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LLAMADOS A SER CATEQUISTAS 16 DE OCTUBRE DEL 2011

Una vocacion catequista

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LLAMADOS A SER

CATEQUISTAS

16 DE OCTUBRE DEL 2011

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"No sois vosotros los que me habéis elegido…Soy yo quien os he elegido a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

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¿Por qué te has hecho catequista ? Si reflexionas y tratas de

reconstruir el entramado

de las circunstancias, a

veces fortuitas, de las

situaciones

imprevistas, o de los

encuentros ocasionales

de los que ha brotado tu

opción de poner manos

a la obra catequética, te

quedas desconcertado.

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¿Ha sido una invitación... una toma de

conciencia de tu condición de creyente a

fondo... una propuesta... un testimonio... un

deseo de comprometerte con la comunidad

cristiana?..

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Jesús pasa una noche en oración antes de llamar a sus discípulos: “Subió al monte a hacer oración” (Lc 6,13).

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“Llamando a los que quiso,

vinieron a él” (Mc 3.13).

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Tú, respondes hoy como ayer, más aún, mejor que ayer, con tu “sí” gozoso a la invitación del Señor que te envía a anunciar su Palabra.

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TÚ HAS SIDO LLAMADO

PERSONALMENTE A

ANUNCIAR LA PALABRA

DE DIOS

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La vocación, que está en el comienzo del ministerio catequético, es algo que pertenece al género de lo extraordinario por ser “don y gracia del Espíritu Santo" (EM 68),

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La vocación es siempre un gesto de predilección

Es necesaria la mirada de la fe que nos permite descubrir a Dios

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Invita a Juan y a Andrés a seguirle mientras

éstos van de camino : “Venid y veréis” (Jn

1,39)llama a Mateo mientras éste se encuentra

en su mesa de trabajo: “Sigueme” (Mc

2,14);

A Pedro mientras se afana en arreglar las

redes de “No temas : de ahora en adelante

serás pescador de hombres” (Lc 5,11).

Algo semejante, aunque tono diverso, ha ocurrido también en tu

propia vida constituyendo el comienzo de la historia de tu vocación

catequética. El redescubrirlo en la fe te ayuda a sentirte de continuo

un llamado, un escogido, y te responsabiliza cada vez más.

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“El catequista es consagrado y enviado por Cristo y

puede tener su confianza puesta en esta gracia: más

aún, debe solicitar la abundancia de la misma, a fin de

hacerse en el Espíritu instrumento adecuado de la

benevolencia del Padre” (RdC 185).

El catequista es Consagrado por Cristo

“La vocación profética de cada uno de los miembros del

pueblo de Dios tiene su origen en la consagración

bautismal a Cristo; se desarrolla y se especifica, a

través de los otros sacramentos, en ministeriosdiversos...” (RdC 197).

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Enviado por el Espíritu para la comunidad:

El encuentro habitual con tus muchachos debe hacer te cada vez

más consciente de los dones que el Señor, a través de tu voz y de

tus gestos, quiere comunicarles a ellos.

En un determinado sentido te conviertes en el mediador único e

insustituible de los mismos, en aquel momento y en aquel

determinado ambiente.

“El dio a unos ser apóstoles; a otros, profetas; a otros,

evangelistas; a otros, pastores y doctores... para la edificación del

Cuerpo de Cristo” (Ef4,11_12).

El ministerio de la Palabra nace de una vocación específica que el

Espíritu suscita en la comunidad y para la comunidad.

De hecho, todo “ministerio es un servicio puramente eclesial en su

esencia y en su finalidad” (EM 68).

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El reconocimiento de la Iglesia:

“Los pastores tienen autoridad para reconocer y alimentar la

vocación de cada cual, así como también para asignar tareas

especificas en el servicio a la comunidad. Toda misión

catequética se ve de esta manera robustecida también por la

llamada que, de diversas maneras, lanzan los pastores para

asociar a todos a su ministerio apostólico: en los encargos que

el obispo y el párroco confían, es posible siempre percibir el

mandato que, reconociendo los dones del Señor, los pastores

confían en su nombre a los fieles para confirmar su misión”

(RdC 197).

Tu servicio catequético es una expresión de la fe de tu

comunidad en el Espíritu, que no la abandona nunca, sino que

continuamente la renueva con sus dones. Te conviertes por tanto,

ante tus muchachos, en un signo de la confianza de la Iglesia.

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UNA VOCACIÓN QUE ES GRACIA Y

DON DEL ESPÍRITU SANTO

La vocación catequética es, por encima de todo, un don que te

sorprende, te maravilla y te invita a orar como la Virgen ante el

anuncio del ángel: “Engrandece mi alma al Señor y se alegra mi

espíritu en Dios, mi salvador; porque ha puesto los ojos en la

humildad de su sierva” (Lc 1,47).

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Un ministerio de hecho:

En la comunidad “se encuentran los llamados ministerios de hecho,

es decir, aquellos ministerios que, sin titulo oficial alguno.

desempeñan, en la praxis pastoral, constantes y consistentes

servicios públicos a la Iglesia”... “Uno de los ejemplos más evidentes

es el de los catequistas, que se encuentra entre los más florecientes

en no pocas iglesias locales” (EM 67).

El catequista, por consiguiente, desempeña en la Comunidad el

ministerio de Cristo, que con la palabra convoca a los niños y los reúne

para anunciarles la “buena nueva” del amor del Padre.

La comunidad cristiana tiene necesidad de que tú ejercites el

ministerio catequético que te ha sido conferido como un don por el

Espíritu.

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La “gracia de la Palabra”:

El servicio a la Palabra que el catequista desempeña es un modo

de expresar la propia pertenencia activa y responsable a la

comunidad cristiana.

Al igual que el apóstol Pablo, también tú vives esta experiencia

saboreando en el espíritu un profundo sentimiento de gratitud :

“Doy gracias al que me dio fuerzas, a Cristo Jesús, Señor nuestro,

porque me consideró digno de confianza al colocarme en el

ministerio” ( 1 Tim 1,12).

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EL CATEQUlSTA, “ PROFETA” EN LA IGLESIA:“Mira que pongo mis palabras en tu boca” (Jer 1,8)

“No me van a creer ni van a escuchar mi voz” (Ex 4, 1).

¡No sé hablar, pues soy muchacho” (Jer 1,6).

¡Ay de mi, que estoy perdido, pues soy hombre de labios

impuros!" (1s 6,5).

“No os preocupe cómo o qué hablaréis; porque se os dará

en aquella hora lo que debéis decir. No seréis vosotros los

que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hable

por vosotros” (Mt 10,19_20).

El catequista, a diferencia de los profetas, no habla tan sólo

en nombre de otro, sino que con su propia persona, con sus

palabras y sus gestos, hace Presente a Jesucristo. En un

cierto sentido se convierte él mismo en la primera

encarnación de la Palabra de Dios ante los muchachos.

Page 20: Una vocacion catequista

ENRAIZADO EN EL AMBIENTE INTEGRADO EN LA COMUNIDAD

MADUREZ HUMANA TESTIGO DE FE

CAPACITACION PEDAGÓGICAFORMACIÓN TEOLÓGICA-

CRISTIANA