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8 PERGOLÀ
Bilbao. Escultura públicaS IN duda, el motor artís
tico que el Guggen- heim está generando es un fenómeno inédito
en ios 700 años de historia de Bilbao. A la sombra del Museo de Titanio, están floreciendo nuevas obras, como las esculturas que se diseminan por toda la ciudad. Este no es un fenómeno nuevo, sí revitalizado, pues entre sus calles y plazas Bilbao cuenta con más de cien esculturas públicas. Ahora nos vamos a detener sólo en las colocadas en los años ochenta y noventa.
El lugar de la escultura o la escultura del lugar
De siempre, la escultura pública ha estado ligada a la conmemoración de hechos históricos o la publicitación de personajes públicos, y para que todo este mensaje llegase al mayor número de público, se elegían los lugares preferentes en la ciudad. Este fenómeno, que ya se producían en la Grecia clásica, en los últimos años, con la necesidad de mejorar el entomo de los saturados centros históricos, ha dado lugar a múltiples reformas que han obligado a la participación y coordinación de diversos oficios y pensamientos. Escultores, arquitectos, diseñadores de jardines, de mobiliario urbano, ingenieros, topógrafos, técnicos de cultura, se han visto en la necesidad de ir jimtos de la mano en la planificación y humanización de las ciudades.
No nos faltan los ejemplos en los que una escultura ha sido el elemento que ha concitado la atención en lugares de nueva urbanización, como en la peatona- lización de las calles Diputación- Arbieto junto a una boca del metro con la escultura de El Caminante de J.R. Nazabal.
Durante el periodo democrático ios^ artistas multiplican al
unísono que las instituciones aumenta y crecen en competencias. La Diputación cobrará un protagonismo del que antes carecía, el Gobierno vasco entra en juego, asociaciones de todo tipo participaran también en actividades culturales, empresas privadas, especialmente constructoras, se introducirán en el mundo del arte, y sobre todo aumentarán y diversificarán los certámenes, concursos, simposium, etc. que darán como resultado una atomización de la vida cultural vasca. Sin embargo, en la promoción de las esculturas al aire libre serán los ayuntamientos los que realicen la mayor parte de la promoción. Las entidades locales se verán en la necesidad de “decorar" partes del municipio, recordar la memoria de algún destacado miembro de la comunidad o fomentar a los artistas locales. El resultado será muy variable, pero cuantitativamente es indiscutible el protagonismo de los ayuntamientos democráticos en las esculturas públicas.
A nadie se le escapa que la principal función que se le ha dado a la escultura ha sido la de recordar la memoria de los personajes que destacaron por una actividad política, deportiva, laboral o cultural. A propósito de esta tendencia, hemos de añadir que los temas que más abundan son precisamente los homenajes. Así muchas plazas y jardines de la villa son el encuadre de personajes destacados de la historia local como el bertsolari Balendin Enbei- ta en el Arenal, Homenaje a Werner von Siemens en la Escuela de Ingenieros, Homenaje al payaso Tonetti en el parque de D* Casilda o el busto de Simón Bolibar en la plaza Venezuela. Aunque hubo una destrucción o retirada de las esculturas que habían servido para homenajear a hombres de la dictadura, y por tanto su número
Aunque la nueva imagen de Bilbao está estrechamente ligada con los amplios
volúmenes del museo de Frank Gehry, la Villa posee de antiguo y de ahora muchas
otras obras de enorme interés
‘‘E!paseante”, José Ramón Gómez Nazabal
ha decrecido, en el periodo democrático la tendencia temática no ha variado, y esto hace que numéricamente sean con diferencia las más abundantes.
El interés que ha despertado la escultura en espacios públicos entre los ciudadanos en estos últimos veinte años ha sido muy diferente. No cabe la menor duda de que la colocación de una escultura se ha convertido en los últimos años en im acto cultural de relevancia. Sin embargo las polémicas no han estado fiiera de este estado general de interés. Las protestas por la colocación de algunas esculturas, la destrucción de otras y la desaparición de muchas, así parecen atestiguarlo.
Arte públicoEn otros tiempos el carácter de
arte público lo marcaba principalmente la institución promotora, aunque éste solía estar en relación con el uso y carácter del espacio en el que se ubicaba. Así, el arte público equivaldría al que se identificaba como arte monumental, con frecuencia de grandes dimensiones, realizado a instancias del poder político, y cuya función esencial era de ensalzamiento de lo religioso, militar, virtudes patrias, individualidades relevantes, etc. Esta función ca- racteristica del arte público antiguo no ha sufrido modificaciones hasta la actualidad. Asi lo mismo que en la Antigüedad se ensalzaba al emperador mostrándole sobre el caballo también en nuestra época y en nuestro entomo más inmediato hemos tenido imágenes iconográficamente iguales del dictador o de los generales más destacados -Monumento al General Mola realizado por Moisés Huerta en 1945 para el arenal bilbaino, hoy desaparecidas-. En Bilbao el cambio político ha traído como consecuencia la desapa- r i^ É t de las esculturas de matiz
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político, a excepción del Monumento a José Antonio Aguirre colocado en la Plaza Elíptica, en detrimento de la glorificación de lo religioso, de las virtudes individuales o patrióticas a través de los numerosos bustos y retratos de hombres destacados de la iglesia, de la cultura o de la tierra. Este tipo de esculturas mantienen la preferencia por figuras -normalmente retratos del homenajeado- en bronce sobre pedestales o adosados a muros de piedra y en enclaves importantes del lugar. Aquí se ven también las nuevas tendencias en la representación de los homenajeados como el Homenaje a ¡caza de José Ramón Carrera, o el Homenaje a Unamuno en el patio del Instituto Central.
Promotores privadosLas nuevas tendencias estéticas
se abren camino en la escultura pública en estas dos últimas décadas con fi'ecuencia de la mano de promotores privados o de entidades como cajas de ahorro o bancos que decoran sus edificios o espacios adyacentes con esculturas de artistas de prestigio: Abstracción 5 de Vicente Larrea en la
entrada de la BBK de Gran Vía, la obra de Néstor Basterretxea junto a la Cámara de Comercio, o la de José Luis Pequeño junto a la Caja Laboral de la plaza Circular.
La reurbanización de viejos espacio ha dada lugar a interesantes propuestas como es el caso de la obras de Chillida Elogio al Hierro III colocada en el acceso al Banco Bilbao Vizcaya de la plaza Circular en junio de 1997. La interacción de los distintos elementos que configuran el entorno urbano colaboran en su transformación y en el enriquecimiento visual y perspectiva de las arquitecturas, esculturas y decoraciones instaladas.
En otras ocasiones las esculturas se han instalado en nuevos espacios y se han recuperado viejas esculturas. Cabe mencionar la incorporación de la cabeza de Unamuno en la reurbanización de la plaza Unamuno diseñada por el arquitecto municipal Ramón de Lecea. Esta obra de Victorio Macho salió en 1984 del interior del museo, en el que había permanecido muchos años. Un caso similar es el del Homenaje a Arriaga, obra de Enrique Barros reciente
mente colocada en la última zona urbanizada del muelle de Uribi- tarte, muy próxima al museo Guggenheim. Esta obra fiie encargada por el consistorio bilbaíno en 1940 para sustituir a la de Paco Durrio cuya desnudez no gustaba a las gentes puritanas del Bilbao de entonces. Enrique Barros realizó una musa vestida que sustituyó a la de Durrio ese mismo año. En 1975 se retiró la musa vestida y se volvió a colocar la obra de Paco Durrio.
Transformar el espacioEn los cinco últimos años han
sido numerosas las esculturas que han acompañando a la reestructuración y renovación urbanística de Bilbao. Se pude decir, que este periodo es uno de los más ricos y el que posiblemente de lugar a una nueva concepción de muchos espacios. Este sería el caso del barrio de Txurdinaga, donde se observa cómo los diversos elementos que los configuran -jardines, plazas, esculturas, infi’aestructu- ras y viviendas- se integran en una relación más lógica y habitable. En este parque se han agrupado un buen número de esculturas
-de Mikel Angel Lertxundi Cas- telao, para ela viveu, para ela morreu, de Peter Bonnen, de Sea- mus Dunbar el Minotauro y la Piedra de la amistad de Rachel Fenner- en una ordenación y con im sistema de donaciones de una institución a otra que parece bastante satisfactoria e interesante.
Este tipo de relación entre la obra y su ubicación, que implica a muy diversos colectivos profesionales trabajando en una dirección, se ha hecho posible en lugares de nueva urbanización. Así podemos contemplar en el recientemente inaugurado parque de Ametzola la escultura del artista valenciano Miquel Navarro, La Familia de Jesús R. Jáuregui colocada en el barrio de Txurdinaga o la instalada en la nueva terminal del aeropuerto de Bilbao Elogio del aire 2 de Eduardo Chillida que con sus imponentes siluetas dan otro sentido a esos espacios.
Cada vez son más los partidarios de que el arte público ha de ser una
respuesta provocativa para transformar el espacio, un estímulo para la participación activa y social de los ciudadanos, esto es, hacerlo más humano. En esta dirección parece centrarse un ambicioso proyecto conocido como El Jar- din de la Memoria que marcarán un recorrido escultórico que pon-, drá en comunicación el parque de Ribera, el Museo Guggenheim y el Palacio Euskalduna con esculturas de artistas locales y foráneos de reconocido prestigio como Eduardo Chillida, Markus Lü- pertz, William Tücker, Ulrich Rückriem, Angel Carraza y José Zugasti.
Celia Rodríguez
Esculturas de los años 80 y 901980 Sin título de J.M. Alberdi (Alameda Urquijo).1981 Conmemoración al dia del mar de Vazquez Canónigo (muelle de Uribitarte).
Homenaje a Tonetti de J.L. Larrinaga (parque de D* Casilda).1982 Abstracción 5 de Vicente Larrea (BBK de Gran Vía).1983 Inundaciones de Victor Ochoa (jardines de! Gobierno Civil).1984 Cabeza de Unamuno de Victorio Macho (plaza de Unamuno).1985 Totem de Concha Maoño et. a l (parque de D“ Casilda). Sin titulo de Antonio Achucarro (plaza del Museo).
Traviesas de Agustín Ibarrola (Estación de Abando),1986 Sin título de Nestor Basterretxea (Cámara de Comercio).1987 Remigio Vilariño (plaza del Museo).1989 Ama Birjina de Vicente Larrea (Rekaldeberri). Balendin Enbeita de J. Borlaf (Arenal).
Simón Bolibar de L. Ibarra (plaza de Venezuela).1993 Sin titulo de Peter Bonnen (parque de Txurdinaga).1994 Esforzado de J.L. Pequeño (Frontón de Alameda Rekalde). Minotauro de Seamus Dunbar (parque de Txurdinaga).1996 La Familia de Jesús R. Jauregui en Txurdinaga. Piedra de la amistad de R ^hel Fenner (parque de Txurdinaga).1997 El paseante de J.R. G. Nazabal (c/ Diputación). Elogio del hierro III á t Eduardo Chillida (BBVA de plaza Circular).
Homenaje a Wemer van Siemens (Escuela de Ingenieros).1998 José Antonio Aguirre de Manuel Salinas en la Plaza Moyua. Piropo de Echegoien (Manuel Allende).
Las sombras del Guggenheim son de colores de J. Ibarrola (estación del Parque).1999 Sin Titulo de J. L. Pequeño (Caja Laboral de plaza Circular).2000 Sin Titulo de Miquel Navarro (parque de Ametzola). Homenaje a Arriaga de Enrique Barros (muelle de Uribitarte).
“Hombre dando
la bienvenida con ios brazos
abiertos**, Eduardo CbUUda
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