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M R IS EL LD S RRE
LOS UEOS EL RTE
Coleccionismo y consumo cultural
en uenos ires
edhasa
8/10/2019 Baldasarre, Maria I - Los Dueos Del Arte
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Baldasarre. Mara Isabel
Los dueos del arre : coleccionismo y consumo cultural en
Buenos Aires - 1a ed. - Buenos Aires: Edhasa, 2006.
306 p. ; 23x 15 cm. Ensayo histrico)
ISBN 950-9009-54-7
l. Historia del Arte Argentino. 1.Ttulo
CDD 709.82
Diseo de coleccin: Jordi Sbat
Realizacin de cubierta: Juan Balaguer
Imagen de cubierta: La galera de cuadros de Don Lorenzo Pellerano ,
Plus Ultra a. 2, n.O9, enero de 1917.
Edicin a cargo de Juan Suriano
Primera edicin: marzo de 2006
Premio del Rgimen de Fomento a la Produccin Literaria Nacional y Estmulo
a la Industria Editorial, Fondo Nacional de las Artes, ao 2004
comisin asesora: SilviaSatta, Jorge Landaburu, Eduardo Grner). 2 Premio de Ensayo.
Mara Isabel Baldasarre, 2006
Edhasa, 2006
Paraguay 824 6 piso, Buenos Aires
info@edhasa.com.ar
Avda. Diagonal, 519-521. 08029 Barcelona
E-mail: info@edhasa.es
http://www.edhasa.com
ISBN: 950-9009-54-7
Hecho el depsito que marca la ley 11.723
Queda rigurosamente prohibido, sin la autorizacin de los titulares
del
opyright
bajo la sancin establecida en las leyes, la reproduccin parcial
o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la
reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de
ella mediante alquiler o prstamo pblico.
Impreso por Cosmos Offset S.R.L.
Impreso en Argentina
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aptulo
oleccionistas de arte moderno
Qu obras de arte podan encarnar a fines del siglo XlX la idea de un arte
moderno? Cmo dialogaron estas ideas sobre lo moderno con lo efectivamen
te adquirido por los coleccionistas locales? Estas preguntas apuntan a revisar la
lectura que ha primado en los acercamientos sobre e coleccionismo argentino
frecuentemente caracterizado como anacrnico, atrasado o falto de rumbo. Se
ha sostenido que e coleccionismo local no fue receptivo a las ltimas tenden
cias artsticas y que opt en general por un arte oficial, vinculado a la Academia
ya las corrientes estticas de pasado. Estas afirmaciones soslayan la compleji
dad de la escena artstica europea y americana de ese momento al recuperar
solamente la produccin que -desde una ptica centrada exclusivamente en las
llamadas vanguardias- focaliza en los grandes nombres para dejar de lado una
produccin rica y diversa que contemporneamente fue apreciada como arte
moderno y que obtuvo gran xito de crtica y mercado. En este punto, retorno
la perspectiva propuesta por Raymond Williams con relacin al modernismo
al considerar a su construccin como una puesta en prctica de una maquina
ria de tradicin selectiva que busca aduearse de toda la modernidad [... ]
negando a todo lo dems en un acto de pura ideologa . 1
Este anlisis no pretende un r viv l de grandes artistas olvidados teniendo en
cuenta su fama pasada, recuperacin que por otra parte la historia del arte extran
jero ya viene proponiendo, con xito relativo, desde hace varias dC
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MARIA ISABEL BALDASARRE
o Laura Malosetti Costa para el panorama local. En consonancia con las ideas
de Williams, Clark sostiene que: El concepto de vanguardia es en s profun
damente ideolgico , y que tuvo como propsito preciso quebrar el unita
rio conjunto del mundo artstico de Pars para arrebatarse una identidad
transitoria y esencialmente falsa. Porque lo fundamenral es la unidad, no las
disensiones .'~
Por su parte, Gabrie Weisberg se interesa por la pinrura naturalisra pro
ducida paralelamenre al impresionismo, postulando cmo estos artistas com
prendieron la importancia de ser contemporneos y buscaron, tanro en sus
temticas como en su factura, realizar una pintura moderna, apreciada por la
crtica y por un mercado sumamenre receptivo a ella.4 Sostiene asimismo la labi
lidad de las categoras como realismo, naturalismo e incluso impresionismo
que hacia fines de siglo XIX impeda definir con certeza qu obras cuadraban
dentro de uno y otro movimiento. Estos desplazamientos, que agrupaban den
tro de cada tendencia a artistas dismiles, no fueron un fenmeno exclusivo de
Europa, extendindose a escenarios perifricos como e porteo.5
Robert Jensen reconstruye la complejidad de mercado y los discursos ar
tsticos europeos desmontando la pretensin de sistema del modernismo por
constituirse como un discurso transparente encargado de definir a las autnti
cas obras modernas por oposicin a aqullas comerciales.6 Por e contrario,
Jensen demuestra cmo e impresionismo recin se constituy en e canon de
lo moderno en los primeros aos de siglo XX, mientras que en la etapa finisecular
e saln continuaba funcionando como la institucin que condensaba en Fran
cia la mayor produccin de crtica y hacia la que se dirigan las galeras comer
ciales a la hora de garantizar la visibilidad pblica y el valor econmico de las
obras ofrecidas. Por otra parte, durante las ltimas dcadas del siglo los hoy
calificados como imptesionistas cannicos exponan conjuntamente con los
llamados artistas del justo medio, contribuyendo de este modo a esfumar las
distinciones entre ambos grupos.
Fueron estos artistas del jU te milieu que gozaban de un xito importan
te en los salones de la poca, quienes tuvieron un lugar fundamental en las
colecciones formadas conrempotneamenre en la Argentina. Eran artistas que
conjugaban una factura plstica deudora de realismo y de impresionismo
con la accesibilidad, la narratividad y la coherencia pictrica de la tradicin
acadmica. Pintores como Henri Gervex, Ernest-Ange Duez, Alfred Roll o
Charles Chaplin entraron dentro de este ltimo grupo, al cual la crtica de
entonces no dud en catalogar como artistas modernos o' retratistas de la
vida moderna.
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El propsito central de este caprulo es analizar tres casos paradigmticos
de coleccionistas argentinos a luz de esta reformulacin de la categora de arte
moderno considerando como modernas obras que no fueron producidas por
los adalides de lo que la historia cannica del arte defini como vanguardia
pero que sin embargo s se ocuparon de retratar las costumbres modas y len
guajes contemporneos. Son producciones que quizs no adscribieron en su
totalidad a las rupturas plsticas propuestas por el impresionismo y el postim
presionismo pero que definitivamente participaron en un clima de poca acer
cando al gran pblico muchas de sus conquisras. En este punto una de las
hiptesis principales de este libro sostiene que hacia las ltimas dcadas del
siglo XIX la elite portea y ms particularmente los coleccionistas de arte
estuvieron intensamente informados de lo que suceda en la escena artstica
europea y conocan los diversos carriles y estticas por donde poda manifestar
se lo moderno. Tal como lo muestra la literatura de viajes la clase alta portea
era un grupo sumamente vido por estar al da sobre el desarrollo artstico
incluso por frecuentar a los principales creadores del momento.
En esta lnea propongo repensar los consumos practicados por los distintos
coleccionistas argentinos a partir de un parmeuo que Francis Haskell seala
como esencial para la formacin del gusto
y
el coleccionismo: la accesibilidad de
las obras de arte ? entendiendo este concepto tanto en su aspecto material -es
decir l as obras que efectivamente estuvieron al alcance de los coleccionistas ar
gentinos- como en un sentido simblico que permita contemplar las diversas
producciones corporizaban para los porteos las ideas del arte moderno.
Linaje de coleccionistas los uerrico
[Manuel Jos de] Guerrico suministra el tipo acabado del progreso de las
ideas de la riqueza de los gustos que ha experimentado el pue lo argentino
en su desarrollo ordenado
y
tranquilo cuando no abandona los arrebatos de
la pasin o no se deja arrastrar por prestigios personales; es el desarrollo
latente y visible sin embargo de los Estados Unidos la marcha ms slida
aunque menos brillante del pueblo ingls o de tantos otros.
Domingo Faustino Sarmiento discurso pronunado
en el sepelio de Manuel
os
de Guerrico en el Cementerio
de la Recoleta el 25 de febrero de H376.
Dentro de la suntuosidad financiera
y
del gusto educado sobresale desde
cuarenta ailos atrs la mansin seorial de don Jos Prudencia Guerrico
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MARA ISABELALDASAR
espritu fino y de aristocrtico discernir, que constituye en Museo la vivien
da de la calle Corrientes y que aficiona su dedicacin vinculado a la suene
enseante de la Sociedad Estmulo.
Carlos Ripamonre,
ida
Buenos Aires,
Manuel Gleizer Editor,
19.'30,
p. 25.
La historiografa artstica ha sealado a Manuel Jos de Guerrico (1800-1876)
(Imagen 15 como e primer coleccionista argentino.8 Este hombre fue un estan
ciero y militar, vinculado a Rosas por lazos sanguneos, que se exili en Europa
ante el oscuro episodio de asesinato de su suegro Manuel Vicente Maza. La casa
parisina de Guerrico se transform en el centro de la sociabilidad de los america
nos que pasaban por Europa, en e Club Argentino de Pars al decir de Domin
go Faustino Sarmiento. All, Guerrico actuaba como nexo para los viajeros que
deseaban conocer al anciano general San Martn, como ocurri primero con
Juan Bautista Alberdi
y
luego con el propio Sarmiento. Es en Europa donde
comienza a formar su coleccin. de arte que trae al pas hacia 1848, poca que
contempla el retorno de varios de los exiliados de rgimen principalmente por e
cese de las prcticas de terror ejercitadas por la mazorca.
A semejanza de lo que manifestara posteriormente Juan Benito Sosa,
Guerrico confiesa haber iniciado la adquisicin de obras con un fin filantrpi
co
y
educativo, con el objeto de traer a mi pas muestras de las diversas escue
las de Europa que sirviesen de modelo a la juventud que quisiese dedicarse al
cultivo de este ramo de las bellas artes .9
En su vuelta a la Argentina, la coleccin es instalada en la calle Corrientes
123,
a escasos metros de la calle Florida. Permanece en este sitio por ms de
ochenta aos -hasta 1930- cuando sus descendientes la trasladan a la calle
Arenales 830. Durante el siglo XIX y hasta los primeros aos del siglo XX, la
coleccin tuvo un estatus semi-pblico: se hallaba en los dominios privados de
la residencia familiar pero era accesible a aquellos aficionados que quisiesen
observar y estudiar las obras. 10 Por otra parte, la mansin portea de los Guerrico
fue un centro indiscutido de la sociabilidad decimonnica alojando primero a
tertulias polticas y hacia el fin de siglo, a bailes y veladas literarias.
El ncleo original de la coleccin fue enriquecido por su hijo Jos Prudencio
(1837 -1902)
(Imagen
16),
quien le otorga su verdadera dimensin institucio
nal a partir de la donacin, hacia
1895,
de
22
obras con el destino de contri
buir a la creacin de un Museo de Bellas Artes. Sin embargo, fue recin a media
dos de la dcada de 1930 cuando el grueso de la coleccin pas a dominio
pblico a partir de la donacin del impactante nmero de
627
piezas -pintu-
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municipal se aboca fundamentalmente a contrarrestar los facmres causantes de
la epidemia de fiebre amarilla y a intentar normalizar una Buenos Aires que
crece a un ritmo tal que ni sus servicios sanitarios ni edilicios logran abaste
cer.l7
Con respecto a los encargos artsticos para la ciudad, se halla altamente
involucrado en e proyecto de ereccin de la capilla-monumento que honrara
la memoria del prcer, y amigo personal de su familia, Jos de San Martn.
En los aos que van de 1880 a 1891, Jos Prudencio divide su vida entre
Pars y Buenos Aires hasta que una fuerte enfermedad marca su retorno defini
tivo a la capital portea. Hacia e tln de la dcada de 1880, encarga al arquitec
to belga Jules Dormalla remodelacin de la casa paterna, solar que sigue fun
cionando como centro de reunin de la mejor sociedad de Buenos Aires .
Santiago de Estrada describa una velada cultural llevada a cabo en su casa en
los siguientes trminos:
Apenas hace un ao que fuimos invitados a or leer Rafael Calvo en
la casa de Gucrrico, algunas de las ms celebradas composiciones de
Campoamor y Nez de Arce. Aplaudimos entonces de todo cora
zn la manera verdaderamente artbtica de abrir, por primera vez, la
mejor sociedad de Buenos Aires, aquella mansin, recientemente res
taurada y modificada y cuya arquitectura perteneca a la poca de la
colonia espaola. [... ] Durante los intermedios, cuando se perda el
eco de la voz del lector se disipaba la ltima vibracin de las cuerdas
de piano y de las arpas, [... ] recordbamos y buscbamos cien obje
tos de arte esparcidos en esta mansin feliz, en que el buen tono y la
cortesa disfrutan de una interminable luna de miel.18
El coleccionista fue tambin miembro fundador, sostenedor material y cons
tante colaborador de la Revue lluJtre du Ro de la Plata revista aparecida en
septiembre de 1889 con el propsito de publicitar en Europa los logros indus
triales, artsticos y econmicos de la Argentina, exhibiendo al pas como un
mercado atractivo a capitales y producms europeos.
Desde Europa, las iniciales de Jos Prudencia de Guerrico firman varios
artculos aparecidos en la
Revue
la mayora de ellos biografas de literatos euro
peos y crnicas de argentinos exirosos en Europa. Sus apreciaciones sobre bellas
artes son escasas a excepcin del artculo A pro pos de statues et de monuments
d'art dans la Republique Argentine , publicado en noviembre de 1890,
que da cuema de varias de las predilecciones estticas del auror y que ayuda de
manera notable a delinear su perfil como coleccionista. 19
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All Guerrico se refiere a los intentos fallidos ocurridos en la Argentina en
pos de levantamiento de monumentos al riempo que relara su admiracin por
el viejo luchador que fue Sarmienro, afeccin que se corresponda con la que
sre sintiera por su padre Manuel Jos, reconocido por el sanjuanino como su
gua y curor durante su esrada en Francia. Con respecro al proyecro del monu
mento conmemorarivo a Sarmienro, eran los esculrores franceses contempor
neos -Rodin, Jules Dalou, Antonin Mercie y Gusrave Dor- quienes funcio
naban para Guerrico como los amores dignos de rener en cuenta, colocando
en un lugar jerrquico la produccin ansrica de aquel pas.
Los amores de Gloria Vicris, de Mirabeau, del Marqus de Dreux
Brez, de los Burgueses de Calais, podrn enconrrar all la inspira
cin necesaria, a fin de dorar a la Repblica Argenrina de una obra
digna de aqul cuyo nombre se quisiera perperuar, digna de la nacin
joven e inreligenre que se honra de haberle dado nacimienro, y digna
de arce francs, que es el primero del mundo civilizado.20 (J. P. de G.
[Jos Prudencio de Guerrico], A pro pos de srarues er de monumenrs
d' an dans la Republique Argenrine ,
Revue f lustre du Ro de
f l -
ta a. 2, n.O 14, noviembre 1890.)
A conrinuacin el ardculo prosegua con un llamamienro al coleccionisra con
remporneo Arisrbulo del Valle, encargado enronces de presidir el Comir
pro-monumento, ofrecindole sin reservas ayudarlo en la concrecin del re
cordarorio a Sarmienro. Guerrico interpelaba a Del Valle aludiendo a la expe
riencia companida por ambos en la organizacin de la Exposicin de la Bolsa
de Comercio, celebrada en
1887
con obras presradas por coleccionisras locales.
El hecho pone en cuesrin las palabras de Schiaffino, ya comenradas en el captu
lo anrerior, que referan al escaso contacro que renan los coleccionisras priva
dos enrre s.2\
Como vemos, Jos Prudencio de Guerrico se involucr en la ereccin de un
monumento conmemorarivo, ocup cargos relevantes en la Asociacin Esdmu
lo de Bellas Anes,22 presidiendo su Comisin Direcriva en 1878, abri con fre
cuencia su casa a los esrudiantes que queran enrrar en contacro direcro con sus
obras y no dud en acruar como organizador y en ceder parce de su parrimonio
para que sre integrase exposiciones pblicas juzgadas en su momenro como
fomento indispensable para el culrivo de la acrividad artsrica en la ciudad.
Asimismo, fue amigo personal de arrisras como Eduardo Schiaffino, a quien
asisri marerialmenre esrando ambos en Europa, entre 1889 y 1891, medianre
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prstamos que Schiaffino no siempre se encargaba de saldar. En las cartas
intercambiadas hacia esa fecha. Guerrico reprochaba al pintor. en un tono fa
miliar, los mltiples pedidos de dinero que no se correspondan ni con su devo
lucin efectiva ni con explicaciones pertinentes, a lo que Schiafftno se discul
paba argumentando que hace bien un ao y medio que no he tenido ocasin
de vender una sola obra .23
En compaa de su mujer, Mara Giraldes, Guerrico visit el taller parisino
dd artista, hecho que no result en la adquisicin de obras como era quizs e
propsito de pintor. Al respecto, Schiafftno comenta en una carta a su madre:
El Sr. Guerrico y su seora me hicieron el honor de una visita e otro
da; aun cuando vinieron un poco tarde por la luz, pudieron ver casi
bien mis cuadros; Guerrico me felicit por mis progresos. pero creo
que a la seora no le hizo mucha gracia encontrase con una mujer
desnuda de tamao natural; acaso los museos no la han habituado
an? pero si mal no recuerdo aqu en su propia casa tiene tres cuadros
algo ms que desnudos.
Tengo que preguntarle al Sr. Guerrico qu impresin le hicieron
mis cuadros su seora.24
Varias problemticas se deslizan en esta carta. En primer lugar la injerencia de
la esposa de Guerrico en la formacin de su coleccin artstica. En una divisin
clsica de gnero, Mara Giraldes se dedic al coleccionismo de carcter
menor como abanicos. objetos japoneses. platera y cajitas francesas.25 Por
otra parte, Schiafftno percibe la incomodidad de la senora ante los desnudos
colgados en su taller. Posiblemente, e contacto cercano con las obras en pre
sencia de dos hombres -su marido ye propio hacedor de los desnudos- colo
caba a la observadora en una situacin diferente a la mirada ms impersonal y
colectiva que poda realizarse en un museo.
Pero lo que era ms importante, las telas de Schiaffino -y ms exactamen
te
Reposo
que era la obra a la que ste aluda en la carta a su madre- mostraban
un tipo distinto de desnudo a los posedos por los coleccionistas. Reposo (Ima
gen
4
es un desnudo de espaldas de un cuerpo joven, casi adolescente. que
no ostenta claras marcas de
gnero.26
Adems no exhibe ninguna cualidad que
lo vuelva un desnudo idealizado ni atributos que lo justifiquen como una esce
na aleg rica u orientalista como s lo hacen las carnaciones pedadas de
iana
sorprendida
de Lefebvre (Imagen 61) o la extica
dalisca
de Mariano Fortuny
(Imagen
62),
los dos desnudos ms famosos de la coleccin Guerrico.
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La gran tela de la Diana que tena un sitio de honor en el hall de la
morada familiar, mostraba una ninfa y su squito realizados en la mejor tradi
cin acadmica del n pulido y el cuerpo femenino idealizado, casi lampio.
El impulso pdico por parte de las muchachas, que se horrorizan y amagan
cubrirse ante la inesperada mirada masculina, era la justificacin moralizante
para la exhibicin de tantos bellos cuerpos. La armona del sensual gineceo
llega a su fin por esa mirada externa que, aunque no aparece en el cuadro y se
ubica figuradamente en el bosque posterior que sirve de fondo, tambin puede
coincidir con la propia presencia del espectador.
El otro cuadro de desnudo haba sido realizado por Mariano Fortuny, e
ms clebre pintor espaol decimonnico que contaba con un xito sin paran
gn en el mercado artstico parisino. Su Odalisca mostraba, al igual que Reposo
un desnudo de espaldas. Sin embargo, a la esculida y ambigua joven de Schiaffino,
se conrrapona aqu una inequvoca mujer generosa en carnes, al despojo que
rodeaba al primer desnudo se opona tina abundancia de telas y cortinados y
una mandolina que remita a una cult lra oriental, alusin que estaba reforzada
en el propio ttulo de la obra. Todo contribua a alejar al cuerpo desnudo del
tiempo y la geografa de presente, desactivando parcialmente e costado peli
groso -lascivo- que poda acarrear su extrema sensualidad. Estos paliativos no
estaban presentes en la rela del argentino, que adems estaba iluminada de
manera uniforme sin dejar secciones del cuerpo ocultas, como s suceda en la
Odalisca tratada con abundantes reas de sombra que colaboraban a aumentar su
misterio. No fue simplemente el gnero lo que turb a Mara Giraldes sino
fundamentalmente el modo en que ste haba sido tratado.
Retornando el vnculo personal que uni a la pareja Guerrico con Schiaffino,
ste no se cristaliz en una relacin comercial de adquisicin de obras
sino
en
un intercambio informal con tintes paternalistas en el que los coleccionistas
frecuentaban al pintor y le facilitaban dinero para contrarrestar su inestable
economa. A este respecto, Schiaffino se quejaba duramente en una carta en
viada a su padre desde Pars:
Para colmo no he podido vender las dos cabezas y el paisaje que ten
go en exposicin en lo de Kleinbergcr
[oo.].
Al mismo tiempo s que mi amigo el Sr. Guerrico hace ejecutar
en este momento trabajos en pintura un ridculo pintorcillo espa
ol: Miralles, a Spiridon y un vejete italiano Fortazzo; individuos
que no han tenido nunca ni tendrn jams una recompensa en Pars,
pues son de los ltimos; absolutamente indignos de lustrarme m
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los botines; y este Seor y mi o es millonario, se cree un Mecenas
para los artistas
duerme en paz
27
Ms all de que las obras de Schiaffino podan no satisfacer los estndares de
gusto de los Guerrico, ste fue el patrn de comportamiento que de algn
modo caracteriz su relacin para con e arte nacional que reaparecer en varios
de los personajes principales de este libro. Para estos coleccionisras exista un
inters y un deber por participar activamente en e desarrollo de la actividad
artstica en Buenos Aires, y ms especficamente por ayudar a sus artistas, pero
este accionar no se corresponda necesariamente con e fomento de un merca
do para el arte argentino a travs de la com pra de obras nacionales. Para ellos,
e arte, no slo el antiguo sino tambin e moderno, era algo que an estaba en
proceso de formacin en e terreno argentino y que por lo tanto deba buscarse
del otro lado de ocano.
r cterstic s de l coleccin y mec nismos de dquisicin de obr s
La variedad y tamao de la coleccin formada por los Guerrico exceda e
coleccionismo exclusivo de pintura y escultura para incluir objetos de las cul
turas ms diversas como las piezas chinas y las armas antiguas. Evidentemente,
sus intereses artsticos eran mltiples. No obsrante, anclar e anlisis en el
nutrido conjunto de pinturas y esculturas, corpus que goz de un lugar central
para los actores contemporneos, tanto para los propios coleccionistas, que les
destinaron los sitios privilegiados de la casa familiar, como para la crtica que
condens sus discursos sobre este grupo especfico.
La coleccin esraba montada con un sentido escenogrfico que ocupaba
casi la totalidad de los salones principales de la residencia de la calle Corrientes.
El gran hall yel escritorio eran los mbitos predilectos en los que se acumula
ban gran nmero de obras Imgenes 17 y 18). Si bien las crnicas refieren a
las actividades que se llevaban a cabo en dichos recintos -reuniones y bailes en
e caso de hall y despacho de trabajo de Jos Prudencio en el caso de escrito
rio- las obras restaban sin duda gran parte de la funcionalidad potencial de
estos ambientes al habitarlos casi por completo. En este punto, existe una dife
rencia fundamental con aquellos consumos guiados con e fin de decorar los
mbitos cotidianos de vivienda: en la casa Guerrico era la propia morada la que
se adapraba a la imponente presencia de las obras, funcionando ms como un
exhibidor que como un recinto habiracional. Por ejemplo, e techo vidriado
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del gran hall estaba diseado para permitir el ingreso de la luz solar durante
el da y ser reemplazado por lmparas especiales durante la noche, dispuestas
intencional mente para la mejor apreciacin de las obras. No en vano, la mayo
ra de los testimonios de la poca refieren a la casa de Guerrico con la palabra
Museo .
Por otra parte, la adquisicin de obras inmensas y sumamente caras como
la ya referida
Diana sorprendida
de Lefebvre, que obtuvo juicios elogiosos en el
Saln de 1879 y la medalla de honor en la Exposicin Universal de 1889, o
La
primavera de Gabriel rerrier Imagen 19), premiada tambin con medalla de
oro en esta ltima exposicin, permite sealar una voluntad aristocratizante
por parte del coleccionista que busca no ya diferenciarse del ignorante recin
enriquecido sino tambin del consumidor burgus promedio que compraba
una tda pequea para decorar su saln. Ubicadas en lugares privilegiados del
hall, estas grandes telas junto a las pesadas esculturas como
agnante sedutta
Imagen 20) o La iarina de Antonio Tantardini, requeran ambientes aptos
para su exhibicin. Desde su alto costo y la incomodidad que supona su tras
lado e instalacin, las inmensas obras connotaban un supuestamente desinte
resado amor por el arte que en realidad se basaba en el poder del dinero para
SuStanClarse.
La impronta francesa y la contemporaneidad de la mayora de los artistas
son sin duda las primeras caractersticas que saltan a la vista en la seccin de
pintura y escultura de la coleccin Guerrico. Las obras donadas por Guerrico
al MNI3A, contando tanto el conjunto cedido hacia 1895 como las donaciones
pstumas, alcanzan el nmero de ciento ochenta y seis. Las posesiones familiares
no fueron destinadas en su totalidad al Museo, conservndose entre sus herede
ros objetos significativos como algunos bronces de Amoi ne- Louis Barye. De otros
cuadros, que en aquel momento fueron reseados y reproducidos por las crni
cas, como es el caso de La primavera de Gabriel Ferrier, Primera comunin de
Augusto Ballerini o una obra de Reinaldo Giudici, se desconoce su
paradero.2B
Si se agregan a las obras en poder del Museo las crnicas y el material
grfico de la poca es posible delinear un perfil acabado de la mayor parte de la
coleccin. En primer lugar, es notable la marcada diferencia existente entre
la vei ntena de obras donadas por Jos Prudencia de Guerrico en vida y el resto
de las producciones cedidas varias dcadas luego de su muerte.
Estimo que esta donacin inicial, consignada en el primer catlogo del
Museo publicado en 1896, fue en gran parte formada por Manuel Jos, el primer
coleccionista de la familia. En este conjunto sobresalen las obras annimas o
las copias de maestros del pasado fundamentalmente italianos, pero tambin
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espaoles, franceses y flamencos.29 Son en su mayora telas medianas con mo
tivos bblicos o religiosos, o algn paisaje o pintura de gnero en el caso de las
atribuidas a pintores flamencos. En este conjunto se encuentran tambin cua
tro obras de artistas locales o extranjeros activos en Buenos Aires hacia el tercer
cuarto del siglo XIX: ellas son de Ernest Charton EL veLorioy Panorama de La
CordiLLerade Los ndes
y de Prilidiano Pueyrredn
sesinato deL Dr ManueL
Vicente Maza (Imagen 63) y un peq ueo boceto de Retrato de Laseorita ManueLa
Rosas
Estas ltimas presencias son complementadas por un pequeo grupo de
obras de carcter similar que ingresan en las donaciones posteriores de la fami
lia. Son leos de artistas como Pueyrredn, Carlos Enrique Pellegrini y Luis
Laisney, y en todos los casos se trata de retratos de miembros de la familia
Guerrico-Maza, dos de ellos dedicados a la figura de Manuel Jos.
Con esto no busco afirmar que existi en las primeras adquisiciones
artsticas de los Guerrico una voluntad por proveerse de arte local, sino sim
plementc una intencin de ser retratados por los ms rcnombrados pintores
de la escena portea de aquel momento. Por otra parte, la propiedad del
sesinato de Maza realizado por Pueyrrcdn tambin responda a razones
afectivas adems de estticas en tanto plasmaba el hecho que haba sido deci
sivo para el alejamiento del primer Guerrico de la escena nacional. A manera
de un exvoto que relata las penurias sufridas por su protagonista y poseedor,
la tela de Pueyrredn refera -aunque de manera indirecta- a un episodio
clave de su vida. El cuadro contribua as a postulado como proscripto del
rgimen, un legado que muchos de los exiliados se encargaron de subrayar
una vez rcgresados al pas.
Tal como refiere la tradicin oral, el conjunto de quince telas de Genaro
Prez de Villaamil (Imagen 66) tambin fue adquirido por el primer coleccio
nista de la familia, en ocasin de la visita al taller del paisajista gallego que, en
1845, se ubicaba en la buhardilla de la casa ocupada por GuerriCl: en Pars. El
encuentro se realiza en compa;:,l de Jos de San Martn quien tambin com
pr algunas pinturas ..o
En cierto sentido, la adquisicin de estas telas se liga ms con un sentido
filantrpico y de socorro para con el artista empobrecido que con una voluntad
por obtener un conjunto represcntativo de su produccin. De hecho Guerrico
confiesa haberse quedado con la totalidad de las obras que se encontraban en el
tallcr del artista, totalidad que inclua algunas pinturas flamencas y holandesas
antiguas.31 La repetida presencia de las obras de Villaamil en la coleccin Guerrico
permitc parangonarla con la vinculacin establecida entre Rossi e Ignacio Manzoni
que result tambin en la posesin de un conjunto importante de obras.
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Los
DUEOS DEL RTE
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Me centrar ms particularmente en una porcin de las obras adquiridas
por Jos Prudencio de Guerrico, conjunto que sobresale por su diversidad y
abundancia de reconocidos artistas contemporneos, principalmente franceses
y espaoles, contando tambin con algunos italianos. Esto no invalida el sea
lar la impronta francesa caracterstica de la coleccin ya que muchos de los
artistas espaoles all representados haban pasado por Pars, siendo esa capital
el lugar de su formacin y proyeccin a nivel internacionaI.32
Al privilegiar este recorte, no olvido que Jos Prudencio tambin adquiri
arte del pasado. En este sentido, la presencia de dos significativas obras de Tiepolo,33
de varias escenas de gnero flamencas, de pintura religiosa espaola e italiana
tambin contribuyen a ampliar el horizonte de sus preferencias.34 Lo que bus
co es analizar su faceta en tanto coleccionista moderno ya que creo que es all
donde realiz la apuesta ms fuerte al momento de tener que privilegiar una
orientacin para sus adquisiciones, siendo la vertiente moderna de la coleccin
la que domin numricamente, alcanzando el 70 del total de pinturas y
esculturas donadas por la familia al MNBA.
Este corpus de obras lncluye pinturas como Retrato de Andr Gil y Rocas
de Gustave Courbet (Imagen 21);
Ville d Avray
de Corot (Imagen 55);
curie
En elgallinero
y
Paisaje con.ovejas
de Charles Emile Jacque;
Paisaje
de Daz de la
Pea;
Marina
de Eugene Isabey;
Puerto
de Eugene-Louis Boudin (Imagen 22);
Paisaje con figuras
de Fran
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158
MARLA ISABELALDASAR
ble en la mayor parte de estas obras era la composicin tradicional que les
serva de base. No se incluan aqu las perspectivas sesgadas y escenas cortadas
desarrolladas por el impresionismo sino que todas las pinturas respondan en
cierta medida a un parmetro de narratividad y legibilidad clsico donde era
fcil aprehender lo que el cuadro quera mostrar. Con respecto a las temticas
de las obras, stas
11
presentaban, en general, demasiados cuestionamientos
acerca del posicionamien to social de los personajes representados, pero s exis
tan varias que claramente apuntaban a retratar la vida contempornea utbana
y sus personajes, como suceda por ejemplo con
fine Masson con tocado de gasa
de Raimundo Madraza o
ajeune merede
Louis Deschamps. Sobre las escenas
rurales algo idealizadas, su consumo fue muy frecuente entre la burguesa
decimonnica precisamente por apelar a una realidad buclica y distanciada
que no interrogaba duramenre al espectador sobre su injerencia en aquella
cadena productiva, hecho que s pretendan las pinturas ms realistas de Courbet
o incluso de Manet.
En relacin a la escultura la coleccin posea, adems de una decena de
bronces annimos datados entre los siglos XVII y XVlII, ejemplares de artistas
claves de la escultura decimonnica como Gustave Dor Imagen 23), Anto
nio Tantardini, Ernest Carrier-Bellcuse, Antoine Louis-Barye, Jean A1exandre
Falguiere Imagen 25) y Emmanuel Fremiet. El recorte era algo ms tradicio
nal que el efectuado en pintura, quizs porque era la mujer de Jos Prudencia
quien se encargaba de estas selecciones. Sin embargo, la coleccionista tambin
estaba abierta a la escultura moderna, como sucedi en 1910 con la compra de
a deftnsa de Auguste Rodin Imagen 28).
Esta sucesin de nombres apunta a subrayar la estricta contemporaneidad
que caracteriz a la coleccin formada por Jos Prudencia de Guerrico, la cual
exhiba tojo un abanico de las principales tendencias de la pintura del siglo
XIX: desde obras deudoras del estricto lenguaje acadmico, como era el caso
de Jules Lefebvre o Henner, pasando por las producciones de la Escuela de 1830
o Escuela de Barbizn -Daz, Corot, Daubigny, Boudin- hasta los denominados
pintores de la vida moderna -Chaplin, Lhermitte- sin faltar el ejemplo de la
pintura realista -Courbet- y sus derivados -Ribot-. La misma diversidad apare
ca en la seccin de esculturas, con obras de factura pulida y composicin clsi
ca vinculadas a la academia -rremiet, Tantardini- hasta aqullas que
ejemplificaban las nuevas bsquedas estticas del siglo XIX -Barye, Falguiere
ruptura que alcanzaba su punto mximo en la produccin de Auguste Rodin.
De gran parte de estos artistas, Jos Prudencia de Guerrico posey obras
verdaderamente significativas e incluso premiadas en los certmenes europeos.
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160 ---------------- MARtA. ISABEL BALDASARRF.
los artistas, tal como sucedi con Charles Chaplin, Emilio Sala Francs o Jos
Villegas Cordero. Otro mecanismo del que se vali el argentino, y que fue
usual en el siglo XIX antes de la instalacin de galeras y
marchands
de arte
extranjero en Buenos Aires, fue la labor de intermediarios generalmente ami
gos o familiares, que gestionaban en Europa los encargos -ms o menos espe
cficos- de los futuros adquisidores.38
En el caso de Guerrico, el principal actor dedicado a este tipo de tareas fue
su sobrino -y hermano de su mujer- Manuel Giraldes (1857-1941), quien
por ejemplo compra por encargo de su to la celebrada
everie
de Charles
Chaplin. Este personaje adems usufructu su estada europea para fo~mar su
propia coleccin artstica y al mismo tiempo abastecer al mercado porteo de
telas europeas. De este modo, en 1887 y 1888, las casas Bossi y Repetto y
Nocetti ofrecieron al pblico en general obras remitidas por Giraldes desde
Pars. Se trataba en su mayor parte de producciones firmadas por artistas de
segunda lnea pero que posean cierra legitimidad a partir de su participacin o
incluso de algn premio obtenido en los salones anuales. Para un joven refina
do como Giraldes, que amaba los bronces de Barye y Fremiet y que estaba
imbuido del arte francs de su tiempo, las piezas remitidas a Buenos Aires
constituan obras factibles de ubicar, no ya entre los verdaderos conocedores
de arte, sino entre los nuevos sectores afectos al consumo artstico. Sin embar
go, el mercado no fue tan receptivo como el propio importador poda supo
ner, ya que en la exposicin de 1888 todava seguan disponibles varias de las
obras ofrecidas en venta e ao anterior.
Diferentes fueron los mecanismos puestos en juego por e propio Giraldes
a la hora de formar su coleccin particular, la cual se distingua por la presencia
de artistas prestigiados para fin del XIX como Boudin, Daz de la Pea o Charles
Jacque.39 Durante la dcada de 1880, Giraldes habit por cuatro aos en Pars,
en los alrededores del Bois de Boulogne. All, prescindiendo de una ocupacin
fija, llev a cabo una doble funcin de
marchand
de pinturas y esculturas para
los coleccionistas locales y de caballos angla-argentinos y percherones, su otra
gran pasin. Durante estOs aos, Giraldes estuvo sin duda en contacto con los
artistas contemporneos, hecho que explicara la aparicin de piezas importantes
o bronces firmados por los propios artistas dentro de su coleccin.4o
Volviendo a los Guerrico, Manuel Jos sobresali por cultivar el consumo
artstico en un momento en que estas prcticas no eran mayoritarias entre el
resto de su clase. El carcter de pionero sentido por el padre es heredado por su
hijo: el linaje de coleccionistas se contina de uno a otro. Jos Prudencia refina
los gustos de su padre, al tener en mente un modelo claro de coleccin en
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Los
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161
donde el arte contemporneo jug un rol fundamental. No existe ya la oportu
nidad como criterio primero para aduearse de una pieza sino la voluntad de
seleccionar y de insertar la compra dentro de una serie -de ah la mencionada
genealoga compuesta por las cartelas- que vinculaba al arte del presente con el
del pasado, a ChapE n con Tiziano, a Daz y Rousseau con Correggio y a Fortuny
con Velzquez, por slo marcar algunos lineamientos posibles. Insertos en esta
genealoga los artistas decimonnicos se legitimaban en sus vnculos con los
maestros del pasado. Sin embargo, a la hora de las adquisiciones eran los pri
meros los que haban sido privilegiados.
Una carrera abierta al talento ristbulo del Valle
Mucho podr influir en las inclinaciones aficiones el medio en que cada
cual.se ha formado, pero indudablemente lo que ms influye en las modali
dades del espritu del carcter es el cultivo intelectual, y cito como ejemplo
de esta tesis al doctor Del Valle,hijo de un militar, nacido en poca en que
los soldados argentinos no tenan tiempo ni medios para entregarse solaces
artsticos, ni haba en el pas cmo ni con qu cultivar tales aficiones. No
guerre Del Vallecomo su padre en los campos de batalla, pero no por eso fue
para l menos ruda la jornada en la lucha de la vida, viviendo en sus primeros
aos entre estrecheces que hacen ms honrosa su holgura del presente, fruto
de sus afanes realizadoscon su talento y su integridad de carcter.
[... ] La nica faz desconocida de la vida de Del Valle es esta ltima en
que ahora se nos presenta. Se conoda en l al orador, al periodista, al hom
bre del foro del Congreso, al poltico, ms honrado que astuto, al erudito
nutrido de vastos conocimientos literarios
cientficos, pero se ignoraba
que hubiese en l un espritu esencialmente artstico, con refinamientos de
sibarita generosidad de Mecenas.
Sansn Carrasca, Del Valle at horne El Nacional
Buenos Aires, 10 de enero de 1887.
Naci pobre sin alcurnia; con su esfuerzo cultiv su espritu hasta darle, en
materia de arte, el refinamiento exquisito que, en medios ms propicios,
slo alcanzan los privilegiados.
Miguel Can, Discurso pronunciado en la inhumacin
de los restos de Aristbulo del Valle el 30 de enero de 1896.
Fue Aristbulo del Valle 1845-1896) Imagen 26) otra de los coleccionistas de
sesgo moderno de Buenos Aires a fin de siglo. Mientras algunas de sus obras
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ofrecen coincidencias con las seleccionadas por la familia Guerrico, en varios
otros sentidos este coleccionista plantea caractersticas que le son propias, pre
sencias que difcilmente se hallan en otras colecciones formadas en aquellos aos.
En el caso de Aristbulo se trat de un hombre nacido en el pueblo bo
naerense de Dolores, que ascendi socialmente gracias a la carrera militar de su
padre y a su labor personal desde su bufete de abogado siempre acompaada
por los cargos polticos. No fue un coleccionista de otigen opulento yal pare
cer tampoco obtuvo grandes riquezas a lo largo de su vida, sino que, gozando
de un pasar acomodado, opt por dedicarse al consumo artstico muchas veces
a costa de otros sacrificios. Esta imagen ha sido la privilegiada por varias de las
crnicas que se ocuparon de su perfil de coleccionista, subrayando la austeridad,
la simpleza y tambin e buen gusto y la competencia artstica caractersticos de
personaje, como si e afn de coleccionar no se basase en una voluntad de pose
sin sino un sentido exclusivamente civilizador y de amor por el arte .
Su gusto por las be las artes hallaba sustento en una voracidad ms amplia
hacia la cultura europea, donde la literatura -con autores como Stendhal,
Flaubert, Taine, Renan, Anatole France, Mrime o Maree Prvost- gozaba
de un lugar privilegiado.41 La necesidad de estar al da con respecto a lo que
suceda en la escena cultural del viejo mundo era uno de sus intereses principa
les que se traslad al rea de las bellas artes en la recepcin constante de noti
cias sobre las exposiciones y salones anuales de Pars, que le posibilitaban se
guir ao a ao el camino recorrido por sus artistas predilectos.
Respecto de su idoneidad sobre artes plsticas, es evidente que no recibi
ninguna enseanza formal, pero s aprovech de la educacin inorgnica que
le proveyeron sus amigos conocedores de arte o artistas.
En 1896, en ocasin de su fallecimiento, Schiaffino publica en el nmero
12 de la revista rgentin -ejemplar enteramente dedicado a la memoria del
poltico- el ensayo titulado Aristbulo del Valle. Fragmento de un estudio en
preparacin . All, Schiaffino celebraba e viraje operado en las predilecciones
artsticas de De Valle al tiempo que se posicionaba en aquel rol que le sera tan
grato de educador del gusto que, en este caso particular, haba germinado en
e frtil terreno que era el espritu culto de Aristbulo:
Su gusto personal -desde que le conoc en Pars, en 1885- haba
sufrido una transformacin tan completa como lgica, que l mismo
sola reconocer con cierra satisfaccin no exenta de legtimo orgullo.
Por ejemplo, en la fecha indicada, acababa de recorrer la Espaa
y la Italia; llegaba deslumbrado, y Pars no produca sobre su espritu
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Los
DUEOS DEL ARTE -----------------
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esa sensacin gris, tan propia de la Ciudad -Enigma, burlona y es
quiva, impenetrable durante meses.
Los grmenes de arte preexisran en l siendo inherentes su or
ganizacin intelectual, cual lo demuestran y, con qu brillo, todos los
discursos de aque artista de la palabra, pero respecto de arte plstico,
era, por obra y gracia de nuestro medio, del limbo en que haba nacido,
el ciego de nacimiento que abre por primera vez el prpado sobre la
vida real de las artes visibles y tangibles. Artista l mismo, no era de
principios de esttica que necesitara saturarse, los tena de raza, le ve
nan de instinto y probado los haba en sus lecturas; en lo que s fuera
menester que empapara su espritu como sediente esponja, era en los
result, dos obtenidos por los dems artistas, de todo tiempo y de toda
laya. -El progreso humano es colectivo, necesita de antecesores. (Eduar
do Schiaffino, Del Valle Coleccionista. Fragmento de un estudio en
preparacin , rgentina a. , n.O 12,29 de febrero de 1896, p. 117.)
El viaje al que se refiere Schiaffino, y que De Valle emprende en 1884, fue e
nico contacto directo que e coleccionista tuvo con Europa, aprovechando
este periplo para adquirir obras principalmente de autores espaoles e italianos
de momento -como Villavicencio, Vi llegas, Plasencia, Martnez, Barbudo,
Favretto y Lancerotto. Sin embargo, fue en la frecuentacin de salones y de Museo
de Luxemburgo, donde despierta su gusto por e arte francs contemporneo,
predileccin que recin se va a carpa rizar en la adquisicin de obras una vez
regresado a Buenos Aires.
Conviene detenerse un momento en e nico viaje a Europa emprendido
por De Valle. En este trnsito, adems de Eduardo Schiaffino, e futuro colec
cionista frecuent a otros actores que mediaron su acercamiento al arte euro
peo. Uno de ellos fue e coleccionista y poltico paraguayo Juan Silvano Godoi
(1850-1926), exiliado en Buenos Aires desde 1877 por participar en un aten
tando revolucionario que culmin con la muerte de entonces presidente de
Paraguay. Godoi se instala en Buenos Aires, sobre la calle Santa Fe, y su casa se
convierte, adems de un centro de conspiracin poltica, en sitio nuclear de
personajes -como De Valle, Guido Spano o Schiaffino- que discurren sobre
cultura y artes plsticas Y En su compaa, Del Valle emprende el periplo por
Europa, ocasin en la que e paraguayo tambin aprovecha para adquirir obras
artsticas. Los registros de las piezas pertenecientes a Godoi permiten sealar
una confluencia entre las preferencias estticas de ambos hombres. Te as atri
buidas a Murillo o Tintoretto y pinturas de Santiago Rusiol, Jos Moreno Car-
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MARA ISABEL BALDASARRE
bonera, Schiaffino y Giacomo Favretto dan cuenta no slo de los gustos com-
partidos sino tambin del intercambio de obras que se produjo entre ellos,
como sucedi con La primera aventura de Gil Blas de Santillana de Moreno
Carbonera que hacia 1894 se encontraba en poder de Del Valle y luego pas a
integrar las colecciones de Godoi o el camino inverso recorrido por la
Educa-
cin de la virgen
atribuida a Alonso Cano hoy en poder del MNBA.
En aos posteriores, Godoi funcion adems como intermediario de Del
Valle para la adquisicin de obras, una prctica que fue el recurso ms frecuen-
te utilizado por el poltico para ensanchar su coleccin. En la informal socie-
dad que integraban ambos haba un afn de encontrar tesoros ocultos, ya que
como confiesa el paraguayo ante un inminente viaje a Brasil
Al despedimos [Del Valle] me dio varias importantes cartas para per-
sonajes brasileras aqu y me augur agradable viaje y progreso. Esto,
por supuesto, despus del consabido encargo que me haca siempre
cuando yo emprenda algn viaje:
de visitar los conventos las iglesias
ver si me encontraba algn cuadro antiguo de mrito
Yo le contest
ecorrer todo y lo que consiga medias.43
Otras de las personalidades que Aristbulo encuentra en Europa, ms particu-
larmente en Venecia, fueron el diplomtico Belisario Montero yel artista pls-
tico Augusto Ballerini. En su compaa, el novel coleccionista confiesa haber
gozado de la escultura de la Grecia clsica y de la produccin de Miguel ngel,
Rafael, Andrea del Sarta, Canova y Thorwaldsen. Con respecto al arte con-
temporneo, se deduce que Montera y Ballerini fueron los encargados de in-
troducir a Del Valle a varios de los pintores por ellos frecuentados. En este
sentido, Bclisario Montero evoca la sociabilidad compartida con Ballerini en
Roma de la que participaban pintores como Barbudo, De Dominicis, Moreno
Carbonero, Signorini, Vi llegas, Luna, Frangiamore, Siedmirazky y Luque Rossell
en tre
otros.44
Varios de estos nombres se hallaron posteriormente entre las per-
tenencias artsticas del coleccionista.
Ms especficamente, Montero describe con detalle el encuentro con Del
Valle y aprovecha para narrar los acontecimientos que llevaron a la compra de
Msicos ambulantes
de Favretto (Imagen 70):
Aprovechando las vacaciones tornamos a Venecia, y una tarde, al vol-
ver una esquina cruzamos nuestra gndola con otra en que iba el
doeror Aristbulo del Valle con su seora. Este encuentro casual nos
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Los DUEOS DEL ARTE ------------------
proporcion e encanto de renovar muchos das de armoniosa amis
tad con e gran rribuno. Juntos recorrimos la ciudad, museos, etc.
De Valle estaba en plena fiebre y efervescencia de arte. No he cono
cido jams en ningn argentino un alma ms abierta al placer espon
tneo de la belleza artstica, ms comprensiva de sus valores, ms gozosa
ante las maravillas que nos rodeaban. Adoraba Venecia y nos deca
que es la nica ciudad donde e viajero no sufre decepcin, porque en
ella la realidad supera a todo lo concebido por la imaginacin. Buscaba
y adquira curiosidades, telas raras, armas y objetos antiguos. Ballerini
le llev al estudio de Favrerto. Del Valle no quiso abandonar Venecia
sin llevar un cuadro del famoso pintor. El precio era elevado en rela
cin a la suma de que poda disponer, y como furamos y volviramos
sin obtener la rebaja deseada, la seora de Del Valle hizo surgir del
fondo de su valija algunos billetes de banco reservados para comprar
encajes, y con ellos complet la suma, muy contenta de sacrificar su
capricho personal y de contribuir a la posesin de la hermosa tela.
165
La ancdora refuerza entonces la mirada idealizada sobre Del Valle coleccionis
ta construida por la mayora de sus reseas biogrficas. La coleccin pareca
incrementarse slo a costa de esfuerzos que llevaban al propio Aristbulo a
confesar a sus compatriotas que era aquella la nica ocasin en que haba
envidiado la fortuna de los ricos . La comparacin con la mayora de los argen
tinos inteligentes y fuertemente cultivados que eran indiferentes a las ma
nifestaciones artsticas es el carril por donde prosigue e relato de Montera, el
cual culmina con una extensa parfrasis de credo artstico del coleccionista.
En su discurso, regado de alusiones eruditas a Paul Bourget, Montaigne, Voltaire
y principalmente Stendhal, Del Valle se distanciaba del viajero apurado indi
ferente o cansado que pasa y no sabe lo que ha visto , para proponer por el
contrario un tipo de contemplacin emptica para con el productor de la obra
de arte:
[... ] muchos hombres ilustrados [... ] no ven en el cuadro un pensa
miento y lo contemplan con un tipo de criterio que les hace comparar
los objetos pintados con los existentes, y como si ellos no significaran
orra cosa que el mismo objeto material, sin cuidarse de la expresin
del sujeto, ni del concepto que envuelve la composicin. [... ] Se debe
adaptar la mirada a la intencin y voluntad del pintor, saber lo que ha
querido decir.
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166 --------------- MARrA ISABEL BALDAS~
Los intermediarios y las compras en uenos ires
Tanto Eduardo Schiaffino como Miguel Can y Sylla Monsegur actuaron en
diferentes oportunidades como intermediarios a travs de los cuales Aristbulo
del Valle concretaba sus compras de arre europeo. Esta tarea era lenta y difcil Y
acarreaba un intenso intercambio epistolar que daba cuenta no slo de los
vaivenes del gusto del coleccionista sino tambin de la injerencia real de los me
diadores en la seleccin final de obras.
Sin desconocer el arre del pasado Miguel Can fue un observador suma
mente receptivo a las tendencias plsticas ms contemporneas y su particular
mirada sobre las bellas artes fue modelndose y mutando al ritmo de sus fre
cuentes viajes al viejo continente realizados entre 1870 yel fin del siglo.45 En
los escritos producto de estos periplos aparece como matriz recurrente -cada
vez que Can busca validar y dar cuenta de las producciones que ms lo atraen
la vinculacin entre el arte y su contemporaneidad y su capacidad para plasmar
en forma verdica la realidad.
Segn su correspondencia con Eduardo Schiaffino ya desde mediados de
1880 Can posea fluidos contactos con el mundillo artstico parisino convir
tindose n un personaje ms que idneo para encargarse de las compras ar
tsticas de Del Valle. En estas cartas discute con Schiaffino sobre los avatares
de la pintura francesa moderna y cuestiona el fanatismo de ste por la pintura de
Puvis de Chavannes para recomendarle alejarse tanto del idealismo de escue
la como de las frmulas de arre acadmico.
Es notable adems su consonancia con una modernidad concebida a la
manera baudelairiana: La belleza no es eterna cada siglo debe ser un cama
len que se revista de los colores del medio que atraviesa debemos reflejar
interpretar mejor dicho de entre las cosas que hay en la naturaleza aquellas
que toquen conmuevan agiten nuestro modo moral presente .46
Can deplora el arre idealista y cargado de retrica que se aleja de la
plasmacin de la simplicidad y la verdad y justamente todo el arte que lo
atrae -la pintura holandesa del siglo XVI y la espaola del siglo XVII y con
tempornea- se caracterizaba por la bsqueda de la interpretacin expresiva
de la naturaleza .
En este sentido el gusto de C~ por el arte espaol va a ser determinante
para la presencia de cierras artistas en la coleccin Del Valle como por ejemplo
las obras de Barbudo y Moreno Carbonero que Can adquiere para este ltimo
durante su estada diplomtica en Madrid entre 1888 y 1889. Las carras que Del
Valle enva a su amigo son un rico testimonio de varios de los tpicos que con-
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Los
DUEOS DEL RTE
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forman su perfil de coleccionista: por un lado, la necesidad de generar fondos
-a travs de la venta de terrenos y otras propiedades- con el fin de adquirir
pinturas y esculturas, por otra parte, la confianza depositada en Can como
gua competente en materia artstica: Estoi [sic] deseando que vengas para
que hagamos una seleccin de entre lo poco que tengo y enviemos remate los
mamarrachos , lo arenga Del Valle en
888 4
Por ltimo, estas esquelas reve
lan tambin la jerarqua artstica seguida por Del Valle, en la que sus obras
modernas tienen un lugar fundamental:
He sacado el techo de la pieza contigua a un escritorio grande y los he
cubierto con cristales de manera que tendr luz esplndida y bien
distribuida. Lstima que el cuarto no sea muy grande. All pondr lo
mejor que tengo: La mujer y el toro de Rol , Floreal, Favretto, Vi llegas
(el que compraste para Julin y que ste me regal) un Domingo que
me ha trado Vicente [Casares] y algunas otras cositas firmadas por J.
P. Laurent [sic], Henner. Si Moreno Carbonero llega a tiempo tendr
una posicin adecuada su mrito.48
Al igual que Guerrico, pero con menores recursos, Del Valle adapta su casa
para la mejor apreciacin de sus obras de arte. Privilegia claramente las pro
ducciones contemporneas desde una perspectiva que coincide con las prefe
rencias de su principal asesor e intermediario: Eduardo Schiaffino. Me de
tendr particularmente en la prolongada relacin sostenida entre ambos,
ya que este lazo permite ahondar tanto en la visin de Del Valle sobre la
produccin contempornea como en su relacin particular con el arte na
cional.
Del Valle y Schiaffino sostuvieron una larga amistad que se extendi por
ms de veinte aos, entre el viaje compartido en Europa y la muerte del polti
co. El arte era un engranaje fundamental en este vnculo, donde los artistas
predilectos de uno
y
otro se fueron haciendo comunes a la vez que los favores
tambin eran solicitados y retribuidos por ambas partes.
As, entre mediados de 1886 y comienzos del ao siguiente, encontramos
a Aristbulo intercediendo a favor de la pensin estatal que Schiaffino deba
cobrar desde su estada europea. Hacia la misma fecha, Schiaffino comienza a
oficiar de intermediario gestionando en Europa, fundamentalmente entre sus
pintores amigos, la adquisicin de obras para Del Valle. Por otra parte, en
1890 Del Valle mediar a favor de la exencin de aduanas para las obras de
artistas argentinos residentes en el extranjero. Al igual que suceda con Guerrico,
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el lazo de afecto sostenido no garantizaba tampoco una aceptacin plena de las
obras producidas por Schiaffino. As en 1888, la madre le informaba al artista
la negativa de Del Valle a comprar su cuadro emme au bain despus de haberlo
tenido un tiempo exhihido en su casa.49
A la vuelta al pas, Del Valle seguir requiriendo del expertizaje de
Schiaffino, instndolo a que lo asesore en materia de precios, calidad yatribu
ciones antes de realizar alguna compra o incluso solicitando su ayuda para
restaurar cierta obra defectuosa. En el camino inverso y respondiendo al pedi
do del pintor, Aristbulo va a donar algunas de sus obras, seleccionadas expl
citamente por Schiafftno, para incrementar el patrimonio inaugural del
MNBA. Finalmente, en una especie de deber pstumo asumido con el pol
tico, Schiaffino realiz tres adquisiciones a la viuda de Aristbulo -Julia Tejedor
de Del Valle- a travs de las cuales el corpus principal de la coleccin pas al
dominio pblico.
Al parecer Schiaffino no hallaba sencillos los encargos artsticos de Del
Valle. Las cartas a su familia informan que haba rechazado realizar tareas simi
lares con fines comerciales, incluso bajo la oferta de una renumeracin por su
trabajo. l parecer era la amistad con el abogado lo que lo llevaba a tramitar sus
pedidos, sumado a la posibilidad de poner en juego su criterio personal a la
hora de elegir las obras.
A pesar del trasfondo amistoso, Schiaffino tambin se quejaba ante Del
Valle de las complicaciones que surgan en la tarea de concretar sus compras:
La dificultad es pues la siguiente, estamos demasiado lejos para que
d buen resultado la compra de cuadros por intermedio de fotogra
fas y de un correo de dos meses
[oo.]
Dado que la fotografa no da la
impresin dd color, que traspone los valores equivocando el efecto
del cuadro, que apenas s da idea del dibujo; que faltan fotografas;
que en dos meses de tiempo no hay seguridad de que la obra elegida
est disponible; que vd. conoce la manera de cada uno de los artis
tas que elije y que su objeto es comprarles un cuadro que caracterice
un gnero de talento; opino que lo mas prctico es que vd. determine
el maximun de la suma que quiera afectar cada artista -con las
restricciones que vd. juzgue convenientes- y deje a mi juicio la elec
cin de las obras por lo menos en el caso en que suceda lo que
antes preveo).
Vd. me dir lo que le parezca conveniente.5u
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Los DUEOS DEL RTE 169
Ms all de los inconvenientes y los reclamos, Del Valle sigui haciendo uso de
este medio y fue gracias a l que pudo procurarse las obras ms significativas
de su coleccin. La compra de
loreal
de Raphael Collin Imagen 67) es em
blemtica en este sentido, no slo por lo dilatado de la transaccin, que co
mienza en octubre de
1887
y recin finaliza avanzado
1889,
sino porque da
cuenta de cmo el intermediario -Schiaffino en este caso- fue modelando el
criterio artstico del coleccionista.
Aristbulo del Valle haba visto la obra en el Saln de
1886.
Se trata de un
desnudo femenino recostado sobre el pasto, rodeado de un paisaje. La joven
-demasiado esbelta para los cnones de la poca- exhibe su torso sin reservas,
mientras sus piernas ocultan la parte ms pdica de su cuerpo. Su rostro y sus
ojos apuntan con una mirada indolente, quizs algo libidinosa, al espectador.
Con una hehra de pasto sostenida entre sus labios, la muchacha refuerza esta
idea de entrega, de espera de algn ama~te que la haga salir de su hasto. Sin
presentar las subversiones del gnero y las osadas formales de los desnudos de
Courbet y Manet, la obra se exhiba sin embargo como un desnudo moder
no . Si bien hay idealizacin en las proporciones y en el tono uniforme -casi
sin sombras- de la plida piel, hay paralelamente una ausencia de excusas o
ancdotas que pretendan elevar la explcita invitacin al placer sensual que
ofrece la joven sin ropas. Asimismo, la utilizacin de una pincelada corta y
enftica en tOdo el paisaje aleja a esta obra de la factura pulida de la pintura
ms tpicamente
pompier
para acercarJa a la cultivada por los
pleinairistes
Aristbulo fue particularmente afecto a la pintura de desnudos. De hecho
varias de las obras ms relevantes y de gran tamao que va a poseer su coleccin
responden a esta temtica. La obra de Collin se transforma, segn sus palabras
en una verdadera obsesin para mi espritu .51 Quizs estO explique porqu
pone tanto nfasis en su adquisicin, insistiendo en proveerse una copia al
enterarse que el original haba sido comprado por el Estado francs con desti
no al Museo del Luxemburgo. 52
En los mismos meses que se comienza a gestar esta compra, Schiaffino
felicita a Del Valle en los siguientes trminos:
Me complace Dr. verJo franquear el Rubicon para pisar de lleno la tierra
frtil de la esttica moderna; dejemos la senilidad europea su gro
tesco respetO por todas las tradiciones y todas las conservas; el ameri
canismo es sinnimo de liberacin de trabas; el genio actual de nuestra
raza es la adopcin inmediata de todo lo que es bueno, grande y
generoso.
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170 --------------- MARtA ISABEL BALDASARRE
Ya que circunstancias especialsimas nos hacen jueces imparciales
de la colosal transformacin esttica iniciada por la escuela francesa,
tengamos el coraje de nuestras opiniones y no vayamos tristemente
engrosar la turba multa de los rezagados del espritu. 53
Para ambos el gusto del coleccionista y la obra de Collin cuadran dentro de
esta transformacin plstica conducida por los artistas franceses, de la que par
ticipan pintores no necesariamente impresionistas, como Puvis de Chavannes
y Alfred Roll, de quienes Aristbulo tambin aspira a poseer alguna obra. Ya
rias de sus compras buscaban corporizar las ideas de la modernidad sustentadas
por su amigo pintor en las que el simbolismo era la nueva tendencia que de
mandaba una renovacin, no exclusivamente en trminos tcnicos y formales,
sino persiguiendo una idea trascendente como rectora de la obra.
Con ansia, Del Yalle espera la llegada de oTea al que reserva el lugar de
privilegio dentro de su coleccin. Sbitamente, a travs del testimonio de Mi
guel Can -recin llegado de Europa- se entera de que es en realidad un disc
pulo de Collin quien pasa las horas en el Museo del Luxemburgo encargado de
copiar la pintura. Es ms, Can ha visto la obra en manos del ayudante poco
menos que concluid~. La indignacin del coleccionista no tiene lmites: pre
tende emprender acciones legales contra el pintor y comunicar a la prensa de
su estafa. Est incluso dispuesto a gastar el doble de lo que le ha costado el
cuadro para no dejar impune a tan mal caballero
y
tan indigno artista .54
Es Schiaffino el encargado de poner paos fros al arrebato de su amigo.
Recurre al mismsimo William Bouguereau, entonces presidente del Jurado
del Saln y Presidente de l Association des Artistes Peintres-Sculpteurs, para
que ratifique la validez de la intervencin de terceros en la prctica en cuestin.
Bouguereau argumenta el derecho del pintor a ser ayudado por sus alumnos,
citando la recurrencia de esta forma de trabajo entre los artistas ms ilustres del
pasado como Rafael, Tiziano y Rubens.55 Ms all de los antecedentes histri
cos citados, no era casual que Bouguereau sostuviese esa postura. Ella estaba en
la base de su propio podero comercial como artista: el inmenso xito de mer
cado del que en ese momento gozaba su produccin necesitaba de al menos
una decena de ayudantes para satisfacer la gran demanda de la burguesa inter
nacional. La cuestin que planteaba Del Yalle atacaba directamente su propio
sistema productivo.
El argentino parece convencerse ante estos argumentos. Sin embargo, no
por eso su duda dejaba de ser menos legtima. l aspiraba a tener una obra
original , moderna y para sus propios parmetros la originalidad y la mo-
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dernidad tenan mucho que ver con la marca personal y nica que el autor
plasmaba sobre la tela. La necesidad de Del Valle de poseer una obra entera
mente realizada por la mano del artista que la firmaba pona en cuestin el
sistema de auto ras y atribuciones dbiles habituales en el mercado decimo
nnico. No obstante, son las autoridades del campo ardstico quienes detentan
la ltima palabra para sancionar qu es o no vlido, juicio que el coleccionista
porteo acata. Del Valle recibe su FloreaLy lo coloca en aquel sitio privilegiado
que le haba reservado en su hogar. La obra permanece en su poder hasta su
muerte, cuando pasa por adquisicin al MNBA.
OtrO de los cuadros fundamentales y modernos que Del Valle adquiere en
Europa fue
Femme et taureau
-tambin llamada
Pasiphae-
de Roll Imagen
27), obra que haba participado en el Saln Anual de 1885 y en la Exposicin
Universal de 1889. Ya desde mediados de 1887, Del Valle haba manifestado
su deseo de poseer una obra de. este artista, aspiracin que se concreta a travs
de Sylla Monsegur. 56
Al parecer no hubo en este encargo ninguno de los problemas implicados en
la compra de
FLoreal
sino que surgen aqu las alusiones de la prensa europea
sobre la obra capital del artisra que haba sido comprada por un coleccionista
argentinoY En el Archivo Schiaffino del MNBA hay varios registros de ardculos
contemporneos sobre esta obra, enviados por agencias europeas que se especia
lizaban en compilar todas las reseas crticas producidas sobre un artista o expo
sicin. Posiblemente, haya sido el propio Del Valle o Schiaffino desde Europa
quien solicitara este servicio en vistas a la futura adquisicin. Las crnicas resal
tan la modernidad de la pintura por carriles similares a los sealados en relacin
a FLoreaL Por un lado, se la califica como un arte natural , naturalismo sin
aleaciones , canto de triunfo de la escuela del pLein ail mientras por otro se
niega el contenido mitolgico de la obra, justificando su ttulo como un intento
del artista por prevenir a los especradores del franco especrculo ertico que pre
sentaba la muchacha desnuda con el toro.58 Sin embargo, algunas crnicas si
guen necesirando de este alejamiento concedido por la mitologa y continan
denominando ninfa a la muchacha .59 Evidentemente, existi en el coleccio
nista el empeo por adquirir obras de artistas modernos, y del mismo modo que
suceda con Jos Prudencio de Guerrico, esta voluntad no se saciaba con una
pieza cualquiera del artista elegido. Por el contrario, la compra del FLoreaLy de
Femme et taureau
muestran que Arisrbulo del Valle dese procurarse obras sig
nificativas -cuando no las ms importantes- de sus pintores favoritos. Estos ejem
plos son extensivos a varios otros casos como la ya mencionada gran tela Msicos
an:buLantes
del iraliano Giacomo Favrerto y
EL rapto
de Evariste Luminais, obra
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premiada con medalla de oro en la Exposicin Universal de
1889,
exhibida en el
Saln del ao siguiente y adquirida tambin a travs de SyUa Monsegur. As
como lo haban sido Schiaffino y Can, Monsegur tambin influy en la pro
pensin de Del Valle hacia el arte moderno, en este caso francs. Este personaje
cumple una funcin similar a la ostentad a por Manuel Giraldes con los Guerrico,
ya que l mismo form para s una coleccin donde el arte europeo contempor
neo tam bin fue el rasgo excluyente.
60
No fueron los salones) talleres europeos los nicos sitios donde Del Valle
acudi a la hora de ensanchar su coleccin. Como ningn otro coleccionista,
Aristbulo aprovech prcticamente todas las oportunidades de oferta de obras
que podan surgir en una plaza restringida como la local. Fue uno de los pocos
compradores que optaron por las obras de la Exposicin Francesa celebrada en
el Jardn Florida en
1888.
En este contexto, Aristbulo debi resignarse a no
contar con las grandes telas premiadas que mandaba comprar en Europa, pero
se destac por adquirir las pinturas ms elogiadas por la crtica como Retrato de
Alejandro Dumas hijo de Rol (Imagen 57), El sueo del nio Jess Cristo Muer-
to La anunciacin y El ltimo rayo de Fran
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luego de la comisin inaugural del Ateneo donde integr su seccin de Bellas
Artes y si bien puede haber tenido un compromiso mayor para con los artistas
que las integraron, SU coleccionismo no se volc decididamente por el arte nacio-
nal conformndose ms como la excepcin a una regla donde lo distintivo fue
el arte europeo contemporneo.
A este respecto, reconstruir algunas de las selecciones de Aristbulo en
relacin a los derroteros del arte moderno. A las obras que hasta aqu se han
analizado pueden sumarse otras tambin paradigmticas como
La tarde
y
La
maana
de Jean Baptiste Corot;
Ovejas
de Brissot de Warville;
Ttzrdede luna en el
marde lex Harrison; Elabuelode Alfred Roll; Les rtameursde Ernest Meissonier;
Parisienne a la toilette
de Henri Gervex (Imagen 69);
En la playa
de Ernest
Duez; Junto al piano de Albert Aublet; El minu de Jos Villegas; La reverencia
de Francisco Domingo;
La convaleciente
de Salvador Snchez Barbudo; el mr-
mol
Diana Cazadora
de Falguiere (Imagen 25) y como culminacin:
rlequn
danzando
de Edgar Degas (Imagen 68).
Varios de los artistas seleccionados por Del Valle concuerdan con aqullos
ya indicados para los Guerrico, como Corot, Villegas, Falguiere o Meissonier,
del mismo modo que coincide la importante representacin del paisaje, la pin-
rura animalista y la escena de cosrumbres en ambas colecciones. Sin embargo,
algunas presencias como los ya analizados grandes desnudos de Collin, Roll y
el caso particular de Edgar Degas distinguen a esta coleccin tanto de la ante-
rior como de otras formadas en el perodo.
En menos de diez aos las esperanzas de Schiaffino se haban visro cum-
plidas. El gusro de Del Valle floreca de lleno en lo que l consideraba la tierra
frtil de la esttica moderna [... ] iniciada por la escuela francesa . Los interiores
burgueses, los campesinos naturalistas, las parisinas en su
toilette
los paisajes
rurales, los tipos populares y las escenas dieciochescas: todo el imaginario bur-
gus retratado por la pintura moderna se exhiba en las paredes de la casa de la
Avenida Alvear. Y en medio de ellas el rlequn de Degas, se insertaba sin
disonancias en esta serie de pinturas donde la pincelada abierta y la paleta
luminosa eran las constantes. La leccin de los artistas de la vida moderna
pareca haber sido bien aprendida.
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MARtA ISABEL BALDASARRE
ilntropo ngel Roverano
Pocas veces, en efecto, podemos registrar hechos como el de que tratamos.
En los Estados Unidos el caso se repite como es sabido, da por da. Los
millonarios americanos secomplacen en vincular su nombre
grandes obras
de urilidad social, ya fundando universidades, ya dotando con esplendidez
las bibliotecas y museos de su patria. Entre nosotros pasa desgraciadamente
lo contrario. La iniciativa particular no concurre en ninguna forma
facili
tar la educacin el bienestar del pueblo. La actitud del Sr. Roverano, cuya
presente donacin no es por cierro la primera, merece, pues, que se la seale
especialmente y debe ser un estmulo para todos.
Museo de BellasArres. Donacin de D. ngel Roverano ,
a Nacin
10 de junio de 1906.
ngel Roverano 1850-1921) Imagen 31) fue un comerciante de origen ligur
que lleg a Buenos Aires de la mano de su padre Francisco.65 Su biografa
apunta que posey un negocio de ropas de lujo, que fue el fundador-propieta
rio de la Confitera del Gas y que junto a su hermano Pascual hizo construir,
en 1878, una lujosa galera de dos plantas llena de locales sobre Avenida de
Mayo destinados principalmente a actividades jurdicas, en cuyo segundo piso
se hallaba su residencia. La edificacin fue inaugurada en 1881, conocindose
inmediatamente con el nombre de Pasaje Roverano.66 En aos posteriores,
debi ser remodelada a causa de la apertura de la Avenida de Mayo.
Segn el testimonio del propio coleccionista, su hermano Pascual fue un
artista nato, a quien le falt el ambiente , ya que sus eventuales asistencias al
estudio de Baldassare Verazzi no bastaron para obtener una dedicacin exclusiva
por sobre las actividades industriales.67 En el caso de ngel, se desconocen sus
primeros contactos con la actividad artstica. Se trata de un perfil distinto al de los
coleccionistas recin analizados que se vincula ms con el modelo propuesto por
Adriano Rossi e incluso con ciertas prcticas ejercitadas por Juan Benito Sosa. En
relacin al primero de estos coleccionistas, se presentan varias semejanzas: ambos
pertenecen a familias genovesas que deciden radicarse en la Argentina, siendo en
este pas donde encuentran terreno fecundo para desarrollar sus negocios. La
voluntad de ceder y donar parte de las riquezas adquiridas tambin surge como una
constante, una suerte de retribucin de Roverano para con el pas que le ha posibi
litado el crecimiento econmico. La alabanza de su desprendimiento hacia la
sociedad que no es la del origen es el carril por donde la prensa celebra sus dona
ciones, como por ejemplo aquella concretada a fines de 1902 mediante la que
Roverano obsequia dinero a la Sociedad de Beneficencia y al Hospitalltaliano. 68
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De algn modo, el consumo artstico de Roverano puede insertarse den
tro de este mismo patrn, ya que al igual que sucediera con Juan Benito Sosa,
median escasos aos entre que comienza a adquirir obras artsticas y su deci
sin de donadas para que pasen a integrar los repositorios pblicos. Al parecer,
el inters artstico se manifest de manera tarda en el italiano de acuerdo a lo
que l mismo confiesa:
De mis raros de ocio, en Pars, nacieron veleidades artsticas, la ver
dad nada justificadas; me abandon ellas con verdadera candidez y
la casualidad ayudando he llegado formar una reunin de obras
entre las que hay algunas no despreciables.69
Las compras se registran entre los ltimos aos del siglo XIX y los primeros de
siglo XX y ya en 1906 se concreta la primera donacin de diecisis pinturas y
dibujos que Roverano decide legar a la Academia Nacional de Bellas Artes.
Ante los mritos de las obras, el entonces Director de la Academia, Ernesto de
la Crcova, decide que algunas de ellas pasen a integrar el patrimonio del Mu
seo Nacional,7
Unos meses despus de realizada la donacin, y en e marco de su viaje de
compra de obras para el Museo, Schiaffino entra en contacw personal con
Roverano en Pars. Una vez ms, se refuerza el lugar preeminente que el primer
direcwr tuvo en el proceso de formacin del coleccionismo local. El intercam
bio episwlar entre ellos revela que Roverano tena vinculaciones con otros co
leccionistas que en aquel momenw se hallaban en Europa como Federico Leloir.
Tambin sabemos que el propio Roverano estaba ligado al escultor italiano
Leonardo Bistolfi y que es quien introduce a Schiaffino para que conozca su
taller. La produccin de Bistolfi fue altamente estimada por Roverano, ya que
desde 1900 en el sepulcro familiar que manda construir en el Cementerio de la
Chacarita, este escultor simbolista -especializado en monumentos funerarios
va a tener una labor fundamental.
Por otra parte, en estas mismas cartas el coleccionista destaca el sentido
necesario que concede a sus donativos y la voluntad de mantener reserva
sobre estas acciones:
No resisto el deseo de rogade a vd. que procure no se d mayor im
portancia en Buenos-Aires a mis pobres donaciones (y mis prome
sas para el futuro) pues su r de la exagerada publicidad que se da all
a mis actos, bien humildes la que no puedo oponerme en absoluto
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para no privar nuestros modestos progresos artsticos de estmulo
que an necesitan.71
Estos progresos artsticos excedieron el campo especfica de los museos, ya que
'Roverano tambin efectu donaciones de arte pblico para ornamentar la ciu
dad.72 En este sentido, en
1907
regala tres obras del escultor francs Eugene
Guillaume para que sean colocadas en una plaza pblica de la ciudad. Eviden
temente, las ideas de Ernesto de la Crcava, a quien haba conocido personal
mente en e viaje europeo del pintor, encontraron sustento en el coleccionista
que estaba dispuesto a colaborar con su proyecto de embellecimiento urbano,?3
Hacia
1909
Roverano se halla en Niza. Sigue involucrado en la adquisi
cin de obras de arte, en este caso para su amigo e coleccionista contempor
neo Juan Carballido. La carta que le remite, justificndose por su opcin por
una acuarela de Edouard Detaille, lo muestra sumamente al da de lo que suce
de en la escena artstica parisina, donde frecuenta la
maison
Goupil y los rema
tes de las colecciones Coque in y Aini. Sorprende tambin su actualizacin
sobre e panorama porteo de momento, que comenta a travs de los artculos
de Schiaffino en La Nacin 7
En
1910,
se concreta su ms im portante donacin de arte. Segn las pala
bras de propio donante, deseaba esperar hasta que el nuevo Museo estuviera
concluido pero en vistas a la celebracin del Centenario decide ceder las obras
para que pudiesen figurar en alguna de las exposiciones parciales . Hacia esta
fecha Roverano sigue en Europa y toda la operacin se concreta a travs de su
representante y abogado en Buenos Aires, Norberto Fresco.75
El total de obras de la coleccin Roverano cedidas al Museo Nacional
asciende a una centena, entre las que se incluye una se eccin de las original
mente destinadas a la Academia Nacional de Bellas Artes. Todas poseen en su
parte posterior una etiqueta en francs que detalla sus medidas y aclara la
pertenencia a la Collection Roverano-Paris . El conjunto de obras se com
pone prcticamente en su totalidad de artistas contemporneos,76 siendo la
mayor proporcin de firmas francesas y espaolas, con treinta y ocho y trein
ta y cuatro obras respectivamente y en menor medida de otras nacionalida
des: trece obras italianas y el resto dividido entre producciones holandesas,
belgas, alemanas
americanas, estas ltimas con dos pinturas de artista pe
ruano activo en Pars, Daniel Hernndez, y una de franco-argentino Emilio
Artigue.
De acuerdo a los registros del propio Roverano varias de las obras haban
sido adquiridas en Europa, principalmente en Pars, en la vue ta de siglo XIX
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y primeros aos del siglo XX. Orras fueron compradas en Buenos Aires, como
sucedi por ejemplo con abalLos bebiendo de Ulpiano Checa, que particip
de la exposicin individual del artista celebrada en el Saln Costa entre agosto
y septiembre de 1906. Con respecto a la seccin francesa, no abundan en gene
rallas producciones de los seguidores del impresionismo, sino que la opcin
parece dirigirse ms hacia las obras acadmicas. En este sentido, se cuenta con
la presencia de pinturas como ndrocles de Jean Lon Gerome o En el harem de
Benjamin Constant, o la escultura Losprimeros funeralesde Louis Ernest Barrias
Imagen 29 . Figuran tambin obras de los artistas de la Escuela de 1830,
como Rosa Bonheur, Jules Breton o Paul Desir Trouillebert, pintores que a
principios del siglo XX ya estaban totalmente incorporados a la rradicin de la
pintura moderna. La seleccin practicada por Roverano se insertaba dentro de
los cnones de un gusto que, sin dejar de ser de su tiempo, tampoco buscaba
poseer obras inquietantes o disruptivas para principios del siglo XX, como s
haba intentado Aristbulo del Valle veinte o quince aos antes.
El panorama de pintura espaola propuesto por la coleccin Roverano es
ms amplio, contando con la presencia de muchos de los principales artistas de
la poca como Mariano Fortuny, Raimundo Madraza, Francisco Pradilla, Joa
qun Agrasot, Joaqun Sorolla, Jos Benlliure, Mariano Barbasn, Francisco
Domingo y Marqus y Santiago Rusiol. En este sentido, el criterio era inclu
sivo permitiendo la convivencia de obras claramente acadmicas -como Juana
la Loca de Pradilla Imagen 30 que era una versin reducida de una pintura de
historia que se haba vuelto clebre a partir de su premiacin en distintos cer
tmenes internacionales-77 con la produccin de artistas que planteaban nue
vos caminos en la plstica decimonnica como Joaqun Sorolla y Santiago
Rusiol. Si Fumando en la sacrista poda catalogarse como una obra costum
brista de Sorolla en la que poco se acercaba al lenguaje impresionista cultivado
en otras producciones, la presencia de
amino de rosas
de Rusifiol se vinculaba
con la aficin hacia el simbolismo que Roverano manifestaba a rravs de su
predileccin por la escultura de Leonardo Bistolfi o la compra de la velada
abeza de mujer
de Eugene Carrierc. Sin embargo, esto no haca de l un
coleccionista especficamente interesado por la produccin simbolista, sino
un adquisidor pragmtico que comulgaba con el arte que era mayormente
aclamado en su poca.
l
tiempo que, como buen burgus, gustaba de los
bodegones, la escena animalista y los tipos costumbristas entre los que no fal
taba la referencia al Oriente. Casualmente, la obra de Emilio Artigue poseda
por Roverano, El Pebetero Imagen 71 , era una pintura que exhiba una sen
sual muchacha persa erguida delante de un fondo que evocaba los relieves es-
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cultricos asirios. Arrodillado en el suelo un esclavo moreno se encargaba de
alimentar el
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