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APUNTES SOBRE EL ARTE RUPESTRE PREHISPANICO DE SANTO DOMINGO
(DISCUSION ACERCA DE UNA HIPÓTESIS DE IDENTIFICATION CULTURAL
DEL ARTE RUPESTRE ANTILLANO)
DATO PAGAN PERDOMO
Una de las expresiones más importantes de la cultura de los aborígenes de la isla de Santo Domingo se manifiesta en el arte rupestre, es decir, en las pinturas y grabados hechos en las cuevas, en bloques líticos aislados, en las piedras y menhires columnares de las plazas ceremoniales y en los peñascos de los cursos de agua o sus orillas, indistintamente localizados en zonas boscosas, en tierras llanas y en las montañas de la isla.
En Santo Domingo el arte rupestre alcanzó expresiones excepciana-les, tanto por la calidad artística y la diversidad de motivos, como por las técnicas utilizadas y la riqueza temática, en la cual predominan las expresiones antropomorfas, antropozoomorfas, zoomorfas, fitomorfas, aste-romorfas, dibujos geométricos y signos de interpretación problemática, con figuraciones naturalistas, esquemáticas y abstractas, destacándose las representaciones de carácter mágico-religioso, mitos, creencias, escenas de la vida animal, sexualidad y reproducción, chamanismo, prácticas funerarias, danzas y juegos, ornamentos corporales, utensilios de uso ritual, artefactos domésticos, medios de trabajo, armas, escenas de recolección, pesca, caza y agricultura, elementos todos, estructurales y superestructurales, relacionados con los distintos grupos del poblamiento aborigen, con los sistemas productivos dominantes, con los modos de vida y, en consecuencia, con las maneras de enfrentamiento con los diferentes medioambientes insulares, las formas de ocupación y adaptación a los mismos, los hábitos alimenticios, el inventario tecnológico, las concepciones religiosas, las prácticas sociales y, en general, con la ideología de los diferentes grupos que habitaron la isla y sus respectivas culturas.
En nuestra isla, el arte rupestre aborigen, no es la obra de un solo grupo de poblamiento, de una sola cultura, sino la expresión de distintos grupos en diferentes momentos de evolución y localización, que incluye desde los grupos arcaicos, precerámicos, cuya actividad económica estaba basada en la recoleccio'n, la pesca y la caza, hasta los grupos agroalfareros más avanzados que conocían la cerámica, practicaban la agricultura y el modo de vida sedentario, habiendo alcanzado, para los tiempos de la llegada de los españoles, un alto grado de organización económico-social y desarrollo artístico, así como un complejo sistema mí tico-religioso y ceremonial.
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Ello explica posiblemente que a veces encontramos en un mismo yacimiento o en sitios distintos, temas y técnicas iguales o diferentes, unos al lado de otros, o superpuestos, asociados en unos u otros casos a materiales arqueológicos precerámicos o cerámicos, o simplemente tran-sicionales. Nuestra creencia en la diversidad de procedencia, se debe precisamente a que en los casos de superposición los estilos y las técnicas de hechura son diferentes y no pensamos que las diferencias estilísticas correspondan a distintos pero sucesivos momentos de evolución artística de un mismo grupo cultural, ya que en los mismos sitios rupestres se han encontrado asociados materiales arqueológicos de las diferentes culturas que poblaron la Isla.
En nuestro estudio "Aspectos Zooarqueológicos y Geográficos en el Arte Rupestre de Santo Domingo", presentado en el 8vo. Congreso Internacional para el Estudio de las Culturas Precolombinas de las Antillas Menores, celebrado en St.Kitts, en 1979, en el que se discute acerca de la frecuencia y la distribución geográfica de las representaciones zoo-morfas en el arte rupestre de La Hispaniola, asi como sus relaciones con los modes de vida de los distintos grupos del poblamiento aborigen, planteábamos la escasa frecuencia con que aparecen representaciones o referencias a los aspectos ergológicos, las actividades productivas y a la ideología de los diferentes grupos culturales que habitaron el territorio dominicano.
Señalábamos también que la investigación arqueológica revela, sin embargo, que el ajuar doméstico y ritual y el instrumental productivo, trátese de poblamientos preagrlcolas, de grupos en proceso de hibridación cultural o de comunidades agroalfareras más avanzadas, fueron sorprendentemente variados, abundantes y especializados. Su producción y perfeccionamiento estuvieron vinculados al dominio de los mecanismos y técnicas de apropiación y producción, al crecimiento demográfico, al desarrollo de la organización social y de las concepciones ideológicas, especialmente las de carácter religioso, sobre cuya complejidad nos illus-tran ampliamente los Cronistas de Indias.
La ausencia de ciertos temas y las escasas referencias directas a elementos de la cultura material o espiritual aborigen en el arte rupestre indodominicano, indujeron a algunos arqueólogos dominicanos a elaborar una hipótesis de trabajo para la identificación de pictografías y petroglifos y su posible ubicación en el tiempo, aplicable tanto en nuestro país como en el resto del área antillana, sosteniendo que solamente la tipología expresiva predominante puede darnos la procedencia ya prece-rámica o ya neoindia de las muestras rupestres estudiadas, independientemente de los artefactos arqueológicos asociados al yacimiento, ya que muchas veces dichos artefactos son posteriores o anteriores a la hechura de dibujos y grabados, lo que coloca al arqueólogo en una posición difícil. Esta hipótesis asocia las representaciones rupestres abstractas y naturalistas al poblamiento precerámico de la isla y las esquemáticas al período agrícola, siguiendo el esquema clasificatorio sugerido para las pictografías del Oeste de Cuba y, en parte, la línea evolutiva del arte rupestre europeo, en el cual las representaciones naturalistas del Paleolítico Superior evolucionaron hacia el abstracionismo del Meso-lítico y hacia la pintura esquemática y simbólica del Neolítico. Sin embargo, estos enfoques han sido modificados en nuestro país después de los
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descubrimientos de las Cuevas de Borbón, la Cueva del Hoyo de Sanabe, las Cuevas de las Guacaras de Comedero Arriba y la Cueva Narciso Alberti Bosch (Cueva de José María), y la revalorización de las cuevas del Ferrocarril, del Corral y Las Maravillas, descubiertas estas últimas en épocas mucho más antiguas, en todas las cuales aparecen indistintamente, en pictografías naturalistas y esquemáticas, representaciones de la cultura material y la ideología de la cultura taina, es decir, Neoindia, cuya autenticidad ha quedado avalada por las referencias históricas, la etnografía comparada y la comprobación iconográfica.
En los yacimientos reportados hasta la fecha, con predominio de representaciones de procedencia agroalfarera, existen dibujos que posiblemente fueron comunes a culturas precerámicas. Se observa, asimismo, que la mayoría de las figuras estudiadas aparecen en yacimientos pictográficos y excepcionalmente aparecen como expresiones petroglíficas.
Muchas representaciones de filiación neoindia son comunes a los principales yacimientos estudiados (cuevas) independientemente de su ubicación geográfica y de su asociación con materiales arqueológicos prece-rámicos o cerámicos. Las coincidencias temáticas y las técnicas de hechura establecen un patrón de confección característico para estas pictografías reportadas en una amplia zona de la isla de Santo Domingo. La repetición de los mismos motivos y las mismas técnicas de ejecución en diferentes cuevas situadas en zonas distintas, a veces muy alejadas unas de otras, conforman una frecuencia reiterativa que permite establecer estilos bien definidos y unos criterios de identificación que facilitan relacionar las muestras de arte rupestre con sus ejucutores específicos.
Muchas de las pictografías de las Cuevas de Borbón (asociada a cerámica chicoide) son relacionables, en su temática y técnica de composición, con las del Hoyo de Sanabe (asociada a cerámica y artefactos lí-ticos tainos) y las Guacaras de Comedero Arriba (asociada a materiales líticos precerámicos), en la zona central de la isla, así como con algunas figuras de la Cueva del Ferrocarril (dos niveles estratigráficos: un precerámico y a un nivel superior un cerámico chicoide), en la costa Sur de la Bahía de Samaná. También con varias figuras de la Cueva del Corral, en la región surcentral del país, y los motivos petroglíficos del yacimiento de Chacuey (cerámica chicoide), en el noroeste del territorio dominicano, lo cual permite reafirmar la existencia de un patrón de factura característico para estas pictografías reportadas en diferentes zonas del país, y en las que predominan las representaciones naturalistas y esquemáticas sobre las abstractas.
Debe señalarse que la representación de Boinayel, deidad taina de la lluvia y la imagen del "Cacique amortajado", se hallan en la cueva del Ferrocarril, Guacaras de Comedero Arriba y en la Cueva Narciso Alberti Bosch. La figura de Boinayel aparece también en la Cueva de Borbón, Hoyo de Sanabe y en Chacuey (petroglifo). Las figuras del ritual de la cohoba aparecen en la Cueva de Borbón, Hoyo de Sanabe, Cueva del Corral (petroglifo), Guacaras de Comedero Arriba y en Dondón (Haití). Los ralladores de yuca (guayos) aparecen en la Cueva del Hoyo de Sanabe y en la Cueva Narciso Alberti Bosch. Los areitos en Borbón y en las Guacaras de Comedero Arriba; los sellos o pintaderas abundan en las Cuevas de Borbón, Hoyo de Sanabe, Guacaras de Comedero Arriba y en la Cueva Alberti Bosch; los pe-
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rros mudos aparecen en las Cuevas de Borbón, Hoyo de Sanabe y en Las Maravillas; los faldellines de algodón tejido (naguas) se encuentran en las Cuevas de Borbón, del Corral y en Las Maravillas; las máscaras rituales aparecen en BorbÓn, Hoyo de Sanabe, Guacaras de Comedero Arriba, Cueva del Ferrocarril, Las Maravillas, Cueva del Corral y en Cueva Alberti Bosch; en las cuales aparecen también representaciones de chamanes; el mito taino de los hermanos siameses (Boinayel y Mahóru) se encuentran en las Cuevas de Borbón, Hoyo de Sanabe y en Chacuey (petroglifo); el mito de Atabeira aparece en la Cueva del Ferrocarril; los ritos funerarios aparecen en BorbÓn, Las Maravillas, Guacaras de Comedero Arriba y en la Cueva Alberti Bosch; los cinturones de algodón aparecen en Borbón, Cueva del Corral y en la Cueva del Ferrocarril; los cemíes son frecuentes en las cuevas de Borbón, Hoyo de Sanabe, Cueva del Corral y en la Cueva del Ferrocarril; las jutias aparecen en Borbón y en la Cueva del Corral; en las Guacaras de Comedero Arriba aparece un chamán agitando en alto unas maracas. En el Hoyo de Sanabe aparecen una canoa, con navegantes y sus remos, dos duhos, un cibucán, hamacas, esteras, redes de pesca, cestas, nasas, tejidos, cuerdas, escenas de caza y un perro mudo; en las Cuevas de Borbón aparecen armas arrojadizas, trampas y arpones de pesca, cestas, nasas, aves domésticas, ligas decorativas (cairos), juegos gladiatorios, escenas sexuales y de caza y pesca. En El Hoyo de Sanabe aparece un tabaco para inhalaciones por la nariz.
Es evidente que todos estos elementos materiales e ideológicos son típicos de los grupos neoindios de la isla de Santo Domingo y las demás Antillas, afirmación que se apoya, además, en la coincidencia temática y en las técnicas semejantes utilizadas.
Sin embargo, este conjunto de representaciones pictóricas al que hemos aludido, difiere en cuanto a su temática general y modo de realización con las pictografías encontradas en la Cueva de Las Maravillas (cerámica chicoide), en la provincia de San Pedro de Macorís, en el Este del territorio dominicano, al igual que con las localizadas últimamente por Pagan Perdomo y Abelardo Jiménez en el Parque Nacional del Este (Cueva Narciso Alberti Bosch), también en la zona oriental de la isla de Santo Domingo.
En estas pictografías aparecidas en las cavernas orientales, predominan la técnica del trazo lineal grueso, con el que se forman las figuras generalmente esquemáticas. Las representaciones naturalistas, sobre todo las que aparecen con los cuerpos a tinta llena, son poco frecuentes, las cuales, por el contrario, abundan en las Cuevas de Borbón, en la del Corral o del Puente, en las Guacaras de Comedero Arriba, en la del Hoyo de Sanabe y en la Cueva del Ferrocarril, con lo cual se puede establecer, en principio, dos estilos bien definidos para las pictografías aborígenes dominicanas, uno que llamaremos "estilo Borbón" para la zona surcentral de la isla y el otro que denominamos "estilo Las Maravillas" para la zona oriental del país.
En párrafos anteriores hemos dicho que en la tesis a que hacemos referencia (Veloz Maggiolo y otros, 1971, IV Congreso Internacional para el Estudio de las Culturas Precolombinas de las Antillas Menores, Santa Lucía) se plantea:
1) que las pinturas precerámicas del área corresponderían a las
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pictografías y petroglifos abstractos y naturalistas;
2) que las figuras esquemáticas responderían al período agrícola.
Como puede inferirse de nuestra exposición el postulado No.l no se corresponde con las evidencias de los últimos hallazgos de pictografías realizados en la isla de Santo Domingo, ya que la mayoría de ellas en que aparecen representados elementos del medio ambiente, de la cultura material y la ideología de la cultura taina, son naturalistas.
Por el contrario, el postulado No.2 de la cita tesis, si corresponde a las evidencias incontrastables de esos hallazgos realizados en nuestro país, ya que también una gran proporción de figuras esquemáticas responden a los modos de vida y a la cosmovision de la sociedad taina.
En el argumento No.l a favor de la tesis en discusión, se plantea, con relación, a la posible correspondencia de las figuras esquemáticas con el período agrícola, que es posible establecer este último tipo de expresión en lugares donde hubo asentamiento cerámico, junto a bateyes (caso de Chacuey y Anamuya, Rep. Dominicana y Utuado, Puerto Rico).
Con relación a este planteamiento, debe reiterarse que los yacimientos rupestres recien descubiertos y otros, presentan figuras naturalistas y esquemáticas independientemente de los materiales arqueológicos asociados. Como se ha dicho antes, en unos casos (Cuevas de Borbón, Hoyo de Sanabe y Chacuey) aparecen asociados a cerámica chicoide, mientras que las Guacaras de Comedro Arriba y la Cueva del Corral, aparecen asociados a materiales Uticos preceramicos, en tanto que la Cueva del Ferrocarril se asocia a una ocupación original precerámica y a un posterior asentamiento agrícola, lo que demuestra como afirma la tesis en cuestión en sus conclusiones, que los artefactos arqueológicos asociados a un yacimiento rupestre no constituyen un elemento incuestionable para determinar la filiación cultural de un sitio rupestre, ya que dichos artefactos pueden ser anteriores o posteriores a la hechura de dibujos y grabados.
El argumento No.2 se refiere a que la numerosa profusión de yacimientos petroglíficos y pictográficos que responden a figuras esquemáticas indican la presencia de un grupo mucho más numeroso que el que trabajó las figuras abstractas y naturalistas que son presentadas hipotéticamente como preceramicas..
Establecido ya que la mayoría de las figuras naturalistas estudiadas no corresponden realmente a grupos preceramicos, es preciso seftalar que efectivamente las áreas yacimentales donde abundan las figuras naturalistas fueron de las más intensamente pobladas en épocas prehistóricas, como lo son la zona montañosa surcentral del país y la suroriental, en los llanos costeros del Caribe, donde se localizan, por cierto, la mayoría de los yacimientos preceramicos y muchos de los agroalfareros del territorio dominicano.
Sin embargo, la mayor densidad poblacional de esas zonas, que evidentemente los autores de la tesis relacionan con grupos agroalfareros (relación entre la práctica de la agricultura y el crecimiento demográfico) , sí corresponde a que la mayoría de las representaciones esquemáticas procedan de grupos ceramistas y agricultores.
El argumento No.3, plantea que la mínima cantidad de figuras ab-
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stractas y naturalistas, tanto en pictografías como en petroglifos, encontradas en la República Dominicana, denota que el grupo que este trabajo era relativamente pequeño comparado con los creadores de las vertientes expresivas esquemáticas.
Como hemos sostenido en párrafos anteriores la cantidad de pictografías naturalistas no es mínima, sino, por el contrario, es abundante, lo que puede asociarse a que los grupos aborígenes creadores de esas pictografías no eran pequeños grupos, bandas tinerantes, sino gente sedentaria.
El argumento No.4 y último, plantea que no se ha encontrado cerámica en Cuba o en la República Dominicana, en lugares donde aparecen petroglifos o pictografías abstractas o naturalistas.
Este último argumento es aceptable para el Oeste de Cuba, ya que es sabido que los grupos agrícolas y ceramistas no llegaron al extremo occidental de Cuba y que probablemente las pictografías de esa región cubana sean la obra del poblador precerámico Meso-indio denominado "Ci-boney", pero no lo es para la isla de Santo Domingo donde, como ya hemos establecido, varios e importantes yacimientos rupestres presentan un predomino de figuras naturalistas asociadas a cerámica chicoide, con expresiones ergológicas e ideológicas propias de la cultura taina, es decir, neoindia, agroalfarera.
En lo que sí estamos de acuerdo es en la proposición de los autores de la tesis en discusión, de que ante la complijidad del problema de identifiar la filiación cultural del arte rupestre en las Antillas, es preciso establecer patrones en base a la tipología expresiva, la temática, los elementos de composición y las técnicas de confección. En es- • te sentido, los recientes descubrimientos de las Cuevas de Borbón, la Cueva del Hoyo de Sanabe, las Guacaras de Comedero Arriba, la Cueva Alberti Bosch, en la República Dominicana, puedieran servir de yacimientos guías en la investigación y el estudio comparado del arte rupestre, tanto en la Isla de Santo Domingo como en las demás Antillas.
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Fig. 1 - Pictografía naturalista de la Cueva de Borbon, República Dominicana, en la que aparece un pez y encima de éste varias figuras antropomorfas esquemáticas bastante esfumadas, rodea'ndolo. Al parecer se trata de una escena de pesca. El pez, como puede observarse, aparece con la figura invertida.
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Fig. 2 - Extraordinaria pictografía esquemática encontrada en uno de los lugares más ocultos de la Cueva de Borbón. Representa a un hombre en la actitud ritual de la cohoba, acuclillado, con los brazos sosteniendo lo que parece ser un inhalador y al extremo de éste un plato. A corta distancia lo observa la figura de un murciélago semiescondito detrás de
un objeto no identificado. Otros tres personajes en actitud danzante lo observan también a una mayor distancia. En el espacio entre estas tres figuras aparecen cuatro manos negativas rodeando una imagen central no identificada formada por dos arcos que encierran un círculo, en cuyo centro aparece un punto. El detalle más significativo lo aportan las ligas o fajas decorativas que exi-be en sus piernas el personaje central de la escena. Las liqas sólo habían aparecido en algunos amuletos y cemíes, pero no habían sido reportadas en pictografías de la isla de Santo Domingo y las demás Antillas.
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Fig.3 - Pictografía de tipo esquemático en la que aparecen tres figuras humanas tratando de atrapar un ave. Es notable el movimiento y la plasticidad de las figuras, así como la intención expresada en el conjunto de una escena de caza.
Fig.4 - Gran conde predominan fi-morfas y zoomor-ritual de la co-tractos y signos La figura prin-fa, algo a la tro, representa ritual de la cuerpo dibujado luce en la cabe-dial. En actitud zos y piernas ne en los brazos termina en un
junto mural don-guras antropo-fas, escenas del hoba, dibujos abs-no identificados. cipal antropomor-izquierda del cen-a un chamán en el cohoba. Tiene el a tinta plana y za una corona ra-sentada, con bra-acodados, sostie-un inhalador que plato. En la par
te posterior de la figura, en las posaderas, vemos un objeto sobre el que descansa el cuerpo, objeto que probablemente sea la representación de un duho. Hacia la derecha vemos una escena en la que intervienen cinco figuras antropomorfas, la primera de las cuales aparece bastante borrada. Se presentan con igual orientación, formando fila, con las piernas acodadas y con los brazos de los unos sobre los hombros de los otros, lo que corresponde a la representación de un areíto.
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Fig.5 - Petroglifo de Chacuey, República Dominicana, representando un pájaro comiéndose un cangrejo. Figura esquemática.
Fig.6 - Petroglifo de la Cueva la Guacara de Comedero, República Dominicana. Representa una figura geométrica a base de grecas.
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