•“Nacidos en 1700. Las patrias criollas y la construcción de la América Septentrional”,...

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CORRESPONDIENTL DE U\ REAL DE ~~f\DRlJ)

TOMO LI

2010

NACIDOS EN 1700. LAS PATRIASCRIOLLAS Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA

AMÉRICA SEPTENTRIONAL *.

Antonio RubialFacultad de Filosofía y Letras UNAA!

Uno de los libros cu ya lectura me ha causado más placer fue sin duda Pasa­jeros de Indias de José Luís Martínez. Su prosa amena me trasportó en eltiempo a esos barcos que hacían la carrera tra satlántica y que c on stituían e lhogar temporal y el espacio de angustias, avatares y aventuras de aquell o shombres y mujeres que c ru zaro n el mar en am bo s se ntidos . O tra de s usobras , Heni án Cortés, fue también sin duda una de las lecturas más enr i­quecedora s de mis afias de formaci ón y sigue s iendo para mí un utilí simolibro de consulta. Además de estas obras señeras , José Luís Mart ínez es cri ­bió en sayos diversos sobre El mundo privado de los emigrantes en Indias,siendo un pionero en los estud ios de la vida cotidiana en México, sobreJerónimo de Mendieta, sobre Moctezuma y Cuauhtémoc, sobre la historiadel libro en Hi spanoamérica etc. Sin embargo, como todos sabemos, ad e­más de la historia su gran pa sión era la literatura siendo uno de los principa­les editores de Alfonso Reyes, Agustín Yánez, Pedro I-1enríquez Ureña, Ju stoSierra, Manuel Acuña, Enrique González Martínez, Ram ón López Velardee Ignacio Manuel Altamirano . Com o el hombre universal que era, Jos é LuísMartínez vivía en los extremos de la actividad cultural , al mismo tiempoque col eccionaba libros llegando a ser uno de los más destacados bibliófi­los de nuestro país, desarrol laba una extensa labor editorial como directordel Fondo de Cultura Económica era también un gran difusor de la culturapues escribió varios textos para materiales de lectura para estudiantes sobre

. Discur so de ingreso a la Academia Mexicana de la Histori a. pronunciado elIde junio de2010 .

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Grecia y Roma y fue autor de artículos de difusión en numerosas revistas.Académico de la Lengua por casi medio siglo, desde 1960 hasta su muerteen 2008, desempeño también una importante labor diplomática como em­bajador ante la UNESCO y en las embajadas de México en Lima y enAtenas. No puedo expresar con suficiencia lo honrado que me siento porhaber sido elegido por la Academia Mexicana de la Historia para ocupar ellugar de uno de sus miembros más ilustres y de uno de mis historiadores yhumanistas más admirados. Con el deseo de honrar la memoria de los mé­ritos académicos de José Luís Martínez, he escrito un ensayo sobre elcrioll ismo, tema muy debatido por varios de los más ilustres representantesde esta Academia de la Historia que hoy me honra en recibirme como unode sus miembros. Me refiero por supuesto a los eméritos Edrnundo O'Gormany Ernesto de la Torre Villar.

Ya O'Gorman había señalado con su brillante pluma que el criollismo,cuyo nacimiento situó alrededor del 1600, no fue algo privativo de loscriollos y que con sus postulados se identificaron los indios nobles, muchosde los llamados mestizos y varios de los peninsulares que adoptaron a estatierra como su patria . En efecto, entre esos escritores y pintores denomina­dos criollos, muchos no lo eran desdé el punto de vista étnico. Cabrera,Correa e Ibarra, por ejemplo, eran mulatos, al igual que escritores comoCayetano Cabrera Quintero. Por su parte personajes indomestizos, como elcronista Fernando de Alva Ixtlilxóchitl o el clérigo tlaxcalteca IgnacioFaustinos Maxicatzin, construyeron discursos "patrios" que tenían todoslos elementos del criollismo.' Así mismo tenemos numerosos casos de pe­ninsulares, como el canario agustino fray Matías de Escobar, llegado a los12 años a Celaya, que escribían desde una perspectiva totalmente criolla

I Edmundo O'Gorman, Introducción a Fernando de Alva Ixtlixóchitl , Obras históricas, 2 V.,

México, UNAM , J985 . Jaime Cuadriello, Las glorias de la república de T/axcala o laconciencia como imagen sublime , México, UNAM ., Instituto de Investigaciones Estéti­cas, Museo Nacional de Arte, 2004 .

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Nacidos en l /(JO. Las Patrias criollas y la cons trucción de la América Septentrional

como lo muestra su libro la Americana Tebaida, el cual , a pesar del título,es sólo una descripción regional de M ichoacán.

A Edmundo O'Gorman también debemos el señalamiento sobre losprimeros "síntomas" de este sentimiento cr io llo manifestado en la exalta­ción de la belleza y fertilidad de la tierra y en la apología sobre el ingenio yagudeza de sus habitantes. Esta visión optimista respondió en un principio,según O'Gorman, a la actitud despectiva de los peninsulares, quienes con­sideraban a América como un continente degradado, lo cual determinabaque sus pobladores, incluidos los nacidos de padres españoles, fueran blan­dos, flojos e incapaces de ningún tipo de civilidad, sobre todo por haberrecibido los vicios de los indios por medio de la leche de sus nodrizas.'

Autores posteriores han ins istido en que esa exaltación retórica del es­pacio , al que se le daban cargas morales, se aunó muy pronto la reconstruc­ción de un pasado glorioso que veía en la conquista y en la evangelizaciónlos dos hechos fundantes del territorio; la primera, recuperada por losencomenderos como una relación de méritos y servicios a la Corona y lasegunda elaborada por los frailes en los términos de una Edad Dorada, comoun argumento legal contra las pretensiones de los obispos que querían des­pojarlos de sus parroquias. Ese ámbito religioso fue también el primero enconfrontar los prejuicios peninsulares contra los criollos a raíz de la impo­sición de las alternativas en las provincias mendicantes. El hecho que unaminoría de españoles dominara un trienio la provincia por orden del rey,pasand o so bre la voluntad de la ma yoría crioll a manifestada en las vot aci o­nes, parecía a la elite social novohispana un atentado contra sus derechos.En los discursos de defensa de los privilegios de los cr iollos que los fraileselaboraron se con struyeron las bases para el orgullo y la igualdad de losamer icanos frente a los europeos. Por su palie, finalmente , la nobleza indí­gena también encontró en la cri stianización y occidenta lización del pasado

1 Edmundo O'Gorman. Meditaciones sobre el crio llismo, México. Ce ntro de Es tud ios deHistori a de México Co ndumex, 1970 ,

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prehispánico un mecanismo para enfrentar la pérdida de control políticoque sus linajes estaban viviendo como lo han estudiado entre otros RubénRomero, Rodrigo Martinez y Felipe Cas tro. ' Con base en los difusos postu­lados crio llos de esas generaciones que vivieron alrededor del 1600, lamayoría con tintes pesimistas, aquellas que nacieron cercanas al 1700 con­solidaron una utopía o pt imista, bien estructurada y rica en símbolos quecon struyó la idea de un reino milenario de C risto en la tierra, un reino quellamaron " la América Septentrional" .

En este segundo impulso criollo podemos observar tres niveles de iden­tidad di stintos, aunque complementarios. cuya presencia ya se barruntabade sde el s ig lo XVI: uno imperial , un o local y otro territorial. Como españo­les, los c r io llos estuvieron fuertemente vinculad os, considero que hasta losprimeros 3110s del s ig lo XIX, co n 10 que podríamos denominar el universa­lism o hi spán ico. Ex istía la conci en cia generalizada, presente en todos losestamentos soc ia les, de que los nov ohispanos eran parte de un imperio ca­tóli co cu ya cabeza era el rey de España residente en Castilla. Este personajele daba cohesión a esa sociedad cristiana ya que su función básica era de­fender los valores rel igiosos. A é l debían fidel idad y obediencia todos susva sallos, desde el humilde indígena americano hasta el má s noble español,pu es é l era el representante de Dios en la tierra . Na d ie había visto al rey enAmé rica, pero su presencia era con stante a través de sus dignatarios (virre­yes, obispos y demás auto ridades peninsulares) y de las fiestas que rodea­ban su lle gada o que celebraban los ac ontecimientos de la vida del monar­ca , como bautizos, matrimonios y defunciones. El rey, heredero ele un irn-

3 José Rub én Rom ero Galvá n, Los privilegios perdidos. llernando A lvarado Tezozom oc, sutiemp o, s u nobleza y su Cró nic a mexican a. México. UNA M.. Instituto de Inve stigacionesHistóricas. 2003 . Felipe C astro. Los tarascos y el imperio español (/ 600-1 7.J0) , México.UNAl\L Insti tuto de Investi gaci one s Histór icas, Universidad Michcacana de San NicolásHidalgo, 200·+' Rodrigo Martínez Baracs. Con vivencias y utop ia, El gobierno indi o y espa­ñol de la "c iudad de Mcchuac án ", 152 1-1 5S0 . j\ léxico. Instituto N ac iona l de Antropolo­gia e Histo ria, Consejo Naciona l para la Cu ltura y las Artes, 2005 .

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,".'acidos en ¡ 700. Las Patrias criollas y la construcci ó/l de la Am érica Sept(,/ltri onol

perio glorioso cuyas hazañas se remontaban al mundo romano y visigodo,otorgaba unidad a un conglomerado de reinos, de los que Nueva Españaformaba parte, que luchaban contra las fuerzas del mal representadas porlos herejes protestantes, los musulmanes turcos y los idolatras paganos .Monarquía y catolicidad daban a los novohispanos el sentimiento de perte­necer a un pueblo elegido que vivía a ambos lados del Atlántico.

Junto a la identidad hispánica se desarrollaron las identidades locales,aquellas que se definían como "patrias", término utilizado en un principiocomo la ciudad donde se había nacido oque se había adoptado como pro­pia. La primera ciudad que forjó una identidad patriótica desde muy tem­prano fue la ciudad de México. Como la capital de la Nueva España, fue alprincipio la única que po seía los elementos necesarios para crear sentimientosde orgullo patrio. Por principio de cuentas había sido la capital del imperi omexica, que era similar al romano. por lo que México Tenochtitl án, fueconsiderada la Roma del Nuevo Mundo, como le llamara fray Juan deTorquemada. Esta idea imperial llevó a los criollos de la capital a convertira su último emperador, Moctezuma Xocoyotzin , en un monarca sa bio yvalero so. en un emblema del reino de Nueva España, una entidad políticaque tenía un pasado imperial , tema sobre el cual regresaremos. En segundolugar la conquista militar de Tenochtitlán por Heruán Cortés se con siderabaun hecho de armas glorioso , comparable a la conqui sta de Jerusalén por loscruzados, algo muy importante en una sociedad que vivía para la guerra.Finalmente una parte importante de ese pasado lo constituían los hechosprodigiosos, los milagros realizados por sus hombres santos y los fav oresdivino s manifestados en las apariciones de imágenes milagrosas. La capitalse beneficiaba con la presencia de dos vírgenes españolas prodigiosa s, lapeninsular de Los Remedios, cuya participación en la conquista había dadoel triunfo a los españoles, y la criolla de Guadalupe, gracias a la cual laidolatría fue extirpada y se había logrado la conversión de los indios alcristianismo. Por otro lado, la beatificac ión de Felipe de Jesús a principiosdel siglo XVII dio a la capital su único santo y, con él , la posibilidad de salir

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de un estatu to de tierra de misi ón para convertirse en un territori o católicoqu e producía sa nto s y por lo tanto que era maduro espi rit ual me nte.

En una sociedad que se veía a sí misma como for mada po r dos repúbli ­cas, una de españo les y otra de indígenas, los criollos de la ci udad sup ierontomar de ambas sus discursos más gloriosos . Como herederos de l imperioespañol , con la conquista de México se aumentaban las g lorias guerreras deun pasado glorioso que había luchado contra el Islam y había vencido a losseguido res de Satán (los idólatras americanos), lo que explicaba la partici­pación de la Virgen María y del apóstol Sa ntiago en las bata llas. Comoherederos del pasado indígena, los criollos encontraban algo que los hacíadiferentes a los peninsulares, aunque al mismo tiempo los igualaba a ellos,pues el imperio mexica era un imperio romano con todas sus cual idades deorganización, buen gobierno, civil idad y sabiduría .

Pero la capital no fue la única ciudad que forjó una identidad " patria" .Las indígenas Tlaxcala, Tezcoco, Querétaro y P átzcuaro y las españolasPuebla, Valladolid, Zacatecas, Guadalajara y Oaxaca encontraron en sussantos propios, en sus imágenes milagrosas y en su pasado fundacionalindígena o español timbres de orgullo que confrontaron a los símbolos de laciudad de México. Incluso a finales del siglo XVII en Puebla y en Querétarose forjaron mitos fundad ores donde el prodigio quedó como ava l de undestino marcado por la providencia. En Puebla, con el sueño del primerobispo fray Julián Garcés que vio a los ángeles trazando la ci udad yenQuerétaro con la batalla fundadora en la que Santiago y una cruz celestialde rai gambre constantiniana ayudaron a l triunfo de los ejércitos cristianosotom íes co ntra los paganos ch ich imecas .'

• Ver mis est udios: " Los ángeles de Puebla. La larga constru cc ión de una identidad patria"en Francisco Xav ier Ce rvan tes. A lic ia Tecuanhu ey y María del Pilar Martinez (eds.) , Po­der civil y catolicis mo en México . Siglos XVI al )(IX México. Inst ituto de InvestigacionesHistóri cas. UNAl\1.. 2008, pp. 103-128 . "Sant iago y la cruz de piedra . La mítica y milagro­sa fundación de Quer étaro-.¿una el abora ción del Siglo de las Luce s?" en Ricardo Jirnénezed ito r, Creencias y prácticas relig iosas en Querétaro. Siglos XVI-XLY, Mé xico, Universi­dad A utó noma de Quer étaro, Pl aza y Valdés edit ore s, 2004, pp . 25-104 .

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En medio de esos dos nive les de identidad, el universal hispánico y elpatriótico local, se generó un tercer espacio que denominaremos "territo­rial". Durante todo el periodo virreinal aún no existía propiamente un paísen Nueva España, las fronteras no eran muy claras ni por el norte, ni por elsur, y su delimitación en los mapas se representaba de manera incierta. Elreino era una extensión de la capital y, aunque casi no se utilizaba la mismapalabra para definir a las dos entidades como ahora, se comenzaban a ponerlas bases de esa monumental metonimia que trasladó al país entero el nom­bre de la ciudad capital, la primera entidad urbana que, como vimos, cons­truyó sus símbolos patrios y que los extendió al resto del territorio.

¿Cómo se dio ese proceso de construcción de una identidad territorial?¿Cuáles fueron los símbolos que se constituyeron como identitarios en ella?y ¿Por qué fueron aceptados éstos y no los otros que formaban la identidadde la capital?

El antecedente más remoto de tal construcción fue la creación mismadel vocablo Nueva España, término creado por Hernán Cortés y utilizadopara defender, frente a otros pretendientes y ante el rey, sus privilegios pa­trimoniales sobre el territorio que había conquistado. A partir de aquí loscriollos, desde mediados del siglo XVII, fabricaron el esquema de un reino,perfectamente compatible con un imperio como el español , cuyos orígenespartieron de la unión de los reinos peninsulares y de sus anexos en Italia yFlandes. Pero el esquema no rebasaba la esfera de los burócratas y los no­bles con pretensiones ante la Corona, aunque comenzaba ya a utilizarse elcalificativo "regnícola" para denominar a los habitantes del territorio frentea los "extranjeros".

Para hacer visible esa entidad geopolítica, los criollos del s ig lo XVlItomaron un emblema que había aparecido en el ámbito indígena de la se­gunda mitad del siglo XVI: una cacica ataviada con huipil. Una de las pri­meras representaciones de ese emblema vinculado con la Nueva España sedio en dos láminas del códice Glasgow, documento pictográfico que al pa-

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recer acompañaba el texto de la Relación geográfica de Tlaxcala , realizadopor el gobernador mestizo Diego Muñoz Camargo e n respuesta a la ordende Felipe 11 alrededor de 1585.5 En ambas imágenes Cortés se mo strabaacompañado por una mujer ve stida de huipil a cuadros y con e l cabellorec ogido sosteniendo un estandarte con una torre sobre la laguna y un no­pal. El emblema, como lo ha mostrado Pablo Escalante. recordaba a la figu­ra femenina más representada en los códices tlaxcaltecas como el lienzo deTlaxcala: la Malinche." Es muy significativo que a lo largo del siglo XVIIla india cacica representando a Nueva España tuviera un éxito extraordina­rio y que, para muchos, esa representación recordara a la compa ñera e in­térprete de Hernán Cortés, como veremos.

La otra figura que sirvió como emblema de la Nueva España fue la delemperador Moctezuma cuyo rescate por los criollos de sde el s ig lo XVI lequitó las cargas negativas que las crónicas indígenas le dieran. A lo largodel siglo XVlI el último emperador mexica se volv ió una figura muy difun­d ida en la plástica y en las fiestas . La edición de la obra de Bernal Díaz lohizo sumamente popular y su representación en los biombos y enconchadosde la conquista dieron a los criollos de la capital la imagen de un emperadorromano y de una corte suntuosa que tomaba muchos elementos de la quetenían los virreyes. Al ser co nvert ido en el rey de Nueva Espa ña, como hamostrado Jaime Cuadriello, Moctezuma avalaba con su presencia la exi s­tencia de un reino anterior a la conquista y de un pacto por el cual este reinose insertaba en el imperio español, pero conservando los privilegios que suúltimo emperador había conseguido al entregar el reino a Cortés. Con este

s Jaime Cuadriello , "La personificación de la N ueva España y la tradi ción de la iconografiade los reino" en Víctor Míngue z coord .., Memorias del Simp osio del libro de emblemas ala ciudad simbólica, Castell ón de la Plana, Uníversidad Jaume 1, 2000, v. 1, pp . 122-15 l .

1, Pa b lo Es calante, "Pintar la historia tras la cri sis de la conquista", en Los pinceles de laHistoria . El origen del reino de la Nueva España (1680-1750) , México, Mu seo Nacionalde Arte. 1999 , pp. 25-49.

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acto no sólo dejaba a sus herederos, los criollos y nobles indígenas, unaserie de privilegios, sino además se co nvertía en el rey fundador de NuevaEspaña. De hecho Moctezuma era el puente entre los mundos anter io r yposterior a la conquista, dos rea lidades unidas por una continuidad ininte­rrumpida.'

Frente al di scurso de la monarquía hispánica, que consideraba a losreinos de las Indias como "cosa y parte de la Coron a de Castilla" (de acuer­do con la definición de ideólogos como Antonio de León Pinelo y Juan deSolórzano y Pereyra)," los cr iollos ele la ciudad de México elaboraban undiscurso en el que, a partir de Moctezuma y su imperio, la Nueva Espa ña seconvertía en un reino asociado que había pactado con Carlos V y no en unterritorio sometido y obligado a pagar tributos como derecho de conquista .A partir del autonomismo municipal medieval y ante la ausencia de cortes ode cualquier aparato de representación como los que tenían los reinos pe­ninsulares, los criollos usaron el pasado indígena de la capital para equ ipa­rar se a Aragón y a Navarra.

A la imagen de Moctezuma se uni ó muy pronto la otra figura indígenaemblemática que aparecía en fiestas y cuadros: la ya mencionada india cacicacomo personificación del reino de Nueva Espa ña. Además de mostrarsesola en fiestas, ob ras de teatro (como en algunas de sor Juana) y representa­c iones plásticas, la cacica aparecía a menudo como pareja de Moctezumaen las danzas y cuadros que representaban los cuatro continentes, tema eu­ropeo que tuvo gran aceptación en Nueva Espa ña ; aunque el esquema fuemodificando, pues la representación de la pareja americana en Europa esta-

7 Jaime Cuadriel lo. "Moctezuma a través de los siglos", en Víctor Míngue z y Manuel Chusteds , El imperio sublevado. Monarquía y Naciones en Espa ña e Hispanoamérica, Madrid.Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 2004 , pp. 95-122 .

'Carlos Garriga. "Patrias criollas, plazas militares: sobre la Amé rica de Carlos IV" en EduardoPartiré (coord.) La América de Carlos IV, Buenos Aires . Instituto de Investigacion es deHistoria del Derecho, 2006 , pp . 35-130.

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ba desnuda, señal de su salvajismo, mientras en Nueva España se mostrabaataviada con soberbios atuendos. Diversas fuentes nos permiten intuir quela representación de la india cacica, como pareja de Moctezurna, ya habíasido relacionada durante los siglos XVII y XVIII con la Malinche. La estir­pe nobiliaria de la intérprete y compa ñera de Cortés y su carácter de cacica,la hacían fácilmente asimilable al emblema de Nueva España. En la "Rela­ción histórica de la conquista de Querétaro" , texto ele origen indígena definales del siglo XVII sobre la fundación de la ciudad, se llamaba a laMalinche "congregadora y pobladora" de México y se le hacía esposa deMoctezuma.? En 1710, con motivo de la jura de Luís Fernando, príncipe deAsturias, la ciudad de Guanajuato hizo una conmemoración en la que apa­recía Moctezuma, con la Malinche a su lado vestida a la usanza mexicana. 10

En 174 7 en la s fie stas de la jura de Fernando VI aparecía de nuevoM octezuma sobre un as iento decorado con un león dorado y " una doncellavestida en el traje común de las indias de esta América, significando seraquella la celebrada Malinche"."

Esa misma asimilación se podía observar en algunos cuadros de la con­quista como en el que representa al "encuentro entre Cortés y Moctezurna"de la colección que poseía la embajada británica en México. En él aparecedoña Marina con atributos de realeza (copilli , penacho de plumas en subrazo), literalmente como se representaba la personificación del reino deNueva España en las fiestas, y que son los mismos que porta Moctezumabajo su palio. No es por tanto descabellado pen sar que la parej a que acom-

" El texto de Querétaro fue publicado por Rafa el Ayala Ech ávarri con el título " Relaci ónhistórica de la conquista de Quer étaro en Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografiay Estadística. julio a octubre de 1948 , v. LXVI, nurns . 1 y 2, pp. 109-152. p. 125.

1" Carlos Salvador Paredes Jiménez, " La nobleza tarasca: poder político y confli ctos en elMichoacán colonial", Anuario de Estudios Americanos, 65- 1, enero-junio. 2008. pp. 101­117. p. 116.

JI Franci sco González Hermosillo, "La elite indigena de Cholula en el siglo XVIII: el casode don Juan de León y Mendoza" en Carmen Castañeda (ed.), Círculos de poder en laNueva España. México, CIESAS, 1998, pp. 59-1 03. p. 96. n. 57.

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,VaciJ os en l/OO. Las ['alrias criol/as y la cunslrllcción de la América Septenrrional

pañaba a Moctezuma en las representaciones de los cuatro continenteshaya sido vista como la Malinche y que ambos, con sus lujosos atavíos y sucarácter de "reyes de América" se volv ieran las figuras más uti 1izadas paramostrar el alto grado de civilización que habían alcanzado los indios en elnuevo continente.

Este tipo de personificaciones continentales se empleaban en muchasfiestas, y sobre todo en la de Corpus Christi, a modo de gigantones con elpropósito de simbolizar la difusión de la fe en las cuatro partes tlel orbe.Fue por este medio que su presencia llegó a todos los ámbitos novohispanos(como Querétaro, Guanajuato o Cholula). Con ambas imágenes Nueva Es­paila se mostraba como un reino que había establecido un pacto con laMetrópoli del cual nacieron los privilegios que ésta debía respetar. La cons­trucción de una figura emblemática de Nueva España y la imagen deMoctezuma como rey de México fueron las bases que sirvieron para supe­rar los localismos y generar una concepc ión que abarcara todo el territorio .Muya menudo la cacica Nueva España y el rey Moctezuma portaban (laprimera en su escudo y el segundo en su corona), el emblema indígena deláguila y el nopal que recordaba la fundación mítica de la lacustre ciudad deMéxico. Este emblema se convirtió también en elemento indispensable enportadas de libros, edificios públicos y hasta en sermones y muy prontopasó a formar parte de la imagen del beato Felipe de Jesús y del otro gransímbolo religioso de la territorialidad: la Virgen de Guadalupe.

Nacida, como lo ha demostrado Rodrigo Martínez, en el ámbito de losconquistadores extremeños que habían construido en el Tepeyac una ermitavotiva en agradecimiento al triunfo sobre el vecino Tlatelolco, para el sigloXVII la imagen había sido adoptada por los criollos e indios nobles de lacapital como un emblema propio." Desde la segunda mitad del siglo XVlI,

12 Rodrigo Martínez, "De Tepeaqu illa a Tepcaca. 1528-1555", Revista Andes, Universidadde Salta, numo 17 (2006). http://redalyc.uaemex.mx/ redalyc/padf/ 127/1270 1708/pdf

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varias de las imágenes guadalupanas creadas en los talleres de la capitalfueron enviadas a las principales ciudades del virreinato (después de ser"tocadas con el original"), para volverse el centro de las capillas que en lascatedrales y otras iglesias se comenzaban a construir bajo su advocaciónpara extender el culto. De hecho, en las principales ciudades de l virreinatose fundaron desde mediados del siglo XVII santuarios guadalupanos, lamayoría de estos construidos extra muros como centros de peregrinación eimitando la distancia que separaba el Tepeyac de la ciudad de México. Esostemplos nacieron a veces como una necesidad de los dirigentes de esoscentros urbanos por vincularse con una imagen que ostentaba una construc­ción hierofánica tan sólida e insólita, en otras ocasiones como promociónde un personaje de la capital que quería impulsar su culto patrio. San LuísPotosí, Querétaro, Oaxaca y Zacatecas en el siglo XVII y Valladolid, Celayay Puebla en el XVlII recibieron santuarios guadalupanos. Pero, como lo hademostrado Jaime Cuadriello, fue sin duda la gran epidemia de 1737 y lajura que todas las ciudades del virreinato hicieron de la Virgen de Guadalupecomo patrona, lo que la convirtió en el símbolo de la elección divina sobreel territorio y en la base de su estatuto jurídico como reino.

El sentido territorial que la Virgen de Guadalupe adquirió en la segun­da mitad del siglo XVIII , fue sin duda una de las causas de que los símbolosde la capital se volvieran extensivos a todo el territorio novoh ispano. Envarios cuadros que se pintaron de ella entre 1746 y 1810 se le rodeó de unaemblemática que comenzó a asociar a la imagen con el águila y el nopal ycon las figuras de Moctezuma y la cacica-Nueva España . Una de las prime­ras imágenes de este tipo fue la de un grabado firmado por S.T. Meza en1755, sobre la cual se hicieron por lo menos dos versiones pictóricas. Enlos lienzos y el grabado se representa la imagenll1ilagrosa sobre una fuentede la que caen cuatro chorros de agua, a manera de los ríos del paraíso. Dosparejas, una que encarna a la monarquía española y otra a la indígena(Moctezuma y la Malinche), se aprestan a recoger en unos cuencos el pre­ciado líquido para beneficiarse,junto con sus reinos, de las gracias conce­didas por estas aguas vivas. En uno de los lienzos la fuente está rodeada por

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,\Iacidos en 1¡OO. Las Patrias criolla s y la construcción de la América Sept entrional

un paraíso. con una garza. rojas tlores y frondosos árboles que hace rete­rencia al huerto edénico alimentado por el agua salutífera que sale de laVirgen . En el otro una corona de rosas rodea a la imagen .':'

El águ ila sobre el nopal. el otro símbolo de la capital, aparece comopeana de la imagen en un cuadro que lleva por título Verdadero retrato dela Virgen de Guadalupe, obra de José de Ribera l. Argomanis fechado en

1778 . Ade más del águila sobresalen en el lienzo, un indio bárbaro (quizásun "apache"), que aparece de frente con penacho. pectoral y faldellín deplumas y con un carcaj a la espalda. presentado en oposición a otro indiocristiano (¿Juan Diego?), rapado. vestido y ofrec ie ndo tlores a la Virgen .Ade má s. algo mu y significati vo . de la boca del nómada es de donde sale lacartela con el Non fe cit taliter de la declaración pontificia, prefigurandocon es to la futura conversión de eso s pueblos "salvajes" por interrnediaci ónde la Virge n. Con la inclusión de estos e le mentos e n su campo s imbó lico. laG uada lupa na fu e la figura novohi spana que insertó con ma yor efectiv idad

no sól o a lo indígena (Juan Diego) como parte fundamental de lo mexicano.s ino también la imagen que fundió el águ ila y el nopal. emblemas de lacap ita l. con la ind ia cac ica que re prese nta ba a N ueva España.

En la segunda mitad del sigl o XVII y la primera década del XVIII laciudad de Méx ico había impuesto su primacía como capital del re ino yes ta ba expa nd ie ndo sus embl ema s bá sicos. pero e n esa con strucci ón aún nohabían tenido participación las otras ciudades del v irre inato . Esto sucede ríahasta que el término Nueva España. vinculado fuertemente a la ciudad de

México y a la conqui sta. co menzó a se r s up la nta do por otro . más a mp lio yque resp on d ía mej o r a los intereses de un territorio: la Améri ca se ptentrio­

na l. Est e nuevo sentido de territorialidad fue construido por la generac iónque vivió en la pr imera mitad de l si g lo XVIII . una ge ne rac ió n o lv idada ante

Jaime C uadrie lio. " Del escud o de armas a l estan darte a rmado" en Los pinceles de lal lrsroria. D« la {Jo/na criolla a la Nacion Mexicana (1 - 50 . ¡ SÓl)). Mé x ico , Mu sco N,lC IO­

na l de A rte, UN,,\r..,,1.. CUNACULTA lOOl . pp. 31-49.

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las glorias de la de Sor Juana y de Si güenza y de la de los ilustrados de la

segunda mitad de la centuria. Es muy significativo que una buena parte delos hombres de esa generación nacida alrededor de 1700 procedieran deciudades de provincia, y que escribieran desde la capital o tuvieron víncu­

los con ella . Con sus obras indudablemente se rompieron los límites queimponía su pertenencia a una patria chica. lo cual les permitió tener unaconciencia territorial más amplia y que abarcaba las otras patrias. Esta fue

la generación que comenzó a considerar a América como la patria de todos.El poblano Mariano Fernández de Echeverr ía y Veytia escribió so bre los

cuatro baluartes o santuarios protectores de la capital y sus compatriotasJuan Francisco Sahagún de Arévalo y Juan de Viera realizaron muchos desus trabajos en ella; el zacatecano Juan Ignacio Castorena y Ursua pasóbuena parte de su v ida en la ciudad de México y reali zó toda su labor propa­gandística en ella: José Antonio Villase ñor y S ánchez, autor de la primerageografía general del territorio, el Teatro americano, había nacido en SanLuís Potosí.

Ese fenómeno a I que llamaré interpatrial ismo se puede ver e latamente

en la obra de Juan José de Eguiara y Eguren que tan magistralmente trabajóel maestro Ernesto de la Torre Vi llar." La Biblioteca mexicana expuso unavisión sistematizada de la producción literaria y científica de toda la NuevaEspaña y no sólo de la ciudad de México. La magna obra sólo pudo reali­zarse gracias a que Eguiara tenía una red de corresponsales que le enviaroninformación de sde Puebla. Guadalajara, Guatemala, Oaxaca. Zacatecas yotras localidades. Personalidades como Diego Bermúdez de Castro, Andrésde Arce y Miranda, fray Antonio de Arochena, fray Juan González deAfonseca y fray José de Arlegui introdujeron con sus noticias los logros deaquellos novohispanos que habitaban fuera de la capital.

I~ Erne sto de la Torre Villar, " Introducción" a Juan Jos é de Eguiara y Eguren, BibliothecaMexicana. 5 V., ed. Ernesto de la Torre. trad . Benjamín Fernándcz. México, UNAM., Co­ordinación de Humanidades, 1986.

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Nacidos el1 17"00. Las Palrias erial/as y la cOl1slrucciólI de la América Seplelllnol1al

La misma forma de allegarse información tenían las diferentes gacetasque se editaron en México en la segunda mitad del siglo X VIII. El poblano

Juan Francisco Sahagún de Arévalo recibía noticias de todos lados para dar

a conocer los ingenios de los novohispanos. Estas noticias de la "corte yaún de las provincias más lejanas", además de divertir a los lectores, servi­

rían para crear una nueva conciencia de la patria común que era la América

septentrional .

No es tampoco gratuito que fuera también esta generación de emigra­

dos a la capital la que convirtiera a la Virgen de Guadalupe, una advocación

propia de la ciudad de México. en patrona de todo el territorio. Habíannacido en provincia, por ejemplo, los pintores Miguel Cabrera, que eraoaxaqueño, y clneogallego José de lbarra , trabajado recientemente en una

brillante te sis de Paula Mues." Por otro lado, como lo ha estudiado lván

Escamilla ," en la expansión del culto tuvieron un importante papel los ca­

bildos catedralicios de todas las sedes obispales novohispanas. Ellos, desde

el siglo XVII , habían tejido entre sí redes que hicieron posible, no sólo queel culto se afianzará en todas las capitales episcopales, sino además

implementaron el sistema de "rutas cordilleras", a través del cual la

guadalupana llegara a todas las parroquias de sus territorios controladaspor el clero secular. Sin la participación activa de esos predicadores y te ól o­

go s nacidos en las ciudades de provincia, el patronato guadalupano so bre elterritorio concedido por el Sumo Pontífice en 1756 no hubiera conseguidoel impul so y la difusión que tuvo.

I j Paula Mues Orts. El pintor novohispano Jo sé de lbarra: imágenes retoricas y discursospintados, México. Facultad de Filosol1a y Letras UNAM, 2009 (Tesis de Doctorado en

Historia del Arte inédita).](, Francisco lv án Escamilla, " La Iglesia y los orí genes de la Ilustración novohi spana" en

Pilar Mart íne z (ed .). La Iglesia en Nueva Espa ña: problemas y perspectivas de investigo­cián. M éxico. UNAM ., Instituto de Investi gaciones Hist óricas. 20 IO, pp 105-127.

17 Roben Muchembled. Historia del Diablo. siglos XII-.·YX. trad . Federico Ville gas. Méx ico.

Fondo de Cultura Económica. 2000.

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Antonio Rubial

Por otro lado, las órdenes religiosas jugaron también un papel funda­mental en la formación de un sentimiento de identidad que abarcaba todaAmérica. La territorialidad de estas corporaciones, es decir el tener funda­ciones en todo el ámbito geográfico americano. provocaba que sus discur­sos no se centraran en una ciudad sino en un espacio más extenso, ademásde estar formadas por frailes procedentes de todo el territorio. Esto ya esta­ba presente en los cronistas mendicantes desde finales del siglo XVI. perose comenzó a consol idar a fines del siglo XVII con autores criollos como elfranciscano fray Agustín de Vetancurt y su Tea/ro Mexicano y el jesuitanativo de la Florida Francisco de Florencia y sus escritos sobre santuariosmarianos en Nueva España. La literatura que los cronistas religiosos produ­jeron compendiaba no sólo los hechos del pasado sino también incluía no­ticias geográficas y descripciones de su pre sente. Por medio de esa literatu­ra, que conjuntaba tiempo y espacio en un afán enciclopédico, se afianzabala memoria de lo propio, premisa básica para hacer un balance del momen­to en el que se estaba, y se generaba una conciencia territorial novohispanaque rebasaba los localismos. Los miembros de esa "república de las letras"estaban además concientes de ser herederos de una tradición y citaban a losautores que la habían construido (Cortés, Bernal, Torquemada, lxtlilxóchitl.Dávila Padilla, Grijalva etc.) . En la formación de sus identidades corporati­vas, los miembros de estas instituciones religiosas colaboraron para forjarsímbolos que impactaron tanto en los ámbitos locales como en los regiona­les y, a la larga, también en la construcción de la idea de un reino.

En el siglo XVIII tuvo un papel central en este proceso la Compañía deJesús y los colegios apostólicos franciscanos de Propaganda Fide. La acti­va participación que ambas instituciones tenían en la expansión de las fron­teras por su actividad misionera, produjo un tipo de crónica que reflejabaesa "territorialidad novohispana llevada hasta los lejanos reinos norteños.Por su parte, los jesuitas llevaron a cabo una labor cartográfica que consti­tuyó una verdadera apropiación visual de esos territorios . Gracias a ellos,los novohispanos del centro tomaron conciencia de que Nueva Galicia,

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Nacidos en I i DO. Las Pa/rias criollas JI la construcc ión de la Am érica Septel1lriollal

Nueva Vizcaya, Nuevo León, Nuevo México, Texas y California tambiénformaban parte de esa América septentrional. Muchos de los cronistas deestas órdenes provenían también de provincia, como fray Isidro Félix deEspinosa que era queretano, o bien venían de otras partes de América comoel bogotano jesuita José Ant onio de Oviedo. A part ir de la seg unda mitaddel s ig lo XVIII ese sent ido americanista se vio reforzado por los jesuitasexpulsas, para los cua les la palabra " patria" comenzó a tener un s ign ifi cadoque iba má s allá de la ciudad de nacimiento. Todos ell os procedían de dife­rentes patrias (Clavijero y Alegre, por ejemplo, eran veracruzanos, Cavonació en Guadalajara y Márquez era guanajuatense) , pero los unía, ad em ásde su desgracia común de exiliados , el ideal de defender América de losataques de los filó sofos ilustrados. Al ex a lta r las haza ña s de s uscorrel igi onarios o del pasado indígena de su lejana América, los jesu itas lasconvert ían en g lor ias de la patria, pero ésta ya no se concebía co mo el te­rru ño donde se había nacido, s ino como un territorio asoc iado a toda laNueva Espa ña.

Así, frente al di scurso de la monarquía hispánica, que consideraba a lasIndias como propiedad de la Coro na de Cas tilla, los cr io llos de la ciudad deMéxico y de las otras ciudades de provincia el aboraron un discurso en elque la América septe ntriona l se volvía un reino fértil en cosechas y rico enminerales, lleno de gente inteligente y devota, y por lo tanto equiparable alos reinos de Europa y, sobre todo, en un reino elegido de Dios para llevar acabo un de stin o providencial.

A partir de la se gunda mitad del siglo XV11I los s ímbo los v inculadoscon la mexicanidad criolla se volvieron fun dam ental es para un territori opara el cual el nombre de Nueva Es pañ a, qu e le diera Cortés en su funda­ción , ya no le era fun cional. Conforme se iba a leja ndo más de Es paña, e ltérmino Améri ca , utili zado ya por so r Ju an a a fine s del s ig lo XVII , tomabaun carácter denominad or más definitivo c ien años después; pero su exi sten­cia fue tran sit ori a pues una vez consumada la independencia el nombre deMéxico, la ca pita l del prehispánico imp eri o "azteca" y e l centro del ant i-

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Ant on io Rubial

gua virreinato. se impuso para denominar al país recién nacido bajo losau spicios de un recalcitrante indigeni smo.

Esta nueva percepción de la historia surgida en el siglo XIX tendió un

velo de amnesia que pr ovocó el olvido de uno de los hechos claves de nues­tra historia y que. a partir de una vi sión econorni ci sta de los procesos hi stó­ricos, ni siquiera es contemplada como una de las claves de la exi stencia dela nación. En la vida cotidiana de las personas el mundo simbólico es tantoo más importante que la sat is facc ió n de las necesidades mater iales. sobretodo en las sociedades preindustriales , caracteri zadas por unahipersimbolizaci ón de la realidad. Considero que junto al innegable papelque tuvieron las redes de relación constituidas desde lo económico y losoc ia l en el territorio novohispano, el entramado simbólico generado a lo

largo del periodo colonial fue fundamental para mantenerlo cohesionado.En parte gracias a esa conciencia afianzada s im bó licame nte las diversasre giones que hoy forman Méxic o tran sitaron sin fra gmentarse hacia la vida

indcpend iente.

Vivimos en un país con una rica tradición cu ya permanencia ha traídoci ertamente muchas dificultades para adaptarnos a la modernidad, pero queal mismo tiempo nos da ese carácter que poseen las soc iedades viejas, so­ciedades que, como señ a la Robert Muchernbled , " tej en en torno a sus miem­bros redes de relación constituidas por símbolos poderoso s entrecruzados.pero también con prácticas concretas que endurecen el cemento co lectivoun iendo al individuo con el todo, desde el nacimiento hasta la muerte". " Eneste país pluricultural, rico en tradiciones diversas, mult ifacético y que díaa día nos sorprende con su variedad, con sus contrastes y con sus potencia­Iidades, el historiador tiene un papel fundamental. La memoria que res­guarda es la base sobre la cual se puede generar una conc iencia crítica quenos permita enfrentar los cambios que propone la modern idad . Ésta t ie ndea homogeneizar, a volvernos idénticos a la manera de los robots. nos lleva apensar. a sentir "y a cr eer 10 mismo, todo bajo el todopoderoso signo del

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Nacidos en I i ()(). Las Patria s criollas JI la construcc ión de la América Septentrional

consumo. Ciertamente no podemos ir contra un proceso avasallador quenos reb asa, pero lo que sí debemos intentar, y la historia es para eso unaaliada fundamental , es pre servar y difundir la riqueza de nuestras identida­des colec tivas y de nu estra di versidad cultura l.

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