puede ver po r sí solo que el sol y las estrellas se
mueven y que nuestra Ti err a se mantiene quieta. Los campeones de la
doctrina copernicana t e n í a n esto a su favor: se ocupaban de f enó-
menos cuya exactitud era f á c i l m e n t e apli cable, sobre los que se p o d í a n
hacer predicciones verificables o refutables, cuya e x p l i c a c i ó n enea
jaba o no encajaba. En el campo de la histo ria humana esto no es
posible, o t o d a v í a no se ha encontr ado la manera de que lo sea;
de tal forma que, actualmente, no es de esperar una i gua l claridad
de d e m o s t r a c i ó n , una c o n c r e c i ó n de la prueba, una concordanc ia de
l a t e o r í a con los hechos que excluya todas las t e o r í a s contrarias.
Pero hay un cambio del punto de vista mental y emocional casi tan
fundamental, una i n v e r s i ó n tan absoluta de la actitud implicada, cuan
do se pide a la c o n c e p c i ó n hoy en boga que considere la c iv i l i z ac ióncomo un asunto no o r g á n i c o como cuando la doctrina copernicana
d e s a f i ó las anteriores convicciones del mundo.
De cualquier forma, la m a y o r í a de los e t n ó l o g o s e s t á n conven
cidos de que la abrumadora masa de datos h i s t ó r i c o s y mal llamados
raciales que ahora se atribuyen a oscuras causas o r g á n i c a s , o que
en su mayor parte e s t á n en d i s c u s i ó n , s e r á n en ú l t i m o t é r m i n o consi
derados por t odo el mundo como inte ligibles en sus relaciones SCM la
les. S e r í a d o g m á t i c o negar que pueda ex ist ir un residuo en el que
hayan sido operativas las influencias hereditarias; pero incluso este
residuo de agentes o r g á n i c o s puede que se descubra que es operativo
de otras forma s absolutamente distint as de las que se a costumbra n
a aducir en la actualidad.
S in compromisos, puede mantenerse la o p i n i ó n de que para elhistoriador, es decir, para el que desee comprender cualquier ( lase
de f e n ó m e n o s sociales, es inevitablemente necesario descartar l«»
o r g á n i c o como tal y ocuparse ú n i c a m e n t e de lo social. Para el n ú m e r o
m á s amp lio de los que no son estudiosos profesionales de la dv l
l i z a c i ó n , no s e r í a razonable insistir en estos asuntos, dada nuestra
actual incapacidad para demostrarlos. Por otra parte, lo social i o n i o
algo distinto de lo o r g á n i c o es un concepto suficientemente antiguo,
y un f e n ó m e n o lo bastante claro en nuestra vida diaria, como para
garantizar que no se puede prescindir de él sin forzar las cosas. Qui-
62
mente contra unas pruebas tan incompletas como las que se disponen
en contra de dichas explicaciones. Pero parece justificable mantenerse sin ( I nd . I I en la p r o p o s i c i ó n de que la c iv i l i z ac ión y la herencia
son COSas que operan de formas distint as; que, por tanto , cualqu iei
s u s t i t u c i ó n forzada de una por la otra en la e x p l i c a c i ó n de los l i n o
menos del grupo humano es una torpeza; y que la negativa a i c i o
nocer, por l o menos, la posibil idad de una e x p l i c a c i ó n del logro
huma no completa mente di sti nta de la prevaleciente tendencia hacia
l a e x p l i c a c i ó n b i o l ó g i c a , es un acto de intol eranci a. Una vez que se
haya convertido en general tal reconocimiento de la racionalidad de
esta acti tud mental, diametral mente opuesta a la habitual, se h a b r á
efectuado un gran prog reso en el camino hacia un ú t i l acuerdo sobre
la verda d; muc ho má s que en ninguno de los intent os actuales de
ganar conversos mediante la d i s c u s i ó n .
U n o de los e s p í r i t u s dotado de un eminente poder de p e r c e p c i ó n
y de f o r m u l a c i ó n como el de Gustave Le Bon, cuya fama es grande
a pesar de que su descuidada falta de miedo no le ha ganado más
que unos pocos partidarios, ha llevado la i n t e r p r e t a c i ó n de lo social
como o r g á n i c o a su consecuencia l ó g i c a . Su Psychology of Peoples
es un intento de explicar la c i v i l i z a c i ó n b a s á n d o s e en la raza. Lo
cierto es que Le Bon es un historiador de aguda sensibilidad y gran
perspicacia. Pero su intento expreso de reducir los materiales de la
c i v i l i z a c i ó n de que se ocupa directamente a factores o r g á n i c o s le
conduce, por una parte, a renun ciar a sus diestras i nterpr etacion es
de la historia que s ó l o se mantienen como destellos intermitentes;y, por otra parte, a apoyar sus confesadas soluciones, en ú l t i m o
t é r m i n o , en esencias tan m í s t i c a s como el « a l m a de la r a z a » . Como
concepto o herramienta c i e n t í f i c a , el alma de la raza es tan i n in t e -
l i g i b l e e i n ú t i l como una e x p r e s i ó n de la f i l oso f í a medieval, y al mismo
n i v e l que la e s p o n t á n e a d e c l a r a c i ó n de Le Bon de que el i n d i v i d u o
es a la raza lo que la c é l u l a es al cuerpo. Si en vez del alma de la
raza el distinguido f r a n c é s hubiera dicho e s p í r i t u de la c i v i l i z a c i ó n , o
tendencia o c a r á c t e r de la cultura, su pronunciamiento hubiera des
pertado menos i n t e r é s , porque p a r e c e r í a más vago; pero no hubiera
tenido que basar su pensamiento en una idea sobrenatural a n t a g ó -
nica al cuerpo de ciencia al que trataba de adherir su obra; y, no sien
do mecanicist as, sus esfuerzos de e x p l i c a c i ó n por lo menos hubi eran
obtenido el respeto de los historiadores.
E n realidad, Le Bon opera claramente con f e n ó m e n o s sociales, por
m u y insistent emente que les dé nombres o r g á n i c o s y proclame que
lo s ha resuelto o r g á n i c a m e n t e . Que «no fue el 18 de Brumario, sino
el alma de su raza lo que estableciera a N a p o l e ó n » es, b i o l ó g i c a m e n t e
y bajo cualquier aspecto de la ciencia que se ocupa de la causalidad
m e c á n i c a , una a f i r m a c i ó n sin sentido; pero se convierte en exce
lente historia en cuanto sustituyamos « r a z a » por «c iv i l i z ac ión» y,
desde luego, tomemos alma en sentido figurado.
Cuando dice que el « m e s t i z a j e destruye una c i v i l i z a c i ó n ant iguo.
•.«'•lo . i l i i i n . i lo que muchos b i ó l o g o s e s t a r í a n dispues tos a s o . t e m í
C u a n d o a ñ a d e : « p o r q u e destruye el alma del pueblo que la posee..,
s i ó n de ó r g a n o s y facultades, no mediante un aumento por a g r e g a
c i ó n de ellos.
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a r a z ó n que puede provocar estremecimientos a un científico
Pero si cambiamos « m e s t i z a j e » , es decir, la mezcla de tipos o i g á m
eos tajantemente diferentes, por « c o n t a c t o repentino o conflicto di
i d e a l e s » , es decir, mezcla de tipos sociales tajantemente diferencia
dos, el efecto profundo de tal acontecimiento no admite discu
sión.
A d e m á s , Le Bon afirma que el efecto del medio ambiente es gran
de sobre las nuevas razas, sobre las razas que se forman por el mesti
zaje de pueblos con herencias contrarias; y que en las r a z a s aun
guas, s ó l i d a m e n t e establecidas por la herencia, el efecto del medio
ambiente es casi nulo. Es evidente que en una c i v i l i z a c i ó n antigua \f i r m e el efecto activamente cambiante del medio ambiente g e o g r á -
f i co debe ser menor, porque hace mucho tiempo que la c i v i l i z a c i ó n
ha tenido amplia oportunidad de u t i l i z a r el medio ambiente para
s u s necesidades; pero, por otra parte, cuando la c i v i l i z a c i ó n es nue
va —sea porque se ha trasladado, por proceder de una f u s i ó n de
varios elementos o por simple desarrollo interno—la r e n o v a c i ó n de la
r e l a c i ó n entre la c i v i l i z a c i ó n y la g e o g r a f í a f í s i c a circundante debe
progresar muy r á p i d a m e n t e . En este caso , de nuevo, la buena historia
se convierte en mala ciencia por una c o n f u s i ó n que parece casi delibe
radamente perversa.
U n pueblo es guiado mucho más por sus muertos que por sus
vivos, dice Le Bon y trata de establecer la importa ncia de la herencia
para las ca rreras nacionales. Aunque él mismo no lo reconozca, lo
que hay en el fondo de su pensamiento es la verdad de que toda
c i v i l i z a c i ó n se basa en el pasado, que por mucho que sus antiguos
elementos dejen de existir como tales, constituyen sin embargo
su tronco y su cuerpo, a cuyo alrededor el alburno v i v o del día
s ó l o es una costra o superficie. La e d u c a c i ó n impuesta, algo f o r m a l
y consciente, no puede dar la sustancia de una c i v i l i z a c i ó n nueva
u otra a un pueblo; é s t a es una verdad que Le Bon ha planteado
c o n vigor. Pero cuando extrae esta m á x i m a como d e d u c c i ó n del abis
m o insalvable que existe exteriormente entre las razas, basa un hecho
obvio, que no .ha discutido nadie con j u i c i o , en una a s e v e r a c i ó n mis
tica-
Casi p o d r í a haberse adivinado, d e s p u é s de las anteriores citas, que
L e Bo n s i t ú a el « c a r á c t e r » de sus « r a z a s » en «la a c u m u l a c i ó n por
l a h e r e n c i a » . Ya se ha demostrado que si hay algo que la herein iano hace es, precisamente, a cumular. Si, por otra par te, hay a l g ú n
m é t o d o por el que pueda definirse el funcionamien to de las c iv i l izaciones es exactamente el de a c u m u l a c i ó n . A ñ a d i m o s el poder de
volar, la c o m p r e n s i ó n del mecanismo del aeroplano, a nuestros lo
gros y conocimientos anteriores. El p á j a r o no lo hace así; ha cedido
sus patas y dedos por las alas. Puede ser cierto que el p á j a r o es,
en conjunto, un organismo superior al de su antepasado r e p t i l , que
ha llegado más lejos en el camino de la e v o l u c i ó n . Pero su avance
se ha logrado mediante la t r a n s m u t a c i ó n de cualidades, la convei
64
Toda la t e o r í a de la herencia por a d q u i s i c i ó n se basa en la COnfll
s i ó n de estos procesos tan dist intos , el de la h e r e n c i a y el de la
c i v i l i z a c i ó n . Se ha alimentado, q u i z á s , de las necesidades insatis lei has
de la ciencia b i o l ó g i c a , pero nunca ha conseguido la más l igera veri
f i c a c i ó n incontrovertible de la b i o l o g í a , y de hecho hace mucho tiem
po que ha sido atacada, por un correcto y vigoroso instinto, así como
a consecuencia del fracaso en la o b s e r v a c i ó n y la e x p e r i m e n t a c i ó n ,
desde dentro de esta ciencia. Se trata de una doctrina que es la
constante d i v u l g a c i ó n del dilettante que sabe algo de la historia y
de la vida, pero al que no le impo rt a comprender su funciona miento.
L os estudios de Le Bon, en cuanto inte nto de expli car la una por la
otra y su u t i l i z a c i ó n de la doctrina de la herencia por a d q u i s i c i ó n o
a c u m u l a c i ó n , casi p o d í a n haberse predicho.
Desde un temp erame nto dis tin to y menos agresivo surge la nece
sidad que ha proclamado Lester Ward de un elemento amplio y am
biciosamente serio. La herencia se produce por a d q u i s i c i ó n , argu
menta, o bien no hay esperanzas de progreso permanente para la
humanidad. Creer que lo que hemos ganado no se i m p l a n t a r á , por lo
menos en parte, en nuestros hijos, suprime el incenti vo de t rabaja r.
Todo el trabajo vertido sobre la juventud del mundo s e r í a i n ú t i l . Las
cualidades mentales no e s t á n sometidas a la s e l e c c i ó n natural; de ahí
que deban acumularse en el hombre por a d q u i s i c i ó n y fijarse por la
herencia. Este punto de vista puede o í r s e una y otr a vez en boca de
personas que han llegado a esta actitud a t r a v é s de sus propios
reflexiones; el mundo de dichas personas, que probablemente nuncahan l e í d o directa ni indirectamente a Ward, parece quebrarse cuan
do se tambalean las bases de la herencia. Si bien no se trata de un
punto de vista profundo, al menos resulta habitual; y por esa r a z ó n
l a f o r m u l a c i ó n de Ward, aunque i n t r í n s e c a m e n t e carece de valor, es
representativa y significativa. Revela la tenacidad y la insistencia con
que muchos intelectos conscientes no desean y no pueden ver lo social
excepto a t r a v é s del cristal de lo o r g á n i c o . Que este h á b i t o mental
puede ser en sí mism o desalentador, que prelimita para siempre
el desarrollo y encadena eternamente el futuro a las miserias y esca
seces del presente, es algo que no captan sus devotos; de hecho, pro
bablemente, la fijeza es lo que le proporciona su apoyo emocional.
Parece probab le que el mayor adalid de la herencia adqui rida, Her-
bert Spencer, se viera llevada a su p o s i c i ó n por un motivo semejan
te . El m é t o d o exacto mediante el cual tiene lugar la e v o l u c i ó n o r g á -nica es, a f in de cuentas, un probl ema esencialmente b i o l ó g i c o y no
f i l o s ó f i c o . Spencer, no obstante, como Comte, t e n í a tanto de s o c i ó -
logo como de f i l ó s o f o . Que tuviera que responder de forma tan i n f l e -
x i b l e a lo que en sí mismo era una c u e s t i ó n de b i o l o g í a , d i f í c i l m e n t e
puede entenderse, excepto con la s u p o s i c i ó n de que sintiera que la
c u e s t i ó n afectaba v ita lment e a sus principios; y que, a pesar de su
f e l i z a c u ñ a m i e n t o del t é r m i n o que ha sido prefijado como t í t u l o del
presente ensayo, no conc ibi era adecuadamente la sociedad humana
65
5. — EL CONCEPTO DE C U L T U R A
como algo que sostiene un contenido e s p e c í f i c o que es no-orp.áni i <»
Cuando R. R. Mare tt, al iniciar su Anthropology —uno de los li
l a c a u s a parece ser la incapacidad de- distinguii cntic lo s oi tal
\o mental. En c i e r t o sen t i do , t oda l a c i v i l i z ac ión só lo existe SU
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bros más estimulantes producidos en este campo— define la ciencia
como « t o d a la historia del hombre en cuanto animada e imbuida
p o r la idea de la e v o l u c i ó n » , y a ñ a d e que la « a n t r o p o l o g í a es h i j a
de Darwin; el darwinismo la hizo p o s i b l e » , desgraciadamente e s t á
retratando las ú l t i m a s condiciones de esta ciencia con alguna vera
cidad; pero, en cuanto progr ama o ideal, su bosquejo debe ser discu
t i d o . La a n t r o p o l o g í a puede ser b i o l o g í a , puede ser historia, puede
ser un intento de establecer las relaciones entre ambas; pero, en
cuanto historia, el estudio de lo social, atravesado de extremo a ex
tremo por la idea de la e v o l u c i ó n o r g á n i c a , s e r í a un revoltijo de
diversos m é t o d o s y, por tanto, no una ciencia en el sentido estrictod e l t é r m i n o .
De todas las mescolanzas de lo cultural con lo v i t a l , la que ha
cristalizado con el nombre de movimiento e u g e n é s i c o es la má s co
nocida y de atractivo más dilecto. En cuanto programa constructivo
para el progreso nacional, la eugenesia es una c o n f u s i ó n de los pro
p ó s i t o s de engendrar mejores hombres y de dar a é s t o s mejores
ideales; un ingenio o r g á n i c o para alcanzar lo social; un atajo b i o l ó
gico para un fin moral. Contiene la imposibilidad inherente de todos
lo s atajos. Es más refinado, pero no menos vano, que el atajo que
sigue el salvaje * i i .mdo, para evit ar el proble ma y el peli gro de mat ar
a su enemigo corporalme nte, cuelga, a escondidas y entre insult os
pronunc iados en la comodi dad de su prop io hogar, una image n en
miniatura l la que se dirige con el nombre de su enemigo. La euge
nesia, en la medida en que es má s que una d e d i c a c i ó n a la higienesocial en un nuevo campo, es una falacia; un espejismo como la
piedra filosofal, el elixir de la vida, el anillo de S a l o m ó n o la eficacia
material de una o r a c i ó n . Poco hay que discu tir al respecto. Si los
f e n ó m e n o s sociales son s ó l o (o fundamentalmente) o r g á n i c o s , la euge
nesia es correcta y no hay nada má s que deci r. Si lo social es algo
m á s que lo o r g á n i c o , la eugenesia es un error del pensamiento poco
claro.
Galton, el fundador de la propaganda e u g e n é s i c a , fue uno de los
intelectos más verdaderamente imagina tivos que ha produ cido su
p a í s . Pearson, su principal protagonista v i v o con armas c i e n t í f i c a s ,
posee una de las mentes má s agudas de su g e n e r a c i ó n . Cientos de
hombres de capacidad y eminencia se han confesado conversos. E s t á
claro que una simple falacia debe haberse presentado en un envoltorio de atrayente c o m p l i c a c i ó n para que les haya resultado atractiva.
Tales hombres no hubieran confundido cosas que son i n t r í n s e c a m e n t e
distintas sin una buena r a z ó n . La e x p l i c a c i ó n de que Galton, Pearson
y ia m a y o r í a de los más creativos de sus c o m p a ñ e r o s eran b i ó l o g o s
profesionales y, por tanto, estaban inclinados a contemplar el mundo
a t r a v é s de la lente de lo o r g á n i c o , es insuficiente. El simple i n t e r é s
p o r "un factor no conduce a entendimientos pensantes a la n e g a c i ó n
de otros factores. ¿ C u á l es, entonces, la r a z ó n de la c o n f u s i ó n en que
todos ellos se han precipitado?
66
la mente. La p ó l v o r a , las artes textiles, la m a q u i n a r í a , las leyes, los
teléfonos, no se transmiten en sí mismos de hombre a hombre ni de
g e n e r a c i ó n en g e n e r a c i ó n , al menos de una forma permanente. Es la
p e r c e p c i ó n , el conocimiento y la c o m p r e n s i ó n de ellos, sus ideas en el
sentido p l a t ó n i c o , lo que se traspasa. Todo lo social s ó l o puede tener
existencia gracias a la mente. Por supuesto, la c i v i l i z a c i ó n no es en
sí misma una a c c i ó n mental; la transportan los hombres, sin que
e s t é en ellos. Pero su r e l a c i ó n con la mente, su absolut o enraiza
miento en la facultad humana, es obvia.
Entonces, lo que ha ocurrido es que la b i o l o g í a , que correlaciona
y con frecuencia identifica los «f í s i co» y lo mental, ha dado un pasoadelante, natural y sin embargo injustificado, y ha supuesto lo social
como mental; a partir de ahí la e x p l i c a c i ó n de la c i v i l i z a c i ó n en t é r
minos f i s i o l ó g i c o s y m e c á n i c o s era una consecuencia inevitable.
Ahora bien, la c o r r e l a c i ó n hecha por la ciencia moderna entre lo
f í s i co y lo mental es evidentemente correcta. Es decir, e s t á j u s t i f i
cada como m é t o d o que puede emplearse de forma coherente en la
e x p l i c a c i ó n de los f e n ó m e n o s , y que conduce a resultados intelectual-
mente satisfactorios y p r á c t i c a m e n t e ú t i l e s . La c o r r e l a c i ó n de los dos
conjuntos de f e n ó m e n o s la hacen o la admiten todos los p s i c ó l o g o s ;
es claramente v á l i d a para todas las facultades e insti ntos ; y tiene al
guna clase de c o r r o b o r a c i ó n q u í m i c a y f i s i o lóg i ca concreta, aunque
de un tipo má s bur do y menos completa mente establecido de lo que
a veces se cree. En cualquier caso, esta c o r r e l a c i ó n es un axioma
indiscutido de quienes se ocupan de la ciencia: todo el equipamiento
mental y toda la actividad mental tienen un fundamento o r g á n i c o . Y
esto basta para lo que a q u í se trata.
Esta inseparabilidad de lo f í s i co y lo mental debe de ser t a m b i é n
ciert a en el campo de la herencia. Es bien sabido que cuando los
instintos son concretos o especializados, como en el caso de los insec
tos, se heredan de manera tan absoluta como los ó r g a n o s o la estruc
tur a. La experiencia nor mal nos muestra que nuestros propi os rasgos
mentales v a r í a n tanto y concuerdan con tanta frecuencia con los de
nuestros antepasados como los rasgos f í s i c o s . No existe ninguna
r a z ó n l ó g i c a , y nada hay en la o b s e r v a c i ó n de la vida diaria, que
opere con tra la creencia de que un temperame nto i rascib le es tan
hereditario como el pelo rojo con que tradicionalmente se asocia, y
que determinad as formas de apt it ud musica l pueden ser tan con-g é n i t a s como los ojos azules.
Por supuesto, hay mucha d e d u c c i ó n falsa en estas cuestiones, por
lo que respecta al hombre, a t r a v é s de la i n t e r p r e t a c i ó n del é x i t o
como prueb a del grado de inteligen cia. No es f ác i l discriminar entre
ambas cosas; con frecuencia requiere un conocimiento de los hechos
adquiridos trabajosamente, así como un j u i c i o cuidadoso; y es pro
bable que el razonamiento popular carezca de ambas cosas. Una fa
cultad c o n g é n i t a muy marcada puede establecer al padre como t r i u n
fador en una o c u p a c i ó n determinada. Esto, a su vez, puede propor-
67
cionar una influencia ambienta l, o un entrenamien to deli berado, qu<
e l e v a r á al h i j o medio cre , en lo que respecta a sus logros, imiv. poi
de lo que garantizaba su r e l a c i ó n con un problema de i n t e r é s gener a l . Esta actitud negativa puede deberse, en parte, a la persistencia
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encima de lo que sus facultades naturale s le hubie ran asegurado in
ayuda y por encima de otros muchos individuos de mayores capaci
dades hereditarias. Ganar un m i l ló n es normalmente una muestra
de capacidad; pe ro exige normalme nte mayor capacidad gan.u un
m i l l ó n partiendo de nada que comenzar con un m i l l ó n recibido como
regalo y t r i p l i c a r l o . El hecho de que los m ú s i c o s sean más frecuen
temente hijos de m ú s i c o s que lo cont rar io, al menos cuando se t i e n e n
en cuenta n ú m e r o s rel ati vos, no es en sí mismo una prueba de que el
talento musical sea heredable, pues conocemos influencias puramente
sociales, como la casta h i n d ú , que consiguen resultados similares con
mucha mayor regularidad de lo que se p o d r í a asegurar para nosotrossumando la herencia a las influencias sociales.
Pero no s e r í a razonable exagerar esta p r e v e n c i ó n hasta transfor
marla en una n e g a c i ó n directa de la herencia mental, hasta descalifi
carla por completo.
Nada hay en un examen improvis ado de la s i t u a c i ó n que conduzca
a la n e g a c i ó n de la creencia, y sí una gran masa de experiencias nor
males que confirman la c o n v i c c i ó n de que los caracteres de la mente
e s t á n sometidos a la herencia tanto como los rasgos corporales.
A d e m á s , hay alguna d e m o s t r a c i ó n que, aunque no sea global re
sulta di f í c i l resistir. Galton, en una serie bastante grande de fichas,
ha encontra do que la importan cia de la r e g r e s i ó n —un í n d i c e cuanti
tativo de la fuerza de la herencia— es la misma para la facultad
a r t í s t i c a que para la estatura corporal. En otra obra ha investigado
a los parientes c o n s a n g u í n e o s de los hombres eminentes, encontrando
que la emine ncia se presenta e ntre a q u é l l o s como una frecuencia y en
u n grado exactamente igual al de la influencia de la herencia con
respecto a los caracteres f í s i c o s . Pearson ha asegurado que la corre
l a c i ó n —el grado de parecido, cuantitativamente expresado, de los
f e n ó m e n o s disponibles en forma n u m é r i c a — entre los hermanos es
sustancialmente el mismo para la conciencia y para la forma de la
cabeza, para la actividad intel ectual y para el color del pelo, e Igual-
mente para otras cualidades mentales, morales y f í s i c a s . Existe, desde
luego, la posibilidad de que en los datos que han dado lugar a esl
resultados, así como en los de Galton, haya habido alguna confusión
d e l temperamento con las malas maneras, de la inteligencia nativa con
e l entrenamiento del intelecto, de la facultad a r t í s t i c a c o n g é n i t a con
e l gusto cultivado. Pero el i n t e r é s de quienes han hecho las fichas
parece haber estado dirigido concretamente hacia los rasgos Ind i vi
duales innatos. A d e m á s , todos los coeficientes o cif ras de hercn< la
de estas c a r a c t e r í s t i c a s p s í q u i c a s coinciden, como p o d r í a esperarse
c o n los correspondientes re lativos a los rasgos corporales. Por t a n t o ,
l a c u e s t i ó n puede considerarse sustancialmente demostrada, al menos
hasta que se disponga de nuevos datos.
A pesar de la amplia a c e p t a c i ó n de estas demostraciones, espe
cialmente por parte de los predispuestos a simpatizar con el pt
b i o l ó g i c o , t a m b i é n han encontrado alguna o p o s i c i ó n y más Ignoran* la
63
de las creencias religi osas, en su m a y o r í a ya superadas pero t o d a v í a
presentes parcialmente, que se centran alrededor del viejo con» (pío
de alma y que ven en cada v i n c u l a c i ó n de la mente con el cueipo
una d e s t r u c c i ó n de la fomentada d i s t i n c i ó n entre cuerpo y alma.
Pero este trasnochado conservadurismo no explica por completo el
fracaso de las demostraciones de Galton-Pearson en encon trai accp
t a c i ó n universal o despertar amplio entusiasmo.
E l alcance de la o p o s i c i ó n ha sido promovido por los propios Gal
t o n , Pearson y sus adherentes, que no se han limitado a sus conclu
siones bien demostradas, sino que han forzado nuevas deduce Iones
que s ó l o se basan en la a s e v e r a c i ó n . Que la herencia opera en el
á m b i t o de la mente, a sí como en el del cuerpo, es una cosa; que, por
tanto, la herencia es la principal m o t i v a ci ó n de la c i v i l i z a c i ó n es una
p r o p o s i c i ó n completamente distinta, sin c o n e x i ó n necesaria ni demos
trada con la primera c o n c l u s i ó n . Pero mantener ambas doctrinas, la
segunda como corolario necesario de l a primera , ha sido la costum
bre de la escuela b i o l ó g i c a ; y la consecuencia ha sido que aquellos
cuyas inclinacione s intelectuales eran distintas, o que s e g u í a n otro
m é t o d o de i n v e s t i g a c i ó n , han rechazado expresa o t á c i ta m e n t e ambas
proposiciones.
L a r a z ó n de que la herencia mental tenga tan poco que ver, si es
que tiene algo, con la c i v i l i z a c i ó n es que é s t a no es a c c i ó n mental,
sino una masa o co rrien te de productos del ejercicio mental. La
actividad mental, de la que se han ocupado los b i ó l o g o s , por ser o r g á -
nica, no prueba nada, en ninguna de las demostraciones a ella refe
rida, que tenga que ver con los acontecimientos sociales. La mentali
d a d se refiere al individuo. Lo social o cultural, por otra parte, es,
en su esencia, no i n d i v i d u a l . La c iv i l i z ac ión como tal s ó l o comienza
donde acaba el individuo; y quien no perciba en alguna medida este
hecho, aunque s ó l o sea de forma burda y sin r a í c e s , no e n c o n t r a r á
s i g n i f i c a c i ó n en la c i v i l i z a c i ó n y para él la historia s ó l o s e r á un revol
t i j o molesto o una oportu nida d para el ejer cicio del arte.
Toda la b i o l o g í a remit e necesariamente al individuo. Una mente
social es una inidentidad tan absurda como un cuerpo soci al. S ó l o
puede haber una clase de organicidad: lo o r g á n i c o situado en otro
plano d e j a r í a de serlo. La doct rina darwinia na, es cierto, se refiere
a las razas; pero la raza, excepto como a b s t r a c c i ó n , s ó l o es una
c o l e c c i ó n de individuos; y los fundamentos de esta doctrina, la herenc i a , la v a r i a c i ó n y la competencia, se ocupan de las relaciones entre
lo s individuos, desde el individuo y contra el individuo. Toda la
clave del é x i t o de los m é t o d o s mendelianos de estudiar la herencia
se hallan en los rasgos y los individuos aislados.
Pero un m i l l a r de individuos no componen una sociedad. Son las
bases potenciales de una sociedad; pero en sí mismos no dan lugar a
ella; y t a m b i é n constituyen las bases de un m i l l a r de otras sociedades
potenciales.
Lo s descubrimientos de la b i o l o g í a sobre la herencia, tanto mental
como f í s i c a , pueden, y de hecho deben, ser aceptados sin reservas.
Pero que, por tanto, la c i v i l i z a c i ó n pueda ser comprendida nu-dianii
vellido en un campesino p r ó s p e r o y contento, en un tendero <» en bu
lociata, o en un rutinario c a p i t á n retirado con p e n s i ó n , mantenei
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e l a n á l i s i s p s i c o l ó g i c o , o explicada por las observaciones o expt um en
tos sobre la herencia, o, para volver al ejemp lo conc reto , que |>u< da
predecirse el destino de las naciones a partir del a n á l i s i s de la • om ,
t i t u c i ó n o r g á n i c a de sus mi embr os, presupone que la sociedad <
simplemente una c o l e c c i ó n de individuos; que la c iv i l i z ac ión só lo <
u n agregado de actividades p s í q u i c a s y no t a m b i é n una entidad m á s
a l l á de ellas; en resumen, que lo social puede resolverse por com
pleto en lo mental, del mismo modo que se piensa que lo mental se
resuelve en lo f í s i c o .
E l orige n de las perturb adas transferencias de lo o r g á n i c o en lo
social hay que buscarlo en r e l a c i ó n con este aspecto del tentador salto
de lo indivi dualm ente menta l a lo socialmente cultural, que presu
pone pero no contiene mentalidad. Por tanto, resulta deseable un
examen más exacto de la r e l a c i ó n entre ambos.
E n un brillante ensayo sobre la herencia en los gemelos escrito
bajo la influencia de Pearson. Tho rnd ike llega de nuevo, y mediante
una convincente u t i l i z a c i ó n de los datos e s t a d í s t i c o s , a la c o n c l u s i ó n
de que, en la medida en que se refiere al individuo, la herencia es
todo y el medio ambiente nada; que el é x i t o de nuestro paso por la
vida e s t á esencialmente de termin ado en el nacimi ento; que el pro
blema de si cada uno de nosotros debe aventajar a sus c o m p a ñ e r o s
o quedarse d e t r á s e s t á establecido cuando se unen las c é l u l a s de los
progenitores y e s t á absolutamente concl uido cuando el n i ñ o emerge
d el vientre, no siendo todas nuestras carreras hechas bajo el sol más
que una suelta, mayor o menor, s e g ú n accidentes fuera de nuestro
control, del h i l o enrollado en el carrete antes de que comenzara
nuestra existencia.
Este descubrimiento no s ó l o es completamente elucidado por el
autor, sino que cuenta con el apoyo de nuestra experiencia normal
en la vida. Nadie puede negarle algo de verdad al proverbio que dice
que de mal p a ñ o nunca sale un buen sayo. Todo el mundo cuenta
entre sus conocidos con indivi duos con una e n e r g í a , una gracia y una
habilidad, con lo que parece una preciencia misteriosa, o con un í
fuerza de c a r á c t e r que no deja lugar a dudas en nuestro j u i c i o de
que, cualquiera que hubiera sido la suerte de su nacimiento, se hubiflr a n elevado por encima de sus c o m p a ñ e r o s y hubieran sido hombres
y mujeres notables. Y, por otra parte, t a m b i é n admitimos con pesar
la torpeza y la indolencia, la incompetencia y la vulgaridad, d i OjllU
nes, nacidos en cualquier momento , hubie ran sido mediocridades \
desafortunados dent ro de su tiemp o y clase. Que N a p o l e ó n , puesto Bfl
otra era y otro p a í s , no hubiera conquistado un continente es suli
cientemente seguro. La a f i r m a c i ó n contraria puede decirse con Impaicialidad que parece most rar una ausencia de c o m p r e n s i ó n de la Insto
r i a . Pero la creencia de que, en otras circunstancias, este eterno l a i o
de luz pudiera haberse quedado en una l á m p a r a d o m é s t i c a , que sus
fuerzas nunca h ubie ran salido, que un ligero cambio de los ao ídentesde la é p o c a , del lugar o del entorno pudieran haberle dejado ion
7 0
esto manifiesta una falta o una pervertida s u p r e s i ó n del co nocimu n
lo de la naturaleza humana. Es importante comprender que las dife-rencias c o n g é n i t a s s ó l o pueden tener efectos limitad os sobre el t i n o
de la c i v i l i z a c i ó n . Pero es igualmente import ante comprende r que po
demos y debemos admitir la existencia de tales diferencias y su Inextinguibilidad.
S e g ú n un dich o que casi es proverb ial, y just o en el grado en que
tales t ó p i c o s puedan ser ciertos, el moder no escolar sabe más que
A r i s t ó t e l e s ; pero aunque supiera mi l veces más , este hecho no lo
dota en lo más m í n i m o con una f r a c c i ó n del intelecto del gran griego.
Socialmente —porque el conocimiento debe ser una circunstancia soc i a l — es el conocimiento y no el mayor desarrollo de uno u otro
individuo lo que cuenta; exactamente igual que, para valorar la ver
dadera fuerza de la grandeza de la persona, el p s i c ó l o g o o el genetista
no tiene en cuenta el estado general de i l u s t r a c i ó n ni los distintos
grados de desarrollo cultural, para hacer sus comparaciones. Un cen
tenar de A r i s t ó t e l e s que hubiera habido entre nuestros antepasados
c a v e r n í c o l a s no hubieran sido menos A r i s t ó t e l e s por derecho de naci
miento; pero hubieran con tribu ido menos al avance de la ciencia
que una docena de labor iosas me diocridades del siglo veinte. Un super
A r q u í m e d e s de la edad del hielo no hubie ra inventad o ni las armas
de fuego ni el t e l é g r a f o . Si hubiera nacido en el Congo en vez de en
Sajonia, Bach no hubiera compuesto ni siquiera un fragmento de coral
n i de sonata, aunque podemos confiar igualmente en que hubiera ex
cedido a sus compatriotas en alguna forma de m ú s i c a . Si ha nacidoo no a l g ú n Bach en el Congo es otra c u e s t i ó n ; una c u e s t i ó n a la
que no puede darse una respuesta negativa por el mero hecho de
que nunca haya aparecido a l l í n i n g ú n Bach, una c u e s t i ó n que en
justicia debemos afirmar que no tiene respuesta, pero a cuyo respecto,
el estudioso de la c i v i l i z a c i ó n , hasta que no se haya hecho alguna
d e m o s t r a c i ó n , s ó l o puede dar una respuesta y perseguir un curso:
suponer, no como un fi n sino como una c o n d i c i ó n m e t o d o l ó g i c a , que
se han producido tales individuos; que el genio y la habilidad se
presentan con una frecuencia sustancialmente regul ar y que todas
las razas, o grupos de hombres lo bastante grandes, tienen una media
sustancialmente igual en cuanto a cualidades.
Estos son casos extremos, cuya clarid ad es poco probab le que
despierte o p o s i c i ó n . Normalmen te, las diferencias entre los individuosson menos imponentes, l os tipos de sociedad má s simil ares y los dos
elementos implicados s ó l o pueden separarse mediante el ejercicio de
alguna d i s c r i m i n a c i ó n . Entonces es cuando comienza Ja c o n f u s i ó n .
Pero si el factor de la sociedad y de la personalidad natal se distin
guen en los ejemplos noto rios , por lo menos son distingu ibles en los
m á s sutilmente matizados e intrincados; contando ú n i c a m e n t e con
que queramos distinguirlos.
S i esto es verdad, de ahí se deduce que todos los llamados inven
tores de inst rume ntos o descubridore s de pensamientos notable s eran
7 1
hombres de capacidad poco hab itual, dotados desde antes de nacer
c o n facultades superiores, que el p s i c ó l o g o puede confiar en anal i/a iesta ú l t i m a posibilidad no es una ociosa conjetura se evidcni ia en l<>
que actualmente e s t á teniendo lugar en el caso de uno de los mas
grandes c o n t e m p o r á n e o s de Darwin, su entonces desconocido l uí mano
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y definir, el f i s i ó logo en poner c o r r e l a c i ó n con las funciones d<los
ó r g a n o s y el b i ó l o g o genetista en investigar en sus o r í g e n e s l i e n
dilarios hasta alcanzar no s ó l o el sistema y la ley, sino el podi •
verificable de la p r e d i c c i ó n . Y, por otra parte, el contenido di l i
i n v e n c i ó n o del descubrimiento de ninguna forma nace de la esiruc-
tura del gran hombre, ni de la de sus antepasados, sino que es un
puro producto de la c i v i l i z a c i ó n en la que nace é s t e con millones de
otros como un hecho si n sentido y regularmente repetido. Tanto i
personalmente se convierte en inventor, en explorador, o en imitador
o en consumidor, es una c u e s t i ó n de fuerzas de la que se ocupan
las ciencias de la causalidad m e c á n i c a . Tanto si su invento es e l cañ ó n o es el arco, el logro de una escala musical o de un sistema
a r m ó n i c o , eso no es explicable po r medio de las ciencias m e c á n i c a s
—por lo menos, no por los m é t o d o s de que actualmente dispone la
ciencia b i o l ó g i c a — , sino que ú n i c a m e n t e encuentra su s i g n i f i c a c i ó n
en las operaciones del material de la c iv i l i z ac ión de que se ocupan l a
historia y las ciencias sociales.
Darwin, cuyo nombre se ha citado tan a menudo en las p á g i n a s
precedentes, proporciona una bella e j e m p l i f i c a c i ó n de estos p r i n -
cipios. S e r í a fatuo negar a este gran hombre genio, eminencia mental
y superioridad inherente sobre la masa de la grey humana. En lafamosa c l a s i f i c a c i ó n de Galton, probablemente o b t e n d r í a , s e g ú n l ao p i n i ó n general, por lo menos el grado G, ta l vez t o d a v í a más, elmayor grado, el grado X. Es decir, fue un individuo nacido con tanta
capacidad como catorce, o más probablemente uno, o t o d a v í a meno I ,de cada m i l l ó n . En resumen, hubiera ocupado un lugar intelectual-
mente po r encima de sus c o m p a ñ e r o s en cualquier sociedad.
Por otro lado, nadie puede creer que la d i s t i n c i ó n del mayoi
logro de Darwin, la f o r m u l a c i ó n de la doctrina de la e v o l u c i ó n pofll a s e l e c c i ó n natural, s o s t e n d r í a ahora su fama de haber nacido c m
cuenta a ñ o s antes o d e s p u é s . Si d e s p u é s , infaliblemente hubiera lidoanticipada po r Wallace; o por otros, caso de que Wallace hubieia
muerto pronto. Que su incansable entendimiento hubiera produi Ido
algo notable es tan probable como lejano de lo que nos ocupa: la dis
t i n c i ó n de un descubrimiento concreto que hizo no hubiera sido suya.
E n el supuesto contrari o, puesto sobre la tierra media siglo antes,
su idea central no hubiera podido llegarle, como no c o n s i g u i ó llegarle
a su brillante predecesor el evolucionista Lamarck. O hubiera nu
cido en su entendimiento, como n a c i ó en todas sus partes esem ial<
en el de A r i s t ó t e l e s , para descartarse po r ser de hecho l ó g i c a m e n t e posible, pero no merecedora de ser tenida en cuenta. Obien, finalmant
l a idea p o d r í a de hecho haber germinado y crecido dentro de él, p e í oh a b r í a sido ignorada y olvidada por el mundo, un simple a c< idi nt<infructuoso, hasta que la c iv i l i z ac ión europea estuviera prcpaiada,
algunas d é c a d a s más tarde, y tan hambrienta como preparada p a n
utilizarla: cuando se redescubrimiento y no su e s t é r i l dcs< ul m uto
formal hubiera sido el acontecimiento de s i g n i f i c a c i ó n hi stoii t .« <)ui
72
de armas, Gregor Mendel.
Es inconcebible que el hecho de que ocurriera co n Independen! la
la idea de la s e l e c c i ó n como fuerza motriz de la e v o l u c i ó n o r g á n i c a
s i n c r ó n i c a m e n t e en las mentes de Darwin y Wallace pueda ser una
mera casualidad. La inmediata a c e p t a c i ó n de la idea por el mundono demuestra nada sobre la verdad i n t r í n s e c a del concepto; pero esta
blece la d i s p o s i c i ó n del mundo, es decir, de la c i v i l i z a c i ó n de la é p o i a,
para la doctrina. Y si la c i v i l i z a c i ó n estaba preparada para, y ham
brienta de, la doctrina, la e n u n c i a c i ó n parece haber estado destina
da a aparecer cuando a p a r e c i ó . Darwin l l e v ó consigo el germen de la
idea de la s e l e c c i ó n natural durante veinte largos a ñ o s antes de atreverse a lanzar la h i p ó t e s i s que anteriormente t e n í a la s e n s a c i ó n de
que s e r í a recibida con hostilidady que debe haber considerado insu
ficientemente armada. S ó l o fue la e x p r e s i ó n mucho más breve de la
misma v i s i ó n po r parte de Wallace lo que l l e v ó a Darwin a darle
publicidad. ¿ P u e d e imaginarse que si Wallace hubiera muerto en el
mar, entre las islas de Malaya, y Darwin, no espoleado por la a c t i v i -
dad de sus colegas competidores, hubiera mantenido su t e o r í a en t i t u -
beante silencio durante unos cuantos a ñ o s más y luego hubiera su
cumbido a una enfermedad mortal, nosotros, el mundo civilizado de
h o y , h u b i é r a m o s v i v i d o toda nuestra vida intelectual si n tener un
mecanismo concreto de la e v o l u c i ó n y, po r tanto, si n n i n g ú n empleo
activo de la idea evolucionista, que nuestros b i ó l o g o s s e g u i r í a n estan
do donde Linne o, Cuvi er o, cuando más , donde Lamarck? Si es
a s í , las grandes corrientes de la histori a hubieran sido absolutamentecondicionadas por el alojamiento o desalojamiento de un bacilo en
u n determinado entramado humano un cierto día; c o n v i c i ó n que cer
t i f i c a r í a tanta c o m p r e n s i ó n como le a c r e d i t a r í a m o s al que, habiendo
descubierto en los altos Andes la ú l t i m a fuente de la p e q u e ñ a corrien
te de agua que más adelante se aleja tortuosas millas del o c é a n o At
l á n t i c o , pusiera el pie sobre el burbujeante nacimiento y creyera que,
mientras lo mantiene a l l í , el Amazonas deja de drenar el continente
y de arrojar su agua al mar.
N o . El hecho de que Wallace le pisara los talones a Darwin, de
t a l forma que t a m b i é n él tuvo parte, aunque de menor importancia,
en la gloria del descubrimiento, demuestra que d e t r á s de él t o d a v í a
h a b í a otros, desconocidos y q u i z á s ellos mismos para siempre in
conscientes;y que de
haberc a í d o el
primeroo el
segundopo r
algunos
de los innumerables accidentes a que e s t á n sujetos los hombres, lo s
siguientes, uno, varios o muchos, hubieran empujado adelante, s e r í a
mejor decir hubieran sido empujados hacia adelante y hubieran he
cho su obra: inmediatamente, como la historia marca el tiempo.
E l hecho de que los experimentos revolucionarios de Mendel
sobre la herencia no lograran reconocimiento durante la vida de
su autor, ni tampoco durante a ñ o s d e s p u é s , ya se ha aludido como
u n ejemplo del destino inexorable que aguarda al descubridor que se
73
Ant i c ipa B BU tiempo. De hecho ya es afortunado si se le permite
V i v i r su suerte en la oscuridad y escapar a la c r u c i f i x i ó n que p a r e c i ó
l a historia de las invenciones es una cadena de casos p a r a l e l o - ,
U n examen de los archivos de patentes oficiales, con un e s p í r i t u que
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i e r el castigo i d ó n e o para el primer circunnavegante de A fr i ca que
v io el Sol en su norte. Se ha dicho que el ensayo de Mende l, en el
que se e s t á n contenidos la mayor parte de los principios v i ta les <<
l a i a m a de la ciencia que ahora lleva su nombre, fue publicado en
U n a fuente remota y poco conocida y, por tant o, durante una gene
r a c i ó n no c o n s i g u i ó llegar al conocimiento de los b i ó l o g o s . La ú l t i m a
a f i r m a c i ó n puede discut irse como indemost rable e inherentemente
improbable. Es mucho má s probabl e que b i ó l o g o tras b i ó l o g o viera
el ensayo, que algunos incluso lo leyeran, pero que, todos y cada
uno lo siguieran considerando sin sentido, no porque fueran personas
inhabitualmente e s t ú p i d a s , sino porque c a r e c í a n de la trascendentesuperioridad del ocasional individuo que ve las cosas que hay más
a l l á que las que el mundo de su é p o c a discute. No obstante, lenta-
mente, el tiempo s e g u í a avanzando y se iba preparando un cambio
d el contenido del pensamiento. El propio Darwin se h a b í a ocupado
de l origen y la naturaleza de las variaciones. Cuando h a b í a empezado
a ser asimilado por la conciencia c i e n t í f i c a el primer shock de la
abrumadora novedad de su descubrimiento central, este problema
de la v a r i a c i ó n p a s ó a primer plano. Las investigaciones de De Vries
y Bateson, aunque su resultado reconocido s ó l o p a r e c í a un a n á l i s i s
destructivo de los pilares del darwini smo, acumularon conocimiento
sobre el verdadero funcionamiento de la herencia. Y de repente, en
1900 , con d r a m á t i c o aplauso, tres estudios, independientemente y «a
unas cuantas semanas uno de o t r o » , descubrieron el descubrimiento
de Mendel, confir maron sus conclusiones con experiencias propias ,y se l a n z ó una nueva ciencia a una carrera de e s p l é n d i d a s consecu-
ciones.
Puede que existan quienes s ó l o vean en estos acontecimientos
r í t m i c o s un juego sin sentido de causalidades caprichosas; pero h a b r á
otros para quienes r e v e l a r á n una v i s i ó n de la grande e inspiradora
inevitabilidad que se eleva tan por encima de los accidentes de la
personalidad como la marcha de los cielos transciende los fluctúan
tes contactos de las pisadas azarosas sobre las nubes de tierra. B x t l l
pese la p e r c e p c i ó n de De Vries, Correns y Tschermak, y sigue e s t á n
do claro que, antes de que hubiera pasado otro año, los principio", de
la herencia mendeliana hubier an sido proclamados a un mundo que
l o s a c e p t a r í a , y por seis más bien que por tres mentes pcr spi i a< es
Que Mendel viviera en el siglo xix en vez de en el xx y que publlcara en 1865, es un hecho que tuvo gran y, tal vez lamentable . Influetl
ci a sobre su suerte personal. Como c u e s t i ó n h i s t ó r i c a , su vida y M I.des cubri mient o no tienen más importancia, excepto como anticipa
c i ó n prefigurada, que la de billones de aflicciones y c o m p e n s a » iones
de las p a c í f i c a s vidas de los ciudadanos o las muertes sangi ientas
que han sido el destino de los hombres. La herencia mendeliana "..dat a de 1865. Fue descubierta en 1900 porque s ó l o p o d í a sei «I. •
bierta entonces y porque, infaliblemente, d e b í a serlo e n t o n c e » , dado
el estado de 1? c i v i l i z a c i ó n europea.
74
no sea comercial ni a n e c d ó t i c o , r e v e l a r í a por sí solo la inexo rabi lidad
q u e prevalece en el progreso de la c i v i l i z a c i ó n . El derecho al m o n o p o
l i o de la f a b r i c a c i ó n de t e l é f o n o s estuvo largo tiempo en l i t i g i o ; la
d e c i s i ó n ú l t i m a se basaba en el intervalo de horas entre las a n o t a
ciones de las descripciones coincidentes de Alexander B e l l y Elisha
Gray. Aunque fo rma part e de nuestro pensamiento vulga r clesei hai
tales conflictos como pruebas de la codicia sin e s c r ú p u l o s o c o m o
coincidencias m e l o d r a m á t i c a s , son ú t i l e s al historiado r para ver mal
a l l á de tales juegos infantiles del intelecto.
E l descubrimiento del o x í g e n o se atribuye tanto a Priestly como
a Scheele; su l i q u e f a c c i ó n a Cailletet así como a Pictet, cuyos resul-tados fue ron conseguidos en el mis mo mes de 1877 y se anunci aron
en una ú n i c a s e s i ó n . Kant así como La Place puede alegar haber
promulgado la h i p ó t e s i s nebular. Neptuno fue profetizado por Adams
y por Laverrier; el c á l c u l o del uno y la p u b l i c a c i ó n del c á l c u l o del
otro se sucedieron en pocos meses.
L a gloria de la i n v e n c i ó n del barco de vapor la reclaman sus com-
patriotas para Fulton, Jouffroy, Rumsey, Stevens, Symmi ngto n y
otros; la del t e l é g r a f o para Steinhe il y Morse; en la f o t o g r a f í a , Talbot
fu e el r i v a l de Daguerre y Niepce. El r a í l con doble reborde proyec-
tado por Stevens fue reinventado por Vignolet. El aluminio fue p r á c
ticamente reducido por primera vez por los procedimientos de H a l l ,
Heroult y Cowles. Leibnitz en 1684 así como Ne wt on en 1687 formu-
laron el c á l c u l o . Las anestesias, tanto de é t e r como de ó x i d o nitroso,
fueron descubier tas en 1845 y 1846 por no menos de cuat ro personasde la misma naciona lidad . Tan independientes fueron sus consecu-
ciones, tan similares incluso en los detalles y tan estrictamente con-
t e m p o r á n e a s que las p o l é m i c a s , los procesos judiciales y la a g i t a c i ó n
p o l í t i c a prosiguieron durante muchos a ñ o s , y ninguno de los cuatro
se l i b r ó de que su carrera se viera amargada, cuando no arruinada,
p o r las animosidades nacidas de la indistinguibilidad de la prioridad.
Incluso el polo sur, nunca antes hollado por el pie de los seres hu-
manos, fue finalmente alcanzado por dos veces en un mismo verano.
P o d r í a escribir se un volu men, si bien con el trabajo de unos cuan-
tos a ñ o s , lleno de inacabables repet iciones, pero siempre con nuevas
acumulaciones de tales ejemplos. Cuando dejemos de considerar la
i n v e n c i ó n o el descubrimiento como alguna misteriosa facultad inhe-
rente de los entendimient os indiv idual es que el destino deja caer
azarosamente en el espacio y en el tiempo; cuando centremos nuestra
a t e n c i ó n en la r e l a c i ó n más clara que tienen tales avances entre sí;
cuando, en resumen, se traslade el interés de los elementos b i o g r á
ficos individuales —que s ó l o se pueden interpretar de forma dra-
m á t i c a o a r t í s t i c a , d i d á c t i c a m e n t e moralizante o p s i c o l ó g i c a — y nos
apeguemos a lo social o lo cultural, los datos sobre este punto s e r í a n
infinitos en canti dad, y la presencia de majestuosas fuerzas u órdenesque atraviesan de parte a parte la c i v i l i z a c i ó n r e s u l t a r á n irresistible-
mente evidentes.
73
Conociendo la c i v i l i z a c i ó n de una é p o c a y de un p a í s , podemos ahí
mar sustancialmente que sus descubrimient os dist inti vos, en ( t e o
todos lo son en capacidad potencial. Si esta eoncepi no «
ta , entonces poco importa si las clases de capacidad son valias o
muchas, porque en cualquier caso s e r á n muy pocas en compara* Ion
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en aquel campo de la activida d, nó fueron directamente contingenti
en v i r t u d de los verdaderos inventores que agraciaron el p e r í o d o ,
s i n o que se hub ier an hecho sin ellos; y que, inversamen te, de habei
nacido las grandes mentes iluminadoras de otros siglos y climas en
la referida c i v i l i z a c i ó n , en vez de los suyos propios, les hubieran
tocado en suerte los inventos de é s t a . Ericson o Galvani, hace ocho
m i l a ñ o s , p o d r í a n haber pulimentado o taladrado la primera piedra;
y a su vez, la mano y el entendimiento cuya actividad f i jó los inicios
de la edad n e o l í t i c a de la cultu ra humana, si se hubiera manteni do
desde su infancia en una inalterable catalepsia hasta nuestros d í a s , es
t a r í a ahora d i s e ñ a n d o t e l é f o n o s sin hilos y extractores de n i t r ó g e n o .
Deben admitirse algunas reservas a este principio. E s t á lejos de
afirmar, si no más bien lo contrario, que una capacidad extraordi
naria, por muy igual que sea en intensidad, es i d é n t i c a en cuanto a
d i r e c c i ó n . Resulta muy improbable que Beethoven, colocado en la
cuna de Newton, hubie ra produ cido el c á l c u l o , o que el otro hubiera
dado su ú l t i m a forma a la s i n f o n í a . Evidentemente podemos admi
t i r facultades c o n g é n i t a s muy especializadas. Todo demues tra que las
facultades mentales elementales como la memoria, el i n t e r é s y la
a b s t r a c c i ó n son, por naturaleza, desiguales en individu os de capacidad
equivalente per o disti ntas disposiciones; y ello a pesar de ser cultos.
E l educador que procl ama su habi lida d para conve rtir una memo ria
absoluta para los n ú m e r o s o para las f ó r m u l a s m a t e m á t i c a s en una
capacidad retenti va igualmente fuert e de los tonos simples o las mel o d í a s complejas, debe ser rechazado. Pero no tiene importancia
esencial si la facultad original es una o varias de la mente . Si El i
Whitney no p o d r í a haber formulado las diferencias entre lo sub
jetivo y lo objetivo y Kant en su lugar no hubiera conseguido d i s e ñ a r
l a p r á c t i c a desmontadora de a l g o d ó n , Wat t, Fulton, Morse o Stephen
son hubieran podido realizar su logro en el lugar del primero, y Arlat ó t e l e s o Santo T o m á s la tarea del segundo. Posiblemente ni s i qu i e ra
es bastante exacto sostener que las individualidades de los invento
res desconocidos del arco y la flecha y los de las armas de fuego
pudieran haberse intercambiado, pues la primera c o n s t r u c c i ó n de UU
arco necesariamente implicaba una facultad m e c á n i c a e incluso mi
nual, mientras que el descubrimiento de la p ó l v o r a y de su ap l l
cabilidad a las armas puede haber exigido la distinta capa c idad d i
percibir determinadas peculiaridades de naturaleza muy d i n á m i c a oq u í m i c a .
E n resumen, es un asunto discutible, aunque del mayor i n t e r é s
psicológico, basta qué punto es divisible y subdivisible la capacidad
humana en distintos tipos. Pero la c u e s t i ó n no es v i t a l para lo q iK
a q u í se trata, pues d i f í c i l m e n t e h a b r á alguien lo bastante temerario
como para sostener que existen tantas capacidades humanas dis t in
guibles como distintos seres humano s; lo que, de hecho, se r í a a f i r -
mar que las capacidades no difieren en intensidad o prado, i n -
solo en d i r e c c i ó n o clase, que aunque no hay dos hombres i g u a l e » ,
76
co n el i n f in i t o n ú m e r o de organismos humanos; porque, en muse
cuencia, h a b r á tantos individuos que posean cada capacidad que toda-,
las é p o c a s deben contener personas con baja, mediocre y alta medi
da de intensidad de cada una de ellas; y por ta nto, los hombres . »
traordinarios de una clase de un p e r í o d o s e r í a n sustituibles por aque
llos de otro tiempo de la forma indicada.
Por tanto, si alguna i n t e r p r e t a c i ó n se siente molesta por algunas
de las equivalencias concretas que se han sugerido, f á c i l m e n t e puede
encon trar ot ras que parezcan más justas, sin disenti r del principio
subyacente de que la marcha de la historia o, como es habitual decirl o , el progreso de la c i v i l i z a c i ó n , es independiente del nacimi ento de
personalidades concretas; puestos que é s t a s siendo en apariencia sus
tancialmente iguales, tanto en lo que respecta a genio como a norma
lidad, en todos los tiempos y lugares, proporci onan el mismo sustrat o
para lo social.
Tenemos a q u í , por tanto, una i n t e r p r e t a c i ó n que permite conceder
a l individuo, y a t r a v é s de él a la herencia, todo lo que la ciencia de
l o o r g á n i c o puede reclamar l e g í t i m a m e n t e por la fuerza de sus ver
daderos logros; y que t a m b i é n rinde el más completo campo a lo
social en su propio terreno. El logro de un individuo valorado en
c o m p a r a c i ó n con el de otro individuo depende, si no completa sí p r i n -
cipalmente, de su c o n s t i t u c i ó n o r g á n i c a en cuanto constituida por su
herencia. Los logros de un grupo, en r e l a c i ó n con los de otro, e s t á n
poco o nada influidos por la herencia, porque en grupos suficientemente grandes la media de c o n s t i t u c i ó n o r g á n i c a debe ser muy si
milar.
Esta id enti dad de la media es indiscut ible gracias a algunos ejem
plos de las mismas naciones en é p o c a s sucesivas muy p r ó x i m a s —co
mo Atenas en 550 y 450 o Alemania en 1800 y 1900— durant e las cua
les su c o m p o s i c i ó n hereditaria no p o d r í a haberse alterado en una
p e q u e ñ a f r a c c i ó n del grado en que v a r í a n los logros culturales; evi-
dentemente, es probab le incluso para personas de la misma sangre
separados por largos interva los de tiemp o y amplias divergencias de
c i v i l i z a c i ó n ; y es, si bien ni se ha probado n i ha dejado de probarse,
probable que sea casi verdadero, como antes se s u g i r i ó , para las
razas más distantes.
L a diferen cia entre los logros de un grupo de hombres y los de
otro es, por tanto, de otro orden que las diferencias entre las facul
tades de una persona y las de otra. Mediante esta d i s t i n c i ó n resulta
posible descubrir una de las cualidades esenciales de la naturaleza
de lo social.
L o f i s i o l ó g i c o y lo mental e s t á n entrelazados en cuanto aspectos
de una misma cosa, siendo reducible el uno al otro; lo social, direc
tamente considerado, no es reducible a lo mental. S ó l o existe des
p u é s que una determinada clase de mentalidad e s t á en a c c i ó n , lo cual
ha conducido a la c o n f u s i ó n de ambas cosas, e incluso a su identifica-
11
ción. El error de esta identificación es una falta que tiende ¡i ínlluli
el pensamiento moderno sobre la civilización y que debe ser IU] 1
i f f l l l i e i t r a que el individuo sea completamente un producto de las
11 1 ias exteriores a el, mas alia de lo que es cierto lo contra
i lo q i i< la • ivili/.ación sólo es la suma total de los productos de un
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por autodisciplina antes de que nuestra comprensión de este oidi n
de fenómenos que llena y colorea nuestras vidas pueda rcsultai i l . u o
o útil.
Si es cierta la relación del individuo con la cultura que aquí
hemos esbozado, la concepción contraria, que a veces se mantiene
y a la que ya hemos aludi do, es in sostenible. Esta concepción es de
la opinión de que todas las personal idades son, si bien no idcnla as,
potencialmente iguales en capacidad, debiéndose sus distintos grados
de realización a distintas valoraciones de acuerdo con el medio em
biente social con el que están en contacto. Tal vez esta c o n c e p c i ó n
haya sido formulada rara vez como principio genérico, pero p ansubyacer, aunque por regla general de forma vaga y sólo implícita,
en muchas de las tendencias orientadas hacia la reforma social y
educativa y, por tanto, es probable que en algún momento encucntie
su enunciación formal.
Este supuesto, que evidentemente tendría una extensa aplicación
práctica si se pudiera verificar, parece basarse en último término en
una percepción débil, pero profunda, de la influencia de la c i v i l i / . i
ción. Aunque esta influencia de la civilización debe ser m á s completa
sobre las naciones que sobre los individuos, no obstante también debe
i n f l u i r a estos en gran medi da. El islamismo —un fenómeno social—,
al hacer má s rígidas las posibilidades imitativas de las artes plástii ai
y pictóricas, ha afectado obviamente a la civilización de muchos
•pueblos; pero también debe haber alterado las carreras de muchas
personas nacidas en tres continentes durante un millar de años. Lostalentos especiales que aquellos hombres y mujeres poseyeran para
la representación dibujada pueden haber sido suprimidos sin una
compensación equivalente en otra dirección en el caso de aquellos
cuya dotación fuera única. En el caso de tales individuos es cierto
que las fuerzas sociales a que estuvi eron sometidos limitaron sus
logros en un nivel má s mediocre. Y sin discusión él mismo medio .un
biente elevó a muchos individuos a una categoría por encima de sus
compañeros cuyas especiales capacidades, en otra época y otro país,
hubieran sido reprimidas para su personal desventaja. Por ejemplo,
la personalidad nacida con aquellas cualidades que pueden conver
t i r a uno en líder de bandidos religiosos, in dudablemente tiene asegu
rada, en la actuali dad, una carrera má s próspera y afi rmada i n
Marruecos que en Holanda.
Incluso dentro de la esfera de civilización de límites nacionales,
necesariamente ti enen que produc irse similares consecuencias I I In
gico o administrador por naturaleza, nacido en una casta de pescado
res o "de barren deros, es probable que no logre la satisfacción en la
vida, y sin duda no logrará el éxito, que habría sido su suerte si sus
padres hubi eran sido brahmanes o kshatriyas; y lo que formaluu ul
es cierto para la India se mantiene sustancialmente en Europa.
Pero que un medio ambiente-social pueda afectar las suei tes y las
carreras de los individuos en comparación con otros i n d i v i d u o , no
78
g u i p o de meiilcs orgánicamente conformadas. El electo c o m i d o
di . . i . l . i individuo sobre la civilización está determinado por la p r o p i a
. o di/.a ion. La civilización parece incluso, en algunos casos y en algu-
n. i medida, i n f l u i r en los electos de las actvidades nativas del indi
v i d u o s o l > i e sí mismo. Pero pasar de estas realizaciones a la deducción
de i p i e todo el grado y cualidad del logro del individuo es el resultado
de su moldeamien lo por la sociedad que lo abarca es una suposición
nema y en desacuerdo con la observación.
Por tanto, es posible sostener la interpretación histórica o cul-
t ni al de los fenómenos sociales sin pasar a adoptar la postura deque los seres humanos, que son los canales dados por los que circula
la civilización, son única y exclusivamente productos de su f l u j o .
Tuesto que la cul tura se basa en una facultad humana específica, de
ahí no se deduce que esta fac ultad, lo que tiene el hombre de supra-
animal, sea una determinación social. La frontera entre lo social y
lo orgánico no puede trazarse n i al azar n i tampoco a la ligera. El
umbral entre la dotación que da paso al flujo y a la continuación de
la civilización posible y el que prohibe incluso su inicio es la demar
cación —a la vez bastante dudosa, muy probablemente, pero abierta
durante má s tiempo del que abarca n uestro conoc imien to— entre
el hombre y el animal. No obstante, la separación entre lo social
(la entidad que nosotros llamamos civilización) y lo no social, lo pre-
social u orgánico, es la diversidad cualitativa o de orden que existe
entr e el an imal y el hombre con juntamente, por una parte, y los
productos de la interacción de los seres humanos, por otra. En las
páginas anteriores se ha substraído lo mental de lo social y añadido
a lo físicamente orgánico, que es lo sometido a las influencias de lo
orgánico. De igual modo, es necesario eliminar el factor de la capa
cidad individual de la consideración de la sociedad civilización. Pero
esta eliminación significa la transferencia al grupo de los fenómenos
orgánicamente concebibles, no su negación. De hecho, nada está má s
lejos del camino de la justa búsqueda de la comprensión de la
historia que tal negación de las diferencias de grado de las facul
tades de los hombres individuales.
En resumen, las ciencias sociales, si podemos tomar la expresión
como equivalen te de histor ia, no niegan la individualidad má s allá
de lo que niegan al individuo. Se niegan a ocuparse de la individuali
dad y del individuo como tal. Y basan este rechazo únicamente en
la negación de la validez de cualquiera de estos factores para el logro
de sus propios fines.
Es cierto que los acontecimientos históricos también pueaen consi
derarse de forma mecánica y expresarse, en última instancia, en tér
minos físicos y químicos. El genio puede resultar definible en carac
teres o en la constitución de los cromosomas, y sus especiales logros
en reacciones osmóticas o eléctricas de las células nerviosas. Puede
llegar el día en que lo que tuv o lugar en el cerebro de Darwin cuando
79
p e n s ó por primera vez el concepto de s e l e c c i ó n natural pueda estu-
diarse con provecho, o incluso fijarse aproximadamente, por parte
de los f i s i ó l o g o s y los q u í m i c o s . Tal r e a l i z a c i ó n , destructiva como
pasado má s a l l á de la s e l e c c i ó n natural, que no s e g u í a siendo eom
pletamente dependiente de n i n g ú n factor de la e v o l u c i ó n orgánica,que pormuy bamboleado e i n f l u i d o queestuviera por las oscilaciones
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p o d r í a parecer a aquellos a quienes atrae la r e v e l a c i ó n , no s ó l o sedadefendible, sino de enorme i n t e r é s , y posiblemente de u t i l i d a d . P i n »
no s e r í a historia, ni tampoco un paso hacia la historia o hacia las
ciencias sociales.
Conocer las reacciones exactas delsistema nervioso de Darwin en
el momento en que el pensamiento de la s e l e c c i ó n natural relampa-
g u e ó sobre él en 1838, s u p o n d r í a un genuino triunfo de la ciencia.
Pero h i s t ó r i c a m e n t e no s i g n i f i c a r í a nada, puesto que la historia se
ocupa de la r e l a c i ó n dedoctrinas tales como la de la s e l e c c i ó n natural
c o n otros conceptos y f e n ó m e n o s sociales, y no con la r e l a c i ó n delpropio Darwin con otros f e n ó m e n o s sociales ni con otros f e n ó m e -
nos. Esta no es la c o n c e p c i ó n normal de la historia; pero, por otra
parte, la c o n c e p c i ó n normal se basa en el infinitamente repetido, pero
obviamente ilógico supuesto, de que, puesto que la c i v i l i z a c i ó n no
p o d r í a existir sin individuos, la c i v i l i z a c i ó n , es, por tanto, la suma
total de las acciones de una masa de individuos.
A sí pues, hay dos l í n e a s de d e d i c a c i ó n intelectual en la historia
y en la ciencia! cada una de ellas condistinto objetivo y conjunto
de mé t o d o v s ó l o es su c o n f u s i ó n la que tiene como consecuencia
la esterilidad; por ello t a m b i é n debe reconocerse dos evoluciones
completamente distintas: la de la sustancia quenosotros llamamos
o r g á n i c a y la de los f e n ó m e n o s llamados sociales. Lae v o l u c i ó n social
no tiene antecedentes en los comienzos de la e v o l u c i ó n o r g á n i c a . Co-
mienza tarde en el desarrollo de la vida, mucho d e s p u é s que los
vertebrados, mucho d e s p u é s que los m a m í f e r o s , mucho d e s p u é s de
que incluso e s t á n establecidos los primates. Suexacto punto deorigen
no lo sabemos y tal vez no lo sepamos nunca; pero podemos l i m i t a r
el campo dentro del que se produce. Este origen se produjo en una
serie de formas o r g á n i c a s má s avanzadas, en la facultad mental en
general, que el gorila, y mucho menos desarrollada que la primera
raza que se acepta u n á n i m e m e n t e como habiendo sido humana: el
hombre de Neandertal y LeMoustier. En cuanto al tiempo, los pri-meros progresos de los rudimentos de c iv i l i z ac ión deben deanteceder
co n mucho a la* raza de Neandertal, pero deben de ser posteriores a
otros antepasados humanos extintos de un n i v e l intelectual aproxi-
mado al del gorila y el c h i m p a n c é actual.
E l comienzo de la e v o l u c i ó n social, de la c iv i l i z ac ión que es el
objeto deestudio de la historia, coincide deeste modo con ese miste-
r io de la mentalidad popular: el e s l a b ó n perdido. Pero el t é r m i n o
« e s l a b ó n » es e n e a ñ o s o . Implica unacadena continua. Pero en losdes-
conocidos portadores de los originarios y gradualmente manifiestos
principios de la c i v i l i z a c i ó n tuvo lugar unaprofunda a l t e r a c i ó n más
bien que un paso hacia adelante de lo existente. H a b í a aparecido un
nuevo factor que iba a dar lugar a sus propias consecuencias inde-
pendientes, al principio con lentitud y poca importancia aparente,
pero queacumulaba peso, dignidad e influencia; un factor que h a b í a
80
de la herencia subyacentes a él, sinembargo, flotaba sin hundirse en
ella.
E l amanecer de lo social, pues, no es un e s l a b ó n de unacadena,no es un paso en el camin o, sino, un salto a otro plano. Puede com-
pararse con la primera a p a r i c i ó n de la vida en el universo hasta en
tonces sinvida, el momento en que seprodujo una c o m b i n a c i ó n quí
mica entre las infinitas posibles que dio existencia a lo o r g á n i c o e
hizo que, a part i r de entonces, hubiera dos mundos en vez de uno.
Lo s movimientos y las cualidades a t ó m i c a s , cuando tuvo lugar aquel
acontecimiento en apariencia ligero, no se conmovieron; la majestadde las leyes m e c á n i c a s delcosmos no d i s m i n u y ó ; pero se a ñ a d i ó algo
nuevo, inextinguiblemente, a la historia de este planeta.
Se p o d r í a comparar el i n i c i o de la c iv i l i z ac ión con el f i n a l del pro-
ceso de calentar lentamente el agua. La e x p a n s i ó n del l í q u i d o con-
t i n ú a durante largo tiempo. Su a l t e r a c i ó n puede observarse por el
t e r m ó m e t r o así como, enbruto, en su poder de d i s o l u c i ó n y t a m b i é n
en su a g i t a c i ó n interna. Pero sigue siendo agua. Finalmente, sin em-
bargo, se alcanza el punto de e b u l l i c i ó n . Se produce vapor: el í n d i c e
de aumento delvolumen crece un m i l l a r de veces; y en lugar de un
f l u i d o brillante y filtrante, se difunde un gas v o l á t i l e invisible. No
se violan las leyes de la f í s i c a ni las de la q u í m i c a ; no se prescinde
de la naturaleza; pero, sin embargo, ha tenido lugar un salto: las
lentas transiciones que se han acumulado desde cero a hasta cien
grados han sido transcendidas en un instante y aparece un estado dela materia connuevas propiedades y posibilidades de a c t u a c i ó n .
De alguna forma, así debe de haber sido el resultado de la apari-
c i ó n deesta nueva cosa: lac i v i l i z a c i ó n . No necesitamos consi derar que
a b o l í a el curso deldesarrollo de la vida. Evidentemente, de ninguna
forma se d e s h a c í a de su propio sustrato o r g á n i c o . Y no hay r a z ó n
para creer quen a c i ó completamente madura. Todos estos incidentes
y maneras de i n i c i a c i ó n de lo social tienen, al fi n y al cabo, poca im-
portancia para la c o m p r e n s i ó n de su naturaleza e s p e c í f i c a y de la
r e l a c i ó n de esa naturaleza con el c a r á c t e r de la sustancia o r g á n i c a
que la p r e c e d i ó en el tiempo absoluto y que t o d a v í a la sostiene. La
c u e s t i ó n es que hubo una a d i c i ó n de algo cualitativamente nuevo,
una i n i c i a c i ó n de algo que iba a seguir un curso propio.
Podemosesbozar
lar e l a c i ó n
queexiste entre lae v o l u c i ó n
de lo
o r g á n i c o y la e v o l u c i ó n de lo social (fig. 1). Una l í n e a que progresa
en el curso del tiempo y se eleva lenta pero uniformemente. En un
determinado punto, otra l í n e a comienza a divergir de la primera,
a l principio insensiblemente, pero ascendiendo cada vez más por
encima de ella en su propio curso; hasta el momento en que la cor-
tina del presente nos quita la v i s i ó n , avanzando ambas, pero lejos
una de otra y sin influirse mutuamente.
E n esta i l u s t r a c i ó n la l í n e a continua denota el n i v e l i n o r g á n i c o ,
l a l í nea discontinua la e v o l u c i ó n de lo o r g á n i c o y la l í n e a de puntos
81
6. —EL CONCEPTO DECULTURA
el desarrollo de la c i v i l i z a c i ó n . La altura sobre la l i « . < I piado
de progreso, sea en complejidad, en heterogeneidad, en juado ' I .
c o o r d i n a c i ó n o en cualquier otra cosa. A es el comienzo dd tiempo
pe í i o d o s r e c i e n t e s de la c iv i l i z ac ión se ha marchado a una velocidad
t an por encima del r i t m o de la evolución he redi ta i la que esta u l t i m a ,
i vei dadei a m e n t é no se ha quedado completamente detenida, tiene
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sobre la tierra tal como lo entiende nuestro entendimiento. D s e ñ a l a
el punto del verdadero e s l a b ó n perdido, del prime r precursor huma
no , del primer animal que transportaba una t r a d i c i ó n acumulada
C d e n o t a r í a el estado alcanzado por el que solemos denominar el
hombre p r i m i t i v o , el hombre de Neandertal que fue nuestro antepa
sado c u l t u r a l , si no s a n g u í n e o ; y D el momento actual.
™ a c o.
Fie. i
Es inevi table que si hay fundamento para los temas que se han
expuesto, s e r í a f ú t i l argumentar con una de estas l í n e a s para las
otras. A f i r m a r , en nombre de que la l í n e a superior se ha elevado
m u y r á p i d a m e n t e antes de cortarse, que la i n f e r i o r t a m b i é n debe
haber ascendido proporcionalmen te má s en este p e r í o d o que en cual-
quiera de los anteriores, no es, evidentemente, convincente. Que nues-
tras ins tituciones , nuestros conoc imientos, el ejercicio de nuestr o
entendimiento haya avanzado vertiginosamente en los veinte mi l ú l t i -
mos a ñ o s no es r a z ó n para que nuestros cuerpos y nuestros cerebros,
nuestro equipamiento mental y su base f i s i o lóg i ca , hayan avanzado en
ninguna medida proporcional, como algunas veces argumentan los
c i e n t í f i c o s y dan por supuesto los hombres en general. En todo caso,
p o d r í a n haber pruebas de que la l í n e a i n f e r i o r , o r g á n i c a , queda fuera
de su í n d i c e de ascenso. Los cuerpos y los entendimientos de esta
l í n e a han continuado transportando la c i v i l i z a c i ó n ; pero esta c iv i -
l i z a c i ó n se ha enfrentado a la lucha del mundo de tal manera que
gran parte del acento ha sido d i r i g i d o fuera de estos cuerpos y enten
dimientos. No defendemos que el progreso de la e v o l u c i ó n o r g á n u •
sea prima facie una i n d i c a c i ó n de que la materia i n o r g á n i c a es mal
compleja, más avanzada en sus combinaciones, ni en n i n g ú n sentido
« s u p e r i o r » , de lo que era hace cincuenta millones de a ñ o s ; y mucho
menos que la e v o l u c i ó n o r g á n i c a haya tenido lugar a causa de la
e v o l u c i ó n i n o r g á n i c a . Y tampoco puede deducirse, con más razón,
que el desarrollo social haya sido un progreso de las formas h dita
rias de vida.
De hecho, no s ó l o es t e ó r i c a m e n t e tan injustificable la C O I K I . H ion
de las l í n e a s del desarrollo o r g á n i c o y del social como lo s e r í a defen-
der la compresibilidad o el peso del agua en f u n c i ó n de la del vapor;
sino que todos los datos nos llevan a la c o n v i c c i ó n de que en los
82
t o d a la apariencia, comparativamente, de no haber progresado. Hay
l i e n t o s de elementos de c iv i l i z ac ión donde s ó l o h a b í a uno c u a n d o
e l c r á n e o tic Neandertal encerraba un cerebro v i v o ; y no s ó l o el CO A
tenido de la c i v i l i z a c i ó n ha aumentado un centenar de vece, l inot a m b i é n la complejidad de su o r g a n i z a c i ó n . Pero el cuerpo, y el c u t e n
dmiiento que conlleva, de aquel hombre de los primeros t i e m p o s
no ha alcanzado un punto cien veces, ni siquiera dos, superior en
i< I inamiento, eficacia, delicadeza ni fuerza con respecto a como era
entonces; res ulta inclus o dudoso saber si ha mejorado en una quinta
parte. Existen, es cierto, los que formulan la a f i r m a c i ó n contraria.
S in embargo, parece que la mente despejada debe reconocer que
tales afirmac iones no se basan en una i n t e r p r e t a c i ó n objetiva de los
hechos, sino en el deseo de encontrar una c o r r e l a c i ó n , en el deseo
de hacer que el h i l o de la e v o l u c i ó n sea ú n i c o , sin ramificarse, para
v er lo social ú n i c a m e n t e como o r g á n i c o .
Ahora, pues, tenemos que llegar a nuestra c o n c l u s i ó n ; y a q u í nos
quedamos. La mente y el cuerpo no son má s que facetas del mis mo
material o r g á n i c o o actividad; la sustancia soc ial —o el tejido inma-
t e r i a l , si se prefiere la e x p r e s i ó n — , lo que nosotros denominamos
c i v i l i z a c i ó n , lo trasciende por mucho que e s t é enraizada en la vida.
L os procesos de la actividad civilizadora nos son casi desconoci-
dos. Los factores que determinan su funcionamiento e s t á n por d i l u -
cidar. Las fuerzas y principios de las ciencias m e c á n i c a s pueden, de
hecho, analizar nuestra c i v i l i z a c i ó n ; pero, al hacerlo, destruyen suesencia y nos dejan sin ninguna c o m p r e n s i ó n de lo que p e r s e g u í a m o s .
Por el momento el his tor iador puede hacer poco má s que descr ibir .
Rastrea y relaciona lo que parece muy alejado; equilibra; integra; pero
realmente no explica ni transmuta los f e n ó m e n o s en nada distinto.
S u m é t o d o no es mecanicista; pero tampoco el f í s i co ni el f i s i ó l o g o
puede ocuparse del material h i s t ó r i c o y dejar la c i v i l i z a c i ó n , ni con-
v e r t i r l o en conceptos de vida y no dejar nada por hacer. Lo que
podemos es hacernos cargo de este v a c í o , dejarnos impresionar por
é l con humildad y seguir nuestros caminos por sus respectivos lados,
s in jactancias e n g a ñ o s a s de que se ha cruzado el foso.
83
I I K O N I S 1 . A W M A L I N O W S K I
L A C U L T U R A (1931)
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E l hombre v a r í a en dos aspectos: en forma f í s i c a y en herencia
social, o cultura. La ciencia de la a n t r o p o l o g í a f í s i c a , que u t i l i z a un
complejo aparato de definiciones, descripciones, t e r m i n o l o g í a s y mé-
todos algo más exactos que el sentido c o m ú n y la o b s e r v a c i ó n no
disciplinada, ha logrado catalogar las distin tas ramas de la especie
humana s e g ú n su estructura corporal y sus c a r a c t e r í s t i c a s f i s i o l ó -
gicas. Pero el hombre t a m b i é n v a r í a en un aspecto completamente
distinto. Un n i ñ o negro de pura raza, transportado a Francia y criado
a l l í , d i f e r i r á profundamente de lo que hubiera sido de educarse en
l a jungla de su tierra natal. Hubiera recibido una herencia social dis-
tinta: una lengua distinta, distintos h á b i t o s , ideas y creencias; hubiera
sido incorporado a una o r g a n i z a c i ó n social y un marco cultural dis-
tintos. Esta herencia social es el concepto clave de la a n t r o p o l o g í a
c u l t u r a l , la otra rama del estudio comparativo del hombre. N o r m a l -
mente se la denomina cultura en la moderna a n t r o p o l o g í a y en las
ciencias sociales. La palabra cultura se u t i l i z a a veces como s i n ó n i m o
de c i v i l i z a c i ó n , pero es mejor u t i l i z a r los dos t é r m i n o s d i s t i n g u i é n -
dolos, reservando c i v i l i z a c i ó n para un aspecto especial de las c u l t u -
ras más avanzadas. La cultura incluye los artefactos, bienes, proce-
dimientos t é c n i c o s , ideas, h á b i t o s y valores heredados. La organiza-
c i ó n social no puede comprenderse verdaderamente excepto como
una parte de la cultura; y todas las l í n e a s especiales de i n v e s t i g a c i ó n
relativas a las actividades humanas, los agolpamientos humanos y
las ideas y creencias humanas se f e r t i l i z a n unas a otras en el estudio
comparativo de la cultura.
E l hombre, con objeto de v i v i r altera continuamente lo que le
rodea. En todos los puntos de contacto con el mundo exterior, crea
u n medio ambiente secundario, a r t i f i c i a l . Hace casas o construye
refugios; p r e p a r a r á sus alimentos de forma má s o menos elaborada,
p r o c u r á n d o s e l o s por medio de armas y herramientas; hace caminos
y u t i l i z a medios de transporte. Si el hombre tuviera que r u n f i a r exclu-
sivamente en su equipamiento a n a t ó m i c o , pronto s e r í a destruido 0
p e r e c e r í a de hambre o a la intemper ie. La defensa, la a l i m e n t a c i ó n ,
el desplazamiento en el espacio, todas las necesidades f i s i o l ó g i c a s y
espirituales se satisfacen indirectamente por medio de á r l e l a , lo
incluso en las formas más primitivas de vida humana. El hombre de
la naturaleza, el Natürmensch, no existe.
< n I n d a s e s l a s formas di- actividad humana es un coriclato i m l i s p c n
sable del comportamiento manual y corporal. El significado de las
palabras consiste en lo que logran mediante la a c c i ó n concertada, la
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Estos pertrechos materiales del hombre —sus artefactos, sus tdl
f i c i os , sus embarcaciones, sus instrumentos y armas, la parafemalia
l i t ú r g i c a de su magia y su r e l i g i ó n — constit uyen todos y cada uno
lo s aspectos más evidentes y tangibles de la cultura. DeterminanI U
n i v e l y constituyen su eficacia. El equipamiento material de la cu l -
tura no es, no obstante, una fuerza en sí mismo. Es necesario el
conocimiento para fabricar, manejar y utilizar los artefactos, los tal
trunientos, las armas y las otras construcciones, y e s t á esencialmente
relacionado con la disciplina mental y moral de la que la r e l i g i ó n
y las reglas é t i c a s constituyen la ú l t i m a fuente. El manejo y la poses i ó n de los bienes implica t a m b i é n la a p r e c i a c i ó n de su valor. La
m a n i p u l a c i ó n de las herramientas y el consumo de los bienes tam
b i é n requiere c o o p e r a c i ó n . El funcionamiento normal y el disfrute
normal de sus resultados se basa siempre en un determinado tipo de
o r g a n i z a c i ó n social. De este modo, la cultura material requiere un
complemento menos simple , menos f ác i l de catalogar o analizar, que
consiste en la masa de conocimientos intelectuales, en el sistema
valores morales, espirituales y e c o n ó m i c o s , en la o r g a n i z a c i ó n social
y en el lenguaje. Por otr o lado, la cult ura material es un aparato
indispensable para el moldeamiento o condicionamiento de cada
g e n e r a c i ó n de seres humanos. El medio ambiente secundario, los
pertrechos de la cultur a material, constituye un labor atorio en el
que se fo rman los reflejos, los impulsos y las tendencias emociona
les del organismo. Las manos, los brazos, las piernas y los ojos se
ajustan, mediante el uso de las herramientas, a las habilidades t é c -
nicas necesarias en una cultura . Los procesos nerv iosos se modifican
para que produzcan todo el abanico de conceptos intelectuales, sen
timientos y tipos emocionales que forman el cuerpo de la ciencia, la
r e l i g i ó n y las normas morales prevalecientes en una comunidad. Como
importante contrapartida a este proceso mental, se producen modi
ficaciones en la laringe y en la lengua que f i j a n algunos de los con
ceptos y valores cruciales mediante la a s o c i a c i ó n con sonidos con
cretos. Los artefactos y las costumbres son igualmente indispensables
y mutuamente se producen y se determinan.
E l lenguaje suele ser considerado como algo disti nto tanto de l e.
posesiones materiales del hombre como de sus costumbres. Esta
c o n c e p c i ó n suele emparejarse con una t e o r í a en la que el significadose considera un contenido misterioso de la palabra, que puede t r a n
mitirse mediante a c t u a c i ó n l i n g ü í s t i c a de un entendimiento a otro.Pero el signifi cado de una palabra no e s t á misteriosamenie contenido
en ella, sino que m ás bien es el efecto activo del sonido pronuncia
do dentro del contexto de la s i t u a c i ó n . La p r o n u n c i a c i ó n de un so
nido es un acto significativo indispensable en todas las f o r m a s de
a c c i ó n humana concertada. Es un tipo de comportamiento estricta
mente comparable a manejar una herramien ta, esgrimi r un arma,
celebrar un r i t u a l o cerrar un trato. La u t i l i z a c i ó n de las palabras
8 6
m a n i p u l a c i ó n indirecta del medio ambiente a t r a v é s de la a c c i ó n di-
lec ta sobre otros organismos. La lengua, por tanto, es un h á b i t o
corporal y es comparable a cualquier otro tipo de costumbres. El
aprendizaje del lenguaje consiste en el desarrollo de un sistema de
i el le j o s condicionados que al mismo tiempo se convierten en c s t í
mulos condicionados. La lengua es la p r o d u c c i ó n de sonidos articu
lados, que se desarrolla en la infancia a partir de las e x p r e s i ó n »
infantiles inarticuladas que constituyen la principal d o t a c i ó n del
n i ñ o para relacionarse con el medio ambiente. Conforme el individuo
crece, su aumento en el conocimiento l i n g ü í s t i c o corre paralelo asu desarrollo general. Un creciente conocimiento de los procedi
mientos t é c n i c o s va ligado al aprendizaje de los t é r m i n o s t é c n i c o s ; el
desarrollo de la c i u d a d a n í a t r i b a l y de la responsabilidad social va
a c o m p a ñ a d o de la a d q u i s i c i ó n de un vocabulario s o c i o l ó g i c o y de un
habla educada, de ó r d e n e s y de f r a s e o l o g í a legal; la creciente expe
riencia de los valores religiosos y morales se asocia al desarrollo de
las f ó r m u l a s é t i c a s y rituales. El completo conocimiento del lenguaje
es el inevitable correlato del completo logro de un estatus t r i b a l y
cultural. El lenguaje, pues, forma parte integral de la cultura; no es,
s in embargo, un sistema de herramientas , sino má s bien un cuerpo de
costumbres orales.
L a o r g a n i z a c i ó n social suele ser considerada por los s o c i ó l o g o s
como exterior a la cultura, pero la o r g a n i z a c i ó n de los grupos sociales
es una c o m b i n a c i ó n compleja de equipamiento material y costumbres
corporales que no pueden divorciarse de su substrato ma teri al ni
d e l p s i c o l ó g i c o . La o r g a n i z a c i ó n social es la manera est andarizada de
comport arse los grupos. Pero un grupo social siempre consta de
personas. El n i ñ o , adherido a sus padres para la s a t i s f a c c i ó n de todas
sus necesidades, crece dentro del refugio de la casa, la choza o la
tienda paterna. El fuego d o m é s t i c o es el centro a cuyo alrededor se
satisfacen las distintas necesidades de calor, comodidad, alimento
y c o m p a ñ í a . Más adelante, en todas las sociedades humanas, se asocia
la vida comunal con el asentamiento local, ciudad, aldea, o conglome
rado; se localiza dentr o de l í m i t e s precisos y se asocia con las ac t i v i -
dades p ú b l i c a s y privadas de naturaleza e c o n ó m i c a , p o l í t i c a y r e l i -
giosa. Por tanto, en toda actividad organizada, los seres humanos
e s t á n ligados entre sí por su c o n e x i ó n con un determinado sector
d e l medio ambiente, por su a s o c i a c i ó n con un refugio c o m ú n y por
el hecho de que llevan a cabo ciertas tareas en c o m ú n . El c a r á c t e r
concertado de su comportami ento es el resultado de reglas sociales,
es decir, de costumbres, bien sancionadas por medidas e x p l í c i t a s o
que funcionan de forma en apariencia a u t o m á t i c a . Las reglas sancionadas —leyes, costumbres y maneras— pertenecen a la c a t e g o r í a
de los h á b i t o s corporales a dquiri dos. La esencia de los valores mora
les, por los que el hombre se ve conducido a un comportamiento
concreto mediante la c o m p u l s i ó n interior, ha sido adscrita en el
87
pensamiento religioso y metafísico a la conciencia, la voluntad de
Dios o un imperativo categórico innato; mientras quealgunos so< m
logos lian explicado que sedebe a unsupremo sermoral: la sociedad
l ' i i i i eso de < ondicionamiento y a través del medio de la ( ultuia mate
n a l mediante la c u a l se-produce el condicionamiento. Los pequeños
grupos ai l u á n como unidades porque, debido a su similitud m e n t a l ,
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o elalma colectiva. Lamotivación moral, cuando se considera empi
ricamente, consiste en una disposición del sistema nervioso y de
todo el organismo a seguir, dentro decircunstancias dadas, una línea
de comportamiento dictada por una restricción interior que no se
debe a impulsos innatos ni tampoco a losbeneficios o ventajas evJ
dentes. Larestricción interior es el resultado del gradual entrenamiento del organismo en unconjunto concreto de condiciones c u l t l l
rales. Los impulsos, deseos e ideas están, dentro de cada sociedad,
soldados a sistemas específicos, denominados en psicología sentímientos. Tales sentimientos determinan las actitudes de un hombrehacia los miembros de su grupo, sobre todo hacia unos parientes
más próximos; hacia losobjetos materiales que le rodean; hacia el
país en quehabita; hacia la comunidad en que trabaja; hacia las
realidades de suWeltanschauung mágica, religiosa o metafísica. Los
valores o sentimientos fijados suelen condicionar elcomportamiento
humano hasta el punto de que unhombre prefiera la muerte a la
renuncia o elcompromiso, eldolor alplacer, laabstención a la satis-
facción deldeseo. Laformación de lossentimientos y, portanto, dé-
los valores, sebasa siempre en elaparato cultural de lasociedad. Los
sentimientos se forman a lo largo de un gran espacio de tiempo y
mediante un entrenamiento o condicionamiento gradual del orga-
nismo. Sebasan enformas de organización, muchas veces de ampli-
tud mundial, tales como la iglesia cristiana, la comunidad del Islam,
el imperio, labandera, todos ellos símbolos o reclamos detrás de Los
cuales hay, noobstante, realidades culturales vivas y vastas.
E l entendimiento de lacultura hay que encontrarlo en su proceso
de producción por las sucesivas generaciones y en la forma en que,
en cada nueva generación, produce el organismo adecuadamenn
moldeado. Losconceptos metafísicos de un espíritu degrupo, una
conciencia o aparato sensorial colectivo, se deben a una aparenteantinomia de la realidad sociológica: lanaturaleza psicológica de la
cultura humana, por unaparte, y porotra el hecho de la cultura
transciende al individuo. Una solución falaz a esta antinomia es l.i
teoría de que lasmentes humanas se combinan o integran y formanun ser supraindividual y sinembargo, esencialmente espiritual. Iiteoría de Durkheim de la coacción moral mediante la influcni la di
recta del ser social, las teorías basadas en un inconsciente c o l ' » tivo
y elarquetipo de la cu ltu ra, conceptos tales como la conciem ia delgrupo o la inevitabilidad de la imitación colectiva, explican la natU
raleza psicológica y, sin embargo, supraindividual de larealidad social
introduciendo atajos teóricos metafísicos.
Sin embargo, la naturaleza psicológica de la rea lidad so< ial -
debe alhecho deque suúltimo medio es siempre elsistema nen
o la mente individual. Los elementos colectivos se deben a la i g u a l
dad de las reacciones que se producen dentro de los p e q u e ñ o s gi u
pos que actúan como unidades de organización social medianl< « l
88
se integran enesquemas má s amplios deorganización s o c i a l mediante
los principios de la distribución territorial, la cooperación y la d i v l
s i ó n en estratos decultura material. De este modo, la realidad de lo
supraindividual consiste en la masa de cultura material, queperma-
nece fuera decualquier individuo ysin embargo leinfluye de manera
fisiológica normal. Nada misterioso hay, pues, en el hecho de que la
cultura sea al mismo tiempo psicológica ycolectiva.
La cultura es unarealidad sui generis y debe ser estudiada como
tal. Lasdistintas sociologías que tratan el tema de la cultura me
diante símiles orgánicos o por la semejanza con unamente colectivano sonpertinentes. Lacultura es unaunidad bien organizada que se
divide en dosaspectos fundamentales: unamasa de artefactos y un
sistema de costumbres, pero obviamente también tiene otras subdi-
visiones o unidades. Elanálisis de la cultura en sus elementos com-
ponentes, la relación de estos elementos entre ellos y su relación
con las necesidades delorganismo humano, con el medio ambiente
y con los fines humanos unive rsalmente reconocidos que sirven cons-
tituyen importantes problemas de la antropología.
La antropología hatratado este material por dos métodos distintos,
determinados por dos concepciones incompatibles del crecimiento
y la historia de la cultura. Laescuela evolucionista ha concebido el
crecimiento de la cultura como unaserie de metamorfosis espontá-
neas producidas según determinadas leyes y que handado lugar a
una secuencia f i j a de etapas sucesivas. Esta escuela da por sentadola divisibilidad de lacultura enelementos simples y seocupa deestos
elementos como sifueran unidades del mismo orden; presenta teorías
de la evolución de la producción de fuego junto con descripciones
de cómo se desarrolló la religión, versiones delorigen y desarrollo
del matrimonio y doctrinas sobre el desarrollo de la alfarería. Se
han formulado lasetapas del desarrollo económico y los pasos de la
evolución de los animales domésticos, del labrado de losutensilios
y del dibujo ornamental. Sin embargo, nocabe duda de que aunque
determinadas herramientas hayan cambiado, pasado por una sucesión
de etapas y obedecido a leyes evolutivas má s o menos determinadas,
la familia, el matrimonio o las creencias religiosas no están some-
tidas a metamorfosis simples y dramáticas./Las instituciones funda-
mentales de la cultura humana no han cambiado mediante trans-
formaciones sensacionales, sino má s bien mediante la creciente dife-renciación de su forma según una función cada vezmá s concreta.
Hasta que se comprendan v describan con m ás exactitud lanaturale-
za de los distintos fenómenos culturales, su función y su forma,
parece prema turo especular sobre los posibles orígenes y etapas. Los
conceptos de orígenes, etapas, leyes de desarrollo y crecimiento de
la cultura han permanecido nebulosos y son esencialmente noemplricos. El método de la antropología evolucionista se basaba funda-
mentalmente en elconcepto de supervivencia, puesto que éste permi
89
tía al estudioso reconstruir las etapas pasadas a partir de las r o m h
ciones actuales. El concepto de supervivencia, no obstante, impl ¡< ,i
que una organización cultural puede sobrevivir a su función. Cuanto
i l . i d d. do elementos de la cultura, los difusionistas utilizan los ci ite
|Ue podrían llamarse de forma no pertinente y de concate-
na i a/arosa de los elementos, respectivamente. La no pertenencia
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mejor se conoce un determinado tipo de cultura, menos lUJX > 1
vencías parecen haber en ella. Por tanto, la investigación cvolin io
nista debe ir precedida por un análisis funcional de la cultura.
La misma crítica vale para la escuela difusionista o histórica, que
intenta reconstruir la historia de las culturas humanas, principal
mente siguiendo su difusión. Esta escuela niega la importaiu 1 .1 • ! «
la evolución espontánea y sostiene que la cultura se ha producido,
principalmente, mediante imitación o adquisición de los artefactos y
las costumbres. El método de esta escuela consiste en un cuidadoso
trazado de las similitudes culturales de grandes porciones del globoy en la reconstrucción especulativa de cómo se han trasladado las
unidades similares de cultura de un lugar a otro. Las discusiones de
los antropólogos históricos (pues existe poco consensus entre Elliot
Smith y F. Boas; W. J. Perry y Pater Schmidt; Clark Wissler y Graeb-
ner; o Frobenius y Rivers) se refieren sobre todo al problema de
dónde se originó un tipo de cultura, hacia dónde se trasladó y cómo
fue transportado. Las diferencias se deben, fundamentalmente, a la
forma en que cada escuela concibe, por un lado, la división de la
cultura en sus part es componentes y, por otro lado, el proceso de
difusión. Este proceso ha sido muy poco estudiado en sus manifes
taciones actuales y sólo a partir de un estudio empírico de la difusión
contemporánea se podrá encont rar respuesta a su historia pasada.
E l método de dividir la cultura en sus unidades componentes, que se
supone se difunden, es todavía menos satisf actorio. Los conceptos
de rasgos cult ura les, complejos de rasgos y Kulturkomplexe se apli
can indiscrimi nada mente a ut ensilios sencillos o herramienta s, t ales
como el boomerang , el arco o los palos para hacer fuego, o a carac
terísticas vagas de la cultura material, como la meg alicida d, la suges-
tividad sexual de la concha de cauri o ciertos detalles de forma
objetiva. La agricultura, el culto de la fertilidad y los grandes p r i l l
cipios, aunque vagos, del agrupamiento social, tales como la orga
nización dual, el sistema de clanes o el tipo de culto religioso, se
consideran rasgos únicos, es decir, unida des de difusión. Pero la
cultura no puede considerarse como un conglomerado fortuito de
tales rasgos. Sólo los elementos del mismo orden pueden tra ta rse
como unidades idénticas en la discusión; sólo los elementos compa
tibies se mezclan para componer un todo homogéneo. Los detallesinsignificantes de la cultura material, por una parte, las institucionessociales y los valores cultur ales , por otra , deben tra ta rse de forma
distinta. No han sido inventados de la misma manera, no pueden
transportarse, difundirse ni implant arse por los mismos sistemas.
E l punto má s débil del método de la escuela histórica es la forma
en que sus miembros establecen la identidad de los elementos cul
turales. Pues todo el problema de la difusión histórica se plantea a
partir del hecho de que se presenten rasgos rea l o aparentemente
idénticos en dos áreas dist int as. Con objet o de establecer l a identi-
90
d< I . . 1 1 1 1 . 1 forma,
d i. i . i d . t por la necesidad interior, puede haberse desarrollado de
manera independiente. Los complejos, concatenados de manera natu
. il t a m b i é n pueden ser el resultado de una evolución indepen
dí , - n i . . de a hí que no haya necesidad de considera r únicamente los
laspos fort uita mente conectados. No obstante la concatenación accidental y los detalles no pertinentes de la forma sólo pueden ser,
s e g ú n (íracbner y sus seguidores, el result ado de una difusión direc-
i .i I V r o lauto la no pertinencia de la forma como lo fortuito de la
concatenación son asertos negativos, lo que en última instancia sigu í! ica que la forma de un artefacto o de una institución no puede ser
l cplicada, ni puede encontrarse la concatenación entre varios ele
mentos de la cultura. El método histórico utiliza la ausencia de cono-
. 1 mientos como base de su argumento. Para que sus resultados sean
olidos deben i r precedidos de un estudio funcional de la cultura
dada, que debe agot ar toda s las posibil idades de explicar la forma
p o r la función y de establecer relaciones entre los dist int os elemen
tos de la cultura.
Si la cultura en su aspecto mat eria l es fundamentalmente una
masa de artefa ctos instrument ales, a primer a vista parece improba
ble que ninguna cultura deba albergar demasiados rasgos no perti
nentes, supervivencias o complejos fortuitos, ya provengan de una
cultura itinerante extraña o sean traspasados como supervivencias,
fragmentos inútiles de una etapa desaparecida. Todavía es menosprobable que las costumbres, las instituciones o los valores morales
deban presentar este carácter necrótico o no pertinente por el que
se interesan fundamentalmente las escuelas evolucionistas o d i f u
sionistas.
La cultura consta de la masa de bienes e instrumentos, así como
de las costumbres y de los hábitos corporales o mentales que fun
cionan directa o indi rect ament e para sat isfacer las necesidades huma
nas. Todos los elementos de la cultura, si esta concepción es cierta,
deben estar funcionando, ser activos, eficaces. El carácter esencial
mente dinámico de los elementos cul turales y de sus relaciones
sugiere que la tarea m á s import ant e de la antropología consiste en
el estudio de la función de la cultura. La antropología funcional se
interesa fundamentalmente por la función de las i nstituciones, las
costumbres, las herramientas y las ideas. Sostiene que el proceso
cid tu ral est á sometido a leyes y que las leyes se encuentran en la
•••••ion de los verdaderos elementos de la cultura. El tratamiento de
los rasgos culturales por atomización o aislamiento se considera es
t é r i l , porque la significación de la cultura consiste en la relación entre
sus elementos, y no se admite la existencia de complejos cultúrale
fortuitos o accidentales.
Para formular cierto número de principios fundamentales puede
lomarse- un ejemplo de la cultura material. El artefacto más simple,
amplia mente ut ili zado en las cultur as mas simples, un palo l i so, huí
damente c ortado , de unos seis o siete pies de l o n g i t u d , de tal forma
que puede utilizarse para excavar r a í c e s en el c u l t i v o del s u d o , p a n
d in . i i < n.in y con sum en los frutos. Igualmente, el grupo de personas
que O S propietario del t e r r i t o r i o , la siembra y el producto, y que tra-
baja en c o m ú n , goza del resultado de sus trabajos y lo consume,
s innpi c e s t á bien definido.
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empujar una e m b a r c a c i ó n o para caminar , constitu ye un ele mento
o rasgo de cultura ideal, pues tienen una forma f i j a y sencilla, ap a
rente mente es una unid ad autosufic iente y tiene gran impo rtan cia
en todas las culturas. D e f i n i r la identidad cultural del palo por su
forma, por la d e s c r i p c i ó n de su material, su l o n g i t u d , su peso, su c o l o i
o cualquier otra de sus c a r a c t e r í s t i c a s f í s i c a s —desc ribir lo de hec ho
s e g ú n el criterio ú l t i m o de la forma que u t i l i z a n los difusionistas
s e r í a una forma de proceder m e t ó d i c a m e n t e equivocada. El palo de
cavar se maneja de una manera determinada; se u t i l i z a en el huerto
o en la selva para p r o p ó s i t o s especiales; se obti ene y se abandonade forma algo descuidada —pues un ejemplar suele tener muy poco
valor e c o n ó m i c o . Pero el palo de cavar reluce ampliamente en al
esquema e c o n ó m i c o de cualquier comunidad en que se u t i l i z a , a i
como en el f o l k l o r e , la m i t o l o g í a y las costumbres. Un palo de i d é n -
tica forma puede utili zarse en la mism a cultur a como palo para en
pujar una e m b a r c a c i ó n , b a s t ó n para andar o arma rudimentaria.
Pero en cada uno de estos usos e s p e c í f i c o s , el palo se incrustra en
u n contexto cultural distinto; es decir, se somete a distintos uso.,
se envuelve en distintas ideas, recibe un valor cultural distinto y
p o r regla general se designa con nombres dis tint os. En cada caso
forma parte integrante de un sistema distinto de actividades humanas
estandarizadas. En resumen, cumple distintas funciones. Lo p c i t i
nente pa ra el estudioso de la cul tur a es la diver sidad de funciones
y no la identidad de forma. El palo s ó l o existe como parte de la
cultura en la medida en que se u t i l i z a en las activ idades humanas, en
la medida en que sirve a necesidades humanas; y por tant o el palode cavar, el b a s t ó n de andar, el palo para empujar una e m b a r c a c i ó n ,
aunque puedan ser i d é n t i c o s en su naturaleza f í s i c a , constituyen cada
uno de ellos un elemento distinto de cultura. Pues tanto el más
simple como el má s comple jo de los artefactos se define por su
f u n c i ó n , por el papel que juega dentro de un sistema de actividades
humanas; se define por las ideas conectadas con él y por los valoies
que lo envuelven.
Esta c o n c l u s i ó n tiene importancia por el hecho de que el sistema
de actividades a que se refieren los objetos materiales no son foftul
tos sino organizados, bien determinados, e n c o n t r á n d o s e sistemas COR]
parables a todo lo largo del mundo de la diversidad c u l t u r a l . I I < m i
texto cultural del palo de cavar, el sistema de actividades a g r í c o l a s ,siempre presenta las siguientes partes componentes: una p o r c i ó n del
t e r r i t o r i o se deja a un lado para el uso del grupo humano s e g ú n la s
reglas de tenencia de la tie rra . Existe un cuerpo de usos tradii i<>
nales que regula la forma en que se c u l t i v a este t e r r i t o r i o . Las reglan
t é c n i c a s , los usos ceremoniales y rituales determinan en cada cultuia
q u é plantas se c u l t i v a n ; c ó m o se despeja la tie rra, se prepar a v leí ti
l iza el suelo; c ó m o , c u á n d o y q u i é n celebra los actos m á g i c o s y la s
ceremonias religiosas; c ó m o , por ú l t i m o , se recolectan, di s t r i buy f f l t i
92
I . la s son la s c a r a c t e r í s t i c a s de la i n s t i t u c i ó n de la agriculturata l i o n i o umversalmente se encuentra dondequiera que el medio am-
biente es favorable al c u l t i v o del suelo y el n i v e l de la cultura lo
suli i i. ntcmentc alto como para p e r m i t i r l o . La identidad fundamental
de este sistema organizado de actividades se debe fundamentalmente
a l he c ho de que surge para la s a t i s f a c c i ó n de una profunda necesidad
humana: la p r o v i s i ó n regular de alimento b á s i c o de naturaleza vege-
ta l l a s a t i s f a c c i ó n de esta necesidad mediante la agri cul tura , que
asegura la posibilidad de control, regularidad de p r o d u c c i ó n y abun-
dancia relati va, es tan superior a cualquier otra acti vidad suministra-
dora de comi da que se vio obligada a difundir se o desarroll arse don-
dequiera que las circunstancias eran favorables y el n i v e l de la
cultura lo suficiente alto.
L a uniformidad fundamental de la agricul tura institucionaliza da
se debe sin embargo a otro m o t i v o : al p r i n c i p i o de las posibilidades
limitadas, expuesto por primera vez por Goldenweiser. Dada una
necesidad cultural concreta, los medios para su s a t i s f a c c i ó n son pe-
q u e ñ o s en n ú m e r o y, por tanto, el dispositivo cultural que nace en
respuesta a la necesidad e s t á comprendido dentro de estrechos l í m i -
tes. Dada la necesidad humana de p r o t e c c i ó n , armas rudimentarias
y herramientas para explo rar en la oscuridad, el mater ial más ade-
cuado es la madera; la ú n i c a forma adecuada es la larga y f i na , y que
a d e m á s resulta f á c i l m e n t e accesible. Sin embargo es posible unas o c i o l o g í a o t e o r í a cultural sobre el b a s t ó n de caminar, pues el b a s t ó n
exhibe una diversidad de usos, ideas y misteriosas asociaciones, y en
sus desarrollos ornamentales, rituales y s i m b ó l i c o s se convierte en
parte importante de una i n s t i t u c i ó n tal como la magia, la jefatura y
la realeza.
Las verdaderas unidades componentes de las culturas que tienen
u n consider able grado de permanenci a, unive rsali dad e independencia
son los sistemas organizados de actividades humanas llamados ins-
tituciones. Cada i n s t i t u c i ó n se centra alrededor de una necesidad fun-
damen tal, une permanent emente a un grupo de personas en una
tarea coopera tiva y tiene su cuerpo especial de doct rin a y su t é c n i c a
artesanal. Las instituciones no e s t á n correlacionadas de forma simple
y directa con sus funciones: una necesidad no recibe s a t i s f a c c i ó n en
una i n s t i t u c i ó n , sino que las insti tucio nes presentan una pro nunci adaamalgama de funciones y tienen c a r á c t e r s i n t é t i c o . El p r i n c i p i o l o c a l
o t e r r i t o r i a l y la r e l a c i ó n mediante la p r o c r e a c i ó n a c t ú a n como los
factores integradores m ás importantes. Cada i n s t i t u c i ó n se basa en
u n substrato de material de medio ambiente compartid o y de apa-rato c u l t u r a l .
S ó l o es posible d e f i n i r la identidad cultural por cualquiera de los
artefactos s i t u á n d o l a dentro del contexto cultural de una i n s t i t u c i ó n ,
mostrando c ó m o funciona culturalmente. Un palo puntiagudo, es
decir, una lanza, que seutiliza como arma decaza conduce al< ludio
del tipo decaza que se practica en unacomunidad dada, < n la ipi<
funcionan los derechos legales de lacaza, laorganización del < quipo
cazador, la técnica, el ritual mágico, la distribución de la ia /a , a i
para la que laembarcación es un instrumento. Hay ciertos elementos
\. . d. Indos b i e n a las posibilidades alternativas de s o l í a io n o
bu n a detalles menos importantes asociados con una posible s o l u
• ion I s t e es un principio universal que se aplica a todos losai le
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como larelación del concreto tipo decaza con otros tipos y la ImpOI
tancia general de la caza dentro de la economía de la tribu. La» cu-
noas han solido uti lizars e como rasgos característicos para elcstabl.
cimiento de afinidades culturales y, de ahí, como pruebas de la di
fusión, porque la forma varía dentro de amplio abanico y presenta
tipos de carácter sobresaliente, tales como la canoa con uno o dos
flotadores, la balsa, el kayak, el catamarán o lacanoa doble. Y sin
embargo, estos complejos artefactos nopueden definirse sólo por la
forma. La canoa, para lagente que lafabrica, posee, utiliza y valora,
es fundamentalmente un medio para un fin. Tienen que etravesai
una extensión de agua, bien porque viven en pequeñas islas o efl
viviendas sobre estacadas; o porque quieren comerciar o tener p
cado o hacer laguerra; o por eldeseo deexplorar y deaventuras. El
objeto material, la embarcación, su forma, sus peculiaridades, estándeterminados por el usoespecial a que se destina. Cada usodicta un
sistema determinado denavegar, es decir, enprimer lugar, la téc&l
ca de utilizar remos, remo timón, el mástil, el aparejo o las velas.
Tales técnicas, sinembargo, se basan invariablemente en los conocí-
mientos: principios de estabilidad, flotación, condiciones de velo
cidad y respuesta al timón. La forma y laestructura de lacanoa están
estrechamente relacionadas con la técnica y la forma de su Utiliza
ción. Sinembargo, se dispone de innumerables descripciones de la
simple forma y estructura de la canoa, mientras que se sabe poco
sobre la técnica de navegación y la relación de ésta con el usocon
creto a que se destina la canoa.
La canoa también tiene su sociología. Incluso cuando la tripula
una sola persona, es una propiedad que se fabrica, se presta o se
alquila, y en esto está invariablemente involucrado tanto elgrupocomo el individuo. Pero generalmente lacanoa tiene que ser manejada
por una tripulación y esto entraña la compleja sociología de la pro
piedad, de la división de funciones, de los derechos y de las obll
gaciones. Todo esto se vuelve más complicado por el hecho de que
una gran embarcación tiene que fabricarse comunitariamente, y la
pioducción y la propiedad suelen estar relacionadas. Todos es ios
hechos, que soncomplejos pero regulados, quepresentan distintos
aspectos, todos loscuales están relacionados según reglas concreta .
determinan la forma de la canoa. Laforma nopuede tratarse como
un rasgo independiente y autosuficiente, accidental y nopertinente,
que se difunde solo sin sucontex to. Todos los supuestos, argumentos
y conclusiones relativos a la difusión de unelemento y a laexponsión deuna cultura engeneral, tendrán quemodificarse unavez que
se reconozca que lo que se difunden son las instituciones y no lee
rasgos, ni las formas ni los complejos fortuitos.
En laconstrucción de unacanoa de altura hay determinados ele
mentos estables de forma determinados por la naturaleza de la acción
94
Lutos Lospioductos cpie se utilizan para la satisfacción directa di
las necesidades corporales o se consumen en el uso deben cuinplu
i n i i . i n iones directamente planteadas por las necesidades corporal,
i os comestibles, porejemplo, están determinados dentro de cierto,
límites por la fisiología; deben ser alimenticios, digeribles, novenenosos. Porsupuesto, también están determinados por el medio ain
biente y por el nivel de la cultura. Las viviendas, las ropas, los refu
gios, el fuego como fuente de calor, luz y sequedad, las armas, la|
embarcaciones y los caminos están determinados dentro de ciertos
limites por las necesidades corporales a que están correlacionados.Los instrumentos, las herramientas o las máquinas que se utilizan
para la producción de bienes tienen definida su naturaleza y su
forma por el propósito para el que van a ser utilizados. Cortar o
raspar, juntar o machacar, golpear o impeler, horadar o taladrar,
definen la forma del objeto dentro deestrechos límites.
Pero se presentan variaciones dentro de los límites que impone
la función principal, quehace que el carácter principal del artefacto
se mantenga estable. No hayinfinitas variaciones, sino que se pre
senta un tipo f i j o , como si hubiera habido una elección y luego se
adhiriera a ella. Encualquier comunidad marinera, porejemplo, no
se encuentra una infinita variedad de embarcaciones que vayan
desde el simple tronco vaciado hasta la complicada canoa; la mayor
parte de las veces se presentan unas pocas formas, distintas en ta-
maño y construcción y también en el marco y el propósito sociales,y cada forma tradicional se reproduce constantemente hasta en el
menor detalle de la decoración y del proceso de construcción.
Hasta el momento la antropología haconcentrado suatención en
estas regularidades secundarias de forma que no pueden ser expli
cadas por lafunción fundamental del objet o. La presencia regular de
tales detalles de forma aparentemente accidentales ha planteado el
problema de si se deben a invenciones independientes o a difusión.
Pero muchos deestos detalles deben explicarse por el contexto cul
tural; es decir, la forma concreta en que unobjeto es utilizado por
un hombre o un grupo depersonas, po r las ideas, ri t os y asociaciones
ceremoniales que rodean su usoprincipal. Laornamentación de un
bastón decaminar generalmente significa que ha recibido dentro de
la cultura una asociación ceremonial o religiosa. Unpalo de cavar
puede ser pesado, puntiagudo o romo, según el /tipo de suelo, las
plantas quecrezcan y el tipo de cultivo. Laexplicación *de la canoa
de los mares del Sur puede encontrarse en el hecho de que su
disposición damayor estabilidad, seguridad y manejabilidad, tenien
do encuenta las limitaciones enmateriales y en técnica artesana de
las culturas oceánicas.
La forma de los objetos culturales está determinada, por una pa r
te, por las necesidades corporales directas y, porotra, por los usos
95
instrumentales, pero esta división en necesidades y usos un < •
plcta ni satisfactoria. El bastón ceremonial que se utiliza ( «mu» ••< nal
de rango o de cargo no es una herramienta ni una mercancía, I 1
costumbres, palabras y creencias no pueden remitirse a la l i s i o l o g i .
piodu jera d oi o en ocasiones má s hijos por pareja, para asegurar
que \olu e v i v i i ían dos individuos por cada dos que murieran. Si solo
la biología controlara la procreación humana, la gente se empale ja i 11
s e g ú n leyes I isiológicas, que son las mismas para todas las especies,
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n i al taller.
E l hombre, como cualquier otro animal, debe alimentáis, y reproducirse para continuar existiendo individual y racialmente Tamba n
debe tener refugios permanentes contra los peligros procedentes del
medio ambiente físico, de los animales y de los otros seres humanos.
Debe conseguirse todo un abanico de necesarias comodidades cor
porales: refugio , calor, lecho seco y medios de limpie za. La satislai
ción eficaz de estas necesidades corporales prima rias impone o di< ta
a cada cultura cierto número de aspectos fundamentales; institucio
nes para la nutrición, o la intendencia; instituciones para el empare-
jamiento y la reproducción; y organizaciones para la defensa y la
comodidad. Las necesidades orgánicas del hombre constituyen los
imperativos básicos que conducen al desarro llo de la cultura , en la
medida en que obligan a toda comunidad a llevar a cabo cierto núme-
ro de actividades organizadas. La religión o la magia, el mantenimicm
to de la ley o los sistemas de conocimiento y la mitología se presen-
tan con tan constante regula ridad en todas las culturas que puedeconcluirse que también son el resultado de profundas necesidades
o imperativos.
E l modo cultural de satisfacer estas necesidades biológicas del
organismo humano creó nuevas condiciones y, de este modo, impuse
nuevos imperativos culturales. Con insignificantes excepciones, el de-
seo de comida no lleva al hombre a un contacto directo con la natu-
raleza ni le fuerza a consumir los frutos tal como crecen en la aelvaEn todas las culturas, por simples que sean, el alimento básico se
prepara y guisa y come según reglas estrictas dentro de un grupo
determinado, y observando maneras, derechos y tabúes. General
mente se obtiene por procedimientos más o menos complicados, que
se llevan a cabo colectivamente, como en el caso de la agricultura,
el intercambio, o algún otro sistema de cooperación social y distrl
bución comunitaria. En todos los casos el hombre depende de aparatos o armas artificialment e producidos: los instrumentos agrícolas, las
embarcaciones y los aparejos de pesca. Igualmente depende de la
cooperación organizada y de los valores económicos y morales.
De este modo, a partir de la satisfacción de las necesidades Ralológicas nacen imperativos derivados. Puesto que esencialmente son
medios para un fi n, pueden ser denominados imperati vos instruinentales de la cult ura . Son tan indispensables par a la intend encia huma
na, para la satisfacción de sus necesidades nutritivas, como la materia prima del alimento y los procedimientos de su ingestión. Pues el
hombre está moldead o de ta l forma que si se viera privado de IU
organización económica y de sus instrumentos perecería con la misma
segurid ad que si se le retira ra la sustancia de sus alimen tos.
Desde el punto de vista biológico, la continuidad de la raza puede
lograrse de forma muy simple; bastaría con que la gente copuhua.
96
pmduciiia descendencia según el curso nat ural d el embarazo y el
aluinbiainiento; y la especie animal hombre tendría una típica vida
l a i i u l i . i l , lisiológicamente determinada. La familia humana, la unidad
biológica, presentaría entonces la misma constitución a todo lo ancho
de la humanidad. También quedaría fuera del campo de la cienciade la cultura, como han postulado muchos sociólogos, singularmc nt.
Durkheim. Pero en lugar de esto, el emparej amiento, es decir, el
sistema de hacer la corte, el amor y la selección de consortes esta
tiadicionalmente determinado en todas las sociedades humanas por
un cuerpo de costumbres culturales que prevalecen en cada comu-nidad. Existen reglas que prohi ben el matri monio de determinadas
personas y que hacen deseable, si no obl igat orio , que otras se casen;
existen reglas de castidad y reglas de libert inaj e; hay elementos es-
trictamente culturales que se mezclan con el impulso natural y pro-
ducen un atractivo ideal que oscila de una sociedad y una cultura a
otra. En lugar de la uniformidad biológicamente determinada, existen
una enorme variedad de costumbres sexuales y dispositivos para
hacer la corte que regulan el emparejamiento. Dentro de cualquier
cultura humana, el matr imo nio no es de ninguna forma una simple
unión sexual o cohabitación de dos personas. Invariablemente es un
cont rat o legal que det ermina el modo en que el mari do y la esposa
deben v i v i r juntos y las condiciones económicas de su unión, as í
como la cooperación en la propiedad, las mutuas contribuciones y
las contribuciones de los respectivos parientes de cada consorte.Invariablemente es una ceremonia pública, un asunto de interés so-
cial, que implica a grandes grupos de personas así como a los acto-
res principales. Su disolución también está sometida a reglas tradicio-
nales fijas.
Tampoco la paternidad es una simple relación biológica. La con-
cepción es objeto de un rico folklore tradicional en todas las comu-
nidades humanas y tiene su aspecto legal en las reglas que discrimi-
nan los hijos concebidos en el matr imonio y de los que nacen fuera
de él. El embarazo está envuelto en una atmósfera de reglas y valo-
res morales. Por regla general, la madre que espera se ve obligada
a llev ar un modo de vid a especial, rodeada d e tabúes, todos los cuales
tiene que observar a cuenta del bienestar del niño. Existe, pues, una
maternid ad anticipada, cultu ralmcnte establecida, que precede al lu-cho biológico. El alumbramiento es también un acontecimiento pro-
fund amente modi ficad o por los concomitantes rituales, legales, má-
gicos y relig iosos , en los que se moldean las emociones de la mad re,
sus relaciones con el hijo y las relaciones de ambos con el grupo
social de acuerdo con una pauta t rad icional concreta. Tampoco el pa-
dre es pasivo o indiferente al alumbramiento. La tradición define den
tro de límites estrechos las obligaciones de los padres durante la pi 1mera parte del embarazo y la forma en que se dividen entre al
97
7 — L L C O N C E P T O D E C L L T I . R V
marido y la esposa, y en parte se trasladan incluso a algunos parlantes más lejanos.
E l parentesco, el lazo entre el niño y sus padres y pariente. , num a
es un asunto dejado al azar. Su desarrollo está determinado por el sis
i i . i . I I I I K I I ! M vaya seguido de la lactancia, y esta va inevitablemente
asociada .1 los tiernos cuidados de la madre al n i ñ o , que gradual
mente se tianslorman en los primeros servicios educativos. La madre
necesita un compañero varón y el grupo de parentesco debe con-
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tema legal de la comunidad , que organiza sobre una pauta concreta
todas las respuestas emocionales así como todas las obligaciones, a< ii
tudes morales y obligaciones consuetudinarias. La importante d i s t i u
ción entre parientes matr ilineales y patril ineales, el desarr oll o de
relaciones de parentesco más amplias o clasificatorias, así como la
formación de clanes o sibs, en los que grandes grupos de parientes
son tratados hasta cier to punto como verdaderos parientes, con.ii
tuyen modificaciones culturales del parentesco natural. De este modo,
en las sociedades humanas, la procreación se convierte en un VMtO
esquema cultural. La necesidad racial de continuidad no se satisface
por la mera acción de los impulsos fisiológicos y los procesos fisioló
gicos, sino mediante el funcionamiento de reglas tradicionales aso
ciadas a un aparato de cultura material. El esquema procreador, ade
m á s , se considera compuesto de varias insti tuciones componente .
la corte normat ivizada, el matr imon io, la paternidad, el parentesco
y la pertenencia al clan. De la misma manera, el esquema nutritivo
puede divi dirse en insti tuciones consumidoras, es decir, la familia y
el club con su refectorio de hombres; las instituciones product ivas de
la agricultura, la pesca y la caza tribal; y las instituciones distribu
tivas, como los mercados y dispositivos comerciales. Los impulso,
actúan en forma de órdenes sociales o culturales, que son las rein
terpretaci ones de los impulsos fisiológicos en términos de regle
sociales tradicionalmente sancionadas. El ser humano empieza a
hacer la corte o a cavar el suelo, a hacer el amor o a i r de pesca ode caza, no porque lo mueva directamente el inst int o, sino porque
la rutina de su tribu le hace hacer estas cosas. Al mismo tiempo, la
rutina tribal le asegura que sus necesidades fisiológicas serán sanI
fechas y que los medios culturales de satisfacción se conformarán a
la misma pauta, con sólo pequeñas variaciones de detalle. El motivo
directo de las acciones humanas se expresa en términos culturales
y se atiene a una pauta cultural. Pero las exigencias culturales sieffl
pre ofrecen al hombre satisfacer sus necesidades de manera más o
menos direct a, y en conjunto el sistema de exigencias culturales de
una sociedad dada deja muy pocas necesidades fisiológicas sin satis
facer.
En muchas instituciones humanas se produce una amalgama de
funciones. La familia no es sólo una institución simplemente reproductor a: es una de las princi pales insti tuciones nutr ici as y una uní
dad legal y económica, y muchas veces religiosa. La familia es el lugai
donde se sirve a la conti nuidad cul tur al mediante la educación
Esta amalgama de funciones dentro de la misma institución no es
fortuita. La mayor parte de las necesidades fundamentales del nORlbre están tan concatenadas que su satisfacción puede conseguirse
mejor dentro del mismo grupo humano y mediante un aparato com
binado de cultura material. Incluso la fisiología humana hace que el
98
e l m a t i i n i o n i o sea una relación económica educativa y procreadora
i n i luye profundamente en el noviazgo, y éste se convierte en Una
selección de compañerismo, trabajo común y responsabilidades CO
muñes para toda la vida, de tal for ma que el sexo debe combinarse
con otras exigencias personales y culturales.
Educación significa entrenamiento en la utilización de instrumen
tos y bienes, en el conoci miento de la tradición, en el manejo del
poder y la responsabilidad sociales. Los padres que desarrollan en su
prole actitudes económicas, destrezas técnicas, obligaciones moralesy sociales, también tienen que traspasarle sus posesiones, su status
o su cargo. Por tanto, la relación doméstica implica un sistema de
leyes de herencia, de filiación y de sucesión.
De este modo queda clarificada la relación entre la necesidad cul
tural, un hecho social total, por una parte, y los motivos individuales
en que se transf orma por ot ra. La necesidad c ul tur al es la masa de
condiciones que deben cumpli rse si la comuni dad ha de sobrevi vir y
cont inuar su cultur a. Los motivos individuales, por otr a parte, no
tienen nada que ver con postulados tales como la continuidad de la
raza o la conti nuida d de la cultur a, ni siquiera con la necesidad de
nutrición. Pocas personas, salvajes o civilizadas, se dan cuenta de
que tales necesidades generales existen. El salvaje ignora o sólo
es vagamente consciente de que el hecho del emparejamiento produ
ce niños y que la comida sostiene al cuerpo. Lo que está presente
para la conciencia individual es un apetito culturalmente conforma
do que impulsa a la gente, en ciertas estaciones, a buscar un com
pañero o bien, en determinadas circunstancias, a buscar frutos s i l -
vestres, cavar la tierra o ir de pesca. Los fines sociológicos nunca
están presentes en los indígenas, y nunca se ha encontrado una legis
lación tribal en gran escala. Por ejemplo una teoría como la de Frazer
relativa a los orígenes de la exogamia como un acto deliberado de la
ley ori gina ria resulta insostenible. A todo lo largo de la litera tur a
antropológica existe una confusión entre necesidades culturales, que
se manifiestan en vastos proyectos, esquemas o aspectos de la cons
titución social, y motivación consciente, que existe como un hecho
psicológico en el entendimiento del miembro individual de la so
ciedad.
La costumbre, el modo normal de comportamiento que tradicional
mente se impone a los miembros de una comunidad , puede actuar o
funcionar. El noviazgo, por ejemplo, no es más que una etapa dei
proceso culturalmente determinado de la procreación. Consiste en
la masa de dispositivos que permiten una adecuada selección ma
trimonial. Dado que el contrato matrimonial varía considerablemente
de una cul tur a a otra, las consideraciones de adecuación sexual, legal
y económica también varían, y los mecanismos mediante los cuales
<>•>
se combinan estos distintos elementos no pueden ser los mismo*.
Cualquie ra que pueda ser la lib erta d sexual perm itid a, en ninguna
sociedad humana se consiente que los j ó v e n e s sean completamente in
discriminados o promiscuos en las experiencias amorosas sexuales.
»•'•' "» v á l v u l a s v reacciones de seguridad contra su severidad
muchas veces fastidiosa.
Las reglas tradicionales determinan las ocasiones de hacer el
amor, los m é t o d o s de a p r o x i m a c i ó n y de galanteo, incluso los medios
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Se conocen tres grandes tipos de limitaciones: la p r o h i b i c i ó n del
incesto, el respeto a las obligaciones matrimonial es anteriore s y las
reglas combinadas de exogamia-y endogamia. La p r o h i b i c i ó n del in
cesto, con unas pocas excepciones i nsignifica ntes, es univer sal. Si
pudi era demostrars e que el incesto es b i o l ó g i c a m e n t e pernicioso, la
f u n c i ó n de este t a b ú universal r e s u l t a r í a evidente. Pero los especialistas en la herencia no e s t á n de acuerdo sobre el asunto. No obstante,
es posible demostrar que desde un punto de vista s o c i o l ó g i c o la fun
c i ó n de los t a b ú e s del incesto tiene gran importancia. El impulso
sexual, que en general es una fuerza muy desordenada y socialmentedestructiva, no puede penetrar en un sentimiento previamente exis
tente sin dar luga r a un cambio revol ucion ario. El i n t e r é s sexual, por
tanto, es incompatible con cualquier forma de r e l a c i ó n familiar, sea
entre padres e hijos o entre hermanos y hermanas, pues estas rela
ciones se constituyen en el p e r í o d o presexual de la vida humana
y se fundan en profundas necesidades f i s i o lóg i ca s de c a r á c t e r no se
xual. Si se permitiera que la p a s i ó n e r ó t i c a invadiera los recintos
d el hogar no solamente c r e a r í a celos y elementos de competenc ia y
d e s o r g a n i z a r í a la f a m i l i a , sino que t a m b i é n s u b v e r t i r í a los lazos de
parentesco má s fundamentales sobre los que se basa el futuro desa
r r o l l o de todas las relaciones sociales. Dentro de cada f a m i l i a s ó l o
puede permitirse una r e l a c i ó n e r ó t i c a y é s t a es la r e l a c i ó n del ma
rido y la esposa, que aunque desde un principio e s t á construida a
partir de elementos e r ó t i c o s debe ajustarse muy sutilmente a lasotras partes componentes de la c o o p e r a c i ó n d o m é s t i c a . Una sociedad
que permitiera el incesto no p o d r í a desarrollar familias estables; por
tanto, q u e d a r í a priv ada de los má s fuertes cimie ntos del parentesco
y esto, en una sociedad p r i m i t i v a , s i g n i f i c a r í a la ausencia de l orden
social.
L a exogamia elimina el sexo de todo un conjunto de relacionessociales, aquellas que se producen entre los miembros masculinos v
femeninos del mismo clan. Puesto que el clan constituye el g r u p o
cooperativo t í p i c o , cuyos miembros e s t á n unidos por cierto númerode intereses y actividades legales, ceremoniales y e c o n ó m i c o s , al
quitar de la c o o p e r a c i ó n del trabajo d iari o un elemento destructivoy de competencia, la exogamia cumple una vez más una importante
f u n c i ó n cultural. La salvaguardia general de la exclusividad sexualdel matrimonio establece esa relati va estabil idad del matr imo nio que
• a m b í é n es inevitable si la i n s t i t u c i ó n no ha de ser minada poi !<>••
celos y desconfianzas del galanteo comp eti tiv o. El hecho de (pie nin
guna de las reglas del incesto, la exogamia y el adulterio mima
funcionen con absoluta p r e c i s i ó n y fuerza a u t o m á t i c a s ó l o r e l u c í / a la
l ó g i c a de este argumento, pues lo más importante es la eliinina< ion
d el funcionamiento abierto del sexo. La e v a s i ó n subrepticia de las
reglas y las ocasionales anulaciones en momentos ceremoniales op<
100
p a i a atraer y gustar. La t r a d i c i ó n t a m b i é n permite determinadas h
b c i tades c incluso excesos, aunque t a m b i é n les e s t a b l e c í - limites r i gu
roaos. Estos l í m i t e s determina n el grado de publicid ad, de promist uld a d , de indecencias verbales y activas; dete rmi nan lo que se cl< b.
considerar normal y lo que se debe considerar p e r v e r s i ó n . En todoesto, los a u t é n t i c o s impulsos del comportamiento humano sexual no
consisten en impulsos f i s i o l ó g i c o s naturales, sino que se presentan
a la concienci a human a en forma de mandamie ntos dictados poi la
t r a d i c i ó n . La poderosa in flue ncia destru ctiva del sexo tiene que con
tar con un juego libre dentro de unos l í m i t e s . El principal tipo de
libertad regulada es la lib ert ad de copul ar que se deja a las persona ,
solteras, que muchas veces es considerado equivocada mente co mo
una supervivencia de la promiscuidad p r i m i t i v a . Para apreciar la
f u n c i ó n de la r e l a j a c i ó n prenupcial, é s t a debe ponerse en concia
c i ó n con los hechos b i o l ó g i c o s , con la i n s t i t u c i ó n del matrimonio y
c o n la r e l a c i ó n entre padres e hijos dentro de la f a m i l i a . El impulso
sexual que lleva a las personas a copular es extraordinariamente más
poderoso que cualquier otro motivo. All í donde el matrim oni o es la
c o n d i c i ó n indispensable para la c o p u l a c i ó n , el impulso que supera
todas las d e m á s consideraciones debe conducir a uniones que no
son adecuadas ni estables, espiritual ni f i s i o l ó g i c a m e n t e . En las cu l
turas m ás elevadas, el entren amiento mor al y la s u b o r d i n a c i ó n del
sexo a intereses culturales má s amplios funcionan como salvaguardias
generales contra el dominio exclusivo del elemento e r ó t i c o en el
matrimonio, o bien los matrimonio s culturalme nte determinados,
concertados por los padres o por las familias, aseguran la influencia
de factores e c o n ó m i c o s y culturales sobre el simple erotismo. En
ciertas comunidades primitivas así como en grandes sectores del cam
pesinado europeo, el emparejamiento de prueba, como forma de ase
gurar la com patibi lidad personal y t a m b i é n en gran medida como
medio para eliminar la simple urgencia sexual, funciona como una
salvaguardia de la i n s t i t u c i ó n del matrimon io permanente. Gracias
a las libert ades prematri moni ales dura nte el noviazgo, la gente deja
de valorar el simple s e ñ u e l o del atractivo e r ó t i c o y, por otr a parte, se
ye cada vez más i n f l u i d a por las afinidades personales, si no existe
incompatibilidad f i s i o l ó g i c a . La f u n c i ó n , pues, de la libertad prema
trimonial consiste en que influye en la e l e c c i ó n matrimonial, que se
convierte en deliberada, basada en la experiencia y orientada por consideraciones m ás amplias y s i n t é t i c a s que el ciego impulso sexual.
Por tanto, la falta de castidad prematr imoni al funciona como una
forma de p r e p a r a c i ó n del matri moni o, eliminando el impul so sexual
crudo, e m p í r i c o y no educado, y fundiendo este impulso con otrosen una a p r e c i a c i ó n má s profunda de la personalidad.
L a couvade, el r i t u a l s i m b ó l i c o mediante el cual un hombre i m i t a
e l sobreparto mientras la esposa va a su trabajo , no es tampoc o una
l i d
supervivencia, sino que puede explicarse funcionalinente poi su u m
texto cultural.
E n las ideas, costumbres y dispositivos sociales referentes ¡i la
c o n c e p c i ó n , el embarazo y el alumbramien to, el hecho de la Riatt mi
basa en las relaciones personales con el padre y la madre, con los
h< iina nos y hermanas. Siempre se adquiere un comple to equipo de
t é r m i n o s familiares, con significados individuales bien determinados,
•m i e s (pie cualquier otro desarrollo l i n g ü í s t i c o . Pero luego tiene
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d a d e s t á culturalmente determinado sobre todo por su n a i i i i . i l / .
b i o l ó g i c a . La patern idad se establece de forma s i m é t r i c a , mediantereglas en las que el padre tiene que imitar en parte los t a b ú e s , las
observancias y reglas de conducta que tradici onalmente recaen sobre
l a madre y t a m b i é n que encargarse de determinadas funciones ato
ciadas. El comportamie nto del padre en el nacimiento e s t á estrit ta
mente deter minado , y en todas partes, tant o si se le excluye de I. .
c o m p a ñ í a de la madre como si se le obliga a asistir, tanto si se le
considera peligroso como indispensable para el bienestar de la madrey del n i ñ o , el padre tiene que asumir un rol concreto, estrictamente
prescrito. Más adelante el padre comparte gran par te de las obliga-
ciones de la madre; la sigue y la sustituye en gran parte de los tier-
nos cuidados que recaen sobre el infante. La f u n c i ó n de la couvade
consiste en establecer la pater nidad social mediante la a s i m i l a c i ó n
s i m b ó l i c a del padre a la madre. Lejos de ser una supe rvivencia o un
rasgo muerto o i n ú t i l , la couvade es simplemente uno de los actos r i -
tuales creativos que e s t á n en la base de la i n s t i t u c i ó n de la f a m i l i a .
Su naturaleza puede comprenderse, no mediante aislamiento, sino
s i t u á n d o l o dentro de las instituciones a las que pertenecen, compren-
d i é n d o l o como parte integrante de la i n s t i t u c i ó n de la f a m i l i a .
Las t e r m i n o l o g í a s clasificatorias se conciben como si al mismo
tiempo reunieran un « p l a n i n t e l i g e n t e » (en palabras de Morgan) para
l a c l a s i f i c a c i ó n de los parientes. En la t e o r í a de Morgan se s u p o n í a
que esta c l a s i f i c a c i ó n proporcionaba con p r e c i s i ó n casi m a t e m á t i c a
l o s l í m i t e s de la paternidad potencial. S e g ú n t e o r í a s más reciente,
sobre todo la de Rivers, las t e r m i n o l o g í a s clasificatorias fueron en
a l g ú n momento la m a n i f e s t a c i ó n clara y real de a n ó m a l o s matrimo-
nios. Cualquiera que sea el aspecto concreto de las distintas teorías,el dato de las t e r m i n o l o g í a s clasi ficatorias ha sido la fuente de un
torrente de especulaciones sobre las etapas de la e v o l u c i ó n del ma
trimonio, sobre las uniones a n ó m a l a s , sobre la promiscuida d y la ge
rentocracia primitivas, sobre el clan u, otros esquemas procrcativoscomunitarios que en una u otra etapa ocupan el lugar de la familia
N o obstante, pocos fueron los que invest igaron seriamente la f u n c i ó n
actual de los t é r m i n o s clasificatorios. McLennan s u g i r i ó que p o d r í a n
ser una forma simplemente educada de tratamiento, y en esto fue
seguido por unos cuantos autores. Pero puesto que estas nomen-
claturas e s t á n muy r í g i d a m e n t e adheridas y puesto que, c o m o lia
mostrado Rivers, e s t á n asociadas a concretos status sociales, la ex-
p l i c a c i ó n de McLennan tiene que ser descartada.
Las t e r m i n o l o g í a s clasificatorias, no obstante, cumple n una lu n
c i ó n muy importante y muy concreta, que s ó l o puede apreciarse
a partir de un cuidadoso estudio de c ó m o los t é r m i n o s desarrollansignificado durante la historia b i o g r á f i c a de un miembro de la t r i b u .
E l primer significado que adquiere el n i ñ o es siempre i n d i v i d u a l . Se
102
lugai una serie de extensiones del significado. Las palabras padre y
madre se aplican pr imero a la hermana de la madre y al hermano del
padie, respectivamente, pero se aplican a estas personas de manera
I raucamente m e t a f ó r i c a , es decir, con un significado ampliado y
distinto, que de ninguna forma interfiere u obstaculiza el significado
original cuando se aplica a los padres origina les. La e x t e n s i ó n tiene
lugar porque, en una sociedad p r i m i t i v a , los parientes más p r ó x i m o s
tunen la o b l i g a c i ó n de actuar como sustitu tos de los padres, de
sustituir a los progenitores de los n i ñ o s en caso de muerte o ausen-
cia , y en todos los casos deben compartir sus obligaciones en una
considerable medida . Sin embargo, hasta que no tenga luga r una
completa a d o p c i ó n , los parientes susti tutivos no reemplazan a los
originales y en n i n g ú n caso se confunden o identifican los dos con-
juntos. Simplemente se asimilan de forma parcial. El acto de nom-
brar a las personas siempre es un acto semilegal, especialmente en las
comunidades primitivas. Así como en las ceremonias de a d o p c i ó n
se i m i t a el nacimiento verdadero, en la couvade se simula un alum-
bramiento, en el acto de la hermandad de sangre hay ficciones tales
como el intercambio de sangre, en el matrimonio una atadura, u n i ó n
u o b l i g a c i ó n s i m b ó l i c a o un acto de comida c o m ú n y a p a r i c i ó n pú-
blica c o m ú n a veces, igualmente a q u í una r e l a c i ó n derivada, parcial-
mente establecida, se caracteriza por el acto de la i m i t a c i ó n verbal
en el nombramiento. La f u n c i ó n del uso verbal clasificatorio consis-
te , pues, en establecer los derechos legales de la pat ern idad y ma-
ternidad delegada mediante la m e t á f o r a unitiva de la e x t e n s i ó n de
l o s t é r m i n o s de parentesco. El descubrimiento de la f u n c i ó n de la
t e r m i n o l o g í a clasificatoria abre un conjunto de nuevos problemas:
el estudio de la s i t u a c i ó n i n i c i a l del parentesco, de la e x t e n s i ó n del
significado del parentesco, del parcia l hacerse cargo de las obliga-
ciones de parentesco y de los cambios producidos en las anteriores
relaciones por tales extensiones. Se trata de problemas e m p í r i c o s
que no llevan a la mera e s p e c u l a c i ó n , sino a un estudio má s completo
de los hechos que se producen sobre el terreno de i n v e s t i g a c i ó n . Al
mismo tiempo, el descubrimiento de la f u n c i ó n del uso de la termi-
n o l o g í a clasificatoria en t é r m i n o s de la realidad s o c i o l ó g i c a actual
corta las razones en las que se basaban series enteras de especula-
ciones s e g ú n las cuales las nomenclaturas salvajes d e b í a n explicarse
como supervivencias de etapas anteriores del matrimonio humano.
El aparato de la domesticidad influye en c! aspecto moral o es-
p i r i t u a l de la vida familiar. Su substrato material consiste en los
alojamientos, los dispositi vos inte rnos, los aparatos de cocina y los
instrumentos d o m é s t i c o s y t a m b i é n el modo de asentamiento, es decir,
l a forma en que se reparten los alojamientos sobre el territorio. Este
substrato materia l entra de la forma má s s u t i l en la textura de la
vida familiar e influye profundamente en sus aspectos legales, e c o n ó
103
micos y morales. La const i tuc ión de una familia caractci i s t i i . 1 de una
cultura va profundamente asociada al aspecto mate rial del m i . 1101
del alojamien to, tanto si se trata de un rascacielos como de un rffugio, de un suntuoso apartamento o de un cobertizo . Existe u fl
nito campo de asociaciones personales ínt imas en el hogai desde
ramentc t é c n i c o , bastan unas pocas indicaciones sobre c ómo se coló-1 an las piedlas, cómo se expulsa el humo, como se utiliza el luego
pata < . i l . n i . 1 1 o para iluminar, i o n i o se disponen los soportes paia
j in 11 Tero incluso al exponer estos simples detalles, uno se ve
anas tra do al estudio de los usos carac ter í s t icos del fuego, a las i n d i
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la infancia y adolescencia, a t ravés de la pubertad y el despertai
emocional, la etapa de noviazgo y el principio de la vida mal 1 u n . . m i l .
hasta la ancianidad. Estas implicaciones sentimentales y románt icas
de estos hechos se reconocen, en la cultura c o n t e m p o r á n e a , en la pri
servac ión y culto de los lugares de nacimien to y hogares de los grandes hombres. Pero aunque se conoce gran parte de la tecnología de
la const rucc ión de viviendas e incluso de la estructura de las CASA S
en diversas culturas, y aunque t ambién se conoce mucho sobre la
const i tuc ión de la familia, pocas descripciones se ocupan de la reíac ión entre la forma de alojamiento y la forma de los dispositivos
d o m é s t i c o s , por una parte, y la const i tuc ión de la familia, por otra,y sin embargo tales relaciones existen. El solar familiar aislado,
distante de todos los d e m á s , produce una familia fuertemente unida,
autosuficiente e c o n ó m i c a m e n t e , así como moralmente independiente.
Las casas a u t ónoma s reunidas en comunidades de aldea permiten
una textura mucho más apretada del parentesco der ivado y una
mayor amplitud de la cooperac ión local. Las casas compuestas de
familias unidas, especialmente cuando están unidas bajo un propie
tario, constituyen las bases necesarias para una familia extendida o
Grossfamilie. Las grandes casas comunitarias donde sólo los distintos
hogares o porciones diferencian a las distintas familias componentes
colaboran a un sistema de parentesco aun m ás entrelazado. Por ú l t i
mo, la existencia de clubes especiales, donde los hombres, los solteroso las muchachas no casadas de la comunidad duermen, comen o
guisan juntos, está evidentemente correlacionada con la estruetma
general de una comunidad en la que el parentesco se compl ica poi
grados de edad, sociedades secretas y otras asociaciones masculinas
o femeninas, y generalmente también está cor relacionado con la pre
sencia o ausencia de libertad sexual.
Cuanto más se sigue la correlación entre la sociología y la forma
de los asentamientos y alojamientos, mejor se comprende cada pal te
Mientras que, por una parte, la forma de los disposit ivos material t
recibe su única significación a partir de su contexto s o c i o l ó g i c o , poi
otra parte toda la determinación objetiva de los fenómenos sociales
y morales puede definirse y describirse mejor en t é rmi nos de subs ti a
to material, dado que éste moldea e influye en la vida social y espiritual de una cu ltu ra. Los dispositivo s del interior de la casa tara
.bien muestran la necesidad de un estudio paralelo y en corre lac ión
de lo material y lo espiritual. El escaso mobiliario, el hogar, los ban
cos de dormir, las esteras y colgadores de una choza indígena mu é >
tran una simplicidad, incluso una pobreza de forma que, no obstan
te, se vuelve inmensamente significativa con ayuda de la profundidad
y la clasificación de la asociación sociológica y espiritual. El hogar,
por ejemplo, cambia poco de forma; desde el pun to de vista me
104
caiioncs de las actitudes y emociones humanas; en resumen, al ana
lisis de las costumbres sociales y morales que se constituyen alrede
dor del hogar. Pues el hogar es el centro de la vida d o m é s t i c a ; y la
nianeia en que se utiliza, las costumbres para encenderlo, mantenerloy extinguirlo, el culto domést ico que suele desarrollarse a su alrededor, la mitología y la significación simbólica del hogar, son datOlindispensables para el estudio de la domesticidad y de su lugar den
tí o de la cultura. En las islas Trobriand, por ejemplo, el hogar tienen
que situarse en el centro, para evitar los hechizos, que son especialmente eficaces si utilizan el humo para entrar desde fuera. El hogar
es una propiedad especial de las mujeres. Hasta cierto punto, guisar
es t a bú para los hombres y su proximidad contamina los alimentos
vegetales no guisados. De ah í que exista una división entre almace
nes y casas de guisar en las aldeas. Todo esto hace que el simple dispositivo material de una casa sea una realidad social, moral, legal y
religiosa.
E l dispositivo de los bancos para dormir está correlacionado
con el lado sexual y de parentesco de la vida matrimonial, con el
t a bú del incesto y la necesidad de casas para los solteros; el acceso
a la casa está correlacionado con el aislamiento de la vida familiar,
con la propiedad y la moralidad sexual. En todas partes la forma
se hace más y más significativa conforme se comprende mejor la
re lac ión entre las realidades sociológicas y su substrato material.
Las ideas, las costumbres y las leyes codifican y determinan los
dispositivos materiales, mientras que estos úl t i mos son los principa
les aparatos que moldean a cada nueva generac ión en la pauta tra
dicional t ípica de su sociedad.
Las necesidades biológicas fundamentales de una comunidad, es
decir, las condiciones en que una cult ura puede prosperar , desarro
llarse y continuar, se satisfacen de una forma indirecta que impo
ne condiciones secundarias o derivadas. Estas pueden designarse-
corno imperativos instrumentales de la cultura. El conjunto de la
masa de cultura material debe producirse, mantenerse, distribuirse
y util izars e. Por tanto, en cada cultu ra se encuentra un sist ema de
reglas o mandamientos que determina las actividades, los usos y los
valores mediante los cuales se produce, almacena y reparte la comida,
se manufacturan, poseen y utilizan los bienes, se preparan e incor
poran las herramientas a la p r o d u c c i ó n . La or^p.nizac ión economía
es indispensable para cual quier comunidad, y la cul tur a siempre debe
mantenerse en contac to con este substrato material.
Entre los primitivos más inferiores existe cooperac ión regulada
incluso en actividades tan simples como la búsque da de alimento.
A veces tienen que abastecer a grandes reuniones tri bales y ello exige
un compl icado sistema de intendencia. Existe división del trabajo
) ( ) ' >
dentro de la f a m i l i a y la c o o p e r a c i ó n de las familias dentro de la
comunidad l oca l nunca es un asunto e c o n ó m i c o sencillo. F.l manh
nimiento del p r i n c i p i o u t i l i t a r i o de la p r o d u c c i ó n e s t á estrechan!. nl<
vinculado a actividades a r t í s t i c a s , m á g i c a s , religiosas y ceremonial.
nna g e n e i n . ion a o t r a . Los cuentos popula res y la m i t o l o g í a c o u s t i t t i
v< " o l i o aspecto de la t r a d i c i ó n verbal. En las culturas má s e l e v a d a s
se a ñ a d e la escritura para transportar la t r a d i c i ó n o r a l . El no haberse
dado ( l i e n t a de que el lenguaje es una parte integrante- de la c u l l i i i . i
ha llevado a vagos, m e t a f ó r i c o s y equivocados paralelos entre las so
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L a propiedad p r i m i t i v a de la tierra, de la p o s e s i ó n personal y de los
distintos medios de p r o d u c c i ó n es mucho más complicada de lo que
s u p o n í a la vieja a n t r o p o l o g í a , y el estudio de la e c o n o m í a p r i m i t i v a
e s t á desarrollando un considerable i n t e r é s por lo que p o d r í a deno
minarse las primeras formas delderecho c i v i l .
C o o p e r a c i ó n significa sacrificio, esfuerzo, s u b o r d i n a c i ó n de las
inclinaciones y de los intereses privados a los fines comunes de la
comunidad, la existencia de c o a c c i ó n social. La vida en c o m ú n pro
picia distintas tentaciones, especialmente a impulsos delsexo, y comoconsecuencia, se hace inevitable un sistema de prohibiciones y coac
ciones, así como de reglas obligatorias. Lap r o d u c c i ó n e c o n ó m i c a pro
porciona al hombre las cosas deseadas y valoradas, no indiscrimina
damente accesibles para uso y disfrute por todo el mundo por i g u a l ,
y es por ello que surgen y se hacen cumplir las reglas de la propie
dad, de la p o s e s i ó n y del uso. Lao r g a n i z a c i ó n concreta e n t r a ñ a d i f e -
rencias de rango, liderazgo, status e influencia. La j e r a r q u í a desa
r r o l l a las ambiciones sociales y exige salvaguardias que se sancionan
de manera efectiva. Todo este conjunto de problemas ha sido s e ñ a -
ladamente omitido porque la ley y sus sanciones, en la sociedad p r i -
m i t i v a , raramente e s t á n personificadas en instituciones especiales.
L a l e g i s l a c i ó n , las sanciones legales y la a d m i n i s t r a c i ó n efectiva de
las reglas tribales suelen llevarse a cabo muchas veces como subpro
ductos de otras actividades. El mantenimiento de la ley suele ser
una de las funciones secundarias o derivadas de instituciones como
l a f ami l i a , la comunidad l oca l y la o r g a n i z a c i ó n t r i b a l . Pero aunque
no e s t é n contenidas en un cuerpo e s p e c í f i c o de reglas codificadas
n i tampoco d e s e m p e ñ a d a s por grupos especialmente organizados de
personas, las sanciones de la ley p r i m i t i v a funcionan sin embargo
de forma concreta y desarrollan rasgos concretos en las i n s t i t u c i ó n ,
a que pertenecen. Pues es esencialmente incorrecto sostener que,
como se ha hecho con frecuencia, la ley p r i m i t i v a funciona a u t o m á -
ticamente y el salvaje es por naturaleza un ciudadano que se somete
a la ley. Las reglas de conducta deben ser grabadas en cada nueva
g e n e r a c i ó n mediante la e d u c a c i ó n ; es decir, debe asegurarse la con
tinuidad de la cultura a t r a v é s de la i n s t r u m e n t a l i z a c i ó n de la tra
d i c i ó n . La primera c o n d i c i ó n es la existencia de signos s i m b ó l i c o s
mediante los cuales pueda traspasarse de una g e n e r a c i ó n a otras la
experiencia acumulada. El lenguaje constituye el tipo m ás Importen
tes-dc- tales signes s i m b ó l i c o s . El lenguaje no contiene la experiencia;
m á s bien es un sistema de h á b i t o s sonoros que a c o m p a ñ a al desairo
l i o de la experiencia cultural de toda comunidad humana y se con
vierte en parte integrante de esta experiencia c u l t u r a l . En las c ul
turas p r i m i t i v a s , la t r a d i c i ó n se mantiene o r a l . Elhabla de una coinu
nidad p r i m i t i v a e s t á llena de dichos establecidos, m á x i m a s , reglas
y reflexiones que traspasan de forma estereotipada la s a b i d u r í a de
106
« ¡ e d a d e s animales y la cultura humana, que han perjudicado mucho
a la s o c i o l o g í a . Si se comprendiera claramente que la cultura no
existe sin el lenguaje, el estudio de las comunidades animales deja
r ía de formar parte de la s o c i o l o g í a y las adaptaciones de los anima
les a la naturaleza se d i s t i n g u i r í a n claramente de la cultura. En la
sociedad p r i m i t i v a , la e d u c a c i ó n raramente i m p l i c a instituciones espe
ciales. La f a m i l i a , el grupo parientes c o n s a n g u í n e o s , la comunidad
l oca l , los grados de edad, las sociedades secretas, los campos de
i n i c i a c i ó n , los grupos profesionales o gremios de t é c n i c o s , la habil i d a d m á g i c a o religiosa, son las instituciones que corresponden, en
algunas de sus funciones derivadas, a las escuelas de las culturas
m á s avanzadas.
Lo s tres imperativos instrumentales, la o r g a n i z a c i ó n e c o n ó m i c a , la
le y y la e d u c a c i ó n , no agotan todo lo que la cultura e n t r a ñ a en su
s a t i s f a c c i ó n indirecta de las necesidades humanas. La magia y la
r e l i g i ó n , el conocimiento y el arte, forman parte delesquema univer
sal que subyace a todas las culturas concretas y puede decirse que
nacen en respuesta de un imperativo integrador o s i n t é t i c o de la
cultura humana.
A pesar de las diversas t e o r í a s sobre el c a r á c t e r e s p e c í f i c o , no
e m p í r i c o y p r e l ó g i c o de la mentalidad p r i m i t i v a , no cabe duda de que
ta n pronto como el hombre d e s a r r o l l ó el dominio delmedio ambientemediante la u t i l i z a c i ó n de utensilios, y tan pronto como a p a r e c i ó el
lenguaje, t a m b i é n d e b i ó existir un conocimiento p r i m i t i v o de c a r á c -
ter esencialmente c i e n t í f i c o . Ninguna cultura p o d r í a sobrevivir si
sus artes y of i c ios , sus armas y p r o p ó s i t o s e c o n ó m i c o s se basaran en
concepciones y doctrinas m í s t i c a s y n\. Cuando uno se
aproxima a la cultura humana por este lado p r a g m á t i c o y t e c n o l ó -
gico, se descubre que el hombre p r i m i t i v o es capaz de una observa
c i ó n exacta, de perfectas generalizaciones y de razonamiento l ó g i c o
en todos los asuntos que afectan a sus actividades normales y son
b á s i c o s para su p r o d u c c i ó n . El conocimiento, pues, es una necesidad
absoluta derivada de la cultura. Noobstante, es más que un medio
para un fin y, por tanto, no se c l a s i f i c ó entre los imperativos ins
trumentales. Su lugar en la cultura, su f u n c i ó n , es ligeramente dife-
rente al de la p r o d u c c i ó n , la ley o la e d u c a c i ó n . Los sistemas de conocimiento sirven para conectar distintos tipos de comportamientos;
traspasan los resultados de las experiencias pasadas ? las fu turas
empresas y r e ú n e n los elementos de la experiencia humana permi
tiendo que el hombre coordine e integre sus actividades. El cono
cimiento es una actitud mental, una d i á t e s i s del sistema nervioso
que permite que el hombre lleve a cabo el trabajo que la cultura
le asigna. Su f u n c i ó n consiste en organizar e integrar las actividades
indispensables de la cultura.
107
La corporización material del conocimiento consiste en la mitán
de arles y oficios, de procedimientos técnicos y de reglas de artesa
nía. Má s específicamente, en las culturas másprimitivas y eviden
teniente en las má s elevadas, existen utensilio s especiales del CODO
desanol lada lo s que e s t á n familiarizados con alguna buena magia
t i e n e n , en virtud de e l l o , valentía y confianza. Cuando se utilizan las
canoas para la pesca, los accidentes y la buena o mala suerte pueden
iclcrir.se no solo al transporte, sino también al hallazgo del pesiado
V •« las i o n d ú iones de captura. En el comercio, sea marítimo o entre
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I in nenio: diagramas, modelos topográficos, medidas, ayudas para
la orientación o para contar.
La conexión entre el pensamiento indígena y el lenguaje abre
importantes problemas de función. Laabstracción lingüística, las ca-
tegorías de espacio, tiempo y relación, y los medios lógicos para ex-
presar la concatenación de las ideas constituyen puestos extraordi-
nariamente importantes, y el estudio de cómo funciona el peneamiento a través del lenguaje de cualquier cultura sigue siendo un
terreno virgen de la lingüística cultural. Cómo funciona el lenguajeprimitivo, dónde está incorporado, cómo se relaciona con la orga-
nización social, con la religión y la magia primitivas, constituyen im-
portantes problemas de la antropología funcional.
Por la misma premeditación y previsión que proporciona, la fun-
ción integradora delconocimiento crea nuevas necesidades, es decir,
impone nuevos imperativos. El conoci miento concede al hombre la
posibilidad deplanificar poradelantado, deabarcar un vasto espacio
de tiempo y espacio; permite un amplio campo devariaciones a sus
esperanzas y deseos. Pero pormucho que el conocimiento y laciencia
ayuden al hombre, permitiéndole conseguir lo que desea, son com-
pletamente incapaces de controlar la suerte, de eliminar accidentes,
de adivinar un giro inesperado de los acontecimientos naturales
o bien de hacer que el trabajo manual humano sea digno de con-
fianza y adecuado para todas las exigencias prácticas. Eneste campo,mucho más práct ico, concreto y circunscrito que el de la religión, se
desarrolla un tipo especial deactividades rituales que la antropología
etiqueta colectivamente como magia.
La má s azarosa de todas las empresas humanas conocidas por el
hombre primitivo es la navegación. Para la preparac ión de su em
barcación y el trazado de sus planes, el salvaje se dirige a la cien, la
La obra cuidadosa a sí como el inteligentemente organizado trabajo de
la construcción y de la navegación dan testimonio de la confianza
del salvaje en la ciencia y de su sometimiento a ella. Pero es posible
que los vientos adversos o la falta de viento, el mal tiempo, las co-
rrientes y los arrecifes desbaraten sus mejores planes y sus mas
cuidados preparativos. Tiene que admitir que ni sus conocinnen
tos ni sus esfuerzos más cuidadosos son una garantía del éxito
Algo inexplicable suele penetrar y frustrar sus previsiones. Pero aunque inexplicable, parece tener sinembargo, un profundo significado,
y actuar o comportarse con alguna intención La secuencia, la c o m a
tcnación significativa de acontecimientos, parece contener alguna co-
herencia lógica interna. El hombre siente que no puede hacci nada
po r combatir este misterioso elemento o fuerza, y ayudar y lavoie» ei
a su suerte. Existen siempre, por tanto, sistemas de superstii ion, de
ritual má s o menos desarrollado, asociados a la navega» ion, y en las
comunidades primitivas la magia de las embarcaciones está i m i v
108
V . I I I I O S próximos, la suerte puede favorecer o impedir los lines y
deseos humanos. En consecuencia, ha tenido un fuerte desarrolle
l a u t o la magia de la pesca como la magia delcomercio.
Igualmente en la guerra, el hombre, por primitivo que sea, sabe
que las armas de ataque y de defensa bien hechas, la estrategia, la
fuerza delnúmero y la fuerza de los individuos aseguran la victo! la
Sin embargo, a pesar de todo esto, lo imprevisto y accidental ayuda
incluso al má s débil a la victoria cuando el combate se lleva a cabo
po r la noche, cuando sonposibles las emboscadas, cuando las con-diciones del encuentro favorecen obviamente a un bando a expen-
sas del otro. La magia se utiliza como algo que, por encima del
equipo y la fuerza del hombre, ayuda a dominar los accidentes y
a engañar a la suerte. También en el amor existe unacualidad inex-
plicable de éxito o de predestinación al fracaso que parece ir acom-
pa ña da de alguna fuerza independiente de la atracc ión ostensible y
de los planes y dispositivos mejor preparados. La magia participa
para asegurar algo que cuenta porencima de las cualidades visibles
y contabilizables.
Para su bienestar, el hombre primitivo depende de sus ocupa-
ciones económicas de talmanera que siente la mala suerte de forma
muy dolorosa y directa. Entre las personas que dependen de sus
campos o de sus huertos, invariablemente está bien desarrollado lo
que se podría denominar el conocimiento agrícola. Los indígenas
conocen las propiedades del suelo, la necesidad de una cuidadosa
limpieza de la selva y los matojos, de fertilizar con cenizas y de
sembrar de forma adecuada. Pero por bien escogido que esté el
emplazamiento y por bien trabajados que estén los huertos, se pro-
ducen calamidades. La sequía o el diluvio aparecen en los momen-
tos más inapropiados y destruyen los frutos por completo, o bien
los añublos, los insectos o los animales salvajes los disminuyen.
O bien en otros años, cuando el hombre es consciente de que sólo
obtendrá un pobre fruto, todo se produce de forma tan suave y
próspera que unos inesperados buenos rendimien tos pr emia n al
agricultor que no lo merece. Los temidos elementos de la lluvia y el
sol, las plagas y la fertilidad parecen estar controlados por una fuerzaque está má s allá de la experiencia y el conocimiento humano ordi-
narios, y el hombre recurre, una vezmás, a la magia.
En todos estos ejemplos aparecen los mismos factores. La expe-
riencia y la lógica enseñan al hombre que, dentro de determinados
límites, el conocimiento es soberano; pero que más allá de ellos
no se puede hacer nada conesfuerzos práct icos de fundamento ra
cional. Sinembargo, él se rebela contra la inacción porque, aunque
se da cuenta de su impotencia, se siente igualmente impelido a la
acción por un intenso deseo y por fuertes emociones. Y tampoco es
i o n
posible la total inacción. Una vez se ha embarcado para un Intuo
viaje o se encuentra en medio de un combate o a mitad de <
del ciclo de desarrollo de los huertos, el indígena trata do hmn
que su canoa sea más marinera mediante encantos o de txpul 1
a las langostas y los animales salvajes mediante un ritual o do
tingedla ni.n 11 una sensacionalista se ha formado un mito que presenta las mismas misteriosas indicaciones mágicas o da razones
mágii as p a i . i la tragedia. Laaviación e s t á desarrollando sus s u p e i s l i
« i o n e s y su magia. Muchos pilotos se niegan a aceptar al pasajeio
que viste algo de color verde, a salir de viaje en martes o cnccndei
tres cigarrillos con la misma cerilla cuando están en el aire, y su
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vencer a sus enemigos conayuda de una danza.
La magia cambia en la forma; varía de fundamento; pero < <¡ 1en todas partes. En las sociedades modernas, la magia está aso.
con encender un tercer cigarrillo con la misma cerilla, con la < aid.i
de la sal y la necesidad de tirarla por encima del hombro Izquierdo,con losespejos rotos, conpasar pordebajo de una escalera, con la
luna nueva vista a través de un cristal o en la mano izquierda, < mi
el número trece o con el martes. Estas son supersticiones de poca
importancia que simplemente parecen vegetar entre la intclligcntsiadel mundo oc cidenta l. Pero estas supersticiones y sistemas muchomás desarrollados también persisten tenazmente y reciben serio cré
dito entre las modernas poblaciones urbanas. La magia negra se
practica en losbarrios pobres de Londres por el clásico método de
destruir el retrato del enemigo. En las ceremonias matrimoniales,
se consigue buena suerte para la pareja decasados mediante la estritta observancia de varios métodos mágicos tales como arrojar la
zapatilla y la lluvia de arroz. Entre los campesinos de la Europa
central y oriental, todavía florece la magia elaborada y se trata
a losniños conayuda de brujas y brujos. Existen personas de las
que se suponen que tienen poder para impedir que las vacas den
leche, para inducir al ganado a que se multiplique indebidamente,
para producir lluvia y.sol, y para hacer que la gente se ame <> se
odie. Los santos de la iglesia católica romana se convierten, en lapráctica popular, en pasivos cómplices de la magia. Son golpeados,
adulados y llevados de ?.n sitio a otro. Pueden traer lluvia si se- les
sitúa en el campo, para losflujos de lava al enfrentarlos y deteni Iel progreso de una enfc::nedad, o de un añublo, o de una plaga de
insectos. La utilización ,. táct ica que se hace de ciertos ritual
objetos religiosos convierta a su función enmágica. Pues la magia se
distingue de la religic •» e:. que la última crea valores y se atienf
directamente a fines, mientras que la magia consta de actos que n
nen unvalor práctico utilitario y sólo soneficaces como medios para
un fin . De este modo, el objeto o tema estrictamente utilitario de un
acto y su función directa e instrumental lo convierten en magia, v
la mayor parte de las religion es modernas establecidas alberg an en
su interior, dentro delritual e incluso en su ética, unabuena can t i
dad de cosas que en realidad pertenecen a la magia. Pero la magiamoderna no sólo sobrevive en forma de las supersticiones menores
o dentro del cuerpo de lossistemas religiosos. Siempre que hay pell
gro, incertidumbre, gran incidencia de lasuerte yel accidente, ln< lusoen formas deacti vidad completamente modernas, la magia f r u c t i f i i >
E l jugador déMontecarlo, delhipódromo o de cualquier lotería na
cional desarrolla sistemas. El automovilismo y la moderna navega
ción exigen mascotas y desarrollan supersticiones. Alrededor decada
110
s e n s i b i l i d a d a la superstición parece aumentar con la a l t u r a . En
todas las grandes ciudades de Europa y América puede comprarse
la magia de quirománticos, clarividentes y otros adivinos que pre
dicen el futuro, danconsejos prácticos para la conducta afortunada
y venden al pormenor aparatos rituales como amuletos, mascotas y
talismanes. No obstante, tanto en la civilización como entre los salvajes, el campo más poderoso de la magia es el de la salud. También
en esto las antiguas y venerables religiones se prestan fácilmente a
la magia. El catolicismo romano abre sus sagradas reliquias y loslugares de culto al peregrino achacoso, y las curaciones por la fe
también florecen en otras iglesias. Laprincipal función de la Chris-
tian Science es la expulsión mental de la enfermedad y el decaimien
to; su metafísica es fuertemente pragmática y utilitaria y su ritual
consiste esencialmente enmedios para elf in de lasalud y la felicidad.
E l abanico ilimitado de remedios y bendiciones, osteopatía y quiro-
práctica, dietética y curación por el sol, el agua fría, el jugo de uva
o de limón, alimentos crudos, inanición, alcohol o su prohibición,
todos y cada uno invariablemente tienen algo de magia. Los inte
lectuales todavía se someten a Coué y Freud, a Jaeger y Kneipp, al
culto al sol, ya sea directo o mediante la lámpara de mercurio, por
no mencionar el género de cabecera del especialista bien pagado.
Es muy difícil descubrir dónde acaba elbuen sentido ydónde comien
za la magia.
E l salvaje no es nomás racional nimás supersticioso que elhom
bre moderno. Es má s limitado, menos suceptible de tener imagina
ciones libres y a ser engañado por lasnuevas invenciones. Sumagia es
tradicional y tiene su plaza fuerte de conocimientos, su tradición
empírica y racional de ciencia. Dado que el carácter supersticioso
o prelógico delhombre primitivo ha sido tan resaltado, es necesario
trazar conclaridad la línea divisoria entre la ciencia y lamagia p r i -
mitivas. Existen dominios donde la magia nunca penetra. Hacer fue
go, la cestería, la verdadera producción de utensilios de piedra, la
fabricación de cuerdas o esteras, guisar y todas las pequeñas activi
dades domésticas, aunque sean extraordinariamente importantes, no
están nunca asociadas a la magia. Algunas pertenecen al centro de
las prácticas religiosas y de la mitología, como porejemplo el fuego,guisar, o losutensilios de piedra; pero la magia nunca está relacio
nada con su fabricación. Larazón es quebasta con la habilidad nor
mal dirigida por un buen conoc imiento para poner al hombre en el
buen camino y darle la certeza de uncontrol correcto y completo de
estas actividades.
En algunas ocupaciones, la magia se utiliza en determinadas con
diciones y en otras permanece ausente. En unacomunidad marítima
111
que depende de los productos del mar, nunca hay una magia rela
cionada con la r e c o l e c c i ó n de c o n c h a s marinas o con la pesi . i in< dian
te veneno, e n c a ñ i z a d a s y trampas, en la medida en que estos m< lodo
son de toda confianza. En cambio, cualquier tipo de pes< •> pi lig
azaroso e incierto e s t á rodeado de r i t u a l . En la caza, las formas am
I . icglas de la experiencia y de la l ó g i c a se- apli can ig ual ment e de
l o i u i a tan c s l i i t ta i o n i o las que se refieren a la t é c n i c a , y el c o n o c í
ICO v la t é c n i c a reciben el debido c r é d i t o por todos los buenos
i i n l i . i d . . . (pie pueden a t r i b u í r s e l e . El salvaje s ó l o intenta controlar
m e d i a n t e la magia los resultados inexplicables, que un obscrvadoi
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pies y seguras de atrapar o matar solamente e s t á n controladas poi
el conocimiento y la habilidad; pero en cuanto haya a l g ú n peligro
o incertidumbre relacionados con una p r o v i s i ó n importante de caza,
inmediatamente aparece la magia. La pesca costera, en la medidaen que es perfectamente segura y f ác i l , no prescribe ninguna magia.
Las expediciones ultramarinas invariablemente van ligadas a cere
monias y r i t u a l . El hombre recurre a la magia s ó l o cuando la suene
y las circunstancias no e s t á n completamente controladas por el CO
nocimiento.
Esto se aprecia mejor en lo que se p o d r í a denominar los sistemasde mag ia. La magia s ó l o puede relacionarse de for ma laxa y c a p í i
chosa con su marco p r á c t i c o . Un cazador puede u t i l i z a r ciertas fól
m u í a s y ritos y otro ignorarlos; o bien el mismo i n d i v i d u o puede
aplicar sus conjuros en una o c a s i ó n y no en otra . Pero existen formas
de acti vidad en las que debe utiliz arse la magia. En una gr an empresa
t r i b a l , como la guerra, o una e x p e d i c i ó n m a r í t i m a arriesgada o en un
largo viaje o al emprender una gran caza o una peligrosa e x p e d í
c i ó n de pesca, o bien en el c i c lo normal de los huertos, que por reglageneral es v i t a l para la comunidad, la magia suele ser obligatoria.
Se produce s e g ú n un orden f i j o , concatenado con los acontecimiento .
p r á c t i c o s , y los dos ó r d e n e s , m á g i c o y p r á c t i c o , dependen el uno
d e l otro y constituyen un sistema. Tales sistemas de magia parecena prime ra vista inextricabl es mezclas de traba jo eficaz y p r á c t i
supersti ciosas , y de esta manera parecen proporc ionar un incontesta
b le argumento a favor de las t e o r í a s s e g ú n las cuales la magia y la
ciencia, en las condiciones de los p r i m i t i v o s , e s t á n tan fusionadasque no se pueden separar. No obstante, un a n á l i s i s más completo
demuestra que la magia y el trabajo p r á c t i c o son completamente m
dependientes y nunca se confunden.
Pero la magia nunca se u t i l i z a para sustituir al trabajo. En la
agricultura, la o p e r a c i ó n de cavar o de despejar la tie rr a o la solídez de las vallas o la cal idad de los soportes nunca se rehuye en
r a z ó n de que se haya pract icado sobre ellos una magia má s f u c i l e
E l i n d í g e n a sabe muy bien que la c o n s t r u c c i ó n m e c á n i c a debe SCI
hecha por el trabajo humano s e g ú n las estrictas reglas de la artesa
n í a . Sabe que todos los procesos que ha habido en el suelo puedenser controlados por el esfuerzo humano, hasta una cierta medida
y no más a l l á , y es s ó l o en ese más a l l á donde trata de i n f l u i r m<
diante la magia. Pues su experiencia y su r a z ó n le dicen que en de
terminados casos sus esfuerzos y su inte ligencia no son un aval dsninguna clase. Por otra parte, sabe que la magia ayuda; eso le dice
p o r lo menos su t r a d i c i ó n .
E n la magia de la guerra y del amor, de las expediciones con n i
c í a l e s y de la pesca, de la n a v e g a c i ó n y de la f a b r i c a c i ó n de canoas.
112
I Cteiior a t r i b u i r í a a la suerte, al gancho para hacer las cosas con
é x i t o , al azar o a la fortuna.
I a magia, po r tanto, lejos de ser la ciencia p r i m i t i v a , es el resul
( a n t e del claro reconocimiento de que la ciencia tiene sus l í m i t e s y
d e que el entendimiento y la habilidad humanas a veces son i m p o
t i n t e s . Por toda su apariencia de m e g a l o m a n í a , por todo lo que
parece ser una d e c l a r a c i ó n de la « o m n i p o t e n c i a del p e n s a m i e n t o » ,
como reci entemente ha sido definida por Freud, la magia tiene ma
y o r afinidad con una e x p l o s i ó n emocional, con los s u e ñ o s diurnos,
c o n los deseos fuertes e irrealizables.
A f i r m a r con Frazer que la magia es pseudociencia s e r í a reconocer
que la magia no es en realidad la ciencia p r i m i t i v a . I m p l i c a r í a que
la magia tiene afinidad con la ciencia o, al menos, que es el mate
r i a l bruto a partir del cual se desarrolla la ciencia, implicaciones que
son insostenibles. El r i t u a l de la magia presenta importantes caracte
r í s t i c a s que han hecho posible que muchos autores afirmen, desde
G r i m m y T y l o r hasta Freud y L é v y - B r u h l , que la magia ocupa el
lugar de la ciencia p r i m i t i v a .
Indiscutiblemente, la magia e s t á dominada por el p r i n c i p i o de
s i m p a t í a : lo mismo produce lo mismo; el todo se ve afectado si el
hechicero a c t ú a sobre una parte de él; pueden impartirse influencias
ocultas mediante contagio. Si nos concentramos s ó l o en la forma delr i t u a l , podemos concluir l e g í t i m a m e n t e con Frazer que la a n a l o g í a
entre las concepciones c i e n t í f i c a y m á g i c a es estrecha y que los dis
tintos casos de magia por s i m p a t í a son aplicaciones e r r ó n e a s de una
u otra de las dos grandes leyes fundamenta les del pensami ento, a
saber, la a s o c i a c i ó n de ideas por s i m i l i t u d y la a s o c i a c i ó n de ideas
p o r c o n t i g ü i d a d en el espacio o en el tiempo.
Pero el estudio de la f u n c i ó n de la ciencia y de la f u n c i ó n de la
magia hace dudar de la suficiencia de estas conclusiones. La s i m
p a t í a no se cuenta entre las bases de la ciencia p r a g m á t i c a , ni si
quiera en las condiciones más p r i m i t i v a s . El salvaje sabe c i en t í f i
camente que una p e q u e ñ a vara puntiaguda de madera dura frotada
o golpeada contra un trozo de madera blanda y quebradiza, estando
ambas piezas secas, produce fuego. T a m b i é n sabe que debe u t i l i z a r
se una veloci dad de movim ient o fuerte, e n é r g i c a y creciente, que enl a a c c i ó n debe producirse yesca, mantenerse fuera del viento y la
chispa aventarse inmediatamente para que se transforme en una
brasa y é s t a en una ll ama. No hay ninguna s i m p a t í a , ni s i m i l i t u d ,
no se toma una parte en vez del todo, ni hay contagio. La ú n i c a
a s o c i a c i ó n o c o n e x i ó n es la e m p í r i c a c o n c a t e n a c i ó n de los aconteci
mientos naturales correctamente observada y entramada. El salvaje
sabe que un arco fuerte bien manejado lanza una flecha veloz, que
una viga ancha produce estab ilidad y luz, un casco bien formado
113
8 — E L C O N C E P T O D E C U L T U R A
n i . l í m e n l a la velocidad de su canoa. A q u í no hay a s o c i a c i ó n de ideas
pO I l i m i ü t u d , ni contagio, ni pars pro loto. El i n d í g e n a coloca un
h i u l e de ñ a m e o banana en el adecuado trozo de tierra. Lo riega o
humedece a menos que e s t é bien empapado de l l u v i a . Escarda la
iur ra a su alrededor y sabe perfectamente que si no se presenten
m.igi.i ii<» puede ir guiada por la experiencia y, al mismo tiempo, uten-
. 1 . i constan lamente al m i t o .I I tiempo l i j a d o , el lugar determinado, las condiciones p i e l i n u
n a i . d. aislami ento de la magia, los t a b ú e s que debe obseivai el eje
CUtani.. así como su naturaleza f i s i o l ó g i c a y s o c i o l ó g i c a , s i t ú a n al
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calamidades inesperadas la planta c r e c e r á . A d e m á s , no existe p r i n -
cipio a f í n al de s i m p a t í a que vaya incluido en esta actividad. Crea
condiciones que son perfectamente c i e n t í f i c a s y racionales y deja
que la naturaleza haga su parte. Por tanto, en la medida en que la
magia consiste en la i m p l a n t a c i ó n de la s i m p a t í a , en la medida en
que e s t á controlada por la a s o c i a c i ó n de ideas, difiere radicalmente
de la ciencia; y al analizar la s i m i l i t u d de forma entre la magia y la
ciencia se revela como meramente aparente, no real.
E l r i t o s i m p á t i c o , aunque es un elemento muy prominente de la
magia, funciona siempre en el contexto de otros elementos. Su p r i n -
cipal p r o p ó s i t o consiste en la g e n e r a c i ó n y la transferencia de fuerza
m á g i c a y, de acuerdo con esto, se celebra en la a t m ó s f e r a de lo sobre
natural. Como han mostrado Hubert y Mauss, los actos de la magia
siempre se ponen aparte, se consideran d istin tos, se conciben y l l e -
v an a cabo en condiciones diferentes. El momento en que se celebra
la magia suele estar determinado por la t r a d i c i ó n más que por el
principio de s i m p a t í a , y el lugar en que se celebra s ó l o en parte
e s t á determinado por la s i m p a t í a o el contagio y má s por las asocia
ciones sobrenaturales y m i t o l ó g i c a s . Muchas de las sustancias que
se u t i l i z a n en la magia son en gran medida s i m p á t i c a s , pero suelen
utilizarse fundamentalmente por la r e a c c i ó n f i s i o l ó g i c a y emocional
que pro vocan en el hombre. Los elementos emocionales y d r a m á t i c o s
de la i m p l a n t a c i ó n r i t u a l inco rpor an, en la magia, factores que van
mucho más a l l á de la s i m p a t í a o de cualquier principio c i e n t í f i c o
o p s e u d o c i e n t í f i c o . La m i t o l o g í a y la t r a d i c i ó n e s t á n incrustadas en
todas partes, especialmente en la c e l e b r a c i ó n del conjuro m á g i c o , que
debe repetirse con absoluta fidelidad al o r i g i n a l tradicional y duran
te el cual se recuentan los acontecimientos m i t o l ó g i c o s en los que se
invoca el poder del prototipo. El c a r á c t e r sobrenatural de la magia
se manifiesta t a m b i é n en el c a r á c t e r anormal del mago y en los
t a b ú e s temporales que rodean su e j e c u c i ó n .
E n resumen, existe un principio de s i m p a t í a : el r i t u a l de la magia
contiene po r regla general algunas referencias a los resultados por
conseguir; los prefigur a, antici pa los acontecimientos deseados. El
mago recurre a menudo a la i m a g i n e r í a , al s imbo lismo, a las aso< ia
ciones de los resultados que deben seguirse. Pero t a m b i é n e s t á p<>s e í d o de forma total y completa por la o b s e s i ó n emocional de la
s i t u a c i ó n que le ha obligado a rec urr ir a la magia. Estos hec ho, no
encajan en el sencillo esquema de la s i m p a t í a concebida como mala
a p l i c a c i ó n de observaciones imperf ectas y de deducciones s e m i l ó g i c a s .
Lo s dist into s elementos aparentemente desunidos del r i t u a l m á g i c o
—los rasgos d r a m á t i c o s , el lado emocional, las alusiones m i t o l ó g i c a s
y la a n t i c i p a c i ó n del f i n — hacen imposi ble considerar la magia n
una p r á c t i c a c i e n t í f i c a moderada basada en una t e o r í a e m p í r i c a . La
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.i i lo m á g i c o en una a t m ó s f e r a sobrenatural. Dentro de este i o n
texto de lo sobrenatural, el r i t o consiste, funcionalmente hablando, en
l a p r o d u c c i ó n de una v i r t u d o fuerza e s p e c í f i c a y en el lanzamien-
iu , c o n d u c c i ó n o i m p u l s i ó n de esta fuerza hacia el objeto deseado. La
producción de la fuerza m á g i c a tiene lugar mediante el conjuro, la
g e s t i c u l a c i ó n manual o corporal y las adecuadas condiciones del magooficiante. Todos estos elementos exhiben una tendencia hacia la asi
m i l a c i ó n f o r m a l del fin deseado o hacia los medios normales de pro
ducir este fin. Este parecido f o r m a l se define probablemente mejo r
en la a f i r m a c i ó n de que todo el r i t u a l e s t á dominado por las emocio
nes de odio, miedo, ira o p a s i ó n e r ó t i c a , o bien por el deseo de obte
ner un fin p r á c t i c o determinado.
L a fuerza o v i r t u d m á g i c a no se concibe como una fuerza natural.
De ahí que no sean satisfactorias las t e o r í a s propuestas por Preuss,
Marett, Hubert y Mauss, que hacen del m a n á melanesio o de concep
tos similare s norteamericano s l a clave para comp render toda la ma
gia . El concepto de m a n á abarca el poder personal, la fuerza natural,
la excelencia y la eficacia junto con la v i r t u d e s p e c í f i c a de la magia.
Es una fuerza que se considera absolutamente sui generis, que difiere
tanto de las fuerzas naturales como de las facultades normales del
hombre.
f La fuerza de la magia s ó l o y exclusivamente pnpHp producirse dent r o de los ritos tradirionalmente prescritosV S ó l o puede recibirse y
aprenderse mediante la debida i n i c i a c i ó n en el of i c io y mediante
l a a d q u i s i c i ó n de un sistema r í g i d a m e n t e definido de condiciones,
actos y observancias. Incluso cuando se descubre la magia, invaria
blemente se concibe como una verdadera r e v e l a c i ó n de lo sobrena
t u r a l . La magia es una cualidad i n t r í n s e c a y e s p e c í f i c a de una situa
c i ó n y de un objeto o f e n ó m e n o dentro de la s i t u a c i ó n , que consiste
en que el objeto se hace asequible al control humano por medios
que e s t á n concreta y ú n i c a m e n t e conectados con el objeto y que
s ó l o puede manejar la persona adecuada. Por tanto, la magia s iempre
se concibe como algo que no reside en la naturaleza, es decir, fuera
d el hombre, sino en la r e l a c i ó n entre el hombre y la naturaleza. S ó l o
lo s objetos y fuerzas de la naturaleza que son muy impor tant es para
e l hombre, de los que depende y que sin embargo no puede controlarnormalmente, atraen la magia.
U n a e x p l i c a c i ó n funcional de la magia puede plantearse en t é r m i -
nos de la p s i c o l o g í a i n d i v i d u a l y del valor cultural y social de la
magia. Puede esperarse encont rar magia, y generalmente se encuentr a,
cuando el hombre se enfrente a un v a c í o insalvable a un hiato en
sus conocimientos o en sus poderes para el control p r á c t i c o , y sin em
bargo tiene que continuar su empresa. Abandonado por sus c o n o c í
m í e n l o s , atu rdi do por los resultados de su experiencia, incapaz de
n a
aplicar ninguna habilidad o t é c n i c a efectiva, se da cuenta de
potencia. Sin embargo, su deseo le acucia cada vez con ma s I n . i i
Sus miedos y esperanzas, su ansiedad general, producen un rulado
de equilibrio inestable del organi smo, mediante el cual < \ in
cido a alguna clase de actividad sustitutiva. En la r e a c c i ó n In n
i u n . I . un . ni . en la magia porque su eficacia p s i c o l ó g i c a e incluso f i l i o -
l ó g i c a atestigua su verdad p r a g m á t i c a , puesto que en su forma y en su
i d e o l o g í a y estructura la magia corresponde a los procesos naturales
d . l oiganismo humano. La c o n v i c c i ó n que va i m p l í c i t a en estos pi<>
cesos se extiende evidentemente a la magia regularizada. Esta con
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ante lumia
ria prima de la magia negra. El amor no correspondido p i o v m .i
actos e s p o n t á n e o s de magia p r o t o t í p i c a . El miedo mueve a todos los
seres humanos a actos sin finalidad pero compulsivos; ante la p i e
sencia de una prueba rigurosa, siempre se tiene el recurso de los sue
ñ o s diurnos obsesivos.
E l f l u j o natural de las ideas, bajo la influencia de las emociones y
de los deseos frustrados en su completa s a t i s f a c c i ó n , lleva inevitable
mente a la a n t i c i p a c i ó n de los resultados posi tivos . Pero la experienci asobre la que descansa esta actitud anticipatoria o s i m p á t i c a no es
l a experiencia normal de la ciencia. Es mucho más a f ín a los s u e ñ o s
diurnos, a lo que los psicoanalistas lla man la s a t i s f a c c i ó n del deseo.
Cuando el estado emocional alcanza el punto de ruptura en que el
hombre pierde el control de sí mismo, las palabras que pr onuncia , los
gestos que deja que se produzcan y los procesos f i s i o l ó g i c o s del inte
r i o r de su organismo que a c o m p a ñ a n a todo esto, permiten que la
t e n s i ó n acumulada se descarge. Sobre todos esos exabruptos de emo
c i ó n , sobre actos tales como la magia p r o t o t í p i c a , preside la obsesiva
imagen del fin deseado. La a c c i ó n sustitu tiva en que encuentra expre
s i ó n la crisis f i s i o l ó g i c a tiene un valor subjetivo: el fin deseado pa
rece má s p r ó x i m o a su s a t i s f a c c i ó n .
L a magia estandarizada tradi ciona l es tan s ó l o una i n s t i t u c i ó n que
f i j a , organiza e impone a los miembros de una sociedad la posible
s o l u c i ó n a esos conflictos inevitables que plantea la impotencia hu
mana al ocuparse de los asuntos arriesgados con el simple conoci
miento o la habilidad t é c n i c a . La r e a c c i ó n e s p o n t á n e a y natural del
hombre ante tales situaciones proporciona el material bruto de la
magia. Este material bruto implica el principio de s i m p a t í a en el
sentido de que el hombre tiene que apoyarse tanto en el fin deseado
com o en los mejores medios para co nseguirl o. La e x p r e s i ó n de las
emociones mediante actos verbales, mediante gestos, en la casi me.
teriosa creencia de que tales palabras y gestos tienen poder, f r u c t i h . I
naturalmente como una r e a c c i ó n f i s i o l ó g i c a norma l. Los elementos
que no existen en la materia prima de la magia , pero se enc uentran
en los sistemas desarrollados, son los elementos tradicionales, m i t o
l ó g i c o s . En todas partes, la cultura humana integra el material bruto
de los intereses y pretensiones humanas en costumbres tra dicionales
y normativizadas. En toda t r a d i c i ó n humana se hace una e l e c c i ó n
entre una diversidad de posibilidades. En la magia t a m b i é n el ma
terial bruto proporciona cierto n ú m e r o de formas posibles de com
portamiento. La t r a d i c i ó n escoge entre ellas, f i j a un tipo concreto y
l o inviste con un sello de valor social.
L a t r a d i c i ó n t a m b i é n refuerza la creencia en la eficacia de la ma
g ia mediante el contexto de la experiencia concreta. Se cree tan pro-
116
v i i i ion es út i l porq ue eleva la eficacia de la persona que se somete
a ella. La magia posee, por tanto, una verdad funcional o p r a g m á -
t i . i . pttesto que siempre aparece en condiciones en las que el orga-
n i s i n o humano e s t á desintegrado. La magia corresponde a una ver
d . i d e i a necesidad f i s i o l ó g i c a .
Le propo rcio na un respaldo adic ional el sello de a p r o b a c i ó n S04 íal
que reciben las reacciones regularizadas, seleccionadas tradicional-
mente del material bruto de la magia. La c o n v i c c i ó n general de que
este y s ó l o este r i t o , conjuro o p r e p a r a c i ó n personal, posibilita al ma
go para controlar la suerte, hace que cada individuo crea en ello
a t r a v é s del mecanismo normal del moldeamiento o condicionamiento.
L a i m p l a n t a c i ó n p ú b l i c a de ciertas ceremonias, por una parte, y el se
creto y la a t m ó s f e r a e s o t é r i c a en que se desenvuelven otras a ñ a d e n
algo a su credibilidad. T a m b i é n el hecho de que la magia vaya nor
malment e asociada a la intel igenc ia y a la fuerte per sonal idad eleva
su c r é d i t o ante los ojos de cualquier comunidad. De este modo, la
c o n v i c c i ó n de que el hombre puede con tro la r las fuerzas de la natu
raleza y a los seres humanos mediante un manejo especial, trad ici onal
y regularizado, no es simplemente una verda d subjetiva debida a sus
fundamentos f i s i o l ó g i c o s , ni simplemente una verdad p r a g m á t i c a que
colabora a la r e i n t e g r a c i ó n del individuo, sino que transpor ta una
prueba adi cional que nace de su f u n c i ó n s o c i o l ó g i c a .
L a magia no s ó l o sirve de fuerza integradora del individuo, sino
t a m b i é n de fuerza organizativa de la sociedad. El hecho de que el
mago, por la naturaleza de su s a b i d u r í a secreta y e s o t é r i c a , tenga
t a m b i é n control sobre las actividades p r á c t i c a s asociadas, hace que
p o r regla general sea una persona de la m á x i m a importancia en la
comunidad. Descubrir esto fue una de las grandes contribuciones de
Frazer a la a n t r o p o l o g í a . No obstante, la magia no s ó l o tiene impor
tancia social porque conceda poder y de esta forma eleve a un hom
bre a una p o s i c i ó n alta . Es verdader amente una fuerza organiza dora.
E n Australia, la c o n s t i t u c i ó n de la t r i b u , del clan, del grupo local,
se basa en un sistema de ideas t o t é m i c a s . La principal e x p r e s i ó n cere
monial de este sistema consiste en los ritos de la m u l t i p l i c a c i ó n má
gica de las plantas y los animales y en las ceremonias de i n i c i a c i ó n
a la v i r i l i d a d . Ambos ritos subyacen al entrama do t r i b a l y ambosson e x p r e s i ó n de un orden m á g i c o de ideas basadas en la m i t o l o g í a
t o t é m i c a . Los dirigentes que organizan las reuniones tribales, que
las conducen, que dirigen la i n i c i a c i ó n y son los protagonist as de le
representaciones d r a m á t i c a s del mito y de las ceremonias m á g i c a s
p ú b l i ca s , d e s e m p e ñ a n este papel en v i r t u d de la tradicional f i l i a c i ó n
m á g i c a . La magia t o t é m i c a de estas tribus es su principal sistema de
o r g a n i z a c i ó n .
Esto t a m b i é n es cierto en gran medida para las tribus p a p ú e s de
117
Nutva Guinea, de Melanesia y de las gentes del a r c h i p i é l a g o ha lo
nesio, donde las ideas y los ritos m á g i c o s proporcionan concreta
mente el principio organizador de las actividades p r á c t i c a . I as s<>
ciedades secretas del a r c h i p i é l a g o de Bismarck y de A f r i c a occiden
t a l , los hacedores de l l u v i a de S u d á n , los exorcistas de los indios
l i l i c a c i ó n de- su verdad, un pedigrec de su f i l i a c ión , una caita . < r n . l i
tu . ional de sus derechos de validez.
BstO no s ó l o es cierto para la m i t o l o g í a m á g i c a . El mito en
ncral no es una e s p e c u l a c i ó n ociosa sobre los o r í g e n e s de las . . . . . . .
o de las inst itu ciones . N i es un produ cto de la c o n t e m p l a c i ó n . 1 . la
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norteamericanos, todos combinan el poder m á g i c o con la influencia
p o l í t i c a y e c o n ó m i c a . Muchas veces se carece de los suficientes deta
lles para valorar la medida en que la magia controla la vida secular
y no rmal y el mecanismo por el que lo penetra. Pero entre los m a s a i
o nandi de A f r i c a oriental, las pruebas revelan que la o r g a n i z a c i ó n
m i l i t a r de la t r i b u e s t á asociada con la magia de la guerr a y que el
gobierno de los asuntos p o l í t i c o s y de los intereses tribales generales
dependen de la magia de la l l u v i a . En la magia de los huertos de
Nueva Guinea, en las expediciones ultramarinas, de pesca y de caza
en gran escala, se demuestra que la s i g n i f i c a c i ó n ceremonial propor
ciona el entre mado legal y mor al mediante el cual se celebran jun tas
todas las actividades p r á c t i c a s .
L a h e c h i c e r í a , en sus formas mayores, suele ser especializada y
estar inst itu cion ali zada ; es decir, o bien el hechicero es un profe siona l
cuyos servicios pueden comprarse u ordenarse, o bien la h e c h i c e r í a
e s t á investida en una sociedad secreta u o r g a n i z a c i ó n especial. En
cualquier caso, o bien la h e c h i c e r í a e s t á en las mismas manos q ue
el poder p o l í t i c o , el prestigio y la riqueza, o bien puede ser compra
da o solicita da por aquellos que puedan costearla. Así , la h e c h i c e r í a
es invariablemente una fuerza conservadora que se u t i l i z a a veces
para intimidar y normalmente para reforzar la ley consuetidinaria o
lo s deseos de quienes e s t á n en el poder. Siempre es una salvaguar diade los intereses creados, de los privilegios establecidos y organizados.
E l hechicero que tie ne el apoyo del jefe o de una poderosa sociedad
secreta puede hacer que su arte se deje sentir de forma más eficaz
que si estuviera operando contra ellos o por su cuenta.
L a f u n c i ó n individual y s o c i o l ó g i c a de la magia se hace, pues,m á s eficaz, gracias a los mecanismos a t r a v é s de los cuales opera
E n esto y en el c á l c u l o subjetivo de probabilidades, que hace que el
é x i t o ensombrezca al fracaso, pues el fracaso puede ser explicado a
su vez por una contramagia, resulta claro que la creencia no e s t á
ta n mal fundada ni se debe tanto como en un principio pudiera pa
recer a la extravagante s u p e r s t i c i ó n de la mentalidad p r i m i t i v a Una
fuerte creencia en la magia encuentra e x p r e s i ó n p ú b l i c a en la mltolog ía que circula acerca de milagros m á g i c o s y que siempre se encuen
t r a a c o m p a ñ a n d o a todos los tipos importantes de magia. La jactan* iacompetitiva de una comunidad frente a otra, la fama del sobresa
l í e n t e é x i t o m á g i c o , la c o n v i c c i ó n de que la ext raor dina ria buena su
te se ha debido probablemente a la magia, crea una tradición liempre naciente que rodea a todos los magos famosos o sistemas de
magia famosos con un halo de r e p u t a c i ó n sobrenatural. Esta i r a d i
d i c i ó n circula nte generalmente culmi na retrospectivamente en Un mitooriginario, que aporta la carta constitu cional y las c reden, ¡ a l e s .1
todo el sistema m á g i c o . El mito de la magia es exact amente una ju s
118
naturaleza o una i n t e r p r e t a c i ó n r a p s ó d i c a de sus leyes. La f u n c i ó n
de l mito no es explicativ a ni s i m b ó l i c a . Es la e x p o s i c i ó n de un acon
tecimiento extraordinario, un suceso que e s t a b l e c i ó de una vez pOI
todas el orden social de una t r i b u o de alguno de sus e m p e ñ o s c. < I
n ó m i c o s , artes y oficios, o de su r e l i g i ó n , o bie n de sus creencias y
ceremonias m á g i c a s . El mito no es simplemente una atractiva pieza
de f i c c i ó n que se mantiene viva por el i n t e r é s literario de la histO
r i a . Es una e x p o s i c i ó n de la realidad ori ginaria que vive en las ins
tituciones y e m p e ñ o s de una comu nida d. Just ifica mediante preceden
tes el orden existente y proporciona una pauta retrospectiva de va
lores morales, de discriminaciones y cargas s o c i o l ó g i c a s y de creen
cias m á g i c a s . En esto consiste su principal f u n c i ó n cultural. Por
toda su s i m i l i t u d de forma, el mito no es un simple cuento, ni un
prototipo de literatura ni de ciencia, ni tampoco una rama del arte
n i de la historia, ni una p s e u d o t e o r í a explicativa. Cumple una f u n c i ó n
sui generis estrechamente conectada con la naturaleza de la t r a d i c i ó n
y de la creencia, con la continuidad de la cultura, con la r e l a c i ó n
entre la vejez y la juv entu d, y con la acti tud humana hacia el pasado.
L a f u n c i ó n del mito consiste en fortalecer la t r a d i c i ó n y dotarla de
mayor valor y prestigio al llevarle hasta una realidad i n i c i a l de acon
tecimientos más elevada, mejor, más sobrenatural y más efectiva.
E l lugar de la r e l i g i ó n debe considerarse en el esquema de lacultura como una s a t i s f a c c i ó n compleja de necesidades altamente de
rivadas. Las diversas t e o r í a s de la r e l i g i ó n la adscriben o a un «ins-
t i n t o » religioso o a un sent imient o religioso e s p e c í f i c o (McDougall,
Hauer), o bien la explican como una t e o r í a p r i m i t i v a del animismo
( T y l o r ) , o del preanimismo (Marett), o bien la adscriben a las emo
ciones del miedo (Wundt), o a los raptos e s t é t i c o s y los lapsus del
lenguaje (Max M ü l l e r ) , o a la a u t o r r e v e l a c i ó n de la sociedad (Dur-
kheim). Estas t e o r í a s convierten a la r e l i g i ó n en algo sobreimpuesto
al conjunto de la estructura de la cultura humana, satisfaciendo q u i -
z á s algunas necesidades, pero necesidades que son completamente
a u t ó n o m a s y que no tienen nada que ver con la realida d duramente
traba jada de la existencia humana. Sin embargo, puede demostrarse
que la r e l i g i ó n e s t á i n t r í n s e c a aunque indirectamente conectada con
lo fund ament al del hombre, es decir, con las necesidades b i o l ó g i c a s .Como la magia, sale del curso de la p r e v e n c i ó n y la i m a g i n a c i ó n ,
4 u e caen sobre el hombre una vez que se levanta por enci ma de la
naturaleza animal bruta. A q u í entran temas de la i n t e g r a c i ó n pe]
sonal y social incluso má s amplio s que los que nacen de la neccsidad p r á c t i c a de las acciones azarosas y las empresas p r e ñ a d a s de pe
ligros. Se abre todo un abanico de ansiedades, presentimientos y
proble mas relat ivos al destino huma no y al lugar del hombre en el
universo una vez que el hombre comienza a actuar en c o m ú n no
119
sólo con sus compañeros ciudadanos, sino también con Lis geneia
ciones futuras y pasadas. La religión no ha sur gido de l a espe t ula
ción ni de la reflexión, y todavíft menos de la desilusión o equivoi .1
ción, sino má s bien de la verdadera tragedia de la vida humana,
del conflicto entre los planes human.., y las icahdad.
La mayor parte de las otras formas de religión, cuando se analizan
en su carácter funcional, corresponden a necesidades profundas, aun
que derivadas, del individuo y de la comunidad. El totemismo, poi
. I .n ip lo , cuando se relaciona con su marco mas amplio, albina la
existencia de un ínt imo parentes co entre el hombr e y el mundo que
lo rodea. El lado ritual del totemismo y del culto a la naturaleza
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La cultura ent raña profundos cambios en la realidad del hombre;
entre otras cosas, hace que el hom bre som eta algo de su autoes tima
y de su autobúsqueda. Pues las reía, iones humanas no di si ansan sim
plem ente, ni siquiera fundamentalm ente, n i la eoai e ion piocedente
del exterior. El hombre sólo puede trabajar con y pai.i otro gracias
a las fuerzas morales que nacen de las lealtades y de las adhesiones
personales. Estas se forman lunilaiii.nl.dmente en el p í o .eso de pa
t e r n i d a d y ma ter nidad y parentesco, p< 1 0 inevitablemente se extien
den y enri quece n. I I amoi d< los padn poi los hijos y de los hijo s
po r los padres, el que existe entre el marido y la esposa y entre los
herma nos y las hermanas, su ve como p ro tot ipo y t ambién como nú
cleo para las lealtades del < lan, el sentimiento de vecindad y la ciu
dadanía tribal. La coopera» ion y la mutua ayuda se basan, tanto en
la s sociedades salvajes com o en las civilizadas, en sentimie ntos per
manentes.
La existencia de Inertes adhesiones personales y el h e c h o de la
muer te, que es el acontecimiento humano que má s tra sto rna y de
sorganiza los cálculos del hombre, son quizás las principales fuen
tes de la creencia religio sa. La afirmación de que la muerte no es
real, de que el hombre tiene un alma y de que ésta es inmortal nace
de la pro funda necesidad de negar la destrucción personal, necesidad
que no es un instinto psicológico, sino que está determinada por lacultura, por la cooperación y por el crecimiento de los sentimien
tos humanos l\u a el individuo que afronta la muerte, la creencia en
la inmortalidad y el ritual de extremaunción, o úl t imos auxilios (que
de una u otra Luna son casi universales), confirma su esperanza de
que hay un después, que quizás no es peor que la vida presente y
que puede se r mejor. De este modo, el ritual que precede a la muer
t e confirma la p e r s p e c t i v a emocional que el moribundo llega a n a E
sitar en este s u p r e m o trance. Después de la muerte, los que han
sufrido la pérdida quedan en un caos de emociones, que podría ha
cerse peligroso para cada uno de ellos individualm ente y p a r a la
comunidad como conjunto, si no fuera por el ritual de las obliga» in
nes mo rt uor ias . Los ritos religiosos del funeral y el entie rr o —todos
los auxilio s que se le pro por cionan al alm a que parte— son actos que
expresan el dogma de la continuidaddespués
de la muerte y la <1 »
munión entre los muertos y los vivos. Todo sobreviviente que ha pa
sado por cierto número de ceremonias mor tuorias He otro s va siendo
de este modo pre para do par a su pr opi a muer te. La creencia e n la
inmortalidad, que ha vivido de forma ritual y practicado en el caso
de su padre o su madre , de sus hermanos y amigos, le hace api.. |aj
con m ás firmeza la creencia en su pro pia vida futura . La crccni la en
la inm or ta li dad humana, por ta nto, que es el fundamento del t lilto «los antepasados, nace de la constitución de la sociedad h u m a n a
120
. «in s t a , en gran medida, de ritos de multiplicación o de propii i ai ion
de los animales, o en ritos de un aumento de fertilidad de la natu
raleza vegetal que t ambién establecen vínculos entre el hombre- \
su medio ambiente. La religión primitiva se ocupa en gran parte »l.
la sacralización de las crisis de la vida humana. La concepción, e]
nacimiento, la pubertad, así como el supremo trance de la muerte,todos dan origen a actos sacram entales . El hecho de la concepción
está envuelto en creencias como la reencarnación, la entrada delespí ri tu y la impregnación mágica. En el nacimiento, asociadas a
él y manifesta das en el ritual del nacimiento, aparecen abundantes
ideas animistas relativas a la formación del alma humana, al valor
del individuo para su comunidad, al desarrollo de sus poderes mo
rales, a la posibilidad de predecir su destino. Las ceremonias de
iniciación, predominantes en la pubertad, han desarrollado un con
texto mitológico y dogmático. Los espí ri tus guardianes, las divinida
des tutelares, los héroes culturales o el padre de todos de una comu
nidad están asociados con las ceremonias de iniciación. Los sacra
mentos contra ctuales, tales como el mat rim onio, la entrada en un
grado de edad o la aceptación de una fra ter nidad religiosa o mágica,
ent rañan fundamentalmente concepciones éticas, pero muchas veces
t ambién son expresión de mitos y dogmas.
Toda crisis importante de la vida humana implica un fuerte tras
torno emocional, un conflicto mental y una posible desintegración.
La esperanza de una solución favorable tiene que luchar con las an
siedades y presentimientos. La creencia religiosa consiste en la regu-
larización tradicional del lado positivo del conflicto mental y, por
tanto, satisface una concreta necesidad individual nacida de conco
mitancias psicológicas de la organización social. Por otra parte, la
creencia religiosa y el ritual, al hacer públicos lo s actos críticos
y los contratos sociales de la vida humana, regularizarlos según la tra
dición y some terlo s a sanciones sob renatura les, for tale ce los víncu
los de la cohesión humana.
La religión santifica en su ética la vida y la conducta humanas
y se convierte quizás en la fuerza má s poderosa de control social. Con
sus dogmas pr opo rcio na al hom br e enorme s fuerzas cohesivas. Creceen cualquier cultura, porque el conocimiento que prop orciona la pre
visión no consigue superar el sino; porque los lazos vitalicios de
cooperación y mutuo interés crean sentimientos, y los sentimientos se
rebelan contra la muerte y la disolución. La llamada cultural de la
religión es muy derivada e indirecta pero, en último término, está
enraizada en la forma en que las necesidades primarias del hombre
se satisfacen en la cult ura .
Los juegos, los deportes, los pasatiempos artísticos arrancan al
121
hombre de su excitación no rma l y aleja n el esfuerzo y la dliclpHnS
de la vida laboral, cumpliendo la función de recreación, de resten el hombre la plena capac idad pa ra el tra bajo rutinario. No oh i ni
te, la función del arte y del juego es más complicada y ma s ampll i
como puede mostrar un análisis de su papel dentro de la M i H n m
n< i un apartamiento parcial de la vida familiar. Acaba con la cere
un .n i i di un. ¡ación a la virilidad y muchas veces, en este momento,
- - .un. nz a la formación de lazos más extensos de pertenencia al clan,
a lo-, n ad o s de edad, a las sociedades secretas y a la ciudadanía
ti ¡ b a l . I'oi tanto, la principal función del juego juvenil es educan\.
m i e n i i a s que el aspecto recreativo prácticamente no existe mientras
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tenimiento: combina ambas cosas. Las necesidades biológicas del
individuo exigen que el infante utilice sus miembros y pulmones, \
este libre ejercicio proporciona su primer entrenamiento, as i como
su verdadera adaptación a lo que le rodea. A través de la voz el In
fante llama a sus padres o tutores y de este modo entra en relej lón
con su sociedad y, a través de ésta, con el mundo sin limitaciones No
obstante, incluso estas actividades no se mantienen completamenii
libres y controladas únicamente por la fisiología. Toda cultura deteimina la extensión que puede concederse a la libertad del m o v í
miento cultural: desde el niño enfajado o atado que escasamemv
se puede mover hasta la completa libertad del infante desnudo. La
cultura también determina los límites dentro de los cuales se le
permite al niño gritar y llorar y dicta la prontitud de la respuesta
paterna y la severidad de la represión habitual. El grado en que estámoldeado el pri mer comportamien to, la manera en que las palabras
y los actos se entrecruzan en la expresión infantil, permiten a la
tradición i n f l u i r en el organismo joven a través de su medio amblente humano. Las primeras fases del juego humano, que son tambiénlas del trabajo humano, tienen por tant o considerable importa nci a y
deben ser estudiadas, no sólo en los laboratorios del behaviorista o
en la consulta del psicoanalista, sino también en el campo etnográ-
fico, puesto que varía en cada cultura.
Los juegos y el ejercicio de la siguiente etapa, cuando el niño
aprende a hablar y a utilizar los brazos y las piernas, entroncan di
rectamente con los primeros pasatiempos. La import an ci a del com-
portamiento lúdico infantil consiste en su relación con las influciu ¡a s
educativas que contiene, la cooperación con los demás y con los otros
niños. Más adelante el niño se hace independiente de sus padres o
tutores, en la medida en que se une a otros niños y juega con ellos
Con frecuencia los niños consti tuyen su propia comunidad que tiene
su propia organización rudimentaria, su liderazgo y sus intereses eco
nómicos —una comunidad que a veces proporciona su propia al!
mentación— y pasan en completa independencia días y noches fuera
de la casa paterna. A veces, los muchachos y las muchachas juegan
en grupos separados; o bien se unen en un solo grupo, en cuyo casoel erotismo y el interés sexual pueden entrar o no en el juego. Los
juegos suelen ser habitualmente una imitación de les adulto* 0
bien contienen algunas actividades paralelas. Rara vez son compli
tamente distintos de las cosas en las que el niño se verá implit adouna vez pase la madurez. De este modo, en este período se aprende
gran parte de la futura adaptación a la vida. Se desarrolla el código
moral, se forman los rasgos sobresalientes del carácter y se Inicianlas amistades o amores de la vida futura. Este período suele cont.
122
\n la medida en que los jóvenes no tomen part e en el tra bajo re
guiar de la comunidad.
Los juegos y recreaciones de los adultos generalmente prese n i an
un desarrollo continuado con respecto a los de los niños. En las
comunidades civi lizadas e igualmente en las primitivas no suele exili n una línea tajante de demarcación entre los juegos adultos y ju -
veniles, y con frecuenci a los viejos y los jóvenes se unen para las
diversiones; pero en el caso de los adultos la naturaleza recreativa de
tales propósitos result a promi nen te. En el ca mbio de intereses, en la
transformación de lo normal y lo gris a lo raro y ocasional, la cultura
convierte en buenas otras de las dificultades con que carga al hom-
bre. En las sociedades má s primitivas las recrea ciones suelen ser
monótonas y persistentes como el trabajo rutinario, pero siempre
son distintas. Se gastan horas en completar y perfeccionar un peque-
ño objeto, en las danzas o en el acabado artístico de un tablero deco-
rativo o figura. No obstante, la act ivi dad es siempre suplementaria.
Un tipo de esfuerzo manual y menta l, que no se da en las ocupaciones
ordinarias, permite al hombre hacer un trabajo duro y extraer nuevas
fuentes de energía nerviosa y muscular. La recreación, pues, no sirve
simplemente para llev ar al hombre lejos de sus ocupaciones ordi na -
rias; contiene también un elemento constructivo o creativo. El dile-
tante de las culturas más elevadas produce muchas veces mejores
obras y dedica sus mejores energías a su hobby. En las civilizaciones
primitivas, la vanguardia del progreso suele encontrarse entre los
tra bajos ociosos y extra s. Los avances en la habi lidad, los descu-
brimientos científicos, los nuevos motivos artísticos, pueden filtrarse
a través de las actividades lúdicas de la recreación y de este modo
reciben ese mínimo de resistencia t radi cion al que comport an las
actividades que todavía no se toman en serio.
Los juegos de carácter distinto, completamente no productivos
y no constructivos, tales como los juegos de turnos, los deportes com-
petitivos y las danzas seculares, no poseen esta función creativa,
pero en su lugar desempeñan un papel en el establecimiento de la
cohesión social. La atmósfera de relajación, de libert ad, así c omo
la necesidad de grandes reuniones para tales juegos comunitarios,lleva a la formación de nuevos lazos. Amistades e intrigas amorosas,
mejor con oci mien to de los parientes lejanos o de los miembros del
mismo clan, la competencia con otros y la solidaridad dentro de los
equipos que compiten , todo esto origina cualidades sociales que se
desarrollan gracias a los juegos públicos que constituyen un rasgo
característico de la vida tribal primitiva, así como de la organización
civilizada. En las comunidades primitivas, durante los grandes juegos
ceremoniales y las celebraciones públicas se produce muchas veces
123
i i n . i completa recristalización sociológica. El sistema de clanes pasa
a p r i m e r plano. Se desar rollan nuevas lealtades no terr ito ria les . En
I r . comunidades civilizadas el tipo de pasatiempo nacional r o í a l o
ra eficazmente a la formación del ca r ác t e r nacional.
E l arte parece ser, de todas las actividades culturales, la más
i n n l e i i a l e s , se «• p.ullcce de su habilidad y siente una c o n m o c i ó n
ante las nuevas lorma s que aparecen bajo sus manos. La c rea.
de lonnas complejas v perfectas con materiales raros y especialmente
d ó c i l e s o b i e n especialmente difíciles es una de las raíces se. nuda
l i a s de- la satistaeción estética. Las formas creadas atraen a los iniem
I M O S de la comunidad, dan al artista una posición elevada y estable
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exclusiva y al mismo tiempo la má s internacional, e i n c l u s o i n t e
rracial. Indiscutiblemente la música es la má s pur a de todas las
artes, la menos mezclada con materias técnicas o intelectuales e x t n n
secas. Sea en el corroboree australiano, con su canto mo n ó to n o aun
que penetrante, o en una sinfonía de Beethoven o en la canción que
aco mp añ a a un baile de pueblo o en una canción marinera melane-
sia, no se utilizan s ímbolos o convenciones intelectuales, apelándose
ú n icamen te a la respuesta directa a la combinación de sonidos y al
r i tmo. En la danza, los efectos r í tmicos se consiguen mediante loi
movimient os del cuerpo, más concretamente de los brazos y las pfterñ a s , llevados a cabo en conjunción con música vocal o instrumental.
Las artes decorativas consisten en la o r n amen tac ió n del cuerpo, en
los diversos colores y formas de las ropas, en la pintura y en el ta
llado de objetos y en los dibujos o pinturas representativos. Las artelplás t icas , la escultura y la arquitectura, la madera, la piedra o el
material compuesto se moldea según determinados criterios es té t icos .
La poesía, el uso del lenguaje, y las artes dramáti cas es tán quizál
menos unifor memente dist ribu idas en sus formas desarrolladas, pero
nunca es t án completamente ausentes.
Todas las manifestaciones ar t ís t icas operan fundamentalmente I
t r av és de la acción directa de las impresiones sensibles. El tono de
la voz humana o la vibración de cuerdas o membranas, los ruidos denaturaleza r í tmica, las palabras del lenguaje humano, el color, la
línea, la forma, los movimientos corporales son, f is io lógicamente ha
blando, sensaciones e impresiones sensibles. Estas, así como sus COffl
binaCiones, producen un atractivo emocional específico que constituyela materia prima del arte y que es la esencia del atractiv o estéticoEn la escala má s baja del goce es té t ico se encuentran l os efectos de
las impresiones sensibles químicas , las de gusto y olor, que también
dan lugar a un limitado atractivo es té t ico . La llamada sensual diree i.t
de los olores de la comida y los efectos fisiológicos de los narcót icos
demuestran que los seres humanos ansian s i s t emá t i camen te una nio
dil icación de sus experiencias corporales, que existe un fuerte deseo
de salir de la rutina gris ordinaria de todos los días y pasar a un
mundo distinto, transformado y subjetivamente orientado. Las res
puestas a las impresi ones sensibles y a sus compuestos, a las se. mucia rítmicas, a la a r mo n ía y a la melodía en la música, a la línea del
dibujo y a la combinación de colores, tiene un fundamento orgát
E l imperativo ar t ís t ico es una necesidad bás ica; la principal funi lóndel arte consiste en satisfacer este deseo vehemente del organismo
humano por combinaciones de impresiones sensibles mezcladas.
E l arte se asocia con otras actividades culturales y desarrolla una
serie de funciones secundarias. Es un poderoso elemento para el desa
r ro l lo de los oficios y de los valores económicos . El artesano ama sus
124
cen el sello del valor eco n ó mico de tales objetos. El goce de la arte
s a n í a , la satisfacción estética del producto acabado y el reconocí
miento social se mezclan y reaccionan entre s í. Dent ro de cada
arte u oficio se aport a un nuevo incentiv o para el trabaj o bien hecho
y una norma de valor. Algunos de los objetos que suelen ser conside
rados como dinero o moneda corriente, pero que en realidad son sim
plemente signos de riqueza y expresiones del valor del mater ial y de
la habil idad, constituyen ejemplos de estas normas es té t icas , econó-micas y tecnológicas combinadas. Los discos de concha de Melanesia,
hechos de un mate rial raro con especial habilid ad, las esteras enro
lladas de Samoa, las mantas, platos de la tón y tallas de la Columbia
Británica , son muy importantes para comprender la economía, la
es té t ica y la organización social de los primitivos.
La profunda asociación del arte con la religión es un lugar co mú n
de las cult uras civilizadas y también es tá presente en las más sim
ples. Las reproducciones plás t icas de los seres sobrenaturales —ídolos ,
tallas t o t émicas o pinturas—, ceremonias como las asociadas con la
muerte, la iniciación o el sacrificio, funcionan para poner al hombre
m á s cerca de aquellas realidades sobrenat urales sobre las que se
centran todas sus esperanzas, que le insp iran profundos recelos
y, en resumen, conmueven y ac tú an sobre todo su ser emocional.
De acuerdo con esto, todas las ceremonias mortuorias es t án asociadasco n el llanto ritu alizado, con canciones, con la t r an s f o r mac ió n del
cadáver , con representaciones d r amá t i ca s . En algunas religiones, sin
gularmente en la de Egipto, la concentración del arte alrededor de la
momia, la necrópol is y toda la representación , del paso de este mun
do al otro, dramatizada y creativa, ha alcanzado un extraordinario
grado de complej idad . Las ceremonias de iniciación, desde las crudas
pero elaboradas celebraciones de las trib us del centro de Australia
hasta los misterios eleusinios y el r i tual masónico , constituyen repre
sentaciones ar t ís t icas dramatizadas. El drama clásico y el moderno,
las obras sobre los misterios cristi anos y el arte d r amá t i co de Oriente,
probablemente se originaron en algunos de estos rituales tempra
namente dramatizados.
En las grandes concentraciones tribal es, la u n ió n en la experiencia estética de la danza comunal , los cantos y las exhibiciones de arte
decorativo o de objetos de valor a r t í s t i c amen te arreglados, a veces
incluso de comi da acumulada, une al grupo con emociones fuertes
y unificadas. La j e r a r q u ía , el principio del rango y de la dis t inción
social, suele manifestarse muchas veces en los privilegios de la orna
men tac ió n exclusiva, de las canciones y danzas de propiedad privada
y de la pos ición ar is tocrát ica de las fraternidades d r amá t i ca s como
en el caso del areoi y el ulitao de la Polinesia.
125
E l arte y el conocimie nto son fuertemente afines. En el arto na
turalista y represe ntativo s iempre se corporiza una buena c antida d
de o b s e r v a c i ó n cor rect a y un incentivo de estudio de lo que no*, uní i
E l simbolismo del arte y el diagrama c i e n t í f i c o suelen estar entre
c h á m e n t e conectados. El impulso e s t é t i c o integra el conot Itnll ntO
en niveles altos y bajos. Los proverbi os, los anagramas y los cuentos,
De este modo, la cultur a transforma a los individuos en grupos
ni g.uu/atlos y p i o p o n i o n . i a estos una continuidad casi i n f i n i t a . Evi
d. ni . mente, el hombre no es un animal gregario, en el sentido de que
M I S a« e i o n e s concertadas se de-han a la d o t a c i ó n f i s i o l ó g i c a c i n n a t a
y •.(• Iiansportc en pautas comunes a toda la especie-. La o r g a n i z a c i ó n
s tóelo el comportamiento concertado, los resultados de la continui
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sobre todo la n a r r a c i ó n h i s t ó r i c a , suele ser muchas veces en las c ul
turas primitivas, y t a m b i é n en sus formas desarrolladas, una man la
de arte y ciencia.
E l significado o s i g n i f i c a c i ó n de un motivo decorat ivo, de uní
m e l o d í a o de un objeto tallado no puede encontrarse, por tanto,
a i s l á n d o l o , s e p a r á n d o l o de su contexto. En la moderna c r í t i c a de ai te
se acos tumbr a a considerar una obra de arte como un mensaje peí
sonal del artista creador a su audiencia, la m a n i f e s t a c i ó n de un estado emocional o intelectual traducido a t r a v é s de la obra de art e
desde un hombre a otro. Tal c o n c e p c i ó n s ó l o es ú t i l si todo el contexto
cultural y la t r a d i c i ó n a r t í s t i c a se dan por sentados. S o c i o l ó g i c a m e u
te siempr e es incor recta ; y la obra de H . Taine y su escuela, que ha
puesto todo el é n f a s i s en la r e l a c i ó n entre la obra de arte y su ttülicn,
es un correctivo muy importante de la e s t é t i c a subjetiva e Individua
lista. El arte p r i m i t i v o es invariablemente de c r e a c i ó n popular o fol
k l ó r i c a . El artis ta se apodera de la t r a d i c i ó n de su t r i b u y, simple
mente, reproduce la talla, la c a n c i ó n , la obra del misterio t r i b a l . El
individuo que reproduce de esta forma una obra t radici onal le a ñ a d e
algo, la modifica en la r e p r o d u c c i ó n . Estas p e q u e ñ a s aportaciones
individuales, incorporadas y condensadas en la t r a d i c i ó n gradualmen
te creciente, se integran y se convierten en parte de la masa de pro
d u c c i ó n a r t í s t i c a . Las aportaciones indi vidual es no s ó l o e s t á n detei
minadas por la personalidad, la i n s p i r a c i ó n o el talen to creador del
individuo contribuyente, sino t a m b i é n por las asociaciones m ú l t i p l e s
d e l arte con su contexto. El hecho de que un í d o l o tallado sea objeto
de creencias d o g m á t i c a s y religiosas y de r i t u a l religioso determine
en gran medida su forma, t a m a ñ o y material. Como muchos o t r o i
artefactos o productos huma nos, la obra de arte se vuelve parte de
una i n s t i t u c i ó n , y el conjunto de su desarrollo, así como sus futí
ciones, s ó l o pueden entenderse si se estudian dentro del conte xto d<
l a s i t u a c i ó n .
L a cultura, pues, es esencialmente una realidad instrumental que
ha aparecido para satisfacer las necesidades del hombr e que sobrepa
san la a d a p t a c i ó n al medio ambiente. La cultura capacita al hombre
c o n una a m p l i a c i ó n adicional de su aparato a n a t ó m i c o , con una coraza protectora de defensas y seguridades, con movilidad y velocidad
a t r a v é s de los medios en que el equipo corpor al direc to le hublei l
defraudado por completo. La cultura, la c r e a c i ó n acumulativa del
hombre, a m p l í a el campo de la eficacia individual y del poder de la
a c c i ó n ; y proporciona una profun didad de pensamiento y una am
p l i t u d de v i s i ó n con las que no puede s o ñ a r ninguna especie animal
L a fuente de todo esto consiste en el c a r á c t e r acumulativo de lo
logros indi vidua les y en el poder de part icip ar en el trabajo c o m ú n
126
dad i radie ional, asumen formas distintas en cada cultura. La CU ltU r l
in . >dihe a pro funda mente la d o t a c i ó n humana innat a y, al hacerlo, no
s o l o aporta bendiciones, sino que t a m b i é n impone obligaciones y exl
i i », que someten m u c h í s i m a s libertades personales al bien c o m ú n
E l individuo tiene que someterse al orden y la ley; tiene que apretl
der y obedecer a la t r a d i c i ó n ; tiene que mover la lengua y aju star
la lari nge a una divers idad de sonidos y adaptar el sistema nervioso
a una diversidad de h á b i t o s . Trabaja y produce objetos que los otrosc o n s u m i r á n , mientras que, a su vez, siempre depende del trabajo aje
n o. Por ú l t i m o , su capacidad de acumular experiencias y dejarlas que
prevean el futuro abre nuevas perspec tivas y crea v a c í o s que se satis
facen en los sistemas de conocimiento, de arte y de creencias m á g i c a s
y religiosas. Aunque una cultura nace fundamentalmente de la satis
f a c c i ó n de las necesidades b i o l ó g i c a s , su misma naturaleza hace del
hombre algo esencialmente disti nto de un simple organismo animal.
E l hom bre no satisface ningu na de sus necesidades como un simple
animal. El hombre tiene sus deseos como criatura que hace utensilios
y u t i l i z a utensi lios, como miemb ros comulgante y razonante de un
grupo, como g u a r d i á n de la continuidad de una t r a d i c i ó n , como u n i
dad trabaj adora dent ro de un cuerpo cooperativ o de individuos, como
quien e s t á acosado por el pasado o enamorado de él, como a quien
lo s acontecimientos por venir le llenan de esperanzas y de ansiedades,y finalmente como a quien la d i v i s i ó n del trabajo le ha proporcionado
ocio y oport unidad es de gozar del color, de la forma y de la m ú s i c a .
127
L E S L I E A W H I T E
I I < O N U . M < ) D E C U L T U R A ( 1 9 5 9 )
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N o existe virtualmente a n t r o p ó l o g o cultural alguno que no tenga
p o r firmemente establecido que el concepto central y b á s i c o de su
disciplina es el concepto de cultura. A este consenso m í n i m o se yux-
tapone sin embargo una absoluta falta de acuerdo en lo que al
contenido de este t é r m i n o se refiere. Para algunos la cultura es
t a n s ó l o conducta aprendida. Para otros no se trata de cultura en
absoluto, sino de una a b s t r a c c i ó n de la conducta— sea esto lo que
fuere. Ciertos a n t r o p ó l o g o s opinan que la cultura se compone tan
s ó l o de hachas y vasijas de c e r á m i c a ; otros, sin embargo, son de la
o p i n i ó n de que n i n g ú n objeto material puede ser considerado cu l -
tura. Hay a n t r o p ó l o g o s que piensan que la cultura existe tan s ó l o
en el intelecto; para otros, en cambio, consiste en cosas y aconteci-
mientos del mundo exterior. Hay t a m b i é n algunos a n t r o p ó l o g o s querepresentan la cultura como consistiendo ú n i c a m e n t e en ideas, pero
d i f i e r e n entre sí sobre si tales ideas deben concebirse como existen-
tes en el e s p í r i t u de los pueblos estudiados o como surgidas de
la mente del e t n ó l o g o . Aún p o d r í a n a ñ a d i r s e proposiciones tales como
«l a cultura es un mecanismo p s í q u i c o de d e f e n s a » , «la cultura con-
siste en un n ú m e r o n de s e ñ a l e s sociales diferentes correlacionables
co n un n ú m e r o ra de r e s p u e s t a s » , «la cultura es el Rohrschach de
l a s o c i e d a d » que no h a r í a n sino aumentar la c o n f u s i ó n y el enma-
r a ñ a m i e n t o . A la vista de esto, uno se pregunta qué s e r í a de la f í s i c a
co n una variedad tal de concepciones opuestas de la e n e r g í a .
Hubo, no obstante, un tiempo en que se dio un alto grado de
uniformidad en el uso del t é r m i n o cultura. En las ú l t i m a s d é c a d a s
d el siglo xix y primeros a ñ o s del siglo xx, la gran m a y o r í a de los an-t r o p ó l o g o s m a n t e n í a n la c o n c e p c i ó n expresada po r E. B. T y l o r , en
1871, en las primeras l í n e a s de su Primitive culture: « C u l t u r a . . . el
aquel todo,complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte,
la moral, el derecho, las costumbres y", cualesquiera otras capacidades
y h á b i t o s adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociid a d » . T y l o r no deja claro en su d e f i n i c i ó n que la cultura sea una
propiedad e s p e c í f i c a m e n t e humana, pero esto es algo que q u e d a
i m p l í c i t o en la p r o p o s i c i ó n y que él mismo ha explicitado en otras
12»
9 — E L C O N C E P T O D E C U L T U R A
ocasiones (Tylor 1881:54, 123, donde se r efiere a «la gran l>i.•• h • m< n
tal existente entre nosotros y los animales»). La cultura para l y l o i
abarcaba todas aquellas cosas y acontecimientos especílicos d< la
raza humana. Y, concretamente, enumer a creencias, costumbr es, ob
jetos, «hachuelas, azadones, cinceles» etc. —y técnicas— «de pesca,
del corte de madera... de producción de fuego, de lanzamient o de
picas y etc. 1913: 5-6).
parte llama a la cultura «intangible» (1945: 79, 81). Igualmente, I O N
antropólogos del simposio imaginario descrito por Kluckholm y K< I I ,
i I T 79, 81) arguy en que «uno puede ver» cosas tales como los
individuos y sus interacciones mutuas, pero «¿ha vist o alguien alguna
la "cultura"?». En el mismo sentido, Beals y Hoijer (1953: 210)dicen que «el antropólogo no puede observar directamente la cul
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La concepción tyloriana de la cultura prevaleció en antropología
durante varias décadas. Aún en 1920, Rober t H. Lowie empezaba su
Primitive society citando «la famosa definición de Tylor». Más recién
temente, sin embargo, concepciones y definiciones de la cul tu ra han
proliferado cada vez en mayor medid a. Una de las más favorecidas
es la de la cultura como abstracción. Tal es la conclusión a que han
llegado Kroeber y Kluckhohn en su exhaustivo estudio sobre el tema:Culture: a critical review of concepts and history (1952: 155 y 169).
Tal es igualmente la definición dada por Hoijer y Beals en su libro de
texto, An introduction to anthropology (1953: 210, 219, 507, 535). Félix
M . Keesing, sin embargo, en un trabajo más reciente, Cultural an-
thropology (1958: 16, 427) define la cul tu ra como «la to ta li dad de la
conducta aprendida, transmitida socialmente».
Gran parte de la discusión del concepto de cul tu ra en los últimos
años se ha centrado principalmente en la distinción entre cultura
y conducta humana. Durante bastante tiempo los antropólogos se
contentaron con definir la cultura como un tipo de conducta pecu
liar de las especies humanas, adquirida por aprendizaje, y trans
mitida de un individuo, un grupo o una generación a los otros a
través de la herencia. En un deter minado moment o algunos comen
zaron a poner esto en duda y a mantener que la cult ur a no es ensí misma conducta, sino, en todo caso, una abstracción de la con
ducta. La cultura, dicen Kroeber y Kluckhohn (1952: 155) «es una
abstracción de la conducta humana concreta, pero no es en sí misma
conducta». Beals y Hoijer (1953: 210-219) y otr os, igualmente, mantie
nen este mismo punto de vista. 1
E l problema es que quienes definen la cultura como una abstrae
ción no dicen jamás lo que quieren decir con esto. Parecen dar por
sentado á) que ellos conocen lo que quieren decir con «abstrac
ción» y b) que los demás lo entenderán de igual manera. Ninguna
de estas dos suposiciones, creemos, está bien fundada, y volv ere
mos más adelante a considerar este concepto en el presente ensayo.
Pero, cualquiera que sea el sentido del término «abstracción» para
estos antropólogos, es evidente que cuando algo deviene una «abstrac
ción» se convierte en algo imperceptible, imponderable y no del
todo real. Según Linton «la cultura en sí misma es intangible y no
puede ser directamente aprehendida, ni siquiera por lo s mismos
individuos que participan en ella» (1936: 288-89). Herskovits por su
1. Uno de los primero s ejemplos de este modo de contemplar la mitin.t
como una a b s t r a c c i ó n , es la afirmación de Murdock: "teniendo en cuenta <u<
la cultura es meramente una abstracción de la media observada en | | oon
ducta de los i ndivi duos.. ." (1937, xi) .
130
tura . . .».
Si la cultura como abstracción es imperceptibl e e intangible, ¿p o
demos decir de alguna manera que existe? ¿es real? Ral ph Linton
(1936: 363) plantea esta cuestión con toda seriedad: «si puede decii se
que (la cultura) de algún modo existe...» Radcliffe-Brown (1940: 2)
declara respecto a esto que la palabra cul tu ra «no denota en modo
alguno una realidad concreta, sino una abstracción, y tal como co
múnmente es usada, una vaga abstracción». Spiro (1951: 24) por su
par te dice que de acuerdo con «la tendencia predominant e en la
antropología contemporánea... la cultura no tiene realidad ontoló-
gica alguna...».
De esta manera, cuando la cul tur a se convier te en una abstrac
ción, no sólo se hace invisible e imponderable: virtualmente deja
de existir. Sería difícil construir una concepción menos adecuada
de la cultura. ¿Cómo es, pues, posible que antropólogos tan eminen
tes e influyentes defiendan esta concepción de la cul tu ra como una
«abstracción»?
Una razón clave —si no, en el fondo, una afirmación implícita
de la razón misma— la suministran Kroeber y Kluckhohn (1952:
155):
Puesto que la conducta es el material básico y primordial de lapsicología, y la cul tura no lo es —siendo relevante a este efecto
sólo de manera secundaria, como una influencia más sobre dicho
material— es muy natural que psicólogos y sociólogos psicolo-
gizantes contemplen la conducta como algo primario, extendien
do a continuación esta perspectiva al campo total de la cultura.
E l razonamiento es simple y direct o: si la cul tu ra es conducta, la
cultura se convierte entonces en objeto de la psicología, puesto que
la conducta es propiamente un objeto psicológico, con lo que la
cultura se convertiría a su vez en propiedad particular de psicólo
gos y «sociólogos psicologizantes». Por este mismo camino, la antro
pología no biológica quedaba sin objeto. El peligro era real e inmi
nente, la situación crítica. ¿Qué debía hacerse?
La solución que Kroeber y Kluckhohn proponían era clara ysimple: dejar la conducta para los psicólogos; los antropólogos guar
darían para sí las abstracciones de la conducta. Dichas abstracciones
devienen y constituyen la cultura.
Pero en este dar al César, los antropólogos han entregado a la
psicología la mejor parte del botín, ya que le han dado las cosas
y acontecimientos reales, lo directa o indirectamente observable y
localizable en el mundo exterior, en el tiempo y el espacio terreno.,
guardando par a sí mismos tan sólo abstracciones intangibles c im-
1 u
ponderables «sin realidad ontológica». Pero al menos, y finalinenli ,
¡conservan un objeto —por más insustancial e inobservable que snt
enteramente suyo!
Que esta sea realmente la razón principal para definir la < u l h u a
«n o como conducta, sino como una abst racc ión de la conducta» es
quizás cuestionable. Pensamos, no obstante, que Kroeber y Kluckohn
mea-., p iop osi cio ncs , gciicralizacioncs, conclusiones etc. l a va l ide /
do tales premisa s, propo siciones, generalizaciones y conclusiones se
, -.laMccc poi me dio di- su contrast ación en térmi nos de experiencia
d e l m u n d o externo (Einstein 1936: 350). Este es el modo como la cien
. I . I procede y lleva a cabo su trabajo.
I 1 prime r paso en el pr ocedimiento científico es observar, o mal
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se han expresado claramente. Y, en úl t imo té rmino, cualquiera que
sea la razón o razones —pues pueden ser varias que han conducido
a esta dis t inc ión—, no cabe duda de que la cues t ión de si la cultura
debe ser considerada meramente c omo conducta o como una abstrac
ción de aqué l la , consti tuye el tema central en los recientes inten tos
de construir un concepto de cultura út i l , adecuado, fructífero y du
radero.
E l autor de este escrito no está más inclinado que Kroeber y
Kluckhohn a entregar la cultu ra a los psicólogos. De hecho pocos
ant ropólogos se han tomado m ás trabajo que él, intenta ndo deli mita r
los problemas psicológicos de los culturales. 2 Pero lo que en modo
alguno desea es sust ituir la sustancia mi sma de la cul tur a por su
espectro. No puede ruarse una ciencia cuyo objeto es té constituido
por abstracciones intangibles, invisibles, imponderables y oncológi
camente irreales. La ciencia debe tener estrellas, mamíferos , zorros,
cristales, células, fonemas, rayos gamma y rasgos culturales reales
con los que trabajar. 3 Estamos convencidos de que es posible ofrecer
un análisis de la s i tuac ión que permita diferenciar por un lado la
psicología, estudio científico de la conducta, y por otro la culturo-
logia, o estudio científico de la cultura, al tiempo que proporcione a
cada una de ellas un objeto real y sustancial.Toda ciencia establece una dicotomía entre la mente del obser
vador y el mundo exterior 4 —teniendo cosas y acontecimientos su
lugar de ocurrenc ia fuera de la mente del observador. E l científico
establece contacto con el mundo exterior con, y a t ravés de, m i
sentidos, formando percepciones. Estas percepciones se conviert en en
conceptos que se manejan en el proceso del pensar5 para formar pre-
2. Varios de los ensayos contenidos en The Science of the Culture (1949)
—"Interpretaciones cul turológicas; interpretaciones psicológicas de -la conducta
humana'*, "Determinantes culturales del intelecto", "E l Genio: sus causas y su
incidencia", "Akenaton: Personaje vs. procesos culturales"; "Def inic ión y prohJ
b i c i ó n del Incesto", etc.— manejan esta d i s t i n c i ó n .
3. Traté este mismo punto en mi reseña del libro de Kroeber y Kluckhohn,
Culture: a critical review, etc. (1954, 464-5). Aproximada ment e por la s mis mas fe
chas Huxley escribía (1955, 15-16): "Si la antropología debe ser considerada mi.,ciencia, es preciso que los a n t r o p ó l o g o s definan la cultura, no de una mn
ñera metaf í s i ca o f i losóf ica, o como una abstracción, o en términos mr m
mente subjetivos, sino como algo que puede ser investigado con m é t o d o s .
trictamente cient í f i cos , como un pioceso f e n o m é n i c o que tiene lugar en el e-.pa
ci ó y el tiempo".
4. "L a creencia en un mundo exterior independiente del sujeto pen ¡pirulí
es el fundament o de toda la cie ncia natural", dice Einstein (1934, (<).
5. Según Einste in, pensar en términos c ient í f i cos significa "opeiai ron ion
ceptos, la creación y empleo de relaciones funcionales determinada-, rnn. . n
y la c o o r d i n a c i ó n de las experiencias sensoriales con é s t o s conceptos" (19.16, ''•">
132
g n u i a l í ñ e n t e experimentar, el mundo de manera sensible. El siguien
te paso — u n a vez las percepciones han sido convertidas en conceptos— es la clasificación de cosas y acontecimientos percibidos o expe-
i mi. niados . Las cosas y acontecimientos del mund o exteri or son di
v ululas de- este modo en clases de diversos tipos: ác idos , metales,
l íquidos , mamíferos , estrellas, á tomos, corpúsculos y demás. Sucede
ahora que existe una clase de fenómenos , de enorme importancia
para el estudio d el hombr e, para los que la ciencia aú n no tienenombre: es la clase de cosas y acontecimientos que consisten en,
o dependen de, la s imbol izac ión.6 Es éste quizás uno de los hechos
más paradój icos de la historia reciente de la ciencia, pero es un
hecho. La razón de esto es sin duda que este tipo de cosas y acon
tecimientos han sido siempre considerados y designados, no por sí
mismos, sino como parte de un contexto particular.
Una cosa es lo que es. «Una rosa es una rosa es una rosa».* Las
acciones no son ante todo acciones é t icas , acciones económicas o
acciones erót icas . Una acción es una acción. Un acto deviene un
acto é t ico, e rót ico o económico cuando —y sólo entonces— se le
considera en un contexto ético, económico o erót ico. Un vaso de
porcelana china ¿es un espécimen científico, un objeto de arte, un
art í culo comercial o una prueba judi cial? La respuesta es obvia. En
principio, por supuesto, llamarlo un «vaso de porcelana china» es
situarlo ya en un contexto particular. Para empezar, ser ía mucho
mejor decir «una forma de caolín cocido y vid ria do es una forma de
E n este ensayo Einste in tiene mucho que de cir sobre la manera de encarar el
proceso del pensamiento cient í f i co .
6. Ente nde mos por "simb olizar" el hecho de otorgar un cierto sentido a
hechos o cos as, o a la forma en que dicho otorgamiento es captado y apre
ciado. E l agua bendita sirve muy bien como ejemplo en este sentido: su san
tidad le es otorgada por un ser humano y es comprendida y apreciada por
otros seres hum anos. E l lenguaje articulado es la más caracter í s t i ca forma de
s i m b o l i z a c i ó n . Simbolizar es traficar con significados no sensoriales, es decir,
significados que, como la santidad del agua bendita, no pueden ser percibidos
po r los solos sentidos. La s imbol ización es una especie de conducta. S ó l o el
hombre es capaz de simbolizar.
Hemos discutido ampliamente este concepto en "The Symbol : the Origin andBasis of Hu man Behaviour", publicado originalmente en The Philosophy of the
Science, vol. 7, p á g s . 451-463, 1940, publicado m ás tarde con l igeras modific acio
nes en The Science of Culture. Ha sido igualmente reimp resa en Etc., A Re-
view of General Semantics, vol. 1, págs . 229-237, 1944; Language, Meaning and
Maturity, de S. I . Hayawaka Ed . (NY, 1954); Reading in anthropology, de E.
Adarason Hoebel y otros Ed s. (N Y, 1955); Readings in Introductory Anthropo-
logy, de El m a n R. Service E d. (Ann Arbor, Mich., 1956); Sociological Theory,
de Le wi s A. Coser y Bernard Rosemberg Eds. (NY, 1957); y en Readings in the
Ways of Mankind, de Walter Goldschmi dt E d. (1957).
* Alus ión a un texto de la novelista americana Gertrude Stein.
133
( i i l i n cocido y v i d r i a d o » . En tanto que vaso de porcelana china, <
convierte en objeto a r t í s t i c o , e s p é c i m e n c i e n t í f i c o o m e r c a n c í a cuan
do . y s ó l o entonces, pasa a ser considerado en un contexto esteta o,
* u i d í l i c o o comercial, respectivamente.
Volvamos ahora a la clase de las cosas y acontecimientos que con
sisten o dependen de la s i m b o l i z a c i ó n : una palabra, un hacha de
Cosas y acontec imiento-
depend ien te s de l s imbol izar
( S i m b o l a d o s )
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piedra, un fetiche, el evitar la madre de la esposa, la repugnancia de
l a leche, la h i s o p a c i ó n de agua bendita, un cuenco de porcelana, decir
una o r a c i ó n , elegir un voto, la s a n t i f i c a c i ó n del sabbath, «y toda
clase de capacidades, y h á b i t o s [y cosas] adquiridas por el hombre
en tanto que miembro de la sociedad [ h u m a n a ] » ( T y l o r 1913: 1). To
dos ellos son lo que son: hechos y cosas que dependen del simboli zar.
Todas estas cosas-y-acontecimientos-dependientes-del-simbolizar
pueden considerarse en diferentes contextos: a s t r o n ó m i c o , f ís i c o , q u í -
mico, a n a t ó m i c o , f i s i o l ó g i c o , p s i c o l ó g i c o y cultural, en los que se
convierten sucesivamente en f e n ó m e n o s a s t r o n ó m i c o s , f í s i c o s , q u í m i -
cos, a n a t ó m i c o s , f i s i ol ó g i co s y culturales. Toda cosa y acontecimien
tos que dependen del simbolizar dependen igua lmente de la e n e r g í a
solar que sustenta la tot alidad de la vida de este planeta: é s t e es
el contexto a s t r o n ó m i c o . Ahora bien, estos acontecimientos y estas
cosas pueden ser igualmente considerados e interpretados en t é r m i -
nos de los procesos a n a t ó m i c o s , f i s i o l ó g i c o s y p s i c o l ó g i c o s del hom
bre que los produce o los padece. Pueden t a m b i é n ser considerados
en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con los organismos humanos, es decir,
en un contexto s o m á t i c o . E incluso en un contexto e x t r a s o m á t i c o , es
decir, en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con otras cosas y acontecimientos
m á s que con los organismos humanos.
Cuando cosas y acontecimientos que dependen del simbol izar se
consideran e interpretan en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con los orga
nismos humanos, es decir, en un contexto s o m á t i c o , entonces propia
mente pueden denominarse conducta humana, y la ciencia correspon
diente: psicología. Cuando estas mismas cosas y acontecimientos que
dependen del simbolizar son considerados e interpretados en t é r m i n o s
de contexto e x t r a s o m á t i c o , es decir, en t é r m i n o s de su mutua r e í a
c i ó n más bien que de su r e l a c i ó n con organismos humanos, podemos
entonces llamarlos cultura, y la ciencia correspondiente: culturología.
Este a n á l i s i s se diagrama en la fig . 1.
E n medio del diagrama tenemos una columna vertical de c í r c u l o s ,
O, , 0 : , 0 3 , etc., que representan las cosas (objetos) y acontecimientos
(acciones) dependientes del simbolizar. Estas cosas y acontecimien
tos constituyen una clase de f e n ó m e n o s bien diferenciados en el reinode la naturaleza. Puesto que dichos f e n ó m e n o s c a r e c í a n de nombre
hasta la fecha, nos hemos aventurado a proporc ionarle s uno: s|m
bolados. Somos conscientes de lo arriesgado de a c u ñ a r nuevos nom
bres, pero no es menos cierto que esta i m p o r t a n t í s i m a clase de f e n ó -
menos necesita un nombre que la distinga de las otras clases. Si en
vez de a n t r o p ó l o g o s f u é r a m o s f ís i c o s los l l a m a r í a m o s q u i z á s « f en ó -
menos g a m m a » . Pero no lo somos y creemos que una palabra l i n a
p i e es siempre mejor —o al menos má s aceptable— que una let ra
134
Conducta humana Rasgos culturales
Ciencia de la p s i c o l o g í a Ciencia de la cultura
F i g . 1
griega. Al a c u ñ a r nuestro t é r m i n o no hemos hecho sino seguir un
precedente bi en establecido: si un aislado es lo que resulta del pro
ceso o la a c c i ó n de aislar, lo que resulta de la a c c i ó n o el proceso
de simbol izar bien puede ser ll amado un simbolado. La palabra en
sí , de cualquier forma, no tiene demasiada importancia. P o d r í a m o s
incluso hallar un t é r m i n o mejor que simbolado. Lo que sí tiene
capital importancia es que la clase tenga un nombre.*
U n a cosa o acontecimiento que depende del simbolizar —un sim
bolado— es ni más ni menos que eso, pero puede resu lta r significa
t i v o en un determinado n ú m e r o de contextos. Como ya hemos visto,
puede resultar significativo en un contexto a s t r o n ó m i c o : la reali
z a c i ó n de un r i t u a l requiere el gasto de una parte de la e n e r g í a que
proviene del sol. Pero dentro de las ciencias del hombre s ó l o dos
contextos pueden aparecer como significativos: el s o m á t i c o y el
e x t r a s o m á t i c o . Los simbolados pueden ser considerados e interpreta-
* Hemos traducido "symbolate" directamente por "simbolado", a pesar de
lo extravagante de este termino en castellano. R e - a c u ñ a r el t é r m i n o de White
sobre el modelo l i n g ü í s t i c o ("simbolema", por ejemplo) h a b r í a sido violentar
u n a peculiaridad que el autor parece haber querido conservar cuidadosamente,
tanto por su referencia a la t e r m i n o l o g í a f í s i c a , como por su t á c i t a e v i t a c i ó nde una t e r m i n o l o g í a que más adelante demuestra conocer a la p e r f e c c i ó n . Por
otra parte "Isolate" ha sido traducido, igualmente, de la má s directa manera
posible —a pesar de que el t é r m i n o usual castellano es "unidad" y no "aisla
do"— con vistas a mantener al m á x i m o el paralelismo symbolate-isolate con el
que White ejemplifica su modo de a c u ñ a c i ó n .
E n cuanto a la forma como hemos traducido "Symboling" a lo largo de todo
el texto, h ay que decir que se ha preferido "simbolizar" y " s i m b o l i z a c i ó n " , sobre
otras posibles t raducciones, en orden sobretodo a evitar las connotaciones
laca niana s que traducci ones como "dependent upon symboling" por " d e p e n
diente de lo s i m b ó l i c o " hubieran t r a í d o consigo. (N. del T.)
ns
(los en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n como el orga nismo humano, »> luYn
e n l e í minos de su r e l a c i ó n con cualquier otra cosa que no sea el orga
nismo humano. Vamos a ilustrar esto con algunos ejemplos.
Y o me fumo un c i g a r r i l l o , participo en una v o t a c i ó n , decoro un
C U 0 D C O de c e r á m i c a , evit o a la madre de mi esposa, rezo u n a onu lón
o t a l l o una punta de flecha. Cada uno de estos actos depende del
proceso de simbolizar. 7 Cada uno de ellos es un simbolado. Como
p í o , tendría que ser considerado en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con otros
Imbolados o grupos de simbolados como costumbres m a l i n i i . H i i . i l . .
i gainia, p o l i g i n i a , poli andr ia —residencia de una pareja d e s p u é s
. 1 . I matrimonio, d i v i s i ó n del trabajo entre sexos, modos de subsisten
< i . i . arquitectura d o m é s t i c a , grado de desarrollo cultural ele. Si, poi
el con tra rio , nos ocupamos de los modos de votar, la considera! lón
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c i e n t í f i c o , yo puedo considerar estos actos (acontecimientos) en tei
minos de su r e l a c i ó n conmigo mismo, con mi propio organismo, o
bien, tratarlos en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con otro simbolado que
nada tenga que ver con mi pro pio organismo.
E n el primer caso considero el simbolado en t é r m i n o s de su rela
c i ó n con mi estructura corporal: la estructura y funciones de mi
mano; o con mi v i s i ó n c r o m á t i c a y e s t e r e o s c ó p i c a ; o en r e l a c i ó n conm is deseos, necesidades, miedos, i m a g i n a c i ó n , h á b i t o s formados, reac
ciones manifiestas, satisfacciones etc. ¿ Q u é siento cuando evito a la
madre de mi esposa o participo en una v o t a c i ó n ? ¿ C u á l es mi actitud
hacia este acto? ¿ C u á l es mi c o n c e p c i ó n de él? ¿Me a c o m p a ñ a un
tono marcada mente emocio nal o lo realizo de manera m e c á n i c a y
formalista? Cualquier tipo de c o n s i d e r a c i ó n en este sentido hace
referencia a la conducta humana. Nuestro i n t e r é s es entonces psico-
lógico.
L o que decimos respecto a los actos (acontecimientos) puede ap l i
carse igualmente a los objetos (cosas). ¿ C u á l es mi c o n c e p c i ó n de
u n cuenco de c e r á m i c a , de una hacha tall ada, de un c r u c i f i j o , de
u n cerdo asado, del agua bendita, del whisky, del cemento? ¿ C u á l
es mi ac ti tud y de qué manera reacciono ante cada una de estas
cosas? En resumen ¿ q u é tipo de r e l a c i ó n existe entre estas cosas
y mi propi o organismo? No es habitu al considerar estas cosas como
conducta humana, y sin embargo son verdaderas corporeizaciones d i
esta conduc ta. La diferencia entre un nodulo de pedernal y un hacha
de piedra e s t á en el factor t rabajo humano. Un hacha, un cuenco,
u n c r u c i f i j o —o un corte de pelo— son trabajo humano cristalizado.
Tenemos pues una clase de objetos que dependen de l simboliza i v
que tienen una s i g n i f i c a c i ó n en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con el orga
nismo humano. La c o n s i d e r a c i ó n e i n t e r p r e t a c i ó n c i e n t í f i c a s de et t f l
tipo de r e l a c i ó n es lo que llamamos psicología.
Pero t a m b i é n es posible tratar estos simbolados en t é r m i n o s <<
sus mutuas relaciones, sin tomar en cuenta su r e l a c i ó n con el orga
nismo humano. En este caso, evitar la madre de la esposa, por ejem-
7. "¿De qu é modo el tallado de una cabeza de flecha depende de la limbo
l i z a c i ó n ? " p o d r í a preguntarse. Personalmente he respondido a esta ctMttldO M
" O n the Use of Tools by Pri mates" ("Sobre ei uso de herramie ntas Je !<-. pn
mates"), publicado originalmente en Journal of Comparative Psychology, vol vi.
p á g s . 369-374, y reimpreso en White, The Science of Culture; en Main in í'mi
temporary Society, preparado por el departamento de C i v i l i z a c i ó n Contempo
r á n e a de la Uni ver sidad de Col umbia (NY , 1955) y en Readings in Introductor v
Anthropology (Ann A r b o r , M i c h . , 1956). Existe una gran diferencia entre rl
proceso i nstr umenta l de la especie human a y el de los primate s subh umanos .
E s t a diferencia no r a d i c a en otra cosa que en el hecho de la s i m b o l i z a c i ó n .
136
tipo de gobierno ( d e m o c r á t i c o , m o n á r q u i c o , fascista); edad, sexo, si
t u a c i ó n e c o n ó m i c a ; partidos p o l í t i c o s etc. Situados en este contexto,
nuestros s imbola dos se conv iert en en cultura —rasgos culturaleso grupos de rasgos, es decir, instituciones, costumbres, c ó d i g o s etc. Su
campo de relevancia c i e n t í f i c a es entonces la culturología.
Todo esto se aplica por i g u a l para actos y para objetos. Si lo
que consideramos es una azada, deberemos conte mplar la en t é r m i nos de sus relaciones con otros simbolados del contexto e x t r a s o m á t i
co : en r e l a c i ó n con otros instrumentos de p r o d u c c i ó n a g r í c o l a , el palo
de cavar y el arado, por ejemplo, o bien con la d i v i s i ó n sexual del
trabajo, el estadio de desarrollo cultural etc. T a m b i é n s e r í a p e r t i
nente de este estudio establecer las relaciones entre un computador
d i g i t a l y el grado de desarrollo de las m a t e m á t i c a s , el desarrollo
t e c n o l ó g i c o , la d i v i s i ó n del trabajo, la o r g a n i z a c i ó n social en que es
utilizado ( c o r p o r a c i ó n , o r g a n i z a c i ó n m i l i t a r , laboratorio a s t r o n ó m i c o )
y d e m á s .
Enfrentamos pues dos diferentes maneras de hacer ciencia8 con
r e l a c i ó n a las cosas y acontecimient os —objetos y acciones— que
dependen del simbol izar . Si lo que hacemos es tratarlos en t é r m i n o s
de su r e l a c i ó n con el organismo humano, es decir, en un contexto
s o m á t i c o u o r g a n í s m i c o , dichas cosas y acontecimientos devienen
conducta humana, y nuestro trabajo c i e n t í f i c o psicología. Si, por el
c o n t r a r í o , nuestra c o n s i d e r a c i ó n se centra en las relaciones que
mantienen entre sí, independientemente de su r e l a c i ó n con cualquier
tipo de organismo humano, es decir, en un contexto e x t r a s o m á t i c o o
e x t r a o r g a n í s m i c o , cosas y acontecimientos se transforman en cultura
—elementos o rasgos culturales— y nuestra labor c i e n t í f i c a en cultu-
rología. C u l t u r o l o g í a y p s i c o l o g í a humana tienen por objeto, como es
f ác i l observar, la misma clase de f e n ó m e n o s : las cosas y aconteci
mientos que dependen del simbolizar (simbolados). La diferencia
entre u na y otr a radica exclusivamente en el dis tin to context o en que
incluyen dicho objeto al estudiarlo. 9
E l tipo de a n á l i s i s que a q u í hemos aplicado al proceso de s i m
b o l i z a c i ó n en general es el mismo que los l i n g ü i s t a s han venido ap l i -
8. ""CientizaT" es también un tipo de conducta. Véase nuestro ensayo "Science is Sciencmg" ("Ciencia es cientizar") publicado primeramente en Philosophy
of Science, vol. 5, págs . 369-389, 1938, y reimpreso en The Science of Cutturt 1
* Hemos conservado "cientizar" en vez de "Hacer ciencia" para mantener almáximo el juego de palabras de White en su t í tulo. (N. del T.)
9. La importancia del contexto queda ilustrada al contrastar actitudes queafectan a una misma clase de mujeres: en cuanto madres son reverenciadas, <ncuanto suegras, menospreciadas.
117
( a n d o desde hace d é c a d a s a una parcela determinada de este < ampo
las palabras.
U na palabra es una cosa (un sonido o c o m b i n a c i ó n de sonido* o
marcas efectuados sobre alguna sustancia) o un acto que d e p e n d í
d el simbolizar. Las palabras son precisamente eso: palabras. Pero
adquieren relevancia para los estudiosos del lenguaje en dos coni< l
tos diferentes: el s o m á t i c o u o r g a n í s m i c o , y el e x t r a s o m á t i c o u extra-
l i a d a . o i n p a i a n d o estos dos l i b r o s : The psychology of language de
W a l i . i U PilUbury y Clarence L . Mcadcr (New Y o r k , 1928) y The
hiurii,de L. B l o o m f i e l d * (N . Y. 1933). En el pri mero encontramos
C a p í t u l o s tales como « L o s ó r g a n o s del d i s c u r s o » , « L o s sentidos ini-
pll< adoi en el d i s c u r s o » , «El proceso mental del d i s c u r s o » , etc. En el
s e g u n d o los c a p í t u l o s llevan t í t u l o s como «El f o n e m a » , «La estructti
i . i l o n é t i c a » , « F o r m a s g r a m a t i c a l e s » , « T i p o s de o r a c i ó n » , etc. La dis
5/11/2018 El Concepto de Cultura: Textos Fundamentales [Kahn, J.S.] - slidepdf.com
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o r g a n í s m i c o . Dicha d i s t i n c i ó n se expresa habitualmente con los tél
minos langue y parole, o sea lengua y habla. 10
Las palabras, consideradas en el contexto s o m á t i c o constituyen un
tipo de conducta humana: la conducta hablada. El estudio c i e n t í f i c o
de las palabras en el contexto s o m á t i c o es lo que suele llamarse
p s i c o l o g í a (que puede i n c l u i r t a m b i é n f i s i o l o g í a y a n a t o m í a ) del
lenguaje. Es la ciencia que se ocupa de las relaciones entre palabrasy organ ismo humano: el modo como las palabras son producidas y
pronunciadas, su sign ifi cado, las actitudes que el hablan te adopta
ante estas palabras, la p e r c e p c i ó n y respuesta de las mismas.
E n el contexto e x t r a s o m á t i c o , en cambio, las palabras son consi
deradas en cuanto se relacionan unas con otras, independientemente
de cualquier tipo de r e l a c i ó n con el organismo humano. El campo
c i e n t í f i c o concreto es en este caso la l i n g ü í s t i c a , o ciencia del len
guaje. La f o n é t i c a , la f o n o l o g í a , la sintaxis, el l é x i c o , la g r a m á t i c a ,
l a d i a l e c t o l o g í a , el cambio l i n g ü í s t i c o etc., s e g ú n que el é n f a s i s se
ponga en este o aquel pun to concreto del campo general considerado
L a diferencia entre estas dos ciencias queda perfectamente Huí
PalabrasContexto s o m á t i c o
Habla {Parole)
Contexto e x t r a s o m á t i c o
Lengua (Langue)
P e r c e p c i ó n ^ ^ ^ ^ ^ G ra má ti c a
C o n c e p t u a l i z a c i ó n ^ ^ ' ^ ^— ^ ^ - x Sintaxis
I m a g i n a c i ó n " ^ • ^ ^ 0, L é x i c o
R e a l i z a c i ó n ° 4 ^ ^ ^ ^
f ó n i c a 0¿
»^***4 F o n é t i c a
o*
Fig. 2
10. S e g ú n ( F e r d i n a n d ) de Sa us su re el leng uaje hu man o es obje to no de ">></
sino de dos ciencias... De Saussure t r a z ó una neta d i v i s o r i a entre langue y
parole. E l lenguaje (langue) es u n i v e r s a l , mientras que el discurso concreto
(paróte)... es i n d i v i d u a l " ( C a s s i r e r , 1944, 122). Huxley por su parte (1955, 16).
citando la d i s c u s i ó n de C a s s i r e r sobre la d i s t i n c i ó n s a u s s u r í a n a entre lanyj
parole, se refiere a la p r i m e r a , l l a m á n d o l a "sistema superindividual de g r a m á -
t i c a y sinta xis" y a la segunda co mo "las pal abras o modo concr eto di- h.ibl.ti
que usan los individuos p a r t i c u l a r e s " . Y continuando en el mismo sentido, di< i
"encontramos esta mismo distinción en toda actividad cultural —en derecho
en arte...; en la est ructura social...; en ciencia..." (el subrayado es nuestro)
138
t i n c i ó n entre las dos ciencias queda ilu strada en la fi g. 2.
Las figuras 1 y 2 son fundament almente iguales. Ambas hacen
referencia a cosas y acontecimi entos que dependen del simbolizar. En
l a f i gura 1 se trat a de una clase general: los simbolados. En la
f i gura 2, en cambio, de una particular: las palabras (que es una
subclase de la clase simbolados). En cada uno de estos casos lo que
hacemos es referir cosas y acontecimientos, por un lado al contextos o m á t i c o , por otro al e x t r a s o m á t i c o , en orden a su c o n s i d e r a c i ó n
c i n t e r p r e t a c i ó n . En cada caso, igualmente, tenemos un distinto tipo
de ciencia, o de hacer ciencia: p s i c o l o g í a de la conducta y del len
guaje, por un lado; ciencia de la cultura y del lenguaje, por otro.
Cultura es, pues, la clase de las cosas y acontecimientos que de-
penden del simbolizar, en cuanto son consideradas en un contexto
extrasomático. Esta d e f i n i c i ó n rescata a la a n t r o p o l o g í a cultural de
las abstracciones intangibles, imperceptibles y o n t o l ó g i c a m e n t e irrea
les a las que se h a b í a encadenado y le proporciona un objeto real,
sustancial y observable. A l mismo t iempo e f e c t ú a una clara d i s t i n
c i ó n entre conducta —organismos con conducta— y cultura, entre
p s i c o l o g í a y ciencia de la cultura.
P o d r í a o b j e t á r s e n o s que cada ciencia d e b e r í a tener una deter
minada clase de cosas, no cosas-incluidas-en-un-contexto, que consti
tuyesen propiamente su objeto. Los á t o m o s son los á t o m o s y los ma
m í f e r o s los m a m í f e r o s , p o d r í a a r g ü i r s e , y cada uno constituye respec
tivamente el objeto de la f í s i c a y de la m a m a l o g í a , sin hacer inter
venir para nada el contexto. ¿ P o r qué, pues, d e b e r í a la a n t r o p o l o g í a
d e f i n i r su objeto en t é r m i n o s de contexto y no de la cosa en sí?
A primera vista este argumento parece perfectamente pertinente, en
realidad tiene muy poca fuerza. Lo que el c i e n t í f i c o intenta es hallar
l a i n t e l i g i b i l i d a d de los objetos observados, y muy frecuentemente el
n i v e l de s i g n i f i c a c i ó n de los f e n ó m e n o s se encuentra precisamente en
el contexto en que estos aparecen y no en ellos mismos. Incluso ent re
las llamadas ciencias naturales existe una ciencia de los organismos-
en-un-contexto-concreto: la p a r a s i t o l o g í a , que estudia los organismos
que ocupan papeles determi nados en el reino de las cosas vivientes.Y en el reino del hombre y de la cultura tenemos igualmente doce
nas de ejemplos cuya s i g n i f i c a c i ó n depende má s del contexto que
de las cualidades inherentes de los f e n ó m e n o s mismos. Al adulto
macho de determinada especie animal se le da el nombre de hombre.
Pero un hombre es un hombre, no un esclavo. Un hombre se con-
* T r a d . e s p a ñ o l a . El lenguaje. U n i v e r s i d a d A u t ó n o m a de San Maf C Of
L i m a , 1964.
I V )
vierto eil un esclavo cuando entr a en un dete rmi nado contex to l <>
m i in.> sucede con las m e r c a n c í a s : el m a í z y el a l g o d ó n tienen un
determinado valor de uso, pero no son considerados m e r c a n c ía s
— a r t í c u l o s producidos para la venta y el beneficio— por ejemplo en
la cultura hopi: el m a í z y el a l g o d ó n se convierten en m e r c a n c í a s
s ó l o cuando entran en un determinado contexto s o c i o e c o n ó m i c o .
U na vaca es una vaca, pero puede convertirse en medio de cambio,
t l va sin el concepto y la actitud. De igual manera, conceptos y actitudes c a r e c e r í a n por entero de sentido desligadas de todo tipo de
m a n i f e s t a c i ó n ext eri or, bien sea en la conducta o en el lenguaje (q ue
n o d e j a «le ser una for ma de conducta ). Cada eleme nto cultural,
< a.la iasgo tiene por tanto un aspecto subjetivo y otro objetivo I V r o
todos estos conceptos, actitudes y sentimientos — f e n ó m e n o s que de
hecho tienen lugar dentro del organismo humano— pueden ser con
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dinero (pecus, pecuniario), comida, potencia m e c á n i c a (Cartwright
u s ó la vaca como medida de potencia en su primer telar m e c á n i c o ) ,
e incluso objeto de culto (India) s e g ú n el conte xto. No existe una
ciencia part icu lar dedicada a las vacas, lo que sí tenemos son cienci as
que estudian los medios de cambio, la potencia m e c á ni c a o los obje
tos sagrados, para las que la vaca, en cuanto relacionada con estos
campos, puede ser relevante. De esta manera llegamos a obte ner unaciencia de las cosas y acontecimientos en un contexto e x t r a s o m á -
t i c o .
El locus de la cultura. Si definimos la cultu ra como compuesta de
cosas y acontecimientos di recta o indirect amente observables en el
mundo exte rior, tendremos igualmente que definir c u á l es el lugar
de ocurrencia y el grado de realidad de estos f e n ó m e n o s , es decir,
resolver la c u e s t i ó n de c u á l sea e l lugar de la cultu ra. Y la respuesta
es: las cosas y acontecimientos que comprende la cultura se ma
nifiestan en el tiempo y el espacio a) en los organismos humanos ,
en forma de creencias, conceptos, emociones, actitudes; b) en el
proceso de i n t e r a c c i ó n social entre los seres humanos; y c) en los
objetos materiales (hachas, f á b r i c a s , ferrocarriles, cuencos de c e r á -
mica) que rodean a los organismos humanos integrados en las pautas
de i n t e r a c c i ó n social. 11 El lugar de la cultura es pues a la vez intraor-
g á n i c o , i n t e r o r g á n i c o y e x t r a o r g á n i c o ( v é a s e figura 3).
Alguien p o d r í a objetarme, sin embargo, el haber dicho que la
cultura se compone de f e n ó m e n o s e x t r a s o m á t i c o s y ahora que en
parte se manifiesta dentro de los organismos h umanos. ¿N o es esto
una c o n t r a d i c c i ó n ? La respuesta es: n o. No es una c o n t r a d i c c i ó n ,
sino un malentendido. En n i n g ú n momento hemos dicho que la cu l -
tura e s t é compuesta por cosas y acontecimientos e x t r a s o m á t i c o s ,
esto es, f e n ó m e n o s que exclusivamente tienen lugar fuera de los orga
nismos humanos. Lo que a q u í se ha dicho es que la cultura con
siste en cosas y acontecimientos que se consideran en un contexto
e x t r a s o m á t i c o . Lo cual es algo bien distinto.
Todo elemento cultural tiene dos aspectos: subjetivo y objetivo
P o d r í a parecer que las hachas de piedra, por ejemplo, son elementos« o b j e t i v o s » , mientras que las ideas y las actitudes son « s u b j e t i v o s »
Esto es una c o n c e p c i ó n super fici al e inadecuada del asunto. El h acha
tiene su componente subjetivo: s e r í a totalmente i n ú t i l y asignifica
11. "El verdadero locus de la cultura", dice Sapir (1932, 236), "está en lasinteracciones de... individuos y, por el lado subjetivo, en el c ú m u l o de slgalflcados que cada uno de estos individuos abstrae inconscientemente de su p.uncipación en dichas interacciones". La proposic ión es bastante similar a la nuestr a excepto por la omis ión de los objetos, es decir, la cultura material.
140
siderados, en orden a su i n t e r p r e t a c i ó n c i e n t í f i c a , como pertenecien
tes al contexto e x t r a s o m á t i c o , es decir, en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n
co n las d e m á s cosas y acontecimientos del orden de los simbolizado,
mejor que en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con el organismo humano. En
esta perspectiva, el t a b ú de la madre de la esposa s e r í a considerado,
en cuanto a las actitudes y conceptos que implica, más bien en
t é r m i n o s de sus relaciones con otras formas de parentesco y f a m i l i a ,lugar de residencia etc., que como relacionado con el organismo hu
mano. Por el contrario, el hacha p o d r í a ser considerada en t é r m i n o s
de su r e l a c i ó n con el organ ismo hu mano —su signifi cado, las diver
sas concepcio nes y actit udes co n respecto a ellas etc.— en lugar de
relacionarlo con otras cosas y acontecimientos del campo de lo sim
bolizado como flechas, azadas y costumbres que regulan la d i v i s i ó n
social del trabajo etc.
F ig . 3. El locus de la cultura
* = Objetos
O = Personas
— = L í n e a s de i n t e r a c c i ó n o
i n t e r r e l a c i ó n .
Pasaremos ahor a revi sta a una serie de conceptos de cult ur a o
relacionados con el concepto de cultura empleados ampliamente en
la literatura e t n o ló g i c a , c o m e n t á n d o l o s c r í t i c a m e n t e desde el punto
de vista establecido en el presente trabajo.
«La cultura consiste en ideas». Algunos a n t r o p ó l o g o s prefieren
111
d e f i n i r lacultura en t é r m i n o s de ideas exclusivamente. E s t a u m u |i
i io n se funda al parecer en la n o c i ó n de que las ideas son l o . - l<
t n e n t O S primarios y b á s i c o s de la cultura, losmotores primeros que
a l promover todo tipo deconducta, producen asimismo objetOl RIAtl
riales tales como los cuencos de c e r á m i c a . «La cultura COnsiltC « ti
i d e a s » dice Tay lor (1948: 98-110, passim) «es un f e n ó m e n o m e n i . d
n o . . . objetos materiales o conducta observable... Porejemplo, en ll
i ta l no halla su exacta r e a l i z a c i ó n en ninguna de las ollas con
cretas. El lomismo que el « a m e r i c a n o t í p i c o » de 5 pies y 8 1/2 pul
padas, I n l . r / K libras, « a s a d o , co n 2,3 n i ñ o s etc. E s t o es lo (pie al pare
i er intentan « d i o s significar por a b s t r a c c i ó n . Si es así, se h a l a de
algo bien c o n o c i d o : una mera c o n c e p c i ó n en la mente del obsei vadoi
d e l c i e n t í f i c o .
Existe un modo ligeramente diferente deenfocar la «a bs t r a c t L ón*
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cabeza de un i n d i o existe unaidea de danza. Esto es un rasgo Ctll
t u r a l . Esta idea dedanza induce al i n d i o a comportarse deun deteiminado m o d o » , es decir, a danzar.
U n a tal c o n c e p c i ó n de la realidad sociocultural no puede lej
calificada sino de ingenua. Se funda en un tipo de p s i c o l o g í a y de
m e t a f í s i c a p r e c i e n t í f i c a s , primitivas y perfectamente obsoletas. Hubo
una Mujer-Pensamiento entre los keresan que a t r a í a los acontecimientos por el mero hecho dedesearlos ypensarlos. E l Dios Ptah c r e ó
la cultura egipcia objetivando sus propios pensamientos. Y Dios
d i j o « H á g a s e la l uz » y la luz fuehecha. Pero no explicamos nada
en absoluto diciendo que la cultura es unresultado de las ideasdel
hombre. No cabe duda deque en la i n v e n c i ó n de lasarmas de fuego
hubo una idea que s i r v i ó como punto de partida, pero nada queda
explicado diciendo que lasarmas de fuego son unproducto del pen
samiento, puesto que no damos cuenta de las ideas en sí mismas.
¿ P o r qu é una idea ocurre en un lugar y tiempo determinados' y no
en otros distintos? De hecho, las ideas —las ideas realistas, las situa
ciones tactuales— entran en elpensamiento desde elmundo exterior.
Fue trabajando con barro como el hombre, o la mujer, a d q u i r i ó la
idea de c e r á m i c a . Elcalendario es un subproducto de la agricultura
intensiva. Lacultura consiste de hecho en ideas, pero las actitudes,los actos manifiestos y losobjetos son cultura t a m b i é n .
«L a cultura consiste en abstracciones». Volvemos ahora a la de f i -
n i c i ó n tan popular ennuestros d í a s deque «la cultura es una abstrac
c i ó n , o consiste ena b s t r a c c i o n e s » . Como hemos observado antes, los
que definen la cultura enestos t é r m i n o s no nosdicen j a m á s lo que
intentan expresar con « a b s t r a c c i ó n » yhay bastantes razones para pen
sar que ellos mismos notienen demasiado claro lo que intentan decir
co n esto. Todos ellos subrayan que unaa b s t r a c c i ó n no es unacosa
o acontecimiento observable. Pero el hecho de las dudas surgidas
acerca de la « r e a l i d a d » de una a b s t r a c c i ó n indica lo poco seguros
que quienes emplean el t é r m i n o e s t á n sobre susignificado, o mejor,
sobre loque tratan de decir con él. Nosotros, sin embargo, sídisponemos de algunas claves.
L a cultura es « f u n d a m e n t a l m e n t e una forma, una pauta oLUI
m o d o » dicen Kluckhohn y Kroeber (1952: 155, 169). « I n c l u s o loi
rasgos culturales sonabstracciones. Unrasgo cultural es un "tipo
idear porcuanto no se dan dos ollas i d é n t i c a s ni dos ceremonias
matrimoniales celebradas de la misma m a n e r a . » El rasgo cultural
«o l l a » aparece pues como la forma ideal de la quecada o l l a partícular es unejemplo —una especie de ideal o idea p l a t ó n i c a . Toda v
cada una de lasollas, piensan ellos, es real, pero el « i d e a l » en cuan-
142
N o se dan dosceremonias de matrimonio i d é n t i c a s . Pues bien, t a b ú
lemos una larga serie de ceremonias matrimoniales. Encontramos
que uncien por cien deellas contienen unmismo elemento A (mutua
a c e p t a c i ó n de loscontrayentes). Un noventa y nueve por ciento con
tienen undeterm inado elemento B. Otros elementos C, D y E apare
cen respectivamente en un 96, 94 y 89 porcien de loscasos. Cons
truimos conestos porcentajes unacurva de d i s t r i b u c i ó n y determi
namos la media o norma s e g ú n la cual se distribuyen las instancias
particulares. El resultado es la ceremonia de matrimonio t í p i c a . El
problema, como en el caso del americano medio quetiene 2,3 hijos,
es queeste ideal j a m á s se produce en la realidad. Es una « a b s t r a c -
c i ó n » , es decir, una c o n s t r u c c i ó n del observador c i e n t í f i c o , que existe
s ó l o en su mente.
E l hecho de no reconocer que las abstracciones son s ó l o conceptos
ha llevado a unatotal c o n f u s i ó n tanto en loque respecta a su locus
como a su grado de realidad. El reconocimiento de las llamadas
abstracciones c i e n t í f i c a s (como en el caso del « c u e r p o r í g i d o » en
f í s i c a , que no existe en la realidad) como construcciones en la
mente del c i e n t í f i c o c l a r i f i c a encambio, en loque a laciencia de la
cultura respecta, los dos puntos siguientes: que las « a b s t r a c c i o n e s »
culturales no sonsino conceptos ( « i d e a s » ) en la mente del a n t r o p ó -logo; y que, por lo que hace a su« r e a l i d a d o n t o l ó g i c a » , los conceptos
no son menos reales que cualquier otra cosa en las mentes delos hom
bres —nada es más real, porejemplo, que una a l u c i n a c i ó n .
Este punto r e c i b i ó un tratamiento muy acertado por parte de
Bidney (1954: 488-89) en su c r í t i c a de Culture, a critical review...:
E l punto crucial de toda la c ue s t i ón e s t á en la signif icación del
t é r m i n o a b s t r a c c i ó n y en susentido on t o l óg i c o . Algunos a n t r o p ó -logos sostienen que nomanejan sino abstracciones lógicas y que
la cultura notiene realidad si no enesas abstracciones, pero lo
que no pueden hacer es esperar queotros cient í f icos sociales
concuerden con ellos, habida cuenta lanula realidad objetiva del
objeto de su ciencia. Deeste modo Kroeber y Kluckohn con-funden el concepto de cultura, que es unaconstrucción lógica,
con la existencia factual de la cultura... (el subrayado es nuestro).
Es interesante constatar, en este sentido, que un t e ó r i c o de la
a n t r o p o l o g í a como Cornelius Osgood (1951 : 208; 1940) ha definido
e x p l í c i t a m e n t e la cultura como unamera f o r m a c i ó n en la mente de
los a n t r o p ó l o g o s : «La cultura consiste entodo aquel c ú m u l o de ideas,
conductas e ideas del agregado de seres humanos que uno ha obser
vado directamente o que hansido comunicadas al propio intelecto,
143
y de las que u no se ha he cho c o n s c i e n t e » . S p i r o (1951: 24) po i M I
paite- mantien e que « la cul tur a es una c o n s t r u c c i ó n l ó g i c a a b s t i a í d a
a p a r t i r de la cond ucta hu man a observable y que tan s ó l o t iene « M .
t e n c i a en la men te del investigador» ( e l subrayado es del propio Spiro)«No existe cultura "material" como tal». Aquel los que definen La
t u l t u r a e n t é r m i n o s de ideas, bie n com o una a b s t r a c c i ó n o como
v e i i n < I I cosa algo que no es u cosa, i o n i o la espeian/a, la l i o m
t u l . u l o la libertad, por ejemplo. Pero no soy yo q u i e n ha lte< ho In
objetos culturales. Yo simplemente he descubierto cosas y a c o n t e c í
mientos del mundo exte rior que pueden ser identificados r o m o una
clase aparte dependiente del proceso de s i m b o l i z a c i ó n y tratados
e n un contexto e x t r a s o m á t i c o , y a los que he denominado e u l i m a
Esto es precisamente lo que E. B. T y l o r hizo. Esto es lo mismo que
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objetos ma teri a les no forman, o no pueden for mar, parte de la c u l -
t u r a . « E s t r i c t a m e n t e h a b l a n d o » , dice Hoeb el (1956: 176) « l a c u l -
t u r a mate ria l no es cul t ura en a b s o l u t o » . T a y l o r (1948: 102, 98) v a
a u n m á s l e j o s : « . . . e l concepto de "cul tu ra materi a l" es f a l a z » p o r q u e
« l a c u l t u r a e s u n f e n ó m e n o m e n t a l » . Beals y H o i j e r (1953: 210) « . . . u n a
c u l t u r a es una a b s t r a c c i ó n de la con duc ta y no d e b e s e r c o n f u n d i d a
con los actos mi sm os de con duc ta o con artefactos mate ria les ta les
com o los i n s t r u m e n t o s . . . » . S e m e j a n t e r e c h a z o d e l a c u l t u r a m a t e r i a l
resul t a chocan te sobre t o d o s i lo com par amos co n la larga t r a d i c i ó n ,
e n t r e e t n ó g r a f o s , a r q u e ó l o g o s y m u s e í s t a s , de l la mar a ins t r umen tos ,
m á s c a r a s , fet ich es y otra s cosa s por el est ilo, prec isa men te « c u l t u r a
m a t e r i a l » . 1 2
U n a d e f i n i c i ó n como l a nues t ra resuelve en gran medid a e l em
bro l lo . Co mo ya hem os visto, no par ece del t o d o a b s u r d o h a b l a r
d e c o n d u c t a p a r a refer irse a cosas ta les como s andal ia s o cuenc os
de c e r á m i c a ; lo rel evan te en ellos no es pre cis ame nte la pie l de ci erv o
o e l b a r r o , s ino e l t rab ajo huma no: so n cris ta l izaci ones del t raba jo
h u m a n o . P e r o s e g ú n n u e s t r a d e f i n i c i ó n , l a s i m b o l i z a c i ó n es un fa ctor
c o m ú n q u e a t a ñ e por igual a ideas, act itude s, actos y obje tos. Ex is te n
pues t res c lases de s imbolados: a) ideas y act itudes, b) a c c i o n e s
m a n i f i e s t a s , c) objetos materia les . Todos e l los deben ser cons ide
rados en el c o n t e x t o e x t r a s o m á t i c o . T o d o s d e b e n c o m p u t a r s e c o m o
c u l t u r a . U n a c o n c e p c i ó n de es te t ipo nos ret rotrae prec isam ente a
u n a f o r m u l a c i ó n que t iene ya un a anti gua t r a d i c i ó n en la antropo
l o g í a c u l t u r a l : « c u l t u r a es aquel lo que se describe en una mon ogra
f í a e t n o g r á f i c a » .
«Reificación de la cultura». Exi s t e un t ipo de c o n c e p c i ó n de la
c u l t u r a que a lgunos a n t r o p ó l o g o s mant ienen ante la c o n s t e r n a c i ó n
de otros que los acus an de « r e i f i c a c i ó n » . Co mo uno de los que h an
s ido especi a lmente a tac ados como « r e i f i c a d o r » de la c u l t u r a , 1 3 p u e d o
decir que e l t é r m i n o es part i cula rment e inadecu ado . R e i f i c a r es con-
12. Es interes ante not ar que Durkh eim (1951, p á g s . 313-314) que habitual-
mente usa el t é r m i n o "sociedad" donde muchos a n t r o p ó l o g o s americanos hubieran dicho cult ura o sistema sociocultural, hace h i n c a p i é en que "no es
verdad que la sociedad e s t é constituida tan s ó l o de individuos; incluya Igual
mente objetos materiales que juegan un papel esencial en la vida comunita
ria", y cita como ejemplo cosas tales como casas, instrumentos, m á q u i n a 1 , em
pleadas en la indus tria, etc. "La vida social... cristaliza... y se f i j a de este modo
en soportes materiales... externos..."
13 . Max Gluckman "reific a la estructu ra en la misma for ma en que White
reifica precisamente la cultura", dice Murdock (1951, pág. 470). Strong, por IU
parte (1953, pá g. 392) siente que "White reifica, c incluso a veces llega a d r i l •
c a r , la cultura...". Ver igualmente H e r r i c k (1956, p ág . 196).
144
L o w i e , Wissler y los primeros a n t r o p ó l o g o s americanos hicieron. Para
Durkheim (1938: x l i i i ) «la p r o p o s i c i ó n que establece que los hechos
sociales (es decir, rasgos culturales) deben ser tratados como c o s a s »
e s t á «en la base misma de nuestro m é t o d o » . No somos nosotros
quienes hemos reifi cado la cultu ra. Los elementos que componen la
cultura, s e g ú n nuestra d e f i n i c i ó n , eran cosas desde el p r i n c i p i o
mismo.N o cabe duda de que para aquellos que definen la cultura como
u n compuesto de « a b s t r a c c i o n e s » intangible, imponderables y o t o l ó -
gicamente irreales, el hecho de convertir estos aspectos en cuerpos
reales, sustanciales, debe aparecer como una verdadera r e i f i c a c i ó n .
Pero no es é s t e el caso de quien no suscribe tal d e f i n i c i ó n .
«Cultura: un proceso sui generis». «La cultura es una cosa sui
generis...» d i j o L o w i e hace muchos a ñ o s (1917: 66, 17). Esta misma
v i s i ó n ha sido mantenida igualmente por Kroeber, Durkheim y otros
(para otros ejemplos ver White [1949: 89-94]). Muchos han sido, no
obstante, los que han interpretado mal semejante a f i r m a c i ó n y se han
opuesto a ella. Lo que L o w i e q u e r í a decir aparece claramente en la
c o n t i n u a c i ó n de la cita que m e n c i o n á b a m o s más arriba (1917: 66):
« L a cultura es una cosa sui generis que debe ser explicada en sus pro
pios t é r m i n o s . . . el e t n ó l o g o debe dar cuenta del hecho c u l t u r a l ,bien sea i n t e g r á n d o l o en un determinado grupo de hechos cultura
les, bien mostrando otros hechos culturales a partir de los cuales
e l hecho en c u e s t i ó n puede haberse d e s a r r o l l a d o » . La costumbre de
trazar la f i l i a c i ó n patrilinealmente, p o d r í a explicarse por ejemplo en
t é r m i n o s de d i v i s i ó n sexual del-trabajo, costumbres de residencia
(patrilocal, matrilocal, neolocal etc.), modos de subsistencia, reglas
de herencia, etc. T r a d u c i é n d o l o en t é r m i n o s de nuestra d e f i n i c i ó n de
cultura: «un simbolado en un contexto e x t r a s o m á t i c o (es decir, un
rasgo cultural) debe siempre ser explicado en t é r m i n o s de su rela
c i ó n con otros simbolados del mismo c o n t e x t o » .
Esta c o n c e p c i ó n de la cultura, como la de la « r e i f i c a c i ó n » con
l a que se halla estrechamente vinculada, ha sido bastante mal enten
dida y atacada. Muchos han llegado a tacharla de « m í s t i c a » . ¿ C ó m o
puede la cultura crecer y desarrollarse por sí misma? («la cultur a.. .
parece crecer por sí m i s m a » ; Redfield [1941 : 134] ) . «No parece que
sea p r e c i s o » dice Boas (1928: 235) « c o n s i d e r a r la cultura como una en
tidad m í s t i c a que existe independientement e de los indi viduos que la
componen y se mueve por su propia f u e r z a » . Bidne y por su parte
(1946: 535) cataloga esta v i s i ó n de la cultura como « m e t a f í s i c a mi l
tica del h a d o » . Otros, como Benedict (1934: 231), Hooton (1939: 370),
Spiro (1951 : 23) t a m b i é n la han atacado.
145
1 0 . — E L C O N C E P T O Ul : C U L T U R A
Pero nadie ha dicho nunca que la cultura es una entidad que svmueva y exista por sí sola, independientemente de las persona*.
Nadie tampoco, que yo sepa, ha dicho que el orig en, naturaleza y
I m u iones de la cultura pueda entenderse sin tomar en considera
ción a la especie humana. Es obvio que si la cultura tiene que « i
entendida en estos aspectos, la naturaleza biológica del hombre
debe ser también tomada en consideración. Lo que se ha al inundo
es que en una determinada cult ura , sus variaciones en el tiempo
i iiiiinpuln;i.i .... ial como el estudio, no de la sociedad, sino.1. I.i rultuia, se nos pidió abandonar este tipo de investigan ion
. n l . ivm de lo (pie ahora suele llamarse estudio de los «contactos
« n l i i i i . d e . I n lugar del estudio de la formación de nuevas so
i icdades compuestas, se suponía que teníamos que observar lo
q u e esta sucediendo en Africa como un proceso en el que una
entidad llamada cultura africana entra en contacto con otra enti
d a d denominada cul tura europea u occidental, dando lugar a
una nueva entidad... que se describe como la cultura african.i
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y el espacio han de ser explicadas en términos de la cultura misma
Esto es precisamente lo que Lowie quería decir con aquel «la CIlItU
ra es una cosa (proceso sería sin duda más apropiado) sui gctwtis»
como la cita anteriormente mencionada (1917: 66) deja bien claro.
La consideración, individual o colectiva, del organismo humano es
irrelevante en una explicación de procesos de cambio cultural. « No
se trata de misticismo» dice Lowie (1917: 66) «sino de simple método
científico». Y, como todo el mundo sabe, las investigaciones acadé
micas han venido desarrollándose en este sentido por décadas. No
es preciso hacer int erveni r el organismo humano en una explicación
del desarrollo de los medios de cambio, de la escritura o del arte
gótico. La máquina de vapor y la maquinaria textil fueron introdu
cidos en Japón en las últimas décadas del siglo xi x, lo que pr odujo
determinados cambios en la estructura social del país. Subrayar que
hubo seres humanos implicados en el proceso no añade nada en abso
luto a la explicación. Por supuesto que los hubo y no fueron en
modo alguno de poca importan cia para los acontecimientos mismos,
pero lo son de manera absoluta para la explicación de dichos aconte
cimientos.
«Sonlas personas, no la cultura, las que hacen las
cosas».«La
cultura no "trabaja", ni "se mueve", ni "cambia", sino que es tía
bajada, movida, cambiada . Son las personas las que hacen las cosas»
dice Lynd (1939: 39). Y subraya su a rgumento con l a audaz afirma
ción de que «la cultura no se pinta uñas.. . es la gente quien lo
hace...» (ibíd.). Hubiera sido un hermoso remate demostrar además
que la cultura no tiene uñas.
La opinión de que «son las gentes y no la cult ura las que ha* en
las cosas» está ampliamente extendida entre los antropólogos. Boai(1928: 236) nos dice que «las fuerzas que produc en los cambios son
activas en los indi viduos que componen el grupo y no en la culturaen abstracto». Hallowell (1945: 175) subraya que «nadie ha encon
trado ni encontrará jamás culturas en sentido literal. Lo único que
existe son personas que se encuentran e interactúan, pudiendo pro
ducirse un fenómeno de aculturación —modificación del modo devida de uno o ambos grupos de normas— en el proceso de interacción
desatado por el encuent ro, y siendo los individuos los centros diná
micos de este proceso». Radcliffe-Brown (194: 10-11) viert e, por ai
lado, unas leves gotas de burla sobre la idea de que son las culturas
y no las personas las que se interrelacionan e interactúan:
Hace unos pocos años y como resultado de la redefinición de
146
o< ( id» ntalizada. Todo esto me parece una fantástica reificación
de abstracciones. La cultura europea es una abstracción, como
lo es la cultura de cualquier tribu africana. Encuentro que es
más bien una fantasía tratar de imaginar a estas dos abstrac
ciones entrando en contacto y dando lugar a una tercera.
Nosotros denominamos a esta forma de considerar que son laspeí sonas y no la cultura las que hacen las cosas, la falacia del pseudo-
realismo. Por supuesto que la cultura no existe ni podría existir inde
pendientemente de las personas.14 Pero ya hemos indicado más arriba
que los procesos culturales pueden ser explicados sin tener que tomar
en cuenta a los organismos humanos, puesto que la consideración de
los organismos humanos carece de importancia para la solución de
los problemas de la cultur a. Averiguar si la momificación en el Perú
precolombino es una costumbre propiamente indígena o debida a la
influencia egipcia es algo que no requiere para nada tomar en consi
deración a los organismos humanos. Es evidente que la práctica de
la momificación, haya sido inventada en Perú o difundida desde
Egipto, requiere el concurso rea l y efectivo de seres de carne y hueso.
Pero no es menos evidente que Einstein tenía que respirar para poder
llegar a producir la teoría de la relatividad y a nadie se le ocurrehacer inte rvenir para nada su respiración a la hora de describir la
historia o explicar el desarrollo de esta teoría.
En realidad, los que argumentan que son las personas y no la
cultura las que hacen esto o aquello, están confundiendo la descrip
ción de los hechos con su explicación. Sentados en la galería del
Senado ven gente que hace leyes; en los astill eros, hombres que
construyen barcos de carga; en el laboratorio, seres humanos que
aislan enzimas; en los campos, gentes que plantan maíz etc. Para
ellos, sin embargo, la descripción de todos estos hechos sirve, sin
más, como su explicación: se trata de gente que hace leyes, construye
cargueros, planta maíz o aisla enzimas: una s imple e ingenua ma
nera de antropoecntrismo.
La explicación científica es un poco má s refi nada. Si una persona
habla chino, o evita a la madre de su mujer, abomi na la leche, obser
va residencia matrilocal, coloca los cadáveres de sus muertos sobre
14. "No cabe duda de que estos acontecimientos culturales no habrían tenidonunca lugar de no ser por los organismos humanos... el culturologista conoceperfectamente bien que los rasgos culturales no se dedican a deambular porun lado y por otro como almas desencarnadas que interactúan entre sí..."(White, The Science of Culture, págs. 99-100).
147
u n entramado de ramas, escribe s i n f o n í a s o aisla enzimas, es poique
ha nacido, o al menos ha sido criado, en un determinado c o n i . lo
e x t r a s o m á t i c o que contiene todos estos elementos que nosotros di im
minamos cu ltu ra. La conducta de un pueblo es una f u n c i ó n de (o una
respuesta a ] su cultura . La cul tura es la variable indepenilieni< i >
conducta es la dependiente. Las variaciones de la cultura se i c l l < | .ui
en la conducta. Todo esto no son sino t ó p i c o s de l e c c i ó n inaugural dr
i < M I t tin m i. i v i i Mvc l a de la cultura europea con la africana y la pro
d in 4 lón di una determinada mescolanza, la cul tura euro african.
I I' | > . i i c ( < i a Radcliffe-Brown y a otros « u n a f a n t á s t i c a r e i fi c a c i ó n
d i i d r . i i . i c t i o n e s » . Sin embargo, los a n t r o p ó l o g o s se han visto s o l i c i
tados por problemas de esta í n d o l e a lo largo de varias d é c a d a s y
. m u t e n d r á n que seguir bregando con ellos durante otras tantas,
i i enti (-cruzamiento de costumbres, t e c n o l o g í a s e i d e o l o g í a s es un
pioblenia c i e n t í f i c o tan v á l i d o como el entrecruzamiento de orga-
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u n curso de i n t r o d u c c i ó n a la a n t r o p o l o g í a . Hay pueblos que tratan
de curarse las enfermedades con oraciones y encantamientos y pul
blos que lo hacen con vacunas y a n t i b i ó t i c o s . El problema es l'.n
q u é unos pueblos usan encantamientos mientras otros usan vacu
n a s ? » La c u e s t i ó n no se resuelve sin más con decir « u n o s pueblos
usan unas cosas y otros pueblos o t r a s » . Es justamente esta misma
e x p l i c a c i ó n la que necesita ser explicada: ¿ p o r qué hacen lo quehacen? La e x p l i c a c i ó n c i e n t í f i c a no tiene que tomar en cuenta a los
pueblos en absoluto. No es preciso tener en cuenta para nada a los
organismos humanos a la hora de explicar por qu é una t r a d i c i ó n
e x t r a s o m á t i c a emplea conjuros en lugar de vacunas. La respuesta es
meramente c u l t u r o l ó g i c a : la cultura, como ha observado L o w i e ,
debe ser explicada en t é r m i n o s de cultura.
L a cul tur a «en una perspectiva realista, no puede desconectarse
de aquellas organizaciones de ideas y de sentimientos que constitu
ye n el i n d i v i d u o » , es decir, no es posible desconectar la cult ura de
lo s individuos, s e g ú n dice Sapir ( 1 9 3 2 : 233). Y, por supuesto, e s t á
m u y en lo cierto; en la realidad la cultura no aparece separada de
lo s individuos. Pero si, de un modo realista (en la actual idad) cultur a
e individuos aparecen como inseparables, desde un punto de vista
l ó g i c o ( c i e n t í f i c o ) ambos pueden ser desconectados, y nadie mejor
que el mismo Edward Sapir ha efectuado esta « d e s c o n e x i ó n » : no pue
de decirse que aparezca un solo i n d i o n i siquiera un m ú s c u l o , o un
nervio o un ó r g a n o sensible —en su m o n o g r a f í a , Southern Pamir,
a Shoshonean Language ( 1 9 3 0 ) . Ni un solo individuo podemos \ .
rondando en su Time perspective in aboriginal american culture
( 1 9 1 6 ) . «La ciencia, dice C o h é n , debe abstraer determinados ciernen
tos y dejar de lado o t r o s » ( 1 9 3 1 : 226) « P o r q u e no todas las cosas que
aparecen juntas son igualmente relevantes» (el subrayado es nuestro)U n a verdadera c o m p r e n s i ó n y a p r e c i a c i ó n de este hecho p r o d u c i r í a
enormes beneficios a la t e o r í a e t n o l ó g i c a . « D e s d e un punto de vista
realista, es imposible separar la c i u d a d a n í a del color de los o j o s » ,
esto es: cada ciudadano tiene un par de ojos y cada par de ojos es
de distinto color. Pero, en los USA al menos, el color de los ojos no
es relevante para la c i u d a d a n í a : « l a s cosas que aparecen juntas no
son igualmente r e l e v a n t e s » .
De esta manera, lo que H a l l o w e l l , Radcliffe-Brown y otros d i c e n
acerca de que « s o n las personas las que se encuentran e i n t e r a c t ú a n »
es perfectamente cierto. Pero esto no.debe apartar nuestra atent lón,
para la s o l u c i ó n de determinados problemas, de los simbolados que
aparecen en un contexto e x t r a s o m á t i c o : de los instrumentos, eos
tumbres , utensil ios, creencias y actitudes, de la cultu ra, en suma. La
148
I I I si nos humanos o de genes.
N<> hemos afirmado, ni tampoco implicado, que los a n t r o p ó l o g o s
M U i . d e s hayan dejado de trat ar la cultu ra como un proceso sui
ycucris, esto es, sin tomar en cuenta los organismos humanos. Mu-
. hos de ellos, si no los más , lo han hecho. Esto no impide que exis
ta n algunos que al pasar al campo de la t e o r í a nieguen toda valideza este tipo de i n t e r p r e t a c i ó n . El mismo Radcliffe-Brown nos propor-
< l o n a algunos ejemplos de soluciones y problemas puramente cul-
i n i o l ó g i c o s de lo a q u í expresado —en « T h e Social organization of
Australian T r i b e s » ( 1 9 3 0 - 1 ) , « T h e Mother's Brother in South A f r i c a »
( 1 9 2 4 ) , etc. Pero cuando seguidamente pasa a vestir el birrete de
f i l ó s o f o , retira toda validez c i e n t í f i c a a este tipo de procedimiento.' 5
N o obstante, algunos a n t r o p ó l o g o s han llegado a reconocer, a n i v e l
t e ó r i c o , que la cult ura puede ser estudiada sin tomar en cuenta el
organismo humano y que la c o n s i d e r a c i ó n de los organismos huma
nos es del todo irrelevante en lo que hace a los problemas que se
refieren al contexto e x t r a s o m á t i c o . Hemos citado varios de ellos
— T y l o r , Durkheim, Kroeber, Lowie y otros— que han trabajado en
este sentido.16 Aún podemos a ñ a d i r una o dos referencias má s a este
respecto. «La mejo r esperanza... para una d e s c r i p c i ó n y " e x p l i c a c i ó n "parsimoniosas de los f e n ó m e n o s n a t u r a l e s » , dicen Kroeber y K l u c k
hohn ( 1 9 5 2 : 167) « p a r e c e estar en el estudio de las formas y proce
sos culturales en sí mismos, a b s t r a í d o s en gran medida... de los
individuos y p e r s o n a l i d a d e s » . Y Steward ( 1 9 5 5 : 46) hace notar que
« c i e r t o s aspectos de la cultura moderna resultan más f á c i l m e n t e estu-
diables separados de las conductas individuales. La estructura y f u n
c i ó n de un sistema monetario bancario y crediticio, por ejemplo, su
pone aspectos supraindividuales de la c u l t u r a » . Igualmente, dice, « l a s
formas de gobierno, los sistemas legales, las instituciones e c o n ó m i c a s ,
las organizaciones religosas, los sistemas e d u c a t i v o s » y d e m á s , « c o m
portan aspectos nacionales... que deben ser entendidos independien
temente de la conducta de los individuos conectados con e l l o s » ( i b í d . :
4 7 ) .
Nada nuevo hay en todo esto. Es algo que tanto los a n t r o p ó l o g o s
como otros tipos de estudiosos de las ciencias sociales han venido
haciendo durante a ñ o s . Para algunos de ellos , no obstante, parece
15. Cfr. White, The Science of Culture, págs. 96-98, para una más amplia discu s i ón .
16. En nuestros ensayos "The expansión of the Scope of Science" ("La expansión de la esfera científica") y "The Science of Culture", ambos en The Science
of Culture.
149
resultar muy duro reconocer a nivel de teoría y de prim ¡pió 1 lo i|in
de hecho ejercitan en la práctica.
«Son precisos dos o más de dos para hacer una cultum i I - . I .
una concepción, no del todo insólita en etnología, qu e sostien» qu<
el que un determinado fenómeno pueda ser considerado u n elemi ntu
cultural o no, depende de que sea expresado por uno, o dos <> \
ríos» individuos. Así Linton (1945: 35) dice: «cualquier elemento d<
conducta... peculiar a un solo individuo no puede ser considerado
M I L 1 1 . i definición, en cambio, sí llena los requi sitos de una
i l r l m i i i M i i iientdica: un elemento concepción o creencia, a n i ó n
U objeto— cuenta como elemento cultural, a) si depende del limboUfar, b) cuando se le consi dera en un contexto extrasomático. Sobre
que i odo elemento existe en un contexto social, no parece que pueda
haber duda. Pero esto mismo sucede con rasgos tan poco específica-
m » u l e humanos (no sometidos a la simbolización) como la laclan» ¡a,
el cuidado y el empare jamie nto. No es pues la socialidad, la bilatc-
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como parte de la cultur a de una sociedad... así , una técnica de tej<I
cestas conocida por un solo individuo, no podrá ser clasifi cad.! i o n m
parte de esa cultura...». Wiss ler (1929: 358), Osgood (1951: 207-08),
Malinowski (1947: 73), Durkhei m (1938: lvi ) y otros, comparten ese
punto de vista.
Dos objeciones pueden oponerse a esta concepción de la cultura:a) Si la pluralidad de expresiones de la conducta aprendida es el
criterio para di sti ng ui r la cult ura de lo que no es cultur a, los chifla
pancés descritos por Wolfang Kóhler en The mentality of apes ( N e w
York, 1925) tenían una cultura propia, ya que las innovaciones m
troducidas por uno de los indivi duos eran rápidamente adoptadas
por todo el grupo. Otras cuantas especies subhumanas tendrían asi
mismo cultura, de acuerdo con este criterio, b) La segunda objeción
es que si la expresión de una sola persona no es suficiente para
calificar un acto como elemento cultural ¿cuántas serán las perso
nas requeridas? Linton (1936: 274) dice que «tan pronto como el
nuevo objeto o situación es transmitido a alguien, o compartido poi
otro individuo de la sociedad, aunque sólo sea uno, debe ser to n
tado como parte de la cultura». Osgood (1951: 208) requiere «dos
o más». Durk heim (1938: lvi ) necesita «varios indi viduos , como mínimo». Wissler (1929: 358) dice que un elemento no asciende s in má s
al rango de rasgo cultural hasta haber sido sometido por el grupo .•
un proceso de estandarización. Malinowski, por su parte (1941: 73)establece que «el hecho cul tur al comienza a produ cirse cuando , i
interés individual se transforma en sistema público, general \a i rferible de esfuerzo organizado».
Semejante concepción, obviamente, no satisface los requisitos
científicos. ¿Cómo es posible llegar a un acuerdo sobre el momento
en que «el interés individual se transforma en sistema público, gen,
ra l y transferible de esfuerzo organizado»? Supongamos por un mo
mentó, que un ornitólogo dijera que un único espécimen de pájam
no- podría ser ni una paloma mensajera ni una g rul la chillona, p« re
que caso de existir un indefinido número de ejemplares éstos podían
ser considerados bien palomas mensajeras o bien grullas. Supongamos
igualmente que un físico dijera que un único átomo no puede ser
contado como átomo de cobre y sólo cuando tal ti po de á t o m o s .,
encuentran « en gran número» pueden propiamente ser c o n . i d . i .i <l . .
átomos de cobre. Lo que se requiere es una definición que estable/»
si el elemento pertenece a la clase o no, con independencia de « u.m
tos elementos de x puedan exi sti r (una clase lógica puede c o n si a i
de un único miembro e incluso de ninguno).
150
i.didad o la pluralidad, lo que distingue el fenómeno humano o cul
tumi del no específicamente humano o cultura l. El carácter distin
tivo lo establece precisamente la simbolización. En segundo lugar,
el que una cosa pueda ser considerada en un contexto extrasomá
tico no depende de que dicha cosa o acontecimiento aparezca en nú
mero de uno, de dos o de «varios». Cualquier cosa o acontecimientopuede perfec tamente ser considerada elemento de cult ura incluso si
constituye por sí misma el único miembro de su clase, del mismo
modo que un átomo de cobre seguiría siendo un átomo de cobre aun
en el caso de ser el único de su clase en todo el cosmos.
Todo esto sin mencionar el hecho de que la noción misma de que
un acto o una idea en la sociedad humana pueda ser obra de un
solo individuo no es sino una pura ilusión, además de otra de las
deplorables trampas del antropocentrismo. Cada miembro de la so
ciedad está sometido siempre a un cierto grado de estimulación cul
tural por parte de los miembros de su grupo. Cualquier cosa que
el hombre realiza en cuanto ser humano, y gran parte de lo que
realiza como mero animal, es función de su grupo en la misma me
dida, al menos, en que lo es de su organismo. Para empezar, todo
acto humano, incluso en sus aspectos má s personales e individuales,
es siempre producto del grupo. 17
La cultura como rasgos «característicos-». «La cultura puede defi
nirse», dice Boas (1938: 159) «como la totalidad de las reacciones y
actividades físicas y mentales que caracterizan la conducta de los
individuos que componen el grupo...» (el subrayado es nuestro).
Hersk ovi ts (1948: 28), por su parte, nos dice, que «cuando analiza
mos detenidamente la cultura , lo que encontramos es una serie de
reacciones pautadas que caracterizan la conducta de los in div id uos
componentes de un grup o dado» (lo que esto del «análisis detenido»
tenga que ver con semejante concepción no queda claro). Igual
mente Sapir (1917: 442): «la masa de reacciones típicas que llamamos
cultura...». Esta postura, por supuesto, ha sido mantenida también
por otros.
17. Hace má s de cien a ñ o s e s c r i b ía K a r l M a r x : " E l hombre es en el más
literal sentido de la palabra un zoon politikon, no s ó l o un animal social, sino
a d e m á s un animal que s ó l o puede desarrollarse como individuo dentro de la
sociedad. L a p r o d u c c i ó n realizada por individuos aislados fuera de la socie-
dad... es un absurdo tan grande como pensar que pueda darse desarrollo alguno
del lengua je sin individuos viviendo junt os y teniendo que comunica rse entre
s í" . A Contribution to the Critique of Political Economy (Charles H . K e r r & Co.,
Chicago, 1944), p ág . 268.
151
Pueden dirigirse dos objeciones contra esta c o n c e p c i ó n de la «id
tura: a) ¿ C ó m o es posible determinar c u á l e s son los rasgos que
caracterizan el grupo y c u á l e s no — c ó m o es posible efcctuai la sep. i
r a c i ó n entr e lo que es cu lt ur a y lo que no lo es? Por ot ro lado h)
si llamamos cultura a los rasgos que caracterizan el grupo, ,
llamaremos a los que no lo caracterizan?
Es bastante probable que los a n t r o p ó l o g o s que mantienen e s t a
postura e s t é n má s bie n pensando en una cultura, o en varias culturas
" " I " 1 que « s o c i e d a d » , teniendo en cuenta que habla de una
h n i n a í, l i c l i i ia ') comunidad de seres h u m a n o s » y aún a ñ a d e que
••el l , i m u í ,> "sociedad" es en si mismo una c o n s t r u c c i ó n c i i l t m a l »
' . . i p i i . | l«M2: 236]) . Estos individuos hacen cosas: piensan, suenan,
ai l u á n , se rebel an. Y es « s i e m p r e el i n d i v i d u o » v no la sociedad
0 la cultura la que hace estas cosas. Lo que Sapir encuentra son
a d á m e n l e los individuos y su conducta. Nada má s .
Parte de la conducta de los individuos, dice Sapir, es cultura.
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en particular, más que en la cultura en general, o en la cultura como
f e n ó m e n o e s p e c í f i c o . Así, por ejemplo, podemos distinguir la « c u l t u r a
f r a n c e s a » de la « c u l t u r a i n g l e s a » por los rasgos que caracterizan a
cada una de ellas. Pero si es verdad que los ingleses y los franceses
d i f i e r e n en muchos aspectos, no es menos cier to que sus puntos de
semejanza son muy numerosos . Y los rasgos que los asemejan for-m a n parte de cada pueblo tanto como los que los diferencian. ¿ P o r
q u é h a b r í a m o s de llamar cultura a los unos y no t a m b i é n a loi
otros?
Las dificultades e incertidumbres de este tipo quedan despejada,
haciendo uso de nuestra c o n c e p c i ó n de la cultura: la cultura consiste
en todos aquellos modos de vida que dependen de la s i m b o l i z a c i ó n
y a los que consideramos en un contexto e x t r a s o m á t i c o . Si, por
seguir con el mismo ejemplo, q u i s i é r a m o s distinguir lo i n g l é s da
l o f r a n c é s sobre la base de sus distintos rasgos culturales, t e n d r í a -
mos que especificar « l o s rasgos que c a r a c t e r i z a n » al pueblo en cues-
t i ó n . Lo que no p o d r í a m o s hacer es afirmar que los rasgos atípleosno pertenecen a la cult ura .
C o n r e l a c i ó n a esto p o d r í a m o s q u i z á s llamar la a t e n c i ó n sobrala interesante d i s t i n c i ó n trazada por Sapir ( 1 9 1 7 : 442) ent re conduc ta
i n d i v i d u a l y « c u l t u r a » .
Es, en realidad, siempre el i nd i v i duo el que a c t ú a , piensa, BUSñ a y se rebela. De todos estos pensamientos, s u e ñ o s , accionesy rebeliones, los que de a l gún modo importante contribuyen al a modi f i cac i ón o p r e s e r v a c i ó n de las reacciones t í p i ca s quillamamos cultura, los denominamos datos sociales; el resto, aun
difiriendo poco de éstos, desde un punto de vista psicológico, ¡O S
denominamos individuales y los dejamos de lado, ya que carecen
de importancia histórica o social (no son cultura). Es muy i inpoitante tener en cuenta que semejante di s t i nc i ón es absolutamentearbitraria y fundada, de hecho, en un pr i nc i p i o de selección. Di< bsselección, por su parte, depende de la escala de valores ad«>ptada. Y no es preciso deci r que el umbral de sepa rac i ón en t i elo social o h i s t ó r i c o (es, decir cultural) y lo individual , varíade acuerdo con la f i losofía del i n t é r p r e t e . Encuentro enteranieni,inconcebible la posibilidad de dibujar una frontera fi j a y eternamente vá l i da entre uno y otro campo. (Subrayados y p a r é n t e s i sson nuestros).
Sapir se ve confrontado con una pluralidad o agregado de i n d i
viduos (personalmente h u b i é r a m o s preferido cualquiera de estos téi
152
Otra parle, aunque desde un punto de vista p s i c o l ó g i c o no d i l u í .
I» má s m í n i m o de la otra, la que él llama cultura, es no cultura.
1 a frontera entre « c u l t u r a » y «no c u l t u r a » es pues enteramente a i l n
i i o i . i , y depende de la e v a l u a c i ó n subjetiva de quien traza la l í nea
Ninguna otra c o n c e p c i ó n de la cultura p o d r í a parecemos menos
satisfactoria que é s t a . Dice, en efecto: « c u l t u r a es el nombre que da-
mos a ciertos aspectos de la conducta de los individuos, sobre la
base de una s e l e c c i ó n arbi tr ari a y de acuerdo con criter ios subje-
t i v o s » .
E n el ensayo del que hemos e x t r a í d o las anteriores citas «Do We
Necd a S u p e r o r g a n i c ? » , Sapir contrapone su pro pio punt o de vista
al punto de vista c u l t u r o l ó g i c o mantenido por Kroeber en « T h e Su-
p e r o r g a n i c » ( 1 9 1 7 ) . Sapir hace desaparecer la cultura, d i s o l v i é n d o l a
en la total ida d de las reacciones i ndivi duales . La cultur a se convierte,
como él mismo dice en otra parte, a una « f i c c i ó n e s t a d í s t i c a » (Sapir
1932: 237) . Y puesto que no existe rea lidad significativa alguna a la
que podamos ll amar cult ura , no puede haber cienci a de la cul tur a.
E l argumento de Sapir era h á b i l y persuasivo. Pero t a m b i é n e r r ó -
neo, o al menos e n g a ñ o s o .
L a a r g u m e n t a c i ó n de Sapir era convincente porque se apoyaba enu n hecho a u t é n t i c o y demostrable. Su c a r á c t e r e n g a ñ o s o en el hecho
de hacer aparecer la d i s t i n c i ó n entre conducta i n d i v i d u a l y cultura
como la ú n i c a significativa.
Es perfec tament e ci er to que los hechos que compr ende la con-
ducta humana i n d i v i d u a l y los que comprende la cultura son las
mismas clases de cosas y acontecimientos. Todos son simbolados—
dependientes de la capacidad e s p e c í f i c a m e n t e humana de simbolizar.
Es igualmente cierto que « p s i c o l ó g i c a m e n t e c o n s i d e r a d o s » son i d é n -
ticos. Pero Sapir pasa por alto, y llega a obscurece r de hecho con
su argumento, la realidad de que los contextos en que estos « p e n s a -
mientos, acciones, s u e ñ o s y r e b e l i o n e s » pueden ser considerados, a
efectos de su e x p l i c a c i ó n e i n t e r p r e t a c i ó n c i e n t í f i c a s , son fundamen-
talmente: el s o m á t i c o y el e x t r a s o m á t i c o . Considerados en un con-
texto s o m á t i c o , es decir, en t é r m i n o s de su r e l a c i ó n con el organismohumano, estos actos dependientes del simbo lizar const itu yen la con-
ducta humana. Considerados en un contexto e x t r a s o m á t i c o , esto es,
en " t é r m i n o s de su r e l a c i ó n unos con los otros, dichos actos consti-
tuyen la cultura. Así pues, en vez de situar arbitrariamente algunos
de ellos en la c a t e g o r í a de cultur a, desplazando todos los d e m á s al
campo de la conduc ta humana , lo que nosotros hacemos es colocar
todos los actos, pensamientos y cosas que dependen del si mboliza r
153
en uno u otro contexto, el somático o el extrasomático, según la
n. i tui a l e / a de l problema a t r a t a r .
Conclusión. Entre las muchas clases de cosas y de acóntce ¡miento
s i p n i l ¡ c a t i v o s eme la ciencia desfigura, hay una clase para la que
aún no tiene nombre. Es la clase de las cosas y fenómenos que de
penden del simbo lizar, una fa cultad peculiar de la especie humana.
Nosotros hemos propuesto que las cosas y acont ecim ientos que depen
dea del si mboli zar sean llamados simbolados. La peculiar designa»
piulidos por una, dos o má s personas; si tales rasgos tienen (pie sei
«• ii.» i a i a i terísticos de un pueblo; si la cultura es una reilica» ion • •
SO, y si puede o no puede pintarse las uñas.
La distinción que hemos efectuado entre conducta y cultura,
entre psicología y culturología, tiene justamente mucho que ver con
aquella (pie diñante a ñ o s han mantenido los lingüistas entre lcng.ua
v habla. Si es válida para los unos también puede serlo para loeotros.
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de esta clase no es im porta nte en sí. En cambi o, es impo rta nte que
tenga algún tipo de nom bre por el que se la pueda distinguir explit I
tamente de las otras clases.
Las cosas y acontecimientos que dependen del simboli zar compren
den por igual ideas, creencias, actitudes, sentimientos, actos, pautas
de conducta, costumbres, códigos, insti tuciones, obras de arte y formas artísticas, lenguajes, instrumentos, máquinas, utensilios, orna
mentos, fetiches, conjuros, etc., etc.
Por otra parte, las cosas y acontecimientos dependientes del sim
bolizar pueden ser, y han si do tradi ciona lmente referidas , a efectos
de su observación, análisis y explicación, a dos contextos fundamen
tales. Dichos contextos pueden ser propi a y apropiada mente llama dos
somático y extrasomático. Cuando un acto, objeto, idea o actitud se
considera en el contexto somático, es la relación entre esta cosa o
acontecimiento con el organismo humano. Las cosas y aconteci
mientos que dependen del si mboliza r que son consideradas en el
contexto somático pueden ser llamadas propiamente conducta huma
na —al menos las ideas, actos y actitudes, ya que las hachas de piedra
y los cuencos de cerámica no son habitualmente considerados con
ducta humana , por má s que su significación se desprenda del hecho
de haber sido producidos por el trabajo humano, lo que lo cons
tituye de hecho en cristalizaciones de la conducta humana. Cuando,
en cambio, cosas y acontecimientos son considerados en el contexto
extrasomático, se los contempla en términos de su mutua intern 1 1ción m ás que en términos de su relación con el organismo humano,
individual o colectiv o. El nombre de las cosas y acont ecim ientos que
se consideran en el contexto extrasomático es cultura.
Las ventajas de nuestro tipo de análisis son, pues, varias. Las di l
tinciones aparecen claras y bien trazadas. La cultura queda clara
mente deli mi tada de la conducta humana. La cultura queda definida
en los términos adecuados a un objeto científico, esto es, en térmi
nos de cosas reales, directa o indirectamente observables en el mundo
real en que vivimos. Nuestra concepción libra a la antropología del
íncubo de las «abstracciones» intangibles, imperceptibles e impon
derables s in realida d ontológica.
Nuestra definición nos desembaraza asimismo de los dilemas en
que mucha s de las otras concepciones nos colocan, tales com o si
la cultura consiste en ideas y si estas ideas existen realmente en
el intelecto de los pueblos estudiados o solamente en el de los etnó
logos que los estudian; si los objetos materiales son o no son cultura;
si los rasgos cultu ral es, para s er considera dos tales, deben ser com-
154
Finalmente, nuestra distinción y nuestra definición guardan una
' i r e c h a relación y están en perfecto acuerdo con la tradición an
tropológlca. Tal es n i m ás ni menos lo que Tylor significó por cul
tura, como una lectura de su Primitive culture puede demostrar. Tal
es la que casi todos los antropólogos no físicos han venido u t i l i
zando durante años. ¿Qué es lo que los investigadores científicosde campo han venido estudiando y describiendo en sus monografías?
Respuesta: cosas reales y observables , y acont ecim ientos que depen
den del s im boliza r. Lo que difícilmente puede decirse es que hayan
estado estudia ndo y describi endo abstracciones i mpercepti bles, intan
gibles, imponderables y ontológicamente irreales. Es ci erto que el in
vestigador de campo puede estar interesado en las cosas y aconteci
mientos , en cuanto consideradas en el contexto somático, con lo que
estaría haciendo psicología (como lo estaría haciendo igualmente el
lingüista, caso de considerar las palabras en su aspecto somático). Y
que la antropología, según se usa actualmente este término, abarca una
serie de estudios enteramente diferentes entre sí: anatómicos, fisio
lógicos, genéticos, psicológicos, psicoanalíticos y culturológicos. Pero
esto no significa que la distinción entre psicología y culturología no
sea fundamental. Lo es.
Las tesis presentadas en este trabajo no son ninguna novedad. No
se tra ta, en a bsoluto, de un corte violent o con la tradición antropo
lógica. Todo lo contrario: se trata en un sentid«*muy real y en gran
medida, de un claro retorno a la tradición, la tradición establecida
por Tylor y continuada en la práctica por numerosísimos antropólo
gos hasta nuestros días. Lo único que hemos hecho ha sido dar una
expresión verbal clara y concisa de todo esto.
i
155
V V A M D I I ( , ( K ) | ) | N O I K . I I
• ni I U R A , L E N G U A J E Y S O C I E D A D (1971)
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Parece ser casi universal la tendencia humana a ver el mundo
d i v i d i d o en distintos pueblos s e g ú n las grandes diferencias evidentes
de lenguaje y costumbres, y ello es reflejo de algo que tiene una
realidad objetiva. La realidad parece tan obvia que la tomamos como
algo dado y seguimos considerando las cuestiones c l á s i c a s de la an-
t r o p o l o g í a , en lo que se refiere a la historia de las lenguas y las cos-
tumbres y la s i g n i f i c a c i ó n de las diferencias aparentes entre ellas, sin
detenernos a examinar c r í t i c a m e n t e la supuesta realidad.
Es cierto que los pueblos d i f i e r e n en lengua y costumbres. Pero
las formas concretas en que las lenguas, las culturas y los pueblos
se relacionan entre sí son má s complicadas de lo que normalmente
se supone. Las complicaciones se han hecho evidentes para los estu-
diosos de las sociedades urbanas, que tan frecuentemente tienen una
p o b l a c i ó n en la que se mezclan distintas etnias y transfondos l i n -
g ü í s t i c o s , varias clases sociales, muchos cultos o sectas religiosos y
ocupaciones altamente e s p e c i a ü z a d a s y diferenciadas. Se suele ale-
gar, por tanto, que las ciudades modernas ho son susceptibles del
tipo de d e s c r i p c i ó n , con que la a n t r o p o l o g í a describe las comunidades
m á s p e q u e ñ a s y de cultura más h o m o g é n e a . Pero las complicaciones
no se l i m i t a n a las ciudades modernas. Los indios del noroeste del
Amazonas, en S u d a m é r i c a , sirven de ejemplo.1
E n el c o r a z ó n del á r e a cultural del noroeste del Amazonas 2 e s t á
el rí o Vaupes. Junt o con sus afluentes, const ituye una cuenca del
t a m a ñ o de Nueva Inglaterra, s i t u á n d o s e sus l í m i t e s entra Colombia
y B r a s i l . Junto a los n u m é r i c a m e n t e escasos maku, los aproximada-
mente 10.000 indio s que viven a l l í e s t án establecidos junto a los r í o s ,que son sus autopis tas para los viajes y el transp orte. Todos ellos
forman parte de una misma red de aldeas que se visitan y casan entre
s í. Y todas t ienen costumbres simi lares en lo que se refiere a sub-
sistencia, c o n s t r u c c i ó n de viviendas y asentamientos, o r g a n i z a c i ó n de
1. L a d e s c r i p c i ó n que sigue se basa en un informe de Sorensen (1967).
2. La s á r e a s culturales de S u d a m é r i c a las describen Steward y F a r o n (1959).
Sobre este á r e a , v é a s e p á g s . 351-355.
157
p á r e n t e * o y f ami l i a , y r i t u a l religioso. Pero hablan más de 20 lenguas
ininteligibles entre sí.
C a d a i n d i v i d u o e s t á asociado, por f i l i a c ión patrilineal, a un clan,
cuyos varones adultos v i v e n junto con sus esposas e hijos c o m o un
grupo l oca l . Una « t r i b u » consta de varios clanes que comparten un
mismo nombre y son identificables por su u t i l i z a c i ó n de una lengua
diferenciada. De esta forma, má s de 20 lenguas e s t á n asociadas, de
una en una, con má s de 20 tri bus . Cada t r i b u tiene t a m b i é n su u n i
" " 1 • '• '•>'• 'ampie en las legiones tecnológ icamente subdes.u i olí. dasd- I " - i " , lo es « ii las zonas indust r ia l izadas .
Comenzaremos nuestro examen de esta compleja r e l a c i ó n con una
• ' • ' « • • " sobre el lenguaje. Gracias a la especial conciencia del
lenguaje que nos proporc iona e l ar t e de escribir, y gracias a nues t r a
i upeiieia I . I de los esfuerzos conscientes por aprender lenguas extran-
l« ias. podemos ver má s obj eti vamen te el lenguaje que la mayor partede las (.lias clases de sistemas de compor tamie nto conceptual que
I O I I I I . n i el contenid o de la cultura.
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d a d p o l í t i c a y ceremonial con una historia distinta; y sus distintos
grupos locales se s i t ú a n a una dist ancia de varias horas remando
p o r el río . Las tribus e s t á n ligadas en cinco f r a t r í a s e x ó g a m a s dis
tintas (hermandades). La regla de la exogamia exige que el marido y
la mujer proced an de tri bus disti ntas y, en consecuencia, de grupos
l i n g ü í s t i c o s distintos.
Esta o r g a n i z a c i ó n exige que todo el mundo sepa hablar más de
una lengua. En cada grupo l oca l , en presencia de los hombres de la
t r i b u debe hablarse la lengua de la t r i b u a que pertenece. Esta es
la primera lengua de los n i ñ o s que nacen a l l í . Pero las madres de
estos n i ñ o s proceden de otras tribus con otras lenguas. Las distintas
mujeres introduci das por matri monio y procedentes de la misma
t r i b u hablan su propia lengua t r i b a l cuando e s t á n trabajando o
v i s i t á n d o s e , pero no cuando e s t á n presentes los maridos. Son fre
cuentes las visitas y de los parientes de la madre. Los hijos tienen
gran contacto con la lengua t r i b a l de la madre, así como con la del
padre. El tukano, la lengua de la t r i b u más populosa y más extendida,
sirve de lingua franca en la zona y t a m b i é n la aprenden los n i ñ o s , caso
de que no sea la lengua t r i b a l del padre o la madre.
L a r e g i ó n , pues, contiene una p o b l a c i ó n que se distingue de otraspoblaciones por convenciones referentes al matrimonio, la exogamia,
l a f i l i a c ión , la pertenencia al grupo l o c a l y el uso l i n g ü í s t i c o ( i n c l u
yendo la u t i l i z a c i ó n de una lingua franca). La p o b l a c i ó n se subdivide
en f r a t r í a s , que sirven sobre todo para regular los matrimonios. Ade
m á s se subdivide en tri bus, que constit uyen las grandes unidade i
ceremoniales, p o l í t i c a s y portadoras de lengua; y é s t a s se subdividen
en clanes, que e s t á n asociados con las comunidades locales. Existe n
costumbres comunes a todos los niveles. A cada n i v e l existe un s e n t í
miento de identidad colectiva por c o n t r a p o s i c i ó n con las otras unida
des. Al n i v e l má s alto, la c o n t r a p o s i c i ó n es con los maku, que viven
lejos de los r í o s y se casan entre el los, con otros grupos de indi os
situados fuera de la r e g i ó n y que s ó l o tienen contactos e s p o r á d i c o s
co n sus habitanes, con europeos y con mestizos (personas de ascen
dencias india y europea mezcladas).
Entonces, ¿ q u é consideraremos a q u í como un pueblo d i s t i n t o »
Parece claro que cada n i v e l puede considerarse adecuadamente como
alguna clase de comunidad o sociedad, social y culturalmente aislada.
Cada n i v e l tiene determinadas costumbres y convenciones asociadas
c o n determinada clase de asuntos. La i g u a l a c i ó n habitualmente indis
cutible de una lengua, una cultura y un pueblo resulta a q u í incon
gruente. Evidentemente, la r e l a c i ó n entre lengua, sociedad y cultura
158
E L C O N T E N I D O DEL L E N G U A J E
Por lenguaje entendemos un conjunt o de normas de comporta
miento l i n g ü í s t i c o , un conjunt o de princi pios organizados para poner
orden en ta l comportamient o. Aprender f r a n c é s , por ejemplo, es
aprender las normas del comportamiento oral comunic ativo y desarro
l l a r la habil idad para apl icarlo tanto a la forma de nuestro comporta
miento como a la c o m p r e n s i ó n del comportamiento de los otros (sien
do en este caso los otros las personas que hablan f r a n c é s ) . Una des
c r i p c i ó n de la lengua francesa es una d e s c r i p c i ó n de las normas que
necesitamos saber para hablar de tal forma que los franceses lo
consideren un f r a n c é s aceptable y entender t a m b i é n , como ellos, lo
que un f r a n c é s le dice a otro. Aprender ruso es aprender otro con
junto de normas del comportamiento oral comunicativo.
Las normas que compr enden todas las lenguas humanas conocidas
pueden considerarse ordenadas en varios sistemas o niveles de organ i z a c i ó n : el f o n o l ó g i c o , el m o r f o l ó g i c o , el s i n t á c t i c o , el s e m á n t i c o y
e l s i m b ó l i c o . Los dos ú l t i m o s i m p l i c a n la a r t i c u l a c i ó n del lenguaje
c o n otros aspectos de la cultura y suelen excluirse de los tratamientos
d el lenguaje como sistema estructural diferenciado, pero s e r á con
veniente i n c l u i r l o s a q u í como a n t i c i p a c i ó n a nuestro examen de la
cultura.
El sistema fonológico
E l sistema f o n o l ó g i c o comprende un conjunto de normas para dis
t i n g u i r las diferencias de sonido, e n t o n a c i ó n y acento que van cohe
rentemente asociadas con las diferencias del significado. O í m o s las
palabras inglesas tap, tab, dap (como en la pesca) y dab como distintas, siendo un discriminador s ign i f i c a t i vo en la f o n o l o g í a inglesa
el tipo de consonantes sonoras o sordas t é c n i c a m e n t e denominadas
« o c l u s i v a s » (aunque sonora y sorda no tengan una s i g n i f i c a c i ó n en sí
mismas). Un hablante de la lengua t r u k , del fidei comiso de los Es
tados Unidos en el P a c í f i c o , probablemente o i r í a estas palabras como
variantes de menor importancia de la misma cosa, si es que apre
ciaba alguna difere ncia; pues, en su lengua, la calidad de sor da|
150
o sonoras de las oclusivas no da lugar a contrastes significa!me . i'<.1
otra parte, el nativo angloparlante tiene gran dificultad en p< K ilm
las diferencias de la lengua truk entre las palabras mwúán («mai lio,
hombre»), mmwáán («equivocado») y mmwán («fermantado, a g u a
do») 3 porque en inglés no se hacen signif icativas distinciones seguí 1
lo que dure la pronunciación de las consonantes o las vocales, diferí 11
cia que sin embargo es fundamental en la lengua truk.
Como sugieren estos ejemplos, el sistema fonológico de cada le u
l , (".pulsión de aue la a c o m p a ñ a ) , pero /t/ después de /s/ ( com o en
•.tone) se p i o n u u i 1 . 1 | t | sin aspiración. Ordinariamente no nos damos
M i e n t a de esta sistemática diferencia de la pronunciación de la / l /
poique en i n g l é s no produce un contraste significativo. Necesitamos
1 , le í 1 1 nos a la distinción entre aspiración y no aspiración de las t on
sonantes con objeto de describir el verdadero comportamiento l i n -
g ü í s t i c o del angloparlante —la fonética del inglés—, pero la ( l i s t í n
ción no es aplicable para contrastar las categorías sonoras significa-
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gua incluye un conjunto de discriminadores mediante los cuales los
hablantes perciben qu é diferenciaciones sonoras son significativas
para cada lengua. Estos discriminadores son los rasgos distintiva.
del sistema fonológico. Pueden describirse en términos de variables
acústicas mediante las cuales un oyente distingue entre ellas, o bien,
como es más habitual entre los lingüistas, en términos de variables(articulatorias) de comportamiento incluidas en la producción de
sonidos lingüísticos distinguibles: posición articulatoria, sonoridad,
nasalización, carácter fricativo, etc., para las consonantes; y altura de
la lengua, posición atrasada o adelantada de la lengua, grado de re
dondez de los labios y nasalización, para las vocales. Algunas varia
bles —por ejemplo, la posición articu latori a— sirven para proporcio
nar rasgos diferenciados en todas las lenguas,4 pero en otros casos
los rasgos diferenciados que proporcionan los discriminadores báll
eos para el sistema fonológico de una lengua parecen ser resultad,,
de una selección arbitrari a entre un número más amplio de posibilid.1
des. Tiene muy poca importancia práctica, si es que ti ene alguna, que
una lengua se base en las diferenciaciones sonoras del inglés, del
ruso, del japonés o de cualquier otra lengua conocida.
Para cualquier lengua concreta, pues, existen combinaciones d>rasgos dist int ivos que los hablantes reconocen como creadores de
distintos significados. Estas combinaciones necesarias para dar lugar
a todas las diferencias de significado de una lengua son los fonema
de esa lengua, como se denominan técnicamente. Los fonemas son las
unidades de sonido lingüístico a partir de las cuales se construye el
vocabulario de una lengua. En el ejemplo que ya hemos considerado,las unidades sonoras representadas por las letras t, d, p y b en las pa
labras inglesas tap, tab, dap y dab son fonemas ingleses, pero no de
la lengua truk.
Las normas que constituyen el sistema fonológico de una leng.ua
incluyen principios para modificar la pronunciación de los f onemas
según los otros fonemas a que estén yuxtapuestos. Así, la / t / 5 inicial
en inglés (como en tone) se pronuncia [ t ' ] con aspiración (una luc í
3. La vocal á tiene en truk el sonido de la a inglesa en hat.
4. V é a s e , por ejemplo, el tratamiento de Hockett (1966) y Ferguson
5. Se acostumbra a representar los símbolos de los fonemas entre han.r.
con objeto de di stinguir los de los símbolos que se utilizan en la escritura mu
mal, que muchas veces sólo tiene una correspondencia parcial con los verdad,
ros fonemas de la lengua, como sucede con las letras c y k en la ortoitiaha
inglesa. Lo s símbolos fonéticos que indican la verdadera pronunciación van entre
corchetes.
160
t i v e j , los fonemas, del inglés.
A un nivel todavía más alto de organización, existen principio
que de terminan el orden en que deben disponerse los fonemas vocales
y consonantes. De esta forma, podemos acuñar las palabras plout
y slout de acuerdo con normas inglesas del orden fonológico, pero
rechazamos srout, thlout o ndout, por ser contrarias a estas normas.
El sistema morfológico
Las unidades mínimas que transportan significados concretos en
un lenguaje se construyen por combinaciones de los fonemas de la
lengua. Estas unidades significativas mínimas se denominan técnica
mente mor ios (f ormas). Por ejemplo, la palabra inglesa houses con
tiene dos morios: hou.se y el sufijo del plural -s (fonémicamente
/haws/ y /iz /. De manera similar, la palabra truk semey («mi padre»)
contiene dos morios: seme— («padre») e -y («mi»). El sistema
morfológico de una lengua comprende los diversos principios me
diante los cuales se combinan los morfos para const it uir las palabras,
incluyendo las formas sistemáticas en que tales formas se modifican
en estas combinaciones.
A l describir una lengua, tenemos en cuenta las distintas formas
variantes de los morfos con el mismo significado como diferentes
formas de la misma cosa. Esta misma cosa de la cual se consideran
las diferentes formas se denomina técnicamente morfema. En inglés,
por ejemplo, el sufijo plural que se escribe como -s o -es tiene foné
micamente las distintas formas /-s/, /-z/ e /- iz / . Que se utilice una
u otra depende, respectivamente, de si el morfo de que es sufijo
termina en consonante sorda que no sea sibi lante, consonante sonora
que no sea sibilante o semivocal, o bien sibilante . De manera simiku.
en el dialecto romónum de la lengua truk, los morfos del morfema
que significa «distrito» aparecen con vocales finales de diferentes al
turas de la lengua en los compuestos, según la altura de la primeravocal de los morfos que lleven de sufijos, por ejemplo, sópwutiw
(«distrito inferior»), sópwo-notow («distrito occidental»), sópwótd
(«distrito superior»). 6 Existe cierto número de morfemas que siguen
6. El truk tienen nueve fonemas vocálicos: / i /alta anterior y unrounded.neutra, Je/ media anterior y unrounded neutra, /á/ baja anterior y unitlUII
ded neutra, lúl alta central y unrounded neutra, lél media central y unround 1
neutra, /a/ baja central y unrounded neutra, /u/ alta posterior y rounded llena,/o/ media posterior y rounded llena, y 161 baja posterior y rounded llens
l i d
11 . — E L C O N C E P T O DE C U L T U R A
( i. i pauta de la a l t e r n a c i ó n vocal, en los que la vocal f i na l del pi InV I
morfo siempre es de la misma altitud vocal (alta, media, baja) qil< 1 1
p u n i r í a vocal del s u f i j o . Juntas constituyen una de las van.. < las.
d« morfemas del dialecto r o m ó n u m , estando cada clase caractcri/ada
p o r su propia pauta distintiva.
El sistema sintáctico
É m b l t O Comunicativooral que llamamos lenguaje con
esosotros
á m b i t o s .
II \istcma .simbólico
E l sistema s i m b ó l i c o abarca los principios que determinen los
usos expresivos y evocativos de las formas l i n g ü í s t i c a s . Este es mi
padre y este es mi papaíto denotan el mismo tipo de r e l a c i ó n , pero
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E l sistema s i n t á c t i c o de una lengua comprende sus principios sin
tácticos, los principios mediante los cuales se ordenan las palabras en
c l á u s u l a s y frases. Exist en varias c a t e g o r í a s funcionales (partes de
l a o r a c i ó n ) en que se dividen las palabras y las frases, y existen p r i n
cipios que determinan su o r d e n a c i ó n . Así, en la lengua truk, unapalabr a mod ifi cado ra por regla general sigue a la palabra cuyo s i g u íficado modifica (waa, « c a n o a » , waa seres, « c a n o a n a v e g a n d o » ) y una
c o n s t r u c c i ó n posesiva que l i ga dos sustantivos por r egla general im
plica la u t i l i z a c i ó n del sufijo -n en la palabra correspondiente al
objeto p o s e í d o y a c o n t i n u a c i ó n la palabra que denota al poseedor
(wáá-n Peeter, «la canoa de P e e t e r » ) . Cuando una palabra modifica
dora se u t i l i z a en una c o n s t r u c c i ó n posesiva, va d e s p u é s de la pala
b r a que denota al posesor (wáá-n Peeter seres, «la canoa de Peeter
n a v e g a n d o » ) .L a sintaxis t a m b i é n incluye los principios mediante los cuales se
transforma un tipo de c o n s t r u c c i ó n u o r a c i ó n en otra, como cuando
se transf orma una frase de activo en pasivo en i n g l é s .
El sistema semántico
E l sistema s e m á n t i c o se ocupa de las normas m e d í a n t e las c u a l » ,las personas seleccionan las palabras y las expresiones concretas paratransmitir un significado concreto. Para referirse a un edificio ardiendo , por ejemplo, se necesitan conocer los cri teri os que determinan | ]
la palabra adecuada es casa, granero o cobertizo. De forma similar,al referirse a a l g ú n pariente, se necesitan conocer los criterios poi los
que se decide si debe nombrarse como primo, tío, sobrino o cunado
Ñ o s ocupamos a q u í de las normas mediante las cuales las personas
categorizan los f e n ó m e n o s de todas clases (cosas, a c o n t e c í m u •ni< 11,relaciones, sensaciones, personas, personalidades, etc.) y c ó m o reprcsentan estas c a t e g o r í a s mediante morfemas de su lengua y mediante
expresiones construidas a partir de estos morfemas. Por tanto, elsistema s e m á n t i c o se ocupa de la manera en que las formas no Un
g ü í s t i c a s —todo el campo de los conceptos y las percepciones median
te los cuales las personas comprenden su mundo— se proyectan en
formas l i n g ü í s t i c a s , formas l i n g ü í s t i c a s que sirven como c ó d i g o de
las formas n o - l i n g ü í s t i c a s . Las formas n o - l i n g ü í s t i c a s pertenecen a
otros á m b i t o s del comportamiento conceptual incluidos en la cul
tura, y el sistema s e m á n t i c o pertenece a la r e l a c i ó n denotativa d i
16 2
manifiestan acti tudes bastante distintas del hablante. De lo que
a q u í se trata no es tanto de las denotaciones como de las connota
ciones de las palabras, no de aquello a que hacen referencia, sino de
lo que ellas (o las cosas que denotan, o ellas y las cosas que denotan
conjuntamente) sugieren o implican. Existen asociaciones de los
sonidos l i n g ü í s t i c o s con otros sonidos, por ejemplo, con el sonidod el agua. Los sonidos l i n g ü í s t i c o s siempre e s t á n asociados con los
distintos estados sentimentales que las personas tienen con las cosas
que denotan determinadas palabras, como cuando hablamos de hearth
and home (el fuego y el hogar). Los sentimientos de respeto y des
precio van asociados con el uso de determinadas palabras, y así suce
sivamente. El sistema s i m b ó l i c o consta de cierto n ú m e r o de sistemas
distintos relacio nados con las vinculaciones no denotativas del com
portamiento comunicativo oral con los otr os sistemas de com por ta
miento conceptual. T a m b i é n tiene que ver en las formas en que estas
vinculaciones se manipulan s i s t e m á t i c a m e n t e en el habla para expre
sar sentimientos y evocar sentimientos en los d e m á s , para adular c
insultar, construir i m á g e n e s y crear estados de á n i m o .
El significado como parte del lenguaje
Puesto que el a n á l i s i s de los sistemas s e m á n t i c o y s i m b ó l i c o exige
l a d e s c r i p c i ó n de otros dominios del comportamiento conceptual
aparte del comportamiento oral comunicativo, algunos l i n g ü i s t a s han
adoptado la postura de que estos sistemas no forman parte del len
guaje o, por lo menos, no forman parte de lo que la ciencia l i n g ü í s tica por sí sola es capaz de estudiar r iguro samente. Algunos argu
mentan que el a n á l i s i s y d e s c r i p c i ó n de una lengua d e b e r í a empezar
p o r el sistema f o n o l ó g i c o . Luego p o d r í a analizarse el sistema morfo
l ó g i c o y describirse en t é r m i n o s del sistema f o n o l ó g i c o , siendo este
ú l t i m o formalmente originario con respecto al sistema m o r f o l ó g i c o ;y entonces, el sistema s i n t á c t i c o p o d r í a describirse en t é r m i n o s del
sistema m o r f o l ó g i c o y del f o n o l ó g i c o tomados conjuntamente. l a .
consideraciones del significado no s ó l o no son pertinentes, sino que
son t a b ú para el rigor c i e n t í f i c o . Por tanto, durante a l g ú n tiempo,
muchos l i n g ü i s t a s de o r i e n t a c i ó n c i e n t í f i c a han limitado su a t e n c i ó na las descripciones de los sistemas f o n o l ó g i c o , m o r f o l ó g i c o y s l n t á tt i c o ; y han dejado la c o m p i l a c i ó n de diccio narios a estudiosos del
lenguaje de o r i e n t a c i ó n más humanista o más p r á c t i c a . Se ha demos-
1 M
tracto que esta forma dea p r o x i m a c i ó n esexcesivamente r í g i d a . En la
p i a c t i c a , las i n t a x i s nopuede manejarse si n hacer referencia al sig
m i n a d o , y la f o n o l o g í a nosiempre puede describirse satisfactoria
mente sin tener en cuenta la m o r f o l o g í a , la sintaxis e incluso conttdl
raciones s i m b ó l i c a s , como cuando la d i f e r e n c i a c i ó n f o n o l ó g i c a DO
transmite diferencias en el significado s e m á n t i c o , pero p o n e dfl
relieve siel hablante demuestra ono respeto por la persona a laque
se d i r i g e . Actualmente se e s t á n considerando varias aproximaciones
\1¡,////•.'/, 1,1,1,1 de modelos
I 1 l i n g ü i s t a ( h a l l e s Hockett (1966) haafir mado que todas lasle u
p ú a s humanas se caracterizan, entre otras cosas, por la « d u a l i d a d
il e p a u l a s » T e n í a presente que c a d a lengua tiene tanto un sistema
l o n o l o p j t o c o m o unsistema gra matical. Esta dual idad deorganiza-
c i ó n , afirmaba, permite que ungran n ú m e r o demorfemas se orga-
nicen con (serepresenten por ) diferentes disposiciones deun peque-
ñ o n ú m e r o de fonemas. Aprendiendo a hacer unas pocas d i s c r i u ú
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menos r í g i d a s ym ás productivas. Existe un renovado i n t e r é s por los
temas m e t o d o l ó g i c o s y t e ó r i c o s de la l e x i c o g r a f í a y la c r e a c i ó n de
diccionarios (Householder y Saporta, 1962) y por el modo en que
las formas l i n g ü í s t i c a s transmi ten significados tanto s i m b ó l i c o s como
s e m á n t i c o s a los niveles f o n o l ó g i c o s , m o r f o l ó g i c o s y s i n t á c t i c o , en la
i n t e r a c c i ó n social (Hymes, 1962).A este respecto, existe una historia que viene a cuento sobre el
gran l i n g ü i s t a y a n t r o p ó l o g o americano Edward Sapir, quen afirma-
ba que h a b í a estado trabajando con uninformador sobre una len-
gua amerindia que p o s e í a una g r a m á t i c a d i f í c i l deordenar. Por ú l t i -
m o , supuso que h a b í a comprendido los principios implicados y, para
demostrar suh i p ó t e s i s , c o m e n z ó élmismo a construir frases en la
lengua enc u e s t i ó n . « ¿ P u e d e decirse e s t o ? » preguntaba a suinforma-
d o r , y luego pronunciaba supropia e x p r e s i ó n en lalengua del i n fo r -
mador. Lo r e p i t i ó varias veces, componiendo siempre distintas expre-
siones. Cada vez el informador a s e n t í a con la cabeza y d e c í a «Sí,
puede decirse e s o » . Aparentemente ahí estaba la c o n f i r m a c i ó n de que
ib a por buen camino. Luego, una terrible sospecha p a s ó por lamente
de Sapir. Una vez má s, p r e g u n t ó : « ¿ P u e d e decirse e s t o ? » , yuna vez
m á s r e c i b i ó la respuesta « S í » . Y entonces p r e g u n t ó , « ¿ Q u é s i g n i f i c a ? »« ¡ A b s o l u t a m e n t e n a d a ! » fue larespuesta.
Cierta ono, lahist ori a nos recuerda que una cosa espoder cons-
t r u i r expresiones que f o n o l ó g i c a ygramaticalmente sean aceptables.
Y otra cosa ser capaz de comunicarse con sentido Slow houses writc
stones (lentas casas escriben piedras) es gramaticalmente correcto
en i n g l é s —en elsentido estrecho del t é r m i n o g r a m á t i c a — , pero el
u n sinsentido. En un sentido más amplio del t é r m i n o , no esgramati-
ca l yuxtaponer como adjetivo y sustantivo, sujeto y verbo, y verbo
y predicado lasconcretas formas s e m á n t i c a s a quepertenecen las
palabras de tal frase. Si la lengua inglesa eslo que una persona t iene
que saber conobjeto de comunicarse significativamente con los
angloparlantes de ta l forma que estos acepten que no es significa
tivamente distinta de lasuya, entonces los sistemas s e m á n t i c o y s i m -
b ó l i c o forman parte de loque debe saberse.
L os sistemas comprendidos enuna lengua, pues, nos ó l o son los
que pueden describirse en unacadena ordenada de desarrollo fol
m a l a partir del sistema f o n o l ó g i c o . Existen varios sistemas d i t t t f l
tos que son igualm ente origina rios con respecto al todo, caracteu
zado por las formas enque estos sistemas seunen para crear otros
sistemas, como el s e m á n t i c o (y t a m b i é n el s i n t á c t i c o ) , a partir desus
pautas de a r t i c u l a c i ó n .
164
naciones f o n o l ó g i c a s , laspersonas pueden producir ungran n ú m e r o
d e mensajes portadores de i n f o r m a c i ó n . Hockett noi n c l u í a lossis-
temas s e m á n t i c o s y s i m b ó l i c o . Cuando nosotros lo tomamos t a m b i é n
en cuenta, esevidente que no nos estamos ocupando simplemente de
esta dualidad demodelos, sino deuna m u l t i p l i c i d a d demodelos.
Mediante esta m u l t i p l i c i d a d demodelos se puede organizar unai n f i n i t a variedad deexperiencias en unconjunto deconceptos muy
grande pero f i n i t o , que a suvez puede organizarse en lasdistintas
disposiciones posibles de unvocabulario más l i m i t a d o , pero t o d a v í a
grande. El vocabulario consta devarias disposiciones de morfemas,
que e s t á n compuestos dedistintas disposiciones de fonemas, d i s t i n -
g u i é n d o s e unos de otros por las diferentes combinaciones de sus
rasgos distintivos (percepciones a c ú s t i c a s ) .
Recreamos estos elementos m o r f o l ó g i c o s alcombinar el l i m i t a d o
n ú m e r o de elementos f o n o l ó g i c o s s e g ú n determinados principios.
D e forma similar, recreamos los conceptos mediante la c o m b i n a c i ó n
de elementos m o r f o l ó g i c o s enpalabras y frases, s e g ú n determinados
principios. Recreamos lascomplicadas disposiciones de estos con-
ceptos, que reflejan situaciones vitales, combinando las palabras y las
frases en oraciones, y las oraciones en relac iones descri ptivas ynarraciones s e g ú n nuestros principios de la sintaxis y de la cons-
t r u c c i ó n narrativa. Al hacerlo, t a m b i é n evocamos los estados subje-
tivos que laspersonas hanllegado a asociar con estas situaciones
de la vida. Deeste modo, gracias al lenguaje, recreamos la expe-
riencia; y mediante nuestra habilida d para recrearla, t a m b i é n nos
habilitamos para crear toda clase de experiencias nuevas e ima-
ginarias.
L a m u l t i p l i c i d a d de pautas hace del lenguaje una nerramienta
poderosa y eficaz para objetivar y manipular la experiencia en lo
que denominamos el pensamiento racional y para imaginar miles
de otras cosas quenunca hemos experimentado directamente. Sin
el lenguaje apenas h a b r í a sido posible conseguir algo de loque en-
tendemos por cultura humana.
Clichés
AI ser el lenguaje unpoderoso recurso para la c o m u n i c a c i ó n de
experiencias con un alto grado desutilidad, no siempre resulta fáci l
su usopara expresar lospropios pensamientos conp r e c i s i ó n . No
l<>>
obstante, gran parte de lo que tenemos que hablar en el curso de
lo s a s n i l l o s diarios no requiere una c o m u n i c a c i ó n muy precisa. Las
palabras y frases almacenadas pueden utilizarse una y otra ve/ .
U n a ve z fabricadas, las expresiones que transmiten eficazmente 14 ti
tudes y sentimientos se vuelven a utilizar cuando hay que manifestai
.una e x p r e s i ó n o actitud similar. La mayor parte de lo que se dice en
l a c o n v e r s a c i ó n ordinaria no se hace, por tanto, con palabras Individualmente seleccionadas del vocabulario del hablant e y dispuestas
tenores al lenguaje situadas a un n i v e l de o r g a n i z a » ion m l e i i o i I ", m
lo s rasgos disti ntivo s no pueden describirse r e f i r i é n d o n o s a otras u ní
d.ules interiores al lenguaje. Para describirlas tenemos que r c c u i r i i .\
conceptos que se refieren a la acústica del sonido hablado o a lo
que ocurre en la boca cuando se produce el sonido. Los describimos
en t é r m i n o s tales como a s p i r a c i ó n , n a s a l i z a c i ó n y p o s i c i ó n articu
latoria. Estas variables no forman parte de la lengua truk ni de la
lengua inglesa. Pertenecen a un equipo de conceptos con los que la
l i n g ü í s t i c a trata de describir todos y cada uno de los sonidos que
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en oraciones mediant e los princi pios de la sintaxi s. Consisten en
gran medida en oraciones y frases prefabricadas. «Hey, look at
this!» ( « ¡ E h , mira e s t o ! » ) , «What do you think of that?» ( « ¿ Q u é te
parece e s o ? » ) , «Grin and bear ir» ( « S o n r í e y a g u á n t a l o » ) . Todas estas
frases son a r t í c u l o s del bien aprovisionado a l m a c é n de las expre
siones hechas que constituyen los c l i c h é s de la lengua inglesa.L o s c l i c h é s permiten que la gente se desenvuelva en los asuntos
inmediatos sin tener que sufrir los tropiezos y ensayos que por regla
general a c o m p a ñ a n los intentos de ser original en la c o m u n i c a c i ó n .
E l hablante no tiene que decidir c ó m o utilizar su lenguaje para llegar
a donde quie re ir . Los c l i c h é s le proporcionan caminos concurridos
que él y sus oyentes ya conocen perfectamente.
U na lengua, pues, es un recurso mucho mayor que su uso o r d i
nario. Pensamos que cultivar ese recurso no es n i n g ú n arte menor.
Emica y ética
Antes de abandonar el conteni do del lenguaje, tenemos que con
siderar una importante d i s t i n c i ó n conceptual, que los l i n g ü i s t a s f o r mularon e x p l í c i t a m e n t e por pr imer a vez, pero que es fundamental
para todas las ciencias del comportamiento y crucial para la t e o r í a
de la cultura. Esta d i s t i n c i ó n conceptual se representa por la pareja
de t é r m i n o s ética y émica, a c u ñ a d o s por Kenneth Pike (1954) para
represent ar en las ciencias del compor tamiento la misma d i s t i n c i ó n
que en f o n o l o g í a represen tan l a pareja de t é r m i n o s f o n é t i c a y foné -
mica. Para ver lo que se trata, volvemos a nuestro tratamiento de
lo s sistemas f o n o l ó g i c o y m o r f o l ó g i c o .
R e c u é r d e s e la r e l a c i ó n en su mayor parte j e r á r q u i c a de palabras,
morfos, fonemas y rasgos distintivos. La estructura de las pal abras
puede describirse en t é r m i n o s de sus morfemas constituyentes y las
normas que det ermin an la forma de los varios morfos posibles de
u n morfema, como vimos con las palabras de la lengua truk. Las
formas que un morfema puede adoptar en sus distintos morfos pue
den describirse en t é r m i n o s de las normas que determinan la yuxta
p o s i c i ó n de fonemas, como t a m b i é n ejemplificamos con la lengua
truk. Las distintas formas de los fonemas pueden describirse como
resultantes de las distintas combinaciones de los rasgos distintivos,
siendo dichos rasgos dist inti vos las percepciones po r las que cada
fonema se distingue de todos los d e m á s . Hasta este momento, cada
n i v e l de o r g a n i z a c i ó n p o d r í a describirse en t é r m i n o s de unidades in
166
pueden d e s e m p e ñ a r un papel en cualquier lenguaje. Cuando habla
mos de este equipo o de su u t i l i z a c i ó n en la d e s c r i p c i ó n , hablamos
de f o n é t i c a .
Cuando un l i n g ü i s t a comienza a recoger una lengua que no co
noce, u t i l i z a un sistema de a n o t a c i ó n f o n é t i c a que le permite regis
trar todas las variables que aparecen en la p r o d u c c i ó n de los sonidos
l i n g ü í s t i c o s y con el cual cree que puede recoger todos los soni
dos que cree escuchar con detallada p r e c i s i ó n . Algunas de las distin
ciones de su t r a n s c r i p c i ó n reflejan distinciones que son significativas
para los hablantes de aquella lengua. Otras pueden reflej ar h á b i t o s
s i s t e m á t i c o s del habla que requieren d e s c r i p c i ó n , pero que no dan
lugar a diferencias sign ificativas, tales como las diferencias regulares
entre hablantes ingleses sobre la p r o n u n c i a c i ó n de la /t/ en tone y
la del mismo fonema en stone? Otras muchas no reflejan nada que
sea s i s t e m á t i c o ni significativo en los h á b i t o s de las gentes cuya
lengua se e s t á recogiendo. Uno de los objetivos del a n á l i s i s consiste
en clarificar todos estos d e s p r o p ó s i t o s . Aumenta la d i f i c u l t a d el he
cho de que las variaciones de sonido que no son significativas en
una lengua pueden serlo en otra. Conforme progresa el a n á l i s i s , el
l i n g ü i s t a reduce el n ú m e r o de s í m b o l o s del lenguaje que transc ribe
a l m í n i m o necesario para representar las c a t e g o r í a s sonoras que los
hablantes de la lengua deben dis ti ngui rl es decir, los fonemas de la
lengua. Mientras que una t r a n s c r i p c i ó n f o n é t i c a pretende represen
tar todo lo que es diferenciado en el verdadero comportamiento
l i n g ü í s t i c o , sea o no significativo, la t r a n s c r i p c i ó n f o n é m i c a pretende
represen tar solamente lo que es significativo de la concreta lengua
en c u e s t i ó n .
L a tr a n s c r i p c i ó n f o n é t i c a representa un conjunto de conceptos
mediante los cuales los l i n g ü i s t a s describen los sonidos l i n g ü í s t i c o s .
U n a t r a n s c r i p c i ó n f o n é m i c a representa las c a t e g o r í a s sonoras que
significan diferencias significativas en alguna lengua y que prop or
cionan los puntos de referencia más adecuados para describir la es
tructura f o n o l ó g i c a de los morfemas y las palabras de esa lengua.Generalizando a par ti r de esto._ podemos decir que cuando des
cribimos cualquier sistema de comportamiento socialmente significa-
7. Es c a r a c t e r í s t i c o de los h á b i t o s l i n g ü í s t i c o s de muchos america-anglopar-
lantes pronu nciar las oclusivas sordas con a s p i r a c i ó n cuando inici an una silabaacentuada, a menos que vayan precedidas inmediatamente de una Isl en la
misma palabra; en ese caso no se aspiran. C o m p á r e s e la k de kin y skin, la p
de pine y spine, y la t de interna! e hysterical.
167
t i v o , la d e s c r i p c i ó n es é m i c a , en la medida en que se bas a en lo
e lementos que ya so n componentes del sistema; y la d e s c r i p c i ó n < .
é t i c a en la medida en que se basa en elementos conceptuales qu e
no son componentes de ese sistema. El objeto de los a n á l i s i s é m i c o s
es llegar a un conjunto m í n i m o de componentes conceptuales qu e
puedan servir como los puntos originales de referencia para descri
b i r el resto del contenido del sistema. Pero este conjunto m í n i m o de
componentes conceptuales s ó l o puede ser descrito en t é r m i n o s étl
< m u i d o los europeos comenzaron a describir por primera v e/ una
l e n g u a e x ó t i c a , utilizaron las c a t e g o r í a s sonoras de sus propias leu
guas, ta l c o m o se representaban en sus p r o p i o s alfabetos, para re-
i ngi i y descubrir lo que ellos c r e í a n escuchar. Y utilizaron las en i e
g ü i l a s de la g r a m á t i c a latina para describir las g r a m á t i c a s de estas
lenguas. El resultado fue de lo más confuso, y los observadores so
h a n deci dir cpie aquellas lenguas c a r e c í a n de la o r d e n a c i ó n fono
l ó g i c a y gramati cal que se encontraba en las lenguas europeas.
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eos, es decir, con referencia a conceptos que son e x t r í n s e c o s al siste
ma que se e s t á describiendo.
L a é m i c a , pues, se refiere a todo lo que participa m e t o d o l ó g i c a
y t e ó r i c a m e n t e al hacer una d e s c r i p c i ó n é m i c a de los sistemas de
comportamiento socialmente significativos, tanto l i n g ü í s t i c o s como
culturales. La é t i c a se refiere a todo lo impli cado en la conceptua-l i z a c i ó n y d e s c r i p c i ó n de los componentes é m i c o s b á s i c o s u origina
rios de tal sistema de comportamiento. A d e m á s , puesto que los con
ceptos é t i c o s pretenden poder descr ibir los componentes é m i c o s o r i -
ginarios de cualquier sistema de comportamiento de un determinado
tipo (por ejemplo, de los sistemas pertenecientes a la f o n o l o g í a , la
m ú s i c a , los colores, las formas f í s i c a s , las relaciones g e n e a l ó g i c a s , et
c é t e r a ) , proporcionan el marco referencial, las constantes conceptua
les, gracias a las cuales se examinan las similitudes y diferencias
entre los concretos sistemas de comportamiento de ese t i p o . Así, u t i -
lizamos los conceptos é t i c o s cuando comparamos la m ú s i c a truk con
la europea o cuando hacemos un estudio comparativo de c ó m o la
gente categoriza las relaciones de parentesco.8
Existen relativamente pocas materias para las que dispongamos
de aparatos de conceptos é t i c o s bien desarrollados capaces de des
c r i b i r los componentes é m i c o s b á s i c o s de los sistemas de comporta
miento pertenecientes a estas materias. Los sonidos del lenguaje (fo
n o l o g í a ) corresponden a una de esas materias. Otra es el parentesco
g e n e a l ó g i c o . T a m b i é n e s t á bien desarrollada la é t i c a de algunos as
pectos de la t e c n o l o g í a , como r e v e í a n los vocabularios t é c n i c o s
correspondientes a hacer nudos, trenzar y tejer, y a l f a r e r í a ; Birdwhistell (1953-1970) ha realizado impor tan tes esfuerzos expl orator ios
para desarrollar una n o t a c i ó n é t i c a de los movimientos y gestoscorporales comunicativos. Pero el continuado subdesarrollo de la
é t i c a en las ciencias sociales y del compor tamiento es consecuencia
de la falta de a t e n c i ó n a las descripciones é m i c a s de la mayor partode los sistemas de comportamiento de las culturas ajenas. A este
respecto, es ins tructi vo el desarrollo de la f o n é t i c a .
8. Lo s role s de la é t i c a y la é m i c a en la d e s c r i p c i ó n y c o m p a r a c i ó n de la
a n t r o p o l o g í a c u l t u r a l los trata Goodenough (1970, p á g s . 104-130). Una detcrip
c i ó n ahora c l á s i c a de las c a t e g o r í a s é m i c a s en un sistema d e - c l a s i f i c a c i ó n 04
colores es la de Conglin (1955). P a r a un ejercici o exploratorio de descripcióné m i c a de algunos aspectos de una r e l i g i ó n folk, v é a s e F r a k e (1964); p a r a la nn
lidad de la a p r o x i m a c i ó n é m i c a en la c l a r i f i c a c i ó n de incomprensiones largo
tiemp o sosten idas sob re el "culto a los antepasados" en A f r i c a , v é a s e Kopyt«»H
(1971). V é a s e t a m b i é n la d e s c r i p c i ó n é m i c a de la c l a s i f i c a c i ó n n a v a j a de l oi
objeto s en re poso de Wither spoon (1971).
168
Se fue progresando a medida que los l i n g ü i s t a s prestaron atenc i ó n a las cosas que t e n í a n que aprender a dis ting uir para llega r a
lo s fonemas de otras lenguas. Por ejemplo, descubrieron que en al
gunas lenguas existen distinciones significativas basadas en que las
vocales e s t é n o no separadas por una i n t e r r u p c i ó n del-sonido pro
ducido por el cierre de la glotis. Por tanto, el cierre de la glotis sea ñ a d í a al equipo de conceptos que p o d í a n ser ú t i l e s para describir
la s diferenci as signi ficativas del sonido en otras lenguas. La aspira
c i ó n de las consonantes, significativa en i n d i , fue simplemente a ñ a -
dida. De esta forma, el equipo de posibilidades se a m p l i ó , hasta que
l o s l i n g ü i s t a s dejar on de descubrir distinciones significativas en las
nuevas lenguas que no pudieran ser descritas en t é r m i n o s de las
variables f o n o l ó g i c a s que ya h a b í a n aprendido a tener en cuenta en
las lenguas anteriormente descritas. Las diversas distinciones que
h a b í a n aprendido a hacer prestando a t e n c i ó n a la é m i c a de las len
guas p o d í a ahora reexaminarse y estudiar sus relaciones mutuas. El
resultado fue la moderna f o n é t i c a articu latori a: un cuerpo sistema
tizado de variables conceptuales, gracias al cual podemos dar cuenta
de todas las distinciones necesarias de sonidos l i n g ü í s t i c o s para des
c r i b i r los h á b i t o s l i n g ü í s t i c o s de los hablantes de cualqu ier lengua
conocida (Pike, 1943; Hockett, 1955; Samalley, 1968). Puesto que es
tos conceptos son universa lmente aplicables (aunque no univer sal-
mente significativos), podemos cont rol ar las comparaciones de los
sistemas f o n o l ó g i c o s de distintas lenguas.
Y se irá posibilitando cada vez más para otros sistemas de com
portamiento conforme intentemos hacer descripciones é m i c a s de
gran n ú m e r o de ellos, descripciones que inten tan dar cuenta de
todo lo que supone diferencias signi ficativas dent ro de cada sistema.
De esta forma, la é t i c a del comportamiento socialmente significativo
de todas clases s e r á finalmente desarrollada, y el estudio de los
otros aspectos de la cultura l o g r a r á el rigor que ahora asociamos
co n el estudio de las lenguas.
169
L E N G U A J E ! , I N D E V I D U O Y S O C I E D A D
Lengua, dialecto e idiolecto
Entendemos una lengua (o dialecto) como un único sistema mu
tario de normas, pero no deberíamos dejar que eso nos impidieia
ver la considerable autonomía de los sistemas o subsistemas dentrode una lengua. El cambio de uno puede precipitar el cambio del Otro,
,,,, |,|c inteligible co n los dialectos A y C, pero A y C son mutuamente
Ininteligibles entre sí. Si el dialecto B se extingue, diríamos que los
dial ectos A y C son dif erentes lenguas y no dialectos de la misma
lcng.ua. Cuando se presenta esta situación en que existe una cadena
de mutua inteligibilidad entre cierto número de dialectos, pero los
dialectos extremos no son mutuamente inteligibles, para determina
dos propósitos podemos hablar de todos ellos como dialectos de una
lengua, mientras que para otros propósitos podemos hablar de los
dialectos extremos como de lenguas distintas.
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pero cada sistema es capaz de una considerable variación independiente de las variaciones de cualquier otro. El mismo fenómeno
puede combinarse de acuerdo con dist intos princ ipios en dos con
junt os de morf os estructuralmente poco "parecidos. El principio de
las armonías vocales anteriormente mencionado en relación con lamorfología de las palabras truk puede aplicarse igualmente a cual
quier sistema fonológico cuyos fonemas vocálicos se distingan, entre
otras cosas, por la altura de la lengua. Los mismos conceptos y pre-
cetos pueden ser proyectados en vocabularios morfológicamente bas
tante distintos; y recíprocamente, morfos de idéntica forma pueden
denota r di sti ntos conceptos y percepciones (como ocurre con el sus-
tativo y el verbo egg en inglés). Esta autonomía de los distintos
sistemas dentro de una lengua le confiere en parte su cualidad de
arbitraria.
Una lengua o dialecto, pues, se compone de cierto número de sis
tema de diversos grados de autonomía, articulándose estos sistemas
de una forma especial. El cambio en cualquiera de estos sistemas en
la forma de su articulación dará como resultado una lengua algo
distinta. Dos hablantes de lo que habitualmente consideramos la«misma» lengua no actúan con idénticos sistemas ni los articulan de
la misma forma. Cada hablante tiene su propio idiolecto, un término
que ha sido utilizado en sentidos algo distintos por distintas autori
dades, pero que aquí significa la versión propia de un individuo de
lo que él percibe como una lengua o un dialecto concreto. Si esto
es así, ¿qué entendemos por lengua, como cuando hablamos de len
gua inglesa o francesa?
Lo que entendemos por una lengua, en este sentido, es un campo
de variaciones den tro de los idiolectos que no obstruye demasiado
tajantemente l a capacidad de var ios hablantes para comunicarse en
tre sí sobre las habituales materias diarias con suficiente eficacia.
Las diferencias sensibles dentro de esta variación constituyen la
bases para distinguir los dialectos. Cuando la variación entre los ha
blantes indiv iduales es lo bastante insignificante como para pasajdesapercibida en gran medida, es que hablan el «mismo» dialecto.
Dos dialectos que son mutuamente ininteligibles son dialectos de
dos lenguas distintas, taxonómicamente hablando. Tómese un dia
lecto del francés, como el que se habla en los alrededores de París,
y un dialecto del alemán, como el de Suabia, por ejemplo. No cabe
duda de que pertenecen a dist intos idio mas. Pero a veces ocurreque en un conjunto de dialectos A, B y C, el dialecto B es mutua
170
Hemos estado habland o de algo que mantiene un estrecho pa
ralelo con los conceptos biológicos de especie y subespecie. Dentrode una población nunca existen individuos fenotípica o genotípica-
mente idénticos (a menos que sean gemelos idénticos, en cuyo caso
genotípicamente son idénticos). Mientras que las diferencias entrelos indiv iduos no inter fier an el mutuo apareamiento y permitan la
producción de una prol e viable, decimos que los individuos son
miembros de la misma especie. Las poblaciones regionales que son
sensiblemente diferentes en sus características fenotípicas predomi
nantes son subespecies de la misma especie si los indiv iduos de dos
poblaciones con límites colindantes de sus respectivas regiones pue
den aparearse mutuamente y dar lugar a una prole viabl e. Exis ten
cadenas de poblaciones animales tales que A se cruza con B, B con C,
y C con D, aunque compa rte n sus territorios, no se cruzan, compor
tándose como especies distintas (Mayr, 1963, págs. 507-512).
Los criterios que definen una lengua y una especie —la capacidad
de comunicarse en el primer caso y la capacidad para aparearse con
reproducción en el segundo— funcionan de fo rma similar y plantean
similares problemas. No debemos desechar la similitud argumentando que biológica e individualmente sólo puede existir un fenotipo,
mientras que lingüísticamente se puede ser büingüe o multilingüe,
porque entonces estaríamos confundiendo los in div iduos con los sis
temas. La capacidad para aparearse fructíferamente depende en gran
medida de factores que están determinados por los sistemas genéti
cos. Cuando hablamos de una especie nos referimos a la capacidad
de los sistemas genéticos individualmente heredados para interaccio-
nar de forma biológicamente productiva a través del comportamiento
apareador de los individuos. La capacidad de comunicarse eficazmen
te depende de factores que están determinados por sistemas apren
didos de signos-símbolos. Cuando hablamos de una lengua, nos refe
rimos a la capacidad de los sistemas indiv idualmente aprendidos de
signos-símbolos para interaccionar de forma intencionalmente pro
ductiva (realizando propósitos) a través del comportamiento lingüís
tico de los individuos. Todo lo que clasificamos como especie o sub
especie no son verdaderamente indiv iduos —aunque generalmente
lo pensemos así—, sino diferentes sistemas genéticos transportados
por individuos. De forma similar, y más obvi amente, todo lo que
clasificamos como una lengua o un dialecto consisten en distintos
idiolectos, sistemas simbólicos, transportados por individuos. Los
procesos o mecanismos mediante los cuales los individuos llegan a
171
transportar sistemas g e n é t i c o s y de s i g n o - s í m b o l o son muy distintos,
COIl toda seguridad, pero eso se sale del tema.
Variación lingüística e inteligibilidad mutua
Puesto que los idiolectos y los dialectos pueden d i f e r i r de ma
nera algo independiente en alguno de sus sistemas consti tuti vos o
subsistemas y t a m b i é n en la forma en que estos sistemas se articulan
as ignai .1 las palabras ordinarias de la lcnp.ua t r u k un r n n p m l n did. notaciones distintas , lo s miembros de un grupo tradicional de eapt*
e i a l i s l a s p o l í t i c o s en los t r u k pueden hablar en p ú b l i c o v I r a n s n n
ti l se m ens a jes que no son comprendidos por los no iniciados. Así, la
palabra t i u k aaw normalmente denota un gran á r b o l Ficus tan»
Imciists, pero en es te argot especial denota al h i j o del jefe, por regla
general denominado con otra e x p r e s i ó n . Los hablantes de- < n argot
u t i l i z a n la f o n o l o g í a , l a m o r f o l o g í a y la sintaxis t r u k con s ó l o peque
ñ a s alteraciones, pero al asignar especiales signif icados a las palabras
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entre sí, conviene que nos preguntemos qué clase de diferencia es
m á s probable que sea productiva para el mutu o malentendimient o
o la mutua i n i n t e l i g i b i l i d a d : las diferencias dentro de cualquiera de
lo s sistemas o las diferencias en la a r t i c u l a c i ó n entre los dos siste
mas. A pri mera vista, esperamos que las diferencias en la a r t i c u l a c i ó n
de los dos sistemas —sea del f o n o l ó g i c o y el m o r f o l ó g i c o o del mor
f o l ó g i c o y el s e m á n t i c o — c o n d u c i r á n má s r á p i d a m e n t e al malenten
dido que las diferencias dentro de uno de los sistemas. Este j u i c i o
t a m b i é n parece razonable a la luz de lo que sabemos sobre los sis
temas en general. La v a r i a c i ó n dent ro de uno de los subsistemas
resulta menos efectiva sobre el sistema mayor del que es parte que
l a v a r i a c i ó n en la forma en que los diversos sistemas se articulan
entre s í, ya que la estruc tura del sistema mayor se caracteriza de
forma más inmediata por la pauta de a r t i c u l a c i ó n de los subsistemas.
Considerando que exista poca diferencia entre los sistemas, dos
hablantes pueden d i f e r i r considerablemente en sus sistemas f o n o l ó
gicos sin que se d a ñ e seriamente su capacidad para entenderse. Pue
de que necesitemos a l g ú n tiempo para acostumbrarnos, pero la mayor
parte de nosotros encontramos poca d i f i c u l t a d en entender a personas que hablan nuestra lengua con un acento extranjero bastante
pronunciado. Las personas que aprenden una segunda lengua tienden
a u t i l i z a r los rasgos distintivos de su primera lengua como funda
mento para distinguir y pronunciar los fonemas de la segunda. En
consecuencia, pierden por completo algunas diferenciaciones de fo
nemas, exactamente como un hablante nacido a l e m á n tiende, cuan
do habla en i n g l é s , a f u n d i r los fonemas /5/ (th sonoro) con /d/ y
/ p / (th sorda) co j i /t / .
Tampoco pueden tener grandes consecuencias sobre la mutua in
t e l i g i b i l i d a d algunas diferencias de los sistemas m o r f o l ó g i c o s . Las
normas que determinan la altura de las vocales finales en las pala
bras compuestas, ej emplifi cadas anter iormente para el dialecto ro-
m ó n u m del t r u k , v a r í a n considerablemente entre los distintos día
lectos t r u k . Los mismos nueve fonemas vocales ( v é a s e nota 6) apare
ce n en todos estos dialectos, pero las normas de las a r m o n í a s vocales
d i f i e r e n de uno al siguiente, de tal forma que encontramos sópwó-tiw
( « d i s t r i t o i n f e r i o r » ) así como sópwo-tiw, y sópwo-wu ( « d i s t r i t o extC
r i o r » ) y sapwo-wu así como sópwu-wu o sópwu-u.
S in embargo, el e q u í v o c o se desarrolla r á p i d a m e n t e con las d i í c
rencias en el sistema s e m á n t i c o , es decir, con la forma en que l<»
conceptos se proyectan en morfos, palabras y otras expresiones. Al
172
q u e u t i l i z a n , las vuelven incomprensibles para los d e m á s hablantes
de la lengua t r u k . S e g ú n el criterio de la mutua i n t e l i g i b i l i d a d , ha
blan otra lengua.
Cuando pensamos en aprender una nueva lengua, aunque reconoz
camos que ello i m p l i c a aprender nuevas normas gramaticales, la
mayor parte de nosotros creemos que la tarea fundamental consiste
en aprender un nuevo voca bular io para representar las mismas cosas
familiares. Lo que nosotros denominas house en i n g l é s se llama
maison en f r a n c é s e iimw en t r u k . Más tarde puede que descubra
mos que la clase de f e n ó m e n o s designado por maison o iimw y que
s e piensa en f r a n c é s o t r u k i m p l i c a en cada caso percepciones y
conceptos algo distintos de lo que se piensa en i n g l é s . Pero incluso
s i no fuera é s t e el caso, si el f r a n c é s y el i n g l é s tuvieran la misma
f o n o l o g í a , las mismas pautas de c o n s t r u c c i ó n m o r f o l ó g i c a y los mis
mos principios s i n t á c t i c o s , y si las palabras de una lengua deno
taran las mismas cosas que las palabras de otra, si al mismo tiempo
las formas de las palabras en las dos fueran siempre distintas, las
mismas formas no designando nunca las mismas cosas, las conside
r a r í a m o s dos lenguas distintas. 9
E l asunto de v a r i a c i ó n se reduce, pues, a que en la medida en
que podamos reconocer en el habla de otro las funciones del có
digo de nuestro propio idiolecto, su habla es i n t e l i g i b l e para noso
tros. Si las denotaciones de las palabras se alteran hasta el punto
de tener poca correspondencia con las denotaciones de las palabras
f o n o l ó g i c a m e n t e iguales de nuestro propio idiolecto, o si las formas
f o n o l ó g i c a s de sus palabras se alteran má s a l l á de nuestra capacidad
para reconocerlas, se pierde en ambos casos la mutua i n t e l i g i b i l i d a d .
Dentro de estos l í m i t e s y sin esa p é r d i d a , cabe una considerable va
r i a c i ó n . Dos personas hablan la « m i s m a » lengua, pues, si la v a r i a c i ó n
entre sus idiolectos no excede estos l í m i t e s .
Pero esto no agota el asunto. El problema de la d e f i n i c i ó n es
mucho m ás compli cado . Cuando los t é c n i c o s espaciales comienzan a
9. De hecho, dos lenguas ti enden a conver tir se en c ó d i g o s de los mismos
conceptos cuando ambas son habladas regularmente por aproximadamente la
misma gente, como sucede con una lengua v e r n á c u l a y una lengua nacional o
regional e s t á n d a r normal, o t a m b i é n en el tipo de situaciones como la del
nororeste del Amazonas que hemos t ratado anteriormente. La convergencia de
dos lenguas (kannada y marathi) hacia unas pautas f o n o l ó g i c a s y gramaticales
comunes y comunes denotaciones, junto con la r e t e n c i ó n de formas l é x i c a s dis-
tintas, la relata Gumperz (1969) sobre una aldea ampliamente b i l i n g ü e de la
I n d i a . V é a s e t a m b i é n Gumperz y Wilson (1971).
hablar de t e c n o l o g í a espacial o los l i n g ü i s t a s comienzan a hablai deasuntos t é c n i c o s rela tivos al lenguaje, el no especialista descubre su
incapacidad para comprender lo que se dice. ¿ S i g n i f i c a esto que el
hombre de la calle y el t é c n i c o espacial hablan diferentes l e n g u a » ?
E n cie rto sentido, así es. El hombr e de la calle reconoce que t i e n e
que aprender el « l e n g u a j e » de la t e c n o l o g í a espacial, un vocabulario
especial y los conceptos que abarcan sus denotaciones. Pero en OtTO
sentido, tanto el homb re de la calle como el especialista hablan in
g l é s (o lo que sea), pues se comunican f á c i l m e n t e sobre asuntos no
estos dos planes globales. Los componentes de los dos planes, sinr i u h . u g o , se mantienen distintos a n i v e l g e n é t i c o (en las c é l u l a s i .
p i o d i u toras del i n d i v i d u o ) . S e g ú n c u á l de cada par de cromosomas
se a liaspasado por el i n d i v i d u o a un miembro de su p r o l e , el l u jo
a d q u i r i r á uno u ot ro de los conjuntos de componentes del plan
(alelos) transportado por ese par de cromosomas. Este conjunto se
a ñ a d e - entonces al correspondiente pero no i d é n t i c o conjunto del
otro progenitor del h i j o para consti tuir su genotipo.
L o que a nosotros nos interesa ahora es que en una poblm ion
e i i d ó g a m a existe un abanico de alelos para cada gen. N i n g ú n i nd i
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t é c n i c o s ; e incluso cuando habla de su especialidad, el t é c n i c o espa-
c i a l u t i l i z a palabras inglesas normales s e g ú n una c o m b i n a c i ó n de la
g r a m á t i c a inglesa con un vocabulario especializado. Obviamente es
diferente la s i t u a c i ó n en que dos personas tienen conocimientos de
similares materias pero no pueden comunicarse de la s i t u a c i ó n en
que pueden comunicarse sobre materias que ambos conocen, pero no
sobre otras cosas. En el primer caso, las dos personas hablan len-
guas distintas; en el ú l t i m o , hablan la « m i s m a » lengua, pero con
distintos grados de competencia en las diversas materias para las que
sirve de c ó d i g o .
Lenguaje y sociedad
L a a n a l o g í a entre la lengua y las especies como conceptos t i p o l ó
gicos no es la ú n i c a que puede trazarse entre los f e n ó m e n o s b i o l ó
gicos y de comportamiento. En b i o l o g í a , es necesario distinguir ta-
jantemente entre la herencia g e n é t i c a de un i n d i v i d u o , representada
p o r la estructura q u í m i c a de las m o l é c u l a s de los cromosomas de
l a c é l u l a o r i g i n a l (el huevo fecundado) a partir de la cual se desarro-
ll a el organismo i n d i v i d u a l , y los verdaderos rasgos que presenta el
organismo maduro. Los caracteres representados en los cromosomal
constituyen el genotipo del i n d i v i d u o y los caracteres f í s i c o s del orga-
nismo maduro constituyen su fenotipo. El genotipo es un plan o
cianotipo de lo que s e r á el i n d i v i d u o ; el fenotipo es la m a n i f e s t a c i ó n
material de ese plan en cuanto i n f l u i d o por las condiciones en que
e l plan se ha realizado.
E n realidad, cada i n d i v i d u o no transporta un plan global, s i n o
varios, porque no hereda un conjunto de cromosomas sino dos, uno
de cada progeni tor . Cada cromosoma contiene m o l é c u l a s de ADN
( á c i d o desoxi rribonucleic o), consistiendo cada m o l é c u l a de ADN en
una cadena de a m i n o á c i d o s . Determinadas posiciones de esta cade-
na controlan determinados aspectos de la herencia; cada una de talesposiciones se denomina un G E N . Las c a r a c t e r í s t i c a s variables posibles
en un gen dado se denominan ALELOS del gen. Los genes correspon-
dientes de los cromosomas correspondientes en los dos conjuntos
pueden tener alelos i d é n t i c o s o distin tos. En la medida en que los
alelos sean i d é n t i c o s , los dos planes heredados son iguales; pero
en la medida en que los alelos sean diferentes, los planes difieren
E l fenotipo representa l a s o l u c i ó n de las distintas potencialidades de
174
viduo puede tra nspor tar m ás de dos de ellos, pero puede hábeimuchos má s de dos transportados dentro de la p o b l a c i ó n como con-
junto, r e u n i é n d o s e en los alelos una diversidad de combinaciones a lo
largo del tiempo. El n ú m e r o total de alelos para todos los genes de
una p o b l a c i ó n productora constituye lo que se ha denominado el poolde genes de esa p o b l a c i ó n .
L o s pools de genes de las distintas poblaciones d i f i e r e n tanto en
la natura leza de los alelos representados como en la frecuencia rela-
t i v a con que se presentan. De este modo, la frecuencia relativa de los
alelos correspondientes a los a n t í g e n o s s a n g u í n e o s O, A y B difiere
de un pool de genes a otro, y algunos pools de genes carecen t o t a l
mente de r e p r e s e n t a c i ó n del alelo B. La frecuencia rela tiva en el
pool de genes determina, s e g ú n las leyes de la proba bil idad , la fre
cuencia rela tiva en que se presentan los genotipos 00 , OA, OB, AA,
A B y BB en la p o b l a c i ó n en un momento dado, y é s t o s a su vez
determinan la frecuencia relati va de los verdaderos tipos s a n g u í n e o s
o fenotipos O ( 00 ) , A (OA, AA), B (O B, BB) y AB (AB) en la po-
b l a c i ó n .
Volviendo al lenguaje podemos trazar una d i s t i n c i ó n paralela en-
tr e el plan o modelo, el conjunto de pri ncipi os para hab lar, que
transporta un hablante y las expresiones l i n g ü í s t i c a s que en realidad
construye. Estas ú l t i m a s son las manifestaciones a c ú s t i c a s concretas
de ese pl an, bajo la influencia de las condiciones reales en que el
plan se realiza, tales como la embriaguez del hablante, su estado de
fatiga, etc.
Es tentador igualar estas distinciones entre el lenguaje como plan
y las verdaderas realizaciones l i n g ü í s t i c a s con la d i f e r e n c i a c i ó n tra-
zada por el l i n g ü i s t a f r a n c é s Saussure entre lo que él denominaba
langue (lengua) y parole (habla). Sin embargo, para é l, la langue era
e l pla n ideal que transpor taba una p o b l a c i ó n como colectividad,
mientras que la parole era su m a n i f e s t a c i ó n imperfecta tanto en el
lenguaje real como en la v e r s i ó n del plan transportada por cada unode los individuos. Los idiolectos p e r t e n e c í a n a los dominios de la
parole. Por el contrario, vemos a q u í que cada idiolecto constituye
u n plan d ist into de las realizaciones que el i n d i v i d u o hace. Sin lu-
gar a dudas, cada i n d i v i d u o tiene una c o n c e p c i ó n de un plan ideal
que él proyecta sobre la colectividad. A d e m á s , puede existir una
v e r s i ó n de un plan ideal en el que coincidan determinadas autorida
des reconocidas de una sociedad, y é s t e puede ser el que todos los
17 5
d e m á s digan que es el plan ideal para la colectividad, el p l a n qu<todo el mundo intente buscar como modelo de su idiolet to Alguno
p a í s e s , Francia incluida, tienen una academia nac ional, entre tuyas
laicas e s t á la de decidir el plan ideal, el concreto con junto de m u ma .
que cons tit uyen la lengua nacional modelo. Pero, incluso donde - i
te n tales organismos modeladores, no existe un par de p e r s o n a - , i o m
pletamente acordes con respecto al plan. Incluso las auto ridadi
reconocidas discuten sobre el tema.
Por supuesto, un i n d i v i d u o s ó l o puede transpor tar dos planes g<
n é t i c o s globales en su genotipo, mientras que puede t ransp ort ar
rtl lo algo. Lo que comunica depende de las normas de él y tic
sus oyentes, que determinan la s e l e c c i ó n entre las lenguas de un
i . p . i l o i i o en las distintas situaciones sociales.
As i p u e s , p a i a una p o b l a c i ó n cualquiera, no s ó l o existe un pool
d. idiolcc los o versiones individuales de la lengua, sino que tambiénhay un pool de variantes o dialectos reconocidos, e incluso un pool
d r dist intas lenguas. El cono cimien to de estas lenguas y dialectos
v a n a de persona a persona. Algunos individuos son inonodialcctalcs
v otro s bi o mult idialectales ; algunos son m o n o l i n g ü e s y otros bi.o
m u l t i l i n g ü e s . Exactamente i g u a l que el n ú m e r o de alelos de los dis
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muchos planes distint os para hablar. A d e m á s , el genotipo representa
una r e s o l u c i ó n s i n c r é t i c a de los dos planes de su genotipo, mientrasque el habla puede reflejar una e l e c c i ó n de uno u otro plan, segre
gado en su entendimiento y en su estructura de h á b i t o s como com
pletamente distinto; o bien puede reflejar a l g ú n grado de sincrch.m o entre lo s diversos planes de su reperto rio , como cuando se i n i c i a
una o r a c i ó n en i n g l é s y luego se inyecta en ella vocabulario f r a n c é s .
Puesto que el lenguaje se adquiere por aprendizaje más bien que
p o r herencia b i o l ó g i c a , no existe un n ú m e r o f i j o de planes aislados
que pueda tr anspo rta r una persona (o bien de lenguas que pueda
conocer). Ni existe un n ú m e r o f i j o de subplanes alternativos (estilo.
de hablar ) para alguna parte del plan general que pueda t rans pon al
Por ejemplo, puede tener pautas alternativas para la p r o n u n c i a c i ó n
de las mismas palabras, como en el caso de las vocales de las p a l a
bras inglesas fog, hog, log, etc., que se pronuncian bien como mop o
como dog. Un hablante puede pasar de hablar con las normas de un
s u b p l á n a hablar con las normas de otro, s e g ú n quien le acompam
y la i m p r e s i ó n que desee causar, como cuando deja de decir rwttting,
speaking y hearing para decir runnirí, speakirí y hearin'. Puede llevar
en su voc abulari o palabras alt ernativas para decir la misma cosa, ut i
lizando una u otra s e g ú n e s t é en una c o m p a ñ í a m i x t a o no.
Como sugieren estos ejemplos, una persona puede tener un plan
para cambiar de la u t i l i z a c i ó n de un conjunto de palabras a o t r o
conjunto y para cambiar de una pauta f o n o l ó g i c a a otra. Su elc< < io n
de uno u otro s u b p l á n e s t á determinada po r normas, y puede al o
marse que tiene una « g r a m á t i c a » en el sentido de que e s t á de acueido con un plan magistral. 10 De manera similar, la e l e c c i ó n del i n g l e s ,
e l f r a n c é s o el t r u k —suponiendo que uno los conozca— t a m b i é n p u e
de estar determin ada po r un plan magist ral. Cuando un francés que
habla bien el i n g l é s recibe un banquete en su hon or en los Estado s
Unidos y hace su discurso de sobremesa para su audiencia anglo
parlante en f r a n c é s y no i n g l é s , mediante esta e l e c c i ó n e s t á comu
10. Que existen normas que determinan el uso de los distintos estilos de
h a b l a r , el uso de los distintos dialectos e incluso el uso de las distintas lenguas,
como ocurr e en la r e g i ó n del noroeste d el Amazonas, nos recuenl.i que iu< l<
s e r d i f í c i l decidir d ó n d e se acaba la lengua y comienza el resto de la c u l t u r a
E l estudio de las normas que determinan los estilos de hablar y asuntos snni
lares relativos al uso del lenguaje ha sido adecuadamente denominado "la < Ino
g r a f í a del habla" por Hymes (1962).
176
tintos genes y su frecuencia r elat iva caracter iza el c a r á c t e r g e n é t i c o
de una p o b l a c i ó n , así el n ú m e r o de dialectos y de lenguas junto con
la frecuencia rel ati va de las personas que los conocen y la amplitud
de sus conocimientos caracterizan el c a r á c t e r l i n g ü í s t i c o de una po
b l a c i ó n .
N o podemos decir c u á l es el fenotipo o genotipo de una pobla
c i ó n e n d ó g r a m a , a pesar de las muchas c a r a c t e r í s t i c a s f e n o t í p i c a s
que puedan idealizar en p ú b l i c o los miembros de esa p o b l a c i ó n .
Pero podemos decir con certeza c u á l es el c a r á c t e r g e n é t i c o y feno-
t í p i c o . En algunas poblaciones el c a r á c t e r puede ser m o n o t í p i c o para
algunos genes, como cuando s ó l o exista el tipo s a n g u í n e o O (geno
tipo OO), pero no es é s t e el caso normal. De manera similar, pode
mos describir el c a r á c t e r l i n g ü í s t i c o de una p o b l a c i ó n , pero no siem
pre se puede afirmar que e s t é caracterizada por una ú n i c a lengua
o dialecto, por mucho que un determinado dialecto pueda ser i de a l i
zado en p ú b l i c o por los miembros de esa p o b l a c i ó n o incluso lo r e i
vindiquen co mo su dialec to. Tales alegatos son impor tant es, como
veremos, pero no reflejan el verdadero repertorio l i n g ü í s t i c o de una
p o b l a c i ó n . Verdaderamente, en muchos casos ni siquiera podemosdecir que una p o b l a c i ó n tenga un determinado lenguaje o dialecto
como el lenguaje o dialecto del hogar. Tener una determinada lengua
p o r la lengua del hogar, puede servir como fundamento para d e f i n i r
una p o b l a c i ó n , para empezar, exactamente i g u a l que tener los ojos
marrones puede utilizar se para d e f i n i r una p o b l a c i ó n . No obstante,
s i para d e f i n i r una p o b l a c i ó n utilizamos criterios p o l í t i c o s , g e o g r á f i
cos y sociales, en vez de l i n g ü í s t i c o s , entonces lo más que podemos
hacer es describir su c a r á c t e r l i n g ü í s t i c o , que puede ser m o n o l i n -
g ü e o monodialec tal, aunque l o más probable es que no lo sea (Gum-
persz, 1962).
Cualquier ciudad grande puede ilustrar este punto. Pero i gua l
mente p o d r í a hacerlo una p e q u e ñ a aldea, como cualquiera de las al
deas del noroeste del Amazonas anterio rmente descri ta. Al ot ro lado
d el mundo, la aldea de G a l i l o , en la costa norte de la isla de NuevaB r e t a ñ a , junto a Nueva Guinea, proporciona otro ejemplo. En 1954
t e n í a 248 habitantes que r e s i d í a n en la loc alidad. Todos los hombres
adultos de la aldea eran por lo menos b i l i n g ü e s en nakanai occidental
y p i d g i n english melanesio. La mayor parte de ellos t a m b i é n s a b í a n
t o l a i , una lengua que se habla alrededor de la ciudad de Rabaul, en
el extremo noreste de la isla, a unas cien millas de distancia. El
1771 2 . — E L C O N C E P T O DE C U L T U R A
t o l a i se e n s e ñ a b a en la escuela l oca l llevada por misionero* y heutilizaba en los servicios religiosos. Unos cuantos h o m b r e s iamhi< n
s a b í a n o l í a s lenguas. Pocas mujeres adultas eran c o m p e l e n ! . . . n
p i d g i n english, pero muchas s a b í a n t o l a i y todas hablaban con l l iml<
e l nakanai occidental. Para todos los habitantes de G al i l o , el n a k . m . u
h a b í a sido la lengua del hogar y por tanto la primera lengua a p r t f l
dida. Pensaban en el nakanai occidental como la « l e n g u a lo
« n u e s t r a l e n g u a » . Pero existe má s de un dia lecto del nakanai oc< i
dental, como bien s a b í a n los residentes en G a l i l o . Muchos de ellos
h a b í a n pasado diversos p e r í o d o s de tiempo viviendo en aldeas don
lengua of i c i a l de un eslado, o puede no serlo. Puede sel la lengualoi al de una sola aldea o puede servir como lengua l oca l de muchas
aldeas y ciudades en una gran r e g i ó n . Debemos apresurarnos .i anadu
que algunos indiv iduos pueden i dentificarse personalmente i o n algu
na otra lengua con preferencia a la que opera como lengua l oca l de
u comunidad, como ocurre cuando un emigrante c o n t i n ú a Identlfic a n d ó s e persona lmente con la lengua l oca l de la comunidad de que
procede, aunque i dent ifiq ue la otr a lengua con la comunidad en que
ahora v i v e , pero en la que se ve como residente extranjero. Cuando
hablamos de la lengua nativa de una persona, normalmente penaa
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de p r e v a l e c í a n otros dialectos; algunos h a b í a n pasado gran partade su infancia. Unos cuantos i ndiv iduos imi tab an en su habla por lo
menos algunos de los usos asociados con el dialecto prevaleciente en
otra zona. G a l i l o c a r e c í a de homogeneidad l i n g ü í s t i c a incluso en el
uso del nakanai occidental.Por complicado que sea el c a r á c t e r l i n g ü í s t i c o de una comunidad,
lo s distintos dialectos y lenguas representados d e s e m p e ñ a n evidente
mente diferentes funciones y se valoran de diferentes formas (Fer-
guson, 1959; Rubin, 1962). La naturaleza de estas funciones v a r í a de
u n lugar a otro y es di f íc i l generalizar sobre ellas. Ya se han men
cionado los dialectos y lenguas del hogar, los primeros a que se
expone el n i ñ o . Los miembros de una comunidad pueden u t i l i z a r
todos el mismo dialecto o lengua, o bien no. En realidad, incluso
puede hablarse normalmente má s de un dialecto o lengua en la
misma casa.
Es casi seguro que existe un dialecto o lengua que se i d e n t i f i c a
c o n la comunidad o la localidad y que c u l t i v a n los que se i d e n t i f i -
can con la localidad. Cuando en una comuni dad e s t á representada
m á s de una lengua, como suele suceder, la lengua que se i den t i f i c a
co n la localidad es la que se espera que u t i l i c e la gente, si puede,
cuando par tici pa en las transacciones f amiliar es diari as. Es la lengua
en que se supone que todo el mundo es competente.
Desde luego, en las grandes unidades p o l í t i c a s pueden existir va
rias lenguas locales o regionales. Es casi seguro que existe una lengua
de la a d m i n i s t r a c i ó n p ú b l i c a . En los lugares en que las gentes de
diferentes localidades con diferentes lenguas locales comercian con
regularidad o tienen cualquier otra clase de trato social, e x i s t i r á al
guna clase de lengua comercial . Cualquier lengua cuyas funcione >
fomenten un extenso domi nio de ella a t r a v é s de las fronteras l i n -
g ü í s t i c a s regionales es probable que se convierta en una lingua franca,
como ha ocurrido con el s w a h i l i en A fr i ca oriental y con el p i d g i n
english en Nueva Guinea.Aunque, como hemos visto, las poblaciones por regla general tie
nen más de una lengua representada dentro de ellas, t a m b i é n es
normal en todas partes identificar las poblaciones como tales con
determinadas lenguas, en la medida en que es posibl e. En la p r á c t i c a ,
cuando identificamos una p o b l a c i ó n con una lengua, seleccionamos
como su lengua aquella con la que la propia p o b l a c i ó n se i d c n t i t n a
y que sirve como lengua l oca l interfamiliar. T a m b i é n puede ser la
178
mos t a m b i é n en una lengua l oca l , la que se i den t i f i c a con la comu
nidad donde a p r e n d i ó a hablar. Pero t o d a v í a no estamos seguros
de lo que pasa en el caso de que é s t a no sea t a m b i é n la lenguaprivada de su casa.11
L a o r g a n i z a c i ó n social de las comunidades complejas puede darlugar a la s e g r e g a c i ó n de sus poblaciones en varios grupos aislados
distintos. Dentro de cada uno de estos grupos aislados se produce la
c o m u n i c a c i ó n en una amplia variedad de contextos, pero entre ellos
se l i m i t a a muy pocos. En una comunidad de p l a n t a c i ó n , por ejem
p l o , los propietarios y los directores pueden tratarse en muchas ac t i -
vidades e inter actua r con frecuencia, e igualmente pueden hacerlo
lo s trabajadores entre s í. Pero el trat o entre los directores y los tra
bajadores s ó l o puede producirse en muy pocos contextos, relaciona
dos con la d i r e c c i ó n del trabajo y el mantenimiento del orden. En
tales circunstancias, es probable que las comunidades directivas y
trabajadoras presenten distintos dialectos, hasta el punto que des
p u é s de una conquista m i l i t a r p o d r í a n ser identificadas como lenguas
distintas. La competencia en distintos dialectos y lenguas e s t á estre
chamente asociada con la d i v i s i ó n en castas y clases den'ro de lascomunidades complejas ( v é a s e B u r l i n g , 1970, c a p í t u l o 8). I n tal tipo
de comunidad puede que sea di f íc i l decir c u á l es su lengua l oca l .
Las sociedades humanas, pues, d i f i e r e n entre sí en su c a r á c t e r
l i n g ü í s t i c o : en las lenguas y en los dialectos en que sus mi emb ros
tienen competencia y en la e x t e n s i ó n en que cada una de estas len
guas y estos dialectos e s t á n competentemente representados. Los dis
tintos dialectos y lenguas del pool de lenguas de una sociedad desem
p e ñ a n distintas funciones y se valoran de manera distinta. S e g ú n las
funciones que d e s e m p e ñ e n , existen distintos incentivos y oportunida
des para que los miembros de la sociedad los aprendan. La a m p l i -
t u d de la competencia de cualquier lengua o dialecto es un reflejo
de tales incentivos y oportunidades. Cuando los s e ñ o r e s y los cria
dos proceden de distintos segmentos de una sociedad mayor, por
ejemplo, cada uno con su propia lengua, y los hijos de los s e ñ o r e s
11 . Seguimos careciendo de una t e r m i n o l o g í a t é c n i c a desarrollada p a r a los
principales roles funcionales del lenguaje. Se utilizan ampliamente expresiones
como "lengua v e r n á c u l a " , "lengua e s t á n d a r " , "lengua naci onal", "lengua del^ ho-
gar ", "lengua comerciar, "lengua oficial", "Jengua ritual", "lengua alta" y "len-
gua b a j a " . Algunos de estos t é r m i n o s se utilizan con sentidos que en parte a t
superponen.
179
crecen y son educados aparte de los hijos de los criados, entonces
es probable que los criados tengan mayor competencia en la leng.ua
de sus s e ñ o r e s que los s e ñ o r e s en la lengua de sus criados. Pero si
lo s hijos de los s e ñ o r e s crecen al cuidado de los criados y juegan
nor malme nte con los hijo s de los criados, entonces, cuando sean se
ñ o r e s adultos, es probable que sean má s competentes en la leng.ua
de los criados que los criados en la lengua de sus s e ñ o r e s . Todo el
mund o tiene un fuerte ince ntivo para ser competente en cualquiera
que sea la lengua en que se lleven a cabo los asuntos diarios entre
/./ lenguaje y el individuo
Como hemos dicho, cada i n d i v i d u o tiene su propio idiolecto, su
piopia v e r s i ó n di- cualq uier lengua que hable. No es una r é p l i c a
• ta de los idiolectos de sus c o m p a ñ e r o s , pero e s t á lo bastante
p r ó x i m o a ellos como para poder hablar con ellos y ellos con él de
lo nn a di caz. Una lengua no es algo que la gente que la habla « p e r -
ha l a m e n t e » comparta perfectamente. Existen tantas versiones de una
lengua como el n ú m e r o de sus hablantes. Esto fue descubierto cuan
do se e m p e z ó a observar de cerca el habla y a recoger las muchas
p e q u e ñ a s diferencias que normalmente ignoramos. La v a r i a c i ó n entre
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las familias de la comunidad l oca l . De ahí que sea el candi dato na
tural a ser la lengua con que se identif ique la comuni dad.
Pero la que sirve de lengua l oca l puede cambiar. Si por alguna
r a z ó n la gente de la aldea de G al i l o en Nueva B r e t a ñ a , a la que nos
hemos refer ido con ante rio ridad, encontr ara razonable u t i l i z a r cadavez más el p i d g i n english en los asuntos locales diarios a expensas
d el nakanai occidental, el p i d g i n english r e e m p l a z a r í a al nakanai occ i
dental como lengua l o c a l . La competencia en p i d g i n english e s t á lo
bastante extendida en G al i l o como para que sea muy posible este
cambio. Hasta el momento, los muchos intereses de los residentes
de G a l i l o les ha llevado a mantener el uso del nakanai occiden tal
como su lengua l oca l . La e v o l u c i ó n l i n g ü í s t i c a de G al i l o como co
munidad depende de c ó m o las circunstancias afecten en el futuro a
lo que los residentes de G al i l o perciben como sus intereses. Este
cambio de intereses a f e c t a r á a la forma que decidan usar las d i s t i n
tas lenguas de que disponen en su pool de lenguas.
Evidentemente, a q u í e s t á operando un proceso select ivo, que no
se diferencia de la s e l e c c i ó n natural en la e v o l u c i ó n b i o l ó g i c a , como
ha observado Hymes (1961). Un determinado c onjunto de circunstancias ambientales afecta de forma diferenciada a la supervivencia y,
en consecuencia, a las posibilidades reproductoras de los distintos
fenotipos y sus genotipos asociados en una p o b l a c i ó n . Por tanto, en
estas circunstanci as, la estabili dad y el cambio funcion an para man
tener o alterar l a frecuencia relati va de los distin tos alelos de un gen
de la p o b l a c i ó n , s e g ú n su efecto sobre la f u n c i ó n que cada alelo
puede d e s e m p e ñ a r en el funcionamiento del organismo. De forma
similar, la estabilidad o el cambio del medio ambiente social de los
miembros de una comun idad sirve para mantener o alter ar las elecciones que hacen entre las alternativas l i n g ü í s t i c a s disponibles para
comunicarse. Así, la s e l e c c i ó n f i s i o l ó g i c a , expresada en la e l e c c i ó n
human a de fines y de medio para los fines, sirve para guiar el curso
de la e v o l u c i ó n l i n g ü í s t i c a de una sociedad.
Hemos estado hablando a q u í de la e v o l u c i ó n l i n g ü í s t i c a de una
sociedad o p o b l a c i ó n aislada, algo que no debe confundirse con la
e v o l u c i ó n de una lengua como sistema de normas. Pero para entraja considerar esto ú l t i m o debemos esperar hasta haber examinado el
lenguaje en r e l a c i ó n con el hablante i n d i v i d u a l .
180
estas versiones es bastante p e q u e ñ a entre los adultos para los que
es su primera lengua y bastante mayor entre los n i ñ o s y las perso
nas para quienes no es su primera lengua. Cuando una persona puede
situar su v e r s i ó n dentr o del campo de variaciones de los adultos para
quienes es su primera lengua, estos adultos probablemente d i r á n
que habla la lengua « p e r f e c t a m e n t e » , con lo que quieren decir que
no pueden dis tin guir le de ellos mismo colectivamente (aunque bien
p o d r í a n disting uirle de cualquiera de ellos individualmente).
Desde el punto de vista del i n d i v i d u o que aprende una lengua, la
s i t u a c i ó n es distinta. Existe un conjunto de otros que hablan s ign i
ficativamente entre sí y que de esta manera parecen « c o m p a r t i r » la
lengua. Hay algo que aprender, un conjunt o de normas de hablar, y
se trata de algo que los otros ya saben. Al u t i l i z a r a los otros como
g u í a , el i n d i v i d u o que aprende puede a l g ú n día a r r e g l á r s e l a s para
descubrir c u á l e s son esas normas y, con la p r á c t i c a , p o d r á hablar
de la misma forma que lo hacen los otros.
E l proceso de aprendizaje de una lengua es compl icado y t o d a v í a
no se conoce sino imperfectamente. Pero sabemos que el aprendizajei n d i v i d u a l juega un papel activ o, siendo las normas de hablar e in
terpretar el habla de los otros resultado de su propia c r e a c i ó n . Por
supuesto, disponen de las normas que él necesita y le cor rig en cuando
no consigue dar con ellas. Pero no le recitan los pri ncip ios que con
forman su propia habla. Estos princ ipio s son algo que s ó l o conocen
subjetivamente, en el sentido de que los sienten. A menos que s e an
g r a m á t i c o s , no tienen objetivados estos principios para ellos mismos.
Saben cuando el habla de alguien suena rara o equivocada, al i gua l
que sucede con otros aspectos de su cultura, pero raras veces pueden
decirle el por qué , al menos no c on seguridad. La gente suele tener
reglas p r á c t i c a s sobre su lengua, así como en lo referente a otros
aspectos de su cultura, pero tales reglas rara vez coinciden con los
fundame ntos que se deducen del a n á l i s i s de las pautas que se mani
fiestan en su comportamien to. Que su lengua tiene una est ructuras e m á n t i c a que puede expresarse en reglas gramaticales suele resul
tar una sorprendente r e v e l a c i ó n para las personas que sirven de i n f o r
madores en las investigaciones l i n g ü í s t i c a s . Por esta r a z ó n , Edward
Sapir (1927) u t i l i z ó la e x p r e s i ó n « m o d e l o i n c o n s c i e n t e » con respecto
a las normas de tal comportamiento l i n g ü í s t i c o . P a r a el i n d i v i d u o
que aprende, pues, la tarea no s ó l o consiste en recordar las c o n c i c
181
tas correcciones de sus faltas, sino enhacer generalizaciones apar*t i i di- e l l a s . 121 asunto consiste endeducir laspautas que los otro*
pueden ejemplificar, pero tiene dificultades endescribir. El l n . l i . .
de que los n i ñ o s deduzcan subjetivamente suspautas en elcurso del
aprendizaje l i n g ü í s t i c o resulta evidente a partir del tipo de errores
que cometen, como cuando generalizan excesivamente o cometen
a n a l o g í a s equivocadas (Brown y B e l l u g i , 1964; E r v i n , 1964). Un erren
normal eni n g l é s es, por ejemplo, el uso debrang y brung por brought
b a s á n d o s e en el supuesto de quebring sigue lapauta de ring ysi>
E l queaprende llega al f i n a l a tener la s e n s a c i ó n de unconjunto
.1. M I | . I O | . I . I experiencia. En realidad noes la lengua de ellos, s ino
una i c p i c s e n t a c i ó n de la lengua que él ha creado para ellos.Sin
.m i . .neo, M n i e l e n - el criterio de aceptabilidad cuando se utih/. i
c o í i i o guia para el comportamiento l i n g ü í s t i c o de ellos, no podemos
d e» ii cpie es te equivocado.
I V i o loshechos de unalengua —los puntos de contraste en que
in s is t en sus hablantes y las formas enque estos puntos de contraste
s e distribuyen conrespecto unos a otros— pueden considerarse en
i. i i iuno s de más de unapauta, como yahemos indicado con antc-
i unidad. Dos l i n g ü i s t a s pueden crear di stintas codificaciones, dis
tintas exposiciones delas normas, para lalengua deun mismo pueblo.
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de pautas y, almismo tiempo, un sentido delos fundamentos median
te los cuales se selecciona entre laspautas para construir lasverda
deras realizaciones l i n g ü í s t i c a s . Ha desarrollado estos fundamentos
a partir de suexperiencia sobre elcomportamiento delos otros. Su
pone quetodos ellos conocen colectivamente lamisma cosa enesenci a yque loque élsabe es lomismo que loque saben ellos. Para él,
el grupo tiene una lengua; y es loque élentiende que es, en la medi
da en que el comportamiento de losmiembros del grupo caiga den
t r o del campo devariaciones de lasexpectativas que susnormas le
proporcionan para ellos. Cuando encuentra uncomportamientoque
no coincide con sus expectativas, saca la c o n c l u s i ó n de que e s t á
•tratando con un dialecto o lengua distinto, algo nuevo a aprender.
N o obstante, lo que aparenta ser la misma clase de comporta
miento puede estar producido pormás de unconjunto de normas.
U n a pauta puede conceptualizarse adecuadamente demás deuna ma
nera. El sentimiento subjetivo de dos individuos sobre la misma
pauta puede implicar distintos criterios y fundamentos, exactamen
te igual como una persona ciega a los colores puede aprender a
distinguir las s e ñ a l e s de t r á f i c o respondiendo a los rasgos contras
tados de la pauta global que no son losutilizados por las personas
c o n v i s i ó n normal. (Para un ejemplo en f o n o l o g í a , v é a s e Sherzer,
1970.) No obstante, en lamedida enque los distintos criterios y f u n -
damentos l i n g ü í s t i c o s lleven a dospersonas a hablar de forma que
puedan coincidir con las expectativas que cada uno tiene con respectoa l otro, tienen la s e n s a c i ó n de quecomparten las mismas ñ o r m i .
de quehablan la misma lengua.
Exactamente igual que el individuo que aprende desarrolla nor
mas subjetivas y subconscientes que proyecta sobre sus c o m p a ñ e r o s ,
e l l i n g ü i s t a , que t a m b i é n es un individuo que aprende, hace lo
mismo inevitablemente. Pero lohace autoconscientemente y con la
i n t e n c i ó n de objetivarse para él y para losotros —de formular en
palabras— los criterios y fundamentos mediante los cuales disciernalas pautas delhabla deaquellos a quienes estudia. El resultado es
una c o d i f i c a c i ó n de las pautas que ha discernido. Para él y para
lo s queaceptan su trabajo, laspautas que de este modo desarrollapara losotros son unaverdadera r e p r e s e n t a c i ó n de«su l e n g u a » . La
a c e p t a c i ó n de que su habla es como la deellos es la ú n i c a compro
b a c i ó n de la validez de su f o r m u l a c i ó n . Lo quedescribe —la úm. .»
cosa quepuede describir— es supropia f o r m u l a c i ó n hecha a partir
182
Estas dos codificaciones pueden reflejar con la misma validez u n
< omportamiento l i n g ü í s t i c o y, utilizadas como g u í a , conducir aun com-
p o i tamiento casi i d é n t i c o . Preguntar c u á l de estas codificaciones
es la « v e r d a d e r a » r e p r e s e n t a c i ó n de la lengua es presuponer laexis
tencia de unconjunto deprincipios perfectamente compartidos por
otros, s u p o s i c i ó n que nosotros nopodemos hacer, incluso cuando
la perspectiva desde la queestamos acostumbrados a considerar el
lenguaje nos inclina de forma natural a hacerlo. Debemos aceptar
que es posible más de unar e p r e s e n t a c i ó n v á l i d a deuna lengua. Una
r e p r e s e n t a c i ó n puede ser más ú t i l para unos p r o p ó s i t o s y otra más
ú t i l para otros. Nuestra e l e c c i ó n entre las v á l i d a s representaciones
en competencia se d e t e r m i n a r á por c ó m o sirva a nuestros concretos
p r o p ó s i t o s . Cada unapuede aportar ú t i l e s penetraciones en cosas
distintas.
La evolución de las lenguas
Hemos observado que la e v o l u c i ó n l i n g ü í s t i c a de una sociedad
debe distinguirse tajantemente de la e v o l u c i ó n de una lengua con
creta.12 Para lo ú l t i m o hay dosconsideraciones de fundamental im
portancia. Una es el asunto que acabamos de mencionar, a saber,
que todo individuo crea supropia v e r s i ó n de la lengua en el curso
de suaprendizaje. La otra consiste en eldistinto c a r á c t e r y laparcial
a u t o n o m í a delos diversos grandes subsistemas dent ro deuna lengua.
Puesto que cada individuo crea supropia v e r s i ó n de lo que él
entiende por lalengua de susc o m p a ñ e r o s , el grado enque su v e r s i ó n
se aproxime a las versiones individuales deellos debe depender, apar
te de su propia aptitud para aprender, de las oportunidades que
tenga para descubrir diferencias significativas en su propia habla
y en la de sus c o m p a ñ e r o s . Cuanto más se hablen y mayor sea el
12. No nos ocupamos a q u í de la e v o l u c i ó n del lenguaje en general, a partir
de a l g ú n sistema de s e ñ a l e s anterior, menos complejo y animal, es decir, de la
e v o l u c i ó n de la c o m u n i c a c i ó n humana (Greenberg, 1957, pág. 65).Más bien de
c ó m o los contenidos de las lenguas concretas evolucionan y cambian o c ó m o
nacen las familias o lenguas emparentadas. Nuestro i n t e r é s , pues, es más bien
p o r la m i c r o e v o l u c i ón que por la m a c r o e vo l u c i ó n , por los aspectos s i s t e m á t i c o s
de l cambio más bien que por las etapas deldesarrollo.
18*
abanico de cambios de las situaciones y los asuntos que se abarquen,mayores s e r á n las oportunidades de descubrir estas diferencias y de
ajustar el habla para red ucir las diferencias.
L a f o n o l o g í a , la m o r f o l o g í a y la sintaxis forman parte de toda
c o m u n i c a c i ó n , sin que importe el asunto a tratar, y por tanto es
probable que presenten menos v a r i a c i ó n de la que presentan los sis
temas s e m á n t i c o y s i m b ó l i c o . El sistema s e m á n t i c o p r e s e n t a r á ma
yores variaciones en los significados de las palabras que se u t i l i z a n
poco y menor v a r i a c i ó n en aquellas que se usan normalmente. El sis
tema s i m b ó l i c o , de manera similar, p r e s e n t a r á mayores variaciones
•iones. El uso m e t a f ó r i c o produce formas en competencia, por ejemplo , cu i n g l é s kid es una forma que compite con child. l a s palabi i
t a b ú t a m b i é n promueven el a c u ñ a m i e n t o o p r é s t a m o de formas alter
nativas, cpie lina lment e pueden sus tit uir formas más antiguas en el
u s o ordi nario , como la palabra pee inglesa se f o r m ó a p a r l i i de la
primera letra de piss que s u s t i t u í a en muchos contextos sociales.
Y el desplazamiento de la p o b l a c i ó n , que r e ú n e en la misma comu
nidad a hablantes de dialectos algo disti ntos, da lugar a formas en
competencia en gran escala.
Puesto que no todos sus c o m p a ñ e r o s hablan i gua l , el que Bata
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en r e l a c i ó n con las palabras que denotan cosas que las personas
experimentan en condiciones ampliamente distintas, y t e n d e r á a
presentar menos v a r i a c i ó n en las palabras que denotan cosas de
las que las personas tienen una experiencia muy c o m ú n .
Tanto si el campo global de variaciones es amplio o es p e q u e ñ o ,
es probable que su contenido cambie con el tiempo, aunque s ó l o sea
a causa de la e d i c i ó n de nuevos hablantes y la p é r d i d a de antiguos.
Algunos de estos cambios pueden ser fortuitos, pero otros pueden
present ar determinadas tendencias que den sentido al curso del cam
b i o .
U n a tendencia observada tiene que ver con las llamadas const ruc
ciones irregulares y no habituales. Si estas irregularidades se produ
cen en palabras y expresiones que se u t i l i z a n con frecuencia, persis
te n en la lengua mucho má s que si se producen en palabras que no
son habituales (Hockett, 1958, p á g s . 396-397). En el i n g l é s antiguo,
p o r ejemplo, e x i s t í a una clase de sustantivos que sufrieron m o d i f i -
caciones v o c á l i c a s internas en la forma del p l u r a l . Otra clase de
sustantivos c o n s t i t u í a n el p l u r a l mediante el suf i j o -n o -en. Uno a uno,lo s sustantivos de estas clases llegaron a formar el p l u r a l con el su
f i j o -s (o es), de acuerdo con una de las varias pautas de f o r m a c i ó n
de plurales que se h a b í a n vuelto más normales en el i n g l é s medieval.
Todo lo que ahora queda de estas clases se encuentra en las palabras
de uso muy nor mal o en las palabras que se u t i l i z a r o n con mucha
frecuencia hasta la r e v o l u c i ó n industrial. Los plurales men, women,
teeíh, feet, tice, mice y oxen son ejemplos evidentes. Formas antiguas
tales como kye, een y shoon han sido, sin embargo, sustituidas, por
cows, eyes y shoes.
E l curso de las sustituciones en el caso de los ú l t i m o s ejemplos
fu e gradual entre los angloparlantes. Por e r r ó n e a a n a l o g í a con Otras
formas, e x i s t i ó la tendencia entre los nuevos hablantes de la lengua
a decir shoes en vez de shoon. Algunos la mantuvieron sin corregir
y , al cabo de a l g ú n tiempo, hubo dos formas en competencia, comoactualmente dived y dove compiten como pasado de dive. En a l g ú n
momento, una de las formas en competencia se c o n s i d e r a r á má s
refinada, sofisticada o moderna, y la otra anticuada, r ú s t i c a , p r o p i a
de la clase baja o pasada de moda.
E l aprendizaje imperf ecto y la a n a l o g í a e r r ó n e a no son las dnicajfuentes de orige n de formas en competencia. La gente suele jugar
co n su lengua, int roducien do deliberadamente abreviatur as y distor-
184
aprendiendo debe escoger, entre las formas y los estilos de hablai
que se le presentan en competencia, aquel de acuerdo con el cual
m o d e l a r á su propia habla. Para reducir la v a r i a c i ó n de habla y la
de algunos de sus c o m p a ñ e r o s , debe aumentar la v a r i a c i ó n entre
él y el habla de otros. Debe seleccionar entre sus c o m p a ñ e r o s a aquellos con los que desea identificarse y con los que quiere que le iden
t i f i q u e n los d e m á s . Aquellos que escoja como sus modelos o figurasde referencia 13 pueden ser sus padres, un miembro dominante de su
pandilla de juegos infantiles, un l í d e r c a r i s m á t i c o de su comunidad
o una persona que considere de clase alta.
Louis Giddings s o l í a referirse a una p e q u e ñ a comunidad esquimal
de Alaska a la que se h a b í a trasladado una f a m i l i a de más a l l á de
las m o n t a ñ a s , donde se hablaba un dialecto esquimal distinto. Un
h i j o de esta f a m i l i a se c o n v i r t i ó en el l í d e r del grupo de juegos i n fan-
tiles de la comunidad. Pronto todos los n i ñ o s imitaban el dialecto
d e l chico en vez del de sus padres, y se produjo una d i v i s i ó n dialec
ta l de la comunidad s e g ú n l í n e a s generacionales. Si la g e n e r a c i ó n
joven persiste en esta e l e c c i ó n , la comunidad al cabo de una gene
r a c i ó n a c a b a r á teniendo como lengua l oca l un dialecto distinto.Este ejemplo ilustra c ó m o la s e l e c c i ó n de los modelos por parte
de uno puede producir un cambio del tipo que tratamos en r e l a c i ó n
c o n la e v o l u c i ó n l i n g ü í s t i c a de una comunidad: un cambio sobre
c u á l de los dos dialectos representados en el pool l i n g ü í s t i c o de una
comunidad l l e g a r á a funcionar como el lenguaje l oca l cotidiano, de
las relaciones interfamili ares. En este caso la e l e c c i ó n tuvo lugar
entre distintas tradiciones en competencia. Pero el cambio evolutivo
dentro de una ú n i c a t r a d i c i ó n —dentro de lo que percibimos como la
misma lengua l oca l en continuidad— i m p l i c a el mismo proceso de
e l e c c i ó n entre formas en competencia ( Hoeni gswald , 1960). No obs
tante, a q u í las formas en competencia son estilos de pronunciar un
dete rminado fonema (m ás bien que dos sistemas f o n o l ó g i c o s com
pletos), o i m p l i c a n cosas tales como pronunciar u o m i t i r las vocales
finales de las palabras, la c o l o c a c i ó n regular del adjetivo antes o
d e s p u é s del sustantivo que modifica, o el uso s i s t e m á t i c o de una
13. El término "grupo de referencia" se utiliza normalmente en la literaturasociológica para indicar el grupo, clase o segmento de la sociedad con el queuna persona desea identificarse y que adopta como modelo para él, o bien cuyaaprobación o aceptación pretende para sí mismo. En este sentido, los Indivldúos pueden ser tan importantes como los grupos. (Véase Hyman, 1968.)
I KS
dete rminada pal abra en uno u otro sentido en competencia (poi cj< m
p í o , el verbo i n g l é s realize en el sentido de « c o m p r e n d e r » o cu < I
sentido de « h a c e r r e a l » ) .
Puesto que el aprendizaje del lenguaje es un proceso de apn.M
m a c i ó n imperfecta más que una perfecta duplicidad del habla de
lo s otros , es ine vitabl e la existencia de formas en competencia, estilo
de p r o n u n c i a c i ó n en competencia y pautas en competencia de uso-,
s e m á n t i c o s y s i m b ó l i c o s dentr o de lo que se percibe como una t i l
d i c i ó n de lengua local ú n i c a e ininterrumpida. Como cada g e n e r a c i ó n
crea nuevas figuras de referencia, la tendencia centra l dentro del
campo de variaciones de la v a r i a c i ó n del idiolecto c a m b i a r á en conse
tUBque e I n d u c í a . perdido las siguientes vocales que e x p í a aban i .la
p i O I I I I I K i.u ion. E s t a s pronunciaciones, mas bien que las vocales l ina
li ., . I . I I I las que ahora se d i s t i n g u í a n entre las dos pal abi as. Ai lual
mente m a r c a n puntos significativos de contraste y funcionan como
loneinas distintos, /á/ en / f á án / («ed i f i c i o») y /a / en / f a a n / ( « b a j o
• I - - ) . De manera similar fue c ó m o /saapwo/ ( « d i s t r i t o » ) se convinio
l o i i é m i c a m e n t e en / s ó ó p w / . De esta forma,-los cinco fonemas vocales
de la lengua ancest ral se han c onvertido en los nueve fonemas voca
les antera ú ñ e n t e descritos (nota 6) del truk moderno (Dyen, 1949).
U n ( ambio s i s t e m á t i c o en el manejo de las vocales finales condujo a
u n a c o m p l i c a c i ó n en el n ú m e r o de puntos significativos de contraste
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cuencia.
C a r a c t e r í s t i c o del cambio l i n g ü í s t i c o es la fuerte tendencia a que
el cambio sea coherente. En la lengua de las islas Gilbert, en el P ac í -
f i c o , por ejemplo, hubo un tiempo en que el fonema /t/ se pronunciabade manera muy parecida a la t inglesa, pero sin a s p i r a c i ó n . Delante
de la vocal anterior alta / i / ha llegado a pronunciarse como la s
inglesa en algunos dialectos y como la inglesa en otros. La cosa
es que este cambio en la p r o n u n c i a c i ó n no se ha producido solamente
en algunas palabras en que la /t / iba seguida de la / i / : se ha produ
cido en todas ellas. El cambio ha afectado a todo el sistema. El pro
p i o cambio tiene una pauta. Tal coherencia caracteriza al cambio
f o n o l ó g i c o de todas las lenguas y, presumiblemente, caracteriza tam
b i é n al cambio de otros aspectos del lenguaje. Al ser el l enguaje
una pauta de comportami ento, el cambio de lenguaje es un cambio
de pauta que sustituye por la suya propia.
S in embargo, las pautas se entrecruzan entre sí. Un cambio im
portante en una pauta puede llegar a destruir otra, f r a g m e n t á n d o l a en
varias pautas distintas o creando complejidades e irregularidadesdonde no e x i s t i ó ninguna. Estas complejidades e irregularidades se
convierten entonces en los primeros objetivos para el desarrollo de
formas competitivas, por a n a l o g í a en las pautas que se encuenti.m
en el lenguaje a lo largo de las l í n e a s ya discutidas. ¡El lenguaje
truk lo d e m o s t r a r á !
Hubo un tiempo, juzgando a partir de lenguas emparentadas, en
que todas las palabras truk acababan en vocal. H a b í a n , a d e m á s , i Ln< o
fonemas vocales: / i / , /e/, /a/, / o/ y /u/ . La forma de p r o n u n c i a c i é m
de estas vocables variaba predeciblemente s e g ú n c u á l e s fueran las
otras vocales que las siguieran inmediatamente: /a/ seguida de /<•/
en la siguiente s í l a b a se pronunciaba como la a inglesa de huí; seguida
de /o/ en la siguiente s í l a b a se pronunciaba de forma parecida a la
aw inglesa de law; y seguida de /a/ se pronunciaba como la a inglesa
de father. Una pauta similar se o b t e n d r í a a partir de las lengua',
emparentadas de las islas Gilbert. L l e g ó un momento en el que las
vocales de f i n a l de palabra se acortaron a un suspiro y luego flH rOfl
desapareciendo completamente, m a n t e n i é n d o s e tan s ó l o en los M U U
puestos, den tro de las palabras. Lo que originalmente h a b í a tenidola forma f o n é m i c a /faane/ ( « e d i f i c i o » ) y /faana/ ( « b a j o él») c o n t i n u ó
preservando la p r o n u n c i a c i ó n diferenciada de las prime tas v ocn h
186
\ u n a u m e n t o d e l n ú m e r o de fonemas v o c á l i c o s . Pero a lo largo de
este proceso se ha mantenido la coherencia. El efecto de la siguiente
/c/ u /o/ sobre la /a / precedente era f o n é t i c a m e n t e coherente antes
de la p é r d i d a de las vocales finales y era consistente f o n é t i c a m e n t e
d s p u é s de la p é r d i d a de las vocales finales.
L a coherencia en el cambio tiene una consecuencia i m p o r t a n t í s i m a .
D a lugar a pautas regulares de correspondencia entre las lenguas
emparentadas. Si cada ejempl o de un anti guo fonema /a/ se ha trans
formado en /á/ en truk donde en un tiempo fue seguido por una
vieja /e/, pero ha permanecido / a/ en truk cuando iba seguido de
una antigua /a/, podemos esperar ejemplos de /aCe/ (representando
a q u í C cualquier consonante) en una lengua emparentada (en la que
no se hayan perdi do las vocales finales) correspondiendo coherente
mente a los ejemplos de la / á / truk, y ejemplos de /aCa/ que corres
ponden a los ejemplos de la /a/ truk. Esto es lo que descubr imos
cuando comparamos la lengua de las Gilbert y otras lenguas del Pa
c í f i co con el truk. Tales correspondencias s i s t e m á t i c a s de los fonemas
de las palabras de similar significado en distintas lenguas constituyela pieza testimonia l má s impor tant e de que las lenguas representan
tradiciones nacidas de un lenguaje anterior c o m ú n . Han cambiado
en el curso del tiempo, cada una a su manera, pero el mantenimiento
de la pauta, que da coherencia incluso al cambio, se refleja en las
correspondencias regulares. Tales correspondencias proporc ionan los
fundamentos de la h i s t ó r i c a m e n t e famosa Ley de Grimm, que afirma
ba la correspondencia s i s t e m á t i c a de las consonantes entre el bajo
y el alto a l e m á n y las antiguas lenguas indoeuropeas, tales como el
s á n s c r i t o y el griego antiguo. 14 Conforme las lenguas emparentadas
siguen cambiando a lo largo del tiempo, las pautas de correspondencia
14. Por ejemplo, las consonantes iniciales del griego antiguo y el inglés secorresponden de la siguiente manera:
Inglés Griego
p t k b d gb d g ph th khf th h p t k
Compárese, por ejemplo, tame, tree, two en inglés y damazo, doru, dúo engriego; daughter, deer, door en inglés y thugater, ther (animal salvaje), thUfá
en griego; thtch, thy, three en inglés y tegos, teos, treis en griego.
187
se hacen cada vez menos evidentes y requieren un examen más c u i
dadoso para descubrirlas, pero c o n t i n ú a n existiendo. De este modoha sido posible descubrir qué lenguas van juntas en familias l i n
g ü í s t i c a s o troncos, un descubrimiento que ha puesto los cimientosde gran parte de nuestra c o m p r e n s i ó n de la natura leza del lenguaje
en general y de las formas en que las lenguas cambian. (Sobre losprocesos del cambio en el lenguaje, v é a s e Sapir, 1 9 2 1 ; Hocket t, 1958;Hoeningswald, 1960, y Wei nrei ch, Labov y Herzog, 1968 . )
I . H I . I .. sino una ma yo r o men or p a r t i c i p a c i ó n en el desenvo lvi mient o
de l.i c u l t u r a general cre ada y desa rrol lada hasta el momento poi la
h u m a n i d a d co mo un todo. E l objet o de la a n t r o p o l o g í a r u l t u i a l e i a
i i . i t a i de reconstruir los pasos o etapas que h a b í a n s e ñ a l a d o el crecim i e n t o de la cultura. Las sociedades con las t e c n o l o g í a s mas s i m p l e s
y los sistemas p o l í t i c o s menos elaborados representaban presumiblemente el estado inferior del crecimiento; otras representaban las distintas etapas intermedias, mientras que las sociedades de Europaoccidental, que p o l í t i c a y militarmente dominaban al resto del m u n d o
en el siglo diecinueve, representaban la etapa má s avanzada. 15 En pa
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PROBLEMAS DE LA CONCEPCIÓN DE LA C U L T U R A
Nuestro tratamiento del lenguaje ha puesto de manifiesto el puntode vis ta con que ahora consider aremos la cul tur a y su r e l a c i ó n conel individuo y la sociedad. Pero antes de aplicar este punto de vistaa la cultura, debemos observar que el t é r m i n o « c u l t u r a » ha adquirido varios significados distintos en los ú l t i m o s cien a ñ o s . Estos distintos significados reflejan distintas suposiciones sobre la e v o l u c i ó n
humana, diferentes focos de i n t e r é s (tales como la sociedad, el conocimiento y el comportamiento) y distintos supuestos e p i s t e m o l ó g i c o s .
( V é a s e el a n á l i s i s de Krober y Kluckhohn, 1952.)
E l t é r m i n o en sí entra en el uso a n t r o p o l ó g i c o a partir de la palabra alemana Kultur. Las clases mejor educadas de Europa presum í a n de ser menos ignorantes que los campesinos h umilde s y lospatanes r ú s t i c o s , y de tener una mayor c o m p r e n s i ó n de la verdad
y una mayor a p r e c i a c i ó n de las cosas más refinadas de la vida. Era n« m á s c i v i l i z a d o s » . El grado en que la gente d i f e r í a en sus costumbres,creencias y artes con respecto a los europeos sofisticados c o n s t i t u í a
l a medida de su ignorancia e i n c i v i l i d a d . La his tor ia humana se conc e b í a como una regular e l e v a c i ó n a partir de un estado de p r i m i t i v a
ignorancia a otro de mayor i l u m i n a c i ó n progresiva, como se manifestaba en los logros cada vez más complicados de los hombres enl a t e c n o l o g í a , los niveles materiale s de vida, la medicina, la d i r e c c i ó n
p o l í t i c a y la literatura y las artes, y en un c ó d i g o moral cada vez másesclarecido. Lo que h a c í a posible estos logros era el mayor conocimiento de la « v e r d a d » , tanto natural como moral. El conocimientode la verdad era acumulativo a lo largo del tiempo, sustituyendo f i r
memente a la s u p e r s t i c i ó n y la ignorancia. Su crecimiento m e d í a elprogreso humano desde el salvajismo a la c i v i l i z a c i ó n . Cuanto más
poseyera y manifestara una sociedad en sus obras, más Kultur t e n í ay má s civi liza dos o cult ural izados eran, por lo menos, los miembr osde su é l i t e . E. B. T y l o r ( 1 9 0 3 , pág. 1) manifestaba claramente estepunto de vista en su muy citada d e f i n i c i ó n de la cultura como « e s c
todo complejo que incluye el conocimiento, la creencia, el arte, lamoral, la ley, la costumbre y cualesquiera otros h á b i t o s y capacidadesadquiridos por un hombre como miembro de la s o c i e d a d » .
S e g ú n este punto de vista, las sociedades no t e n í a n culturas sepa-
188
labras de T y l o r ( 1 9 0 3 , p á g s . 26-27) : « P o r el sencillo sistema de colocarlas naciones en un ext remo de la serie social y las tri bus salvajes enel otro, distribuyendo el resto de la humanidad entre estos l í m i t e s . . .
e l e t n ó g r a f o puede construir por lo menos una escala aproximada
de la c i v i l i z a c i ó n : el paso desde el estado salvaje al n u e s t r o » .
A finales del siglo diecinueve, Franz Boas c o m e n z ó a utilizar lapalabra « c u l t u r a » para referirse al conjunto diferenciado de costumbres, creencias e instituciones sociales que parecen caracterizar acada sociedad aislada (Stocking, 1966) . En vez de que las distintassociedades tengan diferentes grados de cultura o correspondan a dife
rentes etapas del desarrollo cultural, cada sociedad t e n í a una cultura propia. Este uso se c o n v i r t i ó en el dominante en la a n t r o p o l o g í a
americana y c o n t i n ú a s i é n d o l o , por la influencia que han tenido ensu desar roll o los seguidores de Boas. La cul tur a s e g u í a c o n s i d e r á n
dose compuesta por las cosas de la d e f i n i c i ó n de T y l o r , pero lasp r á c t i c a s , creencias y estilo de vida de cada sociedad concreta t e n í a n
que ser examinadas como una entida d ú n i c a que era distinta de
cualquier otra. Los nuevos miembros de la comunidad a p r e n d í a nl a cultura de la comunidad de sus c o m p a ñ e r o s , exactamente igualque a p r e n d í a n la lengua. Lengua y cultura iban juntas como uncuerpo de cosas diferenciadas relativas a una comunidad que set r a n s m i t í a n por aprendizaje y que daban a cada comunidad su propiat r a d i c i ó n peculiar, l i n g ü í s t i c a y cultural.
Puesto que cada t r a d i c i ó n se t r a n s m i t í a por aprendizaje, y puestoque las oportunidades para aprender d e p e n d í a n de los contactos sociales, el actual contenido de cualquier t r a d i c i ó n determinada (la c u l
tura de cualquier sociedad concreta) t e n í a que explicarse, por lomenos en parte, por las anteriores exposiciones de la comunidad agentes que transportaran otras tradiciones. Estas exposiciones proporcionaban las oportunidades de aprender nuevas cosas e incorporarlas a la t r a d i c i ó n local. Junto con las condiciones ambiental es
1 5. E s t a c o n c e p c i ó n de la histor ia humana fue dada por cier ta por los inte-
lectuales d e c i m o n ó n i c o s , incluidos M a r x y sus d i s c í p u l o s . Estos ú l t i m o s incor-
poraron en el dogma comunista la importante f o r m u l a c i ó n de las etapas de la
e v o l u c i ó n social de finales del siglo diecinueve, obra del gran a n t r o p ó l o g o ame-
ricano Lewis H . Morgan (1878). Resulta una parad oja que el comuni smo moder-
no, que alega defender las aspiraciones de igualdad social de las naciones t é c n i -
camente menos ind ustri ali zadas, siga manteniendo como dogma esta arrogante
t e o r í a e t n o c é n t r i c a desarrollada por las é l i t e s imperial istas del siglo xix.
189
locales, se afirmaba que explicaban la ú n i c a c o m b i n a c i ó n posible da« r a s g o s » de la cult ura de cada sociedad. Las diferencias c-ti lhual»-- ,
t e n í a n que entenderse, por tanto, como resul tados de los accidenten
de la historia y de las limitaciones ambientales, y no como un rofli |o
de las etapas evolutivas y de una presumida ley general de l crecímiento evolutivo por la que todas las sociedades estaban d e s t i n a d a s a
pasar (excepto cuando se vie ran empujadas adelante o « e l e v a d a s »
p o r aquellas que ya estuvieran por delante de ellas). (Para una expo-
s i c i ó n de este punto de vista, v é a s e Kroeber, [1948a].)
N o nos ocuparemos a q u í de los m é r i t o s relativos de las llamadas
t e o r í a s « e v o l u c i o n i s t a » e « h i s t ó r i c a » de las diferencias culturales.
pero la lengua no consiste en las actuaciones l i n g ü í s t i c a s . Consiste
en las percepciones, conceptos, recetas y habil idades mediant e las
• nales se construyen expresiones cpie los otros acepten como eoncoi
d á t i l e s co n sus nor ma s. Eso es lo que se ap re nde ; y lo que se ha
apiendido debe dist ingui rse claramente de su m a n i f e s t a c i ó n material' i i la p r o d u c c i ó n de productos, comportamiento p ú b l i c o (incluyendo
. 1 h a b l a ) y acontecimientos sociales.
A q u í , pues, reservaremos el t é r m i n o cul tur a para lo que se api en
de, para las cosas que se necesitan saber con objeto de cumplir la .
n o r m a s de los d e m á s . Y nos referiremos concretamente a las m a n ifestaciones mater iales de l o que se aprende como artefactos Cid-
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Ambas t e o r í a s estaban de acuerdo en que la cultur a, en uno u otr o
sentido del t é r m i n o , se aprende y constituye un cuerpo de tradicio-
nes dentro de cualquier sociedad. Sus modernos exponentes e s t á n
de acuerdo, a d e m á s , en que todas las culturas son muy complejas,incluso entre los pueblos cuyas t e c n o l o g í a s parecen muy simples pan
lo s niveles industriales occidentales. E s t á n t a m b i é n de acuerdo en
que esta complejidad es una consecuencia directa de la tremenda
potencialidad que propo rcio na cualquier lengua humana conocida
para objetivar y analizar la experiencia y para almacenar y recupe-
r a r i n f o r m a c i ó n . Sin lenguaje, la capacidad humana para mantener y
transmitir un cuerpo de tradiciones s e r í a m í n i m a . 1 6 Queda, no obs-
tante, cierto n ú m e r o de a m b i g ü e d a d e s , como la que i m p l i c a el hablar
de la cultura de una sociedad.
Cultura versus artefactos culturales
U n a d i f i c u l t a d importante radica en no haber sido capaces de
cargar con las consecuencias de que la cultura es algo que se aprende.
L o s a n t r o p ó l o g o s han discutido si la cultura incluye o no las cosas
que hacen los hombres, a las que normalmente se designa como
« c u l t u r a m a t e r i a l » , como herramientas, puentes, caminos, casas y
obras de arte. Pero los objetos materiales que crean los hombres
n o son en, y por sí mismos, cosas que los hombres aprendan. Gracias
a la experiencia con las cosas que han conseguido sus c o m p a ñ e r o s , los
hombres forman sus concepciones de ellas, aprenden a utilizarlas \
descubren c ó m o hacer las cosas i g u a l que ellos. Lo que aprenden
son las percepciones, los conceptos, las recetas y habilidades nece-
sarios: las cosas que necesitan saber con objeto de hacer cosas que
cumplan las normas de sus c o m p a ñ e r o s . El paralelismo con el len-
guaje resulta claro. Gracias a la experiencia de las actuaciones Ung ü í s t i c a s de las otras personas, los hombres aprenden una lengua;
16. Los estudios sobre monos muest ran que pueden desarrollar y t r a n s m i t í )
comport amiento s habituales rudimentarios , tales como lavar la comida antes de
comerla y coger termitas metiendo pajas en sus hormigueros y esperando a que
trepen por ellas. Pero é s t a es toda la complejidad que se encuentra en sus
tradiciones.
190
turóles.
L a importancia de la d i s t i n c i ó n aparece inmediatamente cuando
observamos algo como una m á s c a r a de A f r i c a occidental o un mano-
j o medicinal de los indios de las llanuras en un museo. Lo que
vemos no es lo que un i n d i o de las llanuras ve, ni nuestra r e a c c i ó n
es la mism a que la de un africano occidental. Como entidades mate-
riales, la m á s c a r a y el manojo medicinal no han cambiado, pero lo
que son a ojos de l espectador depende de su exper ienc ia: de las
cosas que haya apr endido. Así , vemos que las diferencias cul tura les
entre los hombres no consisten simplemente en las cosas que obser-
v a n , sino en las normas con arreglo a las cuales las observan. Sus
distintas formas les conducen a crear cosas formadas de manera cla-
ramente distinta; pero, una vez creadas, estas cosas —las m o n t a ñ a s ,
lo s lagos y los r í o s — son rasgos ambientales. C ó m o responden a ellas
lo s hombres y qué hacen con ellas indica c ó m o las conciben, qué
creen con respecto a ellas, c ó m o las valoran y c u á l e s son sus p r i n
cipios para utilizarlas.
L o s artefactos culturales no se l i m i t a n a los objetos mater iales queproducen los hombres. Pueden ser sociales e i d e o l ó g i c o s , así como
materiales. Cada nuevo estado de los Estados Uni dos es una c r e a c i ó n
humana confor mada a las normas culturales americanas sobre la
o r g a n i z a c i ó n de estados. De este modo, manifiesta import antes rasgos
de la cultura p o l í t i c a americana. Una vez creado se convierte en un
rasgo ambiental que debe tratar se como tal , como saben todos los
contribuyentes. Como sugiere este ejemplo, la d i f e r e n c i a c i ó n entre la
cultura y sus artefactos puede ser muchas veces artificiosa. Por
ejemplo, cuando hablamos de la « f o r m a de v i d a » , en un momento
dado puede que estemos hablando de las normas de hacer las cosas
y en el siguiente momento podemos estarnos refiriendo a los dispo-
sitivos f í s i c o s y sociales y la o r g a n i z a c i ó n de las actividades que
resultan cuando la gente aplica estas normas para llevar a la práctica
sus p r o p ó s i t o s . Debemos reconocer que cualquier artefacto c u l t u r a l ,una vez creado, puede convertirse en modelo para la c r e a c i ó n de
otros artefactos, s u m á n d o s e su idea a la masa de normas de la c u l
tura. Una e x p r e s i ó n sorprendente da lugar a un c l i c h é del lenguaje;
lo s primeros sonetos se convirtieron en el prototipo de una nueva
forma literaria^ y las e n s e ñ a n z a s de un profeta se convirtieron en
norma é t i c a . Existe, pues, una r e l a c i ó n de feedback entre una cultura
191
y sus artefactos que f á c i l m e n t e puede confundir la necesaria dlfereni i, 11 i < m entre ambas cosas .
El dilema de lo «compartido»-«aprendido»
C o n lo dicho anteriormente hemos expresado un punto de vistaque s i t ú a la cultura en la mente y el c o r a z ó n de los hombres. P o r su
puesto, no podemos ver dentro de las mentes y los corazones. Pe í o
todos nosotros les atribuimos cosas con objeto de hacer i n t e l i g ib l e
el comportamiento. Existen algunos c i e n t í f i c o s sociales y del compor-
tura, puesto que se ocupa de laspautas
ca í actei is l n as de |<>s g u ip o
debe reducirse a los f e n ó m e n o s situados en el nive l de abstiai < ion del
grupo. C ó m o los individuos se relacionan co n estas paulas \
funciona el proceso de l aprendizaje son problemas propios di la
p s i c o l o g í a y no de la a n t r o p o l o g í a .
Lo s que adoptan esta postura necesariamente dan por supin sto
c ó m o nosotros, los observadores y descriptores individuales de las
culturas, aprendemos a distinguir lo s ign i f i c a t i vo de lo no significa
t i vo en el compor tamie nto que observamos y c ó m o llegamos a com
prende r el signif icado de lo que describimos; pues incluso los beba
viol ist as material ist as má s estri ctos seleccionan lo que recogen y
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tamiento, incluyendo varios a n t r o p ó l o g o s , que prefier en no reconocer-
l o , por lo menos para fines c i e n t í f i c o s . Uno no puede simpatizar con
sus razones, pues si la cultura e s t á en los entendimientos de los hom-
bres y si la cultura es algo que comparten o que es c o m ú n a losmiembros de la sociedad, entonces, aparentemente, parece nece-
sario postular la existencia de un e s p í r i t u colectivo y ver la cultura
como algo consistente en lo que los s o c i ó l o g o s franceses han denomi-
nado « r e p r e s e n t a c i o n e s c o l e c t i v a s » ; o debemos asumir aparentemen-
te que los otro s pueden tener alguna clase de c o m u n i ó n mental m í s t i -
ca en la que nosotros, como observadores, somos incapaces de p a r t i -
cipar. Evidentemente, es equivocado atribuir por regla general a los
procesos mentales de los otros lo que indivi dualmen te ningun o de
nosotros ha sido capaz de descubrir en sí mismo.
U n a salida al proble ma, la adoptada por los material ist as cult ura-
les y del comportamiento, consiste en negar la referencia a los en-
tendimientos en la d e f i n i c i ó n y en la t e o r í a del lenguaje y de la c u l t u -
ra. La cul tur a se iguala con el comport amiento y no con las no rmas
que determinan el comportamiento. Consta de las cosas que vemos
hacer a las otras personas y de la pauta e s t a d í s t i c a de los aconte-
cimientos tal como los vemos producirse en una comunidad dada."
Desde este punto de vista, desde luego, las comunidades de abejas
y de hormigas pueden decirse que tienen cultura, pues existen pautasdiscernibles de comportamiento que caracterizan los acontecimientos
que se producen en su interior. Cualquier cosa que sea la responsable
de estas pautas, no obstante, parece transmitirse en gran medida me
diante la herencia b i o l ó g i c a y no mediante el aprendizaje. Por t anto,
nosotros no reconocemos como culturales estas pautas que se pro
ducen entre las abejas y las hormigas. Pero tan pronto como i n c l u i -
mos el aprendizaje como algo esencial en la d e f i n i c i ó n de la cultura,
nos enfrentamos otr a vez con la mente, a menos que reduzcamos
nuestra c o n c e p c i ó n del aprendizaje a los reflejos condicionados . Pues
los resultados del aprendizaje incluyen conceptos, creencias preferencias, principios y normas, cosas todas ellas que tradicionalmcnte
asociamos con la mente. Por tanto, puede ser tentador seguir a
aquellos a n t r o p ó l o g o s que dicen que el estudio c i e n t í f i c o de ía CU
17. E s t a c o n c e p c i ó n la ha desarrollado M a r v i n H a r r i s (1964) y proporciona
las bases.para su extenso comentario sobre la t e o r í a a n t r o p o l ó g i c a (1%K)
192
hacen suposiciones sobre los significados de las cosas en sus des
cripciones de los acontecimientos. D e s p u é s de todo, los problemas de
m é t o d o de las ciencias tienen que ver con el modo como los c i e n t í -
ficos se relacionan con la materia que estudian. Si la cultura seaprende, el problema del m é t o d o es el problema de c ó m o el c i e n t í f i c o
aprende las culturas con objeto de poder describirlas. La r e l a c i ó n del
i n d i v i d u o con la cultura es, pues, crucial para el m é t o d o y la t e o r í a
de la a n t r o p o l o g í a c u l t u r a l .
Esta ú l t i m a o b s e r v a c i ó n indica otra vía para escapar a postulados
de e s p í r i t u s de grupo y representaciones colectivas. Exige que eche-
mos una mirada c r í t i c a al punto de vista tradi cion al de la antropo-
l o g í a de que la cultura pertenece y caracteriza a la comunidad o socie-
dad como algo dis ti nto de los indi viduo s (siendo algo c o m ú n a, y com-
partido por, los miembros de la comunidad) y al mismo tiempo es
algo que se aprende. A pri mera vist a se tra ta de proposiciones incom-
patibles.
Las personas aprenden en cuanto individuos. Por tanto, si la c u l t u -
ra se aprende, su ú l t i m a l o c a l i z a c i ó n debe estar en los individuos
antes que en los grupos. Si aceptamos esto, entonces la t e o r í a c u l t u -
r a l debe explic ar en qu é sentido podemos hablar de la cult ura co mo
algo compartido o como propiedad de los grupos, y debe explicar
c u á l e s son los procesos mediante los cuales se produce tal « p a r t i -
c i p a c i ó n » . No basta con tratar el problema mediante la simple afi r-
m a c i ó n de que la « c u l t u r a c o m p a r t i d a » es una c o n s t r u c c i ó n a n a l í t i c a ,
como han hecho algunos a n t r o p ó l o g o s . Debemos continuar tratando
de explicar c ó m o esta c o n s t r u c c i ó n a n a l í t i c a m e n t e ú t i l se relaciona
co n los f e n ó m e n o s humanos, in cluyendo los procesos sociales y psico-
l ó g i c o s que caracterizan a los hombres agrupados. Con este objetivo
presente hemos tratado la r e l a c i ó n del lenguaje con la sociedad y
co n el i n d i v i d u o , pues la « l e n g u a c o m p a r t i d a » es t a m b i é n una cons-
t r u c c i ó n a n a l í t i c a . El punto de vista manifestado en el trata mient o deeste tema es el que seguiremos elaborando en r e l a c i ó n con la cultura.
El problema de la predicción
Antes de pasar a consider ar el contenido de la cul tur a, debemos
aclarar otro punto sobre el que existen frecuentes confusiones. Se
193
13. — E L C O N C E P T O DE C U L T U R A
trata de la función de la predicción en las ciencias c u l t ú r a l e \- I
comportamiento, y se plantea como problema a par t i r de la p í e n , u
l>.u ion por el comportamiento y los acontecimientos como al}*" di
t into de lo que la gente aprende, es decir, como distinto de las noi
mas de comportamiento y de interpretación de acontecimiento*,
Puesto'que la predicción juega un papel crucial en la v e r i l i i a i ion
de la concordancia de las formulaciones científicas, si se adopta I.»
forma de aproximación de los materialistas behavioristas de que la
cultura equivale al comportamiento, de ah í se deduce que la valide/
de una descripción cultural depende de su capacidad para pradal b
el comportamien to, para predecir lo que la gente verdaderamente
I I capitán, p a i a la defensa, valora Li s posibilidades ta l i o n i o él las
entiende y ordena unamaniobra defensiva adecuada. Apesar de ser
un experto, su éxito en la predicción está lejos de ser perfecto, inclu-
so dentro de la l imitada diversidad de posibilidades olcnsivas de
que dispone el otro equipo. Cada bando trata de dar la impresión
al otro bando de que regularmente hace determinado tipo de cosas
en ile terminadas condiciones, y habiendo conseguido que sus oponen-
t e s predigan según este esquema, procede a engañarlos haciendo algo
distinto. No se espera un juego estadísticamente poco habitual y con
grandes posibilidades deéxito, pero sinembargo noviola las normas
de los jugadores en lo que tiene de verdadero fútbol. Al aprender
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hará en unas circunstancias dadas. En la medida en que sea posible,
tal predicción es, por supuesto, una preocupación humana universal
Todo el mundo está comprometido en el juego depredecir lo que s u I
compañeros harán o no harán. Pero las personas que operan conlo que aparenta ser la misma cultura y que se conocen muybien
unas a otras siguen siendo incapaces depredecir el comportamiento
de los otros. Lacultu ra proporciona unconjunto de expectativas refe-
rentes a qu é clases de comportamientos sonadecuados en deternu
nadas situaciones. Pero sólo en situaciones altamente ritualizada ,
donde las opciones adecuadas son mínimas, es posible predecir el
comportamiento exacto. Además, la gente viola de buena gana las
expectativas que proporciona la cultura. Parece evidente, por tanto,
que la cultura no es en absoluto un instrumento para predecir el
comportamiento exacto, aunque un conjunto de normas de compoi
tamiento como el de la cultura ayude a hacer el comportamiento m i .
predecible de lo que lo sería en otro caso.
En este sentido, el ejemplo del lenguaje vuelve a ser pertinente
Ninguno de nosotros podría alegar que la descripción de una lenguapuede ser válida científicamente sólo en el caso de que prediga COR
exactitud lo que cualquier hablante de la lengua pueda decir en
realidad, incluyendo sus errores de la lengua, en respuesta i cualquier estímulo determinado. Como era evidente en nuestro trata
miento del lenguaje, existen otras cosas a predecir. Una descripi lóncientíficamente válida de una lengua es aquella que nos permitípredecir si una expresión lingüística determinada será o no aceptada
por los hablantes de la lengua como conforme a sus normal dihablar.18 De forma similar, adoptamos la postura de que una dest rip
ción válida de una cultura como algo aprendido es la que prediosi unaacción particular será o noaceptada por aquellos queconoi anla cultura como conforme a sus normas de conducta. Tal predii I lónes muy dist inta de la predicción del concreto comportamiento 0JII
de hecho tendrá lugar.
A manera de ejemplo, piénsese en el fútbol americano. L o s «pie
participan activamente en el juego desean predecir tan exai tamenttcomo sea posible qué es lo que sus contrarios harán encada jugada
18. L a reseña de Chomsky (1959) es especialmente eficaz, como roclia/o <l.
la estricta postura behaviorisra.
194
a jugar al fútbol, primero hay que aprender las normas del juego,
que establecen los límites dentro de los cuales es aceptable el com-
portamiento y má s allá de loscuales no lo es. También hay quedesa-
rrollar ciertas habilidades físicas para correr, pasar, coger, bloquear
y entrar. Por último, se aprenden los juegos ofensivos, que abarcan
un conjunto de fórmulas o recetas normales para ganar terreno
hacia los tantos, y hay que aprender los juegos defensivos para evi-
tarlo. Los preparadores pueden planear tantas nuevas formas y ju -
gadas como gusten, mientras se mantengan dentro de las reglas del
juego. Unapersona que conozca las reglas puede predecir congran
exactitud si una determinada jugada o acción será juzgada como
que las viola, pero este conocimiento no le capacita para predecir
qu é juego concreto se utilizará en una concreta situación. Unades-
cripción válida del fútbol es una relación de lo que se necesita saber
para jugarlo de forma aceptable y para seguir el juego compren-
diéndolo; nobusca predecir cómo laspersonas ejercerán sus opciones
dentro de las normas en todas las situaciones concebibles. Los pre-
paradores, expertos en el juego, desearían poder hacerlo. Ven pelícu-las de sus contrarios en partidos anteriores conobjeto de descubrir
el modelo de posibilidades que caracteriza su estilo de juego dentro
de las normas. Pero cualquiera que presencie por primera vez un
partido de fútbol no se interesa por tales sutilezas. Quiere saber lo
necesario para seguir el juego comprendiéndolo.
Existen, pues, dos órdenes de fenómenos hacia los que orienta la
predicción delcomportamiento humano. Uno pertenece al verdadero
comportamiento y el otro a las normas de comportamiento. Un sis-
tema de normas de comportamiento —una cultura— constituye una
ayuda impo rtante para hacer predicci ones sobre elverdadero compor-
tamiento, pero no es del mismo orden que el compor' amiento que
ayuda a predecir. Lacultura ayuda a la gente a predecir que deter-
minadas clases de comportamientos y de acontecimientos son alta-
mente improbables, constituyendo una violación de las normas; y
permite que la gente estreche el campo de variaciones probables a
unas pocas alternativas. Noobstante, dentro de la red de expectati
vas así conseguida, la predicción del comportamiento y de los aconte-
cimientos reales consiste on una exposición probabilística basada
en los porcentajes observados en una muestra de acontecimientos
pasados relativos a dos clases de cosas: lo que verdaderamente ocu-
195
r r l ó y si lo que o c u r r i ó se m a n t e n í a dentro de las normas o las vio-I n h a . Algunas personas e n g a ñ a n con má s frecuencia que o l í a . , pm
ejemplo. Para los que ya conocen las normas, las reglas del |u<
é s t a es la clase de p r e d i c c i ó n que tiene i n t e r é s .
E l otro orden de f e n ó m e n o s a que pertenece la p r e d i c c i ó n ton.
que ver con lo que, de entre las cosas que pueden ocurrir, s e r í a
aceptable s e g ú n las normas de comportamiento de las personas. La
p r e d i c c i ó n no se orienta a q u í hacia qué o c u r r i r á o c u á l e s son las ñor
mas. Especifica c u á l e s son las clases de unidades sociales, materiales
y de comportamiento implicadas en los acontecimientos y c u á l e s son
L a d i s t i n c i ó n que trazamos entre é m i c a y é t i c a en r e l a c i ó n conel lenguaje es a q u í completamente aplicable. La o b s e r v a c i ó n debe ser
complementada con alguna clase de respuesta colabora dora poi p.u le
de aquellos que ya conocen el juego (incluso si s ó l o es de apmba< mu
y d e s a p r o b a c i ó n con movi mien tos de la cabeza). Una vez sabemos lo
que es s ign i f i c a t i vo y c u á l e s son las reglas o normas que lo detei
minan, entonces sabemos c u á l e s son las unidades que debemos tener
en cuenta para una e s t a d í s t i c a de los aconteci mientos. Podremos
contar los first down, penalties, off-side, etc., pero primer o tendremos
que saber lo que es un first down, un penalty, etc. En las ciencias
sociales contamos toda clase de cosas como votos, ventas de dolara
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maneras adecuadamente
combinadas. En resumen, es una e x p o s i c i ó n de definiciones y de
normas. Des crib ir una lengua o una cult ura consiste en hacer una
e x p o s i c i ó n predicativa de esta ú l t i m a clase. Tant o el lenguaje como
la cultura, pues, pertenecen al mis mo orden de f e n ó m e n o s , siendo
el lenguaje, desde luego, una parte de la cult ura, como ha observado
Sapir (1929).19
Cultura y unidades de comportamiento
E n las ciencias que no se ocupan del comportamiento de los orga
nismos vivos , el observador toma nota tan detalladamente c o m o le
es posible de lo que cree ver. Abstrae las pautas de una muestra de
tales recolecciones, formula h i p ó t e s i s sobre la i n t e r r e l a c i ó n de los
distintos f e n ó m e n o s comprendidos en estas recolecciones y, a partir
de las h i p ó t e s i s , predice qué o c u r r i r á en u n a s condiciones concretas.
Espera a que se produzcan las condiciones o trat a de crearlas a r t i f i -cialmente e n el laboratorio. Si su p r e d i c c i ó n se cumple, considera
que sus construcciones e h i p ó t e s i s se han verific ado. Hay veces en
que se pone en c u e s t i ó n la a d e c u a c i ó n de las unidades de observa
c i ó n , como cuando no son lo bastante deprimidas. Pero en las ciencias
de l compo rta mien to, especialmente en las que se ocupan del com
portamiento humano, la a d e c u a c i ó n de las unidades es un as unto
de crucial importancia. S u p ó n g a s e que usted es el prove rbia l hom
bre de Marte naciendo un estudio sobre el f ú t b o l americano. Observa
varios partidos y toma nota detallada de todo lo que cree que esta
ocurriendo. Analiza todas las pautas e s t a d í s t i c a s que cree e n c o m i o
en sus anotaciones, pero nunca pide a nadie que le explique el
juego. No sabe c u á l es su objeto, c u á l e s son las distintas posiciones
d el equipo y qué c o s a s carecen de importancia, c o m o una pelea a
p u ñ e t a z o s que se haya desarrol lado entre dos jugadores. Usted deacube toda clases de actividades, pero no el partido de f ú t b o l .
19. L a i n c l u s i ó n de la lengua dentro de la c u l t u r a no se acepta debido a la
considerable a u t o n o m í a que exhiben las lenguas —por lo menos en los sistemasf o n o l ó g i c o s , m o r f o l ó g i c o s y s i n t á c t i c o s — con respecto a las otras partes de la
c u l t u r a . Los sistemas de etiqueta, las creencias religiosas, la t e c n o l o g í a y la
o r g a n i z a c i ó n familiar presentan todos ellos sim ilar es grados de a u t o n o m í a , por
no decir ciada de los j uegos.
196
y ocupaciones; pero todas estas cosas son unidades significativas
en el complicado juego de v i v i r . No podemos contarlas si no las reco
nocemos; y antes de poder reconocerlas tenemos que saber las reglas
y las normas del juego. Para hacer afirmaciones que predigan elcomportamiento, primero necesitamos saber de q u é . c u l t u r a es ma
n i f e s t a c i ó n dicho comportamiento.
E L CONT E NI DO DE LA C U L T U R A
Esperamos que el conteni do de la cultur a presente un claro pa
ralelo con el contenido del lenguaje, siendo un lenguaje en sí mismo
una clase de sistema c u l t u r a l . Vimos c ó m o los estudiosos del len
guaje se han concentrado sobre las formas del habla ( f o n o l o g í a y
m o r f o l o g í a ) y sobre los princi pios que los ordenan en actuacionesl i n g ü í s t i c a s intel igibl es (sin taxi s). Han dedicado much a menos aten
c i ó n al contenido de los sistemas s e m á n t i c o y s i m b ó l i c o . Esta con
c e n t r a c i ó n ha sido una consecuencia de tomar el compo rta mien to
p o r el objeto de estudio. Tal é n f a s i s hace natu ral centrarse sobre
l a m o r f o l o g í a y la sintaxis del comportamiento l i n g ü í s t i c o y no en la
m o r f o l o g í a y el orden cognoscitivo de los f e n ó m e n o s no-de-comporta
mien to asociados. Pero al conside rar el contenido de la cul tur a,
debemos tener en cuenta todo el abanico de f e n ó m e n o s —tanto del
comportamiento como no del compor tamie nto— que form an parte de
la experiencia humana y que son objeto de aprendizaje. Con toda se
guridad, existen otras clases de comportamiento distintos del l i n -
g ü í s t i c o que t a m b i é n tienen m o r f o l o g í a , sintaxis y significado, como'
e s t á n demostrando los a n t r o p ó l o g o s , 2 0 pero en una perspectiva más
amplia que nosotros debemos adoptar, descubriremos que la culturacontiene otros rasgos, a d e m á s de los observados en el lenguaje.
Viendo la cultura como un producto del aprendizaje humano, una
20. Por ejempl o, v é a s e Birdwhistell (1953, 1970), M. Goodenough (1965), H a l l
(1959), Keesing (1970a) y Metzger y Williams (1963). V é a s e t a m b i é n T u r n e
(1967. 1969).
197
v i / , r e s u m í su contenido como sigue (Goodenough, 1963, pags259):
1. Las formas en que la gente ha organizado sus experiencias
de l mundo real de tal manera que tenga una estruc tura como
mundo f e n o m é n i c o de formas, es decir, sus percepciones y con-
ceptos.
2. Las formas en que la gente ha organizado sus experienciasde l mundo f e n o m é n i c o de tal forma que tenga estructura como
u n sistema de relaciones de causa efecto, es decir, las proposicio-
nes y creencias mediante las cuales explican los acontecimientos
Las combinaciones de estas c a t e g o r í a s —de esta forma i o n estecolor, por ejemplo— definen otras c a t e g o r í a s de nuestro c a t á l o g o d<
formas, tales como harina de avena, barcos y rosas. T a m b i é n c a l igo i izamos los sistemas en que las cosas que distinguimos parecenestar mutu ament e dispuestas, y los sistemas en que pueden l i a n ,formars e cuando cambi an sus mutuas disposiciones.
Tales c a t e g o r í a s distintas de los f e n ó m e n o s y de los procesos son
formas conceptuales o ideales. Se distinguen como formas por todo
lo que nos permi te dist ing uir nuestra experiencia de una a otra, es
decir, por un conjunto de rasgos distintivos. Ya hemos visto esto en
r e l a c i ó n con el lenguaje, cuyos rasgos distintivo s son las variable,
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y planean t á c t i c a s para llevar a cabo sus p r o p ó s i t o s .3. La forma en que la gente ha organizado sus experiencias
de l mundo f e n o m é n i c o para estructurar sus diversas disposiciones
en j e r a r q u í a s de preferencias, es decir, sus sistemas de valores
o de sentimientos. Estos proporcionan los principios para selec-cionar y establecer p r o p ó s i t o s y para mantenerse conscientemente
orientado en un mundo f e nomé ni c o cambiante.
4. La forma en que la gente ha organizado sus experiencias de
lo s pasados esfuerzos de realizar p r o p ó s i t o s repetidos en proce-
deres operativos para realizar sus p r o p ó s i t o s en el futuro, es
decir, el conjunto de «pr i nc i p i os g ra ma t i c a l e s» de la a c c i ón y una
serie de recetas para realizar fines concretos. Incluyen los proce-
deres operativos para tratar con las personas así como para tratar
co n las cosas materiales. La cultura, pues, consta de normas para
decidir lo que es, normas para decidi r lo que puede ser, normas
para decidir lo que no siente, normas para decid ir qué hacer y
normas para decidir c ó m o hacerlo.
E l anterior resumen sirve ú n i c a m e n t e como punto de partida. No
menciona el lenguaje ni las reglas y las obligaci ones sociales. Nada
dice de las costumbr es e instituc iones. Pero el é n f a s i s puesto sobre
las normas nos s e ñ a l a la d i r e c c i ó n que deseamos seguir. Procedere-
mos, pues, a considerar estos asuntos con má s detalle en los siguien-
tes apartados: formas, proposi ciones, creencias, valores , reglas y va
lores p ú b l i c o s , recetas, rutinas y costumbres, sistemas de costumbres,
y significado y f u n c i ó n .
Formas
Nadie puede tratar cada experiencia sensorial m o m e n t á n e a como
si fuera ú n i c a , pues en ese caso la experiencia pasada no s e r í a de
ninguna u t i l i d a d para tratar con el presente. Por necesidad, las peísonas tratan las experiencias presentes como antiguas, distinguiendo
entre ellas en la medida en que encuentren ú t i l e s tales distinciones.
L a for ma humana de aproximarse a la experiencia es c a t e g ó r i c a .Por tanto, para la o r g a n i z a c i ó n de la experiencia de cada i n d i -
viduo es fundamental un c a t á l o g o de formas o c a t e g o r í a s formales
que ha aprendid o a dis tin gui r directament e con sus sentidos. Exist en
c a t e g o r í a s de color, c a t e g o r í a s de forma, c a t e g o r í a s de g u s t o , e t c é t e r a
198
perceptibles por las que una forma l i n g ü í s t i c a se distingue como
t a l de otra. Es más di f í c i l encont rar ejemplos procedentes de otros
aspectos de la cul tur a porque los esfuerzos por lograr descripciones
é m i c a s de las formas culturales aún son en gran medida explora-torios. 21
U n a c u e s t i ó n importante se refiere a la medida en que la selec-
c i ó n de rasgos distintos e s t á determinada por propiedades b i o l ó g i c a -mente construidas de nuestro equipamiento sensorial en contrapo-
s i c i ó n a la medida en que tal s e l e c c i ó n es fruto del azar. El mundo
real parece estar lleno de toda clase de discontinuidades que nada
tienen que ver con nuestra r e l a c i ó n sensorial con ellas. Nuestro equi-
pamiento sensorial t a m b i é n tiene discontinuidades, de forma que, en
el mejor de los casos, s ó l o puede servir de f i l t r o . Debemos suponer,
p o r tanto, que existen algunas clases de distinciones que los hombres
hacen casi inevitablemente, que perciben como contrastes llamativos,
mientras que otras distinciones s ó l o pueden hacerse con d i f i c u l t a d o
no pueden hacerse en absoluto. Entre ambos extremos existen mu-
chas distinciones que los hombres pueden hacer f á c i l m e n t e , pero
que no se m o l e s t a r í a n en hacer si no hubiera una r a z ó n para pres-
tarles a t e n c i ó n o para desarrol lar la habilidad de hacerlas.
Resulta in str uct ivo lo que aprendemos sobre las c a t e g o r í a s del
color. Parece que todos l os hombres, al margen de las diferenc ias
culturales, se inclinan a hacer determinadas distinciones « b á s i c a s »de colo r, tengan o no palabras en sus lenguas que reflej en estasdistinciones. Con el vocabulario del color, a d e m á s , existe un deter-
minado orden de e l a b o r a c i ó n de las distinciones para las que existen
distintos nombres ( B e r l í n y Kay, 1969). La d i s t i n c i ó n b á s i c a es e n t r a
blanco y negro (u oscuridad y luz); a c o n t i n u a c i ó n se a ñ a d e el r o j o ,
luego el verde y el amarillo (no importa su orden), luego el azul,
seguido del m a r r ó n , y por ú l t i m o (en cualquier orden) p ú r p u r a , rosa,
naranja y gris. A d e m á s , si el rojo (o cualquier otro color) es la Únit lc a t e g o r í a verbal aparte del blanco y el n e g r o , de el punto focal da
referenci a para lo que verdaderamente es má s rojo en la tabla de
colores permanece muy constante a t r a v é s de las distintas culturas
21. E l t é r m i n o "etnocien cia" se usa frecuentemente con referenc ia a este
trabajo exploratorio. E l lector interesado debe remitirse a Romny y D'Aiuliadc
(1964), T y l e r (1969), B e r l í n y Ka y (1969) y Wither spoon (1971).
V lenguas. lista constancia m u l t i c u l t u r a l del punto local se da l.mibien para otros t é r m i n o s de los colores. Lo que v a r í a es el | In
de variaciones del punto foca l que abarca el t é r m i n o que designa a
u n color.
Como t a m b i é n muestra el estudio de las c a t e g o r í a s del c o l o i , la
gente no representa en el vocabu lario de su lengua todas las di sc r i -
minaciones que puede hacer o que de hecho hace. Existen muchajcosas familiares en el medio ambiente de cada uno de nosotros,
p o r ejemplo, las cosas que reconocemos inmediatamente al encon-
trarlas y, en algunos casos, a las que asociamos d ist int os sentimien-
tos, pero para las cuales no tenemos nombres. Las flores silvestres
m i s m o vocabulario. I'or l a n í o , la d e f i n i c i ó n di- estas formas puede
d e i i v a i s e de o l í a s lormas que en un sentido l óg i co o s i s t e m á t i c o
so n má s fundamentales o p r i m i t i v a s . Pero a lgunas formas r e p r e s e n
l a d a s en el vocabulario no pueden definirse de esta manera. L os
rasgos distintivos mediante los cuales se dist inguen solamente pueden
indicarse mediante d e m o s t r a c i ó n . Una vez han sido definidas estas
lormas primitivas mediante ejemplos, las otras formas pueden defl
nirse en t é r m i n o s de diversas combinaciones de formas p r i m i t i v a s ,
como se representan en la m a n i p u l a c i ó n verbal. Una d e s c r i p c i ó n s i s
t e m á t i c a de una cultura d e b e r í a empezar adecuadamente por estas
formas primitivas y luego utili zarl as como puntos de referencia para
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constituyen un ejemplo evidente de cosas que para la mayor parte
de los americanos urbanos carecen de nombres e s p e c í f i c o s y, aunque
reconozcan diferencias entre ellas, tienen que amontonarlas bajo la
extensa etiqueta de « f l o r e s » . Refinamos nuestras c a t e g o r í a s de nom-
bres de lo que perci bimos en la medida en que sirve a nuest ros
intereses. Igualmente sucede con las personas. Aprendemos los nom-
bres propios de las personas que son importa ntes y los rec ordamos
mientras esas personas c o n t i n ú a n siendo important es para nosotros
de alguna fo rma. A otras no las catalogamos p or separado e i n d i v i -
dualmente; las amontonamos en clases má s amplias de etiquetas
é t n i c a s , regionales, nacionales y raciales.
U n a lengua, pues, proporciona un conjunto de formas que consti-
tuyen un c ó d i g o para las otras formas cultura les. Al represent ar el
mismo n ú m e r o de formas que somos capaces de distinguir mediante
u n n ú m e r o de palabras más l i m i t a d o de nuestra lengua, reducimos
las formas percibidas de nuestra experiencia a un conjunto más
amplio de c a t e g o r í a s codificadas (como percibi mos más colores de
lo s nombre s que tenemos para nombr arlo s). Las palabras y las
frases almacenadas que utili zamos denotan mu cho menos que el
abanico total de formas que podemos dist ing uir y hasta hablar de
ellas; pero las c a t e g o r í a s formales que designan sirven como puntos
f i j os de referencia en el c a t á l o g o de formas con las que noso tros
operamos.
E l repetido uso de estas palabras nos permite aproximarnos a un
consensus con respecto al abanico de formas que pueden denotar . Tal
es el caso de las formas que hemos llegado a dist ing uir en el C U r S O
de nuestra experiencia i n d i v i d u a l , pero sobre las que no estamos
preparado s pa ra hablar, y que tienden a permanecer como entidades
privadas, mundos subjetivos, que en algunos casos pueden ser muy
importantes en nuestras vidas emocionales, como revela el a n á l i s i s psi
q u i á t r i c o , pero que tenemos gran d i f i c u l t a d en objetivar ante nosotrosm i pm os. 22
Muchas de las formas que e s t á n codificadas en el vocabulario de
la lengua pueden describirse o definirse mediante otras palabras de l
22. L a exper ienci a de la primera infanc ia juega un importante n-l en psu <»
terapia, presumiblemente porque data de una é p o c a en que el a p r e n d í / . u < - d< la
lengua t o d a v í a es incompleto y la gente aú n no puede objetiva i < i r cx|>ciicn
cias ante sí mi sma y, por tanto, tratarla s de forma racional
200
describir las formas más complejas derivadas de las distintas com-
binaciones. Esta a p r o x i m a c i ó n es la que tienen presente los antro-
p ó l o g o s cuando hablan de describir una cultura «en sus propios t é r -
m i n o s » y en los de la e t n o g r a f í a é m i c a .
N o obstante, la l ó g i c a de la d e s c r i p c i ó n , no recapitula la onto-
genia del aprendizaje. Una g r a m á t i c a descriptiva de una lengua, por
ejemplo, que desarrolle paso a paso su r e l a c i ó n de forma tan l ó g i c a
como sea posible, no presenta los pasos mediante los cuales la
gente que aprende la lengua en la infancia llega a una c o m p r e n s i ó n
de su g r a m á t i c a . Normal mente aprendemos las formas cult urales
de manera gradual, a t r a v é s de una serie de sucesivas fases y r e f i -
namientos de la c o m p r e n s i ó n , observando c ó m o responde la gente
selectivamente, tanto verbal como no verbalmente. El vocabulario
de su lengua, desde luego, proporciona una lista confeccionada de las
distintas respuestas. Es impre sci ndib le aprender la lengua —es decir,
aprender a u t i l i z a r su vocab ulari o de forma aceptable— para apren-
der las formas culturales que su vocabulario codifica. Por esta r a z ó n ,l o s a n t r o p ó l o g o s ponen el é n f a s i s en la import ancia de aprender la
lengua l o c a l en los estudios e t n o g r á f i c o s . Por supuesto, aprender
la lengua no es el ú n i c o medio para aprender las formas culturales.
T a m b i é n es esencial la a t e n c i ó n al comportamiento no verbal. Pero,
dada la import anc ia del lenguaje para aprender las formas de una
cultura, la s e m á n t i c a descriptiva e s t á jugando un papel cada vez
m á s importante en la d e s c r i p c i ó n c u l t u r a l . 23
L os estudios de s e m á n t i c a revelan que las formas culturales de-
signadas por las palabras tienen una o r g a n i z a c i ó n s i s t e m á t i c a en v i r -
t u d de los sistemas en que se contrastan unas con otras. Cuando
hablamos de r o j o , azul y m a r r ó n , por ejemplo, nos referimos a cate-
g o r í a s perceptivas que se mantienen en inmediato contraste unas
c o n otras. Junto con todas las d e m á s c a t e g o r í a s que t a m b i é n se man-
tienen en inmedi ato contraste con ellas, constituyen un dominio se-mántico, en este caso el domin io designado por la palabr a color. Las
c a t e g o r í a s perceptivas representadas por las palabras dulce y agrio
contrastan con todas las d e m á s del dominio que denominamos gusto,
23 . Una buena s e l e c c i ó n de lecturas sobre los progreso s en esta zona | |
proporciona T y l e r (1969). V é a s e t a m b i é n B u r l i n g (1970), Hammcl (1965) y B u c h l c i
y Selby (1968).
201
pero no contrasta n dir ectamente con rojo y azul. En respuesta a la
pregunta « ¿ E s r o j o ? » , no se responde «No , es a g r i o » . Pero los dos
dominios que designamos como color y gusto contrastan dire< lamente
en un n i v e l más general como c a t e g o r í a s má s amplias de mus ti a expc
rienda sensorial. Las formas conceptuales representadas por patín-
y tío pertenecen, de manera similar, al domin io de las relaciones
de parentesco. No presentan un contraste direc to con las c a t e g o r í a s
representadas por amigo y enemigo, pero se subsumen con estas d l t l
mas en un n i v e l más alto como partes del domin io má s extenso de ¡ai
relaciones sociales. Como muestran estos ejemplos, algunos domlnios se designan mediante t é r m i n o s de cobertura e s p e c í f i c o s , comocolor y gusto, mientras que otros no. No tenemos palabra en i n g l é s
t e s » b i o l ó g i c a s y p s i c o l ó g i c a s que caracterizan al boi nbie en i uai i lu
especie.
L a c o d i f i c a c i ó n de las relaciones, así como de las formas en el
lenguaje, nos permite utilizar el lenguaje pa ra expresar , y poi l a n í o
para objetivar ante nosotros mismos, las relaciones que distinguimos
entre las formas. En otras palabras, nos permite exponer proposicio
ne s como A es una especie de B, X toca a Z, etc. Unas p r o p o s ñ iones
se basan en nues tra exper ienci a de las relaciones , y otras no, pefO
la capacidad de form ula r proposiciones nos perm ite razonar median
te a n a l o g í a s . Al sustituir una c a t e g o r í a codificada por otra, en di .
tintas proposiciones, podemos imaginar nuevas disposiciones de loi
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para aquel del que son constituyentes inmediatos las c a t e g o r í a s
enemigos y amigo. Las formas s e m á n t i c a s y afines de a n á l i s i s nos
permiten d i v i d i r las palabras que usa la gente y las formas cult ural es
que designan s e g ú n sus respectivos domin ios y subdomi nios. De
esta manera se ponen de manifiesto las j e r a r q u í a s de contrastes en
que se ordenan. Estas j e r a r q u í a s se parecen a las j e r a r q u í a s t a x o n ó -
micas de la b i o l o g í a , que son en sí mismas ejempl os autoconsciente-
mente creados del tipo de orden formal sobre el que hemos estado
hablando. Esta clase de orden parece estar presente en el contenido
formal de todas las culturas.
Tales ó r d e n e s j e r á r q u i c o s o t a x o n ó m i c o s van en parte e x p l í c i t o s y
en parte i m p l í c i t o s en las pautas de contraste ent re las formas para
las que hay palabras y expresiones. Tal o r d e n a c i ó n de las formas
culturales no siempre va ni siquiera i m p l í c i t a en las pautas de con
traste que descubre el a n á l i s i s s e m á n t i c o del comportamiento verbal,
pero aparece revelada por un a n á l i s i s similar del comportam iento no
verbal ( B e r l í n , Breedlove y Raven, 1968).
E l a n á l i s i s s e m á n t i c o revela otras pautas de o r g a n i z a c i ó n a d e m á s
de las j e r á r q u i c a s . Se tratan en los trabajos ya mencionados en la
nota 23 y no necesitamos detenernos má s en ellas.
Proposiciones
N o s ó l o distinguimos las formas, sino que distinguimos diversal
relaciones entre las formas: relaciones espaciales, relaciones temporales, relaciones s e m á n t i c a s y s i m b ó l i c a s , relaciones de i n c l u s i ó n , < \
c l u s i ó n , y subsidiariamente relaciones instrumentales, e t c é t e r a . Abo
ra no nos preocupan las controversias sobre la medida de la capacidad
individual para pe rci bir relaciones mediante los tests de inteligent laL o que nos interesa es el uso de las formas del lenguaje para desig
nar las distintas c a t e g o r í a s de relaciones que la gente aprende a
discernir. Las clases de relaciones designadas parecen ser llamativa
mente similar es de una lengua a otra, a pesar del distinto léxico 0
dispositivos gramaticales empleados. Esta s i m i l i t u d es una cuestimp or tante en lo que se refie re a nuestra capacidad para tra din u d<
una lengua a otra. Esto sugiere muchas cosas acerca de las « c o n s t a n
202
mas por a n a l o g í a con las antiguas, disposiciones que en absoluto
hemos experimentado directamente, como cuando pasamos de la
experiencia con flores p ú r p u r a s y sombreros p ú r p u r a s a imaginai
la experiencia de vacas p ú r p u r a s . De este modo llegamos a concebirnuevas formas q ue no hemos perci bido , sino que hemos c onstr uido
mediante la m a n i p u l a c i ó n de formas ya codificadas. Estas formas
construidas o construcciones mentales puede que resulten tener
alguna cont rapa rti da en la experiencia poster ior —de hecho pueden
i n f l u i r la experiencia pos terior— o bien, como los fantasmas y el
é t e r de la f í s i c a del siglo diecinueve, pueden seguir siendo cosas cuya
existencia postulamos , per o que nunca observamos direct amente .
D e l mismo modo, tal m a n i p u l a c i ó n de las proposiciones nos per
mite anticipar el futuro, es decir, describir acontecimientos que toda
v ía no han oc urri do y que pertenecen a la f a n t a s í a . No podemos f o r -
mular p r o p ó s i t o s y metas má s que en la medida en que an ticipa mos
el futuro, y podemos anti cip ar mucho, excepto en la medid a en que
somos capaces de imaginar las cosas. El proceso de c o d i f i c a c i ó n l i n -
g ü í s t i c a y m a n i p u l a c i ó n verbal que nos capacita para definir pro
p ó s i t o s complicados y de largo alcance t a m b i é n nos conduce a llenar
nuestro mundo con productos de nuestras i m a g i n a c i ó n . Este poder,
que pro por cion a el lenguaje como codifi cador objeti vo de la expe
riencia y al mismo tiempo como c á l c u l o para manejarlo imaginativa
mente, es el principal factor responsable de la comp leji dad de las
culturas humanas y de la creciente complejidad y poder del conoci
miento humano, el f e n ó m e n o que tanto i n t r i g ó a los t e ó r i c o s de la
e v o l u c i ó n cultural del siglo xix . Como ha demost rado la ciencia-fic
c i ó n , lo que imaginamos hoy suele realizarse m a ñ a n a .
L a capacidad del hombre para imagi nar —y a t r a v é s de la imagi
n a c i ó n , conjurar el futuro y hacer planes sobre é l— da lugar a la
necesidad de valora r lo que se imagina con respecto a la pro bab ili dad
o pos ibi lid ad de que se realice. Tal v a l o r a c i ó n adopta dos formas,
l i n a valora el proceso del razonamiento —la l ó g i c a — mediante el
cual se han traza do las deducciones ima ginadas. E l ot ro valora la
coherencia de la d e d u c c i ó n con la experiencia anterior. Todas las
personas hacen ambos tipos de v a l o r a c i ó n , a despecho de las d iff l
rencias personales en cuanto a la facilidad con que las hagan. La
periencia de los a n t r o p ó l o g o s no conduce a otra c o n c l u s i ó n . Por tanto,
todos los pueblos tienen normas de l ó g i c a de a l g ú n tipo (tanto si las
hacen o no objeto de la a t e n c i ó n consciente) y t a m b i é n tienen ROI
n i . r . e m p í r i c a s para la v a l o r a c i ó n de la validez de las proposu i o n e s
N o se ha investigado la medida en que estas normas difieren 1 11
las distintas culturas. Los a n t r o p ó l o g o s que han aprendido la lengua
l oca l hasta u t i l i z a r l a con f ac i l i dad y que han descubierto las proposiciones que son localmente aceptadas como a x i o m á t i c a s , informan
que la manera en que razonan otros pueblos y los puntos en que
se enzarzan discusiones les parecen razonables. C o n s i d é r e s e , por
ejemplo, el siguiente comentario de un marino micronesio, d e f e n d í , n
d o su creencia de que el sol gira alrededor de la tierra (Girschnei,
1913 , pág. 173).
p in an a la aparente c o n t r a d i c c i ó n . Por ejemplo , si alguien nos cuentaalgo contr ari o a nuestras creencias, suponemos que e s t á mintiendo
<- mal informado. Cuando nosotros hemos experimentado algo que
110 encaja con nuestras creencias, podemos suponer q ue fue una
di i ion. Un supuesto normal es que las proposiciones contradn lorias
pertenezcan a di stin tos dominios de la realidad y, por tanto, no
.n i mutuamente contradictor ias. Así, muchas personas de T r u k han
dc i i d ido que existen dos clases de enfermedades, un tipo general p a t a
el que la medicina occidental es efectiva y un tipo l o c a l del p a í s
de T r u k que exige recurrir a la medicina t r u k tradicional.
Cuanto má s segrega la gente sus experiencias en dominios inde-
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Me doy perfecta cuenta de que los extranjeros sostienen que
la tierra se mueve y el sol permanece quieto, como alguien nosha dicho; pero esto no podemos creerlo, pues ¿ c ó m o p o d r í a suce-
der entonces que por la m a ñ a n a y por la tarde el sol queme conmenos calor que durante el d í a ? Tiene que ser porque el sol seha enfriado cuando emerge del agua y hacia el atardecer cuando
t a m b i é n se acerca al agua. Y a d e m á s , ¿ c ó m o s e r í a posible que elso l estuviera quieto cuando incluso nosotros podemos observar
que en el curso del año cambio de pos i c ión con r e l ac ión a lasestrellas?
Creencias
Las anteriores consideraciones nos llevan de las proposiciones a
las creencias, es decir, a las proposiciones que se aceptan como cier-
tas. No obstante, tal a c e p t a c i ó n , no se basa tan s ó l o en la l óg i ca y
en las consideraciones e m p í r i c a s . El hecho de que la gente sostengalo que nosotros consideramos una creencia extravagante por r a z ó n e l
que nosotros encontramos e m p í r i c a y l ó g i c a m e n t e inaceptables no
significa que en consecuencia ellos sean « p r e l ó g i c o s » o « i n f a n t i l e s » de
mentalidad. Aceptar una p r o p o s i c i ó n como cierta consiste simple
mente en valorarla de una forma. Puede valorarse por razones empi
ricas o l ó g i c a s , o bien puede valorarse por una diversidad de ra/<>
nes sociales y emocionales. Así, una creencia puede ser sostenida 1
pesar de la evidencia e m p í r i c a contraria por razones que no tienennada que ver con su u t i l i d a d para predeci r. No necesitamos ir más
lejos del c í r c u l o de nuestra propia f a m i l i a y amigos para demos
trarlo.
Incluso la coherencia l ó g i c a y e m p í r i c a tiene su lado emocional,
como si alguna clase de « i m p u l s o » irracional impeliera a los hombies
a buscar la coherencia. Pues, cuando la experiencia conduce a acept a r como p r o p o s i c i ó n verdadera lo que parece incoherente t o n l«>
que ya c r e í a , se sienten molestos. Cualquiera que sean las razones p a i .1
e l l o , la gente parece impulsada a inte ntar resolver de alguna manera
la disonancia cognoscitiva resultante, como la denominan los psicoa
nalistas (Festinger, 1957). B á s i c a m e n t e , la t é c n i c a de r e s o l u c i ó n con-
siste en postular una p r o p o s i c i ó n adicional que, si es verdadera. • \
204
pendientes, mayor es el n ú m e r o de estrategias para la a c c i ó n que
puede desarrollar. Cuanto más amplio es el abanico de situaciones
a que parece aplicable una estrategia, más f ác i l e s resultan de afron-
ta r los problemas dia rios . Resulta muy atracti vo un postulado queune dominios de la experiencia en otro caso separados, haciendo
posible comprenderlos todos en los mismos t é r m i n o s . La c o n s t r u c c i ó n
de la t e o r í a c i e n t í f i c a consiste, por supuesto, en hacer tales postu-
lados. Pero t a m b i é n es, en todas partes, una c a r a c t e r í s t i c a del pro-
ceso intelectual humano.
Resulta fundamental la c o n s t r u c c i ó n de postulados que raciona-
l i z an la experiencia, aclarando sus incoherencias y uniendo dominios
de c a t e g o r í a s más amplias, para que tenga lugar un aprendizaje com-
plejo. Al cons tru ir muchos hechos aislados como derivados de uno
fundamental, la gente tiene la posibilidad de manejar más hechos.
Cuando sabemos el « f u n d a m e n t o de la c o s a » , nos convertimos en
s e ñ o r e s de una gran masa de cosas de otra forma discordes y una
ú n i c a estrategia global resulta aplicable a un amplio campo de f enó
menos. Como consecuencia de esta clase de r a c i o n a l i z a c i ó n humana,
las creencias tienden a ser ordenadas en sistemas coherentes e inter-
namente consistentes. Algunas de las creencias concretas de estos sis-
temas e s t á n enraizadas en la experiencia diaria y aparecen como
verdades autoevidentes. Otras son deducciones l ó g i c a m e n t e consis-
tentes con ellas. Otras aún son postulados que int egran las verdades
autoevidentes y las verdades deducidas para que parezcan ser conse-
cuencia l ó g i c a de los postulados. Estas otras proposiciones que se
siguen l ó g i c a m e n t e de los postulados unificados son t a m b i é n verda-
des plausibles.
T ó m e s e como ejemplo la experiencia humana normal de que las
cosas desagradables nos ocurren cuando nuestras acciones han ofen-
dido a nuestros c o m p a ñ e r o s y que mostrar c o n t r i c c i ó n y e x p i a c i ó n
lo s predispone de nuevo a nuestro favor. Estas observaciones y lasproposiciones que se siguen de ellas proporc iona n una estrategia
para mitigar los castigos que en otro caso t e n d r í a m o s que soportar
T a m b i é n sufrimos muchas otras molestias, muchas veces por razo-
nes que no podemos percibir con f ac i l i dad . Si postulamos la e x i l
tencia de seres invisibles que f á c i l m e n t e se ofenden, entonces pode-
mos entender por regla general la desgracia como castigo a las ofan
las hechas a otros, y podemos ampliar nuestra estrategia de con
u n c i ó n y expiación a una técnica que sirva para toda cía d< i
p l a c í a s . Nos incl inamos a aceptar tales postulados unif icadores como
ciertos, porque parecen aclarar muchas cosas. Nos negamos .» p i
en duda su verdad debido al desorden cognoscit ivo que se seguiríade nuestra falla de creencia.
Hay otras cosas que t ambién predisponen a la gente a de t e rm l
nadas creencias. La mayor experiencia y sabiduría de los ancianos,
donde las condiciones de vida son relativamen te estables, concede
autoridad y credibilidad a las creencias que manifiestan. Actuar con-
tra sus consejos lleva, con demasiada frecuencia, al fracaso. Algunas
creencias se autodemuest ran en que, creyendo que algo es cierto,
la gente ac túa de tal forma que hace sus experiencias futuras con-
Hasta ahora nos hemos centrado en las proposi< ion< que I I . van
a una persona a aceptar una proposic ión como verdadera sin ronslderar las creencias de los otros. Evidentemente, debemos disimjmu
entre la proposic ión que una persona concibe privadamente DOMO
cierta y aquella en la que ac túa como si fuera c ier ta. Podemos u<
garnos a comer toma tes, por ejemplo, diciendo que son venenosos
(como parec ían creer nuestros antepasados europeos no muy lejano.)
sin estar en absoluto convencidos de que en realidad lo sean. O, cuan-
do estamos enfermos, podemos tomar una medicina respetuosamen-
te como ha sido prescrita, aunque en privado dudemos de que
verdaderamente importe, exactamente igual que podemos r e / a i pl
diendo l l u v i a con muy pocas esperanzas de que sirva para algo
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sistentes con sus creencias. El paranoico, por ejemplo, que cree que
la gente le es hostil, ac túa sobre esta creencia de tal forma que in-
vita a la hostilidad. Las creencias sobre el carác ter y los motivos
humanos y sobre la hechicería y la brujer ía suelen funcionar por
tales sistemas aut odemostrat ivos. Las proposiciones que proporcio-
nan gratificaciones emocionales t ambién invitan a creerlas. Muchas
creencias religiosas funcionan de esta forma, como t ambién mu-
chas creencias sobre las personas y su naturaleza. Por ejemplo, si
por una parte decimos que todo el mundo, en cuanto seres huma-
nos, merece ciert as consideraciones y si, al mismo ti empo, rehusa-
mos mostrar tales consideraciones a algunas categorías concretas de
personas, afrontamos el problema de ser culpables de violar nues-
tros propios principios. Pero si creemos que aquellos cuya humani -
dad despreciamos con nuestra conducta no son, después de todo,
completamente humanos, «no hace mucho todavía que han bajado
de los árboles» o algo por el estilo, podemos tranquilizar nuestras
conciencias. Si la creencia fuera distinta, t endríamos que afrontar
nuestra culpa.
Los factores sentimentales que comprometen a los hombres con
la verdad de las proposiciones concretas nos conducen al reino dé
los valores, que se t r a t a rá a c o n t i n u a c i ó n . Pero es preciso mencio
nar una cosa. Los fundamentos emocionales del compromiso con
cualquier proposic ión varían evidentemente de un individuo a Otro.
En el caso de algunas proposiciones, los factores emocionales ptM
den ser ampli amente compart idos a consecuencia de los problemas
comunes que plantea la experiencia c o m ú n , tales como los proble-
mas de culpabilidad a que antes nos hemos referido. Pero en ( I
caso de otras proposiciones, su valor emocional puede ser muy va
riado, de tal forma que afecten con fuerza a unos y signifiquen
poco para otros. Es importante para el sentido de comunidad, sin
embargo, la tendencia Romana a sistematizar las creencias en elcurso de racionalizar la experiencia, de tal forma que en todas las
culturas las creencias tienden a estar ordenadas en sistemas. Los
individuos pueden variar mucho en su compromiso personal con la
verdad de las proposiciones individuales dentro de un sistema de
creencias y, no obstante, compart ir un compromiso común con el
sistema como tal y con sus proposiciones centrales.
206
Muchas veces actuamos como si sostuviéramos determinadas pro
posiciones como cier tas porque pensamos que otros las creen y OS
peran de nosotros que actuemos en consecuencia. Hay veces, desde
luego, en que una convicción fuertemente sostenida en privado nos
c onduc i r í a a actuar de forma cont rar ia a lo que esperan nuestros
c ompa ñe ros y en contra de lo que sabemos que ellos creen. Pero lo
que importa para la inte racc ión social coordinada y la mutua com-
pre ns i ón no consiste necesariamente en un compromiso personal
c o m ú n con la verdad de cualquier conjunto concreto de proposicio-
nes —aunque tal compromiso c omún puede ser esencial para coope-
r a r en algunas clases de e m p e ñ o— , sino el conocimiento por parte
de todos de las proposiciones en nombre de las cuales se predican
las acciones y una aceptac ión común de estas proposiciones como
fundamento para la a c c i ó n . Cuando citamos proposiciones para jus-
tificar nuestros actos, las estamos t ratando como si fueran ciertas,
sin tener en cuenta nuestras convicciones personales.
Debemos distinguir, por tanto, entre creencias personales (lasproposiciones que una persona acepta como ciertas independiente-
mente de las creencias de los de má s ) y las creencias declaradas (las
proposiciones que una persona aparenta aceptar como ciertas en su
c ompo r t am i e n t o públ ico y que cita para defender o justificar sus
acciones ante los otros) . Las proposiciones que los miembros de un
grupo acuerdan aceptar como sus creencias comunes declaradas per-
tenecen al grupo de las creencias públicas. Wallace (1961, pág . 41) ha
observado que si «cualquier conjunto de individuos establecen un
sistema de expectativas de comportamiento equivalentes, se produce
la aparic ión de una relación organizada. Tal sistema de mutuas expet
tativas puede ser calificado de contrato implícito... La cultura puede
concebirse como un conjunto de modelos regularizados de tales r e í a
ciones c o n t r a c t u a l e s » . Los padres y los hijos, por ejemplo, no n O C C
sitan creer personalmente lo mismo sobre Santa Claus para disfru-tar juntos de las Navidades, pero deben tener comprensiones equl
valentes de lo que son las creencias públ icas con que se juega el
juego de las Navidades y de lo que debe hacerse para darles apa
riencia de verdad.
20 /
Valores
E n la experiencia humana cada forma va asociada de alguna nía
ñ e r a con otras formas. Todos los objetos, personas, p r á c t i c a s y acoíltecimientos del repe rtor io conceptual de formas de una persona
tienen para él, a este respecto, alguna clase de significado asociativo
o s i m b ó l i c o . De lo que nos ocupamos a q u í es de las formas en que
la gente asocia las cosas con sus estados sentimentales in terio res y
co n la g r a t i f i c a c i ó n de sus deseos y necesidades sentidas,24 en otras
palabras, en c ó m o la gente valora las cosas.
Como sabemos, la gente no se l i m i t a a valorar unas cosas posi
tivamente y otras de fo rma negativa. Los mismos objetos pueden a
l ienen sentimientos y valores privados similares a los nuestros qu e
estamos positiva y negativamente orientados en el misino si ntidono s procura el sentimiento de que todos s o m o s de la misma ( lase .
Cuando vemos que otros escogen como nosotros e s c o g e r í a m o s en cir-
cunstanci as s imilar es, sentimos que los comprendemos, inclus o po
demos pensar que existe un lazo especial entre nosotros. Tali icn
timientos son una importante c o n t r i b u c i ó n a la solidaridad B O i tal,
el tipo de solidaridad que el s o c i ó l o g o f r a n c é s Emile Durkheim llamo
« m e c á n i c a » por contraste con la « s o l i d a r i d a d o r g á n i c a » , que se basa
en la mut ua dependencia para las gratif icaciones de los deseos, y no
en compartir intereses y sentimientos comunes.
L a experiencia humana, tanto real como imaginaria, e s t á ricamen
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la vez gratificarnos y causarnos dolor. Es probable que las personas,
que son los principales agentes de nuestras gratificaciones, sean tam
b i é n las principales agentes de nuestras frustraciones: como sueleocurrir que lo sean los padres para los hijos. Por tanto, nuestros
sentimientos sobre las cosas son ambivalentes y conflictivos. C ó m o
manejar estos conflictos —resolverlos si se puede, v i v i r con ellos si
podemos— constituye una importante p r e o c u p a c i ó n humana. La gen
te los aborda recurriendo a mecanismos p s i c o l ó g i c o s como el des
plazamiento, la p r o y e c c i ó n , la s u b l i m a c i ó n y la f o r m a c i ó n reactiva,
lo que puede conducir a creencias que parecen extravagantes y dan
lugar a costumbres de las que resulta di f í c i l entender c ó m o obtiene
la gente a l g ú n tipo de g r a t i f i c a c i ó n , como son, por ejemplo, los ritos
dolorosos y peligrosos desde el punto de vista m é d i c o . (Todo esto
es'tratado con alguna e x t e n s i ó n en W h i t i n g y C h i l d , 1953, y por Goode
nough, 1963, C a p í t u l o 6.)
L a pauta de repetidas gratificaciones y frustraciones en la rela
c i ó n con las cosas que nos rodean es inevitablemente ú n i c a paracada uno de nosotros. Por tanto, todo el mundo tiene su propio si s
tema de sentimientos personales: las preferencias que g u i a r í a n sus
acciones si se sintiera libre de la s u j e c c i ó n social. Y todo el mundo
tiene el correspondiente conjunto de actitudes privadas o personal,
co n el que valora las cosas. Cuanto más similares sean las condii lo
nes en que crezcan las personas, es más probable que sean similares
sus valores privados, en un sentido general, aunque sigan difiriendo
en gran medida en los detalles. Las personas, en tal caso, experma n
t a r í a n muy aproximadamente las mismas cosas de forma muy l i m l
l a r . Pueden acabar c l a s i f i c á n d o l a s de formas distintas en sus j c ra i
q u í a s de preferencias, pero h a b r á cierto n ú m e r o de cosas que todos
consideren positivamente y otro cierto n ú m e r o de cosas que tO
dos encuentren despreciables. La s e n s a c i ó n de que las otras personas
24. "Por deseos... nos referimos a los estados de cosas deseado., y i> •< i
sidades nos referimos a los medios eficaces para conseguirlos o inanimn lo-.'
(Goodenough, 1963, pá g. 50). V é a s e Mali nowsk i (1944, p ág. 90), que del un l.i
necesidades como las condiciones necesarias y suficientes para l.i supci viven. • i
de l grupo má s bien que como las condiciones suficientes para cons< r«<n i<-
fines deseados (incl uyendo la supervivenci a del grupo cuando .<a un luí di
seado).
208
te diversificada. Junto con esta d i v e r s i f i c a c i ó n va la d i v e r s i f i c a c i ó n
de deseos e intereses. Posi blemente no todos pueden ser satisfechos.
C ó m o llevar al m á x i m o la g r a t i f i c a c i ó n y minimizar la f r u s t r a c i ó n se
convierte en una importante p r e o c u p a c i ó n humana. Esta preocupa-
I no sólo nos conduce a ordenar los deseos e intereses en jerar
q u í a s de preferencias, sino que t a m b i é n conduce a una o r g a n i z a c i ó n
de los recursos para la g r a t i f i c a c i ó n deseada y a una o r g a n i z a c i ó n de
la a. tividad humana con respecto a su u t i l i z a c i ó n . Con la planifica-
< ion la p e n t e maximiza la g r a t i f i c a c i ó n de sus deseos, y minimiza
la s oportunidades de f r u s t r a c i ó n mediante la a c u m u l a c i ó n de recur
s o s y **l ahorro de su consumo.
U n aldeano de Nueva Guinea, por ejemplo, sabe que s ó l o puede
d e j a i pasar un determinado tiempo entre las siembras de los huer
tos si quiere tener un constante abastecimiento de alimentos vege
tales. Sabe c u á n t a comida de más t e n d r á de conseguir con objeto
de apadrinar un festival conmemorativo en honor de su padre di
funto, y i n . . a l a planearlo con cinco o seis a ñ o s de a n t e l a c i ó n . D i s -tribuye su tiempo entre la caza, la c o n s t r u c c i ó n de edificios, el co
mercio y la guerra con sus vecinos s e g ú n le conviene
T al presupuestado!) s ó l o es posible dentro de un entramado de
planes establecidos y sus consiguientes ruti nas. La c a t a l o g a c i ó n or
dena la conducta de gran parte de lo que se hace en cada comunidad
humana. Este tipo de actividades, en las que la gente pasa la mayor
parte de su tiempo, y la s circunstancias en que las desarrollan, cuen
t an , con toda seguridad, s e g ú n el grado en que la p l a n i f i c a c i ó n y la
r u t i n a resulten gratificadoras. Las comunidades humanas v a r í a n en
gran medida a este respecto. Sin embargo, la tendencia a catalogar
y crear ruti nas, en la medida en que hacerlo así compensa, es u n i -
versal. Incluso los reclusos ordenan su vida en forma de rutinas
f i j a s .
Puesto que la catalogación y las rutinas proporcionan una gratif i c a c i ó n de deseos que de otra manera s e r í a n incompatibles, consti
tuyen en sí mismas una fuente de g r a t i f i c a c i ó n . Adquieren nuevo valor
positivo al reducir la incertidumbre de la g r a t i f i c a c i ó n y aumentar
la confianza en las expectativas. A l i v i a n a la gente de tener que adop
tar decisiones a veces di f í c i l e s sobre qué hacer en cada momento y
ayudan a espaciar las actividades de tal forma que maximicen su
209
14. — ir os'\ i I' I H di »i i.rt u\
d u . u i . i global combinada. En la medida en que proporcionen esla
clase de gra tifica ciones, la gente v a l o r a r á posit ivamente el estable
< imiento de planes y rut ina s dentro de los cuales puede operai ha
bitualmente.
Reglas y valores públicos
De la misma manera que los planes son necesarios pa ra r e g í d . u
y maximizar las gratificaciones de los deseos en competencia dentro
de cada i n d i v i d u o , t a m b i é n son necesarios para regular la competen
ci a y mutua interferencia entre los distintos individuos cuando bus
derecho privilegiado de B . (El t é r m i n o p r i v i l e g i o suele utilizarse po
pularmente en otro sentido para significar el derecho concedido poralguna autoridad que e s t á autorizada para hacer o cambial las ie
glas, como distinto de derecho « d i v i n o » , « n a t u r a l » o « i n a l i e n a b l e » ,
que esa misma aut ori dad tiene la o b l i g a c i ó n de respetar.) Tanto los
derechos como las obligaciones definen las limitaciones del e o m p o i
tamiento y las prioridades entre las personas con r e l a c i ó n a la gra t i -
f i c a c i ó n de sus deseos. Dentro de los l í m i t e s as í definidos e s t á el
campo del p r i v i l e g i o . A q u í las personas son libres, s e g ú n las reglas,
de hacer lo que deseen sin considerar los deseos de los otros. Un
sistema de reglas sociales consiste b á s i c a m e n t e , pues, en una d e l i
n i c i ó n de derechos y de las correspondientes obligaciones.
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c a n s i m u l t á n e a m e n t e llevar a cabo sus respectivos p r o p ó s i t o s . Cuan
d o no se entrometen en el camino de otro, no hay problemas; pero
para la r e a l i z a c i ó n de una g r a n d í s i m a parte de sus deseos más importantes, los hombres dependen de la c o o p e r a c i ó n de los otros.
Muchas veces una persona s ó l o puede conseguir lo que quiere a ex
pensas de otro. Por tanto, cada uno de nosotros siente la necesidad
de restringir y contro lar el comportamiento de los d e m á s y, al mis
m o tiempo, de permanecer tan l i b r e de restricciones y control como
sea posible.
L a s o l u c i ó n de estos intereses comunes en competencia consiste
en planificar las gratificaciones de los deseos a t r a v é s de reglas so
ciales o c ó d i g o s de conducta. Estas reglas determinan c ó m o determi
nadas c a t e g o r í a s de personas pueden actuar en r e l a c i ó n con las otras
distintas c a t e g o r í a s de personas y cosas. Las reglas, con otras pala
bras, especifican qué derechos y privilegios tienen las personas y las
cosas socialmente distrib uidas. Los n i ñ o s americanos son i n t r o d u -
cidos por primera vez en este tipo de o r g a n i z a c i ó n interpersonal enforma de « t u r n o s » . Los a n t r o p ó l o g o s no conocen ninguna comuni
d ad humana que carezca de tales reglas o cuyas relaciones sociales
n o puedan ser analizadas como una d i s t r i b u c i ó n ordenada de den
chos, privilegios y obligaciones entre bien definidas c a t e g o r í a s de
personas. A este respecto, en todas partes, la d i r e c c i ó n de los asun
tos humanos se ordena con referencia a un « c o n t r a t o s o c i a l » de al
guna clase, si podemos tomar prestado el t é r m i n o tan firmementeasociado con la f i l osof í a po l í t i c a de Hobbes, Locke y Rousseau (sobreel tema, v é a s e K e n d a l l , 1968).
Derecho, privilegio y obligación son realmente conceptos é t i c o s
fundamentales para estudiar la cultura de las relaciones social-
L o s a n t r o p ó l o g o s los u t i l i z a n t é c n i c a m e n t e s e g ú n la d e f i n i c i ó n que
les ha dado el t e ó r i c o del derecho Wesley H o h f e l d (1919). En las
relaciones ent re dos pa rtes A y B, lo que A puede dema ndar de B
( s e g ú n las reglas) es el derecho de A o el derecho demanda do de
B y corresponde a la o b l i g a c i ó n de B á A. Lo que A no puede de
mandar de B (el no derecho de A) corresponde con el p r i v i l e g i o o
25. Par a un trata miento de su u t i l i z a c i ó n como instrumentos a n a l í t i c o s ,
v é a s e W. Goodenough (1965) y Kcesing (1970b).
210
L a pauta de prioridades que se manifiesta en una masa de reglas
sociales representa un conjunto de valores. En la medida en que las
personas quieran controlar su conducta de acuerdo con estas reglas,
demuestran la a c e p t a c i ó n de estos valores, al menos en p ú b l i c o .
L os valores que se expresan en un conjunto dado de reglas son,
pues, los valores operativos de quienes los sostienen; y son los va-
lores públicos de cualquier grupo social cuyos miembros consideren
la observancia de estas reglas como un requisito para l a pertenencia
a l grupo. Un i n d i v i d u o puede pertenecer a varios grupos, cada uno
c o n sus propias reglas y los correspondientes valores p ú b l i c o s , como
en el caso de un americano que sea miembro activo de la Iglesia
Metodista, del club de campo l oca l y de la Guardia Nacional. El sis
tema de valores que escoja como sus valores operativos en un de
terminado momento, d e p e n d e r á del grupo que e s t é operando como
grupo de referencia.
Lo s valores p ú b l i c o s de un grupo reflejan de muchas maneras los
sentimiento s y valores personales de sus miemb ros. Pero e s t á ncon
denados a entrar en c o n f l i c t o , al menos en parte, con las preferen
cias personales. Las personas suelen v i o l a r las reglas o tratar de
subvertirlas. Pero no debemos concluir que las exigencias que un
sistema de reglas exige de un i n d i v i d u o en contra de sus preferen
cias privada s le conduzca necesariamente a querer q u i t á r s e l a s de
encima. Pueden ser un inconveniente en algunas ocasiones, pero en
otra s pueden suponer ventajas. Por ejemplo , la incomodidad que un
hombre debe s u f r i r en el p a í s de T r u k y en la Micronesia a causa
de la autoridad de que goza s e g ú n estas reglas el hermano de su
esposa, se compensa con la misma auto ridad de que él goza sobre
el marido de su hermana. Cambiar las reglas para escapar a su
carga es t a m b i é n suprimir una fuente de ventajas. A d e m á s , aunque
nos obliguen a dar a los d e m á s c o m p a ñ e r o s lo que se les debe, nos
protegen de ser frustrados por nuestros c o m p a ñ e r o s cuando perseguimos nuestros propios intereses. Las reglas y los valores p ú b l i c o s
que manifi esta n son en sí mismos valora dos como algo a lo que se
puede apelar. La f r u s t r a c i ó n que una persona sufre por su opera-
t i v i d a d le permite demostrar su r a t i f i c a c i ó n de los mismos, y le con
cede el derecho legal a ejercer sus privilegios y ex ig i r la aquiescen
ci a de los d e m á s . De este modo, el sistema de reglas concede a todo
211
i n d i v i d u oun poder sobre sus
c o m p a ñ e r o s ,algo que no e s t á dispuesto
a perder aunque deba pagar un elevadoCOStC
N o obstante, n i n g ú n sistema de reglas hasta ahora ideado c o n
cede a todas las c a t e g o r í a s de personas los mismos derechos y o b l i
gaciones con r e l a c i ó n a todas las d e m á s c a t e g o r í a s . I n t o d a s partes,
l a p o s e s i ó n o por lo menos algunos derechos y privilegios d e p e n d e n
de la concordancia con alguna clase de c u a l i f i c a c l ó n . Existen di fe
rencias naturales de edad, sexo y f u n c i ó n reproductora, tempera-
mento y actitudes intelectuales. Junto con las concomitantes di fe
rencias en habilidad, c o n o c i m i e n t o s , e \ p e i ieu t ia y s a b i d u r í a , bastan
para garan tizar las desigualdades n i la m u t u a dependencia y en el
poder real para realizar o i n t e r f e r i r la g r a t i f i c a c i ó n de los deseos
z a c i ó n ordinaria de las reglas tiende a plantearlas en t é r m i n o s gene-
rales, dejando de lado las consideraciones adicionales que las COmpilcan. A q u í se presentan los mismos problemas que cuando la gente
trata de describir las reglas gramaticales de una lengua.
So n necesarios detallados y cuidadosos a n á l i s i s de las reglas para
obtener los valores que manifiest an. Los proverbios, los m i t o s , las
historias y las f á b u l a s t a m b i é n proporcionan testimon ios sobre los
valores p ú b l i c o s y sobre su a d e c u a c i ó n o falta de a d e c u a c i ó n con lo .
sentimient os priv ados. Por ejemplo, cuando la gente disfruta con-
tando historias sobre h é r o e s embaucadores, cuyas acciones son de-
senfrenadas s e g ú n sus reglas de conducta, suelen estar manifestan-
d o , entre otras cosas, sus sentimientos personales sobre las reglas.
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de otro. Tales desigualdades t i e n d . n h . i ee i se mayores en las socie-
dades donde la espet lalizai lón ocupaclonal, y otras, e s t á n altamente
desarrolladas o donde t a m b i é n sirven otros factores para promovercomplicadas pautas de m u í na dependencia. Las desigualdades de
poder real a que conducen estas complejidades tienden a encontrar
e x p r e s i ó n en las reglas sociales, cuya forma inevitablemente e s t á
i n f l u i d a con m a y o i peso poi aquellos que gozan de más poder real.
De donde se deduce que en algunas sociedades determinadas cate-
g o r í a s de personas gozan de m u c h í s i m o s menos derechos y p r i v i
legios de los que gozan otras c a t e g o r í a s en el agregado de relaciones
en que o p e r a n I as personas que de este modo quedan más « d e s p o
j a d a s » por las reglas tienen menos incentivos para respetarlas. Ade-
m á s , conforme cambian las circunstancias, la gente gana o pierde
ventajas dentr o de las reglas. Por tanto , existe una continua p r e s i ó n
de los individuos y de los grupos dentro de la sociedad para m o d i
f i ca r las reglas, como Tanner (1970) ha mostrado en su estudio de
los p rocesos lega le s entre los minangkabau de Sumatra. La gente
puede estar de acuerdo con el contenido de las reglas existentes,
pero es improbable que e s t é n igualmente comprometidos a mante-
ner este contenido en su forma actual o a aceptar los valores pú-
blicos que manif iest a. En sus esfuerzos por inclinar las reglas hacia
fines c o n f l i c t i v o s , incluso puede escoger discrepar en lo que respecta
a su actual contenido.
L a gente tiene que e n s e ñ a r las reglas a sus hijos, y t a m b i é n jus-
t i f i c a r sus propias acciones ante los otr os con referencia a las nor-
mas y a los valores p ú b l i c o s que entienden que corporizan las reglas.
Pero no podemos esperar que sus formulaciones se a d e c ú e n siempre
exactamente con las formas en que responden a las situaciones con-
cretas, incluso cuando consideren que su respuesta es confor me a
las reglas. Las formulaciones populares suelen ser aproximaciones,
en el mejor de los casos, de lo que los análisis detallados de las
reglas rev elan que parecen ser. En el estudio de la ley no escrita ,
p o r ejemplo, es necesario analizar la masa di sponible de casos ma-
teriales —con especial a t e n c i ó n a los casos excepcionales— con obje-
t o de aprender las cosas que la gente verdaderamente tiene en cuen-
ta cuando deciden si una determinada a c c i ó n en una determinada
s i t u a c i ó n constituye una v i o l a c i ó n del derecho de otro. La v c r b a l i -
212
ciedad es responsable en part e de los especiales sentimientos que
asociamos con la mor al idad. Puesto que, bajo las reglas, debemos
s u f r i r que muchos de nuestros deseos sean frustrados en manos de
nuestros c o m p a ñ e r o s , tenemos fuertes sentimientos emocionales so-
bre nuestros derechos y p r i v i l e g i o s . De hecho, lo que hace un sis-
tema de reglas es d e f i n i r para cada uno de nosotros los l í m i t e s de
nuestra f r u s t r a c i ó n . Dentro de estos l í m i t e s somos libres de buscar
las gratif icaciones que podamos encont rar e, incluso, de exigirlas.
Toda la ir a que constituye la respuesta natu ral a la f r u s t r a c i ó n y que
c o n frecuencia tenemos que suprimir en r e l a c i ó n con las exigencias
que otros pueden hacer legalmente, toda esta rabia suprimida, puede
liberarse en forma de ira justa cuando se v i o l a n nuestros derechos.
Nuestra ira tiene una cualidad especial que nace del sentimiento de
t r a i c i ó n . Puesto que las reglas consti tuyen la base de las expectati-
vas de la gente con respecto a los d e m á s , se espera que sean respe-
tadas. Presentarse a uno mismo como miembro de una comunidad
o de cualquier otro grupo social es comprometerse a respetar sus
reglas. No respetarlas es trai ciona r una confianza. Puesto que las
reglas frustran, al mismo tiempo que premian, nuestro compromiso
de mantenerlas significa en algunos sentidos un sacrificio por el que
cedemos algo a cambio de alguna ot ra cosa. En la medida en que
nuestros c o m p a ñ e r o s no cumplen el mismo compromiso, perdemos
lo que se s u p o n í a que iba a darnos nuestro propio compromiso. Nos
sentimos tentados, por tanto, a quebrantar nosotros mismos las re-
glas cuando vemos que los otros las quebrantan. De esta forma nos
encontramos en un c o n f l i c t o emocional. Nuestro nuevo compromiso
co n las reglas es probable que vaya a c o m p a ñ a d o del r'eseo de una
fuerte s a n c i ó n punitiva contra cualquiera que las haya transgredido,
incluso cuando nosotros mismos no f u é r a m o s los perjudicados.
Por tales razones, las fuertes emociones de rectitud y agravioa c o m p a ñ a n de manera na tural al compromiso con una masa de re-
glas sociales. La presencia de estas emociones constituye la diferen-
ci a entre lo que Summer (1907) d i s t i n g u i ó hace mucho tiempo como
« f o l k w a y s » y « m o r e s » . Si todas las sociedades humanas e s t á n orde-
nadas por reglas que especifican los derechos y las obligaciones, no
necesitamos preguntarnos si estas emociones y el tono peeuliarmente
213
a l . , l i v o que asociamos con la « m o r a l i d a d » y « b i e n y m a l » debe sei
1 1 1 1 f e n ó m e n o humano universal. Todo orden social necesariamentecontiene dentro de él un orden moral. (Para un tratamiento mas
extenso dentro del contexto de la e v o l u c i ó n social, v é a s e Goodcnough, 1967.)
Recetas
Las formas, las creencias y los valores son los puntos de refe
rencia del comportamiento. El actor percibe la s i t u a c i ó n (incluyen
do el comportamiento de los otros) como una d i s p o s i c i ó n o secuencia
de formas interpretables. Los valores que adjudica a estas formas
se definen como un conjunto de formas culturales. La d i s p o s i c i ó n
puede ser mate rial , social o emociona l; y la pretendida reorganiza
c i ó n debe ser valorada como un fi n en sí mismo, o considerarse ne
cesaria para realizar a l g ú n p r o p ó s i t o más lejano.
L a c o n s e c u c i ó n de algunos p r o p ó s i t o s es un asunto ad hoc en el
que la gente imp rovi sa conforme va progresando, haciendo uso de
cualquier recurso que tenga a mano. E l l o es inevitable cuando la
gente afronta problemas para los que no tiene s o l u c i ó n previa; perot a m b i é n ocurre así con frecuencia en los p r o p ó s i t o s simples que
f á c i l m e n t e pueden realizarse con una diversidad de sistemas. In
cluso en tales actividades ad hoc, no obstante, las cosas que se hacen
y el orden en que se hacen se determinan por las creencias de los
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y sus creencias sobre sus interrelaciones le permite n relacionarl as
co n sus propios estados sentimentales internos. Le ayudan a diagnos
ticar las causas de sus descontentos y a concret ar sus deseos. Suscreencias sobre ellas le proporci onan los fundamentos para dete rmi
nar qué disposiciones de formas dentro de su s i t u a c i ó n s a t i s f a c e r í a n
sus deseos. Debe tener en cuenta los programas establecidos y las
reglas sociales al decidir en el curso de la a c c i ó n que e s t á calcu
lada, de acuerdo con sus creencias, para lograr las disposiciones ne
cesarias. Una rupt ura con el progr ama o una brecha de las reglas
puede parecer el ú n i c o curso posible, en cuyo caso debe sopesar el
posible costo de tal a c c i ó n contra el costo de dejar sin cumplirse ese
concreto deseo.
Decir todo esto no significa que la a c c i ó n humana logre llegar
a un ó p t i m o de gratificaciones. Todos calculamos mal duran te bue
na parte del tiempo. Los deseos que disimulamos muchas veces nos
llevan a actuar de manera que más tarde rechazamos. E l caso es que
e l comportamiento humano se dirige a realizar p r o p ó s i t o s , sean s i m -
ples o complejos. Como tal, se orienta por fines-medios y se calcula
co n referencia a alguna clase de consideraciones u t i l i t a r i a s , siendo
en ú l t i m o t é r m i n o la medida de la u t i l i d a d el estado de á n i m o inter
no de la persona —tanto emocional como f í s i c o — y no lo que un
observador estime como sus mejores intereses globales.
L o s p r o p ó s i t o s y los fines son, pues, los que dan cohcre iu la B
l a a c c i ó n ; y damos senti do a las acciones de los d e m á s s e g ú n los
p r o p ó s i t o s y fines que entendemos que tienen (o les imput amos) . En
este sentido, todo comportamiento s ign i f ic a t iv o es como el compoitamiento l i n g ü í s t i c o . La p r e t e n s i ó n comunicativa de una real i / a c i ó n
verbal propor ciona el centro alrededor del cual se seleccionan Lai
palabras y las construcciones gramaticales y se disponen s i n t á c t i c a -
mente en oraciones coherentes. De forma similar, las consecuent Laique se pretenden, o los p r o p ó s i t o s de otras clases de comportamieu
tos, proporcionan los centros alrededor de los cuales se organizan
s i n t á c t i c a m e n t e en actividades coherentes las personas, las cosas y
lo s actos. De hecho, una actividad puede definirse como una a c c i ó n
o un grupo de acciones coordinadas que pretende afee tai de alguna
manera a las disposiciones existentes, de la misma manera (pie estas
214
actores sobre los elementos i mplicados y por las habilidades y h á b i -
tos de comportamiento de los actores. Estas creencias, habilidades y
costumbres imponen restricc iones sobre la d i r e c c i ó n de una actividad
incluso cuando la gente e s t á improvisando. Debe haber u n conside
rable lugar para las variaciones dentro de estas restricciones. Sin
embargo, casi siempre existen algunas restricciones de esta clase
que dan una estructura global a la d i r e c c i ó n de las actividades, pro
p o r c i o n á n d o l e s su o r g a n i z a c i ó n s i n t á c t i c a b á s i c a . Desde luego las
reglas sociales de conducta a ñ a d e n más restricciones, prescribiendo
y proscribiendo las clases de cosas que pueden decirse y hacerse, y
el orden en que se producen.
Las restricciones sobre el comportamiento, sean impuestas por
la natural eza y las circuns tancias o por las creencias, habili dades,
h á b i t o s y reglas, complican la i m p r o v i s a c i ó n de la actividad, d i f i -
c u l t á n d o l a . Por tanto, la gente desarrolla recetas o f ó r m u l a s para
muchos p r o p ó s i t o s que se repiten. Con ello reducen la cantidad de
i m p r o v i s a c i ó n necesaria pero, al mismo tiempo, a ñ a d e n aún más restricciones, estructurando más la o r g a n i z a c i ó n s i n t á c t i c a de la a c t i v i -
dad humana.
De hecho, toda receta es la e x p o s i c i ó n de un conjunto de condi
ciones que deben cumplirse si se pretende conseguir un objetivo.
H ay requis itos tales como los materiales brutos , las he rramien tas,
las habilidades, el tiempo, el espacio y el personal; y existen requi
sitos sobre c ó m o deben organizarse o relacionarse eficazmente. En
algunas recetas los requisitos son muy exactos, dejando muy poco
campo de v a r i a c i ó n , mientras que en otras existe un amplio campo
de l a x i t u d una vez que se han cumplido los requisit os. Por ejemplo,
una tarea puede requerir un m í n i m o de dos personas para ejecu
tarla, pero puede ser má s eficaz hacerla entre tres, cua tro o cinco
personas. A d e m á s , para unos p r o p ó s i t o s s ó l o s e r v i r á la madera de
roble, pero para otros b a s t a r á con cualquier madera dura. La orde
n a c i ó n de las formas en j e r a r q u í a s t a x o n ó m i c a s , a las que antes nos
hemos refer ido, representa una a d a p t a c i ó n cognoscitiva p r á c t i c a al
sistema en que los grados de especifidad v a r í a n dentro de las di
tintas recetas.
L o s p r o p ó s i t o s para los que e s t á n d i s e ñ a d a s las recetas no se re
ducen a cosas materiales. Muchos de nuestros p r o p ó s i t o s repetidos
215
tienen que ver con la gente: convencer a algui en para que nos llaga
un favor, conseguir permiso para algo que no tenemos libertad pata
liacei por nuestra cuenta, e t c é t e r a . Estas recetas pertenecen al com
pon.uniento: las formas en que debemos vestir, las formas en que
debemos aproximarnos a los d e m á s , las cosas que debemos y que
n o debemos decirles. E m i l y Post y Dale Carnegie son conocidos auto
res de libros de recetas para p r o p ó s i t o s de esta clase en los Estado-.
Unidos. Todas las personas tienen recetas para preparar fiestas, para
coquetear con el sexo opuesto, para hacer amigos y para hacer ene
migos. Berne (1964) da muchos ejemplos de las recetas e s t á n d a r e s que
se utilizan en A m é r i c a en lo que él denomina «l os juegos a que juega
l a g e n t e » .
fiantes, potcncialmcnt c más productivas o socialmente más divertidas,
intereses que suelen estar en mutua competencia. Tales m ú l t i p l e s In
tereses en competencia son la causa de que se retenga localinenii
u n gran repertorio de m é t o d o de pesca (recetas), más de los que
d i c t a r í a n las consideraciones de eficacia product iva. La gente cam
b i a de un m é t o d o a otro s e g ú n sus intereses del momento y s e g ú n
permitan las circunstancias.
Como nos recuerda el ejemplo de la pesca, las personas tienen
intereses di stintos y tratan de servir s i m u l t á n e a m e n t e a tantos como
pueden a t r a v é s de las mismas actividades. I r de pesca puede ayudar
a realizar, al mismo tiempo, p r o p ó s i t o s d i e t é t i c o s , recreativos y otros.
E n la medida en que cualquier receta permite variaciones en su eje
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Algunas recetas has sido totalmente pensadas por adelantado, de
d u c i é n d o l a s de las creencias y comprensiones existentes. A otra s se
llega a t r a v é s del esfuerzo y el error; se descubren procedimientosque parecen funcionar, pero no se entiende por qu é funcionan. Cuan
d o pensamos que entendemos los principios involucrados, nos senti
mos capaces de variar la receta s e g ú n nuestra c o m p r e n s i ó n ; pero
cuando no entendemos los fundamentos, tendemos a adherirnos es
clavamente a la f ó r m u l a , esperando cada vez que siga funcionando
como en la o c a s i ó n anterior. Si tenemos poco que perder, podemos
arriesgarnos a experimentar con ella de forma que mejore nuestra
c o m p r e n s i ó n ; pero si estamos muy preocupados por el resultado, tra
taremos de seguir exactamente la receta. De hecho, el compor tamien
to tiende a adquirir una cualid ad esclava o compulsi va, y en este
sentido a volverse ritualizado, en lo que respecta a los p r o p ó s i t o s
repetidos que suponen gran p r e o c u p a c i ó n emocional para n osotros
(cualesquiera que sean las razones de la p r e o c u p a c i ó n ) , especialmente
cuando no confiamos en nuestra c o m p r e n s i ó n de todo lo implicado. 26
Dado que suele ser di f í c i l cumplir los requisitos de una deter
minada receta, la gente se interesa por las oportunidades de apren
der nuevas recetas para conseguir los mismos o similares p r o p ó s i t o s .
S in tener en cuenta la frecuencia con que recurran a ellas, se sien
te n má s seguros si saben recetas alternativas (o tienen acceso a lo.
servicios de personas con tales conocimientos). Por ejemplo, tener
pescado para a c o m p a ñ a r las f é c u l a s guisadas de la principal comida
d el día es una seria p r e o c u p a c i ó n de muchos i s l e ñ o s del Pacífico
E n mi localidad, la gente sabe cierto n ú m e r o de m é t o d o s distintos
para coger pescado. Cada m é t o d o o receta tiene sus propias exigen
cias de equipamiento, habilidad y personal. Cada uno sirve s e g ú n
en qué circunstancias y s e g ú n las clases de pescado. Hay ocasiones
en que las circunstancias ofrecen pocas posibilidades de elegir el mé
todo y otras en que se abren distintas posibilidades. A d e m á s , la gente
prefiere unas a otras, por ser menos arduas, más excitantes o desa-
26. Malinowski (1925) ha argumentado, por ejemplo, que los ritos y conjur os mágicos tienden a utilizarse más intensamente en aquellos puntos de losprocedimientos tecnológicos en que el control humano sobre el resultado esmenos seguro. Para posterior tratamiento, véase Goodenough (1963, págs. 477-478).
216
c u c i ó n , la gente puede adaptarla para conseguir t a m b i é n otros pro
p ó s i t o s . La e v o l u c i ó n que sufre una forma establecida de d i r i g i r una
actividad repetida, por tanto, se debe probablemente a que ha sidoconformada para que si rva a la vez a intereses y p r o p ó s i t o s distintos.
Rutinas y costumbres
Deliberadamente hemos hablado antes de recetas que de rutinas
o costumbres. La c o m p r e n s i ó n o conocimiento de las exigencias de
procedimiento para conseguir un p r o p ó s i t o —es deci r, una receta—
n o debe confundirse con la manera en que las exigencias tienden a
cumplirse en la p r á c t i c a ni con la regularidad con que se recurre a
concretas recetas entre las diversas alternativas conocidas. Desde
luego, estas cosas no carecen de r e l a c i ó n ; pero cuando hablamos
de recetas nos referimos a ideas y comprensiones de c ó m o hacer las
cosas, y cuando hablamos de rutinas y costumbres nos referimos a
su verdadera r e a l i z a c i ó n .
Dentro de la l a x i t u d que permite una receta, la gente desarrolla
sus propios h á b i t o s de procedimi ento y estilo personales de operar;
convierte pues en rutina la e j e c u c i ó n de la receta. La receta de
poner la mesa para comer, por ejemplo, exige un mant el, det ermi
nada clase de platos, vasos y v a j i l l a de plata, y su d i s p o s i c i ó n de
una forma determinada. La necesidad f í s i c a exige que el mantel sea
lo primero que se ponga, pero la receta no dice nada sobre el orden
en el que debe hacerse el resto de las cosas. Sin embargo, cada un o
de nosotros tiende a desarrollar su propia rutina habitual para el
orden en que coloca los platos, la v a j i l l a de plata y los vasos.
Las rutinas de este tipo pueden quedarse en idiosincrasias per
sonales; pero en las actividades que exigen la p a r t i c i p a c i ó n coope
rativa de varias personas, el estilo personal de l individuo dominante
puede determinar la manera en que una concreta receta es llevada
a cabo por todos. Las repetid as realizaciones por parte de las mismas
personas d e s e m b o c a r á en un conjunto de mutuas expectativas y de
h á b i t o s mutuamente adaptados que pueden estar conformados en
gran medida por el estilo individual de uno de ellos. Esto es espe
cialmente probable en las situaciones de aprendizaje, donde los n i ñ o s
217
. m i . I K K I I participando con los adultos. Las expectativas resultantes
•.. ((invierten, en electo, en parte de la receta —la forma e n n e c i a
de realizarla para la actividad en c u e s t i ó n en el pensamiento de
la gente (pie trabaja junta concontinuidad. Si una persona trabaja
co n distintos grupos en la misma actividad, p e r c i b i r á las distinta!
expectat ivas de losdiversos grupos como sistemas variantes para rea-
lizar la misma receta b á s i c a ; pero si s ó l o trabaja con el mismo gru-
po , puede incorporar sus expectativas con respecto a la manera de
realizarlo en su c o n c e p c i ó n de la misma receta. Existe, pues, una
r e l a c i ó n de feedback entre las recetas y las rutinas de comporta-
miento para ejecutarlas.
Es probable que las personas que trabajan unas conotras en cier-
convertidas en rutinas. No es probable que se desarrollen rutinas de
compor tami ento excepto en r e l a c i ó n con la e j e c u c i ó n de n a c í a s lia
bitualea, pero algunas recetas habituales pueden carecer de tales ru-
imas habituales asociadas.
Algunas recetas habituales no se utilizan si las circunstancias
permiten utilizar otras. Aquellas que se prefieren, p e r m i t i é n d o l o las
Circunstanc ias , son costumbres fundamentales, mientras que aqu-
ilas a las que h a b i t ü a l m e n t e se recurre cuando las circunstancias no
permiten utilizar las recetas preferidas soncostumbres secundarlas
E l estatus de una receta como costumbre no depende de que sea
preferida como el « i d e a l » a utilizar, permaneciendo iguales las de
m á s cosas, sino de que sea la que h a b i t ü a l m e n t e se u t i l i z a (y poi
tanto que se espera u t i l i z a r ) en un conjunto dado de condiciones,
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de actividades distintas, siguiendo distintas recetas, lleven
sus h á b i t o s mutuamente ajustados de una actividad a las otras, en la
medida en que las recetas lo permitan. De este modo, sus mutuasexpectativas se generalizan, dando un estilo global a los sistemas con
que se hacen muchas cosas distintas. Como estas expectativas tie-
n en un efecto de feedback en las recetas, se convierten t a m b i é n en
parte de las normas que sirven para hacer una serie de cosas dis-
tintas. Las distintas recetas a que se aplican estas normas generali-
zadas constituyen ahora una clase diferenciada de recetas con una
o r g a n i z a c i ó n s i n t á c t i c a más estructurada de lo que es necesario para
cualquiera de ellas por razones puramente t é c n i c a s . Tales desarro-
llos son evidentes en la o r g a n i z a c i ó n social del trabajo, por ejem-
p l o , donde circulan de una actividad a otra las mismas expectativas
para dar ó r d e n e s , iniciar el trabajo, coordinar los esfuerzos, d i s t r i -
buir lastareas y responsabilidades, remunerar el trabajo y manifestar
a p r o b a c i ó n y d e s a p r o b a c i ó n .
A diferencia de las rutinas, que nacen de los h á b i t o s en ejecutarrecetas concretas, las costumbres tienen que ver con los h á b i t o s de
escoger entre las posibles recetas y posibles rutinas desarrolladas.
Cuando la gente tiene que reunirse y discutir c u á l de las posibles
recetas o de las rutinas conocidas u t i l i z a r á en una o c a s i ó n dada, no
puede decirse que ninguna de las recetas ni de las rutinas constituya
una costumbre en tal o c a s i ó n . Unacostumbre, pues, es una receta o
una rutina para realizar unareceta a la que se recurre regularmente,
p e r m i t i é n d o l o las circunstancias, conpreferencia a otras posibles re
cetas o rutinas. Lascostumbres nacen cuando la e l e c c i ó n de recetaso rutinas para ocasiones concretas ya ha sido convertida en rutina
Debemos s e ñ a l a r que la c o n v e r s i ó n en rutina s ó l o puede reta lo
narse con la e l e c c i ó n de las recetas y no con la manera de su ejecu
c i ó n . De este modo, existen recetas habituales para cavar pozos en
una comunidad donde s ó l o se necesita cavar un pozo una ve/ cada
diez a ñ o s o así, y pueden haber expectativas establecidas sobre c u á l
de las recetas se u t i l i z a r á en unas condiciones determinadas; pero
es improbable que existan rutina s establecidas para cjecutai estas
recetas, dada la poca frecuencia con que se cavan pozos. Por el con-
trario, dado que se realizan con frecuencia, es probable que las
recetas habituales para preparar el alimento b á s i c o e s t é n altamente
218
incluyendo las condiciones que impiden recurrir a las recetas prefe-
ridas en otro caso. Es importante s e ñ a l a r que la gente de dos co
munidades puede conocer muy aproximadamente las mismas recetas,pero tener distintas costumbres en lo que respecta a su u t i l i z a c i ó n .
Puesto que las costumbres consisten en recetas y rutinas a las
que la gente recurre regularmente para p r o p ó s i t o s repetidos, la mis-
m a gente se adapta o h a b i t ú a a ellas y adquiere habilidad en su rea-
l i z a c i ó n . De este modo, las costumbres adquieren un valor superior
a l derivado de su eficacia en r e l a c i ó n con los p r o p ó s i t o s para cuya
c o n s e c u c i ó n han sido d i s e ñ a d a s . La gente se compromete a hacer
las cosas a que e s t á acostumbrada y que, por tanto, le « l l e g a n de
forma n a t u r a l » . Este comprom iso puede llevarlo a exigir que se u t i -
licen recetas y rutinas concretas como parte de sus normas decon-
ducta. Cuando esto ocurre, unacostumbre refleja una o b l i g a c i ó n so
c i a l y no solamente un h á b i t o . Encontramos a q u í de nuevo unacon-
s i d e r a c i ó n de la d i s t i n c i ó n que hizo Summer (1907) entre costum-
bres que son « m o r e s » y aquellas que son « f o l k w a y s » .
U n a vez se ha establecido unacostumbre, los requisitos para po
nerla en e j e c u c i ó n se convierten en una r e s t r i c c i ó n que afecta a la
forma en que las otras recetas y costumbres pueden adoptar con
facilidad. La forma de las costumbres existentes sirve para l i m i t a r
la forma de las otras costumbres y para l i m i t a r c u á l e s entre las re
cetas alternativas conocidas puede f á c i l m e n t e hacerse habitual. La
forma de una costumbre no puede comprenderse ú n i c a m e n t e , por
tanto, con respecto a los p r o p ó s i t o s que pretende servir. T a m b i é n
debe interpretarse a la luz de las otras costumbres con las que
coexiste, sus posibles efectos sobre ellas y los posibles efectos de
ellas sobre é s t a . De este modo, se nos vuelve a recordar que una
i n t e r p r e t a c i ó n u t i l i t a r i a de una costumbre debe tener en cuenta su
eficacia neta con respecto a todos los otros p r o p ó s i t o s que la gentet a m b i é n tiene y que intenta llevar a la p r á c t i c a a t r a v é s de las otras
costumbres.
Evidentemente, algunos p r o p ó s i t o s repetidos tienen prioridad so
bre los d e m á s . Las recetas que son eficaces para realizar lo que la
gente considera sus necesidades b á s i c a s para supervivencia y SUS
exigencias b á s i c a s para la vida social es mucho más probable que
219
se conviertan en habituales, a expensas de otras recetas para i v a l i
zar p r o p ó s i t o s distintos, y estas ú l t i m a s es menos probable que se
conviertan en habituales a expensas de las primeras . Otras conside
i aciones t a m b i é n determinan la factibilidad y d i f i c u l t a d relativa t on
que las formas de una receta habitual puede adaptarse mutuamente.
Incluyen la medida con que las recetas requieren el consensus social,
l a i n v e r s i ó n en aprendizaje y habilidades que la gente ha hecho en
ellas, así como la clase de intensidad de i n v e r s i ó n emocional. Toda
v ía no sabemos qué peso tienen estas consideraciones en r e l a c i ó n
co n las d e m á s o c ó m o sus respectivos pesos cambian con las c i r
cunstancias. Las t e o r í a s referentes a la p r i m a c í a de la t e c n o l o g í a y
de las consideraciones materiales sobre los intereses sociales y hu
manos (por ejemplo, White, 1949) s ó l o proporcionan una burda
(tintando algunos rasgos en c o m ú n ) , rasgos complementarios (no
teniendo n i n g ú n rasgo en c o m ú n ) y en v i n c u l a c i ó n instrumental (sicn-d o el p r o p ó s i t o de una receta preparar los materiales o crear el es
c enai io para ol ra receta).
L a v i n c u l a c i ó n instrumental impone claramente restricciones so-
bi e el o r d e n temporal o p r o g r a m a c i ó n de las actividades. Las recetas
totalmente complementarias, por otra parte, pueden realizarse al mis
i n o tiempo, puesto que no suponen s u p e r p o s i c i ó n de materiales,
habilidades, personal, etc. No obstante, cuando las recetas tienen
a l g ú n rasgo en c o m ú n , existe t a m b i é n la necesidad de su orde
n a c i ó n s i s t e m á t i c a . Las posibles clases de orden se complican con
las distintas formas en que se superponen los rasgos. En la medida
en que dos recetas requieren los mismos materiales brutos, h a b i l i
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a p r o x i m a c i ó n a lo que parece ser una i n t e r a c c i ó n muy complicada
de intereses en competencia. A veces los hombres escogen morir
antes que comprometer creencias o p r á c t i c a s habituales que tienen
poco que ver con la supervivencia f í s i c a , pero a las que, por otras
razones, se sienten emocionalmente comprometidos (una o b s e r v a c i ó n
que nos recuerda cuan complic ado es, en realidad , el asunto de las
prioridades).
Sistemas de costumbres
Y a hemos visto c ó m o el desarrollo de las habilidades y la nece
sidad de compartir las expectativas, cada una a su manera, s e r v í a n
para comprometer a la gente con determinadas recetas y rutinas
m á s bien que con alternativas conocidas. El compromiso parece i r
implicado en el proceso que ordinariamente denominamos institu-c i o n a l i z a c i ó n , pues normalmente tenemos presente que una receta o
rutina ha sido establecida como una cosa que se espera hacer y, con
el creciente grado de i n s t i t u c i o n a l i z a c i ó n , como la cosa necesaria y
moralmente adecuada a hacer. El mutuo ajuste de las recetas y las
rutinas refuerza en gran medida el compromiso con ellas y de ahí
que se vayan institucionalizando, pues ello conduce a organizar sis
temas cuyas distintas costumbres componentes e s t á n tan ajustadas
entre sí que al cambiar una de ellas se interrumpe el funcionamiento
de todas las d e m á s . El llamado efecto de cambio en cadena ha sido
bien documentado en muchas sociedades ( v é a s e , por ejemplo, Spi-
cer, 1 9 5 2 ) . Una c o m p r e n s i ó n de la o r g a n i z a c i ó n s i s t e m á t i c a de las
costumbres puede revelar mucho sobre la estructur a de las. institu
ciones, así como sobre los procesos de cambio cultural y social.
Hemos visto que una receta habitual contiene variedad de rasgos, incluyendo cosas como los materiales brut os, las herramientas ,
las habilidades, las operaciones e s p e c í f i c a s , las exigencias de tiem
po y espacio, las exigencias de personal y las ocasiones para la rea
l i z a c i ó n . (Para un c a t á l o g o y un tratamiento más completos, v é a s e
Goodenough, 1963, pá gs . 324-331 . ) Las distintas recetas se mantienen
en diversa r e l a c i ó n entre sí, tales como las de rasgos superpuestos
220
dades, marcos y personas, tienden a estar en competencia. La pro
g r a m a c i ó n , como vimos en r e l a c i ó n con los deseos en competencia,
es una evidente s o l u c i ó n a este problema. De este modo, las ocasiones para ejecutar las recetas se hacen complementarias. Si una
receta permi te una alternativa má s amplia en cuanto a las materias
prima s, los escenarios, etc., que otras, puede convertirse en habitual
utilizar la pri mer a receta en aquellas alternativa s en que no pueda
usarse la ú l t i m a , convirt iendo así en complementarias las que eran
recetas superpuestas en un principio. T a m b i é n puede ocurrir que
las dos recetas tengan exigencias de procedimiento comunes, de tal
forma que una ú n i c a e j e c u c i ó n de los procedimientos comunes fo
mente s i m u l t á n e a m e n t e los p r o p ó s i t o s de ambas. Motivos de eficacia
pueden hacer que la r e a l i z a c i ó n de una actividad de este tipo sea la
o c a s i ó n propicia para realizar t a m b i é n la otra. Si para sacar dinero
d e l banco, comprar comida y sacar libros de la biblioteca tenemos
que i r a la ciud ad, por ejemplo, es probabl e que combinemo s las
ocasiones de estas distintas actividades, permitiendo que un viaje al a ciudad sirva para todas. De manera similar, si se necesita el mis
m o personal para conseguir que se hagan distintas clases de tra
bajos, puede encajarse su m o v i l i z a c i ó n de manera que coincidan
c o n las ocasiones en que se necesite realizar más de uno de estos
trabajos. Las recetas para distintos p r o p ó s i t o s repetidos suelen ajus
tarse donde es posible la f l e x i b i l i d a d , para facilitar tales fusiones o
fusiones parciales de lo que en otro casi s e r í a n actividades separadas.
Tales fusiones, así como las relaciones instrumentales y comple
menta rias de las recelas, afectan al desarr ollo de los programa s ha
bituales para la r e a l i z a c i ó n de las actividades. La gente trata de
disponer las cosas para que sea posible e m p e ñ a r s e en tantas acti
vidades gratificadoras como sea posible en intervalos m í n i m o s . Las
disposiciones complementarias de los rasgos de las recetas (comoocurre con la d i v i s i ó n del trabajo y de las habilidades) contribuyen
de forma importante a este fi n, como lo hace la u t i l i z a c i ó n de los
rasgos superpuestos para la f u s i ó n de las actividades en rutinas ha
bituales eficaces.
Por supuesto, existen l í m i t e s a las posibilida des de engranaje da
las recetas habi tuales en programas y fusiones. E l cambio de las I 1]
221
1 1111-.1 .i 11* ¡as afecta a la disponib ilidad de recurso s materiales, peí
sonal y habilidades, y restringe o expande de forma diversa las posi
bilidades de utilizar determinadas recetas. Las consecuencias pue
den ser la ru ptu ra de los programas mu y complejamente estru ctur a
dos. La gente necesita recetas alternativas y programas alternativo,
co n objeto de realizar sus p r o p ó s i t o s a d a p t á n d o s e a un mundo im .
table. Pero el tiempo y la e n e r g í a necesarios para aprender procedi
mientos alternativos y para desarrollar habilidades alternativas dis
minuye el tiempo y la e n e r g í a disponibles para otras actividades que
gratifican de manera más inmediata. Cuantas más alternativas e s t é
la gente preparada para adoptar, más di f í c i l le r e s u l t a r á disponer
sus cosas social y materialmente para poder realizar cualquiera de
ellas con facilidad y eficacia. Por el cont rari o, cuant o má s perfecta
pueden conseguirse f á c i l m e n t e los fines valoiados, las I I I S I H I K
tienden a cristalizar alrededor de los puntos en que los rasgos de
las recetas se superponen y donde la d i r e c c i ó n de las actividades
puede fusionarse f á c i l m e n t e . La o r g a n i z a c i ó n del trato i n l e i p i i o n a l
y la c o n s t i t u c i ó n de los grupos sociales tienden especialmente a «.« i
institucionalizados. Compa rti r las expectativas es tan esencial pata
l a d i r e c c i ó n de todas las actividades que exigen c o o p e r a c i ó n c i i i n
distintos ind ivi duo s que la gente se encuentr a someti da a gran pie
s i ó n para reducir los modos alternativos de o r g a n i z a c i ó n social a un
m í n i m o y, donde existen las alternativas, a comprometer se con una
de ellas como la for ma establecida de hacer las cosas. Por e j emplo ,
¿ p a r a qu é estru ctura r de distintas maneras la r e l a c i ó n dirigente-
seguidores de cada actividad si una sirve eficazmente para todas?
L o s grupos f i j o s de una comunidad, tales como las familias, los cla
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mente permitan las circunstancias que la gente siga un conjunto
de recetas y un programa de actividades, más libres e s t a r á n paraacumular las necesarias materias pri mas y las herramientas, para
desarrollar las concretas habilidades requeridas, y para organizar
el personal en grupos adecuadamente f i j os . Por tanto, en la medida
en que las condiciones lo permiten, la gente se c o n f í a a recetas y
programas concretos. Como hemos visto, su mayor familiaridad pos
terior con estos programas y recetas sirve para reforzar aún más
esta confianza.
Cuanto mayor es esta confianz a, menos gente se preocupa de
mantenerse dispuesta y capaz para recurrir a alternativas. En vez
de esto, cada vez se ocupa más en disponer su mundo de fo rma
que no se plantee la necesidad de alternat ivas. Las recetas, los de
p ó s i t o s de materiales, las disposiciones sociales y los programas a
que la gente se c o n f í a adquieren cada vez más un val or como fines
en sí mismos. La gente exige de los d e m á s que adquieran el conocimiento y las habilidades necesarias para realizar estas rutinas. E x i -
gen la c o l a b o r a c i ó n de los d e m á s en su r e a l i z a c i ó n y prohiben el
comportamiento que se interfiera en ellas o que ponga en peligro
las disposiciones y los materiales acumulados de que depende la
r e a l i z a c i ó n de estas rutinas habituales, i n v i s t i é n d o l a s de rectitud
moral e incluso de santidad. De este modo, el progreso que l l ena
al engranaje de las costumbres en organizaciones complejas de acti
vidades humanas y relaciones sociales proporciona incentivos huma
nos para mantener las costumbres y las disposiciones existentes ca
paces de contin uar las operaciones con eficacia. Los procedimien tos
habituales y los dispositivos f i jos en los que los miembros de una
comunidad han depositado tal confianza conservadora puede decirse
que constituyen las instituciones de esa comunidad.27
Puesto que desarrollan en favor de la creciente eficacia con que
27. E s t a d e f i n i c i ó n es cohere nte con l a de Talcott Pa rsons (1951, pá g. 39).
Algunos escritores utilizan el t é r m i n o " i n s t i t u c i ó n " en un sentido algo distinto
A s í , "una i n s t i t u c i ó n es un grupo de personas" s e g ú n Coon (1962, pág. 3). V é a s e
t a m b i é n Malinowski (1944, p á g s . 52-54), que u t i l i z ó mucho " i n s t i t u c i ó n " en el
sentido de f ó r m u l a consuetudinaria y la rutina o las rutin as habituales aso
ciadas.
222
nes, las c o m p a ñ í a s mil ita res y comerciales, y otras asociaciones per
manentes, tienden todos a ordenarse internamente s e g ú n principiossimilares y similares pautas de relaciones de roles. Sucede as í hasta
t a l punto que en gran medida lo damos por supuesto. De hecho, pa
r e c e r í a e x t r a ñ o tener lenguas completamente distintas para las dis
tintas actividades en que participamos y distintas normas de con
ducta para cada receta que necesita c o o p e r a c i ó n social. Los p r i n -
cipios y las pautas de o r g a n i z a c i ó n y prioridad que se repiten y ligan
las recetas y las instit uciones les dan coherencia y un orden estruc
tu rado en el sistema mayor. Estos pri ncip ios y pautas t a m b i é n dan
c a r á c t e r individual a tales sistemas globales, el tipo de calidad que
Ruth Benedict (1934) p r e t e n d i ó dilucidar como « p a u t a s de c u l t u r a »
y que Morris Opler (1945) p r e s e n t ó en t é r m i n o s de « t e m a s » c u l -
turales.
Significado y función
Hemos hablado de las recetas como f ó r m u l a s para realizar pro
p ó s i t o s y gratificar deseos. Hemos observado el conflicto de deseos
y la consiguiente necesidad de programas y prio ridades. Y hemos
considerado c ó m o la tendencia humana a llevar al ó p t i m o las grati
ficaciones de los deseos lleva a la gente a ajusta r sus ru tinas y pro
gramas habituales entre sí en sistemas altamente organizados e ins
titucionalizados. En todo esto hemos aceptado como a x i o m á t i c o
que el compor tami ento humano es intencional y que las consecuen
cias de las acciones pasadas, relativas a los p r o p ó s i t o s de la gente,
afectan a la forma en que la gente valora las cosas y las decisiones
que se adoptan con respecto a futuras acciones. No obstante, debe
decirse, que los mismos axiomas subyacen en la t e o r í a e c o n ó m i c a
de la u t i l i d a d y en la t e o r í a p s i c o l ó g i c a del aprendizaje. La preocu
p a c i ó n por las consecuencias y sus efectos sobre el comporta mien to
futuro t a m b i é n se reflejan en el concepto de f u n c i ó n , que ha sido
223
desarrollado dentro de la a n t r o p o l o g í a en los sentidos algo d i s t i n t o - ,
po i Mul l nowt fk i (1944) y R a d c l i f f e - B r o w n ( 1 9 3 5 ) . 28
S e g ú n M a l i n o w s k i , las costumbres y las instit uciones nacen en
respuesta a las necesidades humanas b á s i c a s —tales como las de
comida, sexuales y de refugio— y las d e m á s necesidades que puedan
derivarse de la vida social. Observar c ó m o las costumbres y las i n s t i
tuciones satisfacen estas necesidades es lo mismo que examinar su
f u n c i ó n . En otras palabras, M a l i n o w s k i ve las costumbres y las
instituciones como cosas que funcionan para resolver los repetidos
problemas de la vida.
R a d c l i f f e - B r o w n y sus seguidores adoptan la f i l o s o f í a como su
modelo. Considerando la sociedad como un organismo cuyas d i s t i n
tas partes cont ribuyen, cada cual a su manera, a conti nuar la exis
c o n r e l a c i ó n a cierto n ú m e r o de intereses y p r o p ó s i t o s (usos) distintos
a la vez. Unos son p r o p ó s i t o s de los que los participantes son «me,cientcs y que e s t á n dispuestos a admitir. Otros p r o p ó s i t o s < i n l c i . s«
pueden ser tales que la gente no admita tenerlos, ni siquiera para
ellos. Por ejemplo, la gente parece ser inconsciente de las preocupa
(iones emocionales que la atraen a los juegos, especialmente cuando
se trata de devotos o « a d i c t o s » a determinadas clases de juegos
(Roberts y Sutton-Smith, 1962). Lo mismo sucede en gran parte del
comportamiento r i t u a l ( W h i t i n g y C h i l d , 1953; E. Goodenough, 1965;
W . Goodenough, 1966; Spiro, 1967).
Todo el abanico de p r o p ó s i t o s e intereses a cuyo servic io la
gente asocia, consciente o inconscientemente, una p r á c t i c a habital,
reciben un significado o valor positivo para ellos. Al mismo tiempo ,
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tencia del todo, definen la f u n c i ó n de una costumbre o i n s t i t u c i ó n
como su c o n t r i b u c i ó n a la existencia o mantenimiento de la sociedad
como una entidad integrada.
Tanto en los usos de M a l i n o w s k i como de R a d c l i f f e - B r o w n , la
f u n c i ó n tiene que ver con c ó m o las costumbres y las instituciones
se relacionan con a l g ú n sistema mayor de partes interconectadas ,
aunque cada uso pone el acento en distintos aspectos de lo que po
d r í a m o s llamar la e c o l o g í a global de las costumbres. Ambos usos
coinciden en poner el é n f a s i s en el efecto de las costumbres y las
instituciones sobre los requis itos de supervivencia de los sistemas
asociados: el sist ema p s i c o b i o l ó g i c o humano en el caso de M a l i n o w s k i
y los sistemas de comportamiento social en el caso de Ra d c l i f f e -
B r o w n .
Dada la forma en que los efectos percibidos r e t r o a c t ú a n (feed-
back) sobre la e s t r u c t u r a c i ó n de los deseos y sobre la d e f i n i c i ó n de
l o s p r o p ó s i t o s , a veces es tentador suponer que la c o m p r e n s i ó n delo s efectos de una costumbre (su f u n c i ó n ) t a m b i é n explica la r a z ó n
de ser de la costumbre y, por tanto, su causa h i s t ó r i c a u origen. Pero
las cosas no son tan sencillas. Por tanto, a q u í , en el tratamiento del
desarrollo de las costumbres no hemos puesto el é n f a s i s en los ver
daderos efectos de las costumbres sobre la gente y la sociedad, sino
en los p r o p ó s i t o s o efectos intencionales para los que se u t i l i z a n
las costumbres. Y al hacerlo no nos hemos preocupado de la natura
leza de los p r o p ó s i t o s o efectos intenc ionales. No nos importa si
i m p l i c a n la c o n s e r v a c i ó n o la d e s t r u c c i ó n de la sociedad, pues la
gente tiene recetas habituales para suicidarse, cuando es eso lo que
quieren hacer, así como paar tratar la enfermedad, satisfacer el
hambre y socializar a los n i ñ o s . Por esta r a z ó n , hasta este momento
hemos evitado hablar de f u n c i ó n , siguiendo a L i n t o n (1936: 404)
en cuanto a distinguir entre el « u s o » de una costumbre y su f u n c i ó n .~ Hemos observado que es probab le que lo que evoluc iona como re
ceta habitual o d i s p o s i c i ó n institucionalizada haya sido conformado
28 . Para revisiones del concepto de función, véase Firth (1955) y Bateson
(1958, cap. 3); y para un importante tratamiento de los peligros del énfasissobre la función con exclusión de otras consideraciones, v é a s e Dabrcndorf (1958).
22 4
lo s intereses y las preocupaciones que no se sirven y que incluso se
sacrifican dan a la p r á c t i c a habital un significado o valor negativo.
D e este modo, el significado y el valor tienen valencias tanto posi
tivas como negativas. La gente suele ser ambivalente sobre sus cos
tumbres. Significado y valor, pues, tienen que ver con la forma en
que la gente siente que las costumbres se relacionan personalmente
c o n ellos, con sus deseos y preocupaciones, cualesquiera que sean,
incluyendo sus deseos y preocupaciones sobre la sociedad como con
junto. Cuando las circunstancias cambiantes alteran la experiencia
de la gente sobre los efectos que sus costumbres tienen sobre ellos,
lo s significados y valores de estas costumbres t a m b i é n c a m b i a r á n .
Es en este sentido que los efectos se r e t r o a c t ú a n en la d e f i n i c i ó n
de los p r o p ó s i t o s y en la v a l o r a c i ó n de los medios habituales, te
niendo como consecuencia una nueva d i s p o s i c i ó n de lo que son las
costumbres pri mari as y secundarias y la e l e v a c i ó n de nuevas recetas
a l estatus de habituales. En esta medida, la f u n c i ó n de una costum
bre (tanto en sentido del t é r m i n o de M a l i n o w s k i como en el de
Radcliffe-Brown) puede considerarse como algo que ayuda a expl icar
su existencia como costumbre, pero s ó l o en este sentido (Spiro, 1966).
Por supuesto, es muy d i f í c i l analizar las costumbres con respecto
a los p r o p ó s i t o s que la gente pretende realizar mediante su u t i l i z a
c i ó n y con respecto a la s a t i s f a c c i ó n y la f r u s t r a c i ó n que la gente
asocia con ellas y que les aportan su significado y valor. Las inter
pretaciones de las p r á c t i c a s habituales que pretenden hacerlo, tal
como las interpretaciones de sentido p s i c o a n a l í t i c o de los s í m b o l o s
y ritos religiosos , suelen ser poco covincentes. Uno de los más im
portantes d e s a f í o s a que se enfrentan las ciencias sociales y del
comportamiento consiste en procrear m é t o d o s para hacer tales in
terpretaciones de forma convincente. Que las interpretaciones que im
plican motivos y p r o p ó s i t o s humanos sean d i f í c i l e s y e s t é n llenas depeligros no nos permi te, no obstante, descalif icar el papel crucial
d e l p r o p ó s i t o humano en la t e o r í a de la cultura.
Desde luego, es probable que la p r á c t i c a de una receta habitual
tenga efectos de los que la gente sea totalmente inconsciente. T a l e .
efectos pueden tener impl icaciones para la s a t i s f a c c i ó n de necesida
des b á s i c a s y para la capacidad de supervivencia de la sociedad como
225
1$ . — E L C O N C E P T O DE C U L T U R A
t a l . Pero si la gente no los nota, no tienen nada que ver con el valor
o s i g n i f i c a c i ó n de la costumbre, ni a c t ú a n retroactivamente sobrel .i s cambiantes definiciones del p r o p ó s i t o y las cambiantes valora
(iones de las cost umbres por parte de la gente. En los Estados Un í
dos, por ejemplo, hemos estado trabajando pulpa de madera pai . i
hacer papel y cumplir otros objetivos socialmente aprobados. Al mil
mo tiempo, hemos contaminado nuestros r í o s , lo cual no es u n iconsecuencia in tenc iona l de esta actividad industrial. Hasta hace
muy poco no nos d á b a m o s cuenta de la e x t e n s i ó n de los efectos de
la c o n t a m i n a c i ó n , e indudablemente seguimos sin darnos cuenta de la
verdadera naturaleza de estos efectos en todas sus ramificaciones
e c o l ó g i c a s . Pero estos efectos forman parte de c ó m o nuestra indus
tria de pulpa de madera funciona en la p r á c t i c a .
i de1111111111 io , como la lengua local de la comuni dad. Al mismo I n m
po,puesto que cada persona, a t r a v é s del aprendizaje,
debed e s a l í ol l a r para sí misma su propia c o m p r e n s i ó n del contenido y la e s t r í a
tura de esa lengua, no exis ten dos indi viduos que tengan la misma
c o m p r e n s i ó n de ella en todos los puntos. El resultado es un con
junto de idiolectos cuya v a r i a c i ó n entre ellos es lo bastante p e q u e ñ a
como para proporcionar una moda fuertemente a p i ñ a d a . T a t a la
colectividad de hablantes, esta moda puede ser considerada su dia
lecto o lengua. Consideraciones s imilare s se aplican a otros aspectosde la cultura. Nuestro tratamiento de ellos comienza por el i n d i -
viduo.
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Si pensamos en una actividad habitual como parte del intrincado
proceso natural que envuelve a la gente, sus deseos, sus otras acti
vidades y el medio ambiente total, entonces la r e l a c i ó n de la a c t i v i -
dad con el proceso y con todas las cosas en él implicadas, tal como
l o c o m p r e n d e r í a un observador omniscente, constituye su función.
Desde el punt o de vista de los participan tes, sin embargo, una cos
tumbr e tiene valor o significado, que consiste en las formas en que
la asocian con sus deseos y preocupaciones y con el total de su si
t u a c i ó n v i t a l (incluyendo el estado de su medio ambiente) tal como
ellos la perciben. Así, la f u n c i ó n de una costumbre incluye su signi
ficado y valor. T a m b i é n incluye muchas cosas más. Pero s ó l o su
significado y valor son importantes para explicar por qué una re-
• ceta dada sigue siendo una costumbre o por qu é una determinada
o r g a n i z a c i ó n de cosas se mantiene como i n s t i t u c i ó n . 29
CULTURA, I N D I V I D U O Y SOCIEDAD
Confrontemos ahora el problema planteado al principio de esteensayo: ¿ c u á l es la r e l a c i ó n de la cult ura con la sociedad?
Vimos con el lenguaje que los miembros individuale s de un grupo
social o comunidad tienen distintos grados de competencia en di l
tinto n ú m e r o de dialectos y/o lenguas. T a m b i é n tienen conocimientosentre ellos —expectativas comunes— sobre c u á l de estas lenguas y
dialectos de sus reperto rios indivi duales es el má s apropi ado parauna s i t u a c i ó n dada. Puesto que es más f ác i l desarrollar la competen
cia en una que en varias lenguas distintas, una lengua del repci
•torio tiende a convertirse y a mantenerse como la convencional-
mente establecida para todas o casi todas las situaciones o a c t i v i
dades en que participan los miembros de la comunidad. A é s t a la
29. V é a s e el tratamiento de f u n c i ó n y significado por Goodenough (1963,
cap. 4-6) y Linton (1936, cap. 23). V é a s e t a m b i é n el tratamiento de f u n c i ó n "m i
nifi esta" y "latente" p or Merton (1957, cap . I) .
226
La cultura y el individuo
Cada individuo desarrolla, a partir de su propia experiencia, suv i s i ó n personal y subjetiva del mundo y de sus contenidos: su pers
pectiva persona l. Abarca tan to las ordenaciones cognosciti vas como
afectivas de sus experiencias. Para fines t é c n i c o s la denominaremos
su propriospecto.20 Dentr o del propri ospect o de una persona y, en
realidad, dominando en gran medida su contenido, se encuentran las
distintas normas para per cibir , valorar, crear y hacer, que él atribuye
a las d e m á s personas como resultado de su experiencia con res
pecto a las acciones y admoniciones de ellos. Al atribuir las normas
a los otros, da sentido al comportamiento de ellos y puede prede
c i r l o en un grado significativo. Al utilizar para él lo que cree las
norma s de ellos, como g u í a de su propio comportamiento, se hace
a sí mismo inteligible para ellos y a partir de ahí puede i n f l u i r en
su comportamiento, lo bastante, por lo menos, para permitirse rea
lizar muchos de sus p r o p ó s i t o s .
Es probable, desde luego, que una persona encuentre que las nor
mas que aprende a atribuir a sus padres, para p r o p ó s i t o s p r á c t i c o s ,
puedan t a m b i é n ser atribuidas por lo menos a algunas otras perso
nas con quienes tiene trato, pero no a todos los d e m á s . Las d e m á s
personas quedan clasificadas en conjuntos o c a t e g o r í a s de otros, pare
ciendo que cada conjunto tiene normas que son peculiares de sus
miembros. S e g ú n nuestra d e f i n i c i ó n de cult ura, las normas que de
esta forma una persona atribuye a un determinado conjunto de
otras constituyen para él la cultura de este conjunto.31 Este conjunto
30. Del l a t í n proprio, "peculiar a uno mismo", y specíus, " v i s i ó n " , "perspes-
tiva". E l griego nos d a r í a idiorama, pero rechazo esta alte rnati va debido a los
usos que ya ha recibido —orama en otros neologismos ingleses Wallace (1961,
p á g s . 15-16) se ha referido al propriospecto, desafortunadamente, como el "la
berinto" del individuo. Me he referido a él, con t o d a v í a menos fortuna, como
l a "cultura privada" del individuo (1963, pág. 260). Wallace t a m b i é n iguala l a b irinto con cultura, diciendo ( pág . 16): "E l laberinto es al indi viduo lo que lf
cultura es al grupo". A q u í reservaremos el t é r m i n o cultura para referirnos a
algo que se percibe como la propiedad del conjunto de otros.
31. E s t a c o n c e p c i ó n de la cult ura se parece evident emente a lo que el f i l é
sofo G. H. M ead (1934, p á g s . 152-163) denominaba el "otro generalizado".
227
es para él una entidad significativa en su medio ambiente humano,sin tener en cuenta si sus miembros t ambién se perciben a sí mis
mos como una entidad, o si están o no organizados de alguna foi
ma como grupo que funciona. En la medida en que una persona
encuentra que debe atribuir distintas normas a distintos conjuntos
de otros, percibe estos grupos como poseedores de distintas culto
ras. Por este sistema, cada propriospecto de un individuo llega a
incluir diversas culturas distintas que asocia con lo que para él son
grupos significativos de otras personas. El resultado puede repre
sentarse como
p=(a-f-b+c-f-.. .)+x,
sobre las normas que él ha a bs t ra í do a partir de su e.xpe ia d.
lo que para él constituye un conjunto significativo de o l i o s \m
él atribuye a ese conjunto como las normas mediante las niales sus
miembros llevan a cabo sus asuntos.
Cuando un individuo A percibe que un individuo B es compe
tente en las normas (la cultura) que atribuye al grupo X, y cuan
do B percibe que A es competente en las normas que él atribuye al
mismo grupo X , entonces A y B se consideran a sí mismo y al o t r o
como sabiendo actuar de acuerdo con las «mismas» normas. Puesto
que tienen percepciones similares deotros miembros adultos del pi n
po, mientras que al mismo tiempo perciben la incompetencia de los
ni ños y los e x t r a ñ o s ; naturalmente venestas normas, en las que tie-
nen una competencia similar, como propiedad del mismo grupo.
Como tales, estas normas parecen existir al margen de los i n d i v i -
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donde el propriospecto de un individuo (p) consta de las distintas
culturas (a, b, c, etc.) queatribuye a los correspondientes grupos de
otras personas, junto con las otras formas, creencias, valores y rece
tas (x) que él ha desarrollado a partir de su propia experiencia de
las cosas, al margen del resto de la gente, y que no atribuye a na-
die más .
Una persona no sólo puede atribuir distintos sistemas de normas
a distintos conjuntos de otras personas, sino que t a mbi é n puede
ser competente en más de uno de ellos; es decir, ser competente en
má s de una cultura. Esto es frecuente en el caso de los americanos
cultos de ascendencia extranjera o entre las personas que han con
seguido seraceptadas en unaclase social más alta queaquella en que
crecieron cuando eran n i ñ o s . En la dirección de sus asuntos, una per
sona debe escoger entre lasdistintas culturas de su repertorio la que
considera más adecuada para sus propósi tos en una ocasión dada.La que escoge es la cultura operativa de esa o c a s i ó n . En la medida
en que se identifique con un determinado grupo de otros, considera
la cultura que asocia con ese grupo como su cultura. No obstante,
debemos resaltar que, igual que los individuos pueden ser p o l í g l o t a s ,
t a mbi é n pueden ser pluriculturales, estando determinada la concreta
cultura quedebe serconsiderada como la suya —cuando hablamos cic
la cultura de unapersona— porconsideraciones de identificación so-
cial más bien que simplemente por la competencia (aunque, eviden
temente, la cultura del grupo con que una persona se identifica es
casi inevitablemente una en la que el individuo es muy competente).
Merece lapena hacer unadisgresión para observar que el concepto
a n t ropo l óg i c o de cultura es en sí mismo un producto de la experien-
cia humana c o m ú n de que las normas y las expectativas que apren
demos a atribuir a una persona pueden generalizarse, para propósltos p r á c t i c o s , a otras personas, pero no a todas. Esta experiencia
requiere que la gente distinga distintas clases de personas, teniendoque ser comprendida cada clase en t é rminos de carac ter í s t icas y <« le
yes» peculiares. Si todas las personas operaran en t é rmi nos de las
mismas normas, sin presentar contrastes, nunca se hubiera conce
bido la idea de cultura. Ladescripc ión quehace un a n t ropó l ogo de
la cultura de un pueblo es una exposición de las generalizaciones
228
duos, que van y vienen en el ciclo de nacimientos y defunciones. Al
ser percibidas como propiedad de un grupo, tienen una existenciapropia independiente, y fácilmente se reifican como un objeto, como
algo a lo que la gente se remite, y a lo que ellos mismos se en-
cuentran respondiendo. Al hacernos losde má s demandas en nombre
de este objeto —en nombre de lo que ellos entienden queconstitu
yen las normas del grupo—, vemos nuestro propio comportamiento
como restringido, conformado e incluso «determinado» por ese obje
to. Deeste modo, lasnormas queproyectamos sobre el grupo se con
vierten en una cosa con la que contar, una fuerza exterior de gran
importanc ia para comprender nuestro comp ortamien to. Desde esta
perpsectiva resulta claro por qu é ant ropólogos de concepciones tan
diversas c omo A. L. Kroeber y Leslie White se hanpuesto de acuerdo
en concebir la cultura como supraindividual y como gobernada por
factores distintos de los que gobiernan el comportamiento individual
(Kroeber, 1948b). Aunq ue esta generalización es el resultado de unai lus ión humana nacida de generalizar sobre los otros, no obstante,
los hombres viven gracias a sus ilusiones —gracias a las abstraccio
nes y generalizaciones— y al hacerlo así las convierten en reales.
Hablando con rigor, la pertenencia de una persona a un grupo
que tiene una cultura común es tá determinada por la medida en
que el individuo mismo se revele competente en las normas que
atribuimos a los otros miembros del grupo; es decir, en la medida
en que parezca estar enculturado en lo que nosotros percibimos
como la cultura del grupo. Desde este punto de vista, es posible
que una persona pertenezca a má s de un grupo de cultura c o m ú n ,
pues puede ser competente en má s de un conjunto de normas. La
pertenencia en cuanto asunto de competencia cultural, hemos dicho,
es distinta de lapertenencia en el sentido sociopsicológico de la iden
t ificación propia, o de ser identificado y aceptado por los d e m á s ,
como miembro de un grupo. Se puede ser competente en la cultura
francesa sin tener la identidad social de « f r a n c é s» . Puesto que la
competencia en las normas que se asocian con un conjunto de otras
personas sólo puede desarrollarse mediante unainte racc ión intensiva
con, al menos, algunos de esos otros, losconjuntos de personas que
229
•.un i oinpe tcntes en lo que perciben como la misma cul tura se supci
ponen cu gran medida a los conjuntos de personas que participanicpctidamente unos con otros en una o más actividades. Cuanto
mayor es la variedad de actividades en que repetidamente se rcla-
* i ' . n . u i , mayor es el abanico de asuntos en que ellos mismos se con
aderan competentes en las mismas normas.
Debemos resaltar a este respecto que puede obtenerse Inmediata
mente un alt o grado de competencia, especialmente en el comp on a
miento social y en el conocimiento de las obligaciones sociales, de
viniendo competente en los roles sociales suplementarios más bien
que d es emp eñ an d o directamente los propios roles. Por ejemplo, el
niño desarrolla una gran competencia sobre cómo actuar de la mis
ma manera que su padre o su madre gracias a su in teracción con
sus padres; en consecuencia, cuando se convierte en padre, lo que
in . i.ulo de los que se tratan con los individuos de olios conglomc
lados, por lo menos en el contexto de esa actividad o con piulo de
actividades. Tales conglomerados son grupos naturales. Si los iniein
broa de un conglomerado son conscientes de sí mismos como enti
dad con conti nuidad y distinguen entre miembros y no niiemluns
mediante algunos criterios de pertenencia (o de elegibilidad para
poder ser miembro s), el conglomerado constituye una sociedad en
el sentido más amplio y más simple del término. En este sentido
hemos venido hablando hasta ahora de sociedad.
Existen dis tintas clasif icaciones de los grupos y de las sociedades
según la clase de actividades con que es tén asociados y según la
manera que tengan para surtirse de miembros, pero en este ensayo
no nos ocupamos de tales clasifi caciones . De lo que nos ocupamos
es de que, en la p r ác t i ca , los an t r o p ó lo g o s raramente han conside
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previamente ha aprendido a esperar de sus propios padres le pro
porciona ahora una clara idea de qué esperar de sí mismo. Una repet ic ión má s directa de los roles adultos tiene lugar en los juegos y
el deporte (Roberts y Sutton-Smit h, 1962).
La percepción de la competencia co mú n proporciona una base
para que las personas se identifiquen mutuamente como siendo la
misma clase de personas. Fomenta un sentido de etnicidad co mú n .
Lleva a la gente a investigar entre sí la dirección de otras activida
des y da origen a redes sociales relativamente estrechas y a grupos
aislados. Siempre que encontramos tal red o grupo social supone
mos que, por lo menos en algunos sentidos, sus miembros adultos
pueden considerarse competentes en lo que perci ben como un con
junto de normas comunes. Tamb ién suponemos que las normas que
aprendemos a atribuir a los miembros concretos de una red o grupo
co n quien nos tratamos son las que pueden atribuirse con seguridad
a los otros miembros del grupo y al grupo como un todo. Estas su
posiciones pueden no ser siempre válidas, pero lo más probable es
que lo sean. Operamos sobre la base de estas suposiciones hasta
que la nueva exper iencia exige que las modifiquemos. Los antropó-
logos lo han hecho así en sus investigaciones etnográf icas de la mis
ma manera que todo el mundo lo hace para dir ig ir sus asuntos.
Cultura y sociedad
Hemos mencionado cómo, cuando las personas se perciben unas
a otras como competentes en lo que consideran la misma cul tur a,
esta percepción refuerza su sensación de ser un grupo y su concien
cia de t al. Pero todavía no hemos intentado una definición formalde los términos «grupo» y «sociedad».
Si tomamos como punto de referencia una actividad o un con
junto de activi dades y examinamos la frecuencia con que las perso
nas se tratan entre sí en re lación , con ellas, descubriremos que la
gente se divide a sí misma en conglomerados, t r a t án d o s e más fre
cuentemente entre sí los que quedan dentr o de un mismo conglo-
230
rado los simples conglomerados asociados con una o unas cuantas
actividades como las unidades a las que asociar el fenómeno de lacultura. 32 Antes han observado todas las actividades en que la gente
p.niicipa activamente o de cuya real ización dependen de los otros,
v lian tomado como su modelo de sociedad al conglomerado de los
conglomerados que los abarca a todas, o a casi todas, y que al
un ano ti empo parece constituir un aislado natur al. (Para distint as
definiciones de sociedad, véase Mayhew, 1968.)
E s t a s .o, iedades mayores y relativament e autosuf icientes pueden
e s t . u delimitadas de forma vaga o clara. (Para un tratamiento de
l o . limites, véase Barth, 1969.) Dent ro de ellos, los dis tin tos conglo
merados subsidiari os asociados con una clase de actividad pueden
i congruentes o casi congruentes con los conglomerados asociados
co n otras actividades. Los grupos d o més t i co s de una aldea, por ejem
plo, pueden pa rtic ipar en muchas clases distintas de actividades
como unidades separadas. Por otra parte, los grupos subsidiarios deuna sociedad autosuticiente pueden diferir en cuanto a compos ición
de una actividad a otra, superponiéndose y c r u zán d o s e los miem
bros de unos y otr os, como ocurre en las modernas poblaciones
urbanas. Todos los miembros de una sociedad pueden tratarse di
rectamente con iodos los d emás miembros, estando el conjunto fuer
temente unido poi ii s pautas de in teracción; o bien los miembros
no pueden conocer personalmente a todos los d emás , estando la so-
32. Sin lugar a dudas, han habido estudios antropológicos sobre hospitales ygrupos ocupacionales —incluso de familias (Roberts, 1951)— como unidadestransportadoras de cultura. Pero estos grupos han sido considerados como comunidades o partes de comunidades implicadas en una diversidad de activi-dades, y su estudio ha sido poco frecuente en comparación con los estudios decomunidades de aldea, bandas y vecindarios. Se ha asociado tan fuertemente
la cultura con las comunidades y los grupos sociales —como distintos de lasactividades— en la práctica antropológica que suele leerse sobre la gente como"miembros de una cultura", una idea verdaderamente sin sentido, como inmediatamente resulta evidente si seguimos sus implicaciones y hablamos de lagente como "miembros de una lengua". No se puede ser miembro de un conjunto de normas ni de una masa de conocimientos y costumbres. Pero talesson las absurdidades a que pueden conducir la igualación de cultura con elgrupo.
231
i ii (l.ul laxamente unida y p a r e c i é n d o s e , en la for ma en que sus
miembros se trat an entre sí , a una red ramificad a.Tales diferencias de la estructura de grupo y societal son s i g m f i
Cativas para las cuestiones que se refieren al mant enimient o del
consensus social sobre el contenido de la cult ura. Pero no s e r í a pro
ductivo tratar de definir el f e n ó m e n o de la cul tur a con respecto a
una clase de grupo, tal como la comunidad de aldea p e q u e ñ a , gco-
l ' i á ti c a m e n t e limitada, fuertemente unida y e n d ó g a m a : la clase de
comunidad que los a n t r o p ó l o g o s han encontrado más f á c i l de descri
b i r . D e f i n i r la cultura en tales t é r m i n o s es centrarse sobre un caso
concreto a expensas de perder tanto el f e n ó m e n o de la cultura como
su r e l a c i ó n con las sociedades autosuficientes en toda su comple
jidad, complejidad que vimos ejemplificada en el caso de los indios
de l Amazonas con que empezamos este ensayo. La r e l a c i ó n de la
conjunto concreto de c a r a c t e r í s t i c a s es hacer a b s t r a c c i ó n a partirde la real idad obje tiva . Los ejemplares indivi duales pueden aproxi
marsc a esta a b s t r a c c i ó n , pero ninguno de ellos puede conlonuarsecompletamente a ella.
De forma similar, la cultura p ú b l i c a de un grupo consista an Lai
versiones in divi duale s propi as de los miembro s adultos del grupo
reconocido s por los otro s miembr os adult os como competentes en
cuanto a cumplir sus mutuas expectativas. Nunca existen dos venianes i d é n t i c a s sobre las formas, las creencias, etc., y sin embargo la
v a r i a c i ó n entre ellas se mantiene dentro de l í m i t e s mediante el pro
ceso de ajuste selectivo que acabamos de describir: l l a m é m o l e s se-
lección normativa. Cada v e r s i ó n (incluyendo la del e t n ó g r a f o ) consti
tuye un ejemplar socialmente prod uctivo de la cult ura p ú b l i c a , si la
persona que opera con ella es juzgada socialment e competente por
sus c o m p a ñ e r o s . Podemos pensar en la cultura p ú b l i c a comprendien
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cultura con tales sociedades es lo que vamos a tra tar ahora.
Evidentemente, para las personas que se tratan continuamente
co n otras constituye una ventaja su competencia en lo que perci
ben como las mismas normas. Tales personas llegan, por tanto, a
una mutua c o m p r e n s i ó n sobre qué normas esperan los otros que
dominen y sobre qué normas esperan que utilicen como cultura ope
rativa en las actividades en que se tratan mutuamente. Las normas
que convienen para estos p r o p ó s i t o s puede decirse que constituyen
su cultura pública para estas actividades.
Como hemos dic ho, las personas que utilizan lo que ellos consi
deran como la misma cultura en sus tratos con los otros tienen
cada cual su propia c o m p r e n s i ó n o v e r s i ó n personal de lo que es
ta l cultura. En sus tratos mutuos, la mala c o m p r e n s i ó n lleva a cada
individuo a ajustar su propia v e r s i ó n de la cultura p ú b l i c a para
que concuerde mejor con las expectativas de sus c o m p a ñ e r o s . Por
supuesto, tales ajustes no los hace igual todo el mundo. Unos miem
bros del grupo son reconocidamente má s competentes que otro s
y los ancianos en general son má s experimentados que los j ó v e n e s .
E n consecuencia, las versiones de la cul tura p ú b l i c a del grupo que
sostienen las autorid ades reconocidas prop orci onan las expectativas
hacia las que los otros ajustan progresivamente sus propias versio
nes. Este proceso de ajuste selectivo lleva a una c o n g l o m e r a c i ó n
modal de las versiones indi viduale s de lo que todos at ribu yen al
grupo como su cultura p ú b l i c a .
Objetivamente considerada, pues, la cultura p ú b l i c a de un grupo
no es distinta de una especie b i o l ó g i c a , pues las especies constan
de una serie de in divi duos tales que nunca existen dos i d é n t i c o s y,
si n embargo, la v a r i a c i ó n entre todos ellos e s t á contenida dentro
de los l í m i t e s gracias al proceso que denominamos s e l e c c i ó n natural.De este modo, la especie es un conglomerado moral de c a r a c t c r í s t i
cas f í s i c a s y de comportamiento. Cualquier individuo cuyas carac
t e r í s t i c a s le permitan procrear con sus c o m p a ñ e r o s constituye un
ejemplar b i o l ó g i c a m e n t e productivo de la especie. El conjunto de la
especie puede pensarse como un abanico de variaciones o un con
junto de tendencias modales. Pero desc ribir la en t é r m i n o s de un
232
do un abanico de variaciones entre sus ejemplares socialmente pro
ductivos, o podemos pensarla como la tendencia modal que se daentre ellas. Pero describirla es hacer una a b s t r a c c i ó n —la v e r s i ó n
d e l e t n ó g r a f o — que, en el mejor de los casos, puede ser otro ejem
plar socia lmente p rod uct ivo , pero a la que no se puede esperar que
se conforme exactamente n i n g ú n otro ejemplar.
Subjetivamente, pues, la cultura p ú b l i c a de un grupo consiste en
las normas que una persona atribuye a los otros miembros del grupo
o al grupo como un todo. Vista así , es algo unitario. Objetivamente,
si n embargo, la cultura p ú b l i c a de un grupo es una c a t e g o r í a taxo
n ó m i c a que abarca las distintas versiones subjetivas de la cultura
p ú b l i c a del grupo que sostienen individu almente los miembros del
grupo. La c a t e g o r í a contra sta como tal con las c a t e g o r í a s asociadas
a los otros grupos.
Tanto la v e r s i ó n subjetiva como la objetiva juegan papeles necesarios c importantes en la d e s c r i p c i ó n y en la t e o r í a cultural. Es
importante tener claras las diferencias entre ellas y sobre c ó m o se
relacionan mutuamente. Por ejemplo, Hammel (1970) e n c o n t r ó que
100 informadores yugoslavos de Belgrado le dieron 100 determina
ciones de prestigio distintas sobre la misma lista de ocupaciones. Dos
procedimientos e s t a d í s t i c o s distintos le dieron dos « m o d e l o s de con
s e n s u s » distintos sobre el prestigio de las ocupaciones. Uno se ba
saba en toda la lista de ocupaciones; el otr o se basaba en aquellas
partes de la lista que eran más p r ó x i m a s a la o c u p a c i ó n de cada
informador, r e u n i é n d o s e luego los « m o d e l o s de c o n s e n s u s » de cada
o c u p a c i ó n para crear un modelo global. Cada individuo tiene su vi
s i ó n subjetiva de la cultura p ú b l i c a relativa al prestigio de las ocu
paciones, pero el e t n ó g r a f o tiene que abstraer una s í n t e s i s de las
versiones ind ividuales para caracterizar la cultu ra p ú b l i c a desde unaperspectiva « o b j e t i v a » .
Hemos definido la cultura p ú b l i c a de un grupo como las nor mas
que los miembros del grupo esperan que u t i l i z a r á n los d e m á s para
operar en sus tratos mutuos. Por tanto, una cultura p ú b l i c a —consi
derada subjetiva u objetivamente— no necesita contener una sola
233
cultuia < -11 el sentido de un sistema organizado de normas. Supon
gamos, por ejempl o, que somos miembros de una familia en la (pa
se h a b l a inglés la mayor parte de las veces, pero siempre se habla
1 i .mcés en la comida, prohibiéndose el inglés. En este caso, los miem
bros del mismo grupo operan unos con otros según dos conjuntos
distintos de normas lingüísticas. La cultura propia que atribuyo a
esta familia, y que debo utilizar como cultura operativa para íun
cionar aceptablemente como miembro de ella, incluye tanto el inglés
como el francés. Este ejemplo puede sorprendernos por extraño,
pero el fenómeno que ilustra es normal. Piénsese, por ejemplo, en
una comunidad escolar donde se juega al fútbol en otoño y a l béisbol
en primavera, y donde todos los jóvenes confían en tomar parte en
ambos deportes. Los juegos son tan distintos que saber uno sirve
de poca ayuda para aprender el otro, pero ambos forman parte de
del poder, cada una en su propio context o, sin tener la sensación deincoherencia.
Además de los d i s t i n t o s sistemas de normas de la cultura pública
de una sociedad en la que todos los miembros son competentes, hay
otros en los que sólo son competentes ciertos miembros. Algunos
tic e s t o s s i s t e m a s pueden asociarse con subgrupos dentro de la socie
dad, tales como los gremios profesionales organizados y similares.
A < l " ' 1 1 < ""q>l< n.eut.u icdad pertenece a los grupos y a las categorías
( l r l a s I " '••""..s dentro de- la sociedad más bien que sólo a las oca-
' , , N , L < " 1 V !<»•• piopos i tos . Tales subgrupos o categorías pueden servir
tomo espe» ¡ a l i s tas , utilizando el sistema de normas en que son com
petentes para proporcionar servicios a los demás. Los concretos sis-
temas de noi mas asi utilizados constituyen especialidades dentro de
c u l t u i a pub l i ca global de la sociedad. Aquellos sistemas en que
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las cosas que los miembros de la comunida d deben aprender con
objeto de operar en ella aceptablemente. Aquí no dudaríamos dedecir que tanto el fútbol como el béisbol forman parte de la cultura
que at ribui mos a la comu nidad. De donde se deduce que los muy
distintos cuerpos de conocimientos asociados con la pesca y la agri
cultura, ambos emprendidos por los mismos hombres en una comu
nidad de aldea truk, forman parte de esa cultura de la comunidad.
Hasta este momento hemos igualado el lenguaje y la cultura, tra
tando a ambos como sistemas organizados de normas de comporta
miento. Pero, en este sentido, la pesca y la agricultura constituyen
dos culturas distintas entre los truk, exactamente como el inglés
y el francés son distintas lenguas. Está claro que cuando hablamos
de la cultura de una sociedad como las cosas que se deben saber
con objeto de comportarse de manera aceptable como miembro de
ella, nos referimos a un cierto número de disti ntos sistemas de nor
mas y no a uno solo. Estos distintos sistemas están en sí mismosorganizados de acuerdo con normas o principios de más alto nivel que
determinan qu é concreto sistema es adecuado para cada ocasión.
En los ejemplos presentados, las dos lenguas y las dos activida
des de subsistencia, respectivamente, sirven esencialmente al mismo
tipo de propósitos, comunicativos en u n caso y nutritivos en el otro.
Así pues, en gran medida son compet iti vos con respecto a los pro
pósitos que sirven y encajan dent ro del mismo sistema cultural ma
yor mediante su distribución en ocasiones complementarias. No obs
tant e, otros sistemas dis tintos de normas pueden ser complementa
rios para los propósitos. Tal sería, por ejemplo, el caso de dos sis
temas de normas en que uno determinara las actividades que sirven
a fines económicos y el otro determinara las actividades que sirven a
los fines psicológicos o espirituales que denominamos religiosos. Es
evidente que los dist int os grandes sistemas de normas de la cultura
pública de una sociedad se mantienen entre sí en la misma clase de
relación que nosotros ya hemos considerado con respecto a la orga
nización de las recetas y rutinas habituales. De este modo, en los
Estados Unidos, los mismos individuos pueden profesar y practicar
la ética del cri stia nismo, del laissez-faire económico y de la política
234
se espera que t odo el mundo sea competente, incl uyendo las normas
que (l e leí minan las relaciones especialista-cliente, son universales enla <oli . i i . . p o l . l ú a . (Para un tratamiento de las especialidades y los
" " . v . . .l es ( i i l i males , véase Linton, 1936, Capítulo 16.)
oi ios sistemas de normas asociados con subgrupos concretos pue-
d e u se i uti lizados por sus miembros de forma regular cuando se tra-
lan ' u n , i , oí no en el caso de que utilicen distintas lenguas o argots
entn • l íos , |x ro no con los otros miembros de la sociedad mayor.
, ) ( U K M I O . un a cultura puede servir como cultura pública de un
Mihgmpo, mientras que otra cultura sirve como la cultura pública
de la s.Miedad mayor de la que forma parte el subgrupo.
Es p i o b a b l e (pie las actividades cuya realización está confinada a
s ub g i u po s de nn, , de la sociedad mayor estén controladas por nor
mas (pie pi, . . . l u í una considerable variación de un subgrupo a
< ) l l n 1 ddciencias de las distintas culturas públicas que contro
la " i ; " ' a ""•> de , i.e act ividades pueden ser notables, pero son de, - n t lase que no interfieren seriamente con la capacidad de los
miembros de los distintos subgrupos para interaccionar en las re-
lativainenti potas ocasiones en que deben trabajar juntos en esa
actividad. Pues, en tal actividad, el grado de diferenciación entre
las distintas culturas públicas de los subgrupos de la sociedad son
análogas a las existentes entre los dialectos de una lengua. Los
antropólogo. ., lelieien a este nivel de diferenciación como subcul-
tural y hablan de que los grupos tienen distintas subculturas. Lo
que implica que la cultura es a la subcultura como la lengua al
dialecto y la especie a la subespecie. Otra vez aquí, hablamos obje
tivamente de la cultura pública de la sociedad en sentido taxonómi
co, no de un sistema de normas, sino de un conjunto de sistemas
funcionalmente equivalentes (tales como los sistemas de la etiqueta
o de la agricultura) cuyos respectivos contenidos son tales que el
comportamiento de una persona que opera en términos de uno de
los sistemas no es incomprensible para otra que lo interpreta en
términos de otro sistema Incluido en el conjunto.
Dentro de la cultura pública de una sociedad existen diferencias
entre los individuos, asociadas con las especialidades y las subcul-
235
t i n a s cu la medida de sus competencias. Puesto cpie normalmen te
la competencia en un sistema de normas s ó l o puede adquirirse medi.mie la prolongada i n t e r a c c i ó n con las personas que ya son COtTl
petcntes, las diferencias de competencia tienden a estai aso< iadas
las fronteras sociales dentro de la sociedad más amplia. Tales dif<
rencias, por tanto, suelen servir como indicaciones de la Identidad
social, como la edad, el sexo, la casta o la clase. A d e m á s , las de,
tintas competencias de una persona, entre otras cosas, es probable
que const ituyan su pasaporte de a c e p t a c i ó n dentro del grupo laboral,l a sociedad profesional, la c o n g r e g a c i ó n religiosa o el club social.
Algunos sistemas de normas en que pueden ser competentes los
miembros indi viduale s de la sociedad han sido aprendidos a conse-
cuencia de un contacto í n t i m o con los miembros de otras socieda-
des. Estos individuos no u t i l i z a n normalmente esas normas como
n i / . u ion c o m p l e j a de tradiciones separadas y de sus partes c o n . i i
I u l i vas.
l a complicada r e l a c i ó n de la cul tur a y la sociedad que hemos
< i . lo considerando nos ha llevado ahora a distinguir distintos sen-
i l .l o s del leí mino « c u l t u r a » . Cada sentido es ú t i l para una t e o r í a
social y c u l t u r a l , y cada uno de ellos se relaciona de forma s i s t e m á -
tica con todos los d e m á s . Concluiremos esta s e c c i ó n r e v i s á n d o l o s
como sigue:
1. Cultura en el sentido general del sistema de normas para
contener varias de estas culturas. Tratamos de este sentido del t é r
mino cuando cons ideramos el contenido de la cul tur a y su r e l a c i ó n
c o n la c o n s t i t u c i ó n b i o l ó g i c a , p s i c o l ó g i c a y de comportamiento del
hombre, y cuando hablamos de la cultu ra como un at ri bu to de todos
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parte de su cultura operativa cuando tratan con miembros de su
misma sociedad. Reducen su u t i l i z a c i ó n al trato con los miembros
de las sociedades ajenas con las que e s t á n asociadas. Pero estos
otros sistemas de normas de sus propriospectos se manti enen como
alternativas de su repertorio cultural personal, alternativas a las que
se puede recurrir en circunstancias extraordinarias ( v é a s e L i n t o n ,
1936: 273). Forman parte del pool de culturas de la sociedad, de
la misma manera que las lenguas conocidas por cualquiera de los
miembros de una sociedad forman parte del pool de lenguas, pero
no tienen un papel establecido que d e s e m p e ñ a r en la d i r e c c i ó n de
ninguna de las actividades que s ó l o incluyen a miembros de la so-
ciedad o de sus sub grupos. No ocupan un lugar en el sistema global
de culturas p ú b l i c a s mutuamente ordenadas de la sociedad.
Por supuesto, este sistema global constituye lo que los antro-
p ó l o g o s tienen generalmente presente cuando hablan de la « c u l t u r ade una s o c i e d a d » . Representa precisamente la medida de lo que
u n o debe saber, o profesar creer, para poder operar de forma acepta
b le para sus miemb ros en cualquier rol que sea asignado. Como
t a l , la cultura de una sociedad no debe confundirse con los c o n t é
nidos totales de su pool de culturas. Es la parte del pool que ha
adquirido un estatus habitual para los miembros de la sociedad o
de cualquiera de sus subgrupos. Consta de sistemas de normas reíativamente aislados referentes a las distintas clases de actividades
y tipos de sistemas a los que hablamos normalment e, como son el
lenguaje, la r e l i g i ó n , la propiedad, la arquitectura, la metalurgia, la
agricultura, e t c é t e r a . Cada uno de tales sistemas, a p r e n d i é n d o s e y
t r a n s m i t i é n d o s e independientemente o semiindependicntemente de
todos los d e m á s , constituye una tradición distinta. La cultura di
una sociedad no s ó l o incluye aquellas tradiciones que son c ono» idasp o r todos sus miembros y que funcionan como universales en la
cultura p ú b l i c a global, sino que t a m b i é n incluye las tradiciones que
sirven de culturas p ú b l i c a s a s ó l o algunos subgrupos comprendidosen ella, sean como especialidades o bien como culturas o l u b t ni
turas d e grupos e s p e c í f i c o s . La Cultura de una sociedad (la escri
biremos de a q u í en adelante con C m a y ú s c u l a ) es, p u e s , una o i g a
236
lo s hombres.
2. La cultura de un grupo, considerada subjetivamente como
e l sistema o sistemas de normas que una persona atr ibuye al con-
junto de las otras personas. El proprios pecto de una persona puede
contener varias de estas culturas. Tratamos de este sentido del t é r
mino cuando consideramos las culturas concretas como productos
d e l aprendizaje humano y cuando tratamos de describir culturas
concretas en e t n o g r a f í a , siendo tales descripciones resultados del
aprendizaje del e t n ó g r a f o .
3. La cul tur a operat iva de una persona, siendo el concreto sis-
tema de normas de su propriospecto que u t i l i z a para interpretar el
comportamiento de los d e m á s o para guiar su propio comporta-
miento en una o c a s i ó n dada. Tratamos de este sentido del t é r m i n o
cuando intent amos comprender el ro l de la cultu ra en la i n t e r a c c i ó n
social y en los procesos mediante los cuales puede decirse que la
gente llega a compa rti r una cultura.
4. l a cultura p ú b l i c a de un grupo, que consta de todas las ver-
siones Individuales del sistema o los sistemas de normas que los
miembros de un grupo esperan que los d e m á s u t i l i c e n como sus
culturas operativas en las distintas actividades en que se tratan mu-
tuamente. La versión propia de cada i n d i v i d u o de la cultura p ú b l i c a
corresponde al segundo sentido del t é r m i n o cultura antes mencio-
nado. Considerada objetivamente, la cultura p ú b l i c a es una c a t e g o r í a
o clase que consta de todas sus versiones individuales, estando con-
tenidas las variaciones dentro de los l í m i t e s de estas versiones, gra-
cias al proceso que hemos denominado de s e l e c c i ó n normati va. Unacultura p ú b l i c a puede constar de varios sistemas separados de nor-
mas, constituyendo cada uno una t r a d i c i ó n distinta dentro de ella.
Este sentido del té rmino cultura resulta aplicable cuando conside-
ramos l a cult ura como la propiedad de un grupo social y cuando
nos ocupamos del mant enimi ento de las tradic iones a lo l a r g ó del
tiempo r e l a c i o n á n d o l o con los grupos.
237
5. La cul tur a como un nivel concreto de la j e ra rquía taxonómi
i .1 de- culturas publicas. Consiste en el conjunto de culturas públicasq u e so n lunciona lmcnte equivalentes y mutuamente comprensibles
Cada cultura públ ica del conjunto es una subcultura, estando la < ul
tura en una re lac ión con la subcultura idéntica a la de la lenp.ua
co n el dialecto. Así utilizado, el t é rmino cultura, junto con el de
subcultura, pertenece a la clasificación de los grupos según el grado
de simi lari dad y difere ncia de sus disti ntas culturas públ icas (o de
sus concretas tradiciones dentro de ellas).
6. La Cultura de una sociedad (con C m a y ú s c u l a ) , es el sistema
global de culturas públ icas mutuamente ordenadas pertenecientes a
todas las actividades que se desarrollan dentro de la sociedad. Aquí
nos ocupamos de la cultu ra en cuanto relaci onada con la organiza
S I O I I
de las tradiciones a, h, y d de la Cultura A y sus punios devista y comprensiones personales (x ,) que no atribuye a ninguna otrap eí s. ma.
l o d o s los mie mbros de la sociedad son competente s en las l i a
d ii iones a y /; de la Cultura A (debiendo ser éstas tradiciones como
la l e n g u a , las normas o reglas que controlan la inte racc ión social, los
c á none s del vestuario). Estas tradiciones son universales culturales
de la sociedad. Casi todo el mundo es competente en las tradicio
nes c y d, pero nadie es competente en ambas (como suele ocurrir
en el caso de las actividades en que participa sólo uno u otro sexo).
Sólo unos pocos indiv iduo s son competentes en la t radic ión e, que
es especialmente restri ngida. Los indi vi duos difieren en el n ú m e r o de
tradici ones en que son competentes. E l individuo 9 tiene un abanico
de competencias más limitado, mientra s que el 4 es competente en
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ción de las sociedades humanas en foda su complejidad.
7. El pool de culturas de una sociedad, consiste en la suma de
lo s contenidos de todos los propriospectos de todos los miembros de
la sociedad, incluyendo todos los sistemas de normas de que puedan
tener conoci miento los miembros . Este sentido del t é rmi no pertenece
a la cultura en cuanto depósi to de fuentes de conoc imi ent o y habi
lidades que transportan los miembros de una sociedad. Es especial
mente importante para comprender los procesos de cambio de la
Cultura de una sociedad (véase anteriormente 6).
El pool de culturas
Hemos di sti ngui do entre la Cult ura de una sociedad ( con C ma
yúscula) y su pool de culturas. Su pool de culturas consiste en todos
lo s valores, ideas, creencias, recetas y tradiciones que conocen uno
o más mie mbros de una sociedad; en otras palabras, todo lo conte
nido en todos los propriospectos de todos sus miembros. La Cu l
tura consiste en la parte del pool de culturas que const ituye un si ste
ma de tradiciones que funciona como un conjunto de culturas pú
blicas para los miembros de la socedad. La figura 1 represe nta de
forma esquemát ica el pool de culturas de una sociedad, incluyendo
su Cultura con sus di stintas tradiciones componentes.
Como allí se ejemplifica, los miembros de la sociedad se repre
sentan por n ú m e r o s . Cada individuo tiene su propia vers ión de la
Cultura de su sociedad (repre sentada por la let ra A) y de sus dis
tintas tradiciones (representadas por las letras pe que ña s a, b, c, d
y e). El individuo 1 es competente en las tradicione s a y b y d: elindividuo 2 es competente en las tradiciones a, b y c; y así suce
sivamente. Las letras K, L y M representan las Culturas de otras
sociedades en las que tienen alguna competencia algunos i n d i v i d u o ,
de la sociedad de Cultura A. De este modo, el propriospecto del
individuo 1 (p,) incluye una concepción en funcionamiento de la
Cultura K (o de algunas de sus tradici ones ) así como una compren-
238
m á s tradiciones de la Cultura A que ningún otro, excepto el i n d i
viduo 8, y t a mbi é n es competente en dos culturas extranjeras. E v i
dentemente, es en potencia una importante fuente de cultura dentro
de su sociedad.
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F i g . 1. Modelo del pool de cul tura s de una sociedad .
L o s núme r o s 1, 2, etc., representan los individuos de una sociedad de Cultura A.
Detrás de cada número hay una representación de los conteni dos de ese pro-
piiospeeio individual (p). Dentro del primer paréntes i s van las versiones indi
viduales de la (n l in ra A y de las distintas tradiciones de la Cultura A que
conoce (a, b, c, d, e), Dentro del segundo paréntes i s van las versiones del
individuo de las Culturas de otras sociedades (K, L, M) con las que e s t á fami
liarizado. Sería má s exacto, si el espacio lo permiti era, dividir las Culturas
K, L y M en sus tradiciones componentes (Ka, K, Kc, etc.). L a letra x represen
t a lo que pueda haber en el propriospect o del individuo produc to de su expe
riencia privada, distinta de la de las demás personas y que él no atribuye a
ninguna otra persona.
S i concentramos nuestra atención en la columna de la t radic ión a
de la fig . 1, podemos v isualiz ar varias cosas sobre ella. En primer
lugar, la variac ión entre las versiones indi vidual es (a,, a2, fl„)
deben ser tale s que los indiv iduos se vean unos a otros operando
co n la misma t r a d i c i ó n . Este será el caso si la variac ión de las ver-
239
sionrs individuales es unimodal en su d i s t r i b u c i ó n o si se atribuye
a d i l ciencias de competencia má s bien que a diferencias en subcul-turas o estilos socialmente reconocidos. No obstante, la v a r i a c i ó n
puede ser bimodal o incluso multimodal, como cuando grupos dis
tintos dentro de la sociedad tienen sus propias versiones S U b c u l t U T S
les de lo que t o d a v í a perciben como la « m i s m a » t r a d i c i ó n . Conforma
cambia la p r o p o r c i ó n y la clase de i n t e r a c c i ó n entre los indivi duos
y los grupos dentro de la sociedad, el grado de v a r i a c i ó n individual y
de diferencia subcultural t e n d e r á a aumentar o a disminuir, s e g ú n
sea el caso.
Conforme los miembros de cada nueva g e n e r a c i ó n maduran, se
miran cada vez más unos a otros y cada vez menos a sus mayores
para c onf irma r su competencia. A lo largo del tiempo, por tan to, la
modalidad a cuyo alrededor se conglomera la v a r i a c i ó n individual
de la Cultura de la sociedad madre). Sin embargo, estas tradiciones
ahora distintas e s t a r á n « g e n é t i c a m e n t e » emparentadas en el s e n t i d ode que ambas han derivado mediante cadenas sin ruptura de ensclianza aprendizaje de lo que la gente del pasado h a b í a percibidocomo la misma t r a d i c i ó n compartida por los miembros de una so
ciedad. 33 Dependiendo de la prof undi dad temporal y del grado de
d i f e r e n c i a c i ó n implic ado, tales tradiciones emparentadas pueden or
denarse t e ó r i c a m e n t e en c a t e g o r í a s g e n é t i c a s a n á l o g a s a las familias
troncos y phila l i n g ü í s t i c o s o bien a los g é n e r o s , familias y ó r d e n e s
b i o l ó g i c o s . Pero tal como e s t á n ahora las cosas, un m é t o d o com
parativo riguroso mediante el cual, a falta de una historia recogida,
se establezcan relaciones g e n é t i c a s —comparable al desarrollado por
l o s l i n g ü i s t a s — , no ha sido t o d a v í a creado para la mayor parte de los
aspectos de la cultura. Los a n t r o p ó l o g o s han dedicado mucha aten
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t e n d e r á a cambiar, h a c i é n d o l o de forma considerable a lo largo de
lo s siglos sin que nadie se dé cuenta de que se e s t á produciendo el
cambio. Tal cambio ha sido denominado cultural drift ( d i r e c c i ó n
cultural) (Eggan, 1941: 13), en concordancia con la e x p r e s i ó n
l i n g ü í s t i c a ya establecida «linguistic drift» para el mismo f e n ó m e n o
d el lenguaje (Sapir, 1921: 165 ss.). Evidentemente, la d i r e c c i ó n
cultural y l i n g ü í s t i c a no son igualables al concepto b i o l ó g i c o de di
r e c c i ó n g e n é t i c a . Este ú l t i m o se refiere a la p é r d i d a de alelos en el
pool g e n é t i c o de una p e q u e ñ a p o b l a c i ó n , o al cambio de la frecuen
ci a con que e s t á n representados en tal pool g e n é t i c o , en v i r t u d de
factores casuales o azarosos en cuanto distintos de las presiones
selectivas del medio ambiente. El equivalente cultural es la p é r d i d a
de una t r a d i c i ó n o una forma variante de una t r a d i c i ó n en el pool
de culturas de una p e q u e ñ a p o b l a c i ó n debido a que los pocos i n d i -
viduos que son competentes en ella mueren antes de tener oportunidad de traspasar sus conocimientos. Como s e ñ a l ó Sapir, por otra
parte, la estructura dada de una lengua en cuanto sistema de nor
mas organizado y la necesidad que tiene la lengua de cont inuar como
sistema organizado, incluso mientras cambia, impone importantes
presiones selectivas que l i m i t a n las formas en que puede cambiar
co n facilidad m a n t e n i é n d o s e funcionalmente viable como lengua. De
este modo, en la d i r e c c i ó n l i n g ü í s t i c a operan más bien procesos se
lectivos que no fortuitos. Sapir l l a m ó la a t e n c i ó n sobre los sorpren
dentes paralelismos entre los cambios f o n o l ó g i c o s que se producen
independientemente en i n g l é s y a l e m á n a lo largo de varios siglos
para ilustrar c ó m o la estructura f o n o l ó g i c a de una lengua madr e
c o m ú n l i m i t a las posibilidades de cambio f o n o l ó g i c o en sus leu
guas hijas.
Si los miemb ros de la sociedad ejemplifi cada en l a fi g . 1 se- dividen en dos sociedades, el bajo í n d i c e o la total ausencia de in te i
a c c i ó n e n t r e los miembros de estos grupos ahora distintos permi
t i r á que la d i r e c c i ó n cultural se produzca con independencia en
cada uno de ellos y sigan cursos gradualment e divergent es. l a
t r a d i c i ó n a de cada sociedad h i j a se c o n v e r t i r á finalmente en dos
tradiciones distintas (como s u c e d e r á con otras tradiciones derivadas
240
c i ó n a trazar el origen y la e x p a n s i ó n ( t é c n i c a m e n t e llamada «di fu -
s i ó n » ) de las tradiciones concretas (o conjunt os de tradiciones presumiblemente emparentadas) de la historia humana; pero hasta el
momento, nuestra c o m p r e n s i ó n de la naturaleza de la cul tur a y de
lo s procesos culturales no ha sido suficiente para resolver los pro
blemas m e t o d o l ó g i c o s de identificar las tradiciones emparentadas,
s i t u a c i ó n que plantea un importante d e s a f í o a las futuras inventiva
c i n v e s t i g a c i ó n . 34 Lo que debe resaltarse a q u í es que la r e l a c i ó n ge
n é t i c a de la cultura se aplica más f á c i l m e n t e a las tradiciones
separadas que a las distintas tradiciones articuladas que juntas
constituyen la Cul tur a de una sociedad.
E l proceso de d i r e c c i ó n cultural es por sí solo suficiente para
producir cambios en la Cultura de una sociedad en el curso del
tiempo, pero es evidente que hay otros procesos dentro del pool
de cul tura s que afectan su contenido. Mient ras que la d i r e c c i ó n c u l -
tural supone cambios sin discontinuidad de la t r a d i c i ó n , otros pro
cesos producen cambios con clara discont inui dad de alguna clase.
Podemos ejemplificarlo con referencia , una vez má s, a la fig . 1.
Supongamos que la t r a d i c i ó n e, en la que s ó l o son competentes
lo s indi vidu os 4 y 8, es un cuerpo de conocimientos para el diag
n ó s t i c o y la cura di- las enfermedades, y que los indi vidu os 4 y 8son los curanderos de la sociedad. Si ambos mur ier an sin haber
traspasado sus cono< i m í e n l o s de e, esta t r a d i c i ó n d e s a p a r e c e r í a del
pool de culturas y no p o d r í a disponer de ella ninguno de los miem
bros de la sociedad cuando se encuentren enfermos.
Evidentemente, es más probable una p é r d i d a cultural de este
tipo cuando son pocos lo s indiv iduos competentes en una deter
minada t r a d i c i ó n . También es más probabl e conforme las circuns-
33 . Tale s tradiciones emparentadas, especialmente en á r e a s g e o g r á f i c a m e n t e
contiguas, se denominan c o m ú n m e n t e "contradicciones" en la a r q u e o l o g í a ame-
ricana (Rouse, 1954, 1957).
34. Lo s a n t r o p ó l o g o s de la escuela austrogermana de la Kulturkrcislehrc,
especialmente Graebncr (1911), se refirieron a estos problemas m c t a d o l ó g i i <>s
( v é a s e las revisiones de Kluckhon, 1936, y de H c j n c - G c l d c r n , 1964). En los E l
tados Unidos. Sapir hizo una notable c o n t r i b u c i ó n (1916).
241
16 — E L C O N C E P T O DC C C L T U R V
tnucías reducen las motivaciones de la gente para adquirir compe
tencia en esta tradición. Por regla general, existen altas mo t i v a c i o n e spara aprender aquellas tradiciones del pool de culturas que funcio
nan como culturas públicas par a los miemb ros de la sociedad y que
se reconocen c omo parte de la Cultu ra societal. Y por regla general
existen pocas motivaciones para aprender las tradiciones de las cul
turas ajenas a pa rt ir de los pocos indi viduos locales que son com
petentes en ellas. Por tanto, en circunstancias normales, esperaría
mos que los conocimientos de las tradiciones de la Cultura extran
jera A i que t iene el individuo 5 desaparezcan del pool de culturas
de la sociedad a su muerte, a menos que algunos individuos tengan
la oportunidad de ir a v i v i r en la sociedad donde la Cultura M está
asociada e independientemente se hagan competentes en sus tradi
ciones.
de la sociedad hagan diferentes elecciones entre tales elementos como
lorma de pensar y actuar que les parezcan adecuadas para realizarsus propósitos y gratificar sus deseos. Tales cambios se producen
a todos los niveles de la organización cultural, desde la sust i tución
de un element o por otro dentr o de una receta a la sust i tución de
toda una receta por otra, o bien a la sust i tución de toda una tradi
ción por otra.
Las sustitu ciones de menor import an cia suelen hacerse sobre ba
ses in dividua les, como cuando u n granjero decide ensayar un nuevo
cultivo. Pero cuando se ven afectadas las expectativas de los demás, y
especialmente sus derechos, por la sust i tución , lo proba ble es que se
produzca una crisis en las relaciones de las personas. Cuando se trata
de un camb io de las reglas de la cult ura pública, debe llegarse a una
decisión a la que debe someterse todo, ya sea mediante algún proce
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No obstante, supongamos que la competencia del individuo 5 en
la Cultura Ai incluya el conocimiento de una t radición para diag
nost ica r y cu rar enfermedades dist int a de la tradición e. El falle
cimient o de los in dividu os 4 y 8 sin haber traspasado los conoci
mientos de e crearían probablemente la demanda de que el individuo
5 practicara la tradición médica extranjera que había aprendido. De
este modo una tradición extranjera puede conseguir el reconoci
miento en el pool de culturas como una tradición pública y pasar
a f ormar parte de la Cultura societal A. El individuo 5 puede en
contrar clientes incluso mientras estén vivos los in dividu os 4 y 8,
y luego e y la tradición introdu cida de la Cult ura Ai se convertirían
en tradiciones en competencia dentro de la Cultura A. Tal compe
tencia puede resolverse de distintas formas: una tradición puede
desplazar en último término por completo a la otra; pueden seguir
ambas, una como preferida y la otra como alternativa de recambio;o bien pueden llegar a considerarse adecuadas para distintas circuns
tancia s y convertirs e en complementarias m ás bien que en com
petidoras.
Como implica lo ant eriorment e dicho, la gente cambia sus valoraciones de lo que considera tradiciones propias y ajenas. A través
de sus invenciones y descubrimientos privados, las personas añaden
continuamente al componente x del pool de culturas (Barnett, 1953).A pa rt ir del cont act o con miembros de otras sociedades, alimen ta n
t ambién const antemente con nuevos elementos el pool de culturas.
Estas adiciones pueden consistir en conceptos aislados, proposicio
nes, actit udes de valor, habilidades, o bien en recetas; o pueden
consistir en sistemas enteros de normas, en tradiciones completas.
Estas adiciones proporcio na n referencias para revalor ar las ideas,
creencias, recetas, habilidades y tradiciones y a establecidas en laCultura societal. Tales revalorizaciones pueden reforzar el compromiso con los princ ipios existentes para dirigir los asuntos de la
vida o pueden debi lita r ta l compromiso. Así, el rol, si existe, qu e
juega un elemento dentro del pool de culturas en la dirección de
las actividades —así como en su posibilidad de continuar formando
parte del pool— está condenado a cambiar conforme los miembros
242
dimiento ordenado de la cultu ra pública o bien mediante el resulta
do de un conflicto social y la utilización de fuerza coactiva. Si todo
lo demás se mantiene f i j o , tales decisiones son má s fáciles de adop
ta r en los pequeños grupos, como las familias, que en los grandes.
S o n má s fáciles de alcanzar cuando existe un alto grado de compro
miso de los miembros al grupo que no cuando el compromiso de los
miembros al p.rupo bajo. Fáciles o difíciles, tales decisiones se adop
tan continuamente en toda clase de grupos, grandes o pequeños. Así,
en el an o 1.000 de nuestra era, la althing (asamblea n aciona l) de Is-
landia v o t ó la adopción del cristianismo como la tradición religiosa
con que ocuparían públicamente los islandeses desde aquel momen
to. Ta l sust i tución de una tradición religiosa por otra a nivel de la
cultura pública ha ocu rrid o en otros muchos momentos y lugares,
a veces con disputas y a veces sin. Asimismo, las distintas tecnolo-
gías ylas distintas
etiquetas sociales están siendo constantementeseleccionadas, ent re las altern ativa s inclui das en los polos de cu ltu ra
para sustit uii a las antiguas (o coexistir con las antiguas en un a de
terminada reía» ion ordenada) como partes de las Culturas sociales.
Los verdaderos procesos mediante los cuales se llevan a cabo
tales cambios y las condiciones que los disparan y determinan las
formas que adoptan exceden los límites de este ensayo. No obstante,
debemos señalar que suelen implicar movimientos de reforma visio
narios con carga emocional que son «utópicos» de concepción y « to -
talitarios» en la acción. 15 Implique lo que implique el modelo de un
pool de culturas, como se presentó de forma muy simplificada en la
f i g . 1, propor cion a un entramado de referencias para examina r los
procesos del cambio cultural y la evolución y para considerar los
roles de la ecología, la demografía, las estructuras institucionales
existentes, y la psicología y biología humanas en estos procesos.
Pues parece claro que cuando hablamos de la evolución cultural
de las sociedades, sean simples o complejas, hablamos de los pro-
35. V é a s e el anál i s i s de tales movimientos y sus distintas interpr etaciones
por Linton (1943), Wallace (1956), Worsely (1957), Burridge (1969) y Gerlach
(1970). Véase también Hopper (1950) y Turner y K i l l i a n (1957, p á g s . 307-529).
rD lOf que determinan el contenido de los pools de c u l t i n a s y d e t e im i n a n el uso selectivo que hace la gente de los contenidos del p o o l
de culturas de su propia sociedad. Todas las consideraciones rali]
vantes, cuales quiera que sean, pasan necesariamente por el e m b u d o ,
en sus consecuencias, de las decisiones que adopta la gente dfl mi
ñe ra individual y colectiva. La influencia de las circunstancias anihien
tales sobre sus decisiones se ve necesariamente afectada por lo que
la gente quiere, tant o inconsciente como conscientemente, para e l l o s
mismos y para la sociedad; y tanto las circunstancias como los de-
seos están mediatizados po r las limitac iones de sus propri ospecto s
personales, que incluye n las distintas cultura s, tradiciones, recetas,
e t c é t e r a , de que tienen conocimiento personal, y que representan
l o que ellos han hecho indi vidu alment e de su experiencia ante rior .
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L o s efectos pretendidos y no pretendidos de sus decisiones sobre el
futuro contenido del pool de culturas, sobre el medio ambiente y
sobre la estruc tura de las institucione s —en la medida en; que las
personas se dan cuenta de estos efectos— influyen en el feedback
sobre las definiciones de sus propósi tos en el futuro y sobre sus per-
cepciones de las elecciones entonces disponibles para llevar a la
prác t i c a sus p r o p ó s i t o s .
C on esto concluimos este ensayo. Comenzamos con la cuest ión
planteada por el pluralismo l ingüístico y cultu ral de una sociedad
india del noroeste del Amazonas. Tomando como punto de partida
los fenómenos familiares del lenguaje, tratamos luego de presentar
una forma de ver la cultura y la sociedad que nos permita consi-
derar su exist enci a. como una consecuencia de cómo operan los
seres humanos en cuant o indiv iduos diri gidos por p r o p ó s i t o s . 3 6 En la
medida en que hayamos podido hacer esto, t ambién hemos descubier-
t o que no sólo es posible clarificar las complejidades de la re lac ión
de la cultura con la sociedad, sino t ambién delinear un modelo con-
ceptual que puede tener utilidad para una t eoría general de la esta-
bilidad y del cambio cultural.
3 6 . Aproximaciones similares son evidentes en los escritos de Bailey (!%'»).Barth ( 1 9 6 6 ) . Homans ( 1 9 6 7 ) , Tanner ( 1 9 7 0 ) y Wallace ( 1 % 1 ) . llomaiis establea
i n e q u í v o c a m e n t e (p ág. 106) que "el probl ema centr al de las ciencias .<>< ¡alessigue siendo el planteado, en su propio lenguaje y en su propia ¿ p o c a , p04
Hommcs. ¿ Có m o el comportamiento del individuo crea las car acl ens iic is de
los grupos?" Véase también la similar aproximación al lenguaje de W C Í I I I C H I i .
Labov y Hcrzog ( 1 9 6 8 ) .
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I I I H L I O T K C A DE ANTROPOLOGÍA
Dirigida por José R. Llobera
1 Adam Kuper
Antropología y antropólogos. La escuela británica: 1922-1972
2 Jo sé R. Llob¿ra (ed.)
La antropología como c i enc i a
Textos de Lévi-Strauss, Radcliffe-Brown, Goodenough. Kaplan, Manners, Pa-
noff, Rivers , Malinows ki, L ewí s, Gluckman, Conklin, Leach, Eggan, Murdock,
McEwen, Jarvie, Beattie, Tylor, Ipola y Nutini, compilados y prologados por
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J o s é R. Llobera.
3 J. S. Kahn (ed.)
El concepto de cu l tu ra: tex tos f undamentales
Textos do Tylor, Kroeber, Malinowski, White y Goodenough, compilados
y piolnuados por J. S. Kahn.
En preparación:
A . I I Iludí hilo RrownI I m c t o d o d e In a n tro p o l o g í a s oc ia l
I ntii:. Dninonl
Introducción a dos teorías de la antropología social
E . R. Leach
Sistemas políticos de las tierras altas de Birmania
M . G. Smith (od.)
Antropología política
Maurice Godelier (od.)
Antropología y economía
A. R. Radcli ffe Brow n y Daryl Forde (eds.)
Sistemas af ricanos de parentesco y matr imonio
E . E. Evans-Pritchard
Brujería, oráculos y magia entre los azande
E . E. Evans-Pritchard
Los nuer
\I tropología y sociología en oirás colecciones
Colección Argumentos
B a r r i n g t o n Moore Jr.
Poder polít ico y teoría social
Paolo Caruso
Conversaciones con Lévi-Strauss, Foucault y Lacan
Claude Lévi-St rauss. Pierre Bordieu y otros
La teoría
l i m o t h y Raison (ed.)
Los padres fundadores de la ciencia social
I t . i y i n on d Bollour
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11 M.r . do los otros
M imvm-.l ic iones con Lévi-Strauss y otros)
I II I fM l d l
Un •••nudo en explosión
( .un í iilfuliéliras
I . Mil l>IIVl<| l l . l l ld
tu sociología
I il n i di l l n l s i l l o
( i i M i o i l l i n H U Í Ve: ( l l r m c n t
I «vi !Uinii«* Prntnntiición y antología de textos
< I I . i d r i n . . \. i • • i . 1111 i i
l It 11 . i . Ii In/ ' . í imi. ' . .1 ., antropólogo y filósofo; Claude Lévi-Strauss, El oso
y ül barbara
( l . m d i - I * vi *. i •. • • i / / Intuía de los estudios del parentesco
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Pobreza, burguatla y revolución
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