Las casas de empeño en México durante el siglo XIX

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Escuela Nacional de Antropología e Historia

Licenciatura en Antropología Física

Dania Tzotzil Poot Pérez

Las casas de empeño en la Ciudad de México durante el siglo

XIX

Un día viendo la televisión, específicamente el canal History

Channel, me tope con un programa llamado El precio de la Historia,

este es sobre una casa de empeño en los Estados Unidos, de

ahí me surgió la pregunta ¿cómo había sido el empeño en

México?, todos los años en la “cuesta de enero” pasan en las

noticias las filas de personas en frente del Monte de Piedad

esperando para empeñar algo con la esperanza de que sea lo

suficiente para sufragar los excesivos gastos realizados

durante las fiestas decembrinas, pero ¿era igual hace uno o

dos siglos?

Con esta breve investigación pretendo conocer como fue el

empeño, entendido como la acción de “dar algo en depósito

2

para obtener un préstamo de cuya devolución responde lo

entregado”1 durante el siglo XIX. Es decir, a través de que

instituciones se realizaban los prestamos y de qué forma se

regulaba dicha actividad, así como el motivo por el cual las

personas decidían realizar un empeño, cuáles eran los

objetos que más se empeñaban y cuál era su valor. Con esto

pretendo demostrar la importancia del empeño en la vida

cotidiana de las personas durante este periodo, lo anterior

con el propósito de abordar un tema de la vida económica que

no se estudia tanto en comparación con las investigaciones

realizadas sobre los bancos y redes comerciales cuyo alcance

social y económico es mayor a partir del siglo XIX.

Para abordar este tema usare como fuente los trabajos

de la Dra. Marie François, historiadora estadounidense que

ha hecho investigación en historia sobre la vida cotidiana

en México y Latinoamérica desde la década de 1750 hasta

principios del siglo XX, especialmente en aquellos temas que

tienen que ver con la manutención del hogar en los ambientes

urbanos y en los que aborda el empeño, y con los cuales hare

1 Diccionario enciclopédico Larousse, México, DF, pág. 258

3

un análisis del empeño en la Cd. De México durante el siglo

XIX y los cambios que sufrió durante el siglo, esto en

términos muy generales.

El préstamo, una forma de vida

“…todo tiene una historia y un precio…”2 con esta frase

empieza un programa del canal History Channel llamado El precio de la

Historia, el cual trata sobre una casa de empeño llamada Spawn

Stars que se encuentra en Las Vegas, EU en este lugar se puede

encontrar desde un anillo conmemorativo del Superbowl hasta un

cofre pirata del siglo XVIII, un Shelby Cobra 1965, (uno de los

autos más representativos de los llamados muscles cars),

pasando por dientes fosilizados de tiburón. Las personas que

van a esta casa de empeño es porque necesitan dinero, quieren

vender algo que no les sirve o porque creen que vale algo, e

incluso van a comprar algún objeto de los muchos que se

venden, y como se menciono arriba algunos son bastante

peculiares y todos tienen una historia.

2 El precio de la Historia, History Channel

4

En el caso de México en el siglo XIX el empeño era una

forma de vivir, de esta manera se conseguía lo necesario para

la satisfacer las necesidades más inmediatas de la vida

cotidiana, primero mediante las pulperías y luego con la

aparición de las casas de empeño en los 40´s y el Monte de

Piedad en los 60´s3. Durante este periodo la economía

doméstica estuvo basada en los préstamos que se hacían en

tiendas y casas de empeño, de la misma manera las leyes que

gobernaban estas transacciones fueron muy importantes en las

vidas cotidianas de las personas que tenían que acudir a

estos establecimientos a pignorar alguna prenda4, también es a

través de los registros de los empeños que se puede observar

mediante los inventarios como cambio la vida material y el

valor de las prendas empeñadas a lo largo del siglo.

La escasez del dinero, las pulperías y las tiendas de empeño

3 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 814 Lo que se da o hace como garantía, prueba o demostración de algo o para un fin determinado. Diccionario enciclopédico Larousse, Mexico, DF, pág. 581

5

Para la mayoría de los residentes de la Ciudad de México “…el

dinero en efectivo era escaso…”5, no solo para las personas

pobres y de clase media, este era un fenómeno igual afectaba

a las clases altas, diariamente tenían que enfrentar la

situación de conseguir dinero para la comida, la renta, pues

un número considerable de personas rentaban, la manutención

de la casa, negocios, etc. Para obtener lo que necesitaban

podían acudir a las pulperías6 donde se hacían préstamos a corto

plazo, y prácticamente se encontraban en cada esquina de los

vecindarios. En estos establecimientos la mayoría de los

clientes eran mujeres, por lo cual las leyes borbónicas

instaban a los pulperos a proteger el “honor” de sus

“clientas”7, lo cual igual se vio reflejado en los

reglamentos de las casas de empeño en 1842 y 1871.

Otra manera de obtener efectivo era empeñar los bienes

tales como ropa, herramientas y joyas en las casas de empeño.

5 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999 pág. 686 Tienda donde se venden bebidas, comestibles, mercería y otros géneros muy variados. Diccionario enciclopédico Larousse, México, DF, pág. 5927Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 82

6

En la primera mitad del siglo XIX un tercio de las familias

estaban encabezadas por mujeres8, las cuales camino al

mercado pasaban primero a las tiendas a obtener el dinero

mediante el empeño de sus posesiones, esto para complementar

el escaso salario que recibían de su trabajo9, lo cual fue

una práctica habitual, que creaba una relación entre el

tendero y sus clientes. Esta relación existente entre

prestamistas y clientes formaba parte del tejido social de la

ciudad, era donde los clientes hacían los negocios necesarios

para la obtención del dinero necesario para la vida diaria.

Igual la tienda de empeño era una institución y un centro de

la cultura material, donde el ir y venir de los bienes, su

intercambio y compra, producía el crédito dentro de una

economía falta de efectivo. De hecho es posible que en el

siglo XIX la transacción de crédito más común fuera la de

empeño10, que a diferencia de otras formas de crédito no

incurría en deudas porque estaba asegurado por bienes11.

8 Ibídem, pág. 829 Ibidem, pág. 8210 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 6911 Ibídem, pág. 69

7

El empeño, entre lo público y lo privado

Una gran cantidad de los bienes que eran empeñados eran de

uso personal y la gran mayoría era de mujeres, pues como se

mencionó anteriormente estas constituían la mayoría de los

clientes, entre las que se encontraban viudas, madres

solteras, hermanas y compañeras de trabajo. Los objetos

empeñados dependían de la clase social a la pertenecieran las

mujeres, las viudas de clases altas podían empeñar objetos

tales como vajillas de plata y ropa fina, también era clara

la diferencia del lugar donde se empeñaban dichos objetos,

que era usual que acabaran en el Monte de Piedad, mientras

los vestidos más usados y la ropa blanca iba a las casa de

empeño que se encontraban en las esquinas.

La ropa era lo más común en los empeños en las primeras

décadas del siglo XIX, representando un 80% de los objetos

empeñados de 1818 a 186812, y el 41% era ropa de mujer –12 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad deAuburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y

8

enaguas, rebozos, tápalos y vestidos- , 22% era masculina –

saco, pantalón, calzón y sarape- y el 37% podía pertenece a

ambos sexos-bandas, blusas, camisas, chaquetas, chalecos,

ceñidores, esclavinas, mascadas, tilmas, toquillas y medias-.

De las prendas anteriores las más pignoradas eran las

enaguas, que eran las faldas de las mujeres humildes y entre

las de clase media era costumbre usar varias bajo el vestido,

cuando esto paso de moda fue más fácil su empeño, en segundo

lugar estaban las sabanas, que eran llamadas ropas blancas,

al igual que frazadas cobertores y fundas.

Como se puede observar por lo anterior la ropa estaba

en el centro de la vida material y las costumbres sociales de

la Ciudad de México, “…servía para separar a las personas e

identificar el estatus social…”13, había jerarquía dentro de

la ropa como el material del que estaban hechas, las sedas y

satines eran para las clases altas y la manta y el algodón

para las bajas; incluso las mismas prendas tenían un distinto

uso dentro de las diferentes clases como se puede observar en

vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 8313 Marie François. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business inMexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 84

9

el caso de las enaguas antes mencionadas, otro ejemplo es el

de la mantilla que era usada por las mujeres acomodadas y el

rebozo que era llevado por mestizas o indias, como se puede

notar el uso de estas dos prendas era el mismo, lo único que

cambiaba era el nombre. Por lo anterior se hace notable que

la ropa era una inversión, era guardada y se cuidaba mucho

para que pudiera ser empeñada las más veces posibles, incluso

se hacían anotaciones en los registros acerca del estado de

la ropa para clasificarlas, la mayoría eran del tipo como

“viejas”, “usadas” o “picadas”14, era usual que las prendas

tuvieran muchas vidas y fueran reutilizadas para confeccionar

otras.

Otras de las prendas que eran más pignoradas durante el

siglo XIX eran los objetos domésticos, como son los objetos

de cocina-sartenes -ollas de peltre o de fierro, botellones

de agua- y piezas del servicio de mesa -soperas, charolas,

platones, cubiertos de plata, loza, vasos, manteles, jarras-,

Los servicios de plata, que fueron “…signo de una vida

14 Marie François. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business inMexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 87

10

acaudalada15 era común encontrarlos en el Monte de Piedad…”,

mientras que las demás piezas del servicio eran empeñadas en

las tiendas de las esquinas.

Obviamente las personas acomodadas tenían más cosas que

empeñar, y con las cuales podían obtener más fácilmente el

dinero necesario para la manutención de la casa, a veces

muchas de las cosas que eran empeñadas fueron herramientas de

trabajo que eran el modo de vida de las personas que las

empeñaban, por eso se crearon leyes para impedir que este

tipo de objetos fueran empeñados por representar la fuente de

ingreso de las personas, de la misma forma se crearon leyes

para proteger a los dueños de los bienes empeñados, pues no

siempre eran estos los encargados de llevarlos a las tienda

de empeño, dentro de las familias acomodadas era tarea de los

sirvientes ir a la casa de empeño, y por ende podría ser

fácil para estos sustraer algunos objetos. Tratare más

adelante estas leyes.

15 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 86

11

El cambio de las prendas empeñadas

Con el paso del tiempo es posible apreciar el cambio de los

bienes que eran empeñados, y se hace notable la evolución de

la vida material. Es principio es posible apreciar sobre todo

la disminución de las ropas como prendas de empeño y el

aumento de herramientas de trabajo, como máquinas de coser y

joyería como relojes, todo esto como consecuencia de la

industrialización; aun así las prendas confeccionadas a mano

todavía conservaban su valor y continuaron siendo empeñadas.

Otro cambio en la ropa fue el tipo de telas con que estas

estaban confeccionadas, para el siglo XIX eran comunes en las

clases humildes la manta, la jerguetilla, angaripola (especie

de lienzo estampado) para la confección de enaguas, mientras

que la muselina era para la clase media y la seda y el

terciopelo para las clases acomodadas. Las telas

anteriormente mencionadas fueron las más comunes durante el

12

siglo XIX y para principios del siglo XX cambiaron por el

percal y la lana.16

También se puede notar es el cambio del empeño de unas

prendas por otras, como es el caso del calzón de manta usado

por los hombres indígenas por el pantalón, esto fue

impulsado principalmente por la autoridad porfiriana17, esto

con el afán de “civilizar” al indio; algo parecido paso con

las amplias camisas de manta que eran muy comunes en 1868,

pero que ya no aparecen en 197918, aunque claro está que este

cambio fue muy lento.

Las joyas también eran frecuentes en los empeños, y para

el siglo XIX las de plata, oro y piedras preciosas eran las

más comunes, -aunque su porcentaje era muy bajo si se compara

con el de las prendas de vestir empeñadas a inicios del

siglo-, predominando las de plata en las primeras décadas y

16 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pag. 10317 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 10318 Ibídem, pág. 103

13

casi desapareciendo para finales del siglo XIX y principios

del XX, donde el oro es predominante. Aquí también es posible

observar un cambio no solo en el material, también en el

diseño de las joyas, como se mencionó en el párrafo anterior

al principio la plata era dominante y las joyas de este

material que más eran empeñadas fueron cadenas y aretes,

cuando el oro se volvió predominante fueron los anillos las

joyas más pignoradas, pues al igual que la ropa se compraban

como una inversión, los que más se empeñaban eran

especialmente aquellos con piedras preciosas -brillantes,

perlas, esmeraldas, rubíes, turquesas,…- principalmente a

finales del siglo XIX porque para principios del siglo XX

eran pocos los anillos que las llevaban.

El empeño de enseres domésticos también sufrió cambios,

los servicios de plata disminuyeron, y fueron cambiados por

los de fierro, cobre y plaque. La loza se clasificaba en tres

tipos de los cuales dependía su precio a la hora de empeñarla

“fina”-probablemente china-, “loza de Tonalá, de Puebla y de

otras fábricas” y “loza de Cuautitlán y demás, corriente”19.19Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y

14

También es notable el aumento del empeño de planchas, y

también de su valor, ya que en 1879 fueron valuadas en 2

reales a 1.5 pesos para principios del siglo XX su valor fue

de 3 a 7 pesos, por lo que se puede decir que estos aparatos

fueron más accesibles para las mujeres de clase media y es

probable que las planchas eléctricos fueran las más caras.

Las herramientas igual cambiaron, pues los telares que

eran empeñados a finales del siglo XIX fueron cambiados por

las máquinas de coser a principios del siglo XX, aunque esto

no necesariamente quiere decir que tuvieran un precio alto a

la hora de ser empeñadas, las manuales valían casi lo mismo

que un telar, y al igual que sucedió con las planchas las

eléctricas eran las más caras. Un caso curioso es el de las

bicicletas que a pesar de haber arribado a México en los años

de 1870 cuando se hace popular, esta no aparece en las listas

de empeño hasta 1902 y su valor oscila entre los 40 y 50

pesos20. Los inventarios de los empeños igual podían dar una

idea de la actividad predominante en la zona donde se

encontraban ubicados, pues aun a pesar de las prohibicionesvivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 10520 Ibídem, pág. 108

15

de aceptar herramientas de trabajo estas seguían siendo

empeñadas y de los cambios ocurridos en dichas zonas cuando

la modernización llego a México.

El valor de las prendas, el lugar de empeño, los salarios y

los gastos

Siendo el empeño a veces la única forma de conseguir dinero

para la manutención de una casa es importante analizar el

valor que estos tenían para el dueño, es probable que los

objetos adquiridos en épocas de prosperidad fueran empeñados

cuando la situación se volvía precaria. Todos se veían en la

necesidad de empeñar, incluso los que pertenecían a las

clases más altas, aunque las diferencias del lugar donde eran

empeñadas las prendas, como es el caso del Monte de Piedad

para las personas ricas y las casas de empeño para los más

humildes, cosa que se mantuvo a lo largo del siglo XIX, a

pesar de que en 1868 el Monte de Piedad abrió sucursales para

recibir prendas con menor valor.21

21Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág.

16

El valor de una prenda podría considerarse por las veces

que esta podía ser empeñada para sufragar los gastos que

surgían, de esta manera muchas de dichas prendas eran una

inversión para sus dueños, por eso la ropa se cuidaba mucho,

para mantener su valor el más tiempo posible, también cabe

mencionar que las alhajas eran igual una buena inversión, y

su empeño repetido podía representar una ganancia.

El valor sobre préstamos de joyas fue en el Monte de

Piedad durante las primeras décadas del siglo XIX de 42 pesos

en promedio, para las últimas décadas fue 12 pesos –por el

límite establecido de 20 pesos- y a principios del siglo XX

fue de 16.49 pesos22. En cambio los préstamos sobre alhajas en

las tiendas de los barrios eran escasos, y los pocos que se

hacían eran muy bajos, es hasta principios del siglo XX

cuando parece que en los barrios las personas parecen poder

adquirir piezas de más valor, sobre todo oro.

A pesar de que el Monte de Piedad cobraba solo 5% de

interés a diferencia de del 50% que cobraban algunas casas de

9222 Ibídem, pág. 92

17

empeño, muchas personas preferían usar estas últimas,

especialmente los de clases humildes -aun cuando en varias

ocasiones se intento hacer más accesible a estas durante los

1880`s- debido a que el horario del Monte de Piedad era

restringido y el servicio lento. Por lo cual este siguió

siendo para las clases acaudaladas, lo mismo sucedió en el

porfiriato, donde las casas de empeño ubicadas en el centro

eran para las clases más altas.

Además del valor de la prenda hay que considerar que el

valor de la moneda no se mantuvo constante, depresiones e

inflaciones hicieron que el dinero en efectivo fuera escaso23

lo cual se vio reflejado no solo en la economía de los

hogares, a veces la falta de dinero en efectivo durante el

virreinato hacia que los comerciantes hicieran sus propias

monedas de madera o jabón. También estaba el problema de la

falsificación de las monedas, primero se establecieron las de

cobre que luego fueron sustituidas por las de níquel, que al

final terminaron por ser retiradas, esto provoco la23 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 95

18

desconfianza de los comerciantes que solo las tomaban por la

mitad de su valor, por eso para obtener crédito se recurrió a

los empeños, tanto como las amas de casa hasta el mismo

gobierno.

El empeño no solo fue necesario para sufragar los gastos

del hogar, muchas veces se recurrió a él para pagar la misma

vivienda -98% de las capitalinos rentaban entre los años de

1820-183024-, pues pocas personas tenían un trabajo seguro y

los pocos que contaban con uno no ganaban lo suficiente e

incluso se veían en la necesidad de empeñar sus herramientas

de trabajo para poder pagar su habitación en la que vivían.

Igual hay que considerar que las mujeres ganaban menos que

los hombres y es posible que por eso fueran las que más

recurrían al empeño de prendas.

En cuanto al salario en el campo era muy bajo de 38

centavos diarios25 lo cual forzó a los campesinos a migrar a

la ciudad donde los salarios se mantenían bajos -aunque no

24 Ibidem, pág. 9625 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 96

19

tanto como en el campo- debido a la demanda, además de lo que

descontaban por retrasos, máquinas rotas o averiadas. Por lo

anterior la vida de los trabajadores fue muy precaria, y aun

para los comerciantes y artesanos más acaudalados que ganaban

en promedio 25 y 50 pesos al menos tenían que pagar la mitad

de lo que ganaban en renta26.

Otro gasto que debían afrontar era el del vestido, el

precio de la tela disminuyo después de la Independencia

debido a la industrialización textil, aunque otros también

apuntan a la competencia extranjera que vendía por debajo de

los precios de las textileras mexicanas, y aun a pesar de

esta disminución los salarios seguían siendo insuficientes

para cubrir los gastos de vivienda, alimento y vestido, ya

que si bien el precio de la tela disminuyo la ropa hecha

seguía siendo cara, llegaba a costar 2 pesos lo cual

fácilmente podía rebasar el sueldo mensual de un obrero, ni

siquiera la ropa usada era barata, por tal razón muchas

personas acudían a las casa de empeño para sacar alguna

prenda cuando tenían que asistir a alguna fiesta, solo para

26 Ibídem, pág. 98

20

volver a empeñarla al día siguiente de la fiesta. También era

común asistir a los cajones –sastrerías y tiendas de ropa-

ubicados en el centro de la ciudad donde se podían conseguir

las ultimas modas, y que con el paso del tiempo debido a la

mecanización bajaron sus precios.

Entre otros de los gastos que se podrían nombrar están

los de la ceremonia de matrimonio que costaba alrededor de

pesos 6, un parto 15 pesos, entierro a las afueras de la

ciudad 8 pesos, la comida -debido a que las habitaciones que

las personas rentaban no contaban con cocina las personas

tenían que comprar comida en los puestos, mercados y

fondas27-, todo lo anterior más los gastos que se acumularan

representaban una visita al empeñero.

Todo lo anterior puede dar una idea de cómo el empeño

era una herramienta para sufragar los gastos de los se tenía

necesidad o para complementar los salarios, también es

27 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 100

21

posible diferenciar los tipos de prendas que se empeñaban en

las distintas clases sociales.

Las leyes, los dueños y los clientes

Después de la Independencia los pulperos se encontraban bajo

la jurisdicción del gobierno de la ciudad, que monitoreaba y

regulaba las actividades comerciales mediante un Consulado,

también había un consejo que escogían los pulperos, este

constaba de seis lugares permanentes, que eran ocupados por

aquellos que llevaban más años en el negocio y otros seis que

eran escogidos cada tres años, este consejo tenía la

obligación de supervisar que se cumplieran las leyes de para

lo cual hacia visitas a las pulperías.

De la misma manera cuando un dueño contrataba a un nuevo

administrador o tenía que vender el establecimiento, el

Consulado debía hacer una audiencia para conocer el estado

económico del establecimiento, esta audiencia consistía en

22

hacer un inventario de los bienes, equipo y prendas, así como

un registro de débitos y créditos28.

Lo anterior no impedía que muchas de las regulaciones

más básicas como el extender un recibo con el nombre y

apellidos del cliente, el artículo y el monto recibido fueran

pasadas por alto, igual era obvio que había un incumplimiento

en cuanto a los artículos que estaban prohibidos en las

tiendas. Otro asunto era sobre el monto del préstamo, en las

tiendas mixtas se daba un pequeño préstamo a corto plazo, a

veces mitad en efectivo y la otra en productos, también

realizaban prestamos sobre prendas aunque por lo general

para prendas de más valor se iba a las tiendas de empeño

ubicadas por lo regular en las esquinas del vecindario.

Las pulperías solo hacían préstamo a través del empeño29,

y eran las que más prendas recibían en comparación con las

tiendas mixtas. Aunque por lo regular compartían un mismo

reglamento en cuanto al empeño de prendas. Por otro lado

28 Marie François. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 7329 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 76

23

estaban los pulquerías a las cuales se les acusaba de causar

desorden y hacer daño por aceptar bienes en empeño, por eso

en 1822 se ordenó que estos establecimiento no aceptaran

prendas como empeño bajo ningún pretexto30 aunque esta

disposición era a menudo ignorada.

Los dueños al igual que las tiendas que manejaban

estaban dentro de todo un contexto, empezare con la mención

de que todos eran considerados “españoles” a pesar de que no

todas las veces era de esa forma y en la documentación del

Consulado recibían el apelativo de “Don”. De los que eran

españoles eran los pocos que no habían sido expulsados una

vez lograda la Independencia, podían quedarse si habían

nacido en México. Muchos de los que permanecían se dedicaban

a actividades comerciales e incluso algunos eran de origen

judío. No todos podían ejercer la ocupación de pulperos, esta

estaba reservada para “españoles, indios, mestizos o

castizos, y mujeres de dicha calidad”31 al parecer esta era

30Ibidem, pág. 7731 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pag.91

24

una ocupación que estaba prohibida para los de origen

africano y miembros de las demás castas.

Muchos de los pulperos y demás comerciantes eran

inmigrantes y la mayoría eran solteros. Igual era común que

vivieran más de un comerciante en una misma casa, cada uno

con su familia y registrados bajo ese denominativo –

comerciantes- en los censos.

Los tenderos tenían ventajas sobre sus clientes, esto

queda claro sobre todo en la forma en que aplicaban los

reglamentos, eran ellos los que decidían el valor de una

prenda y la cantidad a prestar sobre ese valor, también eran

los que decidían que bienes aceptar en empeño, pues debían

rechazar aquellos que sospecharan que fueran robados, como es

el caso de cubiertos, vajillas, joyas de plata, la librea,

chapas y llaves32 que podrían ser fácilmente robados por los

criados de las personas acomodadas, por lo anterior se

publicaron reglamentos para los criados -esto en 1852 y en

32 Marie François. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005, pág. 87

25

187933- en su mayoría domesticas de algún tipo, principalmente

indias y mestizas. Este incluía desde el comportamiento que

debían observar los empleados hasta el lugar donde podían

vivir y guardar sus pertenencias. Aunque igual estos podían

ser dueños legítimos de las pertenencias de sus amos que una

vez muertos les heredaban algunos bienes o bien encontrándose

en bancarrota se los daban mientras buscaban otro amo que

servir. También debían decidir que bienes eran indispensables

para realizar un trabajo, y que no se podían empeñar por

considerarse la fuente de ingresos de la persona o aquellos

que estaban prohibidos.

Por otro lado en un reglamento publicado en 1810 se

establecía que los pulperos no podían rechazar las prendas de

sus vecinos pobres por ser esta la única “forma legítima que

tenían para aliviar sus necesidades más inmediatas”34, también

debían supervisar la conducta de sus clientes no debían

“acechar a las personas que acudían a la tienda,

especialmente a las mujeres que iban para satisfacer las

33 Ibídem, pág. 8834 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 94

26

necesidades de sus casas,…con palabras deshonestas y

escandalosas”35. De la misma manera que con sus clientes era

su responsabilidad vigilar de la misma manera la conducta y

forma de vestir de sus empleados.

El trato con los clientes era muy importante, sobre todo

con aquellos que eran regulares, pues de alguna manera los

dueños de estas tiendas de empeño y pulperías se volvían

participes de su vida privada al estos tener los bienes que

la constituían de alguna manera, además de formar parte de su

vida cotidiana.

Otro asunto que quedaba determinado por las leyes era el que

hacer con las prendas que no eran reclamadas después de un

tiempo. A las prendas cuyo período de reclamación había

terminado –el cual podría ser de 6 meses hasta 1 año- se les

enlistaba para ser subastadas, la subasta era realizada por

el Consulado que tomaba nota del precio en que habían sido

vendidas, el valor que excedía el precio de empeño se daba al

tendero para que lo restituyera al dueño, en caso de no

encontrarlo esta ganancia era donada para la caridad.35 Ibidem, pág. 94

27

Todo lo anterior en cuanto a la regulación de las

ganancias e intereses estaba en gran medida regulado por las

prohibiciones católicas acerca de la usura, lo cual se ve

demostrado en las leyes en contra de esta que estuvieron

vigentes hasta 1833, cuando fueron revocadas por el gobierno

liberal, y que sin embrago se volvieron a establecer en 1839

por Anastasio Bustamante36. Si bien no se establecía un límite

en cuanto al interés, se regulaba en gran manera las

ganancias que podían obtenerse de la venta de los bienes

empeñados como se mencionó anteriormente, pues muchos

tenderos no daban el valor correspondiente a la moneda

circulante lo cuales permitía dar menos de la ganancia

obtenida en la subasta a los propietarios de los bienes que

habían sido subastados.

Las tiendas de empeño y pulperías, como otros negocios

al por menor durante el siglo XIX tenían una vida corta,

cambiaban de mano constantemente y las ganancias eran

limitadas. Cuando la tienda cambiaba de dueño este tenía que

hacerse cargo por ley de las prendas que aún no habían36 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 96

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vencido sus plazos para reclamarlas, y si bien las ganancias

no eran muchas estas tampoco se encontraban en crisis. Algo

que afectaba las ganancias más que el monto que se prestaba

por los bienes era la suma de débitos que pertenecían al

tendero. A pesar de lo anterior se acusaba a los tenderos de

cobrar altos intereses y se les trataba de usureros, no es

posible determinar qué tan cierto era esto, pero era normal

que se encontraran con prendas cumplidas de las que no podían

obtener ganancia, pues aun cuando estas eran subastadas solo

podían quedarse con una pequeña parte del dinero esto cuando

no eran obligados a donarlo a obras de caridad, siendo de

esta manera una buena parte de su capital se encontraba atado

a dichas prendas.

Por lo que se puede vislumbrar es difícil decir la

rentabilidad del negocio del préstamo, como se dijo

anteriormente aunque parte del capital se encontraba en

prendas cumplidas, también era común que hubiera periodos en

que de redención en los cuales las prendas eran reclamadas

antes de que el periodo del préstamo expirara, lo cual era lo

más deseable para los tenderos pues de estas transacciones

29

era de las que se obtenían ganancias, además si el retiro de

la prenda se hacía cerca de la fecha en que expiraba el

préstamo aprovechaban para cobrar la mayor cantidad de

intereses posibles.

Como se mencionó anteriormente las tiendas usualmente

cambiaban de dueño muy seguido, conservaban por más tiempo su

nombre y ubicación que un dueño. Aunque unos pocos lograron

una larga longevidad en el negocio, el cual regularmente era

familiar, un ejemplo es Kinsbruner que fundó y tuvo en

posesión 38 negocios de 1806 a 181537. Es importante esta

parte sobre la longevidad de las tiendas, pues no solo eran

pasadas de padre a hijo, también en algunas ocasiones cuando

en un matrimonio el esposo enfermaba y moría era la esposa la

que se hacía cargo del negocio.

Las pulperías y tiendas de empeño eran muchas, se

encontraban cerca unas de otras y la competencia entre estas

era fuerte, como lo demuestra el cambio constante de dueños,

37 Marie Francois. Prendas and Pulperias: The fabric of the neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999, pág. 102

30

era probable que las personas eligieran aquella que les

brindara más beneficios.

Conclusiones:

El empeño desempeño un papel importante durante el

siglo XIX y el XX en la ciudad de México, pues

ante la escasez del dinero en efectivo y los

salarios bajos era una forma de conseguir dinero

para sufragar los gastos diarios.

Las mujeres constituían la mayoría de los clientes

en las casas de empeño y pulperías por ser las

encargadas de comprar las cosas necesarias para la

casa, además de que usaban el dinero sacado de sus

propias pertenencias para completar los salarios

que recibían ya que estos eran menores a los de los

hombres.

31

La ropa fue muy importante como prenda de empeño,

era considerada una inversión por sus propietarios

por lo cual se cuidaba para preservar su valor,

además de considerarse como una forma para

diferenciarse entre clases, un símbolo de estatus.

Es posible apreciar el cambio de la vida material

en la ciudad de México mediante el cambio de las

prendas que se empeñaban, la ropa pasa a un segundo

plano como consecuencia de la industrialización y

se hace más común el empeño de relojes,

herramientas y joyas.

Las leyes que regulaban el empeño (que eran

dictadas por el Consulado, que regulaba y vigilaba

actividades comerciales) iban desde que objetos se

podían o no aceptar, el monto máximo que se podía

dar, la forma de registrar a los clientes y las

prendas empeñadas, como se debía proceder con las

prendas que no habían sido reclamadas, la venta de

las tiendas de empeño y pulperías, y en última

instancia el interés que se podía cobrar siendo que

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este último aspecto se encontraba regulado por las

normas católicas que se oponían a la usura.

Con estas conclusiones muy generales acerca de los puntos que

más resaltan dentro de esta breve investigación puedo

concluir que el empeño jugó un papel muy importante dentro de

la vida cotidiana del siglo XIX, y que es un tema que merece

una investigación más profunda por las implicaciones sociales

y económicas que tuvo en este periodo.

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Bibliografía:

Francois, Marie. Prendas and Pulperias: The fabric of the

neighborhood credit business in Mexico City 1780´s-1830´s, UNAM, 1999.

François, Marie. Vivir de lo prestado. El empeño en la ciudad de

México, Universidad de Auburn Alabama; Historia de la

vida cotidiana en México, Tomo IV Bienes y vivencias. El

siglo XIX: Fondo de Cultura Económica, 2005.

Laurosse, diccionario enciclopédico usual. 3ra Edición, México,

DF. 2007

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