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Los ámbitos de La educación como encLaves de poder:

córdoba deL tucumán entre La coLonia y La independencia

Valentina AyroloUniversidad nacional de Mar del Plata-conicetvayrolo@mdp.edu.ar

La notoriedad y escándalo que tuvieron las disputas facciosas en la gobernación del tucumán durante el siglo xviii y las que tuvieron como epicentro la ciudad de córdoba, han sido señaladas por diversos historiadores.1 Dentro de ese universo de controversias, algunas tuvieron como epicentro los espacios de la educación, como enclaves de poder.

Los conflictos desatados durante el siglo xviii, en general, estuvieron relacio-nados con las posibilidades de usufructuar el sistema de venta de cargos conce-jiles, con el cobro y la administración de la sisa, con la expulsión de los jesuitas y luego con la administración y beneficio de sus temporalidades, por señalar tan sólo los problemas más destacados. La influencia de estas querellas no se limitó, claro está, a los asuntos que les dieron origen sino que irradiaron sus efectos a los demás ámbitos de la sociedad, entre ellos a la universidad y los colegios convictorios de la ciudad de córdoba. Los textos que tratan estas disputas son heterogéneos. Unos pocos toman en cuenta el cabildo de la ciudad de córdoba como uno de los escenarios donde se representan estos conflictos de la élite.2 otros, retoman estas querellas haciendo referencia a las historias de las familias.3

1 Aníbal Arcondo, El ocaso de una sociedad estamental, Córdoba entre 1700 y 1760, córdoba, Universidad nacional de córdoba, 1993; Liliáns B. Romero cabrera, La “Casa de los Allende” y la clase dirigente: 1750-1810, córdoba, Junta Provincial de Historia de córdoba, 1993; Ana inés Punta, Córdoba borbónica, córdoba, Universidad nacional de córdoba, 1998; Silvano G. A. Benito Moya, Reformismo e Ilustración. Los Borbones en la Universidad de Córdoba, córdoba, centro de estudios Históricos “Profr. carlos S. A. Segreti”, 2000; Valentina Ayrolo, Funcionarios de Dios y de la República. Clero y política en las autonomías provinciales, Buenos Aires, Biblos, 2007.

2 Aníbal Arcondo, op. cit., 1993; Ana inés Punta, op. cit., 1998.3 Liliáns B. Romero cabrera, op. cit., 1993.

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Respecto a los espacios de formación, hay un grupo de trabajos que aborda su historia. Las historias acerca de la Universidad de córdoba4 están fundamentalmente centradas en la institución, la enseñanza que impartía, la organización interna, su historia institucional, etcétera. también hay una clásica historia del seminario conciliar5 y un texto sobre el colegio de Monserrat, convictorio unido a la universidad.6

considerando este universo de producciones, el presente trabajo no pretende ser un estudio sobre la universidad, el seminario o el colegio Montserrat, sino que más bien intentará ofrecer una mirada sobre los es-pacios de formación intelectual existentes en la ciudad y jurisdicción de córdoba como espacios de gestión y disputa por poder y en tanto lugares de formación de las élites regionales.

como en todas las ciudades coloniales de Hispanoamérica, en córdoba la formación de los niños fue una preocupación. La instrucción, cuando la había, estuvo a cargo de maestros particulares (clérigos o laicos) que asis-tían generalmente a los pequeños en sus hogares.7Aparentemente, entre los siglos xvi y xvii, hubo en córdoba tres maestros de primeras letras —Andrés Pajón, Juan Bautista de Mena y Francisco de cuevas—, quienes se dedicaron a educar a los niños pertenecientes a la élite local.8 Además, existían otros espacios para aquellos que querían adquirir un mínimo de formación inicial: los conventos masculinos de la ciudad, en cuyos claustros se podían tomar algunas clases. en córdoba, esto ocurría en los conventos de San Francisco y Santo Domingo, por ejemplo.9 Asimismo, en 1623 se creó una escuela elemental que funcionaba anexa a la Alta casa de estudios que tenían los jesuitas en la ciudad de córdoba. con la expulsión, la escuela cesó. entre 1786

4 Las más importantes pero no las únicas: Juan M. Garro, Bosquejo histórico de la Universidad de Córdoba, Buenos Aires, Biedma, 1882; Zenón Bustos, Anales de la Universidad de Córdoba. Segundo período 1767-1807, córdoba, imprenta de la Universidad, 1907, 3 tomos; Alberto caturelli, La universidad, córdoba, imprenta de la Universidad, 1966; Silvano G. A. Benito Moya, op. cit., 2000.

5 Luis Roberto Altamira, El seminario conciliar de Nuestra Señora de Loreto, Colegio Mayor de la Universidad de Córdoba, córdoba, Universidad nacional de córdoba, instituto de estudios Americanistas, 1943.

6 Pedro Grenón, El Monserrat. Lo que fue y lo que es y lo que no fue, Córdoba, Biffignandi, 1970.7 Para el caso mexicano se puede consultar: Pilar Gonzalbo Aizpuru, “La familia edu-

cadora en nueva españa: un espacio para las contradicciones”, en Pilar Gonzalbo Aizpuru (comp.), Familia y educación en Iberoamérica, México, el colegio de México, 1999, pp. 43–57.

8 Juan Probst, “La enseñanza primaria desde sus orígenes hasta 1810”, en Ricardo Levene (dir.), Historia de la Nación Argentina. Desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862, Buenos Aires, imprenta de la Universidad, 1938, vol. iV, cap. V, pp. 155-187.

9 Ibid., p. 71.

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y 1807, por iniciativa del gobernador intendente de córdoba, marqués de Sobre Monte, se vuelve a abrir y se la dota con dinero de las temporalidades.

Los niños que habían pasado por alguna de estas experiencias educati-vas podían aspirar durante su juventud a ingresar a la “universidad”, único ámbito educativo formal que hubo durante mucho tiempo en la jurisdicción cordobesa, pero también en la región. como ya he señalado en otro lugar, el hecho de que existiera un solo espacio de formación para todos los jóvenes, aspiraran éstos a la vida clerical o no, en córdoba y en la zona aledaña10 cola-boró en la conformación de un grupo cohesionado de intelectuales que fueron quienes nutrieron casi todos los ámbitos de la administración local y regional.11 esta situación propició que la universidad, espacio de sociabilidad de élite por excelencia, se convirtiera en un lugar apetecible de ejercicio del poder y, por ende, la existencia casi constante de querellas por ocuparlo, no sorpren-de. A fin de estudiar el tema que nos interesa, este trabajo se dividirá en dos partes. Primeramente se expondrán las características de los presuntos tres espacios de formación de la juventud de córdoba analizando el verdadero alcance de éstos como centros de enseñanza y formación académica. Lue-go, presentaremos algunos episodios de la vida institucional que permiten asomarse al universo estudiantil por un lado y, por otro, analizar cómo el contexto político marcó trayectorias personales e institucionales.

Los espacios de formación de la juventud en Córdoba

[establece el santo concilio que] todas las catedrales, metro-politanas, e iglesias mayores que estas tengan obligación

de mantener, y educar religiosamente, e instruir en la disciplina eclesiástica, según las facultades y extensión de la diócesis, cierto número de jóvenes de la misma ciudad y

diócesis, o a no haberlos en estas, de la misma provincia, en un colegio situado cerca de las mismas iglesias, o en otro

lugar oportuno a elección del Obispo.12

10 con región aledaña nos referimos especialmente para todo el periodo tomado a la región de La Rioja. Los jóvenes cuyanos (San Juan y Mendoza especialmente) estudiaban general-mente en chile, y los salteños, jujeños y tucumanos cuando podían lo hacían en charcas. Los bonaerenses a veces llegaban a córdoba pero a partir de 1772, con la fundación del colegio Real convictorio carolino, muchos seguirán estudiando allí.

11 Sobre el caso cordobés para la primera mitad del siglo XiX trabajé el tema en Funcio-narios de Dios y de la Republica...

12 el Sacramento del orden capítulo XViii, sesión al día 11 de nov. de 1563, “Se da el método de erigir seminario de clérigos, y educarlos en él”, tomado de <http://multimedios.org/docs/d000436/p000004.htm>, consultada el 24 de marzo de 2010.

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los colegios convictorios de loreto y Monserrat

Las disposiciones del concilio de trento que leemos en el epígrafe estaban de acuerdo con uno de los principales objetivos de aquella reunión que consistía en tomar nuevamente en mano los resortes de la iglesia frente al contexto de reformas. Pero, como sucede con este tipo de disposición, aunque existiese real interés en plasmar las resoluciones tomadas, su aplicación y durabilidad fue muy dispar. Si en Francia, por ejemplo, los primeros seminarios para la formación del clero datan de 1660,13 en las indias españolas, aunque en algunos casos la fundación haya sido temprana, garantizar la perdurabilidad de estos espacios se logró con dificultad y gran retraso. Específicamente en el del Río de la Plata,14 po-dríamos decir que se concreta definitivamente en la segunda mitad del siglo xix, ayudada, entre otras cosas, por el logro de una mayor estabilidad político-administrativa.15

el Primer Sínodo del tucumán celebrado por el obispo trejo y Sana-bria en el año 1597 manda en su constitución número 15 que se instale un colegio seminario “donde puedan ser criados los mancebos en enseñanza de virtud y letras, para que los que aspiran a la dignidad sacerdotal comiencen temprano a ser cultivados en el temor santo de Dios y en los estudios que se han de emplear”.16 Antecedido por una real cédula que así lo ordenaba, se man-dó construir un colegio convictorio en la villa de la nueva Madrid de las Juntas,17 “...por ser un lugar puesto como centro de casi todas las ciuda- des de esta gobernación”.18 Unos años después, en 1605, según una carta del gobernador al rey, el seminario era “un aposento derivado de la casa del obispo, donde un sacerdote que se ordenó el año pasado, hacía como otro

13 Según lo señala Pierre Goubert en su ya clásico trabajo, El antiguo régimen, Buenos Aires, Siglo XXi, 1982, t. 2, cap. 8: “el antiguo régimen y la iglesia”, p. 204.

14 Utilizo la noción de Río de la Plata para referirme al espacio del ex virreinato del Río de la Plata.

15 en el espacio territorial que luego será el de la Argentina, el seminario de córdoba, como veremos, si bien data de épocas muy tempranas, luego de ser disuelto en 1838 se re-funda en 1860. el de Buenos Aires fue creado en 1858. el de Salta, en 1873.

16 José María Arancibia y nelson Dellaferrera, Los sínodos del antiguo tucumán cele-brados por fray Fernando de trejo y Sanabria 1597, 1606, 1607, Buenos Aires, Facultad de teología de la Universidad católica Argentina Patria Grande, 1979, 1er. Sínodo del tucumán, iii, parte, constitución 15, p. 163. La cursiva es mía.

17 Villa de la nueva Madrid de las Juntas, o simplemente Juntas, fue fundada en 1592 a tres leguas de donde se juntaban los ríos Piedras y Salado. trasladada a esteco, desaparece a fines del siglo XVII.

18 José María Arancibia y nelson Dellaferrera, op. cit., 1979, pp. 163-164.

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año que leía gramática a algunos pocos estudiantes que acudían a oírla, unos en habito decente y otros de seculares”.19 La precaria situación de este seminario determinó la fundación de otro, encargado esta vez a los jesuitas en el año de 1611, que tomaría el nombre de Santa catalina y del que se tiene noticias por lo menos hasta 1614.20

La real cédula de traspaso de la cabecera de la diócesis de Santiago del estero a córdoba, fechada en Madrid el 15 de octubre de 1696,21 im-plicó también la mudanza del seminario. esta disposición se basó en el notable desarrollo alcanzado por la ciudad de córdoba desde su fundación en 1570. el traspaso se concretó en el año 1699, y el obispo encargado de tal misión fue Manuel Mercadillo. Una vez instalado en córdoba, Mer-cadillo puso el seminario bajo la advocación de Santo tomás de Aquino. Sin embargo, será su sucesor, Miguel de Argandoña, quien construirá el nuevo edificio y dictará las reglas que lo rijan desde ese momento y por muchas décadas.

Argandoña llegó a su córdoba natal en enero de 1748 siendo ya obispo de la diócesis. Se había educado en chile, en la universidad de los jesuitas, impronta que marcará su acción pastoral.22 Luego de una visita de rutina y viendo el estado ruinoso del seminario conciliar, decide su refundación, basando su decisión en los siguientes términos:

con la novedad de haberse trasladado [la cabecera de la diócesis y el seminario] ha padecido casi su última destrucción, pues en lo formal de su domestico gobierno ha corrido con total desgreño [...] solo con el titulo vano de colegio Real, sin el Re de la formalidad en la observancia y sin el Real para la manu-tención y fabrica entera que pedía [...] Por casa unos tugurios demolidos, y no propios, no completo el numero de seis colegiales estos en la ley de su

19 citado en ibid., p. 113. 20 Ibid., p. 114.21 Según la orden del rey: “teniendo entendido a ocho años que el collegio seminario

[que debía tener esta Iglesia] esta arruynado y que en poder de los oficiales de mi hacienda paran 8 472 pesos procedidos de los 2 000 consignados en los novenos, y del tercero por ciento de rentas decimales beneficios y capellanías de ese obispado se embia orden para que los oficiales de mi hacienda entreguen esta cantidad y se convierta en el nuevo seminario que se huviere de hacer en córdoba”. Archivo del Arzobispado de córdoba, Argentina (en adelante, AAc), leg. 54, obispado y catedral de córdoba, tomo iV, 1681-1783.

22 Un ejemplo de esta marca ignaciana se puede observar en las constituciones del seminario (1754) en las que Argandoña propone que los seminaristas realicen ejercicios ig-nacianos una vez por año como parte fundamental de su formación. Cf. “Reglas directivas y doctrinales que se han de observar en el colegio Real y seminario de nutra. Sra. de Loreto y Santo tomás de Aquino” (1754), AAc, leg. 11.

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libre y juvenil albedrío el rector viviendo en su propia casa cuidando de su ancianidad [...] reducido todo a un cadáver corrupto.23

el nuevo seminario se fundó bajo el nombre de nuestra Señora de Lo-reto y Santo Tomás de Aquino. A fin de solucionar los problemas edilicios y administrativos, el obispo alquiló una casa para los colegiales existentes, mientras mandaba construir una nueva residencia, contigua a la catedral. La nueva casa podía albergar hasta un total de 16 estudiantes. también eligió nuevo rector y estableció la forma de manutención del colegio.24 Según rezan las constituciones de 1752, el seminario debía ser un espacio de formación para futuros clérigos directamente ligado a la universidad.25 Por ello, conviene explicar, sucintamente, cómo esta relación tan estrecha será causa de más de un conflicto local.

A principios de siglo xvii, la Universidad de córdoba comenzó siendo una casa de altos estudios que tenía permiso real para conceder grados universitarios a sus alumnos. estaba administrada por los jesuitas y, dado que era la única institución del estilo en la región, eran numerosos los es-tudiantes que acudían a ella y frecuentaban sus aulas. esta situación llevó a uno de sus ex alumnos, el doctor ignacio de Duarte y Quiroz, a donar un terreno contiguo a la compañía, a fin de fundar un colegio convictorio que tomaría el nombre de nuestra Señora de Monserrat —nombre elegido (aparentemente) por la propia devoción de Duarte y Quiroz— y se regiría por la misma regla que la del colegio seminario San Juan Bautista de char-cas, también en manos de los jesuitas.26

23 AAc, leg. 11, Archivo del Seminario, “Reglas Directivas” (libro i), fs. 3v. y 4 f. 24 Sobre este punto, Argandoña decidió que todas las capellanías de la diócesis debían

entregar 3% de sus rentas para la manutención del seminario. en la visita al seminario del obispo Moscoso en 1794, se solicita a todos los vicarios una razón exacta de las cape-llanías existentes, quienes las usufructuaban, y las deudas que tenía cada capellán con el seminario. De tal suerte, existe un registro exhaustivo de estas fundaciones, un material riquísimo cuyo análisis podría permitirnos tener una idea más acabada de los patrimonios inmovilizados bajo esta figura jurídica.

25 en el legajo correspondiente del archivo del arzobispado existe un reglamento para el seminario posterior al de 1754, que está trunco y no tiene fecha. este documento da pautas acerca de las funciones de los seminaristas ligadas a la atención de la catedral, a las pautas de convivencia, tiempos de estudio, comidas y descanso, juegos permitidos, aseo de los dormitorios, etc., pero además tiene observaciones sobre quiénes pueden ingresar o no al seminario y los espacios permitidos para ello. AAc, leg. 11, Archivo del seminario.

26 toda la información sobre el colegio de Monserrat en sus orígenes puede consultarse en la interesante y desafiante obra del Padre Pedro Grenón, op. cit., 1970.

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cuando la cabecera de la diócesis se trasladó a córdoba, el seminario conciliar —como señalamos— también se desplaza, pero, aparentemente,27 se instala bajo la condición de colegio-convictorio, al estilo del de nuestra Señora de Monserrat. Así lo señalaba el obispo Argandoña en su auto de Vista ad limina de 1750:

en córdoba hay dos seminarios para educar con enorme provecho a la juven-tud. Uno tridentino de la Señora de Loreto [...] otro seminario consagrado a la Divina Virgen de Monserrat bajo la atención de los padres de la compañía de Jesús [...] los alumnos de ambos seminarios son instruidos de manera distin-guida en las Letras y en la Virtud en la Publica Pontificia y Real universidad.28

Los alumnos de ambos colegios dependían, en lo referente a su forma-ción académica, de la universidad, ya que era en sus aulas donde recibían las clases y en los colegios sólo se estudiaba y repasaban las lecciones:

en la universidad de la compañía de Jesús, se enseña todo, donde la cursan los colegiales, mane et vespere sin falta alguna: en el colegio estudiaran sus lecciones y construcciones, para que den buena cuenta de ello les hará ejercicio, algún colegial teólogo, o filósofo, en lo que perfeccionará lo que le faltó para saberla.29

Aunque el colegio seminario de Loreto haya sido fundado pensando en la formación de los futuros clérigos, se convirtió en la práctica en un colegio por el que pasaron numerosos jóvenes. Muchos de ellos, habiendo recibido las órdenes menores, siguieron la carrera militar o política sin alcanzar el orden sacerdotal, durante la posindependencia; por ejemplo, José María Paz, general de los ejércitos de la independencia y destacado político; Juan cruz Varela, intelectual y político; Alejandro Heredia, militar del ejército de independencia del Alto Perú y político; Francisco S. Bedoya, político influyente de Córdoba. 30

27 Las fuentes sobre el periodo santiagueño de la sede diocesana son pocas. Recientemente se han publicado las actas capitulares que nos permiten confirmar cómo las dificultades de la sede fueron en desmedro del propio seminario, sumiéndolo en la decadencia que es de-nunciada en 1605. no obstante, hay que decir que siguiendo las actas podríamos pensar que hay un repunte del colegio y que el interés por mantenerlo queda evidenciado en las actas.

28 Santiago Barbero, estela Astrada y Julieta consigli (eds.) Relaciones ad Limina de los obispos de la diócesis del Tucumán (S. XVII al XIX), córdoba, Prosopis, 1995, p. 164. es intere-sante aclarar que la visita aclara que en el seminario hay seis estudiantes mientras que en el Monserrat viven unos 50 aproximadamente.

29 AAc, leg. 11, “constituciones del colegio seminario” (1754), f. 8.30 Cf. nelson Dellaferrera, “Hombres que gravitaron en nuestra historia: alumnos

del real colegio seminario nuestra Señora de Loreto (1795-1832)”, Cuadernos de Historia,

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Los alumnos del seminario conciliar revestían dos categorías: los con-victores y los seminaristas. estas condiciones designaban, en un principio, a aquellos que financiaban sus propios estudios por pertenecer a las clases más acomodadas de la sociedad, los convictores;31 y los becados, aquellos que no podían sostenerse por sus propios medios, por eso se los mantenía según lo establecía el concilio de trento y se les llamaba seminaristas. en algún momento sólo los seminaristas debieron turnarse para el servicio de la iglesia, pero en 1765 el obispo Abad e ileana introdujo reformas que obligaron a todos los colegiales de Loreto a realizar estos servicios, tal como lo estipulaba el concilio de trento.32

La nómina de alumnos del seminario, existente en los archivos, consigna la condición de cada uno para los años comprendidos entre 1751 y 1774. Sobre un total de 126 alumnos, 59 eran convictores y 55 seminaristas.33 el

Academia nacional de Derecho y ciencias Sociales de córdoba, núm. 7, 1997. Los detalles acerca del funcionamiento del seminario pueden consultarse en Luis Roberto Altamira, op. cit., 1943.

31 Según se registra en los libros de la matrícula de Loreto, a partir de 1795 el costo de los estudios en el seminario ascendía anualmente a 80 pesos. A partir de 1800 se agrega a esa cuota 2 pesos “para el médico”. AAc, leg. 11, Matrícula del seminario. Aparentemente el costo de manutención en el Monserrat era mayor. Según un documento del 1800, “...siendo la general renta del colegio la contribución anual de ciento diez pesos que paga cada uno de los colegiales pensionistas por quanto comida, luz, quarto, Médico, medicina y maestros...”, real cédula del rey, del 11 de diciembre del 1800, AAc, leg. 12, Universidad.

32 “Cuide el Obispo de que asistan todos los días al sacrificio de la misa, que confiesen sus pecados a lo menos una vez al mes, que reciban a juicio del confesor el cuerpo de nues-tro Señor Jesucristo, y sirvan en la catedral y otras iglesias del pueblo en los días festivos”. tomado de la versión electrónica <http://multimedios.org/docs/d000436/p000004.htm>, consultada el 24 de marzo de 2010, “el Sacramento del orden”, cap. XViii, sesión al día 11 de nov. de 1563, “Se da el método de erigir seminario de clérigos, y educarlos en él”.

33 Los registros que se inician en 1794 no consignan la calidad del colegial aunque aportan otros datos de mucho interés, como nombre de padre y madre, fecha de ingreso y de egreso al seminario, calidad y forma de pago, entre otras cuestiones a resaltar. La importancia de los datos filiatorios puede deberse a las nuevas exigencias burocráticas. A partir de 1776 se realizará una selección de los candidatos a la universidad, conside-rando la pureza de sangre de los colegiales. Lamentablemente este aspecto podría estar produciendo un “blanqueamiento” de los convictores, de forma tal que el ingreso de algún indígena podría haber quedado solapado. tal vez esto explique que en los regis-tros anteriores a 1795 no se consigne necesariamente los padres del colegial que ingresa, y esto explicaría la presencia de alguno de origen indígena. este podría ser el caso de Pedro Miguel Julí de la Real corona, originario de Matará, Santiago del estero, zona de encomiendas de indios cuya población era “numerosísima”, y cuyo apellido en el año de 1771, en que se asienta el dato de Julí en las listas del seminario, era común entre los indios de Matará. en esta localidad eran cerca de 700 personas de casta tributaria, que al suprimirse la herencia de las encomiendas estarían en manos de la corona. Dentro de

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registro se corta en el mes de julio de 1774. inmediatamente después tiene lugar un conflicto muy sonado, sobre el que hablaremos luego y que es, se-guramente, la explicación de la ausencia de datos hasta la visita del obispo Moscoso y Peralta en 1794.34

Si atendemos al origen de los alumnos, podemos ver que córdoba es la jurisdicción con más estudiantes, seguida por Salta, catamarca, Santiago del estero y La Rioja,35 todas jurisdicciones muy próximas, desde el punto de vista económico, a la sede episcopal.36

Una vez que el seminario estuvo en marcha, los obispos se mostraron preocupados por dos cuestiones. Primero, por la manutención del colegio y, segundo, por la disciplina de los colegiales.

Respecto del primer punto podemos decir que el seminario debía mantenerse, según sus reglas, con una parte de los novenos diezmales,37 3 por ciento de las rentas de las capellanías y una parte de lo ingresado en las doctrinas de indios. Sin embargo, las quejas son constantes, sobre todo porque los titulares de capellanías no realizaban sus aportes.

Para lograr una mejor administración se modifica la regla de 1754, que mencionaba la figura de un vicerrector sólo cuando los medios así lo permitieran, y se impuso la existencia de un rector para las cuestiones es-trictamente académicas y de un vicerrector que se ocuparía de las finanzas y administración económica del establecimiento, esperando de esta forma resolver la cuestión económica.

los linajes casicales de Matará figura el de Juan Julí. Agradezco a Judith Farberman el haberme esclarecido este punto. Ver Judith Farberman, “Santiago del estero y sus pueblos de indios. De las ordenanzas de Alfaro (1612) a las guerras de independencia”, Andes. Antropología e Historia, núm. 19, 2008, pp. 225-250.

34 Los registros existentes entre 1795 y 1832 (final de los registros de lo que podría-mos llamar segundo seminario) no aclaran la calidad de los estudiantes, en cambio, sí tienen datos acerca de las cantidades abonadas por cada uno en concepto de pago de sus estadías.

35 Resulta interesante comparar estos datos con los que dan Ghirardi, celton y colanta-nio, quienes, estudiando el colegio de niñas huérfanas de córdoba, encuentran que La Rioja, catamarca y Santiago del estero son las jurisdicciones que aportan más niñas al colegio luego, claro está, de córdoba. Mónica Ghirardi, Dora celton y Sonia colantonio, “niñez, iglesia y ‘política social’. La fundación del colegio de Huérfanas por el obispo San Alberto Córdoba, Argentina, a fines del siglo XVIII”, Revista de Demografía Histórica, vol. 26, (2008), núm. 1, pp. 125-171.

36 Para la economía de la región ver: carlos Sempat Assadourian, El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico, Lima, ieP, 1982.

37 esto representaba, según las fuentes, unos 2 000 pesos anuales, aunque Moscoso habla de los 1 700 pesos que recibe el seminario de los novenos del diezmo.

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gráfica 1 Porcentaje de estudiantes deLoreto según origen (1751-1808)38

Fuente: diversos documentos del AAc.

en lo tocante al segundo punto, el de la disciplina, Moscoso se mostró especialmente preocupado. en su auto de visita del 10 de diciembre de 1796 deja entrever la presencia —a su juicio exagerada— de algunas costumbres legas entre los estudiantes referidas a lecturas, entretenimientos y hasta vestido y arreglo del cabello, advirtiendo el perjuicio que podía causar a los colegiales la lectura de libros “malos”, como define a las comedias y romances, y mucho más su representación en el colegio.39

Pero también la disciplina parece haber sido causa de preocupación en años en que se planeaba reformar las reglas del seminario. en un borrador que permanece en el archivo diocesano, podemos leer en su articulo 13º que: “ningún colegial podrá admitir visitas de Señoras si no es en la Sala destinada a este objeto y de hombres en la misma Sala, y en los claustros de abajo, y esto ha de ser de personas conocidas de honesta conversación

38 Hemos decidido tomar el año de 1808 como cierre de la serie por ser el año que marcará claramente el inicio de una nueva universidad y la desaparición del convictorio de Monse-rrat. Por otro lado, a partir de 1814 el libro de matrícula del seminario existente en el AAc aclara que los ingresos serán asentados en dos libros diferentes, uno para los convictores y otro para los seminaristas; sin embrago, los libros no están allí.

39 Visita del obispo Moscoso, 1795, al colegio seminario de Loreto, AAc, leg. 11.

catamarca

españa

tucumán

Santiago del estero

Alto Perú

Santa Fe

Salta

La Rioja

Jujuy

córdova

2 %

4 %1 %

12 %

15 %

9 %

42 %

10 %

3 %

2 %

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0 5 10 15 20

Año

s

cantidad

1807

1802

1798

1773

1766

1763

1757

1751

y solamente los Domingos y ratos de asueto”.40 no creemos que el asunto fuera la especial inobservancia de los seminaristas sino, sobre todo, la ne-cesidad de aclarar funciones, roles y encausar la vida de los seminaristas dentro de los cánones. Pero, ¿de cuántos colegiales estamos hablando? Si nos concentramos en el número de los registrados en los libros del seminario, vemos una progresiva decadencia, cuyas causas probables analizaremos enseguida.41

gráfica 2cantidad de alumnos en el Seminario de Loreto entre 1751 y 1808

Fuente: Documentos de archivo del seminario.

en 1810, cuando muere el rector Leopoldo de Allende, el vicario dio-cesano, en presencia de varios testigos, realiza un inventario completo de los bienes de la institución y de los documentos existentes en el archivo.

40 AAc, leg. 11, “Reglas que deben observar los colegiales de este colegio seminario, pa su mejor orden y aprovechamiento de ellos”, sin fecha ni firma; por sus características, debe de datar de principios del siglo XiX. tiene tachones y enmiendas, por lo que podría tratarse de un borrador.

41 entre 1814 y 1832, resulta muy difícil saber a ciencia cierta cuántos colegiales había en el convictorio. Por momentos se registran sólo las fechas de ingreso, otras veces sólo las de egreso. Los datos asentados no están divididos por años como en los periodos anteriores. nelson Dellaferrera, “Hombres que gravitaron…”, 1997.

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Según este documento, para entonces el seminario parece haber terminado de construirse y la biblioteca aparenta estar bastante completa, su capilla ornamentada, y entre el patrimonio que recibe el nuevo rector, Bernardo de Alzugaray, se cuentan trece esclavos.42 La suerte del seminario, no obstan-te, será adversa, considerando que ese mismo año de 1810 comenzaría un proceso de disgregación política sin retorno, que golpearía fuertemente a toda la estructura político-administrativa del virreinato del Río de la Plata. Estos cambios se sintieron en el propio seminario, donde a los conflictos por la obtención de prerrogativas y el ejercicio del poder se sumarán las necesidades propias de la política revolucionaria. Así, la adhesión pública al “sistema” será condición para los nuevos rectores y el no cumplimiento de esta cláusula tendría graves consecuencias.43

Si bien al principio el número de estudiantes en el seminario no merma,44 el cimbronazo parece sentirse a partir de los años 1815-1816, mo-mento de grandes cambios en la lógica política y en la suerte de la revolución de independencia.45

A partir de los datos que tenemos para los años posteriores a la inde-pendencia (1816), puede suponerse una franca decadencia del seminario.46 esto es más notorio en la segunda década del siglo xix, cuando se hace patente la baja en la matrícula de loretanos, situación que presumimos se

42 el inventario merece un análisis aparte, aunque lamentablemente no ha llegado hasta nosotros todo el material de archivo que allí se enumera, cuyo detalle parece ser minucioso, “inventario del colegio de Loreto” (1810), AAc, leg. 11.

43 En 1812 se pone en duda la fidelidad del rector Alzugaray al sistema revolucionario y se convoca a su ex vicerrector, Juan Bautista Marín, para que declare sobre el particular. La declaración es interesante porque muestra no sólo que Alzugaray era refractario al sistema sino también que su gestión era mala. AAc, leg. 12, Universidad.

44 “número de alumnos que se encuentran en el seminario de Loreto entre 1808 y 1815”: 1808:16; 1809: 16; 1810: 25; 1811: 14; 1812:10; 1813: 8; 1814: 17; 1815: 6. AAc, leg. 11, seminario.

45 Sobre el periodo aconsejamos la lectura de tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 1972.

46 en el archivo arzobispal existe un libro que contiene la lista de los ingresos del semi-nario que ha sido transcrita por nelson Dellaferrera, “Hombres que gravitaron…”, 1997. Allí vemos que hasta el año de 1814 se asientan todos los estudiantes de Loreto, pero, a partir de ese año y bajo la administración del rector Gregorio José Gómez (clérigo porteño llegado a córdoba “en premio” a su desempeño revolucionario), se señala que se llevarán dos libros separados, para estudiantes becados uno, y para convictores el otro. Lamentablemente, a partir de esa fecha no se registran, o se han perdido, los datos de aquellos que revestían la calidad de convictores. Sólo tenemos datos para los becados. entre 1815 y 1826 (aunque De-llaferrera, siguiendo la fuente, indica el año de 1832 como último del registro, luego de 1826 no existen datos sobre el ingreso de estudiantes) se registran sólo 20 seminaristas, habiendo años sin registros (1816, 1817, 1825).

433los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

relaciona con los cambios políticos y con la merma del número de clérigos seculares en la diócesis. este último dato es importante si consideramos que el clero secular era el sector que debía ocuparse del seminario.47 Sumemos a esto la crisis política y los continuos problemas financieros, y así podemos explicar el decreto del gobernador de la provincia autónoma de córdoba, Manuel “Quebracho” López, quien en 1838 determina el cierre “definitivo” del seminario, convirtiendo su edificio en la residencia misma del gobierno.48

el colegio seminario sería reabierto en 1853, durante la gobernación de Alejo carmen Guzmán, un año después de la destitución del gobernador Manuel López. esta reapertura coincide con la conformación de una nueva experiencia política plasmada en la confederación argentina (1853-1862), pe-riodo durante el cual se nacionaliza la universidad y el colegio de Monserrat (1854) como espacios de formación de las élites dirigentes con pretensiones nacionales. en 1858 el gobierno nacional, con sede en la ciudad capital de Paraná, provincia de entre Ríos, dictará una ley dotando a los seminarios y decretando su fundación allí donde no los había.49 el seminario de córdoba tendrá sus nuevas constituciones en 1860.50

en lo que hace estrictamente al colegio de Monserrat, como hemos mencionado, el presbítero ignacio Duarte y Quiroz hizo donación de su casa, de su estancia de Caroya y todos sus bienes a la Compañía de Jesús, a fin de que dotase y mantuviese un convictorio para que habitaran los alumnos del colegio máximo jesuítico. La casa de Duarte y Quiroz fue convertida en lo que se denominó colegio convictorio de nuestra Señora de Monserrat, donde los estudiantes del colegio mayor vivían y estudiaban al igual que

47 La escasez de clero en la diócesis comienza a sentirse con fuerza a partir de 1830. Sobre el particular he trabajado en “cura de almas. Aproximación al clero secular de la diócesis de córdoba del tucumán, en la primera mitad del siglo XiX”, Anuario del Instituto de Estu-dios Histórico-Sociales “Prof. Juan Carlos Grosso”, XVi, Universidad nacional del centro de la Provincia de Buenos Aires, tandil, 2001, pp. 421-443.

48 en 1832 el rector del seminario, Juan José espinosa, decía al gobierno que “el seminario Laureciano se allá sin un solo real para alimentarse. el mes de diciembre dentra (...) no tenien-do más recursos que la deuda del estado”. Archivo Histórico de la Provincia de córdoba, Argentina (en adelante, AHPc), Gobierno, caja 129, 29 de noviembre de 1832. Posiblemente ésta sea una de las causas que expliquen su cierre en 1838. en 1841 la parte del diezmo des-tinada a solventar en parte el seminario fue entregada al síndico del colegio de Huérfanas de la ciudad, “por todo el tiempo que permanezca cerrado el seminario”. AAc, leg. 53.

49 Ley 186 del 7 de septiembre de 1858. Registro Oficial de la República Argentina que com-prende los documentos expedidos desde 1810 hasta 1873, Buenos Aires, La República, 1879, t. iV, pp. 149-150. copia en AAc, leg. 38, t. i.

50 en el fondo economato del Archivo Arzobispal de córdoba existen dos reglamentos del seminario; uno sin fecha ni firma que por su forma podría ser de la primera mitad del siglo XiX, y un segundo reglamento que data de 1860. AAc, economato (1812-1900).

434 valentina ayrolo

lo hacían otros en el de Loreto. La existencia de pasantes, estudiantes avan-zados que ayudaban a los colegiales con las lecciones, fue una de las prin-cipales características de ese colegio desde el inicio. el seminario de Loreto intentará imponer esta modalidad pero la cortedad de sus recursos la hará inviable. el colegio de Monserrat funcionó de este modo, desde 1693, en que fue aprobada su fundación, hasta 1767, año de la expulsión jesuita. en 1782 la localización del colegio de Monserrat cambió para ubicarse al lado de la universidad, en unas habitaciones que habían pertenecido a los expulsos.51

Resulta interesante aquí introducir algunas líneas sobre la suerte del patrimonio educativo jesuítico luego de la expulsión. Para ello no podemos obviar la voz de Pedro Grenón. Según nos explica, por una cláusula del testamento de Duarte y Quiroz, el colegio sólo podía funcionar en manos de los jesuitas, lo que significaba que con su expulsión estas propiedades de-bían pasar a las temporalidades, disolviéndose el colegio y la universidad.52 Pero lo cierto es que esto no ocurrió en la práctica. expulsados los jesuitas, los bienes de Duarte y Quiroz, el colegio de Monserrat y el colegio máximo pasaron a manos franciscanas y siguieron funcionando.

entonces, como vimos, los colegios convictorios eran un complemen-to necesario de la universidad y formaban parte del entramado educativo local sin ser, en sentido estricto, instituciones con docencia.53 no obstante, no era lo mismo pertenecer al Loreto que al Monserrat. Sin lugar a dudas, el colegio de Monserrat tuvo la fama y el prestigio de la propia compañía. Socialmente, haber pasado por las aulas o pertenecer al colegio de Monserrat no se comparaba con ser colegial del pobre y siempre decadente colegio de Loreto.54 Estas diferencias se pondrán de manifiesto en 1774, en ocasión de un conflicto que desnudó a la élite local.

Muchos de los clérigos más destacados de córdoba pasaron por las au-las del Monserrat y no por las del seminario. ejemplos de esto son Gregorio

51 en el lugar donado por Duarte y Quiroz se instalaron, por orden del obispo San Al-berto, las Hermanas Terciarias Carmelitas y su colegio de Huérfanas, modificado. Sobre la educación de la niñas en córdoba puede consultarse: Mónica Ghirardi, Dora celton y Sonia colantonio, op. cit., 2008.

52 Pedro Grenón, op. cit., 1970.53 Algunos, como enrique Martínez Paz, confunden la función actual de los seminarios

con la que tenía por aquel entonces, véase su obra La formación histórica de la Provincia de Córdoba, córdoba, Universidad nacional de córdoba, 1941, pp. 220-231.

54 Según las cifras presentadas por Hernán Ramírez, los colegiales de Monserrat triplicaron por lo menos los de Loreto en el periodo franciscano y los duplicaron en la posindependen-cia. Al margen de la capacidad de cada establecimiento, la preferencia parece clara. Hernán Ramírez, La Universidad de Córdoba. Socialización y reproducción de la élite en el periodo colonial y principios del independiente, córdoba, Ferreyra, 2003.

435los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

Funes (1764), José Saturnino Allende (1804) o Pedro ignacio de castro Barros (1794),55 pero otros también lo hicieron por la aulas del seminario, como Sixto Funes, sobrino del deán, Valentín ticera, Juan Bautista Marín, o José María Bedoya, importantes sacerdotes y políticos en la posindependencia.

en 1807, con la transferencia de la universidad a manos del clero secular, el Monserrat quedó anexo a la, ahora sí, Universidad de San carlos y nuestra Señora de Monserrat. ese año se nombró como rector del colegio, al deán de la catedral, Gregorio Funes, quien promoverá importantes reformas. en 1836 el régimen de convictorio o internado desapareció y el Monserrat se convirtió en colegio bajo la dependencia del gobierno de la Provincia. en 1854 el gobierno de la confederación lo nacionalizó, convirtiéndolo en el colegio que conocemos hoy.56

de la casa de altos estUdios a la Universidad

Para seguir nuestro análisis, conviene precisar la información que hemos venido dando acerca de los estudios universitarios en córdoba. Recordemos que la historia de dichos estudios comenzó en 1621, cuando el papa Gre-gorio XV concedió a la compañía de Jesús, por el término de 10 años, que su colegio máximo o mayor otorgara títulos de teología y artes, pero sólo a futuros sacerdotes. En 1634 un nuevo papa, Urbano VIII, confirmó la conce-sión de 1621, pero esta vez sin límite de tiempo. Más de un siglo después, en 1764, en vísperas de la expulsión, el colegio Máximo comenzó a admitir estudiantes seglares, y sólo a finales del siglo xviii a otorgar título de doctor a clérigos regulares.

La importancia de la universidad, y con ella del Monserrat como centro de poder, fue percibida por el obispo fray Manuel Mercadillo (1699-1704). Esta hegemonía, sumada a los conflictos en los que rápidamente se vio implicado, llevaron al prelado dominico a idear otra universidad para su diócesis, pero en el ámbito del convento dominico de córdoba. Su idea era que allí estudiasen los seminaristas de Loreto, que dependían de su jurisdic-ción diocesana.57 Pese al fracaso de la iniciativa, y al hecho de que en parte haya sido pensada en el marco de una disputa que mantuvo el obispo con

55 Pedro Grenón, Catálogo de los primeros alumnos del Montserrat, córdoba, imprenta de la Universidad, 1948.

56 Pedro Grenón, El Montserrat..., 1970.57 La idea de Mercadillo es mencionada, entre otros, por José María Arancibia-nelson

Dellaferrera, “el sínodo del obispo Mercadillo, córdoba 1700”, en Revista Teología, t. XVi, núm. 34, 1980, pp. 3-32.

436 valentina ayrolo

diversos sectores de la élite local, interesa considerar que la resistencia al proyecto de Mercadillo fue eficaz y permitió conservar para la ex casa de altos estudios jesuita, más tarde Universidad de córdoba, su condición de único centro de estudios de la región.

Luego de la expulsión de los padres ignacianos, la universidad pasó a manos de los franciscanos. esta decisión estuvo promovida, entre otros, por el obispo del tucumán, Manuel Abad ileana, acérrimo enemigo de los jesuitas. Según se suele argumentar, el obispo consideraba que el clero secular, formado durante el periodo en que la compañía estuvo a cargo de la formación universitaria, continuaría las enseñanzas de los desterrados, y esa explicación habría sido suficiente por aquel entonces.58 Sin embargo, creemos que los motivos que influyeron para que los franciscanos tomaran en sus manos la universidad fueron, seguramente, muchos otros, entre ellos la disponibilidad de hombres preparados para asumir las cátedras univer-sitarias que había en el convento de San Jorge de córdoba, y el hecho de que aceptaron dictar las clases sin exigir ninguna remuneración a cambio, absorbiendo en gran parte los costos de la institución.

58 Argumentación del Deán Gregorio Funes en su libro Ensayo de la historia civil del Para-guay, Buenos-Ayres y Tucumán, Buenos Aires, Benavente, 1817.

LoretoMonserrat

Gráfica 3cantidad de alumnos del seminario de Loreto

y del colegio de Monserrat (1795-1808)

Fuente: seminario de Loreto, elaborado con datos del AAc; colegio de Monserrat, tomados del libro de Hernán Ramírez, La Universidad de Córdoba... p. 142.

cantidad

30

25

20

15

10

5

0

Año

s

1795

1796

1797

1798

1799

1800

1801

1802

1803

1804

1805

1806

1807

1808

437los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

en 1785 el obispo San Alberto escribía al virrey Vértiz una esclare-cedora carta sobre la situación de la universidad: “esta universidad no lo era formalmente y en rigor, no siendo ni habiendo sido sus principios más que unos estudios generales de jesuitas con privilegio pontificio para dar grados, con leyes formadas por el provincial Rada y aprobadas, según se dice (aunque no consta), por el rey nuestro señor”.59

Los dichos de San Alberto parecen estar en sintonía con lo expresado por el padre Pedro Grenón, quien afirmó que con la expulsión de los jesuitas “ni Bucarelli, ni los franciscanos, ni el clero secular cayeron en la cuenta de que la universidad jesuítica había muerto y dejado de existir en la misma noche de la expulsión, al cesar la autorización para otorgar grados académi-cos, privilegio concedido exclusivamente al colegio máximo extinguido”. es más, prosigue Grenón, “...los Padres franciscanos... [estuvieron] confiriendo títulos universitarios totalmente nulos e inválidos durante cuarenta años, pues no tenían autorización de nadie para otorgarlos”.60

En 1807 la orden seráfica dejó la universidad forzada por una orden del virrey Liniers, quien hizo cumplir la real cédula del 1º de diciembre de 1800. Por esa real cédula se volvía a fundar la universidad llamándola de “San carlos y nuestra Señora de Monserrat”, ya que se unía la casa de Altos estudios al colegio convictorio y ambas instituciones quedaban en manos del clero secular. La real cédula del 1º de diciembre solicitaba ade-más que el nuevo rector, el deán Gregorio Funes, estudiase la situación de la estancia de caroya, situada en las afueras de la ciudad, que le pertenecía ahora a la universidad y era donde tomaban su recle anual los estudiantes. Aparentemente dicho establecimiento producía pérdidas y debía definirse qué hacer con él. Por otro lado, el rey solicitaba que no se atribuyeran más becas que las estrictamente necesarias y que para todo ello se consultaran las resoluciones tomadas por el rector del colegio San Juan Bautista de la Plata (charcas) y se concedió a los colegiales, en tanto parte de la universidad, los fueros académicos.61

Respecto de las materias que se estudiaban en la universidad, somera-mente podemos decir que para el periodo en examen las disciplinas estu-diadas en córdoba eran artes [“de pensar”], que comprendían las materias de lógica, física y metafísica, y teología, cuyas materias eran moral y teología

59 en Archivo General de la nación de Argentina (en adelante AGn Argentina), iX4, 4, exp. 348, citado en cayetano Bruno, La Iglesia en la Argentina. Cuatrocientos años de historia, centro Salesiano de estudios, Buenos Aires, 1993, p. 328.

60 Pedro Grenón, El Montserrat..., 1970, p. 12.61 Cf. AAc, leg. 12.

438 valentina ayrolo

de prima y vísperas y más tarde escritura e historia sagrada.62 Los primeros grados académicos que se podían obtener eran los de bachiller, licenciado y/o maestro en artes; y bachiller, licenciado y/o doctor en teología.

el 12 de marzo de 1791 se fundó la cátedra de instituta, sentando las bases de lo que más tarde sería la carrera de derecho. Su primer profesor fue el doctor Victorino Rodríguez,63 y la primera promoción obtuvo su título de bachiller en leyes en 1796. Los interesados en obtener la habilitación como abogados debían realizar sus prácticas en el foro durante 4 años, y esto sólo era posible en la Academia carolina de charcas o bien en la real audiencia de Buenos Aires. La mayoría se inclinaba por la prestigiosa academia al-toperuana porque aquél era un espacio de formación y práctica forense al mismo tiempo.64

Luego de la independencia de las Provincias Unidas, ocurrida en 1816, en Buenos Aires se fundó una academia de jurisprudencia. en 1820, al autonomizarse política y administrativamente la provincia de córdoba, los aspirantes al foro realizaban sus prácticas en estudios jurídicos locales y luego era el gobernador quien extendía el título y licencia respectivos. el 9 de febrero de 1821 se fundó una Academia teórica y Práctica de jurisprudencia en córdoba, pero aparentemente no entró en funcionamiento.65 el proble-ma para el desarrollo de esta rama de estudios parece haber sido la falta de libros y medios para pagar profesores; sin embargo, una vez fundados siguieron adelante. el 1808 se estudiaban, además de instituta, derecho real y canónico. entre 1813 y 1815, el plan sufrió una reforma promovida por el rector Funes.66 Según ésta los estudios de derecho constarían de cuatro años, en los que se verían: instituta, según el texto de Daniel Galtier Paráfrasis de Teófilo; derecho canónico, con el libro de Juan Devoti, Institutionen Canoni-carum; leyes del estado (importantísima reforma) y derecho natural y de gentes, según la versión compendiada de los clásicos Grocio y Puffendorf realizada por Heineccio. Para la parte de retórica se usaba el texto de carlos

62 norberto Rodríguez Bustamante, Debate parlamentario sobre la ley Avellaneda, Buenos Aires, Solar, 1981, introducción: “Antecedentes de la enseñanza superior en el país hasta 1885”.

63 Había estudiado Jurisprudencia en charcas y era abogado de la real audiencia.64 Sobre esta academia recomendamos consultar: clément thibaud, “La Academia ca-

rolina de charcas: una ‘escuela de dirigentes’ para la independencia”, en El siglo XXI, Bolivia y América Latina, La Paz-Muela del Diablo, iFeA, 1997, pp. 39-60.

65 Más datos pueden consultarse en carlos Luque colombres, “el grado universitario, el título de abogado y la práctica forense en córdoba”, en carlos Luque colombres, Para la historia de Córdoba, Córdoba, Biffignandi, 1971, t. I, pp. 347-359.

66 el plan de estudios se encuentra reproducido en Estudios, núm. 3, Universidad nacional de córdoba, pp. 217-253.

439los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

Batteux, Curso de bellas artes. A partir de 1824 se instaura el grado académico de doctor en derecho civil y canónico.67

La importancia de este espacio de formación académica, independien-temente de sus avatares y sus crisis, fue fundamental en la formación de los cuadros burocráticos administrativos del espacio rioplatense. Esto se refleja, por ejemplo, en el hecho de que la mitad de los congresales que declararon la independencia de las Provincias Unidas en 1816 habían pasado por los claustros cordobeses. Pero también puede verse en el ámbito eclesiástico, ya que sabemos que de los casi 60 clérigos seculares que ocuparon algún lugar privilegiado en la administración de la iglesia de la diócesis de córdoba entre 1808 y 1852, 80 por ciento había realizado sus estudios en la Universidad de córdoba. De forma tal que dicha universidad constituyó una importante ma-triz de formación intelectual en la región durante el periodo que estudiamos.

La universidad como ámbito de encuentro de las élites regionales

como bien ha sido señalado,68 el destino de la universidad y, me permito agregar, del resto de los espacios ligados a la formación de la juventud, como el seminario, estaba directamente vinculado con los intereses de los sectores prominentes de la sociedad, como los miembros del cabildo secular, espacio en el cual, según señala la historiadora Ana inés Pun-ta, hubo familias enteras que se turnaron en el ejercicio del poder. esto habría ocurrido, por ejemplo, entre 1730 y 1760, cuando los echenique y sus allegados ocuparon el espacio capitular, sucedidos luego por los Allende y sus parientes.69 esta situación habría sido posible, entre otras cosas, gracias al sistema de compra de cargos. con la llegada del primer gobernador intendente de córdoba, marqués Rafael de Sobre Monte, en

67 Cfr. enrique Martínez Paz, Constituciones de la Universidad de Córdoba, córdoba, Univer-sidad nacional de córdoba, 1944. es importante recordar que a partir de 1864 los estudios en la Universidad de córdoba se renovarán, suprimiéndose por ejemplo la Facultad de teología y modernizandose los de derecho civil. Además, las constituciones y la forma de ocupación de las cátedras quedó supeditada a concursos de oposición. Ver: Pablo Buchbinder, Historia de las universidades argentinas, Buenos Aires, Sudamericana, 2005.

68 “Las reformas en la universidad no podrían haber llegado a buen puerto sin el apoyo de los grupos de poder locales, aquellos que eran económicamente fuertes y manejaban los hilos de la política a través del cabildo, quienes enviaban a sus hijos a la universidad —y habían egresado, en su mayoría de sus aulas—, para que continuaran la labor emprendida”. Silvano G. A. Benito Moya, op. cit., 2000, p. 54.

69 Las familias Usandivaras, Salguero, Xigena, De la Quintana y Arrascaeta.

440 valentina ayrolo

1784,70 en conformidad con el espíritu Borbón de la época, se produciría “una paulatina separación entre las funciones de gobierno y del ejercicio del poder”,71 ampliando, curiosamente, las posibilidades de participación social de la élites locales. como consecuencia de la expulsión de los jesuitas y como ocurrió en casi todas partes, la ciudad se dividió entre aquellos que apoyaban a los expulsos y el sector que festejaba su extrañamiento. en córdoba estos grupos tomaron el nombre de “funistas” por aquellos que acordando con la familia Funes apoyaban a la compañía, y “sobre-montistas”, los que detrás del gobernador intendente Sobremonte y de la familia Rodríguez festejaron la partida de los ignacianos.72 este brevísimo relato de la situación cordobesa sirve a los fines de presentar el marco en que se desarrollan los conflictos que nos interesan especialmente, por estar vinculados al espacio académico local.

A continuación nos ocuparemos de analizar, desde la óptica del poder, el conflicto ocurrido en los años 1774 y 1775 entre las autoridades del semina-rio conciliar y la universidad, disputa que —a nuestro juicio— puso de relieve varias cuestiones, más allá de los conflictos entre seculares y regulares, como ha sido interpretado habitualmente. Por un lado, reveló, una vez más, las diferencias que atravesaban a los diversos sectores de la élite. Por otro, deja ver la imagen y la cosmovisión corporativa que la sociedad cordobesa tenía de sí misma y de “cómo debían funcionar las cosas”. Luego de presentar este episodio, atenderemos el desarrollo del traspaso de la universidad de manos franciscanas a seculares, acontecimiento que marcó, una vez más, como en 1774-1775, un punto de conflicto dentro de la élite local, y que nos permitirá ver cómo los ámbitos de la educación fueron también enclaves de poder sujetos, como todos, a los avatares de la coyuntura.

cholos, bandoleros, Malcriados y Pícaros73

Recordemos, de nuevo que, la expulsión de los jesuitas puso en manos de los franciscanos la Universidad de córdoba, que tenía adjunto el colegio convic-

70 Sobre Monte dejó córdoba en 1797 para convertirse en virrey del Río de la Plata en 1804.71 Ana inés Punta, op. cit., 1998, p. 254. Recomiendo este texto para la comprensión de

las postrimerías del periodo colonial. 72 Sobre esta cuestión es mucho lo escrito. Remito al lector a la síntesis que realicé en

Funcionarios de Dios y de la República...73 Dichos que según los colegiales de Loreto fueron expresados por el rector hacia ellos.

AAc, leg. 12, “Quaderno 1º de Autos sobre lo obrado por el Padre Pedro nolasco Barrien-tos rector de la Universidad de córdoba, contra el Dr. Joseph Antonio Moyano, rector del seminario de Loreto. Son cinco cuadernos”.

441los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

torio de Monserrat. el seminario conciliar, mientras tanto, seguía en manos de los seculares y sus alumnos estaban adscritos a las clases que se dictaban en la universidad. Entre 1774 y 1775 se produjo un conflicto protagonizado por los colegiales del seminario y las autoridades y maestros de la univer-sidad que puso de manifiesto el débil equilibrio de fuerzas de las partes, el deseo de las autoridades diocesanas de hacerse del gobierno de la alta casa de estudios, y el gran poder que tenían las instancias administrativas.74

corría el año de 1774 cuando la presencia del rector del seminario de Loreto en la universidad creó un gran alboroto. Según se supo después, el rector Moyano había acompañado a sus alumnos a presentar una queja ante las autoridades de la casa de Altos estudios. Retirando previamente a los seminaristas de la clase de metafísica, Moyano y los loretanos se presentaron ante el rector de la universidad, fray Barrientos.

conforme al relato que los seminaristas hicieron a Moyano, en la uni-versidad se los miraba “con desprecio [...] como si en realidad no fuesen miembros de ella”. el inconveniente parece haber empezado en las clases de metafísica que dictaba el lector fray casimiro ibarrola, donde asistían tanto los colegiales del seminario de Loreto y del colegio de Monserrat como los manteístas.75 Los seminaristas se quejaron de ser ignorados y maltratados por el maestro, quien llegó “hasta ponerles las manos [...] arrebatado en cólera”. en una ocasión, decían, “...este religioso, se levantó y asiéndole [a Vicente isasmedi] fuertemente del cogote, dio en tierra con él dándole fuer-tes golpes”.76 Aparentemente, éste fue el episodio que provocó las palabras del rector fray Pedro nolasco Barrientos, que elegimos para el título de este apartado, cuando llamó a los colegiales de Loreto “cholos, bandoleros, mal criados y pícaros”.77

el rector del seminario, el presbítero José Antonio Moyano, entendió estos hechos como una afrenta y cedió a los ruegos de sus alumnos, quie-nes le pidieron que interviniera, ya que, “antes que volver a la clase a ser estropajo de su maestro”, preferían abandonar sus estudios. A los fines de aclarar las cosas, se conformó un expediente que contó con el testimonio de nueve alumnos. Todos se refirieron al trato diferencial que recibían por

74 Remitimos al texto de Silvano G. A. Benito Moya, op. cit., 2000, y al de Hernán Ramírez, op. cit., 2003, quien, a nuestro juicio, ha analizado acertadamente este conflicto.

75 Los manteístas eran aquellos alumnos que durante la época de clases vivían en casas particulares.

76 AAc, leg. 12, “Quaderno 1º de Autos sobre lo obrado por el Padre Pedro nolasco Ba-rrientos rector de la Universidad de córdoba, contra el Dr. Joseph Antonio Moyano, rector del seminario de Loreto. Son cinco cuadernos”.

77 Loc. cit.

442 valentina ayrolo

su condición de seminaristas: “...porque con ocasión de hallarse en el colegio de Monserrate los maestros de la universidad, y el cancelario y rector de ellos serlo también de dicho colegio se han arrogado todas las gracias y preeminencias de la universidad a los alumnos del colegio...”.78

A estos argumentos se agregaron otros en el mismo sentido. tal vez sea interesante traer a colación que los problemas entre la universidad y el seminario parecen más antiguos, y el conflicto de 1774 sólo sería una expresión de lo que el anterior rector del seminario y algunos seminaristas mencionan cuando dicen que los padres de familia eran aconsejados para que no ingresaran sus hijos al seminario, “porque era para atrasarse en la carrera literal, y ni disfrutarían de los honores que dispensa la universidad”.79 nos preguntamos, entonces, qué cuestiones podrían haber motivado el conflicto, además de las incuestionables diferencias y resquemores entre regulares y seculares.

en junio del mismo año, el provisor del obispado, Pedro José Gutié-rrez, decide que, dada la usual negativa del rector Barrientos para que los manteístas participaran de la prestigiosa celebración de Corpus Christi, no se presentase ninguno a dicha celebración. en seguida se suscitaron varios hechos interesantes. Lo primero es que bajo las presiones del rector Barrientos y de sus contactos políticos en la junta de temporalidades, el provisor Gutiérrez destituyó al rector Moyano, aunque fue restituido unas semanas después. el malestar, como vemos, estaba bien instalado. Gracias a la indagatoria, se puede saber que una de las críticas que los colegiales del real seminario le hacían a Barrientos era que muchos de los maestros eran al mismo tiempo sus condiscípulos. Se decía en el informe que esto ocurría así porque eran franciscanos y dilectos del rector. Tales afirma-ciones quedaron en evidencia en la mayoría de las declaraciones. Uno de los seminaristas dijo que el rector, “llamándoles a estos [se refiere a los de Loreto] continuamente en público universidad de díscolos, malcriados o indignos ensalzando al mismo tiempo a los colegiales de Monserrate, con quienes, como que vivían juntos todo era, chanzas, juegos y divertimentos... jactándose de la familiaridad”.80 evidentemente algunos de los argumentos esgrimidos por los colegiales de Loreto parecen plausibles, aunque se hayan

78 AAc, leg. 11, Alegato de los alumnos, f. 22. La cursiva es mía.79 Ibid., f. 18. en la declaración de Domingo Guerrero, ex colegial de Monserrat y de la

universidad, cura y vicario de Río Seco, se puede leer: “es constante así mismo, que dichos padres catedráticos y Padre rector de la universidad ven con desagrado y desprecio a los colegiales del Real seminario de Loreto con el animo de que los escolares solo vistan la beca de su colegio de lo que resulta el atraso del Real seminario...”.

80 Ibid., f. 22.

443los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

exagerado: “la familiaridad” de que se habla debe de haber franqueado más de una puerta.

Los inconvenientes continuaron y encontraron su término con la des-vinculación del seminario de la universidad en junio de 1774. este hecho marcará un quiebre y propiciará la decadencia de la institución durante algunos años, situación que va a revertirse recién terminando el siglo xviii. Si los loretanos no asistían a las aulas de la universidad ¿quién daría las clases para los seminaristas? Ése fue uno de los grandes problemas que llevaron a las autoridades a revisar la medida y buscar una solución pacífica.

Aunque ciertamente este conflicto podría leerse, como se ha hecho, en términos de una disputa más entre regulares y seculares,81 no podemos dejar de señalar que este altercado excede el encono clásicamente señalado y se vincula, sobre todo, con las pujas por lograr el control de la mayor parte de los espacios de poder local y pone de manifiesto la unión indisociable que existía entre la universidad y el Monserrat. Si miramos quiénes están discu-tiendo, vemos, por un lado, al rector franciscano y su grupo, que contaban con el sostén del virrey y con una parte de la élite local que había apoyado la expulsión de la compañía; por otro, estaba el rector Moyano, miembro de la élite local, cuya familia tenía importancia y estaba unida a los echenique,82 los cabrera, los olmedo y los Allende.83

en tercer término, hay que considerar a aquellos nueve estudiantes que frecuentaban las clases de Ibarrola por los que se inició el primer conflicto de 1774. todos eran originarios de la jurisdicción del tucumán, aunque de distintas ciudades. cuatro eran de Santiago del estero, uno de la ciudad de San Miguel de tucumán, otro de la ciudad de Salta y los otros tres de córdoba. ninguno pertenecía a familias muy destacadas de la región, motivo por el cual podríamos suponer que la queja tenía algún viso de realidad, ya que refe-rirse como “cholos” a jóvenes de estas procedencias no sería raro. Sobre todo porque ibarrola no corría mucho riesgo tratándolos de esa manera, dada su extracción social y la condición de “segundones” de estos nueve estudiantes de Loreto. todas estas cuestiones podrían explicar las palabras desmedidas del rector de la universidad, quien habría desestimado el alcance del asunto.

Sin embargo, no sólo Moyano sintió las palabras y el trato propiciado por Barrientos a sus alumnos como una afrenta institucional y personal, sino que del mismo lado se alinearían el obispo Moscoso y Peralta, ausente en el

81 Cf. el análisis de Hernán Ramírez, op. cit., 2003, pp. 56-60.82 Recordemos que el rector anterior a Moyano había sido Bernabé echenique.83 Los Allende eran muy influyentes desde mediados del 1770 y por sí mismos o por

sus allegados ocupaban los lugares más destacados del cabildo de la ciudad de córdoba.

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sínodo de charcas,84 quien era, al igual que Argandoña, simpatizante de los jesuitas, y los allegados a la familia Funes, emparentados con los Allende. Justamente uno de sus miembros, Gregorio, alcanzaría en los años siguientes gran notoriedad, y la universidad tendría que ver con ella.85

Refundación de la universidad: el triunfo de los Funes

el resultado más relevante de las disputas de los años setenta fue el tras-paso de la universidad de manos franciscanas a las del clero secular, según orden de 1800. Pero la cesión no fue ni automática ni fácil de lograr. A la separación del seminario de la universidad, siguieron los problemas de cómo organizar las clases en el seminario y luego cómo validar los cursos realizados en él, sumados a la discusión de quién y cómo se otorgarían los diplomas que acreditaran los grados académicos.

Según señala Silvano Benito Moya, en 1785 el obispo fray Juan An-tonio de San Alberto escribía al virrey del Río de la Plata, marqués de Loreto, una carta en la que relataba la difícil situación que atravesaba el seminario sin maestros que quisieran dictar las cátedras, “por experiencia de ver que trabajaban sin interés alguno se cansaron prontamente; hubo cien mudanzas de maestros”.86 esta situación volvió a poner en duda la legitimidad de la separación, y sobre todo los motivos reales de la decisión. Para tratar de entender lo que ocurrió vale la pena recordar que el poder real sobre la universidad y el colegio Montserrat, durante la gestión de los jesuitas, fue nulo. no obstante, cuando los franciscanos se hicieron cargo de la casa de estudios, teniendo en cuenta el marco de las reformas y el nuevo cariz de la monarquía, la universidad pasó a depender de aquellos que ejercían el vicepatronato.

La falta de insistencia del obispo San Alberto para que se efectuase el traspaso de la universidad a los seculares podría entenderse como el

84 Juan Manuel Moscoso y Peralta (1778-1788), acusado de complicidad con los revolu-cionarios de túpac Amaru, fue llevado a Madrid para el proceso judicial. carlos iV declaró su inocencia y lo promovió al arzobispado de Granada.

85 Gregorio Funes fue un intelectual que escribió gran parte de los textos que justificaron la ruptura con la metrópoli. Pasó a la historia por su destacada actuación política, hija de una necesaria transformación de su carrera que no pudo terminar, como él deseaba, en la mitra de córdoba. La cantidad de obras sobre su persona es enorme, y como cuenta con una autobiografía sugerimos su lectura como primer paso. Cf. número especial del centro de estudios Avanzados dedicado a Funes, “escritos políticos del Deán Gregorio Funes (1810-1811)”, Estudios, núm. 11-12, enero-diciembre de 1999.

86 citado por Benito Moya, op. cit., 2000, p. 77.

445los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

resultado de la evaluación que el propio prelado hacía de la situación del clero secular local, y sobre todo de las diferencias que dividían la ciudad. Pero, además, otra situación bien concreta lo preocupaba: las rentas de la universidad, ya que ésta no contaba con un fondo destinado a su manuten-ción. Aquí nuevamente vale la pena recordar el alivio que debe de haber resultado para la corona que los franciscanos se hicieran cargo de la uni-versidad. Pese a las controversias, éstos proveyeron de maestros propios a la casa de estudios sin pedir nada a cambio. en 1783, San Alberto veía la cuestión como inmodificable.

con la llegada del primer gobernador intendente de córdoba, marqués Rafael de Sobre Monte, en 1784, el equilibrio de fuerzas volvió a ponerse en jaque. Primeramente porque ingresaba al ámbito local un nuevo funcionario cuyo poder era superior al de los cabildeantes, y en gran parte tenía varias de las atribuciones del virrey, aunque esto había que demostrarlo. el nue-vo funcionario combinó una serie de decisiones con la intención de lograr legitimidad. Primero, dirigió sus acciones a obtener para su ejercicio todo el poder que le daba la letra de la real ordenanza de intendentes y las leyes de indias. Por eso insistió al virrey en recuperar su poder de vicepatrono de la jurisdicción, situación que le permitiría, a su juicio, resolver muchas cuestiones, entre las que se contaba la suerte de la universidad. en segun-do lugar, su estrategia fue la de incorporarse a uno de los dos grupos que dividían la sociedad local: los antijesuitas, acólitos de los Rodríguez y su parentela en sentido amplio.

Pese a los esfuerzos realizados por Sobre Monte para lograr poner orden en las reuniones de claustro que dividían con virulencia a los cor-dobeses, no logró que lo habilitaran para ejercer el patronato, prerrogativa preciosa que prefirió guardarse el virrey marqués de Loreto alegando los usos y costumbres.

A finales del siglo xviii el cabildo eclesiástico se decidió —posiblemen-te alentado por su magistral Gregorio Funes— a pleitear por el traspaso definitivo de la universidad a manos seculares. Ciertamente la real cédula del 1º de diciembre de 1800 debe mucho al tesón con que Gregorio y su hermano, el alcalde de primer voto, Ambrosio, pelearon el asunto sin esca-timar argumentos de toda índole y recursos personales. Pese a que, como ya señalamos la orden de traspaso estaba lista desde 1800, la refundación tuvo que esperar otros siete años hasta que, en 1808, el clero secular pudo tomar posesión de la nueva universidad.87 El primer rector de la flamante

87 Los pormenores de este asunto pueden consultarse en Juan Garro, op. cit., 1882, pp. 207-216.

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institución fue Gregorio Funes, que coronaba así su triunfo.88 en este des-enlace, nuevamente, tuvo mucho que ver la política local y sobre todo las redes relacionales de los actores.

Luego de unos pocos años de estar en la cima del poder en el cargo de virrey, entre 1804 y 1807, Sobre Monte y sus partidarios caían en la más grande de las desgracias. en 1806 los ingleses invadían las costas del Río de la Plata, apoderándose de la ciudad de Buenos Aires, pero serían expulsados en 1807 por el propio pueblo de Buenos Aires, dirigido por el comandante general de armas de la ciudad, el francés al servicio de españa, Santiago de Liniers. el cabildo decidió la destitución del virrey de Sobre Monte, a quien se juzgó de cobarde y timorato durante la ocupación inglesa. impulsado por el predicamento obtenido entre el pueblo de Buenos Aires, se eligió para sucederlo al comandante Liniers.89 Victorino Rodríguez, quien había ocupado el puesto de gobernador intendente interino de córdoba a la partida de Sobre Monte, y que, como se recordará, era enemigo de los Funes, acompañó en su suerte al virrey “destronado” por el pueblo de Buenos Aires.

Pero, en esta coyuntura, otros sucesos se sumaron para dar un giro a la suerte de los Funes y su grupo. en 1805 había vacado la mitra cordobesa por la muerte del obispo Mariano Moscoso, y el deán Funes preparó, sin éxito, su candidatura para reemplazarlo. no obstante, los acontecimientos que sucedieron a la invasión a Buenos Aires fueron vertiginosos y definieron la situación política del flamante virreinato. Como ya ha sido señalado hace más de tres décadas por tulio Halperin Donghi, la invasión a Buenos Aires

enseñó por lo menos a magistrados y funcionarios un nuevo tipo de relación con la autoridad suprema en la que es ésta la que solicita —con amenaza, con la promesa— una adhesión que antes ni siquiera se había discutido; les enseñó entonces a descubrir una nueva dimensión más estrictamente política para las actividades de corporaciones y magistraturas, nada de lo que ocurrió hasta 1810 podría invitarlos a dudar de la verdad esencial de este descubrimiento.90

88 Una novedad que vino de la mano del traspaso de la universidad a manos seculares fue que algunos seglares pudieron ocupar el cargo de rector innovando de forma interesante una larga tradición de clérigos en ese cargo. Éste fue el caso de Miguel de Zamalloa, rector de la universidad entre 1811 y 1812.

89 Valentina Ayrolo et al., Enfoques y miradas sobre las invasiones inglesas al Río de La Plata, cuaderno de trabajo docente: Proyecto Bicentenarios, Problemas y debates del siglo XiX, Mar del Plata, 2006. La elección de Liniers como Virrey fue convalidada por las autoridades monárquicas.

90 tulio Halperin Donghi, op. cit., 1972, pp. 137-138.

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en 1809 llegaba a córdoba el nuevo obispo, el premostratense español Rodrigo Antonio de orellana. Hasta ese entonces Funes había actuado como provisor del obispado, no sin haber generado mucha oposición den-tro del propio cabildo, donde los partidarios de la facción sobremontista tenían más de un miembro.

La llegada de Funes al rectorado, como señalamos más arriba, se debió en parte a la intervención del virrey Liniers, con quien su hermano Ambro-sio y él mismo tenían fluidas relaciones de negocios y amistad. La llegada de orellana agregó un nuevo sinsabor al deán Funes, quien también será desplazado del rectorado que pasará a ocupar, por corto tiempo, el nuevo obispo. Así, en 1808, acompañando, sin saberlo, los ritmos de la política, la universidad cerraba un ciclo, habiendo demostrado, una vez más, su condición de espacio de poder simbólico, económico y político, por el que hasta ese momento había valido la pena luchar.

reflexiones finales

La Universidad de córdoba comenzó siendo una casa de Altos estudios (1613) con permiso real para conceder títulos de grado universitario a sus alumnos. Administrada por los jesuitas, en sus aulas se formaban futuros sacerdotes. La corona, según las cláusulas de la concesión, no tenía ninguna ingerencia en la administración.

en 1767, con la expulsión de la compañía de Jesús de los dominios españoles, la universidad pasó a manos franciscanas a sugerencia del gobernador de Buenos Aires, Francisco de Bucarelli y Ursúa, y con el apoyo del obispo del tucumán Abad e ileana. Desde ese momento y hasta 1807 funcionó bajo la dirección de los franciscanos; durante esta gestión comenzaron a otorgarse títulos no sólo a aquellos que aspiraban a la vida sacerdotal.91

como vimos, desde 1800 el clero secular, en la voz del deán Gregorio Funes, había iniciado acciones tendientes a lograr que la universidad pasara a manos seculares. Los resultados de dicha gestión se vieron apenas en 1808. Desde ese momento y hasta 1820 la institución funcionó administrada por los seculares. en 1820 fue el gobierno de la provincia autónoma de córdoba el que se hizo cargo de ella.

91 Cf. Silvano G. A. Benito Moya, “Las luces de la pobreza. Franciscanos y Reforma en la Universidad de córdoba del tucumán”, Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija de Estudios sobre la Universidad, vol. 11, núm. 1, 2008, pp. 67-85.

448 valentina ayrolo

Aunque la importancia de la universidad fue innegable, parece evidente que su lugar especial en el universo de instituciones locales no permaneció inmutable durante todo el periodo que aquí estudiamos. Si durante la época de los jesuitas y en épocas de los franciscanos fue un espacio de poder muy interesante, esto se modificó con la llegada de los seculares a su gobierno.

Así lo materializa la trayectoria individual de un personaje como Gre-gorio Funes, quien desde finales del siglo xviii había luchado por hacerse del control de la universidad como una de las llaves del poder local, pero cuyo interés, entrado el siglo xix, con el estallido de la Revolución, parece modificarse.92 Si el Funes clérigo “colonial” vio en la universidad un espacio de poder interesante, el Funes de 1810 ve en la política una nueva y última oportunidad de protagonismo que rápidamente se concreta. esta situación, que no es privativa de las personas sino que también influye en las institu-ciones, tiene, a nuestro juicio, una relación directa con dos cuestiones; por un lado, el debilitamiento paulatino que va a sufrir la estructura diocesana local que quedará sin obispo desde 1815 y sobre la cual ejercerán su poder patronal los diversos gobiernos, modificando el paisaje diocesano de forma irreversible;93 por otro, la contemporaneidad del traspaso de la universidad a los seculares y el inicio del proceso de independencia. estos hechos de-bilitaron y pauperizaron la institución, inaugurando un periodo de franca decadencia que se manifestará en la carencia de libros y profesores, y en la penuria presupuestaria.94 Situación de la que será rescatada, con esfuerzo, por el estado nacional en 1854.

La coyuntura de la revolución y la guerra de independencia nos permi-ten arribar a otras conclusiones. en lo que respecta al seminario de Loreto, a partir de los datos que tenemos para los años posteriores a la independencia podemos suponer su paulatina decadencia, hecho que se materializaba, por

92 no podemos dejar de señalar que la no obtención de la mitra cordobesa debe de haber influido grandemente en sus decisiones posteriores.

93 Sobre el particular puede verse mi libro: Funcionarios de Dios y de la República...94 en 1847 la universidad parecía francamente en crisis. Su rector decía: “por la escasez

de fondos necesarios para su sostén [se refiere a la universidad] ya por la falta de libros adaptables a su enseñanza y ya, si podemos decirlo, por falta de una constitución orgánica que corresponda a los métodos adoptados en los estudios modernos”. en referencia al estado de los textos, específicamente agregaba: “la Biblioteca del establecimiento demasiado útil en la universidad, pero que atestada de obras truncas y de otras inútiles apenas presenta un menguado provecho”. AHPc, Gobierno, t. 197. Sobre el particular nos explayamos en “Los caminos de las noticias en la sociabilidad cordobesa. Libros, bibliotecas y saberes entre la colonia y la independencia”, en Rosalía Baltar y carlos Hudson (comps.), Figuraciones del siglo XIX. Libros, escenarios y miradas, Mar del Plata, Finisterre/Universidad nacional de Mar del Plata, 2007, pp. 17-38.

449los ámbitos de la educación como enclaves de poder: córdoba del tucumán

ejemplo, en la caída notoria de su matrícula a partir de 1820 y su cierre en 1838. Dicha caída podría estar motivada no sólo por la crisis política y/o por los continuos problemas financieros, sino también por el traspaso de la universidad y del colegio de Monserrat a manos del escaso clero secular.95 curiosamente, este cambio en la administración de las tres instituciones convertirá al seminario en una institución obsoleta, cuya función tridenti-na —la de ser un espacio de formación para el futuro clero local— pasaría a ser cumplida por el colegio de Monserrat y la universidad, propiciando la pervivencia de un único espacio de formación para todos los jóvenes de la región.

Para cerrar nuestro análisis podemos decir que desde finales del si-glo xviii, en el marco de lo cambios generales producidos en la monarquía española y luego con la independencia, la Universidad de córdoba, único centro de preparación formal de los jóvenes de la región, será un semillero de funcionarios. Fue un lugar donde se concretaban prácticas de aprendizaje formal e informal de ejercicio de distintos conocimientos y técnicas, cuya importancia trasuntará, más tarde, en la capacidad de aquellos hombres formados en córdoba de articular experiencias, saberes y relaciones.

Así, tanto la universidad como el seminario de Loreto y el convic-torio de Monserrat fueron espacios formales pero también informales, de encuentro entre pares y ámbitos de enseñanza, donde sus integrantes aprendieron, repitieron, asentaron e inventaron prácticas de sociabilidad; donde la convivencia cotidiana propuso y cristalizó algunos roles indivi-duales y sociales; donde, en ámbitos de estudio comunes, se establecieron luchas por poder, pero también se acordaron estrategias, se crearon facciones nuevas, se compartieron libros, nuevas ideas, teorías; donde, finalmente, se entretejieron vínculos relacionales que servirían de una forma u otra para la construcción de sus identidades individuales políticas y sociales, pero también identidades colectivas de los espacios independientes del Río de la Plata.

95 Sobre el tema trabajamos en: “cura de almas. Aproximación al clero secular de la dió-cesis de córdoba del tucumán, en la primera mitad del siglo XiX”, Anuario del Instituto de Estudios Histórico-Sociales, XVi, Universidad nacional de centro de la Provincia de Buenos Aires, tandil, 2001, pp. 421-443.

Espacios de saber, espacios de poder. Iglesia, univer-sidades y colegios en Hispanoamerica. Siglos xvi-xix, editado por el instituto de investigaciones sobre la Universidad y la educación, se terminó de imprimir en septiembre de 2013 en los talleres de Formación Gráfica S.A. de C.V. (Matamoros núm. 112, nezahualcóyotl, estado de México). en su composición se utilizó la familia tipográfica Book Antiqua (de 8, 9, 10, 11, 12 y 16 puntos). Los interio-res se imprimieron en papel bond ahuesado de 75 gramos y las portadas en cartulina couché de 250 gramos. La formación tipográfica estuvo a cargo de Margarita Aguilar Moreno y Diana Moctezuma

olvera. La edición consta de 500 ejemplares.

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